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La 1ª Guerra Carlista - ares enyalius

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uerra<br />

REVISTA DE HISTORIA Y ACTUALIDAD MILITAR<br />

<strong>La</strong> <strong>1ª</strong> <strong>Guerra</strong><br />

<strong>Carlista</strong><br />

rafael tintoré<br />

Rafael TinToRé


comienzoS del carliSmo<br />

<strong>La</strong> obra de Augusto Ferrer-<br />

Dalmau está íntimamente<br />

relacionada con el movimiento<br />

carlista, especialmente<br />

con las tres guerras que sucedieron<br />

durante el siglo XIX en las que<br />

Carlos Isidro, legítimo sucesor de<br />

la corona, trató de recuperar el<br />

trono ante la reina Isabel II. <strong>La</strong><br />

polémica empezó cuando Fernando<br />

VII cayó en una grave enfermedad.<br />

Se avecinaba su muerte<br />

y al no tener ningún hijo varón el<br />

trono debía pasar a ser de su hermano<br />

Carlos Isidro. Pero en su<br />

lecho de muerte, Fernando VII<br />

decidió abolir la ley sálica, que<br />

decía que solo podían reinar los<br />

hombres. Por lo tanto, una vez<br />

absuelta esta ley, su hija Isabel<br />

podía pasar a ser reina. Esta reforma<br />

fue muy controvertida ya<br />

que una parte importante del gobierno<br />

creía que Fernando no estaba<br />

en su sano juicio cuando la<br />

formuló. Tras su muerte hubo<br />

muchas disputas por la sucesión<br />

del trono aunque la pragmática<br />

GUERRAS CARLISTAS<br />

sanción impuesta por Fernando VII no dejaba<br />

lugar a dudas, la sucesora al trono debía ser su<br />

hija Isabel. Hubo una ruptura interna en el país<br />

en la que se dividieron los partidarios de Carlos<br />

y los de Isabel. Esta división provocó tres guerras<br />

carlistas. Augusto Ferrer-Dalmau ha recreado<br />

distintas batallas y pugnas vividas durante<br />

este periodo, por lo que su obra es un vivo<br />

retrato histórico del carlismo en España durante<br />

el siglo XIX. <strong>La</strong> primera guerra carlista está muy<br />

presente en la obra de este pintor catalán como<br />

veremos a continuación en diferentes cuadros<br />

que representan escenas de diferentes etapas de<br />

esta primera fase del carlismo.<br />

¿QuiéneS eran loS carliStaS?<br />

Durante los años de guerra Carlos Isidro contó<br />

con el apoyo de instituciones de gran prestigio.<br />

Entre los dirigentes del carlismo estaban miembros<br />

del clero regular, algunos intelectuales rebeldes, los<br />

burócratas y los milit<strong>ares</strong>. En un principio no tenían<br />

el apoyo de la nobleza, ya que ésta veía al proletariado<br />

que defendía las ideas carlistas como una<br />

amenaza para la sociedad y que podían provocar<br />

inestabilidad social. <strong>La</strong>s masas sociales que defendían<br />

el carlismo eran mayoritariamente campesinas,<br />

aunque variaba según la zona geográfica. Los<br />

campesinos fueron claramente perjudicados por la<br />

política agraria liberal, por ello apoyaban a Carlos<br />

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REVISTA DE HISTORIA Y ACTUALIDAD MILITAR<br />

