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14 El Señor Todopoderoso ha jurado por sí mismo ... - Necho Vergara

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10 Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. —¿Quién es éste? —preguntaban.<br />

11 —Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.<br />

Jesús en el templo<br />

12 Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los<br />

que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas.<br />

13 »Escrito está —les dijo—: ‘Mi casa será llamada casa de oración’; pero ustedes la están<br />

convirtiendo en ‘cueva de ladrones’.»<br />

<strong>14</strong> Se le acercaron en el templo ciegos y cojos, y los sanó.<br />

15 Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que <strong>ha</strong>cía cosas<br />

maravillosas, y que los niños gritaban en el templo: «¡Hosanna al Hijo de David!», se indignaron.<br />

16 —¿Oyes lo que ésos están diciendo? —protestaron. —Claro que <strong>sí</strong> —respondió Jesús—; ¿no <strong>ha</strong>n<br />

leído nunca: «Én los labios de los pequeños y de los niños de pecho <strong>ha</strong>s puesto la perfecta alabanza’?<br />

17 Entonces los dejó y, saliendo de la ciudad, se fue a pasar la noche en Betania.<br />

Se seca la higuera<br />

18 Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo <strong>ha</strong>mbre.<br />

19 Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. —<br />

¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera.<br />

20 Los discípulos se asombraron al ver esto. —¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —<br />

preguntaron ellos.<br />

21 —Les aseguro que si tienen fe y no dudan —les respondió Jesús—, no sólo <strong>ha</strong>rán lo que he hecho<br />

con la higuera, sino que podrán decirle a este monte: ‘¡Quítate de ahí y tírate al mar!’, y a<strong>sí</strong> se <strong>ha</strong>rá.<br />

22 Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.<br />

La autoridad de Jesús puesta en duda<br />

23 Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los<br />

ancianos del pueblo. —¿Con qué autoridad <strong>ha</strong>ces esto? —lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa<br />

autoridad?<br />

24 —Yo también voy a <strong>ha</strong>cerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad <strong>ha</strong>go<br />

esto.<br />

25 <strong>El</strong> bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra? <strong>El</strong>los se pusieron a discutir<br />

entre <strong>sí</strong>: «Si respondemos: ‘Del cielo’, nos dirá: Éntonces, ¿<strong>por</strong> qué no le creyeron?’<br />

26 Pero si decimos: ‘De la tierra’... tememos al pueblo, <strong>por</strong>que todos consideran que Juan era un<br />

profeta.» A<strong>sí</strong> que le respondieron a Jesús:<br />

27 —No lo sabemos. —Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad <strong>ha</strong>go esto.<br />

Parábola de los dos hijos<br />

28 »¿Qué les parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero<br />

y le pidió: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo.’<br />

29 ’No quiero’, contestó, pero después se arrepintió y fue.<br />

30 Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo <strong>mismo</strong>. Éste contestó: ‘Sí, señor’; pero no fue.<br />

31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería? —<strong>El</strong> primero —contestaron ellos. Jesús les dijo: —<br />

Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes <strong>ha</strong>cia el reino<br />

de Dios.<br />

32 Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los<br />

recaudadores de impuestos y las prostitutas <strong>sí</strong> le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se<br />

arrepintieron para creerle.<br />

Parábola de los labradores malvados

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