Avui són les verges … - Col·legi L'Assumpció
Avui són les verges … - Col·legi L'Assumpció
Avui són les verges … - Col·legi L'Assumpció
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
-Tranquila hija- la consoló, acariciándole el pelo.<br />
‘’Yo no había oído hablar de él, seguramente nos cruzamos un par de veces, pero ni me fijé. Hasta que<br />
un día Isa me dijo en un entrenamiento:<br />
-Oye, ese chico moreno, el de la esquina, ¿qué es, junior?<br />
-Ams, sí, creo que sí- le respondí-¿porqué me lo preguntas?<br />
-¿Entrenan a las 20.30?<br />
-Sí.<br />
-Pues se pasa aquí todos nuestros entrenos, y además, te mira mucho, eh- y me guiñó un ojo.<br />
-¿A mí?- dije extrañada- que va, nos mira a todas. Ya me dirás porque me va a mirar<strong>…</strong><br />
-Habla con él. Le dices ‘’Perdona, pero es que me siento observada<strong>…</strong>’’ A ver qué te contesta, y me lo<br />
cuentas.<br />
-¿Pero estás loca? Vaya vergüenza, si no le conozco de nada.<br />
Y seguimos entrenando. Cuando acabamos, yo me fui a mi casa, nos cruzamos y él me sonrió, pero no<br />
dijo nada. Lógicamente, yo también le sonreí, pues no quería que pensara que era una maleducada.<br />
Cuando llegué a mi casa<strong>…</strong>bueno, sabéis que en mis tiempos, se usaban mucho las redes socia<strong>les</strong>, no<br />
tanto como ahora, pero se usaban. Abrí una cuenta que tenía en ‘’facebook’’, creo que se llamaba, y me<br />
encontré una solicitud de amistad. Era de un tal Víctor Jiménez Vázquez. Y aunque no sabía quién<br />
era, acepté.<br />
Al día siguiente, fui a clase, como siempre, y Susana, una de mis mejores amigas, se puso a chillar:<br />
-¡Elena, Elena! ¡Le gustas a Víctor Jiménez!<br />
A lo que yo respondí:<br />
-Primero, no chil<strong>les</strong>, por favor. Y segundo, ¿quién es ese Víctor?<br />
-Ah, sorpresa, ya descubrirás quien es- y se fue, dando saltitos.<br />
Esa misma noche, empezamos a hablar. Me contó que era ‘’el chico de la esquina’’ como él se<br />
autollamaba. Hablamos horas y horas. Le pregunté por qué venía a vernos, y me respondió que era<br />
porque yo le gustaba, y quería conocerme. A partir de ese día hablábamos todas las noches, pero nunca<br />
en persona, solo miradas y risas. Yo notaba como un sentimiento nuevo en mí, crecía a pasos<br />
agigantados.<br />
Un sábado me quedé sola en casa, y como su equipo jugaba, fui a verle con una amiga. Le avisé de que<br />
iría, y me pidió que le esperara fuera, cuando acabase el partido. Estaba nerviosísima, y mi amiga solo<br />
intentaba calmarme, inútilmente. A cada paso que se acercaba, más rápido me latía el corazón<strong>…</strong>Hasta<br />
que llegó delante de mí, y empezamos a hablar.<br />
-Hola.<br />
-Hola- dijimos al unísono Victoria y yo, luego nos miramos y reímos. De reojo vi, que él también soltó<br />
una risita.<br />
-¿Qué tal, cómo estáis?<br />
-Muy bien-contesté.<br />
Y se hizo el silencio, hasta que soltó:<br />
-Bueno, Elena-dijo, poniendo ímpetu en mi nombre- que haces, ¿vienes o te vas?<br />
Os juro, bichos, que esa pregunta no me había podido sonar más borde. Y contesté:<br />
-¿Yo? Me voy, que es tarde. Adiós.<br />
Victoria vino conmigo y me dijo durante todo el santo camino que cómo le había podido decir eso, que<br />
era mi oportunidad, y yo le respondí, que no porque sea más joven que él, me puede hablar así.<br />
Esa noche, hablamos:<br />
-Eres un borde- le solté directamente, sin saludar.<br />
-¿Perdona?<br />
-¿Pero tú te crees que me puedes hablar así como me has hablado?