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EPISTEME Y CIENCIA POLITICA SEGÚN MAQUIAVELO - UAZ

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Investigación Científica, Vol. 5, No. 1, Nueva época,<br />

agosto–diciembre 2009, ISSN 1870–8196<br />

Razón y poder rumbo a la fundamentación<br />

epistémica de la política<br />

Álvaro Luis López Limón<br />

Unidad Académica de Docencia Superior<br />

Universidad Autónoma de Zacatecas<br />

E–mail: limonyparra@gmail.com<br />

Power and logical forward to foundation<br />

of epistemic politic<br />

Cuán loable es en un príncipe mantener la palabra dada comportarse<br />

con integridad y no con astucia, todo el mundo lo sabe. Sin embargo,<br />

la experiencia muestra en nuestro tiempo que quienes han hecho<br />

grandes cosas han sido los príncipes que han tenido pocos<br />

miramientos hacia sus propias promesas y que<br />

han sabido burlar con astucia el ingenio<br />

de los hombres. Al final han superado a<br />

quienes se han fundado en la lealtad.<br />

RESUMEN<br />

NICOLÁS <strong>MAQUIAVELO</strong><br />

En el presente trabajo presentamos el tiempo y contexto en el que vivió<br />

Maquiavelo, los primeros rasgos de ruptura entre Edad Media –Edad Moderna; se<br />

determina —en segundo lugar— qué se puede entender por ciencia, qué se<br />

entendía en su tiempo —el Renacimiento—, qué entendía concretamente<br />

Maquiavelo y, para qué la ciencia política. Finalmente, presentamos un ejercicio de<br />

cierre en el que se prefiguran las condiciones de posibilidad que -como invitación-<br />

se permiten pensar la política como estética de la existencia.<br />

Palabras clave: ciencia, política y estética de la existencia.<br />

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Investigación Científica, Vol. 5, No. 1, Nueva época,<br />

agosto–diciembre 2009, ISSN 1870–8196<br />

ABSTRACT<br />

In the present work we presented/displayed the time and context in which<br />

Maquiavelo lived, the first characteristics of rupture between Age Average –<br />

Modern Age; the Renaissance is determined —in second place what can be<br />

understood by science, what was understood in its time—, what Maquiavelo<br />

understood concretely and, why political science. Finally, we presented/displayed<br />

a closing exercise in which the conditions of possibility which as are foreshadowed<br />

invitation is allowed to think the policy like aesthetic of the existence.<br />

Keywords: science, aesthetic policy and of the existence.<br />

Razón y poder rumbo a la fundamentación epistémica de la política<br />

¿Es posible decir algo nuevo sobre Maquiavelo? Para algunos la respuesta sería<br />

absolutamente negativa. Pero responder de forma negativa es cuestionar la<br />

posibilidad de nuevas aportaciones, conocimientos, enfoques y soluciones a la<br />

ciencia política. Es cierto que su pensamiento, tanto el político como el<br />

historiográfico, su teatro y poesía, forma y contenido, han sido sobradamente<br />

analizados, investigados, desmenuzados, e incluso —desafortunadamente—<br />

parece que cercados y concluidos.<br />

¿Qué sentido tiene entonces este trabajo? ¿Por qué hablar otra vez de<br />

Maquiavelo? Pues, precisamente por ello, porque el Secretario al igual que su obra<br />

son clásicos de la ciencia política, porque fue un verdadero —y durante mucho<br />

tiempo único— interprete de su época en el ámbito de la ciencia política. Su<br />

lectura hoy nos sirve para comprender su tiempo, pues no ha perdido actualidad.<br />

Sus interpretaciones siguen aplicables, y llevan a comprender su emergente, nueva<br />

realidad social y política, postrero hasta nuestros días en los que, parece, asistimos<br />

a un cambio de dimensiones tan profundas y radicales como el que se vivió en su<br />

época. También hoy el mundo parece reformar su sentido y deshacerse en la<br />

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agosto–diciembre 2009, ISSN 1870–8196<br />

búsqueda de uno nuevo, asentado en la dejadez, la molicie, la falta de estímulo, el<br />

hedonismo y permisividad, la falta de valor: los mismos desvalores que<br />

Maquiavelo 1 criticaba en la clase burguesa que se imponía en su momento.<br />

En un tiempo sin ideologías su verdadera importancia consistió en el intento<br />

de hacer cotidiano el enfrentamiento leviathánico, y encerrarlo en un modelo<br />

científico pues, como él podía decir, los que tienen miedo nunca aprenden, y el<br />

florentino había nacido si no para mandar sí al menos para organizar y<br />

administrar. Hoy que se habla de la necesidad de disolución de las ideologías y de<br />

su sustitución por una eficiencia técnico−racional, no obstante, la política y sus<br />

categorías básicas, son cuestionadas y revisadas desde niveles cotidianos hasta<br />

científicos, lo que le da al pensamiento de Maquiavelo un nuevo y renovado<br />

significado. Y con ese rasgo debe comprometerse la política, como ciencia y<br />

actividad, que persigue el bien común, la libertad y la solidaridad, no ya entre<br />

individuos de un pueblo sino entre pueblos. El sueño dorado de Maquiavelo, no<br />

por haberse realizado en apariencia, está más próximo a: un estado, un imperio, un<br />

mundo.<br />

Se ha articulado el trabajo en tres apartados. En primer lugar, se da pie a una<br />

brevísima introducción en la que se presenta el contexto en el que vivió<br />

Maquiavelo, los primeros rasgos de ruptura entre Edad Media —Edad Moderna y<br />

algunos aspectos muy generales de su obra. También se intenta determinar —en<br />

segundo lugar— qué se puede entender por ciencia, qué se entendía en su tiempo<br />

—el Renacimiento—, qué entendía en concreto Maquiavelo y, el para qué de la<br />

ciencia política. Por último se añade un ejercicio de cierre en el que se prefiguran<br />

1 Obras de Nicolás Maquiavelo. Discurso sobre la corte de Pisa, 1499; Del modo di trattare i popoli<br />

della Valdichiana ribellati, 1502; Del modo tenuto dal duca Valentino nell' ammazzare Vitellozzo<br />

Vitelli, Oliverotto da Fermo, etc., 1502; Discorso sopra la provisione del danaro, 1502 ; Decennale<br />

primo (poema), 1506; Retrato de la corte de Alemania, 1508–1512; Decennale secondo, 1509; Retrato<br />

de la corte de Francia, 1510; Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 3 volúmenes, 1512–<br />

