pdf - Ateneo de Madrid

LAS IDEAS, EL ARTE Y LAS LETRAS
E
• DON CAMILO, ¡
CRISTO Y PEPÓN,
por José María García
Escudero.
• EL DEBER DEL
PATALEO,
!' por Rafael de Val&neia.
• HISTOJUASE-
CRETA DE LA SE-
GUNDA REPÚBLICA,
por Eduardo Comín Golomer»
• EVOCACIÓN DE
JESÚS LEOS,
( por Antonio Fernández-
1
Cid.
• LO QUE NO SE
HA DICHO SOBRE
EL "MUJIK" STA-
LIN.
• LA VERDAD SO-
BRE LA TRAGEDIA f
DE ORADOUR. CRÓ-
NICAS INTERNA-
CIONALES,
por Mariano Dar anas.
• LOS EXILADOS
ESPAÑOLES Y LOS
REYES MAGOS,
por José María Gironena.
• ARTE, MÚSICA,
POESÍA, TEATRO,
CINE.
14 de marzo de 1953

lé * i
Importador y distribuidor general
osea, 2
Marqués del Puerto, is
Rincón
de PEPE
BAR-BODEGA
RESTAURANTE
MAGNIFICAS
HABITACIONES
COX AGUA CO-
RRIENTE-BAÑOS
TERRAZA PARA
VERANO
LO MAS ATRAYENTE,
TÍPICO Y CASTIZO
DE MURCIA
Teléfono 28-56
para España de los
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y - MADRID
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U«tai
MANUEL DAF0U2 GÓMEZ
•/«••Ka • . ¡, . TSJ/onc 271¡ 19 MADRID
LAS IDE&RÁRTEYIAS LETRAS
SUSCK/PCIONFS
Trimestral ,. 29
Semestral 57 *
Anual 113 >
Extranjero; Anual 140 »
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REVISTA DE LOS ATENEOS DE ESPAÑA
D
AÑO II - NÜM. 30 - MADRID, 14 DE MARZO DE 1953
DON CAMILO, CRISTO Y PEPÓN
ICEN que "El délo y la tierra", de Coccíoli, ha tenido ais éxito es Francia
qae en (taba. No «e extraña. Oaa, Arduo es primo hermano de ios
curas de Matuiac o Beraanos. Pertenece a un catolicismo "preocupado", may
diferente de] catolicismo "seguro de sí" italiano y español; el caoMici&Bo oe
Don Canuto. •,
Porttoe bace reír, ta novela de Goareschl, "B pequeño mando de Don Camilo",
ka dado la vuelta al amado. Es de temer qae la película que Daviviaha
tfingido sobre la novela, y mas aún, lo que tras ella pueda venir —otra
serie, como las de Tarzán o el jaez Haivey— trüvialiceo ua tema nada trivial,
perqué ano empieza íiéiwose con este gig^ntt tnso^anúdu, coy^a sam^aes ÜJcen
temblar la bóveda de la iglesia; He macoi coma palas, que reparte beoaiCioneS
ijaaí qae paotap.es y tira tas mesas por alto; pj-o entre l**s ca.cajad^j,
po.o a poco se descubre, tras ese Don cara .fe), la ¿rñjiatzd oe Oaa Oanno y ya
«1 final del libro, un inesperado Don Camilo, Jrave, profundo y, sobre todo,
bueno. Es un libro coa trampa y hay que saberlo leer.
Parece la iusiOiia de Don Camilo-Pepea, y no lo o*. Porque, como ya be
didbo, en un desenlace lógico, Don Camilo acabaría como tantos Don Camilos
de ksp.na: iou

ACE tiempo que me bulle en el cerebro la idea. Me
H burbujea dentro algo así como la intuición de que «el
pataleo», bien entendido, cumple una bienhechora función
social.
Patalear es distinto de patear. Se patea -—usando tan
grosera pero significativa expresión— a un enemigo; se
patea también un fuego incipiente que amenaza extenderse,
o las cuidadas flores de un hermoso jardín. Patalear
es otra cosa. Patalea el niño, a quien su madre negó un
capricho. Patalea también el público, molesto por lo aburrido
del espectáculo o cansado de esperar el comienzo
de la función.
En Suiza y en otros países de la Europa central hay, a
este respecto, una curiosa costumbre. No ya en los espectáculos
públicos, sino incluso en las propias aulas universitarias,
existe un modo tradicional de mostrar el agrado o
rl drw:ontt;i»
!i;i sido ' u íj^í'
• i. i'< .trl.r ar-i ttr-liít1amr.iitr- K«"»ltl ¡SOiUi t'^lqlif' Oi'lll ir fí>!í
rl (inlalcn ai^i* azi iiniKi niii Íil¡iricsjK>iKÍe. De una
jiíiilr, rt los; íitjjritl¡< i víiloiPís, lor- que Hritivímicntc «llfvail
digo drtiho», Irc 3»!ve n que,
mientras garantiza el «derecho al pataleo» de los mejores,
impida por otra parte el abuso de los auténticos «gamberros»,
que no faltan, por desgracia, en toda sociedad.
Pero, con tales garantías, el pataleo viene a ser un deber
de conciencia de todos los ciudadanos conscientes. Y. en
ocasiones, puede cumplir una labor de auténtica desinfección
social.
Permítaseme, para terminar, traer aquí un singular
ejemplo tomado de la prensa diaria, que confirma eioeufíitemente
lo dicho:
«Días pasados - leí entre las noticias del extranjero de
un diario de provincias- , en Dusseldorf (Al£ma.ma Occidental),
se produjo un caso de protesta pública contra una
película llena de inmoralidades, titulada «I.a pecadoras.
El cardenal de Colonia y otros prelados la cmutetiái on explícitamente,
por estimarla altamente painogiaÍKit. La película
en cuestión no fue retirada, en vista tie !o rual hube
una manifestación pacífica de católicos jj&ra protestar. La
Policíd invitó a Jos manifestantes a que se disolvieran, y
su negativa, fueron arrestados tres seglares y dos
El Tribunal de Justicia los absolvió a todos,
dolos en libertad. Lo curioso es que dicho Tribunal
mentó la sentencia absolutoria en qué íes m&íute^
obraron en defensa del propio Estad© eirntra les
dirigidos al mismo por loa xespectáculos inmerateg,
tando U siguiente doeUlna: «Quienes velan por U
lidad, eumpten fimeienes scmejantí'8 a la PeMeí^s
El patateo, m mln caso, reeíbíó uñé g&nekm dé \
l>(og magistfadea del Estado Oeeidecital akmán,
chútente, que, exianáe hay síntoma
«I bien cemán del prepio Esta

POR EDUARDO COAAIIM COLOMER
la Institución Libre de Enseñanza toma posiciones
Laicismo a todo pasto.—El Mensaje de la Corona
de 1910.--Y así hasta 1923.—El partido socialista apoya
a la Institución.—Creación del Instituto-Escuela.—
Conspiraciones en el Ateneo y otras entidades.—Los
estudiantes.—Los catedráticos.—El pago de los servicios.—El
estigma liberal.—La institución de la Dictadura.—Y
la francmasoneríaAin el exterior
I * OMO señala certerarríeate Martín-S. ndiez
*** JuJiá tij, Ja Institución Lih.e de taseñanza
empez'j a desarrugar su piaa -a
d primer tercio del sigio actual. Los descendientes
espirituaits

íal. Vivificóse «i acto por la mañana, dici-éadose
unas palabras por don M.guel Pritno
de Rivera; y aquella misma tarde, ios
doctores Marañan y Jiménez de Asúa. unidos
a la junta del Ateneo y a muchos escritores,
entre ellos Pénz de Ayala, con un
numeroso grupo de estudiantes, de Medicina
y Derecho en su mjyotía, acudieron frente
al monumento, exteriorizando allí, cercados
por guardias de Seguridad, su enemiga contra
la Dictadura (6).
Y a partir de enero de 1927. «n ^^ P u "
dieron constituir 'k F. U. E. por el '.esfuerzo
de Sber; y otros, de dos que cabt- destacar
a Graco Marsá Vanc^Ms, la agitación escolar
tomó carta ¿s naturaleza en toda clase
de ¡organismos docentes, para adquirir su
momento grav;¡ a raíz de da discusión de* ía
teforma universitaria debida *1 ministro y
catedr'tico don Eduardo Caldejo, y, concretamente,
al ar.ículo 5? sobre, estudios r en
Centros docentes que por mas de veinte
añes hubieran acreditado notoriamente su
capacidad científica y pedagógica.
Tomado como pretexto cualquier acto del
Gobierno, tía F. ü. E. pareció a algunos
~r -la Cá.
mará, constituida en sesión púbt'ica extraordinar
: a v una velada &n el Paraninfo de
fe Universidad.
F.L ESTIGMA LIBERAL
Dice don Julián Cortés Cavamlias que
la Monarquía que se restaura en el solar
calcinado de Sagunto lleva en sus entrañas
el estigma precursor de la decadencia V
ese estigma es el liberalismo (y). Desde
diciembre de 1874, hasta cá 14 de abril de
1931, hubo dos monarcas con una rigente
de por medio. Cuarenta y un años bastaron
para derribar una Monarquít de quince
siglos (?), sin que, por consiguiente, hubiera
en ios últimos instantes ms que muy
escasos hombres capac'-s de arrostrarlo todo
por aquello que tan enraizada debía e^tar
en sus concr.ncias; tilo debido acaso a ane,
como el ref'rido escritor menciona, ociosa
sería negar la infiltración que la masonería
ha teñid" durante el reinado de Don Alfonso
XIII.
Muchos, pues, se sometieron a la direc-
ción de las logias- —/estúpidos?, ,-Ínconstientes?,
¿traidores?—, pues, conforme a Jo
escrito por don Jitiián Cor.és,
... la prueba más concluyeme de esta
directriz se ¿alia *n los medios empleados
para hacer caer ía Dictadura, netamente vij.sónicos:
la insidia y ¡a difamación por coa.
dudo de htrtios, como "najas Lior^s" y "El
Murciélago"; el vacío de U prensa de izquierda
a la gran labor del dictador; la
indisciplina un>versitaiia y los wpfntos de
subversión militar; h provocación criminal
de la baja de^ la peseta, en combinación con
¡a Banca judía, y hastx el influjo ctrea del
r&y por parle del duque de Alba, bienquisto
de los alemeniws de izquierda y miembro,
según se asegura, de las logias británicas
(8).
LA INSTITUCIÓN EN
LA DICTADURA
Del poder institudonista en tía provisión
de cátedras había quedado muestra poco
anf-s del ij de septiembre de 1923, aá otorgarse
ai doctor Negtía iLa. sucesión ai eminente
Gómez Ocaña. Un Tribunal formada
para darle ~tl puesto —escribe el Dr. Suñer
(9)—, entre otros, par Recaséus, Hernando
y Márquez, consagró el atropello de
votarle y adjudicar la plaza a quien, en los
ejercicios, pública y notoriamente demostró
que no conocía los "centros del lenguaje"
ni ¡as "defensas del ojo contra la lu¿'.
Estos y otros hechos que üilenacoa de inquietud
a dignos catedráticos impulsaron a
uno, afecto a Ja Universidad éa Madrid, a
visitar al marqués de Estel'la paxa -iatotmaxl

