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Manual <strong>del</strong> perdón<br />
Todos tenemos un juez, un fiscal y un abogado defensor. Cuando el fiscal, es decir, el<br />
diablo abrió su maletín y quiso sacar de allí todas las acusaciones que había escrito<br />
de ti, no encontró nada. El juez debe decirle: “Señor fiscal muéstreme las pruebas <strong>del</strong><br />
pecado de este hombre”, y el fiscal le responde: “Pues fíjese que desaparecieron”, porque<br />
Jesús las clavó en la cruz <strong>del</strong> Calvario y todos nuestros pecados fueron perdonados.<br />
Cuentan que Martín Lutero estaba una noche en la cama y se le apareció el diablo que<br />
le entregó un gran listado de pecados. Él los empezó a leer y le dijo: “tienes razón, todos<br />
esos pecados los cometí yo, pero todos fueron quitados y lavados por la sangre <strong>del</strong> hijo<br />
de Dios”. Entonces, tomó un tintero rojo y se lo tiró. Por eso, en una de las paredes de<br />
su habitación había una mancha roja.<br />
La sangre <strong>del</strong> hijo de Dios ha limpiado de todo pecado y perdonó nuestras ofensas.<br />
Ejemplo de perdón<br />
No existe vida eterna sin perdón de pecados. Tal vez has buscado a Jesús porque<br />
tu matrimonio estaba mal y te ayudó a restaurarlo o has venido a los pies de Cristo<br />
porque tenías problemas financieros y te ha ayudado a salir a<strong>del</strong>ante o porque estabas<br />
enfermo y por su llaga te sanó. Sin embargo, lo más importante es buscar a Jesucristo<br />
porque limpió nuestros pecados. La Biblia dice que estábamos destituidos de la Gloria<br />
de Dios (Romanos 3:23), y que la paga <strong>del</strong> pecado es muerte, pero la dádiva de Dios<br />
es vida eterna en Cristo Jesús. Merecíamos la muerte y en Su misericordia nos dio<br />
el perdón de los pecados (Romanos 6:23). Así que alégrate porque somos pecadores<br />
perdonados.<br />
Una vez leí una calcomanía que decía: “Los cristianos somos salvos, no perfectos”,<br />
aunque a veces se piensa y juzga lo contrario. Nadie puede acusarnos y buscar<br />
perfección en nosotros porque somos limpios por el Señor.<br />
Jesús hizo <strong>del</strong> perdón nuestro estandarte, así que el cristianismo es sinónimo de<br />
perdonar. Como hijo de Dios, eres fruto de la misericordia y debes compartirla. Si en tu<br />
corazón aún hay rencor y puedes enumerar a las personas que “te las deben”, estás<br />
lejos de ser un buen cristiano.<br />
Dice la escritura en 1ra. de Pedro 2:21-25: Pues para esto fuisteis llamados; porque<br />
también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;<br />
el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no<br />
respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa<br />
al que juzga justamente; quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre<br />
el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y<br />
por cuya herida fuisteis sanados. Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero<br />
ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.<br />
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