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CRISTO NUESTRA JUSTICIA por Arthur Daniells

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Pág. 48<br />

“La ley exige justicia y el pecador le debe a la ley esa justicia que es imposible para él restaurar”.<br />

Review and Herald, 4 de Noviembre de 1890.<br />

“A pesar de todas las confesiones hechas con los labios y de la profesión de piedad, producen<br />

malos frutos, si el carácter no está en armonía con la ley de Dios”. Review and Herald, 7 de Marzo de<br />

1901.<br />

La Única Precaución para poder Corresponder a las Exigencias de la Ley de Dios.-<br />

“El hombre no puede de ninguna manera corresponder a las exigencias de la ley de Dios en la<br />

fuerza humana. Sus dones, sus obras, todo está manchado con el pecado. En el Salvador fue previsto un<br />

medio de salvación que puede dar al hombre el poder de sus méritos y hacerlo colaborador suyo en la<br />

gran obra de la salvación de almas. Cristo es para aquellos que creen en él y andan en sus pisadas, justicia,<br />

santidad y salvación”. Review and Herald, 4 de Febrero de 1890.<br />

“Por su perfecta obediencia ha hecho posible que cada ser humano obedezca los mandamientos<br />

de Dios. Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con Su corazón, la voluntad se fusiona con<br />

Su voluntad, la mente llega a ser una con Su mente, los pensamientos se sujetan a Él; vivimos Su vida.<br />

Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de Su justicia. Entonces, cuando el Señor nos contempla,<br />

Él ve no el vestido de hojas de higuera, no la desnudez y deformidad del pecado, sino su propia<br />

ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová”. PVGM:289.<br />

“La fe es el único camino <strong>por</strong> el cual el pecador puede alcanzar la justicia. En fe puede presentar<br />

a Dios los méritos de Cristo y el Señor atribuye entonces la obediencia de su Hijo al pecador. La justicia<br />

de Cristo es aceptada entonces en lugar de los yerros de los hombres y Dios recibe, perdona y justifica<br />

al alma penitente y creyente, tratándola como si fuera justa y amándola como ama a Su Hijo. Así la<br />

fe se atribuye a justicia y el alma que recibió el perdón va progresando de gracia en gracia y de luz en<br />

mayor luz. Puede decir entonces con gozo: ‘No <strong>por</strong> las obras de justicia que hayamos hecho, sino conforme<br />

a Su misericordia nos salvó mediante el renacimiento y la renovación <strong>por</strong> la unción del Espíritu<br />

Santo que derramó abundantemente sobre nosotros <strong>por</strong> Jesucristo, nuestro Salvador, para que <strong>por</strong> Su<br />

gracia seamos justos y hechos herederos de la vida eterna según la esperanza”. Review and Herald, 4<br />

de Noviembre de 1890.<br />

“Cristo dio Su vida en sacrificio, no para destruir la ley de Dios, no para darnos una norma de vida<br />

más baja, sino para cumplir la justicia y dar al hombre un segundo plazo de prueba. Nadie puede<br />

guardar los mandamientos de Dios, si no es <strong>por</strong> el poder de Cristo. Él tomó sobre Sí todos los pecados<br />

de la humanidad y concede Su justicia a cada hijo creyente”. Review and Herald, 7 de Mayo de 1901.<br />

“La ley no tiene poder para perdonar al transgresor, pero le señala a Jesucristo que le dice: Yo<br />

tomaré y llevaré sobre mí tus pecados, si tú me aceptas como tu Representante y Fiador. Vuelve a la<br />

sumisa obediencia y yo te concederé mi justicia”. Review and Herald, 7 de Mayo de 1901.<br />

“La muerte de Cristo fue una comprobación a favor del hombre que no podía ser revocada. El<br />

castigo que viene <strong>por</strong> la transgresión de la ley cayó sobre Él que es igual a Dios, y el hombre quedaba<br />

en libertad de aceptar la justicia de Cristo y vencer llevando una vida de arrepentimiento y humildad,<br />

como el Hijo de Dios venció sobre el poder de Satanás. De esta manera Dios permanece justo, y, sin<br />

embargo, es el justificador de todos los que creen en Jesucristo”. CS:502-503.

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