A evolución de la música italia-
L na contemporánea es ejemplar.
Lo es en varios sentidos, que po
dríamos resumir brevemente en dos
notas de especial significación para
la cultura que creó la ópera: el empeño
en encontrar una música fuera
de los tradicionales cánones operísticos
—lo que demuestra implícitamente
la profunda crisis del género—,
tanteando el terreno de los
últimos descubrimientos técnicos, y,
al propio tiempo, el deseo, quizá no
siempre confesado, de hacer un arte
para el hombre, humanizando estos
hallazgos con demasiado olor a
laboratorio.
He aquí el panorama revelador
que fue estudiado con finos matices
y claridad expositiva por el P. Sopeña
en la magistral conferencia dictada
recientemente en el Instituto
Italiano de Cultura. Blanca María
Seoane y Francisco Navarro interpretaron
algunos fragmentos de los
autores comentados: Casella, Malipiero,
Pizzetti, Petrassi, Dalla Piccola...
« * •
En ¡a obra abundante que ha dejado
Jesús García heoz, el compositor
que tan prematuramente nos
ha sido arrebatado, hay toda una
vertiente que apenas ha sido estudiada
por la crítica, siempre atenta,
preferentemente, a la producción , »n (tptHii'smo y
«n el
; su
j« t

N DE JESÚS LEOZ
MUSICALES H
lar sus reacciones tan poco, desconocía
de tal forma esa «coquetería» del compositor,
que se cree un genio, y mientras
descubre sus obras -y espera los
elogios del espectador, que siempre le
parecerán escasos, hace demostraciones
de humJdad; era tan espontáneo,
que no dudaba en afirmar: «Oye esta
melodía; me ha salido preciosa.» «Estoy
encantado: el preludio tiene gran
clase.» nía verás, ya verás, qué instrumentación
he conseguido, es una
delicia.» Y lo decía con enorme, increíble,
naturalidad. Porque podía decirlo.
Porque, luego, al escuchar algo que
le conmoviera de un compositor actual,
de uno de otros tiempos —Vivaldi, Bela
Bartok—, brindaba, espontáneo, su
íntima consecuencia: «¡ Cnanto puede
aprenderse todavía!», o «La verdad es
que, después de oír esa maravilla, dan
ganas de cortarse la coleta. ; Cualquiera
consigue algo parecido!»
Amor, pues, a la música. Y a los músicos.
El vivía las inquietudes profesionales,
y cuanto más encumbrado, mejor
gustaba el cariño de los músicos,
de los instrumentistas de atril, aquellos
con quienes había compartido las
horas ingratas, aquellos que ahora colaboraban
con él, con entusiasmos redoblados,
en el cine, en el teatro, en el
concierto.
Amor también a los artistas. Y asn
obra. Con su estudio, Jesús nos deja
la mejor lección de eclecticismo y de
ambición espiritual. Una magnífica cabeza
del escultor Carlos Arévalo, ua
bello retrato de Juan Antonio Morales;
cuaaro» entre ios que ahondan
los lienzos de singular calidad, firmados
por José Caballero, Pedro Bueno,
Eduardo Vicente, Mozos, Mateos, «

