DOSSIER MEXICO - Plataforma Democrática
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Universidad de Buenos Aires<br />
Facultad de Ciencias Sociales<br />
ISSN 1853-2713<br />
OBSERVATORIO LATINOAMERICANO 6<br />
<strong>DOSSIER</strong> <strong>MEXICO</strong><br />
Buenos Aires, abril 2011<br />
Instituto de Estudios de<br />
América Latina y el Caribe
Decano<br />
Sergio Caletti<br />
Vicedecana<br />
Adriana Clementi<br />
Secretaria Académica<br />
Stella Martini<br />
Secretaria de Estudios Avanzados<br />
Carolina Mera<br />
Secretaria de Gestión Institucional<br />
Mercedes Depino<br />
Secretario de Cultura y Extensión<br />
Alejandro Enrique<br />
Secretaria de Hacienda<br />
Cristina Abraham<br />
Secretaria de Proyección Institucional<br />
Diego de Charras<br />
Instituto de Investigaciones Gino Germani<br />
Director: Julián Rebón<br />
Autoridades Facultad de Ciencias Sociales<br />
Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe:<br />
Director: Waldo Ansaldi<br />
Biblioteca Norberto Rodríguez Bustamante<br />
Director: Daniel Comande<br />
Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe<br />
Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires<br />
Marcelo T. de Alvear 2230, C1122AAJ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina<br />
www.iealc.fsoc.uba.ar - iealc@mail.fsoc.uba.ar<br />
Director: Waldo Ansaldi<br />
Comité Académico: Hugo Calello, Rubén Dri, Eduardo Grüner, Mario Toer (titulares),<br />
Héctor Angélico, Atilio Borón (suplentes)<br />
Secretaría: Mgr. Silvia Demirdjian, Mgr. Juan Diez<br />
ISSN 1853-2713<br />
2
OBSERVATORIO LATINOAMERICANO<br />
Observatorio Latinoamericano es una colección de trabajos que, bajo la forma de dossier,<br />
publica el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC), de la Facultad de Ciencias<br />
Sociales de la Universidad de Buenos Aires, con el objetivo de ofrecer a todos los interesados en<br />
conocer más y mejor a América Latina, información y opiniones sobre la región y cada uno de<br />
sus países, sea para fines docentes, de investigación o de mero deseo de ampliar la capacidad<br />
de comprensión de realidades complejas, usualmente no tratadas o insuficientemente tratadas<br />
por los medios de comunicación comerciales.<br />
Observatorio Latinoamericano reproduce material generado por académicos y periodistas<br />
latinoamericanistas de distintos países y orientaciones. Iniciamos la colección con textos<br />
publicados en medios de comunicación alternativos, que cubren lo que la prensa comercial<br />
suele ocultar, aunque aspiramos a ir incorporando crecientemente los trabajos de nuestros<br />
propios investigadores e investigadoras. En todos los casos se consignan los créditos y<br />
reconocimientos correspondientes. Crecientemente iremos incorporando producción propia, es<br />
decir, de los investigadores del IEALC y de los tesistas y becarios que investigan sobre América<br />
Latina con sede en él.<br />
Observatorio Latinoamericano es una publicación electrónica, de acceso, distribución y<br />
descarga gratuitos. Los textos pueden reproducirse libremente, pero en todos los casos se<br />
indicará la fuente, particularmente la original en los casos en que así corresponda, es decir, en el<br />
de textos publicados inicialmente en otra publicación, sea ella en soporte digital o papel.<br />
El dossier México ha sido realizado bajo la coordinación del Grupo de Estudios sobre<br />
Centroamérica: Esteban De Gori, Miguel Leone, Graciela Liciaga, Lucrecia Molinari, María de<br />
los Ángeles Paniagua, Julieta Rostica, Laura Sala y Valeria Saponara Spinetta.<br />
1. Haití, febrero 2010<br />
2. Paraguay, mayo 2010<br />
3. Guatemala, agosto 2010<br />
4. Bolivia, octubre 2010<br />
5. Colombia, diciembre 2010<br />
Números publicados:<br />
3
El GRUPO DE ESTUDIOS SOBRE CENTROAMÉRICA está compuesto por graduados y<br />
docentes de la Carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires: el licenciado Miguel Leone,<br />
las licenciadas Graciela Viviana Liciaga, Lucrecia Molinari, María de los Ángeles Paniagua, Laura Sala,<br />
Valeria Saponara Spinetta, por el doctor Esteban De Gori y la doctora Julieta Carla Rostica, quien<br />
actualmente lo coordina. El mismo tiene su inserción en el Instituto de Estudios de América Latina y<br />
el Caribe, perteneciente a la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. El Grupo<br />
ha sido organizador de las “Primeras Jornadas sobre Estado, Violencia y Procesos Políticos en<br />
Centroamérica, México y el Caribe” en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos<br />
Aires en octubre de 2008. Gran parte de sus integrantes forman parte de la investigación colectiva<br />
Representaciones y lenguajes de las élites dirigentes centroamericanas acerca de los procesos de exclusión/inclusión<br />
política desde las primeras décadas del siglo XX hasta la actualidad. Resignificación y reapropiación de las ideas de<br />
Nación, Soberanía y Representación política, financiada por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la<br />
Universidad de Buenos Aires y dirigida por el Dr. Esteban De Gori. Entre la última producción<br />
científica de sus integrantes se destaca la siguiente:<br />
Miguel Leone, ¿Qué huellas deja la violencia? Un análisis de discursos de intelectuales<br />
indígenas. Guatemala, Boletín de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica, Nº<br />
49, abril/junio 2011; “El multiculturalismo en Guatemala visto a través de los discursos de Demetrio<br />
Cojtí Cuxil”, III Jornadas de Estudios Políticos, Universidad Nacional de General Sarmiento, Los<br />
Polvorines, 17, 18 y 19 de noviembre de 2010; La emergencia de formas de saber sobre «lo maya» al<br />
calor del genocidio guatemalteco. (C 1950-2009), e-l@tina, Revista electrónica de estudios<br />
latinoamericanos, N° 31, abril/junio 2010.<br />
Lucrecia Molinari, Las elites salvadoreñas y la Doctrina de Seguridad Nacional en los 60,<br />
Boletín de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica, Nº 49, abril-junio 2011;<br />
“Análisis comparativo Argentina – El Salvador: el papel de los grupos paramilitares en la represión<br />
política”, II Jornadas sobre Experiencias Latinoamericanas en Derechos Humanos, Instituto Espacio<br />
para la Memoria, Buenos Aires, 20 y 21 de octubre de 2010; “La Doctrina de Seguridad Nacional y<br />
su aplicación en El Salvador en la década de los 60”, III Jornadas de Estudios Políticos, Universidad<br />
Nacional de General Sarmiento, Los Polvorines, 17, 18 y 19 de noviembre de 2010; “De la masacre<br />
de 1932 a la guerra civil”, en Daniel Feierstein (comp.), Estado y violencia en América Latina (Siglo XX).<br />
Buenos Aires: Editorial Prometeo, 2009.<br />
Laura Sala, La política de integración social en la Guatemala contra revolucionaria a la luz del<br />
Seminario de Integración Social Guatemalteca, Boletín de la Asociación para el Fomento de los Estudios<br />
Históricos en Centroamérica, Nº 49, abril-junio 2011.<br />
Valeria Lucia Saponara Spinetta, “Los otros; los jóvenes. Un estudio sobre las maras<br />
Guatemaltecas”, III Jornadas de Estudios Políticos, Universidad Nacional de General Sarmiento, Los<br />
Polvorines, 17, 18 y 19 de noviembre de 2010.<br />
Laura Sala, Miguel Leone y Valeria Lucia Saponara Spinetta, Maras y medios. Una<br />
deconstrucción de discursos sobre las Maras en Guatemala, Dossier Guatemala, Observatorio<br />
Latinoamericano, Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe, Universidad de Buenos Aires,<br />
Buenos Aires, 2010; “Maras y medios. Una deconstrucción de discursos sobre las Maras en<br />
Guatemala”, VI Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional de La Plata, 9 y 10 de diciembre<br />
de 2010.<br />
Esteban De Gori, Recuperación democrática, violencia y sistema político en Honduras<br />
(década del 80), Boletín de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica, Nº 49,<br />
abril-junio 2011; Editor, “Élites, orden y violencia política en Centroamérica (Siglo XX)”, Boletín de la<br />
AFEHC, N° 49, abril-junio 2011; “Honduras: Doctrina de seguridad nacional, políticas de<br />
4
contrainsurgencia y democracias”, en Daniel Feierstein (comp.), Estado y violencia en América Latina<br />
(Siglo XX). Buenos Aires: Editorial Prometeo, 2009.<br />
Julieta Rostica, La elite político-militar y sus representaciones del indio. Guatemala 1982-<br />
1996, Boletín de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica, Nº 49, abril-junio<br />
2011; “La dictadura militar en Guatemala (1982-1985)”, en Waldo Ansaldi, compilador, Los Sonidos<br />
del silencio: Resistencias y Dictaduras en América Latina 1964 – 1989. Buenos Aires, en prensa;<br />
Coordinadora, Dossier Guatemala, Observatorio Latinoamericano, Instituto de Estudios de América<br />
Latina y el Caribe, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2010; “Dictaduras y democracias en<br />
Guatemala. La cuestión étnica en los discursos de la dominación y de la resistencia”, en Cecilia<br />
Macon y Laura Cucchi compiladoras, Mapas de la transición. Buenos Aires: Editorial Ladosur, 2010;<br />
“Interpretaciones de la historia reciente y memoria colectiva. Guatemala y el proceso de<br />
democratización”, en Daniel Feierstein coordinador, Terrorismo de Estado y Genocidio en América Latina.<br />
Buenos Aires: Prometeo, 2009; “De la infrapolítica de las comunidades indígenas (1982-1983) a la<br />
salida a la luz pública de las Comunidades de Población en Resistencia (1990-1991) en Guatemala”,<br />
Coloquio Internacional: Movimientos sociales, memorias y procesos de resistencia en la historia<br />
reciente de América Latina, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos<br />
Aires, 23 y 24 de noviembre de 2010; “Miguel Ángel Asturias y su tesis sobre «El problema social del<br />
indio»”, III Jornadas de Estudios Políticos, Universidad Nacional de General Sarmiento, Los<br />
Polvorines, 17, 18 y 19 de noviembre de 2010.<br />
El Grupo tiene por objeto de análisis sociohistórico a Centroamérica, una región<br />
generalmente desconocida, olvidada y no observada de América Latina por una buena parte de los<br />
investigadores pertenecientes al campo de las ciencias sociales y humanas, sino del Cono sur al<br />
menos de nuestro país. Los procesos sociopolíticos que atravesaron Centroamérica por varias<br />
décadas, como la revolución social, la guerra civil, la dictadura y el genocidio, limitaron la formación<br />
de profesionales en ciencias sociales, la investigación y la producción científica, generalidad de la que<br />
Costa Rica es indudablemente la excepción dada su larga tradición democrática. La intención del<br />
Grupo es colaborar a llenar ese vacío en el proceso abierto por los colegas centroamericanos en estos<br />
últimos años y aportar una reflexión sociohistórica sobre Centroamérica desde nuestro país, para<br />
aprender más sobre América Latina. Considera que Centroamérica, por la complejidad y riqueza de sus<br />
procesos históricos, constituye un campo de enorme fertilidad para pensar y comparar diversos<br />
fenómenos sociopolíticos.<br />
Su objetivo principal es estudiar las características estructurales, los procesos históricos, los<br />
acontecimientos y las coyunturas políticas generales de la región centroamericana atendiendo a las<br />
especificidades irreductibles de cada uno de los Estados-nación que la conforman. Esta articulación<br />
entre unidad-singularidad es abordada preferentemente a través del enfoque de la sociología histórica<br />
y la utilización del método comparativo. Sus estudios interpelan necesariamente otras unidades de<br />
análisis que iluminan el objeto propio, como es en esta oportunidad indiscutiblemente el caso<br />
mexicano.<br />
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CONTENIDO<br />
Introducción, Julieta Rostica………………………………………………………<br />
Neoliberalismo y movimientos sociales<br />
Articulando resistencias, procesos y proyectos: los desafíos actuales del movimiento<br />
zapatista, Juan Diez…………………………………………………………………...<br />
2006, el año que vivimos en peligro, Fabiola Escárzaga………………………………...<br />
Mecanismos estatales que erosionaron el movimiento mexicano El campo no aguanta<br />
más, Sonia Puricelli…………………………………………………………………….<br />
Derechos humanos tras la transición a la democracia<br />
Los deficitarios Derechos Humanos, José Enrique González Ruiz………………………<br />
Delincuencia, (in)seguridad y los límites del estado de derecho en México, Pedro<br />
Cerruti…………………………………………………………………………………<br />
Estado y narcotráfico<br />
Violencia social, crisis estatal y políticas de excepción: notas sobre la “guerra al<br />
narcotráfico en México”, Leandro Barttolotta, Andrés Fuentes e Ignacio Gago……………...<br />
¿Se ha convertido México en un Narco-Estado?, Oscar García González………………..<br />
Fronteras, fronterizos y literatura del padecimiento, Esteban De Gori…………………..<br />
Ciudad Juárez: la vida breve, Héctor Domínguez Ruvalcaba………………………………<br />
Feminicido<br />
Militarización neoliberal y feminicidio en México, Mariana Favela……………………..<br />
Algunas notas y reflexiones sobre el fenómeno Feminicidio, Graciela Liciaga y María de<br />
los Ángeles Paniagua…………………………………………………………………….<br />
Las batallas de las cruces. Los crímenes contra mujeres en la frontera y sus intérpretes,<br />
Héctor Domínguez Ruvalcaba y Patricia Ravelo Blancas……………………………………..<br />
Demiurgos menores: La construcción de un espacio narrativo en “the manuscript” de<br />
Juan Bruce-Novoa, Roberto Kaput González Santos……………………………………...<br />
El (Bi)centenario: conmemoraciones, imaginarios y representaciones<br />
El bicentenario que llegó demasiado tarde, Irving Reynoso Jaime………………………...<br />
Celebrando el pasado desde el presente: las fiestas del Bi/centenario en México,<br />
Eugenia Allier Montaño y José Carlos Hesles………………………………………………<br />
El trauma de Edmundo O’Gorman, Andrés Kozel……………………………………..<br />
Apuntes sobre el americanismo de Rafael Altamira y los inicios del intercambio<br />
académico entre México y España, Juan Manuel Ledezma………………………………<br />
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MAPA POLÍTICO DE MÉXICO<br />
Bandera y escudo de los Estados Unidos Mexicanos<br />
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José María Morelos Miguel Hidalgo<br />
Agustín de Iturbide Antonio López de Santa Anna Lucas Alaman<br />
Benito Juárez Porfirio Díaz Francisco Madero<br />
Emiliano Zapata Pancho Villa Lázaro Cárdenas
INTRODUCCIÓN<br />
JULIETA CARLA ROSTICA*<br />
Inútil sería dedicar un dossier a México sin hacer del mismo un gran balance de la llamada<br />
“transición a la democracia” a una década de que el Partido Acción Nacional (PAN) desplazara al<br />
Partido Revolucionario Institucional (PRI) establecido en el poder ejecutivo a lo largo de setenta<br />
años. Más aún en una época sellada por las coincidencias del calendario y las conmemoraciones: el<br />
bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución mexicana. Para ello, creemos<br />
sumamente pertinente introducir al lector los cambios atravesados en México que derivaron en la<br />
conocida transición política.<br />
La severa crisis económica mexicana de la década del ochenta impulsó la adopción de políticas<br />
neoliberales que indujeron la reducción del papel del Estado. Las medidas más prominentes se<br />
implementaron durante el gobierno de Miguel de la Madrid (12/1982-12/1988) y Carlos Salinas<br />
(12/1988-12/1994), ambos del PRI. Se llevaron a cabo renegociaciones de la deuda externa; se<br />
impulsó la estabilización de la economía a través del combate a la inflación; se abrió un proceso de<br />
privatización y desincorporación de empresas públicas; se abrieron los mercados y liberó el comercio,<br />
proceso que culminó con la Tratado de Libre Comercio de América del Norte.<br />
La intensificación de la reducción del Estado se inició en los años noventa y fue precisamente<br />
en ese período cuando se produjeron las grandes reformas constitucionales. La reforma política<br />
consistió en una reforma electoral, producto de una reforma general de las reglas constitucionales y<br />
reglamentarias del sistema electoral llevada a cabo en 1990, septiembre de 1993 y 1994. La misma<br />
apuntó a desmembrar ciertos enclaves políticos autoritarios: la capacidad presidencial para nombrar a<br />
su sucesor; el predominio del ejecutivo federal en el senado; el control del partido oficial sobre el<br />
proceso electoral; las restricciones a las formas no electorales de participación de las masas. El nuevo<br />
Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales solicitaba el consenso del PRI y del<br />
PAN para su aprobación y otorgaba la autonomía al organismo electoral creado, el Instituto Federal<br />
Electoral, para garantizar objetividad e imparcialidad en los comicios. La reforma constitucional de<br />
1993 permitió la apertura del senado a partidos que obtuviesen el resultado de primer minoría e<br />
introdujo cambios en las reglas de representación proporcional en la cámara de diputados. También<br />
creó el Tribunal Federal Electoral, cuya autonomía garantizaría una buena solución a las<br />
controversias electorales. En 1994 las reformas electorales agregaron la supervisión ciudadana a<br />
través de un Consejo Técnico, la figura de un Procurador Especial para Delitos Electorales, cambios<br />
en la composición y estructura de las autoridades electorales, entre otras. En 1990 fue creada la<br />
Comisión Nacional de Derechos Humanos que se elevó a rango constitucional en 1992. Gracias a su<br />
existencia un número importante de servidores públicos fueron sancionados. También hubo<br />
reformas en materia educativa, religiosa y en torno a los derechos migratorios.<br />
No menos importante fue la reforma de la Ley Agraria (1992) como consecuencia de la<br />
reforma constitucional al artículo 27, lo cual trastocó uno de los fundamentos históricos de la<br />
revolución mexicana: la eliminación de la obligatoriedad del Estado de dar tierra a los campesinos,<br />
abriéndose el camino hacia la privatización de la tierra ejidal y de las propiedades comunales a los<br />
capitales nacionales y extranjeros.<br />
El conjunto derivó en una radicalización del campesinado: bajo el lema “tierra y libertad” el<br />
Ejército Zapatista de Liberación Nacional se levantó en armas el 1 de enero de 1994, el mismo día<br />
que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Si bien el<br />
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movimiento neozapatista logró la firma de los Acuerdos de San Andrés en 1996, el desconocimiento<br />
de lo pactado por parte del gobierno nacional lo llevó a acentuar sus rasgos autonómicos nucleando a<br />
los más de treinta Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. En efecto, el triunfo del candidato<br />
del PAN, Vicente Fox, después de setenta años del PRI, había creado una gran expectativa. Sin<br />
embargo, esta duró muy poco. La Ley sobre Derechos y Cultura Indígenas elaborada por la<br />
Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA) del Congreso mexicano y presentada ante el<br />
mismo por el propio Fox fue desoída. En marzo de 2001 se impuso una Ley Indígena muy alejada de<br />
lo pactado en San Andrés. Desde entonces, el EZLN rompió todo contacto con el gobierno federal<br />
declarándose en “resistencia y rebeldía”. Así fue como en julio de 2003 se anunció el nacimiento de<br />
los Caracoles y de las Juntas de Buen Gobierno.<br />
Las preguntas sobre el movimiento zapatista desde entonces nos incitaron a abrir el dossier<br />
con el apartado Neoliberalismo y movimientos sociales que invita a reflexionar sobre la relación<br />
entre Estado mínimo, movimientos sociales, criminalización de la protesta y represión. La<br />
contribución de Juan Diez nos introduce en la actualidad del movimiento zapatista, pese al silencio y<br />
falta de visibilidad del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y de su comandancia. El mismo<br />
analiza tres procesos: la profundización del proceso autonómico en las comunidades indígenas en<br />
Chiapas, la ruptura con los partidos políticos y el sistema político mexicano en su conjunto,<br />
especialmente con el Partido de la Revolución <strong>Democrática</strong> (PRD) y Cuauhtémoc Cárdenas con<br />
quienes había establecido ciertos acercamientos, y la política de alianzas con organizaciones y<br />
colectivos mexicanos en el marco de la llamada “otra campaña”. Estos tres procesos que rebasan por<br />
dentro y por fuera al Estado-nación, no pueden independizarse del rumbo que desde el año 2000 ha<br />
seguido el PAN, y menos de las políticas del actual presidente Felipe Calderón: la criminalización de<br />
la protesta social y el aumento de las prácticas represivas sobre los conflictos sociales como el de los<br />
mineros, los campesinos de San Salvador Atenco y la Asamblea Popular de Oaxaca, la guerra contra<br />
el narcotráfico y la militarización que ha traído aparejada. El saldo han sido 35 mil muertos, la<br />
mayoría civiles ajenos al conflicto. Fabiola Escárzaga procura explicar cómo se ha llegado a ese<br />
escenario sin horizontes visibles, teniendo el año 2006 como referente. Fundamentalmente, estudiará<br />
el proceso de ruptura y polarización de la izquierda mexicana a partir de la transición a la democracia<br />
del año 2000, desde las primeras rupturas del EZLN con el PRD hasta su clara oposición a López<br />
Obrador en 2006. Lo mismo que Juan Diez observó en el movimiento zapatista, la implantación del<br />
modelo neoliberal y la ruptura del Estado y la sociedad civil conllevaron la autonomización de esta<br />
última. Pero también estrategias más crueles y directas de represión contra ella. Sonia Puricelli, por el<br />
contrario, aborda un caso sobre el que no hubo una estrategia abierta de represión. Analiza los<br />
mecanismos estatales que erosionaron el movimiento “El campo no aguanta más”, como las<br />
herramientas burocráticas (que impidieron renegociar el Tratado de Libre Comercio), los recursos<br />
desiguales entre las organizaciones, el subejercicio presupuestal, los candados para entregar recursos,<br />
las denuncias penales, el neocorporativismo del PAN y el incumplimiento del Acuerdo Nacional para<br />
el Campo.<br />
La segunda parte, Derechos humanos tras la transición a la democracia, procura<br />
interrogar la democracia alcanzada a partir de una evaluación de los derechos humanos, pero no<br />
única y solamente de los derechos políticos. José Enrique González Ruiz habla de la tensión entre la<br />
noción de seguridad y derechos humanos, de las violaciones a los derechos humanos cometidas por<br />
el Estado mexicano y del ataque a los derechos sociales por el modelo neoliberal en el transcurso del<br />
último sexenio. Pedro Cerruti muestra cómo la democratización política fue acompañada del problema<br />
de la seguridad con el crecimiento estrepitoso de los índices delictivos. Asimismo, cómo la<br />
(in)seguridad se transformó en un problema social acrecentado por la metamorfosis de los discursos<br />
públicos sobre el delito. Finalmente, cómo las respuestas sociopolíticas al mismo, sintetizadas en el<br />
“combate a la delincuencia” o “guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado” o “mano dura”,<br />
interrogan los límites de la democracia de hoy no solamente al multiplicar de forma exponencial la<br />
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violencia y las violaciones a los derechos humanos, sino al comprender como derechos humanos<br />
únicamente los de las víctimas.<br />
En Estado y narcotráfico pretendemos reflexionar más sobre el primer que sobre el segundo<br />
término. Leandro Barttolotta, Andrés Fuentes e Ignacio Gago piensan la noción de Estado de excepción de<br />
cara a las medidas políticas gubernamentales frente al narcotráfico y al crimen organizado ya<br />
mencionadas, y propiamente sobre la noción de Estado, frente a su incapacidad de monopolizar la<br />
violencia. Óscar García González prefiere la noción de Narco-Estado, pues las divisas producto del<br />
narcotráfico son la segunda fuente en el financiamiento, las bandas de crimen organizado controlan<br />
el 71% del territorio nacional, la corrupción y la impunidad son moneda corriente y la narcocultura,<br />
como forma de vida, es omnipresente. El mismo alerta sobre la de Estado fallido, cuya autoría<br />
norteamericana avizoraría una eventual intervención militar. Esteban De Gori delinea el Estado-nación<br />
por sus dos extensas fronteras -espacios grises, territorios de circulación y padecimiento social-<br />
donde el poder de carteles, coyotes y pandillas pone en duda la capacidad coercitiva del Estado. Una<br />
de sus muchas funciones. Pone en tela de juicio, como consecuencia, la noción de Estado fallido. El<br />
problema no es el narco, sino la desregulación y la desprotección del Estado y de su capacidad para<br />
reparar e integrar la sociedad. La siguiente colaboración es de Héctor Domínguez Ruvalcaba quien<br />
estudia en una de esas fronteras, Ciudad Juárez, el cúmulo de problemas que atañe a un sector: los<br />
jóvenes. Muestra que no solamente constituyen el sector más afectado por las medidas neoliberales,<br />
sino por la violencia relacionada con el crimen organizado. Problemas que acarrean otros, como<br />
ciertos estigmas que pretenden anular sus derechos de ciudadanía, esto es la criminalización de los<br />
jóvenes: los asesinatos de jóvenes se justifican por su “mala conducta”, lo que transforma a los<br />
jóvenes en una población netamente exterminable. A su juicio, las disposiciones oficiales que se<br />
implementan para fortalecer la seguridad resultan ser también una negativa a entender el problema.<br />
En esa frontera es donde comenzó a visibilizarse el Feminicidio, violencia que merece una<br />
explicación estructural. Mariana Favela identifica la violencia contra las mujeres en el contexto más<br />
amplio de violencia de Estado. El discurso del Estado fallido es, para ella, una estrategia: hacer de la<br />
impunidad un arma y de la incapacidad una excusa. El Estado neoliberal no sería un Estado débil,<br />
sino autoritario ya que al dejar de regular la economía y garantizar el capital privado requiere del uso<br />
desmedido de la violencia y de la represión. En este contexto, se afirma la retórica patriarcal del<br />
Estado y la violencia feminicida. Graciela Liciaga y María de los Ángeles Paniagua muestran que si bien el<br />
feminicidio se visibilizó como problema social por vez primera en la zona de frontera, el mismo es<br />
un fenómeno de larguísima data que se produce en todo el territorio mexicano. Se trata de una<br />
práctica violenta naturalizada a tal punto que es legitimada por los medio de comunicación, e<br />
inclusive por agentes de la justicia, como drama pasional o por las características de sus ejecutores<br />
“enfermos y mafiosos”. Héctor Domínguez Ruvalcaba y Patricia Ravelo Blancas analizan los discursos<br />
públicos acerca de la violencia contra mujeres específicamente en Ciudad Juárez, Chihuahua, en los<br />
últimos diez años. Exponen tres tendencias en la representación de los victimarios, como un esbozo<br />
de reconocimiento del campo simbólico-político donde esas interpretaciones se producen: la<br />
imaginación cinematográfica o la política de los monstruos, las interpretaciones estructurales de la<br />
victimización y la impunidad y el mercado neoliberal como principios victimizantes. Su objetivo<br />
último es destacar la manera en que se instrumentaliza la victimización en el campo de las relaciones<br />
de poder del contexto fronterizo.<br />
Media estos apartados el artículo de Roberto Kaput González Santos quien estudia literatura de<br />
frontera, más específicamente, literatura chicana. En este caso trabajará un cuento- “the manuscript”,<br />
en Cuentos chicanos: a short store anthology, Universidad de Nuevo México, 1984- de un chicano recién<br />
fallecido, Bruce-Novoa, quien además de ser un escritor y crítico político, tenía como guías literarios<br />
a Borges y García Ponce. El texto analizado ejemplifica la serie de diálogos intra y transculturales que<br />
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se originaron en la literatura de frontera tras la intervención política y cultural que supuso la lucha de<br />
los Derechos Civiles en Estados Unidos de la década de los sesenta.<br />
El último apartado se titula El (bi)centenario: conmemoraciones, imaginarios,<br />
representaciones. Irving Reynoso Jaime se pregunta por el papel de la Historia, como generadora de<br />
identidad nacional y fidelidad hacia el Estado, en el (Bi)centenario, en el siglo XXI, en momentos de<br />
retraimiento del Estado-nación y auge del mercado de consumo. A lo largo del artículo da cuenta de<br />
los usos y abusos de la historia en México en el marco de las celebraciones centenarias, así como de<br />
los fundamentos de las visiones históricas que estuvieron en juego. Muestra una interesante<br />
curiosidad: los hechos fundacionales de la mitología histórica priístina fueron celebrados en 2010 por<br />
un gobierno panista. Celebrados, pero sin un discurso histórico coherente. El gobierno renunció a<br />
enarbolar un discurso histórico para legitimarse, transmitir una ideología o aumentar su desgastada<br />
popularidad. El concepto del bicentenario resultó más conveniente para vaciar de contenido las<br />
conmemoraciones de las dos luchas revolucionarias. El resultado fue el despilfarro del presupuesto y<br />
“el Grito” más temeroso y menos emotivo de la historia de México. Eugenia Allier Montaño y José<br />
Carlos Hesles Bernal nos llaman a mirar las comisiones organizadoras de los festejos como la<br />
materialización de sus proyectos conmemorativos. Si la Revolución dio forma al lenguaje político del<br />
régimen postrevolucionario priísta (PRI), la misma fue borrada por los discursos de la transición.<br />
Estos olvidos se reprodujeron en las comisiones organizadoras para las conmemoraciones de la<br />
Independencia y la Revolución, superponiendo la primera sobre la segunda, el pasado remoto del<br />
bicentenario sobre el más reciente, yuxtaponiendo sobre la Revolución otras revoluciones. Para los<br />
autores, no por esto se han dejado de construir otros imaginarios nacionales, otras identidades.<br />
Andrés Kozel en épocas del (bi)centenario y de cuestionamiento a la identidad mexicana, realiza una<br />
conmemoración al libro México, el trauma de su historia de Edmundo O’Gorman, 1977. El mismo<br />
constituye un desengaño: las tesis liberales y conservadoras fueron víctimas de un mismo dilema.<br />
Pretendían llegar a ser como los Estados Unidos sin renunciar al propio modo de ser, al ser criollocolonial,<br />
mexicano. A su entender, la Revolución de ninguna manera fue una necesidad histórica,<br />
pues el porfiriato ya había despuntado una auténtica apertura hacia la modernidad al extinguir la vieja<br />
pugna entre liberales y conservadores. La Revolución, por entender mal a la dictadura, entendió mal<br />
todo. Para O’Gorman ese fue el pecado original hermenéutico de la Revolución, un verdadero<br />
retroceso histórico de la cultura mexicana. De este modo, el vasconcelismo o, más ampliamente, la<br />
ideología de la Revolución Mexicana, fue un lastimoso autoengaño. El trauma de la historia de<br />
México fue que se quisieron los beneficios de la modernidad sin asumir el radical esfuerzo<br />
transformador de los hábitos, costumbres y valores que el hacerse de la modernidad hubiera<br />
supuesto; el de admitir que la responsabilidad de nuestros fracasos no es de Estado Unidos y de su<br />
imperialismo. Otro civilizador modernizador secreta y tensamente enamorado de mucho de los<br />
rasgos de esa barbarie que tercamente se ha propuesto erradicar. Juan Manuel Ledesma también nos<br />
ofrece una rememoración en tiempos del centenario de la Universidad Nacional Autónoma de<br />
México, inaugurada como acto de cierre de los festejos del Centenario de la Independencia. La de<br />
Rafael Altamira. Con el objetivo de recuperar los lazos de fraternidad entre España y América Latina<br />
viajó a México para establecer acuerdos bilaterales y de cooperación cultural, intelectual y<br />
universitaria precisamente en tiempos del centenario de la Independencia y en vísperas de la<br />
Revolución. En su memoria, se recuerda su trayecto e influencia.<br />
* Julieta Carla Rostica es Doctora en Ciencias Sociales y Humanas (UNQUI) y Magíster en<br />
Estudios Latinoamericanos (UAM). Docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y becaria<br />
postdoctoral de CONICET. Miembro del Grupo de Estudios de Centroamérica, IEALC, UBA.<br />
Correo: julietarostica@yahoo.com.<br />
12 1<br />
2
NEOLIBERALISMO Y MOVIMIENTOS<br />
SOCIALES<br />
13 1<br />
3
ARTICULANDO RESISTENCIAS, PROCESOS Y PROYECTOS: LOS DESAFÍOS<br />
ACTUALES DEL MOVIMIENTO ZAPATISTA<br />
JUAN DIEZ*<br />
En las montañas del sureste mexicano se cumplen 2000 días de guerra. 2000 días<br />
repitiendo el "¡YA BASTA!". 2000 días desafiando la muerte, el olvido, el silencio,<br />
2000 días apostando a la vida, a la memoria, a la esperanza.<br />
Y en la madrugada 2000 de la resistencia, los tejedores y las tejedoras zapatistas,<br />
rastro de múltiple luz y nombre multiplicado, se afanan.<br />
Tejen y tejen. Y tejiendo luchan. Y tejiendo cantan.<br />
Hay quien dice que eso que tejen es una red para que no escape la<br />
memoria. Hay quien dice que es una tela de diversos colores para vestir<br />
la esperanza. Y hay quien dice que eso que se teje en la madrugada 2000<br />
es el mañana…<br />
Subcomandante Insurgente Marcos<br />
24 de junio de 1999<br />
Ya no son 2000 días, sino más de 6200 desde aquel “¡Ya basta!” del primero de enero de 1994.<br />
A 17 años del levantamiento armado en Chiapas, las y los zapatistas siguen desafiando la muerte, el<br />
olvido, el silencio y apostando a la vida, a la memoria y a la esperanza. Desde el levantamiento de<br />
1994, el movimiento zapatista ha ido logrando constituirse en un indudable referente político para<br />
muchas resistencias, grupos y personas. Pese al silencio de la comandancia del Ejército Zapatista de<br />
Liberación Nacional (EZLN) y a cierta pérdida de centralidad y repercusiones en los grandes medios<br />
de comunicación durante el último tiempo, su lucha e influencia está lejos de haber desaparecido, ni<br />
se reduce a unos cuantos municipios de Chiapas –como se pretende minimizar desde la propaganda<br />
gubernamental y otros críticos– sino que tiene una presencia por demás compleja, en distintos<br />
niveles y en amplios sectores tanto en México como en otros países del mundo.<br />
Esas miradas críticas se basan, en parte, en la consideración del principal protagonista, el<br />
EZLN, pero dejan de lado una perspectiva más amplia que tome en cuenta al movimiento zapatista<br />
en su totalidad, con sus múltiples actores y dimensiones. La propia dinámica de construcción del<br />
EZLN llevó, durante los primeros años de organización clandestina en la selva, a entrelazarse<br />
primero con las comunidades indígenas chiapanecas y, luego del alzamiento de 1994, con diversas<br />
organizaciones, colectivos, fuerzas y líderes políticos, intelectuales y personas que se sintieron<br />
interpelados por las y los zapatistas. El movimiento zapatista abarca y se conforma a través de la<br />
interacción de todos esos actores, dando lugar a la conformación de una red política en movimiento.<br />
No hay dudas que el movimiento zapatista ha contribuido a renovar el pensamiento y el<br />
lenguaje no sólo para pensar las formas de lucha y resistencia, sino también para impulsar procesos<br />
que buscan un cambio cultural al influir significativamente en las formas de ver el mundo. Quizás en<br />
este elemento radique una de las mayores aportaciones del movimiento zapatista.<br />
Sin perder de vista este elemento, de todas formas, en el presente texto nos queremos enfocar<br />
en tres procesos y dimensiones de la situación actual del movimiento: la profundización del proceso<br />
14 1<br />
4
autonómico en la comunidades indígenas en Chiapas, la ruptura con los partidos políticos y con el<br />
sistema político mexicano en su conjunto, y la política de alianzas con organizaciones y colectivos<br />
mexicanos en el marco de la otra campaña.<br />
La profundización del proceso autonómico en las comunidades zapatistas<br />
Pese al enorme proceso de movilización y apoyos que suscitó la Marcha por la Dignidad<br />
Indígena a principios de 2001 para reclamar la reforma en materia de derechos y cultura indígenas,<br />
que diera cumplimiento a los Acuerdos de San Andrés, el texto sancionado se alejó totalmente de la<br />
propuesta zapatista. Al entender agotada la vía institucional, las y los zapatistas emprendieron un<br />
profundo proceso de reestructuración en sus comunidades y municipios autónomos, 1 tratando de<br />
avanzar en la construcción de la autonomía “en los hechos”.<br />
Como resultado de dicho proceso, en agosto de 2003, se crearon los Caracoles y las Juntas de<br />
Buen Gobierno (JBG), 2 como nuevas instancias regionales que procuran superar ciertos problemas o<br />
distorsiones que se habían venido encontrando en el proceso autonómico. En tal sentido, una de las<br />
principales funciones de las JBG es el establecimiento de mejores espacios de coordinación entre las<br />
comunidades zapatistas y otras organizaciones nacionales e internacionales para la distribución de<br />
apoyos y proyectos, tomando en cuenta las necesidades de cada comunidad. Al mismo tiempo,<br />
tienden a ampliar los beneficios de la autonomía a todas y todos los miembros de la comunidad sin<br />
distinción política, a fin de intentar reconstruir el tejido social regional y reducir los enfrentamientos<br />
generados por las políticas del gobierno estatal y federal y el permanente accionar de grupos<br />
políticos, militares y paramilitares.<br />
Con todo, a través de estos esfuerzos, las y los zapatistas están llevando adelante su proyecto<br />
democrático basado en el principio de mandar obedeciendo. El mismo implica una dinámica<br />
sociocultural que trasciende los estrechos límites de la democracia representativa y electoral. No se<br />
trata tan sólo de invertir las relaciones de representación, donde mande el pueblo y el gobierno<br />
obedezca, sino transformar las relaciones en todas sus dimensiones. Así, junto a la construcción de<br />
formas de autogobierno, han avanzado en la impartición de justicia, en la creación de programas de<br />
salud y educación propios, así como en la puesta en discusión de las reglas de funcionamiento de<br />
cada comunidad. El desafío es construir, en las prácticas cotidianas, relaciones sociales e instituciones<br />
de nuevo tipo. Prácticas y formas de funcionamiento que puedan problematizarse, controlarse,<br />
revisarse, como lo muestra el propio proceso autonómico zapatista. Se trata de construir formas<br />
prefigurativas que vayan transformando aquí y ahora las relaciones de dominación existentes y, por lo<br />
tanto, tiendan a no (re)producir relaciones sociales contrarias a las que dicen defender.<br />
De ahí que las JBG buscan, asimismo, superar una de las principales tensiones que se derivan<br />
del origen mismo del movimiento zapatista con la preparación y organización de un ejército -esto es,<br />
una organización jerárquica, no democrática- para luchar por la democratización de las relaciones<br />
sociales. Las nuevas instancias autonómicas establecen la necesaria separación de la estructura militar<br />
del EZLN respecto de la toma de decisiones que les corresponde a las propias comunidades. De<br />
cualquier manera, lo cierto es que, como las propias y propios zapatistas reconocen en su Sexta<br />
Declaración: “se dice fácil, pero en la práctica cuesta mucho”, ya que en los hechos la parte militar<br />
sigue todavía teniendo un rol importante en la dinámica de las comunidades.<br />
1 En diciembre de 1994, el movimiento zapatista rompió el cerco militar y constituyó 38 municipios en rebeldía,<br />
que unos años más tarde pasaron a llamarse Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ).<br />
2 De esta manera, a partir de las nuevas instancias, se reorganizaron las estructuras políticas zapatistas, de manera<br />
tal que la construcción de autonomías abarca tres niveles: 1.111 comunidades indígenas, que se agrupan en 29 MAREZ,<br />
los cuales a su vez se coordinan a través de 5 JBG. El número de comunidades y municipios varía según las fuentes y los<br />
períodos. La situación de clandestinidad del EZLN, la guerra e, incluso, la propia dinámica del movimiento zapatista,<br />
hacen que dicha información sea difícil de precisar.<br />
15 1<br />
5
A las tensiones internas, es necesario señalar que se suman dificultades dadas por las<br />
particulares condiciones en las que se desarrolla el proyecto político zapatista en Chiapas. De hecho,<br />
uno de los obstáculos externos más relevantes que enfrentan para la desaparición del EZLN como<br />
ejército es el contexto de militarización y hostigamiento hacia las comunidades que existe desde el<br />
alzamiento y que se ha recrudecido en el último tiempo, a partir de la política de guerra contra el<br />
narcotráfico lanzada por el gobierno de Calderón.<br />
La experiencia zapatista muestra que la posibilidad concreta de avanzar por caminos<br />
alternativos depende de una multiplicidad de factores, que no todos están al alcance de las y los<br />
zapatistas. La construcción de autonomías no puede concebirse como pequeñas entidades aisladas,<br />
sino que requieren articular y coordinar tales esfuerzos a través de un gran movimiento político,<br />
social y cultural para avanzar en la construcción de un proyecto democrático para cada vez más<br />
amplios sectores de la sociedad.<br />
La ruptura con los partidos políticos mexicanos<br />
Junto a la profundización del proceso autonómico, la reforma constitucional de 2001 –al ser<br />
aprobada por miembros de todos los partidos políticos con representación legislativa– también<br />
marcó la ruptura de las relaciones entre el movimiento zapatista y tales partidos y, más en general,<br />
con el sistema político mexicano en su conjunto. Si bien desde un primer momento las y los<br />
zapatistas plantearon que su proyecto no era la toma del poder ni la participación en elecciones, eso<br />
no había impedido realizar mesas de negociación con el gobierno o acercarse a líderes y partidos<br />
políticos, especialmente a Cuauhtémoc Cárdenas y las bases cardenistas del Partido de la Revolución<br />
<strong>Democrática</strong> (PRD). Sin embargo, la sanción de la reforma constitucional fue interpretada como el<br />
cierre de la vía institucional.<br />
Esta decisión, ratificada con el lanzamiento de la Sexta Declaración en junio de 2005, marcó<br />
una de las mayores rupturas en relación al proyecto político zapatista previo. Como las y los<br />
zapatistas lo dicen claramente en dicho texto, no se trata de una decisión caprichosa o tomada a<br />
priori, sino que se funda en la práctica y comportamiento concretos de los principales partidos<br />
políticos frente al zapatismo.<br />
De cualquier forma, tal determinación no dejó de generar fuertes tensiones, polémicas y mal<br />
interpretaciones. Los debates que generó la Sexta Declaración y, sobre todo, algunos textos e<br />
intervenciones del Subcomandante Marcos, hicieron que no pocos intelectuales, organizaciones y<br />
militantes que antes apoyaban al movimiento zapatista se terminaran alejando y criticando duramente<br />
sus decisiones e iniciativas. La contundencia de las denuncias hacia el PRD y su candidato<br />
presidencial, López Obrador, polarizó fuertemente la opinión dentro de la izquierda mexicana.<br />
Muchas y muchos que antes apoyaban y hasta militaban por el zapatismo, sintieron la presión de<br />
tener que escoger de qué lado se ubicaban y terminaron alejándose del movimiento. 3 Sobre todo,<br />
porque en la percepción de muchas mexicanas y mexicanos, la lucha electoral de 2006 adquirió un<br />
atractivo inusitado en la política mexicana puesto que se constituyó como la disputa entre dos<br />
proyectos opuestos de país representados por las candidaturas de López Obrador y Calderón. Esta<br />
situación provocó también altos costos a nivel de los medios de comunicación y visibilidad del<br />
zapatismo, especialmente al reducirse la atención de varios intelectuales y de periódicos como La<br />
3 Una vez más, como en otros momentos de la historia del movimiento zapatista, se puso en evidencia que las<br />
diferencias de posición frente a las elecciones y el Estado son uno de los principales obstáculo para la articulación con<br />
otras organizaciones políticas, campesinas e indígenas mexicanas. Aunque esta situación no es privativa del movimiento<br />
zapatista. En México, las estrategias respecto del Estado y la participación en elecciones generalmente llevan a la ruptura<br />
de los procesos organizativos de los sectores populares, ya que gran parte sigue viendo al Estado como un interlocutor<br />
privilegiado y un actor central dentro de la estrategia de cambio. Estas visiones se refuerzan mucho más dentro de la<br />
cultura política fuertemente estatal y paternalista, interiorizada profundamente en la mayoría de las mexicanas y<br />
mexicanos.<br />
16 1<br />
6
Jornada, que en los años anteriores habían funcionado como cajas de resonancia de las palabras e<br />
iniciativas zapatistas.<br />
En tal contexto, las decisiones e iniciativas zapatistas resultaron cuanto menos incomprendidas<br />
o fueron malinterpretadas como antipolíticas, cuando más bien buscan construir una noción<br />
alternativa de qué entender por política, al extender o modificar sus horizontes. Se trata de pensar la<br />
política no reducida a los partidos políticos y el Estado, ni sujeta a la dinámica y tiempos electorales,<br />
sino como un asunto de todas y todos, una construcción colectiva, una actividad cotidiana, en el<br />
lugar en el que se encuentra y lucha cada una y cada uno. Ahí donde nacen los pequeños ¡Ya basta!<br />
que luego se hacen visibles, se articulan y se potencian en las grandes manifestaciones y acciones<br />
colectivas. Esto implica, asimismo, un cambio profundo en la cultura política y en la matriz de<br />
funcionamiento de gran parte de las mexicanas y mexicanos, ya que no se orienta a esperar que un<br />
solo hombre, o un gobierno, resuelva todos los problemas, sino a tomar las propias decisiones,<br />
definir sus formas de funcionamiento e ir resolviendo necesidades colectivas. Lo que plantean las y<br />
los zapatistas a partir de la Sexta es que la tarea fundamental no es la disputa electoral, sino el<br />
encuentro y conocimiento de los distintos grupos, colectivos y personas que están luchando y<br />
resistiendo, entre quienes ir discutiendo, coordinando y articulando iniciativas, que vayan<br />
transformando las distintas realidades aquí y ahora.<br />
La nueva iniciativa pareciera venir a resolver una de las tensiones en las estrategias previas del<br />
movimiento zapatista que se planteaba entre la disyuntiva de apelar a las instituciones para buscar<br />
cambios y soluciones, como en la Primera y la Quinta Declaración, o hacerlo a través de la<br />
construcción de una alternativa “desde abajo”, en la sociedad, como convocaron en la Segunda,<br />
Tercera y Cuarta Declaración. A partir de la Sexta, la decisión recayó claramente en la segunda<br />
opción, al enfatizar la necesidad de pensar el cambio a nivel de las prácticas sociales. La nueva fase<br />
parecería mostrar más claramente un distanciamiento del modelo tradicional de organización política,<br />
desplazando la lucha centrada en el sistema político hacia formas de acción que conciernen a la vida<br />
cotidiana y que buscan más bien modificar matrices culturales. La lucha ya no busca apelar al sistema<br />
político y a las instituciones, sino que se centra en la construcción de un proyecto entre las distintas<br />
personas, grupos y organizaciones que se encuentran en resistencia, tal como se planteó con la<br />
iniciativa de la otra campaña.<br />
Alianzas y articulaciones en el marco de la otra campaña<br />
En la Sexta Declaración las y los zapatistas llamaron a la realización de una serie de encuentros<br />
con distintos sectores de la sociedad mexicana, a través del recorrido por todo México de una<br />
comisión del EZLN encabezada por el Subcomandante Marcos, en el marco de una campaña<br />
nacional con otra política, por un programa nacional de lucha de izquierda y por una nueva<br />
Constitucional, más conocida como la otra campaña.<br />
Gran parte de las primeras reacciones frente a la aparición de la Sexta Declaración entre varias<br />
organizaciones y simpatizantes había sido cómo apoyar ahora a las y los zapatistas. Pero a diferencia<br />
de la Primera Declaración que terminaba con un “Intégrate a las fuerzas insurgentes del Ejército<br />
Zapatista de Liberación Nacional” o de lo que se venía dando en los últimos años y, sobre todo, a<br />
partir de la Quinta Declaración, donde habían solicitado la solidaridad con la lucha de los pueblos<br />
indios, con la Sexta y la otra campaña hay un cambio significativo en el tipo de relación que se busca<br />
construir dentro del movimiento zapatista. Ya no piden que se integren o apoyen la lucha zapatista,<br />
sino que la propuesta es conocerse, entrar en contacto y, entre todas y todos, construir y luchar<br />
juntos. La propuesta es hablar y escuchar a otras organizaciones, colectivos y personas, sus historias y<br />
sus luchas, para así ir aprendiendo y construyendo un proyecto político común. 4<br />
4 No resulta arbitrario trazar ciertas similitudes con la dinámica de hablar, escuchar y aprender que se fueron<br />
entrelazando para dar forma al propio EZLN durante los años de trabajo clandestino en Chiapas previo al alzamiento de<br />
17 1<br />
7
La otra campaña no sólo busca la ampliación y consolidación del movimiento zapatista más allá<br />
de lo indígena y más allá de Chiapas, sino que es expresión de la necesidad política de superar el<br />
aislamiento y la vulnerabilidad en la cual se encuentra el movimiento zapatista desde hace un tiempo<br />
y otras luchas a lo largo del territorio mexicano, que pudiera ser aprovechado para el recrudecimiento<br />
de las hostilidades por parte de grupos políticos, militares y paramilitares. De hecho, la<br />
criminalización de la protesta social y el aumento de las prácticas represivas en los conflictos de San<br />
Salvador Atenco y Oaxaca en 2006 pusieron en evidencia esos riesgos e hicieron que gran parte de<br />
las y los participantes de la otra campaña centraran sus esfuerzos organizativos en la búsqueda de<br />
acciones contra la represión y de solidaridad con las presas y presos políticos. Tal situación no hizo<br />
más que profundizarse tras la asunción de Calderón que, con su política de guerra contra el<br />
narcotráfico y el crimen organizado, llevó a una creciente militarización y el aumento de presiones<br />
políticas contra las comunidades indígenas zapatistas y contra otras luchas sociales, en busca de<br />
minar las bases del movimiento así como reducir el espacio para el accionar político.<br />
Pese a esta situación que generó varios obstáculos y cambios en el esquema en que se había<br />
pensado la otra campaña, y que obligó a la comisión del EZLN a regresar a sus comunidades en<br />
Chiapas ante el aumento de las hostilidades, la otra campaña no se ha detenido. Ha ido redefiniendo el<br />
trabajo de muchos grupos y organizaciones, potenciándolo, al abrir espacios de comunicación,<br />
coordinación y articulación con otras experiencias y luchas en todo el país, muchas de las cuales<br />
resultaban poco o prácticamente nada conocidas previamente. La iniciativa, asimismo, ha servido<br />
tanto para que varios grupos se encuentren y trabajen de forma conjunta, como también para que<br />
reconozcan sus diferencias y decidan que no hay afinidad.<br />
Aprovechando la legitimidad y consiguiente poder de convocatoria del EZLN, la otra campaña<br />
dio un significativo impulso para la convergencia y la conformación de redes entre los diversos<br />
grupos. La imagen de puente tan recurrente en la producción discursiva del movimiento zapatista<br />
volvió a aparecer como metáfora para pensar la fase actual. Tal como señaló el Subcomandante<br />
Marcos: “El EZLN puede ser el puente interno, ya no para que el resto del país o del mundo<br />
conozca a las comunidades indígenas, sino para que el resto del país o del mundo se conozca a sí<br />
mismo, abajo, por donde está”. Si bien a nivel nacional todavía no se cuenta con un estructura<br />
organizativa fuerte entre las organizaciones y personas que forman parte de la otra campaña, en<br />
ámbitos más reducidos, algunos colectivos y grupos han atravesado el puente, encontrándose por<br />
donde están, organizando actividades, proyectos conjuntos y generando espacios de reflexión,<br />
incluso sin la presencia o iniciativa directa del EZLN.<br />
De hecho, a pesar del regreso del EZLN a Chiapas, la dinámica de la otra campaña continúa a<br />
través del trabajo –a veces silencioso y sin la mirada de los medios de comunicación, y no ausente de<br />
dificultades y tensiones– de muchos grupos, organizaciones y personas que adhirieron a la Sexta<br />
Declaración y participan del proceso. Quizás, una de las fortalezas de dicha iniciativa sea justamente<br />
el énfasis dado al trabajo, con o sin las y los zapatistas, en el nivel local, en la lucha cotidiana del día a<br />
día, donde cada una de las organizaciones se encuentra. Pero que, a su vez, se articula y confluye con<br />
el resto del movimiento zapatista.<br />
Como lo muestra el propio movimiento zapatista así como otras experiencias históricas y<br />
recientes, las articulaciones sociales construidas sobre la base de la convergencia de iniciativas abren<br />
espacios para potenciar la capacidad de acción colectiva, al tiempo que generan instancias de<br />
politización de otras redes y actores. Así, a partir del trabajo y lucha de las comunidades zapatistas en<br />
Chiapas y otros colectivos y organizaciones en distintas partes de México se van entrelazando,<br />
1994. Aunque también hay algunas diferencias con aquel primer momento de gestación del EZLN. Tal vez la más<br />
importante sea que, producto de la propia experiencia y aprendizaje del zapatismo, el proceso de la otra campaña no está<br />
enmarcado en un proyecto político-militar, sino que se orienta a llevar adelante un cambio, sin que otros grupos y<br />
personas tengan que recurrir a las armas.<br />
18 1<br />
8
tejiendo las diversas resistencias, procesos y proyectos que, sin prisa y sin pausa, van transformando y<br />
construyendo “un mundo donde quepan muchos mundos”.<br />
* Juan Diez es licenciado en Ciencia Política (UBA) y Magíster en Estudios Latinoamericanos<br />
(UNSAM). Investigador en el proyecto UBACYT: “Lo nuevo y lo viejo en los gobiernos y fuerzas de<br />
izquierda en América Latina”, IEALC-UBA, y en el Grupo de Trabajo de CLACSO<br />
“Anticapitalismo y sociabilidades emergentes”. Correo: juand@sociales.uba.ar<br />
19 1<br />
9
2006, EL AÑO QUE VIVIMOS EN PELIGRO<br />
FABIOLA ESCÁRZAGA *<br />
Presentación<br />
Al comenzar el año 2011, la sociedad mexicana se encuentra atónita y paralizada ante el<br />
espectáculo del atroz baño de sangre que los medios de comunicación venden cotidianamente,<br />
consecuencia de lo que el gobierno ha denominado como la “guerra contra el narco”, en ella el<br />
ejército ha asumido la tarea de combatir al narcotráfico y ocupa las calles de las ciudades y los<br />
caminos de prácticamente todo el país, el saldo hasta ahora es de 35 mil muertos, entre los que la<br />
mayoría son civiles ajenos al conflicto. Como ha sido denunciado por la sociedad civil desde el inicio<br />
de este proceso de militarización, “el montaje de Calderón no es una guerra contra el narcotráfico; es<br />
una guerra contra la población: contra su territorio, educación, cultura y salud.” 1 ¿Cómo llegamos a<br />
