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PROPUESTA DE GESTIÓN PARA REDUCIR EL
IMPACTO AMBIENTAL DE LA AVENIDA
LONGITUDINAL DE OCCIDENTE (ALO), EN LA
DINÁMICA DEL HUMEDAL LA CONEJERA, BOGOTÁ
(COLOMBIA)
MANAGEMENT PROPOSAL FOR REDUCCING THE
ENVIRONMENTAL IMPACT OF THE LONGITUDINAL WEST
AVENUE (ALO), ON LA CONEJERA´S WETLAND DYNAMICS,
BOGOTA (COLOMBIA)
Ivonne Otero-Durán 1
Diana Carolina Angulo Rivera 2
Paola Elisa Corredor Velandia 3
Francia Milena Zuluaga Tangarife 4
Efraín Ruíz Sepúlveda 5
1 Bióloga, Especializada en Planeación Ambiental y Manejo Integral de los Recursos Naturales
ibiodu@hotmail.com
2 Bióloga, Especializada en Planeación Ambiental y Manejo Integral de los Recursos Naturales
veinticinco@gmail.com
3 Geógrafa, Especializada en Planeación Ambiental y Manejo Integral de los Recursos Naturales
pecv75@hotmail.com
4 Ingeniera Civil, Especializada en Planeación Ambiental y Manejo Integral de los Recursos Naturales.
milez025@hotmail.com
2 Biólogo, MSc. Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá D.C.
efrainruizs@gmail.com
Resumen: Los humedales son ecosistemas que evidencian interacciones de los aspectos
fisicobióticos y socioeconómicos, y conforman un escenario importante para el
desarrollo humano al prestar una serie de beneficios y servicios ambientales tales como
regular el microclima local, descomponer la materia orgánica, regular los caudales
hídricos y fijar nitrógeno y carbono, entre muchos otros. En este orden de ideas,
cualquier tipo de actividad humana que degrade y afecte su natural funcionamiento, se
reflejará en el detrimento de un ecosistema importante para la ciudad y la población que
la conforma. En las últimas décadas, los procesos de urbanización en Bogotá, han sido
significativos y han ocasionado una gran afectación sobre el ambiente, en especial en los
ecosistemas de humedal. Claro ejemplo de esta situación en el costado occidental del
antiguo municipio de Suba, es el humedal de La Conejera. Con el paso del tiempo,
diversas actividades antrópicas lo han reducido en forma drástica, generando problemas
ambientales críticos para el ecosistema, la población aledaña y la ciudad en general. En
la actualidad, la construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO),
compromete los procesos y funciones ecológicos propios del humedal, pues su diseño
está planteado para atravesarlo de sur a norte, generando una fuerte problemática de tipo
ambiental y de asentamientos humanos. En este escenario, se presenta una propuesta de
gestión para reducir el impacto de la construcción de esta avenida en la dinámica del
humedal.
Palabras clave: problemática ambiental, ecosistema, humedal, fragmentación, servicios
ambientales, gestión ambiental.

Abstract: Wetlands are ecosystems that show physical biotic interactions and social and
economic aspects, and form an important setting for human development to provide a
range of benefits and environmental services such as regular local microclimate,
discomposing organic matter, regulate water flows and set nitrogen and carbon among
many others. In this vein, any human activity that naturally degrade and affect their
performance, reflected in the expense of an important ecosystem for the city and the
people that comprise it. In recent decades, urbanization in Bogotá have been significant
and led to a great involvement on the environment, particularly in wetland ecosystems. A
clear example of this situation on the western side of the old town of Suba, is La Conejera
wetland. Over time, many human activities have drastically reduced, resulting in critical
environmental problems for the ecosystem, surrounding communities and the city in
general. Currently, the construction of the Longitudinal West Avenue (ALO)
compromises the ecological processes and functions of the wetland themselves, because
their design is proposed to cross from south to north, creating a strong issue of
environmental and human settlements. In this scenario, there is a management proposal to
reduce the impact of the construction of the Longitudinal West Avenue (ALO) into the
dynamics of La Conejera wetland.
Key words: environmental conflict, ecosystem, environmental services, environmental
management, fragmentation, wetland.
