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lIurc{»lonu, :\Iurzo 1950 LOS JóVENES DE LA REVISTA LAYE Y SU ...

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<strong>LOS</strong> <strong>JóVENES</strong><br />

<strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>REVISTA</strong> <strong>LA</strong>YE<br />

Y <strong>SU</strong> MITO I<strong>DE</strong>OLóGICO:<br />

ORTEGA y GASSET<br />

Lala Jasa<br />

¿Qué seria, no ya de un niño, sino del hombre más sabio de<br />

la tierra, si sLlbitamente fueran aventados de su alma todos<br />

los mitos eficaces? El mito, la noble imagen fantástica, es<br />

una función interna sin la cual la vida psiquica se detendria<br />

paralitica.<br />

Ortega y Gasset, Ensayas filosóficos.<br />

Hace años, la que esto escribe pasó varios meses encerrada<br />

en la sala del Archivo Municipal de Barcelona intentando<br />

desentrai'lar las mOTivaciones que a un grupo de jóvenes poe­<br />

tas les hizo convertir en mito a José Ortega y Gasset. Lo cier­<br />

to es que la emoción oe leer a los jóvenes Carlos Barral, Jaime<br />

Gil de Biedma, José ~gustír Govtisolo, Gabriel Ferrater y<br />

compañía, en las pág·ras de clna ya emblemática revista<br />

generacional, era proDo'clora, a 'os descubrimientos de mi<br />

ínvestigación: cómo, grac:as al Ortega oue recrean libremen-<br />

ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

<strong>lIurc</strong>{<strong>»lonu</strong>, :<strong>\Iurzo</strong> <strong>1950</strong><br />

