Historia en Imagenes (II) - Ayuntamiento de Alcolea de Calatrava

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II).
1939 - 1975

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II).
1939 - 1975

Este libro se ha podido publicar gracias a la generosidad
de todas aquellas personas que han compartido con nosotros
sus vivencias y recuerdos a través de las fotografías que
generosamente han donado. Reproducimos a continuación sus
nombres por orden alfabético.

A GRADECIMIENTOS
María Amores Gómez.
Santiaga Amores Serrano.
Ignacio Bastante Tapiador.
Ramona Benito García.
Felisa Bermejo Navas.
Milagros Bravo Carretero.
Dolores Burgos Bastante.
Vicenta Burgos García.
Escolástica Burgos Roma.
Fidela Cabañas López.
Juliana Cabañas Moreno.
Eugenia Camacho Bermejo.
Tomasa Camacho Peñasco.
Narcisa Carretero Bermejo.
Cándido Carretero Ocaña.
Alejandra Castillo Ríos.
Milagros Céspedes Mora.
Higinia Chico Céspedes.
Julia Chico Rivilla.
María Coca Burgos.
Julia Contreras Úbeda.
Margarita García Alcaide.
Amelia García Mora.
Julián García Sierra.
Paula Gómez Rodríguez.
Tomasa Herrera García.
Ubaldo Herrera del Río.
Mª Luisa Madrilley Fernández.
Paula Mora Abad.
Hipólita Mora Ruiz.
9
Emiliana Moreno Barragán.
Juana Oliver Sierra.
Vicenta Paredes Moreno.
África Peñasco Plaza.
Antonia Pérez Almansa.
María Plaza Carretero.
Lucía Plaza Flores.
Juana Plaza López.
Jesús Plaza Oliver.
Pilar Plaza Oliver.
Paula Plaza Roma.
Marina Prado Contreras.
Mª Dolores Prado Ruiz.
Carmen Robles Bastante.
Rosario Robles Mora.
Ángeles Rodríguez Ciudad.
Mª Dolores Serrano Céspedes.
Juliana Serrano Mora.
Carmen Serrano Romero.
Isidra Serrano Ruiz.
Aurelia Sierra Tapiador.
Carmen Tapiador Burgos.
Cristina Tapiador Burgos.
Segundo Tapiador Burgos.
Casimira Tapiador Prado.
Luisa Tapiador Prado.
Prado Tapiador Serrano.
Julia Velasco García.
Juana Zamora Roma.

I NTRODUCCIÓN
Hace dos años el Ayuntamiento publicaba un primer libro titulado
Historia en imágenes, que recogía fotografías referidas al periodo
1875-1939. Y como era de esperar, fue acogido con ilusión e interés
por todos los ciudadanos de Alcolea que, a través del ejemplar que cada
familia recibió en casa, pudieron observar, analizar, comentar y, sobre
todo, conocer un poco más en relación a cómo se vivía, por entonces, en
nuestro pueblo.
Hoy, se nos ofrece nuevamente la posibilidad de mirar hacia el
pasado, que es un ejercicio muy instructivo, sobre todo si lo hacemos con
el fin de buscar inspiración para el futuro. Y así desde el rico patrimonio
gráfico que este libro recoge, podemos obtener una visión más completa
de la historia de nuestro pueblo, pues incorporamos en esta segunda
parte el periodo comprendido entre 1939 y 1975.
Y como es este un periodo más cercano en el tiempo, un periodo
que para muchos forma parte de nuestro recorrido vital, aquí vamos a
encontrar fotografías y textos que las interpretan, en las que aparecemos
nosotros o nuestros familiares y vamos a poder comparar lo que
éramos con lo que somos, y en definitiva reconocer que hemos cambiado
a mejor.
11
Por:
Ángel Caballero Serrano
Alcalde de Alcolea de Calatrava

En fin, estimado lector, te animo a que hojees con cuidado y procures
que este libro despierte en ti una corriente de afecto y de agradecimiento
a los que aparecen en estas fotos y a los que fueron sus coetáneos. A
esos que desde las fotos nos miran mientras los observamos, a esos que
pisaron las mismas calles, observaron idénticos paisajes y vivieron con
el deseo de progresar y entregar a las siguientes generaciones el mejor
Alcolea posible.
Termino agradeciendo el esfuerzo de todos los que han hecho
posible este segundo libro. Agradecimiento por su apoyo económico,
a la Junta de Comunidades, a la Diputación Provincial; a todos los que
cedieron las fotos y completaron la información elaborando los textos y
muy particularmente a los que desde la Universidad Popular realizaron
el ingente trabajo de coordinarlo todo. Dicen que un buen libro es el que
se abre con expectación y se cierra con provecho, estoy convencido de
que en este caso así será.
12

EL PUEBLO

EL PUEBLO
Pocos son los momentos en los que el ritmo de vida que
llevamos nos permite pararnos, hacer una pausa y observar todos los
cambios que nuestro alrededor ha sufrido en un relativo corto espacio
de tiempo.
Gracias a la idea de esta publicación que me ha permitido participar,
me he sentido obligado a realizar esta pausa y reflexión, y sobre
todo por mi profesión desde el punto de vista arquitectónico, profesión
que en su día elegí libremente y que me satisface plenamente.
Hoy observando las viviendas de nuestro pueblo podemos
apreciar que las hay de dos plantas, de una, con piscina y sin ella, la
mayoría con calefacción e incluso algunas con aire acondicionado, pero
esto no ha sido toda la vida así.
Apreciamos como normal que se hayan construido con estructura
de hormigón, con estructura de acero e incluso de muros de carga,
pero esto no ha sido toda la vida así.
Todas las viviendas se construyen con uno o dos baños al menos,
se hacen con cubierta inclinada (vigas o tabiques palomeros) o con
cubierta plana, pero esto no ha sido toda la vida así.
Es una típica expresión la que me encuentro cuando en algunas
visitas de obra, cuando hago alguna observación sobre la forma de
realizar alguna tarea o partida para ajustarla a norma y el albañil me
responde: "…. pues se ha hecho así toda la vida…".
En esta reflexión, veo cómo cuando a partir de mis 4 ó 5 años
venía de Madrid a casa de mi abuela, me extrañaba ver que las paredes
eran de tierra, que no había cuarto de baño en la mayoría de las casas
y para hacer "las necesidades" había que ir al corral, que para no pasar
frío tenías que estar en una mesa redonda donde estaba el brasero; como
me asombraba mirar al techo y ver rollizos de madera sobre el que se
apoyaban las tejas.
15

En esta reflexión, recuerdo cómo había que sacar agua del
pozo, y cómo mas tarde había que acumular agua en garrafas pues el
agua que salía del grifo no duraba todo el día.
En esta reflexión, recuerdo con nostalgia aquel pueblecito
que aparecía blanco cuando el coche giraba en el cruce, con todas sus
fachadas encaladas, blancura que aumentaba cuando llegaba agosto.
En esta reflexión, noto que no somos conscientes del tremendo
cambio que se produjo en nuestro pueblo en las décadas de los sesenta
y setenta, época en la que se produjeron cambios de extraordinaria
importancia.
En esta reflexión, observo que ya todas las calles se encuentran
asfaltadas, ya todas las calles se encuentran iluminadas, ya nadie hace
las casas de tapial y adobe, ni utiliza rollizos de madera para construir
las cubiertas y sobre todo, todas las calles tienen AGUA POTABLE y
ALCANTARILLADO, esta última instalación de muchísima importancia
siendo una de las fundamentales para poder optar a construir sobre
un solar.
En esta reflexión, recuerdo cómo a principios de los setenta, se
construyó la red de alcantarillado más importante del pueblo, el alcantarillado
de la calle Cervantes (la calle del arroyo), ya que únicamente
se encontraba canalizado el arroyo y no había posibilidad de "sacar las
aguas sucias".
En esta reflexión, caigo en la cuenta de que no siempre la
energía eléctrica ha funcionado con 220 v., que antes iba a 125 v., y como
luego en casi todos los electrodomésticos sobre todo en los frigoríficos
se colocaba el "transformador".
Es posible que el hecho de que fue en esta época en la que yo
empecé a venir al pueblo, de fines de semana al principio y definitivamente
después, lo que motive que le dé mucha importancia desde el
punto de vista de la arquitectura a los cambios acaecidos.
En definitiva, ¡qué cambio tan importante sin apenas darnos
cuenta!
Juan Manuel Plaza Burgos
16

EL PUEBLO
***
Imagen antigua de la iglesia
realizada en 1953.
17
***
Fotografía de la torre tomada
desde la actual Plaza de los
Reyes (1953).

***
Otra imagen antigua de
la Plaza con la calle Julio
Coello al fondo.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
18
***
Vista parcial de la Plaza
en los primeros años de la
década de los 60.

***
Vicente Rivilla, Miguel
Sampere Camacho y
Rosendo Arroyo, entre
otros, empedrando
las aceras de la calle
Cervantes hacia 1960.
EL PUEBLO
19
***
Fuente pública situada entre
los estribos de la iglesia.

***
Dos imágenes de la
calle Fuentes (antes
Calvo Sotelo) a mediados
de los años 60.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
20

EL PUEBLO
21
***
Vista de la calle Don
Quijote a mediados y
finales de los años 60.

***
Antiguo Pozo de La
Sanidad situado en la
calle Casimiro Coello.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
22
***
Aspecto que presentaba
el Colegio Público
“Tomasa Gallardo” en
los años 60.

***
Edificio y patio de
las escuelas en los
años 60.
EL PUEBLO
23
***
Vista parcial de la calle
Oliva (antes General
Aguilera) a principios de
los años 60 con el antiguo
Cuartel de la Guardia
Civil al fondo.

***
Dos imágenes de las
antiguas casas de los
maestros en la actual
calle Sol (años 60).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
24

EL PUEBLO
25
***
Dos imágenes
distintas de la calle
Pablo Plaza en los
años 60.

E MIGRACIÓN

E MIGRACIÓN
Años 60. La gente venía a comprar a nuestra tienda con una
peseta, y aún se les devolvía dinero.
Yo era un niño, que trepaba por las estanterías buscando las
golosinas más apreciadas; cuanto más alto, mejor. No era el único; tenía
numerosa y fraternal competencia...
La leña para las hogueras, ya estaba amontonada en las calles;
esperando dar calor a la fría noche invernal de Santa Lucía. Esa tarde
nos íbamos del pueblo.
Cuando subimos al tren, ya estaba lleno de gente. Tras una
larga noche entre pasillos y equipajes; alguien dijo: - naranjas, mirad
cuantas naranjas - Estábamos llegando a nuestro destino entre inmensos
campos de huertas y naranjos.
El tren, como una máquina del tiempo, nos ha trasladado a otro
siglo. La ciudad se prepara para celebrar la Navidad. Un respiro para
adaptarnos a tantas cosas nuevas: tráfico, ascensores, semáforos, el habla
de la gente, que tanta gracia nos hace...
El tiempo pasa entre colegio y tardes de juegos en la cercana y
solitaria playa. Unos trabajan, otros estudian, otros estudian y trabajan;
y la ciudad, indolente, se deja hacer.
Al pesado trolebús, se le ha vuelto a soltar una de las pértigas.
El cobrador baja con una manivela, y tras las preceptivas maldiciones,
la encaja en la toma de corriente. Acurrucado en mi asiento, voy a mi
trabajo; adormilado, hasta que oigo: "Xiquet, ja hem arribat". Bendita
mujer, que todas las mañanas me avisa de la proximidad de mi parada.
Al salir del trabajo, un compañero se ofrece a acercarme a casa en su
nuevo coche. Es viernes, día de paga; y la ciudad bulle de actividad. Al
llegar a casa, oigo algo que me llena de alegría, y de inquietud: Vamos a
ir al pueblo.
29

El pueblo... Vuelven a mi mente recuerdos de mi niñez: la nieve
cubriendo el campo de fútbol del colegio, las tormentas de verano, el
olor de la tierra mojada, el agua que por entonces rodeaba el pueblo en
forma de fuentes, lagunas, arroyos de aguas cristalinas; en los que las
mujeres lavaban la ropa entre risas... Y mis amigos; que me dieron una
amistad como sólo los niños saben dar; sin prejuicios, desinteresada y
verdadera (guardo un grato recuerdo de todos ellos). Con ellos descubrí
los parajes que rodean el pueblo: las cuevas de la Santa Cruz, el
Zahurdón, la laguna, la Fuente del Pez, el Hontanar... Y los defendimos
armados de arcos de retama, espadas de madera y escudos de cartón de
otros invasores infantiles.
Tiempo de juegos inventados sobre la marcha y juguetes
hechos de cualquier cosa: "canicas" de teja raspada sobre el bordillo
de la acera, silbatos de hueso de melocotón conseguidos por el mismo
laborioso procedimiento, un camión fabricado con una tabla y dos pilas
viejas por ruedas... y luego; la enorme, denegrida y muy vieja bici; en
la que aprendimos a montar lanzándonos cuesta abajo (había que ser
contorsionista para poder dar una vuelta completa a los pedales; la
barra nos quedaba a la altura del cuello y lo impedía).
Volvemos al pueblo por primera vez, después de algunos años.
Ya se ve la cúpula de la iglesia; y una extraña sensación me asalta. Una
sensación que siempre que vuelvo me invade justo cuando cojo el desvío
de la carretera, y la llegada es inminente. Es la sensación de volver a
mi casa. No quiero decir mi casa entendida como un espacio físico; sino
mi casa espiritual: El pueblo y sus espacios y sus tiempos; mis raíces; el
lugar al que pertenezco y al que cada vez vuelvo más a menudo y cada
vez me gusta más volver.
Tras la incertidumbre de las primeras miradas a media distancia
y el titubeante saludo, llega la sonrisa amplia y la risa sincera. ¿Te
acuerdas de aquello? ¿Y de aquello otro, cuando tal y cual?... Todo fluye
con normalidad. Estamos en casa; no soy un forastero en mi propia
tierra.
Sentado en el bordillo de la puerta, en la quietud de la noche;
algo que ya había percibido, pero a lo que con la excitación de la llegada
30

no di importancia; vuelve a mí. El Hogar no estaba. La majestuosa
fachada, con su terraza en forma de arco y sus gradas; habían desaparecido
para siempre. Aquel bonachón gigante de piedra, que sentado en la
plazuela atraía a los niños a jugar a sus pies; había sido desplazado por
el progreso. En sus enormes salones descubrí por vez primera la magia
de la televisión, y después el cine y los bailes de los banquetes de boda.
En aquellas gradas comenzó mi afición a pintarrajear papel
de estraza; y en aquella plazuela voló por primera vez un avioncito de
cartón; que llegó a mis manos no recuerdo cómo. Sólo me duró un rato.
Lo lanzaba al aire una y otra vez; y ascendía y se posaba en el suelo suavemente,
tras un largo planeo. Hasta que desapareció entre los tejados.
Pero aquel avioncito de cartón, ya había cumplido con creces su misión:
inocularme la pasión por el vuelo.
El pueblo ha cambiado; ha prosperado, es más grande, hay agua
corriente en las casas, alcantarillado, farolas en las calles asfaltadas; y
coches... muchos coches. Máquinas que un progreso mal entendido
nos vendió diciéndonos que funcionaban con combustible, pero que en
realidad funcionan bebiéndose insaciables el agua de nuestros ríos.
Que la deslumbrante luz del sol manchego, os llene el corazón
de alegría. Acercaos a esa luz, no para lucir vuestro brillo, sino para ver
los claroscuros, las luces y las sombras de la buena gente que os rodea.
31
Valeriano Prado Contreras.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Brígido Serrano Robles durante
su estancia como emigrante en
Suiza (1965).
32

EMIGRACIÓN
***
Emiliano Céspedes Mora trabajando en una granja
suiza en 1966.
33

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
En 1963 se fotografiaron en
Ripollet (Barcelona) Marcelino
del Río, Ignacio Bastante, Amalio
Serrano, Gregorio y Miguel Ruiz,
y Catalino Herrera.
34

FIESTAS LOCALES

FIESTAS LOCALES
Las fiestas para un pueblo son un fundamento básico para la
convivencia. Me atrevería a decir que son tan importantes como lo es su
trabajo, su cultura, su educación.
Un pueblo que trabaja necesita un descanso o esparcimiento; se
merece estos días de relax y diversión.
Las fiestas de un pueblo nos dicen mucho de cómo es: si es un
pueblo culto; si sabe conservar sus tradiciones; si es acogedor; si sus
diversiones son sanas y qué valores tiene.
En ellas todos los colectivos tienen que tener su espacio: niños,
jóvenes, adultos; y, cómo no, los paisanos que tuvieron que emigrar por
falta de trabajo, pero que, especialmente al llegar las fiestas, regresan
porque aquí tienen sus raíces y no se pueden olvidar de ellas. Todos hacen
las fiestas con su participación, su alegría y sus ganas de diversión.
Las fiestas progresan los pueblos: las de Alcolea también.
Pero, hecho este pequeño preámbulo, echemos la vista atrás
para recordar cómo han sido y cómo son las fiestas más entrañables
para nosotros los alcoleanos.
Somos un pueblo privilegiado porque tenemos dos fiestas
importantes, las de nuestros patrones Santa Escolástica, en febrero; y
San Roque, en agosto.
Otras fiestas tradicionales son las de San Isidro Labrador, en
mayo; los carnavales, quizás en tiempos pasados más celebrados en el
pueblo que ahora; Santa Lucía, San Antón; la fiesta del Ángel, etc...
Las fiestas en honor de Santa Escolástica y San Roque eran días
llenos de actividad: actos religiosos, bailes de salón y regionales, fuegos
artificiales, cine, teatro, carrera de cintas a caballo, corrida de toros, tiro
al plato, tiro al pichón, descabezo en bicicletas, concurso de arada y de
pesca, partidos de fútbol, juegos infantiles.
37

