PDF en español - Diánoia - UNAM
PDF en español - Diánoia - UNAM
PDF en español - Diánoia - UNAM
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
230 RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS<br />
original nos permite <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarnos a nuestros propios conflictos, propuestas e<br />
innovaciones con mayor conocimi<strong>en</strong>to sobre la naturaleza de las cuestiones<br />
por plantear o las ya establecidas.<br />
Para finalizar, deseo referirme a las difer<strong>en</strong>cias que <strong>en</strong>contré <strong>en</strong>tre las ediciones<br />
de antologías del mismo tipo, como actas de congresos, simposios y hom<strong>en</strong>ajes,<br />
y una diversidad de variantes producidas a partir de nuestros <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros<br />
académicos. Una difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la antología que ahora reseño y las de tipo<br />
similar que se publican <strong>en</strong> nuestro país, es que <strong>en</strong> estas últimas (al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong><br />
todas las que conozco) todos los artículos siempre están escritos <strong>en</strong> <strong>español</strong>,<br />
indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de si la confer<strong>en</strong>cia fue escrita originalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> italiano,<br />
francés o inglés, etc. Estas publicaciones están invariablem<strong>en</strong>te traducidas al<br />
<strong>español</strong>, tarea que realiza un traductor del departam<strong>en</strong>to editorial donde se<br />
publica el libro, o bi<strong>en</strong> el editor o los editores; incluso, a veces, gracias a varios<br />
autores de la propia antología, que además de su texto traduc<strong>en</strong> el de otro colega<br />
extranjero. Supongo que esta actitud nuestra ti<strong>en</strong>e como finalidad alcanzar<br />
un público más amplio, es decir, a profesores, investigadores y estudiantes. ¿O<br />
quizá se deba a que <strong>en</strong> México def<strong>en</strong>demos más el <strong>español</strong> que <strong>en</strong> España?<br />
De todos modos es interesante advertir las distintas actitudes que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong><br />
relación con el propio idioma respecto de México y España y averiguar cuáles<br />
son sus repercusiones, ya que <strong>en</strong> esta antología, motivo de la pres<strong>en</strong>te reseña,<br />
la mayoría de los textos están escritos <strong>en</strong> francés, otro tanto <strong>en</strong> <strong>español</strong> y, <strong>en</strong><br />
m<strong>en</strong>or proporción, <strong>en</strong> italiano, que son los idiomas oficiales de las universidades<br />
participantes: Bolonia, Lyon, París y Barcelona, ciudades donde se han<br />
llevado a cabo los Congresos sobre la Encyclopédie.<br />
CARMEN SILVA<br />
Facultad de Filosofía y Letras<br />
Universidad Nacional Autónoma de México<br />
carm<strong>en</strong>silva55@gmail.com<br />
Yamandú Acosta, P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to uruguayo. Estudios latinoamericanos de<br />
historia de las ideas y filosofía de la práctica, Nordan, Montevideo, 2010,<br />
254 pp.<br />
Tres condiciones fecundas, tres condiciones que hac<strong>en</strong> <strong>en</strong>ormem<strong>en</strong>te atractivos<br />
y a la vez otorgan un valor adicional a los trabajos de una historia intelectual<br />
son: que se trate de una historia interna, que estemos ante una metodología<br />
multiperspectivista y que <strong>en</strong> el correr de la discusión se introduzca alguna apertura<br />
hacia el futuro, sea epistémica, sea práctica, o mejor todavía, combinaciones<br />
de ambas, que de alguna manera motiv<strong>en</strong>, si no es que guí<strong>en</strong>, el indagar<br />
de tal historia. Entre los muchos logros de este excel<strong>en</strong>te libro de Yamandú<br />
Acosta, que analiza y discute casi siglo y medio de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to uruguayo —de<br />
José Pedro Varela (1845–1879) a José Luis Rebellato (1946–1999)—, está el<br />
<strong>Diánoia</strong>, volum<strong>en</strong> LVI, número 66 (mayo 2011): pp. 230–235.