te, luchan contra la opresión del régimen franquista, al tiem­<br />

po que contradicen la manipulación que los falangistas hací­<br />

an, asimismo, de la obra orteguiana; cómo los futuros poetas<br />

-en algún caso malogrados-, en sus primeras andaduras culturales,<br />

se aferraban a un serio intelectualismo combativo<br />

por documentado y, sólo por ello, tan crítico; y cómo, por<br />

último, se fraguó el substrato ideológico que, en última ins­<br />

tancia, condicionó la obra y la vida de casi todos ellos. Dado<br />

el fervor que jóvenes novelistas y poetas logroñeses sienten<br />

por aquel grupo de poetas y escritores barceloneses, no he<br />

querido dejar pasar esta oportunidad de publicar los hallaz­<br />

gos de aquellos meses en compañía de la revista Laye.<br />

En 1914, Ortega pronunció un discurso en el teatro de la<br />

Comedia de Madrid como presentación oficial de su genera­<br />

ción; una generación que tendrá como objetivo primordial a<br />

las minorías. Según Ortega, había que emprender una cultu­<br />

ra biológica como respuesta a esa pasividad con la que su<br />

generación habia soportado principios decimonónicos,<br />

teniendo en cuenta, sobre todo, y sin olvidar, que la verdad<br />

es un resumen de integración de perspectivas. Castellet, asu­<br />

miendo la noción orteguiana de perspectiva, opina que tanto<br />

el intelectual como el político encarnan "dos formas distin­<br />

tas de vida", exigiendo cada una, a su vez, "perspectivas dis­<br />

tintas [...] ante el mundo", con la salvedad de que el intelec­<br />

tual "convierte en categoria política su actuación individual<br />

en la lucha inmediata".' Lucha inmediata en cuanto que la<br />

razón queda sometida a la vida, según Ortega, y, por lo tanto,<br />

53


ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

localizada dentro de lo biológico, lo espontáneo, lo inmedia­<br />

to, pues la misión del tiempo nuevo es mostrar que son la<br />

cultura y la razón quienes han de servir a la vida, no la vida<br />

a la razón ni a la cultura -de ahi, cultura biológica-. Vivir,<br />

existir -piensa Ortega-, no es estar solo, sino no poder estar<br />

solo consigo y hallarse cercado, inseguro y prisionero de otra<br />

cosa misteriosa, heterogénea, la circunstancia, el universo. Y<br />

para buscar en él alguna seguridad, como el náufrago mueve<br />

sus brazos y nada, nos ponemos a pensar. No existo porque<br />

pienso, sino al revés: pienso porque existo. El pensamiento no<br />

es la realidad única y primaria, sino al revés, el pensamiento,<br />

la inteligencia, son una de las reacciones a que la vida nos<br />

obliga, tiene sus raices y su sentido en el hecho radical, pre­<br />

vio y terrible de vivir. La razón pura y aislada tiene que<br />

aprender a ser razón vital. La perspectiva abstracta sólo nos<br />

proporciona abstracciones. En cambio, la perspectiva concre­<br />

ta y vital se articula con la vida, refiriendo el horizonte de las<br />

circunstancias al sujeto viviente cuyo mundo es, y así la dota<br />

de una dimensión vital y la localiza en la corriente de la vida.<br />

La perspectiva de la vida es distinta de la perspectiva de la<br />

ciencia porque la vida no puede ser mero objeto, ya que con­<br />

siste precisamente en su ejecución, en ser efectivamente vivi­<br />

da y hallarse siempre inconclusa e indeterminada. No tolera<br />

ser contemplada desde fuera. El ojo tiene que trasladarse a la<br />

vida y hacer de la realidad misma su punto de vista.<br />

Perspectiva, visión, conocimiento: pero desde la vida y para<br />

la vida. Todo este cultur-vitalismo lo proyecta Ortega sobre<br />

el tema de España.<br />

y este vitalismo cultural alienta la obra de todos los compa­<br />

ñeros de generación de Ortega. Por ejemplo, Pérez de Ayala<br />

creía que el hecho básico de la actividad estética era la con­<br />

fusión o transfusión de uno mismo en los demás. El objeto<br />

básico de los estudios de América Castro era la vida, porque<br />

en ella se encontraba tanto el yo pensante como lo que da<br />

ocasión al pensamiento. Eugeni d'Ors trataba de captar la<br />

esencia permanente en cada fenómeno, y hasta Gabriel Miró<br />

perseguia al hombre en su circunstancia histórica. Y, precisa­<br />

mente -volviendo la mirada a Laye-, Cuando Pinilla de las<br />

Heras critica la intención reformista en España de "cierto<br />

grupo que se ha impuesto la misión de planificar nuestro<br />

porvenir cultural, una creencia asaz optimista sobre el cami­<br />

no ya recorrido desde el 18 de julio de 1936", utilizando la<br />

expresión de "una depuración existencia! de España",'<br />

advierte la invalidez de semejante "utopía" por ser "antivital".'<br />

Por otro lado, en el proyecto de la Liga de Educación Política<br />

Española, Ortega afirmó la espécifica misión politica de los<br />

54<br />

intelectuales en la investigación de las realidades nacionales<br />

y en la defensa del avance liberal. Ortega proponia como<br />

tarea básica de la reconstrucción española el rehacer la his­<br />

toria de España hasta en sus primeros postulados, por lo que<br />

formuló la teoria de que España se hallaba invertebrada por<br />

la ausencia de unas minorías "egregias". Pensaba que se<br />

debia hacer radicar en el mando de una minoria selecta, cua­<br />

lificada, a quien la masa debía obedecer, el porvenir y la existencia<br />

de la nacíón:<br />

la ausencia de los "mejores" ha creado en la masa, en el<br />

"pueblo", una secular ceguera para distinguir el hombre<br />

mejor del hombre peor, de suerte que cuando en nuestra tierra<br />

aparecen individuos privilegiados, la "masa" no sabe<br />

aprovecharlos y a menudo los aniquila.'<br />

Y en un artículo, en el que se le rinde explícito homenaje a<br />

Ortega, Ramón Carnicer, amparándose claramente en él, dirá:<br />

[lo más grave es] la desjerarquización de nuestra vida cultural.<br />

[...] Carecemos de esa especie de escalafones mentales<br />

tácitamente aceptados por todos y en virtud de los cuales se<br />

sabe la situación que corresponde en ellos a quienes son<br />

capaces de algo interesante. Es decir, que mientras en lo<br />

politico y en lo social se apela constantemente al principio<br />

de autoridad y a las estructuras orgánicas como base de una<br />

posibilidad de convivencia, en el cultural vivimos en la más<br />

alegre e inorgánica de las democracias. A todos es licito tratar<br />

el mismo problema. Nadie se siente cohíbido ante un<br />

prestigio cultural visible. Nadie siente tampoco con la debi­<br />

da seguridad la posesión de una categoria que imponiéndole<br />

una responsabilidad rectora le obligue a evitar fraternizaciones<br />

poco serias o a poner su pluma y su palabra al servicio<br />

de figurerías inconsistentes.5<br />

También en la España invertebrada, Ortega critica a la Iglesia<br />

obstinada como estaba en hacer adoptar sus destinos propios<br />

como los verdaderamente nacionales. Dice al respecto Pinilla<br />

de las Heras:<br />

Una religión no puede constituir el ser de una comunidad de<br />

hombres, porque si asi fuera, ninguno de los seres humanos<br />

inscritos en el ámbito de tal religión podria -[ ...] como imposible<br />

es que el hombre se transforme en elefante- abandonar<br />

las creencias que le son esenciales. [...] Si el catolicismo<br />

es nuestro ser, o si el budismo es el ser de los habitantes de<br />

la India [...] no deberia existir ni un solo español, ni un hindú<br />

[...] que no fuera de raiz y hasta la muerte católico [o] budista<br />

[...] Cualquier testimonio de un español heterodoxo<br />

¿cuántos señaló Menéndez y Pelayo?- o simplemente blasfe-


mo, de un hindú no budista [...] sería la prueba concluyente<br />

de que no hay tal identificación del ser humano con un<br />

cuerpo de creencias. Creo que es bastante peregrino y estú­<br />

pido tratar de demostra r todo esto. Pero es que, a efectos de<br />

la pretendida planificación político-cultural de nuestro porvenir,<br />

la cuestión no es tan ociosa.'<br />

Con un fragmento como éste, a cuatro números vista del cie­<br />

rre de Laye, se pueden suponer las causas del naufragio de la<br />

revista. Pero para acabar de dar datos que nos ayuden a valo­<br />

rar la fuerza subversiva, rebelde, de este fragmento, regido,<br />

