Don Quijote I.pdf - Ataun

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me vuelvas a curar esta oreja, que me va doliendo más de lo que es menester. Hizo Sancho lo que se le mandaba; y, viendo uno de los cabreros la herida, le dijo que no tuviese pena, que él pondría remedio con que fácilmente se sanase. Y, tomando algunas hojas de romero, de mucho que por allí había, las mascó y las mezcló con un poco de sal, y, aplicándoselas a la oreja, se la vendó muy bien, asegurándole que no había menester otra medicina; y así fue la verdad.
Capítulo XII De lo que contó un cabrero a los que estaban con don <strong>Quijote</strong> Estando en esto, llegó otro mozo de los que les traían del aldea el bastimento, y dijo: -¿Sabéis lo que pasa en el lugar, compañeros? -¿Cómo lo podemos saber? -respondió uno dellos. -Pues sabed -prosiguió el mozo- que murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquélla que se anda en hábito de pastora por esos andurriales. -Por Marcela dirás -dijo uno. -Por ésa digo -respondió el cabrero-. Y es lo bueno, que mandó en su testamento que le en-
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Obra reproducida sin responsabilida
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TASA Yo, Juan Gallo de Andrada, esc
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mamente por nos fecha sobre la impr
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o el dicho libro esté corregido y
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gancia y erudición de que suelen a
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tiene le pone una venda en los ojos
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años como ha que duermo en el sile
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astante causa para ponerme en ella
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pedantes y bachilleres que por detr
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de anotación, pues podéis poner:
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pondréis vos en vuestro libro; que
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el discreto se admire de la invenci
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AL LIBRO DE DON QUIJOTE DE LA MAN-
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qué rey Francisco en Espa- se quej
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de abundante licor, aunque salobre,
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LA SEÑORA ORIANA A DULCINEA DEL TO
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y a tus alforjas igualmente invidio
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Orlando soy, Quijote, que, perdido
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DE SOLISDÁN A DON QUIJOTE DE LA MA
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¿Cómo me he de quejar en mi dolen
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carnes, enjuto de rostro, gran madr
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o, con todo, alababa en su autor aq
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tea, que todos son soberbios y desc
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hecho pedazos, y, por asegurarse de
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uen caballero, añadir al suyo el n
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como todos los demás que a él y a
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le asaltó un pensamiento terrible,
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Y era la verdad que por él caminab
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se y adonde pudiese remediar su muc
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ostro, con gentil talante y voz rep
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-Para mí, señor castellano, cualq
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-Nunca fuera caballero de damas tan
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pan tan negro y mugriento como sus
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Capítulo III Donde se cuenta la gr
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alleros tan principales como él pa
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traerse como eran dineros y camisas
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continente se comenzó a pasear del
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dad de maestro que le curara. Hecho
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Decía esto con tanto brío y denue
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como que rezaba. Hecho esto, mandó
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y, sin pedirle la costa de la posad
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No había andado mucho, cuando le p
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El labrador, que vio sobre sí aque
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-El daño está, señor caballero,
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Y, en diciendo esto, picó a su Roc
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ción de sí mismo iba caminando ha
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-Todo el mundo se tenga, si todo el
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parte que, aunque su retrato nos mu
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sobre él vía, no cerraba la boca,
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-¿Donde estás, señora mía, que
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de puro molido y quebrantado, no se
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que ellos todos juntos y cada uno p
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agua era una preciosísima bebida q
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Lleváronle luego a la cama, y, cat
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Causó risa al licenciado la simpli
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Hízolo así el ama con mucho conte
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Al corral con él y con esotro, se
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habilidad que muestren, jamás lleg
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suya, y es menester quitarles todo
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-Así será -respondió el barbero-