1 Introducción
Durante las últimas décadas, los humedales de todo el Mundo se han reducido por diferentes causas,
ocasionando alteraciones en el ambiente. Por este motivo, en 1971 se llevó a cabo la Convención
Relativa a los Humedales de Importancia Internacional Especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas
(RAMSAR), con el propósito de contribuir al desarrollo sostenible mundial, mediante la conservación
y el uso racional de los humedales y sus recursos [1]. RAMSAR define los humedales como:
“extensiones de marismas, pantanos, turberas o aguas de régimen natural o artificial, permanentes o
temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluyendo las extensiones de agua
marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros” [2]. Colombia se acogió a esta
Convención con la Ley 357 del 21 de enero de 1997, que entró en vigencia el 18 de octubre de 1998
[3].
Los humedales de Colombia que se encuentran en la Sabana y el Distrito Capital desde hace miles de
años, son el resultado de la gradual desecación del antiguo lago que cubría el territorio, pertenecen a la
cuenca del río Bogotá, y hacen parte del sistema geográfico del altiplano Cundiboyacense [4]. Algunos
de los humedales más importantes de esta región son Torca, Guaymaral, Tibabuyes o Juan Amarillo,
Córdoba, Jaboque, Santa María del Lago, el Burro, la Vaca, Techo, Capellanía, Meandro del Say,
Tibanica y La Conejera [5]
En ambientes urbanos como la ciudad de Bogotá, estos los humedales están íntimamente relacionados
con los cerros Orientales, porque allí nacen numerosas fuentes de agua y quebradas procedentes de los
páramos. Son ecosistemas naturales muy transformados, rodeados por una matriz urbana en desarrollo
y una problemática compleja de saneamiento ambiental y de asentamientos humanos que invaden sus
rondas y deterioran su funcionamiento y procesos ecológicos [5].
Para los propósitos de este estudio, se tomó como referencia el humedal La Conejera que se encuentra
en la localidad de Suba, limitando al norte con la vía Suba-Cota, por el sur con la cuenca del río Juan
Amarillo y con el occidente, con el río Bogotá (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2009). Este humedal ha
venido presentando un paulatino deterioro desde el siglo XX y ha sufrido una gran reducción asociada
con las actividades antrópicas [6], que han ocasionado una pérdida considerable en términos biológicos
e hídricos.
En este sentido, surge la necesidad de crear estrategias que permitan reducir el impacto de las obras de
infraestructura vial sobre la composición y función del humedal La Conejera, y para ello es necesario,
hacer un análisis preciso de los aspectos, efectos e impactos ambientales que estas obras puedan
ocasionar.

2 Metodología
2.1 Área de estudio
Como se muestra en la figura 1, el humedal La Conejera cuenta con un área aproximada de 60 ha, y
está ubicado al noroccidente de Bogotá en la localidad de Suba, entre los barrios Compartir, Londres,
Prado Salitre y Las Acacias; limita al oriente con la quebrada La Salitrosa y al occidente con el río
Bogotá [7].
Este humedal hace parte de la microcuenca La Conejera, cuyo principal afluente es la quebrada La
Salitrosa que nace en el cerro La Conejera, recibe aguas residuales de los barrios circundantes y
desemboca finalmente en el río Bogotá. Mientras su margen noroccidental corresponde a predios
rurales, el sector suroriental contiene predios rurales y urbanos. La ronda de la quebrada La Salitrosa ha
sido ocupada por barrios subnormales, algunos de los cuales ya están legalizados y otros han sido
incluidos en programas de reubicación [9].
Las vías de acceso al humedal son: por el costado nororiental, la Avenida Corpas que conduce a la
hacienda Las Mercedes; por el costado suroriental, la Transversal de Suba que conduce al barrio
Compartir, y la Avenida de Las Mercedes [10]. Se tiene proyectada la construcción de las avenidas 1)
Ciudad de Cali que pasará inmediatamente al extremo oriental del humedal, 2) Longitudinal de
Occidente (ALO), que cruzaría el humedal a través de un puente, y 3) San José que viene del oriente y
continuaría hasta unirse con la ALO [10].
2.2 Información cartográfica
Figura 1. Humedal La Conejera. Localización y coordenadas [8]
Se hizo un análisis del estado del arte respecto de la situación de los humedales en el Mundo, haciendo
énfasis en el de La Conejera, lo cual facilitó la interpretación del estado real de estos ecosistemas y de
su problemática.
De igual forma, se hizo una revisión del material cartográfico en el cual se compararon planos y
fotografías aéreas del área de estudio, disponibles en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC),
para observar las modificaciones del humedal asociadas principalmente con la aparición de centros
urbanos y avenidas. Debido a la poca cartografía disponible de esta zona, se dificultó la interpretación.
