revista_070313

Tuvo
una existencia plena
de actividad en los respectivos
campos de la docencia, la judicatura,
la política, la administración pública y la representación
a nivel diplomático. Su vida la dedicó al servicio de causas que pueden
calificarse, sin exageración, de nobles, por cuanto tienden a afirmar el valor
del ser humano y, en especial, de la mujer, reivindicándola social y políticamente.
Fue digna representante de México ante las Naciones Unidas durante los trabajos
sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Fue delegada ante la
Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos
y directora nacional femenil del Comité Ejecutivo Nacional del Partido
Nacional Revolucionario, al que se había afiliado en 1930.
En la Secretaría de Educación Pública (SEP) trabajó de 1976 a 1989 en forma
consecutiva como subsecretaria de educación básica, directora de la Comisión
Nacional del Libro de Texto Gratuito y asesora del secretario.
Asimismo, fue Vicepresidenta de la Academia Mexicana de la Educación, publicó
dos libros muy importantes para el derecho mexicano: Delincuencia infantil,
que apareció en 1945, y Situación jurídica de la mujer, editado en 1953.
Por su parte, el senador Jorge Luis Lavalle Maury, sobrino nieto de la senadora
María Lavalle Urbina resaltó la trayectoria de su tía abuela a quien recuerda por
su gran sentido de humor y el trabajo incansable por jóvenes y niños, a quienes
enseñó a leer y a escribir cuando fue maestra en el estado de Campeche.
Se le reconoció en 1963 como la mujer del año y en 1973, la Organización
de las Naciones Unidas le otorgó un premio por servicios
eminentes a la causa de los derechos humanos.
En 1981 obtuvo la medalla de Honor al Mérito Jurídico de la Asociación
Nacional de Abogados y la medalla Justo Sierra Méndez
que otorgaba el gobierno de Campeche. En 1988 el Senado de
la República le entregó la medalla Belisario Domínguez. La Universidad
Autónoma de Sudeste en Campeche la nombró Doctora
Honoris Causa.
Para describir a Lavalle Urbina no bastan estas palabras, desde su
niñez y juventud se distinguió siempre por ser líder en todas las actividades
que se le asignaban.
Toda su pasión puede concretarse en la defensa permanente de los
derechos humanos, “sin distinción de nacionalidad, raza, sexo, religión,
ideología, condición social o situación económica”.
María Lavalle Urbina, desde el lejano sureste, intuye que el ser revolucionario
encuentra sentido en la entrega y en el trabajo cotidiano
al servicio de la Patria. La maestra que siembra y que enciende en el
alma, el amor por México anhelado”.
Una mujer que sirvió como motor, guía, fuerza que transformaba,
sembradora de palabras y sembradora de ideales…
Se le reconoció en 1963 como la mujer
del año y en 1973, la Organización de
las Naciones Unidas le otorgó un premio
por servicios eminentes a la causa de los
derechos humanos. “
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