este escenario sin horizontes visibles?, luego de un proceso en que la “sociedad civil” mexicana<br />
parecía tener la iniciativa a partir de la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional<br />
(EZLN) en 1994, de la “transición a la democracia” en el 2000 y del “casi seguro” triunfo de la<br />
izquierda con López Obrador como candidato presidencial en 2006.<br />
Presentaremos en este texto algunas de las coordenadas que lo explican y que tienen su hito<br />
más revelador en los acontecimientos de 2006, año de las últimas elecciones presidenciales, en las que<br />
el Partido Acción Nacional (PAN) retuvo para sí la presidencia de la República con la elección de<br />
Felipe Calderón. A lo largo del año 2006 se desplegaron variados procesos de lucha a los que el<br />
gobierno panista de Vicente Fox aplicó mano dura, los más significativos fueron el sindicalismo<br />
minero 2 , los campesinos del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de San Salvador<br />
Atenco, y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). La represión a estos sectores<br />
rebasó los límites de la violencia estatal aplicada no solamente durante el sexenio panista sino en<br />
varias décadas, y fue ejecutada en el contexto de una polarizada campaña electoral. Por ello aparece<br />
como parte de la estrategia decidida ya por el candidato presidencial panista, con el propósito de<br />
exhibir la máxima capacidad de violencia estatal y manifestar su disposición a emplearla en su gestión<br />
presidencial. Se eligió castigar ejemplarmente la protesta social como recurso para asegurar los votos<br />
de los sectores conservadores de la sociedad y para amedrentar a los adversarios. La estrategia<br />
represiva uso a los medios de comunicación comercial en la guerra psicológica, administrando las<br />
imágenes de los estallidos sociales y de la represión de la manera planificada por el gobierno,<br />
1 De la convocatoria “Primera Velada Contra la Militarización y la Violencia”, 17 de febrero de 2011.<br />
http://jovenescontralamilitarizacionylaviolencia.wordpress.com<br />
2 La embestida del gobierno contra el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la<br />
República Mexicana (SNTMMSRM) se orientó a reemplazar en la dirección del mismo a Napoleón Gómez Urrutia, hijo<br />
del histórico dirigente de ese gremio, que como todos los grandes sindicatos del país era cercano a los gobiernos priistas y<br />
que a partir de la intensificación de la producción minera y de la privatización de las empresas que eran estatales en el<br />
sector, asumió una política de defensa de los deteriorados derechos de los trabajadores y de sus condiciones de trabajo.<br />
La estrategia gubernamental combinó la intervención de las autoridades laborales en el sindicato para imponer una<br />
dirección subordinada a la Secretaría del Trabajo, y la represión violenta a las huelgas que han realizado. Coincide este<br />
proceso con el accidente ocurrido el 19 de febrero de 2006 en la mina 8 de Pasta de Conchos, en San Juan Sabinas,<br />
Coahuila en el que murieron 65 mineros, 63 de los cuales no han sido rescatados, pese a la prolongada movilización de<br />
los familiares en reclamo del rescate y de justicia ante la negligencia de la empresa, el rescate duró seis días y se determinó<br />
que no había condiciones de seguridad para los rescatistas. El accidente evidenció el deterioro en las condiciones de<br />
trabajo y en las de seguridad: de los muertos sólo 25 eran sindicalizados, 4 eran trabajadores de confianza y 36 eran<br />
empleados de una empresa subcontratista. La estrategia de golpear a los sindicatos beligerantes contra la pretensión de<br />
reformar la Ley Federal del Trabajo, tuvo su culminación con el decreto de extinción por el gobierno, de la empresa<br />
estatal Compañía de Luz y Fuerza del Centro y con ello la desaparición de su sindicato, en 2009.<br />
20
construyendo al adversario, a los opositores a la política gubernamental, como violentos, irracionales<br />
e irresponsables, para restar su legitimidad ante la sociedad, para aislarlos. Con esta estrategia se<br />
contrarrestaba la aparente debilidad y la incompetencia del presidente Fox, y la mayor conciencia<br />
entre la población sobre los efectos devastadores de la aplicación del programa neoliberal 3 .<br />
El avance de la sociedad civil y de la izquierda<br />
El estallido de la rebelión indígena de Chiapas en enero de 1994, dirigida por el Ejército<br />
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), produjo la renovación en el discurso y en la estrategia de<br />
las izquierdas en el país. La respuesta favorable por parte de sectores significativos de la sociedad<br />
civil, en el sentido de reconocer la legitimidad de las demandas y de la lucha indígena zapatista (y al<br />
mismo tiempo el rechazo a la vía armada para defenderla), y la exigencia al gobierno de no aplicar la<br />
represión para aplastar la rebelión sino satisfacer sus demandas, crearon una opinión pública<br />
favorable y un sentido muy extendido de solidaridad y de identificación con la causa indígena, y la<br />
colocaron en el centro de la política nacional. El gobierno asumió una hábil estrategia de tregua y<br />
negociación que fue aceptada por el EZLN, logrando detener las acciones armadas, y centrar la<br />
negociación y reducir la agenda zapatista a las demandas y a su componente indígena y acotar el<br />
escenario del conflicto al estado de Chiapas. De manera complementaria y menos visible, el gobierno<br />
estableció un cerco militar y una estrategia de “guerra de baja intensidad” que buscó limitar las<br />
posibilidades de expansión del zapatismo a otros espacios y con el tiempo, desgastarlo internamente.<br />
En este escenario, las habilidades comunicativas y estratégicas del Subcomandante Marcos,<br />
fueron las encargadas de esa renovación del discurso de la izquierda y de sus estrategias de lucha,<br />
para adecuarse a las nuevas circunstancias nacionales e internacionales que encuentra al estallar la<br />
insurgencia 4 , lo que garantizó la sobrevivencia material de las bases zapatistas en los territorios que<br />
ocupaban y el ejercicio del autogobierno indígena con el apoyo de organizaciones, instituciones y<br />
personalidades nacionales e internacionales, así como de las estructuras militares del EZLN, y le<br />
permitió a Marcos adquirir una gran influencia entre sectores de izquierda nacional 5 e internacional.<br />
Marcos formula un discurso indianista de izquierda, que recupera la cosmovisión maya para hacer la<br />
crítica del capitalismo, del neoliberalismo y del autoritarismo del sistema político mexicano, y de la<br />
exclusión de los pueblos indígenas por el estado nación a lo largo del siglo XX, asimismo asume<br />
como objetivo de lucha la democratización de la sociedad en un sentido amplio. En el plano más<br />
concreto de las reivindicaciones indígenas se apostó por la reforma constitucional que reconociera el<br />
derecho a la autonomía indígena y con ella el derecho a decidir sobre el destino de los recursos<br />
naturales de sus territorios.<br />
La asunción de la bandera de la democracia radical por el EZLN le permitió establecer una<br />
alianza de facto con el Partido de la Revolución <strong>Democrática</strong> (PRD) y sobre todo, contar con la<br />
simpatía de sus bases, y ella funcionó relativamente hasta el año 2000, cuando las reformas<br />
electorales tendientes a garantizar la autonomía del órgano electoral el Instituto Federal Electoral<br />
(IFE) hicieron posible la “transición a la democracia”, pero ésta quedó en el mero traspaso del poder<br />
del PRI al PAN. Una parte del PRD se quedó en esa meta, incluso en contra de su propio candidato<br />
3 De los 44 millones de personas que forman la PEA solo 26 millones tienen ingresos formales, poco más de 16<br />
millones son subempleados, muchos de ellos en la economía informal y el resto desempleados. El crecimiento del PIB<br />
entre 2000 y 2006 fue de sólo 2 por ciento.<br />
4 El EZLN fundado en 1983, es producto de la evolución política e ideológica de un grupo guerrillero fundado en<br />
1964, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) que se proponía construir el socialismo mediante la lucha armada, sus<br />
miembros permanecieron en la clandestinidad hasta enero de 1994. (Cedillo, 2007 y Escárzaga, 2006)<br />
5 Entre sectores del movimiento indígena de otros estados del país, organizaciones estudiantiles, campesinos,<br />
grupos ecologistas, sindicatos universitarios, artistas e intelectuales, y las bases de partidos de izquierda<br />
21
presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas, y se alió con el PAN en la estrategia del “voto útil” 6 , apostando<br />
a sacar al PRI del poder y renunciando a llegar a la presidencia, pensando que los panistas cederían el<br />
poder en la próxima elección. Lo que como resultó más claro en las elecciones de 2006, nunca<br />
estuvieron dispuestos a hacer.<br />
La derecha panista usó el discurso de la democracia para llegar al poder, pero habiendo llegado<br />
a él puede prescindir de la democracia. La reivindicación democrática le sirvió a la derecha para<br />
aliarse con la izquierda electoral y con su fuerza sumada desplazar al PRI, cuyo entramado<br />
corporativo y discurso populista resultaba ya un obstáculo para realizar las transformaciones de<br />
fondo y duraderas en términos neoliberales y para romper los compromisos corporativos con<br />
amplios sectores de la sociedad. Las privatizaciones realizadas hasta ahora y el achicamiento del<br />
estado, la reducción del gasto público y su uso actual no son suficientes para la derecha, quieren ir<br />
más allá y doblegar la capacidad de resistencia de los sectores populares.<br />
La polarización entre las izquierdas<br />
Uno de los hitos del distanciamiento entre la izquierda electoral y la encabezada por el<br />
zapatismo ocurrió con la huelga estudiantil de la UNAM, iniciada en abril de 1999. Los estudiantes<br />
rechazaban el paquete de reformas administrativas 7 , tendientes a la privatización de facto de la mayor<br />
universidad del país y a la cancelación del derecho constitucional a la educación gratuita a nivel<br />
universitario, cerrando el acceso de los hijos de los sectores económicamente deprimidos a la<br />
universidad. La huelga duró 10 meses, aunque se pudo resolver tempranamente, pero el gobierno<br />
federal, todavía priista, prefirió aprovecharlo en el contexto preelectoral que se vivía, y lo dejó crecer<br />
y prolongarse, propiciando con ello la polarización entre los estudiantes huelguistas y la comunidad<br />
universitaria.<br />
El priismo apostó a desprestigiar al candidato presidencial perredista Cuauhtémoc Cárdenas<br />
ante la opinión pública, vinculándolo con el radicalismo de los estudiantes universitarios,<br />
aprovechando la real influencia y participación que el PRD tenía entre estudiantes y profesores de la<br />
UNAM 8 . Se apostó también a la satanización de los estudiantes en huelga y al desprestigio de su<br />
causa, en ambas tareas los medios de comunicación privados fueron muy activos. Al interior del<br />
movimiento estudiantil y universitario se propició y consolidó la separación entre estudiantes y<br />
profesores “moderados” (que estaban a favor de levantar la huelga) y “ultras” (que estaban por<br />
continuarla), una división en la que a la larga los beneficiarios fueron los sectores priistas, buscando<br />
recuperar la hegemonía que habían perdido dentro de la universidad. La separación abismal entre<br />
“ultras” y “moderados” dentro del movimiento estudiantil tuvo además un referente<br />
socioeconómico: los hijos de los sectores más empobrecidos de la sociedad, que luchaban por<br />
mantener el derecho a la educación superior gratuita en la UNAM, y que asumían ésta como la única<br />
posibilidad de acceder a la educación, eran los “ultras”, que podían y estaban dispuestos permanecer<br />
en huelga y llevarla hasta sus últimas consecuencias; y el sector “moderado”, de clase media,<br />
identificado y vinculado con el aparato partidario perredista, con sus élites y cuadros políticos,<br />
estaban muy ocupados en la carrera política por los cargos gubernamentales y por las curules y otros<br />
privilegios, y no podían permanecer en las asambleas estudiantiles y ganarlas, y las perdieron ante los<br />
6 Que consistía en que los perredistas votaran a favor del candidato presidencial del PAN, Vicente Fox, y los<br />
panistas votaran por el candidato del PRD a Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, para<br />
garantizar la derrota de los candidatos del PRI a estos cargos.<br />
7 La cancelación del pase automático al que tenían derecho los estudiantes egresados de los sistemas de<br />
bachillerato de la UNAM, el incremento de las cuotas de inscripción y todos los trámites universitarios, la reducción del<br />
tiempo de permanencia en la universidad en todos los niveles, etc.<br />
8 Rosario Robles, en ese momento Jefa de Gobierno del Distrito Federal interina, en reemplazo de Cárdenas que<br />
había dejado el cargo para asumir la candidatura presidencial, fue profesora universitaria y militante de una corriente de su<br />
sindicato y tenía vínculos con otros profesores universitarios que eran al mismo tiempo militantes del PRD.<br />
22
“ultras” que tenían el apoyo político del zapatismo.<br />
La fractura en la comunidad universitaria no se ha superado todavía, las heridas fueron<br />
profundas y no se han cerrado. El castigo para los “ultras” no fue aplicado en el primer golpe, en la<br />
toma de CU por la Policía federal preventiva (PFP), que apareció como incruenta, aunque hubo<br />
cientos de detenidos, pero todavía no hubo tortura ni agresiones sexuales a las mujeres. El castigo se<br />
ha dado al paso del tiempo, mediante expulsiones de activistas, más de 300 desde el 2000 al 2005,<br />
que significa la privación de los derechos universitarios, el castigo a estudiantes que mantienen una<br />
actividad política dentro de la universidad reivindicando la defensa del carácter gratuito de la<br />
educación y cuestionando las políticas privatizadoras y excluyentes que tienden a consolidarse. La<br />
estrategia contra ellos ha sido la represión selectiva y la agresión de los porros (grupos de choque),<br />
financiados y protegidos por las autoridades con acciones poco visibles, en una guerra sorda y<br />
constante dentro de las escuelas de la Universidad, que sólo a veces, cuando corre la sangre, llaman la<br />
atención de la opinión pública. En este clima de persecución, el discurso anti protesta y anti derechos<br />
estudiantiles y a favor del principio de autoridad se convierte en dominante entre la comunidad<br />
universitaria, y especialmente entre el profesorado que lucha por mantener sus privilegios o<br />
simplemente su empleo.<br />
El año 2001 trajo el distanciamiento definitivo entre el EZLN y el PRD, cuando<br />
representantes de este partido votaron en el Senado a favor de la ley de reforma indígena promulgada<br />
por el presidente Fox, que desconocía lo planteado en la propuesta de ley elaborada por la Comisión<br />
de Concordia y Pacificación, producto de los Acuerdos de San Andrés firmados entre el gobierno y<br />
el EZLN. Desconociendo los derechos indígenas y abortando el largo proceso de negociación.<br />
A partir del inicio del gobierno panista en el 2000, la estrategia de Marcos ha sido errática, tal<br />
vez por la naturaleza de los cambios operados en el estado por el nuevo adversario, que tiene formas<br />
distintas de gobernar. El nuevo bloque en el poder es un desconocido, a diferencia de los gobiernos<br />
federales priistas con quienes sus armas, que eran ideológicas, podían resultar eficaces. Para las<br />
elecciones de 2006, Marcos afinó la puntería contra la candidatura de Andrés Manuel López Obrador<br />
del PRD como partido electorero, aliado al PAN y al PRI, y traidor a las causas de la izquierda y en<br />
particular a la zapatista y fue más cauteloso y menos eficaz contra el gobierno federal panista.<br />
La democracia traicionada<br />
El Estado priista posrevolucionario, que aplicaba las políticas de distribución de la riqueza<br />
necesarias para el funcionamiento del modelo de acumulación anterior al neoliberal, era ya un<br />
obstáculo para la implantación definitiva del neoliberalismo y ha sido desarticulado 9 , y sus<br />
mecanismos corporativos, su discurso nacionalista y estatista, y sus compromisos con diversos<br />
sectores trabajadores y populares y reconocimiento de sus derechos, fueron reemplazados por las<br />
políticas asistencialistas. La evidente incapacidad política para concretar las últimas reformas<br />
constitucionales necesarias para la aplicación radical de las políticas neoliberales durante la gestión<br />
foxista, esconde las transformaciones realmente aplicadas en el aparato estatal al nivel de las políticas<br />
de inversión productiva, en las que la privatización de los sectores estratégicos como el petróleo y la<br />
electricidad se han dado en la práctica, aunque todavía haya algunos candados constitucionales. La<br />
nueva política de distribución de la riqueza entre los distintos sectores, que se concreta en la<br />
reducción del gasto social en salud y educación, el avance en la privatización de estos servicios; el<br />
fortalecimiento de la Iglesia y su embestida contra el estado laico, su creciente capacidad para<br />
intervenir en el ámbito educativo y en las políticas de salud; y sobre todo, lo avanzado en términos de<br />
la construcción de la hegemonía de la derecha y su expansión entre vastos sectores de la población<br />
gracias al control de los medios de comunicación y otros mecanismos como la escuela privada y cada<br />
9 El proceso comenzó desde la presidencia del priista Carlos Salinas de Gortari en 1988, quien estableció una<br />
alianza con el panismo identificados PRI y PAN en el programa neoliberal.<br />
23
vez más de la pública, a través de los cambios formulados en contenidos de los libros de texto<br />
gratuito, son pasos significativos en este proceso.<br />
En el nuevo discurso de la derecha panista, el autoritarismo o la corrupción del régimen priista<br />
que fue su bandera inicial, han dado paso a otros temas, pues habiendo conseguido el gobierno<br />
federal, la democracia ya no representa una bandera para la derecha, ahora son los atributos y<br />
derechos heredados por los sectores privilegiados, los que les hacen merecedores de su lugar en los<br />
puestos de poder en la administración pública, su capital económico, cultural y ¿por qué no? racial,<br />
los hace, según ellos, merecedores de su posición dominante.<br />
En tal contexto, la transición democrática a la que apostaron los sectores de izquierda en el 68,<br />
en el 88, en el 94 y en el 2000, no sólo la izquierda partidaria sino sectores más radicales como el<br />
EZLN, ha sido desnaturalizada. El estado neoliberal que ha sido consolidado a partir del gobierno de<br />
la derecha panista de Fox, ha cambiado totalmente los términos del conflicto social, se ha<br />
consolidado en el poder y ha estructurado una estrategia contra la izquierda y los sectores populares y<br />
éstos no han tomado plenamente conciencia de tales cambios, como lo muestra la respuesta errática<br />
que tanto el PRD, como la el EZLN desarrollaron en el 2006. Me propongo mostrar algunos rasgos<br />
de tales cambios.<br />
Los mecanismos de la represión<br />
Si miramos en una perspectiva trans-sexenal, la estrategia represiva responde a una visión de<br />
largo plazo que se propone desactivar la capacidad de respuesta de los sectores sociales afectados por<br />
las radicales transformaciones que la aplicación del neoliberalismo ha representado, tanto en el<br />
funcionamiento del aparato estatal, como en la forma de distribución de la riqueza social y en las<br />
posibilidades de incidir en la toma de decisiones sobre tales asuntos por los sectores afectados.<br />
Un paso en este sentido fue la creación de la Policía Federal Preventiva (PFP) el 13 de<br />
diciembre de 1998, una policía militar que reemplaza las funciones de la policía en términos de<br />
seguridad pública y es integrada por elementos del ejército y la marina, que define el problema de la<br />
inseguridad pública como un problema de seguridad nacional. Su eficacia no se ha mostrado en el<br />
campo del combate a la delincuencia y el narcotráfico, pues los índices en este rubro se<br />
incrementaron de manera alarmante durante el gobierno de Fox (2000-2006), período en el que<br />
fueron ejecutadas por el narcotráfico unas 8 mil personas, dos mil en el último año. En cambio, su<br />
creciente eficacia y abandono de la legalidad ha sido mostrada en sus cada vez más frecuentes<br />
intervenciones para reprimir la protesta social. Su estreno ocurrió en el operativo "pacífico" de toma<br />
de Ciudad Universitaria para desalojar a los estudiantes en huelga, el 6 de febrero de 2000.<br />
El nombramiento de Francisco Ramírez Acuña como Secretario de Gobernación de Calderón<br />
al iniciar su mandato en diciembre de 2006, pone de relieve una línea de continuidad en la política<br />
estatal panista hacia los movimientos sociales, que es una política policial-militar de represión y<br />
criminalización de la protesta social y en general de la lucha de los sectores más organizados:<br />
trabajadores sindicalizados, estudiantes, colonos e indígenas. Se trata del uso sistemático de la<br />
violencia de una determinada manera, bajo el mismo patrón y que va incrementando con el tiempo<br />
su intensidad represiva y criminal y su cinismo. Fue aplicada por Ramírez Acuña, primero como<br />
alcalde de Guadalajara y luego como gobernador de Jalisco (2001-2006). El 4 de mayo de 2002, más<br />
de 200 agentes municipales, estatales y federales realizaron una redada en una fiesta rave en<br />
Tlajomulco de Zúñiga, en las afueras de Guadalajara (la segunda ciudad de mayor población en el<br />
país), en un operativo antidrogas. Los agentes ordenaron a los 1,500 jóvenes presentes en el local<br />
tirarse al piso y los mantuvieron así durante tres horas; los que opusieron resistencia o reclamaron<br />
sus derechos recibieron golpes de culata y varias mujeres fueron agredidas sexualmente 10 .<br />
10 60 personas denunciaron ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos estas violaciones.<br />
24
Dos años después, el 28 de mayo de 2004, miles de jóvenes globalifóbicos se manifestaron<br />
contra la Tercera Cumbre de Jefes de Estado de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, cuya<br />
sede era la ciudad de Guadalajara, el gobernador de Jalisco, Ramírez Acuña montó una trampa para<br />
ellos, provocadores mezclados entre los manifestantes realizaron actos de vandalismo: destruyeron<br />
aparadores, pintaron paredes y agredieron a policías, la respuesta fue la violenta represión contra los<br />
manifestantes. En la televisión se presentaron imágenes que sólo mostraban las acciones de estos<br />
jóvenes vándalos, pero no las agresiones que la multitud recibió de la policía. La campaña de<br />
linchamiento ante la opinión pública de Jalisco contra los jóvenes globalifóbicos fue terrible. Fueron<br />
detenidas 150 personas, se deportó a 8 extranjeros y se procesó judicialmente a 49, fueron acusados<br />
de delitos como motín, pandillerismo, desobediencia, delitos contra la autoridad, etc. Se les obligó a<br />
aceptar a los abogados de oficio, no se atendieron las heridas que les produjeron los policías, les<br />
hicieron firmar declaraciones prefabricadas mediante tortura (toques eléctricos en el cuerpo, asfixia<br />
con bolsas de plástico), y fueron incomunicados. Hasta marzo de 2005 todavía permanecían presas<br />
cuatro personas, y se seguían procesos a 30. Ramírez Acuña ha sido sistemáticamente denunciado<br />
por organizaciones nacionales e internacionales por las graves violaciones de derechos humanos que<br />
bajo su gobierno se cometieron en Jalisco, denuncias de tortura, incomunicación, detención ilegal,<br />
malos tratos, etc. Pero ni como alcalde, ni como gobernador aceptó reparar las violaciones de<br />
derechos humanos cometidas, se negó al diálogo, y en abierto desafío a la ciudadanía se vanaglorió de<br />
haber incrementado la población carcelaria de Jalisco de 12 a 15 mil internos, ejecutando todas las<br />
órdenes de aprehensión existentes durante su gobierno.<br />
El modelo Ramírez Acuña fue perfeccionado y extremado en San Salvador Atenco 11 , el 4 de<br />
mayo de 2006, donde los componentes básicos del operativo fueron los mismos, pero esta vez se<br />
aplicó una violencia brutal y desproporcionada contra los manifestantes, con un nuevo ingrediente: la<br />
violación sexual hacia las mujeres por parte de los elementos policíacos en el trayecto hacia la prisión,<br />
hubo cientos de detenidos y cinco extranjeros fueron deportados la noche misma de su captura. La<br />
estrategia de guerra psicosocial a través de los medios de comunicación se aplicó a mayor escala, por<br />
radio y televisión se difundieron las imágenes de la batalla campal entre los campesinos que habían<br />
bloqueado la carretera y la PFP, repitiendo infinitamente escenas de agresiones a los policías con<br />
piedras o palos por parte de los atenquenses, y se repitió el mismo relato de los hechos y los mismos<br />
11 Los campesinos de San Salvador Atenco constituyeron el 23 de octubre de 2001 el Frente de Pueblos en<br />
Defensa de la Tierra (FPDT), en respuesta al decreto presidencial de expropiación de sus tierras para construir un nuevo<br />
aeropuerto internacional en Texcoco que afectaba a más de 4 mil familias y que establecía una indemnización irrisoria por<br />
sus tierras. El FPDT desarrolló una intensa movilización durante varios meses, los atenquenses armados de machetes<br />
(que convirtieron en el símbolo de su lucha), palos y varillas, tomaron carreteras y marcharon a la ciudad de México en<br />
varias ocasiones, paralelamente emprendieron una estrategia legal amparándose contra el decreto, difundieron su causa en<br />
los medios alternativos y con sus movilizaciones fueron noticia en todos los medios, con ello lograron el apoyo de la<br />
opinión pública y desarrollaron alianzas con otros sectores radicales como el zapatismo. En agosto de 2002 el presidente<br />
Fox debió dar marcha atrás al decreto expropiatorio y renunciar al gran negocio que la construcción del aeropuerto<br />
representaba. El triunfo de los campesinos de Atenco fue una de las más grandes derrotas del presidente Fox, y en 2006<br />
se cobró las cuentas pendientes. Para ello se usó como pretexto un incidente menor, el 3 de mayo floricultores que<br />
tradicionalmente expendían en la calle en esa fecha flores para el festejo de la Santa Cruz, fueron reprimidos por la policía<br />
municipal, alegando la falta de autorización para vender su producto, gente del FPDT se desplazó al lugar para apoyarlos<br />
y el Subcomandante Marcos, quien desarrollaba esa tarde un mitin en la ciudad de México, convocó a los jóvenes a<br />
apoyar la movilización de los atenquenses. Cuando la policía federal, estatal y municipal llegó a Atenco pudo reprimir no<br />
sólo a los campesinos y habitantes de Atenco, sino a los simpatizantes zapatistas aliados a ellos.<br />
11 Salvo honrosas excepciones como la periodista Carmen Aristegui, periodista en radio y televisión, quien el 4 de<br />
febrero de 2011 fue despedida de la cadena radial MVS por haber comentado la noticia de que un diputado del PT<br />
mostró en la sesión del congreso una manta en la que señalaba el alcoholismo del presidente Calderón.<br />
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juicios satanizadores en todos los medios 12 . Mientras tanto, la policía ocupaba el pueblo de Atenco,<br />
entraba a las casas para golpear y detener a los dirigentes y simpatizantes del movimiento, hubo dos<br />
muertos como producto de estas acciones, que no aparecieron en los medios. La condena y denuncia<br />
de tan brutal represión y sus mecanismos fue poco atendida por parte de la sociedad civil, inmersa en<br />
la campaña electoral y el más fuerte de los contendientes, Andrés Manuel López Obrador del PRD,<br />
no se pronunció para condenar la agresión, y como Cárdenas en el 2000 prefirió no “contaminar” su<br />
campaña presidencial con otros temas.<br />
El resultado más preocupante de la estrategia de guerra psicológica contra la sociedad<br />
movilizada es su eficacia en la construcción de los agredidos por la policía, de los que protestan y se<br />
movilizan y se defienden de la agresión policíaca como “ultras”, es decir sujetos radicales en extremo<br />
y por tanto ajenos a las demandas y la sensibilidad del resto de los sectores populares y trabajadores,<br />
y que por ello deben ser aislados del resto. Con ello, la separación buscada por la estrategia represiva<br />
se produce en la realidad. Desde la huelga de la UNAM este objetivo se ha logrado, los “ultras” del<br />
CGH, del EZLN, de Atenco, se encuentran en un extremo y los “moderados” del PRD en el otro,<br />
de manera que la articulación y alianza que a partir de 1994 se había concretado en torno a las<br />
reivindicaciones indígenas del EZLN, ha sido destruida. La definición de un perfil más electoral y<br />
menos socialista del PRD, la afirmación de la carrera por el poder municipal, estatal y federal y el<br />
propio ejercicio del poder en las distintas instancias alcanzadas por este partido, ha llevado al<br />
abandono de los principios de izquierda para construir un proyecto de gobierno y un perfil político<br />
que haga “viable” su llegada a la presidencia de la República por la vía electoral, suavizando<br />
demandas y desligándose de los sectores más radicales, y cuando está en el gobierno incumpliendo<br />
las demandas de sus electores o incluso reprimiéndolos. Por su parte, el EZLN y otros sectores<br />
asumen el cambio procesado en el PRD y se alejan de él, marcan sus distancias y radicalizan sus<br />
posiciones, asumiéndolos como adversarios. Como ocurrió durante 2006 a partir de la Otra<br />
Campaña, en que el EZLN se posicionó en contra del candidato del PRD, López Obrador,<br />
ignorando a los otros candidatos y sus partidos, PAN y PRI.<br />
Este cambio hacia la polarización al interior de la izquierda y de los sectores trabajadores y<br />
populares, aparece con claridad a partir del 2000 con el gobierno panista y es mucho más evidente a<br />
partir del 2006, es una decisión de cada parte que se afirma en su identidad política, una electoral y<br />
otra antielectoral y anticapitalista, aunque no es del todo clara su definición. Pero la separación<br />
tajante entre los que se aliaron en 1994, es también resultado de la eficaz estrategia de dominación, de<br />
quienes ostentan el poder real y de las transformaciones operadas por ellos en el estado, es el<br />
resultado deseado de su acción.<br />
Sobre este fenómeno tenemos que hacernos varias preguntas, ¿la separación es inevitable,<br />
deseable, necesaria?, ¿es algo que implica sólo a los liderazgos o corresponde también a la base<br />
social? La ruptura y separación ¿beneficiará al movimiento social de izquierda o lo afectará? en su<br />
capacidad de enfrentar a un estado que ha cambiado y se ha preparado para enfrentar la capacidad<br />
organizativa y de impugnación de los movimientos sociales, en términos militares, de inteligencia, y<br />
en el uso de los medios de comunicación para imponer su visión del mundo.<br />
El repunte de la movilización social en 2006<br />
A pesar de la pauta impuesta se desarrollaron dos procesos de movilización social amplia muy<br />
intensos, en los que se desafió esta tónica conservadora que se ha impuesto como dominante en los<br />
medios de comunicación y en la opinión pública en general: la huelga magisterial y la creación de la<br />
APPO en Oaxaca y las elecciones del 2 de julio y la movilización posterior contra el fraude a López<br />
12 Salvo honrosas excepciones como la periodista Carmen Aristegui, periodista en radio y televisión, quien el 4 de<br />
febrero de 2011 fue despedida de la cadena radial MVS por haber comentado la noticia de que un diputado del PT<br />
mostró en la sesión del congreso una manta en la que señalaba el alcoholismo del presidente Calderón.<br />
26
Obrador. 13<br />
¿Qué pasó durante el sexenio de Fox para que en 2006 la gente se volcara a las calles en<br />
Oaxaca y a las urnas en todo el país, asumiendo que en ellas se jugaba su destino? Creemos que fue la<br />
conciencia de los sectores populares sobre el engaño que representó la llegada al poder de la derecha<br />
bajo la bandera de la democracia, la clara percepción de los efectos del programa neoliberal sobre las<br />
condiciones de vida de la población, la forma represiva de ejercicio del poder por la derecha, y la<br />
forma polarizada de presentar la disputa electoral que mostró hasta donde pueden llegar para retener<br />
el poder y cumplir su proyecto a 30 años.<br />
En ambas luchas aparece como una tendencia natural de los propios movimientos, además de<br />
sus variadas particularidades, la búsqueda de la articulación entre los diversos sujetos, la suma de<br />
fuerzas, sectores y demandas, antes que su diferenciación en fracciones políticas e ideológicas. Otro<br />
rasgo es la visualización clara de un adversario y de un objetivo, la lucha por la destitución del<br />
gobernador Ulises Ruiz que representa la cúspide de un aberrante poder caciquil que expresa la<br />
alianza entre los viejos y los nuevos modos de la política nacional en la alianza de PRI y el PAN, en el<br />
caso de Oaxaca; y el reemplazo del proyecto y del gobierno neoliberal en el caso de la movilización<br />
electoral y antifraude. Varias novedades aparecieron en tales movilizaciones, los aparatos<br />
tradicionales de acción política: el sindicato magisterial, en caso de la revuelta de Oaxaca, y el partido<br />
en el caso de la rebelión electoral, fueron rebasados como forma de organización, movilización y<br />
representación de los sectores implicados y emergieron otras formas de movilización y de hacer<br />
política, con una composición heterogénea, una estructura informal y formas de acción creativas, con<br />
adhesiones que no piden permiso a tales aparatos. Incluso los individuos, los dirigentes fueron<br />
sobrepasados, Flavio Sosa en Oaxaca y el propio candidato López Obrador, a pesar de que su figura<br />
carismática es uno de los componentes del fenómeno entre determinados sectores, los personajes<br />
resultaron secundarios frente a la disposición de cambiar, con la acción directa, el estado de cosas.<br />
El error de cálculo de López Obrador y de los perredistas fue creer que el gobierno panista iba<br />
a respetar su triunfo en las urnas, que las instituciones democráticas funcionaban igual para todos,<br />
que eran realmente neutrales, que el PAN era democrático, que AMLO ganaría la presidencia gracias<br />
a su carisma y que el PAN aceptaría que llegara al poder. El error de cálculo de Marcos fue creer lo<br />
mismo y hacer una campaña contra AMLO, ¿para qué, para posicionarse frente a él y aparecer como<br />
consecuente con sus metas radicales? o ¿para evitar que ganara y enfrentar un escenario polarizado y<br />
más “sencillo”? Y las dos fuerzas más importantes de la izquierda se enfrentaron entre sí.<br />
Colofón<br />
Cómo señalamos al inicio, hay una aparente continuidad o inercia en la gestión estatal. Pero<br />
hubo cambios profundos en su naturaleza: una radical renuncia a su tradicional función arbitral, lo<br />
que llevó a la fractura en la relación entre Estado y sociedad civil, lo que tuvo de positivo es que esto<br />
llevó a la autonomización de ésta última. A la búsqueda de formas de acción social autónoma, a la<br />
definición de sus demandas y al establecimiento de alianzas amplias. Los primeros seis años de la<br />
derecha en el poder representaron cambios muy profundos en la forma de ejercicio del poder y en la<br />
forma de responder a ellos por parte de la sociedad, cambios que los actores políticos más<br />
importantes de la izquierda no fueron capaces de valorar en todas sus implicaciones. Y por ello no<br />
fueron capaces de responder de acuerdo a la naturaleza del desafío que implicaba. El cambio ha<br />
consistido en que la derecha ha llegado al poder. Si bien los cambios definitivos en el ámbito<br />
legislativo no se han concretado, debido a la incapacidad política de Fox y su equipo para negociar y<br />
consensar las reformas, en la práctica los cambios se han impuesto, pero sobre todo y calladamente<br />
se cambiaron la forma real de ejercicio del poder, se traspasó el poder a la derecha empresarial y se<br />
13 No nos detendremos en estos procesos sobre los que existe una amplia literatura, sólo los ubicaremos en el<br />
contexto global que intentamos mostrar.<br />
27
impuso el discurso neoliberal como dominante. Aunque Fox se haya dormido en sus laureles, la<br />
derecha, los empresarios y los elementos activos del bloque conservador en la sociedad civil se han<br />
posicionado en los lugares clave y se han fortalecido política e ideológicamente. En la actual<br />
coyuntura los polos de la contradicción aparecen claros, el escenario polar planteado en su campaña<br />
anti lopezobradorista para propiciar el “voto del miedo” 14 por la derecha panista, aparece como el<br />
escenario real construido por ellos desde el poder en los últimos seis años y en realidad desde antes.<br />
La derecha tiene el poder y presenta sus armas para combatir el ascenso popular: a través de la<br />
militarización de la sociedad y la exclusión económica, política y social de un espectro más amplio del<br />
que aparecía en 1994 y en 2000, los sindicatos corporativos como bastión antineoliberal organizado y<br />
con capacidad de movilización y expresión, la juventud estudiantil y la desempleada, los pobres del<br />
campo y la ciudad que sólo encuentran como estrategia de sobrevivencia la migración a Estados<br />
Unidos, los sectores medios crecientemente empobrecidos, los indígenas cuya capacidad<br />
organizativa, de vinculación nacional y de comunicación con el resto de la sociedad ha crecido<br />
exponencialmente en los últimos años, sin duda con el gran aporte del EZLN. A todos ellos los<br />
presenta la derecha como sectores corporativos, como un obstáculo para la aplicación radical de sus<br />
medidas neoliberales y como el enemigo a vencer.<br />
La estrategia de desarticulación de la movilización social a través de la represión, de la que es<br />
portador Ramírez Acuña es asumida plenamente por Calderón al nombrarlo Secretario de<br />
Gobernación, al iniciar su mandato, se trata de una alianza más sólida. Ramírez Acuña fue desde<br />
mayo de 2004 el promotor entre los panistas de la candidatura a la presidencia de Calderón, quien<br />
debió contender con otros dos precandidatos panistas y la carta fuerte no ha sido su carisma (del que<br />
carece), a diferencia de Fox, sino su capacidad política desplegada en una precoz y tenaz carrera, y su<br />
disposición y convicción para ejercer la fuerza contra los grupos inconformes.<br />
* Fabiola Escárzaga es mexicana. Socióloga y doctora en Estudios Latinoamericanos por la<br />
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Profesora-investigadora de la Universidad<br />
Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Departamento de Política y Cultura, Área Problemas<br />
de América Latina. Miembro del Centro de Estudios Andinos y Mesoamericanos A.C. (CEAM).<br />
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Coordinadora con Raquel Gutiérrez de los<br />
libros Movimiento indígena en América Latina: resistencia y proyecto alternativo. Vols. I y II. México, CEAM,<br />
Juan Pablos, UNAM, UACM, UAM. 2005 y 2006.<br />
14 Como en otros países se hizo una campaña negra contra el candidato de la izquierda, vinculándolo con Hugo<br />
Chávez y presentando un escenario catastrófico en caso de ganar: el socialismo, la expropiación de la propiedad privada,<br />
el autoritarismo, la violencia social.<br />
28
MECANISMOS ESTATALES QUE EROSIONARON EL<br />
MOVIMIENTO MEXICANO EL CAMPO NO AGUANTA MÁS<br />
SONIA PURICELLI*<br />
Introducción<br />
Uno de los movimientos sociales mexicanos más impactantes en tiempos recientes ha sido El<br />
campo no aguanta más (MECNAM). En un contexto de marginación estructural de los pequeños y<br />
medianos productores, se articularon doce organizaciones rurales frente tres adversidades<br />
coyunturales hacia finales del año 2002: i) la penúltima etapa de desgravación del Tratado de Libre<br />
Comercio (TLC o Tratado); ii) la negociación del presupuesto rural; y iii) la nueva ley agraria<br />
estadounidense.<br />
Durante dos años, el MECNAM emprendió movilizaciones nacionales impulsando su<br />
plataforma campesinista para la inclusión productiva estructural en general y la negociación del<br />
apartado agropecuario del TLC en particular. La interlocución con el gobierno resultó concretamente<br />
en la firma de un extenso y cuestionado documento llamado el Acuerdo Nacional para el Campo<br />
(ANC) en el 2003.<br />
Mientras el movimiento realizó parcialmente su plataforma, creció un conjunto de<br />
contradicciones tanto internas como externas que no permitió que el MECNAM perdurara más allá<br />
de la coyuntura enfrentada. Estas últimas establecen el enfoque del presente trabajo. Aquí se centra<br />
en exponer las principales dinámicas de la relación conflictiva entre el movimiento y el Estado, con<br />
particular énfasis en las tensiones surgidas que aportaron a la fractura del MECNAM.<br />
Mecanismos estatales de debilitamiento<br />
Las medidas empleadas para fortalecer el Estado o debilitar la unidad de las organizaciones<br />
campesinas fueron las siguientes: herramientas burocráticas, recursos desiguales entre las<br />
organizaciones, subejercicio presupuestal, candados para entregar recursos, denuncias penales, un<br />
nuevo corporativismo del PAN y el incumplimiento del ANC. En suma se sentencia que:<br />
se metieron [los dirigentes] en una dinámica de negociación que fue una trampa. [...] Yo creo que<br />
el gobierno panista ha sido eficaz en desgastar a las direcciones campesinas [...] [a través de] una<br />
dinámica de negociación de dos meses, desatando una campaña en los medios de comunicación para<br />
apropiarse del movimiento y sus resultados espectaculares, y cooptando a una parte de los dirigentes. 1<br />
El burocratismo estatal es un adversario silencioso y corrosivo para un movimiento social. La<br />
herramienta que fundamentó la decisión gubernamental de no renegociar el Tratado, fue su<br />
interpretación de las conclusiones del estudio ex profeso. De acuerdo con el numeral 47 del Acuerdo<br />
Nacional para el Campo, el Ejecutivo Federal se comprometió a realizar una evaluación integral de<br />
los impactos y la instrumentación del capítulo agropecuario del TLCAN. 2<br />
En base a ese estudio, se decidiría qué políticas tomar. El resultado del estudio es que: uno,<br />
fundamentalmente, la pobreza en el campo no deriva del Tratado de Libre Comercio. [...]<br />
Fundamentalmente, la conclusión es que el Tratado de Libre Comercio no es un factor determinante en<br />
la generación de pobreza en el campo. Hay otros factores, de política pública. [...] Se hizo un estudio<br />
para ver hasta qué punto era necesario o no renegociar, porque la posición de las organizaciones es que<br />
1 Hernández Navarro, Luís, Coordinador de Opinión de La Jornada. Entrevistado en el DF el 17 de agosto de<br />
2005. 2 “Acuerdo Nacional para el Campo. Por el desarrollo de la sociedad rural y la soberanía y seguridad alimentaria”,<br />
28 de abril de 2003, p. 17.<br />
29
había que renegociar el Tratado, pero como un dogma de fe. Eso sí hay que dejarlo bien claro. Son<br />
posiciones políticas. [...] ¿Por qué no se ha renegociado el Tratado? Porque hasta ahorita no hay un<br />
estudio que demuestre que el Tratado ha tenido un impacto negativo en tal o cual sector y mucho menos,<br />
no hay ningún estudio que demuestre que el Tratado ha tenido un impacto en los pobres del campo. [...]<br />
[La conclusión sobre el impacto del TLC] es lo que dicen los investigadores del COLMEX, no el<br />
gobierno. 3<br />
Este polémico y costoso estudio de COLMEX, de dos millones 500 mil pesos mexicanos,<br />
―criticado por los dirigentes rurales por haberse realizado sin su participación como se estableció en<br />
el numeral 47― representa un arma de dos filos. Efectivamente concluye que los problemas del<br />
campo no son causados sólo por el TLC, sino la trayectoria de políticas públicas severas e<br />
inadecuadas y factores externos e internos que influyen en el mercado, consecuentemente se requiere<br />
una política de Estado para el campo a largo plazo. 4 Mientras el gobierno afirma que, por ende, no es<br />
necesario renegociar el TLCAN, los líderes sociales aseveran que, por lo tanto, es imprescindible<br />
modificar las políticas públicas. Confrontados con concepciones opuestas respecto a las causas de y<br />
las soluciones para los problemas del campo, el gobierno y los dirigentes encuentran dificultades en<br />
conciliar enfoques.<br />
Otro tema es la práctica institucional del subejercicio presupuestal, la cual atenúa la actividad<br />
de las organizaciones campesinas. La entrega tardía limita su tarea de canalizar los recursos a sus<br />
agremiados, perjudica el ciclo de trabajo, y<br />
se llega finalmente a tener un subejercicio criminal. 5 .<br />
[En el 2004] se aplicaron los programas en octubre, entonces son tiempos en que ya el recurso<br />
para el campo, ya pasaron las lluvias, ya para qué. [...] Se vuelve subsidio para el consumo, subsidio<br />
para la deuda, porque los campesinos tienen que endeudarse para la semilla, para el agua, para todo. 6<br />
Se señala que en el año 2004, por ejemplo,<br />
hubo un subejercicio de más del 60 por ciento al presupuesto del campo. [El dinero quedó] en<br />
fideicomisos privados. La moda ahora aquí en México con este gobierno es que crea fideicomisos privados<br />
porque no son auditables ―no son fiscalizables―, entonces ese dinero se queda en bolsas, en<br />
fideicomisos privados para la elección del 2006. 7<br />
Además, hay mecanismos de control estructurales que contrarrestan el engrandecimiento<br />
presupuestal:<br />
Tenemos un candado: todo presupuesto que no se ejerce, achica para el año entrante la solicitud<br />
de presupuesto. Si este año tú solicitaste 50 y sólo ejerciste 40, el año entrante no puedes pedir más de<br />
3 Campos Coy, Guillermo, Director de Cadenas Agroindustriales, Secretaría de Economía (SE). Entrevistado en el<br />
DF el 20 de mayo de 2005.<br />
4 Romero, José y Alicia Puyana (con la colaboración de Roberto Aceves, José A. Ávila, Fernando Cortés y Carlos<br />
Heredia), “Evaluación integral de los impactos e instrumentación del capítulo agropecuario del TLCAN”, CD<br />
proporcionado en la SE, 4 de abril de 2004, pp. 122-127.<br />
5 López Ríos, Álvaro, Secretario General de Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, A.C. (UNTA).<br />
Entrevistado en México el 16 de mayo de 2005.<br />
6 Ramos Alva, Carlos, Consejero Consultivo de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, A.C. (CNPA).<br />
Entrevistado en el DF el 8 de junio de 2005.<br />
7 Luna Hernández, J. Miguel, Dirigente Nacional de la Coalición de Organizaciones <strong>Democrática</strong>s Urbanas y<br />
Campesinas, A.C. (CODUC), Diputado Federal (PRD) y Presidente de la Comisión de Desarrollo Rural de la Cámara de<br />
Diputados. Entrevistado en el DF el 12 de mayo de 2005.<br />
30
40, y si el año entrante ejerces 30, no puedes pedir más de 30 y así estamos empequeñeciendo en la<br />
práctica ―en la operación política― el presupuesto para el campo. 8<br />
También hay candados incorporados en la propia reglamentación de la aplicación de ciertos<br />
programas estatales específicos. En el caso del Fondo Nacional de Población, que depende de la<br />
Secretaría de Desarrollo Social y emplea los recursos de los programas de vivienda rural, se aplican<br />
criterios que excluyen a muchas poblaciones de alta marginación. La Secretaría mantiene que el<br />
programa no puede operar en comunidades de menos de cinco mil habitantes porque no están<br />
consideradas en los censos y no lo permiten las Reglas de Operación. 9 Dichas Reglas se elaboran o<br />
revisan anualmente, y la tramitología ha permitido que la entrega de recursos se pueda rezagar. En el<br />
ejemplo del Programa para el Ordenamiento y Fortalecimiento a la Autogestión Silvícola:<br />
Las Reglas de Operación salieron publicadas en noviembre de 2004, pero la integración de<br />
documentos, cuando hicimos negociaciones y pudimos llegar a completarlas, estábamos hablando de los<br />
primeros días de diciembre. Estuvimos firmando los acuerdos a mediados de diciembre y era un programa<br />
que tenía que ejecutarse en diciembre: teníamos 15 días para ejecutarlo. Eso es algo ilógico. No se<br />
puede. 10<br />
El MECNAM fue una lucha que no llevó a sus participantes a la tumba, en contraste con otros<br />
ejemplos de conflictos rurales pasados y presentes. Las sanciones aplicadas a algunos dirigentes se<br />
relacionan con el eje legal: averiguaciones previas, órdenes de aprehensión, procesos contra la<br />
privación de libertad (denunciadas por la Secretaría de Comunicación por atentar contra las vías de<br />
comunicación) o por daño a inmuebles. “[H]ay una forma distinta [de represión], el uso del Poder<br />
Judicial para atentar contra las garantías y la libertad de los dirigentes campesinos. [...] [El Centro de<br />
Investigación y Seguridad Nacional], nos investiga a cada uno de los dirigentes, tiene fichas de<br />
nuestra vida privada, busca forma de encontrar algo en lo que fallamos [...] Ahora se están<br />
prácticamente cancelando nuestros derechos de participación social y política en nuestro país y eso es<br />
un asunto grave.” 11 Se aplicó el recurso de criminalizar a la protesta, aunque la reprimenda en el caso<br />
del MECNAM ha sido mínima comparada con los enfrentamientos sangrientos de Atenco y Oaxaca<br />
del sexenio foxista. Algunos líderes mencionan procesos sutiles de amenaza, vigilancia y persecución.<br />
[E]mpezaron ―y eso se lo dijimos abiertamente a [el Secretario de Gobernación] Creel― a<br />
deslizarle a la prensa, a algunas estaciones de radio, información supuestamente confidencial de<br />
inteligencia sobre algunos dirigentes. “Ya los conocemos, ya sabemos de quiénes se trata. Ustedes hicieron<br />
esto”, algunos detalles de vida personal, etcétera. El gobierno empezó a manejar eso también. 12<br />
Por otro lado, ha habido un emergente e incipiente corporativismo panista, expresado en<br />
organismos de Estado como: el Organismo de Productores Agropecuarios, Ganaderos y Acuícola<br />
Nacional (OPAGAN), la Unión Nacional Integradora de Organizaciones Solidarias y Economía<br />
Social (UNIMOSS, una central), y el Programa de Acción Nacional en Acción Rural (PLANTAR, un<br />
consejo), todos creados en 2004. Etiquetada como una CNC blanquiazul ―una central<br />
8 Ramos Alva, Carlos, CNPA, [entrevista] op. cit.<br />
9 Olivarría Saavedra, Servando, Comisionado Ejecutivo Nacional de la Unión Nacional de Organizaciones<br />
Regionales Campesinas Autónomas, A.C. (UNORCA). Entrevistado en el DF el 19 de mayo de 2005.<br />
10 Robledo Márquez, Ramiro, Director Ejecutivo y Coordinador Nacional de la Unión Nacional de<br />
Organizaciones en Forestaría Comunitaria, A.C. (UNOFOC). Entrevistado en el DF el 19 de agosto de 2005.<br />
11 Durán, José [ponencia], en Mestries Benquet, Francis, Armando Sánchez Albarrán, Ruth Madueño Paulette,<br />
Jorge Mercado Mondragón e Irma Juárez González, Memoria del Primero y Segundo Foro del Acuerdo Nacional para el Campo y el<br />
Movimiento del campo no aguanta más 2005-2006, México, UAM-A, 2006, pp. 33, 34.<br />
12 Quintana Silveyra, Víctor M., Asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua, A.C. (FDCCh) y<br />
Docente-investigador de la Universidad Autónoma Ciudad Juárez. Entrevistado en el DF el 26 de julio de 2005.<br />
31
cooperativa―, y criticada por concentrar orgánicamente Secretarios de Estado y otros altos<br />
funcionarios panistas entre sus consejeros, esta nueva relación constituye un viraje conceptual del<br />
PAN que se había fundado y desarrollado hasta ahora sin brazo campesino.<br />
El problema no está sólo en que el partido ciudadano por excelencia conforme<br />
verticalmente una organización gremial [...] Lo más grave es que [...] la organización<br />
campesina blanquiazul nace apadrinada por funcionarios gubernamentales que, además<br />
de ser de su mismo partido, tienen en sus manos los recursos públicos destinados al<br />
campo. [...] Todo hace pensar que Unimoss y Plantar son subproducto de las jornadas<br />
campesinas del 2003. Y es que el PAN-gobierno habrá pensado que si de todos modos<br />
necesitaba maicear a unas cuantas organizaciones campesinas para mantener la<br />
gobernabilidad rural, pues mejor cebar de una vez a su propia gallinita panista. 13<br />
Estas entidades no construyen propiamente la inclusión estructural del campesinado al<br />
proyecto político-económico nacional, sino una inquietud de apoyo social, por ende su índole difiere<br />
del corporativismo histórico priísta. Todo indica que el PAN adquirió la preocupación por el<br />
potencial del sufragio agrario y la necesidad de construir correas de transmisión e interlocución<br />
(aunque no obligatoriamente de resolución) con el campo. Las organizaciones independientes y<br />
autónomas manifiestan que esta incitativa carece de un sustento orgánico social.<br />
En este momento son organizaciones que están naciendo. No tienen todavía las visiones y la<br />
experiencia de las que ya están. [...] Pero también nosotros estamos conscientes de que cuando termine el<br />
gobierno panista, esas organizaciones van a quedar sin rumbo porque nuevamente van a quedar sin<br />
líderes ―el gobierno que los esté manteniendo―, y van a ser muy pocas las que van a seguir. 14<br />
Aun estructuralmente débil e inconsolidada, esta estrategia de reposicionamiento panista en la<br />
sociedad ha encontrado su lugar en el arte de controlar el campo. La discrecionalidad y el control<br />
estatal aludidos recurren a facilidades administrativas preferenciales que influyen en la distribución de<br />
recursos.<br />
Es usar los recursos y el poder del Estado para asegurar lealtades. No hay ningún cambio. [...]<br />
[E]l corporativismo de Estado, que es el que existió con el PRI, tenía una lógica de sistema: era hacer<br />
permanecer al PRI. Pero el PRI era lo suficientemente inteligente para saber que había diversidad y que<br />
tenía que reconocer esa diversidad y darles un poco a esa diversidad. Sabía controlar su poder [...] Hoy<br />
en día el corporativismo no tiene esa lógica de Estado. [...] Tiene las lógicas individuales, de los intereses<br />
de los líderes individuales y es el peor corporativismo que puede existir. Yo jamás había visto tanta lana<br />
volar de un lado a otro, jamás. Más corrupto. Y corrupto de otro tipo, corrupto político. 15<br />
Al mismo tiempo, los nuevos organismos campesinos del PAN recurren a estrategias de<br />
reclutamiento que retan las membresías de organizaciones establecidas.<br />
[Funcionarios panistas] iban personalmente a ver a nuestros grupos en todo el país, a decirles:<br />
“sí, se va a apoyar tu proyecto, pero salte de la UNORCA, o salte de la CODUC o salte de la<br />
CIOAC y vente con nosotros y aquí está tu presupuesto para tu proyecto”. Algunos se fueron, muchos<br />
13 Bartra, Armando, “El nuevo movimiento campesino. ¿Caminos que se bifurcan?”, en Trabajadores en línea,<br />
número 45, noviembre-diciembre 2004, año 8, URL: http://www.uom.edu.mx/trabajadores/45bartra.htm consultado<br />
20/11/05.<br />
14 Robledo Márquez, Ramiro, UNOFOC, [entrevista] op. cit.<br />
15 Cruz Hernández, Isabel, Directora General de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social,<br />
