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Sombra y algo más Hacia un café sustentable mexicano

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<strong>Sombra</strong> y <strong>algo</strong> <strong>más</strong><br />

<strong>Hacia</strong> <strong>un</strong> <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong> <strong>mexicano</strong><br />

Un aroma global<br />

Armando Bartra, Rosario Cobo, Miguel Meza, Lorena Paz Paredes<br />

Cosechado en millones de huertas y consumido en cientos de millones de hogares,<br />

el abasto de <strong>café</strong> depende de <strong>un</strong> intrincado sistema de acopio, transformación y mercadeo,<br />

que durante la seg<strong>un</strong>da mitad del siglo pasado fue intervenido por la Organización<br />

Internacional del Café (OIC), quien regulaba la oferta manteniendo los precios<br />

relativamente estables y por encima de los que hubieran privado en <strong>un</strong> mercado no<br />

controlado. Con la renta cafetalera así generada se fomentaron nuevas plantaciones,<br />

resultando <strong>un</strong>a producción m<strong>un</strong>dial excesiva que hizo crecer las reservas y en 1988 dio al<br />

traste con los acuerdos económicos de la OIC. Cancelado el sistema de cuotas y<br />

desmantelados los institutos gubernamentales que lo operaban, los inventarios salen al<br />

mercado y se desploman los precios. Es la megacrisis de 1989-93, debacle que se repite a<br />

partir de 1998, prolongándose hasta nuestros días, después de <strong>un</strong>a corta recuperación de las<br />

cotizaciones a mediados de los noventa.<br />

Históricamente, los altibajos de los precios del <strong>café</strong> se originan en fluctuaciones de<br />

la oferta por factores climáticos. Pero el comportamiento de las cotizaciones después de<br />

1988 se debe también a la especulación en bolsa, el control que sobre el mercado ejercen <strong>un</strong><br />

puñado de trasnacionales torrefactoras y la acción de organismos internacionales que<br />

financiaron <strong>un</strong>a cafeticultura de rápida maduración y altos rendimientos pero baja calidad.<br />

A resultas de la plantación creciente de cafetales, pero también de nuevas<br />

tecnologías que aumentan los rendimientos, la producción del aromático se incrementó en<br />

15% en la última década, dos veces <strong>más</strong> rápido que el consumo. El resultado: <strong>un</strong>a<br />

sobreoferta de alrededor del 10% y reservas en los países importadores que rebasan los mil<br />

millones de toneladas y presionan los precios a la baja.<br />

Si se mantiene la competencia desordenada entre países productores y <strong>un</strong> cambio<br />

climático no golpea a los grandes cosechadores, el pronóstico es que en los próximos cinco<br />

años se mantendrá la sobreoferta, deprimiéndose a<strong>un</strong> <strong>más</strong> las cotizaciones.<br />

La importancia estratégica del <strong>café</strong>, tanto en el ámbito económico como en el social<br />

y el ambiental, exige la pronta adopción de acuerdos internacionales. Acciones orientadas a<br />

remontar <strong>un</strong>a crisis, que si no se enfrenta de manera decidida seguirá ocasionando severos<br />

daños a decenas de países productores y empujando a la hambr<strong>un</strong>a y el éxodo a millones de<br />

huerteros y pizcadores. La debacle del <strong>café</strong> debería enfrentarse como lo que es: <strong>un</strong>a<br />

emergencia m<strong>un</strong>dial.<br />

Entre los analistas que adoptan la perspectiva de los productores, hay consenso en<br />

torno a alg<strong>un</strong>as propuestas:<br />

-Retener en los países productores y por tres o cuatro años, existencias hasta por el<br />

20% de sus exportaciones, como lo planteó la Asociación de Países Productores de Café<br />

(ACPC, por sus siglas en inglés) en su Coffee Retention Plan. Propuesta, sin embargo,<br />

difícil de aplicar, que ade<strong>más</strong> tendría <strong>un</strong> impacto moderado sobre las cotizaciones, pues<br />

a<strong>un</strong>que retenidas las existencias siguen presionando los precios a la baja.<br />

1


-Destruir <strong>café</strong> de baja calidad en los países exportadores, en <strong>un</strong> volumen que para<br />

resultar significativo debería ser de <strong>un</strong>os 15 millones de sacos.<br />

-Crear <strong>un</strong> fondo internacional, orientado a compensar la desigual distribución de los<br />

costos implícitos en el control y reducción de los excedentes, al que deberían contribuir de<br />

manera obligatoria -quizá mediante impuestos sobre ganancias- las trasnacionales<br />

torrefactoras y comercializadoras de <strong>café</strong>.<br />

-Suspender las acciones de organismos nacionales e internacionales orientadas al<br />

fomento en extensión y rendimientos de la cafeticultura.<br />

-Incorporar al Acuerdo Internacional del Café estrictos criterios laborales y<br />

ambientales, destinados a desalentar la tecnificación no <strong>sustentable</strong> de los cafetales y a<br />

sancionar las injustas prácticas laborales que acostumbran las fincas.<br />

-Reconocer, cuantificar y retribuir los cuantiosos servicios socioculturales y<br />

ambientales que reporta la cafeticultura campesina en huertas con sombra, diversificadas y<br />

con bajo empleo de agroquímicos.<br />

Entretanto, y mientras no se ataquen y resuelvan los problemas de fondo, los<br />

cafeticultores tienen que moverse en el mercado realmente existente.<br />

Las mayores torrefactoras trasnacionales siguen apostando al bajo costo y la<br />

estandarización del producto, política que desde hace décadas predomina en el gran<br />

mercado del grano aromático. Sin embargo, <strong>un</strong> fenómeno novedoso de los últimos años ha<br />

sido el acelerado crecimiento del mercado de especialidad. Una franja cada vez <strong>más</strong><br />

importante en la que dominan torrefactores y tostadores-distribuidores no tan grandes. Si<br />

las megacorporaciones alimentarias ingresaran abruptamente en dicho mercado, se<br />

dispararía la demanda de especialidades y por <strong>un</strong> rato las cotizaciones. A<strong>un</strong>que después<br />

estas también se estandarizarían y devaluarían. Y es que hoy lo que otorga atractivos<br />

sobreprecios al productor de aromáticos especiales, es el contexto de <strong>café</strong> convencional,<br />

barato y malo, en que se ubican.<br />

Mientras esto no suceda, el mercado <strong>más</strong> atractivo es el de especialidades. Un<br />

ámbito donde operan compradores medianos cuya estrategia no son los grandes volúmenes<br />

y precios bajos que las megacorporaciones buscan garantizar sin atarse a ningún<br />

abastecedor en particular, sino asegurar calidad, consistencia y regularidad, lo que a su vez<br />

demanda contratos de largo plazo con sus proveedores.<br />

Estas dinámicas franjas del mercado, que son las <strong>más</strong> prometedoras para<br />

productores con buen potencial y torrefactores emergentes, suponen diferenciación del<br />

producto, definiciones precisas y certificación confiable; así como intensos trabajos de<br />

mercadotecnia y prospección.<br />

Café <strong>mexicano</strong><br />

México es el quinto productor m<strong>un</strong>dial de <strong>café</strong>, grano que se cultiva sobre 690 mil<br />

hectáreas en 12 estados, 400 m<strong>un</strong>icipios y <strong>más</strong> de 3500 com<strong>un</strong>idades, en extensión sólo lo<br />

superan el maíz, el frijol, el trigo y el sorgo. En los años buenos los ingresos en divisas<br />

generados por las exportaciones de <strong>café</strong> son de alrededor de 800 millones de dólares, sólo<br />

superadas por las ventas externas de petróleo.<br />

Es, ade<strong>más</strong>, <strong>un</strong> cultivo minif<strong>un</strong>dista practicado por <strong>un</strong>os 280 mil productores, de los<br />

cuales el 92% tienen huertos de menos de 5 hectáreas y casi 200 mil disponen de dos<br />

hectáreas o menos; el 65% de estos pequeños cafeticultores pertenece a algún grupo étnico.<br />

2


El 40% de la superficie con cafetales corresponde a selvas altas y medianas (zona<br />

tropical húmeda), el 23% a bosques de pino y encino, el 21% a selvas bajas caducifolias y<br />

el 15% a bosque mesófilo de montaña. Lo que significa que desde el p<strong>un</strong>to de vista<br />

biológico, las regiones cafetaleras son de las <strong>más</strong> ricas y diversas en flora y fa<strong>un</strong>a.<br />

El <strong>café</strong> es <strong>un</strong> grano básico y su cultivo de primera necesidad, no por que su<br />

consumo resulte indispensable ni por haber sido por décadas la mayor exportación<br />

agropecuaria, sino porque de el dependen alrededor de 3 millones de personas, entre<br />

huerteros, pizcadores y otros empleados. Una población de bajos ingresos y pocas<br />

alternativas distintas del <strong>café</strong> -que no sea el narcocultivo- ubicada en las regiones <strong>más</strong><br />

pobres en economía y a la vez <strong>más</strong> ricas en biodiversidad; zonas donde radican también la<br />

mayor parte de los pueblos autóctonos y donde han operado y operan todas las guerrillas<br />

libertarias. Por si fuera poco, después de los granos básicos, el <strong>café</strong> es la actividad <strong>un</strong>itaria<br />

<strong>más</strong> empleadora en la región sur-sureste de México y en el conj<strong>un</strong>to de los países<br />

centroamericanos, por lo que debiera ser <strong>un</strong>o de los ejes mayores del tan publicitado y<br />

dizque prioritario Plan Puebla-Panamá.<br />

Adaptado a los sistemas agroforestales autóctonos, el <strong>café</strong> campesino e indígena se<br />

cultiva bajo sombra y acompañado por numerosas especies. Los sistemas van del rusticano<br />

o de montaña, donde simplemente se sustituyen plantas arbustivas por matas de <strong>café</strong>; el<br />

policultivo tradicional, donde el cafeto se cultiva j<strong>un</strong>to con otras especies útiles, nativas o<br />

introducidas; y el policutivo comercial, donde se sustituye la vegetación original por<br />

especies arbóreas de sombra, con menos variedad que en el anterior manejo. Se practica<br />

también el monocultivo bajo sombra, donde se emplea <strong>un</strong>a sola especie protectora,<br />

generalmente Inga; y <strong>café</strong> bajo sol, con arbustos de rápida maduración, corta vida, baja<br />

talla y alta densidad; sin embargo estos últimos sistemas están menos extendidos.<br />

Los sistemas rusticano y de policultivo, son naturalmente resistentes a plagas y<br />

enfermedades, y por lo general los huerteros campesinos e indígenas no emplean <strong>más</strong><br />

agroquímicos que <strong>un</strong>a ocasional aplicación de fertilizante.<br />

Dado que los cafetales sin sombra representan sólo entre el 5 y el 17 % del total y<br />

considerando que la prolongada crisis de precios ha desalentado entre los campesinos la<br />

tecnificación y el uso de agroquímicos, el aromático <strong>mexicano</strong> puede considerarse<br />

predominantemente como <strong>café</strong> bajo sombra y orgánico pasivo o natural.<br />

