Juan Rulfo - SpDistribuciones
Juan Rulfo - SpDistribuciones
Juan Rulfo - SpDistribuciones
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
UNA PUBLICACIÓN MENSUAL DE SP DISTRIBUCIONES. DISTRIBUCIÓN GRATUITA. PROHIBIDA SU VENTA AÑO I, NÚM. 4 JULIO 2008<br />
Andrés Barba<br />
Zygmunt Bauman<br />
Benjamin Constant<br />
Christopher<br />
Domínguez Michael<br />
James Hogg<br />
D.H. Lawrence<br />
Miguel Morey<br />
Michel Onfray<br />
Lon Pearson<br />
Italo Svevo<br />
Fotografías y un texto<br />
de <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong><br />
Henri Cartier-Bresson llegó por<br />
primera vez a la ciudad de México<br />
en 1934. Su arribo a México<br />
debió producirle un profundo<br />
cambio emocional. El compartía<br />
la misma vivienda con su amigo<br />
el pintor Ignacio Aguirre y el poeta<br />
negro americano Langston<br />
Hughes, en una de las barriadas<br />
más sórdidas de la capital, cerca-<br />
SECCIONES<br />
EL RINCÓN DEL LIBRERO<br />
Víctor M. Becerra<br />
LIBRERÍA OCTAVIO PAZ – FCE<br />
VENTANA EDITORIAL<br />
Arash Hejazi<br />
CARAVAN BOOKS PUBLISHING HOUSE<br />
na a la «Candelaria de los Patos»,<br />
al «Cuadrante de la Soledad»<br />
y no muy lejos del caótico<br />
«mercado de la Merced», así<br />
como de los callejones<br />
www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 1<br />
IRÁN<br />
LOS 10 DE...<br />
Lolita Bosch<br />
EL LIBRO GRÁFICO<br />
Lázaro Cárdenas. Iconografía<br />
DIARIO DE OAXACA<br />
Peter Kuper<br />
ENTREVISTA<br />
Vicente Leñero<br />
VERBOS PARA COMENZAR<br />
Jis<br />
POESÍA<br />
Fabio Morábito<br />
CRÍTICA<br />
Diego Rabasa<br />
EL FÍSICO QUE QUERÍA SER FILÓSOFO<br />
CINE<br />
Phillip Lopate<br />
ESCENAS DE UN MATRIMONIO<br />
DE INGMAR BERGMAN<br />
El México de los años 30 visto<br />
por Henri Cartier-Bresson<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong><br />
En 1984 se presentó en París una exposición de las fotografías mexicanas de Henri Cartier-<br />
Bresson. <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> escribió un texto para el catálogo en el que parece referirse no sólo a las<br />
imágenes del artista francés, sino a lo que él mismo pensaba de la tradición fotográfica de nuestro<br />
país. Es notable también ver en lo que dice <strong>Rulfo</strong> del México devastado de los años 30 un<br />
retrato del país que vivimos en la primera década del siglo XXI. Cartier-Bresson agradeció este<br />
texto de <strong>Rulfo</strong> con el obsequio de una fotografía suya dedicada.<br />
>>> p. 3
DIRECTORIO<br />
Director<br />
EDUARDO RABASA<br />
Editor<br />
FRANCISCO DE LA MORA MAURER<br />
Consejo editorial<br />
VIVIAN ABENSHUSHAN<br />
LUIGI AMARA<br />
LEOPOLDO KULESZ<br />
RAFAEL LÓPEZ GIRAL<br />
RAMÓN LÓPEZ QUIROGA<br />
JULIÁN MEZA<br />
EMILIANO MONGE<br />
DIEGO MORENO<br />
PHILIPPE OLLÉ-LAPRUNE<br />
DIEGO RABASA<br />
ENRIQUE REDEL<br />
JULIÁN RODRÍGUEZ<br />
FELIPE ROSETE<br />
JAVIER SANTILLÁN<br />
SANTIAGO TOBÓN<br />
SAÚL TREJO<br />
Diseño<br />
DANIELA ROCHA<br />
Concepto gráfico diseño y edición, S.C.<br />
Publicidad<br />
SELMA RODAL<br />
srodal@sextopiso.com<br />
Portada<br />
JUAN RULFO<br />
Tepeyanko, Tlaxcala, década de 1930<br />
El texto y las fotografías de <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> publicados<br />
aquí son propiedad de la señora Clara Aparicio<br />
de <strong>Rulfo</strong> y se reproducen con su autorización.<br />
SP Revista de Libros es una publicación mensual<br />
editada por SP Distribuciones, con domicilio<br />
en San Miguel #36, Barrio San Lucas,<br />
Coyoacán. CP 04030. México, D.F. Editor<br />
responsable: Eduardo Rabasa<br />
2 SP | JULIO 2008<br />
Las fotografías de <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> que se reproducen en este número de SP Revista de Libros,<br />
pertenecen a un conjunto de 23 imágenes que presentó en Guadalajara en 1960. Pudieron encontrarse<br />
gracias al testimonio del Dr. Lon Pearson, quien entró en contacto con la Fundación <strong>Juan</strong><br />
<strong>Rulfo</strong> a finales de 2004 para hablar de las mismas. Las fotos fueron plenamente identificadas y, a<br />
partir de este hallazgo, Pearson escribió un texto con su testimonio, que aparece con el título de<br />
«<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>: una exposición fotográfica olvidada» en el libro Tríptico para <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> (México, 2006,<br />
Editorial RM et al.), donde se reproducen igualmente las 23 imágenes de la muestra de 1960.<br />
Para la edición de dicho libro se realizó una digitalización de las 23 fotografías con el mismo<br />
encuadre que el utilizado en Guadalajara en 1960. Pudieron recuperarse los matices que el negativo<br />
original permitía y que la impresión antigua no siempre había reflejado. De esta digitalización<br />
proceden las imágenes que ilustran este número, cuya selección fue realizada por los curadores<br />
de la exposición «EL ARCHIVO UNIVERSAL La condición del documento y la utopía fotográfica moderna»,<br />
que se presentará en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) el próximo<br />
otoño, así como en el Museu Colecção Berardo, de Lisboa, en la primavera de 2009.<br />
El siguiente texto de Lon Pearson pertenece a su ya citado testimonio, y en él narra su encuentro<br />
con la primera exposición fotográfica presentada por <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>.<br />
VÍCTOR JIMÉNEZ<br />
Ubicada en la avenida Juárez<br />
445, casi esquina con Ocampo,<br />
Camaráuz era la única tienda<br />
fotográfica de categoría en Gua-<br />
sp DISTRIBUCIONES<br />
Los<br />
libros<br />
al<br />
precio<br />
de su<br />
país<br />
de<br />
origen<br />
ARCADIA ESPAÑA GADIR ESPAÑA IMPEDIMENTA ESPAÑA LIBROS DEL ZORZAL<br />
ARGENTINA NÓRDICA LIBROS ESPAÑA PERIFÉRICA ESPAÑA SEXTO PISO MÉXICO<br />
TUMBONA MÉXICO<br />
www.spdistribuciones.com San Miguel #36, Barrio San Lucas Coyoacán C.P. 04030<br />
México D.F. T. +5255 5689.6381 F. +5255 5336.4972<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>: una exposición<br />
fotográfica olvidada<br />
Lon Pearson<br />
dalajara. Sus fundadores, Gabriel<br />
Camarena y <strong>Juan</strong> Víctor Aráuz (de<br />
cuya combinación de apellidos<br />
proviene el nombre Camaráuz),<br />
tenían fama como fotógrafos, especialmente<br />
don Víctor, por sus<br />
imágenes de los indios huicholes,<br />
ampliamente difundidas. Al<br />
fundar en 1948 el centro fotográfico<br />
Camaráuz, los dos proporcionaron<br />
un punto de reunión<br />
para la comunidad artística e intelectual<br />
de Guadalajara. […]<br />
Recuerdo a un viejo empleado<br />
de la tienda, Rettig, un alemán,<br />
con quien podía yo hablar<br />
más en inglés que con los otros,<br />
así que conversé mucho con él.<br />
Rettig nos invitó, como lo hizo<br />
don Víctor, a la inauguración de la<br />
exposición de fotografías de <strong>Juan</strong><br />
<strong>Rulfo</strong>, que se efectuaría el 25 de<br />
marzo de 1960, un viernes. […]<br />
Según recuerdo, la entrada<br />
era gratis, pero no había mucha<br />
gente. Tengo registrado en mi<br />
diario que se efectuaba la exposición<br />
con el patrocinio de don<br />
Víctor (de Camaráuz) y la Casa<br />
de la Cultura. Cuando llegamos<br />
al Parque Agua Azul y entramos a<br />
la exposición, don Víctor me presentó<br />
al fotógrafo y me explicó<br />
que éste había regresado hacía<br />
poco a su tierra, insinuando que<br />
era del sur de Jalisco o de Colima.<br />
El motivo de su regreso, según lo<br />
que entendí, era principalmente<br />
para sacar fotos y exhibirlas<br />
después. Había algún indicio de<br />
que hacía tiempo que no había<br />
estado en esa región. <strong>Rulfo</strong> ya<br />
se encontraba en Guadalajara en<br />
esta época, en la que iba a mostrar<br />
las ampliaciones en blanco<br />
y negro que se exhibirían aquella<br />
noche. […]<br />
Veinticinco años después,<br />
cuando vi las fotos incluidas en<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>: Homenaje nacional —el<br />
libro de 1980 que se preparó para<br />
la exposición en Bellas Artes— me<br />
impresioné mucho con las imágenes<br />
que contemplaba. Primero<br />
me asombró la técnica de <strong>Rulfo</strong> y<br />
luego la variedad de sus sujetos<br />
y temas. Poco a poco me asaltaron<br />
algunas impresiones de naturaleza<br />
déjà vu. Al pensarlo un poco<br />
e intentar recordar lo que había<br />
visto y leído sobre <strong>Rulfo</strong> como fotógrafo<br />
me di cuenta de que las<br />
fotos que se habían mostrado aquel<br />
viernes en Guadalajara eran de<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>. Era él quien esperaba<br />
volver a establecerse en la ciudad<br />
de Guadalajara.<br />
Lon Pearson es profesor de Literatura Hispanoamericana<br />
del siglo XX en la Universidad<br />
de Nebraska en Kearney. Ha sido profesor en<br />
UCLA y en la Universidad de Utah.<br />
www.spdistribuciones.com<br />
>>> p.1 de Cuauhtemotzin y Chimalpopoca,<br />
zona habitada toda<br />
ella por el hampa, la prostitución,<br />
los «teporochos» (alcohólicos cuya<br />
vida y muerte miserable transcurre<br />
en los muladares).<br />
No obstante, para un reportero<br />
gráfico con la sensibilidad artística<br />
de Cartier-Bresson, interesado<br />
en los sujetos más que en<br />
los objetos, este panorama le ha<br />
de haber provocado diversas impresiones,<br />
ya que el sitio estaba<br />
plagado de caracteres estrafalarios:<br />
seres marginales, pero al fin<br />
seres humanos condenados a un<br />
destino inescrutable.<br />
Ése fue el México que encontró<br />
Cartier-Bresson. Es el México<br />
que expresan sus imágenes:<br />
pobreza, apatía y desencanto, así<br />
como una profunda soledad. El<br />
paredón de fusilamientos permanecía<br />
aún allí como mudo testimonio<br />
de lo que había sido la<br />
violencia y la represión. La hostilidad<br />
se sentía en el ambiente,<br />
mientras el país enajenado a las<br />
empresas extranjeras no parecía<br />
encontrar todavía un camino de<br />
liberación. Además, el mexicano<br />
de entonces, carente de estímulos,<br />
se refugiaba en el fatalismo,<br />
en una burocracia inestable o simplemente<br />
en el vicio hasta caer<br />
en la locura.<br />
Pocos eran los afortunados que<br />
habitaban fastuosas mansiones,<br />
ajenos por entero al mundo de<br />
quienes apenas sobrevivían milagrosamente<br />
entre los escombros<br />
de una nación en ruinas.<br />
Aquellos años no sólo se señalaron<br />
por la discordia, crearon a<br />
su vez una proliferación de caci-<br />
www.spdistribuciones.com<br />
ques sobre quienes recaía el poder<br />
absoluto en toda la nación.<br />
Faltaban garantías en el campo,<br />
así que los agricultores abandonaban<br />
la tierra, mientras los pequeños<br />
artesanos: carpinteros,<br />
zapateros y aún los peluqueros y<br />
albañiles se convertían en ejidatarios<br />
descalificados, los cuales<br />
degradaban los suelos hasta hacerlos<br />
improductivos. Naturalmente<br />
escaseaban los víveres para<br />
alimentar al hombre de las ciudades.<br />
Pero la condición del mexicano,<br />
mimética por naturaleza,<br />
ha sabido adaptarse a todas las<br />
circunstancias. Su «aguante» es<br />
proverbial y pronto logra emerger<br />
de la inclemencia. Jamás ha<br />
sabido morirse de hambre. Bastaron<br />
unos cuantos años para que<br />
tanto la ciudad de México y muchas<br />
otras ciudades del interior,<br />
al igual que el campo retomaran<br />
su ritmo habitual, en algunos casos<br />
acelerado. Lo mismo sucedió<br />
con el desarrollo industrial que,<br />
de inexistente, pasó a ser inusitado,<br />
creando una fuerza de trabajo<br />
sólida y poderosa.<br />
Sin embargo, y eso lo pudo comprobar<br />
también Cartier-Bresson<br />
en su segunda visita a México en<br />
1963, numerosas regiones del país<br />
permanecían olvidadas del progreso,<br />
aisladas en sus propias comunidades<br />
indias. Esto se debe<br />
primordialmente a un régimen<br />
tradicional, por no decir secular,<br />
que los indios ejercen para salvaguardar<br />
sus culturas. La defensa<br />
de costumbres, lenguaje, creencias<br />
e identidad, las cuales intentan<br />
conservar pese a las presiones<br />
extrañas. Por tal motivo, la polí-<br />
Intento de ensayo<br />
Víctor M. Becerra<br />
Hay que ejercitar, pues, el alma en<br />
las más nobles ocupaciones, y las<br />
más nobles de todas son las encaminadas<br />
a la salvación de la patria.<br />
Las almas que cumplan con<br />
esta sublime misión serán recompensadas<br />
con la ascensión a las esferas<br />
celestes, mientras que las que<br />
se entreguen a los placeres sensibles<br />
permanecerán a ras de tierra<br />
y no ascenderán sino después de<br />
ser atormentadas durante siglos.*<br />
El fin de este ensayo no es cuestionar<br />
si hay libreros en México,<br />
ni mucho menos, el perfil de las<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Venta de aguacates en el mercado, década 1930.<br />
tica oficial ha sido la de no interferir,<br />
sino en casos extremos, para<br />
apoyar su prevalencia dentro del<br />
ámbito nacional. Y si se toma en<br />
cuenta que existen en territorio<br />
mexicano 53 grupos étnicos, con<br />
lenguas y costumbres bien definidas,<br />
no debe considerárseles<br />
como una rémora, sino un gran<br />
aporte pluricultural que forma<br />
parte integrante del país. En<br />
otras palabras, la incorporación<br />
al sistema de estas 53 comunidades,<br />
traería el exterminio de tales<br />
culturas, cuyas manifestaciones<br />
artísticas, mitos y leyendas, han<br />
sido y serán por mucho tiempo<br />
valiosas para etnólogos, sociólogos<br />
y antropólogos.<br />
De allí nació el calificativo de<br />
«muchos méxicos» que le diera<br />
Lesley Byrd Simpson. Cierto que<br />
habitan zonas deprimidas y de<br />
grandes carencias; pero jamás<br />
librerías en que cada uno de ellos<br />
se desempeña. El objetivo es<br />
apelar a la razón de mis colegas y<br />
que nos preguntemos: ¿Es real<br />
mi compromiso como librero?<br />
El librero, en la acepción romántica,<br />
es aquel ser sensible a<br />
los cambios de su época, refleján-<br />
abandonarán su pedazo de tierra,<br />
ni su mundo ni su inframundo.<br />
Les basta, como ellos dicen,<br />
la luz de una luciérnaga para<br />
alumbrar las breves noches de<br />
su existencia.<br />
Así, entre los habitantes del<br />
Istmo de Tehuantepec, Henri<br />
Cartier-Bresson logró captar al<br />
fin la sonrisa, lo cual no encontró<br />
en las barriadas tristes de las ciudades<br />
que él transitó con el afán<br />
constante de buscar los diversos<br />
aspectos del mexicano.<br />
México, D. F., 13 de febrero de 1984.<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> (Apulco, Jalisco, 1917-ciudad<br />
de México, 1986). El más importante narrador<br />
mexicano de todos los tiempos. Además<br />
de sus obras consagradas, Pedro Páramo y El<br />
llano en llamas, <strong>Rulfo</strong> es bien conocido como<br />
un gran fotógrafo. Fue un lector de tiempo<br />
completo, como él mismo lo dijo en alguna<br />
ocasión, y un contundente crítico de arte.<br />
LIBRERÍA OCTAVIO PAZ – FCE<br />
EL RINCÓN<br />
DEL LIBRERO<br />
dolo en su acervo para beneplácito<br />
de sus clientes; sin dejar de<br />
lado los best-sellers, los long-sellers,<br />
ya que son éstos el respaldo de<br />
aquellos libros exquisitos; ni tampoco<br />
olvidar los libros clásicos<br />
que hoy en día son llamados imperdonables<br />
desde la perspectiva<br />
JULIO 2008 | SP 3
comercial, aunque como bien<br />
apunta Gabriel Zaid:<br />
Todo comercio es conversación:<br />
Cultura, siempre en riesgo de<br />
volverse bla bla blá. Está muy<br />
bien sentir que los libros no son<br />
mercancía, sino diálogo, revelación,<br />
pero no para despreciar el<br />
comercio, sino para recordar<br />
que, en último término, nada es<br />
mercancía.*<br />
Debemos estar de acuerdo<br />
en que los clásicos son conversación,<br />
son ese hilo que nos une<br />
en el tiempo. ¿Pero cómo llegamos<br />
a ellos? ¡Leyendo! Y es aquí<br />
donde pisamos tierra, volvemos<br />
a nuestra penosa realidad:<br />
«Leer no es una prioridad para<br />
el que se supone es un puente<br />
cultural».<br />
Pero esto no es de extrañarse,<br />
tampoco les interesa a los gerentes<br />
responsables de empresas e<br />
instituciones dedicadas a la comercialización<br />
de libros, suficiente<br />
es hacer notar la falta de apoyo<br />
en la profesionalización de los<br />
4 SP | JULIO 2008<br />
libreros, me refiero a talleres, diplomados,<br />
cursos; es muy importante<br />
que las personas facultadas<br />
y realmente interesadas en el cambio<br />
de nuestro entorno cultural se<br />
comprometan y contribuyan a<br />
resolver este importante problema<br />
y, por qué no, proponer que<br />
nuestras universidades impartan<br />
licenciaturas para la formación<br />
de libreros.<br />
En una reunión de trabajo, a la<br />
que asistieron gerentes y encargados<br />
de librerías, se habló de<br />
medidas correctivas para obtener<br />
mejores resultados comerciales.<br />
Uno de los puntos tratados fue la<br />
atención al público, en cuanto a<br />
cómo el precio fijo del libro exigirá<br />
una mejora revolucionaria<br />
en esta importante actividad. Se<br />
propuso que se apoyara a la gente<br />
con genio (seamos honestos, a<br />
la gran mayoría del personal que<br />
trabaja en librerías no le interesa<br />
el auge cultural de su entorno),<br />
ante lo que el gerente manifestó<br />
que quince minutos antes de la<br />
apertura de la librería se reuniera<br />
el personal para leer la portada<br />
y contraportada de algún libro,<br />
ya fuese novedad o lo que fuere, y<br />
se procediera a comentarlo.<br />
Aseguró que esta actividad es<br />
suficiente para mejorar las ventas<br />
y la atención al cliente ¿Ustedes<br />
creen que sí?<br />
No estoy seguro de si esta reunión<br />
efectivamente se llevó a cabo<br />
o si tan sólo fue un mal sueño,<br />
producto de una indigestión. Lo<br />
que sí les puedo asegurar es que<br />
efectivamente se implementó<br />
en unas cuantas librerías; cuando<br />
les pregunté a algunas de las<br />
personas involucradas si ello<br />
efectivamente había ayudado al<br />
mejor desempeño de la librería,<br />
en cuanto al nivel comercial<br />
y la calidad del servicio, contestaron:<br />
«Lo hacemos para que no nos<br />
molesten».<br />
Esta respuesta es el reflejo de<br />
lo que son las librerías actualmente;<br />
es una blasfemia el tratar de<br />
comprender de esta manera una<br />
obra que a su creador le ha llevado<br />
mucho más tiempo concebir. La<br />
lectura en estos tiempos es sólo<br />
un verbo desvirtuado e innecesario<br />
en esta sociedad:<br />
Y como además, para tener éxito<br />
profesional y ser aceptado<br />
socialmente y ganar bien no es<br />
necesario leer libros.*<br />
Ahora, si leer libros no es<br />
importante para ser aceptado<br />
socialmente, ni laboralmente.<br />
¿Qué es importante entonces?<br />
¿En manos de quién están las<br />
librerías? Me refiero a los encargados<br />
de éstas y al personal<br />
con genio, porque es ahí donde<br />
deben brotar las ideas de innovación<br />
y crecimiento cultural,<br />
también son ellos quienes deben<br />
contagiar a los demás, a los<br />
otros, a los que están en suspensión<br />
creativa.<br />
Tener una cultura general es<br />
la mejor herramienta de competitividad<br />
entre librerías, tomando<br />
en cuenta que una vez<br />
publicada la ley del libro (espero<br />
que sí se publique) la profesionalización<br />
en pro de una mejor<br />
atención marcará la diferencia<br />
entre libreros. No como sugiere<br />
Tanja Ringewaldt:<br />
Un buen librero no debe leer todos<br />
los libros, pero debe leer muchos<br />
catálogos de editoriales,<br />
muchas revistas bibliográficas y<br />
los suplementos culturales de los<br />
grandes diarios.*<br />
Esta recomendación es válida<br />
para exhibiciones temporales de<br />
quince días como máximo, pero<br />
no hay que olvidar que los diarios<br />
recomiendan obras galardonadas<br />
(que estoy de acuerdo<br />
deben ser tomadas en cuenta),<br />
novedades, chismes políticos,<br />
best-sellers, libros que apuntan<br />
a ventas rápidas, al mero efecto<br />
comercial.<br />
Sin embargo, Tanja tiene razón<br />
en que es imposible leer todos<br />
los libros; ¡incluso sería nocivo!;<br />
sólo hay que leer los necesarios<br />
para alcanzar un nivel de cultura<br />
En la entrada de su diario del<br />
29 de septiembre de 1931, durante<br />
su viaje por África, Michel<br />
Leiris resume sus impresiones<br />
del día en un párrafo rotundo: *<br />
«Siniestra cosa, esto de ser europeo.<br />
Cada vez soporto menos<br />
la idea de la colonización. Recaudar<br />
el impuesto, ésa es la gran<br />
preocupación. Pacificación, asistencia<br />
médica no tienen más que<br />
un fin: engatusar a la gente para<br />
que se deje engañar y pague el<br />
aceptable, y aprovechar esto para<br />
intentar cambiar nuestro entorno<br />
ya que éste es:<br />
La principal riqueza del hombre<br />
desde siempre. Desde siempre su<br />
peor enemigo y víctima.*<br />