Las fiestas de la Santa, comenzaban la víspera con repique de
campanas y gran función de fuegos artificiales en la plaza. El día 10 de
febrero por la mañana el pueblo se despertaba con el toque de diana por
la banda de música.
Más tarde, solemne función religiosa, que estaba presidida por
las Autoridades y Hermandades y era concelebrada por varios sacerdotes.
Eran emocionantes cuando, en el momento de la Consagración,
irrumpía, en el silencio, la banda de música interpretando el Himno
Nacional. Después se bendecían las caridades y se repartían por las
casas. Por entonces el pueblo contribuía con dinero o especies para que
las caridades llegasen a todos.
Como ahora, la procesión de la Santa discurría por sus calles
con los alcoleanos alumbrando y rindiendo los máximos honores entre
música, luces de bengala y cohetes. Y al llegar a la plaza, entre grandes
“vivas” a la Santa, se quemaban también numerosos y vistosos castillos
que ofrecían los devotos.
San Roque “ve” con admiración estos fuegos artificiales que no
pueden quemarse en sus fiestas, sin duda por el riesgo de incendio en
pleno agosto.
En todas nuestras tradiciones la música está presente porque
somos muchos los que la amamos, con ella nos expresamos y a través
de ella sentimos.
Y nuestra Banda de Música, es buen ejemplo, y ha cumplido
recientemente su 50 Aniversario. Formada por jóvenes y adultos, nos ha
deleitado en las fiestas con extraordinarios conciertos.
Antes de tener nuestra propia banda, en la víspera de las fiestas
íbamos chicos y grandes a recibir a la banda (de otro pueblo) a “los
muros” y llegaba tocando hasta la plaza. El ayuntamiento repartía a los
componentes de esta banda por las casas. A cada familia le dejaba un
músico que quedaba hospedado en su casa todos los días de fiesta.
Los bailes antiguamente eran algo diferentes. Durante los días
de fiestas se celebraban bailes de sociedad en el casino y en los salones
autorizados para todos los públicos. Se hacían concursos de baile y de
belleza entre los asistentes.
38

Las mujeres estrenaban sus mejores galas en las fiestas y los
bailes. De ahí el refrán: “Las chicas de Alcolea andan descalzas, por
guardar los zapatos “pal” día la Santa”.
Vayámonos al cine.
¡Qué noches las del cine de verano, en las fiestas de San Roque,
en la plaza!
Desde una hora antes de empezar el cine, había un peregrinar
por todas las calles del pueblo de la gente tan contenta con su silla y su
botijo de agua fresquita (que al final se convertía en caldo). Alguna noche
aparecían las “turbaneras de San Roque” y los puestos de chucherías
volaban; los chicos lo pasaban bomba.
Las películas solían ser antiguas y se cortaban “cuarenta” veces.
La gente hablaba, se movía, hacía ruido... en fin, un desastre...; pero allí
estaba casi todo el pueblo, en su cine, tan contento.
Cambiando de asunto. Las carreras de cintas me han parecido
un espectáculo precioso. Participaban los mejores caballistas de la
localidad, y ofrecían las cintas que podían coger a sus novias, madres,
hermanas o amigas. El riesgo y la alegría de coger alguna cinta recompensaba
hasta a los menos afortunados.
Otro gran acontecimiento en las fiestas de verano eran las
corridas de toros que se celebraban en cercados, como la cerca de
Ángel Crespo. El ruedo estaba formado por palos: alrededor, carros de
labranza para los espectadores y algún palco para las autoridades. Estas
novilladas las lidiaban toreros y aficionados del pueblo. No faltaban los
espontáneos que saltaban al ruedo cuando querían.
En una ocasión se cayó el palco de las autoridades por el
excesivo peso, lo cual sirvió de juerga y diversión, ya que no ocurrió
ninguna desgracia.
Vamos con el patrón de los labradores, San Isidro, otra fiesta de
mucho fervor popular en Alcolea. Todos conocemos la historia de este
santo labrador con su yunta de bueyes, tan gran persona tan trabajador
y de una bondad y religiosidad incalculable. Se cuenta que un día dejó
la yunta y se puso a orar. Al volver vio que la yunta sola le había hecho
el trabajo.
39

En su fiesta se celebra una misa solemne, que, en otros tiempos
era en la Santa Cruz, al aire libre, para que el santo bendijera los campos.
Se subía a la ermita en procesión y todo el pueblo lo acompañaba.
Allí arriba, un grupo de mayeros le cantaba los “mayos”.
El día de romería se pasaba en la “Cañada Ancha”, cerca de la
laguna asistía todo el pueblo por la cercanía.
Se “vestían” algunas carrozas; y se vestían muchas chicas de
manchegas y aldeanas. Se hacían concursos de canciones que algunos
“poetas” del pueblo componían. Ahí va una muestra (San Isidro1950):
Bajar Ángeles del Cielo
a cantar con armonía
que va a salir San Isidro
para ir a la romería.
La Hermandad de labradores
espera en la Sindical
que salgan las aldeanas
que nos van a acompañar.
En la aldea que tenemos
trabajamos todo el año
en arrancar y segar
y a vendimiar también vamos.
Pues los amos que tenemos
nos pagan todos los días,
y nos dan el medio pan,
para comer al medio día.
La cruz de Mayo es otra fiesta tradicional de Alcolea. Se celebra
el 3 de mayo. La finalidad es la exaltación de la Santa Cruz. Para
ello, se “visten” cruces o altares presididos por una cruz. Unos se visten
con tela, con diferentes imágenes, flores, luces...
En las cruces de monte el altar se cubre de musgo y flores del
campo y las paredes de brezo.
Las cruces se hacen por promesa o para agradecer algún favor
recibido. La víspera se “vela” durante toda la noche por las “peanas”,
mujeres que no se mueven de su lado, acompañadas por familiares y
amigos. Rezan, bailan y el grupo de mayeros echa el mayo a la cruz.
Esta antigua tradición de los mayos se conserva y se renueva
porque se van incorporando jóvenes que aportan savia nueva y harán
que no desaparezca.
40

En las frescas y estrelladas noches del mes de mayo se esparcen
por el aire las notas de las guitarras, las bandurrias, los laúdes... por
todas las calles; empezando por la plaza, en el atrio de la iglesia, a la
Virgen o a la Cruz; y después, de ventana en ventana, a mozas casaderas
o a mujeres casadas...:
“Despierta lucero claro,
despierta que ya amanece,
que te vengo a echar el mayo
cuando la jara florece;
Una fiesta menor es la del día 1 de marzo, la fiesta del Ángel o
“espantar el diablo”. Desde niña la recuerdo sobre todo por la escuela.
Salían todas las niñas con sus maestras; llegaban al kilómetro dos y allí
acampaban, jugaban correteaban y, así, “se espantaba al diablo”.
Para contar todas las vivencias guardadas en la memoria
tenemos muchas veces, por suerte, la fotografía.
En los tiempos que nos ocupa existían los fotógrafos ambulantes.
Se instalaban en las casas, en la plaza, en cualquier sitio. Allí sacaban
su trípode, colocaban la cámara, sacaban su manguito negro y te hacían
la foto “al minuto”. ¡Cuánta nostalgia al evocar esas gentes, esas fiestas,
esos tiempos plasmados en esas imágenes amarillentas!
Con el pasar del tiempo han desaparecido algunos actos; pero
resurgen otros y aparecen nuevos y cada año la gente del pueblo vuelve
a esperar con la misma ilusión de entonces “las fiestas”. Compartidas
por todos, con sus músicas, sus bailes, sus ferias y “caballitos”, su jaleo…
su alegría.
Me gustaría pensar que las fiestas de Alcolea serán cada día
más creativas y más participativas y que siempre en ellas habrá una
convivencia armoniosa.
41
cuando las cebadas granan
y los trigos van en flores;
cuando los enamorados
regalan a sus amores...
María Teresa Plaza Selas

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Pedro Zamora Mora a caballo dando la
“vuelta a San Antón” (1958).
42
***
Los hermanos Petra, Luisa e Inocente
Céspedes Tapiador portando el estandarte
de la Santa en la procesión de 1968.

***
Felisa Bermejo Navas con un
grupo de amigas “espantando
al diablo” en 1953.
FIESTAS LOCALES
43
***
Ascensión Plaza Reina y Tomasa
Camacho Peñasco en un altar levantado
para la procesión del Día del Señor de
1969.

***
Francisco Carretero y
Crescencia Díaz con sus
hijos celebrando el Día
del Ángel en compañía
de Dominga y Damiana
Peñasco (1960).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
44
***
Juliana Casero, Mónica Díaz,
Aquilina del Río, e Inocente y
José Peñasco a principios de
marzo de 1958 “espantando al
diablo” en El Boquerón.

***
Inocente Céspedes Prieto
y Luisa Tapiador Prado
con sus hijos en la Plaza
durante las fiestas de San
Roque de 1969.
FIESTAS LOCALES
45
***
La familia de Justo
Coello y José Moreta,
con algunos amigos en la
romería de San Isidro de
1970.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Los hermanos Reles,
Mª Nieves, Inmaculada y
Carmen Velasco Coca
el día de San Isidro de 1973.
46
***
Nemesio Robles Ruiz dando
la “vuelta a San Antón” en
1950.

***
Maruja Coca Burgos, Félix
Velasco Lozano y Matilde
Burgos García, entre otros,
celebrando el Carnaval de
1965.
FIESTAS LOCALES
47
***
Ángel y Francisco Velasco
Lozano participando en un
concurso de arada organizado
en la Laguna de las Peñas del
Bú con motivo del día de San
Isidro en la década de los 60.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Valeriano García, Ramón Flores,
Ramón Céspedes, Nazario Burgos, y
Tomás y Maruja Coca durante la romería
de la Virgen de Alarcos de 1944.
48
***
Robustiano Velasco Coca con un trofeo
del concurso de poda organizado
con motivo de las Fiestas de Santa
Escolástica de 1968.

***
Jugadores de fútbol tras
disputar un partido en
las Fiestas de San Roque
a finales de los 60.
FIESTAS LOCALES
49
***
Petra Moreno y Fidela
Cabañas López posando junto
al altar de la calle Pablo Plaza
el Día del Señor de 1968.

***
Cándido Carretero entrega
un premio a Tomás Padilla
y a Carmen Tapiador en el
salón de José Burgos, tras
la celebración de un concurso
de baile con motivo
de las Fiestas de la Santa
de 1973.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
50
***
En los coches de choque
durante las Fiestas de Santa
Escolástica de 1972.

***
Casimiro Prado, Ángel
Amores, Nicolás y
Bienvenido Céspedes,
Catalino Herrera e
Isidro Amores Gómez
celebrando a San
Isidro (1962).
FIESTAS LOCALES
51
***
Ángel Velasco y Juana Plaza el
día de San Isidro, en un concurso
de arada en los años 60.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
José María y Rosario Moreta
Amores con su prima el 15 de
mayo de 1970.
52
***
La carroza de San Isidro
de 1967.

***
Félix Aponte y Gúdula Sierra
Bastante con su hermana Petra
posan en el altar levantado en la
calle Fuentes para la procesión del
Corpus de 1963.
FIESTAS LOCALES
53
***
Julián Burgos, Juli Navas, Ramona
Benito y Ricardo Ruiz en la procesión
de la Santa en 1968.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
María Sierra y Antonia Ruiz a
finales de los años 40 durante
la romería de San Isidro.
54
***
Los hemanos Juana Mª, Félix
y Meri Aponte Oliver en la
romería de San Isidro de 1971.

***
Procesión de San Isidro
por la calle Pablo Plaza a
finales de los 40.
FIESTAS LOCALES
55
***
Isidra Serrano y su
hermana Santiaga
alumbrando a San
Roque (1969).

***
Cantando los mayos en
el salón de José Burgos a
finales de los 60.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
56
***
Pauli Gómez, Amelia
García y Fidela Serrano,
entre otras, durante la
procesión de San Roque
de 1968.

***
Amelia García y un grupo de
amigas posando delante de la
carroza de San Isidro de 1962.
FIESTAS LOCALES
57
***
Amelia García en el altar
alzado en la calle Jesús Plaza
durante la procesión del Señor
de 1951.

***
Una de las carrozas de San
Isidro de 1963.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
58
***
Justo y Constanza Serrano,
Ubaldo Herrera y Justino
Plaza en una de las carrozas
de San Isidro de principios
de los 60.

***
Pilar Plaza Oliver y
Simeón Lozano en el
baile de la Santa de 1965.
FIESTAS LOCALES
59
***
En el Casino, proclamación
de reina y damas de las
Fiestas de la Santa de 1963.

***
Grupo de niñas preparadas
para bailar con motivo de la
visita del obispo en 1960.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
60
***
Carmen Tapiador
recogiendo un premio
del concurso de baile
de las Fiestas de Santa
Escolástica de 1973.

***
Carrera de bicicletas
organizada por
Laurentino Burgos
a principios de los
años 60.
FIESTAS LOCALES
61
***
Los participantes en el
descabezo de las Fiestas
de la Santa de 1960 posan
con sus bicicletas en la
calle Cervantes.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Julita Rivilla y Ángeles
Moreno tras bailar una jota el
día de San Isidro de 1954.
62
***
Procesión del Corazón de
Jesús hacia 1942.

***
Carmen Tapiador y Lucía
Burgos vestidas con trajes
típicos durante la romería de
San Isidro de 1956.
FIESTAS LOCALES
63
***
Epifanio Plaza Carretero y
Crisanto Carretero con su hijo
el día de San Antón de 1956.

O CIO

O CIO
Los primeros recuerdos que tengo de mis vivencias en el pueblo
se remontan allá por los años 1957/58/59...
Eran años de carencias, pero también años felices de infancia y
entrañable vida familiar.
¡Cómo jugaba en mi barrio, qué bien me lo pasaba en “las escuelas”,
qué ilusión ir al cine algunos domingos...!
El cine de Don Honorato y Jaime era parte del ocio en Alcolea.
Había cine de invierno en el salón y cine de verano en el patio.
Íbamos a ver la cartelera que se ponía en la pared del
Ayuntamiento y que consistía en fotografías de secuencias de la película
que iban a echar.
La mayor parte de los ratos de ocio tenían lugar en la PLAZA.
La Plaza, escenario y testigo mudo del ocio y la diversión del
pueblo, parte pasiva y viva al mismo tiempo. ¡Cómo bullía el pueblo en
ella en esos ratos de evasión! En la Plaza la gente se reunía para oír a la
banda de música los domingos por la noche.
La Plaza, donde estaba el “carrillo de los helados” de Maximiliano
y cerca la Fábrica de hielo y polos de Amelio. Tiempo después hicieron
su aparición el Kiosco de la “Misi” y Anastasio, y la “tiendecilla” de la
Atanasia, donde los chiquillos comprábamos las chuches.
La Plaza, lugar donde se celebraban las fiestas de San Roque y
de Santa Escolástica.
La Plaza, donde se escucha “El Mayo” el 30 de abril por la
noche en la puerta de la Iglesia.
¿Y las bodas?... Otra vez todos a la Plaza a ver a los novios y a
los invitados para luego comentar todos los pormenores, pero todo en
el buen sentido.
Sí, la Plaza, era una parte importante del ocio en nuestro
pueblo.
67

Ir de paseo era la distracción principal de entonces. Ir de paseo
era lo mismo que decir “Ir a la Plaza” ya que era allí donde se paseaba
los domingos noche. Todos los “alcoleanos” nos juntábamos para hablar,
jugar,... Se paseaba desde la Plaza hasta el bar del “Ruta”, en el cruce
con la carretera de Ciudad Real. Entonces los chiquillos íbamos a coger
quijones al “cerrillo” que está detrás de la gasolinera. Luego en la Plaza
jugábamos saltando los bancos y entre los estribos de la Iglesia.
Otros lugares de paseo, según tengo entendido, anteriormente,
eran por la carretera de Herrera y después se cambió a la carretera de
los muros. Éste último es el más entrañable para mí, ya que era el lugar
de los paseos de mi adolescencia y juventud. ¡Qué bien nos lo pasábamos
allí los chicos y chicas de mi época!
Volviendo otra vez atrás, otros sitios de ocio eran el Casino,
situado en la Plaza, y el Hogar de Eloy. En ellos se reunían los hombres
para echar sus partidas de cartas, tomando sus vinitos y cervezas,
charlar sobre el trabajo: “si lloviese…”, “si fuese un año bueno para la
siembra…”, “si se pudiesen plantar los melones para San Isidro…”, si
es que había llovido, y si no pedírselo al Santo con las canciones que le
había sacado Rimundico y que le cantábamos al subirlo a la Santa Cruz
el 15 de mayo en Romería. Este día también era un buen día de ocio
para todos, ya que al ser Alcolea un pueblo agrícola, los “alcoleanos”
festejaban y festejan a su Patrón.
Mientras los hombres pasaban sus ratos de evasión en los bares,
las mujeres se quedaban en sus casas cosiendo, cocinando o juntándose
alrededor de una “arradio” para oír las novelas y los discos dedicados.
En invierno se sentaban en sus cocinas y patios o rincones de la calle,
aprovechando los ratitos de sol hasta que empezaba a refrescar. Y entre
echar piezas a las sábanas, remendar pantalones y zurcir calcetines, se
hablaba de todo lo que pasaba en el pueblo.
En verano se sentaban en las puertas de las casas, por la noche,
a tomar el fresco, costumbre que continúa hoy en día y que queda reflejada
en esta poesía que pertenece a la Asociación española de amigos
de la poesía “Colectivo de Móstoles”:
68

Por la calle
que sube la cuesta
que cansa, que cansa.
La gente saluda
a todo el que pasa
la gente a la puerta
que se halla sentada.
LA CALLE LARGA
Las mujeres también iban a la plaza, a los bailes en las fiestas
patronales. No era costumbre en aquellos años que ellas entraran en los
bares.
Otro tipo de ocio de entonces eran los baños. A partir del 18
de julio se iniciaba la temporada de ir al río Guadiana a su paso por Los
Pozuelos, y al Martinete. Con los carros se iba desde por la mañana
hasta por la noche, aunque sólo se hiciera una o dos veces en todo el
verano. También se alquilaban los taxis de Mister y Ausencio. Esto fue
más tarde. El baño en el río era sustituido por los baños en las albercas
de las huertas. Otros lugares donde los chicos iban a bañarse era “el
estanque” que estaba en la carretera de Ciudad-Real antes de llegar al
cruce; y al “pocillo” de la Fuente el Pez.
El ocio cambió cuando la televisión llegó al pueblo. Había
pocas, pero se compartían con los vecinos. Los chicos y jóvenes íbamos
a verla y a pasar la tarde del domingo al Salón del Hogar donde se
celebraban las bodas. Allí “La Braulia” lidiaba con nosotros. Otro sitio
dónde la podíamos ver era en el bar antiguo de “La Pacita”; íbamos a ver
un programa de toros llamado “La Gran Oportunidad”.
En algunas fotos de esta sección se refleja una parte puntual,
pero de gran importancia para la diversión del pueblo: “Una obra de
Teatro”. Un grupo de valientes alcoleanos decidieron ensayar y representar
una obra teatral, emulando a las compañías “profesionales”, que
de vez en cuando hacían su aparición por Alcolea.
69
La gente que mira
a todo el que pasa
y en algunas puertas
tomates, patatas.
Por la calle larga
que sube la cuesta
que cansa, que cansa.

