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90º Aniversario de la Asociación - Asociación Argentina de Angus

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68 página<br />

Revista AnGus 251 :: 2010<br />

das y generosas patil<strong>la</strong>s acentuaban <strong>la</strong> pali<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l rostro,<br />

agravada por <strong>la</strong>s circunstancias.<br />

Don Pru<strong>de</strong>ncio, que se había prometido una actitud digna<br />

y reposada, no pudo disimu<strong>la</strong>r su cara <strong>de</strong> disgusto y<br />

sorpresa a <strong>la</strong> vista <strong>de</strong>l muchacho cuando éste apareció <strong>de</strong><br />

cuerpo entero. Vestía un casacón ceñido al talle, <strong>de</strong> algún<br />

material sintético atornaso<strong>la</strong>do y <strong>de</strong> color in<strong>de</strong>finido con<br />

reflejos irisados, camisa con pliegues y <strong>de</strong>l cuello pendía<br />

una ca<strong>de</strong>na dorada con algunos medallones <strong>de</strong> chafalonía<br />

con los signos <strong>de</strong>l zodíaco.<br />

Don Pru<strong>de</strong>ncio quedó unos segundos sin hab<strong>la</strong>, pero cuando<br />

miró a su hija y <strong>la</strong> vio con tal cara <strong>de</strong> angustia logró<br />

sobreponerse y recordar su promesa <strong>de</strong> ser tolerante y<br />

comprensivo.<br />

Los compañeros <strong>de</strong>l mozo, que Don Pru<strong>de</strong>ncio tomara por<br />

damas, quedaron en el corredor con Doña Clementina,<br />

mientras él hacía pasar al joven al escritorio ofreciéndole<br />

una sil<strong>la</strong>.<br />

-¿Qué dice, mi amigo, qué lo trae por aquí? ¿Paseando?<br />

–dijo Don Pru<strong>de</strong>ncio en tono cordial, como para iniciar el<br />

diálogo.<br />

Liborio se pasó <strong>la</strong> mano sudada por <strong>la</strong> frondosa cabellera<br />

tratando <strong>de</strong> domeñar un mechón rebel<strong>de</strong> que pugnaba<br />

por taparle un ojo y <strong>de</strong>jó sin contestación <strong>la</strong> frase <strong>de</strong> Don<br />

Pru<strong>de</strong>ncio.<br />

-Supongo que gustará un matecito –dijo éste alcanzándole<br />

uno medio frío que Liborio se creyó obligado a aceptar<br />

y que por su nerviosidad hizo temblequear el recipiente,<br />

<strong>de</strong>rramando parte <strong>de</strong> su contenido sobre <strong>la</strong> mesa <strong>de</strong>l escritorio.<br />

Después <strong>de</strong> una prolongada pausa sin otro ruido que el <strong>de</strong>l<br />

chupeteo <strong>de</strong> una bombil<strong>la</strong>, se percibió <strong>la</strong> voz casi inaudible<br />

<strong>de</strong>l muchacho.<br />

-Vea, señor, su hija le habrá hab<strong>la</strong>do posiblemente <strong>de</strong><br />

nuestras re<strong>la</strong>ciones...<br />

-Vea, amigo, para <strong>de</strong>cir <strong>la</strong> verdad –interrumpió Don Pru<strong>de</strong>ncio<br />

faltando a <strong>la</strong> misma– yo poco me meto en <strong>la</strong>s amista<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> mi hija, pero... yendo al grano y ya que lo menciona,<br />

si hay buenas intenciones y el<strong>la</strong> lo ha elegido, el<strong>la</strong> es una<br />

moza crecida que sabrá lo que hace, pero como padre usté<br />

se imaginará que tengo <strong>de</strong>recho a conocer los medios con<br />

que cuenta para formar un hogar y perdone <strong>la</strong> franqueza...<br />

<strong>de</strong>bo confesarle que esas crines tan <strong>la</strong>rgas y esa ropa que<br />

usted usa no es lo más apropiado para inspirar confianza a<br />

un padre <strong>de</strong> familia.<br />

-Mire, señor –respondió el atribu<strong>la</strong>do joven, colorado como<br />

una grana-, usted conoció a mi padre. Fue un hombre encallecido<br />

en el trabajo que quería que yo estudiara una<br />

carrera en <strong>la</strong> ciudad y yo elegí <strong>la</strong> <strong>de</strong> agronomía por estar<br />

vincu<strong>la</strong>da al campo, don<strong>de</strong> he nacido<br />

y me he criado. Usted sabe<br />

que el viejo todo lo que ganaba<br />

lo invertía en maquinaria, y esto<br />

y los terribles impuestos, hacían<br />

que no le sobrara un centavo<br />

para otra cosa. Mi padre no tenía<br />

mucha noción <strong>de</strong> lo que cuesta<br />

una carrera en <strong>la</strong> ciudad y más<br />

para uno que vive en el campo y<br />

tiene que pagar allá alojamiento y<br />

comida. A los pocos años yo veía<br />

que para costearme los estudios<br />

el pobre viejo tenía que privarse<br />

<strong>de</strong> todo e iba vendiendo muchas<br />

cosas y hasta herramientas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

chacra. Yo no quería ser una carga<br />

semejante y busqué trabajo sin<br />

resultado, pero al final, como yo<br />

tenía cierta facilidad para <strong>la</strong> música,<br />

integré con varios amigos <strong>de</strong><br />

Pego-Ají un cuarteto <strong>de</strong> cantores<br />

nativos con un éxito <strong>de</strong> que yo<br />

mismo quedé sorprendido, y conseguimos contratos muy<br />

favorables para <strong>la</strong> radio y televisión. Desgraciadamente, mi<br />

pobre viejo murió en <strong>la</strong> mitad <strong>de</strong> <strong>la</strong> carrera.<br />

-No hay duda <strong>de</strong> que es muy meritorio todo eso que me<br />

cuenta y lo felicito por su tenacidad y buenos sentimientos...<br />

pero ¿qué tiene que ver todo eso con ese pelo tan<br />

<strong>la</strong>rgo y ese traje tan enteramente estrafa<strong>la</strong>rio?<br />

-Vea, Don Pru<strong>de</strong>ncio, si yo me cortara el pelo como todo<br />

el mundo es casi seguro que no me l<strong>la</strong>marían más <strong>de</strong> ninguna<br />

parte y <strong>de</strong>sentonaría con mis compañeros. Una vez<br />

que me reciba y tenga pagados todos los gastos tenga <strong>la</strong><br />

seguridad, señor, que esta melenita va a ir a parar al piso<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> peluquería, pues a mi, y más con estos terribles calo-

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