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS 231<br />
de cumplir ejemplarm<strong>en</strong>te con estas tres condiciones. En lo que sigue int<strong>en</strong>to<br />
respaldar mi juicio, a la vez que aclaro un poco <strong>en</strong> qué consist<strong>en</strong> dichas condiciones.<br />
Por historia intelectual interna <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do aquella que explícitam<strong>en</strong>te procura<br />
apr<strong>en</strong>der de los materiales que elucida. De esta manera, <strong>en</strong> una historia intelectual<br />
interna se quier<strong>en</strong> hacer productivos algunos de los conceptos y formas de<br />
abordar un problema que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> las ideas examinadas. (Por decirlo<br />
así, las normas de importancia interna con que opera el historiador buscan<br />
recoger al m<strong>en</strong>os parte de las normas de importancia implícitas pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong><br />
su objeto de estudio.) Por el contrario, una historia intelectual externa será<br />
aquella cuyas teorías y conceptos son por completo aj<strong>en</strong>os a lo que se analiza:<br />
el historiador reporta, informa, pero no apr<strong>en</strong>de nada de la materia con que<br />
trabaja. (Se pasea por ella como un turista distraído que toma fotos, pero ya<br />
sabe todo lo que hay que saber.) Felizm<strong>en</strong>te, Yamandú Acosta expone, elabora<br />
y discute una muestra decisiva de p<strong>en</strong>sadores uruguayos a partir de una perspectiva<br />
de reflexión conformada <strong>en</strong> gran medida a partir de algunos conceptos<br />
y teorías que esos mismos p<strong>en</strong>sadores han elaborado, o que han elaborado<br />
otros p<strong>en</strong>sadores latinoamericanos.<br />
Como un ejemplo de historia intelectual interna abundo un poco sobre<br />
cómo, desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX, algunos de los p<strong>en</strong>sadores<br />
uruguayos que estudia Acosta concib<strong>en</strong> las relaciones <strong>en</strong>tre América<br />
Latina y los Estados Unidos. Propongo tres fases básicas de tales <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros y<br />
des<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tros. (Sospecho que también <strong>en</strong>contramos estas tres fases <strong>en</strong> muchos<br />
otros países de América Latina y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, <strong>en</strong> muchas otras partes del mundo.)<br />
Como claro indicador de una primera fase <strong>en</strong>contramos el discurso liberal<br />
de Varela, qui<strong>en</strong> reforma la escuela primaria uruguaya a partir del lema “por<br />
una escuela laica, gratuita y obligatoria”. Acosta abordará el discurso juv<strong>en</strong>il de<br />
Varela retomando algunos conceptos de la perspectiva de Arturo Andrés Roig<br />
y de Estela Fernández buscando, así, los “núcleos utópicos” del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
vareliano, sus anticipaciones de futuro. Como Sarmi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina, Varela<br />
considera que los Estados Unidos —como señala Acosta— “t<strong>en</strong>ían un carácter<br />
paradigmático [...], el americanismo republicano del futuro configuraba el relevo<br />
de la monarquía que asociada a Europa, repres<strong>en</strong>taba el pasado” (p. 15).<br />
Para estos filósofos e intelectuales latinoamericanos de la segunda mitad del<br />
siglo XIX no hay todavía una difer<strong>en</strong>cia que importe subrayar <strong>en</strong>tre la América<br />
latina y la América sajona. Estados Unidos marca el rumbo a seguir de toda<br />
América. Así, Varela, con lirismo juv<strong>en</strong>il exclama: “¡La monarquía caerá ante<br />
la república; la Europa desaparecerá ante la América! V<strong>en</strong>drá un día no muy<br />
lejano, un día solemne, [...] <strong>en</strong> el que el principio republicano, como hasta hoy<br />
la monarquía, será el que dirija a la humanidad” (p. 17). Un vago indicador de<br />
una segunda fase de las relaciones <strong>en</strong>tre las dos Américas —aunque todavía<br />
<strong>en</strong> extremo ambiguo— la <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> un best-seller, el Ariel de Rodó. Pero<br />
me demoro <strong>en</strong> un rodeo. Quizá pocos <strong>en</strong>sayos latinoamericanos han gozado<br />
de una recepción tan inm<strong>en</strong>sa; <strong>en</strong> efecto, a lo largo de América Latina, <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes<br />
épocas y países, del México de Alfonso Reyes a la Cuba de Fernández<br />
<strong>Diánoia</strong>, vol. LVI, no. 66 (mayo 2011).