traesta, con o sin nombre, será la Nacional,
poco que voy a presumir. Ya verás,
ya verás. Tendréis que tomarme en
serio como director.»
¡En serio! No hace macho que estrenara
sa retablo navideño, que grabara,
al frente de la orquesta de Radio Nacional,
unos fragmentos de «Barataría».
Entonces —lo recuerdo, puedo reproducir
con todo lujo de detalles la escena.—
eleVaba sus brazos, reclamaba silencio
con un «¡Callaos!» de palpable signo
pamplónica, y anunciaba: «Venga, va.»
«¡Venga, va!» Claro que no es fórmula
que recomienden los tratados internacionales
de dirección; pero luego de ese
infantil, humilde ruego verbal, Jesús dirigía
muy, muy en serio: con autoridad,
nervio, aplomo, calidad.
Como en los cometidos pianísticos.
Hace un par de cursos se enteró de que,
para completar un programa que le dedicábamos
en el Ateneo barcelonés, se
habían seleccionado los dos maravillosos
ciclos de «La bella molinera» y el
«Amor de poeta», de Schtimann. Sin dar
importancia ninguna a su gesto, se brindó
a ser el pianista de la serie, no sólo
de sa propia sesión. ¥ tuvo actuaciones
brillantísimas. Como la más reciente,
en que prestó a Consuelo Rubio, ya en
ese mes de febrero que le arrebató de la
vida, la mejor colaboración desde el teclado
en el estrene de sus canciones.
Y siempre «leit motiv» de su existencia,
de sus actos, la sencillez. El, protagonista
de ese programa que acabo de
citar, no dudó en salir, siete días antes,
a la escena del Ateneo para dar vuelta
L
LA PRIMAVERA
DEL XV EN
BOTTICELL I
A resurrección de la antigüedad clásica ha tendido
un puente de paso del enorme y delicado Medievo
al mundo del Renacimiento, y el humanismo levanta
el pórtico de la Edad Moderna. La vida gira
arrastrada por ese tremendo alud que mueve la aparición
de la imprenta, los descubrimientos geográficos,
el hallazgo de manuscritos grecolatinos, la emigración
de la cultura helenística a Occidente tras
la caída de. Constantinopla, el auge de las Universidades
—Oxford, París, Salamanca—, el poder creciente
de la clase mercantil y burguesa. Con ellos, la constitución
del Estado político moderno, la renovación
artística y literaria, el descubrimiento del Universo y
la Naturaleza, la afirmación de la personalidad humana.
Mientras en el Medievo, y hagamos la excepción de
la «Divina Comedia» y la «Suma Teológica» hubo un
indudable predominio de la arquitectura sobre las tetras,
todo lo que la Edad Media quiso expresar lo
fijó en piedra, decía Víctor Hugo, en el Renacimiento
surge un asombroso manar literario y artístico. Las
¿osas se sacan de quicio y desorbitan; los frailes y
magistrados muestran el códice de las Pandectas con
ta cabeza descubierta y una vela en la mano, y el
8rocens£r es procesado por criticar el latín de los
Evangelios.
La vida, ¡oh nostálgico Manrique!, ha dejado de ser
el callado fugitivo río que desembocaba en el mar
de la muerte —comenta un crítico—, para convertirse
en un rico botín que exalta y haee más hermosa
la vida; es la existencia que, a ratos, a estrofas diríamos
mejor, canta Garcílaso:
«Coged de vuestra alegre primavera
«1 dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.»
La exaltación del paisaje y la Naturaleza retumba
en el mismo poeta:
«Por ti el silencio de la selva umbrosa.
Por ti la esquividad y apartamiento
del solitario monte me agradaba.
Por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba...»
y aun en el lírico misticismo de San Juan de la Cruz:
Amado, las montañas.
Los valles solitarios, nemorosos.
Las ínsulas extrañas.
Los ríos sonorosos.
El subo de ios aires
a las hojas cuyo contenido reproducía
Carmen Diez Martín, pianista en ~eT recital
de Marimí del Pozo.
La sencillez, sí, que para algunos ejercía
las veces de velo a través del Q«e no
sabían captar lo admirable de su facilidad
y dominio de gran músico. Los
profesionales, los hombres de cine, sí: en
los registros, cuando, sin tiempo casi,
habían de cortarse compases, añadir
otros, rectificar algunos, surgía el artista
de cuerpo entero, para quien todos
los problemas de su especialidad estaban
superados.
Leoz, y quizá le perjudicase tal naturalidad,
no se preocupaba de simular la
trascendencia de esta labor. Como no vi-
Vía pendiente de atraer afecios y amistades,
con superficiales gestos de cordialidad.
Adusto, serio, antipático —exageraba
él— en una primera impresión,
ií atándole se desmoronaban toda clase
de reservas. Sucumbíamos a su simpatía,
cultura, bondad, honradez de principios,
espontánea nobleza. Quien llegaba
a conocerle se convertía en amigo.
Como el que frecuentaba su música, había
de sentirse inmediato admirador.
Hoy, ahora, todo le sonreía. Cada estreno
deparaba un nuevo éxito.' Cada
triunfo, una petición. El Liceo reclamaba
sn ópera; la Orquesta Nacional prometía
el ensayo de cuantas obras crease;
la Municipal barcelonesa, de la «Sonatina»;
Zabaleta y Segovia, nuestros
máximos valores internacionales, solicitaban
páginas originales»
Todo, absolutamente todo, quedó cancelado
en unas horas dramáticas, KI
hombre fuerte, sano de cuerpo y alma,
alegre, rebosante de ideas y proyectos,
en plenitud creadora, en la madurez de
su existencia, cuando la vida comenzara
a compensar tantos y tantos desvelos,
se nos derrumbó ante el estupor dolorido
y la infinita angustia de sus amigos.
El domingo de Jesús tuviera un feliz
arranque: la película terminada cuya
prueba es satisfactoria en extremo.
Luego, el fútbol. Allí estábamos, fletes a
nuestro hábito semanal. En el descanso
del partido, a borbotones, hablaba Jesús
de mil cosas: de sus afanes, de sn
infiexlbiüdad y autocrítica futura, de su
desmedida, multiplicada pasión artística,
mayor cada vez» Ya en el Estadio,
inesperada, brutalmente, surgieron los
primeros síntomas. En la misma noche,
el derrame cerebral cobraba su presa.
Un mundo rico en sugestiones y esperanzas
se desvanecía con el amigo
entrañable queridísimo. En los primeros
días sólo quedó margen para rezos y
lágrimas. Luego se impuso una voluntad
firme: reverenciar su memoria, servirle
a través de lo único que de él
nos queda: su ejemplo, su obra. No toda
la que España hubiese recibido del hijo
ilustre. Sí la necesaria para que el
nombre quede incorporado con trazos
indelebles a la relación de los más insignes
artistas contemporáneos de nuestra
patria.
Y hasta aquí llega mi trabajo. Otros
se encargarán de brindar al lector ese
comentario que la música de Jesús Leos
Lejos torneos y caza, hierro y cabalgada, carne de
venado y cerveza en pesada copa de plata. El cortesano
sabe música y aprende a medir un endecasílabo.
«Homo sum et humani rubil a me alienum puto.»
El hombre renacentista se alza orgulloso de su poder
y saber, apoyado en la utilización de cualquier medio
que le lleve a su propio fin, insaciable en el goce y
ebrio de toda forma de belleza.
Por estos años, y en Florencia, allá por la segunda
mitad del XV, apurando el dato, entre 1444 y 1510,
pasa Alessandro di Mariano Filipepi, llamado «el
Botticelü», hijo de curtidor y aprendiz d& joyere¿
En pintura estamos en uno de los momentos mas
espléndidos y brillantes de la Humanidad: el Renacimiento
Sienes y Florentino, con nombres que van
de Duccío y Giotto a Leonardo y Miguel Ángel, éstos
ya son otra historia, pasando por los Lorenzetti, Taddeo
di Bartolo, el dulce y beatífico Fray Angélico, el
infantil Benozzo Gozzoli, Masaccio, Andrea del Castagno,
Fray Fiüppo Lippi, los Pollaiuolo, Piero della
Francescha y Luca Signorelli. Pintura de Siena y Florencia
en un camino de expresión que va desde un
atormentado realismo, casi doloroso, a una lánguida
melancolía.
Discípulo de Lippi y los Pollaiuolo, hay también una
época en que el dibujo de Botticelli está influido por
la maestría de la línea del Verrocchio y su sentido
del paisaje, del aire y la luz.
En su cuadro «La primavera», y si hay una estación
que pueda representar el Renacimiento es ésta
de la primavera, flota ese espíritu humanista de que
antes hablábamos, inspirado aquí por el recuerdo de
Aguólo Poliziano.
reclama. Para quien, como yo, fue su
fraternal cantarada, la evocación de la
persona ha sido fuente de vivo consuelo.
Alimentado con la esperanza de que
lleguen al lector algunos aspectos que
fomenten el recuerdo de un gran arttota
y un gran hombre de España.
ANTONIO FERNANDEZ-CID
Gran ordenador y armonizador de temas, Botticelli
mueve en el lienzo ocho figuras con un angelito disparando
desde lo alto su arco. Venus, la figura central,
sirve de eje a la escena, vestida con una túnica
ligera y un manto cubierto de flores. A su lado, la
danza y gracia de las tres Gracias, cogidas de las
manos, más desnudas aún bajo el vaporoso tejido
transparente, y la indiferencia de Mercurio, Juliano
de Médicis, que vuelve la espalda para coger el fruto
de un naranjo. Al otro extremo, Céfiro persigue la
huid» de una sonriente Flora con la boca desbordante
de rosas, y más acá, la figura de la Primavera,
la auténtica protagonista del cuadro, toca de calma
y florida serenidad toda la composición.
Hay una atmósfera de pura belleza, de equilibrio,
salud y alegría, mientras el fuerte azul del cielo de
Florencia, el cielo marino del XV, brilla entre los
troncos de los naranjos, que cierran como una columnata
el fondo del cuadro.
Cuadro en exceso llevado y traído, muy visto y
dado de sí —todo hay que decirlo—, resulta hoy lastrado
y pospuesto por tanta oleada de turista con
guía, cámara fotográfica y Baedeker, pasmados en la
Academia ante su anécdota, mientras una nube de
postales de felicitación, cromos y charras reproducciones
reparte por el mundo la tonta admiración.
Pese a todo, y ahora que la primavera está en
puertas, algo más fuerte tira de nosotros, por encima
del prejuicio y lo muy tocado, hacia aquella pasión
por la línea y trémolo del color, su luminosidad del
«quatrocento», su optimista humanismo y armoniosa
belleza.
JOSÉ MARÍA JOVE

N i! Emptre, de París, ha sido estrenada
E icc'n'nsenientt, con gran vx'ito de crítica
y 4c público, !:i óp(ra de G cor ge G'ersblí'iu
"Porgy and Bess". Sesenta y cinco in-
Itrpretís negros, dirigidos por Alexandtr
Smallem, han hecho revivir sobre la e-.cena,
por primera vo- los cantos su
persticiosoí de ¡a muchedumbre negra.
Georgv Gershwin, autor de melodías la 1 '
conocidas como "Do it again", "Swanec",
"The man ¡ ¡ove", "Rbapsody in Blue" y
de la suite sinfónica dulf.ih.i
¡atirt/io y moniitimo, y el critico coníi i.ib.i
t/uc ''! h ibía abatidoiudo ¡a .sala antes de
concluir tol.ilnt" ntc l.i rc'í'res,v!t.icii''n. Hoy.
"¡'niyí jn,l /ÍÍ'I.I", ohia en la que Gt-rsbwm
ti nía pite 1.1 un,1 "uimens.i con lianza", piopfiuttiin
di.niata^h- a l{"bt$ ihent. ¿mpn'tano
del t : .mjrtrc, e/e P.HSÍ, Ja JIO disprc-
1 /.i/tic 1 .tnlidad di 1.500,000 francos.
iosr. oioi/. un SOLOKZANO

' "Yfnbas Cristo del Refirió. A la «Wecha:
'. 'Qsfqfllo, y un rraqmcr.lo dei Lsv.ilor¡o Mhajo: El Se pul-
¿I&P^V t*® 1 -' 1 ' 0 Y CPIHO de >.~i Pracioiisin-,? Sangre
Noble Üerro peninsular, Murcia se engo!an¡
durante ia Semana Sania coi el fervor religioso
sus hablantes, que saben guardar silencio con |
corazón oprimido anre el Cristo de! Refugio'
noche del Jue/es Santo, y rriunfar de gozo en
brillante mañana de! Sábado de Gloria.
Los pasos que llevon por la ciudad bellísimas •
imagenss a lo largo y a lo ancho de slehs proíun-|V°
Pas

•dos días, marcenen el a'fo prestigio del arfe y la
don con nombres como si de! gen>a¡ Sa'züio
de! lover escjííor González Moreno.
Esfas imágenes son ío expresión mas viva y
onda ae un arfe puesto o! servicio de la te.
La Semana Sorra murciana $ó*o puede glosaría,
con e' silencio profundo del recoerdo aquel que
yo la haya presenciado.~XX
j •-i~WáSS3£FB : JWJ5WSS?^Se p 5.-JJKI
*ases 'det Viernes Santo, de SalziMo. A la derecha, San Juan
Abajo; Un fragmento de la Oración

