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Juan Rulfo - SpDistribuciones

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UNA PUBLICACIÓN MENSUAL DE SP DISTRIBUCIONES. DISTRIBUCIÓN GRATUITA. PROHIBIDA SU VENTA AÑO I, NÚM. 4 JULIO 2008<br />

Andrés Barba<br />

Zygmunt Bauman<br />

Benjamin Constant<br />

Christopher<br />

Domínguez Michael<br />

James Hogg<br />

D.H. Lawrence<br />

Miguel Morey<br />

Michel Onfray<br />

Lon Pearson<br />

Italo Svevo<br />

Fotografías y un texto<br />

de <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong><br />

Henri Cartier-Bresson llegó por<br />

primera vez a la ciudad de México<br />

en 1934. Su arribo a México<br />

debió producirle un profundo<br />

cambio emocional. El compartía<br />

la misma vivienda con su amigo<br />

el pintor Ignacio Aguirre y el poeta<br />

negro americano Langston<br />

Hughes, en una de las barriadas<br />

más sórdidas de la capital, cerca-<br />

SECCIONES<br />

EL RINCÓN DEL LIBRERO<br />

Víctor M. Becerra<br />

LIBRERÍA OCTAVIO PAZ – FCE<br />

VENTANA EDITORIAL<br />

Arash Hejazi<br />

CARAVAN BOOKS PUBLISHING HOUSE<br />

na a la «Candelaria de los Patos»,<br />

al «Cuadrante de la Soledad»<br />

y no muy lejos del caótico<br />

«mercado de la Merced», así<br />

como de los callejones<br />

www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 1<br />

IRÁN<br />

LOS 10 DE...<br />

Lolita Bosch<br />

EL LIBRO GRÁFICO<br />

Lázaro Cárdenas. Iconografía<br />

DIARIO DE OAXACA<br />

Peter Kuper<br />

ENTREVISTA<br />

Vicente Leñero<br />

VERBOS PARA COMENZAR<br />

Jis<br />

POESÍA<br />

Fabio Morábito<br />

CRÍTICA<br />

Diego Rabasa<br />

EL FÍSICO QUE QUERÍA SER FILÓSOFO<br />

CINE<br />

Phillip Lopate<br />

ESCENAS DE UN MATRIMONIO<br />

DE INGMAR BERGMAN<br />

El México de los años 30 visto<br />

por Henri Cartier-Bresson<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong><br />

En 1984 se presentó en París una exposición de las fotografías mexicanas de Henri Cartier-<br />

Bresson. <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> escribió un texto para el catálogo en el que parece referirse no sólo a las<br />

imágenes del artista francés, sino a lo que él mismo pensaba de la tradición fotográfica de nuestro<br />

país. Es notable también ver en lo que dice <strong>Rulfo</strong> del México devastado de los años 30 un<br />

retrato del país que vivimos en la primera década del siglo XXI. Cartier-Bresson agradeció este<br />

texto de <strong>Rulfo</strong> con el obsequio de una fotografía suya dedicada.<br />

>>> p. 3


DIRECTORIO<br />

Director<br />

EDUARDO RABASA<br />

Editor<br />

FRANCISCO DE LA MORA MAURER<br />

Consejo editorial<br />

VIVIAN ABENSHUSHAN<br />

LUIGI AMARA<br />

LEOPOLDO KULESZ<br />

RAFAEL LÓPEZ GIRAL<br />

RAMÓN LÓPEZ QUIROGA<br />

JULIÁN MEZA<br />

EMILIANO MONGE<br />

DIEGO MORENO<br />

PHILIPPE OLLÉ-LAPRUNE<br />

DIEGO RABASA<br />

ENRIQUE REDEL<br />

JULIÁN RODRÍGUEZ<br />

FELIPE ROSETE<br />

JAVIER SANTILLÁN<br />

SANTIAGO TOBÓN<br />

SAÚL TREJO<br />

Diseño<br />

DANIELA ROCHA<br />

Concepto gráfico diseño y edición, S.C.<br />

Publicidad<br />

SELMA RODAL<br />

srodal@sextopiso.com<br />

Portada<br />

JUAN RULFO<br />

Tepeyanko, Tlaxcala, década de 1930<br />

El texto y las fotografías de <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> publicados<br />

aquí son propiedad de la señora Clara Aparicio<br />

de <strong>Rulfo</strong> y se reproducen con su autorización.<br />

SP Revista de Libros es una publicación mensual<br />

editada por SP Distribuciones, con domicilio<br />

en San Miguel #36, Barrio San Lucas,<br />

Coyoacán. CP 04030. México, D.F. Editor<br />

responsable: Eduardo Rabasa<br />

2 SP | JULIO 2008<br />

Las fotografías de <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> que se reproducen en este número de SP Revista de Libros,<br />

pertenecen a un conjunto de 23 imágenes que presentó en Guadalajara en 1960. Pudieron encontrarse<br />

gracias al testimonio del Dr. Lon Pearson, quien entró en contacto con la Fundación <strong>Juan</strong><br />

<strong>Rulfo</strong> a finales de 2004 para hablar de las mismas. Las fotos fueron plenamente identificadas y, a<br />

partir de este hallazgo, Pearson escribió un texto con su testimonio, que aparece con el título de<br />

«<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>: una exposición fotográfica olvidada» en el libro Tríptico para <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> (México, 2006,<br />

Editorial RM et al.), donde se reproducen igualmente las 23 imágenes de la muestra de 1960.<br />

Para la edición de dicho libro se realizó una digitalización de las 23 fotografías con el mismo<br />

encuadre que el utilizado en Guadalajara en 1960. Pudieron recuperarse los matices que el negativo<br />

original permitía y que la impresión antigua no siempre había reflejado. De esta digitalización<br />

proceden las imágenes que ilustran este número, cuya selección fue realizada por los curadores<br />

de la exposición «EL ARCHIVO UNIVERSAL La condición del documento y la utopía fotográfica moderna»,<br />

que se presentará en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) el próximo<br />

otoño, así como en el Museu Colecção Berardo, de Lisboa, en la primavera de 2009.<br />

El siguiente texto de Lon Pearson pertenece a su ya citado testimonio, y en él narra su encuentro<br />

con la primera exposición fotográfica presentada por <strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>.<br />

VÍCTOR JIMÉNEZ<br />

Ubicada en la avenida Juárez<br />

445, casi esquina con Ocampo,<br />

Camaráuz era la única tienda<br />

fotográfica de categoría en Gua-<br />

sp DISTRIBUCIONES<br />

Los<br />

libros<br />

al<br />

precio<br />

de su<br />

país<br />

de<br />

origen<br />

ARCADIA ESPAÑA GADIR ESPAÑA IMPEDIMENTA ESPAÑA LIBROS DEL ZORZAL<br />

ARGENTINA NÓRDICA LIBROS ESPAÑA PERIFÉRICA ESPAÑA SEXTO PISO MÉXICO<br />

TUMBONA MÉXICO<br />

www.spdistribuciones.com San Miguel #36, Barrio San Lucas Coyoacán C.P. 04030<br />

México D.F. T. +5255 5689.6381 F. +5255 5336.4972<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>: una exposición<br />

fotográfica olvidada<br />

Lon Pearson<br />

dalajara. Sus fundadores, Gabriel<br />

Camarena y <strong>Juan</strong> Víctor Aráuz (de<br />

cuya combinación de apellidos<br />

proviene el nombre Camaráuz),<br />

tenían fama como fotógrafos, especialmente<br />

don Víctor, por sus<br />

imágenes de los indios huicholes,<br />

ampliamente difundidas. Al<br />

fundar en 1948 el centro fotográfico<br />

Camaráuz, los dos proporcionaron<br />

un punto de reunión<br />

para la comunidad artística e intelectual<br />

de Guadalajara. […]<br />

Recuerdo a un viejo empleado<br />

de la tienda, Rettig, un alemán,<br />

con quien podía yo hablar<br />

más en inglés que con los otros,<br />

así que conversé mucho con él.<br />

Rettig nos invitó, como lo hizo<br />

don Víctor, a la inauguración de la<br />

exposición de fotografías de <strong>Juan</strong><br />

<strong>Rulfo</strong>, que se efectuaría el 25 de<br />

marzo de 1960, un viernes. […]<br />

Según recuerdo, la entrada<br />

era gratis, pero no había mucha<br />

gente. Tengo registrado en mi<br />

diario que se efectuaba la exposición<br />

con el patrocinio de don<br />

Víctor (de Camaráuz) y la Casa<br />

de la Cultura. Cuando llegamos<br />

al Parque Agua Azul y entramos a<br />

la exposición, don Víctor me presentó<br />

al fotógrafo y me explicó<br />

que éste había regresado hacía<br />

poco a su tierra, insinuando que<br />

era del sur de Jalisco o de Colima.<br />

El motivo de su regreso, según lo<br />

que entendí, era principalmente<br />

para sacar fotos y exhibirlas<br />

después. Había algún indicio de<br />

que hacía tiempo que no había<br />

estado en esa región. <strong>Rulfo</strong> ya<br />

se encontraba en Guadalajara en<br />

esta época, en la que iba a mostrar<br />

las ampliaciones en blanco<br />

y negro que se exhibirían aquella<br />

noche. […]<br />

Veinticinco años después,<br />

cuando vi las fotos incluidas en<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>: Homenaje nacional —el<br />

libro de 1980 que se preparó para<br />

la exposición en Bellas Artes— me<br />

impresioné mucho con las imágenes<br />

que contemplaba. Primero<br />

me asombró la técnica de <strong>Rulfo</strong> y<br />

luego la variedad de sus sujetos<br />

y temas. Poco a poco me asaltaron<br />

algunas impresiones de naturaleza<br />

déjà vu. Al pensarlo un poco<br />

e intentar recordar lo que había<br />

visto y leído sobre <strong>Rulfo</strong> como fotógrafo<br />

me di cuenta de que las<br />

fotos que se habían mostrado aquel<br />

viernes en Guadalajara eran de<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>. Era él quien esperaba<br />

volver a establecerse en la ciudad<br />

de Guadalajara.<br />

Lon Pearson es profesor de Literatura Hispanoamericana<br />

del siglo XX en la Universidad<br />

de Nebraska en Kearney. Ha sido profesor en<br />

UCLA y en la Universidad de Utah.<br />

www.spdistribuciones.com<br />

>>> p.1 de Cuauhtemotzin y Chimalpopoca,<br />

zona habitada toda<br />

ella por el hampa, la prostitución,<br />

los «teporochos» (alcohólicos cuya<br />

vida y muerte miserable transcurre<br />

en los muladares).<br />

No obstante, para un reportero<br />

gráfico con la sensibilidad artística<br />

de Cartier-Bresson, interesado<br />

en los sujetos más que en<br />

los objetos, este panorama le ha<br />

de haber provocado diversas impresiones,<br />

ya que el sitio estaba<br />

plagado de caracteres estrafalarios:<br />

seres marginales, pero al fin<br />

seres humanos condenados a un<br />

destino inescrutable.<br />

Ése fue el México que encontró<br />

Cartier-Bresson. Es el México<br />

que expresan sus imágenes:<br />

pobreza, apatía y desencanto, así<br />

como una profunda soledad. El<br />

paredón de fusilamientos permanecía<br />

aún allí como mudo testimonio<br />

de lo que había sido la<br />

violencia y la represión. La hostilidad<br />

se sentía en el ambiente,<br />

mientras el país enajenado a las<br />

empresas extranjeras no parecía<br />

encontrar todavía un camino de<br />

liberación. Además, el mexicano<br />

de entonces, carente de estímulos,<br />

se refugiaba en el fatalismo,<br />

en una burocracia inestable o simplemente<br />

en el vicio hasta caer<br />

en la locura.<br />

Pocos eran los afortunados que<br />

habitaban fastuosas mansiones,<br />

ajenos por entero al mundo de<br />

quienes apenas sobrevivían milagrosamente<br />

entre los escombros<br />

de una nación en ruinas.<br />

Aquellos años no sólo se señalaron<br />

por la discordia, crearon a<br />

su vez una proliferación de caci-<br />

www.spdistribuciones.com<br />

ques sobre quienes recaía el poder<br />

absoluto en toda la nación.<br />

Faltaban garantías en el campo,<br />

así que los agricultores abandonaban<br />

la tierra, mientras los pequeños<br />

artesanos: carpinteros,<br />

zapateros y aún los peluqueros y<br />

albañiles se convertían en ejidatarios<br />

descalificados, los cuales<br />

degradaban los suelos hasta hacerlos<br />

improductivos. Naturalmente<br />

escaseaban los víveres para<br />

alimentar al hombre de las ciudades.<br />

Pero la condición del mexicano,<br />

mimética por naturaleza,<br />

ha sabido adaptarse a todas las<br />

circunstancias. Su «aguante» es<br />

proverbial y pronto logra emerger<br />

de la inclemencia. Jamás ha<br />

sabido morirse de hambre. Bastaron<br />

unos cuantos años para que<br />

tanto la ciudad de México y muchas<br />

otras ciudades del interior,<br />

al igual que el campo retomaran<br />

su ritmo habitual, en algunos casos<br />

acelerado. Lo mismo sucedió<br />

con el desarrollo industrial que,<br />

de inexistente, pasó a ser inusitado,<br />

creando una fuerza de trabajo<br />

sólida y poderosa.<br />

Sin embargo, y eso lo pudo comprobar<br />

también Cartier-Bresson<br />

en su segunda visita a México en<br />

1963, numerosas regiones del país<br />

permanecían olvidadas del progreso,<br />

aisladas en sus propias comunidades<br />

indias. Esto se debe<br />

primordialmente a un régimen<br />

tradicional, por no decir secular,<br />

que los indios ejercen para salvaguardar<br />

sus culturas. La defensa<br />

de costumbres, lenguaje, creencias<br />

e identidad, las cuales intentan<br />

conservar pese a las presiones<br />

extrañas. Por tal motivo, la polí-<br />

Intento de ensayo<br />

Víctor M. Becerra<br />

Hay que ejercitar, pues, el alma en<br />

las más nobles ocupaciones, y las<br />

más nobles de todas son las encaminadas<br />

a la salvación de la patria.<br />

Las almas que cumplan con<br />

esta sublime misión serán recompensadas<br />

con la ascensión a las esferas<br />

celestes, mientras que las que<br />

se entreguen a los placeres sensibles<br />

permanecerán a ras de tierra<br />

y no ascenderán sino después de<br />

ser atormentadas durante siglos.*<br />

El fin de este ensayo no es cuestionar<br />

si hay libreros en México,<br />

ni mucho menos, el perfil de las<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Venta de aguacates en el mercado, década 1930.<br />

tica oficial ha sido la de no interferir,<br />

sino en casos extremos, para<br />

apoyar su prevalencia dentro del<br />

ámbito nacional. Y si se toma en<br />

cuenta que existen en territorio<br />

mexicano 53 grupos étnicos, con<br />

lenguas y costumbres bien definidas,<br />

no debe considerárseles<br />

como una rémora, sino un gran<br />

aporte pluricultural que forma<br />

parte integrante del país. En<br />

otras palabras, la incorporación<br />

al sistema de estas 53 comunidades,<br />

traería el exterminio de tales<br />

culturas, cuyas manifestaciones<br />

artísticas, mitos y leyendas, han<br />

sido y serán por mucho tiempo<br />

valiosas para etnólogos, sociólogos<br />

y antropólogos.<br />

De allí nació el calificativo de<br />

«muchos méxicos» que le diera<br />

Lesley Byrd Simpson. Cierto que<br />

habitan zonas deprimidas y de<br />

grandes carencias; pero jamás<br />

librerías en que cada uno de ellos<br />

se desempeña. El objetivo es<br />

apelar a la razón de mis colegas y<br />

que nos preguntemos: ¿Es real<br />

mi compromiso como librero?<br />

El librero, en la acepción romántica,<br />

es aquel ser sensible a<br />

los cambios de su época, refleján-<br />

abandonarán su pedazo de tierra,<br />

ni su mundo ni su inframundo.<br />

Les basta, como ellos dicen,<br />

la luz de una luciérnaga para<br />

alumbrar las breves noches de<br />

su existencia.<br />

Así, entre los habitantes del<br />

Istmo de Tehuantepec, Henri<br />

Cartier-Bresson logró captar al<br />

fin la sonrisa, lo cual no encontró<br />

en las barriadas tristes de las ciudades<br />

que él transitó con el afán<br />

constante de buscar los diversos<br />

aspectos del mexicano.<br />

México, D. F., 13 de febrero de 1984.<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong> (Apulco, Jalisco, 1917-ciudad<br />

de México, 1986). El más importante narrador<br />

mexicano de todos los tiempos. Además<br />

de sus obras consagradas, Pedro Páramo y El<br />

llano en llamas, <strong>Rulfo</strong> es bien conocido como<br />

un gran fotógrafo. Fue un lector de tiempo<br />

completo, como él mismo lo dijo en alguna<br />

ocasión, y un contundente crítico de arte.<br />

LIBRERÍA OCTAVIO PAZ – FCE<br />

EL RINCÓN<br />

DEL LIBRERO<br />

dolo en su acervo para beneplácito<br />

de sus clientes; sin dejar de<br />

lado los best-sellers, los long-sellers,<br />

ya que son éstos el respaldo de<br />

aquellos libros exquisitos; ni tampoco<br />

olvidar los libros clásicos<br />

que hoy en día son llamados imperdonables<br />

desde la perspectiva<br />

JULIO 2008 | SP 3


comercial, aunque como bien<br />

apunta Gabriel Zaid:<br />

Todo comercio es conversación:<br />

Cultura, siempre en riesgo de<br />

volverse bla bla blá. Está muy<br />

bien sentir que los libros no son<br />

mercancía, sino diálogo, revelación,<br />

pero no para despreciar el<br />

comercio, sino para recordar<br />

que, en último término, nada es<br />

mercancía.*<br />

Debemos estar de acuerdo<br />

en que los clásicos son conversación,<br />

son ese hilo que nos une<br />

en el tiempo. ¿Pero cómo llegamos<br />

a ellos? ¡Leyendo! Y es aquí<br />

donde pisamos tierra, volvemos<br />

a nuestra penosa realidad:<br />

«Leer no es una prioridad para<br />

el que se supone es un puente<br />

cultural».<br />

Pero esto no es de extrañarse,<br />

tampoco les interesa a los gerentes<br />

responsables de empresas e<br />

instituciones dedicadas a la comercialización<br />

de libros, suficiente<br />

es hacer notar la falta de apoyo<br />

en la profesionalización de los<br />

4 SP | JULIO 2008<br />

libreros, me refiero a talleres, diplomados,<br />

cursos; es muy importante<br />

que las personas facultadas<br />

y realmente interesadas en el cambio<br />

de nuestro entorno cultural se<br />

comprometan y contribuyan a<br />

resolver este importante problema<br />

y, por qué no, proponer que<br />

nuestras universidades impartan<br />

licenciaturas para la formación<br />

de libreros.<br />

En una reunión de trabajo, a la<br />

que asistieron gerentes y encargados<br />

de librerías, se habló de<br />

medidas correctivas para obtener<br />

mejores resultados comerciales.<br />

Uno de los puntos tratados fue la<br />

atención al público, en cuanto a<br />

cómo el precio fijo del libro exigirá<br />

una mejora revolucionaria<br />

en esta importante actividad. Se<br />

propuso que se apoyara a la gente<br />

con genio (seamos honestos, a<br />

la gran mayoría del personal que<br />

trabaja en librerías no le interesa<br />

el auge cultural de su entorno),<br />

ante lo que el gerente manifestó<br />

que quince minutos antes de la<br />

apertura de la librería se reuniera<br />

el personal para leer la portada<br />

y contraportada de algún libro,<br />

ya fuese novedad o lo que fuere, y<br />

se procediera a comentarlo.<br />

Aseguró que esta actividad es<br />

suficiente para mejorar las ventas<br />

y la atención al cliente ¿Ustedes<br />

creen que sí?<br />

No estoy seguro de si esta reunión<br />

efectivamente se llevó a cabo<br />

o si tan sólo fue un mal sueño,<br />

producto de una indigestión. Lo<br />

que sí les puedo asegurar es que<br />

efectivamente se implementó<br />

en unas cuantas librerías; cuando<br />

les pregunté a algunas de las<br />

personas involucradas si ello<br />

efectivamente había ayudado al<br />

mejor desempeño de la librería,<br />

en cuanto al nivel comercial<br />

y la calidad del servicio, contestaron:<br />

«Lo hacemos para que no nos<br />

molesten».<br />

Esta respuesta es el reflejo de<br />

lo que son las librerías actualmente;<br />

es una blasfemia el tratar de<br />

comprender de esta manera una<br />

obra que a su creador le ha llevado<br />

mucho más tiempo concebir. La<br />

lectura en estos tiempos es sólo<br />

un verbo desvirtuado e innecesario<br />

en esta sociedad:<br />

Y como además, para tener éxito<br />

profesional y ser aceptado<br />

socialmente y ganar bien no es<br />

necesario leer libros.*<br />

Ahora, si leer libros no es<br />

importante para ser aceptado<br />

socialmente, ni laboralmente.<br />

¿Qué es importante entonces?<br />

¿En manos de quién están las<br />

librerías? Me refiero a los encargados<br />

de éstas y al personal<br />

con genio, porque es ahí donde<br />

deben brotar las ideas de innovación<br />

y crecimiento cultural,<br />

también son ellos quienes deben<br />

contagiar a los demás, a los<br />

otros, a los que están en suspensión<br />

creativa.<br />

Tener una cultura general es<br />

la mejor herramienta de competitividad<br />

entre librerías, tomando<br />

en cuenta que una vez<br />

publicada la ley del libro (espero<br />

que sí se publique) la profesionalización<br />

en pro de una mejor<br />

atención marcará la diferencia<br />

entre libreros. No como sugiere<br />

Tanja Ringewaldt:<br />

Un buen librero no debe leer todos<br />

los libros, pero debe leer muchos<br />

catálogos de editoriales,<br />

muchas revistas bibliográficas y<br />

los suplementos culturales de los<br />

grandes diarios.*<br />

Esta recomendación es válida<br />

para exhibiciones temporales de<br />

quince días como máximo, pero<br />

no hay que olvidar que los diarios<br />

recomiendan obras galardonadas<br />

(que estoy de acuerdo<br />

deben ser tomadas en cuenta),<br />

novedades, chismes políticos,<br />

best-sellers, libros que apuntan<br />

a ventas rápidas, al mero efecto<br />

comercial.<br />

Sin embargo, Tanja tiene razón<br />

en que es imposible leer todos<br />

los libros; ¡incluso sería nocivo!;<br />

sólo hay que leer los necesarios<br />

para alcanzar un nivel de cultura<br />

En la entrada de su diario del<br />

29 de septiembre de 1931, durante<br />

su viaje por África, Michel<br />

Leiris resume sus impresiones<br />

del día en un párrafo rotundo: *<br />

«Siniestra cosa, esto de ser europeo.<br />

Cada vez soporto menos<br />

la idea de la colonización. Recaudar<br />

el impuesto, ésa es la gran<br />

preocupación. Pacificación, asistencia<br />

médica no tienen más que<br />

un fin: engatusar a la gente para<br />

que se deje engañar y pague el<br />

aceptable, y aprovechar esto para<br />

intentar cambiar nuestro entorno<br />

ya que éste es:<br />

La principal riqueza del hombre<br />

desde siempre. Desde siempre su<br />

peor enemigo y víctima.*<br />

Sería una gran falta a la verdad<br />

no admitir que la mayoría de<br />

las personas que fungen como<br />

encargados en las librerías se lo<br />

han ganado por el tiempo acumulado<br />

que llevan trabajando en<br />

éstas (ellos le llaman experiencia),<br />

pero una vez más apelo a<br />

su razón ¿Es tiempo de experiencia<br />

o tiempo de hacer lo<br />

mismo? Porque creo que hay<br />

una gran diferencia, lo dejo a su<br />

reflexión.<br />

Ya no podemos dejar que pase<br />

el tiempo sin tomar en serio<br />

nuestro compromiso como libreros.<br />

Me refiero principalmente<br />

a la «conversación», con nues-<br />

Contra la civilización<br />

Andrés Barba<br />

impuesto. Correrías en ocasiones<br />

sangrientas, con qué fin:<br />

recaudar el impuesto. Estudio<br />

etnográfico, con qué fin: hallarse<br />

en condiciones de aplicar una<br />

política más hábil para recaudar<br />

el impuesto». La mirada del<br />

colonizador sobre el salvaje es<br />

arrogante hasta que choca con<br />

la realidad que pretende modificar,<br />

hasta que empieza a dudar<br />

de la excelencia de su propia<br />

civilización. En ese limbo de la<br />

duda, en ese territorio de pasto<br />

común entre civilizaciones es<br />

donde se encuentra el marco de<br />

la mayoría de estos maravillosos<br />

cuentos de Maugham.<br />

tros clientes, con los colegas de<br />

profesión, con nosotros mismos.<br />

El que algunos clientes entren a la<br />

librería y nos traten con desdén<br />

es el resultado de los fenómenos<br />

sociales que se van presentando,<br />

pero también incide el vacío que<br />

nosotros reflejamos con la falta<br />

de compromiso.<br />

Llevo diez años trabajando en<br />

una librería, donde a lo largo de<br />

ellos he visto genios que se han<br />

perdido. La deshumanización<br />

va en aumento, es el libro, la<br />

educación, la cultura, así me lo<br />

parece, lo que puede salvarnos,<br />

nadie mejor que Milton para<br />

apuntarlo:<br />

Porque los libros no son cosas absolutamente<br />

muertas, antes contienen<br />

una potencia de vida que<br />

los hace tan activos cuanto al espíritu<br />

a cuya progenie pertenecen,<br />

y lo que es más, conservan, como<br />

redoma, la mas pura extracción y<br />

En este prólogo a la segunda edición en español de El temblar de una hoja de W. Somerset<br />

