Diario de un médico. Tomo II - Ateneo de Madrid

1tUO
.

DUbIO
CON LOS SUCESOS MAS NOTABLES
-URIDOS
DURANTE L ULTIMA GUERRA CIVIL
EN L4S PR) VINCIAS
DE TOLEDO Y CIUDAD-REAL.
.1or el ljegneia gn melic1na y cirujia
---
¿oIno cnnbø.
MADRID, IS1:
kIL
Jniprenta de 1’. Aguado;
ca//e de la Ejwomienda, núm. 47.

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tAPITIJLI PRIMERO.
L
lYna apeIcI.a
7 DE AGOSTO w 183$.
Preciso es narrar con el lenguaje austero de la verdad,
una de las escenas mas comprometidas, de mas graedad y
trascendencia que en mi práctica ha podido ocurrirme en
el acto de ejercer, el benéfico cargo de una consulta 6
apelacion.
Nó me valdré de palabras estudiadas y elocuentes pa
ra escitar la atencion de mis lectores, nó; usaré s las
mismas que acostumbran hablar los enfermos, paritei
aflega aos, cii ando reclaman el auxilio médica.

•
.Este lénguaje hicónbo, esptkito, terininante,y vul—
gar dice fnas en casos ddos; •qu eunt&s diccionariós ha
iñvénta.do el saber humano para nuestra intelijenciar
e—
plicaciori de tas cosas
En este capítulo verán los que ejercen la medicina
confirmados los peligros, amarguras i’ compromisos, que
de continuo, asedian al bienhechor de Ea humanidad, y
por el curso y narracion dc los que le subsigan verán, re
pito, simbolizada la injusticia, la postergacion y desprecio,
con que el. vulgo y el gobierno, pagan á una profesion tan
necesaria.
Con. su lectura aprenderLiu los jóvenes profesores la
cautelo y circppspeecon, con que deben conducirse, en el
intrincado laberinto de. una ciencia relacionada inti—
mamente, con todas las cosas que el hombre tiene en su
rededor
Comó funcionario público, su ministerio le obliga íi
intervenir en muchos casos de la vida privada de los
hombres, y semejándose al sacerdote, penetra hasta en las
.frajilidades secretas de la humana naturaleza, y esta pre
cisa. esp1oracio, abre el camino, al tratamiento que’ las ha
d.c . correjir, despues.
No obstante .haIlrse animado del deseo mas vehemen
te, de hacer.bien al enfermo que reclama su auxilio, co
mo los eternos antagonistas con que lucha en su . práctica
son, la ignorancia, la. mala f, la supersticion, y la. fatali—
da.d, sufre mortales..ansias.. ó veces, viendo interpretados
estas’,’; filantrópkos ddseos á solo in.teres y egoismo.
Calumnio atroz’ alimentada por personas ,ue abrigan

=7=
bajos y mezquinos sentimieutos porque eii la ciencia de
Esculapio todo es sublimidad y grandeza.
Sirva esta tijera digresion como de exordio á este
capitulo en donde se verá la grave esposicion, que
contraje por ser consecuente, benéfico y desinteresado.
Era el ventisiete de agosto del año referido, cuando
fui llamado por medio de una atenta y suplicante esquela
para una consulta al pueblo de Camuñas distante una legua
de donde yo estaba de partido.
La guerra civil ardia por todos los ángulos, de la pe
nínsula, y en la Mancha particularmente era en aqueo
¡la época sin tregua y á muerte destructora é inhu
mana.
Desencadenadas las pasiones, subvertido el órden, y
luchando los partidos bajo la terrible ley de las represa
lias espiaban unos y otros los momentos y descuidos para
devorar víctimas á su capricho y encono, razon por la
que todos los hombres sensatos de providad y arraigo
lloraban en secreto las desgracias que sobre la infeliz
España gravitaban.
Esta lucha interior y continua del ánimo, era el jer—
men las mas veces, de afecciones fisicas que echando horis
das raices en los humores del cuerpo, desarrollaban en
mas ó menos. tiempo, enfermedades que ponian en riesgo
la existencia.
Luchando y zozobrando así de continuo (como el náu
frago que se vé en alta mar, sobre una tabla, viendo le
jano el ‘puerto de salvacion) se encontraba doña F. T.
cuando fué acometida de esta grave enfermedad.

El hijo iofltico tIc ;csta señora que inc escribia la es
quela de que a dejo hecha mencion, suplicabaencarecida
mente en ella me pusiera en camino, y 4 todo. trance so—
corriese Ii su madre.
En circunstanci1a tan críticas, era e.puesto y arries
gado salir de su caso, y meuos fuera del pueblo, porque
todos los caminos se hallaban inundados de raseros que le
jos de def’ender la causa del pretendiente, la desacredita
ban y susombta llenaban sus bolsillos.
Por esta. razon me vi en la precision de llevar una
escolta de och nacionales, y en la mafana del dia citar
‘do salinus para Camuñas, pueblo donde se hallaba la se_
fiora, en el sétimo dia de su enfermedad, y en un peli
gro inminente..
No. habla en esta villa profesores. de ninguna clase;
ebarbero y un curandero que aIli consintieran muchos
años, eran los médicos de cabecera que tan grave ea—
1:ermedad asjtian.
La enferma que se presentó é mi ‘ista,. echada en
una decente y mullida cama, era una señora ovesa, mo
rena, sensible, corno de unos cuarenta y cinco años;
dos 6 tres criadas cuidaban de su asistencia
Hay escenas mudas y patéticas que espresan en oca
siones ma que todas s palabras y relaciones mejor com—
binabas; hay momentos solemnes ea que el médico, co
mo ministro de la naturaleza penetra y escudriña en si
lencio el desórden y trastorno que aquejan á los &ganos,
y hay momentos, repito, tambien felices para el médico,
Iue este mudo lenguaje significa un mundo, un reperto

—9—
rio,nna crónica, en fin, que le recuerdalo pasado, le
señala lo presente y le predice lo venidero.
En este estado me hallaba cüaudo ecsaminaba
aquella buena señora; sin hacer uso del interrogatorivo, que
como modelo nos presenta el Dr. Foy p° estar entera
mente perlurbado su cerebro, recorrí en un breve espa
cio sus conmemorativos ó antecedentes, su estado actual y
su porvenir.
En sus antecedentes, encontraba una ajitacion de
ánimo continua, por sus compromisos políticos; por su
buena posicion social y frecuentes esacciones que los insur—
jentes del pais la hacian á mano armada con ameunzas
de la vida; auseticia de su ijuica hija emigrada á la corte
por las mismas circunstancias políticas, hija que adoraba
y que en su trastorno mental recordaba de vez en
cuando.
La inasion repentina de la enermedacl, su desarrollo
y síntomas jenerales con fenómenos agravantes, me cori—
firmaron que tenia que habérmelas con uiia dolencia ma
ligna y quizá mortal.
Este síndrome de síntomas, circunstancias y artece—
detites me hicieron conocer una fiebre de to contínuo,
de carácter nervioso
Un presajio funesto me parecia notar en aquella do
lencia; empero nada arredró á mi ánimo y buen deseo en
tan crítico ‘ decisivo momento.
El tino práctico, el ojo médico, el don de profesion
con que algunos hombres tienen la dicha de nacer, me
pareció desarrollado en mi humilde persona.

=10=
Prescribí el plan’ curativo que me paréció indicado
y advertí al hijo maór y demas interesados el grave
peligró en quese hallaba la enferma. Despues que todo
lo concerniente á esta hube arreglado, salí en compañía
del sarjento de nacionales á ver y reconocer la pobla—
cion, mientras llegaba la hora de la comida.
Para que nuestros lectores tengan una idea de esta
villa (para mí memorable) describiré brevemente su
sítuacion tojográfica.
Camuias, pueblo antiquísimo de la Mancha, por
donde pasaba el anterior camino real de Andalucia, es
una villa de uros 300 vecinos, que pertenece á la provin
cia de Toledo y al juzgado de Madridejos, de donde dista
una legua.
La industria de sus naturales es la agricultura, y
su fértil vega regada con numerosos pozos de noria y la
humedad que ecsala el rio Amar guillo, produce buenas
cosechas de granos, muchas patatas y escelentes zanaho
rias, siendo el terreno de las inmediaciones muy feraz
para el cultivo del azafian, que es el artículo principal
de donde la clase menos acomodada saca su agostillo.
Se halla situado en la ladera de un cerro bastante ca
lizo, y encima de él está construida, la iglesia, iínica par
roquia que pertenecióal priorato de S. Juan; es de cons—
truccion moderna, de una sola nave y muy aseada: su
torre es elevada, y el capitel se ha reedificado pocos
años hace.
Divide la poblacion una ancha calle que era el antiguo
arrecife, y en el día es un arroyo arenoso que en la

fuertes: avenidis súele inundar las casús colateiles.
Como á una legua del pueblo én st mismó término se
halla la célebre ermita de S. Nicasio, que tanto solem
nizan los vecinos de esta villa.
El empedrado de las calles y la educadori prmaria,
se hallan en armonia con el descuido que sus jentes
tienen en él vestir, efeáto de la jeneral miseria en que viven.
Tiene plaza, casas consistoriales y pósito vacio (como
todos los de España) y un gran pozo para el consumo
jeneral que dé en abundancia agua potable y fresca.
Era a horade comer cuando concluimos de ver todo
lo interesante de esta inolvidable villa: nos retiramos á
casa de la enferma, volví ú verla, y tres docenas de san
guijuelas aplicadas en diferentes rejiones del cuerpo es—
traian cori undulatorio movimieuto, su carbonizada
sangre.
—La mesa y la comida se halla preparada, señorito,
dijo una criada al dueño de la casa para cuando guste
comer.
—Si este caballero, contestó dirijiendose Ii mí, quie
re podemos hacerlo; por nií admito tan grata insinuacion,
repliqué, casualmente me encuentro con escelente apeti—
to. Pues á comer, repitió aquel: pues á comer, añadí yo;
y derechitos nos sentamos Ii la mesa.
Si con buena disposicion nos encontrábamos ambos,
no parecia tenerla menos el mayordomo que hacia de com
pañero comensal.
Como era presumible, reca 6 la conversacion sobre
- la grave dolencia de la enferma, y despues de haber a-

..= 12=
blado hasta la saciedadde
la invasion, de su curso, esta
do y porvenir, se trató de la guerra, de los estragos que por
doquier se vejan, y de lo. interminable que se liada
esta lucha odiada de todos.Ios hombres juiciosos y buenos
españoles.
Terminandoestábamos a los postres, y preparando el
último y mas grato solaz de los fumadores, (un cigarro
habano) cua rido el ma ordomo me d irijió la pregunta
siguiente:
—Qoé tal le ha parecido fi Y. ‘el pueblo?
— No me disgustaria, le contesté, si hubiera mas
celo en las autoridades para la limpieza y empedrado de
las calles, si tuviera un buen maestro que decentemente
dotado dirijiera la educacion primaria, y un, profesor de
medicina fi cirujia con asignacion fija y regular para que
viviera como corresponde á su clase.
Cierto que es punible tal abandono , dijo entonces el
dueño de la casa, y por mas que varias veces se ha re
currido á las autoridades para correjir este abandono, ja—
más llega el dia que veamos desaparecer faltas de tan
ta gravedad y trascendencia; porque si bien es verdad
que los tiempos están malos y los vecinos sacrificados con
tantas contribuciones, tambien es cierto que el pueblo
tiene bienes depropios, y estos que en lo antiguo estaban des—
titiados al pago de los empleadosde
villa y funcionariospú
blicos, los quieren hacer ahora Sirvan fi menos repartir. de
los vecinos; y lo que sucedecoII esto es involucrar la co—
biaiiza de las demas gavelas, y ser objeto de miras que
comprometen á veces la integridad del hombre mas probo.

= 1’3=
Así snede’ por desgracia jeneralmente en España,
añadí yo, y dificultades hay que vencer, y muchos años
se han de pasar antes que se corrijan t ales abusos.
Nos levantamos de la meSa y volvi A mirar A la en
ferma; seguia en el mismo estado: la dispuse a plicacio
nes tópicas y frias A la cabeza, revulsivos Iijero A las es—
tremidades inferiores, y despues me dirijí A la habiia—
cion donde comian los nacionales acompañantes.
¿Qué tal, señores, les dije, hay ganillas?
Nosotros siempre las tenemos hechas, señor, ‘(con.#
testó uno de ellos) gracias A Dios, somos de tan buena
tijera y estómago, que seríamos capaces de dijerir aun
quefuera un ternero.
Entraba en este tiempo la criada con uná gran ca
zuela llena de una pepitoria de gallina, tan especiada y
esquisita, que resucitaba su aromático olor.
Los ojos de tan escelentes gastrónomos centeallaban
de contento al ver el sabroso bocado, y’ como ‘hubiese
un vaso de vino’sobre la mesa, le cojió el sarjento y brin—
dó lleno de regocijo de este módo:
—Señores, si estas son guerras, que nunca haya paces,
y miraba de hito en ‘hito A un muslo de gallina que sobre—
galia de la cazuela.
—Bien! bravo! fueron las palabras que se repitieron
por lós compañeros en tono bajo.
La tarde declinaba, el sol no heria ya con sus que
mantes rayos; un vientecillo fresco parecia convidaba A
caminar, y ti nosotros A regresar al pueblo. Ños diponía—
mes para sali, pero insttindome él amo dé la casa A que

= 1 .=
pasase un momento la sala, accedí Li su peticion.
Mucho sient9 la marcha de Y., si pied espe-,
rar de su amistad un nuev o obsequio, se lo agradece
rla en el alma, porque el peligro de - madre- es- inmi
nente, como Y. ha dicho; no hay façultativo en el pue
blo, y las asisteritas; por mas que se las predique no s•
puede evjtar que su ignorancia las conduzca áalgun dis
parate; con que por Dios, hégame Y.. el avor de per-,
noctar esta noche en casa, y mañana pueden VY. mar
char; á los nacinaIes que trae de escolta, yo los grati—
ficaré, y me haruin tambien ese obsequio.
—Pues señor , si estos se conforman, o tambien;
fero mañana me es indispensable marchar; quiero cele—
brr los dias de mi esposa en compañía de mis hijos.
Efectivamente todos los nacionales menos uno que se
marchó sin armas, quedaron en la gasa hasta el dia si
guiente, y á tan entraña casualidad debimos sin duda la
salvacion de nuestra vida, pues una fuerza facciosa de
sesenta hombres montados estaba en una cañada desde
el mediodia esperando nuestro regreso, para acometer
nos de sorpresas
Llegó la noche, coloqué por dentro de la casa dos
centinelas, cada uno su ventana, y encargué al sarjento
se hiciera estrictamente el servicio, porque era de presu—
mir que un pueblo sin fortificar, y en donde todos los dias
estaban entrando los enemigos, penetrara aquella noche
y nos sorprendiera.
Este.servicio se hizo toda la mas de ella con la mayor
esactitud; pero é las cuatro de la mañana creyeron ya pa-

= 1 =
sado el peligro. los nacionales, y todos, incluso el sarjento,
se quedaron dormidos.
El peligro ipie amenazaba i la enferma, y el cuidado
que por. ótra parte tenia. con la faccion hicieron que mis
párpados no se pudieran cerrar y constantemente la, pasé
yendo y vini.endoal cuarto de la enferma .v.ála sala,
donde tenia mi cama. .
II.
El ens•ueíio.
Todos, incluso el hijo, fueron acometidos del sueño.
El facultativo aolo claba.... y entre el temor y Ja espe-..
ranza luchaba de continuo, esperando el.écsito de la me—
-dicacion.
lina de las veces ‘que entré en la alcoba, hallé á las
asitentas profundamente dormidas; y observando estaba
el estado letárjico 6 soporoso de la enferma, cuando la
percibí estas notables palabras, que aun recuerdo con
pánico estremecimiento. ¡ Quítese V. de esa puerta....
asesinoahí reposan mis hijos.... dos ánjeles.....
inocentes, que no tienen otr9 delito que amarse ciega
mente! ¡mónstrtios! ¿qué quereis? dinero, granos, ro
pas?.... venis á por mi hijo?..... le quereis I1evar á la
sieria porque es liberal, para sacarle rnuchos.miles... x

despues asesinarle, como acostumbrais?.. ¡ Cobardes!
no lo conseguireis, pcrque os he. de sacar el coraon
de ese cuerpo corrompidoIrio un estremecimiento
fuerte como si fuera á acometer.... y se despertó....
Tendió la vista sobresaltada aun .por el estravio de su
iazon por aquella estancia, y fijándola despues en mi,
gritó como sorprendida: ¡Jeus! qué veo? estoy dormida,,
ó es V. D. M?..
No duerme Y. ya, señora, la contesté: está ‘sT. des
pierta y vé á su lado en realidad á su médico y mejor
amigo, dispuesto á sacrificar su reposo con el mayor pla—
cer con tal de curar su dolencia: sosiéguese Y. y ‘viva
segura que consagraré todas las horas que me restan es -
tar en su casa para aliviar su indisposicion.
¡Ah! qué apreciable es su interes y bondad, Sr. 1) M.
me dijo: salgo de un sueño tan pesado. ... que me parece
estoy sujeta y oprimida por esos asesiiio.s¡cómo tengo
la cabeza! qué pesadez y entorpecimiento siento para re
cojer mis ideas ‘‘ espresarme!!...
No tenga Y. uidad, ta repetí entonces: su mal ca
si. ha termiiado por ese sueño. .. es necesario, volverle á
adquirir, y se’ co:mpletúá l curacion.
Con apacible mododi .una palmada en la espalda .á
una de las asistentas que. drnia .y róncaba cerca de
donde o’estaba: ti su pequeño golpe, se ‘dispertó medio
asustaday frotándose los ojos princip.ió fi hablar de este
modo: ¡Santa Bflrbaa béndita nie valga! , q -es esto?
¡está Y. aui y no m ha. llamado antes! Va a soy. una
zopenca... -v cuidado que hace poco qik estaba- tan lista

y despierta cosno V. lo está ahora; pero el sueño,... el
neño es capaz de rendir al ns valientes... toda la n—
che he andado de una parte á otra rezando y pidiendo y
ofreciendo á S. Nicasio(1) una misa porque alivie ámi se
üora.. Vay, vaya, qué dormid me be quedado, continuó
diciendo la tia Cane1, que asi se 1laiiaba la asisteiita: ¡Ca
ramba!.. )a vea que el santo bendito ha oido mis suplicas,
y vá á obrar un mila9ro; señra, dijo acercándose á ella,
está V. mejor, no es verdad?
—Deje V. á la señora, y traiga la sustaacia para que
tome un poco de alimento, y no la importune é inquiete
con preguntas, It ver si logramos duerma con tranquilidad
y sea éste un sueiio crítico (2).
—Voy, voy, señor corriendo, iqué alagría reibirá-mj
señorita que está en Madrid, cuando sep que su madre se
ha puesto buena y que ha sid por inte.rcesion del santo
Nicasio!..
—Sí, no hay duda alguna, la contesté, que ese santo
iendito es muy milagroso... y con sú intercesion hemos
conseguido que las sanguijuelas, sinapismos, enemas y
ctras- medicinas hayan aprovechado tan grandemente, y
(1 Es el sant ltron del pueblo, de que ya liemos
iiiIsIado al que os veci nos celebran su dia COl) fu31j01 de
gIesia, y roniet ia en su ermitá.
(2) En la enfermedad epidinica que asistí en Joyo inaI-es
y de la que ya tienen ouocIniento rucsti os lectores, ob..
seivd que muchos enfermos, ucoineticlos de la fiebi e atáxj—
6 neivs,, e sueño pacííico y prolongado i i 6 20 ho—
vcs ha ia enlI1iuar esta grave alliccion.
TOaJO II. 2

prodckd un efect milagroso... tiajo la tía Canela c
alitneitto le aproximó á los labios de la enferma, y
volvidecir á.su. señora: ‘a’a, un poquito de sustancia
y-li descansar.
Al tien’po de tomarla me miró, y noté que aun:
estaban, eçendids y brillantes sus ojos; la hice arropar,
mandé se .renoasen las compresas frías, empapadas. de
Qcsicrato en la. cabeza, y encargué el mayor silencio á
la buena creyente Canela. Volví á mi sala y aun dor.
mían profundamente los que ea ella habian quedado, solo
el hijo de la enferma se despertó al ruido que los goznes
deja puerta hicieron cuando yo entraba.
—,Viene V. de ver á mi madre? me dijo aquel be—
Ib, jóveo.
—Sí, seior, le c&ntesté; es jenral en los faculta—
tivo, cuando tieneti algnii enfermo de peligro no- des
cansar ni dormir hasta que pasa este.
— SéamigP.M adonde seestiende la beneflceneia mé
dico, y sé.áqié:punto alcanza para con nosotros su snce—
ra y fina pmistad;rpobre. madre mio! cuánto padece
fsia.y meralrnente!!! la dejamos sola por nuestros com
promisos políticos, y los cuidados domésticos han sido
irna pesada carga, una fuente inagotable de disgustos que
la-conducen al borde del sepulcro; siendo la sentida ausen
cia de u hija quizá la que conribura en mucho á qui
tarla la vida.
Una sensible y tierna lágrima ví surcar por la mejilla de
tan gallardo jóven. Tranquilícese V. le dije D. A., su que—
sida madre ha dormido mas de -seis
horas despues de la

nplicaciou de las meiicinas, y de siete días que no des
cansaba.... la he hablado, me ha conocido, se ha vuel
to á dormir, y si lograrnos otras tantas horas de re—
•poso, será muy factible que su mejoria progrese por
nomentos.
—,Es posible, amigo mio lo que V. manifiesta, 6
lo hace por consolarme?
—No, señor, lo digo porque es asi, y Y. que conoce
años há mi caráQter, estraño ponga en duda mis palabras.
—No he puesto en duda jamás la menor de sus es—
presiones, me replicó ; sé cián apreciable es su pro
bidad y beneficencia; pero era para mí tan halagüeña
la pintura que me hacia, que me olvidé fuese V el au
tor del dibujo; dispense V -y alargándoine con su na
tural bondad la mano, añadió: soy su mejor amigo, y
medio de mis pocos aaos, vivo para el agradeci
nieuto y para bendeoir la medicina.
La Invasion
Iii
Este pe4ueño dialogo fu interrumpido por la sdbita
y brusca llegada de una de las criadas de la casa que
asustada y llena de espanto. principió á gritar:
— ¡Señorito! ¡señoritol D. l.., los facciosos, la fac—

ción ... estó ahí. ... tienen cercado el pueblo y la casa
amenazan incendiarla....
Un grito de sorpresa y furor lanzado repentinamente
por los dos despertó al sarjento de nacionales, que me
día hora antes se habla venido del cuerpo de guardia ó
coiiersar un rato con nosotros.
— Sarjento, le dije, el enemigo nos tiene cercados,
jónimo! y que sus •aiitiguos servicios no desdigan en este
momento; ¿qué hacemos, nos defenderemos, eh?
—Hasta morir, mi comandante (1), contetó furiosa
mente, a las at mas, muchachos’ saho diciendo dc la ha—
bitacion.
- ¡A las armas! saliamos nosotros tambien gritando
para entusiasmar y comprometer á la defensa ó los criados
y dependientes de la casa.
—Q arde la puerta que da al campo, señorito!
gritaba otra mujer desde el patio principal, ¿qué hacemos?
¿no hay quien nos socorra?
—Todos á las armas, contestó con entusiasmo ‘aquel
heróico jóven, já las ventanas! y fuego de3de allí, nacio
nales.. .1
-—A ellas, esclmé yo cuando principiaba á salir del
cuarto la escolta que me habia acompañado, ¡ las armas
milicianos, prrmero morir que rendirse, acordaos de las
víctimas inmoladas en ¡Jofaños! fuego! no desperdiciar un
cartucho...!
(1) Lii yo en aquella epoca teniente cte c izidoies del h
,taton de M. N. (le MadliJe)os.

Aquellos vutientes nacionales comprometidos por L
causa de la libertad, sin C000C€F sus peligros, gritaron en
tusiasmados:
— ¡Fuego, fuego, primero la muerte que renirnos
como cobardes.
Un iva Ii la libertad y á la reina acabó de electrizar
b tan nobles patricio3.... y llenos de entusiasmo y alor
se arrojaron unos apagar el incendio que devoraba un
estremo de la casa, y otros con la mayor prontitud, princi—
piaron b disparar sobre el enemigo.... al poco tiempo é

øiadarannte el fuego graneado que esto3 liacian dese ia
ventanas. Diez armas vomitaban per sus bocas tu muerte a
osado que se aprocsimara ñ las rejas.
En medio de aquella confusion, estruend» y gritería,
la pobre enferma, que en sueño mas pluicido y natural que
el anterior reposaba, se despertó, y como. si no estuviese
su entendimiento despejadoauu, preguntaba por la causa
de tan estraordiuario ruido
—Es una.... tormenta, señora.
—Una nube de verano, añadió la tia Cqnela sin saber
lb. que decia, sobrecojida del susto, y son’tan fuertes tos
truenos. ... que estoy temblando toda; santa .&rbara y
san Nicasiobeudito nos asistanE
—Pues y mi hijo y el. médico dóside estén? dijo la
enferma?
—‘--Rau salidb á lo era por la puerta Ualsa.... t ver si
los mozos entran el. grano que tienen limpio. antes que
llueva..
—-Es verdad, mujer, añadió la otra asistenta haciend&
la disimulada ‘ apoyando-a su compañera, como ya vk
amaneciendu van á recojerlo antes que toquen á la prime
ra misa, y por cierto que ya no debe tardar el. tio Machu—
caen tocar el cmbanillo.
——Yo iré, repuso la Canela, la primera; estoy de
seando dar gracias á Dios san Nicasio par el alivio de
nuestra buena ama; y ti Marposa, irás dóspues á. la. ma
yor, ya que tanto gustas de oir las chinflonias que el Sa—
cristan toca en el órgano.
——Oyes, chica, dijo la enferma sorprendid a, jqué true—

no tan fuerte.... qué cercano, ‘si parece mr tiro.’. .‘ jDis
quieraque no sean esos pícaros.... porque estoy tan asusta’
da de ellos, que me hace temblar su recuerdo.
—-Sosiéguese Y., señora, añadí yo con imperturba
ble serenidad entrando por la puerta al mismo tiempó, no es
nada, es.... una nube de verano y ya parece que se vá
disipando.
-—Eso mismo, dijo la Canela, la he dicho yo, señor,
¿no es verdad, tia Mariposa?
—-Me alegro, me alegro de tanta prevision, ‘repuse
por lo bajo al tiempo de aproesimarme fi pulsar á la enferina.
Una fuerte alteracion haba en la circulaión; ‘y la
respiracion estaba tambien ajitada y el sistema nervioso
combelido.
En este tiempo se dejó oir una descarga estrepitosa;
‘a enferma lanzó un fuerte grito, y una convulsi’on ‘ter
rible que la acometió, crei ponia término fi su vida.
Mandé á las asistentas la diesen friegas y la sujeta
ran el cuerpo para que no se etropeara, y me salí al
patio á tomar la carabina y causna, que habia dejado á
la puerta del cuarto.
¡Que arde el pajar grande, la puerta principal y uná
cámara! señor médico, por Dios..., no hagan VV. fue
go, entreguen VV. las armas, que es lo que piden, y
nos salvaremos todos; si ‘no se rinde la milicia, dicen los
facciosos desde afuera, que hasta lo& gatos y gallinas
han de pasar á cuchillo.
—Matar é esa mujer, gritó un nacional que bajaba

de una. crnari que se desplomaba ñ impulso de las llama
cuando la oyó. decir,. nos entregaramos; muera esa pícara
y todo el que pida trarisaccion!,
--Ya ha muerte uno de esos infames, mi ccinaiidaii—
te, aiadi& otry que bajaba pricipitadarnente tambieri
¿Dónde me coloco?
—-La puerta falsa es la que ofrece memos resistencia,
allí hace falta un ‘aliente mas, le contesté;. desde la ven
tana que da á su frente se puede defender; obedeció, y
con otras dos bocas de fuego que antes habia,, tenia
aquel estremo bien asegnrado
Un grupo de facciosos agolpado ó esta puerta, espera -
ba el momento de verla caer, para penetrar con impeti
por ella:. alerta, les dije, estad preparados y en el instan-.
te que lo intenten ejecutar, una descarga cerrada conten—
dri su atrevim.imiento, yo empero hice un disparo..
Algunos vecinos, obligados por sus a menazas, eran los
que conducian leña y otros combustibles para el incendio,
y este singular incidente era el que contenia ! los mili
cianos, á no hacer tan amenudo, fuego, para evitar infini
dad de desgracias que hubieran acaecido.
Un patriótico entusiasmo reinaba en los q-ue sedefen—
dian,. y sin precaver que haciende frecuentes descargas
las municiones se habian de concluir, gastaron de estas
mas de lo ue debian, llegando el fatal caso, de encon—
tramos casi sin medios de resistir.
Hallbanse otros dos puntos de la casa fuertemen
te acometidos; por un pajar derruido intentaban el es—
alamiento;’ por aquel sitie, eran las paredes elevadas,

no habia ventana para defenderle, unalluvia de piedras
que se mandaron traer Ii los criados caian con Li mayor furia
sobre el enemigo, pues hasta las mujeres fueron unas heroi—
nas, que las arrojaban sobre ellos con la mayor furia.
Faltaba el mas importante y el que mas empeño
tenian en tomar los insurjentes: la puerta principal, he
cha un volean por las llamas estaba ya i punto de ser
destruida enteramente.
Mi presencia y la del amo de la casa reanimó á
los criados, que conducian agua con la mayor veloci
dad é la puerta
En poco tiempo se consiguió apagar el incendio que
indudablemente nos hubiera abrasado y consumido el
edificio.
Por todas partes estaban tomadas medidas de de
fensa, asequibles á una fuerza tau escasa y con tan p—
quísimas municiones. No quedaba ya mas que un solo
cartucho, y el humo del incendio amsgaba sofocaruos.
Serenos no obstante y dispuestos á morir como otros nir
mantinos, hubiéramos preferido este desesperado catre—
mo é vivir con ignominia.
Tomadas por todas partes, como ya queda mani
festado, nuestras medidas d resisteacia, entré un mo
mento otra vez á ver la enferma: habia vuelto ya de’
amago epiléptico; cuan’io me vió me preguntó llena de
la mayor zozobra ¿y mi hijo?
—Esté bueno y salvo, señora, la contesté, tran—
quilicese Y., que el dia de S. Águstin, seré memorable
en este pueblo; solo falta para completar nuestro triun

fo el que V. se sosiegue y ponga enterameiite btiéna.
La hice dar unas cuantas cucharadas de una simple
mistura anti-espasrnódica, y me salí de su cuarto para
encaminarme adonde babia mas peligro.
Como médico cumplia con lo mas santo de la pro
fesion, y como ciudadano defendia mis princzpios y los
intereses de la casa qne me hospedaba.
Una cémara que contenia infinidad de fanegas de
grano se .incendió, y toda fué presa de las llamas; la
puerta princiqal de la casa parecia un volean, el pajar
ardía con la mayor voracidad y un denso humo nos so—
fucaba.
El calor., la ajitacion y sobresalto nos tenia ñ todos
en la situacion mas angustiosa y aflictiva, esperando de
un momento otro ser presa de las llamas, si los ene
migos no se retiraban pronto 6 de alguna parta no éra
mos socorridos.
En tan desesperado y crítico estado nos hallébanio5
-cuando principiamos á oir las campanas de la iglesia:
dos ó tres nacionales del pueblo, viendo nuestra resis
tencia y heroísmo, y no siéndoles posible auxiliamos de
otro modo, habian logrado con mucho riesgo, penetrar
en ella y eran los, que tocaban á somaten.
Aquel tañido arrebatado despertó del sueño y apa—
tia á muchos vecinos y armándose de cualquier modo
principiaron á hostalizar por diferentes puntos al ene
migo.
El movimiento del vecindario , lo avanzado de la
maiana, nuestra resistencia, y la Inerte del jefe que

mandaba la fuerza enemiga, fué sin dulá la causa de
principiar á retirarse la faecon, pies desde las ven
tanas los veiamos correr en direccion i la sierra: ¡qué
alegría en aquel momento!.. cuando nos creiamos víc
timas del furor de las llamas ó de los enemigos nos
encontrfibamos en el apojeo de nuestra gloria...
Multitud de jentes acudiati fl sufocar el incendio
y los valientes nacionales salieron de [os puestos, que
con tanta decision defendieron, llenos del mas estraor
dinario regocijo á abraiar á su comandante...
No hay palabras con que poder esplicar este albo
rozo, este entusiasmo patriótico.., esta victoria y defen
su tan herólca... hacen la mejor péjina de ini vida.
Iv.
III socorro.
Una resistencia de cuatro horas tenia fl los naciona
les, llenos de fatiga enuegreiJos por el sudor y los fogo
nazos, pero un estado tan honroso, y digno de imita—
cion no les privó empero de victorear á su reina, á la li
bertad, y fi su comandante.
Coti este inocente desahogo vieron premiado su he—
róico comportamiento.
Esta fué la recompensa del gobierno.

Cnando llegó la alegría de aquellos valientes á una
exaltacion sin límites, fué el momento en que avisaron des
de la torre venia fuerza en nuestro socorro...
Los cAnticos mezclados con los sollozos de los mujeres
de la casa, qu tambien hablan arrostrado tan inmineiit
peligro, se mezclaron con los abrazos y felicitacio
es de los nacionales y tropa de Madridejos, que no
ticiosos de nuestro apuro y resistencia, llegaban en nues
tro ausjljo.
La presencia de aquella fuerza dió al regocijo ia
espansion mas tierna y patrótica: ¡qué cuadro tan es
presivo! ¡qué pintura y escena mas animada!.. Si al
guno de nuestros lectores ha presenciado por este es
tilo otra iglal, qua la juzgue con imparcialidad.
Era el comandante de la milicia entonces, el ami
go que con su influencia me habia colocado en el par
tido; desde que fuí niño, me habla querido eutrañable
mente, y entonces ¡ah! lo manifestó con la ma or efu—
sion.
—j,Dónde está el héroe de Camuñas? decia, quiero abra—
zane y A todos sus compañeros; en medio del ilacer
mas estraordnario, hubo tambien lágrimas de alegría.
Permitidme pues, queridos léctores, consagre esta vez
una pájina á la memoria de tan noble y digno amigo, no
menos que A la del jóven dueño de la casa (1) qu
ambos descansan ya en la eternidad.
(1) Estc valiente, paiidouoruso ilustrado jdveii, Fud vc
tunja 6 años despii es de u suicidio invo!uut io, al Ocupo dó
disparar uni escopeta.

Aprovechafl’10 el alborozo y coniiuott en que la
pregiutas de naos se mezclaban coa las felicita iones y -
alabanzas de otros, como en semejantes casos acontece,
me desprendí del grupo que átoioé nos cercaba, y nne fuí
al cuarto de la enferma, objeto de tni cuidados.
Al lado de la cama, seatalo y co rostro enceri—
dido encontré é a t boticladoso hijo político, ¡qué eno—
don tan satisfactoria fué para tan fectuoso y honra
do júven hs visti y mejoria de su madre!., querida ma
dre, la dijo, estando yo presente ¡pié placer eperinaen —
to al verla tan aliviada! no creia encontrarla en un es
tado tan halagüeño, porque el sobresalto que ha debido
recibir con esta desagra lable ocurrencia, era p si bas
tante para quitarla la vida; yo me impacientaba, sufría,
(t cada estruendo de los tiros, se me figuraba que coti ellos
exalaria V. el último aliento.
—Pues nada de eso ha s icedido gracias é so
lo temblaba por ti, por el médico, y por todos las de
casa; por mi nada temia: me veo al borde del seul
cro, y de cual’iuier tnodo la muerte es para mí in
significante e la única que pondrá térnin), tarJe ó tena.
prano á mis padecimientos.
—jV. padece, madre querida? pues no nos ‘é V. li
bres y salvos á todos sin q ie te ia u )3 qie la nentar
la menor desgracia? ¿por qué padece y.? por Dios, no me
oculte nada.
—Padezco por la ausencia de mi querida hija y nie—
to) á quienes no volveré á ver mas: padezco porque
tú debes por preciion ausentarte, si Iras de librarte de

3O=
la saña de esos cAribes; y padezco porque voy A que
dar aislada,. sin nnun auxilio médico.
—El señor D. M. no se atreverii á esponer otra
vez su vida para salvar la mia, y hará muy bien, por
que siempre he oido decir que la verdadera caridad prin—
rÁpa por uno mismo.
—-Razones muy poderosas son, señora las que y. ale
go, para no estar tranquila, la contesté; pero tomaremos
todas las medidas posibles para que nada le falte y suceda,
y si Y. quiere la podemos trasladar á ]IIdridejos donde
á lo salutífero reune seguridad y mejor asistencia.
Doy A V. gracias por su celo y obsequio, contes
tó, pero de ningun modo pienso salir de mi casa, qniero
morir ó vivir en ella y arrostrar cuantos peligros sobre
vengan; tenga V. la bondad dçdejar por escrito el plan cu
rativo que conmigo han de seguir, que yo conflo en el
cuidado de mis asistentas. Lo que apreciaré en el alma
es que se lleve pr delante á mi hijo, para que desde ese
pueblo marche A Madrid á coisolar A su esposa, y la dé
el último abrazo de su madre.. ... VV. dicen que estoy
mejor, pero un oçulto presentimiento me vaticino ser es
ta la última enfermedad.
El sonido de una corneta que tocaba llamada nos hi
zo ‘alejar de aquella estancia para ser lo que pasaba.
Esta llamada por fortuna no era otra cosa que la reu—
nion convenida para desayunarse la tropa, obsequio que ha
cia el dueño de la caso á los que sacrificando su descanso
y comodidades habianvolado al socorro de sus compañe
ros. Laalegria mas placentera reinó en aquel frugal é im

=31=
pro’isado almuerzo; cada cual obsequiababrindaba
por
los objetos de su canijo.
Terminado este, se dieron las ódenes oportunas para
la marcha, y é p° tIcrnpJ todo se hallaba di qi ie to para
nuesti o regreso.
Volví ver la enferma, me desedi ile ello y Ii ofreci
mi pobre apoyo y asistencia.
Su hijo hiLo lo mismo, la estatnpó cii el rostro uii tier
no ósculo y los dos salirnos de la etaiieia pafuiida—
mente afeetado.
A lOS POCOS minutos desfilaba la milicia y tropa por
las afueras del pueblo.
Llegamos al nuestro sin riioguua novedad encon
tíafl(lO empero en mi casa en la mas triste y aiiustio -
so aficcion á mi esposa é hijos, quienes falsa é irn•
prudentemente les habian noiciado mi muerte.
Mi presencia y los auxilios y consuelos que prodi
gué ti la primera, hicierondesaparecer un espasmo nervio—
o de que violentamente había sido acometida á conse—
cuendia del susto sufrido por tan inesperado aconteci
miento (1).
Ya recordartin nuestros lectores que al anunciar en el
prospecto el plan de esta obra, COS propusimos manifestar
las escenas horribles y estraña ti que da lugar la encarni—
(1) Si auo de ,ustros leLi’cs quiere lilas detalles
de este hecho liiStÓ ICO, puede ver los pcrilkos (le aquella
época y en- particidar e! Castellano 5 de setiembre iie f89, y
los boleines de Ciudad Real y Toledo, el 1.0 dei 6, y el
2.° (1511 11 de ii,

zada lucha de los partidos; pues bien, para que se vea que
no en vano ofrecimos, continuaremos dibujando esos cua
dros sangrientos de las pasiones políticas, en donde se verá
entre unas mismas familias esas diferencias de opiuiones
con sus lamentables resultados.
y.
La Sorpieudcnte c.ita,
Un ejemplo que confirma las consecuencias de las guer
ras intestinas, oy á Consguar en la siguiente carta que
con gran sorpresa, encontré sobre mi bufete.
Un sueño, una ¡lilsion óptica, ó mas bien un anónimo,
me parecia ver en aquella mi&va epístola. ¡De mi herma
no! esclamé al ver la letra firma: ¿serA posible que aun
viva elque hace años lloro por muerto, y cinco que no
tengo la menor noticia?
Trémulo) zozobroso, y lleno por otra parte de la
mas grata emocion, salí del despacho con ella en la mano,
y dirijiéndome donde estaba mi esposa la pregunté: ¿di,
por Dios A., quién ha sido el mensajero de esta carta?
—Un arriero de (Jonsuegra, contestó, me la entregó
esta mañana en el acto mismo de darme la fatal noticia de
tu muerte, la mandé colocar en tu despacho y como estaba
cerrada ni sé de quien és, ni lo que contiene.

=33=
—.Pues oye la dije, con la ma estraurdinaria alegria,
y..verás la resurreccion de mi querido hermano L. llorado
por muerto desde la accion quelas tropas de la reina die
ron á Tallada, y que como sabes vimos en los periódicos
igurar entre los oficiales prisioneros y fusilados, uno de su
mismo nombre y apellido.
Precisamente hace pocos dias recordé esa fatal noticia,
me contestó llena tambien de sorpresa, pero lee, lee y dime
pronto lo que dice.
--Pues ove atenta.
Durango 18 de agosto de. i89.
«Querido hermano M.: cuando tal vez haya desapa
recido de tu memoria la imíijen do un hermano que en la
infancia fué el compañero inseparable de tus juegos y con
quien diviWas
los cuidados y cariñosos desvelos de nuestros
amados padres, van á lastimar tus oldos los lamentos de es-.
te hermano, que síu esperanzas de poder sobrevivir á tan
tos padecimientos por mis muçhas heridas, acaso recibas
con ellos mi último adios.
»Pesada y larga seria mi tarea, si hubiera de referjrte
todos los acontecimientos de mi vida desde que la suerte
nos separó; pero te haré con rapidez una breve reseÍa de los
principales, para ya que no puedas. remediarlos, al me
nos lleve el consuelo al sepulcro de que los sabrés compade
cer, pues si estén grabados todavia ea tu corazon los bellos,
sentimientos que siempre has conservado sé qíe tributaré s
un recuerdo 1* este hermano que ni la ausencia, el furor de
los combates, ni la diverjencia de opinion que nos separa
TOMO II. 3

han ido háe1e otvidar1os íncu1os que ‘nos unen a cd u-.
‘cOciofl que ños dieron y el aiior freternal qué te profeso; pEl es 1
jamas he podido separarte de mi memoria: oye• y conpa-’
déceme. ‘ ‘ ‘ . . .
))Militaba en las banderas de Fernando VI( cundo
este monarca falleció, y no estando conforme on mis idea’
y priecipios el órd de sucesion, y la forma ddgobierno
que trataban de establécer, abandoné aquellasfilas
y me
alisté en las que para mí defendian al lejítim o heredero ‘de
la corona.
»He seguido despues fielmente mis juramentos, lan—
zándomecn arrojo á los peligros en las batallas de Arqui.
jas, las Amescuas, Mendigorría; ‘Arlaban., Arrigorriág, el
Barron y otros muchos que seria largo referir.
»En ‘pariasde
ests acciónes he salido ‘herido, pero’ en
la última,’ quédé pól’ muerto, y ‘abandonado en el campo’
tóda úna noche. ‘
)Al recojé’loadátes’vieron en mí señales de vida,
y compadecidos’ tufos pobres aldeanos, me condujeron’ ú un
caserio, donde permanecí cuatro meses falto de todo auxi—
lo médico.
))L provi’denci, y la catidad de aquellos pobres aldea’—
nos, junto con la robttstez de mi aturaIeza me hicieron re
sistir los tormentos del hambre, los dolores y miseria.... ‘Y
aunqne salí de aquel peligro, estenuado por tantos males, y
debilitado de tanto padecer, me veo en los últimosmomen
tós de una existencia para mí odiosa.
»Estos padecimientosfísicos
acibarados por la continua
vozóbra, con que mi espiritu batalla al ver una lucha tan

angrienta y larga, pondrán pronto fin lila ecsiLeriCiads
graciada que arrastro tiempo htce: pero un consuelo, una
ilusioa halagüeña, vaga en este momento. por este lecho de
muerte, de. donde acaba de salir el sacerdote despues de
prestarme los últimos y divinos auxilios; entreveo el feliz
desenlaze de esta guerra, y quizá, quizli... cuando e
¿bas egta, tengais va paz, y yo tal vez habrébajado á la
tumba.
))La casualidad de ser el portador de esta un hijo del
tio Cañamon de Consuegra, con quien de muchachos tan
to jugábamos, y el que incidentalmente vino Ii estas ferre—
rias, me ha hecho aprovecharsu
favor y tan buena ocasion
para escribirte, pues por el mismo he sabido te hallas en
esa de facultativo.
))Nada sé hace años de nuestro querido padre y her
manos; si viven) dales un tierno abrazo en mi nombre,
y di al primero que he vivido y muero con las máesimas
cristianas, que me enseñó, que ellas han sido el bálsamo
de vida que confortaba mi espiritu en mis tribulaciones y
apuros
»Tambien le dirás que..., pero no, no le digas nada,
mejor será que ignore mis tormentos;... no puedo conti
nuar.... el pulso tienibla... las fuerzas me faltan..., y
mis lágrimas oscurecen la vista y riegan con abundancia es
tas líneas.... Recibe, pisesamado hermano el último alien
to de tu desgraciado L.
aP. D Envueltos en ese papelito, te remito unas es
quirlas que me han estraido del hueso de un muslo, que de
resultas de las heridas tengo fracturado; esos son los úuicos

=36=
vestijios y herencia, que os queda de mi persoua: adio.
Por dos 6 tres veces tuve que suspender su lectura,
porque mis ojos eran dos surtícleros, que á torrentes ma
naban agua y oscurecian la vista, pero cuando leí los iílti—
mos renglones se me hizo un nudo tan fuerte en la gar
ganta, que in poder articular una palabra me retiré
al despacJo donde dí rienda suelta á mi desahogo..
¡Qué de ideas se agolparon á ini imajinacion volcaniza—
da con tanta variedad de sensaciones!... ¡los recuerdos gra
tos de la infancia.... traian á mi memoria los dias felices
que en el regazo de una madre querida, compartí con este
hermano sus amorosas caricias..., y siendo igual nuestra
lactancia y ediicacion, ¿cuál es la causa que nos separa? la
opinion, preciso es decirlo..., y esta circunstania era la
que ponia entre nosotros una inmensa barre ra.
En este día 28 de agosto, ¡qué emocionestan
diversas
afectaron mi ánimo!.., la enferma, el incendio, el tiroteo,
la muerte del cabecilfa pariente mio (1), la carta de mi
hermano, los dias de mi esposa, ¡ah! eran ocurrencias
qiie ofuscaban mi mente, llenándola de melancolia y
pavor.
Dejemos ya estos recuerdos, qu,e dan á conocer dema
siado, las consecuencias de las guerras civiles, y continue
mos el curso de este Diario.
T.res dias trascurrieron sin tener la menor noticia de
([) Don Cosme Lopez de Toro, capitan seun el despacho
que se hal.ló, era primo en tercer grado, y don Tomas Sanchez
sarlento dc asta misma laccion, primo en segundo y con cuyos
parientes me batí, corno mas adelante tuve ocasou de saber.

37=
a enferma despues de aquel suceso. En una carta esorita
por el ma’ordomo encontré la desagradable noticia de ha
ber recaido la enferma á causa de escesos cometidos por la
imprudencia de las asistentus, y que por lo tanto era pr e
cisa mi presentacion.
No sin mucha dificultad, y despues de mil súplicas y
-trabajos,. logré encontrar nacionales que me volviesen
compafia, pues con la ocurrencia anterior, ninguno se
atrevia á prestar un servicio de tanta esposicion; al fin se
vencieron los obstáculos, y al dia siguiente de este aviso, ví
por segunda vez á la enferma.
Una mudanza ó por mejor decir un trastorno, fué lo
que observé en su dolencia; los síntomas nerviosos habian
desaparecido, pero en cambio una pleuronumonía ama
gaba una pronta sofocacíon.
—Qué es lo que han hecho VV. del plan curativa
que yo dejé mandado? dije á las asistentas que se halla
ban -presentes.
—Nada, señor, contestó la Mariposa; esta beata
Canela luego que se marcharon VV., no hizo mas que
mortificar fi la pobre señora con ora ciones y rosarios, y
aun creo que la puso algunas reliquias, se empeñé en no
darla la sustancia de arroz,’porque para ella no hay me
jor sustancia que la de jamon y gallina adicionada con
unas cucharaditas de vino.
Con reparos al estómago confortantes de vino y
quina á las muñecas y pulsos la h aestado molestando fi
cada paso; en fin, yo por mas que la predicaba, era en
desierto, á todo hacia oiclosde
mercader. -

Viendo que seria interininablé la conversacion de la i!Ia
riposa, dispuse el plan correspondiente para combatir lanue—
vadolencia, y. en seguida hice entrar e,n -otra pieza inmediata
A Jasdosasistentas, y á quienes reconvine de este modo:
—Con que tan buena cuentadAn
VV. de la asistencia
de -su señora, des-pues de los repetidos encargos de su hi
jo y de mis reiteradas advertencias? ¿Saben VV. lo que han
hecho, infelices? precipitar á su señora en un abismo inson
dable de males de donde con dificultad la podremos sacar.
VV. son responsablesante
Dios y sus hijos de esta victimá
sacrificada A su imprudente celo y preocupaciones.... yo
tengo un derecho como médico y amigo para reprender y
correjir estos escesos, - pero es demasiado tarde ya: el daño
le tienen VV. hecho, y se acabarápor mas que nos pese de
Consumar. Retírense VV. de aquí y no se presente jamás don
de yo esté, porque aborrezco la hipocresía y la ignorancia.
—Dice bien el señor, -aíiadiá la Marzposa, émula
eterna del cariño que’ á la Canela tenian en la casa; tú
que te preciás de saber, contesta, contesta ahora al señor
médico.
—Yo pobre cuitada de mí, lo hice con la mejor in—
tencion; como en otros tiempos,, cuando vivia mi amo
don- Roque, se curaba con buenos ‘caldos y rico vino jé—
neroso para convalecer, por esa razon y porque creia
no la podriaperjudicar, usé de aquel método....
-----Bien sabias, repuso la Marzposa, las advertencias
que te hizo el señor, pero te burlaste de ellas, dijiste que
todo era un farándula, que-lo-que antiguamente se man—
daba A los enfermos era lo mejor, que no habia mas niédi—

•
eo que el del cielo y su ititercsor S. Nicasio.... T tuan
cuando vivia...4. y....
—Quién fué su amo? pregunté yo entonces cortan
do ta conversacion á la buena Marzposa.
_Quién? contestó esta, un médico de los antiguos,
de aquellos que llamaba el boticario de ini pueblo galcnistas....
aduladoresy
pedantes sin segundo, que á cada pala
bra echaban un latjn y sus famosas recetas, que hicieron
época, eran tan complicadas y costosas, como apreciables y
lucrativas á los boticarios.
_Basta, señora, basta, no quiero saber mas; no per
damos tiempo, procuren VV. enmendar su imprudento
yerro y deje descansar en paz los manes de ese pobre mé
dico.
—Cómolo tengo de dejar, señor, continué diciendo
otra vez, si el mal que ha adquirido mi señora ha sido por
sus tonterías y disparates, y por dejar abierta por la noche
la ventana de la alcoba, por donde entraba un aire y un
sereno que nos helaba....
Sin dejarla concluir me salí del cuarto, cansado da
oir su eterna palabrería, volví á observar á la enferma,
esploré su pecho, y la auscultacion me tlió por resultado
un estertor crepitante !úrnedo en la parte superior y late—
ral derecha, y otros sintomas que omito por no molestar,
confirmaron su diagnóstico.
A combatir tan grave afeccion se dirijió el tratamien
to,, dejando encargado al mayordomo el mas estricto cui
dado y vijilancia.
Aquella señora acometida de una fiebre y una, tos casi.

=4o
continua, sufila una dificultad grande de respirar, y esta
vez solo pudo apretarme cordialmente la mano para decir
me en congojosas palabras:
— ¡Me muerol por Dios, no me abandone V..
—Viva Y. segura de mi solicitud y ‘aprecio, la con
testé, mañana vólveré si no hay enemigos en las inme
diaciones.
Rgresaba ya con mi escolta para Madridejos, y para
éntretener. el rato y lo pesado del camino, refirieron las
siguientes anécdotas los nacionalesque
me acompañaban.
VI.
Anéedota hItór1ca.
El dia de Ja zaragata en este pueblo, mi comandante,
no quise hacer presente una circunstancia bien estraña, que
tenia relacion conmigo, lo uno, porque no dijesen los com
pañeros que era cobarde, y lo otro, porque acompañaba
á Y. y debia defenderle.
Cmndo me colocó Y. en la ventana para hacer fue
go, un súbito terror y tristeza se apoderó de mi corazon....
porque, soy franco, es menester tener un a’ma muy
grande y una opinion decidida para defender una casa, cu
yo deuño, (el padre político del jóven amo) habla dado
muerte al mio en una emboscada que una noche le
preparó.

On iceV., hombré? ledije sorprendido.
•—.-Lo que V. oye, y si tiene un poco. mas de pa—
iencia, sabrá lo restante del suceso, que no deja de ser
para mi horroroo y triste, porque si bien la opinion
es lo mas grande y santo del honbre, la sangre es.... tan
to ó más. Mi desgraciado padre fué uno de los primeros
que la miseria llevó á las filas de don Cárlos, y en com—
pañia de otros hostilizaba álas tropas y nacionales.
Una de las noches que concurrieron como de cos—
tumbte á a majada de pastores del amo de esa casa, sa
bedor oste de qüe solia ir mi padre en compañia de otros
cuatro ó cinco en busca de comestibles, se ocultó en el
aprisco con algunos otros nacionales, y ciiandó estuvie
ron á quemaropa, les hicieron tan fuerte y repentina des—
caga, que cayeron muertos tres de los facciosos, y en
tre ellos mi desdichado padre.... figúrese Y., con qué
gusto y ánimo estaría yo al recordar que defendía
los intereses del asesino de mi desgraciado y querida
padre....
Por un rato luché con aquel recuerdo melancó
lico que me traia á la memoria el desamparo en que uedó
mipobre madre con -cuatros hijos pequeños.
Indeciso estuve sin saber qué partido tomar, pero
cuando vi á Y. tan decididamente ponerse en el mayor
peligro, y hacer fnego con tanta resolucion -sin dejar
por,eso abndonada la enferma, no sé qué -me dió
6 pasó -por mi, que principié tambien á disparar -al
enemigo. - -
Yo -no sé, si mis certeras punterias y tiros alcanza—

ian alino, pero í seguro, quede, los 4os heridos
que se 1levaro los facpiosos, el uno murió en la labranza
4e1 señorito de esa casa, que tarnbien la incendiaron de
y desesperacion, y otro quedó ciego de uia perdigo
nada tirarla desde etra ventana.
Entonces corno digo, me olvidé de uno de los ma
sagrados deberes de un hijo, el amor paterno, y solo di
entrada en ‘mi pecho Ji la opiniou que estoy por decír es
mas fierte que los vínculos de la sangre.
Esta opinion la adquirí al lado de un cirujano á quien
serví algimos añas, ¡qi,é hombre aquel tan honrado y de
cidido patriota...! Cuan4o los eeinos le decian que él no
debia metere en cosas políticas ; se le llevaba Satanás;
pateaba, se tiraba de los pelos, y continuamente esclarna—
be: es posible que siendo todo el mundo libre, el faculta
tivo ha de ser esclavo sofocando los sentimientosde
su opi—
nion al capricho y egonio de cuatro caciques que á todos
quieren subyugar?
Amostazadoy
caviloso le oí decir un dia que nadie co—
mo el profesorpuede
y debe se libre, porque el eonci
miento adquirido cii 1 paturleza humana, que tiende á
ejecer sus funçior!es coii libertad son móviles muy podero
sos para sor liheral.
Desde entonoes dota ini opdon, y deseo de hacerme
çirujapo.
Veia yo en aquel 1ombre unas máximas tan sanas, tan
flenas de caridad, de desinterés y e1ijion que llenaron mi
imajinecion de iluciones, y me propuse estudiar; ya lo ten-.
go todo reglado pra mi marcha, voy á ma.trcularme

en elØxrn.o &irsd, yesa es la última vez que acom—
paño k V. en estas espediciones (1).
Ocurrencia ha sido la tuya bien estraña,; mucacho
dijo otro nacional de la escolta, pero otra. ha mcedido al
señor don M. nuestro comandante interino, bien: siI3gu
lar por cierto y apuesto á que rio la sábe.
Cierto que no, le contesté, y sí V. no se. esplica,
menos.
—Pues señor, repuso aquel, ha de saber Y. que en
uno de los disparos que hizo en la ventana que 1aba fren
te á la puerta false, hirió de gravedad en el pescuezo .ñl
caballo que montaba uit faccioso primo segundo de . llnr
mado don T. S., ysegun él ha dicho ú uno de lo cargn
ros que van por leña la sierra, estuvo en muy poco en
quedar allí mue rto por la man de su mismo pariente.
¿Y quién ha podido decirle á él, que yo fuese e qu
le pude dar muerte?
—Uno de los criados de la casa que le vió á Y.. ha
cer la. puriteria y descargar, cuando el grupo mayor d
facciosos intentó penetrar y asaltar la puerta, me contestó.
Con efecto, asi como dice sucedió; pero ni yosaba
que semejante pariente fuese mi agresor, tu le conoi, i
tampoco al cabecilla que segun he sabido despues
bien era pariente mio; y aun cuando lo hubiera . sabido,
mis creencias y compromisos contrarios á los suyos
hubieran hecho mirar como enemigos ai mas .cercaao
mi familia, i de tan buen modo querian dárseme 4 conoe.
(1) Cinco años deSpues se examinó de cirujano, y se estS—
bleció en la córte donde pe maceec.

—U—
Lances son estos bien tristes, añadió otro, tenerse que
batir amigoscon
amigos, pariéntes con parientes, y padres
on hijos. ¡Maldita guerra! ¡cuántas desgracias y males
-acarrea! execrado sea de los hombres el autor ó autores
-de ella! olvida-el hombre á sus amigos y lila persona mas
querida del mundo cuando media la opinion.
No hace ocho dias que tuve yo alojado en mi casa un
soldado de la G. R. que marchando en persecucion de fao—
-ciosos, alcanzaron li ver -un grupo que se hallaba en un
-Talicho: acometidos brusca y rpentinamente, huyeron
-despavoridoslos
que pudieron escapar,. siendo alcanzados
en esta dispersionbastantes
que perecieron li los filos de las
- armas leales. -
- Ya tenia mi alojado levantado el sable para dividir de
parte li parte ó uno, cuando reconoció á s padre... juz
guen VV. qué sobresalto recibirian uno y otro en aquel
momento. - -
• -—Y-tuvo la osadía-y-temeridadde
mátar á su padre?
preguntó con la mayor velocidad otio de los nacionales.
• —Qué habia de matar? si el hijo se quedó petrifi
cado -al reconoceIe, y el padre frio é inmóvil como una
esttua sin tener tiempo ni ánimo para hablarmas-palabra
que la de ¡padre! ¡hijo! -
—Huya V., y escóndase por Dios en ese matorral,
dijo á -su padre un poco repuesto de su turbacion, si no lo
hace, morirá Ii mi presencia sin remedio, porque no hay
-cuartel para los-palillos, ! mi deber como militar.... hu—
ya V. por Dios, que llega mi comandante.
HízIo así el padre precipitadamente, y el hijo conti

nué la persecucion en union del comandante que llegó en -
el acto.
—1Carámba y qué guerra esta, Sr. D. M. ni los ára
bes ni beduinos son capaces de hacérsela tan cruda como’
nosotros, dijo otro de los milicianosque
hasta entonces hábia
guardado silencio. ¡Cu(uido pondré Dios términoé.
tanto
conflicto. .11
—Yo estoy para mí, dijo-elanterior,
que’ esta guerra,
no se concluye nunca, porque se han creado muchos com
promisos, muchos intereses y resentimientos, estos-,
mientras haya hombres, nose acabarén.
Pues volviendo otra vez al suceso del hijo con el padre
fué tal el sobresalto que recibió al ver á su padre en la,
faccion, y en tan grave comromiso, que el soldado convo
era un muchacho jóven, cayó enfermo, y en mi casa que
se - sangró por cierto, fisé en donde me refirió tan des
agradable acontecimiento.
Ya nos liallébamos cerca del pueblo, cuando se conclu
yó la conversacion; hicimos un poco de alto, di Ii los mi
licianos su correspondiente propina y para un c ¡garro, y
fumando [legarnosá
las puertas de la poblacion donde nos
despedirnos hasta otro dia.
Al llegar á mi casa encontré á la familia impaciente,
pues con la ocurrencia anterior no habian sosegado un mo
mento....
Dos dias trascurrieron sin poder ver á• la enferma, y
cuando despues la vi su cuerpo postrado y casi ecsánime
manifestaba con el estertortraqual su prócsimo fin.
Mc salí pues conmovido al ver su agonia, de aquella

trst estncia, ‘doñde ‘babián resonado antes k presen
timientos de la enferma, y me retiré ti otra pieza donde
estaba el mayordirno con otros amigos de la casa, forman—
do cada uno’ ti su antojo el’ panejírico de su capacidad en
*edicina’. ‘•
. Vno delosque allí se’ hallaban se levantó dl asiento
y dirijiéndose á mí dijo: ¿con que la cosa es hecha?
no hay remedio que pueda iliviarla, no es verdad?
Así es por desgracia; la enferma está muy prócsima ti
la itinerte.,
Pues señor, ¿qué hemos de hacer? conformarnosy
te
ner paciencia’. Y. ha cumplido con su deber, la enferma ha
arreglado sus cosas temporales y espirituales, ti nosotros nos
toca altura cumplir con la ,úftima voluntad qne deja con—
signada en su testamento.
Me instó este caballero para que fuese ti comer con él
por ser ya medio dia, le dí gracias por su ohseuio,
manifesténdole la inposibilidad de admitirlo ti causa de.!os
muchos enfermos que entonces tenia que asistir, y ti
los que con precision debía ofrecer mis servicios.
Mc despedí de todos, y al salir del cuarto oi que
decía la tia Canela jaespiró mi señora..!!
A las inmediaciones del pueblo estaba todavía con
mi escolta cuaudo el tañido de la campana que hacia la se
ñal de difuntos, conmovió mi angustiado corazon, y los
nacionales rezaron un 1iadre nueslro por su alma..

Vil.
El 9b1az0;
Ochó días’ habían transcurrido desde el’ fallecimÍen—
to de esta señora, y conio el mes de setiembre es en lo jo—
neral tan ptopensoá calenturas intermitentes y este pue
blo i afeccionescarbunculosas,
cmó’ ya diré en u lugr,
iba haciendo en uno ello por las casaS la .‘iSita á los mii—
‘ch os enfermos que entonces había cuando alcancé ñ ver ti
una calle al cartero que hacia el reparto;
Acerquéme Li él, y le pregunté si tenía alguna para mi,
las miró pues, y eecontró en el paquete dos.
Ea una ‘de ellas de mi herinanó L juzger pof IC
letra’ y sello.
L abrí con precipitacion 1 qué regocijo tan estraur—
• dinaio me ocasionó su lectura! El célebre y nunca haS—
tante ponderado convenio de Vergara, babia hecho tei—
minar la largC y sangririta guerra de aquellas provin
cias, y ya los españoles que tan crudamente se habian hsi’—
tizado, eran todos linos, pues al abiazo memorable h’abi’er
los dos partidos depuesto sus rencores.
Una mutacion saludable, decía aquel en su carta, ha
ibrado esta suspirada paz en mis males, y si como presu—

mo, esta mejoría va en aumento, tendré el gusto de abra
zrte tambkn antes de navidad.
¡Qué regocijo tan estraordinario! ¡qué alborozo tan sin
gular esper irnenló mi corazon en aquel instante..!! desea
ba concluir la visita para dar tan grata nueva á mi querido
padre y esposa, pero hiib.e‘de
hacer este sacrificio en las
aras de ini profesion, en el desempeño de un deber..., que
tan mal se paga....
La concluí por fin, y en seguida me dirijí á mi casa:
por forLuna el primero que encontré, fué á mi anciano pa
dre que con un nietecillo,, jugaba por el patio de ella.
— ¿Sabe V.., padrernio, ledije al verlo, que vamos
ner pronto l gusto de abrazar á L...?
—Qué me dices? rae contestó cou la mas viva,
emoeon.
—Lo que V. verá cii esa carta, le repliqué alarg4n—
dosela.
Saco sus anteojos, se lo coloco como ayudantes a su
cansada vista, y observando tst ive con la mas viva ternu
ra, sus paternales sentimientos: le vi demudado de pta—
cer.... despues acongojarse de alegria.... y con ella,
inundar los anteojos y la carta de un mar de lá
grimas....
—- ¡Yo te doy gracias, Dios mio, dijo aquel modelo de
padres alzando los ojos al cielo! ‘véOIe vivo, y estrechado
por una vez siquiera en mi seuo, ycúmplanse despues tu
santa voluntad y tus decretos. .fl
Un siglonos parecía el tiempo que faltaba para su an
siada venida, porque el hombre que espera y desea, pade—

ce un tormentoeternoal
ver tan lejana su esperanza, pero
llega el suspirado dia y consigue lo que anhelaba, (por —
que todo tiene su término en este raiseiable mundo) y
cuando entonces vuelve la vista atras, todo le parece un so
plo fugéz, ¡así es la vida del hombre...!
Por fin llegó el deseado reresodespues de una ausen—
cia de dez añs, y cuando ya no conociamos su fisonomia,
Pero ¡ah! qué sensible y ttierno fué para nosotros su reci
bimiento: abrazados los tres con el mas sincero y entraña
ble afecto permanecimos un rato dando rienda suelta á
aquel sentimiento de alegria, Ii la espansion de amor y
cariño mas interno que se haya visto, y que yo jamás ol—
vidaré.
Sus antiguas heridas todavia sin cicatrizar habian que
dado fistulosas, y para curarlas radicalmente se hizo preci..
so dilatarlas y estraer de ellas nuevos fracmentos huesosos,
consiguiendo despues de mucho trabajo y algunos meses sil
completa curacion.
Felizmente se restableció de sus males, emprendió la
carrera de cirujano, y en el dia ejerce en la corte con digni
dad y aprecio su prefesion.
roo u. 4

*
CAPl1TL SEGUN9O.
1.
13ia Intermitente rebelde.
OCTUBRE 6 n 1839
Triste y pensativo me hallaba un hermosa tarde de
otoño del año ut supra, sentado en uno de los bancos de
piedra que hay en el paseo que está á la salida de Madride—
jos para Andalucia, descansando de la ajitacion que ocasio
nan las dos visitas diarias que de obligacion y por contrata
ecsijen los pueblos para la asistencia de los enfermos, cuan
do automáticamente dirij la vista á lo largo de aquella con
currida carretera.
Asomaba por lo alto de un cerro del mismo camino

eal un grupo considerable de personas la distancia y el
denso polvo que levantaban, no permitian distingii con
-claridad, lo que pudiera ser.
Poco 11 poco e fueron aprocsimando al pueblo y per
fectamente conocí ser tropa de caballería..
Llegaren al punto donde yo estaba, hicieron alto para
reuniEse y formar é la entrada de él como siempre acos
tumbran, desfilando despues por delante de aquel paseo tan
aseado y solitario.
-Noté en uno de los jefes que mandaban el escuadran,
una palidez considerableen
su semblante, y como este siempr
pinta al ivo el reflejo de 1-a tristeza y de los pesares de
esos pesares profundos que no pueden ocultarse parque para
ellos no tiene manto el corazon, desde luego me figuré le
aquejaba alguna afeccion fisica 45. moral.
Volvíme quedar solo luego que pasaron los vagajes y
algunos viajeros que venian agregados por miedo de caer en
poder de los facciosos, y me entregaba á discurrir sobre los
-enfermos, que mas me habian llamado por su gravedad la
atencion en aquel dia, cuando vi llegar á uno de los com
pañeros de paseo; se acercó á mí, y entabló el diálogo i—
guiente:
—&Qué hace V. ahí tan solo, aniigo Ji M?
—Nada., le contesté, descansar, pasar el rato y esperar
la hora de recojerme á casa.
—Pues temprano se retira V....!
—.A la hora de siempre.
en qué se ocupa durante las ochcs, que ya vn -
siendo largas?

=
—En poca cosa por cierto, pero al fin me distraigo re
pasando mi librito de memoriasque
es mi repertorio, contar
los enfermos que en él tengo anotados, consul Lar despues
sus males con los compañerosque
ocupai mi pequeña bi
blioteca, meditar con mi esperiencia, y entregarmedes
pues . al solaz con mis hijos que hacen todo mi encanto, y
poco á poco les voy instruyendo sin preocupacion en aque
llas cosas que fi un padre atañen.
Seguramente que es muy buena idea, pero no apruebo
en parte ese ailamiento, porque el hombre ha venido al
mundo á goiar y á vivir en sociedad, y V. tiene dotes que
pueden hacerle lugar en cualquiera reunion decente é ins
truida.
—Favor que V. me dispense, le contesté. No es favor,
es justicia.
Gracias, amigo; yo sigo mi sistema de este modo, por
que los años que cuento, y mis inseparables amigos los li
bros me proporcionangoces
mas positivos y mejores que las
tertulias, en donde el recreo es la crítica, la chismogra—
lía y murmuracion, y esto no se amolde va con mi ca—
rácter.
En los primeros años de mi práctica pensaba lo mismo
que V. ahora; frecuentaba las tertulias, los bailes, y en las
comedias que los aficionados solian representar, tambien
tomaba mi dosis de papel por divertirme, seguir la rutina
de los jévenes y la moda, pero desengaños tardios me hi
cieron avizorar, y vivir retirado.
¿Pues qué le pudo disgustará V. de ese trato de jentes,
que á mí tanto me agrada y lisoijea?

¿Qué? pues no se lo he dicho ya; las murmuraciones,
la critica, y la intriga: si un facultativo no aprende á vivir
con reserva con tales cosas, adios reputacion y adios par
tido.... pronto tendrá que dejarlo, porque la maledicen
cia, y esclavitud con que quieren sujetarnos en los pueblos
nos hace ser cautos y reileesivos.
¡Cuántas veces me hallaba en alguno de los sitios refe
ridos, disfrutando de las funciones y del gusto de la sociedad,
y á lo mejor tras, tras.... ¿Quién llama? preguntaba el
portero.
¿Está 11 M. no es verdad? decia el de afuera; sí señor,
respondia el otro; pues que venga inmediatamente á ver á
un enfermo que está mutiéndose (1) que para eso se le
paga, ¡diantre de hombre, que no se le puede encontrar
nunca en su casa: mas valia que mientras está en esas bro—
mas,estuviera estudiando...! ya se vé, omo el salario está
seguro, y le cuesta poco ganarlo, qué ha de hacer sino gas
tarlo en bailes y en comedias. . .1
Estas y otras muchas cosas que omito, me han hecho
retirar (con bastante sentimiento del trato de las jentes
)T vivir aislado: en mi casa toJo lo tngo arreglado, vivo
por horas, unas las dedico á visitar los enfermos y algu
nos amigos, otras al estudio, y otras en educar á mis hi
jos y dirijirlos por la senda de la virtud.... y despues
(1) Este es el tono y lenguaje que lerieralmeute usan en los
pueblos, y lo que acostumbran hacer con el facultativo, CUOflJO
se hall en algunadiversion; unos por cliunguerse, y otros pOr
que á alguna mujer la pica el calcañal ó le daba e1flaLo corra
que vuela en busca del profesor.

salgo algun ratillo por las tardes al campo coma
sabe.
Pues es bien triste, si bien arreglada la vida que arras—
tra,. me ‘replicó.
—Sí amigo; triste es por cjerto, pero quiero vivir
en ella mejor, que ser el objeto de la continua murmura—
cion de estas jentes, qoe creer) que los médicos no somos
prójimos, ue Ho tenernoS fecciones.... que nos cuesta
poco el ganarlo (1) y en fin qué sé yo cuéntas otras ro
sas..., que escuso decir porque Y. las conoce....
Efectivamente sucede asi, me dijo por último, pero al
vulgo y ‘sus murmuraciones deben despreciarse y hacer tu
que dice un élebre poeta en estos versos:
El vulgo es necio
• ypues
lo quiere, es justo,
hablarle en necio
para darle gusto....
(1) Segun un c1culo prudencial, necesita un jóven que se
dedica la cari eta de médico cirujano, despues de invertir f
años en estudios, para alimen tos, Vestir, matrículas, rados, revé—
lida y doctorado con los precisos Jíbros é instrumentos, de 52é
55mil rs.... véase si esa ci ecida suma puesta é réditos, den una
especulacion mercantil cualq&era, no produciria mas que las
mi’erables dotaciones con que se contrata enlos partidos.

