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la plantilla para la construccion mental /o - Hugo Hoenigsberg

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El blog <strong>Hugo</strong> <strong>Hoenigsberg</strong> tiene derechos reservados © y no puede ser copiado ni parcial ni totalmente.<br />

LA PLANTILLA PARA LA CONSTRUCCION MENTAL /O/ LOS<br />

GENES EN LA CULTURA HUMANA<br />

HUGO HOENIGSBERG<br />

INSTITUTO DE GENETICA EVOLUTIVA Y BIOLOGIA<br />

MOLECULAR. BOGOTA D.C. COLOMBIA.<br />

LA COEVOLUCIÓN GEN-CULTURA<br />

Hasta ahora <strong>la</strong>s disciplinas humanísticas nos habían conducido a ver <strong>la</strong><br />

cultura como un producto se<strong>para</strong>do de <strong>la</strong> naturaleza humana. Como si el<strong>la</strong><br />

hubiese nacido de <strong>la</strong> inventiva humana sin participación propia del proceso<br />

evolutivo. La cultura humana antes de <strong>la</strong> sociobiología se veía como una<br />

actividad independiente sin nexos de causalidad con nuestra animalidad. Esta<br />

visión nació, probablemente en buena medida, como consecuencia de <strong>la</strong><br />

tendencia, muy humana por cierto, de verse a sí mismo como <strong>la</strong> divinidad,<br />

depositaria de poder sobre <strong>la</strong> hostil naturaleza circundante, y todavía en el<br />

c<strong>la</strong>ro-oscuro de nuestra vida primitiva cuando en esa alba virginal nos<br />

abrazábamos aún con el reino animal. Los vestigios, de este temor mistificado<br />

al producir religión inmanente se<strong>para</strong>ron su naturaleza animal dec<strong>la</strong>rándo<strong>la</strong><br />

baja, irredenta y sucia. La cultura al se<strong>para</strong>rse de <strong>la</strong> animalidad se dec<strong>la</strong>ró<br />

culpable de vergüenza porque presumiblemente lo humano sería filiación<br />

divina. Hasta aquí el legado del medioevo con <strong>la</strong> visión religiosa insta<strong>la</strong>da<br />

dentro del hombre. Con <strong>la</strong> urbanización y el mercantilismo se mueve el eje de<br />

<strong>la</strong> vida del pensar humano del siglo XIV que nos se<strong>para</strong> del renacimiento. En<br />

esta verdaderamente nueva etapa cultural el temor, o sea <strong>la</strong> religión, se sale<br />

del interior del hombre y se coloca afuera. Aquí, en ese espacio interno se<br />

insta<strong>la</strong> el modernismo, o sea el pensamiento racional, científico.<br />

El punto de vista que pienso desarrol<strong>la</strong>r en esta hora es precisamente<br />

renacentista por lo desvergonzadamente racionalista. Sostendremos que <strong>la</strong><br />

cultura y los genes humanos coevolucionan en un empalme indisoluble que<br />

1


apenas ahora nos hemos atrevido a sistematizar en un nuevo saber. Es una<br />

sociobiología com<strong>para</strong>da en nuestra eucultura humana, <strong>para</strong> se<strong>para</strong>r<strong>la</strong> de <strong>la</strong>s<br />

culturas y protoculturas no humanas, porque aunque tiene<br />

sus orígenes enc<strong>la</strong>vados en nuestros ancestros animales ha surgido con<br />

características propias que le ameritan una taxonomía singu<strong>la</strong>r. Quiero<br />

advertir que respeto <strong>la</strong> posición de los científicos sociales que afirman <strong>la</strong> ya<br />

mencionada autonomía de <strong>la</strong>s ciencias sociales. Ellos sostienen que <strong>la</strong><br />

evolución histórica humana está se<strong>para</strong>da de <strong>la</strong> animal porque no posee una<br />

dimensión biológica, y sostienen además que <strong>la</strong> cultura humana siendo tan<br />

reciente no ha tenido tiempo <strong>para</strong> surgir con parámetros de evolución<br />

genética.<br />

Antes que nada nuestra ya conocida posición centra sus especu<strong>la</strong>ciones<br />

en los siguientes postu<strong>la</strong>dos:<br />

1. Que el hombre no es funda<strong>mental</strong>mente diferente a <strong>la</strong>s otras especies<br />

de primates con <strong>la</strong>s cuales comparte además de muchas características <strong>la</strong> de<br />

no tener maneras idiosincráticas propias <strong>para</strong> adaptarse al medio ambiente<br />

que explota.<br />

2. Que siendo el ambiente humano polifacético, porque además de tener<br />

elementos de <strong>la</strong> biota natural, posee importantes ingredientes propios de su<br />

actividad natural, ha desarrol<strong>la</strong>do comportamientos peculiarmente humanos<br />

que ciertamente han surgido gracias a su base genética humana que prescribe<br />

ese comportamiento propio.<br />

3. Que otras culturas y protoculturas no humanas han dispuesto paquetes<br />

de información en aprendizajes animales que han sido propios de <strong>la</strong> evolución<br />

que sus respectivas agrupaciones han permitido.<br />

4. Que como en algunos otros animales el comportamiento humano no<br />

tiene porqué verse como un resultado explícito de sus genes así tampoco su<br />

mente no tiene porqué suponerse como resultado explícito de <strong>la</strong>s<br />

características comporta<strong>mental</strong>es que poseemos.<br />

Aquí propondremos que los genes son responsables por conjuntos de<br />

procesos biológicos, que algunos como Lumsden y Wilson (1981) han l<strong>la</strong>mado<br />

reg<strong>la</strong>s epigenéticas, y que nosotros l<strong>la</strong>maremos itinerarios epigenéticos que en<br />

alguna forma(s) determinan respuestas <strong>mental</strong>es. Estas últimas serían <strong>la</strong>s<br />

2


unidades creadoras de <strong>la</strong>s actitudes sociales que han construido <strong>la</strong> singu<strong>la</strong>r<br />

eucultura humana.<br />

Propondremos que los datos de estudios etológicos y neurofisiológicos en<br />

animales no humanos distinguen por lo menos varios grados de aprendizaje y<br />

de enseñanzas que justifican cuatro etapas culturales.<br />

1. La acultural-1 sin productos de fabricación propia en los animales que<br />

si demuestran poseer aprendizaje.<br />

2. La procultural-1 sin productos de fabricación propia en animales que<br />

poseen tanto aprendizaje como imitación y pueden hasta poseer un principio<br />

de reconocimiento abstracto.<br />

3. La procultural –2 con algo de fabricación propia, producto del manejo<br />

de lo abstracto; poseen aprendizaje-imitación y enseñanza. Esto se puede<br />

apreciar en otros primates.<br />

4. La eucultural humana que además del manejo fácil y continuo de lo<br />

abstracto poseen aprendizaje – imitación – enseñanza y simbolización.<br />

Aquí vamos a definir cultura en el sentido amplio que incluye <strong>la</strong> suma<br />

total de <strong>la</strong>s <strong>construccion</strong>es <strong>mental</strong>es y comportamientos incluyendo <strong>la</strong><br />

construcción y el empleo de artefactos que se pueden transmitir de una a otra<br />

generación por medio del aprendizaje social. Creemos que no existe una<br />

preeminencia de los valores simbólicos humanos que diagnosticarían, según<br />

muchos, quizá <strong>la</strong> mayoría, de los sociólogos <strong>la</strong> cultura. Esta restricción<br />

semántica arbitrariamente se<strong>para</strong> una gran c<strong>la</strong>se de comportamiento<br />

imitativo que a veces sutilmente se filtra de manera tan imperceptible dentro<br />

de <strong>la</strong> simbolización que resulta a los expertos difícil se<strong>para</strong>rlos. Además, el<br />

diagnóstico especial <strong>para</strong> <strong>la</strong> simbolización humana desestima <strong>la</strong> complejidad<br />

de los procesos cognoscitivos.<br />

La dirección, intensidad y figuras de <strong>la</strong> danza de <strong>la</strong>s abejas incluyendo <strong>la</strong>s<br />

formas de ocho y seis que realizan simbolizando, en el alvear, <strong>la</strong> distancia de<br />

<strong>la</strong> fuente de néctar, son proceso de enseñanza que instruyen tanto <strong>la</strong> dirección<br />

como <strong>la</strong> duración del vuelo necesarios <strong>para</strong> encontrar <strong>la</strong> fuente de energía.<br />