Sería una gran falta a la verdad<br />
no admitir que la mayoría de<br />
las personas que fungen como<br />
encargados en las librerías se lo<br />
han ganado por el tiempo acumulado<br />
que llevan trabajando en<br />
éstas (ellos le llaman experiencia),<br />
pero una vez más apelo a<br />
su razón ¿Es tiempo de experiencia<br />
o tiempo de hacer lo<br />
mismo? Porque creo que hay<br />
una gran diferencia, lo dejo a su<br />
reflexión.<br />
Ya no podemos dejar que pase<br />
el tiempo sin tomar en serio<br />
nuestro compromiso como libreros.<br />
Me refiero principalmente<br />
a la «conversación», con nues-<br />
Contra la civilización<br />
Andrés Barba<br />
impuesto. Correrías en ocasiones<br />
sangrientas, con qué fin:<br />
recaudar el impuesto. Estudio<br />
etnográfico, con qué fin: hallarse<br />
en condiciones de aplicar una<br />
política más hábil para recaudar<br />
el impuesto». La mirada del<br />
colonizador sobre el salvaje es<br />
arrogante hasta que choca con<br />
la realidad que pretende modificar,<br />
hasta que empieza a dudar<br />
de la excelencia de su propia<br />
civilización. En ese limbo de la<br />
duda, en ese territorio de pasto<br />
común entre civilizaciones es<br />
donde se encuentra el marco de<br />
la mayoría de estos maravillosos<br />
cuentos de Maugham.<br />
tros clientes, con los colegas de<br />
profesión, con nosotros mismos.<br />
El que algunos clientes entren a la<br />
librería y nos traten con desdén<br />
es el resultado de los fenómenos<br />
sociales que se van presentando,<br />
pero también incide el vacío que<br />
nosotros reflejamos con la falta<br />
de compromiso.<br />
Llevo diez años trabajando en<br />
una librería, donde a lo largo de<br />
ellos he visto genios que se han<br />
perdido. La deshumanización<br />
va en aumento, es el libro, la<br />
educación, la cultura, así me lo<br />
parece, lo que puede salvarnos,<br />
nadie mejor que Milton para<br />
apuntarlo:<br />
Porque los libros no son cosas absolutamente<br />
muertas, antes contienen<br />
una potencia de vida que<br />
los hace tan activos cuanto al espíritu<br />
a cuya progenie pertenecen,<br />
y lo que es más, conservan, como<br />
redoma, la mas pura extracción y<br />
En este prólogo a la segunda edición en español de El temblar de una hoja de W. Somerset<br />
Maugham, Andrés Barba resalta uno de los aspectos más destacados de la pluma del gran<br />
escritor británico: su conciencia de la desgracia como sino de la existencia humana y, al<br />
mismo tiempo, como (única) posibilidad de toma de conciencia y ulterior transformación. En<br />
su lectura de Maugham, Barba aprecia cómo éste aprehendió con maestría lo imprevisible y<br />
lo doloroso de la existencia como paradójicas posibilidades de encontrarle un sentido y de<br />
vivirla con cierta apacibilidad.<br />
* El diario de Leiris se publicó más tarde<br />
con el título El África fantasmal. Hay una<br />
edición española en Pre-Textos, Valencia,<br />
2007.<br />
Parece una verdad literaria de<br />
primer orden que sólo es posible<br />
escribir con acierto de aquello que<br />
se ama o de aquello que se teme.<br />
A la luz de esa verdad uno podría<br />
hacer un listado tanto de las cosas<br />
temidas por Maugham en estos<br />
relatos (la locura, la convención<br />
formal, el alcohol, el embrutecimiento,<br />
la arrogancia) como de las<br />
amadas (la paz de espíritu, la sencillez,<br />
la bondad), sin llegar a hacerse<br />
por ello una idea clara de en<br />
qué reside exactamente su grandeza.<br />
El acierto de Maugham proviene<br />
más bien de una especial<br />
habilidad de hacer colindar territorios<br />
y personajes en conflicto<br />
eficacia de la inteligencia viviente<br />
que los engendrarán.*<br />
El libro no nos revela las respuestas<br />
a nuestra existencia, solo<br />
nos hace preguntarnos qué tan<br />
reales somos, y si algunos osaran<br />
hacerlo, sería un deber moral<br />
no difundirlos.<br />
*Bibliografía de las citas en orden de aparición.<br />
José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía.<br />
Gabriel Zaid, Los demasiados libros.<br />
Idem.<br />
Tanja Ringewaldt, Manual para libreros.<br />
Jacques Attali, Diccionario del siglo XXI.<br />
John Milton, Areopagítica.<br />
Víctor M. Becerra cursó estudios de Letras<br />
Hispánicas en la UNAM y ha trabajado los últimos<br />
diez años en las librerías del Fondo de<br />
Cultura Económica, en la actualidad en la<br />
libreria Octavio Paz.<br />
con esos otros territorios y personajes<br />
que les dan precisamente la<br />
pauta de su tragedia. Sin llegar a<br />
convertirse nunca en un previsible<br />
y tópico choque de antagónicos,<br />
los relatos aquí reunidos sorprenden<br />
siempre en algún quiebro que<br />
encamina las cosas hacia el lugar<br />
más insospechado y, a la vez, más<br />
propio. En ese sentido podría de-<br />
www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 5
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, El rollo, Tepeaca, Puebla, 1955.<br />
cirse que estos relatos están escritos<br />
a completa imagen y semejanza<br />
de la vida. Cuando los leemos tenemos<br />
la misma impresión que al<br />
recordar acontecimientos pasados<br />
que no comprendimos al vivirlos<br />
pero que, a la luz de la memoria y<br />
la experiencia, parecen de pronto<br />
precisos, como rodeados por una<br />
emanación, necesarios.<br />
La desgracia obliga siempre a<br />
reconocer como real aquello que<br />
no creemos posible. La desgracia<br />
nos ata a lo real y al mismo<br />
Se necesita un puente<br />
Arash Hejazi<br />
6 SP | JULIO 2008<br />
ENFRENTAR LA BRECHA:<br />
¿QUÉ HACES AQUÍ?<br />
Una mano me sacude. Abro los<br />
ojos con cansancio. Se trata de la<br />
adorable azafata del enorme avión<br />
de Lufthansa.<br />
«Nos estamos preparando para<br />
aterrizar señor», dice, «por<br />
favor enderece el respaldo de su<br />
asiento y abroche su cinturón de<br />
seguridad».<br />
Trato de moverme con torpeza.<br />
«Señor, ¿quisiera algo de beber<br />
antes de que aterricemos?»<br />
tiempo nos incapacita para superarlo,<br />
porque el hombre (es cosa<br />
sabida) sólo sobrevive gracias a<br />
la ficción elaborada y reelaborada<br />
mil veces de su memoria, de<br />
su afectividad, de su ser frente a<br />
los otros. Y en ese sentido estos<br />
cuentos de Maugham introducen<br />
en la ficción un personaje<br />
más: el alcohol.<br />
El alcohol como desinhibidor<br />
de la desgracia cumple una función<br />
en estos relatos de auténtico<br />
símbolo. Una de las últimas anotaciones<br />
de Simone Weil en ese prodigio<br />
de libro titulado La gravedad<br />
y la gracia dice algo que probablemente<br />
suscribiría sin pestañear<br />
Maugham referido a este libro:<br />
«La vida humana es imposible,<br />
pero sólo la desgracia logra que lo<br />
sintamos». Maugham reconoce<br />
que en la desgracia, si bien nos<br />
encontramos brutalmente estampados<br />
contra lo real, se producen<br />
verdaderas iluminaciones que de<br />
otra manera nunca habrían tenido<br />
lugar. Por eso no son más sabios<br />
quienes han sufrido más desgracias,<br />
sino quienes han sabido pensarlas<br />
con más valentía. En estos<br />
relatos hay personajes que se crecen<br />
en la desgracia y que conviven<br />
junto a otros a los que la desgracia<br />
les aniquila. La inteligencia<br />
con la que unos salen a flote, unida<br />
por contraste a la necedad o la<br />
debilidad de quienes se hunden<br />
hacen que este libro sea furibundamente<br />
contemporáneo y anacrónico<br />
a la vez. Hoy, que vivimos<br />
cada vez más en unas sociedades<br />
en las que la desgracia se ha convertido<br />
en la marca de la encarnación<br />
perfecta, en las que todo el<br />
mundo desea secretamente convertirse<br />
en víctima de algo para adquirir<br />
así un rostro ante los otros,<br />
muchas de estas figuras parecen<br />
haber perdido su esplendor, cuando<br />
lo cierto es que nos dan la pauta<br />
perfecta de nuestra enajenación.<br />
A cada tiempo su locura, a cada<br />
tiempo su sabiduría. La de este libro<br />
está perfectamente descrita<br />
en el propio título El temblar de una<br />
hoja tomado de la cita de Saint-<br />
Beuve con la que se abren los textos:<br />
«La felicidad extrema apenas<br />
está separada por el temblar de<br />
una hoja de la extrema desesperación».<br />
Si hay algo que atraviesa<br />
de parte a parte este maravilloso<br />
libro es precisamente la conciencia<br />
de nuestra fragilidad, el precario<br />
equilibrio de nuestros afectos<br />
y de nuestras convicciones. Y no es<br />
poca sabiduría para quien se atreva<br />
a pensarla hasta sus últimas<br />
consecuencias.<br />
Prólogo al libro El temblar de una hoja,<br />
de W. Somerset Maugham, cedido por<br />
Editorial Sexto Piso.<br />
CARAVAN BOOKS PUBLISHING HOUSE - IRÁN<br />
Mientras bebo mi agua, cierro<br />
los ojos y escucho el reporte<br />
que da el piloto sobre el clima de<br />
Frankfurt —la mayoría de las veces<br />
hace buen clima en octubre—,<br />
así como sus deseos de que hayamos<br />
tenido un buen vuelo y<br />
de vernos pronto de nuevo a bordo.<br />
Ese deseo se le concederá<br />
rápido ya que dentro de cinco<br />
días volaré a casa en el mismo<br />
vuelo. Esta vez, mi destino será<br />
Teherán, mi hogar.<br />
La Feria de Frankfurt siempre<br />
ha sido un festejo anual pa-<br />
VENTANA<br />
EDITORIAL<br />
ra mí. Atiendo algunos asuntos<br />
ahí, pero mi principal motivación<br />
para visitar la feria cada año<br />
nunca han sido los negocios como<br />
tal, sino mi intenso anhelo<br />
de acudir. Es una atmósfera en<br />
la que todo el mundo piensa sobre<br />
libros, vive los libros, respira<br />
y duerme los libros; todo en<br />
torno a algo que ya no se considera<br />
una necesidad práctica en<br />
nuestro mundo moderno y en la<br />
era de la información. Tan sólo<br />
dura cinco días, pero es muy satisfactoria<br />
e inspiradora; la parte<br />
www.spdistribuciones.com<br />
más intensa para mí es ver a mis<br />
amigos, editores de todas partes<br />
del mundo, con la triste —quizá<br />
no es triste pero de alguna manera<br />
extraña— sensación de que<br />
aunque somos amigos y vivimos<br />
para los libros, hay una gran brecha<br />
entre su mundo y el mío, que<br />
plantea preocupaciones que nadie<br />
cree y que presentan un reto<br />
muy distinto para un editor.<br />
COPYRIGHT: ¿DE QUÉ HABLAN?<br />
Cada vez que estoy en Frankfurt,<br />
veo a gente ansiosa, corriendo de<br />
una cita a otra, deseosa de hacer<br />
negocios, de encontrar un lugar<br />
en un mundo de la edición que<br />
resiste con valentía el peligro de<br />
la extinción. «¿Adónde van con<br />
tanta prisa?», fue mi impresión<br />
inicial la primera vez que fui a<br />
Frankfurt, y no tardé mucho en<br />
hallar la respuesta: a vender y a<br />
comprar derechos, la principal<br />
actividad de la mayoría de las<br />
ferias del libro importantes. Esto<br />
es algo que nunca ha sido un<br />
gran negocio para los editores<br />
iraníes, ya que Irán no reconoce<br />
ningún tratado internacional<br />
de derechos de autor. Es uno de<br />
los pocos países no suscritos a<br />
la Convención de Berna, a la WTO,<br />
al World Copyright Agreement,<br />
o a alguna otra convención que<br />
obligue a los editores a adquirir<br />
los derechos para editar un libro<br />
publicado fuera de Irán antes<br />
de traducirlo o editarlo. Por eso<br />
tenemos por lo menos 12 ediciones<br />
de Harry Potter, 5 de Cien<br />
años de soledad e incluso 4 traducciones<br />
distintas de Kafka en<br />
la orilla en las librerías iraníes,<br />
sin que se le pague al autor ni<br />
un centavo. Desde luego que existe<br />
un puñado de editores que en<br />
lo individual respetan los derechos<br />
de autor e intentan comprar<br />
los derechos para publicar<br />
un libro, pero esto no impedirá<br />
jurídicamente que otros editores<br />
publiquen el mismo libro<br />
con otra traducción, y los editores<br />
que paguen regalías tienen<br />
un problema con el precio del libro<br />
ya que, sin importar cuánto<br />
se esfuercen, no pueden competir<br />
con el precio de las ediciones<br />
no autorizadas de los mismos libros.<br />
El gobierno de Irán lleva<br />
mucho tiempo asegurando que<br />
www.spdistribuciones.com<br />
planea suscribirse a la Convención<br />
de Berna pero yo no he visto<br />
ningún esfuerzo en esta dirección<br />
en los últimos diez años.<br />
Por esta razón, la mayoría de<br />
los editores internacionales consideran<br />
que los editores iraníes<br />
somos piratas, y explicar la situación<br />
no ayuda mucho salvo<br />
por unos cuantos valerosos<br />
agentes, editores y autores que se<br />
arriesgan a ser publicados en<br />
Irán con regalías bajas o sin cobrar<br />
anticipos. El resto no cree<br />
que estemos diciendo la verdad.<br />
El copyright es una importante<br />
línea divisoria entre nuestros<br />
mundos, pero no es la principal.<br />
LA CENSURA: ¡NO MERECES SER<br />
PUBLICADO!<br />
Al ser una nación orgullosa de<br />
haber producido uno de los libros<br />
más ancestrales de la historia<br />
(Avesta, escrito por el poeta persa<br />
Zaratustra), y que cuenta con un<br />
trasfondo religioso en el que Dios<br />
jura por la pluma y lo que registra,<br />
1 es natural que sea difícil creer<br />
que nuestro gobierno sea uno de<br />
los pocos del mundo moderno y<br />
de la era digital que censure libros<br />
de manera oficial. Mientras<br />
los editores internacionales se<br />
apresuran de una cita a la otra para<br />
incrementar sus ganancias, nosotros<br />
temblamos cuando decidimos<br />
publicar un libro: «¿Nos<br />
permitirán hacerlo?»<br />
Nuestra constitución no reconoce<br />
de manera expresa la libertad<br />
de expresión: «La prensa es<br />
libre de expresar su opinión, a menos<br />
que sea contraria a los fundamentos<br />
del Islam o los derechos<br />
del pueblo, y la ley explicará los detalles»<br />
(Artículo 24, Constitución<br />
de la República Islámica de Irán).<br />
Los detalles nunca fueron<br />
explicados, más que en un acta<br />
promulgada por el Consejo<br />
Supremo de la Revolución Cultural<br />
(que no tiene rango de ley, al<br />
no ser promulgada por el Parlamento),<br />
que especifica los temas<br />
que «No merecen ser publicados»,<br />
por ejemplo: renunciar a<br />
los fundamentos de la religión;<br />
promover la corrupción moral;<br />
invitar a la sociedad a manifestarse<br />
y hacer disturbios contra el<br />
1 Corán, 68:1.<br />
Estado de la República Islámica de<br />
Irán; promover las ideas de grupos<br />
terroristas e ilegales y sectas<br />
corruptas y defender la monarquía;<br />
promover conflictos entre<br />
los varios grupos étnicos o religiosos<br />
o crear problemas en la<br />
unidad social y del país; burlarse<br />
y debilitar el orgullo nacional y<br />
el espíritu nacionalista, y crear una<br />
atmósfera de pérdida de valores<br />
nacionales ante la cultura y civilización<br />
de sistemas coloniales<br />
occidentales u orientales. 2<br />
Bien, pues éstos son los parámetros<br />
que el Ministerio de<br />
Cultura y Guía Islámica ha tomado<br />
en cuenta para emitir permisos<br />
de publicación de libros<br />
los últimos 20 años. Desafortunadamente,<br />
casi cualquier cuestión<br />
puede interpretarse como<br />
una violación de estas líneas<br />
rojas, en especial en cuanto<br />
hace a la «corrupción moral» y<br />
«pérdida de valores», para las<br />
que nadie puede dar una definición<br />
concreta.<br />
Los editores tienen que someter<br />
los libros a consideración del<br />
ministerio antes de poder publicarlos;<br />
no existe una vía jurídica<br />
para objetar la decisión de un censor,<br />
o para permitir que el sentido<br />
común juzgue la salud del libro<br />
editado. Hay un gigantesco sistema<br />
burocrático —costeado por el<br />
2 Acta de Lineamientos para la Publicación<br />
de Libros, promulgada en 1988 por el Consejo<br />
Supremo de la Revolución Cultural.<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Troncos, casa en ruinas y torres de Santa Prisca, década 1930 ó 1940.<br />
tesoro nacional iraní— de desistimiento<br />
previo fundamentado<br />
en el acta mencionada con anterioridad:<br />
los editores tienen que<br />
traducir, maquetar, editar e incluso<br />
corregir las pruebas antes<br />
de poder someter los libros a la<br />
consideración del Ministerio.<br />
Entonces los censores los leen.<br />
Si no encuentran problemas, emiten<br />
un permiso de publicación;<br />
si sí, anotan lo que debe eliminarse<br />
—en un pedazo de papel sin<br />
membrete ni firma— y el editor<br />
debe incorporar los cambios y<br />
volver a presentar el libro. Si se<br />
decide que el libro «no merece<br />
ser publicado» de ninguna manera,<br />
le transmiten la decisión<br />
al editor de manera verbal, sin<br />
prueba escrita. Y lo peor es que<br />
todo depende del gusto e interpretación<br />
individual de las personas<br />
que leen el ejemplar en el<br />
Ministerio de Cultura, cuya identidad<br />
nadie conoce.<br />
Con el permiso oficial en mano,<br />
el editor puede proceder a<br />
imprimir el libro. Pero una vez terminado,<br />
debe volverlo a entregar<br />
al ministerio, para que pueda<br />
revisar si los cambios y omisiones<br />
han sido incorporados y es sólo<br />
entonces que se emite un Permiso<br />
de Distribución —cuyo nombre<br />
oficial es Declaración de Recepción<br />
del Libro—. Pero esto no significa<br />
necesariamente que el libro pueda<br />
ser reimpreso. Cuando concluyó<br />
el periodo del presidente<br />
JULIO 2008 | SP 7
EDITORIAL IMPEDIMENTA<br />
Dos Delicatessen<br />
Editorial Impedimenta<br />
www.impedimenta.es<br />
ANDRÉS IBÁÑEZ<br />
El perfume<br />
del cardamomo<br />
Introducción de Félix Romeo<br />
««Puede que Andrés Ibáñez sea el escritor español más<br />
importante de su generación.»<br />
(José Mª Pozuelo Yvancos, ABC)<br />
NIKOLÁI LESKOV<br />
La pulga de acero<br />
Distribución en México: SP Distribuciones<br />
8 SP | JULIO 2008<br />
Traducción del ruso de Sara Gutiérrez<br />
Ilustraciones de Javier Herrero<br />
Introducción de Care Santos<br />
«Pensar en Leskov como narrador es acercarse a un arte<br />
perdido. Y La pulga de acero es su obra más excelsa.»<br />
(Walter Benjamin)<br />
Khatami y llegó al poder el presidente<br />
Amadinejhad, se declaró que<br />
el ministro de cultura de Khatami<br />
había autorizado miles de libros<br />
corruptos, por lo que cancelaron<br />
los permisos de publicación de<br />
cientos de títulos tan sólo en un<br />
año, lo cual llevó a varios editores<br />
al borde de la bancarrota.<br />
ENTONCES, ¿QUÉ ES LO QUE LEEN?<br />
Parece una cuestión extraña que,<br />
pese a todos estos problemas, la<br />
industria editorial iraní sea relativamente<br />
grande. Hay más de<br />
8000 editores registrados, de los<br />
cuales alrededor de 1200 publican<br />
más de 10 libros al año. Cada<br />
año, según reportes de la Casa<br />
del Libro Iraní (www.ketab.net),<br />
entran al mercado 18,000 nuevos<br />
libros. Son distribuidos principalmente<br />
en librerías (alrededor<br />
de 1500) independientes. No tenemos<br />
cadenas de librerías, que<br />
son el sector principal del sistema<br />
de distribución en la mayoría<br />
de los países occidentales.<br />
De regreso a casa en el avión<br />
de Lufthansa pienso: «Los editores<br />
internacionales difícilmente<br />
pueden comprender esta situación».<br />
Y lo más complicado de<br />
entender es que los iraníes leen<br />
bastante. Entre los editores internacionales<br />
que he conocido, los<br />
best-sellers son muy importantes<br />
pero, ¿cuáles son los best-sellers?<br />
Tengo la impresión de que es otra<br />
brecha entre nuestros mundos ya<br />
que, a excepción de Paulo Coelho<br />
y la serie de Harry Potter, que parecen<br />
ser best-sellers universales,<br />
la mayoría de los best-sellers internacionales<br />
no funciona en Irán.<br />
Ni Stephen King, John Grisham,<br />
Dan Brown, Daniel Steele o Mitch<br />
Albom. Los best-sellers en el mercado<br />
del libro iraní difieren de<br />
manera sustancial de los de otros<br />
lugares del mundo: Milan Kundera,<br />
Alain Robbe-Grillet, Marguerite<br />
Duras, Mario Vargas Llosa,<br />
Nietzsche, Kurt Vonnegut, Paul<br />
Auster, José Saramago; éstos son<br />
algunos de los best-sellers en Irán.<br />
AUTORES LOCALES: ¿HAY ALGUNA<br />
NUEVA VOZ EN GESTACIÓN?<br />
Aunque la traducción desempeña<br />
un papel importante en el<br />
mercado del libro iraní, los auto-<br />
res locales son muy importantes<br />
entre los lectores persas. Clásicos<br />
contemporáneos como Sadeq<br />
Hedayat (aunque ha sido completamente<br />
prohibido por el gobierno<br />
de Amadinejhad), Mahmood<br />
Dolatabadi, Sadeq Choobak,<br />
Hooshang Golshiri y otros son<br />
leídos con gran avidez por los<br />
iraníes. La nueva generación de<br />
escritores iraníes, que aún no<br />
ha sido traducida de manera extensa,<br />
se enfrenta al dilema de<br />
reconciliar el proceso creativo<br />
y la censura, lo cual parece casi<br />
imposible y ha producido mucha<br />
literatura barata pero que,<br />
en algunos casos —regidos por<br />