1517; El Príncipe, 1513; Andria, comedia, 1517; La Mandrágora, comedia en prosa de cinco actos, con<br />

prólogo en verso, 1518; Della lingua (diálogo), 1514; Clizia, comedia en prosa, 1525; Belfagor<br />

arcidiavolo (novela), 1515; Asino d'oro (poema), 1517; de la ciudad de Lucca, 1520; Vita di Castruccio<br />

Castracani da Lucca, 1520; Historia de Florencia, 8 libros, 1520–1525.<br />

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las condiciones de posibilidad que —como invitación— se permiten pensar la<br />

política como estética de la existencia.<br />

I<br />

Amo a la patria mía más que a mi alma.<br />

NICOLÁS <strong>MAQUIAVELO</strong> 2<br />

Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en 1469, época en la que el país era una<br />

república, bajo el gobierno de la familia Médici. Italia estaba dividida en pequeños<br />

estados, entre los cuales la ciudad natal de Maquiavelo era el más importante.<br />

Junto a Florencia, por su trascendencia política, había que contar a la república de<br />

Venecia, al gran ducado de Milán, al reino de Nápoles y a los Estados Pontificios.<br />

El reino de Nápoles estaba bajo la corona de Aragón y gobernado por Fernando I,<br />

esposo de Isabel de Castilla.<br />

Los pequeños estados italianos fueron absorbidos o traspasados por y entre<br />

los grandes, en sucesivas oleadas, durante un largo periodo. Sin embargo, algunos<br />

conservaron su independencia y mantuvieron durante largo tiempo algún<br />

protagonismo político, como fue el caso de Ferrara, Mantua y Pisa.<br />

La vida de Maquiavelo transcurre en un país dividido y en constantes guerras,<br />

donde la política se ejerce con extrema crudeza. Desde Florencia asiste a una<br />

enorme cantidad de eventos, bajo cuya superficie se desplazan los grandes<br />

cambios del siglo XV. Entre esos cambios, hay que poner en primera línea la<br />

consolidación de una forma política inédita: los Estados nacionales. Las estructuras<br />

políticas del feudalismo habían entrado en su fase de crisis terminal y en España,<br />

Francia e Inglaterra, las monarquías habían promovido la unidad nacional y<br />

establecido las bases del Estado moderno. La determinación de los límites del<br />

espacio físico de cada Estado nacional, el locus de su soberanía, se había<br />

2 Nicolás Maquiavelo, Cartas privadas, Eudeba, Buenos Aires, 1979, p. 296.<br />

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transformado lentamente en una política armada por la hegemonía política de<br />

Europa, e Italia en un campo de batalla de las potencias beligerantes. Se puede<br />

decir que Maquiavelo fue un espectador de un escenario con doble fondo: las<br />

luchas intestinas en su propio país —ya muy joven asiste a las guerras entre<br />

Lorenzo de Médici y el Papa Sixto IV— y, por otra parte, al enfrentamiento en<br />

suelo italiano entre España y Francia, ya como Estados nacionales plenamente<br />

constituidos.<br />

La cantidad de eventos que marcan la emergencia de un nuevo bloque de<br />

continuidad histórica es impresionante. En 1492 se descubre América, algunos<br />

meses antes de la conquista de Granada, que sella la unificación de España, bajo<br />

Fernando de Aragón e Isabel de Castilla. Estos dos hechos están vinculados entre<br />

sí, porque durante el siglo XV España va a proyectar su reciente unidad en la<br />

colonización del «nuevo mundo» y en dos siglos de hegemonía europea.<br />

Maquiavelo considera como uno de sus «modelos de príncipe hereditario» a Fernando<br />

de Aragón, por la renovación de la política de su reino y a quien se le debe atribuir<br />

el diseño fundacional de la expansión de España en Europa.<br />

A la muerte del Papa Inocencio VIII se produce la ascensión al trono pontificio<br />

de Alejandro VI, cuyo nombre era Rodrigo Borja (Borgia, en italiano), natural de<br />

Valencia, Cardenal de S. Niccolo in Carcere, sobrino del Papa Calixto III. Alejandro<br />

Borgia obtiene el pontificado comprando los votos de los cardenales; consecuente<br />

con esta acción, desarrolla un actividad política netamente secular. El Papado,<br />

durante este periodo, conoce una etapa de decadencia y corrupción que<br />

preanuncia la reforma, que sólo va a terminar con la contrarreforma. El hijo de<br />

Alejandro VI, César Borja, ejemplifica bien, a través de su fulgurante ascensión al<br />

poder político, la figura del «príncipe nuevo», que inventa el tiempo y el espacio de<br />

su obra política. Los actos de César Borgia son presentados por Maquiavelo como<br />

un paradigma del ejercicio del poder temporal, a la luz del principio de la<br />

autonomía del príncipe, o sea, de su no dependencia a normas extrínsecas a su<br />

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propia voluntad, para levantar el edificio de una soberanía allí donde no existía.<br />

Pero, al mismo tiempo, un buen ejemplo histórico acerca de cómo la obra iniciada<br />

por un príncipe nuevo queda sin culminar, no por ausencia de virtud, sino por la<br />

fuerza imponderable e invencible del destino.<br />

La política de Florencia, en relación con su propia estabilidad y con el resto de<br />

Italia y las potencias presentes en el escenario italiano, y recíprocamente, la<br />

política de todos los actores del escenario europeo constituye el vasto campo de<br />

observación de Maquiavelo. Ahora bien, el giro magistral que Maquiavelo<br />

imprime al análisis político está relacionado con la conducta de los actores<br />

centrales que se desplazan en ese escenario. Una conducta que no descansaba<br />

sobre los antiguos principios de legitimidad política vigentes durante la Edad<br />