Maugham, Andrés Barba resalta uno de los aspectos más destacados de la pluma del gran<br />

escritor británico: su conciencia de la desgracia como sino de la existencia humana y, al<br />

mismo tiempo, como (única) posibilidad de toma de conciencia y ulterior transformación. En<br />

su lectura de Maugham, Barba aprecia cómo éste aprehendió con maestría lo imprevisible y<br />

lo doloroso de la existencia como paradójicas posibilidades de encontrarle un sentido y de<br />

vivirla con cierta apacibilidad.<br />

* El diario de Leiris se publicó más tarde<br />

con el título El África fantasmal. Hay una<br />

edición española en Pre-Textos, Valencia,<br />

2007.<br />

Parece una verdad literaria de<br />

primer orden que sólo es posible<br />

escribir con acierto de aquello que<br />

se ama o de aquello que se teme.<br />

A la luz de esa verdad uno podría<br />

hacer un listado tanto de las cosas<br />

temidas por Maugham en estos<br />

relatos (la locura, la convención<br />

formal, el alcohol, el embrutecimiento,<br />

la arrogancia) como de las<br />

amadas (la paz de espíritu, la sencillez,<br />

la bondad), sin llegar a hacerse<br />

por ello una idea clara de en<br />

qué reside exactamente su grandeza.<br />

El acierto de Maugham proviene<br />

más bien de una especial<br />

habilidad de hacer colindar territorios<br />

y personajes en conflicto<br />

eficacia de la inteligencia viviente<br />

que los engendrarán.*<br />

El libro no nos revela las respuestas<br />

a nuestra existencia, solo<br />

nos hace preguntarnos qué tan<br />

reales somos, y si algunos osaran<br />

hacerlo, sería un deber moral<br />

no difundirlos.<br />

*Bibliografía de las citas en orden de aparición.<br />

José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía.<br />

Gabriel Zaid, Los demasiados libros.<br />

Idem.<br />

Tanja Ringewaldt, Manual para libreros.<br />

Jacques Attali, Diccionario del siglo XXI.<br />

John Milton, Areopagítica.<br />

Víctor M. Becerra cursó estudios de Letras<br />

Hispánicas en la UNAM y ha trabajado los últimos<br />

diez años en las librerías del Fondo de<br />

Cultura Económica, en la actualidad en la<br />

libreria Octavio Paz.<br />

con esos otros territorios y personajes<br />

que les dan precisamente la<br />

pauta de su tragedia. Sin llegar a<br />

convertirse nunca en un previsible<br />

y tópico choque de antagónicos,<br />

los relatos aquí reunidos sorprenden<br />

siempre en algún quiebro que<br />

encamina las cosas hacia el lugar<br />

más insospechado y, a la vez, más<br />

propio. En ese sentido podría de-<br />

www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 5


<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, El rollo, Tepeaca, Puebla, 1955.<br />

cirse que estos relatos están escritos<br />

a completa imagen y semejanza<br />

de la vida. Cuando los leemos tenemos<br />

la misma impresión que al<br />

recordar acontecimientos pasados<br />

que no comprendimos al vivirlos<br />

pero que, a la luz de la memoria y<br />

la experiencia, parecen de pronto<br />

precisos, como rodeados por una<br />

emanación, necesarios.<br />

La desgracia obliga siempre a<br />

reconocer como real aquello que<br />

no creemos posible. La desgracia<br />

nos ata a lo real y al mismo<br />

Se necesita un puente<br />

Arash Hejazi<br />

6 SP | JULIO 2008<br />

ENFRENTAR LA BRECHA:<br />

¿QUÉ HACES AQUÍ?<br />

Una mano me sacude. Abro los<br />

ojos con cansancio. Se trata de la<br />

adorable azafata del enorme avión<br />

de Lufthansa.<br />

«Nos estamos preparando para<br />

aterrizar señor», dice, «por<br />

favor enderece el respaldo de su<br />

asiento y abroche su cinturón de<br />

seguridad».<br />

Trato de moverme con torpeza.<br />

«Señor, ¿quisiera algo de beber<br />

antes de que aterricemos?»<br />

tiempo nos incapacita para superarlo,<br />

porque el hombre (es cosa<br />

sabida) sólo sobrevive gracias a<br />

la ficción elaborada y reelaborada<br />

mil veces de su memoria, de<br />

su afectividad, de su ser frente a<br />

los otros. Y en ese sentido estos<br />

cuentos de Maugham introducen<br />

en la ficción un personaje<br />

más: el alcohol.<br />

El alcohol como desinhibidor<br />

de la desgracia cumple una función<br />

en estos relatos de auténtico<br />

símbolo. Una de las últimas anotaciones<br />

de Simone Weil en ese prodigio<br />

de libro titulado La gravedad<br />

y la gracia dice algo que probablemente<br />

suscribiría sin pestañear<br />

Maugham referido a este libro:<br />

«La vida humana es imposible,<br />

pero sólo la desgracia logra que lo<br />

sintamos». Maugham reconoce<br />

que en la desgracia, si bien nos<br />

encontramos brutalmente estampados<br />

contra lo real, se producen<br />

verdaderas iluminaciones que de<br />

otra manera nunca habrían tenido<br />

lugar. Por eso no son más sabios<br />

quienes han sufrido más desgracias,<br />

sino quienes han sabido pensarlas<br />

con más valentía. En estos<br />

relatos hay personajes que se crecen<br />

en la desgracia y que conviven<br />

junto a otros a los que la desgracia<br />

les aniquila. La inteligencia<br />

con la que unos salen a flote, unida<br />

por contraste a la necedad o la<br />

debilidad de quienes se hunden<br />

hacen que este libro sea furibundamente<br />

contemporáneo y anacrónico<br />

a la vez. Hoy, que vivimos<br />

cada vez más en unas sociedades<br />

en las que la desgracia se ha convertido<br />

en la marca de la encarnación<br />

perfecta, en las que todo el<br />

mundo desea secretamente convertirse<br />

en víctima de algo para adquirir<br />

así un rostro ante los otros,<br />

muchas de estas figuras parecen<br />

haber perdido su esplendor, cuando<br />

lo cierto es que nos dan la pauta<br />

perfecta de nuestra enajenación.<br />

A cada tiempo su locura, a cada<br />

tiempo su sabiduría. La de este libro<br />

está perfectamente descrita<br />

en el propio título El temblar de una<br />

hoja tomado de la cita de Saint-<br />

Beuve con la que se abren los textos:<br />

«La felicidad extrema apenas<br />

está separada por el temblar de<br />

una hoja de la extrema desesperación».<br />

Si hay algo que atraviesa<br />

de parte a parte este maravilloso<br />

libro es precisamente la conciencia<br />

de nuestra fragilidad, el precario<br />

equilibrio de nuestros afectos<br />

y de nuestras convicciones. Y no es<br />

poca sabiduría para quien se atreva<br />

a pensarla hasta sus últimas<br />

consecuencias.<br />

Prólogo al libro El temblar de una hoja,<br />

de W. Somerset Maugham, cedido por<br />

Editorial Sexto Piso.<br />

CARAVAN BOOKS PUBLISHING HOUSE - IRÁN<br />

Mientras bebo mi agua, cierro<br />

los ojos y escucho el reporte<br />

que da el piloto sobre el clima de<br />

Frankfurt —la mayoría de las veces<br />

hace buen clima en octubre—,<br />

así como sus deseos de que hayamos<br />

tenido un buen vuelo y<br />

de vernos pronto de nuevo a bordo.<br />

Ese deseo se le concederá<br />

rápido ya que dentro de cinco<br />

días volaré a casa en el mismo<br />

vuelo. Esta vez, mi destino será<br />

Teherán, mi hogar.<br />

La Feria de Frankfurt siempre<br />

ha sido un festejo anual pa-<br />

VENTANA<br />

EDITORIAL<br />

ra mí. Atiendo algunos asuntos<br />

ahí, pero mi principal motivación<br />

para visitar la feria cada año<br />

nunca han sido los negocios como<br />

tal, sino mi intenso anhelo<br />

de acudir. Es una atmósfera en<br />

la que todo el mundo piensa sobre<br />

libros, vive los libros, respira<br />

y duerme los libros; todo en<br />

torno a algo que ya no se considera<br />

una necesidad práctica en<br />

nuestro mundo moderno y en la<br />

era de la información. Tan sólo<br />

dura cinco días, pero es muy satisfactoria<br />

e inspiradora; la parte<br />

www.spdistribuciones.com<br />

más intensa para mí es ver a mis<br />

amigos, editores de todas partes<br />

del mundo, con la triste —quizá<br />

no es triste pero de alguna manera<br />

extraña— sensación de que<br />

aunque somos amigos y vivimos<br />

para los libros, hay una gran brecha<br />

entre su mundo y el mío, que<br />

plantea preocupaciones que nadie<br />

cree y que presentan un reto<br />

muy distinto para un editor.<br />

COPYRIGHT: ¿DE QUÉ HABLAN?<br />

Cada vez que estoy en Frankfurt,<br />

veo a gente ansiosa, corriendo de<br />

una cita a otra, deseosa de hacer<br />

negocios, de encontrar un lugar<br />

en un mundo de la edición que<br />

resiste con valentía el peligro de<br />

la extinción. «¿Adónde van con<br />

tanta prisa?», fue mi impresión<br />

inicial la primera vez que fui a<br />

Frankfurt, y no tardé mucho en<br />

hallar la respuesta: a vender y a<br />

comprar derechos, la principal<br />

actividad de la mayoría de las<br />

ferias del libro importantes. Esto<br />

es algo que nunca ha sido un<br />

gran negocio para los editores<br />

iraníes, ya que Irán no reconoce<br />

ningún tratado internacional<br />

de derechos de autor. Es uno de<br />

los pocos países no suscritos a<br />

la Convención de Berna, a la WTO,<br />

al World Copyright Agreement,<br />

o a alguna otra convención que<br />

obligue a los editores a adquirir<br />

los derechos para editar un libro<br />

publicado fuera de Irán antes<br />

de traducirlo o editarlo. Por eso<br />

tenemos por lo menos 12 ediciones<br />

de Harry Potter, 5 de Cien<br />

años de soledad e incluso 4 traducciones<br />

distintas de Kafka en<br />

la orilla en las librerías iraníes,<br />

sin que se le pague al autor ni<br />

un centavo. Desde luego que existe<br />

un puñado de editores que en<br />

lo individual respetan los derechos<br />

de autor e intentan comprar<br />

los derechos para publicar<br />

un libro, pero esto no impedirá<br />

jurídicamente que otros editores<br />

publiquen el mismo libro<br />

con otra traducción, y los editores<br />

que paguen regalías tienen<br />

un problema con el precio del libro<br />

ya que, sin importar cuánto<br />

se esfuercen, no pueden competir<br />

con el precio de las ediciones<br />

no autorizadas de los mismos libros.<br />

El gobierno de Irán lleva<br />

mucho tiempo asegurando que<br />

www.spdistribuciones.com<br />

planea suscribirse a la Convención<br />

de Berna pero yo no he visto<br />

ningún esfuerzo en esta dirección<br />

en los últimos diez años.<br />

Por esta razón, la mayoría de<br />

los editores internacionales consideran<br />

que los editores iraníes<br />

somos piratas, y explicar la situación<br />

no ayuda mucho salvo<br />

por unos cuantos valerosos<br />

agentes, editores y autores que se<br />

arriesgan a ser publicados en<br />

Irán con regalías bajas o sin cobrar<br />

anticipos. El resto no cree<br />

que estemos diciendo la verdad.<br />

El copyright es una importante<br />

línea divisoria entre nuestros<br />

mundos, pero no es la principal.<br />

LA CENSURA: ¡NO MERECES SER<br />

PUBLICADO!<br />

Al ser una nación orgullosa de<br />

haber producido uno de los libros<br />

más ancestrales de la historia<br />

(Avesta, escrito por el poeta persa<br />

Zaratustra), y que cuenta con un<br />

trasfondo religioso en el que Dios<br />

jura por la pluma y lo que registra,<br />

1 es natural que sea difícil creer<br />

que nuestro gobierno sea uno de<br />

los pocos del mundo moderno y<br />

de la era digital que censure libros<br />

de manera oficial. Mientras<br />

los editores internacionales se<br />

apresuran de una cita a la otra para<br />

incrementar sus ganancias, nosotros<br />

temblamos cuando decidimos<br />

publicar un libro: «¿Nos<br />

permitirán hacerlo?»<br />

Nuestra constitución no reconoce<br />

de manera expresa la libertad<br />

de expresión: «La prensa es<br />

libre de expresar su opinión, a menos<br />

que sea contraria a los fundamentos<br />

del Islam o los derechos<br />

del pueblo, y la ley explicará los detalles»<br />

(Artículo 24, Constitución<br />

de la República Islámica de Irán).<br />

Los detalles nunca fueron<br />

explicados, más que en un acta<br />

promulgada por el Consejo<br />

Supremo de la Revolución Cultural<br />

(que no tiene rango de ley, al<br />

no ser promulgada por el Parlamento),<br />

que especifica los temas<br />

que «No merecen ser publicados»,<br />

por ejemplo: renunciar a<br />

los fundamentos de la religión;<br />

promover la corrupción moral;<br />

invitar a la sociedad a manifestarse<br />

y hacer disturbios contra el<br />

1 Corán, 68:1.<br />

Estado de la República Islámica de<br />

Irán; promover las ideas de grupos<br />

terroristas e ilegales y sectas<br />

corruptas y defender la monarquía;<br />

promover conflictos entre<br />

los varios grupos étnicos o religiosos<br />

o crear problemas en la<br />

unidad social y del país; burlarse<br />

y debilitar el orgullo nacional y<br />

el espíritu nacionalista, y crear una<br />

atmósfera de pérdida de valores<br />

nacionales ante la cultura y civilización<br />

de sistemas coloniales<br />

occidentales u orientales. 2<br />

Bien, pues éstos son los parámetros<br />

que el Ministerio de<br />

Cultura y Guía Islámica ha tomado<br />

en cuenta para emitir permisos<br />

de publicación de libros<br />

los últimos 20 años. Desafortunadamente,<br />

casi cualquier cuestión<br />

puede interpretarse como<br />

una violación de estas líneas<br />

rojas, en especial en cuanto<br />

hace a la «corrupción moral» y<br />

«pérdida de valores», para las<br />

que nadie puede dar una definición<br />

concreta.<br />

Los editores tienen que someter<br />

los libros a consideración del<br />

ministerio antes de poder publicarlos;<br />

no existe una vía jurídica<br />

para objetar la decisión de un censor,<br />

o para permitir que el sentido<br />

común juzgue la salud del libro<br />

editado. Hay un gigantesco sistema<br />

burocrático —costeado por el<br />

2 Acta de Lineamientos para la Publicación<br />

de Libros, promulgada en 1988 por el Consejo<br />

Supremo de la Revolución Cultural.<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Troncos, casa en ruinas y torres de Santa Prisca, década 1930 ó 1940.<br />

tesoro nacional iraní— de desistimiento<br />

previo fundamentado<br />

en el acta mencionada con anterioridad:<br />

los editores tienen que<br />

traducir, maquetar, editar e incluso<br />

corregir las pruebas antes<br />

de poder someter los libros a la<br />

consideración del Ministerio.<br />

Entonces los censores los leen.<br />

Si no encuentran problemas, emiten<br />

un permiso de publicación;<br />

si sí, anotan lo que debe eliminarse<br />

—en un pedazo de papel sin<br />

membrete ni firma— y el editor<br />

debe incorporar los cambios y<br />

volver a presentar el libro. Si se<br />

decide que el libro «no merece<br />

ser publicado» de ninguna manera,<br />

le transmiten la decisión<br />

al editor de manera verbal, sin<br />

prueba escrita. Y lo peor es que<br />

todo depende del gusto e interpretación<br />

individual de las personas<br />

que leen el ejemplar en el<br />

Ministerio de Cultura, cuya identidad<br />

nadie conoce.<br />

Con el permiso oficial en mano,<br />

el editor puede proceder a<br />

imprimir el libro. Pero una vez terminado,<br />

debe volverlo a entregar<br />

al ministerio, para que pueda<br />

revisar si los cambios y omisiones<br />

han sido incorporados y es sólo<br />

entonces que se emite un Permiso<br />

de Distribución —cuyo nombre<br />

oficial es Declaración de Recepción<br />

del Libro—. Pero esto no significa<br />

necesariamente que el libro pueda<br />

ser reimpreso. Cuando concluyó<br />

el periodo del presidente<br />

JULIO 2008 | SP 7


EDITORIAL IMPEDIMENTA<br />

Dos Delicatessen<br />

Editorial Impedimenta<br />

www.impedimenta.es<br />

ANDRÉS IBÁÑEZ<br />

El perfume<br />

del cardamomo<br />

Introducción de Félix Romeo<br />

««Puede que Andrés Ibáñez sea el escritor español más<br />

importante de su generación.»<br />

(José Mª Pozuelo Yvancos, ABC)<br />

NIKOLÁI LESKOV<br />

La pulga de acero<br />

Distribución en México: SP Distribuciones<br />

8 SP | JULIO 2008<br />

Traducción del ruso de Sara Gutiérrez<br />

Ilustraciones de Javier Herrero<br />

Introducción de Care Santos<br />

«Pensar en Leskov como narrador es acercarse a un arte<br />

perdido. Y La pulga de acero es su obra más excelsa.»<br />

(Walter Benjamin)<br />

Khatami y llegó al poder el presidente<br />

Amadinejhad, se declaró que<br />

el ministro de cultura de Khatami<br />

había autorizado miles de libros<br />

corruptos, por lo que cancelaron<br />

los permisos de publicación de<br />

cientos de títulos tan sólo en un<br />

año, lo cual llevó a varios editores<br />

al borde de la bancarrota.<br />

ENTONCES, ¿QUÉ ES LO QUE LEEN?<br />

Parece una cuestión extraña que,<br />

pese a todos estos problemas, la<br />

industria editorial iraní sea relativamente<br />

grande. Hay más de<br />

8000 editores registrados, de los<br />

cuales alrededor de 1200 publican<br />

más de 10 libros al año. Cada<br />

año, según reportes de la Casa<br />

del Libro Iraní (www.ketab.net),<br />

entran al mercado 18,000 nuevos<br />

libros. Son distribuidos principalmente<br />

en librerías (alrededor<br />

de 1500) independientes. No tenemos<br />

cadenas de librerías, que<br />

son el sector principal del sistema<br />

de distribución en la mayoría<br />

de los países occidentales.<br />

De regreso a casa en el avión<br />

de Lufthansa pienso: «Los editores<br />

internacionales difícilmente<br />

pueden comprender esta situación».<br />

Y lo más complicado de<br />

entender es que los iraníes leen<br />

bastante. Entre los editores internacionales<br />

que he conocido, los<br />

best-sellers son muy importantes<br />

pero, ¿cuáles son los best-sellers?<br />

Tengo la impresión de que es otra<br />

brecha entre nuestros mundos ya<br />

que, a excepción de Paulo Coelho<br />

y la serie de Harry Potter, que parecen<br />

ser best-sellers universales,<br />

la mayoría de los best-sellers internacionales<br />

no funciona en Irán.<br />

Ni Stephen King, John Grisham,<br />

Dan Brown, Daniel Steele o Mitch<br />

Albom. Los best-sellers en el mercado<br />

del libro iraní difieren de<br />

manera sustancial de los de otros<br />

lugares del mundo: Milan Kundera,<br />

Alain Robbe-Grillet, Marguerite<br />

Duras, Mario Vargas Llosa,<br />

Nietzsche, Kurt Vonnegut, Paul<br />

Auster, José Saramago; éstos son<br />

algunos de los best-sellers en Irán.<br />

AUTORES LOCALES: ¿HAY ALGUNA<br />

NUEVA VOZ EN GESTACIÓN?<br />

Aunque la traducción desempeña<br />

un papel importante en el<br />

mercado del libro iraní, los auto-<br />

res locales son muy importantes<br />

entre los lectores persas. Clásicos<br />

contemporáneos como Sadeq<br />

Hedayat (aunque ha sido completamente<br />

prohibido por el gobierno<br />

de Amadinejhad), Mahmood<br />

Dolatabadi, Sadeq Choobak,<br />

Hooshang Golshiri y otros son<br />

leídos con gran avidez por los<br />

iraníes. La nueva generación de<br />

escritores iraníes, que aún no<br />

ha sido traducida de manera extensa,<br />

se enfrenta al dilema de<br />

reconciliar el proceso creativo<br />

y la censura, lo cual parece casi<br />

imposible y ha producido mucha<br />

literatura barata pero que,<br />

en algunos casos —regidos por<br />

máximas como La necesidad es<br />

la madre de la invención y La<br />

práctica hace al maestro— ha<br />

resultado en la creación de nuevas<br />

voces y estilos —en especial<br />

de escritoras— que parecen ser<br />

más interesantes para los lectores.<br />

En ocasiones me refiero<br />

a esta nueva tendencia de la<br />

literatura persa como un «regreso<br />

a los orígenes», ya que<br />

me da la impresión de que los<br />

autores iraníes están regresando<br />

a la mundialmente conocida<br />

tradición de sus ancestros de<br />

contar historias; Rumi, Firdowsy<br />

y Khayam y los autores de<br />

Las mil y una noches: decir más<br />

con menos palabras y creer que<br />

hay más de lo que se aprecia a<br />

simple vista, así como la creación<br />

de una gran intratextualidad<br />

y de misterios. Autores como<br />

Shahrnoosh Parsipoor, Mohammad-Reza<br />

Kateb y Mohammad<br />

Mohammad-Ali (y otros más)<br />

son los más representativos.<br />

Quizá sea necesario tender un<br />

puente. Los editores de varios lugares<br />

del mundo pueden aprender<br />

de nosotros cómo sobrevivir, a<br />

pesar de todos los problemas que<br />

parecen derivados de un libro de<br />

George Orwell, lejos de los problemas<br />

de los best-sellers y las<br />

ganancias. Quizá nosotros podemos<br />

aprender de ellos cómo hacer<br />

mejores negocios.<br />

Por eso acudo cada año a<br />

Frankfurt en octubre.<br />

Traducción de Eduardo Rabasa<br />

Arash Hejazi (Teherán, 1971) es un novelista<br />

y editor iraní. Entre sus obras se cuenta<br />

La princesa de la tierra de la eternidad. Es<br />

editor de Caravan Books Publishing House<br />

y de la revista literaria Book Fiesta. Actualmente<br />

vive en Teherán.<br />

www.spdistribuciones.com<br />

Los epigramas de un escritor portátil<br />

Christopher Domínguez Michael<br />

Dandy, escéptico y esteta, Carlos Díaz Dufoo hijo aún no escapa de la sombra que instaura la<br />

