Última etapa de la unidad nacional. Los Fueros - Universidad del ...

-ÚLTIMA - ETAPA
DE LA
UNIDAD NAC1_ONA-L
Los Fueros Vascongados en 1876
OBRA POSTUMA
DEL EXCMO. SR .-
.D . FERMÍN DE LASALA Y COLLADO
DUQUE VIUDO DE MANDAS
DE - LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS
EDITADA POR LA MISMA REAL ACADEMIA
EN CUMPLIMIENTO DE LA VOLUNTAD DEL FINADO AUTOR
MADR!D
4924-
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ÚLTIMA ETAPA
DE LA
UNIDAD NACIONAL
0 . .0000 . ..
LOS FUEROS VASCONGADOS EN 1876

1840-1843
Minoría de Isabel II
Regencia del Duque de la Victoria
Concluida por completo la primera guerra
civil, apenas disfrutó nuestra desgraciada España
dos meses de paz . Todavía penetraba
más y más en el laberinto de los muy contradictorios
pronunciamientos militares que durante
setenta años del siglo xix fueron nuestra
afrenta a la faz de los ejércitos, pueblos y
gobiernos de Europa . Los anteriores, aunque
el primero de todos (noche de San José, 1808)
había trasladado la Corona de las sienes de
Carlos IV a las de Fernando VII, no habían
atribuído prerrogativas regias a quien no fuera
persona real ; el pronunciamiento de 1840 encumbró
hasta la Regencia del Reino al Capitán
General Duque de la Victoria y de Morelia,

248
Conde de Luchana . La causa o pretexto era
una ley municipal . No cabe desconocer que
las leyes de 1812 y 1823 habían puesto los
Ayuntamientos en total anarquía . Era acertado
pensar en reformar semejante situación . Dos
años después de haber hecho unas Cortes progresistas
la Constitución de 1837, el partido
moderado tenía la mayoría y acometió la
reforma, pero no con la prudencia que exige
el arte de gobernar . Aunque no llegaba todavía
a intentar el planteamiento de una legislación
administrativa tan férrea como la que al fin
impuso en 1845, hoy que volvemos a la descentralización,
a la libertad municipal y provincial,
debemos lamentar que el espíritu duramente
centralizador en moda largo tiempo haya
traído la exageración contraría del regionalismo
. Todos los Alcaldes deben ser elegidos
popularmente, según el dogma progresista ; debe
nombrarlos la Corona aunque no sean concejales,
según el dogma moderado . No deben
ser mermadas las libertades locales, proclaman
unos; el buen manejo de los intereses de los
pueblos, la seguridad del Estado, requieren la
activa vigilancia e intervención del Gobierno,
afirman los otros . Prolija y sañudamente discutida,
al fin aquella primera reforma fué

249
votada . Acusábanla los progresistas de que
violaba la Constitución y pedían a la Reina
Gobernadora que no la sancionase . Siendo notoriamente
favorable a la sanción la augusta
Señora, puede ser que la Revolución en su
primer instante no tuviera más propósito que
el de obligarla a desistir de la sanción . Tal
fin era menos grave que el de imponer una
Constitución, y por esto último había pasado
D .a María Cristina en 1836 : era de creer que
con menos resistencia pasaría por lo primero
en 1839 . No fué así. ¿Porqué? ¿Fué acaso
porque, cundiendo la sospecha de haber contraído
en secreto un segundo matrimonio, podían
alegar los sublevados que, si el hecho
era exacto, no tenía ya derecho a conservar
la Regencia, y en tal situación prefirió marcharse
al extranjero con su segunda familia? (i) .
(i) El matrimonio que la augusta viuda del Rey Don
Fernando VII contrajo con el guardia de Corps D . Fernando
Muñoz no se hizo oficialmente páblico hasta 18.',4,
cuando era mayor de edad la Reina D .a Isabel II y habían
cesado todas los obstáculos políticos. Además se celebró
de nuevo porque resultaba sin validez canónica el celebrado
en 1836 secretamente, no siendo párroco propio el canónigo
González que lo bendijo y no se había provisto de las
facultades necesarias. Este Canónigo se retiró a un caserío
de la jurisoicción municipal de Renteria, lindante con otro

250
No dejó de indicárselo con respeto, pero sin
disimulo, el Ministro D. Manuel Cortina contestando
a preguntas y quejas suyas, que semejante
delicadísima situación personal era la
verdadera y voluntaria causa de su marcha .
¡Funestisimo matrimonio que todavía catorce
años después tanto contribuyó a una con otras
causas a que estallase una nueva revolución!
Puede ser, no obstante, que, conociéndose claramente
en 1840 la tendencia de la Reina Gobernadora
a favor de los moderados, aunque con
alguna razón, pero con una parcialidad impropia
de quien es regente de una Monarquía,
el levantamiento tuviera desde el primer instante
en el fondo por objeto arrebatarle la
Regencia. Sea lo que fuere de todo ello, no
pudo ser más censurable la solución : la Regencia
tomada por un general victorioso o
dada por las bayonetas a un soldado (i) . Me
mío en la fragosidad llamada Sor`, inzulo (antro de brujas) .
A D . Fernando Muñoz en esta ocasión de 1844 le hizo
el Rey Luis Felipe Duque de Montmorot y la Reina Isabel
Duque de Riánsares .
(i) Espartero, que ya había sido Presidente del Consejo
de Ministros en virtud de la insinuación militar de
Aravaca siendo él general en jefe y cuando llevaba rumbo
hacia los moderados, nor lo cual derribó el ministerio
progresista de que era jefe el respetabilísimo D . José María

251
era necesario decir esto explícitamente antes
de hablar de otra insurrección en que tomó
parte muy importante, y que he de condenar
sin rebozo, la tierra euskalduna .
No se resignaba San Sebastián a no obtener
que se implantase la unidad constitucional de
que estaba prendada y una lucha tenacísima
había agriado el carácter vehemente, pero generoso
y festivo de sus hijos . El odio ciega siempre;
mas el conocimiento que la Ciudad tenía
de los ánimos fueristas, de las relaciones cultivadas
con los vencidos moderados, le hizo
sospechar y notar muy pronto, apenas empezado
el año 1841, que se tramaba una gran
conspiración contra la Regencia, todavía no
constituída definitivamente . Previno con apresuramiento
y acierto que se trataba de alterar
el orden en el país (Enero) y en desconfianza
Calatrava, fué nombrado en 1840 para el mismo cargo
por la Reina Gobernadora, quien cedía un tanto ante la
revolución . Pronto convirtió el General su gabinete en
Ministerio Regencia al marcharse desde Valencia al extranjero
Doña María Cristina de Borbón . Cuando se trató
de la Regencia definitiva, a pesar de que los progresistas
más avanzados opinaron que fuese trina, según lo fué
en la primera época constitucional, exigió el caudillo que
fuese única . Fué en efecto elegido Regente único el 8 de
Mayo de 1841 .

252
de las autoridades forales pidió se reconcentrasen
todas las atribuciones en el representante
del Gobierno, el Corregidor Político, auxiliado
por una comisión de Hacienda . En el
mes de Octubre se justificó la previsión del
mes de Enero . Los partidarios de la Reina
Madre habían amasado un formidable levantamiento
contra el Regente . El día 2 se sublevó
en Pamplona el general O'Donell, el 4 en Vitoria
el general Piquero y en Bilbao el coronel
Larrocha, el 6 en Zaragoza el general Borso di
Carminati, el 7 en Madrid los generales León,
Concha (D. Manuel), Pezuela, en Zamora el
brigadier Orive. Antes de que nadie pensara
en restablecer la Regencia de María Cristina,
apenas transcurridas dos semanas desde que
se había expatriado la augusta Señora, cuando
aún estaba en viaje y no se había instalado
cerca de su tío, protector y un tanto director
el Rey Luis Felipe, lanzáronse a esta empresa
política las tres Diputaciones de Vizcaya, Guipúzcoa
y Alava dirigiendo a D .a haría Cristina
el siguiente mensaje (i) :
(i) Durante mucho tiempo no se conoció más que la
carta de la Reina Cristina a las Pro~-incia~ Vascongadas,
en seguida examinada tan someramente que en todos

253
SEÑORA : Las Diputaciones de las tres provincias
vascongadas, Vizcaya, Guipúzcoa y Alava, reunidas
en la villa de Bilbao con motivo del más grande interés
público para las mismas, han creído que su primer
deber antes de consagrarse a ninguna tarea era elevar
una voz de respeto y de gratitud a V . \l .
Señora : los pueblos criados en la enseñanza de la
libertad v fortalecidos con la práctica de la virtud
son de suyo reconocidos y justos . El infortunio es
para ellos un título más de amor ; y cuando por inescrut
ables designios de la Providencia hiere a caracteres
tan elevados . a almas tan nobles como la de
V M , sírveles de consuelo el prosternarse ante la
víctima y miran como un culto y como una religión
el compartir con ella sus dolores .
lados se estimó que había provocado la actitud jamás
suficientemente censurada de las Diputaciones ]orales .
Un examen mis detenido hubiera desde luego bastado
para darse cuenta de que, aún siendo a todas luces un im-
portante documento, era ni más ni menos que una res-
puesta : las Diputaciones iniciaron la conspiración, creyen-
do favorecer al antiguo régimen, pero cediendo ante
todo a su apasionamiento a favor de D .a María Cris-
tona v de los moderarlos que el propro Sagarminaga
reconoce . Tuve yo curiosidad de leer el _Mensaje vasco
que se ocultaba y al fin lo conseguí en el Archivo dJ
Señorío . Sagarminaga lc ha publicado, pero : .¡n decir
que consta lo acordaron y firmaren los Diputados Ge-
nerale-3 en ejercido ele cada una de las Tres Provincias :
D . Manuel María de _Iurga, N- D . Federico Vitoria ele
Lecea, por Vizcaya ; el conde de Monterrón, por Guipúz-
coa ; D . Iñigo Ortés de Velase, marqués (le la Alameda,
por Alava . Y tampoco dice que el redactor de documento
tan elegantemente escrito tué D . Pedro ele Egaña .

254
Señora : nunca se borrará del corazón de los vasingados
la memoria de los beneficios que os debieron
durante vuestro generoso gobierno y la paz que otorgásteis
y la mano bienhechora con que les concedisteis
volver a vivir con las venerandas y queridas leyes,
con las sencillas y patriarcales costumbres con que
vivieron y murieron contentos, libres y felices, sus
padres . Así el cielo guíe por buen camino los pasos
de V: M . en una tierra extranjera, a donde le sigue
inquieta y azarosa nuestra filial solicitud y enjugue
las lágrimas amargas que hará derramar a V . M . el
recuerdo de mejores días .
¡No nos olvide V . M!
Mientras V . M . piense como en una ilusión desvanecida
en los honrados e inocentes pueblos sobre
quienes derramó tantas bondades, nosotros, con todos
los españoles leales, cuidaremos de que la tempestad
no conmueva el tabernáculo donde descansan las
dos inocentes prendas que V . M . ha dejado confiadas
a la lealtad de la nación, y apaciguadas nuestras lamentables
discordias y calmada como es de esperar la
irritante efervescencia de los espíritus, las presentaremos
nuevamente a V . M . en época más bonancible
y serena para que cuide de ellas con la ternura de
Madre y acompañe a la patria en sus prosperidades
o llore con nosotros sus desventuras .
Bilbao, r .° de Noviembre de 1840 .
No menos importante que el texto, de sentido
e intención bien claras, es en este caso el acto
mismo de dirigir unas Corporaciones con auto-
ridad dentro del Reino manifestación de dolor
y de esperanza a quien desde el extranjero
protestaba ruidosamente contra la Regencia

255
que, sea de hecho, sea de derecho, ejercía la
autoridad dentro del mismo Reino ; anomalía
indefendible ante los más elementales princi-
pios de Constitución y gobierno de una Nación .
Doña María Cristina de Borbón contestó como
sigue :
A las muy ilustres Diputaciones de las tres Provincias
Vascongadas, Vizcaya, Alava, Guipúzcoa .
La exposición que me habéis dirigido el i .0 de Noviembre,
fiel y honrosa expresión de las provincias
que representáis, ha venido a derramar un bálsamo
consolador sobre un corazón ulcerado . Al leerla he
conocido que Dios no había apartado de mi mano
su mano misericordiosa y que en la hora de la adversidad
encuentran consuelo los que, fieles guardadores
de sus leyes en el Gobierno de las Naciones, enderezan
sus pasos por el sendero de la justicia .
La participación de la Monarquía, cuya aurora
amaneció en los campos de Vergara . y el afianzamiento
de vuestros fueros, son dos actos de mi vida pública
en que descansará siempre con el mayor placer mi
memoria . Su recuerdo es grato a mi corazón, como
el de las acciones buenas y santas .
He oído gozosa la voz de respeto y de gratitud que
me dirigís, y acepto la palabra que me empeñáis de
conservar ilesos en vuestros pechos hidalgos los sentimientos
de fidelidad y amor hacia mis augustas hijas .
Aceptad en cambio la palabra que os empeño de
no olvidaros jamás, como jamás olvidaré a los Españoles
leales cualquiera que sea la suerte que me reserve
la Providencia en sus impenetrables designios. Yo
no puedo olvidar al pueblo magnánimo que es tan
grande en la paz como en la guerra, que no cuenta

256
a sus enemigos cuando los combate y los cuenta uno
a uno cuando los abraza, que es fiel guardador de
todos sus juramentos y que se ha formado una religión
del culto que consagra a sus purísimas costumbres
y a sus venerandas instituciones. No, no os
olvidaré jamás, nobles y leales Vascongados . Vosotros
ocupáis en mi corazón un lugar tan grande
como el que ocuparéis en la historia.
María Cristina .
En París a 7 de Diciembre de 1840 .
Las fechas de estas comunicaciones prueban
que fueron pretextos burdos los tres hechos
que se alegaron más tarde para haber iniciado
y seguido las Diputaciones forales los prepa-
rativos de la insurrección. No soy en esta
parte del mismo parecer que un muy erudito
escritor alavés, el cual, sin disimular como
otros la gran participación de las Diputaciones
en el movimiento, acoge que fué debido en
la Euskalerria a cierta causa general y a tres
hechos locales . La causa general aludida era
que las conmovió vivamente, lo mismo que
a mucha parte de España, el Manifiesto-Pro-
testa que firmó la Reina Cristina en Marsella .
Basta leer la Exposición sentidísima de Bilbao
(no la inserta el digno escritor) para compren-
der que con anterioridad y sin excitación ajena
estaban ya muy emocionadas : su fecha era el

257
z .0 de Noviembre ; el Manifiesto de Marsella
era del 8 del mismito raes . Lo evidente, lo que
sabemos los que conocimos personalmente a
aquellos repúblicos, es que, siendo moderados
acérrimos, obraron sin acordarse de los especiales
deberes de quienes constituían Diputaciones
forales, ateniéndose exclusivamente a su
persuasión sólo en parte fundada de que les
asistía tanto derecho para procurar por todos
los medios restablecer la Regencia de María
Cristina como para destruirla habían tenido el
Ayuntamiento de Madrid y Espartero . Habían
obrado éstos por motivos de política general ;
por motivos de política general obraban desde
el primer instante las Corporaciones euskaras .
Olvidaban estaba el Ayuntamiento de Madrid
dentro del régimen común, y ellas, si le imitaban
pero eran vencidas, no continuarían conservando
al país vascongado un régimen de privilegio .
En cuanto a los tres hechos locales que se
adujeron para cohonestar el levantamiento y
se alega conmovieron la . región, examinemos si
existían los tres al estallar la insurrección, si
habían sido o eran de tal carácter que no sólo
legitimaran el alzamiento (dado caso de que
haya alzamiento legítimo) sino que tuvieran
eficacia por sí solos para producirlo .

258
Comenzóse por explotar un incidente intempestivamente
suscitado. Había pedido San Sebastián
al Ministro de la Gobernación (i) el
nombramiento de jefe Político conforme a la
organización general de las Provincias del Reino
en lugar de Corregidor, cuyo cargo era el reconocido
por el régimen foral, y que hubiera
Diputaciones provinciales como antes del 16
de Noviembre . Añadía que una serie de hechos
justificaba la necesidad imperiosa de un jefe
Político que ejerciera sus funciones con energía
sin hacerse dependiente de la autoridad foral,
como sucedía con el que actualmente es Corre-
gidor de Guipúzcoa, Señor Conde de Villafuertes,
ligado a la Diputación por sus ideas y relaciones
(2) . El 5 de Noviembre el Gobierno relevó
(i) in .hice de los Documentos del Archivo municipal .
- Pdg . 385 .
(z) Ya hemos vi .,to que en 1823 el Conde de Villafuertes,
liberal unitario como lo eran en la segunda época
constitucional todos los liberales vascongados, nespués
de haber sido jefe Político se fu¿ voluntariamente con
la Diputación y la Milicia Nacional de las Tres Provincias
a la Coruña al entrar y avanzar el ejército francés . En
la tercera época constitucional seguía siendo defensor de
la libertan : habiéndose afiliado al partido moderado, se
había hecho muy fuerista . Era prototipo de caballerosidad,
pero aún sin que hubiera pedido San Sebastián

259
al Conde y nombró jefe Político al Capitán
General de las Provincias Vascongadas D . Fran-
cisco de Paula Alcalá, disponiendo que en
Alava y Vizcaya fueran jefes Políticos los
Comandantes Generales . Alava resistió . Guipúzcoa
reunió en Azcoitia junta de toda la
Provincia en el mismo Noviembre, y se negó
a reconocer a Alcalá como jefe Político . Pidió
éste que se le reconociera como Corregidor .
La junta persistió en no reconocerle ni en
uno ni en otro concepto, no debiendo estar
jamás reunidos los dos mandos civil y militar
en una misma, persona . Es indudable que en
el caso de las Provincias Hermanas hubiera
sido mejor, hasta bajo el aspecto constitucio-
nal, que esta reunión de mandos en una sola
persona no se hubiera verificado y hoy no sería
admitida en ninguna provincia que, según ocurría
en las mencionadas, no estuviese en estado
de guerra: aun proclamado éste, aun resignado
el mando, como dice la fórmula hoy corriente,
queda distinta para muchos efectos la autoridad
militar de la civil ; jamás se reunen abso-
su relevo, habíase hecho políticamente imposible que
siguiera al frente de la Provincia a nombre de un Gobierno
progresista y poco fuerista .

260
lutamente todas las facultades en una sola
persona. San Sebastián continuaba pidiendo que
las autoridades fuesen nombradas constitucionalmente
y no con arreglo a Fuero . Se generalizaba
la creencia de que así iba a suceder
respecto de los municipios, y de ello y para
fomentar la agitación y un alzamiento se prevalían
los mismos que, decretada más tarde la
medida por un Ministerio moderado, no por
esto dejaron de ser ministeriales . Los Alcaldes
empezaron a negar obediencia en lo . civil al
General Alcalá. El de Azpeitia, D . Ascensio
Ignacio Altuna, fué encarcelado en el Castillo
de la Mota . Pero la Regencia con buen acuerdo
cortó la cuestión, denegando las solicitudes del
Ayuntamiento easonense y nombrando jefe Político
Corregidor al letrado guipuzcoano y progresista
D . Eustasio Amilibia, nombrando otros
para Alava y Vizcaya ; resoluciones ambas que
demostraban había reflexión en el Gobierno y
no quería seguir a ciegas la política donostiarra
entonces de encono contra los fueristas (i) .
(i) El General Alcalá aun después (le haber dejado
el mando civil sufrió disgustos, alguna vez asistiéndole
plenamente la razón . -No sólo como ejemplo de ello sano
también para otros fines cito el hecho (¡tic sigue . En una
de sus comunicaciones sobre contrabando expresó Alcalá

261
Así, pues, mucho antes del pronunciamiento
había desaparecido el explotado contrafuero .
Suprimido este pretexto, se alegó el haberse
abolido (6 de Enero 1841) el uso o Pase foral
su sospecha de que con la introdur_ción de armas se prepa-
raba un ntovimiento en el país . Encendióse la indignación
de la junta General de Segura celebrada en Julio 1811 .
Acordó protestar contra el recelo y designó a los señores
Conde de \ - illafuertes, Conde de \lonterrón v D . Francisco
de Palacios para redactar la respuesta al Capitán General
y una exposición . Aprobó el Congreso guipuzcoano el pro-
yecto que éstes le sometieron . Dijo a Alcalá que las expre-
siones de que se había valido eran ofensivas al carácter
pundonotoso del país y exigía explicaciones protestando
contra las noticias alarmantes e informes siniestros que
se daban al Gobierno . A é& te se le manifestó sería loable
que sus empleados (Sic ¡empleados! ¡aludienao .una Junta
de provincia a un Capitán General!) se dedicasen a frustrar
todas las tentativas de los que querían perturbar la paz
de que felizmente gozaba la Nación, pero que se ocupaban
en dar noticias inexactas y en alarmar al Gobierno . La
Junta reiteraba al Gobierno Supremo los sentimientos de
su lealtad y fidelidad al Trono de Isabel II, asegurando
que la tranquilidad de este país se mantendrá inalterable,
no teniendo las miras que se le atribuían calumniosamente .
Al expresarse así se prevalía de la imposibilidad por enton-
ces d un levantamiento carlista para negar se proyectasen
niovimientos que alejasen toda sospecha de que hubiera
otras tramas seguidas precisamente desde hacía tiempo,
desde hacía ocho meses, al menos por dos de los redac-
tores de estas comunicaciones y que muy pronto después
iban a pronunciarse con todo el organismo foral contra
l . Regencia definitivamente constituída .

262
respecto de las leyes que con la Corona elaborasen
las Cortes, respecto de los decretos del
Gobierno y de las sentencias de los Tribunales .
La defensa del Pase o Uso foral, hecha en una
exposición latísima a la Regencia por las Tres
Diputaciones reunidas en Vergara, fué hábil
aunque especiosa a veces . Era justo reducir
el alcance de la cita por el Gobierno de la Carta-
Patente de los Reyes Católicos dada en Medina
del Campo a 24 de Marzo de 1489 ; pero ni
tomaba en cuenta el documento que en Alava
no existió el Pase hasta que se lo concedió
el primer rey Borbón comenzado el siglo XVIII,
ni se dejó influir por la opinión de peritísimos
críticos euskaros, según los cuales los reyes
antiguos otorgaron aquel derecho no contra
sus propios decretos sino contra lo que disponían
los señores en el insolente y horrible
feudalismo que oprimió a Vasconia en la Edad
Media y el Renacimiento . Las Diputaciones
estaban constituídas con liberales-fueristas y
no advirtieron que, si la Constitución y el Fuero
son conciliables en muchos puntos, no lo son
en este del Pase . 1789 introdujo una novedad
que constituye para toda Europa la esencia
del régimen moderno : a los derechos parciales
y locales y las garantías también parciales y

263
locales de tales derechos sustituyó un solo dere-
cho general, una sola garantía general en el
ámbito de toda una nación . En el régimen
antiguo de lo parcial y local es naturalísima
garantía el Pase en cada entidad local contra
la opresión del Poder Supremo ; en el régimen
moderno de la libertad y derecho general la
garantía es necesariamente general y reside en
un Parlamento producto del sufragio popular .
Es necesario optar por un régimen o por otro
régimen . La soberanía del Parlamento y de la
Corona podrá, según lo aconseje la conveniencia,
ejercerse de una vez y en un mismo acto sobre
todas o sobre algunas de las regiones de una
nación; pero en sí misma no admite límite
exterioi . Y aun interpretándose tan restrictivamente
como deseaban las Provincias la famosa
cláusula de la unidad constitucional, jamás nadie
soñó en 1839 que la potestad legislativa fuera
una en Vasconia, otra en Castilla . La misma
ley de 25 de Octubre invocada por las Tres
Hermanas las condenaba en esta pretensión
del Pase : para que haya Pase es necesario
reintegrar la totalidad del viejo régimen de
nuestra Monarquía . Era, pues, este asunto del
Pase en manos de liberales un mal pretexto
para fomentar una insurrección, y ridículo elevar

264
una montaña de agravios dignos de nueva
guerra civil, sobre un livianísimo hecho de un
juez de primera instancia (i) .
El tercer pretexto fué el no haberse reconocido
a favor de Bilbao el beneficio de la ban-
(1) El caso habí,: sido el siguiente : Ya establecido
el juzgado (le primera instancia en Bilbao, el juez recibió
para sa cumplimiento una ejecutoria de la Audiencia t_erritorial-
de Burgos, y la cumplió en efecto . La Diputación
foral elevo una Exposición al Gobierno quejándose de
que el juez no hubiera sometido la ejecución al pase y
pidiendo fuese separado de su cargo . El Gobierno remitió
la solicitud al Tribunal Supremo de Justicia (no habla
entonces Consejo de Estado) . Opinando el más alto Tribunal
del Reino que no había méritos para separar al
juez, el Gobierno se cor.formó con su parecer . Además
dijo en la Real Orden (6 de Enero de 18ac) que había
observado la poca importancia para el bien y prosperidad
de los vascongados del llamado pase o uso foral, que al
cabo es del todo ínsíguificante, supuesta la obligación
de cumplir a la segunda yusión ; que era opuesto a la Real
Carta patente expedida por los Señores Reyes Católicos
en Medina del Campo a 24 de Mayo ce 118(4 ; que era depresivo
de la autoridad del Gobierno Supremo, de la cosa
juzgada, de la independencia de los Tribunales e incompatible
con la unidad constitucional que siempre debía
quedar a salvo según lo dispuesto en la ley de 25 de Octubre
de 1839 ; por todo lo cual y de acuerdo con el parecer
del Tribunal Supremo, la Regencia ael Reino resolvía
que por ningún motivo ni pretexto se sujetasen al pase
foral las leyes, decretos, órdenes del Gobierno ni ias providencias
y ejecutorias de los Tribunales .

265
dera nacional . Por una parte, cuando nada se
había determinado sobre el importante punto .
d e las Aduanas, era mucha pretensión que desde
luego se reconociera la que es consecuencia
natural de la unidad aduanera y arancelaria,
y en buena lógica incompatible con que, habiendo
en un reino dos zonas, una sujeta al impuesto
de Aduanas, otra exenta, lo situado en la zona
exenta disfrute, además de las ventajas de la
exención, las ventajas de la protección debida
al que tributa. Por otra parte, nunca Vizcaya
dió en todo el siglo xix muestra de simpatía
a Bilbao- bastaba que Bilbao pidiera algo para
que con o sin acierto el Señorío se le manifestase
hostil. Podría por solo esto juzgarse la
sinceridad con que en la ocasión que vamos
examinando la Provincia mayor alegaba el
perjuicio de Bilbao ; pero de tal sinceridad
hace una revelación extraña Sagarminaga en
la página 548 del tomo VIII de su Gobierno
y Régimen foral. Refieie que el 24 de junio
participaban desde Madrid los Comisionados
Aldecoa y Hormaeche a la Diputación sus
conversaciones sobre la cuestión arancelaria y
la situación de Bilbao, que el Presidente del
Consejo les había avisado a tratar del derecho
de Prebostad que se exige en Bilbao, . contra

266
el cual hay algunas reclamaciones . Los Ministros
de Estado y de Gobernación han manifestado
deseos de que empiecen los trabajos
para el arreglo o modificación de los Fueros .
Los comisionados de Aldecoa y Hormaeche
opinan que debe darse largas, evitando el
presentarse formalmente en la comisión en
número suficiente ; pero los comisionados vizcainos,
aunque creen que conviene ganar tiempo
hasta ver si mejoran las circunstancias, creen
también que hay peligro en esquivar siempre
el cuerpo sin pretextos decorosos para ello .
Dar largas, ver si mejoran las circunstancias,
es lo que hacen los más y los menos recalcitrantes
para el arreglo ; y entre tanto se explota
contra el Gobieino la inacción, se soliviantan
los ánimos con una digamos el nombre
con una superchería .
Eran, pues, pretextos, algo naturales algunos,
verdaderamente escandalosos otros, lo que
se alegaba en las Tres Provincias para el ya
cercano pronunciamiento . Todo lo había iniciado
el famoso Mensaje fechado en Bilbao
el r .0 de Noviembre de 1840-y había precedido
al Manifiesto en Marsella por la Reina Madre .
Es de las impresiones más penosas el ver llevado
el afán de defender lo indefendible hasta

267
negar los hechos más evidentes, más tangibles,
y por mi parte jamás he visto sin experimentar
lo contrario de la admiración los intentos (y no
podían pasar de ser intentos) de negar o siquiera
de verter dudas muchos años después del fracaso,
cuando no puede irrogarse perjuicio ni a
instituciones ni a personas y media únicamente
el intei és de la verdad histórica, sobre el ardoroso
concurso, mejor dicho, iniciativa de las
Diputaciones en aquel movimiento, concurso o
iniciativa que, no siendo menos facciosos de su
parte que otra cualquiera tentativa contra los
gobiernos constituidos en España, eran además
imprudentísimos para la causa foral en caso
de ser vencidas . Yo he tenido en mis manos
el acta de una conferencia en que, reunidos en
Vergara el Diputado General D . Francisco de
Palacios y el Comandante General de Guipúzcoa
a nombre de la insurrección D . Antonio
de Urbistondo, ratificaron sus compromisos mutuos,
aquél a favor de la sublevación, éste en
pro de los Fueros . Pero ¿qué más se necesita
que el haber insertado el muy distinguido y
concienzudo director de la que fué áspera y
adusta intransigencia euskalerriaca en tiempos
muy posteriores, Sr . Sagarminaga, en el
más extenso de sus muchos trabajos, la

268
siguiente proclama de la Diputación foral viz-
caína?
Vizcainos : Después de tantos ataques que habéis
presenciado contra vuestros Fueros, se ven éstos amenazados
con una destrucción completa . . . . El Convenio
de Vergara ha sido indignamente violado La Diputación
no puede sufrir más estos agravios En Pamplona
ha sido proclamada S . - l . la Reina Cristina
Reina Gobernadora de España Esta bandera
han debido aceptarla las Diputaciones Vascongadas
y salvar nuestras instituciones venerandas o perecer
con ellas ;A las armas, Vizcainos! Vuestra Diputación
General se halla a vuestro frente . Viva [sabel TT .
Viva la Reina Gobernadora . Vivan los Fueros .
Si tan eminente y ardoroso defensor de la
causa vascongada como el Sr . Sagarminaga,
obedeciendo a lo que exige la probidad cuando
se escribe la historia, ha insertado esta proclama
en su notable trabajo, no puedo yo
dejar de publicar por vez primera la proclama
de la Diputación de Guipúzcoa . Dice así :
Nobles v leales Guipuzcoanos :
Colocada vuestra Diputación foral en la dura alternativa
de ver sin defensa perecer los venerandos Fueros
o de tener que salvarlos a costa de uno de esos
esfuerzos tan comunes en el país vascongado cuando
se ha visto en riesgo el sagrado depósito que sus antepasados
encomendaron a su bizarría, no ha titubeado,
no ha podido titubear un sólo momento en decidirse
por la sagrada causa que ya las demás provincias

269
vascongadas han abrazado con admirable valor y
entusiasmo.
Próxima a una fuerza que no le era favorable, la
Diputación no ha podido manifestar hasta ahora
sus sentimientos de lealtad que son los mismos de
que abunda el país ; pero libre ya de aquel conflicto
y situada entre las beneméritas tropas del Ejército,
entre los valerosos Nacionales de' la Invicta Bilbao
y entre los esforzados miqueletes de Vizcaya y Guipúzcoa,
su primer deber ha sido imitar el ejemplo
de las otras provincias vascongadas declarándose
francamente en favor de S . M . la Reina D .a Isabel II,
de su augusta madre D .a María Cristina de Borbón,
única Regente y Gobernadora legítima de España,
y de los Fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra
.
Entre un general infiel a su palabra y una Reina
que tiene de estas Provincias la alta idea de que es
testimonio claro el adjunto documento (i), no era
dudosa la elección de la Diputación de Guipúzcoa ;
y al preferirla y abrazar su causa, sólo se ha propuesto
defender con lealtad los derechos ultrajados de la mejor
de las Reinas y sostener en su integridad y pureza
la Religión sacrosanta y las instituciones forales próximas
a sucumbir bajo el régimen absurdo de un
Gobierno revolucionario, de un Gobierno que, menospreciando
el Convenio de Vergara y hollando la ley
de 25 de Octubre de 1839, sólo trataba de llevar adelante
su sistema de destrucción desatendiendo únicamente
las justas reclamaciones de las Provincias
Vascongadas .
Dado este paso, que será el primero que marque
la conducta que la Diputación foral de Guipúzcoa
(i) La carta ya inserta de la Reina Cristina .

270
seguirá en lo sucesivo hasta ver conseguido el triunfo
de la justa causa que ha abrazado, ella se persuade
de que ya desde ahora podrán salir los pueblos de
la ansiedad en que hoy se hallan, e imitarán su ejemplo
pronunciándose por la misma causa y proclamándola
con entusiasmo y regocijos públicos .
La Diputación lo espera así de la notoria decisión
de los pueblos, mientras se reserva adoptar y comunicar
a ellos las medidas que juzgue necesarias para
su seguridad .
De mi Diputación formal en la N . y L . villa de
Vergara a io de Octubre de 1841 .
Francisco de Palacios .
Por la M . N. y M. L . Provincia de Guipúzcoa, su
secretario,
Ramón Guereca (i) .
(i) El Indice de los Documentos del Archivo municipal
de San Sebastián en su página 39o dice lo siguiente :
«Sección E .-Negociado 2 .-Libro N .O 2 .-Relaciones
con las demás autoridades .-Expediente N .o 7 .-Copia
de la carta autógrafa que S . M . la Reina D . a Cristina de
Borbón dirigió a las Provincias Vascongadas desde París
con fecha 7 de Diciembre de 184o; nombramiento del
Conde de i\ onterrón para Comisario Regio en esta Provincia
(acababa de ser Diputado General en ejercicio)
6 de Octubre ; circular de la Diputación convocando a
Junta particular para la villa de Azcoitia, io de Octubre ;
alocución de la Diputación declarándose a favor de S . M .
la Reina Isabel II, defensora de los Fueros (indudablemente
se quiere decir Reina Cristina a cuyo favor se hacía
el levantamiento y a quien se la llamaba defensora de
los Fueros), e invitando a los pueblos a que, siguiendo
su ejemplo, se pronuncien por la misma causa, io de Octu-

271
Ya era mucho que, si bien compuesta cada
una de ellas de pocas personas, las tres Dipu-
taciones estrechamente unidas tramaran la insu-
rrección. Pero hubo más. Si ya convocada, no
pudo reunirse la junta de Guipúzcoa a causa
del precipitado curso adverso que tomaron los
sucesos, llegaron a reunirse las de Alava y
Vizcaya (esta última só el árbol de Guernica)
y se ocuparon en activar el armamento de
todo el país . Después de tales hechos se nece-
sita valor, no ya para negar sino para poner
en duda la complicidad de las autoridades
forales ; pero no excede al que tuvo la Dipu-
tación vizcaina de 1843 formada naturalmente
con los vencidoss de la Octubrada :
Un movimiento popular (este de 1841) adrede provocado
acaso Para reprimirlo, precursor del que habría
de salvar en coyuntura más propicia (la insurrección
que al fin triunfó en 1843) los derechos de V . M . de
las aleves asechanzas que contra ellos se fraguaban,
bre ; alocución del Conde de Monterrón como Comisario
Regio, ro (le Octubre ; circular de la Diputación para que
se organizase la fuerza de los Tercios, ir de Octubre ; otras
el 12 y 13 encaminadas a igual objeto ; medidas tomadas
por el jefe de la insurrección D . Manuel Montes de Oca,
12 (le Octubre ; nombramiento de D . Gaspar Jauregui
para Coronel y de D . Ignacio María de Emparan para
Teniente Coronel de los Tercios, 17 de Octubre,

272
estalló en este suelo ofreciendo al soldado tan desléal
como ambicioso que disponía de la fuerza pública
la ocasión y pretexto de escarnecerle y oprimirle (i)
No se limita el precedente escrito a presentar
como juguete del cazurro Espaitero, de notoria
medianía, a las Diputaciones euskaras de 1841
que iniciaron espontáneamente sus maquina-
ciones una semana después de haber triunfado
el Duque de la Victoria y antes de haber lle-
gado siquiera a Marsella la Reina María Cris-
tina, juguete esta misma sagaz Señora, hom-
bres de tanto vigor como O'Donnell, León,
Concha, Pezuela o de tanta travesura como
Montes de Oca, Isturiz, Alcalá Galiano, Donoso
Cortés, Egaña, Benavides : revela dicho docu-
mento lo mismo que había de revelar nueva-
mente cuanto en el país se escribiese después
de 1876. ¡Siempre la misma funesta idea en
los Vascongados, sean moderados o progresistas,
carlistas o republicanos! Ellos se creen (casi_
todos) con derecho a título de Españoles a
tomar parte en las insurrecciones y en las
(1) El Sr . Sagarminaga ha incluido este documento,
en el tomo VIII, página 665 (como la proclama de la Diputación
de 1841 en la página 566) de su obra : Gobierno
y régimen foral de Vizcaya .

273
guerras civiles valiéndose de las peculiares ventajas
de que gozan como Euskaldunas ; pero
si son vencidos, alegan que son Euskaldunas,
que les ampara en Guipúzcoa un pacto del
año 1200, en Alava otro de 1332, que Castilla
ningún derecho puede ejercer sobre Vizcaya y
su separado, distinto régimen, y no ha adquirido
el vencedor el derecho de aplicar una ley
anterioi a la sublevación, menos aún de proponer
después de derrotada Vasconia una ley
nueva que decreten las Cortes y la Corona
en las que reside la plenitud de la sobes anía
española, aun cuando Cortes, Corona, Ejército,
Nación, se apoyen en la ley eterna y universal
en lo humano de que la victoria sujeta el vencido
al vencedor dentro de lo que permite
en cada momento histórico la civilización general,
teniendo así la i esponsabilidad de los actos
humanos su sanción, que en estos casos consiste,
para que no sea de todos los instantes
la perturbación por la veleidad y antojo individual
o colectivo, en que necesariamente quien
perturbe y revuelva un país, dé como garantía
de la sinceridad y buena fe con que procede
la posible pérdida de su bien o de su vida .
El derecho euskaro lo iremos viendo presentado
como superior a esta ley de la moralidad de

2 74
los actos humanos : tendrá el privilegio único
entre los derechos de todas las razas en el globo
y de todas las Edades en la historia de que es
garantía de ganancia posible sin riesgo alguno
de pérdida . Si una nación independiente por
completo, llámese Francia, Portugal o Marruecos,
ataca a España, sabe lo que la espera en
el caso de que la victoria asista a España ;
previamente sabe que sufrirá disminución su
independencia, su territorio o su riqueza . Esto
no debe regir respecto de Vasconia : si se levanta
tres veces en cincuenta años y tres veces es
vencida de su condición anterior, alegará el
derecho intangible establecido en la Edad Media .
Pronto veremos que en 1841 sucedió sin embargo
respecto de ella lo que es condición esencial
y resultado inevitable del propio fracaso y
de la ajena victoria . Sigamos ahora refiriendo
las vicisitudes de la insurrección .
Esta recibió muy pronto un golpe decisivo .
El levantamiento de una parte considerable de
la guarnición de Madrid, asaltando al Real
Palacio su misma guardia exterior, cuyo jefe,
el comandante Marchessi, la había puesto a
las órdenes de León, Concha, Pezuela, a fin
de apoderarse de la persona de la Reina, halló
la resistencia verdaderamente heroica de 18

275
alabarderos mandados en la escalera principal
por el teniente del cuerpo, coronel D . Domingo
Dulce (quien cayó en la inconsecuencia de ser
uno de los caudillos de otro pronunciamiento
que triunfó) ; y así se dió tiempo a la Milicia
Nacional entera, al resto de la guarnición que
había permanecido fiel, para acudir con el
Regente a la cabeza y vencer . El siguiente
día (8) fué también adverso a los sublevados .
El 2 . 0 regimiento de la Guardia Real pronunciado
en Zaragoza, no habiendo conseguido
dominar la población, se retiraba muy perseguido
por el Capitán General Ayerbe y se vió
precisado a entregársele en Gallur . Diego León
y Borso fueron pronto fusilados, acto juzgado
después generalmente, sobre todo respecto del
primero, como una falta política de Espartero .
Con tales noticias, y ya destruida desde el
día zo la partida levantada en Guipúzcoa por
Muñagorri, que fué muerto, emprendieron el
18 su retirada a Francia Montes de Oca, las
Diputaciones, el general Piquero, los regimientos
de Borbón y Burgos. Hubo un episodio a la
vez dolorosísimo e infamante . Había pregonado
Montes de Oca que daría ro .ooo duros al que
le entregase Zurbano que le hacía frente desde
la Puebla de Arganzón, y Zurbano a su vez

276
pregonó que daría la misma suma al que le
entregase Montes de Oca . Cuando éste huía
vencido, formaban su escolta varios miñones
alaveses, y cometieron la vil acción de entregarle
mediante el pago de la cantidad ofrecida . Si
la Gaceta de Madrid publicó sus nombres a
manera de ensalzarlos, inspirándose más en las
leyes del honor el Cuerpo de miñones, los expulsó
de su seno . En cuanto a las citados regimientos
cuando llegas on a Tolosa, no quisieron pasar
a Navarra con los generales Claveria, Urbistondo
y otros, y viendo cortado el camino de
Francia por el Capitán General Alcalá, se le
presentaron el 2o en Villabona . Alcalá, una
vez reunida fraternalmente aquella fuerza con
la suya limitada al regimiento del Príncipe,
volvió a Tolosa . La Diputación de Guipúzcoa
que todavía el 17 tomaba disposiciones para
resistir, se refugió rápidamente en la nación
vecina . El último en pasas la frontera (día 23)
fué el que había sido el primero en pronunciarse,
el general O'Donnell, después de haber bombardeado
en diferentes ocasiones la plaza de
Pamplona desde el Castillo de que se había
apoderado, (pues la guarnición de la ciudad y
el Capitán General Rivero, la Diputación, el
Ayuntamiento, la Milicia Nacional, habían que-

277
dado adictos al Regente), y después de haber
hecho sin resultado una expedición al centro
de Navarra al frente de 2.000 infantes y 250
caballos . El 25 la guarnición de la plaza y la
Milicia ocuparon la Ciudadela : en ella estaban
los disidentes que habían preferido no emigrar .
Era por entonces completo el triunfo del
Regente, y pensó en lo que piensa siempre
todo vencedor, en suprimir lo que a sus ojos
había sido la causa de haber pasado los Poderes
Públicos por una vivísima alarma que al día
siguiente podría reproducirse . Toda la organización
foral había contribuido poderosamente
al levantamiento : el Convenio de Vergara facultaba,
la ley de 25 de Octubre ordenaba que
esa organización fuese modificada . ¿Cómo no
modificarla inmediatamente habiendo servido
los tiempos anteriores para fraguar una vasta
insurrección? Pero a este impulso propio se
añadía otro : la antigua, obstinada y ahora
prepotente exigencia de un elemento euskaro
que en aquellos días ostentaba con razón lo
previsor de sus anuncios y su absoluta, calurosa
fidelidad al Gobierno . Si a las Diputaciones
forales de Alava y Vizcaya habían seguido con
resolución las Milicias Nacionales de Vitoria v
Bilbao, las tropas de ambas provincias, en

278
cambio la Diputación de Guipúzcoa al pronunciarse
tuvo el disgusto de que no le siguieran
las tropas allí de guarnición y se le manifestasen
sañudamente hostiles las Milicias y los
Ayuntamientos de San Sebastián, Irún y Eibar
que, blasonando de ser neta y exclusivamente
constitucionales, abrazaron apasionadamente la
causa del Gobierno constituido . No había cosa
que no estuviera dispuesta a hacer por ella el
Ayuntamiento de San Sebastián : se encargó de
guarnecer su propio Castillo, sus murallas, sus
baluartes . Llevó la suspicacia esparterista hasta
parecerle sospechoso el mismo Capitán General,
el cual, después de haber situado su tropa en
Tolosa donde el Corregidor se hallaba vigilando
a la Diputación foral, cuando ocurrió la defección
de ésta y su marcha subrepticia a Vergara,
punto en que intentaba constituir su cuartel
general el sublevado mariscal de campo Urbistondo,
retrocedió a Andoain. El Ayuntamiento
le intimó que no retrocediera más, previniéndole
que, si pensaba retirarse a la Ciudad, la entrada
le sería negada, pues la Milicia defendería la
plaza no sólo contra los insurrectos sino contra
él; aviso ciertamente del todo revolucionario
pero que, fuerza es decirlo, resultó muy acertado
y produjo el feliz efecto de que al avanzar

279
de nuevo el general Alcalá terminase la rebelión
en Villabona (i) . Así la inspiración del Ayuntamiento
resultaba completamente justificada .
En el término como en el comienzo de corta
pero muy aguda crisis habían sido muy acertadas
sus resoluciones . Sus servicios no habían
podido ser mayores . Sin igualar un caso con
otro, bien cabe señalar analogía entre la situación
de San Sebastián en los primeros días de
Octubre 1833 y Octubre 1841 : veía todo sublevado
alrededor suyo y no obstante mantenía
gallardamente siempre enhiesta la bandera que
también ondeaba en la capital del Reino . En
cuanto a las declaraciones del Ayuntamiento,
constan en la Gaceta de Madrid . En esta leo
que se había dirigido a sus administrados en
los términos siguientes :
(i)- No creo en modo alguno que el general Alcalá,
recompensado por Espartero con el empleo de Teniente
General y con la Capitanía General de Filipinas, tuviera
convivencia alguna con los rebeldes . Bastantes años después,
y en época de gobierno de los moderados, le conocí .
muy esparterista. Lo que dió lugar a las suspicacias del
Ayuntamiento fué el estar realmente en relaciones con el
general O'Donnell el Coronel jefe de Estado Mayor ne
Alcalá, D . Luis García, a quien el insigne caudillo de la
guerra (le Africa hizo en 1859 su jefe de Estado Mayor .
Teniente General y Conde de Montenegrón .

280
Nacionales v Habitantes de San Sebastián:
» Fidelidad y confianza de vuestra parte en el
»celo y firmeza de vuestro Ayuntamiento . De esta
»manera, cumpliendo con nuestros deberes, sostendremos
la Constitución de 1873, el Trono de Isabel II
»y la regencia nombrada por la represent ación nacional y
»habremos correspondido a nuestro juramento» (ii de
Octubre) .
De modo que era el lema de la bandera
enarbolada por las Diputaciones : Regencia de
Doña María Cristina-Fueros ; y el lema de la
que defendía San Sebastián : Regencia del Duque
de la Victoria-Constitución . Resultaba tan gran-
de la diferencia sobre el régimen aplicable a
Vasconia como en lo concerniente a la genera-
lidad de la Nación .
Ya terminado el levantamiento, el Cabildo
municipal envió a Espartero un Mensaje que
decía así :
«La victoria coronó con laureles vuestra frente .
»Dísteis la paz a la Patria y el pueblo español os confió
»el depósito de su ley, su honor, su Reina . Ninguno
»tan digno de esta grande y señalada confianza .
»Una fracción impía intentó privar a los españoles
»de sus derechos y su gobierno : volásteis a sofocarla
»y no tuvo valor para aguardaros . Vuestro nombre
»la ha aterrado : en la fuga ha hallado su salvación .
»Nosotros fuimos leales porque hemos jurado serlo
»y jamás faltaremos a nuestros juramentos, a esos
»juramentos que descansan en nuestras convicciones .

281
»Pacificador dos veces de nuestro suelo, rendimos
»a V . A . el homenaje de una gratitud sincera. Dignaos
»recibir las protestas de la adhesión más pura que os
»profesamos .
»I si nuestra conducta merece el aprecio de V . A .
nuestra satisfacción será completa, nuestros deseos
»quedarán cumplidos .
San Sebastián, 29 de Octubre de 1841
El Avuntamiento Constitucional
Barloloné Francisco de L opetedi . -José Manuel de
Brunet.-Joaquín Yiin .-José de Goenaga .-José Domizago
de Orbe gozo .-Bernardo Alcain .-A-nlonaio Eraiaso .
-Diego Ca-m.pión .-José Francisco de Arzae .-José
María de Azarola.-Cayetano Collado .-Gabriel Serres .
-Lorenzo de AL-ate, secretario .
Durante la insurrección cristino-fuerista había
insistido la constitucional y esparterista Ciudad
en que todas las facultades de la Diputación
foral pasasen al Corregidor y a una Comisión
económica, y en efecto organizóse ésta con los
Sres. D . José Manuel Brunet, D . Joaquín
Calbetón, D . Angel Gil de Alcain, D. José
María Urdinola, alterándose un poco su personal
porque entraron a formar parte de ella
D . Baltasar Oyarzábal, D . José Ramón Zavala,
D . Joaquín Irazábal, D . Ramón Goizueta . Mas
esto no era bastante para la pureza constitucional
del Ayuntamiento que el día 20 expuso
al Gobierno se habían cumplido sus predicciones,

282
que el crimen de la rebelión habla dejado expedito
el camino para el porvenir . «Ya no hay
»cuestión de Fueros . Rebeldes las Diputaciones
»forales, fuera lástima que se restablecieran .
»El Gobierno puede echar los cimientos de
»nuestra prosperidad» .
¿Cómo no atender, lo repito, a semejantes
requerimientos de Ciudad tan importante, tan
fiel, tan previsora y en el pleno goce de la autoridad
que da el haber indicado soluciones
desde hacia doce años, el haber anunciado
con anticipación -de ocho meses el levantamiento,
el haber sido tan leal, decidida, valerosa en
la lucha cuando no podía confiarse en el triunfo
de la parte preferida? Y como estaban en el
poder los progresistas, que siempre fueron amigos
muy tibios o adversarios de los Fueros,
era completamente ineludible la modificación
instantánea, toda vez que por el método de
largas conferencias nada se había obtenido en
dos años . Así Espartero, que de Madrid había
ido a Vitoria, dió el memorable Decreto de
29 de Octubre de 1841 (I) .
(t) Un escritor vascongado publicó en un periódico
hace pocos años una serie de artículos (recopilados en
un volumen a su fallecimiento) dirigidos a probar la mala fe

283
Lejos de decretar él mismo o de proponer
a las Cortes que decretasen volviera la unifor-
de los liberales respecto de las Provincias Vascongadas
y sus Fueros . En esa publicación trata del viaje del general
Espartero v del Decreto (le Vitoria con la buena fe que
revela el siguiente párrafo :
«TAN PRONTO cono ese ilustre General se vió encttntbrado
»a la Regencia del Reino pensó de otro -modo (que en la pro-
clama de Hernani el año 1837 y en una arenga más o me-
»nos cierta de Verezara el año Tg3c;) ; sL TRASLADÓ A VITORIA
»y sea o no achaque liberal, olvidándose ya ele todas sus
«más solemnes promesas, dando al traste con iodos sus más
»formales compromisos, :quebrantando y FALTANDO A LA
»PALABRA DE HONOR que tenía empefitada . . . entendió que
»de ningún otro modo mejor podía llenar v cumplir con
>,]os deberes anejos a su elevadísima investidura que expi-
diendo el Decreto de 'q de Octubre de 1841 suprimiendo
»de una plumada todo el odif_icio foral» .
¿Qué lector si no leyese otro escrito y si se atuviese
a este relato creería que desde la proclama de Hernani
v la arenga de Vergara, por lo menos desde la Regencia
ejercida por el general Espartero colectiva o unipersonal-
mente hasta su traslación a Vitoria, menió el hecho funda-
mentalísimo de haberse sublevado las tres Diputaciones
forales? ¡Ah! qué llaneza, candor, inocencia, al verse pre-
cisado el autor a agregar algo más! El partido moderado
había llevado a mal, dice el escritor, la evolución de 1840,
empezó sus trabajos de zapa contra el Regente, y éste
ENTENDIÓ que, creyendo las Diputaciones amenazadas los
Fueros con aquella situación, cooperaron al plan de los
moderados! ¡ENTENDIÓ que cooperaron! Y prolonga el escritor
sus combinaciones de lenguaje, añadiendo supusieron los
progresistas que las Diputaciones ayudaron al plan de

284
midad que existió desde 182o a 1823, como
pudo hacerlo invocando la integridad de los
los moderados, y por tercera vez intenta, ya que no
negar, dejar en la oscuridad el hecho usando de nueva
fórmula : en el SUPUESTO de que las CONJETURAS de
D . Baldomero fueran ciertas, no cabía castigar al pueblo
vascongado .
Aunque la preterición ae un hecho decisivo y notorio
hasta el escándalo puede parecer extraña y no menos
extraño el arreglo de las frases, a no dudarlo el concienzudo
y místico autor no ha creído faltar a la probidad con que
se ha de escribir la historia . Pero hay quien juzga de modo
opuesto que, si no a sabiendas, forzosamente escribiendo
de esta manera se induce en error a los lectores . De todas
suertes sería difícil explicar que así escribiera sinceramente
ni el más ignorante de los vascongados, toda vez que durante
cin . .uenta años hasta las piedras han sabido en Vasconi,s
la parte activí~imra y esencialísima que las corporaciones
forales tuvieron en el levantamiento, y es por
lo tanto más difícil todavía explicar que quien es tan
erudito hablándonos (sin duda congruentemente con la
pérdida de los Fueros y con el partido liberal) de Ingunda
y Gosuinda, no conozca documentos y hechos de ayer,
y que citando cuantas veces conviene a su propósito la
obra del Sr . Sagarminaga sobre el Gobierno y Régimen
de Vizcaya, parezca ignorar que en la misma obra está
la proclama de la Diputación foral vizcaina llamando
a las armas a sus administrado ; .
Pues así es todo el libro. A no dudarlo sin artificio, ingenuo,
sincero .
El autor desde el trípode a. que, a pesar de su humildad
cristiana, le conduce lo que él estima ser su rectitud y
conocimiento de la ciencia del gobierno, reparte impro-

285
principios unitarios del partido progresista, y
también que si hubo pacto en Vergara fué el
perios, denuestos, letanías de injurias sobre los que no
son de su opinión .
Los que, aun siendo harto vivos y numerosos los disen-
timientos en España, pasan ante la unanimidad de loa
españoles por eminencias nacionales, son objeto de mofa
nunca interrumpida en 585 páginas .
Los liberales son embusteros sulem :zísirrzos, farsantes,
cómicos ; en el partido liberal todo es charlatanismo, sorpresa,
mentira, engaño.
De Don Carlos dice que es desleal, que de haber él defraudado
tantas esi5eranzas a la España católica dan testimonio
en el país vasco hasta las piedras, que después de heredar
tesoros del duque de Módena no dió zrsz real al Tesoro exhausto
del país durante la guerra, que ciando é-ta terminaba
se opuso a toda diligencia para demostrar siquiera por
este medio al pueblo que tanto se sacrificó por sa cau3a,
su gratitud procurando salvarle los Fueros e instituciones
tradicionales y venerandas .
De aquellos vascongados persuadidos de que era lo más
propio en el estado que las c)sas tenían sacar partido del
hecho de ser menos antifuerista Cánovas que Sagasta y
otros mucl•.oc españoles, dice que le psre--e pésima la abra
de aquel aspirante a la reputación de estadista, pero aón
le re f?u.;na mzs la conducta de los vascongados que le
siguen y aplauden .
Naturalmente, v como es debido en ser tan piadoso,
declara que no está ni estará nunca en su ánimo zaherir
ni mortificar a nadie . Pero todos incurren en uno o en
otro de los anatemas que en todas direcciones con forma
y estilo expresivos lanza el impecable Señor. ¡AL! él posee
una manera segura de recuperar los Fueros . Sin las masas

28,6
de permanecer tranquila Vasconia y el pacto
acababa de ser violado con el levantamiento,
usó de moderación verdadera al atenerse a la
ley de 1839 . Fué poco serio fijarse la Euskalerria
en que el preámbulo del Decreto decía
liberales, bien republicanas, bien monárquicas, y sus
directores, sin las masas carlistas y sus directores, esto es,
sin o contra la casi unanimidad de Vasconia, es fácil con-
seguir el sacrosanto fin de recuperar los Fueros : basta
con que los vascongados se unan a los integristas disemi-
nados por toda España .
Tal libro nc ha de mover a oue se devuelva injuria por
injuria, y debe desdeñarse el copioso pero nc selecto voca-
bulario del autor . Quitan ampliamente autoridad a sus
injurias tres circunstancias : hijo de justamente alabado
respeto a su padre, infama las convicciones de su padre,
muy moderado, pero liberal hasta momentos antes de
morir en edad avanzada ; entusiasta del Pretendiente
D . Carlos, pasa a ser si- insultador ; acusador implacable
de los .liberales, a *ministros muy liberales pidió ingreso
y ascenso en puestos oficiales muy ventajosos . Y si alguien
hallase harto dura la presente Nota porque falleció quien
la motiva, me permitiré recordar que el mismo al tener
que hablar de escritor que había fallecido (y lc nombraba'¡
después de hacerlo con dureza ciertamente merecida,
añadió : «No se nos arguya con la Sagrada Escritura, una
,>de cuyas sentencias es que no se revuelvan los huesos de
*los difuntos ni el polvo de sus tumbas . La persona a que
*nos referimos vive de hecho y todos los qae nos atacan
*se acogen a él . Sus obras están en manos de todos, se
»copian sus razonamientos y hay muchos que se inspiran
»en sus ideas» .

287
no hicieron los vascongados causa común con
las Diputaciones insurrectas y negar así asistiera
la razón para tomar las medidas del articulado,
no siendo justo castigar a un país por el
error o crimen que se reconoce quedó aislado
en sus autoridades . Ya en el acto de sublevarse
simultáneamente las tres Diputaciones forales
con toda la organización por ellas dirigida y
en particular las fuerzas armadas provinciales,
de decretar el armamento general del país, de
convocar juntas, influyendo además mucho en el
alzamiento de la fuerza constitucional llamada
Milicia Nacional de las dos más importantes
poblaciones, creaba al Gobierno la necesidad
y legitimidad de disolver y dispersar un organismo
que había hecho posibles tales excesos
contra la tranquilidad general y era de prever
que si continuaba subsistiendo provocaría otros .
Y el hecho de esta vez había tenido sobre todo
un límite, por decirlo así, externo : el descalabro
instantáneo en Madrid de la muy extensa insurrección
militar no dió tiempo a que se viera
lo que haría la masa del país euskaro. Por mi
parte abrigo la convicción más robusta de que,
así como muy poco después del Convenio de
Vergara se negó el país vasco a renovar la lucha
carlista aunque Balmaseda y sus fuerzas lo

288
intentaron con decisión, así ahora a los dos
años tampoco hubiera respondido la masa al
grito de Religión y Carlos V ; los estragos, ruina,
aniquilamiento en que siete años de guerra
habían dejado a Vasconia, la amargura que
las escisiones sangrientas del carlismo habían
derramado en los ánimos, todo impedía un
nuevo gran esfuerzo . ¡Cuánto menos había de
responder el país vasco al grito de viva la Reina
Gobernadora, cuyos partidarios en las Tres Hermanas
eran fracción de una minoría! El segundo
grito de las Diputaciones, vivan los Fueros,
ya durante la gran lucha fratricida lo habían
dadó los carlistas unido al de su fe y su rey,
y se reservaban darlo de nuevo pero por su
cuenta en día que ellos mismos eligieran (i) ;
por oteo lado tal grito fuerista encendía aún
(y también más tarde) la cólera de los progresistas
euskaros. ¿Quién había de seguir a las
ilusas Diputaciones forales y moderadas? Pero
la prueba de que el argumento vasco no tiene
(r) El Pretendiente que se titulaba Carlos V lanzó
desde Bourges, donde le tenía internado el Rey Luis Felipe,
una proclama fechada el 6 de Octubre diciendo a los Espa-
ñoles fieles a su causa : «Dejad a nuestros crueles persegui-
dores que se disputen nuestros despojos : mantenéos tran-
quilos y resignados,> .

289
fuerza está en que desde 1876 le hemos visto
vuelto al revés . Contra la resolución solemne
de las Cortes con el Rey se dijo en el caso último :
«¿pues qué? si hubo masa vascongada en armas
contra los Gobiernos que la Nación ha proclamado
y acatado ¿no debiera apartarse una
medida hostil teniendo presente que las autoridades
forales seguidas por una minoría leal
han hecho más que acatar, pues los han defendido
con heroismo? ¿Porqué castigar a un país
en que tan poderosos elementos estuvieron del
lado del Gobierno? De modo que, si hay apariencias
de que es minoría la que se sublevó
con sus autoridades forales a la cabeza, sólo
hay que atender a que la masa no se levantó ;
y si las autoridades forales y una minoría permanecieron
fieles, no hay que atender a que
la masa se levantó . Facilidad deplorable de
argüir sin reparar en lo endeble e ineficaz de
una defensa que así se ha contradicho .
Fué además infantil impugnar, declamar contra
el Decreto de Vitoria por no haberse oído
a las Provincias antes de darlo . Durante dos
años había estado citándolas el Gobierno para
oirlas . Precisamente habían ellas dado largas
(como confesaron después en un escrito solemne)
al arreglo y concierto porque prepa-

290
raban la insurrección . Verificada ésta y vencida
¿a quién había de oir el Gobierno vencedor?
¿A las Diputaciones forales emigradas
tan pronto como vencidas? Fué necesario ante
todo establecer Corporaciones que administraran
al país dejado huérfano por sus autoridades
antiguas ; establecer las nuevas en condiciones
de no dañar más al Poder público, esto es,
en la forma honrosa de ser en su organización
iguales a las demás del Reino y con mayores
atribuciones . Y por último, no fué de buena
fe argüir de ilegal el Decreto sosteniendo que
solamente las Cortes con el Rey podían modificar
el sistema foral. Si es verdad que el artículo
2 . 0 de l a ley de 25 de O ctubi e de 1839
decía que esta modificación la pi opondría el
Gobierno a las Cortes después de oir a las Provincias,
también añadía que entre tanto el
Gobierno resolvería provisionalmente las dudas
y dificultades que pudieran ofrecerse, dándo
cuenta al Parlamento . ¿Cabía dificultad mayor
y de más urgente resolución que la producida
por el levantamiento de las tres Diputaciones?
¿Para cuando sino para caso semejante estaba
facultado el Gobierno a resolver provisionalmente
las dudas y dificultades que se presentasen?
Y las Cortes, votando la ley de 23 de

291
Abril de 1842 que estableció otra vez (era la
tercera) las Diputaciones provinciales, aprobaron
lo que él había resuelto . Esas Cortes progresistas
se sentían inclinadas a reinstalar el
régimen igualitario de 1820, v sin embargo
el Gobierno había hecho más que respetar lo
esencialísimo del sistema foral, que era no
pagar contribución, no dar hombres para el
ejército, dejando de hablar de ello en el Decreto .
Este, según decía su preámbulo, daba ENTERO
EFECTO a la aplicación del Principio de la unidad
constitucional . Fuera impremeditada o intencional
una declaración de tanta gravedad, es
evidente que ponía una bastante poderosa arma
de defensa en manos de los vascongados para
lo sucesivo, pues a juicio más o menos ilustrado
v definitivo del Gobierno progresista
expresado en la ocasión más solemne, había
sin aquellos sacrificios aplicación y entero efecto
de la unidad constitucional . Pronto después
gobiernos compuestos de fueristas al parecer
entusiastas en 1841 se propusieron exigir hombres
5, dinero. Nadie en Vasconia pensó en
utilizar tan importante circunstancia como era
lo dicho y lo preterido : todo fué fijarse en que
se reformaba la ornamentación de la fachada
del edificio foral y no en que resultaba por

2 92
entonces que la unidad constitucional no se
oponía a que continuara firme y respetado el
edificio mismo . Inserto con su preámbulo el
Decreto abominado generalmente en la Euskalerria,
aclamado en San Sebastián y del que
con arreglo a la verdad de los hechos debe
decirse que es el origen de la prosperidad pasmosa
de Vizcaya y Guipúzcoa, al mismo tiempo
que por estar fundado en sólidos y buenos
principios de transacción, constituyó para largo
período base tan inconmovible del estado de
derecho en importantísima comarca que la reacción
fuerista pronto después acaecida apenas
logró mas que una ligera reforma .
Serenís-imiio Señor :
La rebelión que se alzó contra los poderes legalmente
constituídos está vencida. Deber es del Gobierno
dar estabilidad al triunfo y cerrar para lo sucesivo
la sima de nuevas reacciones . Las atribuciones que
la Constitución de la Monarquía da al poder ejecutivo
y las especiales que le fueron conferidas por la ley
de 2,5 de Octubre de 1839 marcan la línea de conducta
que conviene seguir, libre de obstáculos opuestos
antes legítimamente y que ya han desaparecido .
Desmintiendo sus continuas protestas de lealtad,
las Diputaciones de las tres Provincias Vascongadas
levantaron la bandera de la insurrección ; pero aterradas
por el grito de horror lanzado en toda la Monarquía,
han abandonado al país que querían comprometer,
llevando la convicción de que los vascori-
c

293
gados no hacían causa común con los rebeldes . La
administración ha quedado huérfana, y las autorida-
des superiores políticas se han visto en la necesidad
de adoptar medidas provisionales para que no se
paralizase la acción del Gobierno y para que se evi-
tasen graves males a los pueblos . En estas circunstancias,
es preciso pensar en la reorganización. El Dfinistro
que suscribe, después de una meditación detenida,
cree que se está en el caso de que tenga entero efecto
el principio de la unidad constitucional v que a él
se sometan cuantas instituciones se le opongan .
Encargado el Gobierno por el artículo 45 de la
Constitución de la conservación del orden público
en el interior, no puede abandonar este cuidado a
agentes que se jactan de una independencia absoluta
y de una oposición a sus determinaciones, sistemática,
no interrumpida y que ha llegado a ser rebelde .
El Gobierno, si bien no profesa los principios de una
centralización extremada que ahoga los intereses pro-
vinciales y los municipales bajo el peso de la mano
oficial, proclama la unidad administrativa y la depen-
dencia efectiva de sus agentes en todo lo que con-
cierne a las funciones que la Constitución le confiere ;
de otro modo ni el Gobierno sería posible ni lo sería
tampoco la responsabilidad ministerial . De aquí la
necesidad de que el ramo de protección y seguridad
pública en las Provincias Vascongadas se confíe exclu-
sivamente a los agentes del Gobierno .
No es solo la acción del poder ejecutivo lo que sufre
obstáculos ; el legislativo recibe un nuevo veto que
la Constitución rechaza ; las leyes sancionadas por la
corona después de votadas por las Cortes, a que asisten
los representantes de las Provincias, del mismo modo
que las disposiciones del Gobierno, se sujetan al Pase
foral que obtienen las que son del gusto de los partí-

294
cipes del mando . No se exime el poder judicial del
requisito del pase ; sus providencias son fiscalizadas
por la intervención extraña de la administración
provincial que pretende impedir la ejecución de los
fallos de la justicia . Así el"75ase conspira contra la armóníca
división de los altos poderes del Estado, contra
la dignidad de la Corona y de las Cortes, contra las
atribuciones del Gobierno v contra la independencia
judicial y la autoridad de la cosa juzgada ; debe cesar,
pues, del todo como incompatible con la Lev Fundamental
de la Monarquía (i) .
El artículo 6q de la Constitución previene que los
Diputados de las Provincias serán nombrados por
los mismos electores que los Diputados a Cortes ; en
las Provincias Vascongadas el derecho de elegir se
limita a muy pocos, y - éstos no representan al país :
en Vizcaya se confía a la insaculación y a la suerte ;
lo absurdo de semejantes sistemas vincula en castas
y familias los cargos públicos que han llegado a ser
patrimonio de algunos . En los Ayuntamientos no
es la cualidad de español y vecino lo que da el derecho
electoral activo y pasivo, porque es necesario
ser hidalgo, o vecino concejante, vizcaino originario .
Los métodos de elección son tantos como los pueblos,
según sus ordenanzas y prácticas peculiares ; así es
que, desde la elección hecha en Concejo hasta la que
cae por suerte o toca por turno, hay diferentes formas
de organización municipal . Mas por regla general
vence el privilegio, los oficios municipales se perpetúan
en muy pocos, que al parecer están en posesión
de trasmitirlos a sus descendientes, y queda hollado
(i) Es raro se dijera cl ,n de Octubre que debía cesar
el pase foral, pues la Real Orden del 6 de Enero, ya citada,
lo había abolido .

293
el artículo constitucional que hace a todos los españoles
admisibles a los empleos y cargos públicos según
su mérito y capacidad. Tiempo es va que cese este
privilegio ; V . A . ha prometido librar a los pueblos
de la vergonzosa tutela en que se les ha tenido ; el
cumplimiento de los artículos 69 y 7o de la Constitución
lo realizará . El Ministro que tiene el honor
de hacer estas observaciones propone su aplicación
a las Provincias Vascongadas como medida necesaria
para que sea salva la unidad constitucional y emancipado
el pueblo de privilegios que le abruman .
La organización judicial, va a instancias de los
pueblos, ya por la obligación que tiene el Gobierno
de cuidar de que pronta y cumplidamente se administre
la justicia, ha tenido notables mejoras a pesar
de la obstinada resistencia de las Diputaciones ; preséntase,
sin embargo, en Alava aún por ejecutarse
la formación de partidos ya decretada, y Vizcaya,
donde la división y atribuciones de los juzgados son
un caos, ofrece la anomalía de tener alcaldías de Fuero
patrimoniales; es decir que aún existe allí aplicado
el absurdo principio de que la obligación de administrar
justicia es un derecho que se compra y se
trasmite como las cosas que constituyen la propiedad
de los particulares . La creación de los partidos judiciales
es una exigencia social que ya no puede dilat
arse.
El establecimiento de las Aduanas en la costa y
frontera ha sido siempre considerado como conveniente
; los buenos principios de administración y de
economía lo recomiendan ; la agricultura, la industria
y el comercio lo reclaman de consuno ; es también
exigido por la unidad nacional . No es nueva esta
medida ; en el reinado del Señor Don Felipe V y en
la anterior época constitucional tuvo efecto ; conve-

296
niente es restablecerla, consultando al bien de todas
estas Provincias v al de toda la Nación .
Pero no basta esto ; es menester, mientras se reorganiza
la administración del país, crear otra provisional;
la elección de una Comisión económica y consultiva
debe hacerse extensiva a las Provincias de
Alava y Vizcaya, para que de este modo se asegure
la recaudación, distribución e inversión de los fondos
públicos y pueda consultarse a las necesidades políticas
v materiales de los pueblos .
Estas consideraciones me hacen someter a la aprobación
de V . A . el siguiente proyecto de decreto .
Vitoria, 29 de Octubre de 1841 .
DECRETO
Facundo Iujante .
Siendo indispensable reorganizar la administración
de las Provincias Vascongadas por las razones que
me habéis expuesto, del modo que exigen el interés
público y el principio de la unidad constitucional
sancionado en la ley de 25 de Octubre de 18, ;9, como
Regente del Reino y en nombre y durante la menor
edad de la Reina D . ',1 Isabel II, ' vengo en decretar
lo siguiente :
Artículo I .-Los Corregidores políticos de Vizcaya
y de Guipúzcoa tomarán la denominación (le jefes
Superiores Políticos .
Artículo II .-El ramo de protección y seguridad
pública en las tres Provincias Vascongadas estará
sometido exclusivamente a los jefes Políticos y a los
Alcaldes y Fieles bajo su inspección y vigilancia .
Artículo III .-Los Ayuntamientos se organizarán
con arreglo a las leves y disposiciones generales de la
Monarquía .

297
Artículo IV .-Habrá Diputaciones provinciales con
arreglo al artículo 69 de la Constitución y a las leyes
y disposiciones dictadas para todas las Provincias,
que sustituirán a las Diputaciones Generales, juntas
Generales y Particulares de las Vascongadas .
Artículo V.-Para la recaudación, distribución e
inversión de los fondos públicos hasta que se verifique
la instalación de las Diputaciones provinciales, habrá
en cada Provincia una Comisión económica compuesta
de cuatro individuos nombrados por el jefe Político
que la presidirá con voto . Esta comisión será también
consultiva para los negocios en que el jefe Político
lo estime conveniente .
Artículo VI .-Las Diputaciones provinciales ejercerán
las funciones que hasta aquí han desempeñado
en las Provincias Vascongadas las Diputaciones y
Juntas forales y las que para las elecciones de Senadores,
Diputados a Cortes _y de Provincia 'y Ayuntamientos
les confían las leyes generales de la Nación .
Hasta que estén instalados, los jefes Políticos desempeñarán
todas sus funciones a excepción de la intervención
en las elecciones de Senadores, Diputados a
Cortes y Provinciales,
Artículo VII .-La reorganización judicial se nivelará
en las Tres Provincias al resto de la Monarquía .
Artículo VIII .-Las leves, las disposiciones del
Gobierno, se ejecutarán en las Provincias Vascongadas
sin restricción ninguna, así como se verifica en las
demás provincias del Reino .
Artículo IX.-Las Aduanas desde i . 0 de Diciembre
de este año, o antes si fuese posible, se colocarán en
las costas v fronteras .
Artículo X .-Los Ministros de Gracia y justicia,
Gobernación y Hacienda adoptarán las medidas convenientes
a la entera ejecución de este Decreto .

298
Tendréislo entendido y dispondréis lo necesario para
su cumplimiento .
El Duque de la Victoria
En Vitoria a 29 de Octubre de 1841 .
A Don Facundo Infante .
Firmado este Decreto, el Regente, que disolvió
las Milicias Nacionales de Bilbao y Vitoria,
marchó a San Sebastián para dar personalmente
las gracias a su guardia ciudadana, sus
tropas, sus autoridades todas que tan insignes
servicios le habían prestado . Cual fué el aspecto
de la Ciudad en las pocas horas que le dedicó
su ídolo, que de prisa pasó a Pamplona y Za-
ragoza con igual objeto de manifestar su gratitud,
me lo dice una carta que en tiempos
más recientes me escribió un amigo mío, miliciano
de aquella época :
Los Milicianos de Iruchulo (i) éramos liberales
sobre todo, tanto más antifueristas cuanto más liberales.
Nada tiene, pues, de particular que aquella
Milicia que sólo tocaba el himno de Riego y sólo tenía
entusiasmos por el Duque de la Victoria mirara como
enemigos a todos los que no participaban de sus aficiones.
El entusiasmo que teníamos por Espartero
(r) Iruchulo, literalmente tres agujeros . Es la denominación
familiar y cariñosa de San Sebastián (Donostia en vascuence)
a causa de las tres entradas del mar alrededor suyo .

299
rayaba en locura, y bien lo demostramos aquel día
de Octubre del 41 en que el Regente se dignó visitarnos.
Milicia : y Pueblo manifestaron haber perdido la
cabeza ante el ídolo . Iruchulo se convirtió en casa
de orates . He aquí la letra de lo que cantaron los coros
en la Plaza de la Constitución ; música de D . José
Manuel Brunet :
MARCHA
Gracias mil al soldado valiente
Gloria y Prez al ilustre guerrero,
Loor eterno al invicto Espartero
Defensor de la tierna Isabel :
En sus manos la libertad santa
Por segura Guipúzcoa pregona .
Con las muestras gloriosa corona
Le tejamos de sacro laurel .
HIMNO
Cantemos las glorias
De Espartero fiel ;
Premio a sus virtudes
Dé nuestro laurel .
Sí, que es Espartero
De paz el emblemna,
Es el patrio lema
Del buen liberal .
Tranquilos estemos
Porque él solo abate
Los que del combate
Dieron la señal (i) .
(i) En la revista que pasó el héroe a la Milicia Nacional
formada en la Plaza de la. Constitución hubo un incidente
cómico . Formaba en la compañía de granaderos un mili-

300
Con arreglo a lo que el Decreto de Vitoria
disponía tuvo cada Provincia su Comisión Eco-
ciano alto . hombre de buen humor, festivo tanto como
popular en la Ciudad, donde se le llamaba (con gran gusto
suyo) el arrogante . Llamábase D . José María Arcelus .
Espartero se dirigió primeramente a la dicha compañía
y con aquella voz sonora que tanto le sirvió para enardecer
al soldado en los combates, dijo como si fuera a arengar
: «Valientes Granac.eros» . Arcelus exclamó en la afamada
disciplina de la fuerza ciudadana : «Somos y seremos» .
Espartero pareció celebrar la promesa y continuó su corta
revista sin arengar . Le hubiera sido difícil hacerlo siendo
tan continuadamente atronadoras las aclamaciones de
que era objeto .
Pasados setenta años se toma todavía aquel recibimiento
al Duque de la Victoria como término de comparación
con otros . (Cuando regresó de su destierro el ilustre general
en 1847 y desembarcó en San Sebastián alojándose en
casa de mis padres, la Ciudad volvió a hacerle recibimiento
caluroso, delirante, aunque no oficial) . Con fecha 5 de
Julio de 1902 me escribió de San Sebastián uno de mis
mejores amigos que conoce este trabajo mío :
«La familia real llegó ayer siendo recibida con aclanta-
»ción sin igual . Aquí se recuenta aún como una ovación
,)extraordinaria la que tuvo el humilde hijo (le Granátula
»(Espartero) cuando llegó después ole haber firmado en
»Vitoria el famoso Decreto que menciona en su trabajo
»histórico . Pues bien : el recibimiento de ayer (el que se
»Babia hecho al Rey Alfonso XIII después de su mayor
sedad) puede comparársele . La Avenida estaba soberbia,
»convertida toda ella, por decirlo así, en un solo arco de
»triunfo . La ovación fué continuada y calurosa en todo
»el trayecto . En los últimos quince días multitud de caba-

301
nómica (la de Guipúzcoa precedió al Decreto,
como queda dicho), hasta que pudieron instalarse
Diputaciones provinciales elegidas en los
comicios . No se limitaron a administrar . Excediéndose
un poco de su cometido elaboraron
proyectos de arreglo de Fueros . Componían la
de Vizcaya, además del jefe Político D . Pedro
Gómez de la Serna (i), después Ministro de
Gracia y justicia, Presidente del Tribunal Supremo,
autor de obras recomendables sobre el
derecho patrio y el derecho romano, D . Pedro
»lleros, de señoras, la Cámara de Comercio y las Sociedades
»particulares, todo el vecindario, habían estado preparando
»un recibimiento digno de la ocasión en que se presentaban
personas que tanto bien nos hacen con su residencia
»entre nosotros . Por la noche aumentó aún la magnificencia
de la fiesta, resultando admirable la iluminación
»general y sobre todo la de la Concha .»
-No debe olvidarse que en 1841 San Sebastián era una
población (le 6 .ooo habitantes encerrados en reducidísimo
espacio por las murallas y tampoco totalmente reedificada
dentro de ellas ; ahora es población de 50 .000 con ámbito
espacioso y de suntuosa traza . Todo, pues, ha debido
ser infinitamente superior y de meior gusto . Del entusiasmo
digamos que fué igual .
(i) Este funcionario muy ilustrado, se había visto
sorprendido por el pronunciamiento . Cuando el Regente
llegó a Vitoria fié allí La Serna y él concretó el pensamiento
del Gobierno redactando el memorable Decreto
y su preámbulo .

302
Lemonauria, D. Nicolás de Urizar, D, Lorenzo
Hipólito de Barroeta y D . Pedro de Villar .
Estudió un proyecto luego madurado por la
Diputación definitiva y fué al fin remitido al
Ministro de la Gobernación . A juicio de las
Corporaciones susodichas debería haber un jefe
Político ejerciendo las mismas atribuciones que
en las demás provincias del Reino, siempre
que no se opusiesen a cuantas atribuciones se
concedieran en la futura ley de arreglo a la
Diputación provincial y demás autoridades populares
. La organización judicial sería idéntica a
la del resto del Reino . Las Aduanas se instalarían
en los puertos de Vizcaya . Habría Diputación
provincial elegida con arreglo a la ley
general, no sólo ejerciendo las facultades concedidas
por ésta sino además las que habían
correspondido a las juntas y Diputaciones forales.
Entie sus atribuciones estaría la de establecer
los impuestos que fuesen necesarios para
cubrir con ellos los reemplazos del ejército,
el pago de la contribución directa y única al
Estado, el de los réditos y amortización de la
deuda provincial, la reposición de caminos y
otros servicios análogos . Quedaría al arbitrio
de la Diputación provincial el adoptar el medio
de contribuir al servicio militar de tierra con

303
tal que presentara oportunamente los cupos de
hombres que correspondieran a Vizcaya o la
cantidad de 1 .500 Reales por cada uno . No
habría Milicia nacional, pero quedaría en vigor
la ley de Fuero por la que todo vizcaino estaba
obligado a acudir al llamamiento del Rey en
caso de invasión enemiga . La Provincia pagaría
al Estado en calidad de contribución única
la suma de 6oo .ooo Reales . El culto y clero
quedaría a cargo de los Vizcainos . En compensación
de lo que la Hacienda debía al Señorío
desde 1793, se adjudicarían a éste los bienes
nacionales que estaban en su territorio . Los
Ayuntamientos se elegirían como los demás
de la Monarquía y tendrían las facultades de
las anteriores corporaciones municipales, además
de las que la ley señala .
Guipúzcoa tuvo una Comisión Económica
administradora admirable, creadora de la afamada
Contaduría y Teneduría de libros que
hoy existe, en cuya tarea se distinguió particularmente
el comisionado D . Joaquín Irazábal
. Cuando imprimió su proyecto añadió
una Exposición expresando que la Provincia
juró gustosa la Constitución liberal de 1812
y se prestó de buen grado al establecimiento de
las Aduanas en la costa y frontera ; que los

304
Fueros no son preferibles a la Ley Fundamnental
que había jurado. Censuraba el escrito que no
se hubiese procedido al arreglo según lo precep-
tuado en la ley de 25 de Octubre por ser los
momentos de la Paz los más Propicios en los
ánimos para las concesiones recíprocas, y admi-
tía que LAS MUDANZAS DE LOS TIEMPOS Y LA
MAYOR ILUSTRACIÓN DEL SIGLO HACEN CONVE-
NIENTE LA REFORMA RAZONABLE DE LAS PRI-
MITIVAS INSTITUCIONES DEL PAÍS . EL PERJUICIO
QUE PODRÁ RESULTAR A SUS HABITANTES DE
LA SUPRESIÓN DE ALGUNAS DE ELLAS, NECE-
SARIA PARA QUE SEA REAL Y VERDADERA SU
COMPLETA UNIÓN CON LOS DEMÁS ESPAÑOLES,
SERÁ COMPENSADO POR LAS VENTAJAS QUE LE
PROPORCIONARÁ ESA MISMA UNIÓN . Establecía
el proyecto que habría Diputaciones provin-
ciales y no forales, que las Diputaciones Presen-
tarían el cupo de hombres que correspondiese a
la Provincia en los reemplazos del Ejército,
quedando a su albedrío la adopción de los me-
dios conducentes a llenar este servicio, sin
excluir el de autorización facultativa de entre-
gar en parte o en todo mil quinientos reales
o quince fusiles por cada hombre, habiendo de
crearse en caso de invasión extranjera bata-
llones, tercios, y llamar a los habitantes padre

305
por hijo . Fijábase que Guipúzcoa pagaría por
toda contribución una única y ' directa en la
cantidad de cuatrocientos mil reales anuales,
sin que esta cuota se pudiera aumentar durante
diez años . Al pie del escrito y del proyecto
léense estas firmas : Eustasio de Amilibia.-
Joaquín Calbetónt .-Joagauínz Irazábal .-Ramraóua
María Goizueta .
Veinte meses después del triunfo del Regente
todo cambió para el resto de España, mas no
para Vasconia . La Regencia de Espartero no
pudo ser más azarosa. Si a los cinco meses
de existencia vió la insurrección de Octubre,
pronto después vió otra en Barcelona, que
también venció el Duque de la Victoria, y por
Último, entrado el año 1843, una coalición de
progresistas disidentes y de moderados, dándose
la mano Serrano y Narváez, Olózaga y
Pidal, puso término con otro levantamiento a
su gobierno : Espartero estaba vencido y emigrado.
La Coalición no quiso proclamar de
nuevo la Regencia de D . a María Cristina y
declaró mayor de edad a la Reina D . a Isabel II
a pesar de que le faltaba un año para tener
los 14 que entonces exigía la Constitución .

308
lidad el propio Espartero cuando fué Presidente
del Consejo de Ministros en 1854, siendo
Ministro de Hacienda un donostiarra, D . José
Manuel Collado, sin que la reacción de 1857
alterara de nuevo un estado de cosas bien
consolidado por la importancia que San Sebastián
ha conseguido . El partido moderado venía
siendo fuerista, mediaba el esfuerzo vascongado
de 1841 en pro de María Cristina, mediaba
siempre la promesa solemne de la augusta
Señora, ahora de regreso a España, de que
defendería los Fueros cuyo afianzamiento durante
su Regencia la enorgullecía . Pero ¡ah! el
hombre pensador de aquel partido, D . Pedro
José Pidal, comprendió desde el poder que,
una. vez establecidas ciertas reformas en sentido
nacional, no pueden derogarse en su esencia
sin herir a la Nación, sin herir en las Provincias
mismas intereses y sentimientos ya favorecidos
y halagados por las reformas . Sancionó el
Decreto de Espartero al modificarlo en un
solo punto . Quedó confirmada la unidad legislativa
no restableciéndose trabas externas al
poder del Rey y de las Cortes ; la unidad gubernativa
no devolviendo a las Diputaciones de
nuevo forales antes bien conservando al Gobierno
las facultades relativas a la seguridad

309
y vigilancia pública ; la unidad fiscal de las
Aduanas dejando éstas en la costa y frontera ;
la absoluta unidad judicial . Es más : en la misma
administración local no consintieron los moderados
que la hidalguía volviera a ser base del
voto activo y pasivo . Creyó aquel eminente
Ministro que el cumplimiento de la solemnísima
y augusta promesa de 184o no podía
pasar más allá de que se devolviera la antigua
forma a la Corporación provincial, habiendo
Junta general que nombrase Diputación en
vez de ser ésta elegida como en el resto de
España por electores de un sólo grado, y más
tarde resolvió que los Ayuntamientos a quienes
incumbía nombrar procuradores que constituían
la junta, fuesen organizados constitucionalmente
como todos los de la Monarquía . Ejemplo
insigne es este, prueba irrefragable de que
Vasconia no debe jamás exponerse a perder
nadra de su régimen especial ni confiar en que,
perdido algo, le será devuelto si es cosa esencial .
El Decreto de 4 de julio 1844 dice así :
Artículo I .-Conforme a lo preceptuado en la ley
de 25 de Octubre de r8 ;9 se procederá desde luego
a la formación del proyecto de ley que se deberá presentar
a las Cortes para hacer en los Fueros de las
Provincias Vascongadas las modificaciones que en
dicha ley se previenen .

310
Artículo II .-Para que las expresadas Provincias
puedan ser oídas a lo dispuesto en el artículo segundo
de la citada ley, nombrará al efecto cada una de ellas
dos comisionados que deberán presentarse inmediatamente
a mí Gobierno a exponer cuanto en el particular
juzguen oportuno .
Artículo III .-Para el nombramiento de dichos
comisionados se reunirán las Juntas Generales de
las Provincias de Vizcaya, Alava y Guipúzcoa en la
forma que lo han solido hacer anteriormente .
Artículo IV .-Los jefes Políticos presidirán, con
el carácter de Corregidores Políticos, las juntas Generales
y no les permitirán ocuparse de otras cosas que
de las designadas en este Real Decreto y en las demás
de costumbre que no estén en oposición con él .
Artículo V .-Se nombrarán asimismo en dichas
Juntas Generales las Diputaciones forales en el modo
y forma que han solido hacerse .
Artículo VI .-Las Diputaciones provinciales actualmente
nombradas subsistirán, sin embargo, con arreglo
al Real Decreto de 16 de Noviembre de 1839 y
a la ley de 23 de Abril de 1842, pero sólo entenderán
por ahora en lo expresado en dicho Real Decreto y
en el artículo 56 de la ley vigente sobre libertad de
imprenta . En lo demás entenderán las Diputaciones
forales luego que estén nombradas .
Artículo VII .-Los Ayuntamientos, ínterin se hace
el arreglo definitivo de los Fueros, tendrán las atribuciones
que gozaban antes del Decreto de 29 de
Octubre 1841 en cuanto no se oponga a este Real
decreto, y exceptuando los de aquellos pueblos en que
a petición suya se ha establecido o se estableciese
la legislación común .
Artículo VIII .-No se hará novedad a consecuencia
de este Decreto en el estado actual de las Aduanas,

311
en lo tocante a rentas públicas ni en la administración
de justicia .
Artículo IX .-Quedará asimismo a cargo de los
Jefes Políticos, en el modo y forma que en las demás
Provincias del Reino, todo lo relativo al ramo de
protección y seguridad pública .
Parecía que esta transacción, que no titubeo
en llamar feliz, debiera haber sido del agrado
general. No fué así . Constituyóse en Vizcaya
el partido del Todo o Nada, que pedía vol-
vieran las cosas al ser y estado que tenían
en 1833 . Del lado de San Sebastián, es uno
de mis más antiguos recuerdos donostiarras la
tristeza que causó a mi pueblo natal la medida
cdel nuevo Gobierno . Mi padre fué casi el único,
a pesar de que era Presidente de la Diputación
provincial en aquel momento apartada, ya que
no disuelta, en creer que la ocasión más bien
era de regocijo, y decía a nuestros paisanos :
«De nuestro antiguo lema bien podemos sacri-
ficar las Diputaciones Provinciales a cambio
de ver sancionado por los moderados, tan
fueristas en 1839 y 1841, todo lo demás que
habíamos reclamado y conseguido desde 1831
hasta 1839 y en esta última fecha nos fué
quitado» . Pero no obstante la Ciudad no envió
sus representantes ni a la primera, ni a la se-

312
gunda, ni a la tercera junta General . Su Ayuntamiento,
aunque moderado en este período,
temía perder su puritanismo constitucional reconociendo
la caduca condición de la hidalguía,
base foral de los Ayuntamientos representados
en la Asamblea, pues estando explícito el Decreto
en admitirr las atribuciones forales de los
municipios, guardaba silencio sobre su organización
. Más tarde el Gobierno declaró que ésta
debía ajustarse a la ley común, y entonces
se aquietaron los escrúpulos de los moderados
easonenses que aún se sentían liberales . En
1847, según hemos visto, asistieron los Procuradores
de la Ciudad a la junta General de
Oñate .
Conviene fijar el estado de la opinión regional,
de las fuerzas que respectivamente cada
partido tenía en el momento a que hemos
llegado en nuestra narración . A las primeras
Cortes después de las novedades forales y de
haberse promulgado la Constitución de 189 .5
(cuarta de las españolas en treinta años) los
tres distritos que entonces tenía Guipúzcoa
enviaron dos fueristas sumamente transigentes
y uno que lo era ardoroso . Eligió por unanimidad
la parte baja de la Provincia Diputado
a mi padre, del propio modo que siete años

313
antes a Luzuriaga, doce años antes a mi deudo
Collado como representantes de aquella bandera
en que estaba el lema : «modificación de los
Fueros» . Por Vergara, enfrente del tenaz y
afamado fuerista D . Pedro de Egaña, vigorosamente
apoyado por lo que en aquellos tiempos
se llamaba la jauncheria (partido de los
Señores) triunfó . gracias a dos votos de mayoría
un burgués, el célebre médico D . Melchor
Sánchez Toca, después Marqués de Toca, a
quien apoyó vivamente el elemento más liberal
y moderno. En Tolosa (también por un par
de votos) triunfó el hábil y muy fuerista jauncho
D . Ascensio Ignacio de Altuna contra el dignísimo
magistrado D . José de Churruca, favorecido
por el Escuadrón, grupo de abogados
mitigadamente fueristas . Al poco tiempo surgió
una de las mil cuestiones que produce necesariamente
la coexistencia de la organización común
y de la organización especial . Habíanse creado
en España Consejos provinciales, que no tenían
nada que ver con las Diputacioñes provinciales
ni forales . Contra la instalación de aquéllas
reclamaron las Tres Provincias Hermanas
sosteniendo que era un contrafuero . Este paso
provocó vivas polémicas : se publicaron no pocos
escritos . Quien quiera que los lea hoy difícil-

3 14
mente podrá negar que en la esfera histórica
en cuanto al derecho vasco quedaron vence-
dores el Sr . Gorosábel, que había sido en larga
interinidad Diputado General, y el Sr . Lizar-
zaburu, que lo fué después en propiedad, los
dos un momento Consejeros provinciales ; lo
cual puedo decir con tanta más imparcialidad
cuanto que nunca me pareció buena para nin-
guna provincia de España la creación de esos
Consejos. No contuvieron a estos sabios gui-
puzcoanos miramientos falsos que se pretende
ahora imponer con dicterios o con amenazas a
los que serena y concienzudamente quieren in-
vestigar el pasado de las instituciones forales,
poner a un lado las cosas verdaderamente de
fuero, a otro lado las que no son, y no se reca-
taron para decir categóricamente esto que si-
gue (i) :
No pueden negar las juntas ni las Diputaciones
que nunca les ha competido ni les compete atribución
alguna de las que hasta la guerra civil última correspondieron
a la Dirección y Contaduría general de
Propios y Arbitrios y a los Corregidores como delegados
para la inspección y revisión de las cuentas
de estos ramos que remitían los pueblos de Guipúzcoa
por conducto de estos últimos a aquella superioridad .
(r) Folleto impreso en Tolosa .-Agosto 18 .17 .

3 1 5
Mucho duró el conflicto que se resolvió transigiendo:
hubo Consejo provincial y en vez de
formarlo como en Castilla, el Jefe Político con
dos letrados que nombrase el Estado, constituyéronlo
el Diputado General y los dos Consultores
de la Provincia, los tres elegidos por
sufragio vascongado, aunque de cuarto o quinto
grado . Durante el conflicto el Conde de San
Luis, que desempeñó la cartera mencionada,
preguntó a los Diputados a Cortes por Guipúzcoa
si realmente su país se hallaba conmovido,
según le decían, por la creación del Consejo
provincial . Altuna contestó que lo estaba
mucho; mi Padre y Sánchez Toca que ese
punto le era indiferente . Muy contrariado Altuna,
replicó vivamente : «Reconozco que el señor
Lasala expresa con toda exactitud la opinión
de la baja Guipúzcoa . En cuanto al Sr . Sánchez
Toca yo le probaré en la primera elección que
se equivoca por completo y gravemente respecto
de la opinión de la alta Guipúzcoa» . Mi Padre
fué constantemente reelegido por unanimidad,
reconociendo el partido fuerista puro que más
abajo de Zumaya y de Urnieta hasta Fuenterrabía
e Irún era entonces una minoría . En la
alta Guipúzcoa hubo lucha electoral violenta,
pero noble, como en aquel tiempo y hasta las

316
nunca bastante censuradas elecciones de 1893
lo fueron todas en la Provincia . Presentó Altuna
a nombre de los fueristas puros, que en Guipúzcoa
no dejaban de ser Políticos, a diferencia
de los exaltados de Vizcaya ufanos de no entender
de política, la candidatura oportunísima
de quien había alcanzado no escaso renombre
venciendo, a las órdenes del general Narváez,
en la Plaza Mayor de Madrid la insurrección
del 7 de Mayo de 1848, el brigadier coronel
del regimiento de América, aquel día ascendido
a mariscal de campo, D . Francisco de Lersundi,
guipuzcoano que había sido Chapelgorri,
a quien en esa elección, aun siendo íntima la
influencia del Gobierno en Vasconia en cuanto
a elecciones, no le vino mal aumentar su hueste
fuerista con el sufragio de los funcionarios,
pues sólo obtuvo tres votos de ventaja . Pasó
corto plazo, y los señores Altuna y Lersundi
eran rivales encarnizados, 5- uno y otro nos
buscaban en los últimos años a mis amigos
y a mí en sus luchas de juntas, de lo que nos
servíamos para dar algunas veces el cargo
más foral en la Provincia a hombres de ideas más
liberales y modernas que las de los dos competidores.
Continuando en el distrito de Vergara
la igualdad de fuerzas entre los ardorosos y

3 1 7
los templados fueristas, en 1853 tocó a los
últimos el turno de vencer, sin que lo impidiera
su imprudencia de presentar como candidato
a uno de los hombres más tildados de antifuerismo,
el jefe Político que puso en práctica
los contrafueros de 1841, D . Eustasio de Amilibia,
a la verdad en el momento de la lucha
Diputado General en ejercicio, porque, nombrado
adjunto, había sustituído a D. Francisco
de Olazábal, liberal fuerista elegido para,
aquel cargo que por sus enfermedades no pudo
desempeñar .
El distrito de Tolosa reeligió constantemente
a D . Ascensio Ignacio de Altuna, personalidad
singular . Carecía de instrucción, pero en él
superabundaban la perspicacia, la sangre fría,
la maestría en dirigir los individuos, en manejar
los resortes forales . Gracias al organismo
foral dominó en la Provincia durante un período
de veinticinco años . Seguíale perseverantemente,
aunque murmurando a veces, la jaunchería, que
con razón veía en Altuna al más sagaz de los
suyos, como demostraba esta cualidad del activo
azpeitiano el hecho de que habiendo sido en su
juventud amigo y partidario de Riego, habiendo
peleado en pro de la libertad constitucional en
la acción de Jodar (Jaén) contra los apostó-

318
licos y las tropas de Angulema, siendo su vida
muy mundana, tuvo a su disposición la influencia
entonces incontrastable del clero . Alejó de
Guipúzcoa la influencia del alavés Egaña y
destruyó la del guipuzcoano Aldamar (z) apro-
(r) Conseguí mientras fui Diputado General que se
reanudaran (1862) las relaciones entre la Provincia y
Aldamar, confiándosele el examen y censura de algunos
trabajos históricos . En 1864 defendió él doctamente los
Fueros en la discusión promovida por Sánchez Silva en
el Senado . Para recompensarle y como manifestación
oficial y popular fuerista le aclamó Diputado General
en ejercicio la junta General de Irún . Pero fueron rela-
ciones y armonía fugaces . Apenas hubo acabado la residencia
en la de Villafranca (Julio 1865), pidió Aldamar que se
continuara el camino de Zarauz a Guetaria hasta Zumaya .
Unánimemente se convino en ello y fué incluido el camino
susodicho en la lista de los concedidos . Pero había una
regla establecida que sujetaba la ejecución a un turno
de antigüedad . Aldamar pidió que ese camino se constru-
yese inmediatamente y alegaba su servicio reciente, sus
muchos años y lo poco que le quedaba de vida . Todos los
Junteros cuyos caminos tenían prelación se opusieron
a que la regla fuese infringida . Encolerizóse el egregio
prócer, profirió sobre lo que son las aldeas y los hábitos
que en ellas se contraen palabras que levantaron una for-
midable tempestad fuera de la sesión oficial y que sus
mismos amigos consideramos deplorables ; y airadamente
se marchó de la junta y de Villafranca . Falleció en 1867 .
A pesar de las agitaciones y guerra que sobrevinieron,
no tardó en hacerse el camino, uno de los más bellos en
el país .

3 1 9
vechándose del hecho de que siendo ambos
Comisionados en Corte de la Provincia, habían
aceptado el uno la Intendencia General de la
Real Casa, el otro la Intendencia de la provincia
de Soria . Ni siquiera le contrariaba últimamente
la sañuda oposición que le hicieran
desde muy atrás San Sebastián y los partidarios
de su política dispersos en varios pueblos,
antes bien servíase de esta misma para
contener algo a los fueristas irreflexivos . Casi
a un mismo tiempo asomaron en daño de su
prepotencia Lersundi, creando un fuerte grupo
de adhesión personalísima, lo que se llamó
el río Deva, porque la influencia del que empezaba
a ser personaje era evidente en las
orillas de aquel río (excepto en Vergara), y
Dorronsoro, sagaz y tenaz, retirándole bruscamente
el poderoso apoyo del clero y de los
carlistas . Tuvimos Altuna y yo excelentes relaciones,
ya en las Cortes, ya en las juntas : en
el conflicto en que se veía se resignó a que cada
año agrandara yo mi posición política y mi
fuerza en la Provincia, no disimulando por
mi parte que había roto el estrecho círculo
harto exclusivamente constitucional de San Sebastián,
si había de influir con eficacia en
Guipúzcoa a fin de asimilarnos en lo posible

320
la Provincia, tan airada contra nosotros mientras
nos vió siendo ni más ni menos que constitucionales
a uso de 182o .
(Gran recrudescencia fuerista produjeron desde
185o a 1853 los intentos de proceder al arreglo
de los Fueros, sobre todo el de D . Juan Bravo
Murillo, intento que no se ultimó porque, admirable
hombre de auministración aquel ministro,
generalmente contenta España de que él la
gobernara sin las violencias de Narváez, resultó
que no era hombre de Estado . Se dejó seducir
por el famoso 2 de Diciembre del que iba a
ser Napoleón III . Sin hacerse cargo de la diferencia
que había entre ambos países, habiendo
triunfado en el uno por sorpresa una revolución
que acto continuo le inspiró vivísimos
deseos de que se reprimiera severamente la
anarquía, mientras en el otro la revolución
había sido vencida ; sin hacerse cargo tampoco
de que en el uno resucitaba el gran nombre
de Napoleón y en el otro faltaba circunstancia
igualmente fascinadora, levantó con toda inoportunidad,
cuando el país se hallaba fatigado de
la dolorosa instabilidad de sus leves fundamentales,
la bandera de una nueva y más restrictiva
reforma constitucional, sucumbiendo en
esta empresa . De la especial agitación vascon-

321
gada nació entonces el Guernicaco Arbola . La
celebridad que en dos hemisferios, en circuns-
tancias bien diversas y alguna vez salpicada
de sangre, adquirió este canto, me induce a
dedicarle unas líneas que fijen su origen, su
significación primera, la acogida que tuvo en
el país .
Conocí en aquel momento y ví de nuevo
poco antes de que muriera a quien lo reveló ;
le conocí en su edad madura, esbelto, arrogante,
con luenga _y hermosa barba negra, voz pode-
rosa, y le ví después prematuramente anciano,
bastante encorvado, con blanca y desgreñada
barba, voz cascada ; fuí testigo de su primera
y espontánea, su segunda y ficticia populari-
dad; oí no solamente los bravos y aplausos,
sino además (lo que escasísimos vascongados
pueden hoy decir) los únicos murmullos que
en toda su carrera sorprendieron e interrum-
pieron al bardo. La última vez que le vi (1878)
encontréle en medio de una carretera que yo
no hacía más que cruzar entre Cestona y Az-
peitia,yendo a pie desde San Sebastián a Bilbao
por los montes más ásperos de la Euskalerria
en días para mí de suma impopularidad regio-
nal; pero Vasconia se había desacostumbrado
de Machinadas y Zainacoladas y todavía no

322
había aprendido a silbar y apedrear a los Cánovas,
Sagasta, López Domínguez, a todos los
que en algo le contrariaran . En aquel punto
pasaba un hombre de pesado e incierto andar,
mal vestido y sobre el hombro un palo del
cual colgaba un lío : parecía un mendigo, y era
j IPARRAGUIRREI
Causas complejas le tenían en aquel estado
y le daban aquel aspecto (i) . Antiguo alabar-
(i) En las páginas 104 y 105 de su opúsculo sobre el
verdadero apellido del inmortal navegante que dió el
primero la vuelta al mundo, Elcano o del Cano, dice D . Nicolás
de Soraluce : «Tampoco era Iparraguirre de aquellos
»que no obstante sus estrecheces de recursos guardan un
»método higiénico y conveniente» . Eran este escritor y
este bardo hijos de un mismo pueblo, nacidos en un mismo
año y juntos concurrieron a la escuela de párvulos de
Villarreal de Urrechu . Elogia Soraluce a su condiscípulo
y luego añade : «No escribí acerca de Iparraguirre después
»de su regreso de Montevideo en el otoño de 1877 porque
»en no pocas publicaciones se le hacía aparecer con el
»epíteto de inmortal, inmortalizando hasta la médula
»de sus huesos No había de asociarme a estas flexi-
»bilidades . Iparraguirre era sin duda un artista de cora-
»zón A pesar de su inspiración poética y algo de genio
»que se traslucía en su rostro, no era sin embargo de iniciativa
en ocasiones» . Y no obstante con miras de oposición
a Castilla se le ha levantado una estatua, tal vez
por iniciativa de quien recibiera bondades castellanas .
Cuando esa estatua se inauguró, alguien, Peña y Goñi,

323
dero del Primer Pretendiente (el que se titulaba
Carlos V), de improviso resultó versificador
euskaro muy espontáneo, cantor muy
poderoso : él compuso la letra y él cantó antes
que nadie el Zorcico que emociona siempre a
todos los Euskaldunas, aún a los menos fueristas,
en una y otra orilla del Atlántico . ¿Compuso
además él mismo la música que tanto
dijo en discurso solemne que el bardo anduvo por Europa
y América como ave de vuelo desquiciado, embriagándose
de libertad . Un escritor amenísimo, D . Ceferino Suárez
Bravo, recogió la frase contestando que «esta ave pedía
»más que estatua una jaula» ; y luego añadía: «Iparraguirre
»fué el último de los trovadores, pero del género emanci-
pado . No anduvo de castillo en castillo y de reja en reja
»cantando endechas amorosas y caballerescas al son del
tlaud, sino de juelga en juelga pidiendo inspiración a Ana-
»creonte y recuerdos a su juventud borrascosa . Héroe
«que haría figura en las orgías rimadas de Byron, Musset
ty Víctor Hugo con la copa en una mano y la guitarra
ten la otra, pero que se resiste a la pluma de todo biógrafo
«serio Los cantos de Tyrteo inflamaron el patriotismo
»de los espartanos y salvaron la independencia y la libertad
«de Grecia ; pero no tenemos noticia de que el Gtternicaco
«Arbola de Iparraguirre haya salvado nada y mucho menos
«las franquicias y libertades de su país, muertas de la
manera que todo el mundo sabe, sin que él les haya servido
«de gran cosa» .
Es de notar que estas apreciaciones se publicaron en
el Diario de Barcelona, cuyo eminente Director, el Sr . Mañé
y Flaquer, defendió brillante y briosamente los Fueros .

324
ha contribuído a dar realce y celebridad al
himno?
El cantor y poeta no conocía el pentágrama :
tarareaba su idea o inspiración . Reclamó en
1878 contra el aserto de que la música era de
D . Jttan José Altuna, diciendo que éste no
hizo ni más ni menos que lo que hizo en la
misma época el distinguido compositor guipuzcoano
Sr . Santesteban ; que sus composiciones
las había cantado con acompañamiento de guitarra
en presencia de Altuna y éste las había
copiado enmendando tal vez algunas faltitas
por no ser él mismo muy inteligente en el sublime
arte de Rossini y Bellini (i) . Como se vé, no
llevó Iparraguirre su desenfado hasta negar
toda participación de Altuna ; concedía que
éste enmendó faltitas en la composición . Pero
son muchos y autorizados los que no se contentan
con esta media concesión e impugnan
totalmente lo que aún se pretendía sostener
cuando había transcurrido largo tiempo desde
la muerte del ilustre compositor euskaro (?) .
(r) NVoliciero Bilbaino del zo de Octubre 1878 . Altuna
no se llamaba Juan José, como decía el reclamante, sino
Juan .lIaría .
(2) D . Marcelino Soroa, D . Serafín Baroja, escritores
vascongados y el peritísimo D . Pablo (le Mugica, organista

325
También la letra ha tenido enmiendas . En
efecto : en 1864 consagró el Senado español
de Algorta, son, según me hacen observar, decididos altu-
nistas . Mi amigo D . Leopoldo Careaga, muy concienzudo,
muy enterado de la vida lequeitiana, creia firmemente
que el célebre zorcico es de Altuna . En varios escritos
ha reivindicado para éste el derecho de que se le considere
como único autor de la música D . Miguel Ostolaza, el cual
tenía dos circunstancias que dan singular fuerza a su opi-
nión . Me refirió una y varias veces que Altuna le llevó
una mañana en Madrid al almacén de música del maestro
Iradier donde tocó el Guernicaco Arbola que acababa
de componer, añadiéndole que fuese por la noche a oir
el Zorcico en el Café de San Luis, pues lo iba a dar a Ipa-
rraguirre para que allí lo cantase . Lo cantó en efecto el
bardo, lo tocó el compositor ante numerosísimos vascon-
gados en quienes produjo delirante entusiasmo . Y para
demostrar cuáles han sido siempre los procedimientos
iparraguirristas, según Ostolaza, me enseñó éste un ejem-
plar dé la primera edición publicada en San Sebastián
por la casa editorial Santesteban, y sólo dice : poesía de
Iparraguirre, y otro ejemplar de la edición posterior que
pasa a decir : poesía y .\iúsie,~ de Iparraguirre . Santesteban,
padre, no quedó amigo de Altuna al probarse el órgano
de Lequeitio, regalo de D . José Javier y D .a Jesusa (le
Uribarren, primero de los grandes órganos reformados
que se oyó en España, obra debida a la gran casa Cavalier-
Coll, de París . El modesto pero eminente organista, que
yo conocí casi ciego, aunque no viejo, en el soberbio palacio
de mis buenos y opulentos amigos que acabo de citar,
era compositor de admirables, bellísimos, imponderables
zortzicos . Al escribir Cabanilles su libro Lequeitio ent iS57
dice de él que debiera haber figurado a mayor altura ;

326
varias sesiones muy concurridas a la cuestión
foral, renovada una vez más por D . Manuel
Sánchez Silva, vascófobo de quien yo, su adversario,
debo decir que la había estudiado mucho
y su argumentación era a veces poderosa, si
bien chabacana otras . Al contestarle D . Pedro
de Egaña, habló del Guernicaco Arbola, ya
muy conocido, pero que estaba lejos todavía
de la celebridad, y he aquí como tradujo una
estrofa : Si la tempestad azota tus ramas fron-
dosas y gentes extrañas vienen a destruir tu
Saldoni en su Diccionario de los Músicos españoles y el
Artista le elogian igualmente mucho .
La música del Guernikako-Arbola, según los contem-
poráneos de Altuna e Iparraguirre, tenía una introducción
en ocho compases y no en los cuatro que hoy se tocan ;
era más variada y hermosa. El himno mismo (siempre
según sus contemporáneos) ha perdido algo de su grandio-
sidad con las modificaciones populares o introducidas
por el propio cantor . Por ejemplo: el segundo compás
de la segunda parte sólo tiene en la composición primera
dos notas, re y sol, que corresponden a las sílabas za y zu
de la estrofa . El uso, en virtud del ejemplar impreso por
Santesteban, pone en dicho compás tres notas, un re,
un mi bemol, otro re, que alteran la melodía haciéndola
monótona puesto que hay otros compases en que el canto
tiene las mismas notas, o lo que es igual, ahora en la segunda
parte se oyen cuatro veces las notas re y mi bemol . Altuna
no incurrió en este defecto : en su composición se oían dos
veces .

327
tronco, el hierro salvador que contienen los senos
de nuestros montes conviértase en aceradas armas
de todas clases Para defenderte . La Junta y la
Diputación forales de Guipúzcoa imprimieron
en su propia imprenta el discurso con semejante
versión . Tiene, pues, ésta a su favor la auto-
ridad de Egaña (aunque no pudo traducir por
sí mismo un euskaro que no hablaba la lengua
euskara) y la autoridad de la Provincia . El
escritor D . Antonio de Trueba asevera en El
libro de las Montañas (i) que él conocía una
traducción, si no en un todo conforme, al me-
nos parecidísima, y sin embargo cuando llegó
a traducir él mismo, dijo :
Como todos sabemos
en la tierra euskalduna
derribar se ha intentado
nuestro árbol secular .
Aunemos nuestras fuerzas
Vara gestarle apoyo
y en Pie seguirá el símbolo
de nuestra libertad.
(i) Pág .a 287.-En esta obra solamente están tradu-
cidas en prosa cuatro estrofas entre las cuales no está
la aludida . Más tarde Trueba rimó ocho en castellano .

328
Esta traducción, si bien con tendencia a
atenuar el texto euskaro que canta el pueblo,
es más ajustada a él . La letra original dice así :
Arbola botatzia
dutela pentzatu
eltskalerri gutstiya
denac badakigu .
Ea, bada, gendea,
dembora orain degu :
erori gabetanic
iritki biardegu (i) .
De diferencia tan notable entre el texto en
vascuence hoy conocido y la traducción dada
en el Senado y otra parecidísima que había
leído Trueba, da este mismo escritor una expli-
(i) Es sumamente extraño que el autor y los cien
mil cantores archi-euskaldunas (según se proclaman) del
Himno que así se expresa, enfrente o en contra del resto
de España, se valgan en esta ya muy temeraria estrofa
y en otras que quizás lo sean aún más, de la palabra espa-
ñola Arbol, y que al Himno todo le hayan dado el nombre
de Guernikako ARBOLA . Arbol en vascuence es Zuailz
(el árbol, zaailza) . ¿Porqué no cantar el Guernikako Zuaitza?
Y ya que lo típico consiste en que este árbol es un roble,
por antonomasia el roble, no se comprende que la popular
producción de la poesía y la música euskara no se titule
Guernikako Aritza .

329
cación . Iparraguirre improvisaba, introducía en
el texto variantes más o menos notables cada
vez que lo cantaba . Pero brutalmente enérgico
o enérgico moderadamente, no es un himno de
concordia entre Españoles el Guernika ko-A r bola .
Cuando se dice al Arbol : No caerás, Arbol
»Santo, si se porta bien la Junta de Vizcaya .
»El Laurak-bat estará a lit lado», cuando el
Arbol responde : «Hijos míos alnados, mis hojas
»están verdes y frescas mis aíces : no caeré. Pero
por si me hace falta, estad prontos a ahuyentar
»mis enemigos», se mira a Castilla, se mira al
Gobierno de la Nación y contra ellos se prepara
a Vasconia . Y así lo entendió San Sebastián
cuando comenzó a cantar el himno Iparraguirre
en la dicha Ciudad . El trovador había
recorrido las tres Provincias excitando gran
entusiasmo . Cantaba en el campo y en los
pueblos, al aire libre y en los salones . Llegó
a la antigua y hoy bella Easo .
En San Sebastián había en aquel instante
un estado de opinión singularísimo . La recrudescencia
fuerista producida en la tierra euskara
por el proyecto de arreglo de Fueros que había
imaginado el ministerio Bravo Murillo ejercía
influencia nueva en la Ciudad antes unitaria ;
algo de la atmósfera provincial penetraba en

330
ella . No quería se aboliesen más Fueros y se
innovase en la tributación tradicional, ciertamente
suave, escasa ; pero continuaba ufanándose
con haber hecho abolir muchos en los
anteriores sucesos : base política muy falsa a
causa de sus contradicciones para una defensa
ni autorizada ni resuelta. Si esas modificaciones
en los Fueros pedidas por la Ciudad con toda
razón las hubiese obtenido ateniéndose al procedimiento
foral de votarlas unas juntas recayendo
después sanción de la Corona, hubiera
podido sostener ahora que con ellas bastaba
y que no se debía consentir en modo alguno
que el Gobierno tratase de introducir otras
por sí sólo sin ninguna intervención del país
foral ; pero desde el momento en que por no
haber votado la junta de 1831, sin duda alguna
mal inspirada, la primera modificación solicitada,
había recurrido San Sebastián al Trono
rogándole que él la decretase ; desde el momento
en que había retirado sus representantes de la
Junta de 183.1 porque la Asamblea no admitió
de pronto y sin reserva que el Estatuto Real
y todas las reformas emanasen del Gobierno
de S . M. ; desde el momento que provocó la
ley de 16 de Septiembre 1837 que abolía el
organismo foral ; desde el momento que otorgó

331
sus aclamaciones delirantes a mandato tan dictatorial,
aunque justo, como el de Vitoria en
1841, no podía con la autoridad moral que da
la fijeza de principios reclamar si el Gobierno
llevaba ahora su intervención más allá de lo
que ella había pensado. Es claro que podía
creer buenas unas medidas y desacertadas otras ;
la personalidad o entidad que intervenía estaba
previamente provista respecto de la Ciudad de
títulos sobrados en cuanto se refiriera a su
competencia para lo que acordase . Es sabido
que cada sistema tiene sus inconvenientes : antes
de ser adoptado uno debe ser detenidamente
examinado en lo que no solamente de pronto
sino también más tarde puede producir, pero
una vez adoptado no cabe reclamar contra
el derecho mismo invocado cuando agradaban
sus efectos : a lo sumo se podrá exponer que
los efectos no agradables deben cesar . ¿Era
dado detener la antes solicitada intervención
del Poder central en el punto mismo fijado
por la conveniencia del solicitante? ¡Si se había
pedido que prescindiese de reparos forales, mal
podía pedírsele que ahora se detuviese por
éstos! Así, no pasando por de pronto de ser
extraño lo que en este momento ocurría, iniciaba
para el porvenir una evolución que había

332
de parar en el abandono de todos los principios
y entusiasmos anteriores, salvo desgarrarse
el alma si, fundándose en su nuevo fuerismo,
se llegaba a suprimirle sus Aduanas, su comercio,
su industria . Presenta a veces ironías singulares
la sucesión de los hechos políticos .
A Tolosa, la rival entonces de la Ciudad hoy
poderosísima, le tocó ser testigo del comienzo
de cambio en la actitud easonense . Al cabo
de diez y ocho años correspondíale el turno
para la celebración de la junta General : ella
vió el arranque constitucionalísimo y unitario
de San Sebastián en 1834 y su anhelo fuerista
de 1852 . Los representantes donostiarras don
Ramón Serres y D. Lorenzo Alzate, progresistas
de altivo antifuerismo en el intervalo
de una a otra Junta y del cual dieron muestras
todavía más tarde, ahora firmaron a una
con los antiguos fueristas puros un dictamen,
que aprobó la Asamblea, consignando que el
proyecto de arreglo de Fueros leído en Madrid
por el Gobierno a los Comisionados de la Provincia
había causado honda impresión, sensación
triste y profunda ; que propendía a la
asimilación y uniformidad de un país con otro
(Vasconia con Castilla) : que repartía sin equidad
los tributos todos y quería pesasen sobre

333
los Vascongados : por lo cual la junta no podía
sin suicidarse mostrar indiferencia y se debía
acudir a la reunión convocada por el Gobierno
para el z .0 de Septiembre . Pero ¿qué extraño
era que entre una y otra actitud hubiera a
los diez y ocho años contradicción incipiente
si había contradicción en sus hechos de casi
un mismo mes? En efecto, acabada de celebrarse
la junta de Tolosa, la sociedad donostiarra
(yo me hallaba presente) al oir por vez
primera el Guernicaco-Arbola, no cedió al encanto
de aquellas notas de grandiosa inspiración,
se fijó en la letra que hería sus antiguos
sentimientos y que le alarmó por sus consecuencias
. Los señores don Eustasio Amilibia y
D . Joaquín Mendizábal, antiguos partidarios de
la abolición o de la modificación de los Fueros
(y esto, no obstante, no murieron sin tener el
cargo supremo en la vieja organización de Diputados
Generales en ejercicio) exclamaron primeramente
a media voz: «esto es intolerable,
esto es un reto al Gobierno y a toda España» ;
después subieron y generalizáronse los murmullos,
el selecto público se mostró hostil, e Iparraguirre
quedó sorprendido ante una actitud
para él tan inesperada . ¡Oh incertidumbre e
instabilidad de los sentimientos! ¡Quién había

334
de imaginar en tal momento llegaría día en
que San Sebastián cantase el Zorcico fuerista
con no menos entusiasmo que en 1822 el Zorcico
constitucional y por empeñarse en cantarlo,
no sé si a manera de Trágala a un Presidente
del Consejo imprevisor hasta haberlo
hecho cantar siendo jefe de oposición para
molestar a sus adversarios entonces en el poder
y a quienes él y sus parciales habían tildado
de no ser bastante niveladores, viera la impresionable
Ciudad tendidos en sus calles veintidós
hijos suyos muertos o heridos por la
fuerza pública que defendía la morada del
antiguo jefe de oposición, momentáneamente
fuerista, convertido a su vez en jefe del Gobierno!
Y si no pudo imaginarlo nadie que
presenciara la manifestación de 1852 contra el
Gueynikako-Arbola ¡cuánto menos hubiera imaginado
testigo alguno de los dolorosos sucesos
producidos por el entusiasmo guerniquista en
la noche del 27 de Agosto 1893 que el 31 de
Julio 1904 las turbas silbaran el Guernikako
Arbola así en Bilbao como en San Sebastián!
Suerte muy varia va teniendo el ya inmortal
zorcico. Si un día la pasión euskalduna en pro
del himno de los Euskaros de España (pues
no es himno de los de Francia a pesar de la

335
decantada unidad euskalduna) y en contra del
Gobierno de Madrid produjo sangriento tumulto,
se han produciao después otros, afortunadamente
no sangrientos esta vez por haber cambiado
bastante la opinión respecto del cántico .
Este ha sido silbado en varios pueblos de la
misma Euskalerria . En San Sebastián, una Sociedad'titulada
Centro Vasco, a la que se supone
en inteligencia y simpatía con los separatistas
de Bilbao, celebraba algo como una velada
en la fiesta del Santo y celebérrimo guipuzcoano,
fundador de la Compañía de Jesús, y
se cantaron el Guernicaco Arbola y la Marcha
de San Ignacio . Grupos numerosos prorrumpieron
desde la calle en silbidos . La Voz de Guirúzcoa
publicó el 31 de Agosto estas líneas :
Si oimos la Marcha de San Ignacio en una procesión
que circula alrededor del soberbio atrio de Loyola,
la escuchamos con respeto, y muchas veces hemos
escuchado con la cabeza descubierta y el corazón
gozoso el popular zortzico de Iparraguirre . Pero no
se trata de eso : no está la provocación en el hecho
material de cantar aquellos himnos . Está en la forma,
en la ocasión y sobre todo el sitio en que se cantaban
y la significación que a ambos cánticos han dado
los bizkaitarras adoptándolos como himnos propios,
como expresión de ideas y sentimientos que pugnan
con los de todo buen español y por consiguiente buen
vascongado . Jamás provocó protestas en ningún sitio
y menos en la tierra euskara el G-uernicaco Arbola

336
que fué siempre oído con religioso silencio (i) y con
emoción intensa por los hijos de Euskalerría hasta
que germinó en Vizcaya la maldita semilla separatista,
y aquéllos lo monopolizaron convirtiéndolo en himno
de la soñada independencia .
Por eso el público que el Domingo protestó frente
a los balcones del Centro Vasco, estimó como una
provocación aquellos cánticos No es culpa nuestra
si cada día se acentúa más el carácter reaccionario
y antiespañol que han querido dar a esos himnos antes
eminentemente vascongados, sólo vascongados, esos
locos de la más antipática de las locuras y de la más
peligrosa si los extravíos de los unos y la inconsecuencia
de los otros no fueran enérgicamente contenidos
por el buen sentido y por el amor a España de
la inmensa mayoría de los vascongados . A esos malos
hijos de Euskeria y malos hijos de España debe, pues,
culparse, si en vez de llevar al corazón vascongado
la intensa emoción de otros días, el eco de esos himnos
lleva ahora el recuerdo punzante de la ingratitud
contra la Madre Patria .
Periódico republicano es el que ha expresado
ideas tan acertadas y sentimientos tan nobles .
No es momento de recordar si le gustaba el
Guernicaco cantado contra Sagasta o contra
Cánovas, como tampoco es momento de señalar
que, sea la que fuere la exageración de signi-
ficado que al canto dan los novísimos nacio-
(i) El periódico pertenece al San Sebastián novísimo .
No está enterado de lo ocurrido en el San Sebastián de 1852 .