.¡i J N .¡ii lectuíU di* la pt^nss, esp&
fioia que h&ya psuapottado a St«UÍ»
HÍ otro muiido tratándolo de vulgar
(:i$ de presidio, p«es recordar por
necrología que tal dictador ha
fSp un 'gángster* y un atracador,
Í 1 qii« «mandó a^osmar vilmente a
.• "H Tmiaky*, no S#Í lo que ÍJOIIVÍPRÍÍ
u 'i. curva vital de tm hombre 4&
*.•»!*> que díttnifié i» ©seeiM* eontemjjti
lUfea.
Felones y crimínalas haho y hay
Ott la néí»soft de loa grande paremia-
;• • d(&d& Alejandro a Bonaparte,
¡«i-- ntio por l$nrí. ¿yaiíj prupío, OpmEír l t f.ifi'.t' ». A* _CO**
f ira hegemonías
íia-n logrado alear
Ei fenómeno de »ÍÍOÍÍH, vuio
¡íiifjufft siendo muy nwn, y
M&dm Jos treinta año» m>
tuvo coaei^íWíia d&l país en flondt»
evoníisaímerito lísbi» naoúio y cuy»
Íiid*sjicmtonma iba $ forjar; oí pftrnaeíó ess ¿Jubt*. »i«
pudro osp»ñoi¡ e! rntñ^U% Ár paranoico.
ytJMsinw con (IÜS-]'";H iian escrito íío
Í4 quo «ra un barocnUu, s»* «Ividan
í!f- fjti** F.'Hptj 11 y Ciílbtsct lo ítiorua
ÍHtiihü'n. K-í íutiuíiab!'! que habió»*
doüo rtp'i Inrait» dnl pod»r» iítalia
»oiuprobrí&
CRÓNICAS DE POIA
ÍNTERNACIOL
, ft
Por MARIANO DARANA
N alguna escena de Shakespea
Edama un personaje, dando a
der que, contra todas tas aparieocl
lia sido ni resuelta ai enterrada 1
posición dramática: "El asunto
hervido todavía." Me acuerdo del
rioso poeta de Stradford al leer, ei
tts tbit autorizadas
como los diarios "Le
Monde" y "Le Fi$faro",
de Parte, el p¡oceso
contra los Tertiajos
de Oradour Sur
Ceane, Allí, en p.eno
siglo XXj exacta^
mente un 10 de julio,
ocurrió, hace
nueve EÓOS, una hecatombe, cuyoi
-nidrio dejarla memoria perduras
toda la redDiidez del glofao si n
ra porque antes de la matanza di
dour acaecieron, a meses de distan
carníceúa de Katyn y otras moi
des, en la* cuales la guerra civil
paña recama referencia de hom
mas de usa nómina innumerable
queleios y más de una givseía mí
li Clandestina. ¡
ti 1U QK julio de 1944, pues, |
cera compañía del regimiento Daí
fe, pci.eUwCieüit: a .a p.inura llj
S. 5., reunió a los vecioüs de 1
tiea tomo quien, a ia hora del CJEJ
lo, aparca a las reses de un rebí
juntaimo a ios hombres con iOj hu
a laü mujerts cu» las mujeres )•
n¡fíos cun «o* niños, les atojaroD
íjíesia. Cuando aquellos setsceií
tamos infehets íueion encerrad»
emetialladoras, las bombas de ros
los tan/allaoias entraron en aceito,
tíour fue inceiidtatlj, volado, reveí'
r.iiio, aunque pocos, muy pocos n
adultos (es un dato para el sumatíl
xuvic.iii ..Jli, y ti Ci.ji»o d. la p^i
casi totto éi formado por madres,!
$&¿ y nitnores de edad borrados m
pd ue la gtOgr,aiiá Itum^ua, salvo|
na nudia doct-iia tie supcivivienitil
lo visto, la inicnc.ón de loi lar
tlcsaunadiw justicieros «o iba mis
ni mas acá, del objetivo que aislindicar.
La p.utba ei que ttsiijt
los contornos qu« a tu sazóa pasabjf
ti lugar ítirro-n obligados a rdlrencapando
a la muerte, por volunl*
prisa de los asesinos. Ei blanco X
lapoilLa a Oradour, eu cuanto s Jt
fia y cü cuanto a biología, a tOút
di^tii, y S6I(> a Ür..ílour. ¿l'or quíl
isi p.ejjuam ni> (u-nat a dis*'
sino a explicar, a leícrir la Id
¿For que sóio las pcisoaas empé
tías t-n dcleimUitdo buigof ;l'«f
no los cirtu(is:anlt-3 qut- rrsii.iM¡
nu-lios mas aliar Ha hetho malí
Ijuiuil df Burdtos, i>i p^aJÍViituralí
rk\ que 1» verdad respSmi£leH M
l
O tttttiü.

fusilando a rehenes, por Cada ana da
las bajas, que. disfrazada a veces y a
v.c.s vt.3i.dd de paUi&t.smo, »e mfl
gn ":'-» psicosis oe f ce. on. Eii b lde,
si, se lamentaba el jerarca de Vicby
tic QU_ ¿ m^diOs de la ,e, stencia fu«roú
O sensibles a Moscú, o sensibles a un De
Ga tille, que exclamaba desde Londres por
Ikji mitíounus de ¡a ti. ti. C: "li íaui luer
ÍES ailrm nis; > s síh.l la pour ca." Na
matarles en guerra, ni siquiera en guerrilla,
bu$:ando una utilidad militar,
sino invisiblemente e individualmente,
buscando la impunidad, y a sate endas de
que por cada ocupante muerto, caerían
a. ola Siguiente unos cuana>« fraseeses
b-jo rl pomo de los peotozes
de ejecución. Ahora bien; investido por
u n voto expreso del Parlamento era el
mariscal Pétain quien asumía la autorírta
constitucional y De Caulle no francés
emigrado que jurídicamente no tenia
(Huios para mandar ni representados
y tanto más odioso cuanto más método y
frialdad revistió e 1 cumplimiento de Ú
orden, de lodo un padión municipal,
Ptro ¿a IV República ba pretendido itíentificar
a los asesinos con el pueblo germano
y exíiaer de ia peivtrsa represión
un máximo de provecho político, desglosando
tai día y iip^raiosamcote él sumario
de Oradoor dé una Clónica de guerra
en que ías más negras culpas y los más,
rojos crimene$ se énU-elazaa y enmaraban,
sacando a la íuz publica, asi en el
campo de los vencidos como en el campo
de to$ vencedores, rostros patibularios
cuyas almas hendí ondas descienden
en línea recta de la conciencia de Caín.
La primera anomalía dé ia requi&iiolia
consisto en juzgar no a Kaibn, autor
de la repres-ónt (un capitán de los S. S-,
según p*.rece, al que se supone muerto
¡1 rinaí de 1 s hrijtiüd^ries), o a u.i inmediato
inferior,, el teniente Baith, sino
a las clases y so. dado» que le obedec.e-
ceso en 1944, no se baya
yuto ha¿üa tt tic ente mes
de ftbru-u. Oua todavía q^c
no s¿ liuüifcra insistido OfOfiun«mcnie,
ádtiáo a ia» d.iig^nciaá
máxima publicidad,
ea >a dciuanua ^e cxtratiic
ón Centra el general
Lammeralng, pues aunque él
comaivdaate del Regíin-ieatO
Dar Führer no estuvíeía ea
O-, adíur y no naya sido acusado
tíe ínieivcüciQii tiirtcta
en la in.c.ativa de la rcpíesióil,
habría sido preíeiit>.e
r^co-oc^r en un supcriji'
¡a cu.pa aei subora nado
qué pe.£o.iificat- aquélla
tu el dcaiaCümtntt) quv por
d.scíp^na, inclusa p$f propio
ins'.nío de ¿cnséivacó i,
tuvo que obedecer a su capttan.
Anomalía, y cruda.
rdad sobre la tragedia de Oradour
para pedir obediencia. La sarracina espeluznante
de Oradour tai amó ante tod«
a quienes ía perpetraron (¿por tjué el suph^iC
de tanta,, mujeres, por que el sacrificio
de los niños? ¿Por qué ;a ho-renda
profanación de la iglesia?) e infamó tamfcéu
a quienes, sabiendo, y d ciendo, y
propalando que la mentalidad nazi seria
capaz de cometer las más atroces aberraciones,
no vacilaron ea provocar la
¿abia del peirú, creando conscientemente
a lo iaigo de meses, e inc u.,o an.'S, ei
clima mrboso y pasional que hizo posible
aquélla. Fueron los resistentes los
primeros en inmolar vidas de mujeres y
párvulos franceses, culpables sólo de qué
el esposo o el padre no sirviera al
ausente De Gauile {períecto Juan Particular
entonces-) y si a un jefe de felado
¿uridicamente, parlamentariamente
«Agido por I** Instituciones |
n as. V«:J*I?cacia: WBVCS -«ntefc de jDrajdftur,
en Voiron, alumnos de la escuela
Üe c«jtacitaci6n agropecuaria se introdujeron
con abuso de confian** en casa *s
M» coovecvfto tildado de c&laboractooisia,
acEptoron urat topas ue éi, se f.n-
Sieroíi correligionarios stiyos, le asesinaron,
«sainaron a su esposa, a mí madre*
(jctogcnaiia paralítica; a la siivíenía y,
como recoedarafl ti bajar la escalena que
aun quedaba alguien indemne «a «giivl
Jiojar, «nrrsron en ia plairta baja y voa
b-»sx'i*¡ los Se*»t» at st.pt*-.v.mote;
un rvtibn aatíún qac dorinilabs tn $a
t» cftinpasa dt í«h las-|»A*flníw,