A.C. (AMUCSS). Entrevistada en el DF el 27 de mayo de 2005.<br />
32
no. [...] A todas las organizaciones nos quitaron grupos, dos grupitos en cada estado, pero nos los<br />
quitaron. 16<br />
Después de la primera lucha del MECNAM que transcendió en el ANC, la segunda versó<br />
sobre su cumplimiento. En esta última, el movimiento enfrentó mayores complicaciones que<br />
menguaron su capacidad para materializar las demandas. El movimiento se dispersó en el<br />
burocratismo de ocho comisiones que atendieron los numerales de acuerdo con sus Secretarías<br />
correspondientes. Se confirmó el presentimiento de que el meollo del ANC iba a caer en letra<br />
muerta. La cuestión de la renuencia gubernamental se complementó con el problema de las<br />
preocupaciones individuales de determinados líderes sociales, el cual debilitó la cohesión de la<br />
resistencia.<br />
Se presentó una contradicción muy fuerte entre firmar [o no firmar] y exigir el cumplimiento y<br />
exigir los derechos particulares, que son tres niveles diferentes. [...] Yo siento que algunas organizaciones<br />
pasaron de haber participado en la elaboración del proyecto general, a reivindicar sus derechos específicos,<br />
y se comprometieron poco en buscar que se aterrizara el proyecto general. [...] Era una tarea<br />
terriblemente pesada y complicada [...] Esa fase [de poner en vigor el ANC] yo creo que fue la que<br />
fracasó. 17<br />
Consecuentemente, en este momento creció un vacío de interacción política entre el<br />
movimiento, que se hallaba desunido, y el gobierno, que no recibió suficiente presión para<br />
materializar los acuerdos firmados. Como resultado, el ANC evoca en el universo campesinista una<br />
sensación general de incumplimiento.<br />
El conducir estas reformas requiere de una voluntad política importante del Ejecutivo que no se<br />
ha manifestado. Es decir, el Presidente en realidad firmó el Acuerdo y le ha dado un cumplimiento<br />
formal, pero no sustantivo. No en las cuestiones de fondo [...] En lo estructural: la iniciativa de Ley de<br />
Planeación Agropecuaria para la Soberanía Alimentaria, no la ha enviado el Ejecutivo; evaluación<br />
[objetiva] del impacto del capítulo agropecuario del TLCAN, no lo ha cumplido; evaluación del impacto<br />
del Farm Bill en la economía mexicana, no lo ha cumplido; el compromiso de proponer una estrategia<br />
para eliminar la desigualdad campo-ciudad en un periodo de diez años, no ha presentado ninguna<br />
estrategia; el compromiso de tener toda una arquitectura para las instituciones financieras que apoyen la<br />
capitalización del campo, no lo ha cumplido; el compromiso de hacer una propuesta de reestructuración<br />
administrativa y de programas de forma tal que haya una mucho mayor eficiencia, coordinación entre<br />
todas las instituciones que son responsables del desarrollo rural, no lo ha cumplido; el proponer<br />
presupuestos crecientes para el campo y para específicamente la inversión, no lo ha cumplido; el aumentar<br />
la inversión de infraestructura hidroagrícola para aumentar la productividad, que es el factor<br />
fundamental que explica la productividad de la agricultura que es el agua, no lo ha cumplido. De hecho,<br />
objetó por vía de veto constitucional de la controversia ante la Suprema Corte el que se hubieran hecho<br />
aprobación de presupuestos para el propósito de la inversión en infraestructura hidroagrícola. Eso es<br />
criminal. Eso es condenar al país al atraso productivo. 18<br />
Entre otros ejemplos, podemos señalar que para el 25 de julio de 2003, sólo siete de las 35<br />
Reglas de Operación habían sido publicadas en el Diario Oficial de la Federación, 19 el presupuesto<br />
16 Luna Hernández, J. Miguel, CODUC, [entrevista] op. cit.<br />
17 Bartra, Armando, Director del Instituto de Estudios para el Desarrollo Rural Maya, A.C. (Instituto Maya).<br />
Entrevistado en el DF el 13 de junio de 2005.<br />
18 Montoya Martín del Campo, Alberto, Docente-investigador de la Universidad Iberoamericana (UIA) y<br />
Vicepresidente Ejecutivo del Consejo Técnico Coordinador de la Evaluación del Acuerdo Nacional para el Campo.<br />
Entrevistado en el DF el 12 de septiembre de 2005.<br />
19 La Jornada, 25 de julio de 2003, p. 11.<br />
33
multianual aún no existe y, pese a la creación de la Financiera Rural, no ha habido una verdadera<br />
reforma en el sistema financiero rural. En el área presupuestal inmediata:<br />
Del fondo emergente de dos mil 800 millones de pesos, resulta que, en las áreas de salud, no se<br />
invirtió en Seguro Popular los 500 millones de pesos que nosotros habíamos convenido con el gobierno.<br />
En materia de apoyos directos a productores, se quedaron de invertir 600 millones de pesos en Procampo<br />
Alterno ―un programa vinculado al sector agrícola― tampoco se hizo. En materia de empleo<br />
temporal, 300 millones de pesos, que eran destinados a empleo temporal de las organizaciones firmantes,<br />
tampoco se invirtieron estos recursos. Es decir, puntualmente no hay cumplimiento completo de los<br />
compromisos adoptados por el gobierno [...] [y] nos adeuda todavía alrededor de mil 200 millones de<br />
pesos. 20<br />
El lento y conflictivo proceso para efectuar los numerales del Tratado ―tanto generales como<br />
concretos― constituyó un catalizador para las fricciones internas de El campo no aguanta más. No<br />
había un plan de contingencia de acción previamente acordado ante la previsible dádiva de, en sus<br />
palabras, ‘atole con el dedo’ después de la firma.<br />
Conclusiones<br />
El campo no aguanta más constituyó un movimiento impactante, no obstante efímero. Los<br />
problemas que enfrentó se basan principalmente en i) dificultades internas (p. e j. contradicciones a<br />
raíz de la pluralidad de la alianza) y ii) erosión externa, sobre todo con respecto a su interacción con<br />
el Estado. Los limitantes arriba mencionados fueron tanto estructurales como coyunturales, y<br />
también interrelacionados. Deterioraron significativamente la fuerza del movimiento y su capacidad<br />
de resistencia durante y después de la etapa de negociación, resultando finalmente en su rápida<br />
ruptura.<br />
Las respuestas y acciones del gobierno frente al movimiento constituyeron dinámicas dentro<br />
―y al margen― del marco legal. También sobresale la capacidad del nuevo gobierno panista de<br />
aprender viejos mecanismos priístas de control social: el PAN no sólo adaptó prácticas de la<br />
tradición priísta, sino también las actualizó. La experiencia nos deja enseñanzas sobre la importancia<br />
de cohesión y unidad estratégica frente un adversario. Después de todo, la erosión externa puede<br />
acentuar cualquier problema interno.<br />
20 López Ríos, Álvaro, UNTA, [entrevista] op. cit.<br />
34
Fuentes citadas<br />
Bibliografía<br />
Bartra, Armando, “El nuevo movimiento campesino. ¿Caminos que se bifurcan?”, en Trabajadores en<br />
línea, número 45, noviembre-diciembre 2004, año 8, URL:<br />
http://www.uom.edu.mx/trabajadores/45bartra.htm. Consultado 20/11/05.<br />
Durán, José [ponencia], en Mestries Benquet, Francis, Armando Sánchez Albarrán, Ruth Madueño<br />
Paulette, Jorge Mercado Mondragón e Irma Juárez González, Memoria del Primero y Segundo Foro del Acuerdo<br />
Nacional para el Campo y el Movimiento del campo no aguanta más 2005-2006, México, UAM-A, 2006.<br />
Romero, José y Alicia Puyana (con la colaboración de Roberto Aceves, José A. Ávila, Fernando Cortés<br />
y Carlos Heredia), “Evaluación integral de los impactos e instrumentación del capítulo agropecuario del<br />
TLCAN”, CD proporcionado en la Secretaría de Economía, 4 de abril de 2004, pp. 122-127.<br />
Entrevistas<br />
Bartra, Armando, Director del Instituto de Estudios para el Desarrollo Rural Maya, A.C. (Instituto<br />
Maya). Entrevistado en el DF el 13 de junio de 2005.<br />
Campos Coy, Guillermo, Director de Cadenas Agroindustriales, Secretaría de Economía (SE).<br />
Entrevistado en el DF el 20 de mayo de 2005.<br />
Cruz Hernández, Isabel, Directora General de la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del<br />
Sector Social, A.C. (AMUCSS). Entrevistada en el DF el 27 de mayo de 2005.<br />
Hernández Navarro, Luís, Coordinador de Opinión de La Jornada. Entrevistado en el DF el 17 de<br />
agosto de 2005.<br />
López Ríos, Álvaro, Secretario General de Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, A.C. (UNTA).<br />
Entrevistado en el DF el 16 de mayo de 2005.<br />
Luna Hernández, J. Miguel, Dirigente Nacional de la Coalición de Organizaciones <strong>Democrática</strong>s<br />
Urbanas y Campesinas, A.C. (CODUC), Diputado Federal (PRD) y Presidente de la Comisión de Desarrollo<br />
Rural de la Cámara de Diputados. Entrevistado en el DF el 12 de mayo de 2005.<br />
Olivarría Saavedra, Servando, Comisionado Ejecutivo Nacional de la Unión Nacional de<br />
Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, A.C. (UNORCA). Entrevistado en el DF el 19 de mayo<br />
de 2005.<br />
Ramos Alva, Carlos, Consejero Consultivo de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, A.C. (CNPA).<br />
Entrevistado en el DF el 8 de junio de 2005.<br />
Robledo Márquez, Ramiro, Director Ejecutivo y Coordinador Nacional de la Unión Nacional de<br />
Organizaciones en Forestaría Comunitaria, A.C. (UNOFOC). Entrevistado en el DF el 19 de agosto de 2005.<br />
Quintana Silveyra, Víctor M., Asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua, A.C.<br />
(FDCCh) y Docente-investigador de la Universidad Autónoma Ciudad Juárez. Entrevistado en el DF el 26 de<br />
julio de 2005.<br />
Documento<br />
“Acuerdo Nacional para el Campo. Por el desarrollo de la sociedad rural y la soberanía y seguridad<br />
alimentaria”, 28 de abril de 2003.<br />
35
* El presente trabajo se basa en fragmentos del libro de Sonia Puricelli, El movimiento El campo<br />
no aguanta más. Auge, contradicciones y declive (México 2002-2004), México, Plaza y Valdés/IZC, 2010.<br />
ISBN: 978-607-402-084-7. La autora es Doctora en Estudios Latinoamericanos de la UNAM y fue<br />
docente-investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México, durante 15 años. Ahora<br />
imparte la materia Política y Sociedad en América Latina en la Universidad Nacional de Quilmes,<br />
Argentina.<br />
36
DERECHOS HUMANOS TRAS LA<br />
TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA<br />
37
LOS DEFICITARIOS DERECHOS HUMANOS<br />
(8 de diciembre de 2010)<br />
JOSÉ ENRIQUE GONZÁLEZ RUIZ*<br />
La sociedad parece haber enloquecido.<br />
Estamos viviendo acontecimientos violentos<br />
que no tienen visos de racionalidad.<br />
Una guerra sin ton ni son<br />
Wikileaks develó que Felipe Calderón no midió bien los alcances de su famosa “guerra<br />
contra el crimen organizado”, según lo confesó a su preceptor José María Aznar. Aunque realmente<br />
no había necesidad de eso, porque los resultados de sus acciones son auténticamente desastrosos.<br />
Como en pocas etapas de nuestra historia, los grupos criminales controlan espacio territorial y<br />
cobran tributos a la población indefensa; los policías se ven superados por el armamento y la<br />
crueldad de los delincuentes; y los elementos del ejército aparecen involucrados en graves<br />
violaciones a los derechos de los civiles.<br />
Los Derechos Humanos han retrocedido en el actual sexenio, pues en el anterior al menos<br />
se les mencionaba discursivamente. Ahora sólo importa la “seguridad”, identificada como<br />
persecución, detenciones, encarcelamientos y muertes. En el altar de esa “seguridad” se sacrifican los<br />
derechos de los habitantes del país.<br />
La “guerra” calderoniana fue pretexto para la militarización. Violando flagrantemente el<br />
artículo 13 constitucional, que prohíbe extender el fuero castrense, se lanzó a los soldados a cumplir<br />
con tareas de policía. Ahora lo difícil será hacerlos volver a sus cuarteles, pues cada día hablan más de<br />
que ellos son “los únicos que pueden salvar a la patria”, ante la notoria corrupción de los cuerpos<br />
policíacos de todos los niveles.<br />
Nadie ha dicho que se tolere o permita delinquir. Lo que se cuestiona es la estrategia que<br />
sólo atizó la lumbre de la violencia y creó nuevos detentadores de poder fáctico. Son espeluznantes<br />
los comunicados de La Familia Michoacana en los que ofrece treguas al gobierno. Dan la impresión<br />
de que hablan de igual a igual, quizá por los vínculos que tienen con gente del poder.<br />
Las condenas internacionales<br />
Van cinco sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que<br />
condenan al Estado mexicano por violar gravemente las garantías que debiera preservar. Avergüenza<br />
que un tribunal internacional haya llegado a una conclusión que en México se regatea: aquí se<br />
perpetran delitos de lesa humanidad y sus autores son integrantes del Estado. En el pasado mediato,<br />
el gobierno nacional presumió en el extranjero de respetar y fomentar los Derechos Humanos,<br />
apoyando causas libertarias en otras partes del mundo. Ahora ni en el discurso lo sostiene.<br />
La sentencia que dictó la CIDH en el caso Radilla, da cuenta de una desaparición forzada de<br />
persona, delito considerado especialmente grave por las circunstancias en que se comete: con todas<br />
las ventajas que da el poder y negando a las víctimas la aplicación de la justicia. En virtud de esa<br />
condena, el Estado mexicano quedó obligado no sólo a reparar los daños causados, sino a armonizar<br />
nuestra legislación con la internacional para que nunca más vuelva a haber desapariciones forzadas.<br />
Obvio es decir que no ha cumplido.<br />
38
De modo que cada día es peor la imagen de México frente al exterior, aunque esto no parece<br />
importar a quienes tienen el mando formal del país.<br />
El déficit en Derechos Sociales es enorme<br />
Poner más de 40 mil trabajadores en la calle no es asunto de poca monta. Por más que se<br />
diga que se trataba de arreglar los problemas de una empresa pública deficiente y onerosa, lo cierto es<br />
que más de un cuarto de millón de personas resultaron afectadas (si consideramos que cada<br />
asalariado tiene 5 dependientes). Los derechos laborales fueron pisoteados.<br />
La educación es persistentemente cuestionada cuando es impartida por el Estado. El<br />
cacicazgo de Elba Esther Gordillo en el SNTE posibilita que las agresiones adquieran cierta<br />
credibilidad.<br />
También la salud sufre el embate, pues las instituciones públicas, señaladamente el IMSS y el<br />
ISSTE son intencionalmente debilitadas. Y ni qué decir de la vivienda y el sano esparcimiento.<br />
El Estado neoliberal desertó de sus obligaciones sociales; tiene como única misión favorecer<br />
los intereses de las empresas, en desmedro de los derechos de las personas.<br />
Con este panorama, el futuro inmediato se ve incierto. El movimiento de Derechos<br />
Humanos tiene que unirse a otros actores sociales para tratar de alcanzar sus objetivos.<br />
* José Enrique González Ruiz es Licenciado y Magíster en Derecho y Doctor en Ciencia<br />
Política. Es docente universitario desde hace 40 años y coordinador del Postgrado en Derechos<br />
Humanos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.<br />
39
DELINCUENCIA, (IN)SEGURIDAD Y LOS<br />
LÍMITES DEL ESTADO DE DERECHO EN MÉXICO<br />
PEDRO CERRUTI *<br />
En las últimas dos décadas México ha atravesado un proceso de democratización que lo ha<br />
llevado desde un régimen autoritario de partido único, cuya hegemonía se extendió por un lapso de<br />
70 años, hacia la celebración de elecciones libres, el afianzamiento de las libertades políticas y civiles y<br />
la modernización del Estado y las instituciones. Al mismo tiempo, y siguiendo una tendencia que<br />
afecta a toda la región latinoamericana, dicha democratización ha sido acompañada por un<br />
significativo aumento de la violencia y la delincuencia y de un proceso que ha llevado a la<br />
“inseguridad”, entendida al mismo tiempo como el riesgo real de convertirse en víctima del delito y<br />
como el miedo ante dicha posibilidad, a transformarse en la principal preocupación de la ciudadanía.<br />
La (in)seguridad ha ingresado en la agenda política como un problema social que demanda y justifica<br />
medidas de intervención urgentes que, sin poner en cuestión la legitimidad democrática<br />
recientemente conseguida, se orientan en direcciones complejas que ponen en cuestión el carácter<br />
sustancial de dichas transformaciones. En la medida en que manifiestan la distancia existente entre la<br />
consecución de derechos políticos y la igualdad en lo que se refiere a la garantía de derechos civiles y<br />
sociales, las respuestas socio políticas frente al delito abren serios interrogantes sobre los límites de la<br />
nueva democracia mexicana.<br />
El aumento del delito y la emergencia de la “inseguridad”<br />
Como en el resto de la región, durante la década de los noventa se produjo en México un<br />
incremento significativo del delito al punto tal de que en la zona metropolitana de la Ciudad de<br />
México, donde reside 17% de la población y se concentra más de una cuarta parte del delito<br />
reportado en todo el país, en dicho período las tasas se duplicaron 1 .<br />
A pesar de los problemas de confiabilidad de los datos estadísticos sobre el tema en cuestión, y<br />
del hecho derivado de que hasta el año 1997 no se recopilaron en forma sistemática, es dable<br />
reconstruir un patrón de crecimiento de los índices delictivos que comenzó y se mantuvo en forma<br />
moderada pero firme durante la década de los ochenta y principios de los años noventa hasta que se<br />
produjo un salto explosivo durante los años 1994-1997 en el que casi se duplicaron. Esos años<br />
constituyen justamente el momento de la severa crisis económica que alteró profundamente la<br />
estructura del mercado laboral y generó un agravamiento del desempleo y la marginalidad 2 . El año<br />
1997 constituye, pues, el momento de mayor incidencia delictiva, a partir del cual las tasas se han<br />
mantenido, en líneas generales, más o menos estables.<br />
Paralelamente, a mediados de la década de los noventa se registra una creciente preocupación<br />
pública respecto de la delincuencia y hacia el final de la misma la “inseguridad” se transforma en el<br />
1 Es preciso tener en cuenta que en México los delitos se clasifican según dos órdenes, los del fuero común y los<br />
del fuero federal. Los primeros son aquellos que afectan directamente a las personas, como delitos sexuales, homicidios,<br />
lesiones, robos, secuestros, etc. y son responsabilidad de las autoridades locales de cada una de las entidades federativas.<br />
Por otra parte, los delitos del fuero federal son aquellos que afectan a la seguridad del país o los intereses de la<br />
Federación, en su mayoría relacionados con el narcotráfico y violaciones a las leyes de armas de fuego, y que son<br />
perseguidos, investigados y juzgados por las autoridades federales. Alrededor del 85-90% de los delios reportados<br />
corresponden al fuero común, en el que prevalecen los delitos patrimoniales, especialmente el robo.<br />
2 Sabemos que la determinación de los procesos o factores que influyen en el incremento del delito es compleja,<br />
sin embargo, existe suficiente evidencia de la correlación durante esos años entre la variación de los índices de desempleo,<br />
especialmente de varones jóvenes, y el aumento y reducción de las tasas de criminalidad, especialmente lo delitos<br />
patrimoniales.<br />
40
principal problema de los mexicanos según las encuestas de opinión. En efecto, durante el año 1998<br />
la “inseguridad” supera al “desempleo” como segunda preocupación, atrás solamente de los<br />
“problemas económicos”, y para el año 2000 ya se había transformado en el mayor problema de<br />
México por encima de ambos.<br />
Si bien el aumento de la percepción del delito está asociado al incremento real de la<br />
delincuencia, la emergencia de la “inseguridad” como problema social está atada, a su vez, a las<br />
transformaciones de la esfera de la opinión pública, al rol de los medios de comunicación y a la<br />
presencia y las características de los discursos sociales sobre el delito y la violencia. También desde<br />
mediados de los años noventa la cobertura periodística de la delincuencia, otrora confinada a las<br />
secciones policiales o a la “nota roja”, se ubicó como el tema prioritario de la agenda mediática. Así,<br />
invadió la vida cotidiana a través de notas informativas, reportajes, artículos, editoriales, testimonios,<br />
etc. al mismo que se transformaba en el tema de encabezados de las primeras planas de la prensa y de<br />
los principales espacios de los noticieros de radio y televisión. Esta metamorfosis de los discursos<br />
públicos sobre el delito se producía, además, en el contexto de las transformaciones políticas, sociales<br />
y culturales de la transición a la democracia en función de las cuales los medios masivos de<br />
comunicación ocuparon progresivamente el rol, no solamente de “interlocutores” entre la sociedad y<br />
el Estado, sino de un “contrapoder” que en nombre de la primera interpela al segundo exigiéndole<br />
soluciones a determinados “problemas” y señalando la dirección y los modos en los que su<br />
intervención debe orientarse. De este modo, se gestó una demanda social por mayor seguridad en un<br />
momento en el que las instituciones del Estado encargadas de la Seguridad Pública aparecían como<br />
desbordadas y deterioradas. Así, en esta coyuntura la escalada de la actividad delictiva coincidía, por<br />
un lado, con una creciente expectativa de la ciudadanía ante el nuevo rol del Estado que prometía<br />
resolver los problemas que el modelo autoritario había dejado pendientes y, por otro, con una mayor<br />
exposición pública del funcionamiento institucional producto de la apertura democrática.<br />
El “combate” a la delincuencia<br />
La emergencia de la “inseguridad” ha impulsado una gran cantidad de iniciativas políticas<br />
públicas, tales como reformas del marco normativo, modificaciones organizacionales e<br />
institucionales, así como la creación de nuevos organismos de coordinación a nivel nacional. Pero<br />
más allá de las iniciativas particulares interesa destacar que ellas han formado parte de una<br />
orientación de las políticas de Estado que han abordado el problema principalmente en términos de<br />
un “combate” a la delincuencia. Eso implica que las reformas se han dirigido a maximizar la eficacia<br />
y la efectividad de las agencias de seguridad en la represión del delito a través de la intensificación de<br />
la severidad de los castigos y el aumento de la cantidad, autoridad y discrecionalidad de los agentes de<br />
seguridad.<br />
Así, el gasto federal en Seguridad Pública creció a razón de 25% anual promedio, y entre 1994<br />
y 2005 se elevó diez veces como porcentaje del PBI. Y se produjo un incremento significativo del<br />
número de policías, que se ha elevado a alrededor de 400 mil (0.4% de la población, 1% de la fuerza<br />
laboral) y que ha colocado a México como uno de los países con más agentes per cápita del mundo.<br />
Sin contar, además, el crecimiento de la seguridad privada que ronda los 140 mil agentes.<br />
A ello hay que añadirle la militarización de la seguridad interior y la cada vez mayor<br />
participación de las fuerzas armadas en una “guerra” contra el narcotráfico y el crimen organizado.<br />
Desde el gobierno de Ernesto Zedillo, último presidente del PRI, se produjo el aumento de la<br />
presencia militar en ciertas zonas del país, la participación del ejército en tareas de seguridad pública y<br />
de militares en cuerpos policíacos, y la intervención directa del ejército en la persecución de<br />
narcotraficantes 3 .<br />
3 La participación del ejército en tareas contra el narcotráfico se remonta a mediados de la década del cincuenta<br />
pero estaba limitada a la erradicación de cultivos. Además del ya mencionado aumento de la criminalidad, la emergencia<br />
41
Un factor decisivo han sido las presiones de los Estados Unidos en lo que respecta al control<br />
del narcotráfico y una modificación de las relaciones militares en términos de un mayor “contacto”<br />
entre ambos países. En efecto, durante dicho período se inició una etapa caracterizada por una<br />
progresiva integración de las fuerzas armadas mexicanas en esquemas de asistencia militar liderados<br />
por Washington, el cual impulsó un enfoque policíaco-militar del “combate a las drogas”. Esto<br />
incluyó entre otras cosas la sanción de la Ley Federal Contra La Delincuencia Organizada de 1996<br />
que como todas las legislaciones en la materia se traduce, por un lado, en la penalización de actos<br />
preparatorios y ya no solamente de hechos consumados; y, por otro, en un incremento en la<br />
severidad de las penas.<br />
Los sucesivos gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón no han hecho más que<br />
ampliar esta tendencia, ejemplos de lo cual son el lanzamiento del operativo militar “México Seguro”<br />
durante el año 2005 y la promulgación de una nueva Ley de Seguridad Nacional ese mismo año en la<br />
que se definía que “todos los actos que impidan a las autoridades actuar contra la delincuencia<br />
organizada” constituyen amenazas contra la Seguridad Nacional. Por su parte, la llamada “Iniciativa<br />
Mérida”, acordada entre los gobiernos de Calderón y George W. Bush en el año 2007 e<br />
implementado a partir de 2008, programaba una ayuda de 1400 millones de dólares durante tres años,<br />
40% de los cuales iba directamente destinado a reforzar las fuerzas armadas y policiales.<br />
Todo ello a pesar de que esta política no sólo ha demostrado su ineficacia sino que ha<br />
redundado en un círculo vicioso ya que en la medida en que no busca resolver el problema de una<br />
manera integral, el enfoque punitivo se concentra en intervenciones de “alto impacto” en la opinión<br />
pública y que favorecen una “calificación” positiva en los procesos de certificación de la lucha<br />
antidroga llevados adelante por los Estados Unidos, como la captura de los jefes de la organizaciones<br />
narcotraficantes. Ello no hace más que romper los equilibrios entre los cárteles produciendo una<br />
“guerra” entre ellos concurrente con la “guerra” declarada por el Gobierno. Sin producir alteraciones<br />
de fondo en el negocio del tráfico de drogas, el resultado es un multiplicación exponencial de la<br />
violencia, que en cifras ha significado más de 25 000 muertes desde 2006 a la fecha y violaciones<br />
sistemáticas a los derechos humanos, escalada que luego es utilizada para legitimar la necesidad de<br />
intervenciones más “enérgicas”.<br />
(In)seguridad y participación ciudadana<br />
Paralelamente se ha consolidado lo que ha sido denominado un “nuevo paradigma” en lo que<br />
respecta a las políticas de control del delito: la “seguridad ciudadana”. Éste ha producido una<br />
legitimación de discursos sociales y políticas públicas que hacen eco de la idea de la importancia de la<br />
participación ciudadana en los procesos de transformación en el sentido de una mayor<br />
democratización. Bajo esta idea rectora se estimuló la participación ciudadana de diferentes maneras,<br />
ya sea a través de formas más ‘burocratizadas’ como es el caso del Consejo de Participación<br />
Ciudadana de la Procuraduría General de la República (CPCPGR) creado en el año 2002; ya sea a<br />
través de organizaciones de la sociedad civil especializadas y reconocidas por las autoridades y que<br />
realizan actividades de monitoreo, supervisión, vigilancia, etc. de las políticas públicas y las acciones<br />
de gobierno; ya sea por medios menos formales como la presión ejercida por individuos o grupos de<br />
individuos en general víctimas o familiares de víctimas del delito, muchas veces reunidos en torno a<br />
organizaciones civiles, a través de protestas y manifestaciones públicas de reclamo a las autoridades.<br />
de la inseguridad como problema socio político de primera prioridad, entre los factores que aceleraron el<br />
intervencionismo militar a mediados de la década de los noventa se han destacado el crecimiento de los principales<br />
cárteles de droga, probablemente relacionado con el desmantelamiento de los grandes cárteles colombianos; la aparición<br />
del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN, 1994) y el Ejército Popular Revolucionario (EPR, 1996); y los<br />
altos índices de corrupción de los cuerpos policiales, frente a los cuales las Fuerzas Armadas gozan de una imagen pública<br />
positiva.<br />
42
Estas últimas formas parecen tener el mayor impacto en la opinión pública y mostrar una importante<br />
eficacia en la promoción de su propia agenda.<br />
Este paradigma parte de la perspectiva que considera que el compromiso cívico es un<br />
elemento clave en la construcción de una ciudadanía que consolide una cultura democrática así como<br />
lo es la participación de organizaciones civiles que colaboren a moldear la acción del Estado en la<br />
creación de políticas públicas que atiendan necesidades apremiantes, como por ejemplo aquellas<br />
vinculadas con la seguridad y la justicia. Si bien todo ello es innegable a priori, la realidad de las<br />
formas de participación ciudadana en México muestra la presencia de respuestas contradictorias por<br />
parte de la ciudadanía frente al delito, muchas de las cuales, y algunas de las más influyentes, no se<br />
orientan en el sentido de una reforma democrática de las instituciones del Estado sino que muestran<br />
una vertiente autoritaria y antidemocrática que exige intervenciones comúnmente conocidas como de<br />
“mano dura”.<br />
Directamente relacionadas con las dinámicas de las agendas de los medios masivos de<br />
comunicación ordenadas en torno a crímenes de alto impacto en la opinión pública, algunas<br />
organizaciones civiles han conseguido una importante influencia y han impulsado el enfoque de la<br />
“lucha anticrimen” basado en un endurecimiento punitivo y en una ampliación del control policíaco<br />
sobre la población. Es el caso paradigmático de “México Unido Contra la Delincuencia” (MUCD),<br />
cuya agenda se ha organizado en torno a los delitos de secuestro, un crimen que representando un<br />
porcentaje menor del total de delitos del fuero común es el que ocupa más espacio en la agenda<br />
mediática y que mayor pánico social genera. La organización nace en 1997 en el contexto del<br />
“escándalo” periodístico generado por una serie de secuestros extorsivos, muchos de ellos seguidos<br />
de muerte, y a partir de la iniciativa de familiares de víctimas pertenecientes a las clases medias y altas.<br />
Ese mismo año organizó una “marcha silenciosa” en la Ciudad de México que congregó alrededor de<br />
100 mil personas y que motivó como respuesta por parte del presidente Zedillo el lanzamiento a fin<br />
de ese mismo año de la “Cruzada Nacional contra el Crimen y la Delincuencia” basada<br />
explícitamente en el enfoque de “Tolerancia cero” y que incluyó iniciativas de reforma penal en el<br />
sentido de un endurecimiento punitivo, a través de incremento de los castigos, introducción de la<br />
sumatoria de penas y la reducción de beneficios de pre-liberación. Fue también una de los principales<br />
impulsoras de las otras dos importantes manifestaciones en reclamo de mayor seguridad: la<br />
multitudinarias marchas “Rescatemos México” en 2004 e “Iluminemos México” en 2008, ambas<br />
nuevamente en respuesta a casos de secuestro extorsivo que generaron conmoción en la opinión<br />
pública y que llegaron a incluir demandas por la instauración de la pena de muerte para la comisión<br />
de ese delito. A partir de esta última manifestación, el presidente Calderón afirmó directamente hacer<br />
suyas las propuestas de MUCD en ocasión de la sesión ad hoc del Consejo Nacional de Seguridad,<br />
donde se firmó el Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad. Allí, fue reconocida<br />
como “representativa de la sociedad civil” y de los 74 puntos incluidos en dicho acuerdo 15<br />
correspondieron a las propuestas impulsadas por la organización. Además, entre otros, ha recibido<br />
subsidios por parte de la Secretaria de Seguridad Pública y participa formalmente en las actividades<br />
del plan “Escuela segura”, dentro de la campaña “Limpiemos México”, que forman parte del<br />
Programa Nacional de Seguridad de la presidencia de Calderón.<br />
Los límites del Estado de derecho<br />
Las profundas transformaciones políticas que se han producido en México durante las últimas<br />
dos décadas han redefinido los modos de ejercicio de la autoridad y de diseño e implementación de<br />
las políticas públicas. Sin embargo, en lo que respecta a la gestión de la Seguridad Pública el camino<br />
recorrido ha estado sembrado de contradicciones y habitado por procesos que se han orientado en<br />
direcciones que van en detrimento de las posibilidades de consolidar el Estado de Derecho y las<br />
garantías individuales.<br />
43
Así, por ejemplo, se han dado pasos inestimables en lo que respecta al desarrollo de<br />
instituciones públicas para la defensa de los derechos humanos, cuyo ejemplo más importante es la<br />
creación en 1999 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y la consolidación de<br />
organizaciones civiles enfocadas en la promoción de los mismos. Sin embargo, paralelamente han<br />
cobrado influencia discursos que proponen una versión de los Derechos Humanos que los<br />
transforman en objeto de disputas (derechos humanos de las víctimas versus derechos humanos de<br />
los delincuentes), así como en derechos adquiridos y supeditados al “buen comportamiento”, lo cual<br />
en el fondo niega su estatuto de garantías inalienables de reaseguro del ciudadano. El grado de<br />
legitimidad pública de dichos discursos se evidenció en su forma más grosera en las elecciones para<br />
gobernador del Estado de México del año 1999, una de las primeras en las que la preocupación social<br />
por la seguridad tuvo un rol decisivo. La campaña de Arturo Montiel, candidato del PRI que<br />
conseguiría la victoria, en lo que respecta a este problema se basó en el eslogan, creado por un<br />
reconocido asesor publicitario, que manifestaba que “los derechos humanos son para los humanos,<br />
no para las ratas”.<br />
Bajo formas más sutiles este enfoque ha formado parte de la agenda de MUCD, una de cuyas<br />
“propuestas” es que “las comisiones de derechos humanos se ocupen más de defender al ciudadano<br />
y a las víctimas, que a los delincuentes”; e inclusive ha sido incorporado en el Programa Nacional de<br />
Seguridad del presidente Calderón, el cual en el eje dedicado a la “Prevención del delito y<br />
participación ciudadana” incorpora lo que denomina un “nuevo modelo de seguridad pública”<br />
sostenido en la “vinculación ciudadana” y en la “protección de los derechos humanos desde el punto<br />
de vista de la víctima”. Por ello, no es sorprendente que periódicamente circulen públicamente<br />
estudios que indican que significativos sectores de la opinión pública justifican la ilegalidad y la<br />
violencia si esta se ejerce en contra de los delincuentes y en defensa de los “ciudadanos”.<br />
En este contexto, el paradigma de la “seguridad ciudadana” debe ser analizado en toda su<br />
complejidad, pues ha formado parte de procesos que han colaborado a la legitimación de medidas<br />
autoritarias bajo una apariencia democrática. Se vuelve prioritario, pues, analizar quiénes participan,<br />
de qué manera lo hacen, qué prácticas y discursos llevan adelante y con qué efectos antes de abrir<br />
juicios que sobre la calidad democrática de los modos en que la ciudadanía se involucra en la<br />
definición de los problemas sociales y los modos de intervención pública. Uno de los aspectos<br />
involucrados es que la posibilidad de participación ciudadana y la capacidad de instalar temas en la<br />
agenda política y mediática parece ser en gran medida un privilegio de sectores sociales<br />
económicamente acomodados. Una agenda estructurada en torno a un delito que afecta<br />
especialmente a estos sectores, el secuestro extorsivo, y el hecho de que los más reconocidos<br />
activistas en la materia provengan del sector empresarial, como es el caso de MUCD, son una<br />
muestra de ello.<br />
Por su parte, los efectos de este modelo están a la vista. A lo ya mencionado resta agregar que,<br />
por ejemplo, para el año 2003 la población carcelaria de México se había duplicado con respecto a<br />
una década atrás, producto del aumento en la severidad de las penas y la reducción de las preliberaciones,<br />
con un deterioro notable en las condiciones de encierro y la violación sistemática de los<br />
derechos humanos. Además, el grueso de la población carcelaria está compuesto por personas<br />
provenientes de los sectores más pobres de la población, culpables por lo general de delitos menores,<br />
ya que son ellos los que tienen menos posibilidades de “eludir” las sanciones penales.<br />
44
Bibliografía:<br />
Arturo Alvarado y Sigrid Arzt, (eds.) El desafío democrático de México: seguridad y Estado de Derecho, México:<br />
El Colegio de México, Centro de Estudios Sociológicos, 2001.<br />
2007.<br />
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Marcelo Bergman, “Cárceles en México: Un Estado de Situación”. Informe presentado para el<br />
proyecto Prisons in crisis: Understanding Latin America’s Most Explosive Problem. México: CIDE, 30-9-2004.<br />
Disponible en: http://www.uoregon.edu/~caguirre/bergman_mexico.pdf<br />
Aleida Ferreyra, Societal Responses to Crime and Insecurity: Contradictory Approaches of Civic Associations about<br />
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http://www.newschool.edu/tcds/A.%20Ferreya.pdf<br />
Gustavo Fondevila, (Ed.) Instituciones, legalidad y Estado de Derecho en el México de la transición democrática,<br />
México: Fontamara, 2007.<br />
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HRW, 2000. Disponible en:<br />
http://www.hrw.org/spanish/inf_anual/2000/americas/mexico.html<br />
Human Rights Watch. México: Impunidad Uniformada. Uso indebido de la justicia militar en México para<br />
investigar abusos cometidos durante operativos contra el narcotráfico y de seguridad pública, New York: HRW, 2009.<br />
Disponible en: http://www.hrw.org/es/reports/2009/04/28/impunidad-uniformada<br />
Laura Loeza Reyes y Mariana Pérez-Levesque, "La sociedad civil frente a la militarización de la<br />
seguridad pública en México", Nueva Sociedad, 2010, pag. 227.<br />
Raúl Fraga Juárez, "Medios de comunicación y cobertura del delito". En Peñaloza, P. J. y Garza Salinas,<br />
M. A. (Eds.) Los desafíos de la Seguridad Pública en México, México: Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2002.<br />
Arturo Arango y Cristina Lara, "Evolución de los delitos registrados 1997 a 2008". Elaborado con base<br />
en información del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Diciembre 2009).<br />
Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad A. C. ICESI. Disponible en:<br />
http://icesi.org.mx<br />
Rafael Velázquez Flores y Juan Pablo Prado, La Iniciativa Mérida: ¿Nuevo paradigma de cooperación entre<br />
México y Estados Unidos en seguridad?, México: UNAM, UAPuebla, SITESA, 2009.<br />
* Pedro Cerruti es doctorando en Ciencias Sociales (FSOC, UBA), docente e investigador de la<br />
Universidad de Buenos Aires, y becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas<br />
y Técnicas (CONICET), con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG).<br />
45
Presidente Felipe Calderón Hinojosa
ESTADO Y NARCOTRAFICO<br />
47
VIOLENCIA SOCIAL, CRISIS ESTATAL, Y POLITICAS DE EXCEPCION:<br />
NOTAS SOBRE LA "GUERRA AL NARCOTRAFICO EN <strong>MEXICO</strong>"<br />
LEANDRO BARTTOLOTTA, ANDRÉS FUENTES E IGNACIO GAGO*<br />
1.<br />
A partir del año 2006 Felipe Calderón le declara la guerra al narcotráfico con el Plan Mérida<br />
como herramienta legal. En acuerdo con Estados Unidos, se dota a México en materia de<br />
financiamiento, logística, e insumos bélicos, desplegando alrededor de cincuenta mil soldados en<br />
territorio mexicano, especialmente en el norte. En este contexto, podemos afirmar que en la llamada<br />
“lucha contra el narcotráfico” rige un estado de excepción permanente. Se trata, por un lado, de la<br />
suspensión de todo tipo de derechos, regulaciones, normatividades que rigen al Estado y sus<br />
aparatos, funcionarios y mecanismos. Al mismo tiempo, la figura del estado de excepción es técnica<br />
de gobierno, dinámica productiva, de control y gestión de los territorios, de los sujetos y las prácticas.<br />
El teórico italiano Giorgio Agamben sostiene que el estado de excepción es inherente al Estado<br />
moderno, ya que éste para llevar a cabo su fundamento que es la conservación y protección de la<br />
vida, requiere de la anulación por parte del soberano de aquellas vidas que significan un riesgo para el<br />
orden social.<br />
¿Qué sucede cuando la excepción se vuelve norma, se vuelve la manera corriente en la que un<br />
poder estatal opera sobre ciertas problemáticas? La “guerra al narcotráfico”, actualiza un estado de<br />
excepción permanente, instaurando en las zonas marginales mexicanas (aunque también en ciertas<br />
zonas no marginales) una guerra civil legal que permite la eliminación física de los ciudadanos, actos<br />
de tortura, detención arbitraria, incomunicación y allanamientos de domicilio realizados por el<br />
ejército mexicano en el marco de operativos de lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.<br />
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha recibido más de tres mil reclamos por<br />
abusos a los derechos humanos por parte del ejército mexicano en estos últimos tiempos. Frente a<br />
estos datos, el presidente Felipe Calderón ratificó el accionar de las Fuerzas Armadas: “La mayor<br />
amenaza en México a los derechos humanos es el crimen organizado”.<br />
Si de cifras se trata, para ilustrar el estado de situación: en 2009 hubo 6.587 víctimas, frente a<br />
las 5.207 de 2008 y las 2.275 de 2007. Las víctimas de este 2010 suman 10.035. En general son 24.162<br />
muertes. Del total de 10.035 muertos del 2010, 637 son policías, 52 militares y 276 menores de 18<br />
años. De esos últimos, 94 tenían 17 años, 60 eran adolescentes de 16 años y 42 tenían sólo 15 años.<br />
Las 80 muertes restantes corresponden a gente de edades inferiores que no se desglosan. Un 92,6%<br />
de los muertos eran hombres y el 6,4% restante, mujeres. Chihuahua es el estado más sangriento:<br />
fronterizo con Estados Unidos, es el más violento con 2.797 crímenes desde enero, la mayoría en<br />
Ciudad Juárez (este año ocurrió el primer atentado con un coche bomba, suceso que habilitó el uso<br />
del término “narcoterrorismo”), seguido por el estado de Sinaloa, en la costa del Pacífico, con 1.795<br />
asesinatos. Ambos han sido los escenarios predominantes en los enfrentamientos entre los dos<br />
cárteles más poderosos, el del Golfo y Los Zetas. Las noticias de estas muertes hieren cada vez<br />
menos la sensibilidad social; el desfile mediático de las muertes en serie produce miradas<br />
acostumbradas al horror. Un horror que deviene indiferencia. Y la consecuente invisibilización de la<br />
compleja y promiscua cartografía social, económica y política en la que estos asesinatos acontecen.<br />
2.<br />
El 2010 fue un año de capturas de algunos líderes narcos importantes. El caso más resonante<br />
fue el de “Tony Tormenta”, líder del cartel del golfo, el segundo más importante del país, en una<br />
batalla de varias horas muy cerca de la frontera con Texas. Estos escenarios de lucha constante,<br />
48
demuestran con creces que la figura del estado de excepción permanente no sólo debe pensarse para<br />
el Estado; los actores no estatales también se organizan todo el tiempo bajo la lógica de la excepción<br />
(excepción a los códigos sociales básicos, a las reglas incluso del propio mercado). Hablamos de los<br />
mismos carteles, grupos armados paramilitares que trabajan bajo la órbita de los carteles, que<br />
exponen claramente el desfondamiento del Estado en su capacidad de poseer el monopolio de la<br />
violencia. La proliferación de grupos que compiten por liderazgos, zonas de ventas, búsqueda de<br />
protección, van entretejiendo un clima de competencia y rivalidades cuyas normativas inmanentes se<br />
dirimen violencia mediante. Cuando Tony Tormenta es detenido, por un lado, se desata la batalla de<br />
sucesión por quién ocupará su trono bacante; por otro lado, Los Zetas, otrora brazo armado del<br />
Cartel del Golfo y ahora con independencia propia, festeja la detención y se prepara para acrecentar<br />
su mercado en la región.<br />
La convivencia y desprendimiento de actores e instituciones es una constante. Sea de fuerzas<br />
policiales, funcionarios, periodistas, militares. Un ejemplo es el caso de Marisol Valles García, la<br />
flamante titular de la policía en Praxedis, en el Estado de Chihuahua, a 100 kilómetros de Ciudad<br />
Juárez, que con tan sólo 20 años de edad debe hacerse cargo de una comisaría. Los motivos del<br />
nombramiento son que muchos jefes han sido detenidos por ser cómplices de los carteles, y que<br />
muchos han sido asesinados por los mismos, sea por perseguirlos, o por ser sus cómplices y haberlos<br />
traicionado. Lo que sucede es que una característica fundamental de la actual normalización de la<br />
excepción y puesta en funcionamiento del orden policial centrado en la violencia y la violación de<br />
derechos humanos, es que los actores se confunden en una zona gris, es decir, un espacio de<br />
ambigüedades e híbridos en donde los límites normativos se diluyen y no es posible distinguir entre<br />
las prácticas de los diversos actores. Esta imposibilidad de distinguir y precisar los límites entre las<br />
prácticas de los distintos actores al interior del universo del narcotráfico, complejiza su análisis y<br />
obliga a revisar las premisas teóricas y las herramientas conceptuales. (A su vez, la excepción como<br />
regla se replica una y otra vez: la mayoría de los hombres destinados a las fuerzas militares para<br />
combatir al narcotráfico –en ya clara situación de excepcionalidad-, una vez entrenados y armados<br />
por el Estado mexicano, pasan a operar para los carteles, en un movimiento de fraude, de excepción<br />
dentro de la propia excepcionalidad de la guerra al narcotráfico…)<br />
3.<br />
Es decir, el estado de excepción se vuelve lógica de funcionamiento, se extiende de tal manera<br />
que es difícil pensar en una excepción respecto de algo: ¿excepción respecto de qué? Ni siquiera<br />
como sistema inherente para salvaguardar el orden social (Agamben), porque la noción misma de<br />
orden social se reconfigura al ser tan radical y permanente la excepción… El plan estratégico de<br />
lucha contra el narcotráfico llevado adelante por el gobierno de Calderón institucionaliza dicha<br />
violación de los derechos humanos en nombre de la defensa orden social y del mismo Estado<br />
mexicano. La “guerra al narcotráfico” define genéricamente a la “violencia narco” como el gran<br />
estigma de México, y vuelve difusas las fronteras entre los ilegalismos ligados a los carteles<br />
narcotraficantes y el resto de las prácticas de los habitantes de las zonas populares mexicanas, sobre<br />
todo de zonas tan sensibles como las de la frontera con EE.UU. Debemos leer las consecuencias de<br />
estas operaciones: la criminalización de los suburbios y de los sectores marginados de la sociedad<br />
desplaza a planos secundarios de la agenda política y del discurso político los problemas tales como<br />
la desigualdad social, la educación, las políticas públicas y la salud.<br />
Hoy empiezan a existir otros discursos sobre como actuar frente al flagelo del narcotráfico.<br />
También asistimos a un cambio en el discurso de Felipe Calderón, intentando problematizar el rol de<br />
los EE.UU. En un discurso en el Congreso de los Estados Unidos habló de las armas<br />
estadounidenses que compran los carteles de la droga en México, denunciando el tráfico ilegal.<br />
También haciendo foco en los países consumidores de drogas: “No es justo que América ponga los<br />
muertos y Estados Unidos o Europa los consumidores”. En lo que subyace a la economía, hay que<br />
49
mencionar la estrategia Nacional para la Prevención y el Combate al “lavado” de Dinero. Se busca<br />
controlar la compra de aviones, casas, autos y joyas, intentando rastrear el circuito de los<br />
“narcodolares”. A pesar de este giro discursivo –que intenta echar luz sobre cuestiones obvias pero<br />
siempre negadas en los discursos políticos públicos–, el gobierno de Felipe Calderón no ha puesto en<br />
duda en ningún momento la “estrategia militar” del combate al narcotráfico, una problemática que va<br />
incorporando nuevos actores y ampliando cada vez las fronteras del conflicto.<br />
Un informe del Departamento de Defensa de los EE.UU. calificó al Estado mexicano como<br />
un Estado fallido, debido a la imposibilidad de detener la denominada violencia narco. En el informe<br />
se destaca que el gobierno mexicano no controla zonas de su territorio, las cuales se encuentran bajo<br />
el dominio total de los carteles de droga, afirmando que esta situación puede amenazar la seguridad<br />
interna de los EE.UU. Situaciones como estas desfondan cada vez más el discurso de la guerra al<br />
narcotráfico que reitera Felipe Calderón. Lo complejizan, o más bien le quitan la máscara discursiva:<br />
en los pliegues de la declarada guerra al narcotráfico se esconden otras guerras: las estrategias de<br />
control social y las guerras por los mercados de la droga; las luchas por los recovecos, los escondites<br />
y los trazados urbanos, geográficos y económicos que aumentan y hacen proliferar el negocio de la<br />
droga y sus movimientos de dinero que hacen proliferar otros negocios. Parecen ser éstas las<br />
“guerras reales”. Y es en este marco donde se deben plantear los interrogantes por la capacidad<br />
estatal en el combate al narcotráfico, por la potencia o impotencia del Estado, su redefinición como<br />
actor frente a esta y otras problemáticas actuales, en un contexto de complicidad y convivencia en<br />
una zona gris, ambigua y sin contornos claros entre diferentes actores sociales, económicos y<br />
políticos, entre miembros de las fuerzas de seguridad y miembros de los carteles y las instituciones<br />
estatales, para-estatales o no-estatales.<br />
La situación en torno al problema del narcotráfico pone entonces en discusión el sentido<br />
originario y la capacidad de ciertas instituciones y prácticas supuestamente engranajes del Estado<br />
Nación. Desde este escenario es que deben leerse, para problematizarlas y complejizarlas, posturas<br />
como la de Vicente Fox (ex-presidente mexicano, del mismo partido que Felipe calderón, el PAN),<br />
de legalizar la producción, distribución y venta de drogas, y restituir un Estado que persiga y rompa<br />
las estructuras económicas que les permiten a las mafias generar enormes ganancias en su comercio.<br />
Las propuestas de ese estilo incluyen la posibilidad de gravar la venta de drogas con altos impuestos<br />
–como ocurre con el tabaco– y que esos recursos se destinen a programas de rehabilitación de<br />
adictos; también incluyen una reforma en la estrategia punitiva, que contempla el retiro del Ejército<br />
de la seguridad urbana y la reforma de las fuerzas policiales para que se hagan cargo completamente<br />
del asunto (fuerzas policiales más democratizadas, con elecciones de sus cargos por parte de los<br />
habitantes de los municipios, así como un cambio en ciertas tareas de la policía, que apunten a la<br />
prevención, el acercamiento a los barrios, la implementación de actividades recreativas y de asistencia<br />
para convencer a los habitantes de las periferias que no ingresen al negocio de los carteles y que los<br />
jóvenes no se vean seducidos por sus promesas de ascenso y prestigio social).<br />
El Plan Mérida, con aprobación parlamentaria en junio del 2008 consistía en una ayuda<br />
económica de alrededor de 1500 millones de dólares en tres años para México por parte de EE.UU.<br />
Las partidas del Plan figuran en el presupuesto de defensa, en el apartado destinado a la guerra frente<br />
al terrorismo, con destinos tales como Irak y Afganistán. Cual modo de “reconocimiento” de los<br />
daños colaterales de la lucha al narcotráfico, el Plan contempla un porcentaje de dichos fondo para el<br />
establecimiento de oficinas de quejas ciudadanas frente al abuso policial y violación de DDHH. La<br />
Iniciativa Mérida contemplaba equipamiento bélico (helicópteros y avionetas) y logística (sistemas<br />
informáticos y programas de protección a testigos). Los argumentos de Calderón para desplegar esta<br />
estrategia se refirieron al caos y violencia generados por los carteles, en especial aquellos que gravitan<br />
en el norte del país; el gran objetivo del Plan Mérida es que en México imperen la paz, el orden y la<br />
legalidad: “De hecho, eso es lo que principalmente justifica que alguien tenga el mando de la fuerza<br />
50
pública y del monopolio del poder, el garantizarle a cada quien su seguridad.”. Detrás del discurso de<br />
fortalecimiento del Estado mexicano y restitución de su capacidad de actuar y monopolizar la<br />
violencia dentro del territorio, los funcionarios norteamericanos declaran que prestan ayuda al país<br />
vecino por motivos tales como los que figuran en las declaraciones del portavoz de la agencia<br />
antinarcóticos estadounidense (la DEA, por sus siglas en inglés), Steven M. Robertson: “Hay un<br />
matrimonio por conveniencia entre narcotráfico y terrorismo. Estimaciones basadas en<br />
investigaciones de la DEA muestran que por lo menos la mitad de las organizaciones terroristas<br />
incluidas en la lista del Departamento de Estado tienen posibles conexiones con el narcotráfico”. El<br />
problema, como se ve, excede por lejos (a la vez que lo incluye, claro) al Estado nación mexicano y<br />
su sistema de gobierno. Actualmente, en un intento por “regular” el estado de excepción pos-Plan<br />
Mérida y luego de la declaración de la guerra al narcotráfico, representantes del PRI y el PRD<br />
intentan realizar reformas a la Ley de Seguridad Nacional para declarar el Estado de Emergencia. La<br />
intención es que se suspendan las garantías individuales cuando el narcotráfico amenace la seguridad<br />
interna, pero poniendo un límite a la “inconstitucional” presencia militar ininterrumpida en las calles<br />
(sobre todo del norte de México). El estado de emergencia podría ser sancionado únicamente por el<br />
parlamento y no de manera unidireccional por el Ejecutivo. Es un intento por delimitar ese estado de<br />
excepción permanente definiendo los momentos y situaciones en que se debe actuar o no con las<br />
Fuerzas Armadas.<br />
El México actual (como otras zonas de Latinoamérica) expone una fractura expuesta: una<br />
guerra que parece librarse en un terreno repleto de violaciones a los derechos humanos y muertos<br />
que rebalsan las morgues y las pantallas de los noticieros, y otra guerra que circula a nivel molecular<br />
con la velocidad de una transacción financiera. Para esta guerra silenciosa, cada muerte es una<br />
oportunidad de aumentar el negocio. La lógica de la metástasis: cuando se ataca un cartel se<br />
reproduce el mercado de la droga.<br />
* Leandro Barttolotta, Andrés Fuentes e Ignacio Gago son Licenciados en Sociología por la<br />
Universidad de Buenos Aires y pertenecen al Colectivo Juguetes Perdidos.<br />
51
Bibliografía:<br />
Agamben, Giorgio, Estado de excepción. Homo Sacer, II, I, Adriana Buenos Aires: Hidalgo Editora, 2007.<br />
Agamben, Giorgio, Medios sin fin. Notas sobre la política. Valencia: Pre-textos, 2001.<br />
Auyero, Javier, La Zona Gris. Violencia colectiva y política partidaria en las Argentina Contemporánea.<br />
Buenos Aires: Ed. Siglo XXI, 2007.<br />