Los rasgos enumerados <strong>más</strong> arriba le dan al grano de nuestro país características<br />

excepcionales: su condición arábica lo pone por encima de las cosechas de los productores<br />

emergentes, como Vietnam e Indonesia que cosechan robusta; al ser lavado aventaja a los<br />

granos brasileños; su condición campesina contrasta con la índole finquera de la<br />

cafeticultura brasileña y colombiana; y al ser <strong>café</strong> de sombra y bajo en agroquímicos<br />

supera al de productores con los que competimos en calidad como los de Colombia y los de<br />

Costa Rica, intensivos en agroquímicos y con altos porcentajes de cafetales a sol (69 y 40%<br />

respectivamente).<br />

La cafeticultura mexicana es de las cinco primeras en extensión y volúmenes<br />

cosechados, pero en rendimientos debe andar por el décimo lugar. Ade<strong>más</strong>, siendo suave y<br />

de altura, nuestro grano está mal posicionado, pues su calidad es apenas regular y sobre<br />

todo inconsistente. Situación que por años le acarreó castigos de hasta el 30% sobre las<br />

cotizaciones de bolsa.<br />

Y es que cerca del 40% de los cafetos tiene <strong>más</strong> de tres lustros; alrededor del 60%<br />

de los productores emplea variedades tradicionales de baja producción, rendimientos<br />

irregulares y susceptibles de enfermedades; el 70% no fertiliza ni con químicos ni con<br />

3


materiales orgánicos; el 40% sólo hace <strong>un</strong>a limpia; y el 75% no controla plagas. La cosecha<br />

y el beneficiado no son mejores: ordeñar la mata revolviendo <strong>café</strong> maduro con el verde y<br />

con frutos secos, mezclar al procesarlos granos de diferentes orígenes, grado de madurez y<br />

altura, empleando gran cantidad de agua en beneficios que no la reciclan y contaminan los<br />

ríos, son prácticas tan nefastas como habituales. Ade<strong>más</strong>, en los setenta y ochenta el grano<br />

aromático devino <strong>un</strong> cultivo de refugio para muchos campesinos, quienes alentados por el<br />

Inme<strong>café</strong> establecieron huertas en zonas marginales sin altura conveniente ni suelos<br />

adecuados.<br />

Y cuando se desploman las cotizaciones se cierra el círculo vicioso, pues los pobres<br />

rendimientos y calidad de nuestra cafeticultura multiplican el impacto de los malos precios,<br />

los que a su vez desalientan la renovación y hasta el simple mantenimiento de las huertas,<br />

empobreciendo a<strong>un</strong> <strong>más</strong> la productividad y la calidad, lo que nos hace <strong>más</strong> frágiles frente a<br />

las crisis de cotizaciones...<br />

La cafeticultura mexicana se encuentra en <strong>un</strong>a espiral de deterioro se severos<br />

impactos económicos, sociales y ambientales. Por <strong>un</strong>a parte están las divisas que dejan de<br />

entrar, la infraestructura agroindustrial que se subutiliza, las inversiones agrícolas que se<br />

diluyen, las deudas cafetaleras incobrables y los cuantiosos impactos negativos indirectos<br />

de la caída de <strong>un</strong>a actividad que sostiene la vida económica de muchas regiones. Por otra<br />

parte tenemos la desintegración social por pérdida de ingresos, pero también de esperanzas,<br />

en com<strong>un</strong>idades cuyas familias dependían del aromático y ahora están emigrando a los<br />

campos agrícolas para emplearse como jornaleros, hacia las ciudades y sobre todo a los<br />

Estados Unidos. Y finalmente, hay que tomar muy en cuenta el severo impacto ecológico<br />

de la generalizada sustitución de huertas que retienen carbono, fijan la tierra, propician la<br />

infiltración del agua y conservan la biodiversidad, por cultivos anuales o actividades<br />

ganaderas, en zonas inadecuadas que, como se sabe, ocasionan dramáticas secuelas<br />

ambientales.<br />

Dentro del sector cafetalero campesino, quienes están sobreviviendo a la crisis son<br />

los productores organizados en empresas asociativas capaces de acopiar y beneficiar<br />

cantidades grandes del aromático y colocarlo en nichos del mercado que pagan<br />

sobreprecios. Y la especialidad vocacional de <strong>un</strong> país con fuerte presencia de huerteros<br />

indígenas que cultivan bajo sombra y con poco o nulo empleo de agroquímicos, es el <strong>café</strong><br />

ecológico o biológico, habitualmente conocido como orgánico, y el <strong>café</strong> cooperativo y de<br />

comercialización directa que se distribuye a través de las redes del llamado Comercio Justo.<br />

De estos dos nichos el <strong>más</strong> extenso y dinámico es el del <strong>café</strong> orgánico, manejo<br />

practicado por alrededor de 12 mil pequeños productores sobre <strong>un</strong>as 15 mil hectáreas,<br />

donde se cosechan cerca de 150 mil sacos de sesenta kilogramos de <strong>café</strong> verde, que han<br />

hecho de México el mayor productor m<strong>un</strong>dial de la especialidad. Los máximos<br />

compradores de este grano están en Holanda, Suiza, Alemania y Bélgica; las ventas a<br />

Estados Unidos son comparativamente menores a<strong>un</strong>que aumentan rápidamente. El<br />

sobreprecio del <strong>café</strong> orgánico es de entre 30 y 50 dólares sobre el del convencional en<br />

bolsa.<br />

Con <strong>un</strong>os 70 mil p<strong>un</strong>tos de venta, principalmente en Europa, el Comercio Justo<br />

distribuye plátano, cacao, miel, te, artesanías y sobre todo <strong>café</strong>. El grano aromático recibe<br />

<strong>un</strong> precio mínimo de 121 dólares las cien libras, calculado para ser rem<strong>un</strong>erador del<br />

esfuerzo campesino, y que aplica cuando las cotizaciones del mercado están por debajo de<br />

esa cantidad. A esto se agrega <strong>un</strong> premio social de 5 dólares, lo que resulta en <strong>un</strong>a<br />

cotización extraordinaria de 126 dólares, que puede llegar a 141 si se trata de grano<br />

4


orgánico. Esto, cuando en los últimos años en la bolsa se han venido pagando alrededor de<br />

50 dólares las cien libras.<br />

Seis organizaciones en la báscula<br />

Los seis agrupamientos regionales cuyo análisis sustenta estas reflexiones 1 ,<br />

representan alrededor del 10% de los cafeticultores <strong>mexicano</strong>s, pero ilustran bien la<br />

situación de todos los huerteros campesinos organizados. Sector importante pero no<br />

mayoritario, que está en ventaja respecto de los dispersos.<br />

Los diversos manejos encontrados documentan la situación general: todos son<br />

productores de <strong>café</strong> bajo sombra, y en Chiapas, Oaxaca y Puebla, predominan las huertas<br />

con fuerte diversidad de plantas, que van desde las rusticanas, hasta el policultivo<br />

tradicional y el policultivo comercial. El único caso de sombra especializada, es el de los<br />

veracruzanos. Estas diferencias coinciden muy de cerca con la condición étnica, pues salvo<br />

en la Unión de San Fernando donde conviven indios y no indios, las huertas tradicionales<br />

son étnicas, mientras que los cafeticultores relativamente tecnificados del centro de<br />

Veracruz son mestizos.<br />

Los bajos rendimientos son también representativos de la insatisfactoria<br />

productividad de la cafeticultura nacional: la mayoría de las organizaciones se mueve en la<br />

franja de los 6 a los 9 quintales por hectárea, sin embargo CEPCO, quien tiene casi el doble<br />

de agremiados que todas las de<strong>más</strong> j<strong>un</strong>tas, consigue rendimientos promedio de apenas 4<br />

quintales, de modo que éstas la superan en volumen total de producción. En el otro extremo<br />

los veracruzanos obtienen entre 12 y 14 quintales, gracias a <strong>un</strong> manejo comparativamente<br />

intensivo.<br />

A<strong>un</strong>que la altura no basta para ponderar la vocación cafetalera de las huertas, el que<br />

la mitad de las organizaciones, entre ellas la <strong>más</strong> numerosa, tengan del 15 y al 30% de las<br />

hectáreas y los productores por debajo de los 600 msnm, es <strong>un</strong> fuerte indicador de la<br />

existencia de cafetales marginales, sobre todo en Oaxaca y Puebla. Y sin ser malo, tampoco<br />

es suficientemente bueno que en conj<strong>un</strong>to predominen los cafetales entre 600 y 900 msnm,<br />

y que sólo en tres organizaciones la mayor parte del <strong>café</strong> sea de Estrictamente Altura.<br />

El grano que se obtiene es arábica y casi exclusivamente lavado, pero mientras que<br />

los productores chiapanecos y oaxaqueños despulpan y lavan ellos, entregando pergamino<br />

seco a la organización, tanto los poblanos como los veracruzanos entregan gran parte de su<br />

grano en cereza para que su empresa asociativa lo beneficie.<br />

La mayor parte del <strong>café</strong> que producen es Estrictamente Altura o Altura, lo que les<br />

permite acceder de manera importante al mercado externo. En conj<strong>un</strong>to exportan <strong>más</strong> del<br />

70% de lo cosechado, proporción cercana a la media nacional, pero alta por tratarse de<br />

productores pequeños del sector social.<br />

Sintomático es el que en tres de las seis organizaciones todos los cafetales tengan <strong>un</strong><br />

manejo orgánico o se encuentren en transición a está práctica. Pero ade<strong>más</strong> CEPCO está<br />

impulsando <strong>un</strong> intenso programa de conversión y la mayor parte del <strong>café</strong> que capta y<br />

1 Unión de Ejidos y Com<strong>un</strong>idades Cafeticultores, Beneficio Majomut, de la Región de Los Altos de Chiapas;<br />

Unión de Ejidos San Fernando, de la Región Centro de Chiapas; Coordinadora Estatal de Productores de Café<br />

de Oaxaca; Unión de Com<strong>un</strong>idades Indígenas de la Región del Istmo de Oaxaca; Sociedad Cooperativa<br />

Agropecuaria Regional, Tosepan Titataniske, m<strong>un</strong>icipio de Cuetzalan, Puebla; Sociedad de Solidaridad<br />

Social, Unión Regional de Pequeños Productores de Café, Agropecuaria, Forestal y Agroindustrial de la zona<br />

de Huatusco, Veracruz<br />

5


comercializa es orgánico, y en la Tosepan tienen <strong>un</strong> manejo ecológico, a<strong>un</strong>que por el<br />

momento no han certificado esa calidad, de modo que sólo en Veracruz sigue<br />

predominando el manejo convencional, y a<strong>un</strong> ahí la producción orgánica se expande.<br />

En términos comerciales el rasgo <strong>más</strong> notable de las organizaciones estudiadas es su<br />

prof<strong>un</strong>da inserción en el Mercado Justo. Tres de ellas venden todo lo que exportan y casi<br />

todo lo que captan a ese mercado y CEPCO ya logró colocar ahí la mitad de lo que<br />

comercializa. Los veracruzanos, pese a que no son indios y en los buenos tiempos del <strong>café</strong><br />

no se consideraban pobres, ya ingresaron también a ese nicho. Por el momento sólo los<br />

poblanos están fuera, a<strong>un</strong>que califican, porque descuidaron el frente de la exportación.<br />