232 RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS<br />
Retamar, el Ariel fue primero alabado y luego atacado con igual pasión. Por eso,<br />
no es desmesurado calificarlo, como hace Acosta, de “un comi<strong>en</strong>zo de la filosofía<br />
latinoamericana” (p. 44). Pero no sólo se trata de un comi<strong>en</strong>zo polémico.<br />
Desde la perspectiva que da la primera década del siglo XXI, <strong>en</strong> gran medida<br />
ya acallada la polémica <strong>en</strong>tre arielistas y antiarielistas (o, si se prefiere, <strong>en</strong>tre<br />
las ori<strong>en</strong>taciones prácticas y teóricas que podemos reconstruir a partir de las<br />
figuras simbólicas de Ariel y de Calibán), no me desagrada postular con Acosta<br />
que también el Ariel puede usarse como un recomi<strong>en</strong>zo del p<strong>en</strong>sar si se rescata<br />
—y uso la palabra “rescate” <strong>en</strong> su s<strong>en</strong>tido más literal— la función utópica del<br />
arielismo:<br />
Fr<strong>en</strong>te a la política m<strong>en</strong>uda de banderías y personalismos, por la que democracia<br />
y república resultaban ser palabras que <strong>en</strong> “América la nuestra”<br />
daban cobijo a formas objetivas de autocracia, el desplazami<strong>en</strong>to del poder<br />
desde la razón de la fuerza a la fuerza de la razón y la intelig<strong>en</strong>cia, parece,<br />
así planteado, una más que aceptable alternativa. (p. 55)<br />
O también, esa práctica de recom<strong>en</strong>zar puede consistir, como insiste Acosta,<br />
<strong>en</strong> que “tal vez ‘el móvil alto y desinteresado <strong>en</strong> la acción’ que Ariel simboliza<br />
<strong>en</strong> el m<strong>en</strong>saje de Rodó puede ser hoy recuperado <strong>en</strong> un recomi<strong>en</strong>zo <strong>en</strong> el<br />
que el sujeto que se constituye lo hace superando el dualismo de lo espiritual<br />
y lo material” (p. 57). Pero esbocemos cómo suel<strong>en</strong> plantearse <strong>en</strong> esta fase<br />
las relaciones interamericanas. Al respecto es bi<strong>en</strong> sintomática una conocida<br />
afirmación de Rodó: “a los americanos los admiro pero no los amo”. Rodó<br />
no los “ama” porque considera que la visión del mundo norteamericana se<br />
<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra dominada, como indica <strong>en</strong> el Ariel, por una “concepción utilitaria<br />
como idea del destino humano, y la igualdad <strong>en</strong> lo mediocre, como norma<br />
de la proporción social”. Pero si el Ariel es todavía un indicador ambiguo de<br />
esta segunda fase, la llamada posición “tercerista” —“ni con los Estados Unidos<br />
ni con la Unión Soviética”— que a partir de la Segunda Guerra Mundial<br />
repres<strong>en</strong>tó una parte importante del célebre semanario Marcha, es ya una versión<br />
clara de esta segunda fase. Acosta estudia con minucia (pp. 165–193) las<br />
vicisitudes del tercerismo (como neutralismo, como antiimperialismo, como<br />
nacionalismo. . . ), tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong>tre otras figuras, tanto al sociólogo<br />
Aldo Solari como, sobre todo, al filósofo Arturo Ardao (1912–2003). Tal vez<br />
el vínculo indirecto que sugiero <strong>en</strong>tre el Ariel y la posición tercerista parezca<br />
forzado. Sospecho que <strong>en</strong> varios s<strong>en</strong>tidos no lo es si se toma <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta el papel<br />