Media. Tales principios son puestos entre paréntesis por Maquiavelo, en beneficio<br />

de los nuevos axiomas de ejercicio del poder, que él mismo se encargó de hacer<br />

explícitos en su obra.<br />

El príncipe recoge en apretadas líneas una verdadera analítica de las prácticas<br />

básicas del poder político. Maquiavelo señala de modo expreso que en esta obra<br />

desea escribir «sobre cosas útiles a quienes las lean», y agrega una frase que ha<br />

enraizado profundo, porque en ella está contenido el principio de «realismo», que<br />

caracteriza al núcleo central de su pensamiento. En efecto, allí nos dice: «juzgo<br />

más conveniente ir derecho a la verdad efectiva de las cosas, que a cómo se las<br />

imagina; muchos han visto en su imaginación repúblicas y principados que jamás<br />

existieron en la realidad». 3<br />

La descripción de los actos de poder, en su ejecución por los «príncipes<br />

nuevos», surge así como un modelo de realismo político. No hay cabida, en este<br />

texto, para la teoría acerca de la naturaleza última del poder o la especulación<br />

sobre el régimen político ideal. Lo que no significa que a Maquiavelo no le<br />

interesaran estos temas. De hecho, otra obra suya, los Discursos sobre la primera<br />

3 Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, Madrid, Alianza Editorial, 1981, capítulo XV.<br />

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década de Tito Livio (conocido como los Discorsi), se dedica al estudio del régimen<br />

mixto, como forma política ideal, y su comparación con la monarquía, aristocracia,<br />

tiranía y democracia.<br />

El príncipe se ciñe rigurosamente al análisis del poder. Maquiavelo, por otra<br />

parte, no sigue los cánones de los trabajos académicos. En este sentido, puede<br />

decirse que no es un pensador sistemático, como era habitual en quienes trataban<br />

los temas politológicos en esa época, aunque toda su obra tiene una trama bien<br />

articulada, argumento válido al menos en los dos libros comentados, El príncipe y<br />

los Discorsi.<br />

En el caso de los Discorsi, su factura es tradicional, porque analiza los<br />

regímenes políticos siguiendo a Polibio y su teoría del «ciclo constitucional fatal»,<br />

con un gran despliegue de información histórica. El régimen mixto, cuyo<br />

paradigma es la res pública romana, gracias a su naturaleza mixta, rompe el ciclo<br />

de aparición, madurez y decadencia de los regímenes puros. Los pueblos<br />

empiezan a organizarse políticamente bajo el régimen monárquico, el cual decae y<br />

se transforma en tiranía, el tirano es defenestrado por los mejores, la aristocracia.<br />

Los aristócratas se corrompen y pasan a ser una oligarquía entonces el pueblo se<br />

levanta e instaura una democracia, ésta a su vez, también se pervierte y cae en el<br />

populismo demagógico, que finalmente es reemplazado por un conductor<br />

carismático. En el último tramo se ha vuelto a la monarquía.<br />

El ciclo reinicia su eterno retorno. ¿Cómo se sale del movimiento<br />

perpetuamente circular? A través de un régimen que reúna las características de<br />

los tres modelos legítimos y buenos. Tal es el caso de la república romana, que<br />

supo integrar de la monarquía, el consulado; de la aristocracia, el senado; de la<br />

democracia, el tribunado de la plebe. Y así, como Polibio, Maquiavelo valora al<br />

régimen mixto por su estabilidad en el tiempo, por su capacidad de duración.<br />

El príncipe tiene otra estructura. Una primera lectura nos da la impresión de un<br />

ensayo, tal como se entiende este género en la actualidad. En definitiva,<br />

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Maquiavelo despliega su reflexión en dos ideas centrales, cuyo juego dialéctico va<br />

a animar su percepción del ejercicio del poder político. Ellas son la fortuna y la<br />

virtud, las «armas ajenas» y las «armas propias». Hay que decir, en términos<br />

breves, que la fortuna es todo lo otro, aquello que «no» es el príncipe y no se<br />

encuentra fuera de los límites de su propio cuerpo; la virtud, en cambio, es el<br />

príncipe mismo, todo aquello que lo constituye e integra, y que está dentro de su<br />

cuerpo. En otros términos, más abstractos, alteridad e identidad.<br />

La fortuna define una franja de la realidad, externa al príncipe. No se<br />

confunde con el destino o con la providencia divina. Si así fuera, ella sería<br />

«superior a toda humana previsión». De modo más preciso, la fortuna es el campo<br />

del libre arbitrio humano. O sea, el ámbito donde se desarrollan los actos<br />

realizables por el ser humano. No de las utopías, ni tampoco de las fuerzas<br />

superiores, que escapan a la capacidad de la voluntad humana libre, sino de<br />

aquellos que el hombre puede en efectivo ejecutar con sus propias fuerzas.<br />

Ese campo es indeterminado y su principal característica es su volubilidad.<br />

Maquiavelo observa que la forma principal de la fortuna, para el príncipe, se<br />

reduce al espacio de libre arbitrio configurado por la voluntad de los demás, de los<br />

individuos que debe dominar, para gobernar sobre ellos. No es solamente un<br />

ámbito abierto a las acciones posibles del hombre en general, sino a las acciones<br />

del príncipe sobre la voluntad de sus súbditos, actuales o potenciales.<br />

La volubilidad de los hombres se relaciona con sus deseos, y con el carácter<br />

insatisfecho de los mismos. Esa es la fuente de los cambios que el príncipe debe<br />

manejar para estabilizar y orientar el proceso político. Maquiavelo tiene una visión<br />

—hasta cierto punto— pesimista de la naturaleza humana; piensa que los<br />

hombres son malos y que siempre están dispuestos a «emplear su malignidad».<br />

Por esta razón, el deseo humano no es solamente un dinamismo de cambio<br />

continuo —desde lo actualmente poseído a nuevas posesiones—, sino un proceso<br />

destructivo de todo orden político posible.<br />

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La fortuna se transforma así en la anarquía de los proyectos individuales.<br />

Frente a esa magnitud, externa al Príncipe, la virtud cobra todas sus dimensiones.<br />