normalidad literaria, a pesar de los esfuerzos para naturalizarlo. Domínguez Michael se acerca<br />

a la obra de quien fuera en su época un exquisito extemporáneo; una obra que se adapta, por<br />

su perfecto truncamiento, a la sensibilidad del nuevo siglo.<br />

La obra de Díaz Dufoo hijo, compruebo<br />

al hacer cuentas bibliográficas<br />

y críticas, se ha convertido<br />

en un pequeño clásico del siglo XX<br />

mexicano, en una de esas creaciones<br />

que acaban por resultar perfectas<br />

en su incompletud. O en su<br />

fracaso, como diría el propio Díaz<br />

Dufoo, autor de un diálogo sobre<br />

el éxito literario. Sus Epigramas<br />

alcanzan, con ésta, la octava edición<br />

(total o parcial) desde que<br />

aparecieron en 1927 en París, bajo<br />

el cuidado de Alfonso Reyes. El<br />

asunto tomó su tiempo y hubo que<br />

esperar hasta 1958 para que José<br />

Luis Martínez resucitara a Díaz<br />

Dufoo al incluirlo en el tomo primero<br />

de El ensayo mexicano moderno.<br />

Martínez mismo, usando<br />

como presentación la nota necrológica<br />

que publicase Julio Torri en<br />

1932, en la revista Examen, publicó<br />

Epigramas y otros escritos (INBA)<br />

en 1967. Serge I. Zaïtzeff reunió en<br />

1981 un volumen en el que se hacía<br />

compartir con la de Ricardo<br />

Gómez Robelo (1884-1924) toda<br />

la obra de Díaz Dufoo (Obras, FCE).<br />

A ese cuerpo establecido no se le<br />

ha agregado nada nuevo, hasta<br />

donde yo sé, e incluye, junto a los<br />

Epigramas, tres diálogos, dos obras<br />

de teatro (El barco, 1931 y Temis<br />

municipal, 1940), la «Carta a un<br />

amigo» (a Xavier Icaza en 1920),<br />

el «Ensayo de una estética de lo<br />

cursi», una reseña sobre Antonio<br />

Caso y la oración fúnebre en memoria<br />

de Miguel S. Macedo. Esas<br />

Obras se reimprimieron en 1983<br />

(Delegación Venustiano Carranza).<br />

En 1988 Beatriz Espejo hizo<br />

otra selección (El cuento contemporáneo,<br />

Material de lectura, 53,<br />

UNAM) y en 1989, yo mismo incluí<br />

a Díaz Dufoo en el tomo primero<br />

de la Antología de la narrativa mexicana<br />

del siglo XX. En 1993, finalmente,<br />

Luis Ignacio Helguera,<br />

quien habría de encontrarse con<br />

Díaz Dufoo en la muerte como se<br />

www.spdistribuciones.com<br />

había encontrado con su obra en<br />

vida, seleccionó algunos de los<br />

Epigramas en su Antología del<br />

poema en prosa en México (FCE).<br />

Escritor portátil y escritor-queno-escribe,<br />

como lo llamó Alfonso<br />

Reyes, Díaz Dufoo se adapta<br />

bien al temperamento del nuevo<br />

siglo. Releyéndolo, vuelvo a encontrar<br />

en él a un nietzscheano<br />

del tipo más agradable: seco y al<br />

grano, ajeno a la estridencia. Un<br />

nietzscheano rebajado por el<br />

escepticismo, como el Paul Valéry<br />

de los últimos años, el de Tel Quel<br />

(1941-1943), que Díaz Dufoo quizá<br />

ya no leyó.<br />

«El espíritu crea al espíritu»,<br />

escribió ese dandy perfecto que<br />

recuerda Castro Leal y quien es<br />

también, por nervioso y por suicida,<br />

una anticipación de Jorge<br />

Cuesta. Pero Díaz Dufoo fue esencialmente<br />

un esteta: su crítica de<br />

lo natural viene de Oscar Wilde y<br />

su principal nutriente fue Walter<br />

Pater.<br />

Quince años antes que Ramón<br />

Gómez de la Serna, quien<br />

publicó su Ensayo sobre lo cursi<br />

en 1934, Díaz Dufoo publicó, en<br />

1916, «Ensayo de una estética de<br />

lo cursi», su pieza de resistencia.<br />

Comparando ambos ensayos se<br />

puede fijar la frontera, el límite,<br />

en el cual se quedó el autor de<br />

los Epigramas. Más eduardiano<br />

(para decirlo a la inglesa) que finisecular,<br />

Díaz Dufoo aparece ya<br />

despojado del oropel decadentista<br />

y de sus erotomanías, pero<br />

también es un autor (o un proyecto<br />

de escritor) que, inmune<br />

a la vanguardia, no entiende cabalmente<br />

que su mundo se extinguió<br />

en 1914.<br />

Para Ramón, como para Hermann<br />

Broch, que lanza en 1933<br />

su teoría del kitsch, lo cursi forma<br />

parte de un fondo barroco<br />

(para decirlo a la española) actualizado<br />

y regurgitado, fondo del que<br />

proviene también un cursi más<br />

radical (con todo y su angelología)<br />

como Eugenio D’Ors.<br />

Díaz Dufoo se siente —lo dice—<br />

en una «época sensual, crítica,<br />

erudita, agnóstica y mística»<br />

y rechaza, desde un esteticismo<br />

frío, calculado y flemático ese<br />

principio de la opereta del que<br />

se servirá Ramón (que nació en<br />

1888 como Díaz Dufoo) para hacer<br />

vanguardia. Díaz Dufoo todavía<br />

levanta, denunciándolo, en 1916,<br />

un índice de cursilería que incluye<br />

a Georges Ohnet y sus novelas<br />

y dramas, las romanzas de Francesco<br />

Tosti y a Gumpelino, una de<br />

las figuras satíricas que Heine en<br />

Los baños de Lucca utilizó para ridiculizar<br />

al supuestamente cursi<br />

August Von Platten (por cierto, un<br />

gran epigramista).<br />

El epigrama, en Díaz Dufoo,<br />

quizá se nutre más de Schopenhauer<br />

que de Nietzsche (se nota<br />

menos el primero que el segundo<br />

y eso falsea el efecto), compite<br />

sin demasiada convicción con<br />

Wilde y se da el pequeño lujo de ignorar<br />

la greguería, para terminar<br />

produciendo ese sosiego propio<br />

del falso borrador, esa conformidad<br />

que Valéry encontraba en hacer<br />

del texto abandonado lo mismo<br />

una garantía de clasicismo que un<br />

experimento.<br />

Pueden agruparse en distintos<br />

gustos o familias estos epigramas<br />

e inscribirse en algún templo<br />

neopagano («El arte es llorar lágrimas<br />

dulces») o leerse y borrarse<br />

en una pantalla de computadora<br />

(«Regalaba, generosamente, las<br />

ideas ajenas»). Los hay ingenuos,<br />

como el que dice que «Todo le<br />

parecía definitivo porque no había<br />

pensado que su dios era un<br />

hombre». Los hay resueltamente<br />

heroicos: «El diario suplicio de la<br />

idea prestada. La diaria fatiga de<br />

la idea que se presta.» Algunos<br />

otros, como aquel que dice «Contempla<br />

su alma a la luz de la luna»,<br />

remiten a la agonía musical<br />

del modernismo y en ese sentido<br />

no fue mala la idea de Zaïtzeff al<br />

compilar la obra de Díaz Dufoo<br />

junto a la del mórbido y senescente<br />

Gómez Robelo. A veces,<br />

Díaz Dufoo se rebaja y una máxima<br />

tan filistea como ésta, proveniente<br />

de los Epigramas, parece<br />

hecha al gusto de José Vasconcelos,<br />

quien la repetía: «De los libros<br />

valen los escritos con sangre,<br />

los escritos con bilis y los escritos<br />

con luz.»<br />

Fragmento del epílogo al libro Epigramas,<br />

de Carlos Díaz Dufoo hijo, que Tumbona<br />

Ediciones pondrá próximamente en<br />

circulación dentro de la colección Píldoras<br />

amargas.<br />

JULIO 2008 | SP 9


10 de 10<br />

Lolita Bosch<br />

Mi primer libro favorito es Pedro<br />

Páramo. El primero que tuve me<br />

lo regaló mi padre el día que cumplí<br />

16 años, en una edición española<br />

que tenía notas al pie que<br />

aclaraban cosas como «milpa:<br />

campo de maíz». De modo que<br />

mi primer libro favorito es Pedro<br />

Páramo en la edición española de<br />

Cátedra. Por ese libro, fue que yo<br />

me trasladé a vivir a México.<br />

Mi segundo libro es Madame<br />

Bovary si lo puedo acompañar de<br />

esta anécdota: Años después estaba<br />

dando la materia de Literaturas<br />

fuera del canon en la Universidad<br />

del Claustro de Sor <strong>Juan</strong>a y<br />

les pedí a los alumnos que leyeran<br />

la novela de Flaubert antes de<br />

dar inicio al curso. ¿Les gustó?, les<br />

pregunté el primer día de clase.<br />

A mí no, me contestó un hombre<br />

joven. ¿Por qué?, quise saber. Y<br />

me contestó: porque estoy en contra<br />

de la infidelidad.<br />

Mi tercer libro favorito es un libro<br />

de otro tiempo, otro momento.<br />

Lo escribió la novelista sueca<br />

Selma Lagerlöf y es El maravilloso<br />

viaje de Nils Orgenson: Una narración<br />

para niños que leía en mi<br />

escuela rural cuando era pequeña,<br />

mientras mi maestro daba clases<br />

10 SP | JULIO 2008<br />

a los alumnos de los otros grados<br />

con los que compartíamos aula y<br />

nosotros, leyendo, esperábamos<br />

nuestro turno para aprender.<br />

Mi cuarto libro favorito: Diccionario<br />

de ideas afines, de Fernando<br />

Corripio. Una edición de<br />

1990 que me llevo cuando viajo y<br />

que se ha convertido en un fetiche<br />

de mi escritura. Entre sus hojas:<br />

un envoltorio de chocolate peruano<br />

Sublime, un volante del corto<br />

Zurdos que dirigió en la ciudad de<br />

México Eduardo Márquez y un<br />

mapa para llegar a Indian Gate,<br />

uno de mis restaurantes favoritos<br />

en Barcelona.<br />

Mi quinto libro favorito son las<br />

obras completas de Oliverio Girondo<br />

en la edición que me regaló<br />

una amiga el 8 de enero de 1996<br />

en un complejo habitacional de<br />

Copilco. Lo publicó Losada Argentina<br />

en 1968 y en sus hojas<br />

centrales está El espantapájaros<br />

ilustrado por el propio autor. Un<br />

libro fascinante.<br />

Mi sexto libro favorito probablemente<br />

sea el Tao Te King<br />

de Lao Tse en una edición que<br />

había en mi casa cuando yo era<br />

pequeña y en cuya primera página,<br />

con letra de niña, escribí:<br />

«1979. Y aquel que liberado del<br />

orgullo, no desprecie ni a hombres<br />

ni a animales, podrá sentir<br />

el alma del oriente y pasar ante<br />

ella en Kamakura». En la estantería<br />

de casa de mi madre estaba<br />

junto a una edición de Las<br />

mil y una noches que había sido<br />

de mi abuelo. Dos libros absolutos<br />

que encerraban el mundo.<br />

El séptimo libro en el que pienso<br />

para hacer esta lista absolutamente<br />

casual que estoy<br />

escribiendo de noche en Barcelona<br />

y que cambiaría radicalmente<br />

mañana, de día, es<br />

Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski.<br />

Sin duda, rendida.<br />

Por todo, mi octavo libro favorito<br />

son los dos volúmenes del<br />

diccionario de María Moliner.<br />

Por los catorce años que se tardó<br />

en escribirlo, por la pasión con<br />

que siguió trabajando a pesar de<br />

la censura franquista, por sus definiciones<br />

exquisitas y absolutamente<br />

precisas, por su trabajo de<br />

bibliotecaria en un rincón apartado<br />

de España y por su muerte en<br />

este exilio interno que padeció<br />

siempre. Sin duda el libro que he<br />

querido tener durante más tiempo.<br />

Finalmente me lo regaló mi<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Carreta jalada por una yunta, década de 1930.<br />

LOS 1O DE...<br />

madre la Navidad pasada y ahora<br />

que escribo lo tengo enfrente. Y<br />

leo: «Enfrente. Expresa la situación<br />

respecto al espectador o a<br />

otra cosa de algo que está a cierta<br />

distancia de ellos».<br />

Mi noveno libro favorito es o<br />

Poema de la rosa als llavis de Joan<br />

Salvat-Papasseit o Nocturnos, de<br />

Xavier Villaurrutia. Antes, cuando<br />

llegué a vivir a México, leía<br />

Nocturnos en casa de mi amiga<br />

Patricia. Ahora tengo varias ediciones<br />

y me gusta, sobre todo,<br />

recitar en voz alta y como si cantara<br />

el «Nocturno rosa», que el<br />

poeta le dedicó a José Gorostiza y<br />

que comienza diciendo:<br />

Yo también hablo de la rosa.<br />

Pero mi rosa no es la rosa fría<br />

ni la de piel de niño,<br />

ni la rosa que gira<br />

tan lentamente que su<br />

[movimiento<br />

es una misteriosa forma<br />

[de la quietud.<br />

Un libro que me parece, a la<br />

vez, infantil y adulto, inocente y<br />

roca. Lluvia como las gotas de<br />

<strong>Juan</strong> Vicente Melo y todo.<br />

Y mi décimo libro favorito podría<br />

ser el que estoy leyendo ahora:<br />

la autobiografía que Albert<br />

Speer, el arquitecto del Tercer<br />

Reich, escribió durante los veinte<br />

años de reclusión que pasó en la<br />

prisión de Spandau. Las publicó<br />

Acantilado en 2006 y lleva por<br />

título Memorias.<br />

¡Ja! Como si esto fuera capaz<br />

de sintetizarlo todo.<br />

Lolita Bosch (Barcelona, 1970) es licenciada<br />

en filosofía por la Universidad de Barcelona<br />

y tiene un posgrado en letras por la UNAM. A<br />

sus treinta y ocho años ha publicado una<br />

decena de libros entre novelas, literatura infantil<br />

y la antología Hecho en México publicada<br />

simultáneamente con la celebración<br />

del festival «Fet a Mèxic» que ella organizó<br />

en el 2007. Ha recibido diversos premios<br />

entre los que destacan el Premio Talento<br />

FNAC por su novela La persona que fuimos y<br />

el Premi Òmnium Cultural d’Experimentació<br />

Literària por su novela escrita en catalán Això<br />

que veus és un rostre. Ha vivido en México,<br />

Barcelona, Estados Unidos y la India.<br />

www.spdistribuciones.com<br />

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pecialioquelado<br />

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3, Copilco Universidad,<br />

5616 3172<br />

74 | Comercialización | PROVEEDORES Directorio de la Industria Editorial Mexicana<br />

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T (55) 5600 3183, 5600 2606<br />

www.back-logis.com.mx<br />

Director general Antonio Rodríguez Villanueva<br />

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Director Carlos Arriaga<br />

Directora comercial nacionales<br />

Mabyco [1615]<br />

Cavalier Logistic Mexico [1625]<br />

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Corpdisplay [1605]<br />

T (55) 5440 4617, 5519 9918 F 5519 4004<br />

07920, México, DF<br />

Corporación Display, S de RL de CV<br />

ventas@mabyco. com<br />

T (55) 2603 0490 F 5551 1958<br />

Av. Héroes de Nacozari Nte. 2401-2, Frac. Las Hadas, 20140, www.mabyco. com<br />

direccion.general@cavalierint.com.mx<br />

Aguascalientes, Ags<br />

www.cavalierint.com.mx<br />

T (449) 912 8370, 01 800 343 4344<br />

Muró Habana [1616]<br />

Director general Adolfo Va rgas Vá zquez<br />

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mobiliario a personas y empresas relacionadas con libros Promologistics, SA de CV [1626]<br />

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para lectores y la industria editorial<br />

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México, DF<br />

ventas@promologistics.com.mx<br />

T (55) 5395 1370<br />

T (55) 5761 5469<br />

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Dueño Alejandro Rivera<br />

Ejecutiva Minerva Peña<br />

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Di Internacional [1607]<br />

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T (33) 3343 7159, 3343 7160<br />

Av. 16 de Septiembre 445, Industrial Alce Blanco, 53370,<br />

contacto@di-internacional.com<br />

Naucalpan de Juárez, Méx<br />

Aeromexpress, SA de CV [1627]<br />

www.di-internacional.com<br />

T (55) 5359 0103<br />

Av. Te xcoco S/N esq. Av. Tahel, Peñón de los Baños, 15620,<br />

Display [1608]<br />

aochmann@exnotrac.com<br />

México, DF<br />

Comunicación Integral de México<br />

www.exhibidoresnotrac.com.mx<br />

T (55) 5133 0237, 5133 0333, 5133 0203 F 5133 0216<br />

1a Cda. de Oriente 259-24, Agrícola Oriental, Iztacalco, 08500, Qualton [1618]<br />

contacto@aeromexpress.com.mx<br />

México, DF<br />

San Lorenzo 106-402, Del Valle, Benito Juárez, 03100,<br />

www.aeromexpress.com.mx<br />

T (55) 3616 1441, 3616 1442 F 2235 8236<br />

México, DF<br />

Gerente de ventas internacionales Eduardo Galindo Trujillo<br />

ventas@display.com.mx<br />

T (55) 5559 7167, 01 800 654 1264<br />

DHL Express México, SA de CV [1628]<br />

www.display.com.mx<br />

denisse@qualton.com.mx<br />

Mensajería y paquetería<br />

Estructuras Metálicas [1609]<br />

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laura@qualton.com.mx<br />

Obregón, 01460, México, DF<br />

Sistemas de Exposición Cancún [1620]<br />

T (55) 1836 2563, 5635 4809, 3708 5191<br />

Blvd. Kukulcán km 9, zona Hotelera, 77500, Cancún, QR<br />

yyeana@gmail.com<br />

www.exposystems.com.mx<br />

www.myspace.com/yeanna<br />

Sistemas de Exposición México [1621]<br />

Yeana González López de Nava<br />

Huepac 8, Magdalena Mixhuca, Venustiano Carranza, 15850,<br />

Expo Libro [1610]<br />

México, DF<br />

Eduardo Rodríguez López<br />

T (55) 5764 2886, 01 800 719 1287<br />

Tlalpan 4226, San Lorenzo Huipulco, T lalpan, 14370, México, DF www.exposystems.com.mx<br />

T (55) 5485 8383<br />

T+T Diseño [1622]<br />

expo_eduardo@hotmail.com<br />

Fuente de Pirámides 1-604, Lomas de Te camachalco, 53950,<br />

Expomex [1611]<br />

Naucalpan de Juárez, Méx<br />

Productividad Integral, SA de CV<br />

T (55) 5675 2196, 5641 1989<br />

Isaac Garza 2423, 64010, Monterrey, NL<br />

ventas@tmast.com.mx | www.tmast.com.mx<br />

T (81) 8150 5777<br />

ventas@expomex.com<br />

www.expomex.com<br />

Expomobil, sistemas de exhibición [1612]<br />

Advanced Marketing, S de RL de CV [1623]<br />

Chupícuaro 64, Letrán Valle, Benito Juárez, 03650, México, DF Calz. San Francisco Cuautlalpan 102, Bodega D, San Francisco<br />