Llama poderosamente la atención el que las organizaciones <strong>más</strong> identificadas con el<br />

manejo orgánico sean también las que están <strong>más</strong> fuertemente posicionadas en el Mercado<br />

Justo, al que incluso venden como convencional <strong>café</strong> orgánico no certificado o en<br />

transición. Y es que durante los últimos años el sobreprecio <strong>más</strong> cuantioso ha sido el<br />

Mercado Justo, de modo que quien coloca <strong>café</strong> orgánico y justo obtiene casi tres veces el<br />

precio de bolsa, mientras que vendiendo simplemente <strong>café</strong> orgánico, se obtiene poco menos<br />

del doble. Y no solo eso, si se puede colocar <strong>café</strong> convencional en el Mercado Justo, se<br />

obtendrá <strong>más</strong> que produciendo y vendiendo <strong>café</strong> orgánico por fuera de ese nicho.<br />

Resumiendo: la muestra analizada nos presenta <strong>un</strong>a cafeticultura de bajos<br />

rendimientos y parcialmente ubicada en zonas sin vocación para el cultivo, pero con<br />

sustantivas virtudes ambientales y sociales. Se trata de familias campesinas, con frecuencia<br />

indígenas, asociadas democráticamente con fines productivos y de equidad, que operan<br />

pequeñas huertas de <strong>un</strong>a o dos hectáreas en promedio, caracterizadas por el uso de sombra -<br />

a veces con <strong>un</strong>a biodiversidad semejante a la originaria- y donde se emplean pocos<br />

agroquímicos. Organizaciones que, alg<strong>un</strong>as desde hace quince años, emprendieron la tarea<br />

de transformar <strong>un</strong> cultivo natural intuitivamente amistoso con el medio ambiente, en <strong>un</strong><br />

manejo orgánico que combina la sustentabilidad ecológica con la eficiencia. Y por último,<br />

pero no al final, agrupamientos que han trabajado para posicionarse en el mercado,<br />

fortaleciendo sus controles de calidad y sus prácticas administrativas y contables.<br />

Los saldos del <strong>café</strong><br />

Pese a tener <strong>un</strong> “capital social”que los coloca por encima del resto, estos<br />

agrupamientos y sus agremiados enfrentan severas dificultades, que de no resolverse pronto<br />

ocasionarían la desintegración de las organizaciones y el abandono general y desordenado<br />

de la cafeticultura.<br />

El obstáculo <strong>más</strong> grave son los precios. Ya no se trata sólo de cotizaciones erráticas<br />

pero que en promedio hacían viable el cultivo, en los últimos 15 años los ciclos de buenos<br />

precios han sido la excepción y recientemente las cotizaciones se desplomaron hasta<br />

mínimos históricos, incluso por debajo de los 50 dólares las cien libras, y se mantuvieron<br />

ahí.<br />

Mientras no se reordene el mercado m<strong>un</strong>dial del aromático, los huerteros<br />

campesinos tendrán que resistir y buscar salidas que les den <strong>un</strong> respiro. Y esto significa<br />

enfrentar el hecho de que, con sus rendimientos y en las condiciones actuales de los<br />

precios, la producción de <strong>café</strong> convencional no es sostenible. Inviabilidad que no se refiere<br />

tanto a los aspectos sociales y ambientales y al largo plazo, como la relación<br />

costo/beneficio resultante de las ínfimas cotizaciones recientes .<br />

6


Siendo <strong>un</strong>o, el proceso productivo y comercial de los productores organizados<br />

puede dividirse en dos fases: la primera abarca la producción primaria y termina cuando el<br />

productor entrega su <strong>café</strong> a la organización; la seg<strong>un</strong>da engloba las actividades de<br />

poscosecha incluyendo el acopio, morteado y comercialización. Así, el pergamino seco (y<br />

ocasionalmente el <strong>café</strong> cereza), aparece como producto final del huertero y como insumo<br />

de la organización comercializadora. Entonces la viabilidad económica puede ponderarse<br />

en dos momentos: cuando el productor individual entrega <strong>café</strong> a su empresa colectiva y<br />

cuando ésta realiza la producción acopiada y transformada.<br />

El balance económico del productor primario es el <strong>más</strong> difícil de calcular, pues<br />

sabemos lo que recibe de la organización por su grano, pero sus costos de producción no<br />

son tan claros, pues hay que ponerle precio a trabajos e insumos que en la economía<br />

campesina no están monetarizados.<br />

Sin embargo, si analizamos primero el <strong>café</strong> convencional y tomamos por bueno <strong>un</strong><br />

costo del orden de los 400 pesos por quintal de pergamino, resulta claro que, vendiendo a<br />

los precios de entre 3 y 5 pesos el kilogramo que pagan los coyotes, el campesino perdería<br />

la mitad de su inversión. Los socios de las organizaciones que nos ocupan reciben<br />

prácticamente el doble, <strong>un</strong>a cifra cercana a la cotización de bolsa del <strong>café</strong> oro, que las<br />

comercializadoras pueden pagar, pues tienen clientes que les otorgan sobreprecios y/o<br />

concurren con algún porcentaje al Mercado Justo. Sin embargo, a<strong>un</strong> así, los ingresos y los<br />

egresos del huertero promedio que cosecha <strong>café</strong> convencional son del mismo orden, y sólo<br />

se explica que trabaje con pérdidas, o en el mejor de los casos sin ganancias, por que la<br />

familia realiza las labores, abatiendo sus costos de producción monetarios.<br />

De lo que resulta que el ingreso cafetalero neto no lo obtiene el campesino por su<br />

condición de dueño de <strong>un</strong>a huerta -pues ésta pierde o apenas recupera la inversión- sino en<br />

su calidad de jornalero autoempleado. Y sin duda sobrevive también por que tiene otros<br />

ingresos: trabajo asalariado fuera de la huerta, producción por cuenta propia distinta del<br />

<strong>café</strong> y subsidios públicos que pueden representar hasta el 25% de sus entradas totales.<br />

También las organizaciones calculan costos poscosecha muy divergentes y venden a<br />

precios desiguales, sin embargo queda claro que en el <strong>café</strong> convencional colocado en el<br />

mercado interno, la gran mayoría pierde y sólo los poblanos sacan los costos. Y lo mismo<br />

sucede con el exportado, donde únicamente CEPCO recupera con creces lo invertido. La<br />

diferencia es que en el mercado nacional las pérdidas son todavía mayores que en el<br />

externo.<br />

Vinculando las dos fases, resulta claro que, a<strong>un</strong> para los productores asociativos y<br />

bien posicionados en el mercado que pueden escapar de los coyotes, la producción y<br />

comercialización de <strong>café</strong> convencional es <strong>un</strong> mal negocio donde pierde el agricultor y<br />

pierde la organización.<br />

Cabe destacar que la única porción del <strong>café</strong> convencional que genera utilidades<br />

significativas a las asociaciones es el que se exporta al Mercado Justo. Sin embargo ésta no<br />

es <strong>un</strong>a verdadera opción, pues siendo muy rem<strong>un</strong>eradores, los mercados equitativos<br />

resultan estrechos y por lo general el <strong>café</strong> que captan es también orgánico. Lo que se<br />

confirma por el hecho de que el aromático convencional canalizado a ese nicho es en<br />

realidad grano en transición a orgánico pero a<strong>un</strong> no certificado. Y de hecho lo que sucede<br />

es que alg<strong>un</strong>as organizaciones utilizan la buena cotización del <strong>café</strong> convencional vendido<br />

en el Mercado Justo, para estimular con <strong>un</strong> sobreprecio a los productores que entran en<br />

programas de conversión al manejo sin agroquímicos.<br />

7


Cuatro de las seis organizaciones que nos ocupan acopian principalmente <strong>café</strong><br />

orgánico certificado o en transición, los poblanos practican <strong>un</strong> cultivo ecológico, que<br />

fácilmente podría calificar como orgánico pero no lo han certificado, y los veracruzanos<br />

siguen siendo predominantemente productores de <strong>café</strong> convencional.<br />

Pese a la diversidad de costos y precios, el balance económico del <strong>café</strong> orgánico es<br />

sustancialmente <strong>más</strong> favorable que el del convencional. En las cuatro organizaciones que<br />

cuentan con productores tradicionales y productores convertidos, el costo primario por<br />

quintal del grano orgánico es mayor que el del <strong>café</strong> convencional. Incremento que podría<br />

desaparecer o hacerse negativo, si se incorporaran realmente las prácticas <strong>sustentable</strong>s pero<br />

intensivas previstas en todos los planes de transición en curso. Pero a<strong>un</strong> asumiendo que los<br />

costos agrícolas del orgánico fueran <strong>más</strong> altos, las cifras indican que es mayor el<br />

incremento obtenido en el precio, y que si las ganancias no siempre son sustanciales,<br />

tampoco encontramos las pérdidas que reporta el <strong>café</strong> convencional.<br />

Esto es posible porque las organizaciones pagan al productor, por quintal de<br />

orgánico certificado, entre 100 y 275 pesos <strong>más</strong> que lo que le dan por el <strong>café</strong> convencional.<br />

Lo que se explica no sólo por el sobreprecio del grano sin agroquímicos, que oscila entre el<br />

50 y el 80 % de la cotización del convencional, sino también porque tres de las<br />

organizaciones colocan todo su <strong>café</strong> orgánico en el Mercado Justo, y otra realiza ahí la<br />

mayor parte de lo que acopia con esa calidad. Y el <strong>café</strong> orgánico y justo se cotiza en<br />

alrededor de 1 300 pesos el quintal, tres veces <strong>más</strong> que el precio reciente del <strong>café</strong><br />

convencional.<br />

La conclusión es cont<strong>un</strong>dente: el <strong>café</strong> orgánico es rentable para el productor<br />

primario y para su organización comercializadora, y lo es particularmente cuando ade<strong>más</strong><br />

accede al Mercado Justo.<br />

Esta es la situación predominante, pero dado que todo el <strong>café</strong> orgánico se acopia al<br />

mismo precio, cuando la organización no puede venderlo como justo su saldo favorable se<br />

reduce; y a la inversa, cuando <strong>un</strong>a organización puede colocar <strong>café</strong> convencional en el<br />

Mercado Justo, su relación beneficio/costo puede llegar a 2.5. Dicho de otra manera: en el<br />

nivel actual de cotizaciones el precio de garantía del Mercado Justo es el origen de la<br />

porción mayor de las utilidades, y es también el factor que hace sostenible la cafeticultura<br />

del sector social organizado que accede a mercados especiales.<br />

Seamos enfáticos: sin duda el <strong>café</strong> orgánico es viable por si mismo, pero sin el<br />

sobreprecio del Mercado Justo las organizaciones que nos ocupan no podrían seguir<br />

acopiando y comercializando <strong>café</strong> convencional, de modo que tampoco estarían en<br />

condiciones de inducir la transición a orgánico de los campesinos que a<strong>un</strong> no han asumido<br />

ese manejo.<br />

Su importante acceso al Mercado Justo explica en gran medida la viabilidad<br />

económica de cinco de las seis organizaciones de la muestra. Sin embargo no es este acceso<br />