Ella, es «fuerza propia» y su tarea es dominar a la fortuna. En definitiva, la virtud<br />

es la capacidad del príncipe para bastarse a sí mismo y colocar los designios<br />

individuales de los hombres bajo el imperio de su voluntad política.<br />

La virtud tiene algunos rasgos centrales, que aparecen descritos en El<br />

príncipe. El primero de ellos, y el más elemental, se designa por el sentido original<br />

de la palabra latina virtus, fuerza. El príncipe es fuerte físicamente, por su potencia<br />

corporal, salud y capacidad para el combate. El segundo se refiere a su inteligencia<br />

bélica y estratégica, o sea, a su capacidad para organizar las fuerzas armadas y<br />

emplearlas de manera adecuada en la guerra externa y la represión interna. El<br />

tercero tiene relación con la dominación de los deseos humanos a través del<br />

miedo, a la facultad de usar recursos psicológicos de castigo y temor. El cuarto, y<br />

fundamental, es la dimensión prudencial de la virtud: la aplicación de la razón<br />

previsiva del príncipe en la construcción de instituciones eficaces y durables,<br />

habilitadas para sobrevivirlo y perdurar en el tiempo.<br />

Los rasgos son atribuidos a distintos actores históricos que forman parte de la<br />

nómina de los fundadores del Estado moderno. Fernando de Aragón es un<br />

nombre al cual apela constantemente Maquiavelo, porque reúne en su persona las<br />

cualidades principales de la virtud política. Ahora bien, el uso de las palabras<br />

virtud y prudencia son los elementos claves para entender cómo Maquiavelo rompe<br />

con la tradición de esos dos conceptos.<br />

La virtud del príncipe tiene como principal antagonista a la fortuna,<br />

entendida como la voluntad de los otros, y es básicamente un poder de<br />

dominación. El centro de la virtud es la prudencia, entendida como la capacidad<br />

de la razón para encontrar el medio más adecuado para realizar un fin, sin<br />

considerar la bondad objetiva de ambos. Maquiavelo no propone esta conducta<br />

como un «deber ser», sino que la describe como la realidad de la práctica política.<br />

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Cuando anuncia frases tan agresivas como «de esto se deduce que los hombres no<br />

saben ser o completamente criminales o perfectamente buenos y que, cuando un<br />

crimen exige grandeza de ánimo o lleva consigo alguna magnanimidad, no se<br />

atreven a cometerlo», nos quiere decir que la razón política se mueve en una esfera<br />

amoral, donde lo malo y lo bueno están subordinados a la ejecución de la obra<br />

política.<br />

La lectura de Maquiavelo constituye una clave interpretativa de la conducta<br />

política moderna y una incitación a plantearse la difícil cuestión de la moralización<br />

siempre huidiza del poder político. Sin duda su análisis contempla la crisis del<br />

estado moderno; del conflicto entre el poder establecido, «lo stato», y las fuerzas<br />

sociales, económicas, políticas que actúan en su interior o sobre éste. Por eso es<br />

que hay siempre varias lecturas posibles de El Príncipe; como justificación de un<br />

orden, tratado de la regeneración política, radiografía descarnada del poder y del<br />

«hombre político», o bien, como su racionalización, en otras palabras la política<br />

como razón científica. Rasgo subrayado en el siguiente apartado.<br />

II<br />

Siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo lea,<br />

me ha parecido más conveniente ir directamente a la verdad<br />

real de la cosa que a la representación imaginaria de la misma.<br />

NICOLÁS <strong>MAQUIAVELO</strong><br />

El concepto de ciencia en Maquiavelo viene pre−determinado por la dimensión<br />

apasionadamente política de su obra, de su personalidad y de su ser. Pasión de y<br />

por la política, pasión por el poder. Maquiavelo es el primero en tomar consciencia<br />

y afirmar que el hecho político, puro y simple objeto de la nueva ciencia política,<br />

es un hecho humano de poder, es la lucha por el poder, lo que origina las graves y<br />

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lógicas rivalidades que hay entre las gentes del pueblo y los nobles, nacidas del<br />

hecho de que éstos quieren mandar y aquellos no quieren obedecer. 4<br />

Política es, pues, la relación entre el que manda y el que obedece, la<br />

organización de los asuntos públicos primero, y la dirección del Estado en un<br />

segundo momento. Así, Poder y Estado, encarnación máxima del poder, serán el<br />

objeto de la nueva razón (ciencia) política que Maquiavelo constituye estudiando<br />

sus formas y mecanismos.<br />

Ahora bien, cuando Maquiavelo reflexiona sobre el poder no lo hace sobre la<br />

base de las antiguas teorías. Él lo percibe como un hecho, un hecho social que se<br />

manifiesta es el sometimiento de la mayoría a una minoría o a uno sólo, siendo<br />

política el arte mediante el cual un hombre o una clase determinada pueden llegar<br />

a disponer del poder absoluto en una sociedad dada. Es, por tanto, un hecho que<br />

se forma y constituye por la voluntad y acción humanas, y es consciente de que el<br />

verdadero y efectivo poder político no tiene nada de divino. Sobre esta realidad y<br />

la lucha por dominarla se articula una primera y originaria forma de organización<br />

social, distinguiéndose dos tipos de hombres, gobernantes y gobernados. 5 Primera<br />

y primigenia forma de estructura política.<br />

La estructura política no es, pues, sino el armazón racional y legal del poder.<br />

De aquí que el fundamento, el origen, la fuente y la referencia última de todo<br />

conocimiento que tenga pretensiones de rigurosidad, sistematicidad,<br />

universalidad y validez, es decir, que pretenda ser científico, deberá ser un<br />

conocimiento que verse, en última instancia, sobre el Poder. La política como<br />

ciencia que trata sobre las formas de organización y relación social, intentando<br />

introducir la racionalidad, hunde sus raíces en una teoría del Poder; en definitiva,<br />

el intento de justificar científica y racionalmente una relación de dominio 6 (esencia<br />

4 Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia, Madrid, Alfaguara 1979, L. III, 1, p. 149.<br />

5 Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera Década de Titio Livio, Madrid, Alianza 1987., L. I, 4, 5;<br />

El príncipe, capítulo IX, p. 63.<br />

6 E. Cassirer, El mito del Estado, México, Fondo de Cultura Económica, 1947, p. 162.<br />

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y ser del poder, pues en el ejercicio del poder, la sumisión de unos a la voluntad<br />

de otros, es inevitable) entre individuos organizados de forma colectiva y social.<br />

Relación que es, en sí, absolutamente irracional. 7<br />

Maquiavelo era consciente de la irracionalidad última de todo intento de<br />

dominio del hombre sobre el hombre, y de la política como ámbito de<br />

conocimiento. Intenta someter de manera epistemológica ese carácter irracional<br />

presente en la relación social, da por supuesto e intenta demostrar, y por ello es un<br />

científico, que es posible, necesario y lo mejor. Si se analizan los motivos de los<br />

que brota la acción humana y el juego de fuerzas que fijan el acontecer histórico, se<br />

ve actuando la voluntad fundamental de dominio. Poder dominar es, así, el<br />

destino fundamental del hombre como ya afirmaba, todavía en los albores del<br />