337
nalistas (¡de la Nación euskara!), son éstos sin
duda más lógicos y consecuentes que los fueristas
de la vieja intransigencia cuando protestaban
que, al cantar las amenazas del himno, amaban
siempre con todo ardor a España . La cuestión
es más honda, y por lo tanto causa pena que
otro periódico que, titulándose monárquico y
dinástico, ví surgir con simpatía y a cuyo
propietario di mi ahora escasísimamente eficaz
concurso para su éxito entonces j ustísimo en
una elección, haya combatido, sin darse cuenta
de que la Monarquía y la Dinastía sucumbirían
en España si, no digo desapareciera,
pero se mermara la homogeneidad actual -de
la Patria, las ahora atinadas y hermosas declaraciones
de su colega, llegando por cierto su
ilusión hasta proclamar su propio triunfo en
una polémica en que a juicio de toda persona
imparcial resultaba derrotado . Doy, pues, mi
aplauso, yo cada día más monárquico y dinástico,
al periódico republicano . ¿Y cómo no?
¿Acaso no fué el mismo restaurador de la Monarquía
legítima y constitucional, no fué el
insigne Cánovas, quien durante la tremenda
crisis nacional a que puso feliz término esa
Restauración, exclamó : «Lo primero es la Pa-
»tria, lo segundo la Monarquía, lo tercero la

338
»Dinastía?» Prefiero ver mi Patria indivisible
con D . Carlos VII, Rey de España, o con la
República, a - ver reinar en parte de la Nación,
pero no en Vasconia separada, la Dinastía a
que doy todo mi respeto y todo mi amor .
No pasaron muchas semanas sin que los dos
periódicos y sus tan antagónicos grupos respectivos
así como los demás periódicos y grupos,
apartándose solamente y con precaución unas
cuantas personalidades muy inteligentes y concienzudas,
aclamaran y cantaran conjuntamente
y muy unísonos el Guernikako . Para el órgano
entusiastamente hispanófilo un momento y para
el órgano que cree serlo y sin embargo tantos
rasgos presenta de no serlo, había un lazo
de unión : el desvío al Gobierno del Rey de
España. Podía en el uno más el antimonarquismo
que el españolismo ; podía en el otro
más que el monarquismo su especial vasconismo .
Debilitar al Gobierno del Rey con la cooperación
de los amigos del Rey, ¡qué fortuna! Debilitar
al Gobierno de Madrid con la cooperación
de los que pocos días antes silbaban el himno
famoso ¡qué fortuna! Habían establecido para
toda la Nación las Cortes y el Rey, a fin de
aumentar la tributación robusteciendo el superávit
felizmente conseguido después de un siglo

339
de ignorante administración de nuestra Hacienda,
un impuesto sobre el alcohol . Debía
haberlo en las Provincias Vascas, pero acerca
de su inversión surgió grave disidencia entre
el Gobierno y las Diputaciones . Examinaré en
su debido lugar la índole e importancia del
conflicto : limítome ahora a lo que concierne
al canto de que nos ocupamos . No habiéndose
avenido los Comisionados de las Tres Provincias
con el Gobierno, pensóse en San Sebastián
acogerlos a su regreso de Madrid con una
gran manifestación fuerista ; pero había también
un propósito oculto . Uno de los Comisionados,
según creencia general, se había inclinado
a una avenencia con el Gobierno (cosa
muy propia de su ilustración) ; su impopularidad
era viva y extensa ; la manifestación
debía ser una censura respecto de él ; pero él
es hábil, está dotado de flexibilidad más notable
que loable ; prodigó varias docenas de arengas
ultra- fueristas, y en vez de víctima fué por
de pronto héroe en la fiesta . No ciertamente
héroe en el asunto ni por muchos días, pues
sucesivamente le privaron sus amigos de tres
puestos provinciales, y menos aún héroe en la
historia, porque nunca es en ella héroe quien
procede según Tacito dijo de los ambiciosos,

340
no de los cortesanos de Roma : omnia pro dominatione
serviliter. Así se explica más que en
Alava se redujera la manifestación a cierta
concurrencia a la estación del ferrocarril y que
señaladamente en Vizcaya pasara casi ignorada
la llegada de sus representantes . San Sebastián,
cuyo Cabildo municipal de otros tiempos había
dicho al Trono que los Fueros establecían odiosas
distinciones entre los hijos de un mismo
suelo, usos y sistemas incompatibles con los
intereses bien entendidos del país y que comprometían
vitalmente los de la ciudad, llevó a
cabo con asistencia de muchos pueblos de la
sincera y constantemente fuerista Guipúzcoa
una manifestación grandiosa, imponente, de
calurosísimo fuerismo . Jamás se había visto
acto de semejante importancia aparente : formaba
notable contraste con la indiferencia v
aplanamiento general en que se estrellaron los
agitadores de 18,77 . Brilló en la ocasión presente
el Guernikako Arbola, pero no brilló en
la siguiente .
Una tarde del mes de Noviembre del propio
año de 1904, el partido carlista de Bilbao celebró
una reunión en un pueblo algo distante . Al
regreso de los expedicionarios esperábanles grupos
bizkaitarras que prorrumpieron en gritos

341
de muera Don Carlos, MUERA ESPAÑA, a los
cuales los primeros contestaron con los gritos
de viva Don Carlos, VIVA ESPAÑA . Pusiéronse
los bizkaitarras a cantar el Guernikako Arbola
suponiendo que los carlistas con esto no se
atreverían a contrariarles más y se darían
por vencidos, pero se atrevieron a silbar con
gran estrépito el casi sagrado canto . Siguieron,
como era natural, apaleamientos y otras violencias
hasta que la fuerza pública separó los
dos bandos .
Y aún habiendo indicado tantas vicisitudes
por que ha pasado el himno de Altuna y de
Iparraguirre, todavía falta indicar la novísima
y más extraña . Resulta ahora que a los ojos
de esa misma fracción o facción que poco ha
obligaba a aclamarlo, ha llegado a ser insuficientemente
euskaro, y por esto actualmente
lo condena. En el himno que llama y convoca
a todos los vascongados para la defensa del
Fuero, en el himno que es un reto a España,
ella abomina por no ser meramente euskaros
estos versos del saludo al Arbol Santo :
Eman ta za balzazu
Munduban frutuba .
Son un atentado contra el euskerismo . Desear

342
que, siendo exquisito, se esparza por el mundo
el fruto del árbol, no monopolizarlo la Euskeria
impidiendo su difusión, podrá ser deseo de
corazón cristiano, más no de corazón euskaro .
De todo lo que es derecho, bienandanza, poesía
proporcionada por Guernica han de disfrutar
los Euskaros solos y dentro de la Euskeria,
sin que se propague y difunda a otra región
alguna, olvidando así la enorme y ardorosa
colonia euskara establecida en la Argentina, en
el Uruguay, en toda América. Por consiguiente
un canto que trata de esparcir el fruto del
Arbol, el Fuero, es canto cosmopolita, no puede
ser himno de la Nación Euskara. El Delegado
General del bando bizkaitarra, D. Angel de
Zabala y Ozamis, sucesor de D . Sabino Arana,
que creó el grupo, ha decretado que el Himno
Nacional Euskaro será uno que compuso Arana
en la cárcel y que D . Cleto Zabala ha puesto
en música calcada sobre compases del Espata-
Dantza . El Decreto ha sido publicado en el
semanario órgano del partido y titulado : Patria
(i) . No ha trascendido hasta ahora el Himno
(i) Es por demás curioso este Decreto o Ukase que
publicó Patria el 29 de Abril de i9o5 . Si alguien lo califica
de ultra-ridículo, no asumiré ciertamente la tarea de combatir
tal calificación . Tiene por de pronto la circunstancia

343
así decretado : no lo conoce el pueblo vasco,
y puede dudarse de que llegue a ser rival que
de que una disposición tan rebuscadamente euskera está
escrito en la odiosa lengua castellana . He aquí un extracto
exacta de la flamante orden .
»Resultando que a ciertos antiquísimos, tradicionales,
»característicos y enérgicos motivos musicales de la marcha
*con que comienza el Espata-Dantza, de la cual dijo el
»inolvidable Arana Goiri que debía adoptarse como Himno
»nacional Vasco por lo típica y majestuosa, aplicó él mismo
»en la cárcel de Bilbao en 1902 una inspirada letra eus-
»kérica .»
Resultando que, habiéndose encargado por elementos
vascos al Maestro (sic) Zabala diera a aquellos motivos
musicales de la citada Marcha el carácter de Himno, cum-
plió aquél con su cometido
Resultando que, reunidos algunos profesores de música
y otros aficionados al arte, vascos todos ellos, declara-
ron por unanimidad que responde (el trabajo del Maestro
Zabala) a la idea concebida y que para mantener vivo
el espíritu y amor a la Patria es muy conveniente la adop-
ción de un Himno que participe en la forma y en el fondo
de nuestro peculiar modo de ser .
Considerando que la opinión y deseo de nuestro Maestro
y Fundador Arana Goiri, unidas al expresado dictamen
deben pesar más que cualesquiera opiniones que en contra
de la música o de la letra puedan aducirse .
Considerando que no sería cuerdo el que se privase a
la Patria de tener un Himno digno de ella . . ., aguardando
otro .
Considerando que en el Partido Nacionalista Vasco
no debe admitirse en doctrina ni en procedimiento
dualidad de ningún género

344
oscurezca al Guernikako Arbola . Desde luego
tropezará con un enorme obstáculo : los carlistas
Se declara lo que y como se solicita, debiendo el concesionario
hacer constar la autorización en cada uno de los
ejemplares que edite en estos mismos términos : «Con la
»autorización del Delegado», y publicar esta resolución
íntegra o en extracto en el Semanario de Bilbao Patria,
quedando facultado para recabar el competente permiso
de su Director.
El Delegado del Partido,
Zabala eta Otzasniz Trefnoya .
Ahora corresponde que veamos lo que es el Himno
enfáticamente decretado . Y digamos ante todo que, así
cómo el Decreto tan archieuskaro está sin embargo escrito
en castellano, al texto mismo del Himno acompaña un
léxico en que todas las palabras del vascuence se traducen
primero en francés, después en español, lo cual no significa
en su autor o su editor fe en que a la masa que se cree
lo cantará le baste el texto euskaro para entenderlo ; y
añadamos que, a pesar de ser ilustrada y gran población
Bilbao y de suponerla el grupo nacionalista afecta al bizkaitarrismo,
ha sido litografiado con su viñeta y su lema
Jaun-Goikua eta Lagi-Zara en Leipzig . El texto, la letra,
dice así :
¡Gora ta dora Euskadi!
¡Aintza ta ainiza
Bere Goiko Jauna onaril
Areitz bat Bizkayan da,
Zar, sendo,
Zindo
Bera ta

345
que lo son para que D . Carlos sea Rey de España,
los alfonsistas que otro tanto y no menos quieren
Bere Lagia lakua .
Areitz-gavian dogas
Gurulza
De una
Beti geure goi-burac
¡Abesto gora Euskadi!
¡Aintza la ainiza
Bere Goiko Jaunn onari!
Traducción :
«¡Viva, viva la Euskalerria! ¡Gloria y más gloria a su
»Dios buenísimo!
»Hay un roble en Bizkaya, antiguo, fuerte, sano . Así
»es él y así es su ley . Encima del roble tenemos la Cruz
»Santa, que es siempre nuestro lema .
»Cantemos : viva la Euskalerria . Gloria y más gloria
»a su Dios buenísimo» .
Así, pues, pretendiendo ser Himno nacional euskaro,
himno exclusivamente euskaro, nada contiene que se
relacione con el concepto de Nación . Semejante himno
puede cantarlo un francés, un español lo mismo que un
euskaro . Trata del Roble, emblema del Fuero ; habla de
la Cruz, emblema del Cristianismo . Del peculiarísimo
nacionalismo no hay huella . No hay las valentías (o temeridades
o imprudencias) que se observan en el Guernikako
Arbola . Por otra parte, en lo que se refiere al Fuero, a la
Religión, no cabe mayor pobreza de pensamiento . Por
último, tampoco es feliz en cuanto a música ; no niego
que ésta tiene cierta solemnidad que recuerda al God save

346
para D . Alfonso XIII, los republicanos, ora
unitarios, ora federales, que anhelan haya una
República española, todos estos elementos, aún
siendo fueristas, reunidos contra el grupo desleal,
no contribuirán, no, a que se cante el Himno
ideado con más dañada intención que éxito
por la traición a España, y volverán a la controversia
antigua, normal sobre la oportunidad
o peligro para Vasconia en hacer oir ante Castilla
el Guernikako Arbola, cuya gran fama
y uso popularísimo no nació por decreto de
nadie sino de la hermosura espléndida de su
música, de lo sentido de su letra, aún a juicio
de los que en tiempos ya lejanos o en los presentes
días le censuran porque ni dentro ni
fuera de la Euskalerria es un himno de concordia
.
Que no lo es en modo alguno lo reconoció
explícitamente D . Pedro Egaña, después uno
de los jefes de la famosa intransigencia de
1876, después llamado Patriarca Vascongado,
pues en el discurso de que hemos hecho men-
the king : puede imponer, enternecer, entristecer, más no
entusiasmar, ni apasionar, ni arrebatar . Lo que es propio
del Espata-dantza no se ha logrado adaptarlo a un canto
que levante los ánimos .

347
ción y que, como también queda consignado,
fué impreso a expensas de la Diputación foral
de Guipúzcoa, pronunció estas graves y pro-
féticas palabras sobre agitaciones, tumultos y
represiones que el entonces bien inspirado hom-
bre político muy nervioso temía, palabras que
los hombres que se atienen a principios fijos,
no a impresiones, simpatías ni antipatías, los
hombres en ningún instante olvidadizos de
lo que se debe al Gobierno de la Patria,
a la Patria misma, acogerán y aplaudirán
siempre .
¿Saben los señores Senadores la impresión que
causaron esas canciones a los dos o tres meses de
haber comenzado a recorrer las Provincias el autor
y cantor de ellas? Pues causaron tal impresión en los
ánimos que el que a la sazón era Capitán General
de las Provincias, el que dignamente estaba al frente
de ellas, que era el señor General Mazarredo, dió orden
de que el trovador saliera pronto del territorio vascongado
Creo que el Gobierno hizo bien en mandar
que ESE HOMBRE saliese del país Porque, a pesar de que
obraba llevado de un sentimiento generoso y noble,
era posible que hubiese /roducido tal impresión en
las muchedumbres que quizás HUBIERA SIDO ALGU-
NA VEZ PRECISO QUE INTERVINIERA LA FUERZA
PÚBLICA (i) .
(i) Págs, 208 y 209 del tomo impreso en Tolosa .

34 8
Ouedaban restos de la hostilidad entre la
Provincia de Guipúzcoa y la Ciudad de San
Sebastián al entrar yo en la vida pública en
1857 . Me había recomendado mi Padre que
en los nuevos tiempos no me creyese obligado
a ser progresista como lo era él (por cierto
muy circunspectamente) ni a no ser fuerista
porque él tuvo en su mano la bandera de la
modificación de los Fueros . Desde que mi deudo
D . José Manuel Collado se presentó en la junta
de Azpeitia (1831) a expresar que San Sebas-
tián no podía vivir sin que las Aduanas se
trasladasen del Ebro al Bidasoa, ninguno de
mi parentela había vuelto a tomar asiento en
la Asamblea foral a que en nombre de la Ciudad
habían acudido desde que comenzó la reedi-
ficación de la misma, acto continuo del incendio
de 1813, hasta la ruptura de 1831 . Represen-
tando a mi pueblo natal me presenté en la
Junta de Deva (1857), y no pareciéndome esto
bastante, mi actitud en ella fué resuelta aunque
limitadamente fuerista . Por su lado y repre-
sentando a Pasajes esta vez, acudió uno de
los procuradores que San Sebastián tuvo en
Tolosa en 1852, D. Ramón Serres . Si allí firmó
la declaración de la Asamblea contra el pro-
yecto de arreglo de Fueros, ahora iba a opo-

349
nerse a que la nueva Asamblea reclamase
contra la pérdida de los ya suprimidos : era
de los que se enardecían contra la Provincia
si no se avenía con las alteraciones hechas
por el Gobierno y contra el Gobierno si inten-
taba otras que él no quería . Cualquiera puede
juzgar la carencia de fuerza y razón con tal
criterio para ser ni fuerista ni antifuerista .
Luchar un sólo pueblo o ciudad a un tiempo
contra una Provincia porque ésta no se con-
formaba con los contrafueros decretados y con-
tra el Gobierno porque iba a intentar un arreglo
preceptuado, era cosa difícil. Una protesta reno-
vando la oposición a las novedades implantadas,
protesta anodina, meramente consuetudinaria,
sin la más remota posibilidad de que fuese
atendida, platónica satisfacción dada a los espí-
ritus rezagados, fué indicada a la junta . Levan-
tóse Serres con solemnidad a consignar su
oposición a la protesta porque a su juicio ni
la unidad constitucional ni los adelantos del
siglo consentían la vuelta y reinstalación de
los Fueros suprimidos . Suscitóse con esto un
tumulto tan grande, prolongado y feo como
el peor de nuestras Cortes . General sorpresa
causó que yo me interpusiera haciendo un
llamamiento a la concordia, encareciendo lo

350
mucho que aumentaba cada año el peligro
de perder casi todo, excitando a unos y otros
a no mirar atrás sino al presente y el porvenir,
no tanto a lo que habíamos perdido con pena de
unos y a gusto de otros sino a lo que podía
perecer con dolor y mal de todos . Actitud
tan nueva en un Donostiarra me atrajo calurosísimo
y unánime aplauso : ese- día aseguré
aquella extensa influencia que a los ojos de
todos fué tan evidente desde 1857 hasta 1877 .
Pero cuando regresé a la Capital, además de
saber que mi buen amigo Serres iba exhalando
amargas quejas contra mí, pues había dejado
de apoyar su antifuerismo intermitente, retrospectivo
(no había él contado conmigo a pesar
de nuestra amistad para hacer su manifestación),
me encontré con que se ponían de su
lado algunos restos del unitarismo constitucional
easonense increpándome por mi excesivo fuerismo
en Deva . ¡Y después en San Sebastián
se me ha increpado juzgándolo harto tibio
y escaso!
Peligro verdadero corrieron los Fueros sin
que nadie los atacara en 1859 . Al surgir la
guerra de Africa, sin vacilación y desde el
primer momento proclamé que si en circunstancia
tan grande y decisiva, ante la explosión

351
del sentimiento español, en el mismo día de
declararse la guerra, no daba hombres y dinero
el país vascongado, se perderían los Fueros .
No había prestado él desde 1795 al mismo
Estado ningún servicio ordinario ni extraordinario
de carácter regular y oficial fuera del
período de 1820 a 1823 (pues no habían tenido
tal carácter las partidas de la guerra de la
Independencia), ni en forma foral ni en forma
constitucional. Proclamada la unidad constitucional,
los Gobiernos progresistas y moderados
cometieron desde 1839 la falta inexcusable, ya
que no se resolvían a pedir servicios a los vascongados
según la nueva forma, de no pedírselos
tampoco según la antigua . Pedir impuesto
y quinta en forma constitucional era peligroso,
según creían ; pedir donativo y tercio en forma
foral era desdoro para el nuevo régimen . Así
se opinaba en Madrid y el resultado iba siendo
que inevitablemente los vascongados se desacostumbraban
con gusto de todo servicio . Apenas
una o dos veces ante amenazas de levantamientos
carlistas se aumentaron con unos cuantos hombres
más los cuerpos de Miqueletes y Miñones :
esto fué todo en muchos años . Ni aún aprovechó
el Gobierno, respecto de una región fervorosísimamente
católica, la ocasión excelente del envío

352
de una brillante división y una lucida escuadrilla
que con otras fuerzas europeas restaurasen
en Roma el poder temporal del Soberano
Pontífice, para invitar a Vasconia a concurrir
a tal empresa . En Italia hubo ejército español,
marina española; el Papa volvió a ser Rey ;
pero el Gobierno perdió favorable coyuntura
para unir a nuestros batallones o a la dotación
de nuestros buques fuerza especial vascongada .
Gratísima, dulcísima era así la situación euskara
con esta falta de todo esfuerzo algo penoso :
no lo había habido igual en el mundo ; y por
esto, además de ser insostenible normalmente
y más insostenible aún si la Nación llegaba a
comprometerse en verdadera guerra extranjera,
se creaba el inconveniente de que cada vez
sería más penoso todo esfuerzo el día que fuera
absolutamente inevitable . Novedad tan gravosa
como la que anuncié desde el mes de Septiembre
de 1859, añadiendo no había manera de
excusar el dar recursos al Gobierno, levantó
contra mí diatribas sin fin, vehemente cólera .
Hasta el antes unitario Serres, que me tenía
el mayor afecto, lamentaba mi actitud española
tan gubernamental como antes había lamentado
mi actitud fuerista . Hombres que, si bien
en aquel instante estaban un poco fuera de

353
juego en la política vascongada, Egaña momentáneamente
retirado en Vitoria, Altuna en Azpeitia,
tenían entonces mucha más importancia
que yo, novel Diputado, opinaban de manera
opuesta a mi proposición . Hubo por último
que dar dinero, que dar hombres ; pero se dieron
tarde, fué necesario aumentar el número
de éstos, la cuantía de aquél, y en vez de sacrificio
corto con lucido resultado, hubo lucimiento
escaso y gravamen grande . Sin embargo,
por mi iniciativa y la enérgica insistencia del
Marqués de Rocaverde, Diputado General, se
salvaron los Fueros, que solamente atrajeron
al principio la atención para la eventualidad
de que las Provincias no tomasen parte en el
esfuerzo nacional . Poco después el país vasco
apreció el peligro que de él habíamos apartado
(i) .
(r) Todavía en 1563 y en día tan señalado como el (le
haber conseguido San Sebastián que el Gobierno decretase
el derribo de las murallas que oprimían la Ciudad, su Ayun-
tamiento recordaba con gusto las reformas antiforales
que había solicitado reinando Fernando A 7 II y conseguido
reinando Isabel II . Leo en el acta de su sesión solemní-
sima de .I de Mayo (le 186 3 :
«Cincuenta años hace que la Ciudad se vió envuelta
»en sus ruinas y merced a los esfuerzos de sus hijos y habi-
»tantes fué restablecida . Parecía que esta empresa gran-

354
Ya no hubo más novedad digna de mencionarse
en el resto del reinado de D . a Isabel II,
pero debe señalarse el estado de Vasconia en
los últimos años de aquel período histórico .
Treinta y dos llevaba reinando la augusta
Señora, que no había dado ciertamente carácter
liberal exagerado a su mando . Si una fracción
del partido progresista seguía los más desacer-
»diosa llenaba las necesidades presentes y venideras y lo
»que su comercio exigía; pero al advenimiento de S . M. la
»Reina D .a Isabel II al Trono de sus mayores siguieron
»las modificaciones y mejoras del sistema de gobierno
»que dieron vida a nuevos intereses, y terminada la guerra
»civil, se conoció muy pronto que esta Ciudad debía ser
»una de tantas que debía pensar en su porvenir o quedarse
»estacionaria con todas las consecuencias que semejante
»apatía le había de traer porque era mayor el movimiento
»de los negocios, y aumentada la población y el comercio,
»que es su vida, podía extender libremente el campo de
«sus especulaciones .»
Luego, enumerando el Acta los nombres de los que habían
contribuido a aquel gran beneficio, comenzaba por citar a
D . Claudio Antón Luzuriaga, y no le detenía el temor de continuar
aludiendo a los trabajos antifueristas o de modificación
de los Fueros que había dirigido tan venerable patricio,
y le calificaba de «ilustre defensor en otro tiempo de los
«intereses de este Comercio, y en la marcha que esta Ciudad
«abrazó en los sucesos de 1833 tomó parte activa dando
»ejemplo y su influencia, y fué protector del pueblo con
»tantas pruebas de sincera afección que le mira este vecindario
con la consideración y respeto que se merece» .

355
tados caminos y estaba en conspiración permanente,
si no sabía prescindir de un programa
perturbador, otra había que aceptaba la Constitución
de 1845 y anunciaba que, si llegaba
al poder, no volvería a establecer la Milicia
Nacional. Cortina fué quien formuló este programa
al cual se adhirieron Mendizábal y Madoz .
Y sin embargo, a una Reina que gobernó a
veces con átomos del partido moderado, jamás
ocasión alguna le pareció propicia, en veinticinco
años de gobierno después de su mayor
edad, para llamar a los progresistas templados
a regir al Estado . De tal exclusión y a fin de
atenuarla un tanto por una parte, por otra
porque a no pocos moderados les parecía que
su partido exageraba la tendencia retrógrada,
nació el unirse éstos con los progresistas menos
exaltados bajo el nombre de Unión liberal .
Formaban contraste la mala inteligencia del
Soberano con muchos de sus entusiastas defensores
en la primera guerra civil y las regias
condescendencias, no ya con todo lo relativo
a la Iglesia sino a los carlistas, que obtenían
grandes miramientos; pero debía creerse que
al menos tales circunstancias servirían a la
Reina en las Provincias vascas y sobre todo
le serviría aquella protección decidida, ardiente,

356
que dispensó a los Fueros hasta comprometiéndose
en Castilla . Ninguna consideración de
este orden prevaleció en momento de suma
importancia . Al encargarse nuevamente del poder
el general O'Donnell a mediados de 1865, encontró
planteada una cuestión que agitaba mucho
los ánimos en sentidos encontrados : el
reconocimiento del Reino de Italia creado cuatro
años antes y ya reconocido por toda Europa .
Después de meditar profundamente, según expuso
Cánovas que desempeñaba la cartera de
Ultramar, sobre la situación de España al ser
la única nación europea que tuviera unidad
católica, esclavitud en sus colonias, Borbones
en su Trono, creyó necesario el Gobierno que
para éstos era peligroso permanecer totalmente
fuera del concierto de todas las naciones . Las
condescendencias, miramientos y protección men -
cionadas no impidieron que los carlistas vascongados
exclamaran en decisiva reunión : «salvemos
nuestras almas aunque sucumban los
Fueros» . El acto de entrar en relaciones con
el Reino de Italia había sido demasiado esfuerzo
liberal en la Reina; la augusta pero mal
aconsejada Señora reanudó la política moderada
pura con precipitación, arrancando el poder
a O'Donnell tan pronto como hubo fusilado a

357
59 sublevados en la formidable insurrección del
22 de junio de 1866, y persistió en el mismo
rumbo : aún al fallecer el general Narváez encomendó
el gobierno a un fragmento del antes
grande y poderoso partido, a un grupo mal
visto por los demás del propio origen, acaudillado
por un hombre muy elocuente y valeroso,
muy inteligente, pero de juicio inseguro y
escasa autoridad personal . Y aquí voy a referir
una anécdota que revela lo poco que con tal
política a la vez retrógrada y fuerista logró
Isabel II en el país vascongado . Inminente ya
una Revolución hasta a los ojos mismos de
los más decididos moderados, que en modo
alguno la querían, pero que observaban bien
porque pertenecían al grupo microscópico del
primer ministro, la infortunada Señora se trasladó
desde Lequeitio, donde había pasado el
verano, a San Sebastián . Desembarcó en el
muelle, asistió a un Te Deum, y acompañada
de las autoridades, formada la tropa en las
calles y disparando salvas el Castillo y los
buques, se dirigía a la morada que le estaba
preparada. En aquel instante nos hallabamos
Cánovas, el vizconde del Cerro y yo paseando
en el juego de pelota convertido ahora en
Parque de Alderdi-Eder y junto a la carrera

35Y
que seguían las regias personas . Jugaban al blé
varios jóvenes y no eran escasos los espectadores
. Pues bien, a pesar de lo poco frecuente
en aquella época de semejante acontecimiento
en la capital de Guipúzcoa, ni uno sólo de los
concurrentes se distrajo de aquel juego para
disfrutar de la gran novedad . ¡En el pueblo
que, no obstante la ley de 21 de julio 1876,
acoge y despide a veces con vivísimo entusiasmo
al Rey D. Alfonso XIII en los viajes
repetidos que hace sólo o con la Reina Madre,
quienes sin embargo harán bien en no fundar
sobre esto exagerada confianza! Dos días después
dióse en Cádiz el grito revolucionario, y
en manos de González Bravo sucumbió después
de escasa defensa una monarquía de catorce
siglos .

1868-1876
La Revolución .-La guerra civil .
La Restauración .
. Al estallar la Revolución de 1868 tenía Guipúzcoa
por vez primera desde el fallecimiento
de Fernando VII una Diputación foral ordinaria
unánimemente carlista; por otra parte y
antes de que hubiera atravesado la frontera la
Reina Isabel II con su augusta familia, eran
casi dueños de las masas de San Sebastián los
emigrados políticos que desde la mañana iban
regresando a la patria, madrileños, andaluces,
de todas las provincias, dirigidos en su agitación
para organizar una junta revolucionaria
por D. Francisco de Paula Montemar, poco
después Marqués de Montemar en Italia, Conde
de Rosas en España . Diéronse prisa a constituirla
verdaderamente de Gobierno hijos amantísimos
de Guipúzcoa . Tenían unos antiguo y

360
desinteresado entusiasmo por la Revolución ahora
triunfante ; otros no sentían entusiasmo alguno
y muy pronto dijeron en las Cortes Constitu-
yentes que habían visto la marcha por ellos
predicha de la dinastía secular al extranjero con
honda pena en el corazón, casi con llanto en los
ojos (i), y sin embargo, después de haber impedi-
do que estallase dentro de la Provincia y entre
elementos vascongados una insurrección más
que iba a mandar el comandante retirado de
Miqueletes Urdampilleta, para cooperar a que
el batallón sublevado en Santoña con el coman-
dante Chinchilla fuese trasportado a Guetaria
por los buques de guerra y, una vez desem-
barcado, sorprendiera en San Sebastián a la
Corte, habían empezado a oponerse a que
hubiera Junta ; pero viendo imposible que dejara
(i) En el discurso en que así me expresé apenas trans-
curridos seis meses desde la victoria de Alcolea, después
de enumerar las faltas ya cometidas, dije para concluir :
(Una sola falta más y la Revolución ha fracasado,> . Ale da
gusto recordar la fecha (14 de Mayo (le 1869), y también
que en la sesión inmediata un orador de la Unión liberal,
D . Manuel Silvela, me llamó Casandra . ¡Ojalá no lo hubiera
yo sido entonces! ¡Ojalá sobre todo no lo hubiera sido
y bien inútil cuando en 1865 anunciaba la primera catás-
trofe y González Bravo me contestaba con imponderable
elocuencia que saldría fallida mi previsión!

363
tación extraordinaria, que no era unánimemente
carlista . y en sesión plena expresóse el Sr . Dorronsoro,
Diputado General, en los términos
más correctos, en los mismos que empleaban
los liberales y tanto acentuaron después, prometiendo
sostener a todo trance la . tranquilidad
y los Fueros ; y añadió que para trabajar
con éxito era necesario el concurso eficaz de
todos los hijos del país, olvidando de una vez
para siempre y sacrificando cada cual su criterio
y opiniones políticas para unirse todos
bajo la enseña gloriosa y santa de las instituciones
forales ; que en su vista la Diputación
ordinaria creía que su deber y el del país exigía :
z . 0 , Velar por la conservación de los Fueros y
procurar a todo trance reintegrar al país aquéllos
de que injustamente ha sido privado ; 2 .°, Acatar
y cumplir con fidelidad las disposiciones que
dicten en el círculo de sus atribuciones, y sin
perjuicio de las forales de esta Provincia, las
autoridades hoy constituídas en la Nación y
que en adelante se constituyan ; 3.°, No poner
traba ni obstáculo a que España se constituya
en la forma de Gobierno que más desee, bajo
la base de que la Provincia, al paso que exigirá
que nadie ponga mano en sus instituciones
y que todos respeten sus derechos, respetará

361
de haberla, al fin entraron en ella anhelosísimos
en momento tan crítico de que no se exagerase
el movimiento y quedase Guipúzcoa en
manos solamente de Guipuzcoanos, aunque no
exclusivamente de la Diputación carlista, pues
esto hubiera sido en todos los casos, y más
siendo tan impulsivo y de tanto valer Dorronsoro,
faltar infantilmente al grado más elemental
de previsión (i) . Una de las exigencias
más vivamente manifestadas por los que habían
estado a punto de sublevarse en la Provincia,
empujados por quienes eran extraños a ella
(i) Agitáronse en Alava igualmente revolucionarios
no. vascongados para organizar una Junta, y a fin de evitarlo
apresuráronse a constituirla los Padres de Provincia,
los más de ellos muv partidarios de la dinastía caída, como
D . Fausto Otazu, D . Juan Francisco Avala, D . Francisco
Irabien, D . Jenaro Echeverría y Fuertes . Los otros dos
vocales eran D . Valentín de Verastegui, carlista en la
anterior guerra civil, y D . Ramón Ortiz de Zárate, republicano
que había de morir carlista . Dió la junta un manifiesto
reconociendo la de Madrid, y como llegase a Vitoria
el Conde de Cheste que acababa de mandar en Cataluña
29 batallones y sin embargo no había juzgado posible
defender más a la Reina D .a Isabei II, se le ofició que se
había constituido dicha junta en la Ciudad y el Conde
contestó reconociéndola . Los revolucionarios exóticos,
cuyo jefe era el Brigadier Díaz de Rada, lograron al fin
formar una junta suya en Pamplona . Rada murió cinco
años después en el campo carlista .

362
pero habían sido contenidos por otros vascongados,
era la de disolver la Diputación foral
a causa de ser carlista ; más la Junta de Gobierno,
cuya tolerancia y moderación, después
de haber conferenciado con ella respecto de
incidentes de la política general, elogió bajo
su firma el Conde de San Luis en carta que
insertó la Epoca, se ciñó a constituir una Diputación
provincial con facultades limitadas, según
el dualismo subsistente muchos años en virtud
de los dos Reales Decretos de 16 de Noviembre
1839 y 4 de julio 1844 . Esta Diputación provincial
no vivió largo tiempo, a pesar de los
deseos de ciertos liberales que entonces tenían
en poco los Fueros que más tarde habían de
tener al parecer en mucho . A semejante mesura
del lado liberal correspondió bien la Corporación
carlista . Uno de sus individuos, el señor
Labaca, fué de Tolosa a San Sebastián para
avistarse con la Junta, siendo muy satisfactoria
la conferencia . Después de dirigir la Diputación
ordinaria el 2 de Octubre una circular
a los pueblos manifestando que continuaba ejerciendo
sus atribuciones y prometiendo que nada
omitiría a fin de que se mantuvieran el orden
y la tranquilidaa, no juzgando esto bastante
para consignar su actitud, convocó la Dipu-

364
los de la Nación . La Diputación extraordinaria
aprobó completamente el programa el día 5 .
Pero pronto se vió que había para el país
vascongado cuestión más honda y viva que la
de los Fueros. La Revolución no se limitó a
dar, como debía, tolerancia a los no católicos,
cercenó locamente la libertad de que estaba
en posesión todo lo que era católico . Censu-
rable fué en tal instante de libertades nuevas,
cuando ruidosamente se abrían templos protes-
tantes, disolver la asociación benéfica de San
Vicente de Paul y expulsar a los Jesuítas ; fué
impolítico que muchos liberales vascongados, en
lugar de anatematizarlos, llevasen a cabo ellos
mismos actos que evidentemente herían la con-
ciencia religiosa aún de personas que profesa-
ban ideas constitucionales . Pésimo era, no puede
negarse, cuanto de muy atrás ocurría en el ramo
del culto y clero ; evidente la apatía de que el obis-
pado de Vitoria había dado prueba delante de
la anarquía que resultaba con amontonadas
parroquias y excesivo personal en unos lados
y pocas iglesias en otros, con pueblos que a la
antigua pagaban diezmo, pueblos que a la
moderna, según lo establecido en las leves del
Reino y en el Concordato, no pagaban el diezmo
optando por el pago en metálico, y no directa-

365
mente al cura sino al Ayuntamiento, por último
con pueblos en que cada vecino según su albedrío
pagaba ora el diezmo, ora la contribución
en metálico; pero preponderó lo que solamente
podía ser inspirado por una ira producto de
regalismo trasnochado y de exaltación calenturienta,
y la potestad civil, en la entidad no
del todo encumbrada de una autoridad provincial
combatidísima en la misma provincia (i),
juzgó que en punto concordado por Reyes y
Papas ella sola bastaba sin intervención de
autoridad eclesiástica para imponer demarcaciones
parroquiales, fijar el personal y señalar
asignaciones . Era una ciega provocación al sentimiento
de la casi totalidad del país ; era o desconocerlo
lastimosamente o tiranizarlo a sabiendas
: el país se sintió ultrajado y resistió con
firmeza, negando el pago del nuevo impuesto .
Hubo que enviar por los campos y las poblaciones
columnas de Miqueletes a fin de que se
cumpliera el acuerdo de la junta General con
incautación del cupo debido . Eran motivos
(i) Cuando cesó legalmente la Diputación presidida
por Dorronsoro, la junta de Fuenterrabía (1569), respecto
de la cual los carlistas guardaron retraimiento, eligió
otra Diputación del todo opuesta a lo que aquélla fué .

366
locales que se agregaban a los de orden general
para que las honradas masas y selectísimas con-
ciencias se sintieran oprimidas y escarnecidas .
En unos ánimos tan fervorosamente religiosos
no eran necesarios actos tan cercanos : bastante
perturbadoras eran las mismas discusiones de
las Cortes Constituyentes negando la virginidad
de María e insinuando infamias, aquello de la
monserga de la Santísima Trinidad, el matri-
monio civil impuesto en fórmula que a nada
guardaba miramiento, procesiones no llevadas
a cabo porque (como me dijo en una ocasión
quien debía presidir una de ellas . mi respeta-
bilísimo amigo el marqué- de Mirabel, cierta-
mente carlista) se había descubierto en el mo-
mento de empezarla que, de acuerdo con un
Gobernador civil harto célebre por varias cau-
sas, estaba preparado el soltar un novillo que
la dispersara vertiéndose así ridículo sobre e'
acto, el apedreamiento con Ía complicidad del
propio funcionario de las c_isas de aquellos
liberales que como católicos las iluminaban en
justa celebración del vigésimoquinto aniversario
de la exaltación al Solio Pontificio del Papa
Pío IX, repugnantes atentados, que no obs-
tante iban a ser superados después, contra la
libertad y el honor de nosotros los católicos

367
de todas las opiniones políticas . Pero por si
algo faltaba, por si quedaban a demasiada
distancia tamaños insultos, se inferían agravios
más próximos y directos en nuestros montes
y valles. Disminuíase así necesariamente la autoridad.
moral de los liberales vascongados, que
con suma previsión proclamaban ante el país
euskaro que una guerra civil tendría por conclusión
y final inevitable la pérdida de- los
Fueros, pues_ resultaban provocadores de un
terrible conflicto . Antes de que terminara el
primer año del período revolucionario comenzaron
los chispazos de la guerra civil, y hubo
verdadera proporcionalidad entre las primeras
medidas anticatólicas, los primeros desmanes
populares y los primeros levantamientos católico-carlistas
: mientras aquéllas pudieron considerarse
como siendo en su esencia reconocimiento
de la libertad de los no católicos . los
levantamientos no fueron graves ; cuando se
empezó a sospechar que se implantaba la descatolización
de España ; cuando se generalizaron
la persecución y la befa, las insurrecciones
fueron gravísimas : somerísima la de 1869, formidable
la de 1872, a que fué preciso dar fin
con un Convenio, el de Amorebieta .
¡Amorebieta! ¡Cómo escribir este nombre sin

368
recordar las tremendas voces de los liberales
euskaldunas contra el Convenio de Amorebieta!
¡Cómo no recordar los antecedentes de San
Sebastián y sobre todo la silba de Bilbao al
general Serrano! Y el Convenio de Amorebieta,
no obstante, confirmaba una vez más los Fueros
; pero losFueros y su confirmación importaban
poco en ese momento a los liberales :
lo importante era no tratar con los carlistas
como de potencia a potencia, corno beligerantes ;
Puede ser que fuera exacta esta apreciación y
que si la insurrección formidable, sí, pero que
resultó mal secundada fuera de Vasconia, hubiera
sido vencida entonces exclusivamente por
la fuerza de las armas, habría habido más cautela
para nuevos levantamientos ; pero, dado este
criterio, los olvidadizos liberales no debieron
más tarde magnificar y glorificar los Fueros
cuya confirmación estaba en ese pacto . Abominar
el pacto porque para obtener de los
carlistas la paz se les aseguraban los Fueros,
preferir la paz sin asegurar los Fueros, y posteriormente
renegar todo porque peligraban los
Fueros, anteponer a todo los Fueros, es incoherencia
de pensamiento que basta señalar .
Tuvo el mal acuerdo el Rey Amadeo de retirar
el poder al general Serrano, a los generales

3 6 9
sus amigos, de renunciar a la política represiva
que al cabo de tanto desorden proclamaba el
partido Serrano-Sagasta, que por aquellos días
se titulaba partido conservador de la Revolución
de Septiembre, queriendo la suspensión de las
garantías constitucionales y una quinta de
40.ooo hombres . Constituyóse el Monarca en
prisionero del partido Ruiz Zorrilla, al cual
prodigaban astutamente benevolencia los republicanos
. Después de Amorebieta sólo había
quedado armada, ocultándose semanas enteras,
la partida del cura Santa Cruz . Uniósele en el
mes de Noviembre 1872 la de Lizarraga . En
Enero 1873 ya fueron tan poderosas que desde
las posiciones de San Esteban de Usúrbil pudieron
rechazar una fuerte columna que había
salido de San Sebastián al mando del Coronel
del regimiento de Luchana, Sr . Osta, que fué
muerto. Era el primer revés que experimentaban
los liberales, y se impresionó vivamente el
vecindario de la capital y,de los pueblos ocupados
por el ejército y los Voluntarios de la Libertad
. A los pocos días tuvo lugar la abdicación
de Don Amadeo de Saboya . Había dicho la
vez primera que habló desde el Trono : «No
me impondré» . Había dicho la segunda vez :
«Cumpliré mi deber con la constancia que debo

370
al honor de mi nombre» . No hay que culparle
de que no se acordase de lo último, porque,
esclavo al fin de Ruiz Zorrilla, imponiéndole
este hombre honrado en la vida privada, pero
desconocedor en el mundo de todo cuanto no
fuera antro de conspiración, desdoro tan grande
ante los soberanos, los ejércitos, las naciones,
como la disolución del Cuerpo de Artillería
en las circunstancias en que se decretó, no era
dado a un príncipe de honor continuar ocupando
un Trono deshonrado . Fué proclamada
la República (r) . Para lo que he de ir exponiendo
conviene consignar lo que dijo a Guipúzcoa
el Diputado General, persona de opiniones
radicalmente liberales :
Guti/ uzcoanaos : Son gravísimos los sucesos políticos
que últimamente han ocurrido en Madrid . S . M . el
Rey D . Amadeo ha hecho renuncia de la Corona y
las Cortes de la Nación han proclamado la República .
En estas críticas y excepcionales circunstancias, la
tradición y el interés bien entendido de la Provincia
aconsejan de consuno la marcha que debe seguir el
país . Aquí nos regimos por instituciones especiales
(i) A medida que pasan más años recuerdo con satis-
facción creciente que fui uno de los 34 Diputados y Sena-
dores que votaron contra la proclamación de la República
en la desastrosa noche del 1r de Febrero de 18 73 .

371
que todo vascongado digno de este nombre ama con
delirio y desea conservar incólumes .
Para conseguir tan santo objeto, fin tan sagrado,
los Guipuzcoanos, olvidando nuestras respectivas opiniones
personales sobre cuestiones de política general
para hacerlas valer en tiempo y lugar oportunos,
debemos limitarnos como tales Guipuzcoanos a acatar
v respetar los actos que emanen del Poder Central
cualquiera que sea, mientras éstos no vulneren los
derechos, franquicias y libertades que nos legaron
nuestros mayores v que están ratificados por una
Ley constitutiva y paccionada hecha en Cortes .
No permitamos nunca, Guipuzcoanos, que nuestros
amenos campos se conviertan en campos de batalla
donde se, diluciden asuntos que atañen a España
entera . \'o demos -li ,etexto siquiera para que el resto
(le la ración. Piense que, al par de mirar sean nuestros
Fueros respetados, tratamos de imponer a los denic s
salllclones q ue pl!edc11 no cuadrar con sus aspiraciones .
Hagamos, pues, guerra, pero guerra cruda N, sin
con- cualquiera que sea el lema o bandera
cine se alce, a todos aquellos que como hoy se levantan
en armas para tlll'l)71' la paz p'Íh1/ca 'e poliri , ell peligro
llitc'stras institllciollcs .
Guipuzcoanos : La Diputación Extraordinaria . que
hoy se ha reunido, inspirada en los sentimientos patrióti
os puramente vascongados que se acaban (le
expresar, os recomienda una y otra vez que os dejéi_ ;
guiar por la voz cariñosa de vuestra Madre, quien
jamás se cansará de proclamar : que estcdis en la unos
estrecha ublicacióu de acatar encinto encane de los Poderes
5 nprenlos que se conStl!1(V(111, S1 e`.StoS por su lado acatan
1' 1'espc't[lll nuestros i'L'llel'a91do .S I'ucres, y, a oponero
con todo vuestro escuerzo a que este envidiable v
envidiado solar sirva (le palenque a los que quieran

372
arrastraros a una lucha en que sólo se juegan intereses
muy secundarios cuando se comparan con otros de
más alta valía .
Obrando así, vuestra propia conciencia os dará la
recompensa merecida, no contribuiréis a que se os
turbe en la quieta v Pacífica Posesión de vuestros inapreciables
derechos v os haréis acreedores a la gratitud
de vuestros hijos quienes admirarán vuestra prudencia
y sensatez .
De mi Diputación Extraordinaria en la M . N , y L . villa
de Tolosa a 14 de Febrero de 1873 .
El Diputado General,
Manuel Maximino de Aguirre
Mucha ironía encierra la Historia y la había
esta vez en la semejanza de lenguaje de dos
hombres con propósitos tan divergentes y acción
tan activamente opuesta como Dorronsoro, fir-
mante de la proclama de Octubre 1868 sobre
respeto a los Poderes Centrales que a su vez
respetasen los Fueros y sobre ser verdadera-
mente secundario todo lo que no sea Fueros,
(no obstante lo cual, después de dejado su cargo
y haber estado en residencia en la junta de
Fuenterrabía (1869), continuó titulándose en
1873 y años sucesivos Diputado General, fomen-
tando desde los riscos de Arichuleguí, y desarro-
llando desde Tolosa la guerra civil) y Aguirre,
firmante de una casi idéntica proclama en
Febrero 1873 y que en 1877 fomentaba otras

373
perturbaciones por fortuna frustradas . Resul-
taba que, según los liberales proclamaban en
1873, no quedarían los vascongados en esa
quieta y pacífica posesión de los venerandos
Fueros si se levantaban más v más en armas
contra los Poderes Supremos de la Nación .
Pero fué el caso que la inmensa mayoría de
los Vascongados juzgó de más alta valía que
los derechos forales la religión y la monarquía,
y segura, según creía, de que en todo caso,
evento y circunstancias, sus peculiares fran-
quicias serían respetadas, trató de imponer con
las armas al resto de la Nación los Poderes
que ésta ni aún en los más apurados trances
quiso admitir, y como previsoramente había
dicho el Diputado General Aguirre, puestos en
peligro por el levantamiento, cesó la quieta y
pacífica posesión de los venerandos Fueros . Con
el tiempo iba a resultar ilógico, contradictorio,
nada serio, ineficaz, que quienes así se expre-
saron pretendieran conservar todos los vene-
randos Fueros, no sólo con representaciones
legales sino hasta con intentos de fuerza .
La República en sus primeros meses única-
mente pensó en realizar el viejo programa
republicano : disolver el ejército . Cometió enton-
ces el partido carlista la falta inmensa de no

374
cooperar a ello retirando momentáneamente sus
partidas y por el contrario las aumentó como
le era fácil : correlativamente le fué preciso a
la República conservar un núcleo de Ejército
de ocho mil hombres en vez de consumar la
total disolución ; fué necesario ejército contra
ejército, cayéndose en la contradicción de conservarlo
y de infamarlo . Eran los días de aquellos
gritos de indisciplina : abajo los galones y de
aquel célebre, inmundo y criminal : que bailen,
que bailen, con que se afrentaba a los oficiales
y también a los cabos y soldados . Las partidas
aumentaban notablemente en la primavera, y
extendiéndose la anarquía desde Montilla a
Alcoy, derribándose las cruces en las sepulturas
de Cádiz, convirtiéndose la iglesia de San
Jaime de Barcelona en lugar de liviandades,
sus altares en lechos de prostitución con tolerancia
y aún con presencia de altas autoridades,
verificóse en Julio y Agosto el levantamiento
en masa de la población vascongada . Los liberales
tuvieron que refugiarse en San Sebastián,
Bilbao y Vitoria . Don Carlos recibió Corte
en Tolosa, Durango y Estella, y vió armados
a favor suyo más de 70 .000 hombres en toda
España .
Todos estaban prevenidos : los carlistas habían

3/5
dado, reinando aún Isabel II, la voz de Perezcan
los Fueros con tal d : que se salven las almas ;
los liberales habían proclamado : si hay guerra
civil, no habrá Fueros . Al principio todos fueron
consecuentes con su lema y su profecía. Jamás
olvidaré que por verdadera casualidad llegué a
Bilbao por mar en la tarde de 2 de Mayo 1874,
en el momento mismo de verificar su entrada
victoriosa mi insigne amigo el Marqués del
Duero . Situóse a pie, rodeándole las autoridades
civiles y militares que habían defendido
la Villa Invicta, cerca del Teatro, y desfilaron
las tropas libertadoras a cuya cabeza marchaba
a caballo el general Echagüe que luego quedó
en frente del general Concha . Después de apretado
abrazo que éste y yo nos dimos, pasé
al otro lado a abrazar tamb ;én a Echagüe a
quien me unía vivo cariño . Acompañábanme
desde San Sebastián el apasionado zorrillista
Aguirre . autor de la proclama preinserta y que
había cesado en el cargo de Diputado General,
ocupándolo ahora en Guipúzcoa el Marqués de
Rocaverde . Prolongándose la conversación, me
dijo sonriéndose Echagüe : «V . conoce esta espada;
era de mi suegro D . Santiago Méndez
»Vigo . ¡Con qué razón se dijo que nuestras
»espadas eran enmohecidas! Mire V . ésta . Pero

37 6
»un año después de ser llamadas así, ellas han
»libertado Bilbao». En efecto, la hoja estaba
enmohecida . Aguirre, que recordaba tan bien
como yo esa expresión de que se había valido
irónicamente, mal inspirado, el Ministerio Zorrilla-Martos,
se sonrió con amargura . Pues
bien, en medio de aquel suceso capital, decisivo
para toda España pero señaladísimamente
para Vasconia, en medio de aquel entusiasmo
no sólo del ejército sino del pueblo que poco
antes había silbado al general Serrano, el fuerista
de Amorebieta, y ahora también le miró
sin simpatía, entre tanta aclamación a la libertad
y al general Concha, no hubo un viva ni
un recuerdo a los Fueros . Sí, hubo recuerdo ;
pero de vascongado para condenarlos, de un
castellano para encomiarlos . Hallábase concurridísimo
el paseo del Arenal a mediodía del
domingo 3 de Mayo de 1874, poco después de
haber oído misa de campaña las tropas vencedoras
y sus afortunados generales : allí una
persona que ejercía cargo popular y yo, que
acababa de pasar por vivas emociones (i)', nos
(i) Las circunstancias en que se dijo esa misa, que
por invitación del Marqués del Duero o( a su lado (era
yo allí el único paisano : rodeaban al general su Estado

377
pusimos a hablar largamente . Habiendo yo
aludido a los problemas que plantearía la paz,
Mayor y todos los Generales con mando) fueron verdaderamente
dramáticas .
Antes de las cuatro de la madrugada de aquel día, un
ayudante del general Concha había venido a llamarme
para que fuese lo antes posible a casa de su jefe . Ya el día
anterior durante el desfile me habían enterado rápidamente
v con mucha preocupación, así el general Vega Inclán
como el general Echagüe, de que estaba a punto de producirse
el más grave de los acontecimientos : el mariscal
(le campo Martínez Campos quería proclamar Rey al
Príncipe D . Alfonso de Borbón y Borbón . Parecíales a
los dos que Campos elegía el momento y me dijeron que
el Marqués del Duero se oponía enérgicamente al intento .
Es de notar que Vega había quedado siendo isabelino y
alfonsino en plena revolución, y Echagüe había reconocido
hacía tiempo el acierto con que el ilustre primer Duque
de Tetuán pensaba que toda revolución algo jricicsa
debería limitarse a excluir a Doña Isabel y proclamar
a D . Alfonso, (El Duque de Tetuán no creía últimamente,
como había creído bastante tiempo, que se podría esperar
a que fuera mayor de edad este príncipe, y había indicado
que habría una Regencia civil, la de Luzuriaga, ya que
había fallecido Martínez de la Rosa . ¡Coincidencia singular
en lo fundamental de la idea! En Octubre 1868 me refirió
el general San Román que, después de haber vencido el
Duque de Valencia el levantamiento de Agosto 1867,
dijo a los Directores generales de las Armas-San Román
era uno de ellos- : «Hemos vencido y esto nos da una tre-
«gua de un par de años . Entonces indudablemente habrá
»insurrección : nos cogerá con menos fuerza, pero aún otra
»podremos vencer y habremos ganado otros dos años,

378
díjome muy decidido mi interlocutor : «En la
»paz no se hable de Fueros . Son la causa de
»y como habrá llegado a su mayor edad el Príncipe de
»Asturias, no se deberá diferir ni un día proclamarle Rey») .
A la verdad, Vega había tenido el encargo de presentar
el Dr . Rubio, enviado por Cánovas y demás alfonsinos,
al marqués del Duero, de quien se trataba de obtener
sin demora la proclamación de D . Alfonso ; pero no se
resolvió a verificar la pretensión. Tampoco Echagüe se
resolvió a presentarle un proyecto de alocución al ejército
redactado en sentido monárquico por el Coronel Giménez
Palacios . A todos imponía el veterano e insigne general .
El Marqués_ del Duero me manifestó que me llamaba
porque, siendo yo el único hombre político civil y de su
amistad presente en Bilbao, deseaba saber si opinaba
como él . Parecíale totalmente impropio el instante para
inaugurar un reinado . No consideraba aquel gran soldado
que el solo hecho de haberse conseguido levantasen los
carlistas el sitio de Bilbao quebrantaba suficientemente
al carlismo. Cuando, replegado sobre Durango el ejército
enemigo al mando de Dorregaray, ofrecía batalla desde
las formidables posiciones de Mañana con avanzadas
a dos kilómetros de Bilbao v no había manera de atacarle,
cuando era preciso llevar la guerra a otro territorio para
maniobrar y conseguir algún gran resultado, verdadera
y decisiva victoria, no se podía pensar más que en la guerra.
Y había otro inconveniente: si Dorregaray estaba en
Durango, hallábase dentro de Bilbao el Duque de la Torre
y en Portugalete su cuerpo de ejército ; era muy de prever
que se destrozase el ejército liberal delante, a la vista
del enemigo, que quizás podría entonces entrar en la capital
de Vizcaya aprovechando aquella lucha sangrienta .
A su juicio no había más solución política definitiva que

379
Y,todo lo que pasa . Bilbao los detesta . Nada de
»Fueros» . Y como se expresaba con mucha ani-
la proclamación de D . Alfonso, pero a ella había de pre-
ceder una gran victoria y la reunión de las Cortes . Fuí
de su mismo parecer .
Estaban irritadísimos uno contra otro el mariscal de
campo y el capitán general . No se distinguía aquél por
lo modesto de sus frases : como méritos personales y como
influencia en el ejército, no conceptuaba su único entor-
chado en nada inferior a los tres de su jefe : éste parecía
un león molestado . Jamás olvidaré la reunión de las tropas
para la misa, ni la hora de las once menos cuarto del domingo
3 de Mayo de 1874, ni la ventana sobre el Arenal en que
estábamos asomados, ni las terribles palabras del enfu-
recido caudillo : «bajemos ; ya pueden darse prisa a ma-
»tarme porque no andaré despacio en fusilar» . Completa-
mente decididos a seguir al más joven había solamente
seis generales o brigadieres : todos los demás, y eran muchos,
se pusieron del lado del veterano . Algunos, sobre todo
Echagüe, procuraban calmarlos y avenirlos, como al fin
con gran dificultad se logró . No hubo incidente ostensible .
Más tarde supe que al marcharse de Madrid Martínez
Campos, a él y a otros había dicho Cánovas una cosa que
honra tanto más su previsión serena cuanto que en aquel
momento estaba en situación dificilísima con el Marqués
a consecuencia de una polémica sobre política en casa
de una Señora notable por su talento y el agrado de su
carácter, habiendo enviado Cánovas sus amigos Elduayen
y Ayala a pedir explicaciones al General, que las negó,
y como este se marchaba aquel mismo día para las ope-
raciones que debían hacer levantar el sitio de Bilbao, el
incidente, su solución, quedaron aplazados . Pues bien,
a pesar de aquella tirantez de relaciones tanto tiempo

380
mación y observé que varios militares (uno de
ellos D . Santiago Verdugo, coronel del regi-
muy íntimas, Cánovas dijo a sus amigos : «lleven Vds . las
cosas hasta el instante mismo de dar el grito ; pero si enton-
ces ven Vds . que al frente de un batallón va a resistir
el Marqués del Duero, no proclamen a D . Alfonso,> . Es
claro : no solo aún en tan crítica situación el héroe admi-
rable de la Ciudadela de Barcelona podía no resultar ven-
ciclo sino que, en el caso mismo de serlo, una Restauración
realizada a un tiempo contra Serrano y contra Concha
no cuadraba a las miras levantadas de Cánovas .
Pero si ostensible ..ente nada ocurrió, hube dus hechos
de que tomó nota el general Martínez Campos a quien
conocí en aquellos días : el pensamiento esencial del general
Concha era que después de una victoria señalada fuesen
convocadas las Cortes que en el estado decidido de la
opinión era seguro proclamarían presurosos a Don Alfonso ;
el general Echagüe empeñaba su palabra de honor de que,
si por cualquier accidente de guerra el mando en jefe recaía
en él, único teniente general en aquel ejército a. cuyo frente
ya en otra ocasión había estado, proclamaría a Don Alfonso .
V por cierto, con la muerte heroica del Marqués del Duero
delante de Estella, el mando recayó en Echagüe, quien,
consultando a los demás generales los cuales no sabían
que durante la noche Dorregaray había comenzado a
evacuar aquella plaza y corte, ordenó la retirada a Tafalla,
Cuando ésta se verificaba, recordóle Campos la palabra
empeñada y Ecliagüe la ratificó, pero añadiendo que
haría juez a cualquiera sobre si era una retirada el ins-
tante propio para proclamar un Rey .
Por otra parte, Concha no atendió a una indicación que
el Sr. Alba, íntimo amigo de Zavala, Ministro de la Guerra,
en aquellos días ascendido a Capitán General de Ejército

-81
miento de Ramales) se volvían para mirarle,
contesté : «por Dios, hable V . bajo porque el
en premio de sus afanes organizando las fuerzas que iban
a intentar por tercera vez el obligar a los carlistas a levantar
el sitio de Bilbao, le hizo en una carta emitiendo la
idea de que se formase Gobierno Provisional de Serrano-
Concha-Zavala, algo como un triunvirato (El Marqués
del Duero se me manifestó quejoso de Zavala por la cuestión
del racionamiento y del envío de fondos, causa, según
decía, de la paralización del ejército en Bilbao) . En cambio,
Concha obtuvo de Serrano terminante declaración de que
en el instante de su regreso a Madrid constituiría ministerio
homogéneo eliminando al elemento radical . Es verdad
que el Duque de la Torre conocía lo deslucido de su situación
después de sus operaciones de Somorrostro, tan infructuosas
como las de Moriones tres meses antes y a quien
había ido a apoyar . Vi su llegada casi subrepticia a Bilbao
en una zapata, su desembarco a las 8 de la noche, su revista
en la tarde siguiente a las fuerzas de todas clases que habían
defendido la villa invicta e invencible : todo ello sin una
aclamación, todo lúgubre . Ni en la población ni en el ejército
se le tenía en algo . Como si no bastase un consejo del
entonces prepotente Marqués del Duero, presentáronse
al Duque de la Torre a título de buenos y leales amigos
suyos particulares, pero no ocultándole tenían representación
de sus respectivas armas, tres coroneles distinguidos
y le dijeron, según me refirió uno de ellos (Pombo, mayor
de artillería) que la presencia en el ministerio de los radicales,
autores de la disolución del cuerpo que tiene por
emblema la granada, era una ofensa para todo el ejército .
Y al referirme esto me añadió rri interlocutor : «atendíén-
«dose a nuestra indicación, se evitará que para ir a Navarra
>pasen los cañones por Madrid . Y en efecto, el 13 de Mayo

382
»ejército va a saber que un prohombre de Bilbao,
de Vizcaya, pide la abolición de los Fue-
»ros» . Y no es esto sólo : a los dos días el Marqués
del Duero, ya General en jefe, habiendo
marchado a Madrid el Duque de la Torre, dió
una comida a las autoridades que habían estado
dentro de la villa durante el sitio . Hablóse
de todo lo relativo al país, y no se levantó
una voz en favor de los Fueros . Terminando
el banquete, el General en jefe del Ejército
liberal de la Nación brindó por Bilbao, los
Fueros y la Paz. Nadie recogió la prenda :
nadie asintió al fuerismo (era relativo) del
Marqués del Duero, como me dijo al día siguiente
sorprendido de aquella frialdad o desvío
en caso tal el general Castillo, digno y afortunado
defensor de Bilbao . Y del general Concha
debo añadir que en 1864, mientras se discutía
en el Senado la cuestión foral, hallándome yo
entre los Diputados (a quienes entonces comenzaba
a admitírseles en el salón y se quedaban
formóse un ministerio en que no hubo radicales y cuyo
primer acto fué declarar que era interina la República .
Confieso que los sucesos a que se contrae esta nota tienen
relación poco estrecha, aunque alguna, con el objeto de
mi escrito; pero por su gran interés los dejo consignados .
Confío se me perdonará la digresión .

383
alrededor de la mesa, sin bajar como ahora
hacen a los bancos de los mismos Senadores),
desde su sitial me envió estos renglones que
conservo de su letra: «El Marqués del Duero
»en cualquier puesto que ocupe conserva sus
»simpatías a las Provincias Vascongadas» . Al
salir de la sesión y al darle las gracias por su
benévola y valiosa nota, me contestó : «Lo de
»la quinta exige que algo se haga ; en lo demás
»soy muy fuerista» . Al conducir su ejército
desde Vizcaya a Navarra, habló diferentes veces
de los Fueros. Escasos días antes de que una
bala le matase en Monte Muro, persistía en querer
la paz conservándolos . Sin mi anuencia, y
sin duda por haberse encontrado una copia
entre sus papeles, se publicó una carta que él
me escribió desde Vitoria el 3o de Mayo de
1874 : en ella me hablaba de los Fueros para
decirme que las capitales los salvarían de nuevo .
Cierto es también que dijo en una alocución
del 9 de junio al Ayuntamiento y clero de
Lodosa :
Guerra tendréis puesto que no queréis la paz
Desde hoy, vosotros que hasta aquí no pagásteis
contribuciones de ninguna especie, sentiréis la diferencia
si el Gobierno os exige algún día el doble, el
triple, el cuádruplo que a otros pueblos de España,

384
y obliga a vuestros hijos a entrar en quintas para
cumplir como buenos españoles . Quizás también os
encontraréis postergados a las provincias adictas,
que se complacerán en rechazar vuestros productos agrícolas
e industriales, empobreciéndoos hasta la miseria,
ya que parece que pretendéis imponeros ahora a ellas .
La misma opinión que en Bilbao predominaba
en San Sebastián . Me paseaba un día con alguien
que tenía ya posición foral bastante señalada
y luego iba a subir a más alto puesto, en el
que había de ostentar absoluta intransigencia
fuerista . Decía yo que el dilema se hacía claro
e ineludible : si se quería hundir a los carlistas
no celebrándose Convenio como el de Vergara
o el de Amorebieta, era menester resignarse a
que no se conservasen los Fueros ; si se quería
conservar los Fueros, era menester resignarse
a que hubiera Convenio ; y mi casi conspicuo
interlocutor guipuzcoano exclamó : «pues que
no haya Fueros» . Lo propio respondían en todas
ocasiones, bien industriales de opiniones repu-
blicanas, bien propietarios de opiniones monár-
quicas. Una excepción ha de hacerse : D . José
Manuel Aguirre Miramón, dicho sea en honra
de su perspicacia, optaba por el Convenio
porque era optar por los Fueros ; lo cual no
le llevó, no, más tarde a ser fuerista intran-

385
sigente . Otra persona había, no en el país euskaro
sino en Madrid, que opinaba en pro de
un Convenio y empleaba en procurar que lo
hubiera los medios que podía utilizar cuando
no había comenzado su vida pública que desgraciadamente
había de ser breve y sin unidad,
medios en verdad escasísimos, aunque en un
fugaz momento hicieron ilusión a Cánovas y
a Quesada . Y por cierto, cuando en ello se afanaba
escribía 'al General en jefe : «que la modificación
de los Fueros se haría sin dificultad
»una vez terminada la lucha y no rehuiría el
»País semejante eventualidad, por más que la
»palabra modificación lleva en sí la de sacrificio,
la de pérdida de algunos de los actuales
»derechos de los vascongados La paz debe
»preceder al arreglo de la cuestión foral . Entonces,
delegados elegidos por -las Provincias
»reunidas en juntas Generales tratarían y se
»entenderían sin dificultad con el Gobierno .
»Ya en el Convenio de Vergara se aceptó esta
»solución (i), y para_ que semejante acuerdo
»no tenga hoy los inconvenientes de entonces
(1) Es un error . Sin duda quiso decir : en la Ley de
25 de Octubre de 1839 .

386
»(i) debe fijarse un término ineludible de tres o
»cuatro años dentro del cual y una vez concluida
»la guerra, apagadas las malas pasiones que
»despierta, se verifique dicha modificación» . Y
terminaba la carta manifestando que en tal
idea estaba el Presidente del Consejo de Ministros
. Quien esto escribía y por ser tales sus
opiniones obtuvo le protegiera harto vivamente
en una elección el general Quesada, fué después
a veces intransigentísimo dando pésimos ratos
a su protector de la víspera . Así, de la propia
manera que imparcialmente se deja aquí consignado
opinaba esta persona por el Convenio
y los Fueros, piden las peripecias y vicisitudes
que tuvo la cuestión foral se consignen igualmente
dos afirmaciones contenidas en la carta
a que me refiero : I .a, a juicio en 1875 del futuro
intransigente (con intermitencias) la modificación
de los Fueros se haría sin dificultad ;
comprendía él que no la rehuiría el país a pesar
de que la modificación envolvía pérdida de
algunos derechos ; 2 .a, esos términos largos para
verificar la modificación todavía entraban en
(i) El haber eludido las Provincias Vas ;,ongadas durante
treinta y seis años la modificación de los Fueros
prescrita en dicha Ley de 1839 .

387
las ideas del Presidente del Consejo de Ministros
. Pero en el territorio vascongado ocupado
por los liberales no hallé, lo repito, más que
a Miramón que hablase de conservar los Fueros,
hasta que en Agosto 1875 empezóse a recordarlos
somera aunque vivamente en ocasión
que pronto señalaré .
Verificóse la Restauración de la dinastía caída
en 1868. Ciertamente no se verificó en la persona
del monarca entonces destronado, siendo
imposible realizarla así : subió al Trono el Príncipe
de Asturias que iba a ser el animoso y
brillante Rey Alfonso XII . Apenas llegó de
Francia, deteniéndose escasísimos días en Madrid,
se apresuró a ponerse al frente del Ejército
del Norte para lograr que los carlistas
levantasen, como en efecto levantaron, el cerco
que oprimía a Pamplona . Dirigió el Rey una
proclama (que redactó Cánovas) por todo extremo
importante y hermosa a los habitantes
de las Provincias Vascongadas y Navarra . Hé
aquí alguno de sus conceptos :
He subido al Trono como quería : sin que hubiera
por mi causa corrido una gota de sangre . Si disputáis
el paso a mi Ejército, fuerza será pelear, pero veré
la pelea con hondo dolor . Esos valles devastados ya,
esos pueblos y esos caseríos ya hechos cenizas, toda
N y

388
esa tierra que con sangre de hermanos regáis ahora,
la amo yo, como quien ha nacido en el suelo español,
como quien ha pasado felicísimos días de su niñez
entre vosotros, como quien os ha conocido pacíficos
y libres, présperos y alegres, dignos de envidia, en
suma, para propios y extraños . A mí no me consentirían
mis sentimientos de Español y de verdadero Rey ni es-
timular, ni tolerar siquiera una guerra inútil, cual la que
sostenéis va vosotros contra todo el resto de la Nación .
¿Qué motivos tenéis para proseguirla? Si acudísteis
movidos de la fe monárquica, ved en mí el representante
legítimo de una dinastía a la cual juraron en otro tiempo
fidelidad eterna vuestros leales pechos y que fué con
vosotros lealísima hasta su pasajera caída . Si ha sido
la fe religiosa la que ha puesto las armas en vuestras
manos, en mí tenéis un Rev Católico como sus ante-
pasados y en todas partes recibido por los Cardenales
y los más virtuosos Prelados como el reparador de
las injusticias que ha experimentado la Iglesia y una
de sus más firmes columnas en el porvenir .
Todo, pues, me persuade a un tiempo de que no
está lejano el día en que soltéis de las manos las armas
que hoy esgrimiríais ya contra el derecho monárquico
que jurásteis, contra la Iglesia misma representada
por sus Príncipes y Prelados y contra la Patria . Sol
tadlas v me evitaréis el dolor de ver derramar en uno
v otro campo sangre española Soltadlas y -,vol, eréis
inmediatamente a disfrutar las ventajas todas que durante
treinta años gozeísteis bajo el cetro de mi Madre
Antes de desplegar en las batallas mi bandera, quiero pre-
sentarme a vosotros con un ramo de oliva en las manos .
No desoigáis esta voz amiga que es la de vuestro
legítimo Rey .
Peralta, 2z de Enero de 1875 .
il/onso de Borbón v Borbónr .

389
Con esta solemnidad y grandeza se prometía
la conservación de los Fueros, naturalmente
dentro de la ley de 25 de Octubre de 1839 y
sus restricciones, si acababa pronto la guerra
civil abandonando la lucha las fuerzas arma-
das (i) . Apresuróse la Diputación foral de
(i) Cierto escritor vascongado pretende cohonestar el
no haber dejado las armas los vascongados rebeldes cuando
se dió la proclama, aducienclo que ésta era insuficiente
porque no ofrecía reparar o deshacer los contrafueros
del reinado de Doña Isabel II ; pero anatematizando también
el autor los contrafuercs, como él los llama, de Fernando
VII, de todos los Reyes anteriores, así paso a paso
remontando seis siglos en los cuales le es fácil a un intransigente
y un visionario imaginarlos, se llega a la conclusión
de que, no habiendo dejado de haberlos, según tal escuela,
desde el día siguiente al pacto con Alfonso VIII, para
seguridad de la tierra euskara y para obtener la paz debiera
haber ofrecido Alfonso XII la devolución de la no pocas
veces alegada independencia anterior a LOO o siquiera
la reposición de las cosas al ser y estado del mismo día
del pacto, esto es, en uno u otro caso, debiera haberse
suprimido seis siglos de la existencia euskara y española .
A tal consecuencia han llegado explícitamente algunos
correligionarios políticos del escritor. Jamás D . Carlos
en sus ofertas sobre Fueros ha prodigado hasta semejante
extremo sus caprichosas promesas de Pretendiente, condición
bien distinta de la de Rey gobernando de hecho un
país . Lo que no quisieron los rebeldes fué negociar un
Convenio que asegurase los Fueros y que hubiera podido
tener más fuerza que el casi non nato de Cabrera .
Y es dado también oponer respuesta decisiva a lo que

390
Guipúzcoa a exhortar por su lado a los vascongados
en armas a que oyeran la promesa y
publicó la siguiente alocución :
Carlislas Guipuzcoanos
Un importante acontecimiento, que da carácter
definitivo y estable a los destinos de la patria, me
mueve a dirigiros de nuevo mi voz de cariñosa madre .
el escritor a que aludo dice respecto del párrafo de la proclama
de Peralta afirmando D . Alfonso XII que él era
Rey Católico como sus antepasados, acogido por los Prelados
como el reparador de las injusticias que había experimentado
la Iglesia y una de sus más firmes columnas
en el porvenir, no obstante lo cu'l resultó dando la libertad
religiosa D . Alfonso XII no rompió la unidad católica
ni estableció la libertad de cultos ; actos fueron éstos de
la Revolución de Septiembre . Su obra, una vez que triunfó
sin pacto con los rebeldes, fué reducir la libertad de cultos
a mera tolerancia y vivir, como ha vivido la Regencia
de D . a María Cristina de Austria, en las más afectuosas
e íntimas relaciones con el Papa . Hubieran tal vez podido
asegurar más los católicos del campo rebelde todo cuanto
se refiere a religión entrando en conferencia, ya que no
negociando con el Rey legítimo, encaminando a aumentar
las garantías religiosas . ¡Cuan distinta hubiera sido para
el Monarca su situación si en vez de empezar su reinado
a pesar de muchos católicos, hubiera contado pronto
con la adhesión de todos! Y digo esto regocijado sin embargo
de que la Restauración no haya tenido que aceptar
condiciones y le haya sido posible legislar sobre este punto
esencial, como sobre todos, libre, desembarazadamente,
y por lo tanto en el lleno de su dignidad .

391
Si el espíritu monárquico os lanzó un día a las peligrosas
faenas marciales abrazando la causa de un jefe
nacido en extraño suelo, vemos hoy en el Trono de
San Fernando un Príncipe acariciado por el sol de
España al venir al mundo, un Príncipe elevado a la
regia excelsitud sin el enlutado séquito de sangre y
lágrimas, un Príncipe cuyos derechos no podéis vosotros
negar porque en las juntas de 1839 Guipúzcoa
unánime aclamó como Soberana legítima a su augusta
madre ; un Príncipe que simboliza a la vez la autoridad
de la Monarquía y las libertades de los súbditos ; un
Príncipe, en fin, aleccionado con las enseñanzas del
infortunio .
Si os eleváis en vuestro modo de ser y pensar a
las altísimas esferas del sentimiento religioso, veréis
que Alfonso XII ofrece la más sólida garantía a la fe
católica sólo con la gloria histórica de su nombre,
garantía que debéis considerar robustecida por sus
actos y sus solemnes manifestaciones y por la piadosa
simpatía con que han saludado su advenimiento el
Sumo Pontífice y todas las gerarquías eclesiásticas .
Y si aparte de los principios monárquico-religiosos,
fijáis vuestra mente en la cuestión foral, no olvidéis
que S . M . os dice : Soltad las armas y volveréis inmediatamente
a disfrutar las ventajas todas de que durante más
de treinta años gozásteis bajo el cetro de mi madre, y
sabido es que la parte más inapreciable de estas ventajas
la constituía el tesoro de nuestras venerandas
instituciones forales . Ellas han labrado en todo tiempo
nuestra felicidad, y así como nosotros debemos su
posesión a la sabiduría y patriotismo de nuestros
mayores, tenemos el sagrado deber de legar su herencia a
las generaciones que nos sucedan, y ni la guerra ni la
violencia, ni los desastres y enconos que producen,
son los agentes más propios para lograrlo . Como Gui-

392
puzcoanos, estremecéos ante la inmensa responsabilidad
que pesará sobre vuestro nombre si continuáis
acrecentando la ruina presente de la Provincia y
poniendo en riesgo su felicidad futura . Como Españoles,
reflexionad que vuestra tenacidad empobrece
y desangra nuestra Nación noble y generosa .
Ya lo sabéis, Carlistas Guipuzcoanos ; el Rev de
España os ofrece la paz y el goce de nuestras libertades
. Acogéos a su clemencia y evitaréis nuevos y
terribles males .
De mi Diputación general en la M . N . y M . L Ciudad
de San Sebastián a r .° de Febrero de 1875 .
El Diputado General,
El Illargnés de Rocaverde .
Por la i4I. N . y M L . Provincia de Guipúzcoa, su Secretario,
Joaquín de Urrei'stieta .
Las exhortaciones a la paz no podían ser
más apremiantes y autorizadas : pero hubo más .
Cabrera reconoció el 17 de Mayo de 1875 al
Rey legítimo D . Alfonso XII, y no lo hacía
sin firmar él un Convenio que por el lado del
Gobierno firmaron el Duque de Santoña y
D. Rafael Merry del Val, y que, comprendiendo
a los Oficiales prontos a seguir las inspiraciones
de aquél en otro tiempo célebre jefe del Ejér-
cito carlista, contenía el siguiente :

393
Artículo 1 .-Las Provincias Vascongadas y Navarra
continuarán gozando de sus respectivos Fueros en los
mismos términos que si no hubiera sobrevenido la
presente guerra civil ; mas el Gobierno no se reputará
obligado a guardar ningún género de consideraciones
a aquella o aquellas de las indicadas Provincias que
no se sometan a la autoridad del Rey D . Alfonso XII
dentro del plazo marcado en el artículo 6 .0 (z) si llegara
a triunfar de su resistencia por la fuerza de las
armas .
Todavía más tarde varias veces fué posible
a Vasconia salvar los Fueros, pues eran frecuentes
las declaraciones del Gobierno en este
sentido, siempre que la paz fuera inmediata .
Después de haberse verificado la hermosa operación
que libertó a Pamplona, fué trasladado
desde el mando del ejército del Centro al del
Norte el general Quesada . Antiguo moderado,
aunque muy adicto como militar al general
O'Donnell, su jefe en la campaña de Africa,
era muy fuerista . Cuando lenta y sólidamente,
sin atender a las impaciencias de la opinión
y de mucha parte del ministerio, pero apoyándole
en tal proceder metódico el joven Rey,
hubo organizado total y admirablemente el
(i) Un mes desde la fecha de la publicación de este
documento en la Gaceta de Madrid .

394
ejército, emprendió operaciones activas y venció
en Treviño, primera batalla de gran efecto
después de la Restauración . A los pocos días
(26 de Julio) dirigía a los Vasco-Navarros una
alocución que era parafrasis de la proclama que
el Rey había dirigido seis meses antes invitando
a la paz :
La Providencia que guía siempre los pasos de quien
aspira a cumplir sus deberes honradamente, ha querido
abrirme el camino de esta Ciudad (Vitoria) y colocarme
en medio de vosotros, aunque os tenían persuadidos
de que este ejército no podría forzar los desfiladeros
que guardábais con numerosas fuerzas atrincheradas .
He tenido la ocasión de saber por mí mismo vuestros
pensamientos, deseos y aspiraciones y que, después
de haber cumplido como valientes los deberes que,
los menos por voluntad, los más, obligados, os habéis
impuesto, tenéis hoy la convicción profunda de que
el triunfo de la causa carlista es imposible, pues las
fuerzas que en el Centro la sustentaban, disminuídas
por la deserción y las pérdidas diarias que sufrían en
su fuga, han abandonado aquel territorio que el Ejército
domina ya completamente y que recorren sus
pequeñas columnas para perseguir los dispersos, des-
pués de haber ocupado a ivliravet, Cantavieja y Collado
de Alpuente, quedando en su poder artillería, pertrechos
y defensores .
Venid, pues, a nosotros : nada debe ni puede deteneros
en ocasión que tanto os honra, poned la mano
en vuestro pecho y contestad franca y lealmente .
¿Porqué hacéis la guerra a vuestros hermanos si tenéis
la convicción íntima de que no podéis obtener el triunfo?

395
No está va España bajo el azote de una revolución
que puso las armas en vuestras manos, sino bajo el
Gobierno benéfico de un hijo de Reyes nacido en el
país, a quien conocísteis cuando en reinado de su
Madre eran tan felices estas Provincias, que es sabio
en mayor grado de lo que su edad permite, protegido
y bendecido por el santo y venerable Vicario de Jesu-
cristo en la tierra, que le distingue y quiere como a
uno de sus hijos predilectos ; y este Rey Católico 'al
subir al Trono os brindó con la paz y conservación
de vuestras instituciones que os son tan caras .
Volved a vuestras casas y Dios os bendecirá .
Si la proclama del Rey fechada en Peralta
el mes de Enero no produjo efecto en los carlistas,
aún ofreciendo la conservación del estado
foral, tampoco lo produjo la proclama firmada
en Vitoria a fines de Julio por el general en
jefe, a pesar de haber pasado nuestro ejército
de la defensiva a la ofensiva y de mediar dos
hechos de no escasa monta como el haber
descercado Pamplona y Vitoria . Es más : en
el otoño de 1875 el general Quesada preparaba
la ocupación de Vizcaya por el ala izquierda
de su ejército, y sin embargo quiso ver si podría
llegar a un Convenio por medio de los
trabajos que hacían D . Javier Barcaiztegui,
Conde del Llobregat, D . Miguel Loredo y el
cura Sr. Rebollar . Afirmaban Loredo y Rebollar
que parte de la fuerza vizcaina (tres bata-

396
llones) con parte de la Diputación carlista
estaban prontas y decididas a dar el grito
de Paz y conservación de los Fueros, y, en su
vivo deseo de obtener el concurso que también
conceptuaban muy probable, casi seguro, de
cuatro batallones más, pedían los negociadores
que el General en Jefe permitiese la extracción
del mineral de Somorrostro, condición a que
accedió Quesada y se cumplió durante un mes .
Prolongóse la negociación y todavía el 27 de
Enero 1876, es decir, un año después de la
proclama Real de Peralta, cuando no cabía
duda de que iba a terminar en seguida la guerra
por el esfuerzo de nuestras armas, insistía el
Marqués de Miravalles en acelerar su término
por estos tratos, y suspendido una vez el movimiento
de avance del General Loma, que se
hallaba en Somorrostro, otra vez fué suspendido
antes de llegar al Cadagua . A la verdad,
no estaba seguro Quesada pasados unos años
de que Loredo hubiera practicado gestiones
verdaderamente serias, y este antiguo tribuno
vizcaino (z) falleció sin haber llegado a dar
(r) Su momento de mayor brillo fué el de la junta
General de Guernica en 1864 . Con motivo de la discusión
habida en el Senado sobre Fueros, pronunció una arenga

397
las explicaciones pedidas por el General sobre
cosas siempre delicadas, explicaciones extrañamente
diferidas a pesar de ser tanto más
necesarias cuanto que Rebollar, después beneficiado
de la Catedral de Toledo, ha negado
con toda constancia que Loredo le trasmitiera
ciertos medios que al efecto convenido había
dado -Ouesada al agitado cacique ; pero todo el
país barruntaba un Convenio y conocía el
vehementísima, no reflexiva ni docta, que le dió popularidad
local tanto más fácil de obtener cuanto más se
declama, pero arenga que por su lado el Gobierno juzgó
sediciosa, mandando incoar una causa criminal . Precisamente
aquella discusión en la alta Cámara había sido
motivo de que acabase Aldamar de reanud'r sus relaciones
0
con Guipúzcoa, que año y medio antes había yo iniciado siendo
Diputado General en 1863 . Ya he dicho que la junta
celebrada en Irún le otorgó por su discurso la merecida
recompensa de conferirle la suprema magistratura foral .
En las efusiones de su reconciliación completa con Vasconia,
dolíale ver encausado a Loredo y decidió pedir a Cánovas,
Ministro de la Gobernación en el ministerio Mon,
y que se hallaba en Cestona, cesase esa causa ; pero teniendo
poca amistad con Cánovas, quiso que yo le acompañase
y apoyase . Así lo hice . Obtuvimos que Loredo no fuera
molestado más, no sin decirnos nuestro interlocutor que
había querido consignar que los procuradores a juntas
vascongadas no tienen la inviolabilidad de que disfrutan
los Senadores y Diputados a Cortes . Y a la verdad el tribuno
moderó su oratoria : fué en adelante menos belicosa .

39 8
espíritu fuerista de quien mandaba el ejército .
Sin embargo no lo hubo, y completando Loma
su movimiento envolvente y arrollador, avanzando
más Quesada y venciendo en Elgueta
al propio tiempo que en la extrema derecha
o sea en Peña Plata Martínez Campos, todo
lo decidió la suerte de las armas y quedaron
los Fueros a los pies del vencedor . La paz sin
transacciones fué un hecho al pasar la frontera
por el puente de Arnegui el tercero de
los Carlos de Borbón, pretendientes de la Corona
de España (i) .
Enfrente del error insigne de la política
antireligiosa y perseguidora de muchos liberales
vascongados (no todos ciertamente) , yo
no tengo valor para acusar a los carlistas vencidos
de haber sido ellos solos la causa de la
pérdida de los Fueros, pero si no lo fueron
(i) El general Quesada dirigió a las tropas como jefe
de Estado Mayor General una alocución fechada en Estella
el 8 de Marzo de 1876 en que decía :
*En un mes habéis destruido en buena ley el poder del
»enemigo sin transacciones onerosas ni compromisos para
»el porvenir y tenéis como trofeos ioo cañones, 40 .000
»fusiles, trenes de puentes, inmenso material de guerra,
»de telégrafos, de fábricas y sobre todo el más importante,
»cual es el haber terminado la guerra afirmando el trono
constitucional y legítimo de nuestro Rey .»

399
ellos solos en cuanto al origen de la guerra,
lo fueron por la prolongación indefinida de la
misma, por no haber querido jamás un Convenio,
por no haber soltado las armas cuando
se les aseguraba que los Fueros quedarían
como antes de la guerra, por no haber comprendido
que en 1839 se habían conservado las
instituciones venerandas pacificándose las Provincias
Vascongadas y Navarra antes que Aragón,
Cataluña y Valencia, mientras que ahora
sucedía exactamente lo contrario ; por no haberse
fijado en la trascendencia del restablecimiento
de la dinastía expulsada en 1868, por no haber
prestado atención al hecho culminante de que
el Papa Pío IX había reconocido al Rey Don
Alfonso XII y de nuevo había Nuncio en Madrid,
cambiando así totalmente el aspecto y
condiciones de la cuestión religiosa . Prefirieron
ser carlistas leales a su príncipe, y por esta
lealtad les alabo ; pero no hablen de ser fueristas
habiendo antepuesto su fanatismo religioso, su
consecuencia carlista, al menor miramiento a
los Fueros (i) .
(i) Tiene poco interés apuntar aquí lo que, quienes
más han pretendido reconcentrar en Cánovas la culpa
de la abolición del régimen foral, no pueden menos de

400
Queda consignado en anteriores páginas que
los liberales vascongados habían proclamado al
decir cuando algo les distrae de su pasión anticanovísta :
que a los carlistas deben las Provincias la pérdida de sus
Fueros (Voz de Guipúzcoa-2 .7 Noviembre 1897) . Pero
son de una lógica abrumadora dentro del criterio exclusivamente
vascongado las siguientes apreciaciones que leo
en el interesante folleto del Sr . Arguinzoniz (hijo) titulado :
El Alzamiento carlista de Bizcaya en 1872 y el Convenio
de Amorebieta . El ilogismo está en los que ante todo son
liberales o carlistas después de magnificar y glorificar
unas horas lo puramente euskaro y de anatematizar a
quienes tiénenlo en mucho, pero sin convertirlo en objeto
exclusivo de su culto y a condición de no posponer la
Patria española .
«Lo que merece llamar la atención es el rasgo distintivo,
»el carácter indeleble con que siempre se distinguirá el
»Convenio de Amorebieta Allí brilló por última vez
»la política bascongada, la que con tanta constancia han
»seguido siempre cuantos bizcarnos han puesto las gloriosas
»instituciones de su patria por encima de todo otro respeto
»político, siguiendo el ejemplo que en el curso de los tiempos
»han dejado nuestros mayores . En vano se buscarán en
»los actos más remotos de los carlistas bízcainos algo que
»sea tan verdaderamente tradicional ; aquel Convenio fué
»el último eslabón de la cadena gloriosa que unía al partido
»carlista con la historia entera de Bizcaya . Desde entonces
»se han seguido derroteros muy distintos ; los que abominaron
de aquel hecho, y fueron por desgracia a la sazón
»casi todos los carlistas de Bízcaya, renunciaron a la política
que en Amorebieta se había seguido, uniendo sus
»intereses, digo mal, subordinándolos a los intereses de
»un partido cuya conducta trajo necesariamente consigo

401
empezar y seguir la guerra civil que ésta sería
causa de la muerte de los Fueros, que no que-
»el que no se atendiera después como objeto preferente
»a la conservación y defensa de nuestras peculiares instituciones
en los casos en que podía y debía hacerse .
»Por eso desde Amorebieta no se registra en la historia
»carlista ningún acto de entereza con respecto a la defensa
»de los Fueros Al terminar la guerra civil (última)
»siguieron uncidos (los carlistas bascongados) al carro
»del partido, por dondo plugo al Rey conducirles, aban-
»donando por primera vez a merced del enemigo las insti-
»tuciones forales que debían serles tan caras Compárese,
en efecto, el Convenio de Amorebieta con la conclu-
»sión de la guerra en 1876, y compárese también la conducta
que siguió la Diputación a guerra de Bizcaya en
»1872 con la que siguieron los que estaban al frente de
»los destinos del país al terminar la segunda guerra civil
»Pocos bizcarnos habría que en aquellos supremos momentos
(de 1876) no recordaran con angustia la diferencia
de los tiempos, deplorando no encontrar otro hom-
>>bre que tuviese el valor de seguir el ejemplo trazado por
»mi padre . Y eso que en 1876 contaban los carlistas con
*aguerridos batallones, en 1872 con un puñado de volun-
»tarios solamente, cuyo número iba disminuyendo todos
ralos días.
»Los autores del convenio de Amorebieta salvaron los
»intereses de su país, dejando a su partido tal como lo
»habían encontrado al emprender su movimiento ; los
»prohombres que reglan los destinos de Bizcaya al terrninar
»la guerra civil envolvieron los intereses de su país en el
»naufragio total de su partido, sin hacer todo lo que debieran
»para salvarlos . `Mientras los unos, penetrados de la naturaleza
de sus obligaciones, encontraron en su patriotismo

4O2
rían hubiese Convenio alguno con los carlistas,
aunque perecieran las instituciones euskaras, y
»recursos bastantes para atender a la conservación de los
»Fueros, eterno norte de la política bascongada, sucumbieron
los otros sin intentar siquiera, que se sepa, el es-
»fuerzo supremo que su país les demandaba imperiosamente
4 como deber austero de conciencia, si es que no habían
»de confundir en la misma derrota la causa pasajera de
»un partido y la causa imprescriptible de los Fueros .
»Cuando estaban ya deshechas las huestes de Valencia
»y el Maestrazgo, cuando nadie quedaba en armas en Aragón
y Cataluña, cuando los corazones más animosos
»desmayaban agobiados por el número, y el enemigo enar-
»belaba todavía la bandera de parlamento bajo la cual era
»lícito, necesario tratar- de los intereses peculiares de nues-
tro solar, no hubo un solo CABALLERO que tuviese el arranque
»patriótico del traidor du Amorebieta ; acogiéndose todos
»cobardemente al amparo de una doctrina nunca practicada
con buen sentido en Bizcaya, que nos enseña que
»cuando no puede salvarse un partido político, sea el que
»fuere, deben sucumbir las instituciones seculares de Biz-
*caya .
»El que medite, andando el tiempo, sobre las postrimerías
de la historia foral de nuestro pueblo, habrá de
»parar forzosamente su atención en estos dos puntos capitales
. Descuella por una parte, en Amorebieta, el amor
»al solar bascongado, el noble propósito de salvar sus
»venerandas instituciones como fin principal en que deben
»poner su mira todos los hijos de esta tierra ; adviértese
»por otra parte, en los últimos días de la guerra civil, el
»olvido o la indiferencia respecto de tan caros objetos .
El partido que sucumbía dejaba en manos del ene»oigo,
c omo víctima propiciatoria, el depósito sagrado de los Fueros,

403
que jamás tuvieron una palabra de simpatía
para lo foral hasta que en Agosto 1875 repentinamente
resultaron bastante fueristas . Aun
cuando la pacificación de España había adelantado
mucho con el completo restablecimiento
de la tranquilidad en el Centro y estaba a punto
de lograrse en Cataluña, juzgó acertadís`mamente
el ministerio Cánovas que para restablecerla
por último con rapidez en las cuatro
provincias vasco-navarras era necesario un poderoso
esfuerzo de la Nación entera y decretó
una quinta de cien mil hombres. Acompañaba
al Real Decreto un largo y sin embargo vigorosísimo
preámbulo, de gran elocuencia y que
no vacilo en calificar también de razonado e
irrefragable . Terminaba aquel vehemente documento,
que no tenía por único objeto justificar
la dura medida sino además, como Cánovas
su redactor creyó necesario, levantar y
»El Convenio de Amorebieta en 1872 y el abandono en
»que quedó el país en 1876 son dos hechos que forman asona-
»broso contraste y que no podrán ser olvidados nunca en
»el curso de las generaciones futuras No serán los que
»antepusieron a toda otra consideración y respeto la sal-
vación de la patria bascongada quienes hayan de presen-
tarse temblorosos y humillados ante el severo tribunal
»de la historia .»

404
entusiasmar la opinión nacional cuando después
de haberse pedido reiterados sacrificios se
pedía este nuevo tan gigante y doloroso, del
modo siguiente :
Hay que dar fin a la guerra por las armas, ya que
los fanáticos defensores de una causa antieuropea y
para siempre perdida y ciertas provincias rebeldes
se han negado a prestar oídos a la voz clemente de
V. M . y han desdeñado el ramo de oliva con que los
brindara al principio de su reinado ; hay que acallar
perpetuamente la pretensión de cierto número de
habitantes del territorio español de sobreponerse por
la fuerza a la voluntad y las decisiones del resto de
la Nación ; hay que tremolar las antiguas enseñas de
Castilla y Aragón sobre las ásperas montañas en que
abrigan aquéllos sus rebeldías ; hay que mostrar que
la generosidad, y no la impotencia, ha protegido hasta
aquí sus vanidades insensatas, sus exigencias injustas
y sus ingratitudes sin cuento ; hay que hacer patente,
si es preciso, que el esfuerzo de los días de Isabel la
Católica y de Fernando dura aún en los de sus descen-
dientes; es necesario, en fin, salvar el honor de la mo-
narquía, el del ejército y el de la Nación entera, dos
veces comprometido en un siglo por criminales aven-
turas .
Gentes que disputan hasta su soberanía a la Nación
y al Rey legítimo, alentadas por la torpe condescen-
dencia de quien no titubea en dar a manos llenas lo
que no le pertenece ni puede fundadamente creer que
le pertenezca jamás, pretenden para colmo de inso-
lencia imponer al resto de la Nación un Monarca,
como si éste fuera el don, el servicio, el tributo único
que estuviesen obligadas a prestar a sus hermanos ;

405
como si ellas tuvieran el privilegio de dotar de Reyes
a la patria común, ya que hasta ahora han tenido el
de no darle ni soldados ni dinero para defender sus
intereses y su honor en el mundo . Hora es ya de poner
coto a tanta locura, y de ponerlo pronto y definiti-
vamente ; puesto que con toda su jactancia no osan
los enemigos de la Nación descender a los llanos para
medir en lucha leal sus armas con las nuestras, preciso
es buscarlos en sus montañas y ocuparlas, cueste lo
que cueste, con las armas . Si el sacrificio presente
no bastase a vencer, el Gobierno está resuelto a pedir
otro y otro a la Nación ; pero bastará seguramente .
Toda España comprende ya que en las montañas
pirenaicas no se lucha hoy por la religión de nues-
tros padres ni por la monarquía ni por el orden
social .
Por el contrario, todo eso se aspira allí a destruirlo
protegiendo, directa unas veces y otras indirectamente,
a los enemigos irreconciliables de aquellas
bases fundamentales de la Monarquía española . Los
valencianos y aragoneses, la gran mayoría de los
catalanes, andaluces, gallegos, leoneses y asturianos,
lo mismo que las capitales de Navarra, Alava, Gui-
púzcoa y Vizcaya, que por ser más ricas e ilustradas
están también más poseídas del sentimiento español,
saben bien que aquella lucha no es de principios, sino
nacional ; es una lucha que mantienen los habitantes
rebeldes de algunas provincias contra el orden, la pros-
peridad y la honra de la patria.
El Gobierno no estaría a la altura de sus deberes
ocultándolo; y al confesarlo, aunque con honda pena
en este día, está seguro de tener a su lado para sacar
triunfante la bandera nacional a todos los buenos
ciudadanos sin distinción de colores políticos . Un
esfuerzo más, un supremo y probablemente último

406
esfuerzo pide la Nación y el Gobierno en nombre
de ella, a la valiente juventud que llama a
las armas .
Quizás ante esta decisión enérgica y honrosa el
sacrificio no llegue por completo a consumarse ; quizás
las provincias rebeldes, que al cabo son españolas'
y sentirán latir su corazón a impulsos del amor patrio,
abran los ojos y rehusen el duelo a muerte que de otro
modo estarán obligadas a sostener con todo el resto
de la Nación española . Harto más les honraría esta
conducta que su temeridad fratricida, y muchos ma-
yores beneficios obtendrían de seguirlo que de man-
tener la guerra a todo-trance en provecho exclusivo
de un príncipe extranjero, que no tiene vínculo alguno
que le ligue con esta noble tierra, cubierta de ruinas
y anegada en sangre por su culpa ; de un príncipe
extranjero que invoca a su favor las novedades jurí-
dicas introducidas por Felipe V en la sucesión a la
Corona y que insulta la memoria del ilustre fundador
de la dinastía borbónica cuando pretende destruir
la unidad nacional por la que tanto combatió y los
principios cardinales que desde tiempos remotos son
la base firmísima de la Monarquía española .
El Real ánimo de V . M . se complacerá ciertamente
en aquella generosa esperanza ; pero aún para abrigarla
con algún fundamento, preciso es demostrar
con hechos a los rebeldes hasta dónde llega la inque-
brantable resolución de los demás españoles . Hoy
en medio de grandes victorias, y cuando los actuales
ejércitos creen con sobrado motivo que se bastan a
sí mismos para dar rápido fin a la guerra, el Gobierno
pide este nuevo y viril esfuerzo . De aquí deducirán
los enemigos fácilmente que si osaran prolongar la
lucha por más tiempo, correría a las armas para ani-
quilarlos la Nación entera .

407
Al enterarse los liberales vascongados de esta
soberbia recapitulación de los agravios que
habían sufrido y de los juicios que habían
ellos mismos emitido, prodúj9se en su ánimo
un caso psicológico muy frecuente : lo dicho
por ellos mismos les pareció muy mal diciéndolo
el Gobierno para sus propios fines . Suscitáronse
vivas polémicas en los puntos conservados
por ellos y el Gobierno : fué una'\ moda
contraponer al preámbulo del Real Decreto y '
su carácter antifuerista el preámbulo escrito
por el mismo Cánovas para el libro de Rodríguez
Ferrer titulado Los Vascongados . Libre
en 1874 de los puntos de vista creados por
las condiciones en que se ejerce el poder, algo
encauzada pero subsistente la Revolución, que
a poco llegó a avenirse sin embargo con la
Iglesia, había atribuído Cánovas la guerra civil
a la cuestión religiosa exclusivamente y había
reconcentrado en un ¡ha comulgado! ¡ha comulgado!
que exclamaba una infeliz mujer hablando
de D . Carlos, toda la razón de ser que en la
sociedad española, contristada con la persecución
religiosa de los fanáticos revolucionarios,
tenía la guerra civil (i) .
(i) Los liberales a que aludo incurrían por su lado

408
No he de esquivar el dar mi parecer sobre
cuestión tan interesante . Con y sin Fueros, en
en el mismo error que los carlistas al no tomar en cuenta
lo que restaba de fuerzas al Pretendiente el haber cesado
de ser motivo de guerra la cuestión religiosa desde el momento
en que ocupaba el Trono un ahijado de Pío IX,
rodeándole Cardenales y Obispos porque ya no había
orgías de impíos en templos y cementerios . No existía,
pues, contradicción entre uno y otro escrito de Cánovas .
Y los que opinaban que la había prescindían además de
este otro párrafo del famoso preámbulo de 1874 :
«No solamente los privilegios que han gozado hasta
~>aquf provisionalmente (los vascongados) y mientras se
«llevaba a cabo un arreglo equitativo que legalmente
»concertara sus derechos e intereses con los de otras provincias,
sino sus fueros locales, sus para mí también queridas
y venerables instituciones libres, y todo su estado
«social y político, pueden correr un día u otro gran riesgo,
»comprometiéndose ligeramente en defender causas que
»de su lado no tengan a la gran mayoría de la Nación .
»Lo que Godoy no llegó a hacer y lo que desde 1839
»a 1872 nadie hubiese imaginado, no tan solo por respeto
»a la fe jurada en los posteriores acontecimientos, violenta
»y TOTALMENTE llegará a realizarse algún día si en las pro-
»vincias exentas se arrancan con júbilo árboles plantados
»en señal de paz, prefiriendo una vez y otra a que lleven
«olivas el que ostenten hierros de lanza sus ramas Uni-
»camente me impele a decirlo el interés vasco .»
No cabía mayor lealtad ni más fijeza de ideas . Y si
no digo que el párrafo no era menos profético que leal,
es porque a causa precisamente de ejercer Cánovas el
poder en 1876, no se abolieron los Fueros violenta TOTAL-
MENTE .

409
cuantas ocasiones la sociedad española vea perseguida
la fe religiosa que casi toda ella profesa,
habrá guerra civil dentro y fuera de las
cuatro provincias vasco-navarras . Precisamente
porque han advertido los más ilustres revolucionarios
de ayer la fuerza que la Iglesia y las
creencias conservan por fortuna en las almas
españolas, han aprendido a gobernar después
de la Restauración sin variar el artículo constitucional
que consagra solamente la tolerancia
religiosa, pactando con el Papa la forma de
celebrarse el matrimonio, ensalzando a los Nuncios
en vez de expulsarles o de ponerles en
el caso de marcharse, autorizando mayor número
de conventos en vez de cerrar los que había,
aumentando también el número de Obispos
fuera del Concordato, concediendo un edificio
ministerial para que sirviese de Seminario conciliar
en Madrid (i), dando sanción civil a festividades
católicas que no existían en 1868 (2),
(i) Más tarde los mismos liberales accedieron a la
indicación del Obispo de que en lugar del ministerio de
Fomento le dieran su valor en metálico, prefiriendo el
Prelado situar el seminario en barrio menos bullicioso
con doble utilidad espiritual y temporal .
(z) Era grande la gritería que al modernizarse España
durante el reinado de D .a Isabel II suscitaba el extraor-

410
llamando a los Prelados alrededor del féretro
de Alfonso XII, aceptando la inspiración feliz
dinario número de días de fiesta entera y media fiesta
entonces de precepto, alegándose entre otras razones que
así no podía competir la naciente industria nacional con
la extranjera . Uno de los gobiernos más reaccionarios
(Narváez-González Bravo) entabló en 1867 negociaciones
con el Vaticano para la disminución de esas fiestas, y
gracias a la habilidad del Embajador Conde de San Luis
consiguió lo que deseaba, siendo Papa Pío IX, poco transigente
por lo general . Apenas hecha la reducción, comenzó
la gritería contraria y se restablecieron varias .
Pero antes de 1867 no era de precepto la de San José: dióle
canónicamente esta consideración y solemnidad León XIII .
Pues bien, el más demócrata de los Ministros de la Regencia,
colocado tantas veces entre la Monarquía, que cree por
el momento única posible, y la República, a que asiente
como doctrina, predicador contra el clericalismo, dió
sanción civil a esta nueva fiesta . Los moderados secularizaban,
un radical clericalizaba . Verdad es que estando
en el poder el elocuentísimo político a quien aludo hizo
algo que era bastante más que clericalizar el calendario :
dió en el actual Código Civil, que tuvo la fortuna de presentar
a la sanción regia, una extensión a la facultad de
la Iglesia para adquirir que le había sido disputada y aún
negada por nuestra antigua y nuestra moderna Monarquía,
y en la Exposición de motivos se expresó como sigue :

4 11
de la Reina Cristina de que fuera León XIII
padrino de D . Alfonso XIII ; concesiones excesivas
algunas, pero actos generalmente acertados,
grande y elevada política, en suma,
que merece sincero aplauso . Cierto es que después
de observarla durante un cuarto de siglo,
un día el partido liberal tomaba otro rumbo,
y volvía a viejas deplorables mañas . Había
sido natural que después de las abominaciones
y orgías de que fué víctima la Iglesia Católica
durante el período revolucionario, se produjera
la reacción religiosa, y ésta fué legítima, saludable
en su conjunto . Pero había de cumplirse
la ley inexorablemente común a reacciones y
»mativa, considerando que esta solución sería más con-
forme con el Derecho canónico . Pero obispos respetables
»que han levantado su voz en el Senado, y otros oradores
»insignes pertenecientes a partidos diversos y por diferentes
»y aun contradictorios motivos, han pedido la solución
»contraria, estimando que, restituida la facultad de adquirir
»y poseer a las Comunidades religiosas, se cumplirá en
»todos sus puntos el Derecho canónico, y habrá la igualdad
»debida entre todos los ciudadanos sin distinción de pro-
fesión y estado. La Sección, prestando atento oído a estas
»consideraciones y deseando marchar siempre de acuerdo
»con los dignos Prelados de la Iglesia, después de reco-
nocer a los monasterios el derecho de adquirir, ha supri-
mido entre las incapacidades para testar y suceder las
»de los religiosos ligados con votos solemnes .»

412
revoluciones : esta reacción religiosa cayó en
la imprudencia. Persona de muy firmes creencias
católicas, bien vista y apreciada en el
Vaticano, me expresó hacia el año 1898 su
temor de las consecuencias que tendría la
intemperancia en crear más y más conventos .
«Estamos, dijo, a merced de un incidente cualquiera»
. Y el incidente vino : un pleito vulgar
y un drama pésimo lo produjeron . Los estrados
de un tribunal y el escenario de un teatro sirvieron
para levantar cierta parte de la opinión,
y poco después sobrevino una nueva e indigna
campaña antirreligiosa, por supuesto a nombre
de la libertad . ¡La libertad! ¡Ah! los insultos,
los apedreamientos contra los católicos, la violación
de sus templos, esto es lo que al cabo
de un cuarto de siglo de benéfica paz y de
hermoso respeto a todos los derechos ha sido
llamado Libertad por el fanatismo masónico y
por el afán de cierta parte de los liberales de
restablecer apresuradamente en el poder a su
partido, caído unos meses antes a consecuencia
de las desdichas nacionales consumadas en otro
período de su mando . Sobre base tan escasamente
loable volvió a dirigir los destinos del
país (Febrero igo1) ; por fortuna, si por su actitud
en la oposición pareció que iba a sancionar

413
ministerialmente los gritos, lemas y actos de
las turbas que varios de sus prohombres movieron,
y sus medidas o soluciones tendrían
congruencia con tales antecedentes, condujéronle
la posesión, realidades y responsabilidades del
poder a respetar el statu quo sin introducir
ni la más modesta, meditada y necesaria reforma
en punto delicadísimo, a reserva de reincidir
en las habituales declamaciones y agitaciones
cuando otra vez estuviese en la oposición
(i) .
(i) Chassez le nalurel ; il revient au galop .
La política serena y elevada que observó y practicó
en cuanto a--relaciones del Estado con la Iglesia el partido
liberal democrático desde 1881 hasta rgoo fué una
excepción en su existencia . Vuelto al poder en i9oi, después
de tumultos favorecidos por varios de sus prohombres
que explotaban la emoción producida un momento
en la opinión por el matrimonio de la Princesa de Asturias
con el príncipe D . Carlos de Borbón, que pareció novio
un poco modesto para la heredera entonces del Trono
de España, y para todos los que izo fueron carlistas en la
precedente guerra civil ofrecía el reparo de ser hijo del
Príncipe último jefe del E ;.tado Mayor General del ejército
carli.,ta (a pesar de todo lo cual y sin que pasara mucho
tiempo D . Carlos de Nápoles supo granjearse unánime
consideración y simpatía) ; explotando además un incidente
de la entrada en un convento de una Señorita menor
de edad sin permiso o licencia de su madre, que reclamó
y obtuvo regresara su hija a la casa materna (la joven

4 1 4
Mas si es cierto que motivos de religión
llevaban a las Provincias Vascongadas a la
en cuanto fué mayor de edad espontáneamente volvió
al convento) : explotando igualmente la representación
de una pieza anticlerical, Electra, que hoy no hay una sola
persona que no confiese es una de las más desdichadas
producciones literarias oídas y leídas; en suma, halagando
las peores pasiones callejeras, cambió de rumbo, al renacer
sus antiguos resabios de molestar y perseguir alegando
que solamente se defendía contra el clericalismo,
todo lo que es catolicismo, religión . No obstante, si en
esta etapa suya en el poder dió una famosa circular para
cercenar el número de Asociaciones religiosas, detúvose
a medio camino, y se dirigió a Roma para conseguir el
mismo fin . Sus divisiones intestinas le hicieron caer del
gobierno antes de ejercerlo dos años, y el partido conservador
le reemplazó durante quince meses . Otra vez empuñó
el partido liberal las riendas en r9e5, y esta vez ni
proclamando ni realizando una amplia, sincera libertad
religiosa para disidentes y católicos, propúsose elaborar
una ley de asociaciones con el sólo objeto de dificultar
o imposibilitar que hubiera comunidades religiosas . No
obtuvo la fórmula conformidad de todos los liberales :
dividiéronse más honda y rencorosamente en varias fracciones,
sucediéronse en sólo diez y ocho meses cinco ministerios
del partido, que aniquilado y exánime se retiró .
Otra vez en i9o9 subió a gobernar el país . En seguida,
a pesar de agitarse cuestiones tan candentes corno la de
Marruecos, la de la autonomía de Cataluña, les incendios
de Barcelona, el fusilamiento de Ferrer y los procesos
todavía no fallados, fijó su atención en el problema
religioso, dictó alguna disposición que, permitiendo signos
exteriores en templos no católicos, no merecía por sí misma

4 1 5
guerra civil sin miramiento a los Fueros, como
lo hicieron muchos Españoles en tierra de
derecho común, no es menos indudable que
causar impresión en la opinión serena; pero a tal medida
unióse la ruptura o suspensión de las negociaciones con
el Vaticano, en virtud de procederse sin concertar con la
Santa Sede a prohibir la creación de nuevos conventos, a
formular un proyecto de ley hostil a las asociaciones re-
ligiosas y favoreciendo las laicas, sobre todo el intento
de laicisacióz de la enseñanza en las escuelas retirándose
de Roma nuestro Embajador . El país en su inmensa ma-
yoría se conmovió vivamente, aquietándose bastante al
ver que, por singular contradicción con lo que venía ha-
ciéndose, ora se recurrió al fin aunque misteriosamente
al Papa y de él se obtuvo consintiera durase dos años
la suspensión de creación de nuevas casas religiosas, ora
se tomaba una resolución anodina en cuanto a la ense-
ñanza del catecismo en las escuelas, y por último se en-
viaba nuevo Embajador al Vaticano .
Aquel período de la Restauración en que tuvo el partido
liberal espíritu de tolerancia y miras levantadas, fué de-
bido a que con el viejo progresismo fusionó un elemento
muy distinto representado por Martínez Campos y Alonso
11lartínez, y no es dado negar por otra parte que Sagasta,
aun habiendo sido Gran Maestre de la Masonería, no es-
taba dominado por el sectarismo, antes bien guiábale
su don principal : era hábil y experto en sumo grado, se
atenía a lo posible, y no dejó este don en herencia a sus
cuatro sucesores en la jefatura del partido . Muerto él,
muerto Alonso Martínez, separados de su estado mayor
Martínez Campos, Gamazo y Maura, el partido obedeció
al atavismo de su política propio, y de nuevo es clerófobo .

6
para proseguirla después de pacificado el resto
de España, entraba por bastante la soberbia
que naturalmente había dejado al país vasco
su prepotencia, obligando dos veces a los ejércitos
y los Gobiernos a pactar Convenios, a
tratar de potencia a potencia, y la seguridad
(resultó engañosa) de que en esta tercera vez
tampoco perdería las ventajas que no había
perdido con anteriores levantamientos y guerras
.
El argumento contrario a Cánovas y al nuevo
preámbulo era chistoso en quienes habían mirado
con buenos ojos la persecución contra los
católicos : preferían fijarse ahora en la causa
religiosa de la guerra civil, ellos que habían
proclamado la superioridad intelectual que sobre
el estado de ánimo de 1833 reinaba al presente
en Vasconia y que a su juicio impediría sacudimientos
del fanatismo si la Revolución destruía
el clericalismo vascongado, como no pocos
llamaban traspasando todo límite, desconociendo
toda distinción necesaria, no sólo a la ingerencia
del cura en la vida local y política, sino a la
esencia misma del sentimiento católico, a la
práctica severa de los deberes del creyente .
A costa de su conducta de la víspera pretendían
en la ocasión actual apartar la conse-

417
cuencia mortal para los Fueros predicha y
proclamada por los mismos liberales de toda
rebelión, fuese la que fuese . Por vez primera
oyéronse indicaciones fueristas en las pocas
poblaciones vascongadas donde se habían recon-
-centrado lós liberales . Pronto observó esta novedad
el Presidente del Consejo porque, a las
veinticuatro horas de haberse publicado el Real
Decreto y su preámbulo, pasó a los Gobernadores
de las Tres Provincias este telegrama para
calmar la emoción que se advertía :
~\ Prohiba V . S. toda polémica y toda man-festac;
ón sobre Fueros suprimiendo si es menester
los per-ódicos . El Gobierno tiene ya solemnemente
declarado que los que voluntariamente
presten obediencia al Rey conservarán el estado
de cosas cual en 1868 ; mas puede asegurar de
nuevo que si alguna parte de ese territorio
lucha hasta el último extremo y es dominada
a viva fuerza, el castigo hacia ella será inevitable
y lo exigirá imperiosamente el resto de
la Nación a quien pide tan grandes sacrificios .
Que los liberales vascongados estén entre tanto
confiados por su parte que el Gobierno del Rey
reconoce y estima sus servicios y no serán ellos
perjudicados ; la actitud necesaria del Gobierno
debe a ellos darles fuerza entre sus paisanos

418
para separarlos del mal camino que llevan y
traerlos a una pronta transacción que no recha-
zará el Gobierno . Haga V . S. de estas declara-
ciones un uso prudente y decoroso, pero bastante
para impedir toda mala inteligencia y tran-
quilizar los ánimos de los liberales todos y
principalmente de las autoridades forales . -
A pesar de las palabras traerlos (a los rebel-
des) a una Pronta transacción que no rechazará
el Gobierno, reprodujéronse algún tiempo des-
pués los rumores de que algo antifuerista pro-
yectaba éste, y se pensó en enviar a la Corte
una Comisión de las tres capitales, designán-
dome el Ayuntamiento de San Sebastián para
representarle . No creí que debía aceptar la
designación sin explicarme sobre lo que se
deseaba y lo que yo pensaba . Era demasiado
grave el caso para no hablar con franqueza,
sin ningún miramiento a lo que en un mo-
mento determinado fuese popular, pero aten-
diendo exclusivamente a que se iba reduciendo
lo que era ya posible obtener y a las contin-
gencias aún peores en un porvenir próximo .
Hé aquí mi respuesta al Ayuntamiento :
Recibo como testimonio de confianza con que me
honra V . S ., pero sin sorpresa, su atenta comunicación
. No tenía, en efecto, noticia alguna del envío a,

4 1 9
Jladrid de comisiones vascongadas : ignoraba su origen,
su objeto, su programa, aunque no es difícil compren-
der sus aspiraciones generales . Quizás ésta al parecer
sencilla invitación que se digna V . S . dirigirme suscita
el más grave problema que se me ha presentado en
el curso de una ya larga y agitada vida provincial .
Séame permitido recordar que no sólo actos perso-
nales míos sino también una serie de sucesos han dado
a mi nombre una significación de que no quiero ni
puedo despojarle. En tiempos de conmociones inmensas
y en medio de sacrificios de conducta sin cuento,
una sola idea ha sido en mí fundamental y me ha
hecho proclamar invariablemente que, alterando esta
tierra su antigua política, afiliándose la mayor parte
de ella a un solo partido, levantándose en armas contra
los Gobiernos que la Nación quisiera darse, las liber-
tades peculiares de los Vascongados hallarían su tumba
en la guerra civil . Parte del país tuvo el mismo punto
de vista, y en virtud de su apoderamiento cúpome
la honra insigne de dirigir mi voz a las Cortes . Otra
parte del país, la mayor, discrepó de tal apreciación,
y .la guerra civil nos dividió . Esto, si no bastara aquella
ruidosa divergencia, me exime de todo deber de asumir
la defensa de la generalidad del país .
Moveríame sin embargo a unirme a los que se
propongan defender la causa de los Fueros en su
estado actual mi amor constante a nuestras seculares
libertades, sentiría impulsos de emplearme en pro
de las instituciones que un día me estuvieron con-
fiadas y cuvos peligros suscitan en el alma vivas emociones
: todos mis votos, mis simpatías mis' ardientes
estén hoy donde estuvieron ayer . Pero no he (le contraer
im vasto, incondicional v complejo commapromniso . En
una comisión alejada de una esfera en que todo es
fuego, N • seguro de que me faltarían tanto los antiguos

420
bríos como me sobrarían desilusiones amargas, sobre
todo defendería por deber reconocido los principios
generales del partido liberal guipuzcoano y los inte-
reses concretos de la baja Guipúzcoa en que ha pre-
ponderado siempre una actitud conforme con m i
modo de ver, según la dirección que le ha dado su guía
natural, la muy liberal Ciudad de San Sebastián tan
consecuente en todas sus manifestaciones de respeto
a los Poderes que durante cincuenta años ha creado
la Nación .
A pesar del retiro en que me constituí, a pesar de
mi resolución de no volver a un estadio que abandoné
tiempo ha, por lo supremo de las circunstancias acep-
taría dentro de estos límites el encargo que V . S . ha
acordado confiarme . Mas el Ayuntamiento ha de ver
si un concurso semejante sería conforme con sus miras,
que no conozco, y con el objeto de la comisión . Uso de
lisura para exponerle mis apreciaciones toda vez que
V. S . me ha pasado desde luego comunicación escrita :
esa misma lisura tendrá sin duda la Ilustre Corpora-
ción para manifestarme cualquiera diferencia de pare-
cer que hiciese inútil mi aceptación limitada .
Dios guarde a V . S. muchos años . San Sebastián,
17 de Diciembre de 1875 .
Fermín de Lasala .
Al Ilustre Ayuntamiento de la M . N. y M . L . Ciudad
de San Sebastián (i) .
(i) El Indice de los Documentos del Archivo municipal
de San Sebastián dice lo siguiente : «Comunicaciones de
las Villas de Irún, Rentería, Hernani y Pasajes, disponiéndose
a mandar sus Comisionados a Madrid en unión
de los de esta Ciudad y de la Diputación a gestionar la
defensa de los Fueros ; proyecto de bases para hacer las

42421
Desistióse del envío de la Comisión, y el
Ayuntamiento quedó libre del compromiso de
contestarme. Pero a luego se presentó motivo
que hacía ineludible dijera cada cual lo que
pensaba sobre la crisis vascongada, y su solución
posible . Había pasado un año el Gobierno
de la República (siendo Presidente del Poder
Ejecutivo el Capitán General D . Francisco Serrano,
Duque de la Torre, y Presidente del
Consejo de Ministros ya el Capitán General
D. Juan de Zavala, Marqués de Sierra Bullones,
ya D . Práxedes Mateo Sagasta) sin convocar
Cortes después de aquéllas muy anárquicas
que disolvió el general Pavía, primer
pacificador al salvar el orden social; se había
restaurado la Monarquía hereditaria y legítima,
y otro año había transcurrido sin Cortes .
Mas las victorias alcanzadas, la gran extensión
de la zona arrebatada a los carlistas, la reconcentración
de la guerra en reducido territorio,
Exposiciones bajo un criterio; comunicación de D . Fermín
Lasala aclarando las condiciones con que aceptaría el
cargo de representante de esta Ciudad en Madrid para
la defensa de los Fueros, 17 Diciembre de 1895 ; acuerdo
del Ayuntamiento sometiendo dichas condiciones a examen
de la Diputación» . (Sección E-Negociado 2-Libro
2 .° •-Expediente N .o 13) .

422
permitieron al Rey Alfonso XII y su Gobierno
responsable convocarlas . Lo confieso : esta eventualidad
me tenía desde tiempos atrás dolorosamente
perplejo . Después de haber sido diez
años Diputado a Cortes por Guipúzcoa, no lo
fui en el último Congreso del reinado de Isabel
II, al que solamente Cánovas y tres amigos
suyos de la Unión liberal habían querido concurrir.
En las primera elecciones que se verificaron
después de la Revolución de 1868, los
ilusos liberales avanzados de la Provincia, después
de proclamar principios e iniciar actos
del todo contrarios a los sentimientos del pueblo
euskaro, creyeron que una candidatura suya
podría vencer la de los carlistas, y viendo
algunas dificultades, me propusieron que ellos
presentarían dos candidatos con su programa y
que yo con algún amigo mío nos presentásemos
con otro programa a nuestro gusto, marchando
después todos juntos en la campaña electoral .
No acepté, juzgando que su concurso me perjudicaría
en una elección por provincia, y los
carlistas les vencieron fácilmente . Me presenté
en Burgos, donde tenía crecidos intereses, y fui
elegido venciendo a dos candidatos oficiales .
Como Diputado por Burgos firmé la Constitución
de 1869 . Restablecido el sistema de

423
elección por distritos, arrogante el carlismo
aún en el muy liberal de San Sebastián, electores
de opiniones avanzadas llegaron a pensar
que mi candidatura sería la que tendría más
probabilidades de triunfo, y en efecto triunfé
en varias sucesivas elecciones disputadísimas de
aquellos años azarosos, siendo a veces el único
representante liberal entre los elegidos desde
Santander hasta Zaragoza (todos los demás
eran partidarios de D . Carlos) ; pero no pertenecí
a las fugaces Cortes que intentaron constituir
la República, porque después de mi
primer voto contrario a ésta en la célebre y
funestísima sesión del 11 de Febrero 1873,
parecióme debía decir a mis paisanos, como les
dije, que había quedado alejado con acto semejante
de las condiciones dentro de las cuales
sus mandatarios pueden servir a un país exento
o privilegiado ; pues una cosa es no ser ministerial
(no lo fué mi padre en la Endécada, ni
lo fuí yo en diversas circunstancias) y otra
es ser radicalmente adversario de todas las
instituciones . Así en 1876 podía yo optar .
Tomando yo en cuenta la especialidad que
tiene una tierra que disfruta de excepcionales
ventajas, habíame negado a admitir distinciones
reiteradamente ofrecidas por gobiernos muy

424
diversos y también puestos oficiales en que
hubiera podido servir a mi patria . No me pareció
esto un sacrificio, pero en cambio lo fué
muy verdadero resolverme a aceptar en las
circunstancias de 1876 representación euskara .
No me había encumbrado Guipúzcoa más que
Burgos : atrae más una representación de país
que está dentro del derecho común, pues permite
al diputado tomar parte en todas las
cuestiones económicas, administrativas, políticas,
que ser mandatario de un país exento o
de privilegio en cuyo apoderamiento se está
obligado a guardar inacabables contemplaciones
y abstenciones; nada podía convenirme tanto
como volver a representar una provincia libre
de la pavorosa cuestión que afligía a la Euskalerria,
ejerciendo el cargo con el mismo miramiento
con que, por ejemplo, iba a ser diputado
por Murcia el ilustrado y leal vizcaino
D. Mariano de Zabalburu . Pero Guipúzcoa, la
tierra en que nací, que representaron varios
de mi familia y que yo administré, era más
infortunada y me llamaba en sus angustias .
Habíame alejado hasta París y allí me llegó
la noticia que tanto temía recibir : San Sebastián
había resuelto elegirme Diputado a Cortes .
Juzgué me estaba impuesto por el honor servir a

4 25
Vasconia en su infortunio, si bien dentro, y
no de otro modo, del criterio que durante cin-
cuenta años había sido el de mi pueblo natal,
de mi familia, v aunque con alguna modifica-
ción justamente en pro de los principios fue-
rístas, continuaba siendo el mío . Me era cono-
cido que en San Sebastián se hallaba amorti-
guado el antiguo espíritu de prevención contra
mucha parte de los Fueros, y bien sospeché
que no me tomaría en cuenta el país los Fueros
que se salvasen y me liaría cargos por los que
se perdiesen . Lo que no me imaginé fué que
la Ciudad iba a adorar lo que había querido
quemar, pero sin estar dispuesta a quemar
lo que había adorado, que al ser por vez pri-
ine.ra fuerista entusiasta persistiera en ser consti-
tucional empedernida . A pesar de que yo había
sido en mi familia el primero que no se vio en
la obligación patriótica de pedir una reforma
de los Fueros forzosamente convertida en dis-
minución de los mismos y había podido ser
defensor de los que se conservaban, el respeto
a las tradiciones de mi hogar, mi propio parecer
sobre lo que se pudiera conseguir en tal mo-
mento, exigían que en esta nueva crisis no
prohijara una política de intransigencia insos-
tenible v que por el contrario mantuviese la

426
enseña transaccionista que ondeó allá donde
yo nací, y juzgué necesario escribir un Manifiesto
electoral . No era, sin embargo, prudente
publicarlo, pues la opinión castellana se hubiera
prevalido de los propósitos transaccionistas y
hubiera exagerado su alcance : era preciso que
los castellanos ignorasen lo que nosotros pensábamos
. Adopté por tanto la forma de una
carta al Presidente de la reunión electoral que
acababa de celebrarse . Tuve después en mis
luchas con la intransigencia fuerista la abnegación
de no publicar mi escrito y la solemne
conformidad que recibí . Doy humildes, pero
fervientes gracias a Dios de que tenga en mí
fuerza suficiente el deber para haber preferido
el silencio ante la imputación inicua de abandonar
o desamar la Euskalerria, de ser algo
como un traidor a una bandera que se me
quería imponer, que jamás fué la mía sino
opuesta a todo cuanto estaba unido a mi nombre,
opuesta a lo que en este mismo caso había
ya proclamado era mi criterio y habían aceptado
mis electores conspicuos . ¡Qué importaba
que yo fuera objeto, no víctima, de tanto
ultraje! Lo que importaba era que evitase al
país el perjuicio que entonces podía producirle
tal publicidad . ¿Cabe mayor amor a Vasconia?

427
Pero siquiera se trate de historia regional
(trátase también a mi juicio de interesante
episodio en el coronamiento de la unidad nacional)
han de darse los elementos para un
juicio sereno sobre los pensamientos fijos o
fugaces que hubo en Vasconia . Entrego con
absoluta confianza la correspondencia oficial
que sigue al fallo de quienes no estén dominados
por los apasionamientos de 1876 . Es larga,
pero me es necesario transcribirla . íntegra porque
contiene mi declaración previa, solemne, categórica
de que, siendo seguro habría ruinas en
el edificio foral, yo era enemigo de proclamar
el Todo o Nada, partidario, sí, de transacciones,
v contiene por otro lado la declaración de que
a mis lectores parecieron elevadas y por ellos
fueron acogidas con gran commmplacezzcia las consideraciones
que aduje .
París, 13 de Enero de 1876 .
Señor Presidente (le la reunión del partido liberal
guipuzcoano
San Sebastián .
Muy señor mío : Dos personas de mi intimidad me
dieron ayer aviso telegráfico (recibido al marcharse
el correo) de que en una reunión se ha decidido ele-
girme Diputado por el distrito de San Sebastián .
Los momentos son cortos porque es larga la distancia

428
a que me encuentro, v sin más espera a fin (le que
no haya demora (i), he de decir las consideraciones
que esta noticia ale ha sugerido .
Ante todo deseo conste que no he presentado mi
candidatura . No ignoro que hay quienes creen vengo
faltando a mis antecedentes, a los de una representación
que en I$ 4, reinstalándose el régimen constitucional,
tenía una persona (le mi familia, en iti, ;cj
un amigo ilustre para mí más que pariente, largo
tiempo llevada por ni¡ Padre en más largo período
por mí mismo . Algo se decía en épocas anteriores
de engreimientos y vanidades, v ahora se. censura
mi alejamiento . 1- sin embargo la causa de la diferencia,
si existe, es obvia : ir a,; interrumpi .í o acabó mi vida
política : no estuve en las últimas Cortes, cosa que
a nadie sorprendió v hoy , lebiera recordarse . :,:() me
retraería hoy : retirado estaba . Mentiría, no obstante,
si dijese que no venía pensando habría de hablarse
de mí para las futuras Cortes . Para otras me juzgaba
suficientemente apto . v dicho sea incurriendo en jactancia
antiguamente cens :rada, tengo la conviccioon
de que estuve al nivel (le las circunstancias no pocas
veces críticas, gravísimas . M :,s en el actual momento,
en la crisis espantosa en que está la tierra vas ongada,
ante Dios lo declaro . me siento por completo inferior
a la tarea más que ingrata chic sobre mi recayese .
Todo está en iní en completo decaimnii uto : vacilante,
perpleja mi intelil encia, s_ uro estoy de no acertar ;
perdidas todas las ilusiones, agobiado el ánimo, no me
sostendrían los antiguos bríos . Hubiera faltado por
lo tanto a la más vulgar conciencia si espontáneamente
(a) Las coninnicaciones eran por mar y a veces, en
invierno, estaban in tenrom)pidlas cuatro y hasta ocluí días .