Nos 1eantamos del asiento, nos icitrninarnós hácia
casa, antes de entrar en ella me dieron un recado pa
ra que fuese fi visitar á un caballero militar enfermo que
babia acabado de llegar.
Me dirijí fl su alojamiento, y cuando llegué un asis
tente me introdujo en la habitacion que ocupaba su amo..
II.
El enfermo.
Estaba anocheciendo y la lnz opaca que entraba por
una ventana no me dejaba reconocer las facciones de
aquel militar.
Le saludé pues con la mayor cortesanía, y me con
testó con la misma pero muy pausadamente y con un acen
to asturiano muy pronunciado.
—Y bien, caballero, le dije, ¿qué mal aqueja á Y.?
¿en qué puedo servirle?
En poco y en mucho, me volvió fi contestar en el
mismo tono, pero arrancando de su pecho un largo sus
piro, preludio dela profunda tristeza que devoraba su alma.
Pues bien, le repliqué, si soy digno de su confian
za, y me llama para curarle alguna enfermedad, es—
plíquese Y., y cuente con el interés y 5olicitud de un fa
cultativo que tiene por único patrimonio, hacer bien,, y
consolar al aflijido.

—Los males fisicos pueden tener entrada n los tra
tamientos que mas 6 menos cientificamente VV. com
binen; ero los morales..., contestó, arrojando otro sus
piro, echan hondas raices, y cuando astán sostenidos por
continuos sangrientosrecuerdos,
•es imposible reme
diarlos.... solo la muerte pone término á tanto sufrir.
--—Muy desconsoladoy
abatido, le dije, se encuen
tra Y. caballero; tiene Y. razon en decir que las enfer—
inedades moralesson dificiles de curar, pero no en que so
lo la muerte es el remedio universal para ellas, porque
las penas comunicadas á un amigo, alivian desahogando
el corazon, y este desahogo muchas veces abre la puer
ta á la reflecsion, esta al juicio, y el buen juicio da entra
da It la razon y Ii los consejos....
—Muchacho! gritó llamando al asistente, trae una luz
nos veremos, ¿qué diantres de patrones son estos que asi
‘nps tienen It oscuras?
A poco rato se presentó este con un belon encendido y
le colocó en una pequeña mesa que habia junto fi la alcoba.
Miré al rostro de aquelmilitar,
y observé un semblan
te moreno, descolorido, taciturno y severo; estaba acos
tado de espaldas, era de carnes enjutas, alto y como de nnos
nuaranta años: su mirar era inquieto, empero manifes
tando bondad.
Tambien me miró él con atencion como reconcen
trando su memoria para recordar haberme visto, ó á per
sona parecida....
—Con que vamos, caballero, le dije por último, ¿qué
es lo que padece Y.?

—Padezco (suspirando) unas•t.etiana• dobles hace
unos 6 dias: se me han presentado bajo diferentes for
mas, pero ahora guardan ese tipo son mu rebeldes.
Unas veces esperimento frio é su invasion, y otras no;
se me trastorna la cabeza las mas, y con la fuerza del
frio suelen darme convulsioues.
Algunas ocasíoues sudo despues de haber agotado un
cántaro de agua de limon, porque cuando estoy con elca
br de la fiebre me abraso, y todo el agua del inundo me
parece no es bastante á apagar la sed que me devoro.
Hace dias se me ha presentado un dolor agudo en
el lado izquierdo del vientre, (en donde tengo una gran
hinchazon) que algunas veces no me deja respirar; en fin
son unas tercianas malas, y quiero se tome la molestia
de curarlas, porque á este pueblo hemos venido á espe
rar órdenes, y siempre estaremos algunos dias.
..-.,Con que todos esos síntomas que acaba de in
sinuar se presentan?
—Sí señor, ¿y Ii qué hora suele acometer loca—
lentura?
—Lo regular es por la tarde, entre siete y ocho de la
noche.
—Pues siendo así, no debe tardar su invasion, porque
son las síete en punto, (le dije sacando el reloj) ¿y. á qué
causas atribuye V. el desarrollo de esas calenturas?
—A muchas, pero ñ una particularmente y muy po
derosa....
se podrá saber? le repliqué.
— Sí señor, pero es una historia que rasgo y despe—

=58=
dtiza mi corazon.... x no quisiera tocarla ahora, si no
es preciso para el tratamiento curativo que V. entable;
adernas, que creo no está muy lejos su señoría..., por
que me andan rondando unos esperezos y escalofrios que
me temo, se confirme pronto.
— Pues en ese caso, me permitirá esplore el vientre,
particularmente el sitio del dolor, le dije, alzando las ro
pas., y tactando la rejion del bazo, que estaba á la ver
dad bastante sensible é hinchado.
Palpé las deinas rejiones del vientre y tambien en el
hipocondrio derecho noté tumefaccion; habia lesion en el
hígado á juzgar por otros signos.
En el pulso observé una lijera alteracion, los dema
órganos y funciones•estaban
en su estado normal.
IJespues que fué hecho este ecsámen, me senté á la
cabecert de su cama á esperar el desarrollo de la calen
tura. que tan cerca parecia estar.
Con efecto, á los diez minutos me asió fuertemente
la mano y me dijo:
—QU& frió tan grande me va entrando...! Jesus! qué
agarrotamiento siento en losbraz.os,y piernas..., las qui
jadas se me juntan del temblor que me dá...!
—Sosiéguese V. le dije, que traerán dos ó tres tazas
de una infusion de té caliente, y verá como se corrije bas
tante el frio.
Se mandó hacer el té, pero como tardasen en traer
lo, se desarrolló con toda vehemencia el periodo áijido 6
de frio, y aun cuando tomó la infusion, sobrevino un-tem
blor y casteüeteode
dientes ques se oia de hien lejos.

Mas de una hora duró este periodo; pera insensible
mente principió é sentir calor por todo el cuerpo, y media •
hora despues era tan intenso, que se abrasaba de ardor, la
sed devoradora que tanto le molestaba no ealwó con nin—
gun’liquido, hasta que principió el mador suave del cutis,
y sobrevino el sueño.
En este estado de la calentura le dejé, encargando al
asistente el maor esmero y cuidado en el tratamiento que
habia prescrito, saliéndome en seguida con silencio de su
habitacion.
III.
Ii seuud visita.
Al dia siguiente por la mañana volví viitar al caba
llero capitan enfermo, y en el instante que me aproximé
su cama me alargó la mano con el mas particular afecto,
y no obstante su abatimiento fisico y moral, mc habló on
alguna mas entereza y bondad.
Siéntese V., me dijo: y sí no ha tomado chooiate,
ha conduido la visita de los dernas enfermas, lo tomá
remos juntos y le referiré la histoiia que ha sido causa de
mi mal.
Con mucho gusto, le coñtesté, acepto lo segundo,
pr haberconcluido
ya esa obligacion santa y justa, porque

me complace madrugar y ver los enfermos temprano. El
infeliz que padece, y el desgraciado que sufre en él lecho
del dolordesea por momeños llegue la hora de ver á sti
médico....
Enél cifra entonces toda su esperanza y consuelo, y
aunque despues de rocobrada la salud jenerahnente ol-.
vidán sus beneficios reemplazándolos con la ingratitud y
desprecio, hay sin embargo algunos que saben apreciar al
que consagra su vida entera, en olocausto de la salud del
hombre.
¡Cuánto pudiera decir á VV. de esto, caballero!.. ¡Qué
contraste tan diverso ofrece el médico, cuando asiste á
un enfermo, A cuando se ha curado ya!!
Enfermos he a:istido, que cuando llegaba la hora de
isitarlos estaban en ‘ma ajitacion de alegría y esperanza
contíuua, y cualquiera ruido que oian se les figurabau eran
las pisadas de su médico. Pero dejemos esto á un lado,
que por cierto es bien sabido de todos.
Eñ cuantó al chocolate, le dóy las mas rendidas gra
cias, porque ya lo he tomado antes de salir de casa, pues
no acostumbro visitar á los enfermos en a unas, porque
acredita la espériencia que los miasmas deletereos ejercen
una influencia perniciosa sobre nuestra economia, cuando
el estómago etá vacio.
En esta satisfactoria conversacion nos hallábamos
cuando entró el asistente con el chocolate; lo tomó el
enfermo con gusto y apetito, y bebió en seguida un
buen vaso de agua con estraordinario placer. Despues lió
uncigarro, y lo saboreó tan dulcemente como si fuera un

manjar del que hubiese estado privado algun tiempo, y
asi era en efecto.
La costumbre es una segunda naturaleza, que crea
la larga, necesidades, que hay precision muchas veces de
satisfacer....
Con que vamos á nuestro asunto, señor capitan, i se
encuentra con ánimo y tranquilidad, quiiera se tomra la
molestia de referirme la caasa de sus padecimientos, pro
curando no afectar el ánimo demasiado, pues seria perju—
dicialísimo, en el estado en que se encuentra
Con tono tranquilo y mesurado principió la historia si.—
guiente.
Iv.
La prisioii de unas mujeres.
hace cosa de unos treinta dias, señor físico, que ca
minando con una columna de tropa por las ásperas sierras
de Matagon di con unas pobres mujeres, que cargadas de
algunos comestibles y ropas de uso omun, se dirijian en
busca de sus maridos por aquellos solitarios y montuoos
sitios.
La vanguardia de mi columna que las capturó en las
rnrjenes de un arrtielo donde estaban descuidadamente
comiendo y descansando de tan penoso vije, las interrogó

acerca. del objeto de su prmanencia en aquellos para je,
y de los comestiblesy
ropas que llevaban.
A todo dieron una contestacion categórica y racional,
segun el cabo dala’ espresada vanguardia manifestó cuando
yo llegué.
Las &rdenesestrechasy
teraiinantes que don Trinzdad
Balboa comandante jenera! de la provincia tenia dadas, para
capturar á todo el que se encontrase en las sierras sin pase,
conduciendo enseres 6 comestiblesá
la faccion, me hizo en
cumplimiento de mi deber, llavorlas presas al puebló de
Piedra-buena tanto pór evitar condujesen auxilios stibrepti
ciameiite á los enemigos, cuanto por librarlas del furor de
otras columnas, que operaban con igual objeto en aque
distrito.
No era mi ánimo por cierto, no, lo repito una y mil
veces, hacer el menor daño á aquellas infelices: mi pensa
miento fué mas noble, y caballeroso, era sustraer’as de
mas compromisos, y evitar por este medio, fuese socorrida
la faccion. Guiadas como dijeron estas desgraciadas, del
celoinas loable caminaban en pos de las huellas de sus mo
rid os con el fin de hacerlos indultar.
Cuand llegué con el resto de la elumna adonde es—
tobaii y el cabo me refirió lo ocurrido, sentí en el alma
quel incidente, porque aun cuando nunca pensé pudiera
suceder la escena sangrienta que despues tuvo lugar, como
conocia el estado de las cosas, y lo vijentes que estaban las
disposioues de mi jeneral, sefltí un grave disgusto que na
da bueno me presajió; no obtante, las di palabra de honor
de que imda las sucederia; y las dije que no se asustaran

—63—
porqie se las llevara presas, pues desde el punto donde
yo las condujese podian invitar á sus esposos (por medio
de hombres que yo Ia proporcionaria) á que se indul
taran.
Una sombria tristeza se apoderó de aquellasdesgra
ciadas mujeres que en tan mal hora cayeron en mi poder,
y mas de media legua habiamos caminado, sin que nin
guna moviese sus labios para nada. En aquel mudo y sig
nificativo silencio ahogaban en secreto las infelices sus lá
grimas y desgracias
Yo compadeudo de ellas las diriji por segunda ei la
palabra para onsólarlas, pero un copioso llanto anegaba
el rosLiode h s inocente y debil secso
Las deje dar riullia suelta a si triste pena, paia cer
ciorarme dcspue de ese desahogo de las cii ci ntancias y mo
tivos que las babia obligado a salii de su pueblo, sin pase
seguro, poi tinos pi titos que tan infestados de enemigos se
hallaban.
Conformc me piesumi sucedio, á una tot merita sigue
la calma, y bien, amable joven, dije á una gtauoa mo
rena corno de unos vuntiun años, (y al parecei ernbaraia—
da, a juzgar pot la abultado de su vientre, y lo que des—
puese vio, que con su presencia agradaba e imponia lespe—
to) qn motivos han obligado á VV. á dejar sucasa y co
modidade, esponiéndosea
un compiomiso como este cuando
hay dadas por lis autoridades superiores de la provincia ór
denes tan represivas y rigorosas de capturar fi tódo el que
se encuentie
en dusp iblado, no llevando documentos de res
guardo, dado por autoridades lejitimas.

y.
• flistorla do la. prsa.
—-Ay señor, me dijo rompiendo en amargo llanto, todo
es lo sabíamos, y tambien los riesos que íbamos
arrostrar, pero preferimos pasar por todos los pe’igros del
mundo, con tal de no estar en nuestro pueblo, donde no
hay mas ley, ni mas razon que la omnímoda autoridad de
un comandanLe de armas, adulado por cuatro malos Wbera
les que creen que el patriotismo consiste en perseguir á
cualquier vecino, con quien un resentimiento mezquino y
particular los divida: ademas e&a ley terrible é inhumana de
las represálias, nos sujeta en una estrecha yrigorosa prision,
en la que por cuatro veces ya, no solo hemos sufridola dura
prueba del sorteo para ser pasadas por las armas.... sino
que alli tambien la inocencia y la virtud es persegnida de
muerte..., por el hombre que tiene el mando de las ar—
nias(1), de esasarmas, quela nacion y la reina ha puesto en
(1) De este inmoral abuso de autoridad, hay por desgracia
repelidos hechos en esta guerra pudiendo citar en corrobora—
cioiide ellos, uno que sucedió en Villcerrubia de/os Ojos, con
Ulla joven que si,, mas delito que su hermosura y virtud, sufrió
por atete veces la suerte para ser pasada por las armas; estuvo
mas de un año en un calabozo insalubre, donde ni los golpes, ni

==65 =
iis manos, no para que abuse, sino para píe sean defen
a y sosten de su patria, y no se conviertan en vengar agra—
¡os y resentimientos particulares emanados de la firmeza,
honradez y constancia de las que jimen bajo el yugo opre
sor de hombres tan indignos.
—Sí señor, por no pasar por pruebas tau duras, injustas
y arbitrarias, resolvimos salir clandestinamente una noche
de la pobiacion acompañadas solas de nuestra fé y honra
4e, con el objeto de buscar á nuestros maridos, para ver si
con ruegos y lágrimas conseguimos abandonen una causa
que no entienden, y á la que ha llevado u unuchos la mi
seria y los insultos de cuatro malos liberales; si no lo conse—
guimos,andaremos con ellos de sierra en sierra, y de ranelio
en rancho, participando de sus riesgos y peligros hasta
queiJios quiera poner término á esta desastrosa lucha..
—Con que segun eso, las dije, VV. han estado en
carceladas en rehenes, por si hacian algun daño sus ma
ridos?
—Sí señor, contestaron todas, y la morena continuó:
las cinco que aquí vamos hemos sufrido cuatro sorteos de
muerte en los diez y ocho meses que en distintas veces
nos han tenido presas.
El uuitimoque
sufrí, tuve que jugar la suerte con otra:
cuánto padecí en aquel terrible momento, señor capitan!
me horrorizo solo al pensarlo..!!
las ofita5 ina ncU Jejori su virtud, teju fod o al fin de su tirano
y seductor, pues poe queja de uti do sacerdote fud depuesto
de SU destino.
T(0 Li. 5

=66 —
tiué despedida nos hizo la desgraciada que tuvo que su
frir la muerte, in otro delito que tener un nietO en la fac—
ciOn... toda mi vida me acordaré 4u sus i’jltirnas palabras...
¿os acordreis, queridas? las dijo á sus compañeras: ¿las te—
neis presentes? qué grabadas se me quedaron! quedaos con
Dios, hijas neias, dijo: hasta que nos veamos en el valle Jo
safat... alli nos presentaremosal
supremo juez demandando
á nuestros verdugos... Si, vosotras seguireis mis huellas...
porque la mano ensangrentada de las pasiones conducirá al
sepulcro á los mejores hijos de esta desventurada nacion...
Un acaso (la retirada que hicieronlos facciosos de este
pais),nos sacó dela prision, y despues yo me fuí un pue
blo donde no me conociesen para no volver á pasar por
lances tan amargos; no transcurrió mucho tiempo, sm apre
sar é mis desgraciados padres que sufrieron la suerte mia.
Cuando yo supe la triste y angustiosa posicion en que
estaban, quise volar á su socorro presenténdome otra vez
al comandante, pero como estoy en cinta, los dueños. de la
casa donde me ocultaba, no lo consintieron, .y allí permane
cí, hasta hace pocos dias que salí una noche con el objeto
e reunirme h estas amigas paisanas,
y buscar, como ya he
dicho, u nnetros maridos
Caminébamos despacio oyendo con curiosidad y senti
miento, la triste relacion de aquella gallarda joven, cuando
uno de los trompetas que iba en la vanguardia hizo con el
clarín primero la señal de atencion y despues la de avanzar.
Ocho soldados y un cabo quedaron acompañando é las
prisioneras, que marchaban é pie, y despacio, para que las
custodiasen, y nosotros Ii trote largo nos alejamos.

Al llegar á la vangciardia, ober vamosque
un grupo de
facciosos á caballo, se dispersaba por diferentes puntos,
sin duda por haber visto nuestra descubierta.
En aquel momento di la voz de já la carga! y en poco
mas de media hora, se mataron siete, y se cojieron tres
prisioneros y un hermoso niño como de dos años que se en
contró echado sobre unas mantas.
—No se incomode V. mas por hoy, señor capitan, le
dije, otro dia continuará esa historiá, porque observo tiene
lances de prueba y capaces de afectar el ánimo mas es
forzado....
—Tiene V. razon, me contestó, éstoy fatigado y qui
siera descansar un rato.
—Pues bien, á descansar, le repliqn, peró antes
tome Y. la medicina que ‘se ha traido de la botica, para
versi logramos curarlas calenturas que tanto le molestan.
—Venga, contestó, á ver si quiere Dios se corten al
guna vez.
La tomó en efecto, se arropó y yo me despedí hasta
la tarde, dejando advertido al asistent e lo que en aquel
tiempo habia de dar al enfermo.
Salí acongojadísimode
‘aquella casa, tanto por lo que
acababa de oir cuanto pór lo que faltaba que referir, por
que demasiado orientado me hallaba ya, por desgracia, de
esta triste y sangrienta historia coma mas adelante se
verá.

‘VI.
El pflcito.
Ya recordarmui nuestros lectores por qué circunstancias
condiciooes pasé cuando me trasladé á Madridejos y las
duras restricciones con que fui admitido como titular; pues
bien, para probar hasta donda llega el abuso de los caci
ques en los pueblos con los facultativos, lo poco respetados
que son los contratos 6 escrituras que con ellos se cele
bran y lo amargo que es el pan de los pirtidos., voy it refe
rir sucintamente la trama que el ayuntamiento ‘de este me
morable año me urdió para eludir la escritura que tenia
otorgada.
El frívolo pretestode que el pueblo lleva ha it mal esta con
Vrata por estar desde tiempo inmemorialacostumbrado
it
las qualas, lo oneroso de la carga, y el escesivo aumento
que tenian los gastos municipales, que era donde incluian
mi dotacion, fueron los puntos culminantes y de partida de
donde tomó material aquella célebre corporacioii, para eva—
dirse de este cumplimiento sagrado, vengar por otra par
te resentimientos de opinion, que no estaban en armonía
con mis principios, pero no era posible derogar por estos
conceptos el mútuo contrato, mitcsirnecuando
la autoridad
civil de la provincia babia titcitamente prestado su consenti—

=69=
tniento,. buscaron no obstante la trama por el otorgamiento
dela escritura, es decir, porque esta se hah.ia celebrado por
ante el fiel de fechos ó escribano del a untamiento, debién
dolo estar por uno de real aprobacion.
Fútil esusa, pobre miserable, nacida de mezquinos
eoraones débiles y degradados, que demostraban la falta
de ilustracion,, la. de órden.en Ja administracion gubernati.,•
y el poco respeto con que miraban los acuerdos de las an
teriores corporaciones.
Por una acta celebrada en sesion de ayuntamiento, fuÍ
ecsonerado de la plaza. d titular y notificado por el.. escri
bano de la corporacion, para que cesara de co.nceptuarme,
como tal.
Un despojo tan injusto y arbitrario no pucIo menos de,
herir en lo mas profundo mi honor y amor propio,. y acu
diendo al juez de primera instancia por medio de un escrito,
pedi amparo en la posesion de mi destino,, puesto que falta—
bari cuatro años para teiminar el contrato, y no ecsistian.
causales suficientes é invalidarle.
No obstante la justificada rectitud del juez,, creyó que
este asunto seria gubernativo,, y mandó el espediente al jefe
político de hi provincia.
Allí. estuvo.este espediente estancado, echado en olvido.
ó detenido mas bien por sujestionesdel
mismo ayuntamien—
Lo mas de cuatro meses, sin que mis reiteradas instancias
para que se le diera curso consiguieran mas que desaires de
los oficiales del negociado.... por fin, despues de todo este
tiempo, de mil gastos, disgustosy
viajes, logré al cabo d
cinço meses volviese el espediente referido al juez,. tal,!.

como pasó á la jefatura, con un simple decretito marjinal
que decia estas notables lacónicas palabras: pase este espe—
dienté, por ser asunto puramente ontencióso, al juez d
primera instancia de Madridejos; aquí la media firma y
rdbrica.
¡Qué cosas tan estupendas se ven en nuestra España!
pra devolver Un espediene al mismo sitio de donde habia
salido y poner cuatro palabras, que el mas rudo labriego
comprendiera, cinco meses!
Luego que el juez principió sus actuaciones, procuró
aomo caballero y hombre de bien conciliar las partes, y al
efecto convocó ñ los concejales del acuerdo, los invitó para
que desistieran de un pleito que siguiendo los trámites re—.
gulres seria lergo, costoso y con probabilidades de per
derlo. Desoyeron esta invitacion por cierto, creyéndose po—
derosos no hicieron caso de sus consejos y amonestaciones
imparciales: siguió el litijio y despues de transcurrir otros
einco ó seis meses, fueron sentenciados al pago de costas
y honorarios vencidos con la precisa circunstancia de repo
nerme en mi destino.
Quiso probar no obstante esta insigne y memorable cor
poracion que el pueblo no me quena, 6 que no estiba con
forme con mi pericia y desempeño de la profesion, y al
c1ecto, á voz de pregonero y son d tambor fué invitado el
pueblo é que acudiese á la sala capitular para que dijese
si querian facultativo ó nó.
Como lo jeneral de los vecinos estaban penetrados de
la intriga forjada por el ayuntamiento y algunos otros pa—
iiiuguad que no les tenian cuenta estas contratas porque

por ley debian pagar mas cantidad que en las igualas, no
hicieron caso de su invitación, ellos pagaron de su pe
CUII() (1) mis honorarios por no haberlos incluido aquel
año en los gastos municipales, y ademas fui reintegrado de
las cestas y repuesto de titular.
¡Pero qué de disgustos y enemistades me acarre6 esta
justa reparacion! ¡Cuntos malos ratos, ctinta intríga y
trapisonda forjaron despnes para vengarse; ¡venganza vil
que consumaron en compañía de otros de su jaez en el año
de 1843, aprovechándose de los memorables aconteci
mientos, que entonces ocurrieron en toda España...! Deje—
mos estos recuerdos que fracasaron ya y pertenecen á la his
toria, y volvamos ñ visitar al capitan enfermo, que me es
peraba con impaciencia rato hacia,, para tomar la otra d6—
sis de medicina.
—Qué tal lo ha pasado y? le dije Luego que le hube
saludado.
— 1%iuy bien, me respondió, he tenido un sueño de mas
de tres horas, apacible y bueno, he comido despues lo que
V. dijo, me he fumado un cigarro,. y me encuentra Y.
con el segundo, porque me distrae tanto y es tan
escelente, que quisiera se fumase ese otro puro en mi
nombre.
--Con mucho gusto, le contesté cojiéndolo al misma
tiempo y mirando la hermosa hoja que le envolvia.; los aficio
nados apreciamos en mucho este obsequio.
(1) Al año siguiente por i.utercesio ulla yde algunos amigoS
legraron tan dignos concejalas reintegrarse de las cantidades
asiticipaclas co qte los tribunales los eonminaron, ¡jesa fu ni
venganza...!!

•Uti movimiento afirmativo de cabezafué
su respuesta
torné la cajita que contenia las píldoras, le di sn dósis y un
vaso de agua de limon gotnadp encima, y continuó fumandG
su hrnioso cigarro,. y la historia de las mujeres de esta
manera.
VII.
Contiiiua la historia de las mujeres
Luego que se dispersó y batió aquel grupo de enenti—
gos, y recojído el hermoso niño, que se encontró en el
suelo, seguimos el camino, llevando yo entre mis brazos tan
perfecta rubia criatura.
Las mujeres me hicieron mil ínstancias para que se
entregara, accedí fi u peticion, y en el instante que le vió
bitn, una de ellús esclamó: este es Ánjelito, hijo deuna
amiga y compañera de desgracia, tal vez la infeliz sorpren
dida fi la vista de las trópas huiria por cualquiera parte, y se
olvidaria de su niño ó no la darian tiempo de cojerle..
—1,Con que Y. conoce fi sús padres? la dije yo en
tonces.
—Sí señor, contestó, el padre lleva en la faccion bas
tante tiempo, y la madre, que es de mi pueblo, se salió in
cógnita tambien una noche huyendo del sorteo de muerte
ueha sufrido cinco ó seis veces.
—Pués bien, añadí, toda vez que VV. conocen fi su

padres lo entregaremos por oid á alguna nodriza, para que.
continue criándole, que estoy seguro no tardará la madre
çnindiiltarse reclamar su hijo.
—En buen hora, contestaron todas, es muy bien pen
sado, Dios se lo premiará (i V., señor copilan.
Seguirnos poco Li poco nuestro camino hablando, hasta
que dimos vista á Piedra-buena; teatro de tanto desastre y
horror.
El inocente niño que por el camino fué haciendo mil
monadas, principió á llorar tan fuertemente cuando llegamos
al pueblo, que con el ruido de los caballos, la presencia de
las mujeres y prisioneros que llevábamos, infundia en el
rostro de todos los vecinos que salian á vernos entrar un.
pánico terror.
Llegamos á la plata, mandé entregar al asistente el ni—
ño para que buscase una mujer que le diera de mamar, y
las prisioneras fueron á la iglesia que servia de cárcel has—
ta saber lo que disponiael
comandatte jeneral, é quien en
el mismo aCto oficiaba, dándoleparte
de la captura y fusi.
lamiento de los prisioneros.
En este malhadado parte participaba a.ljenerat con objeto
de inclinar su ánimo á la clemencia, que la mujeres es
•verdad que no llevaban pases, pero que iban en busca de
sus maridos para hacerlos indultar, y que esta circunstatcia
y la de estar embarazadas cuatro de ellas, y una en dias de
parir, me habia movido á tratarlas con la consideracion de
bida á su estado y secso.
Jamas pude creer, ni figurarme, que á tan débiles é
inofensivas personas se las impusiera la pena. capital...! ¡pe.

74=
r qué terrille sórpresa fué para mí la lecturadel
oficio de
contestacion del jeneral que me ordenaba fuesen puestas en
capilld y pasada4 por las armas despues de recibir los
atisilios espirituales, sin ‘consideracion á su estado ni
secso,..!
¡Ah! es horroroso, es inicuo é inhumano fusilar á esas
infelices embarazadas y todas inocentes, esclamé, al con
cluir su lectura..., no es posible que mijeneral, decia para
mí, haya le’ido el parte que le he dirijido, porque cercio
rado de su contenido, jamás hubiera dado una órden tan
sangrienta. -
-Qtié he deShacer en momentos tan críticos Dios mio?
será posible que una terjiversacion en la lectura del oficio,
haya podido motivar una sentencia tau injusta...?
El deber como militar, era obedecer las órdenes de
mi superior, pero como hombre.... debia er compasi%oy
humano,y este deber santo y natural me sujirió la idea,
antes de dar publicidad á una órden tan estrepitosa, vol
ver á oficiar al comandante jeneral recordándole el estadó
de las mujeres, y la palabra de honor que yo había empe—
tiado para salvadas.
tJn militar debe ciegamente obedecer las órdenes de
sus jefer, y si no lo hace incurre en la in-fraccion de uno
de los ptincipales artículos de la ordenanza, pero cualquíer
compromiso arrostraré con tal de libertar sus vidas..., me
deeiaá mí mismo.
En tan penosa incertidumbre me hallaba cuando entró
en mi cuarto uno de los asistentes; mi capitan, me dijo.
una mujerdesea
hablar con Y.

VIII.
El nenajc.
- —Que pase, -le contesté: entró en laestancia donde o
estaba, y se presentó á mi vista unO sefora rubia corno Y.
(dijo señalándome, y muy parecida) vestida de lug.ar.eña
con su mantilla honestamente puesta y cuya cara ajada con
las penas, espresaba suticenternente los padecimientos de
su alma.
Vengo, señor capitan, me dijo, á sabes cuándo saldrán
en libertad esas pobresmujeresqneV.
tiene íeteuidas, por
que yo soy madre de una de ellas, y al momento que he
sabido la ocurrencia he salido de mi pueblo; y venido á sa
ber lo que ha pasado tomándome la franqueza de interrumpir
su descanso, con el objeto de que me diga si las soltará
pronto.
Válgame Dios, buena müjer,la contesté; -qué situacion
tan triste es la mia, la de esas infelices, y la de Y. tambieri,
pobre madre.... ¿por qué, señor? me replicó con la veloci
dad mas instantánea, ¿corren algun riesgo, 6 qué sucedo?
digamelo Y. por Dios, por si hay 4ue dat pasos ó hacer
dilijencias para salvarlas, porque si Bs necesario minaré el
mundo.... por Dios, se le suplico á V. enenrecida mente,
deciá aquella desgraciada madre cruzando- las ma nos., y

como, pareciendo comprender en mi silencio y palabras ya
soltadas, lo peligroso de la situacion de su hija: dígame Y..
continuaba, señor capitan, ¿ha recibido alguna ¿rden del
jeneral que las perjudique? si es por desgracia asi, no me
lo niegue V. que yo me presentaré él, le lloraré, le su—
plícaré, me postraré ti sus pies, y le diré que mi hija se
halla embarazada y otras tres de sus compañeras.... por
Dios, repetia, se lo suplico ti V por el alma de su madre....
no. meoculte nada, no perdamos tiempo.... sé por mi des—
gracia, la época, que atravesamos..., ya. he perdido un
.hijo. he sufrido, el sorteo de muerte por seis veces y moriria..de
pena y désconsuelo, si esta querida hija se
-viera....
—SosiégueseV. señora, la dije interrumpiéndola, co
.c.o.razontraspasado
de sentimiento, no perdamos tiem
po, vuele,Ç con est,e oficio ti lacapital, buque,V. infl;u—
jos para que hablen ti ese inecsorablejen(ral qüe el peli—
gro por mas queme sea doloroso decirlo, es inminente.....
por.Dios la reserva....
,En tan angustiosa situacion, llorosa y llena de la mas.
acongojada pena, recibió tan tierna madre el suplicante
oficio mio,que’. ya ‘tenia escrito, .yse salió de’.mi casa...
• Buscó una compañera, madre tambien de otra infeliz
presa, y ti poco rato, supe habian salido en . direccion ti
Capital
—,Cómo. me .presetito, decía entre mí, ti esas, inocentes
mujeres, habiéndolas dado una palabra ‘solemne, ¿ti quién
ncargaré yo la defensa de su inocencia y la.de mi. obliga-.
nadie, porque en esta guerra de, esterminio, la

compasion es un crimen, desafecion, conktlvencia,
un, no obedeciendo las órdenes del superior, por...
que nadie quiere dar pasos en favor de estos des—
graciados, todo es frialdad, temor y negativas.
Así discurria triste.meñte cuando se presentó en mi
cuartó uno de mis subalternos; con él desahogué mi acon
gojado espíritu, y él como hombre sensible y caballéro
acojió mis compromisosy
posicion, y é él tambieri empero
di la órden para que pusiera en estrecha seguridad fi
las desgraciadasmujeres
hasta volver fi recibir nueva órden
del jeneral.
La escena que tuvo lugar al presentarse mi delegado
fi ellas, la dejo en silencio, porque segun me refirió des—
pues, fué una de aquellas que laceran y despedazan el co—
razon, y no puedo recordarla ahora sin señtir una estre—
mada conmocion.... y ya me siento con preludios de l
maldita calentura.
Con efecto era así, llamé al asistente, se le dió
una ‘infusion teiforme y aquel da el frio no fiié tan in
tenso.
Agobiado del pesar mas insoportable salíde la estan
cia que ocupaba el enfermo, y me fui al campo fi refrescar
mi cabeza volcanizada con tan triste relacion, á pesar de
ser bien entrada la noche.... Saturada mi alma con tanta
variedad de sensacionesaflictivas
y penosas, necesitab dar
espansion al sentiniiento que me arrancó un copioso y amar
go llanto.
Esta desgraciada madre, decia entre mí mismo, er
mi aflijida hermana y su hija.... mi querida sobrina Mag.

=78=
d&ep4, . .. esgraciada! tú erasle jóven morena, ue on
aquel discernimientoelevada
natural, propio de los senti—
niiéntos heredados de tus mayores, supiste pintar tan al vivo
las amarguras de tu suerte en uná hórrirosa cárel y el abuso
que de s autoridad hicieran los comandantes de armas, y
tú eras en fin la qué de nueve meses en cinta, bajste á
lii huesas tan iura é inocentó corno té’ criatura que estraje
ron de tus entrañas,,,.
Tódavia tengo presente su candoroso mirar, todavía
resuéiia en mi oido el tirtbre dulce de su voz, la suaves
palabras de amor y respeto que me prodigó la última vz que
la. videspues de flueveaños de ausencia..,, pobre criatura
sacrificada á la bárbara arbitrariedad y capricho de
tirano.
Las leyes divinas y humanás en todas épocas han respe
tádo ‘á la mujer en cinta, y esta desgraciada y sus compa—
íeras no han tenido que agradecer ni k la sociedad ni á las
leyes la vida para el fruté que llevaban en su vientre.
flespues de haber dado rienda suelta á este congojoso
estado, con el ánimo mas tranquilo me retirá á mi casa, y
sin deseansár un momnto pasé aquella inolvidable iioche
en un paro insomnio, por la mañana bien temprano va
gaba por la callés ‘del pueblo,; visjtando enfermos que dis
ttajetanmi ‘fogosa y ardiente imaj’Inlcion.... Dejemos esta
melancólica y sombría narracion por un rato y hagamos en
el entretanto la descripcion topográfica de Madridejos,
para que comprendan desptes mejor nuestros lectores las
noticias y aticesosulteriórés.
Se halla esta villa en la provincia de Toledo sobre el

mnino real de Andalucia que le ataviesa; distada la eór
te 18 leguas, y 11 de su capital. Es partiçlo judicjal.
tiene unos 1500 vecinos, dos parroquias tres cóny.entos,
uno de ellos de monjas Bernardas..
El edificio del pósito es un localescelente, pero lo ír—
cel es insegura, insalubre y mezquina.
Tiene dos plazas, la antigua que es espaciosa, como
se halla estramuros del pueblo, solo sirve para las corridas /
de no%ilIos que los vecinos suelen dar el din de sari Marcos,
y en alguna que otra época; la otra mas pequeña, y en e! cenr
tro dela poblacion, tiene áponiente las casas consistoriales,
formadasen el uño (843, de un estremQ de! dificio de
santo Domingo.
Estii situada esta villa en un llano, goza de hermoso y
despejado cielo, sus calles largas y rectas en su rriayo.,r parte
están desempedradas, y como su terresio es arcilloso, en
tiempo delluvias se ponen intransitables.
l’osée un magnífico paseo con hermosos asientos. de
piedra labrada, á los lados y al final de él se encuentra la
concurrida ermita del Sto. Cristo del Prado, Li quienes
los naturales tienen singular devocion.
El pueblo es sano, sus aires puros, abundante de leñas, za/
ziahorias, patatas azafran: las aguas que vienen de tas sier—
ras, por una cañerías se hallan cortadas y perdidas hace años
media legua y Lidonde
van por ella, costando anualmente á
la poblacion este acarreo mas quela contribudon ordinaria.
Secoje bastante trigo ycebaa, poco aceite y vino. Su fé—
raz terreno prodi1e en la ‘ega y cañadas un 13 y un 20
or 100 cuando los años son copiosos de lluvias, pero en

tiempos de sequía, aunque tal ‘.ez haa en u término ma
de cinco mil norias, no d ni aun el cinco.
La industria principal es la labor y la rabricacion d4estameñas,
que en la actualidad se halla muy decaida, si
bien en estos iíltimos años ha mejorado algun tanto por el
impulso y perfeccion que ha dado las telas un iorner
dante que allí se ha establecido pocos años hace y á quien
deben ese bien.
Las jentes en lojeneral s9n dtSciles y sencills, peto
-miserables, indolentes y poco especuladoras.
Son de escasa instruccion (1), pues aunque hay do
scuehis, una de ellas niontada bajo la forma de las nor
ma les, como los maestros son allí desatendidos (corren
parejas con los demas funcionarios blicos), su permanen -
cia es cortisima.
Esta circunstancia, y la indiferencia punible con que
los padres jeneralrnente miran la educacion de sus hijos
por atender á sus intereses hace imperfecta la enseñanza y
jamés siguiendo así, saldran buenos estudiantes de su seno
No obstante la salubridad de esta numerosa pobla—
cion, á fines del estio y principios de otoño se presentaa
en bastante numero tercianas y afecciones carbuncuhsas,
siendo causa de Fas primeras la permanencia que hacen las
personas agrícolas todo el verano en las-huertas, y de-las
• (1,i Uua delas pruebas qu se puedett aducr en creobo—
laciun de esta verdad, esla estadística qtc se hizo por -el ayutl—
taitiieno en el año de i8-12, sienl yo procucador sírdico,
pues cI e loas de cinco te ¡1 al mas de que consta esta vl la, n
uub rluiuientas qu supieran leer y escri;bir,

=8! =
segundas, e1 escesivo trabajo, la falta de limpiza, ‘el uso de
alimentos groseros y picantes, y mas principalmente el fre
cuente manejo de las pieles y lanas para lds dos fábricas
ie curtdos, y construccion de estameñas.
Situado este pueblo bajo tan escelentes auspicios, fácil
era sacarle del estado de miseria é ignorancia en que yace
si tuviera al frente autoridades que le dieran impulso yac—
cion y desamorLizara infinitos recursosquesu incuria y Taita
de celo han dejado perder.
En su dilatado término, donde se crian buenos pastos.,
apacentan infinidad de ganados que dan el queso mas es—
quisito de la Mancha.
Hecha esta lijera descripcion con el objeto 4teor—
mente indicado, volvamos á continuar la narracii dé la
1istoria sangrienta de las desgraciadas mujeres embara
zadas.
Eran las diez de la mañana cuando entré en el cuarto
del capitan que acababa de despertarse, despues de un
sueño y sudor de cinco horas.
—Qué tal se ha pasado la noche, caballero? le dije.
—Muy bien, me contestó, pero el principio estuve
impaciente y caviloso, porque me pareció ver marchar á
Y. anoche pensativo y triste. Esta calentura la he pasado
casi sin beber agua, el calor rio ha sido intenso, y á juzgar
por lo bien que me siento, creo que de esta se cortará..
—No lo dude Y.., le. repliqué, pero es necesario con
tinúe tomando la medicina, aun cuando llegue á faltar por
algunos dias, pues de ese modo se conseguirá curarla rhdi—
calmente.
TOi!.iO 11. 6

—y amigo mol éñadió el capitan, qué feliz es el
hübre que tieñe un carácter sinceroy
buen corazon! El
que á la sombra de tan boenas prendas vive, debe ser
muy feliz, porque. al menos descansa en su conciencia y
;iunca tieñe remordtmientos.
—Es verdad, pero á falta de eto sufre la iñgratítud
que es Id cumpañera inseparablé dé la maldad, como decia
del’ filósofo Platon le contesté entonées al tiempo que’ le alar
gaba otra dósis de medicina.
‘Ix.
l’roslne la hIstoria de las inujéres.
Recibió por últirmd vez . de mi mano esta, se sentó
en la cama o eu una silla, y el capitan principiA A decir
de esta manera:
—-Ni las éllecsiunés qíe yo hice por eserito aljeneral,
‘ni las s’úplicas de las aflijidas madres, ni los empeños de
personas de categoría de la capital, ni ninguna cosa del
mundo fué bastante á hacerle revocar su primera y bárbara
resolucion.
—Las órdenes son terminantes, contestó3 han faltado
ellas, y deben ser pasadas por las armas....
Esta fué la última resolucion de aquel jeneral: me sus—’
peídió del empleó, me mandó formar causa por irobedieru—
te y en poco ha estado serme bien cara....

- :
Micorazon
se oprime y llena de terror, me pongo co
y pierdo e juicio cuando recuerdo ¡os lamentos,1os
es y las palabras que tan desventuradas víctimas prorrurn
pierQn; ¡qué dia aquel, señor fisico! ¡qué tormentoso!
La noche antes de la ejecucion se levantó una tem
pestad tan furiosa, que parecia ci fin del mundo, y qie
Dios amenazaba con su cólera á los hombres que tan in
-humanamente obraban.
El viento, la lluvia y los truenos que con mayor furia
y estruendo resonaban cuando las condujeron á la capilla,
parecia qu amagaban al monstruo que motivaba esa ejecu—
cion sangrienta.
¡Qué de lamentos se oian en la capilla! ¿Será posible
que hayamos de morir inocentes y con nosotras el fruto
que llevamos en el vientre? ¿qué delito han podido come
ter los que aun no han visto la luz de este mundo coy—
ruptor y - miserable? ¿dóude están lasleyes protectoras de
-la iñocencia y del débil? ¿dónde, Dios mio? esclamaba
aquella bondadosa jóven alzando los brazos al cielo. - Se
ñor, me decia con las manos cruzadas y postrada de ro
dilla*, no por mí, por lo que llevo en mis entrañas. . déjeme
V. con vida hasta-que salga á luz, y luego-sufriré el
castigo-que impone ci capricho, la maldad y la fuerza....
esa es la-suprema iey enEspañ. Por Dio3, señor, cornpa—
lézcase V. -de estas infelices, que no tienen- ya en este mun
do mas protector que á V.... Sí, á V. apelamos y pedimos
cumpla su promesa; ¿son esas las palabras de honor de los
nilitares? - - - - - - -
- - -Señoras,- las dije yo entonces con el corazon traspas

84=
tlo,es verdad que he faltado á mi palabra, pero no es cnlpn
mia que el infierno vomite fi este mundo hombres -inhu—
manos que se atrevan Ii vulnerar la leyes que en todos
tiempos se han respetado.... yo no puedo hacer nada ni
está en -mi mano libertar sus vidas; ¡si á costa de mi ecsistencia
pudiera...!
Desesperado y lleno de consternacion me salí de aquel
sitio, maldiciendo la mala hora en que o babia dado con
stas desdichadas, y al sanguinario monstruo quetan inicua
mente se prodúcia.
Toda aquella noche eterna la pasé despierto, paseando
arrriba y abajo luchando eon la esperanza -y asomMidomefi
la ventana pr ver si la desconsolada madre y conductora del
oficio por casualidad parercia, pero reinaba en el pueblo
im silencié pavoroso) y por mas que mi lacerado corazon
deseaba encontrar un - reciirsó por donde libertar tan pre
dosasá inocentes vidas, todo era inútil y arriesgado á no ser
queme declarase rebelde. Pero ¡ah.! ¿cámo hacer iinatrai—
cion - semejnte? ¿cómo faltar á la fé demis juramentos y
principios? ¿Qué haré, Dios mio? decia entre mí paseando
precipitadamente por aqiella estancia, el cielo es testigo
de lo que yo batallé ea tan fatal noche..
En la terminante y sangrienta -órden veia el ul-t-ima—
tam irrevocable del jeneral, y en ella se prevenia fuesen
pasadas por las armas en el momento de recibir el oficio,
sindar mas -tiempo que el preciso para morir como cris—
tiánas.
Asi murieron verdaderamenLe, señor fisico; á la - maña
na siguiente; el di-a 1 de octubre de 1 l39 fuéron las cinco

paadasporlas armas, y estando cuatro einbarazaas (1) y.
ana de ellas en• vísperas de parir
En el sacerdote qne las corifesó, encontraron. su censue
(1) No fudso!o teatro d estas sangrientas escenas este pue—
blo; Malagoiz presenció en 28 de mayo del año de i840 el fusi—
lanenLo de otras seis mujeres de las cuaYes hubo tres en cinta
y estando criando una de ellas la arrancaron del pecho la cria
tura en el acto de la ejecucion; Yillarrubicj de los Oj.s, pre —
enció otra escena igual; con otras dos embarazadas, por aquel
tiempo, y lo niismo presenció Herencia con otras dos,. l
una estaba ei cinta.
í . 4_______.
‘ H

é él le suplicaban, le llorarón,. le hiciron ericar—
gos.... 1ah! si V. hubiera oido como yo, referir é este san—
to varon los iiltimos momentos de aquellas vIctimas.... indu
dablemente su corazon se le hubiera traspasado de dolor y
de pena.... el mio ¡ah! sufrió, y esperimenta Li su solo
recuerdo la emocion mas fuerte que se pueda irnajinar.
No quedó concluida aquella trájica escena con tamaña
maldad; era preciso añadir al funesto drama, una pincelada
que hiciera resaltar al rostro del ejecutor, y al de la sociedad
en que vivimos, la sangre de la inocente criatura que sin
haber yisto el inundo, sufria el mas bérbaro é inhumano
castigo.
La desgraciadajóven
la morena encantadora de quién he
habladoá V. se hallaba en dias de parir, cayó muerta á la des—
carga que la hicieron, y entre los espectadoresque
babia ni u—
guno se atrevió á ejecutar. la operacion, que unsoldado de la
guardia real hizo, Li invitacion de varias personas.
Todos los circunstantespresenciaron
los niovimientosde
la criatura en el vientre de la madre despues de muerta, y
el sacerdote guiado de un celo cristiano invitó á que la hicie-.
sen la operacion cesarea para salvar al iiiocente feto.
Con una nabaja hizo el-soldado una larga y fuerte mci
sion en el vientre de la madre, y estrajo de él un hermoso
niño que murió despues de algunos minutos y de haber sido
socorrido con el agua del bautismo; siendo sepultado con la
madre, sus compañeras y otros dos paisanos, que tambien
fueron fusilados el mismo dia, solo porque eran guardas. del
campo y por lo tLinto sospechosos.
—Desde entonces, señor fisico,, data mi eufermedod

=87=
no hay dia que deje de recordar aquellas preciosas vidas;:
por todas partes parece que las veo.’... tan amables y lacri
mosas, suplicéridorne... pero ¡oh Dios mio! quitarme esa
terrible pesadilla
—Sosiéguese Y., dije yo entonces al capitau, que.aun
queda bastante que adicionar á esta verídica y tremenda his
toria....
——,Puesqué
Y. sabe algo de ella? añadió con precípi—
tacion el capitan.
—Por desgracia sé lo bastate para tormento y pena
mia: he sufrido con calma, y escuchado con resignacion SU,
sangriento relato, y desde su primera palabra, conocí ysabia
el funesto acontecimientoque
me acaba de- referir;, pero
corno el pro1esor esté obligado por su ministerio ú deseo
tenderse de todos los resentimientos del mundo.... haden—’
do abnegacion de sí propio con el mismo cuidado y celo, he
asistido é su dolencia, que si hubiera sido mi mas íntimo.
amigo (1).
(I) Paca que nuesi ‘os adores coinprendaii. la inidiil y
nobleza de la pi’ofcsuiii iiddica, y li;.sa qud punto su beneGeen —
cia olvida os agrrivos que con frecuencia la maldad d ingrati
tud á cada paso la irioian, rel’eiird un caso que por aquel.
Jienipo me ecurció en iWadrdejos co uv de sus riotiili
des.
a haUaba en os últimos inomen tos casi de su vida un caba
11 ci u individuo de ay un tainien [o, principal motor dci ruidoso
injuslo.pleito (cte que ya dejo hecha me.iscion) su lanilla et-’
pero, viendo cci’caiiit su muerta y creyendo que tal vez yo le p
dna salvar, l iuvitó á que accediera á mi llamamiento.
Consintió por yerse cii aquel apuro, y con timidez me.vinierou
á suplicar uuos sobrinos suyos les hiciera este servicio. No sGlO,

=88=
No se altere V con lo que yo añada é ese trájico
drama, pues para completar el cuadro que su sensible pincel
tan al vivo ha delineado, falta dar la última mano á.est
horroroso dibujo, ñ esos infanticidios, cuyas sangrientas.eje..
cuciones claman alci’elo venganza..!! Síla obtendrán indu
dablemente poíqu.e hay una mano providencial que con su
inecsorable justicia castiga al delincuente en este mundo,
cuando mas descuidado se halla..
—Bispénseme Y., señor capitan, y no. estrañe lo queyo
le diga. porque aunque blasono. de. imparcial,. me toca tan
de cerca el daño que esa desgraciada familia, injustamente
ha sufrido,. que no puedo manifestarme indiferenté á él,. siii
faltar á la verdad y á los vínculos de la sangre..
Yo soy’ por desgracia tío carnal de esa bella y desven
turada j&ven.que tanto. ha elojiado, y. aquella lugareña
rubiaera mi querida y desgraciada hermana.....
Será posible.que .tambien aqui encuentre sus
sombras?
No señor, no encuentra Y. nada mas que un facultati-.
yo, vm amigo.... q.ue conoce las miserias de ese lodazal. d.el
mundo,. en donde las frajilidades humanas se desbordan á la
sombra de principiosy
opiniones, que aunque por distirs-.
tos caminos, conducen al descrédito y perdicion del que las
sustenta y. ordena.
accedí gastoso á l, sino que fui volando su socorroS con.
tentándoune con decirles; el medico izo tiene en los enfermós ene
rnigos, en los hombressanos.si; me presenté al enfermo y en
efecto, no pude mandar ya mas remedio que el espieitual.... y
este enemigo, reconocido en sus Últimos Inómentos, me pidiÚ
?don de las ofensasque me habia hecho.

x..
Tormenta desc%peraeIn.
Para que sepa Y. hasta qué punto esta desgraciada
raniilia ha apurado el caliz de la amargura, voy á reférir
sueintamente lo que sufrió y pasé mi decoasolada herma
na, luego qre marchó de su casa coa el oficio que dirijió al
sanguinario y funesto jeneral.
Con una compañera, madre de otra de las vistimas,
salieron en aquella memorable noehé acompañadas de un
buen hombre que con una sola caballería, se ofreció no sin
ruegos y sacrificiosá
conducirlas.
A la media hora de su salida del pueblo, se levantó
una furiosa tenpestad; el aire, la lluvia, los truenos y los
relámpagos, hacian la noche y el camino que estas dos po
bres mujeres llevaban, sumamente penoso y espuesto.
Con la luz de uno de los relámpagos, distinguieron en
el mismo caiino é un grupo de hombres que con al
tono mas fuerte y amenazador las mandaron hacer alto..
¡Qué sustoy sorpresa para aquellas desgraciadas viaje
ras! un temblor comvulsivo se apoderé de las dos, y no
fueron dueñas en mucho tíempo de responder á las pregun
tas de hombres tan desalmados.
— Rejistrar á esas mujeres, dijo uno de los facciosos

con imponente y amenazante voz; que den lo que Jieven, y
si no martarlas, gritó otro,.
—Por Dios, señores, repuso mi hermana, con el acento
mas humilde, no detengan nuestra marcha, pues ademas de
estar la noche mala y yo enferma, vamos Ciudad—Real á su
plicar al jeneralpara que perdone las vidas á cinco mujeres
sentenciadas á muerte, porque las encontraron en direccioii
á las sierras.
Por Dios, señores, suplicamosá VV,: nos dejen conti
nuar It ver si podemos con naestras lagrimas ablandar el
corazon de esa hiena los momentos son pieciosos, y es pre
ciso estar a su piesencia antes de media noche
—-—jA tierra! gritó un faccioso agarrando It las dos por
las piernas montadas como estaban sobre la caballerja; It
tierra y sino a moni
—Poi Dios, señores, solvieron a repttii, tengan VV..
compasion de dos madres desventuiadas, It mi, añadio uit
hertiaia, ‘a iie han muerto un hijo, he sufrido por seis
veces la suerte para ser pasada poi las armas, mi esposo se
halla preso en represalia,, sufriendo a cada paso la misma
suerte, mi bija esta en capilla, VV me detienen, ¿puede
‘terse desesperacion igual’? Con’ipadézcanse VV de nos
otras, por el amor de Dios
—Noliñy compasion que valga, dijo uno de los tuas
atrevidos; asta rubia será mia esta noche, y esa otra de
vosotros, chicos, mañana las dejaremoscontinuar
su camiti.
Ni la pantera cuando echa menos a sus cachQrros
da bramidos mas furiosos iii se pone ma desesperada que
esta mujer y madre ultrajadñ en su honor y ea tau -críticos

estado; arn*ndose de una navaja qu por casualidad’llev
ba, se precpitó sobre el impddico y erirnirial h’oubre y Ie’
dijo desesperada:
—-1lnfame! ¿es esa la caridaul, es esa te relijion y. :tro
no que defendeis? ¿Es esa la gracia que concedeis dos
madres allijidas, cuando con sus ardientes lrina os su—
pl’icaii las dejeis continuar su camino para salvor lavida ‘de
cinco mujeres de vuestros compaiieros?
¡Asesinos! primero me hareis pedazos, quedejir manci—
lar el honor que siempre. he conservado. Sois unos cøbar—
des, indignos de pertenecer á unas filas.... qu tanto des—
acreditais.... ¡matarme, sí, os lo suplico, y con eso se aca—
barón mis tormentos...! Pero mirad..., la mano de Dios
esta levantada....
Al oir aquellas heróicas reconvenciones, mrnjdecierori
los facciosos, ‘y uno de ellos tomando la deíema de as mu—’
jeres, fué el mediador para dejarlas continuar su ‘marcla
pero con la conclicion de entregar la manta con que sear—
ropaban y la merienda.
- — ‘Era la uiia media de la noche cuando llegarón h la
capital, hora en que ya todo el mundo se hallaba “recojido,.
y hora intempestiva para hablar al jeneral ni ñ níngunar—
sona influyente ¿qué hacer Dios mio, en este ceso? Si -se e-—
pera á que amaiiec-a, entonces ya no habr’ls rernedi, to
do será tarde.
Se decidieron or fin estas deseonsoladas madre, .ánr
rastrar todas ‘las diíic1tades, t&Io los compromisosimaji—
nables, con tal de conseguir la libertad de sus hijas.’
Llegaron á la puerta del jeneral,’teuiblabat% al -COBS

92=
rar el monstruo con quien habian de habérselas, con el
hombre cuya alma empedernida nunca ablandaron las l—
grimas.... y siempre llevó adelante su capricho y tirania.
Transidas de frio, de ca usancio y pena, se aprocsima—
ron al centinela que guardaba la puerta de su alojamiento,
por Dios,, militar, le dijeron, haga V. el favor de llamar al
jefe e la guardia, y dgale y. que traemos un oficio urjen—
te, y que es preciso entregarlo al, mismo jeneral.
Llama el centinela al cabo, este se enteró de la peticion
y compadeçido de las mujeres habló al jefe de la guardia
que entregó en .p?rsona el oficio aljeneral.
—Ya he dicho que mis disposicionesno
se derogan....
contestó ese hombre monstruo despues que leyó el oficio,
y Ii ese capitan que por. segunda vez se atreve á desobede
cer las órdenes de su jefe superior inmediatamente se le
formará consejo de guerra, y si de él resultase motivo para
lusilarle se le pegarán tambien cuatro tiros.
El oficial salió de su prsencia medio muerto de pena,,
sin saber como manifestarlo á las mijeres, pero estas que
estaban amaestradas ya, en esta clase de escenas, com
prendieron toda la estension de las suyas, y desde entonces
ya no pensaron mas que en llorar y pedir á Dios por las al
mas de sus hijas.
Mi hermana cayó enferma despues de la sangrienta
ejecucion del cinco de octubre, y estuvo en bien poco su
cumbir; su esposo sufrió el sorteo de muerte en el mismo
día que fusilaron á su hija, y despues que pasaron unos dias,
se vino aquella desconsolada hermana, enferma y media
loca, á mi casa emprendiendo en compañia de mi ésposa,,
4

93
un viaje á la corte, i pedir á S. M. indulto para su mri•
do, pues ú pesar de haber fusilado Ii su hija, seguia preso,
en represalias por el grave delito de tener un hijo político
en la faccion, con quien ya se hábian roto tóclos los vmncu
los de parentesco que antes los pudó unir, por 110 haber
Iejado sucesion su hija.
Hasta que murió el yerno ti manos de sus mismoscome
pañeros, no dieron libertad ti mi pobre hermano polftico
y su esposa hace cuatro dias regresó de Madrid, sin conse—
gúir el indulto que solicitaba.
Tambien en esta pet.icion fué la infeliz desgraciada,
como en el ministerio pidiesen informes ti la justi
cia 4e su pueblo, esta por libertar ti los parientes mas próc—
simos del yerno que pasaban por liberales, siempre los dió
con parcialidad... y aburrida y desesperada, volvió sin
conseguir ningun consuelo...
—Sorprendidó he quedado, Señor físico, me dijo el
capitan, con su relaciori, ¡qué coincidencia tan singular!
venir yo enfermo y dar con un médico hermano y tio de
aquellas desgraciadas, qué no se separan de mi memoria,
parece una novela.
—Hay sucesos en la yida del hombre que propiamente
parecen tales, pero esta por desgracia, añadí yo, es bien po
sitiva, quiera Dios sea la ilitima, y con ella termine esta
sangrienta y fratricida guerra.
—Dios lo quiera, repitió el capitan dándome un fuçr.
te apreton de manos. Qué bondad Ja de V. señor fisico,
ser o el causante de la muerte de su sobrina, y usar tanta
benevolencia y jenerosidad conmigo....

94=
Le encarguétomse otra dsis de la medicina y me des—
,pedí hasta la-tarde, con w dolor tar fuerte de cabeza, ue
ne ofendian mi& pasos, tl babia sido la impresion. que en.
rniicalorada imajnaçion produjeron las esceuas que. acaba—
inos de referir.
Llegué á mi casa con la cara y cabeza encendida como
un horno, me metí en cama, y despues de aplicados algu.
nomedianientos desapareció los dos dias aquella indis—
posiciot cerebral, tres dias despees, el capitaa á quien ya
le habian faltado las calenturas, se despedia de tui, con es
tas notables .pa1abras adios, sef*or física, toda mi vida
eonservaré u recuerdo á su awisad, sus seutirnientos y
fina asistencia. -
4

CAPITUL9 TERCUIO.
LTitOH tIC 4)IO1L
1.
IJii fiel,.e Iústrica.
m DftIEMBRE PF 1840.
Jamás en los fastos del infortunio ha podido preentar
se á una madre, escena mas triste, ni sentimiento mas
tierno y profundo que el que describe la presente historia.
Necesario seria correr un denso velo sobre Ja tumba
do reposan los manes de la inocente criatura que nos va
á ocupar, para no despertar recuerdos melancólioos ya da.

sados, y lanzar tremendosanatemassobre
el que fué autor
de tamaña maldad.
- La pluma se cae de las manos y el puho tiembla al es
tampar con tan tétricos caractéres un suceso sangriento inau
dito, ocurrido en Fuente del Fresno, pueblo de la Mancha
y fecundo en desgraciados acontecimientos, en la persona
de un inocente niio de cuatro afos.
La historia legará á los futuros siglos con caracté res
indelebles de horror un suceso pie estremeció fi la Europa
y fi la sociedad entera....
Todavia resuenan en los oidos de los españoles sensibles
los anatemas y acusaciones que la prensa píbliea de todos
matices, fulminó contra aquel jeneral funesto que olvidan
do todo sentimiento humano, tuvo la audacia de derramar
sangre tan inocente y tierna.... todavia no han olvidado
los españoles, repito, las victimas inmoladas á su bárbaro
capricho, y á este solo recuerdo el corazon se despedaza
de sentimiento, y son los ojos de las familias de tanto mór—
tir, copiosos surtideros que riegan con sus lágrimas las
tumbas do reposa tanto inocente sacrificado al encono de
los partidos, al capricho del tirano y á la bárbara é in
humana ley de las represalias.
Las almas iiicetite. y puras de esos mártires piden
alcielo venganza y la vara del ineesorable y omnipotente
juez, está levantada sobre las cabezas de las causantes de
tanta iniquidad; y no lo dudeis españoles, mas tarde 6 mas
tenprano, caerá sobre ellos el hacha de su tremenda jus
ticia.
Hechos contemporáneosy
de todos tiempos atestiguan

aquella sentenciadel
evanjelioqtie
nunca se ha visto des
mentida, del que á hierro ntata, ect. (1), iiareccque
Dios
busca por ejecutor de su sentencia al mismo hombre para
que sirva de instrumento á sus mandatos y espien en
el mundo los malvados stis perversas é inhumanas ac—
eiones.
Cuando las pasionesse
desbordan, sesuhviertc el órdeu
• y lós poderesdelestado
conceden omnutnoclas facultades á los
jenerales, para que como bajAs manden en las provincias;
entónces la anarquía se introduce en la sociedad, y concul
cados todos los principiosde
moral y humanidad una diso
• lucioncompleLaamenaza
á los estados; pero en tiempos de
revueltas intestinas, el poder militar es el que jeneralmente
abusa de la fuerza y de las facultades que el gobierno le
concede, porque no es de presumir ni remotamente que
ningun gobierno revista de facultades tan ostensibles y bár
baras esos jenerales que sin formacion (le causa fusilan
hombres, sacerdotes y niños inocentes como verán nuestros
lectores en el curso de esta historia.
Me hallaba hAcia el fin del año 40 ¿orno ya dejo referido
estableedo en Madridejos, desetnpeñando mi profeion con
alguna mas tranquilidad y repuesto en la plaza de titular
que motivó el ruidoso pleito consabido.
C6loeado ea este pueblo, cuya posicion jeográfica fa—
vereda al tránsito de pasajerosde
mil clases y matices po
(1) El jeucral doreno, el cnde de España; el coronel Tra
bado y otros que se pudieran citar, fueron asesinados, los pri.
iaeros por sus usisnios soldados, y el segundo por un estranjere
bien pública es la sangre que estos hombres derramaron.
TOMO II. 7

98=
.1iLiosÁne reieontré en situacion de presenciar sucesósque
de otromodühubieratal
vez ignorado.
A esta circunstancia, y á la de ser natural de un pue
blo foco y nueleo de las facciones, debí el ser testigo ocular
de hechos y acontecimientos fatales que en aquella época
y pais sucedieron.
Ijérciendo me hallaba, repito, mi honrosa facultad en
el esprésado año, participando como ciudadano cte los com
promisos inherentes á las revueltas de los partidos políti
cos, ofreciendo y ejecutando empero, servicios de diferen
tes clases al que solicitaba mi ihutilidad.....
Entre los muchos desgraciados que en aquella época
busdaron mi proteccion y asistencia, lo fué una muler co
mo de 30 años, delgada, morena y llena de espresion en
su fisonomía.
Era natural del pueblo de mi nacimiento, y á sv trán
sito para Madrid, vino en compafiía de otras mujeres á hos—
pedarse en casa de una parienta mia que se hallaba allí
establecida.
Estoy enferma, dijo esta tan pronto como se sentó
al rededor de una hermosa lumbre que ardia en el kgon
de la cocina, estoy tiritando de frio, helada, pero interior
mente siento un calor abrasadory
una sed intensa me devo—
ra. ¡Por Dios; dadme agua...!
Dió un fuerte esperezo., estendió los brazos, hizo un
estremo orripilatorio, y un frío convulsivo se apoderé de
su cuerpo. Asustada con tales aparatos la dueña de la ca
sa, se levantó del asiento, y se encaminó por el agua,.
se bebió un vaso y el frío tomó mas incremento.

—Soiégate, mujer, vólvió ó decirle Osta, que rneU
tras te preparanuna
taza de té, arreglaré una cama.para
que te acuestes Ii ver si eutPas en cal3r, que ya no debe
tardar en venir mi primo el médico ú vis1ar un ni ño mio
que talBbiefl tengo enfermo, te verá y él te mandará aIgu
ea medicina.
—Dios te lo pague, repitió la enferma, y I premie
tanibiená miscompafí.ras de viaje, porque sinohubiera si
do pór ellas, indudabtemene pereciera hoy ea los ventis
queros de ese camino solitario, y montuoso que hemos
traido.
Tomó la Hijina, que así se llamaba la enferma, el
té caliente, se metió en la cama, y dando diente
con diente de frío, la encontré cuando yo la vi Ja pri
mera vez.
Estaba echada de lado, encojida y con la cabeza medio
tapada con las sábanas y cubiertas de la cama.
La saludé cortesmente y con la mayor afabilidad enta
blé con ella el siguieñte diálogo:
—-,Tiene Y. frio?
—Sí sermr, y muy grande, dijo destapando de entre
la ropa la cara que tenía cubierta, pero ya vá desapa
reciendo.
—&Y qué es lo que siente Y.?
—Una sed muy grande, dolor de cabeza, fijo en la
frente y sienes, desganas de comer y onatos á vomitar.
Tambien me dpelen las rodillas, y ájuzir por los aparatos
que se me presentan, creo que voy á morir.... ó pasar una
grave enfermedad. Hace tiempo que me repugna todo lo

que cdmó, siempre éstoy cansada, y el sueño jamás le con
cilio ‘bin.
.—Con que la falta de sueño data de algunos dias? la
dije entoncu.
—0 ‘de’ ñieses mas bien, señor médico...
—jDe mesps! pues qué causas han podido ,inffuir al
desarrollo de ese insbmnio tan prolongado?
—1Ay señor! mis males son incurables, porque lo sos
tiene una causa tan aflictiva, aciaga y dolorosa que quisiera
no recordar, porque es tan triste y rasgadora, que me des—
pedaza las entrañas.... ¡hijo de mi corazon, hijo de mí al
ma...! aquí sacó 105 brazos de entre la ropa y desesperada y
llna del mas profundo dolor rompió en el mas amargo llanto.
• Estupefacto’ y conmovido quedé al escuchar tan senti
mental lenguaje.... otro acontecimiento, decia para mí, ha
de ser este, por el estilo de los muchos que se me presen
tan en el curso de mi préctica civil, sin duda estoy señalado
poz el Jestino á ‘sufrir’ cuantos tormentos puede la mala
suerte deparar áun sensible profesor, ¡cómo ha de ser! pa—.
ciencia! mientras facultativos mas felices disfrutan con lucro
y ‘boato de su biiéná posickn, otros no participan mas que
miseria, y ‘cojen pór premio de su carrera las lAgrimas del
aflijido y el desconsuelo del triste...
—Tranquilicese V., la dije, volviendo á usar de la
paIaba, y procure por todos los medios que le dicte la reli—
jion y• su buen juicio hacerse superior á todas las vicisitudes
y borrascas de esta miserable vida, vida de transiciony nau—
fra,jio ‘etérno denue’strasesperanzas;haga
y. uso de las me-.
diciñas que’yo la disponga, que mañana me’contará su des—

=,=loi==
graciá si es que no le sirve de molestia, piles aunque sienta
en el alma oir relaciones Lristes, tengo la cnriosidaa do
anotarlas tales como me las refieren.
Me despedí de aquella desgraciada mujer despues de
prescribirla lo que creí indicado, y mi prima con las com
pañeras de viaje, se ernpeñaron en llevarme á calentar
u la lumbre: hacia un frio intenso.
Era una de las noches mas oscuras y frias que se pre
sentan en el mes de diciembre, y sentados en rededor. de.l
fuego, percibiendo aquel oscilatorio y consolidor calor que
desprenden las cepas y leñc gruesa cuando está en combus—
tion, nos hallubamos oyendo retumbar .. el aire que penetra—
ha por. las claraboyasque.tienen
las chimeneas, y Of; las
que solian caer algunas. çtas de agua fría, cuando la tic
Gabina, amiga y compaÍra de desgracia de la aíliJia
nferma, cojiéndome la ruano con la mayor familiaridad,
me dijo:
—Válgarne Dios, hijo mio, cuánto me alegro verte
en tan buen estado y posicion.
—Gracias, señora, la contesté: mucho agradezco su
interés y cariño, y aunque no he. tenido hasta ahora el
gusto de conocer á Vv., cuenten con segura confianza con
mi inutilidad.
.:Ya lo conozco, hijo mio, volvió á decir aquella con la
naturalidad que da la honradez de la jente sana de los pue
blos, has de saber que yo fui una de las que primero te cojie
ron en sus brazos cuando naciste, probé los dulces de, tu bau
tizo y como éramos vecinos, continuamente estaba en tuca—’
sa jugando con tus hermanas, que eran tan bondadosasy
ru—

‘.j
bi•as como unascandelas,
Tu madré la pobrecita, erá tan
honrada como buena esposa, siempre estaba achacosilla y
aunque enferma, se olvidaba de sus males iior atender á la
edncacion y bienestar de sus hijos..,. ¡Qué bondad! nunca
Ja vi enfadada, todas las penas se la quitaban estando al lado
de tu padre: ya se vé, si segun contaba mi madre que fué
íntima amiga suya, su vida era una novela.
—j,De veras, la dije 30 entonces, la sabe Y. por casua
lidad, tia Gabina?
‘—lToma, que si la sé! como que se la he oido referir
mil voces.
—Pues tendria. un singular placer en oirla, porque de
muchacho entendí algunas cosillas, pero como en esta edad
n se fija la atencion mas que eqel juego, no me acuerdo
asj de nada,
Pues si estás despacio y tienes ese gusto, I referiré
tal y como la he oido varias veces.
—Si, sí, añadió entonces mi prima y las de!nas Compañe.
ras: pero antes, dijo aquella, voy á dar un vasode agua de
limoni á la enferma, que tengo pçepai’ado, y VV. tomarán un
trago de vino y un mantecado, pues cnrno se aprocsiman las
pascuas, están recien hechos. Se levantó y todo, fu en un
momento ejecutado. Como la puerta del aposento donde
quedaba la enferma estaba muy inmediata, para que el rui—
doy el frio no la incomodara., se cerró, se atizó y COmpUSO
la lumbre, se tomó el efEijerio) yo encendí un cigarro, y
priucipió la. tia Gabna. la historia de esta. manera:

=1O3=
11.
øttorIa de mis padres.
En el año de 1 77 nacieron tus padres, en un mismo
dia y en una misma hora: se bautizaron juntos en una pila
y les pusieron el mismo nombre, siendo unos mismoslos
pa
drinos de los dos. Desde aquel instante principiaron decir
los padres que los habian de casar si llegaban á ser mayores,
y desde entonces fueron novios.... Tus padres eran hijos
de dos labradorespobres
pero honrados y buenos cristianos.
Estos dos matrimonios eran el dechado de todos y los
mas felices del pueblo, pues annque habia•otras
familias en
él mas superiores en bienes de fortuna, no por eso desme—
recian tus abuelos del aprecio de todos: ellos se onforma
han con. su suerte, y en sus casas, ni la envidia, ni la am—
bicion, ni el dolo reinó jamts, nsj los hijos de ambos matri
monios heredaron de tan buenos padres el fruto de su edn
cacion.
Crecieron estos dos niños y les hicieron comprender
áuno y á otro llegaria un din que serian esposos.
Con el trato y los inocentes juegos de la infancia,
creció el cariño en ambos, y cuando llegaron & ser mayor—
citos, el amor echó hondas mices en sus corazones y se qui
sieron con frenesí.

iO4=
¡Cuantas vecesla
oí contará
mi madre mil aiécdotag
referentes fi ese amor! Una voluntad sola los guiaba, uu
mismo pensamiento y unas mismas inclinacioneslos
dirijia,
y jamás notaron en ellos la mas leve disidencia.
Llegó la ópoca del casamiento y como en todas las bodas
no faltaron dististos y enredillos que inquietaron por algun
tiempo el cariño de ambos, no por falta de amarse ciega—
miente sino porque creian frustradas las esperanzas Eiala—
gijeñas que desde niños se habiau sabido crear entre sí.
Se verificó el enlace á gusto de todo el pueblo, y desde
entonces aquel matrimonio fuéel mas feliz.y dichoso que en
amor se ha conocido.
Diez y ocho años contaban de union cuando emigraron
fi Villarubia por las circunstancias de la guerra de la inde
pendencia, y en tan largo período jamás se vió perturbado
el sosiego y paz de ellos, no obstante haberse llenado de
hijos y fi veces con pocos recursos para darlos el sustento,
pues los francese3 hicieron varias veces el saqueo mas com
pleto de las casas del pueblo, y una deellas fuó latua.
En uno de esos saqueos incendiaron la imuica iglesia y
parroquia, y con ella ue presa de las llamas el archivo y tres
ó cuatro vecinos que se refujiaron allí por no caer en poder
de los enemigos.
Despues de estas desgracias emigraroninfinitas familias
á otros pueblos, y como una de ellas fuese la tuya, desde
entonces muy pocas veces la he visto, pero por tus parien
tes he sabido alguna vez que otra de vosotros; ahi tienes
en compendio la historia de tus padres, que no he querido
alargar por no hacerla molesta y por no entretenerte mas

Agrctezeo en el alrnatia Gavina, la dije, saber’, esas
pormenores de mis queridos ‘padres, y lo agradezco ‘.mas
porque han sido referidos con el candor y discrecion de •s
iiatiiral bondad, pues en la honradez pobreza de tan sen
cilios labriegos, es donde cifrd mis blasones y prinaipal no
bleza; yo pertenezco al pueblo que paga y $ufre) á ese pue
blo que gana el sustento con el sudor de su frente.... y lo
que soy y pneda ser en lo súcesivo, es debido It mi injerlio,
laboriosidad y conducta.’... Si esa aristocracia orgullosa su
piera apreciar la honradez y la utilidad que reporta It la
sociedad el hombre que con su aplicacion y trabajo se crea
un nombre y un distinguido puesto en ella; no le miraria
acaso con ese desden insultante.
Me levanté del asiento para marchar, y en este ins
tante ol quejar tristemente It la enferma: fui It verla otra
vez, y una calenturá intensa se habia desarrollado: ‘la pres
cribí una sangria y lo anteriormente ordenado, y me salí
lleno de complacencia por la franca historieta que babia nar
rado mi paisana haciéndome saber mi honrada y pobre
jenealojia.
Al dia siguiente volvi It visitar é la enferma cue encontré
en el mismo estado; los síntomas que se presentaban, eran
de una /iebre gastro atáxica, y It combatir tan temible do
lencia se dirijió el tratamiento.
Varias alternativas se presentaron en el curso de ella, y
en una de estas desconfié del buen écsito de su salvacion,
pero al fin despues de quince dias 4e ‘enfermedad tuve la
complacencia de encontrarla sin calentura.
—Ya estoy muy buena, sefior, me dijo; gracias It Dios

1O6
r á Y. que ha puesto en juego sus conocimientbs para
curarmo, ¿con qué podré pagar- tañta solicitud y cariño,
con qué recompensará la asiskcia y jenerosidad de su
prima.... al concluir estas lacónicas palabras, corrian hilQ
í hilo lagrimas de la mas pura gratitud.
Despues quela hube dejado desahogar, me suplicó rae
sentara y la dispensara las lágrimas anticipadamente vertidas..
Lo hice asi en efecto, entraron en la habitacionmi
pri
ma.y las otras dos compañerasse
sentaron al rededor de la
cama,! todos escuchamoscon
la mayor atencion el siguien
te: velato:
Aunque deba reriosar mi acervo dolor con la narra—
cion de mis penas y trabajos, tendré al menos -la dulce.
complacencia de granjearme la compasion de VV. satisfa
ciendo SL1deseo
con la historia del fusilamiento de mi ino
cente hijo.
III.
li» ‘epIsodio histórleo. de los padres (le esta%
- víctima.
Hace unos ocho años que casé con un jóven del mismo
pueblo trabajador -del campo. De este enlace resultaron
tres bijos, murieron los dos mr orcitos; nos quedó uno de
pecho robusto! hermoso....
Tranquila y contenta me hallaba despues de estas de-

=1o7
‘funciones disfrutafldo de las caricias raciósas demí qnrido
niño, conformeda con nuestra suerte ‘ el escasujorual que
mi esposo ganaba en su constante y penoso trabajo, hasta
que un dia vi entrar á este antes de la bora. de cos
tumbre, triste, pensativo, pero con un aire de entereza
resokicion.
Sorprendida quedé al mirar una fisonomia que jamás
habia visto de aquella manera conturbada, y creyendo le
hubiesg sucedido algun azar le hablé en estos términos:
¿Qué, te ha sucedido, qu& circunstancis motivan el aban
dono de tu trabajo, de ese único patrimonio de nuestra
suerte y subsistencia?
——Mucho siento decirló y dejarte sola, Híjnia mia, ni’
coñtesó, pero me llama un deber santo, y este es antes que
tú, que mi hijo y que todeel mundo....
— Pus qué deber es ese, hombre, le dije. medí.o asista—
da y trémula, que te inpone una obligacion que posterga
tu mujer é hijo?
—-El de la patria, el de lareliji.on y la defensa de ues
tro rey, mecontestó en tono resuelto y lleno de anima
cion ó entusiasmo. Estos objetos valen mas á mi corazon
que tú y que mi hijo, y si como es uno tuviera, mil,
tódos los abandonaria por defender una causa...
—Que no conoces, le repliqué con la mayor prontitud,
¡s ti te han alucinado é imbuido esas ideas en la cabeza.para
que te comprometas.... eas son palabras que usan los cori—
fços de los partidos para seducir y fascinar á jóvenes 1Uu—
tos como tú, miralo bien por Dios, no creas á nalie, ras
que á tu mujer... te vas á espnçr íi mil riçsgos..... y 4

=108=
cónclnsión 6 térnino de la guerra;’ te volverás. ácasa on
los brazos cruzados y tendrás que principiar it vivir y. pasar
otro año denoviciado tan fatal tomo el que sufrimos de re—
i8n casados.
—Nó seas tonto, palabras halagüeñas y ofertas engaño-.
sas son las que prometen los que se ponen it la cabeza de
las revoluciones, para medrar ellos sii esposicion, it la som
bra de incautos qué se comprometen hasta que consigan el
triunfo, y entonces desnudos, desengañados y maldiciendo
su error y suerte, regresan it sus éasas It ocuparse otra vez
en -sus faesas.
—No lo creas repitió mi esposo, que.ahora nos dan de
enganche ochenta reales -y una peseta y racion diaria y ade-.
mas lo que nosotros podinos adquirir de esos pícaros ne
gros que nos quitan la relijion, y dentro de poco ni trendré—
mos misa; ni quien nos confiese.
—Calla hombre, pbr Dios no digas disparates, esas es—
presiones no se han cócido en u olla no, los que se sus
tentan cómo snguijuelas con la sangre del estado, son los
que te han imbuido sin duda alguna esas ideas, y segun veo
el diablo que te desimpresioneya....
—Ló aciertas, éhicn, me contestó, todos los sermones
y consejos del mundo no son bastantes it volverme de mi
palabra y de mi idea.
.—Pue anda con Dios y l quiera. ue té solo padezcas
puesto que con tanto gusto lo abrazas; pero el nismo pago
recibirás sacrificáñdoteahora
por tu rey, como el que ha u
recibido entodos tiempos los pueblos, pues la esperiencia y
l historia lo acreditan constantemente.

