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CUANDO EL DESEO ES UN PROBLEMA (POR<br />
DEFECTO)<br />
En una pareja ideal, el deseo sexual fluye abundante y<br />
armoniosamente entre los enamorados, pero al cabo el tiempo,<br />
la intoxicación de hormonas va dejando paso a la normalización.<br />
Ya no necesitas imperiosamente estar cada segundo de tu vida<br />
junto a (y encima de) tu amado/a, y la limerencia se va<br />
alejando a la par que se acerca la monotonía.<br />
El deseo puede ser un problema para la pareja, a veces por<br />
su carencia (o ausencia), pero también por su exceso. En<br />
realidad, el conflicto surge cuando existe disparidad entre las<br />
necesidades de sexo de ambos miembros de la pareja.<br />
Es decir, la frecuencia de contacto sexual deseada. En<br />
relaciones heterosexuales, es a menudo el hombre el que<br />
siempre tiene ganas, mientras que a su mujer siempre le duele<br />
la cabeza. Ni siquiera la aspirina ha logrado igualar las<br />
necesidades de chicos y chicas.<br />
Primero hablaremos de algunas de las causas de la falta de<br />
deseo: la crisis económica, el estrés, el retorno tras las<br />
vacaciones. Pero no sólo hay causas emocionales: la insuficiente<br />
lubricación vaginal desanima al coito.<br />
Pero también los hombres sufren falta de deseo en<br />
ocasiones, y sus chicas suelen vivirlo como una amenaza:<br />
comienzan a pensar que están perdiendo atractivo, se ven más<br />
michelines o celulitis, y en su cerebro remultiplican las patas de<br />
gallo, aunque el espejo no esté de acuerdo con esa impresión.<br />
En la era <strong>del</strong> metrosexual, los varones también se depilan,<br />
también se cuidan y se dan creas hidratantes. Y comienzan a<br />
dudar de ser lo suficientemente atractivos como para iluminar el