Otras abejas se impregnan del entusiasmo de <strong>la</strong> danza imitando y<br />

memorizando <strong>la</strong>s instrucciones codificadas. Parece que algunos pájaros<br />

aprenden a distinguir los cambios de densidad demográfica y se abstienen,<br />

<strong>para</strong> el beneficio común, del acto sexual.<br />

3


Las madres chimpancés y <strong>la</strong>s de otros primates van mas allá, usan<br />

señales y <strong>la</strong> fuerza si es necesario <strong>para</strong> guiar el juego imitativo de los juveniles.<br />

Cuando estos suben durante el juego a grandes alturas en los árboles sus<br />

madres autoritariamente estremecen los troncos de los árboles <strong>para</strong> obligarlos<br />

a baja /o/ a veces los engañan con apetecidos alimentos <strong>para</strong> inducirlos a bajar<br />

(Goodall, 1985). Bonner (1980) hab<strong>la</strong>n de <strong>la</strong>s enseñanzas diversificadas que<br />

van desde acciones hechas <strong>para</strong> ser imitadas con refuerzos secuenciales que<br />

conducen a <strong>la</strong> imitación y a <strong>la</strong> exploración.<br />

Los humanos poseen operaciones <strong>mental</strong>es que incorporan, (a) <strong>la</strong><br />

producción de conceptos y (b) el continuo cambiar <strong>para</strong> rec<strong>la</strong>sificar el mundo.<br />

Los insectos y otros animales de sangre fría filtran <strong>la</strong> mayoría de los estímulos<br />

que reciben como señales en <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s periféricas sensoriales y en los<br />

l<strong>la</strong>mados centros asociativos inferiores <strong>para</strong> luego<br />

responder a so<strong>la</strong>mente un grupo muy restringido de lo que reconocen<br />

como “estímulos-señales” entre los que quedan filtrados. Los humanos en<br />

cambio absorben una vasta gama de estímulos caóticamente penetrados, <strong>la</strong><br />

mayoría de los cuales sin ninguna relevancia, ni sensatez informativa, y de lo<br />

que filtran como relevante construyen una realidad interior vasta y peculiar y<br />

que a menudo deben reinterpretar. Gradualmente <strong>la</strong>s mas variadas<br />

configuraciones se se<strong>para</strong>n en sede cerebral y se colocan en categorías por<br />

medio de un conjunto de complejas pero muy específicas operaciones (véanse<br />

los trabajos de Posner, 1973; Rosh et altri, 1976; Getty et atryl, 1979 y otros).<br />

A menudo <strong>la</strong>s categorías son de dos en dos, a saber: intragrupo/ extragrupo;<br />

niño /adulto; sagrado/profano y al mismo tiempo se anidan en categorías<br />

ritualísticas y de taboo. Estas señales se convierten en unidades de<br />

instrumentación <strong>mental</strong> que Huxley (1958) l<strong>la</strong>mó “mentifacto” y que<br />

Lumbsden y Wilson l<strong>la</strong>man “genes culturales” y que nosotros consideramos<br />

como “proyectiles culturales” de mayor potencia emocional aún desconocidos<br />

por <strong>la</strong>s porciones racionales del cerebro. Con ellos se interpretan y cobran<br />

fuerza al ser interiorizados, dioses, espíritus, brujos, totems y ángeles que<br />

pueden ser interpretados como representaciones de lo bueno, lo santo y de <strong>la</strong>s<br />

actividades unificadoras de los grupos sociales a través de los cuales se oficia<br />

el aprendizaje – <strong>la</strong> imitación – <strong>la</strong> enseñanza y <strong>la</strong> simbolización sociales<br />

(Véanse los trabajos de Lenski y Lenski, 1970; Rappaport, 1971, etc.).<br />

LAS REGLAS O INTINERARIOS EPIGENETICOS MENTALES<br />

4


Para <strong>la</strong>s ideas de Huxley (1962), de Cavalli-Sforza (1971), de Cavalli-<br />

Sforza y Feldman (1981) y <strong>para</strong> que los “Proyectiles – Culturales” puedan<br />

penetrar y ser trasmitidos verticalmente tienen que ser procesados en una<br />

máquina neuro-celu<strong>la</strong>r que categorice y organice <strong>la</strong>s frecuencias filtrables,<br />

cuando sea necesario, <strong>para</strong> que de toda <strong>la</strong> caótica información puedan salir<br />

reg<strong>la</strong>s de c<strong>la</strong>ra percepción y aprendizaje, A este paquete de escalones se <strong>la</strong>s<br />

l<strong>la</strong>ma “ itinerarios epigenéticos” porque son procedimientos que resultan de <strong>la</strong><br />

interacción genético-cultural primaria que se heredan <strong>la</strong>s características<br />

físicas del animal. Son <strong>la</strong>s directrices epigenéticas <strong>la</strong>s que se ensamb<strong>la</strong>n en <strong>la</strong><br />

mente porque tienen el potencial <strong>para</strong> filtrar sensorialmente los estímulos<br />

periféricos inútiles y luego organizar los sensatos y culturalmente utilizables<br />

<strong>para</strong> los procesos cognoscitivos p<strong>la</strong>usibles. Las directrices aún desconocidas<br />

comprenden <strong>la</strong>s restricciones que los genes colocan en el desarrollo <strong>para</strong><br />

delimitar lo que filogenéticamente se ensayó como conveniente durante los<br />

embates recibidos por los genomas de <strong>la</strong>s especies de <strong>la</strong>s cuales provenimos.<br />

Todas <strong>la</strong>s líneas filogenéticas reciben herencia epigenética conveniente <strong>para</strong><br />

desarrol<strong>la</strong>r algún tipo de protocultura o de cultura.<br />

Proponemos que tal como hay un diferencial de supervivencia y<br />

reproducción con su distribución de probabilidades según su incidencia<br />

pob<strong>la</strong>cional sobre <strong>la</strong> cual selección natural y otros procesos dispersivos y<br />

sistemáticos puedan actuar, igualmente, el diferencial de los “ Proyectiles<br />

culturales” que inciden en los itinerarios o reg<strong>la</strong>s epigenéticas serían objetos<br />

de los mismos procesos evolutivos que en lo físico construyen los fenotipos<br />

familiares.<br />

SOCIOBIOLOGIA HUMANA<br />

La consecución de <strong>la</strong> eucultura se logró en alguna agrupación genética de<br />

algún demo de alguna de <strong>la</strong>s especies del género Homo que nos antecedió.<br />

Probablemente se obtuvo con <strong>la</strong> aceleración de <strong>la</strong> evolución neuro-anatómica<br />

y comporta<strong>mental</strong> que se dio a raíz de <strong>la</strong> adquisición de <strong>la</strong> posición bipedal y<br />

de <strong>la</strong> extensión del cuidado postnatal. Estos últimos logros pasan a <strong>la</strong> etapa<br />

infantil el ulterior crecimiento cerebral del neo-palio. Uno puede visualizar el<br />

proceso en términos físicos: abarcar el umbral eucultural epigenéticamente<br />

significó efectuar una reacción autocatalítica en <strong>la</strong> cual <strong>la</strong> coevolución de los<br />

elementos genético-culturales guiaron y seña<strong>la</strong>ron el camino <strong>para</strong> recorrer. Al<br />

llegar a nuestra especie ya se habían logrado <strong>la</strong>s unidades de lo que estamos<br />

l<strong>la</strong>mando <strong>la</strong> epigenética evolutiva por medio de los diferenciales de<br />

5


sobrevivencia y de reproducción los cuales propulsaron hacia un mayor<br />

progreso a los “proyectiles culturales” a los cuales nos hemos referido. Entre<br />

<strong>la</strong>s especies sociales de género Homo <strong>la</strong> nuestra fue <strong>la</strong> última favorecida; otras<br />

especies como Homo erectus, Homo heidelbergensis, Homo faber, Homo<br />

habilis, etc., etc., por razones aún desconocidas desaparecieron. La lógica de<br />

nuestro esquema sociobiológico especu<strong>la</strong>tivo se basa obviamente en <strong>la</strong><br />

presencia, en nuestro género Homo y en nuestra familia Hominidae, de <strong>la</strong>s<br />

condiciones cerebrales y genéticas anidadas en <strong>la</strong>s sucesivas jerarquías<br />

filogenéticas anteriores que dieron los elementos pob<strong>la</strong>cionales apropiados<br />