¡Ha llegado el Circo!. ¿Os acordáis de Cagalubias, La Morena
y La Rubia?.
El día de San Antón era otro día muy bonito de ocio, se celebra
el 17 de enero, día frío pero lleno de color y musiquilla; día de mulas y
burros adornados con cintas de colores y campanillas recorriendo las
calles del pueblo.
Los Carnavales que, aunque entonces estaban prohibidos,
siempre había mujeres y mozas que se atrevían a todo y se vestían de
“Mascaritas”. Se iban escondiendo de los “civiles” y algunas terminaban
por un rato en el calabozo, que estaba en el patio del Ayuntamiento.
El domingo de Piñata se manteaba al “Judas”, un muñeco hecho
con una camisa y pantalones viejos, relleno de hierba, el cual terminaba
reventado.
¡Que nos vamos a espantar al Diablo!. Allá que íbamos todos
los chicos y chicas y algunos mayores, con nuestras meriendas, a pasar
el día en el campo para celebrar el Día del Ángel (1 de marzo).
Allá por los años 60 y 70 empezaron los bailes del domingo por
la tarde para los jóvenes. ¿Quién de mi generación no recuerda la terraza
de Selas, el patio, el salón y la terraza de José? El Salón, con los tubos
fluorescentes, que daban más luz que si estuviéramos en plena calle y a
pesar de eso las chicas nos poníamos en algún rincón de espaldas para
fumarnos un cigarrillo.
Como habéis podido apreciar, la forma del ocio de Alcolea ha
ido cambiando a lo largo de los años en su contenido y en la forma y
lugares donde realizarlo, pero siempre ha estado ahí.
Otros “de estos ratos” los dejo en la memoria de mis paisanos,
deseando haber despertado buenos recuerdos en todos vosotros, al
menos ésta ha sido mi intención.
Pilar Burgos Céspedes.
70

***
Eugenia Benito, Brígida
Serrano, Adriana Burgos,
Mª Carmen García, Rosario
Joaquín, Alfonsa García,
Onésima Céspedes y Juli
Burgos, entre otras, a principios
de los años 70 en el
baile celebrado en el salón
de José Burgos.
OCIO
71
***
Maruja Burgos, Maruja
Coca, Damiana y Francisco
Velasco en compañía de
Simeón Lozano disfrutan de
un día de campo en 1960.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
72
***
Imágenes de la corrida de
toros celebrada en la cerca de
Ángel Crespo con motivo de
las Fiestas (1949).

***
De izquierda a derecha, Demetria
Burgos, Paula Plaza, Jesús Plaza,
Teresa y Valerio Céspedes, Victoria
Carretero y Mª Carmen Velasco
caracterizados como actores de teatro
(1967).
OCIO
73
***
Crisanto Carretero y Adela
Moreno actuando en una obra
de teatro representada en el
local del cine de la calle Pío
XII en 1967.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Rosa Arroyo y Araceli Flores
en El Boquerón hacia 1973.
74
***
Otra imagen de Paula Plaza
durante la representación de
1967.

***
Bernardino Moreno
invita a comer a sus
amigos en la huerta
de David Roma, entre
otros se hallan Argimiro
Serrano, Nazario Burgos
y Fidel Díaz (1968).
OCIO
75
***
Juan Moreno con
sus hijos y sobrinos
disfrutando de un
día en el río tras la
cosecha de 1967.
Les acompaña Sido
Serrano.

***
De izquierda a derecha,
Vicenta Paredes,
Sinforosa Selas, Jesús
Herrero, Escolástica
Burgos, Juan Miguel
Herrero, Benita y Conce
Padilla, Pilar Padilla
y Juan Carlos Padilla
tomando un refresco
durante la romería de San
Isidro de 1965.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
76
***
Valentín Bermejo, Antonio
Cabañas, Luis Ruiz, José y
Laurentino Burgos tras una
partida de truque en el Casino
(1960).

***
Pilar Sierra, Tomás
Prado, Aurelia Sierra,
Juana Bastante, Félix
Bastante y Crisanta
Sierra en la romería
de San Isidro de 1948.
OCIO
77
***
Cándido Carretero,
Zacarías Andrade,
Tomás Prado, Víctor
Bermejo y Ramón
Herrera celebrando
las fiestas de Santa
Escolástica de 1969.

FOTOS DE FAMILIA

FOTOS DE FAMILIA
Catalina, Catalina,
Catalina la torera
la visten de colorado
los mozos de la ribera.
Los mozos de la ribera
los mozos de Alejandría
a verte vengo de noche
porque no puedo de día.
Con los versos de esta canción y otros muchos como éstos, allá
por los años 40, un padre entretenía a su hija, subida en una aguadera,
camino de las fiestas del Cristo de Piedrabuena, en plena Cuesta del
Jaral.
Que mejor ayuda, para escribir sobre la familia, que tener de
mano la fuente más cercana y fidedigna: mi madre. Nació en 1937, en
plena Guerra Civil y desde entonces ha vivido siempre en el seno de una
gran familia, hasta el matrimonio en la de sus padres, y después en la que
formó ella misma. Todo ello, en los años que comprende la historia de
este segundo libro sobre Alcolea, de 1939 a 1975.
Parece que yo misma he participado de esas vivencias de
posguerra. Una época en la que las dificultades hacían que la familia
formase una auténtica piña.
El matrimonio era concebido como un fin en sí mismo para asegurar
la reproducción, contribuyendo con ello al aumento demográfico
y social. La edad para contraer matrimonio estaba comprendida, por lo
general, entre los 20 y 24 años en las mujeres y entre los 25 y 29 años
para los hombres. En aquellos años, siguientes a la guerra, era rara la
81
Porque de día no puedo,
porque voy a mis trabajos,
y los amores se quedan
en la ventana de abajo.
En la ventana de abajo
en la ventana de arriba
a verte vengo de noche
porque no puedo de día.

familia que no tuviera entre 5 y 10 hijos, contando además con que
había mucha mortalidad infantil y era normal que en una misma casa
muriesen 2 ó 3 hijos tempranamente y que hubiese otros tantos abortos.
Así en la década de los cuarenta, en nuestro pueblo murieron hasta 137
niños de diversas causas, entre las que cabe destacar: debilidad congénita,
gastroenteritis, enfermedad maligna de hígado, cólico miserere,
bronconeumonía gripal, colapso cardiaco, fimia pulmonar y sarampión.
La mayor parte de los hogares estaban formados por el matrimonio,
la descendencia y algún padre o madre de los progenitores, si
no eran los dos, a los que se les profesaba un absoluto respeto. Pero la
familia no era solamente los hijos y los abuelos, sino el gran número de
tíos y tías, primos y primas.
En cuanto a la vida cotidiana de las familias, era costumbre
en cada casa, levantarse al amanecer al grito del padre que llamaba “a
almorzar”. El que se descuidaba se perdía las migas diarias. El desayuno
era fuerte, no podía ser de otra forma, si se quería atender con la energía
necesaria las durísimas faenas del campo y de la casa realizadas por
chicos y grandes: trillar, recoger la aceituna, atender la huerta, lavar a
mano en el Fontanar, ir a por agua, fregar de rodillas, desmotar lana…
Entre los años 40 y 50, el menú diario por lo general consistía
en migas para almorzar, cocido para comer y ajo patata o gachas para
la cena.
En la Santa, se partía la paletilla y se sacaban los chorizos y lo
que quedaba se guardaba para las meriendas diarias de los hombres de
la casa, que se llevaban la mejor parte.
En los primeros años de este relato, el pan se hacía en la lumbre
y en los braseros, generalmente de trigo, pero en el “año del hambre”,
cuando éste escaseaba, el pan se llegó a hacer de cebada.
Más adelante, las familias empezaron a ir a los hornos a cocer,
entre otros, al de Daría que era el que utilizaba mi madre para cocer pan
y hacer frioleras, en las pascuas mantecados, bollos de leches y tortas
de chicharras.
El entretenimiento era sencillo, en los primeros años de esta
historia no había radio y mucho menos televisión; por las tardes se iba a
82

por agua con el cántaro a la cadera al Pozo del Hospital o a La Sanidad.
Los chicos se salían a las esquinas a ver de pasar a las chicas y en
muchos casos a pretenderlas. Por las noches, después de cenar, el padre
leía el almanaque de Don Mariano Castillo para pronosticar el tiempo
que iba a hacer al día siguiente. Mientras las mujeres cosían a la luz
de una bombilla para hacerse la dote: sábanas, mantelerías, servilletas,
sacos para el pan y otros enseres de la casa y también ropa interior
como camisones, la muda, enaguas y peinadores. En aquellos años no se
compraba nada hecho.
Generalmente cuando empezaba el frío, se sentaba toda la familia
alrededor de la lumbre y contaban historias, a veces eran de tanto
miedo que iban todos cogidos de la mano a acostarse, menos mal que las
camas escaseaban y dormían al menos de dos en dos.
También, se llevaba mucho en aquella época estar de visita
en casa de los tíos una gran temporada, aprovechando generalmente
la época estival o las fiestas del pueblo. Son incontables las anécdotas
de otras veces que recuerdan los primos cuando se juntan en bodas o
entierros y aprovechan para verse y recordar otros tiempos: las faenas
del verano, los baños en la alberca o en “la pocilla”, los pretendientes, las
noches al fresco, el cine en las fiestas...
En otoño, por la noche, se mondaban habichuelas y se colgaban
pimientos secos. Pero lo más entretenido era cuando llegaba diciembre
con las matanzas, que era la fiesta familiar por excelencia. Cada miembro
de la familia tenía una faena determinada y nadie andaba parado;
a partir de ahí, todas las noches había algo que hacer: se elaboraba el
adobo, se freían las costillas y el lomo, se pisaban los jamones y, en los
días posteriores a la matanza, se daba la vuelta a los chorizos, morcillas,
patateras y salchichones en el portal en que estaban colgados, para que
no se florecieran.
Con la llegada de noviembre, se empezaban a entonar los
primeros villancicos y ya no dejaban de cantarlos en el poyo del fuego,
hasta enero, cuando llegaban los Reyes Magos, que aunque fuera pequeño,
siempre traían algún presente, una onza de chocolate, bolillas y
algunas pesetas.
83

Un gran fenómeno social asoló el país y cómo no, nuestro
pueblo. A partir de los años sesenta y durante parte de la década de los
setenta, la emigración mermó la población considerablemente y dejó
a muchas madres, esposas, hijos y hermanos con el alma “en un hilo”.
Entre los destinos elegidos por los Alcoleanos estaban preferentemente
Cataluña, Valencia, la capital del país y, dentro de la provincia, una gran
parte emigró a Puertollano, aunque hubo unas cuantas familias de atrevidos
que fueron a buscar el trabajo fuera de España, principalmente a
Alemania y a Suiza. A partir de ahí, cada casa buscó los recursos que
tenía a mano (hijos, nietos o vecinos) para cartearse asiduamente con los
suyos, eso sí, comenzando con la entrañable muletilla “queridos... espero
que a la llegada de esta carta os encontréis bien, nosotros bien G.A.D”.
¡Cuántas letras borrosas por lágrimas derramadas!
En pocos años, ¡qué gran diferencia con la familia actual!, en
algunos casos, padres separados, conviviendo hijos de varios matrimonios
en una misma familia, parejas homosexuales... en boca de nuestros
mayores, ¡si nuestros abuelos levantaran la cabeza! El modelo ha cambiado
en la forma, esperemos que no lo haga en el fondo y la unión y
los valores familiares de otras veces sigan vigentes también en nuestros
días y en los de nuestros descendientes.
Carmen Velásco Coca
84

***
Pedro Casero Caballero
y África Peñasco Plaza
con sus hijos en 1955.
FOTOS DE FAMILIA
85
***
Petra Céspedes Tapiador
y su hijo Ángel Patón
Céspedes posan con sus
tíos Amalio y Asunción
Céspedes Prieto. Junto a
ellos, los hermanos Ángel,
Felisa y Victoria Peco
Prado en una imagen de
1951.

***
Faustino Chico y Julia
Rivilla con sus hijos en
una fotografía realizada
en 1948.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
86
***
Epifanía Aranda rodeada
de sus nietos y de los
hermanos Pablo y
Purificación Fernández
Alcaide (1946).

***
Luis Contreras Vélez,
Atanasia Úbeda Bastante,
Francisca Bastante Pavón,
Julia y Paca Contreras Úbeda
en 1943.
FOTOS DE FAMILIA
87
***
Fernanda Navas Herreros
con sus nietos Jesús Alba y
Valentín Bermejo en 1954.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Higinia Chico Céspedes con
sus hijos Estanislao y Lorenzo
Burgos en 1952.
88
***
Cándido Carretero y su hijo
Epifanio 1957.

***
Maruja Coca Burgos
y Francisco Velasco
Lozano con su hijo
Robustiano en 1961.
FOTOS DE FAMILIA
89
***
José Plaza y Lucía Flores
con su hijo Inocente en
1951.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Timoteo Casero junto a su
mujer Tomasa Mora y sus hijas
Gertrudis y Patrocinio fotografiados
con Valeriano Casero en el Bar
de “El Seco” (1965).
90
***
Los hermanos Pedro, Augusto,
Ramona y Teresa Benito
García fotografiados en el
patio de su casa hacia 1960.

***
Vita Contreras Casero con su
hija Juli Burgos de la mano en
1955.
FOTOS DE FAMILIA
91
***
Prudencio Mora sostiene en
brazos a su sobrina Rosario
Robles (1962).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Antonia Pérez con
su hijo Luis Mariano
Oliver en 1970.
92
***
Pedro y Santiago Gómez
Bastante en brazos de su
abuelo Bernardino Gómez
Caballero en 1951.

***
La familia Céspedes
Castillo al completo
en una boda (1970).
FOTOS DE FAMILIA
93
***
Capitolina Sierra
Camacho fotografiada
con sus hijos (Julián,
Milagros y Sabina
García) y con sus nueras
(Dolores Morales y
María Aponte) en 1957.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Gonzalo Ruiz con sus hijas
Gonzala y Margarita, y su
suegra Margarita Tapiador
Gómez hacia 1957.
94
***
Aurelia Sierra, Gonzalo Ruiz
y Sacramento Sierra rodeados
de hijos y sobrinos hacia 1962.

***
Escolástica Burgos con Ángel
Crespo Madrilley en brazos
y con su sobrino Segundo
Tapiador en el Quinto de la
Cuesta del Jaral en 1957.
FOTOS DE FAMILIA
95
***
Jesús Plaza en brazos
de su madre Maribel
Adámez en 1975.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Carmen y Regino Serrano
Romero hacia 1950.
96
***
Julia Rivilla Céspedes posa
para un fotógrafo ambulante
con sus hijos Julia y Dionisio
Chico en 1949.

***
Carmen Romero Úbeda
y Pablo Serrano Bermejo
con sus hijos Regino, Félix,
Alfonso, Carmen, Fidela y
Crescencia en 1953.
FOTOS DE FAMILIA
97
***
Los hermanos Cristina,
Segundo y Carmen Tapiador
Burgos en la puerta de su casa
hacia 1963.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Dolores García Roma
con su hijo Antonio
Mateo de la mano
(1961).
98
***
África Peñasco con su
tía María Peñasco hacia
finales de los 60.

***
Eliseo Ortiz y Ángeles
Rodríguez con sus
hijos Mª Ángeles,
Mª José, Antonio y
Eliseo en una imagen
familiar de 1975.
FOTOS DE FAMILIA
99
***
Pablo Serrano y Carmen
Romero con su hijo
Alfonso y sus sobrinas
Prado y Adoración
Tapiador en la romería
de la Virgen de Alarcos
(1955).

***
La familia Serrano
Céspedes en 1973.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
100
***
Hipólita Ruiz Huertos y
Casimiro Mora Úbeda
con sus hijos Hipólita
y Prudencio en su casa
de la calle Imagen junto
a Román Ruiz Huertos
(1950).

***
Andrea Burgos Roma con su
hija Cristina en brazos (1958).
FOTOS DE FAMILIA
101
***
Onésima Céspedes Úbeda se
retrata con sus hijas Brígida
y Crescencia en la Plaza el
día de la Santa de 1955. Les
acompaña su prima Victoriana
Benito.

***
Úrsula Velasco y Julián
Coca con sus cinco hijos
hacia 1972.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
102
***
Daniel Bravo y Ana
Paredes con sus hijos
Francisco, Daniel,
Manolo, Jaime,
Engracia, María
Luisa y José en una
imagen de 1950.

***
Foto familiar de Lorenzo
Céspedes Robles e Isabel
Roma Caballero con sus
hijos Emiliano, Milagros,
Lorenzo, Basilio y Felipe
hacia 1959.
FOTOS DE FAMILIA
103
***
Daniel Bravo y
Cesárea Carretero
con su hija Milagros
en brazos (1964).

