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Leccionario Dominical Año B - Iglesia Episcopal en Colombia

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<strong>Leccionario</strong><br />

<strong>Dominical</strong><br />

<strong>Año</strong> B<br />

Publicado por La Oficina de Ministerios Hispanos<br />

<strong>Iglesia</strong> <strong>Episcopal</strong><br />

815 Second Av<strong>en</strong>ue<br />

New York, New York 10017<br />

Rev. Daniel Caballero, Oficial Nacional<br />

2000<br />

Producido originalm<strong>en</strong>te por La Diócesis de Los Angeles<br />

Oficina de Ministerios Hispanos<br />

Rev. Carm<strong>en</strong> B. Guerrero<br />

1993<br />

Segunda Edicion: Petra Barragán<br />

Diócesis de Los Angeles<br />

Ministerios Hispanos<br />

1999


LA ESTACIÓN DE ADVIENTO<br />

COLECTA<br />

Primer Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

Dios todopoderoso, danos gracia para despojarnos de las obras de las tinieblas y revestirnos con<br />

las armas de la luz, ahora <strong>en</strong> esta vida mortal, <strong>en</strong> la cual Jesucristo tu Hijo, con gran humildad,<br />

vino a visitarnos; a fin de que <strong>en</strong> el día postrero, cuando vuelva con majestad gloriosa a juzgar a<br />

vivos y muertos, resucítanos a la vida inmortal; mediante él, qui<strong>en</strong> vive y reina contigo y el<br />

Espíritu Santo, un solo Dios ahora y por siempre. Amén<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 64:1-9a<br />

Ojalá rasgaras el cielo y bajaras haci<strong>en</strong>do temblar con tu pres<strong>en</strong>cia las montañas, como<br />

cuando el fuego quema las zarzas o hace hervir el agua. Entonces tus <strong>en</strong>emigos conocerían tu<br />

nombre y las naciones temblarían ante ti. Cuando hiciste cosas terribles que no esperábamos,<br />

cuando bajaste, las montañas temblaron ante ti. Jamás se ha escuchado ni se ha visto que haya<br />

otro dios fuera de ti que haga tales cosas <strong>en</strong> favor de los que <strong>en</strong> él confían. Tú aceptas a qui<strong>en</strong><br />

hace el bi<strong>en</strong> con alegría y se acuerda de hacer lo que tú quieres.<br />

Tú estás <strong>en</strong>ojado porque hemos pecado; desde hace mucho te hemos of<strong>en</strong>dido. Todos<br />

nosotros somos como un hombre impuro; todas nuestras bu<strong>en</strong>as obras son como un trapo sucio;<br />

todos hemos caído como hojas marchitas, y nuestros crím<strong>en</strong>es nos arrastran como el vi<strong>en</strong>to. No<br />

hay nadie que te invoque ni se esfuerce por apoyarse <strong>en</strong> ti; por eso te ocultaste de nosotros y nos<br />

has abandonado por causa de nuestra maldad. Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre;<br />

nosotros somos el barro, tú nuestro alfarero; ¡todos fuimos hechos por ti mismo! Señor, no te<br />

<strong>en</strong>ojes demasiado ni te acuerdes siempre de nuestros crím<strong>en</strong>es.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 80:1-7 (Página 597 L.O.C.)<br />

1. Oh Pastor de Israel, escucha,<br />

tú que pastoreas a José como a un rebaño;*<br />

tú que te si<strong>en</strong>tas sobre querubines, resplandece.<br />

2. Ante Efraín, B<strong>en</strong>jamín y Manases,*<br />

despierta tu poder y v<strong>en</strong> a salvarnos.<br />

3. Oh Dios de los Ejércitos, restáuranos;*<br />

haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.<br />

4. Señor Dios de los Ejércitos,*<br />

¿hasta cuándo estarás airado,<br />

a pesar de las súplicas de tu pueblo?<br />

5. Les diste de comer pan de lágrimas,*<br />

y a beber lágrimas <strong>en</strong> gran abundancia.<br />

6. Nos pusiste por escarnio de nuestros vecinos,*<br />

y nuestros <strong>en</strong>emigos se burlan de nosotros.<br />

7. Oh Dios de los Ejércitos, restáuranos;*<br />

haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 1


Primer Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 1:1-9<br />

Yo, Pablo, he sido llamado por la voluntad de Dios a ser apóstol de Jesucristo. Junto con<br />

el hermano Sóst<strong>en</strong>es, escribo esta carta a los hermanos de la iglesia de Dios que están <strong>en</strong> la<br />

ciudad de Corinto, los que <strong>en</strong> Cristo Jesús han sido consagrados a Dios y llamados a formar parte<br />

de su pueblo, junto con todos los que <strong>en</strong> todas partes invocan el nombre de nuestro Señor<br />

Jesucristo, Señor nuestro y de ellos. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derram<strong>en</strong><br />

sobre ustedes su gracia y su paz.<br />

Siempre doy gracias a Dios por ustedes, por la gracia que Dios ha derramado sobre<br />

ustedes por medio de Cristo Jesús. Pues por medio de él Dios les ha dado gran riqueza espiritual,<br />

así de palabra como de conocimi<strong>en</strong>to. De manera que el m<strong>en</strong>saje acerca de Cristo ha llegado a<br />

ser una realidad <strong>en</strong> ustedes. De este modo no les falta ningún don de Dios mi<strong>en</strong>tras esperan el día<br />

<strong>en</strong> que aparezca nuestro Señor Jesucristo. Dios los mant<strong>en</strong>drá firmes hasta el fin, para que nadie<br />

pueda reprocharles nada cuando nuestro Señor Jesucristo regrese. Dios siempre cumple sus<br />

promesas, y él es qui<strong>en</strong> los llamó a vivir <strong>en</strong> unión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 13:(24-32)33-37<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

"Pero <strong>en</strong> aquellos días, pasado el tiempo de sufrimi<strong>en</strong>to, el sol se oscurecerá, la luna dejará de dar<br />

su luz, las estrellas caerán del cielo y las fuerzas celestiales temblarán. Entonces se verá al Hijo del<br />

hombre v<strong>en</strong>ir <strong>en</strong> las nubes con gran poder y gloria. Él mandará a sus ángeles, y reunirá a sus escogidos<br />

de los cuatro puntos cardinales, desde el último rincón de la tierra hasta el último rincón del cielo".<br />

"Apr<strong>en</strong>dan esta <strong>en</strong>señanza de la higuera: Cuando sus ramas se pon<strong>en</strong> tiernas, y brotan sus hojas,<br />

se dan cu<strong>en</strong>ta ustedes de que ya el verano está cerca. De la misma manera, cuando vean que suced<strong>en</strong> estas<br />

cosas, sepan que el Hijo del hombre ya está a la puerta. Les aseguro que todo esto sucederá antes que<br />

muera la g<strong>en</strong>te de este tiempo. El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras no dejarán de<br />

cumplirse".<br />

"Pero <strong>en</strong> cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solam<strong>en</strong>te<br />

lo sabe el Padre". "Por lo tanto, manténganse ustedes despiertos y vigilantes, porque no sab<strong>en</strong> cuando<br />

llegará el mom<strong>en</strong>to. Esto es como un hombre que, estando a punto de irse a otro país, <strong>en</strong>carga a sus<br />

criados que le cuid<strong>en</strong> la casa. A cada cual le manda un trabajo, y ord<strong>en</strong>a al portero que vigile. Así pues,<br />

manténganse ustedes despiertos, porque no sab<strong>en</strong> cuando va a llegar el señor de la casa, si al anochecer, a<br />

la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; no sea que v<strong>en</strong>ga de rep<strong>en</strong>te y los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tre durmi<strong>en</strong>do.<br />

Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡Manténganse despiertos!"<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 2 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE ADVIENTO<br />

COLECTA<br />

Segundo Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

Dios de misericordia, que <strong>en</strong>viaste a tus m<strong>en</strong>sajeros, los profetas, a predicar el<br />

arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to y preparar el camino de nuestra salvación: Danos gracia para at<strong>en</strong>der sus<br />

advert<strong>en</strong>cias y abandonar nuestros pecados, a fin de que recibamos gozosam<strong>en</strong>te la v<strong>en</strong>ida de<br />

Jesucristo nuestro Red<strong>en</strong>tor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y<br />

por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 40:1-11<br />

El Dios de ustedes dice: "Consuel<strong>en</strong>, consuel<strong>en</strong> a mi pueblo; habl<strong>en</strong> con cariño a<br />

Jerusalén y díganle que su esclavitud ha terminado, que ya ha pagado por sus faltas, que ya ha<br />

recibido de mi mano el doble del castigo por todos sus pecados."<br />

Una voz grita: "Prepar<strong>en</strong> al Señor un camino <strong>en</strong> el desierto, trac<strong>en</strong> para nuestro Dios una<br />

calzada recta <strong>en</strong> la región estéril. Rell<strong>en</strong><strong>en</strong> todas las cañadas, allan<strong>en</strong> los cerros y las colinas,<br />

conviertan la región quebrada y montañosa <strong>en</strong> llanura completam<strong>en</strong>te lisa. Entonces mostrará el<br />

Señor su gloria, y todos los hombres juntos la verán. El Señor mismo lo ha dicho."<br />

Una voz dice: "Grita", y yo pregunto: "¿Qué debo gritar?" "Que todo hombre es como<br />

hierba, ¡tan firme como una flor del campo! La hierba se seca y la flor se marchita cuando el<br />

soplo del Señor pasa sobre ellas. Ciertam<strong>en</strong>te la g<strong>en</strong>te es como hierba. La hierba se seca y la flor<br />

se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece firme para siempre."<br />

Súbete, Sión, a la cumbre de un monte, levanta con fuerza tu voz para anunciar una bu<strong>en</strong>a<br />

noticia. Levanta sin miedo la voz, Jerusalén, y anuncia a las ciudades de Judá: "¡Aquí está el<br />

Dios de ustedes!" Llega ya el Señor con poder, sometiéndolo todo con la fuerza de su brazo.<br />

Trae a su pueblo después de haberlo rescatado. Vi<strong>en</strong>e como un pastor que cuida su rebaño;<br />

levanta los corderos <strong>en</strong> sus brazos, los lleva junto al pecho y ati<strong>en</strong>de con cuidado a las recién<br />

paridas.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 85:7-13 (Página 603 L.O.C.)<br />

7. Señor, muéstranos tu misericordia,*<br />

y concéd<strong>en</strong>os tu salvación.<br />

8. Escucharé lo que dice el Señor Dios;*<br />

porque anuncia paz a su pueblo fiel,<br />

a los que se conviert<strong>en</strong> de corazón.<br />

9. Ciertam<strong>en</strong>te cercana está su salvación a cuantos le tem<strong>en</strong>,*<br />

para que habite su gloria <strong>en</strong> nuestra tierra.<br />

10. La misericordia y la verdad se <strong>en</strong>contraron;*<br />

la justicia y la paz se besaron.<br />

11. La verdad brotará de la tierra,*<br />

y la justicia mirará desde los cielos.<br />

12. En verdad el Señor dará la lluvia,*<br />

y nuestra tierra dará su fruto.<br />

13. La justicia irá delante de él,*<br />

y la paz será s<strong>en</strong>da para sus pasos.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 3


Segundo Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

EPÍSTOLA<br />

2 San Pedro 3:8-15a,18<br />

Además, queridos hermanos, no olvid<strong>en</strong> que para el Señor un día es como mil años, y mil<br />

años como un día. No es que el Señor se tarde <strong>en</strong> cumplir su promesa, como algunos supon<strong>en</strong>,<br />

sino que ti<strong>en</strong>e paci<strong>en</strong>cia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan<br />

a Dios.<br />

Pero el día del Señor v<strong>en</strong>drá como un ladrón. Entonces los cielos se desharán con un<br />

ruido espantoso, los elem<strong>en</strong>tos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay <strong>en</strong><br />

ella, quedará sometida al juicio de Dios.<br />

Puesto que todo va a ser destruido de esa manera, ¡con cuánta santidad y devoción deb<strong>en</strong><br />

vivir ustedes! Esper<strong>en</strong> la llegada del día de Dios, y hagan lo posible por apresurarla. Ese día los<br />

cielos serán destruidos por el fuego, y los elem<strong>en</strong>tos se derretirán <strong>en</strong>tre las llamas; pero nosotros<br />

esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, <strong>en</strong> los cuales todo será justo y<br />

bu<strong>en</strong>o.<br />

Por eso, queridos hermanos, mi<strong>en</strong>tras esperan estas cosas, hagan todo lo posible para que<br />

Dios los <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tre <strong>en</strong> paz, sin mancha ni culpa. T<strong>en</strong>gan <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que la paci<strong>en</strong>cia con que<br />

nuestro Señor nos trata es para nuestra salvación. Pero conozcan mejor a nuestro Señor y<br />

Salvador Jesucristo y crezcan <strong>en</strong> su amor. ¡Gloria a él ahora y para siempre! Así sea.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:1-8<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Principio de la bu<strong>en</strong>a noticia de Jesucristo, el Hijo de Dios. El profeta Isaías había<br />

escrito: "Envío mi m<strong>en</strong>sajero delante de ti, para que te prepare el camino. Una voz grita <strong>en</strong> el<br />

desierto: Prepar<strong>en</strong> el camino del Señor; ábranle un camino recto."<br />

Sucedió que Juan se pres<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> el desierto bautizando a la g<strong>en</strong>te; les decía que debían<br />

volverse a Dios y ser bautizados, para que Dios les perdonara sus pecados. Todos los de la<br />

región de Judea y de la ciudad de Jerusalén salían a oírlo. Confesaban sus pecados, y Juan los<br />

bautizaba <strong>en</strong> el río Jordán.<br />

La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello, y se la sujetaba al cuerpo con un<br />

cinturón de cuero; y comía langostas y miel del monte. En su proclamación decía: "Después de<br />

mí vi<strong>en</strong>e uno más poderoso que yo, que ni siquiera merezco agacharme para dasatarle la correa<br />

de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua; pero él los bautizará con el Espíritu<br />

Santo."<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 4 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE ADVIENTO<br />

COLECTA<br />

Tercer Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

Suscita tu poder, oh Señor, y con gran pot<strong>en</strong>cia v<strong>en</strong> a nosotros; ya que estamos impedidos<br />

p<strong>en</strong>osam<strong>en</strong>te por nuestros pecados, haz que tu abundante gracia y misericordia nos ayud<strong>en</strong> y<br />

libr<strong>en</strong> prontam<strong>en</strong>te; por Jesucristo nuestro Señor, a qui<strong>en</strong> contigo y el Espíritu Santo, sea el<br />

honor y la gloria, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 65:17-25<br />

"Mir<strong>en</strong>, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva. Lo pasado quedará olvidado,<br />

nadie se volverá a acordar de ello. Llén<strong>en</strong>se de gozo y alegría para siempre por lo que voy a<br />

crear, porque voy a crear una Jerusalén feliz y un pueblo cont<strong>en</strong>to que viva <strong>en</strong> ella. Yo mismo<br />

me alegraré por Jerusalén y s<strong>en</strong>tiré gozo por mi pueblo. En ella no se volverá a oír llanto ni gritos<br />

de angustia. Allí no habrá niños que mueran a los pocos días, ni ancianos que no complet<strong>en</strong> su<br />

vida. Morir a los ci<strong>en</strong> años será morir jov<strong>en</strong>, y no llegar a los ci<strong>en</strong> años será una maldición. La<br />

g<strong>en</strong>te construirá casas y vivirá <strong>en</strong> ellas, sembrará viñedos y comerá sus uvas. No sucederá que<br />

uno construya y otro viva allí, o que uno siembre y otro se aproveche. Mi pueblo t<strong>en</strong>drá una vida<br />

larga, como la de un árbol; mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. No trabajarán <strong>en</strong><br />

vano ni t<strong>en</strong>drán hijos que mueran antes de tiempo, porque ellos son desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de los que el<br />

Señor ha b<strong>en</strong>decido, y lo mismo serán sus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes. Antes que ellos me llam<strong>en</strong>, yo les<br />

responderé; antes que termin<strong>en</strong> de hablar, yo los escucharé. El lobo y el cordero comerán juntos,<br />

el león comerá pasto, como el buey, y la serpi<strong>en</strong>te se alim<strong>en</strong>tará de tierra. En todo mi monte<br />

santo no habrá qui<strong>en</strong> haga ningún daño." El Señor lo ha dicho.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 126 (Página 673 L.O.C.)<br />

1. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,*<br />

éramos como los que sueñan.<br />

2. Entonces nuestra boca se ll<strong>en</strong>ó de risa,*<br />

y nuestra l<strong>en</strong>gua de gritos de alegría.<br />

3. Y decían <strong>en</strong>tre las naciones:*<br />

"Ha hecho el Señor proezas con ellos".<br />

4. Proezas ha hecho el Señor con nosotros,*<br />

y estamos sumam<strong>en</strong>te alegres.<br />

5. Tu, oh Señor, has cambiado nuestra suerte,*<br />

como los torr<strong>en</strong>tes del Neguev.<br />

6. Los que sembraron con lágrimas,*<br />

con gritos de alegría segarán.<br />

7. Los que van llorando, llevando la semilla,*<br />

volverán <strong>en</strong>tre cantares, tray<strong>en</strong>do sus gavillas.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 5


Tercer Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Tesalonic<strong>en</strong>ses 5:[12-15]16-28<br />

Hermanos, les rogamos que t<strong>en</strong>gan respeto a los que trabajan <strong>en</strong>tre ustedes y los dirig<strong>en</strong> y<br />

aconsejan <strong>en</strong> el Señor. Deb<strong>en</strong> estimarlos y amarlos mucho, por el trabajo que hac<strong>en</strong>. Vivan <strong>en</strong><br />

paz unos con otros.<br />

También les <strong>en</strong>cargamos, hermanos, que repr<strong>en</strong>dan a los que no quier<strong>en</strong> trabajar, que<br />

anim<strong>en</strong> a los que están desanimados, que ayud<strong>en</strong> a los débiles y que t<strong>en</strong>gan paci<strong>en</strong>cia con todos.<br />

T<strong>en</strong>gan cuidado de que ninguno pague a otro mal por mal. Al contrario, procur<strong>en</strong> hacer<br />

siempre el bi<strong>en</strong>, lo mismo <strong>en</strong>tre ustedes mismos que a todo el mundo. Estén siempre cont<strong>en</strong>tos.<br />

Or<strong>en</strong> <strong>en</strong> todo mom<strong>en</strong>to. D<strong>en</strong> gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes<br />

como crey<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> Cristo Jesús. No apagu<strong>en</strong> el fuego del Espíritu. No despreci<strong>en</strong> el m<strong>en</strong>saje de<br />

los que hablan por inspiración de Dios. Sométanlo todo a prueba y ret<strong>en</strong>gan lo bu<strong>en</strong>o.<br />

Apárt<strong>en</strong>se de toda clase de mal.<br />

Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectam<strong>en</strong>te santos, y les conserve<br />

todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la v<strong>en</strong>ida de nuestro Señor<br />

Jesucristo. El que los ha llamado es fiel, y cumplirá todo esto. Hermanos, or<strong>en</strong> también por<br />

nosotros. Salud<strong>en</strong> a todos los hermanos con un beso santo. Les <strong>en</strong>cargo, por la autoridad del<br />

Señor, que lean esta carta a todos los hermanos. Que nuestro Señor Jesucristo derrame su gracia<br />

sobre ustedes.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 1:6-8,19-28<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Hubo un hombre llamado Juan, a qui<strong>en</strong> Dios <strong>en</strong>vió como testigo, para que diera<br />

testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía. Juan no era la luz, sino uno<br />

<strong>en</strong>viado a dar testimonio de la luz. Los judíos de Jerusalén <strong>en</strong>viaron sacerdotes y levitas a Juan, a<br />

preguntarle quién era. Y él confesó claram<strong>en</strong>te:<br />

-Yo no soy el Mesías. Le volvieron a preguntar: -¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?<br />

Juan dijo: -No lo soy. Ellos insistieron: -Entonces, ¿eres el profeta que ha de v<strong>en</strong>ir? Contestó: -<br />

No. Le dijeron: -¿Quién eres, pues? T<strong>en</strong>emos que llevar una respuesta a los que nos <strong>en</strong>viaron.<br />

¿Qué nos puedes decir de ti mismo?<br />

Juan les contestó: -Yo soy una voz que grita <strong>en</strong> el desierto: Abran un camino derecho<br />

para el Señor, tal como dijo el profeta Isaías. Los que fueron <strong>en</strong>viados por los fariseos a hablar<br />

con Juan, le preguntaron: - ¿Pues si no eres el Mesías, ni Elías ni el profeta, por qué bautizas?<br />

Juan les contestó: -Yo bautizo con agua; pero <strong>en</strong>tre ustedes hay uno que no conoc<strong>en</strong> y que vi<strong>en</strong>e<br />

después de mí. Yo ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias. Todo esto sucedió <strong>en</strong><br />

el lugar llamado Betania, al ori<strong>en</strong>te del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 6 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE ADVIENTO<br />

COLECTA<br />

Cuarto Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

Dios todopoderoso, te suplicamos que purifiques nuestra conci<strong>en</strong>cia con tu visitación<br />

diaria, para que, cuando v<strong>en</strong>ga tu Hijo Jesucristo, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tre <strong>en</strong> nosotros la mansión que le ha<br />

sido preparada; qui<strong>en</strong> vive y reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y<br />

por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Samuel 7:4,8-16<br />

Pero aquella misma noche, el Señor se dirigió a Natán y le dijo: "Por lo tanto, dile a mi<br />

siervo David que yo, el Señor todopoderoso, le digo: Yo te saqué del redil, y te quité de andar<br />

tras el rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel; te he acompañado por dondequiera que<br />

has ido, he acabado con todos los <strong>en</strong>emigos que se te <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taron, y te he dado gran fama, como<br />

la que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> los hombres importantes de este mundo. Además he preparado un lugar para mi<br />

pueblo Israel, y allí los he instalado para que vivan <strong>en</strong> un sitio propio, donde nadie los moleste ni<br />

los malhechores los opriman como al principio, cuando puse caudillos que gobernarán a mi<br />

pueblo Israel. Yo haré que te veas libre de todos tus <strong>en</strong>emigos. Y te hago saber que te daré<br />

desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, y que cuando tu vida llegue a su fin y mueras, yo estableceré a uno de tus<br />

desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes y lo confirmaré <strong>en</strong> el reino. Él me construirá un templo, y yo afirmaré su reino<br />

para siempre. Yo le seré un padre, y él me será un hijo. Y cuando cometa una falta, yo lo<br />

castigaré y lo azotaré como todo padre lo hace con su hijo, pero no le retiraré mi bondad como se<br />

la retiré a Saúl, al cual quité para ponerte a ti <strong>en</strong> su lugar. Tu dinastía y tu reino estarán para<br />

siempre seguros bajo mi protección, y también tu trono quedará establecido para siempre."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 132:8-15 (Página 677 L.O.C.)<br />