Berdal, Mats y Serrano, Mónica: “Crimen transnacional organizado y seguridad internacional: la nueva<br />
topografía” en Crimen transnacional organizado y seguridad internacional, Berdal, Mats y Serrano, Mónica (comp),<br />
México DF: Ed. FCE, 2005.<br />
Roncken, Theo, La lucha contra las drogas y la proyección militar de Estados Unidos: Centros Operativos de<br />
Avanzada en América Latina y el Caribe. Quito: Ediciones Abya-yala, 2004.<br />
2006.<br />
Rusell, Crandall (comp..), La democracia mexicana en acción. Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano,<br />
Blogs y sitios web consultados:<br />
- Blog personal de Vicente Fox: blogvicentefox.blogspot.com<br />
- Periódicos y sitios de noticias:<br />
El Universal: www.eluniversal.com.mx (http://www.eluniversal.com.mx/primera/35448.html;<br />
http://www.eluniversal.com.mx/nacion/175821.html)<br />
La Jornada: www.jornada.unam.mx<br />
Zócalo: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/mexico-un-estado-fallido/<br />
CNN México: http://mexico.cnn.com/nacional/2010/03/12/la-cndh-y-especialistas-alertan-porabusos-de-militares-en-guerra-al-narco<br />
).<br />
Expresión Libre: http://www.expresionlibre.org/site2/nacional/noti_1529.php<br />
Clarín: www.clarin.com.ar (http://www.clarin.com/zona/Sangre-fracasos-sospechas-estatalnarcotrafico_0_371963006.html;http://www.clarin.com/mundo/narcotrafico-compleja-creo-culturasantos_0_372562801.html,http://www.clarin.com/mundo/america_latina/Crece-violencia-Mexico-primerataque_0_300570073.html).<br />
52
¿SE HA CONVERTIDO MÉXICO EN UN NARCO-ESTADO?<br />
ÓSCAR GARCÍA GONZÁLEZ*<br />
Hace diez años nuestro país era un referente en el exterior, entre otras cosas, por sus<br />
movimientos sociales, que inspiraron cambios en otras latitudes del continente. El mismo año de la<br />
instalación en el poder del Partido Acción Nacional coincide con la fuga, de un penal de máxima<br />
seguridad, del narcotraficante más célebre que este país haya dado al mundo. Ahora Joaquín Guzmán<br />
Loera, no sólo es el segundo hombre más buscado por el FBI y la CIA (después de Bin Laden), sino<br />
también, de acuerdo a la revista Forbes, el segundo hombre más rico de México. Tal ascenso sería<br />
imposible sin la complicidad y corrupción de gobiernos e instituciones encargados de combatir el<br />
narcotráfico a nivel global.<br />
Según el documento Estudio Binacional de Bienes Ilícitos, elaborado por el Departamento del<br />
Tesoro de nuestro principal socio comercial EUA, las divisas producto del narcotráfico se han<br />
convertido en la segunda fuente de financiamiento en el país (29 mil millones de dólares anuales),<br />
superando ya a las remesas que envían los trabajadores migrantes a sus familias (25 mil 137 millones<br />
de dólares); ingresos sólo superados por las divisas petroleras (30 mil 882 millones de dólares).<br />
La caracterización de nuestro país como Estado fallido por parte de funcionarios<br />
norteamericanos es inversamente proporcional al éxito y la bonanza logrados por los diez cárteles de<br />
la droga que operan actualmente en el territorio nacional, mismos que no han sido desarticulados<br />
pese a que existe una lucha sin precedentes en su contra, emprendida desde las principales<br />
instituciones del Estado, contienda que, de acuerdo al discurso del presidente Calderón, ninguna otra<br />
administración se habría atrevido a emprender, acusando implícitamente a los gobiernos que le<br />
precedieron de haber negociado en lugar de combatir “a los enemigos de México”.<br />
Desde esa lógica, la estrategia gubernamental en contra de la delincuencia organizada -que ha<br />
cobrado la vida de 35 mil personas en una espiral de violencia cuyo fondo no se avizora- ha sido no<br />
sólo exitosa sino benéfica para la población dado que la mayoría de los muertos eran miembros de la<br />
delincuencia organizada, que fenecieron: ya sea luchando entre sí por el control de las plazas o por las<br />
balas de la justicia.<br />
Una vez instalados en el razonamiento se puede justificar, sin rubor alguno, por ejemplo: el<br />
incremento sistemático de muertos conforme avanza el sexenio, como efecto natural de toda lucha;<br />
que la fronteriza Ciudad Juárez sea la ciudad más peligrosa del mundo y que México sea el país con<br />
más periodistas asesinados de todo el planeta y otras nimiedades por el estilo. Los diversos informes<br />
de organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos muestran una realidad distinta a<br />
la que reproducen los medios hegemónicos, al servicio del gobernante en turno.<br />
EU tan lejos tan cerca<br />
La política estadounidense hacia México en lo que a narcotráfico se refiere ha oscilado según<br />
las prioridades de republicanos y demócratas. Las valoraciones, son complejas ya que varían según la<br />
coyuntura electoral y de un estado a otro, por lo que resultan incluso contradictorias al interior del<br />
gabinete de seguridad. El Plan Mérida (una versión light del plan Colombia) ha sido el instrumento<br />
de cooperación invariable en el que se enmarcan la transferencia de recursos, información y<br />
entrenamiento militar.<br />
Por ejemplo, de acuerdo a funcionarios de la DEA, George W. Bush, “se obsesionó tanto en la<br />
lucha contra el terrorismo que descuidó la frontera con México y quitó agentes federales y recursos<br />
que antes se usaban en el combate al tráfico de drogas”.<br />
53
Desde entonces la frontera entre Ciudad Juárez, Chihuahua, y El Paso, Texas, era considerada<br />
ya por muchos expertos como “el portón más grande para la entrada de drogas a Estados Unidos” la<br />
plaza disputada por los Zetas, el cártel de Sinaloa y el de Tijuana. La impunidad por el asesinato a<br />
defensoras de derechos humanos, ha agravado la imagen de la ciudad de por sí deteriorada por los<br />
feminicidios. Situación que la industria de Hollywood ha sabido explotar en su beneficio.<br />
La Casa Blanca no reconoció el problema sino hasta 2008, a nueve meses del cambio de<br />
administración cuando el presidente Bush autorizó al Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas<br />
(NDIC, por sus siglas en inglés) del Departamento de Justicia, revelar un reporte en el que aceptaba<br />
que los principales cárteles del narcotráfico de México tenían presencia en 195 ciudades de los 50<br />
estados del país.<br />
El 10 de marzo de 2009, Dennis Blair, director de la llamada Inteligencia Nacional de Estados<br />
Unidos, en una comparecencia ante el Senado, usó por primera vez el término Estado fallido para<br />
referirse a nuestro país: “la influencia corruptora y la creciente violencia de los cárteles mexicanos<br />
impiden a la capital gobernar partes de su territorio”, afirmó.<br />
En 2010 la secretaria de Estado de la administración Obama, Hillary Clinton, acuñó un<br />
nuevo término al referirse a una de las principales amenazas para la seguridad interna de los<br />
Estados Unidos la narcoinsurgencia mexicana. El empleo de ambos conceptos implica la<br />
posibilidad de una eventual intervención militar.<br />
Por su parte el gobierno mexicano se niega a reconocer que agentes armados de la CIA<br />
y del FBI, ya operan en el país (al menos diez han sido asesinados por los cárteles), en franca<br />
violación a lo que queda de soberanía en el país. Pero no es todo, algunos congresistas<br />
republicanos, e incluso el gobernador de Texas han sugerido que su país debería invadir<br />
México.<br />
Con las revelaciones de WikiLeaks ahora sabemos un poco de lo que realmente piensan<br />
las autoridades estadounidenses sobre la lucha antinarco, por ejemplo las sospechas de la DEA<br />
hacia Genaro García Luna, Secretario de Seguridad Pública, que de acuerdo con<br />
investigaciones de la agencia, brinda protección al cártel del Chapo Guzman. De la<br />
incapacidad para actuar por parte del Ejercito Mexicano ante información proporcionada por<br />
sus servicios de inteligencia como quedó demostrado con la muerte del legendario Arturo<br />
Beltrán Leyva, mejor conocido como “el Jefe de jefes”, y cuyo operativo estuvo a cargo de los<br />
marinos. El gobierno de Calderón se adjudicó como propia una acción, que ahora sabemos<br />
fue producto del espionaje realizado desde el departamento de Estado... de Washington.<br />
Las filtraciones motivaron un viraje en el discurso de la secretaria de Estado que tuvo<br />
que viajar a México para declarar que la estrategia del Presidente Calderón es la única que su<br />
gobierno apoya. Todo ello con el propósito de minimizar y ocultar los contenidos de los<br />
cables diplomáticos divulgados en la prensa. Así para la señora Clinton el presidente mexicano<br />
paso de “estresado” (expresión utilizada por su embajador), a una persona que ella admira,<br />
sentenciando además que “independientemente de quien resulte ganador en las elecciones de<br />
2012, deberá continuar la estrategia actual de combate al narcotráfico”.<br />
Resulta por demás contradictorio que el país con mayor consumo de drogas en el<br />
mundo sea también el encargado de certificar la lucha de otros países en contra de las mismas.<br />
Varios estados de la Unión Americana están sometiendo a la consideración de los electores la<br />
legalización de la marihuana, como ya ocurrió en California.<br />
Cambio y continuidad<br />
Desde 2001 Fox, que iniciaba su gestión, fue advertido de cómo el narco estaba<br />
asentándose en los municipios de todo el territorio nacional, pero las autoridades no pudieron<br />
54
evitarlo o fueron corrompidas. La invasión se consolidó y ahora las bandas del crimen<br />
organizado controlan el 71% del territorio nacional según el estudio divulgado por la comisión<br />
de desarrollo municipal de la Cámara de Senadores. Lo que se traduce en 982 municipios de<br />
los mil 118 que integran el país.<br />
Otra muestra de la rendición del Estado mexicano al narco son las recientes<br />
declaraciones de los últimos expresidentes: Zedillo y Fox quienes recomiendan en foros<br />
internacionales la legalización de todas las drogas, ante la imposibilidad de terminar con esta<br />
actividad ilícita.<br />
Resulta revelador lo que el propio Procurador General de la República reconoció en<br />
2008 “el Estado mexicano ha perdido potestad en buena parte del país, los grupos criminales<br />
se han apoderado de territorios y ejercen fuerza y violencia para imponer su voluntad, cobran<br />
impuestos a través de las extorsiones y se han convertido en una verdadera amenaza para el<br />
Estado”.<br />
A pesar del elevado número de personas desaparecidas, de los coches bomba, de los<br />
decapitados, de los secuestros a trabajadores de medios de comunicación, del asesinato de<br />
alcaldes y candidatos, o del emblemático atentado durante los festejos de la independencia en<br />
Michoacán, el presidente y su gabinete no aceptan que en México haya terrorismo, tal<br />
expresión parece reservada para (des)calificar movimientos sociales.<br />
Made in México<br />
Para Edgardo Buscaglia, director del Centro de Desarrollo de Derecho Internacional y<br />
Economía de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, los cárteles mexicanos se expanden por<br />
todo el mundo y están presentes en 46 países “los capos no sólo mantienen intactas sus finanzas,<br />
sino que cada vez consolidan sus espacios estratégicos en el país y en el extranjero, su propósito es<br />
globalizar sus acciones delictivas”. Incluso en regiones impensables como Europa del Este, pues se<br />
ha detectado su presencia en Bulgaria y Rumanía, y existen indicios de su intervención en Ucrania,<br />
Albania, Lituania y Rusia.<br />
De acuerdo con un estudio desarrollado entre 2003 y 2007, coordinado por el citado<br />
investigador, con la finalidad de evaluar los sistemas judiciales y de inteligencia financiera en 107<br />
países, en el que participaron 235 equipos de consultores legales y financieros, las organizaciones<br />
criminales mexicanas también han incursionado en China, Corea del Norte, la India y Myanmar.<br />
La expansión de los capos mexicanos preocupa a los países de la Unión Europea que hasta<br />
hace poco consideraban el fenómeno del narco mexicano como un tema lejano. Para Carel Edgard,<br />
jefe de la Unidad Antidrogas de la Comisión Europea: “la internacionalización de los cárteles<br />
mexicanos es muestra de que la lucha contra la droga en ese país no está teniendo resultados”.<br />
De acuerdo con documentos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito<br />
(ONUDD) el dinero que se mueve en torno al tráfico de drogas excede por mucho los recursos de<br />
países enteros. Para dar una idea en 2003 el mercado estadounidense de cocaína movió 60 millones<br />
de dólares.<br />
Vamos ganando<br />
Funcionarios federales-como el procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, y<br />
reportes de inteligencia de la SSP se contradicen. En abril de 2007, el titular de la PGR dijo que el<br />
narco enfrentaba una severa crisis. En cambio, el informe de la SSP sostiene que el cártel de Tijuana<br />
tiene nuevo líder y que su estructura está en expansión.<br />
De acuerdo con un estudio titulado "Radiografía de las organizaciones de narcotraficantes",<br />
elaborado por la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), éstas diversificaron sus actividades, es decir,<br />
ahora ya no sólo se dedican al tráfico de drogas, sino que abarcan un espectro de 25 figuras delictivas,<br />
55
tales como: el secuestro, el tráfico de personas, la piratería, las extorsiones y hasta la trata de personas.<br />
Esta nueva dinámica transformó a los cárteles, se volvieron más violentos, y no como reacción a la<br />
persecución gubernamental, sino porque el mercado del delito es ahora más amplio, más competido.<br />
Según la citada radiografía, el cártel del Golfo domina en 10 estados del país. De este cártel se<br />
desprendió un grupo que se autodenominó en 2005 La familia michoacana.<br />
Otra perla para el Estado mexicano: formado por un cuerpo de elite del ejército mexicano,<br />
entrenados en EU inicialmente para combatir a la guerrilla y posteriormente al narcotráfico Los zetas,<br />
fueron inicialmente un grupo de sicarios al servicio del cártel del Golfo; con la experiencia adquirida<br />
son ahora un cártel independiente. Sus actividades delictivas incluyen el secuestro y extorsión a<br />
migrantes indocumentados con la complicidad de autoridades migratorias. Señalados por un<br />
sobreviviente ecuatoriano, de haber perpetrado la masacre de 75 personas en Tamaulipas en 2010;<br />
también cobran cuotas de protección a empresarios en varios estados del país. El también conocido<br />
como "ejército narco", ha incorporado en sus filas a kaibiles, desertores del Ejército de Guatemala,<br />
quienes en la década de los ochenta fueron autores de masacres en poblaciones indígenas de ese país.<br />
Pero el financiamiento al narco no sólo proviene de actividades delictivas, sino del dinero<br />
recaudado de los impuestos. En 2008, la diputada de oposición Nora Ruvalcaba dio a conocer una<br />
lista de familiares de varios capos, radicados en Sinaloa, Michoacán y Durango, que han sido<br />
beneficiarios de Programas Sociales de combate a la pobreza. En su denuncia, la legisladora<br />
mencionó la posibilidad de que los gobiernos federal y estatal estén financiando la producción<br />
de marihuana en México mediante los apoyos gubernamentales como Procampo.<br />
Otro factor a tomar en consideración para el análisis es que México ha dejado de ser un país<br />
de tránsito o puente de drogas duras, para convertirse en consumidor. En su reporte de 2008 sobre la<br />
situación de las drogas a nivel mundial, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de<br />
la Organización de las Naciones Unidas (JIFE) consigna que el uso de cocaína en el país se duplicó<br />
entre 2002 y 2008. La mayor disponibilidad de drogas en el país ha ocasionado que se reduzca la edad<br />
de los consumidores de sustancias ilícitas.<br />
La implantación de la narcocultura<br />
El presidente Calderón ha eliminado la palabra guerra de su estrategia contra el<br />
narcotráfico (como si los eufemismos devolvieran la vida a las víctimas inocentes). Lo cierto es<br />
que pese la detención, extradición y muerte de grandes capos en el sexenio, el narcotráfico es hoy en<br />
día la empresa más rentable, gracias a la corrupción que permea las instituciones de la incipiente<br />
democracia mexicana (después de 70 años de partido de estado). Aunque es injusto atribuir toda la<br />
responsabilidad del fenómeno a los gobiernos panistas, cuando el problema se originó antes de sus<br />
administraciones, resulta contundente que la acelerada descomposición social coincide con el lapso<br />
en que han ejercido el poder.<br />
Lo paradójico de las espectaculares detenciones es que los acusados pasan a formar parte del<br />
programa de testigos protegidos con lo que evitan ser extraditados o que sus propiedades y cuentas<br />
sean decomisadas. La información aportada ha servido para detener a algunos funcionarios y<br />
autoridades corrompidas, siempre y cuando éstos pertenezcan a la oposición, por lo que existe un<br />
uso faccioso de la justicia.<br />
La impunidad que disfrutan los capos, los ha convertido en figuras de culto para las nuevas<br />
generaciones, con pocas o nulas expectativas del futuro, sin empleo y con acceso restringido a la<br />
educación. Los adolescentes y jóvenes constituyen el mejor ejército de reserva para el narco que<br />
puede ofrecerles lo que el Estado-Nación mexicano les ha negado en los hechos. Serán necesarias<br />
varias generaciones para recomponer el tejido social destruido por lo que la guerra del narco está<br />
causando.<br />
56
El retorno de figuras como el general Mario Acosta Chaparro (amigo y compañero de<br />
generación del actual Secretario de la Defensa), ahora asesor presidencial, después de permanecer<br />
encarcelado por narcotráfico (y crímenes de lesa humanidad durante la llamada guerra sucia en los<br />
años sesenta y setenta), es un mal pronóstico para el país.<br />
En 2008 el diario británico Financial Times publicó, lo que era un secreto a voces, el narco<br />
estaba involucrado en las campañas. Algunos periodistas mexicanos que han documentado y<br />
publicado tales relaciones entre políticos y funcionarios, enfrentan procesos judiciales. Las<br />
elecciones de 2012 serán una excelente oportunidad para lavar dinero ilícito. No será la<br />
primera vez. Ningún partido, incluyendo a los que se dicen de izquierda ha podido sustraerse a tal<br />
influencia. La narcocultura como forma de vida se va haciendo omnipresente en el país que, por su<br />
geografía, se conoció alguna vez como el cuerno de la abundancia.<br />
El narco en la cultura popular, la moda, el cine, la televisión, el arte y la literatura.<br />
Recientemente la Real Academia de la Lengua Española ha integrado palabras derivadas de tal<br />
actividad levantones, plazas, toques o pericos, serán recordados como aportes de México al mundo, en<br />
estos días oscuros.<br />
* Una versión ampliada de este artículo fue presentada como ponencia en las II Jornadas<br />
Internacionales de Problemas Latinoamericanos realizadas del 18 al 20 de noviembre de 2010, en<br />
Córdoba Argentina. Óscar García González es actualmente Docente Tutor Investigador del Instituto<br />
de Educación Media Superior del DF. Candidato a Doctor en Estudios Latinoamericanos por la<br />
UNAM, Maestro en Antropología por la misma universidad y Licenciado en Psicología Social por la<br />
UAM-I. Ha publicado diversos artículos sobre movimientos sociales en México y Bolivia.<br />
57
FRONTERAS, FRONTERIZOS Y LITERATURA DEL PADECIMIENTO<br />
I<br />
ESTEBAN DE GORI*<br />
El Estado mexicano posee dos extensas fronteras. La frontera norte y sur se han convertido<br />
en espacios de disputa regional, de presiones internacionales, de negocios lícitos e ilícitos y sobre<br />
todo, se ha convertido en territorios de circulación y padecimiento social. Si bien, toda frontera es un<br />
territorio en sí mismo, es decir, un espacio gris de intercambios simbólicos y materiales, en México<br />
esos espacios fronterizos han asumido una importante relevancia política, social y económica. En<br />
este sentido, las fronteras norte y sur están atravesadas por dos situaciones que presionan<br />
fuertemente sobre México: Por un lado, Estados Unidos que pretende imponer, en el propio México,<br />
planes para la regulación migratoria y para la represión delictiva (Plan Mérida) y, por otro, el orbe<br />
centroamericano, que en las últimas décadas ha expulsado vastas porciones de su población.<br />
Los conflictos políticos, las guerras, las posguerras y el neoliberalismo han impulsado<br />
contingentes transmigratorios hacia los Estados Unidos. La región que se inicia en Panamá y que<br />
culmina en el norte de México se transformo en un corredor humano de grandes proporciones.<br />
Corredor, donde México se ha transformado para los centroamericanos 1 , en un obstáculo entre éstos<br />
y los Estados Unidos. Es decir, México es la última frontera de dicho corredor. Pero, es un territorio<br />
de varias fronteras. De hecho, para los gobiernos mexicano y norteamericano la condición de ilegal<br />
para los centroamericanos se ha establecido ni bien se cruza el Distrito Federal. Por lo tanto,<br />
asistimos en las últimas décadas a una redefinición de las fronteras geográficas y sociales del Estado<br />
mexicano.<br />
En relación con los flujos migratorios, el investigador Rodolfo Casilla indica que “los flujos<br />
centroamericanos, en particular, ingresan por los puntos localizados en los estados de Chiapas y<br />
Tabasco, los otros del sur los utilizan los cubanos y asiáticos principalmente. En los puntos que<br />
corresponden a la frontera norte de México, aún se observa el peso predominante de las rutas<br />
cercanas a las costas del Atlántico y Golfo de México, aunque ya empiezan a destacar las que se<br />
alejan de los territorios de California y Texas, producto de las políticas de control fronterizo en EU.” 2<br />
Entonces, incorporando este panorama observamos que existe un mundus fronterizo, tanto al<br />
norte como al sur, caracterizado por el control, la constante circulación y el padecimiento social.<br />
Hombres y mujeres explotados, vapuleados y denigrados por coyotes 3 y pandillas que se han<br />
convertido en los barones de las fronteras. Inclusive, su poder logra poner en duda la capacidad<br />
coercitiva del Estado mexicano. En el libro La Mara 4 de Rafael Ramirez Heredia aparece una<br />
interesantísima literatura sociológica que brinda algunas claves sobre la acción de las pandillas, la<br />
situación fronteriza y el aprovechamiento de la misma para el usufructo económico de las maras. El<br />
relato sobre la desesperación por llegar a los Estados Unidos, somete no sólo a los transmigrantes a<br />
situaciones indignas y catastróficas, sino que la comprensión, por parte de las maras, de dicha<br />
desesperación los coloca en un lugar de poder y dominio sobre los cuerpos, las esperanzas y deseos<br />
de lo migrantes.<br />
1 Principalmente los migrantes son de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Honduras.<br />
2 Rodolfo Casillas, “Una vida discreta, fugaz y anónima. Los centroamericanos transmigrantes en México”,<br />
FLACSO, México, 2006, pág. 27 (http://www.elfaro.net/templates/elfaro/migracion/vida.pdf).<br />
3 Personas que por un suma importante de dinero prometen a las migrantes introducirlos en EEUU<br />
4 Rafael Ramírez Heredia, La Mara, Alfaguara, México, 2004<br />
58
Ahora bien, las fronteras no son territorios vacios, sino que en ellas existen muchos poderes<br />
atravesados, enfrentados y colindantes: carteles narcos, coyotes, maras, policías y fuerzas armadas.<br />
Todos estos actores son parte del paisaje de un mundo fronterizo por el que casi pasa el 80% de los<br />
migrantes que arriban a los Estados Unidos. Pero ese paisaje, no sólo se encuentra atravesado por la<br />
presencia de aquellos que desean cruzar la frontera, sino que en ese espacio gris de la frontera<br />
habitan asesinos y explotadores de mujeres (Ciudad Juárez, Tijuana), vidas truncadas y una profunda<br />
condensación de miedo social por no llegar a destino. El miedo a no llegar a destino, en estos casos,<br />
supone o supondría la amenaza de disolución de esperanzas que se construyeron en núcleos<br />
familiares: padres, hijos, hermanos, sobrinos, tías. Es decir, cada migrante, en sí mismo, carga con<br />
deseos y esperanzas colectivas.<br />
Ese mundo fronterizo y sus poderes, aunque reducido geográficamente, ponen en duda<br />
algunas de las funciones del Estado mexicano. Por lo tanto, México no es un Estado fallido 5 , sino un<br />
Estado donde algunos de sus poderes, además de ciertos grupos económicos legales, disputan sus<br />
funciones coercitivas, culturales y sociales. Para México, la frontera es un problema, ya que en ese<br />
territorio radican múltiples imágenes de su fragilidad.<br />
Entre esos poderes se encuentra la Familia Michoacana. Este singular grupo delictivo, según el<br />
trabajo de Ricardo Ravelo 6 , articula sus prácticas criminales con las profundas creencias religiosas. El<br />
orbe católico mexicano y sus representaciones religiosas populares son resignificadas por la Familia<br />
para legitimar y fundamentar sus acciones y, a su vez, para recrear una identidad entre sus<br />
integrantes, como entre los futuros ingresantes. Ahora bien, esos relatos en los que se apela a la<br />
divinidad católica para justificar su participación en la Familia y sus actos delictivos se incorporan al<br />
universo de variadas estrategias planteadas por estas organizaciones criminales para construir una<br />
identidad social. Pero dicha construcción identitaria se realiza a través del padecimiento de vastas<br />
porciones de la población mexicana.<br />
Entre los mensajes de la Familia podemos observar el siguiente:<br />
Le pedí a Dios fuerzas y me dio dificultades para hacerme más fuerte.<br />
Pedí sabiduría y me dio problemas para resolver.<br />
Pedí prosperidad y me dio cerebro y músculo para trabajar.<br />
Pedí valor y me dio obstáculos para superar<br />
Yo no recibí nada de lo que pedí, pero he recibido todo lo que necesitaba.<br />
El Loco 7<br />
La apelación a Dios, por parte de la Familia Michoacana, como a la Vida Loca, por parte de las<br />
Maras, para la legitimación de sus acciones y de su “función” en la sociedad, no sólo habla de la<br />
búsqueda de referencias culturales para realizar su fines individuales o grupales, sino que ambas<br />
apelaciones, utilizadas por ambos grupos, dan cuenta de las legitimaciones y simbologías que se<br />
esgrimen para acrecentar su poder e intervenir sobre aquellos migrantes deseosos de modificar sus<br />
condiciones de vida. También quedaría agregar otras narraciones, como los corridos norteños, que si<br />
bien no festejan ni reivindican el padecimiento, intentan construir, a la vez, un relato romántico y<br />
dramático sobre los destinos y acciones de los Jefes narcos. En México, pese a todo, los hombres<br />
fuertes (los Jefes) se han desplazado de la política al mundo delictivo. Mientras la política mexicana<br />
busca refinar sus liderazgos y someterlos a las reglas empresariales y asociarlos a las maneras de los<br />
2008.<br />
5 Generalmente, la clase política norteamericana insiste con la inviabilidad del Estado mexicano.<br />
6 Ricardo Ravelo, La herencia maldita: el reto de Calderón y el nuevo mapa del narcotráfico, Debolsillo, México,<br />
7 Ricardo Ravelo, op. cit., pág. 58.<br />
59
epublicanos norteamericanos, los Jefes de Jefes surgen entre los narcos. Éstos se apropiaron de las<br />
simbologías que la historia política mexicana había recreado y extendido. De hecho, las figuras de<br />
Pancho Villa y Venustiano Carranza marcaron las formas de la construcción de los liderazgos<br />
políticos que actualmente parecen disputadas y resignificadas de manera no explicita por los jefes de<br />
los carteles. Estas figuras políticas e inclusive la de Emiliano Zapata, cedieron paso al conocidísimo<br />
jefe narco Arturo Beltrán Leyva, al cual el grupo de corridos Los Tigres del Norte, le escribió una<br />
canción denominada Jefe de Jefes (2007). En la letra de la misma cuando se expresa que:<br />
Soy el Jefe de Jefes señores,<br />
y decirlo no es por presunción,<br />
Muchos Grandes me piden favores<br />
porque saben que soy el mejor…<br />
Han buscado la sombra del árbol<br />
Para que no les de duro el sol.<br />
Se daba cuenta de la predominancia que los jefes narcos empezaban a adquirir o a pretender<br />
sobre la clase política. Esta clase, fundamentalmente las integradas por las derechas, comenzaban a<br />
observar como aliados o financistas a las organizaciones criminales. O también comenzaban a<br />
comprender la capacidad de las mismas para realizar políticas que un Estado federal menguado por<br />
los ajustes neoliberales no era capaz de concretar.<br />
II<br />
Estados Unidos es un gran imán: atrae hombres y mujeres; como atrae mercancías. A éste<br />
territorio desean llegar transmigrantes deseosos de cambiar su situación, como así mercancías licitas e<br />
ilícitas. El país del norte incorpora asimétricamente a los migrantes y captura geométricamente la<br />
producción de materias primas, automóviles, petróleo y drogas. Estados Unidos es una promesa<br />
para transmigrantes y empresarios (legales o ilegales) y, seriamente, es una amenaza para trabajadores<br />
y trabajadoras que son empleadas en las diversas producciones que arriban a los consumidores<br />
norteamericanos.<br />
Este país, su economía, y su american lifestyle fue transformada por diversos actores sociales<br />
dominantes en la representación del bienestar para muchos mexicanos, centroamericanos y<br />
caribeños. Esta representación o imaginario tiene una profunda efectividad en las acciones de estos<br />
últimos, de hecho, los impulsa a transmigrar. Esto advierte una cuestión sustancial: el imaginario del<br />
bienestar y del progreso económico norteamericano ha triunfado en varias porciones de las<br />
poblaciones centroamericanas, caribeñas y mexicana. Lo interesante de esta cuestión es que ese<br />
imaginario del bienestar norteamericano se construye “desenganchado” del reconocimiento de las<br />
desigualdades y asimetrías que produce la articulación entre el gobierno de Estados Unidos y las<br />
élites políticas y económicas locales.<br />
Ahora bien, no siempre fue considerado el país del norte como una tierra de bienestar, sino<br />
todo lo contrario. Si sólo orientamos nuestra mirada hacia el trabajo de Paco Ignacio Taibo II sobre<br />
Pancho Villa 8 , podemos observar las miradas que tenían ciertos liderazgos políticos sobre los Estados<br />
Unidos. El autor relata que Villa había comentado a un grupo: “Vamos a pegarle a los gringos en su<br />
propia tierra y de paso a buscar al que nos estafo con el parque” 9 . Para el ejército villista, Estados<br />
Unidos no era una promesa, sólo era un territorio a combatir, usufructuar o respetar, pero nunca<br />
para subordinarse o añorar. Pero, a su vez, las élites norteamericanas afirmaron imaginarios sobre “lo<br />
mexicano” que persisten resignificadamente en la actualidad. De hecho, podemos observar,<br />
siguiendo el trabajo de Pacto Taibo II, las miradas que las élites políticas y militares construyeron<br />
8 Paco Ignacio Taibo II, Pancho Villa. Una biografía narrativa, Planeta, México, 2006.<br />
60
sobre Villa y los villistas. A ella sólo remitían narraciones vinculadas al peligro, a lo incivilizado y al<br />
temor, en última instancia, a aquella “fuerza” que pudiese provenir desde el otro lado de la frontera.<br />
A partir de las décadas del ‘50 y ’60, Estados Unidos, pese al reconocimiento, por parte de<br />
ciertos sectores políticos de las sociedades centroamericanas y caribeñas de su intromisión política, el<br />
“mundo gringo” se constituiría en un territorio donde los sectores mas vulnerables podrían trocar el<br />
destino que les auguraba la tragedia social de sus países.<br />
En parte, este proceso político-cultural fue definiendo al interior de los Estados Unidos la<br />
representación de su patio trasero; representación que suponía una hegemonía geoestratégica y un<br />
profundo desprecio imperial sobre esos territorios. Ese patio trasero, su conflictividad y sus<br />
necesidades, se trasladaron a los espacios fronterizos y al territorio norteamericano. El patio trasero,<br />
se le develó al gobierno de los Estados Unidos como otra cosa. Años de intervencionismo militar y<br />
económico yanqui, de fomento de profundas represiones políticas y reformas neoliberales habían<br />
contribuido para que los espacios fronterizos condensen parte de las tragedias sociales que implicó e<br />
implicaba dicha intromisión. Frente al contexto actual, la representación del patio trasero ya no sólo<br />
implicaba el dominio sobre una región controlada, sino que en el presente ese patio trasero se les<br />
presentó bajo las formas de una transmigración que presionaba y presiona sobre sus fronteras y<br />
sobre la misma sociedad norteamericana. Pero la presión que ejerce el flujo migratorio por realizar<br />
esas promesas de bienestar que, paradójicamente, la propia realidad norteamericana pone en duda<br />
todo el tiempo, sólo se consigue a condición de soportar el sufrimiento social que las instituciones<br />
federales y policiales de los Estados Unidos y los poderes fronterizos ejercen sobre los migrantes. Lo<br />
interesante a considerar, es que pese a esto el flujo transmigratorio no cesa, sino todo lo contrario. Y<br />
ello se debe, a la estructural desprotección social que México y los estados centroamericanos y<br />
caribeños ofrecen a sus ciudadanos. Entonces, la promesa norteamericana lo seguirá siendo mientras<br />
los gobiernos de México, de Centroamérica y el Caribe no reconstituyan las tramas institucionales y<br />
políticas que comiencen a reparar socialmente a vastos sectores de la población. Por lo tanto, el<br />
problema en México no es el narco, sino la acción de una clase política gubernamental que ha<br />
apostado a desregular el Estado, sus formas de reparación e integración social así como sus funciones<br />
centrales de protección. Como advertimos, México no es un Estado fallido, sino que sus propios<br />
actores políticos lo están convirtiendo en un Estado desprotegido y, sobre todo, en un Estado que<br />
no apuesta a forjar horizontes de expectativas futuras.<br />
* Esteban De Gori es Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Docente de la Facultad de Ciencias<br />
Sociales (UBA). Investigador CONICET. Miembro del Grupo de Estudios de Centroamérica,<br />
IEALC, UBA.<br />
9 Paco Ignacio Taibo II, op. cit., pag. 610.<br />
61
CIUDAD JUÁREZ: LA VIDA BREVE<br />
HÉCTOR DOMÍNGUEZ RUVALCABA*<br />
El término que mejor define la cultura y la política de los jóvenes, no sólo en Ciudad Juárez<br />
sino a nivel global, es “exclusión”. Ya sea por obcecación ideológica de los sectores más<br />
conservadores de la sociedad, o por omisiones atribuibles al desentendimiento del Estado y las elites<br />
económicas por ofrecerles opciones de inserción en el mercado de trabajo, acceso a la educación y a<br />
los servicios públicos, las estadísticas y los discursos que circulan en la esfera pública parecen indicar<br />
que hay un exceso de población joven que se percibe como prescindible y muchas veces como causa<br />
de los problemas sociales.<br />
La exclusión empieza con la ausencia de proyectos de sociedad donde las nuevas generaciones<br />
puedan tener cabida. Para el antropólogo José Manuel Valenzuela Arce, debido a esta falta de<br />
proyección, que ha limitado la posibilidad de integración a las actividades económicas y al goce de los<br />
privilegios de la ciudadanía, los jóvenes “viven un presentismo intenso, pues el futuro es un referente<br />
opaco que solapa la ausencia de opciones”. 1<br />
Sin duda, el sector de los jóvenes es el que ha sido más afectado por los desastres e<br />
inequidades económicas. Ellos constituyen el porcentaje más alto de la emigración y son el grupo que<br />
mayor número de víctimas ha registrado en la violencia relacionada con el crimen organizado. La<br />
mitad de los jóvenes mexicanos, aproximadamente, vive bajo la línea de la pobreza y alrededor de<br />
220 mil emigraron cada año a Estados Unidos entre 2000 y 2006. 2 Según estadísticas de la<br />
Subprocuraduría de Justicia del Estado de Chihuahua, zona norte, “la guerra entre bandas de<br />
narcotraficantes en Juárez ha dejado de 2008 a la fecha más de cuatro mil 500 víctimas, de las que<br />
30% son menores de 20 años”. 3 Si se cuentan los menores de 30, resulta que desde el inicio del<br />
presente sexenio los jóvenes han puesto más de la mitad de los muertos por la violencia.<br />
Es alarmante el número de hombres jóvenes que han sido asesinados en esta ciudad desde la<br />
década de 1980. Tan sólo entre 1985 y 1997, el 47.6% de las víctimas de homicidio fueron jóvenes<br />
varones de 20 a 24 años, frente a un 3.1% de mujeres de la misma edad. 4 Cada joven ejecutado se<br />
considera a priori un miembro de alguna banda criminal. Esta prejuzgada falta de inocencia convierte<br />
a estos cadáveres masculinos en meros cuerpos sin subjetividad, sin biografía, y muchas veces sin<br />
honras fúnebres. Con la ciudadanía negada, se reducen al mote de maleantes. En este drama de la<br />
violencia la voz que menos escuchamos es la de los jóvenes. Ellos raramente ocupan el escenario<br />
público, si acaso aparecen como cifras de victimarios y víctimas que se reportan al día, y cuando los<br />
escuchamos hablar es para enunciar la confesión esperada (y muchas veces forzada) o en todo caso<br />
una pálida justificación de sus actos. Pero la mayoría de las veces son sólo cadáveres estridentes, que<br />
resignifican la ciudad como un tiradero de cuerpos desechables.<br />
1 José Manuel Valenzuela Arce, El futuro ya fue. Socioantropología de l@s jóvenes en la modernidad, Colegio de la Frontera<br />
Norte-Casa Juan Pablos, Tijuana-Cd. de México, 2009, p. 20.<br />
2 Ibídem, p. 136.<br />
3 Miroslava Velducea Breach y Rubén Villalpando, “Chihuahua: más de 300 asesinatos en enero; exigen parar<br />
campañas”, en La Jornada, 2 de febrero de 2010.<br />
4 Georgina Canizales Martínez y Cheryl Howard, “Mortalidad por homicidio, una revisión comparativa en los<br />
municipios de Tijuana y Juárez, 1985-1997”, en Héctor Domínguez Ruvalcaba y Patricia Ravelo (eds.), Entre las duras<br />
aristas de las armas. Violencia y victimización en Ciudad Juárez, CIESAS, México, 2006, p. 98)<br />
62
La doble victimización<br />
En una de las fotografías de Jaime Bailleres incluida en el libro Juárez: the Laboratory of Our<br />
Future de Charles Bowden, titulada “Pablo Rodríguez ruega a los paramédicos que ayuden a su hermano<br />
Ricardo, quien ha consumido una sobredosis de heroína, pero es demasiado tarde” (p. 60), vemos el<br />
llanto desconsolado de Pablo Rodríguez y el cuerpo de su hermano recién fallecido. La mano del<br />
paramédico toca con la punta de sus dedos la cabeza del doliente. El motivo de La Pietá se ha<br />
trasladado a un terreno baldío. El gesto de compasión del paramédico toma su distancia. En medio<br />
yace el cuerpo del hermano fallecido. Lo único que sabemos es que era heroinómano. Él mismo<br />
podría erigirse como el motivo central de la guerra contra el narco: la juventud que es víctima de la<br />
proliferación del mercado de drogas. Aunque, como veremos más adelante, esta guerra se revierte<br />
contra los jóvenes mismos. Si la primera victimización del cuerpo del joven es la adicción, la segunda<br />
es su criminalización: varios esfuerzos oficiales, religiosos y mediáticos se han empeñado en<br />
presentar las prácticas de la cultura juvenil, sobre todo las que tienen que ver con el placer, como<br />
criminales. Si bien muchas de las actividades delictivas ocurren en el terreno de la sexualidad y en el<br />
del consumo de drogas, no son la sexualidad ni la adicción delitos en sí mismos, como tampoco<br />
muchas de las expresiones de la cultura juvenil.<br />
Sea por involucrarse en actividades de placer, sea por su participación en grupos bélicos, o por<br />
considerarse sujetos castigables y asesinables, la violencia sucede a través de los cuerpos juveniles.<br />
Ellos entran al circuito de la adicción y el delito menor inducidos por la fuerte red de pandillas que<br />
parecen ser su única opción en amplios sectores de la ciudad. La entrada al mundo de la adicción y<br />
del delito no es solamente la única condición de vida disponible, sino también la cultura a su alcance,<br />
que como tal cuenta con reglas, ritos de iniciación, aspiraciones, formas de lucha y de goce.<br />
En El espíritu de El Toques (2001), Emilio Gutiérrez de Alba narra episódicamente casos del<br />
barrio del centro de la ciudad, no desde su luminosa oferta de entretenimiento, sino desde los<br />
callejones penumbrosos, los túneles, las leoneras y los vecindarios donde operan las pandillas Thru<br />
13, los Condes y los Dinos. Este libro revela los diferentes mecanismos de la prostitución de niños y<br />
pubertos o su incorporación a las bandas de robo y narcomenudeo. Como el gesto del paramédico<br />
en la fotografía de Bailleres, los relatos de Gutiérrez de Alba ponderan compasivamente la<br />
precariedad de donde se nutre y robustece el crimen organizado. Una red de policías, pequeños<br />
capos, jefes de pandillas, lenones, tratantes de blancas y carteristas consume a los cuerpos jóvenes.<br />
Ellos se encargan de reclutar para las actividades ilícitas a los niños en situación de calle. La narración<br />
se construye sobre un argumento que asocia causas económicas a efectos morales. La homofobia que<br />
está al fondo de estos relatos lleva a identificar la homosexualidad con el abuso de menores, la<br />
adicción con el narcomenudeo y a la víctima con el victimario.<br />
Erick Orozco, un joven que actualmente realiza su tesis de maestría en ciencias sociales en la<br />
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) sobre culturas juveniles, y que ha estado<br />
involucrado en proyectos de intervención en los barrios juarenses, describe así las formas en que el<br />
crimen organizado recluta a los jóvenes:<br />
[En la colonia Díaz Ordaz] cuando los chavos nos describen ese proceso de<br />
tránsito entre el barrio [la pandilla] y ya vincularse al crimen organizado, lo que nos<br />
planteaban era la cuestión de la lana: se enfrentaban a poca oferta laboral y, en su<br />
condición de chavos de barrio, su oportunidad de conseguir trabajo se ve más limitada.<br />
Esta situación es aprovechada por los narcos y da lugar a situaciones como la siguiente:<br />
un chavo de 19 o 20 años cuya hija se enferma se mete a vender droga para poder<br />
curarla. Cuando se quiere salir le dicen: “no pues, ¿sabes qué? Que nos debes tal y tal<br />
favor y los favores se pagan con muertos, ese es el detalle aquí”. 5<br />
5 Entrevista realizada por Patricia Ravelo y Héctor Domínguez el 27 de febrero de 2010.<br />
63
Las bases para la consolidación de la red criminal se encuentran, de acuerdo con esta<br />
descripción, en la precariedad económica y la falta de servicios públicos accesibles a la población<br />
marginada. En esta victimización primaria encontramos los ejes de una economía creada desde una<br />
instancia ilícita y desde el desentendimiento del Estado. La doctrina económico-política del<br />
neoliberalismo sienta las bases para el crecimiento de las organizaciones criminales. En efecto, el<br />
estado de bienestar está ausente en la historia que refiere Erick. La hija del joven que recurrió al<br />
crimen organizado requería atención médica y el hecho de vender droga —el mercado de trabajo<br />
disponible— le garantizó la vida. Y como este oficio es peligroso y conlleva no sólo el riesgo de caer<br />
preso sino, peor aún, de caer asesinado, la idea de dejar esta actividad es predecible, como son<br />
predecibles también los altos costos de hacerlo.<br />
El sentido de la compasión con que Bailleres y Gutiérrez de Alba presentan al joven afectado<br />
por la adicción o por las organizaciones criminales conlleva una comprensión de cómo los sujetos se<br />
introducen al mundo social por la vía de aprender a navegar entre códigos violentos, reproduciendo<br />
las normas de un sistema criminal que se les presenta como el único recurso económico a su alcance.<br />
Así, se les describe como aquellos que han sido contagiados del mal de la criminalidad. Finalmente, el<br />
gesto de compasión por la victimización estructural del joven nos dirige a un segundo nivel de<br />
victimización: se comprende que el origen de su relación con las organizaciones criminales es la<br />
marginación, pero también se advierte que ellos se han vuelto “malandros”, que se han “maleado” y<br />
que no hay lugar para la recuperación. Esta segunda victimización consiste en una condena moral y<br />
clínica. El sentido común de base cristiana suspende la compasión al toparse con un pathos social<br />
que traduce el daño físico y económico en una contaminación moral.<br />
Como todo sujeto abyecto, el joven adicto y asociado a los negocios criminales no cuenta con<br />
la dignidad del ciudadano en el caso —muy probable— de ser asesinado: es un pandillero, maleante y<br />
criminal. Durante su visita a Tokio el 2 febrero de 2010, el presidente Felipe Calderón expresó que<br />
los 16 jóvenes masacrados en la colonia Villas de Salvárcar el 31 de enero “probablemente fueron<br />
asesinados por otro grupo con el que tenían cierta rivalidad”. 6 El presidente implica que los<br />
asesinados eran pandilleros. Con ello, se aplica una descalificación de la víctima y se reduce al<br />
absurdo la procuración de justicia: su muerte fue buscada por su mala conducta y por lo tanto no hay<br />
reclamo que se justifique. Para el presidente, y para gran parte de los voceros oficiales, la violencia en<br />
esta ciudad se debe a la “descomposición social” atribuible a un relajamiento de los valores.<br />
Claramente el lenguaje patológico y moral informa y deforma la visión de toda una sociedad al<br />
introducir un elemento abstracto como causa de un hecho violento.<br />
Calderón decidió visitar la ciudad 11 días después de la masacre. Su objetivo era trabajar en “la<br />
recomposición del tejido social”. La recepción de las madres de los jóvenes asesinados fue hostil. La<br />
señora Luz María Dávila, madre de dos de las víctimas, dice no poder darle la bienvenida y le<br />
reprocha su percepción sobre estos jóvenes: “les dijeron pandilleros a mis hijos. Es mentira. Uno<br />
estaba en la prepa y el otro en la universidad, y no tenían tiempo para andar en la calle. Ellos<br />
estudiaban y trabajaban. Y lo que quiero es justicia”. 7<br />
La intervención inesperada de la señora Dávila interrumpió el protocolo. Hubo una dubitación<br />
cuando ella se levantó. Los guardias pretendían disuadirla de acercarse al podium, pero ante la<br />
presencia de las cámaras el presidente pidió que se le dejara hablar. Este forcejeo por el uso del foro<br />
público es significativo para entender la dinámica de la política en torno a la violencia: todo evento,<br />
para ser considerado real, tendrá que pasar por los medios. La irrupción de la señora Dávila significa<br />
una breve intromisión de la voz subalterna (para este caso definámosla como la voz de los que no<br />
6 Alberto Vieyra Gómez, “Colosal irresponsabilidad de Calderón”, Agencia Mexicana de Noticias.<br />
7 Claudia Herrera Beltrán, “Discúlpeme, Presidente, no le puedo dar la bienvenida: madre de dos ejecutados”, La<br />
Jornada, 12 de febrero de 2010.<br />
64
tienen acceso a la esfera pública). Esta intervención airada, y muchas veces descalificada por<br />
articularse desde el sentimiento, se dirige a detener la victimización moral: si el gobierno no ha<br />
podido reconfigurar las estructuras económicas que victimizan a la población, por lo menos que se<br />
abstenga de victimizar por segunda vez a los muertos culpándolos de su tragedia.<br />
La autoridad como enemigo<br />
Es a partir de la masacre de Salvárcar que volvemos los ojos hacia otras masacres de jóvenes,<br />
respecto a las cuales no contamos con intervenciones efectivas como la de la señora Dávila. En 2008<br />
grupos armados emprendieron una serie de ataques a siete centros de recuperación para alcohólicos y<br />
drogadictos pertenecientes a organizaciones religiosas, con un saldo de 10 internos muertos. 8<br />
El 17 de agosto de 2009 hubo una masacre en el Bar Seven & Seven ubicado en la avenida<br />
Tecnológico. Un comando armado llegó y mató a ocho jóvenes y dejó cuatro heridos. Los disparos<br />
fueron hechos al azar y, de acuerdo con el testimonio de una sobreviviente transmitido en el<br />
noticiero del Canal 44 al día siguiente, lo hicieron a manera de juego, bromeando mientras<br />
disparaban. La testigo dice que estuvieron llamando insistentemente al 066, teléfono de emergencia, y<br />
que nadie atendía la llamada. 9<br />
De acuerdo con un comunicado de la Sedena, un trabajo de inteligencia llevó a la captura de<br />
los responsables, quienes también habían llevado a cabo la masacre de 17 jóvenes en el Centro de<br />
Rehabilitación El Aliviane el 2 de septiembre de 2009, así como la de otros 10 en el Centro de<br />
Rehabilitación Anexo de Vida, el 15 de septiembre de 2009. 10 Los individuos que han sido<br />
presentados como los gatilleros de estas masacres son identificados con bandas de apoyo a los<br />
cárteles de la droga (específicamente La Línea y Los Aztecas); con ello, las víctimas pasan a<br />
considerarse miembros de las bandas criminales por el solo hecho de morir bajo fuego sicario. Sin<br />
embargo, llama la atención que el teléfono de emergencia no haya estado en funcionamiento y que la<br />
policía haya llegado media hora después de la retirada de los asesinos quienes, de acuerdo con el<br />
testimonio transmitido en el Canal 44, estuvieron en el lugar de los hechos más de 10 minutos.<br />
Por correo electrónico han circulado una serie de testimonios de los vecinos de Salvárcar<br />
recopilados un día después de la masacre. En ellos es constante la misma interrogante sobre el<br />
desempeño de las fuerzas policiales y castrenses: “Cómo es posible que anden siete camionetas con<br />
encapuchados y armados hasta los dientes y los militares y los de la PFP no se den cuenta, cuando<br />
están por todos lados. Esos güeyes no hacen nada”; “Yo salí a ver y uno de los que iban en las<br />
camionetas me dijo: ‘Métase pa’ dentro, esto es un operativo’”; “Ahora sí están todos esos inútiles<br />
aquí, esculcando a los mismos de la colonia, en qué cabeza cabe que nosotros mismos vamos a matar<br />
a nuestros hijos”; “Llegan los agentes preguntándonos que qué es lo que pasó, y eso es lo mismo que<br />
nosotros queremos saber”. 11<br />
Estos testimonios tienden a establecer que los policías no pueden ignorar la presencia de un<br />
comando armado de esa magnitud; que no solamente encubren a los asesinos sino que los asesinos<br />
actúan con las reglas de los policías y militares; que los policías y militares son sicarios. Si los grupos<br />
uniformados son representación del Estado, todas estas opiniones indican una incriminación de las<br />
autoridades.<br />
8 Patricia Dávila, “Narcotráfico/Ciudad Juárez, el exterminio”, Proceso, núm. 1716, 20 de septiembre de 2009.<br />
9 “Testigo narra la masacre del Bar Seven en Cd. Juárez”, video del noticiario del Canal 44 subido el 18 de agosto<br />
de 2009. http://www.metatube.com/en/videos/21980/Testigo-narra-la-masacre-del-Bar-Seven-en-Cd-Juarez/<br />
10 Loera Cruz, “Caen 5 supuestos responsables de masacres en centros de rehabilitación”, El Fronterizo, 25 de<br />
noviembre de 2009.<br />
11 Frases de los sobrevivientes de la masacre, correo reenviado por Efraín Rodríguez el 6 de febrero de 2010.<br />
65
En una de sus canciones, el grupo de hip hop MC Crimen narra un evento de hostilización<br />
policial y de pandillas:<br />
Una patrulla me detiene, los polis se bajan y me comienzan a esculcar<br />
interrogándome: ¿a dónde te diriges y en qué trabajas? Si no te gusta que te miren mal,<br />
entonces por qué no te fajas, como no traigo nada me dejan libre, más tarde se escucha<br />
una ráfaga y volvemos a lo mismo, los contrarios de mi vecindario vinieron<br />
acompañados de la muerte, el que está tirado en medio de la carretera es un amigo y esta<br />
vez no tuvo suerte.<br />
Como la épica desenfrenada de las películas de acción, la ciudad se representa como un campo<br />
de persecución, asalto, escrutinio intimidante de los transeúntes y escaramuzas de bandas enemigas.<br />
Se trata de un paisaje urbano dominado por la tensión bélica y la inminencia de la muerte. Como en<br />
la nota roja, la narrativa desplegada por MC Crimen consiste en la saturación de hechos sangrientos.<br />
Con un imaginario que llena de enemigos el lugar donde se vive, esta pieza nos explica cómo se ve el<br />
mundo desde la óptica de un joven pobre de Ciudad Juárez. Sabiduría obtenida a fuerza de sobrevivir<br />
en un espacio dominado por el miedo, las letras incansables de MC Crimen son diatribas funerales<br />
por los niños y jóvenes caídos a manos del crimen organizado, las pandillas y las fuerzas oficiales —<br />
todos víctimas y victimarios— arrollados por una tragedia de dimensiones colectivas.<br />
MC Crimen deja en claro que toda victimización en estos barrios tiene una causa común: el<br />
crecimiento del dominio de las actividades criminales al punto de convertirse en una cultura. Las<br />
armas apuntan hacia todos lados y MC Crimen recita su modelo de conducta para una ciudad<br />
asediada por los disparos: “Escucha, mira y calla / o puedes morir por las balas de una metra-tratralla”.<br />
Es percepción extendida entre los juarenses que tanto sicarios como policías y militares han<br />
hecho de los jóvenes de los barrios una población exterminable, como condición necesaria de sus<br />
luchas por el control del territorio. “Aquí sufrimos la violencia de tres cárteles: el de los policías, el de<br />
los soldados y el de los narcos”, le dice un joven a Juan P. Becerra Acosta al hablar de su percepción<br />
de la violencia en la ciudad. 12<br />
En la entrevista arriba referida, Erick Orozco habla también de la persecución que los<br />
uniformados han desatado contra los jóvenes de las colonias:<br />
Cuando [los jóvenes] estaban trabajando con el graffiti [proyecto auspiciado por el<br />
gobierno municipal] salen de uno de los talleres que dan en la calle y llevaban su cartón con el<br />
que hacen los esténciles y unas latas de pintura. Tienen que moverse de una colonia a otra<br />
porque su casa fue destruida por el arroyo y los reubicaron. Pasan por un tramo en el que no hay<br />
nada y es una zona pegada al cerro, lo único que hay en el trayecto es un OXXO. Llegan los<br />
chavos a comprar sodas y cuando salen los interceptan los federales. “A ver chavos, sabemos que<br />
ustedes son asaltantes de OXXOs, ¡súbanse!”. Se los llevan y los ponen abajo del puente. Les<br />
empiezan a preguntar cosas, y les cambian la versión: “Sabemos que ustedes mataron a unos<br />
chavos acá abajo y andamos buscando una Astor color verde. Dicen que ustedes la traían”. Eran<br />
chavos de entre 17 y 20 años. Tratan de confrontar las diferentes versiones. A otro chavo le<br />
decían: “Sabemos que tu papá es el movido de aquí”, y el chavo les contesta: “Yo ni conozco a<br />
mi papá”, y eso fue suficiente para que lo tiraran al piso y lo empezaran a patear. Era verdad que<br />
no conocía a su papá. 13<br />
Mientras se implementa el programa de integración en las comunidades con alto índice de<br />
violencia, aparecen los uniformados a amedrentar a los jóvenes que están respondiendo a la<br />
convocatoria del gobierno para elevar la calidad de vida de las colonias. El contraste que Erick nos<br />
12 Juan P. Becerra Acosta, “La confusión de Ciudad Juárez (y de México)”, en<br />