ESTA es una carta apócrifa, escrita desde Madrid. Pero no puedo resistirme a
*-* una presión amistosa ni a la nostalgia. Me gusta, además, escribir de las
provircas y de su vida, porque en ella se encierra la esperanza. El grave peligro de
nuestra cultura, que se planificó hace cien años sobre modelos franceses, es la
macrocefalia, y a ella tiende inevitablemente cuando el raquitismo invade sus ramas
más alejadas y todas las fuerzas pugnan por concentrarse en la capital.
Veo en muchos de mis amigos de Granada, si leen estas líneas, la mueca de una
sonrisa irónica o un ligero reproche, con letra de proverbio antiguo: una cosa es
predicar, y otra, dar trigo. Pero lo que importa, amigos, es que se predique la verdad
y el trigo sea limpio y dorado.
La faz de Granada cambia poco con los años. Es una de las ciudades españolas
más cristalizadas, aunque allí no lo crean, en sus viejos moldes. Son gente de personalidad,
que no mudan al cambio de los vientos. No se puede decir tampoco que
en España haya corrido mucho aire en estos meses, pero Granada apenas si
registra las brisas levantadas en otras latitudes. Allí se está, como en toda Andalucía,
un poco de vuelta: tal vez, demasiado. El granadino tiene con frecuencia ese gesto,
desganado y melancólico de quien no lo espera todo de este mundo. Pero a veces
a uno se le ocurre pensar que tampoco saben bien si esperan algo de otra parte.
Decir en Granada vida cultural es lo mismo que decir vida universitaria. Allí
de ordinario, ni se imprimen libros, fuera de los universitarios, ni hay entidades
o circuios autónomos: cuando surge alguno está alentado o dirigido por gente de
las Facultades. La Universidad, además, está muy arraigada en la ciudad: mucho
profesor nativo y varias dinastías de catedráticos que se suceden en unas u otras
Facultades. La mayor parte de las conferencias son en la Universidad, y apenas
si asiste gente de fuera. Hasta la música, salvo en el Corpus, si va ía orquesta
o hay ópera, está organizada por un servicio universitario, constituido prácticamente
en club de conciertos.
Pero la ciudad vive de espaldas a esta vida cultural: de cara a la Vega y a la
agricultura, porque industria hay poca, y la mayor parte de las azucareras emigraron
para el Norte.
Como en toda Andalucía, el más grave problema es el social. Pocos obreros
especializados, jornales bajos, una artesanía folklórica y escasa. Hay otro problema
universal, el de la vivienda. Se preocupan de él la iglesia y los representantes del
poder civil con indudable eficacia. Pero a quien ha vivido años en un barrio como
el Albayzin, es difícil quitarle de la cabeza la idea de que primero había que hacer
habitables, como fuera, las casas en que vive gente. El Ayuntamiento, siempre con
un catedrático al frente, se preocupa del problema. Pero la ciudad —su burguesía—
lo desconoce. Tal vez porque vive de espaldas al Albayzin y a sus suburbios.
Después de la conquista hasta hoy, la ciudad se ha- extendido por el camino
fácil: robando terreno a la Vega. Las dos viejas colinas moras, Aihambra y Albayzin,
se han quedado atrás, como olvidadas, convertidas en paisaje para e! turista
y en recuerdo para los granadinos.
Cuando uno va a Granada a pasar un par de días o tres, no deja nanea de
visitar la Aihambra; si vive allí, toma con ella la familiaridad de lo cotidiano,
y no se ocupa de' bosque ni de los monumentos. Es humano y explicable, pero es así.
Dentro de nada la Semana Santa con sus procesiones que, sin ser antiguas
—la gran fiesta religiosa y civil, por disposición de los Reyes Católicos es el Corpus—,
tiene cada año más solera.
Granada, en una palabra, es impenetrable y cautivadora. Quien la conoce, la
ama y no podra nunca desprenderse, por lejos que se halle, del dulce peso de su recuerdo.
Antonio FONTAN
CÁDIZ
Epidemia de griego
E decía un amigo que en Cádiz se ha
M desarrollado una epidemia de griego.
En efecto, en muchos sectores no sólo de
«intelectuales de oficio», sino de «aficionados
a la intelectualidad», se buscan libros
de temas clásicohelenísticos con una fruición
e interés poco comunes. Quizá por eso
cuando José María Pemán se dispuso a leer
su «Edipo» en uno de los actos del vasto
programa del Ateneo, tuvo que llevar la
cosa en un semisecreto, rayano en lo misterioso,
para evitar una concurrencia que
se prometía arroUadora. A pesar de ello,
y aunque sólo se habían cursado las invitaciones
mínimas, el salón se llenó por completo
y el público hubo de permanecer aglomerado
en las puertas. Ni la precaución
del silencio en la prensa sirvió de freno.
Este «Edipo» occidentalizado de Pemán;;
magistralmente logrado para la comprensión
de este Occidente inquieto, ba abierto
de nuevo las esclusas para el torrente de
conferencias y lecturas que el Ateneo va
a desenvolver. Antes de Semana Santa se
celebrarán, cuando menos, tres actos. Después,
el catedrático de Salamanca Padre
Iriarte reanudará el curso que ya no se
interrumpirá hasta... Probablemente en
pleno verano, compitiendo con todos los
centros que tienen organizados ciclos cultu-
rales, el Ateneo conseguirá la superación
de que ya dio pruebas en el pasado año.
LIBROS Y PAPELES DEL MAR
En otro orden de ideas, no puede dejar
de citarse, por su categoría nacional en el
ámbito histórico, la exposición de libros y
documentos antiguos dei mar que se está
celebrando en el Casino gaditano.
Sin perjuicio del mérito indiscutible que
multitud de libros e impresos de los expuestos
poseen en orden a la curiosidad
científica, como el ejemplar de Abalachi
fechado en 1489, lo que da tono de excepción
a este certamen es la multitud de
papeles privados que, procedentes de colecciones
particulares, se exponen en sus
vitrinas. Causa asombro y gozo ver la cantidad
de manuscritos, definidores de noticias
inéditas o aclaradores de dudas históricas,
que han salido de los archivos privados.
El marqués de Arellano, por ejemplo,
heredero de ilustres marinos, ofrece
una interesantísima serie de cartas, oficios
y comunicaciones capaces de hacer las delicias
de eruditos e investigadores.
Documentos dignos de cita son: una carta
de don Juan de Austria, un borrador de
Felipe II. cartas autógrafas de Decrés y
Villeneuve, partes de Churruca, pasaportes
firmados por Washington y Rívadavia, una
orden de Fihberto de Saboya, etc., etc., y*
que, con esta tónica, puedan hallarse hasta
más de cuatrocientas piezas de valor innegable.
Y así ha empezado Cádiz su aportación
a la cultura en este 1953.
DONATO
Vista panorámica de Cádiz

Nuevo Archivo-Biblioteca
de la región
NTRE las figuras intelectuales que en
E Galicia tuvieron más acusado relieve
a finales del pasado siglo hay que señalar
la de Manuel Murguía. En los primeros
días de febrero se cumplieron treinta años
del fallecimiento del gran escritor. La fecha
conmemorativa sirvió de pretexto para que
algunas ilustres plumas recordasen la labor
cultural y la personalidad del maestro. El
catedrático señor Pedret Casado evocó ai
Precursor, situándolo en el ámbito universitario
de Compostela y transcribiendo las
opiniones que sobre su obra emitieron
Menéndez Pelayo y otros investigadores españoles.
Los colaboradores del Instituto Padre
Sarmiento, de Estudios Gallegos, han celebrado
en Santiago una de sus periódicas
conversaciones culturales. Durante la reunión
fue leída una extensa monografía
de Otero Pedrayo, sobre «La Encomienda
de Beade de la Orden de Malta». A continuación,
el profesor don Casimiro Torres
resumió la" tesis de Ramos Loscertales sobre
)a patria y la doctrina de Prisciliano.
También en la misma ciudad tuvo lugar
la quinta reunión científica de la Sociedad
de Pediatría de Galicia. En la Facultad de
Medicina dijo una interesante lección inaugural
el profesor Suárez. Después se leyeron
y discutieron importantes comunica-
ciones científicas, con la intervención de
diversos especialistas de la región.
Dos notas que merecen ser señaladas
son: la organización de un curso de conferencias
en Pontevedra, en las que se estudiarán
temas relativos al Derecha^ su
aplicación en Galicia, y la iniciación de las
obras del nuevo edificio para Archivo-
Biblioteca de Galicia, que se alzará en Ja
ciudad herculina, en las proximidades del
Jardín de San Carlos.
La actividad bibliográfica del mes ha
sido escasa. Con el título de «Escolma de
Poesía Gallega» se publicó un cuidado volumen,
en el que se recogen las muestras
más características de la lírica medieval
galaico-portnguesa. La antología, con notas
críticobiográficas y un glosario de voces,
fue ordenada por José María Alvarez Blázquez,
y la precede un prologo del filólogo
portugués doctor Rodrigues Lapa. Aparte
de este libro, sólo cabe citar la aparición
del estudio de José Ramón y Fernández-
Oxea, «Escudos de Orense», y el opúsculo
del catedrático señor Vázquez Martínez,
titulado «Galicia y la siega en Castilla».
El acontecimiento musical más destacado
fue el concierto de la Coral Polifónica de
Pontevedra.
El movimiento artístico ha sido bastante
intenso en las diversas salas gallegas de
exposiciones. En Vigo expuso el acuarelista
González Pastoriza. En La Coruña,
Javier F. Martínez. En Orense colgaron
sus cuadros Yela de Cangas y Benigno
Várela. En Santiago, Fernández Sánchez
y Abelardo Bustamante. En Pontevedra,
García Mourón.
Por lo que tiene de relación con el tema,
debe registrarse la bella coníerencia que
dijo en Marín, sobre «Los oficios artísticos
de Galicia», ¿1 profesor Filgueira Valverde.
MIGUEL DE REINANTE
MENORCA
Orfila, decano de Medicina
y barítono
Hospital Real, de Santiago de Compórtela
decanato de la Facultad de Medicina de
París. Llamo al doctor Orfila sabio artista
porque así como el cuadro que le representa
posee un doble valor, también el famoso
mahonés brilló en dos varias facetas: dentro
de la Medicina, revolucionando el estudio
de la Toxicología, y dentro del arte,
con su prodigiosa voz de barítono, una de
las más notables de su tiempo. El médico,
sin embargo, retuvo en un discreto segundo
plano al cantante. O fue tan sólo su auxiliar
en determinados momentos de su vida.
Para ganarse el pan de cada día cantó por
las calles de París cuando la guerra napoleónica
privó al estudiante de la pensión
de 6.000 reales que le concediera la Junta
de Comercio de Barcelona para ampliar sus
E N la Galería de Menorquines Ilustres,
que conserva y mima el Ayuntamiento
de Manon, figura un cuadro valioso en dos
aspectos distintos: en el artístico, por ser
obra del gran pintor Antonio de Esqnivel;
como retrato, por representar al sabio artista
doctor Orfila, español que alcanzó el Orfila
conocimientos en la capital francesa. Para
ganarse la voluntad del gran mundo en los
brillantes salones parisienses cuando su
pretigio en Medicina Legal y su simpatía
le habían ya facilitado su acceso. Ni los
aplausos ni una oferta en firme del Teatro
de la Opera consiguieron desviar la vocación
de Orfila.
Tenaz debió ser desde muy joven. Descendiente
de una familia de armadores,
marino su padre, nacido en un ambiente
marinero, varios viajes a Egipto —en uno
de Jos cuales fue el joven Orfila protagonista
de una desconcertante aventura de
piratas— pudieron decidir la afición. Pero
Mateo Orfila no quiere ser marino, sino
médico.

