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E - Repositori UJI

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- ¡ o os toméis esta molestia, hermanos...<br />

)/0 hay necesidad de el1o.<br />

Sus ojos no se apartaron un mem ento del<br />

crucifijo qu e pendía en su celda, y de la imagen<br />

de María.<br />

LXXXVI. Y MUHIO ADORANDO...<br />

En la noche del sábado al domingo, despu<br />

és de la abrasadora sed, siguieron unas horas<br />

de tregua. Parecía descansar plácidamente. Los<br />

religiosos no sabían si aquel era el sueño de la<br />

mu ert e. Sin embargo, su corazón latía aún.<br />

Cuando las primeras luces del alba anunciaban<br />

la llegada d el día, de aquel 17 de mayo<br />

de 1592, fiesta de Pentecostés, y la alcantarina<br />

celda del Santo aparecía tenuamente iluminada<br />

por las claridades de la aurora qu e se filtraban<br />

por las dos ventanitas que daban a la huerta,<br />

Pascual, com o quien despi erta de un largo y<br />

fatig oso sue ño, abre sus ojos y a sus hermanos<br />

qu e le están velando les señala el hábito, mientras<br />

murmura :<br />

- ¡Mi hábito, pronto, mi hábito!. .. i Ayudadme!<br />

... Por caridad, ayudadme.. .<br />

Pero los religiosos quedaron impasibles.<br />

Cr eyendo que si le movían acelerarían su<br />

mu erte, hicieron como si no lo entendían.<br />

Pascual insistía con ojos sup licantes. Al fin<br />

II gó a incorp orarse con una mirada tan fulgurante<br />

que, asustados los religiosos, hu yeron<br />

fuera de la celda y llamaron al enferme ro.<br />

Cuando llegó fray Alfonso, ya el Siervo de<br />

Dios hab.a negado a coger su pobr e túnica,<br />

pero carecía d e fuerzas para vestirsela, Con<br />

todas las p recauciones le ayudó el hermano<br />

enfermero, mientras los religi osos iban entrando<br />

de nuevo.<br />

Con voz apagada exclamó:<br />

-Jesús muri ó sobre la cruz .<br />

cisco, sobre la desnuda tierra .<br />

tumbi én a tierra! . .. ¡Oh, hacedlo,<br />

Hubiera sido una temeridad<br />

concedi ó este consu elo.<br />

San Fran­<br />

¡Tend edme<br />

por piedad!<br />

y no se le<br />

Peco después, con muestras de terror y es­<br />

Fo.z ándose en trazar la seiial de la cruz, se ñalanda<br />

primero al pie de la cama y luego a la<br />

pared, exclama:<br />

- ¡Jesús !, ¡Jesús! .. . ¡El agua bendita 1 .<br />

i Hociad con agua bendita la hahitación! .<br />

j Hociadlo todo! ...<br />

Fu eron un os instantes d e angustia at erradora.<br />

Los presentes estaban anonadados de esp.mto.<br />

Fue un mom ento, y les pareció un siglo.<br />

Poco a poco fue recobrando la sere nidad<br />

y en su semblante se reflejó la placidez de su<br />

espíritu. Con<br />

guntó :<br />

más calma y tranquilidad, pre­<br />

- ¿Han tocado a la misa conventual?<br />

-Todavía no--Ie respondieron.<br />

Todos oraban alrededor de la cama del<br />

moribundo. En la mente de cada uno de ellos<br />

se reflejaba una ansiedad inexplicable.<br />

-¿De qué procedía aquel rep entino pavor<br />

qu e había experimentado mom entos antes, tan<br />

encontrado y opu esto a la tranquilidad de su<br />

espíritu?- se pr eguntaban.<br />

- Es indudable - se decían otros- qu e el<br />

enemigo de las alm as quiso dar un postr er salto.<br />

N!ientras cada uno de ellos hacía sus re­<br />

I'c cie nes, fray Pascual volvió a preguntar:<br />

- ¿Y ahora?...<br />

- Sí -repuso fray Alfonso-, ah ora acaban<br />

de tocar.

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