8. Levántate, oh Señor, al lugar de tu reposo,*<br />

tú, y el arca de tu poder.<br />

9. Que se vistan tus sacerdotes de justicia,*<br />

que tus fieles cant<strong>en</strong> de júbilo.<br />

10. Por amor a David tu siervo,*<br />

no vuelvas el rostro de tu Ungido.<br />

11. El Señor ha jurado a David un juram<strong>en</strong>to,*<br />

y seguram<strong>en</strong>te no se retractará:<br />

12. "A uno de los hijos de tu cuerpo*<br />

pondré sobre tu trono.<br />

13. Si tus hijos guardar<strong>en</strong> mi pacto,<br />

y mis testimonios que yo les <strong>en</strong>señaré,*<br />

sus hijos también se s<strong>en</strong>tarán sobre tu trono para siempre;"<br />

14. Porque el Señor ha elegido a Sión;*<br />

la ha deseado para su habitación.<br />

15. "Esta es para siempre mi lugar de reposo;*<br />

aquí habitaré, porque <strong>en</strong> ella está mi deleite.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 7


Cuarto Domingo de Advi<strong>en</strong>to<br />

EPÍSTOLA<br />

Romanos 16:25-27<br />

Alabemos a Dios, que puede hacerlos a ustedes firmes conforme al m<strong>en</strong>saje de salvación<br />

que yo anuncio y la <strong>en</strong>señanza acerca de Jesucristo. Esto está de acuerdo con lo que Dios ha<br />

revelado de su plan secreto, el cual estuvo oculto desde antes que el mundo existiera, pero ahora<br />

se ha dado a conocer por los escritos de los profetas, de acuerdo con el mandato del Dios eterno.<br />

Este secreto del plan de Dios se ha dado a conocer a todas las naciones, para que crean y<br />

obedezcan. ¡A Dios, el único y sabio, sea la gloria para siempre por medio de Jesucristo! Así<br />

sea.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 1:26-38<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

A los seis meses, Dios mandó al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a<br />

visitar a una mujer virg<strong>en</strong> llamada María, que estaba comprometida para casarse con un hombre<br />

llamado José, desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te del rey David. El ángel <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> el lugar donde ella estaba, y le dijo: -<br />

¡Te saludo, favorecida de Dios! El Señor está contigo.<br />

Cuando vio al ángel, se sorpr<strong>en</strong>dió de sus palabras, y se preguntaba que significaría aquel<br />

saludo. El ángel le dijo:<br />

-María, no t<strong>en</strong>gas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar <strong>en</strong>cinta:<br />

t<strong>en</strong>drás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será un gran hombre, al que llamarán Hijo del<br />

Dios altísimo, y Dios el Señor lo hará rey, como a su antepasado David, para que reine por<br />

siempre <strong>en</strong> la nación de Israel. Su reinado no t<strong>en</strong>drá fin. María preguntó al ángel: -¿Cómo podrá<br />

suceder esto, si no vivo con ningún hombre? El ángel le contestó: -El Espíritu Santo v<strong>en</strong>drá<br />

sobre ti, y el poder del Dios altísimo descansará sobre ti como una nube. Por eso, el niño que va<br />

a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu pari<strong>en</strong>ta Isabel va a t<strong>en</strong>er un hijo, a pesar<br />

de que es anciana; la que decían que no podía t<strong>en</strong>er hijos, está <strong>en</strong>cinta desde hace seis meses.<br />

Para Dios no hay nada imposible. Entonces María dijo: -Yo soy esclava del Señor; que Dios<br />

haga conmigo como me has dicho. Con esto, el ángel se fue.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 8 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


DÍA DE NAVIDAD I<br />

COLECTA<br />

Natividad de Nuestro Señor<br />

Omnipot<strong>en</strong>te Dios, tú has dado a tu unigénito Hijo para asumir nuestra naturaleza, y<br />

nacer [este día] de una virg<strong>en</strong> pura: Concede que, si<strong>en</strong>do nacidos de nuevo y hechos tus hijos por<br />

adopción y gracia, seamos r<strong>en</strong>ovados cada día con tu Espíritu Santo; mediante nuestro Señor<br />

Jesucristo, a qui<strong>en</strong> contigo y el mismo Espíritu sea el honor y la gloria, ahora y por siempre.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 9:2-4,6-7<br />

El pueblo que andaba <strong>en</strong> la oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado para los que<br />

vivían <strong>en</strong> tinieblas. Señor, has traído una gran alegría; muy grande es el gozo. Todos se alegran<br />

delante de ti como <strong>en</strong> tiempo de cosecha, como se alegran los que se repart<strong>en</strong> grandes riquezas.<br />

Porque tu has deshecho la esclavitud que oprimía al pueblo, la opresión que lo afligía, la tiranía a<br />

que estaba sometido. Fue como cuando destruiste a Madián. Porque nos ha nacido un niño, Dios<br />

nos ha dado un hijo, al cual se le ha concedido el poder de gobernar. Y le darán estos nombres:<br />

Admirable <strong>en</strong> sus planes, Dios inv<strong>en</strong>cible, Padre eterno, Príncipe de la paz. Se s<strong>en</strong>tara <strong>en</strong> el<br />

trono de David; ext<strong>en</strong>derá su poder real a todas partes y la paz no se acabara; su reinado quedara<br />

bi<strong>en</strong> establecido, y sus bases serán la justicia y el derecho desde ahora y para siempre. Esto lo<br />

hará el ardi<strong>en</strong>te amor del Señor todopoderoso.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 96:1-4,11-12 (Página 619 L.O.C.)<br />

l. Cant<strong>en</strong> al Señor cántico nuevo;*<br />

cant<strong>en</strong> al Señor, toda la tierra.<br />

2. Cant<strong>en</strong> al Señor, b<strong>en</strong>digan su Nombre;*<br />

proclam<strong>en</strong> de día <strong>en</strong> día su victoria.<br />

3. Pregon<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre las naciones su gloria,*<br />

<strong>en</strong> todos los pueblos sus maravillas;<br />

4. Porque grande es el Señor, y muy digno de alabanza;*<br />

mas temible es que todos los dioses;<br />

11. Alégr<strong>en</strong>se los cielos, y gócese la tierra;<br />

tru<strong>en</strong>e la mar y su pl<strong>en</strong>itud;*<br />

regocíjese el campo, y todo lo que <strong>en</strong> el esta.<br />

12. Entonces aclamaran con jubilo todos los arboles del bosque,<br />

delante del Señor cuando llegue,*<br />

cuando llegue a juzgar la tierra.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 9


Natividad de Nuestro Señor<br />

EPÍSTOLA<br />

Tito 2:11-14<br />

Pues Dios nos ha mostrado su bondad, la cual trae la salvación a toda la humanidad. Esa<br />

bondad de Dios nos <strong>en</strong>seña a dejar la maldad y los deseos mundanos, y a llevar <strong>en</strong> este mundo<br />

una vida de bu<strong>en</strong> juicio, rectitud y devoción a Dios, vivi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> espera del feliz cumplimi<strong>en</strong>to de<br />

lo que se nos ha prometido: el regreso glorioso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. El se<br />

<strong>en</strong>trego a la muerte por nosotros, para salvarnos de toda maldad y limpiarnos completam<strong>en</strong>te,<br />

para que seamos suyos, deseosos de hacer el bi<strong>en</strong>.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 2:1-14[15-20]<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Por aquel tiempo, el emperador Augusto ord<strong>en</strong>o que se hiciera un c<strong>en</strong>so de todo el<br />

mundo. Este primer c<strong>en</strong>so fue hecho si<strong>en</strong>do Cir<strong>en</strong>io gobernador de Siria. Todos t<strong>en</strong>ían que ir a<br />

inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea,<br />

y se fue a Belén, <strong>en</strong> Judea, donde había nacido el rey David, porque José era desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de<br />

David. Fue allá a inscribirse, junto con María, que estaba comprometida para casarse con el y se<br />

<strong>en</strong>contraba <strong>en</strong>cinta. Y sucedió que mi<strong>en</strong>tras estaban <strong>en</strong> Belén, le llego a María el tiempo de dar a<br />

luz. Y allí nació su primer hijo, y lo <strong>en</strong>volvió <strong>en</strong> pañales y lo acostó <strong>en</strong> el establo, porque no<br />

había alojami<strong>en</strong>to para ellos <strong>en</strong> el mesón.<br />

Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche <strong>en</strong> el campo cuidando sus<br />

ovejas. De pronto se les apareció un ángel de Señor, y la gloria del Señor brillo alrededor de<br />

ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: "No t<strong>en</strong>gan miedo, porque les traigo una<br />

bu<strong>en</strong>a noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido <strong>en</strong> el pueblo de<br />

David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, <strong>en</strong>contraran ustedes al niño <strong>en</strong>vuelto<br />

<strong>en</strong> pañales y acostado <strong>en</strong> un establo." En aquel mom<strong>en</strong>to aparecieron, junto al ángel, muchos<br />

otros ángeles del cielo, que alababan a Dios y decían:<br />

" Gloria a Dios <strong>en</strong> las alturas! Paz <strong>en</strong> la tierra <strong>en</strong>tre los hombres que gozan de su favor!"<br />

Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores com<strong>en</strong>zaron a decirse unos a otros: -<br />

Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. Fueron de<br />

prisa y <strong>en</strong>contraron a María y a José, y al niño acostado <strong>en</strong> el establo. Cuando lo vieron, se<br />

pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oyeron se<br />

admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto <strong>en</strong> su corazón, y lo t<strong>en</strong>ia muy<br />

pres<strong>en</strong>te. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que<br />

habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.]<br />

El Evangelio del Señor Pueblo : Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 10 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


DÍA DE NAVIDAD II<br />

COLECTA<br />

Natividad de Nuestro Señor<br />

Oh Dios, que has hecho resplandecer esta noche santa con la claridad de la Luz<br />

verdadera: Concede a los que hemos conocido el misterio de esa Luz <strong>en</strong> la tierra, que también<br />

nos gocemos de él pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> el cielo; donde vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un<br />

solo Dios, <strong>en</strong> gloria eterna. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 62:6-7 10-12<br />

Jerusalén, <strong>en</strong> tus murallas he puesto c<strong>en</strong>tinelas que ni de día ni de noche dejan de decir:<br />

"No se qued<strong>en</strong> callados los que invocan al Señor, no lo dej<strong>en</strong> descansar hasta que haya<br />

reconstruido a Jerusalén y haya hecho que todo el mundo lo alabe. Salgan, salgan por las puertas,<br />

prepar<strong>en</strong> el camino para mi pueblo. Construyan con cuidado la calzada y límpi<strong>en</strong>la de piedras;<br />

levant<strong>en</strong> la señal para llamar a las naciones. El Señor anuncia esto hasta el extremo de la tierra:<br />

"Digan a la ciudad de Sión que ha llegado ya su salvador. El Señor trae a su pueblo después de<br />

haberlo rescatado. A los israelitas los llamarán "El pueblo santo," "Los libertados por el Señor,"<br />

y a Jerusalén, "La ciudad deseada," "La ciudad no abandonada".<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 97:1-4,11-12 (Página 620 L.O.C.)<br />

l. El Señor es Rey; regocíjese la tierra;*<br />

alégr<strong>en</strong>se la multitud de las islas.<br />

2. Nubes y oscuridad alrededor de él;*<br />

rectitud y justicia el cimi<strong>en</strong>to de tu trono.<br />

3. Fuego va delante de él,*<br />

y abrasa a sus <strong>en</strong>emigos alrededor.<br />

4. Sus relámpagos alumbran el mundo;*<br />

viéndolo, la tierra se estremece.<br />

11. Brota la luz para el justo,*<br />

y alegría para los rectos de corazón.<br />

12. Alégr<strong>en</strong>se, justos, <strong>en</strong> el Señor,*<br />

dando gracias a su santo Nombre.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 11


Natividad de Nuestro Señor<br />

EPÍSTOLA<br />

Tito 3:4-7<br />

Pero cuando Dios nuestro Salvador mostró su bondad y su amor por la humanidad, nos<br />

salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho nada bu<strong>en</strong>o, sino porque tuvo compasión de<br />

nosotros. Por medio del lavami<strong>en</strong>to nos ha hecho nacer de nuevo; por medio del Espíritu Santo<br />

nos ha dado nueva vida; y por medio de nuestro Salvador Jesucristo nos ha dado el Espíritu<br />

Santo <strong>en</strong> abundancia, para que, habiéndonos librado de culpa por su bondad, recibamos la vida<br />

eterna que esperamos.<br />

Palabra Del Señor Pueblo: Demos gracias A Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 2:[1-14]15-20<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

[Por aquel tiempo, el emperador Augusto ord<strong>en</strong>ó que se hiciera un c<strong>en</strong>so de todo el<br />

mundo. Este primer c<strong>en</strong>so fue hecho si<strong>en</strong>do Cir<strong>en</strong>io gobernador de Siria. Todos t<strong>en</strong>ían que ir a<br />

inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea,<br />

y se fue a Belén, <strong>en</strong> Judea, donde había nacido el rey David, porque José era desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de<br />

David. Fue allá a inscribirse, junto con María, que estaba comprometida para casarse con él y se<br />

<strong>en</strong>contraba <strong>en</strong>cinta. Y sucedió que mi<strong>en</strong>tras estaban <strong>en</strong> Belén, le llegó a María el tiempo de dar a<br />

luz. Y allí nació su primer hijo, y lo <strong>en</strong>volvió <strong>en</strong> pañales y lo acostó <strong>en</strong> el establo, porque no<br />

había alojami<strong>en</strong>to para ellos <strong>en</strong> el mesón.<br />

Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche <strong>en</strong> el campo cuidando sus<br />

ovejas. De pronto se les apareció un ángel del Señor, y la gloria del Señor brilló alrededor de<br />

ellos; y tuvieron mucho miedo. Pero el ángel les dijo: "No t<strong>en</strong>gan miedo, porque les traigo una<br />

bu<strong>en</strong>a noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido <strong>en</strong> el pueblo de<br />

David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, <strong>en</strong>contrarán ustedes al niño <strong>en</strong>vuelto<br />

<strong>en</strong> pañales y acostado <strong>en</strong> un establo."<br />

En aquel mom<strong>en</strong>to aparecieron, junto al ángel, muchos otros ángeles del cielo, que<br />

alababan a Dios y decían: "¡Gloria a Dios <strong>en</strong> las alturas! ¡Paz <strong>en</strong> la tierra <strong>en</strong>tre los hombres que<br />

gozan de su favor!"]<br />

Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores com<strong>en</strong>zaron a decirse unos a otros:<br />

-Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. Fueron de<br />

prisa y <strong>en</strong>contraron a María y a José, y al niño acostado <strong>en</strong> el establo. Cuando lo vieron, se<br />

pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oyeron se<br />

admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto <strong>en</strong> su corazón, y se lo t<strong>en</strong>ía<br />

muy pres<strong>en</strong>te. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo<br />

que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 12 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


DÍA DE NAVIDAD III<br />

COLECTA<br />

Natividad de Nuestro Señor<br />

Omnipot<strong>en</strong>te Dios, tú has dado a tu unigénito Hijo para asumir nuestra naturaleza, y<br />

nacer (este día) de una virg<strong>en</strong> pura: Concede que, si<strong>en</strong>do nacidos de nuevo y hechos tus hijos por<br />

adopción y gracia, seamos r<strong>en</strong>ovados cada día con tu Espíritu Santo; mediante nuestro Señor<br />

Jesucristo, a qui<strong>en</strong> contigo y el mismo Espíritu sea el honor y la gloria, ahora y por siempre.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 52:7-10<br />

¡Qué hermoso es ver llegar por las colinas al que trae bu<strong>en</strong>as noticias, al que trae noticias<br />

de paz, al que anuncia la liberación y dice a Sión: "¡Tu Dios es rey"! ¡Escucha! Tus c<strong>en</strong>tinelas<br />

levantan la voz y a una dan gritos de triunfo, porque v<strong>en</strong> con sus propios ojos como vuelve el<br />

Señor a Sión. ¡Estall<strong>en</strong> <strong>en</strong> gritos de triunfo, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha t<strong>en</strong>ido<br />

compasión de su pueblo, ha liberado a Jerusalén! El Señor ha mostrado su poder a la vista de<br />

todas las naciones. Por toda la tierra se sabrá que nuestro Dios nos ha salvado.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 98:1-6 (Página 621 L.O.C.)<br />

l. Cant<strong>en</strong> al Señor cántico nuevo,*<br />

porque ha hecho maravillas.<br />

2. Con su diestra, y con su santo brazo,*<br />

ha alcanzado la victoria.<br />

3. El Señor ha dado a conocer su victoria;*<br />

a la vista de las naciones ha descubierto su justicia.<br />

4. Se acuerda de su misericordia y su fidelidad<br />

para con la casa de Israel;*<br />

los confines de la tierra<br />

han visto la victoria de nuestro Dios.<br />

5. Aclam<strong>en</strong> con júbilo al Señor, pueblos todos;*<br />

levant<strong>en</strong> la voz, góc<strong>en</strong>se y cant<strong>en</strong>.<br />

6. Cant<strong>en</strong> al Señor con el arpa,*<br />

con el arpa y la voz de cántico.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 13


Natividad de Nuestro Señor<br />

EPÍSTOLA<br />

Hebreos 1:1-12<br />

En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas<br />

maneras por medio de los profetas. Ahora, <strong>en</strong> estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo,<br />

mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas. Él es el<br />

resplandor glorioso de Dios, la imag<strong>en</strong> misma de lo que Dios es y el que sosti<strong>en</strong>e todas las cosas<br />

con su palabra poderosa. Después de limpiarnos de nuestros pecados, se ha s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> el cielo,<br />

a la derecha del trono de Dios. El Hijo de Dios ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha<br />

recibido <strong>en</strong> her<strong>en</strong>cia un título mucho más importante que el de ellos. Porque Dios nunca dijo a<br />

ningún ángel: "Tú eres mi Hijo; yo te he <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado hoy." Ni dijo tampoco de ningún ángel;<br />

"Yo seré un padre para él, y él será un hijo para mí." Pero <strong>en</strong> otro lugar, al pres<strong>en</strong>tar a su Hijo<br />

primogénito al mundo, dice: "Que todos los ángeles de Dios le ador<strong>en</strong>." Respecto a los ángeles,<br />

Dios dice: "Hace que sus ángeles sean como vi<strong>en</strong>tos, y como llamas de fuego sus servidores."<br />

Pero respecto al Hijo, dice: "Tu reinado, oh Dios, es eterno, y es un reinado de justicia. Has<br />

amado lo bu<strong>en</strong>o y odiado lo malo; por eso te ha escogido Dios, tu Dios, y te ha colmado de<br />

alegría más que a tus compañeros."<br />

También dice: "Tú, oh Señor, afirmaste la tierra desde el principio; tú mismo hiciste el<br />

cielo. Todo ello dejará de existir, pero tú permaneces para siempre. Todo ello se gastará como la<br />

ropa; ¡lo doblarás como se dobla un vestido, lo cambiarás como qui<strong>en</strong> se cambia de ropa! Pero tú<br />

eres el mismo; tu vida no terminará.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 1:1-14<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.<br />

Él estaba <strong>en</strong> el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que<br />

existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla<br />

<strong>en</strong> las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla. Hubo un hombre llamado Juan, a qui<strong>en</strong><br />

Dios <strong>en</strong>vió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que<br />

él decía. Juan no era la luz, sino uno <strong>en</strong>viado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que<br />

alumbra a toda la humanidad v<strong>en</strong>ía a este mundo.<br />

Aquel que es la Palabra estaba <strong>en</strong> el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de<br />

él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo<br />

recibieron. Pero a qui<strong>en</strong>es lo recibieron y creyeron <strong>en</strong> él, les concedió el privilegio de llegar a ser<br />

hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios<br />

los ha <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió <strong>en</strong>tre nosotros, ll<strong>en</strong>o de amor<br />

y verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan dio<br />

testimonio de él, dici<strong>en</strong>do: "Este es aquel a qui<strong>en</strong> yo me refería cuando dije que el que vi<strong>en</strong>e<br />

después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo."<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 14 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE NAVIDAD<br />

COLECTA<br />

Primer Domingo después del Día de Navidad<br />

Dios todopoderoso, tú has derramado sobre nosotros la nueva luz de tu Verbo <strong>en</strong>carnado:<br />

Concede que esta luz, que arde <strong>en</strong> nuestro corazón, resplandezca <strong>en</strong> nuestra vida; mediante<br />

nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios<br />

ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 61:10-62:3<br />

¡Cómo me alegro <strong>en</strong> el Señor! Me ll<strong>en</strong>o de gozo <strong>en</strong> mi Dios, porque me ha brindado su<br />

salvación, ¡me ha cubierto de victoria! Soy como un novio que se pone su corona o una novia<br />

que se adorna con sus joyas. Porque así como nac<strong>en</strong> las plantas de la tierra y brotan los retoños<br />

<strong>en</strong> un jardín, así hará el Señor que brote su victoria y que todas las naciones <strong>en</strong>ton<strong>en</strong> cantos de<br />

alabanza.<br />

Por amor a ti, Sión, no me quedaré callado; por amor a ti, Jerusalén, no descansaré hasta<br />

que tu victoria brille como el amanecer y tu salvación como una antorcha <strong>en</strong>c<strong>en</strong>dida. Las<br />

naciones verán tu salvación, todos los reyes verán tu gloria. Entonces t<strong>en</strong>drás un nombre nuevo<br />

que el Señor mismo te dará. Tú serás una hermosa corona real <strong>en</strong> la mano del Señor tu Dios.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 147:13-21 (Página 695 L.O.C.)<br />

13. Glorifica al Señor, oh Jerusalén;*<br />

alaba a tu Dios, oh Sión;<br />

14. Porque ha fortalecido los cerrojos de tus puertas;*<br />

ha b<strong>en</strong>decido a tus hijos d<strong>en</strong>tro de ti.<br />

15. Ha establecido la paz <strong>en</strong> tus fronteras;*<br />

te sacia con lo mejor del trigo.<br />

16. Él <strong>en</strong>vía su decreto a la tierra,*<br />

y su palabra corre veloz.<br />

17. Despliega la nieve como lana;*<br />

derrama la escarcha como c<strong>en</strong>iza.<br />

18. Esparce su granizo como migajas;*<br />

ante su frío, ¿quién resistirá?<br />

19. Envía su palabra, y se derrit<strong>en</strong>;*<br />

sopla su vi<strong>en</strong>to, y corr<strong>en</strong> las aguas.<br />

20. Declara su palabra a Jacob,*<br />

sus estatutos y sus juicios a Israel.<br />

21. No ha tratado así a ninguna otra nación,*<br />

ni les ha dado a conocer sus mandatos.<br />

¡Aleluya!<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 15


Primer Domingo después del Día de Navidad<br />

EPÍSTOLA<br />

Gálatas 3:23-25; 4:4-7<br />

Antes de v<strong>en</strong>ir la fe, la ley nos t<strong>en</strong>ía presos, esperando a que la fe fuera dada a conocer.<br />