http://alertaperiodistica.com.mx/la-confusin-de-ciudad-jurez-y-de-mxico.html<br />
13 Entrevista realizada por Patricia Ravelo y Héctor Domínguez el 27 de febrero de 2010.<br />
66
presenta revela que los proyectos pacíficos de educación e integración comunitaria tienen mayor<br />
efectividad que los levantones, arrestos y tortura practicados por la policía federal, cuyas secuelas se<br />
traducen en el resentimiento ante las instituciones y el aumento de tensión en la vía pública. Los<br />
jóvenes que se han relacionado con los proyectos comunitarios dicen tener miedo de salir de sus<br />
casas por el acoso del que son objeto.<br />
Criminalización de las expresiones juveniles<br />
El gobierno municipal de Ciudad Juárez es ambiguo con respecto a los graffitis: por una parte<br />
patrocina los proyectos de los murales y, por la otra, impulsa un comité antigraffiti. En la página del<br />
gobierno municipal (http://www.juarez.gob.mx/) hay un vínculo que dice “Registro si eres víctima<br />
del graffiti”. Quien encuentre uno en su barda puede escribir a esta página, entonces el gobierno<br />
municipal pinta la barda afectada y en el lugar donde estaba el graffiti ponen un logo que dice “Amor<br />
por Juárez”, lo cual puede considerarse como un graffiti oficial, como si el gobierno local tomara<br />
parte en la guerra territorial de los graffitis. En todo caso, esto puede entenderse como una lucha<br />
entre los propietarios de los inmuebles de la clase media que se dice victimizada y los jóvenes que se<br />
expresan en sus grafías. Sus firmas terminan siendo borradas por el escudo hegemónico del discurso<br />
del amor y la declaración de propiedad.<br />
La política pública del municipio con respecto al graffiti establece que la expresión del<br />
graffitero es una injuria al espacio urbano. Incluso el programa de murales promovido por el IMIP<br />
puede entenderse también como un borrar la firma del joven. Esta propuesta consiste en la<br />
eliminación de la injuria al establecer temas que los propios promotores implantan. A decir de Erick<br />
Orozco, el graffiti deja de serlo si carece de letras y si se anula la libertad del autor en cuanto a su<br />
contenido. El graffiti no consiste solamente en la grafía estampada en las superficies públicas de la<br />
ciudad. Se trata de un performance del riesgo y una firma minimalista con caracteres estilizados. El<br />
graffiti no daña la salud, no pone en riesgo la seguridad de los transeúntes, ni se puede entender<br />
tampoco como un hurto. Sin embargo, el acto de escribir un graffiti es una transgresión que “se<br />
ubica en la afrenta simbólica a la propiedad y la normatividad social.” 14 Si se le considera una “afrenta<br />
simbólica” aunque su contenido no difame a nadie ni promueva actos violentos, la criminalización<br />
del graffiti consiste en un acto de censura acompañado de medidas coercitivas. Valenzuela Arce va<br />
más allá al mostrar el absurdo de criminalizarlo cuando explica que las batallas urbanas de los taggers<br />
(graffiteros que escapan a la estructura pandilleril de los cholos) sólo consisten en competencias de<br />
agilidad y calidad de las firmas o placazos. Las culturas juveniles son capaces de encontrar por ellas<br />
mismas formas no violentas de solución de conflicto que habrían de ser reconocidas como formas de<br />
convivencia ciudadana legítimas. Un vecino de la colonia Salvárcar considera que “las bardas de la<br />
colonia son consideradas obras de arte y la colonia no se molesta sino que los celebra”, sugiriendo<br />
que es necesario aprender a leer el graffiti, antes que criminalizarlo. 15<br />
Gran parte de la percepción de los jóvenes como criminales tiene como origen la<br />
incomprensión de sus expresiones, descartadas prejuiciosamente desde una concepción maniquea y<br />
punitiva del orden social. Desde el punto de vista de los jóvenes, las mayores faltas no son las que se<br />
cometen trazando un graffiti en una pared o incluso manejando bajo los efectos del alcohol, sino las<br />
que se cometen contra estos infractores en los centros de detención. Los espacios de reclusión de los<br />
menores infractores son centros de abuso sexual, de tortura y robo en el que custodios y pandilleros<br />
colaboran en un negocio que explica la proliferación de retenes, redadas y arrestos por faltas<br />
administrativas. 16<br />
W5Q.<br />
14 José Manuel Valenzuela Arce, op. cit., p. 453.<br />
15 “Entrevista con vecino de colonia Villas de Salvárcar, parte 1”, http://www.youtube.com/watch?v=mtbJwCL-<br />
16 Emilio Gutiérrez de Alba, El espíritu de El Toques, Ediciones Azar, Chihuahua, 2001, pp. 230-232.<br />
67
La cancelación de los espacios<br />
Si bien la rivalidad entre jóvenes y policías surge a partir de la cultura violenta de las pandillas,<br />
donde unos y otros tienen muchas veces acuerdos de colaboración criminal, la población juvenil que<br />
no sigue el modelo pandillero de relacionarse, pero que se afilia a prácticas culturales alternativas,<br />
dice ser acosada por el hecho de vestir de cierta forma o, como en el caso de los graffiteros,<br />
manifestar una expresión simbólica que no implica ninguna agresión física o moral. Se advierte<br />
entonces que los métodos de vigilancia y el criterio para realizar detenciones han hecho que sea este<br />
sector el que menos cree en las autoridades. De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Juventud<br />
2005, sólo 14.2% de los jóvenes mexicanos dice tener interés en la política y sólo 15.5% considera<br />
que la democracia mexicana ha servido para resolver injusticias sociales o para exigir cuentas al<br />
gobierno. La percepción de los jóvenes claramente se manifiesta escéptica de las instituciones, pero<br />
las políticas oficiales también indican que las autoridades no confían en ellos y que los consideran<br />
causantes de los desastres sociales, como el de la violencia.<br />
Esta desconfianza ha llevado al punto de que, en mayo de 2007, las autoridades impusieran un<br />
toque de queda que impedía a los menores de 18 años transitar por las calles de la ciudad, a menos de<br />
que fueran acompañados por un adulto. Esta medida, recomendada por los sectores conservadores,<br />
propició muchas arbitrariedades de los policías municipales que motivaron reacciones multitudinarias<br />
como el concierto Tokín contra el Toque celebrado el sábado 11 de agosto de 2007 en la Plaza del<br />
Monumento a Juárez. Se trata de un llamado a recuperar espacio público para la práctica del ocio que<br />
la ciudadanía entiende como derecho, pues es un lugar de placer y de integración comunitaria y no un<br />
campo de guerra como los criminales y las fuerzas del gobierno quisieran.<br />
Además del toque de queda, se pueden asociar a iniciativas de una moral conservadora la<br />
criminalización del graffiti y el uso de estupefacientes, así como la intolerancia ante la diversidad<br />
sexual. Es constante en esta visión moral equiparar crímenes con prácticas de placer y expresiones<br />
culturales. En vista de que buena parte de las disposiciones oficiales de todos los órdenes de<br />
gobierno acusan una gran influencia de la visión moral para la definición de sus políticas públicas, se<br />
hace necesario un discernimiento entre aquellos problemas que requieren un tratamiento judicial,<br />
como son los casos de robo, secuestro, abuso sexual, extorsión y homicidio, de los que requieren<br />
políticas de prevención y recuperación como atención profesional a las adicciones, mejoramiento del<br />
sistema educativo y promoción de actividades económicas que ofrezcan opciones de empleo.<br />
Henry A. Giroux en su The Abandoned Generation: Democracy Beyond the Culture of Fear, nos hace<br />
ver que desde el absoluto moral y el fervor religioso no puede entenderse ni ser abordado el<br />
problema del terrorismo. Si hacemos un parangón entre la lucha contra el terrorismo y la que<br />
emprende el gobierno mexicano contra el narcotráfico, podemos observar que las disposiciones<br />
oficiales que se implementan para fortalecer la seguridad resultan ser también una negativa a<br />
entender el problema. La absoluta criminalización de los sujetos que no se conforman al modelo de<br />
ciudadano deseable para la posición conservadora dominante, nos sugiere que al mantenerse la<br />
criminalización de las culturas juveniles se pretende extinguir las prácticas ciudadanas que no se<br />
ajusten al modelo neoliberal católico. La obsesión por defender una moral absoluta promovida desde<br />
las instituciones religiosas demarca una zona del mal a la cual exterminar para constituir un estado no<br />
sin violencia, sino basado en una agresión reiterada contra las diferencias.<br />
68
* Héctor Domínguez Ruvalcaba. Profesor investigador en literatura y cultura latinoamericanas<br />
en la Universidad de Texas en Austin. Es autor de La modernidad abyecta. Formación del discurso<br />
homosexual en Latinoamérica y Modernity and the Nation in Mexican Representations of Masculinity: from<br />
Sensuality to Bloodshed. Este trabajo es parte del proyecto de investigación Género, violencia y<br />
diversidad cultural auspiciado por CONACyT, UAM, CIESAS y la Universidad de Texas en Austin.<br />
Agradezco a todos los miembros del proyecto por su valioso apoyo, especialmente a Patricia Ravelo,<br />
mi principal interlocutora en asuntos fronterizos.<br />
69
Teotihuacan<br />
Cancún<br />
México DF<br />
Vista general (izq.) y<br />
Plaza del Zócalo (der)<br />
Ciudad Juárez<br />
Ciudad de Oaxaca<br />
70
FEMINICIDIO<br />
71
MILITARIZACIÓN NEOLIBERAL Y FEMINICIDIO EN MÉXICO<br />
MARIANA FAVELA*<br />
La violencia contra las mujeres en México se enmarca en un contexto más amplio de violencia<br />
de Estado que intensifica y acentúa las formas propias de la violencia de género. Es una violencia<br />
silenciosa y velada, negada hasta el cansancio por las autoridades. Son esos números sin rostro que<br />
muchas veces, con nombre de mujer, engrosan las estadísticas del gobierno federal para cumplir con<br />
los requisitos que impone la certificación estadounidense en la lucha contra el narco. Acusadas de<br />
delitos contra la salud, son encarceladas las sin nombre, las sin voz, para que caminen libres, ocupen<br />
cargos políticos y se sienten a despachar desde sus oficinas, quienes se benefician del baño de sangre<br />
que ha desatado la venta ilegal de armas y la imbricación entre la clase política mexicana y<br />
estadounidense con el crimen organizado.<br />
Sus cuerpos sirven como campos de batalla, en ellos, la lógica patriarcal del poder autoritario<br />
disputa su derecho a imponerse, a disponer de sus vidas y de su dignidad. Justificado en la lucha<br />
contra el narco, el gobierno mexicano intenta reforzar su insipiente legitimidad y justificar el avance<br />
del neoliberalismo, criminalizando cualquier tipo de disidencia u organización social, solapa y<br />
participa de los negocios que enriquecen a unos cuantos. Su campaña de terror y abuso, permea hasta<br />
lo más íntimo de la sociedad y favorece un clima de impunidad en el que las mujeres se convierten en<br />
blanco privilegiado de la violencia.<br />
De acuerdo con cifras oficiales, de diciembre de 2006 a febrero de 2011, suman más de 34 mil<br />
muertes vinculadas a la guerra contra el narcotráfico que impulsa la administración de Felipe<br />
Calderón Hinojosa, prácticamente una muerte cada hora. La administración calderonista se ha<br />
caracterizado por un uso desmedido de la violencia de Estado, por un autoritarismo que cuando no<br />
ajusta el régimen jurídico, limitando y restringiendo libertades individuales, violenta descaradamente<br />
el estado de derecho.<br />
Al amparo de la clase política, proliferan el tráfico de órganos, drogas, personas y armas en el<br />
país. Por ejemplo, en el estado de Tlaxacala, gravemente afectado por la trata de personas,<br />
particularmente de niñas, las pocas organizaciones civiles que insisten en denunciar los crímenes son<br />
reprimidas. La participación de la clase política en los negocios criminales por sabida se calla. La<br />
capacidad de incidencia de la sociedad civil para frenar el problema, disminuye en la misma<br />
proporción en que la sociedad normaliza el fenómeno como parte de la vida comunitaria.<br />
En ese clima de inseguridad total, la impunidad ha demostrado ser el riesgo más grave. La<br />
violencia como el poder, se produce y reproduce, con sus particularidades, en cada esfera de la vida.<br />
La impunidad con que el gobierno justifica desapariciones y encarcelamientos de opositores al<br />
régimen, violaciones de mujeres a manos del ejército, ejecuciones extrajudiciales y el asesinato y<br />
censura de periodistas críticos, permea en la sociedad y favorece una normalización de la violencia<br />
que, mezclada con la impunidad reinante, desemboca en más violencia, cobrando una intensidad y<br />
características propias contra las mujeres.<br />
Muchos son los rostros de la violencia contra las mujeres, 1 728 feminicidios de enero de 2009<br />
a junio de 2010 de acuerdo con la misión internacional de expertas en violencia contra las mujeres y<br />
el feminicidio. Pocos, sin embargo, son los nombres que conocemos, tantos los silencios anónimos<br />
que nos recuerdan con dolor la impunidad reinante. La violencia tiene muchos rostros, la tortura<br />
sexual es uno de ellos, ahí está Atenco para recordarnos que nuestra anatomía es para otros la<br />
geografía del poder.<br />
72
En 2006 cuando los floricultores de San Salvador Atenco -comunidad del Estado de México-,<br />
se opusieron a la expropiación de sus tierras para la construcción de un aeropuerto, el gobernador<br />
Enrique Peña Nieto demandó al gobierno federal la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP).<br />
Las fuerzas policíacas con entrenamiento militar entraron casa por casa sin órdenes de cateo y con<br />
lujo de violencia golpearon a jóvenes, adultos y ancianos, desnudaron, vejaron y violaron durante<br />
horas a las mujeres. La tortura sexual no fue casual sino sistemática. Los testimonios indican que los<br />
policías iban preparados con condones y tenían orden de agredir a las mujeres. A pesar de las<br />
pruebas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación prefirió considerar las violaciones tumultuarias<br />
como hechos aislados, policías fuera de control. La violencia genera más violencia al amparo de la<br />
impunidad, hoy el Estado de México es la entidad que más feminicidios registra, 922 mujeres en<br />
cinco años. La explicación oficial es que las propias mujeres propician y se exponen a esa violencia.<br />
Peña Nieto con seguridad será el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la<br />
presidencia del país en las próximas elecciones y cuenta con el descarado apoyo del duopolio que<br />
controla los medios de comunicación.<br />
Otra cara de la violencia contra las mujeres se esconde en la militarización de los territorios<br />
indígenas, bajo la excusa de la lucha contra el narco. San Juan Copala, municipio que declaró su<br />
autonomía en 2007, es un caso emblemático de la estrategia contrainsurgente del militarismo<br />
neoliberal feminicida. En el municipio autónomo brillan por su ausencia las instituciones<br />
gubernamentales encargadas de la seguridad pública y de impartir justicia, en su lugar, se esgrime una<br />
falsa debilidad que es aparentemente aprovechada por organizaciones “no estatales”, como la Unión<br />
de Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT) y el Movimiento Unificador de la Lucha<br />
Triqui (MULT) claramente vinculados al PRI y al gobierno de Oaxaca. Se recurre a las fuerzas<br />
irregulares –paramilitares- para interrumpir un proyecto autónomo cuyo objetivo es superar la<br />
inseguridad reinante y mejorar las condiciones de vida del pueblo triqui<br />
En 1996 fueron sometidos y atacados niños y mujeres que esperaban para viajar juntos al<br />
mercado de Juxtlahuaca, siete de ellas fueron violadas, una vez más, a la justicia se opuso la<br />
impunidad y el silencio. Hoy la violencia continúa, recrudecida, perfeccionada. Las primeras semanas<br />
de septiembre de 2010 más de 400 paramilitares tomaron el municipio y establecieron un fuerte<br />
cerco que dejó sin comida y agua a los habitantes. Asesinaron a miembros de una caravana<br />
humanitaria e impidieron la entrada de otra. El gobierno del estado se limitó a decir que no podía<br />
garantizar la seguridad de nadie en la zona.<br />
El gobierno se lava las manos y muchos intelectuales se acomodan en el discurso del Estado<br />
fallido, sin percatarse de que reconocer la “debilidad” del Estado encubre su verdadera estrategia,<br />
aquella que hace de la impunidad un arma y de la incapacidad una excusa. El Estado neoliberal no es<br />
un Estado débil o adelgazado en sus funciones. Es un Estado autoritario que renuncia formalmente a<br />
la regulación de la economía para solapar y garantizar el beneficio desmedido del capital privado<br />
trasnacional. El privilegio de unos pocos a costa del resto sólo es posible mediante el uso desmedido<br />
de la violencia y la represión. A más desigualdad social más violencia de Estado. Por eso no es casual<br />
la correspondencia entre la crisis económica actual y la militarización. Esta nueva ola de violencia<br />
estatal, de militarización neoliberal, conlleva además la afirmación de la retórica patriarcal del Estado y<br />
de una violencia feminicida.<br />
A pesar de la represión están quienes se organizan, demandando justicia para poner alto a la<br />
impunidad y violencia que ejerce el Estado a través de las fuerzas regulares (ejército y policía) y de las<br />
irregulares (paramilitares). “Me quitaron muchas cosas pero la dignidad nadie me la quita”, son<br />
palabras de Valentina Rosendo, indígena me´phaa de Guerrero quien después de ocho años de lucha<br />
consiguió que la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconociera la responsabilidad del<br />
Estado mexicano tras ser violada y torturada por militares.<br />
73
La más emblemática de esas resistencias es la de las zapatistas, quienes en su caminar parejo<br />
descomponen la lógica excluyente del feminismo hegemónico y nos demandan la inclusión de lo<br />
masculino en la lucha por los derechos y la dignidad de las mujeres. Su propuesta consiste en la<br />
desarticulación de las relaciones de poder como las conocemos, en sostener la autoridad en los<br />
principios de reciprocidad y solidaridad. Es un poder que naciendo de abajo y repartido entre todos,<br />
es más fuerte. Las acciones de los zapatistas se ven reflejadas en lo inmediato y proyectan su<br />
viabilidad a futuro. La cotidianidad en los territorios autónomos, a pesar de la rigurosa vida que les<br />
impone la militarización, ha abierto para muchos ventanas de esperanza. Nos recuerdan además que<br />
la dignidad es el asidero de la lucha contra el despojo y la explotación, el arma más firme contra la<br />
victimización pasiva y silente que impone el Estado a las mujeres violentadas. Frente a la violencia<br />
feminicida del militarismo neoliberal se yergue la dignidad organizada de las mujeres en lucha.<br />
* Mariana Favela es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional<br />
Autónoma de México, actualmente cursa la maestría en Filosofía de la Ciencia en la misma<br />
institución. Trabaja temas relacionados con los fundamentos filosóficos de las naciones originarias de<br />
América. Forma parte de la Red de Feminismos Descoloniales.<br />
74
ALGUNAS NOTAS Y REFLEXIONES<br />
SOBRE EL FENÓMENO FEMINICIDIO<br />
GRACIELA V. LICIAGA Y MARÍA DE LOS ÁNGELES PANIAGUA*<br />
En México se comenzó a entrever un fenómeno, formulado por una práctica violenta sobre<br />
las mujeres que luego se registró en otros Estados de México. Primero se difundieron públicamente<br />
hechos violentos aislados provenientes de la ciudad de frontera: Ciudad Juárez. A esta última, se la<br />
reconoce como una ciudad de paso hacia los Estados Unidos, vinculada al narcotráfico, al traslado<br />
ilegal de migrantes desde el sur hacia el norte del continente y situada en un espacio particular donde<br />
se expresan procesos de globalización, como por ejemplo la industria maquiladora, ensambladora de<br />
productos producidos en otros países como por ejemplo los que provienen de EE.UU. Las prácticas<br />
violentas sobre las mujeres se manifestaron en el año 1993 y se sumaron a la violencia cotidiana<br />
vivida en la región, conmocionando a la opinión pública. Se trata del hallazgo de mujeres<br />
asesinadas, con rastros de violencia sexual.<br />
Fue en esta Ciudad de frontera con Estados Unidos, Ciudad de Juárez, donde el fenómeno se<br />
localizó en un primer momento, manifestándose en 1993 y se difundió a través de la prensa. Sin<br />
embargo, la investigación realizada en Ciudad de Juárez por una comisión integrada por la diputada<br />
mexicana, Marcela Lagarde, indagó el estado de la cuestión de estos hechos de violencia hacia las<br />
mujeres entre los años 1998-2004 y reveló que se trataba de hechos, asesinatos, que se producen en<br />
todo el territorio mexicano.<br />
Luego se extendió la misma investigación a otros países como Guatemala y España, donde<br />
también se evidenció violencia sexual y asesinato de mujeres. Asimismo es muy probable que este<br />
fenómeno se produzca también en otros países centroamericanos, sudamericanos como lo<br />
demuestran los diarios día a día. Lo cual, nos muestra una práctica violenta naturalizada, que poco a<br />
poco se hace visible como una problemática que conmueve a la opinión pública.<br />
Estos hechos son presentados por los medios de comunicación como dramas pasionales, en<br />
los apartados policiales de los diarios. Sin embargo, los mismos se resuelven o en gran parte se<br />
archivan en los tribunales de justicia y se invisibilizan mediante procesos de investigación negligentes,<br />
quedando los asesinatos sin responsables. Los efectos en la sociedad se traducen en la indiferencia,<br />
no se identifica este fenómeno de violencia como un delito, y posibilite el reclamo por parte de la<br />
población de una investigación profunda e intervención de las autoridades estatales.<br />
En la investigación realizada en México coordinada por la diputada M. Lagarde se encontró<br />
que un gran porcentaje de los responsables de estas muertes son sus propias parejas, ex - parejas,<br />
familiares o amistades conocidas de sus familias, es decir del entorno más cercano de las víctimas.<br />
También se demostró con este estudio que lo sucedido en ciudad Juárez era solo una muestra de lo<br />
que estaba pasando en otros estados del país mexicano.<br />
La visibilidad que tomaron estos hechos en ciudad de Juárez, se asocia a las protestas, la<br />
organización y la movilización de los familiares. Lo cual, permitió conocer y desnaturalizar hechos de<br />
violencia privada que se venían produciendo de forma habitual y así poder darles la importancia que<br />
tienen en la agenda pública, presentándolos como una problemática de la sociedad mexicana en su<br />
conjunto, sobre todo promoviendo la intervención de las autoridades públicas desde la prevención,<br />
difusión y educación.<br />
Así es como este fenómeno denominado feminicidio se ha convertido en uno de los<br />
principales problemas de seguridad pública en todo el territorio mexicano. Dice la diputada M.<br />
75
Lagarde: “Mi intención fue aclarar, desde el término mismo, feminicidio, que no se trata de la descripción de crímenes<br />
que cometen homicidas contra niñas y mujeres, sino de la construcción social de estos crímenes de odio, culminación de la<br />
violencia de genero contra las mujeres, así como de la impunidad que los configura.” 1<br />
Sólo en ciudad de Juárez, desde 1993 hasta principios de 2004 se reportaron alrededor de 382<br />
casos, el grupo de víctimas son mujeres muy jóvenes, presumiblemente asesinadas por hombres que<br />
les ejercen violencia sexual, antes o después de asesinarlas 2 .<br />
Se puede incluir dentro de esta práctica feminicida: los asesinatos de mujeres ocurridos tanto<br />
en los espacios públicos como privados, los domésticos, familiares, en aquellos donde existía o no<br />
algún tipo de relación entre la víctima y el perpetrador, como también aquellos asociados con otras<br />
modalidades delictivas relacionadas con el crimen organizado o a crímenes seriales.<br />
Las autoridades y las notas periodísticas policiales de los diarios mexicanos se focalizaron, en<br />
una primera instancia de la investigación, en distintas hipótesis que darían respuesta a estos crímenes<br />
y responsabilizaron de estos hechos a asesinos seriales, perversos enfermos mentales, integrantes de<br />
mafias; que por ser “enfermos” y mafiosos relacionados a las drogas asesinan mujeres como una<br />
“práctica extrema de entretenimiento”.<br />
La situación en ciudad de Juárez se representa en la aparición de cuerpos de mujeres<br />
mutilados, abusados, violados, sin vida. Lo cual, describe una situación de temor y terror que logra<br />
producir, reproducir y conservar un determinado orden que se expresa y se comunica mediante la<br />
violencia cotidiana. Se trata de agresiones hacia las mujeres que dejan marcas no solo en los cuerpos<br />
sin vida, sino también en las relaciones del resto de la sociedad, entre hombres y mujeres.<br />
Otra forma de violencia, que se oculta en la frontera mexicana-estadounidense es la que viven<br />
mujeres y hombres trabajadores de la maquila (industria ensambladora), se trata de la explotación<br />
laboral expresada en la relación social patriarcal que se erige en el trabajo. El actual sistema de<br />
producción capitalista se basa en la relación social que se caracteriza por la sumisión de un grupo<br />
productivo que suministra su fuerza de trabajo en un espacio cerrado: fábrica, a cambio de bajos<br />
salarios que le permiten a este grupo mantener su subsistencia y lo empujan a condiciones de vida<br />
precarias. 3<br />
En el fenómeno feminicida se expresa el ejercicio de violencia y sometimiento sobre las<br />
mujeres. Lo mismo se revela en la industria maquiladora, a través de la violencia laboral expresada en<br />
los mínimos salarios que cobran las mujeres trabajadoras respecto de los salarios que cobran<br />
trabajadores de otros sectores productivos. Lo cual, las obliga a las mujeres y a sus familias a vivir en<br />
condiciones precarias de vivienda, salud, transporte y educación. 4 . La visualización de estos tipos de<br />
violencia nos permite reconocer que en contextos de profundas desigualdades entran en juego<br />
diversas condiciones: económicas, políticas, culturales y sociales, donde una justa distribución de los<br />
recursos no sería un aspecto menor a la hora de plantear seriamente la eliminación de las<br />
1 Diana Russell, Roberta Harmes, Marcela Lagarde, Feminicidio: Una perspectiva global, UNAM, México, 2006.<br />
2 El informe de expertos de la organización de las Naciones Unidas (ONU) que visitó aquella frontera en el otoño<br />
del 2003, señaló que en el período 1993-2003 un total de 328 mujeres han sido asesinadas en Ciudad Juárez. De ese total<br />
86 homicidios han sido perpetrados con violencia sexual. En el 2005 el colegio de la frontera norte para el Instituto<br />
Nacional de las Mujeres, realizó un estudio académico que elevó la cifra de 86 a 142 victimas.<br />
3 Aquí nos enfocamos en un grupo: las mujeres que sufren violencia por grupos en el poder en todos los niveles<br />
sociales -ya sean hombres o mujeres- los empresarios, familiares, novios, grupos de hombres que realizan prácticas<br />
ilegales, traficantes de drogas, trata de personas, etc.<br />
4 En otros continentes, como el africano, el 75% de los trabajos agrícolas es realizado por mujeres.<br />
76
desigualdades en las relaciones entre hombres y mujeres 5 . En sociedades como la juarense y en otras<br />
latinoamericanas, con fuertes prejuicios sexistas, la agresión suele pasar desapercibida o es<br />
naturalizada cuando se ejerce sobre “algunos de sus miembros”: como pueden ser las mujeres. Se<br />
trata de sociedades con características de violencia cotidiana-doméstica no solo sobre las mujeres,<br />
sino también sobre niños y hombres que poseen solo su fuerza de trabajo como valor.<br />
La agresión-violencia se halla naturalizada o invisibilizada por distintos actores de la sociedad y<br />
de las autoridades estatales. Sin embargo cuando se la relata en los medios de comunicación aparece<br />
asociada a las personas que pertenecen a la clase trabajadora, a la pobreza, a la marginación, a la<br />
ilegalidad. Lo cual, nos sugiere que la violencia se focaliza, produce y reproduce desde un sector<br />
social, sin indagar su interrelación con los distintos actores de la sociedad en su conjunto 6 . En un<br />
informe terminado en el 2002, Marta Altolaguirre, relatora de la Comisión Interamericana de<br />
Derechos Humanos (CIDH), aseguró que la “denegación de una respuesta eficaz se origina y se<br />
propaga” en la “percepción de que la violencia contra la mujer… no es un delito grave” lo que<br />
“forma parte del contexto más amplio de la discriminación” 7<br />
El Gobierno Mexicano plantea que realmente en la mayoría de los casos no se trata de<br />
desapariciones de mujeres o asesinato de mujeres, pues un alto porcentaje de las mujeres que<br />
trabajan y viven en Ciudad Juárez son de otros territorios del país, permanecen transitoriamente en<br />
el mismo y después migran. Presupone que “muchas mujeres pasan a Estados Unidos”, “huyen con<br />
sus novios”, “escapan de fuertes conflictos con sus padres” o “de la violencia intra-familiar” como<br />
si se trata de hechos cotidianos y naturales de la vida diaria de las mujeres, sobre los cuales no puede<br />
intervenir el Estado.<br />
Sin embargo, el Estado mexicano hace un par años cuenta con la ley denominada: Ley general<br />
de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia 8 , pero la legislación no alcanza para que se hagan<br />
efectivos los derechos de las mujeres, pues en los relatos sobre los asesinatos de mujeres aparece: la<br />
falta de intervención del Estado que se expresa en la no designación de recursos económicos, falta de<br />
capacitación de los funcionarios del estado, de difusión de información sobre como prevenir o<br />
5 Algunos ejemplos de cambios en la participación de las mujeres en la vida pública y privada: desde el ámbito<br />
doméstico al que ha sido confinada siguiendo los valores occidentales, la mujer latinoamericana ha comenzado<br />
lentamente a abrir espacios de poder sociopolítico. No obstante, en un informe sobre participación profesional femenino<br />
elaborado por la OIT, se concluyó que las mujeres –que constituyen alrededor de la mitad de los profesionales y técnicos<br />
activos en casi todos los países latinoamericanos- llegan en un escaso porcentaje a las posiciones de directores y<br />
funcionarios superiores (inferior al 20 por ciento, dependiendo de cada país).<br />
6 Elisabeth Noelle-Neumann, La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, Paidós. Barcelona, 1995. Expone<br />
en su libro que muchas veces la ciudadanía oculta su apoyo a esta causa porque no quieren ser parte de la minoría<br />
excluida que exige justicia. Se puede decir que en Ciudad Juárez, como en otras sociedades, ser o pertenecer a las<br />
minorías, es ser condenado o condenada al silencio, a no ser escuchados o escuchadas. Es pues, el miedo al aislamiento,<br />
la fuerza que pone en marcha la espiral del silencio.<br />
7 Marta Altolaguirre, Situación de los derechos de la mujer en Ciudad Juárez, Informe de la relatora especial sobre los<br />
derechos de la mujer de la CIDH, México, 2002.<br />
8 Ley que aparece publicada en el diario oficial de La Federación mexicana, el 1º de febrero del 2007. En la cual, se<br />
describen las medidas que se deben coordinar entre la Federación, los estados, municipios, que deben extenderse a todos<br />
los ámbitos: legal, administrativo y presupuesto para garantizar el derecho de las mujeres a una vida sin violencia. En la<br />
misma se menciona que México adhiere a los tratados internacionales en relación a los derechos de las mujeres. Los<br />
principios rectores inscritos en esta ley son: la igualdad jurídica entre la mujer y el hombre; el respeto a la dignidad<br />
humana de las mujeres; la no discriminación; y la libertad de las mujeres.<br />
77
proceder frente a actos de violencia hacia las mujeres, y no se extiende a cada estado de México para<br />
que se hagan efectivos los dictados de esta ley 9 .<br />
En la Ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia se mencionan los tratados, que el<br />
Estado de México adhiere como: Convención sobre la Eliminación de Todos las Formas de<br />
Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la Convención sobre los Derechos de la Niñez, la<br />
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Belem<br />
Do Pará) y demás instrumentos internacionales en la materia.<br />
* Graciela Liciaga y María de los Ángeles Paniagua son Sociólogas (UBA). Miembros del<br />
Grupo de Estudios sobre Centroamérica, Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe,<br />
Facultad de Ciencias Sociales, UBA.<br />
9 “En el 2003 se registraron en toda la republica 19.471.972 incidentes de violencia contra las mujeres de 15 años y<br />
más con pareja residente en el hogar. Del total, 38,4% denuncio violencia emocional, 29,3% violencia económica, 9,3%<br />
violencia física y 7,8% violencia sexual. A pesar de que la mayoría de los estados mexicanos cuentan con leyes contra la<br />
violencia intrafamiliar, la tasa de asesinatos de mujeres victimas de violencia domestica es alta, evidenciando el mal<br />
funcionamiento del sistema judicial en toda la Republica y la falta de políticas públicas destinadas a erradicar este flagelo.”<br />
FIDH, Informe de la Federación Internacional de Derechos Humanos, El feminicidio en México y Guatemala, abril 2006, p.<br />
7.<br />
78
LA BATALLAS DE LAS CRUCES. LOS CRÍMENES<br />
CONTRA MUJERES EN LA FRONTERA Y SUS INTÉRPRETES<br />
HÉCTOR DOMÍNGUEZ RUVALCABA Y PATRICIA RAVELO BLANCAS*<br />
Entre lo real y lo simbólico<br />
La imaginación, tributaria del deseo y el miedo, ha producido explicaciones muy diversas de las<br />
desapariciones, torturas y muertes de más de 300 mujeres juarenses que desde hace una década han<br />
generado numerosas hipótesis por parte de los diversos actores sociales que ocupan la esfera pública<br />
(véase anexo). Al analizar la posición de autoridad desde la cual hablan los expertos y los analistas,<br />
Michel de Certeau, en una lectura de Wittgestein hecha a propósito de elaborar su propuesta de<br />
comprensión de la cultura cotidiana, encuentra que las verdades se producen independientemente de<br />
los hechos (De Certeau, 1996:15). Esta distinción nos parece primordial como criterio de análisis<br />
discursivo de las hipótesis y líneas de investigación suscitadas en torno de dichos crímenes. Al aludir<br />
a las explicaciones de los hechos; incluso a su más numérica y concreta descripción, estamos<br />
enfocándonos en los factores ideológicos que intervienen en la construcción de lo real. Según Slavoj<br />
Zizek, “no hemos de borrar la distancia que separa lo real de su simbolización, puesto que es este<br />
plus de lo real que hay en cada simbolización lo que funge como objeto-causa de deseo” (Zizek,<br />
2001: 25). Esto es, en las explicaciones que dirijan la mirada hacia una u otra causa de esta realidad de<br />
victimización se implica el deseo político al cual se adscribe el sujeto que enuncia. Dicho deseo puede<br />
entenderse desde una relación de poder en la cual la verdad es necesariamente una construcción<br />
racional, una interpretación coherente de los hechos, y donde dichas racionalidad y coherencia son<br />
meros mecanismos de autentificación de los saberes que fundamentan a las hegemonías. De esta<br />
manera, con la elaboración de hipótesis sobre los hechos de secuestro, violación, tortura y asesinato<br />
de las mujeres juarenses, se ponen a funcionar marcos de representación determinados por modelos<br />
de racionalidad cuyo estatuto de “real” o “verdadero” depende de su capacidad de crear consenso en<br />
la esfera pública. Estos marcos de representación también están determinados por la realidad objetiva<br />
y subjetiva de los sujetos, es decir, por sus estructuras sociales y culturales. De acuerdo con<br />
Moscovici (1988), las representaciones sociales trascienden el nivel simple de las opiniones, las<br />
imágenes y actitudes. Se trata de sistemas cognitivos que poseen una lógica y un lenguaje particulares<br />
destinados a descubrir la realidad y a ordenarla.<br />
En nuestro recuento de las diversas hipótesis y líneas de investigación con que los actores de la<br />
sociedad civil y del Estado han tratado de explicar y resolver estos crímenes hemos llegado a localizar<br />
32 interpretaciones, lo cual da cuenta de una numerosa participación y de una compleja red de<br />
relaciones de poder que rebasa, sin anularlas, la dimensión local y la misma preponderancia de lo<br />
policial como criterio de investigación 1 . En la ardua elaboración discursiva sobre la incógnita a<br />
resolver se relacionan, desde el punto de vista espacial, lo local con lo nacional, lo binacional y lo<br />
global. Desde un punto de vista académico, se han analizado los factores sociales, económicos,<br />
políticos y culturales a partir de diversas disciplinas como la sociología, la psicología social, la<br />
1 Aunque hemos hecho una extensa revisión hemerográfica de toda una década de asesinatos, para efecto de la<br />
clasificación de hipótesis nos concentraremos en la revisión de los discursos aparecidos en 213 notas, entre editoriales,<br />
reportajes y cartas al lector, que aparecieron en El Diario de Ciudad Juaréz durante noviembre de 2001, mes en el que<br />
fueron encontrados ocho cadáveres de mujeres en un campo algodonero, ubicado en una zona céntrica de la ciudad,<br />
hecho que suscitó una gran producción discursiva. Además, entre los meses de agosto y septiembre del 2003, hemos<br />
entrevistado a Sergio González Rodríguez del periódico Reforma, Diana Washington de El Paso Times, Rosa Isela Pérez<br />
y Rosa Salcido de El Norte de Ciudad Juaréz, quienes son conocidos como los periodistas que cuentan con la cobertura más<br />
extensa de estos casos. Por otra parte, hemos participado en reuniones de diversas organizaciones y hemos tomado nota<br />
de testimonios orales de algunos familiares de las mujeres asesinadas entre 2001 y 2003.<br />
79
criminología, la antropología y posturas teóricas como los estudios de género, la postmodernidad y<br />
los estudios culturales. Desde un punto de vista político, son distinguibles las visiones nacionalista,<br />
localista, religiosa, la política pro-derechos humanos, la política pro feminismo, el racismo, la<br />
xenofobia y el clasismo. El análisis detallado de esta red de actores y perspectivas significaría un<br />
proyecto interdisciplinario de largo plazo y numerosas dificultades. Las pretensiones de este trabajo,<br />
por lo tanto, se reducen a exponer las que consideramos tres tendencias en la representación de los<br />
victimarios, como un mero esbozo de reconocimiento del campo simbólico-político donde estas<br />
interpretaciones se producen: la imaginación cinematográfica o la política de los monstruos, las<br />
interpretaciones estructurales de la victimización, y la impunidad y el mercado neoliberal como<br />
principios victimizantes.<br />
La imaginación cinematográfica o la política de los monstruos<br />
Una de las historias más propagadas en las páginas de la prensa y otros documentos que han<br />
dado cuenta de los crímenes contra mujeres es la del egipcio Abdel Latif Shariff. Químico notable,<br />
con antecedentes en delitos sexuales, procedente de un país remoto, Shariff parece haber emergido<br />
de alguna de las historias policiales que alimentan la imaginación paranoica de nuestra cultura<br />
cinematográfica. Robert K. Ressler, el legendario ex agente del FBI y asesor de la película El silencio de<br />
los inocentes, sostienen una caracterización de los crímenes seriales de las mujeres de Juárez que<br />
coincide con la descripción del egipcio (González, 2002:14). Un exceso emocional sometido a reglas<br />
estrictas, es decir, un exceso controlado, va a ser el eje sobre el que se forma la figura temible del<br />
villano en el género del melodrama, según lo propone Juliet John (2001:31). La noción de asesino<br />
serial como un sujeto poseedor de una mente extraordinaria al servicio del exceso que culmina con el<br />
asesinato es uno de los prototipos más desarrollados en la cultura de masas desde el cine hasta los<br />
dibujos animados para niños, que por supuesto se recrea en el imaginario colectivo. 2 Estamos, pues,<br />
reconociendo en las elaboraciones hipotéticas de la política una reiteración de la moral mediática que<br />
reduce los problemas de violencia a la fórmula de oponer una mente temible y perversa a una masa<br />
media inocente e indefendible. El simplismo que sustenta la construcción de victimarios como<br />
delincuentes superdotados tendría que dar lugar a una exaltación de los policías como héroes que<br />
libran a la ciudadanía del mal, pero en Ciudad Juárez no es así. La función del villano es<br />
perfectamente describible como un “chivo expiatorio”, un sujeto a ser sacrificado para restablecer el<br />
equilibrio de la comunidad (Girard, 1998). No por simplista, esta caracterización debe de<br />
subestimarse como sostén ideológico de la impunidad. La fabricación de culpables, como es del<br />
dominio publico de todos cuantos están al tanto de leer esta realidad, es una práctica que difícilmente<br />
puede ser encubierta. Su sentido es mantener en el goce de sus libertades a los criminales y<br />
culpabilizar a otros de estos ilícitos. Este doble movimiento de ocultar y culpabilizar cobra sentido<br />
más allá de la imaginaria melodramática policial a la hora de preguntarnos por la identidad de los<br />
criminales encubiertos y los construidos. Los culpables que han ido construyéndose bajo esta óptica<br />
corresponden a sujetos subalternos o forasteros. Por lo tanto, no es un “chivo expiatorio” un sujeto<br />
que no sea ni subalterno ni forastero. El sentido común nos diría que la construcción de estos<br />
“culpables” está a cargo de los criminales ocultos, de la complicidad entre diversos cuerpos de<br />
seguridad y bandas criminales, como lo señala un editorialista de la prensa local 3 . La imagen de<br />
inteligencia temible que se ha tratado de imponer al egipcio Shariff va a traducirse en otras imágenes<br />
también temibles de asesinos seriales estadounidenses que pasan la frontera para cometer sus<br />
crímenes, bandas como la de los Rebeldes, o personajes satanizados como el Tolteca, el Foca y el<br />
Cerillo. Todos ellos portan la connotación de la diferencia, todos ellos pertenecen a una otredad que<br />
2 Por ejemplo, en la revisión que realizamos en las notas del periódico local El diario de Ciudad Juárez, encontramos<br />
recurrentemente esta visión de asesinos en serie, asesinos múltiples y crimen organizado en los discursos de las<br />
autoridades locales, de algunos editorialistas, académicos y representantes de ONG.<br />
3 Eduardo Fernández Armendáriz,”Ciudad Juárez, tierra sin ley”, El Diario de Ciudad Juárez, 28 de noviembre de<br />
2001, p.13A.<br />
80
no goza del uso de la palabra en la esfera pública, y cuyas verdades difícilmente serán autorizadas por<br />
los enunciadores que detentan el poder de producir verdades. Otro indicador de otredad va a<br />
manifestarse en la misma manera de nombrarlos: ellos son conocidos por sus apodos, esto es, no<br />
pertenecen a familias con apellidos. Hay en esta selección de “chivos expiatorios” un trazo que divide<br />
a quienes merecen los privilegios de la ciudadanía de quienes pueden ser recluidos.<br />
La reclusión nos revela aquí no solamente una argucia de victimarios coludidos con las fuerzas<br />
policiales que actúan en su favor a fin de mantenerse en la impunidad sino la identificación de las<br />
mujeres asesinadas con falsos asesinos. Ambos pertenecen a un sector subalterno, son objetivados<br />
como cuerpos al servicio de un proceso de dominación que, por razones que no podremos explicar<br />
totalmente requiere del consumo de sujetos sin privilegios. Al hablar de privilegios, aludimos<br />
directamente a la ciudadanía no como una entidad abstracta con personalidad jurídica sino como<br />
una forma de configurar la colectividad dentrote los límites de lo hegemónico. Esta colectividad se<br />
forma desde un principio excluyente donde los criminales resultarán los forasteros de razas inferiores<br />
o de condición económica baja o bien los miembros de grupos disidentes de las normas culturales<br />
dominantes, como ha sido muy difundido entre los discursos de la iniciativa privada, la Iglesia, las<br />
autoridades y algunos periodistas. La creación de monstruos es ante todo la creación de otro a quien<br />
atribuir los actos reprobables. Hacer justicia en este caso es solamente un asunto que puede<br />
resolverse a la vuelta de un operativo 4 .<br />
Dentro de este territorio del imaginario monstruoso hemos de ubicar las hipótesis de la<br />
producción de pornografía snuff, el tráfico de órganos y los ritos narco- satánicos. Sin embargo, en<br />
ninguna de las investigaciones realizadas se han encontrado evidencias contundentes para comprobar<br />
las dos primeras hipótesis, pese a que algunos de los actores sociales las han explorado, como las<br />
mismas autoridades, algunos periodistas, académicos, y ciertos sectores de la Iglesia evangélica y de la<br />
ciudadanía 5 . Salta a la vista que las hipótesis sobre pornografías snuff y ritos satánicos tienen en<br />
4 En varias de las notas periodísticas revisadas encontramos nombrados a estos perpetradores del crimen como<br />
“bestias”, “animales”, “monstruos”, “psicópatas”, “maniáticos” y “perturbados sexuales”. Incluso se afirma que los<br />
psicópatas son concientes de que en los sectores sociales marginados “las posibilidades de reclamo y de acciones de las<br />
familias afectadas son escasas o nulas, cuestiones que de cierta manera les garantizan en buena medida la casi total<br />
impunidad” (Avelino Soto Ugalde, “Muertes en Juárez”, El diario de Ciudad Juárez, 23 de noviembre 2001, p. 15A).<br />
También se piensa que los hombres de cualquier lugar que tienen algún resentimiento contra la mujeres vienen a Juárez a<br />
asesinarlas (Humberto Toledo, entrevista Radio Net 1490, Ciudad Juárez, Chihuahua, 23 de septiembre 2003)<br />
5 En la revisión de las notas periodísticas de noviembre de 2001, la hipótesis de realización de videos porno y<br />
películas snuff aparece en algunos escritos del medio académico y periodístico. El tráfico de órganos lo encontramos en<br />
los discursos de las autoridades locales, en algunas cartas al lector de la ciudadanía y en algunos periodistas. Resalta el<br />
artículo de un editorialista que sostiene que es la línea de investigación más desdeñada por las autoridades, pues “desde<br />
hace cerca de 30 años venimos mencionándolo en nuestros trabajos periodísticos. El primer quirófano clandestino<br />
itinerante o fijo que se descubriera nos daría la pauta para seguir sobre la pista de un posible mercado negro<br />
internacional” (Luis Ochoa Mijares, “¿Quién asesina a nuestras muchachas?” El Diario de Ciudad Juárez, 13 de noviembre,<br />
2001, p. 15 A). En abril de este año (2003) las autoridades locales siguieron esta línea de investigación. El 19 de abril de<br />
2003 fueron detenidos y arraigados Miguel Ángel Vázquez Villegas “El canario” y Hernando Valles Contreras, por la<br />
Unidad Especializada en Delincuencia Organizada (UEDO), sospechosos de pertenecer a una organización criminal<br />
dedicada al asesinato de mujeres con fines de extraer sus órganos. Estos arrestos, como la mayoría, se dieron bajo una<br />
serie de irregularidades (Salvador Castro, “Denuncian irregularidades en arrestos”, Norte de Ciudad Juárez, 21 de abril de<br />
2003, p. 6.A.) Debido a la falta de evidencias en agosto fueron liberados de estos cargos, aunque “El Canario” aún se<br />
mantiene detenido, acusado de falsedad de información. En esta revisión de noviembre de 2001 no apareció la hipótesis<br />
de ritos narco-satánicos, pero en los siguientes años (2002 y 2003) se reitera esta hipótesis (Rosa Isela Pérez, “Piden<br />
investigar satanismo”, Norte de Ciudad Juárez, 21 de noviembre, 2001, Pág. 1 A y 3 A). Óscar Máynez, quien fuera jefe del<br />
Departamento de Servicios Periciales en el 2001, opina que las teorías de la PGR acerca del tráfico de órganos y videos<br />
pornográficos realizados por sectas requieren sustento para ser demostradas de forma contundente. Explicó que los<br />
estudios sobre tales sectas muestran las características específicas de su conformación como núcleos organizados en sus<br />
rituales, aunque puede haber variantes. “Yo no tengo contempladas esas teorías entre las posibilidades porque las sectas<br />
tienen un modus operandi muy específico, la simbología en las escenas del crimen no corresponden a la satánica típica”.<br />
81
común con la hipótesis del asesino serial de “mente extraordinaria” el hecho de que se sustentan en<br />
comportamientos rituales. Esto confirma la idea de haber sido construidas sabre la base de<br />
caracterizaciones, procedimientos y entramados reconocibles principalmente en la producción fílmica<br />
de masas.<br />
No puede hablarse, sin embargo, de tal ausencia de rituales mágicos, por lo menos en uno de<br />
los casos más afanados. En noviembre del 2002 un brujo fue detenido y encarcelado por habérsele<br />
comprobado su participación en un ritual narcosatánico para descuartizar a una paseña y su primo y<br />
enterrar sus restos en el patio de su casa. Él fue contratado por un narcotraficante, el marido de<br />
Daissy Salcido, la mujer asesinada. El brujo Martín Guerrero detalló el ritual y ahora esta preso en<br />
una celda de alta seguridad en CERESO 6 . Este hecho nos demuestra que de ninguna manera puede<br />
negarse la existencia de estos rituales y su vinculación a la cultura narcotraficante y el crimen<br />
organizado. La carga de escándalo de estas narrativas ha sido articulada desde la mirada religiosa, la<br />
cual hace un llamado a la recuperación de los valores. El consenso adquirido por esta apelación a la<br />
moral es visible en acciones colectivas de alta participación con procedimientos también de ritual<br />
religioso. Tales son manifestaciones como la marcha de la campaña “Ni una más” del 25 de<br />
noviembre del 2002 y la velada en el campo algodonero en diciembre de 2001, donde fueron<br />
encontrados ocho cuerpos en noviembre de ese año. Asociadas con esta sacralización de la figura de<br />
la victima como virgen inmolada, se encuentra la hipótesis de la pérdida de los valores de la familia y<br />
el relajamiento de las mujeres, sustentadas no solo en los discursos de la Iglesia, sino en los de<br />
algunos políticos conservadores.<br />
Las interpretaciones estructurales de la victimización<br />
Desde diversos sectores de la sociedad civil local y mundial se desarrollan investigaciones y se<br />
proponen hipótesis e informes que difieren en el número de asesinadas y las definiciones jurídicas.<br />
Muchas veces se interpretan los hechos amañadamente a fin de sustentar inculpamientos contra los<br />
rivales políticos, como se ha vuelto reiterativo entre los políticos del PRI y el PAN, principalmente.<br />
Al no ser los medios oficiales y la Iglesia los únicos intérpretes públicos de los casos, sino una<br />
diversidad de grupos políticos, intelectuales y comunicadores, pertenecientes a instituciones<br />
nacionales e internacionales, en el asunto de la violencia contra las mujeres de Juárez se van<br />
revelando, paradójicamente, no una gran gama de posibles asesinos sino un solo sistema de<br />
victimarios propiciado por la impunidad. Dos grandes bloques de crímenes se distinguen en la<br />
mayoría de las interpretaciones: los cometidos serialmente, es decir los asesinatos en los que se<br />
reiteran algunas características y que se han identificado con ritos de iniciación entre los círculos del<br />
crimen organizado al que pertenecen también oligarcas mafiosos (Diana Washington y Sergio<br />
González Rodríguez coinciden en sostener esta asociación); y los asesinatos “situacionales”, es decir,<br />
los que corresponden a problemas de violencia doméstica, venganza de pareja, ejecuciones del narco,<br />
incesto y asaltos. La diferencia más visible entre estos dos grupos de crímenes la establecen los actos<br />
policiales: la mayoría de los asesinos situacionales se les captura y a los actores de los crímenes<br />
seriales se les oculta para en su lugar fabricar “chivos expiatorios” como ya hemos mencionado.<br />
Una de las estrategias de los emisores oficiales ha sido alterar las cifras de las víctimas y<br />
descartar líneas de investigación con argumentos dirigidos a respaldar la construcción de tales chivos<br />
expiatorios como en el caso del Informe de la Fiscalía Especial de homicidios de Mujeres y<br />
(Martín Orquíz, “Crímenes de mujeres: Deben sustentar hipótesis. Opina criminólogo”, Diario Digital 2002, 7 de mayo,<br />
2003).<br />
6 Moisés, Villeda, “Denuncia madre de víctima: Son Narcosatánicos”, El Mexicano, Ciudad Juárez, Chihuahua, 22<br />
de noviembre, 2002. p. 1-3 A, véase los dos reportajes de Carlos Huerta, “Detalla brujo Martín crímenes de clientes” y<br />
“Envían a brujo a celdas de alta seguridad”, norte de Ciudad Juárez, 22 de noviembre, 2002. p. 12 A.<br />
82
Desaparecidas de abril de 2002 o la auditoría del Instituto Chihuahuense de la Mujer presentado en<br />
julio de 2003 7 .<br />
Por otra parte, se ha aludido en este mismo sentido, a que algunos de los crímenes seriales han<br />
sido cometidos por imitación. No obstante, este argumento no los desvincula de los crímenes<br />
seriales, en la medida que se trata de reproducir modelos de criminalidad, es decir difundir una<br />
cultura del sacrificio misógino. Esta idea de crímenes por imitación la sostienen principalmente las<br />
autoridades judiciales.<br />
Los crímenes se producen en una mezcla de fetichismo, xenofobia, racismo, misoginia y<br />
clasismo frente a las mujeres que no pertenecen a las élites de la sociedad local, es decir, las<br />
inmigrantes pobres y mestizas. En nuestra revisión periodística de noviembre de 2001, esto apareció<br />
de manera contundente en los discursos de algunos partidos políticos, de la comunidad académica,<br />
de algunas ONG y de la iniciativa privada. Por ejemplo, en un desplegado de juarenses, A. C.,<br />
dirigido a la opinión pública y firmado por importantes personalidades de la vida política (entre<br />
quienes destacan los licenciados Elfego Bencomo y José Manuel Mascareñas Hass) se elude al nulo<br />
valor que se concede a la vida humana y los ataques a las mujeres, quienes representan el sector más<br />
noble e importante del tejido social de nuestra sociedad (El Diario de Ciudad Juárez, 12 de<br />
noviembre, 2001, p. 8 A). Si contrastamos estas preocupaciones con la minimización expresada en<br />
los números oficiales de la Fiscalía Especial de Homicidios de Mujeres y Desaparecidas, hemos de<br />
afirmar que son los voceros oficiales los que han contribuido más notoriamente a esta<br />
desvalorización de la vida de las mujeres. Tal afirmación nos llevaría a postular no solamente el<br />
debilitamiento estado de derecho sino también la idea de un Estado que ha emprendido el<br />
exterminio de las mujeres inmigrantes con su indiferencia y evidente celo por ocultar las verdaderas<br />
evidencias de los crímenes. Una de las preguntas que desde los diversos medios de la prensa nacional<br />
han estado emitiéndose a menudo es el porqué la recientemente nombrada comisionada especial,<br />
para el asunto de los asesinatos de mujeres de Ciudad Juárez, Guadalupe Morfín, no tiene acceso<br />