=iO9=
-No importa, lo que yo quiero ahóra es mi zurron y
mi:.escopeta, r ya está ‘Zeronesen
campaña; dejo’ el azadon
de sacar cepaspara
fabricar carbon, y empuño la escopeta
para matar liberales..., con que adios, hasta que sea capitan.
——Adios, le dije llorando y volviendo la cabeza fi un lado
y cojiendo á mi querido niño que en la cuna dormia, para
cñnsolarme con sus caricias.
Mas de dos meses transcurrieron sin ener la; menor
noticia de su paradero, y un diaen que triste y desfallecida
de necesidad me hallabaporcausa ‘de, la miseria en que vi-’
via, se presentó en mi casa Ja mujer de otró faccioso’ com—,
pañero suyo, me dió una.morieda de, oro de su parte y
medijo:
--.En la.sierra que llaman del Desesperado, .hácia la
parte nore de su falda te espera tu marido esta noch’e; no
faltes fha cita.
Indecisa estuve por alguntiempo sin atrevermeá resol
ser, pero al fin el deseo de unirme á él para aconsejarle lo
que f mis escasas luces. alcanzara, el estado de indije’ñcia.
en que me encontraba, y el ánimo que me infundió aquella
mensajera que cori, otras varias se hallaban haciendo una
vada selvática con sus maridos, rna decidió ‘á salir á deshora
de la. noche del pueblo y dirijirmeá aquel sitio.
Compré algunas cosas precisas y con mi niño en.brazoa
en compañía de la mujer referida, marché á incorporarme
con ‘él. .
Llegamos sin obstáculoalguno,
y reunida coñ las otrs
compañeras vivimos ‘en aquellos montaraces y solitarió
sitios hasta la entrada de invierno del mismo año.

‘Ignoradasy
olvidadas de todo el mundo •no creiamos
por mas de cinco meses sin. ver á nadie mas que ¡ la parti
da de facciososdestacada
en aquel punto y á la que perte—
necia mi marido, que nos proveia de lo necesario á nues
tra subsistencia.
En urjo de lo días que salió esta á vijilar y custodiar
sú distrito, olmos como en confuso descargas de armas de
fuego graneado; todas nos sobresaltamos y cada una en
tropel acadió á runir sus eñseres familia para en un caso
de iiyas ion enemiga, péro como dejase de percibirse el fue—
o, nos tranquilizamos nos creirnos seguras.
—No es posible, nos deciainos.todas, se dirijau por aqul
atacéndose, si es que se han encontrado con las tropas, lo
tño, pOrque ‘este’sitio por sú escabrosidad y malezases mac
cesible,y lo otro,.porque no han de se tan necios nuestros
‘hombres que se ‘retiren por él, sabiendo que pueden com
prometer nuestra eesistencia. -
Un cuarto de hora habra pasado desde que se oyeron
las’ descargas y nos hallábamosrepuestas
de. aquel primer
sobresaltO, cuando un nudo estrepitoso de voces y coba—
lbs nos puso en la mayor ‘consternacion.
Todas azOradasbujamos
en diferentes, direcciones, yo
cojiá mi niño en brazos y me dirijia á esconder entre un
espeso matorral, cuando vi por frente cruzar dos soldados á
caballo con sable;eü ‘mano,. persiguiendo á mi marido...
El pobre, sin sombrero y agarrado á las crines de sus
caballo., pasó huyendo, y aunque rápidamente me vió, le o
estas palabras
—. Escóndete,. . salva al niño que yo muero....

—111—-—
Casi desbocado y por un despeñadero corria el caballo:
figvírese V. cuid seria el juicio que yo formase de su sal—
vacion.
Una pequeña chaparra habia delante de mí cuando pasó
mi marido, y como todo estaba lleno de jaras y malezas,
y los que le perseguian iban, algunos pasos detras, me acur
ruqué y guarecí en ella en el entretanto pasaban.:
Ninguno de aquellos me vió, tal era la ceguedady en
usiasmo con que le perseguian los soldados.
Me levanté de este sitio y me dirijí t la maleza ya dicha
esconder, y á la derecha vi un soldado de infantería qu
con el fusil á la bayoneta y como si fuera cazando me inti.
nió la rendicion. ... yerta y sin sentido me quedé. Se
aproesimó á mí el soldado y en tono bajo me mandó echar
por delante.
—Por Dios, le dije toda sobresaltada y cnmovída,
tenga Y. compasion de. esta desventurada madre . qüe no
tiene otro delito que ser obediente y dócilesposa.
—,Es V. casada? me preguntó.
—Si señor, respondí.
- —6Y ese niño es de V?
—Si señor....
—Pues escóndase Y. volando y Dios la ampare y no
me comprometa si por casualidad cayera en poder de otros
que bajan á la bayoneta persiguiendo la faccion.
—Dios se lo premie i Y. y le libre de caer en manos
de enemigos, fué lo iínico que contesté.
Pocos momentos habian transcurrido desde el diálogo
con el militar y mi ocultacion en aquel sitio, cuandG

vi junto la mata una multitud de tropa que la cercaba.
—i.._Aquí debe haber escondidó algunfaccioso, decia una
voz áspera y fuerte, no seria malo tirar una descarga cerra
da por entre las ramas ya que no se puede ver lo que hay
ni penetrar por lla
No hay que hacer tal, contestó otra voz como de auto
ridad, se ha dado la órden de á la bayoneta y sable en ma—
• no para ver, si se puede sorprender algun grupoó rancho
enemigo ninguno debe desobedecer mis mandatos.
Mejor seria pegar fuégo, gritó otro, que no dejará de
haber caza dentro, y podemós hacerun buen rancho con
lasreses que salgati y Se cojan.
Adelante, gritó otra vez el que parecia ser comandan-,
te, y no hay que dar cuartel, que esta canalla no son mas
mas que salteadores.
Pasaron como un relámpago y yo quedé sola, pero en
qué posiion Dios mio.... asido el zagalejo á una rama y
con un pie en el aire permanecí todo el tiempo que duró
este diálogo militar.
Si me muevo, decia para mi cuando me tnian cercada)
oyen el ruido y soy perdida: si tiran una descarga aquí pere
cernos ignoÑdos y seremos pasto de las fieras, y si pegan
fuego pasto de la llamas.,.. qué posicion tan violenta la
mia, Dios mio, salvadrne aunque no sea mas que por esta
inocente curiatura; santa Quiteria (1.) intercede por mí en
tan angustiosa situacion.
Se ausentaron por fin las tropas, y cii el momento adop
(i) Esla pairona del peb1o de Fuenie el Fresan.

113—
té unposieion rnas,c&noda, viendQ 4es4edonde yo estaba
la tegvía qpe recibieron cuando djeron con nuestto
rancho. ,.,,
ADj teniamos cornidaabundante,yino, pan y ebaa:pa
ra los caballos: qé rico, botip, decian alguücs soldados: de.
esta hecha sacamos la tripa dehual. aÑo, ‘jciramba qué ham
bre traemos, mi coandant,,dcia otro 4e los sQldados con
una voz muy; clara, qué á tiempo llega serefrijerio.,.!.
A uno. de .Io.s soldados,tarnbien l oL decir, muchachs,
no comais nadado lqs faccis9s,o seaqte.lo hayan enye
nenado... Calla, bArbaro, contet4otro,ó po.tienes gana de
comer ó eres un ignorante: esta comida. sin duda lgina era
para el:los, y corno l ataque ha sido impensado, n:o han té-
nido tiempo de..... .
Un . corneta toco •ei aquel instante señal de reunion.
En aqiel sitio permaliecieron mas de tres 1oras sin moverso:
dieron ‘pienso á. los. cballos, comieron y bebieron
todos yoí brindar á irnos por la reina, y á otros por la li
bertad.
Tambien oi. ÚUfl ;soldadoesta pregunta, ¿cuántos faccio
sos Jas matado tú chico? do, le contestaron: pues yo pude
aLrapar á unoy tro.pscapó:muy hero.de un sablazo; .y
por cierto que,ia el.maldito.fsii sombrero ni.bridas. agar
rado como un gato .á., la crin del caballos y á la verdad
que no sé como no se despeñaron. y se hicieron pçdaz.os:
ycilo le iba persiguiendo caí y por poco me desnuco.
Si seria mi marido, deçaye,.por las señas que. oigo,
no hay duda, es él; ¡Dios quiera salvarlo,, que juro he
de hacerlo indultar ó he de. poder poco.
TOMO U. 8

i14=
DSÚ tl th lr hüiekdtbrdfi k har,
defilaon pr el téo ihId d l iiíi donde yo dtabé
oculta; todos me parecia que al pasar me velan, pero ‘ciijo
estabari :tan iés oñÓtr, la iuz
era i1úyéóhfna, ysolÓyo’ kt percibiabén;
Qnelé élalatade déliib mi sibé’doiide hiiir
en tasi ienosaii tildumbre, me décidi 1dr salir de
aquel iriéónodó sitio cnérme sobre aigüniipidia á eict
char. Sbbre una gran ios qtÉehbía titffii deuda 4ohna
me senté eón nidóie iido cbftipéñéb, cdli m
tiernó niño, allí permanCí tité y llorésh pór mas dmdih
hoté sin Sentfr el ms1ev riíidó.
Uii lijero oriueo déichíbó me impacieñtó, y siñ dü&i
aquel llanto fué la causa de mi saivacion; portxe en di moi.
monto sentí como ródriit iaéimitiIsé dlguñ ‘aci—
hntey medroso paSo... ahqué él éldo percibí laspéusa
das pisáas d napérsóiiqtiede vezehandó s ponia é
eScuchar.
No hay duda, decia entre mí, ó es alguna compíer
que tnmbinssiie de uesdtidltd,»ó si dha mueto es mi
mtidó úe viene ‘hácia i sitio dosime’ hallé enn’do
huía, ver ;5j alima eflal le indica liii muet’t é sal.’a&iñii.
Asiformaba yo st motélógo y
nimntn descubrié mi esposó iójistitn’dodn tódsi’eeió
s üna rata bastante espesa.” ‘
—Ani stoy, le dije rtoncés Zeros de mi alIWa,Ilo
níndode alei1a’ y n[po’dermeonttlé
Un monos Van Jieroón :estéfti en’él salto ‘ car
rera que dió paibtn5kme: ‘‘ .‘L

‘Y o A tqlaçIo, jiiawia,, me .COiteSt’, au1qnc
herido...
—1,Y dónde tienes la,herida? le pregunté con la ma
yor impaciencia.
—En.un bpmbro, pero me la han visto y curado os
compañeros y me han diçho que no vale nada.
—1Cuánto me alegro hayas escapado con vida, pues
é decir verdad, temblé por ella y te creí muerto, sin re.
medio!
• —Pues me tienes salvo y en tus brazos, gracias Á
Dios. ..
—Y .tí, cómo te has salvado con mi querido hijo?
una casualidad .6 milagro., y por mejor iieçir,
por la caridad y.cornpasion que inspiré á un soklado que y
inc tenia prisionera y me mandó esconder.
• —Te.mandó esconder y.no te hizo nada?
—Nada absolutamente, antes lleno de,humauidad y
compasion me trató con el. mayor cariñó.
---No puede ser eso,, sempjante canalla no tiene cari
dad ni relijion,, de co nsiguiente mal podrán perdonar .
quienes con tanta ansia y persecucion desean esterminar,
—Desean vuestro esterminio, es verdad, le repliqué,
pero vosotros ten,eis la culpa, sois obcecados, insaciables
en vuestras rapiñas, no respetais é ningun partido cand,o
median intereses, y defendeis una causa (como antes te
dije) que no conoceis y de la que no eneis. ma idpa que
la que os han sujrido esos fanáticos é hipócritas empleados
que quieren medrar á costa de vuestra sangre y deues—
tros compromisos. Si, vosotros trabajais y esponeis incesan—

fl6=
ternente iéa vida pará potet ‘en candelero hombres
ambiciosos que detras de esos inmensos sacrificiostienen,
ellos sus destinos y entorchados. -
—Vaya, vaya, me parece que tú tambien te vas hacin—
do liherala, dijo entonces mi marido con aire de descon
fianza: si tal supieras ahora mismo monas entre mi
manos....
—Yo no soy mas que una débil mujer que, prevée tus
compromisos y ,quiere sustraerte á todo trance de eIlos
sacarte salvó y vivir conio antes en paz de Dios, sí, te lo
suplico y te lo ruego por el cariño de tu hijo, por este hijo
tan hermoso & quien como á mi espondrán tus escesosá ser
víctima por los que os conidan con la paz y tántas veces
os indultan: quereis todaviá más del gobierno de esos hom
bres que llamais negros?
—Caramba y qué abogada te vas haciendo, me dijo.,
estaba ‘por decir que en mi ausencia algun diablo de libera
Ion te ha imbuido esas ideas, porque antes no éras así.
—No lo era, es verdad,,ie contesté, por nc no habias
entonces traspasado lós límites de tu deber, eras búen espo—
so, buen cristiano y trabajador, pero ahora....
soy? añadió con prontitud, un faccioso, ¿no
es verdad? pues este faccioso -te quitará la vida para que
no abuses de su paciencia.
Y al decir estas palabras, se levantó y tirando de una
pistoia, ya ibaá amartillarlacuando
una mano estraña leasió
por detras el brazo.
—Detente, temerario, le dijo uno de loscompañeros de
• bastante edad y luena educacion; respetaladebiIicIad de

=1i1—
UOL mujer y sn ciego cariño que son los que, la obligan á h
blar, y no aiadas á otras maldades la que te llenaria de bat—
don é ignominia.
Sorprendido con tan inesperadoconsejo,
tiró la mor
tífera arma al suelo y me pidió perdon delante del recien—
llegado.
—Sí, te perdono, pero con una condicion.
—,Con cuál? me contestó.
— Con la de que te indultes.
—Eso jamás lo conseguirs primero morii’ré, todolo
que quieras menos hacer esa traicion mis principios, y
he jurado defender la relijiou y el rey hasta conseguir su
triunfo aunque me cueste la vida.
—Pues tal vez te cueste, pero lo peor será que antes
que esa desgracia te suceda nos arrastrarás en el torbellino
de tus escesos y pagaremos nosotros tus crímenes.
• —Mira, Hijinza, me dijo,márchate de aquí y no vuel
vas á apurar mi sufrimiento, prque se me hace insoporta
ble tu osadía.
— Pues bien, le contesté, Dios te guie y él quiera ha
certe arrepentir de tus palabras y acordarte de los consejos
de tu esposa.
• Asi quedó aquella reñjda entrevista y conversacion,
pues á poco rato fueron llegando los compañeros dispersa
dos en la refriega, y. por unanimidad acordaron entre ellos
nos furmos al puelotods las. mujeres y nos indultásemos.
La enferma hizo aquí una pausa como para recojer sus
ideas, pero siendo ya tarde, la supliqué no se molestaseflle$
hasta la noche inmediata.

=4 8=
,jQué ‘de sucesds, deci para rní”’titute áa; qi&
de inidénte r ci’cuitstancias’tj vrias’ ‘e eWentanal
fa—
ultativo en el ejercicio’ de su profesion!
En !iprende ‘ conóce las inclinacione ¿e sus enfer
mos, etuia us hbitó, observa sús frajilidades’ enetr
hasta en el santuario de las conciencias. En el curso ó narracion
de esti hitorla observo It una mujer vtilgar y sin
educacion,, favorecida por ‘la’ naturaleza de d6tes mórales
sumamente apreciables, se ven e ella brillar Ñdiantes de
sondad y honrédez, idaus qti bi dirijidasserian’et
ornato
de 5iiecso’: e Vé áuna madre sensible y apasinnada esposa
drróst•rar peligros inneñsos pór disuadir y aconsejar á su
marido abandone una causaque seis luces naturales le hacen
¿loer es lá del fañatisino ‘é ignórañcia.
LItstima tue la ec!ucackm primaria esté tañ d’éscnidada
en nuestra patria! si asino’ fúera, saldiign de’entré las l1as
da! puéblo multitud de talantos y viftudes que serian la
glorié del paia, pues cdn’ las naturále luces qie el clima
imprime en sus hijos, llegaria un dia en que ‘la néÓiorcoj—
ilé bá Ynéno Ilenés’ ópimos y escójidós frutos.
Ala sigüiene’nÓche rué presenté á mi desgraciada en
ferma, la saludé y ecsaminé su estado, quedandó conven
cido en ta esliloracion’ d qÍe tiihgtu fe’ñóeno particular
liabin trastornado la progresiva marchade su convaieeenóia.
Ns’réuni’mos todós en ‘derredor suyo otra vez, y con
la mayor atencbn escuchamosla
continuacionde
m relato..

.—Ya dejé .diho :á VV. qie por una nimidad acordaroti
iin4ros’ maridks nos presentásemos al indulto; pues bien,.
nos amaÑiiios’ él, y á ‘sombra vi%irnos tranquilas mas
de ocho meses, ‘sin que “Llíngun inidente interrumpiese
ilÚestro ejercicio diario. ‘
Pero un din, jqué din aqcel, Dios mio! me horroriz&
su, recuedo; se presentó un pkuete de tropa en mi casa
in’órden spresa del jeneíal para que me arrestasen.
En menos :de.una hora fuimós encerradas en la igleÑ
uebacia de fuerte mas de’ cincuenta personas, y custodia
das por una fuerza considerable de tropa, snfriendo al dia
ininte el sorteo de. las represalias, de las ‘cualestocó
tres
i.nfehces honbrela desgracia de ser pasados por las armas.
Habian cometido ‘los facciosos algunos asesinatos ‘ otras
vropelns, y el janeral dreyeido sin duda contenerlo on
estos injustos castigos, mandó decapitar’A tres de los parin
mas cercanos por ese terrible sorteo; figlirensa V. lo
quiodos snfririmos eil tán criticos inatantes.’
flbia algunas otasbdras que cotno’yo,laetaban ni—
qwde cprta edad, yo no ‘tombiabapor
mí, lo digo con sin—
ceridad,’sentia’si la orfazidad. y desventura en que dejaria
*

- 1o=
Li mi hijo si la fatalidad 6 mala estrella me colocaba en el
traice de ser fusilada. Pero al fin quiso Dios librarme de
aquella tormenta, quedando todos consternadas al ver
marchar al suplicio aquellas nofensivasvíctimas,
esperando
nosotros caminar otro dia.
Mil esquelas rcado erbaesmandatiios!os prisione
ros á los facciosospara
que no hicieran daño..., mil veces
les pintamos con personas interesadas en nuestra suerte pa—
ra que ls patentizaran el peligro en que ns pónian si in—
sistai encometer tales scesOs-.y no se.retiraban. d aquel
pais, pero todo fué en vano, sqrdos é Is gritos,de-ia -nati—
raicza -y de-sis hijos, çarninrn por la. sendade
u obee,—
cacion y fanatismo, y por otras tres -vecesvolvimos
á estar
en tortura esperando el resultado del soreo
De todos. salí victoriosa, pero presencié escenas), que
me horrorizo recordar. Yo vjrndrcsJienasdelaasbor_
ascos& desespçacion, ser.separadas, des.us.hijos: dirémas,
arrancados stos de los brazos y deE pecho.que mamaban,
las ví conduçir al-suplicio cmo inocentes cordera-s. .. qui—
p’ezca é VV. irkcreib.ldoue-digQ, peró. si alguna du—
da:s, queda, pueden pasar Li nuestro pueblo (Fuentí el
resno) y ,rejistrar -en el grar-lWro de difuntos las innume
rables defuncionesde
estaciase allí escritas y veráusi ec
sajero este cuadro.-- . - . -
- ;ALfin, -des,ues de catorce mesesde
prisma; se presentó
el comandante de .arts en. el fuerte y, nos dió libertad.,
Se-habian indultado 6- -njido -al cozvenio de -, Vergara
- dos los masfacciososde
Ja Mancha, y cono si aquel funes—
toy sanguinario jeneral le guiara.. tina nanofati4içaótu—

verae1 don de crrar, ‘fórmdestosndultadós una c’olurn
na; d seg*idad pú&lka praEpgrsegnii malhechQrky aca
bar’de tauqai4izar’ el ais., y por este .incideite Iogiamos
una libertad, .‘tanto. masrata,- cuano:qué ‘ni rémótamente
la esperábamos.’ ‘
El regóeijo,la:aIegría y la ‘esperanza se di.fundió’en
nuestros Lristes y. abatidos cor’adnes, seólvidaon todaslas
penas,y trabajos,’sufridos, y dedicadas á los cuidados dbmés-.
tico’s y al reparo de tau%as.pérclidas, vejamos er’ lontananzn
laaureoladé nuestra felicidad. Peréah! ¡qué poco gocé de
esatranuilidad dichosa!’ La capriéhosa suete sound unos
oehomeses mi ventura1a mano cruel del destirio’ohubia
unoebado su saña, iiecesitaba víctima. .‘ y’ e’sts las fué
‘buscar cola infancia.
La Columna de seguridad públida creada por ol je—
neral Ba1 boa paraesterminar las gavillas’:pequeíías de erran
tesinsurjéntes que vagaban por I pais se sulIevd contra
sus jefes; yen Fen’ran—Cáballero; fué asesinado eI ¿élebrn
Saturno y otros subalternos suO, ála’nuva vóz.de Car—
iós’V.; se vo’lv.ieroná retitar’á la sierra y lamistiia vi—
da’ ‘que antes. habian tenido, y desde entoñees ¡ah! principias
las borrascas de ‘este corazon, ‘Iaceradb con el: to!ment.
mas acervo, con el dolor mas intenso que se pued esperi—
nientar.
Burlado este jeneral en, sus esperaizs pryctoS,
despreciados sus beneficiós’é insurrecionadós‘contra
sus je
fes, fulminé la mayor venganza este hombre, ‘contra
aquellay contra sus inocentes familias, y en elin’stante man
dó’ arrestar It todas éon el maor rigo.

Cuando’ fueron apisionaiirne íuni casa;no ‘rn halla—
baenefla,, yun amiga y vecina
ot;ra vez’ á las. fámilias de los faceioosy áhin doue’;y
etbn {ué’á decirme lo que pásaba me acosej6na es
condiera si no que ria esponerme á ser otravz jugLiete y
fvna de esos búrbarqscapichos ‘quittponla fueia, el
ioño yel orgiiÍlo ofendido de nn jcnraI
errédé’ooj1fasa ‘permaiiecí. p** un rato sin at,reér
me. ,á’.deóidir pare ei ikdtintp da cotI8ervaeion’ nie hizo
ibÑzar su.cnsej,,: ±ogándolaieiiperó volviese po mi ‘hijo
.quex biadejado acostadocula’ eai’ha. irépr l, s me di—
j: aipieliarhuena újér, pero no’debs tener cuidado.algno
¿jen cuantnála criatura, porque un niño, que no ha cimplid
aun cuatro años, está escudado con su iñocencia y ‘tier’ra
-&tl. , U
qupoc enoce’V.»la época
filos y lo esoi ta asede guerras..•.. cuand’ se’ ‘des
uiiei’loseslabnes,q1ee*anuila siedad, todp se:con&.
•culca. todose tiraspas y. nada se. respeta. .
Lomo el pecado4.e 4dzn, pagan los hijos los ‘estraviós dé
iopadres; ‘ rde’diaen dia y época en éoda s’trasmiWn
.cowoaquøl que ,jtnaÇiOfiCU’jeWración y de sigio’eu
nosotros. «
—Pues bien, está escondida, no seas tonta, yotnieré’.á
u hijo, me volvió’á decir’ mi •.•vecina •teLrferiré
dspties L’ido lo ‘que se diga’sohre eLe repentiim nci—
e. ,, , •‘
Qsha ;pernmncLtod el dia sin teaer.la .meno’ siti—
ciada aquel pedazo deis eutrañis, y decididí ‘me hallaba

ia ptcsutat’aI omanc1aitede
armas, eaaido. vohió á
don.deyo esabí La teferida amiga, yme’;dijo: tu hijo esta
en salvo:, cuando fijé la tropa á aprisionarte como no. te ha
Liaron m’archóá hacer. atras.pisiones, y’ por de ptoto aun
que vieron al chico. en la cama dormido no le hicieroricaso
y se salieron de la casa; la tia Estrella que lo observó, en
el momento le cojió en sus brazos sin que nadie lo viera y
se le llevo ú su casa: esta me ha dicho te diga estés tranqui-.
la y oculta que ella tendrá A t’u hijo de la misma manera,
hasta que haya oportuna ocasion de reuniros.
Sosegada y conforúi’ jiíedé’ con’ aquel razonamiento
sin enbargo de carecer de la compañia de mi nito.
Pasaron algunos dis y en ellos supe se hacian las mas
esquisitas. pesquisas‘para
descubrir nuestro paradero; y ocul
ta permanecí mas de un mes sin tener el g.ustQ de Qr Ami
adorado. bijo . , ‘ ‘ ‘ ‘ . ,:
Entretenida me hallaba una mafiana con lacostura de
unacamisita para Al, cuando ví entrar dond yo’ estaba á
mi amiga, lagrimosa y. .en ‘elestado.’rnasgrandede ternu
ra sentimiento me abrazó ‘y’ en.ahogadas palabnas me
jo: Hinía, Ata niño ‘!e han encontrado y conducido preso
al fuerte hasta que td te presentes.... .
¡A. mi hijo preso! esclamé, & una .inocenté y debil cria—
- tuca llevarla tambien áiufrirelrigor de una horrorosa ,pri
sior.y un sorteo de muerte.... pues.oy, á salvarle ‘y cim—
• planse los altos juicios de Dios;. corriendo saí de Ia”hb’i,tá
con donde. estaba oculta y me, dirijL A la puerta de la, calle
:para tomar el camino del fuerte. ‘. ;.
—.Sosiágat’e, IIjina mia, añadió mi descousolad a mii.

‘a agarráídoniefuertemente
del brazo haciéndome en—
rar n otro cuarto de la casa, y’teeóntaré ‘Jo. que te ‘falta
saber....
me falta? esplíquese V por Dios pronto, no
me tenga mastiempo. en eaansiedad....
LnuiiiofuiIadu.
.—-Hija’mia, me dijo ‘agarrándomeia mano “con la ma’—
‘ or ajitacidn, tu hijo ... .
-—Qué? ¡por Dios! no me martirice Y. mas.
• --Tu hijo, ;tu inocente niño hasido muerto...
jMuertol grité ca’endo tierra LÑstornada y como’si
‘hubiera.sidoherida por Ún ryo.. ... muerto el ídolo de mis
éiitrañas, ud compañero.... mi’ espeanza.. el’ báculó ‘de
‘mi vejez..., la decia revolcándome por el suelo..... ‘¡muer
to! ¡iaocunte mio...!. ‘
—-Llora, hija mia, llora me deeia,.mi tierna amiga, des
‘ahoga tu corazoti y “que ‘esas lágrimas arrancadas del hon—
dode tus entrañas, empañen el rostro ‘de ese jeneraJ, de
ese tíre.... que no saciándose con Ja sangre de’ su’ ene
‘iñigo, ia’.busea pura’. y virjen, la quiere inocente .y tierna,
‘ ha’derramado la de nn niodecuatroaños....’Sj’ sbelo
de’ unavez, ‘tu ‘amadi hijo ha sido” sarifie”ado’ al bárbaro

capricho de ese tirano;.dese jeeral funesto que. .llévaríi
en pos desi.la maldicion de la vindicta pública que cierna
al cielo venganza....
Enteramente perdí el-sentido cuando oí tan angustiosa
y rasgadora nueva.
——Calma tu amargo dolor, Hijinia de mi alma, sosiégate
por Dios, me volvió á decir, que- aquel anjel puro y- santo
pdirá justicia ante el Eteruo y un- decreto providencialy
tremendo, recaerá sobre el autor de -tan atroz ate titado.
no lo dudes, decia en tono profético, el monstruo espiará
su delito lleno de remsrdimientos, y en su rostro llevará
siempue. estampada -una señal - indeleble que- refleje lasmaldades
desu perverso corazon, arrastrará unavidalarga,
llena de mil alternativas, y la sombra ensangretada de tu
inocente niño le seguiráá
todas jmrtes y por do quiera le
gritará jasesino..!! ¡aseino..!!
- Este aterrador recuerdo y clamoreo le acompañará
toJ.s horas y en. el . lecho, en los festines y cuando-mas
embriagado esté de poder. .. entonces volverá á escuchar
las voces de• ¡asesino.. .1 ¡ase-sino. .1! no lo dudes Ilijinia, un
presentimiento sublime me lo vaticina y -lo verás,. tarde 6
temprano pagará su delito, y sufrirá: el castigo del adajio
de la sagrada escritura. .
La venganza celeste-se ret’arda algunas veces, pero es
para hacerla -mas completa....
-Todo cuantG•decia mi buena-amiga ojo claramente pe
ro no podia habIai ni móv-er-ma; sin sentido -! como. petri
ficada, pa-recia que--un -poder oculto, irresistibles me: su—
-jetaba.... - . - -

Asi permanecí rnaadeds hoaS) y a veher erii4
mecncontré echiia en linftcama;rodeadiide
la familia de
la casa y mi fiel amiga.
Como estdpida; inécil d alélada, permanecí mas de
ocho diás sin hablar ni preguntar por mi desgraciado
hkjo,
Poco é poco recobré el uso dehl vazn y cuando ya es
tuve en disposicion de pensar y juzgar, mi primer cuiddo•
fué. iaquirir y cerciorarme de io poiimenores del desastre
de miinocente niño.
!Cuntemé V. por Dios, dije ti mi amiga, cuénterne V.
eóhioi4iresaron y cómó y con qué funeta tirden han podi
do eoh erese inaudito crimen, con una inofensa y tiétna
criatura.
.$i teÇsieptescon
.f:urzs.ufiicntes para oirlo, te lo
referiré tal y como ti mí me l han bosqujado,añadióen_
Ftonces mi amiga, pero :S no te considecascon lastante úni
nio»fl te empeñes er oir lo que. teser&á de tormento y
aulargura. :
Esty dispuest yresignada áesucbarcuanto V. me
reflera con la serenidad: mas estóica, porque parece. que et
lasgrandes bürrascas desgraciasdela vida, Dios d fuer
zas para soportarlas y sufrirlas. .. :
—Fues a que lo deseas tan deveas á’rniate;de•valor y
escucha este sangriento relato: ya sabes como tu: niño
Fraicisco. se bailaba escondido en casa de la tia Estrella,
pues biez,cveyndoos l cornandarste. traspota4os y fujiti—
voen aiüfl punió tejano, ni se acordaba devosotrQs iii na—
dic preguntó ni hacia caso para nada, pero un din que los.

hicoLd la cs londestob,sacaron ‘i1gar al patio á
ainote critit’a,. le alcn ver unode lós :Tiiteresa.
dos paiientes del mandó de ta ou•íiada F qe sehallaba,
presa enrepresaifsQEqUetu nrido eta htrnaDo suo; dió
parte al comandante de armas de, tan impenda’adquisicotb
creyeriçlq. con esto salvar.la,.como en: efecto la salvó, un
piquete de Çropa fpé cornien:lo á la casa y apre á la 1:00’
e.entçiatura hacindo,las, peqisa y. rejir mas, e)xu
pleto de ella por si. te. oçltabas allí ta,ibien
Le llevaron 1 fuect y al ia.sig rite en vittud de
órden que tenia el referido comandante de armas para fu
silar uno de cada familia de los facciosos, que se habian
sublevado y matado á sus jefes como ya sabe tu hijo fue
sorteado, con: su tia..., tocándole á.éi la ftal desgracia (1).
Ni las lágrimas ni las suplicas que hiciron ‘ lás peró
nas notables del pueblo al comandante de arnas para que
no derramara su sangre, fueron b,aates á contener su in7
humana resolucion; escudado con la terminante órden de
su jeneral ‘pata que’ ‘sit’ distincioi de, dad, sexo, ni estada
fusilara por suert de cada diez uno delos presos referidos,
llevó adelante su maldita resoludon, y hasta que la vió COflr
sumada, no’tuvo descanso tan atroi y stíngriento verdugot
(1). El instiiito de eón rvtciórt ini,so’ :hoóbie, 1ie hecho
rnnches vcs se obseii’.en’casó3 tan tes idbIcs y liorvo.voos
como i que nosocupa. puclie nl.o ci tarlioo sebre todos oeuorido
‘cnVilhwubia de los Ojos en esa nsna’ poçndigno de”Llainr
la a.tenc.ioñ del fisiólogo pe’nalor. El’ ,na’ncodecdarsnznduno’de
ks cabeciUasoas sonuirios dc.Ftsente tsiesíio, ¿ataba casa’.
do y establecido sri VUarubia4 bbLa cori otros compañeros su
yos asesinado once paisanos indefensos en el campo por cs’.

En la consLernacjon ‘ms r’nd
mas prMundo, vi6 el puebk.de F’íen el Fiesno el dia ct
t’ro dejuíide !8.l co hicird l’t11ao aisiplicjoá
hijo Franrtsco Mrtin, Øortn so1daddetos que, fotmaba
el piquetd “ ‘ ‘
Lak’ifÓete. i’Ctura, creyenUo’,l l1’ab,n Li jüar
fr paeud dosaltitos córnoel iflocente cordero• triscá 1 la—
de de sti rebafio y’ iirnndo ‘con ptacetteros y nj’e1itales
ojos Li sus verdtgos,’ lts docittestas:notbJes
palabrás
;--Me comprareis unas nzra’iijas’ y totones ‘y rio me
sas que mas ctt se’diá,a, iç quedaban. ‘tos hermnas pues
su niutr taijibien tiabié sid0 fusi,ttct. La una en relacjone’ y
coisriivencia con pra ‘eijtii’ los efeetos que robaba, se habla
dado bastánt para baeerse lugar COfl; el comandante de
armas ‘y caciques del pueI.)k para que no la molcstsen, y la
o’é ‘escétente jiveu,’srn uiigún trato n COnexion cn su her
manO ftdpúest’e en h dapilla para’ 5e fusilada en méprísaIjas
prl”estcaoi de eat: El ur vidia iu
cnci,pureza y k? de,elIa, oyls;súpIicas, Iám ¡mas que
la infeliz le hacia pidiendo hablar al comandante de armas:
fud ‘en éfccto a’ado por ete, r éniterd’6 dé que ‘ésta inféliz
tao tenia” ñinluúa t’elíici.jn Cot”équci’y 5íléor hermana, p’noL
toqúe aqueil4sdias antes hbia recibido de aquel do onzas
(le OrO y un pañuelo cte la India seguu su cunfesi,,n pública,
niarchden busca de la otra hermana que e,uconltró réztndo con
otrasvecinis por ‘la que iba .serf’usilada: preguntó ‘por elly
cercioradoque EÜ porsILnomnt,I.e,lPld la flaye de su area.
En tregú osta sobresaltada la ftat liavó y ,on ellá abrieron y
‘enconteaeoniosefectos que la presa habla dáciarado: con ‘el
cuerpo del delito ‘fud conducida estad la cércely puesta’eni ca.
pitia.... dios pocas Jiuas estaba en la eternidad: la inocente
quedó’ ljbr.

liarais pupa,, ¿no oldaitos....? ¿ni mi padre ni mre
tampoco....?
El militar que le conducia de la mano lloraba, los soha
dos que formaban el cuadro,, no podian contener las emo
ciones que sus corazones sentian y el piquete que haa de
hacer la descarga temblaba como azogado al ver el inçpente
sacrificio que iban It ejecutar
Afectados en ló más intimo los soldados, compadecido
el jefe de la escolta y sin saber cómo desprenderse del mo—
TOMQ SL 9

tt&i4iÓ qoeá todó deia qu’ia jugar,
determin6 éste echarle al suelo una naranja garbanzos
tostds aidáf&ole fnee • cejrIos.
‘Elíñócdñt ‘ dbil anjeilto, Fé cn efeetoá recojer la
éngafifa ¿le sú ríerte, y ina des ahizo caer á la ia—
Ül ei tlerrá.. .
torrentes llorábamosmi
nib}e aiiiga y, el dique
4iht dntontéhabiaeoritrio ñus irdientds láímas
s rmfióy ñ t bloijéteaise apoderódenuí: ni pude
sufrir mas.... y la supliqué suspendiesetan
aflictiva y ras—
gadora narracion.
No puedo oir mas, la repetí, quiero morirme y se
guir á ese pedazo de mí alma.... ¡hijo mio...! inocente....
nue creí con fuerzas para oir tu triste fin..., pero fi una
madre... nu le és dado tanto valor...,
Caí al sueló dem:iyada, mi tierna amiga me prodigó
los mas solícitos cuidados y al dia siijeiiLe la oh i ji ms—
tar continuase la narrac.ioii del suceso, piles p ecia que
cii 4mismo tormento que senia al esuchatta, esperimen—
ta1 un rasgad or 4’OflSUlln.
.—No quiiera acil)arar iii aftijir mai tu angustiado co—
razori, iIjiuia filía, me diju,.pcro quiero probar tu •furtah,
za, quiero ver tu resiguiacion observar hasta qué pinito
Dios coiieede al hombre f erzaspara sifrir las bQrrascas¡le
la . oe pues coii cPrna
.-a 1ie.dic :cernn tirada que fuié la naranja tostones
al suelo el inoueute niiu fué ti cojiulas tu in itacion del co
mandante y en cuya actitud hicieron la descarga.
Pues bien, Hijinia, úrmate de heroísmo y apura hasta

i3l—
lasheces como I VírjenSantisima, e! caliz del sentimiento:
tu hijo no quedó muerto en aunella primera descarga, cayó
á tierra, sí, á impulso de las balas que traspasaron su vien
tre.... saliendo por aquellas cruentas herid parte de las
tripas y entrañas de él, y los espectado res horrorizados las
vierón sostener con sus inocentes manos al tierno Francisco
que esclamó estas palabras:
- No matar, no hacermepupa....
y se dirijia hácia
los soldados que obedeciend9 ts nuevos mandatos amena—.
zantes del jefe que diiijiacl piquete, volvi eron á descargar
temblando las mortíferas amas y al fin le remataron (1).
—Pero consuélate, Hijinia, tu hijo sufrió el martitio
como el santo niño de la guardia, i llegará día en que los
hombres cenociendo esteinhumano sacrificio, le cGlocarán
en el catálogo de los santo.; mártires.
(1) Vili*bi rk los Ojos presenció un hecho igusi en
aquella meiorabIe•e’poca de sangre, con aa niño de unos ocho
años Úid!nO bstago de la familia del faccioso Gontento: Habiais
los faciosos cometido las atrocidades de costumbre, y comnu en
tre ctos se hallase el sanguinario Conieutillo, en rejsiesaliaz de
haber siclo fusitsda la mayor parte de sutamnilia, asesinó con Ga.
ñainosz y otros colapañeros hasta once imiofensospasainos que co
jieron nel campo de ¡ando gravemente heridos d otros: sabida
por el comandante ee armas tau atroz ocurrencia averiguó que
aun qtledaba el niño referido, indagó su pararhro, le bucó, y le—
116 sob’e teadocojiando páaos que era y el pedir limosna su
uc’on dariay precisa para mantenerse; le bajaron dos sol—
La4os*e él, porque conociendo que le iban é fusilar no quena
descender de la altuta, y desde allí mismo sincómifesasse porque
umi lo hstbi he l’nnca, fué conducidoá estramtiros del puebJo
donde sufi’i6 la muerte.

1 3—
Así termifl( tan triste y melancóla relac.iori mi, apa—
sionada amiga) vertiendo ambas ñ la par un amargo y.co—
pioso llanto,,, y asi permanecimoshasta
muy entrada la
noche.
Despees que hubimos llorado mas de dos horas, y vien
do que ninguna cosa ni razon era bastante consolarme,
se levantó de donde estaba sentada, y me dijo:
—Me voy, Hjinia, tengo hablado á un hombre de to
da mi confianza para que esta noche sin falta te conduzca
á Malagon y en casa de una íntima amiga mia permane
cerás oculta hasta pie esta nheva. insurreccion carlista
termine.
Se marchó, quedé sola y mi corazon oprimido con tan
rasgadora pena, agolpó á mi cerebro tanta multitud de
ideas que creí volverme loca..., la sangre arrebatada á mi
cabeza hacia latir fuertemente las arterias de ella, me zum
baban los oidos, perdí la vista y quedé sin sentido.
VV. saben muy bien lo que vale el amor materno por—
que tienen hijos tambien, pero no han sufrido lo que yo
por el hijo, de mis ptrañas... En las sierras y á su lado he
permanecido constantemente cantando y arrullando su
tranqiilo sueño cii la’ cuna que le hacian mis piernas
donde le mecia.... Allí’, hará tras hora pasaba las noches
y dias contemplando su hermosa cara y gozándome en su
sonrisa cándida, in.fantil. ¡Qué hermoso me parecia ‘al’
• gimas veces durmiendo...! un beso era la depedida- mia
cuando le acostaba, y aun despues de dormido y posta
do l contemplaba tiernamente y me gozaba con a’espe
ranze de que algun dia seria el apoyo de mi vejez.... Cuan—

133
do despertaba me tendia sus blancos y rollizos brazos ha
ciéndome mil caricias. ¡ah! ¡qué momentos aquellos para
tma madre...! ¡qué dulce orgulló sentia cuando oia decir
á mis compañeras, qué hermoso es, Dios le bendiga...!
¡hijo mio! ¿quién me habia de haber dicho cuando tan gra
tas ilusiones me forjaba, que habian de haber arrancado
una por una las hojas que adornaban aquel árbol tierno de
mis esperanzas,... y aquel gozo qúe me infundia nueva
vida se convertirja en un eterno luto y desconsuelo? ¡oh!
¡cuántas ilusiones y esperanzas se han nutrido en este cora
zon que solo palpitaba para él, pero ahora, ahora...! le se
guiré al sepulcro, y si me fuera posible aun, iria mas allá
para unirme á él. ¡Qué cruel será para mí hallarme sin su
compañía.. .1 ya aunque le llame no me contestará con aque
¡la sonrisa de ánjel queme enajenaba.... ía miraré á su ca
ma y la encontraré desierta.... ¡hijo de mis entrañas! ¡Eran
cisco mio! ,cómo te pude dejar solo aquel funesto dia....
Absorta en estas meditacionesdespues
que hube vuelto
de aquel parasismo me hallé mi amiga cuando regresó, y
sin reparar en nada mas que en salvarme, me animó, y
por una puerta falsa que daba á una callejuela inmediata
al campo me sacó, y en un instante me hallé reu nida con
el hombre que me habia de acompañar.
Sin tropiezo de ningun jénero en medio de la mas som—
bria tristeza y oscuridad de la noche, llegué al pueblo y
casa referida, y en ella he permanecido ignorada de todos,
hasta de mi mismo marido mas de cuatro meses.
En todo este tiempo mis ojos han sido dos surtideros,
que no han dejado noche y dia verter lágrimas á torrentes,,

siempre con la in1jen de mi tierno hijo preente, siempre:
sus caricias atormenttndorne, y iempre aldiciendq el
aciago cija que tan poca prewision tpve .paia delano en la
cama.... este recuerdo es el .ósigo que emponzofialos
cor
toS cijas que me restan, porque para mí no hay ningun. con
suelo que atenue esta devoradora penas
Loró un rato con la mayor. efusion, todas aeompa?ia—
mos sns légrimas y despues continué:
.—Ahora voy á Madrid, he sabido que mi desventurado
y mal aconsejado esposo se halla encarcelado, me han bus
cado por su órden, y quiero tambien haenr por él, lo que
ms pocas fuerzas permitan.
Concluyó de hablar la desgraeia4aHjinia, la di gracias
por el trabajo de su penoso y sensible relato, me despedí de
todas, deseñudolas un feliz écsito ea su caisa y viaje, y
me marché con el corazon oprimido del mas prnfundo
sentimiento; al dia siguiente salieran para la çórte.

‘TI.
1iotIcIa de etab vh.Jeaa.
Mas ¿le seis IHee5 transdurriPrml sin tener la menor
iiotk ja lel paradero di e a pubies miijere : un cija qie
pOI• casual RI84 5,111 4181 liii 1mseo por la pi ieita de Madrid
¡ I)aJ81 por ci rflflhilIO reai linos CallOS ¿le reata.
iiiios cuantos Ilseos al lado (le1 arrici fe , • ‘•
al confrontar con el prinwro que llc, íi Una mujer que
u, me era destoinicida (UUriJU 110 recordaba Ii!1k!l fue—e)
LjUI me miraba llamal ¿a por mi nombre. Eñt intes me apro_
sim al tarro la 1 ¡a Gabi,sa mi pmsana al carromate
ro parar bis caballerias Con un ooó de:
mini’).
es de un InlIne enferma It;jiia? tia 6abi un, Ja
dio lue.o iii ie Inc Ii¿ u a apriSi
1 n;uilo it hu iUUS del carro
—En M;drid Se qnLu la nfdz tifriendo los rizore5
de la i ridijene
ia y de otras cosas que luego diri . , me
contestu....
—. arnni ¿lado p..r uf mismo carretero, hizo andar
á tas m ilas que tiraban di. aqi le1 pesado carruaje me deja—
roii CII la lfliSlflfl situacion y soledat.l.
1i1aeieuLi’ pi.ir saber el estallo y circuustiwia ¿le la

==t36
degraciada H(jinia me fui pocoá
poco aproesimando al pue
blo y me dirij en derechura en casa de mi prima.
——Qué tal, tia Gabina, qué tal lo ha pasado Y. en Madrid?
—Muy bien me contestó, airnque me he llevado alli
seis meses, he conseguido la libertad de mi hijo, que no es
poco....
——Ya, con que Y. tambien pasé It la córte con preten
siones?
--Sí señr, me contestó, y por cierto que bien harta he
quedado de la tal corte, porque las antesalas que he sufridt
coi las mblestas audiencias y partes de las oficinas, son ni—
aguitníahles; alt! ,‘e*,T.& un portero pie con la c.ra ias
finchada que uiportués nos recibe con el mayor .despre.’
do, si consigue Y hablar con el oficial encargado del ne—
gociado es cada ocho dias, y lo que uno hable con él, ha de
ser muy pi onto para no molestar ni hacer esperar a los otros
litigantes, de manera, hija de mi alma, añadió dirijiéndose á
mi prima vengo de la córte, de los empleadosy
de los por-.
teros,.har(a hasta el moño, como diceii en nuestrá teira;
qué pesadez, qué ir. y venir al ministerio!!., en fin el que
dijo que las cosas de palacio van despacio, no mentia,
clecia la pura verdad
-—Pues qué, le dije o entonces, terna Y algun hijo
preso?
—-Si señor, contestó: se hallaba tiempo hacia en la cárcel.
de resultas de haber sido prisionero en un encuentro que
tavieron con las tropas, pues al momento que saho quinto,
hizo lo mismo que todos los que saltan so’dados entonces en
ueitrc publó, y si nohubiéra sido

=131=
por la caridadque con éltuv el jefe que mandaba las fuer
zas de la reita,le hubieranfusilado
cémo (i ótros, pero ju
ventud y el poco tiempo que IlevaM en la faecion de Pali
llos le libertaron; ahora los han agregado é las armas, y vean
VV. ahí por qué he dicho se halla en libertad.
——La pobrecita ¡1zjnia me ha entregado esta petaca
para que la uses en su nombre, &iñadió dirijiéndose Ii mí, la
infe1zno ha podido con otra csa manifesarte su eterno
agradecimiento... Si la yiras,hijq mio, ctiéntas veces me
besó y estrechó en su seno al despedirme de ella: ay ti
Gabina me díjo, utjndo regresaré yo á nuestro pueblo
tendré el gusto de abrazar í nuestra bienhechora.... déla
V. un n-illon de afectos y nose oh’jde de roanifstar mi ca—
rifo ‘ réspétoi su primo el facultativo Pero bién k volví
decir otra vez, qué se hace en Madrid, y en qué estsdo se
halla la causa de su marido?
Ella vive en uña boardilla dé la morena vieja en compar
ñia de unas paiana&: por la ñóche sale é pedir limosna y
entré el dia vá la cárclYver si algo se le ocurre á suben’dito
marido.
--Est segun he oido tiene muy mala causa; y por lo
que resulta de us antecedentesy
mala vi4a,seríi milagro
no salga al patíbulo.
--Qué dice V. mujer? pu’e esó faltaba á esa desven
turada....
——El dia antes de sallr ye de lá crte n dij el defen
sor que us esfuerzos y alegatos no tetiú vlimiento ningu
no á la vista de tantos crímenes con pruebas que contra si
teflia.

3=
1! , iu gr4ias ppr el obequi qis ll flOtUbre
d açjul1a, desgraciada me hacia,: me .dspedí.
VII
pobre mDijInía eónfluuaÍÓli
•-lIas de tres paaroi despue que tuve la uitama
icptiia le eUa pori paisana arriba refvida,m atpjqie. wu—
baa,ce hai reguntado raeempcro me Ibj
vuelto íi dar la menor noticia le par.ader: pero pn
diaqye ál hraf de erer rgrsa mi çsa espues da
h 1a visia4 los frinosj hallcJa grata ser
prmeade yç1 entada Jaico del portal de m
casa.
-V. perqqj obrseÍora, la dijecon la ixiayor ale
gri çla4eóno ha, pasado , adelantey;manifes_
tado á mi esposa quién era?
• . etmpeada y
enferma, y como me dijo la criada que no estaba V. en casa,
en este sitir. •
• dnde, se hallaba mi esposa y al
raria la ijta, es.,a4esgrpa madre dl nipo
fusilado, de quien me has oido hab lar tantas veces: espero

que mientrss permanezca en :€$a naU le al
asista como á una buena amiga.
y se
-Ai lo haré, me contetó irijnlo á po
bre itflnia añadi& sudsgracias de Y. hai .llmi
coraron de desconsuelo, y r lo nis tee. en• ur
apasionada amiga. y pueda disponer cÓnraflueza e et
casa, y decuantobay en ella.
Nunca tendré; yo bastantes palabras conWsó aHjfnb
para matiifestarles mi agrdee itb,.pro eti l precar
y mísero estado en que ine enpueurQ basta medá ergiçu
za de hab’lar,y or rnasquebuseo uwdos para desechp
mis penas y recuerdos, con ninguna cosa pud qcontr
medios de mitigar tantas pesadmbre, ..tantQsanjos
viisitudCs nfridas prqne no son sólas aqe11a çp* rf
VV. hay otras ahera r.ecieties que son ls quç
y
avergüenzan y lleuan de afrena. Es un ejdo
acontecimientos estraños cuya trama encadena pi. e
sistencia de una manera dolorosa: hizo un movinien
tocon las mnnos y so las lievó.delaiite de la cara para
cubrii su. rostzo, y.pór entl?e sus descarnados y mereUo
dedos s entreveian las crisbalinalgrimasqu sus
brotaban lgrimas. capaces de iuspirarun peema el
sentimental. •.
Entró la criada en este tiempn,paepar4 a mesa pa
ra la comid y desues de darla .palabras de coosuel.y
animacian, la bicius seutar eueJ
ella.
lado piefarnte de
—No merezcoo:el bnuor bn que me brindan.,. .. soy
mujer de uu.ajustieiado.... vengoasidesnudaySIKia y

—.1 40==
ferma, y mi posicion io me permite recibir esa distin
clon.... .
Sea V. mujerde quien quiera, y venga desnuda ó no,
su honradez, sús désgracias y sufrimientos merecen todas las
atencioneshuñiañas,
¡a contesté, y el honor le recibe el que
hace úii bien ála probidad é indijencia
El honor no está en los vestidos, ni en la herencia, ní
en los oficios, ecsiste en las acciones, en lá virtud, en el
talentó, y probidad del hombre..., siempre que alguna de
estas circunstanciascónozco
que adornan á alguna perso
na) sea cual fuere su cnna estado y profesiot, allí tiendo
mi débil mano.
—Dimos principio á la comida no sin observar alguna
cortedad en aquella müjer., pero con algunas palabras cari
ñosas qtie de vez en cuando mi esposa la dirijia, se disipó
sti natiral timidez 6 mas bien ése abatimiento del desgra
ciado que parece sujeta con dogal sus palabras y eón ligas sus
acciones. -
flespues quenos levantamos de la mesa. la- insté para
que se echase á dormir la. siesta y descansara un rato: lo
hizo así en efeoto y cuando se despertó, la presentó la cria
da una moda de ropa limpia, la peinó, y- despues de bien
lavada entró en el despacho donde yo me hallaba.
‘Adios, señora Hijinia, la dije: ¿hadescansado Y. de su
viaje? Sí señor contestó;. la buena acojida y hospitalidad que
he encOntrado en VV. me han hecho olvidar -en algun tan
to mis pasadas penas.
Entró mi esposa donde nos hallábamos y despues de
haberla hecha la misma pregunta se sent6’y la’instamos nos

= 141—
refiriese lo que le hubie.e sucedido e la córte despaes•e
nuestra iltima vista.
-_Complaceréá
VV. aimque mi tnemeria se halla bien
perturbada, porque yo tambien en medio de los tormentos y
males sufridos encuentro algunas veces alivio á mis dolores
hablando de ellos.
Llegué con mis compañerasde
viaje á Madrid, nos colo
camosen una boardilla de una casa junto á las vistillas de
San Francisco, y al dia siguiente me fui á la cárcel doflde
se hallaba mi marido: estaba en cornunicacion y en compañia
de otros en el patio., y sin obstáculo ninguno me presen
téél.
A mi vista quedó como suspenso absortó por algunos
instantes, pero volviendo en sí, se me acercó con timidez ó
vergüenza medio temblando... 1td aquí, Hijiniamia! espo—
sible que logre al fin lá dicha de verte despues de haber sido
el autor de tus penas y desgracias.... ¡ah! esta prueba mas
espesaba o de tu cariño para conocer la dicha que hubiera
gozado viviendo á tu lado....
.-14h! cuántas veces me he acordado de tus consejos,
ójala o los hubiera admitido!.. pero va todo es tarde..
ya ito tengo mas remedio que espiar esos momentos de er
rores y maldades en uu cadalso afrentoso... si, esposa mia,
te he llamado para pedirte perdun de mis estravios, y para
llorar contigo aunque no sea mas çue un momento la muer
te de i;uestro inocente hijo.... y vertiendo lágrimas á
torrentes me abrazó y estrechó con la nia or ternura..
- -Soy franca, señor médico, entonces fué la primera
vez qnc en mi vida sentia el place de la veñganza.. digo

.142==
vuganza porque aunq’ue éütia sus desgracias y triste po—
sicion, me alegraba por otra parte verle tao mamo y me
lancólido triunfñndorni presentimientos.
Alfin. dpuésdeestarndia hora lIorndo ymiÑndo.
tios eón 1w mayár htencion ,ileiciolog dcmas resos, •me
dijo: cuántos trabajos y miserias habrás pasado Hijinia aaia
poimi cua. . hudópn, me decia temblrosó y Ueo de
ls ma .ivas marcds’ señales de reiiorrdimiento, si. la
sitb e.deprrá el íltimo ... llevaré al otro ,mindo el
no soy:tacre—
deál niá tu car.iño,perya que teoo1a dicha de. vol
verte á ver despues de tanto tiempo y tan largos reveses;
atesa iItim&vczquá,
tan induljente y cariñosacomo
ienipre... ‘‘
- cíe cazon ledij.a, y te suplico en nom
bté.dehquel adrad hijsaFque
por tu cu1a hemos perIido
echesróa mirada :p tu. pasada.. vicie y estravios y te acuer-.
des queerecritiad yrnortaL... que tarde ó ternpano
como todos darás cuenta fi Dios de tuserrores y eseesos..
• - me contestó, pero v& fascina&icon
la
defensa .de uiiacausqe no entendia contomedzjrse. ... creí
que inatendo y estenninondo al. que n fuéra de mi. .opinion,
hacia un servicio. á Dios y.ai rey..... y. esta. ceguedad- me
conduju de buena .1é á.esos. d1itos’.. . pero si el acaso ó la
snerte mo faeí1itar.a-la libertad, entonces ¡ah! dijo crujiendG
lose dientes; cerrando los puños- poniendo su cara como la
de .uu. leow farioso entonces.
.... la sangre vertida de mi
inoocnt liijola veiga con;usura.. ese sangre dijo al—
zaMo laoz está grabada-en liii corazon y juro por lo mus

=143=
sagrado y bendito bber como un tigre sediénto fa.
del monstruoque
la matdó derramar.... prque seria
para mí (añadió con una risa arcéstica 6 diabólita esa
sangre aunque fuera el mis nocivo enena, el manjar mas
esquisíto del mtffido...;
.—Sosiégate hombre por Dos,piesa en tu salvecior
no jures verter mas sangre oqae eoíi ella ño volverias la
vida 4 tu hijo, ni por eonjorarias de posiciori. perdo
naá tus esiemigosy
pide como iombre arrepertido 4 Dios
misericordia.
—jYo’á Dios..!! a(’clemoaia, !ilas furias deleaosy del
aveñro pedirií cón tal de ue no quedase razade’liberaiés
como ese infame jenerat4 quienno prd ré aunqte vaia
eón mi alma alprofundoin&erño ... tie cayera pMorados
dias y’ fu4’ una hora y s abrasase eitnundó, esó fuma ló
jue yo quisiera, ese seria perdon, ea mi’ dicha y ml
gloria. .
Aterrada a duras amenazas ydesesperacieri, y
viendo que no me ra osibh calmar s furia;’ le Vbií la
espalda llena de terror úecidi4a 4 dejarle desahogai, su ra
bia y descunuelo; pero él que vió mi resolucion me i&de
teniéndortie dél’gkurdapies y me dijo: tú tambin Hjbza
tú tan1iién me abandmiastú que dbieas participar coil,
mas furia de Csla justa iudiguaiente a*ifiésUas’com ín
sensible 4 ellas; tantó 6 niii4ue tú hesuñtid1o ‘degróci
y lkrádoi’a siix’eesar noche /‘iia peio qué tegb dehaCer
! tuias çue abraziur ud cruz rei’gnarrne4 erdóriitr á sus
verdigos?..’.. le contesté con evuidadmas ‘grande
Pues yo mientras conserve un 4tomo d&vidn, mientras

=i44=
pueda pensar. y recordar que el monstruo d ese ateuado
vive, le rldeciré, le segé cn’.elpnsamieito,
a queno
pueda.personalmentç, y como si este fuese n ente físico le
cecharé como hace .e asesino que. espia ú su víctima, y
• cuando me figure ser el golpe seguro, eatopçes...... ecar,—
garé’ sobre él, e! puñal de mi venganza
—Me salí p hor.orizada y fi lo lejos O que me decia:
dentro de tces dias te espero Hzjinía.
Volví efctivamente al tercer dia., le vímas tranquilo y
observé estampado en su semblante elreílejo dela venganza
‘ los remordimientos..., estaban tan al vivo pintadas estas
dos, circuntancias er él, que. con facilidad cualqtiera hubiera
conocido las iitquietudes erique luçhaba su alma.
—Por fin Hjini,. me dijo’, h.as.sido’ obediente y me
alegro.ha3as venp porq3l Sitio hubiera desconfiadode ti
tambien, ‘e ven antas y tan diversas cosas ei este
mundo, que tiene que llegar dia en que desconfie uno ‘dc sí
mino......pero qué desmejorada, estas llzjzzia, no estas co
nocida de flaca ‘y motena.... siq, duda los..pesares....,
—St, José si, l contesté, ‘los, pesareshan ptesto mica
ra arruga4iy morena, y.decada j.ma, de. .sas;.arrugas es
ciIpidas antes, de:, tiempo pudiera’ ec,rbiñe, ‘una historia
cornpleta: de rectterdos’d’oloroos. ..,Al vr:car.rer mis lágri
mas se enterneçó él .t hien,cojié mi mano, la besó mL
yeces y otras tantas la vi inundada de sus rdientes lágrrias;
en transportes de esta naturaleza pasamos bastante tiempo,
y cQnI .scnsejoy .contiiqas ecsprteioes logré al parecer
calmar su inlinacipn vengativa,.pero, corno ‘la causa que le
seguian ,tonaba eri , deccon. volVió. inpaçientarse, y

Ofl todaeI munlo pegaba..tanto que ipq v.eft a dura
precision de dejarlo y ponerme 4 servir.
—Con una faiIiri ilustre me cnloqué de cocinera, y en
esta casa estimada qt.erida de aquellos señores que tant o
eornpadeciari mis desgraciasestuve
hasta la caida del jeneral
Espartero en que comprometidos por su rejenc-ia tuvieron
que emigrar al, estraiijero.
IJespues me. acomodé de costurera con un sastre, y un
dia que me dirijia al obrador para trabajar, sentí gritar 4
los ciegos ej anuncio dI reo ‘que estaba en capilla.
—Un frio jeneral se apoderó de mi, la sangre se reti—
ó 4 los senos del corazon, y corno si las potencias y sentido
me abandonasen, sentí un sudor frio en el iostro, se me
empañó la vista, los oidos me zumbaban y caí al .sáelo casi
mortaL
Por fortuná cuando caí faé en la misma pieza obrador
del maestro y allí me prodigaron todos losauxilios imajina
bies hasta que volví de aquel síncope 4 parasismo ner
vioso.
Repuesta del sbresaito, me disponía para el trabajó
cuando oí por segunda vez pregonar al ciego.... Las voces,
de este se aproesimaban y uno de los oficiales tomó por dos
cuartos el papel que aqael vendia coi i causa y sentencia
del reo.
—Palpitaba micorazon con una velocidad estraordina—
ria, unas llamaradas ardientes subian hAcia mi rostro yorno
estaba cosiendo con la sabeza baja nadie hizo reparo en mí,
porque todos los compañeros pedian leyese el contenido
de él.’
TOMO 11, ‘ 10

=t46==
M1itlna frt la1ia’de 1uerte fuer de la puea
de Toledo en garrot vil ;Jós’ Matin() ZEone5pÓhabr,
dádo mu’ete la misila ecel á s compaiero ypáisano
&zsi7iso’, c’on otros ‘‘rniehos ci1méne’s justificados ‘de que
está conictd y confeso.
Sin sentido.caíoisegurida
veiá tierra,; yentiéao—
dos los circunstantes me creyeron muerta
Fueron pbr un faenltativ.o que ne rden:ó una’ bbida
ntihistéria;’ tomó élunácharadás y me reénirné titi’po—
co, llevándóme kego que’ féi vuelta de aquél tque ner’io—
so ‘al hosjdtM’,ddndperman’ací tilas de dos mess •h’asta m
cómple’té eur’aeion :
A lós óda’s de sélk ‘dé estebenfico asilo ‘de’lá in
dij’eneiá nconré .á un compañero de ‘titimalbádado espéso;
iie habló y se dió ( conocer.
“Estó” lécóguito; Hin’ia, me djohuyendod ‘com
promisós dé lós’ iótigas de los pueblóee’hé s’enid q:íT
u vei i ‘piedó sutraPrne del lazo que á todos no ho
tendido para apresarnos, dime donde vives para irte á wer.
4’ie ui’ersás1a vida’ que tn mat’ídó’hatraido
depues que
té separate ‘de nosÓtros y ‘i nlotivo orqiíe le h’av d
capitado. ‘ ‘ ‘ ‘ ‘
Le di :la e’ás de mi casa ‘y al dia iguiérlté se prL
sentó en ella y principió su relacion de esta manera;..
Ya sabes ue nos acójimos al cóhvvÉrIiod Yetar’a, la
niay’ar parte deta fderza qée coinpouia lá facción de la Mah.
ha y que eorr éste’ motivo podiamo regresar á nuestrosho
res’ ‘dediarnbs al trabajo diaríó»pues bin,Tcomo yaés
tábamos acostumbradosá
esa vida (le compromisosy
aven—

=147=
lurera, se no&hcia malsujetarnos
al irabjo penosoque
tan.
poco produce, y tanto sudor cuest:i y como el cornaiclaiteje—
neraihabia formado un escuadron desguridadpzblica con
el objeto de estinguircotnplet
ente los rest de nuestra fac
ioi dispersa que todavia cometia las atrocidadesde.
siempre,
foimos’ invitados para si .qiieriamuS ingresar en e!la.
Efectivamente nos alistamos ei aquel euerpd muchos.
de nosotros, y fi la cabeza de él, pusieron á nuestro, compa
ñero de los nuestros, paisano Saturno y en él con indudablemente otros varios subalternos hubiéramos tambien podido
permanacer mucho tempo exentos de las perecuciones de
la justicia ‘que’ poob fi, poco iba. eteausaudo á. os que tenian
le1iosde gravedad, si mas cautos; y prudentes no liubiéra—
snos dad’o oido’s fi’ la ifarnia y flia tFaicion, pero está escrito
en el’ libro del. destino que el crtme’u mas tarde dinas. tem—.
prano tic ‘de set castigado, ‘y Dios en su altos juicios e:scojié
por teatro de su justicia el mismo pueblo que Lntas rnalda—’
des nustras hahia presenciado y en donde tanjamos íiuestro
curtel j eneral, enuna palabra, Feman Ca&sllsro, Allí des—
pues de llevar algunos meses .en el referido cuerpo, fué donde.
ncs sublevarnos oontra;nqestros nuevosjefes
que nos querian
imponer disciplina órden, allí los fl5øijllCffl.S, y allí da ricto
nuevasnenteel grito de.insurreccion y aclamando fl.D. Cár—
los,fué dondeescuchamoslosengaños
yprornesas de ajente,s
realistas, ‘que nos ofrecian socorro de las fuei;zas. que aun le
quedaban á Cabrera en Aragón y Cataluña, que nunça
vimos llegar, ‘y allí fuédÑde princi.pian’ios fi purgar unestros
estra.vios y maldades.
—Cometido este nuevo aténtadó, y dado el grito de

148=
bdUon,’preciso éra arrostrai por todo entregarnosi
numtra ‘ntigoa vida... Nos retiraremos’ ‘á la ierrii en ob-’
ervadon’de los movimientosque
las tropas emprendiran
contra nósotros, esperar el gran refuerzo que de lospun—
tos referi’do nos habia de llegar, y ofrecido; pronto vimos
al comandante jeneral desplegar toda su pericia, toda su saña
contra nosotros, y contra las fmilia, ynunca vimos el re
fuet’zo prometido.. .. Ali! el lazo tendido á:nietra credu
lidad pO los tiimos partidarios nuestrosera la señal quela
mano de la:’ providencia daba para que principiáramos á
epiar nuestros crímenes. ..
Desalentados, perseguidospor
todas partes;sin reursos
y sin 1poo de nadie, no tuvimos mas rehedio que ac.ojer
noS al indulto que el jeneral, nuevamente ofreciera; pero
este lílLin’uo indulto fué ‘çon restriccions, bien ‘duras
por ciertó.... éramos acreedores á ello ffijina, lo con
fieso, si ese jeneral hízo transgresiones de la ley y de’ sus
facultades, uosotÑs las provocamos, y estoy por decir que
fuié:ms infame y negra nuestra ingratitud,’que;La sautge que.
despusha i’ertido ese hombre.....
_-jCalla por Dios.!! n me la “recuerdes le contesté
sdbita’mente ningun derecho, ninguna razón.’ tenia. para
derrmarla.... me estremezco al recordárlo;... calla por
Dios, calla... y . no me renueves esa herida motal y
dolorosa, que aunque ‘oculta.. .‘. permanece viva y. abierta
enmicorazon....
—Puesbien,callaré.... pero déjame continuar y verñs
por qué medios tan estraflos ha hecho Dios castigar nuestras
culpas; ...‘ Nós onccdió ‘el iñdulto el jelieral éon la condi
e

jon.’d que babiamo3 de entregar para couseguirlo. muertG
ó vivoun compañero..... Ninguno empero nos parecia seria
capaz de conieterun atentado. semejante, al recordar los
vínculos que nos unjan, tanto tiempo hacia; pero ¡ah que
desengaño!!.. á.los pocosdiasprincipiamos
á ir. viendo asesinar
dos ámnchos y desapareciendo otros que eran los que
se indultaban.... viendo que los que mas intimos habían
sido mas pronto se, vendian y mataban....
,A la vista de esta horrible baiar.ie, yno..teniendo
ya confianzu unos de otros, fuímos desapareciendo poco á
poco, y aquella sublevacion descabellada, murió por sí mis
ma casi en su orijen, y de este modo terminó la faccion de
la Mancha, que á no ser así, no sé como bubiera con
cluido.
Tu marido no sé como se la compuso para indultarse,
pero la justicia le. echó mano conociendo .era un crí
minal de los sublevados, tomó informes de, su con
dicta, y, ‘de tres ó çuatro puntos se levantaron contra l
acusaciones fuertes de asesinatos.... ,
-—Je otros tantos juzgados, le reclamaron por esos
delitos, vino la causa, It. esta audiencia territoiia1 y el
preso á la cárcel de’ córte, y despues d segir los largos
trámites de sumarias tan formidables, fué como ya aes
condenado It la. pena de muerte.
Le’ notificaron la sentencia.... y no contento .çori sus
muchos crímenes, quiso añadir otro asesinato horroroso,
por lo estraño y singular.... oye y verás.. . te escucho
horrorizada, le contesté, pero quiero ver hasta donde llega
5u maldad y mi fortaleza.