Por consiguiente, hubo que recurrir a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), en
donde suministraron un plano medio pliego escala 1:5.902 del Humedal [8]. Este mapa contiene
información de gran utilidad porque incluye redes pluviales y sanitarias.
En el IGAC, se analizaron los cuadrángulos de Bogotá desde la década de los 70, con el propósito de
observar cambios en el área y la estructura del humedal en el transcurso del tiempo e identificar

posibles relaciones entre estos cambios y la construcción de urbanizaciones y vías. A partir de la
información consignada en los cuadrángulos, se obtuvo fotografías aéreas del humedal capturadas sólo
en los años 1973, 1977, 1998 y 2004. Las fotografías analizadas fueron: a) 056, 057 y 058 del vuelo C
1439 – 1973; b) 101, 102, 153 y 154 del vuelo C 1782 – 1977; c) 074, 075 y 076 del vuelo SAV415-
F04 – 1998; y d) 127 y 128 del vuelo C 2717 – 2004. También se analizaron cuatro planchas escala
1:2.000 de 1981 (E-18, E-19, E-28 y E-29), y una plancha escala 1:10.000 de 1989 (E-29). Es
lamentable que la información disponible sea escasa.
2.3 Observaciones in situ
Se hicieron cinco visitas al humedal, en las cuales se observaron las características biofísicas y sociales
del ecosistema. Se confirmó la presencia de visitantes al área y se identificaron las principales
actividades que allí se realizan.
Una vez recolectada la información, se organizaron los datos recolectados y se clasificaron por
categorías para facilitar su análisis. Por último, se diseñó un documento base que puede ser útil para
empresas, consorcios, corporaciones y otras instituciones que diseñen o construyan obras de
infraestructura vial que brinden herramientas aplicables tendientes a reducir los impactos ambientales
de las obras viales sobre los humedales urbanos de la planicie.
3 Resultados
3.1 Avenida Longitudinal de Occidente (ALO)
En 1961, se planteó el proyecto de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO), como un componente
importante en el ordenamiento regional urbano para mejorar la movilidad y el desarrollo de la ciudad.
En el Plan de Ordenamiento logístico del Plan Maestro de movilidad, el proyecto ALO quedó como un
corredor especializado para mejorar las facilidades de acceso y circulación longitudinal de camiones en
la ciudad de Bogotá, y como corredor para la futura distribución de combustibles hacia algunos
municipios como Cachipay, La Calera y Cáqueza. Como lo indica la figura 2, este proyecto tiene una
longitud total de 49,3 km y une la vía Girardot-Bogotá en la Autopista Sur en Chusacá, con la vía
Bogotá- Tunja, Autopista Norte en cercanías del Club Deportivo Torca [11].
Figura 2. Avenida Longitudinal de Occidente. Trazado proyectado y dividido en tramos,
sobre el mapa de Bogotá [11]
De acuerdo con el Plan de Desarrollo y Ley de Inversiones 1994-1998, se asignaron partidas para
ejecutar este proyecto mediante contratos de concesión, y según el Acuerdo 13 de 1998 del Concejo de
Santafé de Bogotá, se adoptó el trazado de la ALO y se dispuso su ejecución, operación y
mantenimiento por el sistema de concesión [12].

A finales de 1999, el IDU inició la ejecución del proyecto con la celebración del contrato de Asesoría
para la Estructuración Financiera, Legal y Técnica del proyecto, con la Unión Temporal INGETEC
S.A, Louis Berguer, Chemás Asesores Ltda., y Correval S.A (UTEA). El contrato incluía la revisión de
la estimación de la demanda de la avenida, obtenida en estudio anterior por el Consorcio Estudios
Técnicos - Parsons Brinckerhoff International y Cal & Mayor, que fue la base para que el IDU
definiera la viabilidad del proyecto de la avenida por el sistema de concesión [13].
La figura 3 indica cómo en el tercer tramo, la ALO cruzará el humedal La Conejera. La propuesta que
se tiene hasta el momento para minimizar el impacto sobre el ecosistema, es la construcción de un
puente vehicular de ocho carriles.
