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14 El Señor Todopoderoso ha jurado por sí mismo ... - Necho Vergara

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<strong>El</strong>los salieron y comenzaron a matar gente en toda la ciudad. 8 Y mientras mataban, yo me quedé solo,<br />

caí rostro en tierra y grité: «¡Ay, <strong>Señor</strong> y Dios! ¿Descargarás tu furor sobre Jerusalén y destruirás a<br />

todo el resto de Israel?»<br />

9 <strong>El</strong> <strong>Señor</strong> me respondió: «La iniquidad del pueblo de Israel y de Judá es extremadamente grande. <strong>El</strong><br />

país está lleno de violencia; la ciudad, llena de injusticia. <strong>El</strong>los piensan: <strong>El</strong> <strong>Señor</strong> <strong>ha</strong> abandonado el país.<br />

No <strong>ha</strong>y ningún <strong>Señor</strong> que vea. 10 Por eso no les tendré piedad ni compasión, sino que les pediré<br />

cuentas de su conducta.»<br />

11 Entonces el hombre vestido de lino que llevaba en la cintura un estuche de escriba me informó: «Ya<br />

hice lo que me mandaste <strong>ha</strong>cer.»<br />

La gloria del <strong>Señor</strong> abandona el templo<br />

Ezequiel 10<br />

1 Después miré, y sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines vi una especie de<br />

piedra de zafiro que tenía la forma de un trono. 2 Y el <strong>Señor</strong> le dijo al hombre vestido de lino: «Métete<br />

entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un puñado de las brasas que están entre los<br />

querubines, y espárcelas <strong>por</strong> toda la ciudad.» Y el hombre se metió allí, mientras yo miraba.<br />

3 En el momento en que el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del templo y una nube<br />

llenaba el atrio interior. 4 Entonces la gloria del <strong>Señor</strong>, que estaba sobre los querubines, se elevó y se<br />

dirigió <strong>ha</strong>cia el umbral del templo. La nube llenó el templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria<br />

del <strong>Señor</strong>. 5 <strong>El</strong> ruido de las alas de los querubines llegaba <strong>ha</strong>sta el atrio exterior, y era semejante a la<br />

voz del Dios <strong>Todopoderoso</strong>.<br />

6 <strong>El</strong> <strong>Señor</strong> le ordenó al hombre vestido de lino: «Toma fuego de en medio de las ruedas que están entre<br />

los querubines.» A<strong>sí</strong> que el hombre fue y se paró entre las ruedas. 7 Uno de los querubines extendió la<br />

mano, tomó el fuego que estaba entre ellos, y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Aquél lo<br />

recibió y se fue. 8 (Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a la mano de un<br />

hombre.)<br />

9 Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a cada uno de ellos. Las ruedas tenían<br />

un aspecto brillante como el crisólito. 10 Las cuatro ruedas se asemejaban, y parecía como si una rueda<br />

estuviera encajada en la otra. 11 Al avanzar, podían <strong>ha</strong>cerlo en las cuatro direcciones sin necesidad de<br />

volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y no tenían que volverse. 12<br />

Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los querubines, al igual que las cuatro ruedas,<br />

estaban llenos de ojos. 13 Alcancé a oír que a las ruedas se les llamaba «círculos». <strong>14</strong> Cada uno de los<br />

querubines tenía cuatro caras: la primera, de querubín; la segunda, de hombre; la tercera, de león; y la<br />

cuarta, de águila.<br />

15 16<br />

Los querubines, que eran los <strong>mismo</strong>s seres que yo <strong>ha</strong>bía visto junto al río Quebar, se elevaron.<br />

Cuando avanzaban, las ruedas a su costado <strong>ha</strong>cían lo <strong>mismo</strong>; cuando desplegaban sus alas para<br />

levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de ellos; 17 cuando se detenían, las ruedas <strong>ha</strong>cían lo<br />

<strong>mismo</strong>; cuando se levantaban, las ruedas se levantaban también, <strong>por</strong>que el espíritu de esos seres<br />

vivientes estaba en las ruedas.<br />

18 19<br />

La gloria del <strong>Señor</strong> se elevó <strong>por</strong> encima del umbral del templo y se detuvo sobre los querubines.<br />

Y mientras yo miraba, los querubines desplegaron sus alas y se elevaron del suelo, y junto con las<br />

ruedas salieron y se detuvieron en la puerta oriental del templo del <strong>Señor</strong>. La gloria del Dios de Israel<br />

estaba <strong>por</strong> encima de ellos. 20 Eran los <strong>mismo</strong>s seres vivientes que, estando yo junto al río Quebar,<br />

<strong>ha</strong>bía visto debajo del Dios de Israel. Entonces me di cuenta de que eran querubines. 21 Cada uno<br />

tenía cuatro caras y cuatro alas, y bajo las alas tenían algo que se parecía a las manos de un hombre. 22<br />

Sus caras eran iguales a las que yo <strong>ha</strong>bía visto junto al río Quebar. Cada uno de ellos caminaba de<br />

frente.<br />

Juicio contra los líderes de Israel<br />

Ezequiel 11

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