decisivo que desempeñó Ardao <strong>en</strong> Marcha. Sin embargo, probablem<strong>en</strong>te para<br />
no pocos de sus def<strong>en</strong>sores, esta segunda fase acaba <strong>en</strong> los primeros años de<br />
la revolución cubana. Como consecu<strong>en</strong>cia, una tercera fase de las relaciones<br />
<strong>en</strong>tre las Américas, notoriam<strong>en</strong>te antinorteamericana, la <strong>en</strong>contramos <strong>en</strong> la<br />
posición militantem<strong>en</strong>te antiimperialista repres<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> este libro tanto por<br />
Lucía Sala (1925–2006) como por la ética de la liberación de José Luis Rebellato<br />
(1946–1999). Así, <strong>en</strong> las antípodas de José Pedro Varela, los Estados Unidos<br />
<strong>Diánoia</strong>, vol. LVI, no. 66 (mayo 2011).
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS 233<br />
ya no repres<strong>en</strong>tan ninguna fu<strong>en</strong>te de ori<strong>en</strong>tación para estos p<strong>en</strong>sadores. En<br />
este mom<strong>en</strong>to, sin embargo, <strong>en</strong> relación con la historia intelectual que Acosta<br />
nos pres<strong>en</strong>ta, me interesa volver a subrayar su cuidado y razonado internismo:<br />
cómo Acosta de caso <strong>en</strong> caso int<strong>en</strong>ta apr<strong>en</strong>der de cada uno de los autores que<br />
estudia (y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, de la historia intelectual de América Latina).<br />
Pero me demoro ya <strong>en</strong> la segunda condición fecunda de una historia intelectual,<br />
la metodología multiperspectivista: cierta capacidad de at<strong>en</strong>der a un<br />
p<strong>en</strong>sador (o a un escritor. . . ) desde varias perspectivas. En el caso de la filosofía<br />
se trata de considerar a un p<strong>en</strong>sador, por ejemplo, tanto como repres<strong>en</strong>tante<br />
de una época social —un protagonista intelectual de una época y de una<br />
sociedad— como int<strong>en</strong>tando reconstruir la validez de su p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to para los<br />
lectores no sólo de esa época, sino también de hoy, e incluso apostando por su<br />
validez <strong>en</strong> el futuro. (Al respecto, Acosta no deja de recordarnos la distinción de<br />
Mario Sambarino <strong>en</strong>tre vig<strong>en</strong>cia y validez de un p<strong>en</strong>sador o de un escritor.) Un<br />
ejemplo magnífico del multiperspectivismo de Acosta lo exhib<strong>en</strong> sus diversos<br />
y muy sugestivos abordajes de Carlos Vaz Ferreira (1872–1958). A difer<strong>en</strong>cia<br />
de Rodó, fuera del Uruguay y fuera de unos pocos, poquísimos lectores, Vaz<br />
Ferreira es un desconocido y, sin embargo, es un p<strong>en</strong>sador riguroso, profundo<br />
y actual (sospecho que mucho más riguroso, profundo y actual que el discutido<br />
Rodó). Ante todo, Acosta sitúa a Vaz Ferreira <strong>en</strong> el contexto social de su<br />
época <strong>en</strong> el capítulo “Hegemonía batllista y ética intelectual. La formulación<br />
del nuevo paradigma ideológico: Carlos Vaz Ferreira, Domingo Ar<strong>en</strong>a, Emilio<br />
Frugoni” (pp. 59–90). Sin embargo, ya desde este mom<strong>en</strong>to Acosta indica que<br />
si se ati<strong>en</strong>de<br />
la ética intelectual de Frugoni desde su posición de fé socialista y la de<br />
Ar<strong>en</strong>a y Vaz Ferreira desde su adscripción liberal, ni se puede captar lo<br />