—Ya sabe qne’s hallaba ptesó con’ él nuestro iasafl
Baiüísóá consedueúcia de de1ios por eseestilo. Ypu bieti,.
‘iaido le aabar’oñde’ noti1ica la’snten1 y cdandb ‘le
iban á meter en óapilla, se despidió de todos los préosj k
tbdo les Idió perdón, y en’ particular á Basílíso cuiOn
llamó pará daile un abrazo.... fué este efec’tivarnmte’ f
dáselo.’... y en el acto de éstar abrazado -áél; y á lavista
de infinitos presos espectadores, te diódos fue’rte puáladas
tan instantaneas é impensadas que cayórnuertoá’sus pies...
A tu marido ác’ l oyeroi depués, y miraudo al muerto
esths’ palabtas: á todos perdonó menos á. ti, al ‘jeneraE
B. . .‘. El 9 de febrero d.c i83, sufrió la muerte ‘en
garrote. Trémula, conulsa y sin sentido .me’ qüedé al
escuchar los últimos y desesperados momentos da ‘mi
marido, ronpiendo en un copioso llanto me decidí ‘á sa—
1k de la ‘córte donde me parecia que todo el mundo me mi
raba y conocia por mujer de un hómbre... desventurado.
Este ese1 fin’ trájico de mi esposo, y yo soy’ la víctima
que espiará sus culpasllena
ile ‘trabajos r enfermedadeshasta
que Dios ponga fin Ii mí vida.
—Compadecimos y lloramos mi esposa y yo’s’usdesgra
cias, fortalecimossu
acoiigojado espíritu con nuestros po—
bros coesejos, y ocho ‘diá’despues ‘se hállaba en su pnéblo
natal donde aun vive entregáda á ‘los trabajos mas penoso&
del campo....

CAPITULO CU4RTO
1.
UJ0 ajusticiado.
MAYO25 DE 1842.
Parece que. la mano del destino ha puesto sobre mi
sensible corazon una marca 6 sello indeleble que jamás
borrela cicatriz que dejaran impresaslas
variadas y distintas
llagas con que en diferentes oeasiQnesha
sido afectado: era
preciso tambien que probara todas las formas de esas im —
presiones hasta conseguir poner fuera de las leyes fisiolóji
cas í éste corazon siempre melanc6Uco, siempre lacerados

La vida del médico comagrada al alivio del hombre.
sufre mortales angustias cuando le ve padecer y sus esfuer
zos y estudios note pueden aliviar. Por hábito contrae ese
gusto de hacer bien, y el din que la hoz de la muerte siega
el cuello de alguno de sus enfermos, aquel es para él un
dia de torturo y de dolor, es su din mas fatal, como ya en
otra parte lo dejo consignado.
Recojido en sí mismo apura la copa de la pena y es
muy rara la vez que en medio de este tormento no oiga al
ulgo ignorante hacer comentarios sobre la muerte acaecida
á su enfermo, disculpando á esta y ofendiendo al profesor
con su crasa é ignorante crítica.... Vosotros profesores
encanecidos en la práctica, cuántas veces !iabreis masticado
(permítaseme la espresion) ese nocivo veneno que em—
ponzoña los amargos dios (le la vida, al veros víctimas de
la ignorancia y la impostura, porque si bien la con
ciencia es el lenitivo que fortalece vuestro espíritu comba.
tido y saturado con tania forma de sensaciones aflictivas,
¿cuál es el hombre, cuál el facultativo que oye con impa
sibilidad esa crítica del profano?
Muy frecuente es luego que fallece un enÍrmo oir á
los parientes y allegados culpar al facultativo de imperito,
erijiándose ellos en personas de intelijencla.... ¡qué lástima,
dicen algunos, si le hubieran sangrado no hubiera muerto
el infeliz.... ¡Qué fatalidad! dicen otros, le ha errado la
cura, con una purgo á tiempo le hubiera salvado la vida,
porque lo que tenia el enfermo era un graiide asiento.
Pues yo creo, suele decir un tercero que si hubiera sido tra
tado por el método homeopdtico , su curacion i.ndudablemen—

=15
le hubiera sidb instatténea, porque ese es un método bajado
del cielo. Pues yo lo que le hubiera dado es la purga de
Mr. Le Roy, dice otro echándola de grave y concienzudo,
porque para limpiar el cuerpo no hay niuuia cosa mejor.
Asi discurre el vulgo poco mas, poco menos, en materia
de medicina en semejantes casos, y todos se creen con su dó—
sis de ciencia médica, dejando desairados los años de estu
dios, la asidua y observadora prédica del honrdo profesor,
y el constanteanhelo con que desea dar la salud é sus enfermos.
Ni la alegria del juez que descubre la verdad de un
crimen, ni la del sabio que resuelve un problema es com
parable con la que recibe el profesor cuando hace una en—
racion completa. Esta alegria y satisfaccion es tan grande
como la del justo, que no tiene comparacion.
No obstante que esta alegria es al médico tan ilimitada
y espansiva, porque su imajinacion ba abrazado el inmenso
espacio de felicidad en que deja á una familia, bien pronto
tambien la ve apagada y mustia, porque si bien á esta la
deja contenta y placentera, en la otra visita que sigue no es
tan feliz.... En el semblante (reflejo del alma) del que sale
á abrir la puerta, observa y lee el facultativo el desgraciado
resultado de sus asiduos cuidados.... aqui ve sus pianes in
fructuosos, burlados, y este trénsito de la alegria al pesar
tan repentino, produce en su alma una inetarnórfosis de sen
timiento.
Sale lacerado de esta casa al ver el fruto de sus afanes
desvanecidos, se dirije é otra donde tiene un enfermo de
gravedad y zozobroso y lleno de inquietud llama á la puerta,
y el que la abre le dice:

—Se ha muerte. corrido y licuo de abatimiento
vuelve la espalda, ecsala un suspiro y íi él acompaña estas
lacónicas palabras: cómo ha de ser, paciencia, he cwnpli—
do con mi deber.
Estos hechos por desgracia bien ciertos, tienen nuestra
azarosa ‘sida en una continua inquietud, en un constante
padecer, y jamás ve en lontananza, ni al través de ese pris
ma social, que tanto ensalza á otras clases mas que penali
dades y triste porvenir.
Bien conoció esta vida llena de disgustos el malogrado
y esclarecido Garcia Acimonte cursante de 7.° año de me
dicina y cirujia al describir en sentidos versos (dedicados á
los enfermos del Hospital Jeneral) los padecimientos con que
el facultativo combate.... pues transportada su alma noble
y poética al lado del lecho del moribundo arranca con su
estilo, sublimidad y grandeza, emociones del mas puro
sentimiento.
Para probar cuanto dejo manifestado, y que no soy solo
en llorar los males anexos á la profesion, voy á tras!adar í
este Diario algunos trozos de los versos referidos, porque
ademas de ser bien oportunos, creo no desagradarán á
nuestros lectores.
Uno de ellos principia con estas sentidas palabras:
No las dulzuras de brillante vida
quiere cantar mi descuidado acento.

=1i5=
A primera vista se conoen que no eran dukuras lo que
aquel ilustrado jóven quena significar, sino las amarguras
y padecimientosinherentes
it la profesion.
Sigamos al jóven en sus inspiracionesy
veremos confir
mada tan triste verdad.
Canten de nuestra vidala ventura
otros con bello acento y melodía;
yo contaré sus males, su amargura,
porque la lira mia
jamás al venturoso le divierte,
y con el desgraciado llanto vierte.
Asi es en efecto la vida facultativa, siembra en la so
ciedad it manos llenas beneficios, y no recoje por premio de
esa benéfica semilla con tanta profusion derramada otra
cosa que las lágrimas, miserias y desdichas del desgraciado
que padece.
Vosotros que sabeis, dice en la conclusion de sus versos,
despues que su alma se ha escursado en los aéreos espacios
y descendido it las frias y estensas habitaciones de los hospi
tales donde tanto infeliz jime y padece.
Vosotros que sabeis, cantad placeres,

=156=
consolad de esos hombres la amargura;
yosobsé lloarsu desventura.
Si tú, jóven ilustre, llorabas ya cuando aun no habias
principiado á ejercer la profesion por no haber salido del
templo de Esculapio, ¡cuánto no llorarán lps que la ejercen
muchos años....
Llorabas tú ya desgraciado jóven, repito cu?ndo en
igualdad de circunstanciasotros
se alimentan de halagüeñas
ilusiones, de dorados ensueños figurando con tan hermosa
perspectiva que el ejercicio médico es una mullida alfombra
matizada de flores: pero ¡ah! la práctica la transforma por
desgracia.bien tupida de espinas!
Ese llanto salido de tu sensible corazon te presajiaba lo
amargo de tu destino y carrera. .. recibe pues en prez de
esas lágrimas precoces, las que te dirije desde este mundo
de miserias un profesor compadecido de tu prematura
muerte
Muy sentidas y justas eran las amargas quejas del poeta,
y cuando las leí en elperiódico la, Facultad renovaron en
mi alma de una manera tétrica y aflictiva tos infinitos suce
sos que por mí han pasado, pintándome al vivo la imajina
cion un hecho que conservará mi memoria eternamente,
tanto por las lágrimas que ví derramar al hombre que ocupa
la presente historia, cuanto por las que yo compadecido
tambien vertí en su prision.
—Era el 5 de mayo del año referido y me hallaba

dispuesto á salir á hacer la visita á mis enfermos; cuando se
presentó en mi casa el alguacil dePjuzgado con un recado
verbal del juez para que sin dernora pasase á la cárcel á ver
á M P. T. que se hallaba enfermo y preso.
Está ml1r bien, le contesté á este, haga V. presente a1
Señor Juez mis respetos y dígale de mi parte que en el ms
tante será complacido.
Me dirijí en efecto á la cárcel, hice: presente al alcaide
el mandato referido y sin hablar una palabra cojió un gran
manojo de pesadas llaves que tenia pendientea de una escar
pia y me introdujo por una enorme puerta, cuyo strepítoso
cerrojo hizo al correrse mas rwd.) que el disparo de un ca—
ü000z o.
II.
Los Iiori•orcsde una cárcel.
Pasamos á un patio pequeño y húmedo por cierto,, allí
vi á unos cuantos preo3 entretenidas en repasar el libro de
las cuarenta hojas.
—Escelente oficio para correjir criminale , no. hay duda
que la escuela esa producirá houibres laboriosos é instruidos,
dije al carcelero.
—Qué quiere Y.. contestó este, al mismo tiemp9 que

—1 S —
entresacaba del manojo de llaves una bastMlte ruéstic eu
algo se han de distraer lo ‘pobres’, to.lo el santo dia están.
como V. los véjugaudo el pre que tienen señalado para su
alimento, y asi se distraen y juegan que se las pelan.
preso hay que tiene perdidos nias de ocho diía de su haber
y si no fuera .porpe algunos de sus compaÑerosle
a1arg’an
un mendruguillo moririan de hamhre... pero hombre,
le dije entonces ¿no fuera mejor prohibirles ese detastable
vicio y proporcionarlestrabajo
facil de hacer en esa misma
prision?
Mejor fuera, sí señor, contestó concluyend de abrir la
puerta que por cirto babia estado ‘bien pesada, y princi
piando á caminar por una galeria oscura y estrecha pero
nadie les hace caso, y asi pasan los dias, los meses y años
esperando la sentencia y finiquito de su causa.... ¡Jesus qué
oscuridad y qué aire tan frio viene por esta maldita galeria,
dije al alcaide, cómo estarán los desgraciados que jimeri en
estos calabozos!
—Couside V. ne contestó, dando diente con diente
de frío, sin cama, sin ropa para abrigarse y sin luz para dis
frutar la cIaridadque Dios nos envia.
Desgraciados decia para mí, debiais entrar en la cárcel
no parapurgar delitos,sino para estar á disposicion e los
rbunales y contestar á losinterrogatorios y cargos que os
hagan, y los purgais en estos sitios antes que se vea el fallo
de la caus5 y con mas tormento quizá que la pena que os
impongaii bs leyes por vuestro crimen.
—llasta cuándo Señor, los hombres han de abusar de
tu boiad y de tu hasta cuándo los tribunales han

de tener padeciendo ti estos desgraciados en las cárceies
eternidades y entregados si cabe ti mas veios que cuando.
estaban en libertad!.. nuncadecia entre mi, porque aun
cuando se simplifiquentos,
modos de sumariar y las leyes seat.
esplicitas y terminantes, y aun cuando los cédigos penales qu
con tanta ansiedad. se esperan sean inasileesibles y humanos,
y mientras no se les dé otra .direccion ti estos establecinie
ntos
y nueva planta ti su construccion para quen lugar de pade
cer, estén seguros los reos hasta que. la ley los castigue,
siempre jemirá el hombre en ellos, y siempre veré htimillada
y abatida su dignidad....
Llegamos por fin al calabozo donde se encerraba el enfermo
que yo. pasaba ti visitar, abrió el carcelero la pncrta
que tarnbien tenia su llaveS y cerrojo y me mandó cntva
adelaute.
—Pase V, pase V. antes, le dije, que ye no entiendo ni
conozco estos sitios ni veo tampoco mt titomo de luz.
Pasó ci alcaide y yole seguí por una puerta tan suma—
mente estrecha que apenas cjia mi pobre humanidad.
Jesus y qué estrechuras estas, afiadi al eurar, Dios me
libre de yerme en tales aprietos y sitios!
—Dios le libre ti V. contestó el pobre preso en voz bas
tante bronca y melancólica, porque este encierro creo no se
hizo para hombres sino para alguna fiera.
Seguramente, añadí percibiendo alguna luz y echando
una lijera mirada por aquella miserable estincia, que pare
ce el nicho este, ti las jaulas que en el retiro (le Madrid hay.
pasa guardar las fieras.
Ya mealegrara yo, volvió ti decir el preso, que esta.jaula

==1 (O===
‘ el trato que ámí me dan fuera como el de aquellos ani
males....
—Por aquellas jaulas seüor, me dijo con la mayor cele
ridad entra luz, el aire paro, el sol..., y la claridad; y aquí
no llega mas que la desesiieracion.... y la muerte lenta
mente.... i aquellos animsles los alirnuan, los halagan y
limpian sus habitaciones.... y al hombre encerrado en estos
horrorosos lugares.... le falta lo que Ii aquellos con tapta
profusiou prodigan...
—El hombre que con nada satisface sus gozos le co rites—
té, porque de tanto gozar se estraga y ostia, y con ninguna
cosa complace su vanidad y orgullo, la ostenta efectivamente
de esa manera, creando casas suntuosas para tener fieras
tan bien cuidadas y asistidas, y en mas aprecio quizá que el
hombre que es su semejante y hermano....
Coii que vamos, le dije dando algunos pasos á tientas y
dirijiéndome hócia donde venia la voz, conque V. es el des
graciado que inc manda visitar el señor Juez?
—Si señor, yo soy contestó, y si ya que estoy preso en
este lóbrego é inmundo calabozo estuviera bueno, sufriría
con resignacton mi suerte; pero es un dolor, es un tormento
encontrarse enfermo y halla rse en este sitio, solo, á oscu
ras, y sin tener quien me traiga un vaso de agua...
¿Pues qué, le dije, no le asisten á V. ni dan lo iie—
cesario?
Nada absolutamente señor, me contestó, hace cuatro dias
que me trajeron de la cárcel de (]onsuegra escoltado por la
M. N. de allí, y como estoy incomunicado (al menos asi
parece) nadie mas que el carcelero entra aquí, y á nadie mas

que fi él me he quejado para que lo hiciera presente al
juez....
—j,No tiene V. familia en el pueblo que pida por T,
y reclame del juez la asistencia debida corno enfermo?
Si señor, si tengo por mi desgracia, ójala no la tu
iera, contestó, porque al menos padeceria Solo y nadie se
acordaria de mí, pero soy casado y tengo un niño de
dos años que adoro entrañablemente..,. si me le trajeran
algun rato, suavizaria con sus caricias mis penas que son
bien amargas, y me baria mas llevaderas las eternas horas
que en esta lóbrega jaula paso..
—1Qué lástima...! tranquilicese V., que O empeñaré
al señor juez para que atienda it sus necesidades y remedie
este descuido involuntario.
Pero it todo esto, estamos it oscuras, añadí, yo casi veo
nada: por Dios alcaide, traiga V. una luz, porque de
otro modo yo no puedo ver ni ecsaininar al enfermo.... es
tan escasa y opaca la que penetra por esa claravoya ó
rejilla que hay junto al techo, dije mirando á ella, que aun
no he podido distinguir los objetos que aquí hay: traiga
V., tiaiga Y. volando una luz que yo me ahogo en esta es—
treehez y oscuridad, me gusta en todo claridad, anchuras
y libertad.
Marchó el alcaide por la luz, y en el entretanto quedé
solo con elpreso.
-Yqué síntomas acompañan it V. ensu indisposicion?
le dije entonces aprovechando el tiempo.
— Hace tres dias que padezco de unos dolores de bra
os y piernas tan fuertes que no me dejan descansar un
TOMO JI. fi

1 62 —
momento, tengo sed, tambien me duele la cabez a y llevo
otras tantas noches en un penoso desvelo sin poder dormir
un rato, contestó levantándose de su lecho y haciendo reso
nar dos ó tres pares de grillos que tenia puestos, y cuyo
ruido me estremeció erizánJose el cabello.
Me acerqué no obstante un poco mas á él para ver si
lograba distinguir su fisonomía, y al través de aquella luz
confusa observé que era un hombre como de unos treinta
y seis años, alto, moreno y con una patilla corrida, larga y
bastante negra.
—Vaya, pues en el interin traen la luz déme Y. la
ru ano para pulsarle.
Me alargó su brazo y al tocar su muñeca palpé un brazo
hercóleo.
—Pues es una friolera, dije para mi, el hombre este,
si le diera una mala tentacion contra mí, bien odia des
hacerme de un puñetazo.
----Diablo de carcelero y como tarda, seguia yo dicien-.
do mientras pulsaba aquella gruesa y fuerte arteria que
latia con una velocidad estraordinaria. No, como fuera aho
ra, continuaba en ini soliloquio, el diablo me llevara cuando
yo me hubiera quedado solo con él en un sitio capaz de
aterrar é imponer miedo y temor al hombre mas valiente.
—--Con que digame Y., le volví á preguntar haciendo
el disimulado, ¿es Y. de este pueblo?
—Sí señor, contestó, ¿no ha oido Y. nombrar á
—Sí señor que le he oido nombrar muchas veces.
——Poes ese soy yo, contestó.

=163==
Otra te pego, dije entre mí, vaya una reomeudacion
para no impacientarse cori la tardanza de la luz, vaya (lii
hombre este! para no tenerle respeto cuando era el terror
con su compañero Poca leche de esta comarca.... Poes se
ñor, le dije algo envalentonado, o creo que tendré qua
salir á llamar alalcaide, porque está visto que n. viene en
dos horas.
No sé si este oiria mis últimas palabras, pero lo cierto
es que en aquel instante sentí correr el primer cerrojo res
plandecer una luz que ensanchó mi espíritu ya medio des
fallecido.
—-Gracias fi Dios, le dije al carcelero, creí se babia
Y.. muerto ó babia pasado á las Andalucías por el aceite.
——No he ido tan lejos, contestó, pero sí á la tienda de
abaceria qie es de donde se surte el alumbrado de los pre
sos, que á decir verdad es bien poco, pues no hay luz mas
que hasta media noche.
——Si hay lámpara., le contesté, no es estraflo porque
al vez suceda aquí lo que en las iglesias que las lechuzas,
egun los sacristanes, se lo sorben.: pobres santos, hasta su
cultose oscurece por las aves do ra1iña que en todos los es—
-tablecimientos pululan.
Con que vaya, esplíqueme Y. su dolencia, dije mirando
al desgraciado..
—-Ya le hedichoá Y. lo que siento, Sr. D. M., contes
tó, pero esto’ en la creencia de que mientras no me tras
laden á otra habitacion de mas luz y sana no me alivíaré,
porque es capaz este calabozo de quitar mas vidas quela pes
te de Levante.

—164—
Lcsajeraeiori anda’uza me pareciósu
respuesta, pero hu
be de disimularla por salir de los labios de un desgraciado,
y por entonces me contenté con tranquilizarle y darle segu
ridades de hacer presente al juez su justa reclamacion por
estar basada en reglas de humanidad é hijiene pública, y
ademas añadí quiero que admita V. el obsequio de recibir de
mi casa iiiia jarra de agua de naranja y otra de sustancia de
arroz, que yo mandaré traer.
—-—Lo admitiré y se lo agradeceréá V. en el alma,señor
fisico, me contestó, y estimaré tenga la bondad de darse
alguna vuelta por aquí, porque tengo que hablar despacio
con su merced.
—Está muy bien, tocayo, le repuse, (su nombre era
igual al mio) á la tarde volveré despues que haya hablado
aljuez y concluido la visita.
Al salir al patio pareció que adqniria nueva vida y que
mis pulmones se dilataban con mas libertad....
Efectivamente, aquel aire sin renovacion, húmedo y
mezclado con los vapores desprendidos de un cuerpo enfer
mo y en cuyo local efectuaba sus naturales necesidades, le
tenian tan enrarecido que molestaba fuertemente la res
piracion.
Encargué al alcaide mandase un recado á mi casa para
que remitieran de ella lo ciue dejaba dispuesto y me salí de
un edificio tan triste y perjudicial á la salud.
Indudablemente, decia o despues de ir por la ca
lle haciendo la visita, este desgraciado va á depositar en
mí alguno de esos lances y ocurrencias con que públicamente
se ha pintadosu
historia; él es faccioso indultado, su nombre

16 5
con el de sus compañeroshan
corrido parejas conseguido
funésta celebridad por estas inmediaciones durante la guerra;
no hay duda, el objeto de su entrevista conmigo debe din—
jirse á este fin.. . estoy fresco huyendo siempre de escenas
tristes y conducido á ellas sin poderlo remediar.
Despues de concluir la pesada carga que por precision
tenia que llevar visitando los muchos enfermos que una po—
blacion de cerca de dos mil vecinos tenia, me dirijí á c.asa
del señor juez de primera instancia.
11!.
Ui cntrcvita con el Jnez.
—Vengo, señor Juez, le dije depues de los saludos do
esti’o á dar á Y. parte del estado del enfermo preso que
me mandó visitar.
—Y qué mal ahije é ese deigraciado? mepreguntó.
La enfermedad le dije pudiera ser muy pronto reme
diada, pues con solo trasladarle á otro aposento que no sea
insalubre como el que ahora ocupa, con buena cama y me
jor asistencia creo que su dolencia seria correjida.
Pues en ese caso hay que (si se le traslada de allí)
ponerle con centinelas de vista porque es reo de mucha con
sideracion (y aquí para internos) se halla ya sentenciado por
la audiencia territorial h la iíltima pena, y se espora de

=166
un momento á otro al ejecutorde
la sentencia con la órden
para que inmediatamente se verifique.
Sorprendido me deja V. con esa noticia, seüor Juez, le
contesté, no sabia yo que tan adelantado estaba ese sumario,.
ni tenia noticias tampoco de sus delitos, porque si bien he
oido referir anécdotas de él, no sabia ciertamente cuál era la
que en ese triste estado le coloQa, pero en fin sea corno qnie
ra, en el entretanto seria muy conveniente y homano, poniéndole
con la debida seguridad aliviarle de su dolencia qu
puede antes que la ley se cumpla y Ja vindicta pública sea.
satisfecha conducirlo al sepulcro y verse burladas una.
y otra.
—Tiene V. razon añadid el juez, pero V. no ignora la
inseguridad de esa cárcel de donde se han fugado una infini
dad de presos engrosando las filas de la rebelion durante la
guerra y esa es la razon porque se los tiene amarrados con
esas prisiones que me horrorizan pero que son indispensables
pára la seguridad y por la responsabilidad que sobre mí
psa.
No hay duda ninguna que en parte tiene V. razori
tambien, y el dano en mi concepto viene de la mala cons—
truccion y forma que daban los antiguos á esos edificios
para tormento del hombre, ¡tiempos bárbaros y tiránicos
que se recuerdan con horror y que no debieran citarse mas
que para entregarlos á la pública execracion. Esos tiempos
de horror y de esclavitud para el hombre, deben desapare
cer de nuestro siglo, castigando al culpable sí, bajo las fór
mulas que nuestros códigos determinen, y no bajo el dogma
del capricho y la tirania,

1. 67
—Pues bien, me volvióá
decir el juez, supuesto es de
suma precision la traslacion del preso á otra habitacion, oíl—
daré al alcalde constitucional para que al anochecer de hoy,
ponga á mi disposicion O nacionales artiados con su oficial,
á fin de que le custodien, mientras llega ese desgraciado dia
para el infeliz que me estremece, y cuyo castigo detesto con
toda mi alma.
—Si señor, añadió, le aborrezco y tiemblo cuando mi
justiciero ministerio me pone en el caso que tener que sen
tenciar á pena capital á un reo.... Es un dolor, una cruel
dad, es quitar el derecho que sobre nuestra vida tiene el le-.
jislador supremo, pero que la necesidad, y si se quiere mas
bien, la falta de leyes humanitarias ha impuesto desgra
ciadamente al delincuente para que no se perpetren los delitos.
Con ese idea sin duda alguna le contesté, se formarian
tan duras leves, pero la sociedad se priva de los brazos de
esos hombres que aun cuando esten cancerados pudieran
todaiva purgando sus culpas, ser útiles á esa misma sociedad
ofendida; si hubiera cárceles, presidios y correccionales se
guros y construidos en debida forma en sitios sónos, donde
se enseñara á los rematados á correjir sus vicios, á amar á
sus semejantes y serles útiles, pagando al paso su merecido
castigo, entonces no se resentiria la humanidad y la relijion
misma, de esa crueldad de las leyes.
Se halla este ramo interesante tan descuidado en todas
las mas de las naciones y particularmente en nuestra Espa
ña, añadió el juez, que iii la erudita pluma del célebre
Benthan ni la de otros escritores, no menos ilustres,
entre los que pudiéramoscitar
á Jobe llanos y Campoma—

= 1 6&==
nes han podido conseguir modificar, ni iutroducir esas me
joras imperiosas en el sistema carcelario. Cuando se dió la
nueva forma á.nuestros juzgados,. debieron tenerse presen
te muchas cosas vitales que la práctica nos hace palpar dia
riamente y que en la discusion de las leyes suelen descuidar—
se por revestir con retóricas galantes esas teorias que tanto
deslumbran y alucinan á los profanos. Ahí tenemos vervi—
gracia añadió en este juzgado 18 20 presos por delitos co
munes encerrados una infinidad de meses y aun años, sin ser
útiles Ii sí mismos, ni á la sociedad, llenándose de malos.
hábitos que pudieran con venirse en servicios á la poblacion.
La limpieza y empedrado de las calles, por ejemplo, tan
descuidada en todos los mas de los pueblos, judiaran ser
remediadas por ellos.
—Lo mismo pudieran hacer con las calzadas y caminos
que se ponen intransitables en tiempos de lluvias, y que mas
de cuatro veces ocasionan á los pobres labriegos vuelcos de
carruajes y desgracias que podian correjirse por los mismos,
no como un castigo, porque hasta ser juzgados y sentencia
dos no se puede saber si son criininales ó no, si que, por un
entretenimiento ó mas bien un auxilio para su subsistencia,
y un medio hijiénico para conservarlos sanos con el trabajo;
para esto les señalaria una retnibucion módica á cada uno,
que incluida en el presupuesto de presos pobres que se saca
de los gastos municipales, tocaria á cada pueblo del juzgado
una cantidad insignificante, y los infelices se encontraniau
socorridos y exentos de muchas cosas, pues con el mezqui
no haber que tienen señalado no es posible puedan subsistir;
sin atentar al rjmen.

—Esta miseria, la holganza y las reunio ries que los pre
sos comunicadostienen,
les hace estudiar con satanás,’y así
es que ei las cárceles confirma la esperiencia, es do nde.se han
fraguado y urdido las mas horrorosas tramas y maldades....
y no lo estraño, porque el deseo de sacudir esa miseria y’
obtener su libertad es suficiente aliciente para estudiar coti
el mismo diablo.
Los maestros de escuela polian darles leccionespor
las
noches enseñándolosá
leer y á escribir; los párrocos darles
algunas lecciones de moral y relijion, y los facultativos asis
tir sus dolencias á estilo de hospital, pero nada absolutamen
te de una necesidad tan perentoria, haa tenido eneuentaal
crearlos, siendo todo ello de muy facil realizazion y itilísimo,
pues abstraidosen estas ocupacioues, dejarian pasar tran
quilos los impacientes dias que ven transcurrir esperando el.
fallo de su causa.
En esta conversacion nos hallábamos cuando entró uno
de los escribanos del juzgado á dar la cuenta diaria de sus
espedientes.
—Me levanté del asiento y me despedí hasta la tarde.
—-Vaya V. con Dios me dijo el juez, que voy á dar las
órdenes oportunas á fin de que el preso esté con mas como
didad y Y. lo pueda asistir con la misma.
Me marché á mi casa, pregunté á mi esposa si habia
mandado á la cárcel el agua y sustancia anteriormente refe
rida, y despues de saber se hallaba cumplido mi mandato,
me senté á la mesa comer con buen apetito en compañia
de mi costilla é hijos que con la misma dispásicióui gastro
nómica me acompañaron.

IP
11 =
J)espues que coucluyé esta me dijo la criada: Señor, mo
mentos antes que V. viniera estuvieron á buscar á V. para
que fuera á ver á la tia A. que vi ’e junto Ii la calle de las
Monjas, como V. sabe lleva de parto ocho dias, y me ha
encargado dijese á V. fuera cuanto antes, que al fu se deci
de á que la opere Y; porque creo está muy mala.
—Siento rio me ha’a Y. dado el recado al momento
que vine, pues en el estado en que se encuentra esa infeliz,
no se puede diferir por mas tiempo la operacion, sin eom—
prometer su vida, y ya que al fin se ha resuelto á dejarse
operar, voy corriendo á ver si se puede salvar. Coji mi has—
ton y sombrero y me encaminé á su casa.
—Entré en el cuarto que ocupaba, examiné detenida
mente su semblante y pulso, y observé señales manifiestas
de un inminente peligro.
—Por cerciorarme mas á fondo de su voluntad,
y del estado de sus fuerzas y ánimo, entablé cori ella el si
guiente diálogo.
VI.
La operado».
—Qué tal se encuentra Y. desde esta mañana?
—— Mal, muy mal, contestó cori un acento fatigoso y

=171—
fisonomia demudada, ve nosé lo que por mi pasa, siento
una ansiedad, una desazon interior que me muero
me muero sin remedio....
—áEs posible, estamos ahora con esos ánimos? pues
tio es V. la que decia que era tan valiente y que no
necesitaba mas auxilios que los de la virjen y ios de la tia
comadre?
—St señor, o lo deua, pero e muy tuste er cercana
la muerte padecer tanto En V confio, señor 1) M y
de Y espelo me saque del peligro en que me veo con
la mas ciega confianza me entregaré en sus ruanos ya,
he sido inspirada por la víjen santísima que se me pre
sentó entre sueños Osta noche en aqoel rincon de la sala, y
me ha hecho señal con la cabeza para que me deje ope
rar: con que por Dios no lo demore V. estóy resuelta y
decidida.
Esas preocupaciones tontas que Y. tiene tia A. re
bajan seguramente los bellos dotes que adornan su natural
criterio, y si Y. desde un principio hubiera sido dócil It mis
insinuaciones, y no hubiera dado entrada á las sujestiones
de la ignorancia, indudablemente estaria fuera del peligro
en que se encuentra.
Este es como dije It Y. desde un principio, un parto lavorioso
y tardío, que dejó pasar su término y ahora ya es de
mucho riesgo la operacion; Y. es responsable de la muer
te de la criatura que á juzgar por los síntomas hace tiempo
debe estar muerla, péo en fin, para el facultativo nunca es
tarde el arrepentimiento del enfermo; como el Sacerdote
que acoje al pecador contrito y le dé la absoluci4n que su

172
conciencia ansia, del mismo modo el profesor prudente, ol
vida los estravíos de la razon de los enfermos, y resuelve
con su arte operatorio, los problemas que la malici•a del
vulgo quiere valiéndose de brujerias y sortilejios hacer iii—
eficaces; UCS bien tia A., ¿se acuerda Y. quç la dije el pri—
nier dio que fuí llamado, que la criatura presentaba una po—
sicion de cabeza natural pero que la edad de 43 años que Y.
tiene y la circunstancia de, ser primeriza, harian pesado el
parto, pero que sí habia suficiente pacienciay
calma para es
perar su término saldria Y. con felicidJ?
——Cierto, contestó la parturienta.
—-Si, entopces parecía que ojo con prudencia y
conviccion mis razones, pero despues que pasaron un par
de ‘dios, entró á Y. la impaciencia y la ,desconfianza, sin
duda por las charlatanas sujestiones de la comadre y las
muchas tias sabdi11as que en todas partes abundan, y no ha
quedado reliquia de santo, vela, ni cirio que no haya traido
al retortero con daño y detrimento de V. dejando pasar un
tiempo precioso. ,
—•Siseñor,
todo lo que Y. dice se ha. hecho respondió,
porque cuando tuvieron VV. la junta facultativa y me dije
ron qie la resolucion era sacarme la criatura, me alarmé,
y creí que no podria yo salir con Micidad; desde entonces
ya no pensé mas que en la salvacion de mi alma, y por. eso,
no por desconfianza de Y. me he entregado á las prácticas
de una buena”cristiana
Es verdad la repliqn que en la junta acordamos que si
con los baños y otras medicinas que se le aplicaan,no salía
del paso, seria praciso estraer la criatura artificialmentepor—

1 1
que los huesos en la edad deY. etáii duros y no son tan (le
xibles como en la juventud.
——Pues bien, dijo entonces la paciente con una ansiedad
cada vez mas crecida, en el supuest’ que todo lo que VV.
han ordeiado se ha hecho, y no adelanto nada, autos por
momentós me ahogo, ‘ estoy para reventar, por Dios so—
córrame Y. y saIgamo de este eligroso estado.
Esperaba yo ver ese vehemente deseo, esa moral imnpul—
siva que ayuda las fuerzas fjsicas, pintado en el semblante
de la enferma para operarla, y al momento la coloqué en
posicion oportuna....
——i)os herradores amigos, me sirvieron de ayudantes y
sostenian la enferma, y la conadre.digna.sucesora de a tia
siete picos por lo mucho que hablaba, era la que me aproci—
ruaba los instrumentos.
En pocos momentos aprisioné con el forceps la cabeza
del feto, y con tres ó cuatro tracciones á derecha é izqiiier—
da .hize la version ‘de ella; quedó la cabeza fuera de la
vulba y un nuevo obstáculo encontré al salir los hom—
bros.
Apliqué un lazo al cuello del feto, busqué un bracito,
le así, y no obstante las grandes dimensiones de sus hombros
y espaldas, se salvó aquel y la criatura alió fuera, muerta
y corrompida.
Una infinidad de aguas estancadas y fétidas siguieron
4 la espuision de las secundinas, y despues de treinta
dias, la parturienta se hallaba buena, escepto un estilici
dio urinario que se corrijió despues con los baños jenerales
frios.

=174
Un buen rato habia transcurridodesdeque
aqueLa b’ie —
no mujer salió de tau arriesgada operacio, y cqo vise
que ningun síntoma habia alarmante me despedí de ella
dejando encargado á la comadre y asisteutas el mas metódico
cuidado (1).
——Me salí de la casa y marché con diteccioná la cíircel,
donde con impacienciaesperaba
saber el resultado de la con—
ferenci que Con el preso babia de tener.
y.
Decuerdos U1stóico*.
Uegué á ella en efecto, é ese odioso edificio, padron y
afrenta del jénero humapo, qne no debiera existir silos
hombres fuéramos integros, honrados y justos....
—-Pregunté á uno de los demandaderos y criados del al
caide por este, y me contestó en un tono bastante brusco, no
hallarse allí.
(i) Despues cine se restableció coisi1detawente de las tiiani—
pulaciones dci parto y de los fersómenos que le subsigueron, ce..
iebró tan buena creyente una solemne funcion en el couventode
Innnjns 5 la vírjen apa!eCiin*; stisíio cúnprofnsiou hasta 5 ci di—
tinnoacólito sus derechi’s; al facultLio que la sacó (le una muerte
cierta, le regala urs par de po1iosy media libra de chocolate ¡qué
)nerosiJad tan digna d quien era deudora de su vida!!..

=173=
——Me senté un rato. á esperarlo ea una hahitacion que
hacia oficios de recibimiento y principié leer los varios
y raros letreros que había escritos con mas ó. me
nos c.erreccion y estilo sobre sus paredes mugrientas y
negras.
Uno de ellos decia así: ((Aquí estuvo en capilla,
año de 1839 E. T. hecho prisionero en las Lagunas de
Quero por las tropas de la Reina y conducido á esta cárcel;
en la plaza de este pueblo fiié fusilado. Si alguua persona
me le ere, le ruego pida. Dios por mi alma.)) Pasé la vista
por otro que habia mas allá y leí: ((Este cuarto sirvió de ca
pilla á F. T. que mortahnente herid) en las sierras del
Puerto Lapiche en el año de 1838 fué hecho prisionero y
conducido á este horroroso sitio de donde le sacaron para
ser fusihdo. »
IJiriji la vista hác.ia otro estremo de la pared, y como
estuviese algo oscura la habitacion, abrí las ventanas y vi
otro letrero que asi decia: «D. Benito C. (á)Lobito fue heri
do gravemente por las tropas en los cortijos de Malagon,
se vino IL curar á su casa, y descubierto su paradero fué fu
silado en esta villa el año de 1834.»
Otro mas claro y con letras mas gordas decia: ((En el
mes de junio del año de 1838 se hallaron en esta caplla el
tio Serillas y otros dos compañeros facciosos que fueron
cojidos y fusiladosen
Madridejos.
-—Ya está ahi el alcaide, dijo una muchacha que por
alli andaba descalza y medio desnuda que tambien hacia.
oficios de demandadera.
--Me alegro la contesté, porqne tengo el corazon an

= 176 =
gustiado de leer recuerdos que el hombre por todas partes ha
sembrado eu esa guerra de esterminio.
--Con que está V. ahí me dijo el alcaide.
Si señor, estaba leyendo estos letreros que no habia vis
to y esperando . para ver á ese otro desgraciado.
——Pues si quiere Y. leer otros, yo le 1levar donde hay
infinidad de ellos..
son todos por ese estilo? le pregunté.
——Si señor, contestó todos han sido fusilados aquí du
rante la guerra y la mayor parte naturales de este pueblo.
¿Es posible que tanto hombre haya fenecido?
Si señor, sí, volvió á decir, y aquí no han fusilado la
mitad que en Coas uegra, que hubo dia que murieron 13
cojidos por las tropas mflicia en las i eserias que hay cerca
de aquella villa, sin contar los nacionales que murieron
defendiéndose heróicamente cuando penetró la faccion la
primera vez en el pueblo: entonces con el auxilioque prestó
ia tropa y milicia de este pueblo apresaron á tres facciosos
en un pajar donde estaban escondidos, siendo uno de ellos
el cabecilla Zamarra que con sus compañeros fué de
capitado tambien aquí por disposicion del comandante
Jene rol.
Guiados de su Patriotismo y arrojo los nacionales de
Consuegra salieron en el año de 1839 acompañados de un
corto nómero de tropa en persecucion de una partida fac
ciosa que se llevaba unas mulas de labor, y en una embos
cada que tenia preparada, perecieron once ó doce riacio—
iiales victimas de su patriotismo y decision; siendo uno de
estos desgraciados el célebre Ceferino que murió con valen—

= 177
tía imitando á su padre (que falleció tambien con otros na
cionales en la gloriosa defensa que el pueblo hizo cuando la
faccion penetró en él) escapando en retirada á la villa de
Urdala M. N.de caballería, donde pudo llegar despues ile
pasar por riesgos infinitos.
Pero si quiere Y. pormenores de esa desastrosa guerra,
recorra una por una las poblacionesde
ambas praincias
y verá cuán pocas han quedado libres de sus desastres.
Si llega Y. Ii Fuente dci Fresno oirá en medio de la
rusticidad de sus habitantes y de un pueblo belicoso y deci
dido por la causa de 11 Cárlos, referir, los reñidos y fre
cuentes combates que en sus inmediaciones se han dado,
siendo la Huerta del Cura, el Robledo Desesperado, los Ho
yos y Guadalerzas testigos presenciales donde diferentes je—
fes de la reina probaron el valor de sus armas con las de los
contrarios.
Si el capitan Lerma batió la faccion el 17 de diciembre
del año de 1.83, y el comandante jeneral Pefla el 19 de
noviembre del 36 con grandes ventajas en favor de la reina,
pues en los dos encuentros murieron mas de O hombres,
en ios que durante la guerra se fueron dando despues, la
lucha tuvo alternativas mas ó menos favorables ó adversas,
pero siempre muriendo españoles, que todos debemos de
plorar.
Allí se han perpetrado crímenes atroces, delitos sin
cuento, fusilamientosen
represalias y asesinatos de inocen
tes criaturas. .. que resisten al hombre pasarlas á creer.
Si desde este plinto se dirijeV. áktaiagon, verá en sus
inmediaciones las huellas que el plomo destructor dejó im
TOMO 11. 12

178
presas en ls eras casas y castillo cuando los partidos beli—
jerantes se disputaron la posesion del terreno, ci dominio
del hogar y el gusto de ver tremolar la enseña de su causa
en las almenas y torreon de aquel castillo.. . y si mas Ii
fond6 se quiere cerciorar de estas verdades, interrogue Y.
u cualquier vecino sobre el encuentro y sorpresa que la fac—
cien de D. Basilio y Palillos hizo en número de mas de
ZOOO hombres de ambas armas al valiente comandante je
neral Minuiszr el O de enero de 1838, y ellos le dirán que
iqueIla imprevista y desgraciada accion costó álos decididos
nacionales de Garrion(l) la pérdida de mas de iO de us
compañeros y un crecido número de soldados que despues
de haberse defendido á tiros y á la bayoneta sin deshacer
(1) La desgracia que acompañó esta espedicion, se inaugu
ró con un incidente fatídico, aterrador y que otro jencral tijenos
valiente quizá, hubiera tenido de mal agüero; pero llevtdo este
pundonoroso jefe del luejor celo por la causa de la reina y de a
estratejia adoptada en su mente con el objeto de dar un golp
mortal á la faccion de Palillos que por confidentes sala se
hian de reunir el espresado diii cii Fernan—C’aballero por ser el
aniversario del santo patron del piiebl formcí con sijilola poca
tropa que tenia disponible. y sin que nadie supira el objeto de
esta espediciori, lió de CiudadReal y se encariónó ti Cartion
de Calatrava pat a hacer mas disimulado su golpe. Llegado ti es
te punto conoció eniei o la escasa fuerze que lic yaba para aco
meter una empresa tan art cagada, yal eferto invitó al comail —
dante de la M. N. de esta vida para que hiciese presente ti los
nacionales la necesidad que tenia de reíuerzo y el gran servicio
que podrisu prestar í la patria si se decidian movilizarse por
un par rle tilas forrn3ndo parte de aqueila peqneña columna. La
voluntad y decision que siempre acinpañó ti la M. hiLo que se
obstasen la mayor parte de loa que coInpnis it la de aquel pue_

l cuadro sucumbieron al fin las inmensasfuerzasque
los
atacaban, pero los que quedaroncon
vida guiadosde
ejem
plo de sujeneral, deshicieron las filas enemigas y penetran—
do contra viento y marea por ellas, lograron entrar en Ma
la gen costa del mas inminente peligro.
blo, pero para que se reuniera esta, era preciso adoptar un me—
(hO inusitado para no dar ñ entender á nadie su proyecto, por -
que los espias del enemigo siempre estaban acechando sus movi
micutos. La campana de la iglesia con que tocan á trnsita
cuando estan en agonía los enfermos habia de hacer á la hora
convenida la señal de reuuioo, porque esta d udiq podía sor.
preiider, puesto qne todas las del dia y la noche sonaba. Con
efecto, dieron las tres y dne(lla de la mañana, y el tañido de aque
lla campana siniestra hirió el tírnpano de los valientes patriotas,
y en un momentO en medio del silencio mas grande, se vieron
unidos la tropa que en direccion opuesta al punto de donde
se dirijian salieron con la mayor velocidad. l{icierou en segui
da un movimiento de flanco, y volvieron tomar la direccioe de
Ferne,z-caballero donde llegaron de sorpresa pero sin
coronado su proyecto, pues aunque apresa ron algunos facciosos
tueron en muy escaso número; viendo frustrado su plan aquel dig—
nojeoeral y tratando ‘le conducir un convoy de suministros que
estaban depositados cii el castillode Mcilegoei, mandó este puma_
to una partida para que Éí las doce en punto de aquel mismo dia
estuviera de vuelta para regresar con ellos la capital donde
tanta falta hacian. Con efecto, sahiñ la partida,y cuando llegó la
hora señalada y esta no parecia, sospechó aquel si podida haberla
ocurrido algun incidente, y por lo tanto iimai,dó d su ayuda it su
bir la torre para que con el anteojo ecsauainase ci campo y cami
no: el ayudante vió desde ella que en las inmediaciones de Ma—
iagoz se tiroteaban algunos pequeños grupos dando partC en se
guida al leneral. Innaemhiatamnente con su pequeña columna se
puso en marcha para socorrer sus solda los, porque creis y con
fundamento puesto que eldia antes babia recibido variós oíl-.

—Hombre, no puedo menos de admirar, le dije al al
caide, su buena memoria y curiosidad, y estimarla en el
alma continuase refiriendo esos sucesos, porque aun cuando
son compendiosos no dejan de dar bastante luz para saber
por las sangrientas escenas que hemos pasado.
—Con mucho gusto satisíaré su curiosidad, contestó,
porque tambien aunque so un pobre gusto conversar
con sujetos instruidos y de buen corazon, si bien por otra
parte siento no ser tan esplícito como quisiera, lo uno
porque estos hechos solo los tengo escritos en mi memoria
y no le es dado á mi frajil entendimiento retener despues
del tiempo transcurrido, las fechas y el nombre de las per
sonas que en elloshan figurado,y lo otro porque noes fócil
que un nístico alcaide (cuyo oficio de tan mal concepto goza)
espresarse mas que con el lenguaje de la naturalidad.
—-De cualquier modo que Y. los refiera se los sabré
agradecer, le repliqué; yo busco personas honradas, iris-
dos donde le noticiaban la direccion que la faccion €spedicio_
nana llevaba para Estrcrnadnra, que los enenihos no a-i hin mac
que alguna partida de Palillos. Una inedia legua anduvo este
jeneral con su tropa sn ocurril la menor novedad, per miran—
do hícia derecha ri iiquiet da del camino, observó los culnmnas
cerrarlas que le iban estrechando, viendo de frente mas de 600
caballos de P51 tilos que taiimbimmn se a proesiiaiaban. E tal conílic—
t, miró atrás y otra l’uerza superior le cortaba la retim ada. En
tan grave oinpromiso arengó sus soldados ilecidóndose por
defenderse hasta morir, y asi fu pum desgracia, aquella fatídica
esniparma que rmoccntetrente lizo la sedal de reunion, se coyi
vii tid en verdadero tránsito de agonía de aquellos valientes.
Dcsgraciados, qnidn rs hubiera dicho entonces quá aquel sinies—
tro tañido hacia Li señal de las últimas homaa de vueimti-a vida!

truidas y laboriosas, y siendo tales estimo mas esos dotes
y buen deseo que todas las jerarquias en que el hombre ha
clasificado los oficios y profesiones; pues no hay ninguna
condicion en la vida por baja é ínfima que sea, para elhom
bre que quiere hacer ostentacion de su dignidad.
Pues bien, volvió á decir, siguiendo el curso del libro
histórico que en mi mente tengo escrito, sin método ni coor
dinacion, los narraré conforme vayan alzándose las bjas
quetecomponeri, y aunque describa unos sucesos ante que
otros, no tenga Y. reparo en anotarlos, porque si bien es
verdad este libro no está foliado, tiene un caudal de suce
sos harto ciertos por desgracia (1).
A una corta legua mas allá, se encuentra Feman Ca
ballero, célebre por muchos conceptosen
esta guerra pasada,
y en partícular por el Hospital de sangre que en él se
estableció por órden y mediacion del humanojeneral 1l’iinui-
5ir, que en el tiempo que mandó aquella provincia, jamás
derramó una gota de sangre inocente...
Su buen corazon, hacia mirar en aquellos facciosos es
pañoles estraviados, hombres engañados y seducidos; es
ta razon en concepto de hombres pensadores y juiciosos,
hizo sinduda alguna declarar neutral aquel punto, dando el
yE) Sin salir del pueblo reÇerko, sabremos el inhumano de—
üello que la faccion ejecutó con algunos vecinos y nacionales
que se guareclan en su castiflo el dia que la traicion maS negra
de un mesonero (que tenia su casa inmediata aquel donde es
condió a la faccion todo un dia) pudo con la ayuda de un cura
que se hallaba preso, renelrar en , viendo izada la bandera de
1). Córlos pocos momentos ii su torrcon.

primer paso para regularizar una guerra que tantas víctimas
inocentes sacrificó despues.... Si ese primer impulso de hu—
mauidad hubiera sido secundado por los que le sucedieron,
la guerra tal vez no se hubiera encrudecido tanto, ni ten
driamos que lamentar esa sangre que la lijereza y poca previ
sion ordenó derramar tantas veces.
- Este mismo pueblo, fué teatro de fusilamientosy
ase
sinatos de varias clases, pero el que mas le hace memorable
es el suceso ocurrido el dia 24 6 ‘2 de junio de 1840, con
la subles,acionde
la columna de seguridad pública mandada
por Saturno, en que pereció este y todos sus jefes, volvién
dose Ii oir el grito de Cérlos Y. cuando en todas las provin
cias de España se vejan a las dIUrnasllamaradas
de la
guerra.
Otra legua mas allá, camino de Ciudad-Real, se halla
la cañada que llaman de Peralvillo célebre tarnbien por ser
donde conducian ñ ahorcar los reos sentenciadosque
debian
quitar la vida en la capital, y donde se ven aun los escom
bros y restos que formaban aquel afrentoso suplicio (1);
pues bien, dicha cañada presenció un episodio trájico que
est remece el corazon.
— Salió una partida de 80 granaderos á caballo de Ciu
dad—Real al mando de un jefe jóven é inesperto, en persa
cucion de la faccion, y en este sitio atacados brnsca re
pentinam ente por los insurjentes fueron acuchilladosy
muer
tos casi todos, escapando por la velocidad del caballo el jefe
(i’ e debe la rejencia de ia l-eiiJa Maria Cristina la abjli—
CJOrt ti e ta 0111 in sa 1111101 (e.

=183
referido y tres ó cuatro soldados; los restantesquedaronten
didos en el campo.
Allí pereció un sarjente valiente que despues de
muerto su caballo, y él, herido gravemente, se defendió á
pie firme al lado de su animal con la espada en la mano, sin
permitir rendirse hasta que un trabucazo le levantó la tapa
de los sesos.
—Si desde ese sitio se dirije V. por la derecha de la
sierra de Mala gon y llega al valle del Cristo del Espíritu y
Santo, donde hay una hermosa ermita consagrada á esta
irnájen, verá Y. todavia diseminadospor
diferentes parajes,
huesos humauos insepultos, que confundidos con los de
los animales yacen sobre la tierra, recordando al viajero
é historiador los horrores de una lucha tan san
grienta.
Si descendemos de esas sierras tan nombradas durante
la guerra, y penetramos en Mestanza, Avenojar, Alcolea,
Porzuna y Piedra Buena (1) nos referirán desastres sin
cuento, ocurridos allí tambien, pero lo que llama la atencion
sobre todo, es el fusilamiento de cinco mujeres embara
zadasalli el buen escritor y fino dibujante podria escri
bir y grabar con los coloridos mas tréticos y horrorosos
el drma sangriento que mandó ejecutar el jeneral Bal—
boa....
—No pase Y. adelante, le dije entomes al alcaide, por
(1) De este pueblo hai muerto (los jueces de 1•a ínstancia,
uno asesinado por los facciosos e u su casa, y otro con un escriba —
no y oU’os dependien Les en el Orcjo (le los!ntes donde fuó en
CO luis On

1 84
Dios no refiera ese sangrietito suceso, que despedaza mi
alma....
—,Pues qué le sucedió á V. en él, quetanto le sobre—
coje? dijo entoncçs este.
—Quoua de esas desgraciadas mujeres allí sa
crificadas, era hija de una hermana mía, ¿le parece á V.
poco?
—jJesus! qué horror, añadió entonces.
—--Y yo me estremezco á su solo recuerdo, y cuando
veo las transgresiones que esos tiranos hacen de las leyes,
me lleno (le indignacion, y maldigo al hombre que las huella
y destruye.
Penetre V. en Ciudad—Real, y allí le dirán la sorpresa
que hicieron los Pa1il1o cuando cojieron el cañon el dia 28
de mayo del año de 1838 costando su defensa yla de la ciii—
dad la vida á varios nacionales y soldados que murieron como
valientes.
Sin salir de sus muros interrogue y. á sus habitantes
sobre los infinitos fusilamientosallí
ejecutados por la inhu
mana ley de las represalias y ellos le dirán que á las inme
diaciones de ia puerta de Granada que el vulgo denomina de
los Mártires han sido sacrificadas inumerables personas, en.
tre las cuales merecen particular mencion dos facciosos jóve
nes hermanos escondidos en casa de sus padres, que fueron
pasados por las armas y estos sentenciados á presen
ciar la horrorosa y sentimental ejecucion de sus hi
jos
—El 1! de octubre del año de 1839, en ese mísmo
sitio fué decapitada la inocente y anciana madre de Palillos

1 8i
la edad de 81 años, siendo tan lieióic edificantesu
apostura en el momento de ser fusilada que conmovió fuer
temente á los espectadores, y las últimas palabras que sabe—
ron de sus labios fueron para pedir al redentor por. sus ver
dugos....
—En esta misma ciudad estuvieron espuestos al público
los cadáveresdel
brigadier Mir muerto en los corti ¡os de lia—
lagon con algunos mas de los suyos, que acababan de llegar
dispersos de la reñida accion del Cambron, y cuyo jefe traia
del pretendiente instrucciones para organizar la faccion Man
chega, y el cabecilla Orejita asesinado por su mismo criado
ó.asistente.
Si llegamos it Puerto Llano sabremos la heróica defen
sa que este pueblo hizo áIa faccion de Orejzta de cerca de
200 hombres el dia 22 de mayo del año 37, donde despues
de. una resistencia de seis horas en que tomó parte hasta el
clero y las mujeres, levantó al fin el sitio, dejando algunos
muertos en sus inmediaciones.
Sin duda estaba predestinado que este pueblo habia de
sufrir y llevar ataques de esa naturaleza, pues al año siguiente
la faccion de Don Basilio con su numerosa hueste atacó la
poblacion, incendió’ la iglesia donde se defendieron los que
allí estaban con heroismo, hasta que víctimas de las llamas
y de las bayonetas enemigas sucumbieron desgraciadamente.
Las corrientes del Guadiana vieron diferentes veces enro
jecidas de sangre humana sus cristalinas aguas, y testigo de
esta verdad son las famosas lagunas de Ruidera célebres por
las aventuras de nuestro paisano D. Quijote, donde sufrió la
derrota mas completa la faccion del Locho en el principio de

la guerra,’ quedando infinidad de cadáveresen
el campo
—Si desde ese punto nos dirijimos tt Vilarubia de los
Ojos encontraremos lambien recuerdos bien tristes y des—
g-raciados.
Esa misma faccion penetró en algunas calles del .pueblo
en el afo’ de 1834 y en ellas perecieron con gloria, siete
nacionales que fuera del fuerte de. la plaza (donde no pudG
penetrar aquella poria heróica defensa que los demas com—
paÍeros hicieron) defendian ciertos puntos queconsideraban
débiles; en las sierras de este pueblo fu& batida la faccion
de Luís Gonzalez compuesta de. 66 hombres el día 6de di
ciembre del 36 por la columna del seior Astrandi.: murie—
ron. 30 facciosos.
—flespues de esta desgraciadaourrencia,.
este hermoso
pueblo ha sido espectador de repetidas escenas sangrientas.
En un sol’) día fueron fusilados nueve ó diez de sus hijos en
represalias de Unas muertes hechas indefensos paisanos por
los facciososCañamon,
Contentillo, Cslab erilia (1) y
oirós Ç2)como va queda referido.
(1) El padie y madre política de este fuet Qn fusilados juntos
por esa ibuinana’ ley, á consecuencia-tic tau atVoces asesinatoS.
(2). Eutiieestosoiros se hallabaMaturanilla, y Como estuviese
presa en’ rehenes uu* de sus hermanas por haberse’ coavenido’
con su madre aufrir esta pi ision, co:i el objeto de que cuidase
á sus pequeños hermanos llegó el caso del sorteo,y entrelos des
graciados qu hablan de ser fusilados tocó esta jóven; cuando
estaban en çapilJa y.confesada pidió cou las-mas vivas rnstaneias.
buscaeu í su madre para que sufriera aquella suerte puesto que
asi lo-tanjan convenido. El comandante que no sabia donde la
hallarla la ontestó que infaliblemente era preciso la sufreira
ella’. Eiitawdiro ftanc’e e1instino d’e-conservacion, la sujir-id

=1 87
— Si desde este punto nos dirijimos tt fas Labors sabre
mos como despues de haber visto diférentes veces perecer
crecido ndmero de personas de uno y otro partido, presen
ciaron la sorpresa que el Conde de Z4irasol hii.o á los fac
ciosos t fines del año 37, de cuyas resultas murieron
bastantes y otros fueron hechos prisioneros y despues
fusilados. Tambien Aleson los batió en el año 38.
Luego que se llega al famoso Puerto La piche, se v un
reducido lugar y un vecindario pequeño, pero. grande en
valor y patriotismo, pues lo acreditan sus repetidos hechos,
y en. particular la heróica defensa que aquel puñado de per
sonas de uno y otro secso hizo, á mas de 900 facciosos de’
Palillos de ambas armas el dia 5 de setiembre del ño
referido, en que despues de tina resistencia gloriosa de
algunas horas, abandonó el enemigo el pueblo con pérdida
de varios muertos, si bien dejando incendiadas muchas.
casas y un molino de viento, como señal de debastacion
y saña, fueron socorridos por la columna de D. R. Conti.
En el sitio de las Cabezuelas, término de Camuñas, fué
batida la faccion de Cipriano, que constaba de 130 hombres
uua idea la j6ven se lamenifesid alcomandaute, ymarchand:
esta con di. y una escolta u la casa donde sospech.ba se ocultaba
su madre, llaió la puerta de este mo lo y como regocijada paia
engañ*rla: madre’, madre, abra V. queme han sltado ye de lku
prision, ya estoy libme. Al oir tan grata nueva ia crédula é mo—
ceetenadre abrid con efecto la puerta de lacasa,s cual fud su
sorpresa al ver el dolo y linjimiento de su hIja.. cottsidérelo
con calma el hombre refleesivo, y ue juzgue.... Entraron emi la
capilla é la infeliz madre y la madrugada de aquel dia, fu de
capitada con otros, quedando la bija libre....

- 18S
por. el brigadier Aleson que solo IleVal)a unos 36 aba1los,
los cuales.atacaron á tan crecidas fuerzas el dia 7 de julia
del año 38,:siendo el resultado de ella la disperSion total
y la pérdida de 2i horbres entre muertos y prisio ñeros,
tocando la mayor parte de esta victOria á 1aM. N. movili
zada del referido puerto, mandada por el alférez D. J.
Buitraqo.
Este distinguido yvalienteoficialdespues de los muchos
servicios prestados en aquella época, apresé con su partida
novilizada 14 facciosos procedentes de D. Basilio entre las
sierras del puerto y Villarubia, los mismos que presentó al
jeneral Sanz el dia 17 de enero del mismo año.
Si. penetramos en herencia encontraremos humeantes
recuerdos, pues allí vieron por diferentes veces fusilar cre
cido número de facciosos, y lamentar la inhumana ñiuerte
que dieron estos, á uno de sus alcaldes en los moliúosde
viento de aquella villa, deplo,randd it la par la desgraciada
suerte que les cupo it 13 ó14 nacionales del mismo que
murieron it manos de los carlistas, defendiendo un convoy
de carros que custodiaban.
De aquí pasaremos it Carnuñas, y las puertas ennegre
cidas y medio quemadas de la casa principal del pueblo, re -
cuerdan la heréica defensa que VV. hicieron en ella el dia
‘28 de agosto de 1839, y eltriste fin (1) que tuvieron 4O
hombres del provincial de Ecija mandados por un valiente
oficial, que saliendo en persecucion de una partida facciosa,
(1) Ei este pueblo asesinaron los facciosos presencia de
SU ur ner un pobi e intcfc oso lic rrsd oc porque era naciona

=189=
fueron cobardemente entregados despues de muertos esté y
el sarjento.
1)esarmada y conducida esta fuerza á las sierras, fué
bárbaramente sacrificada eii el sitio que llaman lafuente del
pocillo, escapando de este sangriento drama un jóven sol
dado que herido dejado por muerto, tuvo suficiente áni
mo para dirijirse desnudo á Consuegra donde refirió el su—
ceso.
Volvamos otra vez la vista Ii los fértiles y famosos
campos de Calatrava y en la-villa de BolañoseReontlare
mos huérfanos y viudas de los 23 nacionales sacrificados el
3 de febrero del año 1837 por la- faceion de Palillos ,•im—
plorando la mayor parte de puerta en puerta la carida i
cristiana, echándole en cara al gobierno, ciue se ofreció su
protector y custodio, un abandono tan punibl y criminal.
Si penetramos en la Ciudad de Almagro tan hermosa,
rica y comerciante, oiremos aun los justos clamores de los
vecinos y parientes de las víctimas sacrificadas en represa
lias, y en particular la que sfrieron dos hermanos de Pali
llos uno casi impedido,y varias otras personas, pornó decla
rar donde se ocultaba tn miserable cofrecillo, donde pre—
sumia el eoeral del ejército de reserva se hallaba el tesoro
del referido Palillos, encontrando despoes eiiél algunas alha
jas de muy escaso valor.... tambien allí pereció un pobre al
calde de Bolaños, porque este jeneral le cre ó en relaciones
con los facciosos.
Si entramos en la industriosa Calzada de Calatrava,
veremos recientemente reedificada su heraiosa iglesia con
vertid a ntes en un mouton de escombros calcinados, que

ecordaban el inhumano espectáculo que allí tuvo lugarel 26
de febrero del año de 1838 cuando la faccion D. BasiUo ja
cendió aqueledificio,
porque las JiOO personas que en él se
encerraron, se defendieron heróicatnente muriendo como
nuevos numantinos, siendo presa de las llamas todo ese cre
cido número de españoles de uno y otro secso, dignos de me
jor suerte y eteqia alabanza.
No salgamos aun de este desgraciado pueblo, que las
represalias, la connivencia óla calumnia tal vez, deba sacar
su presa, y en aquel mismo año veremos fusilar al cura pár
roco y otros vecinos, como instigadores y cómplices de un
incendio que arrebat6 la flor y esperanzas de la pobla—
cion.
—- ¡Jesus! le dije entonces al alcaide, me horroriza
tanto desastre: no quisiera oir ya mas.... parece intermi
nable.
Un poco de paciencia, y concluiremos, porque sabe Ojos,
si mi númen estará otro dia tan fe!iz, y si mi reminiscencia
estará oportuna y exacta,....
.-Pues en ese caso, le dije, adelante, que aunque so
brecojido con el relato de tanta desgracia y de tanto crí men,
lo oiré todo con calma, con tal de concluir, y quedar bien
enterado.
Dejemos este memorable y desgraciado pueblo, que á sus
inmediaciones, presenció tambien la derrota de Orejta, y
dirijámonos á el Almaden y allí nos informarán de la pérdida
que en muertos, heridos y prisioneros, tuvieron las tropas
de la reina, el dia 4 de octubre del año 36, siéndolo entre
elos últimos el gobernador de las minas y Don Jorje Flín—

191
ter, que corimas
tk 1 00 hombres fueron conducidos por
lafaccion de Gomez á las provincias.
—Si llegamos JTaldepeñas sabremos que en la noche
del 14 al 13 de marzo de 1838 la division que mandaba
Flinter atacó con el mayor aenuedo las fuerzas reunidas de
Don Basilio y Palillos, y despues de un reñidísimo comba
te, en que cupo la mayor parte de gloria al distinguido bri
gadier !ftnuisir, fi Perurena y Sr. Fajardo que penetrando
el primero en el pueblo á la cabeza de un batallon los atacó con
denuedo, cojiendo despees que cori su misma espada quitó la
vida ó un oficial carlista, reas de 200 prisioneros, quedan
do en las calles bastante nmero de muertos.
Desalojados los enemigos del pueblo, y perseguidos en
todas direcciones se reunieron en las eras, y este decidido
jefe volvió ú atacarlos ayudado de los valientes oficiales que
componian aquella division, y sin embargo de tener la des
gracia de ser gravemente herido, continuó la persecucion
hasta conseguir la retirada.
Si desde este punto nos dirijimos al populoso Manza
nares, tambien en l nos clirón el fin que tuvo el partidario
Tronera que estando al servicio de la reina, comerciaba
con los facciosos y en íntimas relaciones con ellos..,.
Allí tambien fueron fusilados infinitos enemigos, entre
los cuales murieron Archidona, Pili de Alcazar, y otros.
—En este último pueblo, perecieron algunos nacio
nales, siendo víctima de su arrojo y valentía en el año 39,
el alcalde Millan, tambien en sus inmediacioues dió el capi.
tan Fernandez del j»’ovcia1 de Ecija una buena leccion,
el din 29 de octubre del año 1836 ó la faccion de Palillos.

=
Penetrando en la provincia de Toledo como unida
por circunstancias particulares de la guerra en algunas oca
siones la comandancia jeneral de Ciudad Real, llegaremos
it Quero, Qintanar (1) la Guardia y otros que seria pesado
citar, y en todos tendremos ocasion de saber corrió la san
gre de españoles.
—En las ventas de Pando cometieron el 24 de octu
bre del mismo año los facciosos dos horribles asesinatos con
dos inermes correos de gabinete.
La milicia de Mora y de Yévenes prestaron inmensos
servicios la reina, pero estos fueron tambien it costa de
sangre española, pues este. último punto fité teatro dife
rentes veces de escenas sangrientas que oprimen el corazon.
La victoria alcanzada por Flinterel dic 18 de febrero
del 38, contra la faccion Jara confirma lo que dejo mani
festado: 2000 prisioneros y un crecido númoro de muertos fué
el resultado de. esa gloriosa accion. Marjaliza presenció dife
rentes y reñidos encuentros, pero el que mas le hace memo —
rahie es el ocurrido el dia 23 de diciembre del 35, en la
que fué muerto el cabecilla Perfecto (2) terror de aquella
comarca con algunos otros de sus compañeros.
(1) Esta villa con su M. N. y algunos pocos soldados enfer
mos, hizo la ‘asistencia oes heróica la faccion Cabrera o ue
costaba de 800 t 1000 honibres, el dia 20 de noviembre de 1836,
dejando algunas cacliíveres en sus inniediaciones.
(2) Et cadáver estuvo colgado çn Ye’ve,ies (su pueblo nata1
ti es d cuatro dias. Al Oo siguiente dia 17 de djcieinbi’c colicron
al Cabecilla Cuadrado en el mismo ziiarjaliza, con .aro compa—
iiero suyo, y como incendiarios de la iglesia fueron pasados por
las aullaS.

