definiendo el amor sumario - Fraternidad Cristiana de Personas con ...

DE CERCA
El problema de la enseñanza
MANUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
S
e suele decir y con razón que un país que no
cuida lo suficiente la educación de sus jóvenes
está irremediablemente abocado en el futuro al abismo
del subdesarrollo material y lo que es aún más grave, a
la caída de su rearme moral. Sin olvidar que una
población con poca cultura es muy fácilmente
manipulable por los poderosos para llevarla a los
terrenos que les convenga en cada circunstancia.
No sé si el problema se circunscribe a España o es
algo que lo padece otros países, pero lo cierto y verdad
es que aquí, llevamos muchas décadas, diría que
algún siglo a vueltas con la educación, buscando un
modelo de enseñanza con vocación de permanencia
en el tiempo que nos permita salir del atolladero de
tanto fracaso y retraso educativo como llevamos
acumulado y a lo que nos ha llevado, sin duda- entre
otras cosas- tantos planes de estudio elaborados por
cada gobierno de turno. Prácticamente todos traen uno
bajo el brazo al acceder al poder y una de las primeras
medidas que toman es derogar la ley anterior y de éste
modo volver a empezar otra vez con nuevas etapas
educativas en una sucesión inacabable de
despropósitos tales, como que niños o jóvenes de
edades casi iguales hayan estudiado dentro de leyes
distintas. Otra circunstancia que llama mucho la
atención es que dependiendo de la Comunidad
Autónoma donde se resida se estudie o no una
materia; es más según donde se esté se da una
versión diferente de los sucesos históricos de nuestro
país.
Así nos va como país en educación en relación a
los demás países de nuestro entorno cuando toca
evaluar los niveles de conocimiento de nuestros
estudiantes, quedando éstos en los últimos lugares.
Como lo atestigua entre otros los informes PISA
(Programa Internacional para la Evaluación de
Estudiantes) que nos muestra a las claras las muchas
deficiencias del sistema educativo de España
reflejándose en los índices muy altos de fracaso
escolar que tenemos con todo su drama personal y
social que sinceramente no nos lo podemos permitir.
Cabría preguntarse para qué estamos educando a
nuestros chicos hoy, si es para que adquieran unos
conocimientos- sin importar mucho o nada su
realización personal- para que después lo pongan al
servicio de los intereses del mercado laboral- léase
empresas- en función de las necesidades de cada
coyuntura económica y por mor de ellas frustrar en
muchos casos los anhelos e ilusiones que tengan
muchos jóvenes para sus vidas o por el contrario se
11
busca en ellos incentivarles y animarles para que
sepan discernir bien en la hora de elegir una carrera
universitaria u otra, una capacitación profesional de
una rama u otra en virtud de sus cualidades y
capacidades.
Un filántropo hindú, el Señor Bunker Roy, se
planteó ésta pregunta cuando visitó por primera vez
Rajastán en la India y vio la pobreza extrema de sus
habitantes, pero al mismo tiempo se dio cuenta de la
enorme valía y dignidad de esa gente capaz de
construir edificios y hacer grandes cosas sin poseer
licenciaturas ni doctorados en ninguna disciplina y eso
a pesar de vivir en la miseria y ser casi todos
analfabetos. Y se le ocurrió la idea de crear “una
universidad para descalzos” para que los unos
enseñaran a los otros y los otros a los unos sus
destrezas de toda índole y aprenderlas para ponerlas
para beneficio de la comunidad.
Una universidad no sujeta a los rígidos cánones de
las universidades que conocemos, pero que se rige por
criterios humanistas y de sentido común que ha tenido
un cierto reconocimiento internacional.
Sería una temeridad pensar que una experiencia de
ese tipo fuera extrapolable a nuestra realidad concreta,
por otro lado tan distinta a la de ellos, pero a lo mejor
nos vendría bien que extrajéramos alguna
consecuencia positiva para nosotros. Quien sabe si
quizá nos iría mejor en el terreno educativo y hasta
puede que fuéramos más felices.