máximas como La necesidad es<br />
la madre de la invención y La<br />
práctica hace al maestro— ha<br />
resultado en la creación de nuevas<br />
voces y estilos —en especial<br />
de escritoras— que parecen ser<br />
más interesantes para los lectores.<br />
En ocasiones me refiero<br />
a esta nueva tendencia de la<br />
literatura persa como un «regreso<br />
a los orígenes», ya que<br />
me da la impresión de que los<br />
autores iraníes están regresando<br />
a la mundialmente conocida<br />
tradición de sus ancestros de<br />
contar historias; Rumi, Firdowsy<br />
y Khayam y los autores de<br />
Las mil y una noches: decir más<br />
con menos palabras y creer que<br />
hay más de lo que se aprecia a<br />
simple vista, así como la creación<br />
de una gran intratextualidad<br />
y de misterios. Autores como<br />
Shahrnoosh Parsipoor, Mohammad-Reza<br />
Kateb y Mohammad<br />
Mohammad-Ali (y otros más)<br />
son los más representativos.<br />
Quizá sea necesario tender un<br />
puente. Los editores de varios lugares<br />
del mundo pueden aprender<br />
de nosotros cómo sobrevivir, a<br />
pesar de todos los problemas que<br />
parecen derivados de un libro de<br />
George Orwell, lejos de los problemas<br />
de los best-sellers y las<br />
ganancias. Quizá nosotros podemos<br />
aprender de ellos cómo hacer<br />
mejores negocios.<br />
Por eso acudo cada año a<br />
Frankfurt en octubre.<br />
Traducción de Eduardo Rabasa<br />
Arash Hejazi (Teherán, 1971) es un novelista<br />
y editor iraní. Entre sus obras se cuenta<br />
La princesa de la tierra de la eternidad. Es<br />
editor de Caravan Books Publishing House<br />
y de la revista literaria Book Fiesta. Actualmente<br />
vive en Teherán.<br />
www.spdistribuciones.com<br />
Los epigramas de un escritor portátil<br />
Christopher Domínguez Michael<br />
Dandy, escéptico y esteta, Carlos Díaz Dufoo hijo aún no escapa de la sombra que instaura la<br />
normalidad literaria, a pesar de los esfuerzos para naturalizarlo. Domínguez Michael se acerca<br />
a la obra de quien fuera en su época un exquisito extemporáneo; una obra que se adapta, por<br />
su perfecto truncamiento, a la sensibilidad del nuevo siglo.<br />
La obra de Díaz Dufoo hijo, compruebo<br />
al hacer cuentas bibliográficas<br />
y críticas, se ha convertido<br />
en un pequeño clásico del siglo XX<br />
mexicano, en una de esas creaciones<br />
que acaban por resultar perfectas<br />
en su incompletud. O en su<br />
fracaso, como diría el propio Díaz<br />
Dufoo, autor de un diálogo sobre<br />
el éxito literario. Sus Epigramas<br />
alcanzan, con ésta, la octava edición<br />
(total o parcial) desde que<br />
aparecieron en 1927 en París, bajo<br />
el cuidado de Alfonso Reyes. El<br />
asunto tomó su tiempo y hubo que<br />
esperar hasta 1958 para que José<br />
Luis Martínez resucitara a Díaz<br />
Dufoo al incluirlo en el tomo primero<br />
de El ensayo mexicano moderno.<br />
Martínez mismo, usando<br />
como presentación la nota necrológica<br />
que publicase Julio Torri en<br />
1932, en la revista Examen, publicó<br />
Epigramas y otros escritos (INBA)<br />
en 1967. Serge I. Zaïtzeff reunió en<br />
1981 un volumen en el que se hacía<br />
compartir con la de Ricardo<br />
Gómez Robelo (1884-1924) toda<br />
la obra de Díaz Dufoo (Obras, FCE).<br />
A ese cuerpo establecido no se le<br />
ha agregado nada nuevo, hasta<br />
donde yo sé, e incluye, junto a los<br />
Epigramas, tres diálogos, dos obras<br />
de teatro (El barco, 1931 y Temis<br />
municipal, 1940), la «Carta a un<br />
amigo» (a Xavier Icaza en 1920),<br />
el «Ensayo de una estética de lo<br />
cursi», una reseña sobre Antonio<br />
Caso y la oración fúnebre en memoria<br />
de Miguel S. Macedo. Esas<br />
Obras se reimprimieron en 1983<br />
(Delegación Venustiano Carranza).<br />
En 1988 Beatriz Espejo hizo<br />
otra selección (El cuento contemporáneo,<br />
Material de lectura, 53,<br />
UNAM) y en 1989, yo mismo incluí<br />
a Díaz Dufoo en el tomo primero<br />
de la Antología de la narrativa mexicana<br />
del siglo XX. En 1993, finalmente,<br />
Luis Ignacio Helguera,<br />
quien habría de encontrarse con<br />
Díaz Dufoo en la muerte como se<br />
www.spdistribuciones.com<br />
había encontrado con su obra en<br />
vida, seleccionó algunos de los<br />
Epigramas en su Antología del<br />
poema en prosa en México (FCE).<br />
Escritor portátil y escritor-queno-escribe,<br />
como lo llamó Alfonso<br />
Reyes, Díaz Dufoo se adapta<br />
bien al temperamento del nuevo<br />
siglo. Releyéndolo, vuelvo a encontrar<br />
en él a un nietzscheano<br />
del tipo más agradable: seco y al<br />
grano, ajeno a la estridencia. Un<br />
nietzscheano rebajado por el<br />
escepticismo, como el Paul Valéry<br />
de los últimos años, el de Tel Quel<br />
(1941-1943), que Díaz Dufoo quizá<br />
ya no leyó.<br />
«El espíritu crea al espíritu»,<br />
escribió ese dandy perfecto que<br />
recuerda Castro Leal y quien es<br />
también, por nervioso y por suicida,<br />
una anticipación de Jorge<br />
Cuesta. Pero Díaz Dufoo fue esencialmente<br />
un esteta: su crítica de<br />
lo natural viene de Oscar Wilde y<br />
su principal nutriente fue Walter<br />
Pater.<br />
Quince años antes que Ramón<br />
Gómez de la Serna, quien<br />
publicó su Ensayo sobre lo cursi<br />
en 1934, Díaz Dufoo publicó, en<br />
1916, «Ensayo de una estética de<br />
lo cursi», su pieza de resistencia.<br />
Comparando ambos ensayos se<br />
puede fijar la frontera, el límite,<br />
en el cual se quedó el autor de<br />
los Epigramas. Más eduardiano<br />
(para decirlo a la inglesa) que finisecular,<br />
Díaz Dufoo aparece ya<br />
despojado del oropel decadentista<br />
y de sus erotomanías, pero<br />
también es un autor (o un proyecto<br />
de escritor) que, inmune<br />
a la vanguardia, no entiende cabalmente<br />
que su mundo se extinguió<br />
en 1914.<br />
Para Ramón, como para Hermann<br />
Broch, que lanza en 1933<br />
su teoría del kitsch, lo cursi forma<br />
parte de un fondo barroco<br />
(para decirlo a la española) actualizado<br />
y regurgitado, fondo del que<br />
proviene también un cursi más<br />
radical (con todo y su angelología)<br />
como Eugenio D’Ors.<br />
Díaz Dufoo se siente —lo dice—<br />
en una «época sensual, crítica,<br />
erudita, agnóstica y mística»<br />
y rechaza, desde un esteticismo<br />
frío, calculado y flemático ese<br />
principio de la opereta del que<br />
se servirá Ramón (que nació en<br />
1888 como Díaz Dufoo) para hacer<br />
vanguardia. Díaz Dufoo todavía<br />
levanta, denunciándolo, en 1916,<br />
un índice de cursilería que incluye<br />
a Georges Ohnet y sus novelas<br />
y dramas, las romanzas de Francesco<br />
Tosti y a Gumpelino, una de<br />
las figuras satíricas que Heine en<br />
Los baños de Lucca utilizó para ridiculizar<br />
al supuestamente cursi<br />
August Von Platten (por cierto, un<br />
gran epigramista).<br />
El epigrama, en Díaz Dufoo,<br />
quizá se nutre más de Schopenhauer<br />
que de Nietzsche (se nota<br />
menos el primero que el segundo<br />
y eso falsea el efecto), compite<br />
sin demasiada convicción con<br />
Wilde y se da el pequeño lujo de ignorar<br />
la greguería, para terminar<br />
produciendo ese sosiego propio<br />
del falso borrador, esa conformidad<br />
que Valéry encontraba en hacer<br />
del texto abandonado lo mismo<br />
una garantía de clasicismo que un<br />
experimento.<br />
Pueden agruparse en distintos<br />
gustos o familias estos epigramas<br />
e inscribirse en algún templo<br />
neopagano («El arte es llorar lágrimas<br />
dulces») o leerse y borrarse<br />
en una pantalla de computadora<br />
(«Regalaba, generosamente, las<br />
ideas ajenas»). Los hay ingenuos,<br />
como el que dice que «Todo le<br />
parecía definitivo porque no había<br />
pensado que su dios era un<br />
hombre». Los hay resueltamente<br />
heroicos: «El diario suplicio de la<br />
idea prestada. La diaria fatiga de<br />
la idea que se presta.» Algunos<br />
otros, como aquel que dice «Contempla<br />
su alma a la luz de la luna»,<br />
remiten a la agonía musical<br />
del modernismo y en ese sentido<br />
no fue mala la idea de Zaïtzeff al<br />
compilar la obra de Díaz Dufoo<br />
junto a la del mórbido y senescente<br />
Gómez Robelo. A veces,<br />
Díaz Dufoo se rebaja y una máxima<br />
tan filistea como ésta, proveniente<br />
de los Epigramas, parece<br />
hecha al gusto de José Vasconcelos,<br />
quien la repetía: «De los libros<br />
valen los escritos con sangre,<br />
los escritos con bilis y los escritos<br />
con luz.»<br />
Fragmento del epílogo al libro Epigramas,<br />
de Carlos Díaz Dufoo hijo, que Tumbona<br />
Ediciones pondrá próximamente en<br />
circulación dentro de la colección Píldoras<br />
amargas.<br />
JULIO 2008 | SP 9
10 de 10<br />
Lolita Bosch<br />
Mi primer libro favorito es Pedro<br />
Páramo. El primero que tuve me<br />
lo regaló mi padre el día que cumplí<br />
16 años, en una edición española<br />
que tenía notas al pie que<br />
aclaraban cosas como «milpa:<br />
campo de maíz». De modo que<br />
mi primer libro favorito es Pedro<br />
Páramo en la edición española de<br />
Cátedra. Por ese libro, fue que yo<br />
me trasladé a vivir a México.<br />
Mi segundo libro es Madame<br />
Bovary si lo puedo acompañar de<br />
esta anécdota: Años después estaba<br />
dando la materia de Literaturas<br />
fuera del canon en la Universidad<br />
del Claustro de Sor <strong>Juan</strong>a y<br />
les pedí a los alumnos que leyeran<br />
la novela de Flaubert antes de<br />
dar inicio al curso. ¿Les gustó?, les<br />
pregunté el primer día de clase.<br />
A mí no, me contestó un hombre<br />
joven. ¿Por qué?, quise saber. Y<br />
me contestó: porque estoy en contra<br />
de la infidelidad.<br />
Mi tercer libro favorito es un libro<br />
de otro tiempo, otro momento.<br />
Lo escribió la novelista sueca<br />
Selma Lagerlöf y es El maravilloso<br />
viaje de Nils Orgenson: Una narración<br />
para niños que leía en mi<br />
escuela rural cuando era pequeña,<br />
mientras mi maestro daba clases<br />
10 SP | JULIO 2008<br />
a los alumnos de los otros grados<br />
con los que compartíamos aula y<br />
nosotros, leyendo, esperábamos<br />
nuestro turno para aprender.<br />
Mi cuarto libro favorito: Diccionario<br />
de ideas afines, de Fernando<br />
Corripio. Una edición de<br />
1990 que me llevo cuando viajo y<br />
que se ha convertido en un fetiche<br />
de mi escritura. Entre sus hojas:<br />
un envoltorio de chocolate peruano<br />
Sublime, un volante del corto<br />
Zurdos que dirigió en la ciudad de<br />
México Eduardo Márquez y un<br />
mapa para llegar a Indian Gate,<br />
uno de mis restaurantes favoritos<br />
en Barcelona.<br />
Mi quinto libro favorito son las<br />
obras completas de Oliverio Girondo<br />
en la edición que me regaló<br />
una amiga el 8 de enero de 1996<br />
en un complejo habitacional de<br />
Copilco. Lo publicó Losada Argentina<br />
en 1968 y en sus hojas<br />
centrales está El espantapájaros<br />
ilustrado por el propio autor. Un<br />
libro fascinante.<br />
Mi sexto libro favorito probablemente<br />
sea el Tao Te King<br />
de Lao Tse en una edición que<br />
había en mi casa cuando yo era<br />
pequeña y en cuya primera página,<br />
con letra de niña, escribí:<br />
«1979. Y aquel que liberado del<br />
orgullo, no desprecie ni a hombres<br />
ni a animales, podrá sentir<br />
el alma del oriente y pasar ante<br />
ella en Kamakura». En la estantería<br />
de casa de mi madre estaba<br />
junto a una edición de Las<br />
mil y una noches que había sido<br />
de mi abuelo. Dos libros absolutos<br />
que encerraban el mundo.<br />
El séptimo libro en el que pienso<br />
para hacer esta lista absolutamente<br />
casual que estoy<br />
escribiendo de noche en Barcelona<br />
y que cambiaría radicalmente<br />
mañana, de día, es<br />
Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski.<br />
Sin duda, rendida.<br />
Por todo, mi octavo libro favorito<br />
son los dos volúmenes del<br />
diccionario de María Moliner.<br />
Por los catorce años que se tardó<br />
en escribirlo, por la pasión con<br />
que siguió trabajando a pesar de<br />
la censura franquista, por sus definiciones<br />
exquisitas y absolutamente<br />
precisas, por su trabajo de<br />
bibliotecaria en un rincón apartado<br />
de España y por su muerte en<br />
este exilio interno que padeció<br />
siempre. Sin duda el libro que he<br />
querido tener durante más tiempo.<br />
Finalmente me lo regaló mi<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Carreta jalada por una yunta, década de 1930.<br />
LOS 1O DE...<br />
madre la Navidad pasada y ahora<br />
que escribo lo tengo enfrente. Y<br />
leo: «Enfrente. Expresa la situación<br />
respecto al espectador o a<br />
otra cosa de algo que está a cierta<br />
distancia de ellos».<br />
Mi noveno libro favorito es o<br />
Poema de la rosa als llavis de Joan<br />
Salvat-Papasseit o Nocturnos, de<br />
Xavier Villaurrutia. Antes, cuando<br />
llegué a vivir a México, leía<br />
Nocturnos en casa de mi amiga<br />
Patricia. Ahora tengo varias ediciones<br />
y me gusta, sobre todo,<br />
recitar en voz alta y como si cantara<br />
el «Nocturno rosa», que el<br />
poeta le dedicó a José Gorostiza y<br />
que comienza diciendo:<br />
Yo también hablo de la rosa.<br />
Pero mi rosa no es la rosa fría<br />
ni la de piel de niño,<br />
ni la rosa que gira<br />
tan lentamente que su<br />
[movimiento<br />
es una misteriosa forma<br />
[de la quietud.<br />
Un libro que me parece, a la<br />
vez, infantil y adulto, inocente y<br />
roca. Lluvia como las gotas de<br />
<strong>Juan</strong> Vicente Melo y todo.<br />
Y mi décimo libro favorito podría<br />
ser el que estoy leyendo ahora:<br />
la autobiografía que Albert<br />
Speer, el arquitecto del Tercer<br />
Reich, escribió durante los veinte<br />
años de reclusión que pasó en la<br />
prisión de Spandau. Las publicó<br />
Acantilado en 2006 y lleva por<br />
título Memorias.<br />
¡Ja! Como si esto fuera capaz<br />
de sintetizarlo todo.<br />
Lolita Bosch (Barcelona, 1970) es licenciada<br />
en filosofía por la Universidad de Barcelona<br />
y tiene un posgrado en letras por la UNAM. A<br />
sus treinta y ocho años ha publicado una<br />
decena de libros entre novelas, literatura infantil<br />
y la antología Hecho en México publicada<br />
simultáneamente con la celebración<br />
del festival «Fet a Mèxic» que ella organizó<br />
en el 2007. Ha recibido diversos premios<br />
entre los que destacan el Premio Talento<br />
FNAC por su novela La persona que fuimos y<br />
el Premi Òmnium Cultural d’Experimentació<br />
Literària por su novela escrita en catalán Això<br />
que veus és un rostre. Ha vivido en México,<br />
Barcelona, Estados Unidos y la India.<br />
www.spdistribuciones.com<br />
éxico de<br />
pecialioquelado<br />
0, México, DF<br />
aquinaria,<br />
rtes mecánicas<br />
y asesoría<br />
Hidalgo, 11860,<br />
o, 11550, México, DF<br />
m/go/indigo<br />
bución<br />
5]<br />
3, Copilco Universidad,<br />
5616 3172<br />
74 | Comercialización | PROVEEDORES Directorio de la Industria Editorial Mexicana<br />
www.conatril.com<br />
T (55) 5600 3183, 5600 2606<br />
www.back-logis.com.mx<br />
Director general Antonio Rodríguez Villanueva<br />
www.jccreactivo.com.mx<br />
Director Carlos Arriaga<br />
Directora comercial nacionales<br />
Mabyco [1615]<br />
Cavalier Logistic Mexico [1625]<br />
Guiset Lourdes Masgo Yzaguirre<br />
Xola 1610, Narvarte, Benito Juárez, 03020, México, DF<br />
Av. 551 146, San <strong>Juan</strong> de Aragón 2a sec., Gustavo A. Madero,<br />
Corpdisplay [1605]<br />
T (55) 5440 4617, 5519 9918 F 5519 4004<br />
07920, México, DF<br />
Corporación Display, S de RL de CV<br />
ventas@mabyco. com<br />
T (55) 2603 0490 F 5551 1958<br />
Av. Héroes de Nacozari Nte. 2401-2, Frac. Las Hadas, 20140, www.mabyco. com<br />
direccion.general@cavalierint.com.mx<br />
Aguascalientes, Ags<br />
www.cavalierint.com.mx<br />
T (449) 912 8370, 01 800 343 4344<br />
Muró Habana [1616]<br />
Director general Adolfo Va rgas Vá zquez<br />
info@corpdisplay.com<br />
Somos una empresa enfocada a proveer soluciones de<br />
Gerente general AlbertoCastro www.corpdisplay.com<br />
mobiliario a personas y empresas relacionadas con libros Promologistics, SA de CV [1626]<br />
Presidente Rodolfo Reynoso<br />
| Especialidad: Diseño y fabricación de libreros, muebles Av. Constituyentes 908, Lomas Altas, Miguel Hidalgo, 11950,<br />
Creatti Comunicación, SA de CV [1606]<br />
para lectores y la industria editorial<br />
México, DF<br />
Blvd. Manuel Ávila Camacho 271, piso 2, Los Morales, Miguel Sur 81 269-C, Merced Balbuena, Ve nustiano Carranza, 15810, T (55) 9140 2300 F 9140 2301<br />
Hidalgo, 11510, México, DF<br />
México, DF<br />
ventas@promologistics.com.mx<br />
T (55) 5395 1370<br />
T (55) 5761 5469<br />
www.promologistics.com.mx<br />
creatti@creatti.com<br />
Dueño Alejandro Rivera<br />
Ejecutiva Minerva Peña<br />
www.creatti.com<br />
sabioarivera@yahoo.com<br />
Di Internacional [1607]<br />
Mexicaltzingo 2138, Lafayette, 44150, Guadalajara, Jal<br />
Notrac Acabados en Cartón [1617]<br />
T (33) 3343 7159, 3343 7160<br />
Av. 16 de Septiembre 445, Industrial Alce Blanco, 53370,<br />
contacto@di-internacional.com<br />
Naucalpan de Juárez, Méx<br />
Aeromexpress, SA de CV [1627]<br />
www.di-internacional.com<br />
T (55) 5359 0103<br />
Av. Te xcoco S/N esq. Av. Tahel, Peñón de los Baños, 15620,<br />
Display [1608]<br />
aochmann@exnotrac.com<br />
México, DF<br />
Comunicación Integral de México<br />
www.exhibidoresnotrac.com.mx<br />
T (55) 5133 0237, 5133 0333, 5133 0203 F 5133 0216<br />
1a Cda. de Oriente 259-24, Agrícola Oriental, Iztacalco, 08500, Qualton [1618]<br />
contacto@aeromexpress.com.mx<br />
México, DF<br />
San Lorenzo 106-402, Del Valle, Benito Juárez, 03100,<br />
www.aeromexpress.com.mx<br />
T (55) 3616 1441, 3616 1442 F 2235 8236<br />
México, DF<br />
Gerente de ventas internacionales Eduardo Galindo Trujillo<br />
ventas@display.com.mx<br />
T (55) 5559 7167, 01 800 654 1264<br />
DHL Express México, SA de CV [1628]<br />
www.display.com.mx<br />
denisse@qualton.com.mx<br />
Mensajería y paquetería<br />
Estructuras Metálicas [1609]<br />
www.qualton.com.mx<br />
Av. Fuerza Aérea Mexicana 540, Federal, Venustiano Carranza,<br />
Diseño y fabricación de stands en todo tipo de polímeros Qualton Monterrey [1619]<br />
15700, México, DF<br />
y metales en general. Asesoría en presupuesto | Espe-<br />
Cumbres del Aconcagua 102, Cumbres Elite, 66050,<br />
cialidad: Diseño, fabricación, logística de instalación y<br />
Monterrey, NL<br />
asesoría en materiales<br />
T (81) 1158 5716<br />
Calz. de las Águilas 1265-16, Puente Colorado, Álvaro<br />
laura@qualton.com.mx<br />
Obregón, 01460, México, DF<br />
Sistemas de Exposición Cancún [1620]<br />
T (55) 1836 2563, 5635 4809, 3708 5191<br />
Blvd. Kukulcán km 9, zona Hotelera, 77500, Cancún, QR<br />
yyeana@gmail.com<br />
www.exposystems.com.mx<br />
www.myspace.com/yeanna<br />
Sistemas de Exposición México [1621]<br />
Yeana González López de Nava<br />
Huepac 8, Magdalena Mixhuca, Venustiano Carranza, 15850,<br />
Expo Libro [1610]<br />
México, DF<br />
Eduardo Rodríguez López<br />
T (55) 5764 2886, 01 800 719 1287<br />
Tlalpan 4226, San Lorenzo Huipulco, T lalpan, 14370, México, DF www.exposystems.com.mx<br />
T (55) 5485 8383<br />
T+T Diseño [1622]<br />
expo_eduardo@hotmail.com<br />
Fuente de Pirámides 1-604, Lomas de Te camachalco, 53950,<br />
Expomex [1611]<br />
Naucalpan de Juárez, Méx<br />
Productividad Integral, SA de CV<br />
T (55) 5675 2196, 5641 1989<br />
Isaac Garza 2423, 64010, Monterrey, NL<br />
ventas@tmast.com.mx | www.tmast.com.mx<br />
T (81) 8150 5777<br />
ventas@expomex.com<br />
www.expomex.com<br />
Expomobil, sistemas de exhibición [1612]<br />
Advanced Marketing, S de RL de CV [1623]<br />
Chupícuaro 64, Letrán Valle, Benito Juárez, 03650, México, DF Calz. San Francisco Cuautlalpan 102, Bodega D, San Francisco<br />
T (55) 5539 8993, 1454 4615<br />
Cuautlalpan, 53569, Naucalpan de Juárez, Méx<br />
buzon@expomobil2.com<br />
T (55) 2451 5109 F 2451 5100<br />
www.expomobil2.com<br />
ericka.cruz@btol.com<br />
GrácaDigital [1613]<br />
www.advmkt.com<br />
Peniques 69, Simón Bolívar, Venustiano carranza, 15410,<br />
Director general Raynier Picard y del Prado<br />
México, DF<br />
Back Logis, SA de CV [1624]<br />
T (55) 3542 2077, 3542 2069<br />
Soluciones de administración logística para las editoria-<br />
informes@gracadigital.com.mx<br />
les modernas<br />
www.gracadigital.com.mx<br />
Calz. de los Remedios 60, Bosque de los Remedios, 53458,<br />
JC Creativo [1614]<br />
Naucalpan de Juárez, Méx<br />
11 de Enero de 1861 2110, Leyes de Reforma, Iztapalapa,<br />
T (55) 5363 0804, 5363 0778 F 5363 0804<br />
09310, México, DF<br />
info@back-logis.com.mx<br />
26 | Libros | EDITORIALES Directorio de la Industria Editorial Mexicana<br />
déame, SA de CV [314]<br />
Calz. de la Viga 1281, Reforma Iztaccíhuatl, Iztacalco, 08840,<br />
México, DF<br />
T (55) 5633 6599 F 5634 4232<br />
deame04@prodigy.net.mx<br />
fael Ortega Rizo<br />
pac Editorial, SA de CV [315]<br />
os jurídicos<br />
rid 21-319, Tabacalera, Cuauhtémoc, 06030, México, DF<br />
5592 0306, 5592 0330<br />
tl@hotmail.com<br />