193
En la desgraciada ocurrencia de la M. N. de Orgaz se
lamenta con lágrimas de dolor la muerte de mas de 31) de
sus compañeros, que llamados engañosamente por la facciori
fueron víctimas de su arrojo y patriotismo, y para que la des
gracia fuera cornpleta, los que cayeron prisioneros fueron
despues que les sacaron crecidas sumas á título de resca
te, barbaramente sacrificados.
Nambroca memorable por la her5ica defensa que el fi-’
sicoD. F. Rojo hizo á la faccion de Gafan, La Diosa y
4tros en númerO de mas de 100 hombres, merece particular
mencion, pues un hombre solo acompañado de un criado y
su esposa que le cargaban las armas hizo retirar á un número
tan crecido espiies de dejar 3 6 - muertos, no obstanta
del incendio que dieron á la casa los facciosos.
Almonacid de Toledo resistió con valentía á la misma
faccion el 6 de julio del 37; en esta defensa murió el ca
becilla Galan.
Jlenasalvas, lietuerta, Molinillo Galvez( 1), Nava—her—
inosa 6 infinitos que es cansado referir, son testigos feha
cientes de esta memorable guerra.
La accion de Lominchar dada el 9 de agosto del 345
costó á la faccicn de Santiago Carrasco mas de 30 hoin.
fices, no obstante que tenia de fuerza tinos 130 y el capi—
tau Benitez que le atacó solo con 36 caballos éntre tropa y
M. N. de caballeria, cubriéndose degloriatodos los que con
currieron á aquella jornada.
(1) El 7 de wayo dci año 35, íucrori valijas as facciones de
la Mancha en los vaHes de Gal vez, y en ci ea ni po quedaron mas
de 20 muertos, e abs lina armas lee,
TOMO u. 13

=1 94
Los pueblos de la mirjen del Tajo, Guadarrama y Al
berche han sido testigos presenciales de sangrientos encuen
tros y horrorosos asesinatos, entre los que se pueden citar la
Puebla de Montalban, el Carpio, Nombela, Quismondo y
la Iglesuela donde fué batida la faccion de Jara el 2 de oc—
cubre del año 1836 con pérdida de 40 muertos y varios
prisioneros.
Los famosos montes de Alamin han abrigado entre sus
malezas infinidad de cabillas facciosos, siendo los mas no
tables de esa guerra Perdiz, Ganda, Corulo, Lago, ect.,
y entre ellas se han encontrado esqueletos insepultos, sen
deros liorrososde las huellas que el encono de los partidos
ha estampado por do quiera.
En Talavera tan rica y floreciente sonó en 3 de obtu—
bre del 33 el primer grito de rebelion, y despues este
grito que casi no tuvo consecuencias, porque fiié sofocado
en su orijen (gracias é la actividad de sus autoridades) tam—
bien. vió despues entre sus muros varios fusilamientós y
destierros como consecuencia inmediata de la guerra. Pe
ro su benemérita M. N. ha podido servir de tipo y mode
lo, tanto por su buena organizacion y disciplina,cuanto por
sus grandes servicios.
S. Martin de Pusa, Vilvís de la Jara y todos los
pueblos limitrofes ó estos fueron testigos de los escesos co
metidos por el cabecilla Blas Romo, Chaleco, los Palillos
y otros que de vez en cuando invadian aquella cornarc a.
Las Ventas con Peña Aguilera, Villarta de los Montes
diran tambien la enrojecida sangie que mas de cuatro e
ces vieron correr de unos y de otros en sus calles é mmc-

= 19 =
diaciones. En la Torre de Esteban Ambran fué batida la
faccion de Jara por el comandante jeneral de Toledo Cas
tro, el dia 23 de mayo del 37, causándole mas de
muertos, porcion de heridos, prisioneros y crecido número
de caballos y otros pertrechos.
No quiero dejar sin mencion la heróica defensa que el
pequeño pueblo de ]Wanzane que hizo ála faccion de Palillos
pues al continuado y certero tiroteo que la M. N. le hiciera
tuvo que retirarse desesperada con pérdída de algunos
hombres.
Para terminar mis apuntes solo afiadiré que la impe—
Tial Toledo resistió con decision y arrojo á la faccioii Jara
el dia 17 de febrero del año 38 y en él se presenció tam—
bien durante la guerra fusilamientosSin
cuento, particular
mente cuando llegó alli parte del ejéretode reserva..., pues
hubo dia que murieron media docena.
— ¡Jesus, Jesus! le dije, sabia, si lo desastrosa que ha-
bia sido Ja guerra, pero no creí s hubiese derramado tan
ta sangre.
Pues no tenga V. duda, volvióá decir el alcaide, to
do lo que acabo de referir es tan verídico como tres y dos
son cinco, y será muy raro el pueblo de estas dos provincias
en donde no se haya vertido sangre de un partido ó de
otro,
—Pues entonces, añadí, serán innumerableslosespa—
fioles que habrán muerto en toda la nacion....
—Innumerables son, sí señor, é inmensos los sacrifi
cios que el pueblo ha hecho; pero las utilidadesque
reportamos
por ellos, son bien cortas, replicó el alcaide con acento me—

=196===
Iancólico. ¡infelices! ¿y por qué han muerto?
—No lo sé, no lo sé, le contesté como horrorizado y
y haciéndome el desentendido.
Me llevó el carcelero donde había trasladado al po
bre preso, y le encontré echado sobre un costal lleno de
paja.
VI.
Uitoria de reo.
---Buenas tardes, tocayo, le dije con a mayor familia—
rid ad: ¿qué tal se encuentra y?
—Mejor, Sr. D. M. mucho mejor, desde que tomo las
medicinas que trajerón de su casa y me trasladaron é esta
hahitacion, me parece que estoy otro. Dios i lo paguu V.
añadió aquel hombre, antes terror de aquella comarca como
ruborizado y bajando la cabeza, para ocultar su turbacion
y respeto.
En aquel momento hice una seña al alcaide disimulada
mente para que nos dejase, la cornprendó, y se marchó cer—
réndose tras si la puerta. Los ds quedamos solos y sentados
uno enfrente de otro.
Conque vamos M., le dije, V. me insinuó esta mañana
su deseo de hablarme, yo como hombre de palabra he ve—

—197—
nido á cumplirla y saber en qué puedo serle útil.
——Yo Sr. contestó avergonzado, quena (á la verdad)
decirle todo lo que me pasa, porque he formado el concep
to de que V. es compasivo, y contándole ó V. mis pe
nas, quizá me desahogue y encuentre en ellas alivio.
Sí hijo, si, le repuse con el mayor interés,diga V. y re—
fiera cuanto le parezca que o le oiré con paciencia y gusto,
y si mis pobres consejos y razones pueden servir de lenitivo
á sus desgracias, cuente con ellos, que entonces yo tendré
por una felicidad esta entrevista.
—Pues bien, dijo el preso ecsalando un hondo suspiro
de su pecho, y usando de la palabra á su modo.: ya sabe
Y. que yo soy 1iaiso.
Ya lo sé, le contesté, he oido hablar de V. mucho,
bastante.
Pero no habrá sido por robos ni por hacer daños, ¿no es
verdad?
Algo embarazado quedé al principio para contestar Li su
pregunta, pero al fin le dije. No.... solo he oido decir no
e que de una muerte.
Bien, pues eso será lo iínico que me podrán echar en
cara, pero en lo demas, con nadie me he metido y menos
con mis paisanos, y para que sepa Y. lo que me ha sucedido
desde que me marché á la faccion, le voy á referir todo lo
que me ha pasado sin ocultarle lo mas mínimo, como si fue -
se mi confesor.
Con una inclinacion de cuerpo y de cabeza, le di á en.
tender lo agradecia, él lo comprendió y principió de este
modo.

= 198=
Me hallaba hócia el fin del año de 183b, sirviendo de
mayoral de labor en casa del tio H., y como este era tan ci
catero y miserable, la corta soldada la pagaba tarde, mal y
nunca, como solemos decir, lo hice algunos tentativas al
grano que llevaban á la sementera, y aun al pienso de las
mulas, porque 1 eso dan lugar los amos que no cumplen
bien con sus criados, y como la siembra que nació, salió tan
clara por falta de pan y las mulas principiaron á enflaque
cer, entró el amo en sospechas, me zelo, y un dia me cojió
infraganti.... es decir, -fué ú la tierra donde sembraba un
cebadazo, y me encontró un escondite de mas de tres fane
gas guardadas, yo me corri de vergüenza, y para ocultar
una aírenta que se hubiera divulgado á las demas casas del
pueblo, donde yo me pudiera acomodar, me reuní con otros
compañeros, y todos nos marchamos Li la faccion.
En las banderas de D. Cárlos he militado mas de cuatro
años defendiendosus
derechos y la relijion de nuestros ma
yores y á nadie le he hecho el mas leve daño, mas que á ese
muchacho..., que vamos, le maté.... para que tengo de ne
garlo.... pero le di muerte, porque él me provocó y eso fu
en campaña, y á todo el mundo he nido decir, que el que
muere en accion, no merece culpa.
Pero digame V. M. ¿cómo dió V. muerte á ese hombre,
hizo él Li Y. fuego antes ó qué sucedió?
Verá V. señor contestó, era un pastor jóven y buen mo
zo, natural de Villacañas que cuidaba un corto rebaño de
ovejas, y corno nosotros andábamos buscando raciones pa
ra nuestro ejército por esos campos, porque en casi todos
los pueblos nos negaban el suministro, por casualidad dimos

=199=
con él, y le mandamos echar por delante con el atajillo de
reses, y el atrevido cuando me ió descuidado, se abaan—
zó ñ mí corno un perro rabioso, y si no ha sido por mis com
pañeros, me bendirnia en un santi—amen; o entonces in
dignado monté la carabina tiré del gatillo, se ardió el fogori
y no salíó la carga, y esa circunstancia fué la que hizo no
quedase muerto en el acto.
Me serené un poco, y como los compañeros me llama
ron collon, calzonazos y otras cosas, porque no le mataba,
habiéndolo intentado él conmigo, monté nuevamente en có
lera, le até los brazos, le eché por delante y le tiré otro tiro:
pero esta vez fué tan feliz como la primera, pies aunque sa
lió el disparo tan poco le acerté, tal era el estado de turba—
cion cii que me encontraba.
Cuando vieron mis malditos compañeros burlados sus de
seos redoblaron la zomba y la mofa contra mí, y yo mas in
dignado entonces, y sin escucharlas súplicas y clamores que
elinfeliz pastor arrepentido mehacia para que no lernatara,
le amarré á un arbol y allí le tiré dos ó tres tiros hasta que
el desgraciado murió.
Pues ahi tiene Y. el crimen le dije, en la reincidencia y
maneras de que se valió para quitarle la vida, que en mi con—
cepto fué un asesinato premeditado y á sangre fria, porque
cuando lo hizo Y. ya habia pasado la justa indignacion (si
se quiere) de cuando fué acometido por él: entonces mala,
infame, era la accion de matarle porque él usaba de su de
fensa, pero al menos parece que el derecho de conserva
cion le dabaáY, algun motivo para ello; lo demas ha sido
un crimen atroz, porque amarrará un hombre indefenso pa—

==200—
ra que muriera tirándole al blanco martirizándole corno í
S. Sebastian, es nn delito enorme, en fin ya no hay remedio
el hecho se consumó.... y unicamente lo que V. debe ha
cer, es implorar el perdon de la parte ofendida, porque la
reina no puede indultar sin este requisito delitos que ofen
dan á tercero.
—Pues entonces, me preguntó: ¿para qué es el indul
to? ¿para engañarnos y atraernos al matadero como cor
deros...?
—No señor repuse yo entonces, el indulto lo concede la
reina por desafeccion y daño á su Real persona, y por tomar
¡Irmas contra la patria, pero los perjuicios irrogados á de
terminadas personas, no las puede perdonar sin el consen
tirniento de la parte ofendida.
Pues o creia que todo lo podia hacer S. M.... añadió
e preso, ypor eso cuando me indulté quise haber ido á Ma
drid yccliarme á sus pies (1), pero me lo quitaron de la ca
beza y asi ha salido ello.
Unos cuantos dias tan solos estuve quieto y tranquilo
en mi casa despues que me indulté, entregado Ii mi trabajo
antiguo y disfrutando de las caricias de mi hijo, pero me
mandó llamar el alcalde ó la suya y como me creia seguro,
á la buena fé me presenté al momento y el mismo me hi
zo preso, it nombre de la reina, poniéndome una carabina
al pecho.
(1) En los pueblos, la jente %ulgar esta en la creencia, de que
Lodoslos deits se nerdunan, con solo postrarsea los pies de la
eua.

Soqwendido:quedé con acontecimiento tan: impesado
pero hube. de resigñarm (t la fuerza; meencerrarón á la
cárcel yá poco tiempo supe que TUiprision
era delúdaá [a
muerte quedE á esepastor, ávirtud de queji qáeel edre
habla dado aljuez del partido.
Despueside
tomaron la dedaracion inlagatoria, con ar
go., luego forinaronlaçausa y despues dbségtiit’ stistráini
tes ordinarios por bastante tiempo, •me djo el defensor 4iw
me habian en primerainstancia
sentenciadóá la última pe
na, pero mi abogadoapeló
j segun he sabido espera sícarme
pronto en libertad.
Muiheme alegrarlaque
as! ‘Quera le dijÉ3,peroliay ocas
alones que conviene, no ser tan crédulos, porque 6 les abq
gados sucede lo que ¡los médicos; que estín’ múchasveces
los enfermos para pirar,.y siempreestán dándolesespe
ranzasNo es decir por esto que asi pueda suceder á’V
no,talvezaeacierto luquelehadichosu defensor, jo
tendré enello la mayor complacencia; pero las ofertasy
pa
labras de los curialesaslcomó
las delos cortesanos, hay que
ponerlas en cuarentena... con que vamos, le volvi á’decir
levantándome del asientt y mirando’ ciertosdibujoS’
jdróL
ghficoaque
Labiapintados
en la pared, ¿no tieue Y. uní
‘que mandar?. visiendo tarde, y tengo que hacer 15 visita 6
‘os enfermos.... . . . .
Ya nada tengo que manifestar, mo tomé la franqnea de
decirle que viniera para contárle mis trabajos, y me infor
meydiera su parecer. .
Pnesbijomiolosiento,peroyonopuedodeóirá’ Y. na
da, porque esa es una materia que sus tengo versada ni por-

tenece mi profesion; lo ñnico si, que meatreveré é aconse—
jade es: que por todos los medios posibles, impetre al padre
del difunto, el perdon de la ofensa, Sin la cual no creo pue
da adelantar mtcho, y la causa sacarú luego un cien pies co
mo vulgarmente se dice ó seré lo que sea....
¿Y.no le ha sucedido á V. le volví á preguntar, niugun
otro lance por el estilo y por el que puedan imputarle otros
crímenes y agreguen é esa causa?
—No señor contestó, porque otra ocurencia que tuve
con unos pastores de Corisuegra, fué bien singular por cier
to, pue estuvo en poco en perder la vida.
—j,Tendria Y. algun reparo en referirla? le dije en
tonces.
—Ninguno, no señor, contestó.
—Pues en ese caso, le repuse puesto que no son mas que
las tres., añadí sacando el reloj, puede Y. principiarque toda
vía tengo suficiente tiempo para hacer la visita.
Sin ambajes y con el estilo y maneras suyas, princi—
pió así.
Bajaba un dia á caballo y solo de la sierra que llaman
la Galderina (1), con ánimo decidido de acopiar comesti
bles para mi escuadron que babia salido á la madrugada á
echar un be1en, y cuando me hallé en el término de Con—
suegra, me encontré con dos pastores qne conducian á buen
(1) En arbigosiguiíica oioute de tracion, segun los
principales historiadores, en esta sierra fu donde se reunib el
vengativo y traidor conde D Julian con los conjurados que en—
tregarou la España los moros por ci resentniiento y olerisa que
le vey D. Rodrigo habla hecho al honor de aquel, violando so
bija la Cave.

paso, unas cien cabezas de ganado lanar; me acerqué á ‘ellos
les intimé la rendicion y que volviesen atras.
Como asustados ,se quedaron al principio creyendo sin du
da vendria á retaguardia alguna partida conmigo, y de muy
mala gana y despacio, principiaron Li reunir las ovejas, su—
plicándome mas que por Dios, los dejara continuar su cami—
no, porque no les quedaba ya mas que aquel pequeño roba
ño, de mas de mii cabezas que antes tuvieran, para soste
ner las dos familias reducidas á la mayor miseria, por las
esacciones de este jénero que repetidas veces les habian
hecho mis compañeros.
Yo al principio me compadecí de ellos; pero era tal el
rigorismo de nuestro comandante, que al que comisionaba
para el recaudo de estos campestres suministros, como no
desempeñase á su gusto la comision los llenaba de insultos,
y todo lo crein cobaidia.
Acordándome pues de sus terminantes órdenes, y por
io caer en su desagrado, desenvainé el sable y les dije: si no
vuelven atras y á buen paso el rebaño, les corto la cabeza.
Al yerme en aquella actitud imponente se amedrenta
ron y principiaron á caminar hócia donde yo les decia, pero
cuando anduvimos un tato y dimos vista á un cerrillo que
descubria bastante terreno y observaron que no babia mas
fuerza, se acercó disimuladamente uno de ellos á mí, y tan
repentina y fuertemente se abalanzó al brazo en qee
yo llevaba colgado el sable, que me tiró á tierra. En segui
da vino el otro, se echó sobre mi cuerpo, y me dieron
tanto divino golpe que crei remataban conmigo.
—Yo sin embargo me defendí como pude á vocados y

arañazos hasta que rendido de tanto luchar, hicieron de mi
Jo que quisieron. Entonces me tocó suplicarles para que no
me mataran, y uno (le ellos que parecia mas compasivo nie
dijo: No te se matará bribon, porque somos mejor cristianos
y mas carlistas que vosotros, que no distinguis de colores ni
respetais ú los de vuestro mismo partido ¡infames! si de otra
manera hiciéraís la guerra en la Mancha no seriais tan odia
dos y perseguidos de todos. En fin te dejamos para que
iayas á contárselQ á tus indignos compañeros que nos han
arruinado y arruinarán á todo el mL1r1do pues por don
de van los Palillos, van haciendo mas daño que la lan
gosta.
Me dejaron atado de pies y manos, llevándose mis ar—
mas y caba!lo, y yo herido y abrasándome de calor yde ra—
bia, hice esfuerzos por mas de una hora inutilmente para
desatarme, pero me cansaba y ya me faltaban estas; medio
muerto y rendido esperaba por momentos la. llegada da los
nacionales de aquel pueblo, y ser víctima de sus furores,
porque dando parte los pastores de la ocurrencia, indudable
mente habian de ir á prenderme.
Cuando esta idea se apoderaba de mí, me desespera
ba, y en uno de los esfuerzos que hice para romper las liga -
duras de los brazos, saltaron milagrosamente, y entonces
pude huir de aquel sitio, donde me esperaba una muerte
cierta.
En seguida aunque entumecido, principié á caminar lié—
cia la Calderina, que distaba mas de dos leguas. Cansado y
muerto de fatiga y desmayo me senté un rato en lo alto de
una sierra á descansar y meditar sobre lo que delia hacer,

=205=
pues no sabia si indultar 6 volverme é la faccon donde tan
malos ratos se pasaban.
Una media hora llevaba allí cuando alcancé é ver ó lo lejos
un grupo dejente que sedirijia héciaelsitiode miocurrencia.
Yo los estuve observando hacer por allí pesquisas,
y aun anduvieron hécia donde yo estaba bastante tre—
cho, pero se volvieron, y o entonces me dirijí al punto
referido.
— Cuando llegué adonde teniamos nuestro campamen
to, la partida que salió al belen, babia regresado con mas
felicidad que o y hecho un gran botin, y cuando me vieron
sin armas, sin caballo y herido, principiaron fi silvarme, y
entre rechiflas y bufonadas pasaron un alegre rato, oyendo
contar mi desgracia, pues de este modo soliamos compade
cer los descalabros de nosotros mismos.
Algunos dias pasaron sin proveerme de armas y caba
llo, pero trajeron al poco tiempo algunos de los que cojieron
fi los cazadores de la guardi a entre Ye’eenes y Consuegra
costando la sida fi bastantes soldados, en aquella sorpresa:
tomé uno de los mejores, y él me ha servido hasta que me
indulté.
—Pues señor, no hay duda ninguna le dije, que fiiépe—
sadillo el lance, y acercéndoine y mirando de hito en hito
las pinturas y letreros que hahia ea la pared, añadí; voy fi
ver en un momento estas pinturas y letreros, porque esta
cércel tiene en sus mugrientas paredes mas historia que
Mariana, Ánqueil y Segur en sus iii mortales obras, pues es
una friolera decía cutre mí, los recuerdo históricos que en
cierra la tal efircel.

Me aprocsimé con efecto It uno de aquellos letreros que
babia medio borrado y mal escrito y leí: En el mes de se—
tiernbre del año de 1837 ú la edad de 68 años fue fusilado e’
tio Ten’b lores por haberle coj ido con las armas en la
mario.
—Qué defensor tan viejo tuvo D. Cárlos con este pobre
hombre, dije al concluir su lectura.... Pasé un poco mas á la
derecha y otro renglon decia estas lacónicas palabras: En
esta sala tuvo la capilla M. Adeba, rogad cristianos por su
alma....
En el otro testero de la habitacion se leia: en el mes de
octubre del año de 1839 fué fusilado por espie de facciosos
el tio Espejo á la edad de 70 años.... pues este desgraciado,
tampoco era niño, añadí.
—En el año de 18-0, (decia otro que babia en un án
gulo de la estancia y que apenas se podia entender) se halla—
r0 en esta cárcel presos, once facciosos, entre los cuales es
taba uno de los tres hermanos Marrajos de Urda, que habia
matado á su padre (1) los cuales siendo conducidos á Tole
do,, i n.tentaron fugarse, y la escolta les quitó la %ida.
Al concluir esta lectura e abrió la puerta y apareció
(1) Esperando en urss esquina dci reícrido pueblo oua noche
los facciosos un vecino para asesinarlo, por creerlo cootrario ó
sus ideas, acertó ó pasar en aquel tetnpo ci tio Marrajo, y conio
la noche ere oscura, el hijo sin conocerlo sin duda se echó el tra
buco la cara, y la descarga fu para su egraciado padre que
tantas y taus buenos eonsejos les diei a.... que(lando wuei’to en
ci acto.

el alcaide diciendo: El Sr. Juez me manda diga i V. se
acerque por su casa esta tarde, 6 á la noche.
Esté muy bien le contesté, pero antes de marcharme
¡ quisiera satisfacer una curiosidad. ¿Y. sabe por casnali—
-dad quién se haya podido entretener en escribir esos re
cuerdos en las paredes?
No se decir áV. contestó el alcaide, peroes presumible
los escribiesen los mismos presos que se han ido suce
4iendo.
Satisfecho con la contestacion, me despedí del preso
d-ndble seguridades de volverle á ver, y me salí de aquella
triste y fatídica estancia.
Hecha la visita de mis enfermos, me “dirijí á casa del
Sr. Juez: estoy é sus órdenes señor juez le dije, luego que
Je hube saludado.
La segunda eutrcvista.
Boyé Y. -gracias por su exactitud, me-contestóa!
mismo
tiempo que entreabria- un legajo de papel-es; llamaba á Y.
añadió-, para que se rectifique en la declaracion que prestó
- en
la causa que se forínó é consecuencia de las heridas morta.. -
les que recibió F. T. -en la noche del 23 del pasado -mes.

Está bien, le contesté cuando V. disponga: A propósito
Sr. Juez a que hablamos de causas, me voy A tomar la
franqueza de preguntar á V. en qué estado se hallan los fo
noranos que inc corresponden en una infinidad de ellas, por
que á decir verdad amas veo un cuarto de mis derechos.
Pues el juzgado no se quedará con ellos, contestó con
sequedad.
No digo yo tanto Sr. jaez, ni mi Animo ha sido ofender
le, pero yo no sé en qué consiste. El secretario siempre que
pongo alguna firma hace que estampe á continuacion los de
rechos, los pongo en efecto, pero eHos nunca se cobran, A no
ser una casualidad, y entonces, son tan rebajados, que ni A
la terceia parte llegan, y si pongo alguna ohjecion á la rebaja,
siempre contesta que la Audiencia es la que lohace, con
esto, y el prorrateo, buenas [loches ho norarios.
No quisiera meterme en cuestionesde
esta clase, volví
fi decir al juez, pero es muy sensible que la audiencia se
abrogue la facultad de tasar los derechos nuestros, siendo
una cosa tan estraia A su ministerio. ¿Saben los señores que
la componenlo
que cuesta nuestra carrera, ní los compro
misos que un facultativo arrostra en los reconocimientos de
cadáveres, ecsuniaciones, etc? No seria mas equitativo y acer
tado que ese respetable tribunal, tuviera á sus inmediatasór
denes, una comision facultativa para que revisora nuestros
honorarios en el caso de creerlos escesívos (que nunca son)
ecsaminando con detencion los trabajos médios y quirñrji—
cos, tasándoloscon
arreglo A justicia ya que no tenemos le
galmente arancel facultativo á que atenernos? Es muy
sensible y doloroso el que un profesor esté siempre dispues—

servir y complacer ó la autoridad muchas veces hasta
con riesgo de su vida, y que despues sin perjuicio del largo
tiempo que transcurre, se le dé escatimado, y pasado por
las manos de un escribano.
Efectivamente que tiene V. mil razones en algunas co
sas) y prometo, contestó el juez con aire de justicia, reme
diar las que pieda de hoy en adelante, y por mi mano han
de ser entregados sus derechos, porque demasiado conozco la
raion con que reclaman y las esposiciones que adquieren en
el reconocimiento de cadLiveres, etc., etc.
Pues no son lo compromisos y esposicones SOlo por ese
concepto señorjuez le repuse, hay otros como V. sabe en
que tenemos que ir Li un punto lejano de la poblacion Li reco—
nocer á este ó aquel cadAver que se ha encontrado muerto
en el campo, y en tiempo de paz, esto es llevadero, pero
durante la guerra en que infinidad de veces he tenido que
salir acompañando Li la autoridad á dos ó tres leguas de
distancia, es una esposicion de mucha gravedad y que se
nos ha podido evitar, supuesto traen el cadA ver se le re
conoce en el pueblo donde se hace tambien la autopsia, se
estienden las declaraciones, etc.
En heridas de mano airada tengo hechos reconociinien—
tos infinitos, pero casi siempre mis derechos se los lleva el
diablo, y ahí tiene V., en ini concepto, una de las causas
porque jeneralmente los facultativos de las grandes poblacio
nes huyen, se escusan ó se esconden, y A veces la autoridad
se vé y se desea para encontrar quien los cure, y ya que de
estas cosas hablamos volví Li decir al juez, no puedo menos
de hacer presente LiV
los repetdos clamores que todos lo
TOMO IT. iL

dias oigo ó los pobres facultativos delos pueblospertenecien
tes al juzgado, que los infelices ademas de los gastos que
se. les irroga sufren mil incomodidades cuando tienen que
venir é declarar 6 rectificar en alguna causa, y yo creo que
esto sea un ahuso de autoridad, mas bien que una necesidad,
porque estas incomodidades pueden evitarse con solo librar
un exorto al alcalde de su pueblo para que ante el escribano
y su autoridad, lo haga con las formalidades debidas.
—Muchas cosas ha dicho Y. contestó el juez, que pue—
dn correjirse puesto que son de fácil realizacion, pero hay
otras que no se pueden tocar.
Pocos dias hace que mandé espender honorarios al
escribano, de las causas que han venido falladas de la au
diencia, y cada uno de los acreedores ó los derechos qu en
ellas les corresponde, debe (rmar al márjen del espediente
en su respectivo lugar el recibí de la cantidad señalada:
facil seré averiguar si falta ese requisito, y si están 6 no
satisfechos.
Mucho agradeceria se tomase esa molestia señor Juez,
le contesté, porque estoy seguro de qóe no verá muchos re
cibí de los facultativos.
Cojió una, anduvo hojeando, y en la prímera encontró
confirmada mi revelacion; pasó Ii otra, y ñ otra, y hubiera
pasado mil, y lo mismo hubiera sucedido, el facultativo
siempre llega tarde é todo lo bueno: el primero para los com
promisos, el primero para las lágrimas.
Muy satisfecho pareció quedar el juez de mis oportunas
quejas y rellecsiones, y despues de estendersela rectificacion
para que había sido llamado, me levanté para marchar.

EspereV. un ratito me dijo el juez con la mayor con—
fianza y amistad, hablaremos del enfermo preso.
—Efectivamente que nada hemos hablado dé él, le
contesté volviéndome á sentar.
_Y qué tal? cómo se encuentra ahora en su nueva
habitacion?
Segun dice se halla muy bien la contesté, le he ob5er—
vado y aunque todavia tiene calentura, los síntomas quean
tes la acompañaban se haii disminuido considerablemente y
es de presumir se alivie pronto de su dolencia.
—-Y al fin me volvió á preguntar el juez, á qué se re
dujo la cita que tenia V. dada.
A referirme sus cuitas y trabajos le contestó, y á mar
tirizar mi alma con relaciones trjicas.
Seguramente que son para horrorizar la que refieren
de ese hombre criminal añadió el juez, no es sola la muerte
del inocente jóven la que mas criminal le hace; cometió un
atentado entre otros varios que cuentan, que era necesario
tener un corazon de tigre para ejecutarle.
Pues no me ha referido ninguno mas que el del pastor,
le dije como admirado al juez, y yo compadecido, he creido
sus palabras, porque segun él asegura, ese asesinato, fué
mas bien por las instigaciones de sus compañeros, que por
la índole de su corazon; asi me lo ha pintado, y me pareció
pintura tan natural y sincera, que ie compadecí fuertemente.
Pues esa pintura es engañosa contestó el juez asi como
su esterior franco, y en sus finjidas palabras hay un veneno
emponzoñado que ha contaminado su corazon; testigos con.
testes aseguran, que él solo, dió la muerte ó una señora que

teniendo (L un niño suyo al pecho, se le cortó de un golpe
impulsos de la fuerza de un sable, quedando la criatura cori
elpezon en la boca....
Nadie sabe los motivos que inducirian á cometer seme—
jante crímen, per presumen muchos fuese por no acceder
la virtuosa señora á sus brutales y sensuales deseos.
¿Es posible, que ese hombre oculte con ese esterior
franco y honrado las maldades de su alma? ¡Jesusestoy
por no creerlo, porque me precio de fisonomista, y no reve
la ninguna mala señal la sua, en fin suspendo el juicio por
que se llevan tantos chascos en este mundo con los hombres
que parecen honrados, que á duras penas se pueden creer;
son sepulcros blanqueados á lo que se ve y por dentro llenos
de inmundicia.... Pero señor juez, le volví ú decir: y es por
esa causa por la que ese desventurado, se halla sentenciado
la óltima pena; ó por la muerte violente ya referida?
La sentencia recae tan solo por ese homicidio, de la otra
causa nadie ha reclamado.
Pues en ese caso pongá moslo en cuarentena le dije, por
que eso puede ser una impostura.
¿Cómo impostura? replicó el juez, aquí tiene V. la de—
claracion que contra él han dado varios sujetos que. fueron
testigo oculares, por haliarse prisioneros cuando Sacrificó
tan noble señora y que no se ha unido á la otra, por hallarse
ya sentenciado cuando la presentaron.
—Eso esotra cosa señorjuez, dispense V., yo habla for
mado un favorable juicio de ese hombre, y como mi corazon
es tau compasivo, siempre se pone de parte del que padece,
siempre porel queime aunque sea un crimin al, porque ten-

go presente aquella mécsima de odia el delito j conpadce
al delincuente.
Esos son los vivos destellos de su sensible corazori dijo
el juez tendiéndome la mano; y yo no me ofend por esas
razones, antes admiro los nobles rasgos que abriga en su
pecho.
—Gracias señor juez le dije, V. me honra demasiado,
no merezco tanto favor.
Dejamos esta conversacioii que me ruborizó cori ,as últi
mas palabras, y me volví ó levantar.
—CuideV., cuide Y. sin embargode lo dicho al enfer—
mo dijo el juez, ya se ha puesto la guardia, y aunque sin
grillos, está seguro.
Vi”.
Proisue 1 historIa del re.,
Al dia siguiente volví á ver al preso, se hallaba mejor
pero impaciente por la repentina guardia que le habian
puesto.
¿Qué es esto, señor D. ‘I. me dijo el preso al motnen
to que me vió, parece que me han puesto centinelas de vis
ta? pues aunque fuera cimas facineroso y criminal del mun
do para tomar esas precauciones.

Nosédecir á Y., ‘o creo le contestépara
tranquilizarie,
hayan tornado esta medida interin se encuentra enfermo y
sin grillos, despues las quitarán.
Yo digo tambien añadió el preso tranquilizándose, que
será P°’ esa razon,
Me despedí de él y despues de haber ecsaminado su es
tado y prescrito la continuacion de las medicinas, me marchó
á la visita de costumbre.
Cuatro ó cinco dias pasaron desde esta iíltima entrevista
y al fin de ellos me encontré en casa con la órden del co
mandante de la M. N. nombrándome jefe de guardia para
la noche inmediata, (porque alli para comodidad de los na
cionales se hacia el relevo por las noches.)
Efectivamente como teniente de una de las compañias,
marché al frente de la fuerza señalada y me encargué de la
guardia; despues del relevo y de entiegarme bajo recibo del
preso y compañeros de carcel, marché adonde aquel
estaba.
Al yerme de uniforme y con las insignias de jefe se so
breco1ió un poco, yo lo noté y pronto le saqué de su tur—
l)acion.
se altere V. tocayo le dije, soy el mismo que an
tes, como ciudadano hago lo que la ley me manda, y como
facultativo visito á mis enfermos; estas veinte y cuatro horas
soy su custodio militar, las restantes su facultativo y
amigo.
Le dI un 6igarro, yo encendí otro, y tranquilizado ya
de su sorpresa, le insté que me refiriese algunas otras cosas
relativas á su víd8 facciosa.

15
Era necesario contestó para esto mucho tiempo y mas
humor, e! mio esté por desgracia muy apagado y lánguido,
¡ah! si las cosas se hicieran de d s veces, qué distinta seria
ini conducta.... pero en fin, va no hay remedio, á lo hecho
pecho.
Concluyó de liar su cigarro, lo encendió, principió íl
ecliar humo al aire, á decir de esta manera: ya sabe V.
que de resultas de la refriega con los pastores de Consue,qra
quedé sin caballo y me fuj á la sierra Calderina, pues bien
como Ii los pocos dios fui provisto de otro, hicimos una es
pedicionhécia Ciudad-Real ‘en el carnina tuvimos la suer
te de dar con el coronel Besieres y hacerlo con algunos sol
dados que le acompañaban prisionero..., pero me horrorizo
señor D. M. añadió Li aquel pobre frances, le dieron la
muerte mas cruel..., le sacaron los ojos vivo, le clavaron la
cabeza cori los clavos de las herraduras, y despues de mil
tormentos le mataron.
Despees de ejecutado este cruel castigo, con un hombre
que tanto nos perseguia nos 1 dirijirnos á las sierras del Espí
ritu y Santo término de Malagon, y allí vi.. . . lo que no ba
bia creido nunca, el jardin de los facciosos.... jardin de odio
sos recuerdos que nu fructificaba mas que las maldades que
con profusion sembraban los que estaban encargados de su
cultivo. Si señor, por mi desgracia fui conducido á ver la
fruta sazonada (como mis compañerosdecian) que pendia
de las robustas ramas de aquellos árboles de tan hermoso
follaje.
—-Y sabe Y. qué clase de fruta era la que estaba pen—
diente de ellos?

=216=
—Pues pásmeseV.
al escucharlo: eran hombres ahor
cados que colgaban de sus ramas.
¡Jesus! dije con el mayor estremecimiento ¡hombres!
Sí seior desgraeiado prisioneros contestó, que 11 unos
porque no llevaban el precio de su rescate, y á otros por
que entregaban ecsorbitantes sumas, los daban aquel horro
roso suplícto, y cuando hacian adquisiciones como esta, la
primera cosa que obligaban á ver á estos infelices era ense
ñarles el engañoso jardín, que no era otra cosa que un som—
brio cementerio regado con la sangre del indefenso prisionero.
Allí pereció entre mil tormentos despues de sacarle por
su rescate doscientos mil rs. un comerciante de Madrid lla
mado Alvarez, allí vi dar tormento con el fuego aplicado A
las plantas de los pies, A otros porque no llevaban pronto
el precio de su rescate, allí vi jugar A la calva con un po
bre caballero enterrado vivo y con la cabeza descubierta pa
ra atormentarle....
—-Pero hombre le volví A decir adtnirado, y no habia
entre VV. alguna compasiva alma que se pusiera A seme—
lantes atentados.
Ninguna Sr., y si la babia se callaba tal vez de miedo,
y las mujeres de los facciosos que se encontraban allí que
por su secso debieran ser compasivas, y mediar en esos ac
tos de crueldad, eran mas bien las que concitaban A sus ma
ridos al robo y al asesinato.
Parece increible le dije horrorizado, que ese secso dé
bil y hermoso cooperase é tanto crimen é inhumanidad.
Débil, hermoso, encantador es sí, cuando su educaciou
ha sido bien dirijida, y su corazon esté empapado en las

=217=
mócsimas (le buenna moral; pero cuando se pervierteti y se
entregan sin freno y desenvoltura i lo vieio,, no hay nin
guna cosa mas horrible y mala que una mujer....
•—Y V. le dije entonces, tuvo alguna parte en alguno
de esos actos de ferocidad y barbarie...? presenció Y. por
casualidad la muerte que oí decir ieroná una pobre señoa
que estuvo prisionera y criaba un niño...?
—No señor, rio tuve parte en ese cruel asesinato) con
testó, pero me hallé presente cuando un infame compañero
le cortó el pecho de un sablazo.
en acciones ó encuentros con las tropas le volví
á preguntar, se ha encontrado Y.?
——En infinitas, en las mas principales y en muchas me
he visto en graves riesgos, pues como nuestro jeneral Pali
llos se corria de unas provincias é otras, y particularmente
á la de Toledo con el objeto de obrar en combinaion con
otros jefes de D. Cárlos y siempre escojia la jente terne, co
mo él llamaba, me tocó innumerables veces acometer á po
blaciones y atacar á las tropas, y puedo citar á V. de estas
acciones algunas bien sangrientas.
En las inmediaciones de Granátula, memorable por
ser patria de Espartero, tuvimos dos reñidos encuentros.
En el primero mandaba nuestra fuerza Orejita, que cons
taba de tinos 200 hombres de ambas armas, y como esta
fuerza era toda bisoña, lo mismo fué acometernos el capitan
Contreras del provincial de Córdoba el dia 19 de noviem
bre del año 36, que al momento nos dispersamos y en la
persecucion que nos hizo hasta las sierras perdimos bastan
tes hombres.

En 8 de Cebreio del año 38 se reunieron en nÚmero do
mas de 800 hombres nuestras fuerias, y sin embargo d
que nos resistimos tenazmeute perdimos 80 hombres y por—
cion de efectos, y las tropas de la reina tambien tuvieron
algunas bajas, pues aunque 1). A. Caro hizo con su co!um—
naprodijios de valor, tambien estuvo espuesto á perecer.
Álmodovar del Campo tambien fué acometido por
nuestras tropas al mando de Jara el 3 de enero del mismo
año y despues de una firme resistencia de parte de la mili
cia y pueblo nos tuvimos que relirar con alguna pérdida.
En Valenzuela fuimos acometidos el cija 15 de julio del
año 37 por la columna de Curbelo, y no obstante de que
nuestras fuerzas pasaban de 600 hombres casi triplicadas
h las tropas tuvimos una pérdida de 5 compañeros, pues co
mo nosotros rio estábamos disciplinados, ni los arreos y ca
bailos vallan iiada, en el momento que éramos acometidos,
entraba la dispersion de la jerite visoña en nuestras filas, y
entonces era cuando las tropas liacian de las suyas. Los po
cos ternes no podiamos á veces resistir el ímpetu de aquellos
malditos.
Me hallé en el ataque de Quera el dia 22 de agosto del
37, y ñ pesar del incendio y saqueo que Palillos mandó hacer
no se quisieron rendir los nacionales y paisanos que se en
cerraron en el fuerte.
Estuve en la accion de S. Pablo el 1! de setiembre
deI 37 con Jara, y allí sin embargo de nuestra decision
perdimos 35 hombres, pues el comandante de columna Casama
yor nos batió en regla.
En Mombeltrcm fué acometida tan repentinamente

nuestra fuerza el 2 de octubre del mismo año por el co
mandante de la Reina Gobernadora, que tuvimos 30 muer —
tosy bastantes prisioneros, y esta circunstancia valió al pue
blo de Álcaudete el no caer en nuestro poder, pues corno
el dia 11 de aquel mes habia sido rechazado Felipe Muñoz,
habiamos convenido en volverle á atacar con el ebeto de
apresar los nacionales y su comandante Bonilla que era
un liberaloii de siete suelas.
Tambien me hallé en el ataque de Espinoso del Rey el
de enero del año 38, y sin embargo de la tenaz resisteii
cia que aquel pueblo hizo, le hubiéramostomado
indudable
mente si no hubiera sido por el socorro que les llegó del ca—
pitan Perurena que con su columna nos mató 18 hombres.
En las inmediaciones de Villamieltuvimos
un reñido encuen
tro con la columna de D. M. Cabello el 1 de junio del 38:
en aquella jornada perdimos 60 compañel os.
En el mes de marzo del año dicho me hallé tatnbien con
todas las fuerzas de D. Basilio en el ataque de Meeasa (vas
y despues de uiia defensa y resistencia admirables de
horas en que 80 nacionales y 0 tiradores de la Pátria,
sostuvieron contra todas nuestras numerosas tropas tan he—
róica resistencia, tuvieron al fin que capitular y quedaron
prisioneros.
Separadas nuestras fuerzas de las de D. Basilio acome
timos á Me’ntrida el 1.0 de mayo de aquel año, pero los
nacionales y paisanos se defendieron cori tenacidad. Enton
ces no teniamos mas fuerza que unos 130 hombres, y esta
fué la causa e retirarnos y bajarnos é los campos de Arga—
rnaslla, donde reunidos mas de 300 infante5 y 00 caba-

lbs sostuvimos el 1 ! de mayo delmismo
afmo una accionrefmi—
disima, pero aqui como en todas, la tóctica de los jefes de
la reina nos sobrepujaba. Elcoronel D. Gregorio Quiroga
nos atacó con tanto ímpetu, que perdimos 22 hombres en
el acto y llevamos un crecido ndmero de heridos.
lic resultas de este descalabro y de la activa persecu—
cion queentonces se nos hacia, volvimos á invadir la pro
vincia de Toledo y en las inmediaciones de Oropesa fué ba
tida el dia de agosto del mismo año nuestrafuerza al man
do de Felipe y Carrasco (pues el jeneral quedó en la Mancha)
y allí fuimos tau desgraciados, que tuvimos l25muetros y 25
prisioneros, cojiéndonos unos 80 caballos ademas. El coro
nel Crespo que fué el que nos atacó se valió del poco presti—
jio que estos jefes tetiiau con nsotros y tal vez de la traicion
de ellos.
Nos volvimos á rehacer despues de este descalabro y
reunids mas de Zi00 infantes y 170 caballos al mando de
Perdiz, Chaves y Navarro, acometimos con furor el dia 9
de octubre de ese mismo año, ó la villa de Almoroz y sin
embargo delliorroroso incendio que pegamos algunas casas,
los malditos nacionales nos rechazaron por dos ó tres veces,
con pérdida de 20 muertos.
Estos repetidos reveses y la incansable persecucion que
nos hacian las tropas, nos hizo abandonar otra vez aquel
pais y corrernos al nuestro donde reuiidos con el jeneral
acometimos en mímero de mas de 200 hombres el dia 12
de noviembre del 38 al pueblo de Ballesteros defendido por
un destacamento del ejArcito de reserva, y despues de perder
4 hombres nos retiramos y aeomtimos á Feman—Caballero,
—

—221—-
pero defendido por el destacamento, tambientuvimos
que
evantar el campo el 14 con algunapérdida.
Despues de estas acciones penetrarnos en Estremadura
y en diferentes pueblos tuvimos reñidos encuentros, qu nos
obligó por la activa persecucion que nos hacian, volver atrás,
y en la provincia de Toledo aunque adversa la suerte nos
sostuvimos algun tiempo, pues en S. Pa1o de los Montes
fuimos atacados por el coronel del provincial de Plasencia
D. II. Nevares el 1 de enero, y alli aunque con nuestros
200 hombres nos defendimos con bizarria, perdimos 6 y
13 caballos.
El dia 21 del mismo hes y año, tuvimos otra reñida
accion con la columna de Amieba y alli perdimos 19 hombres,
y si bien este encuentro nos costó caro; tambien corno en los
demas perdieron algunos soldados la vida.
Una serie continuada de reveses no podrían menos de
disminuir nuestras filas, y asi nos frié preciso regresar á la
Mancha en donde conociamos el terreno á palmos, y aunque
las represalias estaban á larden del dia, y la persecucion era
activa y la mayor parte de los pueblos estaban guarnecidos
por el ejércitode reserva que tanto nos hostalizaba, no obs
tante, acometimos empresas árduas, iies con un escuadron
de iente escojida, atravesamos la provincia de Cuenca, pe:.
netramos eti Aragon y Cataluña, y en Chelva, y en sus in
mediaciones estuvimos un par de meses, pero la ervidia del
ejército nuestro que operaba allí, su disciplina, y lo poco
acostumbrados que estábamos á tener sujecion, nos hizo
solver á este pais, y el día 12 de abril del mismo 39, nos
Macó Páramo en las Cabezuelas junto á Camuas, y aunque

Saturno que nos mandaba hizo prodijios de valor, perdimos
unos 9 hombres.
En aquel mismo dia se reunió Ii nosotros Palillos y con
una fuerza de 130 caballos y algunos infantes acome
timos ó laguarnicion de la Fuente del Fresno, pero los mal
ditos tiradores de la patria, nos rechazaron con alguna pér
dida.
La última accion en que me hallé y por cierto bien
reñida fué en la sierra aIderiria el 4 de junio de ese mis
mo afio.
El sanguinario Trabado nos atacó con su columna en
medio de la noche, pero nos resistimos con valo dimos re
petidas cargas, hicimos algunos muertos, y nosotros perdimos
15 hombres.
Ahí tiene V. en bosquejo mi vida militar, como solda
do del rey me he batido en regla y con fé, pero nuestra cau
sa fué perdiendo adictos, el gobierno de la reina contaba con
inmensos recursos, nosotros teniamos que crearlo todo, y no
obstante esto hubiéramos triunfado si Maroto no hiciera
aquel infame convenio.
Quien sabe; le contesté, ó tal vez no,
Despues que concluyó la conversacion me dijo: un favor
quisiera merecer de V. Sr. D. M.
Si es compatible con mi encargo, no hay compromi
so, desde luego puede V. contar con él.
Quisiera que dejara V. entrar á mi mujer y niño para
que cenen conmigo, concédameV. ese consuelo.
--Pues concedido 1e contesté, cenarán con V. y mien
tras yo esté de guardia pueden VV. si quieren estar juntos.

Dios se lo pague á V., me contestó enternecido, nose
on qué podré pagar tan singular favor.
Vea V. qué lástima decia entre mí, parece imposible
que un corazon espansivo ‘ tierno como juzgo ser el de este
hombre abrigue lo crímenes de que le acusan.
Vino su mujer con la cena como él habia dicho, los
demas jefes de guardia anteriores á mi, tambien le habian
hecho esta concesion.
Cori gran timidez y respeto entró la mujer acompañada
de su niño en la prision, apenas me vió, rompió en un amar
go llanto, sorprendiéndome el ver el instinto de la criatura
suelo mismo fué conocer su padre que estenderle sus bra
citos con mil monadas.
¡Qué espectáculo tan tierno para el que sabe apreciar
esas emociones vivas del alma!
El padre cojió á su niño en brazos, le hizo mil caricias
y á su vez la inocente criatura se las devolvia con usura:
parecia que el anjelito comprendia la necesidad de apro
vechar las caricias de un padre que pronto dejaria de
ecsistir.
Mientras VV, cenan les dije levántandome, voy á dar
una vuelta á la guardia y despues tendré el gusto de verlos
otro ratito.
Una hora babia transcurrido desde mi ausencia, y
cuando v1lví á la prision todavia no se hahian puesto á
cenar.
¿Cómo asi, les dije, cuando yo los creia acostados, los
encuentro con la comida fria, y V. llorando, añadí miran
do fi la mujer; vamos, vamos ó cenar, y luego ó dormir.

Eso mismole
lic dicho o contestó el preso, peio estas
mujeres son tan cavilosas lloronas que se creen de todos
los chismes del lugar.
Qué chismes ni enredos les dije, no hagan VV. caso,
que si van (i dar crédito y entrada ellos, estarán continua
mente padeciendo.
Asi mismo digo yo, replicó el preso, sea lo que Dios
quiera, en él he puesto mis esperanzas, y espero salir con su
favor en libertad, y mas que digan luego las jentes, que me
han puesto guardias centinelas.
Al fin despues de mil razones pude conseguir verlos
conformados y ponerse á cenar, era quizá la última que
aquella desgraciada familia celebraba, pues en aquel mismo
instante, me llamó el surjento de guardia para decirme al oido
que acababa de llegar al pueblo el ejecutor de la sentenciad
El dia siguiente de aquella aciaga noche amaneció claro
y hermoso como los de ma o, y algunos nacionales iban re
cibiendo de sus casas los respectivos desayunos, cuando me
entregaron un oficio reservado del juez en donde me preve—
tija tuviese la mas estricta vijiluncia con el preso, porque á
las once pasarian íi nutificarle la sentencia para penerle en
capilla.
El corazon se me heló y dejó de latir al concluir su lectura;
un frio marmoreo esparcido por mi cuerpo, me ocasionó un
temblor tan fuerte, que creí se rompian mis dientes con el
castañeteo estraordinario que ocasionaban.
El sarjento de la guardia que era amigo, cuando notó
mi turbacion se aprocsirnó á mi, y con la mayor cordialidad
me preguntó si me pouia malo.

—No sefior, no estoy malo le conte&tó, pero siento una
desazon interior que parece que me entra el frío de una
te reja u a.
—Quiere V. que mazide hacerle una taza de té en mi
casa puesto qie esta prócsirn ? ma dt otra vez el sarjento.
—Gracias, amigo, no deben tardar ya en traer el cho
colate de la mia lo tomaremosjuntos.
En aquel momento llegaba la criada con él y otros agre
gados para tomarlo mejor.
Despues que me hube repuesto del sobresalto y tomado
el desa’ uno, pasé ír la babitacicu del preso, le saludé y con
placentero rostro me dijo haba dormido Con tranquilidad
toda la noche.
iaudé les entrasen el almuerzo que desde la noche an
tes babia ordenado se lo luciese in familia y el me salió
con una riuea ccsijencia
—Quisiera merecer de V., Sr. 1). M., nos dejara sa
br Ir almorzar al patio, tengo deseo de tomar el sol, y como
la maauaestIr tan hermosa.... 1iara que el favor sea com—
1lcto. —Bien hombre, le contesté, no tengo órden para tan—
t, pero supuesto que la responsabilidad es mio y tengo
de estar presente, pueden VV. hacerlo cuando gusten.
Cojó el padre é su niIro en brazos, í)rincipkr Ir besarle
él Ir corresponder con mo nadas y palmaditas en la cara.
Llearon al patio, se sentaron al sol que tanto deseaba
percibir, estendieron sobre el suelo una servilleta que hacia
oficio de mesa y mantel, y alhi los vi almorzar juntos la últi
ma ez.
TOMO II. 15

¡Que trites refleesionesse
agolparon mi imaJiflCiOfl
udentras ellos comian! veia una famiha desgraciada en to
do el lleno de completa salud, reunida por uultimo vez co—
niicndo empero con gusto el pan amargo de la p1on, ama
sudo con la; lórimis de la pobre mujer que presintiendo
sin duda la ca trofe lloraba amargamente y parecia por
el color amorata(io de su cara que un nudoso dogal estran
gulaba su garganta cuand o tragaba ci bocado.
Llora iufeliz, decia para mí, desahogo ese corazon lace
rado por la pena, porque en esta como en el dolor y la y i(la
hay algo despaes de ella, llora la pérdida de tu esposo que
tan inmediato se halla al patíbulo y luego retírate con esa
inocente criatura ú rogar por su alma.
Triste condicion es la mio, añadí, siempre presencia mio
y palpando la agonía de los enfermos, y aqui llorando en
secreto la posiciun de ese desgraciado y la iotificacion de
una sentencia da muerte que semejo á la prepara cien
espiritual que mandamos ñ los enfermos cuando esta u de
peligro. Fatídico pronóstico que se arranca de la cje ucia
para doña del moribundo; huye, huye de ini y no vea nun —
ca en mis enfermos cumplido su vaticinio. Volviendo (le mi
nbstracciou dije: sí, para daño, porque es muy rara la vez
que esa GListriana 1ireparacion no agrave y acelere la muer —
te al enfermo, Y por eso hubo una ley en lo antiguo (en mi
concepto muy sabia) que dispouia que todo enfermo se con—
fesara y arreglase su testamento, fuese cualquiera su dolen
cia, luego que hubiese hecho la primera visita el facuItaLi o,
ahorrando con esto el disgusto que acarreo al profesor esa
nOtTfiCacion de cachetero como la llama el vulgo, y al des—

aciaJo doliente la sorpresa la ce1eracionquizá
de su
muerte.
Un gran rato guardé silencio y corno el preso me obser—
iase pensativo me hizo esta pregunta:
—Qué tiene V. Sr. 1). M.? parece que se halla V.
triste, ¿está Y. malo?
—No seÍor, le contesté, gracias Dios..., pero creo
que la mala noche pasada (añadí por disimular), me
ha prop orcioniado la jaqueca que ordinariamente pa
dezco.
—Seguramente que esa serñ la causa, y buena to nteria
que es pasar mala tioche, replicó el preso haciendo esas
guardias, porque yo aunque estuviera suelto y solo, no me
había de escapar, mi causa se halla en buen estado, y Dios
media rite pronto estaré en libertad.
Vea Y. ahí, dije entre mí, lo ditimo que muere con el
hombre, la esperanza.
Mas de tres horas disfrutó aquella desgraciada familia
del calor vivificante del astro luminoso que tanto deseaba re
cibir el pobre preso; ya los ra o; rojos calientes del sol abra —
saban conforme se adelantaba la mañana, y a, re1uto, de vez
en cuando niotabala curiosidad de algunas peronas que se aso
maban Ii la rejilla de la puerta que daba al patio donde nos ha—
llábamo, llevadas sin duda (le la novedad y deseos de ver al
reo, Era preco pues adoptar un medio para alejar

quemos, aiíad, unsubterujoy veamos, porquelafatal hora
se aprocsmla.
Tocao, le dije con la mayor familiaridad y agrado,
a me parece que va haciendo calor, mejor seria se retirara
Y. un poco ó su habitacion, porque tengo q salir. ó ver
unos enfermos de peligro y me es indispensable llevar :a
llave de su encierro.
—Lo que Y. quiera, contestó el desgraciaUo, deina —
siado es para favor.
Se levantó, cojió otra vez su niño que acariciaba y
jugaba con él stn interrupcion y se encainiuó su habi—
tacion.
——Mejor seró, (lijo el preso ñ su mujer, que vayas á
casa, des mci vuelta por alli y le digas mi hermano
(11J0 haga el favor de venir, que tengo que hablar
con l.
—Bien, inc inrcliavé, contestó la descons)lad1 espo
sa, y se aproes imó á cojer de los brazos del padre al tierno
niño, pero este se asió ó su cuello tan fuertemente y lloran—
do que no le podiau desprender. Al fin cedió u la fuerza,
y aquel abrazo y llanto me pareció que era la despedida que
la cuiatura hacia hasta la eternidad.
——Djale conmigo, añadió éste, y ma entreteudré
con él hasta que vuelvas.
—No, no quiero, que si principia é llorar, dijo la ma
dre, te aburrirós coii él y no liabrd cosa que le acalle.
Cojió la madre el niño, y un adios arranca lo impan—
sadainente coun )Vió los circunstantes, saliendo de aqueL
sitio que no volvió i ver.

=229=
Gracias Dios que nos hemos e adido de esta pobre
mujer, dije entre m, temblaba llease 1 hora.... y se
encontara presente cuand vinieran (i notificarle.
Eran las diez de la mañana cuando regresé de ver los
enkimos Una multitud de jente se hallaba agolpada é la
puerta de la clircel esperando presenciar ese acto horroroso
x sentimental: m abri paso por entre aquel jeuLo y mandé
a centinela depejír.
Ireguiité al sarjeuto que hahia quedado eucarado en
mi jirecisa ausencia, si alguna cosa particular babia ocorrido,
r satisfecho de nó hifher sucedido nngu11a espcbamos
con el mayor disgusto el acto de la notificacion.
Llegó por fin aquel momento fatal... . Mi espiritu se
acongoó cuando el juzgado se presentó y mandó sali: al
Qué terrhle situacion la mia! yo que ta:taspalaJras
de consuelo babia prodigado u1 infeliz preo iba aloia é verle
cargar de grillos y salir al palio donde le eperaa la mas
infausta noticia.
Marché no ohtante é la priiou en cumt niuto de iai
deber, acompañada del alcaide y cuatro nacionales aramdos
y le dije:
—El señor juez manda se le pongan V. un par de gri
lbs y salga con nosotros al patio.
—Esta muy bien contestó medio asustado, haré lo qoe
VV. dispongan.
ojió el alcaide los grillos, los aplicó é sus ieruas y priu
ripiamos é caminar por aquella guieria estrecha y Fria que tan
tome sobrecojió cuando la primera vez penetré en ella,
oyéndo é ca’a paso que andaba el reo, el sonido monótono

‘23O
raro que k’cian lo! grillo ... que al mas valiente estre—
rnccen.
—,Sabe Y. por casualidad, me dijohastante conmovidG
nnts de salir al patio, para qué es ea llamada?
— Segun he oído le contesté, creo sea par a una notiti—
cacion....
—Ya, pues si no es mas que eso, vamos al!á, oiadió el
preso aniniándose, y caminando con alguna mas ajiPdad.
Sorprendido quedó el iufeliz á la vista de aquella cohorte
da curiales; saludó al jnzgado dando los buenos das con
bastante turbacion, y usando de la palabra el escribano le
djo:
—--Voy (i notiíicar (i Y. el auto ó encia deiuitiva do
su caua.
- XL
La últinpa eAta.
La caplila y el patíbio.
Principió el escribano la lectura de aquella horrorosa
causa: un silencio sepulcralreinaba
en derredor y en lOS
semblantes de los espectadoresse
leia la ansiedad y compa—
sion, porque las grandes desgracias son de tal modo vene
rables la multitud que atrae las simpatias del que padece.
El reo permanecia de pie, firme, si hieti con el rostro

demudado, pero cuando llegó el escribano al punto culminan
te, á las terribles palabras de condenado muerte en garro—
t vil, not que su rolillss se pusieron temblorosas los la
bios medio convulsos, queriali desprenderse para hablar.
C&ncluida la lectura preguntó aquel si tenia que alegar ó
esponer alguna cosa.
—-Yo lo que tengo que esponer contestó con unaentereza
que no esperaba, es que no me conformo con esa seutencia,
y í ella apelaré, pues mi defensor siempre me ha dicho que
yo saldría libre porque mi delito fué en campaña, y no morecia
ningun castigo.
——Pues hijo ya no hay apelacion le contestó el escribano,
esta es la última sentencia: y es necesario conformided, yo
en cumplimiento del ministerio que ejerzo, debo manirestar—
le que ahora mismo debe entraren capilla.
Yo no me conformo ni puedo entrar en capilla, mien—
tras mi defensor mo me lo diga, volvió i decir el reo.
——Ya nada tiene que hacer su defensor dijo otra vez
aquel, la causa esté concluida, y hay que resignarse é la
suerte.
——l)eninguna
manera me conformo replicó el reo, o
apelo, apelo..., estas palabras eran itcohereutts y desorde
nadas.
No sea Y. niño, repuso el escribano, Y. no tiene evasi
a aluna, la causa se halla ya terminada y no admite nin
guna anelaciori, con que mire Y. por su alma y ie-cjiérese é
morir como cristiano.
Varos sujetos notahle del nueblo que halda reser’tes,
usaron en el mismo sentido d cIta, entre los cuales el que

hada de alceld 1.0 constitucional que por su posicion so
cia! y fina afluencia, buscó razones convincentes y oportunas
para separarle de su error, pero ninguio incluso un sacer
dote consiguió entrarle ‘en razon; el reo se hallaba corno ato
londrado y fuera d si y’ sin escuchar las razonsuciosas
que ‘le hacían, no contestaba otra cosa mas que apeo, no me
conformo, no entro en capilla.
Yo temblaba usar de la palabra porque ‘estaba tan afec
tado que me parecia no podría hacer us de ella, pero guia
do por esa especie de impulo mar1ético, de corppon, y
viendo que se le amenazaba ú entrar por fuerza en eia,
me dirijí él, y le hablé de este modo:
Tocayo, bien sabe V. la solicitud y cuidado con que he
procurado aliviar sus trabajos físicos; si seííor contestó el reo,
pero yo no puedo coorrnarme.... pues bien, estos ya por
desgracia son innecesarios porque le ha llegado su hora; si co
mo facultativo y amigo tienen mis pobres consejos algun va -
limiento para con Y., le sujhico obedezca las órdenes de la
dutoridad y se sorneta eras, aproechando los momentos
que le restan de vida en beneficio de su alma.... sus protçs
tas va son inasequibles ante los hombres, solo ó Bio que
nos ha’ de juzgar, es al que ha de acudir con sus quejas, y
ts él de corazon debe acojerse que’ en su éjida tienen cabida
todos los mortales y pecadores.
—-Acuda Y. con fervor su infinita misericordia, las
hor as vielan, ks iistantes son preciosos y es menester apro
vecharlos en beneficio del alma.
Obedezca Y. ! autcridad y obedézcame tambien,
porque me seria sensib1 tener que emplear la fuerzo pare

educir á un hombre que apçcio y que debe abrazar su cruz
con la resignacion mas grande, despreciando al inundo y
supompa, lavida y sus, sinsabores; ¿qué es la vida en este
miserable mundo? un tejido de pesares enlazados con la
pobreza y la honradez, y una detencion en la antesala de
a muerte.... donde esperamos los mortales el turno para
la audiencia postra.
Un çopiQsp llanto pçiocipió f inundar sus seca y vellu
das mejillas; señalada la habitacionque
habla de servirle de ca
pili?, s encaminó ¿ ella con trémulos y pausados pasos; no
se, oia mas que el rpido que el desgraciado hacia con los
grillos al andar, ruido que heria de compasion las fibras de
todos los corazons presentes.
Colocado el altar d costumbre con un divino crucifijo,
se abrazó á él, pidió un confesor, y desde aqel momento
dando las mas feryientes pruebas de u pecador contrito,
esperó con la calma mas edificante, el dia y la hora de su
ejeduc ion.
Llegó la noche, fui relevado de aquel penoso servicio,
por un oficial amigo tan sensible y solicito con el desgracia
do como yo mismo y antes de marchar me despedí de él.
Llraba el infeliz á torrentes y me apretó y besó con la ma
yor ternura la mario, pidiéndome le perdonara, y suplicán—
dome le remitiera una almohada y zalea para descansa un
rato.
Al dia siguiente fui ¿ verle ñ la capilla, le pregunté por
su estado, y me contestó babia dormido y descansado, díiu—
dome las gracias por el envio de los efectos que me pidió.
11e disp onia i salir de aquel melancólicositio
que con-

te TI 111)1CW
1 eo 1 er:o r (UiI II dO 01 al j yeso IC ac alja ha
de rezar una salve; esta pezuuta que conservo grabada en
mi alma. ¿Diga V. Sr. 1). M., es muy dolorosa la muerta
que se sufre en ci garrote, es muy duradera? debe ser una
agonia tremenda la de esa muerte.... CluintO mejor fuera
cuatro tiros!..
Yo creo que debe ser muy pronta, instantuiea.... y
si en aquel momento se estui con Dios..., el cueio ¡10 sien
te sus padeciinintos.
Pues en ese caso sea lo que Dios quiera, la sufriré cori
resigilacion. El confesor me ha dicho que la vida no es mas
que un viaje,y.su camino l!eno de precipiciosy derrumbede—
ros donde caen la ma or parte de los hombres.... ¿y Y. Se—
fior 1). L. qué me dice? Que efcctiimente es a,í, y por
desgracia se haUa Y. ya al térmiuo de él.... Bajó ta cabe
za, dIÓ un suspiro, miró al crucifijo, í surcada una lógri—
ma gruesa cii su ro,tro, y tomó unos escapularios de a ‘sir—
jen del Carmen, que el oficial de la guardia le presentó; so
posternó ante el divino Señor, y con la mas edificante devo_
Clon, priiicipió á rezar, o entonces salí (le aquella triste
morad a.
Llegó su dltimo dia, 30 dci mes y año refçrido se ha
llaban con ocados todos los nacionales de los nueblos del
juzgado que componian el 8.° batallon, ‘ corno. jefe, tam—
bien, tenia yo que concurrir al sericio y presenciarla muerte
del desgraciado que tant.o habia conversado conmigo ile—
nado de compasion.
Formé con et mn or óyden el cuadro la M. N. al rededor
del paUbulo, y media hora despues s

el ronco y destemplado compas del tambor y las campanillas
del ajusticiado:
Dió al fin el reo vista á la plaza donde se hallaba api.
aada multitud de jente, angustiada con una clase de espec—
áculo nunca visto, y el desgraciado tendió rópidamente su
vista por aquel sitio que en tiempos mas felices tanto babia
frecuentado, miró tambien al cadalso melancólicaiviente l)ajó
sus lacrimosos ojs, en seguida, y en la estampa de la imjen
que llevaba en sus atadas manos, imprimió un ósculo lleno
de amargura....
Llegó al patíbulo, le lxjaron del burro que cabalgaba,
se reconcilió nuevamente y con vacilante paso principió á
subir la fatal escalera... Ella te guie decia para mi al cielo,
desdichado, todos los espectadoresmanifestaban
en sussem—
Mentes la mas profunda emocion, y en todos se veia pinta
da la compasionmas
tierna....
Le colocaron en el fatal banquillo, le pusieron al pes
cuezo la funesta argolla, y con ella ya colocada pidió un
momento para hablar.
Un silencio profundo pavoroso, reinaba en aquella
plaza que tanta jentc encerraba, y con la mayor claridad se
le oyeron estas últimas palabras: paisanos ¿me perdonais
para que Dios nos perdone...?
—Sí, si, respondió á voces la multitud llorosa, an
gustiada....
Pues os suplico receis una salve á la Fírjen del Carmen
vólvió decir el reo, para que sea mi intercesora.
Las voces postreras dl sacerdote que auxiliaba al
reo, eran las únicas que resonaban ya en aquel instante,

era el credo que prcsjíuba el uultimomomento
del degra
ciado....
Espiró.... la campana tocaba ó trónsito y una multitud
de gritos lastimeros llenaron el espacio.... eran los epecta
dores que tenian hijos que los’ castigaban para que tuvierau
presente el fin que tiene el criminal....
j1

•.
QQ
(? sç
CPITUL9 QULTO.
1.
( párroco fiad.
Mio 6 DL Í83.
Hay épocas en la naciones de orfandad, de desastres
‘ miserias, las hay tarnbieu para ciertas familias de fatali
dad y de ruina.
hay hechos que se recuerdan con horror y espanto y
los hay de tal magnitud, que laceran, rasgan despedazac
el corazon mas empedernido.

=38=
El que ‘amos consignaren
esta verídica hitora, es
uno de aquellos fatales acontecimientos que las circ’instau—
cias de la guerra civil legó á una honrada familia.
Vivia en Fuente del Fresno un venerable sacerdote
desempeñando con bondad y esactitud el honroso cargo de
cura p’lrroco de la única iglesia que alti babia.
Sus largos años empleados en tau interesante servicio,
su ancianidad y padecimientos físicos no fueron obstóculos
b separarle del santo ministerio Ii que con asiduidad se en
tregaba. Su objeto y gusto predilecto era inculcar fi los fie
les las ideas evanjélicas y mejorar con su ejemplo y buenas
costumbres la condicion de sus feligreses.
rIiVO la desgracia empero de vivir en un pueblo de
sierra poco culto y adicto ñ la causa del prelendieulc en la
época en que la guerra se hacía fi sangre y fuego, y tuvo
la fatalidad, repito, de habitar en un punto cuya posiciori
topogró[ica le colocaba en primera línea en favor de las
facciones, tocfutidoleen
fin la tristísima suerte de ser prmoen
en aquella aciaga época.
Con estos lijeros antecedentes podrón nuestros lectores
formnarse una idea casi esacta del personaje que figura como
yletinia inocente en este capítulo que con la mas franca ini
parcialidad vamos ó describir, no con el objeto (le ofender
ni zaherir subceptibilidides, no, nuestro pensamiento es mas
grande, mas elevado y de una trasceu4lencia benéfica; pues
en él nos proponemos (inspírando odio eterno ó esta clase
de guerras) narrar las consecuencias que p1OVOcafl y las
desgracias que acarrean, para evitar si es posible fi los que
utos sucedan caer en otras iguales.