como todo el artículo, por Ortega, he aqui este testimonio<br />

fundamental del mismo Pinilla de las Heras transmitido en<br />

una entrevista:<br />

Para nosotros Ruiz-Giménez era, ante todo, el responsable<br />

del Concordato de 1953 entre el Vaticano y el Estado espa­<br />

ñol, un concor-dato que servía en bandeja a la jerarquía<br />

eclesiástica -sin el más leve freno o cautela- el control de<br />

nuestra cultura. Ello quedaria confirmado, al cabo de muy<br />

poco tiempo, con la ofensiva eclesiástica -tan violenta- contra<br />

Unamuno y la retirada de sus obras en las librerías de<br />

todo el pais.'<br />

Pinilla de las Heras termina planteando el problema de la<br />

invertebración lanzando una pregunta y contestándo[a al<br />

modo orteguiano:<br />

¿Cómo vertebrar a la sociedad española? ¿Cómo conseguir el<br />

mantenimiento de un noble sentimiento de comunidad de<br />

destino, de responsabilidad colectiva? [...] Uno cree con fir­<br />

meza que una cultura acotada y planificada no es el medio<br />

más idóneo para despertar y perfeccionar la personalidad del<br />

hombre español. Sólo una educación personalista, una verdadera<br />

fruición de la vida y de [a cultura, puede preparar [a<br />

eclosión de formas más fecundas.'<br />

Otro mito generacional de Laye vinculado al intelectual fue<br />

la Universidad. La Universidad española que se reorganiza<br />

tras el final de la guerra civil pretende, como valor exclusivo,<br />

ser forjadora de hombres según directrices teológicas. De las<br />

aulas desaparecieron los mejores profesores y cientificos, que<br />

se exiliaron o fueron expulsados. A las plazas vacantes acu­<br />

dieron gran cantidad de profesores que tenían que demos­<br />

trar, como requisito imprescindible, su fide-lidad al régimen<br />

en una especie de oposiciones "patrióticas". De nuevo, un<br />

paralelismo con la generación de Ortega, que así hablaba de<br />

su Universidad:<br />

ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

[se ofrece a la mente] bajo el nombre de Universidad, una<br />

realidad tristisima: un edificio sucio y sin fisonomía, unos<br />

hombres solemnes que repitiendo unas palabras muertas,<br />

propagan en [as nuevas generaciones su ineptitud y su pesadumbre<br />

interior; unos muchachos escolares que juegan al<br />

billar [...] y son dos veces al año clasificados en aprobados y<br />

suspensos. [...] Si es eso la Universidad, en lugar de hallar en<br />

ella la categoría de la paz, habríamos de considerarla como<br />

categoria del achabacanamiento.lO<br />

En el escenario de la España del medio siglo, la condescen­<br />

dencia cultural propiciada por la política aperturista de Ruiz­<br />

Giménez origina una confluencia de intereses en torno a esta<br />

institución. De nuevo estamos dentro de las ambivalencias<br />

ideológicas. No obstante, como declaró Pinillas de las Heras<br />

en la entrevista mencionada, ni él, ni Manuel Sacristán, ni J.<br />

M. Castellet admiraban "excesivamente a Ruiz-Giménez": "lo<br />

que pretendíamos era forzar al máximo ese posibilismo de<br />

nuevo equipo ministerial para así verter en Laye nuestras<br />

ideas, nuestros enfoques críticos"." El mismo ministro, encar­<br />

gado de reactivar el panorama intelectual y universitario<br />

escasamente científico y excesivamente centralizado al que<br />

había conducido el primer franquismo, solicitará la "colabo­<br />

ración de todos los intelectuales", pues "están llamados desde<br />

este instante, estuvieran o no con nosotros el18 de julio, a la<br />

tarea común de levantar España", pero eso sí, con la condi­<br />

ción de que garantizasen "la fidelidad a los valores esenciales"<br />

de la Patria. "Nuestra labor tenderá a conseguir la for­<br />

mación de minorías dirigentes"" mediante la Universidad.<br />

Este elitismo universitario viene propuesto, efectivamente,<br />

por un aperturista pero, al fin y al cabo, "enraizado en el<br />

franquismo más profundo"."<br />

El pretendido aliento democrático que [...] sopla por nues­<br />

tras [...] [egislaciones y empuja el derecho consuetudinario<br />

español, es más bien puro odio y torva suspicacia frente a<br />

todo el que se presente con la ambición de valer más que la<br />

masa y, en consecuencia, de dirigirla."<br />

Decía Ortega. Realmente, la "torva suspicacia" del régimen<br />

salió a la superficie con el cierre de Laye. Mientras tanto,<br />

Castellet advertía hallarse "en un momento de crisis total que<br />

exige [...] una revisión completa de [la] misión histórica [de<br />

la enseñanza superior] encaminada a delimitar con toda cla­<br />

ridad dónde empieza y dónde termina [...] cada una de las<br />

tres misiones -cultural, social y científica- que ésta pretende<br />

abarcar"." Francisco Farreras, por otra parte, cree que la<br />

Universidad debiera encaminarse hacia la formación de "'éli­<br />

tes' intelectuales dirigentes"," o aristocracia intelectual<br />

55


ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

como abogaba, con léxico orteguiano, Jesús Núñez, otro<br />

redactor.<br />

En cambio, en este sentido, tenemos a un Manuel Sacristán<br />

que se distancia del elitismo cultural por el que clamaban sus<br />

otros compañeros. Él propone una "Universidad popular, en la<br />

que se amputen los 'brotes patológicos' de indole clasista y<br />

esté plantada 'en plena calle, en plena ciudad, fábrica, suburbio,<br />

campo -en plena vida-"'," En esta postura despunta ya<br />

su futura filiación al Partido Comunista alrededor de los años<br />

1954 y 1956. En otro articulo suyo, comentando "un gesto<br />

intrascendente" -el de una Universidad alemana, en la que<br />

los estudiantes han decidido establecer un intercambio con<br />

los obreros de determinadas industrias, acudiendo a clase,<br />

durante las vacaciones, los obreros, y los estudiantes al<br />

taller- apunta que "obreros y estudiantes se han cruzado,<br />

camino del taller, camino de las aulas, en el preciso punto del<br />

espacio en que son meros y plenos hombres". Pero también<br />

manifiesta el inconformismo con la idea de la vertebración<br />

de una sociedad, sintoma indudable de que Ortega realmente<br />

era el acicate para aventurarse a emitir posturas personales,<br />

aun alejándose de la pauta marcada por el "maestro".<br />

Respecto a la invertebración dice Sacristán:<br />

56<br />

Es cierto que la disociación del cuerpo y la cabeza de la<br />

sociedad ha sido el principio de la crisis y la rebelión de<br />

aquél contra ésta, como ha visto Ortega, el signo de su apogeo.<br />

Pero acaso no podia menos de suceder así: porque la<br />

aplicación habitual de la imagen orgánica a la sociedad<br />

constituye una falsedad, una injustica ontológica. Nunca un<br />

conjunto de personas puede constituir un cuerpo. Las personas<br />

como tales forman la cabeza de la sociedad. [...] Hoy<br />

estos estudiantes alemanes otorgan nuevo sentido a estas<br />

reclamaciones: libertad de crecimiento personal, e igualdad<br />

de codiciones sociales para ese crecimiento, [...] La sociedad<br />

debe poner al alcance de todos los hombres "en cuanto<br />

tales", al margen de toda especialización, los medios adecuados<br />

para la profundización de la existencia,"<br />

No obstante, la huella orteguiana se percibe en el grito de<br />

"libertad de crecimiento personal". No olvidemos que Gaspar<br />

Gómez de la Serna reivindicaba algo parecido, ejemplo, una<br />

vez más, de cómo la ideologia de Ortega y Gasset resultaba<br />

ambivalente por si misma, pudiéndose encasillar tanto en un<br />

extremo como en otro a pesar de que él siempre los rehuyó.<br />

A propósito de "los medios adecuados para la profundización<br />

de la existencia" que socilita Sacristán, Ramón Carnicer, en el<br />

artículo citado, se queja de la superficialidad en la que está<br />

sumida España:<br />

Si se tomara de lo barroco su significación más vulgar y<br />

peyorativa, podría hablarse del barroquismo mental yexpresivo<br />

de los españoles [...] Este barroquismo tiene como<br />

característica distintiva la superficialidad."<br />

Ortega contrapuso también la actitud superficial y dominante<br />

de su tiempo, contra la cual reacciona, a la de los griegos:


