¡Vuelve el Lago de los Cisnes! - Udecmedios.com
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Por Nadia Contreras<br />
Crónicas urbanas<br />
El tiempo sobre pare<strong>de</strong>s<br />
y fotografías<br />
El calor <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> se adueña d<strong>el</strong><br />
interior <strong>de</strong> la casa y se me sube a<br />
la cabeza. Ojalá pudiera traer la<br />
lluvia o <strong>el</strong> viento. Sí, <strong>el</strong> viento que ayer<br />
estremeció la tar<strong>de</strong>, las hojas <strong>de</strong> <strong>los</strong> árboles<br />
y las cortinas. Pensé que al entrar octubre<br />
<strong>el</strong> clima <strong>de</strong> Torreón se volvería indulgente,<br />
que nos veríamos en las plazas, las calles,<br />
bajo la caricia tibia d<strong>el</strong> sol. El calor en<br />
punto <strong>de</strong> las tres <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> es avasallador.<br />
Entonces, aguardamos la noche para salir<br />
a pasear, acaso, alborotados por la cena en<br />
algún lugar romántico, una buena p<strong>el</strong>ícula,<br />
un buen café en don<strong>de</strong> se escuche <strong>de</strong><br />
fondo la voz <strong>de</strong> Carly Simon, o un lugar<br />
<strong>com</strong>o una colina <strong>de</strong> la que se pueda ver la<br />
ciudad entera, <strong>el</strong> espectáculo <strong>de</strong> sus luces.<br />
A veces quisiera que Torreón tuviera algo<br />
<strong>de</strong> Quesería. A un costado <strong>de</strong> la plazoleta<br />
(hablo <strong>de</strong> más o menos nueve años atrás)<br />
alguien preparaba café y algunas <strong>de</strong> sus<br />
calles me llevaban a distancias majestuosas.<br />
Des<strong>de</strong> sus miradores uno podía ver la ciudad<br />
<strong>de</strong> Colima o la Colonia Obrera, extendida<br />
<strong>de</strong> lado a lado y al fondo, <strong>los</strong> campos ver<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> la caña.<br />
La noche (esa que aguardamos<br />
<strong>de</strong>seosos), tiene <strong>el</strong> color <strong>de</strong> la muerte, las<br />
pérdidas, <strong>los</strong> <strong>de</strong>saparecidos, <strong>los</strong> asesinos a<br />
su<strong>el</strong>do o solitarios. El miedo nos recluye<br />
a un tiempo que acontece sobre pare<strong>de</strong>s y<br />
fotografías que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> meses, años se<br />
vu<strong>el</strong>ven sucias, amarillas. Tal vez uno pue<strong>de</strong><br />
hablar <strong>de</strong> esto en muchos poemas, cuentos,<br />
nov<strong>el</strong>as, sin embargo, la imaginación<br />
<strong>de</strong>be nutrirse <strong>com</strong>o <strong>el</strong> alma d<strong>el</strong> actor, que<br />
caracteriza a <strong>los</strong> personajes que ve todos<br />
<strong>los</strong> días cruzar una banqueta y otra, una<br />
avenida y otra y habla con sus palabras, con<br />
su voz en <strong>el</strong> matiz preciso. ¿En dón<strong>de</strong> más<br />
se encuentran historias y diálogos certeros?<br />
En la calle, las plazas, <strong>los</strong> mercados… para<br />
unos; para otros, en <strong>el</strong> bar, las cantinas, <strong>los</strong><br />
mot<strong>el</strong>es… ¿Cuándo fue la última vez que<br />
salimos sin miedo, que fuimos y venimos<br />
<strong>com</strong>o quien no acaba <strong>de</strong> conocer la ciudad?<br />
Tal vez alguien piense, a estas alturas<br />
d<strong>el</strong> texto, que <strong>el</strong> escritor tiene otro recurso:<br />
<strong>los</strong> sueños y que estos sueños pue<strong>de</strong>n suplir<br />
