huelva - DSpace en la UNIA - Universidad Internacional de Andalucía

6 LA RABIDA
sipido y egoista de ajedrez, de avenidas y calles a cordel,
ansia emociones poéticas, dulces misterios, como los de
esos pueblos de tradición, donde la fantasía teje el encaje
de una evocación, que es la partida de bautismo popular.
J. FERNÁNDEZ PESQUERO.
El conflicto de fronteras entre Guatemala
y Honduras quedará todavía sin solución
Pero las grandes Compañías Norteamericanas
seguirán aprovechándose, y ofreciendo dinero
a las dos pequeñas repúblicas para que no les
falten armas ni municiones
Delegaciones especiales de Guatemala y Honduras, bajo
la tutela y dirección de Washington, están tratando de re-
solver hace dos meses el viejo problema de límites entre
ambas repúblicas.
Las conferencias, desde luego, tienen lugar en la capital
anglosajona; y como es ya cosa sabida y por demás averi-
guada que los altos funcionarios norteamericanos no ha-
blan español, ni son catedráticos de inglés nuestros sabios
estadistas, se ha hecho indispensable el auxilio de intérpre-
tes para evitar confusiones y faltas graves de entendimiento.
Sin embargo, por noticias últimamente recibidas y muy
a pesar de los expertos traductores, ha de llegarse fatal-
mente a la conclusión de que el enojoso conflicto de fronte-
ras quedará todavía pendiente, como una amenaza para la
paz y tranquilidad de la América del Centro. ¿Hasta cuándo?
Hasta que los centroamericanos comprendan que no es
precisamente a la sombra del Departamento de Estado que
encontrarán remedio para sus rencillas, menos aún en casos
como el de Honduras y Guatemala.
Buena y comprobada noticia tenemos todos, como la
tienen los gobiernos de las dos partes litigantes—espléndi-
damente pródigos en el reparto de concesiones—de que las
mejores tierras en disputa ya no son hondureñas ni son
guatemaltecas, puesto que las están usufructuando grandes
y poderosas compañías fruteras norteamericanas.
¿Y para eso peleamos? ¿Para eso han ido a Washington
los representantes de Guatemala y Honduras, provistos de
expedientes, cédulas reales del tiempo de la Colonia, largos
instrumentos de derecho, cuya sola lectura tomaría años
enteros de resignación y de paciencia?
¿Para eso se enseñan dientes y uñas dos pueblos her-
manos dirigidos por miopes estadistas o por leguleyos de
mucho renombre y oropel, que reciben honorarios de las
propias compañías explotadoras o que celebran con ellas
negocios más o menos productivos?
Para eso, para que a la postre se beneficien unas ú otras
de las agraciadas empresas extranjeras, no alcanzando a
reembolsar sus ínfimas contribuciones los enormes gastos
que se han hecho a cuenta de la disputa, ¿vamos a conti-
A. SOUTO. -- (ACUARELA ,
nuar exhibiendo nuestra falta de sensatez y nuestro torpe
localismo?
¡Ah, pero los accionistas de Boston, de Nueva York, de
Nueva Orleans o de Chicago seguirán cobrando sus altos
dividendos, y ofreciéndonos con crecido interés el dinero
que les sobra de manera que no nos falten armas ni muni-
ciones!
Vergüenza da pensar en semejantes cosas, que nos pin-
tan de cuerpo entero y proclaman a gritos el fracaso de los
hombres que en mala hora medran, desde los altos puestos,
en aquella infortunada sección del continente americano.
¡Cédulas reales, statu quo, expedientes de derecho! ¿Qué
importa ni que significa tanta papelería de siglos frente a la ,
realidad pavorosa de los hechos?
Y esta pavorosa realidad no es otra sino que nos dividi-
mos y despedazamos, teniendo ante nosotros la amenaza
de seguir siendo absorbidos y dominado por el imperialis-
mo anglosajón.
Hondureños y guatemaltecos enloquecen de odio y de
patrioterismo discutiendo a quien en teoría pertenecen las
tierras disputadas. Y mientras ellos argumentan como deben
trazarse las fronteras, los otros, los del Norte, cultivan y
aprovechan la extensión territorial por cuyos simples títulos
alzamos los puños con gestos ridículos de santa indig-
nación.
Universidad Internacional de Andalucía - Monasterio de Santa María de La Rábida