Para nosotros real es lo sensible, lo que los ojos y oídos nos<br />

van volcando dentro: hemos sido educados por una edad<br />

rencorosa que habia laminado el universo y hecho de él una<br />

superficie, una pura apariencia. Mas el griego entendia por<br />

realidad todo lo contrario: real es lo esencial, lo profundo y<br />

latente; no la apariencia, sino las fuentes vivas de toda la<br />

apariencia."<br />

Más adelante, Carnicer prosigue criticando la inclinación a la<br />

que tiende el hombre español de aferrarse al pasado para<br />

vivir el presente. Con esta visión, se sitúa dentro de la noción<br />

del ser de Ortega, que se concreta en una concepción preci­<br />

sa de la historia, del pasado. Ortega cree que la realidad radi­<br />

cal y primaria -el hontanar- no son las cosas o el mundo<br />

ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

exterior independiente de nosostros como dice el realismo, ni<br />

tampoco nuestro pensamiento o nuestro yo independiente<br />

de las cosas como asegura el idelaismo, sino que nuestra vida<br />

es intimidad con nosotros mismos y con las cosas, a la vez<br />

que convivencia con otras vidas. En la vida y por la vida se<br />

nos dan necesariamente el mundo y nuestro yo como puntos<br />

de referencia, porque la vida es precisamente un diálogo del<br />

yo con el mundo o con la circunstancia. No es primero el yo<br />

y luego el mundo o viceversa, sino ambos a la vez en la vida<br />

y con la vida. Vivir es cabalmente lo que hacemos y lo que<br />

nos pasa, y, por lo tanto, tratar con el mundo, di-rigirse a él,<br />

actuar en él, ocuparse de él -recordemos lo que Castellet<br />

decía defendiendo la intervención política del intelectual:<br />

57


ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

éste convierte en categoría política su actuación individual<br />

por ser actuación inmediata en la realidad, en el mundo-o<br />

Según todo esto, la vida sería la realidad radical, en el senti­<br />

do de que ella es lo primero que se nos da y de que a ella<br />

tenemos que referir todo lo demás. El hecho radical, el hecho<br />

de todos los hechos, es decir, aquél dentro del cual se dan<br />

todos los demás como detalles e ingredientes de él, es la vida<br />

de cada cual. Toda otra realidad que no sea la de mi vida, dice<br />

Ortega, es una realidad secundaria. De esta forma quedan<br />

superados el realismo y el idealismo, pero al tiempo integra­<br />

dos en la realidad radical de la vida en lo que tienen de aceptable<br />

y verdadero. Reducidos a ella, vienen a ser el mundo<br />

-realismo- y el yo -idealismo- como dos momentos o ver­<br />

tientes de la misma. Asi, la realidad radical de cada cual, y de<br />

cada sociedad, es pura y absoluta actualidad, es puro queha­<br />

cer y no una cosa hecha; puro gerundio y no un participio.<br />

Pura tarea hacia el futuro. Carnicer dirá:<br />

Si se tiene en cuenta que el hombre español suele inclinarse<br />

a vivir hacia el pretérito, este historicismo acabará por convertirnos<br />

en unos mulos de noria dando eternamente vuel­<br />

tas a la ristra de cangilones de nuestro pasado. Uno no sabe<br />

si este historicismo rabioso procede de una incapacidad<br />

española de vivir el presente como base de sustentación del<br />

futuro o si no es más que una manera de matar el tiempo<br />

con la mirada puesta en tantas cosas que se nos ofrecen a<br />

nuestros ojos."<br />

Ansias, en definitiva, de acabar con una tradición atosigado­<br />

ra cargada de valores absolutos y superfluos por no tener en<br />

cuenta al individuo, que les empujará a tener una fe cosmo­<br />

polita en Europa, lugar que se les representaba como tierra<br />

de liberalidad, de humanismo y racionalismo, en oposición al<br />

indigenismo español. Se romperá con las lecturas de la baja<br />

posguerra, con la picaresca, Galdós, Valle-Inclán, para abrir­<br />

se a Kafka, Greene, Faulkner, Joyce, Proust, a Sartre, a Eliot..<br />

Aperturismo europeizante compartido con Ortega: "Europa<br />

es un principio de agresión metódica al [indigenismo] nacional"."<br />

Francisco Farreras -uno de los hombres que hizo posible el<br />

naci-miento de Loye- escribe un artículo que nos ayuda a<br />

situarnos ahora en la faceta artística de la revista, enlazando<br />

con lo que veníamos diciendo. Farreras escoge el tema de la<br />

tradición y conjuga la idea orsiana de que "todo lo que no es<br />

tradición, es plagio" con el gerundio, con el hacerse conti­<br />

nuamente, en definitiva, con el cultur-vitalismo orteguiano<br />

recién expuesto:<br />

58<br />

se nos ofrecen, aquí y ahora, dos circunstancias que han de<br />

concurrir, necesariamente, en el curso de todo movimiento<br />

artístico: inquietud espiritual y aptitud profesional.<br />

Ahora bien, reconocida la existencia de estas circunstancias,<br />

sumamente propicias para la cristalización de un arte vivo y<br />

auténtico, que nos sustraiga del marasmo en que nos debatimos,<br />

se precisa dibujar el camino que hay que seguir,<br />

huyendo de peligrosas desviaciones, para engarzar, con toda<br />

propiedad, en la larga vía de nuestra legítima tradición pictórica.<br />

Y, ante todo, ¿qué entendemos por tradición auténtica?<br />

[oo.] La tradición es, ante todo, una fuerza vital; nos<br />

atrevemos a decir que es la fuerza vital por antonomasia. Y<br />

en parte, como en toda otra forma de vida y espiritu, es<br />

muerte todo lo que no se renueva y constantemente se<br />

transforma. La tradición no es la paralización de un cuerpo<br />

vivo [...] no es una actitud estática frente al devenir, sino<br />

puro dinamismo, en función de la gravitación histórica de<br />

una época sobre la que -siguiendo una pauta o rompiendo<br />

con ella- habrá de sucederle como hija suya; la tradición se<br />

nutre y consubstancia del fluir incesante del genio creador,<br />

mediante la asimilación e incorporación de nuevos hechos y<br />

viejas experiencias, al acervo milenarío de la cultura y de la<br />

vida misma. Todo movimiento renovador, por movimiento,<br />

supone, precisamente, una continuidad y ésta no se da más<br />

que en un clima revolucionario."<br />

Más adelante, aplica el perspectivismo orteguiano a la concepción<br />

correcta de tradición, utilizando una de las metáfo­<br />

ras del filósofo: la metáfora del bosque:<br />

no sierven a la tradición, y la entienden mal, cabalmente<br />

aquellos que se empeñan en tomar el rábano por las hojas,<br />

confundiendo lastimosa mente esas etapas de la tradición<br />

con la tradicíón misma. A esos tales [...] los árboles no les<br />

permiten la visión del bosque, ni aciertan a comprender que<br />

sin el plantel joven no existiría el árbol, y sin árboles, ni el<br />

bosque mismo."<br />

Criticando la superficialidad en la que el hombre cae, impi­<br />

diéndole forjar certeros criterios por la imposibilidad de per­<br />

cibir aquello que existe a pesar de su invisibilidad, dice<br />

Ortega:<br />

los árboles no dejan ver el bosque, [pero] el bosque existe. La<br />

misión de los árboles patentes es hacer latente el resto de<br />

ellos, y sólo cuando nos damos perfecta cuenta de que el<br />

paisaje visible está ocultando otros paisajes invisibles nos<br />

sentimos dentro de un bosque. [...] El bosque es lo latente<br />