<strong>para</strong> que mucho más tarde pudiera construirse el panorama epigenético y los<br />

itinerarios epigenéticos que propulsaron <strong>la</strong> coevolución genes-eucultura en <strong>la</strong><br />

manera conocida.<br />

No será fácil ahora, ni en el futuro desentrañar <strong>la</strong> complicada red que <strong>la</strong><br />

dialéctica histórica del proceso evolutivo ha venido tejiendo desde hace<br />

millones de años. Los caminos ontogenéticos recorridos por los genes aludidos<br />

deben ser los que los diferenciales de aptitud reproductiva han escogido en<br />

preferencia a otras rutas. La conveniencia y el oportunismo darwinista sobre<br />

los genes aludidos en <strong>la</strong> sociobiología han producido <strong>la</strong> convergencia de <strong>la</strong>s<br />

probabilidades en <strong>la</strong> dirección que mayor adaptabilidad dio al demo local. En<br />

términos de distribución de probabilidades se dieron densidades<br />

sesgadas en <strong>la</strong> parte de <strong>la</strong> curva que mejor favorecía <strong>la</strong> coevolución de los<br />

genes y de <strong>la</strong> eucultura.<br />

Los caracteres culturales en juego en aquel pasado remoto van desde <strong>la</strong><br />

escogencia de alimento hasta <strong>la</strong> escogencia de los estímulos <strong>mental</strong>mente más<br />

excitantes pasando por <strong>la</strong> escogencia de pareja. Estos elementos en un Homo<br />

habilis con tendencia a <strong>la</strong> carpintería pudieron haber sido <strong>la</strong> c<strong>la</strong>sificación, <strong>la</strong><br />

distribución y <strong>la</strong> preferencia por algún instrumento, o utensilio; otro Homo<br />

habilis del mismo o de otro demo tuvo que c<strong>la</strong>sificar y distribuir elementos de<br />

comida, de cacería, de pesca, o de rastreo en <strong>la</strong> persecución de <strong>la</strong> presa. Las<br />

innumerables ocasiones <strong>para</strong> preferir darwinianamente o sea selectivamente o<br />

los diferenciales de sobrevivencia que generan aquel o esta c<strong>la</strong>sificación y<br />

utilización de utensilios o de elementos que <strong>para</strong> generalizar l<strong>la</strong>maremos<br />

culturales, debieron haber sido infinitos. Pero cualquiera que haya sido <strong>la</strong><br />

preferencia en virtud de los valores adaptativos que generaba dieron lugar a<br />

una distribución sesgada de probabilidades a favor del panorama epigenético<br />

más multiplicador de transferencia de los ya mencionados genes culturales.<br />

6


Nuestro punto de vista (<strong>Hoenigsberg</strong>, 1980) compartido por muchos etólogos y<br />

sociobiólogos es que así se inauguraron nuevas organizaciones celu<strong>la</strong>res más<br />

propicias a <strong>la</strong>s <strong>construccion</strong>es epigenéticas convenientes a nuestra evolución<br />

eucultural de hoy. Estas nuevas rutas evolutivas en nuestra visión siguen<br />

operando. Creemos que lo único que puede frenarlo es que <strong>la</strong>s preferencias<br />

entre uno y otro camino cultural no generen diferenciales de sobrevivencia o<br />

de reproducción. Esto no se ha dado aún. Y mientras no sé de seguiremos en<br />

<strong>la</strong> coevolución que hemos propuesto. Recomendamos <strong>la</strong>s siguientes lecturas<br />

sobre <strong>la</strong> coevolución biológica que ha surgido de <strong>la</strong> interacción de especies en<br />

competencia en caracteres que se han desp<strong>la</strong>zado (= Character disp<strong>la</strong>cement<br />

en inglés), en mecanismos precopu<strong>la</strong>tivos de ais<strong>la</strong>mientos entre especies que<br />

hibridizan ( no serán demos de una misma especie?), Re<strong>la</strong>ciones de<br />

depredadores y presa, parásitos y huésped y mutualismos: Rouphgarden<br />

(1979), S<strong>la</strong>tkin y Maynard Smith (1979), Wilson (1980), <strong>Hoenigsberg</strong> (1980)<br />

LA SOCIOLOGÍA TRADICIONAL<br />

Según <strong>la</strong> sociología tradicional imperante todos los genes responsables o<br />

aludidos en el pasado filogenético que pertenece a nuestra genealogía cultural<br />

se transmiten hoy y desde que apareció nuestra especie sin diferenciales de<br />

reproducción o de sobrevivencia.<br />

Para efectos culturales esos genes son adaptativamente equivalentes, o<br />

sea que son neutrales!! Los sociólogos contemporáneos con el fin de no<br />

aceptar <strong>la</strong> presencia de <strong>la</strong> biología humana en <strong>la</strong> esfera cultural son<br />

neutralistas. Para ellos los itinerarios epigenéticos a los cuales me he venido<br />

refiriendo han evolucionado en una manera tal que han quitado todo sesgo al<br />

desarrollo individual que podría resultar de <strong>la</strong> filtración sensorial periférica, o<br />

de <strong>la</strong> organización sensorial neuronal, o de <strong>la</strong>s predisposiciones innatas en los<br />

profundos procesos cognoscitivos. Este es el purismo de <strong>la</strong> transmisión<br />

puramente cultural que nos dan los sociólogos tradicionales. Berger y<br />

Luckmann (1966: pp. 46-47) me parecen que encarnan muy bien este purismo<br />

cultural que se ha adueñado de <strong>la</strong> sociología:<br />

“Lo humano es socio-culturalmente variable. En otras pa<strong>la</strong>bras, dicen<br />

estos autores, no hay una naturaleza humana en el sentido de un sustrato<br />

biológicamente condicionado que determine <strong>la</strong> variabilidad de formaciones<br />

socio-culturales. No hay sino naturaleza humana en cuanto a constantes<br />

antropológicas, tales como apertura hacia el mundo y p<strong>la</strong>sticidad de <strong>la</strong>s<br />

7


estructuras instintivas que delimitan y permiten <strong>la</strong>s formas socioculturales”.<br />

Hasta aquí Berger y Luckmann.<br />

Por lo que hemos estudiado parece que esta es <strong>la</strong> visión general de <strong>la</strong><br />

sociología tradicional. Según Lumsden y Wilson (1980 p. 10) Petryszak (1979)<br />

en un análisis de 24 libros de texto de sociología encontró que <strong>la</strong> siguiente<br />

frase se asume como axioma: “cualquiera consideración sobre factores<br />

biológicos innatos en <strong>la</strong> especie humana es irrelevante <strong>para</strong> <strong>la</strong> comprensión de<br />

<strong>la</strong> naturaleza del comportamiento humano y de <strong>la</strong> sociedad humana... y que <strong>la</strong><br />

cultura humana está construida so<strong>la</strong>mente por ideologías y tecnologías de <strong>la</strong><br />

sociedad que excluyen consideraciones basadas en lo biológico... <strong>la</strong> habilidad<br />

<strong>para</strong> el aprendizaje y <strong>para</strong> ser susceptible a los procesos de sociabilización y a<br />

<strong>la</strong> opinión de otros se llevan a cabo con total ausencia de los instintos” hasta<br />

aquí lo transcrito por Petryszak (1979). Para los sociólogos tradicionales y<br />

puristas lo instintivo es lo genético.<br />

Surgen varios interrogantes: será posible que el agente de evolución<br />

orgánica haya podido generar especies con características con un rasgo de<br />

adaptabilidades que no dependan de <strong>la</strong> necesidad de sobrevivencia de <strong>la</strong><br />

especie? Podrían vivir tales características <strong>mental</strong>es sin un cimiento genético<br />

real capaz de modificar y de hacer progresar <strong>la</strong> evolución cultural que de el<strong>la</strong>s<br />

resulte? Qué tendrá mayor probabilidad de sobrevivir a los múltiples embates<br />

del ambiente natural: (1) una especie con una efímera<br />

estructura social, por no estar cimentada en <strong>la</strong> naturaleza genealógica de<br />

<strong>la</strong> especie, y que por ello mismo su existencia social pueda escapar al control<br />

biológico, creando sus propias vivencias históricas por fuera de <strong>la</strong> naturaleza?<br />

O (2) una especie con amplias posibilidades adaptativas <strong>para</strong> variadas<br />

estructuras sociales pero anc<strong>la</strong>das a los itinerarios genéticos de <strong>la</strong> coevolución<br />

genes-eucultura? O, (3) una especie cuya estructura social y genética directa?<br />

En <strong>la</strong> primera hipótesis de pura transmisión cultural sin ataduras a ninguna<br />

genealogía filogenética estaría <strong>la</strong> verdadera alternativa de total libertad. En<br />

esta radica el sueño romántico de los sociólogos puristas. En <strong>la</strong> segunda<br />

hipótesis el sistema posibilita amplias realizaciones culturales dentro de una<br />

acción genético-cultural con muchos itinerarios epigenéticos y por lo tanto sin<br />

el estricto determinismo que <strong>la</strong> tercera hipótesis el a<strong>la</strong>mbrado neuro<br />

anatómico y si<strong>la</strong>bario ontogenético (= del desarrollo) que determinarían <strong>la</strong>s<br />

realizaciones culturales funcionarían como <strong>la</strong>s características físicas de <strong>la</strong><br />

especie por medio de los diferenciales de sobrevivencia y de reproducción que<br />