entante legal Marco Antonio Díaz de León<br />
ión Profesional<br />
lizada, SA de CV [316]<br />
e 430, piso 2, Hipódromo de la Condesa, Cuauhté-<br />
0, México, DF<br />
6 1204, 5286 2916, 5286 4436<br />
pe.com.mx<br />
zfeldt Willcock<br />
ns [317]<br />
or Zimpfer Books Latin America<br />
ditions.com<br />
orial Lagares<br />
de CV [318]<br />
-402, Frac. Los Álamos, 53230, Naucalpan<br />
5240 1296, 5240 1297, 5240 1298<br />
mx<br />
seco Aguilera<br />
ioneslagares.com<br />
Bellas Artes (INBA) [319]<br />
ampo Marte S/N, mod. A, piso 3,<br />
adb@prodigy.net.mx<br />
www.alejandrialibros.com.mx<br />
Director general Ignacio Camarillo Ruiz<br />
Gerente de ventas Ana María García<br />
Almo Ediciones y Distribuciones [1546]<br />
Laguna del Carmen 146-C, Anáhuac, Miguel Hidalgo, 11320,<br />
México, DF<br />
T (55) 5396 4123, 5396 4766<br />
grupoexodo@prodigy.net.mx<br />
Ventas Samuel Ávila Negra<br />
samuelexodo@prodigy.net.mx<br />
Amazonas Distribuidora, S de RL de CV [1547]<br />
San Francisco 1384, PB C, Del Valle, Benito Juárez, 03100,<br />
México, DF<br />
T (55) 5559 0189, 5575 2301 F 5559 5742<br />
amazonasdis@yahoo. com.mx<br />
Directora general Leyla Bibiana Cangrejo Aljure<br />
Gerente comercial Luis Nayib Cangrejo Aljure<br />
amazonasdis@prodigy.net.mx<br />
Casa <strong>Juan</strong> Pablos. Centro Cultural [1548]<br />
Imprenta de <strong>Juan</strong> Pablos, SA<br />
Malintzin 199, Del Carmen, Coyoacán, 04100, México, DF<br />
T (55) 5554 1056, 5659 0252 F 5659 4480<br />
www.casajuanpablos.com<br />
Directora Blanca Sánchez imprejuan@prodigy.net.mx<br />
Directora administrativa Mariela Noel Calcagno Almada<br />
mariela_calcagno@prodigy.net.mx<br />
Colofón, SA de CV [1549]<br />
Sellos Anagrama, Trotta, El Acantilado, Herder, RBA, Siruela,<br />
Almadía, Atalanta, Sígueme<br />
Franz Halls 130, Alfonso XIII, Álvaro Obregón, 01460,<br />
México, DF<br />
T (55) 5615 5041 F 5615 5332<br />
colofon@prodigy.net.mx<br />
Director general Ramón Cifuentes Nava<br />
Director comercial Luis Nuñez Becerril<br />
Comercializadora Impulsa [1550]<br />
San Martín de Porres 3661, Jardines de los Arcos, 44500,<br />
Guadalajara, Jal<br />
T (33) 3343 0612 F 3343 0612<br />
comimpulsa@yahoo.com.mx<br />
www.impulsa.com.mx<br />
Directora comercial Mónica Melania Treviño Curiel<br />
PROVEEDORES | Comercialización | 71<br />
El DIEM busca poner en contacto<br />
a los diversos agentes de la industria del libro<br />
Si sus datos no están incluidos,<br />
regístrese ahora mismo para la edición 2009:<br />
www.libraria.com.mx/diem<br />
Chapultepec Polanco, Miguel Hidalgo, 11560, México, DF<br />
Avenida Eugenio Garza Sada 2501, edif. CETEC, T,Tecnológico,<br />
T (55) 5280 5474, 5280 7097 F 5280 4865<br />
64849, Monterrey, NL<br />
infoinba@inba.gob.mx<br />
T (81) 8328 4367 F 8328 4456<br />
www.bellasartes.gob.mx<br />
catedra@itesm.mx<br />
Directora general María Te resa Franco González Salas<br />
www.itesm.mx/catedra<br />
Instituto Nacional de Ciencias Penales, AP [320]<br />
Dora Esthela Rodríguez<br />
Sellos Iter Criminis<br />
der@itesm.mx<br />
Publicaciones en su mayoría dedicadas a temas relacio- Proyectos editoriales Dalia Valdez Garza<br />
nados con el derecho penal y criminología<br />
dalia.valdez@itesm.mx<br />
Magisterio Nacional 113, Tlalpan, Tlalpan, 14000, México, DF Intersistemas, SA de CV [323]<br />
T (55) 54871 500 e 1571, 5487 1500 e 1667<br />
Empresa editorial mexicana cuya misión es divulgar<br />
F 5487 1500 e 1674<br />
ideas y conocimientos de vanguardia en medicina<br />
publicaciones@inacipe.gob.mx<br />
y salud<br />
www.inacipe.gob.mx<br />
Aguiar y Seijas 75, Lomas de Chapultepec, Miguel Hidalgo,<br />
Directora Citlali Marroquín Rodríguez<br />
11000, México, DF<br />
citlali.marroquin@inacipe.gob.mx<br />
T (55) 1107 0190, 5520 2073 F 5540 3764<br />
Subdirector <strong>Juan</strong> Carlos Gómez<br />
intersistemas@intersistemas.com.mx<br />
juan.gomez@inacipe.gob.mx<br />
www.medikatalogo.com.mx<br />
Asistente Alberto Lujambio<br />
Publisher Alejandro Bravo Valdez<br />
alberto.lujambio@inacipe.gob.mx<br />
abravo@intersistemas.com.mx<br />
Instituto Nacional de Ecología [321]<br />
Director comercial Jaime Guevara<br />
Periférico Sur 5000, Insurgentes Cuicuilco, Coyoacán, 04530, jguevara@intersistemas.com.mx<br />
México, DF<br />
Director general Pedro Ve ra Garduño<br />
T (55) 5424 6400, 5424 6435 F 5424 5241<br />
Iure Editores, SA de CV [324]<br />
gaceta@ine.gob.mx | www.ine.gob.mx<br />
Obras jurídicas<br />
Director de publicaciones Raúl Marco del Pont Lalli<br />
Av. Polanco 75, Bosque de Chapultepec, Miguel Hidalgo,<br />
pmarco@ine.gob.mx<br />
11580, México, DF<br />
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores<br />
T (55) 5280 0661, 5280 0809<br />
de Monterrey (ITESM), AC [322]<br />
F 5280 5997<br />
Sellos Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey<br />
iurepromocion@empreserelt.com<br />
Sensibiliza a la comunidad sobre el papel de las humani- www.iureeditores.com<br />
dades a través de conferencias y publicaciones<br />
Jaime Arvizú Lara<br />
PROVEEDORES<br />
Comercializadora Itzma, SA de CV [1551]<br />
Illescas 73, coto Toledo, Nueva Galicia, 45560, T lajomulco de<br />
Zúñiga, Jal<br />
T (33) 3693 0562 F 3693 0562<br />
veronica@crearte.com.mx<br />
Directora general Ve rónica Pérez Madrigal<br />
Corporación Gairet, SA de CV [1552]<br />
Cerro de las Campanas 3-311, San Andrés Atenco, 54040,<br />
Tlalnepantla de Baz, Méx<br />
T (55) 5220 1900 F 5220 9700<br />
www.gairet.com.mx<br />
Director general José Maya Sevilla<br />
Director comercial Jorge Muñoz Islava<br />
Pablo N. Díaz Enciso [1553]<br />
Distribuidores de varias editoriales, tanto nacionales<br />
como españolas, principalmente en ferias | Especialidad:<br />
Ciencias y humanidades, libros de texto<br />
José María Iglesias 11-9, Ta bacalera, Cuauhtémoc, 06030,<br />
México, DF<br />
T (55) 5591 0500, 1544 4381<br />
libsparta@prodigy.net.mx<br />
Gerente comercial Pablo N. Díaz Enciso<br />
pablo_diaz@prodigy.net.mx<br />
Distribición y Planeación Papelera, SA de CV [1554]<br />
Lago Peypus 205, Anáhuac 1a sec., Miguel Hidalgo, 11320,<br />
México, DF<br />
T (55) 5254 0253, 5254 7975<br />
compras@dyppsa.com<br />
www.dyppsa.com<br />
Director Emilio Fernández Olmedo<br />
Distribuciones Trilce [1555]<br />
Martha Nava Calderón<br />
Chimalyocotl 53, To riello Guerra, Tlalpan, 14050, México, DF<br />
T (55) 5424 2669 F 5528 2815<br />
libreriatrilce@hotmail.com<br />
Comercialización | Logística<br />
Comercialización | Paquetería<br />
y mensajería<br />
www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 11
Vivir con extranjeros 1<br />
Zygmunt Bauman<br />
Este ensayo del prestigiado sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, dividido en 3 partes, «Confianza<br />
y temor en la ciudad», «En busca de refugio en la caja de Pandora» y «Vivir con extranjeros»,<br />
aborda diversos temas que podemos englobar en tres conceptos principales: anhelo de<br />
seguridad en las sociedades modernas, la convivencia intercultural y la exclusión social. El tercer<br />
capítulo, del cual presentamos un extracto, nos habla sobre la marcada división que reina<br />
actualmente entre los seres humanos y enseña la cara de «los superfluos», los que están fuera<br />
de la «sociedad global» —específicamente los extranjeros—, y el cómo hacen frente no sólo a su<br />
propia diferencia social, sino al rechazo que conlleva haber cruzado una frontera hacia un lugar<br />
al que no fueron invitados.<br />
Vivir en una ciudad significa vivir<br />
en compañía, en compañía de<br />
extranjeros. Nunca dejaremos<br />
de ser extranjeros: nos mantendremos<br />
como tales, sin interés<br />
en interactuar, pero, por ser vecinos<br />
los unos de los otros, des-<br />
1 Transcripción de la intervención de<br />
Zygmunt Bauman en el congreso «Fiducia<br />
e paura nella città», celebrado en Milán en<br />
marzo de 2004, y reproducida en el presente<br />
libro a modo de síntesis de los dos<br />
ensayos precedentes.<br />
12 SP | JULIO 2008<br />
tinados a enriquecernos recíprocamente.<br />
Hay una paradoja que hoy<br />
es absolutamente relevante; no<br />
se trata de una paradoja psicológica,<br />
sino lógica. Cuanto más<br />
reducidos son el espacio y la distancia,<br />
mayor importancia les<br />
atribuye la gente; cuanto más se<br />
desvaloriza el espacio, menos<br />
protectora es la distancia y más<br />
obsesivamente la gente traza y<br />
altera fronteras. Y es en espe-<br />
cial en las ciudades donde se<br />
produce esta furiosa actividad<br />
de trazar y alterar las fronteras<br />
entre las personas.<br />
Frederik Barth, el gran antropólogo<br />
noruego contemporáneo,<br />
ha puesto de relieve que, en<br />
contra de la errónea opinión común,<br />
las fronteras no se trazan<br />
para separar diferencias, sino<br />
que, por el contrario, cuando se<br />
trazan fronteras es precisamente<br />
cuando surgen de improviso las<br />
diferencias, cuando nos damos<br />
cuenta y tomamos conciencia de<br />
su existencia. Dicho de un modo<br />
más claro: emprendemos la búsqueda<br />
de diferencias justamente<br />
para legitimar las fronteras.<br />
www.spdistribuciones.com<br />
Si miramos a nuestro alrededor<br />
veremos a otros individuos<br />
iguales que nosotros. Por mucho<br />
que busquemos no encontraremos<br />
a nadie que sea exactamente<br />
igual a uno mismo. Todos y<br />
cada uno de nosotros estamos<br />
hechos tan solo de diferencias;<br />
en el planeta hay 6.000 millones<br />
de hombres y mujeres, pero<br />
cada uno de ellos es diferente<br />
de los demás; no hay individuos<br />
absolutamente idénticos, es imposible.<br />
Existimos porque somos<br />
diferentes, porque tenemos<br />
diferencias, y sin embargo algunas<br />
de estas diferencias nos<br />
molestan y nos impiden interactuar,<br />
ser amistosos, demostrar<br />
interés por los demás, preocuparnos<br />
el uno por el otro, ayudarnos;<br />
y, sean cuales sean, lo<br />
que las determina es la naturaleza<br />
de las fronteras que hemos<br />
trazado. Cada frontera crea sus<br />
propias diferencias, que son consistentes<br />
y relevantes.<br />
Por consiguiente, al intentar<br />
comprender nuestras diferencias,<br />
y las dificultades que éstas<br />
generan, tenemos que formularnos<br />
nuevas preguntas; sobre todo<br />
una: ¿a qué obedece esta obsesión<br />
por trazar fronteras? La respuesta<br />
es que hoy en día esta obsesión<br />
se deriva del deseo, consciente<br />
o inconsciente, de procurarnos<br />
un rincón suficientemente confortable,<br />
acogedor y seguro, en<br />
un mundo que se nos muestra<br />
salvaje, imprevisible, amenazador;<br />
resistir a la corriente, protegernos<br />
de fuerzas externas que<br />
parecen invencibles, y que no podemos<br />
controlar ni detener, ni<br />
siquiera impidiendo su presencia<br />
en los alrededores de nuestra<br />
casa, en nuestras calles. Sea<br />
cual sea la naturaleza de tales<br />
fuerzas, las conocemos por un<br />
nombre que ilumina a la par<br />
que confunde: globalización, o<br />
como prefería decir un amigo<br />
mío (Alberto Melucci), «planetarización».<br />
www.spdistribuciones.com<br />
Hoy, en nuestro planeta, todos<br />
sin excepción dependemos<br />
de los demás, y sin embargo no<br />
hay nadie que ostente la responsabilidad,<br />
nadie que ejerza el<br />
control sobre aquello que denominamos<br />
«espacio global».<br />
Cuando pensamos en ese espacio,<br />
nos viene a la mente la imagen<br />
de un western hollywoodiense, de<br />
aquel salvaje Oeste en que la<br />
gente se comporta de un modo<br />
inesperado, y en el que los vencedores<br />
no son en realidad los que<br />
permanecen en el campo de batalla,<br />
sino los que lo abandonan<br />
antes que los demás. Se trata de<br />
un espacio salvaje, y ciertamente<br />
los ciudadanos —con los medios<br />
de los que disponen— no pueden<br />
oponerse al espacio global, que<br />
escapa a su control.<br />
Permítanme poner un poco de<br />
orden en lo que acabo de decir:<br />
las diferencias que acaban siendo<br />
significativas e importantes a<br />
causa de la naturaleza de la frontera,<br />
y de las intenciones que hay<br />
detrás de esta frontera, son las<br />
diferencias atribuidas a las personas<br />
que tienen la indecente tendencia<br />
de cruzar las fronteras y<br />
aparecer por sorpresa en sitios a<br />
los que no han sido invitados;<br />
un tipo de gente de quien muchos<br />
de ustedes se defenderían<br />
con circuitos cerrados de televisión,<br />
aunque sólo fuera para ver<br />
quién pasa por la calle.<br />
En Inglaterra, mi país, existen<br />
organizaciones de vigilancia. Los<br />
vigilantes de barrio permanecen<br />
de servicio varias horas al día,<br />
controlando las calles por donde<br />
pasan extranjeros. Por tanto,<br />
los extranjeros que no pertenecen<br />
a ese lugar se convierten<br />
en los más importantes representantes<br />
de ese género de diferencia<br />
que debemos evitar. ¿Pero<br />
de qué tipo de extranjeros se<br />
trata?<br />
Para explicar su ambiente y su<br />
origen, recordemos en primer<br />
lugar que las ciudades, en las<br />
...las fronteras no se trazan para separar diferencias, sino que,<br />
por el contrario, cuando se trazan fronteras es precisamente<br />
cuando surgen de improviso las diferencias, cuando nos damos<br />
cuenta y tomamos conciencia de su existencia. Dicho<br />
de un modo más claro: emprendemos la búsqueda de<br />
diferencias justamente para legitimar las fronteras.<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Taxco, Guerrero, década de 1930 ó 1940.<br />
que vive ya más de la mitad del<br />
género humano, son en cierto<br />
modo vertederos para los problemas<br />
creados y no resueltos en<br />
el espacio global. Y lo son en muchos<br />
aspectos; existe por ejemplo<br />
un fenómeno global de contaminación<br />
del aire y del agua, y la<br />
administración municipal de<br />
cada ciudad debe acarrear con<br />
sus consecuencias: tiene que luchar<br />
sin otros recursos que los<br />
locales para purificar el agua y el<br />
aire o para contener la marea. El<br />
hospital de su barrio puede estar<br />
en crisis, está en crisis, refleja esta<br />
crisis, estas dificultades, estas<br />
preocupaciones financieras; refleja<br />
el desconocido y remoto<br />
conflicto en curso entre los gigantes<br />
farmacéuticos, que están<br />
peleándose por los llamados «derechos<br />
de propiedad intelectual»,<br />
y elevan los precios e introducen<br />
en el mercado determinados fármacos,<br />
de forma que dicho hospital<br />
ya no puede atender a sus<br />
pacientes.<br />
También el terrorismo global<br />
proviene de ese salvaje Oeste a<br />
que aludíamos, del descontrolado<br />
espacio global, pero en última<br />
instancia son los bomberos lo-<br />
cales quienes deben hacer frente<br />
en Nueva York a los efectos del<br />
acto terrorista del 11 de septiembre,<br />
o la policía y los bomberos<br />
de Madrid quienes deben<br />
intentar salvar a las víctimas del<br />
atentado de la estación de Atocha.<br />
Todo recae sobre la población<br />
local, sobre la ciudad, sobre<br />
el barrio. En definitiva, imponiendo<br />
la rápida modernización<br />
de lugares muy lejanos, el gran<br />
mundo del libre cambio, de la<br />
libre circulación financiera, ha<br />
creado una enorme cantidad de<br />
gente «superflua», que ha perdido<br />
todo medio de sustento y<br />
no puede seguir viviendo como<br />
sus antepasados. Individuos forzados<br />
a desplazarse, a abandonar<br />
aquellos lugares en los que<br />
ya no son más que prófugos, y a<br />
convertirse en inmigrantes económicos.<br />
Pero después llegan a<br />
una ciudad, y una vez más los<br />
recursos locales deben ocuparse<br />
de ellos.<br />
Adelanto del libro Confianza y temor en<br />
la ciudad, vivir con extranjeros, de Zygmunt<br />
Bauman, cedido por Editorial<br />
Arcadia.<br />
JULIO 2008 | SP 13
El cuaderno rojo<br />
Benjamin Constant<br />
Fue en aquella misma época<br />
(1787) cuando me encontré con<br />
la primera mujer con una inteligencia<br />
superior que he conocido,<br />
y una de las mayores que traté<br />
nunca. Se llamaba Madame de<br />
Charrière. Era holandesa, de una<br />
de las mejores familias de aquel<br />
país, y en su juventud había dado<br />
mucho que hablar por su inteligencia<br />
y la extravagancia de su<br />
carácter. Con treinta años cumplidos,<br />
y después de muchas pasiones,<br />
algunas de las cuales<br />
habían sido desdichadas, se había<br />
casado, a pesar de la oposición<br />
de su familia, con el preceptor de<br />
sus hermanos, hombre inteligente<br />
y de maneras delicadas y nobles,<br />
pero el más frío y flemático<br />
que pueda imaginarse. Durante<br />
los primeros años de su matrimonio,<br />
su mujer le había atormentado<br />
mucho tratando de hacerle<br />
compartir sus inquietudes; y la<br />
decepción de no conseguirlo más<br />
que rara vez, pronto destruyó la<br />
felicidad que ella se había prometido<br />
con aquella unión en<br />
ciertos aspectos desproporcionada.<br />
Un hombre mucho más joven<br />
que ella, con una inteligencia<br />
mediocre pero una hermosa figura,<br />
le causó una profunda impresión.<br />
Nunca supe todos los<br />
detalles de esta pasión, pero lo<br />
que ella me dijo y lo que me contaron<br />
otros me bastó para comprender<br />
que había sido una relación<br />
muy intensa y muy desgraciada,<br />
que el enfado de su marido había<br />
turbado su paz interior, y que<br />
finalmente el joven, motivo de<br />
todo, la había abandonado por<br />
otra mujer con la que se había<br />
14 SP | JULIO 2008<br />
El cuaderno rojo fue definido por Italo Calvino como «uno de los libros<br />
de memorias más divertidos que he leído, la novela que, cuando fui<br />
joven, y si hubiera sido ciudadano de otro siglo, me habría gustado<br />
vivir y escribir». En esta entrega, Editorial Periférica nos deja ver un<br />
pedazo de los diarios de uno de los principales escritores universales<br />
de finales del siglo XVIII y principios del XIX en donde notamos los rasgos<br />
característicos de un genio en su juventud. A través de la relación<br />
con tres mujeres, nos muestra en unos cuantos párrafos un mundo<br />
personal complejo.<br />
casado, y ella había pasado algún<br />
tiempo hundida en la más negra<br />
desesperación. Esta desesperación<br />
favoreció su reputación literaria,<br />
pues le inspiró la más<br />
hermosa de las obras que escribió:<br />
se titula Calixto, y forma<br />
parte de una novela publicada<br />
con el título de Cartas escritas<br />
desde Lausana.<br />
Cuando la conocí estaba haciendo<br />
gestiones para imprimir<br />
el libro. Su inteligencia me sedujo.<br />
Nos pasábamos días y noches<br />
hablando juntos. Ella era<br />
muy severa en sus juicios sobre<br />
las personas que conocía. Yo, por<br />
naturaleza, era bastante burlón.<br />
Congeniamos inmediatamente.<br />
Pero en seguida descubrimos el<br />
uno del otro aspectos más íntimos<br />
y esenciales. Madame de<br />
Charrière tenía una manera tan<br />
original y animada de considerar<br />
la vida, tal desprecio por los<br />
prejuicios, tanta vehemencia en<br />
sus pensamientos, y una superioridad<br />
tan grande y desdeñosa<br />
sobre el común de los hombres,<br />
que en mi ánimo, a los veinte<br />
años, extravagante y desdeñoso yo<br />
también, su conversación representaba<br />
un placer hasta entonces<br />
desconocido. Me entregaba<br />
a ella en un estado de éxtasis. Su<br />
marido, que era un hombre honrado,<br />
y que sentía cariño y admiración<br />
por ella, la había llevado a<br />
París para distraerla de la tristeza<br />
en que la había sumido el abandono<br />
del hombre al que había<br />
amado. Ella tenía veintisiete años<br />
más que yo, de manera que nuestra<br />
relación no podía preocuparle.<br />
Estaba encantado y la animaba<br />
con todas sus fuerzas. Todavía recuerdo<br />
con emoción los días y<br />
las noches que pasamos juntos<br />
bebiendo té y hablando de cualquier<br />
cosa con una pasión inagotable.<br />
Pero esta nueva pasión no<br />
absorbía, sin embargo, todo mi<br />
tiempo. Desgraciadamente, me<br />
sobraba el suficiente como para<br />
hacer muchas tonterías y contraer<br />
nuevas deudas. Una mujer que,<br />
desde París, mantenía correspondencia<br />
con mi padre, le puso al<br />
corriente de mi conducta, pero<br />
le escribió al mismo tiempo que<br />
yo podría solucionarlo todo si conseguía<br />
casarme con una joven del<br />
círculo en el que me movía habitualmente,<br />
y que debía de disponer<br />
de ochocientos mil francos de<br />
renta. Esta idea sedujo mucho a<br />
mi padre, cosa muy natural. Me la<br />
comunicó en una carta que contenía,<br />
por lo demás, muchos y<br />
justos reproches, y que terminaba<br />
diciéndome que no consentiría<br />
en prolongar mi estancia en<br />
París más que si intentaba poner<br />
en práctica aquel interesante proyecto,<br />
si es que creía tener alguna<br />
posibilidad de éxito.<br />
La persona de que se trataba tenía<br />
dieciséis años y era muy hermosa.<br />
Su madre me había recibido<br />
a mi llegada muy amistosamente.<br />
Me veía entre la necesidad de<br />