[oo.] Algunos hombres se niegan a reconocer la profundidad<br />

de algo porque exigen de lo profundo que se manifieste<br />

como lo superficial [oo.] se atienen exclusivamente a la pecu-


liar claridad de las superficies. [...] Desconocer que cada cosa<br />

tiene su propia condición y no la que nosotros queremos exigirle<br />

es, a mi juicio, el verdadero pecado capital, que yo<br />

llamo pecado cordial, por tomar su oriundez de la falta de<br />

amor. Nada hay tan ilicito como empequeñecer el mundo<br />

por medio de nuestras manias y cegueras [miopia, según<br />

Farreras] disminuir la realidad, suprimir imaginaria mente<br />

pedazos de lo que es."<br />

Velázquez, dice Farreras, junto a los grandes maestros del<br />

siglo XVII, a quienes se les atribuia la "legitima representa­<br />

ción histórica de la tradición pictórica española" -además de<br />

la carga de valores nacionalistas que se le podia atribuir al<br />

barroco de la Contrarreforma desde una dictadura- poco o<br />

nada "hubieran llegado a ser, si, a su vez, hubieran despre­<br />

ciado e ignorado, voluntariamente, las enseñanzas de algunos<br />

maestros italianos en cuyos moldes se formaron"." Dice<br />

Ortega sobre Velázquez en su libro Papeles sobre Velázquez<br />

y Gaya que influyó de manera decisiva en las tesis sobre pintura<br />

de Gabriel Farreter:<br />

Sin duda, el cuadro nace siempre en la matriz de un determinado<br />

estilo, es decir, de ciertas formas genéricas de pin­<br />

tura que el autor habia preferido. Esta preferencia está,<br />

pues, actuando y presente en cada pincelada, y como ella<br />

surgió en el pintor en vista de los estilos vigentes en su<br />

época, que son, a su vez, el resultado de las experiencias pictóricas<br />

anteriores, gravita todo ello sobre cada pincelada<br />

como una enorme masa de influjos efectivos que es preciso<br />

resucitar si queremos, de verdad, entenderla."<br />

Por esto mismo, defiende la labor de los jóvenes artistas van­<br />

guardistas que se encuentran con "barricadas" levantadas<br />

por quienes tienen un concepto erróneo de la tradición.<br />

Truncarles a los jóvenes su labor es cometer el "pecado cor­<br />

dial" del que hablaba Ortega pues ello implica, según<br />

Farreras, truncar la libre evolución de la tradición bien enten­<br />

dida. También reconoce que los defensores del informalismo<br />

pictórico, a su vez, pretenden asumir una tradición milenaria,<br />

que arranca del arte asirio y del egipcio, del helénico y bizan­<br />

tino y del más puro románico, sin tener en cuenta el arte rea­<br />

lista, que lo considera a sueldo del gusto burgués, del mate­<br />

rialismo surgido del Renacimiento. Por tanto, su defensa del<br />

concepto de tradición asume y concilia tanto la experiencia<br />

del pasado artistico como la radical novedad del presente.<br />

En el terreno literario, Castellet también indica que la van­<br />

guardia debe asumir a fondo la tradición que le precede:<br />

Un escritor consciente [...] debe conocer a fondo la tradición<br />

ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

literaria de su lengua y estar al corriente de las técnicas literarias<br />

de su tiempo. [...] Sin tradición y sin técnica nunca<br />

podrá un escritor producir otra cosa que obras inocuas,<br />

impersonales e ineficaces."<br />

Pero en la primera etapa de Laye, existe una ambivalencia<br />

entre una postura -la tradicionalista, no en el sentido farre­<br />

riano- y otra -la vanguardista-, sin duda reflejo de ese cami­<br />

no de encrucijadas en el que se estaban formando. Tanto se<br />

pueden encontrar articulas, columnas en las que prevalece<br />

una inclinación por el arte religioso, como una columna de<br />

arte en la que se profundiza en el fervor vanguardista, defen­<br />

diendo la abstracción pictórica en un momento en que este<br />

lenguaje plástico se estaba imponiendo entre una minoria<br />

sensible. En La deshumanización del arte, referencia bastan­<br />

te continua en Laye, Ortega dice al respecto:<br />

el arte nuevo tiene a la masa en contra suya y la tendrá<br />

siempre. Es impopular por esencia; más aún, es antipopular.<br />

Una obra cualquiera por él engendrada produce en el público<br />

automáticamente un curioso efecto sociológico. Lo divi­<br />

de en dos porciones: una, minima, formada por el reducido<br />

59


ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

número de personas que le son favorables; otra, mayoritaria,<br />

innumerable que le es hostil. (Dejemos a un lado la fauna<br />

equivoca de 105 snobs).29<br />

De lo expuesto en la columna se destaca, especialmente, la<br />

justificación depuradora de este tipo de pintura en el transcurso<br />

de la historia del arte:<br />

[la abstracción] cumple con una finalidad: la de liberar a los<br />

pintores actuales de la peligrosa borrachera de sensualismo<br />

y de la fácil copia fotográfica. Por lo tanto, la pintura abstracta<br />

en general cumple un fin en la Historia del Arte, por<br />

encima de toda la idiotez "Snobica" elaborada en su entor­<br />

no.3D<br />

Como se ha dicho, para Ortega el arte moderno divide al<br />

público en la minoría selecta capaz de la ascesis necesaria<br />

para poner en entredicho la existencia, (o sea, "los amigos de<br />

mirar", los contemplativos, los capaces de salvar su porción<br />

de realidad, en este caso, el arte de su época) y los "utilita­<br />

rios" que se dejan arrastrar por las inquietudes biológicas de<br />

lo cotidiano. Este último sector es el que aboga por el arte<br />

del siglo XIX, conviertiendo en norma el arte representativo<br />

-"fácil copia fotográfica"- que alaga los sentimientos<br />

-"borrachera" sensualista-. Al no congeniar con el arte<br />

nuevo, lo rechazan y lo alejan de si lo más posible. Mientras<br />

que los artistas jóvenes y sus amigos, despojan al arte de su<br />

humanidad, al encontrarlo todo demasiado humano. Sienten<br />

asco a lo humano en el arte, como si este asco lo motivase<br />

una figura de cera:<br />

Yo creo que es bastante discreto el juicio del artista joven. El<br />

placer estético tiene que ser un placer inteligente. Porque<br />

entre los placeres 105 hay ciegos y perspicaces. La alegria del<br />

borracho [sensualismo] es ciega; tiene, como todo en el<br />

mundo, su causa: el alcohol, pero carece de motivo. El favo­<br />

recido con un premio de la loteria también se alegra, pero<br />

con una alegria muy diferente; se alegra "de" algo determinado.<br />

Lajocundia del borracho es hermética, está encerrada<br />

en si misma, no sabe de dónde viene y, como suele decirse,<br />

"carece de fundamento". El regocijo del premiado, en cambio,<br />

consiste precisamente en darse cuenta de un hecho que<br />

lo motiva y justifica. Se regocija porque ve un objeto en sí<br />

mismo regocijante. Es una alegria con ojos, que vive de su<br />

motivación y parece fluir del objeto hacia el sujeto.<br />

Todo lo que quiera ser espiritual y no mecánico habrá de<br />

poseer este carácter perspicaz, inteligente y motivado."<br />

El examen atento del arte moderno permite explicar a Ortega<br />

la contradicción entre "amor y odio a una misma cosa": la<br />

60<br />

inesperada mueca de hastio y desdén, en realidad no se diri­<br />

ge a los elementos humanos temáticos, sino al arte mismo,<br />