T (55) 5539 8993, 1454 4615<br />

Cuautlalpan, 53569, Naucalpan de Juárez, Méx<br />

buzon@expomobil2.com<br />

T (55) 2451 5109 F 2451 5100<br />

www.expomobil2.com<br />

ericka.cruz@btol.com<br />

GrácaDigital [1613]<br />

www.advmkt.com<br />

Peniques 69, Simón Bolívar, Venustiano carranza, 15410,<br />

Director general Raynier Picard y del Prado<br />

México, DF<br />

Back Logis, SA de CV [1624]<br />

T (55) 3542 2077, 3542 2069<br />

Soluciones de administración logística para las editoria-<br />

informes@gracadigital.com.mx<br />

les modernas<br />

www.gracadigital.com.mx<br />

Calz. de los Remedios 60, Bosque de los Remedios, 53458,<br />

JC Creativo [1614]<br />

Naucalpan de Juárez, Méx<br />

11 de Enero de 1861 2110, Leyes de Reforma, Iztapalapa,<br />

T (55) 5363 0804, 5363 0778 F 5363 0804<br />

09310, México, DF<br />

info@back-logis.com.mx<br />

26 | Libros | EDITORIALES Directorio de la Industria Editorial Mexicana<br />

déame, SA de CV [314]<br />

Calz. de la Viga 1281, Reforma Iztaccíhuatl, Iztacalco, 08840,<br />

México, DF<br />

T (55) 5633 6599 F 5634 4232<br />

deame04@prodigy.net.mx<br />

fael Ortega Rizo<br />

pac Editorial, SA de CV [315]<br />

os jurídicos<br />

rid 21-319, Tabacalera, Cuauhtémoc, 06030, México, DF<br />

5592 0306, 5592 0330<br />

tl@hotmail.com<br />

entante legal Marco Antonio Díaz de León<br />

ión Profesional<br />

lizada, SA de CV [316]<br />

e 430, piso 2, Hipódromo de la Condesa, Cuauhté-<br />

0, México, DF<br />

6 1204, 5286 2916, 5286 4436<br />

pe.com.mx<br />

zfeldt Willcock<br />

ns [317]<br />

or Zimpfer Books Latin America<br />

ditions.com<br />

orial Lagares<br />

de CV [318]<br />

-402, Frac. Los Álamos, 53230, Naucalpan<br />

5240 1296, 5240 1297, 5240 1298<br />

mx<br />

seco Aguilera<br />

ioneslagares.com<br />

Bellas Artes (INBA) [319]<br />

ampo Marte S/N, mod. A, piso 3,<br />

adb@prodigy.net.mx<br />

www.alejandrialibros.com.mx<br />

Director general Ignacio Camarillo Ruiz<br />

Gerente de ventas Ana María García<br />

Almo Ediciones y Distribuciones [1546]<br />

Laguna del Carmen 146-C, Anáhuac, Miguel Hidalgo, 11320,<br />

México, DF<br />

T (55) 5396 4123, 5396 4766<br />

grupoexodo@prodigy.net.mx<br />

Ventas Samuel Ávila Negra<br />

samuelexodo@prodigy.net.mx<br />

Amazonas Distribuidora, S de RL de CV [1547]<br />

San Francisco 1384, PB C, Del Valle, Benito Juárez, 03100,<br />

México, DF<br />

T (55) 5559 0189, 5575 2301 F 5559 5742<br />

amazonasdis@yahoo. com.mx<br />

Directora general Leyla Bibiana Cangrejo Aljure<br />

Gerente comercial Luis Nayib Cangrejo Aljure<br />

amazonasdis@prodigy.net.mx<br />

Casa <strong>Juan</strong> Pablos. Centro Cultural [1548]<br />

Imprenta de <strong>Juan</strong> Pablos, SA<br />

Malintzin 199, Del Carmen, Coyoacán, 04100, México, DF<br />

T (55) 5554 1056, 5659 0252 F 5659 4480<br />

www.casajuanpablos.com<br />

Directora Blanca Sánchez imprejuan@prodigy.net.mx<br />

Directora administrativa Mariela Noel Calcagno Almada<br />

mariela_calcagno@prodigy.net.mx<br />

Colofón, SA de CV [1549]<br />

Sellos Anagrama, Trotta, El Acantilado, Herder, RBA, Siruela,<br />

Almadía, Atalanta, Sígueme<br />

Franz Halls 130, Alfonso XIII, Álvaro Obregón, 01460,<br />

México, DF<br />

T (55) 5615 5041 F 5615 5332<br />

colofon@prodigy.net.mx<br />

Director general Ramón Cifuentes Nava<br />

Director comercial Luis Nuñez Becerril<br />

Comercializadora Impulsa [1550]<br />

San Martín de Porres 3661, Jardines de los Arcos, 44500,<br />

Guadalajara, Jal<br />

T (33) 3343 0612 F 3343 0612<br />

comimpulsa@yahoo.com.mx<br />

www.impulsa.com.mx<br />

Directora comercial Mónica Melania Treviño Curiel<br />

PROVEEDORES | Comercialización | 71<br />

El DIEM busca poner en contacto<br />

a los diversos agentes de la industria del libro<br />

Si sus datos no están incluidos,<br />

regístrese ahora mismo para la edición 2009:<br />

www.libraria.com.mx/diem<br />

Chapultepec Polanco, Miguel Hidalgo, 11560, México, DF<br />

Avenida Eugenio Garza Sada 2501, edif. CETEC, T,Tecnológico,<br />

T (55) 5280 5474, 5280 7097 F 5280 4865<br />

64849, Monterrey, NL<br />

infoinba@inba.gob.mx<br />

T (81) 8328 4367 F 8328 4456<br />

www.bellasartes.gob.mx<br />

catedra@itesm.mx<br />

Directora general María Te resa Franco González Salas<br />

www.itesm.mx/catedra<br />

Instituto Nacional de Ciencias Penales, AP [320]<br />

Dora Esthela Rodríguez<br />

Sellos Iter Criminis<br />

der@itesm.mx<br />

Publicaciones en su mayoría dedicadas a temas relacio- Proyectos editoriales Dalia Valdez Garza<br />

nados con el derecho penal y criminología<br />

dalia.valdez@itesm.mx<br />

Magisterio Nacional 113, Tlalpan, Tlalpan, 14000, México, DF Intersistemas, SA de CV [323]<br />

T (55) 54871 500 e 1571, 5487 1500 e 1667<br />

Empresa editorial mexicana cuya misión es divulgar<br />

F 5487 1500 e 1674<br />

ideas y conocimientos de vanguardia en medicina<br />

publicaciones@inacipe.gob.mx<br />

y salud<br />

www.inacipe.gob.mx<br />

Aguiar y Seijas 75, Lomas de Chapultepec, Miguel Hidalgo,<br />

Directora Citlali Marroquín Rodríguez<br />

11000, México, DF<br />

citlali.marroquin@inacipe.gob.mx<br />

T (55) 1107 0190, 5520 2073 F 5540 3764<br />

Subdirector <strong>Juan</strong> Carlos Gómez<br />

intersistemas@intersistemas.com.mx<br />

juan.gomez@inacipe.gob.mx<br />

www.medikatalogo.com.mx<br />

Asistente Alberto Lujambio<br />

Publisher Alejandro Bravo Valdez<br />

alberto.lujambio@inacipe.gob.mx<br />

abravo@intersistemas.com.mx<br />

Instituto Nacional de Ecología [321]<br />

Director comercial Jaime Guevara<br />

Periférico Sur 5000, Insurgentes Cuicuilco, Coyoacán, 04530, jguevara@intersistemas.com.mx<br />

México, DF<br />

Director general Pedro Ve ra Garduño<br />

T (55) 5424 6400, 5424 6435 F 5424 5241<br />

Iure Editores, SA de CV [324]<br />

gaceta@ine.gob.mx | www.ine.gob.mx<br />

Obras jurídicas<br />

Director de publicaciones Raúl Marco del Pont Lalli<br />

Av. Polanco 75, Bosque de Chapultepec, Miguel Hidalgo,<br />

pmarco@ine.gob.mx<br />

11580, México, DF<br />

Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores<br />

T (55) 5280 0661, 5280 0809<br />

de Monterrey (ITESM), AC [322]<br />

F 5280 5997<br />

Sellos Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey<br />

iurepromocion@empreserelt.com<br />

Sensibiliza a la comunidad sobre el papel de las humani- www.iureeditores.com<br />

dades a través de conferencias y publicaciones<br />

Jaime Arvizú Lara<br />

PROVEEDORES<br />

Comercializadora Itzma, SA de CV [1551]<br />

Illescas 73, coto Toledo, Nueva Galicia, 45560, T lajomulco de<br />

Zúñiga, Jal<br />

T (33) 3693 0562 F 3693 0562<br />

veronica@crearte.com.mx<br />

Directora general Ve rónica Pérez Madrigal<br />

Corporación Gairet, SA de CV [1552]<br />

Cerro de las Campanas 3-311, San Andrés Atenco, 54040,<br />

Tlalnepantla de Baz, Méx<br />

T (55) 5220 1900 F 5220 9700<br />

www.gairet.com.mx<br />

Director general José Maya Sevilla<br />

Director comercial Jorge Muñoz Islava<br />

Pablo N. Díaz Enciso [1553]<br />

Distribuidores de varias editoriales, tanto nacionales<br />

como españolas, principalmente en ferias | Especialidad:<br />

Ciencias y humanidades, libros de texto<br />

José María Iglesias 11-9, Ta bacalera, Cuauhtémoc, 06030,<br />

México, DF<br />

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Vivir con extranjeros 1<br />

Zygmunt Bauman<br />

Este ensayo del prestigiado sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, dividido en 3 partes, «Confianza<br />

y temor en la ciudad», «En busca de refugio en la caja de Pandora» y «Vivir con extranjeros»,<br />

aborda diversos temas que podemos englobar en tres conceptos principales: anhelo de<br />

seguridad en las sociedades modernas, la convivencia intercultural y la exclusión social. El tercer<br />

capítulo, del cual presentamos un extracto, nos habla sobre la marcada división que reina<br />

actualmente entre los seres humanos y enseña la cara de «los superfluos», los que están fuera<br />

de la «sociedad global» —específicamente los extranjeros—, y el cómo hacen frente no sólo a su<br />

propia diferencia social, sino al rechazo que conlleva haber cruzado una frontera hacia un lugar<br />

al que no fueron invitados.<br />

Vivir en una ciudad significa vivir<br />

en compañía, en compañía de<br />

extranjeros. Nunca dejaremos<br />

de ser extranjeros: nos mantendremos<br />

como tales, sin interés<br />

en interactuar, pero, por ser vecinos<br />

los unos de los otros, des-<br />

1 Transcripción de la intervención de<br />

Zygmunt Bauman en el congreso «Fiducia<br />

e paura nella città», celebrado en Milán en<br />

marzo de 2004, y reproducida en el presente<br />

libro a modo de síntesis de los dos<br />

ensayos precedentes.<br />

12 SP | JULIO 2008<br />

tinados a enriquecernos recíprocamente.<br />

Hay una paradoja que hoy<br />

es absolutamente relevante; no<br />

se trata de una paradoja psicológica,<br />

sino lógica. Cuanto más<br />

reducidos son el espacio y la distancia,<br />

mayor importancia les<br />

atribuye la gente; cuanto más se<br />

desvaloriza el espacio, menos<br />

protectora es la distancia y más<br />

obsesivamente la gente traza y<br />

altera fronteras. Y es en espe-<br />

cial en las ciudades donde se<br />

produce esta furiosa actividad<br />

de trazar y alterar las fronteras<br />

entre las personas.<br />

Frederik Barth, el gran antropólogo<br />

noruego contemporáneo,<br />

ha puesto de relieve que, en<br />

contra de la errónea opinión común,<br />

las fronteras no se trazan<br />

para separar diferencias, sino<br />

que, por el contrario, cuando se<br />

trazan fronteras es precisamente<br />

cuando surgen de improviso las<br />

diferencias, cuando nos damos<br />

cuenta y tomamos conciencia de<br />

su existencia. Dicho de un modo<br />

más claro: emprendemos la búsqueda<br />

de diferencias justamente<br />

para legitimar las fronteras.<br />

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Si miramos a nuestro alrededor<br />

veremos a otros individuos<br />

iguales que nosotros. Por mucho<br />

que busquemos no encontraremos<br />

a nadie que sea exactamente<br />

igual a uno mismo. Todos y<br />

cada uno de nosotros estamos<br />

hechos tan solo de diferencias;<br />

en el planeta hay 6.000 millones<br />

de hombres y mujeres, pero<br />

cada uno de ellos es diferente<br />

de los demás; no hay individuos<br />

absolutamente idénticos, es imposible.<br />

Existimos porque somos<br />

diferentes, porque tenemos<br />

diferencias, y sin embargo algunas<br />

de estas diferencias nos<br />

molestan y nos impiden interactuar,<br />

ser amistosos, demostrar<br />

interés por los demás, preocuparnos<br />

el uno por el otro, ayudarnos;<br />

y, sean cuales sean, lo<br />

que las determina es la naturaleza<br />

de las fronteras que hemos<br />

trazado. Cada frontera crea sus<br />

propias diferencias, que son consistentes<br />

y relevantes.<br />

Por consiguiente, al intentar<br />

comprender nuestras diferencias,<br />

y las dificultades que éstas<br />

generan, tenemos que formularnos<br />

nuevas preguntas; sobre todo<br />

una: ¿a qué obedece esta obsesión<br />

por trazar fronteras? La respuesta<br />

es que hoy en día esta obsesión<br />

se deriva del deseo, consciente<br />

o inconsciente, de procurarnos<br />

un rincón suficientemente confortable,<br />

acogedor y seguro, en<br />

un mundo que se nos muestra<br />

salvaje, imprevisible, amenazador;<br />

resistir a la corriente, protegernos<br />

de fuerzas externas que<br />

parecen invencibles, y que no podemos<br />

controlar ni detener, ni<br />

siquiera impidiendo su presencia<br />

en los alrededores de nuestra<br />

casa, en nuestras calles. Sea<br />

cual sea la naturaleza de tales<br />

fuerzas, las conocemos por un<br />

nombre que ilumina a la par<br />

que confunde: globalización, o<br />

como prefería decir un amigo<br />

mío (Alberto Melucci), «planetarización».<br />

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Hoy, en nuestro planeta, todos<br />

sin excepción dependemos<br />

de los demás, y sin embargo no<br />

hay nadie que ostente la responsabilidad,<br />

nadie que ejerza el<br />

control sobre aquello que denominamos<br />

«espacio global».<br />

Cuando pensamos en ese espacio,<br />

nos viene a la mente la imagen<br />

de un western hollywoodiense, de<br />

aquel salvaje Oeste en que la<br />

gente se comporta de un modo<br />

inesperado, y en el que los vencedores<br />

no son en realidad los que<br />

permanecen en el campo de batalla,<br />

sino los que lo abandonan<br />

antes que los demás. Se trata de<br />

un espacio salvaje, y ciertamente<br />

los ciudadanos —con los medios<br />

de los que disponen— no pueden<br />

oponerse al espacio global, que<br />

escapa a su control.<br />

Permítanme poner un poco de<br />

orden en lo que acabo de decir:<br />

las diferencias que acaban siendo<br />

significativas e importantes a<br />

causa de la naturaleza de la frontera,<br />

y de las intenciones que hay<br />

detrás de esta frontera, son las<br />

diferencias atribuidas a las personas<br />

que tienen la indecente tendencia<br />

de cruzar las fronteras y<br />

aparecer por sorpresa en sitios a<br />

los que no han sido invitados;<br />

un tipo de gente de quien muchos<br />

de ustedes se defenderían<br />

con circuitos cerrados de televisión,<br />

aunque sólo fuera para ver<br />

quién pasa por la calle.<br />

En Inglaterra, mi país, existen<br />

organizaciones de vigilancia. Los<br />

vigilantes de barrio permanecen<br />

de servicio varias horas al día,<br />

controlando las calles por donde<br />

pasan extranjeros. Por tanto,<br />

los extranjeros que no pertenecen<br />

a ese lugar se convierten<br />

en los más importantes representantes<br />

de ese género de diferencia<br />

que debemos evitar. ¿Pero<br />

de qué tipo de extranjeros se<br />

trata?<br />

Para explicar su ambiente y su<br />

origen, recordemos en primer<br />

lugar que las ciudades, en las<br />

...las fronteras no se trazan para separar diferencias, sino que,<br />

por el contrario, cuando se trazan fronteras es precisamente<br />

cuando surgen de improviso las diferencias, cuando nos damos<br />

cuenta y tomamos conciencia de su existencia. Dicho<br />

de un modo más claro: emprendemos la búsqueda de<br />

diferencias justamente para legitimar las fronteras.<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Taxco, Guerrero, década de 1930 ó 1940.<br />

que vive ya más de la mitad del<br />

género humano, son en cierto<br />

modo vertederos para los problemas<br />

creados y no resueltos en<br />

el espacio global. Y lo son en muchos<br />

aspectos; existe por ejemplo<br />

un fenómeno global de contaminación<br />

del aire y del agua, y la<br />

administración municipal de<br />

cada ciudad debe acarrear con<br />

sus consecuencias: tiene que luchar<br />

sin otros recursos que los<br />

locales para purificar el agua y el<br />

aire o para contener la marea. El<br />

hospital de su barrio puede estar<br />

en crisis, está en crisis, refleja esta<br />

crisis, estas dificultades, estas<br />

preocupaciones financieras; refleja<br />

el desconocido y remoto<br />

conflicto en curso entre los gigantes<br />

farmacéuticos, que están<br />

peleándose por los llamados «derechos<br />

de propiedad intelectual»,<br />

y elevan los precios e introducen<br />

en el mercado determinados fármacos,<br />

de forma que dicho hospital<br />

ya no puede atender a sus<br />

pacientes.<br />

También el terrorismo global<br />

proviene de ese salvaje Oeste a<br />

que aludíamos, del descontrolado<br />

espacio global, pero en última<br />

instancia son los bomberos lo-<br />

cales quienes deben hacer frente<br />

en Nueva York a los efectos del<br />

acto terrorista del 11 de septiembre,<br />

o la policía y los bomberos<br />

de Madrid quienes deben<br />

intentar salvar a las víctimas del<br />

atentado de la estación de Atocha.<br />

Todo recae sobre la población<br />

local, sobre la ciudad, sobre<br />

el barrio. En definitiva, imponiendo<br />

la rápida modernización<br />

de lugares muy lejanos, el gran<br />

mundo del libre cambio, de la<br />

libre circulación financiera, ha<br />

creado una enorme cantidad de<br />

gente «superflua», que ha perdido<br />

todo medio de sustento y<br />

no puede seguir viviendo como<br />

sus antepasados. Individuos forzados<br />

a desplazarse, a abandonar<br />

aquellos lugares en los que<br />

ya no son más que prófugos, y a<br />

convertirse en inmigrantes económicos.<br />

Pero después llegan a<br />

una ciudad, y una vez más los<br />

recursos locales deben ocuparse<br />

de ellos.<br />

Adelanto del libro Confianza y temor en<br />

la ciudad, vivir con extranjeros, de Zygmunt<br />

Bauman, cedido por Editorial<br />

Arcadia.<br />

JULIO 2008 | SP 13


El cuaderno rojo<br />

Benjamin Constant<br />

Fue en aquella misma época<br />

(1787) cuando me encontré con<br />

la primera mujer con una inteligencia<br />

superior que he conocido,<br />

y una de las mayores que traté<br />

nunca. Se llamaba Madame de<br />

Charrière. Era holandesa, de una<br />

de las mejores familias de aquel<br />

país, y en su juventud había dado<br />

mucho que hablar por su inteligencia<br />

y la extravagancia de su<br />

carácter. Con treinta años cumplidos,<br />

y después de muchas pasiones,<br />

algunas de las cuales<br />

habían sido desdichadas, se había<br />

casado, a pesar de la oposición<br />

de su familia, con el preceptor de<br />

sus hermanos, hombre inteligente<br />

y de maneras delicadas y nobles,<br />

pero el más frío y flemático<br />

que pueda imaginarse. Durante<br />

los primeros años de su matrimonio,<br />

su mujer le había atormentado<br />

mucho tratando de hacerle<br />

compartir sus inquietudes; y la<br />

decepción de no conseguirlo más<br />

que rara vez, pronto destruyó la<br />

felicidad que ella se había prometido<br />

con aquella unión en<br />

ciertos aspectos desproporcionada.<br />

Un hombre mucho más joven<br />

que ella, con una inteligencia<br />

mediocre pero una hermosa figura,<br />

le causó una profunda impresión.<br />

Nunca supe todos los<br />

detalles de esta pasión, pero lo<br />

que ella me dijo y lo que me contaron<br />

otros me bastó para comprender<br />

que había sido una relación<br />

muy intensa y muy desgraciada,<br />

que el enfado de su marido había<br />

turbado su paz interior, y que<br />

finalmente el joven, motivo de<br />

todo, la había abandonado por<br />

otra mujer con la que se había<br />

14 SP | JULIO 2008<br />

El cuaderno rojo fue definido por Italo Calvino como «uno de los libros<br />

de memorias más divertidos que he leído, la novela que, cuando fui<br />

joven, y si hubiera sido ciudadano de otro siglo, me habría gustado<br />

vivir y escribir». En esta entrega, Editorial Periférica nos deja ver un<br />

pedazo de los diarios de uno de los principales escritores universales<br />

de finales del siglo XVIII y principios del XIX en donde notamos los rasgos<br />