intentar, al menos, algo cuyo resultado<br />
me habría convenido mucho,<br />
o abandonar una ciudad en<br />
la que me divertía enormemente<br />
para ir a reunirme con un padre<br />
que me esperaba indignado. No<br />
dudé en intentarlo.<br />
Empecé, según la costumbre,<br />
por escribir a la madre para pe-<br />
dirle la mano de su hija. Me respondió<br />
muy cariñosamente, pero<br />
negándomela porque su hija ya<br />
estaba prometida con un hombre<br />
con quien se iba a casar en pocos<br />
meses. Sin embargo, no creo<br />
que ni siquiera ella considerara<br />
su rechazo como irrevocable, porque,<br />
por un lado, como me enteré<br />
más tarde, había solicitado en<br />
Suiza informaciones sobre mi<br />
fortuna y, por otro, me facilitaba<br />
todas las ocasiones que podía de<br />
estar a solas con su hija. Pero me<br />
comporté como un auténtico loco.<br />
En lugar de aprovecharme de<br />
la amabilidad de la madre, quien<br />
a la vez que me rechazaba me daba<br />
pruebas de amistad, me propuse<br />
iniciar un romance con la<br />
hija, y lo comencé de la manera<br />
más absurda.<br />
No traté en absoluto de agradarle;<br />
ni siquiera le dije una palabra<br />
acerca de mis sentimientos.<br />
Cuando me la encontraba sola,<br />
continuaba hablando con ella de<br />
la manera más tímida del mundo<br />
sobre asuntos insignificantes.<br />
Pero le escribí una hermosa<br />
carta, tratándola como alguien a<br />
quien sus padres querían casar<br />
contra su voluntad con un hombre<br />
al que no amaba, y le propuse<br />
que se fugara. Su madre, a quien<br />
sin duda mostró aquella extraña<br />
carta, tuvo conmigo la delicadeza<br />
de dejar que su hija me respondiera<br />
como si ella no la hubiera<br />
instruido al respecto.<br />
Mademoiselle Pourras —así<br />
se llamaba—me escribió que era<br />
cosa de sus padres decidir su futuro,<br />
y que no le agradaba recibir<br />
cartas de un hombre. No me<br />
di por aludido y volví a la carga<br />
con mis proposiciones de fuga,<br />
de rapto, de protección contra el<br />
matrimonio que querían obligarla<br />
a contraer.<br />
Se diría que escribía a una víctima<br />
que hubiera implorado mi<br />
ayuda, a una persona que sentía<br />
por mí toda la pasión que yo<br />
creía sentir por ella: pero, en realidad,<br />
todas mis caballerescas<br />
cartas estaban dirigidas a una jovencita<br />
muy razonable que no me<br />
amaba en absoluto, que no sentía<br />
ninguna repugnancia por el<br />
hombre que le habían destinado<br />
y que no me había dado ni motivo<br />
ni derecho para escribirle de<br />
aquella manera. Pero yo había tomado<br />
aquel camino y por nada del<br />
mundo quería abandonarlo.<br />
Lo más inexplicable de todo era<br />
que, cuando veía a Mademoiselle<br />
Pourras, yo no decía ni una palabra<br />
que tuviera que ver con mis<br />
cartas. Su madre continuaba dejándome<br />
a solas con ella, a pesar<br />
de mis extravagantes proposiciones,<br />
de las que seguramente tenía<br />
conocimiento, y eso es lo que<br />
me confirma en la idea de que todavía<br />
habría podido tener éxito.<br />
Pero lejos de aprovechar aquellas<br />
ocasiones, en cuanto me encontraba<br />
a solas con Mademoiselle<br />
Pourras, me volvía de una timidez<br />
extrema. No le hablaba más<br />
que de cosas insignificantes, y<br />
no hacía ni una sola alusión a las<br />
cartas que le escribía cada día, ni<br />
al sentimiento que me dictaba<br />
aquellas cartas.<br />
Finalmente, una circunstancia<br />
que no tenía nada que ver<br />
conmigo provocó una crisis que<br />
terminó con todo. Madame Pourras,<br />
que había sido una mujer<br />
galante toda su vida, tenía todavía<br />
un amante en activo. Después de<br />
haberle pedido a su hija, continuó<br />
tratándome con amistad,<br />
como si ignorara mi absurda correspondencia,<br />
y, mientras yo<br />
escribía todos los días a la hija<br />
proponiéndole la fuga, hacía a la<br />
madre la confidente de mi amor<br />
y de mi desgracia: todo ello, debo<br />
confesar, sin ninguna intención<br />
ni mala fe. Sencillamente, ése era<br />
el camino que había tomado con<br />
la una y con la otra.<br />
Mantenía, por lo tanto, largas<br />
conversaciones a solas con<br />
Madame Pourras. Su amante se<br />
sintió celoso. Hubo escenas violentas,<br />
y Madame Pourras, quien<br />
estando a punto de cumplir cincuenta<br />
años no quería perder a<br />
aquel amante, que podía ser el<br />
último, decidió tranquilizarle. Yo<br />
no sospechaba nada, y estando un<br />
día con mis habituales lamentaciones<br />
ante Madame Pourras,<br />
apareció de repente el señor de<br />
Sainte-Croix —éste era el nombre<br />
del amante— de muy buen<br />
humor. Madame Pourras me co-<br />
www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com<br />
gió de la mano, me llevó hacia<br />
él, y me pidió que le confesara<br />
solemnemente que era de su hija<br />
de quien estaba yo enamorado,<br />
que era a su hija a quien había<br />
pedido en matrimonio, y que ella<br />
era completamente ajena a mis<br />
visitas a su casa. Ella no veía en<br />
la confesión que me exigía más<br />
que un medio de acabar con los<br />
celos del señor de Sainte-Croix.<br />
Pero yo veía el asunto desde otro<br />
punto de vista, me veía arrastrado<br />
ante un extranjero para<br />
confesarle que era un amante<br />
desgraciado, un hombre rechazado<br />
por la madre y por la hija.<br />
Mi amor propio herido me precipitó<br />
en un auténtico delirio.<br />
Por casualidad, tenía aquel día<br />
en mi bolsillo un frasquito de<br />
opio que llevaba conmigo desde<br />
hacía algún tiempo. La idea de<br />
tener opio había surgido como<br />
consecuencia de mi relación con<br />
Madame de Charrière, que tomaba<br />
mucho durante su enfermedad,<br />
y cuya conversación, siempre<br />
brillante e ingeniosa, pero muy<br />
extravagante, me mantenía en<br />
una especie de ebriedad espiritual,<br />
que no contribuyó poco<br />
a todas las tonterías que cometí<br />
en aquella época.<br />
Empecé a decir que quería matarme,<br />
y a fuerza de decirlo llegué<br />
casi a creérmelo yo mismo,<br />
a pesar de que en el fondo no tuviese<br />
ninguna gana de ello. Con<br />
mi opio en el bolsillo, y mientras<br />
daba un espectáculo al señor de<br />
Sainte-Croix, experimenté una<br />
especie de apuro del que me pareció<br />
más fácil salir mediante una<br />
escena que mediante una tranquila<br />
conversación. Preveía que<br />
el señor de Sainte-Croix me haría<br />
preguntas, me demostraría<br />
afecto, pero como me sentía humillado,<br />
las preguntas, el afecto<br />
y todo lo que pudiera prolongar<br />
aquella situación me resultaba<br />
insoportable. Estaba seguro de<br />
que si me tragaba el opio acabaría<br />
con todo aquello. Además,<br />
hacía tiempo que se me había metido<br />
en la cabeza que querer matarse<br />
por una mujer era un medio<br />
de gustarle.<br />
Adelanto del libro El cuaderno rojo, de<br />
Benjamin Constant, cedido por Editorial<br />
Periférica.<br />
JULIO 2008 | SP 15
Lázaro Cárdenas<br />
Iconografía<br />
Uno de los personajes más relevantes de la historia mexicana del siglo XX, Lázaro Cárdenas es sin duda un referente en el ámbito<br />
político y social, nacional e internacional.<br />
Su Iconografía es un documento invaluable para todo aquel que esté interesado en adentrarse en su vida y obra.<br />
La edición incluye, además de numerosas fotografías que muestran al general desde diversos ángulos, textos de Adolfo Gilly y<br />
Mario Ojeda Revah así como diversos documentos –reproducciones gráficas que van desde el original que participa su bautismo<br />
hasta la portada de la revista Time de agosto de 1939 en la que aparece su rostro– que contribuyen a una comprensión más cabal<br />
de la vida y obra del general Cárdenas.<br />
Lázaro Cárdenas. Iconografía. Turner, Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, México, 224 págs.<br />
16 SP | JULIO 2008<br />
EL LIBRO<br />
GRÁFICO<br />
www.spdistribuciones.com<br />
Diario de Oaxaca<br />
Peter Kuper<br />
Durante mucho tiempo, los mexicanos han sido<br />
el blanco de chistes por su supuesta actitud de<br />
«Mañana. Lo hago mañana». Sinónimo de servicio<br />
lento, prolongadas comidas y siestas, se dice<br />
que viven sus vidas al ritmo de un caracol. Para<br />
un manhattaniano como yo, mudarse a México<br />
era una amenaza potencial. ¿Es posible que me<br />
viera obligado a reducir mi típica energía meteórica<br />
hasta el punto de la letargia?<br />
En los dos años que llevo viviendo en Oaxaca, he<br />
podido darme cuenta de que es un mundo de simultaneidad.<br />
La gente pasea frente a edificios coloniales<br />
mientras habla en sus teléfonos celulares, y<br />
las ruinas de civilizaciones magníficas que se esfumaron<br />
están a un corto paseo en auto. Quizá se deba<br />
a esta proximidad con la historia que los mexicanos<br />
se tomen más tiempo para ir con calma y celebrar la<br />
vida, al igual que la muerte, con fiestas prolongadas.<br />
Cuando regresemos a Manhattan el próximo<br />
mes, me espera el regreso a la energía de la<br />
mejor ciudad del mundo, pero espero retener la<br />
influencia de México. Junto con el aprecio de la<br />
simultaneidad, espero continuar con mi hábito<br />
de comidas más largas y de siestas.<br />
Esto es, si puedo encontrar el tiempo para<br />
hacerlo.<br />
Peter Kuper es uno de los caricaturistas más prestigiosos y reconocidos de los Estados Unidos. Su trabajo aparece con regularidad en publicaciones como Time, Newsweek, The New York Times y<br />
la revista MAD, en donde colabora dibujando la popular tira Spy vs. Spy. El 3 de julio de 2006 se mudó con su familia a Oaxaca, en aras de conocer otra cultura, aprender otro idioma y para obtener<br />
un respiro de los Estados Unidos de George W. Bush. Desde entonces lleva un Diario de su estancia en esta ciudad.
Memorias privadas y confesiones de<br />
un pecador justificado<br />
James Hogg<br />
James Hogg (Escocia, 1770) publicó Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado<br />
en 1824 y pasó relativamente inadvertido hasta que el premio Nobel André Gide publicó<br />
una reseña en la que habló de la enorme impresión que le causó su lectura. A pesar de que<br />
es un libro que podría clasificarse dentro de la línea del terror gótico, Hogg siempre quiso que se<br />
considerara como un episodio real. Situado a finales del siglo XVII y principios del XVIII, retrata en<br />
la historia el ambiente reformista y de fanatismo religioso que se vive en su país. El protagonista,<br />
surgido de este entorno, llega al límite de su condición mental en la que un «nuevo<br />
amigo» lo instiga a extender los postulados de sus principios y dogmas religiosos.<br />
Mi vida ha sido una vida de tribulaciones<br />
y zozobras, de cambios<br />
y vicisitudes, de ira y de gozo, de<br />
aflicción y de venganza. Mis amarguras<br />
se deben todas a que he<br />
visto menospreciado el evangelio,<br />
y he descargado mi venganza<br />
sobre sus adversarios. Así que, con<br />
la fuerza que el cielo me concede,<br />
me dispongo a escribir: quiero dar<br />
a conocer a los malvados de este<br />
mundo lo que he hecho con la fe<br />
puesta en las promesas y en la justificación<br />
por la gracia, para que lo<br />
lean y tiemblen, y bendigan a sus<br />
dioses de plata y oro, porque este<br />
ministro del cielo haya abandonado<br />
este mundo antes de que mezclara<br />
la sangre de ellos con la de<br />
sus propios sacrificios.<br />
Nací repudiado en un orbe en<br />
el que estaba destinado a desempeñar<br />
un papel insigne. Mi madre<br />
era una llama ardiente y luminosa<br />
en la comunidad de los más<br />
ilustres escoceses, y en los días<br />
de su virginidad sufrió mucho por<br />
la persecución de los santos.<br />
Pero el Cielo, para probar su fe,<br />
dispuso que la casaran con un<br />
malvado; un hombre manchado<br />
con la lepra del pecado. Fue como<br />
si hubiesen querido juntar el<br />
agua y el fuego, la pureza y la corrupción,<br />
con la esperanza de asociarlos<br />
y amalgamarlos: ella huyó<br />
de sus abrazos la primera noche de<br />
su matrimonio, y a partir de ese<br />
momento las iniquidades de este<br />
hombre irritaron de tal modo<br />
su recto corazón que abandonó<br />
para siempre su compañía y<br />
sociedad, recluyéndose en los<br />
aposentos que tenía en la misma<br />
casa.<br />
Fui hijo segundo de este desventurado<br />
matrimonio; y desde<br />
el instante de mi nacimiento, mi<br />
padre carnal rechazó todo vínculo<br />
conmigo, y todo interés por<br />
mí, salvo el que la ley le obliga a<br />
18 SP | JULIO 2008 www.spdistribuciones.com<br />
observar, consistente en proporcionarme<br />
un exiguo sustento;<br />
y de no haber sido por un fiel<br />
ministro del Evangelio, antiguo<br />
instructor de mi madre, habría<br />
seguido siendo un desterrado de<br />
la Iglesia visible. Este hombre se<br />
apiadó de mí, admitiéndome no<br />
solo en ella, sino en el seno de su<br />
propia casa y ministerio; y a él<br />
debo, bajo el Cielo, las elevadas<br />
enseñanzas y el glorioso discernimiento<br />
entre el bien y el mal,<br />
lo justo y lo injusto, que alcancé<br />
aun a temprana edad. Él fue quien<br />
dirigió rectamente mis estudios,<br />
tanto en el aprendizaje de los<br />
antiguos padres como en las doctrinas<br />
de la Iglesia Reformada, y<br />
me nombró su ayudante y sucesor<br />
en el sagrado oficio. No perdí<br />
ocasión de perfeccionarme de<br />
manera especial en las más pequeñas<br />
cuestiones teológicas en<br />
las que mi reverendo padre y mi<br />
madre se complacían, y finalmente<br />
llegué a adquirir tal dominio<br />
de esta ciencia que dejaba maravillados<br />
a mis profesores, que se<br />
miraban con asombro. Recuerdo<br />
que era costumbre en casa de<br />
mi protector formular preguntas<br />
del Catecismo los domingos<br />
por la noche. Primero preguntaba<br />
él, en segundo lugar mi madre,<br />
y así; cada uno contestaba a<br />
la pregunta formulada, y a continuación<br />
hacía él la siguiente.<br />
A mi madre le tocó preguntarme<br />
a mí sobre la Llamada Eficiente.<br />
Le contesté con toda propiedad<br />
y énfasis.<br />
—Y ahora, señora —añadí—, mi<br />
pregunta es: ¿en qué consiste la<br />
Llamada Ineficiente?<br />
—¿La Llamada Ineficiente? Eso<br />
no existe, Robert —dijo ella.<br />
www.spdistribuciones.com<br />
—Claro que existe, señora —dije<br />
yo—; y esa respuesta demuestra<br />
cuán frecuentemente citáis<br />
de rutina y sin reflexión estos preceptos<br />
fundamentales. Llamada<br />
Ineficiente es la llamada externa<br />
del evangelio sin efecto alguno<br />
en el corazón de los pecadores<br />
impenitentes y no regenerados.<br />
¿No reciben ellos las mismas<br />
llamadas, advertencias, doctrinas<br />
y amonestaciones que nosotros?<br />
¿Y no es eso una Llamada<br />
Ineficiente? ¿No la recibe igual<br />
Ardinferry? ¿No la recibe igual<br />
Patrick M’Lure? ¿Y no la reciben<br />
igual el laird de Dalcastle y su réprobo<br />
heredero? ¿Y decís que no<br />
es eso una Llamada Ineficaz?<br />
—¡Qué muchacho más portentoso!<br />
—dijo mi madre.<br />
—Temo que pueda salir un estúpido<br />
engreído —dijo el viejo<br />
Barnet, ayudante del pastor.<br />
—No —dijo mi pastor y padre<br />
(que así lo llamaré en adelante)—.<br />
No, Barnet; es un muchacho<br />
portentoso, lo que no tiene<br />
nada de extraño, porque he rezado<br />
para que le sea concedido<br />
ese talento desde la infancia:<br />
¿acaso creéis que el Cielo rechazaría<br />
una súplica tan desinteresada?<br />
Imposible. Pero mi<br />
miedo es, señora —prosiguió,<br />
volviéndose hacia mi madre—,<br />
que aún se halle cautivo de la<br />
iniquidad.<br />
—¡No quiera Dios! —dijo mi<br />
madre.<br />
—Mucho y muy fervorosamente<br />
he insistido al Todopoderoso<br />
—prosiguió—; pero hasta<br />
ahora, no tengo una muestra clara<br />
de su aceptación. He sostenido<br />
una dura lucha; sin embargo, he<br />
sido rechazado por el que ra-<br />
En SP Revista de Libros nos interesa mucho conocer la<br />
opinión de los lectores sobre cualquier asunto relaciona-<br />
do con la publicación o con alguna temática del mundo<br />
de los libros. Favor de enviarlas al correo electrónico<br />
sprevistadelibros@spdistribuciones.com e incluir nombre,<br />
dirección y teléfono. Por cuestiones de espacio nos reser-<br />
vamos el derecho de editar los textos.<br />
ramente se niega a mis súplicas;<br />
aunque he esgrimido sus propias<br />
palabras contra él, y he intentado<br />
hacer que se atenga a su<br />
promesa, hay tantos vericuetos<br />
en la supremacía de su poder,<br />
que me he visto rechazado. ¡Qué<br />
espantoso es pensar que nuestro<br />
amado ser se encuentra todavía<br />
fuera del palio de la Alianza! Pero<br />
he hecho una promesa, y tengo<br />
esperanza en ella.<br />
Mi corazón se estremeció de<br />
terror al pensar que aún vivía en<br />
estado de reprobación, y expuesto<br />
a caer en los espantosos peligros<br />
de la muerte, el juicio y la<br />
desdicha eterna, por el más leve<br />
accidente o contingencia, y me<br />
apliqué en los deberes de la oración<br />
con el mayor fervor.<br />
Recé tres veces al día y siete<br />
los domingos; pero cuanto más<br />
frecuente y fervientemente rezaba,<br />
más pecaba. En aquel tiempo,<br />
y después durante un largo<br />
período de varios años, viví en<br />
un estado espiritual desesperanzado<br />
y lamentable. Me decía: «Si<br />
mi nombre no está escrito en el<br />
libro de la vida desde toda la<br />
eternidad, es inútil suponer que<br />
mis promesas y oraciones, o las<br />
de la humanidad entera, puedan<br />
hacer que se inscriba ahora».<br />
Había hecho muchos votos, con<br />
la mayor solemnidad, y luego los<br />
había quebrantado todos, y veía<br />
con la intensidad de la aflicción<br />
juvenil, que no había esperanza<br />
para mí. Seguí pecando a todas<br />
horas, y revolviéndome contra<br />
el pecado, y arrepintiéndome de<br />
cada una de las transgresiones<br />
tan pronto como tenía tiempo de<br />
pensar. ¡Ah, pero qué desdichada<br />
situación es este estado impío<br />
en que cada esfuerzo por alcanzar<br />
la rectitud no hace sino agravar<br />
nuestra culpa! Me di cuenta<br />
de que era inútil luchar; porque<br />
tras deliberar en mi interior,<br />
llegué a la siguiente conclusión:<br />
«Aun cuando me arrepintiese<br />
de todos mis pecados, y derramase<br />
lágrimas de sangre por ellos,<br />
me seguiría agobiando el peso<br />
de la transgresión original, que<br />
es suficiente para aplastarme y<br />
hundirme en lo más profundo<br />
del infierno. Puedo enfurecerme<br />
contra mis primeros padres<br />
por haber pecado, pero ¿cómo<br />
puedo arrepentirme yo de su pecado?<br />
Es algo que no alcanzo a<br />
comprender.»<br />
Adelanto del libro Memorias privadas<br />
y confesiones de un pecador justificado,<br />
de James Hogg, cedido por Nórdica<br />
Libros.<br />
Gana tres libros de editoriales distribuidas por SP Distribuciones.<br />
Contesta correctamente las siguientes preguntas y envía tus respuestas al correo<br />
sprevistadelibros@spdistribuciones.com con el título «Trivia SP Revista de Libros».<br />
• ¿Cuál es el verdadero nombre de Italo Svevo, autor de Gadir Editorial?<br />
• ¿A través de qué arte se aproxima Miguel Morey a la obra de Georges Bataille<br />
en su libro Pequeñas doctrinas de la soledad publicado por Editorial Sexto Piso?<br />
• ¿Cuáles son los nombres de la pareja de enamorados que ocasiona grandes desgracias<br />
e infortunios a todos los personajes de La nieve, de Johanna Schopenhauer,<br />
publicada por Editorial Periférica?<br />
Las primeras tres personas que respondan correctamente podrán elegir un libro<br />
de cada una de estas editoriales.<br />
JULIO 2008 | SP 19
Vicente Leñero<br />
por Diego Rabasa<br />
Vicente Leñero ha vivido buena parte de su vida en una zona limítrofe entre la ficción y la realidad.<br />
Fabulando y adaptando sucesos reales al panorama narrativo por una parte; por otra, observando<br />
realidades tan brutales, inverosímiles o extraordinarias que podrían haber salido de la<br />
pluma más delirante que se pueda imaginar.<br />
En entrevista exclusiva, nos cuenta sobre sus obsesiones, nos confiesa sus hábitos como escritor,<br />
nos habla de sus pasiones y, sobre todo, nos permite atisbar, detrás de cada respuesta, la<br />
plenitud con la que ha encarado su vida. Un hombre elegido por la literatura para dar testimonio<br />
de los infinitos parajes en los que se puede tejer la realidad.<br />
¿Cuál es la principal diferencia<br />
que encuentra en el proceso creativo<br />
a la hora de escribir en los diversos<br />
géneros que usted ha explorado<br />
(cuento, novela, crónica periodística,<br />
teatro y cine)?<br />
Yo tengo la idea, aunque no la<br />
tengo bien desarrollada o plasmada,<br />
de que la historia es la que<br />
pide el género. Por eso yo me<br />
obsesioné en circular por muchos<br />
géneros. La historia es la<br />
que pide ser contada como un<br />
cuento, o como una novela o como<br />
una obra de teatro. En el caso<br />
de la narrativa y del teatro el<br />
ejemplo es más claro. Uno piensa<br />
en la historia que quiere contar<br />