<strong>un</strong>a condición generalizada de la cafeticultura social mexicana. Ni podemos esperar que<br />

pronto lo sea, pues se trata de <strong>un</strong> nicho de mercado pequeño, cuyo crecimiento es lento y<br />

con altos costos de transacción.<br />

Por ahora, en el mercado realmente existente, la justicia no paga dividendos<br />

significativos, en cambio la salud del consumidor, el medio ambiente y la biodiversidad,<br />

cotizan mejor. Virtudes que afort<strong>un</strong>adamente forman parte de las ventajas comparativas y<br />

competitivas de la cafeticultura mexicana.<br />

Entonces, si la sobrevivencia de nuestra cafeticultura social depende de su<br />

capacidad de diferenciarse y potenciar su especificidad, el principal valor agregado a<br />

8


enfatizar es la sustentabilidad ambiental de <strong>un</strong> aromático cuyo cultivo a<strong>un</strong> es<br />

predominantemente agroforestal y con frecuencia cobra la forma de “jardines de <strong>café</strong>. Y<br />

para esto se deberá prof<strong>un</strong>dizar la línea del <strong>café</strong> orgánico -manejo en el que somos<br />

precursores y principales protagonistas-, hacia terrenos ecológicamente <strong>más</strong> ambiciosos y<br />

pres<strong>un</strong>tamente <strong>más</strong> rem<strong>un</strong>erativos, como la sombra diversificada. Ámbito, este, donde<br />

también tenemos condiciones propicias que pocas cafeticulturas nacionales comparten.<br />

El <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong> como alternativa<br />

A<strong>un</strong>que en el m<strong>un</strong>do continúa la carrera por ofertar los grandes volúmenes de <strong>café</strong><br />

barato y malo que interesan a las corporaciones que todavía apuestan a la estandarización,<br />

la competencia que tiene sentido para los huerteros campesinos <strong>mexicano</strong>s es la de los<br />

valores agregados, y particularmente la de los <strong>café</strong>s especiales en los que tenemos ventajas<br />

comparativas y competitivas. Pero ésta también es <strong>un</strong>a competencia, que pese a contar con<br />

condiciones favorables podemos perder, si no la emprendemos a tiempo y con decisión.<br />

La conversión hacia <strong>café</strong>s de óptima calidad y el tránsito del manejo convencional<br />

al orgánico y <strong>sustentable</strong>, es <strong>un</strong>a tendencia m<strong>un</strong>dial. De modo que <strong>un</strong> país como México -<br />

p<strong>un</strong>tero en la producción de arábicas, lavados y de altura clasificados como otros suaves<br />

competitivos con los colombianos y el mayor cosechador-exportador de <strong>café</strong> orgánico-<br />

debe trabajar fuertemente para mantenerse y avanzar en la competencia. El reto es cuesta<br />

arriba, por que j<strong>un</strong>to con sus ventajas, la cafeticultura nacional presenta severos problemas:<br />

huertas viejas con variedades inadecuadas, manejos torpes y bajos rendimientos. Sin<br />

embargo en esto hay que ser enfáticos: la cafeticultura social mexicana debe renovarse<br />

avanzando sustancialmente en rendimientos y calidad, pero su vía no es tecnificación y<br />

agroquímicos, sino sustentabilidad.<br />

El <strong>café</strong> orgánico, entendido estrechamente como <strong>un</strong>a producción en la que no se<br />

emplean insumos se síntesis química, responde predominantemente a los paradigmas<br />

ecológicos de hace treinta años o <strong>más</strong>, centralmente preocupados por la contaminación e<br />

impulsores de tecnologías limpias, lo que en agricultura significa reducir o suprimir el uso<br />

de agroquímicos.<br />

El <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong>, en cambio, responde a paradigmas ambientalistas de seg<strong>un</strong>da<br />

generación, concernidos por la capacidad de carga de los ecosistemas y promotores de <strong>un</strong><br />

manejo que garantice en el largo plazo la reproducción y el equilibrio medioambiental.<br />

Adicionalmente, las definiciones <strong>más</strong> comprensivas y generosas de sustentabilidad<br />

incorporan valores sociales y culturales.<br />

Entonces, cuando nos referimos a la conversión a <strong>sustentable</strong> de la cafeticultura<br />

mexicana, no hablamos sólo de aromáticos sanos y menos contaminación en las huertas,<br />

hablamos principalmente de potenciar los servicios ambientales, sociales y culturales del<br />

cafetal. No se trata de <strong>un</strong> valor agregado <strong>más</strong> -la sombra diversificada por ejemplo- sino de<br />

<strong>un</strong>a transformación integral del cultivo y los productores. Conversión que no será posible si<br />

paulatinamente sus paradigmas no son asumidos también por la sociedad en su conj<strong>un</strong>to:<br />

por los cafeticultores y los consumidores, por los compradores y las empresas torrefactoras,<br />

por los Estados y las instancias internacionales.<br />

Identificar y retribuir los servicios ambientales y sociales<br />

9


El Consejo Civil Mexicano para la Cafeticultura Sustentable A.C. (CCMCSAC),<br />

integrado el 11 de octubre del 2001 por organizaciones de productores y ong´s interesadas<br />

en promover la conversión de las huertas mexicanas, está llamado a ser la instancia social<br />

que impulse y norme la especialidad de nuestro aromático con <strong>más</strong> potencial: el <strong>café</strong><br />

<strong>sustentable</strong> <strong>mexicano</strong>. Clase que, según el Consejo, resulta de la intersección de tres<br />

grandes conj<strong>un</strong>tos: orgánico, justo y de sombra, en el entendido de que los tres conceptos,<br />

a<strong>un</strong>que pueden aparecer separados, tienden a converger.<br />

Pudiera pensarse que el núcleo duro de la propuesta es la ecología: sostenibilidad<br />

ambiental de las huertas (sombra) y producto saludable (orgánico). No es así; en el mismo<br />

rango se encuentra la equidad y justicia en la vida económica y social de los productores.<br />

Es por eso que en la presentación del estudio titulado Apoyo de la Conservación de la<br />

Biodiversidad Mediante Bienes y Servicios Respetuosos del Ambiente: Café de <strong>Sombra</strong>,<br />

Palma Camedor y Turismo Sustentable, patrocinado por la Comisión para la Cooperación<br />

Ambiental de América del Norte, se habla de los “potenciales efectos ambientales,<br />

económicos y sociales” y se hace <strong>un</strong> “reconocimiento del papel básico que desempeñan los<br />

pequeños productores, las cooperativas, las asociaciones y otros, en el apoyo al <strong>café</strong><br />

<strong>sustentable</strong>”.<br />

Pero hacer que esto se reconozca -y retribuya- requerirá <strong>un</strong> intenso debate y <strong>un</strong>a<br />

amplia promoción, pues por el momento las cualidades que aprecian sectores crecientes de<br />

consumidores, y que por tanto valoran las grandes transnacionales del ramo, son aquellas<br />

que se refieren a la ecología. Hay que demostrar, entonces, que la condición campesina y<br />

com<strong>un</strong>itaria son valores sociales a preservar, lo que significa reconocer que en la pequeña<br />

producción familiar hay externalidades positivas en la esfera ambiental pero también en la<br />

socialidad y la cultura.<br />

Ade<strong>más</strong> de socialmente inicuo y ajeno a los valores de la diversidad cultural<br />

autóctona, el modelo finquero se asocia tecnológicamente con la especialización y el<br />

monocultivo, con la intensificación de la productividad mediante la utilización abusiva de<br />

agroquímicos, y también con el empleo especies de talla pequeña, alta densidad, rápida<br />

maduración, corta vida y sin requerimientos de sombra. Por el contrario la pequeña y<br />

mediana producción son proclives al aprovechamiento múltiple de los recursos y la<br />

diversificación productiva, a la intensificación de los rendimientos obtenida mediante<br />

insumos y manejo orgánico, y en términos generales al uso de tecnologías blandas,<br />

adecuadas, ecológicas y sostenibles. Ciertamente no es imposible implementar en <strong>un</strong>a finca<br />

cafetales orgánicos y de sombra, como no lo son las huertas campesinas tecnificadas y a<br />

pleno sol, pero se trata manejos contra natura.<br />

Es necesario, entonces, hacer visibles las virtudes económicas, sociales y<br />

ambientales de la cafeticultura doméstica. Porque los campesinos son multif<strong>un</strong>cionales.<br />

Esto quiere decir que su eficiencia y competitividad no puede juzgarse sólo con base en los<br />

productos que lanzan al mercado de manera directa y visible, sino también de <strong>un</strong>a serie de<br />

bienes y servicios generados, que si nos circ<strong>un</strong>scribimos al análisis costo/beneficio del<br />

sistema producto resultarían externalidades.<br />

Pero lo cierto es que el mercado no reconoce ni recompensa las múltiples f<strong>un</strong>ciones<br />

de la economía campesina. Apenas alg<strong>un</strong>os servicios ambientales, como la captura de<br />

carbono o la cosecha de agua, han cobrado cierta visibilidad, pero los intentos de cotizar y<br />

hacer efectiva su retribución están en pañales. En alg<strong>un</strong>os casos se busca que las empresas<br />

contaminantes paguen estos servicios, en otras los consumidores de productos orgánicos,<br />

verdes, limpios, <strong>sustentable</strong>s, etc. están otorgando <strong>un</strong> sobre precio por estos atributos, y<br />

10


finalmente los gobiernos destinan alg<strong>un</strong>os ingresos fiscales a objetivos ambientales, entre<br />

los que eventualmente se incluye el apoyo a los campesinos que desarrollan prácticas<br />

<strong>sustentable</strong>s. Sin embargo ni el incipiente mercado de servicios ambientales, ni el módico<br />

consumo de productos ecológicos, ni el parco gasto público destinado a respaldar la<br />

pequeña producción virtuosa, retribuyen significativamente f<strong>un</strong>ciones socioambientales<br />

decisivas prestadas por la economía campesina.<br />

En el caso del sistema <strong>café</strong>, es necesario identificar y medir los servicios que presta.<br />

Y estos son socialmente cuantiosos, si se toma en cuenta que de la actividad dependen<br />

directa o indirectamente alrededor de tres millones de personas, que las huertas se<br />

extienden por las regiones <strong>más</strong> pobres del país donde escasean las opciones productivas,<br />

que el mapa del <strong>café</strong> coincide en gran medida con el de los pueblos indios <strong>más</strong> numerosos,<br />

que todas las guerrillas en activo operan en zonas cafetaleras y que en muchas de estas<br />

regiones remontadas y mal com<strong>un</strong>icadas las opciones a la cafeticultura son la mariguana y<br />

la amapola.<br />

En términos ecológicos, las plantaciones cafetaleras y en particular las que se<br />

manejan con criterios de sustentabilidad, tienen <strong>un</strong>a enorme importancia en la retención del<br />

suelo que evita los deslaves catastróficos, y en la infiltración del agua que es condición de<br />

la recarga de los mantos freáticos, del equilibrio de las redes fluviales y de la eficiencia de<br />

las presas. También son importantes las huertas como resumideros de carbono, sobre todo<br />

cuando se manejan con múltiples especies, pues la vegetación en desarrollo es <strong>más</strong> eficaz<br />

en ésta f<strong>un</strong>ción que la selva establecida. Las aves que llegan a las huertas con sombra son<br />

igualmente relevantes, entre otras cosas por que al alimentarse de insectos propician el<br />

control de ciertas plagas agrícolas. Por último, las huertas diversificadas, que a veces<br />

contienen hasta 200 especies distintas, son valiosos reservorios de biodiversidad.<br />