La ley, como el esclavo que conduce a los niños, nos condujo a Cristo, para que al creer <strong>en</strong> él<br />

pudiéramos ser hechos libres de culpa. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos a cargo de<br />

ese esclavo<br />

que era la ley. Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios <strong>en</strong>vió a su Hijo, que nació de una mujer,<br />

sometido a la ley de Moisés, para dar libertad a los que estábamos bajo esa ley, para que Dios<br />

nos recibiera como a hijos. Y para mostrar que ya somos sus hijos, Dios mandó el Espíritu de su<br />

Hijo a nuestros corazones; y el Espíritu clama: "¡Padre mío!" Así pues, tú ya no eres esclavo,<br />

sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 1:1-18<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.<br />

Él estaba <strong>en</strong> el principio con Dios. Por medio de él, Dios hizo toda las cosas; nada de lo que<br />

existe fue hecho sin él. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz brilla<br />

<strong>en</strong> las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.<br />

Hubo un hombre llamado Juan, a qui<strong>en</strong> Dios <strong>en</strong>vió como testigo, para que diera<br />

testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía. Juan no era la luz, sino uno<br />

<strong>en</strong>viado a dar testimonio de la luz. La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad v<strong>en</strong>ía a<br />

este mundo.<br />

Aquel que es la Palabra estaba <strong>en</strong> el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de<br />

él, los que son del mundo no le reconocieron. Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo<br />

recibieron. Pero a qui<strong>en</strong>es lo recibieron y creyeron <strong>en</strong> él, les concedió el privilegio de llegar a<br />

ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque<br />

Dios los ha <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado. Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió <strong>en</strong>tre nosotros, ll<strong>en</strong>o de<br />

amor y verdad. Y hemos visto su gloria, la gloria que como Hijo único recibió del Padre. Juan<br />

dio testimonio de él, dici<strong>en</strong>do: "Este es aquel a qui<strong>en</strong> yo me refería cuando dije que el que vi<strong>en</strong>e<br />

después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo." De sus grandes riquezas,<br />

todos hemos recibido b<strong>en</strong>dición tras b<strong>en</strong>dición. La ley fue dada por medio de Moisés; el amor y<br />

la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo<br />

único, que es Dios y que vive <strong>en</strong> íntima comunión con el padre, es qui<strong>en</strong> nos lo ha dado a<br />

conocer.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 16 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EL SANTO NOMBRE DE JESÚS<br />

COLECTA<br />

Enero 1<br />

Padre eterno, tú diste a tu Hijo <strong>en</strong>carnado el santo nombre de Jesús para ser el signo de<br />

nuestra salvación: Te suplicamos que siembres <strong>en</strong> cada corazón el amor de qui<strong>en</strong> es el Salvador<br />

del mundo, nuestro Señor Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios,<br />

<strong>en</strong> gloria eterna. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Éxodo 34:1-8<br />

El Señor le dijo a Moisés: -Corta tú mismo dos tablas de piedra iguales a las primeras,<br />

para que yo escriba <strong>en</strong> ellas las mismas palabras que estaban escritas <strong>en</strong> las primeras tablas, las<br />

que hiciste pedazos. Prepárate también para subir al monte Sinaí mañana por la mañana, y<br />

preséntate ante mí <strong>en</strong> la parte más alta del monte. Nadie debe subir contigo, ni se debe ver a<br />

nadie por todo el monte; tampoco debe haber ovejas o vacas pastando fr<strong>en</strong>te al monte.<br />

Moisés cortó dos tablas de piedra iguales a las primeras. Al día sigui<strong>en</strong>te, muy temprano,<br />

tomó las dos tablas de piedra y subió al monte Sinaí, tal como el Señor se lo había ord<strong>en</strong>ado.<br />

Entonces el Señor bajó <strong>en</strong> una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre.<br />

Pasó delante de Moisés, dici<strong>en</strong>do <strong>en</strong> voz alta: -¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo,<br />

paci<strong>en</strong>te y grande <strong>en</strong> amor y verdad! Por mil g<strong>en</strong>eraciones se manti<strong>en</strong>e fiel <strong>en</strong> su amor y perdona<br />

la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la<br />

maldad de los padres <strong>en</strong> los hijos y <strong>en</strong> los nietos, <strong>en</strong> los bisnietos y <strong>en</strong> los tataranietos.<br />

Rápidam<strong>en</strong>te Moisés se inclinó hasta tocar el suelo con la fr<strong>en</strong>te, y adoró al Señor dici<strong>en</strong>do: -<br />

¡Señor! ¡Señor! Si <strong>en</strong> verdad me he ganado tu favor, acompáñanos. Esta g<strong>en</strong>te es realm<strong>en</strong>te muy<br />

terca, pero perdónanos nuestros pecados y maldad, y acéptanos como tu pueblo.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 8 (Página 491 L.O.C.)<br />

l. Oh Señor, soberano nuestro,*<br />

¡cuán glorioso es tu Nombre <strong>en</strong> toda la tierra!<br />

2. Alabado es tu gloria sobre los cielos,*<br />

por la boca de los niños y de los que maman.<br />

3. Has fundado la fortaleza, a causa de tus <strong>en</strong>emigos,*<br />

para hacer callar al <strong>en</strong>emigo y al v<strong>en</strong>gador.<br />

4. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos,*<br />

la luna y las estrellas que tú formaste,<br />

5. Digo: "¿Qué es el hombre, para que t<strong>en</strong>gas de él memoria,*<br />

el hijo del hombre, que lo ampares?<br />

6. Le has hecho poco m<strong>en</strong>or que los ángeles,*<br />

y lo coronaste de gloria y honra.<br />

7. Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos;*<br />

todo lo pusiste debajo de sus pies.<br />

8. Ovejas y bueyes, todo ello,*<br />

y asimismo las bestias del campo;<br />

9. Las aves de los cielos y los peces del mar,*<br />

todo cuanto pasa por los s<strong>en</strong>deros del mar.<br />

l0. Oh Señor, soberano nuestro,*<br />

¡cuán glorioso es tu Nombre <strong>en</strong> toda la tierra!<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 17


Enero 1<br />

EPÍSTOLA<br />

Romanos 1:1-7<br />

Yo, Pablo, siervo de Jesucristo, escribo esta carta. Dios me llamó y me apartó para ser<br />

apóstol suyo, para anunciar su m<strong>en</strong>saje de salvación. Por medio de sus profetas, Dios ya había<br />

comunicado este m<strong>en</strong>saje <strong>en</strong> las santas Escrituras. Es el m<strong>en</strong>saje que trata de su Hijo Jesucristo,<br />

nuestro Señor, que como hombre fue desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te del rey David, pero como espíritu santificador<br />

y por el hecho de haber resucitado, fue declarado Hijo de Dios y se le dieron pl<strong>en</strong>os poderes.<br />

Por medio de Jesucristo, Dios me ha concedido el privilegio de ser su apóstol, y de<br />

anunciar su nombre, para que <strong>en</strong> todas las naciones haya qui<strong>en</strong>es crean <strong>en</strong> él y le obedezcan.<br />

Entre ellos están también ustedes, que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> Roma. Dios los ama, y los ha llamado a ser de<br />

Jesucristo y a formar parte de su pueblo. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derram<strong>en</strong><br />

su gracia y su paz sobre ustedes.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 2:15-21<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores com<strong>en</strong>zaron a decirse unos a otros:<br />

-Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. Fueron de<br />

prisa y <strong>en</strong>contraron a María y a José, y al niño acostado <strong>en</strong> el establo. Cuando lo vieron, se<br />

pusieron a contar lo que el ángel les había dicho acerca del niño, y todos los que lo oyeron se<br />

admiraban de lo que decían los pastores. María guardaba todo esto <strong>en</strong> su corazón, y lo t<strong>en</strong>ía muy<br />

pres<strong>en</strong>te. Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que<br />

habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho.<br />

A los ocho días circuncidaron al niño, y le pusieron por nombre Jesús, el mismo nombre<br />

que el ángel le había dicho a María antes que ella estuviera <strong>en</strong>cinta.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 18 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE NAVIDAD<br />

COLECTA<br />

Segundo Domingo después de Navidad<br />

Oh Dios, que maravillosam<strong>en</strong>te creaste y aún más maravillosam<strong>en</strong>te restauraste la<br />

dignidad de la naturaleza humana: Concede que compartamos la vida divina de qui<strong>en</strong> se humilló<br />

para compartir nuestra humanidad, tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del<br />

Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Jeremías 31:7-14<br />

El Señor dice: "Cant<strong>en</strong> de gozo y alegría por el pueblo de Jacob, la principal <strong>en</strong>tre todas<br />

las naciones. Hagan oír sus alabanzas y digan: 'El Señor salvó a su pueblo, lo que quedaba de<br />

Israel.' Voy a hacerlos volver del país del norte, y a reunirlos del último rincón del mundo. Con<br />

ellos v<strong>en</strong>drán los ciegos y los cojos, las mujeres embarazadas y las que ya dieron luz; ¡volverá<br />

una <strong>en</strong>orme multitud! V<strong>en</strong>drán orando y llorando. Yo los llevaré a corri<strong>en</strong>tes de agua, por un<br />

camino llano, donde no tropiec<strong>en</strong>. Pues soy el padre de Israel, y Efraín es mi hijo mayor.<br />

"Naciones, escuch<strong>en</strong> la palabra del Señor y anunci<strong>en</strong> <strong>en</strong> las costas lejanas: 'El Señor<br />

dispersó a Israel, pero lo reunirá y lo cuidará como cuida el pastor a sus ovejas.' Porque el Señor<br />

rescató al pueblo de Jacob, lo libró de una nación más poderosa. "V<strong>en</strong>drán y cantarán de alegría<br />

<strong>en</strong> lo alto de Sión, se deleitarán con los b<strong>en</strong>eficios del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las<br />

ovejas y las reses. Serán como una huerta bi<strong>en</strong> regada, y no volverán a perder las fuerzas. Las<br />

muchachas bailarán alegrem<strong>en</strong>te, lo mismo que los jóv<strong>en</strong>es y los viejos. Yo les daré consuelo:<br />

convertiré su llanto <strong>en</strong> alegría, y les daré una alegría mayor que su dolor. Haré que los sacerdotes<br />

coman los mejores alim<strong>en</strong>tos y que mi pueblo disfrute <strong>en</strong> abundancia de mis bi<strong>en</strong>es. Yo, el<br />

Señor, lo afirmo."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 84:1-8 (Página 602 L.O.C.)<br />

l. 'Cuán amable tu morada, Señor de los Ejércitos'*<br />

Anhela mi alma y con ardor desea los atrios del Señor;<br />

mi corazón y mi carne se regocijan <strong>en</strong> el Dios vivo.<br />

2. El gorrión ha <strong>en</strong>contrado casa,<br />

y la golondrina nido donde poner sus polluelos:*<br />

<strong>en</strong> tus altares, oh Señor de los Ejércitos,<br />

Rey mío y Dios mío.<br />

3. ¡Dichosos los que habitan <strong>en</strong> tu casa!*<br />

Perpetuam<strong>en</strong>te te alabarán.<br />

4. ¡Dichosos los que <strong>en</strong> ti <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran su fuerza,*<br />

cuyos corazones están resueltos a peregrinar!<br />

5. Los que atraviesan el valle desolado<br />

lo hallan un lugar de fu<strong>en</strong>tes,*<br />

porque la lluvia temprana lo ha cubierto de charcos.<br />

6. Treparán de baluarte <strong>en</strong> baluarte,*<br />

y se revelará el Dios de los dioses <strong>en</strong> Sión.<br />

7. Señor Dios de los Ejércitos, escucha mi oración;*<br />

atiéndeme, oh Dios de Jacob.<br />

8. Mira, oh Dios, a nuestro Escudo;*<br />

pon lo ojos <strong>en</strong> el rostro de tu Ungido.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 19


Segundo Domingo después De Navidad<br />

EPÍSTOLA<br />

Efesios 1:3-6, 15-19a<br />

Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues <strong>en</strong> nuestra unión con Cristo<br />

nos ha b<strong>en</strong>decido <strong>en</strong> los cielos con toda clase de b<strong>en</strong>diciones espirituales. Dios nos escogió <strong>en</strong><br />

Cristo desde antes de la creación del mundo, para estar <strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia, consagrados a él y sin<br />

culpa. Por su amor nos había destinado a ser adoptados como hijos suyos por medio de<br />

Jesucristo, conforme a lo que se había propuesto <strong>en</strong> su voluntad. Por esta causa alabamos<br />

siempre a Dios por su gloriosa bondad, con la cual nos b<strong>en</strong>dijo mediante su amado Hijo.<br />

Por esto, como sé que ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> fe <strong>en</strong> el Señor Jesús y amor para con todos los que<br />

pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al pueblo de Dios, no dejo de darle gracias por ustedes, recordándolos <strong>en</strong> mis<br />

oraciones. Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les dé sabiduría<br />

espiritual para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der su revelación y conocerlo mejor. Pido que Dios les ilumine la m<strong>en</strong>te,<br />

para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la<br />

her<strong>en</strong>cia que Dios da a los que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a su pueblo, y cuán grande y sin límites es su poder, el<br />

cual actúa <strong>en</strong> nosotros los crey<strong>en</strong>tes.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 2:41-52<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así,<br />

cuando Jesús cumplió doce años, fueron allá todos ellos, como era costumbre <strong>en</strong> esa fiesta. Pero<br />

pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó <strong>en</strong> Jerusalén, sin que sus<br />

padres se dieran cu<strong>en</strong>ta. P<strong>en</strong>sando que Jesús iba <strong>en</strong>tre la g<strong>en</strong>te, hicieron un día de camino; pero<br />

luego, al buscarlo <strong>en</strong>tre los pari<strong>en</strong>tes y conocidos, no lo <strong>en</strong>contraron. Así que regresaron a<br />

Jerusalén para buscarlo allí. Al cabo de tres días lo <strong>en</strong>contraron <strong>en</strong> el templo, s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong>tre los<br />

maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que le oían se admiraban<br />

de su intelig<strong>en</strong>cia y de sus respuestas. Cuando sus padres le vieron, se sorpr<strong>en</strong>dieron; y su madre<br />

le dijo: -Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando ll<strong>en</strong>os<br />

de angustia. Jesús les contestó:<br />

-¿Por qué me buscaban? ¿No sab<strong>en</strong> que t<strong>en</strong>go que estar <strong>en</strong> la casa de mi Padre? Pero<br />

ellos no <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dieron lo que les decía. Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió<br />

obedeciéndoles <strong>en</strong> todo. Su madre guardaba todo esto <strong>en</strong> su corazón. Y Jesús seguía creci<strong>en</strong>do <strong>en</strong><br />

cuerpo y m<strong>en</strong>te, y gozaba del favor de Dios y de los hombres.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 20 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

La Epifanía<br />

Oh Dios, que por la guía de una estrella manifestaste tu único Hijo a los pueblos de la<br />

tierra: Guía a tu pres<strong>en</strong>cia a los que ahora te conocemos por fe, para que veamos tu gloria cara a<br />

cara; mediante Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo<br />

Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 60:1-6, 9<br />

Levántate, Jerusalén, <strong>en</strong>vuelta <strong>en</strong> resplandor, porque ha llegado tu luz y la gloria del<br />

Señor brilla sobre ti. La oscuridad cubre la tierra, la noche <strong>en</strong>vuelve a las naciones, pero el<br />

Señor brillará sobre ti y sobre ti aparecerá su gloria. Las naciones v<strong>en</strong>drán hacia tu luz, los reyes<br />

v<strong>en</strong>drán hacia el resplandor de tu amanecer. Levanta los ojos, y mira a tu alrededor: todos se<br />

reún<strong>en</strong> y vi<strong>en</strong><strong>en</strong> hacia ti. Tus hijos v<strong>en</strong>drán desde lejos; tus hijas serán traídas <strong>en</strong> brazos. Tú, al<br />

verlos, estarás radiante de alegría, tu corazón se ll<strong>en</strong>ará de gozo; te traerán los tesoros de los<br />

países del mar, te <strong>en</strong>tregarán las riquezas de las naciones. Te verás cubierta de caravanas de<br />

camellos que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> de Madián y de Efa; v<strong>en</strong>drán todos los de Sabá, cargados de oro y de<br />

inci<strong>en</strong>so, y proclamarán las acciones gloriosas del Señor. Son barcos que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> juntos, con las<br />

naves de Tarsis a la cabeza, tray<strong>en</strong>do de lejos a tus hijos, con su oro y su plata, <strong>en</strong> honor de tu<br />

Señor, el Dios Santo de Israel, qui<strong>en</strong> te hizo gloriosa.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 72:1-2, 10-17 (Página 581 L.O.C.)<br />

1. Oh Dios, da tu juicio al Rey,*<br />

y tu justicia al Hijo del Rey;<br />

2. Para que rija a tu pueblo con justicia,*<br />

y a tus pobres con juicio;<br />

10. Los reyes de Tarsis y de las islas le pagarán tributos,*<br />

y los reyes de Sabá y de Arabia le ofrecerán dones.<br />

11. Todos los reyes se postrarán delante de él,*<br />

y todas las naciones le servirán;<br />

12. Porque él librará al pobre que clamare,*<br />

y al oprimido que no tuviere qui<strong>en</strong> le socorra.<br />

13. T<strong>en</strong>drá compasión de los humildes y de los m<strong>en</strong>esterosos;*<br />

salvará la vida de los necesitados.<br />

14. De opresión y viol<strong>en</strong>cia redimirá sus vidas,*<br />

y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos.<br />

15. ¡Viva el Rey! Que le traigan el oro de Sabá;*<br />

que se ore por él continuam<strong>en</strong>te, y lo b<strong>en</strong>digan todo el día.<br />

16. Que haya abundancia de grano <strong>en</strong> la tierra,<br />

y sobrepase las cumbres de los montes:*<br />

florezca su fruto como el Líbano,<br />

y su grano como la hierba de la tierra.<br />

17. Permanezca su Nombre para siempre,<br />

y sea perpetuado mi<strong>en</strong>tras dure el sol;*<br />

<strong>en</strong> él sean b<strong>en</strong>ditas todas las naciones, y lo proclam<strong>en</strong><br />

bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turado.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 21


La Epifanía<br />

EPÍSTOLA<br />

Efesios 3:1-12<br />

Por esta razón yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús para bi<strong>en</strong> de ustedes, los<br />

que no son judíos. Pues ya deb<strong>en</strong> de saber que Dios, <strong>en</strong> su bondad, me ha <strong>en</strong>cargado esta tarea<br />

<strong>en</strong> favor de ustedes. Dios mostró su plan secreto, y me lo hizo saber, como ya les escribí<br />

brevem<strong>en</strong>te. Al leerlo, pued<strong>en</strong> darse cu<strong>en</strong>ta de que conozco el secreto de Cristo, un secreto que<br />

no se dio a conocer a nadie <strong>en</strong> otros tiempos, pero que ahora Dios ha mostrado a sus santos<br />

apóstoles y profetas por medio de su Espíritu. El secreto es éste: que por medio del m<strong>en</strong>saje de<br />

salvación, los no judíos recibirán la misma her<strong>en</strong>cia que los judíos, pues son miembros del<br />

mismo cuerpo y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> parte <strong>en</strong> la misma promesa que Dios hizo <strong>en</strong> Cristo Jesús.<br />

Yo, sin merecerlo, he sido puesto al servicio de este m<strong>en</strong>saje, por la acción poderosa de<br />

Dios. Yo soy m<strong>en</strong>os que el más pequeño de todos los que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al pueblo de Dios; pero él<br />

me ha concedido este privilegio de anunciar a los no judíos la bu<strong>en</strong>a noticia de las incontables<br />

riquezas de Cristo. Y me ha <strong>en</strong>cargado hacerles ver a todos cual es el plan que desde siempre era<br />

un secreto de Dios, creador de todas las cosas. Sucedió así para que ahora, por medio de la<br />

iglesia, todos los poderes y autoridades <strong>en</strong> el cielo llegu<strong>en</strong> a conocer la sabiduría de Dios <strong>en</strong><br />

todas sus formas. Dios hizo esto de acuerdo con el propósito eterno que llevó a cabo <strong>en</strong> nuestro<br />

Señor Jesucristo. Y <strong>en</strong> Cristo t<strong>en</strong>emos libertad para acercarnos a Dios, con la confianza que nos<br />

da nuestra fe <strong>en</strong> él.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Mateo 2:1-12<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús nació <strong>en</strong> Belén, un pueblo de la región de Judea, <strong>en</strong> el tiempo <strong>en</strong> que Herodes era<br />

rey del país. Llegaron por <strong>en</strong>tonces a Jerusalén unos sabios del Ori<strong>en</strong>te que se dedicaban al<br />

estudio de las estrellas, y preguntaron: -¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues<br />

vimos salir su estrella y hemos v<strong>en</strong>ido a adorarlo.<br />

El rey Herodes se inquietó mucho al oír esto, y lo mismo les pasó a todos los habitantes<br />

de Jerusalén. Mandó el rey llamar a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley, y<br />

les preguntó dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dijeron: -En Belén de Judea; porque así lo<br />

escribió el profeta:<br />

En cuanto a ti, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña <strong>en</strong>tre las principales<br />

ciudades de esa tierra; porque de ti saldrá un gobernante que guiará a mi pueblo Israel. Entonces<br />

Herodes llamó <strong>en</strong> secreto a los sabios, y se informó por ellos del tiempo exacto <strong>en</strong> que había<br />

aparecido la estrella. Luego los mandó a Belén, y les dijo: -Vayan allá, y averigü<strong>en</strong> todo lo que<br />

puedan acerca de ese niño; y cuando lo <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>, avís<strong>en</strong>me, para que yo también vaya a<br />

adorarlo.<br />

Con estas indicaciones del rey, los sabios se fueron. Y la estrella que habían visto salir<br />

iba delante de ellos hasta que por fin se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Cuando los<br />

sabios vieron la estrella, se alegraron mucho. Luego <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> la casa, y vieron al niño con<br />

María, su madre; y arrodillándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, inci<strong>en</strong>so y<br />

mirra. Después, advertidos <strong>en</strong> sueños de que no debían volver a donde estaba Herodes,<br />

regresaron a su tierra por otro camino.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 22 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Primer Domingo después de la Epifanía<br />

