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j a q u e mat e
LA VIOLENCIA
Sergio
Sarmiento
si el propósito
de la guerra
contra el
crimen es
detener o
matar a un
gran número
de capos,
se puede
afirmar que
el presidente
Calderón
ha tenido el
mayor éxito
en la historia
del país. si
se busca
garantizar la
seguridad de
la ciudadanía,
el resultado es
exactamente
el contrario
Octubre 15-21, 2012 • Número 210 • info7.mx • SEMANARIO INFO7
una reforma fiscal arrojaría un aumento en los ingresos gubernamentales de $100,000 a $200,000 mdp”
“Necesitamos superar la crisis de inseguridad, mejorar el sistema educativo y
fortalecer la economía, que son algunos de los grandes problemas nacionales”
Alberto Espinosa
Presidente nacional de la Coparmex
Alberto Espinosa, presidente nacional de la
Coparmex, señaló que la violencia que agobia
a nuestro país tiene un costo económico de
$212,000 millones de pesos.
Algunas reformas estructurales
tienen que pasar
necesariamente por el
Congreso de la Unión, ya
que requieren reformas de ley o incluso
enmiendas en la Constitución
y ambas cosas requieren de acuerdos
que involucran a la mayoría de
los partidos políticos; otras, sin embargo,
no exigen más que una firme
voluntad política. Tal es el caso de la
lucha contra la violencia.
El presidente nacional de la Coparmex
señaló el pasado 9 de octubre
que la violencia que agobia a nuestro
país tiene un costo económico de
$212,000 millones de pesos.
No sé si las cifras de esta organización
sean realmente precisas, pero
aunque sólo fueran razonablemente
cercanas a la realidad, la violencia
representaría un costo monumental
para la economía nacional.
Una reforma fiscal de fondo en
nuestro país podría arrojar un aumento
de ingresos gubernamentales
de $100,000 a $200,000 millones
de pesos al año. Esto significa que
un abatimiento de la violencia en
México podría ser equivalente en
términos económicos. Pero el costo
económico palidece cuando consideramos
los beneficios en la tranquilidad
de los mexicanos.
El presidente Felipe Calderón ha
dicho en innumerables ocasiones
que su gobierno no podía haberse
dado el lujo de no enfrentar al crimen
organizado. “El gobierno del
presidente de la República sigue
debilitando a la delincuencia sin excepción”,
nos dicen una y otra vez
los spots que el gobierno difunde en
radio y televisión.
Las dos reformas
fundamentales para
disminuir la violencia en
el país tienen que venir del
extranjero. Necesitamos
legalizar los enervantes
y prohibir las armas,
pero son temas en los que
EUA no quiere meterse
Luego de la muerte de El Lazca, el
presidente señaló que el gobierno
ha “abatido” a 25 de los 37 criminales
más buscados. Esto parecería
refrendar un éxito contundente en
la guerra.
lAS nECESidAdES
Quizás el presidente tenga algo de
razón, aunque esto depende de cuál
sea el objetivo de la guerra contra el
crimen organizado. Si el propósito
es detener o matar a un gran número
de capos, se puede afirmar que
el presidente Calderón ha tenido el
mayor éxito en la historia del país.
Si lo que se busca es garantizar la
seguridad de los ciudadanos, el resultado
es exactamente el contrario.
El número de homicidios dolosos
en nuestro país se ha triplicado entre
2007 y 2011. Y si bien hay una
disminución en 2012 sobre los altísimos
niveles registrados el año
anterior, los números al término
de este año serán muy superiores
a los de principios del sexenio.
México no requiere de reformas
constitucionales para acabar con la
violencia. Se necesita, por supuesto,
hacer un esfuerzo más eficaz
para tener cuerpos policiales profesionales
y no corruptos. Necesitamos
también cárceles en que el
Estado sea el verdadero poder y no
los criminales ahí recluidos. De lo
contrario, los presidios seguirán
teniendo fugas o seguirán siendo
centros de operación de la delincuencia
organizada.
Por lo demás, las dos reformas
fundamentales para disminuir la
violencia tienen que venir del extranjero.
Necesitamos legalizar los
enervantes y prohibir las armas.
Pero los dos son asuntos en que el
gobierno de Estados Unidos, que es
el mercado relevante en estupefacientes
y el mayor productor de armas,
no quiere meterse.
Y mientras ello no ocurra, será
imposible reducir la violencia que
sufre nuestro país.