característicos de un genio en su juventud. A través de la relación<br />

con tres mujeres, nos muestra en unos cuantos párrafos un mundo<br />

personal complejo.<br />

casado, y ella había pasado algún<br />

tiempo hundida en la más negra<br />

desesperación. Esta desesperación<br />

favoreció su reputación literaria,<br />

pues le inspiró la más<br />

hermosa de las obras que escribió:<br />

se titula Calixto, y forma<br />

parte de una novela publicada<br />

con el título de Cartas escritas<br />

desde Lausana.<br />

Cuando la conocí estaba haciendo<br />

gestiones para imprimir<br />

el libro. Su inteligencia me sedujo.<br />

Nos pasábamos días y noches<br />

hablando juntos. Ella era<br />

muy severa en sus juicios sobre<br />

las personas que conocía. Yo, por<br />

naturaleza, era bastante burlón.<br />

Congeniamos inmediatamente.<br />

Pero en seguida descubrimos el<br />

uno del otro aspectos más íntimos<br />

y esenciales. Madame de<br />

Charrière tenía una manera tan<br />

original y animada de considerar<br />

la vida, tal desprecio por los<br />

prejuicios, tanta vehemencia en<br />

sus pensamientos, y una superioridad<br />

tan grande y desdeñosa<br />

sobre el común de los hombres,<br />

que en mi ánimo, a los veinte<br />

años, extravagante y desdeñoso yo<br />

también, su conversación representaba<br />

un placer hasta entonces<br />

desconocido. Me entregaba<br />

a ella en un estado de éxtasis. Su<br />

marido, que era un hombre honrado,<br />

y que sentía cariño y admiración<br />

por ella, la había llevado a<br />

París para distraerla de la tristeza<br />

en que la había sumido el abandono<br />

del hombre al que había<br />

amado. Ella tenía veintisiete años<br />

más que yo, de manera que nuestra<br />

relación no podía preocuparle.<br />

Estaba encantado y la animaba<br />

con todas sus fuerzas. Todavía recuerdo<br />

con emoción los días y<br />

las noches que pasamos juntos<br />

bebiendo té y hablando de cualquier<br />

cosa con una pasión inagotable.<br />

Pero esta nueva pasión no<br />

absorbía, sin embargo, todo mi<br />

tiempo. Desgraciadamente, me<br />

sobraba el suficiente como para<br />

hacer muchas tonterías y contraer<br />

nuevas deudas. Una mujer que,<br />

desde París, mantenía correspondencia<br />

con mi padre, le puso al<br />

corriente de mi conducta, pero<br />

le escribió al mismo tiempo que<br />

yo podría solucionarlo todo si conseguía<br />

casarme con una joven del<br />

círculo en el que me movía habitualmente,<br />

y que debía de disponer<br />

de ochocientos mil francos de<br />

renta. Esta idea sedujo mucho a<br />

mi padre, cosa muy natural. Me la<br />

comunicó en una carta que contenía,<br />

por lo demás, muchos y<br />

justos reproches, y que terminaba<br />

diciéndome que no consentiría<br />

en prolongar mi estancia en<br />

París más que si intentaba poner<br />

en práctica aquel interesante proyecto,<br />

si es que creía tener alguna<br />

posibilidad de éxito.<br />

La persona de que se trataba tenía<br />

dieciséis años y era muy hermosa.<br />

Su madre me había recibido<br />

a mi llegada muy amistosamente.<br />

Me veía entre la necesidad de<br />

intentar, al menos, algo cuyo resultado<br />

me habría convenido mucho,<br />

o abandonar una ciudad en<br />

la que me divertía enormemente<br />

para ir a reunirme con un padre<br />

que me esperaba indignado. No<br />

dudé en intentarlo.<br />

Empecé, según la costumbre,<br />

por escribir a la madre para pe-<br />

dirle la mano de su hija. Me respondió<br />

muy cariñosamente, pero<br />

negándomela porque su hija ya<br />

estaba prometida con un hombre<br />

con quien se iba a casar en pocos<br />

meses. Sin embargo, no creo<br />

que ni siquiera ella considerara<br />

su rechazo como irrevocable, porque,<br />

por un lado, como me enteré<br />

más tarde, había solicitado en<br />

Suiza informaciones sobre mi<br />

fortuna y, por otro, me facilitaba<br />

todas las ocasiones que podía de<br />

estar a solas con su hija. Pero me<br />

comporté como un auténtico loco.<br />

En lugar de aprovecharme de<br />

la amabilidad de la madre, quien<br />

a la vez que me rechazaba me daba<br />

pruebas de amistad, me propuse<br />

iniciar un romance con la<br />

hija, y lo comencé de la manera<br />

más absurda.<br />

No traté en absoluto de agradarle;<br />

ni siquiera le dije una palabra<br />

acerca de mis sentimientos.<br />

Cuando me la encontraba sola,<br />

continuaba hablando con ella de<br />

la manera más tímida del mundo<br />

sobre asuntos insignificantes.<br />

Pero le escribí una hermosa<br />

carta, tratándola como alguien a<br />

quien sus padres querían casar<br />

contra su voluntad con un hombre<br />

al que no amaba, y le propuse<br />

que se fugara. Su madre, a quien<br />

sin duda mostró aquella extraña<br />

carta, tuvo conmigo la delicadeza<br />

de dejar que su hija me respondiera<br />

como si ella no la hubiera<br />

instruido al respecto.<br />

Mademoiselle Pourras —así<br />

se llamaba—me escribió que era<br />

cosa de sus padres decidir su futuro,<br />

y que no le agradaba recibir<br />

cartas de un hombre. No me<br />

di por aludido y volví a la carga<br />

con mis proposiciones de fuga,<br />

de rapto, de protección contra el<br />

matrimonio que querían obligarla<br />

a contraer.<br />

Se diría que escribía a una víctima<br />

que hubiera implorado mi<br />

ayuda, a una persona que sentía<br />

por mí toda la pasión que yo<br />

creía sentir por ella: pero, en realidad,<br />

todas mis caballerescas<br />

cartas estaban dirigidas a una jovencita<br />

muy razonable que no me<br />

amaba en absoluto, que no sentía<br />

ninguna repugnancia por el<br />

hombre que le habían destinado<br />

y que no me había dado ni motivo<br />

ni derecho para escribirle de<br />

aquella manera. Pero yo había tomado<br />

aquel camino y por nada del<br />

mundo quería abandonarlo.<br />

Lo más inexplicable de todo era<br />

que, cuando veía a Mademoiselle<br />

Pourras, yo no decía ni una palabra<br />

que tuviera que ver con mis<br />

cartas. Su madre continuaba dejándome<br />

a solas con ella, a pesar<br />

de mis extravagantes proposiciones,<br />

de las que seguramente tenía<br />

conocimiento, y eso es lo que<br />

me confirma en la idea de que todavía<br />

habría podido tener éxito.<br />

Pero lejos de aprovechar aquellas<br />

ocasiones, en cuanto me encontraba<br />

a solas con Mademoiselle<br />

Pourras, me volvía de una timidez<br />

extrema. No le hablaba más<br />

que de cosas insignificantes, y<br />

no hacía ni una sola alusión a las<br />

cartas que le escribía cada día, ni<br />

al sentimiento que me dictaba<br />

aquellas cartas.<br />

Finalmente, una circunstancia<br />

que no tenía nada que ver<br />

conmigo provocó una crisis que<br />

terminó con todo. Madame Pourras,<br />

que había sido una mujer<br />

galante toda su vida, tenía todavía<br />

un amante en activo. Después de<br />

haberle pedido a su hija, continuó<br />

tratándome con amistad,<br />

como si ignorara mi absurda correspondencia,<br />

y, mientras yo<br />

escribía todos los días a la hija<br />

proponiéndole la fuga, hacía a la<br />

madre la confidente de mi amor<br />

y de mi desgracia: todo ello, debo<br />

confesar, sin ninguna intención<br />

ni mala fe. Sencillamente, ése era<br />

el camino que había tomado con<br />

la una y con la otra.<br />

Mantenía, por lo tanto, largas<br />

conversaciones a solas con<br />

Madame Pourras. Su amante se<br />

sintió celoso. Hubo escenas violentas,<br />

y Madame Pourras, quien<br />

estando a punto de cumplir cincuenta<br />

años no quería perder a<br />

aquel amante, que podía ser el<br />

último, decidió tranquilizarle. Yo<br />

no sospechaba nada, y estando un<br />

día con mis habituales lamentaciones<br />

ante Madame Pourras,<br />

apareció de repente el señor de<br />

Sainte-Croix —éste era el nombre<br />

del amante— de muy buen<br />

humor. Madame Pourras me co-<br />

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gió de la mano, me llevó hacia<br />

él, y me pidió que le confesara<br />

solemnemente que era de su hija<br />

de quien estaba yo enamorado,<br />

que era a su hija a quien había<br />

pedido en matrimonio, y que ella<br />

era completamente ajena a mis<br />

visitas a su casa. Ella no veía en<br />

la confesión que me exigía más<br />

que un medio de acabar con los<br />

celos del señor de Sainte-Croix.<br />

Pero yo veía el asunto desde otro<br />

punto de vista, me veía arrastrado<br />

ante un extranjero para<br />

confesarle que era un amante<br />

desgraciado, un hombre rechazado<br />

por la madre y por la hija.<br />

Mi amor propio herido me precipitó<br />

en un auténtico delirio.<br />

Por casualidad, tenía aquel día<br />

en mi bolsillo un frasquito de<br />

opio que llevaba conmigo desde<br />

hacía algún tiempo. La idea de<br />

tener opio había surgido como<br />

consecuencia de mi relación con<br />

Madame de Charrière, que tomaba<br />

mucho durante su enfermedad,<br />

y cuya conversación, siempre<br />

brillante e ingeniosa, pero muy<br />

extravagante, me mantenía en<br />

una especie de ebriedad espiritual,<br />

que no contribuyó poco<br />

a todas las tonterías que cometí<br />

en aquella época.<br />

Empecé a decir que quería matarme,<br />

y a fuerza de decirlo llegué<br />

casi a creérmelo yo mismo,<br />

a pesar de que en el fondo no tuviese<br />

ninguna gana de ello. Con<br />

mi opio en el bolsillo, y mientras<br />

daba un espectáculo al señor de<br />

Sainte-Croix, experimenté una<br />

especie de apuro del que me pareció<br />

más fácil salir mediante una<br />

escena que mediante una tranquila<br />

conversación. Preveía que<br />

el señor de Sainte-Croix me haría<br />

preguntas, me demostraría<br />

afecto, pero como me sentía humillado,<br />

las preguntas, el afecto<br />

y todo lo que pudiera prolongar<br />

aquella situación me resultaba<br />

insoportable. Estaba seguro de<br />

que si me tragaba el opio acabaría<br />

con todo aquello. Además,<br />

hacía tiempo que se me había metido<br />

en la cabeza que querer matarse<br />

por una mujer era un medio<br />

de gustarle.<br />

Adelanto del libro El cuaderno rojo, de<br />

Benjamin Constant, cedido por Editorial<br />

Periférica.<br />

JULIO 2008 | SP 15


Lázaro Cárdenas<br />

Iconografía<br />

Uno de los personajes más relevantes de la historia mexicana del siglo XX, Lázaro Cárdenas es sin duda un referente en el ámbito<br />

político y social, nacional e internacional.<br />

Su Iconografía es un documento invaluable para todo aquel que esté interesado en adentrarse en su vida y obra.<br />

La edición incluye, además de numerosas fotografías que muestran al general desde diversos ángulos, textos de Adolfo Gilly y<br />

Mario Ojeda Revah así como diversos documentos –reproducciones gráficas que van desde el original que participa su bautismo<br />

hasta la portada de la revista Time de agosto de 1939 en la que aparece su rostro– que contribuyen a una comprensión más cabal<br />

de la vida y obra del general Cárdenas.<br />

Lázaro Cárdenas. Iconografía. Turner, Gobierno del Estado de Michoacán, Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, México, 224 págs.<br />

16 SP | JULIO 2008<br />

EL LIBRO<br />

GRÁFICO<br />

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Diario de Oaxaca<br />

Peter Kuper<br />

Durante mucho tiempo, los mexicanos han sido<br />

el blanco de chistes por su supuesta actitud de<br />

«Mañana. Lo hago mañana». Sinónimo de servicio<br />

lento, prolongadas comidas y siestas, se dice<br />

que viven sus vidas al ritmo de un caracol. Para<br />

un manhattaniano como yo, mudarse a México<br />

era una amenaza potencial. ¿Es posible que me<br />

viera obligado a reducir mi típica energía meteórica<br />

hasta el punto de la letargia?<br />

En los dos años que llevo viviendo en Oaxaca, he<br />

podido darme cuenta de que es un mundo de simultaneidad.<br />

La gente pasea frente a edificios coloniales<br />

mientras habla en sus teléfonos celulares, y<br />

las ruinas de civilizaciones magníficas que se esfumaron<br />

están a un corto paseo en auto. Quizá se deba<br />

a esta proximidad con la historia que los mexicanos<br />

se tomen más tiempo para ir con calma y celebrar la<br />

vida, al igual que la muerte, con fiestas prolongadas.<br />

Cuando regresemos a Manhattan el próximo<br />

mes, me espera el regreso a la energía de la<br />

mejor ciudad del mundo, pero espero retener la<br />

influencia de México. Junto con el aprecio de la<br />

simultaneidad, espero continuar con mi hábito<br />

de comidas más largas y de siestas.<br />

Esto es, si puedo encontrar el tiempo para<br />

hacerlo.<br />

Peter Kuper es uno de los caricaturistas más prestigiosos y reconocidos de los Estados Unidos. Su trabajo aparece con regularidad en publicaciones como Time, Newsweek, The New York Times y<br />

la revista MAD, en donde colabora dibujando la popular tira Spy vs. Spy. El 3 de julio de 2006 se mudó con su familia a Oaxaca, en aras de conocer otra cultura, aprender otro idioma y para obtener<br />

un respiro de los Estados Unidos de George W. Bush. Desde entonces lleva un Diario de su estancia en esta ciudad.


Memorias privadas y confesiones de<br />

un pecador justificado<br />

James Hogg<br />

James Hogg (Escocia, 1770) publicó Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado<br />

en 1824 y pasó relativamente inadvertido hasta que el premio Nobel André Gide publicó<br />

una reseña en la que habló de la enorme impresión que le causó su lectura. A pesar de que<br />

es un libro que podría clasificarse dentro de la línea del terror gótico, Hogg siempre quiso que se<br />

considerara como un episodio real. Situado a finales del siglo XVII y principios del XVIII, retrata en<br />

la historia el ambiente reformista y de fanatismo religioso que se vive en su país. El protagonista,<br />

surgido de este entorno, llega al límite de su condición mental en la que un «nuevo<br />

amigo» lo instiga a extender los postulados de sus principios y dogmas religiosos.<br />

Mi vida ha sido una vida de tribulaciones<br />

y zozobras, de cambios<br />

y vicisitudes, de ira y de gozo, de<br />

aflicción y de venganza. Mis amarguras<br />

se deben todas a que he<br />

visto menospreciado el evangelio,<br />

y he descargado mi venganza<br />

sobre sus adversarios. Así que, con<br />

la fuerza que el cielo me concede,<br />

me dispongo a escribir: quiero dar<br />

a conocer a los malvados de este<br />

mundo lo que he hecho con la fe<br />

puesta en las promesas y en la justificación<br />

por la gracia, para que lo<br />

lean y tiemblen, y bendigan a sus<br />

dioses de plata y oro, porque este<br />

ministro del cielo haya abandonado<br />

este mundo antes de que mezclara<br />

la sangre de ellos con la de<br />

sus propios sacrificios.<br />

Nací repudiado en un orbe en<br />

el que estaba destinado a desempeñar<br />

un papel insigne. Mi madre<br />

era una llama ardiente y luminosa<br />

en la comunidad de los más<br />

ilustres escoceses, y en los días<br />

de su virginidad sufrió mucho por<br />

la persecución de los santos.<br />

Pero el Cielo, para probar su fe,<br />

dispuso que la casaran con un<br />

malvado; un hombre manchado<br />

con la lepra del pecado. Fue como<br />

si hubiesen querido juntar el<br />

agua y el fuego, la pureza y la corrupción,<br />

con la esperanza de asociarlos<br />

y amalgamarlos: ella huyó<br />

de sus abrazos la primera noche de<br />

su matrimonio, y a partir de ese<br />

momento las iniquidades de este<br />

hombre irritaron de tal modo<br />

su recto corazón que abandonó<br />

para siempre su compañía y<br />

sociedad, recluyéndose en los<br />

aposentos que tenía en la misma<br />

casa.<br />

Fui hijo segundo de este desventurado<br />

matrimonio; y desde<br />

el instante de mi nacimiento, mi<br />

padre carnal rechazó todo vínculo<br />

conmigo, y todo interés por<br />

mí, salvo el que la ley le obliga a<br />

18 SP | JULIO 2008 www.spdistribuciones.com<br />

observar, consistente en proporcionarme<br />

un exiguo sustento;<br />

y de no haber sido por un fiel<br />

ministro del Evangelio, antiguo<br />

instructor de mi madre, habría<br />

seguido siendo un desterrado de<br />

la Iglesia visible. Este hombre se<br />

apiadó de mí, admitiéndome no<br />

solo en ella, sino en el seno de su<br />

propia casa y ministerio; y a él<br />

debo, bajo el Cielo, las elevadas<br />

enseñanzas y el glorioso discernimiento<br />

entre el bien y el mal,<br />

lo justo y lo injusto, que alcancé<br />

aun a temprana edad. Él fue quien<br />

dirigió rectamente mis estudios,<br />

tanto en el aprendizaje de los<br />

antiguos padres como en las doctrinas<br />

de la Iglesia Reformada, y<br />

me nombró su ayudante y sucesor<br />

en el sagrado oficio. No perdí<br />

ocasión de perfeccionarme de<br />

manera especial en las más pequeñas<br />

cuestiones teológicas en<br />

las que mi reverendo padre y mi<br />

madre se complacían, y finalmente<br />

llegué a adquirir tal dominio<br />

de esta ciencia que dejaba maravillados<br />

a mis profesores, que se<br />

miraban con asombro. Recuerdo<br />

que era costumbre en casa de<br />

mi protector formular preguntas<br />

del Catecismo los domingos<br />

por la noche. Primero preguntaba<br />

él, en segundo lugar mi madre,<br />

y así; cada uno contestaba a<br />

la pregunta formulada, y a continuación<br />

hacía él la siguiente.<br />

A mi madre le tocó preguntarme<br />

a mí sobre la Llamada Eficiente.<br />

Le contesté con toda propiedad<br />

y énfasis.<br />

—Y ahora, señora —añadí—, mi<br />

pregunta es: ¿en qué consiste la<br />

Llamada Ineficiente?<br />

—¿La Llamada Ineficiente? Eso<br />

no existe, Robert —dijo ella.<br />

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—Claro que existe, señora —dije<br />

yo—; y esa respuesta demuestra<br />

cuán frecuentemente citáis<br />

de rutina y sin reflexión estos preceptos<br />

fundamentales. Llamada<br />

Ineficiente es la llamada externa<br />

del evangelio sin efecto alguno<br />

en el corazón de los pecadores<br />

impenitentes y no regenerados.<br />

¿No reciben ellos las mismas<br />

llamadas, advertencias, doctrinas<br />

y amonestaciones que nosotros?<br />

¿Y no es eso una Llamada<br />

Ineficiente? ¿No la recibe igual<br />

Ardinferry? ¿No la recibe igual<br />

Patrick M’Lure? ¿Y no la reciben<br />

igual el laird de Dalcastle y su réprobo<br />

heredero? ¿Y decís que no<br />

es eso una Llamada Ineficaz?<br />

—¡Qué muchacho más portentoso!<br />

—dijo mi madre.<br />

—Temo que pueda salir un estúpido<br />

engreído —dijo el viejo<br />

Barnet, ayudante del pastor.<br />

—No —dijo mi pastor y padre<br />

(que así lo llamaré en adelante)—.<br />

No, Barnet; es un muchacho<br />

portentoso, lo que no tiene<br />

nada de extraño, porque he rezado<br />

para que le sea concedido<br />

ese talento desde la infancia:<br />

¿acaso creéis que el Cielo rechazaría<br />

una súplica tan desinteresada?<br />

Imposible. Pero mi<br />

miedo es, señora —prosiguió,<br />

volviéndose hacia mi madre—,<br />

que aún se halle cautivo de la<br />

iniquidad.<br />

—¡No quiera Dios! —dijo mi<br />

madre.<br />

—Mucho y muy fervorosamente<br />

he insistido al Todopoderoso<br />

—prosiguió—; pero hasta<br />

ahora, no tengo una muestra clara<br />

de su aceptación. He sostenido<br />

una dura lucha; sin embargo, he<br />

sido rechazado por el que ra-<br />

En SP Revista de Libros nos interesa mucho conocer la<br />

opinión de los lectores sobre cualquier asunto relaciona-<br />

do con la publicación o con alguna temática del mundo<br />

de los libros. Favor de enviarlas al correo electrónico<br />

sprevistadelibros@spdistribuciones.com e incluir nombre,<br />

dirección y teléfono. Por cuestiones de espacio nos reser-<br />

vamos el derecho de editar los textos.<br />

ramente se niega a mis súplicas;<br />

aunque he esgrimido sus propias<br />

palabras contra él, y he intentado<br />

hacer que se atenga a su<br />

promesa, hay tantos vericuetos<br />

en la supremacía de su poder,<br />

que me he visto rechazado. ¡Qué<br />

espantoso es pensar que nuestro<br />

amado ser se encuentra todavía<br />

fuera del palio de la Alianza! Pero<br />

he hecho una promesa, y tengo<br />

esperanza en ella.<br />

Mi corazón se estremeció de<br />

terror al pensar que aún vivía en<br />

estado de reprobación, y expuesto<br />

a caer en los espantosos peligros<br />

de la muerte, el juicio y la<br />

desdicha eterna, por el más leve<br />

accidente o contingencia, y me<br />

apliqué en los deberes de la oración<br />

con el mayor fervor.<br />

Recé tres veces al día y siete<br />

los domingos; pero cuanto más<br />

frecuente y fervientemente rezaba,<br />

más pecaba. En aquel tiempo,<br />

y después durante un largo<br />

período de varios años, viví en<br />

un estado espiritual desesperanzado<br />

y lamentable. Me decía: «Si<br />

mi nombre no está escrito en el<br />

libro de la vida desde toda la<br />

eternidad, es inútil suponer que<br />

mis promesas y oraciones, o las<br />

de la humanidad entera, puedan<br />

hacer que se inscriba ahora».<br />

Había hecho muchos votos, con<br />

la mayor solemnidad, y luego los<br />

había quebrantado todos, y veía<br />

con la intensidad de la aflicción<br />

juvenil, que no había esperanza<br />

para mí. Seguí pecando a todas<br />

horas, y revolviéndome contra<br />

el pecado, y arrepintiéndome de<br />

cada una de las transgresiones<br />

tan pronto como tenía tiempo de<br />

pensar. ¡Ah, pero qué desdichada<br />

situación es este estado impío<br />

en que cada esfuerzo por alcanzar<br />

la rectitud no hace sino agravar<br />

nuestra culpa! Me di cuenta<br />

de que era inútil luchar; porque<br />

tras deliberar en mi interior,<br />

llegué a la siguiente conclusión:<br />

«Aun cuando me arrepintiese<br />

de todos mis pecados, y derramase<br />

lágrimas de sangre por ellos,<br />

me seguiría agobiando el peso<br />

de la transgresión original, que<br />

es suficiente para aplastarme y<br />

hundirme en lo más profundo<br />

del infierno. Puedo enfurecerme<br />

contra mis primeros padres<br />

por haber pecado, pero ¿cómo<br />

puedo arrepentirme yo de su pecado?<br />

Es algo que no alcanzo a<br />

comprender.»<br />

Adelanto del libro Memorias privadas<br />

y confesiones de un pecador justificado,<br />

de James Hogg, cedido por Nórdica<br />

Libros.<br />

Gana tres libros de editoriales distribuidas por SP Distribuciones.<br />

Contesta correctamente las siguientes preguntas y envía tus respuestas al correo<br />

sprevistadelibros@spdistribuciones.com con el título «Trivia SP Revista de Libros».<br />

• ¿Cuál es el verdadero nombre de Italo Svevo, autor de Gadir Editorial?<br />

• ¿A través de qué arte se aproxima Miguel Morey a la obra de Georges Bataille<br />

en su libro Pequeñas doctrinas de la soledad publicado por Editorial Sexto Piso?<br />

• ¿Cuáles son los nombres de la pareja de enamorados que ocasiona grandes desgracias<br />

e infortunios a todos los personajes de La nieve, de Johanna Schopenhauer,<br />

publicada por Editorial Periférica?<br />

Las primeras tres personas que respondan correctamente podrán elegir un libro<br />

de cada una de estas editoriales.<br />

JULIO 2008 | SP 19


Vicente Leñero<br />

por Diego Rabasa<br />

Vicente Leñero ha vivido buena parte de su vida en una zona limítrofe entre la ficción y la realidad.<br />