Según el Centro de Aves Migratorias del Instituto Smithsoniano, las plantaciones de<br />

<strong>café</strong> y de cacao alojan <strong>un</strong>as 150 especies de aves, cantidad sólo superada por los bosques<br />

tropicales no perturbados. Y en lo tocante a este valor agregado México tiene fuerte ventaja<br />

competitiva, pues sus plantaciones sin sombra no llegan al 17%, mientras que países con<br />

los que competimos en la producción de suaves, tienen <strong>un</strong>a proporción mucho mayor:<br />

Colombia 69%, Costa Rica 40%. Pero, ade<strong>más</strong>, nuestras plantaciones tradicionales de <strong>café</strong><br />

son <strong>un</strong> hábitat forestal modificado, con f<strong>un</strong>ciones ambientales muy semejantes a los<br />

naturales. Y su importancia es enorme, pues en el sur de México los cafetales agrosilvícolas<br />

ocupan <strong>un</strong> área de <strong>más</strong> de la mitad de la extensión de todas nuestras reservas de selva<br />

húmeda tropical. Con la ventaja adicional de encontrarse en elevaciones medias donde no<br />

hay reservaciones forestales grandes.<br />

Las múltiples f<strong>un</strong>ciones que presta la cafeticultura son mayores en la medida en que<br />

ésta avanza por el camino de la sustentabilidad, pues en los tres componentes de dicho<br />

paradigma: salud ambiental, equidad social y viabilidad económica, pueden identificarse<br />

numerosos servicios socioculturales y ecológicos. Entonces, no basta con que la sociedad<br />

retribuya los servicios que ya presta la cafeticultura como hoy existe, es necesario también<br />

que propicie su conversión a condiciones de sustentabilidad, que ha venido perdiendo y de<br />

las que ahora carece. Y para ello hace falta que los cafetaleros organizados definan el curso<br />

y los requerimientos de la transición, incluyendo sus costos.<br />

Los diversos caminos de la conversión<br />

11


La necesaria transformación tecnológica de la cafeticultura mexicana tiene muchas<br />

vías y su contenido específico dependerá de donde estén ubicados los productores de <strong>un</strong>a<br />

organización. Así por ejemplo, el <strong>café</strong> de UCIRI es orgánico y justo, y las huertas del istmo<br />

tienen sombra diversificada, de modo el siguiente paso en la ruta de la sustentabilidad sería<br />

buscar que la sombra reúna los requisitos para su certificación. CEPCO tiene <strong>café</strong> orgánico<br />

y en transición a orgánico, de modo que su reto es incorporar los cafetales que ya son<br />

orgánicos a sombra, y completar el programa de conversión a orgánico para que<br />

paralelamente se cumplan los requisitos para certificar sombra. Semejante es la situación de<br />

las organizaciones que trabajan en Chiapas, donde está generalizado el orgánico, se opera<br />

en el Mercado Justo y es usual la sombra, a<strong>un</strong>que no está certificada. En cambio en la<br />

Tosepan poblana, pese a sus prácticas ecológicas, a<strong>un</strong> les hace falta andar en el camino de<br />

la certificación orgánica y posiblemente podrán hacerlo al mismo tiempo que buscan<br />

certificar las huertas como de sombra. En el caso de Veracruz, la conversión a orgánico es<br />

en general <strong>un</strong>a tarea pendiente y si bien los cafetales a sol no predominan, la sombra que se<br />

emplea es especializada y está <strong>más</strong> lejos que Oaxaca, Chiapas o Puebla de la diversidad de<br />

especies que le permitirían certificarse.<br />

Sin duda los criterios para incorporar <strong>un</strong>a huerta a <strong>un</strong> programa de conversión<br />

productiva deberán ser técnicos, pues no tiene sentido tratar de agregar valor a <strong>un</strong> grano que<br />

por suelos y/o altura del cafetal no tiene ni tendrá calidad. Sin embargo el aspecto <strong>más</strong><br />

significativo de la selección no es tecnológico sino social: de hecho sólo los cafeticultores<br />

campesinos organizados están entrando a programas de conversión, y de los agrupamientos<br />

cafetaleros, únicamente los autogestivos y con cierta experiencia pueden asumir seriamente<br />

la responsabilidad.<br />

Y la selección se da también al interior de las organizaciones, pues los huerteros que<br />

se incorporan deben estar dispuestos a emprender <strong>un</strong> cambio de cultura productiva. En este<br />

sentido la transición en curso a orgánico y la posible conversión a sombra, son dos<br />

procesos muy semejantes, y el que califica para <strong>un</strong>o, o ya lo recorrió con éxito, está<br />

predispuesto -de haber alicientes- para emprender la transformación productiva faltante.<br />

Llama la atención que la mayoría de quienes se incorporan a estos programas son<br />

jóvenes. Y el que <strong>un</strong> proyecto tecnológico, económico y social, como es la conversión<br />

organizada de la cafeticultura campesina, esté despertando el interés de las nuevas<br />

generaciones -a<strong>un</strong>que también animando a participar a <strong>un</strong>os cuantos productores añosos y<br />

experimentados-, es <strong>un</strong> mérito relevante de los huerteros en transición, que así devienen<br />

emblemáticos de las transformaciones que requiere con urgencia la envejecida y achacosa<br />

agricultura mexicana.<br />

La conversión productiva hacia la sustentabilidad presenta desarrollos desiguales<br />

por entidades, regiones y organizaciones, pues en cada caso el p<strong>un</strong>to de partida es distinto.<br />

En estados como Veracruz, donde las huertas del centro tienen buenos rendimientos y el<br />

<strong>café</strong> es de calidad, hay menos inclinación al manejo orgánico y, pese a que se emplea la<br />

sombra, ésta es especializada y por tanto <strong>más</strong> distante de las estipulaciones generadas al<br />

respecto por el Instituto Smithsoniano. En cambio en Chiapas, Oaxaca y Puebla el<br />

paradigma orgánico ha tenido fuerte impulso y las huertas tradicionales presentan <strong>un</strong>a<br />

mayor diversidad de especies, lo que facilita su conversión a sombra. Pero aún ahí hay<br />

diferencias, pues mientras que en Chiapas los rendimientos de la cafeticultura campesina<br />

son modestos pero aceptables, en Oaxaca son muy bajos y de hecho <strong>un</strong>a importante porción<br />

de las huertas no reúne las condiciones para producir <strong>un</strong> <strong>café</strong> de calidad; en cuanto a<br />

12


Puebla, la cafeticultura indígena está fuertemente sensibilizada a las prácticas ecológicas,<br />

pero es pequeña, precaria y no ha avanzado en la certificación de <strong>café</strong> orgánico.<br />

La ley de hierro de la conversión es que no deben transformarse huertas que no<br />

puedan producir <strong>café</strong> de calidad, pues ésta es premisa de todos los de<strong>más</strong> valores agregados<br />

y condición de los sobreprecios que está dispuesto a pagar el consumidor. De modo que<br />

<strong>un</strong>o de los mayores desafíos es la indispensable conversión fuera de la cafeticultura de <strong>un</strong><br />

amplio sector de huerteros ubicados en tierras marginales, que producen grano de mala<br />

calidad y coadyuvan a la sobreoferta. La transición, que es necesaria para la cafeticultura<br />

toda, es indispensable para este sector. Sin embargo, mientras que los productores con<br />

potencial cafetalero deberán trabajar en la línea de los rendimientos, la calidad y la<br />

sustentabilidad socioambiental, en los marginales la conversión significa pasar a otros<br />

cultivos.<br />

Esto plantea problemas, pues alg<strong>un</strong>as organizaciones que operan programas de<br />

transición a orgánico no condicionan el ingreso de <strong>un</strong> productor a la viabilidad de huerta en<br />

términos de rendimiento y calidad, de modo que en alg<strong>un</strong>os casos se está empezando a<br />

producir <strong>un</strong> grano que califica como orgánico, y pronto como de sombra, pero no es, por<br />

ejemplo, <strong>café</strong> de Altura.<br />

Entonces, los programas de transición deben considerar la conversión cafetalera al<br />

igual que la diversificación productiva, que en alg<strong>un</strong>os casos supondrá el paulatino<br />

abandono del <strong>café</strong>. Y esto último no debiera ser compulsivo, sino <strong>un</strong>a suerte de “retiro<br />

vol<strong>un</strong>tario”. Así, fortalecer la cafeticultura social es también apoyar la transición de los<br />

productores que operan en condiciones agroecológicas inadecuadas. Lo que supone<br />

financiar, no <strong>un</strong> repliegue desordenado de la producción cafetalera marginal, sino <strong>un</strong><br />

manejo alternativo y <strong>sustentable</strong> de la selva.<br />

El tianguis global del grano aromático<br />

En las dos últimas décadas se ha venido incrementado el esfuerzo de los productores<br />

organizados en la comercialización, especialmente en el ámbito del <strong>café</strong> orgánico y el<br />

Mercado Justo. Estas inversiones tienen <strong>un</strong>a alta tasa de retorno, pero implican fuertes<br />

costos de transacción, pues la operación de los mercados alternativos presenta ineficiencias<br />

y <strong>un</strong> cierto proceso de burocratización.<br />

Estas debilidades del Mercado Justo, su limitado crecimiento y la percepción en<br />

alg<strong>un</strong>as organizaciones de productores de que hay ineficiencia en la promoción del nicho,<br />

alimentan el interés de los cafeticultores por las iniciativas de transnacionales que están<br />

tratando de incorporar a su oferta productos “políticamente correctos”, es decir: verdes,<br />

<strong>sustentable</strong>s, ecológicos, justos, indios,etc.<br />

Sin duda entre las premisas sociales del Comercio Justo y los intereses puramente<br />

mercantiles de las grandes empresas, las organizaciones elegirían al primero. Sin embargo<br />

en lo tocante a las dimensiones del mercado los equitativos no le llegan ni al tobillo a las<br />

trasnacionales. Entonces sus iniciativas resultan atractivas. Por lo de<strong>más</strong>, el creciente<br />

interés del capital comercial por valores ambientales y sociales es <strong>un</strong>a suerte de “tri<strong>un</strong>fo<br />

cultural” de las redes justicieras y ecologistas. Reconocimiento que, sin embargo, conlleva<br />

riesgos, pues al apropiarse de sus banderas, el mercado realmente existente también las<br />

desvirtúa. Y lo peor del caso es que el atractivo de la oferta megaempresarial puede<br />

erosionar y descomponer el nicho de Mercado Justo como hoy lo conocemos, pues frente a<br />