París, la meta ansiada del joven Oríila,
la ha de ganar también a pulso de tenacidad.
La guerra le priva del importe de la
beca y le proporciona las consiguientes
amarguras a quien vive en país enemigo.
No íe faltaron las molestias de la Policía,
como tuvo antes en Valencia las de una
comprensiva Inquisición. Sus condiciones
e xeepcionales —con el cantante compite
el orador— y, a lo último, el auxilio de
un pariente residente en Marsella, le abren
camino y en I8JI se doctor», casi al mismo
tiempo que el conocimiento de Foncroy
pasa de los libros ul personal y entablo
amistad con este y con Vauqucli».
Tenacidad o terquedad lia de llamarse la
que le coloca en el pináculo do lá fama.
En, un curso libre de f>n¡niica que txjilica
anuncia las reacciones c;i|»aa l^t-nUiU**. \'.\ d«rtschft itn IÚ
ásTKiíhn. Síi GrábHr%'>, stu actividad durante la uliímci Uiíiporada ¡ui nido r, dot ¡;nipi) *Gii;id.,l.¡uiv¡r»(
ofreció otro recital piniliui> t'ji «Jeito se,-u •junte.
fin Burgos, ndeini» de U cRd.iHa 'le E
lus y M1¿"> '.• li- M-, ofreció una
Cí'íif -.T' ii' 1.1- .'• i ¡rio ijolire il tema
«Can mili'-- '! 1 ííiif^oi ini;rii.;val, iiulorii
d.-ieii¡í'oclii>*. 1.as ilustracioue.-i musí-
•cit^s l.¡n|io rlr; Fiii'bi-ii flii'i una c.niifi-ri-iii'i.í
«obre «líl |>anorain^i 'I i

A conclusión qu« s© desprende del
trato aya exilados españoles «a
Francia, en Méjico, en Inglaterra
a eft cualquier paite es de que su cima
continúa perteneciendo ajo nñiiorme del Ejército de las Naciones
Unidas...
Como ejemplo ilustrativo de esta afirmación
daré e} di ira matrimonio joren,
criundo de Teruel, que traié coa
asiduidad y que Hamo: «manes» -a los
jendarmea franceses. Se conocieron en
'1
r*
LOS EXILADOS ESPAÑOLES
Y LOS REYES MAGOS
el campa de concentración. Se casaron
en Toulouse en 1942^ y tuvieron un niño
y unce niña. Después de rondar DM
Alemania, cuando ésta, durante la enterra,
aoHcitó mono de obro, se instalaron
ea París, donde reskt-n actualmente,
llevando vida normal, ni vencedores
ni derrotados.
Yo le® conocí en 1949, y en el acto
sentí con «sja f-smüxa un gran afecto.
Habías conseguido un piso modesto
cerca de Beaumur-Sebastopol. El hombre
era: aÜrañil, y siempre llevaba un
poco de cal **n las pestañas; elja se
pasaba la vida cantando jota» con voz
horrible. Todo en su vida era soberbio,
fanatizado v, en consecuencia, paradójico
e SrreaL Estaban ealermos y
despreciaban a los médicos, Detsstaban
el paisaje de LUle de France, y
ss hobíiü comprad? un tándem Ea
el comedor, frente a un espléndido retrato
de Azaña, czlgaba un luminosa
efigie de la 'Virgen del Pilar. Bajitos
Tjde andar lento, ta& pronto hablaban
de inmensidades: del cielo de España,
de Rusia, de la nevada que cayó cuando
yx balaBa ás Teruel, como discutían
durante horas burdas nimiedades-
Al influjo del tsmp&ram^irto contradicterio
de los padres, de las vclxdcs
nocturnas con. otros exilados, de la ingenua
locara de aquel piso, el niño y
la niña habían; crecido esa u&a lux
quimérica •t-a las ojos. Se r.sí:tn de coofinu?
y decían cosas sorprendentes.
Particularmente de España tenían una
idea alucinante, fantasmal. España era
para ellos —nocidos «-a Toulouse— una
tierra lejana ea que ©a vez de tóndsnss
se utilizaban citas. Una tierra
bendita la de sus padres, extr¿mo, que al pasar
frente a 1¿¡ iglesia de la Pompe *e
pusieron a cantar con entusiasmos
los tres Beyes
áe Teruel
traen fnotxeies,
juguetes y miel.
Yo me uní ai coro y seguimos adelante.
Hssta que de prooio, «a el cruce
de Passy, tras una ventana, asomaran
tras rostros de tres Beyes; uno blanco,
otro rubia y otro &earo, éste coa
unce f^buo&a corona en la cabeza.
VÜéadoles, los niñes, asustados, echaron
'?• correr. £1 padre me dijo:
—Son exilados amigas aufi£t;os. ¡Menuda
juerga! —lusga añadió^-: El blanco
era de la XL- G. T.Í ©1 rubio, tanv
EX negro, á^ k F, A. I.
ce fe! Tcdos jugaban a
mefjmorfosearjsfr coa España. p El de la
F. A. L habia trocado el pañuelo rojo
por una coroaa real, borbónica; «1 rey
blanco exhibía un mantón de Manila
en sus hambres; el rubio gritaba: *t Viva
ArrgónJ»; los niñes, con sus faroles,
daban a París un aire verbenero.
Lásüma que, al día s guíente, enü«
los juguetes llegados mág'cam-nte figurara
el «yo-yo». Porque este pronombre
psffsonal —así se l> dije a na
amigas— era lo único «me jamás debí:5.
d¡3 habar importado de España
para sus hijos. Era el pronombre cuípable,
en la raza, de muchas cosas.
Entre oUros, de la locura de su piso y
de su exilio.
JOSÉ MASÍA GIRONELLA