Renacimiento, G. Manetti 8 (1396−1459). Tener derecho a dominar es una constante<br />

en la búsqueda de justificación ideológica y política. 9<br />

El pueblo […] lo que pretendía era poder gozar del los supremos honores al igual que<br />

los nobles […] cuando el pueblo salía vencedor, privaba a los nobles de las<br />

magistraturas; y éstos cuando trataban de recobrarlas, se veían precisados, no sólo a<br />

ser, sino incluso a parecer, iguales a los del pueblo en su sentir y en su modo de<br />

vivir. 10<br />

Deber dominar esa es la misión reservada y exclusiva del hombre. Y el<br />

fundamento efectivo último de este dominio sólo puede ser atribuido a la fuerza<br />

en cualquiera de sus posibles manifestaciones, física, intelectual, numérica,<br />

institucional o legal. «Sin embargo, no es posible llamar virtud a exterminar a sus<br />

7 Tres son las fuentes del poder (personalidad, propiedad y organización) que se manifiestan luego<br />

en las formas de relación que se establece. Así poder político, económico, militar, religioso y<br />

opinión pública.<br />

8 Quién dice en De dignitate et excelentia hominis que hay que saber y poder gobernar el mundo que fue<br />

hecho para el hombre. Citado por A. Visalberghi y N. Abbagnano en Historia de la Pedagogía, México,<br />

Fondo de Cultura Económica, 1981, p. 206.<br />

9 Maquiavelo lo expresa en el siguiente texto de la Historia de Florencia, L. III, 1, pp. 149−150.<br />

10 Cf. También la Dedicatoria de El príncipe.<br />

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ciudadanos, traicionar a los amigos, carecer de palabra, de respeto, de religión.<br />

Tales medios pueden hacer conseguir poder, pero no gloria». 11<br />

Maquiavelo consciente de ello, comprende de manera nueva la política como<br />

ciencia, separando la ética de la política y conectando ésta con la fuerza. Suma de<br />

fuerzas y prudencia, de armas y juicio, vendrá a concluir en parole da dirle sopra la<br />

provisione del denaio definiendo al buen político como mitad hombre y mitad<br />

bestia. 12<br />

He aquí la diferencia entre la Filosofía Política Clásica, que quiere determinar<br />

el Estado y los comportamientos políticos como deberían ser o son imaginados, y<br />

la Ciencia Política de Maquiavelo, que determina y estudia esos mismos<br />

comportamientos políticos, su trayectoria y presente, pues «siendo mi propósito<br />

escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente ir<br />

directamente a la verdad real de la cosa que a la representación imaginaria de la<br />

misma». 13<br />

En otros términos es la distinción entre lo que se ha llamado Política, arte de<br />

gobernar una república o reino según la justicia y la razón en la definición de Latin<br />

(Livres do u tresor, 1266) y Arte o razón de Estado, arte de conservar y expandir el<br />

estado en cuanto dominio sobre un pueblo según la definición de Botero (Della<br />

Ragion di Statu, 1586). No sólo es una cuestión de términos lingüísticos lo que<br />

separa ambas definiciones sino contenidos fundamentales, la concepción radical<br />

respecto a los fines y medios.<br />

No se trata de que históricamente ambas concepciones nacieran y fueran<br />

difundidos para apoyar maneras seguras de acción política y condenar otras, sino<br />

que más bien la comprensión técnica del Estado añade eficacia a la política,<br />

productividad y utilidad, en cuanto resalta la capacidad de calcular los medios<br />

11 Nicolás Maquiavelo, El príncipe, capítulo VIII, pp. 59−60.<br />

12 Por tanto, es necesario a un príncipe saber utilizar correctamente la bestia y el hombre, dirá en El<br />

príncipe, p. 90.<br />

13 Ibid, capítulo XV, p. 83.<br />

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respecto a los fines, que no serán ya sólo legítimos sino válidos. Legitimidad y<br />

validez dadas por la propia posibilidad de imponerse. El paso de una filosofía<br />

social a una ciencia social viene dado por la consideración de la política como<br />

ciencia experimental. Esta consideración se realiza a partir de la pérdida, por parte<br />

de la política, del carácter normativo y normativista, por la transposición del<br />

ámbito del deber ser al ámbito del ser y hacer efectivo.<br />

Por otra parte, la transformación del carácter del conocimiento político y su<br />

utilización, ahora, se plantea como un problema técnico. Los nuevos modos de<br />

producción (capitalistas) que determinan las relaciones sociales, se caracterizan<br />

por relaciones contractuales realizadas, a través del mercado, por individuos con<br />

el mismo estatus jurídico−formal (protegido por el Estado). Se puede, prescindir<br />

de la moralidad en cuanto es posible determinar y fomentar los elementos ante los<br />

cuales los individuos, considerados ahora objetos naturales, están obligados a<br />

desarrollar pautas de conducta racionales, es decir, calculables.<br />

La política concebida como lucha por el poder no excluye el uso de la fuerza, y<br />

es el Estado, como entidad máxima de poder, quien monopoliza la fuerza y hace<br />

uso legal de ella; para su defensa y conservación se han creado las instituciones<br />

encargadas del uso legal de la fuerza, que no reconocen por encima de sí ninguna<br />

instancia superior. El poder, sin embargo no coincide plenamente con la legalidad<br />

del Estado ni está subordinado a ella, sino lo contrario. No es el poder para el<br />

Estado sino éste para el poder.<br />

La legalidad no es sino ese aspecto de la política bajo el cual se manifiesta<br />

como instauradora y promotora de moralidad, su valor moral supremo valor es el<br />

bien común, la utilidad del Estado. Utilidad común que se deriva de la vida en<br />

libertad. Ruptura radical del pensamiento de Maquiavelo con la tradición anterior,<br />

hasta él la teoría política había intentado dar una teoría del Estado Legal,<br />

Maquiavelo introduce elementos que eliminan ese carácter específico. Su arte de la<br />

política se ajustaba y podía destinarse por igual al Estado legal o al ilegal, pues su<br />