plenamente la falta <strong>de</strong> libertad. Tiene razón,<br />
en parte. Los sueños pue<strong>de</strong>n borrar la<br />
realidad <strong>de</strong> una persona. Aquí <strong>el</strong> pasaje <strong>de</strong><br />
Anaïs Nin: “[…] él me lleva a su habitación<br />
y vivimos un sueño, no una realidad. Me<br />
coloca don<strong>de</strong> quiere colocarme. Incienso.<br />
Adoración. Ilusión. Y <strong>el</strong> resto <strong>de</strong> su vida<br />
queda borrado”. El po<strong>de</strong>r sexual <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />
amantes borra la realidad. No obstante, una<br />
vez disipada toda esa fiebre lasciva y las<br />
cortinas corridas <strong>de</strong> la ventana, la realidad,<br />
nos aniquila. ¿Y cómo evitarlo? Lo correcto<br />
aquí sería que toda persona (llámese obrero,<br />
académico, político, guardia <strong>de</strong> seguridad,<br />
policía, bombero, ama <strong>de</strong> casa, estudiante…)<br />
hablara al que está junto <strong>de</strong> sus macabras y<br />
retorcidas intenciones. Tal vez, la sinceridad<br />
pueda en algún momento salvarnos.<br />
Llega, pues, la noche <strong>de</strong>seada y nadie<br />
en esta casa se atreve a salir. A lo lejos, las<br />
sirenas. Hace un momento escribían a través<br />
d<strong>el</strong> twitter: “se trata <strong>de</strong> un enfrentamiento<br />
(muy cerca <strong>de</strong> mi casa) a balazos entre<br />
<strong>el</strong>ementos <strong>de</strong> las Fuerzas Fe<strong>de</strong>rales y un<br />
grupo armado, al parecer <strong>com</strong>puesto por<br />
siete individuos”. El resultado cinco hombres<br />
muertos. Salgo a la puerta y nadie se atreve<br />
a ir más allá <strong>de</strong> sus bardas, sus rejas. Pasa<br />
una patrulla y me quedo fría. No hay lugar<br />
para las conversaciones, no hay lugar para<br />
mirar a <strong>los</strong> niños en sus bicicletas o tras <strong>el</strong><br />
balón <strong>de</strong> futbol. No hay lugar para hablar <strong>de</strong><br />
la última lluvia, <strong>com</strong>o allá en Quesería, que<br />
Educación<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la tormenta uno sale a tomar <strong>el</strong><br />
fresco al jardín o a uno <strong>de</strong> esos maravil<strong>los</strong>os<br />
miradores. Uno ya no sale y si sale lo<br />
hace con prisa, temeroso, cuidándose <strong>los</strong><br />
bolsil<strong>los</strong>, cuidando la vida misma. El miedo<br />
nos recluye <strong>de</strong>finitivamente. No queda si<br />
no ver cómo pasa <strong>el</strong> tiempo (evoco a José<br />
Emilio Pacheco) sobre las pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />
casa (<strong>de</strong>finitivamente otra manera <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir,<br />
cárc<strong>el</strong>) y cómo las fotografías lentamente se<br />
vu<strong>el</strong>ven amarillas.<br />
Brevísimo<br />
Si la<br />
represión<br />
Por María Magdalena Escareño<br />
Torres*<br />
Si la represión se vive a diario en<br />
las aulas, don<strong>de</strong> <strong>los</strong> estudiantes<br />
se escon<strong>de</strong>n en sí mismos al<br />
no aprobar sus exámenes, por apatía<br />
o por problemas, sean tímidos o<br />
cínicos, ¿dón<strong>de</strong> <strong>el</strong> eje para <strong>el</strong> cambio<br />
<strong>de</strong> actitud?, en la lectura cotidiana y<br />
<strong>com</strong>partida con confianza y certeza.<br />
*Teatro In<strong>de</strong>pendiente Hiperestesia.<br />
El Comentario Semanal / Lunes 15 <strong>de</strong> Octubre <strong>de</strong> 2012<br />
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