La-realidad-de-MADHU.-completo-pdf

Madhu era estática durante unos minutos para digerir la
información recibida peculiar. Podría estar soñando, porque
estaba más lúcido y vivo que nunca. Tal vez todo se tratara de
un experimento científico psicológico en el que fue conejillo de
indias. Aún así, no tiene sentido. Aquí no hay nada tenía sentido.
Impregnado de su frustrante reflexión, Madhu no se dio cuenta
de que el Dr. Behosa ya había fijado los infropectos en la parte
medial del antebrazo blanco. Se preguntó si sería posible que
hermoso hombre esté diciendo la verdad. Tenía que encontrar a
cabo.
– ¿Me estás diciendo que fui secuestrado? - preguntó
Madhu, mirando el infropecto atascado en su antebrazo.
– La señorita Madhu fue secuestrado por el propio bien y
el bien de todos.
El Dr. Behosa estaba ansioso por Madhu se despertó,
tenía importantes intereses en su ADN. Y Madhu era perfecto y
único para su audaz proyecto: a 19 años de un metro con setenta
y seis centímetros de altura, silueta longilíneos, un peso de sólo
cincuenta y siete kilos. Tenía el pelo rojo cobrizo largo y
ondulado, cayó casi hasta la cintura, la cara de la piel muy
blanca, pecosa, hombros y brazos, una envidiable boca llena, la
nariz y los ojos de color ámbar vueltas hacia arriba de color
amarillo. Pero lo que importaba a Behosa era el alma de Madhu,
su rara etérea de ADN, cuya valiosa información fue
almacenada en su ADN físico.
– Espera, ¿cómo sabes mi nombre? - preguntó Madhu,
dándose cuenta de que en ningún momento se había dicho su
nombre.
– No es la primera vez que la señorita despierta este
laboratorio. Le estamos monitoreando desde hace algún tiempo.
16