8


el esquema de <strong>la</strong> evolución darwinista propone. Pero como contrapartida no<br />

admite cualquier tipo de existencia social sino unas cuantas y solo aquel<strong>la</strong>s<br />

que puedan resultar del repertorio que <strong>la</strong> filogenia de <strong>la</strong> especie ha construido<br />

<strong>para</strong> este tipo de humanidad (<strong>Hoenigsberg</strong>, 1976, 1979c, 1980).<br />

Los que rechazaban <strong>la</strong>s implicaciones sociobiológicas se imaginan un<br />

determinismo genético presente en lo innato como el que ofrece <strong>la</strong> tercera<br />

hipótesis. El desarrollo embrional de esta visión sería com<strong>para</strong>tivamente<br />

simple: como el del modelo de un insecto, confiado en una estrecha<br />

canalización que proviene de una combinación genética y que sigue<br />

unidireccionalmente sin reversibilidad posible hacia una so<strong>la</strong> predeterminada<br />

y correspondiente pauta de comportamiento. La vida de una mosca<br />

Drosophi<strong>la</strong> podría servir como p<strong>la</strong>ntil<strong>la</strong> <strong>para</strong> ejemp<strong>la</strong>rizar esta estrecha<br />

concepción determinista. El huevo de una mosca pasa por una serie de etapas<br />

rigurosamente anticipadas por el mecanismo embrional que está en acto desde<br />

su fecundación. Durante el desarrollo pupal tendrá una serie de<br />

características propias de ese estadío, hasta que un dispositivo genético hace<br />

dis<strong>para</strong>r otros genes <strong>para</strong> realizar su ineludible destino pupal. Cuando<br />

emerge el adulto a<strong>la</strong>do de su saco pupal solo tiene pocos días <strong>para</strong> ejecutar<br />

una serie de maniobras tendientes a fertilizar un grupo de huevos en una<br />

determinada vagina. El adulto desde este estrecho punto de vista genético no<br />

es sino un paquete de genes, o sea, de información genética <strong>para</strong> realizar <strong>la</strong><br />

cópu<strong>la</strong> que transmitirá el equipaje genético propio de <strong>la</strong> especie. El adulto<br />

sería en esta visión una excusa <strong>para</strong> conquistar <strong>la</strong> inmortalidad.<br />

El mosquito o <strong>la</strong> mosca responden a los 450 hertz (=ciclos/segundo) del<br />

batir de <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>s de una hembra cortejada pueden ser experi<strong>mental</strong>mente<br />

engañados por un golpe de<br />

un tenedor ajustado a esa frecuencia. Y si se añade al tenedor una gasa<br />

impregnada en los perfumes de una hembra el macho tratará de copu<strong>la</strong>r con<br />

<strong>la</strong> imitación. La hembra del mosquito tiene un itinerario de instrucciones<br />

rigurosamente prescrito por sus genes porque en los pocos días que días que<br />

dura su ciclo de vida <strong>la</strong> naturaleza no puede dejar a <strong>la</strong> total libertad, por bel<strong>la</strong><br />

que el<strong>la</strong> sea, <strong>la</strong> sobrevivencia de <strong>la</strong> especie. El mosquito por el olor del ácidoláctico<br />

que emana de <strong>la</strong> piel “sabe” a donde debe ir. La hembra del mosquito<br />

“sabe” que ha encontrado sangre por el sabor de <strong>la</strong> molécu<strong>la</strong> ADP (adenosina<br />

difosfato) que se encuentra en los glóbulos rojos. Estas son “señales<br />

desencadenantes” que los orientan a realizar un destino ineludible.<br />

9


El bebé también “sabe” por el olor de <strong>la</strong> molécu<strong>la</strong> del ácido láctico que<br />

emana <strong>la</strong> piel en donde está su subrogado de madre. <strong>Hoenigsberg</strong> (1980)<br />

advierte que el adulto humano también sigue, aunque no como un autómata,<br />

una serie de “molécu<strong>la</strong>s” sociales que emanan del repertorio social que lo<br />

instruyó gracias a <strong>la</strong>s instrucciones epigenéticas de <strong>la</strong> coevolución genéticocultural<br />

que ha heredado y que se expresa en <strong>la</strong> construcción de su a<strong>la</strong>mbrado<br />

neuroanatómico. Y este le dice a donde debe ir, mas o menos que debe hacer,<br />

mas o menos que debe decir y más o menos que le conviene decir y finalmente<br />

hasta como debe defenderse de los mismos códigos normativos de su propia<br />

cultura humana.<br />

Lo que proponemos especu<strong>la</strong>tivamente por ahora es que ha habido una<br />

red de reg<strong>la</strong>s o instrucciones epigenéticas de antigua creación que proviene<br />

probablemente de <strong>la</strong> jerarquía taxonómica anterior a nuestra especie nuestro<br />

género Homo. Desde entonces nuestro a<strong>la</strong>mbrado, y perdóneseme el símil, se<br />

ha construido celu<strong>la</strong>rmente atendiendo paso a paso los avatares por los cuales<br />

pasaron nuestros ancestros simios que crearon <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones genéticas de <strong>la</strong>s<br />

cuales surgimos como especie. No debemos pensar en un pasado de solo 100<br />

mil años; no, proponemos una p<strong>la</strong>ntil<strong>la</strong> con instrucciones epigenéticas <strong>para</strong><br />

juiciosos desarrollos victoriosos desde hace millones de años. Desde ese remoto<br />

pasado, cuando apenas había protocultura, se construyó <strong>la</strong> ruta<br />

neuroanatómica apropiada <strong>para</strong> que un grupo de genotipos, mucho pero<br />

mucho más tarde, pudiera hacer surgir nuestra sofisticada eucultura cuya<br />

simbolización a nuestros ojos incultos parece tan robusta que le atribuimos<br />

total independencia de nuestra genealogía animal.<br />

Evidentemente los caminos después de millones de años de Homo erectus,<br />

Homo habilis y otros, aparecen tortuosos interdependientes y re<strong>la</strong>cionantes<br />

con <strong>la</strong> gran cantidad de estímulos de procedencia visual, acústica, táctil,<br />

gustatoria, y más tarde de aprendizaje o imitativa, simbolizante y creativa. En<br />

vez de tener una re<strong>la</strong>ción inequívoca entre el estímulo y <strong>la</strong> respuesta visible,<br />

como en <strong>la</strong> mosca Drosophi<strong>la</strong> o en el mosquito, podemos<br />

tener respuestas diferidas que parecen no tener re<strong>la</strong>ción con el lejano<br />

estímulo. Es lo que sucede con los que padecen alguna neurosis ( véase E.<br />

Fromm “ El lenguaje olvidado”, pp. 144).<br />

LAS CARACTERÍSTICAS CEREBRALES PARA LA<br />

COEVOLUCIÓN<br />

10


Funcionalmente un ser es un conjunto de órganos de cuya acción<br />

depende <strong>la</strong> eficacia ecológica, energética, social y genética de <strong>la</strong> especie <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

construcción oportuna y eficiente de un individuo. Sin embargo, tienen que<br />

intervenir los otros individuos de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> cual hace parte, por que<br />

los genotipos que intervienen en <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción son los que participan en <strong>la</strong><br />

congruencia de <strong>la</strong> agrupación de <strong>la</strong> comunidad local. Así como en el<br />

ecosistema participan varios procesos al tiempo que hacen surgir una unidad<br />

biológica que no es <strong>la</strong> suma de <strong>la</strong>s partes participantes sino una nueva unidad<br />

organizacional con características propias, así también los individuos que<br />

contribuyen con sus genotipos a cada generación de cada pob<strong>la</strong>ción local o<br />

demo no se suman en <strong>la</strong> estructura pob<strong>la</strong>cional que forman, sino que sus<br />

tamaños pob<strong>la</strong>cionales (=cantidad de gametos que usan en cada cosecha de<br />

cruzamientos, sus organizaciones de cruzamientos, sus fertilidades,<br />

fecundidades, migraciones entre pob<strong>la</strong>ciones, flujo y reflujo de genes,<br />

endogamia /exogamia etc.) construyen una unidad biológica propia l<strong>la</strong>mada<br />

demo (=pob<strong>la</strong>ción local). El demo tiene un encaje de genotipos que han sido<br />

