andahazi, federico – el principe - Lengua, Literatura y ...
andahazi, federico – el principe - Lengua, Literatura y ...
andahazi, federico – el principe - Lengua, Literatura y ...
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Federico Andahazi El Príncipe<br />
UN COFRECITO DE ORO<br />
CON F E RNANDO LAMAS<br />
Y RICARDO MONTALBÁN<br />
Los títulos se fueron diluyendo sobre <strong>el</strong> primer plano de un florero d<strong>el</strong> que<br />
sobresalían dos margaritas. La cámara fue abriendo <strong>el</strong> plano hasta rev<strong>el</strong>ar una mesa<br />
que presentaba un desayuno recién servido. Frente a frente estaban sentados, a la<br />
derecha, Ricardo Montalbán y, a la izquierda, Fernando Lamas. Al mexicano se lo veía<br />
envu<strong>el</strong>to en una robe de chambre de seda, sonriente y satisfecho, untando una tostada<br />
con manteca. Fernando Lamas, en cambio, se mostraba cabizbajo, inapetente y con<br />
gesto desconsolado.<br />
-Decime una cosa, Ricardito -suspiró Fernando Lamas con cierta irresolución.<br />
-Sí -contestó distraídamente Ricardo Montalbán llevándose la tostada a la boca.<br />
-¿Te puedo hacer una pregunta...?<br />
Sólo entonces <strong>el</strong> mexicano levantó la vista guardando un asombrado silencio.<br />
—Vos, ¿me querés? —susurró avergonzado Fernando Lamas.<br />
Ricardo Montalbán sonrió con ternura y, pasándole una mano por la mejilla,<br />
susurró:-Claro, tontito, qué pregunta -se dispuso a continuar con su desayuno.<br />
-Ricardito, vos no me haces <strong>el</strong> amor. Ricardito... -dijo sollozando-, vos me... -<br />
titubeó tratando de <strong>el</strong>udir la palabra adecuada.<br />
-Pero cómo dice eso, mi bicho -contestó Ricardo Montalbán y sin dejar de sonreír<br />
dulcemente, lo tomó de la mano.<br />
-¡Salí, no me toques!<br />
Hubo un silencio incómodo. Fernando Lamas no quería forzar las cosas. Se<br />
acarició <strong>el</strong> bigote y habló:<br />
-A vos no te preocupa si yo... termino.<br />
En ese punto Ricardo Montalbán no pudo evitar un gesto de sorpresa. Se quedó<br />
pensando y finalmente dijo:<br />
-Pero decime una cosa, Fernando -buscó las palabras más adecuadas-, ¿vos...<br />
acabas?<br />
-¡Qué pregunta! -dijo indignado Fernando Lamas-, es claro que... termino.<br />
Ricardo Montalbán frunció <strong>el</strong> ceño, se llevó <strong>el</strong> índice al mentón y le preguntó al<br />
oído:<br />
-...¿Por atrás?<br />
-Guarangote -alejándolo de sí-; sos un chancho.<br />
-No, de en serio te pregunto, siempre me picó esa curiosidad, ¿vos ... terminas?<br />
-Y es claro, tonto, ¿o que te crees...? -contestó incómodo, meciéndose a izquierda y<br />
derecha y formando un pequeño corazón con su boca contraída.-Y decime una cosa,<br />
Fernando... ¿qué se siente?<br />
Fernando Lamas se puso de pie, <strong>el</strong>evó la vista hacia las penumbras d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o raso,<br />
juntó las manos sobre <strong>el</strong> pecho y en un suspiro, contestó:<br />
-Es... es como cagar un cofrecito de oro.<br />
La cámara se <strong>el</strong>evó. Sonaron violines y entonces, sobre <strong>el</strong> techo salido de foco,<br />
apareció <strong>el</strong> injusto:<br />
70