13


las Puertas Verdes de Carrefour y otras seductoras promociones, devendrá crecientemente<br />

marginal.<br />

El panorama es complicado, pero en términos generales positivo, pues el ámbito de<br />

los <strong>café</strong>s especiales ha venido creciendo sistemáticamente y dentro de estos el nicho del<br />

orgánico muestra <strong>un</strong>a acelerada expansión. Hoy los productos sin contaminantes<br />

representan entre el 0.5 y el 3% del gasto en alimentos, y alg<strong>un</strong>os calculan que para la<br />

seg<strong>un</strong>da mitad de la presente década las tasas de crecimiento de dicho mercado serán de<br />

entre el 10 y el 25% anual. En lo tocante al <strong>café</strong> orgánico, la demanda a<strong>un</strong> crece <strong>más</strong> rápido<br />

que la oferta, de modo que el diferencial de precios respecto del convencional es sustantiva.<br />

Por su parte el <strong>café</strong> de sombra hoy sólo representa <strong>un</strong> 5% del <strong>café</strong> gourmet, sin embargo su<br />

demanda viene expandiéndose.<br />

En <strong>un</strong> estudio de 1999 patrocinado por la CCA, titulado Intereses de los<br />

Consumidores en Café de <strong>Sombra</strong> Mexicano, y sustentado por encuestas en Canadá, EEUU<br />

y México, se puso de manifiesto que entre el 19 y el 22% de los potenciales consumidores<br />

están “muy interesados”, mientras que entre el 57 y el 63% tienen “algún interés” por el<br />

<strong>café</strong> de sombra. A<strong>un</strong>que, a la hora de la verdad, los estado<strong>un</strong>idenses manifestaron cierta<br />

reticencia a pagar dos dólares <strong>más</strong> por kilogramo de grano con esta calidad. Sin embargo,<br />

quizá lo <strong>más</strong> interesante del estudio es la confirmación de que el valor <strong>más</strong> estimado en el<br />

aromático es su sabor, y que está calidad se asocia principalmente con la altura, y no con la<br />

sombra. Esto pese a que el <strong>café</strong> de sombra es de maduración <strong>más</strong> lenta y por ello con<br />

mayor concentración de glucosa, lo que sin duda se manifiesta en la suavidad de su sabor.<br />

Entonces, para posicionar en el mercado el Shade Grow Coffee, es necesario<br />

destacar sus virtudes ambientales, pero exaltando de base su sabor intrínseco, lo que<br />

significa identificarlo con la sombra pero también con la altura, <strong>un</strong> valor que hoy por hoy<br />

ya reconoce el mercado. Y <strong>un</strong>a dificultad mayor a vencer es la percepción de que el <strong>café</strong><br />

<strong>mexicano</strong> es bueno pero errático en su calidad, inconsistencia que está tanto en la<br />

percepción de los consumidores como en la realidad, pues nuestro grano se ha caracterizado<br />

históricamente por <strong>un</strong> pobre control de calidad.<br />

En este momento, <strong>café</strong> de sombra <strong>mexicano</strong> y <strong>café</strong> <strong>mexicano</strong> son sinónimos, pero<br />

la necesaria tarea de reposicionar en general a nuestro aromático, no debe conf<strong>un</strong>dirse con<br />

la de establecer <strong>un</strong> nicho específico para el <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong> <strong>mexicano</strong>: <strong>un</strong>a especialidad,<br />

caracterizada tanto por valores ambientales como sociales; <strong>un</strong> aromático cuya definición<br />

incluye orgánico y bajo sombra, así como justo y campesino. La diversidad de valores<br />

puede plantear dificultades de mercadotecnia, sin embargo a <strong>un</strong> país como México, cuyo<br />

grano es en gran medida de sombra, orgánico (o natural) y campesino, no le conviene la<br />

separación de conceptos, propicia al posicionamiento de <strong>café</strong>s de sombra con<br />

agroquímicos, orgánicos a sol, justos finqueros, etc.<br />

Sin embargo, posiblemente el problema mayor de promover <strong>un</strong> <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong><br />

<strong>mexicano</strong>, radica en que las organizaciones <strong>más</strong> interesadas ya posicionaron <strong>un</strong>a parte de su<br />

<strong>café</strong> como justo y orgánico. Y la seg<strong>un</strong>da es <strong>un</strong>a virtud fuerte, pues se asocia con la salud<br />

del consumidor, mientras la sombra como calidad adicional a exaltar, apela a la salud de la<br />

naturaleza, valor menos interiorizado. Esto abona la conveniencia de trabajar por <strong>un</strong> <strong>café</strong><br />

<strong>sustentable</strong> -y no sólo por <strong>un</strong> <strong>café</strong> de sombra- mediante campañas que montándose en la<br />

fuerza y el dinamismo del orgánico, vendan la sombra como <strong>un</strong> plus: “No sólo es bueno<br />

para usted, también lo es para la naturaleza”.<br />

14


En esta tesitura hay que analizar la versión preliminar de Normas para la<br />

Producción, el Procesamiento y la Comercialización del Café Sustentable en México,<br />

elaboradas por el CCMCS, que en sus Objetivos plantea:<br />

Promover sistemas diversificados de producción de <strong>café</strong>, particularmente los<br />

sistemas de policultivo tradicional y rusticano.<br />

Integrar <strong>un</strong> enfoque de desarrollo social y conservación ambiental a la producción<br />

cafetalera del país.<br />

Integrar los criterios de certificación de <strong>café</strong> de sombra diversificada, los de la<br />

cafeticultura orgánica y los de comercio justo, en <strong>un</strong> solo sistema de certificación y en <strong>un</strong><br />

solo sello...<br />

Cuestiones de financiamiento<br />

A<strong>un</strong>que los apoyos gubernamentales a los pequeños cafeticultores por razones<br />

justicieras y ecológicas son legítimos, pues hay <strong>un</strong>a situación de emergencia, la línea<br />

principal de las organizaciones no han sido demandas asistenciales al gobierno, sino<br />

propuestas y acciones orientadas a fortalecer su posición en los mercados realmente<br />

existentes. Y los avances en este camino se han logrado principalmente por esfuerzos<br />

propios. Lo que habla bien del sentido de su responsabilidad, pero también de los altísimos<br />

costos “invisibles” que está teniendo la reconversión en curso; de las grandes inversiones<br />

en “capital social” y “capital humano”, no contabilizadas pero indispensables cuando se<br />

trata, tanto de desarrollar y fortalecer la organización empresarial asociativa para el acopio,<br />

beneficio y comercialización, como de revolucionar la producción primaria.<br />

En cuanto a las aportaciones públicas a la conversión de la cafeticultura, habría que<br />

hacer <strong>un</strong> balance muy crítico de los socorridos “apoyos emergentes” de carácter clientelar<br />

que encubren la falta de estrategia gubernamental para el sector, y las grandes limitaciones<br />

de <strong>un</strong>a Alianza Café centrada en la renovación sin rumbo de las huertas. A raíz de las<br />

recientes negociaciones del Consejo Mexicano del Café y del Foro Café con el nuevo<br />

gobierno, <strong>algo</strong> se ha avanzado en líneas básicas: el acuerdo de realizar <strong>un</strong> censo, la<br />

necesidad de crear <strong>un</strong> Fondo regulador, entre otras. No hay en ello, sin embargo, <strong>un</strong>a<br />

verdadera estrategia para la conversión de la cafeticultura.<br />

Dado que las huertas mexicanas están mayormente en las sierras, <strong>un</strong>a de las<br />

propuestas para encontrarle financiamiento público a su necesaria conversión, parte de<br />

reconocerles el carácter de plantaciónes y por tanto identificar, fomentar y retribuir sus<br />

servicios ambientales (retención de suelos, infiltración de aguas pluviales, captura de<br />

carbono, entre otros). Ade<strong>más</strong>, <strong>un</strong>a parte significativa de la superficie hoy cafetalera no es<br />

adecuada para producir <strong>un</strong> aromático de calidad, y <strong>un</strong>o de los retos mayores es convertir<br />

paulatinamente estas huertas a <strong>un</strong>a actividad agroecologicamente pertinente. Manejo que<br />

tendría que ser alg<strong>un</strong>a modalidad de agroforestería, que combinara temporalmente el <strong>café</strong><br />

con el fomento de especies forestales maderables, en plazos de maduración de entre cinco y<br />

diez años. Entonces, tanto por la naturaleza forestal de la producción cafetalera de montaña,<br />

como por la necesidad de convertir a <strong>un</strong> modelo agroforestal las huertas cafetaleras<br />

marginales, resulta pertinente ubicar ésta doble conversión en el contexto de programas<br />

gubernamentales como el Prodeplan, que incumbe a la Comisión Nacional Forestal.<br />

Lamentablemente los primeros intentos en este sentido, desarrollados a fines del<br />

sexenio pasado, se toparon con la concepción de que dicho programa debía canalizar sus<br />

recursos básicamente a plantaciones de coníferas y en general a especies maderables, de<br />

15


modo que sus reglas de operación no permitían emplearlos en la conversión de las huertas<br />

cafetaleras. Actualmente la cuestión se sigue negociando.<br />

La posibilidad de canalizar recursos del Prodeplan -que paradójicamente no se<br />

ejercen íntegramente por falta de proyectos- a la transición <strong>sustentable</strong> de la cafeticultura, y<br />

en particular a la conversión de las huertas marginales a <strong>un</strong> manejo agroforestal, es<br />

particularmente pertinente, entre otras cosas por que el programa se maneja a plazos largos<br />

de hasta 8 años, lo que es indispensable cuando se trata de transformar en <strong>un</strong>a lógica de<br />

sombra y policultivo a las actuales huertas de <strong>café</strong>.<br />

Otro mecanismo de financiamiento es que respalda el proyecto de CEPCO,<br />

Conversión de Producción de Café a Producción de Café Sustentable, consiste en promover<br />

la transición del <strong>café</strong> de convencional a orgánico y de orgánico a <strong>sustentable</strong>, en <strong>un</strong><br />

programa de 6 años que se renueva anualmente contra resultados y apoya mediante<br />

subsidios acciones de asistencia técnica y capacitación, aportando también recursos para<br />

equipamiento, informática, etc. En el proyecto participan 6 000 productores, de los cuales 3<br />

600 ya practican <strong>un</strong> manejo orgánico y están certificados, saldo de <strong>un</strong> proceso de<br />

conversión que se inició en 1993. El espíritu del as<strong>un</strong>to es demostrar que en <strong>un</strong> plazo no<br />

mayor de 6 años <strong>un</strong> cafeticultor puede acceder a la condición de <strong>sustentable</strong>.<br />