matizado de su respectivo p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to, ni m<strong>en</strong>os aún percibirse la posibilidad<br />
de su articulación <strong>en</strong> un paradigma ideológico que pueda ser señalado<br />
razonablem<strong>en</strong>te como eje normativo de la construcción de una eticidad<br />
posibilitadora de la hegemonía batllista. (p. 90)<br />
Precisam<strong>en</strong>te, para “captar lo matizado del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to” de qui<strong>en</strong> es sin duda<br />
el filósofo más importante del siglo XX uruguayo —tal vez uno de los más<br />
interesantes hoy todavía de América Latina—, Acosta le dedica tres largos<br />
capítulos: “El filosofar latinoamericano de Carlos Vaz Ferreira y su visión de la<br />
historia”, “La radicalidad del p<strong>en</strong>sar <strong>en</strong> Carlos Vaz Ferreira” y “El p<strong>en</strong>sar radical<br />
de Carlos Vaz Ferreira y el discernimi<strong>en</strong>to de los problemas sociales” (pp. 91–<br />
142). Acosta comi<strong>en</strong>za por ac<strong>en</strong>tuar la importancia que le dio Vaz Ferreira a<br />
la práctica misma de p<strong>en</strong>sar por <strong>en</strong>cima de cualquiera de sus resultados —por<br />
<strong>en</strong>cima, pues, de cualquier p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to—, una práctica que directam<strong>en</strong>te se<br />
vincula con otras actividades m<strong>en</strong>tales, pues<br />
este modo de p<strong>en</strong>sar se articula de un modo, ni exterior ni artificial, con<br />
un modo de s<strong>en</strong>tir y con un modo de actuar. Un filosofar así <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido,<br />
<strong>Diánoia</strong>, vol. LVI, no. 66 (mayo 2011).
234 RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS<br />
un filosofar omnicompr<strong>en</strong>sivo de la exist<strong>en</strong>cia de qui<strong>en</strong> lo ejerce, <strong>en</strong> el que<br />
la razón se hace razonable porque se conti<strong>en</strong>e d<strong>en</strong>tro de sus límites al ser<br />
acotada por el s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to y la acción, hace de qui<strong>en</strong> filosofa, dicho sin<br />
pret<strong>en</strong>siones, un filósofo. (p. 92)<br />
Muy adecuadam<strong>en</strong>te, Acosta elige como ejemplo la conocida distinción —cuyo<br />
empleo más provechoso, creo, es <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derla como una distinción polémica,<br />
más que como una tipología de modos de p<strong>en</strong>sar— que Vaz Ferreira introduce<br />
<strong>en</strong> la Lógica viva <strong>en</strong>tre p<strong>en</strong>sar por ideas a t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta y p<strong>en</strong>sar por sistemas.<br />
Tal vez <strong>en</strong> el concepto de p<strong>en</strong>sar por ideas a t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta haya un eco de lo<br />
que Vaz Ferreira admiró (y apr<strong>en</strong>dió) del pragmatismo, <strong>en</strong> particular, del modo<br />
de p<strong>en</strong>sar de William James. De esta manera, respecto de las ideas (como de<br />
las personas) no importa su g<strong>en</strong>ealogía, su pedigree, sino qué nos permit<strong>en</strong><br />
compr<strong>en</strong>der, cuánta verdad y valor podemos recoger a partir de ellas, aunque<br />
prov<strong>en</strong>gan de las teorías y ori<strong>en</strong>taciones más dispares. Indica Acosta: “Como no<br />
