Tradiciones de mi pueblo - Gobierno de Jalisco - Gobierno del ...
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EL RITO DE LA SIEMBRA<br />
po laborando, sonando dos campanadas aparecía sobre una mula una mujer<br />
portando dos talegas o bolsas a los lados <strong>de</strong> la bestia, <strong>mi</strong>smas que contenían la<br />
co<strong>mi</strong>da para nosotros; la mujer era la esposa <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los compañeros sembradores.<br />
El señor marcó el alto a los trabajos y llamó a comer, <strong>mi</strong>entras la<br />
señora bajaba las bolsas y sacaba los alimentos; nosotros buscábamos un lugar<br />
cómodo en la sequía colindante y nos instalamos bajo un frondoso árbol.<br />
El estómago estaba listo para recibir los alimentos, ya que comenzaban a gruñir<br />
las tripas <strong>de</strong> hambre. La co<strong>mi</strong>da consistía en frijoles <strong>de</strong> la olla (cocidos y<br />
enteros), tortillas recién hechas, carne con chile y <strong>de</strong> beber, el tradicional atole<br />
blanco, hecho <strong>de</strong> masa, acompañado con piloncillo; ella se integró con nosotros<br />
a comer y estuvo al tanto <strong>de</strong> lo que nos faltaba. Todos agra<strong>de</strong>cimos los<br />
<strong>de</strong>liciosos alimentos y en silencio valoré la acción <strong>de</strong> la señora al habernos<br />
llevado <strong>de</strong> comer; ella tomó los trastos y los sobrantes <strong>de</strong> co<strong>mi</strong>da, los introdujo<br />
en la talega y se regresó en la bestia.<br />
Seguimos con la labor hasta agotar el espacio surcado <strong>de</strong>l terreno, sin<br />
olvidar que los surcos <strong>de</strong>l extremo, para finalizar, fueron sembrados con el<br />
maíz rojo que el señor me encomendó trasladar <strong>de</strong> la troja, pregunté por qué y<br />
solamente contestó que era una vieja costumbre, que al igual pudo haberse<br />
sembrado todo <strong>de</strong> maíz blanco. Una vez ter<strong>mi</strong>nada la siembra, recogimos el<br />
resto <strong>de</strong> se<strong>mi</strong>lla y <strong>de</strong> fertilizante, quitaron los yugos a las bestias y trasladamos<br />
los arados, yugos y cintas a la troja para su resguardo. Los compañeros<br />
arriaron a los bueyes al corral para que así gozaran <strong>de</strong> la pastura que les <strong>de</strong>positaron<br />
en los come<strong>de</strong>ros. Todos <strong>de</strong>scansamos un momento en el corredor <strong>de</strong><br />
la troja y estando ahí comenzó a correr un fuerte viento que anunciaba con la<br />
posición <strong>de</strong> grises nubes, la llegada <strong>de</strong> un ligero goteo <strong>de</strong> lluvia, lo cual agra<strong>de</strong>ció<br />
el señor al creador por el tiempo justo en que per<strong>mi</strong>tió trabajar. Contemplé<br />
con orgullo el área sembrada, sintiéndome parte <strong>de</strong>l grupo <strong>de</strong> trabajadores<br />
<strong>de</strong>l <strong>pueblo</strong> y continuando en el corredor agra<strong>de</strong>cí <strong>de</strong> todo corazón la<br />
gran lección brindada por todos los compañeros. Sin duda, la riqueza <strong>de</strong> cada<br />
una <strong>de</strong> las reglas o costumbres establecidas que forman en su conjunto esta<br />
labor hace majestuosamente un rito que supera culturalmente en mucho la<br />
siembra mecanizada.<br />
«La conservación <strong>de</strong> este tesoro rural, tiene trascen<strong>de</strong>ncia en las tradiciones<br />
<strong>de</strong> un <strong>pueblo</strong> que vive en plenitud esperando una cosecha pro<strong>mi</strong>nente».<br />
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