Fabulando y adaptando sucesos reales al panorama narrativo por una parte; por otra, observando<br />

realidades tan brutales, inverosímiles o extraordinarias que podrían haber salido de la<br />

pluma más delirante que se pueda imaginar.<br />

En entrevista exclusiva, nos cuenta sobre sus obsesiones, nos confiesa sus hábitos como escritor,<br />

nos habla de sus pasiones y, sobre todo, nos permite atisbar, detrás de cada respuesta, la<br />

plenitud con la que ha encarado su vida. Un hombre elegido por la literatura para dar testimonio<br />

de los infinitos parajes en los que se puede tejer la realidad.<br />

¿Cuál es la principal diferencia<br />

que encuentra en el proceso creativo<br />

a la hora de escribir en los diversos<br />

géneros que usted ha explorado<br />

(cuento, novela, crónica periodística,<br />

teatro y cine)?<br />

Yo tengo la idea, aunque no la<br />

tengo bien desarrollada o plasmada,<br />

de que la historia es la que<br />

pide el género. Por eso yo me<br />

obsesioné en circular por muchos<br />

géneros. La historia es la<br />

que pide ser contada como un<br />

cuento, o como una novela o como<br />

una obra de teatro. En el caso<br />

de la narrativa y del teatro el<br />

ejemplo es más claro. Uno piensa<br />

en la historia que quiere contar<br />

y si es muy pequeña o cerrada<br />

entonces vale para un cuento, si<br />

no para una novela o incluso para<br />

una película. Hay novelas que<br />

no se pueden llevar al cine, por<br />

ejemplo. El hecho de que García<br />

Márquez no quiera que se haga<br />

una película de Cien años de soledad<br />

es muy respetable porque es<br />

un texto que no cabe en el cine.<br />

Foto: Archivo de FCE<br />

20 SP | JULIO 2008<br />

Si el escritor está abierto a la<br />

diferencia de géneros entonces no<br />

debe de pensar en sí mismo como<br />

«yo soy novelista» u otra cosa.<br />

Creo que si no se fija uno en los<br />

géneros se puede resolver mejor<br />

la vida como escritor.<br />

Las historias piden ser contadas<br />

en lugar de que el escritor le<br />

exija a las historias que se encuadren<br />

en un formato.<br />

¿Los géneros también son como<br />

una bitácora de su vida? Hace poco<br />

lo escuché decir que ya no quiere<br />

escribir novelas…<br />

Sí, ya acabé con eso. Aunque<br />

en este tema es más una cuestión<br />

como de edad. El género en<br />

el que yo quería realizarme como<br />

escritor era la novela. Ésa era mi<br />

ambición puesto que me parecía<br />

y me sigue pareciendo el género<br />

mayor. Yo tenía un problema<br />

y es que no era una persona muy<br />

imaginativa. Tenía problemas<br />

en el proceso creativo, no era de<br />

esas personas con una imaginación<br />

poderosísima que podían<br />

crear y obtener historias en cada<br />

momento como García Márquez<br />

o Vila-Matas, por ejemplo. Yo<br />

era muy constreñido, aunque el<br />

periodismo me ayudó mucho a<br />

abrir la imaginación. Me enfrentó<br />

a una realidad que no atisbaba.<br />

Eso me permitió ampliar mi<br />

imaginación. Entonces cuando<br />

incursioné en el teatro estaba muy<br />

emocionado porque veía que utilizaba<br />

formas diferentes y un lenguaje<br />

distinto y en el periodismo<br />

observaba historias que tenían<br />

todos los tintes dramáticos del<br />

teatro. Cuando me encarreré con<br />

el teatro apelaba a historias que<br />

había visto. Me aboqué a tradu-<br />

cir mis adalides periodísticos al<br />

teatro. Lo mismo en el cine, he<br />

sido más un adaptador, no tengo<br />

ninguna historia original llevada<br />

al cine.<br />

La posesión en diferentes formas parece<br />

ser una constante en su obra.<br />

(Interrumpe) Eso nunca me<br />

lo habían dicho. Creo que ahí puede<br />

haber un trasfondo de mi formación<br />

religiosa. Y mira, ahora<br />

que lo pienso, también de los cuentos<br />

de la nana anciana de mi casa.<br />

Nos contaba cuentos de aparecidos<br />

en las noches y siento que eso<br />

me obsesionaba mucho porque<br />

yo tenía pesadillas y era sonámbulo.<br />

Creo que esto puede haber<br />

gestado estos conceptos de los<br />

que hablas. Y un poco la lectura<br />

de Dostoievski. La religión, el miedo,<br />

los cuentos de la nana, Dostoievski…<br />

generan un universo un<br />

poco extraño. Y, pues bueno, uno<br />

no sabe de dónde viene, ¿no?<br />

Una historia como Los hijos de<br />

Sánchez no puede dejar de verse<br />

como un acto de denuncia. ¿Qué representó<br />

para usted esta obra?<br />

Sí, definitivamente es un acto<br />

de denuncia también. Bueno, a<br />

mí me impactó muchísimo la lectura<br />

de Los hijos de Sánchez. En<br />

esos momentos tendíamos en<br />

México o a la literatura rural o a<br />

la literatura fantástica. Esquemas<br />

muy simplones a los que tendíamos<br />

en México después de <strong>Rulfo</strong>.<br />

Luego vino La región más transparente<br />

y nos abrió las puertas<br />

para hablar acerca de la ciudad<br />

de México.<br />

Pero bueno, yo leí Los hijos de<br />

Sánchez como mero lector y luego<br />

Oscar Lewis me buscó para<br />

ENTREVISTA<br />

ver si yo quería que la lleváramos<br />

al teatro.<br />

Oscar Lewis murió antes del<br />

montaje de la obra y yo trabajaba<br />

mucho con su esposa que<br />

tenía una visión sobre el personaje<br />

principal, Jesús Sánchez, el<br />

padre de la familia, muy opuesta a<br />

la de su esposo. Lewis, que lo<br />

había conocido, tenía una opinión<br />

muy favorable de él, creía<br />

que era una persona buena, generosa.<br />

Y la esposa pensaba que<br />

toda la desgracia de los hijos era<br />

culpa de Jesús, entonces ella no<br />

estaba de acuerdo con el enfoque<br />

de la adaptación.<br />

Y luego los hijos de Sánchez<br />

en la realidad me buscaron y me<br />

pedían chamba y me preguntaban<br />

si no podían salir en la obra.<br />

Y su identidad se empezó a mezclar<br />

y a confundir con los personajes<br />

que representaban en el<br />

trabajo antropológico de Lewis y<br />

en la obra de teatro. ¡El desdoblamiento<br />

que exigía pasar de un<br />

trabajo antropológico realizado<br />

con una grabadora a una puesta<br />

en escena de ficción! Ellos no se<br />

daban cuenta de que al ser grabados<br />

se produjo un extraño fenómeno<br />

en el que adquirían otra<br />

identidad. Aunque todo lo que<br />

se decía en el libro fuera más o<br />

menos textual los convertía en<br />

otros. Cuando conocí a Roberto,<br />

del que me había hecho una imagen<br />

muy especial, me impresioné<br />

mucho. Me buscaba para pedirme<br />

trabajo y dinero. Y luego me<br />

contaba sus aventuras porque<br />

había descubierto que su propia<br />

vida era muy interesante y quería<br />

darme más, quería convertir<br />

su propia vivencia en su trabajo.<br />

Luego quería tocar la guitarra en<br />

escena. Unos fenómenos muy extraños<br />

e interesantísimos que nos<br />

mostraban cómo la realidad de<br />

los hijos de Sánchez se va trasladando<br />

primero a un estudio antropológico,<br />

luego a una obra de<br />

teatro en la que eran representados<br />

por otros actores y luego lo<br />

que veían aplicado de regreso a<br />

sus vidas. Un fenómeno de verdad<br />

interesante.<br />

Cuando la esposa del vicario se escapó<br />

con un joven sin blanca, el<br />

escándalo fue mayúsculo. Sus dos<br />

hijitas tenían solo siete y nueve<br />

años de edad respectivamente.<br />

Y el vicario era tan buen marido…<br />

Aunque es cierto que ya tenía<br />

el pelo canoso, aún conservaba el<br />

bigote oscuro, era apuesto y todavía<br />

sentía una pasión oculta por<br />

su desenfrenada y bella esposa.<br />

¿Por qué se marchó? ¿Por qué<br />

echó todo a perder con un éclat 1<br />

de repugnancia, como si hubiera<br />

sufrido un ataque de locura?<br />

Nadie pudo dar una respuesta.<br />

Los beatos se limitaron a decir<br />

que era una mala mujer, mientras<br />

algunas de las buenas mujeres<br />

optaron por guardar silencio.<br />

Ellas sabían.<br />

Las dos pequeñas nunca fueron<br />

conscientes de nada. Dolidas,<br />

determinaron que su madre debía<br />

encontrarlas insignificantes.<br />

El viento adverso, que nunca<br />

trae más que desgracias, se llevó<br />

por delante a la familia del<br />

vicario. Y ¡quién lo iba a decir!,<br />

el vicario, al que se apreciaba bastante<br />

como ensayista y polemista,<br />

y cuyo caso había despertado<br />

simpatía entre los hombres de<br />

letras, fue destinado a Papplewick.<br />

El Señor logró hacer amainar<br />

el temporal de sus infortunios<br />

concediéndole un rectorado en<br />

un condado del norte.<br />

La rectoría era una casa de<br />

piedra bastante fea situada a la<br />

orilla del río Papple, justo antes<br />

de entrar en el pueblo. Algo<br />

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La virgen y el gitano<br />

D.H. Lawrence<br />

Desde el momento en que vio la luz, esta provocadora novela de Lawrence fue considerada<br />

como una obra maestra. En ella se narra la vida de Yvette, la hija de un conservador y reprimido<br />

vicario anglicano, que súbitamente ve cómo se cimbran los cimientos de su vida por el<br />

contacto con un gitano que despierta en ella una vorágine de sensaciones sexuales y emocionales<br />

que le habían sido vedadas hasta entonces. Publicada cuatro años después de la<br />

muerte de Lawrence, es un fiel reflejo de la maestría narrativa de uno de los mejores escritores<br />

del siglo XX. Ésta es la primera traducción que se hace al castellano desde hace más<br />

de veinticinco años y la primera que se hace a partir de la Edición Cambridge, la definitiva<br />

en su lengua original.<br />

1 En francés en el original: arrebato, impulso.<br />

(N. de la T.)<br />

más lejos, más allá del punto en<br />

que la carretera vadeaba el cauce<br />

del río, se alzaban las grandes y<br />

viejas fábricas textiles, edificadas<br />

en piedra, y que antiguamente<br />

funcionaban aprovechando<br />

la fuerza del agua. La carretera<br />

giraba hacia arriba por la colina<br />

y se adentraba en las sombrías<br />

calles empedradas del pueblo.<br />

La familia del vicario sufrió<br />

una profunda transformación<br />

tras su traslado a la rectoría. El<br />

vicario, ahora rector, hizo venir<br />

de la ciudad a su anciana madre,<br />

a su hermana y a un hermano.<br />

Cuando llegaron, las dos pequeñas<br />

se encontraron con un entorno<br />

muy diferente al de su<br />

antiguo hogar.<br />

El rector contaba ahora cuarenta<br />

y siete años de edad y,<br />

tras la huida de su esposa había<br />

guardado un duelo intenso y no<br />

demasiado digno. Unas comprensivas<br />

damas habían logrado disuadirlo<br />

del suicidio. Su cabello se<br />

había vuelto casi completamente<br />

blanco y tenía una mirada entre<br />

trágica y extraviada. Con solo<br />

mirarle uno podía imaginarse<br />

lo horroroso de su situación y lo<br />

injustamente que le habían tratado.<br />

Sin embargo, en algún sitio había<br />

una nota discordante. Ciertas<br />

damas que se habían compadecido<br />

profundamente del vicario,<br />

sentían ahora un secreto disgusto<br />

por el rector. A fin de cuentas,<br />

había en su actitud un cierto<br />

fariseísmo, aunque él intentase<br />

disimularlo.<br />

Las pequeñas, por supuesto,<br />

del modo vago en que lo hacen<br />

los niños, aceptaron el veredicto<br />

familiar. La abuela, que tenía más<br />

de setenta años y a la que empezaba<br />

a fallarle la vista, se había<br />

convertido en la figura central<br />

de la casa. La tía Cissie, que tenía<br />

más de cuarenta, y que era una<br />

mujer pálida, beata y reconcomida<br />

por un tormento interior, llevaba<br />

la casa. El tío Fred, un hombre<br />

de cuarenta años, avaro y grisáceo,<br />

que vivía mezquinamente,<br />

preocupado tan solo por sí mismo,<br />

bajaba todos los días a la<br />

ciudad. Y luego estaba el rector,<br />

por supuesto, la persona más importante<br />

de la casa, sin contar,<br />

claro está, a la abuela.<br />

La llamaban la Madre. Era uno<br />

de esos bichos raros, físicamente<br />

vulgares e inteligentes, acostumbrados<br />

a salirse siempre con<br />

la suya y a sacar provecho de las<br />

debilidades de los hombres. Se<br />

hizo con el mando de la casa con<br />

enorme rapidez. El rector todavía<br />

«amaba» a su criminal esposa y<br />

la «amaría» hasta el día de su<br />

muerte. Así que ¡a callar! Los sentimientos<br />

del rector eran sagrados.<br />

En su corazón seguía venerando<br />

la memoria de la muchacha pura<br />

con la que se había casado y a la<br />

que antaño había idolatrado.<br />

Mientras tanto, fuera, en esos<br />

mundos de corrupción, zascandileaba<br />

una mujer desvergonzada<br />

que había traicionado al rector y<br />

había abandonado a sus pequeñas.<br />

Ahora esa mujer vivía bajo el<br />

yugo de un hombre joven y despreciable<br />

que, indudablemente,<br />

le traería la degradación que ella<br />

se merecía. Que quede esto bien<br />

claro, pero después ¡chitón!, ya<br />

que en la nobleza pura del corazón<br />

del rector seguía brotando la<br />

blanca y pura flor de nieve de su<br />

joven novia. Esta blanca flor de<br />

nieve nunca se marchitaba. Pero<br />

en lo que respecta a aquella otra<br />

criatura, la que se había escapado<br />

con aquel infame joven, esa<br />

otra mujer ya no le importaba lo<br />

más mínimo.<br />

La Madre, que en cierto modo<br />

era un ser empequeñecido e insignificante,<br />

una simple viuda recluida<br />

en una casa pequeña, una<br />

vez llegó a su nuevo hogar, logró<br />

hacerse con el sillón principal<br />

de la rectoría y comenzó a imponer<br />

con firmeza su anciana<br />

corpulencia. Ya nadie volvería a<br />

destronarla. Astutamente, suspiraba<br />

en homenaje a la fidelidad<br />

del rector hacia la blanca y<br />

pura flor de nieve mientras fingía<br />

desaprobar esa misma fidelidad.<br />

Como muestra de su pretendido<br />

respeto por el gran amor de su<br />

JULIO 2008 | SP 21


<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Campesinos de pie en el mercado, década de 1930.<br />

hijo, nunca dijo una palabra de<br />

más contra aquella ortiga que<br />

ahora florecía en los reinos de lo<br />

corrupto, y que en una época fue<br />

la señora de Arthur Saywell. Gracias<br />

al cielo, ella había vuelto a<br />

casarse de nuevo, así que ya no<br />

ostentaba ese título. Ninguna<br />

mujer llevaba ahora el apellido<br />

del vicario. La blanca y pura flor<br />

de nieve florecía in perpetuum,<br />

sin nomenclatura alguna. Incluso<br />

la familia empezó a pensar en ella<br />

como «aquella que fue Cynthia».<br />

Todo pintaba bastante bien<br />

para la Madre. Se aseguró de que<br />

Arthur no volviera a casarse. Le<br />

tenía dominado por su mayor<br />

Lectores encuerados<br />

Jis<br />

22 SP | JULIO 2008<br />

VERBOS PARA<br />

COMENZAR<br />

debilidad: el clandestino amor<br />

que sentía por sí mismo. Se había<br />

casado con una flor de nieve<br />

blanca, imperecedera: ¡qué hombre<br />

tan afortunado! ¡Pero ella le<br />

había ofendido! ¡Pobre! Había<br />

sufrido. ¡Ah, qué corazón tan enamorado!<br />

Y él la había… ¡perdonado!<br />

Sí, la blanca flor de nieve<br />

había sido perdonada. Incluso él<br />

la había incluido en su testamento<br />

cuando aquel sinvergüenza…<br />

Pero ¡silencio! ¡Que nadie se atreva<br />

siquiera a pensar un instante<br />

en aquella horrible ortiga del<br />

repugnante mundo exterior!<br />

«Aquella que fue Cynthia». Dejemos<br />

que la blanca flor de nieve<br />

florezca inaccesible en las alturas<br />

del pasado. El presente es otra<br />

historia.<br />

Las niñas se criaron en esta<br />

atmósfera de maliciosa autosantificación<br />

y de secretos innombrables.<br />

También ellas atisbaban<br />

la flor nevada allá en las alturas,<br />

inaccesible. También ellas sabían<br />

que la flor se hallaba allí, sentada<br />

en su trono, en el solitario es-<br />

plendor que se alzaba sobre sus<br />

cabezas, intocable.<br />

Al mismo tiempo, procedente<br />

de ese mundo sórdido, en ocasiones<br />

les llegaba un tufo rancio<br />

y perverso de egoísmo y lujuria<br />

degradada, el olor de aquella horrible<br />

ortiga, de «aquella que fue<br />

Cynthia». En realidad, esa ortiga<br />

se las ingeniaba para hacerles<br />

llegar de cuando en cuando alguna<br />

notita a sus niñas, sus hijitas.<br />

Y cuando eso ocurría, un temblor<br />

de odio le corría por dentro a la<br />

Madre. Si a «aquella que fue Cynthia»<br />

le diese por regresar algún<br />

día, a la Madre no le quedaría nada.<br />

De la anciana brotaba una ráfaga<br />

secreta de odio, que soplaba<br />

en dirección a las niñas, a las hijas<br />

de aquella sucia y lujuriosa ortiga,<br />

de aquella Cynthia que había<br />

tratado con tan desdeñoso afecto<br />

a la Madre.<br />

Adelanto del libro La virgen y el gitano,<br />

de D.H. Lawrence, cedido por Editorial<br />

Impedimenta.<br />

perisur polanco condesa zona rosa santa fe<br />

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www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 23


Desesperado se levanta<br />

Fabio Morábito<br />

24 SP | JULIO 2008<br />

Desesperado se levanta,<br />

atisba atrás de las cortinas<br />

en busca de otros como él,<br />

pero se le aparece unánime el descanso<br />

en las ventanas:<br />

ninguna luz,<br />

ni un parpadeo televisivo.<br />

Está pagando el haber ido por atajos<br />

que los demás rehusaron por temor,<br />

por ética o por flojos.<br />

Quien se pasa de listo se enemista con el sueño,<br />

es una frase que le repetían de niño.<br />

Entonces levanta el auricular<br />

y marca como otras veces un número cualquiera,<br />

y cuando le responden,<br />

dice «perdón»,<br />

sintiéndose aliviado, aunque con culpa.<br />

Vuelve a la cama y piensa en el desconocido<br />

que está tratando de dormirse,<br />

tal vez un pobre insomne como él a quien el timbre<br />

del teléfono sacó de su desolación nocturna.<br />

Fabio Morábito (Alejandría, 1955) es poeta y narrador. Entre su obra poética destacan: Lotes baldíos (1985, Premio Carlos Pellicer), De lunes todo el año (1991, Premio Aguascalientes) y Alguien<br />

de lava (2002). Como cuentista ha publicado La lenta furia (2002), La vida ordenada (2000), También Berlín se olvida (2004), y Grieta de fatiga (2006, Premio Antonin Artaud).<br />

POESÍA<br />

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Animal de memoria<br />

Miguel Morey<br />

En este texto Miguel Morey interroga y elucida en torno a dos conceptos muy relevantes en<br />

cuanto al registro del discurrir humano: memoria e historia, relacionadas de manera muy cercana<br />

con lo oral y con lo escrito, respectivamente. La primera es más inmediata y maleable, vinculada<br />

con «lo que es imposible olvidar», en tanto que la segunda es más fija, más política —en<br />

tanto historia de los vencedores— y tiene que ver con «lo que es necesario saber». El recuerdo<br />

y registro de lo sucedido se mueve entre las dos y queda a cada cual, dice Morey, recargarse<br />

hacia cualquiera de los polos, con todas las consecuencias que dicha decisión implica.<br />

Probablemente, memoria e historia<br />

no sean sino dos modos de<br />

hacer experiencia del presente;<br />

dos asientos, dos lugares desde<br />

los que ponderar el peso de lo<br />

que ahora nos rodea. Pero son<br />

dos lugares heterogéneos, dos dimensiones<br />

diferentes, qué duda<br />

cabe: en principio, resulta incluso<br />

extraño verlas unidas en<br />

una sola palabra.<br />

La memoria apunta a aquello<br />

que en el pasado fue objeto de<br />

una experiencia que resultó inolvidable,<br />

algo que se aprendió entonces<br />

y que se conserva. Y algo<br />

de lo que se sigue aprendiendo<br />

todavía, buscando su justa medida<br />

cada día que en este presente<br />

de hoy aflora el recuerdo<br />

de aquel pasado. Por eso la memoria<br />

que se tiene de las cosas<br />

cambia con el tiempo, por eso<br />

siempre da ocasión de una nueva<br />

medida para cada presente.<br />

La historia recoge lo que se<br />

sabe del pasado, punto por punto,<br />

sin olvidar nada. La historia<br />

se escribe, para que todo conste:<br />

la sucesión de los linajes, la<br />

extensión de los territorios, las<br />

hechuras de los conflictos, todos<br />

sus vaivenes… Y en ellos está<br />

incluida también la pequeña<br />

historia de cada cual, aquello que<br />

nadie puede permitirse olvidar:<br />

nombre, domicilio, rango social.<br />

Nuestras agendas también pertenecen<br />

a la carnaza de la que se<br />

nutre el saber de la historia.<br />

Si fuera cierto que el pasado<br />

detenta el secreto de lo que somos,<br />

no sería menos cierto que<br />

se dice de dos maneras muy diferentes<br />

eso que somos según<br />

cuál sea la frecuencia en la que se<br />

entona ese pasado, en una clave<br />

o en otra, según lo que es necesa-<br />

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rio saber, o según lo que es imposible<br />

olvidar.<br />

Que los hombres vuelven mudos<br />

de la guerra, sin nada que<br />

contar, no es un dato histórico<br />

para Benjamin, es un acto de memoria.<br />

Hoy su afirmación puede<br />

ser para nosotros un testimonio<br />

de aquellos tiempos de la<br />

guerra del 14, si se quiere, pero<br />

indudablemente su lección no<br />

es ésta, no eso lo que hace que<br />

se inmiscuya en nuestra propia<br />

memoria, como un enigma del<br />

que siempre queda hoy algo por<br />

aprender.<br />

Memoria, Mnemosyne, era en<br />

tiempos arcaicos la madre de<br />

las Musas, a las que invocaban<br />

los cantores antes de comenzar<br />

su canto, so pena de quedarse<br />

sin nada que contar. Probablemente,<br />

en su forma originaria<br />

las musas eran tres, como las que<br />

se veneraban en el templo de<br />

Helicón: Meletea (la atención, la<br />

concentración), Mnemea (la memoria)<br />

y Aedea (la voz, el canto).<br />

Entre las tres describen con una<br />

precisión tan nuclear los pasos<br />

que conducen la oralidad que<br />

sus huellas perdurarán claramente<br />

hasta los tratados clásicos<br />

de elocuencia latina (se recordará<br />

su pautado: inventio, dispositio,<br />

elocutio, memoria y actio o<br />

pronuntiatio). En su versión canónica,<br />

a partir de Hesíodo, las<br />

musas pasarán a ser nueve, y ya<br />

no son competencia exclusiva<br />

del cantor, ni siquiera del arte<br />

sino también del conocimiento<br />

(la geometría, la astronomía, la<br />

historia misma), aunque todas<br />

ellas sigan siendo ante todo<br />

mousiké, música, formas de la<br />

memoria…<br />

A Clío, la musa tutelar de la<br />

historia y la poesía heroica, se la<br />

suele representar con un rollo<br />

de papiro en la mano y se cuenta<br />

de ella que fue la que introdujo<br />

el alfabeto fenicio en Grecia,<br />

la llamada escritura fonética. La<br />

historia se escribe, lo sabemos,<br />

y la poesía se canta. De hecho,<br />

incluso hoy, hasta que no se le<br />

ha devuelto su voz al poema éste<br />

no acaba de contarnos entero su<br />

secreto, hasta que no se nos repite<br />

en la memoria ( par coeur, by<br />

heart), su voz no acaba de cantarnos<br />

entera su canción. Por el<br />

contrario, lo que la historia nos<br />

cuenta está siempre ahí, en la<br />

exterioridad impasible de lo que<br />

queda escrito, en el archivo de<br />

lo que consta.<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Tepeaca, Puebla, década de 1930 ó 1940.<br />