429
me hubiera ofrecido a ir a las Cortes convocadas .
Es más : si en virtud de lo acordado fuera, declino
mis propios errores en los que, conociendo mi estado
moral, aúu quisieran darme la representación de un
país que atraviesa el instante supremo de su vida
tantas veces secular .
Esta representación . no obstante, conviene dejar
en claro que sólo puede ser la del distrito de San Se-
bastián, dada en elección uninominal, esto es, sepa-
rada de toda candidatura de lista, separada de todo
nombramiento por el resto de la Provincia . Es más :
la elección, para que esta vez vo la admitiese, habría
(le ser unánime o casi unánime . No me honro menos
que con las viejas elecciones unánimes con las más
recientes tan agitadas . Pero hoy no se trata apenas
de cuestiones generales, se trata sobre todo de la
suerte de la tierra euskara, de la suerte de los defen-
sores de los Gobiernos de Madrid, y ante la opinión
castellana y ante el Gobierno es preciso tenga la auto-
ridad de una gran votación quien vaya a Madrid a
debatir y tratar nuestro problema. ¡Ah! hubo disidencias.
Yo las he olvidado: y si he de tener menos
desconfianza de mí mismo, de la causa que he de
defender, he de desear el voto de los mismos que (le
mí creyeron debían apartarse .
Sea mi última observación en este orden de acla-
raciones que sería posible (no ciertamente probable
con la poca atracción, por no decir alejamiento, que
en mí ejercen ahora la vida política, la agitación a
que han de entregarse los políticos impenitentes) que
aquel nombramiento (le senador vitalicio que mi
insigne amigo el general O'Donnell llevó a la firma
del penúltimo monarca, (le nuevo fuese presentado
a la firma del monarca reinante por otro eminente
amigo mío . La cosa es eventual, es lejana, pero desde

430
ahora quiero se sepa que reivindico mi absoluta liber-
tad de entrar en virtud de real nombramiento en
una Cámara más propia, cuando no de mis años, de
mis desencantos .
Falta ahora exponer consideraciones de otro orden .
Todos pueden recordar que no di mi voto al príncipe
D . Amadeo de Saboya para el Trono de España ;
todos pueden recordar la decisión con que sostuve
al Rey Amadeo . Todos pueden recordar la distancia
que me separaba de la difunta Constitución de 1869 ;
todos pueden recordar qué respeto tuve a la misma
mientras no la derogó la abolición de la Monarquía
en el funestísimo día ii de Febrero de 1873 . Pues
bien, me propongo sostener con más ahinco aún la
Monarquía constitucional de S . M. el Rey D . Alfon-
so XII . Exígenme esto mis principios, y además las
perturbaciones espantosas por que ha pasado la Patria
me llevarán durante largo tiempo a apoyar, sin reparar
en distingos hoy despreciables a mis ojos, a los más
diversos ministerios .
Pero la cuestión más candente en un distrito vascongado
es la cuestión vascongada . Obsérvase un
radicalismo fuerista, un fuerismo absoluto explicable
por ataques ni generosos ni justos ni políticos, y que
no obstante yo, tasa fuerista siempre, NO PUEDO REPRE-
SENTAR . No tuz'o jamás en los pasados tiempos intrans_ígencia,
absoluli mo— 1laerista, el partido liberal guipuzcoano
. Con la conciencia de lo que en el fondo
serían los hechos materiales del país euskaro, dadas
ciertas opiniones harto indelebles, con la conciencia
de lo que el Gobierno podría en último resultado,
las transacciones prácticas, todo MODUS VIVENDI, han
tenido su adhesión y su defensa . Otros gritaban : " -ODO
O NADA . ¿Piensa cambiar de modo de ser? ¿RE-
CHAZARÁ LAS SOLUCIONES QUE VAYAN INSPIRANDO EN

431
Madrid las peripecias, ya no muy variadas, YA NO
DIFÍCILES DE PREVER EN SU DIRECCIÓN Y UNIDAD
NO FUERISTA, aunque ymizás todavía transigente? Tal
es la dificultad, dicho sea sin rodeo, de mi candidatura .
Ah! cuando se ha consagrado lo mejor de su vida
a una causa que creernos bellísima, poética, justa,
santa, y se la ve al borde del abismo ;quién con nobleza
en el alma no quisiera defenderla una vez mas en su
generalidad e integridad? Pero la política no es sólo
corazón . ; Av del iluso que a Madrid vaya sin dolorosas
-previsiones! Defendida la causa vascongada en su
generalidad como sea posible, la defensa tenaz, briosa,
intransigente, ha de ser a mi juicio para aquella parte
del país que tuvo previsión antes y heroísmo después,
para aquellos que todo lo han sacrificado en pro de
la obediencia a los Poderes Supremos de la Nación
respetuosos a su vez para con nuestros Fueros ; parte
meritoria y gloriosa de la tierra vasca y que es inicua-
mente preterida por titulados órganos de la opinión
o arbitrariamente no vista por no pocos directores
de la política grande, de la política nacional . Preciso
es librarse de inapresionabilidades infantiles : no es dado
a un partido /orinar deseos por antojos y caprichos .
Si un (lía fi té previsor, si otro día en aras de su previsión
fue heroico, pida el premio legítimo de su heroismo
y ole su previsión, PERO NO PRETENDA BORRAR SU
PREVISIÓN MISMA EN LOS ARRANQUES DE SU GENERO-
SIDAD O EN LAS NECESIDADES DE SU BIENANDANZA FU-
TURA . EL PARTIDO LIBERAL GUIPUZCOANO, COMO YO,
PREVIÓ, PREDIJO, PROCLAMÓ MUY ALTO QUE LA GUE-
RRA CIVIL SERÍA LA TUMBA DE LOS FUEROS . No SE
EMPEÑE LOCAMENTE EN QUE LO QUE FUE NO HAYA
SIDO .
SOSTENGA SU CAUSA, LOS FUEROS EN CUANTO
SEAN SU CAUSA : NO ASUMA LA TAREA, PARA LIBRARSE
DEL POLVO DE ALGUNAS RUINAS, DE SOSTENER LAS

LÍNEAS MÁS TENUES DEL EDIFICIO TAN SAÑUDAMENTE
COMBATIDO . Conformes estutvimmmos ayer . ¿Lo estamos
hoy el partido liberal g-tri1u.rzeoanao y yo?
A Uds . loca examinar lo que la reunión se haya pro-
puesto y lo que yo podría representar . Yo hubiera deseado
que en vez de una candidatura ordinaria hubiera
surgido una gran candidatura a la altura de esta
crisis . Ordinaria y todo la mía, fuera es hablar claro .
No son del momento habilidades ni imposiciones :
es Preciso esté desahogada la conciencia (le todos : en
el caso Presente la de los electores, la ruía . Todo dificulta
e imposibilita que yo represente mi antiguo, mi querido
distrito, tanto copio el resto de Guipúzcoa, si bien
por otras razones. Pero como no he de volver a escri-
bir, añadiré una cosa, y es la última .
La hora es suprema . Dicho con verdad lo que pre-
cede, dicho ante Dios y los hombres, no, no, no, jamás
faltaré, cuésteme lo que me cueste, a lo que llegue
a entender exija mi honor .
Quedo de V . afmo . S . S . O . B . S. M .
Fertnín de Lasala .
San Sebastián, 17 de Enero de 1870 .
Nuestro apreciable v distinguido amigo : Con eran
atención V NO MENOR COMPLACENCIA hemos leído la
interesante carta de V . de 13 de este mes en la que,
COLOCÁNDOSE A LA ALTURA DE LAS CIRCUNSTANCIAS,
expone MEDITADAS CONSIDERACIONES sobre su candi-
datura, sobre la delicada cuestión de nuestros Fueros
y sobre las graves Perturbaciones que en ellos pueden
ocurrir en la crisis que atravesamos .
Debemos decir a V . con franqueza que, en la pri-
mera reunión tenida por varios amigos pertenecientes
al partido liberal, se propuso a V . por aclamación
sin la más ligera discrepancia para la diputación de

433
este distrito ; ni directa ni indirectamente se había
hecho conocer tal deseo por parte de V . ni por la de
otro alguno en su nombre . Esta designación nació
aquí en el cuerpo electoral y fué ratificada poco después
en reunión numerosa con igual espontaneidad y una-
nimidad . Los electores no han podido olvidar, como
no olvidará nunca el país, los servicios que a él tiene
V . prestados y no han vacilado en declarar que V . por
su posición y su experiencia era en estos momentos
el señalado en primer término para representar el
distrito de San Sebastián, al cual por otro lado nin-
guno tiene, en nuestro sentir, los títulos que V .
Creemos, por tanto, ser fieles intérpretes, no sólo
de los electores de nuestro partido sino de muchos
que no están decididamente afiliados a él, al exponer
a V ., corno lo hacemos con la mayor serenidad, que
su elección, cuyo origen queda explicado, es aplaudida
por la opinión pública, y le tributamos en nuestro
nombre y en el de los amigos las más expresivas gracias
por haber respondido tan patriótica y dignamente
a nuestro llamamiento como nos hacían esperar sus
antecedentes y sobre todo su amor a la hoy desgraciada
Guipúzcoa .
Tenemos el gusto de presentar a V . los sentimientos
de nuestra consideración y del especial afecto que
le profesan sus siempre atentos amigos S . S . Q . B . 5 . M .
El Marqués de Rocaverde .-José Manuel Aguirre Miramón.-Juan
B . Acilon a .-José Manuel de Brunet
.
Apenas había transcurrido mes y medio cuando
fué un hecho la paz . En la alegría de tan venturoso
suceso, los liberales vascongados pensaron
sobre todo en la paz misma y en la libertad .

Aquella aparición del
434
fuerismo cesó en semejantes-
días . Recorrió el Rey Pacificador el
territorio de las Tres Provincias y los vítores
unánimes de los liberales y sus más vivas
adhesiones fueron dedicados a D . Alfonso XII .
De día y de noche se leían en San Sebastián
estas inscripciones : Al Rey Don Alfonso-Viva
la Libertad-Irúnt-Hernani-G¿telar ia-Viva el
Ejército . Además tuvieron un banquete las autoridades
y los voluntarios y me telegrafiaron :
San Sebastián, 5 (Marzo) Mo noche.
Fermín Lasala-Congreso-Madrid
Jefes y Oficiales del batallón de San Sebastián
reunidos en fraternal banquete con asistencia de
autoridades militar, foral y municipal y represen-
tación de prensa guipuzcoana con el objeto de celebrar
los triunfos del valeroso ejército español, el de
la libertad sobre el absolutismo, y la consecución
de la paz, han acordado en medio del mayor entusiasmo
saludar a 5 . M . el Rey corno dignísimo Jefe
del Ejército y corno Generalísimo de los Ejércitos
nacionales, y manifestar a la par a las autoridades
de las Provincias Hermanas y a los representantes
vascongados en el Senado y el Congreso la más afec-
tuosa expresión de su fraternal cariño y enviarles
el más entusiasta saludo por la consecución de la
Paz y el triunfo de la Libertad . Tenemos el gusto
de comunicarlo a V . por si se sirve trasladarlo a los
demás representantes en el Senado y el Congreso .
El primer jefe : Arcelus .-El segundo : _Albarellos,

435
¡La Paz! ¡La Libertad! ¡El Ejército! ¡El Rey!
¿Y los Fueros?
Las rígidas y severas prescripciones a que
el servicio armado sujetaba a aquellos disciplinados
Milicianos no les impedían aclamar la
Paz, la Libertad, el Ejército, el Rev ; impedíales
por lo visto aclamar los Fueros . Pero ¿qué
era lo que a las Autoridades civiles y a la prensa
después ruidosamente fueristas les impedía con-
sagrar en las expansiones de aquellos días un
recuerdo y una adhesión a las instituciones
veneran das?

1876
La crisis foral
La ley de modificación de los Fueros
La Paz restablecida, las Cortes reinstaladas,
devolvían a la política mucha parte de su
normalidad al amparo bienhechor del Trono
antiguo ocupado por preclarísimo Rey . Desde
la primera sesión pudo observarse en las Cortes
pasión antifuerista conforme al sentimiento predominante
en España entera ._ Inmensa fortuna
fué para el país vascongado que hubiera un
Presidente del Consejo de Ministros capaz de
un esfuerzo poderoso de razón y con ánimo
para lograr se sobrepusiera su plan de seguir
los procedimientos de la ley para muchos
caduca o caducada de 1839 y su concepto
no menos fundamental de la excelencia de los
organismos históricos._ Era, además de inmensa, -
inesperada fortuna. De que no se contaba con

43 ,~
ella en mi país abundan las pruebas : aduzco
ahora mismo una decisiva . La Restauración
había constituido el Ayuntamiento de San Sebastián
con individuos de un grupo de moderados
cuyas censuras a la Corporación anterior,
por creer que ésta gastaba exageradamente en
obras de defensa (le la Ciudad contra los carlistas,
habían sido muy vivas, y ahora una
vez instalado en la Casa Consistorial no quería
continuar tales obras, mientras seguían juzgándolas
necesarias o convenientes la Diputación
ordinaria y la mayor parte de la oficialidad
de los Voluntarios . Dimitieron los tres
individuos que formaban aquella Corporación
v los más de los Oficiales cuando el Gobierno
resolvió a favor del municipio . Ejercía interinamente
la autoridad provincial un Diputado
de partido . Los Senadores y Diputados a Cortes
recientemente elegidos pensamos, desde nuestra
primera reunión vascongada en Madrid, que
ante todo en aquellas circunstancias s=n iguales
era necesario dar aspecto y carácter más levantado
a la autoridad foral, volviendo a sus puestos
los señores de la Diputación ordinaria, y les
escribimos rogándoles que así lo hicieran . Contestáronnos
el 2 9 de Febrero en. carta colectiva
y oficial negándose a nuestro ruego, y su prin-

439
cipal argumento lo expresaban en los siguientes
términos :
Las circunstancias son graves, gravísimas, V el
país está quizás destinado a presenciar la desaparición
de sus venerandas instituciones . Sin preciarnos
de políticos profundos, preveíamos que esto podrían
acarrear los desaciertos de muchos vascongados, y
por esto privadamente v como autoridad hemos aconsejado
siempre el respeto y apoyo a los poderes constituídos
. No se nos ha atendido por el país en su inmensa
mayoría, como bien lo saben Vds ., v hoy todos
habremos de llevar las funestas consecuencias de tan
errada conducta Es opinión general que las Cortes
dictarán una »cedida más o menos radical en contra
de los Fu'ros y que esto lo liarán sin dar audiencia
a las Provincias, sin cubrir nin una otra de las prescripciones
de la Le vv de 25 de Octubre de 1839 . Si esto,
como parece, ha de ser así, las Diputaciones estarán
destinadas a representar un papel pasivo y secundario'
en este triste acto .
He dicho que la carta era colectiva, v en
efecto, además del Diputado General, el consecuente
marqués de Rocaverde, firmábanla sus
dos adjuntos D . Juan Bautista Acilona y don
Manuel Sánchez Salvador. Insistimos nosotros
y al fin logramos que los tres volvieran a ejercer
sus cargos .
Pues bien, lejos de dictar desde luego las
Cortes una medida más o menos radical, lejos
de procederse sin dar audiencia a las Provin-

440
cias y sin llenarse ninguna de las prescripciones
de la ley de 25 de Octubre de 1839, 0 Presidente
del Consejo de Ministros dictaba la Real
Ord n de 6 de Abril 1876 que suponía subsistente
esa lev y en actividad el régimen foral,
autorizando la celebración de Juntas para el
nombramiento de Comisionados que habían de
presentarse al Gobierno en observancia de lo
establecido por la ley - mencionada, y exigía
solamente que las autoridades forales y los establecimientos
provinciales estuvieran en las tres
capitales . Revelaba por lo tanto la Real Orden
que, contra lo que habían temido las Provincias
y expresaban sus mismas Diputaciones . se iba
a proceder por medio de conferencias para
llegar a un -- arreglo (i) . Había vo gestionado
(i) Las siguientes cartas, sobre todo la segunda, es-
critas por mí al Diputado General interino D . Saturio
Arizmendi, podrán servir para que se forme juicio sobre
la situación del problema foral en Madrid .
«Madrid so de Febrero 1876 .
«Señor Diputado General :
Muy Señor mío y amigo : He escrito a V . los (lías pa-
asados sobre las cosas urgentes ; hora es que conteste a
sus gratas del 4 y del ¡4 del corriente mes .
«Respecto a la primera me anticipé a manifestar a V . .
i yendo a verle en esa Ciudad al (lirigirmé a la Corte, cuán
agrande es mi deseo (le servir al país . He cle consignar

441
con mucho empeño que se tomase esta deter-
minación, y después de los años transcurridos
>que, aleccionado por la experiencia, previendo lo que aquí
»acontecería primero y lo que ahí podría juzgarse des-
»pués, a mis electores, (le quienes había (le recibir mi único
,)mandato, les hice saber previamente de qué manera y
»en qué términos podría asumirlo esta vez . Lo que pudiera
,>hacerse en pro (le la generalidad de la causa vascongada,
»bien les dije que lo haría, pero dándome prisa a añadir
»que, proclamado por ellos codeo por naí en tiempos anteriores
»que la guerra civil sería la tusaba de los Fueros, no debían
»ellos olvidar su predicción, como no olvidaba la mía, no
»debían empeñarse ea que lo que fue no haya sido . Aceptado
,u'sle pinito ole vista mío . en virtud de los sufragios emitidos
»después unánimemente, he tomado de nuevo asiento en
las Cortes, bien a mi pesar y sabiendo que me esperan
ufos sinsabores v amarguras más crueles .
«En las reuniones que los Diputados y Senadores hemos
»ienido, los acuerdos han sido unánimemente conformes
>con las indicaciones que contiene su carta de V . del 14 .
»Difícil será, no obstante . evitar con decoro la explica-
ción (le las causas de la guerra ante la explicación inte-
resada que por aquí se dá y que se reconcentra en la exis-
tencia de los Fueros . Y en esta parte no opinaremos del
»mismo modo . l .os más, casi la unanimidad, están en
un sentido, y si dicen su parecer será contradicho . Pro-
'curaremos apartar motivo tan delicado, pero no quiero
»ocultar que es niuv probable se presente al fin ineludi-
,hlemente . Por lo demás, la conformidad es completa,
'Tememos, en vista de la opinión arrolladora que es-
talla por todos lados aquende el Ebro, que el Gobierno
»se vea en la impotencia para contener las resoluciones
»en el punto en que pensaba contenerlas . El salón de con-

442
y después de haber llegado a la cumbre de todas
las dignidades a que en una Monarquía pueden
»ferencias ayer hervía y el Presidente del Consejo tuvo
»que lanzar en la sesión una alusión gravísima a la unidad
»de-la - patria,-- que no bastó a desarmar otras alusiones
»más directas de un diputado radical . Está visto, desde
>el momento que se constituya el Congreso no habrá mo>nento
«seguro para las instituciones vascongadas y ojalá no se
»proceda brusca y radi'almente .
«Continuaré manifestando a Vds . lo que ocurra, siem-
pre con verdad a riesgo de no ser grato lo que les comu-
nique .
«Quedo de `r . afmo, amigo
«Madrid zr de Marzo (le 1876 .
Sr . Diputado General
»San Sebastián .
,>¡Muy Señor mío y amigo : Impresionó mucho a mis
»compañeros la sesión de antes (le ayer como preludio
»de lo que ocurrirá apenas se constituya el Congreso, y
»alguno indicó la necesidad (le que nos reuniéramos de
»nuevo y (le que fuéramos a hacer declaraciones sobre
«cuál sería nuestra actitud al Sr . Presidente del Consejo
«de Ministros . Manifesté me parecía preferible que, de-
biendo yo comer ayer con el Presidente en casa de un
»amigo común, le hiciera las mismas indicaciones de una
»manera menos solemne y más amistosa . Así se acordó .
»Y en efecto, ayer indiqué al Sr . Cánovas las impre-
siones recogidas y lo que exigirá de nosotros lo que todos
»preven en las discusiones próximas . Hízose cargo (le la
»necesidad en que nos veríamos quizás pronto (le defen-
«dernos, pero añadió que iba a darnos un consejo leal :
»el de no dejarnos llevar por susceptibilidades sobre nues-

443
subir los ciudadanos y súbditos,
parecerá jactancia que la consider,
»tra dignidad a una intervención que, dado el
los ánimos, podría fácilmente provocar resoluc
»pidas y radicales en las Cámaras ; que él comp .
»madurez con que - debe procederse por los altos ,
»del Estado, si bien la unanimidad arrolladora de >a opi-
nión española exige que el Gobierno atienda a no des-
,>ampararla ; que él había hecho por las Provincias Vas-
»congadas dos cosas que éstas deben apreciar : en
»medio de la última agitación antifuerista, no dictar dis-
»posición de ningún género y aplazar toda resolución hasta
»las Cortes ;. 2 .", cuando solamente las capitales estaban
»libres . dar una representación completa a dichas Pro-
*vincias a fin de que se hagan oir en las Cortes . La guerra
»marcha de la manera que todos ven : el Gobierno, la Na-
»ción, obtienen una victoria completa, incondicional . Un
»lenguaje que recuerde que una parte de nuestra tierra
»ha hecho esfuerzos que se confunden con los de la Nación
de parecerá del caso en nosotros ; y nos dice lealmente y
»para nuestro bien que todo lo que pase de esto suscitará
»sin género de duda lo que hemos (le evitar : todo desen-
volvimiento que demos a la defensa de la generalidad
»del país sería peligroso. El ejército está en el país y allí
»ha de quedar por ahora ; por ahora también resoluciones
»y medidas que aconsejen las necesidades de cada día es
»natural que se tomen ; el calor que la cuestión tiene en
»toda España, y por lo tanto en las Cortes, puede hacer
»que las resoluciones y medidas sean más generales, y a
»nosotros no nos toca, a su juicio, agrandar ni animar
»sino reducir y calmar con la sobriedad y templanza (le
»nuestro lenguaje lo que al Gobierno como a todos inte-
resa se discuta y decida sin apasionamiento ni precipi-

444
resultado más_, capital y feliz que pudiera con-
seguirse y se consiguió por mi influencia enton-
ces no escasa, cuando no pretendía insensata-
mente lo que estaba en oposición directa con
>tación, aunque sin romper con la opinión visiblemente
»unánime y exigente (le la \ación . Después (le todo reco-
noce la libertad en que estamos para elegir el camino
»que nos parezca más propio con objeto de cumplir nuestro
_»mandato, y no se ofenderá de que difiramos de modo de
~ipén ar sobre cuál sea el mejor, por más que le parecerá
»a él imprudente cualquier otro .
»Ahora añadiré (los cosas : la t •+, que no pudo hablar
#con más lealtad el- Sr . Presidente del Consejo : y la z .°
»que entreví en él (no creo haberme engañado) deseo de
*que no se resuelva (le pronto en las Cortes el fondo (le
#la cuestión, (le contener a la opinión con medidas y hechos
»que pueden ser duros para el país que ocupó el carlismo,
con palabras fuertes empleadas por él v compromisos
*que él adquiera para lo futuro pero si este deseo servido
»por tales medios no contiene a las Cortes, él no ha (le
»creer terreno propio para resistirlas nuestra cuestión
,)vascongada, y procurando atenuar o aplazar lo que se
»quiera resolver sobre lo fundamental, en último caso
»dejará que se resuelva .
*De ello infiero que la .. base única de nuestra conducta
»es el Presidente del Consejo, que el no salir demasiado
*pronto o demasiadas veces a su encuentro en las Cortes
*es la condición primordial de nuestra intervención, (le
muestra marcha, así como ha (le convenir sepa que hay
» s~ibilidad vascongada, elementos vascongados, fuera
»de los rebeldes, que un lionibre (le gobierno ronco él y
»de su altura no ha de desconocer ni desechar .

445'
el criterio de Cánovas y la voluntad bien mani-
fiesta de la mayoría . Recuerdo que, apenas la
Real Orden estuvo redactada, me llamó una
mañana Cánovas a la Presidencia y me la dió
en proyecto para que la comunicase a los Sena-
dores N - Diputados, mis colegas, como lo hice
momentos después, a fin de variar cualquiera
expresión que nos molestase, sin que por esto
se variasen las cláusulas . El Sr . D. Mateo de
Moraza indicó la conveniencia de que se auto-
rizara la reunión de las juntas sin las cláusulas
relativas al punto de su celebración (Debo
consignar ahora mismo , a causa de lo que más
tarde habré de decir, que no pidió precediese
a la elección de la junta la elección popular
de los Ayuntamientos desapareciendo los que
estaban nombrados de Real Orden) . Hice pre-
sente que Cánovas había tenido por objeto
variar si acaso palabras, no suprimir cláusulas,
al darnos aquel proyecto. Esto no impidió
fuese absoluta v ardorosa la unanimidad para
»Aún no he visto a mis compañeros porque es temprano .
*Espero que se harán cargo de la necesidad de aguantar
»algunas saetas antes de (lar una carga a fondo sobre los
»adversarics .
»Quedo de V . afmo . S . S . (? . B . S . M .
FERMIN DE LASALA .»

4.16
reconocer la gran satisfacción que debían tener
las tres Provincias de que la guerra no hubiera
dado muerte a la organización foral, de que
se la viera funcionar de nuevo por disposición
del Gobierno, de que éste pensase proceder
ateniéndose a la ley de 1839 . ¡Cuán funesto
fué abandonar estas impresiones y entrar pronto
después en impresiones de amargura y despecho!
Por de pronto las Diputaciones reunidas
en Vitoria, cualquiera que fuese su fuerismo,
admitieron la convocatoria de las juntas bajo
las cláusulas de la Real Orden . Estaba muy
próximo el peligro de haber sido abolidos de
hecho los Fueros .
Pero, congregada la junta General de Guipúzcoa,
el Ayuntamiento de la capital, el propio
Ayuntamiento no elegido, Ayuntamiento de
.Real Orden que se había creído en aptitud y
con facultad de darme en el mes de Diciembre
la comisión de tratar con el Gobierno la deli-
cadísinta e interesante cuestión de los Fueros,
alegó ahora que no podía nombrar Comisionados
la junta para esto mismo mientras no
se compusiera de procuradores a su vez nombrados
por Ayuntamientos elegidos popularmente,
pues de lo contrario todo tendría vicio
de nulidad. En el fondo esto envolvía las más

4.47
monstruosas exigencias respecto del Gobierno
en semejante momento : acto continuo se hubiera
dicho que la plena libertad vascongada exigía
para negociar y tratar que antes de las elecciones
se levantase el estado de guerra, que el
ejército, al que tanto trabajo, años y victorias
había costado ocupar el país, se retirase del
otro lado del Ebro . Pero aun considerada en
su modestia aparente contenía la demanda
inconsecuencia no pequeña con la actitud anterior
; y sin embargo aquel nuevo punto de vista,
que, como acaba de indicarse, no expuso Moraza,
el jurisconsulto, orador y poeta del fuerismo,
al enterarse de las condiciones en que
se reuniesen las Juntas de Alava, Vizcaya y
Guipúzcoa, merece por una parte, es verdad,
que se vaya observando el vuelo que comenzaban
a tomar las reclamaciones vascongadas,
pero por otra parte y a causa de lo que poco
después ocurrió, que yo rinda a aquel Alcalde
y aquel Ayuntamiento, a pesar de que caían
en total olvido de su pasado, un sincero tributo
de respeto . Casi extraño el Alcalde al antiguo
espíritu ardientemente liberal y tibiamente fuerista
de la Ciudad, a la que no hacía mucho
había regresado después de haber vivido numerosos
años en la ultra-fuerista y levítica Vergara,

448
miembro de una familia que al menos en toda
la segunda época constitucional había sido no
menos amiga de los Fueros que de la Constitución,
al cumplir con estos antecedentes don
Antonio liaría de Egaña fué el primero y por
lo tanto más respetable de los que iban a ser
llamados intransigentes . Era desde aquel momento
sistema de menor ilegalidad euskara el
suyo . No de absoluta legalidad foral, pues sólo
pedía elecciones como las que se venían practicando
después de 1845, esto es, no con arreglo
a la secular organización foral sino según la
ley general de la Nación; pero al menos quería
empezar por base algo popular, quería que
partiera de unos comicios, aunque constitucionales,
y pasase por organismos forales el
parecer que el país había de enviar al Gobierno .
Y ciertamente lo que no fuera adaptado a este
sistema sería todo lo acertado que se quiera
(y por tal tenía yo el sistema que iba a preponderar
por más o menos tiempo), pero era
de mayor oportunismo, más posibilista todavía
que el propuesto por el Alcalde de San Sebastián,
no era derecho puro, inmaculado, virginal,
y una vez adoptado, cualquiera que fuese la
razón para ello, el sistema de lo práctico, de
lo posible, debía serlo con sus consecuencias

449
lógicas . ¿Es que el haberse apenas terminado
la guerra, el acaloramiento de la opinión española,
las Cortes prevenidas, si no hostiles, nada
de esto consentía . que se pretendiera hubiese
elecciones antes de iniciar negociaciones forales?
Pues la premura, la imposición central,
impedirían que se adujeran más tarde otros
motivos menos fundados para evitar conferencias
y convenios, y exigirían de quienes partían
de base tal como los Ayuntamientos de Real
Orden, de Diputaciones por ellos elegidas, que
con valor y sin remilgos dieran un corte a la
cuestión foral en su conjunto . Era de toda
evidencia para los menos perspicaces que, no
siguiéndose el parecer del Cabildo municipal
de San Sebastián, siquiera (dicho sea una vez
más) no fuese fuerismo puro, debía renunciarse
a oponer a los Poderes nacionales principios
rígidos, tradiciones intangibles ; debía cesar el
valerse de artes dilatorias y del Non possit1iZZUS .
Amoldarse a los hechos, deber a una organización
de hecho puestos elevados en la administración
todavía denominada foral, y desconocer,
desdeñar esos mismos hechos cuando en seguida
después del encumbramiento traían la necesidad
de hacer sacrificios, huir entonces timoratamente
de la deshonestidad de amoldarse algo

450
a las circunstancias, atenerse a la doncellez
de una doctrina de derecho encerrada en la
esfera de lo ideal, expresar secamente que no
se cedería, era empresa en *que se mezclaban
abultadísimas contradicciones propias para atraer
sobre los que así procedieran inevitable mal
éxito y una sonrisa justamente depresiva .
No siguieron al Ayuntamiento ni la opinión
del momento ni los liberales de la junta : unánime
ésta, otorgó sus ruidosos aplausos a la
impugnación de las reclamaciones del Ilustre
Cabildo municipal por D . Martín Garmendia,
quien le argüía de grave desobediencia a lo
preceptuado por el Gobierno de S . M. en la
Real Orden de 6 de Abril, a lo resuelto por las
Provincias Hermanas en su conferencia de Vitoria,
afirmando era lo importante para el
país no se presentase el proyecto del Gobierno
a las Cortes sin la audiencia enunciada en la
ley de 1839, y que la conducta de la Corporación
era ocasionada a complicaciones . Por cierto
que la viveza de los términos en que a favor
de una actitud de concordia con el Gobierno
se expresó el entonces y todavía algo después
transigente Garmendia dió lugar a que el Alcalde,
creyéndose acusado de un delito, se
reservase ejercitar su derecho donde, cómo y

451
en la forma que juzgase procedente ; y yo, declarando
respetábamos las intenciones al combatir
las opiniones del Ayuntamiento, corté la cuestión,
la cual por otra parte prueba que cuando
se trata de concepto no grato a sus personas,
suelen los más fueristas tener poco respeto a
la inviolabilidad de los Junteros por aquéllos
otras veces proclamada ruidosamente, y al principio
de que las juntas son un Poder en que
se discute libremente antes de tomar resolución
conforme o diferente de las tomadas por la
Corona y las Cortes . El Ayuntamiento que, por
su oposición decidida al aumento de obras de
defensa de la Ciudad contra los carlistas, no
gozaba del apoyo y simpatía del vecindario
poco antes bombardeado, fué destituído con
sumo agrado en tal momento de casi todos los
liberales de la Ciudad (i) .
El país en su conjunto estaba resignado :
(i) En reemplazo del Ayuntamiento intransigente se
nombró de Real Orden otro que se componía de los señores
Tutón, Amilibia, Echeverría (D . Eduardo), Sagastume,
Brunet (D. Alfcnso), Lizarraga (D . José), Güemes,
Urcola, Navarro, Osacar, Aurrecoechea (D . Norberto),
Alday, Albons, Múgica, Marticorena, Atorresagasti, Rezola
(D . Manuel), Reino, Gordón (D . Gregorio), Gandarias,
Ateaga, Eguino .

452
nada se había interpuesto aún para que dejara
de conocer que cuanto comenzaba a impo-
nérsele era el resultado previsto y proclamado
del triunfo final e incondicional de los Poderes
nacionales . La junta procedió todavía sin vaci-
lar y bajo la inspiración de los sentimientos
que abrigaba unánime el partido liberal cuando
estallaba y continuaba la guerra . Además de
las vehementes palabras del procurador Gar-
mendia, vertiendo sobre los rebeldes la acusa-
ción de que eran la causa de las angustias
fueristas por que ahora pasaba el país, el Dipu-
tado General Marqués de Rocaverde decía a la
Junta en su discurso :
Hoy somos de nuevo requeridos a tratar del grave
asunto (de la modificación de los Fueros) : pero lo
somos ¡para qué negarlo! en los momentos en que,
dominado el país después de haber sostenido parte
de él una guerra injustificada y criminal, se muestra
la opinión pública de España, en esta parte no del
todo reflexiva y justa, irritada más que contra los
causantes de la guerra, contra nuestras instituciones
a las que achaca los muchos males que la Nación
ha sufrido . Ciertamente que el motivo de la guerra
no es el que se alega : todos aquí conocemos la causa .
Muchos tal vez nos creeríamos capaces de atajarla,
pues sigue subsistiendo, si en lugar de atacar los Fueros
en lo que de bueno tienen, se nos permitiera hacer
uso de las facultades que nuestros antepasados nos

-153
han dejado escritas v que no por antiguas dejarían
de tener útil aplicación en el caso presente (i) .
El momento para proceder a un arreglo nos es
adverso . La pasión domina demasiado y los que hasta
aliora han estado dispuestos a abordar con franqueza
este asunto, al ver la atmósfera que nos rodea, faltos
de ánimo, a veces dudan si sería llegado el momento
de inclinar la cabeza dejándose imponer la lev del
vencido, y eso que hemos salido vencedores en la
lucha que da margen a estas medidas . Pero la templanza
y benevolencia con que se ha tratado a los causantes
de tanta desgracia, así como a los que con las armas
en la mano la han sostenido, arraigan en nosotros
el convencimiento v nos hacen contar con que, quienes
han sabido mostrarse humanitarios y generosos con
el enemigo, no pueden dejar de presentarse justos y
deferentes con los que todo lo han sacrificado por la
causa que ha triunfado .
Manifestaré, pues lo considero ele importancia suma
para que la Provincia conozca sus verdaderos amigos v
quiénes son los que la pierden, algunas consideraciones .
Aquellos que han sido autores, fomentadores y mantenedores
de la guerra civil, los que directa e indirectamente
han contribuido a ella, no sólo han hecho
de una Provincia feliz hace tiempo un país devastado
sino que han puesto en peligro nuestras seculares instituciones,
de las que ridículamente pretendían ser
únicos fieles guardianes . Por_ si esto no fuera evidente
para algunos, haré presente que el Gobierno por conducto
de su digno Presidente ha declarado que si
(i) Alusión a las disposiciones del régimex euskaru
(Fueros provinciales, Ordenanzas municipales) que permitían
reprimir al clero .

-1,54
desde luego no ha decretado la supresión total de nuesiros
Fueros, es debido únicamente a la consideración
de que, al lado de los que han causado el daño, nos
ve a nosotros constituyendo un partido numeroso
que en aras de su patriotismo ha sabido sacrificar
sus intereses y sus vidas por la causa vencedora .
De modo que el mismo Diputado General
de Guipúzcoa lo declaraba prodigándole la
Junta los más calurosos aplausos : los carlistas
eran la causa de que hubiera faltado poco para
la supresión total de los Fueros ; estaban en
gran peligro nuestras seculares instituciones ; el
momento para proceder a un arreglo nos era
adverso . La junta, con la sola excepción de
los moderados de San Sebastián (no todos),
opinó como el Diputado General y nombró
Comisionados con la instrucción de que, inspirándose
en el bien del país y en el acendrado
amor a las instituciones que todos sentimos,
proc-tirasen en cuanto estuviese a su alcance la
mejor defensa de tan sagrados objetos, teniendo
en cuenta para el mejor desempeño de su
cometido lo acordado en el punto segundo de
lo convenido en la Conferencia de Vitoria, los
trabajos que existen de las comisiones anteriores
y los demás antecedentes del caso . En
cuanto esté a su alcance, no era fórmula intran-

455
sigente y era muy meditada . Había producido
muy mal efecto en la junta una exposición de
varios vecinos (casi desconocidos) pidiéndole
que lograse del Gobierno la integridad de nuestros
venerandos Fueros, v se había limitado a
pasarla a la Diputación sin recomendarla .
El día i .0 de Mayo se reunieron en Madrid
los Comisionados de las Tres Provincias con el
Presidente del Consejo de Ministros, que deseaba
oirlas en cumplimiento del artículo 2 .° de la
Lev de 25 de Octubre de 1839, antes de presentar
la nueva que por el mismo artículo
estaba ordenado se presentase a las Cortes .
El Sr . Cánovas era de parecer que la última
guerra había suprimido el derecho de las Provincias
Vascongadas a que se conservase el
estado legal debido al Convenio de Vergara y
a la ley de 1839, pero que a todo evento era
preferible, ya que no quería él abolir íntegramente
los Fueros, modificarlos en cumplimiento
de la Ley citada y siguiéndose el procedimiento
por ella indicado . Las dificultades para entenderse
con las Provincias eran todavía tenues,
pero asomaban .
El Presidente del Consejo era aparentemente
responsable (más de lo que en realidad le correspondía
, aunque siempre le correspondía serlo

456
mucho) de un acto que desde luego causó
emoción en las Provincias y día por día iba
siendo más explotado contra él . Hecha la paz
y mientras recorría D . Alfonso XII la región
comprendida entre Pamplona y Santander, la
opinión nacional antifuerista se enloquecía más
y más . Sería inicuo no tomar en cuenta para
juzgar a Cánovas que entonces España entera
pedía la nivelación absoluta y que las Cortes
ya reunidas tenían igual apasionamiento en
esta circunstancia (i) . Encargóse en virtud de
(t) Aunque la tesis entonces adoptada en la genera-
lidad del país euskaro fub que la abolición obedeció única-
mente a un capricho de Cánovas en la soberbia (le su triunfo,
el intransigente compilador euskaro a quien aludo con
repetición en este trabajo y que tanto dista de su jefe el
muy distinguido, aunque ofuscarlo, Sr . Sagarminaga,
se vé obligado a expresarse como signe : tEn algunos pue-
ablos por donde pasó el Rey se hicieron alardes (le anti-
afuerismo ; . . . . las mujeres en el pecho, en las sombrillas
aV en la ropa de los niños ; los hombres en los sombreros
av chaquetas ; los músicos en los instrumentos ; en las col-
gaduras, los faroles, las puertas, los escaparates de las
atiendas, en todos los sitios se ostentaba esta inscripción
»Abajo los jiferos Ni aun entre naciones rivales y
,enemigas se ha visto estallar el odio en formas más vio-
»lentas y con encono tan ardiente Tampoco tiene
,nombre ni calificativo bastante duro la actitud de algunas
»corporaciones administrativas, así provinciales como mu-
+snicipales : 210 Exposiciones se presentaron a las Cortes

457
su plenísimo derecho de representarlo en el
Consejo de Ministros D . Adelardo López Ayala,
>de Diputaciones y Ayuntamientos de 23 provincias .
»scsbr todo (le Santander y Zaragoza . Solamente de Se-
»villa dejó (le haber reclamación . . . . 32 representantes
»de otras tantas provincias se reunieron en Madrid . . . .
»La prensa, con algunas excepciones . . . . comenzó a for-
.>mar opinión, mostrándose intemperante . . . . Los libe-
rales se reunieron para ahogar la libertad de los Vascon-
,>gados l (t4 n tilo-rl bol-ición de los Fueros.-Págs . 51-55),)
Otro escritor vascongado, apasionado, mas no vulgar,
acumulando con saña en un libro cuantos cargos pueden
hacerse con más o menos exactitud al liberalismo, com-
para estas manifestaciones antifueristas, que halla insig-
nificantes, con las muchísimas que se hicieron en 1869
en pró (le la conservación y en 1876 en pró del restable-
cimiento (le la unidad católica . Argumento verdadera-
mente endeble por falta (le congruencia en los términos .
La comparación propia del caso, esto es, de los documentos
v firmas favorables a uno v otro extremo del antiguo ré-
ginmen . sería confrontar el número (le las manifestaciones
encaminadas a restaurar en cuanto a lo religioso la lega-
lidad destruída en 1868 v de las manifestaciones que en
el mismo instante tuviesen por objeto conservar la lega-
lidad foral ; y de esto saldría malparado el escritor ; él afir-
ma que de 49 provincias, de 8604 pueblos hubo peticiones
con 2 .837 .744 firmas (más o menos auténticas) en pró
de la unidad católica . ¿Hubo (le 49 provincias, (le 8604
pueblos, peticiones con 2 .837 .744 firmas en pró (le los
Fueros? No hubo una sola petición . Y sin detenerme en
señalar que los integristas, correligionarios políticos del
escritor que sin duda entraban por mucho en tales Exposiciones
y firmas . dejaban . según se vi •, desamparados

453
quien dió a . su opinión todos los extremos
de su propia índole que de la inercia pasaba
a la agitación y la prepotencia . Influian en
su alma a la vez noble e impresionable las
muchas relaciones que por ser Ministro de
Ultramar con él cultivaban elementos santan-
derinos. Llegó a ser grave el estado del gabinete,
era inminente una disidencia, y a no dudarlo
la casi unanimidad de la Nación hubiera seguido
a Ayala . Conceptuó con buen acuerdo el Pre-
sidente que era necesario calmarle y calmar a
los de su parecer ; de aquí nació aquella pro-
clama de despedida del Rey , al ejército redac-
tada por el mismo Avala, debiendo haberlo
sido por Cánovas que hubiera usado de otras
fórmulas .
Soldados (decía la proclama en su último párrafo) :
Los ásperos trabajos que habéis soportado, las continuas
lágrimas que vuestras honradas madres han
derramado, el triste espectáculo (le tantos compa-
entonces los Fueros que hoy- se pretende unir a la cansa
del integrismo atribti , -endo la pérdida (le aquéllos al li-
beralismo abominable ~ • anatematizando, al carlismo
egoista que no quiso salvarlos puedo decir que se reveló
ardor para pedir una cosa v ninguno para pedir la otra
dentro (le la Península, v esto constituye prueba irrefra-
gable del estado de la opinión española en aquel período .

459
fieros que gimen en el lecho del dolor o descansan
en el seno de la muerte, quedan reducidos al espacio
(le una sola generación ; pero fundada por vuestro
heroismo la unidad constitucional de España, hasta
las más remotas generaciones llegarán el fruto y las
bendiciones de vuestras victorias . Pocos ejércitos han
tenido ocasión de prestar un servicio de tal impor-
tancia. Tanta sangre, tantos fatigas merecían este
premio .
Cuartel Real de Somorrostro r, ; de Marzo 18 7 6 .
ALFONSO
Jamás propósito loable de calmar produjo
mayor efecto de irritar : calmó en un lado,
irritó en otro. Un Rey guardando grandiosidad
en sus actos, podía haber anunciado en el
momento de encaminarse a las Provincias al
frente de su ejército que iba para establecer
la unidad constitucional ; hasta en el instante
de su entrada triunfal en Madrid después de
la campaña podía proclamar, faltando a alguno
más no a todos los miramientos, cuál era el
fruto conseguido ; pero ahora producíase el menos
elevado de todos los casos posibles, el de
haber mimado a esas Provincias en su territorio
recibiendo en cambio aclamaciones, y de
hablar contra ellas cuando las dejaba y ponía
el pie en Castilla para entrar en Santander,

460
merecedora de todo aumento de prosperidad, y
no obstante en aquel momento dominada por
pequeñas pasiones en su insostenible emulación
contra Bilbao . Tengo la idea de que el momento
tan ocasionado a dar al acto carácter reñido
con toda elevación de ideas no fué designado
desde Madrid para solicitar la firma del Mo-
narca . Santander no manifestaba disposiciones
de calurosa acogida al Rey . Alarmóse el Mi-
nistro de la Guerra, hombre leal, verdadero
caballero, buen soldado, sin muchas luces, san-
tanderino vehemente, v presentó la poética,
inoportuna proclama a S . M. Consiguió en el
acto su objeto, de bien poco vuelo . Santander .
aclamó mucho a D . Alfonso XII . Quizás fué
firmada la proclama, cuando lo fué, por una
casualidad . El general Quesada había dejado de
acompañar al Rey Generalísimo como Jefe de
Estado Mayor porque en una marcha, resba-
lando su caballo, se le había estropeado una
pierna . Cuando conoció la proclama se lamentó
de no haber estado en situación siquiera de
impedir que fuese firmada en Somorrostro, y
mucho tiempo después continuó opinando que
en sí mismo el documento obedecía a una mala
inspiración . El Rey no conoció más parecer
que el de su Consejo de Ministros en cuanto

451
al texto y el del Ministro de la Guerra en cuanto
al momento . Más tarde comprendió lo que por
su esencia y sus accidentes fué el acto de Somorrostro
. Sabiendo lo que había lastimado el
corazón de todo vascongado, liberal o carlista,
fuerista o no fuerista, aún teniendo a su alrededor
el mismo ministerio, supo con tacto
notable desagraviar a las Provincias Hermanas .
Cuando en 1878 estuvo en Vitoria para las
magníficas maniobras del Ejército del Norte
que acertadísimamente mandó tantos años el
Marqués de Miravalles, al recibir a las tres
Diputaciones provinciales y entablando larga y
detenida conversación, hizo el brillante y generoso
Monarca alusión lejana, pero clara, por
todo extremo delicada y sentida al poco feliz
documento, a la situación establecida con pena
suya . Habían entrado en la audiencia los Diputados
en actitud respetuosa, sí, y no obstante
reservada y fría : salieron siendo totalmente del
Rey. Los enviados de Vizcaya refirieron su
viaje a D . Manuel María de Gortazar, que a
pesar de ser Presidente de la Diputación y
jefe de los transigentes se había negado a ira
Vitoria diciendo : «no quiero vuelva a ser
»estrechada mi mano por la que me la estrechó
»en Somorrostro cuando ya había firmado la

462
»proclama», y Gortazar conmovido rindió homenaje
a la nobleza de Alfonso XII .
Así, pues, por haberse atemperado a la opinión
de Ayala, que era la de la unanimidad del
Congreso y del Senado, experimentaba Cánovas
el primer desvío de la opinión vascongada :
el segundo iba a sufrirlo por error exclusivamente
personal . Si es . que acertó al elegir el
procedimiento que seguía para ultimar el arreglo
de los Fueros, no lo usó del todo, y deteniéndose
a medio camino, dejó de satisfacer a
castellanos y a vascongados . Ya el procedimiento
ofrecía un primer peligro . Desde 1839
había sido incoado muchas veces y en situaciones
diversas : el Gobierno había llamado repetidamente
a los Comisionados para el arreglo,
y cumpliendo el deber de acudir, la verdad es
que las Provincias habían eludido, hábilmente
Guipúzcoa y Alava, ásperamente Vizcaya, todo
arreglo . Los progresistas euskaros un momento
preponderantes habían querido concertar ; los
moderados no se recataban dentro de la Euskalerria
para decir (menos en 1830) que no
querían concierto . Por su proceder rehuyéndolo
en 1841, les había dedicado fuertes censuras
en un escrito la Comisión Económica de Guipúzcoa;
pero año por año se había habituado

463
el país a que no se concertase y había llegado
a pasar por exceso de candor el querer arreglo .
Los Comisionados de 1876 no podían dejar de
estar influídos por el espíritu predominante
tantos años. ¡Ah! ¡si pudiesen tener la misma
fortuna que sus predecesores! ¡Si pasase la
tormenta sin verse obligados a concertar! Porque
iba produciéndose un hecho : a medida que
pasaban semanas y hasta meses desde la terminación
de la guerra y se acercaba el verano
con la prevista suspensión de las Cortes, al
principio muy al oído, a media voz después
se comenzaba a expresar alguna esperanza de
que tal vez todo podría quedar como venía
existiendo . Si el día mismo que el Pretendiente
D. Carlos pasó la frontera y quedó pacificado
el país, el General en jefe del Ejército victorioso
hubiera decretado en una orden general a sus
tropas, corno resultado de la guerra, que se
procediera inmediatamente a levantar una quinta,
a cobrar alguna contribución, nadie, nadie
lo hubiera extrañado en el territorio vasco,
eximiéndose a los liberales . A mí de nada me
servirían actuales denegaciones : tan pronto nie
hallaba en uno como en otro lado del Ebro,
y recuerdo con toda viveza que el bien de la
paz no permitía a los unos sentir más que el

464
gozo de la paz, la cual con nada se creía en
modo alguno pagar demasiado caro, así como
en la conciencia de otros estaba que merecían
todas las tristezas del vencimiento . Además,
una medida militar aboliendo los Fueros en el
último día de la guerra hubiera parecido ante
el país vasco un acto de la misma guerra, que
era su causa, y a la abolición se le hubiera
dado el carácter de inevitable efecto ; no hubieran
podido los euskalerriacos o intransigentes
adulterar los propósitos de los Poderes Públicos,
los cuales por inspiración de Cánovas,
muy propia de un hombre de su altura, iban
a decretar una solución que, acertada o no,
resultara serena, lenta, majestuosamente deliberada,
y sin embargo del propio modo que el
mismo Cánovas, han quedado a los ojos de
mucha parte de la ofuscada Euskalerria como
autores fríos, sañudos, implacables de una medida
violenta . Y si lo radical de la orden militar
llegaba más tarde a parecer exagerada, se hubieran
estimado entonces atenuaciones inteligentes
introducidas por una disposición legislativa reposadamente
deliberada . Esperado y sobrellevado
lo más, lo menos hubiera parecido . alivio verdadero
en una dura situación . No de otra
manera procedió Felipe V en otros países

4 6 5
forales . Así es que si se considera lo que a
Cánovas le hubiera presentado como personal~
meñte menos duro ante la opinión euskara, es
indudable que su opción fué errónea .
¿Pero optó? El estaba encariñado con los
organismos históricos, los hábitos seguidos, el
modo de ser que por tradición venera y prac-
tica un pueblo ; tenía vivísimos deseos de con-
servar cuanto fuese posible de lo que venía
existiendo en el país euskaro, y anteponía
esto a la gran fuerza que le hubiera dado en
la España irritada el planteamiento riguroso
de la unidad nacional ; sobre todo su predi-
lección a lo histórico y lo tradicional era más
que nunca del caso respecto de un pueblo
apasionado de sus tradiciones, que está_ situado
en nuestra frontera con uno de los mayores
y más unitarios Estados de la Europa contem-
poránea. Tan sólo quería Cánovas salvar de
alguna manera lo que él creía exigencia a un
tiempo de la justicia más elemental y de la
paz conseguida sin condiciones después de mucho
guerrear en tres provincias que, si habían levan-
tado varias veces batallones y más batallones
sosteniéndolos tenazmente contra los Gobiernos
de la Nación, con nada habían tributado nunca
para la Nación ; y a. n o podían continuar siendo

06
las únicas en la Península que no dieran soldados
para el ejército ni sumas al Tesoro .
Después de todo lo sucedido suponía a los
organismos históricos del país vasco en la
absoluta imposibilidad mental de negarse a
reconocer que esto era punto forzado para el
Gobierno, de desconocer totalmente su situación
propia en tales circunstancias . Y por otra
parte sin duda temía que, en el estado de excitación
en que se hallaba España entera, fuese
menos fácil traerla a moderar o disminuir lo
que una vez se hubiera impuesto militarmente
que pedirle moderación al imponer novedades
muy graves en el solar euskaro, pues que todo
cuanto se estableciera una vez por las armas
exigiría luego la Nación quedase establecido por
la ley: o lo que es lo mismo, que a las Cortes
podría presentárseles un proyecto conteniendo
proclamación ostentosa de unitarismo, realidad
de éste en bastante parte, pero sin llegar a
total nivelación ni a la uniformidad ; que si
por el contrario tal nivelación era decretada
por el General en jefe, sería imposible obtener
de las Cortes concesiones para el país vasco .
' Mis dudas , desde los primeros instantes acerca
de su acierto, dada su posición, desde un punto
de vista ni castellano ni euskaro sino español

.167
o europeo, adoptando él la marcha que se
trazó, no han disminuído con el trascurso de
los años . Las mantienen dos pareceres bien
distintos de hombres de Estado a cual más
eminentes sobre lo que un Gobierno ha de hacer .
Elogiaba entonces mucho Mr . Thiers a Cánovas :
maravillábase de los éxitos conseguidos en menos
de año y medio después de restaurada la Monarquía
legítima y constitucional ; atribuíalos a
que Cánovas había combinado en proporciones
debidas y justas la moderación y la fuerza, se
había colocado exactamente en el punto en
que se puede cimentar la libertad política y
la regularidad del gobierno, dadas nuestras
condiciones . C'est umn honame d'Etat, Load un
homine d'Etat, decía de él conversando con el
Marqués de Molins aquel ilustre ex Presidente
de la República francesa, su verdadero fundador.
Temía tan sólo que no hiciera bien el
jefe del ministerio español en no contener la
agitación contra los Fueros y en proponer que
se modificasen ; mas cuando el Embajador le
explicó que las Provincias habían desdeñado
la oferta del Rey de conservarlos como en el
reinado de Isabel II si renunciaban a seguir
la guerra civil, que ante la opinión irritadísima
de España entera ya no había manera alguna

46S
de evitar que en adelante. Vizcaya, Guipúzcoa
y Alava dieran soldados v cierta suma, si bien
se pensaba dejarles la elección v recaudación
de los impuestos, su autonomía, su organismo
histórico, el peritísimo prohombre de la Francia
replicó que, siendo así, tampoco estaba
conforme en que se llevase lentamente y se
resolviese a medias una cuestión como la que
acababa de explicársele . Alors un coup de
hache (i) . Por otra parte y en contra de la
política de resoluciones extremas, radicales, he
de aplicar al caso presente una idea profunda
que oí a Lord Salisbury . Hablábamos un día
en el Castillo de Windsor de la adaptación del
sistema constitucional inglés al Continente, y
aquel hombre insigne atribuía los reveses notorios
en el experimento a que el continente
había creído este régimen bueno en sí mismo,
y que de él podría servirse pronto acertadamente,
mientras la verdad es que aún en la
clásica Inglaterra no hay semejante excelencia
(i) Varias veces y muy extensamente me refirió el
Dlarqués de Molins este para mí muy interesante diálogo .
Posteriormente y de modo más somero la ha consignado
en su obra sobre la Embajada en París de su ilustre Padre
el Marqués de Alquibla,

4(x9
del régimen en sí mismo y sólo hay de favora-
ble que a fuerza de practicarlo se sirven de
él los ingleses con maestría ; y añadió : «por
»lo demás, con lo que nos va muy bien es con
»esta idea que es la más fundamental para
»los ingleses : ninguna oposición debe llegar al
»límite de su derecho, ningún gobierno debe
»llegar al límite de su poder» . Por todo esto
me inclino a creer desde un punto de vista,
repito, superior a la parcialidad castellana o
euskalduna, que acertó Cánovas ; pero además
para opinar así concurren tres circunstancias :
r . ',L , lo que es nuestra nacionalidad y su muy
relativa fijeza en sus apreciaciones ; 2 .a, que la
versatilidad de unas mismas oposiciones en
nuestro país es tal que los propios niveladores
n airados porque Cánovas no establecía desde
luego la uniformidad, poco tiempo después
prodigaban los más de ellos halagos en sentido
fuerista a las Provincias Vascongadas ; 3 .',', al
emprender Cataluña su campaña catalanista con
varios aspectos de separatista, en Vasconia se
ha conservado tanto y tanto de su autonomía,
el bizcaitarrismo se ha revelado bullicioso como
protesta contra las novedades nada radicales ni
totales y es probable, mejor dicho, seguro que
se hubiera manifestado más extenso y poderoso

•+70
contra la nivelación . Es por consiguiente muy
posible que Cánovas optó bien . Mas no he de
dejar de decir que si hubiera seguido marcha
más decidida en sentido unitario, no hubiera
tenido más numerosos enemigos en la tierra
euskalduna, la cual jamás se dió cuenta de que
entre los dos procedimientos N- soluciones entonces
posibles optó él por el procedimiento y
solución menos desfavorables para la Euskalerria
.
La censura que puede recaer sobre Cánovas
es la de haberse atemperado poco en el comienzo
de las conferencias a todo lo que envolvía el
procedimiento por él mismo elegido . Su falta
tenía semejanza con aquella otra en que incurrían
las Provincias : si éstas aceptaron el procedimiento
de las conferencias con tanto gusto
que _no pusieron reparo en que todo tenía esta
vez por punto de partida del lado euskaro
un conjuntó de Corporaciones sin origen, no
va foral, sino ni siquiera popular, corporaciones
de origen gubernamental, y no obstante a las
pocas semanas proclamaban los más rigurosos
principios forales, así Cánovas después de incoar
ese procedimiento creado por una antigua ley
que confirmaba los principios, si bien con la
anfibología, va que no antinomia, de que esto

:17'
se entendiera dentro de la unidad constitu-
cional, se puso en seguida a proclamar rigurosa
y exclusivamente principios constitucionales . En
uno y otro lado se salió pronto del criterio y
procedimiento adoptados así en Madrid como
en Vasconia . Adviértese, sin embargo, en seguida
que la inconsecuencia de Cánovas era más
explicable -- tenía la considerable atenuación
de que había él examinado de sobra los expe-
dientes incoados en asunto tan antiguo para
haberse enterado bien del sistema de defensa
adoptado desde 1839, y , fué casualidad feliz
para las Provincias que no supiese concreta-
mente que por fuera de lo consignado en los
expedientes, esa defensa la habían hecho fue-
ristas distinguidos y Corporaciones forales par-
tiendo de la base de que no había incompa-
tibilidad esencial entre uno v otro régimen .
En efecto, ya antes de la mencionada fecha,
cuando todavía estaba vigente en su integridad
el régimen foral pero era ya atacado con mucha
energía o apasionamiento, según hemos visto,
dentro de la misma Provincia, unas Observa-
ciones que hizo imprimir la Diputación foral
de Guipúzcoa en San Sebastián el año 1836 ,
no creian comprometer la causa euskara diciendo
que, si fuera exacto lo que se alegaba de que

%L
el país vascongado no daba dinero ni hombres
al Estado, habría que reconocer había alguna
demasía en la favorable condición ; pero las
Provincias rendían al Estado los mismos ser-
vicios que las demás de la Monarquía, que
las contribuciones eran enviadas Por ellas al
tesoro en otra forma . que desde iSi8 estaba
concertada una manera de compensar el ser-
vicio militar ; que si se quisiera regularizar de
un modo más seguro estos servicios, SI EL BENE-
FICIO QUE LA CORONA REPORTABA DE ESTAS
PROVINCIAS HERMANAS CONVINIESE FIJARLO SO-
BRE REGLAS MÁS SUBSISTENTES, todo podría
conciliarse sin ofensa de la adini-nistración del
país clásica en, sit género .
1 Se admitía por lo tanto aumento y FIJEZA
,en lo que contribuyera la tierra euskara . A luego
se admitía la obligación : es más, se admitió
la proporcionalidad ni más ni menos que como
lo decía la Constitución . Un hombre influyen-
tísimo, fúerista ilustre, pero maestro además
en el manejo de las mejores armas para sos-
tener la causa vascongada en la esfera polí-
tica de Madrid, que todavía no era entonces
hostil a los venerandos Fueros, a fin de usar
un lenguaje adecuado al modo de ser contraído
por la opinión en España, se expresaba como

473
sigue en la sesión del Congreso del 21 de junio
de 1841 :
Volviendo ahora a la ley (le z5 de Octubre, yo creo,
Señores, que su objeto si no exclusivo al menos muy
principal, es conciliar los intereses generales con los
de las Provincias Vascongadas . Sentada esta base,
yo pregunto al Congreso: ¿cuál es el interés de la
Nación en aquel arreglo' Yo creo que no es otro que
el de hacer que contribuyan a las cargas generales
(le la Nación en Proporció n de su riqueza v de las cir-
cunstancias especiales de su territorio . Y digo ahora :
si - aquellas Provincias tienen métodos de realizar este
srvicio, métodos populares, mejor concebidos v esta-
blecidos que los de otros países ¿será empeño prudente
privarlas de ellos reprimiendo sus libertades y amor-
tiguando el gran espíritu social que envuelven sus
venerandas y nunca bien encarecidas instituciones?
;A qué obstinarse en que vivan bajo el duro mando
de un jefe Político y una nube de empleados para
oprimirlas, cuando pueden seguir regidas por sus
,Juntas y Diputaciones que han ejercido siempre un
imperio tutelar sobre sus paisanos :
No se atribuya exclusivamente semejante
manera de defénder el régimen foral a las
excepcionales condiciones de sagacidad de don
Ascensio Ignacio de Altuna . Con él formaba
contraste el fogosísimo D . Valentín de Olano,
orador que hablando del aspecto que presentaba
el Campo del Convenio de Vergara en
la escena inmortal del Abrazo de Espartero

474
y Maroto, se expresó con una grandilocuencia
selvática que impresionó hondamente al Con-
greso . En punto distinto de la obligación de
contribuir (y de contribuir proporcionalmente
a las cargas de la Nación), en punto en que
poco a poco han ido creyendo bastantes vas-
congados que hay igualdad entre las partes,
co-so beranía, decía Olano en la misma sesión :
Hay, Señores, en este asunto un punto capital,
acerca del cual no han podido ponerse de acuerdo
las Provincias Vascongadas con el Gobierno . Protesto,
Señores, que cuando hablo de pasos dados por las
Provincias Vascongadas cerca del Gobierno ES EN
CONCEPTO DE SúBDITAS, no de potencia a Dolencia,
como ha querido darse a entender . Las Provincias
Vascongadas saben bien el carácter con que deben
presentarse .
No forma menos curioso contraste con el
actual neofuerismo de los que ayer en muy-
poco o en nada eran fueristas, este concepto
expresado por el gran azcoitiano :
Dicen que se nos quieren aplicar los beneficios de
la Constitución de 1837 ; pues bien, que se quite el
Fuero que sea contrario a la Constitución, pero que
no se nos quite lo que sea más liberal que la misma .
Con tales métodos en nada jactanciosos,
métodos de quienes conocían su situación (mu-

475
cho menos difícil y penosa sin embargo que
la de sus altivos sucesores) y , la manera única
de conservar lo esencial, que era no dar hombres
y dinero con el mismo sistema que las demás
provincias, conservaron en efecto los Fueros
aquellos preclaros varones . Pero véase ahora
la consecuencia de treinta v siete años de
incumplimiento de la ley de 1839 . Recuerdo
haber enseñado estos textos a uno de los hombres
que más influyeron últimamente en el
país vasco : antiguo progresista, antiguo funcionario,
hombre práctico que en la gran crisis
de 1876 apreciaba la necesidad de pasar por
acomodamientos, estaba impregnado en teoría
de la intransigencia mayor y negaba hubiesen
hablado con buen acuerdo Altuna y Olano,
pues él negaba la obligación, la proporcionalidad
y lo de subditas . Si persona de las circunstancias
de D . José Manuel Aguirre Miramón
expresaba esta disconformidad con los Maestros,
júzguese cual sería la corriente general . Habían
llegado todos a no gustar de más palabras
que las de independencia antigua, unión condicional
. Naturalmente, cuando las Diputaciones
elevaron una Exposición a las Cortes, todo fué
hablar de la independencia primera defendida
victoriosamente contra Romanos, Godos y Aga-

47 6
renos, contra los Reyes de Oviedo, de León,
de Castilla, de Navarra, de la incorporación
voluntaria y condicional . No se crea que, si
temo fuesen argumentos manoseados en libros,
Academias, escuela, foro, los desdeñe ; lo que
hago es señalar el grave error de creer que no
los desdeñase la política palpilante . Los verdaderos
maestros se habían atrincherado durante
el período anterior en decir : «Es verdad,
»los vascongados debemos sostener y defender
»la Patria común con nuestros recursos . ¿Cómo
»hemos de tener la idea absurda de disfrutar
»de sus beneficios y de no contribuir a levantar
»sus cargas? Es, pues, una obligación que reco-
»nocemos . El principio existe en el Fuero como
»en la Constitución . Si no hubiera más que
»Constitución deberíamos cumplir nuestro deber
»constitucionalmente . ¿Pero qué es lo que se
»ha hecho confirmando los Fueros? Reconocer
»que ese deber lo cumpliríamos foralmente . Es
»cuestión de método y forma para un mismo
»fin: si no se llena hoy por completo el fin,
»daremos más eficacia a nuestro método . El
>Fuero N- todo lo foral no es irreformable : hay
»procedimiento foral para reformarlo . Entre
»tanto nos hallamos persuadidos de que actual-
»mente contribuimos en forma foral tanto como

-1.77
,>si lo hiciéramos en forma constitucional, pero
»sin negarnos a subsanar cualquiera deficiencia
»verdadera» . Nadie ahora pensaba en hablar
así ; hubiera sido considerado como de dudoso
vasconismo el que así creyese oportuno defen-
der la causa euskara resolviéndose a usar el
lenguaje de 1841 (r) . Y no obstante aquella
(i) Los más eminentes fueristas eran en 185o transi-
gentes . Predominaba entonces en Vizcaya la bandera
de Todo o Nada cuando anunció el Gobierno a las Cortes
que iba a tratar de la modificación de los Fueros ordenada
desde 1839 . Agrupáronse cerca del Arbol de Guernica
personajes ilustres de Alava y Guipúzcoa para sostener
que sería impolítico el no entrar en conferencias con cl
Gobierno, v dirigieron al Señorío un escrito elocuentísimo .
No puedo dejar de citar algunos de sus párrafos más im-
portantes .
«Nosotros creemos :
»Que una gran parte de las novedades introducidas
>después (le la revolución (le 1840 son otras tantas infrac-
)ciones notorias de la ley (le > 5 cle Octubre v por consi-
,>guiente otros tantos hechos ilegítimos, de los cuales en
,>justicia se nos debiera (lar antes de todo inmediata re-
»paración .
»Pero creemos también (y estamos seguros de que no
,>hay un solo hombre sincero y leal que no piense lo mismo
ien Vizcaya) que esta reparación sobre la cual no cesaron
>de reclamar los Comisionados en Corte de las Tres Pro-
ivincias, y especialmente uno (le los infrascritos, hasta
x18 :16, es por desgracia harto difícil con respecto a algunos
#establecimientos, y presta romo condición preliminar

47 8
manera de expresarse genuinos fueristas del
partido liberal estaba lejos de parecerse a otra
»irrevocable, podría parecer hasta un insulto o presentarse
»como loza treta de mala lev a los ojos perspicaces y preve-
»nidos del Gobierno después del silencio que sobre el par-
ticular ha guardado el país en los últimos cinco años v
»sobre todo desptocs del sello utoral que el tierupo y otras cir-
*cuustancias superiores a nuestra voluntad han dado a
»semejantes novedades .
*Nosotros quisiéramos :
»Poder continuar el estado actual económico y admi-
nistrativo (le las Provincias Vascongadas por un tiempo
»indefinido e ir demorando un mes tras otro mes y un año
»tras otro año los efectos (le la ley (le arreglo, sin que ob-
tuvieran nuestro asentimiento ni el (le los Altos Poderes
»del Estado las innovaciones hechas en los últimos tiem-
pos del régimen foral .
»Nosotros hemos aconsejado y sostenido desde el pies
»de Septiembre de 184o acá semejante sistema, conside-
rando no sólo como el más conveniente para evitar la
»total pérdida de nuestros Fueros, buenos usos v costum-
bres que con aquellos Gobiernos (le nivelación creíamos
»gravemente amenazados, sino mirando además como
»una excelente po-ición desde la cual se pueden esperar
»las aún oscuras eventualidades del porvenir .
»Añadiremos todavía otra cosa . Alava y Guipúzcoa,
»persuadidas (le que la antigua constitución vascongada
»aplicada en toda su pureza reune más condiciones (le
»felicidad y bienandanza que cualquiera otra combinación
»política (le las que hoy pudieran discurrirse para esta
»tierra pobre e ingrata, porque es una organización com-
pleta y admirable en que no ha quedado desatendido
»ninguno de los grandes intereses (le nuestra sociedad,

4 79
casi unitaria v vehementemente constitucional
de ciertos hombres del país, que ya queda
,)desearían tener medios de poder obtener del Gobierno
»de S . M . y de las Cortes que volvieran las cosas vascon-
»gadas al ser y estado que tenían a la muerte del último
>Rey, seguras (le llenar mejor así no sólo las condiciones
»de su dicha doméstica sino también v además de los altos
»fines de Gobierno y conservación que deben proponerse
»los Estados .
»vosotros lo liemos encarecido así ; nosotros lo liemos
o estado sosteniendo con voluntad y perseverancia nunca
»cansadas por espacio de diez años, mereciendo (le unos
ala calificación de fanáticos, incurriendo para con otros
ten marcada y sensible impopularidad, sufriendo con
»labio mudo y ánimo tranquilo la crítica amarga de gran
»número de hombres honrados del país, muchos de ellos
»amigos nuestros (i) que suponían obcecado nuestro es-
píritu o comprometido locamente nuestro amor propio
»con grave daño de los intereses públicos, porque no pre-
»cipitábamos el arreglo dando de una vez solución a las
»dificultades v disgustos sin cesar renacientes (le seme-
,)jante situación .
»Pero nosotros, que si fuera preciso y así conviniese
»al noble solar en que nacimos, continuaríamos arrostrando
(i)
Alusión sobre todo a ni¡ Padre elegido persisten-
teniente por San Sebastián para que no se derogasen las
novedades antiforales de 1841, alusión al Diputado por
Vergara D . \felchor Sánchez Toca, fuerista menos acen-
tuado que los firmantes del documento que estamos
transcribiendo, alusión por último a los prohombres (le
la Ciudad que opinaban sería, cuanto niás diferido, menos
bueno el concierto,

4 80
consignada en otros Capítulos de este escrito
v continuaré transcribiendo . Al citar los textos
de unos y otros pretendo que resalten bien
»toda clase de censuras e impopularidad y deponiendo
»en aras del bien general hasta lo que más amamos v jamás
liemos sacrificado en nuestra vida que es la reputación,
»vemos hoy que es imposible de todo punto sostener el
»punto avanzado dentro del cual liemos defendido hasta
»ahora la fortaleza foral, PORQUE EL TIEMPO NO PASA EN
»SALDE PARA NINGUN PUEBLO NI- PARA NTNGUNA CAUSA,
»PORQUE ES IMPOSIBLE BORRAR LA HISTORIA DE UNA PLU-
»MADA Y HACER QUE NO HAYA SUCEDIDO LO QUE PASO ;
»porque no es culpa nuestra, en fin, que resueltas después
»de mil ensayos y pruebas, algunas de ellas sangrientas,
»todas las grandes cuestiones así interiores como exte-
riores que llamaban la atención y preocupaban el ánimo
»del Gobierno de S . M ., éste haya vuelto decididamente
»la vista hacia nosotros y contraído solemnemente ante
»las Cortes el compromiso de presentar el proyecto de arre-
glo foral en la primera legislatura .
>En una palabra v explicando nuestro pensamiento
>con la lisura y claridad con que deben liacerlo hombres
»que ven reverdecer desde sus ventanas el magnífico
»tradicional Arbol de Guernica . diremos :
«Que así como la política vascongada de que tiernos
»participado y que en gran parte tuvimos la honra de
»iniciar en r84o . ha debido ser y ha sido hasta ahora, dicho
»sea usando de una expresión vulgar pero exacta, la de
dar largas al negocio aprovechando mientras tanto toda
»ocasión favorable para mejorar nuestra condición, hoy
»que las circunstancias han variado y son superiores a
»nosotros, la política debe ser negociar en los términos
»más favorables posibles para el país y salvando en cuanto

4Si
los escasos grados de acierto que había en usar
el lenguaje predominante en 1876, que iba
»se alcance y de la manera que más convenga sus inmu-
»nidades y derechos .
»Negociar y negociar con . tacto, con previsión v con
"ventaja, es el única camina racional que puedan seguir
,Vos vascongados para salvar de la RUINA SEGURA las santos
»objetos de su culto .
»Álava y Guipúzcoa no lean fijado todavía sn plan de
»conducta después (le la reciente retirada (le -Madrid (le
»los dignos y respetables individuos que representaban
,>al M. N . y M . L . Señorío de Vizcaya . Pero la solución
»de este conflicto y las instrucciones consiguientes que
»}layan de dictarse a los comisionados en Corte no pueden
"demorarse, porque mientras tanto los (le aquellas dos
»Provincias, separados de sus antiguos compañeros, se
',encuentran en una posición falsa, comprometida y peli-
»grosa de que deben sacarles instantáneamente las Pro-
»Vlncias .
»Para eso henos venido a Vizcaya . para tratar frater-
nalmente de estos gravísimos v delicados puntos, para
»convenir en los términos de la audiencia (le que habla
»la ley de 25 de Octubre (le 1339, para prepararnos a ne-
»gociar, para negociar como siempre juntos, para no perder
»lastimosamente nuestras fuerzas, caminando unos en
»un sentido y otros en el opuesto, mientras que el ejército
»de las ideas invasoras (le uniformidad v centralización
»se presenta compacto y formidable a los pies del muro
»foral .
'Así obraron en casos difíciles nuestros padres cuyo
»GOBIERNO FUE UNA CONSTANTE NEGOCIACION CON EL
»PODER, asi corresponde que obremos CON DOBLE RAZóN
»los hilos POR LO MISMO QUE ES MÁS CRITICA NUESTRA PO-

482
a revelarse con tanta más crudeza cuanto más
solemne fuese la ocasión . Enfrente de semejante
estado de ánimos y de ideas era contraprodu-
cente lo que Cánovas tan deseoso de avenencia
hacía. No bastaba que fuera él mismo y él
sólo quien proclamaba los principios de unidad
constitucional sin pedir a los Vascongados una
adhesión o reconocimiento directo ; no podía
Cánovas aducirlos cara a cara y como impo-
sición sin suscitar reservas o protestas de los
representantes forales, aún en el caso de saberse
que la aplicación sería muy limitada : debiera
haberse contentado con que las soluciones prác-
ticas las implicasen como causa generadora .
rA qué decir a los Comisionados en sesión
inaugural solemne que los llamaba para dar
audiencia a la Provincias Vascongadas porque
iba a extender inmediatamente a los habi-
tantes de las mismas los deberes constitucio-
»SICIGN e infinitamente más graves y trascendentales los
»intereses de cuya suerte y vida venidera se vá a decidir .
»unión y seremos fuertes .
»TEDIPLA\zA N - JUICIO SI QUEREMOS SER ATENDIDOS .
»Guernica, 5 de Mayo de I8jo .-Irrigo Orlés (le Velasco,
»Marqués Viudo de la _1lanteda .-I - alenti'n de Olano.-
»Ladislao de Zavala .-Francisco de Palacio .-Benilo María
»de Vivanco,-Pedro de Egaña .,i

4 8 3
nales de la propia manera que desde hacía
tiempo a todos se extendían los derechos, que
había de quedar a salvo la unidad constitu-
cional de la Monarquía en los términos literal-
mente expresados en el artículo 6 .0 de la Cons-
titución de 1837, vigente cuando en 1839 se
confirmaron los Fueros sin perjuicio de la
mencionada unidad? Hubiera primeramente con-
certado en vez de dejarlo para después el punto
relativo a los servicios y hubiéransele presen-
tado cien ocasiones y motivos de declarar que
quedaba cumplido el precepto de la ley de
1839 imponiendo la unidad constitucional, ley
que según el Ayuntamiento de San Sebastián
en tanto confirmaba los Fueros en cuanto no
perjudicasen esta unidad . Sin herir como inad-
vertidamente hirió, hubiera podido sostener que
el prestar servicios permanentes de hombres y
dinero las Tres provincias era la realización
práctica y cumplimiento por todos los espa-
ñoles de unos mismos deberes del propio modo
que disfrutaban de unos mismos derechos . Ini-
ciar la totalidad del asunto adelantando la
famosa declaración teórica cuando con tanto
ahinco deseaba Cánovas un arreglo con la
representación foral, era vivir en los tiempos
de Altuna y Olano que hemos visto hicieron

484
por su lado declaraciones parecidas, pero que
tciíario-tfó carácter, pues eran espontáneas, y
otro fin (y aún entonces no hubiera dejado
de haber viva resistencia opuesta por elementos
vascongados) ; era no conocer la variación verificada
en el estado de los ánimos y sentimientos
en_ la Euskalerria . Y cuenta que resultando
sucesivamente mayor distancia y separación
entre tal estado en Vasconia y el estado de
los ánimos y sentimientos en el resto de la
Nación ., por mi parte continué creyendo inquebrantablemente
que como doctrina y como
método las declaraciones de aquellos dos esclarecidos
fueristas eran las únicas que podían
ser salvadoras . Todo lo que fuera distinto del
lado euskaro llevaba a la muerte o por suicidio
o por golpe ajeno . Alas del lado y en la situación
prepotente de Cánovas y en lo delicadísimo
que a todas luces se presentaba el caso, ciertamente
no imposible de ser previsto por quienes
conocieran a fondo las controversias antiguas
cada vez que se había intentado el arreglo,
era lo propio y adecuado decir : «Vds. ven que
»acabada la segunda guerra civil es necesario
»ultimar lo que desde que acabó la primera
»en varias ocasiones tan próximo ha estado
»a ser resuelto . La Nación necesita que en

4 8 ,5
>forma y manera de eficacia innegable las
»Provincias den hombres v dinero con que se
,)pueda atender a todas horas y donde quiera
>>que sea al orden, las cargas, el honor de Es-
»paña. Las Provincias, qne se han manifestado
»orgullosas de los servicios por ellas prestados
)muchas veces a la Patria durante siglos, tam-
»bién han manifestado en diversas circunstan-
»cias que comprenden no cabe sean inaltera-
>>bles los modos y formas de concurrir al bien
»de la patria cuando tan complicadas van
»siendo las obligaciones que crea el nuevo
»aspecto y constitución de Europa . Por lo
»tanto, se necesita pensar en que adquiera
»celeridad y fijeza el concurso que las Provin-
>>cias Hermanas dan a fin de que tenga la efi-
>>cacia que las condiciones de los tiempos actua-
»les requieren . Vds. han modificado frecuen-
temente los Fueros con la sanción de la Corona .
»Bilbao cree que la forma foral hoy vigente
»no le da la representación que le corresponde
>>en Vizcaya y desea se modifique . Sírvanse
»Vds . todos indicar las soluciones que creen
»puede alcanzar el problema planteado . Véase
»si, como me alegraré muchísimo, son propias
»para tranquilizar a las Cortes que están espe-
»rando impacientemente que yo les presente .

486
»una fórmula . Vds . ven el espíritu que las
»anima» . No estoy seguro de que se hubiera
obtenido mucho, pero de esta suerte no se
hubiera dado pretexto a negar principios para
retirarse de las conferencias huyendo de indi-
car soluciones : se hubiera hecho más evidente
la ninguna razón de eludir la respuesta, la
presentación de soluciones concretas, fuesen o
no aceptables . Renuevo ahora con la misma
convicción que cuando hace más de cuarenta
años discutí este punto con Cánovas en el
Congreso mi disconformidad con su procedi-
miento (i) . El propio Cánovas conoció sin duda,
aunque tarde, que su declaración escueta de
principios constitucionales no podía compa-
ginarse con los principios forales cuya áspera
invocación por la parte contraria provocaba él
irremisiblemente, no sin alejar de sí, tal vez
exasperados, a sus interlocutores ; por lo cual
quiso pasar a examinar soluciones concretas,
dejando de hablar de principios constitucio-
(i) Este punto relativo a la declaración de principios
por Cánovas y el relativo a las consecuencias del Decreto
(le 4 (le Noviembre son los únicos en que resultan muy
parecidos los juicios (le Sagarminaga en sus Memorias
históricas de Vizcaya y los míos, si bien para muy distintas
conclusiones en lo esencial .

4S7
nales, pero consignando en acta lo que él había
dicho antes . Debiera haber empezado desde la
primera sesión por donde acabó, ya que_ seguía
el procedimiento de las conferencias, o sea
tratando de los términos en que pudiera prác-
ticamente resolver el problema militar, fiscal
y administrativo . No cabe duda de que, aún
para atenerse a su criterio fundamental de
modificar solamente v de no abolir los Fueros,
tuvo en Cánovas influjo poco feliz una facultad
en sí misma admirable de su inteligencia, la
cual en seguida después de haberse manifes-
tado fuerte, poderosa, audaz además de ele-
vada, de pronto solía pasar a todos los extre-
mos de la sutileza . Los matices de su pensa-
miento, que eran no sólo prodigiosamente va-
riados sino exuberantes, no ayudaron, antes
bien impidieron el éxito en el rudo y ahora
apasionado ánimo de los Euskaldunas .
El error (repito que, en este instante y para
el único fin de examinar qué era lo más acer-
tado dentro del procedimiento de Cánovas, me
fijo en las dificultades inevitables del lado
euskaro) había de revelarse forzosamente en la
ley que se elaboraba y de trascender a las rela-
ciones entre el Gobierno y la Euskalerria .
Estableciendo la Constitución la igualdad y

+S S
proporcionalidad de las cargas para todos los
Españoles, estableciendo la Ley de 1839 el
principio esencial de la unidad constitucional,
v anunciando resolviera concretamente otra lev
todos los puntos no examinados todavía ¿a qué
comenzar esta nueva y tercera ley con la repeti`dión
por tercera vez, y más lenta e insistentemente
que nunca, de un principio en los
términos siguientes?
Artículo I .-Los deberes que la Constitución l a
impuesto siempre a todos los Españoles de acudir
al servicio de las armas cuando la ley , los llame y de
contribuir en proporción de sus haberes a los gastos
del . Estado, se extenderán, como los derechos constitucionales
se extienden, a los habitantes de las Provincias
de Vizcaya, cava y Guipúzcoa del mismo
modo que a las demás de la Nación .
Lo natural, lo que se hubiera ajustado a
todo lo recomendado por los tratadistas acerca
de la estructura y contenido de las leyes que
no han de expresar declaraciones genéricas
sino concretar obligaciones, hubiera sido que
la ley comenzara por el artículo II (suprimiendo
las primeras palabras) que dice así :
Por virtud de lo dispuesto en el artículo anterior
las tres provincias referidas quedan obligadas desde
la publicación de esta le\ , a prestar en los casos de

48 9
quintas y reemplazo ordinarios o extraordinarios del
ejército el cupo de hombres que les correspondan
con arreglo a las leyes .
Y natural y propio de la ley hubiera sido
igualmente que continuase expresando el mismo
precepto respecto de los tributos, para terminar
con las dos bien _pensadas disposiciones que
conceden al Gobierno latísimas autorizaciones
en cuanto a cambios de forma en la imposición
de cargas y en cuanto a exenciones de la ley .
Porque así es la humanidad : lo mismo que
por personal creencia se estima es bueno, deja
frecuentemente de ser grato y de admitirse
cuando se enuncia desde lado opuesto y es
rechazado cuando parece imposición ; y también
frecuentemente no siente ella tanto lo que
agobia como lo que humilla, sentimiento que
la honra y que no tienen los pueblos que están
en los últimos grados de la existencia social .
Ciertamente no agobiaron a las Provincias las
cargas que por consecuencia de la ley de 21
de julio de 1876 le impuso el primer Concierto
Económico de 1878, como quiera que no la
agobian, aunque son mayores . las cargas impuestas
por los Conciertos después firmados ;
pero si materialmente le hubiesen vejado más,
puede creerse que los ánimos hubieran conlle-

490
vado con menos pesadumbre tales obligaciones
mayores que aquella enfática, extemporánea,
innecesaria y humillante declaración de que,
cesando exenciones y privilegios, se bajaba la
condición, siquiera fuese a la muy' honrosa
que define la ley común para todos los Espa-
ñoles . Pocos estudios psicológicos se necesitan
para darse cuenta de que no conviene repetir
dos, tres veces a quien ha estado mejor que se
le baja a condición menos buena, aún en los
casos que . sea justo y necesario decretarlo así,
y para darse igualmente cuenta de la distinción
natural y profunda que hay entre las palabras
que hieren o ajan y los actos que oprimen o
perjudican, sin herir ni ajar . Era profundo
conocedor Cánovas del alma humana y debe
r'
creerse qué, si no se puso exacta y matemática-
mente en el punto preciso, fué primeramente
porque le dominaba la idea de que ante las
Cortes eran necesarias las más ásperas decla-
raciones unitarias para sacar adelante las cláu-
sulas relativas a un posible Concierto Econó-
mico N, a la conservación de la autonomía con
los organismos históricos, y después porque no
atendió a la psicología en Vasconia tanto como
en Castilla, justamente creyendo que, una vez
halagada la pasión igualitaria del otro lado

49 1
del Ebro, podría, a favor del contento castellano,
remover menos cosas vascongadas . Era
difícil conocer en un mismísimo grado la índole
vascongada y la índole castellana, aragonesa o
andaluza: aún siendo tan eminente psicólogo
Cánovas como era eminente estadista, sólo por
revelación sobrehumana hubiera podido aquilatar
que el euskaro encerrado en sus montañas
juzga y apellida esencialísima dignidad a lo
que en otras partes se llama amor propio, y a
qué extremos a veces nobilísimos, a veces
insanos, a qué mezcla de exactitud y de aberración
en el pensamiento le lleva un sentimiento
conmovido o alarmado tan fácil y más
hondamente que bajo el jovial y somero temperamento
meridional, bajo el rudo, áspero y
exteriormente insensible temperamento euskaro .
Bien he de decir después con toda franqueza
cuanto hubo de artificial N- amañado en la
agitación vascongada ; mas no puedo omitir el
señalar lo que fué un hecho, lo que de verdad
había en las emociones por que pasamos todos,
lo que pensamos entonces hasta los más transigentes
en nuestras más íntimas expansiones (i) .
(t) En carta confidencial del 24 (le Mayo . esto es,
inmediatamente después de presentada la ley a las Cortes,

492
Lejos estoy por otra parte de vacilación alguna
para estampar aquí con las más categóricas
palabras este dictado de mi razón v mi con-
ciencia : consideradas las opiniones y sentimien-
tos airadamente predominantes entonces desde
Gerona hasta Cádiz, desde la Coruña hasta
Murcia, es la ley de 21 de julio de 1876, a pesar
de sus defectos y de los dos errores de proce-
dimiento que precedieron a su presentación,
y vistos sus resultados nada ruinosos cierta-
mente y que aún pudieron haber sido menos
sensibles para la Euskalerria sin las faltas en
que también ésta incurrió con abundancia, el
míni~ra~-cm de los sacrificios que era de prever
impusiera la victoria nacional no limitada por
condición alguna sobre una tierra a que tantas
veces habían prevenido propios y , extraños de
lo que sería una paz sin Convenio (i) .
me decía el Marqués (le Rocaverde contestando a mi larga
carta del z que luego incluiré : «Su intervención de V . no
»tan sólo no está de más, sino que nos hubiera podido
»conducir a un resultado práctico en la cuestión del arre-
»glo foral si el malhadado artículo i .o de las bases pre-
»sentadas por Cánovas no se hubiera presentado en primer
»término, y lo que es más como condición indispensable
»para tratar de los demás .»
(i) No juzgué digno de mi íntima amistad con Cá-
novas, y siendo huesped mío en Cristinaenea, a donde

493
Llanamente reconozco que contra mí tenía
completa razón el Presidente del Consejo en
otra parte de la respuesta que me dió en el
Congreso . Después de protestar como es natu-
cuando era v cuando no era Presidente del Consejo venía
casi todos los años por pocos días o por varias semanas,
rió enseñarle este trabajo todavía no ultimado y que ha
bían leído algunos amigos y paisanos míos . El lo leyó en
el verano de 18go . Lejos de sentirse molestado por algunas
(le mis apreciaciones, reconoció explícitamente mi impar-
cialidad, aconsejándome que lo publicase después de las
próximas elecciones para las Cortes, cosa • que no hice,
porque me pareció más fundado el parecer del general
_lrteche que estimaba mejor dejar trascurrir más tiempo .
Cánovas me indicó solamente que en la corrección y am-
pliación a que iba yo a proceder entonces señalara con
más claridad la parte que cada persona tuvo en la pro
clama de somorrostro, cuyo recuerdo observé que le era
poco agradable .
Otro rasgo característico (le su hermosa índole, aun
siendo a veces dificultoso su trato, quiero consignar aquí .
En mucha parte escribí ni¡ libro sobre la Separación de
Guipúzcoa y la paz de Basilea refutando con documentos
inéditos varias (le las apreciaciones por él emitidas
en su Introducción a la obra (le D . Miguel Rodríguez
Ferrer sobre Los Vascongados acerca de la actitud del
país al verificarse la invasión francesa (le 1 794 Y
que yo ceñía a un reducido grupo . No solamente
no observé en él disgusto alguno sino que sé elogió mi
trabajo no hallándome presente .
-Muerto ni¡ eminente amigo, doy más calor (siempre
dentro de la inmparcialidad) a cuanto digo en defensa del

494
ral y forzoso contra el principio de Cánovas,
los Comisionados, si hubieran procedido bajo
inspiración mejor, no hubieran proclamado la
ruptura retirándose : hubieran pasado a examinar
la manera práctica, según lo habían
hecho otros predecesores suyos, de resolver los
problemas planteados . Cada vez se iba apartando
más la dirección de los asuntos euskaros de
la' calma y perseverancia que con la sagacidad
habían sido sus rasgos distintivos y le habían
dado renombre en España . Cuando el Duque de
de Medina las Torres fué nombrado por el Rey
Felipe IV Adelantado Mayor de Guipúzcoa, cargo
del todo antiforal, la Provincia se dispuso a reclamar
v escribió sobre ello a un guipuzcoano
ilustre, muy influyente en la Corte, D . Juan
de Idiáquez, de la familia que tantos Secre-
único digno de ser llamado hwnbre de Estado que España
ha tenido en el siglo XIX . El asesinato en Santa _lgueda
del valeroso defensor del orden social tan atacado, de
la integridad de la Patria ferozmente combatida, ha resul-
tado una desgracia nacional . 1'n año después (le su muerte,
estando en el poder sus adversarios, perdió España sus
últimas y todavía valiosísimas colonias ; y cuando llegó
el momento (le reconstruir algo que fuera poderío nacio-
nal, viéronse mucho tiempo en diferentes gobiernos va-
cilaciones y debilidades que contrastaron con la. energía
que resplandecía en Cánovas .

495
tarios del Rev dió a España, quien contestó
el 22 de Enero de z66z :
El Duque de Medina de las Torres por su calidad,
sus prendas y sus puestos es uno de los Ministros
que más suponen en la Corte, v así convendrá no
hablar por ahora de Adelantado de esa Provincia y
esperando a mejor sazón y guardando en el Archivo
con gran cuidado cuanto sobre ello ha resuelto S . M . a
favor de V . S .
Llegó la sazón y se suprimió el cargo . Pero
ahora no era la paciencia, la calina virtud de
los estadistas euskaldunas : precipitaron una
ruptura ruidosa . Y sin embargo a todos los
motivos que, a pesar de haber negociado rodeándoles
hecho tan prestigioso para Vasconia de
que la Nación toda a fin de acabar una guerra
de siete años se había visto obligada a firmar
un Convenio, tuvieron los Comisionados de
1841 y 1850 para seguir discutiendo soluciones
concretas después de haber opuesto protesta
general sobre principios, uníase ahora el motivo
novísimo y esencial de que justamente la última
guerra de cuatro años, sostenida cuando
en la Nación, caída la Monarquía tradicional,
también caía la Monarquía de la Revolución
y caía asimismo la República, ora federal, ora
unitaria, no obstante tan adversas circunstan-

496
cias una vez restaurada la antigua Monarquía
con nuevo y brillante Monarca, había terminado
sin mediar pacto alguno y por total vencimiento
euskaro . La Nación tenía respecto de
Vasconia una prepotencia desconocida hasta
semejante momento . Pero comenzaba a emplearse
un método que consistía en no acudir
a atenuar las novedades para no contraer la
responsabilidad de cooperar, ni aún bajo protesta,
a la derogación de cosas forales, al planteamiento
de otras que no lo eran . Al seguir
tal método Guipúzcoa, se apartaba, a juicio
mío, de la instrucción dada por la junta de que
los comisionados obtuviesen lo que estuviera a
su alcance de las varias cosas indicadas a su
conocido celo .
Después de adoptar dicho método por el
motivo mencionado, v además porque se empezaba
a tener alguna esperanza de que pasando
el verano sin arreglo podría obtenerse el Síalit
quo, adujeron los Comisionado£ les era necesario
conocer para hablar el proyecto de modificación
foral elaborado por el Gobierno, y
apoyaron su deseo en que el proyecto de i85 o
fué enseñado a los representantes de las Provincias
en la Conferencia. No se concibe que
esto se dijera en 1876 con más propósito que

497
el de dilatar que se entrase en materia de una
manera práctica, y sin embargo de que en mi
opinión las dilaciones serían más funestas a
medida que se normalizara la gobernación del
Estado, en aras de la armonía entre Vascongadas
excusé y defendí por entonces públicamente
semejante pretensión . En 185o presidía
la Comisión formada por el Gobierno y
paternalmente las deliberaciones el Marqués
de Miraflores, Padre de Provincia de Alava .
Quizás debe decirse que fué un error no aprovechar
tal circunstancia para acercarse más a
una solución, del propio modo que tampoco en
1841 se aprovechó la de representar al Gobierno
personas tan encariñadas con la tierra vascongada
como los señores Luzuriaga y Gambo a .
Pero en otras ocasiones no se había tenido esa
condescendencia, y claro es que ahora, aún si
hubiese sido dudoso en esta parte el texto de
la ley de 1839, se interpretaría en sentido de
hablar las Provincias, de oir el Gobierno . Mas
el texto no daba lugar a dudas, no había equívoco
posible : no habían de oir los Comisionados,
deliberar las Diputaciones y notificar al Gobierno
su resolución ; el Gobierno tenía la obligación
de oir, el derecho de resolver, ora sólo,
ora con las Cortes : otra cosa era una inversión

498
caprichosa e insostenible de las respectivas
situaciones, A las Provincias les tocaba aducir
las razones que creyesen había para que, en
cada caso en que su situación foral o de hecho
era diferente de la del resto del Reino, el régimen
de éste no les fuese aplicado . Verdad es que
Cánovas pudo facilitar la solución de esta difi-
cultad secundaria : sin leer el proyecto, y menos
aún entregarlo, pudo sin desdoro alguno haber
planteado por medio de alguna enunciación
verbal cuatro, seis puntos en que deseaba saber
lo que opinaban las Hermanas ; y poseía de
sobra arte y maestría para haber hecho inevi-
table que los Comisionados expusieran sus obser-
vaciones . Pero la rigidez fué igual en ambos
lados .
Presentóse además una circunstancia que sor-
prendió . Cánovas poseía mucha más riqueza
¿le conocimientos que la necesaria para saber
que no había hecho mella en la Euskalerria
la impugnación castellana de las alegaciones
euskaras sobre la independencia euskalduna,
jamas interrumpida hasta la incorporación que
las Provincias han sostenido siempre fué volun-
taria y condicional para Alava y Guipúzcoa,
hasta la unión meramente personal de Vizcaya
con Castilla por haber llegado a_ ser el mismo

499
para ambas en virtud de sucesión dinástica el
Sumo Imperante . Pero lo que ningún político
ni jurista podía imaginar es que los directores
ilustrados de una región española lindante con
la Francia tan niveladora de 1789 . en ningún
caso y sobre todo habiendo perturbado y arruinado
esa comarca al resto de la Nación durante
cuatro años para imponerle una dinastía, un
sistema de gobierno con la guerra más sañuda
y que acabó con el resultado más infeliz y
triste para la región ; que esos directores ilustrados,
según iba diciendo, sostuviesen pertinazmente
con razones ya no empleadas en el
mundo la siguiente tesis : se conserva incólume
e intangible el derecho creado por la glorificada
anexión condicional a Castilla cinco o
seis siglos antes, sin que atentado alguno contra
Es-paña, su derecho, su paz, sin que vicisitud
alguna de derrota y vencimiento en la empresa,
revés alguno de los que están en los destinos
humanos, nada bajo el cielo tenga virtud y
eficacia para mermar ni modificar el pristino
derecho en su pristina forma . ¡Si esos mismos
directores habían proclamado sucedería lo contrario!
Convengo en que tal criterio a mí mismo
me ha parecido algo semejante a una alucinación
de quien saliera de una redoma . Cierta-

oo
mente, Francia juzgaría perturbado al habitante
del Delfinado que hoy no hablase de
más fecha que 1349 ni se fijase en más documento
que el tratado entre Humberto II y
Felipe VI, ni admitiera, transcurridos tantos
siglos, transformada la sociedad en sus bases
y Europa en sus Estados territoriales, más
situación legal o estado de derecho que el estado
de unión menos todavía que personal, solamente
de familia, en virtud de cláusulas pactadas,
habiendo quedado prohibida Per/et-uamente
la incorporación de la comarca a Francia y
debiendo jurar el hijo del monarca francés
que fuera Delfin la conservación Perpetua de
las libertades, privilegios y costumbres del viejo
Delfinado . En vano se alegaría al buen delfinés
que un siglo después de la unión por la dinastía
se hallaba profundamente modificado aquel estado
de cosas, que en los últimos tiempos de
la' monarquía antigua estaba reducida en realidad
la separación de los dos Estados al uso
por la segunda persona en el reino el hijo primogénito
del monarca reinante, de título, corona
y escudo de armas de los antiguos Delfines ;
en vano se le diría que el soberano de Francia
era soberano del Delfinado, que la Revolución
tremenda de 1789 había suprimido la Asamblea

,5C)1
y las Aduanas de aquel país, y la Revolución
moderada de 183o había abolido hasta el título
mismo de Delfin ; que sólo hay la Francia,
aun cuando para tanto cambio no habían
mediado allí dos guerras civiles con . el intento
de que una región impusiera a la Nación entera .
todo un régimen y un red- por ésta detestados ;
solamente el rudo habitante del Delfinado con-
tinuaría hablando de 1349 e ignorando esta
labor de los siglos, las transformaciones consu-
madas en Europa . ¿Pero había en Francia un
sólo Delfinés que de semejante manera pensase
en 1876? En España hubo corporaciones vas-
congadas que, a pesar de que debían su origen
al Gobierno mismo, ante las Cortes profesaron
a manera de dogma en medio de la mutabilidad
universal la inmutabilidad hasta de la forma
del derecho creado por el voluntario y condi-
cional, según decían, de las incorporaciones de
Guipúzcoa y de Alava en los siglos xii1 y XIV~
5, por la unión meramente personal, habiendo
recaído en un mismo Príncipe el regir Castilla
y Vizcaya, para llegar a sostener que si las Tres
Hermanas habían de levantar cargas, lo habían
de hacer en la misma cuantía y forma que
durante la Edad Media mientras a ellas no
pluguiera consentir después de minucioso exa-

502
men alguna variación . Y todas estas aseveraciones
se hacían precisamente al elevarse por
encima de lo que hubiese sido en lo pasado la
cuestión vascongada tres hechos abrumadores
en los últimos tiempos : i .°, Después de una
primera guerra civil (le siete años, se había
ajustado un convenio entre dos ejército ; conteniendo
una vaga promesa cuya consecuencia
había sido el elaborar las Cortes y la Corona
una ley oscura, anfibológica, que encerraba la
confirmación de los hueros y también grande,
restricciones de esta misma confirmación . Esto
era lo que constituía el estado de derecho a
que se acogían y que invocaban a cada momento
las Provincias Vascongadas cuando empezó
una segunda guerra civil . 2 .°, Esta nueva
guerra terminó al poco tiempo con otro convenio
que igualmente confirmaba el confuso e
incierto estado foral . 3 .0, No tardó en reproducirse
la guerra, que duró cuatro años, y
esta vez no quisieron las fuerzas y Diputaciones
del campo carlista concertar la paz . Ocupó
por su sólo esfuerzo, sin condiciones, el ejército
nacional el territorio vasco, testimonio
innegable de otro elemento creador de derecho
público en todos los Estados y todas las civilizaciones,
dada la imperfección de la sociedad

;03
humana : la victoria . Jamás se lamentará bas-
tante el retroceso tan notorio en el conocimiento
que anteriormente tenía la Euskalerria de su
situación ante el Rey, Gobierno _y Pueblo de
España v la subsiguiente decadencia en el
arte de negociar, no ya de los Idiáquez sino
desde Altuna y Olano, fueristas vehementes,
Amilibia y Calbetón, fueristas tibios . En los
momentos de ocupación militar y de estar
totalmente vencida Vasconia, se enunciaban
los principios más intransigentes, dejados a
un lado o preteridos en tiempos menos duros .
En mayor desdicha de condición se empleaban
fórmulas más ásperas, se tomaba actitud menos
política y más airada que la anterior, menos
cuidadosa de la dignidad ajena y equivocada
respecto de la propia . Negociar para retirarse
ante la primera contrariedad, habiendo estado
previstas muchas otras más graves, retirarse
en vez de protestar y seguir negociando, reti-
rarse sin negociar porque meditaba el poder
soberano y vencedor sin trabas ni cortapisas
una solución no agradable pero infinitamen-
te menos radical que la que se temió , re-
criminar un año, dos años, siempre ; esto, sí,
era a un tiempo opuesto a la habilidad y a la
dignidad . Si se quería resultado, negociar hasta

504
obtener alguno de un Poder transigente . Si
se quería atender únicamente a la estética,
declarar que nada se pedía y acoger en silencio,
sin intentos de jactancia impotente, de lamen-
tos nada altivos (pues de todo había), lo que
el vencedor decidiera . Lejos de optarse franca-
mente por una o por otra conducta, se adop-
taron las dos : hubo negociaciones, pero usán-
dose de fórmulas que_ dejaron asombrado y
desfavorablemente prevenido a quien, a pesar
de ser el hombre que dentro de los partidos
liberales concedía más a la tradición y sus
fórmulas, llegando a comprender hubiera pro-
testa vascongada, pero para pasar después al
examen de los puntos que debían ser resueltos
y en que cabían soluciones prácticas, era hom-
bre de su siglo . ¿Cómo él que, teniendo vencida
a la Revolución de 1868, lejos de pretender
borrar ésta, según no pocos deseaban, lejos de
desconocer sus consecuencias profundas, llevado
por el vigor y el vuelo de su inteligencia, había
dicho al ser restaurada la tradición : «vamos a
continuar la Historia, toda nuestra Historia>>,
podía aceptar que las Provincias Vascongadas
procedieran como si no hubiese mediado el
otro hecho para ellas ahora pavoroso de haber
tenido largo tiempo en jaque a la Nación entera

505
y haber sido vencidas? Eran actitudes harto
desemejantes . De los que aconsejaban a las
Provincias que adoptasen la actitud en que se
ponían en tal momento histórico : bien puede
decirse que desacertadamente desdeñaban (quizás
no lo conocían) un pensamiento a la vez
exactísimo v sencillo, como todos los suyos,
de aquel genio insigne que se llamó Bossuet :
«La. ciencia de las ocasiones y de los tiempos
»constituye la parte principal de los asuntos» .
Era, pues, imposible que con tan distinto estado
mental hubiera avenencia. Que aquel era el
. momento menos adverso para negociar, que
cada mes inmediato, habiendo progreso en la
reorganización nacional, en la pacificación d e
Cuba, sería peor el resultado para Vasconia,
ni a mí ni a otros muchos se nos ocultaba . Y
que teníamos razón admitiéndosenos entonces
soluciones amplísimas, además de habérsenos
conservado el organismo foral, que todo empeoró
persistiendo en el sistema de la resistencia
pasiva intentando la resistencia activa,
paréceme que lo prueba la siguiente carta .
La tenía olvidada porque habían transcurrido
once meses desde que la escribí, cuando me la
recordó para que de ella diera lectura el Marqués
de Rocaverde . Después de la junta tran-

'5ofi
sigente de Abril 1876, habíase celebrado otra
intransigente en Septiembre del mismo año .
Preponderó la intransigencia hasta Febrero de
1877, y no pudiendo ésta continuar su campaña,
reunióse otra Junta de nuevo transigente . Sin
embargo, la fracción de la resistencia a tratar
pretendía que con tal política se había obtenido
cierto resultado, pues ya el Gobierno
pensaba en aplicaciones suaves de la ley de
21 de julio . Entonces Rocaverde, siendo de
opinión igual a la mía, a fin de que yo, muy
vivo mantenedor de nuestro común parecer,
pudiera en el debate demostrar que íbamos
perdiendo, me entregó mi carta para que la
leyese en una Comisión concurriendo casi todos
los Procuradores, carta que le había escrito
cuando él era todavía Diputado General . Es
larga, pero la inserto íntegra porque es de
interés, de necesidad en la narración de cuanto
medió en el problema foral :
Madrid, z de Mayo de 18 7 6 -
Amigo Rocaverde : Acostumbro cumplir mis promesas
. Al negarme a ser Comisionado ofrecí mi concurso
exterior e independiente . En su consecuencia
ayer, apenas concluída la primera Conferencia de los
Comisionados con el Presidente del Consejo, vino
éste al Congreso, me dirigí a él y le pregunté qué había

507
pasado . Contestóme satisfecho que no había podido
estar mejor la primera entrevista; que la actitud de
los---Comisionados, las formas por ellos observadas .
habían sido perfectas ; que había asomado una idea
que el debe rechazar . Los Comisionados deben ser
oídos y no es él quien debe ser oído por los Comisio-
nados ; y menos aún puede admitir que después de
ser oído él, se transmita a las Diputaciones lo que él
haya dicho para que sobre ello resuelvan ; sería la más
completa inversión de la lev de 1839 . Así deben estar
prontos a hablar de todo en la próxima Conferencia,
para lo cual en vez de dos días de preparación les da
toda la semana hasta el Domingo 7 del corriente, en
cuyo día los Comisionados y él se encerrarán y habrá
de quedar resuelto con acuerdo o sin acuerdo todo
lo relativo a principios . «Porque hay tres actos, ha
continuado diciendo: en el primero hemos de tratar
de los Principios ; esto es lo más urgente . Necesitamos
hacer muy pronto ante las Cortes, que no admiten
más demora, una declaración de principios . Luego
trataremos de la Íorma . (le realizar los principios ;
esto no es tan urgente, y en la !orina cabe más holgura .
Por último trataremos del modo de poner en ejecución
la _ ornia, v esto da todavía más tiempo . Lo urgentí-
simo es que vo haga en las Cortes una declaración
de principios. Pues bien, el principio fundamental
está en todas las Constituciones . Hable V . a los Comisionados
-para decirles que en el principio soy intran-
sigente y que sobre él no admito más Conferencia
que la del Domingo próximo .
Al poco rato vino a hablarme, separándose de los
señores Sánchez Silva y Candau, el Ministro de Ultra-
mar. Preguntóme qué sabía vo de la Conferencia .
Le contesté que no había visto a los Comisionados,
pero que el Sr . Cánovas me había hecho una relación

508
(lile repetí . El Sr. Avala me manifestó que según sus
noticias los Comisionados habían dicho no tenían
poderes, necesitaban oir y trasmitir lo que oyeran ;
que esto era ., una burla, que él no quedaría una sola
hora en el gabinete una vez cerciorado de ello v reve
laría a España entera cuanto pasaba . Repliqué haría
bien en enterarse antes de formar juicio . pues bien
sabía yo se echarían a volar versiones apasionadas,
exageradas o del todo inexactas . De pronto la atmósfera
del Congreso cargada ayer de electricidad por
la cuestión de presupuestos, pareció que iba a descargar
;obre los pocos minutos antes olvidados Fueros .
Los señores Acilona y Guerrico vinieron al Congreso
y hablaron con Garmendia y conmigo . Nos hicieron
su relación, va comunicada a V . Guerrico estaba
impresionadísimo por esta declaración de principios .
Le recordé las mil reces que Altuna y vo habíamos
defendido los Fueros en las Cortes v, así como los
señores Aldamar y Lersundi, habíamos dicho que no
negamos han de defender los vascongados la Patria
con su vida y su fortuna ; ewínzdo, hasta dónde, cómo,
esta es la diferencia de forma a que tenemos derecho,
porque hay Fueros que lo d icen . F I principio es uno
en el Fuero y la Constitución, la forma es diversa .
(acedé en comunicar a V . nuestra opinión, como lo
hago, por más separación que haya entre los cargos
respectivos .
Llego ahora a lo más importante .
Volví a yerme con el señor Presidente del Consejo
y como ví por su actitud que era momento propicio,
le rogué, después de hacer constar que no estoy subordinado
a la Comisión en Corte, que me dijese concretamente
cuál es su proyecto en lo (lue, dada nuestra
posición respectiva, Podía manifestarme .
-A V . puedo decirle todo, me contestó, con tanta

509
menos dificultad cuanto que a los Comisionados mis-
mos les he descubierto bien claramente, si es que han
prestado atención, mi plan . Yo- pido el número de
soldados que corresponde a cada provincia .
-Le repliqué : ¿no habrá redención? Nosotros no
podemos asentir hoy por hoy a que haya quintas .
;Admitirá V. el equivalente en suma que repre-
sente el número de hombres? ;_Pondrá V . esto en
la lev?
-Cánovas .-No lo pondré en la ley de hueros ;
no hay Gobierno que pueda enunciar la idea . Pero
en la ley común del servicio militar está ya y la ley
común de Diputaciones da estas amplísimas facultades.
Podrían Vds . con los dos textos legales hacer
la redención . Si chocase aquí que las Diputaciones
Vascongadas hicieran lo que no hacen las demás,
yo sostendría su derecho a hacerlo . Pero quizás es
preferible la sustitución . ;No habría voluntarios en
las Provincias? Estudien Vds . esto .
Yo.-Otra idea . Nosotros tenemos en Guipúzcoa
un magnífico batallón de Miqueletes . Si el arreglo
de los Fueros se hace de cierto modo, no podremos
(lar hombres para el ejército, pagar contribuciones
y sostener los Miqueletes . Habrá que disolver el batallón,
'v será d oloroso . n o sólo bajo el aspecto provincial
sino bajo el del ejército y del orden público : ese bata-
llón no será de seguro reemplazado allí por otro . ¿Por-
qué no admitirían Vds . como cumplimiento del servicio
militar el batallón (le Miqueletes?
-Cánovas .-La idea merece estudio . Debe indicarse
al Ministro de la Guerra . Lo primero sería declarar
del ejército ese batallón . Es cosa de ver . Así en el
primer momento no me parece mal : quizás pueda
hacer algo . _Ve V . como tratadas así las cosas es posi-
ble, no digo se logre, zanjar dificultades? El Princihin

510
quiero yo dejarlo a salvo : la forma admite que ¡los
entendamos .
Yo.-V . comprende la posición de los Comisionados,
de Rocaverde, la mía . Tampoco podemos
asentir a todos los principios que se quieran enunciar,
pero no verá V . en nosotros más que deseo de hallar
manera de resolver grandes dificultades en que Vds . y
nosotros nos vemos .
-Cánovas.-No sólo comprendo la posición (le
Vds . sino que, poniéndome en su caso, hago yo con
intransigencia (además es mi deber y mi interés) las
declaraciones de principios . Esto no toca a Vds . A
Vds . toca obtener en la forma de aplicación lo que
deje a poder ser a salvo los intereses que Vds . representan
. Cada uno en su papel, comprendiendo el ajeno .
Añadió : Yo no pido asentimientos imposibles . Pido
para después el concurso posible ; y de todos modos
que no haya reserva que imposibilite mi actitud, que
tenga algo de facciosa .
Yo .-La actitud, la reserva, el concurso, son tres
grados que V . comprende bien han de corresponder
a las concesiones de V . Pasemos a otra cosa, a la parte
económica . ¿Qué va V . a exigir?
-Cánovas . Yo pido el cupo de impuesto que
corresponde .
-Vo.Aquí hay para nosotros una cosa esencial .
¿Quiere V . todos los impuestos que en otras partes
tiene el Estado, su administración económica? En tal
caso de nada nos serviría la autonomía, la diversidad
administrativa de Diputaciones y Ayuntamientos .
Esto es punto esencial .
-Cánovas .-Esta parte la tratarán los Comisionados
con Salaverría . Yo ya he hablado algo con él . No sé
si podrá renunciar a todos los impuestos y a toda la
administración . Creo que algo podrá hacer . Lo esen-

5"
cial para nosotros es que haya proporción entre el
impuesto cobrado en las Provincias Vascongadas y
el cobrado en el resto de la Nación . Es claro que hay
que hacer deducciones : el importe del presupuesto
del clero será un gran alivio para Vds . si el clero queda
a cargo del Estado .
-Yo .-Otras deducciones habría que hacer . Nos -
otros tenemos una inmensa deuda contraída para
construcción de carreteras v devenga crecidos intereses
que son disminución del impuesto que ha de
pedir el Estado .
-Cánovas.-V . sabe que el Estado ha abandonado
a las otras provincias casi todas las carreteras . Por
consiguiente en las Vascongadas no puede recibir
carreteras . Además, disminuir el impuesto en consideración
a la deuda, mal podría ser cuando deben
Vds . tantos y tantos atrasos de impuestos .
-Yo .-El Estado al abandonar a las provincias de
aquende el Ebro muchas carreteras, las ha gravado
con una conservación que no hacen y les ha regalado
el capital de construcción . En las Vascongadas sucedería
al revés : las carreteras serían conservadas por
éstas después de resalar al Estado el capital . Esto
no puede ser.
-Cánovas .-Sería preciso hacer en todo caso, si
algo puede concederse en esto, una clasificación de
carreteras . Las habría declaradas de interés nacional
y cuyo capital de construcción quizás disminuva el
impuesto .
-Vo .-Insisto en que no podemos hablar de impuestos
múltiples y administrados por el Estado directamente
. Una contribución única entregada por la
Diputación es nuestro punto fundamental en la materia,
-Cánovas . Creo podremos entendernos tratando
así las cosas .

512
-Yo .-No soy Comisionado, repito : pero creo ha
convenido hablásemos de esta manera .
No añado, amigo Rocaverde, opinión ni reflexión .
Dejo a Vds . en plena libertad, como me reservo la
mía, para el caso de que la cuestión no camine, por
lo que se refiere a Guipúzcoa, por los procedimientos
y con las ideas que manifesté a mis lectores, única
representación que tengo . Espero, no obstante, que
no creerá V . ha sido extemporánea ni perjudicial
mi conversación indeD_ endiente con el Presidente del
Consejo .
No sé si gustará a éste que se divulgue lo que piensa,
supongo que no. Presumo que gustará lo sepa V .
Fío, pues, a la discreción de V . el uso de esta carta .
Y ya la carta es bastante larga y apenas puedo
corregirla . Dispense V . cualquiera falta .
Siempre su afmo . amigo,
Lasala .
Cada vez que en los años siguientes me he
visto en el caso de recordar esta carta lie aborrecido
más la ideología en 1bolílica que con
tanta razón en el fondo, aunque con exagerado
desdén al orden especulativo, ridiculizaba con
su admirable buen sentido el más grande no
sólo de los conquistadores modernos sino de los
organizadores de una nación después de tremendo
cataclismo, aquella ideología que hizo
exclamar : «perezcan las colonias, pero sálvense
los principios» . España, desdeñando el ejemplo
de la más práctica y más libre de las naciones,

5 1 3
ha tomado por modelo otra entregada a los
arriesgados ensayos de los ideológos un día,
de los sectarios otro día . Estaban a punto
de avenirse el organismo histórico de la Euskalerria,
salvado como por milagro, y el Gobierno
de la Nación . No hizo otra cosa el Concierto
Económico firmado veintidós meses después
que fijar concretamente en lo relativo a
contribuciones lo que en la conversación que
refiere la epístola había quedado bosquejado ;
pero inmediatamente después de ella todo ha
sido lucha, ira, saña, y mientras se explayaban
semejantes pasiones las Provincias Vascongadas
habían perdido la ocasión de incluir el servicio
militar en el arreglo y sobre todo habían perdido
aquel organismo histórico con el cual
había vehementemente deseado el Gobierno ultimar
el Convenio . ¡Oh funesta invocación de
principios por uno y otro lado! Decíase en
un lado : «en nombre del principio constitu-
»cional esto exijo ; os concedo que lo cumpláis
»en la forma que os sea grata» . Contestábase
desde el otro lado : «dispuestos estamos a hacer
»eso mismo, pero atemperándonos tan sólo al
»principio foral, rechazando el principio cons-
»titucional» . Esta fué entonces toda la controversia
entre la Euskalerria y el Estado . Pronto

514
se presentará ocasión en el actual relato de
fijarse la paciencia con que el Gobierno estuvo
durante diez y seis meses oyendo las objeciones
del régimen foral ; pero séame lícito decir
que, no habiendo procedido el Estado desde
el primer momento en virtud del derecho que
en el mundo ha creado siempre la victoria, era
impropia crudeza iniciar el sistema de grandes
y esenciales condiciones invocando el Gobierno
descarnadamente su propio principio predilecto .
De no abolir entonces mismo y por completo
los Fueros, según opinaba Mr . Thiers, era más
adecuado lo que por excepción en esa misma
Francia de los principios ostentosos hizo un
día el mejor de sus reyes . Hablaron un día a
Enrique IV los Estados de Bretaña un lenguaje
desabrido . oyéndoles con toda calma algo parecida
a resignación aquel sagaz, valeroso, popular
monarca . Reconvínole la bella y encantadora
Gabriela de Estrées por tal actitud, y le
contestó el bearnés : «no tenéis presente que al
»oirles con paciencia yo ceñía una espada que
»ha vencido siempre» . El sistema adoptado en
Madrid había de resultar el más dificultoso de
todos. Por otra parte las Provincias Vascongadas
no se dieron cuenta de que su idealismo
era tardío . Al día siguiente de resultar casi

5 1 5
inesperadamente confirmados, después de una
paz sin condiciones, la existencia y ejercicio
con algunas restricciones del régimen histórico,
pudieron haber reclamado que éste para tratar
del arreglo con el Gobierno recuperase ante
todo las condiciones completas de legitimidad
foral, según propuso el Alcalde de San Sebastián;
y no habiendo reclamado entonces, era
obcecación no contentarse poco más tarde con
protestar contra la enfática proclamación del
principio constitucional y luego pasar al examen
de las fórmulas prácticas casi convenidas . Y a
fe que ya esto mismo no hubiera dejado de
causar extrañeza, viniendo de los que tenían
autoridad foral concedida y aceptada en condiciones
poco forales . Ciertamente es rebajado
estado aquel en que está ausente el dogma,
la idea, el principio, algo que satisfaga, no
diré al famoso imperativo categórico de la
razón humana, pero la primera exigencia del
alma humana . lías ¡qué tristes son las inoportunidades
de la ideología que producen enconamientos
entre los que no quieren prescindir
de proclamar altisonantes principios, que la
víspera apenas conocían las viejas sociedades
europeas, y los que tampoco quieren prescindir
de proclamar los que el tiempo ha enroñecido,

400
1 5 MAR 1991
ULTIMA ETAPA
DE LA
UNIDAD NACIONAL
Los Fueros Vascongados en 1876
OBRA POSTUMA
DEL E XCn1O . S R .
D . FERMÍN DE LASALA Y COLLADO
DUQUE VIUDO DE MANDAS
DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS
LDITADA POR LA MISMA RLAL ACADEMIA
EN CUMPLIMIEN1O DE LA VOLUNTAD DEL FINADO AUTOR
TOMO II
MADRID
1924
~0 ~AUR~
*
N
7
r
mGn ~ r
v'~GA 1EkDIZ1J~~

La ley de 21 de Julio de 1876 .
El proyecto de ley que Cánovas leyó en
el Senado pretendía dar sonora satisfacción
a los sentimientos igualitarios de España en
definiciones genéricas, que quizás pasaban a
ser pomposas, de los deberes de los Vascongados
en cuanto a contribuir como todos los
Españoles a sostener las cargas nacionales, y
no Obstante revelaba el deseo de no extre-
mar nada, de conservar lo más posible del
modo de ser de la Euskalerria . Los Vascongados
en él primísimo instante acogieron bien
el proyecto . Vivamente recuerdo que, . estando
citados al día siguiente en el Ministerio de
Hacienda un individuo del Ayuntamiento de
San Sebastián, comisionado pór éste para varias
gestiones, y yo, rebosándole la alegría, me
saludó con estas palabras : estamos de enhorabuena
; jamás pensamos salir tan bien librados
K
r G!
81ERU\\1J~

8
de la guerra» . Poco después era intransigentísimo
quien así se expresó y no reparaba
que con su segunda actitud en la junta General
de Septiembre faltaba a la memoria de
su padre, tan señalado entre los fervorosos
amigos de los grandes contrafueros de 1841 .
Verdad es que después de corto plazo tomó
la tercera actitud, la de un empleado que con
pertinacia pedía un ascenso a ese Gobierno
de la Nación verdugo de los Fueros . Al llegar
el texto del proyecto a aquella Ciudad, me
consta por el testimonio de muchas personas
de honor y de gran serenidad que la exclamación
general primera fué la misma : cuarenta
y ocho horas después se pretendía negar la
satisfacción habida, y comenzó un tanto la
intransigencia . Y es más
: comenzaron a olvidarse
aquellas declaraciones vigorosas hechas
en la junta del mes anterior (Abril) sobre
las responsabilidades de los carlistas en la
pérdida de los Fueros ; a pesar de insistir con
dignidad en sus censuras Rocaverde, en otros
cedía a ratos la pasión anticarlista para que
naciese la pasión contra el Gobierno aunque
no derogaba de un golpe, como había temido
Vasconia, como pedía en aquel momento Es-
paña entera agitada y airadamente, sino que

9
con serenidad modificaba el régimen foral .
Como sucede en tales casos los más blandos
ahora respecto del carlismo eran los que antes
habían exclamado : «preferirnos que no haya
»hueros a que los haya por un Convenio con
»los carlistas» .
Empezaron las Cortes a examinar el proyecto
de ley presentado . Y aquí preciso es
detenerse un rato . Ahora va a resaltar la injusticia
v aberración en que cayeron muchos
vascongados respecto de Cánovas, a quien odiaron
como si hubiera sido el más extremado
de los enemigos de los hueros ; ahora es el caso de
notar si ciertos entusiasmos que durante algún
tiempo se han manifestado en una parte de
la Euskalerria respecto del partido liberal sagastino,
suponiéndole en lo pasado casi defensor
del régimen foral y después de una concreta,
especial autonomía vascongada, autonomía distinta,
independiente de la que tengan o dejen
de tener las demás provincias del Reino, si
esos entusiasmos, digo, pudieron jamás compaginarse
con lo que inexorablemente consigna
el Diario de las Sesiones de nuestras Cortes .
Jamas partido alguno atacó tanto todo lo
foral, todo lo excepcional o distinto para el país
euskaro como el partido que, recogiendo la

IO
sucesión progresista y después de haberse llamado
conservador de la Revolución de Septiembre,
constitucional de la Constitución de
1869, fusionista, ha sido por último denominado
liberal-democrático, siempre bajo la jefatura
y dirección de U . Práxedes Mateo Sagasta
hasta el fallecimiento de este hábil hombre
político . Con arreglo al viejo Credo progresista
eminentemente francés y revolucionario que
exigía la más rigurosa y matemática simetría
de todas las poblaciones, departamentos o provincias
en su organización y facultades, juzgó
insuficientemente destructor de los Fueros el
proyecto elaborado por Cánovas y defendido
por el partido liberal-conservador ; quería la
abolición completa, - absoluta, de todo lo que
fuese foral, de toda autonomía especial vascongada;
pedía que Vizcaya no estuviese regida
por otras leyes ni reglamentos que Soria, ni
Alava y Guipúzcoa por otros que Guadalajara
y Ciudad Real . Así cuando en Vasconia se ha
preferido Sagasta a Cánovas, Vega Armijo a
Silvela, Navarro y Rodrigo a Cos Gayon, paré-
ceme que se ha tenido algo semejante al aborrecimicnto
que un enfermo profesara al cirujano
que le amputó nn brazo para que viviera
mientras consagrase admiración al soldado que

II
le disparó para matarle. A mí me ha sucedido
cosa diferente . Es verdad que las enseñanzas
políticas que había ido recogiendo me llevaban
a apoyar durante largo período a todo gobierno
por solo ser gobierno, y por consiguiente
a no hacer disidencias ni grandes ni chicas
en el grupo o partido elegido, a no hacer polí-
tica ambulatoria peregrinando de uno a otro
lado . Verificada la Restauración y reunidos
hombres de tres procedencias bajo la jefatura
de Cánovas, formaron el partido que tomó
la denominación de liberal conservador, y una
vez que ingresé en él jamás me alejé con discrepancia
alguna. Sin embargo, y dado el
mandato euskaro que tenía, era indeclinable
dijese a ni¡ jefe y mis amigos que, a pesar de
sus deseos de conciliación, no podía dejar de
expresar que se pretendía dar soluciones aco-
gidas conn gran dolor en Vasconia, y mi jefe
y mis amigos admitieron en el acto la legitimidad
de mi actitud en este punto . Pero también
precisamente esta misma cuestión vascongada,
en caso de impulsarme hacia una
u otra fuerza política, debía llevarme por
respeto a la lógica a entenderme preferentemente
con la agrupación que menos quería
destruir en el régimen que yo amaba . Porque

12
es necesario decirlo : el euskalduna tan solo
puede tener una de estas dos actitudes . O es
exclusivanmente euskalduna o es euskalduna más
o menos unido al resto de España y de afini-
dades próximas o remotas con los elementos
españoles . Es imposible que ni aun los soñadores
en restablecer la primitiva pureza y ais-
lamiento euskaro (i) prefieran los que quisieron
arrebatar todo a los que arrebataron
una parte y dejaron otra aprovechable para
el mismo fin ahora indicado . Por más que
se pregone otra cosa, son contadísimas sin
embargo las personas que ya por simpatía,
ya por actos eficaces no se unen a alguno de
los veinte partidos españoles, y entonces la
masa en relación con España puede por motivos
españoles, esto es, de política general,
preferir los fusionistas a los conservadores ;
(i) Hecho menudo pero significativo de la política
de aislamiento con rasgos (le misticismo es que cierto
Ayuntamiento, puesto en el caso ele optar entre un trazado
de ferrocarril que costaba un poco más y servía muy bien
la locali .lad y otro algo más barato que le servía muy
poco, indicándosele que abonara la diferencia, optó por
el último diciendo que ni éste se ejecutaría si estuviese en
su facultad elegirlo . Debe añadirse que tal Ayuntamiento
no fué reelegido,

13
mas la lógica v el sentido común le, vedarán
aducir para esta preferencia un motivo vascongado
; antes bien para ser fusionista ha
de sacrificar mucha más parte del fnerismo
(le 1876 que el vascongado que se adhiera
a los conservadores . Ciertamente a mí me
hubieran dejado al lacio de Cánovas en- la
política española motivos de orden general ; e
igualmente si me hubiera encerrado en la
política vascongada, habriame parecido lógico
no pro nd,u - nic del elennenlo político dile tanto
nos q uitaba, pero estar a distancia mayor
riel otro elemento que quería quitarnos todo . .
¿Qué pasó en rR ;7, r53q Y 1R4.}? Los liberales
fuerist,rs dieron sus simpatías al partido moderado
al v rle bastante fuerista ; adorando
la simetría revolucionaria, ora española, ora
francesa, - el partido progresista solamente tuvo
la adhesión en la E-uskalerria de los antifueristas
o fueristas muy tibios . Había entonces
congruencia en las opiniones no existe desde
1876 . Así la aversión cuskara a los conservadores
la comprendería, ann(lue de un modo
relativo : lo que no cabe comprender es el encariñamiento
que durante un período hubo respecto
de los liberales . Pocos casos de semejante
ilogismo puede señalar la I-listoril . Lo

'4
fué en cuanto a Cánovas, al no tomársele en
cuenta que luchó con su propio gabinete y
su propio partida, prodigó discursos de incomparable
elocuencia resistiendo y venciendo al
partido constitucional ; él contrarrestó viéndose
solo a toda la opinión española ¡y sobre él
se reconcentraron durante muchos años los
odios vascongados! ¡Z' en esos años para los
Cine pidieron nada quedase de lo que tanto
ama el euskalduna han sido las simpatías
vascongadas! Pero el tiempo, reformador irresistible,
maestro supremo, ha hecho manifiesto
cuánto más cerca de las aspiraciones del noble
solar estaba Cánovas y cuán efímeros y engañosos
eran los motivos del alucinamiento liberal
. Al país de la (exención de los impuestos,
al país que no quiso Aduanas y que ahora
por ellas es próspero y poderoso, se le ha visto
ardientemente interesado en la protección de
su industria, y como nadie en la gran lucha
entre la protección y el libre cambio ha mantenido
con firmeza igual a la de Cánovas la
bandera proteccionista sin exageraciones funestas,
pasó Vasconia a estar en inteligencia y
armonía con él según manifestaron los representantes
de su industria, algunos de muy
opuestas idea~ a las suyas en cuestiones de

I .
política general .
Y
por otra parte si, al notar
que las concesiones hechas por Cánovas a
las Provincias respecto ele su régimen administrativo
y económico no le habían librado
ele aquellos odios, sus enemigos sagastinos variando
al parecer de sistema de oposición,
se dieron (menos uno) a halagarlas y las fascinaron
con perspectivas dce devolución de mucha
parte de lo perdido, vióseles una vez en
el poder no admitir fórmulas de avenencia
y recargar impuestos concertados en tin primer
convenio económico . Cuenta la raza euslcaldtina
en sus anales sobrada demostración de
su perspicacia Y rectitud para que sin daño
suyo pueda hablarse aquí de que en el caso
actual c stuvic ron falo s cualidades en deficiencia
harto notable .
Estas apreciaciones surgen ele los hechos,
de los documentos . Preciso es citarlos . Con
la comprobación del criterio v actitud de cada
partido, si todavía no es posible se reforme
por completo la opinión del vulgo, se hace
al menos imposible que se falsifique la Historia
.
1 :1 partido constitucional logró fuese individuo
ele la Comisión que en el Congreso debía
informar sobre el proyecto de modificación

10
ele los Fueros P . Joaquín González Fiori, quien
presenté) un polo particular que decía :
tii los deberes constitucionales fueran tan solo los
que se recuerdan en el proyecto ; si la cuestión foral
se resolviera en l (le una manera completa, e •1 que
suscribe no molestaría la atención del Congreso, cre-
yéndose relevado ele aumentar consideraciones a las
ya expuestas en su dictamen por la mayoría de la
Comisión . Pero cuando el principio ele unidad cons-
titucional se desconoce ; cuando . la cuestión foral,
lejos (le afrontarse, se aplaza ; y cuando se sientan
ciertas premisas cuya consecuencia ha ele. ser nece-
sariamente la constante perturbación (le aquellas
provincias, preciso es llamar la ilustrada atención
(le las Cortes sobre particular de tanta importancia
~• trascendencia .
La necesidad de la completa unidad constitucional
no puede ser por nadie puesta en duda . Razones de
justicia, hoy más que nunca dignas de respeto, pro-
mesas no escaseadas y palabras solemnemente empe-
ñadas a la Nación, son causa de que 15 provincias
protesten con poderosa voz contra viejos abusos
cometidos en nombre del derecho .
La idea ele la igualdad constitucional ha tenido
ocasión de absorber en sí las de todas las clases del
Estado, de identificar todos los intereses individuales
y sociales, de acallar la voz de los que pudieran apa-
recer disidentes y de infiltrarse en el corazón y en
la conciencia del pueblo . Insensato sería desconocer
esta verdad ,, temerario por , derruís no proveer urgentemente
a la necesidad ele que sean iguales las condiciones
(le cuantos se hallan al amparo del re't ;iruen constilucioncrl
; necesidad ineludible que ni las con ficciones
ni la dignidad de la Patria consienten deje ya de salis-

17
jacerse con contemplaciones excesivas o debilidades
jtrJlestas .
111 proyecto

iS
es preciso que las ideas de Gobierno y a¡lntinis/racidn
len .,au allí como en el resto de Es/ala si( significación
Propia, natural y, enuina ; que no se admita unr principio
Para negar sus consecuencias ; que reconocida
la necesidad (le la unidad constitucional, no se proteste
contra cl (lesem•olvimiento de esta doctrina, Y
en una palabra, que aquellas Provincias se vean regidas
l)or las leyes Todas que L,nbícruan al resto (le la Monarquía
Por las consideraciones precedentes y otras que se
expondrán en el curso (le la discusión, el que suscribe
tiene el honor (le . proponer a las artes cl siguiente
proyecto de ley .
Artículo 1 .-Las leyes políticas, administrativas v
econr)rm)icas que rigen en las (lemiís provincias ele
1España, regirán en lo sucesivo en las de Guipúzcoa,
Vizcaya y Alava .
Artículo I I .-- Se autoriza al Gobierno para que
ejecute lo dispuesto en el artículo anterior en el plazo
máximo (le do ; años y' dando cuenta a las Cortes .
Palacio del Congreso, S ele Julio (le 1S¡6 .
/lragi(í)r ( ;o),L,(lez l'rorr .
Así como en el Senado habían va votado
los constitu cionales en pro de todo lo que
fuese más abolicionista, ahora en el Congreso
votaron a favor del roto particular en número
(le 37 (i) . Enfrente ele estos votos radical-
(i) Los señores \I ;ntínez (II . C :ín~lirl, )_ 5 ;reasta, 1_ó lrez
1).)mín"nez, Arias, Avila I it no, Peñuelas, León y Cas- .
ti¡[(), Núñez !le Arce, Carreño, \larqués (le Sardual, Muñoz,

z9
mente abolicionistas (le todo lo foral hubo
itSR votos del partido liberal conservador . Cánovas
trabajó sin descanso para que toda su
hueste, incluso Alonso Martínez y Gamazo,
que pronto después manifestaron su hostilidad
a las Provincias, quedara compacta en este
primer acto . 1)c la mayoría solamente se separaron
dos conservadores santanderinos .
Fué empeñado el debate sobre la solución
mejor . Extracto lo más esencial ele lo que
dijeron liberales y conservadores (r) . Uno solo
\'illarrova, Romero Ortiz, González (1) . yenancio), Reig
(1) . Eduardo), lilloa, Navarro Y Rodrigo (1) . Carlos),
Navarro S • Ito,lrii ;(, (1) . Antonio), González piori, pabra,
perreras, Olavarrieta, Orense, Pineda, Conde (le Rascon,
ileredia, \latquí •s de Guadalcst, \lerelle,, Camacho, \ •i erna
S;tlanuutca y Ne1rete, Marqués de la Vega ele Armijo,
Albarcda, \largué ; de Campo sagrado, Conde de \iqucna .
(t) El Sr . Gtw :tíle- Fitui : 'hal vez el Gobierno
S• la Concisión no halt ;ín creído oportuno implantar el
rí~imen atlntini,trativo y - provincial del resto de la Mo-
narquía en las l'ro~ - inria; yascong ;ulas porque lo con-
sideren cacsti6n de poca importancia, y que la esencia,
aquello a chice el Gobierno debía atender en primer- término,
era • olctnu nlc la cuc,tiún de quintas
. y ele Contri-
buciones .
1 para demostrar que el régimen interior de aquellas
provincia, cs ab,olulanuntc intlispensable normalizarlo
con t •1 (le las (,tras no ,(lo indt(arí cl precepto constitucional
de todo ; harto salido respecto a que las leyes

2 0
ele los Diputados elegidos fuera de Vasconia
atacó el proyecto del Gobierno por ser derna-
generales deben ser obligatorias para todas las provincias,
sino que también diré dile hay en esas provincias circunstancias
especialísimas, circunstancias dignas de llamar
la atención, por virtud (le las cuales, si no se reforma aquel
rí •g inien provincial, caerit. por su base todo lo que se Con-
sigua en el artículo t_o
I :I Gobierno y la comisión deben saber, por ejemplo,
que en Bilbao, ademas de las cinco villas que tienen voto
para la elección de diputados generales y padres ele pro-
,,-¡ti< ia, ln tienen las anlci lesias ; por maulera que de donde
salen las Uiputaciories forales, de donde sale el réginicn
verdaderamente provincial y administrativo, por decirlo
así es de unas elecciones en que toman parte cinco ' - illas
principale, ele aquella provincia, con cinco votos, y el
resto de los caserío> llantados anteigiesias, calla tato con
su voto .
rlla reconocido explícitantente el Gobierno, v aun citando
no lo hubiera reantocido es un hecho evidente, que la
mayoría de aquellas poblaciones es carlista, es absolu-
tista, ha estado eonsuuitemente en frente, no ya (le] resto
la \lonarqula, sino ele esos mismos liberales que allí
han peleado contra ello ;, que tantos sacrificios han hecho .
y a quienes tanto agradecimiento deis la \ación • Pues
si se deja ese réginien provincial, si se deja que esas pro-
vincias sigan bacicndo -las elecciones por el sistema de
la in,,tculación, (pu- es el qnc r :nplcan, ¿q,té ( orpor :rciuncs
hun, metales, qué organización atltninistrativa, qué padres
de provincia han de resultar elegidos?
I'ue, yo ,reo, señale, ltipul,tdns, que cl Gobierno debía
tener niov el] tuenta que no atacando ese sistema, no
de~tnt~cndo ese ri •g inten peculiar y privativo, que es una

2 1
siado abolicionista, el elocuentísimo--Don Ale-
jandro Pidal y Mon, que aún no se había fusio-
odiosa excepción, nu intpl ;nttando alli cl ntisnio régimen
provutcial y atlnltlllstratlvo a que se acomodan las demás
provincias del Reino, veudrft a resultar que las Corpora-
ciones provinciales . que los padrea ele provincia serán
siempre cartitas, porque éstos tendrán la mayoría, como
la tienen hoy en todo aquel país, y se dará cl anacronismo,
no ,ólo de (¡tic e,as elecciones hechas a espaldas del
Gobierno serán influirlas y llevadas a cabo por autori-
dades carlistas, sino cine esos nlisnlas autoridades habrán
de ser noees,oiarttcnlc I .t, Ihunadas a apltc ;ur la, exenciones
establecidas en el dictamen a favor de los (¡tic hayan com-
batido ;d carlisnto . ;E, que el Gobierno va a destruir este
absurdo sistema de la elección por insaculación y va a
regalar a aquellas provincias alcalde,, concejales y dipu-
tados provinciales (le I

22
mallo con el partido liberal conservador, ~- así
como impugnó el criterio del ministerio que
del Gobierno si no pone mano vil aquellas Corporaciones
pro\ incialcs, serví la mayoría que resultará elegi,!a por
el sistema de insaculaciGn, y esa mayoría ya sabe cl Go-
bierno que lejos (le ser liberal es esencialmente carli ta
•
H1'o creo (¡tic la excepción consignada en el art . 5 .'
cano 3 .' para incluir entre los casos de exención del ser-
vicio militar, a los que ellos o sus padres han sostenido
con las armas en la mol> durante la última guerra civil
los d( •r echos del Itey legitimo y de la Nación, sin que por
esta, exenciones se disminuya el cupo de cada provincia,),
es una excepción de todo punto odiosa, de todo punto
injustificada, no solo porque gravita, como se ve por el
final trismo del artículo al decir (lee no se disnrinnirá
el cupo (le cada provincia, sobre los que han esla .lo con
las armas en la n -(ano ¡rente a la Patria, y esto no creo
que en justo ni noble después de haberlos brindado con
el (Asido y cl perdón, sino que ademas se lastima y ofende
la dignidad de las otras .16 provincias que han tenido
allí su hijos con las armas en la mano, y respecto de los
cuales un se hace la tn ;'is ligera indicación en este artículo .
1 •: s además injusta la excepción que en el mismo s° esta-
blece, porque si bien los que han estado con las arma ;;
en la mano defendiendo los sagrados intereses de la Pa-
tria han prestado indudables servicios a la Nación, tan]
bién es cierto, y no creo que lo desconocerá la comisión,
que servicios importantísimos, además de los prestados
por los que bao tenido las armas en la grano, son y no
pueden menos de ser los de esas poblaciones convertidas
en hospitales, y donde constantemente s_ ha estado acuar-
telando un número e xcesivo. d e hombres ; los (le esos alcal-

23
suprimía la libertad de cn1to ., establecida por
la ll"cvuluciún, pero no restablecía la antigua
des rurales que tan pronto se veían amenazados y cohibidos
por 10-; cabecillas (loe entraban en el pueblo cuneo
por lo', coroneles (le nuestros cuerpos, y los ele esas per-
sonas que en el núcleo, en el corazón ele aquellas provin-
cias no han tenido las armas en la mano, pero lían estado,
sicu(to auto(id,(dr,, nrrostr :uido ntilc :, de Compromisos
en beneftclo de la I'alr(a .
ol?s injusto el párrafo cuarto del mismo artículo, porque
esas dispensas de pago a que se refiere han (le redundar
( , ti perjuicio de las demás provincias leales, harto gravadas
ya con multitud (le impuestos, de cargas y (le exacciones,
y dignas igualmente (¡tic las poblaciones de las Provincias
Vascongadas que han estado al lado del Gobierno, de la
cousi(lcr ;tción y de la gratitud (le la Patria .,)
E! >( iu(r f fi,, ;(
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
( :1 los vascongada, :citares, les sucede lo que a los
linos, y dispénsenme la comparación, y es que es preciso
(larles contra su voluntad lo que les conviene . Sin duda
para los vascongado, se inventó el proverbio espanol :

24
unidad católica amparada por el Código penal
y fundaba sólidamente la tolerancia religiosa,
siéramos destruir la industria (le Guipúzcoa y cerrar sus
fábricas de hilados, de papel y de paños, no tendríamos
más que restituirles lo que en esta parte disponen sus
antiguas franquicias, y vendrían a pedir como gracia
entrar en el concierto general del país, sin ninguna cl ise
de excepción . No es, pues, un castigo lo que imponernos
a las provincias Vascongadas, y en esto estoy de acuerdo
con el señor Alena y Zorrilla, no es de nobles ni de hidalgos
el acabar con el vencido ; pero es preciso tener presente
que si el acabar con el vencido es una crueldad, el dejarle
con las armas en la mano es una insigne torpeza y un
inmenso peligro
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

23
ahora impugnó la transacción propuesta por
Cánovas entre el abolicionismo y el fuerismo :
que la comisión explique lo que quiere decir con la palabra
poblaciones, entendiéndose, como tengo dicho, que las
poblaciones solo deben entenderse en cuanto se refieren
a las personas que hayan prestado servicios a la causa
de la libertad y del derecho
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

26
reclamaba la conservación de los Fueros . Los
Senadores vascongados habían hablado en su
(Véase, pues, como esta variación del sistema electoral
del fuero, que si bien por circunstancias particulares que
yo me explico perfectamente, parece haber identificado
los intereses tan opuestos de las grandes y pequeñas pobla-
ciones, en realidad cortaría el nudo gordiano de ese con-
flicto, que si no, se producirá con frecuencia y será una
nueva causa de disidencias; y quiera Dios que no sea un
nuevo camino por donde vengan los abusos antiguos de
los pueblos
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
(So no participo de las ideas del Gobierno ; yo creo
que la administración provincial y municipal debe ser
amplia ; yo creo que debe haber una gran descentralización,
pero comprendo ideas distintas de las mías ; es más : yo
me valgo de ellas para atacar al Gobierno, y le digo : ¿por
qué quieres nombrar los alcaldes? ¿Por qué quieres un
Gobernador civil que está pesando como la espada de
Damocles sobre las Diputaciones provinciales? ¿Por qué
le das el derecho (le suspender y anular ciertos acuerdos?
Y me contesta : porque no quiero hacer de España una
federación ; porque no quiero romper el lazo y el vínculo
entre el Gobierno y todas las entidades administrativas ;
porque yo quiero tener la dirección y la alta inspección
de todos los asuntos ; porque yo quiero poner a salvo, y
tener medios prácticos de hacerlo, los intereses generales .
¿Es esto así, o no?