Isidro. Cabe decir que en el transcurso de la guerra<br />

los campesinos tuvieron disputas con los carlistas<br />

por los hurtos que éstos realizaban en sus tierras.<br />

Llegó un momento que los campesinos dejaron de<br />

luchar por los carlistas y se conformaron con el<br />

nuevo sistema.<br />

la primera guerra carliSta<br />

Tras la firma de un estatuto real demasiado<br />

conservador para los liberales y demasiado revolucionario<br />

para los carlistas, empezó la guerra.<br />

Los primeros meses de lucha armada de los carlistas<br />

fueron caóticos, sin organización ni disciplina<br />

por parte de los combatientes. Pero la entrada<br />

en juego del coronel Tomás Zumalacárregui<br />

sirvió de revulsivo y fue capaz de convertir a una<br />

masa sin preparación militar en una fuerza organizada.<br />

El 9 de julio de 1834 Carlos Isidro regresó<br />

a España tras su exilio en Portugal. Pasó a vivir<br />

en Navarra por lo que el norte de España fue una<br />

especie de monarquía alternativa, donde eran los<br />

carlistas quienes gobernaban. Durante el mes de<br />

abril de 1835 hubo un acuerdo entre ambos bandos<br />

para llevar a cabo un intercambio de prisioneros<br />

de guerra. Esta acción sacó a relucir la intención<br />

por parte de ambos combatientes de<br />

acabar con una guerra que se estaba cobrando<br />

demasiadas vidas. Así pues, los grandes triunfadores<br />

de esta etapa de la guerra fueron los insurrectos,<br />

que lograron conquistar Durango, Éibar,<br />

Vergara y Tolosa. No lograron su objetivo de derrocar<br />

la reina y acabar con el régimen liberal<br />

debido, en buena medida, a las dificultades económicas<br />

que sufrían, que les impedían disponer<br />

de un amplio arsenal de armamento. Durante el<br />

intento de asalto a Bilbao, Zumalacárregui fue<br />

herido por un disparo que le atravesó la pierna.<br />

Pese a la operación a la que fue sometido, Zumalacárregui<br />

acabó muriendo el 24 de junio de<br />

1835 por septicemia. Su sucesor fue González<br />

Moreno, que logró conquistar Bilbao. Pero el 16


de julio los carlistas fueron derrotados<br />

en Mendigorría, dónde se<br />

puso punto final a la primera parte<br />

de la primera guerra carlista.<br />

la «expediciÓn real» carliSta<br />

Tras la derrota, los carlistas decidieron<br />

llevar a cabo un cambio de<br />

líderes, tanto políticos como milit<strong>ares</strong>.<br />

Juan Bautista Erro fue en un<br />

principio el hombre que debía encargarse<br />

de llevar a cabo la política<br />

carlista y actuar en nombre de<br />

Carlos Isidro, pero no tuvo mucho<br />

éxito. Creó una estructura de instituciones<br />

que no llevó a ninguna<br />

parte, gastando de manera inapropiada<br />

los pocos recursos económicos<br />

de los que disponían. Así pues,<br />

visto el malestar general entre los<br />

carlistas por sus decisiones, Juan<br />

Bautista Erro decidió dimitir durante<br />

los primeros meses de 1837.<br />

Fue reemplazado por el obispo<br />

Abarca. En su grupo político se<br />

encontraba uno de los personajes más oscuros y<br />

