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CRISTO NUESTRA JUSTICIA por Arthur Daniells

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Pág. 6<br />

frente a su castigo del cual ya no puede escapar. ¿Qué puede hacer? ¿Hay un camino de escape en esta<br />

situación oscura y sin esperanza? Si, hay.<br />

La justicia de Dios sin la ley está anunciada y testifican de ella la ley y los profetas. “La justicia<br />

de Dios <strong>por</strong> la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él...”. Rom. 3:22.<br />

Esto muestra el camino para cumplir con las exigencias de la ley y comprueba claramente que el<br />

único camino para poder hacerlo es <strong>por</strong> “fe”. Para el entendimiento natural, no iluminado, es la solución<br />

del oscuro problema, un misterio.<br />

La ley de Dios exige obediencia y pide hechos justos en las manifestaciones diarias de nuestra<br />

vida. ¿Cómo puede cumplirse con estas exigencias <strong>por</strong> fe, en lugar de las obras? En sencillas palabras<br />

se nos da la respuesta: “Siendo justificados gratuitamente <strong>por</strong> su gracia, <strong>por</strong> la redención que es en<br />

Cristo Jesús; al cual Dios ha propuesto en propiciación <strong>por</strong> la fe en su sangre, (un sacrificio expiatorio)<br />

para manifestación de su justicia, atento a haber pasado <strong>por</strong> alto, en su paciencia, los pecados pasados”.<br />

Rom. 3:24-25.<br />

¡Qué maravillosa solución del terrible problema del pecado! Únicamente nuestro Padre eterno,<br />

omnipotente y misericordioso podía y quería dar una solución tal. Solamente los escritos inspirados<br />

podían revelarlo. Este camino para libertar a un pecador puede ser hallado solamente en el evangelio<br />

sin mácula de Cristo.<br />

“Por fe puede él (el pecador que ha obrado tan injustamente y ha ofendido a Dios) presentar a<br />

Dios los méritos de Jesucristo y el Señor atribuye la obediencia de su Hijo a favor del pecador. La justicia<br />

de Cristo se acepta en lugar de las faltas de la persona”. Review and Herald, 4 de Noviembre de<br />

1890.<br />

Cristo ha venido a este mundo como Salvador. Se hizo nuestro representante. Ocupó nuestro lugar<br />

en la lucha con Satanás y el pecado. Fue probado en todo como nosotros, pero no pecó. Él amaba la<br />

justicia y aborrecía la injusticia. Su vida completamente obediente satisfizo las exigencias más elevadas<br />

de la ley. Y, ¡oh maravilla, es de admirarse que Dios acepta la justicia de Cristo en lugar de nuestras<br />

faltas e injusticias!<br />

En esta divina transformación “recibe Dios al pecador, le perdona y lo justifica, ... y además le<br />

ama como ama a Su Hijo”. Review and Herald, 4 de Noviembre de 1890. No es de sorprenderse pues<br />

que Pablo hace notorio a todo el mundo que fue el amor de Cristo que lo impulsó a hacer su arduo trabajo<br />

y a considerarlo como un gran privilegio y tener <strong>por</strong> gozo la pérdida de todas las cosas para ganar<br />

a Cristo y ser revestido de Su justicia, que es atribuida al pecador <strong>por</strong> fe.<br />

Justamente así se explica cómo la fe ocupa el lugar de las obras y es atribuida a justicia. Esta preciosa<br />

verdad debería ser muy clara para cada creyente. También debería ser la experiencia personal de<br />

nosotros. Nos debería capacitar a dar término a nuestras propias obras, esfuerzos y luchas y a aceptar<br />

en nosotros la fe tranquila, pero viva y llena de confianza, o sea los méritos, la obediencia y la justicia<br />

de Cristo. Esto podemos presentar entonces a Dios en lugar de nuestras transgresiones. Con alegría debería<br />

aceptar el perdón concedido y la justificación y enseguida conoceríamos la paz y la alegría que un<br />

camino tan maravillosos produciría en nuestros corazones.<br />

“Justificados pues <strong>por</strong> la fe, tenemos paz para con Dios <strong>por</strong> medio de nuestro Señor Jesucristo”.<br />

Rom. 5:1.<br />

Muchos Han Errado el Camino.-<br />

Qué extraño que qué triste es el hecho de que este sencillo y hermoso camino de la justicia es tan<br />

difícil de aceptar y de hallar para el corazón natural y carnal. Para Pablo era una gran pena que Israel,<br />

sus parientes conforme a la carne, erraron tan fatalmente el camino. Él decía: “Mas Israel que seguía la<br />

ley de justicia, no ha llegado a la ley de justicia. ¿Por qué? Porque la seguían no <strong>por</strong> fe, mas como <strong>por</strong><br />

las obras de la ley”. Rom. 9:31-32.

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