Padre celestial, que <strong>en</strong> el bautismo de Jesús <strong>en</strong> el Río Jordán, le proclamaste tu Hijo<br />

amado y le ungiste con el Espíritu Santo: Concede que todos los que son bautizados <strong>en</strong> su<br />

Nombre, guard<strong>en</strong> el pacto que han hecho, y valerosam<strong>en</strong>te le confies<strong>en</strong> como Señor y Salvador;<br />

qui<strong>en</strong> contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, <strong>en</strong> gloria eterna. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 42:1-9<br />

"Aquí está mi siervo, a qui<strong>en</strong> sost<strong>en</strong>go, mi elegido, <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> me deleito. He puesto <strong>en</strong> él<br />

mi espíritu para que traiga la justicia a todas las naciones. No gritará, no levantará la voz, no hará<br />

oír su voz <strong>en</strong> las calles, no acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que arde<br />

débilm<strong>en</strong>te. Verdaderam<strong>en</strong>te traerá la justicia. No descansarán ni su ánimo se quebrará, hasta que<br />

establezca la justicia <strong>en</strong> la tierra. Los países del mar estarán at<strong>en</strong>tos a sus <strong>en</strong>señanzas."<br />

Dios, el Señor, que creó el cielo y lo ext<strong>en</strong>dió, que formó la tierra y lo que crece <strong>en</strong> ella,<br />

que da vida y ali<strong>en</strong>to a los hombres que la habitan, dice a su siervo: "Yo, el Señor, te llamé y te<br />

tomé por la mano, para que seas instrum<strong>en</strong>to de salvación; yo te formé, pues quiero que seas<br />

señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones. Quiero que des vista a los ciegos y saques a<br />

los presos de la cárcel, del calabozo donde viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> la oscuridad. Yo soy el Señor, ese es mi<br />

nombre, y no permitiré que d<strong>en</strong> mi gloria a ningún otro ni que honr<strong>en</strong> a los ídolos <strong>en</strong> vez de a mí.<br />

Mir<strong>en</strong> como se cumplió todo lo que antes anuncié, y ahora voy a anunciar cosas nuevas; se las<br />

hago saber a ustedes antes que aparezcan."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

20. Hallé a David mi siervo;*<br />

lo ungí con mi óleo sagrado.<br />

21. Mi mano estará siempre con él:*<br />

mi brazo también lo fortalecerá.<br />

22. No lo <strong>en</strong>gañará ningún <strong>en</strong>emigo,*<br />

ni cualquier malvado lo humillará.<br />

23. Aplastaré delante de él a sus <strong>en</strong>emigos,*<br />

y heriré a los que le aborrec<strong>en</strong>.<br />

24. Mi amor y fidelidad lo acompañarán,*<br />

y por mi Nombre será victorioso.<br />

25. Pondré su izquierda sobre el mar,*<br />

y su diestra sobre el río.<br />

26. Él me invocará: Tú eres mi Padre,*<br />

mi Dios, y la roca de mis salvación.<br />

27. Yo le pondré por primogénito,*<br />

el más excelso de los reyes de la tierra.<br />

28. Sost<strong>en</strong>dré mi amor por él para .<br />

y mi pacto continuará firme con él.<br />

29. Afirmaré su desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia para siempre,*<br />

y su trono como los días de los cielos."<br />

SALMO 89:20-29 (Página 609 L.O.C.)<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 23


Primer Domingo después de Epifanía<br />

EPÍSTOLA<br />

Hechos 10:34-38<br />

Pedro <strong>en</strong>tonces com<strong>en</strong>zó a hablar, y dijo: -Ahora <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do que de veras Dios no hace<br />

difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre una persona y otra, sino que <strong>en</strong> cualquier nación acepta a los que lo rever<strong>en</strong>cian<br />

y hac<strong>en</strong> lo bu<strong>en</strong>o. Dios habló a los desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de Israel, anunciando el m<strong>en</strong>saje de paz por<br />

medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes bi<strong>en</strong> sab<strong>en</strong> lo que pasó <strong>en</strong> toda la tierra de<br />

los judíos, com<strong>en</strong>zando <strong>en</strong> Galilea, después que Juan proclamó que era necesario bautizarse.<br />

Sab<strong>en</strong> que Dios ll<strong>en</strong>ó de poder y del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y que Jesús anduvo<br />

haci<strong>en</strong>do bi<strong>en</strong> y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo. Esto pudo hacerlo<br />

porque Dios estaba con él.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:7-11<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

"En su proclamación decía: "Después de mí vi<strong>en</strong>e uno más poderoso que yo, que ni<br />

siquiera merezco agacharme para dasatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a<br />

ustedes con agua; pero él los bautizará con el Espíritu Santo."<br />

Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, que está <strong>en</strong> la región de Galilea, y Juan lo<br />

bautizó <strong>en</strong> el Jordán. En el mom<strong>en</strong>to de salir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el<br />

Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y se oyó una voz del cielo, que decía: "Tú eres mi<br />

Hijo amado, a qui<strong>en</strong> he elegido.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 24 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Segundo Domingo después de la Epifanía<br />

Dios todopoderoso, cuyo Hijo nuestro Salvador Jesucristo es la luz del mundo: Concede<br />

que tu pueblo, iluminado por tu Palabra y Sacram<strong>en</strong>tos, brille con el resplandor de la gloria de<br />

Cristo, para que sea conocido, adorado y obedecido hasta los confines de la tierra; por Jesucristo<br />

nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

1 Samuel 3:1-10(11-20)<br />

El jov<strong>en</strong> Samuel seguía sirvi<strong>en</strong>do al Señor bajo las órd<strong>en</strong>es de Elí. En aquella época era<br />

muy raro que el Señor comunicara a algui<strong>en</strong> un m<strong>en</strong>saje; no era frecu<strong>en</strong>te que algui<strong>en</strong> tuviera<br />

una visión. Pero un día Elí, que había com<strong>en</strong>zado a quedarse ciego y no podía ver bi<strong>en</strong>, estaba<br />

durmi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> su habitación. Samuel estaba acostado <strong>en</strong> el templo del Señor, donde se <strong>en</strong>contraba<br />

el cofre de Dios. La lámpara del santuario seguía <strong>en</strong>c<strong>en</strong>dida. Entonces el Señor lo llamó: -<br />

¡Samuel!<br />

-¡Aquí estoy! -contestó él. Luego corrió adonde estaba Elí, y le dijo: -Aquí me ti<strong>en</strong>e<br />

usted; ¿para qué me quería? -Yo no te he llamado -contestó Elí-. Vuelve a acostarte. Entonces<br />

Samuel fue y se acostó. Pero el Señor llamó otra vez: -¡Samuel! Y Samuel se levantó y fue<br />

junto a Elí, dici<strong>en</strong>do: -Aquí me ti<strong>en</strong>e usted; ¿para qué me quería? -Yo no te he llamado, hijo mío<br />

-respondió Elí-. Vuelve a acostarte. Samuel no conocía al Señor todavía, pues él aún no le había<br />

manifestado nada. Pero por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y éste se levantó y fue a decirle<br />

a Elí: -Aquí me ti<strong>en</strong>e usted; ¿para qué me quería? Elí compr<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tonces que era el Señor<br />

qui<strong>en</strong> llamaba al jov<strong>en</strong>, dijo a éste:<br />

-Ve a acostarte; y si el Señor te llama, respóndele: Habla, que tu siervo escucha. Entonces<br />

Samuel se fue y se acostó <strong>en</strong> su sitio. Después llegó el Señor, se detuvo y lo llamó igual que<br />

antes: -¡Samuel! ¡Samuel! -Habla, que tu siervo escucha -contestó Samuel. Y el Señor le dijo: -<br />

Voy a hacer algo <strong>en</strong> Israel que hasta los oídos le dolerán a todo el que lo oiga. Ese día, sin falta,<br />

cumpliré a Elí todo lo que le he dicho respecto a su familia. Le he anunciado que voy a castigar a<br />

los suyos para siempre, por la maldad que él ya sabe; pues sus hijos me han maldecido y él no<br />

los ha repr<strong>en</strong>dido. Por tanto, he jurado contra la familia de Elí que su maldad no se borrará<br />

jamás, ni con sacrificios ni con ofr<strong>en</strong>das.<br />

Después de esto, Samuel se acostó hasta la mañana sigui<strong>en</strong>te, y <strong>en</strong>tonces abrió las puertas<br />

del templo del Señor. Samuel t<strong>en</strong>ía miedo de contarle a Elí la visión que había t<strong>en</strong>ido, pero Elí lo<br />

llamó y le dijo: -Samuel, ¡hijo mío! - Aquí estoy -respondió él. Y Elí le preguntó: -¿Qué es lo<br />

que te ha dicho el Señor? Te ruego que no me ocultes nada. ¡Que Dios te castigue duram<strong>en</strong>te si<br />

me ocultas algo de todo lo que él te ha dicho! Samuel le declaró todo el asunto, sin ocultarle<br />

nada, y Elí exclamó: -¡El es el Señor! ¡Hágase lo que a él le parezca mejor! Samuel creció, y el<br />

Señor lo ayudó y no dejó de cumplir ninguna de sus promesas. Y todo Israel, desde Dan hasta<br />

Beerseba, reconoció que Samuel era un verdadero profeta del Señor.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 63:1-8 (Página 566 L.O.C.)<br />

1. Oh Dios, tú eres mi Dios; ardi<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te te busco;*<br />

mi alma ti<strong>en</strong>e sed de ti, mi carne te anhela, como<br />

tierra seca y árida donde no hay agua.<br />

2. ¡Oh, que pudiera yo contemplarte <strong>en</strong> tu santuario!*<br />

¡Que pudiera ver tu poder y tu gloria!<br />

3. Porque mejor es tu gracia que la vida;*<br />

te alabarán mis labios.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 25


Segundo Domingo después de Epifanía<br />

4. Te b<strong>en</strong>deciré mi<strong>en</strong>tras viva;*<br />

<strong>en</strong> tu Nombre alzaré mis manos.<br />

5. Mi alma será saciada como de meollo y grosura,*<br />

y con labios de júbilo te alabará mi boca,<br />

6. Cuando me acuerde de ti <strong>en</strong> mi lecho,*<br />

cuando medite <strong>en</strong> ti <strong>en</strong> las vigilias de la noche;<br />

7. Porque tú has sido mi socorro;*<br />

y a la sombra de tus alas me regocijaré.<br />

8. Mi alma está apegada a ti;*<br />

tu diestra me sosti<strong>en</strong>e.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 6:11b-20<br />

Ya han sido librados de culpa <strong>en</strong> el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de<br />

nuestro Dios. Se dice: "Yo soy libre de hacer lo que quiera." Es cierto, pero no todo convi<strong>en</strong>e.<br />

Sí, yo soy libre de hacer lo que quiera, pero no debo dejar que nada me domine. También se<br />

dice: "La comida es para el estómago, y el estómago para la comida." Es cierto, pero Dios va a<br />

terminar con las dos cosas. En cambio, no es verdad que el cuerpo sea para la inmoralidad<br />

sexual; el cuerpo es para el Señor, y el Señor es para el cuerpo. Y así como Dios resucitó al<br />

Señor, también nos va a resucitar a nosotros por su poder.<br />

¿Acaso no sab<strong>en</strong> ustedes que su cuerpo es parte del cuerpo de Cristo? ¿Y habré de tomar<br />

yo esa parte del cuerpo de Cristo y hacerla parte del cuerpo de una prostituta? ¡Claro que no!<br />

¿No sab<strong>en</strong> ustedes que cuando un hombre se une con una prostituta, se hac<strong>en</strong> los dos un solo<br />

cuerpo? Pues la Escritura dice: "Los dos serán como una sola persona." Pero cuando algui<strong>en</strong> se<br />

une al Señor, se hace espiritualm<strong>en</strong>te uno con él.<br />

Huyan, pues, de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que una persona comete,<br />

no afecta a su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales, peca contra su propio cuerpo.<br />

No sab<strong>en</strong> ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que Dios les ha dado, y ¿que el<br />

Espíritu Santo vive <strong>en</strong> ustedes? Ustedes no son sus propios dueños, porque Dios los ha<br />

comprado por un precio. Por eso deb<strong>en</strong> honrar a Dios <strong>en</strong> el cuerpo.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 1:43-51<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Al día sigui<strong>en</strong>te, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Encontró a Felipe, y le dijo: -<br />

Sígueme. Este Felipe era del pueblo de Betsaida, de donde eran también Andrés y Pedro. Felipe<br />

fue a buscar a Natanael, y le dijo:<br />

-Hemos <strong>en</strong>contrado a aquel de qui<strong>en</strong> escribió Moisés <strong>en</strong> los libros de la ley, y de qui<strong>en</strong><br />

también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret. Dijo Natanael: -<br />

¿Acaso puede salir algo bu<strong>en</strong>o de Nazaret? Felipe le contestó: -V<strong>en</strong> y compruébalo. Cuando<br />

Jesús vio acercarse a Natanael, dijo: -Aquí vi<strong>en</strong>e un verdadero israelita, <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> no hay <strong>en</strong>gaño.<br />

Natanael le preguntó: -¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió: -Te vi antes que Felipe te<br />

llamara, cuando estabas bajo la higuera. Natanael le dijo: -Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú<br />

eres el Rey de Israel! Jesús le contestó: -¿Me crees solam<strong>en</strong>te porque te he dicho que te vi bajo la<br />

higuera? Pues vas a ver cosas más grandes que éstas. También dijo Jesús: -Les aseguro que<br />

ustedes verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 26 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Tercer Domingo después de la Epifanía<br />

Danos gracia, Señor, para responder prestam<strong>en</strong>te al llamami<strong>en</strong>to de nuestro Salvador<br />

Jesucristo y proclamar las Bu<strong>en</strong>as Nuevas de su salvación a todos los pueblos; para que nosotros,<br />

y todo el mundo, percibamos la gloria de sus obras maravillosas; qui<strong>en</strong> vive y reina contigo y el<br />

Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Jeremías 3:21-4:2<br />

"Se oy<strong>en</strong> voces <strong>en</strong> las lomas desiertas; ¡son los israelitas, que lloran y pid<strong>en</strong> compasión!<br />

Se desviaron del camino recto y se olvidaron de mí, el Señor su Dios. Vuélvanse a mí, hijos<br />

rebeldes, y yo los curaré de su rebeldía." "Aquí estamos, acudimos a ti, porque tú eres el Señor<br />

nuestro Dios. De nada nos sirve ir a las colinas o gritar sobre los montes; solo <strong>en</strong> el Señor nuestro<br />

Dios <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra Israel su salvación. La vergonzosa idolatría nos ha hecho perder lo que nuestros<br />

padres consiguieron desde que éramos niños: ovejas y ganado, hijos e hijas. Humillémonos,<br />

pues, avergonzados, cubiertos de deshonra, pues desde niños y hasta ahora, nosotros y nuestros<br />

antepasados hemos pecado contra el Señor nuestro Dios y no le hemos obedecido."<br />

El Señor afirma: "Si te quieres volver, Israel, es a mí a qui<strong>en</strong> debes volverte. Si alejas tus<br />

ídolos odiosos y no te apartas de mí, <strong>en</strong>tonces podrás jurar por mi nombre con verdad, justicia y<br />

rectitud. Mi nombre será para las naciones motivo de b<strong>en</strong>dición y alabanza."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 130 (Página 675 L.O.C.)<br />

1. De lo profundo, oh Señor, a ti clamo;<br />

Señor, escucha mi voz;*<br />

estén at<strong>en</strong>tos tus oídos a la voz de mi súplica.<br />

2. Si tú, oh Señor, notares los delitos,*<br />

¿quién, oh Señor, podrá mant<strong>en</strong>erse?<br />

3. Más <strong>en</strong> ti hay perdón,*<br />

por tanto serás v<strong>en</strong>erado.<br />

4. Aguardo al Señor; le aguarda mi alma;*<br />

<strong>en</strong> su palabra está mi esperanza.<br />

5. Mi alma aguarda al Señor,<br />

más que los c<strong>en</strong>tinelas a la aurora,*<br />

más que los c<strong>en</strong>tinelas a la aurora.<br />

6. Oh Israel, aguarda al Señor,*<br />

porque <strong>en</strong> el Señor hay misericordia;<br />

7. Con él hay abundante red<strong>en</strong>ción,*<br />

y él redimirá a Israel de todos sus pecados.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 27


Tercer Domingo después de la Epifanía<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 7:17-23<br />

Como quiera que sea, cada uno debe vivir según los dones que el Señor le ha dado, y tal<br />

como era cuando Dios lo llamó. Esta es la norma que doy a todas las iglesias. Si Dios llama a<br />

alguno que ha sido circuncidado, no trate de disimular su circuncisión; y si llama a uno que no ha<br />

sido circuncidado, no debe circuncidarse. Porque lo que importa no es estar o no estar<br />

circuncidado, sino obedecer los mandatos de Dios. Cada uno debe quedarse <strong>en</strong> la condición <strong>en</strong><br />

que estaba cuando Dios lo llamó. Si cuando fuiste llamado eras esclavo, no te preocupes; aunque<br />

si ti<strong>en</strong>es oportunidad de conseguir tu libertad, debes aprovecharla. Pues el que era esclavo<br />

cuando fue llamado a creer <strong>en</strong> el Señor, ahora es un hombre libre al servicio del Señor; y, de la<br />

misma manera, el que era hombre libre cuando fue llamado, ahora es esclavo de Cristo. Dios los<br />

ha comprado a ustedes a gran precio; no permitan que otros hombres los hagan esclavos.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:14-20<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después que metieron a Juan <strong>en</strong> la cárcel, Jesús fue a Galilea a anunciar las bu<strong>en</strong>as<br />

noticias de parte de Dios. Decía: "Ha llegado el tiempo, y el reino de Dios está cerca.<br />

Vuélvanse a Dios y acept<strong>en</strong> con fe sus bu<strong>en</strong>as noticias." Jesús iba caminando por la orilla del<br />

lago de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés. Eran pescadores, y estaban echando<br />

la red al agua. Les dijo Jesús: - Síganme, y yo haré que ustedes sean pescadores de hombres. Al<br />

mom<strong>en</strong>to dejaron sus redes y se fueron con él. Un poco más adelante, Jesús vio a Santiago y a su<br />

hermano Juan, hijos de Zebedeo, que estaban <strong>en</strong> una barca arreglando las redes. En seguida los<br />

llamó, y ellos dejaron a su padre Zebedeo <strong>en</strong> la barca con sus ayudantes, y se fueron con Jesús.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 28 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Cuarto Domingo después de la Epifanía<br />

Dios todopoderoso y eterno, tú riges todas las cosas tanto <strong>en</strong> el cielo como <strong>en</strong> la tierra:<br />

Escucha con misericordia las súplicas de tu pueblo, y <strong>en</strong> nuestro tiempo concéd<strong>en</strong>os tu paz; por<br />

nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos<br />

de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Deuteronomio 18:15-20<br />

"El Señor su Dios hará que salga de <strong>en</strong>tre ustedes un profeta como yo, y deberán<br />

obedecerlo. Esto es <strong>en</strong> realidad lo que ustedes pidieron al Señor su Dios <strong>en</strong> el monte Horeb, el<br />

día <strong>en</strong> que todos se reunieron allí y dijeron: No queremos oír otra vez la voz del Señor nuestro<br />

Dios, ni ver este gran fuego, para no morir. Entonces el Señor me dijo: Está bi<strong>en</strong> lo que han<br />

dicho. Yo haré que salga de <strong>en</strong>tre ellos un profeta como tú, uno que sea compatriota de ellos y<br />

que les diga lo que yo le ord<strong>en</strong>e decir, y les repita lo que yo le mande. A todo aquel que no haga<br />

caso de lo que ese profeta diga <strong>en</strong> mi nombre, yo le pediré cu<strong>en</strong>tas. Pero el profeta que presuma<br />

de hablar <strong>en</strong> mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, o hable <strong>en</strong> nombre de<br />

otros dioses, será cond<strong>en</strong>ado a muerte.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 111 (Página 646 L.O.C.)<br />

1. ¡Aleluya! Daré gracias al Señor de todo corazón,*<br />

<strong>en</strong> la asamblea de los rectos, <strong>en</strong> la congregación.<br />

2. ¡Grandes son las obras del Señor!*<br />

Son dignas de estudio para los que las aman.<br />

3. Su obra está ll<strong>en</strong>a de espl<strong>en</strong>dor y majestad,*<br />

y su b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia permanece para siempre.<br />

4. Ha hecho memorables sus maravillas;*<br />

clem<strong>en</strong>te y compasivo es el Señor.<br />

5. Da alim<strong>en</strong>to a los que le v<strong>en</strong>eran;*<br />

para siempre se acuerda de su pacto.<br />

6. El poder de sus obras manifestó a su pueblo,*<br />

dándoles la heredad de las naciones.<br />

7. Las obras de sus manos son verdad y juicio;*<br />

fidedignos son todos sus mandami<strong>en</strong>tos,<br />

8. Afirmados eternam<strong>en</strong>te y para siempre,*<br />

hechos <strong>en</strong> verdad y <strong>en</strong> rectitud.<br />

9. Red<strong>en</strong>ción <strong>en</strong>vió a su pueblo;<br />

para siempre ord<strong>en</strong>ó su pacto;*<br />

santo y temible es su Nombre.<br />

10. Principio de la sabiduría es el temor del Señor;<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bu<strong>en</strong> juicio los que lo practican;*<br />

su loor permanece para siempre.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 29


Cuarto Domingo después de la Epifanía<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 8:1b-13<br />