Figura 3. Figuración sobre fotografía aérea. En el tercer tramo, la ALO cruzará el humedal
La Conejera a través de un puente vehicular [11]
En la actualidad, el proyecto cuenta con una licencia ambiental para todo el trazado, expedida por la
CAR [11], a pesar de que seguramente afectará las condiciones naturales del humedal La Conejera,
debido al intenso tránsito de vehículos y la fragmentación del ecosistema, entre otros aspectos. Un
informe de la Contraloría Distrital expedido el 21 de septiembre de 2007, expresa su preocupación por
el impacto ambiental de la avenida: “Se pudo constatar que el proyecto atraviesa el Humedal Juan
Amarillo- Tibabuyes afectando directamente la zona denominada la Chucua Corinto, una de las más
importantes no sólo por su diversidad biológica, sino por ser la de mayor relevancia ecológica. Este
mismo panorama, pero en proporciones muchísimo más graves, se vislumbra en el sector de La
Conejera y el Santuario de flora y fauna denominado Bosque Las Mercedes, pues la vía fragmentaría
en dos porciones estos ecosistemas” [14].
3.2 Impactos generados por el proyecto
En el Estudio de Impacto Ambiental, realizado por el Consorcio IGP-EGI-i3-SICITER para el IDU
[11], se identificaron diversos impactos ambientales de la Avenida Longitudinal de Occidente, entre los
cuales se encuentran: 1) generación de expectativas, temores e incertidumbres por parte de la población
a partir del posible efecto sobre la infraestructura social y las edificaciones, 2) intranquilidad e
inseguridad y generación de conflictos y expectativas durante la construcción, 3) afectación del
proyecto sobre los recursos naturales del medio y sobre las condiciones de vida de la población, 4)
ocurrencia de accidentes, 5) la afectación por restricción al acceso de campos deportivos, recreativos y
a la infraestructura social, 6) restricciones por el establecimiento de barreras que aíslan o sectorizan a
las comunidades circundantes, 7) cambios en la visión general del área, 8) afectación, alteración e
interrupción en la prestación de servicios públicos y sociales que utiliza la comunidad, 9) incremento
de los niveles de ruido y contaminación a lo largo del corredor vial, 10) deterioro del área por basura o
inseguridad, además de la eventual contaminación visual que se genera, 11) el nuevo patrón de tráfico
de las vías paralelas a la Avenida en las zonas urbanas, 12) estímulo a nuevos corredores de actividad
comercial, 13) posibilidad de excesos de velocidad por parte de los usuarios de la Avenida, con los

correspondientes riesgos de accidentes y ruido al vecindario, 14) contaminación de la red de drenajes
de aguas lluvias, los humedales, suelos y aire, 15) pérdida de cobertura vegetal, de hábitats y nichos,
16) alteración de la dinámica de los ecosistemas y 17) fragmentación de los ecosistemas.
Con el propósito de verificar, si realmente durante el mencionado estudio se identificaron todos los
impactos y efectos generados por la construcción, operación y mantenimiento de la ALO, se repitió el
ejercicio a partir de la elaboración de un diagrama de redes y un listado de chequeo, los cuales
arrojaron información adicional a la incluida en la evaluación realizada por el Consorcio IGP-EGI-i3-
SICITER [11].
De acuerdo con lo anterior, la construcción de esta avenida, tal como está planteada, se opone
totalmente a lo establecido por la normativa ambiental nacional y distrital, puesto que alterará los
bienes y servicios ambientales del ecosistema. Todo lo cual, si se tiene en cuenta que la obra finalizada
generará ruido, vibración y contaminación permanentes en el humedal.
Finalizados los análisis (revisión bibliográfica y cartográfica, y elaboración de diagramas de redes), se
elaboró una cartilla con información útil para tener en cuenta antes de diseñar los proyectos de
infraestructura vial. Denominada Guía para Reducir el Impacto Ambiental de Obras de Infraestructura
Vial sobre Elementos de la Estructura Ecológica Principal de Bogotá, busca proveer a las personas
encargadas de diseñar los proyectos de infraestructura, de unas herramientas que faciliten la planeación
adecuada de las obras, de manera que se eviten los impactos ambientales. Contiene definiciones y
normativa relevantes, a partir del concepto “ambiente” que incluye a los seres humanos, pasando por
las medidas de corrección, compensación y mitigación, hasta finalizar con las categorías en las cuales
se encuentran catalogados los proyectos de infraestructura, según el grado de impacto ambiental que
ocasionan.
También incluye un estudio de caso en donde se analiza la problemática del proyecto ALO sobre el
humedal La Conejera, y se propone la metodología de diagramas de redes para hacer la identificación
de impactos y efectos ambientales desde la etapa de planeación del proyecto.