especiales de la historia política: José Arias Teijeiro.<br />

Éste trató de conspirar contra el general<br />

Rafael Maroto, una de las figuras más importantes<br />

del carlismo, e incluso le envió diversas amenazas<br />

de muerte. Por lo tanto, cuando Maroto fue<br />

proclamado jefe del ejército<br />

del Norte, Teijeiro pasó a ser<br />

un fugitivo perseguido por la<br />

ley. Marchó del país y no volvió<br />

jamás. En mayo de 1837<br />

se inició una gran expedición<br />

carlista hacia Madrid, liderada<br />

por el pretendiente Carlos<br />

Isidro, con el objetivo de<br />

liberar a la regente Cristina de<br />

la amenaza de los revolucionarios<br />

y alzarse después con<br />

el poder. En la corte de Nápoles,<br />

Cristina llegó a un acuerdo<br />

con Carlos Isidro en que si<br />

éste acababa con los revolucionarios,<br />

ella le entregaría el<br />

poder de la corona. Así pues,<br />

esta expedición fue nombrada<br />

como la «expedición real». El<br />

trayecto fue más largo de lo<br />

esperado debido a diversas<br />

disputas en Castilla, Segovia y<br />

Chiva. Respecto a esta última,<br />

se vivió un hecho insólito<br />

cuando los soldados carlistas<br />

se quedaron sin munición y<br />

tuvieron que defender su po-<br />

GUERRAS CARLISTAS<br />

sición con lanzamientos de piedras. Finalmente,<br />

el 12 de septiembre de 1837 la «expedición real»<br />

llegó a las afueras de Madrid. Hubo disputas entre<br />

los líderes carlistas, ya que una parte creía que<br />

debían atacar cuando antes la ciudad y conquistarla.<br />

Pero Carlos Isidro prefirió esperar a que<br />

Cristina cumpliese su acuerdo y le diese el trono<br />

tal como le prometió. El caso es que la situación<br />

política en la capital estaba dando muchas vueltas<br />

y las cosas habían cambiado mucho desde aquel<br />

acuerdo realizado en las cortes de Nápoles. Mendizábal<br />

estaba fuera de acción debido a una sublevación<br />

de la guardia real, en la que exigieron<br />

su destitución. Parece ser que fue la misma Cristina<br />

quién estuvo detrás de esta conjura. Así pues,<br />

sin Mendizábal por medio y con el nuevo gobierno<br />

moderado, el problema con los revolucionarios<br />

había terminado por lo que no era necesaria<br />

la intervención de los carlistas. <strong>La</strong> regente<br />

Cristina rompió el trato con Carlos Isidro y las<br />

tropas carlistas cayeron derrotadas en Aranjuez,<br />

por lo que no tuvieron otra opción que retirarse.<br />

el final de la primera guerra carliSta<br />

Tras este fracaso hubo una división interna<br />

entre los carlistas y un sentimiento de pesimismo<br />

entre todos sus miembros. Los castellanos, navarros<br />

y vascos dejaron de apoyar con el mismo<br />

ímpetu a Carlos Isidro. En cambio, en Cataluña<br />

hubo un gran apoyo a los carlistas en 1837. Durante<br />

este año se creó una administración carlista<br />

paralela al gobierno, que tenía su junta propia,<br />

servicio de correos, universidad y troquelado de<br />

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REVISTA DE HISTORIA Y ACTUALIDAD MILITAR<br />