Es verdad lo que se dice: que todos t<strong>en</strong>emos conocimi<strong>en</strong>to; pero el conocimi<strong>en</strong>to nos<br />

hace creernos importantes, <strong>en</strong> tanto que el amor nos hace crecer espiritualm<strong>en</strong>te. Si algui<strong>en</strong> cree<br />

que conoce algo, todavía no lo conoce como lo debe conocer. Pero si algui<strong>en</strong> ama a Dios, Dios lo<br />

conoce a él.<br />

En cuanto a esto de comer alim<strong>en</strong>tos ofrecidos <strong>en</strong> sacrificio a los ídolos, bi<strong>en</strong> sabemos<br />

que un ídolo no ti<strong>en</strong>e valor alguno <strong>en</strong> el mundo, y que solam<strong>en</strong>te hay un Dios. Pues aunque <strong>en</strong> el<br />

cielo y <strong>en</strong> la tierra existan esos llamados dioses (y <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido hay muchos dioses y muchos<br />

señores), para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> todo ti<strong>en</strong>e su orig<strong>en</strong> y<br />

para qui<strong>en</strong> nosotros existimos. Y hay también un solo Señor, Jesucristo, por qui<strong>en</strong> todas las<br />

cosas exist<strong>en</strong>, incluso nosotros mismos.<br />

Pero no todos sab<strong>en</strong> esto. Algunos que estaban acostumbrados a adorar ídolos, todavía<br />

com<strong>en</strong> de esos alim<strong>en</strong>tos p<strong>en</strong>sando que fueron ofrecidos a los dioses; y su conci<strong>en</strong>cia, que es<br />

débil, los hace s<strong>en</strong>tirse contaminados por el ídolo. Claro que el que Dios nos acepte no dep<strong>en</strong>de<br />

de lo que comamos; pues no vamos a ser mejores por comer, ni peores por no comer. Pero evit<strong>en</strong><br />

que esa libertad que ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> haga caer <strong>en</strong> pecado a los que son débiles <strong>en</strong> su fe. Porque si<br />

tú, que sabes estas cosas, te si<strong>en</strong>tas a comer <strong>en</strong> un lugar dedicado a los ídolos, y algún hermano<br />

débil te ve, puede suceder que él se anime a comer de esa ofr<strong>en</strong>da hecha a un ídolo. Y así tú, por<br />

tu conocimi<strong>en</strong>to, haces que se pierda tu hermano débil, por qui<strong>en</strong> Cristo también murió. Al herir<br />

la conci<strong>en</strong>cia de los hermanos débiles <strong>en</strong> la fe, pecan ustedes contra Cristo mismo. Por eso, si por<br />

causa de mi comida hago caer <strong>en</strong> pecado a mi hermano, mejor me será no comer carne nunca,<br />

para no ponerlo <strong>en</strong> peligro de pecar.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:21-28<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Llegaron a Capernaum, y <strong>en</strong> el día de reposo Jesús <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> la sinagoga y com<strong>en</strong>zó a<br />

<strong>en</strong>señar. La g<strong>en</strong>te se admiraba de como les <strong>en</strong>señaba, porque lo hacía con pl<strong>en</strong>a autoridad y no<br />

como los maestros de la ley. En la sinagoga del pueblo había un hombre que t<strong>en</strong>ía un espíritu<br />

impuro, el cual gritó:<br />

-¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has v<strong>en</strong>ido a destruirnos? Yo te<br />

conozco, y sé que eres el Santo de Dios. Jesús repr<strong>en</strong>dió a aquel espíritu diciéndole: -¡Cállate y<br />

deja a este hombre! El espíritu impuro hizo que al hombre le diera un ataque, y gritando con gran<br />

fuerza salió de él. Todos se asustaron, y se preguntaban unos a otros:<br />

-¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, y con pl<strong>en</strong>a autoridad! ¡Incluso a los<br />

espíritus impuros da órd<strong>en</strong>es, y le obedec<strong>en</strong>! Y muy pronto se supo de Jesús <strong>en</strong> toda la región de<br />

Galilea.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 30 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Quinto Domingo después de la Epifanía<br />

Líbranos, oh Dios, de la esclavitud de nuestros pecados, y danos la libertad de esa vida<br />

abundante que nos has manifestado <strong>en</strong> tu Hijo, nuestro Salvador Jesucristo; que vive y reina<br />

contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

2 Reyes 4:[8-17] 18-21 [22-31] 32-37<br />

[Un día <strong>en</strong> que Eliseo pasó por Sunem, una mujer importante que allí vivía lo invitó con<br />

mucha insist<strong>en</strong>cia a que pasara a comer. Y cada vez que Eliseo pasaba por allí, se quedaba a<br />

comer. Entonces ella le dijo a su marido: -Mira, yo sé que este hombre que cada vez que pasa<br />

nos visita, es un santo profeta de Dios. Vamos a construir <strong>en</strong> la azotea un cuarto para él. Le<br />

pondremos una cama, una mesa una silla y una lámpara. Así cuando él v<strong>en</strong>ga a visitarnos, podrá<br />

quedarse allí.<br />

Una vez <strong>en</strong> que llegó a ese cuarto para quedarse a dormir <strong>en</strong> él, le dijo a Giezi, su criado:<br />

-Llama a la señora sunamita. El criado la llamó, y cuando ella se pres<strong>en</strong>tó ante él, Eliseo ord<strong>en</strong>ó<br />

al criado: -Dile a esta señora que ha sido tan amable con nosotros, que si podemos hacer algo por<br />

ella; que si quiere que hablemos <strong>en</strong> su favor con el rey o con el jefe del ejército. -Yo estoy bi<strong>en</strong><br />

aquí <strong>en</strong>tre mi propia g<strong>en</strong>te - respondió ella. -Entonces, ¿qué podemos hacer por ella? -No sé -<br />

respondió Giezi-. No ti<strong>en</strong>e hijos, y su marido es anciano. -Llámala -dijo Eliseo. El criado fue a<br />

llamarla, pero ella se quedó de pie <strong>en</strong> la puerta. Entonces Eliseo le dijo: -Para el año que vi<strong>en</strong>e,<br />

por este tiempo, t<strong>en</strong>drás un hijo <strong>en</strong> tus brazos. Ella respondió: -<br />

No, mi señor, no <strong>en</strong>gañe un hombre de Dios a su servidora. Pero tal como Eliseo se lo<br />

anunció, ella quedó embarazada y el año sigui<strong>en</strong>te dio a luz a un hijo. Y el niño creció.] Pero un<br />

día <strong>en</strong> que salió a ver a su padre, que estaba con los segadores, com<strong>en</strong>zó a gritarle a éste: -¡Ay,<br />

mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!<br />

Entonces su padre dijo a un criado: -Llévalo con su madre. El criado lo tomó y lo llevó a<br />

donde estaba su madre, la cual lo s<strong>en</strong>tó sobre sus rodillas hasta el mediodía. Entonces el niño<br />

murió. Pero ella lo subió al cuarto del profeta, lo puso sobre la cama y salió, dejando cerrada la<br />

puerta. [Luego llamó a su marido y le dijo: - Envíame un criado con una asna, para que yo vaya a<br />

ver al profeta. Luego volveré. - ¿Por qué vas a verlo hoy? -preguntó su marido-. No es luna<br />

nueva ni día de reposo. -No te preocupes -contestó ella. Y ord<strong>en</strong>ó que le aparejaran el asna, y<br />

dijo a su criado: -Vamos, adelántate. Y hasta que yo te lo diga, no hagas que me det<strong>en</strong>ga. Así<br />

ella se fue y llegó al monte Carmelo, donde estaba el profeta. Cuando Eliseo la vio v<strong>en</strong>ir a lo<br />

lejos, dijo a Giezi, su criado: -Mira, es la señora, sunamita. Corre a recibirla y pregúntale cómo<br />

está, y cómo están su marido y su hijo. El criado fue, y ella le dijo que estaban bi<strong>en</strong>. Luego llegó<br />

al monte <strong>en</strong> donde se <strong>en</strong>contraba Eliseo, y se abrazó a sus pies. Giezi se acercó para apartarla,<br />

pero Eliseo le ord<strong>en</strong>ó:<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 31


Quinto Domingo después de la Epifanía<br />

-Déjala, porque está muy angustiada, y hasta ahora el Señor no me ha dicho lo que le<br />

ocurre. Entonces ella le dijo: -Señor, ¿acaso le pedí a usted t<strong>en</strong>er un hijo? ¿No le pedí a usted que<br />

no me <strong>en</strong>gañara? Eliseo dijo <strong>en</strong>tonces a Giezi: -Prepárate, toma mi bastón y ve allá. Si te<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tras con algui<strong>en</strong>, no lo saludes; y si algui<strong>en</strong> te saluda, no le respondas. Luego coloca mi<br />

bastón sobre la cara del niño. Pero la madre del niño dijo a Eliseo: -Juro por el Señor, y por usted<br />

mismo, que de aquí no me iré sin usted. Entonces Eliseo se fue con ella. Mi<strong>en</strong>tras tanto, Giezi<br />

se había adelantado a ellos y había colocado el bastón sobre la cara del muchacho, pero éste no<br />

daba la m<strong>en</strong>or señal de vida; así que Giezi fue al <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de Eliseo y le dijo: -El niño no<br />

vuelve <strong>en</strong> sí.] Cuando Eliseo <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> la casa, el niño ya estaba muerto, t<strong>en</strong>dido sobre la cama.<br />

Entonces <strong>en</strong>tró, y cerrando la puerta se puso a orar al Señor. Sólo él y el niño estaban ad<strong>en</strong>tro.<br />

Luego se subió a la cama y se acostó sobre el niño, colocando su boca, sus ojos y sus manos<br />

contra los del niño y estrechando su cuerpo contra el suyo. El cuerpo del niño empezó a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong><br />

calor. Eliseo se levantó <strong>en</strong>tonces y anduvo de un lado a otro por la habitación; luego se subió otra<br />

vez a la cama y volvió a estrechar su cuerpo contra el del niño. De pronto el muchacho estornudó<br />

siete veces, y abrió los ojos. Eliseo llamó a Giezi, y le dijo: -Llama a la señora sunamita, Giezi<br />

lo hizo así, y cuando ella llegó a donde estaba Eliseo, éste le dijo: -Aquí ti<strong>en</strong>es a tu hijo. La<br />

mujer se acercó y se arrojó a los pies de Eliseo; luego tomó a su hijo y salió de la habitación.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 142 (Página 688 L.O.C.)<br />

1. En voz alta clamo al Señor;*<br />

<strong>en</strong> voz alta suplico al Señor.<br />

2. Delante de él expongo mi queja,*<br />

y desahogo ante él mis afanes.<br />

3. Cuando decae mi espíritu d<strong>en</strong>tro de mí,<br />

tú conoces mi s<strong>en</strong>da;*<br />

<strong>en</strong> el camino <strong>en</strong> que ando, me escondieron lazo.<br />

4. Miro a mi derecha, y no hallo a nadie que quiera conocerme;*<br />

no t<strong>en</strong>go a donde huir, y no hay qui<strong>en</strong> me cuide.<br />

5. A ti clamo, oh Señor;*<br />

digo: "Tú eres mi refugio,<br />

mi porción <strong>en</strong> la tierra de los vivi<strong>en</strong>tes".<br />

6. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido;*<br />

líbrame de los que me persigu<strong>en</strong>,<br />

porque son más fuertes que yo.<br />

7. Sácame de la prisión, para que alabe tu Nombre;*<br />

cuando me hayas tratado bi<strong>en</strong>,<br />

me rodearán los justos.<br />

Página 32 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Quinto Domingo después de la Epifanía<br />

Para mí no es motivo de orgullo predicar el m<strong>en</strong>saje de salvación, porque lo considero<br />

una obligación ineludible. ¡Y ay de mí si no lo predico! Por eso, si lo hago por mi propia<br />

voluntad, ya t<strong>en</strong>go mi recomp<strong>en</strong>sa; y si lo hago a regañadi<strong>en</strong>tes, de todas maneras es un <strong>en</strong>cargo<br />

que Dios me ha dado. Así pues, mi recomp<strong>en</strong>sa es la satisfacción de predicar el m<strong>en</strong>saje de<br />

salvación sin cobrar nada; es decir, sin hacer valer mi derecho a vivir de mi trabajo como<br />

predicador.<br />

Aunque no soy esclavo de nadie, me he hecho esclavo de todos, a fin de ganar para Cristo<br />

el mayor número posible de personas. Cuando estoy <strong>en</strong>tre los judíos me vuelvo como un judío,<br />

para ganarlos a ellos; es decir, que para ganar a los que viv<strong>en</strong> bajo la ley de Moisés, yo mismo<br />

me pongo bajo esa ley, aunque <strong>en</strong> realidad no estoy sujeto a ella. Por otra parte, para ganar a los<br />

que no viv<strong>en</strong> bajo la ley de Moisés, me vuelvo como uno de ellos, aunque realm<strong>en</strong>te estoy sujeto<br />

a la ley de Dios, ya que estoy bajo la ley de Cristo. Cuando estoy con los que son débiles <strong>en</strong> la<br />

fe, me vuelvo débil como uno de ellos, para ganarlos también. Es decir, me he hecho igual a<br />

todos, para de alguna manera poder salvar a algunos. Hago todo esto por causa del m<strong>en</strong>saje de<br />

salvación, para t<strong>en</strong>er parte <strong>en</strong> el mismo.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:29-39<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Cuando salieron de la sinagoga, Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.<br />

La suegra de Simón estaba <strong>en</strong> cama, con fiebre. Se lo dijeron a Jesús, y él se acercó, y tomándola<br />

de la mano la levantó; al mom<strong>en</strong>to se le quitó la fiebre y com<strong>en</strong>zó a at<strong>en</strong>derlos.<br />

Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, le llevaron a Jesús todos los <strong>en</strong>fermos y<br />

<strong>en</strong>demoniados, y el pueblo <strong>en</strong>tero se reunió a |a puerta. Jesús sanó de toda clase de <strong>en</strong>fermedades<br />

a mucha g<strong>en</strong>te, y expulsó a muchos demonios; pero no dejaba que los demonios hablaran, porque<br />

ellos le conocían.<br />

De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y salió de la ciudad para ir<br />

a orar a un lugar solitario. Simón y sus compañeros fueron <strong>en</strong> busca de Jesús, y cuando lo<br />

<strong>en</strong>contraron le dijeron: -Todos te están buscando. Pero él les contestó: -Vamos a los otros lugares<br />

cercanos, a anunciar también allí el m<strong>en</strong>saje; porque para esto he salido. Así que Jesús andaba<br />

por toda Galilea, anunciando el m<strong>en</strong>saje <strong>en</strong> las sinagogas de cada lugar y expulsando a los<br />

demonios.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 33


Sexto Domingo después de la Epifanía<br />

LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, fortaleza de los que pon<strong>en</strong> su confianza <strong>en</strong> ti: Acepta con misericordia nuestras<br />

súplicas, y puesto que, por nuestra flaqueza, no podemos hacer nada bu<strong>en</strong>o sin ti, danos el<br />

auxilio de tu gracia; para que, al guardar tus mandami<strong>en</strong>tos, te agrademos, tanto de voluntad<br />

como de hecho; por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un<br />

solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

2 Reyes 5:1-15ab<br />

Había un hombre llamado Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, muy estimado y<br />

favorecido por su rey, porque el Señor había dado la victoria a Siria por medio de él. Pero este<br />

hombre estaba <strong>en</strong>fermo de lepra. En una de las correrías de los sirios contra los israelitas, una<br />

muchachita fue hecha cautiva, y se quedó al servicio de la mujer de Naamán. Esta muchachita<br />

dijo a su ama:<br />

-Si mi amo fuera a ver al profeta que está <strong>en</strong> Samaria, quedaría curado de su lepra.<br />

Naamán fue y le contó a su rey lo que había dicho aquella muchacha. Y el rey de Siria le<br />

respondió: -Está bi<strong>en</strong>, ve, que yo mandaré una carta al rey de Israel. Entonces Naamán se fue.<br />

Tomó treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez mudas de ropa, y le llevó al<br />

rey de Israel la carta, que decía: "Cuando recibas esta carta, sabrás que <strong>en</strong>vío a Naamán, uno de<br />

mis oficiales, para que lo sanes de su lepra. Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó la ropa<br />

<strong>en</strong> señal de aflicción y dijo:<br />

-¿Acaso soy Dios, que da la vida y la quita, para que éste me mande un hombre a que lo cure de<br />

su lepra? ¡Fíj<strong>en</strong>se bi<strong>en</strong> y verán que está buscando un pretexto contra mi! Al <strong>en</strong>terarse el profeta<br />

Eliseo de que el rey se había rasgado la ropa por aquella carta, le mandó a decir: "¿Por qué te has<br />

rasgado la ropa? Que v<strong>en</strong>ga ese hombre a verme, y sabrá que hay un profeta <strong>en</strong> Israel." Naamán<br />

fue, con su carro y sus caballos, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Pero Eliseo <strong>en</strong>vió un<br />

m<strong>en</strong>sajero a que le dijera: "Ve y lávate siete veces <strong>en</strong> el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de<br />

la lepra." Naamán se <strong>en</strong>fureció, y se fue dici<strong>en</strong>do:<br />

-Yo p<strong>en</strong>sé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que<br />

luego iba a mover su mano sobre la parte <strong>en</strong>ferma, y que así me quitaría la lepra. ¿No son los<br />

ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber<br />

ido a lavarme <strong>en</strong> ellos y quedar limpio? Y muy <strong>en</strong>ojado se fue de allí. Pero sus criados se<br />

acercaron a él y le dijeron:<br />

-Señor, si el profeta le hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habría hecho usted?<br />

Pues con mayor razón si sólo le ha dicho que se lave usted y quedará limpio. Naamán fue y se<br />

sumergió siete veces <strong>en</strong> el Jordán, según se lo había ord<strong>en</strong>ado el profeta, y su carne se volvió<br />

como la de un jov<strong>en</strong>cito, y quedó limpio. Entonces él y todos sus acompañantes fueron a ver a<br />

Elíseo.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

Página 34 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


SALMO 42:1-7 (Página 540 L.O.C.)<br />

l. Como anhela el ciervo las corri<strong>en</strong>tes de aguas,*<br />

así te anhela, oh Dios, el alma mía.<br />

2. Mi alma ti<strong>en</strong>e sed de Dios, del Dios vivo;*<br />

¿cuándo v<strong>en</strong>dré, y me pres<strong>en</strong>taré delante de Dios?<br />

3. Fueron mis lágrimas mi alim<strong>en</strong>to de día y de noche,*<br />

mi<strong>en</strong>tras me dic<strong>en</strong> todos los días:<br />

"¿Dónde está tu Dios?"<br />

4. Doy ri<strong>en</strong>da suelta a mi dolor, cuando pi<strong>en</strong>so <strong>en</strong> estas cosas:*<br />

de cómo fui con la multitud,<br />

5. Con voz de alegría y de alabanza,*<br />

haci<strong>en</strong>do fiesta la multitud.<br />

6. ¿Por qué te abates, oh alma mía,*<br />

y te turbas d<strong>en</strong>tro de mí?<br />

7. Pon tu confianza <strong>en</strong> Dios,*<br />

porque aún he de alabarle,<br />

Salvador, Pres<strong>en</strong>cia y Dios mío.<br />

EPÍSTOLA<br />

l Corintios 9:24-27<br />

Sexto Domingo después de la Epifanía<br />

Ustedes sab<strong>en</strong> que <strong>en</strong> una carrera todos corr<strong>en</strong>, pero solam<strong>en</strong>te uno recibe el premio. Pues<br />

bi<strong>en</strong>, corran ustedes de tal modo que reciban el premio. Los que se preparan para competir <strong>en</strong> un<br />

deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hac<strong>en</strong> por alcanzar como premio una<br />

corona de hojas de laurel, que <strong>en</strong> seguida se marchita; <strong>en</strong> cambio, nosotros luchamos por recibir<br />

un premio que no se marchita. Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera<br />

dando golpes al aire. Al contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar<br />

yo mismo descalificado después de haber <strong>en</strong>señado a otros.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:40-45<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Un hombre <strong>en</strong>fermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo: -Si<br />

quieres, puedes limpiarme de mi <strong>en</strong>fermedad. Jesús tuvo compasión de él; lo tocó con la mano y<br />

dijo: -Quiero. ¡Queda limpio! Al mom<strong>en</strong>to se le quitó la lepra al <strong>en</strong>fermo, y quedó limpio. Jesús<br />

lo despidió <strong>en</strong> seguida, y le recom<strong>en</strong>dó mucho:<br />

-Mira, no se lo digas a nadie, solam<strong>en</strong>te ve y preséntate al sacerdote, y lleva, por tu<br />

purificación, la ofr<strong>en</strong>da que ord<strong>en</strong>ó Moisés, para que todos sepan que ya estás limpio de tu<br />

<strong>en</strong>fermedad. Pero el hombre se fue y com<strong>en</strong>zó a contar a todos lo que había pasado. Por eso<br />

Jesús ya no podía <strong>en</strong>trar abiertam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> ningún pueblo, sino que se quedaba afuera, <strong>en</strong> lugares<br />

donde no había g<strong>en</strong>te; pero de todas partes acudían a verlo.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 35


Séptimo Domingo después de La Epifanía<br />

LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Oh Señor, tú nos has <strong>en</strong>señado que todo lo que hacemos sin amor es de ningún valor:<br />

Envía tu Espíritu Santo, y derrama <strong>en</strong> nuestros corazones tu excel<strong>en</strong>tísimo don, que es el amor, el<br />

vínculo verdadero de la paz y de todas las virtudes, sin el cual todos aquellos que viv<strong>en</strong> son<br />

considerados como muertos ante ti. Concéd<strong>en</strong>os esto, por amor de tu único Hijo Jesucristo, que<br />

vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 43: 18-25<br />

Ahora dice el Señor a su pueblo: "Ya no recuerdes el ayer, no pi<strong>en</strong>ses más <strong>en</strong> cosas del<br />

pasado. Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un<br />

camino <strong>en</strong> el desierto y ríos <strong>en</strong> la tierra estéril. Me honrarán los animales salvajes, los chacales y<br />

los avestruces, porque hago brotar agua <strong>en</strong> el desierto, ríos <strong>en</strong> la tierra estéril, para dar de beber a<br />

mi pueblo elegido, el pueblo que he formado para que proclame mi alabanza.<br />

"Pero tú, Israel, pueblo de Jacob, no me invocaste, sino que te cansaste de mí. No me<br />

ofreciste holocaustos de ovejas ni me honraste con sacrificios. Yo no te cansé pidiéndote<br />

ofr<strong>en</strong>das, ni te molesté exigiéndote inci<strong>en</strong>so. No has t<strong>en</strong>ido que comprar caña aromática para<br />

traérmela como ofr<strong>en</strong>da, ni has t<strong>en</strong>ido que complacerme con la grasa de animales sacrificados.<br />

Por el contrario, me cansaste con tus pecados; me molestaste con tus maldades. "Pero yo, por ser<br />

tu Dios, borro tus crím<strong>en</strong>es y no me acordaré más de tus pecados."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 32:1-8 (Página 523 L.O.C.)<br />

l. Bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados aquéllos cuyas transgresiones<br />

son perdonadas,*<br />

y quitados sus pecados.<br />

2. Bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados a qui<strong>en</strong>es no atribuye culpa el Señor,*<br />

y <strong>en</strong> cuyo espíritu no hay <strong>en</strong>gaño.<br />

3. Mi<strong>en</strong>tras callé, se <strong>en</strong>vejecieron mis huesos*<br />

porque gemí todo el día;<br />

4. Porque de día y de noche pesó sobre mí tu mano;*<br />

se volvió mi verdor <strong>en</strong> sequedad de verano.<br />

5. Mi pecado <strong>en</strong>tonces te declaré,*<br />

y no <strong>en</strong>cubrí mi culpa.<br />

6. Dije: "Confesaré a ti mis transgresiones";*<br />

y luego tú perdonaste la culpa de mi pecado.<br />

7. Por ello orarán los fieles <strong>en</strong> tiempo de necesidad;*<br />

ciertam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la inundación de muchas aguas<br />

no llegará ésta a ellos.<br />

8. Tú eres mi escondite; me guardarás de angustias;*<br />

con gritos de liberación me rodearás.<br />

Página 36 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 1:18-22<br />

Séptimo Domingo después de la Epifanía<br />

Porque Cristo Jesús, el Hijo de Dios, a qui<strong>en</strong> Silvano, Timoteo y yo predicamos <strong>en</strong>tre<br />

ustedes, no es "sí" y "no" al mismo tiempo. Cristo es el "sí" de Dios, pues <strong>en</strong> él se cumpl<strong>en</strong> todas<br />

las promesas de Dios. Por esto, cuando alabamos a Dios, decimos "Así sea" por medio de Cristo<br />