Al final del documento, se incluyen recomendaciones para los planeadores y una reflexión que invita al
lector a analizar la situación ambiental en Colombia y el manejo que en la actualidad se da a las áreas
naturales. Por último, se anexa un listado con varios documentos sugeridos para profundizar en el
tema.
4 Discusión
El deterioro de los diferentes ecosistemas ha venido aumentando año tras año en todo el País, como
consecuencia de acciones antrópicas que han ocasionado contaminación hídrica y del suelo, alteración
de la composición florística y faunística, además de cambios en los períodos microclimáticos, entre
otros, generando un problema que con el tiempo adquiere mayores dimensiones 1
.
Por esta razón, es evidente la necesidad de prevenir las afectaciones a los humedales que sobreviven en
Bogotá, no sólo por ser componentes de la Estructura Ecológica Principal y por estar protegidos por la
ley, sino por todas las funciones que los ecosistemas cumplen. Para ello, se debe realizar un manejo
especial que comience por evitar las afectaciones externas como los vertimientos de aguas residuales y
residuos sólidos, el ingreso de animales ferales y de pastoreo y, por supuesto, los perjuicios
ocasionados por el desarrollo de obras de infraestructura urbana [16]. La Política de Humedales del
Distrito Capital busca orientar y promover el uso público de los valores, atributos, funciones y
diversidad biológica de los humedales, atendiendo las prioridades de conservación y recuperación [17].
En este sentido, la construcción del tramo de la ALO que fragmentará el humedal La Conejera y que
por consiguiente, alterará los bienes y servicios que ofrece el ecosistema a las personas, no es un
proyecto plausible.
Es vital que la comunidad cambie la percepción que tiene frente a los humedales en general; debe
pensar desde el colectivo, no desde lo particular. El proceso de saneamiento ambiental permite generar
un nuevo esquema dentro del paradigma de sostenibilidad ambiental de las ciudades del nuevo siglo y
por lo tanto, hay que maximizarlo con el desarrollo de acciones de recuperación y restauración de los
humedales, mediante mecanismos de apropiación del espacio público que faciliten su goce por parte de
la sociedad y que los conviertan en espacios de entendimiento, recreación pasiva, educación ambiental
urbana y en centros de conservación e investigación de la biodiversidad, al mismo tiempo que cumplen
1 Hunter, Jr., se refiere a la fragmentación de los ecosistemas, como uno de los problemas más comunes en la
actualidad. Debido a los procesos antrópicos, las coberturas naturales se van reduciendo cada vez más y por lo
tanto, los hábitats para la fauna son cada vez más escasos [15].

su función hidrológica como importantes reguladores de las crecientes invernales [6]. Además de los
mecanismos de conservación y recuperación de humedales nombrados, se debe garantizar que a estos
sistemas sólo lleguen aguas libres de residuos sólidos y químicos para mantener un mínimo volumen
de agua limpia, así como dar un tratamiento a las conexiones erradas [18].
Teniendo en cuenta que el desarrollo es algo que no se puede detener, es indispensable realizar una
planeación adecuada de todos los proyectos, tratando los aspectos bióticos, físicos y socioeconómicos
que aporten información relevante para que las obras no alteren el equilibrio ni los beneficios de los
ecosistemas ubicados en la ciudad. Para lograrlo, se debe conocer a fondo la dinámica de los
humedales y su relación con la comunidad, lo mismo que los bienes y servicios que estos ecosistemas a
pesar de estar severamente degradados, aún ofrecen.
La planeación ambiental debe ser un procedimiento hecho a conciencia, que garantice la calidad de
vida de la población humana sin afectar a los animales y las plantas, pese a las intervenciones para
realizar actividades socioeconómicas de infraestructura, propias del desarrollo. Los EIA que se realizan
en la actualidad, plantean una serie de medidas de mitigación y compensación que en el caso de la
afectación a los humedales, no debe ser necesaria si la planeación es adecuada y si se realiza con el
propósito de prevenir, antes que corregir. También debe tenerse en cuenta que no siempre lo que es
estéticamente agradable es lo más adecuado. Por ejemplo: un puente, una ciclorruta o un sendero
perimetral hacia un humedal, pueden hacerlo lucir más atractivo para algunos; no obstante, las
alteraciones a la dinámica del ecosistema pueden resultar desfavorables a largo plazo.