El proyecto fue presentado por la Coordinadora oaxaqueña a la Sagarpa, y<br />

aprobado por dicha secretaría. Lamentablemente el esquema de la nueva burocracia<br />

agropecuaria para canalizar recursos: demandar de las contrapartes sociales que presenten<br />

proyectos y apoyar los que les parecen <strong>más</strong> interesantes, resulta improcedente para <strong>un</strong>a<br />

institución de Estado responsable de la conducción integral del sector agropecuario, pues<br />

a<strong>un</strong> en el supuesto de que por esta vía se pudiesen generar experiencias interesantes, el<br />

problema está en la falta de mecanismos para replicarlas y transformarlas en auténticas<br />

políticas públicas.<br />

Dadas las limitaciones y dificultades de estos procedimientos, cabe preg<strong>un</strong>tarse<br />

sobre otras posibles formas de sufragar los costos de transición. Por ejemplo, ¿podría ésta<br />

financiarse con créditos refaccionarios contra la rentabilidad futura de los cafetales<br />

convertidos? La percepción de los cafetaleros organizados es que no. Veamos.<br />

Actualmente FIRA no respalda ningún crédito para <strong>café</strong> convencional, y pronto sólo<br />

habrá financiamiento para <strong>café</strong>s especiales. Ade<strong>más</strong>, hoy las únicas actividades que<br />

soportan crédito son las relacionadas con el acopio, beneficio y comercialización, no así las<br />

que tienen que ver con la producción primaria. Sin embargo, el p<strong>un</strong>to de arranque y la parte<br />

medular de la conversión a <strong>sustentable</strong> se ubica en la fase agrícola de la producción, para la<br />

que hoy no hay créditos de avío y mucho menos refaccionarios. Ade<strong>más</strong>, el plazo de<br />

maduración de las inversiones en la conversión es de <strong>un</strong> mínimo de tres años, las huertas<br />

que ya son orgánicas y tienen sombra, y de hasta ocho las que requieren <strong>un</strong>a<br />

transformación total. ¿Es realmente practicable <strong>un</strong> crédito refaccionario para la conversión<br />

agrícola que comenzaría a pagarse en tres o hasta ocho años? Y, sobre todo, ¿qué tan viable<br />

es que el productor convencional, quebrado y operando con pérdidas, destine el<br />

financiamiento a la conversión y no al consumo?<br />

Ciertamente, UCIRI -que fue el primer agrupamiento de pequeños productores de<br />

<strong>café</strong> que realizó la conversión a orgánico- se financió con crédito. Pero este fue <strong>un</strong>a<br />

habilitación excepcional, negociada con <strong>un</strong> banco alemán, que incluía capital de trabajo<br />

pero también recursos de largo plazo. Ade<strong>más</strong> de las ventajas crediticias, hay que tomar en<br />

cuenta que a mediados de los ochenta los precios del <strong>café</strong> eran buenos. Hoy este modelo<br />

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financiero para la conversión no parece viable, esencialmente por los ínfimos precios del<br />

<strong>café</strong> en el mercado convencional.<br />

La mayor parte de los productores del aromático está trabajando con pérdidas, y a<strong>un</strong><br />

los que cuentan con algún valor agregado y se encuadran dentro de organizaciones<br />

experimentadas, disponen de ínfimos saldos favorables. Y si en lo económico el huertero<br />

está muy por debajo de la línea de equilibrio, es evidente que la recuperación de la<br />

cafeticultura deberá financiarse f<strong>un</strong>damentalmente con recursos públicos o de cooperación;<br />

inversiones de carácter estratégico, que se justifican por las virtudes de los escenarios a<br />

alcanzar y que deben ser focalizadas, temporales y contra objetivos.<br />

Ahora bien, estos subsidios son para la conversión de <strong>un</strong>a agricultura que,<br />

entretanto, está f<strong>un</strong>cionando, y para su operación cotidiana también necesita recursos<br />

crediticios.<br />

Un buen ejemplo de la necesidad no resuelta de crédito para acopiar y comercializar<br />

el aromático, es el de Majomut: <strong>un</strong>a organización que comercializa básicamente <strong>café</strong><br />

orgánico o en transición dentro del Mercado Justo, y que tendría posibilidades de colocar<br />

30% <strong>más</strong> grano si contara con recursos suficientes para comprarlo. En este caso el cuello de<br />

botella es el financiamiento oport<strong>un</strong>o y suficiente de la operación comercial; y las fuentes<br />

crediticias pueden ser los anticipos de los clientes, que es la <strong>más</strong> favorable, las<br />

habilitaciones de Fonaes, que hay que negociar cada año, o el financiamiento de fondos<br />

bancarios para el desarrollo, como Acción de Banamex, que si realmente fuera oport<strong>un</strong>o -<br />

no lo es-resultaría muy atractivo, entre otras cosas porque va acompañado de cooperación<br />

técnica no retornable.<br />

Estos créditos son razonablemente seguros cuando se canalizan a organizaciones<br />

con procesos <strong>más</strong> o menos avanzados de reconversión productiva y que operan en nichos<br />

de mercado con sobreprecios, sobre todo <strong>café</strong> orgánico y Mercado Justo.<br />

Hemos dicho <strong>más</strong> arriba que en lo sustancial los recursos externos necesarios para la<br />

transición deben ser no retornables. Pero <strong>un</strong>o de los efectos benéficos inmediatos que estos<br />

generan es el de mejorar la calificación crediticia de los participantes en la conversión. Y es<br />

que las organizaciones que emprenden la transición productiva, desarrollan muchas de las<br />

prácticas (adecuados sistemas de informática, contabilidad rigurosa, transparencia<br />

comercial y financiera, control de calidad, etc.) que los bancos y agencias financieras<br />

demandan de sus habilitados del sector social. Así, los requerimientos de la conversión<br />

reducen los costos de transacción de la banca, que son muy altos con sujetos de crédito de<br />

carácter colectivo.<br />

Resumiendo: entre los fondos no retornables destinados a impulsar la conversión<br />

productiva y los recursos enfocados al financiamiento, puede y debe haber <strong>un</strong>a simbiosis<br />

virtuosa por la que <strong>un</strong>os y otros se refuercen mutuamente; y al contrario no es posible<br />

emprender la transición sin disponer de crédito para la operación normal, ni tampoco<br />

contará el financiamiento con garantías adecuadas mientras las asociaciones cafetaleras<br />

acreditadas no han asumido la conversión.<br />

Esto no significa que ciertas fases del proceso productivo cafetalero no sean<br />

susceptibles de financiamiento, pues están ya ahora en condiciones de soportar crédito.<br />

Capacidad que se irá incrementando en la medida en que progrese la transición a <strong>café</strong><br />

<strong>sustentable</strong>, hasta llegar al momento en que el subsidio resulte innecesario y la cafeticultura<br />

convertida pueda operar exclusivamente con financiamiento convencional.<br />

Naturalmente, ésta prospección depende también de circ<strong>un</strong>stancias distintas a la<br />

conversión productiva hacia la sustentabilidad. Factores tales como la ordenación del<br />

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mercado m<strong>un</strong>dial cafetalero en la tesitura de evitar la sobreoferta extrema y la acumulación<br />

de existencias, la aplicación de políticas públicas orientadas a ordenar la producción y<br />

comercialización de las cosechas nacionales, la creación de fondos reguladores que<br />

compensen las fuertes fluctuaciones de los precios, las campañas para fortalecer en<br />

extensión y calidad el mercado interno, entre otras cosas, son elementos indispensables para<br />

lograr la viabilidad de la cafeticultura. Pero ning<strong>un</strong>a de estas acciones será fructífera si no<br />

se desarrolla paralelamente la revolución productiva de que venimos hablando.<br />

Alg<strong>un</strong>as legítimas reservas<br />

Para terminar, debemos destacar de nueva cuenta, que siendo <strong>un</strong> planteamiento<br />

generalizado, la conversión cafetalera hacia la sustentabilidad presenta diferentes<br />

modalidades, dependiendo de las condiciones productivas y económicas de cada región y<br />

cada organización. Agrupamientos como UCIRI, San Fernando y Majomut, cuyas huertas<br />

ya son en gran medida orgánicas y certificadas, y que se encuentran bien posicionadas<br />

dentro del Mercado Justo; sin rechazar la conveniencia de <strong>un</strong>a conversión a sombra<br />

certificada, tienen menos interés en dicha transición, en la medida que tampoco es<br />

suficientemente claro que el grano generado con este manejo tendría <strong>un</strong> sobreprecio<br />

significativo y <strong>un</strong> mercado seguro.<br />

Sus consideraciones son cont<strong>un</strong>dentes: si pueden vender a precios<br />

comparativamente buenos toda su actual producción y podrían colocar <strong>más</strong> <strong>café</strong> orgánico si<br />

lo cosecharan, seguirán trabajando en la línea de orgánico -pues el Mércado Justo está<br />

estancado- pero no realizarán esfuerzos y gastos inmediatos por diversificar y certificar la<br />

sombra. No, a menos que hubiera señales claras de parte de los compradores de que tal<br />

nicho existe y paga precios atractivos.<br />

Así lo plantea <strong>un</strong> asesor de UCIRI:<br />

Nuestra organización es pionera en la producción campesina de <strong>café</strong> orgánico y las<br />

huertas del istmo de por si son de sombra. Ade<strong>más</strong>, con la conversión ya realizada, hoy<br />

tenemos mejores condiciones para lograr <strong>un</strong>a sombra-<strong>sustentable</strong> que se pudiera<br />

certificar. La preg<strong>un</strong>ta ahora es ¿dónde está el mercado real para esta calidad? Estamos<br />

listos, pero ¿quién lo compra? ¿Cuál sería el sobreprecio sobre el de orgánico para <strong>un</strong><br />

grano con manejo de sombra? Las respuestas están condicionadas por diversos factores,<br />

alg<strong>un</strong>os de carácter global como la posible firma de los acuerdos de Kyoto que favorecería<br />

la demanda de <strong>café</strong> de sombra, pero sin duda de ellas dependerá el que organizaciones<br />

ubicadas ya en nichos como el orgánico y el justo, impulsen <strong>un</strong>a conversión adicional,<br />

relativamente sencilla pero sin duda costosa y laboriosa.<br />

En Oaxaca -como en Chiapas- hay <strong>un</strong>a importante capacidad social instalada para<br />

transitar al <strong>café</strong> de sombra <strong>sustentable</strong>: en la entidad el <strong>café</strong> campesino se cultiva con la<br />

lógica de la huerta indígena, revolucionada y fortalecida por el importante avance del<br />

manejo orgánico, que incluye control de sombra; existe también <strong>un</strong> núcleo importante de<br />

capacitadores, los propios productores transitados o en tránsito a orgánico están<br />

habituados a las conversiones, y hay experiencia en la supervisión y control de calidades<br />

que requieren certificación; finalmente, se dispone de capacidad en la apertura y creación<br />

de mercados. El que ésta capacidad devenga realidad, depende de la existencia verificable<br />

de <strong>un</strong> nicho específico de mercado para el <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong>.<br />

En el otro extremo, agrupamientos como la SSS cafetalera de Huatusco, Veracruz,<br />

que producen mayormente <strong>café</strong> convencional, pero de alta calidad, buen rendimiento y<br />

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econocido por el mercado, tienen <strong>un</strong>a menor motivación para convertirse a <strong>café</strong><br />