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único objeto era el Estado, única realidad efectiva y objetiva, la única forma eficaz de<br />

organización del poder político. Es el paso de una concepción persuasiva y retórica de<br />

la política a una más activa y realista, que en cuanto tal también exige el uso de la<br />

retórica, pues además de la fuerza que debe usar, le es imprescindible la<br />

seducción.<br />

De cualquier forma el substrato sobre el que se levanta esa relación de<br />

dominio, no por ontológica menos real, es la naturaleza humana, para muchos<br />

reflejos de la naturaleza física. Y ello porque la naturaleza y el mismo hombre<br />

están, cada vez más, a disposición del dominio de poder, sea económico, técnico,<br />

organizativo o estatal, lo puede ser socialmente maligno es también socialmente<br />

esencial.<br />

Por sí mismo el poder no es ni bueno ni malo, sólo adquiere sentido por la<br />

decisión de quien lo usa. No es constructivo ni destructivo, sino una posibilidad<br />

para cualquier cosa. Puede estar dispuesto por una voluntad moral orientada a lo<br />

falso/malo/injusto o a lo verdadero/bueno/justo o incluso no obedecer ninguna<br />

obligación moral. Además se define por su carácter universal presente en la<br />

naturaleza humana o a través del deseo.<br />

El poder es, así, el campo histórico del desarrollo natural del deseo. Deseo y<br />

poder, deseo de poder, ya que nobles y plebeyos, veremos en aquellos un gran<br />

deseo de dominar. 14 El deseo genera poder y el poder reproduce el deseo, deseo de<br />

lo que no se posee. «Siendo, además, los apetitos humanos insaciables, porque por<br />

naturaleza pueden y quieren desear toda cosa, y la fortuna les permite conseguir<br />

pocas, resulta continuamente un descontento en el espíritu humano y un fastidio<br />

de las cosas que se poseen». 15<br />

Lo cierto es que la naturaleza humana está ahí, funciona de un modo<br />

determinado, se perfecciona, exige lo social y sobre esa capacidad, función o<br />

14 Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre… I, 5, p. 41. También El príncipe, capítulo IX, p. 63,… Los<br />

grandes deseos de dominar y oprimir.<br />

15 Ibid, proemio, L. II, p. 180.<br />

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interpelación, es una manifestación de esa naturaleza humana. Es posible atender<br />

y entender un tipo de conocimiento aplicable y explicable en cuanto se presenta<br />

como ciencia política, o mejor decir arte, saber o técnica. Lo que nace como arte,<br />

pasa a constituirse en ciencia y termina exigiendo un estatuto técnico. La exigencia<br />

no es sino la adecuación histórica de un tipo de conocimiento, el político, que<br />

sigue las pautas en el espacio y en el tiempo marcados por otros tipos de<br />

conocimientos, en especial el científico natural, con el cual, en varios aspectos,<br />

tiene una historia y origen común desde el Renacimiento.<br />

Periodo histórico que, según Cassirer se define por dos grandes obras, Diálogos<br />

sobre dos nuevas ciencias de Galileo, y El príncipe de Maquiavelo, y lo que tienen en<br />

común es que: «En ambas encontramos una cierta orientación del pensamiento,<br />

por la cual se convierten en dos grandes sucesos cruciales en la historia de la<br />

civilización moderna […] Lo que Galileo dio en sus Diálogos y lo que dio<br />

Maquiavelo en su Príncipe eran realmente nuevas ciencias». 16<br />

Cuando Maquiavelo habla de arte de la política se está moviendo entre dos<br />

tradiciones conceptuales y epistemológicas, en muchos aspectos antitéticos, pero<br />

sin posibilidad de una ruptura radical o real, porque ello implicaría la<br />

desavenencia de la propia historia, de la comprensión racional y racionalizada, de<br />

la propia historia de la cultura occidental, que es casi decir la historia humana.<br />

Historia del conocimiento que se movería entre las especificaciones descritas por<br />

Th. S. Kuhn.<br />

Por una parte recoge toda la tradición científica, filosófica, religiosa, moral y<br />

estética anterior a él. Una tradición que se remonta al fundacionalismo griego<br />

(momento de fundación o constitución de la consciencia de la razón, del sentido<br />

de la historia de occidente), pasa por una proyección ecuménica a través del<br />

imperio romano y la religión cristiana que vive siglos de placentera<br />

autosatisfacción, no oscuridad, para dar sus últimas boqueadas ante la<br />

16 E. Cassirer, op. cit, p. 155.<br />

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contemplación y comprensión de un nuevo mundo producto del reciente modo de<br />

mirar. El mirar del método científico.<br />

No es casual, desde tal perspectiva, que el intento de constituir un nuevo<br />

modo de conocimiento social−político coincida con el intento de constituir un<br />

nuevo modo de conocimiento científico. La nueva tradición surge con toda su<br />

fuerza a través del conocimiento científico−natural, Maquiavelo la intuye porque<br />

los elementos básicos están ya dados, lo han estado siempre, «porque todos los<br />

hombres, habiendo tenido un idéntico principio, son igualmente antiguos, y la<br />

naturaleza nos ha hecho a todos de una idéntica manera». 17<br />

Pero desde esta nueva perspectiva el arte se transforma en ciencia, y el arte<br />

político debe transformarse en ciencia política, en un tipo de conocimiento<br />

objetivo y objetivable, sistemático y sistematizable, universal y universalizable. 18 Él<br />

será el primero que, de forma clara y explícita, rompa con la tradición escolástica,<br />

destruyendo las bases de esa tradición, el sistema jerárquico. Su experiencia y<br />

conocimientos políticos le empujan a abandonar definitivamente, con actitud<br />

realista, la base completa del sistema político medieval. Los únicos argumentos<br />

válidos son los hechos de la vida política, éstos reflejan la naturaleza de las cosas,<br />

pues la política tiene lugar dentro del cosmos y está necesariamente relacionada<br />

con el ritmo vital de ese universo. 19<br />

Tanto la nueva cosmología como la nueva política niegan la distinción entre<br />

un mundo superior y un mundo inferior. Las mismas leyes naturales rigen el<br />

mundo de abajo y el mundo de arriba, física y política se sitúan en el mismo nivel.<br />

Maquiavelo con su teoría política introduce un principio constitutivo que unifica y<br />

sintetiza los hechos. Plantea la estructura del nuevo Estado, lo dado sin más<br />

consideración por su legalidad o ilegalidad, por su moralidad o su inmoralidad.<br />

17 Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia, L. III, capítulo XIII, p. 173.<br />