hay un sistema que salvar, la realidad no ti<strong>en</strong>e por qué ser sacrificada <strong>en</strong> aras<br />
de tal salvación. Las ideas percibidas como inadecuadas se sustituy<strong>en</strong> por las<br />
que pres<strong>en</strong>tan mayor idoneidad para el conocimi<strong>en</strong>to” (p. 95). Por el contrario,<br />
qui<strong>en</strong> pi<strong>en</strong>sa por sistemas, por ejemplo, qui<strong>en</strong> pi<strong>en</strong>sa o pseudopi<strong>en</strong>sa a partir de<br />
cualquier palabra-ismo (positivismo, empirismo, kantismo, marxismo, deconstruccionismo.<br />
. . , o lo que sea) suele preocuparse más por ser fiel a ciertos rieles<br />
de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to —obsesionado por no apartarse de ellos— que a los problemas<br />
mismos que int<strong>en</strong>ta resolver. En América Latina, para peor, este p<strong>en</strong>sar por sistemas<br />
se confunde con cierto fervor sucursalero que hace estragos. Por eso, para<br />
Vaz Ferreira, se trata <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido estricto de un modo de no p<strong>en</strong>sar o, tal vez,<br />
de cuasip<strong>en</strong>sar: de dejarse llevar por ciertas ori<strong>en</strong>taciones y p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos —y,<br />
a veces, incluso, por la mera repetición de algunas palabras— para concluir lo<br />
que de todos modos ya estaba previsto <strong>en</strong> el sistema que había que concluir<br />
o, más simplem<strong>en</strong>te, lo que ord<strong>en</strong>a concluir la Casa C<strong>en</strong>tral del P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
de la cual se ha instalado una sucursal. De esta manera, no hay posibilidad ni<br />
de comi<strong>en</strong>zo ni de recomi<strong>en</strong>zo <strong>en</strong> el p<strong>en</strong>sar: no hay posibilidad de lo nuevo.<br />
El punto de llegada ya está presupuesto <strong>en</strong> el punto de partida. Además, como<br />
apunta Acosta, la consecu<strong>en</strong>cia social de este modo de cuasip<strong>en</strong>sar es conocida:<br />
al adherirse a un sistema, la persona, como señala Acosta, “se considera<br />
repres<strong>en</strong>tante del mismo <strong>en</strong> el debate” (p. 94). Así, ya no hay más discusiones<br />
reales, discusiones para apr<strong>en</strong>der, discusiones <strong>en</strong> las que se sabe mirar y escuchar,<br />
sino intercambios <strong>en</strong>tre repres<strong>en</strong>tantes de franquicias de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos<br />
bi<strong>en</strong> empaquetados y bi<strong>en</strong> etiquetados. (Pero los bu<strong>en</strong>os p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos nunca<br />
vi<strong>en</strong><strong>en</strong> empaquetados ni etiquetados.)<br />
Precisam<strong>en</strong>te este vicio de abrir franquicias de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y no tanto p<strong>en</strong>sar<br />
es común <strong>en</strong> las tradiciones marginales y, como recuerda Acosta, Vaz Ferreira<br />
supo detectarlo muy bi<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre nosotros <strong>en</strong> su trabajo “Sobre interfer<strong>en</strong>cias<br />
de ideales, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, y caso especial, la imitación <strong>en</strong> Sudamérica”. (En relación<br />
con este interés de Vaz Ferreira por detectar y corregir algunos de nuestros<br />
<strong>Diánoia</strong>, vol. LVI, no. 66 (mayo 2011).
RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS 235<br />
vicios teóricos más arraigados como el fervor sucursalero, Acosta alude al “filosofar<br />
de Vaz Ferreira como filosofar latinoamericano”. No sé si lo <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do<br />
bi<strong>en</strong>, pero por supuesto Vaz Ferreira p<strong>en</strong>só y escribió una filosofía sin color local,<br />
rehuy<strong>en</strong>do también ese otro vicio tan nuestro, el <strong>en</strong>tusiasmo nacionalista.<br />
Vaz Ferreira fue un latinoamericano o, más precisam<strong>en</strong>te, un uruguayo hondam<strong>en</strong>te<br />
comprometido con sus circunstancias, <strong>en</strong> el mismo s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> que, <strong>en</strong><br />
situaciones extremadam<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>tes, lo fueron Hume o Kant. Pero lo que<br />
pueda haber de válido <strong>en</strong> las filosofías de estos maestros trasci<strong>en</strong>de sus lugares<br />
tanto de nacimi<strong>en</strong>to como de domicilio.)<br />
Pero vayamos ya a la tercera condición que se postuló como muy fecunda<br />
para una historia intelectual: su capacidad de introducir alguna apertura para<br />
el futuro. Una preocupación de Acosta que recorre todo el libro es la utopía. Sin<br />
embargo, retomando ideas de Roig y de Estela Fernández, muy razonablem<strong>en</strong>te<br />
Acosta no deja de distinguir <strong>en</strong>tre la utopía como género y la utopía como<br />
función, como núcleo utópico. Sin embargo, a m<strong>en</strong>udo la distinción se vuelve<br />
resbaladiza. Por eso, p<strong>en</strong>sando por sistemas y no por ideas a t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta,<br />
a veces se comi<strong>en</strong>za por def<strong>en</strong>der una función utópica —nada más y nada<br />
m<strong>en</strong>os que otro mundo es posible— y tarde o temprano se le acaba dando un<br />
cont<strong>en</strong>ido fijo, preciso y g<strong>en</strong>eral a ese mundo que, así, deja de ser otro. (Por<br />
eso, <strong>en</strong> Los apr<strong>en</strong>dizajes del exilio, yo prefiero —¿más modestam<strong>en</strong>te?— hacer<br />
refer<strong>en</strong>cia más que a utopías o núcleos utópicos, a situaciones del tipo “estar<br />
<strong>en</strong> el umbral”: a prácticas de recom<strong>en</strong>zar, a culturas nómadas.)<br />
Lo que más importa: vale la p<strong>en</strong>a leer este informado y riguroso libro de Yamandú<br />
Acosta, <strong>en</strong>tre varias razones, para recordar que, aun <strong>en</strong> las situaciones<br />
más desesperantes, una tradición tan lejana de las Casas C<strong>en</strong>trales del P<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />
—o, al m<strong>en</strong>os, de lo que se presume como tales— supo no desesperar:<br />
supo —para decirlo con Vaz Ferreira— permanecer fiel al signo moral de la<br />
inquietud humana.<br />
CARLOS PEREDA<br />
Instituto de Investigaciones Filosóficas<br />
Universidad Nacional Autónoma de México<br />
jcarlos@servidor.unam.mx<br />
Guillermo Hurtado, Por qué no soy falibilista y otros <strong>en</strong>sayos filosóficos,<br />
Los Libros de Homero, México, 2009, 87 pp.<br />
Al leer este libro de Guillermo Hurtado, breve pero d<strong>en</strong>so, se ti<strong>en</strong>e la impresión<br />
de estar <strong>en</strong> el camino de lo que Leibniz llamó philosophia per<strong>en</strong>nis. Era la idea<br />
de una filosofía per<strong>en</strong>ne, de una tradición filosófica continuada, que usaba lo<br />
antiguo y lo moderno <strong>en</strong> lo que tuvieran de aprovechable. Así, Hurtado utiliza<br />
igualm<strong>en</strong>te a Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás, Suárez y los más reci<strong>en</strong>tes<br />
filósofos analíticos. Se coloca <strong>en</strong> esa modalidad de p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to —el análisis<br />
<strong>Diánoia</strong>, volum<strong>en</strong> LVI, número 66 (mayo 2011): pp. 235–239.