27
Cántara contra el proyecto ministerial. Todos
los Diputados de las Tres Provincias contra-
texto para un conflicto ;cuánto más no lo necesitan las
Provincias Vascongadas, foco de insurrección, mal apa-
gado todavía, que mañana podrá reproducirse en un in-
cendio voraz que consuma la ?Nación? Si donde ha habido
una guerra civil y donde todavía están los elementos de
esa guerra, no solo en la organización foral, sino también
en la del clero, donde el Gobierno se cruza de brazos para
-venir luego a reprimir a las provincias pacíficas que no
han hecho más que sacrificarse por salvar la libertad que
aquellas provincias amenazaban, ;qué ejemplo es este
cuando se premia a la rebelión y se tiraniza la lealtad?
¿Qué justicia distributiva es esa que representa en la
jerarquía más alta el Gobierno de S . 11 .? Nos pedís hom-
bres y los mandamos ; nos pedís dinero v lo damos hasta
la última gota de nuestro sudor ; ' sin embargo, la sus-
picacia la lleváis a los Municipios y Diputaciones pro-
vinciales, y cuando se trata de provincias que en cincuenta
años nos han dado dos guerras civiles horrendas, que han
desangrado nuestra juventud, que nos han deshonrado
ante la Europa civilizada, entonces les decís : *Adminis-
traos como queráis ; yo no tengo que ver con eso, pres-
cindo de vosotras ; y las personas que por suerte salgan
para la Diputación, esas serán las buenas, esas serán las
que yo quiero .» ¿Es esto justo? ¿Es esto político? ¿Es esto
sensato? Otro argumento se ha hecho que no puedo dejar
de contestar : NAo las impongáis contribuciones ordinarias
ni extraordinarias, porque las Provincias Vascongadas
son pobres ; es preciso tenerlas compasión, es preciso de-
jarlas que se desenvuelvan, es preciso cuidarlas ; es preciso
no exigirlas ningún género de sacrificios .'>
¡Ah, señores Diputados! Yo también pertenezco a una

28
dijimos los asertos y apreciaciones lo mismo
de los conservadores que de los liberales . Los
provincia situada en la zona cantábrica, a una provincia
qué abre sus costas a las olas embravecidas de ese mar ;
provincia de población densa, provincia cuya probidad
y cuya honradez son tan proverbiales como las de las
Provincias Vascongadas . ¡Qué diferencia, señores! Días
pasados sirvió mi provincia para establecer un paralelo
que hoy ha repetido el señor Marqués de la Vega de Ar-
mijo, reproduciendo el dolor que me causó la primera
vez al mirar la miseria de esa provincia y sus sacrificios
frente a la prosperidad y bienestar de las Vascongadas :
paga al Tesoro (le _>o a 25 millones de reales, único fruto
quizás de su sudor, mientras que estas afortunadas pro-
vincias no contribuyen con nada al Tesoro, y hasta reciben
de él i8 millones de reales para atenciones generales ; mi
provincia, pobre y mezquina, sin industria, sin comercio,
viviendo de una agricultura rutinaria, ha pagado todas
las subvenciones de caminos de hierro de España y no
tiene ella ninguno, mientras las Vascongadas no han pa-
gado en poco ni en mucho las subvenciones, ni sé si han
pagado siquiera las que les corresponden en su territorio,
y tienen dos líneas las más importantes (le España . ~li
provincia, que si es pobre en riqueza es rica en pcblación,
envía todos los años la flor de su juventud para defender
el orden y la libertad ; libertad y urden que están constan-
temente amenazados en las provincias Vascongadas .
Los pueblos de mi provincia no han adelantado nada,
están hoy como al principio de este siglo ; en las provincias
vascongadas se levantan poblaciones admirables como
Bilbao, San Sebastián y Vitoria, no por sus fuerzas pro-
pias sino con la savia y con la sangre de sus hermanas
las provincias españolas .

29
métodos que emplearnos, el tono que usamos
no fueron semejantes, no, antes bien bastante

30
diversos . Nada cabe más distinto que el discurso
del sabio 37 teórico D . Mateo de Moraza
lo que son en realidad hov los fueros de las Provincias
Vascongadas . Confieso bajo mi palabra de hcnor que no
he llevado a este estudio plan preconcebido ni rencor
de ninguna clase. Me atrev,;, por consiguiente, sin resl-)nder
más que de mi intención, a formular mis juicios en unas
cuantas proposiciones, porque del conocimiento exacto
de lo que hoy son los fueros de las provincias vasc .ingadas
ha de arrancar el convencimiento de aprobar o no el pro-
yecto (le ley que se discute, y aún el voto particol .-.r que
yo defiendo .

31
.y el mío . Ciertamente limité lo relativo al
antifuerismo de 1841 a que se había aludido,

32
J
y según ya había dicho y opinado siempre,
defendí el estado foral más con razones polí-
directa o indirecta con estos dos grandes principios . Por
estas razones, los fueros realmente, y no se asuste el señor
"Mena Zorrilla, no existen, como antes he indicado y pro-
bado, aunque someramente . Lo que hay es una serie de
abusos que han colocado a la nación española en la situa-
ción de dar a las provincias vascongadas todas las ven-
tajas, quedándose las, demás con todos los gravámenes,
situación insostenible, situación humillante para nosotros,
y creo que verdaderamente perjudicial para los intereses
de los mismos vascongados .

33
ticas que acudiendo a la historia y al derecho,
demostrando que a veces se encamina mejor
dejan la cuestión en pie, o que pueden dejarla si al Gobierno
actual le sucede un Gobierno que piense de distinta
manera? ¿Es que los fueros tienen alguna diferencia cuando
se les aplica algún principio de derecho ya conocido en
el mundo civilizado? ¿Qué quieren que se les aplique?
¿Los preceptos del derecho civil? Lo acepto, y digo que
no hay pacto posible entre el Soberano y los asociados,
La soberanía que ha residido antes en el Monarca, y que
reside hoy en los Cuerpos Colegisladores con el Rey, no
pacta ; decide, impone, manda . Pero aunque hubiera pacto,
sería un pacto leonino, un pacto nulo, un pacto irrito,
que llevado ante los Tribunales sería rasgado
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
la cuestión a los tiempos de la concesión? Pues el derecho
feudal declara destituido a todo aquel que es rebelde,
a todo el que niega la obediencia al Soberano . Y pregunto
yo : ¿cuántas veces las Provincias Vascongadas han negado
el derecho a su Soberano, cuántas veces se han rebelado
contra él? Pues eso solo basta para que según el derecho
feudal ese beneficio, que son los fueros, hubiera desapa-
recido. ¿Es el derecho natural de propia conservación?
Desde el momento que hay una región en que por su posi-
ción particular, en que por su idioma y por sus costumbres
se amenaza el orden público, ¿no tiene derecho la Nación
a variar el orden establecido N, a crear uno nuevo que ponga
a salvo los sagrados principios de la paz pública?
eNo quiero hablar del derecho público, porque sería
ridículo que yo tratara de demostrar en una Cámara tan
ilustrada, que según los principios de este derecho puede

34
un Estado a la unidad por procedimiento de
aparente diversidad que por artificial simetría,
darse el espectáculo de un pedazo de nuestro territorio
que no responda (le la igualdad ante la ley
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
eEl artículo 84 de la Constitución, en su párrafo tercero,
establece la intervención del Rev, v en su caso de las Cortes,
para impedir que las Diputaciones provinciales y los
Ayuntamientos se extralimiten de sus atribuciones en
perjuicio de los intereses generales y permanentes. ¿Y cuál
es el medio ele intervención que da la ley que disentimos
para realizar el fin de este precepto constitucional? Los
Gobernadores que mandan en las provincias vascongadas .
,tienen algunas atribuciones sobre las Diputaciones forales?
¿Son estas las Diputaciones de que habla la Constitución,
y que se necesitan para garantizar los intereses
generales del Estado?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
precepto legal queda incumplido, y que los Gobernadores
de las provincias no tienen facultades para garantizar
los intereses generales y permanentes del país, ni para
evitar que los provinciales y municipales se hallen nunca
en oposición con el sistema tributario del Estado, según
previene el párrafo cuarto del art . 84 (le la citada Constitución
. Porque vuelvo a preguntar : en materia de ¡nipuestos,
¿qué medios (le intervención, (le valoración ni
de fiscalización, sobre la riqueza pública, sobre la riqueza
mueble e inmueble tienen los Gobernadores de las provincias
vascongadas? ¿Se conocen allí los jefes económicos?
¿Los va a crear el Gobierno? ¿Por qué no lo dice? ¿\o

35
debiéndose cuidar de que una unidad formal
no mate o perjudique la unidad esencial . Im-
da a entender ese silencio que el Gobierno piensa reser-
varse ese arma para aflojar o estirar según las circunstan-
cias? ¿No dice el Gobierno en ese dictamen que volverá
a oir a las provincias vascongadas? ¿Para qué? ¿Es que
para las provincias vascongadas no se puede legislar sin
oirlas previamente a pesar de tener aquí Diputados dig-
nísimos y en la otra Cámara Senadores no menos dignos?
¿Se ha hecho lo mismo con las demás provincias cuando
se han mermado sus atribuciones?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
«¿Para cuándo, señores, si esta ocasión no se aprovecha,
se guarda la terminación de este asunto, que está agitán-
dose hace tres siglos? Yo pudiera decir al señor Presidente
del Consejo de Ministros : ahora o nunca ; porque nunca
tendría la opinión más de su lado, nunca estaría mejor
formado el criterio de las personas entendidas respecto
de esa cuestión, y porque nunca estaría tan justificada
como después del vencimiento de una guerra injusta,
debido pura y
exclusivamente al valor (le nuestros sol-
(lados . Me dirá el señor Presidente del Consejo de Minis-
tros que es cuestión de prudencia, y yo le diré a S . S . que
la prudencia puede pasar algunas veces por miedo y que
la prudencia en ciertos casos es audacia . 1 o creo que si
por los hilos que han de quedar pendientes de esa autori-
zación ésta no da el resultado que sería de desear, si se
vota el proyecto de ley . tal conTo lo ha presentado la comi-
siún, v no se resuelve desde luego la cuestión, yo creo,
señores, que el Gobierno deja de adquirir una gloria legí-
tima ; veo que al joven Rey Don Alfonso XII se le deja
perder un gran prestigio ; veo, en fin, que si el país ve una
vez más defraudadas sus esperanzas, puede apuntar el

36-
pugné sin vacilación la proclama de Somorrostro,
censuré las declaraciones del Presi-
peligro de que se repitan las tristísimas escenas que han
tenido lugar en las dos guefras civiles . Yo no quisiera
que mi partido ni que el Gobierno, de quien soy adver-
sario leal, ni la mayoría, ni nadie contrajera semejante
responsabilidad ; yo se lo aconsejo lealmente; no es esta
cuestión política, no es esta cuestión de partido, como
decía el señor Domínguez esta mañana ; aquí no miramos
el dictamen bajo un prisma de oposición al Gobierno,
pues esta es más alta que una cuestión de partido ; yo
se lo aconsejo lealmente al Gobierno ; y a pesar de ser
su adversario nie alegraría que hiciera lo contrario .#
El Marqués de la lega Arutijo :
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
iLa verdad es, señores, que la opinión se ha manifestado
clara y terminantemente en el país ; venían aquí las oposi-
ciones temerosas y desconfiadas de la resolución que pu-
diera presentar el Gobierno, y esto a que llamaba atmós-
fera mi amigo el señor Conde de Llobregat, tomaba tales
proporciones que se dictó una medida indirecta para que
los Ayuntamientos y Diputaciones no pudieran hacer
oir su voz en este asunto, como lo han hecho en otros,
dándose así un carácter enminenteniente político a la cuestión
. La verdad es, señores, que es muy chocante que
en este país, en que se proclamaba que no existían ni Cons-
titución, ni leyes orgánicas, ni más que el caos después
de la revolución de Septiembre, no hubo inconveniente
en exhumar la única ley que podía servir de base para
sostener como legales los privilegios de las Provincias
Vascongadas, sin tener para nada en cuenta que esa ley
de iS39 que ahora invocan las Provincias Vascongadas
con satisfacción, de la cual hablaba hoy con gusto el señor

37
dente del Consejo, cosa que me valió que me .
contestase él, que a ninguno de mis compa-
Conde de Llobregat, era una ley completamente desaten-
dida por aquellas provincias, diga lo que quiera S . S . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
«Es menester no olvidar que esas provincias que apare-
cen hoy tan sumisas al Rey legitimo, tan entusiastas por
la causa de Rey D . Alfonso, no respondieron uno y otro
día a su voz cuando les brindaba con la paz y aun les ofre-
cía la conservación de sus fueros .
«Pasa el tiempo y fué necesario armar grandes ejércitos,
como jamás los tuvo España, para vencer la insurrección
de las Provincias vascongadas y Navarra, y entonces,
como decía con gran calor y con gran satisfacción el señor
Ministro de Estado, se alcanzó la victoria solo por el triunfo
d e las armas, sin convenios, sin acuerdos de ninguna espe-
cie ; sola y exclusivamente por el triunfo de las bayonetas
v de nuestro derecho se venció la insurrección carlista .
: . . . . .
cuál era la actitud unánime del país, cuál era la actitud
casi unánime de la prensa en los momentos mismos en
que esta cuestión se iniciaba en este sitio? ¿Quién hubiera
podido creer que después de los sucesos que habían tenido
lugar en la última guerra, había de venir como consecuencia
natural el respeto de gran parte de las instituciones que
tienen más medios y más raíces para contribuir de nuevo
a un levantamiento semejante al que tantas veces hemos
deplorado? ¿Quién había de creer que veríamos de nuevo
respetadas por completo ciertas exenciones, según las
llaman los vascongados, y privilegios el resto de la Nación?
Todavía comprendería que ese respeto se tuviera exclu-
sivamente a aquellas disposiciones legislativas que ninguna

3 8
ñeros rebatió, y mediara entre nosotros vivo,
si bien cortés incidente parlamentario . Concluí
de esta manera :
relación tienen con los sucesos tristes que todos recorda-
mos, y quiera Dios no veamos repetidos algún día ; pero
no ha sido así, antes bien la voz del país, la voz casi uná-
nime de la Nación, lo repito, se desoyó y siguiendo su
curso el pensamiento que el señor Presidente del Consejo
de Ministros había iniciado al exhumar la antigua ley de
1839, se procedió a un llamamiento siempre desatendido
por las provincias vascongadas .
«Cuál fué la consecuencia de haber vuelto a exhumar
la ley de 1839? Encontrar, ahora como entonces, una resis-
tencia pasiva, que ha sido causa de que lleguen hasta
nuestros días esos especialísimos privilegios que, si provo-
caron una guerra en 1834, han servido para provocar
otra en 18 ;
«Vinieron aquí los representantes de las provincias
vascongadas con una autoridad por cierto muy proble-
mática . ¿Quién les había elegido? ¿Para qué habían sido
elegidos? ¿Los había elegido el pueblo vascongado según
fuero? No he visto ninguna de las actas en que conste
su representación . ¿Vinieron para tratar en nombre de
las provincias vascongadas con el Gobierno como de po-
tencia a potencia? ¿No estaban aquí sus Diputados? ¿No
estaban también en el otro Cuerpo sus Senadores? ¿Quién
tenía más autoridad que ellos para tratar esta cuestión,
ya fuera administrativa, ya política, ya ministerial, cono
ha pretendido especialmente el Sr . Domínguez? !
«Todo el mundo recuerda y es sabido de todos la cam-
paña hecha en otro tiempo por el señor Sánchez Silva
sobre la cuestión de los fueros, y sabida es también la

39
Pero es hora de concluir. Vais a resolver, señores,
una de las más grandes cuestiones que jamás se han
podido resolver por el Parlamento español . Hasta
energía y tesón con que siempre sostuvo sus doctrinas .
¡Ojalá que hubieran sido escuchadas ahora las doctrinas
de ese repúblico que ha sido un profeta y que durante
toda su vida las ha sostenido ; pero se vieron rechazadas
por la poderosa voz del señor Presidente del Consejo de
Ministros, que vibró entonces allí como en todas partes!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
#Yo bien sé que el dictamen de la comisión hecho ley,
como el voto del Sr . González Fiori si llegara a serlo,
sería ley y se acataría en aquellas provincias como en las
demás de España, si así lo resuelven las Cortes del Reino ;
pero bueno es que se sepa que aunque queda el recurso
del derecho de petición, fundándose las provincias en
que sus leyes son liberales y no antiguos privilegios, la
verdad es que hay que atender a la época en que esos
privilegios fueron concedidos para determinar su carácter .
oSin entrar vo ahora en la grave cuestión que tanto
preocupa a los que de este asunto se han ocupado, porque
para el debate que sostenemos basta y sobra por desgracia
con la ley de 1839, esas libertades, como las llamaba el
señor Conde del Llobregat, esos privilegios, como los llamo
yo, fueron dadas como fueros, como privilegios, no como
libertades ; esos privilegios eran, atendida la época a -que se
hace remontar su concesión y existencia, un adelanto en la
organización general de los Poderes públicos
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
misos, sin pactos, como dijo aquí el señor Ministro de
Estado, ese día sería el último de los fueros ; asf debía
haber sucedido, y este es el cargo gravísimo que con gran

4 0
ahora él ha tenido delante de sí el problema de la
libertad política : ahora tiene el de la Unidad nacional .
El problema de la libertad no ha sido resuelto de tal
sentimiento mío tengo que hacer al Gobierno de S . M .
La ocupación militar de aquellas provincias facilitaba
grandemente la solución, y los mismos liberales del país,
que como luego probaré han manifestado más de una
vez que no entienden la cuestión foral en la forma y modo
que generalmente se cree, también lo tenían por seguro,
si bien evitándose con la ocupación militar que entonces
había que los carlistas volvieran a perturbar con una
sublevación nuestro desgraciado país
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . t
*Este asunto se complicó extraordinariamente con las
declaraciones solemnes hechas aquí, bajo la idea de que
no estaba aún resuelto de un modo terminante que las
Provincias Vascongadas entrasen en la situación misma
de las demás de la Monarquía desde el momento que se
resucitaba la ley de 1839 . La responsabilidad de esto pesa
exclusivamente sobre el Gobierno de S . Ml .
*En las Provincias Vascongadas no es tan inconcuso
que se consideren compañeras de la libertad lo que los
vascongados llaman franquicias y el resto del país privi-
legios ; y de esto hay una facilísima demostración cuando
se encuentran documentos y proyectos de la mayor ini-
portancia, suscritos por - hombres de esas mismas pro-
vincias, que hacen una distinción capital entre el fuero
y la libertad . Yo podría leer uno por uno esos documentos
que aquí tengo ; pero corro me propongo entretener el
menor tiempo posible la atención de la Cántara, no me
liaré cargo de ellos sino en el caso de que hubiera quien
los pusiese en duda ; baste, pues, consignar que hay pro-
yectos del año 1841, lo mismo de Alava que de Guipúzcoa,

4 1
manera que no debamos recordar la vía dolorosa
que ha seguido : no debemos olvidar cuantos desaciertos
ha habido en las soluciones que al problema liberal
en los cuales se proponían reformas de las instituciones
que había en el año 41 en el resto del país ; que eran tan
distintas como lo son las de hoy respecto de las que rigen
en las Provincias Vascongadas ; esto para los que suponen
que no ha habido dentro del país vascongado quien ponga
mano en esas venerandas instituciones, y quien pretenda
que hay cosas en Castilla mejores que .en las Provincias
Vascongadas .
*Verdad es que el espíritu especial de los fueros no es,
como decía esta mañana el señor Conde del Llobregat,
esencialmente liberal ; es, por el contrario, de tal natura-
leza que su organización siempre produce como conse-
cuencia el absolutismo, en vez de la libertad ; de ahí que
en las diferentes campañas que . ha habido en el -Norte
y en las tristísimas variaciones de Gobierno que han agi-
tado a nuestra Patria, las Provincias Vascongadas no
hayan levantado nunca la bandera de la libertad, sino
siempre la del absolutismo, con la singularidad de que
aquellas provincias, que según los vascongados quieren
la libertad, no conceden a las demás de España ni siquiera
el derecho de que escojamos nuestro Rey, sino que ellas
nos le han de imponer ; y ¡cosa extraña y que demuestra
el sincero proceder de los fueristas de aquellas provincias!
nos quisieran imponer siempre Reyes absolutos, sin duda
para que gocemos de esa libertad, como la llamaba el
señor Conde del Llobregat, o de ese absolutismo, como
lo llamo yo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4Es necesario que desaparezca ese espíritu autonómico
que ven con tanta satisfacción el señor Conde del Llo-

42
han dado nuestros predecesores : no podemos tener
ciertamente la vanagloria de que desde 1812 hayamos
venido acertando en todas las soluciones que han
bregat y sus compañeros (le Diputación, y que, con tanto
sentimiento vemos nosotros que existe en una parte de
España, porque le creemos un gran peligro para la unida'
constitucional .

43
decretado tres generaciones políticas . En este otro
problema de la unidad nacional, temed, señores, que
vuestros procedimientos sean también equivocados ;
Esa ley no existía ya, esa ley había caducado, esa ley
por cumplimiento estricto en todo lo que perjudicaba a
la \ación, por su falta absoluta de cumplimiento en todo lo
que favdrecía a_ los intereses de la Nación en el perdurable
transcurso de treinta y siete años, esa ley había venido
a tierra ; los sucesos; la guerra, la victoria, la proclama
de Somorrostro, el preámbulo elocuentísimc de Agosto
de 1875, la habían enterrado para siempre .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
oDespués que todas las provincias han (lacio la flor
de su juventud, sus más preciados tesoros `? el fruto sa-
grado de sus economías y ahorros, todas ellas tienen dere-
cho a preguntar al señor Presidente del Consejo ele Mi-
nistros : ¿per qué has desenterrado la ley de 25 de Octubre
de 1839, que Iegititna esos odicsos privilegios y el único
fundamento que hoy tienen, según nos ha dicho la misma
ccnrsión, cuando esa ley estaba enterrada? ¿Por qué
se desentierra esa ley que legitima desigualdades histó-
ricas, iniquidades que han venido al suelo, como también
tan duramente se habían calificado, • .
' . . . . . .
;
después que fué el Soberano menospreciado ; después
que la proclama de Peralta fué objeto de sarcasmos crueles
en los periódicos carlistas ; después de rechazado el Convenio
de Cabrera ; después de haber tenido que pasar ese
Gobierno por la inmensa amargura de gastar 2 .000 mi-
llones de reales en efectivo que ha costado al país la gue-
rra aun a pesar de la venida del Príncipe Alfonso ; . después
ele haber dado el país de 150 .ooo a 170 .000 hombres en

44
no presumáis demasiado de vuestra infalibilidad ;
temed que os empuje una preocupación, una obcecación
. Yo deseo, tengo bastante patriotismo para
que ha tenido necesidad de aumentar el ejército ese Go-
bierno ; después de haber tenido que pasar por el inmenso
dolor de arrancar 400 millones de reales que lían produ-
cido en su tiempo las redenciones hechas a costa de los
útiles de labranza, de los instrumentos del trabajo, arran-
cando lágrimas a todos los hogares ; después de todo esto,
¿se concibe señores, que este Gobierno se coloque después
de la guerra en la misma situación, completamente eA
la misma situación que podría adoptar cualquier Gobierno
si hubiese venido antes de la guerra?
Así es, señores, que vista la política del Gobierno a
través de estas consideraciones, considerando el nian-
tenimiento (le la ley de Octubre de 39 a la luz de estas
consideraciones, yo no conozco error más funesto para
los intereses patrios, yo no veo, después del funesto pacto
(le familia, lo digo con sinceridad y pie duele decirlo, error
nacional de tal magnitud
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
ODeclarar vigente la ley del 39 es como olvidar que ha
existido la guerra, que los contribuyentes han sido estru-
jados y exprimidos, que por consecuencia de la guerra
el país está en ruina, que el Tesoro está en plena banca-
rrota, que los efectos de la guerra pesaron sobre una y
otra generación ; es copio decir que nosotros hasta tenía-
mos que aplaudir el celo y la actividad del Gobierno,
puesto que cumplía con una ley olvidada por todos los
Gobiernos, y procedía a oír desde luego a las Provincias
Vascongadas, presentando sin dilación y como conse-
cuencia el proyecto que estamos discutiendo . Con razón
o sin razón, con derecho o sin derecho, los vascongados

45
ello, que vuestras soluciones y no las mías sean acertadas,
porque no han de preponderar las mías sino
las vuestras, porque de vuestra solución depende
en la anterior guerra civil creían estar en posesión de sus
privilegios legítimamente, y creyeron, v en mi concepto
creyeron con razón, que por efecto (le la guerra los privi-
legios habían venido al suelo, y acudieron por lo tanto
con ruegos al Duque de la Victoria y el Duque de la Vic-
toria les hizo una gran concesión, la concesión de reco-
mendar el mantenimiento de los fueros al Gobierno Su-
premo . El Gobierno oyó estos ruegos y las Cortes en con-
secuencia dieron esa ley . Pero ahora que no ha habido
convenio de Vergara ; ahora que no ha habido recomen-
daciones pactadas que sepamos de los generales en jefe,
no concibo que después de lo que ha pasado, despreciado
el Soberano, despreciado el Gobierno, despreciado el país,
después de tantos sacrificios, señores, se venga a colocar
el Gobierno después de la guerra como si la guerra 4
hubiera existido . Este es el absurdo
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
bien limitado y bien estrecho, cuando se trata de una
cuestión que realmente debe resolverse con el santo y puro
y amplio criterio de la Patria, ante la cual después del
triunfo no hay ni vencidos ni vencedores, no hay i car-
listas ni liberales . En todo caso, si de abolir privilegios
se trata, al mismo tiempo que de practicar una política
de generosidad y de concordia ; en todo caso, si se quiere
que nos despojemos del derecho de la victoria y practi-
quemos esa política de generosidad y de concordia, yo
creo que el Gobierno debe inspirarse en ese criterio nobi-

46
todo lo que haya de más grave para la Patria .
Pero sí me permito deciros esto a vosotros, Diputados
de Nación, a vosotros que constituís uno de
lísimo y amplio de la Patria, en el criterio que ha inspirarlo
la política de los grandes y verdaderos estadistas, la pulí-
tica de Cisneros y Richelieu, que se apoyaban en los n . .'s
para echar abajo los privilegios que les contrariaban ;
para constituir a pesar de todos los intereses con que tenían
que luchar, las grandes nacionalidades de España y de
Francia . En todo caso inspiráos en la política de nuestros
hombres Ce Estado contemporáneos, en Bismarck y en
Cavour, que no reparaban en prescindir de pequeñeces
para constituir la asombrosa unidad de Alemania v la
asombrosa unidad de Italia . Medidas, medidas (le carácter
general, medidas cuyo beneficio alcanza a todos, he aquí
lo que importa, v no importa que queden algunos lasti-
mados . ' a lo decía el gran romano en su tiempo : «Tiene
todo gran ejemplo su porción de injusticia para algunos,
que luego se compensa con la utilidad de todos»
«No, no tenían en cuenta Cisneros y Richelieu los inte-
reses que podían lastimar para constituir sus gloriosas y
grandes nacionalidades ; no han detenido a Bismarck en
la obra que ha realizado a los ojos de la Europa moderna
las quejas de los pequeños reinos y de los pequeños prin-
cipados que tenían que fundirse en el gran crisol de la
unidad alemana ; no han detenido a Cavour y a sus ilus-
tres sucesores las quejas de Turín, de Florencia, de Parma
de Venecia, de Nápoles, para dar a la magnífica unidad
de Italia el magnífico coronamiento de Roma . Ellos repe-
tirían las inmortales palabras de Tácito que yo acabo
de decir .
«' luego no cabe la distinción entre carlistas y libe-

47
los supremos poderes de esta Patria, yo n-) he de acabar
estas observaciones, más que discurso, sin volver
la vista a mi país, que perdió hace tiempo una parte
rales, porque a los mismos liberales no les puede ni les
debe satisfacer . ¿Son realmente liberales, son sinceramente
liberales? Pues deben comprender que el gran principio
de la libertad es la igualdad y que ellos no pueden aspirar
a un privilegio que les coloca sobre Puigcerdá, sobre Te-
ruel, sobre Castellón, sobre los liberales navarros, que
han hecho tantos o mayores sacrificios que ellos en la
última guerra
También los carlistas vascongados articulan algu-
nas quejas, y no todas injustas, contra los liberales de
San Sebastián, que contra fuero constituían juntas pro-
vinciales, constituían sus Diputaciones provinciales para
vejarlos, oprimirlos y dominarlos ; contra los liberales
de San Sebastián v de Bilbao, que tuvieron críticas acerbas
y tan duras para el indulto de Amorebieta, que es la pá-
gina más bella del Duque de la Torre, y que después secun-
daron la política insensata de proscripción y de exter-
minio que se hizo contra los carlistas acogidos a ese indulto,
política que los precipitó en masa, que los dispuso en masa,
para formar en la insurrección armada que tan fácilmente
y tan rápidamente y tan generosamente había conjurado
el General Serrano
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
*Yo deseo que nos compenetremos y que en todo, en
todo, nos reconozcamos los vascos y los españoles . Yo,
señores, ful de los que aplaudieron sin intermitencia y
desde el primer instante el indulto de Amorebieta, y de
los que con toda la energía de su carácter se colocaron
en frente de los que querían que se resolviera ab áralo
esta gran cuestión en la que hoy con plena oportunidad

4,3
de sus Fueros, y perdiendo hoy otra, tiene más que
nunca todos mis recuerdos y todos mis afectos . Creo
me es lícito dirigirle palabras que no pueden tener
ponemos mano ; pero para esto, igualdad de derechos e
igualdad de deberes ; pero para esto, igualdad (le ventajas
e igualdad de inconvenientes ; pero para esto, verdadera
y definitiva y absoluta yy sincera unidad nacional, ' in
reservas mentales y sin propósitos egoístas ; pero para
esto, nada de hablar de raza euskara con sus destinos
propios en frente de los destinos de la nacionalidad espa-
ñola, como ha dicho en estos tiempos de dictadura un
periódico de San Sebastián que tengo aquí ; nada de hablar
de Congreso Guipuzcoano en frente del Congreso español ;
pero para esto, nada de llegar a las últimas graduaciones
de la milicia para sostener con esta mayor influencia que
los vascongados no deben (lar , soldados para el ejército '
de España ; pero para esto, nada de llegar a las altas jerar-
quias de la administración, nada de llegar a un ministerio
para sostener un interés distinto y opuesto al de la nacio-
nalidad española, cuando los colegios y Universidades
en que estudiaron, cuando los sueldos que devengaron
y que devengan los paga la Nación española, tan esquil-
mada y tan empobrecida ; pero para esto, nada de una
organización privilegiada y tan refractaria al interés na-
cional que cuando defiende una causa maldita improvisa
legiones intrépidas, y cuando está inflamada por el con .
tagio nacional, cuando responde a las corrientes que
dominan en la \ación española, tan lenta y perezosa
es para organizar sus tercios aun acudiendo a gente cas-
tellana, que llegan tarde a Africa v apenas si tienen oca-
sión de oir algún lejano disparo de una espingarda ene-
miga ; pero para esto, nada de una organización que tenga
en sus manos, según la expresión inglesa, los signos de

49
más autoridad que' la de la abnegación con que le he
servido . La tierra en que nací, que administré, que
represento, en que yacen mis Padres, en que descan-
la soberanía, la bolsa y la espada, nada de una organi-
zación que le permite improvisar ejércitos, levantar em-
préstitos, exigir impuestos, porque esto, señores, sería
mantener un Estado dentro de otro Estado ; porque esto
sería la debilidad eterna de la Nación ; porque esto sería
el suicidio más grande; porque esto sería la traición más
grande que podía hacerse a la Nación española . Y sobre
este punto concreto interpelo al Gobierno de S . Al .
:
«Señores, voy a concluir ; he dado a mi discurso mayores
proporciones de las que pensaba y comprendo
que haya
fatiga de la atención de la Cámara, mucho más tratándose
de una cuestión sobre la que verdaderamente hay una
opinión madura en España . Todos han pedido la unidad
nacional, clases altas, clases bajas y clases medias ; la
mayoría y minoría del Congreso nos inspiramos en la
opinión de nuestros distritos y nuestros distritos y provincias
dicen a la mayoría v a la minoría : unidad nacional ;
acudo a los periódicos, y todos ellos, ministeriales y de
oposición, todos han dicho : unidad nacional ; acudo al
ejército, que con su actitud algo dijo en Bilbao y San
Sebastián cuando oyó los gritos de ¡Vivan los fueros! y
aunque nada puede decir de una manera expresa porque
se lo veda la ordenanza, sin embargo, el órgano autori-
zado del ejército dice : unidad nacional ; acudo también
a la persona extranjera, que en nuestras luchas suele mez-
clarse sin las pasiones que aquí, y juzga más serena y más
imparcialmente nuestras cuestiones, y todos los perió-
dicos empezando por el Journal des Debats, que tan entu-
siasta es del señor Presidente del Consejo de "Ministros,

$o
sarán mis huesos, no puede tener un solo sentimiento
de que yo no participe : sus dolores son mis dolores,
sus amarguras son mis amarguras . Pero la política
todos cuando se trata de transigir con los fueros, dicen,
( , grande error de la política española" . ¿Y todavía se queja
el señor Presidente del Consejo de Ministros, y dice que
la opinión nacional es hoy tan exigente después de haber
sido tan floja con los Gobiernos que le precedieron? Pues
qué ¿ningún Gobierno en la sucesión de los tiempos, em-
pezando por Godoy, en cuyo pecho dejaron tan hondos
resentimientos los vascongados por su campaña del año
95, se ha visto en la situación desembarazada que S . S .?
¡I que digo situación desembarazada! en la situación
envidiable, por un conjunto feliz de circunstancias dolo-
rosas, en que se ha visto colocado este Gobierno para
resolver (le una vez esta cuestión?
*El Gobierno estaba comprometido, estaba obligado a
no resistir el sentimiento nacional y a resolver esta cues-
tión en la dirección que marcan los intereses eternos de
la nacionalidad española . Ocasión es esta única en la
historia de nuestro país, que deja escapar quizás el señor
Presidente del Consejo (le Ministros, y por lo cual el país
le pedirá cuenta y la historia también . Yo no hago res-
ponsable a nadie, ni por alto ni por bajo, ni por inteligente,
ni por entero, ni por sabio que sea, mas que al Presidente
del Consejo de Ministros ; él, el que piensa ; él, el que obra ;
él, que lo llena todo ; él hace la guerra, él hace la paz, él
dirige la administración, él dirige la hacienda, él inspira
la política y la diplomacia ; él es, en una palabra, cerebro,
brazo v pluma de ese Gobierno . Aquí no hay nadie que
sea responsable más que el señor Presidente del Consejo
de Ministros,,

si
es la política ; es de pueblos viriles mirar cara a cara
su situación, cualquiera que ella sea, y de pueblos
inteligentes comprenderla .
Reproducidos los discursos que en el Congreso pronun-
ciaron en contra de los Fueros vascongados oradores del
partido liberal, conviene recordar la actitud (le otros que
no hablaron entonces sino después .
Castelar se abstuvo de tomar parte en la votación de
la ley de 21 de julio . Más tarde consagró frases muy poé-
ticas al Arbol de Guernica recordando el saludo de Juan
Jacobo Rousseau . De esto ha querido deducirse algún
fuerismo en el orador-poeta, y pueda que en efecto no
opinase a favor de la simetría administrativa ; pero veamos
lo que sobre punto concreto dijo en Bilbao mismo durante
un viaje por Vizcaya que sus amigos intentaron fuese
triunfal .
*Vosotros los vascongados formáis parte integrante
»de la nación española y tenéis los mismos deberes nacio-
males que las demás provincias . Así como sería mengua
»gozar de menos derechos, sería otra mengua cumplir
»menos deberes . Por consiguiente, vosotros debéis con-
»tribuir a las cargas del Estado en proporción de vuestras
*riquezas v debéis formar parte del ejército en proporción
»de vuestras fuerzas . Vosotros sabéis los deberes comunes
»que os atañen y los cumpliréis como los demás españoles
»y como las demás provincias .*
Y otro día, en Junio 18gi, desde la tribuna del Congreso
dedicó a la unidad nacional este himno :
*Señores : Ante los numerosos pueblos a quienes hemos
»ciado vida y que parecen empeñados en maldecirnos
oporque los engendramos con nuestra fuerza y poder,
»ante algunas descastadísimas hermanas que se agarran
»y asen a su triste aislamiento, aun después de haber reci-

5 2
Aquí se ha hablado de Polonia y quizás si estnviérarnos
en 1864 se habría hablado de Hungría, y
sé que en lo acerbo de su dolor en aquel país se levanta
»bido desengaños, ante cierta literatura luterana, empe-
ñada en defender el falsísimo concepto de que nada liemos
»hecho por la humanidad, cuando el cielo brilla con estre-
»llas que nosotros hemos avivado t• el espíritu con - ¡(leas
»que nosotros liemos sugerido ; ante los reaccionarios extre=
»mos de las literaturas regionales que no perdonan el com-
npromiso de Caspe y maldicen el día en que nuestro gran
»Fernando Y reincorporó a la tierra patria el Reino de
»\avarra y quisieran deshacer las consecuencias del ma-
»trimonio de Doña Petronila de Aragón N , las consecuen-
cias del matrimonio de Doña Isabel de Castilla Y hablan
»desde un sitia tan glorioso copio Santiago de no sabemos
»qué Reves Garcías, espectro (le los siglos medios ; ante
»una teoría lusitana que por analogías de dialectos anti-
guos quiere constituir cierta literatura separada por
»completo (le nosotros ; ante las nocivas tendencias fili-
busteras y separatistas que nos han traído procelosos
»peligros tantas veces, créome hoy en la obligación de
»recordar que nuestra España es una ; que nuestro genio
»nacional es uno, desde los escritores latinos hasta los
»escritores lemosinos, gallegos t- castellanos ; que nuestro
»Estado será eternamente uno como el territorio v como
»el espíritu y ,
copio el genio de nuestra nación, la cual
»debe no solamente subsistir dentro (le su íntegro terri-
torio sino, extenderse hasta el Atlas en cumplimiento de
»sublimes profecías y, premio a los servicios prestados
»al progreso universal en todas las páginas de nuestra
»gloriosa historia, bendecidas por el Dios de la libertad
»y (le la justicia .»
Sagasta a su vez acusó al ministerio Cánovas en Enero

53
la imagen de Polonia N. a que no la de la antigua Hungría
. Pues bien, vea la situación en que está Polonia
y la situación en que está Hungría . Polonia por cues-
de 1877 de no haber tenido el valor de acometer en las
Provincias Vascongadas - lo que débia haber hecho, de
no haber tenido más resolución y energía .
Alonso Martínez en Mayo del mismo año, cuando había
abandonado al partido liberal conservador, dijo que el
Gobierno había empezado por seguir el camino de rea-
lizar la unidad nacional, pero que luego dió un salto atrás
y abrió un período de negociaciones, mostrándose, transi-
gente y conciliador y tratando como de potencia a po-
tencia con las juntas y Diputaciones forales . En vez de
imponer la ley, (de 21 de julio) sin consultar a las juntas
forales, exigiéndolas nada más que la obediencia y la sumi-
sión, ha pretendido su complicidad, ha querido que los
mismos privilegiados contribuyeran a la abolición de
sus privilegios ; al cabo de un año comprende ahora que
iba por mal camino y vuelve al sistema de la unificación,
Pero este sistema solo podía prosperar habiendo obrado
con gran vigor y energía, aprovechando el aturdimiento
que produce siempre la derrota y la resignación con que
en los primeros momentos el vencido recibe la ley del
vencedor .
La intervención del señor Gamazo en este asunto merece
que se señale . Formaba parte en julio 1876, lo mismo
que el Sr . Alonso Martínez, de la mayoría que apoyaba
a Cánovas . Fué opuesto al proyecto de abolición total
de los Fueros ; pero ya empezaba a tener inclinación a la
disidencia, y presentó una enmienda muy importante en
que pedía plantease el Gobierno en el territorio de-las
provincias de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa los artículos
82, 83 y 84 de la Constitución, que dicen así ;

54
tiones constitucionales, cuando solo la unía a un imperio
poderosísimo el vínculo personal de la dinastía,
poseyendo régimen libre, ejército propio, tantas garan-
Artículo 82 . En cada provincia habrá una Diputación
provincial elegida en la forma que determine la ley
y compuesta del número de individuos que ésta
señale .
Artículo 83 . Habrá en los pueblos Alcaldes y Ayun-
tamientos . Los Ayuntamientos serán nombrados por los
vecinos a quienes la ley confiera este derecho .
Artículo 84 . La organización y atribuciones de las
Diputaciones provinciales y Ayuntamientos se regirán
por sus leves respectivas .
Estas se ajustarán a los principios siguientes :
Primero . Gobierno v dirección de los intereses pecu-
liares de la provincia o del pueblo por las respectivas cor-
poraciones .
Segundo . Publicación de los presupuestos, cuentas
acuerdos (le las mismas .
Tercero . Intervención del Rey y en su caso de las
Cortes para impedir que las Diputaciones provinciales
y los Ayuntamientos se extralimiten de sus atribuciones
en peijuício de los intereses generales y permanentes .
Y cuarto . Determinación de sus facultades en ma-
teria de impuestos a fin de que los principales y muni-
cipales no se hallen nunca en oposición con el sistema
tributario del Estado .
En su discurso insistió más el Sr . Ganiazo sobre la parte
económica, aduciendo contra Bilbao hechos muy graves,
En lo administrativo se declaró bastante satusíecho con
algunas manifestaciones del Presidente del Consejo . Ni
su ataque a la autonomía ni su ataque a los comerciantes
y navieros bilbaínos motivaron reparo alguno de mal Pisto

55
tías para una vida relativamente venturosa después
de sus grandes desastres del pasado siglo, Polonia
entró inconsideradamente en las vías de mayores
cuando visitó Vizcaya pocos años después . Por el contrario,
recibió corteses obsequios de la Diputación provincial .
I)ISCURSOS DE LOS CONSERVADORES
El señor Domínguez (D . Lurenzo) : . . . Segundo extremo,
el de las diferencias de la administración local que existen
en aquellas provincias respecto de las demás de la -Mo-
narqufa ; y aquí reconozco que hay mayor distancia entre
las opiniones del señor González Fiori, que quiere que
en el plazo de los dos años se lleve a aquellas provincias
la legislación municipal y provincial del resto de España,
v las de la comisión que autoriza al Gobierno para modi-
ficar las instituciones de aquellas provincias con arreglo
a los intereses de las mismas v según convenga al resto
de la Nación . No comprendo yo el gran empeño que el
señor González Fiori parece tener en este punto . Su voto
particular y el preámbulo que le acompaña respiran en
todas sus frases la idea de la unidad constitucional, y
hago notar de pasada que creo que el Sr . González Fiori
no ha de buscar sus argumentos ni apoyar su voto en
la ley de . iS39, y , que ha tornado esa frase y ese principio
de aquella ley . Pues bien : suponiendo, que yo no lo reco-
nozco ni lo creo así, que la unidad constitucional exigiera
llevar desde luego a aquellas provincias una legislación
municipal y provincial uniforme con todas las demás de
España, ¿por qué el señor González Fiori deja entonces
otras provincias separadas y que tienen todavía una legis-
lación aparte% ¿Por qué, ya que ese proyecto es tan radical
y se quiere comprender en dos breves artículos todas las
disposiciones tan generales, no se abarca a todas las demás

56
revoluciones, sin mirar a nada, sin darse cuenta de
nada, tomando sus sueños por realidades . Atraviesa
aquel país en armas un embajador de la Francia revo-
provincias de España que tienen una legislación diferente
de las otras? ¿Por ventura la misma Navarra, de que no
habla el señor González Fiori y que se encuentra en las
mismas o quizás en peores condiciones que las Vascon-
gadas, no merecía, dadas esas opiniones del señor Fon-
zález Fiori con tanta generalidad y ,
con tanto radicalismo
sostenidas, que se extendieran a ella esas prescripciones?
Pues qué ¿no sabe el señor González Fiori, ilustrado juris-
consulto, que hay varias provincias en España que com-
ponían antiguos reinos y a las cuales no alcanza la uni-
formidad (le nuestra legislación civil? ¿\o sabe que tienen
privilegios, exenciones, usos, costumbres }I leves diferentes
de las que rigen en la \lonarquía? ¿Es más importante
por ventura, la legislación municipal ~ • provincial que
la legislación civil? ¿Podrá sostener esto con visos de razón
el señor González Fiori? Ko lo creo .
El señor Mena y Zorrillo : . . . Y ¿qué razón había para
concluir al día siguiente de la victoria con los fueros?
¿Pues qué hacer con los heroicos defensores de San Se-
bastián, de Bilbao, de Hernani, de Guetaria :' ¿Qué hacer
con aquellas gentes que lo habían sacrificado todo en
aras de la Patria, en el servicio (le las instituciones y de
la libertad? ¿No había allí siquiera aquellos diez justos
que hubieran bastado para salvar (le la ruina a las desdi-
chadas ciudades de las orillas del mar \luerto? ¿Pues
qué, aquellos defensores de la libertad no habían prestado
numerosos servicios, sagrados y dignos de toda consi-
deración? ¿No imponía esto el deber al Gobierno, no de
sacrificar lo que exige imperiosamente el interés de la
Patria, pero sí el tener también los posibles miramientos

57
lucionaria, y en noche oscura, en medio de un bosque,
cubierto el suelo de nieve, a la débil luz del farol que
tiene el carruaje del Duque de Mortemart, celébrase
para que lo que haya de hacerse se haga, no a título de
vencedores, no en nombre de la fuerza, no en son de vio-
lencia, sino viniendo a establecer un orden legal dentro
de la conveniencia v guardando todas las consideraciones
y todos los respetos debidos?
«Pero es que los fueros son un peligro ; es que los fueros
han sido ya causa de dos guerras civiles y serán causa,
según infausta profecía del señor Marqués de la Vega
de Armijo, serán causa tal vez de otra tercera . ¡Los fueros
causa de guerra! ¿Por ventura peligraban los fueros en
el momento de estallar la insurrección carlista? ¿Fué
a nombre de los fueros como se sublevaron aquellas pro-
vincias? Y en Cataluña y en Aragón y en Valencia, ¿habla
también cuestión de fueros? No hubiéramos atacado
lo que era sagrado y respetable ; no a nombre de la libertad
hubiéramos cometido el atentado más horrible que puede
cometerse contra ella, atacando el santuario de la con-
ciencia, lo que hay de más sagrado en la vida, y entonces
no hubiéramos tenido guerra civil, que se ha provocado
desde este sitio con la provocación más insensata y más
grosera, de la que no ha habido jamás ejemplo .
»Y por ventura los fueros que notoriamente no
han sido causa de la guerra civil ¿han sido su instrumento?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
»Los fueros son una causa de constante peligro . ¿Por
qué? Porque los fueros ponen el poder municipal y pro-
vincial en manos de los carlistas . Entran en el saco, según
el sistema electoral de insaculación de Vizcaya, entran
en el saco carlistas y carlistas salen, ¿pues qué habían
de salir? Pues apliquemos el sufragio universal . Como

58
una conferencia entre él y los jefes del movimiento .
Pídenle éstos separaciones absolutas, fronteras extensas,
y él revela que Inglaterra y Francia garanti-
entrarán muchos más carlistas, muchos más carlistas
saldrán ; de manera que la consecuencia de ese argumento
seria que habría que someter a esas provincias a la ley
del vencido y no decir : ase acabaron los fueros» ; sino »ns
damos nuevos fueros, fueros odiosos, fueros de servidumbre
y proscripción» . Pero si le damos nuestra libertad y nuestras
leyes, claro es que con ellas han de prevalecer las mayorías
que allí son naturales, han de prevalecer las mayorías car-
listas. Lo que hay es que esto necesita un correctivo y la
lección no debe ser perdida, y el hecho tiene una moraleja
que se ha de tomar muy en cuenta y que hay que tener
anotada para su día, para un día no muy lejano, por la
razón de que las elecciones allí darán carlistas como en
otra parte podrán dar cantonales . Por esa razón es me-
nester que los Gobiernos estén firmemente constituidos
y puedan intervenir en la administración municipal y
provincial de tal manera que precavan esa clase de peli-
gros . La consecuencia que de ello se infiere no es que hay
que abolir esa parte de los fueros ; la consecuencia es que
para las provincias y para los fueros de las provincias
hay que dar una organización a nuestro sistema municipal
y provincial que permita garantizar el orden público .»
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El señor Presidente del Consejo de Ministros .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Discútase en buen hora cuanto se quiera sobre el origen
de los fueros vascongados ; nadie podrá negar el hecho
de que sobre todo desde el siglo xiv hasta ahora han ve-
nido confirmados constantemente por todos los Monarcas
españoles . Nadie podrá negar que después de ese hecho

59
zarán la autonomía anterior, la libertad constitucional .
Pretenden ellos que Lafayette, a quien creen dueño
de la opinión francesa, les dará más de lo que acaban
bien conocido, los fueros vascongados han sido confir-
mados de una manera muy expresa y muy principal y
explícitamente por todos los Gobiernos de los últimos años,
,Cuando se discute si hasta el día de hoy en que las
Cortes y el Rey no han dicho su última palabra sobre
esta cuestión, está o no vigente la ley de 1839 ; cuando
se hacen cargos al actual Gobierno, y se me hacen a mí
especialmente por considerar que esa ley está en vigor,
¿se recuerda por todos acaso (y no debe recordarse, porque
entonces no se concebiría el argumento) que en la le,,
actual vigente de Ayuntamientos, en la que se está .apli-
cando todos los días, refrendada por el señor don Nicolás
M .B Rivero, se declara que esa ley no es aplicable a las
provincias vascongadas, porque en virtud de la de 1839
(el texto lo dice así expresamente), están reconocidos
sus fueros, y esos fueros son contrarios a la ley? ¿Cabe
la menor duda, señores Diputados, de que el Gobierno
estaba en la obligación de tener alguna consideración
con instituciones, con antecedentes, con leyes que de esta
manera tan repetida, que de esta manera tan expresa
se habían reconocido por todos los Gobiernos anteriores?
*Yo pregunto, señores Diputados : después de tantas
confirmaciones de estos fueros, después de declaraciones
tan espontáneas y tan públicas por parte de todos los
partidos en favor de los fueros, existiendo como existían
entonces todas las diferencias, y pudiéndose hacer entonces
paralelos entre provincias y provincias tan elocuentes
como los que ha hecho el señor Ulloa, al venir aquí hoy

6o
de oir . Quiere persuadirles el Embajador . Todo o izada,
exclaman los Polacos-Os lo digo con dolor, replica
Alortemart, izo Tendréis nada .-¿Qué es hoy Polonia?
de una manera radical a pretender que todo se borre,
que todo se destruya, que no haya consideración con nada,
¿se tiene en cuenta esa desigualdad que ya existía antes?
¿Se tienen en cuenta opiniones que se profesaron anterior-
mente? No, señores Diputados, como acabo de demos-
trar . ¿Pues qué es lo que se tiene en cuenta? ¿Qué es lo
que por lo visto sirve de base a este debate? ¿Cuál es el
fundamento a que queda reducida la exigencia que a este
Gobierno se hace? Es el castigo, es la victoria .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
,, Yo, señores Diputados, no he tenido reparo en decir
aquí el otro día de una manera expresa y solemne, como
lo había dicho en otras ocasiones, que las guerras civiles
que las circunstancias extraordinarias, que los grandes
hechos que pasan por los países y por las instituciones
inevitablemente las modifican, inevitablemente sirven de
punto de apoyo y de partida, sirven de fecha a grandes
transformaciones, que unas veces modifican, que otras
veces destruyen las instituciones mismas . Partiendo de
estos principios, yo no he vacilado en asegurar que la
guerra civil esta, tal como ella ha sido, de la propia suerte
que la guerra civil de 1833 a 1840, era un hecho bastante
importante para modificar el estado de las cosas y de
las instituciones vascongadas ; pero la diferencia está en
que yo, que creo que este hecho es bastante para que exa-
minemos imparcialmente lo que el interés del país exige,
lo que la conveniencia pública reclama, lo que la equidad
aconseja, no lo tengo por bastante para llevar el rigor
al último extreme, para negarme a todo género de contem-
placiones, para presentar de una manera escueta y des-

61
También Hungría sigue las mismas vías : también
allí un dictador revolucionario, Nossuth, ofrece realizar
programas imposibles, y deja Hungría tendida a los
nuda, y no ya delante de nuestros adversarios de las Pro-
vincias Vascongadas, sino delante de los que nos han
ayudado en la victoria, la ley misma de esta victoria en
toda su desnudez, en toda su intransigencia, en todo su
rigor . Esta diferencia bien perceptible de conceptes que
se aproximan, pero que no pueden confundirse, es la dife-
rencia entre el punto de partida del señor de Ulloa y de
las personas que como él opinan y el punto de partida
que yo he tenido al proponer a la deliberación de las Cortes
el proyecto de ley que se discute .
»Pero he procurado más ; para quitar a esta resolución
de las magnánimas Cortes y de la magnánima Nación
española todo lo que pudiera parecer venganza o castigo ;
he tratado, es verdad, de aproximar esta resolución en
todo lo posible a lo que la ley de isi9 tenía ya de antemano
previsto .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
»leo hay, pues, motivo fundado, señores Diputados,
para sostener ni por un instante que aquí no queda con-
signada y expresamente consignada la unidad constitu-
cional. Todo aquello que signifique desigualdad entre
un español y otro español está destinado a sucumbir por
obra del tiempo y de la Providencia, por la ley de formación
de las nacionalidades, por el principio de asociación que
reúne a los individuos de las naciones entre sí y que impide
que en esas asociaciones haya individuos de desigual condición
y que sigan desiguales fortunas . (Bien, bien) .
»Lo único que aquí se reserva es aquello que sin dañar
los intereses generales del país, aquello que sin contrariar
las obligaciones que a todos los españoles les imponen

62
pies del César de Mloscou y del César de Viena . Pero
al fin surge un hombre que tiene la primera condici0n
del hombre público : observa, mide, pesa todas
los preceptos constitucionales, pueda mantener en aquellas
provincias el espíritu administrativo en que indudable-
mente han sido superiores hasta ahora a otras de la Nación,
espíritu que es ele deplorar que en otras muchas no exista,
y que después de todo seria a mi juicio destruir cuanto
es y debe ser aspiración de todos nosotros, por medio
del progreso, por medio de la instrucción, por medio de
las costumbres irlo llevando y aplicando a todas las demás
provincias sin distinción de la ?\-ación española . Tener
un ideal en la mente, perseguirle como aquí se acaba de
perseguir por todos, cualesquiera que sean nuestra ; opi-
niones sobre las circunstancias, aproximarse una parte
de territorio a este ideal y destruirlo allí, para tener el
gusto de crearlo luego, francamente, me parecería a mí
un absurdo administrativo-económico .
úEn cuanto a las exenciones que en el dictamen se esta-
blecen, poco tengo que decir, puesto que en principio
las ha aceptado el señor Ulloa . Lo único que al señor Ulloa
ha llamado la atención es que se trate de premiar a las
colectividades .
+El Gobierno, que ha pedido sobre este punto una auto-
rización, no ha desenvuelto en el proyecto su doctrina ;
no ha desarrollado los principios que han de guiar su con-
ducta en la materia . Hay indudablemente poblaciones
como Hernani que puede toda ella por la situación en
que ha estado ser objeto de esa exención especial, pero
estas serán siempre excepciones y grandes excepciones
en la aplicación de este proyecto de ley . El principio más
aplicable, el principio real, porque el otro no pasará de
ser una excepción, es la exención individual, la exención

63
las fuerzas y todos los elementos que le rodean o tiene
en frente ; su patriotismo no extravía su inteligencia ;
su inteligencia no entibia su patriotismo . Hungría
personal tal como lo ha definido el señor t'lloa . No creo,
sin embargo, que tratando el asunto con la debida prudencia,
que aplicando este principio con un espíritu a un tiempo
de justicia y de justa severidad, huelgue en el proyecto
de ley la excepción que aquí se ha indicado de tal o cual
población vasca, que haya hecho más sacrificios y experi-
mentado más desgracias y más ruinas para defender la
causa general de la Nación .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
»En cuanto a la gloria que el actual Gobierno puede
tener o tiene en realizar la unidad, que es lo único que
quiero discutir y, que puedo discutir en este instante, en
eso mismo debería ver el señor Ulloa una razón que le
llevará a juzgar favorablemente la conducta q •i e el Go-
bierno observa . Es cierto lo que S . s .a ha dicho : ¿cuándo
tendrá el Gobierno más fuerza para realizar en las pro-
vincias vascongadas lo que tenga por conveniente' Nunca .
Es indisputable que el Gobierno podrá llevar en este mo-
mento a las Provincias Vascongadas, y llevar sin miedo
al menor trastorno, todas las disposiciones que quiere
llevar, hasta las más duras ; hasta las más excesivas, hasta
las más injustas, si injustas fuera posible que alguien
las pidiera para aquellas provincias hermanas nuestras .
Ni es tan ignorante el Gobierno del carácter de la Nación,
cuyos destinos en este instante, por la confianza del Rey,
y de las Cortes, tiene a su cargo, que no sepa que aquí
la gloria va unida a veces a la violencia y que para aquel
que es más temerario guarda quizás más aplausos la pos-
teridad .
»Pero cuando sabiendo todo esto, y cuando siéndole

64
aleccionada abandona las antiguas huellas y comprende
que se salvará por las nuevas, que no hallará . en las
tormentas ni su bienestar ni su gloria, y hoy es Hungría
inteligencia, corazón, fuerza predominante en
un gran imperio .
No os está permitido, señores Diputados, arrancar
a la Providencia el secreto en que guarda los destinos
de la Nación, ni a mí los que tiene reservados a la
tierra vascongada . Pero ocurra lo que ocurra, sin
miedo de que un día lo desmienta la historia puede
afirmarse que, si la tierra vascongada ha de tener
mejor suerte que la de este momento, no se la darán
los procedimientos de- Kossuth, se la darán los pro-
en este instante todo posible, se limita modestamente
a un papel que merece las censuras de los adversarios,
haw que creer que un gran motivo (le conciencia le impele
a ello y ese motivo es el deseo de no dejar a los Gobiernos
españoles y a la Nación española peligros que pudieran
ser grandes en el porvenir y en otras manos, por darse
el placer de aparecer valeroso, intransigente, decidido
a arrollarlo y a vencerlo todo por medio de la violencia . •
(Bien, bien . Aplausos repetidos)
El señor Martín de Herrera, Ministro de Gracia y Justicia :
Cabe que en la organización del -Municipio y la Provincia
no se lleve tan a rigor la nivelación : convendrá
no destruir, de un golpe al menos, instituciones seculares
en lo que no daña a sus principios fundamentales
en todo lo que se reduzca a dejar mayor libertad a la Provincia
y al Municipio en un país donde tienen el hábito
y la costumbre perfectamente acreditados de mánejar
sus intereses con habilidad, con éxito, siendo un verdadero
dechado de administración para las demás provincias del
Reino .»

65
cedimientos de Deak . Por mi parte, ante no sé qué rumor
de no se qué alianzas raras, dado que no tuvieran
una indignidad inicial, no caeré en lo que revelaría
en mí imbecilidad final . He hablado hoy por última
vez probablemente con mandato vascongado, cumpliendo
una deuda de honor, el deber más sagrado .
Si no bastase, defendería todavía con todo ardor
la causa vascongada ante el Monarca español, las
Cortes españolas y para bien de España, nuestra
Patria común ayer, nuestra Patria común hoy, nuestra
Patria común siempre .
Fué aprobada la ley en el Congreso como
lo había sido en el Senado . Fué sancionada
por la Corona el 21 de julio de 1876, fecha
importantísima en la historia peculiar euskara,
interesante también en la de España toda .
Hé aquí el texto íntegro :
DON ALFONSO XII, por la gracia de Dios Rey
constitucional de España, a todos los que las presentes
vieren y entendieren, sabed : que las Cortes han decretado
y nos sancionado lo siguiente :
Artículo I .-Los deberes que la Constitución política
ha impuesto a todos los españoles de acudir al
servicio de las armas cuando la ley les llame y de
contribuir en proporción de sus haberes a los gastos
del Estado, se extenderán, como los derechos constitucionales
se. extienden, a los habitantes de las Provincias
de Vizcaya, Guipúzcoa y Alava del mismo
modo que a las demás de la Nación .
Artículo 11 .-Por virtud de lo dispuesto en el artículo
anterior, las tres provincias referidas quedan
obligadas desde la publicación de esta ley a presen-

66
tar en los casos de quintas o reemplazos ordinarios
o extraordinarios del ejército el cupo de hombres
que les corresponda con arreglo a las leyes .
Artículo 111 .-Quedan igualmente obligadas desde
la publicación de esta ley las provincias de Vizcaya,
Guipúzcoa y Alava a pagar en las proporciones que
les corresponda y con destino a los gastos públicos
las contribuciones, rentas e impuestos ordinarios N-
extraordinarios que se consignen en los presupuestos
generales del Estado .
Artículo IV .-Se autoriza al Gobierno para que,
dando cuenta a las Cortes y teniendo presentes las
leyes de 17 de Septiembre de IS37 y la de i6 de Agosto
de 1441 y el decreto de 29 de Octubre del mismo año,
proceda a acordar, con audiencia de las provincias '
de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya, si lo juzgase opor-
tuno, todas las reformas que en su antiguo régimen
foral exijan así el bienestar de los pueblos vascon-
gados como el bien y seguridad de la Nación .
Artículo V .-Se autoriza también al Gobierno,
dando en su día cuenta a las Cortes :
Primero-Para dejar al arbitrio de las Diputa-
ciones los medios de presentar sus respectivos cupos
de hombres en los casos de quintas ordinarias y extra-
ordinarias .
Segundo .-Para hacer las modificaciones de forma
que reclaman las circunstancias locales y la expe-
riencia aconseja a fin de facilitar el cumplimiento
del artículo 3 .0 de esta ley .
Tercero .-Para incluir en los casos de exención
del servicio militar a los que ellos o sus padres han
sostenido con las armas en la mano durante la última
guerra civil los derechos del Rey legítimo y de la
Nación, sin que por estas exenciones se disminuya el
cupo de cada provincia .

67
Cuarto .-Para otorgar dispensas de pago de los
nuevos impuestos por los plazos que juzgue equitativos,
con tal de que ninguno exceda de diez años,
a las poblaciones vascongadas que se hayan hecho
dignas de tal beneficio por sus sacrificios de todo
género en favor de la causa legítima durante la pasada
guerra civil, así como a los particulares que hayan
tenido que abandonar sus hogares por la misma causa
o sido por ella objeto de persecuciones .
Artículo VI .-El Gobierno queda investido por
esta ley de todas las facultades extraordinarias v
discrecionales que exija su exacta y cumplida ejecución
.
Por tanto,
Mandamos a todos los Tribunales, justicias, jefes,
gobernadores y demás autoridades así civiles como
militares y eclesiásticas de cualquier clase y dignidad,
que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar
la presente ley en todas sus partes .
Dado en Palacio a veintiuno de julio de mil ochocientos
setenta y seis .
YO EL REY
El Presidente del Consejo de Ministros,
Antonio Cánovas del Castillo .
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1876-1877
El planteamiento de la ley
Las juntas Generales
Habíamos estado unidos los Senadores y
Diputados de las Tres Provincias mientras se
elaboró la ley, y aunque, según queda dicho,
el tono y actitud preferidas por unos se diferenciaban
mucho de las adoptadas por otros
representantes y presagiaban tomaríamos en
lo futuro rumbos muy distintos, recibimos de
nuestro país una misma completa aprobación .
Duras habían sido mis frases sobre la indig-
nidad inicial y la i .m u.becilidad final de ciertas
alianzas (alusión muy transparente a la singular
actitud de inteligencia posible que respecto
de los carlistas observé que de pronto empezaban
a tomar fueristas ardorosos, liberales
avanzados, ayer partidarios de la política del
castigo) ; clara quedaba mi oposición a la polí-

70
tica del Todo o Nada, desacreditada en el mundo
por lo ineficaz, y a las reivindicaciones al modo
de Kossuth, mi opción por empezar dentro
de la nueva ley negociaciones al modo de Deak,
y sin embargo no se me escasearon en la Fuskalerria
felicitaciones por la defensa tal como
yo la había hecho de la causa vascongada .
Cuidé mucho de mantener y hacer más y más
evidente mi actitud, y al contestar a - tantos
escritos como recibía puse empeño en decir
y repetir que no ocurría más que el cumplimiento,
en menos de lo que habíamos tenido,
de nuestro vaticinio de que la guerra civil
sería tumba de los Fueros, empeño igualmente
en hablar de que España es nuestra Patria .
Inserto varias de las comunicaciones que entonces
mediaron y son prueba evidente de que
el haber ostentado en pleno Congreso la ban- .
dera que con tanta anticipación había anunciado
dentro de Guipúzcoa que sería la mía,
y de lo contrario no admitiría mandato alguno,
estuvo muy lejos de valerme por entonces
ni censuras ni frialdades (i) . Las comunica-
(i) Telegramas .
Señor don Fermín Lasala, Diputado a Cortes .
El Ayuntamiento de esta Ciudad tiene el alto honor

%r
ciones de aprobación dirigidas a mis compañeros
y las dirigidas a mí fueron idénticas .
y la profunda satisfacción de felicitar a V . S . y a todos
los diputados de las Provincias vascongadas por la brillante
campaña que han sostenido en el Congreso en defensa
de las sagradas instituciones de este noble país y ruega
a V . S . se sirva participarlo a sus dignos compañeros de
Diputación .
San Sebastián, 21 de julio 1876 .
El Alcalde,
Eduardo Echeverría .
Los nobles -esfuerzos consagrados a la defensa de las
instituciones forales en las Cortes del Reino por los representantes
del solar vascongado mitigan en lo posible el
dolor profundo que la ley de 21 del mes de julio último
ha producido en mi espíritu .
Si grande y elevada es la causa que simboliza la libertad
más fecunda en bienes que registra la historia, han sido
dignos también de su elevación y grandeza la elocuencia,
la moderación y la perseverancia con que han brillado
sus mantenedores en las tranquilas esferas de la razón
y de la justicia, origen purísimo del derecho que defendían,
y por más que sus desvelos generosos no hayan alcanzado
en el orden material el éxito merecido, su victoria moral
es a todas luces evidente y el país la celebra y enaltece
con entusiasmo en medio de sus actuales tribulaciones .
Acreedores son a su eterna gratitud los ilustres patricios
que acaban de darle tan señalada muestra de su amor
y entre cuyo número V, S . se encuentra ; e interpretando
los sentimientos de todos mis hijos, cumplo el grato deber
de tributarles el homenaje de su reconocimiento con el
mío de cariñosa madre . Los anales de la tierra euskara

72
Nada tenía esto de extraño porque en los días
que inmediatamente siguieron a la sanción y
consignarán en caracteres indelebles el inmenso servicio
que V V . EE . y VV . SS . han prestado en ocasión tan solemne
y es de esperar que los vascongados, imitando tan loable
ejemplo e inspirándose siempre en su sensatez y recto
juicio, procurarán alcanzar por los medios legales 'e1 logro
de sus legítimas aspiraciones, sobrellevando mientras
tanto la aflicción que produce en su ánimo la pérdida
de sus más preciadas libertades con la dignidad y grandeza
de alma peculiares a los pueblos viriles .
Dios guarde a V . S . muchos años . De mi Diputación
general en la 1I . N . y, M . L . Ciudad de San Sebastián a
i .O de Agosto de 1876 .-El Diputado general, llargrrt
de Rocaeeerde .-Por la 11 . N . y U . L . provincia de Gui
púzcoa, su Secretario, Joaquín de Urreiztiela,
Sr . D . Fermín Lasala, Diputado a Cortes .
Ninguna de las manifestaciones que me ha valido la
defensa de las nobles instituciones vascongadas hecha
por mis compañeros y por mi en las Cortes me inspira
mayor gratitud que la muy honrosa dispensada por la
Autoridad maternal que quieren y veneran los buenos
Guipuzcoanos y que yo, aun cuando obro en esfera propia
y separada, debo singularmente respetar y amar . En
documento ya viejo había expresado mi deseo de que
una causa tan secular, tan poética y que constituye uno
de los más graves problemas de la política española, fuese
en la crisis presente encomendada por este distrito a orador
parlam ntario y hombre público de indiscutible altura .
Cualquiera que sea el escozor que aún haya en mí, la ge-
nerosa expresión de los sentimientos con que V . E . ha
distinguido mis esfuerzos llena de satisfacción mi alma .

73
publicación de -la ley de 21 de julio cesaron
los alardes de resistencia . Revelaban entonces
Tal vez las inspiraciones del amor filial habrán en parte
disminuído la profunda desigualdad entre la causa y este
su representante .
Sufre Guipúzcoa con toda la tierra euskara la más vasta
y honda de las vicisitudes por que han pasado sus liber-
tades de mil años . La Diputación con ánimo levantado
la mira cara a cara, y tiene razón . Es posible y h asta probable
que el pueblo vasco haga frente_ a las eogdiciones _en_
que va a encontrarse con los recursos que deja en pie la niisnta
ley que tauta - y tan justa amargura nos causa, con los - am-
plios procédimiéñtos de la Edad Moderna, con las dotes
fundamentales de moralidad y laboriosidad que amplia-
mente le otorgó la Providencia . ¡Quién sabe si su actual
situación es dura prueba destinada a enaltecer aún más
una raza que, si hoy recoge el fruto de recientes lamenta-
bilisimos errores a que gran parte de ella se ha entregado,
reveló tantas veces una amalgama feliz de sagacidad y
dignidad, resistió con mesura y obtemperó con acierto
en el trabajoso curso de numerosos siglos!
En la mala fortuna más que en la buena me hallará
V . E . dispuesto, mientras tenga un vínculo político con
el solar en que nací y que administré, a secundarle desde
mi puesto en cuanto conduzca a su bien como al de la
Patria .
Dios guarde a V . E . muchos años-San Sebastián,
3 de Agosto de 1876 .
li . N. y M . L . Provincia de Guipúzcoa .
Fermin de Lasala .
La Diputación general de Alava considera uno de sus
más gratos y satisfactorios deberes el de felicitar a V . S .

74
la Corona y las Cortes la fuerza de su poder
su fijeza en un plan y sistema, y las institu-
por su brillante, erudito y razonado discurso en defensa
de las instituciones vascongadas . En medio de las amar-
guras que la Diputación siente por la pérdida de sus ven(-
randas instituciones, consuélase al considerar que sus
hijos más ilustrados han acudido solícitos a defenderlas,
demostrando con el derecho y la historia la ver( "ad y la
justicia de nuestra causa al través de las miserias de par-
tido y de las pasiones políticas que destrozan y dividen
a la -ación . Este país conservará su nombre, y grabado
en lo más íntimo de su memoria pasará bendecido pur
todos a la posteridad como ejemplo de amor a la tierra
vascongada que desde hoy cuenta a V . S . entre sus mas
distinguidos hijos .
La Diputación de Alava no interpretaría fielmente
los sentimientos de la Provincia si no enviase a V . S . las
más entusiastas enhorabuenas por la digna, levantada
y oportuna defensa que V . S, ha hecho de los Fueros vas-
congados que han constituido hasta aquí la existencia
y felicidad de los pueblos .
La verdad del tiempo y el juicio de comparación entre
su pasado y el porvenir que les espera traerán induda-
blemente la restauración de aquéllos como premio de
la injusticia y parcialidad con que este país ha sido tra-
tado . Mientras tanto repite a V . S . esta Diputación sus
plácemes ofreciéndole las muestras más cariñosas de su
consideración y respeto .
Dios guarde a V . S . muchos años. Vitoria, 3 Agosto 1876 .
El Teniente Diputado general en ejercicio,
Ramón Ortés de Velasco .
Las felicitaciones que las Diputaciones forales y varias

75
ciones al obtener triunfo mucho mayor que el
de 1839 gozaban de un prestigio todavía supe-
corporaciones más me han dirigido con motivo de la de-
fensa que, así como mis compañeros, he hecho en las Cor-
tes de la causa vascongada, son para mí preciada prueba
de una benevolencia que hondamente agradezco . Oblí-
ganme aún más a no escasear mis esfuerzos en lo sucesivo,
después de una vida pública que ya creía próxima a su
término, al menos en esfera muy activa . \o desconoceré
mi deber mientras me esté encomendado un mandato
euskaro . -
La ley tan dolorosa que nos está impuesta, resultado
sin embargo izo tan duro como cl que por momentos temi-
mos de la pertinacia de nuestros hermanos en una rebeldía
que, si comprensible quizás al principio, fué injustificable
en su prolongación y fué anatematizada por V, E . no
menos que por la indignada conciencia española ; el senti-
miento de lo que nos debemos a nosotros mismos, N• tam-
bién a las generaciones futuras, y que así ha de inspirar
nuestra previsión como nuestra dignidad ; la enseñanza
que hemos de recoger del espectáculo que nos dan ilustres
naciones y altísimos sagrados poderes que pasan por peri-
pecias no fácilmente deleznables a juicio de quienes obser-
van profundamente la marcha del mundo ; todo esto será
parte a no dudarlo a que la tierra vascongada se inspire
en un espíritu político tan práctico como levantado que
disminuya nuestros males presentes sin fiar tan solo en
halagüeñas imaginaciones, que ojalá convierta en realidad
el porvenir .
La perspicaz provincia de Alava tiene trazado un rumbo
justamente celebrado, porque en medio de los azares que
desde los grandes y felices días de Vergara hemos atra-
vesado, ha sido su honor atenerse al primer elemento

76
rior al que habían alcanzado cuando, después
de largos años de desventuras, reverdecieron
de toda decisión política, al conocimiento de la propia
y de la general situación en cada momento histórico . Hago
votos sincerísimos por su prosperidad dentro de lo» Fue-
ros que sea posible conservar y dentro de la paz de la Na-
ción de que tenemos a mucha prez ser constantes y 1 uenos
hijos .
Dios guarde a V . S . muchos años . San Sebastián, 5 de
Agosto de 1876 .
Fermín de Lasala .
La suscrita Diputación general de este Vil . N . y M . L . Se-
ñorio de Vizcaya creería faltar a uno de sus más gratos
y sagrados deberes si en esta ocasión solemne, no obstante
el cruel e incesante dolor que le aqueja al ver perdidas
con notoria injusticia sus nunca bien ponderadas y amada»
instituciones, a causa de lo decretado por las Cortes del
Reino respecto a la «Ley de abolición de Fueros» sancio-
nada en 21 del corriente por S . "M . el Rey, prescindi,-ra
de tributar a V . S . como lo verifica con inefable placer,
la expresión sincera de su profundo y eterno reconoci-
miento en tenue recompensa a la erudita, razonada y
elocuente defensa que V . S . hiciera, con el talento que
le distingue, al discutirse la expresada ley en el Congreso
de los Diputados, del Código inmortal objeto constante
e idolatrado del cariño y veneración de V . S . y de los natu-
rales de todas estas Provincias vascongadas . V . S, y los
demás señores representantes del país en las Cortes del
Reino han cumplido grandiosamente su noble, levantada
y patriótica misión .
La Diputación abriga la convicción firme de que cum-
plirá también por su parte la muy delicada y difícil que

77
un momento en Africa nuestras glorias al
ondear en suelo extranjero la bandera nacional .
en la ocasión presente le está reservada . A ella consagra
sus desvelos para dejar a salvo, conforme lo han hecho
VV . SS, al propio tiempo que su honor, les derechos del
Señorío cuya custodia le está confiada, pues no en vano
tiene prestado el sagrado e ineludible juramento de guar-
darlos .
Dígnese V . S ., pues, admitir el merecido testimonio
de reconocimiento que esta Corporación . le envía en su
nombre y en el del Señorío por sus eminentes servicios,
infatigable e ilustrada cooperación, alentándonos la con-
soladora esperanza de que el país vascongado con su cons
tancia incontrastable alcanzará reivindicar por procedi-
mientos legales su perdido bienestar .
Dios guarde a \' . S . muchos años-Bilbao, 27 de julio
de 1876 .
Francisco de Cariaga . Manuel Al .8 de Gorlazar .
Juan de Jauregui, secretario .
Es para mi honrosísima la comunicación que el 27 del
corriente mes se ha servido V . S . dirigirme . Traté de demos-
trar a las Cortes que el fin indiscutible de la civilización
moderna, o sea, el aunamiento de los pueblos, no lo con-
seguirían ellas tan bien por el sistema ya iniciado como
por otros que respetasen más los Fueros Vascongados .
Prevalecieron ideas diferentes a las mías . Alas esto no
obsta a que juzgue que VALERSE DL LA MISMA LEY que deroga
una parte y deja en pie otra de nuestras instituciones y fran-
quicias seculares, ES EL .PROCEDIMIENTO ÚNICO, cosí la
representación oportuna ante el Rey y las Cortes, para recu-
perar lodo o parte de lo que ahora perdemos . Muy acertada-
mente habla V . S . de procedimientos legales : usarlos todos

78
Comprendíase en las Provincias que dentro de
la ley de 21 de Julio debía intentarse obtener
y no usar más que ellos, es lo que aconseja una experiencia
que no solo a los que insensatamente han vivid- , la vida
ele la fuerza, de las armas, sino también, y esto es lo más
sensible, a los que predijeron una y cien veces lo que traería
una guerra civil nunca justificada y criminal por su obs-
tinación, es hoy amarguísima . Así, y no de otra manera
alguna, podrán demostrar los hechas lo que haya de errores
cu la solución decretada por los prepotentes Poderes de la
Nación para reformarlo o derogarlo, si es que la Provi-
dencia en sus inescrutables designios tiene determinado
que en medio de las transformaciones pasmosas del mundo
reviva en mayor parte la forma en que durante mil años
han existido las santas libertades euskaras .
Agradezco a V . S, profundamente la distinción con que
me ha favorecido, y como vascongado que con abnegación,
posponiendo encumbramientos lisonjeros, ha servido a
su tierra, me hallará siempre dispuesto a defender con
ardor la causa común a Vizcaya y Guipúzcoa, tan impor-
tante para la Patria misma, nuestra querida y desangrada
España, muy digna de nuestra filial consideración des-
pués de las recientes calamidades .
Dios guarde a V . S . muchos años. San Sebastián, 3 1
de julio de 1876 .
Fermín de Lasala .
Excma . Diputación toral del M . N, y M . L . Señorío de
Vizcaya .
El Ayuntamiento de Vitoria, como el de Eibar y otros,
me ofició igualmente, y he aquí mi respuesta :

79
beneficios . Así me lo manifestó una de las
personas que más se movieron en esta cuestión,
compañeros v yo ' hemos hecho de la causa vascongada .
Por previsto que tuviéramos muchos el resultado que
respecto a las instituciones de esta tierra tendría una gue-
rra civil jamás justificada y criminal por su pertinacia,
al llegar el momento de recibir la dura solución de una
paz no pactada como las anteriores, debía exacerbarse
la amargura de perder mucha parte de instituciones que
habían vivido tantos siglos . No desmayaremos, sin em-
bargo ; propio es del ánimo vascongado en su virilidad
seguir viviendo sin decaimiento, aunque en condiciones
diferentes, y propio es de su espíritu práctico valerse de
cuantos recursos legales le sean reconocidos para ami-
norar sus presentes desventuras y lograr quizás días me-
jores . Por mi parte, animado por manifestación tan hon-
rosa como la que V . S . acaba de dispensarme y le agra-
dezco profundamente, mientras tenga vínculo político
con el país que pronto hará veinte años represento en
las Cortes, nada omitiré en bien del pueblo euskaro de
que es tan distinguida parte la noble ciudad de Vitoria .-
Fermnín de Lasala .»
Cuando se reunieron las juntas Generales en cada Pro-
vincia, renováronse sus votos de gracias . Al oficio ele Viz-
caya firmado por los Sres . Sagarminaga y Calle contesté
en los siguientes términos :
tLa confirmación por la junta General del voto de gra-
cias que me otorgó la anterior Diputación del Señorío,
me ha sido muy- grata . En la nueva situación creada por
una insensata pertinacia en la guerra y su consecuencia
inevitable, una ley dolorosísima, si la tierra vascongada
entre la jactaticio y el abatimiento se atiene a la dignidad ;
entre las ilusiones y la abdicación, al sentido político ; si

8o
escribiéndome una carta que por ser de quien
es resulta uno de los datos más curiosos y que,
si bien de ella jamás quise hacer uso en las
vivísimas controversias que pronto después sobrevinieron,
no he de omitir en esta narración :
Sr . D . Fermín •d e Lasala .
Tolosa i .O de Agosto de 1876 .
Mi distinguido compañero y amigo : Me veo precisado
a molestarle a V . para rogarle me remita un
ejemplar de su discurso, si es que conserva todavía
alguno en su poder, pues un amigo mío desea ver
todos los que en defensa de los Fueros se hayan pronunciado
en ambos Cuerpos Colegisladeres . Si es
que no pudiera satisfacer mis deseos, escribiré a la
Secretaría del Congreso y haré que de allí remita
a dicha persona el Diario, todo lo referente a los debates
sobre Fueros .
Nada ocurre aquí de particular . Supongo a V . perfectamente
enterado de cuanto ha ocurrido con mo-
amolda su conducta a lo que viene dando la victoria a causas
que estaban perdidas en el mundo mientras solo se recon-
centraban en el culto a lo que creían la pura idea, el derecho
p)intitivo, NO SACRIFICAR' SIN DUDA EN ARAS DE UN POR-
VENIR EVENTUAL UN PRESENTE QUE PERMITE SUAVIZAR
INEXORABLES REALIDADES . Solo así conservará fuertes
y favorables condiciones la vida vascongada para las even-
tualidades de ntaiiana .
Dios guarde a V . E . muchos años .-Madrid, io de No-
viembre de 1876 .
Fermín de Lasala .

SI
tivo de la dimisión del Ayuntamiento de esta villa .
Han llegado a comprender todos sus individuos que
la POLÍTICA DE RESISTENCIA PASIVA A NADA bueno
podría conducir, y que por el contrario el medio de que
la aplicación de la ley sea Buenos sensible está en el tacto
que desde el municipio y la Diputación desplieguen
LOS BUENOS VASCONGADOS para obtener DENTRO DE
LA LEY RECIENTEMENTE PROMULGADA Concesiones de
importancia para el país .
Estuve antes de ayer en esa Ciudad, pero tan poquísimo
tiempo que no me fué posible tener el gusto
de ver a V . Le saludaré cuando nuevamente vuelva
dentro de unos días en que tendré necesidad de ir
con motivo de un asunto .
Sin otra cosa queda a sus órdenes afectísimo amigo
y compañero .
San Sebastián, 28 de junio de iS7b .
El autor de esta carta de z .0 de Agosto hizo
el i .0 de Septiembre lo contrario de lo que
en ella proclamaba : se afilió ruidosamente a
la política de resistencia . Procedía esto de su
afán de seguir a la opinión en sus cambios,
no haciéndola propia . Un mes transcurrido sin
que comenzara el planteameinto de la ley
contando con las juntas forales, había hecho
creer a unos ánimos inquietos, agitados, sacu-
didos de uno a otro lado por las impresiones
más contradictorias, que esta nueva detención
en el problema euskaro significaba temor en
el Gobierno, y por otra parte acogían con

82
todo candor los rumores astutamente esparcidos
de que Cánovas iba a caer . Disfrutándose
del primer verano sin guerra civil, habían
acudido muchos políticos a Vasconia para disfrutar
de sus encantos en tal estación ; y como
la cuestión vascongada suscitaba las primeras
dificultades de la paz, dominadas las ., dificultades
de la guerra, reconcentráronse en esa
cuestión los esfuerzos de los enemigos del
Trono de Don Alfonso XII, de los que se limitaban
a ser enemigos, en verdad muy sañudos,
del ministerio, anulados unos y otros desde
hacía veintidós meses con el éxito brillante
de la Restauración, aconsejada por Cánovas,
servida por Quesada y Martínez Campos, entonces
muy felizmente unidos los tres en
un mismo pensamiento y acción . Claro está
que solamente dominándola una ofuscación
inconcebible podía la Euskalerria acoger la
idea que le sugerían espíritus despechados
después de sus propios fracasos y llegar a
creer que el hombre de Estado en el apogeo
de su buena suerte pudiera caer en tal momento:
a los inocentes políticos euskaros les
esperaba la desilusión de agregarse a esos
veintidós meses cincuenta y tres más antes
de que él dejara momentáneamente la direc-

8 3
ción del país (i), cincuenta y tres meses en
los cuales, precisamente a consecuencia de la
actitud en que se colocaron, 1e _fué necesario
al Poder público abolir en los Fueros más
de lo que al principio pensó . Pretendía Cánovas
una cosa muy difícil, y no se daba cuenta-de
otra. Porque en la esencia de la ley había mo-
deración y porque se proponía plantearla sose=-
gada, majestuosamente, imaginó_ que _carecería
de todo carácter de ley de ira o castigo y pasaría
por ser ley de concordia : elevado propósito
al que faltaba para ser fundado que_ la reco-
nociera también por su lado la Euskalerria
como de transacción . Esta por el contrario
continuaba haciendo lo mismo que desde -qüe
comenzó la crisis foral venía haciendo . Cuando
el Poder central avivaba sus procedimientos
para modificar los Fueros según estaba decre-
tado desde 1839 o para suprimirlos, se recor-
daba en Vasconia que los que siempre censu-
raron la guerra civil habían anunciado -que-
de seguro atraería la pérdida de los Fueros ;
cuando el Poder Central procedía sosegada,
majestuosamente, renacían las esperanzas de -
(i) La situación liberal conservadora duró desde el
30 de Diciembre 1874 hasta el 9 de Febrero iSSi .

8 4
eludir los efectos de la victoria nacional, renacía
igualmente aquel sentimiento que día por día
se había infiltrado en el país vasco al observar
las lentitudes de Madrid desde 1839 hasta
1876: se confundía la n -marcha acompasada de
ahora con la inacción de antaño . La pausa
del mes de Agosto de 1876 fué causa de un
desastre para la política de avenencia entre
el Gobierno y la representación foral . Esta
se hubiera avenido todavía el 1 .° de Agosto
a tratar del planteamiento de la ley : proclamó
la resistencia el 1 . 0 de Septiembre .
Hacía tres años que no se reunían juntas
Generales . Las que se lkahían celebrado en
Abril habían sido Particulares, según el tecnicismo
foral, porque si bien constituídas del
mismo modo que aquéllas, esto es, por apoderados
de todos los pueblos, uniones y universidades
de cada Provincia Vascongada, solo
podían tratar del punto particular o especial
para cuya resolución eran convocadas, y sus
acuerdos los revisaban las juntas Generales
ordinarias que se celebraban con mucha más
solemnidad *una vez al año y en ellas estaba
la suprema representación y potestad foral
ante la Corona . Dado que después de la paz
seguía en ejercicio el organismo foral, que

85
a él había invitado el Gobierno a enviar Comisionados,
que con arreglo a la ley meramente
se trataba de reformarlo, no de abolirlo, era
inevitable que las juntas Generales se reunieran
entre otros motivos porque hacía tiempo que
habían caducado los poderes de las tres Diputaciones,
las cuales en aquel sistema eran
elegidas en las dichas Asambleas . Si mis vivas
gestiones habían entrado por no poco en obtener
del Gobierno la reunión de las juntas
forales vascongadas en el mes de Abril, las tendencias
a la intransigencia que después poco
a poco asomaban y se extendían a veces y a
veces retrocedían, habían tenido muy perplejo
al Presidente del Consejo para autorizar 1 a
reunión de las juntas Generales . Tuvo sobre
ello correspondencia conmigo el Diputado General
en ejercicio, Marqués de Rocas -erd que
ansiaba cesar en el desempeño de su cargo,
y yo a mi vez habiendo sido causa con mis
compañeros en las Cortes de que salieran de
su retraimiento el Marqués y sus dos colegas
de la Diputación ordinaria, viendo agravarse
día por día sus dificultades y responsabilidades,
procuraba muy de veras facilitar a
tan excelente amigo la manera estrictamente
legal de librarse del peso que con su constante

86
desinterés y entereza venía sobrellevando . Quiso
Cánovas conocer qué actitud podía suponerse
adoptaría al menos la futura junta de Gui-
púzcoa, y por indicación suya escribí al Dipu-
tado General, quien a su vez tampoco creyó
que debía contestarme con solo su opinión
porque era demasiado espinosa y sujeta a
equivocación la respuesta, y juzgó conveniente
someter la delicada pregunta a la comisión
auxiliar, acertando en hacerlo así el experto
Rocaverde, pues aun con tal cautela no pasa-
ron las cosas como se presumió pasarían en
la Asamblea provincial . La respuesta que con
necesaria demora me dió y yo dejé en manos
de Cánovas, decía lo que sigue :
Amigo Lasala: Ha tenido lugar la reunión confidencial
que le anuncié en mi carta anterior, y en ella
dí lectura de su grata del zo en que dice ser tal vez
posible consintiera el Gobierno la reunión de la junta
siempre que adquiriera la seguridad que de ella no
resultaría mayor calor y disidencia en la cuestión
foral, de la que entre otros asuntos deberá ocuparse .
Ya le decía que, conociendo la sensatez de que siempre
habían dado 'prueba 'nuestros Junteros, debía
suponerse no darían lugar ni a escándalo ni a resoluciones
que no llevasen el sello de templanza y comedimiento
. Esta conducta nos es además conveniente
en la situación en que nos hallamos, y por lo tanto
todos los congregados opinan que en ellas habrá toda
la prudencia y juicio que esperarse y desearse puede .

8 7
Con esta seguridad no veo presente obstáculo razonable
la reunión de junta General para nombramiento
de Diputación, examen de cuentas, censura de actos
de nuestra Diputación tan azarosa y larga y para
tratar de las mudanzas que en el porvenir se nos presentan
.
Conoce V . la situación en que - la Diputación con
el concurso de la junta auxiliar se ha colocado en
vista de la interpretación dada por el Gobierno a la
ley del 39 . No ha podido autorizar a sus Comisionados
para tratar del arreglo de la cuestión foral mientras
a la Ley mencionada no se le diera la genuina y verdadera,
y no podía prestarse al planteamiento de lo
que está por venir sin faltar por completo a su deber
y a los mandatos que ha recibido. Hallándose en este
estado la cuestión, resulta evidente que, sean cualesquiera
los acuerdos de la junta respecto a la conducta
que la Diputación que nos suceda deba seguir, no
pueden dar mayor calor y disidencia al asunto pendiente
que el que hoy existe, siendo factible, si bien
nada se puede asegurar, resulten instrucciones nuevas
menos tirantes que las actuales . Conviene de todos
modos, tanto para los fines del Gobierno como para
los de la Provincia, se reúnan las juntas lo antes posible
v señalen el derrotero que el país debe seguir en
la nueva situación que se presenta .
Siempre de V . afmo, amigo
Rocaz ,erde .
Toca se reúna la junta en Mondragón por no hallarse
Oyarzun en disposición de recibir a los Junteros .
Y en carta para mí solo añadía el Marqués
que_ había encontradó - a- -los- -individuos-d-e - ta pL RL,q
o~
reunión poco dispuestos a transigir, pero que ~~ -r
* á
BG'
R,cL~U'J,
~F~/ . ZEt .3~Z1

88
esperaba que cuando llegase el momento- supremo
tocarían los inconvenientes de una
conducta demasiado tirante .
Precisamente recibía yo entonces carta del
Conde del Llobregat, que aun inclinandose
mucho a los intransigentes, me decía :
La gente parece reaccionar a favor de una actitud
más transigente el día que comience_ a aplicarse la
ley para evitar así medidas violentas .
Cánovas por su parte exigió que la junta
en lugar de reunirse en una aldea se reuniese
en la capital, conforme a la Real orden de 6
de Abril, y dijo que ante todo era preciso acabar
de discutir y votar la ley : después se reuniría
la junta . Y por cierto, al dar esta noticia al
país por conducto del Diputado General el
Z .e~ de julio, añadí observando el diapasón
que llegaban a tener a veces las exclamaciones
vascongadas lo que sigue :
¿Puedo añadir una cosa? Ya está en manos del
Presidente su carta de V .: ella dice mucho . Pero ya
que tanto se recuerda lo antiguo en nuestro país,
bueno es recordar el aviso que desde Madrid le daba
el procurador de San Sebastián en 1599 sobre la manera
de expresarse con el Rey y el Gobierno en sus
representaciones y la carta que en 166 recibía del

89
propio D . Juan de Idiáquez . No creo haya de verse
en estas indicaciones otra cosa que una muestra de
afectuosa consideración (i) .
El día 3 de julio me manifestó el Diputado
General cuánto se me agradecía el haber conseguido
otra vez la reunión de las juntas forales .
Reunióse la de Guipúzcoa el i .0 de Septiembre
en San Sebastián . En la actual ocasión
dábanle extraordinarias proporciones el
no haber consentido la guerra civil que se reuniera
durante tres años, los acontecimientos
de importancia sin igual que habían ocurrido,
la necesidad de resolver en una crisis como
solamente una vez en seis siglos habían atra-
(i) El aviso y consejo de 1599 lo daba Antonio López
de Isasi en nombre de D . Juan de Idiáquez en estos tér-
minos : #Entiendo que algunas cartas que V . S . ha escrito
,están redactadas con una libertad más de lo que con-
pvenla ; de que podrá seguirle daño Y esto advierto
na la villa de San Sebastián . .
El consejo de 1636 (4 de Febrero) lo daba el propio
D . Juan de Idiáquez, maestro del Rey, a la M . N . y M . L . Pro-
vincia de Guipúzcoa recomendando amigable entendimiento,
cortesía y suavidad, pidiendo se borrasen las palabras de
que las órdenes del Rey y de la Provincia son una misma
cosa, y si no hacía así, le borrase a él de los libros (de la
Provincia) porque mi primera obligación en lo temporal
es el servicio de mi Rey .

90
vesado los Fueros, y la novedad de verificarse
en la capital cuando después de varias temporadas
estivales sin forasteros y alguna con
las tristezas del bombardeo, estaba terminando
uno de sus más brillantes veraneos, que con
el oro o billete de banco castellano y el portentoso
desenvolvimiento de la industria, gracias
a la implantación del régimen antiforal
de las Aduanas en la frontera, son en gran
parte origen y fuente casi inagotable de su
enriquecimiento y su ensanche maravilloso .
Ostentáronse por las calles ceremonias católicas
en que se exhibieron las menos católicas
personalidades y ceremonias profanas con mayor
pompa que la habitual . ¡Y habían de ser la
última junta General y las últimas ceremonias
forales en Guipúzcoa! No me había conferido
su representación ningún pueblo, unos
por no dejar de observar mi actitud distinta
de la que les placía, otros por mero descuido
o equivocación suponiéndome nombrado en
diferente lugar: conocedor de la significación
de las ostentaciones fueristas actuales, juzgué
oportuno guardar un total alejamiento y no
abandoné el campo en que vivía . Desde el
primer instante pude comprender que iba a
preponderar la política de la intransigencia,

en parte porque no se contrarrestaba esta
con la debida decisión . Contristaba, pero no
sorprendía ver que aquel colega y corresponsal
mío que el i .0 de Agosto opinaba debían los
buenos vascongados obtener DENTRO DE LA LEY
RECIENTEMENTE PROMULGADA concesiones de in2portancia
Para el País, era uno de los jefes
de la intransigencia, ardoroso inspirador (creo
que redactor) del acuerdo tomado por la Asamblea
provincial guipuzcoana, según el cual la
ley de 21 de julio es contraria al estado foral
que han disfrutado estas Provincias Vascongadas
y derogatoria de sus Fueros, instituciones
y libertades, por lo que la junta, haciendo
de estos sentimientos la declaración
más solemne y respetuosa, debe acudir a S . 111 .
y a los altos Poderes del Estado ahora y en todo
fienmpo solicitando LA DEROGACIÓN DE AQUELLA,
y que para esto y cuanto sea conveniente -se
concede a la Excma . Diputación un voto dé
confianza y una autorización amplísima Para
que DENTRO DEL FUERO y de con/ormidad con
la ley de 25 de Octubre de 1839 pueda gestionar
y resolver sobre lo que juzgue más útil y conveniente
para los intereses de la Provincia,
quedando siempre incólumes nuestros sagrados
derechos, lo que debe ser el objeto primordial

92
de todos sus actos en la gestión de los cuales
deberá marchar de acuerdo con las Provincias
de Alava y Vizcaya .
Esto fué lo público y que se imprimió ; pero
la junta llevada por el prohombre aludido
y otros jefes de la intransigencia, no se limitó
a este acuerdo, votado por unanimidad : fuera
de sesión oficial presidida por el Corregidor
Político, hoy Gobernador Civil, votó por ma-
_yoría, valiéndose de la forma de estar reunida
la Comisión de Fueros y rodearla todos los
Junteros, la absoluta resistencia pasiva al planteamiento
de la Ley recientemente promulgada
(i) . Varios procuradores muy importantes,
(i) Descuidé el proporcionarme copia de este acuerdo
que, adoptado en la manera indicada, es una de las reso-
luciones de Septiembre 1876 que tantas consecuencias
tuvieron, y su existencia, negada por )a Paz ante la prensa
antifuerista, es incontrovertible, pues además de que
sus proponentes alardearon unas semanas dentro de los
círculos vascongados de haber hecho votar y triunfar
su opinión, comprueba fehacientemente esa existencia
el mismo dictamen de la minoría que inserto íntegro por
haberme entregado personalmente una copia D . José
Manuel de Aguirre Miramón . Cuando pensé en tener el
de la mayoría, resultó que el éxpediente se había quemado
en el incendio del Palació de la - Diputación ocurrido el
25 de Diciembre de 1885 .
Pero es posible subsanar en parte la omisión . En efecto,

93
después de haber votado en pro del acuerdo
oficialmente público, formularon su parecer
contrario a la resolución reservada con una
previsión que debe encarecerse, y más aún
la fortaleza de ánimo que mostraron enfrente
de cambios de opinión pasmosos y de una
corriente tanto más arrolladora cuanto más
ciega .
el compilador Sr . Angulo, muy euskalerriaco, dice en
las páginas 128 y 167 de su Opúsculo : La abolición de los
Fueros e instituciones vascongadas, lo que sigue :
*Además del acuerdo solemne existe otro relativo al mismo
»asunto que es una recomendación a la Diputación del
»Señorío autorizada y suscrita por muchos de los asis-
»tentes a aquella Junta de Vizcaya (el 4 de Octubre de
»1876) a manera de interpretación del acuerdo tomado en
»la sesión pública como para ponerlo más en claro y con-
»cordancia con la Ley XI, Título 1 del Fuero de Vizcaya,
oy el cual en resumen se reducía a decir que la Di-
»putación no debía cooperar con el Gobierno ni directa
»ni indirectamente al establecimiento de la ley de 21
de julio .»
Y luego añade :

94
Los Procuradores Junteros Marqués de Rocaverde,
D. José Manuel Aguirre Míramón, D . José Antonio
Tutón, D . Eduardo Echeverría, D . Saturio Arizmendi,
D. Alfonso Brunet, D . Valentín Echezarreta, D . José
Manuel Larrañaga y D . Francisco Gorostidi, que
suscriben, poseídos del dolor profundo que aflige en
estos momentos supremos a todos los Vascongados
por el inmenso infortunio que pesa sobre ellos desde
la promulgación de la ley de 21 de julio último, no
pueden menos de estar conformes en que con la mayor
decisión y entereza se empleen cuantos medios legítimos
hubiere, no solo para mantener nuestros derechos,
sino para obtener la reparación del gravísimo
agravio inferido a los mismos ; pero discordes con la
mayoría de sus apreciables compañeros en la línea
de conducta que convenga seguir en tan delicado
asunto, pasan a consignar :
1 . 0 Que en su sentir procede que la Diputación,
velando por la integridad de las instituciones forales
y de acuerdo, si fuere posible, con las dos Provincias
Hermanas, recurra oportunamente y cuantas veces
fuere necesario a las Cortes del Reino y al Trono reclamando
reverentemente la reintegración de nuestras
libertades y venerandos Fueros que han sido desconocidos
y comenzando por formular las más respetuosas
reservas y salvedades .
2 .° Que hechas éstas, no se abandone al Gobierno
en ningún evento la ejecución de la ley de 21 de julio
sino que la autoridad del país tome parte directa y
enérgica en los actos que con aquélla se relacionan
a fin de atenuar su influencia, haciendo ver la gran
injusticia e inconveniencia de su inmediato y literal
cumplimiento y gestionando por escrito y por medio
de comisionados en este sentido .
J .° Que -si el Gobierno a pesar de todo se muestra

95
decidido a plantear en Guipúzcoa en el fondo v en
la forma el sistema tributario del Reino y no es dable
vencer esa imposición, se le haga entender respetuosamente
la necesidad imprescindible de examinar
ante todo nuestro organismo v modo de ser, nuestra
situación financiera, los sagrados derechos de multitud
de acreedores que en él están fundados y el
imperioso deber de respetarlos y respetar a la vez
los acuerdos que les sirven de garantía .
4 .0 Que se practiquen diligencias sin tardanza
cerca del Gobierno para evitar a todo trance el planteamiento
de estos tributos que anularían la existencia
foral, tratando con él, ya que no hubiese otro medio
sobre la manera de redimirlos, bien por encabezamiento
o bien por otros sacrificios que sean compatibles
con nuestra administración y que conduzcan
a que por de pronto no se introduzca aquí la forma
tributaria de las otras Provincias bajo las reservas
y salvedades que se han indicado .
5 . 0 Que el servicio militar, cuando éste se exija,
sea sustituído en equivalencia con la fuerza de 1liqueletes
en la manera que fuese asequible, y que no siéndolo,
consulte la Diputación con la Extraordinaria,
con los Ayuntamientos y con las personas autorizadas
que estime para adoptar según las circunstancias
la resolución conveniente .
6 . 0 Que se procure en todas las eventualidades
salvar de nuestra organización foral cuanto sea posible
y se gestione ante los poderes públicos para que la
imposición de la ley de 21 de julio cause los menores,perjuicios
y vejámenes, sin que esto impida
que se reclame y trabaje hasta conseguir su revocación
.
7 .0 Que el no tomar parte en la forma expuesta
en los actos relativos a la lev de 21 de julio, si llega

96
el fatal momento de plantearse, es cooperar de hecho
y de la manera más eficaz a su cumplimiento, porque
se deja en amplia libertad al Gobierno para ejecutar
cuanto le acomode, debiendo por el contrario salirse
al encuentro de todas y cada una de las innovaciones
que se intentan, ya para impedirlas, ya para modificar
y suavizar sus efectos al apoyo de conferencias
con el Gobierno y sin perjuicio de nuestros
derechos .
8 .0 Que esto es lo que constantemente ha practicado
la Provincia en casos análogos causando protestas
y reservas para salvar los principios, apreciando
todo en esas condiciones como de carácter transitorio
y ganando así tiempo para que se vayan calmando
las pasiones, en la confianza de que, obrando de esta
suerte con sensatez y prudencia, ha de lograrse que
la razón y el derecho prevalezcan .
9 . 0 Que según las doctrinas de los dignos diputados
a Cortes vascongados emitidas en el Congreso,
en tan grave cuestión debe obedecerse la ley de 21
de julio y reclamarse contra ella dentro de la misma
legalidad : y ciertamente todo retraimiento y todo
conato de oponer la fuerza de inercia al precepto
de una ley es proceder que se confunde con la
inobediencia y hasta con la resistencia, medios
que para combatir las infracciones forales no
deban jamás emplearse según las tradiciones vascongadas
.
ro . Que íntimamente convencidos, tal vez con
erróneo criterio, que el sistema de apartamiento va
a acarrear a la Provincia serios conflictos, la pérdida
de respetables intereses de que en nuestro sentir no
nos es dado disponer, la desaparición de nuestras
seculares instituciones y la ruina total del país, se
creen en el deber de poner a salvo su responsabilidad .

97
formulando este voto y pidiendo se les dé certificado
de él para su futura tranquilidad .
San Sebastián, Zi de Septiembre de 1876 .i>
Por todo lo que sobrevino al no aceptarse
pronto este voto, por todo lo que se evitó al
aceptarse aunque muy tarde, los nombres de
los que lo suscribieron deberían inscribirse en
lápidas de marmol y con letras de oro en un
monumento destinado a perpetuar la memoria
de los que salvaron tanta parte de la autonomía
vascongada . ¡Ah! si se hubiera aceptado
su dictamen, si después de verdaderas
pero respetuosas reservas sobre principios, el
organismo foral hubiera firmado el concierto
con - el Gobierno, al lado del Convenio económico
y de la mucha autonomía conservada
veríamos brillar el amado organismo foral .
Justo es decir que en tal monumento, a la
memoria de Rocaverde, Miramón, Tutón, Echeverría,
Arizmendi, Brunet, Echezarreta, Larrañaga,
Gorostidi, que valerosamente proclamaron
el sistema, deberían igualmente esculpirse
los nombres de Vivanco y Aldama, Ogarrio
y Machimbarrena, Gortazar y Calle que en
Alava, Guipúzcoa y Vizcaya lo realizaron no
menos valerosamente enfrente de un desen-

98
freno de ilusiones generosas y de insana jac-
tancia que entregó la Euskalerria entonces
impotente a la voluntad del Poder Soberano
de la Nación (i), por fortuna no ganoso de
inspirarse en las exuberancias de la omnipo-
tencia y atento a encerrarse en una solución
moderada .
Cuál era el espíritu predominante en Vas-
conia durante el otoño de 1876 atestíguanlo
dos acuerdos que además del relativo a los
Fueros tomó la junta de Vizcaya . Personas
(i) He hecho notar en una página anterior que al
celebrar la Diputación de Guipúzcoa durante el verano
de rgi ; solemnes Conferencias y Consultas con los Ayun-
tamientr,s, los ex-Diputados provinciales, Diputados a
Cortes \- Senadores de Guipúzcoa, el elocuente señor Pra-
dera, importante personalidad carlista, opinó resueltamente
que la Ley de 1876 no había abolido los Fueros . Ahora
debe consignarse que otra importante personalidad, el
republicano señor Gascue, ha opinado que ha de ser una
de las bases en cualquiera modificación en el actual régi-
inen, el pago de una cuota de impuesto al Tesoro y la
e»trega de hombres al Ejército . Si no había derogación
completa ele los Fueros si han de darse contribuciones
t • soldados ¿ a qué haber sacrificado el organismo foral an-
tiguo para preservar su virginidad y tratar de restablecer-
lo ahora con tal impureza? Qué cuarenta años perdidos!
;Hasta han hecho posible. que la suspensión en el ejercicio
del tantas veces aludido organismo se convierta en defi-
nitiva desaparición!

