Boletín de Cuaresma 2011 - Iglesia san Pedro

Colaboraciones
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DICEN QUE LA DISTANCIA...
Tentado estuve de mezclar letras y recuerdos
con acordes de bolero, pero
no casaban de forma ortodoxa como
fondo para tratar sobre una hermandad de
penitencia. Luego pensé inspirarme en alguna
marcha, ya que al fin y al cabo, hasta
en el móvil me suena Quinta Angustia. Así
que elegí “Angustias de San Francisco” que
desde hace algún tiempo enriquece nuestros
instantes con acordes enredados en momentos
felices, recuerdos y emociones. Y desde el
tamizado de un cristal donde, desde luego, no
podría decirse que la “distancia es el olvido”,
me dispuse a escribir.
Es esa misma distancia la que me regala
una inmejorable perspectiva, a mi pesar,
desde la que contemplar la ligazón íntimamente
próxima que aun me aferra a nuestra
Hermandad, y me concede serenidad, equilibrio
y cuando se antoja necesario, frialdad
y desapasionamiento. Aunque también hay
que decirlo, que en algunos aspectos, la lejana
cercanía fantasea con dolorosas ausencias de
ingrata cotidianeidad, no siempre fácilmente
soportables, al unirse en comanda a tantas y
tantas otras como han sobrevenido.
Marché hace tantos años que ya no los
cuento con los dedos de las manos; se me
escapan como, incapaz de retenerlo, perfumándolas,
resbalaba de ellas el incienso que
cada Cuaresma se guardaba en la sacristía de
la Capilla al hundirlas en sus entrañas de vainilla
y benjuí.
Marché dejándolo todo revuelto, con
responsabilidades por cumplir, agobios por
no cumplirlas, delegando funciones que anhelaba
desempeñar; más con la confiada se-
ANGUSTIAS 2011
guridad de que quienes me sustituían lo iban
a hacer mejor que yo. Marché; no por ello me
fui.
Y así transcurrieron los primeros años.
En una ocasión, aun con el motor del coche
caliente, recién aparcado en la calle San Francisco,
contigo Cautivo saliendo del cancel
para recordarle al barrio que tiene Tus manos
atadas por amor, y que ese amor, amor
merece, alguien me dijo: –“ Miguel, ¿ya estás
aquí? ¡No te pierdes ni una!”–. Si hubiéramos
sabido en ese momento las que me quedaban
que perder… Porque la distancia es la misma.
El coche más seguro y potente, la carretera
mejor y el tiempo de camino más leve y sin
embargo, cada vez Carmona está más lejos y
yo más ausente
Muchos Miércoles Santos al contemplar
al amor del Cielo cómo se extendían los nazarenos
difuminándose en el arco de la Puerta
de Sevilla, se me antojaba la cofradía como
un río generoso en amores que se desbordaba
desde San Francisco por Carmona. Y así
la sigo viendo; río afluente de nuestras vidas,
que unas veces amenaza languidez y sequedad,
otras deslumbra discurriendo poderoso,
las más es tranquilo y aporta serenidad pero
por épocas, discurre revuelto y lleno de remolinos
e inquietud. Y en ese devenir, cada hermano
asemeja rama desgajada, a merced de
donde la corriente le quiere dejar. Nadando
orgulloso a la vista de todos, o escondido en
lo más profundo, a veces enganchado en las
orillas o siendo la mano anónima que draga el
fondo para que todo discurra como es debido...
Y así fui yo dejándome llevar y creo que
encontré mi sitio natural… En el recuerdo de
los amigos queridos, en el beso que aun reci-
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