FOTO: ARCHIVO ARCHIVO ? 16 OCTUBRE 2011 <strong>Estampas</strong>
Lupita Ferrer No dice su edad —“los artistas debemos guardar cierto misterio sobre nuestras vidas”—, pero ella misma reconoce que “con buscar en Internet puede sacarse la cuenta”. Hecha la diligencia vía Google queda establecido que el 6 de diciembre cumplirá 64 años, cifra que la halaga porque poco tiene que ver con lo que muestra su rostro. El público tiene más de cuatro décadas viéndola frente a <strong>las</strong> cámaras, pero cada vez que encarna a algún personaje de telenovela se escuchan frases como “está igualita”, “qué bien se conserva” o “cómo lo hace”, dejando una estela de admiración —o envidia— sobre la gracia física que sigue iluminando su camino. Hasta el medio artístico en el que se desenvuelve —adorador de caras y cuerpos frescos— ha reconocido la generosidad con la que el tiempo la ha tratado. En 2010 fue incluida en la lista de los personajes latinos más bellos de la revista People en español, distinción por lo general reservada a estrel<strong>las</strong> que no superan los cuarenta. “No me he sometido a grandes cirugías plásticas”, es lo primero que suelta, luego de asegurar que tampoco le ha obsesionado el tema de la juventud. “No le doy importancia extrema. Trato de estar lo mejor posible, más que nada por coquetería, pero también porque la televisión es demandante con el aspecto físico. Pero no es que haga grandes sacrificios. Llevo una vida sana y sin excesos. Mi interés no es verme cada día más joven y mucho menos apelar al quirófano para lograrlo. Más bien mi prioridad es mantener un buen estado de salud. Yo he hecho muchas cosas en <strong>las</strong> distintas etapas de la vida y me siento más o menos satisfecha con lo que he conseguido. No tengo por qué sentirme frustrada porque estoy envejeciendo. No es un trauma para mí”. Aunque asegura que la genética familiar la ha privilegiado —“mi mamá tiene 86 años y tiene su piel lisita”— y se siente una mujer con sexappeal,appeal, cree que la mejor manera de ganar batal<strong>las</strong> al reloj es escogiendo mejor el espejo. “Yo estoy consciente de que debo conservarme. Me cuido muchísimo la piel, trato de alejarme de los rayos solares, me acuesto temprano, hago ejercicios y mantengo mi peso comiendo sano. Pero va a llegar un momento en que quizás eso no me interese mucho. Además no puedo hacer nada porque el tiempo corre para todos. La edad es mucho lo que uno siente por dentro. Yo trato de estar activa, aprovechar cada oportunidad, plantearme y alcanzar nuevas metas, porque si te sientes viejo y acabado así también te verás. Pero eso implica cuidar la salud, porque el cuerpo es tu templo. <strong>Si</strong> yo pudiera hacer un pacto con el tiempo, más que juventud le pediría salud. Y eso incluye el enriquecimiento espiritual, el no darle importancia a <strong>las</strong> cosas que no la tienen y procurar la paz individual. Las mujeres queremos ser jóvenes y bel<strong>las</strong> por siempre, pero eso no es posible. Yo he entendido que lo mejor es dejar que el tiempo fluya”. Por eso se atreve a aconsejar a quienes buscan en el quirófano la juventud perpetua. “Me parece absurdo, agobiante y peligroso. Las cirugías van deformando. Muchas mujeres se desfiguran y no se les conoce la cara de tanto que se han hecho. Hay que prolongar la juventud, pero con mejores hábitos de vida, no con una obsesión enfermiza por ocultar <strong>las</strong> arrugas. Quizás es el momento de romper ciertos moldes”. ¿Cómo convive Lupita con la edad que tiene, la que aparenta y la que vive internamente? “Con la que aparento me llevo muy bien porque he tenido la bendición de verme más joven y hasta cierto punto es agradable. La que tengo la asumo y la digiero sin complejos, pero la rejuvenezco con la de mi espíritu, que es activo y animado. No me aterra la vejez. Más miedo le tengo a la vejez sola, porque creo que la vida se hizo para compartirla”. <strong>Estampas</strong> 16 OCTUBRE 2011 ?