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Tres meses después, tal un niño que acababa de recibir <strong>el</strong> juguete<br />

tan esperado <strong>el</strong> día de los reyes, Juan no pudo abstenerse de hacer<br />

visitarles <strong>el</strong> objeto tan ansiado a su mujer, Luisita e a sus amigos.<br />

Como abeja en flor, iba y venía en <strong>el</strong> dominio situado en la linde de<br />

su ciudad natal. No se agotaba en explicaciones: “Mirad, <strong>aquí</strong> habrá<br />

una torre para los niños. Allí, <strong>el</strong> jardín de invierno para que Luisita<br />

ocupe sus días. Una parte de la casa será prácticamente sepultada<br />

por preocupación de energía. Otra se <strong>el</strong>evará hacia <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o para sacar<br />

provecho de la luz. Será a la vez una fortaleza e un palacio de cristal<br />

aéreo.”<br />

Las personas que acompañaban a Juan, ya podían concebir su casa.<br />

Esa obra magistral se alzaría de tierra dentro de algunos meses y<br />

marcaría <strong>el</strong> mundo de la arquitectura moderna para siempre.<br />

En primer lugar, Juan inició las gestiones administrativas con ayuda de<br />

sus asistentes fi<strong>el</strong>es. Todo se desarrollaba perfectamente bien como<br />

si se tratase de un príncipe cuyos súbditos leales pusiesen todos los<br />

medios para que cualquier obstáculo desapareciese. Un verdadero<br />

cuento de hadas.<br />

Sin embargo, un día, <strong>el</strong> viento giró. La rosa de los vientos indicó la<br />

dirección de la estr<strong>el</strong>la polar: la suerte le dio la espalda. Las dificultades<br />

de la obra se amontonaban al mismo tiempo que las piedras e otros<br />

materiales utilizados. Juan era <strong>el</strong> único que no se daba cuenta que su<br />

proyecto era titánico. Era probable que se estancara o peor que se<br />

hundiera.<br />

Mientras tanto, Luisita se dedicaba a sus ocupaciones. Así como<br />

los más observadores de ustedes lo habrán comprendido, y no hay<br />

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