LOTERÍA DE
LAS ARTES Y
LAS LETRAS
*~¿L premio mayor de da quincena ha
correspondido a José Antonio Giménez
Arn'u, galardonado con ül L:pe
d;! Vega por su obra Murió hace quince
años. A c te premio Sv' hablan presentado
doscientas set'nta y cinco obras, y
han s-ldo destacadas, además tk' ia premiada,
jai' siguien.-es: Nuestro amor termina
el día 3O, de Fálix Ros; El puente
de mmdo, de José Carlos Luna; El hogar
invadido, ¿;< Julio Trenas, y Tulia,
de Joaquín Dicenta. La obra premiada,
dotada con 25.000 pesetas, será estrenada
lín breve en el teatro Español, < iendo
ésta Oa primera que se harí- bato la
nueva dirección de Modesto Higueras.
E
N los Juqgas Florales celebrados en
Alicante, ha 1 ido concedida, ia Flor
Natural xl poeta Adriano dtil Valilc. Actuó
de mantenedor don José María Fv¡-
£ L plazo de admisión de trabajos para
•t-j Premio de 'ia Raza sobral ai tema
"La pintura de tías Repúblicas hispanoamericanas
ha sido ampliado ha.ta. el
próximo día 1 de julio.
Lj AN sido convocados los pernios
** Virgen dd. Carmjn. Se concederán
'los siguientes: 25.000 p.i etas a una peiícuia
de propaganda marítima; 25.000,
20.000, 15.000 y 12.000, para cualquier
clase de campañas de artículos en prensa
o radi^i 20.000, 15.000 y 10.000, para
autores de libros o folfctoj de tema
marítimo; 15.000, 10.000, 8.000, 7000
y 6.000 peseras, para autores de artículos
o reportaj'-s (con un mínimum do veinticinco)
divulgados por da prensa » radio.
El ptíazo de admá iín de obras iermina
el día 31 de marzo.
E
L Instituto de Cultura Hisp nica con.
voca a todos'los Genitores españoles
e hispanoamericana; para un concluso
de bocetos para da estatua de don Gonzalo
Jiménez de Qu-sada, fundador de
Bogotá. Se o;or#ará un premio BO cesmopolíta—
y sin prejuicios de ningún
sisfno, la obra int :n(a slcatiz^r una
míe profunda comprensión de los com
nt« mt.;»escs de la i
Objetjvq y propósito son dd
NO NOS GUSTA LA PROMOCIÓN DE
«EL CUENTO SEMANAL,
(Contestación a Federico Carlos Sainz, de Robles)
Caitos ?>a,in¿ iíf Roblen íi.» tiw ¡uirit'i. «V» tr!* 1 ; 1 . I.I'C ••i i > . riiorpi»* 1
A." pn ir.oovr.fi.. i •• i.w i. i.íip.¡ ilt . ii.i iií'_.
piílix. l'ioy y . -. •- * líi* *i •* el. li :!ni,i ;iui-J¡i». i jn«7 tí ("¡c ••l.i. -i W^II_Í » un •• -
li'jt. 11 ^ jóv.n'» iju** Ji* |j'\* ,i «ti iob.jiit rtni'-iirfüi-, ptji .•» r.»ji ; i. /< :; I>LI
¿«•i 'JII''*II'A; {JUL- U< Sjfi M.'I ruci't > : oinlí i-s I.V;.LII ;i- v iiKiUi, • 'Ji •••>.
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ii-». üi'¡"ii (me .!!•'•..i.'b funi.iS or 't í*»/-••I"".io»J jo»" -s ¡i-'y •!• •. u:r, ,!•» :..• • '« ^
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«Ij'íA 1." J.'1-Sl.í..l. !.•* l'ASu 1 ^ ¡.ítm',' . - 1? .". •!•• • ^ll "Jl •* .. '." I" "L '••! '. . 'j| ' I i
dS ih^i' 1 -í.¿> íiiií'.il/i.' 1 iií(; .* «•>; i'iui.- lu ii« • •. ".*. loi" LIS . • ..' ••1" . •
valere» c -t fíutt'ri'i'.-i du iv.\ í_c*.r -»•:.! •.. i" •:-«•. «'Mi! • •. .-i • ••«• : u»
para «No-'ti' MÜ 4'' !.•*>•!», ;.tuwjii 1 ^ . '1 '• ' -
'•»> {-'5 -n nsoirot t ¡" i.,-l-, ••;• .jiiú, IÍ: v -'i ni. ••
•• l i l i . H I T I rtl
sima importancia en estes años de
ti«menda confusóa d-^spues de Ja última
guerra. Indispensable para el
bistoriídor y pozo dtí inagotable saber
para el aficioui^do, constará la
obra, seyáa plan concenzudamente
Ostudiaido, de ios diez tomo» cuyos
títulos van a continuación: 1, "La
bum nidad prim tva"j II, "Fundamento
y desarrollo de ras primeras
culturas"; III, '%& ascensión de Europa";
IV, "Imperio loman© y GristJandad.
Aparición de nuevo* putblo^';
V, "O.cidonte, Bizemcio, Islam";
VI, *í*aso E4 mitctlo motíeimtf';
Vil, "Exploración del mundo"; VIII,
"liustraciÓJi y revolución"; IX, "L*
eflad burgitea^"; X, "El mundo, m
crisis".
Ví'lvitJiiílo al tomo primílro que motiva
esta sombra retefta, mt^re^a dsatacar
los nombres de sus colaboradores,
que son, por Orden, alfabético,
los siytiieni¿s: Santiago Aleóte y
Noguer, Humana Baumann, Renato
Biasutti, Heori Breuil, i. G. D. Claik,
Ejjoji baró.i de Eickst *lt, Franz Eppd,
José Imbeltoni, Fr tz Kern, Jo^epb
Kalin, BertÜ Lundmat, Oswlíd Memghin.
Ka: I J. N.,rr, Adolf Portmann,
Alírttd Rust, W-tfartm Schmidt, Use
S.hw.ditzkí, Heitj Seol!m?iyr y H^Wri
V. Vallois. Este reite/ado prim-'r tomo,
que se £bre coa tuoa admirable
'^/xc.óa de La hi^oría de la cultura
*:éiCa de la naturaleza fumMOú", escrita
por el propio Fritz K«iii poco
smt?s (fe fallecer, se divide en ti>:s
partas claramente ricíin.das:

fRUHt MENSCHHUT
de los continentes africano, anvricaoo
y orean eo, y biología capítulos antropológicos
y etntió^iccs bajo tfl 1 original
cMguema indicado en les titulos
que prt'Ctiden, se desai-rollaji los
tem.i..*
écí
s, adatad, sS se las «seucfn i..u>rt's Constituyen la fase
*J m isksuw «"spAnstott í.inúUai y como
* ¡ muio de- la ,Koson la perversidad 4e
eíia Í 1 ^ U* nalív-í y morbosam l nte atraa
1-is pici¿n?ncí-is d« hoy- Pero
U :,ü-í¿t de rstüs cnr.xctcres ÍÍO tiene
y V-AUV artsiíiii'o tjuc U de otros per-
- l wi.¡'

• '

y divinas —aunque fingida— no se
lleva siquiera a cabo gracias a una
divertida reacción de la protagonista
—en una acertadísima escena, la
mejor de la obra, entre Isabel Garcés
y Asquerino—, saltamos pocos días
después al drama^ en el escenario de!
teatro Alvarez Quintero.
«Almas prisioneras» es, pues, ante
todo, en esto está su principal virtud,
un drama. Drama a la antigua usanza.
Porque vasa, ello elige el autor
un clima, un ambiente y una época^
que lo exigen.
Sitúa la acción don Jacinto en
Nueva España, en el siglo XVII y en
la casa de un encomendero español
casado con una mestiza. Su hija está
prometida aj capitán don César, que
es amante de la madre de su novia.
En el prólogo sorprende el encomendero
al ca.pttán en su casa a altas
horas de la noche y sin excusa. La
hija carga con la culpa por amor a
su padre, se adelanta la boda, el matrimonio
fracasa porque el!a no puede
olvidar el agravio y odia a su madre
y a su marido.
El capitán se arrepintió y se ha
enamorado de su mujer, que al fin
le perdona. La que no se ha arrepentido
es la madre, que sigue deseando
al marido de su hija y se consume
en su amor y llega A asesinar a una
criada que conocía su secreto y confiesa,
por fin, su crimen y su pecado
y muere de susto al escuchar ía amenaza
de venganza implacable de su
esposo ofendido.
Drama cien por cien. Con fuerza
y tensión suficientes para justificar
su título y con una sobriedad de elementos
que queda un tanto desvirtuada
por las escasas dotes de contencón,
buen decir, sencillez —segúni
en qué momentos— de alguno de los
intérpretes. Concretamente, flojea la
interpretación de María Guerrero, tal
vez por exceso de ceío, y la de Pepe
Roméu, acaso por falta de entrega».
Margarita García Ortega, en su punto.
Muy acertado Carlos Lemos.
Encontramos parentesco claro a
este drama con «La Malquerida»,
aunque no llega a su altura, y se advierte
en «Almas prisioneras» esa
preocupación religiosa que, personificada
en el más allá o en la presencia
del aliento divino, preocupa a don
Jacinto en muchas de sus últimas
creaciones. Sirvan de ejemplo «El
lebrel del cielo», «Ha llegado don
Juan» o «Servir».
DAVID MENOR
EL
Decorado de Duerrenmat para "ET matrimonio del señor Misslslpl"
O primero que sorprende agrada-
L blemente al extranjero que visita
Alemania es la enorme afición
por el teatro que siente este pueblo
recién salido de una guerra y temeroso
ya de otra nueva- Las preocupaciones,
los sufrimientos, la reconstrucción,
todo ello hubiera separado
a muchos pueblos del teatro Sm embargo,
en Alemania sucede todo lo
contrario Cuanto más sufre el alemán,
más ansioso se siente de arce,
más sediento de cuanto pueda sacarle
y elevarle, aur.que sólo sea por
«n rato, de la cruel realidad Y el
teatro alemán no es un teatro para
pasar unas horas, una noche distraídamente,
sino es una institución
que se ha propuesto animar, rejuvenecer
5 mejorar a 1-s gentes, dando
nuevos valores espirituales a quien
va a admirarlo.
El teatro alemán, que ya siempre
era aleccionador, se ha creado en los
años de la posguerra la difícil misión
de reeducar a las gentes, de
volver a conducirles al camino del
bien, de la paz y de la normalidad
La juventud sólo conocía guerra y
odio; los mayores, privaciones y perdidas:
los niños habían tenido una
infancia triste, sm ejemplo, sin moral,
sir hogar Por eso, antes de que
nada fue^e reconstruido, antes de
qw trenes y negocios funcionaran
con normalidad, ya se representaban
otra \ez obras No es que ios antiguos
teatros hubiesen podido abrir
»us puertas, las mas. estaban en raííias,
pero^se trabajaba en gimnasios,
colegios y'patios Los decorados er^n
la mayona de las veces paredes desnudas,
pero los artistas eran jóvenes
entusiastas que aun sm sueldo
se dedicaban a ello.
Se representaban obras del repertorio
clasico para demostrar a Ja
gente que cuanto ellos acababan de
Füfrir, oíros lo habían sufrido ya
hace siglos, y, sm embargo, el mundo
había seguido rodando Se pusieenseñar
ciento daño puede evitarse
evitando la, guerra Se eseenuicabarj
cuentos para niños, para decir a Jos
pequeños que el bien se premia y e!
mal se castiga. Y esta lección, daaa
desde los escenarios ía gente la aceptaba
encantada y la seguía s-er>eiitamenEe,
aunque acaso no io Subieran
acogido igual si les hubiera llegado
aertxe el pulpito o la cátedra.
Ahora, siete aíícs después de Í3
guerra, los teatros antiguos y lujosos,
aunque nunca tan lujoso? como
los españoles, han vuelto a abrir sus
puertas, reconstruidos y modernizados.
También se han inaugurado
otros, como el Residenztheatér, en
Munich, en el que vi el estreno de
«Ly£i*trat£í>r de Rffcíisch Eí edificio,
con la f aehada de vidria v el
interior todo decorado en un rojo
to-natt- con las paredes cubiertas de
gruesas reávs rojas da ura ímor'
sien magnifica La- obra es una comedia
que tiene como tema la historieta
de un pueblo en el que *a~
mujeres se apoderan del gobierno
de un país alegando que ellas rabrán
hacerlo ineior que los hombres
que no han sabido nunca coacervar
l£. Daz en el mundo-
Obra sería en el cusma sentido mcifista
es «Mutter Couraje y sus In-
IOS-Í, de Bert Br\ifo= v d-rertore** simplemente sor
prpndenfes en ocasiones
Por todo ello, el *eat*-o a'eTfin no
parece haber pagado tsor una íarsa
V rruen*a guerra, a no ser oara salir
purificado y líeno de vign- df
ella pues Ía5 catá«trofe« 5 safamientos
df la guerra le han llevado
a una sencillez en el lensjsa'e v a
una humanidad en los ternas que Je
con 1 'PTten en uno de ios • T ie)ore= del
mundo