probados y filtrados según su desempeño, o sea según su idoneidad no<br />

so<strong>la</strong>mente por los insultos y avatares del ambiente en el cual deben actuar,<br />

sino también a través del tiempo por el cual deben pasar. Obviamente, y esto<br />

es ele<strong>mental</strong>, no son los genes los que se presentan al examen sino los<br />

individuos que los llevan; y cuando un proceso sistemático actúa lo hace<br />

alternando <strong>la</strong>s frecuencias de los genes de <strong>la</strong> agrupación genética local. La<br />

alteración produce un cambio en <strong>la</strong> distribución matemática de <strong>la</strong>s<br />

probabilidades de encontrar en <strong>la</strong> próxima generación este o aquel genotipo,<br />

incluyendo <strong>la</strong>s fuerzas de interacción en <strong>la</strong>s cuales esa distribución de<br />

probabilidades participa. En un caso aumentando, en otros disminuyendo <strong>la</strong>s<br />

proporciones con <strong>la</strong>s cuales se presentan lo gametos y sus genotipos<br />

proponiendo con el pasar del tiempo cambios en <strong>la</strong> estructura genética y en su<br />

composición genotípica. Dado que los genes son <strong>la</strong>s unidades que codifican <strong>la</strong>s<br />

características <strong>mental</strong>es es legitimo pensar y especu<strong>la</strong>r que lo ocurrido en <strong>la</strong><br />

trama organizativa de los genotipos que construyen, en respuesta a los<br />

avatares del ambiente, sean ellos mismos los que organicen el a<strong>la</strong>mbrado<br />

neuroanatómico responsable por los procesos cognoscitivos que dan<br />

adaptabilidad a <strong>la</strong> especie. A esta actividad o c<strong>la</strong>se de genes los hemos l<strong>la</strong>mado<br />

culturales porque a través del fenotipo de itinerarios epigenéticos que<br />

codifican y contro<strong>la</strong>n, de carambo<strong>la</strong> pueden ser los<br />

11


dis<strong>para</strong>dores de <strong>la</strong>s diferenciales culturales que formaron <strong>la</strong>s protoculturas<br />

en los animales.<br />

ITINERARIO EPIGENÉTICO<br />

Las acciones de quien responde a estímulos externos se coordinan por<br />

una compleja interacción entre nervios y hormonas. La hembra mamífera<br />

nace con todos sus huevos y en el macho lo órganos sexuales están <strong>la</strong>tentes.<br />

En ambos casos inactivos, esperando <strong>la</strong> señal hormonal que vendrá<br />

muchos años mas tarde a despertarlos a sus funciones reproductivas. Esta es<br />

una típica acción diferida de los genes, en <strong>la</strong> cual se presentan estímulos<br />

nerviosos y actuación hormonal como ejecutores del código genético.<br />

Encima de todo el cuerpo mamífero se desarrol<strong>la</strong> el cerebro, pesa mas o<br />

menos una libra en el hombre. Es un material de consistencia de natil<strong>la</strong> como<br />

un f<strong>la</strong>n con sus vueltas y revueltas de estratos que contiene millones de redes<br />

de fibras nerviosas, organizadas en <strong>la</strong> máquina más compleja que jamás haya<br />

existido. El cerebro contiene <strong>la</strong> configuración exacta de uniones entre<br />

expansiones celu<strong>la</strong>res de unos 10 mil millones de neuronas (célu<strong>la</strong>s nerviosas)<br />

cada una de <strong>la</strong>s cuales efectúan miles de contactos con otras neuronas en un<br />

individuo mamífero alerta y normal, pero mucho menos en otro subnormal.<br />

Son verdaderas cabuyas de cuerdas nerviosas que pasan del cerebro a <strong>la</strong><br />

espina dorsal en donde se conectan con otras fibras nerviosas que recogen y<br />

envían información hacia y de todos los órganos del cuerpo. En envíos de<br />

señales eléctricas de no menos de mil millones de unidades sensoriales que<br />

incluyen desde los bastones de <strong>la</strong> retina hasta <strong>la</strong>s papi<strong>la</strong>s gustatorias de <strong>la</strong><br />

lengua, desde los pelos de <strong>la</strong>s fosas nasales y de los canales auricu<strong>la</strong>res hasta<br />

<strong>la</strong>s callosidades de <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nta del pie se captan y se organizan según los lugares<br />

de proveniencia cefálica vs lumbar o vs caudal y se c<strong>la</strong>sifican en tableros de<br />

integradores los circuitos que mejor han respondido a <strong>la</strong> adaptación al medio<br />

desde <strong>la</strong>s diferentes especies de animales que nos precedido en <strong>la</strong> genealogía<br />

de nuestro género y familia. Nacemos con un a<strong>la</strong>mbrado de alta precisión que<br />

une todo el cuerpo en una unidad coherente, que responde como un todo a<br />

cualquier estímulo que se produzca en <strong>la</strong>s más remotas partes de cuerpo. El<br />

itinerario epigenético antiguo de millones de años nos obliga a obedecer a<br />

varios miles de fibras nerviosas que timonean, desde los músculos hasta <strong>la</strong>s<br />

lejanas estaciones reflejas que hay entre el ojo y el cerebro, el curso motor que<br />

debe seguir el ojo. El telecomando que interviene recibe también información<br />

12


amplificada y filtrada en el campo óptico frontal y otros centros de <strong>la</strong> corteza<br />

cerebral. El individuo oye porque el<br />

sonido de cada cuerda acústica tiene una frecuencia determinada que<br />

activa o excita a un grupo de receptores en el oído interno y que a su vez<br />

transmite los impulsos a masas de célu<strong>la</strong>s nerviosas en los distintos niveles<br />

sucesivos del cerebro. Si el oír una señal dada tiene un valor cultural que<br />

puede dar sobrevivencia a mi grupo, mi nivel cerebral apropiado <strong>para</strong> mi<br />

inteligencia dará un manejo interpretativo adecuado al insulto cultural<br />

recibido. Las mismas frecuencias de ondas acústicas no dan idénticas<br />

intensidades culturales precisamente porque en <strong>la</strong>s sedes interpretativas se<br />

dan, a<strong>la</strong>s apropiadas señales, valores diferentes en los recuadros de <strong>la</strong>s<br />

pantal<strong>la</strong>s integradoras del cerebro. Las especias que nos precedieron hicieron<br />

muchos errores pero los diferenciales de supervivencia y reproducción que<br />

han multiplicado los genes responsables por los mejores itinerarios<br />

epigenéticos construyeron <strong>la</strong>s rutas <strong>mental</strong>es que hoy disfrutamos.<br />

Los estímulos culturales acústicos ( el himno de Colombia no produce en<br />

mi alma <strong>la</strong>s mismas vibraciones de un vallenato o de cualquier otro himno)<br />

llegan como señales hacia dentro del oído interno en todo el pentagrama de<br />

tonos y medias tonalidades a esca<strong>la</strong>s diatónicas en <strong>la</strong>s estaciones intermedias<br />

del romboencéfalo, luego a los colliculli del cerebro medio y a los cuerpos<br />

genicu<strong>la</strong>dos del cerebro frontal y finalmente a <strong>la</strong> corteza auditiva en donde en<br />

forma aún incomprensible el cerebro no so<strong>la</strong>mente me ordena oír sino<br />

también llorar en obediencia a <strong>la</strong>s queridas notas porque hay una corre<strong>la</strong>ción<br />

cultural con mi inteligencia que ha brotado de un buen itinerario epigenético.<br />

COEVOLUCIÓN GENCULTURA<br />

¿Será que en <strong>la</strong> especie humana se ha dado y se sigue dando una<br />

coevolución genocultural? En nuestra opinión <strong>para</strong> afirmar esta conclusión se<br />

necesitan por lo menos cuatro tipos de evidencias que pienso e<strong>la</strong>borar en lo<br />

que sigue.<br />

(1) Primero, Se debe demostrar contundentemente que los itinerarios<br />

epigenéticos referidos en párrafos anteriores no son uniformes. O sea que<br />

entre ellos hay y ha habido diferencias y que en cada generación se presentan<br />

diferentes captaciones de estímulos, diferentes integraciones de los mismos,<br />

diferentes velocidades entre el receptor y el motor muscu<strong>la</strong>r de acción,<br />

diferentes seña<strong>la</strong>dores en <strong>la</strong>s rutas cerebrales y diferentes habilidades en <strong>la</strong>s<br />

