SIQUEM

SIQUEM Nº XIV
Diciembre 2015
ABOLIR LA INDIFERENCIA
El primer reto del Papa para 2016
L
a ciudad se llena de lámparas y papel
de regalo. Si no hay nieve, la dibujamos.
Si vemos pobreza, cortamos la
luz. Si alguien clama de dolor, más
ruido. El mundo dispone así una falsa
solución para cada distorsión de nuestra calma.
Todo es simulable en la cultura del descarte. Menos
la Navidad, que sin Dios es mentira; vacaciones
de invierno.
Y es que Navidad significa que Dios nace pobre en
medio del mundo. Que nace para salvarnos. Que nace
de María. Que los Reyes Magos, en nombre de toda la
humanidad, adoran a un Dios que duerme en un establo
por nosotros. Pero esto es difícil de entender ahora…
Hoy nadie adoraría a un pobre; muy pocos. En
estos días, bebemos indiferencia en copas de champán.
Y eso también es mentira.
Navidad es un imperativo de paz que ha prolongarse
todo el año y a todas las dimensiones. Una llamada
a estar cerca de los que sufren, de los indefensos, de
los apartados, de la familia, de los que buscan posada.
A eso nos quiere invitar Francisco en estos primeros
días del año tan llenos de propósitos: a desterrar la
indiferencia, y a trabajar por la paz desde un corazón
que se conmueve.
Nos lo ha recordado durante la Jornada Mundial de
la Paz, que se ha celebrado el primer día del año -en
el corazón de la Navidad-, lo cual es una imagen
de la importancia que da el Papa y toda la Iglesia a
construir un mundo en paz, algo que va más allá de
romper las pistolas.
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