LA DESNUDEZ DE CRISTO
LA DESNUDEZ DE CRISTO
LA DESNUDEZ DE CRISTO
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>LA</strong> <strong><strong>DE</strong>SNU<strong>DE</strong>Z</strong> <strong>DE</strong> <strong>CRISTO</strong><br />
Carlos Garcia Valverde<br />
Fig. 2<br />
La pasada Semana Santa (2011) surgió la<br />
polémica al respecto del estreno de la<br />
escultura de Ricardo Flecha “Cristo en<br />
brazos de la Muerte”, (fig. 1) en la que el<br />
tallista zamorano representa a Jesús<br />
completamente desnudo, sin el paño de<br />
pureza que de ordinario se encarga de<br />
salvaguardar la pudibundez del Salvador.<br />
Como resultas de esta reacción, el mismo<br />
artista hubo de tallar una especie de apósito<br />
a guisa de perizoma que ocultara, al menos<br />
durante la procesión, los genitales de la<br />
figura. Aunque ahora nos resulte chocante,<br />
la representación de Jesucristo en toda su<br />
dimensión humana y, por tanto, con todos<br />
los atributos inherentes a tal condición, no<br />
es nada nuevo. Vamos a dar un somero<br />
repaso a este asunto, tanto desde su<br />
perspectiva artística como en lo tocante a su<br />
implicación histórica y social.<br />
Para hallar las primeras muestras de la<br />
cristológica desnudez, debemos<br />
remontarnos al siglo V de nuestra era. Ya<br />
entonces, en algunos mosaicos bizantinos, como<br />
el del baptisterio ortodoxo de Rávena (fig. 2), se<br />
representa al Hijo del Hombre en el momento del<br />
bautismo, con la transparencia del agua como<br />
único e incompleto intermediario entre el<br />
espectador y el cuerpo despojado de Jesús. Poste-<br />
22<br />
riormente, y en diferentes<br />
épocas (Bajo Medievo,<br />
Renacimiento…), siguen surgiendo<br />
imágenes de Jesucristo<br />
desnudo. ¿Por qué<br />
esta “necesidad” de mostrar<br />
al Redentor con todas las<br />
consecuencias de su encarnación?<br />
Tal vez debiéramos buscar la<br />
respuesta en el arte clásico<br />
de Grecia y Roma, donde se<br />
representaba a sus deidades<br />
de forma antropomorfa,<br />
como una manera de<br />
acercarlos a la condición<br />
humana, de cuyos vicios y<br />
virtudes participaban a pesar<br />
de su calidad de dioses. Esta<br />
tendencia a “humanizar” al<br />
dios es heredada por los artistas cristianos ya que,<br />
evidentemente, resulta más fácil la catequización<br />
si el modelo a seguir parece cercano e<br />
identificable. Siguiendo esta premisa, sólo<br />
interrumpida durante el Románico con la<br />
Fig. 1<br />
Fig. 3
Fig. 4<br />
“acaparación” monástica de<br />
cualquier representación<br />
artística religiosa, la humanidad<br />
de Cristo es plasmada de forma<br />
frecuente tanto en pinturas como<br />
en esculturas. Con el humanismo<br />
renacentista, y desaparecido<br />
en buena parte el “temor<br />
de Dios”, vuelve a resaltarse la<br />
parte terrenal del Salvador, lo<br />
que cristaliza en unas obras de<br />
arte en las que el Enviado de los<br />
cielos asume su humanidad con<br />
todos sus atributos mortales.<br />
Así las cosas, hay que reconocer<br />
que, al menos en este<br />
campo de las artes, prevalece<br />
buena parte de la doctrina<br />
arriana, que consideraba a<br />
Jesús como una especie de<br />
“dios menor” y, por tanto, más<br />
cercano a la corporeidad<br />
terrenal que a la evanescencia<br />
celestial. Ni siquiera el concilio<br />
de Nicea, que reafirmó la<br />
divinidad de Cristo, pudo<br />
desterrar del todo la idea<br />
relativamente prosaica que pintores y escultores<br />
tenían de él. Respecto a esta humanización, en el<br />
caso concreto de los crucificados, hay una<br />
justificación, digamos “anatómica”. Desde luego,<br />
parece a todas luces más lógico representar el<br />
sufrimiento corporal -y, por ende, el psicológicoatribuido<br />
a un sujeto carnal y no a un ente<br />
Fig. 5 Fig. 6<br />
espiritual, al que se le supondría por encima de<br />
estas servidumbres físicas. El mensaje, en toda su<br />
dramática dimensión, llegará así en mayor medida<br />
a un pueblo que secular y mayoritariamente se<br />
hallaba instalado en el analfabetismo y que era<br />
incapaz de asimilar y asumir conceptos demasiado<br />
“ultraterrenales”.<br />
Aunque la rígida Contrarreforma pretendió acabar<br />
con la desnudez imperante en muchas creaciones<br />
del manierismo y el barroco, no logró erradicarla<br />
del todo. Famosas son sus intervenciones en<br />
obras de arte como el Jesús del Juicio Final de la<br />
Capilla Sixtina (fig. 3) o el Resucitado de Santa<br />
María sopra Minerva (fig. 4), ambas de Miguel<br />
23<br />
Ángel. En el primero<br />
d e l o s c a s o s ,<br />
Daniele da Volterra<br />
fue el encargado de<br />
ocultar la virilidad del<br />
Hijo de Dios tras el<br />
repinte de un velo, lo<br />
que le valió para la<br />
posteridad el apodo<br />
de Braghettone (“ha-<br />
cedor de panta -<br />
lones”, según unos,<br />
o “calzonazos”, se-<br />
gún otros). En cuan-<br />
to a la escultura<br />
marmórea de la ro-<br />
mana iglesia de<br />
Minerva, un peri-<br />
zoma de bronce es el encargado, hasta hoy<br />
mismo, de cubrir las partes pudendas del<br />
musculoso Redentor.<br />
Para concluir, y como muestras de la desnudez de<br />
Cristo en el arte a través de los tiempos, podríamos<br />
también citar los notorios ejemplos de los<br />
crucificados de Miguel Ángel y Cellini (Convento<br />
Santo Espírito y El Escorial, respectivamente, figs.<br />
5 y 6), este último hoy también cubierto por un<br />
recatado paño, así como el entierro de Buonarrotti<br />
(fig. 7) y hasta una curiosa escultura de El Greco<br />
que representa a Cristo Resucitado (fig. 8),<br />
destinada al retablo del Hospital de Tavera<br />
(Toledo). Como dato anecdótico, apuntar la<br />
existencia de una versión del crucificado<br />
velazqueño, pergeñada por Erazuriz, artista<br />
neoyorquino de origen chileno que pintó a Cristo<br />
completamente desnudo, como forma de protesta<br />
contra el excesivo uso del “scanner” en los<br />
aeropuertos estadounidenses (fig. 9).<br />
Existen, sin embargo, otras muchas muestras<br />
artísticas de la desnudez de Jesús, tanto antiguas<br />
como contemporáneas, que resultaría prolijo<br />
detallar y que, sin duda, el lector interesado y<br />
curioso podrá hallar por sus propios medios.<br />
Fig. 8 Fig. 9<br />
Fig. 7