moneda. Hubo enfrentamientos en el seno carlista<br />

entre el bando «aristócrata» y el «universitario».<br />

Paralelamente, en Navarra la situación era<br />

francamente peor. Pese a las numerosas bajas que<br />

sufrió el ejército y las pocas armas de que disponían,<br />

se realizaron dos expediciones suicidas que<br />

acabaron por debilitar aún más a los carlistas. Los<br />

continuos fracasos del general Guergue llevaron<br />

a Carlos tomar la decisión de prescindir de sus<br />

servicios y recurrir al general Rafael Maroto. En<br />

octubre del 1838 sucedió un evento totalmente<br />

inesperado y, a decir verdad, poco apropiado para<br />

la causa carlista. El pretendiente Carlos Isidro<br />

contrajo matrimonio con su cuñada. Este hecho<br />

que puede verse como algo puramente anecdótico<br />

significó un paso más hacia el final del carlismo.<br />

Paralelamente, el general Maroto trató de devolver<br />

el orden a un ejército muy dividido pero se<br />

encontró muchos problemas para dirigir los<br />

sectores más radicales. Además, se vió envuelto<br />

en diversas conspiraciones contra su persona.<br />

Así pues, el 18 de febrero de 1839 hubo un fusilamiento<br />

en Estella en el que fueron ajusticiados<br />

todos los mandos milit<strong>ares</strong> que conspiraron<br />

contra él. Hubo mucha polémica por esta acción,<br />

ya que se tuvo lugar sin un juicio previo. Carlos<br />

Isidro realizó una declaración el 21 de febrero<br />

en el que catalogaba a Maroto como un traidor.<br />

Pero éste decidió reunirse con Carlos para exponerle<br />

las razones de su decisión e intentar convencerle<br />

que fue por la causa carlista. Debido al<br />

gran poder y popularidad que tenía en el ejército,<br />

Carlos decidió retractarse y echó del país a todos<br />

los hombres que intentaron conspirar contra<br />

Maroto. Durante 1839 Maroto mantuvo unas<br />

largas negociaciones con el gobierno de Isabel<br />

II, al margen de Carlos Isidro, para tratar de<br />

poner fin a la guerra. Finalmente, el 31 de agosto<br />

se firmo el convenio de Vergara y se escenificó<br />

la paz con un abrazo entre Espartero y Maroto.<br />

El 14 de septiembre Carlos Isidro marchó hacia<br />

Francia. Pero pese al tratado firmado, la amenaza<br />

carlista seguía vigente. El coronel Ramón<br />

Cabrera siguió la lucha armada con su ejército<br />

en diferentes puntos de España. Cabrera fue un<br />

gran estratega militar y un hombre con gran<br />

valor y serenidad. Su ejército era muy temido<br />

por su organización, eficacia y violencia.


Se apoderaron de Gandesa,<br />

Maella, Villamaela y<br />

Calanda. Fue una marcha<br />

muy escabrosa y dura, en la<br />

que torturaron y fusilaron<br />

a sus presos. Cabrera tenía<br />

la intención de atacar la<br />

capital, pero no llegó a<br />

fructificar el traspaso de<br />

armas desde Inglaterra, por<br />

lo que no se pudo llevar a<br />

cabo la operación. Ramón<br />

Cabrera era un hombre de<br />

gran autoridad y seguridad<br />

en el plano militar pero en<br />

el personal era muy débil;<br />

era un hombre con tendencias<br />

depresivas.<br />

En diciembre de 1839<br />

tuvo una depresión muy<br />

fuerte que le mantuvo inactivo<br />

de la lucha armada.<br />

Mientras tanto, en Cataluña<br />

empezaba a haber<br />

disturbios debido al apoyo<br />

del conde de España hacia<br />

el sector más radical de los<br />

carlistas. Hubo un tiempo<br />

en el que el terror se apoderó<br />

en las calles debido a<br />

los crímenes y atrocidades<br />

que realizaba el sector extremista<br />

hacia aquellos que<br />

no promulgaban su doctrina.<br />

Los «aristócratas»<br />

GUERRAS CARLISTAS<br />

tuvieron que exiliarse en Francia ya que la mayoría<br />

de miembros estaban condenados a<br />

muerte. Criticado por su inactividad militar, el<br />

conde atacó las comarcas de Manlleu y Ripoll<br />

durante los meses de abril y mayo de 1839. Este<br />

personaje no fue muy querido ya que mostraba<br />

claros síntomas de desequilibrio emocional y de<br />

tener un carácter realmente excéntrico. Por todo<br />

ello el pretendiente Carlos Isidro lo destituyó el<br />

18 de octubre de 1839. Su muerte fue muy espectacular,<br />

ya que lo estrangularon sus propios<br />

partidarios y su cuerpo fue lanzado al río. Es<br />

curioso el caso de este hombre, ya que años más<br />

tarde un médico aficionado a la frenología decidió<br />

desenterrar su cuerpo para adueñarse de su<br />

cráneo y así poder estudiarlo. Tras la muerte del<br />

médico, el cráneo pasó a manos de un nieto del<br />

conde.<br />

A principios de enero de 1940, Ramón Cabrera<br />

fue nombrado jefe de los ejércitos de Aragón,<br />

Cataluña, Murcia y Valencia. Esta decisión fue<br />

un error, ya que Cabrera se encontraba sumido<br />

en una depresión que le impedía tomar las decisiones<br />

más acertadas. Carlos Isidro se dejó llevar<br />

por el gran historial militar del «Tigre del Maestrazgo»<br />

cuando lo eligió, sin tener en cuenta sus<br />

problemas personales. Así pues, los carlistas iban<br />

perdiendo los diferentes territorios conquistados.<br />

Visto el panorama, Cabrera decidió marchar<br />

a Francia junto a los hombres vivos que quedaban<br />

de los ejércitos carlistas. <strong>La</strong>s guerrillas de<br />

Castilla la Vieja, Castilla la Nueva y Galicia que<br />

seguían luchando acabaron por sucumbir. En ese<br />

momento se dio por concluida la primera guerra<br />

carlista.<br />

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