con su gravoso pasado de referencias -las "barricadas" que<br />

Farreras apuntaba-o Y esa sensación de hastio es en último<br />

término lo que hace resaltar la esencial ironia del arte. El arte<br />

nuevo exige que se le reconozca como irrealidad, como fic­<br />

ción, como farsa, al igual que Juan Ferrater32 señalaba la con­<br />

cepción del pensador acerca de la vida humana como cons­<br />

tituida sobre una dulaidad: de un lado, el ser "real", fáctico;<br />

por otro, el imaginario. El ser humano como ser esencial­<br />

mente artificial, y su humanidad como artificialidad. Para<br />

Ferrater, el hombre -como el arte del que hablamos- es el<br />

histrión de sí mismo para poder cumplir el papel de su desti­<br />

no, pues como necesidad ineludible, entre otras, el hombre<br />

necesita ser farsante y para ello ser farseado. Ésta es la causa,<br />

para Ortega, de que el teatro exista. Por ello, continuando<br />

con el arte abstracto, rechaza toda pretensión romántica de<br />

salvar o de servir a la humanidad, rechaza su antigua condi­<br />

ción sagrada de religión. El arte se revela sin pretensión de<br />

consecuencias trascendentales para poder lanzarse a una<br />

aventura propia. Este tipo de arte ya no se sitúa por encima<br />

de la vida, sino subordinado a ella, y todo valor cultural que<br />

en el pasado se consideró como supremo e indiscutible, en el<br />

presente demuestran ser pretextos que la vida inventó para<br />

sus propios fines. O sea, primero la vida y luego el arte y la<br />

cultura -el cultur-vitalismo del que hablábamos- .. Ortega<br />

con estas tesis de La deshumanización del arte pretendió<br />

bajar la cultura de su pedestal y elevar la vida a principio<br />

filosófico ya que veia que los jóvenes artistas valoraban sólo<br />

lo humano como "vida", al tiempo que su arte "antihumano"<br />

les obligaba a acogerse al formalismo para sus fines: lanzar<br />

el arte a una aventura autónoma de autodescubrimiento.<br />

Sobre la novela también piensa que donde no hay ley de la<br />

imaginación es imposible construir. La psicologia en la nove-


la no puede ser igual que en la realidad: ha de ser psicología<br />

imaginaria. En una novela, dice, puede haber toda la sociolo­<br />

gía que se quiera, pero la novela misma no puede ser socio­<br />

lógica. En la invención de almas interesantes es donde veía<br />

mejor porvenir para el género novelesco que no en la inven­<br />

ción de acciones. Y un ejemplo de esto en Laye sería el artículo<br />

de Manuel Sacristán acerca de la novela Alfanhuí de<br />

Rafael Sánchez Ferlosio, en el que se resalta al personaje,<br />

Alfanhuí, como disecador de colores y percepciones cotidia­<br />

nas, conseguidas gracias a sus aventuras cromáticas, -por<br />

aquello que decia Ortega de que sólo a través de la acción es<br />

posible la contemplación-o Sacristán comenta que:<br />

el autor del Alfanhui puede construir un tema opaco (y con<br />

ribetes morales y sociales). con intensa verdad -cosa que no<br />

puede hacer el poeta relamido y conservador-; y lo hace, al<br />

propio tiempo, con extraordinaria pureza artística -cosa que<br />

no logra casi nunca el llamado "poeta social", o "poeta<br />

comunicativo", o también "poeta engagé ". [...] La naturalidad<br />

del arte estriba en la naturaleza del hombre, del artista,<br />

brota la natural necesidad de no ser natural en sentido abso­<br />

luto, la obligación de ser artificioso laborioso, constructor.<br />

[...] La naturaleza del arte es el artificio."<br />

El formalismo como recurso nos permite enlazar con la ten­<br />

dencia racionalista imperante en la seguna etapa de Laye.34<br />

En contraste con la nostalgia por los ismos plásticos y litera­<br />

rios de la Cataluña republicana, Laye anhelaba el esteticismo<br />

laico y aristocratizante, profundamente racionalista, de la<br />

orteguiana Revista de Occidente. El surrealismo será recha­<br />

zado, quizá por incomprendido, y un botón de muestra sería<br />

otro artículo de Juan Ferrater en el que ataca a los ismos irra­<br />

cionalistas contemporáneos, denominándolos "ciénaga<br />

donde desemboca el romanticismo", proponiendo la alternativa<br />

del automatismo del texto literario enfrentado a las<br />

vivencias animicas del artista, del escritor, permitiendo<br />

mayor participación mental del lector.35 La proposición de un<br />

arte racionalista frente al arte excesivamente sensorial viene<br />

acompañada también de la metáfora que utilizó Eugenio<br />

d'Ors de la cuaresma del arte: El primero, el arte racionalis­<br />

ta, sería la "cuaresma" y el arte sensorial el "carnaval". Un<br />

ejemplo claro seria un breve fragmento de Josep Casanovas<br />

en el que se pone de manifiesto [a hostilidad hacia el romanticismo,<br />

en este caso musical:<br />

El cronista ha sufrido, como cualquier universitario, la enfer­<br />

medad de la beethovenofobia. Enfermedad aguda con síntomas<br />

aparatosos, pero afortunadamente breve, sin consecuencias<br />

y que, después de la convalecencia, deja despierto<br />

ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

el apetito. Para el caso Beethoven merece recordarse un<br />

comentario oído a[ maestro Toldra -buen humorista-, que<br />

propugnaba por una abstinencia total de dicho compositor<br />

durante dos años, como minimo."<br />

Con la "cuaresma del Arte" se pretendía encontrar un punto<br />

de salvación, un flotador en medio de la desolación europea<br />

del momento; de esta forma se recurría a [a razón como<br />

herramienta estética para construir la obra "bien hecha" y<br />

reafirmar la confianza en el orden clásico, rechazando "la<br />

nerviosa crispación del romanticismo"." Se pretendia con­<br />

quistar el equilibrio mediante la razón oponiéndola a la<br />

intuición y la insatisfacción del romántico.<br />

Pero tenemos entre los redactores a uno que es especialmen­<br />

te complejo y contradictorio. Gabriel Ferrater se nos muestra<br />

oscilante entre el carnaval romántico y la cuaresma raciona­<br />

lista característica en Europa después de la segunda guerra<br />

mundial; encarna el crítico, a su vez, la ambivalencia que<br />

venía sufriendo la revista:<br />

nuestro crítíco [rebota] constantemente entre dos muros<br />

enfrenta-dos: lo sensorial y lo intelectívo. Saltos avivados y<br />

reprimídos al mismo tiempo por la propia personalidad [...]<br />

de Gabriel Ferrater y el entorno histórico que le envuelve:<br />

por un lado, repito, la espontánea tendencia hacia el «esta­<br />

do caliente» del instinto romántico y, por otro, el control<br />

racionalista o «estado fria» [...], control tan notorio, por cierto,<br />

en la generación de <strong>1950</strong>, al menos en el grupo barcelonés,<br />

deseoso por encontrar un equilibrio neoclásico en la<br />

obra artistica."<br />

Para comprender el repudio a lo surreal, a lo instintivo, continuamos:<br />

los horrores de la guerro [...] hacían palidecer al propio<br />

museo de monstruos pictórico, o literario, de los superrea­<br />

listas anteriores a 1939. Como en el paisaje harapiento de las<br />

ciudades descarnadas, reducidas a un geometrismo esquelético,<br />

que puebla e[ fondo del film de Roberto Rossellini<br />

Germanío, anno zero, la realidad europea, en <strong>1950</strong>, a mitad<br />