Ojala las cosas fueran ahora tan<br />

sencillas —debería replicarse sin<br />

embargo. Y es que lo que queda<br />

inscrito no consiste, al fin y al<br />

cabo, también lo sabemos, sino<br />

en los monumentos y los documentos<br />

de un heroísmo que dice<br />

ser el propio de los nuestros<br />

tan sólo; de los vencidos no quedan<br />

sino huellas, rastros, indicios.<br />

Que la historia ha sido siempre<br />

la historia de los vencedores es<br />

un tópico tan antiguo como la historia<br />

misma, podría decirse que<br />

es la opción que constituye su<br />

punto mismo de partida. Pero es<br />

un tópico al que no cabe contraponer<br />

tan fácilmente alguna evidencia<br />

que fuera más esencial,<br />

como la que encarnaría la figura<br />

del poeta, por ejemplo, en tanto<br />

que detentador de la auténtica memoria<br />

y señor de las palabras de<br />

la tribu. Ésta es una mirada moderna,<br />

únicamente moderna. Guardando<br />

un respetuoso silencio<br />

respecto de Homero y los grandes<br />

trágicos, hay que recordar<br />

que la historia del cantor a sueldo<br />

del mejor postor podría muy<br />

bien comenzar con Simónides<br />

JULIO 2008 | SP 25


para cerrarse con la Eneida, si<br />

nos ceñimos a los clásicos antiguos:<br />

una larga crónica de poetas<br />

encargados de convertir en<br />

memoria, de todos y de cada cual,<br />

todas cuantas muescas tiene la<br />

espada de los vencedores. Lo que<br />

queda escrito —los nombres, las<br />

gestas, las fechas— exige ser<br />

aprendido de memoria, tanto como<br />

es necesario que se escriba<br />

aquello que debe aprenderse de<br />

memoria: los valores, el sentido,<br />

la lección a aprender de aquellas<br />

experiencias… Es bien conocida<br />

la licencia que la Poética<br />

de Aristóteles otorga al asunto:<br />

La poesía es más filosófica y grave<br />

que la historia, pues la poesía<br />

cuenta más bien lo universal, y la<br />

historia lo particular… ¿En qué<br />

nos queda la medida de la distancia<br />

entre historia y memoria<br />

entonces? Historia de los vencedores<br />

o palabras de la tribu, ¿cuál<br />

es la diferencia?<br />

¿Podríamos decidir que todo se<br />

resuelve en un pulso entre la<br />

ingenua conciencia de la tradición<br />

oral que sueña con permanecer<br />

siempre viva y la altanería<br />

de la crónica escrita que arrasa<br />

cuanto encuentra en su camino?<br />

Sí, sin duda, puede decirse así si<br />

cabe aprender algo nuevo de<br />

ello. Pero cuando Platón denuncia<br />

en el Fedro el gran riesgo<br />

que corre la memoria de los<br />

hombres si se entrega a la escritura,<br />

está haciendo algo más que<br />

fechar el umbral histórico que media<br />

entre una cultura oral y una<br />

cultura alfabetizada por la escritura<br />

fonética, nos está contando<br />

algo que tiene más que ver con lo<br />

universal… Nos está obligando a<br />

interrogarnos sobre la historia<br />

de la memoria misma, sobre el<br />

26 SP | JULIO 2008<br />

hecho simple de que las formas<br />

de la memoria también tienen<br />

una historia. Que una es la memoria<br />

oral y otra la escrita, digamos,<br />

y que la escrita está ahí afuera y<br />

que aunque pueda memorizarse<br />

hasta hacerse oral de nuevo, nunca<br />

lo será de la misma manera,<br />

porque su enseñaza cambia tanto<br />

como la de la experiencia a la que<br />

da lugar, el modo como nos exige<br />

ponderar el peso de lo que ahora<br />

nos rodea. La proliferación contemporánea<br />

de formas externas<br />

de memoria, de la alfabética a la<br />

digital, nos impide obviar hoy<br />

la lección de Platón; nos obliga a<br />

asumir que las formas de nuestra<br />

memoria pertenecen a la historia,<br />

con todas sus consecuencias.<br />

Los tiempos modernos nacen<br />

sabiendo que las formas de<br />

nuestra memoria pertenecen a<br />

la historia, y que es por ello que<br />

son nuevos nuestros modos de<br />

atender, de retener y de hablar<br />

el presente —incluso en nuestra<br />

intimidad, a solas con nosotros<br />

mismos... Porque trabajan de otro<br />

modo hoy las antiguas musas<br />

que se veneraban en el templo<br />

de Helicón. Los tiempos modernos<br />

nacen sabiéndolo, como saben<br />

también que la historia es<br />

algo que debe aprenderse de memoria,<br />

tenerse siempre presente,<br />

ocupándolo, como una memoria<br />

segunda de algo que se hubiera<br />

aprendido de fundamental, propio,<br />

íntimo, vital…<br />

Una consecuencia no menor<br />

de las teorías de Darwin fue dotar<br />

de tintes más que siniestros<br />

el tópico según el cual la historia<br />

es siempre historia de los vencedores,<br />

la supervivencia de los<br />

más aptos ahora. La respuesta<br />

que parece darle Marx, cuando<br />

afirma que la historia debe ser<br />

escrita desde el punto de vista<br />

de las víctimas, equivale a una<br />

refundación moral de la historia,<br />

al tiempo que le brinda su<br />

posibilidad de convertirse en<br />

conocimiento científicamente<br />

cumplido. Sin embargo, bajo la<br />

figura de la llamada toma de<br />

conciencia (histórica) sigue viva<br />

la exigencia de convertir la historia<br />

en memoria, de todos y de<br />

cada cual; la obligación de que<br />

se hable (se atienda, se recuerde)<br />

de acuerdo con lo que está<br />

pre-escrito. Pero los hombres<br />

vuelven mudos de la guerra, decía<br />

Benjamin hace un momento,<br />

sin posibilidad ninguna de<br />

tomar conciencia de su participación<br />

en la historia, sin memoria,<br />

sin palabras…<br />

En la problematización del valor<br />

de la historia que Nietzsche lleva a<br />

cabo en la segunda de sus Consideraciones<br />

Intempestivas, comienza<br />

poniendo en escena a un rebaño<br />

que pace en un prado, atado corto<br />

al poste del instante, sin preocupaciones<br />

ante el mañana ni<br />

nostalgias del pasado, inocente,<br />

feliz. El hombre quisiera saber el<br />

secreto de esa felicidad, porque<br />

la quiere también para sí. «Pero<br />

aspira a ello en vano —nos dice<br />

el filósofo—, porque no lo quiere<br />

como el animal. Quizá le pregunte<br />

el hombre al animal: ¿por qué<br />

no me hablas de tu felicidad y te<br />

limitas a mirarme? Y el animal<br />

quisiera responder y decir: es que<br />

siempre olvido al punto lo que<br />

me proponía decir; pero, ¡zas!,<br />

también olvida esta respuesta<br />

que va a dar, y calla…»<br />

El hombre es un animal de<br />

memoria, qué duda cabe, es por<br />

ello por lo que puede ser un animal<br />

de palabra. Sólo la memoria<br />

El físico que quiso ser filósofo<br />

Diego Rabasa<br />

«Pobre intelecto, nosotros te<br />

hemos prestado la evidencia de ti<br />

mismo, ¿y tú quieres derrotarnos? Tu<br />

victoria es tu derrota.»<br />

Demócrito de Adbera, Diles, fr. 125<br />

Erwin Schrödinger es un referente<br />

de la física cuántica. Junto<br />

con personajes como Bohr, Heisenberg<br />

y Einstein, entre otros,<br />

revolucionó los fundamentos de<br />

la física desafiando varios siglos<br />

de desarrollo científico y abrió las<br />

puertas a un universo nuevo que<br />

no concibe el análisis del mundo<br />

y la naturaleza sin una aproxi-<br />

viaja más rápido que el tiempo, y<br />

no sólo mantiene inmóvil para<br />

siempre aquello que sólo dura<br />

un instante, sino que retiene el<br />

devenir de las cosas del mundo<br />

lo justo como para que podamos<br />

atender a ellas, percibirlas como<br />

espacio a nuestro alrededor, retenerlas<br />

a distancia. Pero decir<br />

que el hombre es un animal de<br />

memoria y que su hábitat es la<br />

historia, es decir una cosa, y decir<br />

que el hombre es un animal<br />

histórico y que su hábitat es la<br />

memoria es otra muy diferente.<br />

La medida de la verdad de una u<br />

otra afirmación no está de ningún<br />

modo en lo que puedan saber los<br />

expertos al respecto. Saber cuál<br />

es el modo adecuado de entonar<br />

ahora el pasado, si atendiendo a<br />

lo que es necesario saber o reteniendo<br />

lo que es imposible olvidar<br />

es algo que le corresponde dirimir<br />

a cada cual, porque sólo cada<br />

cual sabe a partir de qué punto<br />

se ve obligado a mentir o cuándo<br />

no puede sino callar. Como los<br />

veteranos de guerra que también<br />

quisieran responder cuando se<br />

les pregunta por sus vivencias,<br />

y decir tal vez que no recuerdan<br />

apenas nada, pero, ¡zas! olvidan<br />

incluso esa respuesta que<br />

iban a dar, y callan…<br />

Únicamente en la memoria<br />

vivimos lo suficiente como para<br />

poder acabar esta frase.<br />

© Miguel Morey<br />

Miguel Morey (barcelonés, 1950), catedrático<br />

de Filosofía de la Universidad de Barcelona,<br />

traductor de G. Colli, G. Deleuze y M. Foucault,<br />

ensayista, es autor de Lectura de Foucault<br />

(1983), Camino de Santiago (1987), Deseo<br />

de ser piel roja (1994, XXII Premio Anagrama<br />

de ensayo), y Pequeñas doctrinas de la soledad<br />

(Editorial Sexto Piso, 2007), entre otras obras.<br />

CRÍTICA<br />

mación que aúna el pensamiento<br />

filosófico con el científico. Desde<br />

joven tuvo que enfrentar el<br />

predicamento de qué disciplina<br />

seguir, si la física o la filosofía. A<br />

pesar de haberse decantado por<br />

la primera, la segunda permaneció<br />

siempre cerca de él y, paradójicamente,<br />

cuando alcanzó la<br />

cúspide de su carrera como científico<br />

se abocó por completo a<br />

completar su panorama del cosmos<br />

mediante la comprensión de<br />

textos místicos, filosóficos y religiosos.<br />

Lo primero que sorprende<br />

en las páginas de sus libros<br />

no-científicos son las constantes<br />

referencias tanto a personajes<br />

centrales de la filosofía occidental<br />

como Kant (en repetidas ocasiones)<br />

o Spinoza, como a textos<br />

orientales como el del místico<br />

de la Persia islámica del siglo XIII<br />

Aziz Nasafi o las Upanisads. En<br />

1933 obtuvo el premio Nobel de<br />

Física junto con P.A.M. Dirac por<br />

su formulación matemática de la<br />

mecánica cuántica. Permaneció<br />

junto con Einstein en el bando<br />

opuesto a Heisenberg y Bohr en<br />

términos de las implicaciones filosóficas<br />

y, se puede decir, metafísicas<br />

de los descubrimientos<br />

del comportamiento azaroso e<br />

impredecible de las partículas<br />

elementales. Bohr y Heisenberg<br />

consideraban que las conclusiones<br />

de la dupla Einstein-Schrödinger<br />

carecían de sustento y<br />

rompían con el principio de realidad<br />

imperante. O, en palabrasde<br />

Wittgenstein, «de lo que no podamos<br />

hablar, de lo mismo debemos<br />

permanecer en silencio».<br />

En este contexto Schrödinger<br />

escribió una serie de textos que<br />

abordan las implicaciones filosóficas,<br />

teológicas y de diversas<br />

índoles de la revolución física del<br />

siglo XX. En Mente y materia, realiza<br />

un exhaustivo análisis del<br />

pensamiento y sus orígenes. Se<br />

plantea si acaso la mente tiene<br />

alguna correspondencia con el<br />

mundo material y si podemos<br />

ubicarla en algún espacio dentro<br />

de nuestro cuerpo (o fuera<br />

de él). Pregunta: «¿qué propiedades<br />

específicas distinguen<br />

estos procesos cerebrales (los<br />

pensamientos) y los capacitan<br />

para producir esta manifestación<br />

(las sensaciones)?». Así como<br />

la mente pareciera no tener una<br />

correspondencia en el mundo<br />

de lo material, lo material necesariamente<br />

se relaciona con el<br />

sujeto a través de la mente y su<br />

percepción. Pero, ¿hay un mun-<br />

do material único y compartido<br />

por todos los yoes existentes?<br />

¿Podemos alcanzar a conocer lo<br />

que Kant denominaba la cosa en sí,<br />

el mundo sin que nosotros seamos<br />

parte de él? Schrödinger nos<br />

dice que «la conciencia se asocia<br />

con el aprendizaje de la sustancia<br />

vital; su facultad de saber<br />

es inconsciente». Pero el aprendizaje<br />

es una cuestión que depende<br />

enteramente del observador<br />

e implica, por lo tanto, una labor<br />

hermenéutica.<br />

Otro de los planteamientos<br />

centrales del libro tiene que ver<br />

con la evolución de la especie<br />

humana desde el punto de vista<br />

biológico e incluso cultural.<br />

Schrödinger se pregunta, quizá<br />

con más intuición que argumentos,<br />

si el hombre ha alcanzado su<br />

estadio ulterior de desarrollo.<br />

Analiza las teorías darwiniana y<br />

lamarckiana de evolución de las<br />

especies y nos brinda su propia<br />

postura al respecto: «el comportamiento<br />

se modifica paralelamente<br />

al físico, primero como<br />

una consecuencia de un cambio<br />

al azar en este último, pero dirigiendo<br />

en seguida al subsiguiente<br />

mecanismo seleccionador hacia<br />

canales definidos». Probablemente<br />

los expertos en neurociencia<br />

encuentren vagas e incompletas<br />

las suposiciones de Schrödinger<br />

pero no es el aspecto formal de<br />

su propuesta lo que debe preocuparnos<br />

sino la potencia de su<br />

visión. Expliquémoslo mejor:<br />

Schrödinger aduce que la evolución<br />

de la especie humana tiene<br />

dos componentes: la genética y la<br />

derivada del comportamiento.<br />

La primera, como plantea Darwin,<br />

depende de cuestiones azarosas;<br />

la segunda, es un proceso<br />

que tiene que ver con la herencia<br />

cultural y de conducta de los seres<br />

humanos. Nos dice que «la<br />

mecanización y “estupidación” de<br />

la mayor parte de procesos de manufacturación<br />

suponen un serio<br />

peligro de degeneración general<br />

para nuestro órgano de la inteligencia».<br />

Esto tiene un resonante<br />

eco en el mundo contemporáneo,<br />

en la sistematización de los<br />

procesos industriales, en la cadena<br />

productiva masificada y,<br />

en resumen, en el desarrollo vertiginoso<br />

y voraz de la tecnología<br />

que permea de manera cada vez<br />

más contundente e irreversible<br />

todos los aspectos de la vida cotidiana<br />

del hombre. Si bien los<br />

cimientos filosóficos no están absolutamente<br />

respaldados, Schrödinger<br />

intuye y roza conceptos<br />

de pensadores como Iván Illich,<br />

que refuerza el planteamiento del<br />

físico alemán, cuando nos dice<br />

que «el supercrecimiento desarraiga<br />

al hombre del medio con<br />

el cual ha evolucionado; la industrialización<br />

le quita autonomía<br />

de acción, la sobreprogramación<br />

disminuye la creatividad y el proceso<br />

limita su derecho a la palabra,<br />

y por lo tanto, a la política».<br />

Schrödinger arremete contra valores<br />

universalmente aceptados<br />

por el establishment social y político<br />

cuestionando el valor de las<br />

empresas dedicadas al promover<br />

y garantizar el bienestar social para<br />

todos al argumentar que «aliviando<br />

la responsabilidad del<br />

individuo por preocuparse por<br />

sí mismo y con la igualación de<br />

las oportunidades para todos los<br />

hombres, tales instituciones<br />

también tienden a amortiguar la<br />

competencia de talentos».<br />

El carácter detectivesco de la<br />

labor del Schrödinger pensador y<br />

no del Schrödinger físico se plasma<br />

de manera muy nítida en La<br />

naturaleza y los griegos. Al toparse<br />

con la imposibilidad de discernir<br />

y desvelar la relación<br />

entre razón y realidad, entre<br />

mente y materia, entre pensamiento<br />

y espiritualidad, Schrödinger<br />

recurre a la fuente del<br />

pensamiento occidental contemporáneo.<br />

A través de un<br />

estudio de las diversas posicio-<br />

nes filosóficas y físicas de los<br />

griegos, sobre todo los presocráticos,<br />

intenta encontrar el punto<br />

de partida que erigió a la razón<br />

como un ente todopoderoso cuya<br />

misión en el mundo era encontrar<br />

solución a los misterios del<br />

mismo. Si los descubrimientos<br />

físicos del siglo XX exigen un cambio<br />

paradigmático en nuestra relación<br />

con la physis, el camino para<br />

lograr esta nueva visión del mundo<br />

y del hombre no está adelante<br />

sino en el origen del camino.<br />

El pensamiento helénico ha<br />

influenciado a todos los habitantes<br />

de Occidente, independientemente<br />

de que estemos<br />

familiarizados con los nombres<br />

de Platón, Aristófanes o Pitágoras,<br />

porque determinó nuestra<br />

forma de pensar y la manera de<br />

concebir al mundo.<br />

La conciliación de las perspectivas<br />

filosófica y científica es<br />

un prurito que aparece en cada<br />

una de las páginas de estos libros.<br />

Schrödinger no puede esquivar<br />

la incapacidad de la física para<br />

explicar las emociones, la sensación<br />

de los colores, la armonía<br />

musical. No puede soslayar las<br />

relaciones con seres trascendentes,<br />

con la divinidad.<br />

Un par de textos cuyo valor<br />

central radica no en las soluciones<br />

que ofrece sino en los problemas<br />

que plantea. Arroja luz<br />

sobre la incapacidad que tiene la<br />

razón (fuente por excelencia de<br />

alumbramiento) de iluminar la<br />

realidad.<br />

Diego Rabasa es miembro permanente del<br />

consejo editorial de Editorial Sexto Piso.<br />

www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 27


La filosofía feroz. Ensayos anarquistas<br />

Michel Onfray<br />

Michel Onfray es uno de los filósofos franceses más reconocidos de los últimos tiempos. Su<br />

proyecto brinda una mirada a la ética que pasa por el hedonismo y el ateísmo y que ha plasmado<br />

en más de treinta libros publicados. La filosofía feroz es una recopilación de ensayos en<br />

los que Onfray reflexiona acerca de problemas actuales en el mundo. Veinticinco textos en los<br />

que el filósofo francés nos habla del fin de los Estados-nación, de la aciaga hegemonía de los<br />

tres monoteísmos principales y de las guerras neocoloniales de las potencias mundiales entre<br />

otros temas. En este pasaje, critica la ausencia de un contrapeso ideológico sólido y honesto al<br />

liberalismo rampante que domina al planeta.<br />

LA IZQUIERDA ESTÁ MUERTA.<br />

¡VIVA LA IZQUIERDA!<br />

El liberalismo triunfa en el planeta<br />

sin encontrar ahora el contrapoder<br />

de una ideología que lo<br />

resista. Hasta hace poco el comunismo<br />

proporcionaba una alternativa.<br />

Valía lo que valía, poco,<br />

pero al menos cumplía su papel<br />

impidiendo los desbordes de<br />

arrogancia de un capitalismo<br />

creído de sí mismo. El socialismo<br />

republicano surgido de la<br />

Tercera República se envilecía un<br />

poco perfumándose a veces con<br />

algunos conceptos del tipo «lucha<br />

de clases», «proletariado», «capitalismo»,<br />

pero nada demasiado<br />

grave, puesto que se trataba de<br />

captar al electorado de los olvidados<br />

por el liberalismo...<br />

Desde la caída del Muro de<br />

Berlín, la misa está cantada. La<br />

1 François Mitterand (1916-1996), presidente<br />

de Francia entre 1981 y 1995 por el<br />

Partido Socialista. [N. del E.]<br />

izquierda ya no cautiva, como<br />

Mitterrand, 1 su embajador francés,<br />

que desde 1983 había juzgado<br />

conveniente convertir el<br />

socialismo de Jaurès en el caldo<br />

liberal. 2 No dejó de hacerse las dos<br />

preguntas de Maquiavelo: ¿cómo<br />

llegar al poder? Y luego ¿cómo<br />

permanecer en él? A esos dos<br />

interrogantes respondía de igual<br />

modo: todo lo que permita el éxito<br />

de mi empresa es bueno. Los<br />

socialistas podían elegir entre la<br />

honestidad, la integridad y la inteligencia<br />

sin Mitterrand o el goce<br />

del poder con él, pero echando por<br />

la borda los principios y la moral.<br />

Ya conocemos su elección...<br />

Desaparición del socialismo,<br />

disuelto en la Europa de Maastricht,<br />

el nuevo embuste destinado<br />

a hacer tragar la píldora<br />

liberal; fin, para los obreros, los<br />

pobres, los modestos, los simples,<br />

2 Jean Jaurès (1859-1914), político francés<br />

socialista fundador del diario L’Humanité.<br />

Fue asesinado el 31 de julio de 1914. [N. del E.]<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Barda en ruinas, árbol y torre de un templo no identificado, década de 1930 ó 1940.<br />