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ñor compadre, y démonos prisa, qu
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-También el autor de ese libro -re
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Capítulo VII De la segunda salida
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siadamente cansado, si ya no es que
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-¿Qué aposento, o qué nada, busc
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mí me tresquilen, tendré peladas
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encargó que llevase alforjas; e di
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tengo determinado de que por mí no
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Capítulo VIII Del buen suceso que
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aunque estaba ya bien cerca, lo que
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-Dios lo haga como puede -respondi
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si ya no se entiende también con l
Page 145 and 146: giósele el corazón, por parecerle
Page 147 and 148: donde estaba su marido, que pasaba
Page 149 and 150: -Para conmigo no hay palabras bland
Page 151 and 152: porque ya la soberbia de vuestros r
Page 153 and 154: Y, arrojando la lanza en el suelo,
Page 155 and 156: Venía, pues, como se ha dicho, don
Page 157 and 158: Capítulo IX Donde se concluye y da
Page 159 and 160: moderna; y que, ya que no estuviese
Page 161 and 162: niéndole el libro en las manos, le
Page 163 and 164: Estaba en el primero cartapacio, pi
Page 165 and 166: émula del tiempo, depósito de las
Page 167 and 168: y la mula, espantada del terrible g
Page 169 and 170: Capítulo X De lo que más le avino
Page 171 and 172: quedar atrás, le fue forzoso dar v
Page 173 and 174: -Todo eso fuera bien escusado -resp
Page 175 and 176: Sacó Sancho de las alforjas hilas
Page 177 and 178: vestido, y el no dormir en poblado,
Page 179 and 180: sen, si no era acaso y en algunos s
Page 181 and 182: unos cabreros, y así, determinaron
Page 183 and 184: evés le pusieron. Sentóse don Qui
Page 185 and 186: huéspedes, que, con mucho donaire
Page 187 and 188: mera madre, que ella, sin ser forza
Page 189 and 190: er a los huérfanos y a los meneste
Page 191 and 192: -De esa manera, Antonio, bien podr
Page 193 and 194: algunos de los que he hecho fortale
Page 195: consintió Sancho Panza, porque est
Page 199 and 200: -Todos haremos lo mesmo -respondier
Page 201 and 202: viene será de guilla de aceite; lo
Page 203 and 204: vuestra vida, aunque viváis más a
Page 205 and 206: que, así por ella como por sus muc
Page 207 and 208: demás zagalas del lugar, y dio en
Page 209 and 210: queja otro; acullá se oyen amorosa
Page 211 and 212: en memorias de su señora Dulcinea,
Page 213 and 214: dos gentiles hombres de a caballo,
Page 215 and 216: quietud y las armas sólo se invent
Page 217 and 218: ción, y el valeroso Felixmarte de
Page 219 and 220: tras espadas; no debajo de cubierta
Page 221 and 222: andantesca que el caballero andante
Page 223 and 224: caballero, sino por bastardo, y que
Page 225 and 226: Mancha; su calidad, por lo menos, h
Page 227 and 228: -¡Como eso no habrá llegado! -rep
Page 229 and 230: tos y cerrados. Y así los que esto
Page 231 and 232: entregara al fuego en habiendo entr
Page 233 and 234: -Por cortesía consentiré que os q
Page 235 and 236: El rugir del león, del lobo fiero
Page 237 and 238: de las sospechas que me tienen muer
Page 239 and 240: a la cansada vida que aborrezco, pu
Page 241 and 242: mo aquel que sabía bien los más e
Page 243 and 244: más gustas; que, por saber yo que
Page 245 and 246: queréis bien? Si no, decidme: si c
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el fruto de mi recogimiento y los d
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entretiene. Tienen mis deseos por t
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osio dijo, pensaba mandar hacer, co
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Capítulo XV Donde se cuenta la des
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ecibiéronle con las herraduras y c
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Viendo, pues, los gallegos el mal r
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agravio, no aguardes a que yo ponga
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naturales, ni tan de parte del nuev
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-Sábete, amigo Sancho -respondió
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lo que se me acuerda, tenía estoqu
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tendré a deshonra la tal caballer
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allí le había traído, se levant
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Capítulo XVI De lo que le sucedió
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En esta maldita cama se acostó don
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jores y más fuertes que de luengos
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ta fermosa doncella fueran señores
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dan referidas, con ser tan mínimas
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Ginebra con su dama Quintañona se
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-Quisiera hallarme en términos, fe
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porque, habiéndola llamado a voces
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mesmo el estraño estruendo de la p
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Capítulo XVII Donde se prosiguen l
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saber que esta noche me ha sucedido
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-¿No le he dicho que sí, pesia a
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don Quijote con él en la cabeza, d
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sino sudor que sudaba con la congoj
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echó a pechos, y envasó bien poco
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venta, asió de un lanzón que all
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-Engañado he vivido hasta aquí -r
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aunque le costase la vida; porque n
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cesaban ellos de su risa y de su ob
