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Astobitza ¿pueblo fantasma o historia olvidada?<br />
Por Gontzal Oribe Bárcena<br />
Espadañas de la iglesia 06-01-1988<br />
Es desolador…, es triste ver como una parte de<br />
la historia de Ayala, de nuestra Tierra de Ayala, se<br />
trunca, se mutila y se volatiza con la desaparición<br />
de una de sus partes integrantes, con la desaparición<br />
física –y de la memoria de los ayaleses– de uno<br />
de sus pueblos que la componen.<br />
La desaparición de su población o merma de la<br />
misma ha traído, en parte justificada, la absorción e<br />
integración del territorio que el pueblo ocupa en<br />
la jurisdicción del cercano pueblo de Baranbio, formando<br />
desde ahora parte integrante de él.<br />
Nunca se comprenderá, aunque haya muchos casos<br />
de idéntica o parecida índole en este nuestro<br />
País, que se abandone a su suerte el patrimonio<br />
arquitectónico, propiciando que el mismo desaparezca,<br />
tanto de la memoria como de la faz de esta<br />
Tierra que lo vio nacer, no dejando ni tan siquiera<br />
un vestigio, un recuerdo, que diga “Aquí fue…”<br />
Me estoy refiriendo, como ya el título deja entrever,<br />
a la desaparición del pueblo de Astobitza,<br />
pero más concretamente, a la desaparición en poco<br />
tiempo de su iglesia dedicada a Santa Marina, cuya<br />
fiesta tiene lugar –o tenía lugar– el 18 de julio de<br />
cada año.<br />
En años no muy lejanos, finales de la década de<br />
los 70 del siglo pasado, una excavadora desaprensiva<br />
–si es que alguna lo es, más lo son los que las<br />
conducen, muchas veces por ignorancia, o los que<br />
dan la orden– arrampló y destruyó los pocos vestigios<br />
que quedaban y que gritaban “Aquí fue la torre<br />
de Astóbiza”. Aunque siempre, en primer y último<br />
lugar, las autoridades competentes en dichas cuestiones<br />
son las que debieran cargar con la culpa, por<br />
su pasividad, consentimiento y, en muchos casos,<br />
alevosía de que hechos como el presente tengan<br />
el desgraciado final. Podían apreciarse aún la portada<br />
de la torre, ventanales, el foso y otras defensas,<br />
situada a corta distancia del templo. Pero al día de<br />
hoy han desaparecido ya los últimos restos de la<br />
torre, “una de las de mayor solera de Ayala”, en palabras<br />
de Micaela Portilla, recogidas en su magnífico<br />
trabajo de investigación, publicado en 1978: “Torres<br />
y casas fuertes en Álava” Tomo I, donde da cumplida<br />
exposición de las características físicas de dicha<br />
torre y de sus poseedores en el tiempo. (F. Barrenengoa<br />
afirma que “las ruinas (que quedaban en pie)<br />
han desaparecido en 1985, para campos de pasto”) .<br />
(Un programa del Fondo Formación de Euskadi y<br />
el Ayuntamiento de Amurrio, ha recuperado la calzada<br />
desde el caserío Miguel Antón a la iglesia de<br />
Santa Marina.)<br />
Cementerio 06-01-1988<br />
Mi primera visita al lugar acaeció en enero de<br />
1988, fecha en que Astobitza formalmente existía<br />
como pueblo, aunque ya moribundo, jurídica y administrativamente<br />
hablando. La iglesia –motivo de<br />
este artículo– destacaba por no tener en su traza<br />
exterior fisonomía alguna que delate que lo sea, si<br />
exceptuamos las dos pequeñas espadañas de hierro<br />
ancladas en uno de los aleros del tejado que denotan<br />
su marcado carácter religioso. Físicamente tiene<br />
el parecido de una edificación rural, a semejanza<br />
de un caserío de labranza. Estaba desacralizada para<br />
el culto religioso pero también estaba cerrada, es<br />
decir, se conservaba. Podía aguantar,… vivir, aunque<br />
en la indiferencia. En esta visita transcribí los feligre-<br />
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