99
apreciables (algunas se revelaron después transigentes)
propusieron, y se decretó, que hubiera
certamen en que los artistas del país vasco-
navarro presentasen cuadros que conmemoraran
estos dos hechos :
r .0 Los Vizcaínos, al reconocer la perfidia y captación
con que el Rey Don Alfonso XI ha pretendido
hacerse dueño del Señorío de la tierra, le niegan pleitesía,
y encerrándose en la fortaleza de San Juan
de la Peña, desafían resueltamente su injusto poder .
El Rey asienta su campamento delante de la fortaleza .
2 . Los Vizcainos, congregados so el árbol de Guernica,
tañidas las cinco bocinas, intiman al Rey Don
Pedro, que quiere dar el Señorío al Príncipe de Gales,
que no quieren ni recibirán Señor extranjero .
,De manera que, cuando el suelo euskaro
estaba ocupado por un ejército vencedor que
acababa de tener z8o .ooo hombres en sus
filas, verificándose ahora cosa contraria a lo
que este acuerdo glorificaba, cuando España
entera en vez de despedazarla la guerra en que
tornasen parte ingleses y franceses, volvía a
estar compacta y a sentirse animosa contra
los Privilegios vascongados (como ella los llamaba),
cuando los Poderes Supremos, lejos de
decretar en su victoria la abolición de los Fueros
conforme a muchas predicciones, limitaban
su ley a modificarlos, se rebuscaban en Viz-

100
.
caya los hechos más penosos en los anales
patrios para ostentarlos a manera de reto a
la Nación . Singular tacto y oportunidad .
La verdad es que el desconcierto e incongruencia_revelaban
en todo Los mismos
que anteponían se-- los Fueros a la Libertad política
y constitucional, los que entraban en
vías de hostilidad contra la Nación, comenzaban
a proclamar la unión de los vascongados
para resistir lo decretado por las Cortes con
el Rey, tenían igualmente el tacto y oportunidad
de herir profundamente a la inmensa
mayoría de sus paisanos decretando a su vez
que no se pagara al Clero en Vizcaya mientras
no fuera una realidad el arreglo parroquial .
Y en sus vuelos de soberanía vizcaina no preveía
el Congreso vvi .caino que el Poder nacional
había de decir que, pudiendo semejante acuerdo
alterar las relaciones de España con la Santa
Sede, se reservaba el mismo Gobierno derogarlo
o modificarlo según conviniese a los
intereses fundamentales de la Nación . Y el
público de la tribuna se permitió manifestaciones
de desaprobación contra el Gobernador
Civil, Presidente de la Junta, que así
invocaba altísimos, imprescriptibles derechos del
Estado, privativos del Estado mismo en sus

I0I
relaciones con la Iglesia, no comprendiendo
ese público liberalesco o sectario, no liberal,
tan poco inteligente como el público de otras
tribunas, que precisamente daba su aplauso
a una medida" que, lejos de favorecer su acariciado
euskalerrismo, echaba en brazos del Estado
al más importante , de los elementos en
la Euskalerria y así quebrantaba o anulaba
la resistencia euskara . ¡Qué mucho que en
medio de semejantes ofuscaciones cayeran las
Juntas forales en el peor de los errores, siempre
y mayormente en aquellos días de no considerarse
como altísima representación de cuanto
incumbiese a la administración de las Provincias,
sino de creerse Poder Público vascongado
coexistente con Poderes meramente castellanos,
Poder público igual a otros Poderes
públicos de la Nación! Parecía que con la enseñanza
producida por dolorosos sucesos, que
por el hecho de haberse reanudado felizmente
contra las conjeturas de los más las suspensas
Juntas, comprenderían éstas que todo les aconsejaba
durante un período más o menos largo
verdadera modestia . No fué así : se atuvieron
a su ambición recóndita favorecida antes de
la guerra con hechos propios para arraigar
y —extender la idea de que hay potestad legis-

102
lativa en las Juntas. ¿Qué era sino acto de
soberanía y de potestad legislativa (no se
consiguió la sanción de la Corona) aquella
celebérrima Ordenanza de Motrico por la cual
el Congreso provincial quería evitar la aplicación
en Guipúzcoa para su régimen municipal
del principio glorificado por la Revolución
y consagrado por la Constitución de
1869, el sufragio universal ejercido en todas
las esferas de la vida pública? Las juntas
del otoño de 1876 en las Tres Provincias incurrieron
respecto de las Cortes y la Corona en
lo que censuraba Olano, el elocuente; de potencia
a potencia les dijeron : «No cooperaremos
jamás a plantear vuestra ley ; ante
»todo derogadla vosotros . Nosotras no reco-
nocemos más ley que la de 1839 ; no aceptamos
de ésta más interpretación que la que
»nosotras le damos» .
Ha llegado el momento de examinar el fondo
y esencia de la cuestión que durante dos años
se debatió entre las Provincias y el Gobierno .
Confieso con toda llaneza mi debilidad intelectual,
mi total desconocimiento, según parece,
de lo que son leyes que decretan las Cortes
y sanciona la Corona, mi ignorancia absoluta
de todo lo que es, no ya interpretar leyes

103
sino leerlas . Jamás toda la intensidad de mi
buen deseo, de mi razón, ha logrado hacerme
comprender la causa de ser obligatoria la ley
de 1539 para vascongados v castellanos y de
no serlo, como se alegaba, respecto de aquéllos
la ley de rS j6. Solicité y obtuve de los más
instruídos, más sagaces, más elocuentes, amplias
explicaciones : mi torpeza es tal que nunca
penetraron e iluminaron mi espíritu sus explicaciones
. ¿Cuál puede ser la diferencia entre
una y otra disposición legislativa? En primer
lugar están las dos decretadas, sancionadas,
promulgadas en una misma e idéntica forma
y fórmula de soberanía indivisa y absoluta .
de los únicos Poderes Soberanos existentes en
la Nación . Compréndese la teoría verdaderamente
radical e intransigente del lado vascongado
de que hay una incorporación voluntaria
y condicional de las Provincias a la Corona
de Castilla y que todos los Poderes de
Castilla no pueden violar, alterar estas condiciones
estipuladas sin devolver un grado igual
de libertad a las Provincias para no respetar
la incorporación . Pero esta teoría envuelve
necesariamente que las Provincias son entidad
distinta del resto de España y sin representantes
en las Cortes Generales de la Nación ;

104
y no menos necesariamente envuelve que las
Provincias, sus habitantes, han de abstenerse
de intentar la imposición por la fuerza a la
otra parte contratante de un . Gobierno, de
un Rey . Si una parte ha de respetar la integridad
de los Fueros, la otra ha de respetar
el Poder Público y los derechos de la Nación :
todo atentado, toda guerra contra ese Poder
y esos derechos, lleva como respuesta ineludible
que los derechos y organismos vascongados,
que los Fueros no serán respetados .
Hay otra teoría menos extrema, la de no admitir
más fórmula de las relaciones entre dos partes
de una misma Nación que la ley de 1839, ley
por una parte de la opinión calificada de 75accionada
. Pues bien : esta teoría, más diferente
de la anterior en la forma que en el fondo o
la esencia, arranca, en cuanto a la interpretación
que daba Vasconia a aquel acto notable,
de hechos que no existieron o si existieron
fueron destruidos por otros hechos ; y en todo
caso esta teoría, a pesar de ensalzar extraordinariamente
la ley de 1839, implica de modo
ineludible la aceptación de las dos causas totalmente
inseparables de la ley, del texto legal
íntegro . Detengámonos en el primer concepto
relativo al pacto y después nos fijaremos en

103
el segundo o sea en lo relativo al propio texto
en su integridad, no sin recordar lo que con
anterioridad hemos dicho sobre la aprobación
explícita, acogida entusiasta, júbilo y alegría
unánimes y delirantes con que Vasconia entera
y su especial poder soberano, las tres juntas
Generales : Vizcaya, Guipúzcoa y Alava recibieron
e hicieron suyos el Convenio de Vergara
y la Ley del zó de Oc_ zú_e ele j9 tales
como estaban redactados .
Supónese con verdad que la ley descansa
en lo que se pactó en Vergara . Así procede
preguntar ante todo ¿qué Poderes Euskaros
pactaron en Vergara? ¿qué Juntas Generales,
qué representación del pueblo euskalduna negoció
y pactó? ¿Por ventura exhibieron Maroto
y sus tropas a Espartero algo parecido a man-
dato y representación vascongada? ¡Oh restos
venerandos de las antiguas hermandades y
bandos euskaldunas! ¡Oh Artamalastegui y Ainzuberreluz,
Urcabustaiz y Ubarrundia, Ibarrenquelua
y Guizaburuaga! ¿Qué actas notariales,
qué documentos, con el objeto de que 'según
uso y costumbre constasen los nombramientos
de Procuradores que hubiéseis verificado en
vuestros Ayuntamientos Generales, pusisteis,
para que las presentasen en la preparación

Zo6
del A brazo, en manos de los Hugo Strauss
y Fulgosios, de los Cabañeros y Selgas, de
los Cuevillas y Sagastas? ¿Asistió alguna Diputación
a Guerra poco tiempo antes muy- activa?
Y en cuanto al Reino de Navarra ¿qué representación,
no digo de sus Cortes (las cuales
subsistían y se reunían próxima a estallar
la guerra civil), pero siquiera de una corporación
provincial, siquiera, siquiera de algunas
poblaciones aisladas, grandes o aldeas, Alsasua ,
Estella, Aoiz, Sangüesa, Tudela, Goizueta, Elizondo,
Arano, tuvo al lado de Maroto en sus
negociaciones y pacto con Espartero? (i) ¿Qué
(i) No es escasa la pompa, la Jactancia, con que Na-
varra una vez llama ley Paccionada, y otra vez ley PAC-
CIONADA, y- siempre y con estruendo ley PACCIONADA,
a la ley especial que como consecuencia de la ley confir-
matoria condicionalmente de los Fueros (1539)
decreta-
ron las Cortes y la Corona en 1841 determinando para
en adelante el estado administrativo y- económico de aquella
provincia . Así la llama porque para esta segunda ley , y
con arreglo a lo preceptuado en la primera, Navarra fué
oída por el Gobierno . El Banco de España, muchas So-
ciedades, Ayuntamientos, Diputaciones, son oídas antes
de que se legisle sobre sus intereses . ¿Cuándo ae le ha ocu-
nido a nadie que sean I'accionu,las las leyes que con-
ciernen a tales entidades? Son leyes de suma gravedad
que es doloroso se alteren con harta ligereza y harta fre-
cuencia comprometiendo a la vez la formalidad del Estado

107
antefirmas estamparon los jefes carlistas ahora
acertadamente patriotas para poner término
a la lucha de los Siete años? Allí donde habían
de estar los nombres de Cortes o Diputación
de Navarra, de Juntas Generales vascongadas
o de Uniones, Hermandades, Merindades, Ante-
iglesias, Concejos, Alcaldías, Universidades, Vi-
llas y Ciudades de la Euskalerria, allí aparecen
la Artillería, Caballería, Infantería, Inge :ii ros ,
el 4 .0 batallón de Castilla, el 3 .0 batallón de
Castilla y la 4' .a brigada castellana, la 2 .a bri-
gada castellana, pomposa N' prolijamente enu-
merados al igual, cuando no en más, que las
fuerzas mandadas por Iturbe mientras faltaban
las divisiones alavesa y navarra . Allí hubo
lo que técnicamente debió llamarse una Ca pi-
ulación con honrosas condiciones como muchas
veces las obtienen los que capitulan y con
más generosidad que precisión se le llamó
Convenio . Llamémosle, sí, Convenio, pero aña-
damos Convenio entre militares sin interven-
ción alguna de civiles, de pueblos, de ninguna
entidad que no fuese fuerza armada . Estipu-
Y fuerzas administrativas y económicas, quizás políticas
merecedoras de mucho niás respeto ; pero jamás persona
ni entidad alguna ha llegado a llamarlas leyes Paccio nadas,

iu8
laron, es verdad, los militares algo en favor
de un tercero que no concurrió, y solo quienes
concurrieron podían reclamar su cumplimiento
(i) . En la suposición de que las partes concertantes
no volvieran a acordarse de tal cláu-
(1) Todo esto dicho por mí causará escándalo en Eus-
kalerria, Pues bien : al evacuar el Sindico Zubiaga un in-
forme que le pidió la Diputación de Vizcaya sobre la Real
orden que el 6 (le Enero de 1841 suprimió el Pase
foral, informe con cuya conclusión v objeto no estoy de
acuerdo, pero cuyo mérito plenamente reconozco, decía :
«Se resiente el pundonor vizcaíno de que al tratarse
»de la solemne palabra empeñada en la estipulación militar
»de Vergara, se haga alusión a una Real Cédula de 1 .18 ;, &a
Porque se suponían violados con la abolición del Pase
foral el Convenio vasco-castellano, la les- Paccinnada de
25 de Octubre, se quería producir el levantamiento de
los Vascongados, y sin embargo no se podía ocultar, rebo-
saba la verdad o sea que el acto ele Vergara fijé sola y
exclusivamente una estipulación militar .
Pero ocurre apura una cosa verdaderamente singular .
Mientras yo me veo obligarlo en este examen del Convenio
v de la Ley ele 183n a negar que hubo pacto del Pueblo
vasco con el pueblo castellano o con los Poderes Póblicos
de la Nación y combato la tesis largo tiempo sostenida
por los fueristas puras, han surgido óltimamente otros
ultras que hacen resaltar la ausencia de todo elemento
popular u oficial exclusivamente vasco en aquella esti-
pulación famosa, y entendiendo que fuese violada la Sobe-
ranía euskara, debilitándose además la causa euskara,
piden se tengan por nulos y sin valor el Convenio y la
Ley que fué su consecuencia .

109
sula, el tercero olvidado podría tener motivo
de sentimiento, de queja moralmente fundadísima,
pero no un título legal para reclamar
ese cumplimiento .
Y a todo esto sigue otro hecho de no menor
significación para fijar el carácter, alcance,
valor legal de otro título frecuentemente alegado
por Vasconia con el fin de dar a la ley
de 1839 singularidad entre todas las leyes,
siendo la única procedente de pacto vascocastellano
. El acto de Espartero fué ratificado
por una Potestad y el acto de Maroto no fué
ratificado por otra distinta y separada . ¡Cómo
había de serlo! No había en toda la Nación
más que una Potestad, la Potestad que se
ejercía en Madrid, y no hubo por lo tanto
más ratificación que la suya . La igualdad de
dos entidades distintas, vasca la una, castellana
la otra, el pacto popular u oficial entre
dos Poderes Públicos, representantes cada uno
de ellos de contrapuestas Soberanías que llegaban
a un acuerdo, en parte alguna se vió
en los venturosos días de Vergara .
Más carácter de pacto entre unas y otras
autoridades, entre uno y otro pueblo tuvo
en 1872 el Convenio de Amorebieta que tanto
anatematizaron los liberales vascongados (aun-

"o
que era obra de los liberales de Madrid) ahora
rebuscadores de todo lo que parezca pacto
para robustecer la causa fuerista . ¿Tiene acaso
el documento de 1839 preámbulo alguno como
el siguiente del acto de Amorebieta?
Habiendo conferenciado con los señores D . Fausto
de Urquizu y D . Juan E . de Orue, que lo hacían también
a nombre del señor D . Antonio de Arguinzoniz, miembros
de la Diputación a guerra del Señorío de 1-?'--ca3,a,
acerca de los medíos más honrosos de volver la paz
a este País, víctima hoy de la más desastrosa guerra
civil, ateniéndome a la proclama publicada al tomar
el mando de este ejército de operaciones, bandos
posteriores y haciendo uso (le las facultades extraordinarias
de que me hallo revestido, vengo en con-
ceder
Y si este es el principio, compárese un fina
con otro, firmas con firmas :
Amorevieta, 24 de Mayo de 1872 .-Francisco Serrano.-CONFOR,1ES
CON ESTE ACUERDO : Fausto de
Llrquizu .-Juan E . de Oríe .
De modo que se consigna mediaron conferencias
entre el General en jefe y la Diputación
a guerra y firman el acuerdo o pacto
los miembros de esta Diputación a una con
el General en jefe .

1 :1
En cuanto al articulado, necesario es recordar
la cláusula 3 . a
Respecto a las exacciones de fondos públicos que
pertenezcan o se relacionen con el Señorío, las juntas
Generales, que se reunirán con arreglo a Fuero, liso
v costumbre, resolverán lo que proceda .»
Era esta una confirmación tanto más sig-
nificativa del organismo foral cuanto que, a
consecuencia de una primera tentativa de insu-
rrección carlista, había procedido Bilbao tumul-
tuariamente a destituir la Diputación elegida
con arreglo a Fuero, reemplazándola con otra
liberal, sí, pero que así tenía origen antiforal .
En realidad restauraba el pacto de Amore-
vieta dos cosas : la organización y el predo-
minio carlista en Vizcaya (i) .
(i) El Duque de la Torre escribió además esta carta
a los vocales de la Diputación a guerra del Señorío de
Vizcaya :
, Señores D . Antonio (le Arguinzoniz, D . Fausto de
»Urquizu y D . Juan E . (le Orue .
»\Iuv señores míos : Habiendo oído las quejas y temores
»que abriga la Provincia por sus antiguos Fueros, en tér-
minos de hacerlo pretexto para la insurrección, `' no
->entrando en la idea del actual ni de ninguno de los Go-
biernos que hasta ahora se han sucedido en el poder atacar

112
Da total carácter de pacto al documento
que ahora examino como término de comparación,
su cláusula 6 . a
Se comprometen los señores de la Diputación a
guerra y demás representantes a evitar para lo sucesivo,
en cuanto de ellos dependa, nuevos disturbios,
insurrecciones o levantamientos que alteren la paz
pública de la Provincia .
Contrajéronse, pues, en Amorevieta obligaciones
verdaderamente bilaterales, obligaciones
de vascongados por una Diputación a guerra
del Señorío de Vizcaya respecto de la Nación,
obligaciones de la Nación por un General en
Jefe respecto de Vizcaya directamente, indirectamente
respecto de las otras dos Provincias
ien lo más mínimo las leves del país vascongado, y de-
oseando garantizarlos en cuanto de mí depende el ejer-
ecicio libre de sus Fueros, me comprometo a pedir al Go-
»bíerno que una vez pacificada la Provincia de Vizcaya,
»se reunan, convocadas por quien legalmente debe hacerlo
ny con arreglo a Fuero, las juntas Generales de Guernica,
iy que la Provincia constituya Diputados y Delegados
,>en la forma que el Fuero exija, ofreciéndoles además
»recabar del Gobierno de la Nación las garantías de todo,
na los fines que prometo y me propongo .
»De Vds, seguro servidor q . b . s . ni .,
Zorroza, 24
de Mayo 1872 .
Francisco Scrrono .

l13
de régimen foral . Y sin embargo, a pesar de su
afán novísimo de fortalecer la causa foral,
jamás invocaron los liberales vascongados que
en Amorevieta hubo pacto vasco-castellano .
¿Cómo podían contra toda evidencia dar tal
carácter al acto de Vergara? ¿Cómo podían
sostener que en nada estaba debilitada la
fuerza obligatoria del Convenio de 1839, ellos
que vertían dicterios y desprecios sobre el
Convenio de 1872?
Por su importancia decisiva me era necesario
dejar completamente dilucidado todo lo
relativo al carácter del Convenio de Vergara .
Es necesario ahora fijar por qué y en qué términos
habló éste de los Fueros . Por qué habló
de los Fueros, lo explicó el Duque de la Victoria
en ocasión en que aceptó la hospitalidad
y hospedaje que al regresar de su emigración
le dieron mis Padres, amigos suyos desde que
era brigadier y mandaba el regimiento que
antes de la guerra civil estaba en San Sebastián,
y creo era el de Soria . Dijo allí que el
Convenio habló de Fueros para que no resultase
demasiado escueto que el célebre documento
de Vergara había tenido únicamente por objeto
asegurar la posición personal de los convenidos,
y era justo atender a este reparo suyo ;

11 4
pero que al tomarlo él en consideración, había
tenido sumo cuidado en disminuir el ofrecimiento
hecho en su proclama de Hernani, ya
que durante tres años no lo habían acogido
las fuerzas enemigas y éstas se hallaban en
1839 mucho más quebrantadas ; y no había
tenido menos cuidado en no comprometer la
soberanía de la Reina y las Cortes . A este fin
eligió la palabra recorizendar; y tampoco dijo
que recomendaría la confirmación sino la concesión
; y por si acaso esto era ceñido añadió :
o modificación de los Fueros . Aunque es evidente
que el ilustre pacificador estaba interesado
en disminuir el alcance de todo lo que
había sido transigir, en aumentar la parte
que sus triunfos tuvieron en la paz, no es menos
evidente, aun sin sus comentarios personales y
con solo leer el Convenio, que éste no contiene
respecto del punto de que ahora hablamos
más obligación, por decirlo así legal, que la
de recomendar el general Espartero la concesión
o znodi ficación de los Fueros . En el orden legal
quedaba cumplida esta parte del Convenio
con solo tal recomendación del Duque de la
Victoria, cualquiera que fuese el éxito que en
las Cortes tuviera esa cláusula . Claro está
que en el orden moral (quizás debiera decir

115
en el orden real o de la realidad) el alcance
de una recomendación de quien en aquellos
instantes aclamaban como héroe el Ejército
y la Nación toda con ardorosísimo entusiasmo,
era mucho mayor, era inmenso, decisivo ; pero
aquí examinamos una pretensión de derecho
fundada en el texto de un pacto y consagrado
por una ley, según decía Vasconia en 1876
contra la vieja protesta de San Sebastián en
que se proclamó que la guerra civil había cambiado
la individualidad política de los habitantes
de la Provincia, que Guipúzcoa era
Provincia integrante de la Monarquía, unida
a las demás del Reino por las mismas leyes
fundamentales, y en tanto confirmaba la ley
de 25 de Octubre los Fueros en cuanto no
perjudicasen esta unidad, y que todo lo que
fuese apartarse de estos principios era ponerse
en situación extra-legal, opuesta a la misma
ley de donde procedía la confirmación o concesión
de los Fueros (i) . Las Cortes y la Corona
pueden rechazar un tratado convenido con una
potencia extranjera, pero para modificarlo necesítase
nueva negociación con ésta : en el caso
(i) Exposición del Ayuntamiento de San Sebastián
(véase el tomo 1) .

116
actual ni había con quién negociar ni la ley
de 1839 tenia otro objeto que atender en cuanto
les pareciera justo y oportuno a una palabra
benévola, a una mera recomendación que en
derecho lo mismo podía ser descartada que
aceptada. Así los Poderes Supremos y únicos
en toda España, en virtud de su absoluta
soberanía, subordinaron los Fueros a la unidad
constitucional : no habría Fueros más allá de
lo que consintiese la unidad constitucional (i) .
(i) He aquí el texto del Convenio de Vergara y de
la ley de 25 de Octubre 1839 :
COTCVENIO
«Artículo 1 . El Capitán General D . Baldomero Es-
«partero recomendará con interés al Gobierno el cum-
»plimiento de su oferta ele comprontoterse formalmente
»a proponer a las Cortes la concesión o modificación de
4os Fueros .
(Los articulos 2, 3, 4, -5, 6, ;, i{, 9, io tratan del recono-
cimiento ele grados v de las ventajas personales de los
Convenidos, sus viudas v huérfanosl . Y el documento
concluye así : Baldomero Esparlero-
c«Convengo en nombre de mi brigada, Jos¿ Ignacio Ituróe .
»=Convengo en nombre de la r .a brigada castellana (le
»mi mando, Hilario _-huaso C2reeilios .=Convengo en nom-
»bre de la 2,1 brigada de mi mando, Francisco Ful gosio
»=Convengo en nombre del Batallón dé mi atando, 4 .e de
,ICastilla, Juan Cabar:ero.=Convengo en nombre del 3 . e '
»batallón de Castilla, .1a/mua Díez Jlo ;ro cjo .=Contengo
»en nombre del 3 .er batallón ele Castilla, _Manuel I_assaia .

117
Intervinieron solas sin correlativa interposición
de elementos vascongados, de potestad
»=Convengo en nombre del i . e r batallón de Castilla, José
» Fulgosio.=Convengo en nombre de las compañías de
»cadetes y sargentos, el Coronel primer Jefe, Leandro
»de Eguía .=Convengo en nombre de las fuerzas de inge-
»nieros que se hallan presentes, Hugo Strauss .=Convengo
»en nombre de la fuerza de artillería, Francisco de Paula
»Selgas .=Convengo en nombre del Escuadrón de ni¡ cargo .
»Guipúzcoa, Manuel de Sagasta.=Convengo en nombre
»del primer escuadrón, lanceros de Castilla, Pantaleón
»López .-lvl!ón.=Convengo por la brigada que antecede,
»Fernando Cabañas .-Ratificado este Convenio en el
»Cuartel general de Vergara a 31 de Agosto de 1839 .
El Duque de la Victoria . Rafael Maroto .
Aún estaban sin convenir las divisiones alavesa y na-
varra, aún era posible continuase la guerra en las Pro-
vincias y Navarra, continuaba ardiendo en Aragón, Ca-
taluña v el Centro : tenía mucha influencia en tal instante
hablar o no hablar de Fueros, encomiarlos o preterirlos .
Pues bien, veinticuatro horas después del Convenio, el
general Espartero (lió la siguiente proclama que evidencia
la mucha mayor consideración en que tenía el derecho
de Isabel II v la Constitución, declarados bandera de la
unión, que a los Fueros indirecta y vagamente aludidos,
si es que no aludía sobre todo a los grados y pensiones
de los convenidos :
Seis años de una guerra que jamás debió encenderse
»en estas hermosas y florecientes provincias, las han redu-
acido al lamentable estado en que hoy se hallan . . . Com-
»parad, vascongados y navarros, vuestra actual situación
»con la felicidad que disfrutábais en otros tiempos . . . ¿Y

lis
vascongada, las Cortes y la Corona al introducir
la importantísima cláusula que dejaba
»contra quién y por quién se ha hecho la guerra? Contra
»españoles por españoles, contra hermanos por hermanos .
»Vosotros fuisteis sorprendidos . Se os hizo creer en un
»principio quedos defensores de Isabel II atentaban contra
»la religión de nuestros padres; y los ministros del Altí-
simo que deberían haber cumplido la ley del Evangelio
»y su misión de proclamar la paz, fueron los primeros
»que trabajaron por encender esa guerra intestina que
»ha desmoralizado los pueblos donde las virtudes tenían
»su asiento .
»Vosotros fuísteis engañados por un príncipe ambicioso . . .
»¿Cuál es el justo motivo de haberos armado en favor
»de D . Carlos? ¿Qué ventajas positivas os había de repor-
tar su soñado triunfo?
»Ya sé que los pueblos están desengañados . . . . La paz
»ha sido proclamada por mí en Alava, Vizcaya y Gui-
»pnízcoa, y esta palabra dulce y encantadora ha sido aco-
gida con entusiasmo y vitoreada con enardecimiento .
»El general don Rafael \Iaroto y las divisiones vizcaina,
»guipuzcoana y castellana, que solo han recibido desaires
»y tristes desengaños del pretendido rey, han escuchado
»ya la voz de paz y se han unido al ejército de mi mando
»para terminar la guerra . Los campos de Vergara acaban
»de ser teatro (le la fraternal unión Aar.f el ósculo de
»paz y la incorporación de las contrarias fuerzas formando
*una masa y un solo sentimiento, ha sido el principio que
»ha de asegurar para siempre la unión de todos los espa-
ñoles bajo la bandera de ISABEL 11, DE LA CONSTITUCIÓN
»DE LA MONARQUÍA Y DE LA REGENCIA DE LA MADRE DEL
)PUEBLO, LA INMORTAL CRISTINA . Aquí se ha ratificado
»un convenio para el cual estaba yo suficientemente auto-

"9
a salvo la unidad constitucional, cláusula genérica
por de pronto y que había de concretarse
,rizado, convenio que abraza los intereses de todos y que
»aleja el rencor, la animosidad y el vértigo de venganzas
»por anteriores extravíos . Todo por él ha de olvidarse,
»Y si las fuerzas alavesas y navarras, que tal vez por no
»tener noticia no se han apresurado a disfrutar de sus
»beneficios, quisiesen obtenerlos, dispuesto estoy a admi-
tirlas y a emplear todo mi esfuerzo con el gobierno de
»S . M . la Reina para que muestre a todos su reconoci-
miento .
»Vascongados y Navarros : que no me vea en el duro
»y sensible caso de mover hostilmente el numeroso, ague-
rrido y disciplinado ejército que habéis visto . Que los
»cánticos de paz resuenen donde quiera que me dirija .
»Que' se consolide por siempre la unión, objeto de mis
»cordiales y sinceros votos, y todos encontrarán un padre
»y un protector en
El Duque de la Victoria .
Cuartel general de Vergara, i .° de Septiembre de 1839 .»
LEY DE 25 DE OCTUBRE DE 1839 .
DoÑA ISABEL SEGUNDA, por la gracia (le Dios y de la
Constitución ole la Monarquía española, Reina de las Es-
pañas, y durante su menor edad la Reina viuda Dona
María Cristina de Borbói, su augusta Madre, como Reina
Gobernadora del Reino, a todos los que las presentes vie-
ren y entendieren, sabed : que las Cortes han decretado
y Nos sancionado lo siguiente :
Artículo I .-Se confirman los fueros de las Provincias
Vascongadas y Navarra, sin perjuicio de la unidad cons-
titucional de la Monarquía .
Artículo II .-El Gobierno, tan pronto como la opor-

120
en otra ley ; reservaron a las Cortes y la Corona
solas, en concepto de única potestad y soberanía,
si bien concediendo audiencia a las Provincias,
la determinación en esta segunda ley
de lo que comprende y exige tal unidad. En
buen hora para las Provincias, hubo en las
Cortes de 1839 oradores castellanos que expresaron
no comprendía en su opinión la cláusula
más elemento unitario que el ser en toda España
uno mismo el Rey constitucional, uno
solo el poder legislativo, una común y una sola
tunidad lo permita y oyendo antes a las Provincias Vas
congadas y Navarra, propondrá a las Cortes la modifi-
cación indispensable que en los mismos Fueros reclame
el interés de las mismas conciliado con el general de la
Nación y de la Constitución de la Monarquía, resolviendo
provisionalmente y en la' forma y sentido expresados las
dudas y dificultades que puedan ofrecerse, dando cuenta
a las Cortes .
Por tanto mandamos a todos los tribunales, justicias,
jefes y gobernadores y demás autoridades así civiles como
militares y eclesiásticas, de cualquier clase v dignidad .
que guarden Y hagan guardar, cumplir y ejecutar la pre
sente ley en todas sus partes . Tendréislo entendido para
su cumplimiento y dispondréis se imprima, publique y
circule .
YO LA REINA GOBERNADORA
Está rubricado de la Real Mano .-En Palacio a 25 de
Octubre de 1839 .
A Don Lorenzo Arrazola .

121
representación nacional, dejando ancho campo
a la variedad y diversidad, y era muy del caso
que las Provincias adujeran en 1876 estas interpretaciones
para evitar se introdujeran la uni-
formidad v simetría . Pero había obcecación
al dejar voluntariamente a un lado dos circunstancias
. Dentro de las mismas Provincias
y en el mismo año de 1839, la Ciudad de San
Sebastián pedía al Poder C :•n t al q -.I-2 considerase
condenada por la unidad constitucional
dejada a salvo la forma foral de elección de
Ayuntamientos, la Justicia foral de los Alcaldes,
la frontera fiscal del Ebro . ¿Cómo, pues, impedir
en 1876, pasados tantos años de corrientes
unitarias v centralizadoras, tantos y tantos
sucesos, que el Gobierno y las Cortes dieran
interpretación unitaria que fuera más lejos que
la reclamada en tiempos ya lejanos por tan
importante centro vascongado? Además de no
ligar a las Cortes discursos individuales, aun
aquella misma interpretación de que la unidad
no significaría más que el haber un solo Rey,
un solo poder legislativo, dejaba los Fueros
a merced de las Cortes y de la Corona . Porque
una representación nacional común, un solo
poder legislativo, son conceptos de que es
inseparable el concepto de una misma juris-

122
dicción, una misma potestad, una misma soberanía
en todo el territorio . ¿Qué representación
común, qué poder legislativo único habría
si se ejerciese sin límites en una parte del territorio
y en otra parte con límites impuestos
por un derecho distinto reconocido en contrato
bilateral? La soberanía, potestad, jurisdicción
quedarían rotas en dos fracciones, ha-
biendo respecto de un lado jurisdicción plena,
potestad total, soberanía, en suma, y habiendo
respecto del otro lado tan solo jurisdicción
restringida, potestad cohibida, ausencia de soberanía
verdadera . En la propia Gran Bretaña,
a pesar de que su constitución no es escrita, a
pesar de que hay diversidad completa de instituciones
en sus vastísimos dominios, en su mismo
territorio europeo, al legislar de distinta manera
el Parlamento imperial con la Corona para
estos diferentes territorios, todo por consideraciones
de conveniencia y oportunidad, jamás
se ha pensado que en su raíz y esencia no fuera
igual e idéntica la soberanía de la Corona y
del Parlamento para todo lo que constituye
el imperio del Reino Unido. No cabe pretender
que en la esfera del derecho sea menos una
la soberanía de las Cortes con el Rey bajo
el régimen de nuestras nada históricas Cons-

123
tituciones desde 1812 hasta 1876, cuando explícitamente
se dejó a salvo la unidad constitucional,
cuando representantes vascongados antes
como después de 1839 formaban parte de las
Cortes españolas . Y de hecho las Cortes y el
Rey se habían reservado interpretar la que
fuese unidad constitucional, siendo otro . hecho
no menos importante que desde la fecha citada,
si un ministerio disponía algo más o menos
contrario a los Fueros, apresurábanse las Provincias,
a pesar de prever el artículo 2 .° de
la Ley de 25 de Octubre casos urgentes en los
cuales el Gobierno provisionalmente, dando
cuenta a las Cortes, resolvería las dudas y
dificultades que se ofrecieren, a exponer que
solamente a las Cortes con el Rey, interpretando
el artículo 1 .° y cumpliéndose por medida
legislativa el 2 .°, oídas las Provincias .
competía introducir las reformas previstas . ¿Es
que ahora, llegado el caso de interpretar las
Cortes, se les negaba la plenitud de este derecho?
O en otros términos : después de invocar
el derecho de las Cortes en contra de lo hecho
por el Gobierno ¿era preciso que la interpretación
fuese exactamente la que pretendía Vasconia
para que lo decidido por los Poderes
Supremos obligara a los Euskaldunas?

[24
Nada de lo que precede me lleva al extremo
de creer temerarios los argumentos e interpretaciones
vascongadas . No por creer, dicho
sea a manera de ejemplo, que la propiedad
no nace directamente y exclusivamente del
derecho natural, se llega a enunciar que una
institución casi universal v casi coetánea con
la sociedad humana no sea respetabilísima y
veneranda . Así, de quien juzgase que tiene
menos fuerza en la cuestión foral el argumento
de que hay derecho nacido de actos tan controvertidos,
ya en su verdad ya en la inalterabilidad
de las condiciones, como la voluntaria
anexión sucesiva de Guipúzcoa y Alava
y por derecho hereditario y dinástico de Vizcaya
a la Corona de Castilla, que el otro argumento
fundado en una posesión tantas veces
secular de los Fueros, no podría decirse con
razón y justicia que tiene en nada a los Fueros
y los desprecia al dejarles esta sólida y her-
mosa base . Ahora, cuando traigo el recuerdo
de doctrinas que florecían en torno mío durante
mi niñez y mi juventud y que precisamente
yo modifiqué en dirección fuerista en los veinte
años de mi vida provincial, solo pretendo
decir que a mí no me era lícito desconocer
en 1876, como otros hicieron, lo escabroso

125
para mis paisanos de apoyarse exclusivamente
en el derecho puro y en la historia, y que a
mis ojos la situación no consentía intransigencias
y jactancias, antes bien exigía entrasen
en las meditaciones euskaras sobre lo que
debía ser - su actitud ante España, elementos
morales y políticos - miá5 -ampliós y menos inalterados
que pretensiones tenazmente _rechazadas
desde muy atrás y doctrinas petrificadas.
Necesario es añadir que respecto de la ley
de 1876 había dos circunstancias capitales que
la hacían, si cabe, producto más innegable
de la soberanía de las Cortes con la Corona .
Era la primera que, por haberse dejado tanto
tiempo incumplida la ley de 1839 en lo relativo
al arreglo, se había interpuesto el levantamiento
en armas de la inmensa mayoría de
los vascongados contra los Poderes nacionales,
con la circunstancia muy grave de que uno
de los primeros actos de esa sublevación fué
arrebatar del Archivo municipal de Vergara
el famoso pacto de 1839 y llevarlo procesionalmente
al mismo Campo del Convenio para
quemarlo allí; y que al ofrecer reiteradamente
el Rey Alfonso XII y sus Generales conservar
los Fueros en el estado que tenían al salir de
España D .a Isabel II si se restablecía inme-

126
diatamente la paz, esa inmensa mayoría había
rechazado el ofrecimiento prosiguiendo obstinadísimamente
la guerra civil : hecho trascendentalísimo
por necesidad, como no se pretenda
que basta a un país la lealtad de una
minoría para apartar de él los efectos de la
rebeldía pertinaz de los más ; teoría esta a su
vez que no evitó al Sur de los Estados Unidos
las inevitables consecuencias de haber sido
rebeldes los más de sus habitantes en la guerra
de secesión de Norte América . Y mediaba
una diferencia : los Estados del Sur al comenzar
la guerra estaban dentro del derecho común,
no disfrutaban de un, régimen de privilegio,
y al ser vencidos perdieron para no corto período
el régimen común, siendo sometidos a
un régimen excepcional represivo ; aquí las Provincias
Vascongadas tenían régimen de privilegio
y solamente se les privaba de una parte
de él, no se les igualaba aun a las demás de
España .
Es la segunda cosa digna de notarse, que
oídas de nuevo las Tres Provincias Hermanas
como si no se las hubiera llamado reiteradas
veces antes de la guerra, se limitaron ahora
a una declaración general, y la ley actual,
fuera o no acertada, era complemento im-

127
puesto por la antigua ley a que se consagraban
ditirambos euskaros . Constituido así el dere-
cho ¿era posible que por no ser en esta segunda
ley la interpretación de la primera igual a la
que le dió de un modo ostensible la generalidad
de la Euskalerria, y que por ser parecida a la
que durante treinta y siete años le había dado
en la región misma la Ciudad de San Sebas-
tián, se infiriese a las Cortes y la Corona el
ultraje de decirles al mes de votada y san-
cionada una ley pausada y cansadamente dis-
cutida, agotando todos los turnos de palabra
los representantes de las Tres Provincias en
el Senado y el Congreso, que no bajarían la
cabeza ante la ley, no reconociéndola como
obligatoria? \o cabe recordar para disculpar
tal declaración cómo concluía el documento
que en 1837 dirigieron las Provincias a Madrid .
Entonces, a pesar de que la ley suprimía de
pronto y totalmente el organismo foral, a
pesar de que no había alcanzado aún el Go-
bierno la victoria en la guerra empeñada .
adujéronse largas y respetuosas consideraciones,
sin que se aludiese siquiera a un_ derecho euskaro
superior que hiciera no obligatoria la nueva
ley ni se insinuase que ésta hallaría delante
de sí resistencia activa o pasiva, y sobre todo

128
tal ley no había reconcentrado la atención
de España : ahora tratábase de otra que por
una parte permitía continuara funcionando el
antiguo organismo, por otra parte decretaba
se había de contribuir, y acerca de cuáles habían
de ser la forma N- cantidad se había debatido
muchas veces en conferencias de antaño . Siendo
esta medida producto del esfuerzo febril de
España, agitadísima en el problema que se
estaba resolviendo, la actual declaración vascongada
era en todo caso peligrosísima, y
hecha, como se hizo, en tono desabrido y altanero,
constituía una provocación, involuntaria
o intencional, a severidades del Poder Público
nacional . Si comenzando a regir la ley novísima
se hubiera señalado dificultad práctica
induciendo a manifestar con más o menos
fundamento que sería lo mejor reformarla,
nada hubiera habido en ello que no fuera uso
respetuoso del derecho de petición consignado
en el Código fundamental ; pero_ declarar a
priori que habrá negativa de concurso para
la aplicación, que esta ley no obliga, que lo
que procede es derogarla apenas publicada ;
era en medio de la efervescencia de la Nación
y el acompasado proceder del Gobierno, o
revelación de que se estimaba sin fuerza ni

129
vida a los Poderes constituidos o reto para
que emplearan esa fuerza : en un caso y en
otro producíase escándalo en España . Hubiera
sido menos absurdo haber optado por esta
otra declaración : «ora seamos liberales, ora
carlistas, a todos los vascongados se nos trata
como a vencidos al restringir nuestros Fueros
queridísimos . Es propio de la dignidad no
solicitar ni protestar : soportar y callar» .
.Mi sistema propio lo apliqué aquellos mismos
días al contestar a una comunicación
que como a todos los Diputados a Cortes de
la Provincia me pasó el Gobernador Civil
pidiendo mi parecer sobre punto concreto y
no fundamental, pero sí importante, y dije
lo que sigue :
Combatida por mí en el Congreso la ley de 21 de
Julio último, reservándome el derecho que como
ciudadano y como diputado tengo de pedir su derogación
o modificación si llega esto a parecerme opor-
tuno, pero respetuoso para con los Poderes Supremos
de la Nación, acatándolos, no dejándome dominar
por una idea hasta creer que puedo desentenderme
del hecho siquiera de que hay en la vida de España
toda una medida que tanta huella ha de dejar aun
cuando súbitamente se derogase, persuadido de que
todavía es servir al mismo país que represento el
alejar los males mayores de la aplicación extremada
de una ley que otorga nctable latitud al Gobierno,

130
y asegurar por el contrario el cumplimiento inmediato
de lo que ella preceptúa más justamente, paso a dar
respuesta al oficio que ayer recibí de V . S .
Ante todo séame permitido hacer presente que
no interpreto la ley en el sentido en que lo hace la
Real orden que me es comunicada . N_p creo que el
artículo 3 .0 ordene establecer aquí el mismo sisféma
vigente en el resto de la Nación, aun cuando para
ello no sean atendidas las circunstancias que deben
tcmarse en cuenta. Si así fuera, no tendría objeto
el párrafo z .° del artículo 5 .°, el cual autoriza al Gobierno
para hacer las modificaciones de forma que
reclaman las circunstancias locales y la experiencia
aconseja a fin de facilitar el cumplimiento de la ley .
La forma de contribuir este país puede ser distinta,
y creo que para bien de todos ha de ser distinta, como
lo es en Navarra, con mucha ventaja no solo de Navarra
sino de la Nación .
Pero viniendo concretamente a la pregunta hecha
por el Ministro de Hacienda, parece sencilla y obvia
la respuesta . Los autores y defensores de la ley dije -
ron, la letra y espíritu de la misma bien claramente
dicen lo que se quiso . Quísose que las poblaciones
vascongadas, que han hecho todo género de sacrificios
en defensa de la causa legítima durante la guerra
civil, no reciban como premio la imposición de cargas
con que la ley grava desde luego a las poblaciones
que no están en caso semejante . No fuera concebible
siquiera que poblaciones defensoras denodadas del
Gobierno nacional, triunfantes hasta no implantar
en ellas sus banderas las huestes formidables del Pretendiente
Don Carlos, que Guetaria, Hernani, San
Sebastián, Rentería, Pasajes, Lezo, Irún y Fuenterrabía,
no quedaran exentas de todo gravamen por
el plazo más largo que permita la ley .

131
Otras poblaciones hubo que contra el deseo de los
más o de muchos de sus moradores fueron evacuadas
por órdenes de los diversos Gobiernos de la 'Nación
o de los Generales en tiempos en que andaba disuelto
o no reorganizado el Ejército . Fuera justo eximirlas
de los nuevos impuestos, bien por medidas generales,
bien por medida adecuada a . cada caso especial, y no
puede ofrecer duda que por el plazo máximo han
de quedar exentos cuantos habitantes los abandonaron
para refugiarse con el Ejército liberal . Fácil
será a V . S . hacer constar los batallones y compañías
de \ oluntarios que del interior de la Provincia se
refugiaron en los pueblos obedientes a los Poderes
Públicos, señaladamente en esta Ciudad de San Sebastián
.
Por último, pueblos hay que no cobran los anticipos
de todas clases que hicieron tanto tiempo ha
en pro de la causa legítima . En justa consideración,
debe concedérseles un plazo tanto más largo cuanto
más demora el Estado el reintegro de lo que fué anticipado
. Las oficinas de la Administración tienen de
seguro conocimiento de cuáles son los que se hallan
en este caso .
Dios guarde a V . E . muchos años . San Sebastián,
16 de Octubre de 18 7 6 .
Fermín de Lasala .
Estaba yo seguro en el mes de Alayo y aun
en el de Agostó dé que - el pensamiento_ de Cánovas
era concertar con las Provincias un
encabezamiento para el pago en globo, o global,
como ahora con poco respeto ael purismo
castellano se dice, de todo lo que se supiera

132
correspondía que pagasen las Provincias ; pero
mi intimo amigo el ministro de Hacienda,
D. Pedro Salaverría, uno de los más austeros
e ingeniosos gerentes que España ha tenido
en departamento de tal importancia, propendía
como todo el que tiene carrera administrativa
(y él la tenía brillantísima) a establecer en
las Provincias Vascongadas el sistema tributario
y la administración del Estado, a la que
le llevaba además el ser santanderino, esto es,
hostil a Vasconia, y era muy posible que hubiese
conseguido modificar la actitud de Cánovas,
muy impresionado éste de que las Provincias,
hallándose en la situación en que estaban,
opusieran resistencia, no ya a una abolición
absoluta sino a un arreglo . Mi oficio se dirigía
por cima del Gobernador a mantener a Cánovas
en su propósito, y es una de las muestras
mayores dadas por él en su larga vida política
de la fijeza de sus pensamientos el no haber
alterado en su esencia cuanto había desde un
principio resuelto sobre la solución propia y
adecuada para el problema euskaro, a pesar
de que constantemente le incitaban a ello
tanto como las iracundas reclamaciones castellanas
las jactancias euskaras .
Cuando la junta General de Septiembre se

133
disolvió, entró en ejercicio la nueva Diputación
¡oral, reemplazando D . Juan Bautista
Acilona como Diputado General al Marqués
de Rocaverde, modelo de firmeza de carácter,
de convicciones arraigadas . Ya se había hecho
evidente que, si bien Acilona era uno de los
cuatro firmantes de la carta de 17 de Enero
1876 en que se aceptó mi programa anticipada
y francamente transigente de París, iba él a
proseguir ahora el rumbo intransigente de aquella
junta . Habiéndome dirigido en el mes de Noviembre
un oficio en mi concepto de Diputado a
Cortes pidiéndome que apoyase en algunos asuntos
las gestiones del Comisionado en Corte, antiguo
y permanente (i), el Marqués de Santa Cruz,
contesté :
He diferido contestar al atento oficio de V . E . fecha
6 del corriente porque, habiéndose celebrado ;una
reunión de Senadores y Diputados, quedó aplazada
la deliberación hasta que recibiesen las debidas comu-
nicaciones los representantes vizcainos . Pero no se
ha reanudado, aunque tengo motivos fehacientes,
si bien extraoficiales, para creer lo será pronto y en
ciertos términos, y paso a manifestar a V . E . que tengo
expuestos sobre la política 1Ín1ca que puedo representar
(i) Cargo distinto del de Comisionado especial para
el arreglo de los Fueros .

134
en la cuestión vascongada en carta dirigida desde París
el 13 de Enero último a vais electores, los cuales las calificaron
de una manera que me lisonjeó altamente, consideraciones
que constituyen para mi nombre una tradición,
Para nai conciencia algo como una religión.
En todo lo que nae Permitan convicciones inalterables
y compromisos indeclinables me servirá de especial
complacencia coadyuvar, mientras me halle en Madrid,
a los esfuerzos que en pro de los intereses como
de los Fueros de Guipúzcoa, tanto tiempo por mf
defendidos, haga su distinguido comisionado en Corte .
Dios guarde a V . E . muchos años . Madrid, 25 de
Noviembre de 1876 .
Fermín de Lasala .
Excma . Diputación foral de la 111 . N . N, M. L . Provincia
de Guipúzcoa .
Pero esto no era bastante : las relaciones
de los representantes en la esfera foral y de
los representantes en la esfera constitucional
eran muy frecuentes, y no veía manera de
encerrarme en mi cargo de Diputado a Cortes
evitando rozamientos con una Corporación cuyo
lema ahora resultaba opuesto a mi programa,
aunque es cierto que la presidía persona que
es modelo de cortesía particular . Los Dipu-
tados a Cortes estábamos expuestos a que
adversarios astutos provocaran en el Congreso
debates en que lograsen fuera manifiesto que
unos defendían y otros se apartaban de lo

135
que la representación foral hacía . Harto débil
estaba la causa euskara: era más que mi deber
actual no asumir la defensa de una actitud
y conducta que según mi razón y mi conciencia
consumaba la pérdida de la causa euskara ;
pero no había de incurrir en debilitarla con
lo que más debilita y mata una causa, que
es el manifestarse desunidos sus defensores .
Por otra parte, era menester que ante la propia
Euskalerria ilusionada en ese instante se hiciese
evidente que la política de la intransigencia
conducía a un resultado funesto y esperar
que el país alarmado impusiera un cambio
de rumbo . Silenciosamente, cuidando de no
inducir a ningún colega a que me siguiera,
dimití mi cargo de Diputado y cuando alguno
me preguntó si deseaba que también él dimitiera,
contesté que mi resolución obedecía a
motivos personalísimos . Decidí no ir a Madrid,
fijarme en mi casa de campo de San Sebastián,
muy cerca de donde se empezaba a lanzar
contra mí acusaciones de no defender los Fueros,
de _entregar el país a Cánovas . Allí estuve,
no en la Corte, durante la crisis del planteamiento
de la ley de 21 de julio . Cuando reducidísimo
el número de mis amigos en un país
en que tanto había sido, riguroso, tempestuoso

136
el invierno, me veía en aquella colina entre el
mar y el Pirineo en retiro muy ocasionado a
ser verdadero y completo término de mi carrera
política, fácilmente olvidadizos de quien se
oscurece los amigos de Madrid, hostiles ahora
muchos de los de Guipúzcoa, agriada contra
mí la muchedumbre euskara, me decía frecuentemente
a mí mismo al pasear solitario
por las montañas : no sería ahora un solitario
y no estaría arrinconado en mi propia tierra
sería popular e influyente más que nunca si
no ateniéndome a mis principios de siempre,
a los de mi Padre y mis deudos, hubiera seguido
la evolución que en muchos ánimos se ha verificado
súbitamente . Pero si cien veces me
viera en el caso de optar entre la abjuración
de estos principios, lisonjeando engañosos ensueños
para deleitarme con el aura de la popularidad,
y esta existencia de desvíos, de acusaciones
inicuas, cien y cien veces me resignaría
a lo ingrato y áspero que está conforme con
lo que me imponen las tradiciones de familia,
el presentimiento de los males que va a traer
esta aventura novísima de la Euskalerria superpuesta
a la aventura funesta de la reciente
guerra, y está conforme por último con lo que
a mi juicio impone el patriotismo» . Si un mo-

1 37
mento, como luego diré, volví a agitarme en
la vida provincial, libre siempre de vínculos
madrileños, pues jamás mientras tuve representación
euskara acepté ninguna de las varias
mercedes que me eran ofrecidas, fue para cosechar
aumento, si era posible, de censuras y
cóleras. Entré después franca y exclusivamente
en la vida nacional, subí a los Consejos de la
Corona, confióseme para Granada y Málaga
la misión más hermosa que reyes y pueblos
pueden dar a un hombre, he tenido en París
y en Londres la representación más alta de
mi Patria en el extranjero, he presidido el
Consejo de Estado, el Rey me ha honrado
con el Toisón de Oro, por todas partes y en
todas ocasiones han sido numerosos y grandes
los halagos, pródigas conmigo de miramientos
y bondades la Monarquía y la Nación . Nada
de esto, sin embargo, disminuía la tristeza de
la perspectiva que tenía delante de mí para
mis últimos días si realizaba mi propósito
de morir en las fragosidades de la siempre
amada Euskalerria esperándome allá quizás
soledad y amargura renovada : lo que contra
esto me precavía y sobre esto me levantaba
es que, reconcentrado en mi conciencia, ella
con fuerza me decía a cada instante : «siendo

138
fiel a la bandera de tu Padre, de tus viejos
amigos, de tu pueblo natal en mucho tiempo,
a tu propia bandera, siendo apasionado amigo
de España, obraste bien» . Verdad es que prolongándose
mi existencia, me ha sido dado observar
de que van verificándose los juicios,_de
que se estima en mucho la autonomía salvada
y el corlcierto económico, , de qué - sé admite
además que se pudo salvar igualmente el organismo
foral optando a tiempo por seguir distinta
senda que la que fué emprendida (i) .
(1) El 4 de Mayo de 1913 ha sido día en que súbita-
mente me he visto de nuevo muy popular en mi pueblo
natal . Ese día se celebraba que cincuenta años antes había
comenzado el derribo de las murallas de San Sebastián,
que ha permitido crear una bellísima población, renom-
brada en toda España y también en el extranjero, con
50 .000 habitantes en vez de los 8 .ooo que tenía . Hubo
solemne Te Deum, cantos, himnos, en la Alameda, sesión
extraordinaria del Ayuntamiento a la que se me pidió
asistiera para referir lo que había sido el trabajo hecho
en Madrid a fin de lograr la difícil realización de las velie-
mentísimas aspiraciones donostiarras, como quiera que
soy el único superviviente de cuantos cooperaron a obtener
del 'Ministro de la Guerra al decreto de demolición v había
sido el único encargado de obtener del 'Ministro de Ha-
cienda (empeño no menos difícil) que en vez de proceaer
el Estado mismo a esa demolición y a la enajenación de
los solares que resultasen utilizables para construir, se
dejase lo uno y lo otro a cargo y beneficio del Ayunta-

1 39
Pero después de estas reflexiones meramente
personales, volvamos a la narración que es
lo interesante . Las Diputaciones de Vizcaya,
Guipúzcoa y Alava deliberaron largamente y
presentaron por medio de sus comisionados
especiales al Presidente del Consejo de Ministros
una reclamación solemne pidiendo que
la reciente ley fuese derogada . La entrevista
no fué solo trascendental ; fué dramática . Uno
de los concurrentes me proporcionó una interesantísima
Nota :
EXTRACTO DE LO TRATADO EN LA CONFERENCIA
QUE EN EL PALACIO DE LA PRESIDENCIA TUVO LUGAR
ENTRE EL SR. PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINIS-
TROS Y LOS COMISIONADOS DE LAS PROVINCIAS DE
ALAVA, GUIPÚZCOA Y VIZCAYA EL 16 DE DICIEMBRE
DE 186 .
miento . Cuando terminé mi discurso se me hizo una ovación
calurosísima, verdaderamente emocionante, por el apiñado
público . En toda la Ciudad cundieron durante varios días
manifestaciones (le viva simpatía y afecto . El Ayuntamiento
me invitó al banquete con que celebró el venturoso suceso,
y por la tarde llenóse mi casa de personalidades así cons-
picuas como modestas, de hombres de todos los partidos
que me colmaron de felicitaciones . En mi larguísima exis-
tencia ha sido el 4 de Mayo de 1913 uno de los tres o cuatro
días de más viva alegría y más honda satisfacción . Pero
he seguido no mezclándome en la vida municipal ni pro-
vincial .

140
El Sr . Cánovas manifestó que las Diputaciones
podían dimitir si así lo juzgaban oportuno . Que se
había autorizado la reunión del País en juntas Ge-
nerales bajo el hecho legal de la existencia de la Ley
de 21 de julio . Que él había llevado su benevolencia
hasta el extremó siendo pagado con ingratitud . Que
la actitud de las Diputaciones era rebelde o poco
menos, y que el Gobierno en la expectativa de que
aquella actitud se acentuase, si lo conceptuase nece-
sario llamaría la, reservas, poniendo en las Provin-
rias hasta ioo.ooo hombres, pues lo mismo que los
particulares los Gobiernos transigen en lo lógico y
racional, pero en circunstancias, y bien a su pesar,
no tienen más remedio que acudir al terreno a que
son llamados . Que si los Ayuntamientos dimiten,
les obligará a permanecer en sus puestos por la fuerza
de la ley y de las facultades extraordinarias de que
está investido, incluso la de desterrar. Que nadie
se le ha acercado ni se ha nombrado comisión ninguna
para tratar del arreglo de la cuestión foral, y que
aunque se expresaba con vehemencia, no abandonaría
su actitud benévola y propia del hombre de gobierno
cuando se trata de tal asunto . Que el argumento del
perjurio de que se hacía uso (i) no era noble, ni
serio ni propio de las relaciones que se habían tenido
con las Diputaciones anteriores, que habían pedido
la reunión de las juntas bajo el supuesto de tratar
de los Fueros compatibles con la ley de 21 de julio .
Que el desengaño sufrido en este punto le hacía mirar
con desconfianza los actos de las citadas- ccrporaciones.
Oue éstas hacían argumentos de escribanos
(i) Decíase que el juramento en la junta de defender
los Fueros impedía toda avenencia,

14 1
y que por esto le era preciso resguardarse no poniendo
en los actos sucesivos la elevación y franqueza que
debía reinar en esta clase de asuntos . Que no podía
recibir la Exposición que se le presentabaa de revocación
de la ley sobre los Fueros, porque el Rey cons-
titucionalmente no podía dispensar . su cumplimiento .
Que por deferencia a los Comisionados no la devol-
vería, pero que tuviesen entendido que no daría cuenta
de ella, que le pondría un I'n'sto y que si en las Cortes
se hablaba de ella diría que no la había recibido, pues
consideraba esta conducta tanto más necesaria cuanto
que, vistos los antecedentes, podrían el día de ma-
ñana alegar en su favor las Diputaciones que habían
representado a S . M . el perjuicio a que se las pre-
tendía sujetar y causado la oportuna protesta .
En tal estado, considerando los Comisionados que
no era digno que sus personas alcanzasen lo que las
Diputaciones no lograban, y temiendo que la Exposición
tuviera el paradero anunciado, prefirieron reco-
gerla de manos del señor Presidente . Este insistió
en _sus disposiciones benévolas para un arreglo conveniente
a todos ; en que solo quería la contribución
directa, más reducida que la fiada como tipo por
el Sr. Bravo Murillo, admitiéndose en descargo de
ésta los gastos generales . Que él está dispuesto a hacer
todas las concesiones posibles en beneficio del arreglo,
y que una vez hecho, los Gobiernos que se sucedan
lo respetarán, pues a ninguno agrada el crearse dificultades
.
Habiendo citado uno de los comisionados el pago
del Clero Catedral entre los gastos generales, contestó
el Sr. Cánovas que precisamente había venido una
comisión de dicho Clero pidiendo el pago de sus haberes.
Insistió en que las Diputaciones iban por un
camino peligroso ; que había cierta cobardía de parte

142
de algunas autoridades para oponerse a las corrientes,
que la agitación es mayor en Vizcaya que en Guipúzcoa
y Alava, que tendría bien guardadas las capitales
y que el mayor castigo para Bilbao sería abandonarla
a los carlistas, que se harían desde luego
dueños del movimiento . El señor Presidente recomendó
el pago de raciones de pan porque no perturbaba
el modo de administrar el país y porque podía
subsistir este impuesto mientras los demás permanecían
en estudio, el cual podría dilatarse por mucho
tiempo, ofreciendo para su día ser generoso el Gobierno
en la liquidación .
No se limitó a una repulsa envuelta por
otra parte en amplios e insistentes términos
de benevolencia el Presidente del Consejo de
Ministros ; estuvo en el uso simultáneo de dos
procedimientos . Por el uno concretando lo que
en su conversación del mes de Mayo conmigo
había quedado bosquejado, autorizó al Di-
putado a Cortes Gorostidi a indicar al Dipu-
tado General de Guipúzcoa que de nuevo
ofrecía :
V), la conservación del organismo foral salvo
algunas modificaciones, como, por ejemplo, si
por lo quejoso que estaba Bilbao del especial
régimen foral de Vizcaya, llegaba a convenirse
en dicha provincia su alteración asemejándolo
al especial régimen de Guipúzcoa por la repre-

143
sentación fogueral, el Gobierno anticipaba que
esa alteración sería aceptada por él .
2 .°, la quinta habría de hacerse . como en
toda España, pero con los mozos sorteados
en las Provincias vascongadas se formarían
batallones especiales cuyos oficiales serían del
Cuerpo de Ingenieros, y esos batallones darían
guarnición dentro de las mismas provincias,
sin que el Ministro de la Guerra pudiera disponer
fuesen a otras provincias . Para esto
último sería preciso un Real decreto acordado
en Consejo de Ministros .
3.°, se concertaría una cuota alzada y fija
en varios años como equivalente de todos
los tributos que con arreglo a las leyes gene-
rales del Estado deberían pagar en la forma
común, si no hubiera Concierto Económico,
dichas Provincias Vascongadas, las cuales deberían
tener contribuciones directas similares a
las que se cobrasen en el resto de España .
Pero en cuanto a contribuciones indirectas no
tendría cortapisa la facultad de las Diputaciones
y juntas : podrían sustituirlas según
fuese su agrado .
Consta a Gorostidi que se recibió su carta
y que nunca se dió conocimiento de ella en
la Diputación, así corno es muy probable que

144
la conoció el Diputado General de Vizcaya,
Jefe supremo de la intransigencia . Gorostidi
quedó sin respuesta
Por el otro procedimiento, Cánovas, con tanta
rapidez y energía ahora como pausa y miramiento
había tenido respecto de las juntas
y Diputaciones, dictó una_ serie de- medidas
que impresionaron al país . A pesar del arreglo
de los Fueros llevado a cabo con Navarra
en 1841, sostuvo que esta provincia debía
tomar en consideración que ahora invertía en
ella mucho más el Estado con innumerables
mejoras en los servicios públicos, tales como
el correo diario, el telégrafo, los ferrocarriles,
resultando así que mientras las contribuciones
crecían en las demás provincias, en Navarra
quedaban de la manera más evidente inferiores
a lo que en ella se gastaba : así el resto
de la Nación no solo pagaba la mejora de los
servicios para sí misma sino para aquella comarca
. Obtuvo que se aumentase el cupo de
las contribuciones directas, dejando para más
tarde tratar de las indirectas . El hecho probó
a Alava, Vizcaya y Guipúzcoa que el Gobierno
tenía fuerza para plantear y resolver más
problemas que los relativos a las Tres Her -
manas . En ellas mandó preparar la quinta y

1 45
la exacción de impuestos, y cuando ésta se
llevaba a cabo hizo intervenir las cajas provinciales
para reintegrar al Estado de lo -que
las Diputaciones adeudaban en concepto de
pan para el Ejército (i) ; lanzó una Real -or-den
(2) en que se preveía el caso de que las
(i) \egándose las Diputaciones, al menos la de Gui-
púzcoa, a pagar las raciones, iba a suceder que no solo
después de una tan tremenda guerra no se prestaban a
pagar contribución alguna, sino que el Tesoro debía enri-
quecer a las tres provincias pagando el Ejército que las
ocupaba con los impuestos de Castilla . De aquí provino
la intervención de las cajas provinciales .
(2)

141)
Diputaciones negaran su concurso y por lo
tanto se autorizaba al General en jefe para
)manera más conveniente a las mismas, autorizando amnpliamente
a las actuales Diputaciones o comisionados
*que nombren al efecto para tratar y resolver con el Gobierno
acerca del modo de llevar a debido cumplimiento
»aquella Ley, y con prohibición absoluta de .U El sistema general c>msisuraí en ser mny tolerantes
,, con las resistencias pasivas, procurando vencerlas en cada
-'caso por los medios que se consideren más adecuados,
>e cuando esto no pueda eonseguirse reemplazar las Cor-
>poraciones Civiles, es decir, Diputaciones, y Ayuntamientos,
,'con comisiones (le funcionarios civiles u militares _y - con
'el Tribunal (le Jueces . para la realización de las actos
, sucesivos que vara exigiendo el cumplimiento de la Lev .
,apero al mismo tiempo ser iaexorahle con los que e lancen
< la resistencia armada .
«3 . " Por regia general se preferirá deportar a Castilla
'u al Extranjero, a prender y formar causa .
n4 . a Los Tribunales de jueces de primera instancia
,nreemplazarán en sus respectivas funciones a las Dipu-
"taciones r Ayuntamientos en todos los actos (le la quinta
nen que, debiendo según la Ley intervenir dichas corpo-
,raciones, se nieguen a verificarle) .
» 5 ,a Si los interesados no solicitan las exenciones que
,'les concede la disposición tercera (le] artículo 5 ." de la
'Ley de 21 de julio de 1876, el General en Jefe las pro-
"pondrá al Tribunal de primera instancia . A este efecto

147
que las disolviera, disponiendo que las supliese
una Junta de jueces de primera instancia .
»pasará a los Ayuntamientos, o a falta de éstos y de las
»Diputaciones al expresado Tribunal, el correspondiente
»oficio acompañando al mismo, si fuere posible, lista no-
minal de los individuos que han sostenido, o bien sus
»padres, con las armas en la mano durante la última guerra
»civil los derechos del Rey legítimo y de la Nación .
»6 . . Se considerarán comprendidos en los efectos de
»la disposición anterior los individuos que, aun cuando
»hayan militado en las filas carlistas, sus padres se encuen-
, tren en las circunstancias a que se refiere la última parte
»de la disposición anterior, puesto que la ley no distingue
»entre unos v otros
»7 .a Atendiendo a que es la primera vez que se exigen
»las quintas en las Provincias vascongadas, ya que por
»esta razón es posible que los mozos que habrían de ser
»comprendidos en el actual alistamiento no hayan tenido
»presente, sin duda por ignorancia, que la circunstancia
»de haber contraído matrimonio no es en la actualidad
»causa bastante para eximirse del servicio militar, se con-
cede también la exención de éste a todos los individuos
»que, hallándose va casados, deban ser por su edad com-
prendidos en el actual alistamiento y así mismo a los que,
»estando casados, al presente no hayan cumplido los veinte
»años .
»8 .a (Administración) . Si llegare el caso de procesar,
»destituir o desterrar a las Diputaciones, se procurará
»sustituirlas con hijos del país, y no siendo esto posible,
»los Gobernadores y jefes económicos ejercerán sus res-
pectivas funciones interinamente hasta tanto que haya
»personas del país que se presten a reemplazarlos en la
»forma acostumbrada .

10'
La quinta se verificó con pocos obstáculos .
Aparte algunas multas a Ayuntamientos y
*9 .6 Las administraciones económicas en aquel entonces
ase harán cargo de los fondos y demás valores que existan
»en las Cajas de las Diputaciones, así como de los libros
»de cuenta y razón levantando acta triplicada que auto-
»rizarán el Gobernador, el jefe de la Administración eco-
»nómica y el Depositario de fondos de la Corporación
*provincial, y en defecto de este último si no se prestase
,a ello, con asistencia de Notario- público o (los testigos,
»entregándose a cada uno de dichos funcionarios un ejem-
plar de la misma .
»Io .a Dichos fondos ingresarán inmediatamente en la
»Caja de la Administración económica con separación
»de los del Tesoro, en una arca especial, de la que serán
»claveros los mismos funcionarios que lo son de aquélla,
»encargándose la expresada dependencia de administrar
»y recaudar provisionalmente desde aquel momento todos
»los impuestos, arbitrios y derechos que viene cobrando
»la Diputación en la misma forma que ésta lo verificase ;
»así como del pago de las obligaciones que sobre la misma
*pesaren previa orden escrita para este último efecto del
,>Gobernador de la Provincia, actuando en unos v otros
»como interventor el que lo sea de la administración eco-
nómica .
»II .a La contabilidad se establecerá bajo el mismo
,sistema que usare la Diputación, separadamente de la
»del Tesoro, y en los mismos libros de cuenta y razón que
ase llevasen por las Corporaciones, en los cuales se con-
asignará por nota que autorizarán el Gobernador y jefes
,de la Administración económica la fecha en que ésta
»se hizo cargo de ellos, previo el cierre y totalización de
»los asientos .

149
unos pocos arrestos de Alcaldes que resistían,
medidas a que un año antes no se hubiera
tenido que apelar, no recuerdo respecto del
país más disposición coercitiva en tan grave
momento que el haber enviado a la ría de
Bilbao el vapor V ulcano y el cañonero Tajo,
al puerto de Pasajes un diminuto buque tam-
»12 .a En el caso improbable ele que no fueran habidos
Jos libros, la Administración abrirá unos especiales, que
.,serán autorizados por los mismos funcionarios ya expre-
,sados, en los que se liarán los correspondientes asientos
»de ingresos t- pagos .
»t3 .a Durante el tiempo que la administración eco-
»nómica se hallare encargada de este servicio, rendirá al
»Ministerio de la Gobernación por conducto y con el
»V .° B .n del Gobernador, una cuenta. mensual ele las can-
»tidades ingresadas, pagos efectuados y, existencias que
,>resulten .
»14 .a En la eventualidad de que la Administración
>tenga gtie pacerse cargo (le la gestión civil y económica
ode las Provincias, continuaría el mismo personal que
,.tengan las Diputaciones para el desempeño de los (]¡fe-
»rentes servicios (le las mismas, siempre que a ello se pres-
»tase, siendo sustituido interinamente en caso contrario
»por funcionarics del Estado, empleados cesantes, licen-
nciados del Ejército, o como más conveniente, si fuese
oposible, por personas del país que reúnan las condiciones
, para ello, que nombrarán los Gobernadores con acuerdo
>del General en jefe .
,'Madrid, 26 de Enero de 1877 .
A . Cánovas de! Castillo .

I64
a V. y le repito con sumo gusto ahora es que me parecen
excelentes en principio y como bases de discusién,
y que creo que partiendo de ellas ller aríase fácilmente
a un arreglo satisfactorio . Lo digo solamente para
mantener la exactitud estricta de los hechos . Por
lo demás, estoy dispuesto a entrar inmediatamente
en examen definitivo de esas bases v dar cuenta inmediatamente
de ellas al Consejo de Ministros, procurando
por todos los medios posibles llegar cuanto
antes a la resolución de este importantísimo asunto .
Veo el parte del Gobernador de San Sebastián en
que pretende la autorización para las juntas sin hacer
mención de la les- de 21 de Julio, y continúo considerando
inconveniente otorgar semejante permiso sin
que de alguna manera conste que el Gobierno pone
por condición precisa el acatamiento y obediencia
que se debe prestar a la ley de 21 de Julio .
Y todavía el i6 telegrafiaba el Presidente
del Consejo a los Gobernadores civiles :
Como habrá V . visto en la Correspondencia, nme he
visto obligado a negar los telegramas dirigidos a París
y aquí mismo comunicando que el Gobierno iba a
celebrar un convenio con esas Provincias . Para evitar
errores que puedan ser muy perjudiciales, haga V . entender
a todos que el Gobierno no celebrará nunca
ningún Convenio ni nada que parezca pacto con esas
Provincias . Lo único que el Gobierno puede hacer
es entrar en los arreglos previstos en la misma ley
de 21 de julio para facilitar su ejecución . \i siquiera
entrará en arreglos de esta clase sin partir de la base
de que la ley de 21 de Julio es ahí absolutamente
obligatoria, N- que solamente puede ser modificada,

165
si algún día lo tienen a bien, por las Cortes . Sírvale
a V . por último de antecedente que el Gobierno no
aceptará otra resolución de las juntas Generales que
la de dejar en absoluta libertad a las Diputaciones
para proceder al cumplimiento de la ley de 21 de
Julio, y que si éste no es el de la junta de Alava,
negará el permiso a la convocatoria de las otras ; debiéndose
entender ahí de una vez para siempre que cuantas
medidas de benevolencia adopte el Gobierno han de
entenderse siempre dentro de los preceptos de la lev
de 21 de julio v de la absoluta soberanía en esas Provincias,
como en las demás de España, del Res, v de
las Cortes .
Poco propicias las Diputaciones a convocar
Juntas, la agitación que produjo Olazábal expli-
cando en todas partes el verdadero estado
de las cosas, hizo que un gran número de Ayuntamientos
de Guipúzcoa pensó en pedir la
convocatoria . Temió la Diputación que se evidenciara
demasiado su desfavorable actitud rc,pecto
de la reunión y se sobrepusieran los
Municipios . Acabó por convocar ella misma .
Lo propio sucedió en Alava . Tropezábase con
la dificultad del juramento . Jamás había imaginado
nadie en Madrid que una ley hecha
con anterioridad y solemnidad por las Cortes
y la Corona pudiera ser desconocida, menos
aún destruida, en virtud de ningún juramento
consuetudinario que posteriormente a la publi-

I()()
cación de la lea- se prestara en ninguna corporación
española ; mas al ver Cánovas que
el juramento foral en las juntas vascongadas
de Septiembre de 1876 había sido interpretado
como un non 'ossumus más para acatar la
ley de julio, determinó que en !a Junta de .
Febrero 1877 al juramento precediera la declaración
de que se entendía no iba contra la ley .
Era esto una condición sine que non para reunirse
y deliberar las Asambleas provinciales . Llegamos
a un acuerdo . El Gobernador en la primera
sesión advirtió solemnemente que el juramento
iba a prestarse sin perjuicio de las leyes del
Reino, y la junta (a la que esta vez yo pertenecía
como a la de Abril 1876), considerando
que la advertencia del Corregidor Político establecía
en el orden foral una novedad íntimamente
conexionada con los asuntos que motivaban
estas sesiones, atendiendo además a lo
extraordinario de las circunstancias, al interés
de ocuparse desde luego de dichos asuntos,
acordó que sin que por ello se el Lienda prejuzgado
este ni otro punto alguno, se preste
con esta declaración o salvedad el juramento
como en efecto se hizo .
Nada revela tanto la ineficacia de la política
intransigente como el cuadro que del estado

l i)7
del país trazó en su discurso el propio Diputado
General, Sr . Acilona . Cuanto más sombríos
colores empleó, más resaltaba que el intransi-
gentismo era impotente para preservar al país
del planteamiento de la ley y se veía no esta-
ban las masas decididas a arrostrar males y
persecuciones antes que ceder .
Contristados y alarmados los ánimos todos con
las profundas innovaciones que lleva a efecto el Gobierno
de S . \l . en nuestro régimen especial, conminados
los Ayuntamientos con severas y excepcionales
medidas para el caso de que no se prestasen a realizar
las operaciones de la quinta, que ni su amor a las
seculares instituciones del país ni sus incuestionables
deberes políticos les permitían llevar a cabo ; la Diputación,
careciendo de medio de gestar una Protección
eficaz a estas dignísimas corporaciones y para calmar
la justa y natural alarma del país en tan amarga
situación, creyó de imprescindible necesidad el llamar
a la Extraordinaria para exponerle el verdadero estado
de las cosas, y ésta después de maduro examen de
ellas estimó que nunca con más razón que en la ocasión
presente debe tener lugar la aplicación de la prescripción
del título V, capítulo i .° y 2,° del Fuero,
en los cuales se determina que se llaga llamamiento
a junta particular .
Bastó a la junta una sola sesión, además
de la de reconocimiento de poderes y juramento .
Lo mismo ahora que en Septiembre hubo un
primer acuerdo unánime, pero con la diferencia

168
de que el ostensible de entonces ya se ladeó
mucho hacia la intransigencia, total y absolutamente
adoptada por la mayoría en el acuerdo
secreto, mientras que ahora hasta el primer
acuerdo unánime (esta vez todos fueron públicos)
se ladeó del lado transigente . Determinóse
al resolver sobre los asuntos conexionados con
la ley de 21 de julio de 1876 lo que sigue :
La Diputación gestionará acerca del modo de con-
ciliar los derechos e intereses de la Provincia con los
intereses generales de la Nación, debiendo ante todo
atender a dar fijeza a lo que sea objeto de todas las
negociaciones, de suerte que la modificación de aquéllos
no descanse o arranque tan solo de la benevolencia
del Gobierno y de la autorización que la citada ley-
de 21 de julio le diera para su cumplimiento, sino
que el acto legislativo en que se presente a las Cortes
del Reino y a la sanción de S . M . exprese explicita-
mente un derecho anterior a la ley, eslabonando ésta
en cuanto sea posible con lo dispuesto en la ley de
25 de Octubre 1839 . Tanto para el caso de que la
modificación indicada se lleve a cabo como fiara eÍ
que Por cualquier evento no tuviese lugar en la forma
y términos indicados, habrán de hacerse reservas
legales y oportunas, y dejando la Din : :tación incólumes
nuestros derechos y Procurando la conveniente
estabilidad, debía proceder, de acuerdo en lo posible
con Alava y Vizcaya, a un arreglo dentro de las bases
siguientes :
1 .a Conservación de nuestro organismo foral .
2 .a En cuanto a la parte contributiva, habrá de
convenirse en una cantidad única y alzada para el

169
Estado como encabezamiento de los tributos de todas
clases, debiendo ser de abono a la Provincia el mantenimiento
de todos los anticipos y obligaciones que,
correspondiendo por su naturaleza al presupuesto
general de la Nación, se hayan considerado o se consideren
en nuestro régimen administrativo como provinciales
o municipales .
3 ,a En punto a servicio militar, habrá de gestionarse
para que se tome en cuenta la fuerza de Miqueletes
en la parte proporcional que se convenga a los
gastos que este Cuerpo ocasiona y ha de ocasionar
a la Provincia, autorizando además a la Diputación
para hacer uso si fuera necesario de los medios legales
que permitan sobrellevar menos penosamente este
servicio .
Estas bases eran totalmente conformes con
las de Quesada ; pero era importantísimo con-
fiarlas a personas de quienes se supiese que
deseaban verdaderamente el arreglo y no hubie-
ran tenido con el Gobierno los rozamientos v
choques repetidos que había tenido la Dipu-
tación. Y aquí revivió, congo era inevitable,
la lucha de transigentes e intransigentes : que-
rían éstos que la Diputación quedase dueña
del cumplimiento del acuerdo uniéndosele una
comisión con voto meramente consultivo, pues
ya sospechaban que la mayoría de la junta
les iba a ser contraria ; mas aquéllos creían
que la Asamblea reunida y su acuerdo tan
lato para un arreglo foral ' resultarían desde

170
luego inútiles si la comisión no se componía
de transigentes y no se les daba voto resolutivo
. Era para ello circunstancia favorable
lo que momentos antes acababa de votarse
en Alava, donde también se sobreponía en el
mismo instante el espíritu de concordia modificando
la marcha seguida hasta aquel día
por sus Diputados, para lo cual la junta dió
voto resolutivo a las personas que les fueron
agregadas . Con las denominaciones de dictamen
Aguirre y dictamen Lasala (porque D . Manuel
Maximino Aguirre había defendido el voto consultivo
y yo el resolutivo ; esto es, él la política
de resistir y romper con el Gobierno, yo la de
negociar) se pusieron a votación los dos pareceres
triunfando el mío por 1 .138 fuegos o
votos contra 1 .003 . Eligióse una comisión auxi-
liar transigente y se disolvió la junta . Consagro
un sentido recuerdo a esta junta porque fué
para siempre tal vez, seguramente para mucho
tiempo, la última expresión del régimen foral
y consigno de nuevo que era la tercera que
se reunió después de la guerra, la segunda
después de publicada la ley de 21 de julio,
Cuando eran bombardeados Bilbao, San Sebastián,
Guetaria, Hernani, Rentería e Irún, ni
en sueños se figuraron los sitiados que si triun-

171
faban ellos y el Gobierno de Madrid quedaría
en la paz huella de los Fueros . Con esas reuniones
forales habíase realizado un suceso por todo
extremo venturoso, pues eran demostración de
hecho de que la ley, no había abolido totalmente
el régimen foral . Nunca se protestará bastante
contra el aserto completamente inexacto, y
sin embargo generalizado en Vasconia, de que
la ley de 21 de julio suprimió desde la raíz
el organismo foral . Si no hubo más reunión
de juntas, no fué por haberlas . abolido la ley,
por no quererlas el Gobierno, que por el contrario
no pudo estar más obstinado en reunirlas :
fué porque las doctrinas destructoras de la
unidad constitucional, de la unidad nacional
que proclamaron y de la política de absoluta
resistencia que siguieron las Diputaciones forales,
llevaron al Gobierno a la sucesivva supresión
de éstas en las tres Provincias . Cien v cien
veces ha de quedar esto categóricamente consignado
.
Refiramos ahora lo que fueron los últimos
meses del antiguo y con verdad venerando
régimen . Apenas se separó la junta particular
de Guipúzcoa en Abril 1877, reuniéronse la
Diputación y le. Comisión auxiliar . La mayoría
era transigente y por lo tanto nombró para

172
avistarse con el Gobierno cuatro Comisionados
francamente transigentes, D . José Manuel Aguirre
Miramón, D . Eduardo Echeverría, D . Nemesio
Aurrecoechea y yo, y también a D . Javier
Barcaistegui, Conde del Llobregat, que propendía
a la intransigencia . Me veía en medio
de la negociación como Comisionado foral, yo
que no había querido seguir desempeñando
mi antiguo cargo de Diputado a Cortes . No
titubeé : prohibíamelo la mucha y decisiva parte
que acababa de tomar en lo resuelto por la
Junta conforme con mi parecer, y acepté la
misión en la forma condicional siguiente :
Mientras fui Diputado a Cortes en el actual Con-
greso, en todas circunstancias, de palabra o por escrito,
hice constar que solo tenía y quería la representación
constitucional del distrito de San Sebastián . Al renunciar
ésta, al romper mis vínculos con un distrito que
casi por tradición daba sus votos a personas de mi
familia v al que tantos afectos me unían, me inha-
bilité para representar en otra ninguna manera al
país en Madrid . No significaba esto ciertamente que
fuera de toda representación oficial dejara de servir
en cuanto yo pudiera y supiera a la Provincia de que
soy hijo . Una indicación suya me hubiera hallado
pronto a consagrar nuevos esfuerzos para su bien
francamente conciliado con el bien de la Patria a
que nos deben unir estrechos lazos . Los momentos
presentes son tales para la tierra euskara que me
hacen no obstante modificar mi resolución . Acepto

173
el cargo de Comisionado previas dos advertencias .
Tengo contraído el deber de aceptar el cargo de
Senador vitalicio si la Corona se digna hacerlo recaer
en mí . A V . E . toca juzgar si un nombramiento hecho
por la Corona en quien sea Comisionado para tan
grave asunto como el arreglo foral no pugnaría con
las prescripciones del Fuero respecto de los que reciban
ahora también la representación de la Provincia en
la Corte . Solo me es dado aceptar el cargo provincial
si las diversas personas de quienes se ha hablado
en las reuniones de la Diputación y la Comisión lo
aceptan igualmente .
¡Ale queda una obligación que cumplir, la de manifestar
a V . E . mi gratitud, no por el espinosísimo
puesto a que me llama, sino por las expresiones tan
benévolas que me dirige .
Dios guarde a V . E . muchos años . San Sebastián,
6 de Abril de 18 77 .
Fuerza es decirlo : en aquel momento tan
decisivo el partido transigente no estuvo a
la altura de las circunstancias. De los cinco
Comisionados aceptaron el nombramiento los
Sres. Echeverría y Aurrecoechea, jóvenes muy
apreciables, de bastante posición en la Ciudad,
pero poca o ninguna en la Provincia ; los seño-
res Aguirre Miramón y Conde del Llobregat
se negaron a aceptarlo, y eran precisamente
personas de posición verdaderamente provincial .
Por mi parte había juzgado suficientemente
atrevido, cuando no temerario, presentarme a

174
negociar con una comisión cuyos . vocales todos
estaban lejos de tener la importancia que
tuvieron antiguos Comisionados, Aldamar, Altuna,
Olano, D . Ladislao Zavala, más ligados
y desde más antigua fecha con la vida esencialmente
guipuzcoana, o aquellos Comisionados
alaveses de indisputada autoridad, el Marqués
de la Alameda, Vivanco, D . Pedro Egaña .
En la situación en que estábamos era absolutamente
menester sumar muchísima representación
desde Salinas a Irún, y sin Miramón
y Llobregat quedábale a la Comisión muy
escasa . Con la negativa de estos dos colegas
míos resultó que por hecho ajeno me hallaba
libre de todo compromiso . Ya no había Comisionados
para Madrid, y se desanimó con exceso
en San Sebastián la comisión auxiliar del voto
resolutivo, por lo cual todo quedó de nuevo
en manos de la Diputación intransigente .
Pero la Diputación que más acentuó su
intransigencia fué la cae Vizcaya . Habían mediado
allí incidentes muy complicados . Habiendo
celebrado juntas las otras dos Provincias
Hermanas, parecía no dejaría de haberla
en la Hermana mayor . Para decidir si se debía
convocarla, reunieron los Diputados Generales
D . Fidel de Sagarminaga y D . Bruno López

175
de Calle al Regimiento y Padres de Provincia .
Los dos Diputados (en Vizcaya desde muy
atrás había dos para que no continuaran despedazándose
el bando oñacino y el bando
gamboíno) estaban muy discordes . Hubo la
anomalía de que quien tenía más vínculos
con España era el más intransigente y el más
transigente su compañero encerrado habitualmente
en el Señorío . Era Sagarminaga persona
de mucha cultura y elevación moral, de trato
muy agradable . Hasta poco antes de la Revolución
de 1868 residió casi exclusivamente en
Madrid : era uno de los más asíduos ateneístas,
fué Gobernador Civil allende el Ebro por nombramiento
de Ríos Rosas, oficial del ministerio
de la Gobernación siendo Ministro Posada Herrera,
subsecretario Cánovas ; fué Diputado a
Cortes por Vinaroz en virtud de la famosa
influencia moral, cargo que tenía al firmar
el proyecto de ensanche de Bilbao incorporando
a la invicta villa los pueblos de Begoña
y Atando a pesar de las vivas protestas de
la junta General del Señorío . No eran, pues,
sus antecedentes de intransigencia fuerista en
modo alguno, antes bien eran escasamente
fueristas . ¿A qué se debió el cambio? Puede
ser que su residencia en Vizcaya reanimara

176
su vasconismo debilitado y además le hiciera
perder el contacto con la marcha de la opinión
en España, a pesar de que Bilbao, su pueblo
natal y última residencia, estaba soliviantado
contra el Señorío desde la cuestión del ensanche
y había llegado al escándalo antiforal de
destituir por suponerla carlista una Diputación
elegida según Fuero, instalando revolucionariamente
otra, y de silbar con estrépito
al general Serrano porque había pactado en
Amorevieta el libre ejercicio del organismo
foral . Susurróse que Sagarminaga había contraído
repentinamente entusiasmo fuerista y
enemistad personal contra Cánovas porque eran
vivos su amor propio y susceptibilidad y se
había creído con razón insuficientemente considerado
cuando su amigo y jefe de otros tiempos
eligió el alto personal administrativo al
verificarse la Restauración . Hubo en él en
estas circunstancias, tal vez por mera coincidencia,
no solo cambio de ideas v de actitud
sino también de carácter, pues cesaron la
antigua suavidad y modestia que daban realce
a un valor verdadero, mas no eminente, y
este valer se manifestó un tanto jactancioso
y muy acre, cosa a la verdad de sentir en persona
por todo extremo dignísima . Entró en

177
lucha sobradamente desigual, no solo por los
medios de resistencia de cada parte de territorio,
de cada bandera, sino por los medios
y facultades de cada una ae las dos individualidades
en pugna . Si era dolorosa aberración
en Vizcaya respecto de la España de
aquel momento, éralo todavía mayor en Sagarmina
.ga respecto de Cánovas que fundase su
política en la resistencia tenazmente emprendida
y continuada, esperando hallarían desprevenido
en varios instantes al hombre de Estado
. Para cuando el uno imaginaba un obstáculo,
una treta, el otro había sospechado
muchas más y determinado la solución de
los, conflictos . Lo que sí ocurrió fué, que siendo
superior Sagarminaga en inteligencia, saber,
tenacidad y pasión a sus colegas de Alava
y Guipúzcoa, él dirigió la resistencia vascongada
. Precisamente donde le costó más imponer
su política fué en su propia Diputación . No
cabe contraste mayor que el que había entre
los dos Diputados Generales de Vizcaya . Era
D. Bruno López de Calle tan poco instruido
como lo era mucho su colega, tan poco suave
siempre como lo había sido mucho Sagarminaga
en los tiempos anteriores ; en cambio . no
se entregaba ahora a nada que pudiera pasar

1 7,y
por despecho, cólera o rivalidad insostenible
con personalidad eminente y destinada a ser
histórica ; a él no pudo jamás atribuírsele el
haber dicho : «nos veremos Cánovas y yo : pronto
»sabrá él que en Vizcaya, siendo yo su Dipu-
»tado General, se estrellan los que dominan
»a Monarcas v Naciones .» A su mucha firmeza
unía Calle igualdad constante en su carácter
y suplía la falta de erudición con un buen
sentido notable. Si desde su elevación en Octubre
de 1876 habían estado en perpetua disi-
dencia ambos magistrados forales, debían estarlo
más en el crítico caso de Abril 1877, y al reunir
el Regimiento y Padres de Provincia para
resolver sobre la convocatoria de la junta,
cada uno (le ellos se vió apoyado por fuerte
falange .
Sostuvieron los Señores Isasi (agraciado con
el título de Marqués de Barambio por D . Amadeo
de Saboya), Barandica (Director del Banco
de Bilbao), Lecanda (Consultor del Señorío),
que la junta General no tendría libertad, que
convocarla sería imitar a Alava y Guipúzcoa,
que no podía seguirse a las Hermanas desde
el momento en que habían modificado el acuerdo
de Octubre . Por esto mismo, decían los señores
Balparda, Villavaso y Zavala, era necesario

1 79
reunir la junta General, solamente así renacería
la inteligencia con las Hermanas y no se podía
contraer la responsabilidad de no oir de nuevo
al país en tan grave momento . El Diputado
General Sagarminaga manifestó que de un lado
estaban los juramentos u obligaciones para con
el país, de otro lado los males que podían originarse
a éste, que la Asamblea no tenía términos
hábiles para resolver ; por lo cual, a su
juicio, debía dejarse al poder ejecutivo que
resolviera bajo su responsabilidad . Votaron en
pro de la convocatoria 13 de los señores reunidos;
en contra 15 (z) . Suspendida la sesión,
cuando se reanudó leyóse un oficio del Gobernador
Civil participando había recibido un
telegrama del General en jefe previniéndole
había propuesto al Gobierno fuese aplicada en
Vizcaya sin contemplación alguna la ley del
21 de julio. Naturalmente, la minoría creyó
que no le correspondía a ella proponer resolución,
pues precisamente porque preveía medidas
de esta índole y para evitarlas había emitido
(i) Un personaje vizcaino me ha dicho que el transigente
señor Aguirre Sarasua (uno de los pelotaris llamados
Pellos) se equivocó al votar . Sin este error la votación
hubiera resultado empatada .

I8o
sus votos, pero declaró no cooperaría a que
se dejasen los cargos forales . De la mayoría
hubo quien propuso dejar se desarrollasen los
sucesos, quien indicó que la minoría apelase
al país, y ésta no pudo menos de replicar
que había opinado en pro de una convocatoria
con arreglo a Fuero, en modo alguno
en pro de una convocatoria que hiciese una
minoría vencida en la votación . Entonces el
consultor Lecanda expuso que Vizcaya se veía
abandonada por Alava y Guipúzcoa, debiendo
ser consecuencia natural de esto que el Gobierno
tratase blandamente a las dos Hermanas,
duramente a Vizcaya, y que creía se debía
resolver si, dadas las circunstancias, podría
la junta seguir funcionando digna y libremente
. La minoría se atuvo a sus salvedades
del principio de la sesión, y luego resultó unánime
el acuerdo de que en efecto no se podía
seguir funcionando . En su virtud los Diputados,
rodeándose de la mayor solemnidad, precedidos
por los maceros que dejaron sus mazas
sobre la mesa del Gobernador, pusieron en
conocimiento de éste el acuerdo para que procediese
a lo que creyera oportuno (i) .
(i) Poseo el expediente relativo a estos debates y

Z8Z
Sin examinar si había inconsecuencia en los
que, dirigiéndose en Diciembre 1876 al Gober-
acuerdos . El Sr . Sagarminaga, que ha publicado un volu-
minoso tomo (Memorias históricas de Vizcaya) en defensa
de sus principios y sus actos, solamente consagra a estos
debates una Nota estudiadamente sucinta y que dice así :

182
nador y constestando en Febrero 1877 a las
bases de Quesada, habían consignado que era
vió no lo sería . Excusa es esta de debilidad harto evidente,
pues la situación era la misma en las tres Provincias en
cuanto a la libertad de discutir v votar .
Por lo demás este trabajo del Sr. Sagarminaga, que a
pesar de sus multiplicadas citas apelando a las literaturas
castellana, francesa, italiana e inglesa (el ilustrado autor
no hablaba, por ser bílbaino, el hermoso idioma euskaro
aunque era tan vehemente Euskalerriaco) no está a la
misma altura que otra obra suya verdaderamente nota-
ble sobre el Gobierno y el Régimen de Vizcaya ; este trabajo,
digo, responde en primer lugar a un criterio abandonado
por cuantos han asumido en toda la última centuria el
Gobierno de los Estados y la dirección de su política .
Es una renovación del hoy justamente desdeñado : Perez-
can las Colonias, pero sálvense los principios .
Las otras dos bases que el Sr . Sagarminaga asigna a
su proceder son el juramento prestado de defender los
Fueros y lo quimérico, impracticable, monstruoso (pá-
gina 273) de pretender la cooperación simultánea de lo
constitucional y lo foral . Dios me libre de tener en poco
la santidad del juramento, pero es necesario tener en cuenta
las siguientes circunstancias . No juró la plenitud o inte-
gridad del régimen foral sino en el estado de cosas más
anormal . Aun prescindiendo de que había una ley deli-
berada en Cortes con amplia intervención de los Senadores
y Diputados de las Tres Hermanas y revestida por la
Corona con sanción solemne, ley que numerosos vascon-
gados acataban y cumplían, si bien con amargura porque
limitaba los Fueros, no podía desconocerse que el primer
elegido vizcaíno lo había sido apenas con arreglo a dicho
régimen : le habían encumbrado Ayuntamientos de Real

1S3
necesario reunir juntas Generales y ahora llegado
el caso se negaban a que, al menos en
Vizcaya, las hubiera, porque no desconozco que
con procedimientos distintos había un inalterable
propósito en frente y en contra del Gobierno,
ha de decirse que quienes, con aquella que
creían dramática dejación de sus cargos, imaginaban
imponerse sea al Gobierno, sea al General
en jefe, ni siquiera causaron sorpresa al Gober-
orden en un país por su propia culpa ahora convertido
en campamento de aguerrido ejército vencedor ; y- no ha-
biéndose alterado la fórmula consuetudinaria del juramento,
resultaba por lo tanto había jurado el Magistrado foral
conservar partes del Fuero desde hacia tiempo o bien
recientemente destruidas . Decida la teología moral si
un juramento prestado en tal situación de institucicnes
y de personas obligaba a que se tuviera por perjurio salvar
todo lo que se pudiera salvar
N- no se salvase lo que pereció
al fin por el error de haber creído que no debía prescin-
dirse de lo que estaba realmente muerto . Un hecho des-
collaba además : se invocaba la ley de >5 pie Octubre de
1839, y ésta prescribía terminantemente la modificación
de los Fueros con solo oir a las Tres Provincias, las cuales
habían sido oídas . No era posible sostener que tampoco
obligaba la misma ley que se invocaba aunque contenía
el precepto de la modificación de los Fueros, pero que en
cambio obligaba a resistir intransigentemente las modi-
ficaciones, si eran desagradables, que en virtud de lo pres-
crito en aquélla habían ahora decretado las Cortes y san-
cionado la Corona .

184
nador Civil, el cual en el acto pasó una comunicación
al Presidente de la junta de jueces
que había actuado en lo relativo a la quinta
manifestando que, por haberse disuelto espontáneamente
la Diputación y el Regimiento y
dejado sus cargos, se encargase dicha junta
de la administración /oral, y al efecto ejerciese
como Diputado del bando oñacino D . Fernando
Ruiz, j uez . de Bilbao, como Diputado del bando
gamboíno D . Juan de Río, juez de Balmaseda,
en tanto que el país con arreglo a las costumbres
del solar nombrase a los que hubiesen
de ocupar los puestos vacantes .
Instalóse la junta antiforal de jueces siguiéndose
la opinión de un distinguido ultra-fuerista,
el Consultor Lecanda, que no quería se contaminase
el organismo foral dando su cooperación.
(Este mi: mo parecer propalaba en Guipúzcoa,
según luego se verá, uno d e sus representantes,
malogrado joven que era una esperanza
para el país euskaro, aunque era unas
veces transigente, otras intransigente) . En la
convocatoria (i) introdújose una corta alte-
(r) La fórmula habitual decía : «D. N. N . como Co-
»regidor de este M . N . y \I . L . Señorío de Vizcaya, hago

18 5
ración al reunir el Gobernador civil el Congreso
vizcaino . Hubo quien creyó que se había apresurado
un poco el Gobernador y que, si hubiera
»saber que en Diputación General celebrada con mi
»asistencia se ha acordado », &a
Inserto la convocatoria del caso actual para que, además
de notarse su novedad única, se vea cuanto de las fórmulas
de la Edad ¡Media quedaba en uso en Vizcaya después
de sancionada la ley que se llamaba destructc_a de los
Fueros .
«Don Antonio de Arandá e Ibarrola, Gobernador civil
»como Corregidor Político de este M . N. y M . L . Señorío
de Vizcaya, hago saber a los Ayuntamientos y justicias
»de las anteiglesias, ciudad, concejos y valles, caballeros,
»infanzones, hijosdalgo, sus vecinos y naturales, que en
»acto celebrado bajo mi presidencia por la Comisión inte-
rina de jueces en funciones de Diputación General, se
»ha acordado convocar junta extraordinaria en el salón
»de actos del Instituto Colegio general de Vizcaya, sito
»en esta villa para el día diez y ocho del corriente mes
»y nueve horas de su mañana en adelante con el objeto
»de tratar de los puntos siguientes :
»i .o El relativo a la cesación de la Diputación, Regi-
miento y Comisión permanente de Fueros y lo que en
»su consecuencia acuerde resolver la junta .
»2 .o Para tratar y resolver en la forma más conveniente
»los asuntos conexionados con las disposiciones de la ley
»de 21 de julio de 1876 .»
La última cláusula decía según costumbre :
«Finalmente de los demás negocios, casos y cosas tocantes
»al servicio de ambas Majestades Divina y humana al
»propio tiempo que a la mayor prosperidad y ventura
»del país vizcaíno .»

iS6
esperado unos días más, hubiera recibido peticiones
de los pueblos solicitando la reunión .
Lo que merece ser observado es el hecho de
que el Gobierno, a pesar de hallarse en tan
declarado desconcierto el organismo foral con
la cesación voluntaria de las antiguas Corporaciones,
insistía en considerar vigente y en
que no se interrumpiera el ejercicio de aquel
régimen antiguo en todo lo que no hubieran
abandonado por sn antojo los vizcaínos, jllegaba
a restablecer mucho de lo que ellos
obedeciendo a su cólera destruían .
Pero reunida la junta General ., procediéndose
de la manera que más podía ajustarse
al huero a fin de reintegrar algo de su formalidad
al régimen, no disminuyó el desconcierto .
La Asamblea invitó a los reñidos Diputados
Generales del Noble Señorío a desempeñar de
nuevo los cargos que habían dejado ; pero la
airada intransigencia de uno de ellos, las emulaciones
de los dos y de sus respectivas parcialidades
impidieron que accedieran a lo que de
ellos se pedía, y la junta ordenó que entrasen a
desempeñar dichos cargos los segundos Diputados
forales, con lo cual por de pronto se
retiraron los Jueces . Tratóse entonces de resolver
algo respecto de la cuestión fundamental :

187
manifestábase adusta la intransigencia, que contaba
con los aldeanos . Por el contrario, el Ayuntamiento
de Bilbao pensó en retirar su representación
del Congreso vizcaino y declarar su
conformidad con lo acordado por Alava y Guipúzcoa.
El 23 de Abril se presentaron a la
Junta dos dictámenes : uno de la que se creía
mayoría, declarando subsistente el acuerdo de
4 de Octubre 1576 sin que se modificase, otro
de los representantes de Bilbao y de Ea, don
Pablo de Alzola y D . Julián de Galarza, señalando
el grave peligro de un, largo eclipse de
las instituciones ,forales y echando de menos que
no se hubiese oído a los Padres de Provincia ;
manifestaba la necesidad absoluta de hacer
viable el régimen foral dentro de condiciones
dolorosas y difíciles, pero que no se podían
cambiar, debiendo abrirse la puerta a nego-
ciaciones que mediante una inteligencia leal
y prudente pueden asegurar un estado de
cosas que preserve la paz del Señorío, su bienestar
y desarrollo, restableciendo una venturosa
armonía con la Nación a que se honra
de pertenecer Vizcaya; para lo cual debe autorizar
la junta a la Diputación, Regimiento
Padres de Provincia y Comisión de Merindades
a que se acerquen al Gobierno, yendo en lo

188
posible de acuerdo con Alava y Guipúzcoa,
a fin de que se gestione sobre el modo «de con-
»ciliar los derechos e intereses de la provincia
»con los de la Nación, de suerte que la modi-
»ficación de aquéllos se base principalmente
»en la ley de 25 de Octubre de 1839, inter-
»pretando su artículo 2 .0 de una manera amplia
»y generosa, estableciendo como regla para las
»negociaciones el ofrecimiento de servicios per-
»manentes de hombres y dinero y esforzándose
»en que el arreglo resulte duradero» . Ya porque
se creyó equivocadamente que preponderaría
el primer dictamen, ya porque era total la
anarquía en la junta, fué ésta disuelta cuando,
según cartas que yo he visto de personas muy
enteradas y autorizadas, se adherían al dictamen
de Bilbao y de Ea treinta pueblos que
constituían más de la mitad de todos los del
Señorío .
Intervino entonces la más grave de las decisiones
que hubiese todavía adoptado el Gobierno,
el Real decreto de 5 de Mayo de 1877 .
Fundábalo en que, autorizado a otorgar a las
Provincias determinadas ventajas, no había
omitido medio para llegar a establecer un
acuerdo con las mismas, y si bien hasta entonces
no se había visto contrariado en tal propósito

189
por lo que respecta a Alava y Guipúzcoa,
tenía el sentimiento de que sus deseos no hubie-
sen logrado con la de Vizcaya la inteligencia
necesaria ; por lo que se ordenaba :
Artículo 1 .-El Gobierno y administración de los
intereses peculiares de la Provincia de Vizcaya se
ajustará a las leves y disposiciones que rijan para
el resto de la Nación .
Artículo II .-Se establecerán en la misma provincia
todas las contribuciones, rentas e impuestos
ordinarios y extraordinarios, consignados o que se
consignaren en los presupuestos del Estado, verificándose
su imposición y cobranza bajo igual forma
y condiciones en que se hace en las demás de la Monarquía
.
Vasconia no se había librado de aquella
ley a que están sometidas las sociedades huma-
nas en las que la adversidad aviva el espíritu
de desunión . No podía ofrecer cuadro más
triste. La inmensa mayoría de sus pobladores,
que era carlista, se hallaba vencida y se abs-
tenía : si acaso daba alguna muestra de vida
era para odiar antes que al gran vencedor
desde alto y desde lejos, el Gobierno, a los
vencedores chicos, los convecinos de la aldea .
Estos vencedores a su vez se habían dividido :
unos atendían a la aldea para perseguir a la

190
mayoría ; otros atendían a la aldea para desarmar
a los más en su encono enarbolando una
bandera que les fuera simpática ; y por último
un tercer grupo de triunfadores atendía a la
solución que había de dar el Poder público,
al problema planteado por una guerra tenaz
y una paz sin condiciones . Estaba rota y deshecha
internamente la unidad euskara; la lucha
entre transigentes e intransigentes acababa de
consumar todo género de desunión . El Decreto
de 5 de Mayo 1877 rompió externa y oficialmente
aquella unidad. Porque en Vizcaya había
sido mayor la intransigencia, recogió la pérdida
completa del régimen foral . Las otras dos Provincias
lo conservaban en mucha parte .
Funcionó de nuevo en el Señorío la junta
de jueces ; pero esclarecidos y valerosos vizcainos,
sobreponiéndose a la impopularidad regional
a impulsos de su mismo amor a Vizcaya
creyeron que con tal de sustraerla a la administración
de los extraños, debían constituirse
en Diputación provincial en virtud de Real
orden, y así lo hicieron bajo la presidencia
del caballeroso D . Manuel María de Gortazar
que durante la guerra civil había sido Diputado
General y era una de las primeras personas
de Vizcaya . A los pocos días obtuvo

191
el nuevo Cuerpo de Provincia notable reducción
del número de soldados que debía darse,
porque admitió el Gobierno diversas razones
y dió el más benévolo sentido a las reglas vigentes.
Las Diputaciones de Alava y Guipúzcoa
a nada se decidían : ni a imitar a la foral de
Vizcaya en su resignación de poderes, ni a
convenir : pasaron varios meses en absoluta
pasividad . Sospecho que después de las vivas
emociones de la primavera, cumplida la ley
en lo relativo al servicio militar, cuadraba
a las miras del Gobierno dejar se sosegaran
los ánimos y sobre todo que se ahondase la
separación entre una Provincia y las otras
dos, no solo por su distinta dirección política
sino por la distinta legalidad que en ellas
rigiese . Era consecuencia de la política predilecta
de Cánovas por muchos juzgada tímida,
complicada y más peligrosa que aquella otra
del cou de hache recomendada por Thiers
y de la nivelación predicada por los constitucionales
. Pero se hacía evidente que tal
situación no podía prolongarse y cuál sería
su término . La calma y seguridad eran profundas
en toda España, vivamente complacida
. En Septiembre 1877, regresando de Cauterets
el Presidente del Consejo de Ministros,

192
detúvose varios días en mi casa de campo .
Invité a comer a las autoridades del país como
a las del Gobierno, acudiendo unas como otras .
Celebraron los señores de la Diputación foral
larga conferencia con el Jefe del Gabinete,
a la cual naturalmente no asistí . Apenas terminada,
me dijo Cánovas : eLlevo año y medio
»oyendo a las Diputaciones forales que se
»atienen a la ley de 1839, que no les es posible
»tratar reconociendo la de 1876, que se ha
»de prescindir de ésta y tratar exclusivamente
»sobre la base de aquélla . Además de que la
»más reciente de las dos leves se ha dado en
>>cumplirnieuto de la anterior, no cabe humillar
»la Corona, la Cortes, la Nación entera, como
»se exige. Harta paciencia he tenido ; España
»me está pidiendo cuenta del resultado que
»lie logrado con mi sistema en contra del sis-
»tema de pronta j- absoluta nivelación que
»prefiere el partido constitucional . Al llegar
»a Madrid tomaré una resolución .»
Dióse el Real decreto de 13 de Noviembre
de 1877 .
Terminadas en las Provincias vascongadas, decía el
Gobierno, las operaciones referentes al reemplazo del
Ejército en el corriente año, ha llegado el caso

1 93
de que comience a cumplirse en aquéllas lo preceptuado
en el artículo 3 . 0 de la ley de 21 de julio 1876 .
En su consecuencia decretaba :
Artículo I .-Las Provincias Vascongadas contribuirán
al Estado en el actual año económico a contar
desde el 1 . 0 de julio último por contribución de inmuebles,
cultivo y ganadería con la suma de 660 .200
pesetas la de Alava, 827 .000 la de Guipúzcoa y 1 .032 .000
la de Vizcaya, que se les asignaron en la distribución
del cupo general por la ley de presupuestos .
Artículo II .-En el plazo de treinta días propondrán
las Diputaciones por escrito o por medio de
Comisionados la forma que estimen más en armonía
con las circunstancias del país para realizar la contribución
de que trata el artículo 1 .
No era posible esperar que las Diputaciones
forales usarían de la facultad que les otorgaba
o les reconocía el artículo II . Prohibíaselo su
criterio de no ser obligatoria la ley de 21 de
Julio y de no dar el menor concurso para su
más mínimo planteamiento, y a ello les inducía
un recuerdo falazmente grato . Cuando se hizo
la quinta, negándose a toda intervención en
ella las Diputaciones forales, las habían sustituido
solamente para estas operaciones las
Juntas de jueces, continuando aquéllas por de

1 94
pronto y plácidamente al frente del resto de la
administración, y luego volvieron a estar al
frente de la totalidad de la misma, retirándose
los Jueces . Creyeron que lo sucedido al imponerse
la quinta sucedería también ahora : para
lo ingrato, difícil, impopular, habría Comisión
en nada foral de castellanos ; para lo grato,
fácil, popular, continuarían en ejercicio las
Diputaciones ; placentera solución, ideada por
la fantasía en este caso más andaluza que
vascongada de los que manejaban el organismo
foral . Pero el Poder público pensó que
no podía permitir se convirtiera la concesión
de un día en práctica un segundo día, después
en precedente establecido, por último en derecho
consuetudinario . Además, el Poder público
había temido mucho más levantar la quinta
que levantar un impuesto ; habíale resultado
rélativamente fácil lo primero y ya no temía
lo segundo . Decidieron, pues, persistir en su
método : protesta contra cada acto de planteamiento
de la nueva ley, denegación absoluta
de todo concurso, resistencia pasiva inquebrantable
.
Contra el Decreto podía ciertamente la junta
bianual de Alava, entonces reunida, oponer o
exponer muy justas y fuertes razones : opuso

195
unos argumentos y se valió de una forma que
sin duda creyó impondrían el Gobierno, conmoverían
a España, y por el contrario, a causa
de lo arcaico de todo ello y de rodearlo la debilidad,
hicieron sonreir al Gobierno y a la Nación
(i) . Había en el otro lado de la frontera
(i) Para que se vea que clava seguía en 1876 la forma
y argumentos empleados por el Bearn en 1617 sin ya en-
tonces tener éxito, voy a traducir el acuerdo de los Es-
tados de aquel Principado al anunciarse que el Rey de
Francia iba a incorporar el Principado y Soberanía del
Bearn a la Corona de Francia, como lo hizo en z6zó, según
se ha dicho en el tomo 1 .0 :
«Atendiendo a que los Fueros son la ley fundamental .
»y el pacto-contrato del soberano con los habitantes de
»país cuya observancia debe jurar a su advenimiento ;
»atendiendo a que por los Fueros resulta que el susodicho
»país es una soberanía distinta e independiente de toda
»otra soberanía o reino y que los habitantes, que al prin-
»cipio se regían por Fueros y Costumbres, han elegido
»sus señores para mantenerse sin que pudieran alterar .
»modificar, reformar esos Fueros sino con los Estados
»de dicho país, y que por consiguiente S . Vil. no puede,
»salvo aviso, unir dicho país soberano al dicho reino de
»Francia sin el consentimiento de los dichos Estados como
»no sea quebrantando el primer carácter y fundamento
»de los dichos Fueros y sus libertades que son más caras
»a los habitantes que sus propias vidas, los Estados no
«pueden transmitir a la posteridad un cambio de régimen
«tan radical, consecuencia de tal unión, reprobada por
»Enrique el Grande, de feliz memoria, cuando reunió el
»antiguo patrimonio al dicho reino de Francia .

iq6
un periódico entonces muy hostil a las instituciones
que regían desdé Madrid bastante
afortunadas para haber devuelto la tranqui-
#Se da y confiere a los Síndicos encargo expreso de opo-
#nerse a todo documento y cartas patentes que puedan
»ser transmitidas, y de modo general a todos los actos
#que puedan verificarse en el presente país para establecer
»la dicha unión, por ser contrarios a los Fueros Y Cos-
tumbres del Bearn .
»Y vista la importancia del asunto serán designados
»para asistir a los síndicos y proseguir las oposiciones,
»del propio modo que esto se practica en semejante ma-
oteria, individuos del primer -y del segundo Estado (bra-
»zos) en número suficiente con amplio poder y potencia
»de realizar todas las diligencias y emplear todos los me-
»dios de oposición que juzguen necesarios y conveniente
iy de convocar los Estados en Asamblea general, obrar
#y proceder como bien les parezca, aprobando desde ahora
#los Estados todo cuanto sus delegados hagan, despidién-
dose en corporación del llonsieur de la Force, lugarte-
niente general, dándole cuenta de las decisiones que
#tomen y rogándole que de ellas dé aviso a S . ni. como
#de cosa que importa a su servicio .#
En cuanto a esta anterior independencia y completa
soberanía del Bearn, mediaba del lado septentrional del
Pirineo la misma polémica entre juristas y escritores de
la región de Pau por una parte y juristas y escritores de
la región inter°or por otra parte que en el lado meridional
de la cordillera entre juristas y escritores vascongados
por una parte y juristas y escritores castellanos por otra .
No cabe mayor semejanza, ya que no identidad, de argu-
mentos .

197
lidad en el interior, con lo cual había cesado
la granjería que es siempre para los pueblos
franceses del Pirineo toda guerra civil- en España,
periódico que continuaba publicando cartas
y telegramas espeluznantes suponiendo a
las provincias Vascongadas en vísperas de un
levantamiento separatista, por lo cual ordenó
el Gobierno la expulsión de su corresponsal
de San Sebastián, sujeto que habiendo regresado
a la Ciudad por gestiones del Duque
Decazes, Ministro de Negocios Extranjeros de
la República francesa, amigo íntimo de Cánovas
y bordelés como el acre escritor, tuvo
al fin que marcharse en virtud del estado de
sus propios asuntos, no dejando del todo loable
recuerdo . A este periódico, titulado Le Courrier
de Bayonne, le enviaron los alaveses intransigentes
para su inserción la protesta que parece
se estaba leyendo en la junta cuando fué disuelta
por el Gobernaaor Civil .
Las Comisiones reunidas para cumplir el especial
y delicado mandato que les ha sido confiado por la
Junta el 18 de este mes, han puesto toda su solicitud
en el cumplimiento de su mandato así como en el
examen de todos los antecedentes que se refieren
a la ley de 21 de julio de 1876 y al Real decreto del
13 del corriente; y vistas las disposiciones citadas,

198
vistos los actos de la Diputación relativos al Gobierno
Nacional ;
Considerando :
Que la Provincia de Alava, libre e independiente,
no reconociendo superior en lo temporal y gobernándose
por sus propias leyes, se dió por su propia
voluntad al Rey D . Alfonso XI bajo ciertas condiciones
y prerrogativas consignadas en el contrato
firmado el 2 de Abril de 1332,
Que en este contrato se estableció de una manera
clara y explícita el acuerdo celebrado entre D . Alfonso
XI y la Cofradía de Arriaga así como las bases,
circunstancias y condiciones de la donación, que son
el pacto fundamental de las relaciones políticas, sociales
y civiles de la Provincia con la Nación ;
Que este pacto y los derechos que se derivan, los
Fueros y libertades que consigna, tienen todo_ el carácter
de un contrato solemne que ha sido además
reconocido y ratificado por los monarcas que han
ocupado el Trono de Castilla desde Alfonso XI hasta
Doña Isabel II que lo sancionó en la ley constitutiva
y fundamental de 25 de Octubre 1839 ;
Que en el artículo 2 .° de la ley que acaba de citarse
se mandó que tan pronto como las circunstancias
lo permitiesen y después de oídas las Provincias, se
propondría a las Cortes la modificación que en los
Fueros podían reclamar el interés de las mismas Provincias
y los intereses generales de la Nación ;
Que para la abolición de los Fueros decretada por
la ley de 21 de julio de 1876 no se observó nada de
lo que el mencionado artículo establece en cuanto
al interés de las Provincias, y que por el contrario fué
infringido con desprecio de la forma y del espíritu
del acto por el cual la Provincia de Alava entonces
independiente se dió voluntariamente a la Corona

1 99
de Castilla, con desprecio de los derechos del país
y de las declaraciones reales que desde hace más de
quinientos años han mantenido y hecho respetar
un estado posesorio absolutamente indiscutible ;
Que la junta General de la Provincia declaró el
8 de Septiembre de 1876 la ley de 21 de julio del
mismo año contraria al estado foral y atentatoria
a sus derechos y libertades y acordó que se debía
apelar al monarca solicitando de él la derogación
de esta ley, dando a la junta particular y a la comisión
que sería nombrada por ella las más amplias
instrucciones para que en el límite del Fuero, conforme
a la ley de 25 de Octubre de 1839, se resolviese todo
lo que pareciere útil a los intereses de la Provincia
.dejando intactos nuestros sagrados derechos, objeto
primordial que debían tener todos sus actos ;
Que la misma junta General en su reunión ordi-
naria de Noviembre ratificó el acuerdo anterior, apro-
bando las determinaciones adoptadas por las tres
Diputaciones forales sobre la manera de obrar en
común para llegar a presentar un recurso a S . M .
(Recordamos con dolor que por las dificultades que
se expusieron el dicho recurso no llegó al corazón
tan bueno del monarca, quien así no pudo conocer
las súplicas respetuosas de las Provincias) ;
Considerando (i)
Que la junta extraordinaria de 27 de Febrero 18 77,
la Diputación General, la Comisión de Fueros y los
Padres de Provincia fueron autorizados a dirigirse
(r) En el último párrafo del Considerando anterior
se alude a lo que pasó en la entrevista de los Comisionados
con Cánovas el 16 de Diciembre 1876 de la que ya se ha
dado cuenta en este mismo tomo .

200
al Gobierno de S. M . para intentar conciliar los dere-
chos y los intereses peculiares de la Provincia con
los derechos generales de la Nación, debiendo pro-
curar dar a las negociaciones un carácter tal que la
intervención de las Cortes fuera obligatoria para
declarar después que el resultado obtenido derivaba
de un derecho anterior a la ley de 21 de julio de 1876 ;
Que cada vez que la Provincia de Alava se ha reunido
en juntas Generales después de votada la ley de 21 de
Julio, ha declarado que le era imposible cooperar a la
ejecución de esta ley, si previamente no se armonizaba
con los derechos e intereses de la Provincia ;
Que con objeto de conciliación la Diputación Gene-
ral fué autorizada el 8 de julio último a tratar sin
reserva ni limite con el Gobierno de S . M . sobre cuanto
concierne a la ley citada ;
Que en efecto se nombraron Comisionados para
negociar con el Gobierno, los cuales hicieron gestiones
que un momento parecieron haber dado resultado,
si se juzga por algunas indicaciones dirigidas a las
Diputaciones Generales de las Tres Provincias Her-
manas reunidas en conferencia en la Ciudad de San
Sebastián;
Que la Provincia ha hecho con la lealtad, la buena
fe, la prudencia que caracterizan todos sus actos
las gestiones compatibles con sus derechos a fin de
llegar con el Gobierno de S . M. a una transacción
honrosa y aceptable para los intereses de la Nación
como para los de la M . N. y M. L. Tierra de
Alava.
Que las exigencias manifestadas otras veces en
reclamación de obligaciones de las Provincias Hermanas
se reducían únicamente a contribuir a las
cargas del Estado con hombres y dinero, contribu-
ción perfectamente compatible con las bases propuestas

201
por nuestros Comisionados en Mayo 1876 y por las
cuales ofrecimos (i) todos los sacrificios compatibles
con nuestra honrada pobreza y nuestras venerandas
instituciones ;
Que además, habiendose presentado la ocasión de
(i) Oferta concreta no la hubo . Se redujo todo a la
discusión de carácter general ; primero, sobre la declara-
ción hecha por Cánovas de que el Gobierno debía limi-
tarse a oir las razones por las cuales las Provincias creían
que no era aplicable en la región todo cuanto regía en
las demás Provincias de la Monarquía, pretendiendo los
Comisionados se les comunicase el texto de las disposi-
ciones que el Gobierno pensaba proponer a las Cortes ;
segundo, sobre la otra declaración del propio Cánovas de que
las Tres Hermanas tendrían que cumplir en adelante
los deberes que la Constitución impone a toda la Nación,
como desde muy atrás disfrutaban de todos los derechos
constitucionales . Sobre la poca oportunidad de esta mani-
festación última_ de Cánovas, ya queda explícitamente
consignado mi parecer .
Respecto de lo que en el párrafo siguiente de la pro-
testa se dice sobre la conferencia con Cánovas en Vitoria,
conviene fijarse en que él había tenido que romper con
la Diputación foral de Vizcaya hacía tiempo y después
de su recientísima entrevista con la de Guipúzcoa había
adquirido la convicción de que también era inevitable
una ruptura . Si, pues, tal era la situación respecto de
dos Provincias, escaso interés tenía para él avenirse con
la de Alava, avenencia que por otro lado tampoco era
posible porque el Diputado General Aragón y el consultor
Moraza dirigían la Provincia con un espíritu de absoluta
intransigencia . Obsérvese que en este mismo párrafo de¡
la Protesta se habla de imponer la derogación de la ley .,
I

202
saludar al Excmo . Sr . Presidente del Consejo de 'Ministros
en Vitoria, este último concedió una audiencia
a la Diputación General el 7 de Septiembre último
y formuló en esta conferencia explicaciones que des-
truían toda esperanza de obtener la menor derogación
de la ley de abolición y que por el contrario hicieron
considerar la Provincia como reducida al nivel de
las otras del Reino, explicaciones que además hicieron
inútiles todas las gestiones de parte de los Comisionados
de la junta General ;
Considerando,
Que el Real decreto del 13 del corriente publicado
en la Gaceta del 14 tiende en su espíritu y su forma
a la completa ejecución de la ley de 21 de julio de 1876 ;
Sin llevar más adelante las reflexiones que este
estado de cosas inspira en la situación actual, las
Comisiones opinan :
1 .° Que dejando aparte el respeto y obediencia
que son debidas, reconocidas y prestadas a las dis-
posiciones soberanas en la provincia de Alava, la
Provincia representada según Fuero en las presentes
Juntas ordinarias por todos los Procuradores de Her-
mandades que la constituyen así como por la Dipu-
tación General y otras Corporaciones deliberativas y
consultivas, no puede aceptar espontáneamente y aun
menos cooperar directa ni indirectamente al cumplimiento
incondicional de la ley de 21 de julio de
1876 ni de las disposiciones del Real decreto del 13
del corriente que derogan y reforman de una manera
tan radical los Fueros, franquicias y libertades adqui-
ridas por un derecho perfecto, reconocidas por todos
los Monarcas Españoles desde la voluntaria agrega-
ción de la Provincia a la Corona de Castilla el año
1332 reinando D . Alfonso XI ;
2 . ° Que protestando de nuevo y solemnemente de

20 3
su respeto a las leyes y a los Poderes supremos del
Estado, la junta General se reserva el derecho de
elevar en todos tiempos y en la forma que ella acostumbra,
todas las reclamaciones que le parezcan
convenientes para la mayor defensa y el restablecimiento
de las instituciones de la Provincia, reiterando
todas las reservas en cuanto a las medidas
dictadas y que se dicten contra los derechos sagrados
de esta noble tierra, a los cuales el Cuerpo universal
provincial no puede renunciar porque constituyen un
depósito sagrado que está en la obligación ineludible
de conservar y de transmitir a las generaciones futuras
;
3 . 0 Que el acuerdo anterior sea registrado en la
notaría del secretario provincial por Ciudad y Villas,
D. Ramón González de Echavarri, en la forma ordinaria
.
Vitoria ao de Noviembre de 1877 .
Si la junta de Alava resolvía que su protesta
fuese registrada en una Notaría, la Diputación
de Guipúzcoa extendía otra que debía quedar
archivada en su Secretaría ; y esto dió lugar
a la siguiente Real orden de tonos verdade-
ramente enérgicos si no airados :
Presidencia del Consejo de MlMinnistros.=Abusando del
derecho de petición que el artículo XIII de la Constitución
concede a todos los Españoles, se ha elevado
a manos de S . N . el Rey una protesta firmada por
D. Juan Bautista Acilona en que, suponiendo contra
la verdad de los hechos que medió un pacto con la
Provincia de Guipúzcoa para mantenerla en posesión

20 4
del privilegio de no contribuir al sostenimiento de
las cargas públicas que a todos los Españoles impone
la Constitución del Estado, se niega toda obediencia
a la ley de 21 de julio de 1876, declarándose además
que dicha protesta queda archivada en la Secretaría
de aquella Diputación con el objeto sin duda de que
un conato tal de desobediencia conste y permanezca
allí perpetuamente .
Enterado S. M . del verdadero contenido de la Exposición
de D . Juan Bautista Acilona y documentos
que la acompañan, se ha servido resolver que V . E,
recoja inmediatamente a mano Real del Archivo de
esa Provincia la Exposición de que se trata certificada
por el Secretario D. Joaquín Urreiztieta con fecha
29 de Noviembre último, así como la protesta firmada
solo por el primero en ^o del propio mes, remitiendo
ambos documentos a esta Presidencia para que sean
inutilizados como nulos que son y de ningún valor
ni efecto legítimo .
De Real orden lo digo a V . E . para los expresados
fines . Dios guarde a V . E. muchos años . Madrid, 12
de Diciembre de 1877 .
Sr. Gobernador civil de Guipúzcoa .
Cánovas .
El día 24 contestó el Gobernador que había
recogido la Exposición y Protesta .
Tomó otras y más graves medidas el Presidente
del Consejo de Ministros : disolvió las
Diputaciones forales de Alava y Guipúzcoa y
encomendó una vez más la administración,
pero ahora totalmente, a las juntas de jueces

205
que volvieron a formarse y a funcionar mientras
se organizaban de Real orden las Diputaciones
Provinciales .
Cuánto debió costar a Cánovas este acuerdo,
compréndenlo bien los que juzgan sin pasión .
Era el sacrificio de su fidelidad a las variedades
históricas compatibles con la unidad
esencial ante el criterio simetrista y nivelador
de sus adversarios ; era el sacrificio de su aspiración
de ajustar un arreglo o concierto con
las autoridades del régimen foral en vez de
decretar desde luego la abolición de éste según
demandaban los constitucionales ; era por último
el sacrificio de su amor propio ante sus adversarios
que habían sostenido debía haber hecho
desde el primer día esto que se decretaba ahora
y que exclamaban : «¡cuánto amontonamiento
de dificultades nuevas, de pasiones recientemente
encendidas! ¡cuánto más desembarazada
sería la situación si la medida que se toma
ahora, se hubiera tomado al concluir la guerra
o al iniciar su hostilidad lar Corporaciones
forales! ¡veinte meses de ofertas del Gobierno,
de repulsas vascongadas!» Era por demás desagradable
el caso para Cánovas : no tenía él
la compensación natural, no podía volverse
hacia las Provincias Vascongadas con la espe-

206
ranza de que oyeran la voz conmovida de
quien era cuando menos el más moderado
de sus adversarios, en parte su defensor . Solo
podía decirles : «durante muchos meses todo
lo he intentado para entenderme con vuestros
organismos históricos dentro del respeto que
es debido a una ley deliberada pausada y solemnemente
haciéndose escuchar vuestros numerosos
representantes . I o solo en España he
querido la conservación de esos organismos :
he sido el único en tenderles la mano para
una concordia ¡y me la han rechazado! Desde
ahora atenderé solamente a lo que demanda
la dignidad de la Nación» .
Los más de los habitantes de las Tres Provincias
siguen creyendo, no obstante, qué fué
voluntaria, caprichosa en Cánovas una supresión
que llevaba a cabo comprendiendo, sin
confesarlo, que en algo no habían sido malos
profetas sus adversarios . los niveladores . Se
necesitaba firmeza en las convicciones pocas
veces vista para hacer frente a dos hostili-
dades tan opuestas y pujantes, para no abandonar
el sistema de transacción en su totalidad,
adaptando el de nivelación con solo
declarar extensivo a Guipúzcoa y Alava el
Decreto (le .A de Mayo relativo a Vizcaya .

207
Por de pronto quedaba consumada una abolición
que con tanto ahínco habían querido
evitar Cánovas por su lado, mis amigos por
otro, tampoco malos profetas cuando en Gui-
púzcoa, Vizcaya y Al,-va decían que con la
política seguida en Vasconia se caminaba a
la pérdida simultánea o sucesiva del régimen
foral, no habiendo de ver varias generaciones,
y quizás ninguna, la restauración de lo que
se perdiera .

1878
Diputaciones Provinciales .
Conciertos Económicos .
Eran los Jueces personas de apacible temperamento,
poco activas, y hasta había alguno
que siendo vascongado muy fuerista, halló
manera de no estar presente en ningún acuerdo
de entidad, pero sin llegar a ofrecer , en holocausto,
ya que tenía fuerismo ultrapuro, el
destino pagado por la nación opresora y debido
al Gobierno arbitrario y tiránico . Y no obstante
este nombre de jueces, este hecho jamás
visto ni en el año de 1841, de encomendarse
la administración que por su verdadera excelencia
era el justo orgullo del país, a castellanos
(casi todos), a empleados, impresionó
hondamente . En la ocasión actual se rehizo
el partido transigente y obró con tanto brio
como encogimiento había tenido después de

210
las últimas juntas . Venía diciendo desde el
principio de la cuestión : «Vale más hacer algún
»sacrificio que exponerse a una derogación abso-
«hita del organismo foral» . Y ahora dijo : «Ya
»que el organismo antiguo sucumbe o se le
»su----¡-,ende porque no ha querido prestarse a
»ningún arreglo, todo antes que admitir desde
»luego y sin más esfuerzo el régimen administrativo
y tributario de Castilla . Adminis-
tremos los vascongados aunque ya no en forma
»foral» . Tenía ese partido delante de sí el nobilísimo
ejemplo de los animosos transigentes
vizcainos, cuando unos meses antes en crisis
violenta habían constituido con éxito una Dipu-
tación Provincial de Real orden, que por de
pronto paró el planteamiento del régimen tributario
ordenado en el Decreto de nivelación
d e 5 de Mayo. Ahora al frente de la de Alava
pusiéronse personas conspicuas y apreciadísimas,
D . Benito María de Vivanco, muchas
veces Diputado General, y D . Juan Aldama .
En Guipúzcoa hubo un pequeño retraso .
El celoso y vehemente D . Salustiano de Ola-
zábal era uno de los individuos indicados para
el cargo de Diputado provincial . Antes de
convenir en ello preguntó al Gobernador Civil
si quedaba subsistente la primera d .~ las lia-

211
madas bases de Quesada de 2 de Febrero, porque
él entendía que las Diputaciones provinciales
de Real orden, absolutamente imprescindibles
ahora por la política funesta de la intransigencia
y porque era menester separar la Junta
de jueces, habrían de dejar en su día el puesto
a las juntas y Diputaciones forales . Nada
le pudo contestar el Gobernador, quien en
nombre de Olazábal consultó al General en
Jefe, añadiendo que yo juzgaba conveniente
la aceptación del cargo por el buen irunense .
En esto último incurría en alguna confusión
el inteligente y activo funcionario : aquel era
en efecto mi parecer en el primer momento
cuando se procuraba formar una Diputación
provincial de Real orden, pero después había
surgido la condición de Olazábal y ni de ella
ni del telegrama supe yo nada en unos días
como tampoco supe la contestación recibida .
Y no contestó solamente Ouesada, porque
resultó se hallaba en Madrid y sin duda
habló con Cánovas y contestaron los dos .
He hallado copia de las respuestas en los
papeles del ilustre General que he examinado
gracias a la afectuosa deferencia de
su familia .
El Presidente del Consejo telegrafió :

212
Sírvale a V . de gobierno en sus gestiones para constituir
Diputación que ni de Olazábal ni de ninguna
otra persona admito condiciones . Los que hayan de
formar dicha corporación han de acatar la ley de
21 de julio sin la menor cortapisa y el Real decreto
de 13 de Noviembre último .
La respuesta del General en jefe fué como
sigue :
Aunque importantísimo que Olazábal y sus amigos
entren en la Diputación, no se puede restablecer para
ello el régimen foral, y deben conocer que desde 2 de
Febrero en que convinieron aquellas bases han ocurrido
sucesos demasiado importantes -que obligan a
prescindir de alguna .
En cuanto supimos Niramón y yo la difi-
cultad que se había presentado, aun sin conocer
los telegramas, opinamos que había sido por
lo menos extemporánea y contraproducente la
condición puesta por Olazábal después de ha-
berse perdido mucho terreno desde Febrero a
Diciembre, después de verificada con escasas
dificultades la quinta, de estar decretada la
nivelación en Vizcaya, de la constitución de
Juntas de jueces habiendo sido disueltas las
Diputaciones forales . El insistir en que el Go-
bierno, apenas suspendido o abolido el orga-
nismo foral, se comprometiera a restablecerlo

213
era pretensión fuera de lugar, por no decir
más ; como lo era que declarase inalterables
las bases formuladas por Quesada cuando se
les había opuesto durante diez meses una tenaz
resistencia . Si tratándose de tierra española y
gobierno español fuera lícita la comparación
en asunto, aunque vasco, totalmente español,
diríase que tal petición era semejante a la
de pedir Francia a España que fueran unas
mismas las condiciones de paz hallándose el
ejército español en el Bidasoa o en el Garona,
o pedir España a Francia que ésta persistiese
en ajustar el tratado en los propios términos
hallándose el ejército francés en el Ebro que
hallándose en el Bidasoa . Y hasta suponiendo
que hubiese de volver el organismo foral, parecíanos
a nosotros actualmente del todo impolítica
la altiva pregunta, si es que no constituía
inadvertidamente el mismo procedimiento de
los intransigentes, al decir éstos que no entrarían
en tratos para el arreglo foral a no ser
que el Gobierno previamente declarara se derogaría
la ley de 1876 o siquiera que no se partiría
de ésta, ateniéndose solamente a la de 1839 .
Por otra parte debíamos creer que, molestado
en su amor propio el Presidente del Consejo
al haberse visto obligado a recurrir, pasando por

214
las ironías de los constitucionales sagastinos,
a la disolución de que se trata, el suspirado
restablecimiento de esta parte del antiguo régimen
no se lograría presentándose tal exigencia
en ese instante 57 era por el contrario la única
probabilidad favorable que Cánovas pareciera
libre de toda imposición . No sé si el sistema
de Olazábal era aplicable en cosa parcial ; pero
era en el fondo el mismo que sus hasta aquel
momento adversarios los intransigentes aplicaban
a la totalidad de la cuestión : tomaba
exclusivamente en cuenta el deseo propio ; en
nada atendía a la marcha que habían seguido
los sucesos . Respeto el parecer contrario : digo
el mío y de muchos vascongados .
En esta ocasión Olazábal, que era uno de
mis mejores apoyos en el país, rompió sus
relaciones políticas conmigo y se exacerbó su
molestia por haberse acumulado circunstancias
que le sorprendieron . Reunió en Rentería varios
amigos suyos de la baja Guipúzcoa a fin de
imponer su condición o que se frustrase la
constitución del nuevo Cuerpo de Provincia ;
pero ni impuso ni frustró nada : quedó constituído
este Centro oficial hasta ingresando
en él un individuo del grupo renteriano que
se apartó del nervioso jefe . Al fin se reunió

215
la nueva Corporación presidiéndola don Tadeo
de Ogarrio y siendo vicepresidente don Fernando
Colmenares (i) . Herido en su amor
propio porque no le seguí humilde e incondicionalmente
en una apreciación sobre lo que
era propio de las circunstancias (acerca de
la cual nada me había hablado) y porque habíase
por último constituído sin su concurso
la Diputación gracias sobre todo a la habilidad
que en ello desplegó Miramón . dióse
mi antiguo y excelente amigo Olazábal a exhalar
contra mí airadas censuras y a dedicarme
implacable saña política, si bien siempre atento
y cortés para no romper por completo las
(i) La persona más influyente y competente en la
Corporación fué D . Fermín Machimbarrena, a quien es
deudora la Provincia del excelente primer Concierto Económico
que él con gran inteligencia y éxito ajustó dos
meses más tarde . Era entonces v hasta que Cánovas tardó
unos meses en nombrar Gobernador civil a quien él designaba,
más canovista que yo, pues le parecía muy agradable
el trato que admiradores del prepotente hombre de Estado
no juzgábamos fácil ni elogiábamos siempre . Los
demás Diputados prov'nciales eran los señores Zavala
(D . Ignacio), Ansoátegui, Maíz, Ibarzábal (D . Ignacio),
Zumalacarregui (D . José), Larrañaga (D . José Manuel),
Altube (D . Miguel), Urtubi, Elorza (D . José Antonio),
Bidaola, Ollo (D . Bartolomé) . Poco después fueron nombrados
D . Mariano Muguruza y D . José Vicente Arostegui .

