Dibuix Ropa 19
20 Buscar y más buscar Uno de los lemas que más me han servido en la vida es: “Buscar y más buscar”. Que significa no estar del todo contento con lo que se tiene, aún estando bien. Implica el sentimiento y la convicción de que se puede llegar a más, a algo mejor. Principio que tiene una validez especial en el mundo de hoy, afligido por tantas dificultades, y para colmo, por la recesión. Ofrezco mi experiencia, que, lógico, es la que más conozco, en confirmación de cuanto afirmo. Se trata de mi caso personal, pero que no es exclusivo. Dispensad que me refiera a mí mismo, pero es lo que no sólo mejor conozco sino también lo que puedo citar sin incurrir en posibles difamaciones o impertinentes reclamaciones. Vivía, de niño, en mi pueblo, el mismo que el tuyo, el que entonces se llamaba y escribía Alcácer. (Me encanta este nombre, entre otras razones, porque lo llevé muchos años como mi apellido y así aparece en varios de mis libros). Era poco después de la Guerra Civil del 36-39. La situación era difícil y para la juventud, casi sin porvenir. Tomé la decisión de internarme en un centro educativo, en un seminario: lo más económico entonces para poder estudiar. No existía la posibilidad de cursar el bachillerato en el pueblo. Profesé en la Orden Capuchina. Estando en ella, antes de terminar la carrera, me enviaron a Bogotá, Colombia. Estudié quizá en su mejor universidad, la Javeriana, donde obtuve dos Licenciatura. Escribí varios libros históricos luego de largas investigaciones en archivos. Colombia vino a ser mi ¡segunda patria! Me trataron muy bien. Pero, el destino, bajo el signo de la obediencia, dispuso que regresara a España como profesor de filosofía. La vida aquí era entonces difícil, triste, casi sin futuro. Aguanté tan solo un año. Cambié de ambiente, tras reiteradas solicitudes. Pasé a Estados Unidos. Cerca de Chicago, a la ciudad de Gary, Indiana, patria de Mikel Jackson, a quien conocí cuando for- (Mis cuatro patrias) maba parte de los “Jackson Five”. Trabajé con los mexicanos y los puertorriqueños. Me adoraban, mal está decirlo, pero es la verdad. Tan feliz estaba allí que casi me caso... (¡!). Pero no era mi destino. Sin embargo, adopté con agradecimiento el país, enorme, extraordinario, admirable, de los Estados Unidos: ¡mi tercera patria! En tiempo libre, convalidé mis estudios de España y Colombia en la prestigiosa Universidad Loyola de Chicago, que, por cierto, me pagó los gastos de los cursos, y obtuve un Master of Arts. Pero tampoco era para mí el desiderátum. Me faltaba algo... Pasé a Puerto Rico, como profesor de la Universidad estatal. Llegué al rango de catedrático de Humanidades. Y, sobre todo, me casé, pero con una valenciana, que ha llenado mi vida. Era lo mejor, pensaba, para un valenciano soltero. He estado enseñando en la misma universidad, más en otras de la Isla, durante treinta y pico de años. Convertí a Puerto Rico en: ¡mi cuarta patria! Investigué, escribí muchos libros, tuve dos hijos, preciosos, valiosos, que estudiaron en las mejores universidades del mundo: Harvard y MIT de Massachusetts (EE.UU), y hoy ocupan altos cargos, uno aquí y otro, allá, que nos ha dado dos preciosas nietecitas... Muchas conclusiones. Escojo dos: primera, nunca, por muy difícil que lo veamos, hemos de desesperar. Cuando se nos cierra una puerta, hay que abrir otra. Hemos de ser positivos, creativos. El valenciano lo es. Pero lo ha de demostrar. Segunda: así como en todas partes me trataron muy bien, hagamos lo mismo con aquellos que se ven necesitados a venir a España para poder sobrevivir o mejorar. “Ancha es Castilla”, se dice, y Valencia no lo es menos. Y más, el corazón de los valencianos. Dr. Vicente Reynal, catedrático universitario (Más detalles en: “Google”)