28 SP | JULIO 2008<br />

los asalariados, de una posibilidad<br />

de tener representación y de<br />

existir políticamente; en definitiva,<br />

farsa en pos del capitalismo<br />

y de sus secuaces, la derecha. Un<br />

cuarto de siglo —¡queda lejos<br />

mayo de 1981!— bastó para que la<br />

izquierda se institucionalizara y,<br />

de la banda de los R25 mitterranianos<br />

a los Safrane jospinianos, 3<br />

rompiera definitivamente con la<br />

famosa Francia de abajo, teóricamente<br />

su base...<br />

Le Pen 4 podía entonces aceptar<br />

la apuesta. Económicamente<br />

de derecha y socialmente de izquierda,<br />

el tuerto clamó venganza<br />

y revancha para aquellos a quienes<br />

los socialistas y los comunistas<br />

(desde entonces tan frescos como<br />

el cadáver de Lenin) despreciaron<br />

durante tanto tiempo. Mitterrand<br />

se destacó menos en el arte de dirigir<br />

a la izquierda que en el de<br />

dividir a la derecha con esa creación<br />

nacional-populista. Luego<br />

le ha dejado su herencia a Jospin<br />

—que por una vez debería haber<br />

ejercido su famoso derecho de<br />

inventario—. Resultado: ¡Chirac<br />

y Le Pen en la segunda vuelta de<br />

las presidenciales!<br />

Esta democracia nunca lo ha<br />

sido tan poco como entre las dos<br />

vueltas, en donde dio de sí misma<br />

un espectáculo histérico y lamen-<br />

3 El Renault 25 (R25) fue durante parte de la<br />

presidencia de Mitterand el auto oficial del<br />

Palacio de Gobierno, mientras que el Renault<br />

Safrane lo fue durante la gestión de Lionel<br />

Jospin como primer ministro (1997- 2002).<br />

[N. del E.]<br />

4 Jean-Marie Le Pen (1928-), presidente del<br />

Frente Nacional (Front National, FN), partido<br />

nacionalista francés de extrema derecha. En<br />

2002, Le Pen llegó a la segunda vuelta de las<br />

elecciones presidenciales, en las que perdió<br />

ante Jacques Chirac. [N. del E.]<br />

table: unión de la patronal y de<br />

los comunistas, de la Iglesia y<br />

de los francomasones, de los obreros<br />

y de los intelectuales, de la<br />

izquierda y de la derecha, de los<br />

parisinos y de los provincianos,<br />

de los futbolistas y de los filósofos,<br />

de los izquierdistas y de los<br />

veteranos de guerra. Francia dio<br />

el espectáculo de su miedo —y de<br />

nada más—. Nada de soluciones,<br />

de propuestas, de proyectos,<br />

de fuerzas alternativas: sólo<br />

miedo, el miedo de los que gozan<br />

de buena salud y siempre se<br />

muestran despreocupados por<br />

las víctimas del sistema...<br />

El liberalismo ha creado pobres<br />

y excluidos en cantidad, ha<br />

sumido a la totalidad de los sectores<br />

del mundo al principio del<br />

dinero, ha transformado la inmigración<br />

en problema cuando el<br />

problema es la pobreza, luego ha<br />

colocado a su representante más<br />

servil, Chirac, al mando del Estado<br />

por cinco años. Al ganar las legislativas,<br />

nadie duda que nos preparará<br />

la mascarada, su especialidad.<br />

Pronto la política dejará de hacerse<br />

en esos lugares de payasería generalizada<br />

—el Eliseo, Matignon,<br />

la Asamblea Nacional—: la calle<br />

se convertirá, desgraciadamente,<br />

en el único recurso. ¿Cuánto falta<br />

para la catástrofe?<br />

Adelanto del libro La filosofía feroz, de<br />

Michel Onfray, cedido por Libros del<br />

Zorzal.<br />

Cuando Escenas de un matrimonio<br />

se proyectó por vez primera<br />

en este país, producía la emoción<br />

voyerista de observar a una pareja<br />

que se flagelaba frente a nuestras<br />

miradas. La película de tres<br />

horas parecía hacer por la institución<br />

del matrimonio lo que<br />

el espectáculo de la desintegración<br />

de los Loud en el canal PBS<br />

hacía por la vida familiar en An<br />

American Family. De hecho, con<br />

sus largas tomas y tenaz trabajo<br />

de cámara, albergaba ciertos parecidos<br />

no sólo con los documentales<br />

estilo realista, sino con ciertas<br />

partes de Faces o de A Woman<br />

Under the Influence de John Cassavetes.<br />

La comparación entre éste<br />

e Ingmar Berman puede parecer<br />

descabellada, pero en aquella<br />

época ambos compartieron un<br />

interés por escenas en las que los<br />

personajes trascenderían el ostensiblemente<br />

hostil clímax para<br />

pasar a una zona confusa e impredecible<br />

de apaciguamiento y<br />

retraimiento. Y no es que Bergman<br />

se haya dejado intimidar<br />

alguna vez por largas escenas de<br />

diálogos, pero esta vez parecía<br />

experimentar con una cámara<br />

más espontánea y reactiva, determinada<br />

a mantener el paso a<br />

los actores conforme divagan<br />

por los interiores en busca de<br />

algún recoveco seguro, como una<br />

esquina de ring de boxeo entre<br />

episodios. El gran camarógrafo<br />

del director sueco, Sven Nykvist,<br />

renunció a las exquisitamente<br />

balanceadas composiciones de<br />

Through a Glass Darkly o de Persona<br />

decantándose por un aspecto<br />

visual más crudo y punzante<br />

que, aun así, generó su propia<br />

brusca elegancia.<br />

Bergman había superado, o<br />

hecho a un lado por el momento,<br />

su angustiante interrogación sobre<br />

cómo vivir en un mundo sin<br />

Dios. Ahora exploraba otra pregunta:<br />

¿Bajo qué supuesto pueden<br />

los hombres y las mujeres,<br />

www.spdistribuciones.com www.spdistribuciones.com<br />

Escenas de un matrimonio<br />

de Ingmar Bergman<br />

Phillip Lopate<br />

antagonistas naturales, esperar<br />

un amor sostenido?<br />

Escenas de un matrimonio es,<br />

antes que nada, un estudio de la<br />

intimidad. Cualquier persona<br />

que haya estado en un matrimonio<br />

o relación larga puede reconocer<br />

la alternancia de ternura e<br />

irritación, comunión total y alienada<br />

convicción de que uno es<br />

invisible o no es comprendido en<br />

absoluto por el otro, cuestiones<br />

que son parte de la verdadera intimidad,<br />

no como elevado ideal<br />

sino como simple y llana realidad<br />

cotidiana. El método que utiliza<br />

Bergman en esta película es el de<br />

sintonizar a la audiencia con los<br />

incesantes cambios de humor<br />

ambivalentes e impredecibles:<br />

es cuestión de que alcancen una<br />

afectuosa comunión para que uno<br />

de ellos (por lo general Johan)<br />

provoque una ruptura. Por ejemplo,<br />

en el cuarto episodio, después<br />

de la ruptura, se están llevando de<br />

maravilla; Marianne acaba de rechazar<br />

a David, su amante compensatorio,<br />

por el teléfono, para<br />

poder acostarse con Johan, cuando<br />

su alejado esposo le pregunta<br />

si ama a David. ¿Es sólo que está<br />

siendo obtuso, o es su meta intencional<br />

la exasperada molestia<br />

que esta aseveración ocasiona<br />

en Marianne?<br />

Johan, que en ocasiones se<br />

pone una máscara de misoginia<br />

budista, tan sólo para ver si le<br />

queda, hace referencia varias veces<br />

a la repulsión que le provocaba<br />

el cuerpo de Marianne durante<br />

su matrimonio, mientras ella seguía<br />

con su vida cotidiana, cuando<br />

iba al baño y cuestiones del estilo.<br />

Como Marianne es un bombón,<br />

sólo nos queda asumir que esta<br />

repulsión es algo muy básico, del<br />

orden del infantil miedo masculino<br />

de las mujeres, de sus capacidades<br />

maternales, de sus<br />

misteriosas secreciones; debe<br />

huir de esta atemorizante intimidad,<br />

debe crear cierta distan-<br />

cia. Si la familiaridad marital<br />

engendra odio entonces Johan,<br />

para reavivar el romance y el<br />

deseo erótico, debe romper con<br />

la comodidad de su matrimonio<br />

«ridículamente burgués» y recolocar<br />

a la pareja en otro nivel<br />

más juguetón e ilícito. En el último<br />

episodio, se les ve engañando<br />

con alegría a sus nuevas parejas,<br />

infieles a sus lazos matrimoniales<br />

aunque profundamente fieles<br />

a los de ambos, los previos.<br />

Parte del placer de Escenas de<br />

un matrimonio es poder observar<br />

a dos de los más grandes actores<br />

contemporáneos de la pantalla<br />

grande, Liv Ullman y Erland<br />

Johannsen, metiéndose el uno<br />

con el otro. La solidez técnica,<br />

el rango afectivo, el atractivo y la<br />

química de estos dos artistas<br />

aseguran que quedamos en buenas<br />

manos, sin importar lo inestable<br />

del viaje emocional en el<br />

que estamos por embarcarnos.<br />

Berman, siguiendo a su maestro<br />

Carl Dreyer, reconstituye el arte<br />

cinematográfico como un lenguaje<br />

de rostros. Liv Ullman tiene<br />

la capacidad de pasar de diosa<br />

a mujer desaliñada, de reprimida<br />

a radiante, en un instante. Su<br />

rostro puede parecer hermoso<br />

sin comparación, sus luminosos<br />

<strong>Juan</strong> <strong>Rulfo</strong>, Campesino arando con una yunta, 1948.<br />

CINE<br />

ojos azules centelleando; pero<br />

nunca es tan conmovedora como<br />

cuando aparecen distorsionados<br />

tras torpes lentes en el magníficamente<br />

desgarrador Episodio<br />

tres, cuando recibe la noticia de<br />

que su esposo planea dejarla. Una<br />

cierta complacencia plácida, de<br />

mejillas sonrojadas y con un aire a<br />

Heidi amenaza a menudo el porte<br />

de diosa que refleja Ullman en<br />

la pantalla, pero es justo esta superioridad,<br />

su talante de bondad,<br />

el que Bergman socava con<br />

malicia, al utilizar al barbado e<br />

insatisfecho existencialmente<br />

Erland Johannsen como su sarcástico<br />

aguijón. Marianne, en<br />

aceptación del rol de género que<br />

la sociedad le ha asignado, es<br />

quien protege la vida cotidiana:<br />

buena madre y esposa, hija<br />

obediente, organizadora de las<br />

funciones de las vacaciones familiares.<br />

Se ha convencido del<br />

sueño de la felicidad doméstica<br />

burguesa, y pregunta a su esposo:<br />

«¿Por qué no podemos ser<br />

gordos y felices?». Sin embargo,<br />

siempre perfeccionista y en busca<br />

de superarse, lleva una dieta con<br />

religiosidad, porque comprende<br />

que su descripción laboral como<br />

la esposa de un hombre ambicioso<br />

incluye verse deseable y sexy.<br />

JULIO 2008 | SP 29


Además, tiene su propio trabajo<br />

como abogada de divorcios. Juntos<br />

conforman ese aterrorizante<br />

monstruo bíblico contemporáneo,<br />

la pareja profesional. Le<br />

corresponde a él agitar las aguas.<br />

Liv Ullman brinda una poderosa<br />

actuación en su papel de Marianne.<br />

Parece ser la más fuerte<br />

y segura de los dos; en realidad,<br />

a Erland Johannsen le corresponde<br />

el papel más difícil al<br />

representar al más confundido<br />

Johan. Hombre de gran potencial,<br />

de quien quizá se esperaba<br />

demasiado —un científico cuya<br />

carrera se ha estancado y poeta<br />

fracasado—, debe alimentarse de<br />

la fuerza de ella mientras se rebela<br />

contra ésta de manera vacilante,<br />

insiste en que todos estamos<br />

aislados, que el amor verdadero<br />

es imposible. Incluso cuando está<br />

más desencantada, Marianne expresa<br />

rastros de tierna piedad por<br />

Johan, manteniendo un impulso<br />

de protegerlo. Sin dejar de<br />

estar horrorizado por la condescendencia<br />

implícita en su piedad,<br />

también se autocompadece; o podríamos<br />

decir que no está exento<br />

de jugar al Niñito Perdido para<br />

poder escapar unos momentos de<br />

su conciencia de culpabilidad.<br />

Los actores de reparto —una<br />

pareja amargamente casada, un<br />

cliente de Marianne, dos colegas<br />

laborales de Johan, su madre—<br />

arrojan fascinantes luces laterales<br />

Senilidad<br />

Italo Svevo<br />

sobre el conflicto diádico central.<br />

Es interesante que sus dos hijas<br />

nunca sean mostradas frente a<br />

la cámara. Quizá Bergman sintió<br />

que las niñas atraerían buena<br />

parte de nuestra atención, como<br />

sucede con los niños, alejándola<br />

de la ruda contienda de la pareja.<br />

Como quiera que sea, la evidente<br />

ausencia de sufrimiento en<br />

Johan ante el hecho de abandonar<br />

a sus hijos puede pesar fuertemente<br />

en su contra ante los<br />

ojos de los espectadores, incluso<br />

si aceptamos su explicación de<br />

que debe actuar de forma drástica<br />

para salvarse de un entierro<br />

prematuro.<br />

La versión fílmica reducida es<br />

más horrorosa y teatral: una sucesión<br />

de puntos climáticos. La<br />

versión televisiva de seis horas<br />

(que yo prefiero), de alrededor del<br />

doble de duración, contiene mayor<br />

espacio para respirar, lo cual<br />

permite a los personajes reagruparse.<br />

En general, una miniserie<br />

televisiva, transmitida durante<br />

varias noches, tiene la tendencia<br />

a cruzarse y a formar una relación<br />

más cotidiana con la vida de los<br />

espectadores; sus personajes se<br />

convierten en miembros de la familia<br />

y su perseverancia a lo largo<br />

del tiempo, sin importar las<br />

incesantes crisis que les arroja el<br />

guión, es propicia para una atmósfera<br />

de mejor humor y más compasiva.<br />

La conciencia de Bergman<br />

de este potencial cómico, y su estilizada<br />

explotación del mismo, se<br />

aprecia en la ingeniosa y seca, desapegada,<br />

voz en off que resume<br />

lo que va de la historia, con la que<br />

comienza cada capítulo, y en su<br />

invitación a ver material filmado<br />

en las Islas Faroe al final de cada<br />

episodio, durante los créditos finales.<br />

Incluso, que se lean en voz<br />

alta los créditos al final transmite<br />

una desenfadada autorreflexión<br />

wellesiana, que atrae la atención<br />

a la naturaleza de artefacto del<br />

drama y de manera implícita se<br />

burla de su seriedad.<br />

El hecho de que sea tan manifiesto<br />

que los dos miembros de<br />

la pareja sigan guardando cariño<br />

el uno por el otro, incluso ante la<br />

violenta provocación, también<br />

sugiere un trasfondo agridulce,<br />

cómico, casi mozarteano (¡su siguiente<br />

proyecto fílmico sería<br />

La flauta mágica!) detrás de los<br />

apesadumbrados acontecimientos.<br />

En ningún lugar se manifiesta<br />

con tanta claridad el lado<br />

malvado de Bergman, similar al<br />

de Sonrisas de medianoche, que en<br />

el último episodio, cuando Johan<br />

busca el teléfono para hacer una<br />

cita secreta con su ex esposa y<br />

es continuamente interrumpido.<br />

Cuando se juntan por última vez,<br />

Marianne logra pronunciar su<br />

ardua sabiduría sobre cómo vivir,<br />

y Johan tiene la libertad de burlarse<br />

de ella respondiendo que<br />

En esta entrega, Gadir Editorial nos regala un extracto de una novela, Senilidad, escrita en 1989,<br />

en donde a partir de su marcado interés por la psicología, Italo Svevo nos deleita con esta obra<br />

con tintes autobiográficos y una cargada tendencia hacia el estudio de la conciencia del personaje<br />

y el peso que el entorno ejerce sobre sus conductas.<br />

Emilio Brentani, un escritor desencantado de 35 años, está perdidamente enamorado de<br />

Angiolina. Su amor poco a poco denota una completa obsesión y lentamente se desenmascara<br />

la decadencia del personaje —sumido en un trabajo burocático—, que junto con su hermana,<br />

Amalia —también locamente enamorada—, va volviéndose viejo. La senilidad no es abordada<br />

físicamente sino que, por el contrario, se manifiesta en su mundo interior y personal.<br />

Cierto es que de momento toda<br />

su vida estaba pendiente de<br />

aquel amor: no podía pensar en<br />

otra cosa ni trabajar ni tampoco<br />

30 SP | JULIO 2008<br />

desempeñar bien sus funciones<br />

en la oficina, pero tanto mejor.<br />

Por un tiempo, su vida estaba cobrando<br />

un cariz nuevo y más ade-<br />

lante sería igualmente agradable<br />

volver a la calma de antes. Como<br />

gustaba de las imágenes, veía su<br />

vida como un camino recto, unifor-<br />

suena como político, sin que ninguno<br />

de los dos se ofenda demasiado.<br />

Cuando ella despierta de<br />

una pesadilla y de pronto parece<br />

suscribirse a su visión pesimista<br />

de la vida, incluso poniendo en<br />

duda que alguna vez haya amado<br />

a alguien, él la consuela con una<br />

reconfortante pirueta, diciéndole<br />

que en realidad ambos se han<br />

amado a sus maneras egoístas,<br />

parciales y humanas. El que ese<br />

final le parezca al espectador algo<br />

trascendentalmente conmovedor<br />

o una palmadita en la espalda<br />

(quizá ambos) puede depender<br />

del propio umbral de optimismo/<br />

pesimismo del momento. Como<br />

quiera que sea, su détente parece<br />

merecida: tras veinte años, ambos<br />

han logrado un acomodo, una<br />

irónica comprensión. Es sólo al<br />

final que comprendemos en su<br />

totalidad que Escenas de un matrimonio<br />

es una de las construcciones<br />

más alegres y optimistas<br />

de Bergman.<br />

© Phillip Lopate<br />

Traducción de Eduardo Rabasa<br />

Phillip Lopate nació en Brooklyn, Nueva York,<br />

en 1943 y ha consagrado prácticamente toda<br />

su vida a la escritura. Ha publicado tres libros<br />

de ensayos (entre los que destaca Contra la<br />

alegría de vivir, Tumbona, 2008), la novela El<br />

mercader de alfombras (Libros del Asteroide,<br />

2006) y otra más, dos libros de poesía, un libro<br />

de crítica cinematográfica, Totally, Tenderly,<br />

Tragically y una biografía. Ha editado varias<br />

antologías en los Estados Unidos.<br />

me, a través de un valle apacible;<br />

desde el momento en que se<br />

había acercado a Angiolina, el<br />

camino torcía, se desviaba por una<br />

región con gran variedad de árboles,<br />

flores y colinas. Era un trecho<br />

corto y después se volvía a<br />

bajar al valle, al fácil camino plano<br />

y seguro, vuelto menos tedioso<br />

por el recuerdo de aquel intervalo<br />

encantador, coloreado y tal<br />

vez fatigoso también.<br />

Un día, ella lo avisó de que debía<br />

ir a trabajar en casa de una<br />

familia conocida: unos señores<br />

Deluigi. La señora Deluigi era una<br />

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buena mujer; tenía una hija que<br />

era amiga de Angiolina y un marido<br />

entrado en años y en su casa<br />

no había jóvenes; todos querían<br />

mucho a Angiolina en aquella<br />

casa.<br />

—Voy con mucho gusto, porque<br />

allí lo paso mejor que en mi<br />

casa.<br />

Emilio no tuvo inconveniente<br />

y también se resignó incluso a<br />

verla menos a menudo por las<br />

noches. Ella regresaba tarde del<br />

trabajo y no valía la pena que se<br />

vieran.<br />

A partir de entonces, él tuvo<br />

tiempo por las noches para dedicárselo<br />

a su amigo y a su hermana.<br />

Seguía intentando engañarlos<br />

—como se engañaba a sí mismo—<br />

sobre la importancia de su aventura<br />

y era capaz incluso de hacer<br />

creer a Balli que se alegraba de<br />

que Angiolina estuviese ocupada<br />

algunas noches para no estar, al<br />

fin y al cabo, pegado a ella todos<br />

los días. Balli lo hacía ruborizarse<br />

al mirarlo con ojos serenos y<br />

escrutadores y Emilio, al no saber<br />

cómo ocultar su pasión, se burlaba<br />

de Angiolina y contaba cier-<br />

tas observaciones precisas que iba<br />

haciendo de ella y que en modo<br />

alguno menoscababan en verdad<br />

su ternura. Se reía al respecto<br />

con suficiente desenvoltura, pero<br />

Balli, que lo conocía y notaba una<br />

resonancia falsa en sus palabras,<br />

le dejaba reír solo.<br />

Ella hablaba con afectación,<br />

imitando el habla toscana, pero<br />

el resultado se parecía más al inglés<br />

que al toscano.<br />

—Tarde o temprano —decía<br />

Emilio—, le quitaré ese defecto,<br />

que me fastidia.<br />

Llevaba la sombrilla permanentemente<br />

inclinada sobre el<br />

hombro derecho.<br />

—Señal de vanidad, según Gall<br />

—observaba Emilio y, con la seriedad<br />

de un científico que hace<br />

experimentos, añadía—: puede<br />

que las observaciones de Gall anden<br />

menos desencaminadas de<br />

lo que se suele creer.<br />

Era glotona y golosa, le gustaba<br />

comer mucho y bien: ¡pobre<br />

del que cargara con ella! Con eso<br />

mentía descaradamente, porque<br />

a él le gustaba tanto verla comer<br />

como verla reír. Se burlaba de<br />

todas las debilidades que le gustaban<br />

particularmente en ella.<br />

Al hablar de una mujer muy fea y<br />

muy rica, Angiolina había exclamado:<br />

—¿Que es rica? Entonces no<br />

es fea.<br />

Apreciaba mucho la belleza,<br />

pero la postergaba ante aquella<br />

otra fuerza.<br />

—Mujer vulgar —decía y se reía<br />

y esa vez Balli lo acompañaba.<br />

Así, entre su forma de hablar<br />

con Balli y la que empleaba con<br />

Angiolina, en Brentani se habían<br />

ido formando incluso dos individuos<br />

que vivían tranquilos uno<br />

junto al otro y a los que él no intentaba<br />

poner de acuerdo. En el<br />

fondo, no mentía ni a Balli ni a<br />

Angiolina. Al no confesar su amor<br />

con palabras, se sentía seguro como<br />

el avestruz que cree eludir al<br />

cazador no mirándolo. En cambio,<br />

cuando se reunía con Angiolina,<br />

se abandonaba totalmente<br />

a su sentimiento. ¿Por qué habría<br />

debido disminuir su intensidad<br />

y gozo con una resistencia<br />

que no tenía razón de ser cuando<br />

no había peligro alguno? Él ama-<br />

ba, ¡no sólo deseaba! Sentía su<br />

alma embargada también de algo<br />

que se parecía a un afecto paterno,<br />

al verla tan inerme como, por<br />

su propia naturaleza, ciertos animales<br />

desgraciados. La falta de<br />

inteligencia era una debilidad<br />

más, que inspiraba caricias y<br />

protección.<br />

Adelanto del libro Senilidad, de Italo<br />

Svevo, cedido por Gadir Editorial.<br />

www.spdistribuciones.com JULIO 2008 | SP 31

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