216
relaciones particulares . Por mi parte, la guerra
que desde entonces me hizo no me impide
reconocer las hermosas cualidades de su carácter,
en el que solo hay que lamentar no concurra
con disminución del apasionamiento mayor
elevación de miras y juicios .
Instaladas las tres Diputaciones provinciales
de Real orden con personas ilustradas e influyentes,
nombraron Comisionados que conferenciasen
con el Gobierno, y el resultado de estas
nuevas negociaciones está consignado en el
Real decreto de 28 de Febrero de 1878 . En
su preámbulo exponíase una consideración digna
de notarse y la parte dispositiva contenía
concesiones no menos importantes :
Queda planteada definitivamente, decía el Ministro,
la ley de 21 de julio de 1876 y cumplido el propósito
del Gobierno sin vejámenes ni violencias, sin contratiempos
ni disturbios, a lo cual han contribuido sin
duda alguna la sensatez y prudente conducta de las
actuales Diputaciones provinciales que, aun siendo
sucesoras inmediatas de la antigua administración
foral, no han desmentido en estas circunstancias
para ellas dificilísimas su lealtad al Trono de V . AlL y
su amor a la Patria ; circunstancias dignas de tenerse
en consideración, que no han pasado inadvertidas
para el Gobierno y que le han permitido mucho más
benévola aplicación de la ley dentro de sus concretos
preceptos que la que hubiera sido posible tener en
el caso de una resistencia activa o pasiva .

217
No será la misma la forma de exacción de contribuciones,
rentas e impuestos en estas provincias que
en las demás del Reino ; pues autorizado el Gobierno
por la ley de 21 de julio para introducir en este punto
las modificaciones que estuviesen más en armonía
con los hábitos del país, no ha tenido presentes solo
las circunstancias de éste y lo difícil v arriesgado
que es prescindir de un modo violento de instituciones
seculares, encarnadas, por decirlo así, en cada uno
de los vascongados y que constituyen su manera de
ser social, política y económica, sino también que
alejada la administración como ha estado de aquellas
comarcas, en donde su acción nunca se dejó sentir,
carecía de antecedentes y noticias de toda suerte
indispensables para que la equidad y la justicia, base
de toda tributación aceptable, brillaran en sus disposiciones
.
Y el artículo I era como sigue :
Se fija el tipo de la contribución de inmuebles,
cultivo y ganadería que las provincias vascongadas
han de satisfacer al Tesoro en cada uno de los ocho
años económicos que empezarán a contarse desde
el 1 . 0 de julio en las cantidades siguientes : Álava
540 .000 pesetas; Guipúzcoa 787 .362 ; y Vizcaya 846 .718,
sin perjuicio del que proceda asignarles cuando se
haya hecho la estadística territorial y pecuaria .
Así, pues, el Gobierno declaraba que TENfA
UNA BENEVOLENCIA QUE NO LE HUBIERA PER-
MITIDO TENER LA RESISTENCIA ACTIVA Ó PASIVA
de las provincias ; y de las cantidades fijadas

21S
en el Decreto de 13 de Noviembre 1877 bajaba
en la contribución territorial 415 .150 pesetas .
En lo que estaba verdaderamente generoso el
Gobierno era en bajar de los impuestos un
50 °/ a Guipúzcoa, un 40 °ó a Alava, un 36 %
a Vizcaya por las exenciones de los liberales,
pues si era exacto que la minoría fiel a los
Poderes públicos poseía proporcionalmente más
bienes que la mayoría rebelde, necesitábase
más que buena voluntad para aceptar que en
una Provincia llegaba aquella a tener la mitad,
en otra dos quintos y en la última más de la
tercera parte de la riqueza imponible . Después
de concertado todo esto primeramente con
Guipúzcoa y Alava, otro Decreto derogó el
de 5 de mayo • 1877 e hizo participar magnánimamente
a la antes obstinada y ahora reflexiva
Vizcaya de los beneficios del mismo sistema
de Concierto, impidiendo se plantease
-el régimen común según estaba ordenado . Esta
medida respecto de la Hermana mayor bien
revelaba amplitud de miras en las altas esferas
del Estado . Decretada en cuanto a Vizcaya
la completa nivelación mientras se dejaba tanta
parte de lo heterogéneo en las otras dos provincias
rompiendo así la relativa unidad eus -
kara, hablase recogido la saludable enseñanza

219
de que perdiera más la parte que más áspera
resistencia había opuesto y fuese tratada con
más miramiento la parte que menos había
rechazado las proposiciones del Gobierno ; pero
deseoso Cánovas de que lejos de que pareciera
en modo alguno desconsiderado el Poder Público
y por el contrario benévolo, como lo era,
dentro de lo que podía conceder, no titubeó
en retrogradar derogando parte de lo ya establecido
en sentido de la unidad española, y
arrostraba. las reconvenciones de Castilla con
tal de hacer una cosa gratísima a Vizcaya,
según él creía y cualquiera hubiese creído,
pero que es doloroso decir no tuvo el aprecio
de la comarca pertinazmente atenta en su
mayoría a medir y pesar lo que perdía, no
concediendo valor ni atención a lo que inesperadamente
salvaba .
En semejante estado de ánimo Vasconia,
aun cuando comprendía en lo último de su
conciencia que el Concierto Económico ajustado
por la Diputación de Real orden le era
sorprendentemente beneficioso, lo acogió sin
omitir gran parte de ella los dicterios de pusilámines,
desertores de la defensa o resistencia
foral, traidores a la 'Euskalerria, vendidos a
Cánovas, que dedicaba a sus hijos más experi-

220
mentados y valerosos . Treinta años han sido
necesarios para que aquellos improperios y
bajas calumnias fuesen por completo . reemplazados,
reconociéndose explícita y oficialmente
la excelencia de la obra. En su sesión de 26
de Diciembre de igo6, el Ayuntamiento de
San Sebastián se regocijaba ante el resultado
obtenido en un novísimo Concierto entonces
mismo ajustado y que aumentaba sin embargo
fuertemente las cuotas convenidas en 1878 .
En ese momento de regocijo actual surgió
al fin el tributo de justicia y gratitud a los
que habían negociado los anteriores y más
suaves arreglos . Propusieron varios concejales
la moción siguiente que luego a porfía se pusieron
a firmar todos con entusiasmo :
Los que suscriben tienen el honor de exponer a
V. E . que el Ayuntamiento de San Sebastián, considerando
que la renovación del concierto económico
es una obra beneficiosa para el país, creyó de su deber
felicitar a los señores diputados que en nombre dila
Excma . Diputación provincial han negociado el
arreglo con celo, constancia e inteligencia plausibles ;
y al efecto acudió en Corporación a recibirles y les
significó el reconocimiento de la Ciudad por el éxito
logrado .
Este homenaje rendido en justicia significa ante
todo la adhesión que el Ayuntamiento presta y la
importancia que asigna al régimen de los conciertos,

221
condición necesaria de la autonomía económica que
es la que nmis importa al país y agente eficaz del pro-
greso, como lo evidencia el desenvolvimiento de la
riqueza en estos 3o años .
El Ayuntamiento al asociarse a la satisfacción
general que ha causado el resultado obtenido, espe-
cialmente en lo que concierne al plazo, ha querido
expresar un voto favorable al régimen de los con-
ciertos, y siendo esta la significación del acto realizado,
es claro que merecedores del mismo premio son los
que en las mismas o 'MÁS ADVERSAS CIRCUNSTANCIAS
han trabajado y conseguido mantener y consolidar el
régimen, v especialmente los que en momentos difíciles,
desoyendo otras voces que no fueran las de su patriotismo
y amor al país, lo f aandaron arrostrando la impopularidad
que es el mayor don que el patriotismo
puede ofrecer, puesto que supone sacrificio y abne-
gación al servicio público .
Si meritorio es conservar el régimen y perfeccio-
narlo, lo es más el fundarlo .
Llegada la hora de la reparación, ahora es el mo-
mento de subsanar las omisiones, y puesto que a algu-
nos se les ha discernido el premio a que son acreedores,
la igualdad, que es el atributo más esencial de la jus-
ticia distributiva, exige que el Ayuntamiento haga
una solemne declaración de haber merecido bien del
país los que pactaron el primer concierto económico
de 28 de Febrero de 1878 y los que gestionaron los
celebrados en 29 de junio de 1887, 1 . 0 de Febrero
de 1894 y 25 de Octubre de I9oo, y acuerde un voto
de gracias a los comisionados que negociaron dichos
conciertos .
En 1878 representaron a la Diputación don Tadeo
Ruiz de Ogarrio, don Fernando Colmenares y don
Fermín llachimbarrena .

222
En 1887 constituyeron la comisión los señores
don José María de Unceta, don Pedro Nolasco Sagredo,
don Ignacio de Lardizábal y D . Joaquín jamar .
En 1894 D . Ramón María de Lili, D . José Machinibarrena,
D . Leonardo de Movua, D . Juan Jose Elorza .
En 1Soo para el Concierto de la tributación creada
por el Sr . Villaverde : D . José llachimbarrena, D . Anacleto
Romero y D . Luis Echeverría .
En virtud de lo expuesto los Concejales que suscriben
tienen la honra de proponer a V . E . declare
haber merecido bien y son acreedores a la gratitud
del país los arriba citados ; y que a los que de ellos
sobrevivan y a las familias de los fallecidos se les
envíe un expresivo oficio en el que conste el acuerdo .
La 'moción fué aprobada por unanimidad
y aclamación .
De modo que ha reconocido el Ayuntamiento
de la importante Ciudad que las circunstancias
en que se ajustó el Concierto de 1878 eran
adversas, difíciles aquellos momentos, que los
negociadores desoyeron toda voz que no fuera
la de su Patriotismo y amor al país, que arros-
traron la impopularidad, que es el don mayor
que el patriotismo puede ofrecer porque supone
abnegación y sacrificio . El acuerdo además
consigna la ran prosperidad del país después
de la ley de 187 :s las no basta en semejante
materia una frase genérica aun cuando rebosa
su exactitud, y como además en aquella fecha

223
se había declamado mucho que cualquiera que
fuese el arreglo no podía menos de arruinarse
el país euskaro aplicándosele de una u otra
manera la ley de 21 d-; Julio, se hace preciso
presentar datos muy concretos relativos a esta
prosperidad ; pero antes ha de decirse que cada
uno de los ulteriores Conciertos ha gravado
más a Vasconia según demuestra el siguiente
dato :
Cupos de contribución que las Provincias Vas-
congadas han concertado en diferentes años
\lava
Guipúzcoa .
Vizca\ •a
1878
Pesetas
53 8 .73 8
707 .428
con el Gobierno :
1887
Pesetas
.529 .632
1894
Pesetas
597 .684
1898
Pesetas
6S8 .684
1906
Pesetas
97 0 . 43 2
983 .667 1 .446 .113 2 .666 . 1 13 2 .t>6o .533
909 .49 2 1 .286 .648 2 .557 .013 3 .946 .013 4-94 2 .93 0
2 .155 .658 2 .799 .94 6 4 .600 .81 o 7 .300 .810 8 .579 .901
A pesar de haber pasado en 28 años de la
suma de pesetas 2 .155 .653 a la de 8 .577.902 la
cantidad alzada que las Tres Provincias hubie-
ron de entregar anualmente al Tesoro Nacional
para contribuir a sostener las cargas del Estado,
ligero el peso al principio, lo es también ahora .

224
Y no se interprete esto en sentido de que en
la situación anterior a todo Convenio no hubiera
podido tener Vasconia la actual prosperidad o
que su bienandanza ha sido creada por los
Conciertos, pues no pagando nada, es evidente
que había menos trabas para progresar y por
la propia naturaleza todo impuesto disminuye
el producto líquido, sino en el sentido de que
por su escaso peso la cuota concertada es menos
sensible que el impuesto no concertado, y no
ha arruinado al país como a gritos se pronosticaba
en 1876, ni ha estorbado su maravillosa
prosperidad . Así un representante vascongado
durante cierto tiempo, entendidísimo
en esta materia (no es republicano ni carlista,
integrista ni conservador) no quiso oponerse
al penúltimo aumento de tributación, diciendo
sin rebozo que a su juicio toda resistencia
imprudente atraería investigaciones que tendrían
como consecuencia gravar al país mucho
más de lo que está . La verdad es que el desarrollo
de la riqueza ha sido durante los veinte
años que siguieron notabilísimo en Guipúzcoa,
pasmoso en Vizcaya . Esto es un hecho tan
innegable como que el sol nos da mucha luz .
No obstante y a mayor abundamiento pueden
aducirse datos elocuentísimos .

225
En el precedente cuadro no se expresa, y
conviene no olvidarlo, que si en 1878 se empleaban
3 .000 operarios en las minas, en 1897
se emplearon 12 .000, ni tampoco que en el
primero de los años citados entraron y salieron
de Bilbao 6 .348 buques con las mencionadas
1 .394 .547 toneladas, mientras en el último de
dichos años fueron 8 .342 con 5 .808 .783 (1) .
(i) Este inmenso movimiento en la navegación y esta
enorme exportación de mineral de Vizcaya se deben a
un segundo contrafuero . Grandes luchas sostuvo Vasconia
(con la gloriosa excepción de San Sebastián) invocando
la exención de impuestos para impedir el establecimiento
de las Aduanas, y ahora desarrollada, gracias
a éstas, poderosa riqueza, pide más y más elevación de
derechos arancelarios . ¡Qué lejos ha quedado aquel incesante
pedir la libre importación del extranjero! Pues bien,
por el contrario el Fuero prohibía la exportación en los
términos siguientes' (Título I. Ley XVIII del Fuero de
Vizcaya) :
¡Otrosí dixeron : que habían de Fuero, Franqueza y
»Libertad, y establecieron por Ley que ningun Natural
»ni extraño, assi del Señorio de Vizcaya como de todo el
»Reyno de España, ni de fuera de ellos, puedan sacar
»afuera de este dicho Señorio para Reynos extrafios, Vena
»ni otro metal alguno para labrar Fierro o Azero : so pena
»que la persona que lo sacare pierda la mitad de sus bienes
»y sea desterrado perpetuamente de estos Reynos, e la
»Nao o Baxel u otra qualquiera cosa en que la sacare e
»la Mercaderia que en ella llevase pierda e sea todo ello
»de los Caminos de este dicho Señorio, e la otra tercia

226
Dato no menos significativo de la prosperidad
vizcaina ei- el haber invertido la junta de
aparte para el Acusador e la otra tercia parte para la Jus-
»ticla que lo executare .»
¡Oh contradicciones populares! Cada vez que el Estado
intenta establecer o aumentar un impuesto, siempre ligero,
sobre la exportación de minerales o carbones, o lo que es
lo mismo, en el sentido del Fuero, levanta Vizcaya estruen-
dosas voces . Es que Vizcaya obtiene fabulosa prosperidad
por la doble violación del Fuero, importándose con pago
de derechos, exportándose libremente . ¿Cabe condenación
mayor de Fuero en esta parte? En 1876 los intransigentes
aducían que la ley de 1839 determinaba debería tener
lugar la modificación de los Fueros atendiendo al bien
de las Provincias como al de la \ación . Doloroso era ver
que ni a este bien suyo evidentísimo quisieran ellas dar
su concurso . Se hizo el bien después de 1839 a pesar de
su oposición, con el solo apoyo durante un período de San
Sebastián . Y cuando se sigue reclamando el Fuero puro,
se reclama porque se sabe que no se obtendrá . El hecho
si se consumase, consternarla ~ • arruinaría a todo el país .
A los datos aducidos respecto de la riqueza de Vizcaya
deben añadirse dos más . En el Empréstito de consolidación
que después de nuestros recientes desastres ha hecho
el Gobierno y que el capital español ha cubierto muchas
veces y casi exclusivamente (Junio 1900), Bilbao ha apor-
tado mayor número de millones que Barcelona ; es el pueblo
que se ha ostentado más poderoso en España . Así no es
extraño que al visitar el Rey todavía menor de edad en-
tonces y la Reina Regente con sus hijas aquella insigne
población, ésta hiciera demostraciones grandiosas y popu-
lares de su vivo entusiasmo (Agosto 1900) . Y he de copiar
aquí algunos párrafos publicados en la Revista titulada

227
Obras de Puerto del Bilbao en la mejora de la
ría y en el Abra la cuantiosa suma de 50 .358 .646
Ecos Religiosos, que han divulgado los periódicos carlistas,
y como toda obra de despecho (porque desde la víspera
sabían iba a ser triunfal el viaje del Rey legítimo y cons-
titucional, heredero de Don Alfonso XII) resulta contrario
a su propósito y revela el estado político y social de Vas-
conia :
(Pocos lustros han pasado desde el día en que los hom-
Dbres políticos, asesinos de nuestros Fueros, se disponían
Da realizar un proyecto : la venida a Bilbao de D . Alfonso
»XII . A la sola noticia del proyecto se produjo cierta alar-
»ma entre nosotros . Todos los periódicos sin distinción
Dde matices, y a que no de intereses, levantaron el grito
»recordando la época aún reciente de la muerte airada
»de nuestros Fueros y significaron a España las voces de
»queja y de amargura con que, a la vez que con respetuoso
»saludo, saldría Vizcaya entera a recibir a D . Alfonso XII . . .
»Hoy las cosas han cambiado muy notablemente Con-
»sideramos deferentes y respetuosos, como es debido, a
da alta clama en cuyas manos están hoy las riendas del
»poder : pero no es posible olvidar que fué la esposa de
»aquel que abolió en Vizcaya sus Fueros y privilegios .
oSu venida se ha anunciado recientemente . Ahora bien :
»¿cuáles han sido los periódicos locales que en sus columnas
»hayan recogido los ecos de aquellos artículos nobles e
inspirados que se publicaron hace unos cuantos años
»cuando se echó a volar la especie de que D . Alfonso XII
»venía a visitarnos?
»Nos hemos enterado : los detalles todos del recibimiento
»y estancia de la Regente en nuestra villa han ocupado
sendas columnas en diarios que tienen su vida en Bilbao .
»Volvemos a preguntar : ¿en cuál de sus columnas ha apa-

228
pesetas, sin que el Estado haya contribuido
más que con 3 .140 .875, suministrando el resto
la Diputación y el Ayuntamiento en forma
de subvenciones y la opulenta plaza en forma
de empréstitos que tomó a su cargo garantidos
con los derechos cobrados sobre una navegación
de tal manera en aumento .
A no dudarlo llamará la atención de quien
se fije no solo en el conjunto sino en cada uno
de los datos del Cuadro, que el capital de las
Fábricas, de los Bancos, el saldo de las cuentas
corrientes en éstos y el importe de los Valores
»recido siquiera un recuerdo, una queja, una lamentación
»inspirada en la sangrienta herida que se abrió a Vizcaya
»en la desaparición injusta de sus Fueros?
»Casi diríamos una cosa : que ese silencio es síntoma
ide un fenómeno, es decir, que se ha restaurado la herida .
»¡Lo que va de ayer a hoy!
»Los gemidos y lástimas a que esta consecuencia se
»presta nos hacen caer la pluma de la mano .
»Nosotros propondríamos que en los arcos fantásticos
»que se proyectan se pusiera una inscripción :
»Señora : Vizcaya os habla : devolvednos nuestros Fueros .»
Por último, debe consignarse que en la suscripción de
338 millones de pesetas realizado en junio de 1902, Viz-
caya ocupa el 2 .0 lugar (fuera de 1lladrid) entre las 49
Provincias de España (173 millones-esta vez 12 millones
menos que Barcelona), Guipúzcoa el 6 .0 (48 millones),
Alava, que tanto llora su pobreza, el r0 .0 lugar (25 mi-
llones) .

229
depositados haya subido en la proporción de
i a 7, proporción muy celebrada cuando se
habla de la opulenta Francia en período más
largo que el de 2o años . Pero lo más portentoso
es el aumento de las sumas entregadas a las
Cajas de Ahorros . En parte alguna se ha visto
que en el espacio de tiempo indicado haya
habido aumento de 1 a' 44. Y según parecer
de las personas más competentes en estos
estudios sobre la riqueza pública, el regulador
mejor de la bienandanza material o de la decadencia
de los países es la cuantía de las imposiciones
en la Caja de Ahorros, juntamente
con el tanto por ciento de aumento o disminución
del número de habitantes . ¿Hay muchas
regiones europeas o americanas cuya población
crezca como en Vizcaya un 46 % en veinte años?
Nunca ha tenido Guipúzcoa la importancia
mercantil y fabril de su hermana mayor : dentro
de esta inferioridad júzgase por muchos que el
crecimiento de la riqueza ha sido aún más
notable proporcionalmente en la provincia más
pequeña, si bien su población de 170 .2o9 habitantes
en 1877 no haya pasado en 1898 de
194 .000. Pero este mismo aumento de un 14
hace buen papel ante las estadísticas extranjeras
de naciones en gran progreso .

230
Las Cajas de Ahorros no existían en 1876 .
Fundóse mucho después la municipal de San
Sebastián, y las imposiciones sumaban en 1897
seis milloneF y medio de pesetas . Creóse todavía
más tarde , la Caja de Ahorros provincial : en
seguida tuvo tres millones y se calcula que,
si hay paz, antes de 17 años de existencia
tendrá 3J .ooo .ooo de . pesetas .
Había un Banco de San Sebastián que se
ha convertido en sucursal del Banco de España .
En 1877 sus cuentas corrientes arrojaban un
saldo de pesetas 1 .433 .134, en 1899 era de
14 .ooo .ooo. Los Valores depositados sumaban
11 .770 .791 pesetas, : veintidós años después
114.ooo .ooo. Eran 3 .000 las acciones del Banco
de España domiciliadas en la Ciudad ;
han pasado a ser ii .ooi . Así esta Sucursal
es la 5 .a entre las 58 de la Península por el
movimiento de fondos y el saldo de cuentas
corrientes, la 33 a en cuanto a Valores depositados,
la 2 .a en cuanto a acciones domiciliadas .
Más recientemente, como si ya no bastase esa
Sucursal y porque el Comercio hallaba exageradas
las trabas que en sus operaciones le oponía,
se ha creado el Banco Guipuzcoano con
el capital de 5 .ooo .ooo de pesetas y sus acciones
se cotizan con gran prima . Como si tampoco

231
esto bastase, el Credil Lyonnais, el Comptoir
d'Escompte y otras Sociedades francesas poderosas
han establecido importantes sucursales .
Alava es provincia relativamente pobre y
además posee, a-juicio de cierto prohombre
de Guipúzcoa, en grado nunca igualado el
arte de llorar pobreza . En estos años Vitoria
ha construído un nuevo barrio, el más hermoso,
y por otra parte el . Noticiero bilbaino del 2 de
Enero 1899 combatió la afirmación de semejante
pobreza y dice que la Sucursal del Banco
de España en aquella Ciudad, a pesar de que
la capital no pasaba de 29 .961 habitantes,
ofrecía el movimiento siguiente en 1898 :
Descuentos sobre la misma
plaza y sobre otras Pts . 4 .755 .636
Préstamos y 'cuentas corrientes
con garantías » 11 .602 .480
Cuentas corrientes » 4 6 .770 .538
Depósitos en efectivo » 2 .059 .975
Efectos en custodia » 37 .738 .650
Las acciones del Banco domiciliadas en Vitoria
son 5 .641 .
Y no es menos notable el aumento de capital

232
en San Sebastián que supone el ensanche de
la Ciudad . Se han invertido durante los tantas
veces expresados veinte años en cosas' del
servicio público, como son las Iglesias, hospi-
tales, hospicios, asilos, escuelas, casino, teatro
(ahora Iglesia de los Jesuitas), paseos,-conduc-
ción de aguas (antes de la nueva traída grande
que ha costado dos millones y medio), nada
menos que 18 .526 .597 ; se han construido en
la parte urbanizada 210 casas en que se han
invertido más de 21 .000 .000, y en la parte
rural multitud de casas de campo que se esti-
man en 6 .ooo .ooo, resultando una inversión
de 45 .000.000 de pesetas (i) .
¿Podría decirse ahora aquel San Sebastián,
mucha bandera y Poco Pan, que para motejar
su entusiasmo constitucional y unitario decían
los carlistas y los fueristas de los tiempos de
Fuero puro?
La producción minera ha aumentado consi-
derablemente . Apenas se conocía alguna que
(i) Han transcurrido diez años más . El crecimiento
ha tomado vuelo aún más extraordinario en 1904, 1905
y 1906 . Se han construido 18o casas cuyo valor es cinco
millones y medio de pesetas y se construye un nuevo Hos-
picio que costará dos millones y medio .

233
otra mina muy pobre de mena de hierro, y
ahora se extraen y exportan anualmente 6o .ooo
toneladas (i) . El lignito ha pasado desde 3 .400
a 18 .448 . El cemento hidráulico desde 12 .968
a 77 .146; pero habiendo decaído su calidad,
ha bajado su producción .
Se han abierto 120 fábricas de variada importancia
y además se ha aumentado el capital
de otras antiguamente establecidas. No ya en
el período entero que examinamos con relación
a la riqueza de Vizcaya, solo en la mitad
del tiempo (1883-1899) se han concedido 83
aprovechamientos de agua, de los cuales en
verdad no se han utilizado todos, pero los
que se usan ya dan una fuerza de 4.000 caballos
próximamente sobre la que antes se empleaba .
En estos 83 aprovechamientos se incluyen 33
otorgados en los tres últimos años para las
estaciones eléctricas establecidas con el objeto
de alumbrar poblaciones y transmitir fuerza,
número que en tan corto tiempo y corta zona
apenas habrá sido sobrepujado en Suiza .
Se han construido 6o kilómetros de ferrocarriles
de servicio público y se construyen
(i) En 1905 se han exportado por Pasajes 200 .000
toneladas .

'734
bastantes más ; se han hecho ri kilómetros
de ferrocarriles mineros y 9 de tranvías eléctricos,
8o kilómetros de carreteras provinciales,
más algunos caminos vecinales tan hermosos
como los de San Sebastián a Igueldo y Alza,
que parecen grandes carreteras .
Naturalmente, tal aumento de riqueza ha
debido trascender al movimiento marítimo, por
más que en no pocas circunstancias el movimiento
que crece es el terrestre por Irún, de
carácter más general que el que se verifica
por los puertos de Guipúzcoa . En estos hay
que tener presente ante todo que solamente
en el puerto de Pasajes se notan las diferencias
siguientes :
Años-1872-buques 91-toneladas 42 .181
1874- íd . 89- íd . 5 .240
-1891- íd. 966- íd . 350 .735
1897- íd . 561- íd . 168.213
Por efecto de los tristes sucesos de Cuba
y Filipinas, por efecto de haber sido mejores
las recolecciones de vinos en Francia y haber
subido esta nación sus aranceles, el movimiento
.descendió en algunos años (también contribuyó
a ello la mala administración que entonces
tenía la Empresa del Puerto), pero esa baja

2 3 5
se compensa con la mucha exportación ulterior
a Inglaterra' (i) . Por lo demás el movimiento
total en los puertos de la Provincia
fué de i .68o buques y 109 .191 toneladas en
1877 ; de 2.822 buques y 270 .024 toneladas
en 1899 .
Insisto en decir que estos datos comparativos
se extienden únicamente a los años que median
entre 1 . 0 de Enero de 1877 y 31 de Diciembre
de 1898 . Será curiosísimo hacer igual comparación
desde la última fecha hasta 31 Diciembre
1go8, pues en tal período de ocho años
ha sido proporcionalmente mayor el desenvolvimiento
de la riqueza en las Tres Provincias .
No se ha arruinado por lo tanto Vasconia,
según se anunció por ciertos profetas de la
Euskalerria : su enriquecimiento ha sido extraordinario
. Quizás parezca a alguno de los lectores
que, aun siendo grande el aumento de
la prosperidad -nacional en toda la Península
gracias a la paz interior y exterior, a la fijeza,
proporcionadas por la Restauración, es Vasconia
la región que más ha prosperado . Puede
ser que en ella haya quienes se den cuenta
(1) En 1905 el movimiento ha sido de 487 .000 tone-
ladas .

236
de que el estado legal constituído es satisfactorio,
pero no los hay que aprecien las consecuencias
para España de la cuota fija y alzada
por ocho años que han pasado a ser cuarenta
y cuatro en virtud de nuevos convenios, con
perspectiva de continuación indefinida, y no
hay duda de que sucesos de colosal magnitud
en la historia española debieran enseñarle a
apreciar una tan gran ventaja suya en medio
de la Nación . Dejo a un lado la crítica hecha
en mucha parte de España respecto de la facultad
reconocida a las Provincias Vascongadas
de imponer las contribuciones que les plazca,
pues consiste únicamente su obligación en entregar
la suma anual estipulada, alegándose pueden
estar descargadas de impuestos en Alava,
Vizcaya, Guipúzcoa manifestaciones de la riqueza
muy sobrecargadas en el resto del Reino,
y así éstas se ven en condiciones desventajosas
para prosperar, y lo expuesto que se está a
que el caciquismo oligárquico proceda con violación
de las leyes más elementales de la justicia
ateniéndose a caprichos rutinarios y anticientíficos,
como, por ejemplo, cuando no se
impone un céntimo de contribución a la propiedad
urbana de Bilbao, cuyo capital suma
inmenso número de millones . Conviene concre-

237
tarse ahora a señalar otra ventaja suya funes-
tamente contraria a la Nación . Cuando se
estableció la cuota fija y alzada caminaba
nuestra Patria a la realización de la unidad
cada día más cierta y evidente : a una tierra
que nunca había dado normalmente una suma
al Estado con nombre de impuesto, se le obligó
a darle anualmente una contribución ; hoy se
prevale de ello Cataluña en dirección contraria
a la unidad, pretendiendo retroceder desde la
forma contributiva general a una forma espe-
cial y separada, cesando la igualdad entre
las provincias, la administración directa por
el Estado, caminando así a lo heterogéneo,
a lo opuesto a afirmar y extender la unidad
administrativa y política (i), y no es un mis-
terio que se propone pedir después la total
administración por Cataluña, para acabar por
tener Cortes de Cataluña, moneda catalana,
todo lo cual, va envuelto en la famosa expre-
sión, no muy hipócrita, del rreconocintientto de
la personalidad de Catalititta . ¡Ah! concederá
(i) Valencia pide ahora (Mayo 1907) se le dé un régi-
men económico igual al que tienen las Provincias Vascon-
gadas . Y se hacen esfuerzos para que las Islas Baleares
reclamen lo mismo .

2 3g
generosamente q ue. n o haya Aduanas en el
Ebro y las haya únicamente en el Pirineo,
impondrá a la sumisa España que tenga aran-
celes ultraproteccionistas, con lo cual tendrá .
mercado seguro Cataluña para los productos
de su industria, pues no faltan catalanes que
se dan cuenta de la miseria a que pronto con-
duciría una total independencia del Principado
habiendo contra él Aduana española en el
Ebro N- Aduana francesa en el Pirineo, y la
no menor miseria que le acarrearía la anexión
a Francia quedando la propia bastante imper-
fecta industria aniquilada por la admirable
industria transpirenaica (i) . Si para cuando
(i) No quiero detenerme en este último caso refiriendo
que en una ocasión encargué a Barcelona la mejor man-
telería que allí pudiera hacerse y otra a París de las que
habitualmente son más finas . Hermosa resultó aquélla,
pero esta otra más fina, de un dibujo infinitamente de
mejor gusto y notablemente más barata a pesar de los
derechos arancelarios protectores y del cambio . Lo que
no cabe omitir es un trozo de un Mensaje dirigido al -Rey ,
D . Alfonso XIII durante su hermosísimo viaje de 1902
por otro Principado, el de Asturias, que bajo el régimen
tantas veces calificado de inepto, brutal, corrompido de
la administración del Estado español está haciendo pro-
gresos increíbles . Dice así el Mensaje rebosando en él la
verdad y el patriotismo :
«Esta provincia disfrutó (le Fueros y privilegios tan

239
transcurrió el plazo del primer Concierto hubiera
adquirido el Estado con un poco de cuidado
aquellos datos necesarios cuya falta él
»legítimos en su origen v fundamento como los de Vas-
»conia N- Cataluña . Tenía su sistema autonómico v éramos
»regidos a nombre del príncipe heredero de la Corona
»de Castilla . Anuláronse nuestras leyes especiales obe-
»deciendo a conveniencias muy atendibles, y así en la adver-
»sidad como en la fortuna nunca intentamos restaurar
»las franquicias que gozaron nuestros antepasados, a
»pesar del influjo permanente de que disponemos en las
»esferas oficiales, contentándonos con vivir unidos a nues-
»tros hermanos y participar de sus alegrías v sus tristezas
»sin preferencias de clases, pues entendemos que la Patria,
»si ha de ser una entidad vigorosa v cumplidora de sus
»fines políticos y sociales, necesita la cooperación continua
»de todos sus hijos en el ejercicio de los derechos y deberes
»inherentes a la ciudadanía, empezando por la equidad
»y la justicia en los tributos .
»No pensamos en regionalismos caducos y egoístas,
»que todo lo empequeñecen y aniquilan, sino al contrario
»rendimos culto a la virtud del trabajo asiduo, que es
»cimiento seguro y eficaz para establecer sobre bases sóli-
das la regeneración tan deseada, y queremos fomentar
»nuestra industria, explotar nuestra subsuelo y construir
»nuestros puertos y vías que faciliten nuestro comercio
»al amparo de la Monarquía tradicional que personifica
#y. M . y de la España indivisible y eterna .
»El placer más grato que podría proporcionar y . M . a
»los habitantes de Asturias es el de dispensarnos la alta
»honra de convertir en residencia Regia de verano las
#villas de Gijón y de Avilés o cualquiera otra que eligiese
»a su gusto .»

240
alegaba entre otras razones en el Real decreto
de 28 de Febrero de 1878 para conceder por
de pronto cuota alzada y fija, si al menos durante
el segundo Concierto Económico hubiera procedido
a ese estudio, en una palabra, si hubiera
hecho cesar en la primera, la segunda o la tercera
ocasión este sistema que ha alejado de
Vasconia la administración económica del Estado,
no tendría hoy , Cataluña un hecho que
alegar y no tendría España contra sí cosa
que tanto sirve para que unos, los más, con
hipocresía, otros, los menos, con descaro, emprendan
la obra aciaga de destruir lo que ha
sido pensamiento constante de los Españoles
de todas las generaciones y todas las escuelas
políticas y en cuya casi completa realización
descollaron con gloria imperecedera en la historia
lo mismo que los Reyes Católicos y Felipe
II las Cortes de Cádiz . ¡Triste sino el de
nuestra Patria! En la aurora del siglo XIX
dió su más eficaz forma a la unidad : ese siglo
ha confirmado y robustecido la unidad francesa,
ha creado la unidad italiana v la unidad
alemana, reducida a expresión mínima la autonomía
de Polonia y de Finlandia, sobrepuesto
el Poder Central en Suiza, sucumbiendo en la
guerra civil del Sonderbund la autonomía abso-

CUADRO DEMOSTRATIVO
,ogreso obtenido en Vizcaya desde 1 .° Enero de 1878
DADES
II4
a fin de 1897 en los puntos que comprende .
Canuea IBaracnldo~
la Purísima Concepción ,Ar-
za 1
lueta-Be¢oñai
1e
olt
ereio
auto• • \0a . Sra . liararalllo
a a- . . . .-- .-- . .-- •
. raleo . . . . . . . . . . . . . . . . .
aliadla
.los . . . . . .
J M E N
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Diferencia
Cuentas
corrientes
Pesetas Cts .
11 .3191
': 13 .011
23 .!1!3 17111
3 .7!2 .7_(1
1 .517 .7109
191 .119
1,.745 :04 .8 .
..1 .294 .169
Valores
depositados
Pesetas Cts
12 . .5.!0 .17111
4 .3115 .?'=II
I :31 . :1!s .1Nx
511 .4(4; .114 ;
:10 .4011,s5 .,,1
9:1 71311 .7(Y1
c3 .1i:,.71 :1_
VIl . :t21i.144i
G 3 .91:1 .715
:111 .039 7119
:apital de los
Bancos
Pesetas Cts
_„5101 .1441
1 .7S2 .51X1
l11 .1411.(4111
9.639 .1),m,
1 X 41
16 :19
1 . 2.02 .5141
21 1 .715INs1-
_3 .356 .31 al
E
Caja de Ahorros
1 1111 1 .718 .555
1 .101 1 348 .555
_41,521
Capital
Pesetas Cts .
31.297.9S7
5 . :19 21 I t . o.os.537
5.111° 45 .0011 . :,24
21 .°171 44 .3:SL91~ 1
FÁBRICAS
Capital Comercio total! Minero
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Ferrocarriles
construidos
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total de terrorarriles cmtstrnido . . 21 :1 kilómeuo< 153 metros :mr,espnudeu a los de serclcio Publico, , el resto . 52 kilómetro,, ano exclusivamente mine- Ademán de esta lone¡tud de ferrocarriles eztsttan
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270 .000
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189 .954
°70.000
51 .041

241
luta de los Cantones ; vencedores los Poderes
Centrales en los Estados Unidos sobre los
Confederados o Separatistas del Sur; en toda
Europa y América prodúcese un mismo fenómeno,
la disminución de la heterogeneidad,
el aumento de la unidad por nobles y por no
muy nobles procedimientos, universalidad de .
un mismo hecho (pues resulta comparativamente
diminuto suceso la separación de Noruega
y Suecia al empezar el siglo xx después
de haber estado unidas en el corto espacio
de noventa años y por solo la persona del Rey,
siendo opuestas las instituciones) que prueba
es impuesto el tal hecho por las leyes a que
está indeclinablemente sometida la marcha de
las naciones . Cuando con semejante uniformidad
termina una laboriosa centuria y comienza
otra, preténdese deshacer lá España una . Hizo
nuestra patria en 1868 una revolución entre
otros motivos porque creyó que el Gobierno
la tenía fuera del modo de ser europeo, de
las corrientes europeas, del concierto europeo ;
y he aquí que cuando después de nuestro desastre
en la guerra de Cuba, en la guerra con los
Estados Unidos, todo es decir que debemos
europeizarnos, hay quienes no temen verificar
otra verdadera revolución interior apartando a

242
España de la corriente unificadora imperante
en Europa . Esa debilidad que a la causa dr
la Patria una (i) da la permanencia del Con-
cierto Económico, de la cuota fija y alzada,
no la aprecia Vasconia : no la conmueve su
participación en que sea precaria, ya que no
dudosa, la conservación de España .
El primer Concierto del Estado con las Tres
Provincias Vascongadas, aunque muy favorable
para ellas en cuanto a tributación, fué ajustado
sin embargo en circunstancias que va les favo-
recían menos que veinte meses antes . Por una
parte toda la Península había entrado en abso-
luta normalidad, y se estaba en uno de los
pocos momentos durante el siglo xix en que
por parecer estables las instituciones el Go-
bierno tenía mucha fuerza . Por otra parte, las
Diputaciones provinciales que firmaron el Con-
venio no tenían el carácter venerable N- la
fuerza moral que por su aspecto histórico
conservaban las forales y sobre todo las juntas,
aunque éstas últimamente las formaban Pro-
curadores elegidos por Ayuntamientos de Real
(i) Expresión del Ayuntamiento de San Sebasti .5n
en su vehemente Representación (le r4 (le Mayo
de 1834 .

243
orden . Parecía en el período anterior que el
Gobierno juzgaba, cuando no arriesgado, imprudente
atacar la forma secular : en cambio
ahora una Real orden había creado directamente,
sin ya contemplación alguna, las Corporaciones
mismas con que él había ajustado
el Concierto . Vizcaya, la importante Vizcaya,
estaba sometida desde hacía diez meses por
precepto legal, cúyo cumplimiento empezaba,
a la nivelación con Castilla . La principal preocupación
del Gobierno en mucho tiempo se
había desvanecido al verificarse fácilmente la
más dolorosa al parecer de todas las novedades
para la Euskalerria, esto es, la quinta .
¡Qué no hubiera podido conseguir Vasconia
con solo asentir a la cuota alzada y fija y a
algún servicio militar en Mayo de 1876, cuando
en la mente de Cánovas presentábase como
extremadamente delicada la modificación foral
no solo en la actualidad sino en sus consecuencias
futuras, dada la condición fronteriza del
país vascongado, consideración que nuevos hechos
iban atenuando día por día en su espíritu!
Todavía en 1877, cuando hasta Noviembre
persistía en tratar con las juntas forales plenamente
respetadas, pudieron obtenerse mejores
arreglos que el Concierto primero, unánime-

244
mente reconocido como excelente en lo económico
; sobre todo se hubiera conservado el
organismo foral para cuyo restablecimiento se
han hecho durante multitud de años tan reiteradas
como inútiles gestiones .
Practicada, si bien tarde, la política transigente,
obtuvo además del Concierto otra ventaja
de no escaso valor para las Provincias .
Siéndoles más contrario aún el espíritu de
las Cortes que el del Gobierno, habían agravado
el proyecto que Cánovas presentó, pues
en vez de producir las exenciones de los liberales
baja en el cupo de hombres que debían
dar las Tres Hermanas, quedó votado que no
fueran baja . Esta resolución era tanto más
excesiva y menos justificada cuanto que no
iba a gravar sobre los mozos que hubieran
sido rebeldes sino sobre otros jóvenes llamados
en los años siguientes que eran niños durante
la guerra . Al seguir ahora las Provincias la
política de acatar la ley y exponer reparos y
deseos, correspondió noblemente a este cambio
el Presidente del Consejo presentando a las
Cortes un nuevo proyecto de ley en cuya virtud
las exenciones se computarían en el cupo,
siendo hábil la redacción a fin de que no se
opusieran también esta vez los constitucionales

245
(sagastinos) a este miramiento respecto de las
Provincias.
El país euskaro, no obstante sus aficiones
intransigentes, haciendo un esfuerzo de razón,
dió su asentimiento solemne a la política transigente
y sus resultados al verificarse las elecciones
para las Cortes de 1879 . En Alava los
señores Abreu y Urquijo, transigentes, obtuvieron
4 .454 votos; de los intransigentes solo .
se presentó el ex-Diputado General D . Domingo
Aragón que no reunió más que 1 .385. Mayor
lucha hubo en Vizcaya, como era natural ;
los transigentes Calle, Zavala, Vicuña y Allende
tuvieron 4 .073 contra 3.172 de los intransigentes
Sagarminaga, Barandica y Adán de
Yarza . En Guipúzcoa el Conde de Egaña,
Gorostidi, Conde de Llobregat, Ma chimbarrena,
transigentes, 2 .027 votos, y D . Pedro Egaña,
el Barón de Sangarren y Olano, intransigentes,
1.346 . Así, pues, en las Tres Provincias los
votos transigentes excedieron en 4.651 a los
intransigentes a pesar de ser tan simpático
el lema de Unión vascongada y de Política
Vascongada (i) elegido por la intransigencia
(r) La lealtad obliga a decir que en este cómputo
se cuentan entre los votos transigentes los obtenidos por

246
con tanta habilidad para aunar voluntades
contra la inteligencia con Madrid como era
escaso el acierto para sacar triunfantes solu-
ciones más exclusivamente vascongadas .
el Sr . Abreu, que si esta vez no tuvo contrincante, en
la elección anterior había luchado contra un intransigente
y los del Conde del Llobregat, que tampoco tuvo adver-
sario, porque si bien había figurado a veces entre los in-
transigentes, en aquel momento separándose y diferen-
ciándose de éstos, se hallaba en las mejores relaciones
con la Diputación de Real orden . Pero debe observarse
que uno de los intransigentes era una persona de posición
tan excepcional que se le llamaba el Patriarca vascongado,
y que otro tenía por cima de la intransigencia fuerista
el carácter y significación de carlista, primer caso de can-
didatura carlista después de la guerra y que se presentaba
en el distrito en que está Loyola . Por último, es oportuno
recordar que la intransigencia había acordado se presen-
taran candidatos los Diputados forales destituidos ; mas
el de Guipúzcoa no se resolvió a verificarlo, el de Alava
fué derrotado, y solo el de Vizcaya, derrotado en un dis-
trito, logró vencer en otro . Y por cierto, una vez en el
Congreso, no desplegó sus labios el Sr . Sagarminaga, siendo
persona de ánimo, de saber y muy enterado de la vida
parlamentaria .

Los dos criterios .
Las dos conductas .
Hora es de exponer en su conjunto las razones
que aducía cada una de las dos grandes fracciones
vascongadas en defensa de la marcha
que adoptó . Y ante todo he de rendir sincero,
profundo, vivo homenaje de consideración y
respeto a la doctrina intransigente . No dominándome
ningún fanatismo filosófico ni político,
puedo admirar sin dificultad lo que tiene
de hermoso la fidelidad a un pasado va sin
vida real y convertido en mera imagen, la
adhesión que generaciones y más generaciones
consagran en vasta comarca a una entidad,
forma o régimen de gobierno local, aunque
niegue yo a esta preferencia el asentimiento
exclusivo de mi razón que considera elemento
necesario, para escoger bien el rumbo acertado,

2 4 8
el conocimiento del que toda Europa emprendió
después de 1789 siguiendo a un pueblo que había
aprendido a donde conduce la diferencia de condición
entre unas y otras provincias de un
mismo Estado, rumbo cuyo término ha sido
por ahora la unidad italiana y la unidad alemana.
Tributo igualmente mi respeto verdadero
y sin límite a las personas de muchos intransigentes.
Claro está que no sería sincero si dijese
ruidosamente que a todos se lo profeso en
un mismo grado . Quien ostentó a veces intransigencia
fuerista y sin embargo debía su cargo
a haber sido dominados o anulados los votos
casi unánimemente adversos de sus paisanos
por los votos de los batallones de cazadores
(bien se arrepintió de ello el noble general
Quesada) ; quien exclamó : «con tal de que haya
Convenio con los carlistas, que no haya Fueros»,
se declaró conforme y complacido con mi
carta-programa de París y acabó siendo personificación
de la más acalorada intransigencia ;
qnien muy alegre dijo que estábamos de enhorabuena
porque el proyecto de ley suprime de
los fueros mucho menos de lo que temíamos
y en seguida que se estableció corriente de resistencia
se declaró fiero partidario de ésta ; quien
escribía que la política de resistencia a nada

249
bueno conduciría, QUE LOS BUENOS VASCON-
GADOS debían procurar obtener DENTRO DE LA
LEY DE 21 DE JULIO concesiones de importancia
Para el País y pocos días después redactó un
acuerdo según el cual se rechazaba totalmente la
ley ; ¡ah!, lo confieso sin rebozo, no me merecen
igual grado de consideración que el que tributé
a la persona y ahora tributo a la memoria
de D . Mateo de 1\loraza v D . Antonio María
Egaña, de inmaculado fuerismo los dos, va
que aquéllos, habiendo procedido menos vas-
congada y fueristamente que yo o pensado
lo mismo, a mí, único representante guipuzcoano
(quizás debiera decir vascongado) elegido
por todos los pueblos de su distrito, a mí
que previamente había expuesto en qué términos,
dentro de qué límites, defendería los
Fueros, llegaron a apellidarme o dejaron que
desde sus círculos se me apellidase mal vascongado,
real representante de San Sebastián .
¡De San Sebastián que, dirigiéndose una vez
al Gobierno, había escrito no quería más ni
menos que el Estatuto Real y la Patria una
con la unidad más perfecta! ¡De Saiq Sebastián,
que había pasado los siete años de la primera
guerra civil oponiéndose a la confirmación de
los Fueros y obteniendo la abolición de muchos

2 50
de éstos! ¡De San Sebastián, en cuya historia
quedará indeleble el haber dicho al Trono y
haber impreso que los Fueros eran incompatibles
con el interés del país y contenían odiosas
distinciones con las cuales se vinculaba
en una clase privilegiada el Gobierno de la
Provincia! ¡De San Sebastián, que todavía en
1857, oyendo a los Serres y los Alzates, me
juzgó a mi regreso de la junta General de
Deva más fuerista de lo que consentían las
tradiciones donostiarras! Yo pude sin faltar
al decoro modificar, y en efecto modifiqué
la proporción entre lo constitucional y lo foral
en mi criterio, aumentar en tiempos pacíficos el
fuerismo disminuyendo un tanto el constitucionalismo
en la política que mis amigos y
yo creímos la más adecuada a fin de aunar la
antes dividida opinión vascongada ; pero después
de haber proclamado que la guerra civil
segunda mataría los Fueros empeñarse en que
no los dejase mermados ; pero renegar brutalmente
las opiniones de mi padre ; pero escupir
sobre la bandera que habían tremolado mis deudos
en medio de entusiasmos vivísimos sobre todo
dentro de la Ciudad, eso a mí me lo impedían
los dictados de mi razón, del respeto a mi nombre,
del pudor en lo que tiene de más elemental .

251
Distinguíanse dos matices en la intransigencia
una era la intransigencia que se encerraba
en la doctrina, otra la que llegaba a la acción .
Puede naturalmente suponerse que por punto
general profesaban aquélla los que por su abo-
lengo o su historia eran verdaderamente fue-
ristas, y que abrazaban esta última los que eran
hasta entonces conocidos por su muy poco o
ningún fuerismo, habiéndoles siempre dominado
las opiniones y vínculos relativos a la política
general . Había partidarios de todo lo que
preservase al organismo antiguo del contacto
con las novedades, pero admitían se procurase
fuera de la esfera foral obtener suave aplicación
de la le Para dar idea más clara del criterio
seguido por esta fracción, así como del que
seeuíamos mis amigos y yo, paréceme lo mejor
reproducir Pquí un diálogo que una vez tuvimos
el más brillante del grupo de intransigentes
a que me refiero ahora y yo . Así podrán tambiéi,
juzgarse los dos criterios, las dos conductas .
Después veremos qué senda recorrió la intran-
sigencia de acción .
Decía mi interlocutor, que con tanta pena
de sus adversarios como de sus amigos falleció
en temprana edad :

252
«Nosotros estamos persuadidos que no hay instituciones
fuertes cuando llegan a significar una con-
cesión o tolerancia en vez de un derecho : nos ate-
nemos a lo que exige el prestigio de un principio .
Las instituciones forales están en posesión de un
inmenso prestigio, que es toda su fuerza : la merma-
rían, se suicidarían si entrasen en avenencias y acomodamientos
con la fuerza material del Gobierno .
La ley de 21 de julio es una ley de circunstancias
y desaparecerá (i) . Por lo mismo que es tan violenta
la actual crisis se hace preciso dejar a salvo para el
porvenir la autoridad moral de las Juntas y Diputaciones
forales : toda crisis violenta pasa rápidamente
y siempre vuelve todo o mucho de lo que cayó .
Prescinda el Gobierno de pedir el concurso de lo que
forma el régimen foral, pero deje subsistente el organismo
propio de tal régimen y plantee por sí mismo,
él solo, sus novedades . Tiene el recurso de crear alguna
Comisión como la Económica de 1841, hasta puede
valerse de las Diputaciones provinciales del régimen
común ; y más tarde, cuando no solamente exista
lo que él haya dejado en pie sino que además caiga
lo que fué excesivo en las novedades, volverán las
Juntas y Diputaciones forales con plenitud de prestigio
y de majestad . Porque no pueden no volver
desaparecieron en 1820, volvieron en 18,23 ; desaparecieron
en 1820, volvieron en 1823 ; desaparecieron
en 1837, volvieron en 1839 ; desaparecieron en
1841, volvieron en 1844 . Tres desapariciones, tres
restauraciones al tercer año . Lo que ha sido siempre
(i) Estas mismas opiniones las expone con lentitud trepetición
el Sr . Sagarminaga en sus Memorias históricas
de Vizcaya . !Y van transcurridos cuarenta años!

253
será una vez más . Y la causa es obvia : no hav Gobierno
de Madrid que ignore que para tener contento
a este país, para que éste se sienta halagado en sus
aficiones y su amor propio, hay que dejarle o devolverle
su organización foral . Ninguna pacificación
verdadera has, en los espíritus sin la alegría de poseer
una forma que él adora tanto como la exención misma
de tributos . ¿Qué Gobierno del porvenir querrá tener
entristecido y desviado a un pueblo fronterizo?
La organización foral volverá después del eclipse,
volverá .
Todo eso que ha expresado V . tan bien, contesté
yo, lo tengo muy meditado . Llevo meses pensando
en ello y voy a responder extensamente . Armese
V . de paciencia .
Eso de fronterizo como causa de restauración foral
debiera servir para que no se impusiese lo que va
a herir más, la quinta, la tributación, y sin embargo
España conceptúa que ningún miramiento, cuidado
o recelo debe conducirla a prescindir de que haya
en adelante quinta y alguna contribución . Eso de
fronterizo es muy importante, pero con un límite :
desde hace casi noventa años hav del otro lado de
la frontera (entonces se implantaron la quinta y el
impuesto entre los Euskaros de Francia, que no los
habían tenido) pasión niveladora, simetrista, servicio
militar férreamente exigido, atildada perecuación de
los tributos, organización administrativa absolutamente
idéntica a la que el departamento y la comtm nne
tienen en toda la República, motivos contrarios a
la atracción hacia Francia respecto de la Euskalerria
española que adora la exención, la diversidad, la
heterogeneidad. ¿Es que España, manteniendo en
Vasconia el sacrificio de tributar con oro y sangre,
moderadamente con oro, creerá un día que no le im-

2 54
porta devolver, y devolverá en efecto, el organismo
que hubiera aquélla abolido?
En primer lugar no me parece que la ley de 21 de
julio, cuya elaboración, prevista desde 1839, ha sido
determinada porque ha habido nueva guerra civil
y que por esto último puede ser llamada lev de circunstancias,
lo sea en el sentido de que una vez pacificado
moralmente el país desaparecerá . El problema
euskaro lo tenía ya planteado el propio antiguo régimen
español : existía por completo reinando Carlos IV,
se exacerbó reinando Fernando VII v fué cuestión
capital en el reinado de Isabel II sin llegar a ser resuelto
más que a medias . Hasta al amasarse en Bayona la
efímera monarquía de Josc Napoleón, dió malos ratos
a los representantes vascongados ; la solución actual
no será fácil que la deshaga España a cuya mayoría
le parece, no excesiva, incompleta .
Pasemos adelante . Yo amo tanto como quien m, :s
los organismos históricos, atribuyo tanta influencia
necesaria como quien más al elemento de la duración
en la sociedad humana, pero sin negarme james a
ver otro elemento igualmente poderoso, fundamental,
el movimiento . ;Ay de las instituciones históricas
que no saben dejar al movimiento el campo que le
corresponde : En la lucha del pasado con el porvenir
constituyendo el presente, prodúcese un choque si
no se ha dado lo suyo al movimiento : va no hay evolución
sino revolución . izo se hagan Vds . ilusiones :
nuestras instituciones históricas provinciales tienen
alguna, bastante fuerza para resistir empeños de
uniformidad administrativa, más escasa fuerza respecto
de la uniformidad política, `, sería demencia
creer que la tienen para estorbar se plantee aquí o
al menos se dé un tanto de satisfacción al principio
esencialísimo en la Europa actual de la igualdad

2 55
para todas las partes de un Estado en el ejército y
en el impuesto . Cuantas veces pretendan nuestras
instituciones cerrar de frente el paso a cierta realidad
y práctica de tal principio, cimiento inconmovible,
primordial, del presente estado social, sucumbirán .
Si nuestras instituciones históricas no han sucumbido,
es porque durante toda su existencia han tenido
noción clara del grado que no debían traspasar sus
resistencias .
Y aquí llego a afirmar que la tradición política
de nuestros organismos respecto de lo que a su juicio
decrete indebidamente la Corona es del todo contraria
a la línea de conducta que ahora desea V . verlas
seguir . Pues qué ¿no ha sido durante siglos la conducta
de las autoridades cuskaras protestar contra
los Contrafueros de los Reyes y seguir en sus puestos
procurando se revocaran tales medidas? Y no aludo
a lo hecho en 1794 y r8o8 ; aparto lo relativo a la reiterada
ocupación del territorio por los franceses :
muy doloroso sería recordar cuanto hicieron en aquellos
casos las Corporaciones forales que se avinieron
a todas las transformaciones decretadas por el Representante
o el Gobernador General a nombre de Francia
: yo no he de apoyarme en abdicaciones o desfallecimientos,
por no decir bajezas anti-nacionales,
pero fijándome en otros períodos de nuestra historia,
pregunto : cuando los Reyes Católicos infirieron el
golpe más tremendo que a la entidad de Vizcaya
podía darse, cuando prohibieron bajo pena de muerte
que los apoderados de las 21 Villas se reunieron so
el Arbol de Guernica con los apoderados de las anteiglesias
en la Junta General, ¿qué hizo ésta? ¿qué
hicieron todas las Corporaciones vizcainas? ¡Ah! jarnás
un pueblo ha combinado mejor la energía y la mesura
dentro de una asombrosa perseverancia . Protestaron

256
durante 146 años ( ;146 años!) los mismos organismos
mutilados Er al fin lograron, aunque no sin algún arreglo,
que las Villas volvieran a unir su representación a
la del Señorío en 1630 . ¿Qué suspensión voluntaria
del organismo foral, qué creación de entidad interina
parecida a lo que después han sido la Comisión Económica,
la Diputación provincial, la junta de jueces,
prefirieron los fueristas del siglo xviii cuando se consumó
reinando Felipe V el contrafuero inmenso de
trasladar las Aduanas del Ebro al Bidasoa? ¿No fueron
precisamente las protestas de las autoridades
forales el medio de obtener, pasados unos años, que
volvieran las Aduanas del Bidasoa al Ebro? Tengo
muy presente que en alguno de los artículos de su
Diccionario Geográfico e Histórico (i) la Academia
de la Historia encomia la suma moderación y tem-
planza con que sin desprenderse de mucha tenacidad
sostuvo la ,Provincia sus Fueros y libertades . Y cuenta
que aquéllas fueron circunstancias en que hubo grandes
tumultos en muchos . pueblos, incendios de casas
en Vergara y Mondragón, según dice el Guripit :coanto
Instruído, siendo además asesinado en Bilbao uno
de los Diputados Generales de Vizcaya . Otro no tan
vivo pero m, .s prolongado conflicto hubo en dicho
siglo xviii . Dos Reales Provisiones privaron en 1766
a Guipúzcoa del derecho del Pase o uso. Catorce años
pasaron las juntas y Diputaciones forales protestando
y gestionando a la vez, y al fin consiguieron
que el Rey Carlos III reintegrara a la Provincia en
la posesión de su derecho (2) . ¿Qué dejación de puestos
(i) Artículo : San Sebastián .
(2) En el tomo I, págs . 2_18-25o, de sus Biografías
de Alaveses Ilustres, D . Vicerrte González de Echáv-arri

257
forales hubo en ninguno de los muchos conflictos
muy graves de nuestra historia foral?
El prestigio era natural lo tuviese en 1823 la orga-
nización antigua : al ser ésta reinstalada, cesó la quinta
exigida por el nuevo régimen . Las Diputaciones pro-
vinciales o de la ley general coincidieron en 1841
con aquellos proyectos de arreglo en que se admitía
el principio de que hubiera impuesto y servicio militar,
y al reintalarse otra vez en 1844 una parte del viejo
régimen se alejaba la perspectiva de tal sacrificio .
Pero si esta vez volvieran para practicar lo gravoso,
refiere lo siguiente que revela lo mucho que sabían con-
llevar graves contratiempos las Corporaciones forales
de otras épocas .
Después del tumulto de Vitoria en 1803 por conflicto
con el Subdelegado de Rentas sobre registros en las puer-
tas y en las casas de la Ciudad, remitió el Príncipe de la
Paz a la Provincia de Alava una Real orden en que había
trece bases que privaban a la Diputación de conocer en
las causas de contrabando, y esto violaba lo que dispo-
nían el Fuero y numerosas Reales órdenes desde 1603
hasta i8oi . Las juntas Generales protestaron con energía,
pero Godoy en nueva Real orden mandó se reunieran
otras juntas sin que asistiera la represantación de Vitoria,
no presidiéndolas el Diputado General sino el Corregidor
de Vizcaya y asisliendo precisamente un Comisionado en
Corte de la Provincia que había sido destituido por ésta .
Mas volvió a reclamar Alava ; se reunió la junta y en
ella, a fin de evitar la pérdida de la totalidad de los dere-
chos y libertades de la Provincia, se aceptaron los trece
artículos de Godoy y hubo que pagar con 37 .720 reales
de fondos provinciales y con 89 .931 de fondos del Ayun-
tamiento de Vitoria el importe reclamado .

25S
lo que más aflige al país ¿puede creerse que sintiendo
éste el peso de los gravámenes nuevos, había de agradecer
a sus autoridades forales, al verlas dar su concurso
a la exacción, el haberse ido para no contaminarse
ton el primer caso de imposición de cargas s,
fueran coautoras de la exacción en el segundo? Me permito
creer que sería imprudencia temeraria, en el
más espantoso huracán que sobre el pueblo euskalduna
ha pasado desde hace seis siglos, preferir naufragio
total en la actualidad por el tiquis nniquis de
practicar después mas no desde luego lo que sea
penoso . Y entonces ¿cómo volvería lo perdido? ¿Solo
por su propia fuerza sin invocar directa ni indirectamente
la lev o invocando su artículo .1 .° el cual,
por lo mismo que habla de reformas en el régimen
foral, demuestra el propósito de que éste en su esencia
siga? Pero si Vds. lo desdeñan ahora ¿es seguro que
los Poderes Públicos tengan entonces por subsistente
la autorización conferida al Gobierno para conservar
ese régimen reformándolo al arreglar ahora todo lo
concerniente a las Tres Provincias?
Y es ciertamente de las cosas posibles que si las
autoridades forales prefieren cesar ellas mismas o
hacer de modo que el Gobierno se vea obligado a
disponer que cesen, no vuelvan jamás. Ese plan de
Vds . me parece demasiado arregladito en la mente
para que resulte realizado un día . Se asemeja mucho
a decir : «ahora ha de haber esto porque así cuadra
a mis principios ; después ha de haber estotro porque
así cuadra a mis intereses : en tal día habrá tal solución
proz!isional ; en tal otro que yo fije tal otra solución
dejinilizva» . Todo ello es arreglar las cosas según el
propio deseo, la propia imaginación . lo cual es temerario
en frente de una entidad poderosa que tiene
también deseo e imaginación actuando en dirección

26o
¿Qué general español, ocupando el territorio situado
entre el Adour y el Garona, preferiría retroceder al
Bidasoa diciendo que es mejor intentar la invasión
i .B La reivindicación de los Fueros, entendiéndose
que éstos significan la libertad regional dentro de la unidad
española .
2 .a Reconocer en las Provincias la obligación de con-
tribuir a levantar las cargas públicas de carácter nacional .
3 .n Procurar la reintegración del régimen de las juntas
sobre la base de una representación justa .
4 .a Procurar mientras tanto por todos los medios
legales la reintegración de nuestros derechos por conce-
siones parciales en favor de las Diputaciones Vascon-
gadas, hasta que obtenida la descentralización necesaria
puedan las juntas sustituirlas en sus facultades .
A la verdad cuando, discutiéndose en el Senado la refor-
ma de la administración provincial según el provecto
de ley del Ministro de la Gobernación D . Venancio Gon-
zález, deliberaron las tres Diputaciones Vascongadas
sobre lo que debían pedir, la base que presentaron los
Senadores euskaros por su encargo y que no fué admitida
se ajustaba al mismo criterio : ¡Conservar siquiera lo exis-
tente! ¡Reivindicar siquiera fuese parcialmente lo que
se perdió! Tal era la bandera de mis amigos en 1876 . ¡Y
ahora, destruido tanto de lo que entonces quedó en pie
y tío quería abolir el Gobierno, se cree razonable insertar
en un programa o en una base legislativa que se prestará
el servicio militar y económico y se solicitarán concesiones
parciales! ¿No era mejor haber pactado a tiempo?
Obsérvese además la reserva de que, el día de la reinte-
gración total del viejo régimen, la representación deberá
ser justa . Con razón no admite Bilbao que sean iguales
la suya y la (le una diminuta aldea .

261
por el Rosellón, o qué general francés, ya dueño de
la ribera del Ebro, se retiraría al Bidasoa para penetrar
por el Ampurdan? Pues, bien, en su campaña foral
de mañana comenzarían Vds. por capricho sus operaciones
desde puntos lej anísimos en lugar de comen-
zarlas desde fuertes posiciones avanzadas . Crea V . a
Bismarck : Beati 1ossidentes .
Pero ahondemos eso de la restauración foral . Dice V . :
«Tres aboliciones, tres restauraciones al tercer año .
»También ahora la habrá» . ¡Qué error si cree V . que
la cuarta abolición, porque sus amigos de V, abandonen
el ejercicio de la autoridad foral, sería seguida de una
restauración al tercer año! Si viene (y no me niego,
no, a admitir aunque remotísima tal hipótesis, tratándose
de España) afirmo resueltamente que será
después que haya pasado toda la generación actual,
y quedaría siendo por demás aleatoria . Lo mismo
que enuncia V . aseguraron los fueristas de 1841 después
de su triste aventura ; pregonaron : «también
hubo Aduanas en 1716 y desaparecieron en 1722 ;
las hubo en 18io y desaparecieron en 1813 ; las hubo
en 182o y desaparecieron en 1823 ; se decretaron en
1837 y cesaron en 1839 ; restablecidas ab irato por
el Regente, desaparecerán, del todo seguro que desaparecerán»
. Y otro tanto dijeron de la administración
de justicia : «tres veces juzgados de primera instancia,
tres veces restablecida la justicia foral . Volverá tam-
bien la cuarta vez» . Pues bien: ¿hay quien sea hoy
tan iluso que piense desaparecerán ya las Aduanas?
¿Hay alguien obcecado que sueñe pueda volver en
ninguna parte del territorio español, aunque se llame
Vizcaya, aunque Vizcava fuese independiente y sobe-
rana, una administración de justicia confiada a posee-
dores de alcaldías patrimoniales que es potestativo
vender o transmitir? En ese mismo orden puramente

262
administrativo, cuando volvieron las juntas forales
¿volvieron acaso los electores forales todos necesariamente
hidalgos? Fuerza es convenir en que no porque
se restauren algunas veces ciertas instituciones se
restauran siempre y totalmente . Ciega y corta política
la que no tuviese más base que la fe en las restauraciones
sin excepción y en todo caso .
Las Restauraciones forales, tan diminutas en los
últimos tiempos, no han sido hechos exclusivamente
vascongados : han correspondido a hechos generales .
Restaurado el antiguo régimen cn toda España en
1814, lo fué además el particular de Vasconia . Y por
la misma causa volvió éste en 182 -, al concluir la segunda
época constitucional . Porque después de dos eclipses
algo volvió de nuevo del principio histórico en 18 ;q
y 1844, predominando los moderados en la Nación
hubo restauraciones forales, pero mermadas . Y por
otra parte, en cuanto al prestigio de las Corporaciones
antiguas, cada vez que eran restablecidas, debe recordarse
que durante el período constitucional de 1820 a
1823 las masas vascongadas tuvieron que dar quintas
e impuestos y comenzaron a saber que ese régimen
encerraba algo más respecto de ellas que la hermosa
libertad garantizada a todos los ciudadanos españoles
desde Irún a Cádiz . La restauración absolutista les
libró de la quinta y del impuesto . En 1841 lanzáronse
las Diputaciones forales (falta que ha llegado Vasconia
a censurarla con unanimidad y que jamás lo
será bastante) a un levantamiento contra el Regente
Espartero, halagadas con a esperanza de que, restableciéndose
la egencia de D .a María Cristina de
Borbén, gozarían las Provincias de la plenitud del
regimen foral que deje, amenazado la lev de 18-9
tal como salió de las Cortes : las Corporaciones tenían
un gran apoyo en un elemento extraño al país vasco,

269
el partido moderado . Vencedor por de pronto Espartero,
respondió a la sublevación fuerista aboliendo
mucha parte del sistema foral ; dos años después
era vencido y triunfaban María Cristina y los moderados
; mas ya no tuvieron ardor fuerista y devolvieron
parte mínima de lo que al país había arrebatado
el Duque de la Victoria . El país progresó mucho con
lo que quedó de las ¡te fandas novedades, y no había
de ensañarse contra las Diputaciones de nuevo forales
porque conllevaban una mejor administración de
justicia, aunque no foral, las aduanas en la costa y
frontera, permitiendo así la creación y expansión de
una industria poderosa, el régimen electoral común
v constitucional que comprendía a muchos, en lugar
del régimen electoral que tenía por base la anacrónica
hidalguía. Hubo otra vez Juntas y Diputaciones
en la forma que el Fuero establece, pero las Diputaciones
provinciales, si bien con pocas facultades,
fueron inexorablemente conservadas largo tiempo a
manera de principio v para las eventualidades del
porvenir . Esto fué lo recobrado cuando aún había
fuera de Vasconia desde el Ebro hasta el estrecho de
Gibraltar un partido español que era fuerista, cuando
predominaba en la política de la Nación la inmensa,
la - decisiva influencia de la Reina Madre . ¿Dónde hay
ahora personalidad como la de D .1 María Cristina
de Borbón? _Dónde un partido español más o menos
limitada pero francamente fueristar El propio partido
moderado en los últimos tiempos de su mando
había llegado a no ser casi fuerista, y ya no existe .
La alternativa está entre el partido conservador
que sigue a Cánovas v a duras penas acepta de éste,
que tanto amor tiene a todo elemento histórico, la
conservación de algo foral, y el partido constitucional
que tiene por jefe a Sagasta, se inspira meramente

264
en el principio filosófico y acaba de votar la nivelación
absoluta . ¿Hay otra fuerza en España, vencidos
y por tierra para cincuenta años o para siempre el
republicanismo federal y el carlismo, aun concediendo
que fueran fueristas? ¿Tienen Vds . algo con que contar
dentro de lo que está actualmente en la política?
En lo humano ¿dónde está hoy, dónde estará en mucho
tiempo, dentro de la política española, el elemento
auxiliar? Hasta ahora el elemento auxiliar fuera de
Vasconia ha sido algún grupo o fuerza con bandera
en que hubiera lema alusivo a la Historia . Pero ob-
serve V . una novedad profunda : con la restauración
monárquica después del período revolucionario se
restaura el principio histórico más fuerte, más fun-
damental y antiguo, y ese principio se ve forzado
a cercenar, ya que no quiere suprimirlo, el régimen
histórico euskaro, obedeciendo a un impulso insuperable,
aun cuando se le juzgue equivocado, de la opi-
nión nacional . ¿Dónde está, dónde está hoy el punto
de apoyo para la resistencia? Y cuenta que ya he
dicho no aplico, no, a la restauración del organismo
foral lo que expreso con absoluta seguridad respecto
de la restauración de exención de impuestos y quintas,
de cuya exención afirmo que mientras haya en Es-
paña impuestos y quintas, no volverá jamás ; lo que
hago en cuanto al organismo es oponer a los ensueños
de Vds . respecto de su inevitable y hasta rápido resta-
blecimiento, esta vez como otras, mi firme convicción
de que si se decreta la simetría, esa restauración,
aunque no imposible, quedaría en un futuro siempre
muy contingente o aleatorio, por ejemplo un nuevo
cantonalismo u otra crisis nacional que conmoviera
los cimientos de la Patria . Gui7ot, a quien V . tanto
admira (yo también) al considerar lo . males que sobre
el principio monárquico atrajo el hay °r la Revolu-

:3 05
ción de I83o trasladado la Corona desde la rama
primogénita a la segunda de una misma Familia
Real, Revolución a la que él contribuyó despues
de haber hecho mucho en pro del Gobierno de los
Borbones de la rama antigua, examinando y juzgando
lo pasado con amplitud y elevación de ideas, dice
que después de todo cuando se quiere la Monarquía
es mejor conservarla que crearla . Y yo digo: cuando
se quiere los Fueros es más prudente conservar los que
el Gobierno deja cuando suprime otros que sacrificar
voluntariamente los que se tienen con el objeto de
recuperar los que se pierden . Me permito creer que
sería imprudencia temeraria en el más espantoso
huracán por que ha pasado desde hace siglos el pueblo
euskalduna preferir un naufragio total en la actualidad
por respeto al lignis migiiis de practicar después
pero no desde luego lo que sea penoso . Tendrían Vds .
que acogerse al artículo .f .° de la ley, el cual por lo
mismo que habla de reformas en el régimen foral
lo confirma : pero si lo desdeñan Vds . ahora ¿es acaso
seguro que los Poderes Públicos tengan entonces
por subsistente la autorización conferida al Gobierno
para conservar ese régimen reformándolo?
Vds . dicen que se atienen al Principio porque sin
el derecho, que es el alma del sistema foral, éste no
puede mantenerse, porque no hay instituciones fuertes
cuando son la expresión o la fórmula de una concesión,
cuando significan una tolerancia del adversario . Y yo
digo que si un mero principio ni ampara contra las
caídas y las ruinas ni mantiene unas instituciones, menos
puede asegurarse su restauración . Un mismo principio
tenían a su favor Luis XVIII N, Carlos X : el
uno murió en su trono, el otro en el destierro : el uno
había sido prudente, el otro imprudente . A un buen
principio es necesario añadir una acertada conducta .

2(>6
Un principio restaura en ocasiones ; en otras no . ;El
derecho! ;El principio! Muchas veces un atributo,
un accidente, es tornado equivocadamente como el
derecho en su esencia, como el principio mismo . Tenemos
el caso ya famoso de la bandera blanca en Francia .
La monarquía hereditaria y tradicional era en sí misma
el principio y había existido antes que la bandera :
pero el Conde de Chambord, a pesar de la notoria
nobleza de su alma, tuvo intransigencia en cuanto
al accidente que confundía con el principio mismo .
resistiendo a sus partidarios que unánimes le suplicaban
no insistiese, Y lo esencial, la Monarquía, hija
de los siglos, ha sucumbido para siempre . ;Todo por
una servilleta! exclamó el más excelso de los representantes
del orden y esfera de los principios, el poco
flexible Pío IX . Cierto es que en Vasconia son numerosos
los que opinan por no ceder, pero con buen
acompañamiento, Sagarminaga está en camino de
ser el Chambord de los Fueros vascongados ; esto es,
por falta de considerar que la vida y gobernación
de los pueblos no consiente exigir la permanencia
de todos los accidentes exteriores de un derecho,
va a dar con dignidad, con pompa, sepultura a los
Fueros . Siquiera Chambord ha tenido lógica y grandeza
. El dijo : no quiero ser el Rey legítimo de la Revolución
. Vds ., que según los fueristas purísimos no
son autoridad de origen legítimo, aspiran a cooperar,
cuando se hayan introducido sin su concurso ni aun
después de protesta, a que sigan rigiendo las novedades
. Así les darían sanción . No titubeo en decir
dos cosas. O se opina que no conviene desaparezca
ahora nuestro organismo peculiar, o se opina que
desapareciendo, no vuelva mientras haya quintas
y tributo, mientras no se verifique restauración íntegra
del estado foral, al menos el de 1868 : lo demás es

267
ilógico . Un Principio que llega a no tener asomo de
realidad, separado totalmente, sin contacto ni rela-
ción alguna con nuestra vida diaria y febril, no dará
jamás a una restauración integra las probabilidades
de realizarse que le da el hecho de la existencia no
interrumpida de una parte de esas instituciones,
hecho en que por otra lado va envuelto el propio prin-
cipio . Nada hav tan desastroso como la desaparición
total del hecho .
Todo me lleva, como V . ve, a un sistema o método
de defensa opuesto al de Vds. Yo opino que se debe
protestar o hacer reservas, pero no retraerse ; pro-
testar y luego contribuir a que disminuya el número
de novedades, a atenuarlas para dejar al país la participación
mayor posible de su anterior modo de ser
y que le sirva precisamente en ese futuro contingente
que V . prevé . Entre Vds . y yo no ha de fallar solo
la opinión de los días actuales, ha de fallar sobre todo
el porvenir : él condenará a Vds . o a mí . Ese es el fallo
que me importa . Y no es que me enorgullezca con
mi actual impopularidad . Como otros hombres pú-
blicos, yo podría decir que propendo más de lo que
se cree al deseo de agradar y conozco todo el encanto
de esa simpatía general que se llama la popularidad ;
pero no admito otro yugo que el de mi razón . Quien
quiera que no conserva independencia bastante sobre
lo que le rodea para ver y juzgar las cosas según ellas
son y ellas solas aconsejan, esto es, fuera y por cima
de preocupaciones y pasiones regionales, quien quiera
que no ajusta su conducta a su convicción íntima,
no es digno en modo alguno de que se le tenga por
hombre de gobierno .
Teníamos a nuestro favor lo transigentes
otro argumento que en ese diálogo amistoso

268
no aduje como hice en otras diversas ocasiones.
Un gran amigo de mi familia, el más sabio
de los Consultores forales de Guipúzcoa en
el siglo xix, don Luis de Arocena, que profesaba
culto, verdadera idolatría al Fuero, pero
que conocía en su extensión y complejidad
las relaciones del organismo foral con el Estado,
exclamaba con frecuencia a manera de lamento
: «Triste es decirlo, vivimos con Fueros
»porque no es feliz y fuerte la Nación . En
»cuanto esté próspera y se sienta fuerte,_ per-
»deremos nuestros pobres y queridos Fueros» .
Pues bien, había llegado el momento : jamás,
ya lo he dicho, ha tenido el Poder público
en España durante el siglo xix más fuerza
que la que le rodeaba en 1876-1878 . Aquella
tranquilidad absoluta devuelta a la Nación
después del desgarramiento de 1873 y de tenaz
guerra civil ; aquella regularidad, verdad y amplitud
de porvenir dadas a las libertades públicas,
poco antes holladas por pasiones brutales,
llevaban desde todos los extremos de
la Península ardoroso concurso de voluntades
honradas al Rey Pacificador, pero soldado,
al Monarca ilustradísimo, servido por un primer
ministro superior a todos los hombres
de Estado españoles desde tiempos ya lejanos,

26c)
por generales que ofrecían el caso no visto
en nuestras últimas guerras de triunfar sin
negociar y transigir con rebeldes . Solo faltaba
que se lograse pacificar la isla de Cuba, a la
que la Nación en aquellos días hacía el esfuerzo
de enviar veinte mil soldados al mando del
ilustre Capitán General de Ejército Martínez
Campos. En cuanto estuviese concluída la gue-
rra de Cuba, viéndose desembarazado de toda
dificultad grave, el Gobierno con más peso
caería sobre las Provincias Vascongadas . Era,
pues, convenientísimo bajo el punto de vista
de estas mismas, ya que en la reciente guerra
civil peninsular se había incurrido en la falta
ele dejar se pacificase toda España antes que
Vasconia, tratar y concertar antes siquiera
de estar pacificada Cuba . Y en efecto, aun
cuando habían empeorado las circunstancias
para un arreglo, al menos se anticipó éste a
la paz en la gran Antilla .
Acabo de señalar y fijar uno de los matices
de la intransigencia . El otro opinaba por la
resistencia en todas sus formas, ya pertene-
ciendo a las Corporaciones municipales y pro-
vinciales para lograr se negaran a cooperar
al planteamiento de la ley, ya procurando
no resultasen constituidas esas Corporaciones,

270
todo subordinado al pensamiento de producir
un gran vacío, Y tanteando la resistencia activa
hasta por los medios más inconcebibles . Parte
de aquellos liberales que en Abril 1876 habían
lanzado los inagotables torrentes de su indignación
contra los carlistas por su responsabilidad
en la pérdida de los Fueros, llegó a
imaginarse no solo que era bueno el olvido
de la guerra civil sino que los liberales debían
solicitar el concurso de sus enemigos para
defender o reivindicar esos Fueros con las
armas . Eran tan íntimas las relaciones entre
importantes intransigentes de Guipúzcoa, Vizcava
N- Alava que he oído siempre se tomaron
en estas dos últimas acuerdos análogos a los
que me consta se tomaron er, aquélla . En
efecto, hallándose indispuesto uno de los más
caracterizados individuos de aquel grupo en
Guipúzcoa, honrado entonces con elevado cargo,
alrededor de su cama reuniéronse varios v se
resolvió : 1 .0, que la Caja provincial aprontase
20 .000 pesetas para unos primeros gastos ; 2 .°, que
tan pronto como el enfermo estuviese mejor
fuera a Burdeos (como lo hizo) a celebrar una
entrevista con Ruiz Zorrilla 3 .0, que por otra
parte alguien también muy señalado fuese a
San Juan el ,- Luz y propusiera a los señores

-27I
Dorronsoro y Zurbano, que habían constituido
la Diputación cen el campo carlista v sostenido
con gran tesón la causa de] Pretendiente, un
levantamiento general de republicanos, liberales y
carlistas bajo la sola denominación de fueristas .
Los jefes del carlismo gtiipuzcoano, a .unque
emi~radr - , . a .c< ~-icron c0m profundo desprecie .
a su detractor de la víspera, y le dijeron que
para levantamientos vascongados ellos solos
se bastaban, estando lejos de conceptuar que
les pudiera añadir fuerza alguna la cooperación
de los que antes habían dicho :

2 7 2
Consejo autorizó el regreso a sus hogares de
aquellos consecuentes y encumbrados carlistas .
Y es oportuno referir un hecho que presencié .
Al celebrarse en San Sebastián la tercera de
las juntas forales después de tranquilizado el
país, acudió desde Vitoria el Marqués de M1ira-
valles a fin de resolver más pronto cualquiera
duda, v en efecto una numerosa comisión le
era enviada por la Asamblea para tratar de
varios puntos que se resolvieron muy satisfac-
toriamente . La conversación llegó a ser afec-
tuosa y expansiva . Uno de los conferenciantes,
D . Francisco lianuel de Egaña, expresó con
la lealtad de un ánimo ii_alterableniente fue-
rista, pero nunca rebelde, que el General d :;bía
convenir en que no cabía mayor serenidad en
un país al cual se le estaba imponiendo la
quinta, se le anunciaba la contribución, 5' no
mermaba su respeto a los Poderes del Estado .
Era otro de los conferenciantes el triste emisario a
San Juan de Luz, 5'
el General Quesada echán-
dole una intencionada mirada, contestó a Egaña :
«no ha sido todo tan legal ; no han faltado
»tentativas de concierto de liberales con car-
»listas amalgamados bajo la bandera foral :
»solo que el éxito no ha correspondido al intento .
»Reconozcan Vds . a su vez que el General

2 73
»en jefe ha tenido . moderación porque ni aun
»con los que andaban en tratos facciosos ha
»tomado una medida» . Jamás he visto hombre
más descolorido que en aquel momento el
viajero carlo-liberal .
Si en una parte de la intransigencia se produjo
hecho tan grave, otro hubo aún más
grave, si bien lo creo realizado por colectividad
todavía más reducida que la de que acaba
de hallarse . En el otoño de 1878 me dijo el
Gobernador civil de Guipúzcoa, D . Laureano
Casado Mata, persona que desempeñó su cargo
con sumo tacto, que el Presidente del Consejo
le había telegrafiado deseaba fuese yo a Madrid,
pues necesitaba hablarme . Sin apresuramiento,
parándome antes en Arechavaleta donde
se hallaba mi familia, acudí atento a la entrevista
. Me manifestó Cánovas que de él se solicitaba
vivamente consintiera la creación por
los jesuitas de un Colegio en el hermoso edificio
del antiguo Seminario de Vergara, y dadas
las dificultades que en Mayo 1876 había habido
para tolerarles la presencia siquiera de dos
Padres en Loyola, deseaba saber si yo persistía
en mi actitud poco favorable, que en
todo caso me pedía abandonase . Alegaba para
ello que «el problema vascongado era sufi-

274
»cientemente árduo y complejo sin agregar a
»la impresión causada por la inevitable imposición
de la quinta y el tributo el disgusto
»para la generalidad del país de que se desaten-
»diera una petición semejante . Es preciso, añadió,
que se dé V . cuenta de la gravedad que
»tiene aumentar las causas de descontento .
»Yo no abrigo temor sobre la lealtad a España
»de las Provincias Vascongadas . Claro es además
que no cabría dislate igual al de apartarse
los que pretenden representar algo fede-
»rati ,,vo o particularista de una nación menos
»unitaria para simpatizar, aun permaneciendo
»separadas, para vivir de cualquier modo que
»sea bajo la protección directa o indirecta de
»otra nación enloquecida de todo lo que es
»unidad, uniformidad, simetría, v es nación
»prepotente . Pero sepa V . que unos vascongados
que han ido a ver la Exposición de
»París, han tenido medio de indicar al Gobierno
francés su propósito de separar de
»España las Provincias Vascongadas y ponerlas
»bajo el protectorado de Francia . El Gobierno
»francés ha tenido la lealtad de enterarnos
»del caso, lo cual no me ha impedido prevenir
»a algún otro Gobierno de la modificación
»territorial soñada mermando España, aumen-

275
»tando el poder de un vecino . Ya ve V . que no
»tendría yo sentido político si cuando en algo
»he herido forzosamente el sentimiento fuerista,
»hiriese innecesariamente en sus paisanos de
»V. otro sentimiento aún más vivo. He querido
»conociera V . todas las circunstancias y confío
»en su buen juicio .»
Sin tomarme tiempo para reflexionar, contesté
en el acto : «V. sabe que no profeso ni
»afecto ni odio a los jesuitas . Creo que tenía
»razón el Capitán General de las Provincias
»Vascongadas, el moderado D . Manuel de Ma-
»zarredo, de tanta ilustración, cuando en escrito
»luminoso dirigido al Gobierno preveía que
»la vuelta de los jesuitas a Loyola en 1852
»traería hondos peligros. La guerra última no
»ha desautorizado lo que él expuso . Lo que
»de los Jesuitas sé es que ninguno de los hombres
políticos vascongados, bien pertenecieran
»al partido moderado, bien a la Unión liberal,
»ha entrado allí para hacer ejercicios sin que
»haya salido siendo carlista . Pero V . no ignora
»que en 1868 y en el momento de decretarse
»la más amplia libertad religiosa me pareció
»inconsecuencia monstruosa expulsar a la Compañía
mientras se daba a los protestantes
»la. libertad de que injustamente no habían

276
»hasta entonces disfrutado . Hoy, mirando al
»porvenir, no me gustará que, teniendo los
»Padres un colegio en Orduña, establezcan otro
»en Vergara y aumenten así sus medios de
»apoderarse de la juventud de aquellos valles
»y montañas, y no obstante comprendo que
»alguna vez en política lo presente se sobrepone
»necesariamente al porvenir . Si V . juzga que
»atenúa prevenciones, suaviza asperezas entre
»aquellas masas respecto de España accediendo
»a lo que se piae, concédalo sin creer que me
»molesta (i) .
(i) Siendo yo Ministro de Fomento, quince meses
después de esta conversación, evité que el Colegio de Vergara
lo fundasen los Jesuitas_ dándolo a _los_ Dominicos,
de tan -difereñte espíritu, manifestándome su despecho
ciertos católicos, de lo que no poco se chanceaba conmigo
el Nuncio . En cambio accedí a que los jesuitas, que pri-
meramente habían logrado tener en Loyola dos Padres,
luego doce Padres y doce Asistentes o Novicios, no tuvie-
ran limitación de número .
En años posteriores, y después de sus escritos tan dis-
cutidos a favor de la opción por el mal menor, los célebres
religiosos han observado una conducta que les ha hecho
sospechosos a los integristas, cuyo jefe ha roto relaciones
con ellos y marcha de acuerdo con los Capuchinos, así
como no se entienden bien con los nacionalistas, que tantas
concomitancias tienen con aquellos soñadores en restaurar
el siglo xtti .

277
Acaba V. de alegar una razón y un recelo
de esfera y trascendencia muy superior a esta,
de jesuitas y antijesuitas, y he de decirle
y le sorprenderá, que conocía la entrevista
de París . Vino hace poco, como acostumbra
cada semana, a pasar un día en la casa de
campo que el general Lemery tiene en San
Sebastián el ex-ministro francés Duclerc que
también tiene casa de campo en Bayona (i) .
«Desde hace veinticinco años que Duclerc llegó
»emigrado a España se profesan la más íntima
»amistad, y como era natural en aquellas largas
»horas en un jardín, hablaron entre otras cosas
»de la situación en que ha quedado el país
»vascongado . Sospechaba el senador francés que
»habría graves complicaciones todavía de resul-
»tas de las novedades impuestas a las Pro-
»vincias, y Lemery le dijo que, si bien las dificultades
habían sido serias y continuaban
»mereciendo atención, la paz es y será inal-
»terable . Entonces Duclerc refirió la conver-
»sación de París, añadiendo que en el estado
(i) Había sido en la República de 1848 ministro de
Hacienda . Después del paseo y conversación que aquí
se refieren fué en la tercera República Ministro de Negocios
Extranjeros y Presidente del Consejo de Ministros .

2 7 8
»presente de Europa no podría Francia sin
»caer en demencia fomentar descontentos semejantes,
porque además de ser posible que
»las ideas manifestadas por algunos vascongados
al Gobierno de París fuesen alucinaciones
de cerebros enfermos, de individualidades
escasísimas en número, la Francia se
»sentía vigilada en todas sus fronteras, no
»únicamente en la del Este, y debía preferir
»a todo la seguridad de que mientras le fuese
»necesario luchar en los Vosgos, los Alpes o
»el Norte, le había de guardar España, en
»nada herida ni maltratada por ella, sincera
»y leal neutralidad en el Pirineo .»
¡Tentativa de sublevación liberal-carlista, ofrecimiento
a Francia de separar de España las
Provincias Vascongadas! He aquí los últimos
pasos en la ultra-intransigencia fuerista . Los
individuos que hablaron en París desconocían
totalmente el estado del ánimo vascongado
en aquel momento. Que en él había vivo amor
a los Fueros demostráronlo mis paisanos, no
ya con dignidad sino cayendo en injusticia
contra D . Alfonso XII al acogerle glacial y
casi sañudamente cuando . al pasar desde la
Coruña para Berlin, se detuvo un día en San
Sebastián en aquel harto célebre viaje de 1883,

279
tan mal realizado como bien pensado ; y a las
pocas semanas cuando, después de las hediondas
escenas a que en París se entregaron los
que llamó miserables el Presidente de la República
en justo desagravio para nosotros, aunque
no oficialmente público por imprevisión de
nuestro Gobierno, regresaba el Rey personificación
suprema de la Patria, recibió de la misma
población de San Sebastián, que en medio de
tempestad horrible, confundidas a impulsos de
un mismo sentimiento las clases todas, invadió
a las doce de la noche la estación del Ferrocarril
y sus contornos, las más calurosas y
delirantes manifestaciones de entusiasmo viendo
y considerando y amando en él al Monarca
español, a la Patria española . Ante el insulto
francés solamente latía el leal y patriótico
corazón en los vascongados ; ningún recuerdo
amargo asomaba ; todo quedaba pospuesto a
la Patria, a España (i) .
(i) Quince años habían transcurrido, y la misma ex-
plosión de sentimiento patriótico tuvo lugár en toda Vas-
conia ante la conducta inicua de los Estados Unidos . En
todas las poblaciones, así importantes como pobres aldeas,
se verificaron manifestaciones calurosísimas de españo-
lismo . Tan ardiente en este que condujo al pueblo de Bilbao
a apedrear las casas de los Bizcaitarras, que son separa-

280
Hubo un error en que cayeron no solo las
personas más extremadas sino también las más
tistas francos, y de los Euskalerriacos, que son regiona-
listas, fueristas avanzados ; forma a la verdad censurable
de exteriorizarse un sentimiento santo, pero que bien
prueba mi aserto sobre la solidez de los vínculos de Vas-
conia con el resto de España . . En la suscripción nacional
para comprar un acorazado y atender a algunos gastos
de la guerra, la Diputación de Vizcaya dió 1 .000 .000 de
pesetas, el Ayuntamiento de Bilbao 500 .000 . Los demás
Ayuntamientos y los particulares (aunque se ha obser-
vado la abstención (le personas poderosas que tienen
muchas relaciones y asuntos con el Estado español) 8oo .ooo .
En Guipúzcoa la Diputación dió 300 .000 . El Ayuntamiento
de San Sebastián roo .ooo . Los demás Ayuntamientos
y los particulares próximamente 500 .000 . ¿Qué otras
provincias han contribuido proporcionalmente más?
Al tomar su acuerdo la Diputación de Guipúzcoa con-
signó lo que sigue:
«Lo cuantioso del sacrificio no ha bastado a apartar
»la Diputación guipuzcoana de la línea de conducta que le
avenía trazada por la tradición constante de esta tierra,
»que siempre se ha preciado de noble y de hidalga, y por
usos propios sentimientos de inquebrantable fidelidad a
»la madre España, con quien nos hemos cubierto de gloria
»en las magnas empresas que el genio de nuestra raza
»llevó a través de los siglos en ambos mundos y cuyas
»amarguras hemos compartido con alma, vida y corazón .
uDe que Guipúzcoa fué siempre sostenedora incansable
»de la honra y del pabellón nacional nos queda elocuente
»testimonio dentro de nuestra propia casa, en los épices
»sitios de Fuenterrabía, y fuera de ella, en las proezas
»sin numero que los esforzados hijos de esta tierra rea:i-

2Si
moderadas de la intransigencia, y otro error
en que incurrimos mis amigos y yo . Habíanse
»zaron en todas las regiones del orbe a donde llegó la ban-
dera española . Guipúzcoa no puede olvidar v no olvida
»nunca que uno cíe los más ricos florones que aún quedan
»a España de su mermado imperio colonial, lo constituye
»el archipiélago filipino que conquistó Legazpi y evan-
gelizó Urdaneta, ni que el primer buque que ostentando
»la bendita enseña que es símbolo de nuestra patria midió
»la redondez del globo, estaba mandado por el guipuz-
»coano Juan Sebastián de Elcano ; ni que en las inmensas
»soledades americanas derramaron nuestros mayores pró-
digamente su sangre generosa por el acrecentamiento
»del territorio español y por el enaltecimiento de su nom-
bre, aun a riesgo de que viniesen a la desaparición de su
»fortuna muchas de las más linajudas familias por su loable
),empeño de cubrir los mares con buques españoles y se
»arruinaran las casas solariegas que eran orgullo de nues-
tros valles .
»De entonces acá habrán podido variar v hau variado,
»en efecto, las condiciones de vida de este país que llora
»la pérdida de instituciones seculares que en otros tiempos
»labraron su dicha ; pero lo que no ha variado ni variará
»nunca porque lo trasmiten con la sangre unas a otras
»generaciones, es el amor a España de que blasonamos
»y blasonaremos siempre así en los días de bienandanza
»como en los de adversidad .
»Y habrá pocas ocasiones en que ese amor tenga mo-
tivo de mostrarse con tan riguroso arranque como cuando
»vemos a nuestra madre patria agredida injusta y villa-
»namente Cuando se ha tratado de defender la honra
»de nuestros hogares y el buen nombre do nuestra patria,
#nunca han medido los hijos de esta tierra la magnitud

2Q2
imaginado los primeros que animaba al país un
entusiasmo fuerista capaz de resistir todos los
»del empeño, sino que se han dejado subyugar por los
»impulsos de su corazón .»
Y como si esto no bastara dirigió la Diputación una
Circula» a los Avurrtamrentos incitán-loles a tomar parte
en la suscripción nacional y se expresaba como sieue (, de
Mayo de 1898) :
«Quien fué noble en la sucesión de los siglos, noble tiene
»que ser por fuerza, y si nuestros padres lo fueron con
»respecto a España cuando España gozaba de prosperidad
»y holgura, más lo hemos de ser nosotros cuando nuestra
»madre patria se ve vilmente acometida No importa
»que haya variado la manera de ser de Guipúzcoa y que
»lloremos la pérdida de instituciones que no databan y
»que supieron hacer dichoso a este país . Empeño de honra
»es para nosotros demostrar que somos lo que fuimos,
»y que Guipúzcoa, su pena de arrancar las páginas más
»resplandecientes de su historia, nunca dejará de ser espa-
»ñola .»
Estas declaraciones N' estos hechos no pierden su valor
por un incidente al parecer de carácter opuesto . El jefe
de los separatistas vizcainos, el insultador de los no vas-
congados y de nuestro ejército, fué elegido inopinadamente
un día diputado provincial . El caso por su génesis careció
de importancia . El éxito que en Abril 1898 tuvieron dos
candidaturas legislativas de personas totalmente extrañas
a país eusharo, simpática una, las dos generosas y esplén-
didas, debía producir forzosamente en alguna parte de
la Euskalerria no poca reacción euskalduna . La inmensa
decepción que el resultado de la guerra con los Estados
Unidos infundió en tantos espíritus por mucho tiempo
cándidamente optimistas, produjo también impresiones

283
sufrimientos o de inspirar todos los arrebatos ;
era seguro conduciría la consecuencia en los
desfavorabilísimas respecto de la dirección que durante
tanto tiempo se había dado desde el centro a todos los
organismos . Hubo, pues, una reacción justa si hubiera
sido limitada, y por desgracia pasó a ser apasionada, ciega
e insensata contra Madrid . Por otra parte padecía Viz-
cava la afrenta, que debiera haberse atribuído a sí misma,
del yugo tirano de un capitalista, industrial y cacique,
tan pronto conservador como fusionista, a quien dificul-
taban poco los miramientos . Logró sacar triunfantes en
el distrito de Bilbao a tres de sus patrocinados . Pero se
reunieron sus adversarios de todos lados para conseguir
siquiera que el cuarto lugar fuese ocupado por el candidato
que más molestase al cacique, y . era un bizhaitarra . Triste
es decirlo : un hecho que resultaba antiespañol fué ins-
pirado por otro capitalista rival del primero, conservador,
agraciado por el Rey de España con título del Reino ;
y del propio modo se susurró que el Gobernador civil (un
liberal), despechado al ver que sus amigos perdían los
tres primeros puestos, favoreció la conjura . Del propio
modo más recientemente una agrupación de capitalistas
de varios partidos decidió obtener, costara lo que costara,
en elecciones provinciales la mayoría de la Diputación .
Mas otro cacique que tiene bien poco de vascongado y
no sabe vascuence y sin embargo es el caudillo del sepa-
ratismo, decidió con dos o tres amigos derrochar una parte
del caudal fabulosamente acrecentado durante la guerra
mundial en la industria de navegación (gracias a su ca-
rácter de española) en sobreponerse su bandera v salió
triunfante en su empeño . Bien es verdad que ha llevado
a punto inconcebible su extraño vasconismo, y metiéndose
a dar órdenes a eclesiásticos con audaz usurpación de

284
principios y apreciaciones a un arreglo con
el Gobierno. El hecho fué que el país durante
aquella crisis violenta no se atuvo ni a unos
ni a otros principios y, conjeturas : fluctuó sin
rumbo entre dos direcciones y, transigente un
día, fué intransigente en el inmediato para
una \% Varias veces cambiar de actitud . Olvi-
las facultades episcopales se ha acarreado, al menos en
estas clase de cuestiones, la pérdida de la mayoría por
habérseles separado Diputados que han declarado que
antes han de seguir al Prelado que al cacique ; ¡son ele-
mentos de esta índole lo que levantan estruendosas voces
contra lo que llaman podredumbre en la cumbre del Estado
español! Así, por móviles más que mezquinos de rivalidad
local y personal, de encono de bandería, se echaba desdoro
sobre la lealtad vizcaina y se hería a España . Una vez
pensó el Círculo Bilbaino en extender su acción y fijó
un día de Pascua de 1904 para enviar una comisión a San
Sebastián a fin de inaugurar un círculo nacionalista donos-
tiarra . La actitud de indignación de los habitantes casi
unánimes fué tal que no se atrevió el desdichado elemento
a llevar a cabo su tentativa; y posteriormente se ha visto
obligado a disimular o atenuar su programa . Así, y dada
la extremada lamentabilísima división de los partidos
verdaderamente españoles, que harto frecuentemente no
dan al viento banderas sino banderines y constituyen
grupos casi atomísticos, ha logrado el nacionalismo o
bizcaitarrismo, auxiliando unas veces a unos grupos,
oteas veces a otros, con tal de que en cambio algo le dieran,
introducir una pequeña representación en el Ayuntamiento
de la capital y en la Diputación provincial .

2S5
daron los liberales su mismo aviso al país de
que si había guerra se perderían los Fueros,
olvidaron sus propios antecedentes poco fue-
ristas : no se realizó lo que yo creía sobre la
fuerza de sus convicciones y su cautela. En
cambio, a mis adversarios les ocurrió tomar
por lo serio las declaraciones un momento
muy generalizadas sobre lo despreciable así
de cuanto s-2 nos conservaba como de las exen-
ciones para los liberales y sobre el propósito
de resistir enérgicamente las novedades cuales-
quiera que fueran los sufrimientos probables .
«Todos los Vascongados, decían los intransi-
»gentes, hemos llegado a ser unos ; no, no coope-
»raremos jamás desde los Ayuntamientos a
»que se plantee nada de la ley , de 21 de julio :
»jamás admitiremos ese Plato de le .tte¡as de
»las exenciones con que se sueña obtener de
»nosotros que seamos cómplices del plantea-
»miento de tan cruel medida . El país está uná-
»nime en resistir . Resistirá con brío» . Una
persona distinguidísima, de austeros principios
e imaginación poética, de escaso sentido polí-
tico, muy fuerista en este período de su vida
aunque su padre fué (y él también) señaladí-
simo antifuerista, había creído oportuno recor-
darme en una carta que los juiciosos de i8o8

2 s6
habían resultado afrancesados (lo cual era decir-
me que quienes transigiesen con el Gobierno
de ?Madrid, como es a veces llamado en la Eus-
kaierria, caerían ante el país euskaro en situa-
ción parecida a la que ante España tuvieron
los afrancesados) ; y llegado diez meses después
el caso de verificarse la primera quinta, excla-
maba: «No logrará el Gobierno sacar ni un
»solo soldado para el ejército» . Prescindiendo
de que, no ciertamente la misma persona a
quien aludo, pero quienes eran de sus ideas
cayeron en lo de afrancesados vendo a hablar
con ministros franceses de que con el apoyo
francés la.s Provincias Vascongadas se separa-
sen de España, era menester abrigar sobradas
ilusiones para no discernir lo ficticio de tales
anuncio de resistencia pasiva o activa . La
política de producir el vacío alrededor del
Gobierno y de la Ley se vió sorprendida y
atónita al verificarse esa primera quinta sin
apenas dificultades, siendo la segunda tan extre-
madamente fácil como en Soria o Ciudad Real,
no produciéndose el vacío ni renuncia alguna
del plato de lentejas sino que por el contrario,
en cuanto quiso el mismo Gobierno que se
cumpliese la ley, afluyeron de todas partes
peticiones de exención en número que se cali-

'5 7
ficó de escandaloso, si bien he de manifestar
que ., aun cuando en efecto llegó a ser excesivo,
creo que no fué acertada política en varios
Ministros de la Gobernación interpretar restrictivamente
las exenciones que al fin N, al cabo
han prevalecido con toda amplitud (i) .
(r) Lo mismo censuro aquí a los conservadores que
a los liberales . Pero no he de omitir un dato . Según notas
tomadas del Boletín O/icial de Guipúzcoa, desde Julio
de 1882 hasta Marzo 1883, esto es, en ocho meses de situa-
ción fusionista o liberal, solo en la provincia mencionada
fueron desestimadas quinien!as cincuenta y una solicitudes
de exención del servicio militar, deducidas con arreglo
a la ley , de 21 de julio, entre las cuales las había de per-
sonas que conocida v públicamente sirvieron con las armas
en la mano la causa (le la -";ación . En el mismo espacio de
tiempo fueron otorgadas seis exenciones . Desde Marzo
1883 el Boletin dejó de publicar las relaciones (le las dene-
gadas, a causa del pésimo efecto que esto producía en el
país . Hasta llegó a declarar D . Venancia González, ministro
de la Gobernación, resolviendo contra el parecer del Mar-
qués de Miravalles, que los miñones y camineros, forales,
miqueletes, en quienes, como es sabido, se encarna prin-
cipalmente el espíritu liberal del país, no tenían derecho
a la exención del servicio militar como comprendidos
en la lev citada (Real orden de 3 de Marzo de 1882) . 1 en
efecto, no lograron exención para sus hijos los dos hermanos
Arnau, héroes guipuzcoanos . Oí otra cosa entonces a al-
guien que ha sido ardoroso amigo político de Sagasta,
y será fácil comprobar si el hecho es exacto : díjome que
el ya mencionado D . Venancio González llegó a negar
que contra sus acuerdos se pudiera recurrir por la vía

288
Y es confesión inapreciable del error intran-
sigente de entonces lo que sin pensar quizás
en su alcance dijo quien acababa de agitar
en las Provincias la bandera de la intransi-
gencia, Tratábase de una de las infinitas ten-
tativas que, habiendo él y sus amigos rechazado
durante año y medio la solución ofrecida por
el Gobierno de que se conservase el organismo
foral aplicando ellos en la forma que gustasen
la ley, empezaron a hacerse pronto después
de suprimido el organismo para que fuese
restaurado sobre la base de admitirse la cuota
fija y la quinta, a cuyo fin dirigirían una ins-
tancia las Diputaciones Provinciales a los Po-
deres Públicos para obtener esta concesión ;
tentativa que, además de no apoyarla Vizcaya,
era extraña, hecha notoriamente a deshora,
aunque en cumplimiento exacto pero infeliz
contenciosa, fundándose en que las exenciones no cons-
tituían derecho sino gracia otorgada por la ley . Mas en
España se pasa de un extremo a otro, y los mismos libe-
rales de Madrid, antes tan impolíticamente restrictivos
como los conservadores, han concedido en iyo6 una pró-
rroga inexplicable a los treinta años de haberse estable-
cido para solo un decenio la dispensa ; con lo cual se han
organizado en \asconia agencias que hacen un tráfico
inmoral, escandaloso, de las exenciones, reprimido al fin
por el Sr . La Cierva .

289
del programa que en sus ilusiones había formulado
el intransigentismo moderado . El personaje
provinciano notaba con más acierto el
estado de la opinión en Vasconia, condolíase
amargamente del poco apoyo que halla toda
idea y toda súplica de restauración foral, ora
parcial, ora total . Ahora decía : No es posible
negarlo . Mientras Bohemia, Hungría, Irlanda,
mantienen vivas y con gran pasión sus reclamaciones
históricas porque allí hay un poderoso
espíritu de nacionalidad o de autonomía, aquí
si alga se pide, es fríamente y trasciende en
seguida que únicamente se quiere cumplir con
cierto público . No tiene eco la reclamación :
nunca hay una opinión briosa . El organismo
de Juntas . v Diputaciones forales gustaría, pero
nadie hace el más mínimo esfuerzo para conseguir
su reintegración . Se exhalan dos o tres
suspiros y luego todos se atienen a lo que existe
(i) . Quien así se lamentaba no comprendía
(i) Por haber sido considerado como fuerista suma-
mente tibio el sagastino D . Eduardo Aguirre, durante
algún tiempo Diputado por Bilbao, no tiene tanta fuerza
en esta ocasión su parecer . No obstante, es oportuno recor-
dar su carta publicada por el compilador que escribió
el opúsculo titulado la Abolición de los Fueros (Pági-
nas 270 NI 277) . Las opiniones del transigente a quien arriba

290
el destino moral v material efecto de tan terrible
guerra y el plazo que exigiría el volver los áni-
mos a su normal esfuerzo . Este era el error
fundamental entonces de la política intransi-
gente, que no tengo por buena en otros puntos .
En 1877 10 que algunos creían expresión de
un sentimiento incontrastable, consistente, arro-
aludo son de total conformidad con las mías, incluso en
lo relativo a la proclama de Somorrostro, y si exceptúo
de mi conformidad lo que concierne a la Circular de Oc-
tubre iS8o, reconozco que ésta no dejó de causar mal
efecto en los liberales, pero ilógicamente, pues la Circular
se dió para proteger a quienes lo merecían poco .
(La opinión respecto (le los Fueros se ha modificado
»profundamente y ya nadie pretende ni espera su reivin-
»dicación . Lste es asunto que pasó a la Historia ; y si se
»exceptúan Trueba, Sagarminaga, los Adán de Varza y
potros pocos más llamados aquí Euskalerriacos, los libe-
erales que están en la realidad (le las cosas no desean la
*vuelta de la integridad del Fuero Si los conservadores
»cuentan con pocas simpatías en las Provincias Vascon-
gadas, no es precisamente porque les haya cabido la suerte
#de suprimir los Fueros, pues todas las personas sensatas
*están persuadidas de quc cualquiera que fuese el partido
»que Jiuóiera imperado al terminarse la guerra . hubiera hecho
»lo rnis»ao impulsado por las corrientes de la opinión . Las
*causas de la antipatía con que se mira al partido conser-
»vador so, : el acto inconstitucional de Somorrostro, que
»hirió profundamente a los Vascongados, y la Circular
ade o (le Octubre que les enajenó para siempre el aprecio
»del país .*

291
llador, el primero de todos a su juicio, era
sobre todo gritería de un grupo . ¿Y cómo no?
Debajo de la fingida resucitada unidad, de
la imaginada nacionalidad vasca, palpitaba el
sentimiento que después del españolismo es el
más vivo en el país euskaro . Harto habían
desdeñado liberales y carlistas la suerte de
los Fueros, los unos al emprender la guerra
y no querer negociar la conservación de aqué-
llos cuando era ya evidente que D . Carlos
estaba vencido, y los otros rehusando que tal
conservación se obtuviese por Convenio con
sus adversarios absolutistas . Ciertamente los
unos y los otros aman instituciones venerandas,
pero para los unos lo primero es salvar las
almas, como ellos mismos proclamaron, para
los otros lo primero es que ni aun de la manera
más indirecta influya el cura en Vasconia ;
para unos lo esencial es ser católicos, para
los otros ser anticlericales . La actual división
o subdivisión de los Vascones arranca lamentos
y ayes a los Euskalerriacos, quienes conjuran a
sus paisanos a que se unan bajo la enseña sagra-
da de los Fueros . Vano llamamiento . Los Vas-
congados se hallan más enconadamente divi-
didos por efecto de las guerras civiles que los
demás Españoles . Mientras sean Españoles como

292
igualmente si dejaran de serlo quedarían separados
unos de otros por cuestiones tan candentes,
sobre todo en su región, como el triunfo
o vencimiento de Carlos V, Carlos VI, Carlos
VII o bien Isabel II, Alfonso XII, Alfonso XIII,
de la Monarquía absoluta o de un Gobierno
liberal . Y ¡horrible hipótesis! si un día fueran
Vascongados sin ser Españoles, en las pasiones
que les agitan les bastaría dentro de su independencia
ser Europeos para que les destrozaran
guerras intestinas inspiradas por la hostilidad
o la adhesión a la tolerancia religiosa .
a los derechos individuales, a la prensa, condiciones
esenciales según unos, nefandas según
otros, de la existencia humana en la actual
civilización (i) . Entonces, pueblo independiente
(i) Hungría es ejemplo de nación oprimida que se
invoca en Vasconia, aunque no -tanto como Irlanda y
Polonia, para alentar una resistencia enérgica al poder
central opresor . Prescindiendo de que por el contrario
ella es la que trae a mal andar toda la monarquía en ambos
lados del Leitha, de lo que para Vasconia debiera ser ejem-
plo Hungría es del peligro que hay en alardear de est-ir
unánime un pueblo reclamando más t • más autonomía,
total o relativa independencia, cuando hay posibilidad
de que no existan ni la tal unanimidad ni el tal brío, cuando
se está lejos (le aquel entusiasmo fanático v sublime del
pueblo español contra Napoleón .

294
férreamente unitaria . En cualquiera de estos
casos perecerían los Fueros que suponen a
¡Ah! entonces un rasgo de sagacidad del monarca y sus
consejeros súbitamente cambia el aspecto de las cosas .
Anuncian que van a proponer se establezca el sufragio
universal, y he aquí la nación dividida . En vano la Liga,
la Unión de partidos agita más y más la nacionalización
del ejército : las masas húngaras abandonan a los prohom-
bres agitadores . Temen estos que una nueva disolución
les arrebate la mayoría en la Cámara y para conservarla
capitulan ante el Rey : de su programa retiran lo relativo
al ejército y se contentan con obtener del monarca que
propondrá la extensión del sufragio sin que llegue a ser
universal . El monarca, a quien toda Europa proclama
vencedor en el conflicto, generosa y también astutamente
les entrega el poder en tal momento, y ellos recogen el
menos brillante concepto en que caen los que al obtener
aquél abandonan un gran principio .
Es verdad que pasado algún tiempo los hombres de
raza magyar, que al fin habían logrado el poder, han tra-
tado desde su nuevo puesto de renovar la lucha sobre
nacionalidad con el Emperador-Rey, no descubiertamente
y en lo relativo al ejército, sino en lo relativo al régimen
arancelario único, pues de un modo o de otro lo que se
pretende es aflojar hasta disolverlo el vínculo real, ya que
no el vinculo personal, que une a las dos monarquías .
Pero a esos hombres les ha sobrevenido una gran lección .
Porque en su lucha con el nacionalismo magyar, que es
eminentemente burgués, el Rey planteó para combatirlo
o aminorarlo la cuestión del sufragio universal, ha tenido
que plantear el mismo problema en la Cisleithania como
Emperador de Austria, y en esta otra parte de la monar-
quía dual ha sido resuelta con más rapidez . Puesto en prác-

295
Vasconia con una existencia espec .
dentro de la Nación española y ci
lealtad respecto de ella . La divisi,
Vascongados es tan inevitable como
geneidad de criterio entre los hoi
cuanto a la conservación de todo lo antiguo
o a la admisión del alud de novedades en la
faz y en el fondo de la humanidad, de huella
como la impresa por los siglos XVIII y xix .
las aquí hay algo que se asemeja a la incompatibilidad
de dos fes, al odio de dos razas .
En aquellos días del Todo o Nada, todos somos
unos, guerra a la ley de 21 de julio, conversaban
en una aldea de la parte baja del río
Oria un industrial liberal y un cura muy carlista,
los dos muy conocidos míos, sobre la
resistencia al Gobierno, la cual tenía el caluroso
tica en Mayo de 1907, ha dado un resultado que ha sor-
prendido a todos en Bohemia como en la parte más ale-
mana del Imperio; los jefes y huestes heterogéneamente
nacionalistas han sido vencidos por los socialistas puros,
o por los socialistas cristianos, por los antisemitas como
por los clericales . Y la opinión general en Europa es que
las nacionalidades de cada lado del Austria han fatigado
al pueblo que cada cual quería halagar con su particu-
larismo, nacionalismo, llegando a predominar ahora en
los electores del sufragio universal los hondos problemas
sociales y religiosos .

296
asentimiento de los dos . Preguntó harto cándidamente
el liberal : «Y cuando triunfemos unidos
¿qué pasará?--«Cuando triunfemos, contestó el
presbítero, los que son más gobernarán, los
que son menos obedecerán .»--«Entiendo : nosotros
quedaremos a merced de Vds . A tanta
costa no quiero Unión .»-En período de calma
general, cuando no está planteada otra cuestión
que agite las pasiones, en período en que
se revele la debilidad del Estado en el interior,
la debilidad de España en el exterior, toda
Unión vascongada, toda Liga autonomista podrá
parecer fuerte y brillante ; mas cuando asume
la cuestión religiosa, la cuestión carlista, caerá
y se hundirá toda Liga, toda Unión . Entonces
cesará el grito sonoro de : Somos solamente
vascongados . Todos sopaos unos . (i)
(i) Lo que ocurre en 1907 lo corrobora irás y más .
Desde igo .l y con motivo del impuesto sobre los alcoholes
de que hablaré después, Vasconia entera no tenía más
cuestión que la de unirse o no unirse todos sus hijos contra
las exigencias del Gobierne y, para la reintegración de
sus Fueros . Guipúzcoa especialmente agitaba el problema
de la Liga Foral autonomista . Pero desertando de la gran
política de Sagasta y Alonso Martínez, que incluian tanta
cautela como espíritu de progreso en sus soluciones del
problema religioso, levanta Moret la bandera de reformar
la Constitución para transformar la tolerancia en libertad

'97
Y este es el ilogismo de los liberales : el ultravasconismo
conduce a los menos, los liberales,
de cultos, sobre todo levanta Canalejas la bandera de su-
primir las Asociaciones religiosas, y de pronto surge vehe-
mente v poderosa la protesta de la inmensa mayoría de
Vasconia, intentando los liberales euskaros contrares-
tarla . Católicos y Liberales se entregan a odiarse viva
y sañudamente : nadie habla más de Fueros ni de Región .
Hasta han tomado aspecto las cosas de posible guerra
civil, lo cual hace criminal la ignorancia del radicalismo
madrileño en Paraninfos y Ateneos respecto de lo que
hacen posible sin derramamiento de sangre los sentimientos
predominantes hoy todavía en España, especialmente en
Vasconia : se sobrepone la cuestión religiosa a las demos
y embarga los ánimos ; esto es, una cuestión española,
europea, universal, porque es y será en todos los pueblos
y todos los siglos la que conmueve a los seres humanos .
En las Provincias Vascongadas hubo manifestaciones
católicas imponentes, colosales, porque en San Sebastián
se reunieron 20 .000 manifestantes, en Bilbao 4o .coo .
(Pamplona había dado el ejemplo) Ni con mucho se acer-
caron a la importancia de estos ineetings los convocados
por los anticlericales, si bien no fueron, no, para desde-
ñados . El Ayuntamiento de San Sebastián, por 18 votos
de republicanos y de liberales dinásticos contra 8 de dis-
tintos matices pero de declarado catolicismo, adoptó
una resolución censurando el acto católico ; resolución
ilegal en una Corporación no política, antiliberal al pre
tender coartar el uso de una libertad consignada en las
leyes, odiosa cuando no se habían censurado procesiones
socialistas con bandera roja . Pero aquella repugnante
desigualdad fué el origen de pasar la mayoría del vecin-
dario donostiarra del lado liberal al lado católico . Así

298
a que forzosamente hayan de aceptar sin ape-
lación fuera de los lindes vascongados la ley
como había sido un exceso de represión según el espíritu
easonense que un Alcalde y un Ayuntamiento conser-
vadores prohibieran en años anteriores la representación
de La Pasionaria, y el cuerpo electoral se les hizo hostil,
así ahora la odiosa resolución rechazó del lado liberal
al lado católico a la masa del vecindario . En efecto, veri-
ficadas muy pronto después elecciones provinciales, en
la capital misma quedó aplastada la candidatura favo-
recida por la mayoría del Ayuntamiento, triunfando los
católicos. Y en toda la Provincia triunfaron éstos con
estrépito, cosa que igualmente tuvo lugar en Vizcaya .
Toda la lucha fué en pro o en contra de la Iglesia : los Fue-
ros para nada figuraron . Hasta hubo una circunstancia
notable. En las candidaturas liberales (monárquicas-
republicanas) figuraban las dos personalidades más seña-
ladas de la Liga Foral, y precisamente fueron las derro-
tadas : los dos únicos liberales victoriosos nada tenían
de ligueros .
Y todavía ocurrió cosa más decisiva al verificarse en
seguida elecciones de Diputados a Cortes : anonadados
los liberales, no se atrevieron esta vez a luchar en ningún
distrito, ni siquiera en el de Tolosa, archiproteccionista
por su industria y que acababa de estar representado
por un demócrata ultra-proteccionista y al mismo tiempo
¡oh contradicción pasmosa! ultra-fuerista . Fueron ele-
gidos sin intento de oposición los cinco candidatos del
bloque católico, entre ellos Gaytán de Ayala que como
concejal de San Sebastián había combatido con suma
entereza y plena lógica la odiosa y jacobina resolución
del Ayuntamiento de la grande y hermosa Ciudad, el
cual resultaba a su vez censurado por su juez inapelable,

299
dictatorial de los más, los carlo-integristas -
pero cuando se realiza el caso de una resolu-
el sufragio universal . No se formó bloc (o bloque) en Vir.-
cava y hasta lucharon airadamente unos contra otros
los grupos católicos ; mas no por ello logró triunfar un solo
anticlerical, y es de notar que siendo desde bastante tiempo
atrás tan bulliciosos y arrogantes los bizhaitarras o nacio-
nalistas, su candidato reunió un número de votos irri-
sorio . En Alava, solamente del distrito de Vitoria, despe-
dazándose dos bandos carlistas, retrayéndose los conser-
vadores y los integristas, triunfó, no como fuerista sino
como, anticlerical, el candidato republicano : los demás
elegidos eran católicos . Y en Navarra se pospuso igual-
mente el Fuero : todos los triunfadores habían ostentado
ardiente catolicismo . Fenómeno es este de la primacía
en tierra vasco-navarra del problema religioso pospo-
niendo el problema foral tanto más de notar cuanto que
en los mismos días el catalanismo unía en el Principado
creyentes y ateos, perseguidores y perseguidos en lo reli-
gioso . Es cierto que varios de los que apoyaron a la Soli-
daridad declararon la habían favorecido con el exclusivo
objeto de sobreponerse al fin todos de este modo a la tira-
nía de una de las fracciones republicanas, (le la que se
sospechaba complicidad en odiosísimos atentados dentro
y fuera de Cataluña ; pero ni daban esta explicación mu-
chos factores de la unión, ni deja de ser evidente qoe la
fe religiosa fué pospuesta a consideraciones políticas .
Por otra parte, no es dado negar que el caso catalán influirá
ahora mucho en lo que ocurra en Vasconia, pues el ejem-
plo es malo -y contagioso . Aunque es tan vivo todavía
y pujante el sentimiento español que, al constituirse una
nueva Diputación a Provincial en Vizcaya, inspiró a su
Presidente Sr . Salazar estos hermosísimos conceptos .

300
ción carlo-integrista, todas son apelaciones de
los liberales a la autoridad de fuera de Vas-
«Amo a mi aldea sobre todas las demás, a mi provincia
«más que a otras provincias, a mi región sobre las demás
»regiones, pero a España sobre todas las cosas», Y si tam-
bién hoy el españolismo se sobrepone en Vasconia junta-
mente con el catolicismo al fuerismo, júzguese el acierto
con que hace treinta años v hace cuarenta, cuando no
había regionalismo, catalanisrno, Solidaridad catalana, Liga
Foral vascongada, cuando solo había en la -Nación una
arrolladora corriente unitaria, se pretendía unir en frente
de ésta bajo el vasconismo a los ateos y los creyentes,
a monárquicos y republicanos, absolutistas v liberales .
adoradores del siglo xiii y adoradores del siglo xix .
No puede ser mayor mi respeto a la memoria del docto
Sagarminaga, pero creí siempre un sueño en aquellos
tiempos (y tal convicción íntima públiramente procla-
mada fué la base de mi conducta su desideratum y pa-
nacea de la política vascongada que consistía en subor-
dinar todo lo que más afecta o hiere la mente o la con-
ciencia humana a lo que es estrictamente la cuestión
foral, pues siempre que ardan cuestiones religiosas o de
carlismo renacerá el temor expresado con acento triste
en sus Memorias históricas de Vizcaya (Pág .a 298) :
«Que si fuera por ventura tanta la ceguedad del país
»vasco-navarro que no encontrase en su causa privativa,
»en sus instituciones forales, en su gloriosa historia, en
»su legítimo provecho, motivos bastantes, razones ba -
»tante poderosas para regular su conducta v volver la
»espalda al clamoreo de los partidos políticos, sería for-
»zoso tener por quimerica empresa el propósito de recu-
perar lo perdido y confesar francamente que las leccio-
nes de la experiencia han sido inútiles, invencible el furor

30 1
copia porque no pueden vivir respirando libre-
mente en la región cuando están unidos inte -
gristas y carlistas sino apoyándose en los libe-
rales del resto de España, especialmente en
el representante más alto de todo lo que es
liberal, el Gobierno de la Nación, presídalo
Pidal o Salmerón . Pero aclamar el vasconismo
puro, la autonomía absoluta, y rechazar su
consecuencia actualmente N , en largo tiempo
indeclinable, el predominio carlo-integrista, que-
rer la libre respiración en frente de ambos
elementos únicamente refrenables por el Go-
bierno y negar a este protector nato de trdo lo
que no es absolutista en la Euskalerria toda
consideración o miramiento, cantar, magnificar
la autonomía euskara omnímoda sin reparar
en que pronto sería inevitablemente opresión,
y no resignarse a la opresión cuando lógica-
mente llega ; empezar por denostar N' maldecir
a aquel de quien necesariamente se ha de sol¡-
licitar que intervenga como Protector, es una
»>de las pasiones enemigas e inevitable el predominio de
da discordia 0 política vascongada o política general .
>Si lo primero, hay que apartarse sin demora de los antisguos
partidos de este país ; si lo segundo, hay que renun-
>ciar para siempre, definitivamente, a la recuperación
»de lo que lamentamos haber perdido . , >

302
de las más pasmosas contradicciones o aberra-
ciones humanas . Tan repetida es que, a pesar
de haberla hecho divertida su infinita variedad
de formas, constituye una cínica permanente
abjuración del principio pomposamente procla-
mado con el objeto de granjearse una malsana
y momentánea popularidad y de darse el gusto
de llamar malos vascongados a los que, pre-
viendo estas abjuraciones y para evitarlas a
fin de que no padezca su formalidad, adoptan
de una vez para siempre un criterio que les
libre de incalificables veleidadeb .
El Gobierno por su parte, al observar la
imprevista actitud de los literales, al ver com-
pletamente sometida a él o a su lado por un
momento al menos la gran masa carlista del
país deseosa de librarse de las venganzas ini-
ciadas por muchos de aquéllos, pensó que no
va con los liberales sino con esa masa v con
su pasividad favorable podría aplicar la nueva
ley. Esa masa en efecto se veía sin jefes, veía
que el Gobierno vencedor no empequeñecía su
victoria y que, estando muy elevado, la preser-
varía y ampararía contra ínfimas pero moles-
tísimas persecuciones . La Restauración espa-
ñola que, aludiendo a lo que naturalmente con-
ceptuaba había sido la catástrofe de 1868,

3 0 3
pero cuyo significado y alcance no quería
desconocer, había emitido aquel profundamente
político y previsor pensamiento : yo vengo a
continuar la historia ; que a diferencia de otras
Restauraciones había elaborado su Constitu-
ción con el concurso de los que la víspera eran
el Gobierno de la República, que les había
invitado a sus primeras fiestas, después de
haber adoptado elevado criterio en los pro-
blemas políticos, seguido procedimientos de
atracción respecto de los amigos de la Revo-
lución, va que no de inteligencia con la Revo-
lución misma, siendo entonces la Monarquía
constitucional que había de llegar a ser com-
patible con la democracia : la Restauración
española no- debía adoptar criterio totalmente
opuesto reduciendo su altura y amplitud, em-
pequeñeciéndolo cuando se trataba de fuerzas
que - también la habían combatido, pero eran
monárquicas y católicas, siendo ella misma y
por feliz coincidencia la Monarquía tradicional
y católica, moderna y liberal .

