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Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia

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cAPítuLo 24<br />

A finales <strong>de</strong> 1872 y principios <strong>de</strong> 1873, el él<strong>de</strong>r Lorenzo Snow<br />

y otras personas viajaron a <strong>la</strong> tierra Santa.<br />

<strong>de</strong> Su éxito, y en ello yace el secreto <strong>de</strong>l éxito <strong>de</strong> cada persona que<br />

trabaja en base al mismo principio 6 .<br />

Jesucristo, el Hijo <strong>de</strong> Dios, fue colocado una vez en una condición<br />

que requirió <strong>de</strong> Su mayor esfuerzo para lograr lo que era<br />

necesario para <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong> millones <strong>de</strong> <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Dios. Se<br />

requirió <strong>de</strong>l mayor esfuerzo y <strong>de</strong>terminación que <strong>de</strong>bía ejercerse<br />

antes <strong>de</strong> que el Hijo <strong>de</strong> Dios pudiera pasar por <strong>la</strong> dura prueba, el<br />

sacrificio que era necesario 7 .<br />

Jesús, el Hijo <strong>de</strong> Dios, fue enviado al mundo para hacer posible<br />

que uste<strong>de</strong>s y yo recibiéramos estas bendiciones extraordinarias.<br />

Él tuvo que hacer un gran sacrificio. Se precisó todo el po<strong>de</strong>r que<br />

tenía y toda <strong>la</strong> fe que pudiera reunir para lograr lo que el Padre<br />

le requirió… Él no fracasó, aunque <strong>la</strong> prueba fue tan severa que<br />

sudó gran<strong>de</strong>s gotas <strong>de</strong> sangre… Sus sentimientos <strong>de</strong>ben haber sido<br />

inexpresables. Él mismo nos dice, como se encuentra registrado en<br />

<strong>la</strong> sección 19 <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> Doctrina y Convenios, que Su sufrimiento<br />

era tan gran<strong>de</strong> que hizo que incluso Él “temb<strong>la</strong>ra a causa <strong>de</strong>l dolor y<br />

sangrara por cada poro y pa<strong>de</strong>ciera, tanto en el cuerpo como en el<br />

espíritu, y <strong>de</strong>seara no tener que beber <strong>la</strong> amarga copa y <strong>de</strong>smayar”.<br />

Pero Él <strong>de</strong>cía continuamente en su corazón: “Padre… no se haga<br />

mi voluntad, sino <strong>la</strong> tuya” [véase D. y C. 19:15–19] 8 .<br />

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