18 M.A. Granada, Cosmología, religión y política en el Renacimiento, Barcelona, Anthropos, 1988, p. 218.<br />

El mundo de Maquiavelo es más bien el de los «filósofos», es decir, el de la «philosophia naturalis»<br />

contemporánea.<br />

19 Cf. M.A. Granada, El autor y su obra: Maquiavelo, Barcelona, Barcanova, 1981.<br />

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He aquí de nuevo una nota común entre la nueva política de Maquiavelo y la<br />

nueva física de Galileo. Ambos parten del principio de unidad y homogeneidad de<br />

la naturaleza, siempre la misma en sus cambios, donde todos los elementos<br />

naturales obedecen a las mismas leyes invariables, responden a la misma<br />

estructura.<br />

Esta especie de alumbramiento epistemológico, de re−nacer, no dejará de ser<br />

doloroso, contradictorio, violento y largo en el tiempo. Implicará abandonar<br />

principios, conceptos y categorías queridos, avanzar y aceptar la inseguridad de<br />

nuevos conocimientos, de nuevos niveles de realidad que parecían no existir. Tal<br />

vez la categoría que recoja mejor y describa las esperanzas puestas y los objetivos<br />

logrados, en el {mbito del conocimiento natural−científico, y el político−social, sea<br />

la de revolución, científica o política según los casos. Realmente eso supusieron las<br />

dos ciencias expuestas en las dos grandes obras antes citadas, una ruptura radical<br />

en el conocimiento anterior desde dentro del mismo ámbito, una revolución con<br />

respecto al periodo histórico anterior, nuevas, totales y complejas formas de ver la<br />

naturaleza física y la naturaleza humana que se unifican en una nueva visión<br />

mundial.<br />

Maquiavelo es consciente de la novedad del conocimiento que pretende<br />

inaugurar o constituir así como de la trascendencia que sobre las relaciones<br />

sociales, la vida común y social, tendrá el nuevo saber. Así lo expresa en sus dos<br />

grandes obras sobre teoría política. En primer lugar en el prólogo o dedicatoria a<br />

Lorenzo de Médici cuando le ofrece la obra como presente.<br />

«Yo por mi parte he querido que nada la distinga o que tan sólo la haga grata<br />

la singularidad de la materia y la importancia del tema». 20 Y por otra parte en el<br />

proemio de los Discursos dice «me he decidido a entrar por un camino que, no ha<br />

sido aun recorrido por nadie, me costará muchas fatigas y dificultades». 21<br />

20 Nicolás Maquiavelo, El príncipe, p. 32.<br />

21 Ibid, p. 25.<br />

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El conocimiento que va a constituir está marcado, esencialmente, por un<br />

carácter práctico desde el propio objeto. Las acciones de los grandes hombres, 22<br />

pero la metodología que se propone se aproxima bastante a la de los científicos,<br />

experiencia larga y profunda de las cosas de su tiempo, lectura, estudio y examen<br />

de las cosas antiguas. Método que a pesar de las críticas de insuficiencia e<br />

incompletud de las que ha sido objeto históricamente, no debió ser tan<br />

improductivo cuando un autor, notable conocedor del tema del poder, después de<br />

aceptar haber sido influido por Maquiavelo, sostiene haber aprendido por<br />

experiencia, la lectura, la escritura y un constante esfuerzo de comprensión.<br />

Constituye, pues, y desde el prólogo, el objeto del nuevo conocimiento<br />

científico, «examinar y reglamentar el gobierno de los príncipes», 23 precisando esta<br />

actividad en «ordenar la república, mantener el estado, gobernar el reino,<br />

organizar el ejército y llevar a cabo la guerra, juzgar a los súbditos o acrecentar el<br />

imperio». 24 Saber práctico y técnico que tiene por objeto la dirección eficaz de las<br />

comunidades humanas. Lo que Hobbes llamará la materia, forma y poder de una<br />

república. Un poder técnico que trabaja con el comportamiento humano, sus<br />

necesidades, sus temores, sus deseos, desde la posibilidad de una determinación<br />

teórica y por tanto científica. Ahora bien, todo gobierno no es sino la relación<br />

política (de dominio en sus distintos ámbitos) entre gobernantes y gobernados,<br />

por ello «para conocer bien la naturaleza de los pueblos, es necesario ser príncipe<br />

y para conocer bien la de los príncipes es necesario formar parte del pueblo». 25<br />

La mayoría de los autores están de acuerdo con aceptar la novedad que<br />

supone, dentro del ámbito general del pensamiento, precisamente del político, la<br />

obra del florentino al inducir y construir un original y nuevo tipo de episteme, pero<br />

la aceptación generalizada se ve rota, rechazada e incluso combatida por otros<br />

22 Ibid, p. 31.<br />

23 Ibid, p. 32.<br />

24 Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre… p. 26.<br />

25 Nicolás Maquiavelo, El príncipe, p. 32.<br />

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muchos y variados autores —de los cuales no se hablara aquí— que consideran la<br />

pretensión maquiavélica de originalidad, casi una impulsión patológica. Esta<br />

negación de toda novedad en el pensamiento político instaurado por Maquiavelo<br />

concluye con una atribución implícita de hipocresía, pues, eso vendría a ser la<br />

doble retórica, para ellos, que recorre el discurso del florentino. Solamente se dirá<br />

que Maquiavelo, en un tono jocoso y referido a él mismo, expone un modo de<br />

actuar aplicable a este nivel de la política. «No digo nunca lo que creo ni creo lo<br />

que digo, y si se me ocurre alguna vez decir la verdad la escondo entre tantas<br />

mentiras que es difícil encontrarla». 26<br />

Parece pertinente, pues se está a punto de terminar el apartado, subrayar el<br />

contexto histórico completo en el que aparece y se desarrolla la vida y obra de<br />

Maquiavelo, porque va a permitir entender al mismo tiempo que aclarar, posturas<br />

y conclusiones. El marco histórico señalado puede llamarse periodo de transición<br />

entre el medievo y el apogeo renacentista, su espacio concreto es Italia, en<br />

específico la Florencia de aquel tiempo, desde la cual se esparcirán los nuevos<br />

valores mercantilistas, políticos, religiosos y culturales por todo el mundo. 27<br />

Esquemáticamente, siguiendo a Von Martin, cuatro son los rasgos característicos<br />

del periodo: primero la transformación de las capas sociales gracias al mercado;<br />

segundo la nueva mentalidad individualista, virtú subjetiva que se manifiesta en el<br />

empresario, el condottiero, el artista, en el Estado como obra de arte; tercero la<br />

aparición del saber técnico basado en la libertad de acción y en la eficiencia; cuarto<br />