Autonomía administrativa .
Estaban resueltas dos de las tres más graves
cuestiones que constituían el problema vascongado
: el reclutamiento del ejército en las
mismas condiciones que en el resto de la Península,
la exacción del impuesto en otras muy
distintas . Parecía resuelta la - tercera cuestión,
o sea la de la forma de la administración provincial,
toda vez que, desechada por las Diputaciones
forales la idea de Cánovas, que consistía,
según dejo indicado, en que hubiera
servicio militar y cuota alzada y fija de contribución
conservándose la forma foral, toda
vez que se le había precisado a resucitar las
Diputaciones provinciales, solo faltaba al parecer
que éstas, en vez de ser de Real orden
e interinas, fuesen elegidas y definitivas . El
sufragio euskaro había al fin y al cabo sancionado
la política transaccionista . Personal-

306
mente había yo visto debilitarse y disminuir
mi posición o mi influencia provincial, y sin
embargo, aun cuando ningún ánimo tenía de
defenderla y conservarla con empeño, todavía
resultaba no exenta. d e fuerza . Motivo fué de
perderla casi totalmente una cuestión de atribuciones
dentro del organismo ya en ejercicio,
cuestión cuya graveda.d no se me ocultaba
ciertamente, pero que a despecho de los poli-
ticiens de Vasconia siempre ha de ser menor
para la masa del país que la del tributo y de
la quinta . Creo que también en el punto que
vov a tratar estuve dentro de la consecuencia
y la lógica, dados mis antecedentes . Pero
cuando fué resuelto era yo ministro, y se reunieron
en contra mía dos circunstancias . Durante
el reinado de Isabel II nueve vascongados
estuvieron en los Consejos de la Corona : siete,
moderados o progresistas, procedieron exclusivamente
como Ministros de la Nación y con
arreglo a sus principios de unión estrecha o
de nivelación ; dos hicieron concesiones al régimen
autonómico, también conforme a sus tendencias
euskaras . Yo era ministro no renegando
de lo que habían sido mi familia y mi pueblo
natal, el cual ahora parecía de pronto muy
fuerista por otra parte se distinguía por

307
algo que inspiró al Padre Isla aquel famoso
sermón predicado en San Sebastián sobre la
ley de los Efesinos : nullus ínter nos nos excellens
esto . Examinemos ahora el problema único que
había quedado sin resolver .
Tres años v medio habían transcurrido desde
la cesación de la guerra civil, año y medio
desde el establecimiento del Concierto Económico,
que sancionaba y confirmaba una
extraordinaria autonomía al dejar al arbitrio
de cada Provincia euskara la elección de los
impuestos que en ella se estableciesen y su
exacción sin más medios que los provinciales,
alejados totalmente los medios coercitivos del
Gobierno y la determinación por éste de lo
que había de ser cada impuesto . Continuaban
administrando Diputaciones Provinciales de Real
orden . El país se hallaba aun bajo el régimen
del Estado de guerra y de L suspensión de
las garantías constitucionales . El Ministerio
Martínez Campos-Silvela quiso normalizar la
situación, y lo hizo por el Real decreto de 4
de Noviembre de 1879 que disponía en el artículo
1 volvieran a disfrutar las Tres Provincias
todas las garantías constitucionales, pero
renunciando el Gobierno respecto de esas Provincias
a las facultades extraordinarias y dis-

308
crecionales que le habían sido confiadas por
el artículo 6 .0 de la ley de 21 de Julio 1876 ;
en el artículo 2 .° decía el nuevo Real Decreto
que las Diputaciones existentes continuarían
en el desempeño de sus funciones hasta la
época en que tuviese lugar la primera renovación
de las demás del Reino, ajustándose
en un todo para esta renovación a la ley provincial
vigente de 2 de Octubre de 1877, verificándose
la primera vez la elección de la totalidad
de los individuos que habían de constituir
la nueva Corporación . Determinaba el
artículo 3 .0 que conservarían su valor y eficacia
legal todas las' disposiciones orgánicas y
reglamentarias dictadas para la ejecución de
la lev de 21 de Julio . Por último, al restablecer
el articulo 4 .0 las garantías constitucionales
en Navarra, preveía que respecto de esta Provincia
se reservaba el Gobierno las facultades
extraordinarias y discrecionales que tenía por
el citado artículo 6 .0 de la misma ley. Ni a
Cánovas ni a mí nos pareció acertado el nuevo
Decreto. Cuarenta v ocho horas antes de firmarlo
el Rey, fué Martínez Campos a casa de
Cánovas en ocasión de estar yo en ella y tratábarnos
de muy distinta cosa . Nos habló del
Decreto proyectado y preparado . Evidentemen-

309
te, el entonces Presidente del Consejo y el Ministro
de la Gobernación D . Francisco Silvela
se proponían suavizar cuanto antes el estado
de las cosas en Vasconia, deseaban hacer algo
que a ésta fuera agradable, y calcularon que
lo sería devolverles las garantías constitucionales,
dejarles elegir sus Corporaciones si bien
en la forma general. A Cánovas y a mí nos
pareció (y se lo dijimos a Martínez Campos) :
z . 0 , que la medida era prematura porque, aun
siendo verdad que había orden material, el
árduo problema apenas resuelto tenía muy
agitados los espíritus ; 2 . 0 , que al país vascongado
le afectaba mucho menos el estar o no
estar suspendidas las garantías que el perder
definitivamente el organismo foral ; 3 .0, que
en vez de declarar estaba decretado todo lo
que exigía el cumplimiento de la ley de 21
de julio y había un estado legal definitivo,
por lo cual se renunciaba a las facultades extraordinarias
y excepcionales que aquélla confería
al Gobierno, era preferible, progresando
el aquietamiento moral, hacer un estudio mayor
de las soluciones posibles . Pero el Decreto
se publicó añadiendo solamente a lo proyectado,
y como para atender en algo a nuestras
observaciones, que no se renunciaba a las

310
facultades extraordinarias y excepcionales en
cuanto a Navarra, siendo así que nosotros
habíamos deseado no se renunciasen respecto
de las Provincias Vascongadas . No cabía se
hiciesen concesiones a Navarra en virtud de
la enunciada reserva : allí no procedía más
que requerir se completase el acuerdo a que
se había llegado cuando fué a aquella Provincia
el Conde de Tejada de Valdosera ; en
cambio . l a reserva hubiera podido servir para
templar la acritud que, a pesar de lo ventajoso
para las Tres Hermanas del Concierto estipulado
con las Diputaciones de Real orden,
había en cierto modo dejado la supresión de
las forales . Cabía alguna resolución de más
amplitud que la de proceder a elegir Diputados
Provinciales . Por su prisa en crear la
normalidad iban Campos y Silvela contra su
fin algo vascófilo .
Apenas había trascurrido un mes, cayó el
ministerio y se formó otro presidido por Cánovas
. Tuve yo entonces la cartera de Fomento,
y pasó casi un año sin que nada ocurriera en
la cuestión vascongada . En el otoño de i8So
se habían de verificar elecciones provinciales
en toda España y con arreglo al Decreto habían
de cesar en Vasconia las Diputaciones de Real

311
orden . Ciertamente no nos atuvimos a nuestras
ideas personales sino a Decreto tan importante
. Juzgamos imposible reservar la cuestión
de la restauración del organismo foral
por haber renunciado explícitamente el ministerio
anterior a las facultades que confería
al Gobierno el artículo 6 .0 de la ley famosa .
Además de creer muchos que, después de las
peripecias por que había pasado el planteamiento
de la ley, era imposible mantener más
tiempo ante las Tres Provincias como ideal
realizable la restauración de juntas y Diputaciones
forales y juzgaban que Cánovas y
yo persistíamos demasiado tiempo en el antiguo
criterio transaccionista, había una consideración
legal muy importante que nacía del texto
mismo del Decreto, Todo delegado o mandatario
que renuncia al mandato o delegación
solamente puede ejercer después las facultades
conferidas si de nuevo se las confiere el mandante
o delegante (i) . Por otro lado los car-
(i) Respecto de esta consecuencia del Decreto coin-
cidían las opiniones de Sagarminaga con las de Cánovas
y las mías . Es curioso, aunque lógico, que la intransigencia
euskalerriaca aplaudiese tanto como nosotros lamentá-
bamos la renuncia de aquellas facultades extraordinarias
c_ , u ¡as cuales se pudiera establecer al fin lo previsto en

3 1 2
listas daban muestras de que tomarían parte
en las elecciones, pareciendo varias veces que
el artículo 4 .0 de la ley de 21 de julio, movida aquella
parcialidad por apasionado afán de impedir que se devol-
viese algo del organismo foral a las Provincias . Instinti-
vamente adivinaba los propósitos que Cánovas y yo no
habíamos abandonado por completo antes del Decreto
de 4 de Noviembre, con lo cual pensábamos cesaría o
disminuiría la tirantez entre el Gobierno v las Provincias,
y se alegraba de que el Decreto nos lo impidiera . Después
de expresar entonces Sagarminaga su temor de que, en-
trando un vascongado por vez primera en el Gobierno .
ya dada la ley de 21 de julio, la transigencia hiciera rever-
decer las esperanzas y proyectos a que, según él, tan
acertadamente dió fin el Decreto, escribía lo que sigue :
«Cuando el Gobierno renuncia a la autorización especial
*que se le concedió para resolver este asunto, por estar
»ya cumplido el objeto de aquella autorización, quedan
*también renunciadas ipso facto, virtualmente, las facul-
tades extraordinarias que antes tuvo, y no es posible
»recuperarlas sino por medio de otra ley que las esta-
blezca, so pena de que las leyes especiales y extraordi-
narias se conviertan, una vez concedidas, en ordinarias
»y normales a capricho de los ministros con quebranta-
miento notorio de los derechos constitucionales y no
»menos infracción de las atribuciones de los Cuerpos Cole-
»gisladores . »
«Preferimos la realidad inevitable de las Diputaciones
*Provinciales . Entendemos que los Fueros son palabra
»vacía de sentido o lazo caprichoso que se nos tiende sepa-
»rándolos del derecho foral . No admitimos reforma alguna
*en lo que se relacione con nuestras instituciones que no
»concuerde, como antaño, con la voluntad libérrima del

J 1 3
dos de las Provincias les verían victoriosos :
estaban seducidos por el triunfo en Azpeitia
del único carlista que se había presentado
candidato para el segundo Congreso de la
Restauración v ya alejados de la pasividad
benévola de los primeros días después de la
Wpaís congregado en sus juntas solemnemente . Aspiramos
»a la restauración de aquellas instituciones íntegras v, lejos
»de considerar ventajosa en modo alguno su restauración
»parcial, o por mejor decir, simulada y aparente, la com-
obatiremos sin descanso ni tregua, al amparo de los dere-
chos que nos conceden las leyes generales del Reino .
»Y si por ventura se quisiera cohonestar con los razona-
omientos sofísticos de que se valen harto a menudo ciertos
»ingenios peregrinos, alguna interpretación póstuma, digá-
omoslo así, del artículo 4 .° de la ley que nos concierne
»a título de beneficio para el país, juzgaríamos llegado
bel caso de pedir que nos reconociese el derecho incon-
testable de no aceptar beneficios que obligan y de suje-
.tarnos al método electivo ordinario, por lo que respecta
»al nombramiento de las Diputaciones Provinciales, hijas
»del mismo principio en cuya virtud se nos impuso la ley
*derogatoria de los Fueros .
.Respeto sinceramente las leyes del Estado, y tanto
*que hasta he preferido que la ley de 21 de julio de 1876
*se ejecutara con rectitud y franqueza a verla convertida
»en instrumento político para ir ganando la voluntad
»de los vascongados, cuando sospeché que así podía suce-
.der .»
( .MMeneorias históricas de T"i .zcaya .-Prólogo,- Páginas
XXXV a XL)

JI4
Paz . Revolvíanse créditos carlistas de la guerra
para presentarlos al cobro cuando hubiera Corporaciones
propicias, varios habían sido cobrados
de los Ayuntamientos ora por medio de
talas consentidas en los montes, ora simulando
distintas atenciones en los presupuestos
municipales . Un hecho de muy diferente carácter
fijó además la atención del Consejo de
Ministros : ciertos sermones predicados en vascuence
que se referían poco al dogma y a la
moral cristiana y mucho a la cuestión foral
y a la política en general: por lo cual pensó
que debía procurarse tuvieran un límite estas
apelaciones a combatir la Restauración y a
enardecer la resistencia del país contra las
leyes del Estado . Y no menos juzgó que era
deber suyo no dejar sin defensa, en caso de que
resultaran vencidos en las elecciones provinciales,
a los leales en Vasconia a los Poderes
Supremos de la Nación durante la guerra
civil, y con estos propósitos resolvió que las
Diputaciones elegidas se rigieran por la ley
provincial de todo el Reino, a fin de que sin
ninguna duda y sin esfuerzo fueran apelables
sus acuerdos .
Esta medida, que alcanzó celebridad en la
tierra vascongada con el nombre de Circular

3 1 5
de Octubre (i88o) y que por mi parte juzgué
sería bien recibida por los liberales de la región,
me atrajo por el contrario una, no ciertamente
unánime (pues no faltaron quienes en voz
baja convenían y me decían era acertada la
disposición mencionada), pero muy extensa N -
sobre todo muy viva y ruidosa impopularidad .
Tuve entonces, después del impensado fuerismo
ardiente de una parte numerosa de San Sebastián,
mi segunda y por fortuna va última sorpresa
en el largo 5- sinuoso curso de la cuestión
vascongada . Lo confieso : si solamente atendiese
a lo que el partido liberal casi unánime
fué entonces conmigo, debería yo estar arrepentido
de haber cooperado a tomar medidas
para ampararle . Prorrumpió en gritos de indignación
contra mí por su insuperable temor
en la más insana puja de vasconismo : yo nivelaba
Vasconia con Castilla ; hasta se supuso
que Cánovas, autor y yo algo cooperador en
el C&ncierto hcónómico, quitábamos a las Diputaciones
Provinciales las facultades indispensables
para cumplirlo y que solapadamente
nos encaminábamos a destruirlo ; que yo estaba
en el poder para arrebatar a la tierra euskara
mayor porción de sus libertades . Y precisamente
lo que el Gobierno hacía, respetándolas

316
dejando íntegras las facultades extraordinarias
de las Corporaciones Provinciales que el cum-
plimiento del arreglo exigía, era evitar que
tales libertades pudieran emplearse contra los
liberales, era impedir que esas mismas facul-
tades sirvieran jamás a una mayoría carlista
contra los defensores de los Poderes legítimos
de España . Precisamente porque no cobra direc-
tamente el Gobierno los impuestos, porque
hay encabezamiento y las Diputaciones pueden
establecer la tributación que gusten, repar-
tirla como gusten, era por lo que no podía
dejarse entonces abandonada una minoría leal
a lo que quisiera una mayoría que la víspera
estaba en armas contra la Nación ; era menester
que si la minoría llegase a ser vejada, tuviese
expedito y fácil el recurso de alzada. La medida
se encaminaba con cautela a que, establecién-
dose la normalidad, eligiendo el país sus
magistrados provinciales, pudiera evitarse que
esto sirviera al carlismo para desquitarse con
aparente legalidad imponiendo vejámenes a los
liberales vencedores . Si la mayoría en las Cor-
poraciones resultaba carlista, pero moderada,
correcta, al tener en su mano la administración,
si se veía que la Circular había sido precaución
innecesaria, nada tan fácil como dejarla a un

1 7
lado y aun retirarla . Pero nadie en Vasconia,
ni los favorecidos con el acuerdo del Gobierno,
quiso darle en público tal carácter ; nadie quiso
comprender que el sistema seguido por el
Poder Supremo era el de la gradual entrega
de su administración al país, v bien podía
procederse así cuando, a pesar de la Circular,
quedaban al país facultades que jamás tuvo
en lo antiguo y que, no diré subrepticia, pero
sutilmente se habían establecido en tiempos
recientes . Nadie quiso recordar que, cn tiempos
de Fuero puro, ni los Ayuntamientos ni las
Diputaciones podían imponer arbitrios o con-
tribuciones sin autorización del Rey, que no
la Diputación sino el Corregidor examinaba
las cuentas municipales, que en estas materias
intervenía la Contaduría General (le . Propios
v Arbitrios, resolviendo frecuentemente sobre
actos administrativos vascongados el Consejo
de Castilla, que no había rama alguna de la
administración vascongada en que no se mez-
clara la Corona .
Y va en aumento este mal del harto fácil
y explotado olvido de lo que realmente era
el régimen foral, este mal de crear la fantasía
de unos en puja y competencia con la fantasía
de otros imágenes y recuerdos del antiguo

318
régimen contrarias a - los hechos, de formular
sobre hechos falsos una aspiración fabulosa-
mente fantástica . En el conflicto que acabó
el año IP04 habiendo empezado el año anterior
y fué muy vivo entre el Gobierno y las tres
Diputaciones, al constituirse una, Liga foral
autonoruisla, publicó esta un Manifiesto al Pueblo
Guipuzcoano firmado por representantes de todos
los partidos políticos, administradores provin-
ciales inteligentes, letrados muy doctos, escri-
tores distinguidos . El documento, aunque dema-
siado difuso, estaba escrito con galanura : de-
biera contener asertos indiscutibles . Y sin em-
bargo en él se lee lo siguiente :
«Nfftestro plan es muy sencillo . Consiste en
»pedir la autonomía ¡oral equivalente a la libertad
»fiscal y administrativa, a que G-uiptízcoa, cono
»EN SUS TIEMPOS FORALES, acuerde y resuelva
»POR Si todos sus asuntos interiores, impuestos,
»minas, caminos, aguas, montes, educación, jus-
»ti,cia, policía, etc ., SIN TUTELAS NI INTERVEN-
»CIONES DEL PODER CENTRAL, por sus proce-
»d intientos forales .
No examino ahora si la aspiración es razo-
nable en todo o en parte . Nada me cuesta
decir una vez más que siempre fuí partidario
de restringir para toda España la centralización

3 1 9
a la francesa que establecieron nuestras leves
durante muchos años del siglo último . Lo que
debe examinarse es si en los tiempos forales
hubo jamás autonomía como la que describe
la Liga, pues asombra la enumeración que
la mencionada Asociación hace . Para contra-
decirla no son necesarios esfuerzos eruditos :
basta leer el Indice de los Documentos del Ar-
chivo provincial que se imprimió y repartió
por la Diputación de Guipúzcoa . En cualquiera
de sus renglones se señalan Reales Ordenes,
Reales Cédulas, Reales Provisiones sobre ini-
puestos, n im as, caminos, aguas, montes, edtt-
c aciórt, I iísticia, policía, etc . En una de las mu-
chas permanencias de Cánovas en mi casa
de campo Cristinaenea, hablaba mi siempre
ocurrente amigo de su visita al Archivo de
Simancas como a otros delante de unos señores
Diputados provinciales que habían venido a
saludarle, y como éstos encomiaran el Archivo
de Tolosa, enviáronle al día siguiente un ejem-
plar del Indice, trabajo que me era muy cono-
cido. Bastáronle pocas horas al eminente his-
toriador para enterarse de su contenido, y, me
dijo : ,Contiene datos de menos valor que el
»que aquí se cree ; en cambio, aun cuando yo
»bien sabía que el Rey, intervenía mucho en

320
»la administración vascongada, este Catálogo
»me ha hecho ver que la intervención era mucho
»más frecuente y minuciosa que cuanto yo
»sabía» . ¿Cómo es, pues, posible que los doctos
firmantes del Manifiesto no conozcan el Indice?
Suponer que no lo conocen, es injuriar su saber .
Suponer que los concienzudos firmantes lo cono-
cen y a sabiendas lanzan asertos desautori-
zados por los legajos oficiales de Tolosa, es
injuriarles en su rectitud . Dejemos a un lado
este problema entre el saber y la sinceridad,
y entremos desde luego a ver lo que nos dice
la historia .
Sí, es preciso, es preciso recordar cómo se
hallaban repartidas durante el antiguo régi-
men las facultades administrativas entre Vas-
conia v Madrid, ya que, olvidando totalmente
lo que era la legalidad foral, se pretende hoy
que todas deben estar reconcentradas dentro
de la Euskalerria v en manos exclusivamente
euskaldunas Aquí no valen dogmatismos, gene-
ralizaciones ni poesías sino hechos de todos
los siglos . y sobre toda materia . Cuando en
1629, no bastando los viejos repartimientos
consignados en cl Fuero y su Suplemento, se
instituyó el Donativo gracioso de tres reales
en carga de vino y dos y medio en la de pes-

321
cado, intervino autorización Real . Autorización
Real cuando en 1703 se elevó a siete y medio
reales el primero de estos derechos . Autorización
Real cuando en 1709 se hizo permanente
una concesión provisional . Autorización Real
al destinarse al alivio de la Foguera el tercio
del Donativo. En las incidencias de 1 744 Y
1749 Autorización Real . Siempre, siempre, siempre.
Y la Autoridad Real prohibía que se destinase
producto alguno de lo concedido a otro
fin que el de la concesión . Cuando en 1764
se hizo la carretera general desde Irún hasta
Salinas en dirección de Madrid, los recursos
se allegaron con autorización - Real (i) . Por
cierto que esto me recuerda un hecho de San
Sebastián y mi Padre en 1845 para la rectificación
de dicha carretera entre Irún y An-
doain . En pocas partes hay importante calzada
con semejante número de ásperas cuestas en
que abundan muy peligrosas revueltas . Además
el trazado por Oyarzun, Astigarraga, Hernani,
(r) Vizcaya en 1820 no creyó que tenían suficiente
fuerza legal los arbitrios concedidos desde muchos años
antes para la construcción de los caminos de Bilbao a
Pancorbo, de Bilbao a Durango y Bermeo ; por lo cual
pidió a las Cortes que los aprobasen, y así lo hicieron éstas
por Decreto de 4 de Octubre de dicho año .

322
Urnieta dejaba a un lado el hermoso puerto
de Pasajes y la más principal población de
la Provincia, la Ciudad de San Sebastián .
Los tres defectos se evitaban con el trazado
por Lezo o Rentería, Lasarte . La Ciudad para
unirse a la comunicación general tuvo que
hacer en el siglo xviii un detestable ramal
por Avete y Oriamendi a Hernani . I o he
conocido la hoy tan animada y opulenta capital
de la Provincia servida únicamente por una
diligencia que un día iba en ocho horas a Bayona
y al siguiente regresaba; la he conocido
con un solo carruaje de alquiler en la fonda
de Andrea Pérez . Tampoco había más carruaje
particular que el de mis Padres a quienes les
era inútil en tal estado de vías . Clamaba San
Sebastián reclamando de la Diputación que
procedería a rectificar el viejo y pésimo trazado ;
pero como habían llegado a estar reñidas y
sañudas una contra otra Ciudad y Provincia
porque aquélla quería mucha Constitución y
poco Fuero y ésta mucho Fuero y poca Constitución,
no había manera de conseguir un
resultado . Para zanjar el conflicto, mi Padre,
según deseaban el Ayuntamiento y el vecindario
unánimes, se dirigió al Gobierno de la
Nación exponiendo que, si éste le facultaba

323
para establecer dos portazgos y para cobrar
unos arbitrios durante 45 años, él y otros vecinos
emprenderían la construcción de la nueva
vía, la cual pasado ese plazo sería propiedad
del Estado . Accedió el Gobierno, e hijos amantísimos
de Donostiya en gran número y cada
uno con pequeña cantidad aportaron la suma
necesaria . Pasados veinticinco años, arrepentida
Guipúzcoa de no haber evitado la interposición
del Gobierno, de quien en plazo ya
no lejano sería la carretera, se avino al fin
a tomarla a su cargo . Tal reforma en las comunicaciones,
unida al establecimiento de las
Aduanas en la costa y frontera, echó el cimiento
del inmediato pasmoso enriquecimiento de San
Sebastián que, estando reedificado solamente
en una mitad, hacia 1845, se encontraba en
1853 oprimido en su recinto amurallado y
solicitó y obtuvo el derribo de las murallas
para ser en breve plazo anchurosa y soberbia
población . ¡Qué hubiera sido de la pobrísima
Ciudad que tenía hierba en su Calle Mayor
y su Plaza Vieja, hoy bella Alameda, si no
hubiera invocado y conseguido varias veces
esta interposición reparadora del Gobierno!
Pero siquiera una de las autorizaciones Reales
ha de ser insertada aquí textualmente .

324
Se halla nada menos que en el Registro impreso
de las juntas Generales celebradas en Fuen-
terrabía el año 1826, las cuales dispusieron
esta impresión el 1o de julio para conocimiento
de todos los pueblos y censualistas :
El Rey N . S . con presencia de cuanto resulta del
expediente instruído acerca de la exposición que por
el Ministerio de Estado hizo en 27 de julio último la
Diputación de Guipúzcoa, solicitando para la extinción
de los atrasos de 1 .909 .788 reales y zi marave-
dises en que se hallaba la caja de caminos por los rédi-
tos de 8 .476 .740 reales que tenía contra sí de capi-
talistas, que se la facultase para gravar en 5 reales
cada verga de aguardiente y licores, y con io cada
una . de los espíritus que se introduzcan en la Pro-
vincia para consumo de sus naturales así de Navarra
como de cualquiera otra parte sin excepción de que
sea por mar o tierra, y conformándose S. M . con el
dictamen del Subdelegado de Rentas de Cantabria
y de la Contaduría General de Valores, se ha servido
acceder a esta solicitud, limitando la exacción de
dichos impuestos a los puntos y poblaciones en que
se consuman los expresados artículos con la precisa
intervención de los acreedores censualistas, así en el
ingreso como en la inversión que se haga de su pro-
ducto con el de los demás arbitrios afectos e hipote-
cados que resulten de las escrituras de pertenencia,
como se practica en la Provincia de Alava para que
no se distraigan estos fondos en otros objetos, lleván-
dose cuenta exacta de ellos y durando la imposición
el tiempo solamente necesario para extinguir los
atrasos que motivan esta petición, en el concepto
de que deberá entenderse por ahora mientras no

325
disponga otra cosa.=De Real orden lo comunico
a V . S . para su inteligencia y cumplimiento .=Y la
Dirección lo traslada a V . S . para los efectos consecuentes=Dios
guarde a V . S. muchos años .=Vitoria,
9 de Enero de 1826 .=José de Goicoechea .=M . N . y
M . L . Provincia de Guipúzcoa .
Concesión Real y cortapisas, todo lo contiene
esta Rea.l orden del tiempo que precedió a
las ne f andas novedades del reinado de Isabel II .
¡Ah! en tiempo de Fernando VII, en esa misma
Junta General que se complacía en dar la
mayor publicidad a semejante concesión, se
decretó (io de julio) la imposición de 2 reales
vellón a cada fanega de sal que se introdujera
en la Provincia ; y como se hubiese omitido
hablar de autorización Real, el Corregidor pro-
testó no parase perjuicio a S . M sin cuya facul-
tad no podían establecerse recargos, imposi-
ciones ni sisas . Y la junta presurosa contestó
que no había querido faltar en lo ,más mínimo
a la veneración, respeto V DEPENDENCIA que
debe a su Rey, que creía estar facultada desde
el momento que S . M . se había servido pedir
un Donativo, pero que no obstante conforma
con satisfacción en acudir a la superioridad
con súplica reverente .
En todos los casos, cualquiera que fuese el

326
destino de la imposición, invariable e indeclinablemente
se había de acudir v en efecto
se acudía al Rey . Si se trata del ramo de expósitos,
pide la Provincia en i8o8 Real autorización
para imponer el vino y el aguardiente .
Si de un nuevo encabezamiento fogueral, pareciéndoles
a varios pueblos que se les perjudi-
caba, protestan en 18rg, no se obtiene la Real
aprobación y queda nulo el Decreto de la junta
foral . En 1831 no se conforma Motrico con el
reparto hecho por la Provincia para el sostenimiento
de los Tercios y acude al Supremo
Consejo de Castilla . Se trata de plantaciones
de árboles, de venta de bienes comunales,
media autorización Real . Los Ayuntamientos
ya de Hernani en 1787 para sus imposiciones,
ya de San Sebastián para sostener su Casa-
Misericordia (i), ya de Pasajes en ISzg para
(i) El día 24 de Septiembre de 1906 ante una niuv
numerosa y brillante concurrencia tuvo lugar la bendi-
ción por el Obispo de Vitoria, la colocación por el Rey
D . Alfonso XIII, la Reina D .a victoria, la Reina Madre
D .& María Cristina de Austria, de la primera piedra de
los varios edificios que iban a constituir un nuevo y am-
plísimo Asilo en Zorroaga sobre el valle de Loyola . El
Alcalde Marqués de Rocaverde (hijo del inolvidable Dipu-
tado General de 1876), que acababa de ser agraciado por
el Gobierno de S .
;\I . con la Gran Cruz de Isabel la Cató .

327
abrir un camino, acuden al Rey . Tolosa en
1825 opone una concesión Real a lo resuelto
por las juntas de Mondragón en cuanto al
aguardiente . Azpeitia, Azcoitia se atienen a
la Autoridad Real. Mondragón pide al Real
Consejo la facultad de establecer gravámenes (1) .
lica en justa recompensa de verdaderos servicios, pro .
nunció un discurso en que dijo :
>con toros de muerte previa autorización del Conde de

328
Cuando yo era Diputado General en ejercicio
(1862-1863) leía en los presupuestos municipales
expresiones como éstas : Producto de Arbi-
trios con arreglo a las Reales Ordenes de su
concesión . Da noticia El Guipuzcoano instruído
de una Real orden de 1761 determinando que
las cuentas de Propios y Arbitrios de los pueblos
se examinaran en el Corregimiento y
fuesen aprobadas por la Contaduría General
del ramo . En 1824 recordó este centro a la
Provincia que, en conformidad de varios avisos
recibidos del mismo, se le debían devolver
las cuentas y la Junta de Guipúzcoa encargó
a la Diputación que Para enviarlas ajustase
una galera de cuatro ruedas . Por todo esto
pudieron afirmar los distinguidos letrados Gorosábel
y Lizarzaburu ( .l uno había sido, el
otro fué después Diputado general) lo que en
un capítulo anterior quedó expresado (i) .
Vizcaya bien merece un recuerdo en este
punto . En su interesantísima relación con docu-
»Aranda . El coste total del edificio fué de 21o .8oi
»reales y 8 maravedises . Para ello se obtuvo en 13 de Eucro
»de 1756 de Fernando FI la Real facultad de imponer ocho
»maravedises a cada azumbre de vino que se consumiese
»en el pueblo en el término de diez años .»
(i) Tomo I .

329
mentos sobre la Zamacolada, consigna los hechos
siguientes D . Camilo Villabaso, secretario del
Ayuntamiento de Bilbao, algún tiempo Diputado
a Cortes . Hallábase en 18oi el Corregidor
revisando las cuentas de aquella villa, y como
tal revisión molestaba al Cabildo municipal,
éste deseó que el Cuerpo de Provincia pidiese
la inhibición de aquel funcionario ; mas no se
resolvió a ello el Señorío temiendo no salir
airoso en la competencia . El mismo libro revela
que el Corregidor prohibió en 1804 al Ayuntamiento
de Abando que celebrase sesiones
sin hallarse él presente . El escritor eminentemente
euskalerriaco Sagarminaga, que llegó a
sostener hay Nación vizcaina y sin embargo
jamás proclamó que Vizcaya y Castilla no
tienen vínculos ni desconoció que han tenido
un solo soberano común, no omite decir en
su varias veces citada hermosa obra sobre el
Gobierno y Régimen de Vizcaya que en 1706
pidió el Señorío Facultad Real para cobrar
durante cuatro años dos maravedises en azumbre
de vino foráneo y uno en el chacolí . Una
nueva Facultad Real de 18 de Agosto de 1712
prorrogó este arbitrio por todo el tiempo que
necesitase el Señorío hasta extinguir sus deudas .
Por otra parte, habiendo acordado la junta

33 0
General asistieran a los Ayuntamientos solamente
los vecinos domiciliados en cada pueblo,
se solicitó la Real Confirmación del acuerdo .
Se pidió al Rev que mandase al Corregidor
que el arquitecto Miranda procediese al reconocimiento
y nivelación del terreno de Abando
sin que se le pusieran obstáculos, y en una
Real orden fechada en Barcelona el 6 de Septiembre
T802, se contestó secamente que el
Señorío procediese con arreglo a las leyes sin
ocupar la atención soberana con tan frívolas
solicitudes . Para borrar a Avendaño del número
de los Padres de Provincia se pidió a S . Al . el
correspondiente permiso (i) . Es del ilustrado
intransigente esta aseveración : «Los pueblos
»han hecho uso de los fondos de Propios y
»Arbitrios particulares en virtud de sus ordenanzas
'o reglamentos sin que interviniese la
»Diputación en sus cuentas, cuyo reconocimiento
tocaba al Corregidor o a su Teniente
»General (2)
Digámoslo de una vez, visto lo confesado
o proclamado hasta por hombres de la autoridad
científica de Gorosábel, Lizarzaburu, Sagarmi-
(i) Obra citada.-Tomo VI,-Págs . 88-o6-io4-i_5j .
(2) Tomo VII .-Pág .a 288 .

331
naga, vascófilos ardorosos : jamás durante la
Monarquía absoluta y el Fuero en su pureza
pudieron imponer los Ayuntamientos vascongados
sin Real licencia ; jamás_ pudieron prescindir
de presentar sus cuentas al Corregidor ;
jamás las Provincias, sus juntas y Diputaciones,
fuerih -superiores jerárquicos de los Ayuntamientos
en tal materia, y jamás tampoco
pudieron imponer arbitrios ni contribuciones
para objetos provinciales sin que el Rey
permitiera . No tuvieron las municipalidades
con la Diputación el vínculo que existe desde
hace medio siglo, no más, y por concesión
que hizo un ministerio de Madrid, vínculo
que ahora se quiere presentar como un derecho
foral . La Diputación tenía que ver con el Corregidor
y separadamente con el Corregidor los
pueblos ; luego seguía subiendo cada recurso o
apelación a las Direcciones, al Consejo del
Rey (i) . Esto de engranar Ayuntamiento y
(i) Tan cierto es esto que si fuese posible restablecer
todo el régimen administrativo foral según existía antes
de la ley de 25 de Octubre 1839, cuya derogación piden
ciertos nacionalistas al replegarse aparentemente desde
su abominable y por fortuna infructuosa tentativa sepa-
ratista a su actual programa de vivir como se vivía el
día 29 de Septiembre de 1833, fecha de la muerte de Fei-

332
Diputación es extra-foral, es genuinamente constitucional
. Nació con la Constitución de 1812
nando VII, dejaría de conocer la Diputación en los asuntos
propios de los pueblos . Pero iah! entonces se querría un
régimen forzosamente híbrido, foral por una parte, común,
constitucional por otra, eligiendo en la esfera constitu-
cional y en la esfera foral, tan distintas, lo que se aco-
modara mejor a la opinión o al interés vascongado en
cada caso . Y o no he de chancearme en cuestión inmensa,
a veces sangrienta ; además aborrezco el humorisnno en
política ; pero usando de la que los escolásticos llamaban
argumentación ad absurdum, voy a deducir de un modo
claro, dándoles fórmulas de ley, las consecuencias lógicas
y prácticas de los cantos que levantan las escuelas del
nacionalismo euskaro que ahora se atenúa y la escuela
de fuerismo puro por desgracia demasiado escuchada
aún por los que no capitulan ante ella . Habría primera-
mente una ley estableciendo de nuevo el régimen foral
en su pureza e integridad : nada más, nada menos . Im-
posible sería que no contu\ iera los siguientes artículos :
*Artículo 1.-Quedan derogadas la parte del Convenio
»de Vergara relativa a los Fueros, y las leves que de él
»se derivaron y tienen las fechas de 25 de Octubre 1839
»y 21 de julio de 1876 .
»Artículo II .-Las Provincias de Alava, Vizcaya y Gui-
púzcoa volveráh a tener el estado legal de que disfru-
taban el 29 de Septiembre de 1833 .
»Artículo III .-Las Provincias mencionadas, no obs-
tante antiguos precedentes, dejarán de enviar represen-
tantes a las Cortes de la Nación .
»Artículo IV.-Con arreglo al régimen foral existente
»el 29 de Septiembre de 1833, ninguna ley decretada por
»las Cortes y sancionada por la Corona, ningún Real de-

333
(artículo 323), se confirmó con las leves administrativas
del segundo período constitucional,
»creto, ninguna Real orden, ninguna ejecutoria de los
»Tribunales podrá regir ni cumplirse en Guipúzcoa, Viz-
»caya, Alava si a la primera yusión no le otorgan el pase
»o usu foral las juntas Generales de estas Provincias- .
»Regirán v se cumplirán desde la segunda yusión .
»Articulo V .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833 los Vascongados podrán optar
»a todos los cargos del Gobierno y de la administración
»de España .
»Artículo VI .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre de 1833, las Provincias Vascongadas
»podrán exigir limpieza de sangre e hidalguía para ser
»elector y para ser elegible cuando se trate de cargos mu-
nicipales o provinciales .
»Artículo VII .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, los Vascongados no estarán
»obligados a servir a la Patria en el ejército y lo estarán
»a servir en la Armada . Las Provincias de Vizcaya, Gui-
púzcoa y Alava podrán armar Tercios cuyos jefes y Ofi-
ciales serán propuestos al Gobierno por las juntas y
»Diputaciones .
»Artículo VIII .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, las citadas Provincias no paga-
rán en ninguna forma ni por concepto alguno contribu-
ción al Estado . Cuando el Rey lo pida, las Provincias
»resolverán si han de dar un Donativo .
»Artículo IX .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, la dotación del culto y clero
»quedará a cargo de cada una de sus respectivas Provin-
cias . Queda suprimida la diócesis de Vitoria, volviendo
»a regir la demarcación de diócesis de 1833, a cuyo efecto

334
sobre todo la de 3 de Febrero de 1823, con
lo practicado en el tercer período por los pro-
»en la parte económica se impetrará una Bula de Su San-
tidad .
»Artículo X.---Con arreglo al régimen vigente el 29
»de Septiembre de 1833, las Aduanas volverán a situarse
»en el Ebro a cuya orilla derecha se retirará la fuerza de
»carabineros . Pero, según acontecía en 1833, el Rey tendrá
»en las Provincias Vascongadas las fuerzas del ejército
»que sean de su agrado . El Capitán General residirá como
»entonces en San Sebastián ; los Comandantes Generales
»en Bilbao y Vitoria,
»Artículo XI .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, la policía estará a cargo de
»las Diputaciones forales . La Guardia civil se retirará
»a Castilla .
»Artículo XII .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, administrarán justicia los here-
deros de los que en aquella fecha poseían el derecho patri-
monial de administrarla, los Alcaldes, las juntas, los
»Corregidores, suprimiéndose los juzgados de primera
»instancia y las Audiencias de los criminal .
»Artículo XIII .-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, todas las corporaciones vascon-
gadas necesitarán Real autorización para establecer o
»recargar impuestos, arbitrios, rentas municipales o pro-
»vinciales .
»Artículo XIV .-Con arreglo al régimen foral existente
»el 29 de Septiembre 1833, los presupuestos de los pueblos
»serán enviados al Corregidor Político y después, en sus-
»titución de la extinguida Contaduría General de Pro-
pios y Arbitrios, a la Dirección General de Administra-
ción local .

335
gresistas partidarios ardientes de la nivelación
y de la simetría, pero también descentrali-
»Artículo XV.-Con arreglo al régimen foral vigente
»el 29 de Septiembre 1833, habrá contra los acuerdos de
»los Ayuntamientos, Diputaciones y juntas Generales
»recurso de alzada, sustituyendo para conocer la alzada
»el Consejo de Estado al suprimido Consejo Supremo
»de Castilla .
»Artículo XVI .-Con arreglo al régimen foral vigente
el 29 de Septiembre 1833, la junta General de Vizcaya
se reunirá so el Arbol de Guernica y en ella la represen-
;.tación de Bilbao tendrá además de su antiguo único
»voto el que correspondía a Abando totalmente anexio-
»nado y medio voto por Begoña anexionado a medias .
»La Diputación residirá en Bilbao . La Junta General
»de Alava se reunirá en los pueblos de turno, residiendo
»en Vitoria la Diputación . La junta General de Guipúz-
»coa se reunirá alternativamente en los diez y nueve pue-
.blos de turno . La Diputación y el Corregidor cambiarán
>cada tres años de residencia, según prescribe el Fuero,
»vendo de Azcoitia a Azpeitia a Tolosa, a San Sebastián
»para volver a Azcoitia . Hará conducir en galera de cuatro
»ruedas los expedientes en tramitación y sus antecedentes
»debidamente custodiados en su trienal viaje .
»Artículo XVII .-Quedan derogadas la Constitución y
»las leyes de la Nación española en lo que se opusieren
»a la presente ley .
»Artículo adicional .-Siendo propiedad de las Provin-
»cias en 1833 las vías de comunicación, les pertenecerán
»también las vías férreas construidas en su territorio,
»sustituyéndose al Estado en sus derechos y obligaciones
»respecto de las Compañías concesionarias mediante el
»abono al mismo dentro del plazo de diez años de lo que

336
zadores . Los moderados respetaban más los
organismos históricos y sin embargo eran más
»él ha invertido en subvenciones para los kilómetros cons-
»truídos en territorio vascongado .
Pues bien : es seguro que las escuelas de declamación
nacionalista y fuerista, contrariadas con la ruptura del
vínculo del todo nuevo entre Ayuntamientos y Diputa-
ciones, con el restablecimiento foral del recurso de alzada
a Madrid que hoy parece crimen de lesa euskalerria, con
la obligación de acudir a la Autoridad Real para imponer
arbitrios, con el examen de los presupuestos y cuentas
municipales por el Corregidor y la Dirección General de
Administración local, reclamaría que cesase esta parte
desagradable de la restauración histórica y foral . Por
otro lado, los miles y miles de ciudadanos que viesen reser-
vados a los hidalgos los cargos públicos y el derecho elec-
toral ; la administración de justicia de nuevo objeto de
contratación privada por haberse recuperado su carácter
patrimonial ; la administración civil tan complicada en
la vida moderna entorpecida al estar periódicamente
en andanza la Diputación y el Corregidor ; los industriales
arruinados y los obreros hambrientos porque moriría
la poderosa industria al encontrarse encerrada entre la
aduana francesa del Bidasoa y la aduana española del
Ebro ; tantos y tantos intereses, derechos, sentimientos
maltratados por el Fuero (según pregonaban los Donos-
tiarras) clamarían por la desaparición de esa pureza foral
5- sería necesaria una segunda ley que dijera :
Artículo L-A pesar de lo que el régimen foral vigente
el 29 de Septiembre 1333 establecía, no necesitarán pedir
autorización Real para crear o recargar impuestos, arbi-
trios, rentas municipales o provinciales .
Artículo II . A pesar de lo que el régimen foral vigente

337
centralizadores a título de más autoritarios ;
eñ - sus leyes de 1845 rompieron esa relación
el 29 de Septiembre 1833 establecía, los presupuestos
y cuentas municipales no se remitirán al Corregidor ni
a la Contaduría de Propios y Arbitrios, ahora sustituida
pür la Dirección de Administración local . Los Ayunta-
mientos se entenderán directamente con las Diputaciones
según lo dispuesto por las leyes del Reino de 1823 y 1870 .
Artículo III .-A pesar de lo que el régimen foral vigente
el 29 de Septiembre 1833 establecía, ningún Vascongado
podrá recurrir en alzada fuera de Vasconia contra lo que
determinen las Corporaciones municipales y provinciales .
Artículo IV .-A pesar de lo que el régimen foral vigente
el 29 de Septiembre de 1833 establecía, el derecho de emitir
un voto y de ser elegible para cargos municipales y pro-
vinciales se regulará por lo que determinen la Constitución
y las leves generales de la Nación .
Artículo V .-A pesar de lo que establecía el régimen
foral vigente el 29 de Septiembre 1833, no estará la admi-
nistración de justicia en manos de jueces instituidos en
virtud de derecho alguno patrimonial . Los tribunales
establecidos en las leyes del Reino administrarán justicia
en las Provincias Vascongadas .
Artículo VI .-A pesar de lo que el régimen foral vigente
el 29 de Septiembre 1833 establecía, las Aduanas quedarán
en la costa y frontera .
Artículo VII-A pesar de lo que el régimen foral vigente
el 29 de Septiembre 1833 establecía, Bilbao tendrá en la
Junta de Guernica el número de votos que le corresponda
por la proporción entre su riqueza y el número de sus
habitantes por una parte y la riqueza y población de Viz-
caya por otra parte . Asimismo y a pesar de las disposi-
ciones forales, la Diputación de Guipúzcoa no estará en

33 8
naciente : los Ayuntamientos en toda España
dejaron de relacionarse con las Diputaciones
provinciales y tuvieron que dirigirse a los
Gobernadores . El partido moderado, a pesar
perpetua andanza haciéndose seguir por carros cargados
(le expedientes . Residirá permanente en San Sebastián .
«Artículo adicional .-Las Provincias Vascongadas re-
»nuncian a sustituirse al Estado en sus derechos y obliga-
«ciones respecto de las Compañías de ferrocarriles me-
»diante pago al mismo (le lo que él invirtió en subven-
»ciones para los kilómetros construidos en territorio vas-
«congado .»
Habría sin género de duda en Vasconia grandes com-
plicaciones creadas por la coexistencia de estas dos leyes,
se liaría necesaria otra sencilla y clara . De seguro habría
elementos que la redactarían así :
«Artículo único-Del régimen foral vigente el 29 de
«Septiembre de 1833 y del régimen constitucional común
»se conservará la parte que dispongan las juntas Gene-
»rales de las Tres Provincias Vascongadas, cuyos acuer-
»dos serán definitivos, irrevocables, sin que puedan el
»Rey y las Cortes dictar disposiciones para el cumplimien-
»to de la presente ley .»
El proponer leyes de esta índole, hasta su facilidad en
obtenerlas, no son cosas que sobrepujan la credulidad
de no pocos ánimos en los hondos valles euskaldunas .
Y repito una y muchas veces que no me permito una chan-
za : me limito a dar fórmula de ley a lo que oigo a mi al-
rededor y leo en folletos y periódicos de la región . Es ne-
cesario resalte el término lógico de la política que se atiene
a ensueños necesariamente desvanecidos pronto por duras
realidades .

339
de ser todavía bastante fuerista, no respetó
por de pronto las nuevas relaciones entre Ayuntamientos
y Diputaciones en Vasconia, sin que
esto contrariase al régimen, ateniéndose a él,
según resulta de lo que acaba de exponerse :
aplicó su criterio en el Norte como en el Sur
del Ebro . Pero en las Provincias Vascongadas
había gustado mucho la combinación a uso
y estile progresista de unir lo municipal y
provincial y luego este régimen común con
el régimen excepcional vascongado, porque de
todo ello resulta aumentada la cohesión euskara,
ccncentradas dentro de Vasconia facultades que,
según comprueba la historia, han estado siempre
diseminadas dentro y fuera de aquélla, porque
en suma resulta así algo como un Estado euskaro
junto a un Estado español, ambos bajo
un solo Monarca ., De aquí ha nacido el error
(de un lado hábilmente creado y cultivado,
de otro aceptado como verdad por pereza en
recordar c estudiar lo pasado) de . creerse poco
después que es propio de la organización excepcional
y foral lo que es propio de la organización
constitucional y común, tal como la desarrollaba
uno de los partidos liberales para
toda España . Y a esto contribuyó un hecho .
Viven todavía en las Provincias Vascongadas

340
quienes vieron los presupuestos y cuentas municipales
sobre la mesa-despacho del Gobernador
Civil que resolvía acerca de ellos como
antes el Corregidor . Creado el Consejo Provincial,
formándolo el mismo Gobernador y
dos Consejeros nombrados por el Gobierno,
esos asuntos fueron examinados por el Consejo
así formado . Reformóse éste mediando en el
conflicto entre el Gobierno y las Tres Hermanas
una transacción : el Gobierno se contentó con
solo el hecho de que la nueva institución existiese
en las Provincias Vascongadas ; éstas pasaron
por que existiese con tal de que la constituyesen
el magistrado euskaro Diputado General
y los dos Consultores forales ; a su juicio
muy fundado, esto era extender el ejercicio
de la autoridad foral . Entonces ; continuando lo
comenzado en el primer período de vida nada
foral que tuvo el Consejo, ya casi transformado
éste en institución foral, entendió en negocios
que no incumbían anteriormente a la Diputación
. Tres años después se dió un paso más .
Estaban en el poder dos Vascongados, los
señores Lersundi y Egaña, y resucitaron sin
disimulo la fórmula eminentemente progresista
de que las Diputaciones son los superiores
jerárquicos de los Ayuntamientos en Vasconia,

341
solamente en Vasconia, la cual dió en considerarla
como fórmula foral, ahora que no regía
en el resto de España donde bajo aquel ministerio
moderado siguió rigiendo la legislación
administrativa moderada y ultra-centralizadora .
Una Real orden determinó que los presupuestos
y cuentas de los pueblos, en vez de continuar
yendo al Gobierno Civil, fuesen a la Diputación
foral . Lejos de hallar mal que los Vascongados
prefieran este método, muy conforme
con mis propios deseos respecto de toda España,
aunque no estoy seguro de que no hay abusos
serios en varios municipios euskaros, lo que
hago es consignar por respeto a la verdad
histórica que este método no es vascongado,,'
que es opúestó---al que durante siglos se ha
seguido en la Euskalerria, que fué creado por
leyes comunes elaboradas en Cortes del siglo
xrx, leyes del régimen constitucional, y en el
último caso de aplicación restringida a la región
vasca es debido a una Real orden de 1853 .
Y bueno es consignar además que si tal método
o procedimiento ha estado en suspenso, a un
ministerio conservador presidido por el verdugo
de 'los Fueros, Cánovas, se debe otra Real
orden, la de 8 de junio 1878, dada a propuesta
del déspota Quesada, Real orden muy invocada

342
en ciertos conflictos, que devolvió a las Diputaciones
ese examen de la gestión municipal (i) .
(i) He aquí el texto :
Sin perjuicio de las medidas de carácter general que
deban adoptarse para armonizar las relaciones que en
el orden administrativo han de existir entre las Diputa-
ciones provinciales y los Gobernadores de las provincias
vascongadar, S . M . el Rey (q . D . g .), conformándose con
lo propuesto por el General en jefe del Ejército del Norte,
de acuerdo con los mismos Gobernadores, se ha servido
mandar, modificando en este punto lo dispuesto en Real
Orden de i8 de Diciembre próximo pasado, que el artículo
i5o de la ley municipal vigente se entienda reformado
para dichas provincias en estos términos : i .0 Los acuer-
dos de la Diputación y Comisión provincial, inclusos los
relativos a creación de arbitrios y a los medios de cubrir
los Ayuntamientos v las Corporaciones provinciales sus
atenciones, serán ejecutivos si, después de comunicado
el acuerdo al Gobernador de la provincia, éste no se opone
en el término de tercero día . 2 .0 Si el Gobernador se
opone a la ejecución de dichos acuerdos y la Diputación
no se conforma, se consultará el caso al Gobierno por con-
ducto de su Presidente, para que en su vista adopte la
resolución que corresponda . 3 .0 En la fecha que determina
el referido artículo i5o de la ley municipal, remitirán los
Ayuntamientos sus presupuestos a la Diputación provin-
cial . Aprobados que sean por esta Corporación, pasarán
al Gobernador dentro de los quince días siguientes para
el solo efecto de que esta autoridad vea si en ellos se han
consignado todos los gastos obligatorios y si la parte de
ingresos está conforme con lo aprobado por la Diputa-
ción. 4 .0 Esta Corporación tiene el derecho y el deber de
obligar a los Ayuntamientos a rendirle sus cuentas en un

343
Por último, antes de pasar a tratar en otro
punto quiero añadir una observación . Hasta
1841 las Provincias Vascongadas tenían un
privilegio muy común en la Edad Media y
lcs siglos xvi y XVII, no reservado a ellas solas,
según han imaginado (i), el derecho a examinar
período que no exceda de noventa días después de terminado
cada ejercicio . De Real Orden, .-etc
Cánovas-(i) Sabidas son las cuestiones niuv frecuentes susci-
tadas respecto del cumplimiento de los Reales Decretos
entre la Corona N, el Parlamento de París, que era sola-
mente Alto Tribunal, ganoso, sí, (le ser Cuerpo político,
Poder del Estado, al oponer resistencia los Magistrados
a pasar por registro aquellas soberanas disposiciones,
terminando los conflictos con la celebración de un Lit
de Justice, o sea una audiencia u sesión que presidía el
mismo Rey- para mandar v llevar a cabo el registro, caso
muy, parecido, aunque mucho más solemne, a lo practi-
cado en España en la segunda yusioii a la que tenian que
someterse nuestros organismas torales, La víspera de la
Revolución francesa, cuando la Corona iniciaba reformas
saludables en sí mismas, el Parlamento de París publi-
caba el 5 de Mayo 1788 (justamente día por día un año
antes de la reunión de los Estados Generales que se die-
ron el nombre de Asamblea Nacional) su célebre Decla-
ración proclamando que correspondía al Parlamento de
cada Provincia examinar los Decretos del Rey y pasarlos
por registro en tanto en cuanto eran conformes con los
privilegios de esa Provincia . Y casi fué la primera medida
de aquella poderosa Asamblea, que aun con todos sus
errores realizó reformas de merecida inmortalidad, abolir,
exagerando el necesario espíritu reformador, las Provin-

344
antes de cumplirlas y con el objeto de ver
si vulneran sus privilegios, todas cuantas dispo-
cias, sus Parlamentos, su pase, sus privilegios, sus adua-
nas especiales, sin que la organización creada por los siglos
pudiera resistir ni un instante a un Decreto Constituyente
estableciendo un solo Poder, una sola Ley, una misma
Libertad para toda la Nación . Y no hubo Provenzales
ni Normandos, Bretones ni Bascos : no hubo más que
Franceses entregados como una familia a una misma di-
cha o desdicha .
¿Será necesario señalar lo que tiene de análogo al pase
foral aquel Obedézcase y izo se cumpla de que disfrutaban
respecto de las disposiciones soberanas los organismos
existentes en el antiguo régimen de Castilla? En cuanto
a Aragón, reunidas las Cortes en 1348 en Zaragoza, ganada
por el insigne monarca D . Pedro IV la batalla de Epi ;a
contra la oligarquía feudal, renunciaron a los anárquicos
Privilegios de la Unión para confirmar el Privilegio Ge-
neral, y al dictar 44 leyes establecieron en una de ellas que
el Gobernador del Reino, los jueces y todos los que usasen
jurisdicción jurasen guardar los Fueros, privilegios, usos
y costumbres, no debiendo por consiguiente ninguno de
ellos ejecutar ni obedecer Carta alguna del Rey que fuese
opuesta a lo que tenían jurado, exceptuando el único caso
de que la Carta llevase la sanción del justicia con la cláu-
sula de que debía ejecutarse, porque entonces asumía él
la responsabilidad . Si faltando este requisito cumplimen-
taban la Carta y había imposición de pena, el que la hu-
biese cumplimentado incurría en la pena del Talión, y si
versaba sobre negocio civil, en la de pago del duplo de
daños y perjuicios y en la destitución . Paréceme que había
en la Monarquía aragonesa mayor sanción del pase que
en Vasconia, en donde la voluntad Real o el fallo judicial

345
siciones emanen del Poder Central : tal era el
uso o Pase que en Vasconia se calificaba de
foral y cedía a la segunda yusión . Pues bien,
si en tiempo de uso o Pase foral, deteniendo
cada Provincia las leyes, pragmáticas, reales
órdenes, reales cédulas, reales provisiones del
consejo, Chancillería, tribunales eclesiásticos que
contenían disposiciones contrarias a los Fueros,
no obstante recurrían los Pueblos y las Provincias
a la Autoridad Real para la creación
o el aumento de los impuestos, y los particulares
lo mismo que las Corporaciones practicaban
el recurso de alzada ; si la Autoridad
Real por medio del Corregidor y la Contaduría
de Propios y Arbitrios revisaban los
presupuestos y cuentas ¿cómo puede ser hoy
novedad execranda que el Gobierno algo sepa
y algo entienda en estos ramos que Pueblos
y Provincias euskaras reconocieron siempre
había de prevalecer con sólo que segunda vez así se mandara
. Debe advertirse que Guipúzcoa tuvo el pase desde
1473, no antes, y que Alava no lo tuvo hasta que se lo
concedió un Real Privilegio de Felipe V refrendado por
D . Nicolás de Castro el 6 de Agosto 1703 . Disponía que
la Provincia examinase los despachos, los obedeciese,
mas no los cumpliese ínterin, oída la Provincia, se diera
la disposición conveniente al Real servicio .

346
eran de la vigilancia y eficaz competencia del
Estado?
Me falta demostrar que jamás las Diputa-
ciones ni siquiera las juntas Generales han
gozado ni de hecho ni de derecho de autoridad
inapelable, que por el contrario siempre en todo
régimen, ya absoluto, ya liberal, se ha apelado
a Madrid en oposición y para que se revocara
lo resuelto por las grandes representaciones
del país . Elijo primeramente casos que atañen
a las Provincias antes de 1876 . Determina la
Junta de 1826 que el nombramiento de Dipu-
tado General y su Adjunto pueda hacerse
libremente sin que en adelante se exija que
los nombrados tengan su residencia en los
pueblos de tanda con tal de que no les falten
los demás requisitos de Fuero (i) ; determi-
(i) Además de estar dividida Guipúzcoa en cuatro
partidos que cada uno elegía un Diputado General y su
Adjunto, los cuatro pueblos entonces más importantes,
Azpeitia, Azcoitia, Tolosa, San Sebastián, elegían igual-
mente cada uno de ellos su Diputado General y Adjunto .
Llamábanse de tanda estos pueblos porque alternativa-
mente en ellos residían tres años la Diputación v el Co-
rregidor. El elegido por el pueblo que estaba de lauda se
llamaba Diputado General en ejercicio, pues era quien
ejercía las funciones de administrar los intereses de la
Provincia, y él y su adjunto formaban la Diputación or-

347
nación acertada porque no habiendo muchos
elegibles de valer en los cuatro pueblos, habría
esfera más ancha en que buscar personas aptas .
Pero el espíritu estrecho de localidad y de
privilegio se alarmó en esas poblaciones, que
en el acto protestaron, y_ en virtud de estas
protestas hechas sin reparo, sin temor a incu-
rrir en cosa parecida, según la doctrina eus-
kalerriaca, al elevar un poder extranjero sobre
un poder euskaro o sea nacional, derogó el
Real y Supremo Consejo de Castilla la modi-
ficación introducida . Nueva instancia de la
Junta : nuevas protestas .
dinaria . Los otros Diputados de pueblos de tanda y de
partido, convocados dos veces al año y además en cual-
quiera circunstancia grave, constituían la Diputación
extraordinaria . Más tarde varió dos veces el sistema . El
pueblo en que se reunían las juntas proponía una can-
didatura que siempre era aceptada . Ocurrió en 1854 que
no fué aceptada la propuesta hecha por San Sebastián
alegándose no había en realidad propuesta, ya que había
resultado empatada la votación y resuelto el empate en
el Ayuntamiento el voto de calidad del Alcalde . La ma-
yoría había propuesto a un liberal de opiniones políticas
avanzadísimas y que alardeaba de haber dejado de ser
católico, persona de notable rectitud con estrecho espí-
ritu jacobino ; la junta, que era católica y moderada, eligió
a un liberal moderado . En 1855 no hubo propuesta : eligió
desde luego la junta .

34 8
Caso de celebridad fué la apelación de San
Sebastián en contra de lo resuelto por la junta
de Azpeitia de 1831 respecto de Aduanas .
Lo he referido extensamente en otro capítulo
del tomo I .
A fe que el caso es decisivo y que fué vehe-
mente el lenguaje de los apelantes . ¿Eran acaso
malos vascongados? ¿Podría hoy calificar así un
pueblo que no prosperó a los que le dieren pros-
peridad asombrosa?
Veamos otros hechos .
Los abogados de Guipúzcoa no eran admi-
tidos en la junta General como Procuradores
Junteros . Fundábase esto en que entendía y
decidía aquélla sobre asuntos de justicia . Hubo
momento en que de tal exclusión se pretendió
deducir que la misma Asamblea provincial
podía impedirles estar en el punto de sus sesio-
nes, y ya hemos visto que Luzuriaga se vió
obligado a salir de Azpeitia durante agitadas
deliberaciones . Pero en 1851, cansados de seme-
jante estado de cosas aun después de haber
cesado la junta de entender en lo judicial, y
cuando a juicio de los Letrados ni antes de
esta novedad resultaba establecida aquella pro-
hibición en la legalidad foral y menos ahora
en la legalidad constitucional, recurrieron a la

349
Provincia pidiendo que les admitiese en la
Junta como Procuradores . Rogaron que resol-
viese favorablemente, y con nobleza le pre-
sentaron la Exposición que habían pensado
elevar al Trono . En ella invocaban explícita-
mente el artículo de la Constitución que les
daba derecho, como a todos los Españoles
en general, a ocupar un puesto, si eran elegi-
dos, en todas las Corporaciones españolas, y
también alegaban que al Fuero se le estaba
dando una interpretación errónea . Firmaban
la Exposición a S . M1 . la Reina D .a Isabel II
los más ardorosos e intransigentes fueristas
no .menos que los más tibios ; a nadie detuvo la
circunstancia de que se acudía, en caso de
resultar negativa la resolución provincial, a
la resolución suprema de la Corona . ¿Eran
malos vascongados los Labaca y Alzá, carlis-
tas ; los Egañas (cuatro Egañas) y Guerrico,
moderados ; los Amilibia, Calbetón y Brunet,
progresistas ; los setenta y un Abogados de
toda la Provincia que no titubearon en diri-
girse al Monarca? Aún no existía el neo-vasco-
nismo que quiere encerrar en Vasconia todo
el derecho, toda la vida política de un euskaro .
La Provincia no accedió a lo que solicitaban
los Abogados y éstos acudieron a más alto

350
Poder . Pasó la solicitud al Consejo Real, y
cuando la Provincia se cercioró de que a pesar
de las gestiones de sus activos, sagaces, influyentes
Comisionados, los Abogados iban a triunfar,
juzgó prudente obtemperar por sí a lo
que poco antes había denegado (i) .
(i) Sobre esta cuestión escribió un folleto sin entonces
dar su nombre el distinguido abogado y celoso fuerista
D . Francisco Manuel de Egaña, que después aludió a su
trabajo en los discursos y folletos que en 1855 pronunció
en la junta de Hernani y escribió en su vehemente po-
lémica con D . Ascensio Ignacio de Altuna . Fué el único
de los Egañas guipuzcoanos y letrados que no firmó la
Exposición porque entonces residía en Madrid y era oficial
del Ministerio de la Gobernación . Nadie trabajó tanto
como él en defensa de su clase .
Para el cambio de actitud de la Provincia que pasó de
la negativa a la admisión de los Abogados no influyeron
solamente, como creyó Egaña, las noticias de Madrid,
influyó mucho un incidente . Ya hemos dicho que en 1846
habia sido Altuna elegido Diputado a Cortes por Tolosa
con la escasa mayoría de un par de votos sobre D . José
Churruca apoyado por el Escuadrón, grupo compuesto
sobre todo por letrados moderadamente fueristas . \o
existía entonces la cuestión de los Abogados, y por con-
siguiente los había en el distrito, especialmente hacia Az
peitia, favorables a Altuna ; pero cuando surgió y coincidió
con la proximidad de otras elecciones para el Congreso
de los Diputados, formaban todos una piña, y le enviaron
una Comisión para rogarle que interpusiera su influencia
decisiva en la junta General . El sagaz convecino de los
jesuitas en el valle de Loyola vió en riesgo su reelección,

351
Quizás sea todavía más notable que los ya
citados el caso que voy a recordar ahora para
concluir el examen de este punto relativo a
los recursos al Gobierno, pues se pidió por
vascongados a las Corporaciones del Estado
anulasen la más importante de las elecciones
dentro del régimen euskaro, como quiera que
procedía de una junta considerada por una
parte de la Euskalerria nada menos que Su-
premo Poder Foral y se refería al más alto
cargo en aquel régimen . Había ejercido el
muv histórico de Diputado General, Maestre
de Campo de Alava (Z) durante un trienio,
y aunque había de contradecir su propia gestión (le Ma-
drid y aunque vió también el riesgo a que la admisión del
nuevo, ilustrado v poderoso elemento expondría su pre-
dominio en la Asamblea guipuzcoana, indujo a ésta a la
admisión porque así atendía a lo más importante y ur-
gente para él . Refunfuñaron mucho y ridículamente los
más encopetados y rezagados Jnmzchos . Así era la junta
General de Guipúzcoa a mediados del siglo último .
(i) La denominación de Provincia de Alava dió lugar
dentro de esta misma en el siglo XVII a muy vivas disi-
dencias que tuvieron su término por un fallo de los Tri-
bunales del Reino . Vitoria había logrado que los Secre-
tarios de las juntas Generales denominasen a la Provincia
en sus documentos oficiales Provincia de Vitoria í \' así
se llamó en el período de completa nivelación constitu-
cional de i32o, como la de Guipúzcoa provincia de San

352
según Fuero alavés, D . Pedro de Egaña . Ocurriósele
en mala hora para él ser reelegido
inmediatamente, y lo consiguió, si bien con
sumo trabajo, el 2o de Noviembre 1867 . Pero
la representación de Vitoria con otras* once
Hermandades y principalmente el juntero don
Domingo Martínez de Aragón (que me parece
ha de ser el mismo que después tan intransigente
fuerista fué como Diputado General,
tan ardoroso partidario del vasconismo puro,
de la autonomía euskara) protestó por no
haberse dejado en el ejercicio del cargo un
hueco de tres años, y se alzó del acuerdo y
reelección por la Junta ante el monarca reinante .
Una Real orden de 3 de Enero 1868 que suscribió
D . Luis González Bravo, Ministro de
la Gobernación, suspendió en su cargo a D . Pedro
de Egaña, y otra Real orden de 1 .° de
Mayo anuló la elección . A la siguiente junta
le pareció bien que interviniera así el Gobierno
y anulase tan señalado nombramiento hecho
Sebastián, la de Vizcaya Provincia de Bilbao, conforme
a la regla general de denominación de cada Provincia
según su capital) . Los pueblos entablaron un pleito que
en 1621 falló contra la Ciudad la Real Chancillería de
Valladolid .

353
por una junta General y foral de Alava : manifestóse
unánime, no invocó la autonomía ante
dos Reales órdenes, y todos los Junteros procedieron
a elegir como primer magistrado de
la Provincia a D . Francisco María de Mendieta .
Ante estos hechos tan repetidos en todos
los siglos de intervención de la Autoridad
Real espontáneamente o a petición de Vascongados
(i) se hace raro (quiero ser moderado
(i) A riesgo de incurrir en pesadez voy a citar otros
varios de los mil casos de variadísima intervención del
Poder Central en todos los ramos de la administración
vascongada .
El cronista oficial de las Tres Provincias mi eminente,
aunque muy modesto amigo, D . Carmelo de Echegaray,
en su libro titulado : Trabajos de un Cronista, enumera
Privilegios Reales, Cédulas, Facultades, otorgadas por
D . Alonso el Sabio, los Enriques, los Reyes Católicos
D .a Juana, los Austrias, los Borbones, para fomento de
población, creación de Villas, nombramientos de Alcaldes,
imposición de arbitrios, establecimiento de mercados y
pósitos, deslinde de términos municipales, patronatos
eclesiásticos . Y ya que a este trabajo me refiero no he de
omitir señalar lo que el distinguido escritor dice en el Pró-
logo sobre los obstáculos que se deben vencer para el logro
de un conocimiento más exacto de lo que fué Vasconia :
«Lo que no se logre hoy se logrará mañana, como haya
«constancia para intentarlo y no se pretenda desoir las
«advertencias de la crítica ni disfrazar deliberadamente
»y con generosidad mal entendida la fisonomía moral de
«nuestros padres, sustituyendo las enseñanzas severas

354
en la calificación) ese M11agnifical de hoy a una
autonomía que se juzga intangible e indiscu-
»de la Historia con nuestras propias fantasías nacidas
»de un empeño más o menos disimulado de encajar la
»Verdad en el molde estrecho de preocupaciones que no
«resisten la más ligera observación» . Juicio es éste sobre
lo que debe ser la Historia que con gusto veo emitido tam-
bién por una comisión del Ayuntamiento de Vitoria, la
cual, al examinar el trabajo que ha realizado D . Pedro
Larrinoa v su resumen de lo ejecutado y decidido por el
municipio, encomia «la ardua tarea de rehacer la Historia
,,de España y en particular la del país vascongado, sus
»tituyendo la base épica, legendaria y poética en que antes
»se asentaba por otra sólidamente fundada en la Verdad« .
Con más energía aún se expresan los Sres . Olano y Echa-
varri, Secretario el uno, Cronista el otro de la Diputación
de Alava, en la Memoria que para concurrir a la Fiesta
de la Tradición del pueblo vasco han escrito y que la Dipu-
tación de Guipúzcoa ha publicado . Encarecen la necesidad
de las investigaciones históricas en este país, en el que
«erróneos afectos, amores mal concebidos por el fuero y
»la tradición, exageraciones absurdas . . . . han perturbado
»la grandiosa serenidad de la Historia, dejando campo
»abierto a la tradición adulterada, a la leyenda, al roman-
»ce . . . . La historia del pueblo vasco no puede estudiarse
»aisladamente sin apremiar sus relaciones y conexiones
»con otros comarcanos y hermanos en origen, vicisitudes,
»civilización, costumbres, leyes, tradiciones : es la historia
»nacional y marchó al unísono con ella y sólo el amor pro-
pio exagerado, el deseo inmoderado de ensalzar al país
»donde se ha nacido y de halagar a aquellas personas o
»corporaciones para quienes se escribe ha hecho incurrir
»a los escritores locales en exageraciones impropias (le

355
tibie y jamás fué antes ni hoy es respetada
por los que un momento o en largo tiempo
»la seriedad de la ciencia . . . . De esta tendencia quizá
»exageradamente expuesta, ha recogido frutos amarguí-
»simos el país y obtenido poco envidiable fama Vasconia* .
Y a este criterio se atiene el concienzudo e ilustrado
Inspector de Archivos D . Serapio Múgica en sus intere-
santes Monografías de varios pueblos de Guipúzcoa .
Asimismo, un estimable autor muy saturado en algunos
momentos de vasconismo no sólo sincero sino ostentoso,
que no ha impedido le censuren los nacionalistas por la
aceptación de cargos del Estado, el ilustrado D . Pablo
Alzola, en una Monografía de los Caminos y Ferro-Carriles
de Vizcaya, no elude el manifestar que en todo lo relativo
a la apertura de vías públicas, estudios previos, expropia-
ciones, imposición de arbitrios para realizarlos intervino
la Autoridad Real y en efecto menciona las Reales dis-
posiciones . Y por cierto ;quién dejaría hoy en Vasconia
de hablar de opresiones y tiranía si no interviniera Vas-
conia sola en este ramo importante de la Administración,
a pesar de ser ello contrario al derecho histórico en otras
cosas tan invocado por la Euskalerria? Realmente los
estudios históricos profundos y sinceros están en evidente
progreso en la región . Así hoy parecen absurdos e ins-
piran una sonrisa ciertos Artículos nacionalistas respecto
de nuestro pasado que solamente sirven para que por lo
indocto de sus autores pretenciosos resulte que éstos se
entregan a sus propias fantasías y rechazan las severas
enseñanzas de la Historia, según la expresión de Eche-
garay, se atienen a la base épica, legendaria y poética,
desdeñando otra sólidamente fundada en la verdad, según
la expresión del Ayuntamiento de Vitoria, y últimamente,
según los Sres . Olano y Echavarri, por deseo inmoderado

356
resultaban humillados o vencidos dentro de
Vasconja . Y llega a más alto grado lo raro
que se tiene de halagar al país, ha recogido éste amarguísimos
frutos y obtenido Vasconia poco envidiable fama .
Pero por distinguidos que sean estos escritores, hay
publicación de más autoridad que la suya en la materia .
La Diputación de Guipúzcoa ha hecho imprimir el Indice
de los documentos del Archivo provincial . Veamos algo de
lo que dice :
NEGOCIADO N .° 12 GOBIERNO PROVINCIAL
Legajo n .° 29 Expediente que comprende los proce-
Año 16oI dimientos que hizo el Corregidor D . Pedro
Castillo contra la Junta General celebrada
en Villafranca, suspendiendo sus sesiones,
arrestando algunos Procuradores, etc
NEGOCIADO N .° 15 DELEGADOS DEL REY
Legajo n .° 44 Reales Provisiones concernientes al arres-
Año 1629 to del Alcalde de San Sebastián hecho
por el Corregidor por haber entrado a
hablarle sin dejar la vara de justicia .
NEGOCIADO N .° 17 ADMINISTRACION CO-
MUN
Legajo n .° 2 Real Cédula dada en Valladolid a 26
Año 1509 de Mayo por la cual se perdonan a la Universidad
de Berástegui y a otros pueblos
de la Provincia, las penas en que habían
incurrido por haber hecho repartimiento
de más cantidad que la de 3 .000 maravedises
permitidos por la ley sin haber
para ello obtenido Real facultad .
Legajo II .° 29 Expediente relativo a la pretensión he-
Años 1777-1778 cha por la Provincia en el Consejo de

357
y singular en casos repetidísimos . Después de
la abominada Circular de Octubre, que fué,
Castilla para que las cuentas de los pue-
blos fuesen examinadas por los Alcaldes
de los mismos sin obligación de presen-
tarlas al Corregidor .
NEGOCIADO N . 0 18 RELACIONES DE LOS
PUEBLOS ENTRE SI
Legajo u .° 16 Real cédula por la que se da comisión
Año 1615 al licenciado D . Hernando de Rivera para
dar posesión de los Villazgos a diferentes
lugares eximidos de las jurisdiciones de
las villas de Tolosa, Segura y Villafranca,
para hacer los amejonamientos de tér-
minos, establecer Alcaldes ordinarios y
Ayuntamientos, etc .
Legajo n .o 17 Copia de una Real provisión referente
Año 1615 a exención de los concejos de Gaviria
y Ezquioga y posesión de sus Alcal-
días .
NEGOCIADO N .o 20 ExPOSITOs
Legajo n .o 29 Expediente relativo a la Real facultad
Año 1815 solicitada por la Provincia para la impo-
sición de arbitrios sobre el aguardiente,
licores y carne para el ramo de expó-
sitos .
Legajo n .o 81 Expediente que comprende la solicitud
hecha por el Clero de la Provincia para
la exención del pago de arbitrios impues-
tos por la Provincia para el ramo de ex-
pósitos con la Real Orden por la que se
declara con los demás vecinos .

358
según se declaró, un atentado contra la auto-
nomía vascongada, siempre los vencidos en la
NEGOCIADO N .° 15 BENEFICENCIA
Legajo n .° 15 Copia testimoniada de la Real Cédula
Año 1714 por la que se aprobaron las constituciones
de la Casa Misericordia de San Sebastián .
Legajo n .° 17 Correspondencia sobre la Real facultad
Año 1758 solicitada por la Villa de Vergara a fin
de imponer una sisa para la erección de
una Casa de Misericordia .
Legajo n .° 18 Copia simple de una Real Orden para
Año 1768 que continuase el pago de 30 fanegas de
trigo y de 15 pesos anuales con que el
Colegio de Jesuitas de Lovola acostum-
braba contribuir al hospital de la Villa
de Azcoitia .
SECCION SEGUNDA
NEGOCIADO N .° 1 REPARTIMIENTOS
Legajo n .° 1 Real provisión por la cual se autoriza
Año 1464 a las juntas de la Prcvincia para que
cuando hubiese Corregidor en ella, puedan
hacer repartimientos con asistencia de
los Alcaldes ordinarios .
NEGOCIADO N,° 26 OBRAS DE LA
CARRETERA GENERAL
Legajo n .° 24 Real Orden por la que se comunica a
Año 1773 la Provincia haber encargado al señor
Marqués de Iranda que se pusiese de
acuerdo con los comisionados de las obras
del camino real sobre el modo de ejecu-
tarlas .

359
comarca acuden a Madrid, entonces los ven-
cedores gritan indignados: abominación ; eso
Legajo n .° 33 Copia de la Real facultad para tomar
Año 1782 a censo 50 .000 pesos para la perfección
del camino real .
Legajo n .° 39 Real Orden por la que se aprueba la
Año 1789 tarifa de los portazgos, la imposición de
censos hecha pala la construcción de la
carretera general, y todo lo demás obrado
por la Provincia en este asunto .
Legajo n .° 93 Reales Ordenes concediendo a la Pro-
Año 1826 vincia la facultad de ex/aer piedra de las
canteras para el servicio del camino real,
como también para la, posesión de las
mismas canteras .
Legajo n .° 25 NEGOCIADO N .° 7 CAMINOS VECINALES .
Años Vista y reconocimiento del estado del
1577 al 1590 camino de San Adrián, hecho por el Sr . Co-
rregidor de la Provincia en virtud de Real
provisión a consecuencia ele un recurso
de la villa de Ce ganta contra un acuerdo
de las Juntas para que cada pueblo com-
pusiese los caminos (le su jurisdicción .
Legajo n .° 4 NEGOCIADO N .° 8 PUENTES, CALLES, PUER-
Año 1558 TOS, MUELLES .
Real ejecutoria de la Real Chancillería
de Valladolid obtenida a instancia de la
Provincia en contradictorio juicio con la
Villa de San Sebastián, por la que se manda
que el Concejo, justicia y Regimiento
de ella no permitan que se lleven derechos
de portazgo y pasage por el puente de

360
no es de buenos vascongados ; eso es ser castellanos.
Pero en otro asunto u otro momento
Santa Catalina mientras para su exacción
no esté habilitada por licencia real .
Legajo n .° 3 NEGOCIADO N .° 17 MONTES, PASTURACION,
Año 1548 PRENDARIAS .
Real provisión de 6 de junio confir-
mando la ordenanza hecha por la Pro-
vincia sobre que los Concejos planten
en sus términos 500 pies de robles y cas-
taños cada año .
Legajo n .° 6 Real provisión obtenida por la villa
Año 1564 de Hernani en el pleito con Astigarraga
para compulsar ordenanzas de la Pro-
vincia sobre el pacer de yeguas y cabras .
Legajo n .° 86 Real orden que trata de los meses en
Año 1786 que se debía permitir hacer las cortas
de árboles en lo concejil .
Legajo n .° 93 Real Cédula que comprende algunas dis-
Año 1790 posiciones para evitar los daños que cau-
saba el ganado cabrío, y su cumplimiento
en esta Provincia .
Legajo n .° 103 Real provisión del Consejo dirigida al
Año 1792 Corregidor con el objeto de que informase
sobre la confirmación de unas ordenanzas
formuladas por la villa de Hernani para
la conservación y fomento de sus montes .
Legajo n .° 5 SECCION 3 .a NEGOCIADO n .° 8
Año 1468 ASUNTOS DE JURISDICCION
Real Cédula dada en Segovia a 25 de
Septiembre concediendo a la Provincia
la facultad de conocer en los pleitos y

361
los que eran minoría tórnanse en mayoría,
los que eran mayoría pasan a ser minoría y
cuestiones civiles y criminales de un
concejo con otro, una parroquia o cola-
ción con otra, o una persona singular
con concejo, colación, universidad o con
muchas personas .
Legajo n .° 6 Real provisión del Consejo dada en
Año 1469 Ocaña a 3o de Enero por la cual se pro-
rroga a la Provincia por tiempo de cuatro
años la facultad que por otra anterior
se le concedió para entender en los pleitos
civiles y criminales entre un concejo
con otro, una parroquia con otra o una
persona singular con concejo, parroquia
o universidad .
Legajo n .° 16 Real provisión del Consejo dada en
Año 1482 Valladolid a 2o de Abril confirmando
la concordia celebrada entre la Provincia
y el valle de r'yarzun sobre el ejercicio
dé la jurisdicción de los alcaldes de Her-
mandad en dicho valle .
Legajo n .° 18 Real Cédula dada en Valladolid a 19
Año 1488 Noviembre mandando que los jueces a
quienes sometiese el Rey el conocimiento
de causas en apelación de las sentencias
que den las juntas de la Provincia en
negocios de Hermandad, se arreglen a
las Ordenanzas de la misma sin proceder
a la vía ordinaria .
Legajo n .° I SECCION 4 .a NEGOCIADO N .° 10
Año 1527 DISPOSICIONES SOBRE HIDALGUIA
Real provisión por la que se confirma

362
éstos recurren al Gobierno sin acordarse dé
sus aspavientos de la víspera cuando sus adver-
una ordenanza hecha por la Provincia
en las juntas de Cestona para que no
pueda avecindarse en su territorio per-
sona alguna que no sea hijodalgo .
No puedo enumerar todas las Reales disposiciones
sobre el servicio militar ; me limito a señalar :
1 . ° Una escritura de 1459 (Sección 3 .a Negociado 1 .°
Legajo ur .° 1 .°) . La gente armada de San Sebastián no
salía del término municipal en el siglo xv : era privilegio
contra la Provincia, como lo tuvo ésta contra el resto
de la Nación . Pero comenzaron en toda Europa a ser
menos locales los'servicios, dió grandes pasos la unidad
nacional . La Provincia rogó a San Sebastián que su gente
armada sirviese en toda Guipúzcoa . La villa condescendió
pactando la Concordia de 1459, a pesar de lo cual el Rey
Enrique I V confirmó por privilegio ciado en Logroño
el 19 de Dlavo de 1461 el fuero viejo de que San Sebastián
no prestara servicio militar fuera de su término muni-
cipal. La Provincia creyó después durante cuatro siglos
que España no podía reclamar de ella lo que ella misma
había reclamado y obtenido de su principal población
en virtud del mismo principio y del mismo interés .=\e-
gociado 2 .°-Legajo n,° 7.-Año 1543 .-Real Cédula
fechada en Valladolid en 29 de julio e información reci-
bida en su virtud sobre los inconvenientes de que los natu-
rales de la Provincia sirviesen de soldados en las plazas
de la misma .=Legajo n .° 12 .-Aíro 1590 .-Real Cédula
sobre el establecimiento de una Milicia permanente de
60 .000 hombres por medio de voluntarios . Legajo rr .° 15 .
-Año 1607 .-Real Cédula encargando a la Provincia
que asista al Capitán Casa Moran a levantar 250 infantes

3 6 3
sarios hicieron lo propio, sin acordarse de que
ellos mismos proclamaban era o debía ser
completa, intangible, inviolable la autonomía .
voluntarios . Legajo n .o 21 .-.Aro 1663 .-Real Cédula
encargando a la Provincia que asista al Capitán General
en la leva de gente voluntaria para el ejército .=Legaio
n .o 26,-A izo 1717 .-Real Orden estableciendo varias
disposiciones para el reclutamiento de ejército por medio
de voluntarios .
3 .0 Negociado 3 .°-Legajo ; : .'° 1 .-Afro 1484 . Copia
concertada de una cédula dada por los Reyes Católicos
a 2o de Marzo por la cual se confirma el privilegio que
tenía la Provincia para que su gente no fuese obligada
a salir de los límites de la misma para el Real servicio
sin que primeramente se le pagase el sueldo . De lo que
resultaría, que una vez pagado el sueldo habían de ir los
hombres fuera de los límites de la Provincia, pero por
mi cuenta no saco tal conclusión muchas veces deducida
en Castilla, negada en Vasconia .
Son numerosísimas las Reales Cédulas pidiendo hombres
para servir en Cataluña, en Flandes . En 1643 (7 Marzo
Legajo n .° 17) el Consejo de Guerra de Cantabria comu-
nica que en los 7 .950 infantes que el Rey había mandado
sacar para el reemplazo del ejército, habían correspondido
a Guipúzcoa loo hombres cuya entrega pide .
El último de los legajos del archivo se refiere a los años
18o6 y 1807 y es relativo al pedido de 706 hombres que
se hizo a la Provincia para el reemplazo del ejército por
la Real Orden de 6 de Noviembre de 18o6 comunicada
a la misma por el Príncipe de la Paz, cuyo cupo por otra
Real Orden de sg de Enero de 1807 se redujo a 340 hom-
bres y por otra del 25 de Abril del mismo año se admitió
por cada uno de ellos el subsidio de 2 .500 reales,

364
En un solo año, en el de 1886, conozco yo
(y habrá bastantes más) nueve casos de recursos
de alzada :
1 .0 Unos vecinos de Apricano (aldea de
Alava) entablan recurso contra la imposición
de algunas multas por las Autoridades, y con
arreglo a la ley común resolvió la Dirección
General de Administración ;
2 .° En Santurce (Vizcaya) D . Miguel Echeverría
se alza contra lo resuelto sobre arbitrios
por la Diputación ;
3 .0 Ceanuri (Vizcaya) .--El Ayuntamiento se
alza contra el acuerdo de la Diputación relativo
al repartimiento vecinal .
4 .11 Balmaseda (Vizcaya) . .- Recurre D . Francisco
González, y una Real orden resuelve el
caso . Cuestión de arbitrios .
5 . 0 Villaro .-Se alza el Ayuntamiento contra
una resolución de la Diputación que es revocada
par una Real orden .
6 .0 Zuazo.--La junta municipal recurre contra
la Diputación y una Real orden resuelve
el caso a favor de la junta .
7 . 0 y 8,0 Lizama y Orozco .--Dos recursos
de varios presbíteros sobre repartimientos . Denegados
por Reales órdenes .
9 .0 Vitoria.-El Obispo contra la Diputa-

3 6 5
ción sobre pago de alquileres del Palacio Episcopal.-Real
orden resolviendo contra la Diputación
(i) .
(i) Los casos de apelación a las autoridades guberna-
tivas o al Gobierno pululan y toman todas las formas .
1 a apelan las minorías vencidas, ya las Corporaciones
unánimes .
El Ayuntamiento de San Sebastián concedió por gran
mayoría de votos a un propietario licencia para dar dos
pisos o tres a una finca suya que tenía uno solo . La ma-
yoría compuesta de cuatro fusionistas y republicanos
recurrió al Gobernador civil para que revocase el acuerdo .
No podía alegarse que existía un teatro en parte del terreno
siendo necesarias para modificar el edificio más precau-
ciones, ni que dicho teatro iba a ser sustituido por una
casa de los Jesuitas adosándosele una Iglesia, pues el
propietario nuevo había expresado únicamente que a la
casa deseaba darle uno o dos pisos más asemejándola a
las más próximas que tenían cuatro : lo que estaba real-
mente en juego era el principio de la autonomía muni-
cipal en caso muy municipal o de la intervención en tal
asunto de un agente del Gobierno . Y el principio es des-
preciado y pisoteado tan pronto como surge o aparece
el espectro del jesuitismo o un rencor local .
Lo mismo ocurre cuando un Ayuntamiento está en alguna
cuestión compacto y unánime y se siente perjudicado .
En Noviembre de 1891 acordó la Diputación provincial
que el Instituto de segunda enseñanza volviera a Vergara
donde estaba antes de estallar la guerra . Todo San Se-
bastián se conmovió con la vehemencia que sin conocer
grados según los casos le es habitual, y el Ayuntamiento
acudió al Gobierno (conservador) para que el estableci-
miento docente quedase en la Ciudad . El Alcalde dió

366
De modo que vamos viendo y en las siguientes
páginas continuaremos viendo más y más, se
cuenta en la sesión celebrada por el Cabildo municipal
el 8 de Febrero 1892 de haber sido desatendido el acuerdo
de la Diputación .
En Abril 1897 trató esta última de un caso ocurrido
en Guetaria, pues había resuelto anteriormente que el
Ayuntamiento pagase ciertos atrasos a un sacerdote coad-
jutor en aquel pueblo . El Ayuntamiento recurrió en alzada,
y el Gobierno, oyendo al Consejo de Estado, acordó que
el municipio estaba en su derecho .
He aquí ora minorías que contra las mayorías acuden
a un Gobernador civil, ora Ayuntamientos unánimes
desdeñosos en la práctica del sacrosanto principio según
el cual la última palabra ha de decirse dentro de la Eus-
kalerria por la Euskalerria, jamás por el Gobierno . He
aquí adversarios de los conservadores madrileños o espa-
ñoles invocando la Real orden de 6 de Abril 1876 dictada
por Cánovas, que para reinstalar mucha parte del régimen
anterior a la guerra civil última, decretaba, mermando
el Fuero al restablecerlo, se reunieran o residieran en las
Capitales las juntas, las Diputaciones y también los Ins-
titutos provinciales .
Consecuencia, lógica, fidelidad al principio de la auto-
nomía, no las he visto practicadas más que por un Ayun-
tamiento ni guipuzcoano, ni vizcaíno, ni alavés . Cuando
la Diputación de Navarra tomó sobre imposición de arbi-
trio del vino un acuerdo que el Ayuntamiento de Pamplona
creyó no le permitiría atender al presupuesto municipal
debidamente, dimitieron todos los concejales enunciando
que así obraban porque se veían entre un acuerdo pro-
vincial contrario v la necesidad de recurrir en alzada al
Gobierno, procedimiento de que a su juicio no debían

;67
recurre desde Alava, Guipúzcoa y Vizcaya al
Gobierno antes y después de la anti-vascon-
gada y execrada Circular ; recurren particulares
y corporaciones, seglarés y eclesiásticos, libe-
rales y carlistas : manera extraña de probar
la injusticia e inutilidad del recurso de alzada,
el horror que tiene Vasconia a que sus asuntos
salgan de sus límites geográficos, la verdad
de que en esta región se puede, se debe vivir,
se vive en efecto sin apelar nunca al otro lado
del Ebro . Así es que cuando he visto en Bilbao
que hay una calle de la Autonomía en la parte
de Abando exenta de la primera y forzosa
anexión decretada a instancia de la villa , opu-
lenta contra la voluntad de Abando v de Be-
goña y de toda Vizcaya por la ley de 1861,
y que ahora rendida esa parte pobre, nece-
sitada, se ha anexionado con apariencias más
vol_intarias (si bien todavía con la protesta
de varios recalcitrantes abandianos), me he
valerse los navarros . El Gobernador civil no admitió la
dimisión . Claro está que el procedimiento de la dimisión
no resulta de gran eficacia ; claro está que me parece ha
de ser caso aislado aun en Navarra, pero al menos había
algún homenaje rendido de hecho, no con los labios, a la
autonomía, lo cual es en los que la ensalzan más digno
que violarla con descaro cuando no aprovecha .

368
preguntado : ¿contra quién va esto? ¿contra
¡Madrid o contra Bilbao? ¿Ha sido tal denominación
de vía pública quejido de dolor de
los intransigentes de la localidad contra las
Cortes que, modificando el estado foral, decretaban
la anexión de una parte del término
de Abando, o quejido de dolor contra Bilbao
que mermaba violentamente aquel municipio
y al fin lo destruía? De todos modos hay en
ello una ironía evidente contra la poderosa villa,
ahora ruidosamente autonomista y ayer tan
agitadamente anti-autonomista . ¿Qué elemento
bilbaino, aún el más ultra-vascongado hoy,
está exento de haber violado antes dos autonomías
primordiales, esenciales, fundamentales,
autonomía municipal y autonomía vizcaina?
¿Sería hoy Bilbao la gran Bilbao, habría llegado
a formar parte del dilatado y riquísimo pueblo
la mismísima Calle de la Autonomía si se hubiera
respetado religiosamente la autonomía
vizcaina, si se hubiera prescindido de acudir
a la Potestad Suprema en la Patria española,
el Rey con las Cortes, contra todo lo vizcaino,
Repúblicas de Begoña y de Abando, Diputación
foral, junta General del Señorío, para
realizar anexiones que unánimemente rechazaba
el sentimiento vizcaino? ¿Cómo es posible

3 69
un alarde de adhesión incondicional y ardiente
a un principio allí donde se le pisoteó? (i)
(z) En i86o el gabinete O'Donnell, instado por Bilbao,
presentó al Congreso un proyecto de ley cuyo preámbulo,
firmado por el ministro de la Gobernación Sr. Posada
Herrera, decía que Bilbao necesitaba ensanche y que
había pensado en agregarse una parte de los pueblos con-
tiguos, pero que este pensamiento encontraba la oposición
más abierta y decidida de los pueblos cuyo territorio se
pensaba desmembrar en beneficio de la Capital . Entonces
se proyectó agregarle el territorio entero de tres anteigle-
sias inmediatas . Alas la oposición no cejaba, y por lo tanto
el ministro proponía en el articulado que las anteiglesias
de Abando, Begoña y Deusto se agregaran a Bilbao, y
reunidas formasen el término municipal de esta última .
Nombrada la Comisión en la Cámara popular fué acep-
tada una idea mixta. Quedaba autorizado el Gobierno
a extender, después de oir a las anteiglesias, los límites
de Bilbao hasta donde fuese necesario previo estudio y
plano . Si en vez de ceder parte de su terreno preferían
las anteiglesias pasar con todo su territorio a formar parte
de Bilbao, podían hacerlo .
De manera que forzosamente eran desmembradas ;
luego a su voluntad y elección o podían continuar exis-
tiendo, pero desmembradas y pobres, o podían desaparecer
uniéndose a la Capital riquísima . Las Cortes con el Rey
así lo resolvían en uso de su soberanía : quedaba autori-
zado ampliamente el Gobierno de la Nación . Firmaban
el dictamen D . Manuel María Uhagón, D . Constantino
Ardanaz, D . Fidel Sagarminaga, esclarecidísimos hijos
de Bilbao, dignos funcionarios en varios ministerios, dipu-
tados por Galicia y Castellón, alardeando con razón de
ser buenos españoles .

370
Y sin embargo no es ironía ni sarcasmo en
quienes así obran, . . . es . . . es no darse cuenta
de sus actos bajo la fascinación de la vana
popularidad que por su resonancia produce
una palabra. A mí, dados los puntos de vista
que terminantemente declaro míos y todavía
lo fueron más de mi familia, a mí me parecen
bien . muy bien las anexiones que, acudiendo
a las Cortes y al Rey en contra de la animosidad
de otros municipios y del Señorío, obtuvo
Bilbao . A Bilbao de tan vivo ingenio, de ánimo
singularís¡mamen te emprendedor, de tanto brío
para defender en dos guerras civiles el régimen
constitucional, ahora lo mismo que ayer, doy
mis vivas simpatías . Recuerdo con orgullo el
haber concedido como Ministro de Fomento
una subvención de zoo .ooo pesetas anuales para
las obras de mejoramiento de su río, lo cual
me valió en el Congreso las censuras de un
Diputado por Navarra, a la verdad de tristísima
recordación- Conozco sobradamente lo
que son los pueblos para extrañar que unos
años después, en ocasión de estar yo admirando
sus progresos, habiéndose criticado que la Diputación
tuviera conmigo la cortesía que le es
usual guardar con los hombres políticos de
cierta posición (sin exceptuar alguno que, mien-

371
tras yo defendía los organismos históricos de
Vasconia, propuso fueran abolidos y pronunció
un discurso muy anti-bilbaino por amor santanderino),
no hubiera bastante valor ni justicia
para acordarse de mi cooperación al bienestar
y crecimiento de la admirable villa . Lo que
deploro es que una parte numerosa de aquel distinguidísimo
vecindario revele poca consistencia
de convicciones al declamar contra el principio
a que se acogió con repetición, como San Sebastián,
v a que no escasamente deben ambas
capitales su fabuloso ensanche .
En efecto, una y otra en incidentes múltiples
revelan con sus voces estruendosas contradicción
lamentabilísima . Hay liberales que provocan
suspensiones de Alcaldes por el Gobierno
(como en Valmaseda, Lezo, Marquina),
que obtienen suspensión y procesamiento de
Ayuntamientos (como en Oñate), que exigen
de un Gobernador imponga a los Concejales el
reintegro de lo que importaron unas obras
hechas sin subasta, porque se trataba de corta
cantidad (como en Villafranca) ; sírveles a su
gusto aplicando la ley común, y entonces todos
son ditirambos a la ley común y el Gobierno .
Pero incoa (ciertamente con poco tacto) otro
Gobernador una inspección sobre hechos de

372
un Ayuntamiento hechura de tales liberales,
susúrrase qu ;: podrá sobrevenir la suspensión
de un Alcalde inconsistente, poco capaz, pero
mimado, y he aquí a los que magnificaban la
intervención gubernativa en otros casos ahora
en cólera y apellidando enemigo o verdugo
de la autonomía al Gobierno que quizás llegue
a aplicar (no llegó esta vez a aplicarlo ni al
Alcalde ni al Ayuntamiento) el criterio por
ellos mismos glorificado sin límite la víspera .
Ejerce por si mismo o por medio de sus delegados
un gabinete presidido por Sagasta acto
de intervención en los procedimientos de un
municipio carlista y no admite, no aprueba su
presupuesto : es el uso necesario y escrupuloso
de una facultad sagrada ; se ha salvado el orden
público, se ha evitado la guerra civil, Aprueba
el ministro de la Gobernación Silvela en un
gabinete presidido por Cánovas un presupuesto
extraordinario en municipio liberal : es una
intrusión escandalosa ; el ministro no puede
aprobar ni desaprobar. Y al seguir el curso
alternado y cómico en las cosas, pierden la
mayoría en el Ayuntamiento y la Diputación
los que elevaron reclamaciones colectivas de las
Tres Hermanas, levantando tempestades contra
una intervención gubernativa que aprobaba

373
esta resolución de aquel Cabildo de Concejales
(porque hasta la aprobación siendo de un Gobierno
que no es de su partido constituye a sus
ojos un horrible atentado contra la autonomía
euskara) ; la nueva mayoría municipal establece
en una forma quizás no del todo feliz el impuesto
sobre espectáculos públicos decretado por las
Cortes, incluido en el Concierto Económico ; la
nueva mayoría provincial aprueba las reglas
fijadas por el Ayuntamiento ; parece concluído
todo, dicha la última palabra dentro de la famosa
doctrina de la autonomía, pues ya muchos de
los Empresarios de diversiones se someten .
Pero ¡ah! entonces los que poco antes declamaban
como autonomistas inducen a unos cuantos
de aquellos industriales indecisos en cuanto
a pagar o a resistir todavía más a que resistan,
a que acudan al Gobierno que por casualidad
afortunada para esas miras vuelve a estar en
manos de sus protectores madrileños . Fácil fué
obtener del nuevamente Gobernador civil (i)
(i) De los más ilustrados que ha tenido Guipúzcoa,
de carácter bonachón, pero con la desgracia de que siem-
pre en las diversas veces que ejerció el mismo mando
adoptó las resoluciones más contrarias a la autonomía
euskara a fin de complacer a algunos amigos necesarios
para el predominio político .

374
que suspendiera los acuerdos municipal y pro-
virccial, sin que va importara destruir las facul-
tades euskaras, la autonomía ensalzada, y al
fin en la vía contenciosa ganan los reclamantes
su pleito. Sigue en minoría en las dos Corpo-
raciones la fracción aludida, y vuelve a enaltecer
la glorificada autonomía del modo siguiente
que por la especialidad del caso me veo obli-
gado a referir con todos sus detalles .
Un individuo de ese grupo político, individuo
también del Ayuntamiento y el Alcalde (por
Real nombramiento) tenían en el Ensanche
Oriental de San Sebastián importantes solares
y edificios que les interesaba sobremanera pro-
teger contra los embates del mar . \ o cabía
duda de que era necesaria una obra de consi-
deración y cesase un estado de cosas bastante
peligroso; pero cabía legítima duda sobre quién
había de costear lo que se hiciera : si el Estado,
la Compañía que hizo el ensanche y vendió
los solares o el Municipio . Los interesados en
que se realice, sabiendo que el Estado y la
Compañía nada costearán (esta última figuraba
como disuelta), consiguen del Gobierno una
Real orden echando aparentemente la carga a
la Compañía (algo como quinientas mil pesetas)
y después al Municipio ; en realidad al Muni-

375
cipio . Mas la inmensa mayoría del Ayunta-
miento, compuesta en el presente caso de hom-
bres de todas las opiniones políticas, fundán-
dose con total o relativa razón en que el crear
el barrio fué una especulación extraña al mu-
nicipio, quien nunca se hizo cargo ni recibió
ni contrajo obligación de conservar la obra
ejecutada y que resulta mala o insuficiente,
opina es deber suyo recurrir contenciosamente
contra la disposición dictada . El Gobierno manda
que se cumpla lo dispuesto . Expone el Ayun-
tamiento no puede gravar desde luego al vecin-
dario con el peso de lo que costará una obra
que quizás el Alto Tribunal de lo Contencioso
declare no deberá correr de su cuenta, que de
todos modos hay imposibilidad material de
cumplir la Real orden, toda vez que se ignora
si la Compañía existe o se disolvió y sin em-
bargo a ella impone el Gobierno una parte
muy grande de la obligación, y se hace nece-
sario averiguar por lo menos quiénes son los
que compraron los solares para que concurran
a satisfacer una parte de los trabajos, 3- últi-
mamente el municipio pide el apoyo de la
Diputación . ¡Ah! no ha de reflexionar ni exponer
el Ayuntamiento, y 18 concejales, conserva-
dores, republicanos, integristas, son suspendidos .

376
A los fusionistas en el poder, a un ministerio
Sagasta, se le ocurrió por vez primera desde
los días de la crisis de 1876 nombrar por Real
orden 18 concejales de su partido a instigación
del Alcalde y del Concejal y jefes de una minoría
compuesta de cuatro personas, incluyendo en
este número el propio Concejal y el propio
Alcalde, partes interesadas en el asunto . El
acuerdo del Ayuntamiento es también suspenso
por el Alcalde; mas la Diputación, invitada
a cooperar a la defensa del vecindario
sobre el cual se pretende echar esa carga, delibera
y acuerda : «que gestionará cerca del poder
»central para que se determine de un modo
»preciso la responsabilidad de la Sociedad Inmobiliaria
y la forma y manera en que el Avun-
»tamiento ha de hacer efectiva la suya en
»cuanto a la participación que les está señalada
en la obra, si no ha de lograr que aquélla
»(o quien legítimamente la represente) compa-
»rezca y venga a una inteligencia sobre el par-
»ticular», declarando además «que es lamentable
»que en un país como el nuestro en que la
»Diputación provincial sintetiza la tradición de
»aquellas instituciones forales nunca bastante
»lloradas y en que aun ahora viene siendo el
»baluarte y la defensa de los derechos de los

377
»pueblos, se haya impedido a un Ayuntamiento
»que acuda a la Corporación provincial, por
»medio de una suspensión del acuerdo decre-
»tada por un Alcalde hijo de este país» (i) .
El nuevo Cabildo municipal creado por el
Gobierno se alzaprima al enterarse de estas
resoluciones . Olvidan sus constituyentes todo
cuanto sustentaron en situaciones invertidas de
oposición y gubernamentalismo y votan a su
vez otras resoluciones. (Es muy extraño, dicen
,>en un escrito, que la Diputación provincial
>tan celosa de sus atribuciones se mezcle en
>un asunto ajeno a su competencia y en el
>que nada tiene que ver, y el Ayuntamiento
>(el de Real orden) rechaza esa intervención
>que no ha solicitado (2) . Necesario es que la
)mayoría de la Diputación sufriera una ofus-
cación inconcebible para dictar acuerdo tan
>ilegal como absurdo, puesto que abre la puerta
>a todas las intrusiones . Falseando las tradi-
ciones forales, pretende la Diputación provin-
cial ejercer una tutela sobre todas las auto-
ridades del país de cualquier orden que sea,
(i) Interesado en el asunto por sus solares .
(2) Pero que había solicitado el Ayuntamiento elegido
?opularmente y ahora suspenso .

37 8
»sin que pueda citarse en la historia de Guipúzcoa
un solo caso de que las autoridades
»forales se lanzaran a fulminar censuras contra
»las autoridades gubernativas . No ha caído en
»cuenta la Diputación que al invadir las atri-
»buciones ajenas autoriza a los representantes
»del Gobierno a intrusarse en las suyas con el
»mayor fundamento, puesto que el Gobierno
»con arreglo a la Constitución del Reino se
»reserva la inspección suprema» . Ciertamente se
enuncian en la comunicación algunos principios
que yo aplaudo : lo extraordinario (además
del tono empleado y que motivó que la Diputación
devolviera el oficio al Ayuntamiento) es
que invocasen la Constitución, la posible inspección
del Gobierno, en suma la legalidad
común, los mismos que respecto de sí propios
jamás admitieron pudiera ser legítimo hubiera
inspección, rigiera la Constitución, se les aplicase
la legalidad común . Y hubo más en este
caso: exceptuando un periódico afecto al grupo
dominante, la prensa empezó a censurar la
conducta del Gobernador y del Gobierno, y
entonces se recurrió a invocar el estado de
guerra en que se hallaba toda España durante
la lucha con los Estados Unidos y se obtuvo
de la autoridad militar «que pudiendo ocurrir

379
»una alteración del orden público», prohibiera a
los periódicos examinar si procedía un recurso
contencioso . ¡El estado excepcional en que se
hallaba el país a causa de una tremenda guerra
exterior invocado a propósito del murallón de
la Zurriola! ¡Ah! servía para impedir se pusiera
de manifiesto la verdad y sinceridad con que
practican la autonomía vascongada no pocos
liberales de Vasconia y de Tladrid gritando
¡Libertad! ¡Autonomía! (i) .
(i) Ese mismo terreno ganado al mar ha dado ocasión,
en su parte más especialmente llamada paseo de Santa
Catalina, a otra manifestación que no glorifica mucho
la autonomía municipal . En la sesión del Senado del 4
de Julio 1904, un Senador que lo es ahora por nombramiento
de la Corona y hasta hace poco lo era por elección de Gui-
púzcoa, ha expresado que el Ayuntamiento de San Sebas-
tián convino hace años con una Sociedad en dar a ésta
solares en dicho paseo para que edificase un Teatro, un
Casino, un Hotel, un Aquarium, etc . El Ayuntamiento
estaba sugestionado . El Ministro de la Gobernación, conven-
cido de que la cesión era un imposible legal y encerraba
una injusticia, desestimó la instancia . Hizo MUY BIEN
EL MINISTRO (sic) . Pero el asunto revive ahora . El Ayun-
tamiento quiere actualmente hacer eso mismo con otra
Compañía . Sin duda habrá de informar la Academia de
San Fernando, y el Senador interpelante abriga la completa
seguridad de que la Academia dará su voto negativo a
esa atrocidad estética . Con lágrimas en los ojos ha visto el
Senador cómo se ha estropeado aquel magnífico paseo

380
No concluyó con esto el asunto . Debiendo
ser repuestos según la ley los 18 concejales
a los 6o días de la suspensión si no resultaban
procesables, se les procesa con arreglo a un
dictamen de una Sección del Consejo de Estado .
Tiene el moderno Consejo de Estado, desde
que fué creado en 1845 con la denominación
entonces de Consejo Real, una historia en conjunto
hermosísima . Pero no es dado negar que
con los edificios provisionales para una Exposición indus-
trial . ¿Qué será con los definitivos? So pena de ser hereje
en materia de estética es imposible conceder su construc-
ción en tan magnífico paseo . Ruega el Senador a los "Mi-
nistros de la Gobernación y de Instrucción Pública tengan
presente que esos terrenos fueron concedidos al Ayunta-
miento con la precisa condición de que jamás serían desti-
nados más que a parques y paseos, que no hay en ninguna
parte fundamento legal para que ninguna Corporación,
Estado, provincia, municipio pueda ceder gratis terrenos
comunales . (Diario de las Sesiones) .
El Senador tenía en este caso alguna razón . ¿Pero en
qué viene a parar la absoluta autonomía euskara, muni-
cipal o provincial, por la que tanto claman a veces el orador
y sus amigos, si el Gobierno ha de resolver los casos eus-
karos como los de Soria o Albacete? Y si tal autonomía
no queda así muy respetada en la esfera del derecho, no
resulta más respetada cuando los que frecuentemente
acusan a sus adversarios de no ser bastante euskaldunas
hablan de que está sugestionado un Ayuntamiento de
tamaña importancia, de que ha incurrido en una atrocidad
estética,

3Sz
así como fué verdadero mal que estuviera
suprimido durante seis años, así en los variadísimos
períodos de su existencia alguno ha
habido en que, por las pocas condiciones que
la ley a veces ha exigido para ser Consejero
y por el crecido número de modificaciones surgidas
al amparo de esta insuficiencia de condiciones,
hubo disminución en su independencia e imparcialidad,
predominando con exceso el interés
de partido . El defecto se reveló sobre todo en
esta materia de la suspensión y separación de
Ayuntamientos y Diputaciones . Uno de los
casos fué el de que vamos hablando . Aún así
el dictamen no se emitió 'por unanimidad .
En él no se recordaba el artículo de la ley que
antepone a la suspensión los otros correctivos
de la amonestación, apercibimiento, multa, sino
que bruscamente se habla de que puede haber
delito a fin de proponer la suspensión . Nótanse
en el dictamen no pocas faltas por comisión
y por omisión . Así, saliendo de su cometido
verdadero, la Sección encomia la Real orden
diciendo de ésta que afecta mucho a los intereses
de San Sebastián, y luego, como si desde
la calle Mayor de Madrid pudiera juzgarse
mejor que desde la Casa Consistorial easonense,
añade que la demora en ejecutar la Real orden

382
puede ocasionar grandes e irreparables perjuicios.
En cambio no había Considerando alguno
destinado a refutar, si era posible, aquella
razón aducida respecto de ser inejecutable lo
dispuesto hasta que se hubiera encontrado la
primera entidad que según la misma Real
orden había de concurrir a hacer la obra o se
fijase cuál es la parte que se pretendía hiciera
el Ayuntamiento, toda vez que no es de suponer
se quisiese con habilidad poco decorosa y con
la ayuda del tiempo dejar a cargo de la Corporación
la totalidad de la obra . Tampoco
detuvo la Sección su pensamiento en un problema
bien natural, esto es, en la competencia
del Ministro de Fomento, mejor dicho, su
incompetencia para definir ni imponer obligaciones
respecto de una entidad que para nada
intervino al otorgarse la concesión de la marisma
y las obras que habían de hacerse . Decretóse
la formación de causa criminal por lentitud,
a fin de presentar observaciones pertinentes,
en cumplir semejante Real orden. ¡Cómo no
ha de gozar de mediana fama el Estado que .
así procede! ¡Cómo no han de inspirar sentimientos
distintos de la admiración y respeto
los políticos euskaros que así proceden! Pero
no les bastó atropellar cínicamente la autono-

3 8 3
mía municipal y provincial : se mofaron tam-
bién de los Tribunales . Seguros de que la Au-
diencia de Pamplona fallaría que no había
lugar a procesar y que por lo tanto sería inevi-
table reponer en sus puestos los 18 concejales
suspensos, el Gobernador civil guardó el expe-
diente en un cajón de su mesa . ¡Y el Gober-
nador era un Magistrado! Rubor causa decirlo .
Fué preciso nada menos que: ocurriera un cam-
bio completo de Gobierno para que al fin se
remitiera a Pamplona tan extraño expediente,
La Audiencia, en efecto, falló no haber lugar
a inccar proceso alguno, y al cabo de muchos
meses de suspensión volvieron al Consistorio
los suspensos .
En frente de tal manera de perseguir el
Estado una lentitud se levanta un caso famoso
de proteger otra lentitud, dirigido el Estado
en ambas ocasicnes por los mismos hombres .
Capital muy histórica de provincia hay al
Oeste de la Península que durante años y más
años no cumplió su obligación de pagar a una
Sociedad extranjera que se había encargado de
hacer una importante obra : en vano apremiá-
base administrativa y judicialmente a este otro
Ayuntamiento ; en vano pasaba Notas un Emba-
jador; en vano nuestro Ministro de Estado

384
insistía en Consejo de Ministros para que se
obligase a la Capital recalcitrante a que se
cumpliera lo que le prescribían reiteradamente
órdenes gubernativas y sentencias judiciales .
En el mismo Consejo había quien atendía
sobre todo a no irritar a una encumbrada
personalidad . La Capital era feudo electoral
de quien desde muy alto dirigió muchas veces
los destinos de la Nación : cuando en efecto
los dirigía, claro es que habían de admitirse
demoras con mil pretextos, y cuando era jefe
de la oposición sus adversarios habían de aten-
derle con todos los miramientos debajo de la
ostensiblemente fiera lucha de partido . Al cabo
de muchos años coincidió el hallarse en el
poder el hábil prohombre y el fruncir el ceño
una de las más poderosas naciones del mundo,
declarando que no toleraría más tiempo fuesen
así burlados sus súbditos, y entonces, sólo enton-
ces, viéndose en un conflicto peligrosísimo el
ministerio, influyó, impuso el estadista a la
Ciudad aludida que se aviniera a transigir .
Si gana nuestro crédito, nuestro honor en
Europa con tales hábitos, cualquiera que real-
mente conozca Europa puede con presteza juz-
garlo .
No concreto ciertamente mis observaciones

385
sobre cambios de actitud o de principios en
Vasconia a un grupo de adversarios míos (algunos
han sido no poco tiempo mis correligionarios
políticos y hemos quedado siendo muv
buenos 2 mlgos particulares, siendo ellos modelo,
ya que no de consecuencia política, de probidad
privada) ; bien veo que incurren todos los grupos
en las mismas mudanzas de principios . Así,
un periódico en su esencia conservador, órgano
de amigos que fueron de Cánovas y lo son
míos, sin confesar explícitamente estas afinidades,
inició de pronto en la prensa de la región
una campaña, fundándose en que se había
concedido a Cuba una autonomía que jamás
tuvo, para pedir no solamente que se devolvieran
íntegros sus Fueros a Vizcaya, Guipúzcoa,
Alava y Navarra sino que, conservando
cada una de ellas su Diputación propia, ésta
enviase sus representantes a un Consejo o
Asamblea regional. No me detengo en señalar
que las cuatro Provincias jamás tuvieron junta,
Asamblea común, que únicamente ha habido
en todo el curso de la historia aquel afrentoso
Consejo de Vizcaya decretado por el general
Thouvenot durante la dominación napoleónica,
ni en señalar el parecido que había entre tal
proyecto y el de la resurrección de Estados

386
Euskerianos del Pirineo soñada por unos pocos
católicos separatistas y después por imitadores
de ciertos catalanes que adoptan el lema (ya
que sería demasiado arriesgado hablar de Cor-
tes de Cataluña) : Diputación única para Cata-
luña . Por fortuna cada una de las Diputa-
ciones Provinciales, viendo en perspectiva su
propia anulación, rechazó la idea . Pero otro
día, cuando los republicanos de la Diputación
de Guipúzcoa proponen «que por los medios
»más conducentes se recabe de los Poderes
»Públicos el reconocimiento de la autonomía
»administrativa de las Provincias Vascongadas,
»o sea de sus Diputaciones y Ayuntamientos,
»como complemento de la que disfrutan en el
»orden económico, restableciendo al efectu aque-
»llos organismos existentes en el régimen foral
»con las modificaciones que las circunstancias
»de los tiempos presentes hagan necesarias»,
esos conservadores tan autonomistas votan con-
tra la moción unidos a los fusionistas, carlistas
e integristas, alegando que es inoportuno y
falto de gallardía seguir el movimiento regio-
nalista galaico, aragonés, catalán, regionalista
de comarcas que dejaron desamparada a Vas-
conia en 1876 . A la verdad los republicanos
se dejaron convencer pronto : no quedó rastro

387
del intento después de una sesión secreta .
Y a su vez otro día se apartan de la autonomía
los que la reclamaban en la moción de que
acabamos de hablar . En efecto, proponen los
carlistas e integristas que se pidaa el restablecimiento
de la integridad foral . El periódico
semi-conservador los apoya . Republicanos y
liberales ahogan la proposición : ni siquiera le
otorgan honores de funeral de primera clase ;
no la toman en consideración para deliberar (i)
ellos que en esos mismos días toman en consideración
(dicen que por deferencia, miramiento,
compañerismo) una moción ridícula, grosera,
incalificable, para que la banda municipal no
toque más en el Palacio de la Reina que tanto
bien ha hecho a la Ciudad creando Miramar .
Es cierto que, avergonzados, pronto rogaron y
suplicaron a su autor que retirase la proposición,
como al fin sucedió no sin mucho trabajo .
Y por último, del amor que se tiene a la autonomía
vascongada en sí mnisma, libre y separada
de toda idea de dominación del grupo
a que pertenece, del amor incondicional y
desinteresado que se le profesa en el momento
(r) No necesito decir que desde mi punto de vista
creo hicieron bien .

388
en que ya no sirve para mandar e imponer,
es prueba suficiente . esto que el 24 de Julio
de 1897, teniendo mayoría en la Diputación
partidos adversos, decía la Voz de, Guipúzcoa :
Si la administración de esta Provincia continúa
muchos años en ciertos manos, si el dinero de
los guipuzcoanos, que en su mayor parte es de los
liberales, ha de servir para ayudar a frailes y monjas
o para derrocharlo en carreteras sin más objeto que
complacer a algún cacique carlista que en ellas quiera
pasearse ;ah! entonces antes de diez años habrá quien
pida flor misericordia gire quiten una autonomía tan
ruinosa, tapa tiránica, tan brutal .
Si hay tales contradicciones en cada grupo,
es porque no hay una opinión pública amiga
decidida en todos los instantes, sin intermi-
tencias, de la ensalzada autonomía . Si hubiera
opinión autonomista fija, robusta, poderosa ¿se
abandonaría la antigua regla de que cuando
el Poder Central es débil proceden con pro-
babilidad de éxito los elementos locales que le
piden concesiones? Las manifestaciones auto-
nomistas que se hacen, tan pronto abando-
nadas como emprendidas, constituyen única-
mente para cada grupo en momento deter-
minado lo que en varios países se llama plata-
forma para alucinar las masas . La dominación

389
de cada grupo en cada provincia es el móvil
casi universal, combinándola con la dominación
del grupo correspondiente en Madrid . A
este predominio en Madrid se atiende mucho,
lo cual es todo lo contrario del euskalerrismo
puro y es signo irrefragable de que la política
española es factor que con nada se reemplaza
en Vasconia, porque según queda indicado con
repetición en estas páginas, los problemas euskaros
no apasionan tanto dentro de la misma
Euskalerria como los grandes problemas de
la conciencia y de la razón individual en todas
las naciones y en la civilización general . Pero
las veleidades respecto de la autonomía inspiran
a todo hombre sereno una apreciación
inevitable : todo hombre de gobierno estaría
dispuesto a decir a los agitados políticos euskaros
: «Sea lo que queráis. Cualquiera que sea
»vuestra opción, la haré mía y sacrificaré mi
»opinión personal exigiéndoos solamente que
»os atengáis a vuestra opción, que no andéis
»cambiando de solución . ¿Autonomía? pues auto-
»nomía ; mas cuando os dé resultado desfavorable,
resignaos . ¿Recurso de alzada ante el
»Gobierno y última palabra dicha por él o
»por las Cortes? Pues sea así ; mas no volváis
»a aclamar la Autonomía» . Por mi parte . a un

39 0
partido (o fracciones de un partido) que se
ciega por una popularidad local de poco momento
y de mala índole, por el odio al adversario,
por las exigencias varia,, según el instante
y el pueblo de una dominación ganosa
de ser intangible, que finge es un ataque contra
el país y alega esto para rechazar lo que positivamente
sabe que se ha hecho en bien especial
suyo y para ampararle, y si no lo estima
así es porque no prevé la posibilidad no escasas
veces de estar en minoría y bajo la dura ley
de sus adversarios ; que no advierte nada le
perjudicará, aun en las ocasiones de haber
logrado tener el mayor número en las Corporaciones,
haya recurso de alzada ante el Gobierno
liberal, monárquico o republicano, si
no ha faltado mucho a la legalidad y a la justicia,
y tampoco advierte le será utilísimo ese
recurso si es minoría en las Diputaciones y
Ayuntamientos ; que en cada mes y en cada
asunto, según la conveniencia del día, cambia
de bandera y grito de combate ; que no respeta
principios ni comprende a qué obliga un lema
ante una región formal y una patria de honor,
he dejado de atenderle de uno a otro extremo
de Vasconia, a pesar de invocar los mismos
que me habían calumniado antiguos vínculos,

39 1
afectos recíprocos que ahora juzgaban no debían
ni de seguro podían haber completamente ce-
sado .
Bien es verdad que si la Circular tenía por
objeto atender al interés de los elementos
aludidos, todavía se encaminaba más a aten-
der al interés inmutable de la Nación bajo
todo sistema y régimen de gobierno . Cierta-
mente la Circular se proponía evitar a los libe-
rales el tener que apelar, cuando tuesen minoría,
fundándose en precedentes, si bien numerosos,
y para esto les daba además un texto legal
sencillo y explícito : tal era la eficacia única
del nuevo documento, que nada sustantivo
derogaba ni creaba ; pero por cima de este objeto
tenía el de la defensa del Estado . No podía
depender de que los liberales de la región apro-
basen o levantasen en contra sus voces estruen-
dosas el que, mediando el interés supre_no del
Estado, se diera o no se diera gran aliento
a los factores de futuros como de pasados
levantamientos, pagándoseles sus actuales cré-
ditos; se dispusiera o no lo que fuera nece-
sario para resguardar de verdadero atentado
o de insolente provocación la dignidad de la
Monarquía triunfante, de las Cortes españolas .
Fué sin embargo providencial que, antes de

39 2
que se sintiera herido el Estado por los ven-
cidos, heridos se sintieran y pidiesen la inter-
vención del Gobierno los propios imprevisores .
liberales en asuntos de la más grave impor-
tancia ; y entonces con solo haber pasado breve
espacio de tiempo después de la medida cen-
surada, aumentóseme la satisfacción inefable
que acompaña al culto a los principios arraigada
y desapasionadamente profesados .
Un día una mayoría casual, compuesta de
carlistas consecuentes y de poco recomendables
liberales, acordó en Vizcaya reconocer la deuda
que para sostener las fuerzas carlistas había
contraído el pueblo de Alonsótegui . Conformá-
base la Diputación con lo resuelto por el Ayun-
tamiento : ya no había corporación vascongada
a que recurrir . lías la minoría liberal pura,
al saber que a su costa iban a cobrar los car-
listas, Juzgó horrible una autonomía que pro-
ducía esta consecuencia y no menos horrible
cosa que no se reprimiera el desmán . El frenesí
liberal no tuvo límite y le complació el minis-
terio Sagasta anulando ambos acuerdos o sea
pisoteando la Autonomía (i) .
(i) Uno de los periódicos más apreciables de Madrid,
el Día, que por conocer indirecta y genéricamente todo

393
Todavía iba a tomar solemnidad mayor la
retractación de hecho de los buenos liberales .
El distrito de San Sebastián, de mucha más
población y riqueza que el de Azpeitia, tenía
lo vascongado, sintiendo además viva antipatía contra
los conservadores, había criticado la Circular y aplaudido
las diatribas de la intransigencia euskara, rindiéndose
ahora ante la evidencia del resultado práctico que tenia
su criterio, escribía a propósito del incidente de Alon-
sótegui el 22 de Febrero de 1883 lo que sigue :
No necesitamos examinar la parte legal del asunto .
»Nos basta solo para ponernos resueltamente del lado
»de los liberales (vizcainos) atender a la parte moral . Sobre
»las atribuciones que la ley conceda a la Diputación está,
»ya que no otra cosa, el poder supremo de las Cortes con
»el Rey No puede haber ley alguna que obligue a los
»heroicos defensores de Bilbao a pagar la deuda carlista
»Nosotros que con tanto tesón hemos abogado porque
se concediera a la Diputación provincial de Vizcaya
»completa autonomía en el orden administrativo, protes-
»tamos hoy enérgicamente contra el abuso de esas atri-
buciones. Si se empeña en continuar por ese camino,
»perderá lo que en tan alta estima tiene . Todo antes que
»consentir esa gran vergüenza, todo antes que a ciencia
»y paciencia de la España liberal adquiera el carlismo
»armas con que desangrar de nuevo las entrañas de la
»patria.»
Si se comprende que al principio fuera imprevisor el
periódico madrileño ¿puede comprenderse la imprevisión
liberal euskara? ¿Es mera imprevisión? No sé si es caso
psicológico o patológico . De todos modos no lo hay más
singular en los anales de los pueblos .

394
exactamente el mismo número de diputados
provinciales que este último, porque la ley
común determina que la elección se haga por
partidos judiciales, y hay en Azpeitia juzgado
de primera instancia que no debiera haber,
que ha sido suprimido varias veces . No es
necesario decir que no imaginaron ciertamente
los representantes de Guipúzcoa en las Cortes
afiliados al partido liberal la supresión de tal
Juzgado, y por otra parte comprendieron que,
si bien era la creación de uno más en Irún
procedimiento que mejor hubiera engranado
con lo establecido en la ley provincial, había
peligro en proponer esto, pues envolvía aumento
de gasto en el presupuesto del Estado cuando
Guipúzcoa contribuía con cuota fija y alzada .
Acordaron por lo tanto proponer una medida
legislativa en cuya virtud, para el solo efecto
de la elección provincial, se dividiría en dos
distritos el juzgado de San Sebastián, en el
cual así se elegirían ocho de los veinte diputados
. Eran varios los defectos del proyecto,
a pesar de su justicia intrínseca, al hacerse
más proporcional la representación con la riqueza
y el número de habitantes . No era esta justicia
lo que más había promovido la medida : era
sobre todo el deseo de alejar la probabilidad

395
de que los carlistas tuvieran mayoría en la
Corporación provincial, lo cual se logró durante
varios años, mas no últimamente porque las
imprudencias liberales exacerbaron de nuevo
en todo el país euskaro la opinión religiosa .
Es práctica viciosa alterar aisladamente y según
la conveniencia en cada caso una regla general,
absoluta, establecida en ley orgánica . Las cir-
cunscripciones no pueden ser simétricas : hay
unidades que existen de antiguo y se toman
en cuenta en muchos países para fines muy
diversos : por ejemplo, la unidad municipal o
provincial las toman en cuenta la Francia
republicana y la monárquica España en la
elección de sus respectivos Senados . La misma
causa que había para dividir en dos el partido
judicial de San Sebastián, o sea la diferencia
excesiva en el número de habitantes y en la
riqueza de un partido u otro partido, habrá
a no dudarlo en varias provincias, y con tal
motivo para legislar se agravaba la injusticia
no aplicando una misma regla en casos iguales .
Pero tanto se conformaba el proyecto con mi
criterio sobre lo deseable de que las Cortes
españolas intervengan con cierta frecuencia en
las cuestiones vascongadas a causa de lo que
gana la cohesión de las diversas comarcas de

396
una misma Patria, que me atuve a la justicia
intrínseca del pensamiento y lo apoyé con
cuanta eficacia pude, como he apoyado las
varias incorporaciones de pueblos decretadas
por el poder legislativo a petición de vizcainos
que se alejaban así de la doctrina euskalerria-
ca (i) . Las Cortes adoptaron la modificación :
la sancionó la Corona .
Aquí entra en juego la autonomía vascon-
gada, aquello de ser las Diputaciones, ya que
no las Juntas, quienes dijeran la última palabra .
Imposible es desconocer que la nueva medida
afectaba hondamente al porvenir de la Dipu-
tación de Guipúzcoa, y en este momento la
mayoría era carlista . Juzgó de su incumbencia
examinar la modificación decretada, sin dete-
nerse a pensar que ésta se refería al régimen
y organismo de la ley común, general para
toda la Nación ; no era novedad introducida
(i) No hubo fundamento de justicia en la creación
de un quinto distrito electoral para nombrar un Dipu-
tado a Cortes más en Guipúzcoa : lo condenaba la extraña
configuración geográfica que se le daba, lo condenaba
el sentido común . Jamás ha establecido la arbitrariedad
política demarcación tan absurda . ¡Ironía de la política!
Su autor no logró la reelección, a pesar de sus positivos
servicios .