JUVENTUD Y MILICIA

J UVENTUD
La Guerra Civil, junto con las dificultades económicas y a la
escasez de alimentos, redujo considerablemente el número de jóvenes
en nuestro pueblo en la época de posguerra. La juventud duraba poco.
Corrían tiempos difíciles para todo el mundo y no había más remedio
que convertirse pronto en adultos, pues el trabajo era duro y todos los
miembros de la familia tenían que arrimar el hombro para poder salir
adelante. De ahí que los jóvenes se convirtieran en el principal motor
de la economía familiar. Nadie planteaba otras posibilidades, sino que
se acataba este hecho por formar parte de las propias responsabilidades.
Los chicos y las chicas sabían pronto lo que era el trabajo duro,
eso sí, cada uno atendiendo a sus quehaceres. Ellos solían trabajar en el
campo, sirviendo a las familias más acaudaladas, bien como gañanes, bien
como temporeros durante la recogida de la aceituna o en la época de siega.
Otra de las labores que realizaban los muchachos estaba relacionada
con el pastoreo del ganado, sobre todo el ganado ovino; mientras que
ellas se dedicaban a trabajar en la casa, propia o ajena, realizando todas
las tareas domésticas (hacer la comida, cuidar a los hermanos pequeños,
ir a lavar, etc.) hasta que llegara el momento de formar una familia
propia. Aunque también eran numerosas las jóvenes que participaban
como eventuales en las labores agrícolas como la escarda, el arranque,
espigar… Para las chicas de esta época era primordial saber coser ya que
era tarea importante la confección de la dote que la muchacha aportaba
al matrimonio y que estaba formada por varios juegos de cama, toallas,
mantelerías, mandiles, peinadores… además de toda la ropa interior
de la futura moza casadera, todo ello primorosamente confeccionado y
bordado a mano.
107

En una sociedad tan rígida como la de entonces no eran fáciles
los contactos entre los jóvenes de ambos sexos, pero la necesidad agudizaba
el ingenio y se procuraba buscar las ocasiones para intercambiar
unas palabras. Así las chicas aprovechaban las idas y venidas a por agua
con el cántaro al pozo de la Sanidad o del Hospital o a lavar al arroyo y
al Fontanar para poder ver al novio, mientras que los chicos utilizaban
la oscuridad de la noche para rondar a la joven de su interés y así hablar
con ella a través de la reja.
La juventud de entonces tenía unos valores muy recomendables
para los jóvenes de hoy día. Sabían que los sueños y las ilusiones
precisan esfuerzo y tesón para verse cumplidos, por no hablar del respeto
que tenían a sus mayores y el valor que les daban a sus conocimientos
y consejos.
A pesar de las dificultades, que eran muchas, también quedaban
algunos momentos para la diversión y el esparcimiento. Las muchachas
y muchachos solían salir los domingos por la tarde, previa misa matinal,
en pandillas, a pasear por la carretera Herrera, eso sí los unos separados
de las otras no fueran a murmurar las malas lenguas. Los contactos se
producían sólo en la distancia; mientras ellas iban charlando y haciendo
confidencias, ellos aprovechaban para dedicarles piropos y lisonjas,
lo que provocaba las risas y las carreras de las jóvenes falsamente
escandalizadas. También era frecuente que los chicos de condición más
humilde se reunieran en torno a las esquinas a pasar el tiempo libre con
un cuarterón de tabaco picado, mientras jugaban a la reja, al “estiragarrote”,
al pulso, etc. Así, el trabajo de sol a sol y los pocos momentos
de esparcimiento constituían el devenir cotidiano de los jóvenes de la
posguerra en nuestra localidad.
Mención especial merece la celebración de las fiestas patronales
de San Roque y Santa Escolástica en las que todos los mozos y mozas
salían, junto con el resto del pueblo, a festejar asistiendo a la misa y a
la procesión. Para ellos y para los niños estaban dirigidas las escasas y
sencillas atracciones y columpios de feria. Cada cual lucía sus mejores
galas, las chicas con vestido entallado a la cintura y falda de vuelo hasta
media pierna y los chicos con pantalón de pana y camisa blanca. Los
108

jóvenes eran protagonistas de todos los juegos que se organizaban en
esas fechas tales como: el descabezo con caballo, el tiro al pichón, la cucaña,
concursos de arada, etc. También se aprovechaban otras fiestas como la
romería de San Isidro, la procesión de San Antón y las hogueras de Santa
Lucía para salir de la rutina del trabajo diario y compartir unas risas con los
amigos y amigas. En esta última los muchachos, reunidos en pandilla, iban
por las calles, de hoguera en hoguera, cantando zambomberas como:
“Por la calle a lo largo
se pasea la culebra
que, aunque mucho pique y pique,
más pica una mala lengua”.
En la Nochebuena tenían un especial protagonismo los muchachos
que, reunidos en grupos, iban a las casas a cantar los “negrillos”,
para lo que se pintaban la cara, acompañados de zambomba y pandereta
y cantando versos que más o menos decían:
“Si me da usted aquel jamón
que hay colgado en aquel clavo
pasarán mis compañeros
y cantarán al canario.
Pasad, pasad compañeros,
no temáis a la fortuna
que venimos a cantar
donde está el sol y la luna…”
Como parte de la labor educativa del régimen existente se llevó
a cabo en nuestra localidad la visita en un par de ocasiones de la “Sección
Femenina”, integrada por mujeres que se dedicaban a enseñar a las personas
interesadas la realización de las más diversas tareas, oportunidad
esta aprovechada por muchas jóvenes para aprender a bordar, el corte y
confección, cocina, realización de alfombras de esparto y cordel, bailes
regionales, gimnasia, etc.
109
“Debajo de aquella silla
veo un ratón relucir
denos usted el aguinaldo
que ya nos queremos ir”.

Corrió el tiempo; los años de la posguerra pasaron y con ellos
las mayores penurias. Todo evolucionó, también lo hizo la mocedad.
Entonces ya había crecido el número de jóvenes en el pueblo y una
economía casi exclusivamente agraria como la que existía no podía
garantizar un futuro próspero a la nueva generación. Ese motivo fue el
detonante de que muchos de los jóvenes tuvieran que emigrar a la capital,
a otras regiones (Madrid, Comunidad Valenciana, Cataluña, País
Vasco…) e, incluso, a otros países (Alemania, Suiza, Francia…). Los
pocos que quedaron, dada su escasísima formación, seguían teniendo
en el campo y el ganado su principal ocupación ya que apenas existían
profesiones liberales, algún albañil o carpintero, y más escasos eran aún
los que tenían posibilidad de cursar estudios de bachiller o superiores.
La situación de las muchachas era incluso más difícil. Las únicas salidas
laborales pasaban por el trabajo agrario temporal o bien por el trabajo
doméstico por cuenta ajena en casas de la gente con más recursos, bien
fuera en el pueblo o en la capital. Aunque también existía la posibilidad
de trabajar para alguna modista al tiempo que aprendían a coser, conocimientos
básicos para la futura ama de casa.
Para los muchachos la incorporación al Servicio Militar significaba
el paso decisivo, casi como un rito iniciático, a la edad adulta;
de ahí la expresión “en la mili te harás un hombre” que les decían sus
mayores. El tallaje de los mozos tenía lugar en el Ayuntamiento un
año antes del sorteo de los destinos y constituía la entrada en quintas.
Era este el momento aprovechado para la celebración de una comida en
el campo. Previamente todos los quintos salían por las calles, de casa
en casa, pidiendo la “voluntad” con la que sufragaban los gastos de la
fiesta la cual duraba hasta bien entrada la madrugada. Aprovechando la
complicidad de la noche para realizar las más variadas, aunque inocentes,
gamberradas como llevar carros a la Santa Cruz, realizar pintadas,
empujar los coches hasta la plaza, etc. Pasado un año, se reunían en el
Ayuntamiento para saber el destino definitivo de cada uno y entonces se
pintaban con una tiza en la espalda la letra del lugar correspondiente y
de esta guisa recorrían las calles del pueblo acudiendo a la casa de cada
uno y las de las novias para comunicar la noticia.
110

El tiempo dedicado a la milicia fue reduciéndose a lo largo de
los años y suponía para la inmensa mayoría de los jóvenes de Alcolea la
primera vez que abandonaban el entorno conocido del pueblo y salían
al mundo exterior, tomando contacto con una realidad muy diferente
a la suya. Para algunos la adaptación a la vida militar podía ser dura,
para otros era la oportunidad de conocer nuevos lugares, nuevas gentes
y de hacer amistades que perdurarían toda la vida. Esta importante
experiencia era aprovechada por todos los jóvenes para realizarse un
retrato con el que engrosar la correspondencia que se mantenía con las
familias y las novias.
La apertura a la modernidad que se llevó a cabo en todo el país
también tuvo su repercusión en los jóvenes de nuestra localidad. La
radio y posteriormente la televisión irrumpieron en la vida cotidiana.
Las corridas de toros y los partidos de fútbol comenzaron a ocupar
parte del tiempo de ocio de la juventud. Incluso los muchachos llegaron
a jugar algunos partidos a nivel local de los que han quedado constancia
gráfica. La diversión de la mocedad en esos tiempos consistía en ir
al cine los sábados y los domingos por la tarde-noche o en acudir al
Casino, el que era socio, y al Hogar a tomar un vermut o una cerveza
con gaseosa. Claro está que llegadas las fiestas las chicas y los chicos
acudían al baile y a la verbena a bailar agarrado. La música también
había evolucionado, así junto a los pasodobles podían oírse boleros y la
música ligera e incluso los primeros “rock-and-rols”. Las jóvenes cardaron
y cortaron su pelo, así como el largo de las faldas hasta la altura
de la rodilla, mientras que ellos se pasaron a los trajes de género y a las
corbatas en las ocasiones señaladas, también empezaron a aparecer las
primeras gafas de sol y el peinado con tupé.
En definitiva, la vida de la juventud evolucionó de una manera
extraordinaria durante este periodo de nuestra historia reciente.
Aquellos jóvenes, ya abuelos o padres, fueron el germen de generaciones
actuales de alcoleanos; vaya nuestro recuerdo para aquellos que ya
no están con nosotros.
111
Fátima Moreno Burgos

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Dolores Burgos Bastante posa
de perfil en una imagen de
1967.
112
***
Inocente Céspedes Tapiador
con sus amigos José Ruiz
Zamora y Elías Zamora en
1975.

***
Dolores Burgos de paseo
con sus amigas Primitiva
García, Juli Robles y
Mari García hacia 1965.
JUVENTUD Y MILICIA
113
***
Pepe García Alcaide,
Pablo Tapiador, Dionisio
Robles, Luis Plaza y
Teófilo Ruiz, entre otros,
en la actual Plaza de los
Reyes a principios de los
años 60.

***
Pablo Plaza, Bernardo
Gómez, Sacramento
Velasco y Jacinto Ruiz
disfrutando de un día
en el río a principios de
los 60.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
114
***
Andrea y Mª Paz de la Paz,
Alfonsa Céspedes, Primitiva
García Robles y Mª Dolores
Burgos Bastante y otras dos
amigas delante de la fuente de
la Plaza en 1964.

***
Brígida Bermejo, Eugenia
Andrade, Maruja Moreno,
Fidela Cabañas, Paula Plaza,
Magdalena Plaza y Elena
Chico fotografiadas en La
Tejera (1940).
JUVENTUD Y MILICIA
115
***
Amparo Ruiz, Benita
Herrera, Rufi Moreno,
Deme Burgos, Matilde
García, Teresa Céspedes,
Tomasa Prado, Carmen
Ruiz, Mari Ruiz y Amador
Hidalgo disfrutando de un
día de campo en el Quinto
de Enmedio.

***
Celedonio Hidalgo, Fermín
Burgos, Marcos Robles,
Ricardo Ruiz y José García se
retratan en 1969.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
116
***
Jesús Bastante, Luis Mora,
Ricardo Ruiz y Alejandro
Herrera invitándose en el Bar
de El Cine (1966).

***
Ramona Benito y Ricardo
Ruiz en el Bar de Selas (1968).
JUVENTUD Y MILICIA
117
***
Higinia Chico y Crisanta Sierra
trabajando en casa de Julia Coello
hacia 1944.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Ramona Benito y Ricardo
Ruiz bailando en El Casino
(1968).
118
***
Paco Prado, Fausto Casero,
Gregorio Hidalgo, Faustino
Plaza, entre otros, a mediados
de los años 50.

***
Ricardo Ruiz y Ramona
Benito junto a Mª Carmen
Bastante y Fermín Burgos
una tarde de domingo en la
Plaza (1968).
JUVENTUD Y MILICIA
119
***
José García, Adoración Ruiz,
Ramona Benito, Ricardo Ruiz,
Teresa Burgos y Ambrosio
Ruiz de romería en 1968.

***
En El Boquerón se
fotografiaron en
1970 Laureano Ruiz,
Juli Mateo, Matilde
García, Amparo Ruiz,
Carmen Ruiz, Pedro
Tapiador y Ramona
Benito.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
120
***
Ricardo Ruiz y Ramona
Benito junto a Lucía Burgos
y Juan Antonio Céspedes de
paseo por Canancha en 1970.

***
Arcadio Benito, José
Moreta y Luis Plaza
hacia 1963.
JUVENTUD Y MILICIA
121
***
Julio García Coello
invita a sus amigos con
motivo de su boda en
1970.

***
Augusto Benito y Santiaga
Morales pasean por la calle
Cervantes junto a Felisa Roma
e Isidro Amores (1958).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
122
***
María Amores Gómez (en
el centro) con sus amigas
Manoli Prado, Santiaga
Herrera, Eulalia Sierra, Juli
García y Felisa Roma a finales
de los 50.

***
Pauli Gómez y Pablo Tapiador
frente al Casino en la Plaza
(1966).
JUVENTUD Y MILICIA
123
***
Isidra Serrano con sus amigas
Natividad López y Santiaga
Serrano tras la procesión de
San Roque de 1954.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Ventura García, Santiago
García y Marcelino Moreno
fotografiados en El Boquerón
en 1970.
124
***
Rosendo Arroyo, Felipe
Casero, Jesús Serrano y
Dionisio Roma posan para un
fotógrafo ambulante a principios
de los 50.

***
De izquierda a derecha,
Guillermo Bermejo, Luis Plaza,
Pablo Tapiador y Ramón
García bañándose en el Puente
de Alarcos a principios de los 60.
JUVENTUD Y MILICIA
125
***
Las amigas Antonia López,
Bárbara Casero, Anastasia
Mora y Pauli Gómez en la
Plaza con las atracciones de
la feria de San Roque como
fondo, a mediados de los 60.

***
Victoria Carretero,
Carmen Tapiador
Burgos y Lucía Burgos
tomando el aperitivo en
las fiestas de la Santa de
1972.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
126
***
Dionisio Roma, Ricardo
Tapiador y Rosendo
Arroyo sentados en la
fuente de la Plaza hacia
1954.

***
Juan Moreno, Asunción
Sánchez, Ubaldo Herrera y
Ventura García con unos amigos
a principios de los 60.
JUVENTUD Y MILICIA
127
***
Amelia García, Pauli Gómez,
Mª José García y Benita
Bastante posan en la Plaza la
noche de San Roque de 1966.

***
Amelia García con
algunas amigas entre
las que se hallan
Isabel Plaza, Maruja
Morales, Pura
García, Rufa Roma
y Trifona Díaz en la
Santa Cruz (1949).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
128
***
Maruja Morales y Amelia
García hacia 1954.

***
Ubaldo Herrera,
Valentín y Pepe
Bermejo, Julián Santos
Arenas, entre otros, a
finales de los 60.
JUVENTUD Y MILICIA
129
***
Dionisio Chico, Pepe Bermejo,
José Flores y Ubaldo Herrera
en el bar del Casino en 1961.

***
Aurora Bastante, Carmen
y Teresa Robles, Pepi
Mora, Bernardino
Moreno y Ubaldo
Herrera, entre otros, a
finales de los 60.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
130
***
Ubaldo Herrera y
Rita del Hierro en
la terraza del bar de
José Burgos a finales
de los 60.

***
Mari del Hierro,
Adela Moreno,
Dionisio Chico,
Valentín Bermejo,
Carmelo Cabañas y
Demetrio Fuentes a
mediados de los 60
en la Plaza.
JUVENTUD Y MILICIA
131
***
Pepe Bermejo, Ubaldo
Oliver, Blas Alcaide,
entre otros, durante
las fiestas de la Santa a
finales de los 50.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Fidela y Carmen
Serrano Romero en una
imagen de 1958.
132
***
Juan Alcaide, Ubaldo Herrera,
Simeón Plaza y Jesús Plaza
celebran el triunfo conseguido
en un partido de fútbol hacia
1963.

***
Carmen Tapiador Burgos, Lucía
Burgos, Victoria Carretero y
Paula Plaza en 1967.
JUVENTUD Y MILICIA
133
***
Julia Díaz, Sacramento Sierra,
Narcisa Roma y Vita Contreras
a mediados de los 40.

***
Carmen Tapiador
Burgos, Justa Morales,
Victoria Carretero, Paula
Plaza, entre otras, hacia
1965 en la Plaza.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
134
***
De izquierda a derecha, Lucía
Corrales, Maruja Chico,
Carmen Moreno, Paqui
Cabañas, Juana Arcones,
Angelines Moreno, Pasión
Plaza, Simeón Lozano y Pilar
Plaza en El Casino (1960).

***
Carmen Tapiador, Justa
Morales, Matilde Padilla y
Orencia Padilla el 15 de mayo
de 1967.
JUVENTUD Y MILICIA
135
***
Amelia García, María Moreno,
Manolo Arenas, Paula Gómez,
Toñi Bermejo, Pablo Tapiador,
Ignacio Bastante, Mª Victoria
Plaza, entre otros, en la romería
de San Isidro (1969).

***
Manuela Gómez y Segundo
Tapiador en su época de
novios (1968).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
136
***
Valentín Bermejo, Juan
Sánchez, Carmen Arenas,
Pepe Bermejo, Fidela
Expósito, Valerio Céspedes,
Elvira Sánchez, Jesús Plaza,
Prado Plaza y Adriana
Sánchez reunidos en El
Casino a mediados de los 60.

***
Hipólita Mora y sus amigas
Mª Jesús Plaza, Concha Coca,
Manola y Emérita Caballero,
Prado y Encarna Medina, y
Paulina Ruiz en la romería de
San Isidro de 1952.
JUVENTUD Y MILICIA
137
***
Félix Morales, Marciana
García, Segundo Tapiador,
Manuela Gómez, Mª Dolores
Bastante, Santiago Coello y
Petronilo Roma en el Bar de
José (1968).

***
Prado Tapiador, Crescencia
Serrano, Adoración Tapiador,
Julia Chico, Rufa Roma,
Julia Rivilla, Dionisio Chico,
Maruja Chico, Prado Medina
Belló, Consuelo Plaza y
Fermina Bastante durante una
concentración religiosa en
Almagro (1948).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
138
***
Santos Arenas, Faustino Plaza,
Arturo Fuentes y Manuel
López en el balcón del Casino
hacia 1955.

***
Joaquín del Río Arroyo posando
con dos amigos hacia fines de
los años 50.
JUVENTUD Y MILICIA
139
***
Eugenia Camacho Bermejo en
las fiestas de Santa Escolástica
a mediados de los años 50.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Trifona Díaz y Maruja Coca de
paseo por la Plaza a mediados
de los 50.
140

M ILICIA

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Prudencio Mora Ruiz hizo la
mili en artillería en 1954.
142
***
Juan Moreno Serrano y Pedro
Herrera Gómez durante su
servicio militar en Ceuta
(1969).