== 239=
Estos hechos consunados y que peitenedn la historia,
5on lecciones vivas que recuerdan continuamente las (lesgra—
cias sin cuento, I>s errores, los abusos, y la ceguedad con
que los partidos luchafi en ellas.
Dejemos estas i’efleesiones á políticos escritores, y íi
hombres de gobierno y continuemos el curso de nuestro
Diario tl y como se nos presenta, aunque hayamos de re
troceder Li sucesos posteriores á los que ya van deserit os,
porque como en él se refieren los hechos tal y como se van
presentando, no estrañari1 ñuestros lectores ver esta nece
saria anomaia; hecha esta lijera salvedad que nos escusarL
solver Li npetir, entremos ( describir la historia de este
cruento fusilamiento.
En el dia, ms y año referido, fui llamado en consulta
al pueblo que ya queda mencionado, para visitar una sobri
na del sacerdote que nos ocupa.... Era casualmente esta sí-.
Ha mi pueblo nata!, y como hiciese mas de O años que no
le era, ansiaba mi corazon una ocasion como esta para
rccordar los gratos dia de la infancia, los dilces é in occu—
tes juegos de ella. El deseo (le ver aquei s sitios que sir ie—
ron en tan Feliz época de distraeciori y rerco, despertaron
en mi alma itnpulos vehementes de ponerme en camino, y
pasar algunos dias de solaz; si, lo repito, este pueblo en me
dio de su rusticidad, de su feroz y belicoso instinto, de la
mala nombradia de que goza, es para ini apreciable, queri
do..., y el inolvid ible dia en que visité esta señorita en
ferma, gocé despues de una ausencia tau larga.... del am
biente, patrio..., respiré en utia l)alaI)ra los aires na tivos.
Es tan hermoso, tan placentero é inefable este gozo... que

creo no sea posible ni duL apreciar otros mas bien que
los que han vivido largos años en pueblos estraños, en don
de continuamente oyeran al ignorante vulgo llamarles adve
nedizos y forasteros.
Distaba el pueblo mencionado cinco leguas largas del
en que yo estaba de partido, y su montuoso y solitario cami
no convidaba por doquier se dirijiera la vista, it contemplar
por una parte el cuadro majestuoso de la naturaleza en toda
su lozanía, y el horrible aspecto que aquellos parajes de ele
vadas sierras y precipicios manifestaban por otra, recordan
do al viajero los reñidos encuentros, las sangi ientas sorpre
sas y acciones que durante la guerra civil habían tenido lu
gar en ellos.
Dígame T• J. le dije al guía ó espolique que nie icom—
pañaba, V. que tsn frecuente ciente transita por este carni—
no, debe saber bien los nombres de los parajes que vamos
pasando?
——Y tanto coma los só contestó con el jenio jovial
franco que le caracteriza, si V. tiene gusto de Saber esos
nombres y los recuedos que cada uno encierra, le podré re
ferir lo que en cada punto ha sucedido mies aunque los ns—
ticoslubriegos no escribimos, ni somos aficionados it la lectu
ra, tenemos una tradiciun tan eacta y segura, que la vamos
transmitiendo de unos it otros, y cuando nos ponemos it con
tar sucesos de guerra it los jóvenes que por fortuna no los
han presenciado, estón tan atentos y con la boca tan abierta
como si oyeran un serian de pasion, ó como si estuvieran
en un teatro deMadiid presenciando una comedia.
—-Vaya pues en ese caso le repuse, haga V. cuenta que

o sv uflo esosjvene3
quedeseainiciarse
en esa tradi—
cion habhda para saber las ocurrencias qne por este país
han sucedido y con eso conseguíré dos cosas, instruirme que
es mi deseo preddecto, y. eiitretener el tCfl;)o pasando dis
traido este deseado vieje
——Pues señor, en ese caso remojaremos antes la palabra,
dijo el guía parando el jamelgo que cabalgaba, y sacando
de las alforjas una bota nueva llena de vino.
En verdad repuse yo entonces, que no es mal pensmien—
tu ese J., y para secundarle me ha ocurrido una idea.
¿Yse puede saber? me dijo mas listo qu un lince cupe—
netracion.
Digo que beber sin haber comido, es cosa POCOgrata
y
aun nociva; me parece acertado pararnos á almorzar despacio;
puesto que el dic es largo y hermoso,
Echó pie á tierra, yo hice lo mismo, maneé las caballa
rías que principiaron é comer la larga y fresca erba que
allí hubiera, y nosotros sentados al lado de la rica fuente
del Almendro principiamos é masticar sendos pedazos d0
jamon con huevos hechos tortilla empinando ñ su vez cada
tual el cristalino mostagun que la bola guardaba; conclui
do el almuerzo encendimos un zigarro y siendo correr la
fresca y delgada agua que aquella fuente mona, estuvimes
un rato admirando los grandes y enra:nados berros que se
rian en su corriente cristalina, fecundiiados con el riego de
agua tan saludable y esquisita.
—-Pues señor dijo el guie, me parece que ya hemos he
cho por la vida, cuando V. guste podemos caminar.
——‘rodavia es tomprauo le contesté sacando el reloj, soa
TOMO IL 16

las nueve, para llegar mediatarde
tenemostiempo,
es
peremos un poco mas, quiero gozar de este aire tan ocs —
jenado y puro, quiero respirar los aromas que desprenden la
multitud de plantas medicinales y odoríferas que aquí se
crian, y quiero en fin ver si llega aquel pastor que desciende
de ese collado con su ganadería, á ver si nos vende ó rega
la una cornata de leche, porque es muy sensible no probar
la teniéndola tan cerquita.
Efectivamente llegó el pastor é nosotros, se le alargó
la beta y un buen trozo de jamon con tortilla y fi pocas iii—
sinuaciones fui satisfecho con prodigalidad de ese alimento
tan grato y esquisito, el primero y mas adaptable é nuestra
flCI)il naturaleza.
Despue; que pura y caltente me hube bebido dos bue
nas colodras de leche entablé con el pastor el siguiente
difilogo:
—-1iga V., mayoral, ¿qué tal ha sido este afio la pa
ridera?
—Muy mala, señor, contestó, aunque el otoño fué
bueno y tamhicn el ínvernadero, como marzo torció
el rabo, como nosotros decimos, murieron infinídad de
corderos, y el año se desgració.
—Es cosa por cierto particular, le repliqué, que suceda
eso casi todos los años, siempre que he solido hacer esta
pregunta se me ha coatetado lo uismo. ¿& qué viene esa
ocultacion si no soy diezmero (ni gracias á Dios y fi nues
tro gobierno los hay) ni soy tampoco repartidor de contri
bucio nos?
—Ya, pero nosotros tenemos la costumbre de no decir

la verdaJ ni aun los mismo amos, ctestó alpastor,
por
mu@has conceptos, el principal e porque si se dice que
ha muchos recentales y por casualidaciprineipiar á morirse
caer en las garras del lobo, nos regañan los amos, y as
no diciendo la verdad aunque ha!a algunas bajas no so
echan de ver.
—De forma, que si por ese concepte es, tambien po
drén VV. echar en las garras del caldero alguno que otro....
sin que el amo lo entienda....
—jToma! por supuesto, léstima fuera que estuviéra—
mo siempre atenidos al miserable alimento que de costum
bre inmemorial tenemos.
4 qué se reduce ese? le pregunté.
—A comer siempre sopas 6 miges y hacer *lgun
gaspachejo en el verano, 4 eso se reduce nuetrm co—
mida.
——Mjoi, con eso no padecer4n VV. de indijestiones,
cólicos y otras dolencias que el glotou poderoso sufre.
——Ya, pero siempre, siempre lo mismo es un fastidio,
por eso seriamos unos majaderos en dejar, estando al ldo
de la cabra, que se la mamara otro: en la variacon estd el
gusto, sefior.
——El diantre son estos pastores para saber cuentos y
refranes; y diga Y., le volvi 4 preguntar) ¿y la soldada que
VV. ganan es mucha?
—Urm friolera, señor, contestó, hay ragal que gana
20 ducados anuales, y mayoral como yo clile gana 40, pero
con la ventaja de poder tener en el rebaño 0 cabecillas gratis.
—Ola, le dije o entonces, pues es una garontia re—

guhir, Y. tendrá tambien sus coiderilos, ¿no es veadad
—Vaya que si los tengo, los mas hermosos que hay
en todo el ganado, vea V. aquel que salta con aquella oveja
que se llama Capuchina es uno, aquel que asoma por ese
riyazo con su madre la Andosca esotro....
——Escelentes animalitos son, ¿y Ii V., le volvi é interro
gar, se le han muerto muchos corderos?
——Gracias é Dios y en buen hora sea dicho, ni uno si—
quela, si sigo mi dentro de tres ó cuatro afios tendré mi
ganaderia propia y seré independiente..., porque estos ah—
malitos son muy fecundos, y como den en parir é dos como
muchas de mis ovejas han hecho, se aumenta el núnicro
prodijiosamente
- Pues amigo, le contesté por último, casualidad es e
que á V. no se le mueran. Dios le conserve sus esperanzas
las vea realizadas, que nosotros vamos á continuar nues
tro viaje.
Momentos despues dos hambres caballo caminaban
por aquel camino de perdices cual si fueran el aventurero
1). Quijote y su escudeio.
Un cuarto de legua habriamos andado sin hablar una
palabra, y como viese que el guia guardaba tan prolongado
silencio, tomé la palabra y le dije: J. no quedó V. en refe
rirme los nombres de los sitios que fuéramos pasando...?
Siguió otro rato en silencio sin contestar, pero cuando
llegamos á lo alto del puerto de la herradura respondió.
-Esperaba llegésemos á este sitio, para que viera
ese inmenso torreno, y hermoso panorama que desde él
se descubre, sin cultivo, solitario y pelígroso, pues en sus

malezas, cii los alles y grutas naturales que esas inmerias
moles tienen, es donde el facineroso acecha su íctima,
y desde donde la faccion veia á mansalva los movimieutos de
lns ropas....
Repare V. á su derecha añadió y verá la famosa casa del
olivar célebre por el eolejio de S. .Juanistaspie
en él babia
donde se educabn los jóenes que habrazaban la carrera cele-’
siastica y que un dia habian de serIos párrocos del gran pro—
iaLo de S. Juan céeke por los repetidos encuentros que
las tropas de la reina tu ¡eron con la faccion, y particular
mente en la que murjó el famoso cura del Romeral que era
uno de los cabecillas,
—Repare Y. por ese mismo costado del camino y verá
el sitio que llaman de los hoyos tri frecuentado de los fac
ciosos corno vijilado por las tropas, donde todas las coluin—
nas qre han operado en persecucion de malhechores, han
tenido ocaion de pt’obarsus
armas, enrojeciéndoas con la
sangre del ciminaJ.
—Pues hombre, dígole á V. añadí entonces, que
no hay sitio por aquí que no tenga de esa clase de relatos.
—EtccIivarneute ahora vamos á llegar á la fuente del
Pozillo y ea sus inmediaciones verá Y. disemiiinadosporcion
de huesos humanos insepultos, unos de los desgraciados sol
dados del provincialde
Eciia, que fueron barbarumeute fusi.
lados despues de entregados bajo palabra de honor, y otros
de los que rnurieroa procedentes de la l’accion de Luis Gon—
zalez cuando la columna de Villarubia los batió.
Jesus! y qué de desastres ha sembrado la maldita guer
ro esa, le dije entonces.

—.246 —
—-Yea Y. alti añdióe1 guia, junto aquella eiiajarra UnOs
cuantos huesos reunidos, ¿los vé Y.?
—Si señor que los veo, y tiemblo al considerar que ni
iiquiera se h un ocupado los hombres en darles sepul
tura.
——Contiuamos mas adelante y me señaló la sierra del
d&s.sp erado. 1) esa elevoda y áspera sierra, hay tradicion,
y aseguran se tiró rodando desde su críspide, un desven—
turado, pOrque 110 le (Ilueria una mujer....
- Bien majadero fué por cisrto ese antiguo romántico, le
contesté, despefiarse por una mujer.
——Puesbien,
en ese inaccesible promontorio de rocas in
formes, se han ocnltadoinfiuit.as veces los enemigos de la
reina, y aunque las tropas en muchas oca,iones Pasaban jun
to (1 ellos y los l)uScaban como cazadores, no podian dar cori
sus guaridas... Ni era posible otra cosa contesté yo entonces,
y me alegrara en el alma vieran estos sitios, los críticos y es
critores de gal)mnete, para que rectificaran los aventurados
juicios que en ocasiones han estampado en los periódicos,
Poniendo en duda la decision y valor de los beneméritos je
fes que en esa guerra trabajaban.
Una casi coinpleta vuelta dimos ó la referida sierra, con
ducidos por el camino que tenia aquella direecion, y cuando
llegarnos á su poniente y derecha me acordé de que aquel
sitio fué donde la desgraciada ilijinia se reuniócon su mari
do cuando la mensajera le entregó la monedita de oro con
sabida.
Llegamos al Robledo, vimosla huerta del cura y la fuen
te del Regajo tan ponderada (con fundamento) su agua pira

los hidrópco, y en tau ainenosy solitariossitios,
se vió cor
rer la ssngre muchas eces de lo dos partidos belije—
rantes.
Con ellos el capitari Lerma, el jeneral Isidro, Palarea,
Conti, Bienvengas, Trabado y otros jefes, no menos acre
ditados por su patriotismo y valor, fueron los que infinidad
de veces, dieron la voz de la carga i sus tropas, para aco—
meter al enemigo: allí perecieron numerosos facciosos, y rllí
perecieron tambien soldados, nacionalesy
paisatios.... todos
españoles.
——Sin parar seguimos nuestra conversacion hasta que
llegamos al sitio que denominan el Iortachae1o, y desde él,
descubrimos ini pueblo... . Yo te saludo dije entonces con
movido, patria mia, y te doy el mas melancólico pésame,
por los infortunios, y por l sangre que por tus calles é iu
mediaciones ha corrido.... qusiera mirarte en esto moinen—
to esenta de esos horrores, libro de malos hijos, y libre de
esa tacha y mala nota que te dan, para regocijarme, para
bendecirte, y admirar el pobre pueblo donde nací, pero a
(1Ue esta grata cotnplaeeucia no me sea dado, pernítetno
al menos verter una lógrina é la memoria de Lus desgra
cias....
Una hora despues rna hallaba en la casa tic la enferma
objeto do esta consulta, con otros dos compaferos faculta
tivos que babia en el jucbio.

IT
La pPLcra ‘isíta.
lutroducdo que fui en el aposento donde se hallaba e—
tu desraciada, la encontré echada en cama en decúbito la —
toral derecho adoptaba cualquiera otro con trabajo, pero con
las estremidades inferiores contraidas; tenia unos años)
era blanca, y un color encendido asomaba en sus mejillas;
ojos grandes, negros y muy espresivos, semblante abatido
lleno de resignacion y bondad: todas estas señales observé
su simple iflSpCCCiOfl.
Siéntate me dijo la madre con la franqueza que dA la
ancianidad, y cuénlale tú hija mia con injenuidad lo que has
padecido y lo que ahora sientes, no le ocultes nada, como
n confesor le has de decir todo, pues ademas de ser facul.
tativo obligado á guardar secreto, es hijo del tío P. amigo y
I)ajsano nuestro, y le hemos visto nacer y correr despues
con otros muchachos por esas calles de Dios.,.. si viviera
ahora su madre ‘ le viera hecho un hornbrecico, ¡qué satis-.
faccion tan grande sería la suya!!.. quien me hubiera dicho
entonces, que llegaria un día, que fueras médico con
alguna nombradia, y habias de ser buscado para curar
mi hija!!..

-—Qué quiere V. señora la contesté, esas son las cosas
fiel mundo y asi se an sucediendo.... tienes razort
bujo..., tienes razon, añadió la buena señora como admi
rada.
——Con que vamos señorita, dije á la enferma despues de
un breve silencio, podré saber á qué causas ó influencias
debe su enfermedad, cuánto tiempo la padece y qué método
se ha empleade para combatirla?
Con una voz bastante clara, dulce y cariñosa contestó en
estos términos: Ay caballero, las causas que desarrollaron
mi mal fueron muy funestas..., y los pormenores que las
acompañaron muy largos de referir; necesito recojer mis
ideas algun tiempo para recordar los incidentes, que dcspues
se han reunido para comhdtir y asediar mi ecsistencia por
todas partes; estas últimas paiabras 1s pronunció con una
emocion sentimental....
Tranquilicese V. amable jóven, y no se moleste ahora,
que en los dos ó tresdius que pienso permanecer aquí, tene
mos tiempo de hablar detenidamente. Si Y. tiene la bondad
la dije Inuddudo de conversacion. de alargarme la mano, la
oliservaré el pulso; c on mucho gusto contestó.
Sacó de entre la ropa, su blauca y delicada mano;
la pilsé: los movimientos de sus arterias estaban en su estado
normal, su respiracioli era franca y libre, y las secreciones
todas se efectuaban coa regularidad.
Las estremidades se hallaban ríjidas, contraidas y la
columna vertebral encorbada, notaudo en su parte media
una ibosidad con abultamiento marcado formando uiia espe.
cie de tumor frío é indolente.

LOS (lelos (10 la mano conti’aiIos y an1uiiosaclos, y era
acometida periódicamente de fuertes ataques epilépticos,
empero conservando íntegras (le pues de estos accesos, las
funciones intelectuales y d jestivas.
Nada la dispuse en aquella visita, solo me contenté Cori
esta esploracion y observar los ínómeuos descritos, oyendo
desptics fi los íacnltativos que habian estado encargados de
su asistencia. Poco ó nada les faltaba é estos que ensayar
en tan anó nata y rara dolencia) no habian omitido por
cierto, ningin mciii terapéutico ordinario, los métodos ra
cionales se habían empleado pero con iufructuuso écsito,
precisa era no obstante hacer algo en obsequio fi la hurnatu—
dad y belleza de la jóven y en cumplimiento de mi deber,
pero este se difiere por ahora y aquel queda aplazado para
otro dia.
Nos despedirnos de la enferma y duaños de la casa y nos
encaminamos donde yo estaba hospedado.
Apurada es la sitiiacion de ea infeliz jóven, y apurada
es la mia tambien, decía yo luego que me hube acostado.
Los profesores la han tratado científicamente y con profu—
sion administrado todos los medicamentos mas indicados,
¿,q!ié haré yo? qué plan teropéulico pondré en juego para cu
rarla de tau anómalo é insidioso mal?
Reílcesionaha, me revolvia cii la cama, daba vueltas
y mas vueltas, y por mas que cavilaba retrotraia fl mi me
moria los diversos tratamcntos que tantos AA. célebres han
recomendado ea semejantes casos, jarnés podía avcnir;ne
cori ci que pudiera ensayar, porqc casi no quedaba ya nin—
gira recurso ordinario ii us&r.

Cansado de discurrir en esto, me propuse el siguiente
dilema... Si los métodos racionales bien combinados no han
producido efecto sensible, ó mejor dicho, han perjudicado,
¿á qué volver insistir en su aplicacion y uso? á qué dejar
pasar un tiempo precioso iuutilrneute y ocasionar gastos in
necesarios á los interesados? No fuera mejor aprovechar
aquel consejo dl gran Boherave. « as vale poner en préctica
un remedío dudoso, que dejar de dar algun, siempre que
de esto no resulte mayor perjuicio; si este segundo
Hipócrates lo aconseja y una sana lójica lo inarsitiesta, pro—
hemos cori alguno de esos medicamentos alterantes ó per
turbadores; esos que combelen todos los sistemas y funciones
é la vez, la ver si se logra alguna ventaja, porque seria
muy punible á los ojos del vulgo y de los interesa —
dos, ‘er á un mdíco en consulta sin propinar nada la
la enferma.
Esta resolucion adopté en la carne aquella noche, y
dando vueltas continuas en ella, esperé con impaciencia ver
los primeros creptísculos, los primeros albores matutiuos pa
re levantarme de ella, y poner en eecucion ini proyecto ó
al menos indicarle.
Tornando el chocolate estaba cuando entraron los dos
facultativos fi buscarme, veniari con anistesas ecsijencias la
pedirme les aconpañara It hacer la visita ordinaria, porqu e
como sucede jerieralinente en los pueblos, siempre que algun
1cultativo forastero vIi á alguna consulta, no hay enfermo
que padezca alguna dolencia aguda ó crónica que no ansie
ser isítado por él, aunque sea menos instruido que los que
bar en la poblacion. La novedad por un lado, y el deseo de

ncontrar alvio en sus padecimientos, son sin duda has ah—
cientes qac ínuc,’en i ete deseo.
Yo que tinibien liubia tenido peticiones de esta clase
Ii las que accedí con la circunstancia de ir acompañado
de los referidos profesores, abracé con gusto su demanda, y
poco tiempo discuri’iamos por aue}fas cuestas pendientes
dc sus calles (1) visitando los enfermos que babia disemiña—
dos cii sus casas.
Por fortuna acerté i pasar por la calle donde estaba it
ca;a donde nací me crié hasta los seisaos, y no obstante los
2i 6 titas transcurridos, conervaba mi memoria todos lo
iitcdentes, todos los juegos y pormenores de esa edad feliz
nunca torna..., de esa edad tan dichosa é inocen te, que
ao olvida jaués lo que aprende y vé en ella.
El deseo de ei los parios Lares, y hacer una visita al
¡logar nativo, impulsé á ini corazon hécia ella, y sin hablar
uua palabra nos dirijimos hucia donde estaba situada....
haijian comprendido tambien mis eompaieros el impulsi o
instinto que en aquel morneto me ocupaba.
Tainbien empero habia en aquella casa para mí tan
qnerida y de tantos recuerdos un enfermo y el enfermo
ocupab a la labtacion donde nací; su lecho etuha en el ints—
(!) Etc pueblo estí siti.iado ti la fata (le una sierra, hastauje
levatla, inicando al sol saliente, y su C5Ss ColiStI’ni(laS en tr
reno tau des ual, figuran un a r.fitea lo escalonado, j oc sin ocr—
juicio (l lo inCómodo que es subir sus cuestas, d mus visual dat
piimtoresc;i y agradable, pertenece la pFO incia de Cindad
Real co’tm de ‘100 VeCInOS y aU Octipacion es la labor, la vida
)iitt 1 y la fsbricaeiou de carbom;.

.3=
mo sitio en donde tu’.
icron un dci.... mis amados pa(lres el
su o.... un rindo se hizo en mi garganta, una sensacion ¡u
terna, profunda notaba en las rejiones precordiales y un
latido sordo salia del fundo (le mi corazon con ni:l VaOs y
melancólicos recuerdo mi pecho opnmído de sentimiento
simpatizó mi cerebro y las lgrina que surcaron por mis me
jillas eran las que pagaban los maiies de los que me dieron
el ser, un tributo de respeto y ami filial. Sí, queridos lecto—
resesta pobre y humilde casa tenia para mí, (lo que algunos
sabios han dicho hablando de las casas en joneral) una alma
y un rostro como los hombres, que llevan en su fisonomia,
un reflejo de sus entrafias.
Sahmosde esta casa para mí inolvidable, despues de ha
berme entretenido en repasar todos los aposentos y sitios de
ella, prodticiéndome cada uno un recuerdo dolo roso y grato
i la vez: desde el dintel de su puerLa ladirji la última mira
da quizó demi vida.
Era muy avanzado el dio (las diez de la mailana)
cuando entramos en casa de la jó en enferma que es objeto
de este cal(ituo.

III,
Ilistar*a de la e»fernia.
——Buenos dias amable jóven la dije, ¿qué tal ha pasado V.
la noche?
——Lo mismo que todas señor médico poco mas poco me
nos, solo he sentido una frialdad estraordinaria en las piel’—
iia s, que aunque hace tiempo la vengo a notando, nunc a la
lic sentido tan intensa como ahora.
no la han aplicado algun remedio para corre
jirla?
——Si Señor, me han dado friegas con franelas esaliumadas
en yerbas arométicas, y con algunos espirituosos, pero nada
favorable lic podido conseguir.
—Tenga Y. (mimo y tranquilicese en lo posible la re
pliqué, que a trataremos de aplicar el remedio oportuno,
para ver como se corrije ese fenómeno que tanto Ja molesta,
y ahora si no le sirve de incomodidad quisiera cum
pliera su oferta refiriéndonos la causa de sus padeci—
mi en tos.
—Con mucho gusto lo haré aunque me sea dolorosa
complacerle.

Me hallaba buena y alegre el dia de julio del año de
1838. disFrutando en la mas plácida ca lina de las caricias
de mi adorada madre y desgraciado tio en cuya compañia
iviamos sin pensar mas que en las distracio nos y trabajos de
mi secso, recibiendo los halagos de uno y otro, pero la noche
de aquel funesto dia que recuerdo con el mayor espanto,
senti llamar por su nombre á mi queçido tio desde la habita—
cion en que yo dormia con mi madre; al principio me pare
cieron voces tristes las que sonaban, despues creí fuesen es
tas para llamarle ú suministrar algun sacramento, yo me so—
egué un rato, pero cuando me llené de consternacion fu é
en el momento de oir y conocer la voz del comandante de
armas que ostaba alojado en casa; llamaba á la puerta de la
habitacion. donde por la ditima vez dormia aquel santo sacer
dote mi inolvidable tio.... llamaba repito con timidez y en
tono sentimental, y esta circunstancia me precisé á arrojar
de la cama y ponerñ escuchar ála ventana que daba al patio
para ver qué significaba aquella.
Volví ú oir los golpes con mas fuerza, y contestar (i mi
tio medio adormecido y confuso estas palabras. ¿Qué es eso
señor comandante, qué sucede, ha ocurrido alguna novedad
¿ está V. malo?
—Ojala fuera lo étimo y me cojiera la muerte en este
mismo instante..., contestó aquel.
—Por qué hombre, por qué? solvió á repetir mi desdi
chado tio, como zozobroso y asustado.
—,Por qué? dujo tristemente el comandante, pque
tengo deberes y órdenes terribles que cumplir bien á pesar
mio.... El honor por una parte, la obediencia ó mi superior

por otra,Ia arnitad y el agradeimicn1o que V. débo y el
juramento á mis banderas y opiniones por otra, me han te
nido mas de cuatro horas en una lucha horrible sin póderme
resolver á nada.... pero como ¡efe subordinado y subalterno
me impone el deber (porno ser traidorámis principios) noti
ficarle por mas doloroso que me sea, una terribteórden ó
mas bien una funesta sentencia....
Al oir aquellas palabras, un sudor filo corrió por mi cuer
po, se helé la sangre que conteiiian los senos de mí corazon,
y quedé como petrificada.
Algunos segundos posaron sin poder hablar ni llamar Li
mi madre que pacifiamente dormia.
¡ iadre! la dije aierrada aun, y tocándola un brazo, dis
piérlese Y.... que o no sé lo que le pasa ú nuestro buen
tui.
—Qué le ha de pasar tonta, me contestó medio refonfu
flando y adormitada, nada , alguna broma de las que acos—
tuinlila Li tener el comandante cuando viene del fuerte u
acostarse, ó mejor será algun criado que dará voces á las
mulas ó acas.
No esuadade eso madre mía por desgracia, elcomandari
te le ha entregado un oficio al tio, y Lila
luz de un candil
le ha estado lev endo, y despues de su lectura ha hecho mil
esclamaclones, y confuso, trémulo y descolorido como la
muerte, ha caldo sin sentido recostado en la silla poltrona
que está enfrente de la puerta de su sala.
Al oir mi madre tantos pormenores y mis porfias se bajó
de la cama, tiró (le una campanilla fuertemente y á pocor
to acudió una criada con una luz.

Nos vestimos y toda la ctsa paso en catifuson y
rden, mi madre salió precipitala del cuarto y e drij ó
la habitacion donde estaba mi tio y yo tras ella, donde los v
abrazados y llorando como dos niños....
—,Quéte sucede qieridoherinano, qu te pasa, cuéa
tale á tu hermana las desgracias, no me ocultes nada..
Silencioso se halló un gran rato aquel venerable sacr—
dote como abstraido por la infausta nueva ó par algun oculto
pensamiento; el comandante pennanecia da pie é inmóvil
on el tremendo oficio en su mano y yo con alguno criados
dela casa me hallaba ó un estrdmo de la sala coutmplando
llorosa aquel cuadro que no podiamos ciinprender ni des
cifrar.
Viendo mi madre que mi tio no contestaba sus an
siadas preguntas se dirijió al curnandaite le dijo:
—-Por Dios, señor, dígame Y. qu( es lo que suceL
nii hermano.
—Señora, mees muy sensible, contestó el comandan
te, tener que satisfacer á una pregunta cono esa; su des
graciado hermano y mi querido amigo se halla ya enterado
1e todo y con la resignacion mas digna y admirable ha leido
su decreto de muerte.
—1De muerte! gritamos todos en la mayor conter—
ncc ion
—,Ypor qué delito, qué crimenes, qué atentados ha
podido cometer este santo varan para imrnuerle la última
pena? Digamelo Y., señor comindante, dígamelo Y.... le
decia mi madre alLando la voz desesperadamente.
—Señora, los motivos ó causas que haya para ello, no
TOMO u. 17

pero I)lesu1) sea esta trri1)Te órden
lo ciertamente,
wjinada ror las muertes que Jos facciosos dieron el dio
16 de julio al piquete que salió ó hostilizarlos ó las orillos
del pueblo.
.—JV qu culpa tiene mi hermano ni nadie de la impru
dencia ó arrojo de aquellos soldados y (le! oficial que los
mandaba, cuando sabe Y. muy bien que todos los dios los
et aha advirtiendo tuviesen precaucion y no se dejasen
!lear de ese indiscreto valor, que el mejor dia podian ha
cerles á VV. alguna gatada? ¿Son por ventura esas adver
tencias criminales?
—Qué quiere V. que la diga yo, señora? la terrible
posicion que ocupo me coloca hoy en el trance mas amargo
de mí vda, en la mas dura obligacion, soy vuestro alo
jado, vuestro amigo, y á pesar de estas poderosascualida
des nie veo en la sensible precision de dar cumplimiento á
os mandatos de mi jeneral.
—,Es posible, señor comandante, lo que V. dice?
¿Qué delitos ha cometido este inocente anciano, decía mi
madre derramando un mar de lágrimas y nosotros con ella,
un anciano venerable, virtuoso, honrado, cristiano y decha
do del sacerdocio ha de ser conducido sin mas formalilades
(i la capilla solo por el capricho y la maldad.... Sin forma
cionde causa, sin darle tiempo para que se defienda, y sin
los rQquisitos que las leyes prescriben aun para los reos mas
criminales. ¿Ha de ser de peor condicion mi desdichado
hermano que el rejicida, el asesino, incendiario y salteador
de caminos? ¿En qué época estamos? ¿Qué tribunal se ha
rcuuido para sentenciar ú la ditima pena ú este santo varon?

¿Baideesn
sus jueces? Digame V. por Dios, señor co
mandante, ¿no ha de haber alguna tregua para su amigo y
madopatron como V. le llamaba? ¿Es posible que su Cora—
wn se ha de manifestar sordo á la hospitalidad y á la jus
ticia?
—jPor Dios, k dacia arrolillándose á su ineesorable
juez imitando nosotros la misma posicion, suspenda V., sus—
penda. Y. esa sangrienta eiecucion, mientras yo me pre—
sento á sus jueces ó al que haya dictado tau atroz medida.
Yo les pintará la injusticia de su senten3ia, por la lije—
reza, quizá de mulos informes ó consejos, yo les probará su
inocencia, la virtud que le adorna, sus servicios, sus años y..
por Dios, señor comandante, piedad para mi inocente her—
naanosuquerido patron; hermano mio ledecia mi madre di
rijiéndose á él, teii ¿nino que yo volará á defender tu cau
sa aunque sea á los confines dci mundo, o me presentaré á
tus verdugos, les pedirá justicia y el espediente donde esté
escrita tu sentencia, y sise hacen sordos á los gritos y cla
mores de tu hermana, los llamaré verdugos, asesinos, y co
bardes; si loharé y la maldicion de una hermana desespera
da, y su continuo y eterno odio, emponzoñará la sangre per—
.versa de esos hombres que blasonan de humanidad y filan
tropia! ¡4h! esos son los hombres del siglo de las luces, y los
jefes de un gobierno protector que respeta las creencias, la
propiedad y libertad individual...! Dios mio, yo no puedo
sufrirlo, ni es posible que con un gobierno de esta clase, se
asesine sin formaciun de causa, á un venerable anciano (1)
(1) Don Eladio Maezano cuLa ptrcodef pueblo citado £fla

=260=
que tranquilo ea su conciencia, dorma el sueao (ltd t0.
Un criminal no ozaria de esa en idiable y admira
dora calma... ¿No le conoce Y. en el tiempo que lleva alo ja
de en casa...? Y. mismo, ¿no ha paseado con él, oido sus
conversaciones, y escuchado los morales y santos consejos
q° á todos daba...? Pues si Y. esté enterado de todo esto; y
fj T le constan los esfuerzos, sdplicas y lógrimas que el inJ
feliz ha empleaJo para reunir la sarna (le ‘20000 rs. con
que ha sido multado el pueblo tambien en castigo de esas
muertes que la faccion hizo en los soldados.... ¿Por qué en
obsequio de la justicia, de la humanidad y de la gratitud fi
su 1atron, por qué repito, no se suspende esa inaddita, bár
bara y sangrienta ejecucion mientras yo represento á su
majestad contra ese dictador.... contra ese jeneral funesto
que fusilu á indefensos sacerdotes, sin formacion de causa y
sin saber si es criminal ó no?
Basta señora, basta, mi corazon se rasga y despedaza al
oir sus sentidas quejas; conozco la lijereza, la informalidad
con que se condena á su hermano, pero el gobierno reviste
de facultades amplias é los jefes que estén al frente (le los
ejércitos y operan contra lós enemigos del reposo publico, en
liempo de guerra, y estas omnimodas autorizaciones les
ponen á cubierto de responsabilidad y de todo cuanto contra
sus disposiciones se aleguen; yo por mi parte no puedo hacer
nada, ni á mí corno comandante de armas encargado en dar
cumplimiento á la órden del jeneral, me es permitido diferir
rió Cusilado ó los 2aíios de edai el dia 23 de julio de i38, por
órden dci jeneral Nive.

6I=
por mas tiempo sus mandatos; retirese V., y no é lugar fi
que yo sufra un castigo que quiero evitar, en cumplimiento
de mi debet: la hora e aproesima, y es preciso que pai las
cuatro de la mañana, sopena de ser yo pasado por las armas,
sea ejecutado, cou otros cuatro de los presos que estfiu en el
fuerte en represalias.
Al oir o qtiellas terminantes palabras, caí siu sentido
al suelo, y cuando vol’ 1 co mi, me encontré en la ca rna
abrazada á mi desconsolada madre, que á torrentes dcrrama
bu un mar de légrimas.
Hasta aquí lic dicho lo que yo sé de ese funesto
acontecim:euto, y á él atrihu o la causa del mal que vengo
padeciendo hace cinco años: ahora tui madre que etíi mejor
enterada de lo que pasó despues que me atacó el accidente,
informaré á Y. de lo qe sepa.
Iv..
Prcsiuc la wadr la historia coneuz*da.
Cuando casó mi hija al suelo aterrada con las últimas
:1 terminantes palabras del comandante se levantó mi desdi—
chad hermano de su asiento con una calma y dignidad tau
grande, que á todos nos dejó absortos su serenidad; empero
se dirijió é mi, y díiiidotne el último y mas tierno abrazo
me dijo estas peetraitcs palabras: adios hermana mía..

=
hasta la eternidadL.. consuflate, y pide á Dios por mi alma,
y porque tenga una buena muerte.... Yo acongojada y des
fallecida, caí tambien fi tierra sia poderle contestar, pero
ví entrar en el patio un piquete de tropa, le colocaron
entre filas y bayonetes, y no le volví á er mas....
Una escena muda y algun tanto prolongada, tuvo lugar
en aquel acto en la habitacion de la enlerma: todos los es
pectadores llorabau, y yo aunque bastante afectadocon aquel
relato hice uso (le la palabra, con énimo de atraerlos á la
tranqulidad, de este modo: ¡qué lástiia, qué sensibles esce
nas ha provocado esa sangrienta guerra1roguemos fi Dios
por su alma, y entreguemos é la eesecracon publica, á ese
jefe inhumano
Despues de un breve silencio interrumpido por los sollo—
ros y suspiros, continuó la madre de esta manera: se lleva
ron como dije á mi desgraciado hermano á las doce de la
noche.... Le encerraron en la iglesia que era el fuerte
donde estaban los demas presos, yensegiuida pidió un sacer
dote para que le confesara, y ausiliara en sus cortos mo—
nientos.
Tu tío D. E. fué el que le confesó y acompañó hasta la
hora fatal, me dijo dirijiéndose fl mí, y ese sacerdote sensi
ble, no pudo contener sus lagrimas mientras durósu delicada
nuision.
Cuando se hubieron llevado á mi desdichado hermano,
frenética y desesperada anduve dando gritos por la casa; los
criados, los amigos y muchos vecinos que al estrépito y cIa
nuores acudierGn, no eran bastantes (u contener mis arreba
tos y desesperacion: el sentimiento mas grande, la alliccuouu

—263.—
mas angustiosa ponia en mi cabezano
calorabrasador
y vol—
cánico, creí volverme loca..., y por uno de aquellos im
pulsos automáticos que hacia de unas partes á otras de la casa,
acerté á dar con la liabitacion donde habiaii llevado mi
hija....
Esta no obstante haber vuelto de su desmayo, estaba
convulsa y fria corno uit mármol ; ¡madre, me dijo rorupíen—
do en un amargo llanto, ¿sé le han llevado? Al oir aiuella
espresioti, me arrojé ó sus brazos llorando, y aquel Uaut
me sacó de la euajeuacion en que me encontraba.... Si hija
mia la dije, se le hati llevado esos monstruos, es os verdugos
y azote de la humanidad, ya no tienes en tu casa á tu tio,
al anciano y venerable sacerdote q llenaba cou sus conse-’
jos y presencia de alegría, y esperanza, la casa y r’lcua.RtoS
le trataban,.
Será posible Dios mio decia mi hija,que tolereis se con—
suma un atentado semejante, cori un hombre itiocente, que
ni aun parientes tenia en la faccion?.. . con un scirdote que
jamás ha pueLto en su bcca espresiones que ofendan algobier—
lo, ni á persona alguna . .. ¡aid rio puede ser, no puede Dio;
consentir esa maldad, ese asesinato... y en aquel mismo
momento que eran las cuatro á cinco de la mañana se oyó
un ruido corno en confuso: era la descarga que hacia el pi
quete fusilando á mi inocente hermano y á otras cuatro víc—
timas.
Despues que se cousurná tan cruento sacrificio, vino el
sacerdote á esta casa: riada habló, pero con el copioso llanto
que no le fué posible contener, manifestó, que el hecho, eL
atantado estcb consumado. .. y cuando hubimos dado el

264=
mayor ensancheó
nuestro llanto, nuestra pena y dispuesto
lodo lo necesario para hacer el entierro y ecsequias que Li su
clase correspondia, me aprocsirné al sacerdote y Sin poderme
e-o atener le dije;
—Con que al fin nos liemos quedado sin pastor. . con
que a no tiene- este pequeño rebaño quien le dirija y enca
mine por la senda de la virtud.. Desdichado! De qué te sirvió
tu aislamjento, tu continua ecsortacon, y neutralidad en los
aSuntoS políticos?... --
De escala ¡ala subir al cielo, contestó el sacerdote, en
tono profético: allí reposará el alma de aquel inocente y
santo aron, y desde sus alturas pedirá íi -Dios por sus enemi
gos porque remedie nuestras miserias . ... desde allí como
en el mundo, con su alma cándida y pura, rogará al Eterno,
por la terminacion de una guerra fratricida y desoladora....
o lo dudeis hijos mios añadió el sacerdote con palabra so
lemne, la corona del martirio ha llevado ceñida con sus
compañeros de desgracia, á sus sienes, y Dios acoje con
bondad inefable á las inocentes criaturas que como este de
veras le invocan. . . calló el sacerdote y en la casa no se yo1-
vió Lioir
mas que suspiros mudos y acongojados, lágrimasde
luto y desconsuelo....
Despues que se le hicieron las honras fúnebres y dado
sepultura ñ su cuerpo, se principió el nocnai’io que seacos—
tumbra hacer en las casas de los difuntos, y en la quinta
noche cuando ya se hubo rezado el rosario y rogado por
su alma, pidió uno de los devotos de la reunion al sacerdote
encarecidamente refiriese los pormenores que habiari acom—
- 1)añudo Li tan cruenta ejecucion, no por la curiosidad con

= :3
iIlC en casos iguales acosttimbra la vanidad de los hombres
hacer las necro!ojias de cierto.s personajes, sirio porque COT
nm digno de pasar It la posteridad merecian anotarse y es
cril)useCon detencion.
El sacerdote aced:ó It tau justa ecsijericia, yo me sali
de la cocina que era donde se rezaba, resuelta á 110 oir esa
relacion sangrienta y rasgadora, pero no sécomo cambié de
ldcn, y despues que la hubedado una infusion de yerba—luisa
é mi hija, vohi lila cOcina en el momento que aquel decia
de esta manera:
y.
LJil árroes) cogi cuatro cstr&ipañcros cU la
cap i da.
— Sí han de ser pata Icgar Ii la posteilad estos hechos
de barbarie, si soit para consguarlos en la historia cori el
-objeto de que los que nos sobi’ei’ivaiiaprendan
en la escuela
de estas désgiacias los desastres (Jue esta clase de guerras
ocasionan,- referiré una por una todas las palabras y todos
los incidentes que sobrevinieron en aquella noche fatal.
Acababa de despedirme del oficialabanderado
que deja—
ron medio muerto los facciosos el dia 16 de julio que csUt
alojado en mi casa y me preparaba á acostar cuando oi fuer
tes golpes é la puerta: apliqué el oido y aquellos se redobla—

han: llamé t un criado y íi poco rato vi entrar cii el patio
porcion de soldados armados. Asustado con aquel aparato,
pregunté qué era lo que querian, en aquella intempestia
hora, y el oficial que los mandaba me manifestó verbalmente
la órden del cómandante para que fuese inmediatamente con
él ¿confesar á un preso. Como. nada sabia de la prision del
efior cura, crei seria para alun desgraciado de los que
estaban en represalias, ipero cuál fué mi sorprea y espanto
cuando introducido enla iglesia vi que el desenturado pár—
roco abrazándose ñ mí con la wa or ternura inc manifestó
que él era el desgraciado que iba á morir.
Abrazados estuvimos un gran rato llorando con el ma
)or sentimiento sin poder ninguno hablar iitia palabra, y
asi hubiéramos permanecido mucho tiempo si no hubiéia—
mes oido la voz de un oficial que llamahaá los presos á pre
senciar el sorteo.
Entonces so desprendió dó mis brazos y delante de un
crucifijo que babia sobre un altar, se hincó de rodillas y alli
estuvo haciendo oracion mientras se efeetu el terrible
sorteo.
El fin del mundo parecia que habja llegade. Un grito
de terror lanzado por todos aquellos infelices resoné en las bó
vedas dci templo, y la cousternacioii unas grande se apode
ré de todos, inclusos los soldadas que alli babia presentes.
Yo vi ¿los 5 presos de varias edades y secsos que iban
á ser sorteados, cruzar las manos, eleailas al cicle en acti
tud suplicatite, llorar y hacer sentidas esclainaciones. ¿Qué
corazon por insensibe que fiera u se babia de enternecei°
íi la ista de un ctadro tan pat étco y scisible? juzguen

nuestroslectores
con irnparcalidad estos actosde
barbarie,
esas inhumanas represalias y díganlo con franqueza si cOn
ellas se puede evitar el que los partidos se choquen y se des—
truan cuando están en guerra abicra? Púl)lica esta sangre
que Cabrera y Palillos derramaron en vetiganza de la que
inocentemente vertieron sus madres por órden de los jefes
de la reina, y horroriza el pensar que en el siglo XIX se
cometieran tales atrocidades propias mas bien de cafres y
beduinos. Dejemos estas sombrias refiecsiones y sigamos
el curso de nuestra historia, tan horrible y sangrienta corno
las que acabamos de narrar.
Escritos los nombres y apellidos de los presos en las pa
peletas, y puestas en cuatro cédulas la terrible palabra de
muerte, fueron depositadas en dos cántaros, y despues de
ejecutada esta operacion, oí que el comandante de armas
llamaba fi una mujeresta mujer era Bemijia Na
varro.
—Señora, la dijo: a es tiempo de que cesen SUS pa
decimientos, V. ha hecho mas que una heroina, Y. ha da
do á su esposo pruebas de un amor con tigal acendrado, sin
límites, sujetándose á los padecimientos que aquel babia de
sutir en la prision. Y. en fin, como tierna y cariñosa ma
dre ha sabido con su entereza y valor conquist arse un pues.
to en la veneracion de sus hijos y admiracion del mundo,
pero hasta aquí las pruebas porque ha pasado, han sido
una sombra para la que en este momento decisivo ha de
pasar....
— ¿Pues qué me resta aun que sufrir,señor? dijo aquçila
heróca mujer.

— La reste V. el sorteo de muerte, contestó el co
mandante, y si este, por una fatuli dad le es. adverso, ten—
dré que sufrir irreLnisiblelneute la pena capital.
— ¡Pues cómo ha de ser, añadió con el acento mas va
ronil, la sufríré con resignacion con tal de que mi esposo
viva, con tal de que mis pequeños hijos tengan padre que
les galle el sustento y los educjue en el santo teijioi de Dios.
Yo débil mujer agobiada de penas y trabajos, ¿para qué
quiero vivir? ¿y cómo arrastrarin esa vida sil! mi esposo?
Llena de inquietudes y miseria iria de puerta en puerta im
plorando la caridad cristiana; sola y sin mi tierno y querido
compañero agaria errante por el mundo cual sol.taria torto—
lilia, y mi [iii seria siempre la indijeucia y la muerte. Que
viva, que viva ini Alfonso, mi adorado marido, o he abra—
zado su suerte con la mejor fé y desinterés, por él jimo en
esta prision hace tres meses. y por él sufriré todas les peiias
del inundo.
—Pues señora, si asi lo quiere Y., súfrala en buen
hora, ocmnplo con mi deber advirtiéndole el peligro.
Mientras disponian todo lo nacesai jo para el sorteo, se
confesó el señor cura.... ¡con qué fervor se prosternó é mis
pies aquel venerable anciano rezando la confesion: nunca la
oí tan espiícita y coit tanta fe; fué una de esas confesiones
jenerales, llena de la mas profunda contricion, basada CI!
principios morales y teolójicos, y en la reígnacion de uit
pecador contrito.
Concluida la confesion se puso otra vez á oiar, y en
aquel instante vi ñ los desgraciados presos, principiar á sacar
las cédulas de los céntares... Los pccos minutos que duró la

=r69=
operacion, fueron de ansiedad, de espeaTza y temor...,
eran minutosfatidieo,
rasgadores y do agonia....
Las cuatro víctiims sacadas por suerte, llorando ú voz
en grito, se vinieron fi mí en tropel para que las confesara;
pero tambien entre ellas, vi á una mujer dirijirse tranquila
y coti paso firma y majestuoso é rezar junto al señor cura,...
aquella infeliz era la heroina Rnjfa.
Cuando todos se confesaron se les suministré el sarto
iaticoy despues de haber arregla do todas las cosas del mun—
do se prepararon con la reiguacion mas santa á la
muerte....
El sefior cura que hasta entonces como abatido babia
aparecido sin valor, cambió de fz, y en su semblante se vió
reflejar la candidez é inocencia de su alma animando con su
ejemplo el espiritu abatido de sas compañeros de infor—
tunjo.
Ánimo hijos mios, le decia, la hora se va aproasimando,
ka momentos son preciosos y ea necesario aprovecharlos re-.
%istiéudonos de resignacion y abrazando nuestra crup
Escuchad las palabras.... de consuelo que en estos último
instantes os dirije un amigo, un compañero, un sacerdote, en
tin que quiere baceras mas llevadera la agonia.... Es horri
ble, desgarrador el espectécnlo que presenta la muerte cuan
do es con la injusticia y con el apalato que en esta clase de
suphiios acostumbran: ¿pero qué vale e.e momento de transi—
¿don para el bien y felicidad eterna que se espera arriba? Ele.
vando con el corazon la mirada al cielo no se siente la muer
te, y Dios en medio de esa cuadro imponente recibirá
nuestra alma,... No le busqueis coi los ojo la materia no

=210=
peetra el caos, de la eternidad, busquómosle con el corazon
y la luz de. la .fé peuetrar hasta en nuestras entrañas....
Cada estrella que. tacliona el firmamento es la mirada benó—
fica de un ánjel que nos espera en la aitura.... Cada eco
misterioso que hace el viento sobre las matas ó arbustos del
campo es el roce de las alas de un serafín que conducirá los
espíritus de estas cinco criaturas á los pies del al1íimo.
Yo eseuchaba surnamcnte afectado las santas palabras
del párroco, los compañeros de desgracia lloraban, y la valien
te 1?enija edificante erisutrancimia apostura, animaba con
su apacible preseuca .... Admirado con esta imperturbable
serenidad no pude menos de admirar tanto heroismo, tanta
abnegacion y tanto despren dimiento 4e su vida.... y en un
momento de entusiasmo esclarné: Dios te dé buetia rnúerte
heróica mujer, y te depare un puesto distinguido en deje—
lo.... Si, cres acredora por tu virtud, por tu consiancia y
amor conyugal..., recibe en premio dtan bellas cualidades
mi bendicion.
Concluyó el señor cura dehablar, se dirijióal altar don
de estaba el crucihjo, le cojió en sus, manos, se puso delante
de los compañeros y con lacrimosas miradas y ahogadas pa
labras le oi decirLa voz deijusto esel bálsamo que tein
pb los dolores del »lma, muramos con resignacion, pero
oremos.
Rezaron un rato y entonces yo les dije:
—-Vuestra oracion llegará al trono de Dios tan pura
como una columna de incienso la muerte del bienaventura—
doesun sueño dulce y apacble: al rededor del suplicio vuela
una ‘bandadade serafines esperando el monento en que el

=271=
alma deja su cátcel para llevarla caitando á las mansiones
celestiales. ¡Qué grata deberá ser esa ascension! ¡Qué com—
pañerosde viaje mas alegres, fieles ‘ caballeros son los án—
jeles del Señod En ese viaje de einigracion eterna se des
cansa de las penalidades y miserias de esta tierra maldeci
da donde no se 03 en jamás los clamores del justo, del liam—
l)riento y necesitado..., luchando los que quedamos en
cefi la mteria y espuestos á mil continjencias y peligros,
no vemos en lontananza como TV. ese inmenso mar de luz
surcado en alas de la esperanza mas satisfactoria.
A los que como TV. no han cometido otro delito que
el impuesto por el capricio y la barbarie; el que como V.
señor cura, ha hecho todo el bien posible yecsortado á SUS
feligreses á la obediencia de los que nos mandan y al santo
temor de Dio, no tienen que purgar nada en la otra vída,
poriue hartos son los padecimientos sufridos iajusta mente
en esta. Por eso cLiando el alma se arranque de los lazos
(IC la unen á la materia, el corazon lanzará un suspiro gra
to, y la boca sonreirá de placer Si interrogar pudiera yo
entonces al cadáver..., estoy segura que mc dina que su
última mirada se babia fijado en el cielo, cuyas puertas ha—
bia visto abrirse para recibir su espíritu; sí, hijos mios, todo
esto es un preludio de la felicidad eterna que os espera en la
presencia de Dios.
En a piel momento solemne, la campana hizo la señal de
las cuatro; era la la ra en que aiuullas victimas debian mo
nr.... De todose apaderó un temblor jeneral, la tropa que
esperaba en la parte afuera de la iglesia principió á moverse
para estender sus filas por la carrera, y un redoble de tambo—

es destemplados, eñaló el momento fatal de caminar l li
gar de la’ ejecucion.
El señor cura con un cruciíio en la mano princípió á
ecsortar á sus compañeros á la paciencia y resignacion:.
imitemos á Jesus decia, perdonemos á nuestros enemigos
como lo hizo el Redentor del rriunio.... olvidemos lo terres
tre y mundano, y acordémonos de un Dios de bondad y mi
sericordia quecon los brazos abiertos nos aguarda. Quedaos
con Dios compañeros de desgracias.... rogad porque nos sea
lijera la muerte.,..
Los llantos, los clamores, la doespcraeion y la pena
mas indecible, acompañaba á aqiielloi pie en el templo que
daban esperando tal vz otra ocaio fatal como esta, y los
cinco destinados al suplicio, principiaron á salir de la iglesia
donde tantas veceÁ liabian resonado los cánticos sagrados de
boca de tan buen párrocoen donde tantos dias festivos
babia predicado el evanjelio, y amagado con la cólera celeste
alque quebraitaralos preceptos divinos.
El mismo párroco delante de sus desgraciados compañe
ros abrazado á su cruz y á la del cruiifijo, se ausiliaba a sí
propio y á todos los denias.... Asi caminaban tristemente al
compas del ronco destemplado tambor en la madrugada
de un dia de estio, de un dia de luto y desconsueio, memo—
rableen los anales de aquel degraciado. pueblo... reinaba
por doquier un silencio pavoroso, todo estaba desierto, no so
eia maspersona por las calles, que la tropa que estendida
en dos filas llegaba hasta el lugar de la ejecucion....
Un ircidente melancólico, rasgador, y de esos que de.
jan estampados como el reptil un surco en la arena por don..

cJe paa., tuvo lugar en aquel momento. La virtuosa, la h
roóea rnawheqa, Remijia Navarro que con e! valor ma
inefable y sublime caminaba al suplicio, no babia apurado
aun el cáliz del sufrimiento y de las angustias, era preciso
¡ para hacer mas admirable ci sacrificio y desprendimiento de
su vida en aras de! mas acendrado amor conyugal, que sintie
ra una fuerte etnocion la mas grande que en lances tales se
puede presentar.... halna de pasar por la misma puerta de su
casa, donde ignorando el marido aquel suceso, reposára tran
quilo con sus hijos, y donde uno de estos, el mas pequeáo lan
zara casualmente un traneuh) y agudo grito que llegara A los
oidos de si.i madre. .. pero este grito 1ah! no arredró su esfor—
zado ánimo... miró la casa, vertió una lAgrirna... y un adios...
el mas patético y sentimental, conmovió á todo el acompa—
üamiento y á los soldados, siguiendo ella empero impávida
su marcha y resolucion (1) hasta el lugar del suplicio, don—
de todos reconciliados nuevamente y puc;ios de rodillas,
principiaron A rezar el credo; quedando cii la prime
ra descarga tan inocentes victimas en la eternidad.
Asi terminaron sus dias aquellos cinco mártires, asi con
cluyó sus dias aquel santo varon y la infortunada Remjía
digna de otra suerte y que us verdugos la colocan al lado
de la hidalguia y desprendimiento que se vió en un hijo de
Toledo en el reinado de don Pedro el cruel cuando arrodi
(1) Este heróico spt.ecio de la lida,por var la de su mar—
do es un tipo irivecs de los dos casos que hemos Feferido de YOla.
rubia.... y mu.y pareetdo al qee las Inujcs’es del 1Ialabar acos—
turnbrabauIiacer en obsecjuio, los nemes de sus esposus.
TOMO II.

lIado su presencia ofreció su vida por lihertar la de su pa
dre... siendo este inhumano rey, tan k’rbaro y estrarm
ese rasgo de amor filiaI, que mandó sacriticar al que tan de
seras la ofreciera por su padre.
Aqui terminósu
relacion la ailijida y anciana madre de
lo enferma, un llanto copioso se siguió á este relato con
tenido hasta entonces en el dique do! sentimiento y ansiedad
con que todos le habiarnos oido,y despiies. de pagar aquel
Se11S11)le tributo ñ la inocencia y humanidad escuchamos las
siguientes palabras de la enferma.
Supuesto ha concluido mi madre, adicionaré yo lo que
resto para que se penetre ahora de la marcha que despues
de esta poderosa causa siguió mi dolencia, y por ella forme
su juicio y arregle el tratamiento curativo.
Un aturdimiento de cabeza acompañado de un fuerte
zumbido de oidos fueron preludio3 de los temblores y con -
vulsiones que dcspues me acometieron periodicamente,
siendo calificadas estas por los facultativos que ese asistieron
de epilépticas, y por lo tanto tratadas corno tales, pero como
este mal es tan rebelde, ninguna medicina ha bastado & cor—
rcirle, antes afectándose otros sistemas han cómbelido de
tal modo mi frkjil máquina, que me han puesto en el deses
perado estado da absoluta imposibilidad.. . vea V. señor
tnédico,añadió dirijiéndose á mi, si tendré motivos para des
confiar de mi curacion, llevando cinco años de penalidades
en cuyo tiempo no ha quedado facultativo por estas inmedia
ciones que no me haya visto y propinada con arreglo á sus
luces infinidad de medicinas.
Nunca me he formado alagüeñas ilusiones en esta clase

41edolencias
y manos cuando estáu.basadas y sostenidas por
cansastan
poderosas y su marcha de perniciosa y larga du—
racion, pero esta dolencia (no obstante so complicacion con
la afeccion esptnal) es esencialmente nerviosa y como tal su
jeta á mil anomalias, por lo tanto prescribirémos el plan cu
rativo que Y. ha de seguir y tal vez logremos cambiar su
forma y curarla radicalmente.
—Así sea contestó la enferma haciéndo al mismo tiempo
mrna inclinacion (le cabeza.
Nos retiramosá otra habitacion y despues de convenir
los tres profesores en el tratamiento curativO salimos de la
casa y me diriji donde estaba hospedado.
Pobre jóven dije entre mi luego que estuve solo, eres
rica, hermosa y llena de porvenir.... y no obstante, esa vi
da está mústia, lénguida y casi pendiente de un hulo... tu
edad no es para ti como dice Pindaro una flor y cuyo fruto
es el amor.... es si una cadena de padecimientos que no al
canza la débil mano del hombre á correjir.
Un año ó mas vivió esta desgraciada jóven, Li beneficio
del nuevo tratamiento que con ella entablamos, y dl asiduo
cuidado y esmerada asistencia de su familia, pero al fin fué
victima del tumor por conjestion que se formó en el es
pinazo.
a

-
‘.óó
CAPiTULO SESTO.
1.
ITROIflJCCIO.
A. 1aJrid me vuelva.
ENE1t0 12 flE 1844.
Nos vemos en la sensible precision de suspender la nar—
racion de las escenas que hemos presenciado y sufrido en los
partidos en los 13 años que p01 desgracia hemos estado en ellos,
es mas sensible esta suspension porque son casualmente su
cesos que tienen relacion con lo mas íntino que el hombre ticé

—2r7—
nc en la sociedad, la amist4 y los vincnos de la sangre,
escenas de enfermos amigos, de parientes muy cercanos, in—
timos queridos arrebatados del torbellino del mundo por la
guadaña de la muerte, por esa inecsorabe parca que á to
das horas tiene pendiente de so caprichosa é interminable
urdmnhre la ecsi,teiicia del débil mortal.
Si, apreciables lectores, suspendemos la contínnacion
de esos diarios tiernos y espansivos enlazados can las co -
t imnbresy
peocL1paciones populares, con sucesos politftO5
y relijiosos, porque no queremos ahusar de la contianza de
nuestros escasos suscritores, Ii quienes ofrecimos dar 16 ó
O entregas de nuestra pobre y humilde obra, que si bien
ha llenado de admiracion y gusto é cuantos la han leido
iudo cumplido cuanto se efreció en el prospecto, no
cubierto empero la mitad del escesivo coste que la inmpreson,
grabados y otras cosas ocasionan.
En esta empresa, como en tolas las de nuestra vida,
hem.s sida (lOSgraciadO no buscñharnos al darlo ó luz es.—
peeulacon lucrosa: bscibamis 5í, conquistar un pue4o
ci la cousideraciou de os ho.ub4o en la de nuestros corn —
• pañeros i quienes dedicamos nue,Iros trabajos, y por ellos
y por el deseo qie no; impulsaba hacer ver al mundo los
de astres que acarrean las revueltas intestinas (en circuns
tancias en que se de;piertaa impulso; y reQejo en ciertos
puntos de España, de la que alorlunadarneute paó) no
propusimos escnbr estas esceoa ;, repetinos, cmi forno de
• Diario con lo esperanza de que a jesiros lectores cerciorados
de lo fmnetas y trascendentales que son, inspiren u su; hi
jos odio eterno é esta clase de gimen-as y. e’iteu con la lee—

78
cione de la esperiencia y de la historia) caer en otras
iguales.
Este fué nuestro noble pensamiento, esta nuestra cons
tante benéfica idea, y si la suerte que parece anda reñida
con nosotros tiempo hace algun dia no; fuese mas propicia,
cuton es daremos una nueva ediçon aumentada con las
escenas que nos Falta publicar (que formar(m otro tomo),
lo suscritores que ahora nos han favorecido, les hare
mos una graea, y vivirén en nuestra consideracion.
hechas estas precisas aclaraciones, féltanos narrar las
eceiins que hemos presenciado en la córte, en esa córte
que con si deslumbrador boato parecia no podria encerrar
en su seno tanta degradaeioii, tanta estupidez, tanta miseria
y tanta falacia en íin y tanto heroismo.
Si dado nos fuera pO(lernos estender en la descripcion
de ios diversos atributos que refleja y encierra la córte,
nccesitábam os mucho papel tiempo, humor y alegria que
no tenemos y una tranquilidad d.c (mimo grande que tam—
bien nos falta.
No obstante estas circunstancias tristes, bosquejaremos en
lo que nos es dable lo que mas nos haya llamado la atencion
en ella, lo qne mas profundamente nos ha a afectado.
Trece años hacia que me hallaba ausenle de Madrid
cuando tuvieron lugar los memorables acontecimentos po
líticos del año de 1 843, y jamís babia pasado por mi mente
en tan largo espacio la idea de volver 1 la córte, pues pene—
Lrado de mi desgraciada posicion, nunca crei podria ser
realizable ese proyecto, y por eso no pensé jamós en seme
jante idea, mñcsime viendo en todo lo material de mi perso—

na un cambio t.ii cüiisidereble Pues bien, ctos acontcci
ruientos de triste i ecordacion desierLaron en mi alma de.
seos ehemeutes de tornar fi ella buscando un asilo corIr4.
la injusticia é ingrnttud (le los hombres. Dejemos estos
sucesos fi un lado y continuemos.
Coifieso con injtnuidad que la vida muelle, indolente,
poltrona, ó como se quicio llamar, allí adquirida, me hahia
hecho contraer nue os lifibitos, estos me tenían ea
un estado de entorpecimiento tisico que apenas podia ddi—
carme con ajilidad fl la visita de los enfermos, porque
si bien es verdad flO ha en los par(idos lo que en las gran
des poblaciones, se vi’e y ejeta en quieta monotonía, pro—
dacciido fl lo larga pesadeces en los órganos iutelectuale
y locomotores, resultando de aquí perderse las maneras
tinas y sociales que hacen el ornato gusto de las ciudadcs
Dedicado esciUi amente ci facultativo al ejercicio de
su profesion, é transcurrir sus dias uno tras otro observan
do atqurieudo empero con la pifictica conocimientos que
sirven á a humanidad cii sus dolencias, pero como el roce
ó trato de jenles mas continuo pi ócsimo e de eidermnos,
ctos no buscan palabras finas ni pomposas para espresar
su padecer, porcp.e su lenguaje es el natural el del sufli—
miento; lié aquí porque ol idari los fae.ul1atios
de pros iii—
cia esas maneras finas, la acentuacion de las palabras la
a1iostum a corteaaa.
Si fi todm e,tcs circui;staucies agregamos el poco ejer
cicio que en los pueblos coiío reducidos se hace, tendre—
mos aclaradas las causas quc ulorpecen el sitema locomo—
tor del rnjvi:uieutu.

De eta observaaones pactó mi esposa para i nipugnar
mi determinacion, pues comoconociamicarcter,
mi natu
ralidad lo csado que me babia puesto durante los 13 años
consabidos, fué la primera en quitarme la idea de regresar
á la cótte.
Vai’aute Y CaYtIoSO estiv t)0’ alg!1n tiempo con las
flCOSilS oportunas refleesiones q° aquella hiciera, y
qui’L( huLii’an triunfado de las mias si no me acordara de
los disgustos sin cuento sufridos en el pueblo donde estaba
y (le aquel axioma latino tantas veee oido en el aula (le
cnt laces fortuioi jtvat, y cm o preberbio me decidió p01’ fin
fascinado con la halagüefiaesperanzade
vivir en Madrid le
jos del infierno de los hgares.
Es cierto, dacia yo una tardo que salí solo paseando por
las secas menes del rio Amargimillo que pasa inmediato ñ
Mtdridejos, que mi esposa tiene razon en lo que dice, que
estoy muy pesado para emprender el ejercicio médico en la
córta, y que la rusticidal de lus l:igarañ a nc hin hecho ol—
vidar aquellas maneras finas que adornaron mi juventud, y
p’e nocontribtiveron poco Ti nuestro amor, pero con el tiem
po y el trato nuevo de jentes, volverán Ti despam’ta r en
los modaies cortesanos, pues no so tan vicoy rudo para no
volverlos Ti adquirir, conservando aun restos de la política
que adoi’ria al hombre deedacacion.
Conozco sí, las poderosas i’azones que la misma me ha
manifestado hoy conversando en la mesa despues da la comi
da. En la córte dijo, no medran en lojencral mas que los fa
eultitivos que tienen fa or y apo o, los que se prceiitan
on boato en lujosos Lonibés, llc’ an grandes anillos en lo

==2S1==
dedos. Pero ¿quién sabe? decia o para mi, la fortuna es ca
prichosa, y la pintan ciega, y aunque coniunrnette es apee—
ciado todo ese tren por las jentes que llaman del gran tono,
lamhien hay muchas decentes é ib tradas allí que aprecian
estiman la naturalidad, la franqueza y la préctica.
l)cspues de lo. tiño.; que cuento de trabajos y servi—
CieS (1), tal vez los arn:g€.S que tengo en Madrid, me lien—
dan una mano protectora... Sí, no 1> dudo, en la córte hay
mucha íiccion y delo, r’ero bar tambien corazones benéficos y
jenerosos. . . sobre todo, hay en medio-de su ignorancia,
ilu,tracjon, tolerancia é independencia; á la córte, ó Ma
drid, D:os flLo prot4drne!
Absorto en mi pensamiento y conversacion, caminaba rio
abajo sin percibir los pasos de un amigo íntimo que de lejos
me seguie acelerado para alcanzarme. ¿Qué es eso de la
córt y de Madrid, me dijo dándome una palmada en la
espalda, amigo 11 M...?
¿Qué ha do ser? le contesté volviendo la cabeza, co
nociendo en la voz quien era, que me decido por marchar—
- me á vivir allí aunque tenga que ponerme ú limpiar botas
en un portal, porque e-tov cansado da habitar en los piie—
Idos, de sufrir sus injusticias é ingratitude, ese es el pro
ducto qite he sacado de ello;.
No me opon Iré yo ñ sus deliberaciones, inc repbcó el
(4) ftt-e l”s muchos que tengo ‘eiak s, es nn el que Id —
ce asisteud grsiilitelneiite por ,jas de uli sio al hospoal mili —
tat que iii Le icamente e estableció ci Mad:idclos el iOo 58,
ella LI Jo ci C1dLCItO de IceelVe U [)C 6 cu OS iJlJV II CISC ile Ci miad
ltai, yToicdo; documentos íeliacieutes lo ecl editen.

amigo, pero i tu ieia talento para acoirsejar, me atre%era
á decirle en obsequio ú nuestra sincera arnstad, purqu
creo ne d esta un derecho ello, que se mirará bien, po—
que corno dice el adajio, antes que te cases etc.
Es V. mu3 ducib de tomarse esa mulesLia le eontest
y o se lo agradeceré estraordinoi’iamente, pues antes de
emprender una cosa ñrdua como esta que puede comproine—
ter el porvenir de una familia, la medito, liS i’ 11CCSOILO, y
si me es posible me informo recibo aunque sean las con
sejas de una vieja.
Pues supuesto concede esa gracia mi afecto, le mani—
festaré dos palabras corno buen amigo. En la córie como
blacion numei osa se debe entrar con toda la prevericoil p051—
ble, sin alucinarse con el brillo y la pompa que ó primera
iita presenta; debajo de esa capa de seductora apariencia,
estén el vicio y la maldad, y en poblaciones semejantes se
confunde la honradez COl) la perversidad, y corno esta no
puede ser observada tan de cerca como en las pequeñas, por
que la aceniulacion de tanta clase de jentes, las convierte en
centio y abrigo de los picaros que jeneraluseute van á ocul
tar allí sus maldades.
Me cabe la satisfaccion de que ninguna tiene V. que
ocultar porque es demasiado conocida su probidad,
por lo mismo no quisiera verle en ella establecido, porque
si bien su buen comportamiento fino trato le alejarún do
los malos vicios, el mal ejemplo y muchas circunstancias
pueden arrastrarle é ee torbellino del marido corruptor.
Alli, bajo el aspecto mas elegante se halla un tahur
ma ittcnciorredo y Pajo el velo detinado á cubrir ci pudor

=283
y la virtud, se halla una mujer envilecida cu o corazon
es cieco, y tras la risa mas seductora, esté escondida la
tiaicion.
Las palabras y promesas que dli se dan, son jeneral
mente mentiras fiujidas con apariencias de verdad, pues
los corazones que alli pal pitan no tienen en su trono mas que
el dolo y el engaño.
Ademas,, para establecerse en Madrid se necesita un
capital para sostenerse tres ó cuatro años, porque en SU
facultad e adquiere el crédito jeneralmerite con lentitud,
y hasta irse relacionando se necesita mucho tiempo y dine
ro. Es indispensable para vivir en la córte, jenio entrometi
do, adulador i farsante, y é su caráeer de V., no se aniol—
dan esas bajas y seniles cualidades.
— Mal esté V. con la córte, amigo mio, le dije, me
parece algo ecsajerado el cuadro de su pintura, porque
he vivido antes bastantes años en ella, y aunque es ver
dad encierra mucho malo, tambien tiene mucho, much—
simo bueno, que si fuera fi reÇerir, necesitaba mucho
tiempo.
—Pues o necesitaba mucho pias, contestó el amigo,
porque alli no hay mas que apariencia y engaño.
En todos tiempos, en todas las estaciones y fl todas ho
ras hay allí que temer. Los aires como sus jentes son in—
constantes é iíisanos unos y otros: sus habitaciones son
estrechas, costosas y mal ventiladas jeneralmente.
Los artículos de primera necesidad caros y casi siem
pre adulterados: tiene Y. que pelear con las eciijencias ti—
ránicas de los caseros, con las impertinencias de los agm—

dores, con Li mahla.l de los carboneros, con la desvergüen
za y cínico lenguaje de las verduleras y jente de plazueta
cuando se va comprar. En el verano con los chinches,
el polvo y el esceaivo calor, se sufren mortales ansias: en
el invierno con el fro y el lodo, frecuentes polmonias y
rehurnas, y en todos tiempos espuesto á ser atropellado pi
un coche, desde donde hasta los lacayos insul an al pobre
pueblo, que mas laborioso y trabajador que él y 8U
circula con avidez en busca de su vida.
Mairid encubre su fealdad bajo uua carétila prestada,
si ha de ser T• mirado como cortesano, hade vetir rigo
rosuneute fi la moda y vivir esclavo de sus caprichos de
esos estranjeros y comerciantes que especulan con ellas;
si así no lo hace V., no es hombre de gusto y de circuns
tancias, la ropa en fin, es el toauten de sus habitantes, y
la córte para mi es un cuerpo sin alma..., yo renuncio
siempre de su aparente brillo, de su seducLora falaz
110 in pa.
—Pues yo no, le couteté, prefiero vivir de la manera
que V. dice fi estar sujeto y presenciar las intrigas de nu
miserable fiel de fechos, á la brutalidad, ignorancia y mali
cia de un alcalde de mouterdla, que cuando el acnltativo
pide su honorario le da despues de hacerle pasar por mil
afrentas y humillaciones, grufido, escatimado y como si
fuera una limosna. Por no verla soberbia, orgullo é intole
rancia de esos estúpidos caciques de los pueblos, que creen
que todo se lo merecen y que nos tratan como miserables
dependientes y criados suyos, seria capaz de marchar aunque
fuera é Marruecos: nó quiero sufrir mas sus vejaciones éin
T

85
sultante dorninacion. ¿.Qié porvenir le espera al fa iltatvo en
los pueblos, qu jubilaeion, quá ceointia puede prometerse
de ellos aunque los asista 50 años? la ingratitud y el despre
cio, ese es el premio dado á los que noche y dia se sacrifican
por su salud y bienestar.
Es vArdad amigo mio volvió ó contestar a tuel, que tam—
bien se adolece en los pueblos de esas faltas que Y. aIga;
pero estas son mas tolerables si se quiere que las de la corte,
porque la falta de instruccion por un lado, el poco trato (le
mundo y ese orgullo fátuo que los domina, hace mirar A VV.
con ifljusticia y fria indiferencia, lero no viene el daño de
ahí, está en mi humilde juicio en otra parte.... en el gobier-.
no que nunca se ha cuidado de la salud de los pueblos, y
por consecuencia menos de la suerte de VV. y de su profe—
sion, y mientras la salud del pueblo dijo en tono profético y
levantando el dedo al cielo, no sea la suprema ley,
siempre padecerán y sufrirán una dependencia tirá
nica..
De tiempo inmemorial data la costumbre de las contratas
que los pueblos hacen por economia y utilidad propia, y es—
tascontratas onerosas siempre A VV. son las que les esclavi-.
za y sujeta á los caprichos de esos soberbios y orgullosos
magnates.
Yo no entiendo nada de administracion ni de economia,
pero entiendo lo que es justicia distributiva, y dando A su
honrosa clase lo que la equidad y razon aconseja, pronto
reinediaria. el mal de que adolecen.
_—jY cómo babia V. de remedíar un mal tan inytera
do y arraigado en nuestra España?