13


interpretaciones y en <strong>la</strong>s interacciones que agrupan estímulos de diferentes<br />

proveniencias.<br />

(2) Segundo: Se debe demostrar <strong>la</strong> existencia de <strong>la</strong> varianza genética de<br />

los itinerarios epigenéticos dentro de <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones y más aún entre <strong>la</strong>s<br />

pob<strong>la</strong>ciones o demos humanos. Las varianzas totales de los<br />

efectos/”proyectiles culturales” deben tener<br />

componentes ambientales y componentes genéticos y estos últimos sus<br />

respectivos componentes aditivos y epistáticos. Con estos parámetros<br />

estadísticos estaríamos en condiciones de medir los efectos de <strong>la</strong>s<br />

características poligénicas, por lo menos en órdenes de magnitud (Hardl,<br />

1980). Es muy posible que entonces podamos predecir los grados de<br />

nepotismos como indicador de coherencias que <strong>la</strong>s covarianzas normalizadas<br />

en desviaciones típicas pronostiquen. Sin estos estadísticos <strong>la</strong>s aseveraciones<br />

sociobiológicas de altruismo y nepotismo entre otras no podrían pasar de ser<br />

interesantes aproximaciones. Los análisis de “pedigríes” y <strong>la</strong>s com<strong>para</strong>ciones<br />

entre hermanos fraternos y monovitelinos han arrojado cierto tipo de<br />

evidencia sobre <strong>la</strong> varianza genética de características comporta<strong>mental</strong>es y de<br />

habilidad <strong>para</strong> el conocimiento. Sin embargo, sabemos que hay también<br />

críticas sobre <strong>la</strong> bondad técnica de este procedimiento estadístico<br />

(<strong>Hoenigsberg</strong>. 1979). Las características que se han estudiado incluyen <strong>la</strong><br />

visión de color, <strong>la</strong> agudeza acústica, <strong>la</strong> discriminación odorífera y táctil, <strong>la</strong><br />

habilidad numérica, <strong>la</strong> facilidad de pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong> habilidad <strong>para</strong> el ritmo<br />

musical, <strong>para</strong> <strong>la</strong> adquisición de lenguaje y de construcción gramatical, <strong>la</strong><br />

destreza psicomotoras, <strong>la</strong> homosexualidad, <strong>la</strong> tendencia al alcoholismo y a <strong>la</strong><br />

drogadicción, <strong>la</strong> realización y puntualidad de los periodos sexuales y de<br />

desarrollo, algunas fobias, ciertas formas de neurosis y de psicosis,<br />

comportamiento maniaco-depresivo, y esquizofrenias (Heston y Shields, 1968;<br />

MacClearn y DeFries, 1973; Ehrman y Parsons, 1976; Farley, 1976; Loehlin y<br />

Nichols, 1976; Martin Et altri, 1977; Bohman, 1978; Wilson, 1978; Ashton Et<br />

altri, 1979; Comings, 1979; Rainer, 1979; Vandemberg y Wilson, 1979).<br />

(3) El tercer tipo de evidencia que debe presentarse es el que muestra<br />

cuales fueron los puntos culminantes de <strong>la</strong> eucultura que dieron lugar a<br />

cambios de fondo en <strong>la</strong> organización social y que a su vez reprodujeron una<br />

gran reestructuración genética de <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones en donde se dieron.<br />

14


(4) Finalmente conviene que se demuestre una re<strong>la</strong>ción entre los<br />

instrumentos culturales y <strong>la</strong>s prácticas y usos culturales que se han hecho<br />

habituales en determinadas pob<strong>la</strong>ciones y <strong>la</strong> idoneidad darwiniana que ha<br />

resultado entre <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones. En <strong>la</strong> idoneidad darwiniana se debe recordar<br />

que esta se puede manifestar en diferenciales de sobrevivencia y/o<br />

reproducción en términos generales pero en lo concreto en,<br />

a) Diferenciales en <strong>la</strong> fecundidad<br />

b) Diferenciales en <strong>la</strong> fertilidad<br />

c) Diferenciales en los abortos<br />

d) Diferenciales en <strong>la</strong> incompatibilidad materno infantil<br />

e) Diferenciales en <strong>la</strong> sobrevivencia y/o reproducción de los híbridos entre<br />

pob<strong>la</strong>ciones<br />

f) Diferenciales en <strong>la</strong> carga migracional<br />

Estos diferenciales se deben medir en el uso de ciertas prácticas tales<br />

como (a) El rechazo social hacia <strong>la</strong> hembra durante <strong>la</strong> menstruación, (b) Los<br />

rituales de madurez o de iniciación, (c) Los de circuncisión, (d) Las prácticas<br />

de matrimonio según <strong>la</strong> jerarquía política o social (e) Las costumbres de<br />

infanticidio, (f) <strong>la</strong> ritualización de <strong>la</strong> agresión individual y colectiva, (g) Los<br />

periodos de organización económica, (h) los gestos y rituales que reconocen <strong>la</strong>s<br />

distintas categorías de liderazgo y de jerarquía, etc. Hay documentación en los<br />

trabajos de Daly y Wilson, 1978; Chagnon y Irons, 1979; Freedman, 1979;<br />

Kennell y C<strong>la</strong>us, 1979 entre otros. Lo que aparece en esta documentación<br />

puede servir <strong>para</strong> especu<strong>la</strong>ciones sobre los efectos de mediano y <strong>la</strong>rgo p<strong>la</strong>zo<br />

aunque no <strong>para</strong> mediciones. Por ejemplo qué pudo haber ocurrido entre <strong>la</strong><br />

idoneidad darwiniana y el sangrar en <strong>la</strong> circuncisión y en <strong>la</strong> menstruación?.<br />

Hoy sabemos que <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción entre infecciones virales y otros agentes durante<br />

los días de desangre es <strong>la</strong> de afectar <strong>la</strong> mortalidad, <strong>la</strong> tasa de nacimientos y<br />

aún <strong>la</strong> proporción entre los sexos al nacimiento (Blumberg y Hesser, 1975;<br />

Gajdusek, 1977; Drebb et altri, 1978). En cuanto a <strong>la</strong>s prácticas agríco<strong>la</strong>s<br />

desde que el hombre se asentó a cultivar <strong>la</strong> tierra convendría estudiar sí <strong>la</strong><br />

decisión por uno u otro cultivo a resultado en diferenciales de sobrevivencia.<br />

Veamos algunos casos; Los humanos no pueden biológicamente sintetizar el<br />

aminoácido lisina y por lo tanto deben ingerirlo en <strong>la</strong> dieta. El maíz que posee<br />

grandes cantidades de licina ha sido el único cereal de amplio uso en el Nuevo<br />

15


Mundo: Sin embargo, casi dos terceras partes del amino-ácido se encuentra<br />

encerrado en el endosperma en <strong>la</strong> indigerible glutenina y <strong>la</strong> más simple<br />

manera de liberarlo sería por medio de <strong>la</strong> cocción alcalina. Pues bien, un<br />

trabajo muy interesante de Katz, Hediger y Valleroy(1974) publicado en<br />

Science reve<strong>la</strong> una alta corre<strong>la</strong>ción positiva entre el extensivo cultivo, en<br />

hectáreas y el uso de <strong>la</strong> cocción alcalina, con densidad pob<strong>la</strong>cional y <strong>la</strong><br />

complejidad social de <strong>la</strong>s 51 pob<strong>la</strong>ciones del norte, centro y sur América que<br />

basaron su estructuración social en el maíz!. Habrían otros ejemplos que<br />

sirven <strong>para</strong> re<strong>la</strong>cionar idoneidad darwiniana y expansión cultural que<br />

podrían como el maíz servir de modelos <strong>para</strong> sacar información que pueda<br />

aprobar o reprobar esta teoría que estamos ofreciendo?<br />

Es bien sabido que desde hace milenios, quizá unos 4, el cultivo y <strong>la</strong><br />

alimentación de frijoles o judías ha sido objeto de rituales con contenido de<br />

unión social. Ha habido tabúes selectivos y muchas leyendas en el<br />

Mediterráneo que demuestran <strong>la</strong> gran importancia que el Phaseolus<br />

coccineus, el Phaseolus acuticolium y el Phaseolus vulgaris<br />

han tenido <strong>para</strong> <strong>la</strong> organización socio-cultural de <strong>la</strong> especie humana. Lo<br />

que el hombre pudo haber notado en el pasado remoto es que <strong>la</strong> incidencia del<br />

fabismo, que causa enfermedad y a veces muerte, con mayor frecuencia entre<br />

los varones que entre <strong>la</strong>s mujeres, se recrudece con el uso de frijoles. Este<br />

aumento en <strong>la</strong> frecuencia de <strong>la</strong> enfermedad ha servido <strong>para</strong> mantener en baja<br />

frecuencia al gen G6PD – (=deshidrogenasa del glucosio-6-fosfato) que en el<br />

heterocigoto G6PD/G6PD+ da protección a <strong>la</strong> ma<strong>la</strong>ria. El gen G6PD- es un<br />

recesivo ligado al sexo que en los machos apareciendo solo (el macho tiene un<br />

solo cromosoma X mientras que <strong>la</strong> hembra tiene dos y por lo tanto tiene <strong>la</strong><br />

opción de estar protegida de fabismo en <strong>la</strong> condición heterocigota, o sea<br />