pleno a los archivos y evidencias relacionadas con estos casos. En una de las estaciones de radio de<br />
El Paso, Texas, la periodista Diana Washington ha lanzado un cuestionamiento contundente al<br />
gobierno mexicano: “¿quiénes son?, ¿qué ocultan?, ¿cuánto les pagan?”. Lo cual indica que, a nivel de<br />
la opinión pública, las hipótesis oficiales carecen de credibilidad.<br />
Tanto la minimización y tergiversación de los hechos por parte de los representantes del<br />
Estado como los hechos mismos acusan una fobia articulada en contra de las mujeres trabajadoras,<br />
de acuerdo con sectores intelectuales y de la comunidad artística. En la película de Lourdes portillo<br />
“Señorita extraviada” (2001) se enfatiza este aspecto fóbico a los crímenes al ofrecer datos sobre la<br />
formación de catálogos de fotografías en las maquiladoras, los cuales podrían servir como materiales<br />
de selección de las “víctimas”. El sacrificio de las mujeres, desde este punto de vista, abre un tema<br />
relacionado con los movimientos masivos ocasionados por el desempleo en el sur del país y la<br />
atracción, por lo mismo, de mano de obra barata a la industria maquiladora. Esto contextualiza<br />
hipótesis que hablan de una venganza del sector masculino, por mucho tiempo poco contratado en<br />
esta industria, y un terrorismo contra la inmigración sureña para frustrar su proliferación. Esta misma<br />
7 En la información que nos proporcionó la Fiscalía Especial de homicidios de Mujeres y Desaparecidas en abril<br />
de 2002 de 279 asesinatos de mujeres registrados hasta ese momento en sus archivos, 76 correspondían a víctimas de<br />
homicidas múltiples y 203 a víctimas de homicidas no múltiples. De éstos, entre un 70 y 80 de homicidios situacionales ya<br />
habían sido “resueltos”. Estos corresponden a los siguientes móviles: pasional, robo, sexual, narcotráfico, riña y<br />
venganza. El resto entra en el rubro de crímenes sexuales perpetrados por homicidas múltiples. En la auditoría<br />
periodística sobre homicidios de mujeres (enero 1993-julio 2003), presentado por el Instituto Chihuahuense de la Mujer<br />
en septiembre de este año (2003), la cual fue muy criticada y descalificada por las cifras, la descripción de los datos, las<br />
fuentes y la agencia que realizó esta auditoría. Entre otras irregularidades, se consideran casos resueltos aquellos que<br />
culminaron la fase de averiguación previa. Los datos que presentan son de 321 mujeres asesinadas, de las cuales 90 son<br />
homicidios de tipo sexual. De éstos, según dicha auditoría, se tiene por resueltos 39 casos (43%).<br />
83
actitud racista y xenofóbica va a extenderse a la noción de crimen de Estado que se expresa en la<br />
falta de planeación de los asentamientos humanos requeridos por dicha industria y la negativa a<br />
mejorar o proveer de servicios públicos a las zonas donde vive esta clase trabajadora. En este caso,<br />
gobierno local y xenofobia parecen articularse como principios estructurales que apuntalan la<br />
violencia misógina.<br />
La impunidad y el mercado neoliberal como principios victimizantes<br />
Las impugnaciones entre el gobierno estatal y el gobierno federal, así como el principio de la<br />
defensa de la soberanía nacional, utilizado como pretexto para impedir la intervención de<br />
investigadores internacionales, han centrado la atención en las acciones de la policía como posibles<br />
victimarios. El manejo de las evidencias y la información pericial corre a cargo de una institución<br />
poco organizada y sin instrumentos forenses suficientes. Aferrarse a la exclusividad en la<br />
investigación criminológica no hace sino señalar un control de la verdad a partir de borrar y sembrar<br />
evidencias.<br />
Las hipótesis que inculpan a algunos policías, así como la de los ritos satánicos, son sólo dos<br />
aspectos de esta red de victimarios, de acuerdo con las investigaciones manejadas desde los medios<br />
periodísticos estadounidenses como el Federal Bureau of Investigations (FBI), las ONG y los<br />
organismos internacionales de derechos humanos 8 .<br />
El clima de impunidad no sólo permite sino anima la realización de los crímenes. Tanto los<br />
crímenes seriales como los situacionales parten del mismo principio misógino. Sin embargo, no se<br />
puede decir que todos los hombres misóginos son asesinos, sino que el asesinato es la forma extrema<br />
de la misoginia. Generalizaciones de este tipo no están lejos de la idea esencialista de que existe una<br />
naturaleza violenta de los hombres y que por lo tanto no hay mucho que hacer para eliminar el<br />
sacrificio salvo limitar el libre tránsito de las mujeres y prescribir su atavío.<br />
Forma extrema de misoginia puede considerarse el uso del cuerpo de la mujer para enviar un<br />
mensaje a las autoridades o a la sociedad civil. Aquí el cadáver femenino puede significar un mero<br />
signo instrumentalizado para fines que no tienen ninguna relación con la “víctima”. Los hallazgos<br />
“macabros”, como los han llamado algunas representantes de ONG cuando se encuentran los<br />
cuerpos sin vida de las mujeres en Ciudad Juárez, se asemejan en términos imaginarios, de acuerdo<br />
con la lectura que Juan C. Segura hace de Baudrillard (1978), a la fascinación, el pánico y el miedo<br />
que en cierta medida produce el terrorismo y la masacre, pues su representación opera no en el<br />
sentido, como racionalidad, sino en el hecho espectacular (2000:64). Desde este punto de vista, los<br />
residuos de información que recibe la masa sobre estos asesinatos acentúan ese carácter espectacular,<br />
dado por cuerpos sin identificación, anónimos para la gran mayoría, apoyados en la gran simulación<br />
de lo social y de lo político para deshacerse de las cargas, limpiar las culpas y desdibujarse en una<br />
noticia más. El espectáculo de la simulación se acentúa en la masa, pues allí, en el silencio, se hace<br />
aleatorio, anónimo y neutral (Segura, 2000).<br />
Algo similar ocurre, aunque son otros simbolismos, en los casos donde se conocen las<br />
identidades de las “víctimas” y los victimarios, como el de las tres mujeres ejecutadas el 23 de julio de<br />
este año (2003). El hallazgo fue un hecho espectacular cargado de símbolos que vinculan misoginia,<br />
8 Ejemplo de esto es el Informe de Amnistía Internacional presentado en agosto de este año (2003) titulado:<br />
Muertes intolerables. Diez años de desapariciones y asesinatos de mujeres en Ciudad de Juárez y Chihuahua, el cual causó un fuerte<br />
impacto fuera y dentro del país, como lo reseña Sergio González en su artículo aparecido en la prensa nacional y local.<br />
En este artículo aparecen vinculados políticos renombrados, familias prominentes, jefes de la policía, empresarios y toda<br />
una rede de oligarcas mafiosos, establecimientos, territorio de acción y modus operandi de los responsables de<br />
secuestros, desapariciones y homicidios, quienes han contado con la negligencia o complicidad de las autoridades<br />
estatales y federales ante actos delictivos que configuran el delito del crimen organizado (“Ciudad Juárez. AI y los<br />
intocables”, Norte de Ciudad Juárez, 25 de agosto, 2003, p. 5B, y Jenaro Villamil, “Desdeñan autoridades reporte de la FBI<br />
sobre los asesinatos en Juárez”, La Jornada, 16 de agosto, 2003).<br />
84
narcotráfico, corrupción policíaca y actos políticos, como lo muestran las notas periodísticas que lo<br />
reportaron 9 . Es común que cuando se realiza algún acto político referente a los crímenes de mujeres<br />
en esta frontera, se localicen más cuerpos. Estos hechos operan como mensajes. Este caso de las<br />
ejecuciones del 23 de julio ocurrió dos días después de la constitución de la Fiscalía Mixta-en la cual<br />
colaboran los gobiernos federal y locales para enfrentar los principales delitos tras la toma del control<br />
de las labores de vigilancia por la Policía Federal Preventiva (PFP) y un día después de que se pusiera<br />
en marcha el Plan Integral de Seguridad Pública. El emisor de dichos mensajes, al igual que su<br />
destinatario, está indeterminado, no obstante, dirige la atención hacia un sistema sacrificial llevado a<br />
cabo por un grupo de poder y no por una mente patológica. Es importante hacer hincapié en la<br />
despatologización del victimario a fin de enfocarnos en las condiciones estructurales y simbólicas en<br />
las que se produce la victimización. Al concebirse como grupo de poder se trata de penetrar en el<br />
espacio y la forma de la impunidad.<br />
Para el sostenimiento de dicha impunidad se pactan acuerdos, se teje una red de<br />
procedimientos, se ejercen estrategias de fingimiento, se amenaza, descalifica, difama y elimina a los<br />
que tienen información comprometedora. Es precisamente el tráfico y la posesión de información un<br />
factor que determina muchos crímenes cometidos por este grupo de poder beneficiario de la<br />
impunidad.<br />
Una forma de delimitar a este grupo poderoso es la que Michael Moore, director de la película<br />
Bowling for Columbine (2002), ofrece al subrayar una instrumentalización de la violencia como fin en sí<br />
mismo (en el sentido de producir violencia con la fabricación y el consumo de armas). Desde esta<br />
perspectiva, la muerte impune se establece como la base de un clima de miedo necesario para el<br />
sostenimiento de la economía de las armas. Se trata de un sistema que “no explora el sentido, apela al<br />
silencio de la masa. Sabe sus miedos, sabe que no es explosiva sino implosiva” (Segura, 2000:64).<br />
Existe una asociación entre poseer armas y participar en el mercado de drogas y tráfico de cuerpos:<br />
se trata de un sistema económico que sólo puede afianzarse en un contexto dominado por el miedo.<br />
Si el control de la estructura socioeconómica depende de las formas de coerción, esta<br />
economía invisible e ilegal apuesta al terror como garantía de su perpetuación. Tanto las bandas<br />
pandilleriles como los multimillonarios empresarios transnacionales y narcotraficantes ponderan el<br />
uso de las armas, fomentando una forma de intervenir en el cuerpo social que afecta la economía, la<br />
política, la estética, el estado de derecho y el acceso a la vida misma. Las ejecuciones relacionadas con<br />
el negocio del narcotráfico, las desapariciones de diversas personas y los asesinatos seriales de<br />
mujeres tienen el común denominador de haber sido cometidos por una clase armada organizada.<br />
Bandas, policías, narcos y magnates no son extraños entre sí, son los productores y beneficiarios del<br />
sistema de impunidad, en tanto que intereses y aficiones comunes los asocian, pues además de tener<br />
todas las facilidades para conseguir armas, ya que en Ciudad Juárez está tolerado su uso, cuentan con<br />
plena franquicia para realizar sus negocios fuera de la ley.<br />
Las hipótesis que hablan de grupos juniors, de bandas dedicadas al narcotráfico, de miembros<br />
de familias oligárquicas que organizan orgías sexo-sanguinarias y de policías, se han basado en<br />
testimonios recopilados por el FBI y otros medios de inteligencia, de denuncias no atendidas por la<br />
policía, así como testimonios de las mismas familias que han vivido la experiencia del asesinato de<br />
sus mujeres. Éstas han sido algunas de las bases para las recomendaciones de Amnistía Internacional<br />
9 El 23 de julio fueron ejecutadas a balazos y sepultadas en los arenales del Valle de Juárez, Karina Candelaria<br />
Ramos González, Gema Alamillo y Marian García. Esta última fue enterrada viva. El crimen fue cometido por el esposo<br />
de Karina, Felipe Machado Reyes, quien utilizaba tres apodos y desde 1995 contaba con antecedentes penales por<br />
narcotráfico y una reaprehensión pendiente en Estados Unidos. El 10 de septiembre, Machado es arrestado en El Paso.<br />
Antes de ser extraditado a México tiene que enfrentar cargos por narcotráfico en Estados Unidos (véase “Ante las cifras,<br />
los hechos de la inseguridad en Juárez”, El Diario, 22 de agosto de 2003, y Luz del Carmen Sosa, “Cae acusado de matar<br />
tres mujeres”, Diario Digital 2002, 11 de septiembre de 2003).<br />
85
(AI), de Derechos Humanos, declaraciones del juez Garzón y el interés de congresistas<br />
estadounidenses 10 .<br />
Reflexiones finales<br />
La intervención de las grupos nacionales e internacionales ha producido reacciones defensivas<br />
de los gobiernos locales, grupos empresariales y cierta opinión pública local, los cuales tratan de<br />
minimizar la gravedad de la violencia hacia las mujeres, aludiendo a que: 1) se ha divulgado una<br />
imagen negativa de Ciudad Juárez (perspectiva empresarial); 2) la intromisión del FBI y otras<br />
instancias internacionales amenazan la soberanía nacional (perspectiva de algunas instancias y de la<br />
iniciativa privada); 3) se ha producido una violencia simbólica contra Ciudad Juárez al estigmatizar la<br />
ciudad y estudiarla desde fuera con prejuicios que dañan la identidad del juarense (perspectiva<br />
localista xenofóbica y académica local); y 4) se ha difamado a ciertos juarenses respetables por<br />
envidia (perspectiva de la oligarquía local).<br />
Minimizar la violencia y defender valores simbólicos locales tales como la identidad juarense y<br />
la imagen de la ciudad son estrategias que reiteran la misma actitud de ocultar evidencias, desaparecer<br />
expedientes, construir culpables y esgrimir razones constitucionales o de jurisdicción para evitar la<br />
participación de instancias más allá de las locales. Aunque después de constituirse el acuerdo entre las<br />
tres instancias de gobierno en julio de este año se ha establecido una participación del gobierno<br />
federal con los locales, estas medidas han resultado inefectivas por lo menos para la disminución de<br />
los crímenes contra mujeres y el estado de terror que vive la ciudad. Como es conocido a través de la<br />
prensa nacional (que por cierto tiene una distribución muy restringida en Ciudad Juárez, lo cual<br />
sugiere la existencia de una estrategia de desinformación); las reticencias a abrir archivos, la confusión<br />
sobre las evidencias y el rechazo a considerar líneas de investigación recomendadas desde agentes<br />
externos, indican que las artimañas policiales y del gobierno siguen siendo los obstáculos centrales<br />
para la detención de estos crímenes.<br />
Esta serie de contradicciones entre los enunciadores locales, nacionales e internacionales, da<br />
pie a dudar si el exterminio de las mujeres ha de ser sólo un asunto conocido manejado por grupos<br />
políticos, investigadores y funcionarios autorizados por los gobiernos locales, sin trascender los<br />
perímetros de esta frontera, o si el estado de impunidad en que se han desarrollado todos estos<br />
crímenes exige la participación de agentes externos. Aspectos como la moral de los derechos<br />
humanos, la participación activa de Ciudad Juárez en la economía transnacional (legal e ilegal), así<br />
como el descontrolado flujo migratorio, se han puesto a discusión desde estos actores externos para<br />
fundamentar que los crímenes seriales contra mujeres no están ajenos al proceso de globalización;<br />
muy al contrario, son síntomas de este sistema que consume los cuerpos tanto en la industria como<br />
en la prostitución y el tráfico de personas. Así los cuerpos se intercambian como objetos del<br />
consumo al igual que las armas, las drogas y el contrabando, y pasan a formar parte de las redes<br />
mundiales del crimen organizado, cuyas actividades son garantizadas por la impunidad.<br />
La revisión de las propuestas de líneas de investigación, las hipótesis producidas al calor de las<br />
luchas ideológicas y las consideraciones contextuales, nos permite darnos cuenta de que estos hechos<br />
lamentables de exterminio de mujeres tienen un efecto detonador en la reflexión social y política.<br />
10 Véase el informe de AI: Muertes intolerables. Diez años de desapariciones y asesinatos en Ciudad Juárez y Chihuahua, 2003.<br />
También es importante revisar la polémica que suscitó en México el documento enviado por el Grupo Parlamentario<br />
Socialista del Congreso de Diputados en España el 25 de junio de 2003. De la misma manera, la Pág. Web<br />
http://www.mexicoturismo.org, creada por las mismas redes españolas e internacionales de mujeres, ha causado mucha<br />
indignación entre algunos sectores de la población juarense por estar “desprestigiando” a Ciudad Juárez. En particular,<br />
véase la página . Estos sitios fueron presentados el 15 de septiembre de este año en un<br />
acto frente a la embajada mexicana en España. En muchos de los mensajes recibidos por esta red se expresa la xenofobia<br />
local. Así mismo, se vio con reserva la visita a Ciudad Juárez de una comisión de congresistas de Estados Unidos<br />
(“Comisión legislativa de Estados Unidos visitará Ciudad Juárez”, La Jornada, 18 de septiembre, 2003, y comunicación<br />
personal con Víctor Muñoz, integrante de la Coalición contra la violencia hacia las mujeres y las familias de El Paso).<br />
86
Aquí se han puesto en cuestión las relaciones entre la estructura sexogenérica con los mecanismos de<br />
denominación (pos) política que agrupamos bajo dos aspectos principales: el sostenimiento de un<br />
sistema económico supraestatal mediante un estado de impunidad y la exacerbación de formas<br />
fóbicas de exclusión y sometimiento tales como la misoginia, el racismo, el clasismo y la xenofobia,<br />
propiciados por dicho sistema más que de seguir construyendo monstruos o chivos expiatorios o<br />
entreteniéndose en los asuntos de jurisdicción e interpretaciones legalistas, la extinción de esta infame<br />
pesadilla dependerá de la capacidad de la sociedad civil (local, nacional e internacional) de confrontar<br />
el estado de terror y desarticular los mecanismos de la impunidad que impera en esta frontera.<br />
87
Bibliografía<br />
Braudillard, Jean, “A la sombra de las mayorías silenciosas”, Kairós, Barcelona, 1978.<br />
Certeau, Michel de, “La invención de lo cotidiano, Artes del hacer”, t. l, trad. Alejandro Pescador,<br />
Universidad Iberoamericana, México. 1996.<br />
Girard, René, “La violencia y lo sagrado”, 3ª, ed. Anagrama, Barcelona. 1998.<br />
González, Sergio, “Huesos en el desierto”, Barcelona, Anagrama. 2002.<br />
John, Juliet, “Dickens´s Villains. Melodrama, Character, Popular Culture”, Oxford University Press,<br />
Oxford. 2001.<br />
Segura, Juan Carlos, “Reflexiones sobre la masacre, De la identidad del cuerpo al cuerpo sin identidad”<br />
en Susana Devalle (comp.), Poder y Cultura de la violencia, El colegio de México, México, 2000, pp. 35-68.<br />
Zizek, Slavoj, “El sublime objeto de la ideología”, siglo XXI. Editores, México. 2001.<br />
Sitios Web<br />
Atencio, Gabriela, 2003, “El feminicidio es el exterminio de la mujer en el patriarcado: Monárrez<br />
Fragoso”, Triple Jornada, 3 de septiembre,<br />
http://www.jornada.unam.mx/2003/sep03/030901/entrada61.htm<br />
* Reproducido por voluntad y autorización del autor. Héctor Domínguez Ruvalcaba y Patricia<br />
Ravelo Blancas, La batallas de las cruces. Los crímenes contra mujeres en la frontera y sus<br />
intérpretes, Desacatos, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Nº 13,<br />
Distrito Federal, México, pp. 122-133. Las reflexiones forman parte del proyecto “Protesta social y<br />
acciones colectivas entorno de la violencia sexual y de género en Ciudad Juárez, Chihuahua”,<br />
financiado por el Conacyt y auspiciado por CIESAS. La primera versión de este trabajo fue<br />
presentada en el IX Congreso Internacional de Historia Regional, el 25 de septiembre de 2003 en la<br />
Universidad Autónoma de Ciudad Juaréz. Héctor Domínguez-Ruvalcaba es doctor en literatura<br />
latinoamericana por la Universidad de Colorado en Boulder. Actualmente es profesor investigador en<br />
la Universidad de Texas en Austin. Entre sus publicaciones se encuentran: La modernidad abyecta.<br />
Formación de discurso homosexual en Hispanoamérica (Xalapa: Universidad Veracruzana, 2001), Modernity<br />
and the nation in Mexican Representations of Masculinity (New York: Palgrave, 2007); y ha coordinado los<br />
volúmenes Entre las duras aristas de las armas (México: CIESAS, 2006) y Gender Violence at the US-Mexico<br />
Border (Tucson: U. of Arizona, 2010), además de numerosos artículos y capítulos de libros sobre<br />
sexualidad y violencia en el arte, el cine, y la literatura latinoamericanos.<br />
88
DEMIURGOS MENORES: LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESPACIO<br />
NARRATIVO EN “THE MANUSCRIPT” DE JUAN BRUCE-NOVOA<br />
ROBERTO KAPUT GONZÁLEZ SANTOS*<br />
Esas obras que, como todas las grandes obras, devoran a sus creadores para<br />
dejarnos solos frente a la creación: la tarea del falso Dios, el demiurgo menor<br />
que se sabe destinado a proponer absolutos que no lo son en verdad sino que<br />
afirman la imposibilidad del absoluto haciéndolo posible en su misma negación.<br />
Juan García Ponce<br />
A pesar de varias presiones, sin embargo, la cultura sobrevive y, como lo dicen<br />
Hinojosa y Rivera (...) ese es el tema de la literatura chicana. Puede haber<br />
dudas, incluso pesimismos, pero por fin lo que triunfa es una voluntad de sobrevivir<br />
frente a todos los obstáculos. La escritura misma constituye esa afirmación.<br />
Juan Bruce-Novoa<br />
El todo, las partes, su relación y el manuscrito<br />
El estudio de eso que la academia ha acordado en llamar Hispanic literature supone problemas al<br />
menos en tres sentidos. Primero, ese todo que quiere nombrarse está compuesto por textos de<br />
distinta procedencia. En su libro A brief history of Hispanic periodicals in the United States, Nicolás<br />
Kanellos, hablando de la prensa escrita, distingue entre tres clases de publicaciones. La primera de<br />
ellas corresponde a la prensa en exilio, compuesta por escritores y políticos latinoamericanos que,<br />
aprovechando la libertad de prensa en Estados Unidos, escribieron sobre el estado de cosas en sus<br />
países de origen durante las luchas de independencia o revueltas sociales del siglo XIX y principios<br />
del XX. Aquí podrían inscribirse tanto los textos de José Martí como los artículos periodísticos de los<br />
hermanos Flores Magón.<br />
Conforme los lectores de estas publicaciones se van incorporando a la vida estadounidense,<br />
esta clase de publicaciones derivaron en una prensa para inmigrantes; esto es, una prensa mucho más<br />
enfocada a las necesidades de grupo en el país de acogida que al comentario político de<br />
Latinoamérica. Además de tratar de dar respuesta a las necesidades diarias de sus lectores, otro<br />
fenómeno de esta clase de publicaciones fue la discusión y defensa de la identidad cultural<br />
emprendida por un grupo de intelectuales conservadores que se adjudicaron el papel de guardianes<br />
del espíritu hispánico. Tal sería el caso de las crónicas de María Luisa Garza (Loreley) y Julio G. Arce<br />
(Jorge Ulica).<br />
Finalmente estaría la prensa que nace con el régimen colonial, informa sobre la lucha de<br />
independencia en la Nueva España, negocia y discute con los distintos gobiernos del México<br />
independiente por algunos años y finalmente es desarticulada o relegada a segundo término tras la<br />
firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848.<br />
Creo que esta clasificación puede trasladarse al campo de lo literario sin perder especificidad.<br />
Como lo muestra el trabajo emprendido por Recovering the U.S. Literary Heritage Project, muchos autores<br />
dieron a conocer sus obras a través de estas publicaciones, y al menos dos casas editoriales<br />
funcionaron como extensiones de la prensa escrita: Casa Editorial Lozano pertenecía al dueño de La<br />
Prensa en San Antonio y La Opinión en Los Ángeles; mientras que Viola Novelty Company se<br />
encontraba asociada a los semanarios satíricos El Vacilón y El Fandango (Kanellos 43-44).<br />
89
En esta primera etapa, entonces, es necesario ubicar los textos dentro de una de estas<br />
experiencias: el ejercicio de la crítica desde un territorio extranjero; el activismo para hacer frente a<br />
los retos de un orden social que desplaza a la periferia la experiencia hispana; la defensa de<br />
costumbres, valores y derechos de los grupos que habitaban en el norte de México antes de la<br />
ocupación norteamericana.<br />
Los textos, sin embargo, presentan un segundo reto. Si bien es cierto que estos tres grupos<br />
representan el universo de la cultura hispana en Estados Unidos (exilio, inmigración y nativismo), no<br />
se pueden omitir los intercambios que establecen entre ellos:<br />
These manifestations are to be understood as operating simultaneously in a<br />
dynamic environment of mutual influence and interrelationship, as exiles, immigrants<br />
and Hispanic citizens of the United States often live in the same area, work in the same<br />
factories or fields and send their children to the same schools. Furthermore, both<br />
Hispanic exile and immigrant communities, in time, evolve into native communities, that<br />
is, a national ethnic minority that we call Hispanic or Latino today (Kanellos 115).<br />
Por tanto, si bien es cierto que un primer acercamiento debe abocarse a identificar los debates<br />
socioculturales presente en los textos, pronto debe emprenderse el estudio de las relaciones e<br />
intercambios que se dan dentro del mismo corpus. Esto es, todas aquellas manifestaciones de lo que<br />
hoy se conoce como Hispanic literature y que a lo largo del tiempo ha conocido otras clasificaciones<br />
que enfatizan la experiencia étnica, cultural o nacional de sus miembros, no sólo deben estudiarse<br />
dentro de su propia lógica e intereses, sino que además han de entenderse dentro de un tejido mucho<br />
más amplio donde se comparten o cuestionan estrategias, negocian contenidos, y, en general, se<br />
establecen diálogos con otras tradiciones.<br />
Las dificultades no terminan aquí. Tras la intervención política y cultural que supuso la lucha<br />
de los Derechos Civiles en Estados Unidos, muchos autores hispanos insistieron en que su obra, si<br />
bien heredera de la mejor literatura hispanoamericana y portadora de una fuerte tradición oral,<br />
rebasaba el mundo hispánico para inscribirse en el corpus de la tradición estadounidense. En su libro<br />
La literatura chicana a través de sus autores, Bruce-Novoa interroga a catorce autores chicanos sobre el<br />
lugar que ocupan sus libros dentro de la literatura mexicana y norteamericana. La mayoría de ellos no<br />
dudan en ubicar su producción literaria dentro de la tradición norteamericana, a la que han<br />
enriquecido, declaran, al importar temas y modelos de otras culturas. Esto quiere decir que desde<br />
mediados de la década de los sesenta los diálogos con otras literaturas se dan desde una conciencia<br />
plena de ciudadanía. Los diferentes grupos estudiados por Kanellos han logrado consolidarse en un<br />
conglomerado mucho más amplio que reclama un espacio propio en el mundo norteamericano desde<br />
la diferencia.<br />
El texto que se analizará aquí ejemplifica perfectamente la serie de diálogos intra y<br />
transculturales que se originan dentro de estos textos tras la intervención cultural de la década de los<br />
sesenta.<br />
“The manuscript” forma parte del libro Cuentos chicanos: a short story anthology editado por New<br />
America en 1980 y reeditado por la Universidad de Nuevo México en 1984. Su autor, Bruce-Novoa,<br />
preparó una versión en español para el libro de cuentos Manuscrito de origen, publicado por la<br />
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en 1995. La edición que se usará será la de 1984.<br />
La literatura como espacio<br />
El presente análisis parte de la noción de un artículo firmado por Bruce-Novoa en 1994, en el<br />
que se ocupa de la obra del escritor mexicano Juan García Ponce:<br />
90
La obra de García Ponce muestra un deseo de perderse en el modelo literario. Por<br />
eso el proceso de parodias –lo que García Ponce prefiere llamar homenajes– a ciertos<br />
autores que compartían las mismas preocupaciones. Al reescribir las obras de Pavese,<br />
Musil, Mann, Bataille, Blanchot, Borges, Klossowski, Tanizaki o Nabokov, García Ponce<br />
crea esa errancia sin fin en la cual la literatura –la palabra misma– deja de pertenecer a<br />
ninguno de los autores al ser compartida por todos o, mejor dicho, son los autores los<br />
que llegan a ser compartidos por la literatura. (Bruce-Novoa: Novelística 70)<br />
El diálogo que entabla Juan Bruce-Novoa con la literatura latinoamericana será entendido<br />
como la apropiación de un modelo que, al mismo tiempo que establece sus propias reglas, permite<br />
recrear una serie de experiencias comunes a los diferentes grupos que conforman la comunidad<br />
hispana de Estados Unidos. Así, el debate realidad vs ficción se resignifica: no sólo servirá para<br />
proclamar la ciudadanía universal de las letras (Borges, García Ponce), sino que el triunfo del arte<br />
sobre la realidad permitirá crear un espacio autónomo desde el cual filtrar contenidos al mundo de la<br />
acción.<br />
La creación de este espacio, entonces, permite la representación de grupo desde el discurso<br />
literario, que entendido así no sólo contendrá valores estéticos sino también políticos:<br />
Propongo que nosotros seamos el espacio [no el guión] entre los dos [mexicano ( )<br />
americano], la nada intercultural de ese espacio. Continuamente ampliamos ese espacio,<br />
separándolo más y más para construir nuestra propia realidad, mientras, al mismo<br />
tiempo, establecemos fuertes lazos de entretejida tensión que los mantienen<br />
relacionados. Cada obra de arte chicana abre un espacio para sí misma y le añade más<br />
espacio al arte chicano y al arte en general. (Bruce-Novoa en Alarcón)<br />
El ensanchamiento de este espacio intermedio (la literatura como depositaria de recuerdos) ha<br />
permitido la subsistencia de tradiciones orales que de otra manera hubieran desaparecido. Para<br />
hacerlo, han incorporado modelos extranjeros dentro de la tradición estadounidense. Este no es un<br />
recurso nuevo, se puede rastrear hasta el origen de las literaturas nacionales en Latinoamérica; lo que<br />
resulta particular es el diálogo que se establece con la tradición latinoamericana para fundar nuevos<br />
territorios.<br />
Demiurgos menores<br />
En “The manuscript” Bruce-Novoa dialoga con Borges y García Ponce, dos escritores que a<br />
lo largo de su obra favorecen la experiencia estética sobre el mundo de lo contingente. Al hacerlo, el<br />
modelo impone sus propias reglas. El mismo autor, en uno de sus ensayos, habla de ello:<br />
Desde el principio existe ese nivel de creación en que la experiencia contada ya no<br />
existe como experiencia directa. En las obras de García Ponce la experiencia se convierte<br />
en un objeto que el narrador busca tener y retener fuera del fluir temporal. De este<br />
modo, la experiencia reaparece como un objeto simbólico, un objeto de arte. El texto<br />
mismo se convierte en el espacio de la posibilidad de recuperar estéticamente lo que en la vida se<br />
malogró por razones sociomorales y por la voracidad de la contingencia (Bruce-Novoa: Novelística<br />
65-66).<br />
Este mismo debate, ficción-realidad, juega un rol fundamental en el desarrollo de “The<br />
manuscript”. Tanto el narrador como Robert Olma, autor del manuscrito, se encuentran insertos en<br />
un orden que los diferencia por ser representantes de una cultura periférica:<br />
Maybe our common heritage drew us together; although many people around him<br />
spoke Spanish beside myself, they weren’t Mexican, nor had they read the authors Latin<br />
Americans consider important (Bruce-Novoa en Anaya 35).<br />
91
La primacía del arte que ambos defienden desde tribunas diferentes les permitirá coincidir en<br />
una serie de estrategias: García Ponce les permitirá rescatar desde el modelo literario aquello que la<br />
vida malogró; mientras que el Aleph de Borges les brindará un espacio retórico al cual introducir<br />
contenidos para preservar una memoria negada.<br />
El diálogo con estos demiurgos menores –según la expresión de García Ponce en el libro La<br />
errancia sin fin: escritores que favorecen la experiencia estética por encima de la realidad– recrea uno<br />
de los mecanismos que emplearon los mexicoamericanos para preservar una cultura que corría el<br />
riesgo de desaparecer tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. Con ello, Bruce-<br />
Novoa ilustra el papel que la escritura ha desempeñado en la conservación y transmisión de una<br />
tradición oral. Genaro Padilla, refiriéndose al impulso autobiográfico de la comunidad<br />
mexicoamericana en la segunda mitad del siglo XIX, escribe:<br />
Social rupture led to a decontextualization of individual and collective life that<br />
required a form of verbal restoration of the community with which the individual had<br />
identified his or her very locus of meaning. An autobiographic impulse in Mexican-<br />
American society, constituting a genuine autobiographic consciousness came into<br />
existence at the moment when extinction, in the form of social death, loomed on the<br />
horizon for the inhabitants of northern Mexico (Padilla 289).<br />
Este primer impulso autobiográfico, con el paso del tiempo, se afirma como una literatura con<br />
características propias. Acaso la más importante sea la creación de un espacio intermedio,<br />
contradictorio, construido a base de intermediaciones culturales. En el caso de “The manuscript”, la<br />
superposición de un modelo latinoamericano sobre la realidad norteamericana permite una relectura<br />
desde la diferencia. El triunfo del discurso literario sobre la realidad tiene como propósito abrir un<br />
espacio de representación:<br />
Su función [del texto] es hacer posible la aparición de lo que la contingencia trata<br />
de mantener invisible al someterla a sus reglas: la vida misma. Todo esto denuncia un<br />
deseo obsesionado por vivir sin aceptar las reglas tradicionales de la muerte, por lograr<br />
una vida perdurable frente a la imposibilidad de la permanencia (Bruce-Novoa:<br />
Novelística 68).<br />
Sólo mediante la intermediación de la escritura la experiencia hispana ha podido sobrevivir a<br />
los embates de las instituciones estadounidenses. Este espacio autónomo desde el cual es posible<br />
acrecentar o hacer visible la experiencia diaria permite que sus miembros reconozcan aquello que se<br />
diluye en la experiencia diaria. El silencio al que la historia oficial norteamericana ha querido<br />
condenar a la comunidad hispana se rompe a través de la literatura.<br />
La tertulia de los jueves<br />
La historia de “The manuscript” tiene como centro la casa del narrador. Es a esta dirección a<br />
donde llega el paquete de Robert Olma. La irrupción del paquete en la rutina de trabajo del narrador<br />
despierta el recuerdo de las reuniones celebradas en su casa las tardes de los jueves. Estas reuniones<br />
cuentan con todas las características de las tertulias ilustradas: un grupo de intelectuales que discuten<br />
sus escritos y hablan de literatura o mujeres alrededor de una figura central. Dentro del grupo de<br />
invitados, hombres de diferentes intereses y nacionalidades, Olma goza de ciertos privilegios: el<br />
narrador, un escritor que parece actuar desde el interior de la vida académica norteamericana, en la<br />
que ocupa un lugar importante si se considera que es un anfitrión riguroso, comparte con este<br />
mexicano en el extranjero no sólo un idioma sino una educación sentimental:<br />
Maybe our common heritage drew us together; although many people around him<br />
spoke Spanish besides myself, they weren’t Mexican, nor had they read the authors Latin<br />
Americans consider important. We had spent hours discussing Borges, Cortázar, García<br />
Márquez, and others when we first met, but gradually the interest of the larger part of<br />
92
the group, mostly devotees of French or German literature, dominated the conversation<br />
(Bruce-Novoa en Anaya 35-36).<br />
Olma parece no resignarse a dejar en segundo término sus intereses, su bagaje cultural; y con<br />
la anuencia del anfitrión, que en este primer momento sólo parece condescender a sus excesos,<br />
establece el tono de la tertulia:<br />
Our constant theme had been the relationship of literature to life, or so-called<br />
reality, and Robert’s intense interest in the endless discussion, his almost disturbing habit<br />
of returning to the subject even after the conversation had decidedly swayed towards<br />
other topics (Bruce-Novoa en Anaya 35).<br />
El tema cobra proporciones socioculturales con la irrupción de Kollins, un insípido maestro de<br />
español:<br />
“Literature is the reflection of life,” interrupted Kollins, a dull Spanish professor<br />
someone had invited once and who had now hung on past his welcome, “not the<br />
opposite,” he concluded with a self-satisfied grin and a glance around the room where he<br />
expected to meet approving eyes. (...) “Don’t be such an ass,” Robert cut him off. (...)<br />
Robert always reverted to Spanish for such expressions, adding injury to insult by<br />
addressing himself in English to this so-called Spanish teacher. (...) “What a man is<br />
means little compared to what he is said to be in writing. History, truth is determined by<br />
the best writer.” (Bruce-Novoa en Anaya 36-37).<br />
La falta de Kollins consiste en que a pesar de conocer el idioma ignora un hecho cultural que<br />
se repite en la historia de Latinoamérica: la creación de espacios e identidades culturales a<br />
contramano de eso que llamamos realidad. Aquí no puedo sino recordar las palabras de Ángel Rama,<br />
que en su artículo “Literatura y Cultura” señala que a pesar de su fuerte raigambre peninsular, a partir<br />
de la segunda mitad del siglo XVIII las letras latinoamericanas, con el propósito de independizarse de<br />
España y Portugal y lograr la tan deseada representatividad, procuraron reinstalarse en otros linajes<br />
culturales que les permitieran incorporar aquello que percibían como constitutivo de la experiencia<br />
latinoamericana.<br />
Planteado así, el debate toma un nuevo cariz: no se trata de negar de manera tajante la realidad<br />
sino de reconfigurarla desde la construcción de la trama. La triple mímesis planteada por Ricoeur,<br />
entonces, habrá de enriquecerse con los señalamientos de Rama: en un primer momento, tanto<br />
escritor como lector reconocen una serie de mediaciones simbólicas constitutivas de su ser<br />
latinoamericano (el paisaje, los grupos étnicos, el espíritu latinoamericano, las tradiciones, el grado de<br />
desarrollo social, el habla o intereses nacionales); puesto que estos elementos no llegan a<br />
concatenarse en una narración por el mismo orden de posibilidades que dicta el marco sociocultural,<br />
se recurre a modelos extranjeros para reinterpretarlos y garantizar su subsistencia; finalmente, esta<br />
construcción, esta mediación cosmopolita de la trama sobre elementos tradicionales, reincorpora<br />
estos mismos elementos, ahora actualizados, al mundo de la acción.<br />
Este proceso supone una serie de rupturas donde la única constante es la capacidad<br />
regeneradora del discurso. En su carta suicida, Olma se refiere a sí mismo en los siguientes términos:<br />
“The skin of this cosmopolitan me stripped away” (Bruce-Novoa en Anaya 38). Este documento,<br />
acaso el más personal que persona alguna pueda redactar, tiene como correlato, informa el narrador,<br />
el prefacio de uno de los últimos libros de Akutagawa. 1 La literatura entonces no sólo se presenta<br />
1 Escritor japonés (1892-1927). Defensor de la libertad del escritor para distorsionar los hechos en favor de la obra<br />
de arte. Los detalles históricos, aseguraban, sólo cumplen la función de facilitar el trabajo del lector.<br />
93
como un sistema capaz de reinterpretar los hechos, sino que al hacerlo funda un territorio donde se<br />
potencia lo propiamente humano.<br />
Porque el diálogo que Olma entabla con Borges y García Ponce tiene como propósito último<br />
recuperar, desde la ficción, aquello que la realidad norteamericana le ha negado; mientras que la<br />
lectura del manuscrito de Olma le permite al narrador poner en marcha una práctica cultural que<br />
entronca con la autobiografía mexicoamericana del siglo XIX: la filtración de contenidos culturales a<br />
través de la escritura.<br />
Hombres enredados en historias<br />
Sería un error suponer que los intereses de Robert Olma responden punto por punto a las<br />
preocupaciones del narrador. Si bien es cierto que ambos personajes comparten una tradición<br />
cultural, ésta opera dentro de un marco social diferente. Mientras que para el escritor mexicano el<br />
diálogo con la literatura latinoamericana supone el medio de rescatar un pasado inmediato que le<br />
permite hacer más llevadera su estancia en un país extranjero, el narrador se maneja con soltura en el<br />
mundo académico estadounidense. El cuento mismo se presenta como el descubrimiento de un<br />
conflicto acallado que la intermediación del manuscrito y el recuerdo de las obsesiones de Olma<br />
habrán de sacar a la luz.<br />
La distancia que separa a estos dos personajes puede parecer mínima cuando se les compara<br />
con el resto de los integrantes de la tertulia, pero resulta sustancial en cuanto se profundiza un poco<br />
más en el texto: “Robert’s intense interest in the endless discussion, his almost disturbing habit of<br />
returning to the subject even after the conversation had decidedly swayed toward other topics”<br />
(Bruce-Novoa en Anaya 35).<br />
Mientras que la relación ficción vs realidad es de vital importancia para Olma desde el inicio<br />
del cuento, para el narrador sólo es una discusión académica, interminable, inquietante si se considera<br />
que se plantea dentro de una atmósfera informal. Más adelante, cuando Robert declara su fascinación<br />
por el Aleph borgiano como el punto donde puede encontrarse, al mismo tiempo, toda la realidad,<br />
ajena al mundo de lo contingente, la respuesta del narrador no puede ser más informal: “Ah,” I<br />
interposed, “but Borges only retrieves a few obscene letters and Beatriz’s dried bones from the<br />
Aleph. Not exactly a desirable image to perpetuate eternally, Robert” (Bruce-Novoa en Anaya 35).<br />
Olma insiste, descartando el tono casual que el anfitrión intenta dar a la velada: “That’s not the<br />
point. The Aleph is only a metaphor for literature itself. It’s not to be found but to be created, and<br />
then you don’t extract images, but take them there” (Bruce-Novoa en Anaya 36).<br />
Robert se presenta al lector como un ser en busca de interlocutores. Esto es lo que el narrador<br />
y el lector entenderán finalmente, gracias a la intermediación del manuscrito. Es gracias a ese espacio<br />
que funda la ficción donde Olma triunfa. La distancia que habrá de recorrer para llegar hasta el lector<br />
se da en el reino del como si del que habla Ricoeur. En tanto el mexicano intenta acercarse a su único<br />
aliado desde la mera abstracción, no podrá sino conformarse con una proxemia que habrá de esperar<br />
la intermediación del texto para convertirse en proximidad:<br />
“What a man is means little compared to what he is said to be in writing. History,<br />
truth is determined by the best writer, or in the present day, by the one lucky enough to<br />
combine a pleasant style, an intelligent editor, and a name publisher. It’s all fiction, just<br />
fiction.” “Absolutely, Robert,” I agreed. “The past is a fiction. I do not care for the just<br />
but definitely a fiction by the best authors regardless of the realities, at least after those<br />
realities have disappeared. And the present? A neutral zone up for grabs, gentlemen”<br />
(Bruce-Novoa en Anaya 37).<br />
La distancia es mínima, por supuesto, apenas un just que amplia o acota, según quiera<br />
entenderse, lo dicho por Olma. El adverbio, sin embargo, actúa como marcador cultural entre dos<br />
94
hombres enredados en historias diferentes: mientras que Robert Olma actúa desde la conciencia del<br />
emigrante recién llegado, que recurre a la literatura latinoamericana como principal legado cultural, el<br />
narrador domina los debates culturales tanto de Latinoamérica como de Estados Unidos; y puesto<br />
que él mismo se identifica como mexicano, debe incluírsele como parte de la comunidad<br />
mexicoamericana.<br />
Tras la intervención política y cultural de los derechos civiles, este grupo ha sabido reclamar un<br />
espacio dentro de la sociedad norteamericana a través del rescate o la producción de textos literarios.<br />
En su trabajo como crítico, Bruce-Novoa insiste en el papel que ha jugado la literatura en la<br />
conservación de una tradición oral que corrió el riesgo de desaparecer tras la firma del Tratado de<br />
Guadalupe Hidalgo. En el artículo “The recovery of Chicano nineteenth-century autobiography”,<br />
Genaro Padilla identifica las razones por las que este grupo recurrió a la escritura:<br />
Social rupture led to a decontextualization of individual and collective life that<br />
required a form of verbal restoration of the community with which the individual had<br />
identified his or her very locus of meaning. An autobiographic impulse in Mexican-<br />
American society, constituting a genuine autobiographic consciousness came into<br />
existence at the moment when extinction, in the form of social death, loomed on the<br />
horizon for the inhabitants of northern Mexico. Before relocating life in the new regime,<br />
the life of the past had somehow to be accorded purpose, dignity and integrity (Padilla<br />
289).<br />
La serie de intercambios e interrelaciones de las que habla Kanellos se dan, entonces, dentro<br />
del manuscrito: Olma abre un espacio narrativo desde el cual reinterpretar su experiencia en<br />
territorio estadounidense, rescatando aquello que la realidad le ha negado; mientras que el narrador,<br />
siguiendo el consejo de su amigo, incorpora imágenes y documentos que, al imitar el discurso<br />
histórico, se abrirá paso en el mundo editorial estadounidense.<br />
Podría decirse que el proceso de elaboración del manuscrito (escritura, intermediaciones<br />
culturales y editoriales) se encuentra entre la poética de García Ponce y los estudios culturales en<br />
Estados Unidos:<br />
“Your Ponce, he clearly understands literature as a world apart, where whatever is<br />
created goes on endlessly reflecting an independent reality in itself and projecting even<br />
upon life, in life, opening a new Space in the fabric of reality” (Bruce-Novoa en Anaya<br />
36).<br />
Traces of Chicano lives do indeed reside in autobiographical narratives that<br />
transform life history into textual permanence; (...) cultural histories in which the “I”<br />
encloses itself in a language of geography, social custom and political intrigue. (...) It was<br />
precisely their fear of being systematically erased by an ethnocentric society that<br />
generated an autobiographical impulse in post-1848 Chicano society through which<br />
people seized the opportunity to textually mark their individual names, as well as their<br />
cultures, upon American history (Padilla 286, 301).<br />
Margarita como ficción<br />
Hasta aquí se ha tratado de demostrar que el debate ficción vs realidad surge de las diferentes<br />
experiencias de la comunidad hispana en Estados Unidos. La relectura que Olma hace de Borges y<br />
García Ponce le permite crear un espacio desde el cual reinventarse, a la manera de la tradición<br />
literaria de Latinoamérica; mientras que el narrador parece operar, en su papel de lector, crítico y<br />
futuro editor del manuscrito, dentro del trabajo intelectual que, a partir de los años sesenta, han<br />
emprendido académicos hispanos, rescatando documentos que atestiguan la experiencia de esta<br />
comunidad en territorio estadounidense.<br />
95
Para demostrar lo anterior, se ha recurrido al trabajo de Genaro Padilla, que ve en las<br />
autobiografías mexicoamericanas del siglo XIX el trabajo de una comunidad por restituir al mundo<br />
de la empiria, desde el discurso, una memoria negada. Ambos trabajos, me parece, forman parte de<br />
ese intercambio entre los diferentes grupos hispanos que habitan en Estados Unidos. El mismo<br />
Bruce-Novoa lo consigna en el texto:<br />
After all, we two were the only ones dedicated solely to the writing of fiction,<br />
staking our existence on the ability of well-constructed lies to open a crack in the smooth<br />
surface of contingency, widen a space large enough to expand the logic of their premise<br />
into a closed, self-supporting structure, indistinguishable, except in the intensity of its<br />
will to survive, from the surrounding space (Bruce-Novoa en Anaya 37).<br />
Sin embargo, queda por demostrar si este triunfo de la ficción sobre la realidad opera dentro del<br />
texto. En el artículo “Crítica y sociología”, Antonio Cándido dice que “lo externo –en este caso lo<br />
social- importa no como causa ni como significado, sino como elemento que desempeña un cierto<br />
papel en la constitución de la estructura y que, por eso mismo, se vuelve interno” (Cándido 176).<br />
Se ha dicho que “The manuscript”, en su aspecto formal, se presenta como el descubrimiento<br />
de un conflicto acallado. El lector acompaña al narrador en este recorrido, recolectando datos acerca<br />
de la vida de Olma de dos fuentes diferentes: por un lado, los recuerdos del mismo narrador; por el<br />
otro, la lectura que éste hace del diario de Robert. A diferencia del narrador, el lector no cuenta con<br />
toda la información, por lo que hacia el final del texto tendrá que resolver un problema fundamental:<br />
decidir quién es Margarita.<br />
Al inicio del cuento, el narrador presenta al protagonista en los siguientes términos:<br />
Robert had come to the United States from Mexico, originally on a Ford<br />
Foundation grant, and had managed to stay on with the small income from his<br />
publishing in Latin America and his teaching of literature and creative writing at the<br />
university, finally achieving financial stability with the help of his wealthy wife (Bruce-<br />
Novoa en Anaya 35).<br />
Unas páginas más adelante, leyendo el manuscrito de Robert, dice:<br />
The diary began with his university years, moving smoothly through his first<br />
attempts at writing, his success, his break with his family who expected more from a<br />
supposedly intelligent son, his winning of the Ford grant and his first years in the U.S.,<br />
his romance with one of his students and the beginning of their life together (Bruce-<br />
Novoa en Anaya 37).<br />
El lector identifica a esta estudiante con la esposa de Olma. Más adelante se sabrá que esta<br />
mujer se llama Anne y que a pesar de amar a Robert y conocer sus gustos literarios, al final su<br />
relación no prosperó. De ahí que el nombre de Margarita resignifique el cuento.<br />
¿Se está frente a un triángulo amoroso? ¿Es ese el conflicto que el cuento pretende ilustrar?<br />
Creo que no. El conflicto principal es la creación de un espacio autónomo donde introducir<br />
imágenes, los mecanismos de autoconservación que tienen en la literatura un campo fértil. En este<br />
sentido, la pregunta por la identidad de Margarita resulta trivial: ya sea que se trate de la memoria<br />
idealizada de Anne o de una segunda mujer, lo cierto es que aquello que la realidad malogró (el<br />
matrimonio de Anne y Olma) es rescatado desde la literatura (la historia de amor entre Robert y su<br />
alumna). Creo que esto es así porque el autor jamás ofrece más detalles, la ambigüedad está muy bien<br />
construida para ser accidental.<br />
La derrota final de la realidad surge con los aportes del narrador. La fotografía de Margarita se<br />
impondrá al lector como lo único real en la vida del escritor. La literatura se convertirá en testimonio:<br />
96
The reading left me exhausted but quite excited, sure that the book would be an<br />
artistic success, if only on a small scale; definitely not a best seller, it was to good for<br />
that, but a solid contribution to the finest in Latin American literature; and I would have<br />
the privilege of making it a reality: an elegant format, quality paper, maybe the<br />
photograph of Roberto and Margarita I had taken on the boat, and another at the cabin,<br />
perfect visual companions to the verbal description of their love, a facsimile of the<br />
handwritten first page, all in keeping with the essential truth of a sublimely achieved autobiography<br />
(Bruce-Novoa en Anaya 39-40).<br />
El trabajo editorial del narrador se inscribe dentro de esa reescritura constante que emprenden<br />
las tradiciones periféricas. Después de todo, como él lo ha sugerido, el pasado no es sino una<br />
creación de los mejores autores, que termina por imponerse sobre la realidad una vez que esa<br />
realidad ha desaparecido.<br />
Conclusiones<br />
El cuento de Bruce-Novoa surge del debate cultural que inició en los Estados Unidos tras el<br />
Movimiento de los Derechos Civiles. El diálogo que establece con la tradición latinoamericana no<br />
sólo ilustra los intercambios culturales entre sus miembros (Olma-narrador), sino que abre un<br />
espacio narrativo donde el grupo, como un todo, pueda reconocerse (el manuscrito). La primacía de<br />
la ficción sobre la realidad tiene como propósito fundamental la conservación de una memoria<br />
negada (Margarita). El diálogo con otras tradiciones (García Ponce-Borges) tiene como propósito<br />
fundar un territorio de autorrepresentación dentro de una tradición que rebasa el mundo hispánico<br />
(el trabajo editorial del narrador). Al forzar el diálogo entre estas dos culturas, “The manuscript”<br />
amplía el espacio de la literatura hispana (Hispanic literature) y de la literatura en general.<br />
97
Bibliografía<br />
Alarcón, Justo. "El Espacio Literario de Juan Bruce-Novoa y la Literatura Chicana: un Análisis<br />
Metacrítico del Texto." Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. (2004). 30 Octubre 2009.<br />
<br />
Anaya, Rudolfo y Antonio Márquez, eds. Cuentos Chicanos. A Short Story Anthology. 8va ed. New Mexico:<br />
University of New Mexico Press, 1998.<br />
Borges, Jorge Luis. El Aleph. México: El Colegio de México, 1995.<br />
Bruce-Novoa, Juan. La Literatura Chicana a Través de sus Autores. 2da ed. México: Siglo XXI, 1999.<br />
Bruce-Novoa, Juan. “La Novelística de Juan García Ponce: el Deseo por el Modelo”. Juan García Ponce y<br />
la Generación del Medio Siglo. México: Universidad Veracruzana, 1998.<br />
Cándido, Antonio. Ensayos y comentarios. Sao Paulo: Fondo de Cultura Económica, 1995.<br />
García Ponce, Juan. La Errancia sin Fin: Musil, Borges, Klossowski. México: Nueva Imagen, 2001.<br />
Kanellos, Nicolás y Helvetia Martell. Hispanic Periodicals in the United States. Houston: Arte Público, 2000.<br />
Padilla, Genaro M. “The recovery of Chicano nineteenth-century autobiography”. American Quarterly<br />
Vol. 40, No. 3. (1988): 286-306. 10 octubre 2009.<br />
<br />
Rama, Ángel. Transculturación narrativa en América Latina. 4ta ed. México: Siglo XXI, 2004.<br />
Ricoeur, Paul. “Narratividad, fenomenología y hermenéutica”. Anàlisi 25. (2000): 189-207. 10 octubre<br />
2009.<br />
2007.<br />
Ricoeur, Paul. Tiempo y Narración I. Configuración del tiempo en el relato histórico. 6ta ed. México: Siglo XXI,<br />
* Roberto Kaput González Santos (Tampico, Tamaulipas, 1975). Crítico literario, editor y<br />
promotor cultural. Es licenciado en Letras Españolas por la Universidad Autónoma de Nuevo León<br />
(2000) y maestro en Lengua y Cultura Españolas por la Universidad de Salamanca (2008);<br />
actualmente cursa el doctorado en Estudios Humanísticos en el Instituto Tecnológico y de Estudios<br />
Superiores de Monterrey. Fue becario de la Embajada de Francia en Madrid para cursar estudios en<br />