Además, es indispensable que se realice un trabajo articulado entre la ciudad y la región, para evitar la
construcción de obras innecesarias. En el caso de la ALO, por ejemplo, existe otro proyecto similar
denominado Avenida Perimetral de Cundinamarca que perfectamente puede cubrir la demanda
vehicular (24.000 vehículos de carga), para lo cual se construirá la ALO. Incluso, la perimetral es más
viable y generaría menos afectación en términos ambientales, puesto que aprovecharía el corredor vial
que ya existe entre Chía, Cajicá, Cota, Siberia, Funza y Mosquera, y no entraría en contacto alguno con
el humedal La Conejera [19]. Por otra parte, los recursos del Estado propuestos para uno de los dos
proyectos, podrían destinarse para otras obras de conservación y recuperación de ecosistemas o para
diversos proyectos que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos.
5 Conclusiones y Recomendaciones
Por su alto valor en cuanto a oferta ambiental y potencial biológico, los humedales deben ser objeto de
intervención controlada, especialmente en aspectos como la recreación pasiva, la educación y la
investigación, incluidos planes de manejo ambiental. Las diferentes percepciones que se tienen desde
las diversas ramas del conocimiento frente a este espacio, deben buscar siempre su conservación.
Antes de adelantar los diseños de las obras de infraestructura vial, debe hacerse una revisión exhaustiva
de la normativa ambiental vigente y del estado del arte respecto de los ecosistemas urbanos. Debe
partirse de la Constitución Nacional que en su artículo 79 afirma que “todas las personas tienen
derecho a gozar de un ambiente sano”, y en su artículo 8, menciona la obligación del Estado y de las
personas de proteger las riquezas culturales y naturales de la Nación. Sumado a lo anterior, y como ya
se ha mencionado en el presente documento, el humedal La Conejera tiene categoría de Reserva
Natural, por lo cual debe velarse por su conservación. La necesidad de incluir a los humedales del
altiplano Cundiboyacense dentro de las áreas prioritarias para la conservación biológica en Colombia,
es algo que ya se ha propuesto en investigaciones de mayor envergadura [20].
A pesar de la existencia de guías de manejo ambiental, la afectación a los ecosistemas debido a obras
de infraestructura urbana resulta inminente, si no se tiene en cuenta medidas preventivas específicas
desde que surge por primera vez un proyecto, y si no se analiza el tipo de ecosistema por intervenir.
Para el caso de la Avenida Longitudinal de Occidente por ejemplo, debe tenerse en cuenta que el
manejo tradicional de la avifauna y de la flora ante obras de infraestructura sugerido por el IDU [21],
no es el mismo en un humedal que en un bosque o en un parque urbano. Lo anterior, debido a que el
tipo de vegetación y su organización, así como el hábitat de los animales, varían sustancialmente de un
ecosistema a otro.
Es de gran importancia que durante la planeación y desarrollo de un megaproyecto como la ALO, que
ha sido analizado por cerca de 50 años, se tenga en cuenta las modificaciones en la legislación que se
han realizado durante este tiempo, y su posterior acoplamiento. En el caso del humedal de La Conejera,
después del planteamiento del proyecto, el ecosistema fue incluido como elemento de la Estructura
Ecológica Principal de Bogotá y le fue otorgada la categoría de Reserva Natural. Sin embargo, y pese

a la protección que requiere según esta categoría, el proyecto aún contempla la construcción del puente
sobre este ecosistema.
La construcción de la Avenida Longitudinal de Occidente, sin lugar a dudas, ocasionará una grave
afectación al ecosistema de humedal y a los habitantes del sector, si no se modifica el trazado. Por
consiguiente, se propone hacer un nuevo estudio de impacto ambiental, incluyendo más aspectos de los
que ya fueron tenidos en cuenta en el estudio inicial. De igual forma, se debe revisar qué tan
conveniente sería reemplazar el tramo de la ALO sobre el humedal de La Conejera, con el estipulado
por la Avenida Perimetral de Cundinamarca que estaría ubicada de forma paralela a la ALO.
Una buena forma de garantizar la permanencia de estos ecosistemas a largo plazo, es educando a la
comunidad desde la primera infancia para generar sentido de pertenencia con los humedales. Si se
logra que estos ecosistemas sean reconocidos como espacios únicos dentro de la ciudad, fundamentales
para la educación, la contemplación y la recreación pasiva, la comunidad sentirá la necesidad de
utilizarlos y, por consiguiente, de contribuir a su conservación.
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