***
La quinta del 69 después
de tallarse.
JUVENTUD Y MILICIA
143
***
Grupo de mozos celebrando
su entrada en quintas (1954).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Imagen de Gonzalo Ruiz
Sierra a caballo (1945).
***
Ángel Crespo en el campamento
de La Granja (Segovia) como
alférez de infantería de carros de
combate (1946).
144

***
Pablo Amores Gómez con
zamarra y gorro cuartelero a
finales de los 50.
JUVENTUD Y MILICIA
145
***
Valeriano Casero Velasco a
punto de jurar bandera en
la plaza africana de Tetuán
(1955).

***
Postal de Eliseo Ortiz a su
novia Mª Ángeles desde la
antigua colonia española de
Ifni (Marruecos) donde le
tocó hacer el servicio militar
(1966).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
146
***
Los quintos del 58 festejan su
compromiso con la Patria.

***
Eliseo Ortiz soldado del Grupo
de Tiradores de Ifni (1966).
JUVENTUD Y MILICIA
147
***
Bernardino Moreno Amores con
correaje durante su destino en
Artillería (1964).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Crescencio Céspedes y su hijo
Francisco (composición de 1957).
148
***
Bernardino Moreno Amores
en la Academia de Guardias
Jóvenes de Úbeda (1968).

***
Faustino Serrano Robles como cabo
de Infantería durante su servicio
militar en Tánger (1943).
JUVENTUD Y MILICIA
149
***
Brígido Serrano Robles se
fotografió en Madrid durante
su servicio militar en Infantería
(1947).

***
Retrato de los quintos del 53
en la calle Imagen.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
150
***
Eliseo Ortiz en el adarve
de una muralla (1966).

***
Jóvenes festejando su
entrada en quintas (1949).
JUVENTUD Y MILICIA
151
***
Los quintos del 66.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
La quinta del 65.
152

LA NIÑEZ

LA INFANCIA
“En mi vida me he visto en tal aprieto”. Lo escribió el “Fénix
de los Ingenios”, el más prolífico autor de nuestro Siglo de Oro, ante la
petición de Violante de rimar un soneto.
¿Cómo me siento yo? Orgulloso porque se acordaran de mi
e irreflexivo al asentir a la petición de Pilar, ya que, aunque tengo la
memoria llena de recuerdos, a veces son tan lejanos y confusos que no sé
si seré capaz de ordenarlos, darles forma y que tengan sentido.
Mi atrevimiento se hizo osadía cuando recibí la comunicación,
junto con una serie de fotografías, de que tenía que escribir sobre dos
temas que van inexorablemente unidos, como son la niñez y la escuela.
Conforme iba mirando las fotos, los ojos se me iluminaban y
las instantáneas cobraban movimiento y vida, porque detrás de estos
retratos en blanco y negro está la Historia (con mayúscula) de nuestro
pueblo, sencillo, pero verdadera historia de este país, de unos años duros
y difíciles, pero nostálgicos, y con su punto de felicidad.
Porque las historias de los pueblos y de los países no la escriben
sus dirigentes, sino sus gentes por muy humildes que sean. Es nuestra
memoria.
Estas fotos cuentan historias que nos parece recordar, porque
las hemos visto y oído, y son las que nos llevan a rememorar nuestra
infancia y nuestra escuela, como he dicho, conceptos complementarios y
partes de un todo.
Somos los nacidos en la posguerra, en la época del racionamiento
y del desabastecimiento de productos básicos (duró hasta el
1952), en la que la mayoría de las familias completaban su deficiente
dieta criando animales para su consumo. La tarea de recoger hierba para
estos animales se les asignaba a los niños. Desde muy pequeños tenían
que colaborar en el sostenimiento del hogar acarreando hierba, leña o
rebuscando aceituna. Por eso, la tasa de desescolarización en esos años
fue muy alta.
155

Pero incluso en los meses fríos, en los que pasábamos gran
parte del tiempo en la cocina, que era la habitación más caldeada, y
a pesar de que a la llegada del “correo” teníamos que estar en casa,
siempre había tiempo para que en cualquier esquina de la plaza alguien
sugiriera que nos dividiéramos en grupos para jugar al “hilo negro”,
echáramos suertes para el “escondite correa” o nos cogiéramos todos
de un cinturón para que el que acertara los “isoneyos” del “mancerra,
mancerra cantaba la perra…” saliera detrás de todos con la correa en la
mano para sacudirnos. Por cierto, “isoneyos” era un genérico que servía
para cualquier cosa.
Poco se usaba el juego con juguetes propiamente dichos
(alguna pelota de goma, si acaso), ya que la mayoría eran de fabricación
artesanal, como las bolas, que las hacíamos nosotros o se las cambiábamos
al trapero por hierro viejo (Pablo Tapiador e Ignacio Bastante
se acordarán de las horas y horas que echábamos a los distintos juegos
que hacíamos con ellas), los aros de madera y metal que rodábamos con
un gancho, el cual también nos servía para “robar” uvas de los carros
en tiempo de vendimia, así como el mocho que nos enseñaba a calcular
a ojo.
Con estos juegos y con la llegada del coche de línea, que era un
acontecimiento diario, fueron pasando nuestros días. Aunque en principio
estas edades parecen eternas, la vida, como casi siempre, se encarga
de complicarlo todo, y cada uno sigue su camino. Porque la infancia es
una eterna promesa que ninguno mantiene al tratar de buscar mejores
perspectivas económicas y sociales. Es así como comienza el éxodo rural,
tanto a las zonas más industrializadas de España (Cataluña, Madrid,
etc.) como al extranjero (Suiza, Francia y Alemania, sobre todo) y
aunque la partida de estos amigos nos dejó sólo silencio, también fue el
principio de la modernización y del desarrollo, no sólo por la mejora del
nivel de vida, sino también por la apertura de ideas y de pensamiento.
El índice de analfabetismo, sobre todo en el medio rural, superaba
el 40%. Durante la República, la aportación esencial a la enseñanza
de los principios de la Institución de Libre Enseñanza (I.L.E.) y los planes
del ministro Don Marcelino Domingo con su director general Don
156

Rodolfo Llopis, dieron a los maestros, en particular, y a la enseñanza en
general, un importante impulso.
Pero las ideas de la I.L.E. y los planes del antiguo ministro
fueron suprimidos por las nuevas autoridades. El nuevo régimen se alía
con la Iglesia (Nacional Catolicismo) y ésta recupera sus antiguos privilegios,
incluidos los de la enseñanza, en especial en las ciudades, donde
se convierte en dueña de la educación, particularmente de las clases más
favorecidas de las que saldrán los cuadros dirigentes.
En los pueblos siguen los maestros de siempre, los que han
sobrevivido a la guerra civil, aquellos que comienzan, sin medios, sólo
con su trabajo, y con sueldos que hoy nos causarían sonrojo, la labor
educativa e instructiva de aquellas generaciones y que, por supuesto,
dejaron huella en casi todos nosotros. Algunos maestros vienen a mi
memoria: Don Honorato, en la escuela del Casino (nosotros pronunciábamos
D´onorato, con todo mi respeto y recuerdo agradable, ya que
fue él quien me enseñó mis primeras letras), Don José, en la escuela
de la plaza (bajos del Ayuntamiento), y Don Guillermo en la casa de
Waldemaro. A estas clases sólo íbamos niños; las niñas estaban en
la parte alta del Ayuntamiento con otra gran maestra, Doña Pura.
Teníamos los servicios en los árboles de la plaza, cuando salíamos al
recreo, y en el calabozo (lo conocimos después, ¿te acuerdas Pablo?),
cuando estábamos en el aula.
Con las clases superpobladas, con un ábaco, un mapa colgado
y unas cuantas tizas por todo material, y con toda la responsabilidad
de educación que nuestros padres delegaban en nuestros maestros, aún
hoy, los que fuimos alumnos suyos, nos acordamos de la gran labor que
desarrollaron superando todas las dificultades.
Todas las escuelas eran en principio “Escuelas Unitarias”, es
decir que había alumnos de todas las edades, por lo que ante esta masificación
y diversidad, no era raro que los mayores y más avanzados ayudaran
al maestro con los más pequeños y que el orden y la disciplina tenía que
conseguirse con métodos que hoy día no serían bien vistos. Sin embargo,
no conozco a ningún compañero de entonces que por algún “cogotazo” (a
mí me dieron unos cuantos) hayamos tenido ningún trauma.
157

También entre los alumnos que asistíamos a escuelas distintas,
había “piques”; unas veces algo traumáticos (los resolvíamos a
pedradas, normalmente en el “Zaudón”), otros pacíficos, pero no menos
enconados, como los partidos de fútbol llamados “contras” que gozaron
entre nosotros de enorme popularidad. Las más famosas fueron las de
“Los “Ferreras” contra “Los Marianos”, y viceversa. Naturalmente se
jugaban en la era que correspondía.
La construcción de las nuevas escuelas, cerca del campo de fútbol,
supuso un poco el cambio y el paso a una nueva época que coincide
con un periodo en el que aparecen los primeros signos de progreso.
Es, en esta escuela nuestra, donde conocimos el sabor del
queso, de la mantequilla y la leche que, por gracia del pueblo americano
(a cambio de las Bases), nos repartían para tratar de completar nuestra
pobre dieta.
Es en esta escuela (y fuera de ella) donde la Iglesia, preocupada
por la recristianización, organizaba las llamadas “Santas Misiones”, impartidas
por predicadores especialmente preparados que sabían llegar a
los corazones de las gentes.
Paralelamente a la labor educativa desarrollada en la escuela,
merece especial mención, aspecto y propaganda política aparte, la
“Cátedra de la Sección Femenina”, pues si su labor fue meritoria en el
rescate de usos y costumbres populares, lo fue, aún más, porque supuso
un paso importante en la dignificación de la labor de la mujer.
Sublimando la síntesis, la Dictadura no sólo afectó a la vida política,
sino también a la familia, a la religión y a la escuela, por eso cada
uno contamos y podemos ser protagonistas de las historias que vivimos,
porque las cosas no son como las vemos, sino como las recordamos.
“Te harás viejo, panzudo y fofo, llevarás gafas y dentadura postiza
y se encorvará tu espalda. Mas para tus amigos seguirás siendo como eras en
tus años de escuela”
(Marion C.Garretty)
Francisco Cabañas Moreno
158

***
Pepi Peñasco con sus primos
Mª Ángeles y Pedro
Casero en la antigua fuente
de la calle Cervantes en
su bifurcación con la calle
Julio Coello (1966).
LA NIÑEZ
159
***
África Casero, con su hermano
Pedro de la mano, y su primo
Crescencio Peñasco en 1967.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Mª Prado Peñasco Camacho
vestida de corto el día de su
primera comunión (1971).
160
***
José Luis y Ramón Plaza
Contreras en las fiestas de San
Roque de 1969.

***
Los mellizos Víctor Manuel
y Ana Herrero Burgos hacia
1971.
LA NIÑEZ
161
***
Crescencio Peñasco Camacho
a caballo en 1963.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Perfecto Ruiz Zamora en
1956.
162
***
Pauli Plaza Roma con su
muñeca en 1957.

***
Juan Ángel Velasco Plaza
recibió su primera comunión
en 1971.
LA NIÑEZ
163
***
Soledad Tapiador Plaza vestida
de largo con un rosario y un
devocionario entre las manos
el día de su primera comunión
(1971).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Eulalia Velasco Plaza fotografiada
por Morales el día de su
primera comunión en 1975.
***
Félix Velasco Carretero hizo
su primera comunión en 1973.
164

***
Mª Victoria Carretero
Cabañas hizo su primera
comunión en 1957.
LA NIÑEZ
***
Juan de Dios Velasco
Carretero en el recordatorio
de su primera comunión
(1976).
165

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Rosario Robles Mora en la
Plaza el día de su primera
comunión (1969).
166
***
Crisanto Carretero, Juan Antonio
Céspedes Herrera, Pablo Plaza, Félix
Bermejo Díaz y Jesús Plaza Andrade
tras recibir su primera comunión
(1960).

***
Grupo de niños en la
procesión del Corpus
de 1968.
LA NIÑEZ
167
***
Grupo de niñas que
recibieron su primera
comunión en 1968.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Los hermanos Carmen y
Segundo Tapiador Burgos
comulgaron por primera vez
en 1957.
***
Pilar Plaza Oliver vestida de
primera comunión con velo
corto y diadema de flores
(1944).
168

***
Bienvenida Bermejo,
Angelines Moreno y Julita
Chico, entre otras, el día del
Corpus (1948).
LA NIÑEZ
169
***
Niños de primera comunión
en la procesión del Corpus
Christi (1951).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
María Amores Gómez con su
hijo Jesús en brazos (1970).
170
***
Crisanto y Victoria Carretero
Cabañas en la procesión de
San Roque de 1953.

***
Cristino Burgos Contreras
(1950).
LA NIÑEZ
171
***
Paula Gómez entre sus primos
Germán y Timoteo Ruiz (1955).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Mª Ángeles Moreno Burgos
en 1971.
172
***
Los hermanos Lorenzo,
Juliana y Mª Rosa Burgos
Chico en la calle Imagen
(1967).

***
Fátima Moreno Burgos el día
de su bautizo con sus padres y
padrinos (1973).
LA NIÑEZ
173
***
Los hermanos Pedro y Jesús
Tapiador Amores en 1955.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Paula y Adriana Plaza Roma
en el patio de su casa (1954).
***
Antonio Ortiz Rodríguez y
su prima Mª Teresa Camacho
Ortiz (1972).
174

***
Julita Chico Rivilla hacia 1947.
LA NIÑEZ
175
***
Jesús Plaza Oliver en 1947.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Retrato de Paula y Santiago
Gómez Rodríguez en el campo
(1952).
176
***
Julia Chico y Mª Ángeles
Moreno en la actual Plaza de
los Reyes en 1957.

***
Mª Ángeles Rodríguez el día
del bautizo de su hija mayor
(1968).
LA NIÑEZ
177
***
Segundo Tapiador Gómez
sonríe a la cámara en una
imagen de 1974.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Juliana y Antonio Mateo
García (1964).
178
***
Carmen Chico Chico (1957).

***
Cristina Tapiador, Carmen
Burgos y Mª Ángeles Padilla
bailando en la romería de San
Isidro de 1967.
LA NIÑEZ
179
***
Cristina Tapiador Burgos
durante la celebración de una
boda en El Hogar (1962).

***
Julita Chico con sus amigas
Angelines Moreno, Elvira
Sánchez, Pradito Díaz, Felisa
Benito, Paquita Morote,
Adriana Sánchez, Pilar
Morote y Asunción Plaza,
entre otras, en la romería de
San Isidro de 1957.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
180
***
Julita Chico, Carmen Moreno,
Juli Cabañas, Santa Moreno y
Angelines Moreno juegan con
un yo-yo en la Plaza el día de
Santa Escolástica (1954)

***
Miriam y Soledad Barquero,
nietas del veterinario Don
Valentín Cañizares (1974).
LA NIÑEZ
***
Benito y Marina Prado
Contreras en el caballo de un
fotógrafo ambulante (1961).
181

***
Milagros y Piedad Bravo
Carretero en el estudio
fotográfico Matos de
Ciudad Real (1971).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
182
***
Los hermanos Marina,
Valeriano, Paco, Victoriana y
Ángel Prado Contreras, junto
a Pablo Contreras López, en la
plazuela del “Bar Eloy” (1969).

LA ESCUELA

***
Fotografía escolar de
los hermanos Jacinto
y Fidela Ruiz Bastante
(1947).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
184
***
Santiago Plaza con sus alumnos
de la Escuela Unitaria de
niños ubicada en su propia
casa (1967).

***
Mª Carmen Mejía García posa
con sus alumnas en las ventanas
del antiguo Colegio Público
Tomasa Gallardo (1971).
LA NIÑEZ
185
***
Epifanio y Emilio
Carretero González
(1966).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
186
***
Dª Pura Coello
Gallardo dando clase
a sus alumnas en
el antiguo Colegio
Público (1966).

***
Pablo y Agustín
Tapiador García (1953).
LA NIÑEZ
187
***
Dª Pura Coello Gallardo
con las niñas de la Escuela
Unitaria (1949).

***
Inocente Plaza con
un grupo numeroso
de alumnos en el
patio del antiguo
Colegio Público
(1968).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
188
***
Los escolares
Bernardino y Pablo
Moreno Amores
durante el curso
1949-1950.