G6PD-/G6PD+) produce una diferencia de <strong>la</strong> enzima deshidrogenasa en los<br />

glóbulos rojos de <strong>la</strong> sangre pero al mismo tiempo confiere a sus portadores<br />

resistencia a <strong>la</strong> ma<strong>la</strong>ria. En <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones mediterráneas <strong>la</strong> frecuencia de<br />

este gen entre 0,05 y 0,30 y naturalmente <strong>la</strong>s altas frecuencias se atribuyen a<strong>la</strong><br />

resistencia a <strong>la</strong> ma<strong>la</strong>ria que da a sus portadores, mientras que sus bajas<br />

frecuencias, en ciertas pob<strong>la</strong>ciones, se pueden atribuir al fabismo que<br />

producen cuando el consumo del fríjol es habitual. Sería muy importante<br />

saber si el fríjol (=Phaseolus coccineus) de los depósitos de ciertas cavernas de<br />

centro América y de México, que es una enredadera, ha recibido por parte de<br />

<strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones en Oaxaca, que desde el 9° Milenio antes de Cristo lo vienen<br />

16


usando, <strong>la</strong> importancia ritual que recibió en Europa. Según el trabajo de<br />

Scossiroli (1984) el fríjol tuvo su centro de adomesticamiento en México. El<br />

Phaseolus vulgaris se encuentra cultivado desde 600 y 4300 años en<br />

Tamanlipas y Tuhecan. El Phaseolus acutifolium comienza su adomesticación<br />

en México desde hace 5000 años. Y el Phaseolus vulgaris se encontró en Perú<br />

cultivado desde el 8vo milenio antes de Cristo! Ahora bien, dado que estas<br />

especies de frijoles se dan en tierras de pantano, como el Phaseolus vulgaris,<br />

no es improbable que también hayan servido <strong>para</strong> mantener el polimorfismo<br />

G6PD-/G6PD+en virtud de <strong>la</strong> protección que el alelo G6PD-confiere a sus<br />

portadores con fabismo.<br />

Pasemos ahora a <strong>la</strong>s migraciones que algunos arqueólogos sostienen<br />

haberse dado desde milenios del sur al norte de América. Dado que los<br />

botánicos sostienen que Phaseolus vulgaris pudo haberse originado del<br />

Phaseolus aborigenus del brasil y de <strong>la</strong> Argentina que <strong>la</strong> motivación cultural<br />

<strong>para</strong> estos extensos flujos genéticos haya venido del deseo de comercializar el<br />

uso de fríjol, gran protector de <strong>la</strong> ma<strong>la</strong>ria?<br />

Y que hay del uso del tomate (Lycopersicon esculentum) una de <strong>la</strong>s más<br />

importantes so<strong>la</strong>náceas en Perú y en México ( en el área de Vera Cruz y<br />

Pueb<strong>la</strong>) que según Jenkins (1948) se remontan a muchos milenios antes de<br />

Cristo? Es posible que no haya<br />

re<strong>la</strong>ción alguna entre <strong>la</strong> expansión de <strong>la</strong>s dos grandes civilizaciones<br />

aborígenes de América y <strong>la</strong>s ventajas genotípicas de los pob<strong>la</strong>dores de<br />

precisamente estas naciones antiguas.<br />

Y que decir del ají (= Capsicum annuum) que representó uno de los mas<br />

ritualizados y abundantes elementos de <strong>la</strong> cocina de <strong>la</strong>s más variadas culturas<br />

antiguas de América. Siempre fue objeto de grandes ceremonias religiosas! En<br />

Tehuacán se encontró probablemente ya cultivado hace 8.500 años pero de<br />

seguro hace 8.000 – 7.000 años como cultivo selvático (Scossiroli, 1984). En <strong>la</strong>s<br />

sucesiones arqueológicas que reporta Smith (1967) ya aparece hace 6.000<br />

años!<br />

COEVOLUCIÓN COGNOSCITIVA Y GENES<br />

Existirá un puente que una los mecanismos molecu<strong>la</strong>res y celu<strong>la</strong>res de los<br />

genes y los del desarrollo cognoscitivo? Yo no sé si los mediadores sensoriales<br />

de comportamiento en <strong>la</strong>s especies animales puedan ser útiles <strong>para</strong> <strong>la</strong><br />

17


comprensión del desarrollo del conocimiento humano. Sin embargo, si hay<br />

algunos escalones en <strong>la</strong> sucesión de datos que dan indicios y punto de<br />

referencia en el oscuro <strong>la</strong>berinto de situaciones que pueden ayudarnos en esta<br />

hipótesis sobre <strong>la</strong> sociobiología de <strong>la</strong> cultura humana.<br />

Se conocen mutaciones que alteran <strong>la</strong> apreciación del color y <strong>la</strong><br />

sensibilidad a <strong>la</strong> feniltiocarbamida que se basan en cambios de <strong>la</strong> estructura<br />

molecu<strong>la</strong>r en <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s de recepción primaria. También conocemos controles<br />

genéticos muy ele<strong>mental</strong>es que afectan en alguna forma <strong>la</strong> percepción de<br />

ciertas molécu<strong>la</strong>s odoríferas como el pentadeca<strong>la</strong>ctone que podrían hasta<br />

explicar diferencias sexuales en el detectar el exaltolito.<br />

Además se conocen unos veintidós neurotransmisores incluyendo <strong>la</strong>s<br />

monoaminas, serotoninas noradrenalinas y dopaminas con profundos efectos<br />

en los cambios de actitud, de agresividad, de hábitos de sueño, y de<br />

comportamiento social. Son compuestos que corren por nuestro torrente<br />

sanguíneo y que operan en sitios receptores y cuyos efectos pueden ser<br />

aumentados por sus específicas oxidasas o simplemente sosteniendo <strong>la</strong>s<br />

sinapsis por cualquier medio. Cualquier mutación que altere <strong>la</strong> producción de<br />

un neurotransmisor o <strong>la</strong>s propiedades de los sitios receptores es muy posible<br />

que genere importantes cambios en los itinerarios epigenéticos. La aceptación<br />

social de varias formas de esquizofrenia significa el mantenimiento de varios<br />

alelos del Locus que contro<strong>la</strong> <strong>la</strong> producción de <strong>la</strong>s dopaminas y de sus<br />

receptores. La asociación de altas densidades de dopamina está asociada al<br />

fenotipo esquizofrénico (Greenberg, 1978) Según Arehart-Treichel (1978)<br />

péptidos hormonas que estimu<strong>la</strong>s los me<strong>la</strong>nocitos y que de carambo<strong>la</strong> afectan<br />

los niveles<br />

de ansiedad y de memoria, pueden resultar con posibilidades fenotípicas<br />

que den valores selectivos positivos en determinados ambientes que<br />

intelectualmente demanda mucha acción. Otros diferenciales <strong>mental</strong>es pueden<br />

ser mediados por <strong>la</strong> recepción al dolor, a <strong>la</strong> ansiedad y a <strong>la</strong> depresión.<br />

En los altos niveles de organización celu<strong>la</strong>r los centros de p<strong>la</strong>cer consisten<br />

no so<strong>la</strong>mente en masas celu<strong>la</strong>res sino también en cabuyas de fibras nerviosas<br />

que van desde el área límbica hasta <strong>la</strong> corteza frontal. Los neurotransmisores<br />

monoamínicos actúan distinguiendo <strong>la</strong>s zonas o sitios específicos de acción.<br />

Por lo tanto, es posible que existan mutantes capaces de alterar los itinerarios<br />

epigenéticos mediadores de <strong>la</strong>s culturas. En el excelente trabajo divulgativo de<br />

