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Historia kiria - Figuras

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eplicó el rey Lascanus, con su aire bonachón característico.<br />

Bien que fuese de gran empecinamiento este prurito de escrúpulo<br />

religioso, se encontraba con la no menos empecinada resistencia del<br />

propósito kirio de asegurar una vida sencilla, según es la de la naturaleza<br />

para todos, y los dirigentes consideraban que era para ellos un deber de<br />

conciencia el encaminar al pueblo de modo que pudiese ser dichoso en<br />

su paso por lo que ha dado en llamarse el valle humano, desde que es la<br />

dicha el sumo bien. En tal lucha hubo de transigirse, según ocurre<br />

siempre.<br />

Los pusilánimes, temerosos de que pudiese sobrevivir alguno de los<br />

viejos dioses terribles, roídos por la inquietud y el miedo, preferían<br />

cohonestar su conciencia de cualquier modo, para disfrutar de sus bienes<br />

y fueros naturales. Por muy sólidos que fueran los razonamientos<br />

directores, debieron sentir también los kirios el escozor de las añejas<br />

preocupaciones supersticiosas; y el pueblo cabeceaba, quería algo,<br />

cualquiera cosa que fuese.<br />

Para aquietar la conciencia a este respecto, el rey Elemus 1, llamado<br />

el prudente, congregó a los sabios de Kiria, a fin de asesorarse. Después<br />

de un breve cambio de ideas se declaró por el cónclave que, efectivamente,<br />

no era juicioso el mantener un régimen así, que parecía ser de ateos<br />

sin que en realidad lo fuese, dado que para ellos había profusión de<br />

dioses, buenos, malos y anodinos, y que lo más prudente era dejar que<br />

cada cual se manifestase sobre este punto con arreglo a su conciencia,<br />

según quisiera, a condición de no incomodar a los demás con sus<br />

tristezas y menos aún con maldades y trapisondas, no ya con torpezas.<br />

Hubo gran regocijo en las muchedumbres <strong>kiria</strong>s con este bando tan<br />

liberal. Decía Jubilius, radioso: "Todos somos creyentes, los unos tristes,<br />

los otros alegres; cada cual va con su conciencia".<br />

Se dispuso que los inquietos dedicaran un día cada septenio (ilios,<br />

según ellos lo llamaban), para cumplir ese orden de deberes, recomendándose<br />

que en el resto del tiempo los kirios procedieran con toda<br />

honradez y corrección, que eso también formaba una parte, si no<br />

fundamental, accesoria por lo menos, de aquellos otros deberes. Así fue<br />

como los kirios empezaron a practicar sus deberes religiosos, al margen<br />

de los demás. (3)<br />

Dicho día iba buena parte del pueblo al campo, los hombres con sus<br />

peliandros y sus mejores pipas, y las mujeres con los menesteres de sus<br />

tareas ordinarias y de entretenimiento, los mayores como los chicos,<br />

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todos se divertían, seguros de alcanzar la gracia divina: por arduo que ello<br />

fuere, aun sin orar.<br />

El teólogo Zairius, venerado por el pueblo, había dicho: "¿No comprendéis<br />

que si Dios es bueno ha de complacerse al veros contentos con<br />

sus dones? ¿No comprendéis que si Dios es malo sólo puede ser<br />

desarmado por vuestro buen humor?" Y redondeaba su razonamiento<br />

así: "El que ora pide, y el que pide concluye por molestar". (4)<br />

Dentro de estas líneas, tan sencillas, aquel pueblo disuadido e<br />

ingenuo conciliaba su conciencia con lo desconocido, y era un encanto<br />

verlo feliz, satisfecho de vivir sin abdicar de su severa dignidad.<br />

Como quiera que sea, bien que no fuesen mojigatos, y aun cuando no<br />

fijasen los kirios su culto en la ambición de establecerse en las nubes<br />

definitivamente, como los modernos creyentes continentales, y por más<br />

que no orasen para lograrlo, era este pueblo el más religioso de la tierra,<br />

pues cumplía religiosamente sus deberes naturales. (5)<br />

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'-Q--/ - -<br />

- -<br />

// ........<br />

1 JI\\<br />

(1) (Extracto de un diálogo de Faraonte).<br />

Dice Brumio a Fantasio:<br />

-Tú piensas resolvertu idea del mundo más fácilmente agrandando la idea de<br />

Dios, en cuya mano pones el mundo, su origen y gobierno; pero no dejes de<br />

observar que nada hay en el mundo que no tenga razón de ser. Y ¿qué hace Dios?<br />

-Pone a prueba a sus criaturas, y las observa para juzgar -contestó de<br />

inmediato Fantasio.<br />

-Nota que al decir esto empequeñeces tanto a tu Dios, que lo colocas en la<br />

condición de un vulgar fabricante de jaulas y trampas para cazar. ¿No es él acaso<br />

el responsable de su obra? Y, con ser tan sabio, ¿no sabe lo que ha hecho? Yo<br />

prefiero, amado Fantasio, suponer que cada ser es el Dios de sf mismo, que es<br />

donde más tiene que hacer, y donde más puede esmerarse; todo es y debe ser<br />

obra de conciencia.<br />

-De tal suerte, Brumio, habría no pocos dioses misérrimos, réprobos.<br />

-Y los hay; algunos se diría que son demonios. Cierto es que ellos no<br />

compartirán nuestra opinión: son malconscientes.<br />

(2) Ellos designaban así todo lo que no era preciso, firme y fácil de verificar.<br />

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