y si es muy pequeña o cerrada<br />
entonces vale para un cuento, si<br />
no para una novela o incluso para<br />
una película. Hay novelas que<br />
no se pueden llevar al cine, por<br />
ejemplo. El hecho de que García<br />
Márquez no quiera que se haga<br />
una película de Cien años de soledad<br />
es muy respetable porque es<br />
un texto que no cabe en el cine.<br />
Foto: Archivo de FCE<br />
20 SP | JULIO 2008<br />
Si el escritor está abierto a la<br />
diferencia de géneros entonces no<br />
debe de pensar en sí mismo como<br />
«yo soy novelista» u otra cosa.<br />
Creo que si no se fija uno en los<br />
géneros se puede resolver mejor<br />
la vida como escritor.<br />
Las historias piden ser contadas<br />
en lugar de que el escritor le<br />
exija a las historias que se encuadren<br />
en un formato.<br />
¿Los géneros también son como<br />
una bitácora de su vida? Hace poco<br />
lo escuché decir que ya no quiere<br />
escribir novelas…<br />
Sí, ya acabé con eso. Aunque<br />
en este tema es más una cuestión<br />
como de edad. El género en<br />
el que yo quería realizarme como<br />
escritor era la novela. Ésa era mi<br />
ambición puesto que me parecía<br />
y me sigue pareciendo el género<br />
mayor. Yo tenía un problema<br />
y es que no era una persona muy<br />
imaginativa. Tenía problemas<br />
en el proceso creativo, no era de<br />
esas personas con una imaginación<br />
poderosísima que podían<br />
crear y obtener historias en cada<br />
momento como García Márquez<br />
o Vila-Matas, por ejemplo. Yo<br />
era muy constreñido, aunque el<br />
periodismo me ayudó mucho a<br />
abrir la imaginación. Me enfrentó<br />
a una realidad que no atisbaba.<br />
Eso me permitió ampliar mi<br />
imaginación. Entonces cuando<br />
incursioné en el teatro estaba muy<br />
emocionado porque veía que utilizaba<br />
formas diferentes y un lenguaje<br />
distinto y en el periodismo<br />
observaba historias que tenían<br />
todos los tintes dramáticos del<br />
teatro. Cuando me encarreré con<br />
el teatro apelaba a historias que<br />
había visto. Me aboqué a tradu-<br />
cir mis adalides periodísticos al<br />
teatro. Lo mismo en el cine, he<br />
sido más un adaptador, no tengo<br />
ninguna historia original llevada<br />
al cine.<br />
La posesión en diferentes formas parece<br />
ser una constante en su obra.<br />
(Interrumpe) Eso nunca me<br />
lo habían dicho. Creo que ahí puede<br />
haber un trasfondo de mi formación<br />
religiosa. Y mira, ahora<br />
que lo pienso, también de los cuentos<br />
de la nana anciana de mi casa.<br />
Nos contaba cuentos de aparecidos<br />
en las noches y siento que eso<br />
me obsesionaba mucho porque<br />
yo tenía pesadillas y era sonámbulo.<br />
Creo que esto puede haber<br />
gestado estos conceptos de los<br />
que hablas. Y un poco la lectura<br />
de Dostoievski. La religión, el miedo,<br />
los cuentos de la nana, Dostoievski…<br />
generan un universo un<br />
poco extraño. Y, pues bueno, uno<br />
no sabe de dónde viene, ¿no?<br />
Una historia como Los hijos de<br />
Sánchez no puede dejar de verse<br />
como un acto de denuncia. ¿Qué representó<br />
para usted esta obra?<br />
Sí, definitivamente es un acto<br />
de denuncia también. Bueno, a<br />
mí me impactó muchísimo la lectura<br />
de Los hijos de Sánchez. En<br />
esos momentos tendíamos en<br />
México o a la literatura rural o a<br />
la literatura fantástica. Esquemas<br />
muy simplones a los que tendíamos<br />
en México después de <strong>Rulfo</strong>.<br />
Luego vino La región más transparente<br />
y nos abrió las puertas<br />
para hablar acerca de la ciudad<br />
de México.<br />
Pero bueno, yo leí Los hijos de<br />
Sánchez como mero lector y luego<br />
Oscar Lewis me buscó para<br />
ENTREVISTA<br />
ver si yo quería que la lleváramos<br />
al teatro.<br />
Oscar Lewis murió antes del<br />
montaje de la obra y yo trabajaba<br />
mucho con su esposa que<br />
tenía una visión sobre el personaje<br />
principal, Jesús Sánchez, el<br />
padre de la familia, muy opuesta a<br />
la de su esposo. Lewis, que lo<br />
había conocido, tenía una opinión<br />
muy favorable de él, creía<br />
que era una persona buena, generosa.<br />
Y la esposa pensaba que<br />
toda la desgracia de los hijos era<br />
culpa de Jesús, entonces ella no<br />
estaba de acuerdo con el enfoque<br />
de la adaptación.<br />
Y luego los hijos de Sánchez<br />
en la realidad me buscaron y me<br />
pedían chamba y me preguntaban<br />
si no podían salir en la obra.<br />
Y su identidad se empezó a mezclar<br />
y a confundir con los personajes<br />
que representaban en el<br />
trabajo antropológico de Lewis y<br />
en la obra de teatro. ¡El desdoblamiento<br />
que exigía pasar de un<br />
trabajo antropológico realizado<br />
con una grabadora a una puesta<br />
en escena de ficción! Ellos no se<br />
daban cuenta de que al ser grabados<br />
se produjo un extraño fenómeno<br />
en el que adquirían otra<br />
identidad. Aunque todo lo que<br />
se decía en el libro fuera más o<br />
menos textual los convertía en<br />
otros. Cuando conocí a Roberto,<br />
del que me había hecho una imagen<br />
muy especial, me impresioné<br />
mucho. Me buscaba para pedirme<br />
trabajo y dinero. Y luego me<br />
contaba sus aventuras porque<br />
había descubierto que su propia<br />
vida era muy interesante y quería<br />
darme más, quería convertir<br />
su propia vivencia en su trabajo.<br />
Luego quería tocar la guitarra en<br />
escena. Unos fenómenos muy extraños<br />
e interesantísimos que nos<br />
mostraban cómo la realidad de<br />
los hijos de Sánchez se va trasladando<br />
primero a un estudio antropológico,<br />
luego a una obra de<br />
teatro en la que eran representados<br />
por otros actores y luego lo<br />
que veían aplicado de regreso a<br />
sus vidas. Un fenómeno de verdad<br />
interesante.<br />
Cuando la esposa del vicario se escapó<br />
con un joven sin blanca, el<br />
escándalo fue mayúsculo. Sus dos<br />
hijitas tenían solo siete y nueve<br />
años de edad respectivamente.<br />
Y el vicario era tan buen marido…<br />
Aunque es cierto que ya tenía<br />
el pelo canoso, aún conservaba el<br />
bigote oscuro, era apuesto y todavía<br />
sentía una pasión oculta por<br />
su desenfrenada y bella esposa.<br />
¿Por qué se marchó? ¿Por qué<br />
echó todo a perder con un éclat 1<br />
de repugnancia, como si hubiera<br />
sufrido un ataque de locura?<br />
Nadie pudo dar una respuesta.<br />
Los beatos se limitaron a decir<br />
que era una mala mujer, mientras<br />
algunas de las buenas mujeres<br />
optaron por guardar silencio.<br />
Ellas sabían.<br />
Las dos pequeñas nunca fueron<br />
conscientes de nada. Dolidas,<br />
determinaron que su madre debía<br />
encontrarlas insignificantes.<br />
El viento adverso, que nunca<br />
trae más que desgracias, se llevó<br />
por delante a la familia del<br />
vicario. Y ¡quién lo iba a decir!,<br />
el vicario, al que se apreciaba bastante<br />
como ensayista y polemista,<br />
y cuyo caso había despertado<br />
simpatía entre los hombres de<br />
letras, fue destinado a Papplewick.<br />
El Señor logró hacer amainar<br />
el temporal de sus infortunios<br />
concediéndole un rectorado en<br />
un condado del norte.<br />
La rectoría era una casa de<br />
piedra bastante fea situada a la<br />
orilla del río Papple, justo antes<br />
de entrar en el pueblo. Algo<br />
www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com<br />
La virgen y el gitano<br />
D.H. Lawrence<br />
Desde el momento en que vio la luz, esta provocadora novela de Lawrence fue considerada<br />
como una obra maestra. En ella se narra la vida de Yvette, la hija de un conservador y reprimido<br />
vicario anglicano, que súbitamente ve cómo se cimbran los cimientos de su vida por el<br />
contacto con un gitano que despierta en ella una vorágine de sensaciones sexuales y emocionales<br />
que le habían sido vedadas hasta entonces. Publicada cuatro años después de la<br />
muerte de Lawrence, es un fiel reflejo de la maestría narrativa de uno de los mejores escritores<br />
del siglo XX. Ésta es la primera traducción que se hace al castellano desde hace más<br />
de veinticinco años y la primera que se hace a partir de la Edición Cambridge, la definitiva<br />
en su lengua original.<br />
1 En francés en el original: arrebato, impulso.<br />
(N. de la T.)<br />
más lejos, más allá del punto en<br />
que la carretera vadeaba el cauce<br />
del río, se alzaban las grandes y<br />
viejas fábricas textiles, edificadas<br />
en piedra, y que antiguamente<br />
funcionaban aprovechando<br />
la fuerza del agua. La carretera<br />
giraba hacia arriba por la colina<br />
y se adentraba en las sombrías<br />
calles empedradas del pueblo.<br />
La familia del vicario sufrió<br />
una profunda transformación<br />
tras su traslado a la rectoría. El<br />
vicario, ahora rector, hizo venir<br />
de la ciudad a su anciana madre,<br />
a su hermana y a un hermano.<br />
Cuando llegaron, las dos pequeñas<br />
se encontraron con un entorno<br />
muy diferente al de su<br />
antiguo hogar.<br />
El rector contaba ahora cuarenta<br />
y siete años de edad y,<br />
tras la huida de su esposa había<br />
guardado un duelo intenso y no<br />
demasiado digno. Unas comprensivas<br />
damas habían logrado disuadirlo<br />
del suicidio. Su cabello se<br />
había vuelto casi completamente<br />
blanco y tenía una mirada entre<br />
trágica y extraviada. Con solo<br />
mirarle uno podía imaginarse<br />
lo horroroso de su situación y lo<br />
injustamente que le habían tratado.<br />
Sin embargo, en algún sitio había<br />
una nota discordante. Ciertas<br />
damas que se habían compadecido<br />
profundamente del vicario,<br />
sentían ahora un secreto disgusto<br />
por el rector. A fin de cuentas,<br />
había en su actitud un cierto<br />
fariseísmo, aunque él intentase<br />
disimularlo.<br />
Las pequeñas, por supuesto,<br />
del modo vago en que lo hacen<br />
los niños, aceptaron el veredicto<br />
familiar. La abuela, que tenía más<br />
de setenta años y a la que empezaba<br />
a fallarle la vista, se había<br />
convertido en la figura central<br />
de la casa. La tía Cissie, que tenía<br />
más de cuarenta, y que era una<br />
mujer pálida, beata y reconcomida<br />
por un tormento interior, llevaba<br />
la casa. El tío Fred, un hombre<br />
de cuarenta años, avaro y grisáceo,<br />
que vivía mezquinamente,<br />
preocupado tan solo por sí mismo,<br />
bajaba todos los días a la<br />
ciudad. Y luego estaba el rector,<br />
por supuesto, la persona más importante<br />
de la casa, sin contar,<br />
claro está, a la abuela.<br />
La llamaban la Madre. Era uno<br />
de esos bichos raros, físicamente<br />
vulgares e inteligentes, acostumbrados<br />
a salirse siempre con<br />
la suya y a sacar provecho de las<br />
debilidades de los hombres. Se<br />
hizo con el mando de la casa con<br />
enorme rapidez. El rector todavía<br />
«amaba» a su criminal esposa y<br />
la «amaría» hasta el día de su<br />
muerte. Así que ¡a callar! Los sentimientos<br />
del rector eran sagrados.<br />
En su corazón seguía venerando<br />
la memoria de la muchacha pura<br />
con la que se había casado y a la<br />
que antaño había idolatrado.<br />
Mientras tanto, fuera, en esos<br />
mundos de corrupción, zascandileaba<br />
una mujer desvergonzada<br />
que había traicionado al rector y<br />
había abandonado a sus pequeñas.<br />
Ahora esa mujer vivía bajo el<br />
yugo de un hombre joven y despreciable<br />
que, indudablemente,<br />
le traería la degradación que ella<br />
se merecía. Que quede esto bien<br />
claro, pero después ¡chitón!, ya<br />
que en la nobleza pura del corazón<br />
del rector seguía brotando la<br />
blanca y pura flor de nieve de su<br />
joven novia. Esta blanca flor de<br />
nieve nunca se marchitaba. Pero<br />
en lo que respecta a aquella otra<br />
criatura, la que se había escapado<br />
con aquel infame joven, esa<br />
otra mujer ya no le importaba lo<br />
más mínimo.<br />
La Madre, que en cierto modo<br />
era un ser empequeñecido e insignificante,<br />
una simple viuda recluida<br />
en una casa pequeña, una<br />
vez llegó a su nuevo hogar, logró<br />
hacerse con el sillón principal<br />
de la rectoría y comenzó a imponer<br />
con firmeza su anciana<br />
corpulencia. Ya nadie volvería a<br />
destronarla. Astutamente, suspiraba<br />
en homenaje a la fidelidad<br />
del rector hacia la blanca y<br />
pura flor de nieve mientras fingía<br />
desaprobar esa misma fidelidad.<br />
Como muestra de su pretendido<br />
respeto por el gran amor de su<br />
JULIO 2008 | SP 21
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Campesinos de pie en el mercado, década de 1930.<br />
hijo, nunca dijo una palabra de<br />
más contra aquella ortiga que<br />
ahora florecía en los reinos de lo<br />
corrupto, y que en una época fue<br />
la señora de Arthur Saywell. Gracias<br />
al cielo, ella había vuelto a<br />
casarse de nuevo, así que ya no<br />
ostentaba ese título. Ninguna<br />
mujer llevaba ahora el apellido<br />
del vicario. La blanca y pura flor<br />
de nieve florecía in perpetuum,<br />
sin nomenclatura alguna. Incluso<br />
la familia empezó a pensar en ella<br />
como «aquella que fue Cynthia».<br />
Todo pintaba bastante bien<br />
para la Madre. Se aseguró de que<br />
Arthur no volviera a casarse. Le<br />
tenía dominado por su mayor<br />
Lectores encuerados<br />
Jis<br />
22 SP | JULIO 2008<br />
VERBOS PARA<br />
COMENZAR<br />
debilidad: el clandestino amor<br />
que sentía por sí mismo. Se había<br />
casado con una flor de nieve<br />
blanca, imperecedera: ¡qué hombre<br />
tan afortunado! ¡Pero ella le<br />
había ofendido! ¡Pobre! Había<br />
sufrido. ¡Ah, qué corazón tan enamorado!<br />
Y él la había… ¡perdonado!<br />
Sí, la blanca flor de nieve<br />
había sido perdonada. Incluso él<br />
la había incluido en su testamento<br />
cuando aquel sinvergüenza…<br />
Pero ¡silencio! ¡Que nadie se atreva<br />
siquiera a pensar un instante<br />
en aquella horrible ortiga del<br />
repugnante mundo exterior!<br />
«Aquella que fue Cynthia». Dejemos<br />
que la blanca flor de nieve<br />
florezca inaccesible en las alturas<br />
del pasado. El presente es otra<br />
historia.<br />
Las niñas se criaron en esta<br />
atmósfera de maliciosa autosantificación<br />
y de secretos innombrables.<br />
También ellas atisbaban<br />
la flor nevada allá en las alturas,<br />
inaccesible. También ellas sabían<br />
que la flor se hallaba allí, sentada<br />
en su trono, en el solitario es-<br />
plendor que se alzaba sobre sus<br />
cabezas, intocable.<br />
Al mismo tiempo, procedente<br />
de ese mundo sórdido, en ocasiones<br />
les llegaba un tufo rancio<br />
y perverso de egoísmo y lujuria<br />
degradada, el olor de aquella horrible<br />
ortiga, de «aquella que fue<br />
Cynthia». En realidad, esa ortiga<br />
se las ingeniaba para hacerles<br />
llegar de cuando en cuando alguna<br />
notita a sus niñas, sus hijitas.<br />
Y cuando eso ocurría, un temblor<br />
de odio le corría por dentro a la<br />
Madre. Si a «aquella que fue Cynthia»<br />
le diese por regresar algún<br />
día, a la Madre no le quedaría nada.<br />
De la anciana brotaba una ráfaga<br />
secreta de odio, que soplaba<br />
en dirección a las niñas, a las hijas<br />
de aquella sucia y lujuriosa ortiga,<br />
de aquella Cynthia que había<br />
tratado con tan desdeñoso afecto<br />
a la Madre.<br />
Adelanto del libro La virgen y el gitano,<br />
de D.H. Lawrence, cedido por Editorial<br />
Impedimenta.<br />
perisur polanco condesa zona rosa santa fe<br />
www.pendulo.com<br />
www.spdistribuciones.com<br />
www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 23
Desesperado se levanta<br />
Fabio Morábito<br />
24 SP | JULIO 2008<br />
Desesperado se levanta,<br />
atisba atrás de las cortinas<br />
en busca de otros como él,<br />
pero se le aparece unánime el descanso<br />
en las ventanas:<br />
ninguna luz,<br />
ni un parpadeo televisivo.<br />
Está pagando el haber ido por atajos<br />
que los demás rehusaron por temor,<br />
por ética o por flojos.<br />
Quien se pasa de listo se enemista con el sueño,<br />
es una frase que le repetían de niño.<br />
Entonces levanta el auricular<br />
y marca como otras veces un número cualquiera,<br />
y cuando le responden,<br />
dice «perdón»,<br />
sintiéndose aliviado, aunque con culpa.<br />
Vuelve a la cama y piensa en el desconocido<br />
que está tratando de dormirse,<br />
tal vez un pobre insomne como él a quien el timbre<br />
del teléfono sacó de su desolación nocturna.<br />
Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es poeta y narrador. Entre su obra poética destacan: Lotes baldíos (1985, Premio Carlos Pellicer), De lunes todo el año (1991, Premio Aguascalientes) y Alguien<br />
de lava (2002). Como cuentista ha publicado La lenta furia (2002), La vida ordenada (2000), También Berlín se olvida (2004), y Grieta de fatiga (2006, Premio Antonin Artaud).<br />
POESÍA<br />
www.spdistribuciones.com<br />
Animal de memoria<br />
Miguel Morey<br />
En este texto Miguel Morey interroga y elucida en torno a dos conceptos muy relevantes en<br />
cuanto al registro del discurrir humano: memoria e historia, relacionadas de manera muy cercana<br />
con lo oral y con lo escrito, respectivamente. La primera es más inmediata y maleable, vinculada<br />
con «lo que es imposible olvidar», en tanto que la segunda es más fija, más política —en<br />
tanto historia de los vencedores— y tiene que ver con «lo que es necesario saber». El recuerdo<br />
y registro de lo sucedido se mueve entre las dos y queda a cada cual, dice Morey, recargarse<br />
hacia cualquiera de los polos, con todas las consecuencias que dicha decisión implica.<br />
Probablemente, memoria e historia<br />
no sean sino dos modos de<br />
hacer experiencia del presente;<br />
dos asientos, dos lugares desde<br />
los que ponderar el peso de lo<br />
que ahora nos rodea. Pero son<br />
dos lugares heterogéneos, dos dimensiones<br />
diferentes, qué duda<br />
cabe: en principio, resulta incluso<br />
extraño verlas unidas en<br />
una sola palabra.<br />
La memoria apunta a aquello<br />
que en el pasado fue objeto de<br />
una experiencia que resultó inolvidable,<br />
algo que se aprendió entonces<br />
y que se conserva. Y algo<br />
de lo que se sigue aprendiendo<br />
todavía, buscando su justa medida<br />
cada día que en este presente<br />
de hoy aflora el recuerdo<br />
de aquel pasado. Por eso la memoria<br />
que se tiene de las cosas<br />
cambia con el tiempo, por eso<br />
siempre da ocasión de una nueva<br />
medida para cada presente.<br />
La historia recoge lo que se<br />
sabe del pasado, punto por punto,<br />
sin olvidar nada. La historia<br />
se escribe, para que todo conste:<br />
la sucesión de los linajes, la<br />
extensión de los territorios, las<br />
hechuras de los conflictos, todos<br />
sus vaivenes… Y en ellos está<br />
incluida también la pequeña<br />
historia de cada cual, aquello que<br />
nadie puede permitirse olvidar:<br />
nombre, domicilio, rango social.<br />
Nuestras agendas también pertenecen<br />
a la carnaza de la que se<br />
nutre el saber de la historia.<br />
Si fuera cierto que el pasado<br />
detenta el secreto de lo que somos,<br />
no sería menos cierto que<br />
se dice de dos maneras muy diferentes<br />
eso que somos según<br />
cuál sea la frecuencia en la que se<br />
entona ese pasado, en una clave<br />
o en otra, según lo que es necesa-<br />
www.spdistribuciones.com<br />
rio saber, o según lo que es imposible<br />
olvidar.<br />
Que los hombres vuelven mudos<br />
de la guerra, sin nada que<br />
contar, no es un dato histórico<br />
para Benjamin, es un acto de memoria.<br />
Hoy su afirmación puede<br />
ser para nosotros un testimonio<br />
de aquellos tiempos de la<br />
guerra del 14, si se quiere, pero<br />
indudablemente su lección no<br />
es ésta, no eso lo que hace que<br />
se inmiscuya en nuestra propia<br />
memoria, como un enigma del<br />
que siempre queda hoy algo por<br />
aprender.<br />
Memoria, Mnemosyne, era en<br />
tiempos arcaicos la madre de<br />
las Musas, a las que invocaban<br />
los cantores antes de comenzar<br />
su canto, so pena de quedarse<br />
sin nada que contar. Probablemente,<br />
en su forma originaria<br />
las musas eran tres, como las que<br />
se veneraban en el templo de<br />
Helicón: Meletea (la atención, la<br />
concentración), Mnemea (la memoria)<br />
y Aedea (la voz, el canto).<br />
Entre las tres describen con una<br />
precisión tan nuclear los pasos<br />
que conducen la oralidad que<br />
sus huellas perdurarán claramente<br />
hasta los tratados clásicos<br />
de elocuencia latina (se recordará<br />
su pautado: inventio, dispositio,<br />
elocutio, memoria y actio o<br />
pronuntiatio). En su versión canónica,<br />
a partir de Hesíodo, las<br />
musas pasarán a ser nueve, y ya<br />
no son competencia exclusiva<br />
del cantor, ni siquiera del arte<br />
sino también del conocimiento<br />
(la geometría, la astronomía, la<br />
historia misma), aunque todas<br />
ellas sigan siendo ante todo<br />
mousiké, música, formas de la<br />
memoria…<br />
A Clío, la musa tutelar de la<br />
historia y la poesía heroica, se la<br />
suele representar con un rollo<br />