—Con la mayor facilidad, eoutet, de: un plumazo.
—Si yo fuera rnnistro de la gobernacion, presentarla
un pro ecto de ley ti las c.órtes, en donde despues de ha
cer presente lo justo, lo equitativo y reparador que era arre.
glar los partidos corno los juzgados y curatos, nanifestaria
de los fondos que se habian de pagar, y las obligaciones que
VV. contraían con la nacion velando incesantemente por la
salud publica, porque hablando imparcialmente no los creo
de peor eo:idicioii ni menos iiecesaria su profesion que
aquellas.
_Qué bueno era V. le contestó para dpntado, si su—
piórarnos los facultativos que habiarn s de tener en las córtes
un defenuor tan acóiri;flO de nuestros derechos y que no ha
bla de hacer de su programa uua varia promesa corno suce
de á m:ichos que allí van. .. habíamos de hacer una c&ali—
cion ma.; counpacta que la del inolvidable i3 para nom
brarlo diputado; pero. veo que no es factible esto,. y aun
cuando lo fuera se perdertan sus voces y buenos deseos en
aquel espacio;o y magnifico sulon.... donde se deslumbra
con su magnificencia y los eunpleo, elho:nhre mas justo y
amante de las reformas....
Regresóbamo; ya hócia el pueblo distrados en nuestra
conversacion cuando llegamos al hermoso y solitario
paseo que ya saben nuestros lectores hay en aquella
silla.
Nos sentarnos en un banco ti descansar un rato y fumar
un cigarro, y poco ti POCO se fueron aprocsimando algunos
otros amigos que allí paseaban.
Corno era de esperar recayó la coaversacion en mi pro—

ectada marcha é la córte, pues corno de pi!tbticose
decia,
todos me preguntaban hablaban del asunto; ¿con que nos
va V. ha dejar? nc dijo uno de los amigos.
—Si Señor le conesté, vo á probarfortuna
á otra par
te, porque en este pueblo me ha sido bien adversa por
cierto, pues en los ocho años que llevo de una constante y
asidua asistencia no he sacado mas producto que trabajos y
desengaños.
Efectivamente que es así me volvió á contestar aquel,
en este pueblo como en todos jeneralmeute ni aprecian el
mérito ni recompensan el trabajo; mientras estan en pose—
sion de una c.osa necesaria como es tener un buen facultativo
se oh idan de los deberes para con él, y hasta que se muere
se marcha no le echan de menos, entonces vienen las
alabanzas las ponderaciones.. .Esto mismo decia yo hoy en
una reunionda amigos que hablaban de V. todos se eondo—
han de su situacion pero ninguno aplicaba el remedio á la
llago.
Yo no obstante les invité é que secundaran mi proa ecto
para evitar ia salida de Y. del pueblo.
—Y qué inivitacion fué esa? dijo el amigo de
paeo, si es en favor de D. M. tarbien yo la sus
cribo.
ES, contestó, reunirnos quince 6 veinte amigos hacer
donacion cada uno de 500 rs. anuales, y pagarle al seior esa
cantidad: de ese modo no se marchará y asistirá á nuestras
familias, dejándole despues la inteuciori libre como á los
curas.
—Corriente dijeron todos los que allí estaban, suscri—

—88
vímos la proposicon y la aceptarnos en todas parte3, y
entonces 9. M. será nuestro, no nos dejará, y esos bribone
de intrigantes se fastidiarán.
Gracias sebres les dije va levantándomedel
asiento, do
ninguna manera puedo aceptar ua sacri ficio tan gravoso á VV.
Yo agradezco sinuera:nente sus buenas deseos, pero con—
formarma con una coajicion cona ea nunca; tengo salud
glacias [t Dios para ganar el sustento á mi familia, y seria
para mi la muelle, si me hubiera de someter á ese sacrificio.
Me despedí dánioles rapetidas mie.tras de gratitud y
medirijí (s mi casa;
Maííana es mi marcha para Madrid (lije á mi esposa,
prepara lo necesario para ci viaje, la ropa y libros que ‘O
dejé separadas del ar.uario, y pronto permitirá iJios nos ren—
nainos alli: al cija siguente ya estaba en camino, y á los tres
dias de marcha me hallaba sin novedad en
II..
di1d.
—Ya estoy en. la c6rte, decía mientras sacaba del
baul la ropa mejor que traía del pueblo; todo es para mi nue—
yo, me parece otro mundo este, se me figura que a no
el Madrid donde seeuí mi carrera facultativa..., se ye tanto

—289—
Huevo en ef qu veiiite años hace no era la sombra de Ioqua
es hoy, ha sufrido una transformacion graudísiina; ¿si habrá
mudanza tambien en el pensar (le las jentes? si hay mas
lujo y etiqueta, ¿qué seré de este pobi.e paleto cii esta gran
Babilonia? Sea lo que I)íos quiera, añadí despues de concluir de
sacar la ropa que me babia de poner, ánimo y á lo hecho pecho.
Salí despues de haberme ataviado lo mejor que pudo
por las calles discurriendo el medio y forma de darme á
‘er á mis cortos amigos y conocidos, porque por ellos indu—
dablemente, decia, he de principiar á visitar y asistir algutt
enfermo; ¿pero cómo presentarme con ac1uel traje, sabiendo
el lujo y boato que gastan otros facultativos? aqili donde tan
to se precian de eterioridades, y en danJe por ellas juzgan
de caballero é ilustrado al hombre, voy é hacer un papel ¡u—
dudalilemente muy ridícelo, pera cénu ha de ser, mi des
graciada posicion no permite reemplazar ñ este gaban y
pantalon que llevo cortados y hechos por el sastre Pantaicas
del pueblo, con los que darían las diestras manos de un
Utrilla, Caracuel, Guien si me hicieran otros; yo no sé que
diablo de aire y córte dan los sastres de les pueblos á la ro -
pa, que por bien hecha, buena y u ueva que sea, tiene un
fosé qué que Ii mil leguas dé á entender que no es cor
tesana: pues si el rostro hubiera de ocultar lo (1ue descubre
la ropa, mal estaba tambien, porque estoy tan tostado del
sol y el aire que parezco un trillador en el verano.
Asi discurría yo por las calles mirando ¿todas partes, y
admirando el lujo que por doquier me cercaba; ese deslum
brador boato cortesano apocaba y abatia mi espíritu de—
caido de largo tiempo, por las penas y disgustos sufridos
TOMO iL 19

29O==
en os memoral)Ies trace anos, y por 1 Falta de met1ieo.
No hay cosa que agovie y abata al hombre tanto como
la falta de ese indgco y, codicioso metal; ppié metal l)ios
mio...! continuaba diciendo, con él se hace el hombre da vil
y bajo proLeder lugar en todas partes; al que lo posee, todo
el mundo le atiende, ie dan el dictado de caballero, de jene—
roso, sabio....con él compra ejecutorias y se hace noble, y
si Dios le llama á mejor vida, puede mandar hacer nume
rosos suírajios por su alma, y por esta circunstancia morir
con la esperanza de los justos é ir tambien ¿ la gloria.
Dejemos estas refleesionesñ
un lado, dije para mí) en
trando en un establecimiento litugréfico, y vamos encar
gar unas tarjetas con mi nombre y señas de la casa en que
habito, y con ellas principiaré t insinuarme t los conocidos;
y héme aqui de nuevo con los primeros afanes, con otro
primer año de noviciado.
Qué vida tan triste y desgraciada es la del facultativo,
dije entre mí, mientras sentado en una silla esperaba la pre
sencia del principal del establccimiento para hacer el ajuste,
cuando debieran modificarse nuestros trabajos, cuando de
biéramos entrar en el goce de garantías justas, despues de
los años de servicios en los pueblos, donde se come el amar
go pan de las contratas y donde tanto se padece, vengamos
la córte á sufrir otros quiz!i mayores, sin mas ascenso,
sin mas premio ñ su mérito y penalidades que lo que la
suerte le depare, ¿por qué tanta injusticia, por qué tanto
olvido con los pro1sores de la mas noble y necesaria cien
cia? ¿Somos acaso de peor codícíon, menos útiles que los
jueceS y majistrados que encuentran despues de sus años

9 1
de servicios, asceflsos lucrosos en la córte y otras poblacio
nes grandes donde cojen el fruto de sus iifanes y méritos?
¿Somos tambien, repito, de peores condiciones que tos.
curas párrocos que tnuy justamente ascienden aunque sea
por trabajosas oposicionesá
las feligresías de las parroquias
de la córte y en ellas encuentran término los servicios he
chos en los pueblos, lallando empero el premio debido íi u
!nérito, á su carácter y minjsterio? Pues si el sacerdocio
médico es omparado y muy semejante nl relijioso como
todos los hombres sabiqs lo confirman y UQ.sotros lo vamos
probando en el curs9 de esta ora, ,por cju razon, por qn
motivo no se arrçgla de una vez nuestra suerte ó futuro
porvenir? ¿por qué no se rreg1an les partidos con dota
ciones fijas, segun sean de entrada, de aseusq 6 térmir1o
como los juzgados y curatos? ¡ah! preciso es decirlo, por.
que ni el gobierno se ha cuidado nunca de esta pobre clase
numerosa é ilustrada, ni nuestra aristocracia médica que
se halla prócsima, inmediata ñ los altos poderes, jamás im
pensado que tiene Iermanos y compcíeros de profesiot
desgraciados Sufriendo los rigores del hambre en los pueblos
y los tormeuos de la abveccioi y esclavilud e los soberbios
y siltérucqs caciques.
En tan triste meditacion. me hallaba cuando se present6
el referido principal, convcnirnos en el precio y di en
babia de recojerlas y me salí pensando A qué autoridad me
hibia de presentar para niuifestarle mi título y ejerçcr con
libertad mi profesion
Recor que un cofldiscípulo amigo me podriq infor
mar y mc mcaminA cq derechura A csa; afortunada—

mente tuve el gusto de abrazarle, y después 10 los saliido
cordiales de nuestra autigia y cdat1eia amistad, le pro
gunté lo referido.
1ste, con la franl,eza y natirJidad q’ le distingue,
me dijo:
— Chico, no seas tonto, ejerce sin miedo tu profesjou,
que aquí hay totarinia para aistir y curar mas que en
pueblos, pues ni el goluonio ni los subdelegados d M. y
se ocupan (le una cosa tan interesante.
En la edite ejercen con el maor descaro nuestra fa—
ciiltad curanderos charlatanes, barberos, sangradores y to
do e que quiere, y hasta se titulan doctores, no hay freno
que los contenga, y de eota criminal tolerancia abusan esos
intrusos, de ahí nace nuestra decadencia y el des precio con
que miran la medicina.
—Pues es muy estraño, le contesté, que Madríd,
centro del saber, asieato de las autoridades de todas clases
donde se halla una de ta mejores escuelas médicas no se
corrijan esos abaso ca4igaulo con tnano fuerte al intru
so y contraventor á las lay es y particularmente las que
tienen relacioii con las sauitrias. jEn todas partes ahao
dono de la salud del pueblo «Salas pópuli suprema lex esto,
esclainé.
—Pero no es en nuestra España, contestó mi amigo,
es punible, criminal tanta apatía y abandono por los daños
que irroga a la humanidad el que las autoridades no ‘ijilert
ó los que se entrometen ñ ejercer sin los requisitos que las
le es previeiiczr, una profcsiaim tau espinosa y que tantos
conocimientos necesita.

93
— Con facilidad se podrian correjir estos al)usos, le re—
ilqu, si o fuera ocal ó presideiitc. de la junta supreiia
de sanidad del reino, propondria al gobierno un sistema
médico—legal de urjencia y necesidad, en él inainfestaria
los profesores que en cada ds1rito cii que estó dividida la
capital, babia de haber con asignacion fija de cuenta del
gobierno, ie’.estidos Con suficientes poderes para vijilar á
los intrusos, é ellos deberian presentarse todos ios faculta
tivos (lije SC estableciesen en la crte tomando la Correspon
diente nota de sus nombres y apellidos, títulos y señas de
su ca’;a asi como tambien á los que estuvieseii establecidos
en la íórte.
Cada uno de estos subdelegados ó mélicos forenses ó
como se jos quiera llamar, deberia tener una lista impresa
de los profesores que hubiese en la pohiacion, espresando
en ella el distrito ó cuartel en que estén establecidos, y
otra los farmacéuticos con oficina abierta con el objeto de
que etos tu ¡eran un conocimiento esacto de los profesores
que hubiese en la córte, y basta de la ribricu que usan en
las recetas habiati de tener conocimiento, sin cuo requisito
no debían despachar ninguna.
— En cierto modo, sí se podria correjir en parte ese
abuso, contestó mi amigo, si los unos y los otros quisieran
cumplir con sus respcctios dcbcre.
— Pues para hacerlos cumplir, añadí yo, nombraria
una comision de vijilaiicia que observase constantemente
si se curnplia eacta estriclamentg lo mandado.
Estos médicos Forenses debian ser tambien los que
cii los casos juçliciales curasen los heridos de rnmo

94=
ana(ia3 dclarasen y certificasen, y los tue habian de ns—
peecionar esteriormente al menos, todos os difuntos, fuese
cual fuera la enfermedad de que murieran, imitacion de
Francia que hay médicos que llaman de los muertos.
Los revestiria de facultades para inspeccionar los co
mestililes todo aquello que tuviese relacion con la hijien
pública. Chico, chico, me dijo entoncCs aquel, muy bien
iuhlas, pero no eutoriss; no busques proeetos, sistemas3
ni métodos pata nosotros, porque no hay cosa mas descui
dada que lo salud, ni facultad mas desatetd!da y postergada
iie la nuestra; tú visita ú quien te llame y puedas, y déjat
de lo demas hasta que llegue un dia á nuestra España en que
haa al frente un niini:,iru de la Gobernacion celoso del bien
jeiteral.
Me despedí de mi anigo con ánimo decidido de tomar
su consejo y me salí de su casa en busca de la fortuna que
en lontananza veia muy opaca y sornbria, pues si babia de
cambiar su faz, era preciso antes pasar por mil pruebas
tener mucha paciencia y hacer inmensos sacrificios.
¿Cómo es posible que este pobre pigmeo facultativo
deia para mí, adquiera un nómbre en la córte, donde se
halla lo mas selecto é ilustrado de la proíesion, donde la
diestra é intelijente mano de hábiles facultativos han de
mostrado repetidisirnas veces su pericia y acierto en las
operaciones mas cruentas y di ficiles? ¿Cómo cuitado de mi5
tengo yo en las consultas que e me ocurran5 lucir los do
tes oratorios, mane’as finas y locuaz pronunciacion que
usan los profesores cortesanos acostu mbr ados á hablar en

=295=
pdblico usandosu
buen decir, si o he olvidado en los pue
ljlo aqui atrae y emheksa? Es imposible, o he co—
metido un desacierto Con emr á lo edite % dejar le cierto
por lo dudoso.
Por otra parte, decia o, en la córte no es todo oro lo
que reluce, porque si bien ha sabios y respetables profeso
res, tombien los hay adocenados como dicen por mi pais, y
aunque sea entre estos bien podré ocupar algun lugar y es
pelar la marca de la suerte.
Algunos dios transcurrieron sin tener ocasion de asistir
ningun enfermo ocupándome en hacer visitas á los amigos
y conocidos, que el que no me recibió con glacial indife
rencia dando malas esperanzas é mi proyecto, me acojió
con esa engañosa política que á todos vende apoyo y protec—
cion le’o que jamás hace nada aunque antes recibiera
grandes favores.
Mi estrella oscurecida esperó con la niaor paciencia
una ráfaga de claridad que reanimara mi espíritu para no—
ticiaulo á mi familia que por momentos agnardaba saber
de mi nueva situacioiv, pero ¿oh! qué lejos estaba esta, ba
bia de pasar antes por horas de dolor y de martirio, habia
de sufrir mil privaciones y disgustos sin cuento antes de
noticiar tan halagüeña perspectiva á los tres pedazos de mi
alma (mi esposa y dos hijos), qué separacion aquella para
ini, solo, sin desahogar mi pecho á nadie, acometido de
mil tormentos y reveses, sufriendo las rarezas, desaires y
desprecios de una señora mayor parionta, en cua compa
ñía vivia; ¡ah! esto que acibaraba mas el bocado que
Lumia ponia mi jonio y delicadeza en una tortura dificil de

=296==
esplicar. Pero dejemos correr el tiempo y esperemos, que
la esperanza del bien hace olvidar muchas veces los sinsabo—
res y dtsgutos que nos cercan.
Sali una mañana temprano por las calles para quitarme
el csphn que durante la noche adquiriera con mis cavila
ciones, porque Morfeo babia emigrado de mi cerebro y
héme 09111 un fehz hallazgo con el en cuentro (lo un oficial
de albañil P8S0110.
- Me alegro halhr á V. , me djo, pues aunque p°’,
otros paisanos saha halda venido T, á estableer Li Madrid,
no teliia noticia de donde vivia, pero ahora que me dará las
señas, tendré el gusto de presentarle un compañero amigo
lleva padecien do de un mal..
• _. Ya, a lo citeildO, le dje con una alegria interior
dificil de contener.
--—-Como yo sé el acierto que V. tiene, añadió aquel
sin dejarme continuar, en esta clase de enfermedades, le
he dicho que Y. le curaria, y hemos quedado en ir los
(los Li casa de Y. luego que o tuviese noticia (le donde
— Gracias, amigo, le contesté, por sus buenas ausen
cias y crea Y, que su recuerdo vivirá conmigo siempre.
Tome Y. esa tarjeta que contiene las señas de mi casa y
mandar cuanto se ofrezca.
—Gracias, me repitió tambien él, me voy á la obra
corriendo antes que pasen lista, porque si no descuidamos
ini momento, perdemos el jornal, y no estamos en tiempos
de prosperidades.
Nos despedimos hasta el dia siguiente que era domingo

=297=
las ocho dela mañana y vo continué mi camino deseando
encontrar con conocimientos como este.
¡Con qué poco se consuela un corazon allijido! Un teso
ro, un bíilarno de consuelo fué para ni aquel encuentro,
me pareció ver abierta mi futura felicidad SOlO COlI afuella
pobre visita que esperaba. Ya me parecia otro adfld, • a
creia tener socorrido ini presupuesto, alend das mis riec si—
dades y un sobrante metúlico para trasladar mi fdrnilul y
viir con Ila. ¡Ilusiones ecsajeraIas de la fintasia, cómo
fascinais con halagüeña perspectiva ú la pobreza! Un médico
rico hubiera tal vez despreciado la nsiuuaaute consulta del
albañil, tal vez le hubiera dicho que sus muchos, enfermos
y ocupaciones no le permitían estat’ ú esa hora en casa, pe
ro un principiante corno o deseaba por momentos la llega—
(la del dia inmediato para tener el consuelo (IC escribir ú
mi costilla. «Ya me he ocupalo ci algo de la proíesion
en la córte. a ¡Ah! esta idea, esta visita era pare ini mas que
un tesoro.

—298
‘lis
La c.auult*.
Lieg6 por fin el dia de la consulta y & la boa prefljdda
sónó la campanilla hiriendo mis agundus oidosde
una ma
lien sorprendente. Sali, me asomé por el ventanillo y. vi
al albañilconsabido
y ti otro hombie que le acompa
buba.
Ábrllapuetta,lospu4&migahinete,y despnesde los
saludos de costumbre tomaronasiento,
y pnincipió el afer-•
liso su Larga y dífu.sarelacion
que escuchépor
masde
tres cuartos de hora con la ma3oC
calina y complae
teiscia.
Era la dolenciaque
acosaba este paciente, de &puellas
secretas qué conviene omitir y que nada eatraordiuario
presentaba.
Enterado de suS padecimientos ) ecsaminado esterior
mentesu
malle
propiné el — cur;tivo.
—Cu&nto es su trabajo de Y.? unepreguntódespues
que le hube puesto porescrito
el plan.
—Los facultathos jeneralmente no acostumbramos tu.
poner precio ti nuestro trabuijo, & no ser un .cno estraordi-.
nsrio ¿judicial le contestó auborhado, Y. os muy ducfi3 de
dar 1. que buenamente pueda..

Principió á dehacer lis vueltos 1ue tenia dadas al
‘cuerpo una faja de estambre azul, y lcpi:es de tentar, do
manosear y dar mil vueltas ó su capital, sacó dos peeos
me las alargó diciendo ¿queda Y. contento?
—Sí señor,la maor recomiensa la ciframos nosott’o
n curar á los enfermos y el desinterés que jeneralmente
usamos, da una idea clara y terminante de la rrobleza de la
medicina, y es mas admirable todavia oste desinterés en el
facultativo que vive en pobre estado; eso superioridad do
alma, ese carácter sccbo que distingue al buen médico y
le hace sobreponer á la codica arraigada en el cu—
razon del hombre, manifiesta la heroicidad mas ele
vada.
Caramba! dije entonces el paciente, entonces no es Y.
como el otro médicoque me asistió que daba largas úlacu
ra para hacer visitas y mas sitas y sacarme las pesetas,
bien decia mi mujer, que el tal facu!tsitio no quel ja curar
me por esa razon
— Hombre, no diga Y. eso por Dios, le repliqué, que
yo no creo que ningun profesor por pobre y dgraciada que
5ea su posicion, se convierta en especulador inmoral de los
males de sus enfermos; muchas veces las enfermedades se
resisten á la accion de los medicamentos con una tenacidad
increíble, p’ circunstancias particulares que VV. no com
prenden, y entonces el mejor celo y deseo del profesor iu
cha con los caprichosos arcanos y anomalias de la naturaleza
se burla de sus planes y sus rnétodos, y el profesor paga á
los ojos del vulgo que jamas •vé mas que por el prisma de su
egoismo, la tardanza ó l mal cito dela curacion

Asi COfl1() ntI il)Ogadø (lfiÇfldC COri celo, con interés
basta con delirio la causa de un criminal cojiéndola ititima—
mente COmo si fuera propia, de la misma manera el médico
celoso de su reutacion y bien de la humanidad, acoje con
celo santo los males que aquean á SUS cientes; su recom
pensa, su dicha y su rna or gloria es contar en el catálogo
desus memorias, la curacion de muchos y distiotos en
fermos....
Conqué fervor, con qué animacioc elocuencia deíieri
dccl abogado al reo, haciendo con su alluencia y persuasia
interesar á los jueces y al p’ibiico. ¿Qué gloria, es corupa
roble cori la de aquel defensor si la ha empleado con fruto?
ninguna.
Esta recompensa calma su ferviente imajinaciou aca—
lorada por la parte tomada en su defensa, por el ímlir(l.)o
trabajo empleado en la escudriñacion del sumario, por el es
crupulosoecsámeu hecho, en las leves, decretos, opiniones
de AL ilustres para apoar su defensa..., pues bien, el
médico á manera de este aunqie por distinto modo de espre—
sar la defensa, ecsamina al enfermo, esplorm sus órganos, los
interrogo, revuelve y Ojeo los libros que le sirven de guia en
su práctica y apoyado en la opimlion de los hombres de to
dos los siglos y tiempos devora en secreto u tristeia,
cuando yé que no salva á su enfermo; ese mismo secreto ale—
gI’a reaiiima su alma otras veces cuando los vé fuera de las
garras de la muerte ; no llena tanto al corazon del buen
profesor el oro, ni los honores ni lisonjas que entonces pu
dieran pr edgarle cm mo la atisfacçion interior que su alma
esperimenta.

—1Vhli! dijo entonces mpeusaduuente el albañi’, er!
mentira todo lo que cueatan de aquel cirujano que no que—
ria sacar la epilla que teuia en un dedo malo un enfermo,
por alargarle la cuia sacarb los cuartos...?
—-Indudablemeute es:! es una falsedad corno otras mu
chas que se cuentan por las personas ingratas para zaherir al
profesor que no pagan.
La falta de instrucciun, un descuido etc., le podrñ concl:i—
dr errores como ú los demas hombre, pero faltar al sinto
deber de su ministerio por la miseria de las intereses, no
lo creo, ni es posible ea ning:in profesor de la noble ciencia
de curar.
Se despidieron muy satisfechos y yo quedé con mis
ocho reales haciendo mil ilusiones con ellos; principio quie-.
ren las cosas, decia entre mi despues que se ma;charou, pe—
sadillo ha sido el rato que me han dado, pero cómo ha de
ser, al fin he logrado dar principio é mi trabajo. ¡Cuóntos
facultativos de esos de iiota, fama y campanillas, hubieran
ganado crecidas sumas ea ese rato, llevando como tienen
casi por regla fija 2L) rs. por consulta, siendo asi que aque
llas son de momentos, y no Ludas las veces dadas por esos
profesores, sino por otros subalternos ó allegados que se
encargan en despacharlas’En estas reílecsiones me ha
llaba absorto cuando otro fuerte campanillazo me hizo estre
mecer...
No, pues este modo de llamar, dije yo, es mas propio de
persona que vale algo, que no de pobre, porque hasta en
esto se conoce al dcsgraciado, siempre llama con timidez.
Qiiién llama? dije asomado al ventanillo.

=3O2
— Soy ‘o, Sr. D. M. vengo A buscar A Y. para que p
se ver á mi señor que está bastante malo de la gar
ganta.
Era el criado de la casa de unos señores conocidos;
ñbrí la puerta, me enteré del recado con avidez, ‘ despues
de hacerlo asi, le di seguridades de que al momento iria;
porque yo era un tiempo, amo, criado y méd ico,
Lleno de alegria y esperanza, me acicalé. un poc’ y bajA
las escaleras á mas que á paso de carga,... Vaya en gracia
deci yo por la calle, hoy es día de marca... Dios quiera
que este traiga ptro iguales.
En un momento llegué á la casa, porque no hay cosa que
alijere mas al hombre y le quite la pereza que la necesidad y
el incentivo....
Era efectivamente el padecimiento de aquel caballera
en la garganta, pero no era otra cosa que una prolongacion
de la iivula ó campanilla, que se corrijió en pocos dios á be.
neficio de las preparaciones aluminosas locales.
Siendo de pocos dios la asistencia, poca debíA ser la utili
dad pero para mí íueron los dos duros médicosqne me dieron
(Napoleones se entiende, porque los españoles son contra
bando) mas que onzas de oro, lo primero, porque venian de
manos de un caballero leniente coronel en situacion de reem
plazo, y lo segundo porque aquella cantidad çra par mí enton—
ces..., un capital....
Pasaron despues algunos días sin ocuparme en nada de
la fncultad y uno de ellos que por distrnerme principié á
revolver papeles, me ocurrió un pensamiento y este pensa—
nieiito volcanizó mi cerebro en tales términos que me flguré.

303==
hallar una utopia en él, si le adoptabi, pero ¡ah! tambien aqni
ericonró mi imajinaciondespues
de refrescada, inmensos osco
Pos, inacesibles difictillades, pues para ser escritor que era el
pensametito, necesilaha contar con elementos que no tenia,
con metálico que me faltaba y me era muy necesaria la ayuda
6 apoyo de alguna persona de categoria, ti quien poderle de.
dica r mis trabajos, pero todo, todo fracasaba con mis tétri
cas meditaciones; sin embargo cuando veía mis memorias,
mis hermosos apuntes, y episodios históricos, y algunas co
medias, escritas y compuestas en los ratos ociosos, de mi per -
manencia en los pueblos, volvia ti reanimarme y olvidaba
las dificultades que se poclian presentar en una empresa tau
gastada, y ti la que todo el mundo incluso ci gobierno que
debiera prestar apoyo, mira cori desden y desprecio.
Si arreglo y coordino mi Diario decia yo, pido darle ti
luz, y ti! vez esto me dé alguna utilidad, porque ti otras
obras he visto numerosas suscrieione4, y creo no pierdan
rada, y sino mejor será dije parando la relleesion un rato,
vender la propiedad ó enajenarli por algunos.,.. pero no,
caramba, prmero quedará sepultado en el olvido para siempre
antes que ver lucrarse con mis afanes y sudores ti un librero;
dejemos esto para mas adelante y veamos las comedias....
las comedias aunque son en prosa son bonitas, históricas,
románticas, dramáticas.... pero y quién las va ti recomen
dar en los teatros.... he aqui el escollo donde tropiezan mu
chos escritores que no tienen apoyo... vaya, dejemos esto
para mas adelante que dia llegará en que mi proyecto se
cumpla; ¡Qué desgracia es vivir en España fi la sombra de
un gobierno que tan poco se precia de protejer la literatu—

o y los instintos precoces que vemos en las poduccione de
jóvenes que antes cran del esclusívo dominio de un reducida
númerO (le injeri io!
Asi discurría en aquelloseternos
ratos de desconsuelo,
pensando siempre ea el modo de sostenerme en la córte,
liast tanto que lograra vender dos finquillas que tema en
el pueblo, y mientras me hacia con alguna clientela; pera
esto tainhicu era incierto, largo, porque las ventas alli son
(i plazos y luego se cobran cuando Dios quiere ; en fin p a
ra salir de apuros dije cojiendo medio pliego de papel y la
pluma, es escribir á ini esposa para que haga alinoneda y se
venga con la famdia, y luego sea lo que Dios quiera.... Asi
fué cii efecto, hiLo cuanto yo la ordené, menos la enta de
las fincas, y ii los pocos días se hallaba descargando el equi
paje en la puerta de Toledo, en ocas ion en que llegaba á mis
manos una carta que mc lo noticiaba.
lv.
El rejistro,
Me fui en derechura fl cHa, viii la familia entreteni
da en recojer algunos enseres que diseminadosen
diferen
tes puntos de la callé estaban in duda con el plausible ob
jeto de hacer los empleados de la hacienda el mas escropu—

loso rejistropor
si entre ellos hubiera algun precioso contra
bando..
Algun tiempo estuve observando las incomodidades que
sufría mi esposa viendo maltratar sus muebles, baules,
colchones y demas mientras aquellos buscones todo lo re—
volvían esperando se les alargase medio durete para refres
car, y por evítarla ese disgusto y el que á mí me daban con
aquella interminable pesquisa, me acerqué á uno y disimula—
damente le planté medio duro español en la mano..., abrió
una cuarta de ojo, se sonrió y con una seña significativa se
conprendieron los otros dos y todo quedó en el mismo esta
do y ser..., cesó aquel iuestigador ecrutinio.... así es to
do lo del mundo, dije entre mi, ese metal todo lo allana, todo
lo facilita.... estoy por decir que le guarda el hombre mas
respeto y consideracion que al mismo Dios.
Mas dedos meses transcurrieron sin tener casi ninguna
ocupacion.... alguna que otra visita suelta que alia una
pesetilia era lo único que soia raer y corno este pro-’
dueto era tan insignificante para subvenir á nuestro gasto
era preciso, urjente hacer dinero; en Madrid nadase corn
pro sin él, pues bien dije yo, antes de efreetarme ¿ nide.,
ma vale empeñar el mejor trasto ó alhaja qii se tenga para
socorrernos de pronto, mañana Dios dirá....
¿Pero dónde está ese trasto de valor, esa alliaja? Es ver—
dad, dije dándome una palmada en la frente, i ya no tene
mos cubiertos, ni anillos, ni.... pero ya aaigo, tengo....
tengo una famosa caja de amputaciones que con algunos ins
trumentos de plata sueltos que alli hay tambien pueden
valer OO rs. pues á ello, y en acabándose esto empeñir
TOMO 11.

lo libros y la ropa que menos falta haga, hasta que Dios
nos presente mi faro que nos dé luz y claridad como al
marino.
hice cargar (i mi hijo maor con aquel pesarle estuche
y nos encaminamos á una de esas famosascasas
de empeño,
una de esas casas que no debiera consentir el gobierno
sabiendo elilicito é inmoral comercio que traen con la pobre
za rnejor dicho con la jente necesitada.
Llegarnos é la casa y al comenzaré
subir las escaleras,
principiaron é desfallecer mis piernas y á temblar como un
azogado.... parecia que iba á cometer un crimen..., era la
vergüenza, afrenta, orgullo ó como se quiera llamar lo que
en aquel momentu me embargaba. No obstante le quité el
peso á mi hijo que ya jadeaba de cansancio y subimos al
piso segundo....
Tiré de la cuerda de la campanilla, sonó esta
y se presentó un hombre pequeño con poca barba y
voz amaricada y se asomó al ventanillo de la puerta dicin—
do. ¿Qué quieren VV.?

==3o7=
El empeao.
—Venimos It empeñar, le costesté; pues entonces ad
lente, añadió el interlocutorabriendo
la puerta y conducién-.
donos por una galeria estrecha á una especie de reci —
bimiento con pocos y malos trastos, apenas habia donde
sentarse,
—Espérense VV. un poco, dijo el señor barbilampiño,
que pronto seré con VV. y se introdujo en una pieza in
terior.
Mas de media hora habia trascurrido y aquel portero,
conserje, amo ó lo que fuera, no parecia; cansado, aburri
do de esperar y sufrir una antesala tan grande (como la que
jeneralmente suelen dr los empleados y las personas que se
creen notables) me levantaba del asiento, paseaba, tosia me—
tia ruido cori los pies á ver si se acordaba ue estábamos alli,
pero todo era en vano, tardaba y tardaba, y ya medio de
sesperedo dí con el baston It la campanilla y It su estrépito se
presentó aquel pigmeo afeminado.
—Ilombre, le dije, se ha vueltoV. It meter eida cama,
6 qué diablos hace Y. que no nos despacha.
—Si señor, si, voy al instante, pero necesito saber quø
es lo que traen VV. It empeñar....

3C8=
— Ea caja, conteté, que contiene ima coleccion de ms—
(tomentos de cirujia para amputar con algunos otros de pia—
ta para varias operaciones....
—Diablo, respondió mas listo qie un juglar, pues ma
traen VV. buen desa uno por la mañana, Dios nos libio do
ellos ¡caramba! y tojo esto iba abríendo la caja y sacando
todos los instrumentos. ¿ Y qué cantidad quiere V.?
—Yo necesito ocho duros por ahora....
sabe Y. lo que le cuesta cada duro mensual? me
volvió á decir.
—No señor, le repliqué, gracias á Dios nunca me he
visto en el caso de empeñar, no sé las costiimbre que haya
sobre ello.
—Pues amigo, es dosreales por duro al mes y á los tres
meses que esel tiempo del empeño, hay que sacar la alhaja
y sino l pierde Y.
Las auriculas del corazon parecieron querérseme des
prender al oir tanta tirania y tanto abuso..,
Indeciso estuve algun tiempo, pero acordándome de la
necesidad de mi casa, bajá la cabeza y contesté, bien, me
conformo.
—Es que ademas, volvió á decir el comerciante de los
émpeños, de esa cantidad hay que descontar los 16 rs. que
se pagan adelantados, y el corretaje que se acostumbra á
darme, pero esto será lo que V. quiera.
-Pues no es Y. el prestamista de esta casa?
— No señor, yo soy dependiente de una compañia de
empeños.
Cojió la caja y se marchó, quedando otra vez en la ma

of su1edd sde:I(uo; pas Un rolo, me Ita hora y noestro
córredor no parecia, ¿habrse vit() calma como la de este
hombre? ¿pues no es esto capaz de aburnr al hombre de mas
pcienia...? Ya, a tiene calidad, dijo ini querido hijo, epe—
mr, esperar.... (Un bostezo se le escaj>ó en este inst uite á la
criatura) y el buen hombre no parece.,..
.—Estás cansado, hijo, le pregunté, ó tienes ganas de
comer...?
—IJe todo hay, papá, inc contetó, pero tengo mas
gana de que venga para marcharnos.... porque esto es inu
frible
—Ten paciencia, hijo mio, y acos inrale le pequeño
á sufrir y pasar trabajos y afrentas, con eso si mañana lic -
gas á obtener con tu aijcacion un puesto decente, sabrás
acordarte de estos malos ratos y de muchos que me has oido
referir he snfrdo en esta vida; con eso no serás orgulloso ni
soberbio , si ves a!guim amigo mio dic cii situocion igual ñ la
n sotros (105 eueonlrmios, Sal)riI5 teudetie una mano je
nerosa en memoria dci nial rato y afrenta que pasa ahora tu
pad re....
—Va creo que viene, dijo mi lujo, suenan pasos en
la eccalea.
A1licué el oido ‘ on efecto se semitia subir jets.
te, 11puco
tiempo tiraron de la cuerda de la caupanilli.
Al ruido salió una rnuer de tau hullas trazas cwno s:m espo
so, nos saludó al desdan, se a:otnó al vemitaoillo co i
un ¿quién es? tan fijo lacóiico que nos dejó etope—
tactos.
— Vcaimos á etnpefnr, contestaron desie afiera;

— 310—
abrió la puerta y entraron un hombre y una mujer jóvenes
que por su traje indicaban ser artesanos.
—Espérense VV. ahi, que a no debe tardar mi ma
rido, dijo aque ha señora tOn secamente y entríudose por
don de babia salido.
—Dios lo q uiera, añadió entonces mi hijo, dos horas
llevamos el buen señor todavia no parece.
rfjfl tilin, hizo en aquel momento otra vez la cam
panilla.
Va a, ‘a creo que est á ahi añadí yo.
Si señor, contest ó su esposa saliendo reas lijera que
un cohete á a brir la puerta, en el modo de llamar le co
nozco.
Cabalmente era él, y conociendo el mal rato que nos
diera, irincí pió á sincerar su tardanza con evasivas y
rcriminacioncs á la oficina de donde decía venir.
— El dinero que Y. pide, dijo mirándome como aver
gonzado, no se le puede dar, solo traigo órden de entregar
ú Y. 40 rs., y de estós hay que rebajar cuatro de réditos
anlicipacidos y mi proPutsa,
Uua súbita llamarada de fuego encendió mi rostro,
y lleno de indignacion le dije:
—Crée Y. que lo que yo traigo it empeñar es ro
bado?
—No señor, contestó, pero me han dado esa órden.
—Pues esos instrumentos, y los cortos bienes que poseo,
no son de otra procedencia mas que de mi trabajo regado
con el sudor de mi frente, es el resultado de mis vijihias y
conomias, los he ganado con honradez y antes los tirana

por ese baleoti que degradarm hasta el punto de consentir
á acceder ee vergonzoso y bajo monopolio con que VV.
especulan.
Principié ñ colocar en sus respecti os sitios los instrumeiitos
y en ci entretnto oí aquel desgraciado artesano,
vktima tambien de tus garras de los usureros de la nece—
sidad, lo siguiente.
—Yo vengo 11 erupefiar esta capa nueva.
—Veamos, le dijo el traficante logrero.
—Ya ve V., añadió la mujer del artesano, es nuea,
de paño azul turqui, embozos de terciopelo, contra-embozos
de gró, cordones, en fin, solo se la ha puesto dos veces,
el dia que nos casamos.... (un suspiro 1)erietran(e salido
síbitamente de su pecho manifestaba el conflicto y apuro en
que se encontraba) y otro dia que fuimos ti visitar ti un ca
ballero de su pueblo.
— Bien, dijo otra vez el dependiente de los empeños,
¿y cutinto quiere y?
—— Con cien reales me contento, dijo la pobre mujer,
mi marido es carpintero y en el momento que eche ti tra
bajar en una obra que se a ti prncipiar, se desempeñarti,
poriue costó mas de 500 rs. y seria oua lti..tiuia que se apo—
lillara ó echara ti perder..
—Pues señores, porque veo que estíi la capa en re
gular estado, les daré 60 con la rebaja conabda.
Se miraron de hito en luto os dos esposos como iidecí—
sos, pero sin duda la necesidad les obligó ti acceder, pues
obser é que dando un suspiro apiel hombre que con él
siguJicura tanW. .. v!esuó los picos de un pañuelo v1fle

312
la sujetaba, la sacó y se la entregó aquel Herodes.
Concluí de cerrar mi caja y salimos mas que á paso de
aquella tnansion de la infamia.
En la calle despedi ñ mi hijo para que se marchare casa
io me encaminé Ii la de un amigo.
VI.
i peticion.
Qué de temores, qué de inquietudes me asaltaron en
el t rusito; animoso unas veces é irresuelto otras, me rubo
rizaba al reeord ar como babia de atreverme ! insinuarla
mi estado, es tau triste, causa tal vergüenza el pedir su -
1licar, que site fuerza de la necesidad no fuera superior á
esas cualidades del alma, habria hómbre que se dejara morir
autos que verse en esa afrenta.
Al fin llegué ó su casa y al tirar del eordon de la campa.
nlla lo hice con tal fuerza sin pensar en lo que ejecutaba, que
no parecia por Ci estrépito que iba é pedir favor sino ñ man
dar ó cosa cuivalente.
Salió abrir la puerta el mismo amigo i quien buscaba,
me recibió como siempre con su natural agrado, y ó pocas
insinuaciones en que eomprendíó mi estado, sin dejarme pa
sar mas vergüenza, y sin hacerse rogar y desear como
jeneralmeute hacen otros, me alargó una onza de oro.

=31 3-===
Lágrimas de gratitud asomaron á mis ojos, légrimas
del transporte que mi corazon sentia por tanta bondad; rau
esperaba o otra cosa de su cariño y antigua arniIad, pero
como hay épocas en la vida tan amargas como la misma
muerte y como el hombre jeneralment.e cuando meWan
intereses olvida lo mas sagrado, mi corazon habia zozobra
do creyendo ser aquella una de las épocas mas fatales de la
sida, y sin que sea dado ofender ¡a ese amigo que tautu
aprecio, temia confesándole mi estado, una escusa 6
pretesto evasivo para sustraerse de dci el dinero coasa
bido.
Me despedí de é con un fuerte apretori de manos, y
mudo silencio bajé la escalera ahogado con las congojes de un
corazori agradecido.
¡Qué dulce, qué consoladora y espansiva es la amistad
cuando es sincera y verdadera! ¡ah! sí rio fuera por este na
tural é innato atributo, ¿qué con:uelo podria quedar en la
sociedad al hombre aiijido que impetre proteccion? ningu
no, vagaria aislado y solo por el mundo como las fieras en
los bosques, ó como el misóutropo huiria de los l,ornb res
buscando siempre la oledad, llorando sos des enturas, y
pur eso el Creador de todas las cosas, dotó con ese instinto
simpático al hombre y le dijo: si quieres ser amado, ama;
y de este amor rsult la amistad, que siendo verdadera,
mas que todos los tesoros del mundo.
Llegué ¡a mi casa, entregué ¡a mi esposa aquella mone
da, y aunque ocupada en tas faenas domésticas mas bajas
por no tenar criada que las hiciera, ya babia satisfecho el
desayuno ¡a mis dos hijos amados. La solcited de una tierna

madre inventa medios para subvenir A las urjentes necesjd
des, pues de a tienda de dodt diarirncnte llevaba el su
tido, babia sacado fiado para aquel dia.
Se reanimé mi acongojado esputitu, y despuesde haber
sin gana totnado un pequeño refrijerio, sali para distraerme
hacia las Vistillas de S. Fiancisco, que por la inmediacioji A
mi casa) era mi paseo favorito.
VH.
reøecsioneL
¡Qué pano1’at tan encantador y seduc.tio se presenta
ba A la vista desde aquella altura! Era uno de aquellos dias
hermosos de primavera, vispera de S. Isidro, y como las
Vistillas dominan los caminos que conducen á su ermita,
desde ah observaba la animaciou y alegria que los diferen
tes grupos llevaban.... ¡Qué distinta era mi posicion! solo,
triste y divagando con mis ardientes ojos, reparaba la opu
lencia de los amenos sitios y elegantes edificios que inventa
la riqueza y la abundancia.
A mi espalda A izquierda tenía las casas de los duques
mas ricos é ilustres de España, donde hasta el tren y a;pecto
de los criados manifiestan la abundancia y muelle trabajo
011 qua SfYCil A SeilOfOS tau paJeros os.

3I5=
A la derecha, y’ un poco mas lejos se veia el magnifico
kazar ó palacio de nuestros reyes, donde todo es gran
dioso, deslumbrador y envidiable; veia el campo del Moto,
la montaña dl Príncipe Pio, S. Antonio de la Florida, sus
hermosos paseos, el rio Manzanares y sus esquisitas aguas
bajar serpenteando cutre la arena que tan perfectamente la
filtra y purifica, veia la concurrida Vírjen del Puerto y sus
Ito y ahuecados Mamos donde brincan y danzan al monó
tono compés de la dulzaina y tamboril multitud de gal!egts
y asturianos.
Descubria lacasade campe, su bosque y paseos, el puen
te de Segovia, los paradores que hay al fiuial de él, y veia
multitud de huertos y algunos tejares y casas de recreo que
hay en direccion é la ermita del patron de Madrid. ¡Qué vis
tas tan hermosas y qué encantadora estaba la mañana para
contemplar filosóficamente cuanto mis ojos descubrian!
¡Qué paisaje tan hermoso para un héhil y diestro pintor!
Bajé aquella pendiente cuesta, llegué á la puerta de Se
govia, todavia absorto en mis meditaciones, y 2utomñtica—
mente fui andando en diteccion al portillo de Gil y Mon,
desde cu a altura vi un numeroso jentio aptñado al ponton
de 5. Isidro que esperaba su vez 1jara pasar é la otra
orilla.
Al ver tan crecido numero de personas agolpado á tan
débil edificio, mi corazon principié it paliitar fuertemente al
recordar las desgracias que pudieran suceder si se rompiera
it impulso de la fuerza y del peso; estraño es it la verdad de—
cia yo, como en un Madrid y estando al frente una sacra
mental tan rica, no an construido un 1veute sólido y es-

[mc:oso, sab culo lo que todu.s to OñOS sucede; no ha duda
que en e.ta parte es corporaciwl ó la municipalidad, si A
ella le corresponde, andan demasiado remisas en construir una
cosa tan útil y necesaria.
Apartt la vista de aquel sitio y la dirijí á los Carabao—
rliees que perfectamente descubria desde aquel punto, par—
ticularmente algunas casas de recreo; desde allí, bagando cii
direcciones opuestas, la fijé con un hondo suspiro en el ce
menterio e la puerta de Toledo, ¡ah! dije entonces, de quó
sirven las riquezas de este mundo, el bullcio, la animacioR
y alegria, si en ese panteon se confunde la opulencia con la
nisena, la vii’tud con el crimen, la ignorancia con el saber,
y si desnudo viene al mundo lleno de u :nmdcia el hijo del
pobre, lo mismo viene el del rico, y si á la huesa bajan es
tos con elegantes y forradas cajas, el pobre mezclarA sus res
tos tumbien un dia con los que parece hu en de su cou
tacto....
Lleno de tristeza aparté mi vista de aquel melaneÓlic
sitio y me volví á ini casa,
VIII.
Un h erado.
Un recado ha traido un ajente de S.P. inc dijo mi espo
sa, pura ue fueras ú curar un herido, h 1a calle del Medio—

317=r
ia grande nim. ... que creo le han dudo dos puíía1ada.
Bien á pesar mio, me encaminé á la casa, y á la puer
tu de ella encontré á un ajerite. ¿Es a9ui, le djc, donde hay
un herido?
— Si señor, contestó, si es Y. el facultativo adelante, le
estén esperando: subí al iílti:no piSo, y despues de haber un
dado unos largos pasillos oscuros medio á tientas, llegué é la
misma puerta dl cuarto, donde una mujer que suba al mis
mo tiempo al ruido de mis pasos, me introdujo y llevé á la
presencia del herido.
—Qué tiene Y. amigo, le dije, se hallo Y. herido, no
es verdad?
—Si señor, contestó en voz apagada y débil.
—Y cuantas son sus heridas, donde las tiene? preguntó
á un mozo fanfarron vestido de majo, que fumando un pnro
estaba frescamente mirándole.
—Con un chan, le ha dado un belitre dos mojás, que si
no juye mi proecito compare el cuerpo, le jeclia mas allá de
mi barrio, que es el de Triana... ¿1o entiende Y.? me dijo
el majo del cigarro.
—Vaa, pues tranquilizarse y vamos á verlas.
Le descubrí las heridas, y auuoe bastante profundas
y en distintas rejiones, no me parecieron de gravedad; se
hizo la curativa, y despues de aplicado el vendaje, y orde
nado el réjimen que hahia de seguir, me despedí y salí
de aquel pequeño cuarto donde el calor me sofocaba.
—,Está a curado? me preguntó el ce!ador al encon
trarme en la escalera.
—Si señor, ya lo está por primera yez,

=318=
——Pues bien, añadió aquel, V queda encargado en sn
asistencia hata su completa curacion; este hombre debia ir al
hospital, va que el otro esté en la trena, pero basta la pa la—
bra que me han dado, le dejaremos en su casa, y Y. ten—
dré la bondad de estender la certificacion, para presentarla
al señor Juei, que esto primero que aquel me ha encargado.
Y. no tenga cuidado añadió, que yo haré se satisfagan sus
honorarios, y ademas hablaré á la madre de ese tunillo que
ha dado las cuchilladas, para que se presente ó Y. porque
ya ha etadoen tui casa y ha ofrecido su agradecimiento....
—Le doy áV. gracias, señor celador, le dije, por etinte_
rés que se toma en mi favor, pero no quisiera ver ni enten
der con unos ni con otros; yo asistirá al herido, le curará
y estetideré las certificaciones que sean nececarias, pero ni
quiero, ni espero ninguna utilidad de estos casos judiciales
que siempre he rehuido por los disgustos, trabajo y compro
misos que acarrean, ya me he encargado de él, y hasta que
esté curado no le dejaré, pero de estos no quiero mas.
No consiste en no querer, contestó el celador,VV.tie—
nen obligacion de curar y asistir á quien la autoridad Ie
mande..,.
—Si señor, por obediencia á esta y socorro de la bu—
inanidad, el facultativo tiene obligacion de hacerlo por pni.
mera intencion, pero para eso están despues los hospitales,
y silos heridos ó el juez, quieren que se curen en sus casas,
deben pagar á los facultativos sus honorarios, porque no son
de peor condicion que sus señorias, escribanos y alguaciles.
—Pues bien, volvió á decir aquel, mande Y. la certi
ficacion y dé Y. parte diario del estado del herido.

-=319=
Nos despedímos, y mc dirijí ó casa, y liéme que me
encuentro con otro recado para la calle de Calatrava, nóm...
bodegon del tio Cjo.
Me dirijí ú aquel pnnto y me pr esenté en la tienda bodegon.
——LEs aqili donde han llamado á un facultatisto?
——Si señor, contestó una mujer que por su acento y pro—
nunciacion pareaia valenciana, pase vosté siñor, me dijo
otra vez, anern, anem, siñor Dr. perqui, perqui, me
decia cojiéndome de la mano é iutroduciéndome por un
pasillo bastante oscuro. Seuto, Sento, gritó aquella con una
voz clara y penetrante, lux, lux, quia vingut el siñor Dr.
Salió al momento un hombre como de unos 30 años,
súcio como bodegonero, con un pañuelo liado á la cabeza y
cu a cara poblada de harbas y llena de grasa, daba un as
pecto repugnante á su persona.
——Quit vois, Roseta, quit vols? dijo aquel.
--El siñor Dr. quit vingut á ver enfermo.
—-14h! dijo entonces aquel, voi mateis per la lux; vol.
vió atrás, y ví por la escasa claridad que entraba por una
puerta que daba al patio, que el pobre hombre hacia sus re
verencias (como yo) al andar; desde entonces no me quedó
duda de que aquel era el dueño del figon.
Salimos de aquella oscuridad y atravesamos un patio
largo y sucio donde se guardaban numerosas cabaflerias, y
desde él pasamos á una habitacion oscura como la misma
noche, y húmeda como el agua.
—Nofret, Nofret, dijo el tio Cojo al enfermo, aquí tin—
gues al Dr. mira, quies mol vello, anem, contale tu mal,
quít el te sanar pronto.

=32O=
--Ah! ¡fil tuca del meguo cor! contestó el ferrnoeri
acento triste, inc alcgro que haya vingut.
—-Eitoy para servirá V., amigo le contesté viendo que la
conveisacion se iba á alargar. ¿l)esde cuándo esta V.
malo?
- -HuiL dies sifior, contestó el enfermo.
——No hay aquí ninguna persona, dije mirando á la es—
tancia, que hable el castellano, eutienia ese dialecto y sirva
de intérprete?
—-Si señor, respondió una muer que estaba junto á la
cabecera de la cama con los brazos cruzados; pues si la hay
estimaré me reflera todos lo antecedentes y circunstancias
del mci, porque de este modo evitamos fatigar al enfer
mo con preguntas y yo el quedar á la luna de Va
leuc;a....
Entonces aquela afluente, difusa y cascanta mujer qu
habia guardado silencio tomó la palabra, y despues de refe
rir mil necedades licuas de preocupaciones que á veces mo
hacian reir, vine en conocimiento de que la dolencia de
aquel era sobrevenida ó consecuencia do desórdenes alimén—
ticios y dclii bebida; entonces esploré los órganos que creí.
afectados y observé una fiebre gástrica con síntomas ca
tarrales.
Le ordené el plan curativo y me despedí hasta el dia si
guiente, volví á de,hacer el camino anteriormente andado, y
como saliesen aliunbraudo cao un caitdl, tuve ocasion ‘le
obseivar las habitaciones donde concurrian á comer
los pobres menstrales; jornaleros y mozos de cordel, etc.
•Cuatro cuartos de callos, dijo uno que estaba sentad

31 =
y recostado de codó sóbre una mesa de tabla larga, mugrien
ta y sin mantel.
_Voy á servirle al momento, tontestó el tio Cojo que
me alumbraba; ¿no quieres mas que eso chis?
—Quiero ademas medio chico de lo bueno, contestó el
mo zo.
——jAy! por supuesto, ya sabes aiiadió saliendo conmi
go á la trastienda, que á mis perroquianos les sirvo yo de
corason y cori el alma.
1ie despedí (le aquel sucio abastecedor del hambre de
los pobres, y me volví á ini casa.
Estendí la certiGcaciondel
herido consabido, y la mandé
al celador, para que la reuiitiera al seiioi’ juez, como me ha
bia dicho, y ea aç1uel mismo dia, se me ordenó me presen—
tára í las once del inmediato en el juzgado, para rectificer
la decluracion.
Ix.
I reefllicacloi..
Cuando esta causa tuvo lugar, no estaban los juzgados
de la córte, en el ediíicio de la Audiencia territorial como
ahora, estaban en casa de los respectivos jueces, y á su casa
me encaminé para esta rectificacion.
Me presenté en la antesala de S. S. y en ella me encontré
TOMOIL.

cnn das tres e ibietites de los escribinte mores d
ms escribanos, Un portero mayor que hacia do alguacil del
juzgado, ‘ otro de eta misnn cla;e, con mas facha y proso—
popéa que tifl empleado de ministerio. Acerquéme á él y
con la mas atenta urbanidad le pregunté por el escribano O.
—Espé: ese V. ahi, me contestó en tono majistral él
imperativo.
Por de pronto ic creí alguna autoridad de primer órden
al ver su tono y seriedad y hube de callar sentarme en
ma silla espetando Li qnc aquel sefior de tan alta facha se
dignára pasar el reeado.
Mas sie nidía hora trairsuvrió sin que este ni 1angiino
de los qee estaban aPi finoando y chanceándose entre ellos,
corno si fiierósssiuna
orjia, se mu viese desn asiento.
Incomodado al er el poco caso que Inician tanto mí
corno Li todos los que entraban con otras é iguales peticiones,
rae levanté y dirijí otra es nl galafate y con alguna mas re
solucion le dije: tenga V. la bondad de pasar el recado
pOi’(lliC tengo que hacer y no me es posible esperar mas
tiempo.
Una mirada asi como despreciativa me dirijió, y sin ha
blar nada se entró en la oficina.
Alli permanecí otro buen rato y al fin volvió aquel gallar
do alguacil, á ecer y diciéndome en secas y estenlóreas
ulabras:
Pase V y pregunte por la mesa dd Sr. O.
Sin diriirle yo ninguna, pasé en efecto y como hubiese
tresó cuatro en la sala y no sapiera Li uiiicn irij.irme, pm—
‘gunté al queme pareció afotutnidarnente tuve tan.buena

e1ccion que di con el que boab, ¿s V. lo dije, el escri
bano que entiende en la causa de T.? no seo, pero soy su
oficial mayor encargado en sus negocios...
Sea en buen hora le contestó, yo soy el facuIttivo que
asiste ñ. ese herido y vengo ó rectificar la declaracion. que
a3er.dí por escrito.
Ya, a entiendo dijo aquel;. cojió un esediente que ha
bia sobre el bufete que por lo abultado rna hizo dudar si se
ria, donde yo babia de rectificar, pero desapareció esta
cuando vi principiar it escríbír el preámbulo.
Pues es una friolera lo que han escrito de ayer acó, de—
cia yo mientras que el otro escribia con velocidadel encabe
zamiento donde espresaba it quienes S. S. rcibiójurarnen-.
to siendo una pura falsedad.
No hay duda dije entre mi, ó aqui hay delito grave que
castigar ó espet auras de derechos que percibir..., al fin
despues de dos ó tres preguntas que me hizo y satisfice se
coneluó aquella.
.—Me mandó firmar y poner los honorarios por bajo y
me despedí de aquel escribiente oficial algo mas atento que
los de la antesaia ó recibimiento.
Pasaron algunos dias sn sufrir la menor novedad ci
herido, y entregado yo It la asistencia de mis pocos enfermos
me disponia una mafiana para salir cuando recibí un recado
para que fuera fi casa de un amigo.
Me diriji allá y en pocas palabras me dijo qte el objeto
de la llamada era para saber el estado del herido y ver como
se le podia dar por curado, pues la madre del agre
sor que era conocidasuya
le habia suplicado para. que se

-==3 T===
nteresara con míge, porqueen
mi declaracion consistia el
sobreseer la causa de consiguiente salir é la calle ea
l’)ertad.
Pues amigo le contesté, no obstante que el herido se
presenta en buen esta lo, me es scnsíble manifestarle que por
ahora me es absolutamente imposible dectararli por sano,
pues no solo folLarla ron esto A la fe del juramento sino que
anticipando esi declaracioii podía comprometer mi honor,
y por todo lo del mundo no quisiera fabar A uno ni A
otro.
Pues entonces no se estrañaré añadió, que la madre re
clame al juez sea reconocd.) po1 otro facultativo, porque
presumen esté ya bueno y V entretiene la curacion para
ecsijir mas honorario .
Mi amor prO{)IO rrsetitido se indigné al escuchar aquella
calumniosa éiujiista sopeeha, pero conocienio que el mejor
modo de hacer triunfar mi honradez era el nearrne rotun
damente é sus pretensiones, le contesté que cuando tuviesen
A bien podian reclamar al juez mi negativa, que yo no fa!-.
taba Alo dicho por todos los tesoros de Cresos
Me despedí y al dia siguiente me encontré con otro re
cado del facultativo nombrado por el juez, citándome hora
para ver al herido.
Coniparecim ‘s ambos y despues que detenidamente ec—
saminó el estado de las heridas conoció la verdad de mis par
tes diarios y la imposibilidad de darlas por sanas.
Nos despedimés del herido y yo continué visitAndol,
pero cual fié mi sorpresa al sabr al dia siguiente que A pe—
sar de la ccrtifieaciou dada por mi compañero, el juzgado con

=
el fa’ or amaiTios del eserdiano liabia traiijido el ncgo—
tio, dado suella al preso este pagado las costas pro.
eesaes, sil! contar Con [a certiíicacion do sanidad, ni con
tuis houorario, ni ordenado la uspeu5ieu en la asistencia
dl lietido.
ile volví ó indignar por accion semejante, pero me re—
signé iasta la citracion cornjdela para cu a época aplazaba
reclamar mis derechos al juzgado. Llegó por fin esta (It los
5 dias de recibidas) y me presenté al Sr. juez.
No esperé como la primera vez la eiiia ni permiso del
alguacil fanfarroii, sino que me entré derechito en la
oficina,
Lmico que salió un caballero de la habitac.ion Ó (les
pacho (íd juez pedí permiso, y hémne aqul ante su
señoría.
—Vengo, señor juez, le dije, reclamar los honora
rios que inc corresponden en las heridas ciitdas é F. T.
— ¿Pues qué, (lijo el juez con una prontitud y celo
de justicia admirable, no se los han satisfecho a y.?
—No señor, le contesté.
Tiró del cordon de una campanilla y se presentó el al
guacil consabido.
—Llame V. al escribano O., ie dijo.
Vino el escribano, señor escrno. (porque asi pamela en
su facha).
—Qué me manda el sefI)r juez?
—Que al señor se le paguen sus derechos que corno fa—
cultati o que ha curado é E. T. le corresponden.
Ya sabe su señoria contestó el escribano, que el agresor

quedó en satisfacerlos tarí pronco como el señor le diera pot
atio.
Pues bieti, añadió entonces el juez) citarlo para mañana
A la once y Y. señor físico puede euir tambien para quele
jague.
—Gracias señor juez contesté, no faltaré.
iket aaeiite por el interes que Leída en cobrar mi
(ra bajo no íalté Li la cita.
En la mala caba y jesto que hizo el alguacil cuando tun
•‘ ió (onoci (pie ó no llilljia citado el reo.ó silo babia hecho
era con alguna estiatajema, porque pm’. elido de la ausencia
(le1 .iu que por mi degracia estaba en la visíta de cérceles,
inc miró hasta cóii imisuito.
Ha citado Y. como ‘e dijo el Sr Juez, al que ha de
satisfacer mis honorarios? le pregunté o con bastante reso—
lacion.
Si señor coiitotó secamente peio no estaba en casa y no
e si le habrén ciado el recado.
Pues debió V. advertir á su familia se lo hicieran pce—
seiite le vol’. í á decir, porque no es cosa de estar aquí dos
horas esperando, despues marchurse sin hacer nada.
Por supuesto añadit volviéndome la espalda, y ho me
nos que su señoría no esté en casa.
no coinjimometer mi paciencia que ya •se iba
acabando al ver tanta grosería de parte de un alguacil, me
marché con úmumo de esperar al 1ues inmediato en que su
señoria tendria tríbunal.
Llegó por fln aquel deseado dia, y lleno ic esperanzas
creyendo con aquella cantidad cubrir mis mayores atencio—

37
HC$ RIO lleseu1 por eguadti ez al jeZ Yo sy el profesor
que dias pasados ø presentó í S se Iria reelainanio unos
dorechos.
Sin dejarme c&ricluir la fiase repuso el juaL: Ya vó Y.
eouo di órden para que citasen al quelas ha de satifeer.
tenga Y. paciencia, que o haré que le paguen.
Sefior juez le dije, Y. S. ma perinitin le diga que me es
vergonzoso andar aí. .. y que no tengo necesiiad de cono
cer al 1t1e los ha de pagar ni verlo siquiera, y de este modo
citaietnos uno otro ehoar enemistarnos,
—Cliocar, dijo el juez, y por qué?
—Pues ignora Y. S. que ese iitletesado mo ha (le mirar
como amigo ocsijiéidote dinero? Esos hombres criminales
pagan si, por miedo á los curiales, y mientras eslíiu cii la ciir—
ccl hacen mil ofertas, pero ninguna cumplen, y menos las
que tienen rdacion con los facúliativo, y si el seior secro—
tarjo no hubiera propuesto á Y. S. ese sobreseimiento mien
tras yo uo hubiera dado la certificacion de sanidad,mientas
á todos no hubiese pagado lo derechos, no Lendria o
aiora ese disgusto iii le molestaria si seíwi, y ahí teuc
V. S. una de las poderosas razones porquejeiieralinciie
los
facultativos rehusan curar herids, porlue es muy rara la vez
que cobraü su trabajo.
Pues vaa Y. descuidado atíajió el j:iez, qu se le pa—
gar.
Me sali de allí, y al tiwpo de Jlegar ti la intosala
me dijo el imprudeut alguacil; ui tiene Y. al deudor....
—Y o qué tengo tue ver son el señor? la contesté,
o enu íi reçlnr al jazgaQ y cu l ne e13teaderti.

328—
—Es que como yo soy el que tengo que pagar, contestó
cori sorno y tono jaqueton un mozuelo de unos 18 años
de chaqueta corta, sombrerocalañé
y pantalori negro.
—Pues bieí, si Y, paga ahora le contesté, escusamos
molestarnos y de incomodar al juzgado.
—Yo no debia pagar volvió íi decir el imberbe maton, de
ojos azules y de cara mal intencionada, que revelaba la mal
dad de sir perver tido corazon, porque demasiado me han sa
cario a entre y otros, sin embargo, basta

portiJo de recibir 20 rs. cada mes, y que él mismo habiade
Jlevar é la casa del amigo que habló en su favor.
Cuando me separé (le él comprendí toda le trama del
escribano y’ alguacil, y desde entonces jocó huir si podia de
asuntos judicial.es
Jo hoinbrejóvencomo
este, criado sin freno ni educa—
cion y sin tener nada (Ile perder 0qué le podia irnIJortal es
perar i traiiou dar con la misma faedidati jue al ofto d
puñaladas? Lic o1uí un enemigo si no hubiera accedido Ii su
ecsíjencia creado iiivoluiaríomente y Sin necesidad.,
J ueces, i compi endet. ci ‘auto tnmnistei in le ( lI( iti iS It—
vestidos, reparad tanta injuria, tanto ahatidoimo (le lo clase
facultativa, y en lugar de tener enemigos, creareis ifl)ITIIJIeS
agradecidos, que vendecrén la recia vare de la justicia.
De’consoJado me retiró á ini casa, veía ms csperanzils
fustradas, e presupuesto que crei cubierto en desfalco, y mi
situacion en un estado de dasesperacion.
Referí ó ini esposa lo ocn mido, y como acostumbrada á
sufrir reveses, me consolé y OlmimnÓ
cmi o jue pudo, per
diendo desde entonces la esperanza de cobrar un maravedí,
Pasaroq meses y meses, y el sujeto del c.onsbdo con
venio jamés pareció, y si alguna vez suelo tener ci disgusto
de ‘erle en la calle acompañado con alguno otro de su jaez,
es para notar se burla de mi credulidad.

Ix.
Sutesos vi’o.
Nada hemos dicho ni hablado de un eníerno que en la
misma casa en que habiíibaiios babia, porque usperábomu
la época curres1ioudieiite i los dias crí que debia figurar ea
¡inestro Diario, a que este cao es llegado tócanos hablar
cuatro palabras de iii rnfrrrno proscrito enterrado en vida
(se puede decir asi) que indudalemen1e hubiera bajado i
la huesa si la pre iiori médica no alc.nára esteridera su
lieneficeneia é esos deberes humanitarios, á esos ser
sociales facultaii os que tariu eteirsioii tienen, en du -
de aunque arrostre compromisos pro acorms los despreeia
olvida cuando la humanidad padece.,. Entonces se acuer
da de su juramento, se acuerda de que su obligacion e la
asistencia aleirfermo, sin reparar en hile es de este.ó aiuel
•rnaiz politico, de que es1n ó no proscrito, le presta su upo o,
e tiende su débil mano y le propina el plan qie puede CON
rejir SI] docnca....
A consecucnca de los 5IICCSOS pOlt:Co5 que dieron la—.
gar cii el aio de 1847g, ú la Forinacion de la célebrecausa del
jeneral Prin fue eu uclio en ella ci enfermo de que euiaio*
hablando, por eonsccueuca perseuida y encaisad con
couurLcs.

=331=
Un joven fino, instruido y en relaciones cotnerciale9
con arias casas prncipales, empeñado en jugadas de boLsa
de grandes intereses, entregado una sida activa, á esa ‘i
da d sociedad cortesana que la junte del gran tono lie a,
Ewecisam1te babia de sufrir al cawbar siíbitameute de w
todo alguna mutacion, y arratrur con ella males contin—
j.encius mas ó menos graves..., Pues bien, este jóven (1U0
liabia pasado por las duras pruebas del encierro mas de I. es
ó cuatro rpeses en una casa amiga que le diera liospitaldad,
en donde por sutraerse de perecucioties sufró ci incóg
nito ma ríjido, pasó Li su casa de la misma rna riera, un
ella estaba sin ser sisto mas que de muy reducido nónicro
de amigos.
Era el proscrito sobrino politico de la señra lar1eta
con quien es iviamos, y de ccniguien1e parente publico
nuestro: el deber como tales, el de personas agradecidas,
porque en medio de los disgustos que sufriera de las rarezas
cie esta sefiora,Ia queremos con idolatría por pura gratitud,
sobre todo, el ser facultatiso me biio rellecsionar en el
modo y forma de hacer cambiar aquella vila triste mue
lle, en otra de nctis ided alegria, en otra de recreo de
salud...
Ilabia contraído el lwoscrito con aquella sida sedentaria
y monótona, una obesdad Inorvosa; sus carnes filicidas y
descoloridas, la pesadez de sus funciones, la ti:steza que le
devoraba, hacian necesario, urjcute, sustraerle de aquel am
biente, trasotarle á sitio sano, seguro, donde tuviera
amigos políticos donde desahogarsu pecho, dindo ensan
che y libertad Li sus padecimientos.... ¿pero de qué aodo

=-332=
sale este hombre de Madrid, ea unos tiempos en que tan vi.
jilaute anduviera la polieia, de clótide sacar pasaporie, ¿ qué
punto ir para que no sea sospechoso y conocido..
Todos estos escollos, todos estos inconvenientes, los sal—
ó su médico, y en Jloyo—Pinares
y Valdefl2orillo, eiicou—
ti ó tan api cci abie persona, el remedio Lisus
males, ci con
suelo Li sus que brantos políticos... cuando la amuistia con
cedida por ci réjio enlace, apareció corno amnistiado este en—
ferino, que ¡udubablerneutefuera
á la ho a sin aquella de—
terinitiacioti.
Como hubiesen pasado bastantesdias
sin vot’ á mi ami—.
go y cotidiscipulo ari1iguo, toe fui ó u cns en su busca.
¿Qué tal te ñ de enfermos? me (lijo cuando inc vió.
liu bien chico, le contesté, los tengo de cinco clases,
y si lo quieres mas ciato, los tengo de las cinco P..
Pues de esas clases, replicó rié udose it carcajadas, todos
hemos tenido en un principio, esos son los etiku’tnos que e—
nerahneute se sirven de nosotros..., pero no hay que des
confiar por eso, que de unos se pasa it otros, y diii ilegaró
en que te coloques it la altura de los Santones de nuestra
ristocruicia médica.... entonces veiit. qué distinta es nues
tra profesion....
No ‘n creo con un porvenir tan lisonjero, porque acos
tumbrado it padecer desde que soy facullativo, me parece
que para (ni SC han cerrado las puertas de la felicidad....
Muy desconfiado estits me dijo, ánimo, no tengas
miedo, que tras este tiempo viene otro.
Yo lo creo (111eveiidii
le contesté, pero para mí siempre
será oscuro....

=333=
Le referí el suceso del herid), y otros chascos que me
hablan pasado, y con otros que ól tambien añadió por
el misno estilo, me acabé de convencer de ltie en todas
partes el ejercicio méJico eá Reno de sinsabores y dis
gustos.
Salí de casa de este amigo, ‘ me dirijí á ver al enfer
mo de la tiebre gástrica., ó sea el valenciano...,
__.jQué tal se encuentra V? le dije.
—Mol ben siñor, me contestó, ya tengut ganes de
menchar..,.
—Me alegro, me alegro, le dije cojienlo el brazo pa.
ra pulsarle; ya está T• sin calentura añadí despues de ob
servado, y no hay inconveniente que vaya comiendo algu
na cosita lijera.
Me despedí de él y la Roseta me alargó ocho reales
por ocho visitas que le habia hecho.... Los tomé por
que.... la patria estaba oprimida, y cono decia el pedigüe
ño de capuchinos de mi pueblo, hasta el trigo es li
mosna....
Una temporada regularcilla de enfermos se siguió á es
ta que acabo de rekxir, y aunque su producto Ho fuese bas
tante á llenar las atenciones y gastos de la casa, no obs
tante fué un respiro para reanimarnos de tan maJos
ratos.
Nada de particular ocmria por entonces en mi corta
clientela, si se esceptuaun caso que con un hipocondria
co asturiano me sucedió y que por lo curioso voy mn re—
ferir
En una de las hermosasnoches
de otoño del año referi—

33 t
do fui llamado lila calle de las Tabernillasnúm... para que
viese á este enfermo.
Me presenté Ii él me mandó sentar y se esplicóasi poco
mas 6 menOs.
1A señor médico, qué malo estoy..
Lo ienlo le dije, ¿y hace mucho tiempo que esta
V. asi?
Hace diez meses que me separarum demi destínu, (sin
motivu por su puesto) solo porque habia sido liberale.... yo
que he desempeñado el cargo de mozo de partes de una de
las oficinas mas principales del reino li gusto de todos sus
empleadas por espacio de algunos afios, mo he isto de un
plumazo separado de mi empleo ganadu á fuerza (le servi
cios. .. no me ha quedado cesanta ni jubilacion como fi los
ministros y otros empleados de categoiia, y como las pagas
andan mal, vivu en este miserable cuarto etrechad’t con mis
circunstancias y esperando llegie el dia de la reparaciones.
ara cobrar ms atrasos, me quiero marchar á mi tierra por
que teingo michos deseas de verla y á mis padres, y alli
lloraré con ellos ¡os males de nuestra patria. . si señor, los llo
raremos porque somos españoles descendcutes de don Pelayo.
—— Con que segun eso le pregunté, V. ha hecho servicios
fl la patria y por eso lamenta ms sus desgracias, no es
verdad?
—Oh! si señor, yo sorvi.... e qiedó susjen$o y
como indeciso de revelar el nombre de quien hbi ser—
sido.
—Habrñ Y. servido en el ejército, y hecho la campaña
última? lo dij yo por ver lo que decía.