de camino entre el fuego fatuo de la pasada catástrofe y los<br />

temblores sórdidos de la guerra fría, se habia convertido con<br />

sus humillaciones cotidianas, en algo dolorosa mente verdadero<br />

pero inverosimil, es decir, surreal. Sobraba, por lo tanto,<br />

la pirueta plástica o poética y se imponía [...] una urgente<br />

cura racionalista a la que se agarrarían como clavo ardiendo<br />

muchos jóvenes escritores y artistas de la época. Es,en suma,<br />

una nueva tentación, ahora de índole intelectualista, enca­<br />

minada a detener los oscuros insectos de la angustia ...."<br />

61


ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

Gabriel Ferrater también se acoge a las ideas estéticas de<br />

Ortega, sobre todo, a las páginas del libro ya mencionado<br />

Papeles sobre Velázquez y Gaya. En su artículo "Exposíciones<br />

de María Girona y Jaime Mercadé", Ferrater resalta los rasgos<br />

autónomos de la pintura en cuanto que tiene "leyes pro­<br />

pias"'o interpretándola como un misterio. Oigamos a Ortega<br />

al respecto, pero donde Ortega diga jeroglífico entendamos<br />

misterio, según Ferrater:<br />

El jeroglifico [...] es una forma de comunicación donde<br />

vemos con toda claridad [ ] ciertas figuras [que] se nos<br />

ofrecen con la pretensión [ ] de tener un sentido. Este sentido<br />

no está en ellas declarado, patente, sino al contrario,<br />

latente. Las figuras actúan tan sólo como insinuaciones o<br />

sugestiones, diríamos como gestos mudos. De aqui que el<br />

jeroglifico exija un esfuerzo de interpretación. Pues bien, la<br />

pintura está más cerca del jeroglifico que del lenguaje. Es<br />

apasionado afán de comunicación con procedimientos<br />

mudos. [Al ser] expresión muda [...] el cuadro existe sólo<br />

como un conjunto de signos donde quedan perpetuadas<br />

intenciones. Por tanto [...] ver un cuadro implica entenderlo,<br />

descubrir la intención de todas sus formas, o, lo que es igual,<br />

contemplar una pintura no es sólo cuestión de ojos, sino de<br />

interpretación."<br />

Este concepto de misterio conduce a lo técnico, a lo artesa­<br />

nal en el arte: "todo, en arte, es técnica"," dice Ferrater, y a<br />

su vez, Ortega:<br />

Pintar es [...] un trabajo manual. [...] El pintor es un hombre<br />

que con sus manos fabrica objetos, que se pasa la vida<br />

luchando con la materia corporal, consignado a las limitaciones<br />

que ésta impone y sometido a la dura y humillante<br />

disciplina que esas inexorables limitaciones imponen. [...]<br />

Hay, pues, que contar en el pintor con un fondo de artesa­<br />

nia desde el cual vive y es -es todo lo más que puede ser. [...]<br />

El artista es el que inventa las formas estéticas, pero las realiza<br />

como artifice."<br />

Esta concepción lleva al enfrentamiento, que hemos estado<br />

viendo, con la tesis romántica de la intuición iluminativa.<br />

Ferrater ofrece, frente a esa pasividad creadora, la movilidad<br />

cualitativa, la continua e intrincada fabricación del trabajo<br />

artístico -lucha con la materia, decía Ortega ahora mismo­<br />

en la que están alineados igualmente Carlos Barral o Jaime<br />

Gil de Biedma, pero que en nuestro critico es realmente insis­<br />

tente. Continuidad que Ortega expresa así:<br />

62<br />

las manchas [de este modo llama Ortega a la pincelas] [...]<br />

están puestas en el cuadro, [...] están alll en concepto de<br />

puestas, es decir, conservando perpetuamente la índole de<br />

signos o señales de la acción humana que las engendró."<br />

La concepción del crítico como persona supeditada plena­<br />

mente a la obra de arte por alimentarse de sus tejidos artis­<br />

ticos, a la par que desvelador de la doble peripecia humana<br />

que tiene lugar a propósito de la obra, por ser e/lienzo segre­<br />

gador de signos expresivos, plantea, también, resonancias<br />

orteguianas como ésta:<br />

La delicia de la pintura es sernos perpetuo jeroglífico frente<br />

al cual vivimos constantemente en una faena de interpretación,<br />

canjeando sin cesar lo que vemos por su intención. De<br />

aqui ese como efluvio de significación que mana continuamente<br />

del lienzo, de la tabla, del dibujo, del aguafuerte, del<br />

fresco. En suma, que el cuadro nos está siempre haciendo<br />

señas.45<br />

y llevando este protagonismo del cuadro al extremo en el<br />

que se distancia de las filas racionalistas, Ferrater afirma que<br />

"el instinto del pintor no cuida de verificar las previsiones del<br />

crítico"," quizá por asimilación de lo que dijo Ortega a pro­<br />

pósito de Gaya: en el pintor aragonés "brota repentinamen­<br />

te y en la pintura por vez primera el romanticismo, con su<br />

carácter de irrupción convulsa, confusa de misteriosas y<br />

'demoníacas' potencias que el hombre lleva en lo subterrá­<br />