***
Julián y Amador Coca
Velasco en la escuela
(1967).
LA NIÑEZ
189
***
Cristina Tapiador Burgos
durante el curso escolar
1963-64.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Fermina Ruiz García en la
escuela de párvulos de la calle
Pablo Plaza dirigida por Luisa
y Concha Céspedes (1971).
190

LABORES DEL CAMPO

LABORES DEL CAMPO
Suenan los cascos de las mulas al pasar por el empedrado del
patio, de pronto se vuelven sordos al pisar la estera de enea del portal
que da a la calle. Fuera, mi padre, después de cuidar el ganado (vacas,
cerdos…), está preparando el yugo, los collerones, el arado común (romano),
la excusa, que no se quede, ni la bombona de agua, ni el comedor
de las mulas, y hoy además la sembreira y los costales con la simiente, que
vamos a la siembra.
Por el camino con el sol fuera y despejado el día, voy descubriendo
la tierra y sus gentes, porque siempre hay gente en el campo.
Me cruzo con los leñadores que vienen con cargas de jara para
los hornos de pan -¡qué olor a jara, qué olor a pan!- donde van a cocer mi
madre y mi abuela para toda la semana.
Más adelante veo a unos jornaleros que están haciendo longueras
(pedazos de tierra robados al monte para ser cultivadas); con las
cepas que arrancan hacen carbón y, con el monte, leña y piconcillo para
el brasero, porque todo se aprovecha. Me preguntan que a dónde voy y
respondo que a La Arzollosa, porque la tierra tiene nombre, al igual que
los animales (la Cordobesa y el Sevillano, mi yunta, el Rapi y la Ligera, mis
galgos).
Y así, en primera persona (porque algo viví), mientras me
cuenta mi padre, voy visualizando como en una película a las gentes que
directa o indirectamente vivían en torno al campo.
Como empezaba diciendo, con la siembra daban comienzo las
labores habituales, después de que hubiera descansado la tierra durante
el barbecho del año anterior y, como dice el refrán, que del campo
hay muchos, “En octubre echa pan y cubre”. En octubre empezaba la
sementera o siembra de los cereales (cebada, trigo, avena, centeno) y de
algunas legumbres (lentejas, algarrobas, habas, pitos o almortas), porque
la de los garbanzos y chicharros se hacía en febrero o marzo.
193

Después de la siembra, durante el invierno, se hacían los barbechos
a las tierras que no se sembraban ese año, a las cuales se le daban
tres rejas (alzar, binar y terciar) y, para marzo, se ponían “lomos”.
Al mismo tiempo y después de Reyes, se empezaba a coger la
aceituna, tras lo cual seguía la “rebusca” de la misma, porque, gracias
a esta labor y al haber más necesidades, se mantenía mucha gente.
También se rebuscaban uvas y almendras, se espigaba después de la
siega, se buscaban cardillos, espárragos, setas, collejas y romanzas; generalmente,
eran labores realizadas por gente que no tenía tierras que
cultivar.
En febrero se podaban los olivos y en marzo las parras de los
plantíos, porque entonces había plantíos, siendo prueba de ello las cinco
o seis bodegas de vino y almazaras que existían en el pueblo. Todo ello
ya ha desaparecido (¡qué lástima!).
La “escarda” empezaba en marzo que consistía en arrancar
con una escadeira o azada estrecha todas las malas hierbas y cardos que
salían junto al cereal o legumbre.
Refranes como “Marzo ventoso y abril lluvioso, hacen a mayo
florido y hermoso”, “Cuando marzo mayea, mayo marcea”, “En abril
aguas mil” y “Agua por mayo, pan para todo el año” hacían referencia
a la relación entre las estaciones y el campo. Como decían los mayores,
eran refranes que “trabajaban” al reflejar la incertidumbre de si habría o
no buena cosecha ese año.
Y llegó San Isidro, patrón de los labradores, los cuales vestían
sus yuntas y carros para llevar al Santo en romería hasta la Santa Cruz
y después se repartía limonada y garbanzos tostados. Era la fiesta grande
del campo que por entonces ya estaba esplendoroso con las siembras
a punto de granar (actualmente todo ha cambiado mucho).
Pasado San Isidro, se sembraban los melones y a veces los
menos pudientes solicitaban a algún propietario que le cediera algún
pedazo de tierra para “echar” sus melones a medias, uno poniendo la
tierra y el barbecho y el otro lo demás, porque con las necesidades
se comparte lo bueno y lo malo. Y por tanto, cuando no había dinero
para más, quien tenía un borrico se lo prestaba a quien tenía una mula,
haciendo yunta y así poder cultivar cada cual lo suyo; se echaban días
194

de siega unos a otros para poder acabar antes, y es que antiguamente la
gente se necesitaba más y la convivencia era más cercana.
A últimos de mayo, se empezaban a arrancar las legumbres y
comenzaba la siega de los cereales, tareas seguramente de las más duras
del campo, no sólo por el esfuerzo físico (los hombres y las mujeres
arrancaban a mano y segaban con la hoz doblados todo el día), sino
también por la temperatura que ya por entonces era alta.
Estas labores las realizaban tanto hombres como mujeres,
pues, como contaba mi abuela, hasta un día antes de dar a luz a uno
de sus nueve hijos, estuvo arrancando, teniéndose que venir del “tajo”
al sentirse los dolores; dos días después, estaba otra vez en el pedazo
¡Cuántas fatigas tendrán pasadas nuestros abuelos!
Las gentes que no tenían tierras, los jornaleros, iban en cuadrillas
o grupos a segar, arrancar o coger aceituna a las grandes casas
de labranza y a fincas de los pueblos cercanos, a los cuales iban y venían
andando la mayoría de los días. Todo por un jornal que a veces era
simplemente la comida de ese día.
Mientras, en las casas quedaban los mayores y los niños hasta
los ocho o diez años, ya que a partir de esa edad muchos ya estaban
de pastores o cuidando animales como vacas y cerdos. Las abuelas
realizaban las tareas del hogar, cuidando a los nietos o yendo a lavar al
Fontanar con alguna nieta mayor, y los abuelos cuidando a los animales,
reparando aperos, haciendo esteras, albardas, serones…, siempre estaban
“enganchados”, porque antes la gente mayor era y se sentía útil e
imprescindible, teniéndoles todos un gran respeto.
Después de hechas las gavillas de legumbres y los haces de mies
o cereal, por julio, se empezaba a “sacar”, que consistía en llevar con los
carros los haces y gavillas a la era donde se trillaba la parva, como se
llamaba a la mies extendida en la era en forma de círculo para que las
mulas y el trillo, a fuerza de vueltas, separasen el grano de la paja.
Después de trillar bien la parva y voltearla un par de veces con
la horca de madera, se amontonaba y se aventaba lanzando la mies hacia
arriba, encargándose el aire de separar la paja del grano.
Todas estas labores se realizaban en varios días y a mano con
ayuda de caballerías. Actualmente, la cosechadora las realiza en una
195

hora. Las primeras máquinas que hicieron su aparición para hacer más
llevaderas estas labores eran algunas segadoras, trilladoras y aventadoras;
se cambiaron los carros de varas y ruedas de madera por remolques
con ruedas de goma que pesaban menos y tenían más capacidad.
Los primeros tractores fueron traídos por las grandes casas de
labranza y las fincas, en las cuales trabajaba durante todo el año mucha
gente: gañanes, pastores, vaqueros…
Toda la economía giraba en torno a las labores agrícolas, incluso
había muchos oficios que también lo hacían, como los guarnicioneros,
que hacían arreos, collarones…, los herradores y los esquiladores; éstos
últimos, además de esquilar ovejas, también les cortaban el pelo a los
burros y a las mulas, haciéndoles bonitos dibujos o “bigoteras” en la
grupa.
Por último, en cuanto a las labores de agosto, se encerraba el
grano y después la paja, cerrándose así el ciclo de los cereales y legumbres,
para dar paso a la vendimia, labor que ocupaba a muchas mujeres y
hombres. Y es que en las labores del campo no había distinción de sexo
y el trabajo era muy duro para todos, desde el más rico al más pobre.
En ese tiempo el campo era lo primero, porque como dicen los mayores
“¿de dónde sale todo?” Nunca hasta hoy a algo tan importante se le da
tan poco valor ni a las gentes que en él trabajan, pues lo queremos todo
barato y de calidad aún a costa de los de siempre.
Las labores del campo siempre han sido duras, muy duras, y no
siempre recompensadas ni agradecidas, siempre pendientes del cielo.
Era un trabajo orgulloso, bien hecho, poniéndose interés y gusto
en lo que se hacía. Se tenía conocimiento y sabiduría, pero sobre todo
se sentía respeto por el campo, prueba de ello es que se sabía de quién
era cada pedazo y si se “llevaba” bien o mal, criticándose la dejadez.
Se respetaban las “hojas”, se hacían barbechos para que descansaran
las tierras, se aprovechaban todos los recursos, lo que se sembraba
y lo que se criaba. La agricultura que se hacía es la que hoy se conoce
como “ecológica”, porque se echaba basura en vez de abono químico, se
escardaba en lugar de utilizar herbicidas y se limpiaba la simiente en vez
de comprarla tratada. Entonces se podía beber agua de casi cualquier
196

arroyo o pozo. El ganado comía de lo que se criaba en el campo, sin
aditivos. Se tenían huertos y se comía lo que cada tiempo daba.
Se comía lo que se producía y se producía lo que se necesitaba:
aceite, vino, queso…, y todo natural porque no hay nada más natural
que el campo.
Los mayores, cuando les preguntas sobre ese tiempo, comentan
las fatigas y calamidades que pasaron, a la vez que se percibe en ellos
añoranza y cariño, echando de menos aquel tiempo.
Como dije anteriormente, yo he vivido y he hecho muchas
labores de las citadas, aunque soy joven, y a pesar de que pueda parecer
extraño, cada día me alegro más de haber tenido la oportunidad de vivir
esa etapa de mis padres y abuelos, porque ellos me han enseñado en
gran medida a apreciar y valorar este bien tan preciado que es el campo
y sus gentes.
197
Pedro Pablo Moreno Céspedes

***
Julián Chico Roma, pastor del
quinto de la Cuesta del Jaral en
junio de 1957.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
198
***
Grupo de alcoleanos
vendimiando en Alcázar
de San Juan a cargo de
Alejandro Burgos a finales
de los años 60.

***
Inocente Plaza Moreno e
Inocente Céspedes Tapiador
vendimiando en Alcázar de
San Juan hacia 1970.
LAS LABORES DEL CAMPO
199
***
Ramona Benito, Paula
Gómez, Matilde García
y Amparo Ruiz, entre
otras, recolectando
pimientos en Galiana
(1971).

***
Pantaleón Rodríguez, León
Carretero, Enrique Moreno,
Ricardo Ruiz, Guillermo
Robles, Ramón Tapiador,
Federico Chico y Ventura
Rodríguez de vendimia hacia
1970.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
200
***
Miguel Contreras, Julián
Burgos, Félix Aponte y
Jaime Burgos segando
cebada en el Calverón
(1951).

***
Amparo Ruiz, José Padilla,
Mª Carmen García, Emi
Moreno, Pilar Céspedes,
Raimundo Padilla, Adoración
Ruiz y Loli García, entre
otros, de vendimia en Alcázar
de San Juan en 1969.
LAS LABORES DEL CAMPO
201
***
Cuadrilla de segadores a principios
de los 50. De izquierda
a derecha, Hermógenes y
Julián Robles, Arturo Chico,
Pedro Plaza, Benjamín Prado,
Celestino García y Marina
Prado.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Tomás Prado de camino a la
huerta de Luis Mira en 1952.
202

BODAS Y MATRIMONIO

BODAS Y MATRIMONIO
Con motivo de la edición de la segunda parte del libro “Alcolea:
História en imágenes”, quiero rebuscar en mi memoria retazos de la vida,
costumbres y distracciones de los alcoleanos de esa época, incluidas las
bodas.
Estas, como veis en las ilustraciones que acompañan estos
textos, se recuerdan con la tradicional foto de los novios, y pensaremos:
“¡Igual que ahora!”. Nada más lejos de la realidad.
En la década de los 40 y principios de los 50, la boda era muy
pensada y preparada de antemano, lo mismo que ahora, pero por motivos
distintos.
Entonces no primaba la búsqueda de restaurante, que haga
buen tiempo, las vacaciones..., sino que estaban condicionadas por las
labores agrícolas y ganaderas a las que se dedicaban mayoritariamente
los habitantes de Alcolea, sobre todo al buen resultado de las cosechas
o la venta de algún ganado para sufragar los gastos que la boda pudiese
acarrear.
Se le daba mucha importancia a la “dote”, tanto a la del novio
como la de la novia, porque parecía ser el requisito imprescindible para
que todo funcionara mejor, pues hacían suyo, como buenos manchegos,
el refrán: “Donde no hay harina, todo es tremolina”.
En estos años, sobre todo, los principios de los 50, las bodas se
celebraban, casi siempre en la casa de uno de los contrayentes. Esta se
preparaba para la ocasión, con el “zafarrancho” de limpieza y organización
que la ocasión merecía.
La celebración empezaba con las “amonestaciones”. Eran avisos
que el cura de la parroquia proclamaba en la misa mayor de los tres
domingo anteriores al día que se había acordado entre las familias para
celebrar el evento. Para tomar esta decisión se había reunido previamente
el día de la “petición de mano” a los padres del novio. La chica era
205

obsequiada con un regalo (podía ser en metálico), cuyo valor dependía de
los “haberes” que tuvieran los padres.
La primera de las amonestaciones, era ya un festín. Se hacía una
fiesta en la casa de los padres de uno u otro según convenio, con una cena a
la que acudían los más allegados, normalmente muchos, ya que las familias
eran muy numerosas. Cenaban, cantaban, bailaban, bebían “limoná” y
refresco que se hacía añadiendo agua a los famosos jarabes de distintos
sabores que traían de Ciudad Real de unas bodegas conocidas por todo el
pueblo. A todo esto se le añadía vino de cosecha y la “pitarrilla”.
Este festejo era importante y deseado por toda la familia que
ayudaba con rosquillos, garbanzos “tostaos”, magdalenas, etc. Todo ello
les servía para evadirse de los problemas diarios y reunirse que a la fin, era
de lo que más se disfrutaba, ya que el resto del tiempo lo tenían absorbido
por el trabajo, en donde no había convenios, ni horas, solo de sol a sol.
Una vez que pasaban estos tres domingos y nadie había presentado
en la Iglesia ningún impedimento para que el matrimonio se pudiera
celebrar, llegaba la Boda.
El sitio donde se iba a hacer el festejo, después de la ceremonia
religiosa, era preparado por la familia, recopilando de vecinos y allegados,
platos y vasos que se marcaban con una señal, para que una vez terminado
todo, se pudiese devolver a sus propietarios sin confundirse, aunque
¡Cuántos no se rompían o se extraviaban!
La boda transcurría en un ambiente de fiesta, familia, cantos,
bailes... y así hasta llegar la hora de la cena, que también se hacía en la
casa y ya acudían como a la amonestación los más cercanos. Los novios se
quitaban el traje de ceremonia y se vestían de calle.
Al día siguiente la “tornaboda”, en la que comían los novios con
los padres, ella estrenaba otro traje preparado para este día y luego si se
podía se iban de viaje de novios que si alcanzaba el dinero lo más visitado
era Madrid, no existían los cruceros ni los “tours” por Europa, ni mucho
menos cruzar el charco al Caribe ni a países tropicales.
A la vuelta, la mujer se dedicaba a organizar su casa con los
regalos que les habían hecho, porque como el dinero escaseaba, la gente se
preocupaba de ofrecerles, agradeciendo la invitación, platos, vasos, ollas,
cubiertos...
206

Y así empezaba una nueva vida, él trabajando y ella cuidando su
hogar en ocasiones a medio hacer, pues continuaban las obras según iban
ahorrando un poco. Eran muchas las parejas que entretanto estaban de
alquiler o con los padres de uno u otro.
En la década de los 60 y los 70, todo esto se iba pareciendo algo
a lo que hoy conocemos.
La gente acudía al “Salón del Cine” en donde se instalaban mesas
con tableros que cubrían con manteles y se servían platos y bebidas.
El menú estaba compuesto por distintas clases de pasteles (llamaban
la atención las yemas de huevo) coronados con un trozo de tarta
nupcial. Se servían vinos, gaseosas, cervezas...
El banquete, en ocasiones era amenizado por músicos, generalmente
del pueblo, que se reunían para, con el baile, prolongar y disfrutar la
tarde. Muchos jóvenes acudían a bailar aunque no hubiesen sido invitados,
una vez retiradas las mesas y abierto las puertas.
Con el correr de los años, estas costumbres seguían conservándose,
pero iban perdiendo fuerza cuestiones como los convencionalismos
sociales y patrimoniales y se empezó a introducir en el menú, distintos
tipos de fiambre junto con un chusco de pan, para ponerse como segundo
plato los dulces y la tarta.
La animación con música fue ya un elemento a tener en cuenta,
bien fuera con orquesta o con disco de vinilo. La entrada en el salón de los
novios se acompañaba con la marcha nupcial y no faltaban los cantantes
espontáneos.
La luna de miel se reflejaba también como elemento imprescindible
y se ampliaron horizontes. Algunas veces se aprovechaba para visitar
a familiares que residían en provincias del norte de España, debido a la
emigración de la década anterior.
Y así, poco a poco, fuimos aterrizando en la actualidad que ya casi
todos conocemos y sabemos de los gastos y preparativos que requieren.
207
Mª Victoria Carretero Cabañas

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Celedonio Tapiador Prado
se casó con María Casero
Burgos en 1960. En la imagen
le acompaña su hermana
Casimira que actuó como
madrina del enlace (1960).
208
***
Santiago Díaz Prado y
Castora Carretero Bermejo
saliendo de la iglesia el día de
su boda hacia 1955.

LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
***
Boda de Tomás Prado y
Antonia Ruiz (1951).
209
***
En 1955 se casaron Cándido
Carretero y Emilia González.

***
Celedonio Céspedes y
Aurelia Sierra posan
junto a sus padrinos
Juana Oliver y Gonzalo
Ruiz hacia 1956.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
210
***
Celebración del enlace matrimonial
de Felisa Bermejo y
José Plaza Andrade (1958).

LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
***
Estanislao Herrera García y
Amalia Huertas posan para el
fotógrafo “Ángel” de Ciudad Real
el día de su unión matrimonial
(1941).
211
***
Retrato de boda de Agapito
Herrera García y Rosario
Mora Sierra (1943).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Fidela Cabañas y Crisanto
Carretero (1971).
212
***
José Burgos y Juana Herrera
como padrinos de boda de sus
hijos Lucía y Juan Antonio
(1974).

***
Jóvenes invitados a una boda
en el antiguo cine (1966).
LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
213
***
María Amores y Jesús
Moreta intercambiando las
arras durante la ceremonia
religiosa de su boda (1963).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Paula Mora y Luis Leiva se
casaron el 13 de mayo de
1967.
214
***
Ramona Benito y Ricardo
Ruiz posan con sus hermanos
Laureano, Pedro, Juliana y
Victoria el día de su boda
(1974).

LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
***
Vicenta Burgos García se
casó con Bernardino Moreno
Amores en 1968.
215
***
Pauli Gómez y Pablo
Tapiador cortando la tarta
nupcial (1969).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Juana Oliver Sierra posa en
solitario el día de su boda en
1959.
***
Crescencia Serrano y Ubaldo
Oliver se casaron un día del
mes de septiembre de 1968.
216

***
Manuela Gómez camina
hacia la Iglesia del brazo de
su suegro y padrino Segundo
Tapiador (1972).
LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
217
***
Anastasio García Sierra y
Juana Oliver como padrinos de
Ismael y Bernarda hacia 1956.

***
Alejandra Castillo y
Francisco Céspedes tras
contraer matrimonio en
la iglesia de San Pedro
de Ciudad Real (1960).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
218
***
Imagen del banquete de boda
de María Moreno y Manolo
Arenas en El Hogar hacia
1967.

***
Alejandro Burgos, Felipe
Casero, Vicenta y Matilde
Burgos, y Víctor García celebrando
la boda de Bárbara
Casero y Cristino Burgos
(1973).
LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
219
***
Carmen Tapiador y Tomás
Padilla en compañía de sus
padrinos Segundo Tapiador y
Leonarda Dorado en 1973.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Nemesio Robles e Hipólita
Mora rodeados de todos sus
invitados y familiares el día de
su boda (1958).
220
***
Julio Plaza y Carmen Serrano
subiendo la calle Jesús Plaza tras
haber contraído matrimonio
(1964).