Jesús. Y Dios es el que a nosotros y a ustedes nos ha escogido. Nos ha marcado con su sello, y<br />

ha puesto <strong>en</strong> nuestro corazón el Espíritu Santo como garantía de l que vamos a recibir.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 2:1-12<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Algunos días después, Jesús volvió a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> Capernaum. En cuanto se supo que estaba<br />

<strong>en</strong> casa, se juntó tanta g<strong>en</strong>te que ni siquiera cabían fr<strong>en</strong>te a la puerta; y él les anunciaba el<br />

m<strong>en</strong>saje. Entonces, <strong>en</strong>tre cuatro, le llevaron un paralítico. Pero como había mucha g<strong>en</strong>te y no<br />

podían llegar hasta Jesús, quitaron parte del techo <strong>en</strong>cima de donde él estaba, y por la abertura<br />

bajaron <strong>en</strong> una camilla al <strong>en</strong>fermo. Cuando Jesús vio la fe que t<strong>en</strong>ían, le dijo al <strong>en</strong>fermo: -Hijo<br />

mío, tus pecados quedan perdonados.<br />

Algunos maestros de la ley que estaban allí s<strong>en</strong>tados, p<strong>en</strong>saron: "¿Cómo se atreve éste a<br />

hablar así? Sus palabras son una of<strong>en</strong>sa contra Dios. Solo Dios puede perdonar pecados." Pero<br />

Jesús <strong>en</strong> seguida se dio cu<strong>en</strong>ta de lo que estaban p<strong>en</strong>sando, y les preguntó: -¿Por qué pi<strong>en</strong>san<br />

ustedes así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: 'Tus pecados quedan perdonados', o decirle:<br />

Levántate, toma tu camilla y anda'? Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre ti<strong>en</strong>e<br />

autoridad <strong>en</strong> la tierra para perdonar pecados. Entonces le dijo al paralítico: -A ti te digo,<br />

levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El <strong>en</strong>fermo se levantó <strong>en</strong> el acto, y tomando su<br />

camilla salió de allí, a la vista de todos. Por esto, todos se admiraron y alabaron a Dios, dici<strong>en</strong>do:<br />

-Nunca hemos visto una cosa así.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 37


Octavo Domingo después de La Epifanía<br />

LA ESTACIÓN DE LA EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Amantísimo Padre, cuya voluntad es que te demos gracias por todas las cosas, que no temamos<br />

nada sino el perderte a ti, y que te confiemos todas nuestras preocupaciones, pues cuidas de<br />

nosotros: Presérvanos de temores infieles y de ansiedades mundanas, para que ninguna nube de<br />

esta vida mortal oculte de nosotros la luz de ese amor inmortal que tu nos has manifestado <strong>en</strong> tu<br />

Hijo Jesucristo nuestro Señor; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Un solo Dios, ahora y<br />

por siempre. Amén<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Oseas 2:14-23<br />

“Yo la voy a <strong>en</strong>amorar: La llevare al desierto y le hablare al corazón. Luego le<br />

devolveré sus viñas, y convertiré el valle de acor <strong>en</strong> puerta de esperanza para ella. Allí me<br />

responderá como <strong>en</strong> su juv<strong>en</strong>tud, como el día <strong>en</strong> que salió de Egipto. Entonces me llamara<br />

‘Marido mío’, <strong>en</strong> vez de llamarme “Baal mío”. Yo, el Señor, lo afirmo. Y quitare de sus labios<br />

los nombres de los baale, y jamas volverán a m<strong>en</strong>cionarse.<br />

“En aquel tiempo haré <strong>en</strong> favor de Israel un pacto con los animales salvajes, y con las<br />

aves y las serpi<strong>en</strong>tes; romperé y quitare de este país el arco. la espada y la guerra, para que mi<br />

pueblo descanse tranquilo. Israel, yo te haré mi esposa para siempre, mi esposa legitima,<br />

conforme a la ley, porque te amo <strong>en</strong>trañablem<strong>en</strong>te. Yo t haré mi esposa y te seré fiel, y tu<br />

<strong>en</strong>tonces me conocerás como el Señor, lo afirmó: En aquel tiempo yo responderé al cielo, y el<br />

cielo responderá a la tierra; la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos repondrían a<br />

Jezreel. Plantaré a mi pueblo <strong>en</strong> la tierra exclusivam<strong>en</strong>te para mi; t<strong>en</strong>dré compasión de Lorehama,<br />

y a Lo-rehami le diré: ‘Tú eres mi pueblo’, y él me dirá: ¡Tú eres mi Dios!<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

1. B<strong>en</strong>dice, alma mía, al Señor,*<br />

y todo mi ser b<strong>en</strong>diga tu santo Nombre.<br />

2. B<strong>en</strong>dice, alma mía, al Señor,*<br />

y no olvides ninguno de tus b<strong>en</strong>eficios.<br />

3. Él perdona todas tus iniquidades,*<br />

y sana todas tus dol<strong>en</strong>cias<br />

4. Él rescata del sepulcro tu vida,*<br />

y te corona de favor y misericordia<br />

5. Él sacia de bi<strong>en</strong> tus anhelos,*<br />

y como el águila se r<strong>en</strong>ueva tu juv<strong>en</strong>tud.<br />

6. El Señor hace justicia,*<br />

y defi<strong>en</strong>de a todos los oprimidos<br />

SALMO 103:1-6 (Página 626 L.O.C.)<br />

Página 38 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Corintios 3:(4-11)17--4:2<br />

Octavo Domingo después de la Epifanía<br />

(Confiados <strong>en</strong> Dios por medio de Cristo, estamos seguros de esto. No es que nosotros<br />

mismos estemos capacitados para considerar algo como nuestro: al contrario, todo lo que<br />

podemos hacer vi<strong>en</strong>e de Dios, pues él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto,<br />

no escrito, sino espiritual. La ley escrita cond<strong>en</strong>a a muerte, pero el espíritu de Dios da vida. Esta<br />

ley gravada <strong>en</strong> letras sobre tablas de piedra, vino con tal resplandor que los Israelitas ni siquiera<br />

podían mirar la cara de Moisés causa de su int<strong>en</strong>so brillo. Sin embargo, aquel resplandor había<br />

de terminar por apagarse. Pero si esa ley que cond<strong>en</strong>a a muerte fue promulgada con tanta gloria,<br />

¡cuan más sea la gloria del anuncio de un nuevo pacto fundado <strong>en</strong> el Espíritu! Es decir, que si<br />

fue tan gloriosa la promulgación de una ley que sirvió para cond<strong>en</strong>arnos, ¡cuánto más glorioso<br />

será poder anunciar que Dios nos declara sin culpa!<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 2:18-22<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Una vez estaban ayunando los seguidores de Juan el Bautista y los de los fariseos, y<br />

algunas personas fueron a Jesús y le preguntaron: -Los seguidores de Juan y los de los fariseos<br />

ayunan; ¿ porque no ayunan tus discípulos? Jesús les contestó:<br />

-¿ Acaso pued<strong>en</strong> ayunar los invitados a una boda, mi<strong>en</strong>tras el novio esta con ellos?<br />

mi<strong>en</strong>tras esta pres<strong>en</strong>te el novio, no pued<strong>en</strong> ayunar, pero llegara el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que se llev<strong>en</strong> al<br />

novio; cuando llegue ese día, <strong>en</strong>tonces si ayunaran. “Nadie arregla un vestido viejo con un<br />

remi<strong>en</strong>do de tela nueva, porque el remi<strong>en</strong>do nuevo se <strong>en</strong>coge y rompe el vestido viejo, y el<br />

desgarron se hace mayor. Ni tampoco se echa vino nuevo <strong>en</strong> cueros viejos, porque el vino nuevo<br />

hace que se revi<strong>en</strong>t<strong>en</strong> los cueros, y se pierde tanto vino como los cueros. Por eso hay que echar<br />

el vino nuevo <strong>en</strong> cueros nuevos.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 39


Ultimo Domingo después de La Epifanía<br />

LA ESTACIÓN DE EPIFANÍA<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, que antes de la pasión de tu unigénito Hijo, revelaste su gloria <strong>en</strong> el monte<br />

santo: Concéd<strong>en</strong>os que, al contemplar por fe la luz de su rostro, seamos fortalecidos para llevar<br />

nuestra cruz y ser transformados a su imag<strong>en</strong> de gloria <strong>en</strong> gloria; por Jesucristo nuestro Señor,<br />

que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

1 Reyes 19:9-18<br />

Al llegar, <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> una cueva, y allí pasó la noche. Pero el Señor se dirigió a él, y le dijo:<br />

"¿Qué haces aquí, Elías?" Él respondió: "He s<strong>en</strong>tido mucho celo por ti, Señor, Dios<br />

todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu pacto y derrumbado tus altares, y a filo de<br />

espada han matado a tus profetas. Sólo yo he quedado, y me están buscando para quitarme la<br />

vida." Y el Señor le dijo: "Sal fuera y quédate de pie ante mí, sobre la montaña." En aquel<br />

mom<strong>en</strong>to pasó el Señor, y un vi<strong>en</strong>to fuerte y poderoso desgajó la montaña y partió las rocas ante<br />

el Señor; pero el Señor no estaba <strong>en</strong> el vi<strong>en</strong>to, Después del vi<strong>en</strong>to hubo un terremoto; pero el<br />

Señor tampoco estaba <strong>en</strong> el terremoto. Y tras el terremoto hubo un fuego; pero el Señor no estaba<br />

<strong>en</strong> el fuego. Pero después del fuego se oyó un sonido suave y delicado. Al escucharlo, Elías se<br />

cubrió la cara con su capa, y salió y se quedó a la <strong>en</strong>trada de la cueva. En esto llegó a él una voz<br />

que le decía: "¿Qué haces ahí, Elías? Él contestó:<br />

"He s<strong>en</strong>tido mucho celo por ti, Señor, Dios todopoderoso, porque los israelitas han<br />

abandonado tu pacto y derrumbado tus altares, y a filo de espada han matado a tus profetas. Sólo<br />

yo he quedado, y me andan buscando para quitarme la vida."<br />

Entonces el Señor le dijo: "Anda, regresa por donde viniste al desierto de Damasco. Ve y<br />

consagra a Hazael como rey de Siria, y a Jehú, nieto de Nimsi, como rey de Israel; a Elíseo, hijo<br />

de Safat, del pueblo de Abel-mehola, conságralo como profeta <strong>en</strong> lugar tuyo. De esta manera, a<br />

qui<strong>en</strong> escape de la espada de Hazael, lo matará Jehú, y a qui<strong>en</strong> escape de la espada de Jehú, lo<br />

matará Elíseo. No obstante, yo dejaré <strong>en</strong> Israel siete mil personas que no se han arrodillado ante<br />

Baal ni lo han besado.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 27:5-11 (Página 516 L.O.C.)<br />

5. Una cosa he demandado del Señor; ésta buscaré:*<br />

que esté yo <strong>en</strong> la casa del Señor,<br />

todos los días de mi vida;<br />

6. Para contemplar la hermosura del Señor,*<br />

y despertarme cada día <strong>en</strong> su templo;<br />

7. Porque él me esconderá <strong>en</strong> su tabernáculo <strong>en</strong> el día del mal;*<br />

me ocultará <strong>en</strong> lo reservado de su morada,<br />

y sobre una roca me pondrá <strong>en</strong> alto.<br />

8. Aún ahora él levanta mi cabeza*<br />

sobre mis <strong>en</strong>emigos <strong>en</strong> derredor de mí.<br />

9. Por tanto ofreceré <strong>en</strong> su morada<br />

sacrificios de júbilo;*<br />

cantaré y tañeré al Señor.<br />

10. Escucha, oh Señor, mi voz cuando a ti clamo;*<br />

t<strong>en</strong> misericordia de mí y respóndeme.<br />

11. Tú hablas <strong>en</strong> mi corazón y dices: "Busca mi rostro".*<br />

Tu rostro buscaré, oh Señor.<br />

Página 40 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

2 San Pedro 1:16-19[20-21]<br />

Ultimo Domingo después de la Epifanía<br />

La <strong>en</strong>señanza que les dimos sobre el poder y el regreso de nuestro Señor Jesucristo, no<br />

consistía <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>tos inv<strong>en</strong>tados con maña, pues con nuestros propios ojos vimos al Señor <strong>en</strong> su<br />

grandeza. Lo vimos cuando Dios el Padre le dio honor y gloria, cuando la voz de Dios le habló<br />

de aquella gloriosa manera: "Este es mi Hijo amado, a qui<strong>en</strong> he elegido." Nosotros mismos<br />

oímos aquella voz que v<strong>en</strong>ía del cielo, pues estábamos con el Señor <strong>en</strong> el monte sagrado.<br />

Esto hace más seguro el m<strong>en</strong>saje de los profetas, el cual con toda razón toman ustedes <strong>en</strong><br />

cu<strong>en</strong>ta. Pues ese m<strong>en</strong>saje es como una lámpara que brilla <strong>en</strong> un lugar oscuro, hasta que el día<br />

amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón. [Pero ante todo t<strong>en</strong>gan<br />

esto pres<strong>en</strong>te: que ninguna profecía de la Escritura es algo que puede interpretarse según el<br />

personal parecer de nadie, porque los profetas nunca hablaron por su propia voluntad; al<br />

contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.]<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 9:2-9<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Seis días después, Jesús se fue a un cerro alto llevándose solam<strong>en</strong>te a Pedro, a Santiago y<br />

a Juan. Allí, delante de ellos, cambió la apari<strong>en</strong>cia de Jesús. Su ropa se volvió brillante y más<br />

blanca de lo que nadie podría dejarla por mucho que la lavara. Y vieron a Elías y a Moisés, que<br />

estaban conversando con Jesús. Pedro le dijo a Jesús:<br />

-Maestro, ¡qué bi<strong>en</strong> que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para<br />

Moisés y otra para Elías.<br />

Es que los discípulos estaban asustados, y Pedro no sabía que decir. En esto, una nube<br />

bajó y los <strong>en</strong>volvió <strong>en</strong> su sombra. Y de la nube salió una voz, que dijo: "Este es mi Hijo amado:<br />

escúch<strong>en</strong>lo." Al mom<strong>en</strong>to, cuando miraron alrededor, ya no vieron a nadie con ellos, sino a Jesús<br />

solo. Mi<strong>en</strong>tras bajaban del cerro, Jesús les <strong>en</strong>cargó que no contaran a nadie lo que habían visto,<br />

hasta que el Hijo del hombre hubiera resucitado.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 41


Miercoles de C<strong>en</strong>iza<br />

LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Dios todopoderoso y eterno, tú no aborreces nada de lo que has creado, y perdonas los<br />

pecados de todos los p<strong>en</strong>it<strong>en</strong>tes: Crea y forma <strong>en</strong> nosotros, corazones nuevos y contritos, para<br />

que, lam<strong>en</strong>tando debidam<strong>en</strong>te nuestros pecados y reconoci<strong>en</strong>do nuestra miseria, obt<strong>en</strong>gamos de<br />

ti, Dios de toda misericordia, perfecta remisión y perdón; mediante Jesucristo nuestro Señor, que<br />

vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Joel 2:1-2,12-17<br />

Toqu<strong>en</strong> la trompeta <strong>en</strong> el monte Sión; d<strong>en</strong> el toque de alarma <strong>en</strong> el santo monte del Señor.<br />

Tiembl<strong>en</strong> todos los que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> Judá, porque ya está cerca el día del Señor: día de oscuridad y<br />

tinieblas, día de nubes y sombras.<br />

Un ejército fuerte y numeroso se ha desplegado sobre los montes como la luz del<br />

amanecer. Nunca antes se vio, ni se verá jamás, nada que se le parezca. "Pero ahora -lo afirma el<br />

Señor-, vuélvanse a mí de todo corazón. ¡Ayun<strong>en</strong>, grit<strong>en</strong> y llor<strong>en</strong>!"<br />

¡Vuélvanse ustedes al Señor su Dios, y desgárr<strong>en</strong>se el corazón <strong>en</strong> vez de desgarrarse la<br />

ropa! Porque el Señor es tierno y compasivo, paci<strong>en</strong>te y todo amor, dispuesto siempre a levantar<br />

el castigo. Tal vez decida no castigarlos a ustedes, y les <strong>en</strong>víe b<strong>en</strong>dición: cereales y vino para las<br />

ofr<strong>en</strong>das del Señor su Dios.<br />

¡Toqu<strong>en</strong> la trompeta <strong>en</strong> el monte Sión! Convoqu<strong>en</strong> al pueblo y proclam<strong>en</strong> ayuno; reúnan<br />

al pueblo de Dios, y purifíqu<strong>en</strong>lo; reúnan a los ancianos, a los niños y aun a los niños de pecho.<br />

¡Que hasta los recién casados salgan de la habitación nupcial!<br />

Llor<strong>en</strong> los sacerdotes, los ministros del Señor, y digan <strong>en</strong>tre el vestíbulo y el altar:<br />

"Perdona, Señor, a tu pueblo; no dejes que nadie se burle de los tuyos; no dejes que otras<br />

naciones los domin<strong>en</strong> y que los paganos digan: ¿Dónde está su Dios?"<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

Página 42 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


O<br />

Isaías 58:1-12<br />

Miércoles de C<strong>en</strong>iza<br />

El Señor me dijo: "Grita fuertem<strong>en</strong>te, sin miedo, alza la voz como una trompeta;<br />

repr<strong>en</strong>de a mi pueblo por sus culpas, al pueblo de Jacob por sus pecados. Diariam<strong>en</strong>te me buscan<br />

y están felices de conocer mis caminos, como si fueran un pueblo que hace el bi<strong>en</strong> y que no<br />

descuida mis leyes; me pid<strong>en</strong> leyes justas y se muestran felices de acercarse a mí, y sin embargo<br />

dic<strong>en</strong>:<br />

¿Para qué ayunar, si Dios no lo ve? Para que sacrificarnos, si él no se da cu<strong>en</strong>ta? El día de<br />

ayuno lo dedican ustedes a hacer negocios y a explotar a sus trabajadores; el día de ayuno lo<br />

pasan <strong>en</strong> disputas y peleas y dando golpes criminales con los puños. Un día de ayuno así, no<br />

puede lograr que yo escuche sus oraciones. ¿Cre<strong>en</strong> que el ayuno que me agrada consiste <strong>en</strong><br />

afligirse, <strong>en</strong> agachar la cabeza como un junco y <strong>en</strong> acostarse con ásperas ropas sobre la c<strong>en</strong>iza?<br />

¿Eso es lo que ustedes llaman ayuno, y día agradable al Señor?<br />

Pues no lo es. El ayuno que a mí me agrada consiste <strong>en</strong> esto: <strong>en</strong> que rompas las cad<strong>en</strong>as<br />

de la injusticia y desates los nudos que aprietan el yugo; <strong>en</strong> que dejes libres a los oprimidos y<br />

acabes, <strong>en</strong> fin, con toda tiranía; <strong>en</strong> que compartas tu pan con el hambri<strong>en</strong>to y recibas <strong>en</strong> tu casa al<br />

pobre sin techo; <strong>en</strong> que vistas al que no ti<strong>en</strong>e ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes.<br />

Entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto. Tu rectitud irá<br />

delante de ti y mi gloria te seguirá. Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidi<strong>en</strong>do<br />

ayuda, yo te diré: Aquí estoy. Si haces desaparecer toda opresión, si no insultas a otros ni les<br />

levantas calumnias, si te das a ti mismo <strong>en</strong> servicio del hambri<strong>en</strong>to, si ayudas al afligido <strong>en</strong> su<br />

necesidad, tu luz brillará <strong>en</strong> la oscuridad, tus sombras se convertirán <strong>en</strong> luz de mediodía. Yo te<br />

guiaré continuam<strong>en</strong>te, te daré comida abundante <strong>en</strong> el desierto, daré fuerza a tu cuerpo y serás<br />

como un jardín bi<strong>en</strong> regado, como un manantial al que no le falta el agua. Tu pueblo reconstruirá<br />

las viejas ruinas y afianzará los cimi<strong>en</strong>tos puestos hace siglos. Llamarán a tu pueblo reparador de<br />

muros caídos, reconstructor de casa <strong>en</strong> ruinas.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 103:8-14 (Pagina 626 L.O.C.)<br />

8. Misericordioso y compasivo es el Señor,*<br />

l<strong>en</strong>to para la ira y rico <strong>en</strong> clem<strong>en</strong>cia.<br />

9. No nos acusará para siempre,*<br />

ni para siempre guardará su <strong>en</strong>ojo.<br />

10. No nos ha tratado conforme a nuestros pecados,*<br />

ni nos ha pagado conforme a nuestras maldades.<br />

11. Así como se levantan los cielos sobre la tierra,*<br />

así se levanta su misericordia sobre sus fieles.<br />

12. Como dista el ori<strong>en</strong>te del occid<strong>en</strong>te,*<br />

así aleja de nosotros nuestras rebeliones.<br />

13. Como un padre cuida de sus hijos,*<br />

así cuida el Señor a los que le v<strong>en</strong>eran;<br />

14. Porque él sabe de qué estamos hechos;*<br />

se acuerda de que no somos más que barro.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 43


Miércoles de C<strong>en</strong>iza<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 5:20b-6:10<br />

Así pues, <strong>en</strong> el nombre de Cristo les rogamos que se pongan <strong>en</strong> paz con Dios. Cristo no<br />

cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo trató como al pecado mismo, para así,<br />

por medio de Cristo, librarnos de culpa. Ahora pues, como colaboradores <strong>en</strong> la obra de Dios, les<br />

rogamos a ustedes que no desaprovech<strong>en</strong> la bondad que Dios les ha mostrado. Porque él dice <strong>en</strong><br />

las Escrituras: "En el mom<strong>en</strong>to oportuno te escuché; <strong>en</strong> el día de la salvación te ayudé." Y ahora<br />

es el mom<strong>en</strong>to oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!<br />