18


Routtenberg (1978) se comprende que el campo de neurotransmisores es un<br />

campo abierto aún en <strong>la</strong>s reacciones comporta<strong>mental</strong>es que son respuesta a<br />

los “sistemas <strong>mental</strong>es de gratificación” por medio de monoaminas. No se<br />

necesita ni mucha imaginación, ni mucha sabiduría fisioneurológica <strong>para</strong><br />

ade<strong>la</strong>ntar <strong>la</strong> siguiente hipótesis dentro del marco de nuestra teoría que supone<br />

diferencias en los itinerarios epigenéticos en donde procesos estocásticos y/o/<br />

determinísticos pueden seña<strong>la</strong>r rumbos evolutivos que puedan fundir en un<br />

solo programa aptitudes y realizaciones <strong>mental</strong>es de gran repercusión cultural<br />

con los genotipos codificadores de <strong>la</strong>s rutas epigenéticas más adaptativas:<br />

sugerimos, entonces que, desde un pasado remoto aún imprecisable por lo<br />

equívoco, ambiguo e incierto, alteraciones del sistema-<strong>mental</strong>-de-graficación<br />

(o los subconjuntos de ese sistema) pudieran haber reorientado el desarrollo<br />

cognoscitivo y en tal forma modificado <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ntil<strong>la</strong> epigenética original en el<br />

demo o pob<strong>la</strong>ción de <strong>la</strong> especie en cuya filogenética esta anidada nuestra<br />

protocultura. No nos avergoncemos por tener tantas imprecisiones en esta<br />

última frase; sin embargo, solicitamos paciencia y comprensión al amable<br />

lector o escucha de estas líneas prometiendo argumentar con un lenguaje<br />

menos ambiguo e indeciso esta iniciación de rutas epigenéticas en especies<br />

anteriores a <strong>la</strong>s nuestras cuando dispongamos de datos que señalen con mas<br />

precisión <strong>la</strong>s masas celu<strong>la</strong>res de los centros cerebrales de p<strong>la</strong>cer y/o/ de<br />

gratificación que han podido ser precursoras de <strong>la</strong>s “p<strong>la</strong>ntil<strong>la</strong>s de cambio<br />

comporta<strong>mental</strong>”. Lo que nosotros hemos sostenido (<strong>Hoenigsberg</strong>, 1976) es<br />

que lo impreso en aquel pasado desdibujado en realidad fue confeccionado<br />

por los mismos procesos evolutivos que construyeron los otros fenotipos<br />

aculturales que ofrecemos. Otros biólogos han ofrecido en <strong>la</strong> neurobiología<br />

teórica otros modelos que quieren o pretenden explicar <strong>la</strong>s bases neuronales<br />

de <strong>la</strong> conciencia y de <strong>la</strong> mente en general (Pribram, 1971; Colby, 1978;<br />

Edelman y Maunt castle, 1978; Simon, 1979). Con lo que he dicho no quiero<br />

dejar <strong>la</strong> impresión de que ya conocemos el a<strong>la</strong>mbrado y los cortocircuitos que<br />

responden a <strong>la</strong> unión mente-cuerpo. Por el contrario, deseo dejar <strong>la</strong> amarga<br />

impresión de no tener aún <strong>la</strong><br />

ruta del a<strong>la</strong>mbrado en toda su precisión, con los sitios bien señalizados,<br />

con los “semáforos y letreros” apropiados. En este punto deseo retomar el<br />

tema de “ <strong>la</strong>s micromotivaciones y macrocomportamientos” de Schelling<br />

(1978) en el cual el autor presenta una serie de impresionantes ejemplos sobre<br />

amplios espectros de actitudes que surgen de pequeñas decisiones. El punto de<br />

vista que deseamos destacar es que no es necesario asumir grandes patrones o<br />

19


esquemas <strong>mental</strong>es <strong>para</strong> comprender <strong>la</strong>s grandes rutas culturales. Tomemos<br />

el caso de <strong>la</strong>s diferencias genéticas mendelianas que aunque no son sino<br />

cambios en un solo alelo de un gen (como el caso del idiota fenilcetonúrico)<br />

pueden dar lugar a grandes amplificaciones en <strong>la</strong> alteración que producen.<br />

Por lo tanto, puede resultar difícil deducir los macrocomportamientos de <strong>la</strong>s<br />

pequeñísimas causales que los originaron.<br />

CONCLUSIONES<br />

Creemos que el gran enigma en <strong>la</strong> coevolución sociobiológica expuesta<br />

reside en los siguientes pasos: (1) ¿ Cómo pasar de genes a <strong>la</strong>s rutas o<br />

itinerarios epigenéticos? Aunque parezca imposible después de los que hemo<br />

expuesto, <strong>la</strong> dificultad radica en levantar un mapa molecu<strong>la</strong>r de los códigos<br />

genéticos de <strong>la</strong> mente que puedan servir <strong>para</strong> marcar <strong>la</strong>s rutas de los<br />

itinerarios epigenéticos. Algo semejante a lo reportado por Miranda<br />

Robertson (Nature, 325, Febrero, 1987)<strong>para</strong> <strong>la</strong> enfermedad maniacodepresiva.<br />

El gen responsable parece estar en el cromosoma 11, si es que se<br />

trata de una herencia mendeliana no-poligénica. Además hay datos que hacen<br />

pensar que es dominante y otros que tiene cierta penetración incompleta. Si se<br />

presenta gran heterogeneidad genética los marcadores ligados en el<br />

cromosoma 11 no serán útiles <strong>para</strong> identificar a los enfermos y <strong>la</strong> penetración<br />

incompleta no va a permitir que se garantice el diagnóstico de un individuo<br />

que lleve el gen y desarrolle el problema <strong>mental</strong>. Sin embargo, hay una pista,<br />

los genes marcadores en el cromosoma 11 están asociados al gen que codifica<br />

<strong>para</strong> <strong>la</strong> hidroxi<strong>la</strong>sa de <strong>la</strong> tirosina y está es <strong>la</strong> enzima principal en <strong>la</strong> síntesis de<br />

<strong>la</strong>s cateco<strong>la</strong>minas. Las cateco<strong>la</strong>minas son una familia de neurotransmisores<br />

que al ser afectados producen una gran variedad de desordenes <strong>mental</strong>es. Este<br />

hecho nos coloca muy cerca de los itinerarios epigenéticos. ¿(2) Cómo a pesar<br />

de <strong>la</strong> epigénesis al comportamiento? Aquí me parece que <strong>para</strong> <strong>la</strong>s<br />

características que no sean tan espectacu<strong>la</strong>res como <strong>la</strong>s que producen<br />

desórdenes <strong>mental</strong>es y aberraciones comporta<strong>mental</strong>es va a resultar difícil<br />

diagnosticar <strong>la</strong> ruta por <strong>la</strong> cual se transita en el fenotipo epigenético. Además,<br />

aunque se conociera parte de <strong>la</strong> ruta por inferencia directa, cómo se puede<br />

obviar <strong>la</strong> dificultas de que los procesos <strong>mental</strong>es no dejan traza de su paso al<br />

no dejar fósiles? ¿(3) ¡Cómo individuar y reconocer que los comportamientos<br />

humanos que nos han llevado a preferir esta o aquel<strong>la</strong> comida, este o aquel<br />

pantano o tierra firme, sean espejo fehaciente de un nuevo momento cultural?<br />

Sin<br />

20


embargo, este último enigma no sería tan grave <strong>para</strong> nuestro desafío<br />

porque podríamos se<strong>para</strong>r en dos pantal<strong>la</strong>s <strong>la</strong>s experiencias recibidas. En una<br />

el itinerario epigenético en cuestión, que interactuaría con <strong>la</strong>s señales que el<br />

individuo reciba <strong>para</strong> convertirlo en un ente cultural, en un ser humano, <strong>la</strong>s<br />

interacciones entre varios de estos individuos ya humanizados en una sociedad<br />

coherente con propósitos sociales determinarían el paso cultural. El grado de<br />

éxito en términos de frecuencias de los genotipos del grupo aportados por un<br />

legado cultural p<strong>la</strong>usible daría el grado de historia posible.<br />

De todas maneras en el futuro vemos grandes desafíos <strong>para</strong> esta nueva<br />

aventura intelectual que no es otra cosa que un reflejo de <strong>la</strong> cultura moderna<br />

que nos arrancó del Medioevo y nos colocó en el Renacimiento!<br />

AGRADECIMIENTOS<br />

El autor agradece al finado y siempre recordado Profesor GERARDO<br />

REICHEL-DOLMATOFF de Colombia por su co<strong>la</strong>boración en <strong>la</strong><br />

antropología de ciertos alimentos y a los Profesores LUCA CAVALLI-<br />

SFORZA Y MARCUS FELDMAN del Departamento de Genética de <strong>la</strong><br />

Universidad de Stanford en California por mi tesis sobre itinerarios<br />

epigenéticos que en ese entonces me sirvieron <strong>para</strong> dar c<strong>la</strong>ridad a mis propios<br />

pensamientos sobre el itinerario epigenético pero que este ultimo tiene<br />

mecanismos de acción molecu<strong>la</strong>r que ningún otro posee.<br />

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