Toulouse 2-Le Mirail (2008) y actualmente forma parte del padrón de becarios CONACYT. Ha<br />
participado como investigador en el Índice bibliográfico de literatura editada en Nuevo León 1900-2010<br />
(CRIPIL 2011) y la base de datos www.escritoresdenuevoleon.org. Publicaciones recientes: “Defensa<br />
e ironía de México” (Interfolia 2010) y “La virtud en la hacienda de Balún-Canán (Porrúa, 2011).<br />
Correo electrónico: robertokaput@gmail.com.<br />
98
EL (BI)CENTENARIO:<br />
CONMEMORACIONES<br />
IMAGINARIOS<br />
REPRESENTACIONES<br />
99
EL BICENTENARIO QUE LLEGÓ DEMASIADO TARDE<br />
IRVING REYNOSO JAIME*<br />
En 2010, año de crisis económica, los “Bicentenarios” en México se compraban al dos por<br />
uno. Doscientos años atrás (1810), según el evangelio patrio, el cura Hidalgo prendió la mecha de la<br />
insurgencia al grito de “¡Vamos a coger gachupines!”, iniciando la guerra que propició la<br />
independencia política de España. Cien años después (1910), Francisco I. Madero, al grito de<br />
“¡Sufragio efectivo, no reelección”, convocaba a la lucha contra el régimen dictatorial de Porfirio<br />
Díaz, dando paso al episodio que las páginas de la historia registran como la “Revolución Mexicana”.<br />
Era difícil no sucumbir a la fascinación de la numerología histórica: 1810-1910-2010. Como si<br />
se tratara de una cábala, el final de la primera década del siglo XXI parecía anunciarnos algo<br />
importante. ¿Habría en México otra guerra o revolución? ¿Existían las condiciones necesarias para<br />
generar un movimiento social que mereciera calificarse como “histórico”? ¿El peso simbólico de<br />
2010 sería reivindicado con alguna acción por parte del EZLN en Chiapas, o del EPR en Guerrero? 1<br />
¿Los constantes aumentos del precio de la tortilla, alimento básico en la tierra de los hombres del<br />
maíz, podría propiciar una revuelta de dimensiones nacionales? ¿Acaso la guerra de independencia no<br />
estuvo precedida por crisis agrícolas? Si la historia se repite cada cien años, ¿podía interpretarse la<br />
derrota del PRI del año 2000, como el inicio de una apertura democrática que condujera al país a las<br />
reformas estructurales del tan prometido cambio? ¿No había sido la Revolución Mexicana un<br />
movimiento que comenzó con banderas democráticas y que rápidamente se nutrió de reclamos de<br />
justicia y bienestar social? ¿Cómo no hacer un paralelismo entre la huelga de los mineros de Cananea,<br />
en 1906, considerada como uno de los prolegómenos de la Revolución Mexicana, con la huelga de<br />
los mineros de Cananea de 2006? Y sin embargo, el 2010, aniversario de la patria y el Estado<br />
contemporáneo, pasó con más pena que gloria por los anales de la historia mexicana.<br />
El México del Bicentenario es un país donde el temor de la sociedad civil aumenta cada día a<br />
consecuencia de la violencia asociada al crimen organizado y al narcotráfico, mientras la crisis<br />
económica condena a millones a la pobreza y amenaza la precaria estabilidad de la clase media.<br />
Aunque el esoterismo histórico fracasó en 2010, desde diversas trincheras políticas e intelectuales se<br />
toma conciencia de que las puertas del estallido social están abiertas. Lo que no queda claro son las<br />
vías por las que pueda canalizarse el descontento, pues la crisis de legitimidad de los partidos<br />
políticos es escandalosa, la dispersión de los movimientos sociales debilita su poder de negociación<br />
con el Estado y, por increíble que parezca, a pesar de las controvertidas elecciones presidenciales de<br />
2006, y pese a que el abstencionismo ha ido en aumento, todavía existen amplios sectores que<br />
confían en la vía electoral, los suficientes para legitimar la ficción democrática. Será que, como<br />
afirmara Marx, la historia se repite primero como tragedia, y después como comedia.<br />
Desde el punto de vista histórico, lo que llama la atención del Bicentenario en México es<br />
analizar precisamente el papel que la “Historia”, así con mayúscula, desempeñó en la construcción de<br />
un discurso legitimador del Estado y en la función directriz, en tanto que disciplina autorizada, para<br />
nutrir de símbolos y significados pertinentes a cada una de las actividades de los festejos. La historia<br />
cumplió un papel fundamental en la construcción de las naciones modernas durante el siglo XIX,<br />
ennobleciendo héroes, condenando villanos, creando un panteón patrio y una identidad nacional.<br />
Fue ese mismo nacionalismo histórico al que apelaron los políticos para conducir a las masas a los<br />
campos de batalla de las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, cabe<br />
preguntarse ¿hasta donde son efectivos los discursos históricos en el siglo XXI? Sobre todo desde<br />
1 Ejército Zapatista de Liberación Nacional y Ejército Popular Revolucionario, respectivamente.<br />
100
que los Estados-nación que le dan cuerpo a los nacionalismos han visto reducido cada vez más su<br />
campo de acción. Los partidarios de la Aldea Global abogan con fuerza por un mundo sin fronteras<br />
políticas, a cambio de un mercado mundial de libre comercio. Pero si bien los Estados-nación y sus<br />
mercados regionales todavía son muy potentes, la base de su identidad se nutre cada vez menos del<br />
nacionalismo romántico. El perfil en Facebook de Miguel Hidalgo, el llamado “padre de la patria”,<br />
cuenta con 24 seguidores (muy por debajo de los 163 seguidores del general José de San Martín y de<br />
los casi 20 mil de Simón Bolívar, el prócer latinoamericano más popular en las redes sociales)<br />
mientras que Javier “Chicharito” Hernández, el nuevo símbolo de la selección mexicana de futbol,<br />
suma entre todas sus páginas alrededor de 1 millón y medio de seguidores (por no hablar de la<br />
cantidad de simpatizantes virtuales de Lionel Messi o Diego Armando Maradona).<br />
En efecto, el deporte profesional es el “pan y circo” contemporáneo, y en la mayoría del<br />
planeta los representativos nacionales de futbol sustituyen a los ejércitos que en otra época se batían<br />
por el honor de la patria. En México, donde las glorias del “tricolor” son muy escasas, el<br />
“nacionalismo futbolístico” se justifica como una metáfora de la historia del país, plagada de fracasos<br />
militares y derrotas catastróficas.<br />
Por otra parte, el nacionalismo deportivo está ligado necesariamente a la publicidad y es, por<br />
sobre todas las cosas, un gran negocio, un vehículo del consumismo, signo distintivo de la sociedad<br />
contemporánea (consumo, luego existo). Por tanto, en el México de los negocios, el Estado,<br />
subordinado a los intereses empresariales, está más preocupado por forjar consumidores que<br />
ciudadanos. El aparato de publicidad que persigue lealtades hacia las marcas comerciales es mucho<br />
más potente que el sistema educativo estatal para promover valores cívicos y ciudadanos. “Yo soy<br />
Telcel”, “Soy totalmente Palacio”, “La gran familia Coca-Cola”, “Todo México es territorio Telcel”.<br />
En este contexto ¿qué papel juega la historia como generadora de identidad nacional y de fidelidad<br />
hacia el Estado? ¿El aparato estatal y la educación pública pueden competir contra los millones de<br />
pesos invertidos cada año en la generación de identidades y valores por medio de la publicidad<br />
comercial? En la sociedad actual el tráfico de información está dominado por la llamada “revolución<br />
de las redes sociales” (si Facebook fuera un país, sería el cuarto más grande del mundo), y los hábitos<br />
de consumo de información, servicios y productos se están modificando al ritmo que imponen las<br />
herramientas on-line. En la nueva Nación Virtual, los dispositivos digitales (estilo iPods, iPhones y<br />
iPads) son el requisito indispensable para obtener la carta de ciudadanía. Transitamos del Yo-<br />
Mexicano, Yo-Argentino, Yo-Colombiano… al Yo-Google.<br />
Algo que confirma el caso del Bicentenario en México, más allá de la mala planeación de los<br />
festejos, del despilfarro económico, del vacío de contenido de los discursos políticos, de la falta de<br />
imaginación, de la apatía de la sociedad y de la banalidad de las televisoras y otros medios de<br />
comunicación, es el hecho significativo de que la historia ha pasado de ser un referente cultural,<br />
social y político de primer orden a un simple artículo de consumo: edición Bicentenario de Coca-Cola<br />
con los escudos de cada estado de la república (6.50 pesos); modelo Jetta-Bicentenario Volkswagen,<br />
edición limitada a 2,010 unidades (300 mil pesos); tequila Corzo edición Bicentenario (500 pesos);<br />
botella de whiskey Buchanan’s con un perro indígena xolozcuintle (600 pesos), edición Bicentenario de<br />
relojes Richard Mille (104 mil dólares); plumas Tibaldi manufacturadas a mano con la cara de Miguel<br />
Hidalgo (10 mil dólares), mascada Hermès de la Independencia (5 mil 730 pesos) y corbata de Hidalgo<br />
(2 mil 800 pesos); playera Adidas edición 200 años para la Selección Mexicana de Futbol; campaña<br />
publicitaria “México, me gusta tu estilo”, de El Palacio de Hierro. Además, la historia se convierte en<br />
un gran espectáculo lucrativo: el Gran Hotel de la Ciudad de México (con vista a la Plaza de la<br />
Constitución) ofrece la suite junior para la admirar los fuegos artificiales de la noche del 15 de<br />
septiembre en 200 mil pesos. 2 La historia ya no es la materia que aburre a los niños del colegio (pues<br />
2 “Lleve, lleve, su Bicentenario”, en Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la<br />
revista Proceso, noviembre de 2010, pp. 12-13.<br />
101
cada vez se eliminan más contenidos históricos de los planes de estudio de la educación oficial),<br />
ahora sirve para divertir y entretener, hacer comerciales ingeniosos, películas anacrónicas y<br />
telenovelas lacrimógenas, promover el turismo y vender productos inverosímiles. El matrimonio de<br />
conveniencia entre la Historia y el Estado se ha terminado. El acta de divorcio se firmó precisamente<br />
en el Bicentenario de México.<br />
Para justificar esta idea es necesario revisar, aunque sea de manera muy general, los usos y<br />
abusos de la historia en México en el marco de las celebraciones “centenarias”, así como los<br />
fundamentos de las visiones históricas que estuvieron en juego.<br />
* * *<br />
Carlos María de Bustamante, historiador tan vilipendiando en su época, y tan olvidado y<br />
ninguneado en la nuestra, es el constructor de la visión histórica más influyente sobre el origen de la<br />
nación mexicana. Bustamante fue un político entusiasta del proyecto independentista, periodista<br />
militante con claras simpatías por el movimiento insurgente, y cercano colaborador de José María<br />
Morelos, el heredero del mando rebelde después de la ejecución de Hidalgo. En sus obras más<br />
representativas, el Cuadro histórico y el Diario histórico de México, 3 se encargó de modelar el rostro de la<br />
joven nación independiente, de justificar a través de la historia un Estado: la legitimación de México<br />
como nación tiene su origen en “nuestro antiguo Imperio Azteca”, usurpado por la conquista<br />
española, por tanto, la lucha por la independencia no hizo más que recuperar aquella soberanía, de<br />
ahí que pueda calificarse como una verdadera reconquista. Los casi tres siglos del régimen colonial<br />
son una época de oscuridad e ignominia. Las raíces de nuestra nacionalidad están en el glorioso<br />
pasado indígena. ¿Nuestros padres fundadores? Hidalgo y Morelos, líderes de la insurgencia popular.<br />
¿Nuestra fecha de nacimiento? El 15 de septiembre de 1810, aquella noche fastuosa en que Hidalgo<br />
repicó las campanas para llamar al pueblo a la insurrección.<br />
No hay que perder de vista que para Bustamante la historia es, por sobre todas las cosas, un<br />
instrumento de combate político. Su argumentación histórica es un alegato a favor de “la nación<br />
mexicana” y no de un caudillo, es una proclama a favor de un régimen republicano que no olvide el<br />
carácter popular de la insurgencia. De ahí que el principal villano en la historia bustamantina sea<br />
Agustín de Iturbide, el general que después de pactar la independencia se proclamó emperador y<br />
abolió el congreso.<br />
A riesgo de simplificar demasiado, podemos afirmar que esta visión de la historia patria fue<br />
reivindicada por la generación de la Reforma encabezada por Benito Juárez, luego de derrotar al<br />
Segundo Imperio de Maximilano de Habsburgo y de restaurar la república. Posteriormente, al<br />
régimen de la dictadura porfirista le fue muy útil el horizonte prehispánico como cuna de la<br />
nacionalidad, aunque los líderes de la insurgencia popular resultaban demasiado incómodos, de ahí<br />
que se eligiera a Benito Juárez como una figura alternativa del padre de la patria. El Estado que<br />
surgió como producto de la Revolución Mexicana integró a su legitimación dicha visión histórica: los<br />
grandes momentos de la histórica los constituían el glorioso Imperio Azteca, la Guerra de<br />
Independencia liderada por Hidalgo y Morelos, la guerra de Reforma y restauración de la república<br />
encabezada por Juárez y, por supuesto, la Revolución Mexicana engalanada por el agrarismo de<br />
Zapata y Villa, la democracia de Madero (figura incómoda), el constitucionalismo de Carranza, y la<br />
institucionalización de Obregón y Calles. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) siempre se<br />
asumió como legítimo heredero de cada uno de los episodios referidos, y difundió su visión de la<br />
3 Carlos María de Bustamante, Cuadro histórico de la revolución mexicana, comenzada en 15 de septiembre de 1810 por el<br />
ciudadano Miguel Hidalgo y Costilla, 5 vols., Imprenta de J. Mariano Lara, México, 1843-1846; Diario histórico de México, 1822-<br />
1848, del licenciado…, (disco compacto 1 / 1822-1834), 25 tomos en 50 volúmenes, diciembre de 1822-diciembre de 1834,<br />
Editores: Josefina Zoraida Vázquez Vera y Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, El Colegio de México / CIESAS,<br />
México, 2001.<br />
102
historia plasmándola en los libros de texto oficiales para la educación primaria.<br />
Este relato histórico fue cuestionado desde los primeros años de la vida independiente del<br />
país. Debemos a Lucas Alamán, lúcido historiador y político de filiación conservadora, la confección<br />
de “la otra” versión sobre la historia de México.<br />
La visión histórica de Alamán, vertida en su Historia de Méjico, 4 puede sintetizarse con esta idea:<br />
todo cuando existe en México tiene su origen en “la prodigiosa conquista”. Por todo Alamán entiende<br />
la religión católica, el idioma español, las distintas ramas del comercio y de la industria, las<br />
costumbres y tradiciones criollas, producto del sincretismo cultural entre lo indígena y lo español,<br />
forjadas a lo largo de tres siglos. La época virreinal es el periodo de gestación del país. México no<br />
existe antes de Hernán Cortés. Para Alamán la guerra de independencia se hizo a un costo demasiado<br />
grande, pues dejó como saldo un país en bancarrota y una situación política inestable. En los<br />
ejércitos de Hidalgo y Morelos ve sobre todo rapiña y destrucción, al punto de afirmar que si la<br />
independencia sólo podía promoverse por esos medios, no debió de intentarse nunca. Alamán ve a la<br />
independencia como un “accidente” histórico. Los insurgentes son los villanos de esta historia, y el<br />
héroe que nos dio patria es el general realista Agustín de Iturbide, abanderado de los intereses de la<br />
élite criolla, quien combatió a los insurgentes hasta 1821, año en que llegó a un acuerdo con el líder<br />
rebelde Vicente Guerrero para desconocer al gobierno español y proclamar la independencia.<br />
Así, la visión alamanista se completa de esta forma: la cuna de la nacionalidad mexicana es la<br />
prodigiosa conquista española, ¿el padre de la patria? Agustín de Iturbide, (aunque Alamán le retiró<br />
su simpatía al proclamarse emperador), ¿nuestra fecha de nacimiento? El 27 de septiembre de 1821,<br />
cuando Iturbide entró a la ciudad de México al mando del Ejército de las Tres Garantías, poniendo<br />
fin a la guerra.<br />
Curiosamente, esta visión criolla no fue adoptada de manera oficial por ningún gobierno, ni<br />
siquiera en los momentos de mayor conservadurismo. Durante el Segundo Imperio, Maximiliano I<br />
trató de ganarse la simpatía de los indígenas mostrándose respetuoso con los próceres populares,<br />
como Hidalgo y Morelos. Por su parte, el régimen de la dictadura porfirista recuperó elementos de<br />
“glorioso pasado azteca” para fincar su nacionalismo. Podría suponerse que, con la derrota del PRI<br />
en el año 2000 y después de una década de gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN), sería el<br />
escenario propicio para la emergencia de la historia alamanista, pero, como veremos más adelante, el<br />
panismo renunció implícitamente a reivindicar cualquier tipo de discurso histórico. Sin embargo, el<br />
caldo de cultivo de la historia alamanista fueron las escuelas privadas y religiosas a lo largo del siglos<br />
XIX y XX, incluyendo varias universidades y centros de estudios superiores (en los cuales se<br />
formaron muchos de los empresarios y políticos que hoy dirigen al país). La historia alamanista<br />
también ha florecido en el ámbito académico de los historiadores profesionales, tanto en México<br />
como en Estados Unidos.<br />
Hemos delineado entonces las formas básicas de las visiones históricas en pugna: 1810 o 1821,<br />
15 de septiembre o 27 de septiembre, Hidalgo o Iturbide, indigenismo o hispanismo, glorioso pasado<br />
azteca o prodigiosa conquista. México o Méjico.<br />
Estas oposiciones fueron el horizonte de reflexión histórica de los festejos Centenarios del<br />
siglo XX y del Bicentenario del siglo XXI. Como ha señalado Annick Lempériére, el centenario del<br />
inicio de la rebelión de Hidalgo, en 1910, fue celebrado por una dictadura con ínfulas aristocráticas al<br />
servicio de la oligarquía, mientras que el centenario de la consumación de la independencia, pactada<br />
entre los criollos conservadores y el último virrey, fue celebrado en 1921 por uno de los primeros<br />
4 Lucas Alamán, Historia de Méjico, desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la<br />
época actual, 5 vols., Imprenta de J. M. Lara, México, 1849-1852.<br />
103
gobiernos emanados de la Revolución Mexicana. 5 Podría agregarse que el bicentenario de la<br />
Independencia y centenario de la Revolución, hechos fundacionales de la mitología histórica priísta,<br />
fueron celebrados en 2010 por un gobierno panista. En el país de la impuntualidad, los centenarios<br />
nunca llegan a tiempo. Ironías de la historia.<br />
* * *<br />
Los festejos del Centenario de la Independencia de México ponen de manifiesto que, durante<br />
la época porfirista, la historia era un instrumento de poder, de construcción de la nación y de la<br />
conciencia histórica. Un instrumento que influye poderosamente en la manera de pensar, al grado de<br />
que la conciencia histórica sea considerada como el modo de la conciencia por excelencia. 6<br />
En 1907, con el impulso de Justo Sierra, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, se<br />
creó la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia. Aunque la Comisión estuvo a cargo<br />
de políticos, eso no impidió que se realizara una exhaustiva investigación bibliográfica y documental,<br />
la cual abarcó catorce meses, sobre “todo lo que existe escrito en la historia del país”, además de<br />
contar con el asesoramiento de destacados historiadores (entre ellos el propio Sierra).<br />
El modelo a seguir era el del Centenario de la Revolución Francesa de 1889: promoción<br />
internacional, invitando a delegados de las potencias de la época, inauguración de monumentos y<br />
edificios para transformar el paisaje urbano, protagonismo de la educación en los festejos<br />
(inauguración de los edificios de la nueva Sorbona, en París, reconstitución de la Universidad<br />
Nacional en México). No obstante, el punto de convergencia más importante entre los festejos<br />
franceses y mexicanos, fue la idea de asociar la conmemoración histórica con la celebración del<br />
progreso. 7<br />
En efecto, 1910 fue, sobre todo, la fiesta de las conquistas materiales del porfiriato, un régimen<br />
inspirado por el positivismo. De ahí que se alardeara de la red ferroviaria, el telégrafo, el crecimiento<br />
de ciertas industrias, el desarrollo urbano, etc. Además, el Centenario alentó un extenso programa de<br />
obras públicas en todo el país. En cuanto a la producción bibliográfica, no sólo se publicaron textos<br />
de historia patria, sino historias sobre diversas ramas del saber y quehacer en México, en particular el<br />
científico, obras que daban cuenta del adelanto intelectual del país. 8 El ejemplo más claro del mensaje<br />
que el régimen intentaba proyectar, fueron los cerca de medio millón de focos que se instalaron en el<br />
centro de la ciudad de México, en septiembre de 1910, produciendo un destello de 168 millones de<br />
watts. Las fiestas del Centenario fueron el “júbilo de las luces”. 9<br />
El discurso histórico del Centenario tenía un propósito bien definido, enaltecer al máximo<br />
prócer de la patria: general Porfirio Díaz, héroe de la guerra contra la Intervención Francesa,<br />
restaurador de la paz y promotor del progreso. Hay una legitimación histórica bien construida. El<br />
pasado prehispánico se reivindica bajo la premisa de “el indio bueno es el indio muerto” (excursión a<br />
las ruinas arqueológicas de Teotihuacan, en el marco del XVII Congreso Internacional de<br />
Americanistas, o la foto que se volvió famosa del presidente Díaz al lado del llamado “Calendario<br />
5 Annick Lempérière, “Los dos centenarios de la independencia mexicana (1910-1921): de la historia patria a la<br />
antropología cultural”, en Historia Mexicana, XLV: 2, 1995, p. 319.<br />
6 Lempérière, 1995, p. 321.<br />
7 Ibídem, p. 330.<br />
8 Virginia Guedea, “La historia en los centenarios de la independencia: 1910 y 1921”, en Virginia Guedea (coord.),<br />
Asedios a los centenarios (1910-1921), Fondo de Cultura Económica / Universidad Nacional Autónoma de México, México,<br />
2009, p. 23.<br />
9 Bi-Centenario, núm. 1, “¿Qué celebramos”, Publicación mensual de la Revista Proceso, abril de 2009, p. 10.<br />
104
Azteca”). 10 Las figuras de Hidalgo y Morelos incomodan al régimen, por su carácter rebelde y<br />
popular, así que la solución fue santificarlos, transformarlos de próceres insurgentes a mártires del<br />
panteón nacional, en inofensivos santos de reliquia (traslado de los huesos de Hidalgo y Morelos a la<br />
cripta de San José, en 1895). Benito Juárez es el gran referente histórico con el que el régimen quiere<br />
emparentarse, el segundo padre de la patria, vencedor en la guerra de Reforma contra los<br />
conservadores, verdugo de Maximilano de Habsburgo y Benemérito de las Américas. De ahí que<br />
Porfirio Díaz asista a la tumba de “don Benito” a colocar una ofrenda floral, se asume como su<br />
heredero, sin importar los golpes de estado que fraguó contra su gobierno y el de sus seguidores (a<br />
los que terminó derrotando). La línea histórica de legitimidad trazada por el Centenario va del<br />
glorioso pasado azteca, pasando por el Hidalgo santificado y el Juárez reformista, hasta llegar al Díaz<br />
modernizador.<br />
La mayor exhibición del discurso del porfiriato la encontramos en el Desfile Histórico del 15<br />
de septiembre (un ejemplo clásico de la historia puesta al servicio del Estado). En la organización del<br />
desfile se gastaron 38 mil pesos (la quinta parte del presupuesto de las fiestas del Centenario), 11 y<br />
estaba compuesto por tres contingentes que representaban la conquista, la colonia y la<br />
independencia. El espectáculo fue visto desde las calles por 200 mil personas, mientras Porfirio Díaz<br />
contemplaba su obra desde el balcón de Palacio Nacional. 12 Alrededor de 800 personas (la mayoría<br />
indígenas) integraron el contingente de “La conquista”, el cual representaba el encuentro del<br />
emperador Moctezuma con Hernán Cortés. La “Época de la dominación española”, contingente<br />
compuesto de 300 personas, representaba la procesión de la Jura del Pendón, la ceremonia que se<br />
organizaba cada año para mostrar la lealtad de Nueva España hacia el monarca español, y de paso<br />
reafirmar el vínculo colonial. El tercer contingente, de “La independencia”, era el más pequeño de<br />
todos, aunque las fuentes oficiales no especifican su constitución. Llama la atención que en el<br />
Centenario del inicio del movimiento insurgente (15 de septiembre de 1810), se prefiera representar<br />
en el desfile al Ejército de las Tres Garantías que entró victorioso a la ciudad de México el 27 de<br />
septiembre de 1821. Como afirma Virginia Guedea, se prefirió el ejército de Iturbide a las huestes<br />
harapientas de Hidalgo. 13<br />
Como vemos, se detectan elementos tanto de la visión de Bustamante como de la de Alamán.<br />
Sin embargo, consideramos que no se trata de una mezcla o una visión sincrética. El porfiriato fue lo<br />
suficientemente potente en su conciencia histórica como para construir su propia visión. Si<br />
atendemos a los mensajes del Desfile Histórico del 15 de septiembre, notaremos que lo que tienen en<br />
común los tres contingentes es la representación del poder político: los últimos destellos del poder<br />
azteca, representados en la figura del emperador Moctezuma, el poder del caudillo militar y<br />
conquistador Hernán Cortés, el poder de los virreyes de la Nueva España y del propio monarca, así<br />
como el poder del general Agustín de Iturbide al proclamar la independencia. La historia de México<br />
es la historia de los grandes jefes políticos, como el mismo Porfirio Díaz. En este discurso histórico<br />
no había lugar para los derrotados Hidalgo y Morelos. 14<br />
Como ya hemos señalado, Hidalgo fue reducido a la figura de santo patrono de México. En<br />
uno de los últimos acto del Centenario, el 6 de octubre de 1910, en el patio del Palacio Nacional,<br />
Porfirio Díaz depositó un arreglo florar en un catafalco dedicado a la patria, y pronunció este escueto<br />
discurso: “En nombre de la patria vengo a ofrecer a Hidalgo y a sus dignos colaboradores esta<br />
14.<br />
10 Guedea, 2009, p. 31.<br />
11 Bi-Centenario, núm. 6, “La fiesta interrumpida”, Publicación mensual de la Revista Proceso, septiembre de 2009, p.<br />
12 Guedea, 2009, pp. 54-55.<br />
13 Ibídem, pp. 32-35.<br />
14 Lempérière, 1995, p. 332.<br />
105
corona, que simboliza la gratitud de un pueblo hacia sus héroes”. 15<br />
Porfirio Díaz es la encarnación misma de la patria, pues habla en su nombre, y su gobierno<br />
representa la fase más avanzada de la evolución del pueblo mexicano hacia el progreso. Este es el<br />
mensaje principal del Centenario. Muy pocos podían prever que se avecinaba un torbellino<br />
revolucionario que arrasaría con los cimientos del régimen porfirista. 16<br />
* * *<br />
Ciudad de México, 11 de agosto de 2010. Más de cien mil personas se reúnen en la capital para<br />
presenciar uno de los eventos más esperados del Bicentenario: la selección mexicana de futbol juega<br />
contra su similar de España, el equipo campeón del mundo. Los españoles salen a la cancha y se<br />
maravillan con el estadio Azteca, sacando de inmediato sus cámaras digitales para capturar el<br />
momento. Varios periodistas y “blogueros” los compararon con los soldados de Cortés, quienes al<br />
llegar a la Gran Tenochtitlan dijeron que les parecía “cosa de encantamiento”. La expectativa era<br />
muy grande: abollarle la corona a España en el año del Bicentenario de la Independencia, sería sin<br />
duda alguna uno de los acontecimientos más simbólicos del festejo. “Chicharito” marcó el primero y<br />
amenazó con propinarle a los peninsulares su segunda “Noche Triste”. Llegó el tiempo de<br />
compensación y la gente celebraba la victoria, pero un defensa mexicano equivocó la salida y David<br />
Silva aprovechó para marcar el empate, echando a perder la fiesta, sofocando el grito de miles de<br />
almas en el estadio (y otros tantos millones de telespectadores) quienes hubieran gritado como nunca<br />
el ¡Viva México! El presidente Felipe Calderón, quien vio el partido desde uno de los palcos, pasó<br />
completamente desapercibido, su presencia no se anunció por el sonido local ni su imagen apareció<br />
en las pantallas gigantes del estadio. La gente se retiró con la resignación a cuestas. Bienvenidos al<br />
Bicentenario de la Independencia de México.<br />
Lo que más salta a la vista en los festejos oficiales del Bicentenario de la Independencia y<br />
Centenario de la Revolución, es precisamente la falta de un discurso histórico coherente. Más allá de<br />
declaraciones aisladas y actos oficiales rimbombantes, el gobierno renuncia a enarbolar un discurso<br />
histórico, ya sea para legitimarse, transmitir una ideología o aumentar un poco su desgastada<br />
popularidad. Como decía Octavio Paz: la derecha no tiene ideas, tiene intereses. La conmemoración<br />
del inicio del movimiento insurgente fue transformado en la idea inocua de “El cumpleaños 200 de<br />
México”, con el eslogan televisivo de “Orgullosamente mexicanos”. Por otra parte, el Centenario de<br />
la Revolución Mexicana fue relegado a un evidente segundo plano. El gobierno panista se sentía muy<br />
incómodo con un festejo que le era ajeno, incluso repulsivo, pues el PAN se creó precisamente para<br />
combatir las reformas sociales del régimen posrevolucionario del general Lázaro Cárdenas, es un<br />
partido históricamente ligado a la Iglesia católica y los empresarios (aquellos sectores que combatió la<br />
Revolución Mexicana). 17<br />
Desde que se creó la Comisión de Festejos en 2007 (todavía en tiempos de Vicente Fox), tres<br />
presidentes renunciaron al cargo (por falta de acuerdos y de apoyo), hasta la designación de Manuel<br />
Villalpando a finales de 2008. Villalpando fue profesor de historia del presidente Felipe Calderón en<br />
la Escuela Libre de Derecho, además, es un prolífico escritor de libros de divulgación histórica, y<br />
guionista de las telenovelas “El vuelo del águila” y “La antorcha encendida”, producidas por Televisa<br />
en 1994 y 1996, respectivamente. La polémica que generó la llegada de Villalpando a la presidencia<br />
de la Comisión, se debió a su falta de formación profesional como historiador, sobre todo en un país<br />
15 Guedea, 2009, p. 64.<br />
16 El análisis del Centenario de 1921 exceden los límites de este trabajo, véase las obras ya citadas de Lempérière,<br />
1995 y Guedea, 2009.<br />
17 Enrique Márquez, “Contra su bicentenario. ¿Por qué ha fracasado el programa conmemorativo de Los<br />
Federales?”, revista Nexos, en línea, 01/06/2010.<br />
106
donde la institucionalización de la historia en tan fuerte, aunque se dejaba claro que se trataba de un<br />
cargo eminentemente político. Dejando del lado el recelo profesional de los historiadores, lo que más<br />
preocupaba era la visión histórica de Villalpando. Como se señaló en diversos artículos periodísticos,<br />
la concepción histórica de los festejos bicentenarios estuvo cargada de “presentismo”, populismo<br />
historiográfico y maniqueísmo: la historia es una batalla entre buenos y malos. Los malos son “los<br />
otros” ¿y los buenos? Quién mas, México y los mexicanos. 18<br />
El concepto “bicentenario” resultó conveniente no sólo para efectos de difusión, sino para<br />
vaciar de contenido las conmemoraciones de dos luchas revolucionarias. Así se percibe en muchas de<br />
las mil trescientas actividades que organizó la Comisión: Fuego del Bicentenario, Regata Copa<br />
México Bicentenario, Parque Bicentenario, Niños por el Bicentenario, Expo Parque Bicentenario de<br />
Guanajuato, Festival Olímpico Bicentenario, etc. 19 Además de la frivolidad de los festejos y la<br />
construcción de “elefantes blancos”, otro rasgo que predominó en el Bicentenario fue la cantidad de<br />
obras inacabadas, por mala planeación, falta de presupuesto o desvío de recursos. Pero quizás el<br />
signo más evidente de las celebraciones fue el despilfarro del presupuesto: la colocación de la primera<br />
piedra del monumento del Bicentenario costó más de un millón y medio de pesos, los gastos de<br />
imagen corporativa ascendieron a 260 millones, el alquiler de muebles y equipo de oficina para la<br />
Comisión costó 283 millones, se gastaron 28 millones de pesos en la instalación de relojes de cuenta<br />
regresiva en varias capitales del país. 20 El Bicentenario de 2010 debe calificarse, claramente y sin<br />
tapujos, como uno de los robos más grandes al presupuesto que se hayan cometido en la historia.<br />
Según cifras oficiales, el gasto reportado por la Comisión en el periodo 2008-2010, asciende a cerca<br />
de 3 billones de pesos (casi 247 millones de dólares). 21<br />
Uno de los actos más promovidos por el gobierno en 2010 fue la serie de radio y televisión<br />
“Discutamos México”, compuesta de 150 programas donde se convocaron a 500 intelectuales y<br />
académicos de reconocido prestigio para debatir sobre la historia de México y los problemas de<br />
actualidad. En la ceremonia de presentación de la serie, el presidente Calderón declaró que en dichos<br />
programas “hasta se podía criticar”. Sin negar la importancia del foro creado por “Discutamos<br />
México”, cabe preguntarse el por qué una convocatoria tan amplia, como lo hiciera Enrique<br />
Martínez: “¿Por qué 150 programas y no 15? ¿Por qué 500 intelectuales y no 10 o 20?”. Nuestra<br />
opinión es que “Discutamos México” fue el espacio creado por el gobierno para incluir a los<br />
académicos e intelectuales en las actividades del Bicentenario, ya que en general fueron ninguneados<br />
por los organizadores de los festejos, o relegados al papel de simples asesores (no siempre<br />
escuchados). Las cosas no podrían ser de otro modo, pues es el gobierno el encargado de subsidiar a<br />
la academia. El negocio del Bicentenario fue para los políticos, no para los historiadores.<br />
Los programas de “Discutamos México” pueden descargarse gratuitamente desde la tienda<br />
virtual de iTunes, donde se lee una interesante reseña del usuario “Mexicano promedio”:<br />
El podcast es un buen esfuerzo, pero el problema de Discutamos México es de origen, es un<br />
diálogo entre doctores expertos que muy pocos mexicanos pueden aprovechar, porque incluso el<br />
moderador es experto en el tema, entonces dan por hecho que los escuchas sabemos las bases de lo<br />
que están hablando y el tiempo es tan breve que ni ellos terminan de decir lo que quieren decir, ni los<br />
escuchas nos quedamos con nada. Hubiera sido buena idea que al menos el moderador fuera un<br />
comunicador profesional con los conocimiento de historia del promedio de los mexicanos, eso<br />
18 Véase como ejemplo Roberto Breña, “Historia compleja, festejo simple”, revista Nexos, en línea, 01/09/2009.<br />
19 Gil Gamés, “Bicentenarios, arcas perdidas y un sabio”, revista Nexos, en línea, 01/03/2010.<br />
20 Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la revista Proceso, noviembre de 2010,<br />
pp. 30-31.<br />
21 La cifra exacta es de $2,930,718,934.75. Véase el recuadro “Los gatos del Bicentenario”, con datos del Instituto<br />
Federal de Acceso a la Información (IFAI), en Letras Libres, septiembre de 2010, p. 106.<br />
107
hubiera ayudado mucho, aún así me resulta interesante escuchar los podcast.<br />
El papel desempeñado por los historiadores profesionales durante el Bicentenario sería tema<br />
de otro artículo, sólo diremos que es patente la desconfianza del público hacia la historia oficial, pero<br />
también hacia los académicos. Para amplios sectores de la población interesados en el pasado de<br />
México, los historiadores mienten, y si dicen la verdad no se les entiende. Esa situación quizás<br />
explique la proliferación de obras literarias, novela histórica, biografías, etc., que se venden al<br />
consumidor como “la verdad histórica”, como las obras que se atreven a decir lo que los<br />
historiadores o el gobierno callan, libros que revelan los secretos mejor guardados y más vergonzosos<br />
de nuestra historia.<br />
Entre las películas, series, telenovelas, dibujos animados y demás recursos audiovisuales<br />
producidos por el gobierno o los medios oficiales, lo que más llamó la atención fue la telenovela<br />
sobre la independencia de México “Gritos de muerte y libertad”, producida por Televisa, con un<br />
costo de 3 millones de pesos por capítulo, alcanzando niveles de audiencia considerables. Una rápida<br />
revisión sobre los comentarios de la telenovela en distintos sitios de Internet, arroja que el público<br />
valora su buena manufactura, sobre todo por el vestuario de época. Sin embargo, se califica<br />
constantemente de “aburrida” por la cantidad de diálogos entre los protagonistas, cuando el público<br />
esperaría más batallas y escenas de acción. Las principales críticas obedecen a simplificaciones u<br />
omisiones de la historia. Más interesante para nuestro análisis resulta el hecho de que la serie circule<br />
por los sitios de intercambio de archivos como si se tratara del último estreno cinematográfico. No<br />
pocos usuarios de las redes sociales opinan que la telenovela es un excelente medio para conocer la<br />
historia de México, e incluso se recomienda como una herramienta pedagógica para las escuelas. Esto<br />
no es más que un reflejo del fracaso de la historia oficial en los últimos años: muchos mexicanos no<br />
conocen ni siquiera lo más elemental sobre la historia del país y carecen de herramientas para<br />
desarrollar hábitos de lectura de manera independiente (6 de cada 10 mexicanos no saben qué día se<br />
celebra la Independencia, 53% tiene claro que fue de España, 21% piensa que fue de Estados<br />
Unidos, y el 24% no sabe), 22 de ahí el atractivo de una telenovela histórica en el año del Bicentenario.<br />
No obstante, el mejor ejemplo de lo que significó el Bicentenario para el gobierno calderonista<br />
lo encontramos en la noche de “el Grito”, ceremonia que conmemora la noche del 15 de septiembre<br />
en la que el cura Hidalgo tocó la campana de la iglesia de Dolores y arengó al pueblo para iniciar la<br />
insurrección. Cada año, desde el balcón del Palacio Nacional, el presidente de la república toma la<br />
bandera tricolor y se dirige a la gente congregada en la plancha del Zócalo para dirigir el grito de<br />
“¡Viva México!”.<br />
La fiesta de “el Grito” de 2010 debía ser espectacular, y para organizarla se firmó un contrato<br />
millonario (700 millones de pesos) con el italiano Marco Balich y el australiano Ric Birch<br />
(organizadores de espectáculos para los Juegos Olímpicos). También se contrató al experto en<br />
detonaciones de cohetes Christophe Berthoreau. Estos contratos se realizaron con la intervención de<br />
los mandos del ejército, que pasaron a controlar el presupuesto del Bicentenario desde principios de<br />
2009. Doce mil voluntarios participaron en la organización de “el Grito”, quienes tuvieron que<br />
otorgar sus derechos de imagen, sin reclamación por accidente y gastos médicos. Con buen tino se<br />
ha señalado que la organización del evento reflejaba a la perfección la situación actual del país: el<br />
ejército como líder, las compañías extranjeras explotando los recursos y los mexicanos como carne<br />
de cañón sin goce de sueldo. 23<br />
No obstante, a pesar del derroche para hacer de la noche del 15 de septiembre un evento<br />
memorable, la semana previa al “grito” se caracterizó por el temor y la desconfianza. Dos años antes,<br />
35.<br />
22 Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la revista Proceso, noviembre de 2010, p.<br />
23 Ibídem, p. 9.<br />
108
en Morelia, capital de Michoacán (estado natal del presidente Calderón) estallaron dos granadas en la<br />
plaza donde se celebraba “el Grito”, matando a ocho personas y dejando centenares de heridos. El<br />
incidente se atribuyó extraoficialmente al narcotráfico. En 2010 “el Grito” fue cancelado en Morelia.<br />
En Ciudad Juárez, donde murieron ese año dos mil personas a manos del crimen organizado, “el<br />
Grito” se realizó a puerta cerrada; en Chihuahua se suspendió la ceremonia en siete municipios; en<br />
Tamaulipas el gobernador obligó a cinco municipios a suspender “el Grito” y realizar una ceremonia<br />
en formato para la televisión local. El 13 de septiembre de 2010, el Secretario de la Defensa pidió<br />
públicamente al crimen organizado que no realizara ningún ataque durante “la noche del 15”,<br />
situación que exacerbó los temores de la ciudadanía. 24<br />
La Plaza de la Constitución, también conocida como el Zócalo, se llenó desde muy temprano<br />
con funcionarios de nivel medio enviados por el gobierno federal, los cuales se identificaban<br />
portando un brazalete, dejando muy poco espacio para el público en general. La ceremonia patriótica<br />
por excelencia de los mexicanos fue convertida en algo efímero y trivial, en un espectáculo de fuegos<br />
de artificio para ocultar el lamentable manejo historiográfico. La obra se compuso de cuatro actos: El<br />
árbol de la vida (basado en dibujos de Pedro Friedeberg), Vuela México (coreografía aérea), El Coloso<br />
(escultura de treinta metros de un soldado) y la “sinfonía” de fuegos artificiales con 16 mil<br />
detonaciones. A las once de la noche el presidente Calderón dio “el Grito” menos emotivo de la<br />
historia de México, seguido de la explosión de 80 toneladas de pólvora. 25<br />
2010:<br />
Ricardo Cayela ha escrito un excelente epitafio para aquella noche del 15 de septiembre de<br />
Un borracho dormita aún en mitad de la calle y el olor a tabaco y vómito, alcohol y pólvora, lo<br />
dice todo: aquí hubo una fiesta mexicana. Relojes gigantes, construidos para dar la cuenta atrás, no<br />
saben qué marcar y miles de trajes típicos esperan en húmedas bodegas un futuro museo, inútil y<br />
vacuo antes de nacer. Un coloso descansa desmembrado en un lote baldío. México celebró<br />
doscientos años. 26<br />
El Bicentenario en México fue una coyuntura perdida, desperdiciada. El gobierno la<br />
transformó en una fiesta sin contenido, en un desmadre, en el cumpleaños de la patria. Para los que<br />
no estuvieran de acuerdo con esta visión del Bicentenario, el presidente Felipe Calderón envió un<br />
mensaje, vía twitter, el 17 de agosto de 2010: “México es na [sic] gran nación con una gran historia.<br />
Por supuesto q tenemos mucho que celebrar y lo vamos a hacer. El que no quiera, no lo haga”. 27<br />
* Irving Reynoso Jaime es licenciado y maestro en Historia y doctorante del Programa de<br />
Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus<br />
líneas de investigación se concentran en la historia regional, política y socioeconómica, con énfasis en<br />
las problemáticas del campesinado mexicano y latinoamericano durante los siglos XIX y XX.<br />
24 Ibídem, p. 33.<br />
25 Ibídem, pp. 23-24.<br />
26 Ricardo Cayuela Gally, “Aplausos bicentenarios”, Letras Libres, enero 2011, p. 108.<br />
27 Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la revista Proceso, noviembre de 2010,<br />
pp. 19-20.<br />
109
CELEBRANDO EL PASADO DESDE EL PRESENTE:<br />
LAS FIESTAS DEL BI / CENTENARIO EN MÉXICO<br />
EUGENIA ALLIER MONTAÑO Y JOSÉ CARLOS HESLES BERNAL*<br />
Es un lugar común decir, con Octavio Paz, que en México “cualquier pretexto es bueno para<br />
interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias hombres y acontecimientos.<br />
Somos un pueblo ritual” (Paz, 2007: 182). Las investigaciones antropológicas nos convencen, sin<br />
embargo, de la universalidad del “arte de la Fiesta”. Pero es cierto, aunque también es un tópico, que<br />
nuestro calendario cívico está saturado de celebraciones diversas y variadas. Luis González resume:<br />
“después de la Independencia, durante la república, se multiplican los festejos públicos […] A nivel<br />
nacional, año con año, unas veces con luto, otras con alborozo, se conmemora ruidosamente un<br />
centenar de sucesos” (1998: 223), al que se suman además diferentes festejos regionales y locales. No<br />
sólo en México, por supuesto. En todo el mundo las conmemoraciones cívicas –nacionales–, con los<br />
rituales de mando y de resistencia, las fiestas públicas y sus ceremoniales, han animado todo tipo de<br />
estudios inter y transdisciplinarios, entre historia, sociología y antropología (entre otros véase Geertz,<br />
2002: 82- 102; Comaroff y Comaroff, 1993).<br />
En casi dos siglos, poco menos, desde el XIX y a lo largo del XX, más de “un centenar de<br />
sucesos” han sido “pretexto” de conmemoraciones en México, pero lo que en estas páginas interesa<br />
es su contexto actual. Presenciamos cómo el calendario secular de fiestas que conmemoran<br />
“hombres y acontecimientos” de 1810 y 1910, se condensa en la apretada agenda del año 2010. El<br />
programa festivo está limitado por un contexto social, político, cultural y económico que configura<br />
condiciones reales, límite para las acciones de unos con, para y contra otros comprometidos en la<br />
fiesta. Por eso, en este proceso son tan importantes las miradas de los comisarios y las comisiones<br />
organizadoras de los festejos como la materialización de sus proyectos conmemorativos.<br />
En estas celebraciones conviene considerar el mapa de la “geografía cultural del espacio<br />
nacional” –por usar un concepto de Claudio Lomnitz–: en México, las esferas públicas tienen una<br />
geografía diferenciada (Lomnitz, 1999, 2001). El bicentenario del inicio de la Independencia y el<br />
centenario del inicio de la Revolución convocan a una fiesta nacional, pero llaman a diferentes<br />
públicos. Integradas en ciertos niveles, fragmentadas y segmentadas en otros, las esferas del espacio<br />
público nacional imprimen al proceso conmemorativo diferentes dinámicas tanto regionales como<br />
locales. Importa al problematizar el concepto de lo público; sin ir más lejos, por ejemplo en la ciudad<br />
de México.<br />
Las tensiones entre los partidos políticos gobernantes tanto en el ejecutivo federal, de Acción<br />
Nacional (PAN), como en el Distrito Federal (DF), de la Revolución <strong>Democrática</strong> (PRD), se<br />
proyectan en las comisiones de ambos gobiernos para la organización de los festejos. Lomnitz (2001:<br />
145- 164) sugiere una aproximación interesante a esta problemática: los rituales políticos, las formas<br />
en que los actores representan y dramatizan sus acciones en diferentes esferas del espacio público, las<br />
formas simbólicas en que los políticos expresan sus demandas, sus negociaciones y sus conflictos,<br />
tendrían una relación inversamente negativa respecto a los compromisos y las decisiones discutidas<br />
públicamente. Reparemos brevemente en esto. Las conmemoraciones ofrecen escenarios para la<br />
realización de rituales en diferentes esferas del espacio público, teniendo el pasado histórico como<br />
referencia de sus lenguajes normativos, ideológicos, del idioma moral con que se justifican; pero ese<br />
pasado histórico es en todo caso debatible, produciéndose tensiones entre el ritual y la discusión<br />
pública sobre lo que se conmemora.<br />
110
Hasta ahora, octubre de 2010, los motivos conmemorativos del inicio de la Independencia<br />
tienen una mayor presencia que los del inicio de la Revolución mexicana: aparentemente hoy nadie<br />
quiere adueñarse de ella, apropiársela en el presente; acaso porque sus valores fueron cayendo<br />
durante los últimos veinte años –durante las reformas y transformaciones del Estado del último<br />
cuarto de siglo (véase por ejemplo Bartra, 2005, 2007; Gawronsky, 2002). La Revolución dio forma al<br />
leguaje político del régimen postrevolucionario priísta, del Partido de la Revolución Institucional<br />
(PRI), hasta ser borrada por los discursos de la “transición” (Nexos 173, mayo de 1992), quedando<br />
diluida entre otras revoluciones anteriores –decimonónicas, no menos míticas (Hale, 1996)– y<br />
posteriores: la “transición democrática”. La Revolución mexicana no es ya una “memoria viva”, pero<br />
tampoco nadie siente nostalgia por ella –ni siquiera esa “nostalgia imaginada”, artificialmente<br />
formada en imágenes y discursos de la que trata Apadurai (2005: 75- 79; cfr. Huyssen 2003: 17). Por<br />
el contrario, suscita negaciones y conflictos. Para el PAN, el centenario del inicio de la Revolución<br />
tiene sentidos contradictorios porque recupera en parte las luchas cívicas, democráticas –la de<br />
Francisco I. Madero–, pero la lucha armada le resulta problemática; y sin duda porque su identidad<br />
partidista se conformó por oposición al régimen posrevolucionario –el priísmo. 1 Para el PRD no es<br />
menos ambivalente, porque legitima su identidad por oposición al régimen priísta del último cuarto<br />
del siglo, apropiándose selectivamente de ciertas reivindicaciones revolucionarias (las luchas por la<br />
“justicia social” o ciertos artículos de la Constitución: 3, 27, 123, por ejemplo) y otras causas<br />
anteriores (como el liberalismo laico juarista) y posteriores (como el nacionalismo cardenista o el 68).<br />
Para el PRI, resulta obvio que el consenso en torno a la Revolución viene a la baja. 2 Esta falta de<br />
entusiasmo, estos olvidos selectivos, se reproducen en las comisiones organizadoras para las<br />
conmemoraciones de la Independencia y la Revolución, superponiendo la primera sobre la segunda,<br />
el pasado remoto del bicentenario sobre el más reciente, del centenario, yuxtaponiendo sobre la<br />
Revolución otras revoluciones, construyendo otros imaginarios nacionales, otras tradiciones, otras<br />
identidades.<br />
Hoy parece un cliché académico afirmar que las naciones son “comunidades imaginadas”,<br />
citando a Benedict Anderson (1993): los imaginarios que operan en las conmemoraciones nacionales<br />
producen sentimientos comunitarios, referidos a la nación (Spillman, 1997). Pero actualmente, en<br />
México, tanto la imagen de la nación como de la comunidad política está fragmentada en diferentes<br />
memorias y contramemorias. En cada espacio regional y local se producen “tradiciones inventadas” –<br />
otro cliché, para citar a Eric Hobsbawm–: que “simbolizan cohesión social o pertenencia al grupo” –<br />
pero en tensión con otras comunidades dentro del espacio nacional–; que “legitiman instituciones,<br />
1 El historiador y periodista Lorenzo Meyer señalaba: “Para la derecha [panista] celebrar las destrucciones de los<br />
entramados institucionales es un contrasentido. [...] En realidad, es la oposición la que se encuentra hoy en la mejor<br />
posición para darle un significado sustantivo al bicentenario y al centenario. Después de todo, para ella los reclamos de<br />
Morelos o de Zapata y Villa siguen vigentes y pueden reinterpretarlos sin problemas. En conclusión, no se necesita ser<br />
adivino para suponer que en el 2010 vamos a tener un arco iris de celebraciones e interpretaciones de dónde escoger la<br />
que más nos cuadre, y que la actual crisis de México se reflejará, y muy bien, en los espejos que nos ofrecen 1810 y 1910”<br />
(Reforma, 20 de septiembre de 2007: 13). Y más recientemente la politóloga y periodista Soledad Loaeza: “los panistas,<br />
adversarios y críticos del liberalismo, y luego de Álvaro Obregón, de Plutarco Elías Calles y de Lázaro Cárdenas, como<br />
también rechazaban la monopolización del poder, han vivido desconfiados, rumiando su memoria, en el exilio de la<br />
historia nacional expropiada por el Estado de la Revolución […]. Tampoco aplauden a Emiliano Zapata ni a Francisco<br />
Villa, que les representan la peor cara de la violencia revolucionaria, y no pueden verlos como parte de un pasado<br />
glorioso, pero creen que si lo admiten públicamente corren el riesgo de ser acusados de antipatriotas” (Nexos 373, enero<br />
de 2009).<br />
2 Según una encuesta realizada en 2008 por El Universal, el 55% de los encuestados no saben en qué año comenzó<br />
la revolución, mientras tres de cada cuatro sostienen que la Revolución cumplió con sus objetivos, aunque no sabe cuáles<br />
fueron éstos. Esto se va registrando en encuestas desde hace ya tiempo, como apuntaba hace unos años el politólogo y<br />
periodista José Antonio Aguilar Ribera: “para los 1990’s, el nacionalismo sonaba más hueco que de costumbre. A pesar<br />
de que el 35% de los habitantes de la ciudad de México decía sentirse orgulloso de ser mexicano e identificarse con los<br />
símbolos patrios, sólo poco más de la mitad de ellos sabía cuáles eran éstos” (Nexos 309, septiembre de 2003).<br />
111
estatus o relaciones de autoridad” –pero en tensión con otras formas de legitimidad dentro del<br />
espacio político nacional–; que sirven para “la socialización, el inculcar creencias, sistemas de valores<br />
o convenciones” (Hobsbawm, 2002: 16) –pero en tensión con otras prácticas y formas culturales<br />
dentro del mapa cultural de la nación. El centenario del inicio de la Revolución va tomando la forma<br />
de una “conmemoración difícil”, referida a eventos pasados no tan gloriosos y cuya memoria induce<br />
controversias, no consensos. La dificultad de las “conmemoraciones difíciles” es que son “rituales de<br />
doble-filo”, como las llaman Pfaff y Yang (2001), en que la fiesta es, para unos, la oportunidad de<br />
celebrar y, para otros, la ocasión para protestar. Entre unos y otros introducen límites en el proceso<br />
de construcción del pasado.<br />
No sólo porque existen reglas culturalmente variables que regulan la debatibilidad inherente del<br />
pasado (Appadurai, 1981), sino porque la competencia por los símbolos conmemorativos, las formas<br />
de enunciación de quién, qué y cómo se festeja, la interpretación de sus significados y sus valores está<br />
regulada por diferentes regímenes de verdad que tornan inteligibles y creíbles, o no, las<br />
construcciones del pasado. Las creencias compartidas sobre el pasado, los mitos, la historia, la<br />
memoria común forman identidades (Candau, 2001), comunidades imaginarias, pero en conflicto con<br />
otras, con otras formas de construir el pasado en el presente, otros imaginarios constituyentes –no<br />
constituidos realmente, pero constitutivos de la realidad (Bayart, 2005)–, que dan forma al aquí y al<br />
ahora de nuestro presente temporal. Es cierto, “somos un pueblo ritual”, como decía el poeta; pero<br />
“los buenos festejos cívicos son la cosa más difícil de inventar, sobre todo si se pretende que sean<br />
originales, solemnes –sin llegar a ser soporíferos– […], sin provocar disensiones ni enemistades”<br />
(Ibargüengoitia, 1990: 23). Esto ya es un lugar común.<br />
* Este texto es un apartado del artículo “Las vísperas de las fiestas del Bi/centenario en<br />
México”, publicado originalmente en Independencia y Revolución. Contribuciones en torno a su conmemoración,<br />
México, IISUNAM, 2010, pp. 367-400. Eugenia Allier Montaño y José Carlos Hesles Bernal son<br />
investigadores de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad<br />
Nacional Autónoma de México.<br />
112
Bibliografía:<br />
Anderson, Benedict. (1993). Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo.<br />
México: Fondo de Cultura Económica.<br />
Appadurai, Arjun. (2005). Modernity at Large. Minneapolis: Minnesota U Press.<br />
Appadurai, Arjun. (1981). “The Past as a Scarce Resource”, Man, New Series, 16: 2.<br />
Bartra, Roger. (2007). Fango sobre la democracia. Textos polémicos sobre la transición mexicana. México: Planeta.<br />
Bartra, Roger. (2005). Anatomía del mexicano. México: RHM.<br />
Bayart, Jean Francois. (2005). The Illusion of Cultural Identity. Chicago: Chicago University Press.<br />
Candau, Joël. (2001). Memoria e identidad, Buenos Aires: Ediciones Del Sol.<br />
Comaroff, Jean, John Comaroff. (1992). Modernity and its Malcontents. Ritual and Power. Chicago: Chicago<br />