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Verdad es que el ventero se quedó
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daran de la burla para siempre, aun
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alguna, si no fue la del vizcaíno,
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zo, y en el que tengo de hacer obra
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-Quierénse mal -respondió don Qui
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so Laurcalco, señor de la Puente d
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montuosos que pisan los masílicos
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quizá todo debe ser encantamento,
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con tanto coraje y denuedo como si
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-¿No le decía yo, señor don Quij
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propuso en su corazón de dejar a s
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-Con todo eso -respondió don Quijo
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-¿Cuántas muelas solía vuestra m
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Capítulo XIX De las discretas razo
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despensa y matalotaje. Y, para acab
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-Con todo eso -replicó don Quijote
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habéis fecho, o vos han fecho, alg
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Todo lo miraba Sancho, admirado del
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-Dios, por medio de unas calenturas
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-¡Hablara yo para mañana! -dijo d
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te, el del Ave Fénix; el otro, el
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moria tengo lo que le pasó al Cid
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verde y menuda yerba, lo que se dir
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dado docientos pasos, cuando llegó
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su estraño silencio, el sordo y co
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esto no mueva ni ablande ese duro c
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Viendo, pues, Sancho la última res
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No se enoje vuestra merced, señor
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diciendo, no acabarás en dos días
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-«Sucedió -dijo Sancho- que el pa
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-He ahí lo que yo dije: que tuvies
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En esto, parece ser, o que el frío
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hubieron llegado, cuando él fue al
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Sintió también que el golpear no
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estaban unas casas mal hechas, que
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-«Has de saber, ¡oh Sancho amigo!
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aventuras que le sucedieren tan san
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para declararnos la excelencia de s
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los padres, a los amos se ha de res
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ciencias todas, especialmente aquel
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-Yo me tengo en cuidado el apartarm
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no hubo tocado al suelo, cuando se
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al caso su trasmutación; que yo la
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tiempo, o mi Dulcinea fuera en aqu
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Y luego, habilitado con aquella lic
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dar en perpetuo silencio, y en perj
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ne! A cuyo mandamiento saldrán tod
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ha estado en su corte) licencia par
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ciudades, triunfa de muchas batalla
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ien merecido. Bien es verdad que yo
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podrá, creo yo, desde luego dárse
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-¿Qué hay más -dijo Sancho-, sin
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Capítulo XXII De la libertad que d
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agravio a semejante gente, sino que
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fuerza, aún hasta agora no la hubi
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aniquilan, y escarnecen y tienen en
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-Así es -replicó el galeote-; y l
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ien, siendo, como digo, cosa imposi
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Tras todos éstos, venía un hombre
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sabrá alguno si me llamo Ginesillo
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-Luego, ¿otra vez habéis estado e
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falta de dineros déste, el poco fa
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Y, diciendo y haciendo, arremetió
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edonda para ver lo que les mandaba,
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-Pues ¡voto a tal! -dijo don Quijo
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te, mohinísimo de verse tan malpar
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da a ella por cuantos caballeros an
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asperezas, por no ser hallados si l
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un buen montoncillo de escudos de o
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acierto; que tanto mal en tanto bie
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-Pues lea vuestra merced alto -dijo
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dos escudos, que pasaban de ciento.