En nada damos mal ejemplo a nadie, para que nuestro trabajo no caiga <strong>en</strong> descrédito. Al<br />

contrario, <strong>en</strong> todo damos muestras de que somos siervos de Dios, soportando con mucha<br />

paci<strong>en</strong>cia los sufrimi<strong>en</strong>tos, las necesidades, las dificultades, los azotes, las prisiones, los<br />

alborotos, el trabajo duro, los desvelos y el hambre. También lo demostramos por nuestra pureza<br />

de vida, por nuestro conocimi<strong>en</strong>to de la verdad, por nuestra tolerancia y bondad, por la pres<strong>en</strong>cia<br />

del Espíritu Santo <strong>en</strong> nosotros, por nuestro amor sincero, por nuestro m<strong>en</strong>saje de verdad y por el<br />

poder de Dios <strong>en</strong> nosotros. Usamos las armas de la rectitud, tanto para el ataque como para la<br />

def<strong>en</strong>sa. Unas veces se nos honra, y otras veces se nos of<strong>en</strong>de; unas veces se habla bi<strong>en</strong> de<br />

nosotros y otras veces mal. Nos tratan como a m<strong>en</strong>tirosos, a pesar de que decimos la verdad. Nos<br />

tratan como a desconocidos, a pesar de que somos bi<strong>en</strong> conocidos. Estamos medio muertos, pero<br />

seguimos vivi<strong>en</strong>do; nos castigan, pero no nos matan. Parecemos tristes, pero siempre estamos<br />

cont<strong>en</strong>tos; parecemos pobres, pero hemos <strong>en</strong>riquecido a muchos; parece que no t<strong>en</strong>emos nada,<br />

pero lo t<strong>en</strong>emos todo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Mateo 6:1-6,16-21<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

"No practiqu<strong>en</strong> su religión delante de la g<strong>en</strong>te sólo para que los demás los vean. Si lo<br />

hac<strong>en</strong> así su Padre que está <strong>en</strong> el cielo no les dará ningún premio. Por eso, cuando ayudes a los<br />

necesitados, no lo publiques a los cuatro vi<strong>en</strong>tos, como hac<strong>en</strong> los hipócritas <strong>en</strong> las sinagogas y <strong>en</strong><br />

las calles para que la g<strong>en</strong>te hable bi<strong>en</strong> de ellos. Les aseguro que con eso ya ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su premio.<br />

Cuando tú ayudes a los necesitados, no sé lo cu<strong>en</strong>tes ni siquiera a tu amigo mas íntimo; hazlo <strong>en</strong><br />

secreto. Y tu Padre, que ve lo que haces <strong>en</strong> secreto, te dará tu premio.<br />

Cuando ustedes or<strong>en</strong>, no sean como los hipócritas, a qui<strong>en</strong>es les gusta orar de pie <strong>en</strong> las<br />

sinagogas y <strong>en</strong> las esquinas de las plazas para que la g<strong>en</strong>te los vea. Les aseguro que con eso ya<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su premio. Pero tú, cuando ores, <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que<br />

está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve lo que haces <strong>en</strong> secreto, te dará tu premio. Cuando<br />

ustedes ayun<strong>en</strong>, no pongan cara triste, como los hipócritas, que apar<strong>en</strong>tan tristeza para que la<br />

g<strong>en</strong>te vea que están ayunando. Les aseguro que con eso ya ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su premio.<br />

Tú, cuando ayunes, lávate la cara y arréglate bi<strong>en</strong>, para que la g<strong>en</strong>te no note que estás<br />

ayunando. Solam<strong>en</strong>te lo notará tu Padre, que está a solas contigo, y él te dará tu premio.<br />

No amonton<strong>en</strong> riquezas aquí <strong>en</strong> la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a<br />

perder, y donde los ladrones <strong>en</strong>tran a robar. Más bi<strong>en</strong> amonton<strong>en</strong> riquezas <strong>en</strong> el cielo, donde la<br />

polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones <strong>en</strong>tran a robar. Pues donde esté<br />

tu riqueza, allí estará también tu corazón.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 44 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Primer Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

Omnipot<strong>en</strong>te Dios, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo fue llevado por el Espíritu para ser t<strong>en</strong>tado por<br />

Satanás: Apresúrate a socorrer a los que somos atacados por múltiples t<strong>en</strong>taciones; y así como tú<br />

conoces las flaquezas de cada uno de nosotros, haz que cada uno te halle poderoso para salvar;<br />

por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios,<br />

ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Génesis 9:8-17<br />

Dios también les dijo a Noé y a sus hijos: "Mir<strong>en</strong>, yo voy a establecer mi pacto con<br />

ustedes y con sus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, y con todos los animales que están con ustedes y que salieron de<br />

la barca: aves y animales domésticos y salvajes, y con todos los animales del mundo. Mi pacto<br />

con ustedes no cambiará: no volveré a destruir a los hombres y animales con un diluvio. Ya no<br />

volverá a haber otro diluvio que destruya la tierra. Esta es la señal del pacto que para siempre<br />

hago con ustedes y con todos los animales: he puesto mi arco iris <strong>en</strong> las nubes, y servirá como<br />

señal del pacto que hago con la tierra. Cuando yo haga v<strong>en</strong>ir nubes sobre la tierra, mi arco iris<br />

aparecerá <strong>en</strong>tre ellas. Entonces me acordaré del pacto que he hecho con ustedes y con todos los<br />

animales, y ya no volverá a haber ningún diluvio que los destruya. Cuando el arco iris esté <strong>en</strong>tre<br />

las nubes, yo lo veré y me acordaré del pacto que he hecho para siempre con todo hombre y todo<br />

animal que hay <strong>en</strong> el mundo. Esta es la señal del pacto que yo he establecido con todo hombre y<br />

animal aquí <strong>en</strong> la tierra." Así habló Dios con Noé.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 25:3-9 (Página 513 L.O.C.)<br />

3. Muéstrame, oh Señor, tus caminos;*<br />

<strong>en</strong>séñame tus s<strong>en</strong>das.<br />

4. Encamíname <strong>en</strong> tu verdad, y <strong>en</strong>séñame;*<br />

porque tú eres el Dios de mi salvación;<br />

<strong>en</strong> ti he esperado todo el día.<br />

5. Acuérdate, oh Señor, de tus piedades y de tus misericordias,*<br />

porque son perpetuas.<br />

6. De los pecados de mi juv<strong>en</strong>tud, y de mis rebeliones,<br />

no te acuerdes;*<br />

conforme a tu misericordia acuérdate de mí,<br />

por tu bondad, oh Señor.<br />

7. Bu<strong>en</strong>o y recto es el Señor;*<br />

por tanto, <strong>en</strong>seña a los pecadores el camino.<br />

8. Encamina a los humildes por el juicio,*<br />

y <strong>en</strong>seña a los mansos su carrera.<br />

9. Todas las s<strong>en</strong>das del Señor son amor y fidelidad,*<br />

para los que guardan su pacto y sus testimonios.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 45


Primer Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Pedro 3:18-22<br />

Porque Cristo mismo sufrirá la muerte por nuestros pecados, una vez para siempre. Él era<br />

bu<strong>en</strong>o, pero sufrió por los malos, para llevarlos a ustedes a Dios. Como hombre, murió; pero<br />

como ser espiritual que era, volvió a la vida. Y como ser espiritual, fue y predicó a los espíritus<br />

que estaban presos. Estos habían sido desobedi<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> tiempos antiguos, <strong>en</strong> los días de Noé,<br />

cuando Dios esperaba con paci<strong>en</strong>cia mi<strong>en</strong>tras se construía la barca, <strong>en</strong> la que algunas personas,<br />

ocho <strong>en</strong> total, fueron salvadas por medio del agua. Y aquella agua repres<strong>en</strong>taba el agua del<br />

bautismo, por medio del cual somos ahora salvados. El bautismo no consiste <strong>en</strong> limpiar el<br />

cuerpo, sino <strong>en</strong> pedirle a Dios una conci<strong>en</strong>cia limpia; y nos salva por la resurrección de<br />

Jesucristo, que subió el cielo y está a la derecha de Dios, y al que han quedado sujetos los<br />

ángeles y demás seres espirituales que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> autoridad y poder.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:9-13<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Por aquellos días, Jesús salió de Nazaret, que está <strong>en</strong> la región de Galilea, y Juan lo<br />

bautizó <strong>en</strong> el Jordán. En el mom<strong>en</strong>to de salir del agua, Jesús vio que el cielo se abría y que el<br />

Espíritu bajaba sobre él como una paloma. Y se oyó una voz del cielo, que decía: "Tú eres mi<br />

Hijo amado, a qui<strong>en</strong> he elegido." Después de esto, el Espíritu llevó a Jesús al desierto. Allí<br />

estuvo cuar<strong>en</strong>ta días, vivi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre las fieras y si<strong>en</strong>do puesto a prueba por Satanás; y los ángeles<br />

le servían.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 46 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Segundo Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

Oh Dios, cuya gloria es siempre t<strong>en</strong>er misericordia: Sé b<strong>en</strong>igno a todos los que se han<br />

descarriado de tus caminos, y tráelos de nuevo con corazones p<strong>en</strong>it<strong>en</strong>tes y fe firme, para recibir y<br />

abrazar la verdad inmutable de tu Verbo, Jesucristo tu Hijo; que vive y reina contigo y el Espíritu<br />

Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Génesis 22:1-14<br />

Después de algún tiempo, Dios puso a prueba la fe de Abraham. Lo llamó por su<br />

nombre, y él contestó: -Aquí estoy. Y Dios le dijo: -Toma a Isaac, tu único hijo, al que tanto<br />

amas, y vete a la tierra de Moriah. Una vez allá, ofrécelo <strong>en</strong> holocausto sobre el cerro que yo te<br />

señalaré. Al día sigui<strong>en</strong>te, muy temprano, Abraham se levantó y <strong>en</strong>silló su asno; cortó leña para<br />

el holocausto y se fue al lugar que Dios le había dicho, junto con su hijo Isaac y dos de sus<br />

siervos. Al tercer día, Abraham alcanzó a ver el lugar desde lejos. Entonces les dijo a sus<br />

siervos:<br />

-Quéd<strong>en</strong>se aquí con el asno. El muchacho y yo seguiremos adelante, adoraremos a Dios,<br />

y luego regresaremos. Abraham tomó la leña para el holocausto y la puso sobre los hombros de<br />

Isaac; luego tomó el cuchillo y el fuego, y se fueron los dos juntos. Poco después Isaac le dijo a<br />

Abraham: -¡Padre! -¿Qué quieres, hijo? -le contestó Abraham. -Mira dijo Isaac-, t<strong>en</strong>emos la leña<br />

y el fuego, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? -Dios se <strong>en</strong>cargará de que haya un<br />

cordero para el holocausto, hijito -respondió su padre.<br />

Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho,<br />

Abraham construyó un altar y preparó la leña; luego ató a su hijo Isaac y lo puso <strong>en</strong> el altar,<br />

sobre la leña; pero <strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to de tomar el cuchillo para sacrificar a su hijo, el ángel del<br />

Señor lo llamó desde el cielo: -¡Abraham! ¡Abraham! -Aquí estoy -contesto él. El ángel le dijo:<br />

-No le hagas ningún daño al muchacho, porque ya sé que ti<strong>en</strong>es temor de Dios, pues no te<br />

negaste a darme tu único hijo. Abraham se fijó, y vio un carnero que estaba <strong>en</strong>redado por los<br />

cuernos <strong>en</strong>tre las ramas de un arbusto; <strong>en</strong>tonces fue, tomó el carnero y lo ofreció <strong>en</strong> holocausto,<br />

<strong>en</strong> lugar de su hijo. Después Abraham le puso este nombre a aquel lugar: "El Señor da lo<br />

necesario." Por eso todavía se dice: "En el cerro, el Señor da lo necesario."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 16:5-11 (Página 499 L.O.C.)<br />

5. Tú, oh Señor, eres la porción de mi her<strong>en</strong>cia y de mi copa;*<br />

tú sust<strong>en</strong>tarás mi suerte.<br />

6. Me toca una parcela hermosa;*<br />

<strong>en</strong> verdad, una heredad magnífica.<br />

7. B<strong>en</strong>deciré al Señor que me aconseja;*<br />

aún <strong>en</strong> las noches me <strong>en</strong>seña mi corazón.<br />

8. Al Señor he puesto siempre delante mí;*<br />

porque está a mi diestra no seré conmovido.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 47


Segundo Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

9. Por tanto se alegra mi corazón, y se goza mi espíritu;*<br />

también mi carne reposará segura;<br />

10. Porque no me dejarás al sepulcro;*<br />

ni permitirás que tu santo vea la fosa.<br />

11. Me mostrarás la s<strong>en</strong>da de la vida;*<br />

<strong>en</strong> tu pres<strong>en</strong>cia hay pl<strong>en</strong>itud de gozo,<br />

deleites a tu diestra para siempre.<br />

EPÍSTOLA<br />

Romanos 8:31-39<br />

¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra<br />

nosotros! Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo <strong>en</strong>tregó a la muerte por todos<br />

nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? ¿Quién podrá<br />

acusar a los que Dios ha escogido? Dios es qui<strong>en</strong> los declara libres de culpa. ¿Quién podrá<br />

cond<strong>en</strong>arlos? Cristo Jesús es qui<strong>en</strong> murió; todavía más, qui<strong>en</strong> resucitó y está a la derecha de<br />

Dios, rogando por nosotros. ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimi<strong>en</strong>to, o las<br />

dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte? Como<br />

dice la Escritura: "Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a<br />

ovejas llevadas al matadero."<br />

Pero <strong>en</strong> todo esto salimos más que v<strong>en</strong>cedores por medio de aquel que nos amó. Estoy<br />

conv<strong>en</strong>cido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los<br />

ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo pres<strong>en</strong>te, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo<br />

profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que<br />

Dios nos ha mostrado <strong>en</strong> Cristo Jesús nuestro Señor!<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 8:31-38<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>señarles que el Hijo del hombre t<strong>en</strong>dría que sufrir mucho, y que sería<br />

rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo<br />

que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días. Esto se lo advirtió claram<strong>en</strong>te. Entonces<br />

Pedro lo llevó aparte y com<strong>en</strong>zó a repr<strong>en</strong>derlo. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y<br />

repr<strong>en</strong>dió a Pedro, diciéndole: -¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios,<br />

sino como las v<strong>en</strong> los hombres. Luego Jesús llamó a sus discípulos y a la g<strong>en</strong>te, y dijo:<br />

-Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame.<br />

Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y del<br />

m<strong>en</strong>saje de salvación, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo <strong>en</strong>tero, si pierde la<br />

vida? O también, ¿cuánto podrá pagar el hombre por su vida? Pues si alguno se avergü<strong>en</strong>za de<br />

mí y de mi m<strong>en</strong>saje delante de esta g<strong>en</strong>te infiel y pecadora, también el Hijo del hombre se<br />

avergonzará de él cuando v<strong>en</strong>ga con la gloria de su Padre y con los santos ángeles.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 48 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Tercer Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

Dios todopoderoso, tú sabes que <strong>en</strong> nosotros no hay poder para ayudarnos: Guárdanos<br />

tanto exteriorm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cuerpo como interiorm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> alma, para que seamos def<strong>en</strong>didos de todas<br />

las adversidades que puedan sobrev<strong>en</strong>ir al cuerpo, y de los malos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos que puedan<br />

asaltar y herir el alma; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo,<br />

un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Éxodo 20:1-17<br />

Dios habló, y dijo todas estas palabras: "Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto,<br />

donde eras esclavo. No T<strong>en</strong>gas otros dioses aparte de mí. No te hagas ningún ídolo ni figura de<br />

lo que hay arriba <strong>en</strong> el cielo, ni de lo que hay abajo <strong>en</strong> la tierra, ni de lo que hay <strong>en</strong> el mar debajo<br />

de la tierra. No te inclines delante de ellos ni les rindas culto, porque yo soy el Señor tu Dios,<br />

Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me odian, <strong>en</strong> sus hijos, nietos y bisnietos;<br />

pero que trató con amor por mil g<strong>en</strong>eraciones a los que me aman y cumpl<strong>en</strong> mis mandami<strong>en</strong>tos.<br />

No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que use mal su<br />

nombre.<br />

Acuérdate del día de reposo, para consagrarlo al Señor. Trabaja seis días y haz <strong>en</strong> ellos<br />

todo lo que t<strong>en</strong>gas que hacer, pero el séptimo día es de reposo consagrado al Señor tu Dios. No<br />

hagas ningún trabajo <strong>en</strong> ese día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo o tu esclava, ni tus<br />

animales, ni el extranjero que viva contigo. Porque el Señor hizo <strong>en</strong> seis días el cielo, la tierra, el<br />

mar y todo lo que hay <strong>en</strong> ellos, y descansó el día séptimo. Por eso el Señor b<strong>en</strong>dijo el día de<br />

reposo y lo declaró día sagrado.<br />

"Honra a tu padre y a tu madre," para que vivas una larga vida <strong>en</strong> la tierra que te da el<br />

Señor tu Dios. No mates. No cometas adulterio. No robes. No digas m<strong>en</strong>tiras <strong>en</strong> perjuicio de tu<br />

prójimo. No codicies la casa de tu prójimo: no codicies su mujer, ni su esclavo o su esclava, ni su<br />

buey, ni su asno, ni nada que le pert<strong>en</strong>ezca."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 19:7-14 (Página 506 L.O.C.)<br />

7. La ley del Señor es perfecta, que aviva el alma;*<br />

el testimonio del Señor es fiel,<br />

que hace sabio al s<strong>en</strong>cillo.<br />

8. Los mandami<strong>en</strong>tos del Señor son rectos, que alegran el corazón;*<br />

el precepto del Señor es claro,<br />

que alumbra los ojos.<br />

9. El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre;*<br />

los juicios del Señor son verdad,<br />

completam<strong>en</strong>te justos.<br />

10. Deseables son, más que el oro, más que oro fino;*<br />

dulce más que miel,<br />

que la que destila del panal.<br />

11. Tu siervo es además por ellos alumbrado,*<br />

y al guardarlos hay grande galardón.<br />

12. ¿Quién podrá <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der sus propios errores?*<br />

Líbrame de los que me son ocultos.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 49


Tercer Domingo de Cuaresma<br />

13. Preserva también a tu siervo de las soberbias,<br />

que no se <strong>en</strong>señore<strong>en</strong> de mí;*<br />

<strong>en</strong>tonces seré íntegro,<br />

y estaré limpio del gran pecado.<br />

14. Sean gratos los dichos de mi boca<br />

y la meditación de mi corazón delante de ti,*<br />

oh Señor, Roca mía y Red<strong>en</strong>tor mío.<br />

EPÍSTOLA<br />

Romanos 7:13-25<br />

Pero <strong>en</strong>tonces, ¿esto que es bu<strong>en</strong>o habrá de llevarme a la muerte? ¡Claro que no! Lo que<br />

pasa es que el pecado, para demostrar que verdaderam<strong>en</strong>te es pecado, me causó la muerte<br />

valiéndose de lo bu<strong>en</strong>o. Y así, por medio del mandami<strong>en</strong>to, quedó demostrado lo terriblem<strong>en</strong>te<br />

malo que es el pecado.<br />

Sabemos que la ley es espiritual, pero <strong>en</strong> mi naturaleza humana estoy v<strong>en</strong>dido como<br />

esclavo al pecado. No <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, y <strong>en</strong> cambio aquello<br />

que odio es precisam<strong>en</strong>te lo que hago. Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco<br />

con ello que la ley es bu<strong>en</strong>a. Así que ya no soy yo qui<strong>en</strong> lo hace, sino el pecado que está <strong>en</strong> mí.<br />

Porque yo sé que <strong>en</strong> mí, es decir, <strong>en</strong> mi naturaleza de hombre pecador, no hay nada bu<strong>en</strong>o; pues<br />

aunque t<strong>en</strong>go el deseo de hacer lo bu<strong>en</strong>o, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bu<strong>en</strong>o que quiero<br />

hacer, sino lo malo que no quiero hacer. Ahora bi<strong>en</strong>, si hago lo que no quiero hacer, ya no soy yo<br />

qui<strong>en</strong> lo hace, sino el pecado que está <strong>en</strong> mí.<br />

Me doy cu<strong>en</strong>ta de que, aun queri<strong>en</strong>do hacer el bi<strong>en</strong>, solam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro el mal a mi<br />

alcance. En mi interior me gusta la ley de Dios, pero veo <strong>en</strong> mí algo que se opone a mi<br />

capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está <strong>en</strong> mí y que me ti<strong>en</strong>e preso. ¡Desdichado de<br />

mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está <strong>en</strong> mi cuerpo? Solam<strong>en</strong>te Dios, a qui<strong>en</strong><br />

doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión: yo <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do que debo<br />

someterme a la ley de Dios, pero como hombre estoy sometido a la ley del pecado.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 2:13-22<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Como ya se acercaba la fiesta de la Pascua de los judíos, Jesús fue a Jerusalén. Y<br />

<strong>en</strong>contró <strong>en</strong> el templo a los v<strong>en</strong>dedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los que estaban s<strong>en</strong>tados<br />

<strong>en</strong> los puestos donde se le cambiaba el dinero a la g<strong>en</strong>te. Al verlo, Jesús tomó unas cuerdas, se<br />

hizo un látigo y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus bueyes. A los que<br />

cambiaban dinero les arrojó las monedas al suelo y les volcó las mesas. A los v<strong>en</strong>dedores de<br />

palomas les dijo: -¡Saqu<strong>en</strong> esto de aquí! ¡No hagan un mercado de la casa de mi Padre!<br />

Entonces sus discípulos se acordaron de la Escritura que dice: "Me consume el celo por tu casa."<br />

Los judíos le preguntaron: -¿Qué prueba nos das de tu autoridad para hacer esto? Jesús<br />

les contestó: -Destruyan este templo, y <strong>en</strong> tres días volveré a levantarlo. Los judíos le dijeron: -<br />

Cuar<strong>en</strong>ta y seis años se ha trabajado <strong>en</strong> la construcción de este templo, y ¿tú <strong>en</strong> tres días lo vas a<br />

levantar? Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó,<br />

sus discípulos se acordaron de esto que había dicho, y creyeron <strong>en</strong> la Escritura y <strong>en</strong> las palabras<br />

de Jesús.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 50 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Cuarto Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

Padre bondadoso, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo Jesucristo desc<strong>en</strong>dió del cielo para ser el pan<br />

verdadero que da vida al mundo: Danos siempre este pan, para que él viva <strong>en</strong> nosotros y nosotros<br />

<strong>en</strong> él; qui<strong>en</strong> vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