de papiro en la mano y se cuenta<br />
de ella que fue la que introdujo<br />
el alfabeto fenicio en Grecia,<br />
la llamada escritura fonética. La<br />
historia se escribe, lo sabemos,<br />
y la poesía se canta. De hecho,<br />
incluso hoy, hasta que no se le<br />
ha devuelto su voz al poema éste<br />
no acaba de contarnos entero su<br />
secreto, hasta que no se nos repite<br />
en la memoria ( par coeur, by<br />
heart), su voz no acaba de cantarnos<br />
entera su canción. Por el<br />
contrario, lo que la historia nos<br />
cuenta está siempre ahí, en la<br />
exterioridad impasible de lo que<br />
queda escrito, en el archivo de<br />
lo que consta.<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Tepeaca, Puebla, década de 1930 ó 1940.<br />
Ojala las cosas fueran ahora tan<br />
sencillas —debería replicarse sin<br />
embargo. Y es que lo que queda<br />
inscrito no consiste, al fin y al<br />
cabo, también lo sabemos, sino<br />
en los monumentos y los documentos<br />
de un heroísmo que dice<br />
ser el propio de los nuestros<br />
tan sólo; de los vencidos no quedan<br />
sino huellas, rastros, indicios.<br />
Que la historia ha sido siempre<br />
la historia de los vencedores es<br />
un tópico tan antiguo como la historia<br />
misma, podría decirse que<br />
es la opción que constituye su<br />
punto mismo de partida. Pero es<br />
un tópico al que no cabe contraponer<br />
tan fácilmente alguna evidencia<br />
que fuera más esencial,<br />
como la que encarnaría la figura<br />
del poeta, por ejemplo, en tanto<br />
que detentador de la auténtica memoria<br />
y señor de las palabras de<br />
la tribu. Ésta es una mirada moderna,<br />
únicamente moderna. Guardando<br />
un respetuoso silencio<br />
respecto de Homero y los grandes<br />
trágicos, hay que recordar<br />
que la historia del cantor a sueldo<br />
del mejor postor podría muy<br />
bien comenzar con Simónides<br />
JULIO 2008 | SP 25
para cerrarse con la Eneida, si<br />
nos ceñimos a los clásicos antiguos:<br />
una larga crónica de poetas<br />
encargados de convertir en<br />
memoria, de todos y de cada cual,<br />
todas cuantas muescas tiene la<br />
espada de los vencedores. Lo que<br />
queda escrito —los nombres, las<br />
gestas, las fechas— exige ser<br />
aprendido de memoria, tanto como<br />
es necesario que se escriba<br />
aquello que debe aprenderse de<br />
memoria: los valores, el sentido,<br />
la lección a aprender de aquellas<br />
experiencias… Es bien conocida<br />
la licencia que la Poética<br />
de Aristóteles otorga al asunto:<br />
La poesía es más filosófica y grave<br />
que la historia, pues la poesía<br />
cuenta más bien lo universal, y la<br />
historia lo particular… ¿En qué<br />
nos queda la medida de la distancia<br />
entre historia y memoria<br />
entonces? Historia de los vencedores<br />
o palabras de la tribu, ¿cuál<br />
es la diferencia?<br />
¿Podríamos decidir que todo se<br />
resuelve en un pulso entre la<br />
ingenua conciencia de la tradición<br />
oral que sueña con permanecer<br />
siempre viva y la altanería<br />
de la crónica escrita que arrasa<br />
cuanto encuentra en su camino?<br />
Sí, sin duda, puede decirse así si<br />
cabe aprender algo nuevo de<br />
ello. Pero cuando Platón denuncia<br />
en el Fedro el gran riesgo<br />
que corre la memoria de los<br />
hombres si se entrega a la escritura,<br />
está haciendo algo más que<br />
fechar el umbral histórico que media<br />
entre una cultura oral y una<br />
cultura alfabetizada por la escritura<br />
fonética, nos está contando<br />
algo que tiene más que ver con lo<br />
universal… Nos está obligando a<br />
interrogarnos sobre la historia<br />
de la memoria misma, sobre el<br />
26 SP | JULIO 2008<br />
hecho simple de que las formas<br />
de la memoria también tienen<br />
una historia. Que una es la memoria<br />
oral y otra la escrita, digamos,<br />
y que la escrita está ahí afuera y<br />
que aunque pueda memorizarse<br />
hasta hacerse oral de nuevo, nunca<br />
lo será de la misma manera,<br />
porque su enseñaza cambia tanto<br />
como la de la experiencia a la que<br />
da lugar, el modo como nos exige<br />
ponderar el peso de lo que ahora<br />
nos rodea. La proliferación contemporánea<br />
de formas externas<br />
de memoria, de la alfabética a la<br />
digital, nos impide obviar hoy<br />
la lección de Platón; nos obliga a<br />
asumir que las formas de nuestra<br />
memoria pertenecen a la historia,<br />
con todas sus consecuencias.<br />
Los tiempos modernos nacen<br />
sabiendo que las formas de<br />
nuestra memoria pertenecen a<br />
la historia, y que es por ello que<br />
son nuevos nuestros modos de<br />
atender, de retener y de hablar<br />
el presente —incluso en nuestra<br />
intimidad, a solas con nosotros<br />
mismos... Porque trabajan de otro<br />
modo hoy las antiguas musas<br />
que se veneraban en el templo<br />
de Helicón. Los tiempos modernos<br />
nacen sabiéndolo, como saben<br />
también que la historia es<br />
algo que debe aprenderse de memoria,<br />
tenerse siempre presente,<br />
ocupándolo, como una memoria<br />
segunda de algo que se hubiera<br />
aprendido de fundamental, propio,<br />
íntimo, vital…<br />
Una consecuencia no menor<br />
de las teorías de Darwin fue dotar<br />
de tintes más que siniestros<br />
el tópico según el cual la historia<br />
es siempre historia de los vencedores,<br />
la supervivencia de los<br />
más aptos ahora. La respuesta<br />
que parece darle Marx, cuando<br />
afirma que la historia debe ser<br />
escrita desde el punto de vista<br />
de las víctimas, equivale a una<br />
refundación moral de la historia,<br />
al tiempo que le brinda su<br />
posibilidad de convertirse en<br />
conocimiento científicamente<br />
cumplido. Sin embargo, bajo la<br />
figura de la llamada toma de<br />
conciencia (histórica) sigue viva<br />
la exigencia de convertir la historia<br />
en memoria, de todos y de<br />
cada cual; la obligación de que<br />
se hable (se atienda, se recuerde)<br />
de acuerdo con lo que está<br />
pre-escrito. Pero los hombres<br />
vuelven mudos de la guerra, decía<br />
Benjamin hace un momento,<br />
sin posibilidad ninguna de<br />
tomar conciencia de su participación<br />
en la historia, sin memoria,<br />
sin palabras…<br />
En la problematización del valor<br />
de la historia que Nietzsche lleva a<br />
cabo en la segunda de sus Consideraciones<br />
Intempestivas, comienza<br />
poniendo en escena a un rebaño<br />
que pace en un prado, atado corto<br />
al poste del instante, sin preocupaciones<br />
ante el mañana ni<br />
nostalgias del pasado, inocente,<br />
feliz. El hombre quisiera saber el<br />
secreto de esa felicidad, porque<br />
la quiere también para sí. «Pero<br />
aspira a ello en vano —nos dice<br />
el filósofo—, porque no lo quiere<br />
como el animal. Quizá le pregunte<br />
el hombre al animal: ¿por qué<br />
no me hablas de tu felicidad y te<br />
limitas a mirarme? Y el animal<br />
quisiera responder y decir: es que<br />
siempre olvido al punto lo que<br />
me proponía decir; pero, ¡zas!,<br />
también olvida esta respuesta<br />
que va a dar, y calla…»<br />
El hombre es un animal de<br />
memoria, qué duda cabe, es por<br />
ello por lo que puede ser un animal<br />
de palabra. Sólo la memoria<br />
El físico que quiso ser filósofo<br />
Diego Rabasa<br />
«Pobre intelecto, nosotros te<br />
hemos prestado la evidencia de ti<br />
mismo, ¿y tú quieres derrotarnos? Tu<br />
victoria es tu derrota.»<br />
Demócrito de Adbera, Diles, fr. 125<br />
Erwin Schrödinger es un referente<br />
de la física cuántica. Junto<br />
con personajes como Bohr, Heisenberg<br />
y Einstein, entre otros,<br />
revolucionó los fundamentos de<br />
la física desafiando varios siglos<br />
de desarrollo científico y abrió las<br />
puertas a un universo nuevo que<br />
no concibe el análisis del mundo<br />
y la naturaleza sin una aproxi-<br />
viaja más rápido que el tiempo, y<br />
no sólo mantiene inmóvil para<br />
siempre aquello que sólo dura<br />
un instante, sino que retiene el<br />
devenir de las cosas del mundo<br />
lo justo como para que podamos<br />
atender a ellas, percibirlas como<br />
espacio a nuestro alrededor, retenerlas<br />
a distancia. Pero decir<br />
que el hombre es un animal de<br />
memoria y que su hábitat es la<br />
historia, es decir una cosa, y decir<br />
que el hombre es un animal<br />
histórico y que su hábitat es la<br />
memoria es otra muy diferente.<br />
La medida de la verdad de una u<br />
otra afirmación no está de ningún<br />
modo en lo que puedan saber los<br />
expertos al respecto. Saber cuál<br />
es el modo adecuado de entonar<br />
ahora el pasado, si atendiendo a<br />
lo que es necesario saber o reteniendo<br />
lo que es imposible olvidar<br />
es algo que le corresponde dirimir<br />
a cada cual, porque sólo cada<br />
cual sabe a partir de qué punto<br />
se ve obligado a mentir o cuándo<br />
no puede sino callar. Como los<br />
veteranos de guerra que también<br />
quisieran responder cuando se<br />
les pregunta por sus vivencias,<br />
y decir tal vez que no recuerdan<br />
apenas nada, pero, ¡zas! olvidan<br />
incluso esa respuesta que<br />
iban a dar, y callan…<br />
Únicamente en la memoria<br />
vivimos lo suficiente como para<br />
poder acabar esta frase.<br />
© Miguel Morey<br />
Miguel Morey (barcelonés, 1950), catedrático<br />
de Filosofía de la Universidad de Barcelona,<br />
traductor de G. Colli, G. Deleuze y M. Foucault,<br />
ensayista, es autor de Lectura de Foucault<br />
(1983), Camino de Santiago (1987), Deseo<br />
de ser piel roja (1994, XXII Premio Anagrama<br />
de ensayo), y Pequeñas doctrinas de la soledad<br />
(Editorial Sexto Piso, 2007), entre otras obras.<br />
CRÍTICA<br />
mación que aúna el pensamiento<br />
filosófico con el científico. Desde<br />
joven tuvo que enfrentar el<br />
predicamento de qué disciplina<br />
seguir, si la física o la filosofía. A<br />
pesar de haberse decantado por<br />
la primera, la segunda permaneció<br />
siempre cerca de él y, paradójicamente,<br />
cuando alcanzó la<br />
cúspide de su carrera como científico<br />
se abocó por completo a<br />
completar su panorama del cosmos<br />
mediante la comprensión de<br />
textos místicos, filosóficos y religiosos.<br />
Lo primero que sorprende<br />
en las páginas de sus libros<br />
no-científicos son las constantes<br />
referencias tanto a personajes<br />
centrales de la filosofía occidental<br />
como Kant (en repetidas ocasiones)<br />
o Spinoza, como a textos<br />
orientales como el del místico<br />
de la Persia islámica del siglo XIII<br />
Aziz Nasafi o las Upanisads. En<br />
1933 obtuvo el premio Nobel de<br />
Física junto con P.A.M. Dirac por<br />
su formulación matemática de la<br />
mecánica cuántica. Permaneció<br />
junto con Einstein en el bando<br />
opuesto a Heisenberg y Bohr en<br />
términos de las implicaciones filosóficas<br />
y, se puede decir, metafísicas<br />
de los descubrimientos<br />
del comportamiento azaroso e<br />
impredecible de las partículas<br />
elementales. Bohr y Heisenberg<br />
consideraban que las conclusiones<br />
de la dupla Einstein-Schrödinger<br />
carecían de sustento y<br />
rompían con el principio de realidad<br />
imperante. O, en palabrasde<br />
Wittgenstein, «de lo que no podamos<br />
hablar, de lo mismo debemos<br />
permanecer en silencio».<br />
En este contexto Schrödinger<br />
escribió una serie de textos que<br />
abordan las implicaciones filosóficas,<br />
teológicas y de diversas<br />
índoles de la revolución física del<br />
siglo XX. En Mente y materia, realiza<br />
un exhaustivo análisis del<br />
pensamiento y sus orígenes. Se<br />
plantea si acaso la mente tiene<br />
alguna correspondencia con el<br />
mundo material y si podemos<br />
ubicarla en algún espacio dentro<br />
de nuestro cuerpo (o fuera<br />
de él). Pregunta: «¿qué propiedades<br />
específicas distinguen<br />
estos procesos cerebrales (los<br />
pensamientos) y los capacitan<br />
para producir esta manifestación<br />
(las sensaciones)?». Así como<br />
la mente pareciera no tener una<br />
correspondencia en el mundo<br />
de lo material, lo material necesariamente<br />
se relaciona con el<br />
sujeto a través de la mente y su<br />
percepción. Pero, ¿hay un mun-<br />
do material único y compartido<br />
por todos los yoes existentes?<br />
¿Podemos alcanzar a conocer lo<br />
que Kant denominaba la cosa en sí,<br />
el mundo sin que nosotros seamos<br />
parte de él? Schrödinger nos<br />
dice que «la conciencia se asocia<br />
con el aprendizaje de la sustancia<br />
vital; su facultad de saber<br />
es inconsciente». Pero el aprendizaje<br />
es una cuestión que depende<br />
enteramente del observador<br />
e implica, por lo tanto, una labor<br />
hermenéutica.<br />
Otro de los planteamientos<br />
centrales del libro tiene que ver<br />
con la evolución de la especie<br />
humana desde el punto de vista<br />
biológico e incluso cultural.<br />
Schrödinger se pregunta, quizá<br />
con más intuición que argumentos,<br />
si el hombre ha alcanzado su<br />
estadio ulterior de desarrollo.<br />
Analiza las teorías darwiniana y<br />
lamarckiana de evolución de las<br />
especies y nos brinda su propia<br />
postura al respecto: «el comportamiento<br />
se modifica paralelamente<br />
al físico, primero como<br />
una consecuencia de un cambio<br />
al azar en este último, pero dirigiendo<br />
en seguida al subsiguiente<br />
mecanismo seleccionador hacia<br />
canales definidos». Probablemente<br />
los expertos en neurociencia<br />
encuentren vagas e incompletas<br />
las suposiciones de Schrödinger<br />
pero no es el aspecto formal de<br />
su propuesta lo que debe preocuparnos<br />
sino la potencia de su<br />
visión. Expliquémoslo mejor:<br />
Schrödinger aduce que la evolución<br />
de la especie humana tiene<br />
dos componentes: la genética y la<br />
derivada del comportamiento.<br />
La primera, como plantea Darwin,<br />
depende de cuestiones azarosas;<br />
la segunda, es un proceso<br />
que tiene que ver con la herencia<br />
cultural y de conducta de los seres<br />
humanos. Nos dice que «la<br />
mecanización y “estupidación” de<br />
la mayor parte de procesos de manufacturación<br />
suponen un serio<br />
peligro de degeneración general<br />
para nuestro órgano de la inteligencia».<br />
Esto tiene un resonante<br />
eco en el mundo contemporáneo,<br />
en la sistematización de los<br />
procesos industriales, en la cadena<br />
productiva masificada y,<br />
en resumen, en el desarrollo vertiginoso<br />
y voraz de la tecnología<br />
que permea de manera cada vez<br />
más contundente e irreversible<br />
todos los aspectos de la vida cotidiana<br />
del hombre. Si bien los<br />
cimientos filosóficos no están absolutamente<br />
respaldados, Schrödinger<br />
intuye y roza conceptos<br />
de pensadores como Iván Illich,<br />
que refuerza el planteamiento del<br />
físico alemán, cuando nos dice<br />
que «el supercrecimiento desarraiga<br />
al hombre del medio con<br />
el cual ha evolucionado; la industrialización<br />
le quita autonomía<br />
de acción, la sobreprogramación<br />
disminuye la creatividad y el proceso<br />
limita su derecho a la palabra,<br />
y por lo tanto, a la política».<br />
Schrödinger arremete contra valores<br />
universalmente aceptados<br />
por el establishment social y político<br />
cuestionando el valor de las<br />
empresas dedicadas al promover<br />
y garantizar el bienestar social para<br />
todos al argumentar que «aliviando<br />
la responsabilidad del<br />
individuo por preocuparse por<br />
sí mismo y con la igualación de<br />
las oportunidades para todos los<br />
hombres, tales instituciones<br />
también tienden a amortiguar la<br />
competencia de talentos».<br />
El carácter detectivesco de la<br />
labor del Schrödinger pensador y<br />
no del Schrödinger físico se plasma<br />
de manera muy nítida en La<br />
naturaleza y los griegos. Al toparse<br />
con la imposibilidad de discernir<br />
y desvelar la relación<br />
entre razón y realidad, entre<br />
mente y materia, entre pensamiento<br />
y espiritualidad, Schrödinger<br />
recurre a la fuente del<br />
pensamiento occidental contemporáneo.<br />
A través de un<br />
estudio de las diversas posicio-<br />
nes filosóficas y físicas de los<br />
griegos, sobre todo los presocráticos,<br />
intenta encontrar el punto<br />
de partida que erigió a la razón<br />
como un ente todopoderoso cuya<br />
misión en el mundo era encontrar<br />
solución a los misterios del<br />
mismo. Si los descubrimientos<br />
físicos del siglo XX exigen un cambio<br />
paradigmático en nuestra relación<br />
con la physis, el camino para<br />
lograr esta nueva visión del mundo<br />
y del hombre no está adelante<br />
sino en el origen del camino.<br />
El pensamiento helénico ha<br />
influenciado a todos los habitantes<br />
de Occidente, independientemente<br />
de que estemos<br />
familiarizados con los nombres<br />
de Platón, Aristófanes o Pitágoras,<br />
porque determinó nuestra<br />
forma de pensar y la manera de<br />
concebir al mundo.<br />
La conciliación de las perspectivas<br />
filosófica y científica es<br />
un prurito que aparece en cada<br />
una de las páginas de estos libros.<br />
Schrödinger no puede esquivar<br />
la incapacidad de la física para<br />
explicar las emociones, la sensación<br />
de los colores, la armonía<br />
musical. No puede soslayar las<br />
relaciones con seres trascendentes,<br />
con la divinidad.<br />
Un par de textos cuyo valor<br />
central radica no en las soluciones<br />
que ofrece sino en los problemas<br />
que plantea. Arroja luz<br />
sobre la incapacidad que tiene la<br />
razón (fuente por excelencia de<br />
alumbramiento) de iluminar la<br />
realidad.<br />
Diego Rabasa es miembro permanente del<br />
consejo editorial de Editorial Sexto Piso.<br />
www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 27
La filosofía feroz. Ensayos anarquistas<br />
Michel Onfray<br />
Michel Onfray es uno de los filósofos franceses más reconocidos de los últimos tiempos. Su<br />
proyecto brinda una mirada a la ética que pasa por el hedonismo y el ateísmo y que ha plasmado<br />
en más de treinta libros publicados. La filosofía feroz es una recopilación de ensayos en<br />
los que Onfray reflexiona acerca de problemas actuales en el mundo. Veinticinco textos en los<br />
que el filósofo francés nos habla del fin de los Estados-nación, de la aciaga hegemonía de los<br />
tres monoteísmos principales y de las guerras neocoloniales de las potencias mundiales entre<br />
otros temas. En este pasaje, critica la ausencia de un contrapeso ideológico sólido y honesto al<br />
liberalismo rampante que domina al planeta.<br />
LA IZQUIERDA ESTÁ MUERTA.<br />
¡VIVA LA IZQUIERDA!<br />
El liberalismo triunfa en el planeta<br />
sin encontrar ahora el contrapoder<br />
de una ideología que lo<br />
resista. Hasta hace poco el comunismo<br />
proporcionaba una alternativa.<br />
Valía lo que valía, poco,<br />
pero al menos cumplía su papel<br />
impidiendo los desbordes de<br />
arrogancia de un capitalismo<br />
creído de sí mismo. El socialismo<br />
republicano surgido de la<br />
Tercera República se envilecía un<br />
poco perfumándose a veces con<br />
algunos conceptos del tipo «lucha<br />
de clases», «proletariado», «capitalismo»,<br />
pero nada demasiado<br />
grave, puesto que se trataba de<br />
captar al electorado de los olvidados<br />
por el liberalismo...<br />
Desde la caída del Muro de<br />
Berlín, la misa está cantada. La<br />
1 François Mitterand (1916-1996), presidente<br />
de Francia entre 1981 y 1995 por el<br />
Partido Socialista. [N. del E.]<br />
izquierda ya no cautiva, como<br />
Mitterrand, 1 su embajador francés,<br />
que desde 1983 había juzgado<br />
conveniente convertir el<br />
socialismo de Jaurès en el caldo<br />
liberal. 2 No dejó de hacerse las dos<br />
preguntas de Maquiavelo: ¿cómo<br />
llegar al poder? Y luego ¿cómo<br />
permanecer en él? A esos dos<br />
interrogantes respondía de igual<br />
modo: todo lo que permita el éxito<br />
de mi empresa es bueno. Los<br />
socialistas podían elegir entre la<br />
honestidad, la integridad y la inteligencia<br />
sin Mitterrand o el goce<br />
del poder con él, pero echando por<br />
la borda los principios y la moral.<br />
Ya conocemos su elección...<br />
Desaparición del socialismo,<br />
disuelto en la Europa de Maastricht,<br />
el nuevo embuste destinado<br />
a hacer tragar la píldora<br />
liberal; fin, para los obreros, los<br />
pobres, los modestos, los simples,<br />
2 Jean Jaurès (1859-1914), político francés<br />
socialista fundador del diario L’Humanité.<br />
Fue asesinado el 31 de julio de 1914. [N. del E.]<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Barda en ruinas, árbol y torre de un templo no identificado, década de 1930 ó 1940.<br />
28 SP | JULIO 2008<br />
los asalariados, de una posibilidad<br />
de tener representación y de<br />
existir políticamente; en definitiva,<br />
farsa en pos del capitalismo<br />
y de sus secuaces, la derecha. Un<br />
cuarto de siglo —¡queda lejos<br />
mayo de 1981!— bastó para que la<br />
izquierda se institucionalizara y,<br />
de la banda de los R25 mitterranianos<br />
a los Safrane jospinianos, 3<br />