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tico. Luego imaginó don Quijote qu
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Así que, Sancho amigo, no te dé p
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a ella con un tiro de piedra; allí
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cas y muy buenas razones nos dijo q
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donde se había echado, y arremeti
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pasar con tanta ligereza como desnu
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Capítulo XXIV Donde se prosigue la
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a que me obliga el ser quien soy: o
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-Esta prevención que hago es porqu
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lo que en el alma está encerrado;
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nerme en estado que correspondiese
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don Fernando, que se determinó, pa
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llegando a alcanzarle se acaba y ha
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temer y a recelarme dél, porque no
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aunque tengo para mí que ya no ten
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señora: tal le tenían sus descomu
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seo de saber el fin de su historia.
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dades, de día y de noche, y que no
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muy gran castigo. Y, porque veas qu
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-¡Válame Dios -dijo don Quijote-,
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quiero, Sancho, que sepas que el fa
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efectos, no hay para qué se deje p
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Toboso; que, como ya oíste decir a
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más corto entendimiento que tiene
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humor de mis ojos acrecentará las
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Viendo esto Sancho, dijo: -Bien hay
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el cargo, que yo diré a mi señora
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darán mal los pies, si es que llev
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-Está bien -respondió Sancho-, pe
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que estaban de allí más de media
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moró de un mozo motilón, rollizo
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Dulcinea, porque en ser hermosa nin
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Toboso, te envía la salud que él
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-Buena está -dijo Sancho-; fírmel
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señora, porque por Dios que despot
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puso en camino del llano, esparcien
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Capítulo XXVI Donde se prosiguen l
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te, veo que Amadís de Gaula, sin p
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que a él allí le hallaron, no fue
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ió, pero, como se ha dicho, no se
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Los cuales, así como acabaron de c
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trasladaría de muy buena letra. Me
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Paróse Sancho Panza a rascar la ca
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que no podía ser menos, y le habí
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po, porque le será más fácil, a
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en todo cuanto le pidiese por este
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vistió al cura de modo que no hab
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la querencia del lugar que había e
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andantes. También les dijo que ser
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desdenes, celos y ausencia. ¿Quié
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por quien a veces se trasluce el ce
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uenos, y aun a los malos muchas vec
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cabrero pocos días atrás, cuando,
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»A todo esto me respondió don Fer
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efeto nuestros buenos y justos dese
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Fernando. Fui bien recebido, pero n
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yo, señor, os conozco muy bien, y
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secreto, y dejé una mula en que ve
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ía, por entre las cuales podía yo
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gusto las menudencias que contaba,
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de su madre. Resta ahora decir cuá
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la ensillase, sin despedirme dél s
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que quedaba de aquella noche, y di
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luntad de tomarlo. Otras veces me d
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llegó a sus oídos, que en lastima
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llegó a sus oídos, que, con trist
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pierna, que, sin duda alguna, de bl
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dras, dio consigo en el suelo. Lo c
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mentirosa mi lengua, en balde serí
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en la desdicha en que me veo; porqu
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compuestos y alivia los trabajos qu
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las diligencias que don Fernando hi
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nando palabra que le pudiese mostra
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a tener, le dije: Si como estoy, se
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Reparó Dorotea en las razones de C
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la suerte me ofrece, puesto que en
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ahínco y vehemencia como cuando vi
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con otras cosas que en sus desposor
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tan pública en la ciudad, que se h
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hallaron en toda ella, de que perd
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feas y justas palabras respondía a
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Capítulo XXIX Que trata de la disc
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-Y ¿quién sois vos, hermano, que
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señora, que toméis otra resoluci
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maba a voces. Saliéronle al encuen
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Todo aquello, y más, dijo que hab
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para poder tener renta por la Igles
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que descuidasen, que todo se haría
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Y, estando en esto, se llegó Sanch