397
en el régimenn foral privativo de la Provincia,
y sobre lo que ha de ser una ley común, extraña
a la legalidad peculiar, vascongada, ni los más
ultra-fueristas pueden alegar que es incompe-
tente el Parlamento . Sin embargo, la mayoría
de la Diputación emitió un voto de censura
contra los representantes de Guipúzcoa en las
Cortes, designándoles nominalmente y publi-
cando la censura . Era una censura de un acto
de las Cortes, de un acto de la Corona . Senador
por nombramiento del Rey, consecuente con
lo que previsoramente había dispuesto el Go-
bierno de que formé parte, acudí al Senado e
interpelé al gabinete Sagasta sobre lo que
pensaba hacer en presencia de un voto de
una Diputación provincial pretendiendo limitar
la libertad de los legisladores de la Nación
elegidos por una provincia, la plenitud de poder
con que las Cortes y el Rey determinaban y
resolvían siquiera dentro de la esfera de la
legislación común, siquiera a distancia de la
legalidad foral . Proclamé que solo deseaba sacar
adelante un principio fundamental y que se
viese tiene sanción : no pedí ciertamente escar-
miento. Contestó el ministerio en modo satis-
factorio . Vivo fué mi placer cuando poco des-
pués un Senador elegido por Guipúzcoa, que

398
en alguna ocasión impugnó mi aserto de que
los representantes vascongados en las Cortes
no tienen para qué preguntar a las Diputaciones
forales, y menos, si cabe, a las provinciales,
qué actitud han de tener a veces en los Cuerpos
Colegisladores, reclamó lo mismo que yo . Los
Diputados reclamaron igualmente en el Congreso
. Pero en estos discursos hubo más pasión
y aspereza que en el mío . El Gobierno anuló
el acuerdo de la Diputación e impuso una
multa de quinientas pesetas a cada uno de
los que habían aprobado el voto de censura,
citándose para esto artículos de la ley provincial
común a todo el Reino . El partido
liberal vascongado, su prensa, no aplaudieron
al ministerio : citando a su vez otros artículos,
dijeron era escasa la represión ; acusaron de
debilidad al ministerio, de no aplicar suficiencientemente
la ley . común . A mí, el «verdugo
de todo lo que era vascongado, sobre todo
de la autonomía», me pareció muy bien la
aplicación moderada de la ley : esta aplicación
bastaba para dejar sentado que las Diputaciones
euskaras, sus mayorías, pueden excederse
; que los liberales, cuando les son adversos
los acuerdos de éstas, dicen que son revocables
por el Gobierno o por los Tribunales de la

399
Nación . La Circular de Octubre i88o (con su
contenido, el recurso de alzada, la alta inspec-
ción y vigilancia del Estado) quedó vengada
al haberse sentido heridos en Vizcaya y Gui-
púzcoa los que más declamaron contra ella y
ahora a ella, a su espíritu y su fin, recu-
rrían .
Si nunca hubiera habido derecho de alzada
(y lo hubo en todo tiempo), debe haberlo ahora .
Antes no era suficiente para imponer cargas
a los ciudadanos la autoridad vascongada : no
podían estar ellos entregados al capricho de
una autoridad local ; con arreglo a los rudi-
mentos de administración en pueblos no bár-
baros, se daba a los ciudadanos, cuando se
les gravaba, la garantía de que intervendrían
dos distintas autoridades, la inmediata y popu-
lar, la lejana y Real . Y cuando esta doble
intervención no existe de hecho, merced a que
en un lado hay perseverancia para destruir
lo que no halaga y en otro lado hay descuido
o abandono para sostener antigua preeminencia,
cuando la autoridad local sola grava a los
ciudadanos ¿se pretende que tampoco tengan
éstos a dónde acudir si esa autoridad, además
de decretar el género, la clase, la cuantía de
un impuesto que guste decretar para atender

400
como antes a las cargas generales, lo reparte
eximiendo a unos, aniquilando a otros? ¿Qué
progreso proporcionado con el que toda Europa
ha realizado en la administración pública habría
hecho ésta en Vasconia con semejante desconocimiento
de la base misma de toda adminis
tración medianamente ilustrada? ¡Qué! en toda
España, en toda Europa, se apela del Alcalde
al Gobernador, del Gobernador al Director General,
del Directcr General al Ministro, del Ministro
contenciosamente al Consejo de Estado o
Tribunal Supremo porque así lo exige el respeto
al derecho del individuo, ¿y solo en la Euskalerria
ha de existir el menosprecio para con el
euskaro y español injustamente gravado por un
Ayuntamiento o una Diputación de que no tenga
a donde acudir contra el abuso? ¡Qué! aun en
lo más delicado, en lo que se roza con la disciplina
militar, puede recurrir un oficial contra
el Ministro de la Guerra por la vía contenciosa,
¿y en una comarca de España se renovaría
en el siglo xx para el libre, el fiero euskaro
la condición del pechero ante una entidad
feudal y su inapelable voluntad? ;Y son los
liberales los que, caminando en rumbo inverso
al que siguieron los avanzadísimos legisladores
de la Revolución de Septiembre, niegan los

40 1
elementos del progreso moderno en el derecho
administrativo?
Después de este examen relativo a princi-
pios v a hechos históricos sería descender el
detenerse en cosa que pareciera recriminación
entre partidos españoles, pero_ es fijar otro
hecho histórico ~- legal el saber si algún Go-
bierno re,barador al suceder al de i88o ha dero-
gado verdaderamente la Circular, si ha dejado
de licarse la ley _común . El ministerio que
dió aquélla solo quedó en el poder cuatro meses
después de publicada la medida y no tuvo
ocasión ninguna de aplicarla . El ministerio que
le. reemplazó comenzó por hacer en este asunto
unacosa insólita : hizo publicar literalmente en
la Correspondenicia de España una larga Real
orden que nunca estuvo en la Gaceta Oficial .
Yada resolvía: era un informe del Ministerio
de la Gobernación a la Presidencia del Consejo
dé -- Ministros acerca de la posible derogación
del acuerdo de Octubre . Preparábanse entonces
unas elecciones generales y el novísimo docu-
mento estaba redactado de manera que hizo
creer al país vasco que iban a derogar la Circular
aquellos liberales a pesar de haber pedido en
1876 la nivelación absoluta ; pero en la conclu-
sión se disponía únicamente que emitiese dicta-

4 0 .2
men el Conseio de Estado . Diólo en efecto,
pero pasadas las elecciones, y fué en sentido
totalmente opuesto a la derogación y en favor
de la aplicación de las leves administrativas
ordinarias . Llegó a tratarse el asunto en Con-
sejo de Ministros, y el Marqués de la Vega
de Armijo que desempeñaba la cartera de
Estado, opinó con frases vehementes que no
Habría dignidad (dijo vergüenza) en el partido
constitucional si, después de su actitud en la
Cuestión de abolir los Fueros, resultaba ahora
fuerista ; que lo que el partido ganase en las
Tres Provincias lo perdería con creces en el
resto de España . \o poco ostentó el Marqués
su consecuencia, que triunfó, y por ella le
elogié en el Senado, pues nunca es bueno que
haya quien la pierda, interpretándose mis pa-
labras calumniosamente en la Euskalerria
como una felicitación por su antifuerismo .
\o pasó mucho tiempo sin que estando en
el poder los liberales aplicasen ellos la Cir-
cular . Los casos pululan, pero solo citaré
tres .
Una Real orden de 3 de Abril de 1883 sus-
crita por D . Venancio González (Gaceta del 7)
aprobó la suspensión decretada por el Gober-
nador de Vizcaya de un acuerda de la Dipu-

4 0 3
tación autorizando al Ayuntamiento de Abanda
a contratar un empréstito de 200 .000 pesetas
para atender a una obra . También había confirmado
la Diputación un acuerdo del Ayuntamiento
de Sestao para que levantase un prés-
tamo de 15 .000 pesetas con qué abrir un corto
camino : poro el Gobernador suspendió el acuerdo
y el Gobi ; rno, previo informe del Ccnsejo de
l stado, resolvió que aun habiendo sido extemporánea
la suspensión, quedase sin efecto el
acuerdo municipal y provincial (Gaceta citada)
Una Real orden de 16 de Marzo firmada por
D . Pío Gullón dejó igualmente sin efecto,
pidiéndolo así el partido liberal vascongado,
según hemos visto, un acuerde de la misma
Corporación provincial aprobando el presupuesto
ele Alonsótegui .
Si tan reiteradamente se valieron los ministros
liberales en el primer gabinete Sagasta
de la Monarquía restaurada de las leves comunes
a que se refirió la Circular como quisieron
los liberales vascongados, tampoco abolieron
ésta en la disposición 4 .a de las transitorias
de la ley provincial de 1882, ni siquiera con el
artículo 14 de la ley de presupuestos para el
año 1887, que, si bien más amplio, dice únicani
ente :

4 0 4
Para el cumplimiento de las obligaciones anteriormente
consignadas (pago de impuestos al Gobierno
en cuota alzada y fija después de haber sido elegidos,
repartidos y recaudados por las Diputaciones), las
Diputaciones de las Tres Provincias se considerarán
investidas no solo de las atribuciones establecidas
en la ley provincial, sino de las que con posterioridad
al Real decreto de 28 de Febrero de 1878 han venido
disfrutando .
Fijémonos en el objeto . Las Diputaciones
acumularán facultades Para lo -económico, para
cumplir obligaciones financieras . ¿Pero se acu-
mularán facultades para lo que no sea cumplir
esas obligaciones, para lo que sea de otra índole?
Evidentemente no (i) . Fijémonos en la con-
cesión misma, en las facultades mismas . Con
poSerioridad al Real decreto de 28 de Febrero
háy dos períodos, el uno precede, el otro sigue
a la Circular que imponía la ley común . Si
(i) Aunque se ponderó mucho por un grupo de vascongados
la concesión del ministerio Sagasta, otros vascongados
no han estimado que hubiese concesión nueva
sino sanción de lo que existía . No es únicamente el escritor
euskalerriaeo Sr . Angulo quien dice (página 251 de su
opúsculo ya citado), después de recordar los varios casos
de aplicación de la ley común por el propio ministerio,
que la disposición transitoria q .a de la ley de 2o de Agosto
1882 no hizo mas que afianzar el Concierto económico .

405
no se quería que ésta rigiese, si se quería que
no quedase efecto ninguno de la Circular ¿por
qué no decir lisa y llanamente : «cesa la aplicación
de la ley común determinada en la
Circular de Octubre»? ¡Ah! la apariencia de
la derogación era lo que unos deseaban y otros
otorgaban ; ni acá ni allá les convenía la dero-
gación de hecho, de verdad . Era menester con-
servar la posibilidad de aplicar según convi-
niera y se quisiera esta o la otra ley . Y cier-
tamente los ministros liberales, bien por ins-
--piración propia, bien a ruego de sus amigos
vascongados, aplicaron sin titubear las leyes
ordinarias, persuadidos, seguros, de que el ar-
ticulo 14 de la ley de Presupuestos de 1887
no contenía derogación alguna de la Circular .
Así aplicáronlas hasta diez y siete veces, y
ahora basta recordar que las aplicaron cuando
el Ayuntamiento liberal de Zumaya se alzó
contra el acuerdo de la Diputación carlista de
Guipúzcoa que le obligaba a pagar raciones
suministradas a las fuerzas carlistas, invocando
la Real orden de 23 de Diciembre 1887, fir-
mada por el ministro de la Gobernación D . José
Luis Albareda, el artículo 13o de la ley provin-
cial para revocar el acuerdo de la Diputación ;
cuando a petición de un vecino se anularon

40 6
y suprimieron por, Real orden de 27 de Marzo
1889, fundada en la alta inspección que confiere
al Gobierno el mencionado artículo 130,
arbitrios que había impuesto la Diputación de
Alava ; cuando a petición del Ayuntamiento
liberal de Hernani ; una Real orden de 27 de
Alarzo i888 revocó un acuerdo de la Diputación,
que era carlista, sobre pago de haberes
a un sacerdote .
Así, con hechos, queda demostrado que la
Circular no ha sido derogada . Y, ahora elevándose
sobre los hechos procede preguntar ¿qué
es más noble y mejor : una declaración clarísima
de cuál es el estado legal, el estado de
derecho, o la interesada consagración de nebulosidades
intencionales? Hay quien dice netamente
a España : «una parte de tus provincias
ha de disfrutar de más ventajas, ha de tener
encabezados todos los impuestos, podrá establecerlos
como guste, ejercer mayores facultades
administrativas y económicas, porque esto
es un resto de la situación legal de otros tiempos,
situación excepcional que no puede desaparecer
bruscamente» ; y luego volviéndose a
las Provincias Vascongadas, les dice : «proclamo
ante España entera que habéis de estar en
especial y favorable situación económica y admi-

407
nistrativa ; pero a vosotras os declaro lealmente
que no puedo desprender por completo del
Estado la vigilancia y la seguridad general» .
Hay en otro lado quien por miedo a cuarenta
y seis provincias no decreta sin anfibologías
amplia y especial autonomía vascongada, y por
miedo a tres provincias las arrulla prometiéndoles
esta misma, salvo haber votado en pro
de la absoluta igualdad de todas las Provincias
de la Península, salvo presentarse cuando
se habla de regionalismo como los más unitarios
entre los Españoles (i) .
(i) He aquí los considerandos en que se apoyaba una
disposición más, tomada el i8 de Diciembre 1897 por un
ministerio Sagasta, contestando a una petición de las
cuatro provincias vasco navarras que no querían se crease
cl cargo de contadores municipales :
,,Considerando que establecida la unidad constitucional
,)en las Provincias Vascongadas, terminada con gloria
apara las instituciones monárquicas que rigen el país la
,)última guerra, y acatada la ley de reemplazo, faltaba
»solo para la . completa adaptación administrativa que
»las proviricias referidas, protegidas hasta entonces por
»el régimen foral de excepción y privilegio, entrasen desde
»luego en el concierto económico observando y cumpliendo
»cuantas disposiciones tributarias se consignasen en los
»presupuestos generales, reconociendo además y satis-
»faciendo el importe de las contribuciones por territorial,
»industrial y conceptos generales :
»Considerando que a este importantísimo fin de unión

408
La conclusión que de todo lo dicho se desprende
lógicamente es que en cuanto al régi-
»tributaria obedece el Real Decreto de z8 de Febrero
»de 1878, previniendo que la exacción de las contribuciones,
»rentas e impuestos, a excepción de aquellos tributos cuya
»administración se reservó desde luego el Estado, se realice
»en estas provincias por los medios especiales autorizados
»al efecto por la indicada Real disposición, ratificados
»después por el Real Decreto de i .0 de Febrero de 1894,
»respondiendo las Diputaciones al Tesoro público de la
»periódica y puntual entrega de los cupos o sumas alzadas,
»fijados en Is disposiciones de referencia para satisfacer
»y cumplir los distintos conceptos de tributación .
»Considerando que en armonía con la legalidad ante-
»riormente expuesta fué necesario reconocer a las Dipu-
»taciones de las Provincias Vascongadas facultades excep-
»cionales en la administración provincial y municipal .
»atribuciones sancionadas y autorizadas mientras se halle
»en vigor el actual estado económico por la disposición
»4 .a transitoria de la ley provincial vigente, con objeto
»de facilitar en todo lo posible la libre acción de estas
Corporaciones y que puedan sin obstáculos ni dificultades
»por parte de la Administración hacer efectivos sus com-
»promisos del Concierto económico .
»Considerando que, sancionado este legal y verdadero
»estado de derecho en cuanto a organización económica
»se refiere, es obligatorio reconocer también como natural
»consecuencia la necesidad de conceder amplitud a gas
»Diputaciones y ,
Municipios a fin de que puedan designar
»libremente su personal, siempre que imperiosos y deter-
minados mandatos de leyes especiales no lo impidan> .
Los Comisionados Vascongados reclamaron contra estos
Considerandos, sobre todo contra el primero, y también

4 0 9
men administrativo convendría establecer alguna
fijeza. claridad . Si no se puede restaurar 31
régimen foral al cabo de cuarenta años de
suspensión, pues tiene a su favor el organismo
existente aquel sello moral que ilustres fueristas
de i8,5o confesaban en Guernica habían adqui-
rido con solo nueve arios de vida muchos de
los grandes y útiles contrafueros de 1841, si
a la restauración foral se oponen franca y
descubiertamente unos, solapadamente otros al
menos convendría por cima de todo introducir
contra varios errores materiales que en la parte disposi-
tiva se habían observado, y el -Ministro (le la Gobernación,
D . Trinitario Ruiz Capdepon, les dijo en una entrevista
que tal vez hubiera podido omitirse algo de lo enunciado
(que puso muy intencionadamente el Director General
de Administración, muy conocedor (le estas cuestiones
y del país vasco donde había sido Gobernador civil) ; pero
que una vez puesto y publicado, no podía suprimirse
al enmendar los errores materiales que se habían adver-
tido . Los Comisionados extendieron una relación de la
conferencia y la firmaron ellos solos . A priori debe supo-
nerse que es exacta, dada la respetabilidad de los firmantes,
si bien no consta que la conociera el -Ministro (claro es que
no se había de pedirle que la firmara), ni deja de ser raro
que en su ánimo realmente cupiese fuera posible en caso
alguno suprimir los largos Considerandos que sin duda
alguna leyó antes de firmar su disposición . De todos modos,
y cualquiera que fuese la excusa cortés, los Considerandos
quedaron . Y esto basta para lo que ahora se va exponiendo .

410
,claridad .
Todas las soluciones claras son rechazadas
por los hábiles . Imposible que las Provincias
sancionen que haya una ley especial
determinando las atribuciones de las Corporaciones
sin variar la forma constitucional de
éstas, v además es peligroso presentar de una
manera escueta ningún problema - vascongado
a las Cortes . Pedir la ley foral ¡qué imprudencia!
Resignarse a la ley- común ¡qué horror!
Lo único posible para los sistemáticos eliminadores
de una, otra y otra pauta neta, es la
perpetua antinomía y la perpetua declamación
que permitan continuar la comedia que allí
se representa con cambio de representantes en
cada papel, todo para la prepotencia de una
minoría que alternativamente invoca la regla
y la excepción, lo constitucional y lo foral .
Todavía he de decir más sobre este punto
importantísimo del régimen administrativo . Al
dar minuciosa cuenta del resultado obtenido
en la ley de Presupuestos de 1887 respecto
de lo económico lo mismo que respecto de lo
administrativo, la Corporación provincial de
Vizcaya reveló en un folleto que no había
en su seno conformidad de pareceres sobre la
vuelta del organismo foral o la continuación
del régimen común de Diputaciones provin-

4 1 1
ciales (i) . Propúsose algún tiempo después en
Guipúzcoa que se pidiera al Gobierno la men-
(i) En 1839 lograba San Sebastián, antes (le la paz,
que triunfase en las elecciones (le Diputados a Cortes
D . Claudio Antón Luzuriaga para que se opusiera a la
confirmación pura v simple, confirmación absoluta de
los Fueros . Bilbao por el contrario, cuando se presentó
la lev confirmándolos, envió a las Cortes entusiasta Exposición
en pro del viejo régimen . Pero diez años después
observo la invicta villa que la organización de la junta
General de Guernica dejaría siempre ahogados sus principios
y sus intereses, y lamentó no haberse unido anteriormente
a San Sebastián . Comprendió lo absurdo de
que en la junta General una anteiglesia con doce casas
y cincuenta habitantes tuviese un voto v Bilbao con sus
miles de habitantes, su riqueza urbana considerable, su
inmensa riqueza comercial, tuviese también un voto :
lamentó que en Guernica no hubiera al menos la votación
por fuegos corto en la junta guipuzcoana . Se vió precisado
el pueblo insigne, representante del espíritu moderno .
a prescindir del Fuero, (le la Junta Foral, de la soberanía
del Señorío para acudir, como queda anteriormente dicho,
a la soberanía incontrovertible, verdadera, la soberanía
del Rey con las Cortes a fin de lograr que una ley anexionase
a Bilbao los suburbios . Tales cuestiones tienen
por lo tanto poco prendados del organismo foral puro
y neto a la gran Villa y a todos los liberales vizcainos .
El procedimiento a que recurrieron ha sido después entpleado
varias veces : se han verificado agregaciones (le
pueblos atacándose así las bases del sistema especial vizcaino
que son : la unidad municipal cualquiera que sea
el municipio, origen venerado de la existancia de Vizcaya ;
la sanción de tal unidad con la igualdad de voto en la

412
cionada restauración . Las tres Diputaciones
conferenciaron sobre esto, y nadie que esté
Asamblea de Vizcaya de cada uno de los muchos muni-
cipios del Señorío sea el que fuere .
En cuanto a Guipúzcoa son diferentes las reminiscen-
cias . Desde 1839 hasta 1868 jamás dejó de triunfar en
las juntas el partido liberal, los progresistas una o dos
veces, los unionistas cuatro o cinco, las más veces los
moderados . Y es que se votaba por la combinación de
población (en su mayor parte carlista) y de riqueza (que
estaba mucha parte en manos de los liberales) llamada
foguera . Así, siendo el total de los fuegos de la Provincia
2 .240, San Sebastián tenía 22o que últimamente se ele-
varon a 389 y que hoy quizás serían ;0o . Tolosa, donde
con el sufragio restringido obtenían mayoría los liberales,
poseía 155 fuegos . Y así sucesivamente . Hay todavía
en el partido liberal algunos entusiastas que recuerdan
con cariño aquellos tiempos sin atender a que en 1868
(dos meses antes (le la Revolución) va triunfó el partido
carlista . Debe confesarse llanamente que fué porque vota-
ron en favor de Dorronsoro los representantes de San
Sebastián, pregonando que la administración debe ser
antepuesta a la política y aquel jefe del carlismo les había
prometido que haría el camino nuevo de la Ciudad a Asti-
garraga y Hernani por el valle de Loyola . El camino se
hizo era imposible que no hiciera ; pero los hombres de
elevados pensamientos que habían dado el triunfo a Do-
rronsoro recibieron otra bien distinta merced de su favo-
recido . Aquel nombramiento le sirvió para titularse varios
años Diputado General, organizar con asombrosa tena-
cidad desde los riscos de Arechulegui la guerra civil, reins-
talarse en Tolosa, reunir junta General de Guipúzcoa
y coadyuvar a que las baterías de Arratsain bombardeasen

4 1 3
someramente enterado d e las cosas vascongadas
ignora (a pesar de que, según exigía la más
hasta con proyectiles incendiarios San Sebastián . A los
liberales que no ven peligro en que se restaure el orga-
nismo foral contestan otros liberales que en el período
de 1839 a 1867 continuaba la vieja influencia social, que
sobreponiéndose a la opinión política se ejercía en las
localidades por hombres importantes poseedores de ma-
yorazgos y constituidos en algo parecido a patriarcado
o patriciado, aunque a estos individuos v clases denomi-
nábanles en son de burla Jaunrchos y Jaunclieria (Señores
v Señorío) aquellos constitucionales que continuaban
siendo antifueristas . El prestigio heredado y personal
de los primeros les proporcionaba puesto no disputado
en los Ayuntamientos y Juntas a pesar de que eran libe-
rales, los más del partido moderado . Así Azpcitia . Azcoitia,
Vergara, Segura, Goyaz, tan carlistas, elegían para los
cargos de Concejal, Alcalde o Juntero a Altuna, Palacios,
Olano, Zavala, Hurtado, Balzola, V illafranca v Lardi-
zábal. ¿Dónde hay ahora Jaonclieria' Y con rarísimas
excepciones los hijos son carlistas o integristas . Estos
dos elementos predominan en aquellos pueblos v puede
temerse que predominarían en la junta . Necesario es sin
embargo no omitir que, si tuviere lugar la restauración
del régimen de las juntas Forales, podría tal vez compensar
la enunciada probabilidad de prevalecer los elementos
antiguos, los tradicionalistas de variados matices, la nueva
probabilidad de equilibrar, pero solo en Guipúzcoa, esta
ventaja de todo lo hostil a los liberales por medio del
increíble aumento de fuegos que habría de tener San Se-
bastián en virtud de su maravilloso ensanche durante
el ominoso paréntesis de las Diputaciones provinciales,
y del aumento que igualmente habrían de tener Irún

414
elemental consideración, para no divulgar oficialmente
divergencias no se publicaron las
actas) que la ahora intransigentísima Alava
no quiere se reinstale parcialmente el organismo
foral sino que todo vuelva en un solo
acto y , de una sola vez al ser v estado anteriores
Eibar, poblaciones de notoria prosperidad y espíritu extremadamente
liberal . Pudría así suceder que solamente
con marchar unidas las tres poblaciones sumarían la mitad
más uno (le los dichos 2 .24 fuegos (le Guipúzcoa, y entonces,
además del mal de que en una Asamblea de muchas
representaciones tres (le éstas se sobrepusieran a todas
las otras en una resolución foral en sentido liberal, habría
la anomalía (le ser constantemente contradicha, aniquilada,
esa mavoria artificial en los comicios en que cada
hombre tiene un ruta, v el potente sufragio universal se
erguiría delante del acuerdo meramente foral . De todos
modos el problema es oscuro, a todos agita inspirando
temores v esperanzas a unos y otros alternativamente,
v esta es la causa verdadera (le ser tan contrariado y combatido
so capa )- bajo mano, haciéndose aparentes manifestaciones
fueristas, el restablecimiento del organismo
foral . Alternativamente v subordinándolo a las probabilidades
(le su propio éxito avivan o moderan el propósito
restaurador uno u otro partido . Y entre tanto el régimen
común en cuanto a la forma, penetra más y más en los
hábitos e ideas del país . Este es el problema que va resolviendo
más (le prisa que lo que se creía la acción combinada
del interés diverso v del tiempo . Ciego estaría el Gobierno
que por incidente de poca monta desanduviera el
camino andado hacia una asimilación amplia .

4 1 5
a la lev de 21 de julio de 1876 ; Guipúzcoa
-desea restauración aun cuando sea parcial
limitada al organismo, dejando para otras eventualidades
mejores, si se presentan, las demás
reivindicaciones ; Vizcaya no quiere el organismo
foral, prefiriendo que dentro del organismo
común vigente se amplien y definan mejor
las facultades de las Diputaciones provinciales :
adora predomina en ella el Separatismo más
o plenos claramente proclamado,
Se había llegado más tarde a una menor
divergencia entre las Provincias mismas v entre
ellas por una parte 'v el Gobierno por otra .
En extensa porción de Vasconia se había acogido
bastante bien una importantísima Real
orden que se dió para resolver la controversia
suscitada con motivo de haber aprobado el
Ministro de la Gobernación Silvela un presupuesto
extraordinario de San Sebastián, incidente
de que va hemos hablado . El propio
Ministro de la Gobernación dictó en 8 de Agosto
de 1891 una disposición que empieza exponiendo
con exactitud suma las variaciones que
la legalidad ha tenido desde 1876 en cuanto
a facultades de las Diputaciones respecto de
presupuestos y cuentas municipales, para concluir
concediéndoles todas las atribuciones me-

416
nos la de contratar empréstitos sin que lo
sepa el Gobierno . Tan favorable había pare-
cido la Real orden que el Presidente de la
Diputación de Guipúzcoa reconoció en su Me-
moria que la autonomía vascongada quedaba
respetada . Así las cosas y cuando en esta parte
había armonía bastante bien asentada, surgió
un caso en que resultó fotografiado cada uno
de los partidos, comprobada la poca consis-
tencia de su criterio . demostrado lo que es
España, así corno per_nitió conocer habían apren-
dido algo las Provincias con el fruto amargo
recogido en su intransigencia de 1876 .
Un período larguísimo de saldarse con déficit
exorbitante los presupuestos del Estado produjo
una situación económica, no irremediable por
cierto, pero de notoria gravedad . A Cánovas
correspondió en 18go la gloria de proclamar
sin rodeos (y por cosas como ésta y por haber
sido opuesto a una política de acción exterior
cuando no era buena del todo nuestra situación
interior es por lo que tan injusta como impre-
visoramente se le acusó de pesimismo) que
íbamos acercándonos al abismo, que era me-
nester abandonar nuestros sueños v atender a
las realidades, que era preciso reducir los gas-
tos, reforzar los ingresos, nivelar a toda costa

417
el presupuesto ; pero conocedor profundo de lo
que hay de verdad en las imaginadas energías
de la opinión pública española tan pronto como
lanzan un grito los intereses contrariados, añadió
que necesitaba tres presupuestos, esto es
tres años para lograr gradualmente la nivelación
completa y cierta de los gastos con los
ingresos . Aunque hubo periódicos que dijeron
iba a pedir o exigir el ministerio Cánovas contribuyeran
con mayor cuota las Provincias
Vascongadas, hízolo desmentir . Por una disidencia
en su partido a propósito del Ayuntamiento
de Madrid, dejó Cánovas el poder en
Diciembre de 1892 y lo tomó S&gasta . Tenía
en esta parte de su historia una página triste
el partido liberal, al cual, lejos de censurar
siempre, aplaudo muy de veras en varios puntos
: había exagerado los gastos en su dominación
de 1881 a 1884, y en la de 1885 a 189o
sus presupuestos saldaron con déficit sin excusa,
hasta de 134 .ooo .ooo de pesetas un año . Sea
por reacción natural laudable en tan desastrosa
dirección financiera, sea por súbita competencia
con el partido conservador al observar que el
país gustaba del criterio de que se caminase
con firmeza hacia el equilibrio positivo de los
gastos y los ingresos, lo cierto es que los libe-

4'R
rales improvisaron fuera del poder la política
de economías aún mayores, de tributos aún
mayores, de la nivelación en un año en vez
de tres . Pero como previeron los observadores
serenos de las cualidades y- defectos nacionales,
este paso brusco desde el sistema del despilfarro,
débil ingreso y déficit al de la nivelación instantánea,
levantó en el acto las más vivas y
amenazadoras resistencias . El foro como el
ejército, los viticultores como la marina, los
rentistas como los tenderos, todo y todos se
conmovieron y agitaron. Unos elementos celebraron
naeetings enormes, las poblaciones cons
tituyeron Juntas de defensa . El Gobierno se
vió cercado de formidable valladar .
Entre los recursos imaginados por el Ministro
de Hacienda había el de dos millones
de pesetas por aumento de las cuotas aforadas
que satisfacían Navarra y las Provincias Vascongadas
. El artículo 17 del proyecto de pre'
supuesto para el año 1893-1894 presentado por
el Sr . Gamazo decía así :
El Gobierno usará inmediatamente la autorización
que le otorga el artículo 8 .0 de la ley de ir de julio
de 18,77 para aplicar a la Provincia de Navarra las
contribuciones, rentas e impuestos que actualmente

4 1 9
rigen y los que por la presente ley se crean en las demás
provincias del Reino .
Igualmente procederá a revisar los conciertos celebrados
con las Provincias Vascongadas quedando
facultado para comprender en ellos las contribuciones
e impuestos que actualmente se recaudan por la Administración
; entendiéndose que en ningún caso la
cifra de los conciertos lia de ser inferior a la de la
recaudación por estos conceptos obtenida .
Queda autorizado el Gobierno para condonar a
las provincias aforadas los atrasos del impuesto de
viajeros y mercancías devengados y no cobrados
antes del mes de Marzo último .
Leerse artículo semejante en Navarra y producirse
hondo y peligroso movimiento, fué cosa
instantánea . La disposición de 1877 confirmaba
en su primera parte que la mencionada provincia
seguiría satisfaciendo anualmente al Estado
en concepto de cupo de contribución de
inmuebles, cultivo y ganadería la cifra de dos
millones de pesetas que le asignó para el año
económico de 1876-1877 el Real decreto de 1g
de Febrero 1877, y en su segunda parte autorizaba
al Gobierno para que, oyendo a la Diputación,
fuera estableciendo en la misma provincia,
oportunamente y con las modificaciones
de forma que las circunstancias locales exigen,
las demás contribuciones, rentas e impuestos
ordinarios o extraordinarios que se consignaban

420
en los presupuestos generales del Estado para
las demás provincias . El ministerio conservador
de aquella época había conseguido que en
efecto Navarra se prestase sin muchos reparos
a tributar por varios conceptos nuevos, aforando
el aumento ; los reparos fueron muy
vivos cuando se pasó a examinar otros conceptos,
y por esto no se llevó adelante su cobro .
La buena política aconsejaba atenerse algún
tiempo al resultado obtenido sin empujar entonces
a Navarra a unirse a la resistencia de las
Provincias Vascongadas . Diez y seis años habían
transcurrido en tal estado . La invocación de
texto ya antiguo disimulaba el propósito de
Gamazo, notable jurisconsulto, hombre de mucho
valer en el Parlamento, entendido, aunque no
siempre acertado, en administración, pero de
escasos conocimientos en el especial problema
vasco-navarro cuya extensión y dificultades
ignoraba en un grado no propio de quien tenía
aspiraciones a ser hombre de Estado . Ya era
grave falta unir ahora en una misma exigencia
las Cuatro Provincias . Cuando tan resistentes
se habían manifestado las Tres a acatar la obligación
de modificar los Fueros, Cánovas les
había hecho ver que no le agobiaban con su
actitud , provocó un aumento de cuota en

421
Navarra ; pero había sido a raíz de la guerra,
estando íntegro y radiante el prestigio del
Gobierno vencedor y ocupada militarmente la
región: al éxito, no obstante, obtenido en la
primera parte de su propósito se había atenido ;
no había proseguido la segunda parte . En el
actual momento, el ministerio Sagasta se hallaba
quebrantadísimo con la resistencia que de un
extremo a otro de la Península le suscitaban
sus planes, no censurables, no, en su totalidad .
Parecía por lo tanto poco juicioso provocar
de una vez en toda la Nación tantas agitaciones
si no había ánimo bastante (y no lo hubo)
para vencerlas de un golpe . ¡Extraña ilusión!
En cuanto a Navarra, el Gobierno comenzó en
seguida a ceder . Así es que en la parte relativa
a esta provincia se consignó en la ley únicamente
lo que sigue :
El Gobierno podrá concertar con la Diputación
de Navarra sobre los extremos a que se refiere este
artículo (i) cuidando de conciliar las circunstancias
especiales de esta provincia con los intereses generales
de la Nación .
(i) Véase luego el párrafo primero relativo a las Provincias
Vascongadas .

423
Pero Navarra hizo que sus Diputados a
Cortes presentasen una enmienda digna de
atención por cada uno de sus términos :
Los Diputados que suscriben, aunque inspirándose
en el más acendrado amor al régimen foral en toda
su integridad, (i) teniendo en cuenta la legalidad
vigente, tienen el honor de proponer al Congreso
la aceptación de la siguiente enmienda al párrafo
z .° del artículo 3- (antes 17) del proyecto de ley de
presupuestos :
Navarra seguirá tributando con arreglo a lo preceptitado
por la ley de 16 de Agosto de 1841, jiie por su
cardcter de paccionada no puede ser modificada sin
al consentimiento de ambas partes contratantes .
El Congreso desechó esta enmienda y adoptó
(i) Homenaje al régimen anterior a 1541 y ninguna
protesta de amor a España . De nodo que ante la penosa
situación financiera (le la Nación, debida en parte a que
la agobian las Deudas contraídas porque aquella Pro-
vincia había sostenido una y otra tenaz guerra civil, a
que era menester subvencionar ferrocarriles en -Navarra,
a que se había establecido correo diario, telégrafo eléc-
trico y multitud de mejoras, no se excusaba la Provincia
alegando imposibilidad de pagar más sino que proclamaba
como un derecho que mientras la -ación invirtiera mis
y más caudales en Navarra, ésta no variaría su cupo .
Y hablando de integridad foral, producíase mayor apar-
tamiento respecto de las provincias que pagan sin limi-
tación .

-! 2 J
el texto anterior . Todos los Diputados de las
demás provincias, cualquiera que fuese su par-
tido, estuvieron de un lado, del otro únicamente
los de Navarra . El Gobierno, que había retro-
cedido, trató de conseguir algo, aunque fuera
poco : llamó a Madrid Comisionados de la Dipu-
tación navarra . Acudieron, pero para declarar
que jamás aumentaría la Diputación su cuota
porque carecía de facultades para alterar el
estado de cosas existente . Mayor ilogismo que
declarar necesario el consentimiento de Navarra
para alterar la ley y declarar después que la
representación su/rema del antiguo reino, su
autoridad soberana carece de facultades 5, atri-
butos esenciales en la soberanía, de los que es
uno el derecho de pactar, no cabe imaginarlo .
Si era pacto lo hecho en 1841, había autoridad
para pactar ; ;5' ahcra nc la había! Solo estuvo
a la altura de tales conceptos arbitrarios el
proceder del Gobierno incoando de nuevo la
cuestión de Navarra como si fuese liviana,
siendo de las más graves que ha de resolver
un día la soberanía de la Nación española .
Al negarse los Comisionados a entrar siquiera
a discutir el punto, al regresar ellos en medio
de las aclamaciones delirantes de Navarra entera,
mientras por su lado el Ministro de hacienda

4 2 4
desistía de su empeño justo en principio, la
soberanía y prestigio de España quedaron a
los pies de Navarra, quedando además con
todo ello un mal ejemplo para Vasconia . ¡Y eran
poder los que en 1876 habían querido la nivelación
absoluta e inmediata!
También impresionó de pronto a Vizcaya,
Guipúzcoa y Alava el párrafo del mismo artículo
que les concierna . El Concierto Económico
ajustado con Cánovas por diez años que está
consignado en el Real decreto de 28 de Febrero
1878 había sido prorrogado con leves mcdificaciones
en cuanto a las cifras (i) por el artículo
14 de la ley de presupuestes de 1887 gobernando
los liberales . Así se verificaba lo que
Cánovas había pr€dicho a los Comisionados
de 1876 y 1877, cuando éstos oponían entre
otros reparos para ajustar un arreglo que sería
efímero en presencia de adversarios anhelosos
de la nivelación : «A Vds ., dijo el hombre de
Estado, eso no debe dar cuidado ._El mismo
partido que en la oposición quiere que otro
nivele, no querrá cuando llegue al poder que
haya nueva cuestión vascongada y prorrogará
(i) Si las cifras resultaron mayores fué en mucha
parte porque cesaban las exenciones de los liberales .

425
el—_C-onvenio _que ajustemos» . Pronto veremos
al partido simetrista rectificando también su
criterio en otro ramo de la organización del
país euskaro .
El expresado artículo 14 de la ley de presu-
puestos de 1887 suprimió todo plazo de afora-
miento, y las palabras en lo sucesivo contri-
buirán (por tales v tales conceptos) habían
parecido a Vasconia preferibles a la fijación
de plazo porque cándidamente creyó expresaban
inalterabilidad, intangibilidad de cosa consig-
nada en la ley paccionada . Tanto más creyó
esto cuanto que luego añadía el mismo artículo :
Cualesquiera otra contribución, renta o impuesto
que las leves de presupuestos sucesivas establezcan,
obligarán también a las provincias referidas en la
cantidad que les corresponda satisfacer al Estado
y se harán efectivas en la forma que el Gobierno determine,
oyendo previamente a sus respectivas Diputaciones
Provinciales .
Las cuotas señaladas en el cuadro 1 .° (contribuciones
y rentas existentes en 1887 y aforadas) podrán
modificarse, oyendo a las Diputaciones, por alteraciones
sensibles en la riqueza de las provincias o en
las bases de imposición consignadas en los presupuestos
del Estado, en la proporción que corresponda a aquellas
declaraciones .
No había aumentado, decían las Provincias,

426
de un modo sensible su riqueza, no había alte-
raciones en las bases de su imposición : luego
no - procedía revisar lo concertado sobre los
tributos existentes ; si acaso procedía ajustar
distinto Concierto sobre los nuevos . Extrañaban
sobre todo las Diputaciones que antes de oirlas
se fijase la cuantía en el presupuesto . El partido
liberal sancionaba por segunda vez el sistema
de los Conciertos, pero ahora en 1893 agravó
el principio en que descansaban . A la inalte-
rabilidad que las Diputaciones euskaras habían
imaginado haber conseguido estableciera la ley ,
de 1887, oponía en esta nueva ocasión el Go-
bierno : i .°, que en rigor a las Tres Provincias
N' a Navarra debía pedirles 4 .000 .000 de pesetas,
no 2 .cooo .ooo, pues así correspondería observán-
dose verdaderamente la proporcionalidad con
las demás Provincias del Reino ; 2 .°, que en
lo sucesivo (palabra del texto de 1887) solo
quería decir que no contribuirían comc hasta
entonces ; 3 .0, que al fin y al cabo lo concer-
niente a las Provincias Vascongadas venía con-
signándose en un artículo de ley común, orde-
naría, anual, las más variables de todas las
leves por su misma índole .
Pero estas Provincias, al ver la formidable
resistencia que en todas partes se levantaba

4-'7
contra las reformas económicas (disminución
de gastos, aumento de impuest(is), viendo ade-
más que el Gobierno iba a prescindir de su
empeño (si lo tuvo) de dar fin con un solo y
rudo golpe a todas las agitaciones, obraren
con un arte por ellas en mal llora desdeñado
durante la última guerra civil cuando, d :sovcndo
reiterados llamamientos de dentro y fuera de
Vasconia, no la. hicieron cesar corno en 1S39
antes de que cesara en otros lados de la Penín-
sula, asegurándose así ventajas positivas, si bien
es verdad que cuando convinieron (Enero-
Febrero 18 j8) todavía tenía que vencer el
Gobierno las grandes dificultades de Cuba insu-
rrecta . Pensaron con acierte en 1893, deci-
diéndose a utilizar la situación débil y desairada
del ministerio Sagasta ante la briosa resistencia
de Navarra, como Navarra se había servido
antes de la de Vasconia . Indicaron con habi-
lidad que se prestarían a aumentar el cupo
aforado con idos condiciones . La primera que
se alterase la redacción del párrafo que les
concernía en el artículo 17, que acabó por ser
el 41, v en efecto dijo así :
El Gobierno procederá a revisar, ateniéndose a las
reglas establecidas en el artículo 14 de la ley- de pre-

428
supuestos de 1887, los Conciertos celebrados con las
Provincias Vascongadas, quedando facultado para
comprender en ellos las contribuciones e impuestos
que actualmente se recauden por la administración,
entendiéndose que en ningún caso la cifra de los Conciertos
ha de ser inferior a la recaudación por estos
conceptos obtenida .
A la verdad no eran términos exactamente
congruentes con el principio que sostienen las
provincias : para esto último, para conformarse
con el principio, no debiera haberse dicho (aun
con la reserva de atenerse a las reglas esta-
blecidas en el artículo rq de la ley de 1887)
revisar los Conciertos establecidos : el purita-
nismo vascongado hubiera exigido se dijera
en el mismo caso del régimen o de la política
concordatoria : completar con nuevo Convenio
sobre los impuestos que ahora se establecen lo
ya convenido respecto de los anteriores ; o bien :
Artículo adicional a lo prescrito en el Concierto
de 1878 ; pues constantemente y con energía
habían estado alegando las Diputaciones era
bien notorio que ni de una manera sensible
había aumentado la riqueza vascongada, ni
se alteraban en el presupuesto las bases de
las antiguas contribuciones, únicos casos de
revisión taxativamente determinados . La redac-

4 2 9
ción definitiva dejaba por tanto confuso si
había en. efecto inalterabilidad, perpetuidad,
intangibilidad, de la cuota ' convenida . Pero
en este otro momento histórico no era moda
euskara aquilatar extraordinariamente las pala-
bras para que, como años antes, sirvieran de
motivo o pretexto en que fundar resistencias
apasionadas y no hábiles, un áspero no ; lo que
se estimaba más era sacar partido, ora amino-
rando el aumento que el Tesoro exigiera, ora
obteniendo ampliación de facultades adminis-
trativas, que era la segunda condición enun-
ciada según vamos a ver .
En el verano de 1890 había permanecido en
Biarritz el jefe de la oposición Sr . Sagasta .
Atento a halagar siempre, sin cuidarse del
porvenir, todo elemento contrario a Cánovas,
observando sin duda que se hallaba adorme-
cida la pasión niveladora castellana y algo
exacerbada la pasión fuerista en Vasconia,
quiso utilizar ésta . Cuando fueron a verle
varios vascongados amigos suyos, se les mani-
festó muy favorable a la autonomía euskara,
y cuando oyó que se deseaba la reinstalación
de la forma foral, prometió concederla al volver
al poder . De todo tomaron nota escrita sus
amigos y cundió por la comarca su promesa .

430
Bien preparados los ánimos, en el verano de
1891 realizó Sagasta de San Sebastián a Bilbao
un viaja triunfal : pedía él mismo que se can-
tase el Gcernticaco-Arbola . Hubo quien aseguró
que en algún momento se puso una boina .
El entusiasmo pródigamente favorecido por
acaudalada pcrscna, entonces de su comunión
política, después de la ele Cánovas, nada dejaba
que desear . Pronunció en Bilbao cl ex-nivelador
un discurso muy aplaudido en el que habló
de la libertad administrativa . Hubo sin em-
bargo quienes desde aquel momento advirtieron
que las pro .nesas públicas hechas ahora no
eran tan concretas como las hechas en Biarritz
ante unos pocos, y se desvanecían las nuevas
en declaraciones de descentralización general,
que la fórmula actual hábilmente se refería
más a reformas liberales en la administración
española que a la especial y foral de las Pro-
vincias Vascongadas . Subió de nuevo por ter-
cera vez al poder bajo la Restauración el señor
Sagasta, y en las elecciones para el Congreso
perdió las de Madrid que ganaron los repu-
blicanos . Pronto debían verificarse las munici-
pales de la Villa y - Corte, y se temió que también
las perdiera el ministerio, el cual ideó pedir
a las Cortes autorización para aplazarlas hasta

43 1
que se reformaran las leves municipal y pro -
v-incial vigentes . Pero en vez de presentar una
reforma en el sentido expansivo anunciado
desde la oposición, presentóse en sentido restrictivo
y se admitieron en el Senado varias
enmiendas importantes a propuesta de la minoría
conservadora (il :
Por otra rara coincidencia esta lev se discutía
en el Alto Cuerpo Colegislador mientras
el Congreso discutía un presupuesto que suscitaba
múltiples y vivísimas oposiciones . Los
Senadores v Diputados vascongados, recordando
las promesas públicas, si bien vagas de Bilbac,
los compromisos muy concretos de Biarritz,
decidieron después de varias entrevistas con
los ministros presentar una Adición en la ley
administrativa que revelaba la mane hábil de
las Diputaciones reunidas en San Sebastián,
conformes solamente en pedir una especial autonomía
vascongada .
El Gobierno (decía la Adición) en virtud del régimen
(i) La ley, no pasó en el Congreso . El Presidente de la
comisión Sr . Canalejas se opuso a ello . Poco después
D . Venancio González tuvo que dejar la cartera de Gober-
nación según había previsto .

4J .- .
de antiguo establecido en las Provincias Vascongadas
y de las disposiciones legales que han venido regulando
las atribuciones de las mismas, y oyendo a las
Diputaciones de _l .lava, Guipúzcoa y Vizcaya, determinará
la forma en que deben reconccérseles para
que se rijan con la debida autonomía dentro de la
unidad política de la 'Nación . Mientras no se dicte
la disposición correspondiente por consecuencia de
este precepto, las Provincias vascongadas seguirán
haciendo use de todas las atribuciones que venían
ejerciendo .
Así, según aseguraban los vascongados, el
partido nivelador de 1876, al cual se había
después afiliado Gamazo separándo-,e de la
mayoría primera de Cánovas y había pido autor
de una enmienda pidiendo concreta y expre-
samente que las Corporaciones vascas quedasen
atenidas a la forma yy facultades constitucionales,
pues no quería se corriera el peligro de que
aquéllas acumulasen con infracción de la Ley
Fundamental las facultades de la ley , común
y las del Fuero ; el partido nivelador y Gamazo
admitían ahora tuviesen forma que pudiera ser
foral acumulando uñas y otras facultades, admi-
tían que hubiese una especialísima autonomía
euskara . No examinemos sí con el sacrificio
ahora del viejo principio euskaro en lo eco-
nómico, tan violentamente sostenido en 1876,

433
y del nuevo principio sostenido como deduc-
ción de la fórmula de 1878, esto es, del derecho
antiguo, ninguna cuota, y del derecho novísimo,
cuota intangible, las Provincias al pagar más
desde ahora aaquirían a precio barato o caro
la admisión por las Cortes, si la obtenían,
de una fórmula esencialmente fuerista en la
administrativo, si _bien por prudencia no querían
descubrir más este carácter en las Cámaras,
con lo cual sin embargo se producía el mal
muy lamentable de introducir nuevas y nume-
rosas oscuridades y anfibologías, pudiendo ser
interpretada restrictiva o extensivamente la
disposición por cada Gobierno . Y por el con-
trario tampoco examinaremos si era del Gobier-
no el triunfo, toda vez que al abandonar la uni-
formidad, al reconocer la autoncmía, al consentir
que el antiguo régimen entrase, a la par que
lc.s leves del Reine, en la confección de lo que
definitivamente él resolviera, sacaba cada año
a las Provincias en moneda sonante un millón
más que antes . Basta señalar que en el partido
ex-nivelador esto era practicar tarde y mal
la política de avenirse con la Euskalerria, y
era en la Euskalerria una rectificación de la
política de preferir la pérdida de los organismos
antiguos con tal de no prestarse al pago de

434
alguna cuota . Intentábase después de diez Y
ocho años recuperar un tanto esos mismos
organismos pagando niavor impuesto . ¡A esto
había conducido el no haber admitido un prin-
cipio, de miedo que se contaminara el inma-
culado organismo con el pronto pago de alguna
cuota alzada! ¡Ahora para conseguir renaciera
algo de ese organismo solicitábase esto propo-
niendo o consintiendo pagar más! Se pagó
más, pero no volvió el organismo . Si en Madrid
quedaba vengado Cánovas al seguir sus adver-
sarios antes niveladores la pclítica de los Con-
ciertcs, no menos vengados quedaban en la
Euskalerria los transigentes antiguos con la
presente agravación del estado económico v
administrativo de las Tres Provincias sin que
por esto ellas recuperasen su régimen .
Porque lo ocurrido no pudo ser más singular .
A no dudarlo se interpuso alguna confusión o
mala inteligencia, pues mientras los represen-
tantes aseguraban haber oído a ministros im-
portantes que el Gobierno aceptaba la enmienda,
ministro de especialísima importancia en este
caso, el de la Gobernación, sostenía que el
Gobierno solamente había contraído el com-
promiso de hacer que la comisión del Senado
estudiara bien el punto, sin que él dejara de

4
expresar su parecer personal de que a las Pro-
vincias Vascongadas no se les podía ampliar
en modo alguno lo que estaba va concedido
en la 4 .a de las disposiciones transitorias de
la ley provincial de Agosto 1882, límite extremo,
según él, de régimen excepcional admisible en
una lev española . La comisión, en efecto, exa-
minó can detenimiento la Base nuevamente
propuesta ; pero estuvo unánime en no juzgarla
aceptable . Llegó el momento de discutirla en
sesión pública . El Presidente de la Comisión,
Sr. Gullón, el mismo que siendo Ministro había
anulado a ruego de los liberales vascongados
varios acuerdos de corporaciones euskaras des-
trozando así la autonomía a veces reclamada,
s!-, levantó para declarar, con arreglo a lo que
de él exigían la formalidad v consecuencia,
(luz la Comisión no admitía la base . Dos cir-
constancias son de notar : la primera, que se
hallaba presente D . Venancio González, mi-
nistro de la Gobernación ; la segunda, que en
momento de tanto interés, en momento de
decidirse cuestión que en varias ocasiones había
agitado a las Tres Hermanas, no se hallaba
presente uno solo de los Senadores electivos
ole Vasconia; sobre todo algún firmante de la
enmienda para sostenerla en un discurso, con-

43 6
forme al reglamento, discurso en que no cabe
duda hubiera procedido recordar los compro-
misos antiguos y novísimos que los represen-
tantes vascongados afirmaban había contraído
el ministerio Sagasta de devolver la autonomía,
el organismo histórico, de aceptar la Adición .
Mas ésta, rechazada en un lado, no defendida
del otro, fué desechada por el Senado . En todo
ello mediaba evidentemente una falta : si de
claridad en lo prometido, si de ligereza en
creer prometido lo que no lo había sido, cosa
es que las recriminaciones entre unos y otros
no han aclarado . Por supuesto,_ no faltó tenta-
tiva de echar la culpa a la nefanda influencia
de Cánovas y de sus amigos ; pero la tentativa
se estrelló en dos hechos : el propio Sagasta,
el hombre de Biarritz v de Bilbao, declaró
pocos-- días después en el Congreso desde el
banco del Gobierno que a favor de las Pro-
vincias Vascongadas no se podía pasar del
Statu quo, añadiendo que el pretender más
sería ocasionado . a celos y recelos peligrosos
en las demás Provincias, y cuando los conser-
vadores desmintieron que hubieran estado en
el caso de oponer obstáculo para que el Go-
bierno admitiera la Adición o Base, pues pre-
cisamente estaban esperando conocer la actitud

437
de éste para determinar la suya con datos
suficientes, La Con-respo ;zdenzcia de España, después
de corroborar la exactitud de esta negativa,
añadió autorizadamente que el Gobierno
no sometía su política a los deseos de los conservadores
. Queda forzosamente circunscrita la
duda a lo que medió entre el ministerio liberal
y los representantes vascongados, alguno de
los cuales en un impreso señaló lo mucho que
otro de sus compañeros se agitó suponiendo
que arreglaba todo . Informalidad, precipitación,
descuido, quien o quienes los tuvieron, sean
unos u otros, sean todos, son responsables
de que en la gente euskara hubiera recrudecencia
de esperanza primeramente, de encono
y llanto después .
En efecto, toda la tierra euskalduna se creyó
mixtificada, y dió la casualidad de ocurrir
entonces dos cosas que complicaron más la
situación . Había proyectado el Ministro de la
Guerra, General López Domínguez, que se trasladase
a Burgos la residencia del Comandante
en jefe del Cuerpo de Ejército y de su Estado
Mayor que hasta entonces habían estado en
Vitoria. Esta Ciudad hizo lo que la Coruña
en donde también se suprimía el mando de
otro Cuerpo de Ejército : manifestó, si bien no

438
llegó a los excesos de aquella apartada Capital .
"Así las cosas, el Ministro un tanto aislado de
las palpitaciones de la opinión en general,
aunque se preciaba de demócrata, radical, popu-
lar, sobre todo mal enterado de la nerviosidad
en que estaban pueblos extraordinariamente
interesados v heridos con lo va resuelto, atento
a creer y admitir los ditirambos de su estre-
chísimo círculo, juzgó no había inconveniente
en que pasara por la Capital de Alava yendo
de Madrid a San Sebastián para despachar
personalmente sin gran necesidad cosas que no
resultaron importantes con la Reina Regente
que se hallaba en Miramar . En mal hora lo
hizo : anunciado su viaje, Vitoria en masa
acudió a la estación del ferrocarril, y desde
un kilómetro antes hasta un kilómetro después
propinó al habitualmente complacido General,
que en toda su larga vida tanto ha cultivado
la popularidad, una silba o cencerrada tremenda .
Los liberales consentidores todos, organizadores
muchos de iguales manifestaciones soeces contra
Cánovas sin que mediara actoo que afectase a
interés concreto de una población determinada,
mediando solamente opiniones políticas, lo cual
hacía más soeces todavía, si cabe, tales demos-
traciones, podían ver ahora lo peligroso que es

439
enseñarlas contra sus adversarios porque las
masas pronto las vuelven contra los profesores
de silbas y cencerradas . Con esta acumulación
de incidentes iban estando cada día más encres-
padas las pasiones en Vasconia . Anuncióse el
viaje del Presidente Sagasta a San Sebastián .
No era posible imaginar imprudencia semejante .
Castelar tuvo la lealtad de escribir a Sagasta
que no hiciera tal viaje ; pero Sagasta nada
había aprendido en la impopularidad que le
rodeó durante el ministerio Ruiz Zorrilla de
1872 cuando sus amigos (se les llamaba cala-
mares) eran objeto del odio vivísimo de radi-
cales y republicanos : había quedado siendo
hombre ansioso de popularidad y persuadido
de que la tenía en todas partes . Llegó a San
Sebastián sin que en el viaje ni en los primeros
días de su estancia hubiera incidente alguno
desagradable. Pero el Domingo 2 de Agosto
de 1893, la banda municipal, después de las
agitaciones de un día de toros y otras fiestas,
al dar fin a todas ellas y concluir su concierto
habitual a la hora también habitual de las
12 de la noche, tocó según costumbre el Guer-
nikako-Arbola y los músicos se retiraron de
la concurridísima Alameda con la prisa propia
de quienes desde la madrugada no habían

440
descansado . Algunos de los concurrentes comenzaron
a gritar que se repitiera el himno ; mas
no había manera de complacerles habiéndose
dispersado los músicos en todas direcciones .
Redoblaron las voces de que se repitiera, mez-
clándose ahora gritos de vivan los Fueros .
Presentóse el Alcalde, un ex-conservador, de
cepa moderada histórica, en este momento
afiliado al partido liberal, un castellano que
no hablaba vascuence, y empezó a dar la buena
razón de que se estaba buscando a los músicos
y no se lograba reunirlos . Desapareció por
completo el grito filarmónico de que se repi-
tiera el Guernikako-Arbola y fué atronador el
ya político de vivan los Fueros . Pronto fué
abandonado éste y reemplazado por el odioso
de muera Sagasta . La aglomeración de gente
no había sido extraordinaria hasta entonces :
en ese momento comenzó a serlo . De aquellos
pechos salían solamente los gritos de muera
el Alcalde, muera, muera Sagasta . Presentóse
el Gobernador, cuya arenga en la plaza de
Guipúzcoa se encaminó a persuadir a los innu-
merables 7nanifestantes que Sagasta no era ene-
migo de los Fueros, y muy inoportunamente
añadió que siempre ratificaría el Presidente del
Consejo esta seguridad . Cuando al día siguiente

44 1
lunes fuí a visitar a éste lo mismo que hicieron
todos los e~,-ministro-, residentes o transeuntes
en la Ciudad, bien fueran conservadores, bien
liberales, porque así lo aconsejaba la índole
del suceso, los que rodeaban a Sagasta mos-
trábanse muy irritados contra el mal inspirado
funcionario ; porque fué el caso que así como
por estar cerca de la Alameda el Gobierno
civil se trasladaron delante de éste los primeros
alborotadores, así por estar cerca del Gobierne
civil el Hotel de Londres donde se hospedaba
Sagasta, los arengados tan desdichadamente
se dirigieron a la morada presidencial gritando
con creciente ira : vivan los Fueros, muera
Sagasta, sobre todo a lo último casi exclusi-
vamente muera Sagasta . Cerráronse las puertas
de la verja de hierro que entonces rodeaba
por todos lados aquel edificio y se impidió
así una súbita invasión . Pero la masa a cada
momento más imponente y furiosa apedreó el
Hotel con les muchos proyectiles que le sumi-
nistraban las numerosas obras que se hacían
en los alrededores . La verja era asaltada con
frenesí . La situación había llegado a ser apu-
rada, peligrosa para Sagasta . Habíase llamado
a la Guardia civil, pero tardó mucho en llegar
porque estaba acuartelada fuera de la pobla-

442
ción : llegó sin tener un corneta que pudiera
dar les toques legales de prevención . 1llandóse
disparar al aire, y no se dispersó aquella masa
que iba a penetrar en la casa . Entonces hubo
dentro de ella quien comenzando con una
interjección asquerosa, dijo : tirar a dar . Se
tiró, se dió : veintiún personas quedaron ten-
didas en la Avenida : dos habían muerto en
el acto, otra murió al día siguiente, diez y ocho
estaban heridas . En las siguientes noches repro-
dujéronse, aunque con menos gravedad, los
tumultos . Hubo en la Casa Consistorial una
reunión de personas de todas las opiniones
que invitaron a las autoridades a dejarlas a
ellas solas cuidar del orden público, y en efecto
restablecieron la calma, secundadas, es verdad,
por la impresión que en el vecindario hizo
el haber concluido súbitamente el fructuoso
veraneo, habiéndose apresurado miles de foras-
teros a abandonar la perturbada Ciudad . Tales
acontecimientos causaron viva emoción a Sa-
gasta, que pasó la noche siguiente en casa del
Capitán General y luego en quince días no
salió de su aposento en el Hotel de Londres
porque estaba resfriado. Habiéndose extendido
el rumor de que valdría para Madrid de noche
y súbitamente, hízose declaración solemne por

443
medio de la prensa de que según exigía su
decoro el jefe del Gobierno no ocultaría u
regreso a la Villa y Corte . Pero una noche
a las 12 se avisó a las Autoridades que el Presidente
marcharía a las 8 (le la mañana . aviso
que a casi todas llegó cuando se había marchado
el tren, al cual se dirigió escoltado por
la Guardia civil de caballería , quien había
hecho el viaje triunfal de 1891 . Merecido término,
aunque muy sensible y penoso hasta
para sus adversarios, de una política inconsistente
y tornadiza .
En Enero de 1894 fueron llamados a Madrid
por el Gobierno los Comisionados que las Provincias
habían designado para la audiencia
necesaria . Quedó convenido que se aumentaría
en 700 .000 pesetas lo que Vizcaya venía pagando,
en 300 .000 el cupo de Guipúzcoa . Alava
convenció al Ministro de que más bien había
disminuido su riqueza . Comprendieron las Provincias
su error de 1887 cuando imaginaron
era más conforme a su derecho no fijar plazo
a las cuotas convenidas, y volviendo al sistema
del arreglo Cánovas, o sea de 1878, consiguieron
se fijase el de trece años para la duración del
presente Concierto . Persistieron en unir la cuestión
de la Concordia Económica con la del

444
ensanche de su libertad administrativa, y obtu-
vieron que el Gobierno hablase de la indepen-
dencia administrativa y económica . Pero logra-
ron poco porque de ella habló el Gobierno
tomando dos precauciones : primeramente, hablar
en el preámbulo del nuevo Decreto (i .° de
Febrero), con la restricción además de que se
trataba de la independencia consignada en las
leyes de 29 de Agosto de 1882 Y 29 de junio
de 1887 ; segundo, usar en la parte preceptiva
de esta fórmula :
Las Diputaciones provinciales CONTINUARÁN investidas
así en el 'orden administrativo como en el económico
de todas las atribuciones QUE VIENEN EJER-
CIENDO .
Nada consi,,uieron, pues, que pareciera resta-
blecimiento de la for _Ia foral, la proclamación
,- sin rodeos de su autono .nía, según indicaba
la enmienda senatorial malograda; nada que
fuera nuevo ensanche de facultades últimamente
ejercidas . Se sancionaban por el contrario las
que venían ejerciendo las Diputaciones, se san-
cionaba que éstas fueran Provinciales, no forales-
Bien sé yo que sin una nueva ley no podía
haber w_ás facultades ; pero en tal caso no hay -
que pedirlas cuando no se está elaborando una

445
ley, cuando no viene a cuento . Y menos todavía
procede considerar que se ha obtenido una
ventaja cuando lejos de obtener aumento de
atribuciones se recoge el precepto de que continuarán
las mismas que antes . Por lo demás,
se decretó en realidad que continuasen la indefinición
en lo ad inistrativo y una definición
ceñidisima en lo que se había de pagar durante
trece años . Y sin embargo, a mi juicio las Provincias
hicieron perfectamente en aceptar esta
avenencia a pesar de haber quedado más gravadas
que por las anteriores y de no conferírseles
en compensación más libertad, porque
queda muy oscuro porvenir en todo lo que se
refiere a aumento de impuestos y disputada tolerancia
del Sáatu quo administrativo . Pero cabe
recordar ahora de nuevo con dolor profundo
que las Provincias pudieron, desde Mayo de
1876 hasta Noviembre de 1877, conseguir pagando
menos la conservación de nuestro amado
organismo foral .
Siguiendo la narración de los incidentes surgidos
entre el Gobierno y las Tres Hermanas
después del arreglo de 1878, toca ahora hablar
del más vivo de todos ellos . Si las Provincias
habían comprendido en varios momentos el
error en que incurrieron cuando no pactaron

44 ()
mientras aún estaba en pie su antiguo orga-
nismo, no dejó de ir labrando en su ánimo
el triunfo de \ avarra resistiendo, rechazando
rudamente la pretensión entablada por el señor
Gamazo con tan escaso conocimiento de lo
que es el problema, y en 1904 se sobrepuso
este mal ejemplo a la lección, va que no escar-
miento anterior . Proseguía España su hermosa
obra de establecer presupuestos con siupera?'it
seguro v constante, única lección provechosa
recogida en la desastrosa política española du-
rante un siglo de desaciertos en nuestro go-
bierno y administración así de América como
de Europa . Hemos abandonado aquel modo de
ser que a un orador insigne, jurisconsulto emi-
nente, ministro de Estado, Presidente del Con-
sejo que l .abía sido, inspiró a mediados del
siglo xix esta frase (que yo oí) en un discurso
por lo demás admirable pronunciado en el
Congreso : «He examinado, señores, todas las
cuestiones de nuestra política interior N' exte-
ricr menos la cuestión de Hacienda . De Ha-
cienda no entiendo nada, ni quiero entender .»
¡Ni quiere entender! A luego de la catástrofe
pregonamos que nos íbamos a regenerar . Muy
poco liemos hecho para ello, pero siquiera
tomado . con empeño, con pasión, en período

447
harto corto, el tener un buen presupuesto (1) .
Después de saldar tres muy brille ntemente, se
ha visto que todavía era fácil reforzar más
los ingresos, pues había un ramo que evidentemente
tributaba muy poco, siendo así que
en otros países es muy aprovechada base de
recursos para' el Tesoro . Los alcoholes casi
nada pagaban aunque varias veces se había
intentado gravarlos . Con buen acuerdo en esta
parte, el Ministro que dirigió la Hacienda en
todo el año 1904, D . Guillermo Osma, decidió
utilizar también esa base en España . Presentó
y, no obstante fuertes impugnaciones, logró
que las Cortes votaran una ley para mayor
tributación, y en forma diferente que Basta
entonces de los alcoholes .
Surgió inmediatamente la, cuestión del modo
de aplicarla en las Provincias Vascongadas .
El Concierto económico vigente (el de 1894)
y que debía regir hasta 1go6, determina que
las cuotas encabezadas en dicho Convenio serían
inalterables, que cualquiera contribución, renta
o tributo nuevamente establecido y que i ¿o
tenga relacirha con los encabezados, será obliga-
(i) En iyo7 se abandonó este empeño volvieron
déficits espantosos .

44 8
torio en las Tres Hermanas . ¿Era impuesto
que no tuviera relaciúul con el de consumos
ya encabezado este que se establecía ahora?
El Gobierno sostenía que no hay relación porque
puede existir el nuevo suprimiéndose el anti-
guo; son impuestos que cabe existan con inde-
pendencia uno de otro ; el uno es de fabricación,
el otro de consumo, aquél se cebra al entrar
el género en el almacén, éste al salir para circu-
lar. Cuando se impuso un derecho al alcohol
importado del exterior, continuaba diciendo el
Gobierno, nadie en Vasconia pensó en alegar
que hubiera relación, aunque ciertamente afec-
tase en algo al consumo . Las Diputaciones
euskaras sostenían por el contrario que debía
regir el precepto legal tal como estaba escrito .
No puede, según éste preceptúa, establecerse
impuesto nuevo que tenga relación con los va
establecidos v cuyas cuotas se hallan expre-
sadas y concertadas : el impuesto de consumos
está encabezado . Ahora bien : ¿es posible que,
estableciéndose un impuesto de fabricación sobre
una materia ya gravada con el de consumo, el
consumo mismo no resulte influido? Y a sé
yo que los sutilísimos disíingos de los teólogos
resultan muy amazacotados en parangón con
los que usan los hacendistas ganosos de obtener

449
mayores recursos, y a fe que me parece que
los sutiles e ingeniosos San Agustín y Santo
Tomás de Aquino apenas serían capaces de
defender que lo que puede alterar el consumo
no tiene relación con el consumo . Otra conside-
ración aducían fundadamente las Provincias :
el impuesto era creado en parte sustituyendo
otro inlusf~ ial, comprendido en el arreglo entre
los que las Diputaciones debían entregar en
la cuota fija y alzada, después de percibir ellas
directamente en la forma que les pareciera
mejor los gravámenes . No podía por lo tanto
ser un impuesto nuevo y no previsto, que
ahora cobrase por sí el Gobierno . Pero aquí
entra en juego un derecho superior al texto
legal escrito . Si hay un derecho esencial, funda-
mental, es que todos los ciudadanos de una
Nación, las provincias que ésta tiene, estén o
todos, libres o todos gravados por un concepto
igual . No es admisible que la industria alcoho-
]era esté recargada en una margen del Ebro
v no lo esté en la otra : esto sería establecer
deliberadamente la prosperidad, el monopolio
en la otra . Comprendieron las Diputaciones
que no pcdrían sostener mucho tiempo la
cuestión si era así planteada . El Gobierno,
que había abolido los derechos de consumos

450
sobre los trigos y harinas, concedió fuese reba-
jado el importe de lo que tales artículos pro-
ducían al pagarse la cuota concertada (i) .
Claro está que tal como juzgaban el caso las
Corporaciones, no habían de quedar satisfe-
chas con lo que se les reconocía; y sin embargo
no siguieron sosteniendo que la industria alco-
holera debía quedar exenta en Vasconia : limi-
táronse a reclamar que el producto del im-
puesto quedase para ellas . Caían en un ab-
surdo .
Todo ello, fuerza es confesarlo, era dificultad
que en esta u otra ocasión, con un motivo o
con otro, había de ser creada por la falta de
unidad tributaria en el Reino . Y de aquí que
si tanto gustan las Provincias Vascongadas de
su régimen distinto, de su autonomía econó-
mica, si por otro lado comprenden su situación,
se hace necesario que se inspiren no solo en
su dignidad, que si es adusta puede ser arro-
gancia, sino además en espíritu de buena inte-
ligencia. Habían dado un paso acertado reco-
nociendo que no es posible que una misma
riqueza imponible tribute en una comarca y
(i) Para Guipúzcoa 116 .698, Alava 55 .574, Vizcaya
1 5 0 .5e
pesetas .

45 1
no tribute en otra de la misma Nación . Un
conocimiento exacto de los peligros que nece-
sariamente debían existir bajo un régimen de
autonomía . y de concierto, no de unidad y
persuasión general, debía haber conducido las
Diputaciones a proseguir con el criterio ya
adoptado v por consiguiente a estudiar una
fórmula que zanjase la. va secundaria dificultad
subsistente, o sea, si dado que los alcoholes
habían de tributar por la fabricación además
de tributar por el consumo, había de quedar
para el Tesoro nacional o para las Cajas pro-
vinciales el producto . Igualmente debía condu-
cirlas a ese mismo estudio de una avenencia
otra circunstancia., es a saber, que un impuesto
muy e ;peci . ? sobre el alcohol habían comenzado
a establecerlo varios Ministros de Hacienda,
los Sres . Puigcerver, González (D . Venancio),
Concha Castañeda, unas veces casi confun-
diendo, otras separando mucho el impuesto
de fabricación v -el de consumo ; y durante
esas tentativas estuvo en ocasiones encomen-
dado el cobro a la Diputación con la inter-
vención de la Hacienda y debiendo entregar
a ésta mensualmente el importe de lo recaudado .
Era, pues, caso muy intrincado en el que cual-
quiera persona competente e imparcial hubiera

45 2
estado perpleja Imponíase, vuelvo a decirlo,
un arreglo . Navarra y el Gobierno habían
hallado para ello una fórmula : ¿porqué no habían
de hallarla también el Gobierno y las Tres
Provincias? Es verdad que precisamente éstas
abrigaron pronto resentimiento porque el Gobierna
se negaba a aplicarles la misma regla,
suponiendo
ellas que la concesión hecha al
antiguo Reino era debida a que éste era más
temido que Vasconia y por lo tanto se imponía
por segunda vez, siendo así ejempló digno de
imitación ; pero replicaba el Gobierno que en
modo alguno era idéntica la situación legal
de una v otra comarca por ser muy distintos
los convenios que las regían . El arreglo con
Navarra no solo es perpetuo sino que fija una
cuota única que ha de entregar anualmente
al Tesoro nacional sin determinar previamente
ni indicar que es total de tales y tales factores,
no nombra éstos, ni atribuye a éstos una cantidad
concreta y explícitamente expresada cada
vez; mientras que por el contrario el arreglo
con las Tres Hermanas determina todas y cada
una de las contribuciones que deben pagar
3- el importe de cada una, la cifra exacta de
cada una, y después de esto hace la suma o
totaliza las diversas partidas . Porque perpe-

-153
tuamente y sin ser suma o total de cantidades
parciales, de importe de cada tributo debido,
había de pagar Navarra cuota redonda y fija
al Erario de la Nación, una vez establecido
el impuesto sobre el azúcar se decretó que del
producto general se abonaría a Navarra 400 .000
pesetas que se consideró era la suma corres-
pondiente al consumo que harían los Navarros,
y ahora se procedía del mismo modo en cuanto
al alcohol . La situación legal era, pues, muy
diferente en Alava, Guipúzcoa y Vizcaya . Pero
para que no fueran ahora intransigentes las
Tres Hermanas había una reflexión que a todo
espíritu sereno se le ocurría pronto : faltaba
muy , poco tiempo para que caducara el último
Concierto y se ajustase otro . Era oportuno
que ninguna altisonancia en diferencia chica
ofuscara produciéndose del lado euskaro ni
irritara a las demás provincias : la tarea muy
cercana de negociar nuevo Concierto debía ser
precedida por una preparación de los ánimos
en la orilla derecha del Ebro, cosa imposible
con la actual actitud más que adusta que en
la orilla izquierda tomaban varios elementos .
Pero se interpuso la dignidad, se interpusieron
los principios . Puede comprenderse que si no
era procedente el cobro, se alegase el derecho ;

454
mas después de no surgir la dignidad respecto
de la cuestión fundamental, surgir respecto
de quién había de llevar el importe a su arca,
eso es de menos fácil explicación . A lo sumo
quedaba una cuestión de lógica, y en tal estado
el asunto ofrecía mal aspecto para las Dipu-
taciones . Sí no debía pagarse, no habría cues-
tión de preferencia en cuanto al arca : si había
de pagarse ¿cabía que quien imaginó y estudió
el impuesto para aumentar sus propios recursos
lo dejara a favor de otra entidad? La avenencia
se imponía, pero desgraciadamente soplaron
aires de mayor discordia .
Aquella opinión vascongada tan decaída en
1876 se presentó ahora impetuosa, aunque no
unánime, exigiendo de las Corporaciones her-
manas que adoptasen temperamentos de abso-
luta resistencia . Guipúzcoa fué esta vez la pro-
vincia más agitada. Organizóse una manifes-
tación que resultó muy mesurada en cuanto
a lemas y aclamaciones : viva la Diputación,
vivan los Fueros, era el grito de una gran mu-
chedumbre desde el confín de la Provincia
hasta San Sebastián al regresar los Comisio-
nados después de rotas las negociaciones de
Madrid . El -éxito fué indudable en cuanto al
carácter imponente del acto, y alentados por

455
él los organizadores de la resistencia, pensaron
en dos actos más, grave el uno, gravísimo el
otro . Llevóse a cabo la constitución de lo que
quiso llamar Junta de defensa ¡oral . El periódico
republicano La Voz hizo sobre ello reservas
dictadas por el buen sentido . Constituvóse al
fin la Liga foral autonoinísta, acumulando deno-
minaciones jamás unidas en la historia vas-
congada, como quiera que algunas eran total-
mente desusadas o desconocidas en los siglos
anteriores . Una vez constituida, dirigió al Pueblo
Guipuzcoano un Manifiesto del cual me . he
ocupado en páginas precedentes . Estableciéronse
además en varios pueblos Centros Vascos con
no pocos caracteres de ser sucursales del Centro
Bizkaitarra o separatista de Bilbao ; creación
de Círculos, exhibición de banderas que con
razón demostraba La Voz producía efecto con-
traproducente en el resto de España (i) .
(r) El mencionado periódico se expresaba corno sigue
el 25 de Noviembre :
«Esas frecuentes inauguraciones de Círculos, esas osten-
staciones ridículas de banderas extrañas, esas aclamaciones
*en que jamás suena más que si acaso para ultrajarlo
sel nombre de España y esas procacidades inauditas
sen el inmundo papelucho en que depositan sus odios,
*suenan tanto fuera de aquí, producen en el resto de la

456
Pero mucho más grave que todo esto era
la idea de que las tres Diputaciones en pleno
»nación tan honda repugnancia, que nos causan un daño
*inmenso, porque agrandada por el espacio la importancia
»de tales manifestaciones de desamor a la patria, hace
»que caiga sobre todo el país el anatema que solo merecen
innos cuantos iluminados que ni siquiera son malvados
oporque son imbéciles .
»Por eso se impone más que nunca que todos los hom-
obres razonables y serios, todos los que tengan un amor
»fervoroso pero sensato a este país, defiendan sí con calor
»y entusiasmo las justas reivindicaciones a que aspira
»y a que le dan derecho su historia, su tradicional lealtad
»y las virtudes cívicas de esta raza ; pero poniendo al lado
»de aquel amor el amor y la adhesión a España y huyendo
»de todos aquellos que por degeneración moral muy funesta
»no hagan ostentación clara y terminante de amoos subli-
mes amores .»
»El deber de todos los buenos vascongados, de todos
»los que sinceramente desean la salud y cl bienestar del
»país euskaro, es condenar enérgica y resueltamente toda
»manifestación, toda ostentación, todo acto en que se
»refleje la menor animosidad a la patria común, para
»reprimir la propagación de ese cáncer que hoy, mina la
*salud de Euskeria .»
El Nervión decía a su vez :
4.Vernos con dolor que se pretende apartar a nuestro
»pueblo de aquel buen sentido que le fué característico
,Cuando en otras épocas se han acercado momentos de
*expectación para la vida del pueblo vasco, todos los
»buenos hijos del país prestaban a las Diputaciones
»el apoyo de su asentimiento Hoy se pretende infundir
eal pueblo cierta desconfianza respecto de ellas, ya para

457
se reunieran para deliberar só el árbol de Guernica.
Esto hubiera sido contrario al régimen
*encargar la resolución de estos problemas a los diputados
*a Cortes, ya para encomendarla a juntas populares o a
»inspiraciones de la prensa Debemos ciar lealmente
*un toque de atención Los riesgos son mayores y de
*incalculable trascendencia cuando para vigilar a las Dipu-
taciones y ejercer presión sobre ellas se constituyen juntas
*populares, ávidas por lo común del aplauso de las mul-
*titudes y de las cuales suele desprenderse por lo común
»como un tufillo u olor a Comité de Salvación Pública
»que trae en pos de si un régimen terrorista más o menos
»mitigado, con su calificación de penas y de sospechosos
»Uno de los mayores peligros que encierran esas juntas
*es que no sepan resistir las excitaciones de la prensa
»periodística y sea esta en rigor de verdad la directora
»efectiva del movimiento Ningún otro peligro puede
»compararse a este Por tales derroteros se llega a catás-
utrofes como la que experimentó España en 1898 . Las
»consecuencias de aquella conducta bien a la vista están .
*Lo que hace falta es no olvidarlas cuando hemos de fijar
»nuestro proceder Siempre se preció nuestra raza de
*reflexiva y serena, pero tememos que si se está actuando
*sobre ella en el sentido en que se viene influyendo de
»algún tiempo a esta parte con ocasión del problema vas-
congado, aquella serenidad de carácter se pierda por
*completo y nos tornemos impresionables y veleidosos
'como los más exaltados meridionales . Uno de los síntomas
ique delatan esa d sviaciórn de las tendencias seculares
»de nuestras gentes, es la pérdida o la debilitación cuando
*menos de aquella noción de la medida que le fué carac-
»terística . Todo se hincha y abulta desmesuradamente
*como si el espíritu de Tartarín soplara sobre nosotros .

458
foral que había . tenido durante cinco siglos
-Diputaciones - y juntas totalmente distintas en
las Tres Provincias, las cuales así habíanse
limitado a tratar los asuntos que les intere-
saban a todos por medio de conferencias a que
cada una de ellas enviaba uno o dos delegados
(generalmente el Diputado General en ejerci-
cio) celebradas ya en la capital foral de una de
las mencionadas, ya en Vergara las más veces
como punto más céntrico, pero jamás con
solemnidad bajo el famoso roble (i) . Esa reunión
de las Diputaciones en pleno y en tal sitio,
invitándose a las masas vascongadas a acudir
a la poética y además poetizada localidad,
hubiera sido constituir la Diputación única
que los Catalanistas reclaman para el Princi-
pado con el poco disimulado propósito de que
resulte una resurrección de las Cortes de Cata-
luña, a lo cual seguiría la reclamación de que
renaciesen las Cortes valencianas, las Cortes
aragonesas, las Cortes navarras, esto es, que
*Damos a sencillos episodios de la vida proporciones de
*tragedia heroica o de epopeya inmortal Así no se rea-
brauda el hilo de la tradición vascongada .»
,r', Celébranse ahora con frecuencia en Zumarraga
en donde confluyen les ferrocarriles que modernamente
unen a las Tres Hermanas .

459
desaparecieran o perdieran su majestad y efi-
cacia las Cortes Generales de España, triun-
fando la federación con perspectiva de llegar
a ser separación .
La prensa guipuzcoana (siempre con .la excep-
ción de la Voz), había tenido el diapasón más
alto. Todo era decir que el ánimo vascongado
nada debe temer, acepta todas las luchas y
vence a los soberbios . También en Alava des-
empeñaba su prensa igual tarea, pero en este
punto concreto de la reunión en Guernica
salió con cierta entereza y mucha habilidad
a oponerse a ello publicando artículos sellados
cen el sello de la erudición verdadera v de
la razón, el propio cronista oficial, el distin-
guido escritor D . Vicente González Echávarri .
En Vizcaya hube periódico que con brío com-
batió el pensamiento . El Nervión decía: «Lo
»confesamos paladinamente y lo declaramos con
»la mano puesta sobre el corazón : las dispo-
siciones del Gobierno sobre la tributación espe-
»cial del alcohol, con ser atentatorias al régimen
»de los conciertos, ni por su trascendencia ni
«por les que han de afectar a la vida de la socie-
edad vascongada tienen importancia tal que
>nos pongan en el caso de jugar a una carta
»la suerte del país. Protestemos enhorabuena

400
contra ellas y protestemos siempre con digar
dad F,, energía contra toda disposición guber-
»namental que menee las atribuciones y facul-
»tades de nuestras Corporaciones populares . Pero
»reservemos nuestras fuerzas para mayores em-
»peños que han de venir en día no lejano, y no
»contribuyamos en poco ni en mucho a cercenar
»los prestigios y la autoridad moral de las
»entidades que están llamadas a llevar la direc-
»ción de este problema .»
No solamente no se verificó la reunión antiespañola,
antifuerista, digámoslo sin rebozo,
facciosa, en Guernica, sino que fracasó una
segunda reunión de conferencia en Zumarraga
de la manera siguiente. Rabiase celebrado una
y en ella se concertó una Exposición ,Protesta
al Gobierno contra la contribución nueva del
alcohol . Sometióse el documento a la aprobación
de cada una de las Diputaciones en
pleno . Por unanimidad aprobáronlo las de .lava
y Vizcaya . Desechóla por mayoría la de Guipúzcoa
y propuso nueva conferencia para redactar
otro escrito más brioso . Negáronse Alava
y Vizcaya a acudir a la nueva conferencia
declarando que se atenían a lo resuelto . Guipúzcoa
tuvo que pasar por esta reprobación
de su especial exagerada política, y la causa

4()1
vascongada, como se quería llamar al incidente
sobre el alcohol, presentóse a la consideración
del Gobierno con la merma de fuerza que pro-
ducen las desuniones . Se estaba lejos de seguir
la política recomendada por el Pueblo Vasco
cuando decía (22 de Octubre) : »Se trata de
»borrar nuestra historia y el Pueblo vascongado
»dcbc apercibirse POR TODOS LOS MEDIOS a evi-
tarlo . Serenos y' respetuosos con el Poder
»Central cuidamos siempre de conducirnos armo-
niosamente con él . Sobrábannos motivos Para
»rebelarnos, y sin embargo sufrimos con resig-
nación nuestras adversidades . Hov se trata de
»pagar nuestra benevolencia con una expolia-
ción v ante ese desprecio de nuestros derechos
»v esa desconsideración con que se pretende
»corresponder a nuestras excesivas bondades .
»es ,tuerza gata cambie nuestra táctica N , que con-
»testemos a la agresión con la resistencia, /irme-
»»lente resueltos a acudir sin desmayos al terreno
»a que torpemente se nos conduce .»
Si los que inspiraban o aplaudían este len-
guaje creían que siquiera dentro de la Eus-
kalerría les era propicio el terreno, equivocá-
banse graverrmente . Era aquella una agitación
casi exclusivamente encerrada en Guipúzcoa,
v en Guipúzcoa éralo muy somera . He aquí

462
des hechos que lo prueban . Cuando ocurrió
la ruptura entre las Tres Provincias y el Gobierno
era Gobernador civil D . Ramón María
de Lili, guipuzcoano, amigo íntimo y protegido
de otro guipuzcoano, a la sazón Ministro de
Gracia y justicia, D . Joaquín Sánchez de
Toca . De este y de otro Ministro, D. Manuel
Allende Salazar, vizcaine, exigían diariamente
los periódicos de la región que dimitieran sus
cargos, pretensión en todo caso absurda y en
éste muy particularmente odiosa, pues al uno
Guipúzcoa . al otro Vizcaya, les habían retirado
hacía tiempo sus mandatos de Diputados a
Cortes . Expulsar de la representación de un
país y luego cuando estos expulsados tienen
cargos que les da la Nación exigirles que a
pesar de aquel desaire dejen de ejercer éstos
que deben a la confianza de España, es cosa
por demás irritante o For demás digna de una
carcajada. Y a fe que uno y otro ministro
habían, mediado activamente para la conciliación
. Los Alcaldes de las cinco principales
poblaciones de la Provincia habían sido nombrados
por la Corona: dimitieron sus cargos ;
Lili les siguió; ellos con métodos y procedimientos
distintcs se quedaron al fin en sus
puestos ; Liíí se vió en el caso de dejar el suyo .

4 6 3
Tuvo el aplauso de un grupo, y con menos
buen gusto del que le suponía otra parte del
país ., dióse a recorrer éste, aceptando banquetes
v manifestaciones ruidosas de adhesión . juz-
garon adecuada otra que fuera todavía más
significativa : una suscripción en que tomaran
parte- todos los guipuzcoanos con solo cuota
de nna peseta y cuyo producto se invertiría en
un objeto artístico que se había de entregar
al patriota euskaro Lili y había de ser dig-
no donativo de la Euskalerria . Pues bien :
siendo próximamente 5o .ooo los electores de
Guipúzcoa, al cabo de seis meses lo recogido
no llegó a 1 .400 pesetas. Y cuenta que por
una consideración bien impropia en este caso,
por amistad personal, se suscribieron personas
muy distantes de aprobar la actitud del per-
sonaje provinciano . No parecía cupiera mavcr
fracaso . Mas a pesar de que éste debiera haberles
servido de aviso, los promovedores de la Liga
decretaron que dentro de una escala gradual
por ellos imaginada cada socio debía pagar
una cuota que ellos también asignaban : el pro-
ducto para el sostenimiento de la Asociación
ha sido nulo . Pueblos de la importancia de
Tolosa se negaron casi unánimemente a satis-
facer cuota al,run .a ; y no ha sido más brillante

4'`4
el éxito en San Sebastián, que así olvida su
decantada manifestación grandiosamente fue-
rista de 3o de Octubre de 1904 . La Liga estaba
muy débil a los seis meses de haber nacido .
Dos hechos volvieron a darle aparente vigor .
Cansados de luchar los electores del distrito
de Tolosa, venciendo siempre, bien los unos,
bien los otros, cada vez con más exigua mayoría
de votos, convinieron en una tregua fijándose
en una candidatura que no ofuscase ni a libe-
rales ni a carlistas ni a integristas . Acudióse
para esto a exhumar la Liga, y como en ella
hay alguna individualidad siempre en agita-
ción desordenada, como víctima de sus nervios,
y, que ni sus correligionarios quieren, sabedores
éstos de sus aspiraciones, apresuráronse a pro-
nunciar el nombre de Lili, de tan buen carácter,
y quedó en paz aquel otras veces apasionado
distrito . En tal elección entraron por escasa
parte los alcoholes, el ultrafuerismo, la Liga .
Entraron por más al Parecer en las elecciones
generales de Diputados a Cortes y de Senadores
verificadas en Septiembre del mismo año de
i9j)5, pero no fué así en realidad . Han sido
elegidos los candidatos por ella proclamados 5'
derrotado el único que se le oponía . ¿Pero
cómo? Aceptando ella los que era evidente

4 6 5
que triunfarían, y aceptando éstos con humildad
cristiana para no dividir más al País, pero
con ausencia de entereza y previsión política,
los manifiestos de la Liga . Un caso es por
demás elocuente .
El lunes 24 de julio del último año mencionado
hallábase en San Sebastián veraneando
al lado de la Corte el Presidente del Consejo
de Ministros ; D. Eugenio Montero Ríos . Sus
correligionarios políticos guipuzcoanos le obsequiaron
con una jira y comida en el pintoresco
Monte Ulía . A la hora del champagne (expresiones
de La Voz de Guipúzcoa) el Sr . Montero
dijo que los liberales estaban en el caso de
procurar fueran representados los distritos en
las próximas Cortes por personas de prestigio,
v vería con gusto el Gobierno que estas personas
coincidieran con las ideas liberales y
por sus merecimientos fueran dignas del apoyo
moral y legal del Gobierno, añadiendo que según
sus noticias había en el distrito de San Sebastián
una en que se había fijado la opinión .
El Sr . Larrañaga contestó que así era en efecto
y la opinión designaba a D. Tomás Balbás .
Volvió a hablar el Presidente del Consejo de
Ministros de España para felicitarse de que
recayese la designación en personalidad tan

466
relevante como el Sr . Balbás . Entonces el
Ministro de Marina Sr . Villanueva profirió entu-
siasmado la frase de que el candidato «haría
»una Caja de Ahorros Nacional tan próspera
»y útil como la Provincial por él creada» .
He aquí por vez primera en los anales del
país vascongado dos Ministros de la Corona
proclamando candidatura política en Vasconia,
ofreciéndole el apoyo moral y legal del Go-
bierno . Si es que existe la Lógica según cree
la humanidad, parece que aun sin ser separa-
tistas, ni extremadamente fueristas, con solo
ser vascongados celosos de los intereses y del
nombre de Euskalerria, no debía plantearse,
menos todavía aceptarse, que en víspera de
cuestión muy honda, como la renovación o
abandono del Concierto Económico, proclamase
el Gobierno Central, según le llaman no menos
absurda que frecuentemente los ligueros y sus
afines, una candidatura . No había ultrafuerismo,
Liga ni bizkai tarrismo en los tiempos de Ala-
meda, Monterrón, Altuna, y sin embargo aque-
llos fueristas, moderados insignes, hubiéranse
creído ajados ievidco candidatos de un Presi-
dente del Consejo d- España . Cuanto más se
quiera distinguir y contraponer la entidad Go-
bierno con la entidad Vasconia, cuanto más

4 6 7
carácter de pacto (hasta de tratado) quiera
darse al arreglo económico, menos cabe aceptar
que una parte designe el representante y defensor
que ha de tener la otra parte : dicho sea
todo ello sin fijarnos además en los reparos
que la pureza electoral opone a la inmixtión
del Gobierno en materia de elecciones . Para
muchos vascongados de principios muy diferentes
de los de D . Eugenio Montero Ríos,
pero que ante todo y sobre todo profesan ardiente
amor filial a España, era lógico en frente del
Bizkaitarrismo y de la Liga su congénere votar
a favor de un candidato precisamente porque
lo presentaba el jefe responsable del Gobierno
de la Patria única . Y por esto mismo era ilógico
en los ligueros aceptar una candidatura de tal
origen Y significación : era renegar lo que pro-
claman altisonantes v confesar que su fuerza
era solo aparente . Esto que sucedía en Donostia
no era anulado o destruido con lo ocurrido
en Tolosa . El Diputado saliente, carlista puro,
no quiso someterse a la Liga y fué derrotado .
Pero la causa es otra . Allí, aunque sea minoría,
el partid., liberal es fuerte ; el carlismo estaba
entonces en plena disolución, y con pocos que
se adhirieron a la Liga, no solo carlistas sino
integristas e indiferentes, el candidato liberal

liguero triunfó esta vez con el refuerzo además
de billetes de Banco traídos de un, centro de
corrupción en poderosa provincia hermana .
Mas lo escaso de la fuerza de la Liga, sobre
todo del bizkaitarrismo franco, se vió muy
pronto otra vez . En efecto, llegado Noviembre
hubo elecciones municipales . Retraídos los carlistas
en Tolosa, fueron elegidos concejales liberales
como tales liberales : pero no sonó el nombre
de la Liga para cosa alguna . En Vergara
presentáronse unidos carlistas y bizkaitarras :
triunfaron los liberales . En San Sebastián los
bizkaitarras fueron apoyados por los integristas,
pero aún así solo obtuvieron 400 votos mientras
los republicanos federales reunían 6oo, los dinásticos
(liberales y conservadores) unidos a los
republicanos gubernamentales bajo el lema de
«guerra al bizkaitarrismo», sumaron próximamente
3 .000 votos . Sin embargo, era un hecho
deplorable que el bizkaitarrismo hubiese osado
presentar candidatura en San Sebastián y celebrado
con agrado y a manera de provocación
el aniversario del fallecimiento de su creador
3 , jefe Arana.-Goitia, como no se puede negar
ciertamente la posibilidad en aquellos días de
que, convocando la Liga una Asamblea en una
aldea, logró impresionar la opinión rural, sin

469
que dejase de perjudicarle, es cierto, el haber
caído en ridículo con el siguiente motivo . Por
una disidencia imperceptible entre los que la
componían, la banda de música de Villafranca
fué poco a poco dividiéndose en dos grupos
que tenían cada uno su músico mayor o direc-
tor organista : se ensañó la contienda y se for-
maron en la Villa dos partidos (verano de 1904),
cada uno con poderosos protectores provin-
cianos. La jactanciosa Liga protegió con preci-
pitación uno de los dos bandos, y justamente
a éste condenó la Comisión permanente de la
Diputación . ¡Oh firmísima adhesión a su propio
programa, a los intangibles principios! ¡Oh mil
y mil veces sacrosanta autonomía euskara!
La severa e intransigente Liga, la Liga que
excomulga como antivascongados a quienes no
aplauden su programa de absoluta autonomía
vascongada, que reclama nunca pueda asunto
alguno salir de los lindes de Vasconia corres-
pondiendo forzosamente la última decisión a
una autoridad vascongada, tiene a su cabeza
prohombres que se presentan con solemnidad
al Presidente del Consejo de Ministros de Es-
paña, al otras veces por ellos llamado odioso
Gobierno de Madrid, para pedirle que no se
conforme con el dictamen de la Diputación .

47n
¡Apelar al Gobierno en caso tan diminuto como
el de un organista músico mayor de una aldea!
¡Oh autonomía! ¡Oh vasconismo! Y tal vez
ni siquiera en esta ocasión se entera el Go-
bierno de toda la comedia que hay en eso de
la autonomía, farsa en que se mezclan algo
de convicción con mucho de caciquismo único
(1) .
De los alcoholes, de la agitación del año
1904, del fruto recogido siguiendo aquella intransigencia,
procede decir que ahora se bebe
alcohol fabricado dentro o fuera de la región
con el recargo del ominoso impuesto que se
paga en toda España, V sin embargo reinan en
(i) La manifestación última del uac(ornlisu en Gui-
púzcoa lia tenido lugar al proceder en marzo 1911 los
distritos de San Sebastián, Irún y Tolosa a elegir diputados
provinciales . En los dos primeros no se atrevieron esta
vez los nacionalistas a presentar candidato ; presentáronlo
en Tolosa . En todas partes lucharon más o menos agru-
pados en el lado derecho carlistas, integristas y conser-
vadores, o bien unidos ccmo dinásticos liberales N ,
conser-
vadores, o bien separadamente los republicanos . Los votos
obtenidos por todos ellos sumaron 15 .000, el número obte-
nido por los nacionalistas fué 750 . De nuevo quedó demos-
tradc, cuánto más preponderan en los ánimos vascongados
las convicciones sobre política general que los anhelos
euskaros,

471
Vasconia la quietud, la prosperidad, el contento
.
En Ala-,,,a empezó produciendo el impuesto
de fabricación 34 pesetas el mes de Diciembre
1904 y el impuesto de consumos 6 .280 pesetas,
total 6.314, y en Octubre 1905 produjo el de
fabricación 5 .147, el de consumos 5 .148, total
10 .290 . En el primer año ambos impuestos
dieron al Estado en Alava 90 .187 pesetas .
En el segundo 195 .011,14 . En el tercero
121 .481 .77 .
Vizcaya.-Noviembre 1904, Impuesto de fabricación
48 pesetas . Impuesto de consumos
1955 . . Total 2 .004 pesetas . Han dado en Octubre
1905, el de fabricación, 10 .803, el de consumos
11 .345 . Total 22 .148 . En el primer año
183 .502 pesetas . En el segundo 328 .763 . En
\ el tercero 1 .074 .316 .
Guipúzcoa.-Noviembre 1904 . Impuesta de
fabricación, nada . Impuesto de consumos 1 .218 .
Han dado en Octubre 1905, la fabricación
8 .490, el consumo 13 .020 . Total 21 .510 . En
el primer año 214 .418 pesetas. En el segundo
335 .150. En el tercero 251 .732 .
Esto es, en las tres Provincias Vascongadas,
no bien establecidos ambos impuestos, el Gobierno
ha cobrado durante el primer año 49 0 .157

472
pesetas ; durante el segundo 798 .881,12 ; durante
el tercero 1,410 .531,30,
¿Cabe mayor error que la resistencia irreductible
opuesta en 1904 a un arreglo? Así
los resultados funestos que obtuvo también
esta vez la política de la declamación ha dado
alguna prudencia para el caso más grave, para
la renovación del Concierto Económico en 1806 .
Esta prudencia euskara ha tenido en frente
de sí la feliz casualidad de unos gobiernos
singularmente instables y débiles . En 18 meses
de_ dominación de los liberales habían surgido,
caído, y renacido para caer al tercer día, hasta
cinco gabinetes presididos uno por el Sr . Montero
Ríos, dos por el Sr. Moret, otro por el
general López Domínguez, uno más por el
marqués de la Vega de Armijo, y con éste
último tuvieron que tratar los vascongados
siendo ministro de Hacienda D . Juan Navarro
Reverter que diez años antes lo había sido
también, pero en el gabinete conservador de
Cánovas . ¡.Vega de Armijo! Alguien me dijo
que era el mayor enemigo de las Provincias
Vascongadas, el que más; ácremente censuró a
Cánovas en 1876, y por tanto era una circunstancia
adversa a las Tres Hermanas que al
frente del gobierno estuviese ahora el más

°r / ..,
apasionado partidario de una absoluta nivela-
ción y simetría en España . A esto contesté
que era no conocer a nuestros políticos, que
Cánovas cuando los vascongados entre sus mul-
tiplicadas objeciones para admitir el sistema
del Concierto le dijeron que un Convenio solo
viviría el tiempo que él fuera ministro, les
había profetizado y- asegurado que los enfure-
cidos liberales declamadores de igualdad y uni-
formidad, una vez poder no querrían abrir de
nuevo la cuestión vascongada y se apresurarían
a acogerse al mismo sistema . Vega de Armijo,
por lo mismo que consideró prueba de insigne
debilidad, imprevisión y demás torpezas la
política de unidad sin uniformidad, de ave-
nencia y no de imposición, la que había pre-
valecido en 1876, ahora no se limitaba a seguirla :
la amplió en términos que causaron extrañeza
a sus amigos como a sus adversarios . 'No sola-
mente no fué en esta ocasión el diputado uni-
tario de aquella oposición: tampoco se acordó
del Ministro de Estado que no admitió se
hicieran algunas concesiones a las Tres Vascon-
gadas en 1881 . Otorgó un nuevo Concierto
con cifras que estaban lejos de ser las que
los Directores Generales primeramente ni si-
quiera las que el Ministro de Hacienda habían

474
reclamado, y sobre todo cuando los arreglos
anteriores habían sido ajustados por diez, a lo
sumo (el de los liberales) por trece años, se
avino a que este otro de su gobierno hubiera
de durar veinte años, acercándose así más v
más a la tesis vascongada de la perpetuidad
e intangibilidad de un Concierto, de un Pacto .
En presencia del desenvolvimiento pasmoso de
la riqueza pública en Vasconia después de la
ley ominosa de 21 de julio, ligar a España
en no pedir aumento de tributación durante
un período cual es el de veinte años, partido
a la verdad en dos, tributándose un poco más
en los diez últimos años, es de lo menos concebible
. El propio Presidente del Consejo y el
ministro de Hacienda se hicieron cargo del
reparo que en toda mente asomaría, y quisieron
desviarlo hablando de la elevación de
miras del Rey D . Alfonso XIII . Claro está
que aún así habían de ser más crecidas que
antes las cuotas que Vasconia entregase en
lo futuro al Tesoro Nacional, y así queda consignado
en el Cuadro que ha quedado expuesto
en la página 224 de este tomo . Por otra parte,
en el Preámbulo del Real decreto de 13 de
Diciembre de Zgo6, el Ministro no ha omitido
declarar que todo se hace sin alterar ninguna

17,5
de las condiciones legales que fijan el actual
estado de derecho, y como dice además que
se procede en cumplimiento y según las facul-
tades otorgadas al Gobierno en la ley de 21
de julio de 1876, he aquí que al prorrumpir
los municipios vascongados y todos los órganos
de la opinión cuskalduna en aclamaciones a
los representantes euskaros que han logrado
tan feliz resultado, si no aclaman al menos
reconocen su felicidad dentro de la maldecida
ley de 1876, no contradicen el estado de dere-
cho de que habla el Ministro, aun cuando
después de haberse pedido, exigido, a los comi-
sionados negociadores en artículos, en mociones
altisonantes, que recabasen la reintegración del
régimen foral, únicamente consiguieron en cuanto
a forma N , atribuciones de las corporaciones
en la región que se repitiera ahora la fórmula
ya empleada en los anteriores conciertos de
que ellas «continuarán investidas, así en el
»orden administrativo como en el económico ;,
de todas las atribuciones que venían ejercienadoi»
Algo, es verdad que se ha insinuado respecto
de la vuelta del organismo ¡oral ; pero sobre
la base del artículo 4 .0 de la ley de 21 de Julio,
esto es, pretendiendo después de una suspensión
de treinta años lo que los transigentes de en-

75
tonces proclamaban en alta . voz : i .°, que la
ley no había ella misma abolido el régimen
foral por completo : 2 .°, que era menester se
arreglase cuanto antes con el Gobierno respecto
de los tributos el propio organismo histórico .
El Gobierno de rgo6 no tomó resolución alguna,
y en Enero de 1907 subió de nuevo al poder
Maura .
Traía en su mente de tiempos atrás una
idea fundamental, a la que dió forma diciendo :
«es preciso hacer la revolución desde arriba ;
«solo así no se hará desde abajo» . Presentó a
las Cortes un provecto de lev destinado en
. efecto a renovar en sus cimientos y su cúspide
la organización de España en sus Provincias
y sus Alunicipios . Si ese proyecto llegase a ser
ley, el Estado experimentaría alteración profunda
con el poderío jamás previsto que adquirirían
las otras autonomías . Obedecía Maura
a una idea de carácter general y concebida
con mucha anterioridad a haberse presentado
en primer término el «problema catalán» ; mas
no cabe dudar que casi toda España creyó
que sobre todo obedecía al ansia de resolver
ese especial problema . Pocas veces exacerbáronse
tanto todas las pasiones . Los distintos
regionalismos se levantaron airados contra el

477
regionalismo catalán ; los partidos democrático
v liberal, cantores o bardos durante mucho
tiempo de la descentralización, se hicieron los
heraldos de una intransigente y exclusiva unidad,
su prensa nada orni!ió para producir en
los cuatro ángulos de España inflamado uni-
tarismo . El propio partido de Maura recelaba
que era excesiva la concesión : «esto es un salto
en las tinieblas» decíanse sollo voce unos a otros
los prohombres del partido liberal-conservador .
Prodíijose la más obstinada larga discusión
parlamentaria de que hay memoria en las
Cortes españolas: presentado el proyecto en
el Congreso en junio de 1907, una vez estudiado
por la Comisión comenzó el debate para no
terminar= sino vil Febrero de 1gog . Al emitirse
el último voto a las 12 de la noche prorrumpió
la mayoría en manifestaciones de entusiasmo
respecto de Maura, y todo cuanto había
de serio y digno en la oposición confesó que
merecía aquellas demostraciones : había ofrecido
el caso de una irreductible obstinación en la
resistencia unas veces, otras de una inteligente
transigencia : se elevó en esta discusión a .
mucho de lo que constituye un hombre de
Esa,:ado .
Los últimos artículos de una ley que a todas

47 5
las provincias y municipios otorgaba atribu-
ciones que no dieron en Vasconia sus propios
Fueros, se referían de un modo especial a las
Tres Hermanas . Las Diputaciones creyeron que
para la galería y a todo evento era del caso
que hicieran alguna gestión a favor del resta-
blecimiento del régimen foral . Se prepararon
mal, cosa nada extraña confesándose general-
mente en las intimidades que nada formal
había en el sentimiento ni en la opinión vascon-
gada de aquel momento que provocase el paso
que iban a dar (i), juzgaron que para cosa
tan somera corno iba a ser su intento les bas-
taba con reunirse en Madrid mismo la víspera
o dos días antes de avistarse con Maura a fin
de presentarle sucesivamente varias fórmulas
Se reunieron en efecto las representaciones
directas de las tres Diputaciones concurriendo
además los Senadores y Diputados a Cortes,
y al hacerse la necesaria, indispensable pregunta,
«

4 7'J
que la Diputación dentro de su seno interpre-
taba ya en el sentido de reinstalarse lo exis-
tente en 1876, va en el de volver todo al ser
y estado de 1833 . Vizcaya quería el restable-
cimiento de tina parte, sin definir bien la parte
que se restableciera . Alava opinó al principio
como Vizcaya y acabó opinando como Gui-
púzcoa . Hasta hubo la ligereza de confiar a
la prensa el relato de cada sesión, enunciando
minuciosamente los debates o sean las diver-
gencias, y en medio de esta confusión sin igual
presentáronse a Maura . En breves palabras
corteses y afectuosas opúsoles un total u.on
possurnrus : díjoles que no cabe pasar del Statu
quo, el cual respecto a organismo viene exis-
tiendo desde hace treinta y dos años . No cabía
peor momento que el actual para restableci-
íniento alguno foral . A todas las regiones de
España se ha concedido la facultad, aunque
muy restringida, de organizar mancomunidades,
y sin embargo España quedó recelosa, sañuda,
al creer que así resultaría solamente el resurgir
la personalidad de Cataluña, mientras Cataluña
acusa al Gobierno de que quiere i_nnpedir la
recolnstituc:ión cierta de esa personalidad his-
tórica . : la_ reconstitución de los organismos his-
tóricos vascongados exacerbaría la exigencia

Oso
catalana, la resistencia del resto de España .
Llegó el día de votarse en el Congreso las dis-
posiciones adicionales entre las cuales estaba
la, concerniente a las Tres Hermanas . Un Dipu-
tado por la Mancha, un tanto vascongado por
el _lado materno, propuso que, en vez de dero-
garse entre las disposiciones vigentes que se
rozaran con esta ley el acto famosísimo de
1876, se dijera que se cumpliría el artículo
cuarto de dicho acto o ley, o sea que con alguna
alteración indispensable seguiría el sistema foral .
Combatieron esta vez tal idea las Tres Her-
mana-, : ni los Comisionados de las Diputaciones
ni los Diputados a Cortes quisieron asentir a
que se consignase algo que fuera de su parte
reconocimiento de la ley famosísima de 21 de
Julio. En cambio, el diputado republicano d_•
Vitoria, Sr. Llorente, presentó una enmienda
que vigorizaba el carácter de jefes gerárquicos
a favor de las Diputaciones sobre los Ayunta-
miento . Creyó el Gobierno que después de
haberse negado a toda reintegración del régi-
men foral, algo que estuviese exento de incon-
venientes debía desde luego concederse a los
Diputados a Cortes . Concedióseles la admisión
de la enmienda Llorente .
Entonces al »Cuadro de Desavenencias» que

481
en Madrid habían presentado las tres Dipu-
taciones se añadió otro más triste todavía
dentro de la misma Vasconia . Los Ayunta-
mientos de las tres capitales protestaron contra
la intentada dictadura de las Diputaciones,
decidieron acudir al Senado, que después del
Congreso estaba discutiendo lentamente a fin
de que tal enmienda fuese suprimida o ate-
nuada, y por el contrario multitud de Ayun-
tamientos de otras poblaciones se dirigieron
procesional y aparatosamente a agruparse en
torno de cada Cuerpo de Provincia . Para com-
pletar aquella incoherencia o dispersión euskara,
un escritor nacionalista o separatista, médico
que tomaba el pseudónimo de Joala, publicó
un artículo de execración al Arbol de Güer ticá --
por las abdicaciones y humillaciones euskaras
de que había sido testigo . Lejos de perma-
necer indiferentes ante aquel exabrupto, los
mismos nacionalistas indignados expulsaron de
su partido a Joala . Enfureciéronse asimismo
los demás vascongados fueristas, intransigentes
o transigentes, pero solamente fueristas . Desde
la crisis: magna, la de 1876-1877, no había
presentado la Euskalcrria al resto de España
cuadro semejante de desavenencias y demen-
cias reunidas . Y mientras se ostentaban ante

4S .
la nación, pasó el momento único ya, siendo
moda española reciente hablar de que resurgieran
o se establecieran autonomías provinciales
y municipales, en que hubiera algún
vislumbre de reaparecer en lo relativo a forma
de organización cierta parte considerable del
organismo foral .
Al concluir de votar el Senado la primera
parte de la ley debía empezar el debate sobre
la segunda, pero las oposiciones pidieron que
se aplazase hasta el otoño, y a ello accedió
Maura (i) . _Durante el verano ocurrieron dos
gravísimas novedades . Hízose necesaria uhá
campaña alrededor de Melilla a que se destinó
un ejército de 45 .000 hombres, y dispuso la
Providencia otros sucesos tremendos . Con pretexto
de haberse llamado los reses islas a sus
Cuerpos, hubo en varios pueblos manifestaciones
hostiles, ya concretamente respecto de
esta medida, ya más generales y antimilitaristas .
Pronto cambió de carácter el suceso . En Barcelona
grupos revolucionarios (no llegaron a
(F} Entró en el Senado la primera parte del proyecto
el 2o de junio r9o8 . La estudió la Comisión . El xg de
Noviembre comenzó en sesión pública el debate, y con-
sagrándole 88 sesiones, terminó el 28 de Mayo r9o9 .

ser hordas) se dedicaron a incendiar 39 parro-
quias N- conventos, a matar varios sacerdotes
y frailes, a desenterrar momias de monjas
para bailar con ellas, a consecuencia de cuyos
actos fueron fusilados cinco criminales según
pedía unánime en aquellos días la opinión
de España . Hubo la fatalidad de no haber
sido preso hasta bastantes manas después
de la Semana Sa~t ;ri -uta (así la llamará eter-
namente la historia) uno de los principales
jefes del bárbaro movimiento, Ferrer, de tan
siniestra fama desde que fué arrojada por su
satélite Morral una bomba sobre el carruaje
del Rey v la Reina cuando regresaban de la
ceremonia de su casamiento el 31 de Mayo
cíe 1906 dejándoles milagrosamente ilesos, ma-
tando 25 personas, hiriendo oo . Por la duración
del proceso (en Consejo de guerra ordinario)
no pudo ser fusilado sino a los dos meses y
medio . Si. nadie en Europa había levantado
objeción alguna contra aquellos fusilamientos
de criminales oscuros, en cambio los masones
yV los revolucionarios de todos los países apro-
vec: híha .ron ese tiempo empleando con nerviosa
actividad ora la habilidad, ora la amenaza
para salvar al caudillo de aquel levantamiento .
Fusilado Ferrer, produjéronse en Europa (¡hasta

4 84
en la . civilizada Persia!) contra la bárbara e
ignorante clerical España ruidosas manifesta-
ciones con excesos de destrozos y hasta de
asesinato, según era propio de aquellas puras,
moderadas, cultas masas . La Revolución exhibió
y revistó sus fuerzas . En medio de tan inespe-
radas y magnas complicaciones reanudaron el
15 de Octubre (I9o9) sus tareas las Cortes,
que con precipitación inconcebible y contra
el parecer de muchos conservadores encum-
brados había convocado Maura en el entu-
siasmo producido por la toma del Gurugú en
Melilla . Ocurrió lo previsto : sin que pudiera
adivinarse cuáles, en qué ocasión y forma,
era evidente que habría incidente o incidentes
escandalosos, dada la violencia de las oposi-
ciones, exasperadas con que el Ministerio Maura
llevase 33 meses en el poder cuando la izquierda
únicamente lo había ejercido i9 meses con
rotación de ministerios (alguno de 6 días de
existencia), que no permitirían siguieran abiertas
las Cortes o traerían la caída del Gobierno .
Y ea,ó (cerrándose además las Cortes), y con
el Gobierno cayó la tarea tenaz, colosal de
cambiar desde sus cimientos nuestro régimen
agrandando extraordinariamente el poder local,
mermando el poder central . Se alejaba más

4 8 5
y más la probabilidad de dirigirse el curso
de los acontecimientos a la reintegración del
organismo todavía existente diez y seis meses
después de promulgada la ley de 21 de julio
de 1876 y que el Gobierno de aquella época
se proponía conservar con tal de celebrar con
él un Concierto económico . Cierto es subsiste
la posibilidad de que, siendo tan poco firme
la fe política y administrativa de los liberales
que les permite atacar todo lo que no sea absoluta
nivelación y simetría, atacar por lo tanto
Conciertos Económicos a corto plazo y más
tarde ajustar ellos otro con plazo larguísimo
no soñado por los vascongados como posible
de obtenerse, así ahora pasen por . veleidad
análoga de la impugnación sañuda del nuevo
régimen local propuesto, juzgándolo incompatible
con la unidad nacional, con el prestigio
y fuerza del Estado, a la reintegración de un
organismo heterogéneo y desnivelador entre
los municipios y provincias de la Nación Española
. Por ahora hase cumplido en un período
de treinta y dos años lo anunciado por fueristas
muy sinceros, acusados de tibieza euskara, de
deserción, a otros fueristas : «Si preferís que
»desaparezca el organismo histórico a que pacte
»algo con el Gobierno en cuanto a servicio

486
»militar e impuesto, sea en buen hora ; pero
»no persistáis en la ilusión de que una vez derogado
renacerá por virtud y vitalidad propia
»e íntima o por eventualidades externas con
ñy menos sin servicio militar e impuesto : dero-
»gado, no lo volveréis a ver» . Toda la generación
de 1877 ha llenado los cementerios sin
haber visto resurgir el organismo venerando .

Conclusión
Tal es en conjunto el estado legal de las
Provincias Vascongadas en todos los órdenes
y esferas. Hanlo traído y constituido las circunstancias
más dramáticas y los elementos
más contrapuestos . De una parte, una guerra
civil que a diferencia de las anteriores acaba
sin Convenio y siendo totalmente vencidas las
Tres Hermanas sublevadas ; un régimen foral
después de larga y sangrienta suspensión puesto
en ejercicio y movimiento cuando no lo esperaban
sus mismos custodios, y que al poco
tiempo de funcionar sirve para que se declare
enfáticamente que es un atentado contra él
y con él es incompatible una ley solemnísima,
la cual a pesar de su excesivo dogmatismo
constitucional, admite la permanencia de ese
mismo régimen una \ ,e-- modificado y contiene
excelentes bases para una concordia merced a
la moderación de los Poderes Soberanos victoriosos;
la intimación a estos Poderes, apenas

4f ')8
han decretado y sancionado la ley, que la
deroguen, pues solo así podría haber negocia-
ciones y conseguirse la armonía ; el desdén,
producido por inconcebibles ilusiones, de her-
manar en ocasión quizá última los organismos
históricos y el hecho inevitable de contribuir a
que el ejército tenga soldados euskaros y algunos
recursos el Tesoro ; tentativas a la par infantiles
y criminales de unir en frente de la Potestad
de la Nación, en frente v en contra de la Patria
española, los que están separados por odios
inextinguibles, o de separar Vasconia de España
con la connivencia francesa ; de otra parte,
una opinión nacional que, de benévola a los
Fueros en la paz de 1839, progresivamente
llega a ser del todo hostil al finalizar la segunda
guerra civil . En medio de estos tan opuestos
apasionamientos, hubo dos entidades de muy
diversa importancia pero animadas de un mis-
mo espíritu de avenencia y concordia : un Go-
bierno que un día y otro día prosigue en la
invariable, metódica, serena imposición de car-
gas decretadas, pero conservando todo el tiempo
que se lo consiente su decoro el organismo
euskaro tradicional y siempre inapreciables dife-
rencias de forma y aun de cuantía en las obli-
gaciones que han de satisfacerse y cumplirse : y

4s9
una agrupación euskalduna, numerosa a veces,
mermada otras, que así resiste a la nivelación
como a un funestísimo Toda o Nada . El resul-
tado y solución han estado lejos de destruir,
aminorar ni siquiera detener, como desafora-
damente se anunció, el desarrollo de la pros-
peridad y ulteriores imposiciones de cargas .
En efecto, su industria, a pesar de la pri-
mera v ulteriores imposiciones de cargas,
se ha centuplicado haciéndose evidente que
procedían en justicia los aumentos de cuota ;
su comercio y navegación crecen sin cesar ;
las tres capitales desarrollan increíblemente su
ámbito, su población, su riqueza . Vitoria se
ha extendido y hermoseado, Bilbao revela un
prodigioso poder mercantil y fabril, San Se-
bastián con Pasajes su complemento natural
y necesario, ve multiplicarse las fábricas, ani-
marse su comercio, acumularse depósitos de
valores en sus Bancos, construirse más y más
edificios urbanos y monumentos artísticos, sur-
gir casas de campo y para mayor ventura levan-
tarse el Palacio Real de Miramar . Residencia
gran parte del año del Rey de España y en la
qne se han verificado actos no solo conmovedo-
:ces sino importantísimos para el porvenir de la
dinastía y de España, visitada por muy pode-

490
rosos monarcas y egregios príncipes extran-
jeros, Miramar ha sido causa de más espléndido
desarrollo y de más universal renombre para
San Sebastián . Si su asiento en tierra que
tiene régimen excepcional suscita ciertas difi-
cultades, si ha impedido durante no corto
período viajes regios necesarios por las diver-
sas comarcas de la Monarquía, circunstancia
que tanto ha influído en el mal espíritu de
alguna región de temible desvío y que había
comenzado a levantar a su costa otra resi-
dencia Real, si hombres de gobierno muy
conspicuos han considerado que Miramar es
una - de las más graves faltas de la Regencia
de D . a María Cristina de Austria, muchos
elementos vascongados, desgraciadamente no
todos, consideran la bella morada-en - Donostia
de los Reyes de España como un nuevo, suave
y ya más de una vez provechosísimo lazo para
la Euskalerria con la dinastía v la Patria (i) .
jrl Cánovas y Gamazo por consideraciones muy , diversas
censuraban la creación de Miramar que había favorecido
Alonso Martínez, el director de una excursión regia
ni brillante ni fructuosa al monasterio de Loyola .
Acompañé una vez a Cánovas desde mi casa a Miramar,
que él aún no había visto concluido, y al separarnos en

49 1
Idéntico el servicio militar en ambos lados
del Ebro, igual la forma dee la administración
local, hay para las Provincias Vascongadas
dentro de la forma común (cuyo planteamiento
en sus manos estuvo evitar} atribuciones extra-
ordinarias, y media un abismo entre el sistema
tributario de aquende y allende el Ebro, así
por lo que se paga como por el mecanismo
para cobrar . Es todavía valiosísimo el régimen
de que hoy disfrutan las Provincias del Irlrrak-
Bat, aun después de haber dado ellas durante
un período decisivo de año y medio la prefe-
la puerta, me dijo : ('esta es una de las más graves faltas
«le la Regencia» .
En una de las renovaciones de Conciertos Económicos
Babia pedido el ".Ministro de Hacienda (Gamazo) un fuerte
aumento del cupo de contribución, si bien aseguraba que
en justicia debiera haberlo pedido mayor aun . Interpúsose
la Reina Regente, y quedó muy reducido . Gamazo dije
con rostro risueño, voz suavísima, y no obstante con entereza
: »Señora, muy cara resulta para Vuestra _Majestad
ny para la Nación la hospitalidad veraniega que a la Fa-
»milia Real dan las Provincias Vascongadas lucrándose
»además con la permanencia de la Corte» .
Palabras eran las de los dos prohombres que divulgadas
debieran haber producido, al menos sobre la utilidad
s ateria . d e esa permanencia, unanimidad favorable en
la opinión . V sin embargo hubo en un Ayuntamiento
la mención a la vez impolítica y grosera relativa a la banda
municipal en "Miramar!

49 2
rencia a que desapareciera inmaculado (no del
todo) el organismo, foral, en lugar de que se
prestase a cumplir desde el primer momento
algo de la ley de 21 de Julio de 1876 que dejó
funcionando ese organismo . Y ya que alternando
con insensatas intransigencias modernísimas,
vuelve a veces la Euskalerria a sus
antiguos, hábiles, acertados procedimientos, va
que en la Patria española puede ver hoy sustituídas
las corrientes nacionales hacia una
unidad con uniformidad por un decaimiento
del espíritu uniformista, las pasiones que contra
sí levantó con su demente prolongación de la
guerra civil y su ceguera en no reconocer su
situación de vencida sustituidas también por
nuevas simpatías en sus hermanas las demás
Pros indas españolas, ya que a un ambiente
adverso ha reemplazado otro favorable, sea
mi última palabra en este escrito pedir a Dios
desde lo más hondo de mi corazón que en
cualquier crisis futura impida a mi siempre
amada Euskalerria desviarse de aquel sentido
de lo real y lo posible con que en muchos siglos
salvó inmensas dificultades y por vez primera
faltó a gran número de Vascongados en la
crisis penosísima de 1876 .

),
IN MEMORIAM
Fue el zE .vcniu . Sr . D . Fermín de Lusala
Collado Duque de dl andas, una de las per-
sonalidades ntds salientes de la vida nacional
española durante el siglo xtx, en cuyo año 32
nació, _e parte del xx, en el que le fue' dado prolongar
su laboriosa existencia hasta el año 19 1 7 .
Diputado a Cortes casi sin interrupción de
1857 a 1877, en que fué nombrado Senador
vitalicio ; ¡la ni a do a los consejos de la Coruua
en el año 1879, desempeñando hasta 1881 el
Viniste ic de Foment(; honrado otras veces con
el cargo de Embaj,cdoy de España en Londres
y en París o con misiones tan delicadas y humanitarias
canto la de Comisario Regio encarada
de aliviar o reparar las desgracias y las ruinas
de los terremotos de Andalucía ; presidiendo, finalmente,
en su vigorosa ancianidad las deliberaciones
del Consejo de Estado, en cuantas elevadas
funciones hube, de requerirse el concurso de su
actividad en beneficia del interés común, iuéle
prestado sin tasa de buena voluntad, con una
inteligencia y un tacto político nunca desmentidos,
puesta la Mira en _las supremas exigencias
del b u co!ect ,'o sin u :cugua ¿fe la disciplina
del partido liberal-conservador en que militó .
Tantas y tan variadas preocupaciones de su
vida pública no impidieron al Duque de Mandas

M
el lr1trc vuelo por las regiones ideales del espíritu
ane s ctltitci asidttarttett'c sobre toda en el terreno
de la Historia política, como lo atestiguan brillantemenle
sus obras Vicisitudes de la Monarquía
Constitucional € •n Francia 12 lomos, Furicart'
~tns'r

ya el lugar preicrcnte que en eI espíritu del Duque
de Mandas turieron los problemas palíticos con-
Cerllientes al país =Con jada, n que per'tcrleCici
no SÓLO Por su eundie1on ria/ira Sino la IJ1 , 't1
Por la rordial coni/ellch'acu+'n con el pet idear
arado de ser y los intereses 'e destinos de aquel
pueblo de la girr dío constantes e 2nequlVoCas
muestras, si bien sin compartir siempre la nianera
de entenderlas 1' servirlos pl'edon11riante en
buena P u-tc de sus rr nterréncns, unixinie en las
rudas pruebas y rai'es crisis a que l n lado el
curso del silo X2 sc su ;neiicia 1,1 se, ¿leer
"rgani2aeión tiren' del país vasco . A la lifsturia
de ,s/ss Picasitirdes, 1Crininada tiur la i'in S
autor llama «ultima etapa de la unidad nacional .
era 106, dedica la presente obra que la ¡la ~il
Academia edita en nombre y a expensas del
finado DuquC 'e en la cual, prescindlendn ti,
la posición doctrinal y Política que representa,
no se puede menos de reconocer uno de lis ui- s
concienzudos trabaios Publicados en tnrna al ini-
P or'tante Una, am- Unc a iwrIHilcr ?Iu0ral'
con la pro/ usa ilue1ll11eJitaC7Ú11 v ta c - < ' i!elrr)2 ac'
criterio a que el Duque de Jlcindas nos tenia
ya acostumbrados . Su amor al noble puebla que
le dió el ser y al que consagró los mejores afanes
de su larga vida, tuvo digna coronamiento en
sus disposiciones icstarnentari'ls que l pan generosamente
a la Diputación de ( ;ieipli_coa y al
Ayuntamiento de San Se bastión la en,in :iosa
fortiiu[i del D1't'ue'e con ella Su dl/u iIC Pensamiento,
ojrecid, a i.z iiriC :ua ele lli, Usen Cl,Ildil ;is Jc
aquella laboriosa provincia y al P1 u ; re su de la
hermosa Ciudad por quien
más ilustres .
jira lino de sus hijos

INDICE
La lev de 21 de Julio de Ib7(ó . 7
El planteamiento de la ley 1 .( J
Terceras Juntas-AboliciGn del organismo foral . 155
Diputaciones 1'1, vii ldlr -t unclertos ecuno>-
micos 0U
Los dos criterios--Las dos políticas
La autonomía 3 0 5
ConclusD'in
IN MEMORIAM 403