3 J a
—No por cierto, no he sido militare ni quiera Dios que
lu a, pero hice servicios
fi un seüor d. muchas campa.
nillas y este me sacó el empleo de que he liabladu á V.
— Ya! le contesté entonee, ¿con que los servicio3 deV.
están solo limitados á los que le hizo fi ee señor?
Pues le parece á V. pocu huhersídu en su casa mozo
de caballos, portero, ayuda de cámara y otras coiisas nni
porcion de años? Esos señores cuando los sirven bien colo
can sus criadus porque es justo y ellos lo tienen á mocho
honor....
Si muy justo es que les paguen rehijiosamente sus salarios,
le contesté yo entonces, y si quieren dejarles mandas, re
tiro y jubilacion etc, lo hagan de su peculio; pero que saquen
emp!eos ñ criados con daño y detrimento de los que ihitan
y de otros que hacen servicios al estado, me parece una in
famia que se debiera castigar con el mayor rigor, es en mi
concepto, un abu-o rirninal de lesa nacion.... Sí señor,
se queja V. injustamente porque mientras V. haya desem
peñado su d.etiuo en casa de ese señor que sir’ió estaria
bien pagado. y mas le sacó el empleo que dicpues
bien, si le ha quedado salud y brazos para ganar su sustento,
qué mas puede desear? ¿cuántos militares que han derramado
su sangre en defensa de la patria regresan fi sus casas mu
tilados, impedidos, con la licencio absoluta sin esperanzas de
imada, mas que de pedir una limosna? cuhnto otros de esta
chase han emigrado por estos servicios ó quedado en sitiia
don de reemplazo ñ pesar de sus galones y entorchados?
á cuátos otros jefes eonorco tambien en la mayor miseria
por haber recibido su licencia absoluta corno un simple sol—

33=
dado? Ademascon
todas las profesiones y oficios se sirve á la
patria, ninguno espera aunque cueute muchos años de será
viejos cesantia ni jirbilacion. El empleado no es mas que el
abogado, que el médico ni que ci artesano, y estas proíesio—
iies y oficios tampoco tienen esas concesioñes, y mientras
de hecho no se quite ese gravámefi ñ la nacion, siempre irán
en anmento los presupuestos.. .. y llegará un día en que to
dos lloremos la prodigalidad de tos gobiernos.
Vaya5 señor médico, 110 se incomode me contestó,
que yo hablo porque estoy reseutidu de mi injusta separa
clon....
En fin, dejemos esto á un 13(10 Y hablemus de mi
mal....
Mejor es, si señor le contesté, porque de esas cosas ha—
bija mucho que hablar si entráramos en materia.
1)áspiies de iuLerrogaO acerca del tiempo de su pade
cimiento5 y hecha la esplaracluil de io órganos que en mi
concepto pudieran estar afectados, le propiné el tratamiento
que creí «propósito que se redujo á reglas hijiénicas5 distrae—
cion y viajar para destruir la pasmo de ánimo depri merite
(verdadera nostaljia nl0110maniatica) que le devoraba.
Si el facultativo hubiera de fundar su dignástico, por
los caprichos, ecsajeraciofles ú ocultaciones de los padeci
mientos de los enfermos, ¿íi cuántos errores no se espon—
dria si dieFa oklo y crédito muchas veces á sus palabras y
á las aparentes maneras que las acompañan?
El hipocondriaco y las histéricas, ven en los mas insig
nificantes síntomas y alteraciones, señales de muertes cerca
nas estando mas 6 menos remotas

Los tisico, y que padecen enermedad graves 6 ‘mnr
iks, l contrario5 estói espirando niuchas veces, y todavia
se esthn forjando en su imajiriacionhalaglieñas utopias, usan—
jeras esperanzas3 y cuando mas esperaozados melen estar dan
al traste con ellas; ¿prn qu sucede esta contrariedad? quó
causas pueden motivar tales difrencias?
Ficil nos seria contestar, si nos hubiramos de detener
en el diagnóstico diferencial de las dolencias, pero desarro
llar esta teoria, y dar contestacian cuziplida categórica t
la pregunta, no nos es dado en este Diaria cúmplenos so
lamente en él5 narrar sucesos, y por lo mismo lo dejamos
en silencio.
Hemos tocado este puuto, porque el enfermo de que
queda hecha niencion, era une de esos melancólicos ni
suitropo que observaba la cosa mas natural é insignifican
te que por él pasara, y sus cavilosidades y males figurados
eran una eterna pesadilla que le martirizaba sin cesar por
mas que viera en mis consejos, confirmados sus estravios y
errores.
Depues de unos cuantas dias de asiteucia logré con mis
persuasivas decidirlo u que marcliora su pais desde donde
me escribió su mej(ría y feliz arribo.
Un 1iar de semanas pasaron sin que incidenfe alguno,
llamara mi corisiderac.on, pero un dia que regresaba 11 mi
casa de vuelta de un largo paseo, (de la hermosa fuente
Castellana y Chambc.rí que nunca babia visto) me encontré
un recado para el bodegon ó fondique del tio Cojo el de a
calle de Calatrava, ¿qué nueva novedad habru ocurrido de
aia para mi cuando me encamnaba á su casa, si habré re
TOMO U.

=338=
oaido el valenciano que antes estuvo malo? Pe”o no me pa
r.ce que su dolencia quedó redicaimente cm ada, en fin,
allá veremos.
Llegué á lá puerta, pregunté á la Roseta si me habian
llamado y con el chapurrado gro cioso con que se espresaba
me contestó afirmativamente on una lijera sonrisa.
Pasé ñ lo interior de la caa , y cuando crei por la di—
reccion que llavaba que era á la misma habitacion doude
antes estuvo el enfermo, me sorprondí al ver que Loman
do otro camino entró en un cuarto pequeño y oscuro.
((Aquí tiene voste Sr. Dr. ma tilia megua, maleta ase
(has.»
Cojí el candil que esta tania n la mano para alumbrar,
y ví en un lecho de ¡umonclicia y asquerosidad uno u ¡ñu de
unos dos aiios que no pai’eciacriatura
kumano.
Desnuda, con una Camisa mojada , negra y roto por
mil parles se me presentó aquella inocente niña cmi los ca —
ractéres mas horribles del abandono y la indijencia; deco -
lorida, inchada como un escuerzo, on la cara y ojos obo
tagados y sucios, presentaba un aspecto repugnante.
Su cabello de color de lino y enroscado, figuraba la
piel de un erizo cuando este animal se hace una bola. La
impresion de la luz que yo aproximaba hubo de herir aque
llos ojos habituados, á la oscuridad, porque dando un agudo
grito y llevándose las manecitas á ellos para frotárselos pro
rumpio en un amargo llanto.
—aNon plores fha me;ua, non plores le dijo la Rose
ta, mira quil siñor te faserá mal....
—No niña, no te haré daño la dije yo acariciándola..

Saqu •uns pastillas de gorna. que por. casualidad llevaba
en el bolsillo del gaban y se las presenté; como la Criatura
observase que la daba dulces los cojió con una mano y se
los presentó A la Roseta con la otra queriéndola significar
sinrduda las quitase li s papeles
Esta que hubo de comprender aquel mandato mudo,
hízolo así y se las devolvió.
Toma tilIa y cuidat que plores, perque eutoiises . . Le
dó A entender con su mano hi daria azotes.
Entretenida asi la niña pude A satisfaccion mia obsee
vara y hacerla la esplolacion de su vientre.. . Una hidro—
general anasórquica, amagaba porner término A la
vida de aquella desgraciada criatura.
Víctima de la indolencia, descuido ó abandono de aque
lla mujer y de su padre que era el bodegonero5 hubiera su—
cumbido sin (ludo alguna, si yo guiado por obligacion y ¡Asti -
ma no hubiera afeado A este padre el abandono casi crimi
tial en que tenia A su hija.
De nada sirven las diselpas, dije yo al padr cuando
f njs reconsellciories trató de sincerar su descuido y el de
la Roseta; esa niña ha contraido esa dolencia que la tiene
abocada al sepulcro por la falta de limpieza , la humedad5
la oscuridad, en que está i;.errada y los malos alimentos
de que hace uso.
A esa niña se la debe sacar al momento5 de este sitio5
ponerla en una habitacion clara, seca y ventilada , ponerla
otra camisa limpia, y con estas precauciones5 varian
do de alimentos, y usando los remedios que traerán de la
botica y que ahora ordenaré, podrá será que. ¡aniñe mejore.

34Ø
1 padre que por mi pintura conoci6 el grave peligro
¿le su ijoica hija habida con la conort que tres mées .an
Les fuera Ile mada á mejor vida, tomó ¿ su cuenta al cuida
do y asistencia de su hija que maniítaba querer entraña
blomente, y á los pocos dius de ajuefla medicadion restau—
ranle y tónica prescrita se not un alivio marcado, siguien
do así hasta su completa curacion que fué á los 2 dias de
asistencia.... ¿Qué de milagros hace la medicina, cuando
con fé, y mano perite se la administra? ¡Cuántas victimas
libra de las garras de la muerte..
Si eii las enfermedades de los tísicos, hipocondriacos y
afecciones histéricas necesita el profesor tanto pulso y pre -
vision para no dejarse fascinar y sorprender con la oculta
cion de los síntomas y graedad del mal de unoa, y con
la exajeracion de los otros, cuánta precaucion, cuáita
paciencia y maña no necesita emplear para csptarse a yo
luntad y cariño caprichoso de los niños...? Los niños que
no hablan, que no saben decir aquí sne due1e, que len
gua tampoco puede ser esp!orada la mayor parte de las ve—
ces, nos ponen é cubierto de la poca justicia con que el vul
go ignorante nos trata, cuando suponen con mas ciencia á
los alveitares, por la s&a razon de que curan animales por
solo los síntomas que presentan sus enfermedndei. ¿Qué
otra cosa hacen los profesores de 1%1. ‘ C. con los pár
vulillos, con los apopléticos, con los dementes, con los asti—
xiaiios etc, mas que propinar el remedio para esos males
que la observacon les ha hecho conocer....?
Dejcmos tarnbien es1a reflexiones á un lado y veamos
la remuneracion que tuvo mi trabajo en la curacion de la

— 31!—
ti ña rfei.da Corno eta de presumir fité con t:inta prodi
galidad recompensada como la. dol enfermo valenciano: las
visitas valieron la grru cantidad de 22 rs;...
Cañdo recibí tau mezquina retribucion, mc sobrevino
un sonrojo tan grande Li la eara, que creí tenia fuego en
ella, pero bien pronto se convirtió este en una palidez y
friog1aial. ¡Ba! 1)ijo una voz femenina que entraba por
la puerta, cuánto me alegro ver Li V. siñor Dr. tenia que
contar ú vote unM nova qui apasat estes dies..
—Es V miv dueña de referirla, la contesté, si gusta...
— Pues siñor, ha de sal)er voste que el nieu Nofret ya
está biwno.
-.Ya sé señora, la repliqué, que se me joró.
—Ya se rnejuró, añadió ella, per fue i°’ el rimedio de
la tia Aieta qul le trujo ulia ui elisina para quitarle el liechi—
Zi) qu le habia dado una corteja suya para que. la rnara el
mcii marido.
—Señora, la coneté admirado ¿tCi.Íervos ahora eso?
_Si señar, replicó con la movor candidez, esa brivo—
neto le teuia hechizado y la tia Aneto le ha curado con
una agra. que me ha costado.cuatro pesetas
—V qué agua era esa, señora? a pregunté.
—Yo no sé, per lo que diga est que le hiio gomitar y
arrojar.e su cuerpo el veneno que esa ladina le babia da
do, coma que echó por bajo per la cámara unas bolitas
blancas que teniau vello.
Pues si ya está liueno con esa medicina, la contesté con
flema ir.óuniica me alegro en el alina pero estuunara m dije —
ia qué Cs lo rjucV. llama hechizo, po1’cpuyo
nro cutiendo como

una muger eetdpidahignorante,
ha de saboramalgamarsuk
tiacias para .traer á los hombres.
Ra, La, añadióaquellacomo
en tono despreciativo, pues
entünses V. no sabe nada.
Gracias se&ra, la dkje interruaipiéndola, por el aga
sajo.
frpe %T, coiØnqó aquella que Ipay mugeres tan malas
que daná los bombee u propia sangre, ysi es de la LS..
mejor....
-r Qu4 disparate, señora, no esta V. semejante ob—
aurdo....
— ¿No? pee con eMa cosa.., continué, con huesos de
muertos y raspaduras da uñas y algunas oraciones djobéli..
cas que dicen cqando están con ellos..., los ligan y ha ha
cen impotentes con son mogeres....
¡Jean! Jesns, quó herejias y barbaridades estás diejq -
do, dijo el tic cojo que estaba de pie, o3endo cotila boca
abierta 6 aquella muger.
—LTd estás loca,41s$ta7
—Loca.no por siorto qui si la tiakneta no leda en
ci agua unos polvos qucmadoa hechos de la ropa y pelosde
pquclla malvada4 e” la . sida se puno bueno y yo no hq
bies a gozado.... de paz y tranquilidad.
—SeDo’ a, lo que aquellamuger
le ha dadotau
mari
do ha ido sin duda elguna, agua purgsqte como la de Va.
cía Madrid pur ejemplo, y con ejIa se ha purgado, y 4
V. sacado las cuatro pesetas que era lo que buscaba, por.
que con tontas y crédulas!viioa
esas brivends mejor que
los médicos que les pagan 6 real la visita.

3j3r
Me salí de la casa haciendo cruces por la ignorancia que
encubre la céi’te en itiedio de tanto saber, y por el mal
pago de mi trabajo.
¿Qué te poece, le dije á mi esposa sacando del bol
sillo los 2 rs., ahí tienes el producto de mis dosvelos, y
de 22 visitas que me han costado romper un par do
botas.
¿Qué quieres hombre, me contestó esta en el mismo
tono de siempre , ten paciencia.... que los principios son
todos malos.
Malos son es verdad, la dije, pelo veces vale mas mo -
riise ó estarse tendido á la Barto!a como dicen por aPui,
que no recibir tiiia cantidad tan mezquiua por su trabajo,
pot que parece que recibiendo sumas tau despreciables, ma—
niíiesta uno Con eilo , apreciar en poco una [acuitad qie
tanio cuesta.
C onltuuó la marea de mi adversa estrella un periodo has.
tante largo, y aunque de ez en cuando algunas hjeras olea
da., calmaban la borrasca de nuestro sulriinientu,. nunca
sii1iauos de son Felipe sus gradas.
Uit din que presajiaba mi corazon algun acontecimiento
favorab’e me levanté de la cama con iuimno resuelto de cm
prender con afaa mis trabajos literarios, y dar Li luz cuanto
antes pudiera mis escenas médicas, porque no hay dula de—
cia para mí, si esto lo Pevara á cima, indudablemente babia
de sacar algun producto, no tanto por su mérito litcario
porque ninguno tienen , sino porque como hechos basados
en la esperiencia y práctica civil, habrá muy pocos pruleso —
res vine no las umiren cc.n considerucioti as amolden á

=344
sus eireunstaneias particulares, pues aunque no ha en
saso por estas los habríw sufrido quizá iguales.... Los qu
son amigos de la historia encontrarán tambien liehos qu
horrorizarán, y cuando refieran á sus hijos las sangrientas
escenas que pro ocan las guerras intestipas, 1e inculcarán ese
odio (erpur de caer ju ellas y provocarlas ensefiando
siempre el injor medio de eludirlas.
Con anco constancia continué aiduamente por a!—
gun tiempo saeado ea limpio y corrijiendo ¡o que ml me
disonaba, pero cuino esto tarea era larga y por otra porte
hibia que pensar en lu medios de subveir al presupuesto de
la casa, cuando mas engolfalo e;taba en ella, mas roiito la
idea esta ppralzaba mi imajinacion y la interrumpia, pues
para escribir (como para todas las cosas) se necesita, humor,
y momentos felices
Acababa de tirar la sobre mi bufete cuando un
fuerte coml)anillao hirió lTli oido.
¿Qué imperante es l lloinada? Dije cutre mi reco
jiedo os pliegos que aquel dia habia escrito, si como es la
llamsda es el mandato, algo bueno nos debemos prometer;
eamos, parece que han abierto la puerta.
Apliqué el oid cuidadosamente á la videicra del gabi
uee que estaba utreohierta, oi la voz de un hombre que
piegiintoha por mí.,,, N9 hoy duda, la marca me parece
que hoy va á ser propicia; operemos.
Por el taeoue pausado y majestuoso que sentia cuando
hcia mí se dii ijian los pesos entreveia algun vislumbre de
bonanza, pero me quedé filo y etupefacto cuando un A
Dios chico! me sacó. de la duda.

Etornos fi esro dije eiire mí, vaya un chasco... . Ben
ciiido, le coutesté cojicudo a rna no que me pueetitaha
—,Qué tul eta? me preguntó, ¿qué te hace?
— Bien, le cuntstA, aquí eaba eutieteiudo COil tS
papeles libracos.
Tú siempre cutre ellos (y yo con ellas...) dijo en
tre paréntesis, mal haees.... Dccii que para saber algo es
necesario leer wucho, pero o sigo la contraria.... L que
o deseo saber es, el arte de vivir en el inun lo, que apreii -
dido este, ya se pucde uno echar A dormir.
Pues arte muy difícil es ese le cote-itA o; y
an pocos que le aprendan bien, que creo sean
Al reés volvió A decir , hay muchos, muchísimos, y
sino observa por esas calles de Madrid, vete A los cafés, ñ los,
paseos y teatros, y serás cuánto farsante.... La m yor par
te sin olLio ni hogar conocido, ostentando caballerosidad,.
cuando no tienen mas que maldades y vicios, y viven A costa
acna, ves, vcs al teatro procura ver una represeritacion
del arte de hacer fortuna, y erñs al vivo como el que
tiene mas osadia y menos vergüenza , la ituprovisa la
cou-igUC.
* Sí, pero eso es pintar como querer... le repliqué.
—Es, me volvió A decir, la crítica mas verdadera, es
todo lO que e,tamos viendo, y es en fin un remedo de la er—
dad.... Pero cii fin dejeiiios esto A un lado y A fi con las
locuras de tus escritos y papeles, y hablemos de un asunto
que teuo que cornunicarte.
—,Pues habla le dije, qué te detiene?
— A’ er, contestó sacando una carta de! bolsillo de su

d -J
levita, me escriió tu ma Id noija, y como uí sabes
SUS pudecituietitus atitigios 1ireseute, porque desde aquí
has dirijidupor
la rdaeiouque
te puso por escrito el facul
tativo de aUí su curacioji, quiere que pases á verla, por—
que es tal la fé que tiene en tí, y tal el deseo de verte, que
ciee como te enterarás por øsa, que se ha de poner entera’
ineute buena con solo tu visita y rcferii te sus achaques.
Cují la carta , la repasé por su contenido coinprend
el deseo veemente que la pobre monja teitia de verine.
—Pues bien le dije devolierido la carta, ouando dis
pongas pasaremos á verla.
—Yo te hablo con ingenuidad repuso este, en el su
puesto te decides á que “a Olios Li cila, mañana si quieres
podemos marchar, buscaré una calesa y la pagaleinos Li
dias, porque ya que hablamos amigablemente, corno iii
oficio de impresor Lauto ha quebrado (gracias á las restriccio—
nesó trabas que han puesto á los empresarios de penávli—
ces y á la imprenta los de la situaciou,) esto) bastante at’a—
sado, y no puedo sin hacer un desfalco á mis cortos habe
ies, suplir ese gasto para mi exorbitante.
Paré un poco la rdflexion, y aunque los mios eraii
bien escasos
y ini posicioli apurada , coinrometí ini pala
bra solo por el gusto de hacer bien.

XI.
L* a.je
A la mañana siguiente bien temprano senti un ruido
de carruaje Y CUflpaui)JOS jne paraba h la puerta d mi eaa;
era el calesero qie ávido por ganar sr estipendio de no
alUir á la hora señalada, llegaba antes que su a’ iodur tui
compaiero de viaje al punto convenido.
Tomé chocolate (que es siempre mi ílesavnriri), me fu
mé el cigarro de costumbre, y hérne quí dispuesto íi ca
minar aunque fuese al fin del mundo; es. cosa singular lo
que alvoroza mi corazon el viajar; la tristeza que tiempo
haciase babia apoderado de mí, parecia disrpada en aquel
momento ; escitado el apetito y mi buen humor antiguo
Jiasta me pareció revivir, y él me sujírió la idea de inviL r á
mi hijo ma orcito á que me acompañara.
El otro pe1ieñlo refonfuñaba y lloraba lleno de en
vjdia porque rio hacia lo mismo, pero con la oferta de que
ú otra ez le tacana l, calmó su natural deseo....
A este tiempo soitó la campanilla, y como mi compañe
rito de viaje estaba deseando verse montado en su calesa,
ansiaba el momento de la venida de mi amigo, y no fue mas
pronto oir el ruido (le la campanilla que er se abici tu a
puerta y aquel en nuestra presencia.

Todo está corriente me dijo:, cuando guster podemo
marchar1
—Al momento chico, le çontestóencendiendo
smbog
un puro.
Salimos andando badales %uçres de Madrid, y cuando
a hubimos llegado á sitioojiortunb montamos en el calesin.
Un chasquido soltado con destreza por la manodel
vie.
jo calesero y un rrra bastante fuerte, fue la señal para que
sdpusieraeirnarchá
.pr&ipiSa’étvaSs É;;:peçsoelo
jamelgo que deldalesin
titába. :r’ •n
Sgado despis de nitrato dd eeletlda& ét.tgbsillo
aninial;y Seudo él mniiuiúto . roidó del :garíaje nS
menos incómodos, me ¡iplicéti herniaba dela mønjáien’
firiese la historia de su familIa, porqee:s.wctjiéle:
haber
eido 6 su madrecuevidoera
muebsehor; de kpe 79 babia
presenciado los votos profesirnés de .sS{dds.:hflmáa
i11onjás. ‘••• .. . :tI’ :.‘‘:t.:.
—No présenbWti unp st ofroh:cáted*,portenØ
bis ptesenIe:los anteoodedtes1
coandotu SadS guiade de unbqen:fig áito.relijibnla
sujirió la idea de eutrnr*u un mana4erlo.: t.;,.,: t:i’ ;1::
Vluda6 laedad.d 4$iñasttrpobrb piadresaliócon
sSseis hijol de uno de . ha pueitos Srt.máa:afan,ados
de nuestra España, 4owdets’pddre hable :sidb emplsdo
(en su arsenal.) ea la’conptrvccidnn deboques: mócho
aüos:,t., ;lst
Muelle felia apSØra nttra. ;pateia la Silos
se perdió para nuñea.tbrnurLé:suránt%uowplandor$%
&i/::
Pues como dccia, sino 4la’cbrte-çubAsca de 1, fi»’—

tuna que tan adversa ka fuera e aquella costa,
Su e4reila le fué tau desgraciada allí como aquí, y co
mo viese al poco tiempo consumido su escaso haber y em
peñadus sus mejores efectos, no tuvo mas arbitrio para sus,
traerse de la miseria que de cerca la amenazaba que redu
cirse á vivir en una boardilla’, buscar alguna labor para sus
hijas de tiendas ó roperias, de donde por un módico eti
peudio las daban que coser5 y aunque su producto era po
co sa alimentaban no obstante é iba saliendo adelante.
Cemo una casa no solo se sostiene porque esté la bu
cólica segura, sirio que son necesarias infiuita cosa. , no
era suficiente tan pequeña ganancia para subven’r á todas
sus necesidades, y tu pobre madre que os idolatraba sufria
con vuestra falt u torn,ato ra3aJop
Sin descanso andaba poi todas parles bcaba alguna
persona que la dinjiera y acousejara en lo que debia hacer
con vosotros ls mas pequeños, que era su eterua y contínua
pesadilla , y afortunadamente dió con un cabaflero que te’—
ola relaciones lutimas con el director del Hospicio , que co:n —
padecido de la triste y desgraciada situacion de tu madre,
habló á este y fukteis aduitijos ios dos varones menores en
aquel santo asilo de beneílcencia ; porque tu hermano el
mayor que ya estaba en disposicion de ganar alguna cosa
con el oficio de armero y cerrajero que tu nismo paire lo
enseñara , tomó soleta y se marchó á Valencia en busca de
acomodo y trabajo, dejando á tu madre enferma y con
mucha pena por accion tan impropia de un buen hijo.
Colocados vosotros en aquel asilos ya no la quedó é tu
madre en su compañía mas que sus tres hijas , tres (aujeles

por decido aí pie bien , como estas mostraban tanta
ol)edicnciO y dociljdaJ á tu madre llevada por SUS CirCUfls—
t;incias y irdtica elocacion , hubieron de evcuchar los súbios’
çous jos y amonestaciones de uno de los relijiosos mas no
tables dci convento de san Francisco, con quienes la madre
babia contraido alguna amistada
Flexibles y prudentes en demasia oyeron los santos con.
seos del sacerdote; su triste posicion , los trabajos, miserias
‘ frajilidad. li este inundo , los presentó di mismo ú los
ojos de las inocentes jóvenes con color’idos tan vivos y va—
iiados, que las infelices abrazaron la vida monástica con
tanto fervor como si desde luego hubiesen sido nacidas pa
ra ese estado.
Con donaciones y limosnas de varias personas devotas
y hermandades, reLinieron su dote5 y al poco tiempo las dos
mal ores eran esposas de Jesucristo.
La primera, que es la que vamos á ver’ en ese monaste
rio , no tuvo novedad en su sal l; pero la mediaua víctima
por algun tiempo de la estrechez de una clausuro It que no
estaba acostumbradas estuvo espuestísima It perder su exis
tencia
Llamada la tercera hermana un dia por el reve’rend
para insinuarla el camino glorioso que tenia abierto s
abrazaba cI mismo estado que sus hermanas, tuvo esta bas
tante entereza pura contestarle que no terna tal vocacion5 y
que la mision de la mujer al mandarla Dios al mundo habia
sido con objeto distinto del que su paternidad pretendia
Una herejía le pareció al padre la contestacion de aque
La hei óica jó en , pero el tiempo y’ mis excitaciones la dijo

el sacerdote ‘ tu madre ablandarán la contumacia de ea
desgraciada que está cii la carrera de su perdicion eterna.
No se , si los bruscos ataquescon
que amenazaban (a la
infeliz de continuo para que entrase monja , 6 gi alguna
otra causa iníluvó para el desarrolo de una grave enferme
dad que la sobrevino; ello es lo cierto que aquella preciosa
linda óven pereció entre las ansias de un delrio furioso
que de continuo le hacia gritar ((V les , quereis sacrificar
tambien mi juventud é inocencia corno la de mis herma -
nas... primero quiero morir. »
Sola , aislada y aflijida quedó ti madre en pocos meses
llorando su soledad y la pérdida de su hija pequeña, que aun
que tarde conoció ó lo q’ie tal vez la hahia espueto cori su
continuo predicar y ejentes obediencias.
Grande es la repnnabilidn. 1 de los padres cuando com
prometen la voluntad de sus hijos para elejir estado opo
niéndose (a lo que la misma doctrirm cri tiana previene. pe
ro es inmensa cuando violentan su inlinac on y por ella
les sobreviene alguna calamidad ; ea fin, i tuvo no’ culpa
en el eOiflFWOrflis() (le esta desgracia y en la de las otras her
manas, ella 1o sabria ; yo nunca la ol decir otra’ cosa ma
que abrazaron su estado con vocacion y fé.
Como quedase sola y un dia llorase en casa de unos
amigos mios sus desgraciasestando
yo presente , la pregun
té si tenia alguna habitacion desocupada en su boardilla y si
me la quena ceder pagándole un tanto.
Me contestó que Sí , y convenidos en el precio me
trasladé con mi pequeño y estudiantino ajuar (a su casa.
Allí tuve tiempo de conocer fa fondo fi tu honrada ma

=332=
dro eufemia y siempre llorando, saO. 6 p*Er limosna mr
las nochescomo
una pobre viuda vergonzenta, ¡eh! cuánto
admiraré yo la fidelidad suya; cuando recuerdo lo asustada
y cenEn-a que vino una noche de las que sali & impetrar
la caridad pdblica.. pareee que la estoy viendoaunque
han
transcurrido18
años: D. 11. me dijo, ¿qué haré yo con
una moneda de 80 rs. que sin duda me han dado por eqni.
tocacion algunos de los caballeros que esta nocheme
han
socorridot
Una cosa muy sencilla la contesté yo, se colocausted
mañana en el mimo sitio donde ha estado esta noche, y si
el caballero se la ha dadopor
esa razon, en cuantola
eche
de menos se acordará de que el mejor medio de recuperarla
es volver al mismo pnntodonde
V. se coloca á reclamar la, y
entcnces Y....
Ya, ya entiendo, se la devuelvo no es verdad, me dijo
llena de alegriay
dindose una palmada en la cabeza como
en señal de que no habia reflexionado sobre ello.
ToJo el dia le pa cavilosa y triste con aquel lance,
porque figurabasu
providad que el dueño de la moneda la
reprender ia por no habérsela devuelto, pero yo la tren-.
quilicédiciéndola:
si no La vid él por la falta de luz, cd.
mo quena que se La dov3lviera V. hallkn lose en iguaL
caso?
Llegó la hora en que acostumbraba 6 salir por lanuche
y bien arropada se encaminé al sitiode
siempre.
El caballero que por equivocacion la babia dadoim
pacientepor
la pérdida do su moneda, esperbba el momeu
tu de ver 6 tu madrepera
reclam&rsela, y ca el instante que

=353=
la vi6 se diriji t ella: ¿es V. la pobre que en este mismo
lugar pedia anoche limosna?
—Si señor, yo soy, contestó tu madre.
—No halló Y. entre los cuartos que reeoji alguna
monedita de oro?
— Sí señor, una ochentina, y la traigo para devolvér—
sola á Y. que conozco es su dueño.
_EÇectivamente que lo soy señora, y por equivoca—
cion eché mano al bolsillo donde llevaba oro y se la di cre
yendo seria un cuarto.
La recibió el cabalJero cori una mano y con la otra le
alargó medio duro en prueba de agradecimiento y por su
fidelidad.
Asi me refirió la ocurrencia Uena de alborozo parecien
do huberdesechado
una terrible pesadilla.
Cuántas veces la vi los sábados llegar del hospicio con
vosotros llena de alegría pues la concedian esta gracia con
el objeto de que os curioseara y tuviera un din de solaz con
sus hijos en donde depositaba sus exajeradas caricias.
—,Te acuerdas de su solicitud y de su ternura?
—Mucho, muchísimo me acuerdo contestó mi compa
ñero de Iiaje dejando correr una lágrima de amor filial.
Mas de dos leguas llavábarnos de camino, y como el
calesero notara que teniamos que cruzar un mal paso lleno
de aches y embarrizadas, nos advirtió el peligro para que
nos bajáramos.
Lo hicimos asi, dimos un rodeo á pieenjuto
para sal
var aquelmal
camino, y tomando el calesero la palabra
nos dijo:
TOMO U,

—No seria malo pararnos á tomar un refrijerio en
esa hermosa fuente que está juutoá esos árboles.
- Escelente pensamiento, contestamos todos; ánimo,
abuelo, que aunque ¡e pesan ya los años, con un trago de
1o tinto manchego que á prevencion va en la bot, y un
buen trozo (le jamon, se le han de aliviar esos enemigos
eapitales que tiene encima y que tan canoso y calvito le
han puesto.
Qué quiere V. Señor me contestó, con tres duros
medio fi la coia no se p:iade caminar corno cuando tenia 20
abriles, pero cii fin todavia puedo trQtar y apostfirselas con
mi jamelguillo (al decir esLo ¡e dió un hjero latigazo) fi mis
camaradas fa n farrories.
Efectivamente que eslaba demasiado ajil pa lles ar 70
años sobra sí. Nos clc1ó en un momento atrás, y Corno fi un
tiro de bola le vimos parar á la márjen de un arrouelo en
una hermosa pradra.
Alli es donde está la fuente dijo el amigo y adonde al
morzaremos, porque creo que todos llevamos apetito menos
E. ¿No es verdad chiquitin?
Este quetan pronto venia corriendo delante en busca de
chinas y piedrecitas para tirarlas á los pájaros, tan pronto
se quedaba detrás entretenido, con cualquiera friolera, asj
que oyó su nombre se acercó y dijo: tambien tengo yo ga
na..., me parece que me resucita el campo y esta hermosura
de cielo....
—Pues ya estamos en la fuente, fi tirar de la fiam
brera y la hota y luego que vengan penas añadió ci amigo.
Almorzamos con esquisito gusto, bebimos da igual

modo, siendo la media hora que duró este de regocijo y
vida.
Saboreando ibamos todavia el almuerzo sentados en el
carruaje q je lijerarnente rodaba, cuando acordé ndose
mi hijo de la historieta referida me preguntó ¿qué le
sucedió despues á la pobrecita madre de las monjas,
papa? —Despues le contesté, vivimos juntos algunos meses, y
cuando me enlacé con tu mamá y pusimos casa se vino con
nosotros, ‘ en nuestra compañia estuvo algun tiempo hasta
que nuestra mala estrella nos llevó al primer partido; en
tonces la dejamos en Madrid porque estuviera á la mira
de sus hijos, despues, tú que ya eras crecidito te acordarás
de lo demas que yo no presencié, le dije al hermano de la
monja.
Demasiado lo sé, y lo que siento es que no haya goza
do de mas vida para haberla tenido siempre en mi coria—
pañia....
Largo y pesado fué el camino pero divertido á la par,
pues las chanzonetas y aventuras que nos refirió el calesero
de sus mocedades nos le hizo alegre y llevadero.
Por fin dinos vista á la torre dl pueblo que está á un
estremo de la poblacion sobre un pequeño cerro, y á poco
distinguimos tambien el campanario del convento donde es
taba la monja, objeto de nuestro viaje. Un júbilo estraordi—
nario revosaba en el semblante de mi hijo, pues como en
esta edad los gozes son el juego y las golosinas, se figuraba
en sus adentros que aquellas piadosas vírjenes le habían
de obsequiar con algunas chucherias gratas al paladar.

Llegamos por fin al pueblo y nos dirijimos á la hospede—
ria que esta enfrente del convento; en el instante que nos
vió y conoció la encargada de este asilo de caridad voló á
anunciarnos u la comunidad.
XII.
J1 eonveito y Ia reHjIosa.
Impaciente por vernos sor F. T. hermana demi amigo,
y tornera, dijo á la demandadera que nos anunció nos mani
festase pasésemosen
seguida al locutorio.
Entramos con efecto en él por un gran portal que en su
centro tenia tres puertas; una i la derecha grande de dos
hojas que conducia á lo interior del conyento, otra pequeña
hácia un éugulo que era el torno, y otra é la izquierda estrecha
que daba entrada al locutorio donde reciben las vi
sitas.
Introducidos ea aquella estancia y sentados en dos
grandes sitiales (con honores de butacas) antiguos y con
respaldo asiento de baqueta que estaban prócsimos á los
estremos de la primera reja donde debiamos ver á las reli—
jiosas, esperamosun
momento su llegada.
No se hicieronesperar las infelices, pues á los pocos ins
tantes vimosentrar
por una pequeña puerta é dos; pero co-

‘. ,
—- —
mo esta se cerró y la habitacion era oscura, apenas distin
guiamos mas que el blanco de las tocas.
—-Aprocsímate hermana mia la dijo mi compañero de
viaje, y verás á nuestro antiguo amigo D. M. y á uno de sus
niños, muy parecido á su papa.
Se acercó UCS con otra á la reja, tiró de una cuerda
que estaba pendiente del pestillo de una pequeña ventana, y
con la luz opaca que por ella penetraba pude distinguir las
facciones... de aquella cii otro tiempo encantadora criatura.
Su rostro blanco y tersó como el alabastro 18 años an
tes donde en el mismo sitio y traje la vi en compañia de su
difunta madre se hallaba casi enteramente demudado; aho
ra era pálido, lánguido y abatido; sus ojos negros rasga
dos y espresivos entonces, ahora eran el símbolo de la tris
teza y padecimientos; aquellos contornos que sus O años
le habian dado tan bellas formas, la hacian ahora una mo—
mía y escuálida mujer, que aparentando placer, buscaba
medios para esplicar y espresar la alegría qu no tenia su
corazon.
¡Ah! decia yo mientras ella alzaba cuidadosamente el
velo que habia tenido echado, ¿es este el porvenir dicho
so que tan bien supo pintar aquel reerendo, cuando abu
sando (ó quizá llevado de la mejor fé) de la cordura, posi—
cion y credulidad de la madre las indujo á que abrazasen es
te estado?
Desgraciadas, cuánta mas salud, cuánto mas útil hubiera
sido á su enferma madre, á la sociedad y al mundo en el esta
do á que por la naturaleza y Dios son llamadas las de su seeso?
En el mundo, en medio del peligro y corrupcion de la

sociedad es donde la mujer honrada puede ostentar sus sir—
Ludes y hacer gratos serviciosá
Dios, y quizá en otro estado
dar hijos útiles á la relijion y á la patria.... Si en cualquier
tiempo, en todas las circunstancias de la azarosa vida que
arrastramos, con todas las profesionesy
oficiosse
puede ser
viré Jesucristo....
— ¿Cómo esté Y.? me dijo aquella pobre criatura, con
tímido y tembloroso acento.
—Estoy siempre á sus pies amable señora la contesté,
siempre á sus órdenes y siempre el mismo amigo de Y. y
de su familia....
Lo sé y me consta que ni los años transcurridos desde
nuestra última vista ni esa ausencia tan larga, han podido
entiviar el afecto que á todos nos profesó, contestó la
amable relijiosa.
Pues bien repuse yo, en el supuesto que tan favorable
mente piensa de mis intenciones, quiero poner en juego las
pruebas que me hagan acreedor á su amistad, y para lo cual
principiaremos con el tratamiento curativo que ha de seguir
á ver si logramos devolverla la salud que no tiene, y la cal
ma perdida con sus achaques.
Está bien me contestó, pero de esto ya hablaremos mas
despacio, ahora solo quiero me diga el estado de su
señora y niños y todo cuanto guste decirme antes que bajen
las compañerasque
estan en oracion que vendrán á darlçs la
bienvenida.
Satisfice su deseo del modo mas breve refiriéndola mis
trabajos y compromisos en esa serie de años y des—
pues la dejé que hablara....

—- Qué hermoso niño tiene V. qié pelo, qué cara, lo
mismo que la del padre... es un vivo retrato dijo la otra
compañera que hasta entonces había estado callada y ob
servando.
—Y té, hermano mío, cómo esté tu esposa y mi otro
hermano?
—Todos buenos la contestó, y con vivos deseos de
verte buena y fuera de este sitio.
iChis! le dijo con velocidad la relijiosa poniendo el
dedo delante de su boca, calla por Dios, de aqui no saldré
sino es (un suspiro dado repentinamente dejó entrever
el profundo pesar que la aquejaba) para la eternidad....
En este instante sonó una canpanilla grande, como
las que tañen en los refectorios, y alzar el picaporte de
la puerta de aquel lóbrego aposento y una voz gangosa de—
cia: ave Maria, gracia plena, contestaron las dos que estaban
con nosotros.
Se levantaron de donde estaban, se fueron ñ recibir
é la superiora que colocada en medio de la comunidad se
sino aproximando á nosotros.
—-Están VV. buenos? nos dijo aquella venerable an
ciana, que parecia por su talle y blancura una santa Ca
talina.
—Estamos é las órdenes de V. y de toda la comunidad
contestamos.
— Hemos bajado é tener el gusto de verlos y saludarlos.
—Gracias señoras volvimos á repetir, agradecemos
sus
atenciones y obsequios.
— Obsequios hijos mios pocos tendran VV. porque nues

=36O=
tra comunidad, pobre como siempre, ha quedadoahora
re
ducida á lo que la cnridad pública nos surninistra.... r s
quitaron nuestros bienes, para agregarlos íi la riqueza de la
nacion, y lo que han hecho ha sido enriquecer é cuatro pa
trioteros..., nos deben una infinidad de meses, y con el
producto x trabajo de nuestras manos, hemos tenido mu
chas veces que sostenemos, desatendiendo algunas al mismo
culto, por no morirnos de hambre; cómo ha de ser, pacien
cia... yo no culpo ni censuro á nadie, pero nuestra posicion
es muy triste, tristisima.
Un breve rato estuve suspenso escuchando las justas que
jas de la abadesa, y cuando iba á usar de la palabra, se le
vantó una reljiosa, nos saludó, hizo otra lo mismo, y asi
sucesivamente todas, y ea el mismo órden que habian ve
nido se marcharon.
Solas quedaron las dos primeras, y la una tiró dela
cuerda que pendia de la campanilla, que servia para llamar
la demandadera que en el momento se presentó.
La mandaron poner la mesa y traer la comida, y nos
otros en el entretanto nos volvimos á sentar en los dos fanio—
sos sitiales como dos reverendos patriarcas.
-— Cuénto me he acordado de V. me decia la monja
amiga, en medio de mis achaques y padecimientos.... Cuan
do recibí en el año 4, la carta que desde Carmena me di
rijió, ofreciéndonos á mí y ó mi querida maestra, un asilo, si
las circunstancias nos obligaban á ello; sela leí á esta, y como
ya se hallaba muy próxima al sepulcro, me asió de la mano,
me la apretó, y me dijo: «sj en alguna trihulacion te hallases
hija mia, de esas que provocan las revoluciones y las guer

as, aprovéchate de la oferta de nuestroamigo
D. M.: le
conozco, la hace de coraron.
--—Asi era señora, movido de la caridad y cariño
que siempre las he profesado, tuve la satisfaccion de ofre
cerlas con sinceridad mi corto apoyo, que VV. no admi -
tieron.
—A! Sr. D. M. las pobres montas no pueden admi
tir tales ofertas sin quebrantar los votos que hicieron al
romper tos lazos, que las separaron del mundo y de la so
ciedad, sin ser tenidas por perjuras, apóstatas y endiabladas;
nosotras, renunciando á todo lo humano y terrenal, estamos
destinadas á vivir fuera del círculo de la ley natural; para
nosotras no hay padres, para nosotras no ha afecciones
íntimas, porque si alguna tiene la debilidad de manifestarlas,
las califican de heréticas; aqui no hay mas que egoismo,
envidia, debilidad, cuanto puede haber en un estableci
miento gobernado por mujeres....
Basta, la dijo la compañera tirándoia disimuladamente
del celeste hábito de estameña que vestia.
Abrieron la puerta del locutorio, era la demandadera
que con una ayudanta entraba con una buena sopera (le
arroz ála valenciana, que se iban los ojos tras ella, hacien—
do la boca un agua; nos sentamos pues é la mesa, y cuando
principiamos á hacer platos, vimcs entrar al viejo calesero con
su gran dósis de apetito reclamando su puesto de comensal.
—Adelante veterano, le dijo mi amigo, estábamos im
pacientes al ver su tardanza.
Saludó á las dos relijiosas á estilo vulgar, llevando la
mano al sombrero calañé que tenia puesto y calado hasta las

362==
orejas, se sentó, y dernoerMicamentedimos
principio á
la comida.
Todo el tiempo que duró esta, no quitaron su vista un
momento las relijiosas, preguntando de vez en cuando por
particularidades tan pueriles, que 1 veces se hacian imper
tinentes; debilidad del sexo y del estado. ! Mientras duró
la vianda, todos estuvimos alegres como unas pascuas de na
vidad, pero cuando se alegró el alma y llenó de alborozo
mi pequetielo, fue cuando llamando por el torno fi la de
mandadera una de las monjas, sintió sonar los platos que
anunciabin los postres.....
Aquí se despertó el apetito de los go!osos, y hasta el
calesero que había empinado mas de una vez la botella de
piton ñ estilo de carromatero, se frotaba las manos de con
tento por ver llegado el instante de saborear el almivarado
postre que las monjas presentaran.
Yo creí, le dijo el amigo, que á los caleseros no le
gustaba el dulce.
— ¿No? contestó este lijeramente, tanto ó mas que estG
que sale por aquí; y caja un chorro de lo tinco, alto y per
pendicular de la l)Otella, haciendo un ruido en el fitrio de
aquella boca sin dientes, que parecia una cascada.
—Nosotros, dijo el calesero, ya medio entre Pinto y
Valdemoro, sernos buenos melitares, hacemo., fi pluma y
á pelo.
—Me alegro dijo la monja enferma, mucho tiempo ha
ce que no he tenido un rato tan divertido como este.
—Pues la felicito fi Y. por ello, la contesté, quiera Dios
sea el precursor de su salud.

—Asi sea, añadió la demandadera quitando los plato.
v mantel de la mesa.
Tocaron á maitines, y aquellas dóciles é inocentes vírje
se levantaron de su sitio, y con una reverente cortesia
se despidieron de nosotros hasta el anochecer.
Salimos de allí, y nos fuimos fi ver el pueblo que
nada de particular ofrecia, si se esceptua el mal piso, el
mucho lodo y barrancos que. habia en medio de sus calles
mas públicas. Esta poblacion, pobre y pequeña, estaba des—
de la guerra de la independencia, destruida en su mayor
parte, recordando todavia sus ruinaslos daños sin cuento, que
los franceses hicieran en aquella memorable época.
La Iglesia algo retirada del pueblo, antigua, con retablos
y altares envejecidos, no ofrecia cosa que llamara la atencion;
y el convento deteriorado en estremo, por la escasez de
reparos, amenazaba una catástrofe.
Pasamos á casa del único facultativo que habia en la
iilla, y con la finura y atencion que le distingue, nos reci
bid y obsequió en lo que pudo.
Mil anecdotillas por el estilo de las que por mí habian
pasado, nos refirió el pobre quirurgo, que con su mezquina
dotacion no estaba por cierto sobrado, y desde allí aprocsi—
mándose la noche, vino en nuestra compañia al convento.
IJespues de llevar un buen rato en el locutorio sentados
•conversando indistintamente, aparecieron las dos monjas
consabidas; nos saludaron, é informadas de lo que babia—
¡nos hecho por la tarde en el pueblo, se sentaron en los
banquillos que antes habian ocupado.
—Si á V. le parece señora,, la dijo el compañero facul

tativo, podemos hablar con este caballero de sus padecimien
tos y de cuanto sea necesario á la consecucion de nuestro pro
ecto, que es la salud de Y.
Como V. guste, coutesiS la relijiosa con un acento
de bondad anjelical qu cada vez se hacia mas interesante.
Usó de la palabra el cirujano, hizo tina relacion histó
rica de losmales que la aquejaban con el criterio y tacto
de un hombre instruido. I)escribió los fenómenos que se
presentaron á la invasion de la enfermedad, siguió con una
retórica regular el curso de la dolencia manifestando con
claridad y precision los síntomas que en varios periodos de
ella se habiaii manifestado; diagnosticó la afeccion como
era en sí, estendiéndose á varias observaciones muy filosó
ficas, hizo ci vaticinio juiciosamente reservado y emitió con
franqueza su parecer en cuanto al plan terapéutico, tal vez
tan bien acomodado A la dolencia como la mejor observa
cien clínica del célebre Andral.
Venid aquí, facultativos cortesanos, orgullosos, que os
creeis por ese concepto mas sabios y superiores que los que
desgraciadamente viven en los pueblos, dije entre ml luego
que hubo oncluido de hablar tan digno profesor, venid A
esta miserable aldea A oir la juiciosa historia, la erudita y
lacónica pintura que este pobre cirujano acaba de hacer y
vereis como en medio de la miseria y abyeccion en que
estan, se aprende en ellos á ser profesores, aqui dorde se ca
rece de recursos que en la córe tanto abundan, se reponen
y reducen fracturas y lujaciones, A veces sin los medios
mecánicos que para formar aquellos apósitos se necesitan,
y si se aplican estos, son groseros y mal construidos Se im—

provisari y crean instrumentos para ciertas y sencillas ope
raciones, y cuando rio hay boticas corno en muchos sucede,
el fogon de la mas miserable aldeana se convierte en horni
lla, donde veces se elaboran infusiones y cocimientos de
plantas medicinales para socorrer las urjentes necesidades
de los enfermos.
Aqui donde el facultativo jime aislado sin tener con
quien desahogar su pecho y referir sus cuitas, comiendo
siempre •el bocado amargo de las contratas, es donde se
aprende.... y se hacen los buenos rnédico en las aldeas
y pueblos, no tienen los enfermos practicantes que los
asistan como en la córte, ni asistentes que con el relój en
la mano estén esperando la hora, el minuto para dar lamedi
cina que dejara el profesor dispuesta, ni hay laboratorios
químicos, ni oficinas de farmacia con grandes y recientes
acopios de medicamentos, y á pesar de todas esas faltas de
esas cosas necesarias é indispensables, se hacen buenas y
sorprendentes curaciones. Sí, aqui el profesor laborioso y
aplicado puede con mas facilidad entregarse al estudio, á
ja meditacion que en las grandes poblaciones, donde todo
tiempo es corto, todo fugaz y pasajero. En los pueblos
donde tantos compromisos le cercan, he visto facultativos
instruidos, sabios, encanecidos, dignos de mejor suerte,
esplorar con amargura su condiciori, su suerte y por
venir.
Dejé estas refleesiones, porque tanto surjia por mi rnen—
tedecir, que no hubiera concluido en mucho tiempo. En
vista de los antecedentes que ya teisia por el mismo profesor,
de las causas de la enfermedad que se trata, y lo que la

=366=
misma monja me habia referido en sus epístolas, junto con
los signos esteriores que yo babia observado, casi quedé
convencido de que su padecimiento era un desórderi
menstrual provocado por la edad 6 época crítica en que
se encontraba.
Algunas palabras escapadas sencillameuteá
la relijiosa
me hicieron comprender no obstante que aquel padecimiento
no era solo, 6 al menos si era asi se hallaba sostenido por una
causa poderosa.... ¿Pero cómo indagar esto? ¿cómo descu
brir la incógnita delante de aquella fiscala eterna que no se
separaba un momento de su lado?
Terjiversando mis palabras de una manera capciosa,
á fin de qne no pudiera comprender esta mi sentido, le
indiqué á su hermano pur lo bajo las sospechas que abrigaba
x lo necesario que era arrancarla el secreto de su mal, por
que de otro modo no era fácil correjirle, ni propinar acerta
damente el tratamiento curativo.
El hermano lleno de interes y celo, de un carácter fir
me, resuelto y despreocup ado la dijo:
—Sí, hermana mia tu salud es antes que todas las cosas;
para conseguirla es preciso que le declares al señor cuanto
conceptues es causa á sostener tu enfermedad.
Sin rebozo y con claridad, debes manifestarlo por
que los señores en su ministerio ejercen el sacerdocio
corporal con tanta pureza, como le pueden ejercer los sa
cerdotes en el espiritual; ¿lo entiendes? quiero decirte que
tambien sabui guardar un secreto.... que tú debes decir.
lo todo solo ir los señores....
La otra monja que oyó como se esplicaba el hermano

—367—
comprendiS que ella sobrabaallí,
que estorbaba, cojió una
hmparilla de mano que hhia sobre una mesa, la encendiá
en la bujia que ardía sobre la que estiba colocada en un
•estremo de aquella pieza y pretestando que hacer, nos dió las
buenas noches y se marchó.
Lo mismo hicieron el hermano de la monja, el otro fa—
culiativo y mi hijo: los dos quedamos solos.
A un mudo ysigniíicativo silencio se siguió un suspiro
Y Ufl copioso llanto; era el llanto del sufrimiento contenido
en el dique d la honestidad y relijion que por primera vez
desahogaba un pecho lacerado con toda clase de penas, con
toda clase de persecuciones, con toda forma de miserias; sí,
apreciables lectores, dejamos en silencio lo que no convie
ie revelar, lo que comprenderán los que conocen lo que
pasa en establecimientos compuestos de mujeres débiles por
naturaleza,, y lo que tal vez se pondria en duda por los que
creen que no hay felicidad y no se sirve á Dios mas que n
esta clase de estados y lugares.
La envidia tan natural en el bello seaso, era casi la po
derosa causa que sostenia una iníinidad de años la enfer
medad de esta desgraciada y comprometida monja por
ella habia sido contiunainente espiada ‘ sufrido mil casti
gos, y por la envidia de su virtud era el objeto de la saña
de todas.
En los conventos (pequeñas reptíblicas en sentir de em—
ditos escritores) son electivos como todo el mundo sabe los
empleos ó cargos de la comunidad, y omo á la renova—
cion ó nombramiento de ellos se llevase esta infeliz (sin
pretensiones é intrigas,) el ma or mimero de sufrajios, la

=368=
envidia babia creadoé esta pobre monja, un par de rivales
temibles por su audacia y descaro que de corxtinur acecha
ban sus menores descuidos para desacreditarip.
Estas intrigas femeniles impropias de las que se consa
gran al culto de un Dios de paz y mansedumbre las ponen
en juego de una manera ostensible las que son esposas de
Jesucristo; las asechanzas, los descuidos mas leves, los chis
mes, los ofrecimientos cuanto corifeos de los partidos
políticos ponen en juego cuando se elijen diputados no tie
nen comparacion con los que desarrolla el belio secso, cuan
do trata de nombrar los poderes que su código ha estable
cLdo; no son vitalicios ni hereditarios estos, pero aunque
temporales, tambien se hacen apetecibles á los ojos de las
señoras, ¡lo que gusta el mandar...!
Punible es esta conducta ambiciosa en los hombres....
pero en las mujeres.... y en monjas que nada manejan,
que nada son ni pueden ser por su instituto, es odiosa, de
testable.
Desahogado aquel corazon sensible de la peiia y
congojas, que por tanto tiempo la atormentaran,
hice por tranqeilizarla y la pregunté si quer ia salir de allí.
—No señor , me contestó, aquí moriré y lloraré
el resto de mis (lías un momento de credulidad y de
error.
— Pero señora, la dije, la salud de V. deteriorada en
sumo grado y la tranquilidad de su alma, reclaman imperio—
samentela salida de un edificio donde ademas de su estado
ruinoso, no respira otra cosa que miasmas nocivos la salud
del cuerpo y del alma.

=369=
—No señor, no señor, TO nO quebranto mis votos por
ningun aconteeim ieuto, me contestó.
No es necesario quebrantarías la repliqué, para remediar —
los y correjirlos en lo que sea asequible it su estado, por
que V. puede ser trasladada it otro monasterio de la misma
órden y vivir allí tranquila.
Para conseguirlo añadí, buscaremos en la córte influjo,
y obtenido el consentimiento cte la autoridad eclesióstica
correspondiente, la llevarte it Y. it él con la decencia y siji!o
que ecsije su estado.
Ya el padre vicario mi confesor me babia aconsejado lo
mismo contestó, pero veo irrealizable ese proyecto, y clin—
que se consiguiera, ¿qué adelantaria con mudar de conven
to? si de ios mismos vicios y resabios adolecen todos,
la relijiosa que es trasladada por estos motivos, siempre es
mirada con prevencion, de reojo y como it una forastera....
por esta circunstancia y otras razones mas poderosas que
omito, prefiero permanecer aquí, aunque sepa me cuesta la
vida....
—Pues si V. se resigna it e!lo ¿it qué hemos de pasar
adelante? en ese caso no hay mas que entab’ar el tratamien
to curativo y hacer po!. desechar en lo que sea Ps1b1e las
causas que sostienen y ecsasperau su enfermedad. Para esto
necesito observar it T mas de cerca y si la madre aba
desa da su consentimiento entraré mañana en el convento.
En este instaute un ave maria dado con fuerza se dejó
oir y el rechineo de la puerta por donde entraba la
abadesa en compañia de otras das relijioas que venia en
mi busca.
TOMO LI.

— Me alegro, me alegro enaonrar á V. aquí Sr. li.
M. porque quiero que ecsmniue despacio íl noestra herma
na en Cristo Sor F. que siempre está la pobrecita enferma,
no tiene hora de salud. .. añadió la abadesa con un
acento de sinceridad é bitares que me pareció una santa.
Cabalmente madre mia estábamos en este momento
hablando de la materia y concluia de decir á esta seño
ra la inlispeuablc necesidad de reconocerla de cerca, pues
asi ni se la puede pulsar, ni apreciar los grados de calórico
de su cuerpo, iii otros síntomas que necesito descubrir para
formar un esacto juicio de la dolencia.
—Pues mañana á las siete bajará toda la comunidad y la
puede V. observar en ese otro recibimiento que hay contiguo
qie dá entrada al interior del convento,
—Cualquiera deterininacion qwa V. adopte señora la
contesté, la acato y la respeto, 1iat’o me parece innecesaria la
presencia (le tola las relij tosas, y aun diré mas que es
perjudicial, porque ni yo tendré libertad suficiente pal-a ha
cer la esploracion le ciertos érganos que padecen, ni esas
señoras gustarán de presenciarlo.
—En bu V. que sabe muy bien las reglas de la órdeu
dispondrá lo que mas compatible sea en beneflcio de la salud
de esta desgraciada.
El reverendo P. vicario, dijo una de las relijiosas pre
sentes, podrá inFormar á V. sobre este asunto.
—Tiene razon la hermana, con esto me quito de res
ponsabilidades ante Dios y la comunidad; un campanillazo
sonó junto al torno, era que la misma abadesa hbia
tirado de la cuerda para llamar á la demandadera.

Se presentó pues esta y dijo:
—Qué mandan las santas madres?
—Llamar V. inmediatamente al P. vicario y le dirá
de mi parte bagá el favor de venir.
—Pues al momento viene, porque está en la hospede—
ria hablando con el hermano de sor F. y con el niño del
Sr. facultativo.
Nos volvió la espalda y á poco rato se presentó en
compañia de las personas anteriormente dichas.
Loado sea Dios, dijo el P. al poner el primer pe
en la habitacion donde estábamos con una voz tan fuerte y
penetrante que returnbó por todos los ángulos de la estan
cia, como la de un sorchantre de catedral.
—Por siempre sea alabado y bendito, contestaron las
relijiosas, y o que me levanté y cedí el asiento con una se
ñal cortés y significativa.
-—Gracias, me dijo, vy á saludar Liestas
señoras loe -
go soy con Y.
Efectivamente, las saludó, y despues se sentó en el si
tial que daba frente al mio.
—Con que es V. el facultativo amigo antigeo (le Sor
F. y de su familia?
—Servidor.... le contesté.
—Me alegro de tener el gusto de conocerle personal
mente, pues coció tenia hacía años, noticias de Y., ansiaba
este momento.
—Gracias P. Vicario, gracias, Y. me honra dema
siado, yo tambien le tengo completo en ofrecerme su S.
Supongo qóe las madres me llamarán, dirijiendo la vist3

==s7 =-
hócia donde estabaii, para que corno asesor nato de sus ni—
fladas, las saque de alguna duda.
es verdad, señoras madres?
—Cabalmente, contestó una voz delgada desde all(i
dentro, que por la distancia y lo concisa, no pude averiguar
quien la habia espresado.
—Pues bien, volvió ó decir el P., digan VV. lo que
gusten y despachemos pronto, que estos señores se vendran
á cenar Ii casa, donde tambien dormirón, pues ya vó siendo
tarde, y teridrón necesidad de descanso.
—La cena la tienen aquí dispuesta, dijo la abadesa, y
Y. puede acompañarlos, despues serón de V.
—Bien, pues al grano, contestó el P. en tono y ademan
duro, pero franco y claro.
—Se trata, dijo la superiora, de que el señor facultativo
observe la dolencia de Sor F.; ¿se qiebruntarón por eso las
reglas de nuestra órden? podri el señor médico, sin comn—
prometer nuestro instituto y conciencia, penetrar en el
convento?
—Asi como el Ser Supremo, repuso el P., en tono so
lemne, nos ha dado los sentidos para aprovecharnos de
ellos, asi tambien creó la medicina para correjir nuestros
males, y del mismo modo que nosotros administramos el pasto
espiritual, el médico administra el corporal; por los pecados
mas ó menos graves, aplicamos la penitencia, y por los sín
tomas y señales que observan ellos en las enfermedades,
aplican taminen el reaedio,de consiguiente para que apre
cje debidamente la gravedad de estas, es preciso que se
le faciliten al señor, cuantos medos juzgue ó propósito á su

=373==
corisecucion; Dios quiere el bien de sus erriaturas, nosotrós
sin faltar á lo ms sublime dci bienhechor universal no de—
hemos oPorlerros.... ¿Si una relijiosa cae enferma, no se
llama al facultativo del pueblo para que la visite y medicine?
pues si •á este le está abierta la puerta, ¿por qué no lo ha de
estar para el que viene esclusivarnente de pueblo distante
con ese objeto?
-jAy! ¡madre, madre! mas ñanqueza y tolerancia con
el desgraciado y los escrúpulos guárdense para motivos
justos.
Pues bien, contestó la superiora con esto ya estoy tran
quilo.... pero corno fi una pobre pecadora como yo se le
alcanza tan poco.... por eso me aconsejo de V.; mañana
á las ocho sin falta, hará Y. el reconocimiento y observa—
cion que guste, añadió dirijiéndese á mí, y Dios le dé su san
ta gracia para ponerla buena.
Se levantaron de su asiento, nos despedirnos hasta la
mañana siguiente, y la demandadera principió fl esten
der los manteles sobre la mesa donde habiamos de
cenar.
—Pues o tambien voy hacer lo mismo, díjo
el P., en casa espero á VV. con las (amas prepa
radas.
—Gracias P. vicario, le dije asiendo su mano, hasta
luego.
Se marchó y nosotros nos colicamos al rededor
de la mesa; pero en cíla faltaba un asiento, el del ca—
tesero, que en concepto de mi hijo estaba durmiendo.
Salió él mismo á buscarle fl poco tiempo le vi—

— 374—
mos entrar acompañado del pol)re veterano, que aunque
efectivamente dormitaba no quiso negar su cuerpo é esa
clase de batallas.
—,Dónde anda V. ledie, que nola hemos visto en toda
la tarde?
haga V. cuenta señor contestó aquel, que co
mo estaba causadillo despIle3 que cuidé mi cababo, me
recosté un poeo, y quedé dormido como un ca
chorro....
Vaya pues Ii cenar, y Ii acostarse que mañana hemos
de salir de aquí á las diez.
Con efecio cenamos opíparamente en medio de los
chistes de nuestro conductor que hacia pedazos sus encias
por no poder masticar algunas presas de gallina, y despues
que nos hubimos despedido de tan obsequiosas relijiosas
marchamos en casa del Sr. Vicario.
——Que cuide V. mucho al jamelguito dijo mi
E. al calesero, que mañana tiene el animalito que tra
bajar.
—Ya lo se hijo, ya lo sé le contestó, y trtpas llevan
piernas ¿no es verdad chiquitin?
—Asi es, replicó él dando un adios al calesero.
Llegamos á la casa referida que estaba é estramuros del
pueblo y como estuviera sola aislada y con gran fachada pa—
recia encantada.
Llamamos á la puerta, y una señora como de unos 40
años fué nuestra portera.
—Adelante señores dijo esta con una voz apagada y co
mo afónica.

A sorda me huele añadió el hermano de la monja, y
á mí It tuerta le contesté yo en toito bajo miré udola al
soslayo.
Malum signum dijo mi imberbe hijo.
—Calla muchacho le repuse yo en el mismo tono, ¿no
ves que te pueden oir?
Seguimos por un patio bastante espacioso y llegamos It
un portal donde salió á recibirnos el P. con una lu en
la mano.
—Le saludamos y ROS introdujo eu una sala decente..
mente amueblada y con un buen brasero encendido que da
ba un temple hermoso á la habitacion.
—Sentarse señores, calentarse, fumar un cigarro, y
á la cama que esté la noche fresquita.
Era este buen sacerdote uno de los muchos esclaustrados
que en su tiempo habia obtenido un buen destino en su ór
den.... natural, franco y jovial, manifestaba un buen fondo;
sus maneras algun tanto ordinarias, vislumbraban un no sé
qué grotesco, que me recordaba lo que en el trato de otros
de su clase habia observado en tiempos pasados.
Nos dió It cada uno su cigarrillo, le encendimos, y en
nuestra cornpañia sentado, mandó Ti su ama nos trajera una
copita de licor, que era It lo que llamaba sti paeruidacl la
sosiga.
Una joven morena, decentemente vestida, de 18 años,
con ojos negros, largas pestañas, y carrillos llenos, y ericen
didos como la grana, se presentó llena de turbacion It
nuestra presencia, con una bandeja donde traia vizcochos, y
las copas referidas.

376
—Esta joven, dijo el P. es una sobrinita, que de pe
queña se quedó sin madre, y yo la tomé bajo mi pro—
teccion.
Servidora de VV. contestó la amable jóven con voi
entrecortada.
—Muy señora mia, la repliqué yo cojiendo la bandeja
para que no estuviera incomodada; tomé una copa, y se la
presenté al P.
-—Sin preámbulo señores, añadió el P., á beber re -
cojerse, que yo estoy tan metodizado y acostumbrado á mis
horas, que si salgo de ellas me pongo malo.
Cada uno bebimos su copa, y la devolví á la sobrina la
bandeja diciéndola....
—I)ios la coiserve esos luceros hermosos.
Un color sonrosado encendió sus mejillas, y se salió de
donde estábamos.
—Cómo se conoce la profesion que ejeree, dijo el P.
que habia notado mis palabras, no he conocido á un solo
médico que no sea amigo de echar flores.
—Estas no son (lores le contesté, es admirar, y pedir
por la censervacion de los interesantes ojos de su hermosa
sobrina.
—Me alegro, contestó el P. riendo y dándome una pa!—
mada en el hombro, soy de igual jenial que V.;cuando veo
una cosa buena no me puedo contener.... viva la franqueza
gritó el P. con un jóbdo estraordinario.
—Viva, gritamos todos con palnioteo y carcajadas, por
la improvisacion de su reverencia.
concluimos el cigarro, y todos nos levantamos del asien—

=317=
to para dirijirnos á la cama donde dormimos plócidamente.
No bien hahiau aparecido los primeros crepdsculosdel
alba, cuando se presentó nuestro P. en el aposento á dar
nos los buenos dias, Tan buenos oficios no podian menos
de confirmar el buen fondo de relijioso. Le di gracias por su
atencion, y á poso rato se presentó l ama con el chocolate
y buenas rebanadas de pan fritas para el desayuno.
Despues que hubimos concluido este, despedido y dado
gracias por su asistencia y hospitalidad al P. y señoras de
la casa, nos encaminarnos al convento, donde al momento
que nos vió la tornera enferma, sonó la campanilla en señal
de llamada.
Aun no habiamos concluido de saludar á la relijiosa,
cuando vimos aparecer á la abadesa en el locutorio acom -
pañada de cuatró relijiosas.
—La puerta se va á abrir, puede el Sr. médico pasar
con la demandadera por elh al interior del convento, dijo
la madre en tono grave.
Pocos momentos despues me hallaba en un portalon
espacioso y frio, donde había seis relijiosas formando un
círculo; dos de estas vueltas de espaldas al círculo, y todas
con el velo echado sobre la cara.
Por de pronto creí seria ceremonia de su instituto ó
regla, perodespuesque
reilecsioné un poco, conocí que estas
eran las antagonistas de (a enferma.
Las saludé en jeneral y supliqué á la abadesa hiciera
sentará la enferma para ecsarninarla con comodidad.
Ocupó una de las dos sillas que allí babia, y yo me
senté en otra,

—. 378 —
La observacion atenta de sus órganos me ronfirmó su
padecimiento. Habla un desórden menstrual, porosismos,
histéricos, demacracion, y una fiebre de caríicter géstrico
la cor}sumia. Era una flor ajada y marchita par el torbellino
de los disgustos, y su compleesion antes saludableS y lozana,
se habla convertido en un foco perenne de achaques. Su
circulacion desordenada por los repetidos ataques epilépticos
producía fuertes palpitaciones; su lengua pfihida y fria
daba indicios de la anemia del sistema dijestivo
Aquella fisonomia antes tan espresiva, tenia el sello de
un padecimiento profundo....
-—Nada mas que ver y ecsaminar, dije á la abadesa,
en el locutorio estenderemos el compañero y yo el plan
curativo que se ha de seguir. FIicímo$o así, y yo qued&
encargado de mandar las medicinas de la córte que nece—
sitara.
Se volvió fl juntar toda la comunidad, y despues de
despedirnos y dádoles las muestras mas espresivas de nues
tro afecto y agradecimiento, salimos en busca del calesero
que con su carruaje listo esperaba nuestro aviso para echar
í andar. Allí nos despedimos del P. Vicario y facultativo, y
á las cinco hor’as de camino llegamos á Madrid.
Hasta que hubimos llegado h la córte, no supe lo que
contenia un envoltorio que la monja enferma hable entre
gado fi mi hijo, y como las señoras mujeres son jeneral.
mente curiosas, luego que le ió la mia, le desenvolvió
en él halló una almohadille en forma de acerico, adornada
con los colores chillones, con que las relijiosas suelen her—
moscar sus labores, unas rosquillitas ene hicieron brincar

==379
de jubilo á mi pequeño hijo, y una carta. .. Abri pues esta
y en ella une suplicaba encarecidamente suspendiésemos toda
jestion que tendiese á sacarla de aquel monasterio donde
babia jurado morir.... en vista de lo cuial, desistimos de1
pro’ecto, eontentndome empero con tener en mi guar
dajoyas estos dos objetos y remitirla las medicinas,
con las que despues de alguins meses se logró una gran
mejoria, y asi sigue pidiendo é Dios por SUS bienhechores.
• Lo mismo en esta pequeña ausencia, que en todas las
que hiciera en los partidos se habian sucedido bastantes avi—
sos de enfermos; parece que una fatalidad nos sujeta, y una
mano de hierro ocuílta, nos esclaviza, para que jamas esté
el profesor con tranquilidad y sosiego.... sin hacer nada
muchas veces, y repentinamente agobiado con el trabajo.
Esto pasó por mí en esta ocasinn, seis enfermos nuevos
me esperaban, y con las circunstancias particulares, fisicas
y politicas de ellos, teniamos material para escribir un tomo
en folio..., pero ya es tiempo de dejar nuestra tarea, qui.
zá un dia la continuemos, y entonces se vea esplanado
nuestro proyecto y gran pensamieuto; baste saber por hoy
que de estos enfermos, tres personas distinguidas se hallaban
padeciendo por las vicisitudes polit.ica, los horrores del ham—
tire, de la indijencia, en toda su deformidad, sucumbiendo
de estas tres familias, dos señoras, madre é hija, que pudie
an dar lugar á un poema el mas sentimental y aflictivo.
En los otros tres. habiii un caballero., que padecia
de
una moflomania suicido que por el modó con que la hici—
unos desaparecer y cambiar en una mania pasiva, merecia
un capitulo separado.

=38O
Los dos restantes, eran una jóven prostituida, abando
nada al mas obsceno escándalo, al lenguaje mas cínico).
á las oianeras mas lúbricas y lascivas, que se pueden di
bujar, Qmpero acusando á su amante de inconstante y em—
venenador de sus dias....
El otro era una anciana, mujer paisana, que despues de mas
de tres meses de asistencia falleció, en el mismo dia en que
la capital se declaró en abierta oposicionalsistema
tributario
del Sr. Mon, y en cuyo dia estuvo en bien poco fallecer,
víctima de Los desmanes y despotismo de la tropa; pues
saliendo, de la casa de la enferma referida, (Plazuela de
Avapíes) un soldado me puso La punta de la bayoneta al
pecho, para que entregara el bastan,, que corno facultativa
usare, y en cuyo acto le rompieron.
Hasta aqui los trabajos de la córte, despues principio mas
favorable la marca de la suerte, vendí mis dos fincas referidas
y unas acciones que por casualidad tornera de un banco
y con este producto me desahogué y puse mi casa, donde
vivo siempre con afanes..

)E LAS MATERIAS CONTENIDAS EN ESTE TOMO.
CAPITULO 1.
ARTiCULO 1. Una apelacion.
ART. II. El ensnQfio
ART. III. La invasion facciosa.
ART. IV. El socorro
ART. Y. La sorprendente carta.
ART. VI. Anécdotas históricas
ART. VII. El abrazo
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
CAPITULO II.
1. Una intermitente rebelde
II. El enfermo
III. Mi segunda visita.
IV. La historia de unas mujeres
Y. Historia de las presas
VI. El pleito
VII. Continua la historia de las mujeres. .
VIII. El mensaje
IX. Prosigue la historia de las mujeres
32
40
47
pi. 5
15
19
27
50
59
6!
64
68
72
75
82

ART. X. TrmersLa y desesperacioii
CAPITULO III.
ART. 1. Uoa fiebre gástrica....’......
ART. II. Historia de mis padres103
ART. III. Un episodio histórico de los pudres de
esta víctima106
ART. IV. Prosigue ci episodio históriw119
ART. Y. Un nifo fusilado
ART. VI. Noticias de estas viajeras135
ART. VII. Regreso de la pobre Hijinia continua
cion de su historia13S
ART. 1. Un ajusliciad
CAPiTULO IV.
ART. II. Los horrores de una córcel151
ART. III. Mi entrevista con el juez
ART. 1V. La operacion170
ART. Y. Recuerdos históricos174
ART. VI. Historia del reo16
ART. VII. La segunda entrevista
ART. VIII. Prosigue la historia del reo213
ART. IX. Laditima sentencia,laeapilia y €1 patíbulo 23D
CAPiTULO Y.
ART. 1.. Un praø fusilado231

ART. II. La primera visita
ART. III. Historia de la enferma .
ART. IV. Prosigue la madre la historia comenzada. 261
IItT. V. Un páiroco con cuatro compañerosen
la
capilla.265
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
ART.
A wr.
ART.
ART.
CAPITULO VI.
1. A Madrid me vuelvo.
II. Madrid
III. La consulta.
IV. El rejistro
V. El empeño
VI. Un herido
VII. La rectificacion
Viii. Sucesos varios
1X. El viaje
X. El convento y las relijiosas.
976
988
298
0
307
31.6
391
330
347
• • .356

FE DE. ERRATAS..
Pág. Línea. Dice. Lóase..
1 .3 1838, 183.
17 29 afliccion, afeccion.
37 8 acompaña, acompañar..
42. 28 ilucines, ikisones.
4 6 ellos, ellos. de
57 9 todo, toda.
75 2.1 le, lo.
95. 10 dasados, pasados.
144 2 retiraremos, retiramos.
156 12 1843, 184Zt.
152 23 intelijelensa, intelijencia..
170 art.. VI, LV.
221 16 podria,. podia.
244 28 torreno, terreno..
29 9 marca, marca.
298 12 acosaba, acusaba.
302 9 esraleros, escalera.
302 10 marca, marea...
307 17 desesperedo, desesperado..
315 11 campe, campo.
322 6 el imperativo, imperativo... é
337 1 y que...... los yque.
353 30 22, 23..