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Ortega, Rosales y Velázquez: una mirada sobre un influjo ...

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308<br />

Noemí Montetes-Mairal<br />

to exterior como interiormente lo advertimos en <strong>Rosales</strong> desde sus primeros escritos<br />

poéticos y críticos hasta los últimos, y siempre siguiendo los mismos parámetros que<br />

este poema encierra: la superioridad de la visión <strong>sobre</strong> la <strong>mirada</strong>, como <strong><strong>un</strong>a</strong> manera de<br />

aprehender hondamente la realidad y aquello que la trasciende, con el añadido del conocimiento.<br />

Porque no basta la realidad, hay que trascenderla. De ahí que frente a los<br />

peligros de la desnuda racionalización, <strong>Rosales</strong> defienda la «intuición» (término que<br />

añade en la reedición de este artículo en 1961). El conocimiento se deriva de la contemplación,<br />

está constituido por <strong>un</strong> saber que se deduce de la intuición: la visión consiste<br />

por tanto en la conj<strong>un</strong>ción de la <strong>mirada</strong> y el conocimiento, al que hay que añadir<br />

la contextualización histórica (la circ<strong>un</strong>stancia orteguiana). Porque sin saber del barroco<br />

no se sabe de <strong>Velázquez</strong>.<br />

El «vitalismo» defendido en 1949 se convierte en «vitalismo-existencialismo»<br />

en 1961 87 . <strong>Rosales</strong> afirmará en 1949 que «La vida, como preceptiva artística, es la<br />

constante ley de gravedad del Barroco» 88 , y añadirá en 1961: «la preferencia de lo vital<br />

a lo preceptivo, que constituye el más prof<strong>un</strong>do y perdurable descubrimiento del<br />

barroco español» 89 . Desde el p<strong>un</strong>to de vista de <strong>Rosales</strong> la diferencia de actitud ante la<br />

vida y el arte de <strong>Velázquez</strong> y Rubens se advierte en la elección del dibujo de este último,<br />

frente a <strong><strong>un</strong>a</strong> visión más general y ambiciosa, de los planos frente a los trazos, de<br />

<strong>Velázquez</strong>: «No hay fondo y forma en él: hay expresión», subraya <strong>Rosales</strong> 90 . Ante la<br />

dulzura rubeniana el pintor sevillano opta por el adentro, por la pintura interiorizada<br />

91 , que es la que logra hacernos convivir en ella: «lo decisivo al contemplar <strong><strong>un</strong>a</strong><br />

pintura es convivirla (1961)/ conseguir su visión viva; mirarla conviviéndola<br />

(1949)» 92 . Frente a la preponderancia rubeniana por la pintura de la carne, <strong>Velázquez</strong><br />

opta por la pintura de los ojos como modo de transmitir el milagro natural. <strong>Rosales</strong><br />

está analizando la obra del artista sevillano pero, como ocurre siempre que se enfrasca<br />

ta Cuadernos Hispanoamericanos, lo más probable es que ese decálogo fuese redactado entre Panero,<br />

Vivanco, <strong>Rosales</strong> y, seguramente, también Ricardo Gullón, quien ese mismo año 1952 había publicado<br />

De Goya al arte abstracto. El p<strong>un</strong>to décimo del citado decálogo, como hemos indicado, es<br />

<strong>un</strong> poema de <strong>Rosales</strong>. Resulta bastante obvio que el p<strong>un</strong>to noveno también fue redactado por él: el<br />

estilo, los conceptos, el tono, son puro <strong>Rosales</strong>.<br />

87<br />

En efecto. En el ensayo de 1961, pese a que <strong>Rosales</strong> sigue afirmando que «la vida, como preceptiva<br />

artística, es la constante ley de gravedad del Barroco español» (sí, en 1961 a la frase de 1949<br />

le añade el adjetivo español), e insiste en ello en numerosas ocasiones a lo largo de todo el artículo,<br />

tampoco debemos dejar de lado que en ocasiones sustituye el término «vitalismo» por «existencialismo».<br />

De este modo, en la frase de (1949b: 262), «El sentido rector que liga, distingue y vivifica<br />

aspectos tan distintos de la cultura española como el teatro, la pintura, la poesía lírica y la novela,<br />

puede ser sintetizado en <strong><strong>un</strong>a</strong> sola palabra: vitalismo.», en 1961 sustituye el sustantivo vitalismo por<br />

existencialismo (cfr. <strong>Rosales</strong> 1961: 326).<br />

88<br />

<strong>Rosales</strong> (1949b: 262).<br />

89<br />

<strong>Rosales</strong> (1961: 326).<br />

90<br />

Sobre este aspecto también advertimos <strong><strong>un</strong>a</strong> diferencia entre los dos ensayos. En 1961 añade<br />

<strong>un</strong> párrafo en el que incide más en la diferencia entre el <strong>Velázquez</strong> pintor del contorno que se f<strong>un</strong>de,<br />

con carácter estructural, totalizador, frente a Rubens, pintor del detalle, formalista (lel subrayado es<br />

nuestro). Cfr. ibid.<br />

91<br />

<strong>Rosales</strong> (1949b: 264).<br />

92<br />

Op. cit.: 329.

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