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Manual <strong>del</strong> perdón<br />
Elementos básicos para liberarte de ofensas<br />
Primero: Perdona las veces que sea necesario<br />
En Mateo 18:21-22 encontramos la clave: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor,<br />
¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le<br />
dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.<br />
La Palabra nos dice que nuestra capacidad de perdonar debe ser infinita. Si alguna<br />
ofensa aún te molesta y la guardas en tu corazón, debes continuar perdonándola hasta<br />
que ya no te afecte. Hay personas que reaccionan “histéricas” cuando las ofenden e<br />
“históricas” con el tiempo que pasan enojadas. Olvida las ofensas porque guardar<br />
rencor hiere tus sentimientos y te obliga a practicar el perdón una y otra vez. Hay hijos<br />
que nunca logran perdonar a sus padres y justifican sus acciones con lo negativo que<br />
recibieron de ellos. También conozco personas que tal vez ya han iniciado su cuarta<br />
relación sentimental y continúan enojados con su primera pareja. No seas rencoroso, si<br />
Dios tira tus pecados al fondo <strong>del</strong> mar y no los recuerda más, tú debes hacer lo mismo<br />
con aquello que te ha lastimado.<br />
La falta de perdón afecta nuestro cuerpo, provoca enfermedades e insomnio. No duermes<br />
porque estás inquieto, das vueltas en la cama y haces mil cosas, piensas tanto en el<br />
asunto que al final se complica. Aquella ofensa que pudo ser pequeña se vuelve <strong>del</strong><br />
tamaño <strong>del</strong> mundo.<br />
La Biblia dice que la falta de perdón es carcoma de los huesos. Las personas resentidas<br />
no tienen vitalidad, están siempre de mal humor y deprimidas. Aprende a perdonar<br />
para vivir feliz. Así como el perdón atrae al Espíritu Santo, el resentimiento atrae al<br />
diablo, evítalo. Recuerda que el Padre te perdonará en la medida que perdones. Con<br />
esa promesa, vale la pena olvidar de todo corazón los resentimientos. Aprende a vivir<br />
espiritual y físicamente saludable.<br />
En una oportunidad hice un largo viaje en carro con mi familia. Un día antes, me<br />
lastimé la rodilla derecha y luego de catorce horas de manejar, noté que el roce con la<br />
palanca de velocidades había convertido la pequeña herida en una llaga de tamaño<br />
considerable. Esa noche me apliqué una pomada y la herida comenzó a sanar. Al<br />
siguiente día, cuando involuntariamente quería apoyar la rodilla en el mismo sitio, el<br />
dolor me recordaba que no debía hacerlo.<br />
El Espíritu Santo es como un ungüento que sana tus heridas, pero debes aprender una<br />
nueva disciplina de vida para no seguir lastimándote. Cambia tu mentalidad y aprende<br />
a ser resistente a las ofensas, no seas tan <strong>del</strong>icado. Si te molestas siempre por las<br />
mismas razones, tus heridas nunca sanarán. El Señor te dará paz si aprende a superar<br />
y olvidar las situaciones que te lastiman.<br />
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