Vandenberg - El secreto de los oráculos [pdf] - UHP
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Philip <strong>Van<strong>de</strong>nberg</strong> E l s e c r e t o d e l o s o r á c u l o s<br />
«Periandro, ¡fuiste tú quien introdujiste panes en el horno frío!».<br />
<strong>El</strong> tirano <strong>de</strong> Corinto se dio cuenta en seguida <strong>de</strong>l significado <strong>de</strong> esta frase, pero sólo faltaba una<br />
cosa por saber: ¿Cómo se habían enterado <strong>los</strong> sacerdotes <strong>de</strong> Efira <strong>de</strong> que Periandro había abusado<br />
<strong>de</strong> Melisa cuando ella ya estaba muerta?<br />
A pesar <strong>de</strong> haber cometido semejante pecado. Periandro creía que aún podía arrancarle el <strong>secreto</strong><br />
a la difunta Melisa. Al fin al cabo, había estado casado con ella muchos años, y conocía sus<br />
<strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s: un vestido ablanda la voluntad <strong>de</strong> cualquier mujer, y si se le regala todo un vestuario,<br />
pier<strong>de</strong> la razón. Así también ocurrió con la bella Melisa. a la que Periandro sacrificó montones <strong>de</strong><br />
vestidos, quemándo<strong>los</strong>, y cuando <strong>los</strong> enviados <strong>de</strong>l tirano aparecieron por segunda vez en el oráculo,<br />
ella les reveló su <strong>secreto</strong>.<br />
Desnudarse para un tirano<br />
Queda por <strong>de</strong>scubrir la forma en que el tirano se hizo con la colección <strong>de</strong> vestidos: Periandro<br />
anunció que todas las mujeres <strong>de</strong> Corinto <strong>de</strong>bían acudir un día <strong>de</strong>terminado al Hereo, el templo <strong>de</strong><br />
la diosa Hera, situado en una elevación <strong>de</strong>l terreno cercana a Acrocorinto. Las damas se vistieron <strong>de</strong><br />
fiesta para acudir a la recepción. Pero cuando estuvieron todas reunidas, el tirano las obligó a<br />
<strong>de</strong>snudarse, <strong>de</strong>positar <strong>los</strong> vestidos en un foso y orar a Melisa, la piadosa.<br />
Al menos así lo narra Heródoto. Por <strong>de</strong>sgracia, omite explicarnos cómo las mujeres <strong>de</strong>snudas<br />
volvieron a Corinto, y qué opinaron <strong>de</strong> todo ello sus maridos. Heródoto sólo dice lo siguiente: «En<br />
esto —enteraos bien— consiste la tiranía».<br />
Pue<strong>de</strong> dudarse <strong>de</strong> la veracidad <strong>de</strong> esta historia, pero lo que nos interesa <strong>de</strong> ella es que en tiempos<br />
<strong>de</strong> Periandro, es <strong>de</strong>cir, hacia el siglo vi a. <strong>de</strong> C., el oráculo <strong>de</strong> Efira estaba en funcionamiento. Y la<br />
historia <strong>de</strong> Odiseo, que consultó al oráculo unos doscientos años antes, hace pensar que este lugar<br />
tenía una reputación excelente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía tiempo. Pero ¿<strong>de</strong>s<strong>de</strong> cuándo existía?<br />
Sotiris Dakaris admite la posibilidad <strong>de</strong> que el culto al Ha<strong>de</strong>s sea más antiguo que la misma<br />
Odisea. Es probable que inmigrantes micénicos, proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong>l este <strong>de</strong>l Peloponeso, lo<br />
introdujeran en el Epiro, pues allí estaba muy extendido el culto al reino <strong>de</strong> las sombras. Las<br />
excavaciones y <strong>los</strong> hallazgos arqueológicos parecen <strong>de</strong>mostrar que Efira fue fundada en el siglo<br />
XIV a. <strong>de</strong> C. y que por aquella época llevaba el nombre <strong>de</strong> Xylokastron. Sin embargo, sobre si el<br />
oráculo ya existía entonces, sólo se pue<strong>de</strong>n hacer conjeturas.<br />
Resulta imposible esclarecer el principio <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong> este oráculo, pero<br />
conocemos con precisión las circunstancias que le pusieron fin. Éste comenzó más <strong>de</strong> cien años<br />
antes <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción propiamente dicha, cuando Pirro, rey <strong>de</strong>l Epiro, entabló guerra con <strong>los</strong><br />
romanos en el año 280 a. <strong>de</strong> C. Tras la <strong>de</strong>manda <strong>de</strong> auxilio <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Tarento, pidió consejo al<br />
oráculo <strong>de</strong> Zeus, en Dodona, y el susurrar <strong>de</strong> la encina sagrada le dio la respuesta: no había motivo<br />
para temer nada; podía acudir en auxilio <strong>de</strong> <strong>los</strong> habitantes <strong>de</strong> Tarento. Pirro se puso en marcha con<br />
25 000 hombres y 20 elefantes, y gracias a estos «tanques» logró vencer al cónsul romano Publio<br />
Valerio. En eso consistió la legendaria victoria pírrica. <strong>El</strong> rey <strong>de</strong>l Epiro había ganado la batalla, pero<br />
su ejército quedó tan diezmado que cuentan que observó: «Otra victoria como ésta, y nos habrán<br />
vencido».<br />
Las tropas <strong>de</strong> Pirro se acercaron a unos 60 kilómetros <strong>de</strong> Roma, y <strong>los</strong> romanos necesitaron sig<strong>los</strong><br />
para recuperarse <strong>de</strong>l terror que esta proximidad les causó. La impertinencia <strong>de</strong> <strong>los</strong> epirotas no fue<br />
vengada <strong>de</strong> forma <strong>de</strong>vastadora hasta el consulado <strong>de</strong> Lucio Emilio Paulo. En la tercera guerra<br />
macedonia, el día 22 <strong>de</strong> junio <strong>de</strong> 168 a. <strong>de</strong> C., venció al rey Perseo, y un año <strong>de</strong>spués castigó<br />
duramente el país, <strong>de</strong>struyendo 70 ciuda<strong>de</strong>s, entre ellas Efira y su oráculo. Montones <strong>de</strong> legumbres<br />
y azufre alimentaron el fuego, y documentos y aparatos irreemplazables se fundieron bajo la fuerza<br />
<strong>de</strong>vastadora <strong>de</strong>l fuego. Del oráculo y <strong>de</strong>l acceso al reino <strong>de</strong> las sombras sólo quedaron escombros<br />
que fueron olvidados hasta que, en 1958, las palas <strong>de</strong> <strong>los</strong> arqueólogos <strong>de</strong>volvieran la vida a su<br />
glorioso pasado.<br />
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