Humanitas versus nobilitas.<br />

Los principales valores y ámbitos de la realidad social que van a sufrir<br />

cambios radicales son la política, la ciencia, la economía y la religión. Por supuesto<br />

toda la cultura en su sentido más amplio. Interesan dos de estos elementos, en<br />

especial porque están interrelacionados: la política y la religión.<br />

26 En «Carta» a Guicciardini del 17 de Mayo de 1521. Cartas Privadas, p. 202.<br />

27 Cf. Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Sarpe 1984. También A Von<br />

Martin, Sociología del Renacimiento, México, Fondo de Cultura Económica, 1974.<br />

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El Renacimiento había puesto en crisis los valores morales y religiosos que<br />

dominaban la edad media y ofrecían a cambio un nuevo orden mundano basado<br />

en los cambios económicos, racionalistas y estéticos. Pero este nuevo orden<br />

mundano exigía una base firme, una nueva estructura, que no podía basarse en la<br />

seguridad religiosa inquebrantable que definía la Edad Media, ya que en el<br />

Renacimiento la relación del hombre con lo divino es la inseguridad frente al<br />

fundamento de los poderes políticos y económicos emergentes que se sustentaban<br />

sobre la propia fuerza y capacidad personales, totalmente alejado de lo<br />

trascendente.<br />

En el proceso de debilitamiento y destrucción de los antiguos poderes, la<br />

propia Iglesia, de forma paradójica, contribuía con tesón y voluntad. Desde la<br />

Edad Media se había constituido casi como única institución y organización<br />

racionalmente organizada, unida al poder centralizado. Tal vez por ello como dice<br />

Von Martin, «es la primera en reconocer las señales de la nueva época de la<br />

economía monetaria. Representante clara de la idea del poder apoyada en los<br />

medios racionales, percibe que la estructura de un gran aparato administrativo<br />

centralizado necesita ante todo de dinero». 28<br />

Y frente a la Iglesia, o al mejor de los lados, Florencia es donde aparece la<br />

primera burguesía mercantilista, que en antinatural alianza convierte el poder<br />

eclesial en la primera potencia material de la época, acelerando el proceso de<br />

secularización del estamento religioso. Se crea, así, entre la burguesía florentina y<br />

la Iglesia una alianza internamente falsa, pero que va a dar lugar a un partido<br />

político, facción o secta llamados por Maquiavelo, el Güelfo. Y ello porque la alta<br />

burguesía comprendió enseguida el valor de la religión para el fomento de sus<br />

propios intereses y la posibilidad de utilizarla racionalmente, tanto en política<br />

interior como en el exterior.<br />

28 A Von Martin, Sociología del Renacimiento, México, Fondo de Cultura Económica, 1974, p. 113.<br />

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Los italianos tenemos, pues, con la iglesia y con los curas una deuda… causa de<br />

nuestra ruina: que la iglesia ha tenido siempre dividido nuestro país. […] Pues<br />

residiendo aquí y teniendo dominio temporal, no ha sido tan fuerte ni de tanta virtud<br />

como para hacerse con el dominio absoluto de Italia… pero tampoco ha sido tan<br />

débil que no haya podido por miedo a perder su poder temporal, llamar a un<br />

poderoso que la defienda contra cualquiera que en Italia se vuelva demasiado<br />

potente». 29<br />

La curia romana se convierte, así, en una corte principesca a cuya cabeza como<br />

Signore está el Papa. Se produce, en consecuencia, un reparto de niveles de<br />

realidad y de conocimiento entre burguesía e Iglesia sobre un mismo marco de<br />

racionalidad. Y mientras ésta se quede en el dominio de lo religioso−ideológico<br />

como marco general, la burguesía se reserva lo económico y político. La virtud<br />

personal sustituye ahora la tradicional conditio social. 30 Frente a eso la tecnología<br />

no tiene más remedio que aceptar el imperio de la personalidad subjetiva,<br />

reafirmando la alianza. Mientras la Iglesia adapta su armazón religioso y<br />

sociopolítico a las estructuras ideológicas de la nueva clase burguesa, ésta aporta<br />

sus créditos y dineros a la arcas de San Pedro.<br />

III<br />

En definitiva Maquiavelo elabora su reflexión a partir de —lo que puede<br />

denominarse— un enfoque estético, estético en el sentido de una creación<br />

material, concreta, de la existencia moral. El sujeto de dominio y la acción concreta<br />

de dominar pueden ser objeto de una ética, la manera de pensar la ética. Esto es, el<br />

análisis de los efectos éticos o políticos producidos por el trabajo estético con el<br />

que se construye una personalidad.<br />

29 En Discursos sobre… L. I, 12, p. 68.<br />

30 Cf., op. cit.<br />

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De Maquiavelo puede extraerse una ciencia y técnica del poder que tiene como<br />

finalidad la formación política del príncipe partiendo de una construcción de su<br />

rol, del que dependerán las consecuencias que hablen de su éxito o de su ruina.<br />

Con Maquiavelo nos damos cuenta de que el príncipe es un artificio estético, un<br />

modo y un estilo de lo humano, una figura elaborada, para conquistar, sostener y<br />

aumentar a través de acciones calculadas, su poder. Una ajustada combinación de<br />

historia, ciencia y estética, que da como resultado una ética para la vida regia.<br />

Así las cosas, El príncipe puede ser leído desde otro ángulo, con otra mirada,<br />

pues: ¿Qué es lo que hace ser al príncipe?, o ¿Qué es lo que hace un hombre<br />

consigo mismo para adquirir y mantener la condición de príncipe para elevarse<br />

por encima de los otros? ¿Cuáles son las prácticas que componen la figura del<br />

personaje magnífico, del conquistador, del destructor, del dueño del fuego y de la<br />

voluntad de los otros? Maquiavelo nos muestra que no es suficiente serlo de<br />

derecho, que éste no pone a distancia los riesgos o que no detiene los vaivenes del<br />

azar político, que lo propio es serlo de hecho.<br />

En fin, el problema no está en ser príncipe, sino en actuar como tal. Si serlo<br />

fuera una cuestión de meros títulos o investiduras legales, Maquiavelo no habría<br />

escrito su libro. Entendámonos, para Maquiavelo la política se debe vivir como una<br />

estética de la existencia.<br />

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