***
Juan Moreno va a
buscar a su novia Mª
Dolores Burgos el día
de su boda. Le acompañan
sus padrinos
Carmen Serrano y Julio
Plaza (6 de julio de
1975).
LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
221
***
Nemesio Robles con sus hermanos
y padrinos Manuela y
Miguel (1958).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Onésima Céspedes actuó como
madrina en el enlace de Jesús
Serrano y Josefa Arroyo el 19
de octubre de 1962.
***
Pilar Plaza y Simeón Lozano
formalizan su matrimonio civil
(1960).
222

***
Boda de Simeón Lozano
y Pilar Plaza. La comitiva
nupcial se dirige al salón del
antiguo cine para la celebración
del banquete (1960).
LAS BODAS Y EL MATRIMONIO
223
***
Onésima Céspedes y Brígido
Serrano se casaron en 1950.
Victoriana Benito y Faustino
Serrano fueron sus padrinos.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Úrsula Velasco y Julián Coca a
mediados de los años 50.
224
***
Ángel Crespo con
su mujer Mª Luisa
Madrilley después de
contraer matrimonio
en la iglesia del
Espíritu Santo en
Madrid (18 de enero
de 1956).

ORGANIZACIONES SOCIALES

ORGANIZACIONES SOCIALES
En los años de la posguerra, los servicios sociales se caracterizaban
por estar atendidos por organizaciones sociales benéfico religiosas,
como las Hermandades, las Damas de la Caridad, la Sindical y por el
movimiento de la Sección Femenina, perteneciente a la Falange.
Su tarea fundamental consistía en:
- Formación nacional-sindicalista.
- Formación religiosa.
- Preparación de las mujeres para el hogar.
Situándonos en este contexto, en Alcolea como en el resto de
España, las organizaciones sociales existentes eran benéficas sindicales
y religiosas, promovidas por la Iglesia, la Sindical y el Ayuntamiento
conjuntamente y llevadas a cabo, sobre todo las benéficas religiosas, por
las gentes motivadas por sentimientos y vocación asistencial y caritativa
que pertenecían a un nivel social y económico privilegiado dentro de la
decadencia de la época.
La Sección Femenina, también prestó su servicio a nuestro
pueblo a través de la “Cátedra”, una organización social perteneciente
a la Falange, compuesta por mujeres que bien estaban afiliadas por
convicción al movimiento o, prestando sus servicios y conocimientos
para hacer el famoso “Servicio Social”, paralelo al Servicio Militar de los
hombres.
227

La Cátedra nos visitó según la información y lo vivido personalmente,
en los años 50 por primera vez y a mediados y finales de los
60. Era un grupo itinerante, que se asentaba por un período de tiempo
en el pueblo en cuestión, cuya tarea era fundamentalmente formar e
ilustrar en:
- Trabajos del hogar: Cocina, labores, corte y confección, etc.
- Trabajos manuales: De arpillera, rafia, cordelillo, etc.
- Bailes regionales: La jota, el fandango de Alcolea y el famoso
“Con el aire y el aire y el aire”.
- Alfabetización.
Se puede decir que la Cátedra fue el germen de las Universidades
Populares actuales, su fin es el mismo, aunque actualmente se dispone
de más medios personales y económicos, tanto comunitarios, como
provinciales y locales.
El grupo de monitoras vivía en el pueblo y cada una se encargaba
de un área concreta, una de la alfabetización, otra de las manualidades,
otra de las labores, otra de los bailes (como la famosa Patro).
Había distintos horarios para hombres y para las mujeres, ya
que los hombres no podían por su trabajo asistir a los mismos de las
mujeres y estos también iban, sobre todo a las manualidades y a los
bailes regionales.
Se pasaba muy bien, aparte de lo que aprendías, era un período
muy enriquecedor y constructivo en todos los sentidos, se comenzaban
con un grupo que a veces no eran nada más que paisanos y cuando se
terminaban eran verdaderos amigos y confidentes.
Personalmente yo recuerdo en los ensayos de los bailes, en el
salón de mi casa, que se llenaba de gente, no sólo de los que íbamos a ensayar,
sino de todas las edades y géneros y al final terminábamos todos
bailando, enseñándonos los mayores sus jotas y fandangos antiguos.
La clausura era un día de fiesta, donde se ponía en exposición
todos los trabajos realizados, se degustaban todos los platos que se
habían aprendido y hecho para la ocasión, se oían las charlas de las
Autoridades Locales y Provinciales que venían y se terminaban con los
bailes regionales y la limonada en la plaza.
228

Las Hermandades existentes en aquella época eran:
La Hermandad de San Roque y Santa Escolástica, (la única
existente ahora) su labor social se llevaba a cabo por los hermanos y
consistía, por un lado organizar conjuntamente con el Ayuntamiento
las fiestas patronales, y por otro, para la Santa y Navidad, hacer comidas
y llevarlas a las familias más humildes, con los alimentos y limosnas
que los hermanos reunían de pedir a todo el pueblo, también esta labor
la realizaban las famosas “Damas de la Caridad”, encabezadas por las
hermanas Braulia y Pilar Plaza.
La Hermandad de la Virgen del Carmen, la Purísima, El
Corazón de Jesús y de María, éstas eran propiamente femeninas. Hacían
sus novenas y sus procesiones y las “Hijas”, o “hermanas” iban con sus
medallas que las identificaba. También existía la de San Isidro, perteneciente
a la Sindical, que era la encargada, junto a su junta directiva
y el cura, de organizar la Romería de San Isidro, mezcla de cultura y
religiosidad tradicional, considerándose fiesta local, donde el pueblo
participaba en todos los sentidos.
La obra social de las Hermandades era propiamente religiosa;
su labor, aparte de preparar las novenas y actos religiosos en su día, era
una labor muy cristiana como visitar a sus hermanos enfermos en sus
últimos días, y acompañar al sacerdote cuando les llevaba a los mismos
en Viático, asistiendo con las medallas y estandartes a su entierro, sobre
todo los de las gentes más conocidas.
En 1939 nació la Hermandad Sindical de Labradores y
Ganaderos “La Sindical” sita en la plazoleta del Hogar. En ella se integraban
las cooperativas del campo, comunidades de labradores, junta
local de precios agrícolas, catastro, etc.
Sus funciones se extendían al orden social, económico, asistencial,
comunal, de asesoramiento y colaboración con el Estado.
En el orden social, sobre todo en los años 60, se preocupó mucho
por organizar cursillos de perfeccionamiento en las labores del campo,
como fueron los cursillos de Extensión Agraria, donde los agricultores
aprendieron la poda de olivos y frutales, hacer injertos, y en las fiestas
de la Santa organizaba concursos de poda entre sus afiliados.
229

Otra de las obras fue la formación profesional del campo y cultura
general, en régimen interno, para los jóvenes, futuros agricultores,
que les facilitaba la promoción a estudios superiores.
En el orden asistencial promovía la asociación de cooperativas,
como la de San Roque y Santa Escolástica, cooperativa de aceite situada
en la calle del cementerio y promovían seguros de enfermedad.
En el orden comunal se ocupaban de la conservación y apertura
de los caminos rurales, vigilados por el guarda rural, y resolvían los
pleitos que pudieran surgir entre los colindantes, etc.
Su función, como colaboración con el Estado, consistía en controlar
los precios de los productos agrícolas y la utilización de pesos y
medidas, desarrollando tareas de verificación de abonos y semillas, etc.
Otras de las organizaciones sociales eran, la del Casino y el
Hogar, asociaciones de ocio y entretenimiento, masculinas, ya que las
mujeres no podían ser socias; ellas pasaban allí cuando las llevaban
los hombres, padres, novios o maridos y no habitualmente sino en las
fiestas o en alguna celebración especial.
Estas asociaciones eran el retrato social de aquella época, en
ellas se veía a qué estrato social se pertenecía, pues los socios del Casino
eran de un nivel social y económico superior que los socios del Hogar,
no es que se exigiera un determinado nivel social y económico concreto,
ni unos mínimos para pertenecer a una de estas asociaciones, pero los
socios por sí solos se apuntaban a aquella que ellos creían más afín,
habiendo hombres que pagaban la cuota en las dos asociaciones.
Su organigrama era el mismo, un presidente electo y su junta
directiva por un período de tiempo determinado, elegidos entre todos
los socios. Cada socio pagaba una cuota por un período de tiempo determinado,
que se destinaba a los gastos generales de mantenimiento del
edificio y a las actividades que en ellas se desarrollaban, como los bailes
de las fiestas, sobre todo el de la Santa, donde se elegían a las “mises” y
se organizaban concursos de truques. Eran los bailes, tanto del Casino,
como los del Hogar, la meta de las adolescentes, ya que no podían ir a
los bailes que se organizaban en las Fiestas, no con sus padres, hasta que
no tenias 18 años.
230

Estas asociaciones eran el punto de reunión y retiro diario de
los hombres, bien para charlas del tema actual o en boga, para jugar a
los juegos de mesa (en algunas ocasiones pecaminosas) o, para estar
calentitos sobre todo los días de invierno.
La actividad de la Iglesia en esta época se centra en la pastoral
parroquial que mantiene sus formas tradicionales y que contenían valores
humanos y religiosos, lo negativo de dichas tradiciones no eran los
contenidos, sino más bien las formas, con sentido triunfalista, apoyado
en la confusión eclesial-estatal del momento.
Al principio de los años 40 vino D. Santos que fue un sacerdote
que tuvo que comenzar su pastoral, como he dicho anteriormente, en el
ambiente de la época, recuperando las tradiciones religiosas-culturales
anteriores a la Guerra Civil.
A finales de los 40 le sustituyó D. Santiago, que ya se encontró
algunas cosas recuperadas, trabajó mucho por los pobres, según la
información recabada, cuando iba a las fincas, a hacer la Misa recaudaba
alimentos (garbanzos, judías, huevos...) para después repartirlo entre los
necesitados (que eran muchos).
Recuperó las Misas de la Virgen, que eran la última semana de
Adviento, la semana anterior a la Nochebuena y el Rosario de la Aurora
en el mes de mayo.
El día de San Antón bendecía en la sacristía el pan, trigo,
cebada, etc. y todos dejaban un porcentaje de trigo para la Parroquia.
Comenzó a dar catequesis a los jóvenes en la iglesia, por un
lado a las chicas y por otro a los chicos, sembrando la semilla de laicas
comprometidas en las que luego serían nuestras catequistas, las muy
valiosas “Julis”.
Otra de sus labores fue dar clase a aquellos jóvenes a los que
sus padres se preocupaban para que avanzaran en su educación.
Como el resto de España, también estaba presente la Acción
Católica, sus monitoras eran entre otras Doña Ángeles y Doña Mari
Carmen, tenían un grupo de jóvenes, llamadas “postulantes” que recibían
una medalla como pertenecientes a acción Católica.
231

Le sustituyó Don Hilario, su estancia en nuestro pueblo fue
breve, a pesar de que no fue muy bien acogido por un sector del pueblo,
fue un hombre muy sencillo y humano y en la mayoría del pueblo, sí
quedó la huella de su obra.
En los 50 vinieron las misioneras, las cuales hicieron una labor
evangelizadora importante, vivían de la caridad del pueblo en una casa
que les prestó Don Casimiro Plaza, en la parte de abajo de la casa daban
catequesis y en las cámaras tenían sus aposentos.
A finales de los 50 vino Don Manuel. La estancia de Don
Manuel la podía dividir en dos etapas, según su cercanía y labor social.
Los primeros años trabajó mucho por los jóvenes, renovando
por entero la familia cristiana de Alcolea, entre las cosas más renombradas:
- Organizó los grupos de limpieza, existentes hoy
desde entonces.
- Organizó la catequesis por edades y llevadas a cabo
por primera vez por seglares, en la Sacristía y en el
salón de arriba.
- Llevó a cabo los cursillos de cristiandad para hombres,
en Daimiel. Lo más positivo de esto es la gran
expectativa que ellos creaban, lo más negativo es que
pasado un tiempo las obras de los que los recibían no
eran tantas.
Los últimos años de su estancia socialmente bajo, sólo se relacionaban
con la élite del pueblo, pero a pesar de eso, su pastoral fue muy
positiva, renovando y acercando a la Iglesia sobre todo a los hombres.
La visita del Obispo (Pastor de la diócesis de Ciudad Real) desde
los años 40 hasta los 70 tuvo lugar dos veces.
En el 48 vino Don Emeterio, su llegada, fue una gran fiesta en
todo el pueblo; según me dicen, para esa ocasión, se hicieron banderitas
y las chicas se ponían lazos y camisas todas del mismo color para salir
a los muros a esperarle.
232

En el 59 vino Don Juan Hervás, en esta ocasión yo fui testigo y
aunque lo recuerdo muy lejano fue el que me confirmó, si tengo que ser
sincera no me acuerdo del momento, sólo de que mi madre me compró
un velo nuevo y lo rompí.
En esta ocasión, salimos a recibir a nuestro “Pastor” todo el
pueblo, Autoridades, banda de música, los niños de la escuela, padres,
jóvenes, mayores, etc.
El discurso de bienvenida, lo hizo mi hermano Pepe en presencia
de las Autoridades Religiosas y Civiles y las catequistas y maestras
prepararon a las chicas un baile para la ocasión, era algo así:
233
“Esta noche no alumbra
la farola del mar
esta noche no alumbra
porque no tiene gas”
Era una gran fiesta religiosa en la que participaba todo el
pueblo, sin excepción. En estas visitas se aprovechaba para confirmarse
todos aquellos que querían, sin tope de edad y sin preparación especifica,
como era tan difícil que el Señor Obispo hiciera visitas pastorales, es
por lo que había confirmados de tan dispares edades.
En los años 60 vino a confirmar Don Juan Julián, Arcipreste,
sacerdote de Piedrabuena.
Otros de los grupos sociales que no eran considerados como
tales, pero que hacían una gran labor de convivencia en los que no solo
se aprendía, sino que también se transmitían tradiciones culturales, eran
los grupos de costureras, donde se iba a aprender el corte, a bordar,
como los de Amelia, mi tía Dolores, María de Necleta, la Hipólita, Justa
caballero, etc.
Estos grupos llevaban a cabo actividades socio-culturales tan
arraigadas en nuestro pueblo, como las Cruces de Mayo (la hizo Amelia
en el cocedero de su casa), las famosas y competitivas carrozas para S.
Isidro, las máscaras o las hogueras de Santa Lucía.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
A finales de los 60, Crisanto Carretero, organizó un grupo de
teatro, donde los jóvenes se lo pasaban muy bien, a parte de ensayar la
famosa obra de los “Caballeros” ligaban y más de dos “noviejos” salieron.
También organizaba pasacalles en los días más señalados como, el
Día de la Madre, Navidad...
Espero que esta, mi aportación, sirva no sólo para dar a
conocer datos a los jóvenes, sino también para recordar vivencias a los
menos jóvenes.
Deme Burgos Plaza.
234

B ENEFICENCIA

***
Las hermanas de la Caridad
y el párroco don Santiago
Luengo rodeados de un grupo
de mujeres pobres (1951).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
236
***
Mujeres pertenecientes a
la Hermandad de la Caridad
junto a un grupo de hombres
que habían recibido de ellas
ayuda y alimento el día de la
Santa de 1951. De izquierda
a derecha encontramos a
Desideria Escobar, Atanasia
Úbeda, Vicenta Paredes,
Ovidia Sierra, Librada Benito,
Justa Burgos, Asunción Plaza,
Braulia Plaza, Luisa Casero y
Pilar Plaza.

***
Francisco Cabañas, Julián
Andrade, Félix Bermejo,
Simeón Lozano, Faustino
Chico, Lino Díaz, entre
otros, preparando la comida
de la caridad el día de Santa
Escolástica de 1950.
ORGANIZACIONES SOCIALES
237
***
Atanasia Úbeda,
Carmen Mora, Asunción
Plaza, Fernanda Navas,
Juliana Bermejo, Braulia
y Julia Plaza pidiendo
limosna para auxiliar a
las personas necesitadas
de la localidad el 12 de
enero de 1950.

***
Miembros de la Hermandad de la
Caridad fotografiados por Ruiz
en 1954. De izquierda a derecha
y de arriba abajo: Julia, Librada
Benito, Juliana Bermejo,
Crescencia Díaz, Carmen Plaza,
Juana Mira, Luisa Casero,
Francisca Tapiador, Antonia
Mora, Desideria Escobar,
Maruja Moreno, Ovidia Sierra,
Braulia Plaza, Asunción Plaza,
Don Santiago Luengo, Atanasia
Úbeda, Faustino Chico, Vicenta
Paredes, Joaquina Chico y
Simeón Lozano.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
238
***
Las hermanas de la Caridad,
con su característica cruz al
cuello, dispuestas a ayudar a
un grupo de niños el 26 de
mayo de 1951.

LA CÁTEDRA

***
Taller de corte y confección
a mediados de
los años 60.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
240
***
Taller de bordados
en los locales del
Ayuntamiento a
mediados de los 60.

***
Actuación de un coro
infantil frente al antiguo
campo de fútbol (1955).
ORGANIZACIONES SOCIALES
241
***
Alcoleanos preparados
para bailar una jota en
el acto de clausura de la
Cátedra hacia 1970.

***
Coro masculino actuando
en el antiguo campo de
fútbol a finales de los 60.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
242
***
Fernando Tapiador recibe
de Valentín Bermejo un
trofeo durante un acto de
clausura de la Cátedra a
finales de los años 60.

***
Jóvenes invitados a la
comida organizada por
la Cátedra en el Quinto
de Valtravieso a finales de
los años 60.
ORGANIZACIONES SOCIALES
243
***
Muchachos participando
en un taller de tejeduría
de cuerda a mediados de
los 60.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Actuación de bailes regionales
en el mes de marzo de 1970.
244

GRUPOS Y HERMANDADES

***
María Amores acompañada
de otras aprendizas
en el taller de costura de
Hipólita Gómez hacia
1958.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
246
***
El párroco don Manuel
López y los miembros de
la Hermandad de San Roque
y Santa Escolástica Juan
Antonio Plaza, Segundo
Tapiador, Pablo Serrano,
Lorenzo Plaza, Crisanto
Carretero, Conce Padilla,
Simeón Lozano, Cándido
Carretero y Apolinar Ruiz
junto a la imagen del santo
hacia 1973.