rompiera definitivamente con la<br />
famosa Francia de abajo, teóricamente<br />
su base...<br />
Le Pen 4 podía entonces aceptar<br />
la apuesta. Económicamente<br />
de derecha y socialmente de izquierda,<br />
el tuerto clamó venganza<br />
y revancha para aquellos a quienes<br />
los socialistas y los comunistas<br />
(desde entonces tan frescos como<br />
el cadáver de Lenin) despreciaron<br />
durante tanto tiempo. Mitterrand<br />
se destacó menos en el arte de dirigir<br />
a la izquierda que en el de<br />
dividir a la derecha con esa creación<br />
nacional-populista. Luego<br />
le ha dejado su herencia a Jospin<br />
—que por una vez debería haber<br />
ejercido su famoso derecho de<br />
inventario—. Resultado: ¡Chirac<br />
y Le Pen en la segunda vuelta de<br />
las presidenciales!<br />
Esta democracia nunca lo ha<br />
sido tan poco como entre las dos<br />
vueltas, en donde dio de sí misma<br />
un espectáculo histérico y lamen-<br />
3 El Renault 25 (R25) fue durante parte de la<br />
presidencia de Mitterand el auto oficial del<br />
Palacio de Gobierno, mientras que el Renault<br />
Safrane lo fue durante la gestión de Lionel<br />
Jospin como primer ministro (1997- 2002).<br />
[N. del E.]<br />
4 Jean-Marie Le Pen (1928-), presidente del<br />
Frente Nacional (Front National, FN), partido<br />
nacionalista francés de extrema derecha. En<br />
2002, Le Pen llegó a la segunda vuelta de las<br />
elecciones presidenciales, en las que perdió<br />
ante Jacques Chirac. [N. del E.]<br />
table: unión de la patronal y de<br />
los comunistas, de la Iglesia y<br />
de los francomasones, de los obreros<br />
y de los intelectuales, de la<br />
izquierda y de la derecha, de los<br />
parisinos y de los provincianos,<br />
de los futbolistas y de los filósofos,<br />
de los izquierdistas y de los<br />
veteranos de guerra. Francia dio<br />
el espectáculo de su miedo —y de<br />
nada más—. Nada de soluciones,<br />
de propuestas, de proyectos,<br />
de fuerzas alternativas: sólo<br />
miedo, el miedo de los que gozan<br />
de buena salud y siempre se<br />
muestran despreocupados por<br />
las víctimas del sistema...<br />
El liberalismo ha creado pobres<br />
y excluidos en cantidad, ha<br />
sumido a la totalidad de los sectores<br />
del mundo al principio del<br />
dinero, ha transformado la inmigración<br />
en problema cuando el<br />
problema es la pobreza, luego ha<br />
colocado a su representante más<br />
servil, Chirac, al mando del Estado<br />
por cinco años. Al ganar las legislativas,<br />
nadie duda que nos preparará<br />
la mascarada, su especialidad.<br />
Pronto la política dejará de hacerse<br />
en esos lugares de payasería generalizada<br />
—el Eliseo, Matignon,<br />
la Asamblea Nacional—: la calle<br />
se convertirá, desgraciadamente,<br />
en el único recurso. ¿Cuánto falta<br />
para la catástrofe?<br />
Adelanto del libro La filosofía feroz, de<br />
Michel Onfray, cedido por Libros del<br />
Zorzal.<br />
Cuando Escenas de un matrimonio<br />
se proyectó por vez primera<br />
en este país, producía la emoción<br />
voyerista de observar a una pareja<br />
que se flagelaba frente a nuestras<br />
miradas. La película de tres<br />
horas parecía hacer por la institución<br />
del matrimonio lo que<br />
el espectáculo de la desintegración<br />
de los Loud en el canal PBS<br />
hacía por la vida familiar en An<br />
American Family. De hecho, con<br />
sus largas tomas y tenaz trabajo<br />
de cámara, albergaba ciertos parecidos<br />
no sólo con los documentales<br />
estilo realista, sino con ciertas<br />
partes de Faces o de A Woman<br />
Under the Influence de John Cassavetes.<br />
La comparación entre éste<br />
e Ingmar Berman puede parecer<br />
descabellada, pero en aquella<br />
época ambos compartieron un<br />
interés por escenas en las que los<br />
personajes trascenderían el ostensiblemente<br />
hostil clímax para<br />
pasar a una zona confusa e impredecible<br />
de apaciguamiento y<br />
retraimiento. Y no es que Bergman<br />
se haya dejado intimidar<br />
alguna vez por largas escenas de<br />
diálogos, pero esta vez parecía<br />
experimentar con una cámara<br />
más espontánea y reactiva, determinada<br />
a mantener el paso a<br />
los actores conforme divagan<br />
por los interiores en busca de<br />
algún recoveco seguro, como una<br />
esquina de ring de boxeo entre<br />
episodios. El gran camarógrafo<br />
del director sueco, Sven Nykvist,<br />
renunció a las exquisitamente<br />
balanceadas composiciones de<br />
Through a Glass Darkly o de Persona<br />
decantándose por un aspecto<br />
visual más crudo y punzante<br />
que, aun así, generó su propia<br />
brusca elegancia.<br />
Bergman había superado, o<br />
hecho a un lado por el momento,<br />
su angustiante interrogación sobre<br />
cómo vivir en un mundo sin<br />
Dios. Ahora exploraba otra pregunta:<br />
¿Bajo qué supuesto pueden<br />
los hombres y las mujeres,<br />
www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com<br />
Escenas de un matrimonio<br />
de Ingmar Bergman<br />
Phillip Lopate<br />
antagonistas naturales, esperar<br />
un amor sostenido?<br />
Escenas de un matrimonio es,<br />
antes que nada, un estudio de la<br />
intimidad. Cualquier persona<br />
que haya estado en un matrimonio<br />
o relación larga puede reconocer<br />
la alternancia de ternura e<br />
irritación, comunión total y alienada<br />
convicción de que uno es<br />
invisible o no es comprendido en<br />
absoluto por el otro, cuestiones<br />
que son parte de la verdadera intimidad,<br />
no como elevado ideal<br />
sino como simple y llana realidad<br />
cotidiana. El método que utiliza<br />
Bergman en esta película es el de<br />
sintonizar a la audiencia con los<br />
incesantes cambios de humor<br />
ambivalentes e impredecibles:<br />
es cuestión de que alcancen una<br />
afectuosa comunión para que uno<br />
de ellos (por lo general Johan)<br />
provoque una ruptura. Por ejemplo,<br />
en el cuarto episodio, después<br />
de la ruptura, se están llevando de<br />
maravilla; Marianne acaba de rechazar<br />
a David, su amante compensatorio,<br />
por el teléfono, para<br />
poder acostarse con Johan, cuando<br />
su alejado esposo le pregunta<br />
si ama a David. ¿Es sólo que está<br />
siendo obtuso, o es su meta intencional<br />
la exasperada molestia<br />
que esta aseveración ocasiona<br />
en Marianne?<br />
Johan, que en ocasiones se<br />
pone una máscara de misoginia<br />
budista, tan sólo para ver si le<br />
queda, hace referencia varias veces<br />
a la repulsión que le provocaba<br />
el cuerpo de Marianne durante<br />
su matrimonio, mientras ella seguía<br />
con su vida cotidiana, cuando<br />
iba al baño y cuestiones del estilo.<br />
Como Marianne es un bombón,<br />
sólo nos queda asumir que esta<br />
repulsión es algo muy básico, del<br />
orden del infantil miedo masculino<br />
de las mujeres, de sus capacidades<br />
maternales, de sus<br />
misteriosas secreciones; debe<br />
huir de esta atemorizante intimidad,<br />
debe crear cierta distan-<br />
cia. Si la familiaridad marital<br />
engendra odio entonces Johan,<br />
para reavivar el romance y el<br />
deseo erótico, debe romper con<br />
la comodidad de su matrimonio<br />
«ridículamente burgués» y recolocar<br />
a la pareja en otro nivel<br />
más juguetón e ilícito. En el último<br />
episodio, se les ve engañando<br />
con alegría a sus nuevas parejas,<br />
infieles a sus lazos matrimoniales<br />
aunque profundamente fieles<br />
a los de ambos, los previos.<br />
Parte del placer de Escenas de<br />
un matrimonio es poder observar<br />
a dos de los más grandes actores<br />
contemporáneos de la pantalla<br />
grande, Liv Ullman y Erland<br />
Johannsen, metiéndose el uno<br />
con el otro. La solidez técnica,<br />
el rango afectivo, el atractivo y la<br />
química de estos dos artistas<br />
aseguran que quedamos en buenas<br />
manos, sin importar lo inestable<br />
del viaje emocional en el<br />
que estamos por embarcarnos.<br />
Berman, siguiendo a su maestro<br />
Carl Dreyer, reconstituye el arte<br />
cinematográfico como un lenguaje<br />
de rostros. Liv Ullman tiene<br />
la capacidad de pasar de diosa<br />
a mujer desaliñada, de reprimida<br />
a radiante, en un instante. Su<br />
rostro puede parecer hermoso<br />
sin comparación, sus luminosos<br />
<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Campesino arando con una yunta, 1948.<br />
CINE<br />
ojos azules centelleando; pero<br />
nunca es tan conmovedora como<br />
cuando aparecen distorsionados<br />
tras torpes lentes en el magníficamente<br />
desgarrador Episodio<br />
tres, cuando recibe la noticia de<br />
que su esposo planea dejarla. Una<br />
cierta complacencia plácida, de<br />
mejillas sonrojadas y con un aire a<br />
Heidi amenaza a menudo el porte<br />
de diosa que refleja Ullman en<br />
la pantalla, pero es justo esta superioridad,<br />
su talante de bondad,<br />
el que Bergman socava con<br />
malicia, al utilizar al barbado e<br />
insatisfecho existencialmente<br />
Erland Johannsen como su sarcástico<br />
aguijón. Marianne, en<br />
aceptación del rol de género que<br />
la sociedad le ha asignado, es<br />
quien protege la vida cotidiana:<br />
buena madre y esposa, hija<br />
obediente, organizadora de las<br />
funciones de las vacaciones familiares.<br />
Se ha convencido del<br />
sueño de la felicidad doméstica<br />
burguesa, y pregunta a su esposo:<br />
«¿Por qué no podemos ser<br />
gordos y felices?». Sin embargo,<br />
siempre perfeccionista y en busca<br />
de superarse, lleva una dieta con<br />
religiosidad, porque comprende<br />
que su descripción laboral como<br />
la esposa de un hombre ambicioso<br />
incluye verse deseable y sexy.<br />
JULIO 2008 | SP 29
Además, tiene su propio trabajo<br />
como abogada de divorcios. Juntos<br />
conforman ese aterrorizante<br />
monstruo bíblico contemporáneo,<br />
la pareja profesional. Le<br />
corresponde a él agitar las aguas.<br />
Liv Ullman brinda una poderosa<br />
actuación en su papel de Marianne.<br />
Parece ser la más fuerte<br />
y segura de los dos; en realidad,<br />
a Erland Johannsen le corresponde<br />
el papel más difícil al<br />
representar al más confundido<br />
Johan. Hombre de gran potencial,<br />
de quien quizá se esperaba<br />
demasiado —un científico cuya<br />
carrera se ha estancado y poeta<br />
fracasado—, debe alimentarse de<br />
la fuerza de ella mientras se rebela<br />
contra ésta de manera vacilante,<br />
insiste en que todos estamos<br />
aislados, que el amor verdadero<br />
es imposible. Incluso cuando está<br />
más desencantada, Marianne expresa<br />
rastros de tierna piedad por<br />
Johan, manteniendo un impulso<br />
de protegerlo. Sin dejar de<br />
estar horrorizado por la condescendencia<br />
implícita en su piedad,<br />
también se autocompadece; o podríamos<br />
decir que no está exento<br />
de jugar al Niñito Perdido para<br />
poder escapar unos momentos de<br />
su conciencia de culpabilidad.<br />
Los actores de reparto —una<br />
pareja amargamente casada, un<br />
cliente de Marianne, dos colegas<br />
laborales de Johan, su madre—<br />
arrojan fascinantes luces laterales<br />
Senilidad<br />
Italo Svevo<br />
sobre el conflicto diádico central.<br />
Es interesante que sus dos hijas<br />
nunca sean mostradas frente a<br />
la cámara. Quizá Bergman sintió<br />
que las niñas atraerían buena<br />
parte de nuestra atención, como<br />
sucede con los niños, alejándola<br />
de la ruda contienda de la pareja.<br />
Como quiera que sea, la evidente<br />
ausencia de sufrimiento en<br />
Johan ante el hecho de abandonar<br />
a sus hijos puede pesar fuertemente<br />
en su contra ante los<br />
ojos de los espectadores, incluso<br />
si aceptamos su explicación de<br />
que debe actuar de forma drástica<br />
para salvarse de un entierro<br />
prematuro.<br />
La versión fílmica reducida es<br />
más horrorosa y teatral: una sucesión<br />
de puntos climáticos. La<br />
versión televisiva de seis horas<br />
(que yo prefiero), de alrededor del<br />
doble de duración, contiene mayor<br />
espacio para respirar, lo cual<br />
permite a los personajes reagruparse.<br />
En general, una miniserie<br />
televisiva, transmitida durante<br />
varias noches, tiene la tendencia<br />
a cruzarse y a formar una relación<br />
más cotidiana con la vida de los<br />
espectadores; sus personajes se<br />
convierten en miembros de la familia<br />
y su perseverancia a lo largo<br />
del tiempo, sin importar las<br />
incesantes crisis que les arroja el<br />
guión, es propicia para una atmósfera<br />
de mejor humor y más compasiva.<br />
La conciencia de Bergman<br />
de este potencial cómico, y su estilizada<br />
explotación del mismo, se<br />
aprecia en la ingeniosa y seca, desapegada,<br />
voz en off que resume<br />
lo que va de la historia, con la que<br />
comienza cada capítulo, y en su<br />
invitación a ver material filmado<br />
en las Islas Faroe al final de cada<br />
episodio, durante los créditos finales.<br />
Incluso, que se lean en voz<br />
alta los créditos al final transmite<br />
una desenfadada autorreflexión<br />
wellesiana, que atrae la atención<br />
a la naturaleza de artefacto del<br />
drama y de manera implícita se<br />
burla de su seriedad.<br />
El hecho de que sea tan manifiesto<br />
que los dos miembros de<br />
la pareja sigan guardando cariño<br />
el uno por el otro, incluso ante la<br />
violenta provocación, también<br />
sugiere un trasfondo agridulce,<br />
cómico, casi mozarteano (¡su siguiente<br />
proyecto fílmico sería<br />
La flauta mágica!) detrás de los<br />
apesadumbrados acontecimientos.<br />
En ningún lugar se manifiesta<br />
con tanta claridad el lado<br />
malvado de Bergman, similar al<br />
de Sonrisas de medianoche, que en<br />
el último episodio, cuando Johan<br />
busca el teléfono para hacer una<br />
cita secreta con su ex esposa y<br />
es continuamente interrumpido.<br />
Cuando se juntan por última vez,<br />
Marianne logra pronunciar su<br />
ardua sabiduría sobre cómo vivir,<br />
y Johan tiene la libertad de burlarse<br />
de ella respondiendo que<br />
En esta entrega, Gadir Editorial nos regala un extracto de una novela, Senilidad, escrita en 1989,<br />
en donde a partir de su marcado interés por la psicología, Italo Svevo nos deleita con esta obra<br />
con tintes autobiográficos y una cargada tendencia hacia el estudio de la conciencia del personaje<br />
y el peso que el entorno ejerce sobre sus conductas.<br />
Emilio Brentani, un escritor desencantado de 35 años, está perdidamente enamorado de<br />
Angiolina. Su amor poco a poco denota una completa obsesión y lentamente se desenmascara<br />
la decadencia del personaje —sumido en un trabajo burocático—, que junto con su hermana,<br />
Amalia —también locamente enamorada—, va volviéndose viejo. La senilidad no es abordada<br />
físicamente sino que, por el contrario, se manifiesta en su mundo interior y personal.<br />
Cierto es que de momento toda<br />
su vida estaba pendiente de<br />
aquel amor: no podía pensar en<br />
otra cosa ni trabajar ni tampoco<br />
30 SP | JULIO 2008<br />
desempeñar bien sus funciones<br />
en la oficina, pero tanto mejor.<br />
Por un tiempo, su vida estaba cobrando<br />
un cariz nuevo y más ade-<br />
lante sería igualmente agradable<br />
volver a la calma de antes. Como<br />
gustaba de las imágenes, veía su<br />
vida como un camino recto, unifor-<br />
suena como político, sin que ninguno<br />
de los dos se ofenda demasiado.<br />
Cuando ella despierta de<br />
una pesadilla y de pronto parece<br />
suscribirse a su visión pesimista<br />
de la vida, incluso poniendo en<br />
duda que alguna vez haya amado<br />
a alguien, él la consuela con una<br />
reconfortante pirueta, diciéndole<br />
que en realidad ambos se han<br />
amado a sus maneras egoístas,<br />
parciales y humanas. El que ese<br />
final le parezca al espectador algo<br />
trascendentalmente conmovedor<br />
o una palmadita en la espalda<br />
(quizá ambos) puede depender<br />
del propio umbral de optimismo/<br />
pesimismo del momento. Como<br />
quiera que sea, su détente parece<br />
merecida: tras veinte años, ambos<br />
han logrado un acomodo, una<br />
irónica comprensión. Es sólo al<br />
final que comprendemos en su<br />
totalidad que Escenas de un matrimonio<br />
es una de las construcciones<br />
más alegres y optimistas<br />
de Bergman.<br />
© Phillip Lopate<br />
Traducción de Eduardo Rabasa<br />
Phillip Lopate nació en Brooklyn, Nueva York,<br />
en 1943 y ha consagrado prácticamente toda<br />
su vida a la escritura. Ha publicado tres libros<br />
de ensayos (entre los que destaca Contra la<br />
alegría de vivir, Tumbona, 2008), la novela El<br />
mercader de alfombras (Libros del Asteroide,<br />
2006) y otra más, dos libros de poesía, un libro<br />
de crítica cinematográfica, Totally, Tenderly,<br />
Tragically y una biografía. Ha editado varias<br />
antologías en los Estados Unidos.<br />
me, a través de un valle apacible;<br />
desde el momento en que se<br />
había acercado a Angiolina, el<br />
camino torcía, se desviaba por una<br />
región con gran variedad de árboles,<br />
flores y colinas. Era un trecho<br />
corto y después se volvía a<br />
bajar al valle, al fácil camino plano<br />
y seguro, vuelto menos tedioso<br />
por el recuerdo de aquel intervalo<br />
encantador, coloreado y tal<br />
vez fatigoso también.<br />
Un día, ella lo avisó de que debía<br />
ir a trabajar en casa de una<br />
familia conocida: unos señores<br />
Deluigi. La señora Deluigi era una<br />
www.spdistribuciones.com<br />
buena mujer; tenía una hija que<br />
era amiga de Angiolina y un marido<br />
entrado en años y en su casa<br />
no había jóvenes; todos querían<br />
mucho a Angiolina en aquella<br />
casa.<br />
—Voy con mucho gusto, porque<br />
allí lo paso mejor que en mi<br />
casa.<br />
Emilio no tuvo inconveniente<br />
y también se resignó incluso a<br />
verla menos a menudo por las<br />
noches. Ella regresaba tarde del<br />
trabajo y no valía la pena que se<br />
vieran.<br />
A partir de entonces, él tuvo<br />
tiempo por las noches para dedicárselo<br />
a su amigo y a su hermana.<br />
Seguía intentando engañarlos<br />
—como se engañaba a sí mismo—<br />
sobre la importancia de su aventura<br />
y era capaz incluso de hacer<br />
creer a Balli que se alegraba de<br />
que Angiolina estuviese ocupada<br />
algunas noches para no estar, al<br />
fin y al cabo, pegado a ella todos<br />
los días. Balli lo hacía ruborizarse<br />
al mirarlo con ojos serenos y<br />
escrutadores y Emilio, al no saber<br />
cómo ocultar su pasión, se burlaba<br />
de Angiolina y contaba cier-<br />
tas observaciones precisas que iba<br />
haciendo de ella y que en modo<br />
alguno menoscababan en verdad<br />
su ternura. Se reía al respecto<br />
con suficiente desenvoltura, pero<br />
Balli, que lo conocía y notaba una<br />
resonancia falsa en sus palabras,<br />
le dejaba reír solo.<br />
Ella hablaba con afectación,<br />
imitando el habla toscana, pero<br />
el resultado se parecía más al inglés<br />
que al toscano.<br />
—Tarde o temprano —decía<br />
Emilio—, le quitaré ese defecto,<br />
que me fastidia.<br />
Llevaba la sombrilla permanentemente<br />
inclinada sobre el<br />
hombro derecho.<br />
—Señal de vanidad, según Gall<br />
—observaba Emilio y, con la seriedad<br />
de un científico que hace<br />
experimentos, añadía—: puede<br />
que las observaciones de Gall anden<br />
menos desencaminadas de<br />
lo que se suele creer.<br />
Era glotona y golosa, le gustaba<br />
comer mucho y bien: ¡pobre<br />
del que cargara con ella! Con eso<br />
mentía descaradamente, porque<br />
a él le gustaba tanto verla comer<br />
como verla reír. Se burlaba de<br />
todas las debilidades que le gustaban<br />
particularmente en ella.<br />
Al hablar de una mujer muy fea y<br />
muy rica, Angiolina había exclamado:<br />
—¿Que es rica? Entonces no<br />
es fea.<br />
Apreciaba mucho la belleza,<br />
pero la postergaba ante aquella<br />
otra fuerza.<br />
—Mujer vulgar —decía y se reía<br />
y esa vez Balli lo acompañaba.<br />
Así, entre su forma de hablar<br />
con Balli y la que empleaba con<br />
Angiolina, en Brentani se habían<br />
ido formando incluso dos individuos<br />
que vivían tranquilos uno<br />
junto al otro y a los que él no intentaba<br />
poner de acuerdo. En el<br />
fondo, no mentía ni a Balli ni a<br />
Angiolina. Al no confesar su amor<br />
con palabras, se sentía seguro como<br />
el avestruz que cree eludir al<br />
cazador no mirándolo. En cambio,<br />
cuando se reunía con Angiolina,<br />
se abandonaba totalmente<br />
a su sentimiento. ¿Por qué habría<br />
debido disminuir su intensidad<br />
y gozo con una resistencia<br />
que no tenía razón de ser cuando<br />
no había peligro alguno? Él ama-<br />
ba, ¡no sólo deseaba! Sentía su<br />
alma embargada también de algo<br />
que se parecía a un afecto paterno,<br />
al verla tan inerme como, por<br />
su propia naturaleza, ciertos animales<br />
desgraciados. La falta de<br />
inteligencia era una debilidad<br />
más, que inspiraba caricias y<br />
protección.<br />
Adelanto del libro Senilidad, de Italo<br />
Svevo, cedido por Gadir Editorial.<br />
www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 31