University Press.<br />
Geertz, Clifford. (2002). Reflexiones antropológicas sobre temas filosóficos. Barcelona: Paidós.<br />
González, Luis. (1989). “Tropezones de un ponente metido en un corral ajeno”. México en Fiesta.<br />
Editado por Her´n Pérez Martínez. Zamora: El Colegio de Michoacán.<br />
Gawronsky, Vincent T. (2002). “The Revolution Is Dead. ‘¡Viva la revolución!’: The Place of the<br />
Mexican Revolution in the Era of Globalization”, Mexican Studies / Estudios Mexicanos, Vol. 18, No. 2.<br />
Hale, Charles. (1996). “Los mitos políticos de la nación mexicana : el liberalismo y la revolución”,<br />
Historia Mexicana, XLI : 4.<br />
Hobsbawm, Eric. (1983). “Introducción”. La invención de la tradición. Editado por Eric Hobsbawm,<br />
Terrence Ranger. Barcelona: Crítica.<br />
Huyssen, Andreas. (2003). Present Pasts. Stanford : Stanford U Press.<br />
Ibarguengoitia, Jorge. (1990). Instrucciones para vivir en México. México : Planeta.<br />
Lomnitz, Claudio. (2001). Deep Mexico, Silent Mexico. An Anthropology of Nationalism. Minneapolis:<br />
University of Minnesota Press.<br />
Paz, Octavio. (2007). El laberinto de la soledad. Madrid: Càtedra.<br />
Pfaff, Steven, Guobin Yang (2001). “Double-Edged Rituals and the Symbolic Resources of Collective<br />
Action: Political Commemorations and the Mobilization of Protest in 1989”, Theory and Society, Vol. 30, núm.<br />
4.<br />
Spillman, Lyn. (1997). Nation and commemoration. Creating national identities in the United States and Australia.<br />
Gran Bretaña: Cambridge University Press.<br />
113
EL TRAUMA DE EDMUNDO O’GORMAN<br />
ANDRÉS KOZEL*<br />
Tal vez con mayor intensidad que en otros países de América Latina, el siglo XX mexicano se<br />
caracterizó por el florecimiento continuo de un tipo de elaboración intelectual claramente enlazado a<br />
un afán terapéutico colectivo: en efecto, desde El perfil del hombre y la cultura en México, de Samuel<br />
Ramos, hasta la tarea del grupo filosófico Hiperión, pasando por el célebre y multieditado y citado<br />
Laberinto de Octavio Paz, por mencionar apenas unos ejemplos ilustres, la cultura del México<br />
contemporáneo asistió a una incesante acumulación de textos sobre el ser, la identidad y los<br />
supuestos rasgos de la psicología nacional, algunos de los cuales adquirieron relevancia y centralidad<br />
más allá de las fronteras del país. Aquí no voy a trazar un inventario completo o incompleto de esa<br />
literatura ni, tampoco, a bosquejar una reflexión con pretensiones comparatistas acerca del<br />
significado que pudiera tener su obstinada presencia en ese escenario histórico-cultural. Lejos de<br />
ambas cosas, me limitaré a llamar la atención sobre un libro que, sin ninguna duda, integra el aludido<br />
corpus, y cuya significación y alcances no han sido a mi modo de ver debida y suficientemente<br />
comprendidos y debatidos: me refiero a México, el trauma de su historia, de Edmundo O’Gorman.<br />
Publicado por primera vez en 1977, El trauma es un ensayo de refinadísima factura, que vino a<br />
condensar dialécticamente cuatro décadas de intensa labor creadora. 1 Me propongo entonces un<br />
doble objetivo: de un lado, exponer las principales ideas del volumen, destacando especialmente su<br />
condición pionera en lo que concierne tanto a la apreciación crítica de la experiencia de la Revolución<br />
Mexicana como a la revaloración de la etapa porfiriana; del otro, situar historicistamente el ensayo en<br />
la vasta producción del autor, refiriendo la triple condición proteica, dialógica y dilemática de su obra –<br />
¿de toda obra relevante…?–, procurando aportar así aunque más no sea algo al debate sobre los<br />
posibles sentidos del trabajo con viejos textos e ideas.<br />
Hermano menor y además antípoda del también recordado Juan O’Gorman –arquitecto y<br />
pintor–, Edmundo O’Gorman vivió en México entre 1906 y 1995. 2 Su figura es una referencia muy<br />
importante para el latinoamericanismo: La invención de América es un libro clásico entre clásicos;<br />
menos conocidas en nuestro medio, no podría negarse que las polémicas que O’Gorman sostuviera<br />
con Lewis Hanke, Marcel Bataillon, Georges Baudot y Miguel León Portilla removieron asuntos de<br />
gran interés para la historia y la cultura americanas. En lo que respecta a la historiografía mexicana,<br />
O’Gorman sobresalió por sus insuperables estudios acerca del pensamiento de Fray Servando Teresa<br />
de Mier y del origen del culto guadalupano, entre otras cosas. Próximo al historicismo desde su<br />
juventud –a Ortega y Gasset, a las traducciones dadas a conocer por la Revista de Occidente–, muy<br />
marcado enseguida por la asimilación de Ser y Tiempo, obra estudiada bajo la guía del filósofo de<br />
origen español José Gaos, O’Gorman es considerado representante prominente del historicismo<br />
mexicano, así como emblema de una escritura historiadora comprometida con la meditación<br />
filosófica: en efecto, a lo largo de su trayectoria O’Gorman abordó con insistencia una serie de<br />
cuestiones que él mismo designó como ontológicas; ahora bien, si es legítimo hablar de una distintiva<br />
preocupación ontológica en sus textos, hay que hacerlo sin dejar de advertir que se trata de una<br />
preocupación ontológica de impronta historicista-heideggeriana, muy vinculada a la pretensión de<br />
trasponer al oficio el afán de perfilar una ontología no eleática: en O’Gorman, decir el ser de una<br />
1 O’Gorman, Edmundo, México. El trauma de su historia. Ducit amor patriae, México, UNAM, 1977. Reimpreso a<br />
partir de 1977 por CONACULTA.<br />
2 Tomo la imagen de hermano antípoda de Javier Garciadiego, quien la empleó para caracterizar la relación entre<br />
los hermanos Alfonso y Rodolfo Reyes –véase Garciadiego, Javier, “Rodolfo Reyes, el hermano antípoda”, en Cultura y<br />
política en el México posrevolucionario, México, INEHRM, 2006.<br />
114
determinada entidad equivale a decir su historia, historia considerada no como algo ajeno al<br />
historiador, sino, por el contrario, como algo significativo para él, como la historia de algo que en<br />
última instancia es de él –su pasado. La historia, la labor historiadora, sería así, evocando sus<br />
heideggerianas palabras, un recordar ontológico.<br />
Entre las cuestiones ontológicas abordadas por O’Gorman destacan dos: la del ser de América<br />
y la del ser de México. Es posible afirmar que la última versión de La invención de América y el ensayo<br />
México, el trauma de su historia –ambos datados en 1977– coronaron respectivamente cada uno de esos<br />
itinerarios de reflexión. Cabe sostener asimismo que detrás y debajo de esos dos textos capitales hay<br />
una historia de cuatro décadas, una historia que, si es muchas cosas, nunca es reiteración de un<br />
mismo y absolutamente consistente monólogo. Desconocer las sinuosidades y tensiones<br />
identificables en la producción o’gormaniana supone no sólo dar paso a la fijación de una imagen<br />
distorsionada de lo que constituyó en realidad una dinámica compleja y fascinante, sino además un<br />
modo de resistirse a apreciar una de las facetas más interesantes de toda trayectoria intelectual<br />
significativa, a saber, lo que hay en ella de pugna con otras voces y, también, con la propia voz, en<br />
forja continua y por lo mismo inestable. 3<br />
1937 es principio o, mejor dicho, pre-principio, y ese pre-principio es, como tantas veces<br />
sucede, enigma. De comienzos de ese año proviene un texto o’gormaniano raro y desconcertante,<br />
especialmente si se lo considera a la luz de lo que vendría después; su consideración servirá no sólo para<br />
abrir el recorrido con un acorde disonante y turbador, sino además para contribuir al esclarecimiento<br />
de un par de cuestiones especialmente importantes desde el punto de vista de una arqueología de la<br />
ecuación O’Gorman. Se trata de un breve ensayo consagrado a poner en entredicho la interpretación<br />
que Silvio Zavala acababa de ofrecer en torno al tema de los vínculos entre Vasco de Quiroga y<br />
Santo Tomás Moro –interpretación secundada y reforzada por la del prologuista de Zavala, ni más ni<br />
menos que don Genaro Estrada. 4 Lo que el joven O’Gorman cuestiona no es la existencia per se del<br />
vínculo entre ambos personajes históricos –tematizar el vínculo fue, así lo reconoce, genuino<br />
descubrimiento de Zavala. Lo que le ha incomodado es otra cosa, a saber, que la pareja Zavala-Estrada<br />
insinuara una conexión profunda entre la Utopía de Moro y el pensamiento radical contemporáneo –<br />
incluyendo en éste tanto al marxismo como a la contemporaneidad más estricta de los tres escritores<br />
(Zavala, Estrada, O’Gorman), que no era otra que la de la Revolución Mexicana, entonces<br />
representada por el cardenismo en el poder. Pero, en su empeño por salvar al santo inglés de verse<br />
entremezclado con ideologías “heréticas”, la crítica o’gormaniana deja entrever facetas inesperadas.<br />
No se trata sólo de un hasta cierto punto previsible anti-marxismo, sino además de la huella de una<br />
tempranísima aunque oblicua y por lo mismo casi inefable distancia frente a la experiencia de la<br />
Revolución Mexicana –distancia cuya textualización por parte suya no volveremos a encontrar hasta<br />
una fecha tan tardía como 1977, es decir, en El trauma: en 1937, diría un buscador de hilos secretos y<br />
claves de continuidad, estaría el germen de la apostasía contenida en El trauma. Por lo demás, en<br />
aquellas páginas tempranas aparece, también, un O’Gorman distante del Renacimiento, en particular<br />
de lo que esa etapa cultural tuvo de anti-medieval y de anti-cristiano; un O’Gorman que juzga<br />
negativamente a Lutero; un O’Gorman recuperador de Carlos V y de la experiencia de la<br />
Contrarreforma católica, y hasta cierto punto nostálgico de la unidad perdida de la Cristiandad<br />
europea; un O’Gorman al que no sería excesivo caracterizar de receloso con respecto al liberalismo y<br />
3 Abordo distintos aspectos de estas cuestiones en los siguientes estudios: “O’Gorman el heterodoxo”, en Silvia<br />
Soriano y Hernán Taboada (coords.), Visiones latinoamericanas de la nación, México, CIALC-UNAM, 2009; “La idea de<br />
América en el historicismo mexicano. Notas de investigación”, en Anuario del Colegio de Estudios Latinoamericanos 2008,<br />
volumen 3, México, FFyL/UNAM, en prensa; “Historicismo e hispanoamericanismo. En torno al itinerario intelectual de<br />
José Gaos”, en Latin American Network Information Center, Etext Collection (VRP papers), disponible en<br />
http://lanic.utexas.edu/project/etext/llilas/vrp/kozel.pdf<br />
4 Santo Tomás More y “La utopía de Tomás Moro en la Nueva España”. Una conferencia por Justino Fernández y un ensayo por<br />
Edmundo O’Gorman, México, Alcancía, 1937.<br />
115
a la modernidad, de decadentista cultural incluso, de anti-liberal en lo que respecta a su protointerpretación<br />
de la historia de México y, al que tampoco sería demasiado inadecuado calificar de<br />
reaccionario –en tal sentido cabría preguntarse, entre otras cosas, qué podía estar pensando aquel<br />
O’Gorman del pronunciamiento de Franco y de la guerra de España: además del cardenismo, ¿no era<br />
esa guerra el telón de fondo mayor de sus desavenencias con Zavala y Estrada?; ¿alcanzan a salvar a<br />
este O’Gorman de ser calificado como un reaccionario sin más su referencia a Johan Huizinga y<br />
algunos otros contados, contadísimos, pliegues de su ensayo?; ¿o era aquel O’Gorman demasiado<br />
joven como para tener plena conciencia de todo lo que había en juego en aquella dramática<br />
coyuntura…? Como sea, en este antiguo texto aparece la que, hasta donde sé, es la primera referencia<br />
de O’Gorman al tema América, según la cual conquista y colonización debieran verse como parte del<br />
Renacimiento, pero no de su faceta disolvente, sino de la luminosa, esto es, de la que se expresó en la<br />
Contrarreforma: hubo entonces un primer O’Gorman inclinado a valorar con signo positivo al<br />
proceso de la Contrarreforma y con signo negativo a su contrario…<br />
De 1941-1942 es la primera formulación satisfactoria de la tesis o’gormaniana sobre las dos<br />
Américas, elaborada en polémico contrapunto con la panamericanista propuesta boltoniana. 5 En<br />
O’Gorman, cada América aparece pensada como una utopía específica, una reflejante de la Reforma,<br />
la otra de la Contrarreforma. Se trata de un texto precioso, cuyo significado varía según el prisma<br />
desde el que lo veamos: si lo vemos a la luz de las aportaciones nordófilas de 1977, lo<br />
interpretaremos de un modo particular, enfatizando su cariz neoweberiano; por el contrario, si lo<br />
vemos como heredero del comentario de 1937, quedaremos en condiciones de apreciar la presencia<br />
de impulsos disonantes con aquella otra lectura; por ejemplo, las consideraciones elogiosas a la<br />
heroicidad española y a las figuras de Martí y de Rodó. 6 Esto también sucede al tener en mente una<br />
carta publicada en Cuadernos Americanos en 1947: O’Gorman, que acababa de asistir a un encuentro<br />
académico en los Estados Unidos, contraponía ahí la disposición pragmática, anti-metafísica y<br />
superficial de los americanos del norte a la disposición metafísica y profunda de germanos e iberos,<br />
resultando valorados con signo positivo más los segundos –profundos– que los primeros –<br />
superficiales. 7<br />
Lo que interesa destacar de toda esta primera década de labor intelectual es que hubo un<br />
O’Gorman decididamente no nordófilo y, en ese sentido, muy alejado del O’Gorman ulterior, que es<br />
naturalmente el más conocido y, a veces, el único conocido. Hay una prueba más, indirecta, pero<br />
señaladamente sugerente: en marzo de 1971 El Universal publicó las primicias de la autobiografía de<br />
Juan O’Gorman, el hermano antípoda de Edmundo; en su narración, Juan se refiere con dureza a su<br />
padre –“un déspota inglés, despreciador de lo mexicano”– y recupera las figuras de su madre y de su<br />
abuela materna –“amorosas patriotas y mexicanas”, descendientes de Leona Vicario. Enseguida,<br />
dedica unas líneas a retratar a su hermano Edmundo:<br />
Es historiador, se dedica a profesor en la Universidad y a escribir sobre historia.<br />
Es partidario aparente de la minifalda. Yo no le tengo admiración, a pesar de que sus<br />
alumnos y alumnas de la Universidad lo consideran un estimable profesor. Para mí es<br />
una persona poco grata en virtud de sus ideas políticas. En una ocasión me encontré con<br />
él en la Avenida Madero durante la época de la Segunda Guerra en la que el fascismo y<br />
nazismo se enseñoreaban en Europa: era el momento en que las fuerzas de Hitler<br />
entraban a la Unión Soviética. Estaban ya frente a Stalingrado, y mi hermano, haciendo<br />
5 Cf. Bolton, Herbert E., “The Epic of the greater America”, en The American Historical Review, Vol. 18, Núm. 3,<br />
April 1933.<br />
1947.<br />
6 O’Gorman, Edmundo, “¿Tienen las Américas una historia común?”, en Filosofía y Letras, núm. 6, 1942.<br />
7 O’Gorman, Edmundo, “Carta sobre los norteamericanos”, en Cuadernos Americanos, México, enero-febrero de<br />
116
gala de su conocimiento histórico, me dijo: ‘ahora sí ya podemos estar seguros de que la<br />
Unión Soviética va a recibir su merecido. El ejército alemán penetrará en ese país y<br />
destruirá ese régimen odioso’. Esto fue suficiente para que yo no deseara tener que tratar<br />
con él. Lo veo y lo saludo y no tengo mayor relación con él.<br />
Obviamente, Edmundo respondió: un mes después, Novedades dio a conocer, a expreso pedido<br />
suyo, la réplica: en esas líneas, Juan aparece caracterizado como exhibicionista, ingrato y mentiroso;<br />
se vindica la memoria del padre inglés –“fino y caballeroso artista y hombre de bien”, que de ninguna<br />
manera habría odiado ni despreciado lo mexicano– y se rechaza la acusación de nazi fascista de que<br />
el propio Edmundo fuera objeto –“¡tan aficionado como soy a la cultura y libertades inglesas!”. 8<br />
Cabe notar que, si hay razones para pensar que Edmundo O’Gorman no era nazi-fascista en los años<br />
cuarenta, también las hay para pensar que no era entonces tan claramente aficionado a las cultura y<br />
libertades inglesas como él retrospectivamente pretendió ser.<br />
De 1942 es también un texto de O’Gorman muy extraño, a tal punto que pudiéramos pensar<br />
que se trata de una boutade, pero que es en verdad muy importante para comprender la ecuación<br />
O’Gorman en tanto pugna sinuosa de resultados inestables. 9 Se trata de una aportación a la que cabría<br />
calificar de anti-lascasiana y neo-sepulvedista, partidaria de un historicismo qua aristocratismo, esto<br />
es, tributaria de una antropología filosófica de neto corte jerárquico. Este punto de vista no fue<br />
abandonado por O’Gorman después; lo que mutó, en todo caso, fue el nombre del colectivo<br />
ocupante de la cima de la pirámide; hacia 1960, estaba claro que ese colectivo se llamaba Estados<br />
Unidos. En mi opinión, esa mutación es indisociable de un debate tácito con Leopoldo Zea, quien<br />
hacia mediados de la década del cincuenta comenzaba ya a dar a conocer formulaciones<br />
relativamente acabadas de su propia toynbeeana ecuación para pensar la relación de las Américas entre<br />
sí y con el Occidente, herederas de otras zonas de los pensamientos gaosiano y orteguiano y, por lo<br />
mismo, de una antropología filosófica de distintas índole y proyección.<br />
En principio, El trauma iba a ser el epílogo mexicano de la reedición castellana de La invención<br />
de América (1958). Esa reedición iba incluir la importantísima ampliación que O’Gorman había<br />
incorporado a la edición en inglés de 1961, donde se hacía clara, por vez primera, su admiración<br />
hacia la América sajona –actualización genuina del ser americano, creación auténtica, éxito<br />
histórico… Demasiado extenso para funcionar como epílogo, El trauma acabó siendo un libro<br />
distinto, lugar de convergencia renovada de las reflexiones o’gormanianas sobre el doble ser<br />
americano y sobre el traumático ser mexicano, así como también lugar de cristalización de un doble<br />
movimiento de apostasía y desmitificación. La apostasía se despliega en relación con la hermenéutica<br />
oficial de la historia del México contemporáneo, hermenéutica que O’Gorman había seguido hasta<br />
entonces, es cierto que heterodoxamente. Se trata, para decirlo brevemente, de una apostasía con<br />
respecto a la fe en la Revolución Mexicana y en su sentido histórico, fe que O’Gorman había<br />
compartido en elaboraciones mexicanistas dadas a conocer en los lustros precedentes, a propósito de<br />
los aniversarios de Ayutla (1954), de la Revolución Mexicana (1960) y del triunfo de la República<br />
(1967).<br />
Para el O’Gorman de 1977, las tesis liberal y conservadora del siglo XIX mexicano fueron<br />
víctimas de un mismo dilema; de ahí que resultaran equivalentes en su inadecuación y en su<br />
infecundidad; a estas objeciones compartidas se suma, en el caso específico de la tesis liberal, la de la<br />
inconsecuencia. Sucede que, recostados sobre teleologías esencialistas y metahistóricas, liberales y<br />
8 O’Gorman, Juan, “Autobiografía de Juan O’Gorman: Soy hijo de dos personas terriblemente contradictorias”,<br />
en El Universal (“Revista de la Semana”), domingo 7 de marzo de 1971, y la respuesta de Edmundo, “A propósito de la<br />
Autobiografía de Juan O’Gorman”, en Novedades, (Suplemento “México en la Cultura”), 11 de abril de 1971. La cartarespuesta<br />
de Edmundo está fechada en marzo de 1970, lo cual es, sin duda alguna, una errata; debiera decir “marzo de<br />
1971”.<br />
9 O’Gorman, Edmundo, “Sobre la naturaleza bestial del indio americano”, en Filosofía y Letras, núms. 1 y 2, 1941.<br />
117
conservadores decimononos presentaron proyectos de acción distintos, pero que tenían una única e<br />
idéntica meta, de imposible realización: llegar a ser como los Estados Unidos sin renunciar al propio<br />
modo de ser, al ser criollo-colonial, mexicano. Se trató, en definitiva, de una disyuntiva entre dos<br />
imposibilidades. Es interesante advertir que, en su renovada crítica a los empeños imitativos de los<br />
liberales mexicanos del siglo XIX, O’Gorman insiste sobre su vieja idea –desarrollada en un ensayo<br />
de 1942– de que la igualdad natural de todos los hombres es un espejismo, un gigantesco equívoco:<br />
tal la razón por la que no funcionaron las formas políticas calcadas irreflexivamente de los Estados<br />
Unidos. Cabe preguntarse, claro, ¿cómo habría de ser entonces una renuncia eficaz al propio modo de ser,<br />
una renuncia que no se trabe en la imposibilidad de la imitación inconducente? Si los Estados Unidos<br />
son el modelo, si hay que llegar a ser como ellos, ¿qué se debe hacer…?<br />
Condena generalizada, El trauma es, en una importante dimensión, un libro sombrío, que<br />
tematiza una tragedia y un desengaño. En sus páginas, ni 1854 ni 1867 tienen la importancia que<br />
habían tenido en los textos conmemorativos previos; no obstante, la dictadura de Díaz sigue<br />
apareciendo como conjugación histórica de las dos grandes y hostiles tendencias, ahora vistas como<br />
semejantes en el fondo. Para el O’Gorman de 1977, el Porfiriato fue el inicio de la modernizaciónamericanización<br />
de México; en tanto tal, fue el punto de partida –abortado– de la anhelada fuga del<br />
laberinto ontológico. El punto resaltado por el O’Gorman de 1977 es que, de la disyunción planteada<br />
por Justo Sierra entre las vías evolutiva y revolucionaria acabó imponiéndose, contra los anhelos de<br />
Sierra –y de O’Gorman–, la segunda. Para el O’Gorman de El trauma, si la Revolución de 1910 fue<br />
una necesidad fáctica, de ninguna manera fue una necesidad histórica. El hecho de que en el seno del<br />
régimen porfiriano hubiese ya despuntado una auténtica apertura hacia la modernidad –principio de<br />
elusión del laberíntico cautiverio– es lo que le sustrae a la Revolución su pretendida necesidad<br />
histórica. Como puede notarse, no se trata apenas de que en El trauma el signo positivo colocado<br />
sobre el Porfiriato adquiera inusitada intensidad; se trata, además y sobre todo, de que en sus páginas<br />
se invierte el signo positivo hasta entonces colocado sobre la Revolución y sus consecuencias. Para el<br />
O’Gorman de 1977, el Porfiriato fue auténtico; la Revolución, no.<br />
Cabe preguntarse qué relación hay para O’Gorman entre los conceptos de necesidad histórica<br />
y de autenticidad. En un texto de 1939, O’Gorman había sostenido que autenticidad no equivalía a<br />
autoctonía, sino a necesidad histórica. 10 Si alguien le hubiese preguntado al O’Gorman de 1977 cómo<br />
sería vivir dentro de una inautenticidad realizada, es posible que respondiera que el México de la<br />
Revolución y la posrevolución, el México de su tiempo, eran una buena ilustración de esa paradójica<br />
posibilidad, y eso más allá de la eventual autoctonía de muchas de las expresiones culturales de ese<br />
mismo México. Hay pues, en O’Gorman, inautenticidades realizables-realizadas. ¿Equivale eso a<br />
decir que el O’Gorman de 1939, al postular la categórica distinción entre autenticidad y autoctonía<br />
estaba pensando ya en el México contemporáneo…? Por supuesto que no. Podría perfectamente<br />
alegarse que lo que el joven O’Gorman planteó en su texto de 1939 fue, simplemente, una distinción<br />
conceptual todavía huera de contenidos específicos, al menos en lo que respecta a la interpretación<br />
de la historia mexicana. Y sin embargo… Sin embargo, no deja de ser llamativa la coincidencia<br />
conceptual, máxime si se la aprecia desde la consideración de la oblicua línea que detectamos en el<br />
antiguo texto de 1937. Habían transcurrido cuarenta años; mucha, demasiada, agua había pasado bajo<br />
muy numerosos y distintos puentes; los lenguajes historiográficos y políticos habían experimentado<br />
modificaciones notables; el propio estilo de O’Gorman se había vuelto más elaborado y personal. La<br />
pertinacia terminológica llama la atención: ¿encerrará la clave de una profunda y secreta<br />
continuidad…? Por supuesto, carezco de elementos para responder de manera concluyente. Lo único<br />
que puedo decir es que, si la respuesta fuese positiva, esto es, si la animosidad de O’Gorman hacia la<br />
Revolución fuese de tan antigua data, El trauma sería, más que síntoma de un viraje rotundo,<br />
10 O’Gorman, Edmundo, “Hegel y el moderno panamericanismo”, en Letras de México, vol. II, núm. 8, agosto de<br />
1939 –publicado antes en la Revista de la Universidad de La Habana, 1939.<br />
118
momento de una develación más o menos inesperada, donde lo develado sería precisamente aquella<br />
vieja animosidad –algo habría cambiado, sin embargo, entre esos hipotéticos O’Gorman, antirevolucionarios<br />
por igual; entre otras cosas, y muy fundamentalmente, si en aquel brumoso preprincipio<br />
había una disposición hispanista-contrarreformista, en este momento maduro-tardío hay un<br />
impulso nordófilo inocultable…<br />
Pero no se trata, tan sólo, de que la Revolución Mexicana fuera históricamente innecesaria.<br />
Según O’Gorman, la Revolución, al juzgar como retrógrada a la dictadura que la precedió, y ello con<br />
la simple finalidad de autojustificarse en tanto revolución, acabó por comprenderse mal a sí misma,<br />
comprendiéndolo mal todo. Esto es lo que la habría llevado a interpretar la lucha de su tiempo como<br />
una reanudación de la vieja pugna entre liberales y conservadores cuando, en realidad, esa pugna ya<br />
se había extinguido en el Porfiriato. Precisamente en esto, y en sus múltiples y siempre lamentables<br />
consecuencias, reside para O’Gorman el pecado original hermenéutico de la Revolución, verdadero<br />
retroceso histórico de la cultura mexicana. La crítica de O’Gorman va más lejos aún: con la<br />
Revolución –sostiene– advino una segunda versión de la tesis liberal, mera e inconsecuente tabla de<br />
salvación que fue, simplemente, una reedición enmascarada de la vieja tesis conservadora. El parecido de<br />
fondo entre las tesis liberal y conservadora originarias estribaba para O’Gorman en que ninguna de<br />
las dos había estado dispuesta a renunciar de veras al modo de ser tradicional y prevaleciente, esto es, al<br />
modo de ser criollo-colonial. En el caso de la tesis conservadora, esa resistencia fue, en todo caso y en<br />
su momento, comprensible; lo que para el O’Gorman de 1977 ya no es comprensible, ni tolerable, es<br />
la segunda versión de la tesis liberal; en otras palabras, el vasconcelismo o, más ampliamente, la<br />
ideología de la Revolución Mexicana, lastimoso autoengaño y epítome del laberinto ontológico. El<br />
trauma de la historia de México es para O’Gorman que las tres tesis –la conservadora y las dos<br />
liberales– quisieron los beneficios de la modernidad, pero no la modernidad misma; en virtud de ello,<br />
se revelaron indispuestas a asumir el radical esfuerzo transformador de los hábitos, costumbres y<br />
valores que el hacerse de la modernidad hubiera supuesto y supone; a sus ojos, el mismo problema<br />
sigue afectando a lo que de ellas queda en 1977.<br />
Este dispositivo hermenéutico posee ramificaciones, entre las cuales se cuenta tanto la<br />
discusión mayormente velada con su hermano Juan como una muy decidida toma de distancia ante el<br />
latinoamericanismo –tanto el clásico de Rodó y Vasconcelos (expresamente mencionados por<br />
O’Gorman) como el posclásico de Leopoldo Zea (adversario tácito, pero cuya presencia es, a mi<br />
modo de ver y como ya lo anticipé, crucial para comprender el sentido de la deriva o’gormaniana).<br />
Una lectura atenta y paciente de El trauma nos revelaría a un O’Gorman consagrado a desactivar una<br />
a una las premisas zeianas y, por extensión, los fundamentos del latinoamericanismo clásico, al cual<br />
no designa exactamente con ese nombre, pero al que sin duda alude, caracterizándolo como un<br />
“mito conservador, surgido del despecho”. Mito, por su índole quimérica; conservador, por su<br />
renuencia a dejar atrás el modo de ser tradicional, y por su dedicación a hacer, además y abiertamente, su<br />
apología; surgido del despecho, por derivar directamente de la noventayochesca-novecentista<br />
desilusión ante los Estados Unidos, los cuales, tras ser durante mucho tiempo el modelo a seguir,<br />
pasaron a ser, más o menos desde esa fecha y para amplios sectores de la intelectualidad, los<br />
responsables exclusivos de la tragedia hispanoamericana. Dejando aparte ciertas líneas de<br />
continuidad más o menos evidentes, son numerosos y profundos los elementos que separan estas<br />
formulaciones del O’Gorman de 1977 de la singular coloración que identificamos en “¿Tienen las<br />
Américas una historia común?”, de 1941-1942. En 1977, no hay revaloración alguna del papel<br />
histórico de España, ni, tampoco, elogios para el libro de Rodó ni para la figura de Martí. Todo lo<br />
contrario. Atrás, muy atrás, ha quedado el pathos de la carta a Silva-Herzog, de 1946-1947; ni qué<br />
decir de las disposiciones filohispanizantes del ensayo de 1937. El O’Gorman de 1977 no sólo está<br />
lejos del ideario de su hermano Juan y de la a esa altura ya densa ecuación Zea, sino que está, también,<br />
al menos en relación con un racimo de cuestiones capitales, lejos de sus propias formulaciones<br />
precedentes.<br />
119
Pero, ¿cuál es, en definitiva, la moraleja de El trauma…? Hay que comenzar diciendo que el<br />
volumen no destila un mensaje completamente unívoco ni, tampoco, completamente estable. El<br />
trauma no es simplemente una prescripción terapéutica. Por momentos, qué duda cabe, sí lo es; lo es,<br />
distintivamente, en esas anchas zonas en las cuales O’Gorman se yergue como el último liberal<br />
consecuente, que valientemente les enrostra a sus compañeros de ruta sus graves inconsecuencias<br />
históricas, convocándolos a retornar a la realidad. Decir heterodoxia plena y decir apostasía equivale a<br />
decir, entre otras cosas, ejercicio de lucidez que, al expresarse, pudiera tener el saludable efecto de<br />
despertar a los soñolientos, no el pueblo ni las masas, sino esas elites liberales hasta cierto punto<br />
compañeras de ruta suyas, liberales sí, pero que incurrieron en graves desvaríos hermenéuticos y por<br />
tanto políticos. 11<br />
Pero, ¿cuál es esa realidad a la que, según este O’Gorman erigido en conciencia del liberalismo<br />
mexicano, habría que retornar? Se trata de una realidad definida por el dominio sobre todos –<br />
O’Gorman, sus compañeros de ruta, nosotros sus lectores– de la experiencia dominante de la<br />
modernidad occidental, encarnada en los hechos por los Estados Unidos…; la realidad de la<br />
ineluctable occidentalización del mundo, si se prefiere otro vocabulario. El mensaje de esas zonas es<br />
simplemente el siguiente: si se desean los beneficios de la modernidad, es preciso pagar el precio. ¿Cuál<br />
precio? El de abdicar a la secreta admiración por el modo de ser tradicional, el de reconocer que se<br />
precisa una mutación profunda de los hábitos, costumbres, valores y creencias para volverse<br />
auténticamente moderno; el de admitir, con ello, que la responsabilidad de nuestros fracasos no es de<br />
los Estados Unidos y de su malévolo imperialismo. Como dijimos antes, acaso sobreinterpretando a<br />
O’Gorman: una hermenéutica despejada contribuiría a hacer rendir mejores frutos al esfuerzo por<br />
reducir la distancia con respecto al peldaño superior de la escala de las perfecciones; justamente a eso<br />
–a despejar la hermenéutica– estaría consagrado El trauma. Todo esto es más o menos claro, pero no<br />
por eso deja de ser problemático. Está, primero, lo que ya mencionamos: ¿cómo se instrumentalizaría<br />
operativamente esa renuncia al modo de ser tradicional?; ¿qué pasos concretos habría que dar para<br />
renunciar al modo de ser tradicional sin incurrir en un nuevo fracaso? Está también, lo siguiente: ¿esa<br />
renuncia es garantía de modernización?; ¿o es sólo una precondición necesaria mas no suficiente?; y<br />
si es esto último, ¿qué otras condiciones habrían de darse…? Está, por fin, este otro complejo de<br />
cuestiones: ¿no equivale dicha renuncia a renunciar a la propia identidad?; y en el caso de ser esa<br />
propia identidad algo a lo que no fuera tan grave renunciar, ¿cómo hay que pensar entonces el amor<br />
patriae...? También, más particularmente, ¿cómo hay que entender esa entrañable obsesión<br />
o’gormaniana –transfigurada entre otras cosas en erudición impar– por muchos de los temas más<br />
caros a la tradición intelectual americanista y mexicanista…? No puedo dejar de pensar que en todo<br />
esto O’Gorman, el último O’Gorman, se nos revela como una figura relativamente análoga a la de<br />
Sarmiento –al menos al Sarmiento que escribió el Facundo: ambos aparecen como civilizadores,<br />
modernizadores o, en los términos de Zea, emancipadores mentales, pero civilizadores,<br />
modernizadores y emancipadores mentales secreta y tensamente enamorados de muchos de los rasgos de<br />
esa barbarie que tercamente se han propuesto erradicar. Porque, ¿está tan a salvo O’Gorman del<br />
defecto que le enrostra a sus compañeros de ruta liberales?, es decir, ¿está tan a salvo de cultivar una<br />
secreta admiración por el propio modo de ser…? Como sea, no deja de ser cierto que el O’Gorman de<br />
1977 es, en una medida importante, una suerte de voz autocrítica del liberalismo mexicano; es,<br />
además, un pionero en la reivindicación del sentido histórico del Porfiriato; es, también, un vigoroso<br />
crítico del México posrevolucionario y es, en fin, un cultor de la nordofilia. Y sin embargo…<br />
Sin embargo, El trauma no es solamente eso. El mismo texto ofrece elementos que permiten y<br />
hasta reclaman eludir el riesgo de un balance demasiado simplificador, demasiado esquemático, de la<br />
ecuación del último O’Gorman. En muchos intersticios del volumen se filtran otros tipos de<br />
11 Cf. Hernández, Conrado, Edmundo O’Gorman: idea de la historia, ética y política, Zamora, El Colegio de Michoacán,<br />
2006, en especial el capítulo sobre el liberalismo mexicano.<br />
120
disposiciones ante el proceso histórico, otras voces, algunas profundas, turbadoras, desconcertantes.<br />
Un ejemplo importante de esto puede condensarse en la siguiente interrogación: ¿cómo habría de<br />
articularse la idea del devenir histórico como unitario, variable y jerárquico con la que nos venimos<br />
topando y la idea, mucho más relativista y por lo tanto no jerárquica, de la historia como “proceso<br />
temporal susceptible de variaciones entitativas que se actualizan en modos de ser históricamente<br />
diferenciados, ni más auténtico uno que otro ni más o menos adelantado o atrasado en uno respecto<br />
al otro”, idea ésta que aparece de hecho, también, en las páginas de El trauma? Si tomamos como cierta<br />
a la primera idea, que es la que hemos tomado como eje interpretativo de la obra de O’Gorman a<br />
partir de su despuntar en “Sobre la naturaleza bestial del indio americano” y de su identificación en<br />
reelaboraciones sucesivas, tenemos a un O’Gorman que participa de una concepción jerárquicodinámica,<br />
no necesariamente evolucionista, no necesariamente escatológica, de la humanidad; pero, si<br />
tomamos como más ajustada a los textos la segunda, tenemos a un O’Gorman que es portavoz de<br />
una suerte de hiper-relativismo impasible, una especie de observador impertérrito del vasto<br />
espectáculo histórico, que contempla los intrincados modos por los que hombres y entidades<br />
disputan entre sí, creyendo que sus disputas tienen algún sentido y algún valor fuera de sí mismas,<br />
cuando en realidad todos quedan igualados –hombres, entidades, posiciones en disputa– ante la<br />
mirada serena, imperturbable e irónica del historiador. Lo más llamativo del caso es que, en<br />
O’Gorman, este segundo modo de concebir la historia –versión extrema del historicismo relativista–<br />
parece emerger con nitidez sólo en las páginas finales de México, el trauma de su historia, que es tal vez<br />
el momento donde su aparición resulta más desconcertante, habida cuenta de la naturaleza y el<br />
sentido del desarrollo argumental. En cierto modo, la presencia de esa imagen en aquellas páginas<br />
conclusivas no hace más que erosionar las certidumbres que trabajosamente fuimos tejiendo en<br />
relación con el debate sobre la significación última de esta obra en particular y de la obra<br />
o’gormaniana en general. ¿De qué manera hay que interpretar ese pasaje, su presencia justo ahí…?<br />
Por otra parte, y en la misma línea resistente a la simplificación excesiva de su ecuación, es bien<br />
sabido que hubo en O’Gorman, hasta el final de sus días, una actitud inconformista, ligada a una<br />
profunda inquietud vital y de decidido rescate del papel de la imaginación en la historia y en la<br />
política, actitud toda ella impermeable a la tentación de recostarse sobre alguna clase de ortodoxia<br />
autocomplaciente. Como lo ha recordado oportunamente Conrado Hernández, tras la caída del muro<br />
de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, O’Gorman, casi nonagenario ya, muy lejos de sumarse a<br />
los coros que de viva voz celebraban ambos acontecimientos en nombre de la libertad y demás cosas<br />
por el estilo, sentenció: “Con la caída de la Unión Soviética, un fenómeno histórico brutal, inmenso<br />
en nuestros días, nos quedamos sin nada, porque mientras había polémica, pleito, había una vitalidad.<br />
Ahora la única solución es la democracia. No se nos ha ocurrido otra cosa.” 12 De ahí que parezca<br />
legítimo pensar que algo de enfant terrible, resistente a toda clasificación y a todo etiquetamiento, hubo<br />
de manera constante y hasta el final en el itinerario vital e intelectual de Edmundo O’Gorman. Para<br />
decirlo exageradamente: en un régimen neoporfirista y neosepulvedista, difícilmente encontraríamos<br />
a O’Gorman integrando, plácido, el coro de los satisfechos; O’Gorman siempre se las arreglaría para<br />
disonar. Se entiende entonces que no resulte sencillo desgajar una moraleja unívoca de México, el<br />
trauma de su historia, extraño libro, ni del itinerario o’gormaniano íntegramente considerado, periplo<br />
singular.<br />
*Andrés Kozel es Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional<br />
Autónoma de México, miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, director de la<br />
Maestría en Estudios Latinoamericanos de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de<br />
12 Citado en Hernández, Conrado, Edmundo O’Gorman…, op. cit., p. 167. La referencia original en “Edmundo<br />
O’Gorman: imaginar la historia”, entrevista por Luis Franco Ramos en El Nacional dominical, núm. 125, año 3, México, 22<br />
de octubre de 1992.<br />
121
San Martín. Autor del libro La Argentina como desilusión, México, Nostromo ediciones/UNAM, 2008, y<br />
de diversos artículos y ensayos sobre historia del pensamiento latinoamericano. Repatriado al país en<br />
2010 con el apoyo del Programa R@íces, del MINCyT.<br />
122
APUNTES SOBRE EL AMERICANISMO DE RAFAEL ALTAMIRA Y LOS<br />
INICIOS DEL INTERCAMBIO ACADÉMICO ENTRE MÉXICO Y<br />
ESPAÑA<br />
JUAN MANUEL LEDEZMA*<br />
Entre junio de 1909 y marzo de 1910 Rafael Altamira y Crevea (Alicante, 1866-Ciudad de<br />
México, 1951) 1 viajó por varios países latinoamericanos (Argentina, Uruguay, Chile, Perú, México y<br />
Cuba) comisionado por la Universidad de Oviedo con el objetivo de recuperar los lazos de<br />
fraternidad entre España y América Latina para establecer vínculos de cooperación en materia<br />
cultural y científica.<br />
La misión buscaba reivindicar la operatividad de una comunidad de cultura sostenida en una<br />
lengua común, ofrecer la posibilidad de construir una historia que fuera más allá de las fronteras<br />
nacionales, promocionar el ejemplo de la Extensión Universitaria desplegada en la Universidad de<br />
Oviedo y proponer la renovación de los estudios de Derecho con la introducción de la Historia del<br />
Derecho.<br />
El éxito del viaje constituyó el punto de partida para superar la ruptura de las relaciones<br />
afectivas y culturales entre España y América Latina que se había producido como parte de los<br />
procesos de construcción nacional a ambos lados del Atlántico y como consecuencia de la Guerra de<br />
1898. Las actuaciones de Rafael Altamira prácticamente lograron abrir el campo de actuaciones<br />
bilaterales y recíprocas en materia cultural, intelectual y universitaria de España con los países<br />
latinoamericanos. Asimismo, consiguió que estas relaciones se restablecieran con signos positivos de<br />
igualdad, solidaridad y cooperación.<br />
Estos ámbitos de colaboración tan significativos como los programas de intercambio y becas<br />
para estudiantes latinoamericanos en España o las acciones de cooperación social llevadas a cabo por<br />
organismos gubernamentales en la actualidad, tienen un claro antecedente en las propuestas que<br />
Rafael Altamira desarrolló durante esta primera estancia en América Latina.<br />
Por esta razón, en el marco de la conmemoración del centenario de la Universidad Nacional<br />
Autónoma de México (22 de septiembre de 1910), conviene rescatar del olvido y reflexionar en estas<br />
breves líneas sobre la primera visita de Rafael Altamira a México, ya que las ideas de este intelectual<br />
español plasmadas en una serie de actividades académicas que realizó tanto en la capital mexicana<br />
como en Veracruz y Yucatán, contribuyeron a fijar un rumbo de renovación en el camino de la<br />
educación nacional mexicana.<br />
Rafael Altamira en su primera visita a México<br />
El programa americanista desarrollado por Rafael Altamira y la Universidad de Oviedo desde<br />
1898, consistía básicamente en una serie de iniciativas encaminadas a establecer un intercambio de<br />
recursos universitarios tanto humanos como de publicaciones, acuerdos científicos, comerciales y<br />
1 Rafael Altamira y Crevea fue un humanista polifacético de orientación ideológica liberal y progresista cuya obra<br />
se inscribe dentro del movimiento regeneracionista español. Se desempeñó como jurista, historiador, pedagogo,<br />
americanista, ensayista y crítico literario. Fue catedrático de Historia del Derecho en la Universidad de Oviedo, donde<br />
además impulsó la Extensión Universitaria, y en la Universidad de Madrid impartió la Cátedra de Historia de las Instituciones<br />
Políticas y Civiles de América. Asimismo, fue juez del Tribunal Internacional de La Haya de 1921 a 1940 y, por su obra<br />
pacifista, fue nominado en dos ocasiones al Premio Nóbel de la Paz. Con el estallido de la Guerra Civil se exilió en<br />
Holanda, pero con la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial tuvo que establecerse definitivamente en<br />
México, donde pasó sus últimos días.<br />
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migratorios entre España y América Latina, con la intención de superar el aislamiento y el<br />
desconocimiento mutuo entre ambas regiones y emprender un camino conjunto hacia la<br />
modernización.<br />
Las actividades de Rafael Altamira en México, realizadas entre diciembre de 1909 y febrero de<br />
1910, tuvieron el objetivo de presentar a los intelectuales, a los centros educativos y a la colonia<br />
española el programa americanista de intercambio científico y cultural, la Extensión Universitaria y<br />
algunas propuestas metodológicas sobre temas de Historia y de Derecho.<br />
Sin embargo, la presencia de Altamira fue aprovechada tanto por la élite gobernante como por<br />
la oposición católica y como consecuencia motivó nuevos debates educativos y sociales en la esfera<br />
intelectual mexicana. Asimismo, las ideas renovadoras del visitante español actuaron de revulsivo en<br />
un momento en el que había que dar cabida a nuevas iniciativas que permitieran propiciar cambios<br />
en la vida política y cultural de México ante la decadencia del régimen porfirista.<br />
Estas actividades consistieron en visitas a centros educativos y culturales para el intercambio<br />
de ideas educativas, y sobre todo conferencias en importantes recintos académicos como la Escuela<br />
Nacional de Jurisprudencia (hoy Facultad de Derecho de la UNAM), Escuela Nacional Preparatoria,<br />
Escuela de Artes y Oficios (hoy el ESIME del Instituto Politécnico Nacional), Escuela Normal de<br />
Maestros, Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología (hoy Museo Nacional de<br />
Antropología), Colegio Nacional de Abogados, Colegio Militar, Academia Central Mexicana de<br />
Jurisprudencia y Legislación (que le otorgó el título de Académico Honorario), Academia Nacional<br />
de Ingenieros y Arquitectos, La Sociedad de Geografía y Estadística (que lo nombró socio<br />
corresponsal), Casino Español, entre otros en Veracruz y Yucatán.<br />
Por solicitud expresa del Presidente Porfirio Díaz, Rafael Altamira convino con Justo Sierra la<br />
creación de una cátedra de Historia del Derecho en la futura Universidad Nacional. 2 Pero también<br />
aprovechando la estancia de Rafael Altamira, Justo Sierra le pidió que revisara el proyecto de ley para<br />
la creación de la Universidad. 3 Recordemos que la Universidad Nacional que se inauguró en<br />
septiembre de 1910 como un acto de cierre de los festejos del Centenario, fue un proyecto elaborado<br />
por Justo Sierra y por Ezequiel Chávez que se había presentado desde 1881. 4 Asimismo Altamira a<br />
través de sus conferencias presentó una serie de propuestas conducentes a apoyar este proyecto y a<br />
reforzar el sistema educativo mexicano.<br />
En ese sentido, dictó una conferencia sobre lo que debía ser la universidad ideal; otra sobre la<br />
ciencia histórica, en la que sentó bases para una futura carrera de historia en la Escuela de Altos<br />
2 Altamira, Rafael, La formación del jurista, estudio preliminar, edición y notas de Jaime del Arenal Fenochio,<br />
México, Escuela Libre de Derecho, 1993., p 15. Cabe mencionar que el periódico yucateco La Democracia señaló, en la<br />
reseña que hizo de la vista de Altamira por la capital mexicana, que el Gobierno mexicano había convenido con Altamira<br />
el que regresara a México anualmente para dar lecciones durante tres meses en la “Universidad que se ha de restaurar con<br />
motivo de la celebración del Centenario de nuestra independencia y el prestigiado Profesor ha ofrecido traer entonces á<br />
Yucatán las luces de su erudición. Esperemos confiadamente que la oferta se ha de cumplir y que otra vez levantará<br />
nuestros espíritus y nutrirá nuestros cerebros el privilegiado talento del señor Altamira en sus conceptuosas<br />
manifestaciones de poderosa erudición presentada en frase reposada y sencilla.”, en “El Sr. Dr. D. Rafael Altamira”, La<br />
Democracia, Yucatán, 16 de febrero de 1910, p. 3.<br />
3 Altamira informó esta participación refiriéndose a las conversaciones que tuvo con Justo Sierra: “…al plan de la<br />
futura Universidad Mejicana, y, especialmente, de la Facultad ó grupo de estudios de Letras ó Humanidades[…] El señor<br />
Ministro tuvo la atención de comunicarme una copia del proyecto de ley constitutiva de la Universidad Nacional, sobre el<br />
que emití un dictamen privado.” En Altamira, Rafael, Mi viaje América (libro de documentos), Oviedo, Universidad de Oviedo,<br />
2007, p. 187.<br />
4 Marsiske, Renate, “La Universidad de México: historia y desarrollo”, en Revista Historia de la Educación<br />
Latinoamericana, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Vol. 8, 2006, p. 18. Véase también a Garciadiego<br />
Javier, “El doble cumpleaños de la Universidad Nacional Autónoma de México”, Letras Libres, año 12, No.139, México,<br />
julio de 2010, pp. 34-38.<br />
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Estudios; otras más sobre derecho, en las que sugirió impulsar la renovación en el plan de estudios<br />
de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, abogando sobre todo por la creación de un curso de<br />
historia del derecho, así como por asignaturas como el derecho romano, latín, derecho<br />
consuetudinario, 5 y una última conferencia sobre la Extensión Universitaria, en la que propuso la<br />
función de extensión de la cultura de la futura universidad.<br />
Los historiadores mexicanos que han trabajado brevemente esta primera visita de Rafael<br />
Altamira, no han dejado de destacar el impacto que tuvo en la sociedad mexicana este<br />
acontecimiento. De ahí que reconozcan que propició “nuevas prácticas e instituciones culturales, a<br />
saber: la educación dirigida a las clases populares, la extensión cultural, y las Universidades Nacional<br />
y Popular Mexicana, entre otras.” 6 Y también han identificado el apoyo que brindó Rafael Altamira a<br />
la iniciativa de Justo Sierra para fundar la Universidad. 7<br />
Junto con esta relación que se desprende de la visita de Altamira con la fundación o restitución<br />
de la Universidad Nacional, cabe destacar también la influencia de la Institución Libre de Enseñanza<br />
en el ideario educativo de Altamira, ya que se puede encontrar una correspondencia conjunta de<br />
estos ideales educativos dejados por el profesor ovetense y la coyuntura política y educativa mexicana<br />
de 1912. 8 Esto se demuestra tanto en la creación de la Escuela Libre de Derecho 9 como de la<br />
Universidad Popular. Ésta última fue fundada por los miembros del Ateneo de la Juventud, 10 quienes<br />
además de estar presentes en las conferencias que dictó Rafael Altamira le ofrecieron una velada<br />
literaria. 11<br />
Por otro lado, gracias a la cercanía que mantuvo Altamira con Justo Sierra y Ezequiel A.<br />
Chávez durante esta visita, se desprendieron algunos otros logros y preacuerdos dentro de la labor<br />
pedagógica y del intercambio académico entre España y México que el propio emisario resumió en el<br />
siguiente párrafo:<br />
…el intercambio de profesores; á la tutela y vigilancia de los pensionados en el<br />
extranjero (en Europa, por lo que toca á los mejicanos), a cuyo propósito di<br />
conocimiento de las reglas establecidas por nuestra Junta para ampliación de estudios; á<br />
los libros elementales de texto; al plan de la futura Universidad Mejicana, y,<br />
5 El curso de historia del derecho se proyectó para la Escuela de Altos Estudios pero finalmente se logró en lo<br />
inmediato en la Escuela Libre de Derecho, mientras que en la Escuela de Jurisprudencia se implantaron el derecho<br />
romano y el latín a partir de 1912. Altamira, La formación…, op. cit., pp. 14 y 16.<br />
6 Nieto Sotelo, Jesús, “El pensamiento educativo de Rafael Altamira y las universidades mexicanas”, en Anales de<br />
Pedagogía, Revista de la Facultad de Educación (sección Pedagogía), Murcia, Universidad de Murcia, No. 17, 1999, p. 206.<br />
7 Javier Malagón, discípulo español de Altamira exiliado en México, argumentó que esta visita de Altamira sirvió<br />
para apoyar a Justo Sierra en el restablecimiento de la Universidad Nacional y para crear en los medio intelectuales “una<br />
atmósfera de confianza hacia la ciencia española.”, en Malagón Barceló, Javier y Silvio Zavala, Rafael Altamira y Crevea: el<br />
historiador y el hombre, México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Históricas, 1971,<br />
p. 66. Además Malagón destacó que de todas las conferencias que impartió cinco fueron sobre la Universidad, en Ibíd.,<br />
pp. 66 y 68.<br />
8 En efecto, mientras que en España la Institución Libre de Enseñanza se había creado buscando desmarcarse de<br />
la educación oficial católica, en México católicos y liberales buscaban abrirse camino en medio de la “cerrada” educación<br />
del Estado. Arenal, Jaime del, “La enseñanza del derecho durante los años de la Revolución”, en Memorias de la Revolución<br />
en México, Volumen 8, México, 2010, recurso electrónico en línea:<br />
http://www.terra.com.mx/articulo.aspx?articuloid=948169<br />
9 Véase a Diego-Fernández, Rafael, "Don Rafael Altamira y Crevea y la Historia del Derecho en México", en<br />
Memoria del IV Congreso de Historia del Derecho Mexicano, Vol. I, México, Universidad Nacional Autónoma de México-<br />
Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1988, pp. 245-262.<br />
10 Altamira, La formación…, op. cit., pp. 6, 7.<br />
11 Ibíd., p. 7.<br />
125
especialmente, de la Facultad ó grupo de estudios de Letras ó Humanidades; á las<br />
investigaciones de Historia del Derecho y de Sociología mejicana; á la Extensión<br />
universitaria y á los programas y métodos de las escuelas primarias. 12<br />
Además Altamira concretó un convenio de envío de publicaciones entre la Universidad de<br />
Oviedo y el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, la Escuela Nacional Preparatoria, la<br />
Dirección de Educación Primaria y el Museo Nacional de Arqueología. 13<br />
A su vuelta a España, Rafael Altamira tuvo que afrontar una serie de responsabilidades que le<br />
impidieron regresar en lo inmediato a México para hacerse cargo de la cátedra de Historia del<br />
Derecho. Por el mismo motivo tampoco pudo atender la invitación que le habían hecho a las<br />
celebraciones del Centenario, a pesar de que quería “hacer entender que sin dejar de ser español, se<br />
podía ser un entusiasta amigo de los pueblos americanos que fueron colonias españolas.” 14 Y sólo<br />
hasta su segunda visita a México, treinta y siete años después, lograría impartir cuatro conferencias<br />
introductorias sobre la Historia del Derecho Español en la Escuela Nacional de Jurisprudencia<br />
durante 1947. 15<br />
Conclusión<br />
El acercamiento a la labor de Rafael Altamira en México durante su primera visita no sólo<br />
resulta de especial interés para el estudio de las relaciones intelectuales entre España y México, sino<br />
que es de gran importancia para los Estudios Latinoamericanos, porque este viaje tuvo una gran<br />
relevancia en América Latina y son casi inexistentes los trabajos latinoamericanos que analizan las<br />
repercusiones de la obra americanista de Altamira en el ámbito cultural, ideológico, diplomático,<br />
educativo, de la historiografía o del derecho.<br />
La influencia de las actuaciones de Altamira en México es aún escasamente conocida, y mucho<br />
menos analizada, a pesar de un impacto que contó entre sus logros hitos tan significativos en la<br />
educación.<br />
El conocimiento en profundidad de estos antecedentes históricos en general, así como de los<br />
programas específicos propuestos por Rafael Altamira en el ámbito americano, y desarrollados en<br />
mutua colaboración e interdependencia con este último, debería favorecer la reflexión sobre los<br />
cauces de la cooperación de España con América Latina, especialmente en las áreas de cooperación<br />
cultural, educacional, científica y universitaria.<br />
Asimismo, como ocurre con todo bagaje de conocimiento, éste contribuye a crear una suerte<br />
de archivo de pensamiento colectivo al que los planificadores recurren, consciente o<br />
inconscientemente, a la hora de definir y diseñar actuaciones concretas de cooperación.<br />
*Juan Manuel Ledezma Martínez es mexicano. Licenciado en Estudios Latinoamericanos por<br />
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Magíster en Estudios Latinoamericanos<br />
por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Actualmente cursa el doctorado en la UAM gracias<br />
a una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México y realiza su<br />
estancia de investigación en el Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones<br />
Científicas (CSIC) de España.<br />
12 Altamira, Mi viaje…, op. cit., p. 187.<br />
13 Ibíd.<br />
14 “Declaraciones del Sr. Altamira”, El Imparcial, México, D. F., domingo 6 de febrero de 1910, p. 3.<br />
15 Altamira, La formación…, op. cit., p 16 y la nota al pie No. 36 de la misma página.<br />
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