***
La rondalla Las Campesinas
preparadas para cantar las
“Coplas a San Isidro Labrador”
compuestas por Eugenio Benito
y Rufino Burgos para la romería
de San Isidro de 1948. Sus
componentes: Higinia Chico,
Alberta López, Aurelia Sierra,
Prado Bermejo y Asunción
Céspedes, entre otras. Les
acompañan con acordeón,
laud, guitarras y bandurrias
Julián Díaz, Antonio Burgos,
Pedro Lezana, Cristino Burgos,
Valeriano Roma y Ricardo
Gómez.
ORGANIZACIONES SOCIALES
247
***
Grupo de costureras en
el taller de bordados de
Amelia García en 1954.
De izquierda a derecha,
Santiaga Morales, Rufa
Roma, Pilar Plaza,
Amelia García, Miguela
Fuentes, Maruja Morales,
Escolástica Burgos, Mª
Jesús Cabañas y Damiana
Velasco.

***
La Orquesta Calatrava tocando
en el baile del antiguo cine en
el marco de las Fiestas de San
Roque de 1961.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
248
***
Actuación de la Orquesta
Calatrava compuesta
por Faustino Plaza,
Fausto Casero, Ignacio
Bastante, José y Santos
Arenas el día 15 de
agosto de 1960.

ORGANIZACIONES SOCIALES
249
***
Reuniones de los
miembros de la Cámara
Agraria presidida por el
entonces alcalde Valentín
Bermejo a principios de
los años 70.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
La Banda Municipal de Alcolea a mediados de los años
50. De izquierda a derecha y de pie, Francisco Camacho,
Encarnación López, Faustino Plaza, Paco Prado, Santos
Arenas, Luis Sánchez-Cava (director), Ubaldo Oliver,
Fausto Casero y Lorenzo Ruiz. En cuclillas, de izquierda
a derecha, Ignacio, Ramón Casero, Daniel Casero,
Manolo López, Salvador Morales, Domingo Cabañas y
José Arenas.
250

LA IGLESIA

***
Acto de visita del obispo
Juan Hervás con motivo de
la confirmación de un grupo
de jóvenes a finales de los
años 50. Le acompañan el
médico Severino Corrales,
Valentín Bermejo, alcalde
de Alcolea, don Juan Julián,
sacerdote de Piedrabuena, y
José Burgos Plaza.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
252
***
Fieles participando en una
función religiosa en la Iglesia
a mediados de los 50.

ORGANIZACIONES SOCIALES
***
Procesión del Habeas Christi
saliendo de la Iglesia (1954).
253

RETRATOS INDIVIDUALES

RETRATOS INDIVIDUALES
“Así les gusta a las gentes sencillas ver plasmada su
imagen; así guardar la estampa de su niñez pasada, de la juventud
perdida; así legarla a los suyos, sustraerla de la muerte”.
(Carlos Maside).
Observa Alcolea el sol en lo más alto. Entre cerros, encinas y
risas el pueblo se viste de fiesta y sus gentes recorren alegres las calles
inusualmente decoradas. Son días de júbilo y felicidad para todos los
alcoleanos, que más unidos que nunca celebran con gran entusiasmo
sus siempre esperadas ferias patronales. Una voz a lo lejos nos invita a
acercarnos...
-“Una foto de recuerdo caballero, una foto
para la señorita o el niño”.
Los fotógrafos ambulantes nos ofrecen en largas tardes de
paseo, entre tómbolas, atracciones y vendedores de juguetes, su mirada
en blanco y negro, su caballito de cartón y sus forillos recién preparados
para capturar, como mágico milagro, la imagen - y quizá algo más - de
quien esté dispuesto a pagar lo acordado.
Y es que, desde que Francia le regaló al mundo, a mediados del
s. XIX, el maravilloso invento de la fotografía, el sueño se tornó realidad
incluso para las gentes más sencillas. El sueño era al fin posible.
Desde tiempos inmemoriales las personas hemos anhelado
constantemente retener nuestras imágenes más bellas; reyes y mecenas
contaban con sus propios pintores de cámara para perpetuarse en
magníficos retratos revestidos de majestuosidad y lozanía. Pero ahora
el hombre había dado un paso más: la mirada del instante se convertía
al fin en eternidad democrática vertida en humildes rostros de papel envejecido
que decoran hoy las paredes de nuestras casas, como homenaje
sentimental a nuestros seres más queridos.
257

El desarrollo de la fotografía ofrecía sin concesiones al pueblo el arte y
la perpetuidad que antes se le habían negado. Los fotógrafos, lejos de ser simples
pintores fracasados, como en su momento pensó el poeta Baudelaire, eran artistas;
conocidos o anónimos artistas del pueblo.
“La fotografía es un arte, es más que un arte, un fenómeno solar en
que el artista colabora con el sol”, puntualizaba el poeta Lamartine (fotografía
significa literalmente en griego “escritura con luz”).
Cada fotografía, por simple que parezca, es arte y recuerdo; y cada
imagen de este libro es un maravilloso ejemplo de ello.
Cuando ya nadie se pregunta por qué en todos los hogares del mundo
se han tomado - y se seguirán tomando - fotografías de aquellas personas que
nos resultan importantes y de aquellos eventos que van conformando nuestra
historia familiar, debemos replantearnos esta cuestión. Y es que si registrar los
momentos especiales de la vida es casi una responsabilidad, poder juntarlos
para compartir con otros el melancólico recuerdo de una historia común es casi
una bendición. Tan importante resulta esta herencia fotográfica que comienza
a constituir parte de nuestro patrimonio familiar y, en una escala mayor, del
patrimonio visual de nuestro país. Los retratos individuales que decoran estas
páginas forman, al fin y al cabo, parte de nuestra historia, son entrañablemente
pueblo. “Sé de tu pueblo y serás de tu región, y serás de tu país, y serás del
mundo”, afirmaba el maestro Miguel de Unamuno.
En la provincia de Ciudad Real poco a poco fueron apareciendo fotógrafos
anónimos que rápidamente se harían conocidos en Alcolea y el resto de
localidades vecinas por atender con sus retratos la creciente demanda de quienes
buscaban en ellos el modo de recomponer su geografía afectiva y familiar, antaño
devastada por la separación, la muerte o la enfermedad. Fotógrafos tan solicitados
y destacados como Eduardo Matos, quien, continuando con la intensa labor
que en la capital venían realizando Nicanor Cañas, Ricardo Sánchez o la familia
Muñoz, entre otros, inauguraba en 1951 en la ciudad su conocido estudio de la
Avenida de los Mártires (actual calle Alarcos), por donde durante treinta años
pasaría prácticamente toda la sociedad ciudarrealeña, de cualquier edad y condición.
Fue además el primer fotógrafo de la provincia en utilizar el color (1961).
Un Eduardo Matos que hoy en día es recordado en un monumento levantado
por petición popular en el Paseo del Parque del Pilar.
258

Gracias a artistas como él, algunos retratos tan fabulosos y entrañables
como los que aparecen en estas páginas, en fondos de telón grisáceo,
en recreaciones de ambientes lujosos con muebles pretenciosos, columnas,
atriles o rocas de papel maché, han pasado a formar parte de las pequeñas
colecciones fotográficas de cada familia; pequeños tesoros guardados
cuidadosamente en cómodas, baúles, latas decoradas o cajas de cola-cao:
preciados tesoros de la memoria.
Pero los estudios fotográficos no eran el único medio que tenían
los alcoleanos para conseguir un buen retrato. En la posguerra, como ya
había sucedido anteriormente, una multitud de fotógrafos ambulantes,
aprovechándose de las mejoras en las redes de caminos y en las comunicaciones,
recorrió con sus bestias durante años esta tierra de campo y sudor
en la que nuestros abuelos levantaron pueblos y ciudades, e inmortalizó con
su mirada de cristal a quienes tanto tenían que recordar. Fotografías arropadas
de naturalidad y austeridad, despojadas de boato y postín. Sobriedad
manchega y cervantina. Fotografías alejadas de toda retórica o artificio, de
un tiempo en el que el fotógrafo aún no había sentido la tentación actual del
engaño o la impostura.
Fotógrafos de estudio y ambulantes, conocidos y anónimos, personas
que nos legaron el arte y la memoria, maestros sin palabras, este escrito
es también en cierta forma un recuerdo para ellos que tanto nos hicieron
recordar. A todos gracias por obrar el milagro de la imagen deseada, imágenes
verdaderas y sinceras registradas con esa sensibilidad tan particular
que las hace mágicas; gracias por permitirnos contemplar, aunque sea en
un simple papel, aunque sea en blanco y negro, cómo fueron y cómo son
nuestros seres más queridos; es algo que transforma y fascina.
“La fotografía aporta una exactitud tan completa que, cuando
menos, agrada al corazón y llena de satisfacción la memoria”
(A. Claudet, 1865).
259
A mis abuelos.
Rubén Carretero Moreno.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Casimira Tapiador Prado se
retrató en el estudio fotográfico
Fegaspa de Ciudad Real el 4
de agosto 1958.
260
***
Juan Moreno Serrano en el
patio de su casa hacia 1960.

***
Félix Bermejo Úbeda hacia
1950.
RETRATOS INDIVIDUALES
261
***
Imagen de África Peñasco
Plaza a mediados de los años
40.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Amadeo Ruiz Sierra posa para
el recuerdo hacia 1965.
262
***
Sixto Coca Huertos en 1952.

***
Julián Burgos Roma (1942).
RETRATOS INDIVIDUALES
263
***
María Sierra Hidalgo fotografiada
en el patio de su casa en 1952.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Amelia García en un retrato
firmado por el estudio fotográfico
Calatayud de Madrid a principios
de los 60.
***
Estanislao Burgos Chico
en una imagen de juventud
(1966).
264

***
Nemesio Robles en una imagen
de mediados de los años 40.
RETRATOS INDIVIDUALES
265
***
Mariano Oliver Sierra en
1963.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Manoli Cañizares Burgos en
una imagen de 1960. Manoli
es hija de Valentín Cañizares
que fue veterinario de Alcolea
hasta mediados de los años 70.
266
***
Petra Serrano Robles el día de
San Roque de 1954.

VIDA COTIDIANA

VIDA COTIDIANA
Tengo la sensación de que la vida cotidiana en este período de
tiempo no fue demasiado complaciente ni generosa con la mayoría de
los que la vivieron, pues todo eran carencias, necesidades debido a la
situación económica y política que se vivía.
Aún así la gente tenía ganas de fotografiarse aunque la ocasión
no fuera especial ni demasiado importante. Es por ello que las fotos que
están aquí recogidas muestran rincones cotidianos, escenarios que nadie
elegiría para una fotografía artística pero que transmiten de una forma
inmejorable el tipo de vida, los usos y costumbres de esta época.
Entre los asuntos más cotidianos de la vida invernal en Alcolea
destacaría la matanza. Desde mediados de noviembre hasta últimos
de enero aproximadamente, casi todo el mundo en el pueblo, hacía la
matanza; el cerdo o cerdos que cada familia habían engordado durante
todo el año en la cuadra de su corral, se mataban con ayuda del matarife
o “matachín”, como siempre se ha dicho, imagino que por el ruido de los
afiliados cuchillos que éste llevaba.
Para esta tarea se requería la ayuda de los vecinos y familiares,
pues había que sujetar al guarro y dejar hacer al matarife. Después se
colgaba en canal en una escalera o viga apropiada y se dejaba pasar la
noche para que la carne se enfriara. Al día siguiente se empezaba a picar
la carne y después se adobaba y por último y una vez que había tomado
todos los sabores de los “guisos”, se embutía. Había algunas “mondongueras”,
mujeres que se dedicaban a ayudar y dirigir las matanzas; a
contratarlas, la dueña de la casa se aseguraba que todo iba a salir bien.
Todos recordamos las máquinas de la matanza, pues se siguen
usando actualmente, pero antes todo tenía que hacerse a mano, embutiéndose
directamente con el embudo con lo cual la matanza podía durar
varios días.
269

Hay que mencionar que estos días se comían las típicas migas
con asadura y bofes y con las que se invitaba a todos los que habían
ayudado en la matanza.
Otro aspecto también para destacar en la vida diaria del pueblo,
son las compras. En esta época, las neveras prácticamente no existían, y
por tanto las compras se hacían a diario.
Como había poco dinero y muchas necesidades, la gente se las
arreglaba para comprar lo menos posible autoabasteciéndose con los
productos de su huerto o corral: huevos, leche, cereales, legumbres...
añadiendo a esto carne de ave y la matanza.
Cuando no se tenía algún producto necesario se realizaban
trueques o se compraba, a veces fiado o a plazos, en las tiendas del
pueblo.
Además de las tiendas de alimentación y ultramarinos estaba
el estanco de Senorino, que luego llevaría su hija Amelia, al que los
fumadores se acercaban para comprar el tabaco y los puros. También
era muy frecuentada la barbería de Ubaldo para afeitarse o pelarse y a la
que también acudían niños y niñas a los que nos hacía salir mágicamente
una moneda de la oreja al terminar su faena.
Puesto que estamos hablando de la vida cotidiana hemos de
recordar un dato muy interesante y es que hasta mediados de los años
70 no hubo agua corriente ni, por supuesto alcantarillado, que llegaría
años después a todas las casas del pueblo, por eso una de las tareas más
importantes era acarrear el agua necesaria para beber y el aseo familiar
y la limpieza de las casas, esta tarea la hacían las mujeres yendo a las
fuentes más cercanas a su casa. Había fuentes distribuidas por todo el
pueblo y a lo largo de todo el día se podía ver a las mujeres y niñas con
sus cántaros y cubos ir y venir por las calles. La colada se hacía en el
Fontanar, donde había un lavadero público pero de propiedad privada
cuyo uso requería el pago de una iguala. Éste constaba de tres pilares,
que todavía se pueden observar y que hoy parecen pequeñisimos comparados
con la visión que teníamos de ellos cuando éramos pequeños y
acompañábamos a nuestras madres a lavar.
En la época primaveral, cuando corría el arroyo, las mujeres
cogían la burra y se iban a lavar allí. Hacían una charca cortando el
270

agua con piedras y las más grandes las colocaban para restregar la ropa,
después la colgaban en las matas si hacía sol y se la traían al pueblo casi
seca.
Durante este período de tiempo, la mayoría de las calles del
pueblo, exceptuando la calle Cervantes o carretera y alguna más, eran
de tierra, por lo cual en verano todo era polvo y en invierno se llenaban
de barro y charcos teniendo que poner piedras para poder cruzarlas,
así que era normal que al entrar o salir del colegio, alguien te salpicara
queriendo o sin querer y llevaras toda la ropa llena de salpicones de
barro, cosa que no llamaba demasiado la atención a la gente, excepto a
nuestras madres, que ponían el grito en el cielo, pues para ellas significaba
más trabajo del que ya tenían.
271
Luly Caballero y Fernando Amores

***
Matanza en la casa de
Crisóstomo Casero hacia 1962.
Junto al anfitrión y su mujer,
Leoncia Herrera, se hallan
algunos familiares como Isidra
Serrano, Juliana Casero, María
Casero, Aurelio de la Cruz y
Luis Casero.
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
272
***
Inocente Céspedes y Luisa
Tapiador con sus cinco hijos
en el corral de su casa a finales
de los años 50.

***
Amelia García con sus padres
y su hermana en el estanco
familiar de la calle Méndez
Núñez (1945)
VIDA COTIDIANA
273
***
De izquierda a derecha, Julita
Chico, Juli Cabañas, Consuelo
López y Pepe López con sus
dos hijas en Cabañeros (1970).

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Senorino García en el Pozo del
Hospital a principios de los años
60. Le acompañan los niños
Pilar y Vicente Rivilla.
274
***
Dorotea Carretero y Águeda
Herrera frente a la tienda de
Cándido Carretero a finales de
los años 60.

***
Ubaldo Herrera trabajando
en la barbería a mediados
de los años 60.
VIDA COTIDIANA
275
***
Ubaldo Herrera, Estebán y
Lázaro Benito trabajando
como camareros en el Casino a
principios de los 60.

***
Paula Gómez junto a sus
sobrinos Julián y Ana María
yendo a por agua a la fuente
de la calle Cervantes (1967).
ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
276
***
Emiliana Moreno, Cristina del
Río y Matilde García en una
matanza de 1974.

***
Eulalia Lozano, Ascensión
Peñasco, Juana Plaza y
Maruja Coca lavando en El
Boquerón acompañadas de
sus hijos y nietos (1969).
VIDA COTIDIANA
277
***
Juan Moreno, Manolo
Mora Martínez y
Bernardino Moreno
regresan de la siega a
principios de los años 70.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Amadeo Ruiz Rodríguez en
1973.
278
***
Marciana Mora Moraleda en
el corral de su casa a finales de
los 60.

***
Ángel Crespo en el quinto de
la Cuesta del Jaral en junio de
1957.
VIDA COTIDIANA
279
***
José Moreta, Manolo Arenas
y Luis Plaza, con José Luis
Claros en brazos, hacia 1962.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
Margarita Tapiador, Gúdula
Sierra y la niña Mª Prado
Céspedes Sierra en 1970.
280
***
Ángel Amores, Andrea
Burgos, Natividad Ruiz,
Feloviana Roma y la niña
Carmen Tapiador en el corral
de la casa de Ángel Crespo
(1953).

***
Ángel Crespo con su hijo y
Julián Burgos en el corral de
los Crespo en 1967.
VIDA COTIDIANA
281
***
Escolástica Burgos y Mª
Luisa Madrilley en la
Cuesta del Jaral en junio
de 1957.

ALCOLEA: HISTORIA EN IMÁGENES (II). 1939 - 1975
***
María Plaza e Hilaria García
en la calle Fuentes junto a la
tienda de Valeriano Prado
Arroyo a principios de los
años 70.
282

I NDICE

I NDICE
Agradecimientos.....................................................9
Introducción.........................................................11
El Pueblo..............................................................15
Emigración ...........................................................27
Fiestas locales .......................................................35
Ocio......................................................................65
Fotos de familia....................................................79
Juventud y Milicia...............................................105
La juventud.....................................................107
La milicia ........................................................141
La niñez..............................................................153
La infancia ......................................................155
La escuela .......................................................183
Las labores del campo .......................................191
Bodas y matrimonio...........................................203
Organizaciones sociales......................................225
Beneficencia ...................................................235
La Cátedra ......................................................239
Grupos y Hermandades.................................245
La Iglesia.........................................................251
Retratos individuales ..........................................255
Vida cotidiana ....................................................267
285