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descolgó las armas, que, como trof
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Con esto, andaba tan solícito y ta
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everenda persona como vuestra merce
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arbas, sin quijadas y sin sangre, l
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Ella, que estaba bien en todo, ente
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mil pesos ensayados, que es otro qu
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Capítulo XXX Que trata del gracios
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-Señor caballero, miémbresele a l
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Y detúvose aquí un poco, porque s
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me vendría a mí en voluntad de ha
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-No hay para qué desnudarse -dijo
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todo esto ha de suceder a pedir de
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en alguna cosa he andado demasiada,
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Satanás, y tome ese reino que se l
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una por una con esta reina, ahora q
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Fue Sancho cabizbajo y pidió la ma
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-Yo lo entendí así -dijo el cura-
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tida, lo cual me causó grandísima
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Capítulo XXXI De los sabrosos razo
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-Ella no me preguntó nada -dijo Sa
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-Todo puede ser -respondió Sancho-
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pasados, que ahora sólo se debe de
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pues, como tengo dicho, algún sabi
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que es mayor que Portugal y que Cas
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-Pues si eso es así -dijo Sancho-,
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Habíase en este tiempo vestido Car
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dijo: Señor, no me azota sino porq
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do, de modo que me parece que no se
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dantes; que tan bien andantes sean
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Capítulo XXXII Que trata de lo que
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adherentes que había prestado para
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embobado, que no os acordáis de re
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-Que me place -respondió él. Y, e
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ía de Paredes fue un principal cab
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higas para el Gran Capitán y para
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libros, creyendo, como es verdad, q
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A lo que respondió el ventero: -Pu
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Capítulo XXXIII Donde se cuenta la
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y sosegada ya la frecuencia de las
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honra de su amigo, cuyo crédito es
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»Sucedió, pues, que uno que los d
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samientos, pues tenía cierto que s
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Y, prosupuesto que ninguna cosa de
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que las cosas que me has dicho, ni
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especulación del entendimiento, ni
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que el intentar las cosas de las cu
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Luis Tansilo, en el fin de su prime
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timación como en la ajena, y que n
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claro; pero está sujeto a empañar
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es que te la quite a ti no hay duda
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aquel daño. Porque, así como el d
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esto se podía hacer con facilidad,
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lugar y tiempo como a sus solas pud
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armados: mirad si era razón que le
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pondía a Anselmo que la hablaba y
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cio, porque respondía tan áspera
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cielo. Pues si la mina de su honor,
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y criadas, especialmente de una don
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tiano; hacía discursos y comparaci
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Capítulo XXXIV Donde se prosigue l
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ponerle en alguna pendencia y traba
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menos su amor y pensase que así, a
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ogó que no dejase la empresa, aunq
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ed de los celos; mas, por estar ya
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»-Luego, ¿todo aquello que los po
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iba añadiendo eslabón a eslabón
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viese de volver, y con su presencia
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las amas echar traspiés, no se les
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to a cualquiera sospecha que desto
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encubrir te ofrecen mucha comodidad
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tros tratos me ha puesto un freno e
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ción, porque con más seguridad y
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»-¡Ay, señora mía! -respondió
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flor de la honestidad del mundo, la
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quedara yo vengada, ni la honra de
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todo se admiraba, y ya le parecía
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decir lo que tú tan bien sabes de
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honrado marido, agraviado de ti con
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dad de aquel hecho, viendo a Camila
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otras, bastaran a hacer creer a Ans
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verdad de lo que fingían. Deseaba
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Capítulo XXXV Donde se da fin a la
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amado debe de ser lo que le parece
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-Ya yo sé que todo lo desta casa e
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favor de aquella por quien yo vivo
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Estas y otras razones tales decía
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»En esto, el que tenía Leonela de
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lió del aposento y dejó encerrada
