Historia kiria - Figuras
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en el reino de lo arbitrario y tendencioso, lo que ofrece peligros pues es<br />
disolvente y decepcionador.<br />
¡Oh, no era por cierto penoso el trabajo, ni áspera la vida aquélla!<br />
Como las tareas agrícolas se las desempeñaba sin recargos ni premuras,<br />
resultaban un entretenimiento más bien, y como algo indispensable para<br />
disfrutar de la fiesta cotidiana que era la llegada al núcleo urbano. Ya,<br />
cuando se llegaba, se oía desde lejos, entre el cantar de los pájaros, el<br />
sonar de los peliandros y las charlas expansivas de los que habían<br />
quedado, impacientes por recibir a los trabajadores y escuchar. sus<br />
relatos; y lo propio ocurría a los que regresaban. Era una doble sene de<br />
sorpresas agradables, por cuanto si traían flores y frutos los que volvían,<br />
se encontraban siempre con golosinas que habían preparado las mujeres<br />
y las niñas. Este resultado, debido al hecho de no haberse subordinado<br />
la vida social a la tarea productora a destajo, daba el aspecto de lo<br />
paradisíaco a la vida <strong>kiria</strong>. (4)<br />
Se comprende que allá nadie quisiese entregarse a la acumulación de<br />
riqueza, para no perder el encanto de una sociabilidad tan llana y amable.<br />
Nadie quería embarazarse con responsabilidades y cuidados excesivos,<br />
por cuanto todos ambicionaban los halagos de la camaradería.<br />
De tal suerte es que las formas sociales, antes rudas, se fueron<br />
prontamente refinando, aunque sin perder jamás contacto con lo esencial,<br />
que era para ellos el respeto de la naturaleza, de una respetabilidad<br />
indiscutida e indiscutible.<br />
La gran urbe, Sidania, donde tenía su asiento el rey, se mantenía<br />
como centro de culturas más intensas, las mismas que se diseminaban<br />
por toda la isla oportunamente, sin olvidar tampoco de hacerlo mesurada<br />
y orgánicamente para no aturdir a los buenos campesinos.<br />
El concepto sociológico de aquel pueblo puede resumirse en esta<br />
frase del patriarca lpucio: "Prefiero vivir en una choza, en un barrio feliz,<br />
que en un palacio entre desgraciados".<br />
Este espíritu de sabia ecuanimidad fue modelando la mentalidad <strong>kiria</strong><br />
así como sus instituciones y costumbres, y de tal comprensión de la<br />
esencialidad del ambiente para bien vivir se generaron sus peculiaridades<br />
inspiradas no en falsos sentimentalismos, sino en las formas superiores<br />
y nobles de la naturaleza. (5)<br />
Cuando el sabio Mefistus propuso al rey Gerondus que se cultivasen<br />
las luminosidades del espíritu para dar brillo a Kiria, el rey perspicuo<br />
contestó:<br />
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-Eso está bien para las mariposas. Cada ser va por su senda, esto es,<br />
en procura de su ambiente.<br />
-¡Tiene asimismo tantos halagos dicha luz! -exclamó Mefistus, insistiendo.<br />
-¿Has vistó tú feliz un pez en seco?<br />
Calló Mefistus.<br />
Esta sesuda magnificación del ambiente, como elemento esencial de<br />
bienestar, fue determinando una conciencia social amplia y firme, de<br />
espontánea interdependencia de los tres grupos, el urbano, el de las<br />
granjas y el de pleno campo, y consolidó el espíritu solidario sobre una<br />
base positiva. La policía comunal de cada uno de los centros iba<br />
sanéandolo todo y contribuía a acelerar la evolución, y a embellecer la<br />
vida como bien cierto, efectivo, de orden intrínseco, precioso y el más<br />
digno de ser estimado como LJnidad útil de asociación. De esta suerte es<br />
que no tan sólo cuidaban de los huesos y la bolsa, sino de su bienestar,<br />
expulsando todo aquello que no fuese compatible con su ambición de vivir<br />
según es debido.<br />
Subordinada la actividad, y las<br />
ambiciones también, al propósito de<br />
convivir digna y fructuosamente una<br />
vida terrenal, todo se fue ajustando sin<br />
dificultad a esta aspiración tan sensata,<br />
despertándose las formas cooperativas<br />
en todos los planos llanamente honestas<br />
y muy genuinas. La vocacionalidad,<br />
pongamos, no se la encomió por allá<br />
como medio de aumentar y mejorar la<br />
producción, sino como medio de excluir<br />
de la vida <strong>kiria</strong> la esclavitud dolorosa del<br />
trabajo forzado, y así, sin cálculo frío y<br />
cruel -humanos según eran los kiriesaumentaban<br />
asimismo y mejoraban la<br />
producción.<br />
La actividad productora, de otra parte, iba fomentando la sociabilidad.<br />
Las grandes obras públicas, carreteras, acueductos, etc., eran fiestas<br />
populares más bien. Los vecindarios iban acompañando a los obreros,<br />
que lo eran todos los válidos, puede decirse, y al distribuirse los concursos<br />
y tareas con gran tino, se iba festejando la jornada de etapa en etapa. No<br />
se admitían las formas inhumanas del trabajo. (6)<br />
En el intercambio de aportes y concursos, los de la urbe, los de las<br />
granjas y los de pleno campo, que eran como estancias, confraternizaban<br />
unos y otros, y poco a poco agrupáronse a los peliandros las guitarras y<br />
bailes camperos, todo lo cual iba renovando y saneando las costumbres<br />
urbanas, y remozando la poesía social con el soplo de un señorío<br />
silvestre, lozano.<br />
Hoy día nos cuesta percatarnos del encanto de una vida sencilla y<br />
sana como ésta, por cuanto vivimos caóticamente. Si es cierto que los<br />
automóviles y los aviones andan veloces, la moral sigue montada<br />
pobremente en un burrito, precedida por la buena fe, la cual por más que<br />
asume la simpática y llana forma de un perro, bien se ve que es zorra por<br />
dentro.<br />
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