<strong>sustentable</strong>, entre otras cosas por que si bien sus huertas emplean sombra ésta es<br />

especializada y están <strong>más</strong> lejos de la diversidad necesaria para ser certificados.<br />

En cambio <strong>un</strong>a organización como la oaxaqueña CEPCO, cuyos socios a<strong>un</strong><br />

producen mayormente <strong>café</strong> convencional y que por el momento sólo vende <strong>un</strong>a parte de su<br />

grano en el Mercado Justo, está fuertemente interesada en impulsar <strong>un</strong>a doble transición:<br />

los que ya son orgánicos a sombra, y los que a<strong>un</strong> son convencionales a orgánico y sombra<br />

de <strong>un</strong> solo golpe. Y lo mismo sucede con la poblana Tosepan Titataniske, cuyas huertas son<br />

de sombra, muy diversificadas y se cultivan prácticamente sin agroquímicos, pero que no<br />

están certificadas como orgánicas ni posicionadas en el Mercado Justo, pues para ellos es<br />

urgente formalizar su condición orgánica a la vez que incorporar otros valores agregados<br />

como la sombra, pues sólo así podrán acceder a nichos de mercado con sobreprecios<br />

significativos.<br />

Sin embargo, j<strong>un</strong>to con el impulso a esta transformación técnica, será necesario<br />

trabajar por la apertura de <strong>un</strong> mercado tangible para el <strong>café</strong> bajo sombra, y <strong>más</strong><br />

específicamente, para el <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong> <strong>mexicano</strong>. Tarea en la que pueden resultar de gran<br />

importancia agencias multinacionales como la CCA, comprometida con los temas<br />

ambientales y cuyas incumbencias van desde las sierras de México, donde están los<br />

cafetales, hasta los climas templados y fríos de EEUU y Canadá, donde se encuentran los<br />

consumidores<br />

Hay pues, importantes diferencias de sensibilidad frente a la posible transición al<br />

<strong>café</strong> de sombra. Diversidad de enfoques y prioridades que, sin embargo, confluye en la<br />

convicción de que tarde o temprano tendrá que generalizarse el <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong>. Y también<br />

en la idea de que si aquí y ahora hubiera <strong>un</strong>a demanda tangible de <strong>café</strong> de sombra, entre las<br />

organizaciones chiapanecas y las oaxaqueñas podrían ofertar <strong>un</strong>a cantidad considerable de<br />

aromático que cubriera con las especificaciones.<br />

Costo/beneficio: del saldo rojo al salario mínimo<br />

Dado que el <strong>café</strong> de sombra, entendido como <strong>café</strong> <strong>sustentable</strong>, no es a<strong>un</strong> <strong>un</strong>a<br />

realidad certificada, en el estudio que sustenta este ensayo nos hemos limitado a verificar<br />

que el grano convencional no es rentable y que sí lo son los nichos del <strong>café</strong> orgánico y<br />

Mercado Justo, particularmente cuando se combinan.<br />

El que la conversión de la huerta tradicional con <strong>un</strong> manejo orgánico pasivo, a la<br />

tecnología orgánica propiamente dicha, es <strong>un</strong>a transición necesaria y conveniente que<br />

conduce a <strong>un</strong> escenario mucho <strong>más</strong> favorable que el actual en términos de costo/beneficio,<br />

se desprende del estudio que sustenta el proyecto titulado Producción de Café Orgánico con<br />

la Sociedad Cooperativa Agropecuaria Regional Tosepan Titataniske, donde también se<br />

establecen los plazos y costos de dicha transformación, financiada con esfuerzos de los<br />

productores y la cooperativa, ade<strong>más</strong> de recursos públicos.<br />

La organización cafetalera poblana tiene 5 800 socios en 6 m<strong>un</strong>icipios, pero su<br />

proyecto de conversión comprende únicamente a 600 huerteros, la mitad de los cuales<br />

inició desde 2001 su capacitación sobre producción e inspección orgánica. Dado que los<br />

cafeticultores de la región disponen de pequeñas plantaciones, de <strong>un</strong>a hectárea en<br />

promedio, el programa se desarrolla sobre 600 has.<br />

El proyecto está calendarizado a tres años e incluye básicamente las acciones<br />

necesarias para obtener la certificación de orgánico, lo que supone adicionalmente <strong>un</strong><br />

19


significativo aumento de los rendimientos. Sin embargo en la medida en que las huertas ya<br />

son de sombra y bastante biodiversas, y considerando que adicionalmente se piensa<br />

establecer en ellas macadamia, mamey, pimienta, cedro rojo, cedro rosado y caoba,<br />

fácilmente podría combinarse la conversión a orgánico con la conversión a sombra<br />

diversificada.<br />

El proyecto tiene <strong>un</strong> costo realmente modesto, que para el primer año es de poco<br />

<strong>más</strong> de tres millones de pesos, de los cuales la organización y los productores aportarían<br />

<strong>un</strong>a tercera parte, y el resto provendría de programas de Alianza para el Campo, de<br />

Sagarpa. Se espera también obtener recursos de otras fuentes -f<strong>un</strong>daciones, ong´s, etc-<br />

sobre todo para talleres.<br />

Las metas del proyecto a los tres años son: la certificación para 200 productores, <strong>un</strong><br />

rendimiento promedio de 20 quintales por hectárea y colocar la mitad de la cosecha<br />

certificada como orgánica en el Mercado Justo, con <strong>un</strong> precio mínimo de 140 dólares el<br />

quintal, y la otra mitad en el mercado de orgánico convencional, con <strong>un</strong> sobreprecio de 30<br />

dólares.<br />

De lograrse estas metas, el precio promedio del <strong>café</strong> comercializado dentro del<br />

proyecto sería de 110 dólares el quintal, lo que es <strong>más</strong> del doble del precio al que vendieron<br />

en el ciclo 2000-2001.<br />

Descontando <strong>un</strong> costo de industrialización, administración y comercialización de 23<br />

dólares por quintal, quedarían 87 dólares para el productor; cantidad casi tres veces mayor a<br />

la que recibió en el ciclo de referencia. Y es que, considerando las transformaciones de<br />

cereza -que es como entrega el huertero- a oro -que es como vende la organización-, el<br />

productor recibiría 3.5 pesos el kilogramo, mientras que en 200-2001 recibió apenas 1.30.<br />

En términos gruesos, las metas técnicas y económicas del proyecto se resumen en<br />

duplicar la inversión, pero incrementando tres veces el rendimiento físico y vendiendo el<br />

<strong>café</strong> orgánico y parcialmente justo a <strong>un</strong> precio tres veces mayor que el actual. Esto significa<br />

que duplicando los costos lograrían multiplicar por nueve el ingreso bruto, lo que arrojaría<br />

<strong>un</strong> ingreso neto por hectárea de <strong>más</strong> de 7 500 pesos, que contrasta dramáticamente con las<br />

pérdidas de <strong>más</strong> de 1 500 pesos por hectárea que tuvo el productor en el ciclo 2000-2001.<br />

Esta comparación de las pérdidas actuales con las sustantivas utilidades obtenidas a<br />

partir de los seis años (cuando todas las matas renovadas estén en producción), no<br />

considera los costos de la transición en cuanto tal, que se estiman en 3 160 000 de pesos en<br />

el primer año, 2 350 000 en el seg<strong>un</strong>do y 2 35 000 en el tercero, es decir menos de 8<br />

millones. Cantidad modesta que se compensa con creces considerando sólo el incremento<br />

del valor de las huertas, cafetales que hoy valen <strong>un</strong>os 50 000 pesos por hectárea y<br />

renovadas valdrán 70 000, es decir <strong>un</strong> valor agregado para las 600 del proyecto de 12<br />

millones, cuatro <strong>más</strong> de lo que cuesta ejecutarlo.<br />

El proyecto soportaría <strong>un</strong>a baja en el precio hasta del 60%, lo que significa que la<br />

participación del Mercado Justo, que representa el 50% del ingreso adicional, es decisiva,<br />

pues con el sólo sobreprecio del orgánico, la rentabilidad sería mínima.<br />

En cambio, el impacto de no cumplir con las metas en rendimientos afecta menos la<br />

rentabilidad, dado que el 50% del costo de producción primaria es la cosecha y al reducirse<br />

los rendimientos previstos también se reducirían los costos. Así, el negocio sería viable a<strong>un</strong><br />

que los rendimientos alcanzados fueran de 10 quintales por hectárea en vez de 20. Sin<br />

embargo, desde la perspectiva del productor esta viabilidad es engañosa, pues si bien con<br />

10 quintales su beneficio/costo se mantiene por encima de <strong>un</strong>o, su ingreso neto disminuye<br />

de <strong>más</strong> de 7 000 pesos a <strong>un</strong>os 3 000. Al campesino le importa <strong>más</strong> la masa de ganancia<br />

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(ingreso neto) que la tasa de ganancia ( costo/beneficio), de modo que si bien el negocio es<br />

poco sensible al comportamiento de los rendimientos técnicos, para el productor es<br />

indispensable incrementar la productividad.<br />

Del costo total de la transición, el 40% lo aportan los socios y la organización y el<br />

resto son recursos fiscales erogados por el gobierno vía Alianza para el Campo. Y de la<br />

aportación de los socios, <strong>más</strong> del 60% son jornales. Si, ade<strong>más</strong>, consideramos que del gasto<br />

total del proyecto la mayor parte corresponde a trabajo, tendremos <strong>un</strong> bajo costo monetario<br />

y <strong>un</strong> subproducto muy relevante del mismo: constituye <strong>un</strong>a fuente adicional de empleo del<br />

orden de los 55 jornales anuales por participante, en los tres años de inversión, de los cuales<br />

el 50% son aportaciones y el otro 50 pagados con recursos públicos.<br />

A esta generación de empleo parcialmente rem<strong>un</strong>erado, asociada con la conversión,<br />

habría que agregar <strong>un</strong>os 200 jornales anuales por productor (alrededor de 100 en<br />

mantenimiento de la huerta y otro tanto en la cosecha), que si bien están contabilizados<br />

como costos de producción, al tratarse de trabajo doméstico significan <strong>un</strong> ingreso familiar<br />

adicional a las ganancias propiamente dichas.<br />

Así, el ingreso neto campesino resultante de la conversión no se reduce a los 7 000<br />

pesos de utilidades, a esto hay que agregar <strong>un</strong>os 8 000 correspondientes a jornales<br />

autorretribuidos, y durante los tres años de la transición, otros 1 120 pesos,<br />

correspondientes a 28 jornales pagados con recursos públicos. En total, el ingreso neto<br />

campesino es del orden de los 16 000 pesos al año, lo que es mucho comparado con las<br />

actuales pérdidas, pero corresponde apenas a <strong>un</strong> salario mínimo.<br />

*Este ensayo sintetiza el análisis y conclusiones del estudio Café de sombra en México,<br />

realizado entre diciembre del 2001 y febrero del 2002 por el Instituto Maya, con la<br />

colaboración del Consejo Civil Mexicano para la Cafeticultura Sustentable y el<br />

financiamiento de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte.<br />

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