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»Acertó acaso, andando a buscar a
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colgándose con una sábana por las
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cama y la otra mitad sobre el bufet
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si es fingido, fingió mal el autor
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-Tan cerca -respondió el ventero-,
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suadieron que viniésemos con ellos
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a en tanta desventura; y desto vos
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todo esto, de tener a Luscinda, que
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Fernando aún no la dejaba de los b
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llamarte a engaño. Y si esto es as
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Mirándola estaba Luscinda, no meno
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Estraño espectáculo fue éste par
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do, suplicándole tuviese por bien
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-Levantaos, señora mía, que no es
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con breves y discretas razones, con
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Capítulo XXXVII Que prosigue la hi
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que le salió, que los arroyos corr
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e, donde él se imaginaba estar por
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misa la media, y que fue poco versa
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los mesmos pensamientos de valerme
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tinto tiene hecho un lago el aposen
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talle, de edad de poco más de cuar
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che nuestra compañía y parte del
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Él, en lengua arábiga, le dijo qu
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principal asiento, puesto que él l
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si se alcanza con las fuerzas corpo
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ahora a los trabajos del cuerpo del
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holandas y damascos: premio justame
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cama que le aguarda, la cual, si no
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sin ellas no se podrían sustentar
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queda al soldado más espacio del q
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la tierra. Pero haga el cielo lo qu
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no llegasen los mentirosos que con
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eran tres, todos varones y todos de
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en dineros, sin defraudaros en un a
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»Éste hará veinte y dos años qu
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fue para la cristiandad tan dichoso
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de no coger en el puerto toda el ar
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posesión dél a Muley Hamet, corta
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en las fuerzas, contra tanto como e
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muerte fue haber muerto a manos de
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-Pues lo fue -respondió el caballe
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Y esta vuestra mortal, triste caíd
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tes; pero con ninguna se pudo volar
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me era más favorable la suerte en
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pudiera fatigarnos a veces, y aun c
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movimientos que primero. Fue otro d
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por norte a la ventana donde nos ha
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y que lleva deseo de huirse en la p
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ién. La cristiana murió, y yo sé
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quien como miembro podrido estaba d
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»Escrito y cerrado este papel, agu
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caña; al cabo de los cuales, en la
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que le habían rescatado, y nunca h
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aquel mismo punto se le respondió
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tado, y a ellos no, pues había din
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esperaba; y allí, muy de propósit
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tianos, no les dijesen sino que yo
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sus pies, que descubiertas, a su us
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que no te diera él por otros dos t
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los moros a los turcos tienen, espe
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lágrimas, volvió a decir: Ámexi,
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versas partes de todos aquellos alr
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»Hecho ya esto, quedándose en gua
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todos los que en él estaban eran c
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enegado que me dijese le hiciese me
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»Bien habríamos navegado treinta
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chos de los que allí íbamos le ac
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»Apenas hubo oído esto el moro, c
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en aquel lugar, que era despoblado.
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Marién, que ha sido la causa de qu
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on nuestro árbol por medio, y dier
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tocar en ningún puerto de España,
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»Hízose así, y poco antes de la
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to de moros, pensó que todos los d
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a abrazar al mozo, diciéndole: Sob
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uen entendimiento y un natural fác
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temor de enfadaros más de cuatro c
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amorosas y tan verdaderas que el ca
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a hallarse. Hallóse don Quijote al
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lla, se fuese con aquellas señoras
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Ya, en esto, estaba aderezada la ce
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tan atento el oidor, que ninguna ve
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de sí a su padre; que si él lo su
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uen hermano y a vuestra buena cuña
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guardia del castillo, porque de alg
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Capítulo XLIII Donde se cuenta la
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-¡Ay señora de mi alma y de mi vi
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al ocio blando todos los sentidos.
