"La Lleida Secreta", - Turisme de Lleida - Català

24/NEWSLLEIDA OCTUBRE DESEMBRE 2008 REPORTATGE CENTRAL
VOCES DE PIEDRA
Turisme de Lleida inaugura
"La Lleida Secreta", la ruta
arqueológica que pone al
descubierto la ciudad dormida.
Lleida es una ciudad que ha
latido siempre al ritmo de la
historia. Iltirta, Ilerda, Larida,
Leyda… muchos han sido los
nombres que ha dado el tiempo
a esta tierra codiciada por
su emplazamiento estratégico,
amada y disputada por su fertilidad.
Y bajo cada uno de sus
topónimos, cada pueblo y
civilización ha ido asentando
un lecho sobre el que se erige
hoy una ciudad moderna y
amable que ha construido su
carácter sobre un legado de
excepcional importancia
arqueológica.
Este galimatías de culturas
escrito por ilergetas, romanos,
árabes y la sociedad medieval
–y sumergido por la trepidante
arquitectura medieval– se
asoma hoy, de forma especial,
en cuatro puntos de la ciudad.
El palacio de la Paeria, la
plaza de Sant Joan, la calle
Anselm Clavé y el Auditorio
Municipal "Enric Granados" son
una ventana a la Lleida que
duerme bajo calles y plazas:
"La Lleida Secreta".
Un paseo por el subsuelo de
la ciudad es lo que hoy nos
propone Turisme de Lleida. El
patronato municipal ha recogido,
bajo el nombre de la
Lleida Secreta, un legado de
incalculable valor arqueológico
que nos acerca y hace
más comprensible la arquitectura
actual de la ciudad. Vestigios
romanos y medievales de
la antigua muralla, testigos de
la ciudad romana i musulmana...
espacios ocultos que nos
trasladan a épocas pasadas.
EL PALACIO DE LA PAERIA
Esta impresionante construcción
del románico civil catalán
y sede del gobierno municipal
–desde su adquisición en 1383
a la familia Sanüja, que la
construyó en 1208 en el Pardinal
(nombre con el que se
conocía esta zona de la ciudad)–
es siempre una visita
imprescindible. Con dos
fachadas imponentes, una
medieval que da a la plaza y
otra neoclásica mirando al río
Segre en la avenida de Blondel,
debe su nombre a ser la
sede de los "paers" (del latín
paciarii: hombre de paz),
nombre otorgado a los dirigentes
de la ciudad por privilegio
del rey Jaime I en 1264.
El palacio, habiendo sido también
bodega o prisión, despertó
pronto el interés de los
arqueólogos y ya en 1930 se
iniciaron las primeras excavaciones,
intervenciones que se
repetirían entre 1961 y 1981 y
finalizarían con sendas actuaciones
en 1982 y 1989.
Una vez atravesada la puer-
ta, los pasos nos conducen al
patio –antigua bodega de la
casa– presidido por el pozo
medieval del siglos XIII cuya
profundidad marca el nivel del
lecho del río en el siglo en que
se construyó. Las grandes
argollas de hierro y los dos
arcos de la pared, hoy tapiados,
son objeto de hipótesis
que se atribuyen al posible uso
del patio como embarcadero
y al estrecho vínculo que une
este edificio con el río. De
hecho, hasta el siglo XIX, su
fachada colgaba literalmente
sobre el río. Si alzamos los ojos,
vemos el impresionante artesonado
y vidrieras que conforman
el espacio y nos invitan a
descubrir los recovecos de
esta casa.
El subterráno acoge el
actual Museo de la Paeria,
espacio que se erige sobre
capas de historia y en que se
puede visitar una bonita
colección de escudos de la