neo de su ser"." Rompiendo por ello su labor acostumbrada<br />

de orfebre, de oficial que vive atenido a los encargos que<br />

recibe, y rompiendo, por tanto, los esquemas a los críticos o<br />

historiadores de arte que no se han explicado aún el porqué<br />

de la convulsión de los Caprichos. Así, el confuso misterio<br />

como fuerza innata al hombre que debe aceptarse para poder<br />

explicar que el hombre y el artista que pinta El Cacharrero<br />

"son el mismo hombre y el mismo artista que asesinó las<br />

paredes de su propia casa cubriéndolas con los pavorosos<br />

chafarrinones de sus "cuadros negros". [Y] todo lo que no sea<br />

[hablar] de esto es [no] hablar de Gaya, sino precisamente<br />

eludir la conversación sobre él"."<br />

Gabriel Ferrater con sus ambivalencias entre razón e instinto<br />

parece apoyarse en esta concepción, que también podría<br />

explicar cómo una revista nacida por la subvención oficial<br />

llegó a ser un cuadro negro en las paredes del propio régimen.


NOTAS<br />

ARTíCU<strong>LOS</strong><br />

, Lave, marzo <strong>1950</strong>, n° 1, p. s.n., apud Bonet, La revista «Lave». Estudio V antologla, Barcelona, Península, 1988, p. 49. He de citar los frag­<br />

mentos recogidos en el libro porque me fue imposible encontrar este número.<br />

] Ibid., p. 282.<br />

, Ibid., p. 285 V 296.<br />

, Ortega, España invertebrada, Madrid, Alianza Editorial, 1992, p. 108.<br />

" Ramón Carnicer, "Barroquismo mental", Lave, abril-junio 1953, n° 23, pp. 164-165.<br />

" Esteban Pinilla de las Heras, op. cit., p. 285.<br />

7 Entrevista fechada el 5-1-1987. Bonet. La revista «Lave»..., p. 32.<br />

" Ibid., p. 297.<br />

" Cfr. con las conclusiones que se pueden extraer de A. López Pina V E. Aranguren, La cultura política de la España de Franco, Madrid, Taurus,<br />

1976.<br />

'" Apud Julián Marías, Ortega 1.Circunstancia V vocación, Madrid, Revista de Occidente, 1960, p. 166.<br />

H Entrevista citada en la nota 7.<br />

""Discurso del Ministro de Educación Nacional", Lave, septiembre-octubre 1951, n° 15, pp. 3 V 4 azul.<br />

n Bonet, La revista «Lave» , p. 33, nota 18.<br />

" Ortega V Gasset, España , p. 108.<br />

,,, "¿Universidad formativa7", Lave, julio-agosto <strong>1950</strong>, n° 5, p. 4<br />

'" "La Universidad V la industria privada. «Alcalá», n° 9, Madrid, 25 de Mavo de 1952", Lave, mavo-julio 1952, n° 19, p. 77.<br />

" Bonet, La revista «Lave»..., p. 32. Debo citar del libro por no haberme sido posible encontrar el número 2 de Lave.<br />

'" "Comentario a un gesto intrascendente", Lave, junio <strong>1950</strong>, n° 4, p. 12.<br />

"Ramón Carnicer, op. cit., p. 163.<br />

'" Julián Marlas, op. cit., p. 473.<br />

" Ramón Carnicer, op. cit., p. 164.<br />

"Julián Marías, op. cit., p. 185.<br />

"Francisco Farreras, "De la tradición en el arte", Lave, diciembre <strong>1950</strong>, número 10, p. 12.<br />

" Ibid.<br />

]" Ortega V Gasset. Meditaciones del Quijote, Madrid, Alianza Editorial, 1981, pp. 36 V 37.<br />

'" Farncisco Farreras, op. cit., p. 12.<br />

"Ortega V Gasset, Papeles sobre Velázquez V GOVa, Madrid, Alianza Editorial, 1987, pp. 60-61.<br />

'" J. M. Castellet, "Notas sobre la situación actual del escritor en España", Lave, agosto-septiembre 1952, número 20, p. 14.<br />

'" Ortega V Gasset, La deshumanización ... , p. 13.<br />

m Lave, abril <strong>1950</strong>, número 2, p. 10.<br />

H Ortega, La deshumanización ..., p. 32.<br />

"c. Iglesias, "Vida, Poesía, Cultura", Lave, octubre-noviembre <strong>1950</strong>, números 8-9, p. [7] s. n.<br />

""Una lectura de Alfanhui de Rafael Sánchez Ferlosio", Lave, 1954, n° 24, apud Bonet. La revista «Lave»... , pp. 326 V 337.<br />

" Bonet, Gabriel Ferrater. .., p. 28.<br />

,,,Juan Ferrater, "El habla imposible", Lave, enero-marzo 1953, número 22, apud Bonet. Gabriel Ferrater. .., p. 29. J. M. Castellet en su artículo<br />

"El tiempo del lector", amparándose en las Ideas sobre la novela de Ortega, defiende al novelista que permite al lector participar en su obra<br />

por no referirle la vida de las figuras novelescas, por ejemplo; o sea, al escritor que da los hechos visibles sin definición alguna, para que el<br />

lector se esfuerce en descubrir V definir.<br />

"" Josep Casanovas, Lave, número 20, p. 57.<br />

" Bone!, La revista «Lave»..., p. 84.<br />

'" Bone!, Gabriel Ferrater. .., p. 118.<br />

,., Ibid., pp. 118-119 .<br />

• , Lave, mavo 1951, Número 13, p. 52.<br />

" Ortega, Papeles ..., pp. 55-56.<br />

" Bone!, Gabriel Ferrater ... , p. 53.<br />

"Ortega, Papeles ..., pp. 353-354.<br />

" lb id., p. 54.<br />

4" Ibid., p. 57.<br />

'" Gabriel Ferrater, "Exposición de J. A. Roda", Lave, diciembre 1951, n° 16, pp. 51-53.<br />

"Ortega, Papeles ... , p. 291.<br />

'" Ibid., p. 283.<br />

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