Hacia la caracterización.-de.
una escuela nacional de
cine español
ni
LA RAÍZ ESPAÑOLA: GÉNEROS T
TEMAS
S EÑALÁBAMOS
en artículos anteriores
la falta de una verdadera
escuela española de cine. No existe
—decíamos—, hoy por hoy, un estilo
nacional genuinamente propio en el
hacer cinematográfico. Como sí hay,
en cambio, una música española, una
lírica contemporánea, por citar algunos
ejemplos afirmativos,
Precedentes, sin embargo, existen. Y
buscándolos como pequeñas joyas desparramadas
eníre una inmensa y anodina
hojarasca —la clásica aguja en el
pajar— y señalándolas como tales, es
decir, como auténticas muestras de algo
muy castizamente español, pretendemos
nada menos que descubrir una
realidad halagadora y estimular, por
otra parte, para el futuro, siguiendo
el camino que insinúan estos ejemplares
botones de muestra, la lucha por el
logro de esa ansiada y necesaria escuela
nacional del cine español.
No intentamos —Dios nos libre de
tal presunción— agotar el tema. Y asi
los ejemplos citados' vendrán a tener
tan sólo el valor de eso: de simples
ejemplos. Y de ninguna manera deben
ser considerados como únicas y exclusivas
muestras de lo que queremos
demostrar como existente. Verdad es,
y todo hay que decirlo, que tales ejemplos
no son, por otra parte, demasiado
frecuentes. Por eso. y aunque no intentamos
dárnoslas de eruditos, creemes
que no serán muchas las muestras
que nos habremos dejado en el
tintero, en la frágil memoria o en el
abundante fichero, nunca del todo
completo.
Limitándonos hoy a la parte puramente
temática —si es que fondo y
forma caben separarse, y opinamos que
sí, aunque sólo de una manera convencional,
para facilitar su estudio—,
analizaremos sucintamente los principales
géneros y temas del cine español,
que encajan, oportunamente, dentro
de ese sentir tradicional de nuestra
raza.
En cuatro apartados los vamos a clasificar:
a) El motivo heroico.
b) El asunto dramático.
c) El humor.
d) El documental.
Y al final, y en estudio aparte, trataremos
más ampliamente del que llamamos
por antonomasia «tema español»
Independiente del tiempo
y del espacio. Libre de un encasillamiento
en un género determinado. Individua!,
como nuestra alma. Pero esto
será ya materia de un próximo artículo.
EL MOTIVO HEROICO
Desde los tiempos del «Cantar del
Mío Cid», a ios españoles se nos ha
dado siempre bastante bien el motivo
heroico. El mismo Don Quijote viene
a ser un guerrero a su modo, y Cervantes
- soldado en vida— nos describe
en su inmortal obra, aunque sea
a i mves de la ent endida imaginación
fiel hidalgo inanchego. más de una
campal y cruenta batalla.
Nuestro es oí toma heroico y no lo
debemos rechazar. Despojarlo, eso sí,
de toda falsa guardarropía, sí es que
el híroe viene ¡¿ caer dentro del cam-

po de la Historia. Ahí hay un Cristóbal
Colón en reciente película española,
a la que sobran reyes, obispos y doseles.
Porque el héroe, en contra a lo
que se piense en cuanto se le sitúa en
un marco histórico, es siempre sencillo
y cordial. A nuestro cine histórico
le sobra retórica y ampulosidad. La figura
soñadora del navegante está, sin
embargo, bien trazada, aunque ella no
sea, ni con mucho, la mejor interpretación
de Antonio Vílar.
«Don Juan de Serrallonga» es un
ejemplo de película heroica, pero está
planteada un poco a lo Salgan, Y
«Agustina de Aragón» pecaba de patriotera
e infantil. Más dignidad tenía
«Don Quijote de la Mancha» pese
a la fatal equivocación en el trazado
del personaje central. Y otras,
como «El capitán de Loyola», digna de
mejores resultados.
Ejemplos todos incompletos. Y fuersa
es reconocerlo: por muchas películas
históricas que hayamos realizado,
no se ha acertado plenamente en ninguna
de ellas en el trazado del héroe
español.
Mayor fortuna han corrido films de
ambiente rn£s moderno. «Alhucemas»
tenía bastante de española. «Escuadrtlia»
fue una buena película de guerra.
«El Santuario no se rinde» tenía escenas
de gran intensidad.
«Frente de Madrid» —casi más italiana
que española— pintaba muy bien
la inquietud de ese Madrid rojo cercado
por los nacionales y la lucha en
las trincheras de la Universitaria. Pero
acaso la mejor —en cuanto a autenticidad
(y también en calidad, ¿por
qué no?)— de las películas españolas
de tema heroico sea «Los últimos de
Filipinas». Nos gustarla dedicarle un
comentario de alguna extensión, pero
la brevedad obligada de estos apuntes
nos lo impide. Ya saldrá citada, sin
embargo, en más de una ocasión,
Y queda «Raza», el canto heroico
al alma española, una historia en imágenes
de un amplio período de la vida
de nuestra patria que plasma a la perfección
—insistimos en que no juzgamos
calidades— el espíritu heroico que
anima las mejores obra» de nuestros
más castizos escritores.
Hay, pues, algunas muestras. Pero
queda mucho por hacer. Que el ejemplo
de los mejores logros sirva de estímulo
para futuras creaciones.
EL ASUNTO DRAMÁTICO
De pasada sólo, y algunos títulos.
Bueno, el género, para nosotros. Muy
tratado también, pero sin tnsbmndones
hacia lo trágico, que no nos va-
Y con cuidado de no resbalar hacia lo
melodramático, que es mezquino y resta
calidad.
¿Algunas películas ejemplares? «El esrándalon,
por ejemplo; aun con su pfr
ligro de caída en el folletín. Caída que
la tuvieron sin remisión cuantas películas
siguieron su trayectoria.
Otras: «Mariona RebulI», muy digna
y de justo ambiente; y en calidad, delas
mejores. «Reina Santa», *"tHnftdff
hacia la biografía, por un lado, y por
el otro, a la falsedad retórícohfstórica.
Como «Locura de amor», muy buena,
pero nadando entre esta última corriente
y el peligro de la tragedia, más
clásica que española. «Marianela», un
poco teatral, por lo recargada de dialogó.
Y de las modernas, «Cielo negro»,
acaso la más española en la rssolución
del conflicto; «Surcos», algo
tremendista, pero humana; «Un hombre
va por el camino», a la que sobra
el «happy enda tan arreglada»...
Buen ejemplarío... De todas formas,
precisamos: el cine exclusivamente dramático,
pleno de ambiente, no le va
a España; aquí lo dramático debe ir
saturado de sus gotitas de humor.
Acordémonos de «La Celestina». Y no
olvidemos que su autor la denominaba
«tragicomedia». No difama. Mucho menos
tragedia ni comedia. Tragicomedia.
He ahí la cuestión.
EL HUMOS
Humor, que no comicidad. Rechazamos,
por impersonales, las películas de
divos de la risa. Y, sobre, todo, que
no nos va. Humor, sí. Ese humor catalán
lleno de «bon seny»; ese humor valenciano,
barroco y alegre; ese humor andaluz,
informado por la hipérbole desmesurada.
Y, sobre todo, ese humor
gallego, fino, penetrante, paternal, humano.
En el cine español el rey del humor
es Fernández-Flórez. Todas las películas
basadas en sus relatos tienen algo de
perdurable, por ser muy españolas; «El
hombre que se quiso matar», «El destino
se disculpa?, «Huella de hiz*, «El
sistema Pelegrina, y tantas otras. Y
aunque esto queda para otro artículo,
señalemos los nombres de dos intérpretes
que humanizan y vitalizan el
género: Antonio Casal y Peman-Gomez.
En este encasillado encajan también
las películas juveniles. «Botón de Ancla»
y «Alas de juventud» son dos
ejemplos aceptables. Y, pese a su filiación
un poco imitativa del film de cadetes
norteamericanos, consiguen tener
bastante personalidad nacional.
Para redondear la serie, algunos
films de Nevüle —«La vida en un hitlo»,
«El último caballo»— y un titulo
muy reciente: «Esa pareja feliz», de
Berlanga y Bardem.
POR ULTIMO, EL DOCUMENTAL
Poco bueno hemos hecho los españoles.
En las series «de industrias» y
«de pueblos» hay cosas aceptables. N©
nos fijemos en los films de propaganda,
por circunstanciales. Tampoco en los
medios técnicos en todos empleados.
Pero sí en los temas: en muchos se
nos ofrece visiones magníficas y soiv
prendentes del panorama español. Y
esto es ya un descubrimiento, üa descubrimiento
aplicable al cine de argu-
.mento, que tan a menudo se olvida de
nuestros maravinosos exteriores, de
esa inigualable autenticidad del campo,
el sol y el mar españoles.
También en algún film argumental
se nos ha obsequiado con «algunos metros
de documental. Es un buen ejemplo
a seguir, siempre que no sea metido
a frotamiento. De lo mejor que
recordamos es esa descripción historiada
de la res de lidia en la película
«Currito de la Cruz», de Luda.
Y por hoy, nada más.
MANUEL MARTÍNEZ ALFONSO
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