teatro - La Teatral

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POR PATRICIO DE LA TORRE
Pepa Gamboa tiene la nariz judía y
los ojos arios, una mujer de belleza
arriesgada. Tal excentricidad involuntaria
ha salpicado durante más
de veinte años su trabajo como
directora de teatro. “Nunca sabes
si haces lo que buscas o buscas lo
que haces”. Su último trabajo, “La
Puerta Abierta”, traza un recorrido
por el lugar donde surgen las ideas
y su representación y ese lugar es
la poesía (de la que se confiesa
apasionada desde Quevedo hasta
Gil de Biedma pasando por el
propio Borges o Clarice Lispector).
Un musical sobrio, montado con
su casi normativa “precisión cartesiana”,
donde recorre los lagos
instintivos e irracionales en los
que considera que navega el arte.
Pepa entiende el teatro como un
compendio de todas las artes, donde
se mueve sin prejuicios, pero
Enero-Marzo 2007
con el rigor de los artesanos.
Ni siquiera recuerda cuántos
montajes ha dirigido pero los más
notables están inconfudiblemente
relacionados con el flamenco. “Zapatos
Rojos”, “Dime” o “La Mujer
y el Pelele” son acercamientos
a un flamenco laico, ecléctico,
desprovisto de ritos y religiosidad.
Su trabajo en este campo
es una mezcla de la ortodoxia de
ambos lenguajes “sin que ninguna
sea la excusa para el otro”. El
flamenco le atrae por lo que tiene
de expresión radical y romántica.
“Los flamencos son artistas
completos que viven la fatalidad
de lo contemporáneo”. Cuando
los dirige Pepa Gamboa, los flamencos
hacen cosas que están
fuera de su mundo, radicalidades
en las que se sienten cómodos
porque de alguna manera están
íntimamente relacionadas con
la opinión del teatro