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de casa y el suyo también, alzar u
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manera vuestros negocios, que tenga
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A este agujero se pusieron las dos
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A cuyas señas y voz volvió don Qu
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peligro de su honor que si su seño
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luntad os hace, ni es bien que en t
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Allí fue el desear de la espada de
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-¿Qué diablos de fortaleza o cast
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desviaron los juntos pies de don Qu
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-Cualquiera que dijere que yo he si
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las ordenanzas de su caballería qu
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que tornaremos, llevándoos a los o
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Apretáronle entonces los criados,
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Miróle entonces el oidor más aten
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que se entretenga en esa batalla lo
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aban de ver la cobardía de don Qui
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cosa sino que se sosegase por enton
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-Mentís -respondió Sancho-, que y
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-¡Pardiez, señor -dijo Sancho-, s
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Capítulo XLV Donde se acaba de ave
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Y lo mismo confirmó Cardenio, don
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tendrán que ver con vuestras merce
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que así parezca mi ánima ante Dio
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Y, alzando el lanzón, que nunca le
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A cuya gran voz, todos se pararon,
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don Luis quién él era y cómo era
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jando las señas del mandamiento co
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y de carreras. Reíase de oír deci
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Capítulo XLVI De la notable aventu
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volver los tres, y que el uno queda
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vantase; y él, por obedecella, se
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defensa de su persona y puso en vue
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duviera hocicando con alguno de los
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Y, diciendo esto, enarcó las cejas
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amo; y él se la dio, y, después d
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criados de don Luis y los cuadrille
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conviene para acabar más presto la
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cargo, que no me deje perecer en es
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Capítulo XLVII Del estraño modo c
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-Par Dios, señor -replicó Sancho-
Page 1066 and 1067:
tera, su hija y Maritornes a desped
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Luscinda a su casa. El cura ofreci
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nicándolo con el cura, fue de pare
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Y, a este tiempo, habían ya llegad
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Cuando el canónigo oyó hablar al
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mujer me pesa, pues cuando podían
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él le diría el misterio del enjau
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torre, y le divide en dos mitades,
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mirados; largos en las batallas, ne
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Eurialio, la liberalidad de Alejand
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tes, que sólo atienden al gusto de
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solas que treinta de las mejores qu
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ca, y así se hubiera hecho en toda
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como debían hacerse, pues, como he
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por haber representado cosas en per
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Y, diciéndole al canónigo lo que
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triotos y conocidos, bien podrá se
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-Acaba de conjurarme -dijo don Quij
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Capítulo XLIX Donde se trata del d
Page 1104 and 1105:
parece que va encantado, según va
Page 1106 and 1107:
que le encantó le puede hacer que
Page 1108 and 1109:
tender que ha habido en el mundo aq
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hechos tan verdaderos como valiente
Page 1112 and 1113:
-Añadió también vuestra merced,
Page 1114 and 1115:
das: Aquélla, nieto, se parece a l
Page 1116 and 1117:
y de ver la noticia que tenía de t
Page 1118 and 1119:
caballeros como por ahí nos cuenta
Page 1120 and 1121:
de su leyenda. Si no, dígame: ¿ha
Page 1122 and 1123:
manera que el arte, imitando a la n
Page 1124 and 1125:
las primeras, y sentarse al lado de
Page 1126 and 1127:
narle; y, cuando me faltare, yo he
Page 1128 and 1129:
ciencia, hacer conde a Sancho Panza
Page 1130 and 1131:
si no tan contenta, a lo menos, est
Page 1132 and 1133:
-Por ver que tiene este caso un no
Page 1134 and 1135:
Capítulo LI Que trata de lo que co
Page 1136 and 1137:
mas partes la pidió también otro
Page 1138 and 1139:
hecho muestra de más de diez pares
Page 1140 and 1141:
antes que en él naciese presunció
Page 1142 and 1143:
que le llevaban, pues le habían de
Page 1144 and 1145:
na por fácil y ligera; tal la absu
Page 1146 and 1147:
Capítulo LII De la pendencia que d
Page 1148 and 1149:
-¿Quién ha de ser -respondió el
Page 1150 and 1151:
Reventaban de risa el canónigo y e
Page 1152 and 1153:
solo tocaba, como a caballero andan
Page 1154 and 1155:
y, con turbada y ronca voz, dijo: -
Page 1156 and 1157:
cubrir el adarga contra villana fue
Page 1158 and 1159:
hechores, sin temor de ser castigad
Page 1160 and 1161:
y barbero, don Quijote y Panza, y e
Page 1162 and 1163:
o ver, para que se me alegre este c
Page 1164 and 1165:
nudaron, y le tendieron en su antig
Page 1166 and 1167:
desta nueva y jamás vista historia
Page 1168 and 1169:
In laudem Dulcineae del Toboso Sone
Page 1170 and 1171:
Y si de su Amadís se precia Gaula,
Page 1172:
Reposa aquí Dulcinea; y, aunque de
show all

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