Orientaciones para los salmistas
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el carisma del cantor al servicio de la comunidad – 157<br />
SOBRE LA FORMA DE CANTAR EN LA COMUNIDAD Y DE COMO HACER ESTE SERVICIO<br />
EN LA VIDA DE LA COMUNIDAD<br />
Extraído del libro “Vida en Comunidad”, de Dietrich Bonhoeffer<br />
Cantar en común 272<br />
A la lectura de <strong>los</strong> salmos y a la lectura bíblica se añade al canto en común;<br />
con él la voz de la Iglesia alaba, agradece e implora a su Señor.<br />
“Cantad al Señor un cántico nuevo” nos repite el salmista. Es el cántico nuevo<br />
entonado cada mañana, en honor de Cristo, por la comunidad familiar, y que<br />
estamos llamados a cantar con toda la Iglesia en la tierra y en el cielo. Dios quiere<br />
ser celebrado con un cántico eterno, y entrar en su Iglesia es unir la voz a este<br />
coro inmenso. Es “el canto de alegría de las estrellas del alba y de las aclamaciones de<br />
<strong>los</strong> hijos de Dios que suben hasta Él de toda la creación” 273. Es el canto victorioso de <strong>los</strong><br />
hijos de Israel después del paso del mar Rojo, el Magníficat de María después de<br />
la anunciación, el himno de alabanza de Pablo y Silas en la noche de su prisión,<br />
“el cántico de Moisés y del Cordero” cantados por <strong>los</strong> creyentes liberados “sobre<br />
un mar de cristal”, el himno nuevo de la Iglesia celestial 274.<br />
Cada mañana, la Iglesia aquí en la tierra une su voz a este canto universal y,<br />
al atardecer, vuelve sobre él <strong>para</strong> señalar el final de la jornada. Su finalidad es<br />
alabar a Dios trino y su obra. Pero es distinto el cántico en la tierra que en el<br />
cielo. En la tierra es el cántico de <strong>los</strong> que creen; en el cielo, el de <strong>los</strong> que<br />
contemplan; en la tierra es un canto hecho de pobres palabras humanas; en el<br />
cielo son “palabras inefables que ningún hombre puede expresar” 275, el cántico<br />
nuevo que nadie puede aprender si no son “<strong>los</strong> 144.000” 276 acompañado por las<br />
“arpas de Dios” 277. ¿Qué podemos saber nosotros de este cántico nuevo y de las<br />
arpas de Dios? Nuestro cántico nuevo es un canto terrestre, un himno de<br />
peregrinos y viajeros a quienes ha llegado la palabra de Dios que ilumina<br />
nuestro camino. Está vinculado a la palabra reveladora de Dios en Jesucristo. Es<br />
el canto sencillo de <strong>los</strong> hijos de esta tierra, llamados a ser hijos de Dios; no es un<br />
cántico exaltado ni estático, sino centrado en la palabra revelada, con sobriedad,<br />
gratitud y recogimiento.<br />
“Cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” 278. El cántico nuevo ha de<br />
ser entonado en primer lugar en nuestro corazón. De otro modo no es posible<br />
cantarlo. El corazón canta porque está lleno de la presencia de Cristo. De ahí que,<br />
en la Iglesia, el canto es un acto espiritual. Presupone la sumisión a la Palabra y a<br />
la comunidad, mucha humildad y una gran disciplina. Un cántico que no fuese<br />
cantado con el corazón no sería más que un himno horrible y confuso de<br />
272 Dietrich Bonhoeffer, “Vida en comunidad”, pág. 57-62. “2. El Día en Común” – Ediciones Sígueme, 1992.<br />
273 Job 38, 7.<br />
274 Ap 15, 2.<br />
275 2 Cor 12, 4.<br />
276 Ap 14, 3.<br />
277 Ap 15, 2.<br />
278 Ef 5, 19.