2 Crónicas 36:14-23<br />

También todos los jefes de Judá, los sacerdotes y el pueblo extremaron su infidelidad,<br />

sigui<strong>en</strong>do las prácticas infames de las naciones paganas y profanando el templo del Señor que él<br />

había escogido como su santuario <strong>en</strong> Jerusalén. El Señor, Dios de sus antepasados, les <strong>en</strong>vió<br />

constantes advert<strong>en</strong>cias por medio de sus m<strong>en</strong>sajeros, porque t<strong>en</strong>ía compasión de su pueblo y de<br />

su lugar de resid<strong>en</strong>cia. Pero ellos se rieron de los m<strong>en</strong>sajeros de Dios, despreciaron sus avisos y<br />

se burlaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor estalló contra su pueblo de modo que ya no<br />

hubo remedio.<br />

Entonces el Señor hizo marchar contra ellos al rey de los caldeos, que pasó a cuchillo a<br />

sus jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> el propio edificio del templo y no tuvo piedad de los jóv<strong>en</strong>es ni de las muchachas,<br />

de los ancianos ni de los inválidos. A todos los <strong>en</strong>tregó el Señor <strong>en</strong> sus manos. Todos los<br />

ut<strong>en</strong>silios del templo de Dios, grandes y pequeños, y los tesoros del templo, del rey y de sus<br />

funcionarios, todo se lo llevó el rey de los caldeos a Babilonia. Además quemaron el templo de<br />

Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, pr<strong>en</strong>dieron fuego a sus palacios y destruyeron todo lo<br />

que había de valor.<br />

Después desterró a Babilonia a los sobrevivi<strong>en</strong>tes de la matanza, donde se convirtieron <strong>en</strong><br />

esclavos suyos y de sus hijos hasta que se estableció el imperio persa, para que se cumpliera lo<br />

que Dios había dicho por medio del profeta Jeremías. Así el país debía disfrutar de su reposo;<br />

porque descansó todo el tiempo que estuvo <strong>en</strong> ruinas, hasta que pasaron set<strong>en</strong>ta años. En el<br />

primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, y para que se cumpliera la palabra del Señor<br />

anunciada por Jeremías, el Señor impulsó a Ciro a que <strong>en</strong> todo su reino promulgara, de palabra y<br />

por escrito, este decreto: "Ciro, rey de Persia, declara lo sigui<strong>en</strong>te: El Señor, Dios de los cielos,<br />

ha puesto <strong>en</strong> mis manos todos los reinos de la tierra, y me ha <strong>en</strong>cargado que le construya un<br />

templo <strong>en</strong> Jerusalén, que está <strong>en</strong> la región de Judá. Así que a cualquiera de ustedes que<br />

pert<strong>en</strong>ezca al pueblo del Señor, que el Señor su Dios lo ayude, y váyase allá."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

1. Me alegré cuando me dijeron:*<br />

"Vamos a la casa del Señor".<br />

2. Ya están pisando nuestros pies*<br />

tus umbrales, oh Jerusalén.<br />

3. Jerusalén está edificada*<br />

como ciudad bi<strong>en</strong> unida <strong>en</strong>tre sí.<br />

4. Allá sub<strong>en</strong> las tribus, las tribus del Señor,<br />

la asamblea de Israel,*<br />

para alabar el Nombre del Señor;<br />

SALMO 122 (Página 670 L.O.C.)<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 51


Cuarto Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

5. Porque allá están los tronos del juicio,*<br />

los tronos de la casa de David.<br />

6. Or<strong>en</strong> por la paz de Jerusalén:*<br />

"Que prosper<strong>en</strong> los que te aman.<br />

7. Haya paz d<strong>en</strong>tro de tus muros,*<br />

sosiego d<strong>en</strong>tro de tus ciudadelas.<br />

8. Por amor de mis hermanos y mis compañeros,*<br />

digo de corazón: 'La paz contigo'.<br />

9. Por amor de la casa del Señor nuestro Dios,*<br />

buscaré hacerte el bi<strong>en</strong>".<br />

EPÍSTOLA<br />

Efesios 2:4-10<br />

Pero Dios es tan misericordioso y nos amó tanto, que nos dio vida juntam<strong>en</strong>te con Cristo<br />

cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios han<br />

recibido ustedes la salvación. Dios nos resucitó juntam<strong>en</strong>te con Cristo Jesús, y nos hizo s<strong>en</strong>tar<br />

con él <strong>en</strong> el cielo. Hizo esto para demostrar <strong>en</strong> los tiempos futuros el gran amor que nos ti<strong>en</strong>e, y<br />

su bondad para con nosotros <strong>en</strong> Cristo Jesús. Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la<br />

salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que les<br />

ha sido dado por Dios. No es el resultado de las propias acciones, de modo que nadie puede<br />

jactarse de nada; pues es Dios qui<strong>en</strong> nos ha hecho; él nos ha creado <strong>en</strong> Cristo Jesús para que<br />

hagamos bu<strong>en</strong>as obras, según él lo había dispuesto de antemano.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 6:4-15<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Ya estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando Jesús miró y vio la mucha g<strong>en</strong>te<br />

que lo seguía, le dijo a Felipe: -¿Dónde vamos a comprar comida para toda esta g<strong>en</strong>te?<br />

Pero lo dijo por ver qué contestaría Felipe, porque Jesús mismo sabía bi<strong>en</strong> lo que había<br />

de hacer. Felipe le respondió: -Ni siquiera dosci<strong>en</strong>tos d<strong>en</strong>arios de pan bastarían para que cada<br />

uno recibiera un poco. Entonces Andrés, que era otro de sus discípulos y hermano de Simón<br />

Pedro, le dijo: -Aquí hay un niño que ti<strong>en</strong>e cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es<br />

esto para tanta g<strong>en</strong>te? Jesús respondió:<br />

-Díganles a todos que se si<strong>en</strong>t<strong>en</strong>. Había mucha hierba <strong>en</strong> aquel lugar, y se s<strong>en</strong>taron. Eran<br />

unos cinco mil hombres. Jesús tomó <strong>en</strong> sus manos los panes y, después de dar gracias a Dios, los<br />

repartió <strong>en</strong>tre los que estaban s<strong>en</strong>tados. Hizo lo mismo con los pescados, dándoles todo lo que<br />

querían. Cuando ya estuvieron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: -Recojan los pedazos<br />

sobrantes, para que no se desperdicie nada. Ellos los recogieron, y ll<strong>en</strong>aron doce canastas con los<br />

pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. La g<strong>en</strong>te, al ver esta señal milagrosa hecha<br />

por Jesús, decía: -De veras este es el profeta que había de v<strong>en</strong>ir al mundo. Pero como Jesús se<br />

dio cu<strong>en</strong>ta de que querían llevárselo a la fuerza para hacerlo rey, se retiró otra vez a lo alto del<br />

cerro, para estar solo.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 52 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Quinto Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

Dios todopoderoso, solo tú puedes ord<strong>en</strong>ar los afectos y voluntades rebeldes de los<br />

pecadores: Concede gracia a tu pueblo para amar lo que tú dispones y desear lo que tú prometes;<br />

a fin de que, <strong>en</strong> medio de los rápidos y variados cambios del mundo, nuestros corazones<br />

permanezcan fijos allí donde se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran los verdaderos goces; por nuestro Señor Jesucristo,<br />

que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Jeremías 31:31-34<br />

El Señor afirma: "V<strong>en</strong>drá un día <strong>en</strong> que haré un nuevo pacto con Israel y con Judá. Este<br />

pacto no será como el que hice con sus antepasados, cuando los tomé de la mano para sacarlos de<br />

Egipto; porque ellos no cumplieron mi pacto, a pesar de que yo era su dueño. Yo, el Señor, lo<br />

afirmo. Este será el pacto que haré con Israel <strong>en</strong> aquel tiempo: Pondré mi ley <strong>en</strong> su corazón y la<br />

escribiré <strong>en</strong> su m<strong>en</strong>te. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo. Ya no<br />

será necesario que unos a otros, amigos y pari<strong>en</strong>tes, t<strong>en</strong>gan que instruirse para que me conozcan,<br />

porque todos, desde el más grande hasta el más pequeño, me conocerán. Yo les perdonaré su<br />

maldad y no me acordaré más de sus<br />

pecados. Yo, el Señor, lo afirmo.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 51:1l-16 (Pagina 553 L.O.C.)<br />

11. Crea <strong>en</strong> mí, oh Dios, un corazón limpio,*<br />

y r<strong>en</strong>ueva un espíritu firme d<strong>en</strong>tro de mí.<br />

12. No me eches de tu pres<strong>en</strong>cia,*<br />

y no quites de mí tu santo Espíritu.<br />

13. Dame otra vez el gozo de tu salvación;*<br />

y que tu noble Espíritu me sust<strong>en</strong>te.<br />

14. Enseñaré a los rebeldes tus caminos,*<br />

y los pecadores se convertirán a ti.<br />

15. Líbrame de la muerte, oh Dios,*<br />

y cantará mi l<strong>en</strong>gua tu justicia,<br />

oh Dios mi Salvador.<br />

16. Soberano mío, abre mis labios,*<br />

y mi boca proclamará tu alabanza;<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 53


Quinto Domingo <strong>en</strong> Cuaresma<br />

EPÍSTOLA<br />

Hebreos 5:[1-4] 5-10<br />

[Todo sumo sacerdote es escogido de <strong>en</strong>tre los hombres, nombrado para repres<strong>en</strong>tarlos<br />

delante de Dios y para hacer ofr<strong>en</strong>das y sacrificios por los pecados. Y como el sacerdote está<br />

sujeto a las debilidades humanas, puede t<strong>en</strong>er compasión de los ignorantes y los extraviados; y a<br />

causa de su propia debilidad, ti<strong>en</strong>e que ofrecer sacrificios por sus pecados tanto como por los<br />

pecados del pueblo. Nadie puede tomar este honor para sí mismo, sino que es Dios qui<strong>en</strong> lo<br />

llama y le da el honor, como <strong>en</strong> el caso de Aarón.] De la misma manera, Cristo no se nombró<br />

sumo sacerdote a sí mismo, sino que Dios le dio ese honor, pues él fue qui<strong>en</strong> dijo: "Tú eres mi<br />

hijo; yo te he <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drado hoy" Y también le dijo <strong>en</strong> otra parte de las Escrituras: "Tú eres<br />

sacerdote para siempre, de la misma clase de Melquisedec." Mi<strong>en</strong>tras Cristo estuvo vivi<strong>en</strong>do<br />

aquí <strong>en</strong> el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que t<strong>en</strong>ía poder para<br />

librarlo de la muerte; y por su obedi<strong>en</strong>cia, Dios lo escuchó. Así que Cristo, a pesar de ser Hijo,<br />

sufri<strong>en</strong>do apr<strong>en</strong>dió a obedecer; y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fu<strong>en</strong>te de salvación<br />

eterna para todos los que le obedec<strong>en</strong>, y Dios lo nombró sumo sacerdote de la misma clase que<br />

Melquisedec.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 12:20-33<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Entre la g<strong>en</strong>te que había ido a Jerusalén a adorar durante la fiesta, había algunos griegos.<br />

Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida, un pueblo de Galilea, y le rogaron: -Señor,<br />

queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés, y los dos fueron a contárselo a Jesús.<br />

Jesús<br />

les dijo <strong>en</strong>tonces:<br />

-Ha llegado la hora <strong>en</strong> que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si un<br />

grano de trigo no cae <strong>en</strong> la tierra y muere, sigue si<strong>en</strong>do un solo grano; pero si muere, da<br />

abundante cosecha. El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida <strong>en</strong> este mundo,<br />

la conservará para la<br />

vida eterna. Si alguno quiere servirme, que me siga; y donde yo esté, allí estará también el que<br />

me sirva. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. "¡Si<strong>en</strong>to <strong>en</strong> este mom<strong>en</strong>to una angustia<br />

terrible! ¿Y qué voy a decir? Diré: Padre, ¿líbrame de esta angustia? ¡Pero precisam<strong>en</strong>te para<br />

esto he v<strong>en</strong>ido!<br />

Padre, glorifica tu nombre.<br />

Entonces se oyó una voz del cielo, que decía: "Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar<br />

otra vez." La g<strong>en</strong>te que estaba allí escuchando, decía que había sido un tru<strong>en</strong>o; pero algunos<br />

afirmaban: -Un ángel le ha hablado. Jesús les dijo: -No fue por mí por qui<strong>en</strong> se oyó esta voz,<br />

sino por ustedes. Este es el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que el mundo va a ser juzgado, y ahora será expulsado el<br />

que manda <strong>en</strong> este mundo. Pero cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo.<br />

Con esto daba a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der de qué forma había de morir.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

Página 54 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

LITURGIA DE LAS PALMAS<br />

[El pueblo, de pie, canta o dice la sigui<strong>en</strong>te antífona]<br />

Celebrante: B<strong>en</strong>dito el Rey que vi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> nombre del Señor.<br />

Pueblo: Paz <strong>en</strong> el cielo y gloria <strong>en</strong> las alturas.<br />

Celebrante: Oremos.<br />

Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

Asíst<strong>en</strong>os misericordiosam<strong>en</strong>te con tu ayuda, Señor Dios de nuestra salvación, para que<br />

<strong>en</strong>tremos con júbilo a la contemplación de aquellos hechos poderosos, por medio de los cuales<br />

nos has concedido vida e inmortalidad; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

San Marcos 11:1-11a<br />

Cuando ya estaban cerca de Jerusalén, <strong>en</strong> los pueblos de Betfagé y Betania, junto al<br />

monte de los Olivos, Jesús <strong>en</strong>vió a dos de sus discípulos, diciéndoles: -Vayan a la aldea que está<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>te, y al <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> ella <strong>en</strong>contrarán un burro atado, que nadie ha montado todavía.<br />

Desát<strong>en</strong>lo y tráiganlo. Y si algui<strong>en</strong> les pregunta por qué lo hac<strong>en</strong>, díganle que el Señor lo<br />

necesita y que <strong>en</strong> seguida lo devolverá. Fueron, pues, y <strong>en</strong>contraron el burro atado <strong>en</strong> la calle,<br />

junto a una puerta, y lo desataron. Algunos que estaban allí les preguntaron: ¿Qué hac<strong>en</strong><br />

ustedes? ¿Por qué desatan el burro?<br />

Ellos contestaron lo que Jesús les había dicho; y los dejaron ir. Pusieron <strong>en</strong>tonces sus<br />

ropas sobre el burro, y se lo llevaron a Jesús. Y Jesús montó. Muchos t<strong>en</strong>dían sus propias ropas<br />

por el camino, y otros t<strong>en</strong>dían ramas que habían cortado <strong>en</strong> el campo. Y tanto los que iban<br />

delante como los que iban detrás, gritaban:<br />

-¡Gloria! ¡B<strong>en</strong>dito el que vi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> el nombre del Señor! ¡B<strong>en</strong>dito el reino que vi<strong>en</strong>e, el<br />

reino de nuestro padre David! ¡Gloria <strong>en</strong> las alturas!<br />

Entró Jesús <strong>en</strong> Jerusalén y se dirigió al templo. Miró por todas partes y luego se fue a<br />

Betania con los doce discípulos, porque ya era tarde.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

Celebrante: El Señor sea con ustedes.<br />

Pueblo: Y con tu espíritu.<br />

Celebrante: Demos gracias a Dios nuestro Señor.<br />

Pueblo: Es justo darle gracias y alabanza.<br />

Es justo alabarte, Dios omnipot<strong>en</strong>te, por los hechos de amor, mediante los cuales nos has<br />

redimido por tu Hijo Jesucristo nuestro Señor. En este día <strong>en</strong>tró triunfalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la santa ciudad<br />

de Jerusalén, y fue proclamado Rey de reyes por los que ext<strong>en</strong>dieron sus mantos y t<strong>en</strong>dieron<br />

ramas de palmera por el camino. Haz que estos ramos sean para nosotros signo de su victoria, y<br />

concede que qui<strong>en</strong>es los llevamos <strong>en</strong> su nombre le aclamemos siempre como nuestro Rey y le<br />

sigamos por el camino que conduce a la vida eterna; qui<strong>en</strong> vive y reina <strong>en</strong> gloria contigo y el<br />

Espíritu Santo, ahora y por siempre. Amén.<br />

[Puede cantarse o decirse la sigui<strong>en</strong>te antífona]<br />

Celebrante: B<strong>en</strong>dito el que vi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> nombre del Señor.<br />

Pueblo: Hosanna <strong>en</strong> las alturas.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 55


Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

Celebrante: Salgamos <strong>en</strong> paz.<br />

Pueblo: En nombre de Cristo. Amén<br />

LA PROCESIÓN<br />

[Durante la procesión, todos llevan ramos <strong>en</strong> las manos, y se cantan himnos, salmos o antífonas<br />

apropiados, tales como:] Himno: "Honor, Loor y Gloria"<br />

l. Honor, loor y gloria<br />

Al Rey y Red<strong>en</strong>tor<br />

A qui<strong>en</strong> los niños daban<br />

Hosannas, con fervor.<br />

(Se repite como "Coro"<br />

después de cada estrofa.)<br />

2. Tú eres rey de Israel,<br />

y prole de David,<br />

Que <strong>en</strong> nombre de Dios vi<strong>en</strong>es,<br />

Al mundo a redimir.<br />

"Coro"<br />

3. El coro de los cielos<br />

Te alaba, con fervor<br />

y el hombre y lo creado,<br />

También te dan loor.<br />

"Coro"<br />

4. Te recibió con palmas,<br />

El pueblo hebreo fiel,<br />

Nosotros hoy lo hacemos.<br />

Con cánticos también.<br />

"Coro"<br />

5. Te dieron alabanzas,<br />

Poco antes de morir,<br />

Nosotros de cantamos,<br />

Reinante, ya, sin fin.<br />

"Coro"<br />

6. Si ellos te agradaron<br />

Agrádete también<br />

Nuestra fe muy sincera,<br />

¡Oh, tú, clem<strong>en</strong>te Rey!<br />

"Coro"<br />

Página 56 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


SALMO 118:19-29 (Página 653 L.O.C.)<br />

l9. Ábranme las puertas de justicia;*<br />

<strong>en</strong>traré por ellas, y daré gracias al Señor.<br />

20. "Esta es la puerta del Señor;*<br />

por ella <strong>en</strong>trarán los justos".<br />

2l. Daré gracias porque me respondiste,*<br />

y me has sido de salvación.<br />

22. La misma piedra que desecharon los edificadores,*<br />

ha v<strong>en</strong>ido a ser la cabeza del ángulo.<br />

23. Esto es lo que ha hecho el Señor,*<br />

y es maravilloso a nuestros ojos.<br />

24. Este es el día <strong>en</strong> que actuó el Señor;*<br />

regocijémonos y alegrémonos <strong>en</strong> él.<br />

25. ¡Hosanna, Oh Señor, hosanna!*<br />

Señor, danos ahora la prosperidad.<br />

26. B<strong>en</strong>dito el que vi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> nombre del Señor;*<br />

desde la casa del Señor le b<strong>en</strong>decimos.<br />

27. Dios es el Señor; nos ha iluminado;*<br />

form<strong>en</strong> una procesión con ramos hasta los cuernos del altar.<br />

28. "Tú eres mi Dios, te daré gracias;*<br />

tú eres mi Dios; te <strong>en</strong>salzaré".<br />

29. D<strong>en</strong> gracias al Señor porque es bu<strong>en</strong>o;*<br />

para siempre es su misericordia<br />

Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

[En un lugar apropiado, puede det<strong>en</strong>erse la procesión para decir la sigui<strong>en</strong>te colecta.]<br />

Dios todopoderoso, cuyo muy amado Hijo no asc<strong>en</strong>dió al gozo de tu pres<strong>en</strong>cia sin antes<br />

padecer, ni <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> gloria sin antes ser crucificado: Concéd<strong>en</strong>os, por tu misericordia, que<br />

nosotros, caminando por la vía de la cruz, <strong>en</strong>contremos que ésta es la vía de la vida y de la paz;<br />

por Jesucristo nuestro Señor. Amén.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 57


Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

Liturgia de la Palabra<br />

COLECTA<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te y eterno, <strong>en</strong> tu tierno amor hacia el género humano, <strong>en</strong>viaste a tu Hijo<br />

nuestro Salvador Jesucristo para asumir nuestra naturaleza, y padecer muerte <strong>en</strong> la cruz,<br />

mostrándonos ejemplo de su gran humildad: Concéd<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> tu misericordia, que caminemos por<br />

el s<strong>en</strong>dero de su padecimi<strong>en</strong>to y participemos también <strong>en</strong> su resurrección; por Jesucristo nuestro<br />

Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 52:13-53:12<br />

Mi siervo t<strong>en</strong>drá éxito, será levantado y puesto muy alto. Así como muchos se<br />

asombraron de él, al ver su semblante, tan desfigurado que había perdido toda apari<strong>en</strong>cia<br />

humana, así también muchas naciones se quedarán admiradas; los reyes, al verlo, no podrán<br />

decir palabra, porque verán y <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derán algo que nunca habían oído.<br />

¿Quién va a creer lo que hemos oído? ¿A quién ha revelado el Señor su poder? El Señor<br />

quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces <strong>en</strong> la tierra seca. No t<strong>en</strong>ía<br />

belleza ni espl<strong>en</strong>dor, su aspecto no t<strong>en</strong>ía nada atray<strong>en</strong>te; los hombres lo despreciaban y lo<br />

rechazaban. Era un hombre ll<strong>en</strong>o de dolor, acostumbrado al sufrimi<strong>en</strong>to. Como a algui<strong>en</strong> que no<br />

merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta. Y sin embargo él estaba cargado con<br />

nuestros sufrimi<strong>en</strong>tos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros p<strong>en</strong>samos que Dios<br />

lo había herido, que lo había castigado y humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra<br />

rebeldía, fue atorm<strong>en</strong>tado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por<br />

sus heridas alcanzamos la salud.<br />

Todos nosotros nos perdimos como ovejas, sigui<strong>en</strong>do cada uno su propio camino, pero el<br />

Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros. Fue maltratado, pero se sometió<br />

humildem<strong>en</strong>te, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó<br />

callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan. Se lo llevaron injustam<strong>en</strong>te, y no<br />

hubo qui<strong>en</strong> lo def<strong>en</strong>diera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le<br />

dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Lo <strong>en</strong>terraron al lado de hombres malvados, lo<br />

sepultaron con g<strong>en</strong>te perversa, aunque nunca cometió ningún crim<strong>en</strong> ni hubo <strong>en</strong>gaño <strong>en</strong> su boca.<br />

El Señor quiso oprimirlo con el sufrimi<strong>en</strong>to. Y puesto que él se <strong>en</strong>tregó <strong>en</strong> sacrificio por el<br />

pecado, t<strong>en</strong>drá larga vida y llegará a ver a sus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes; por medio de él t<strong>en</strong>drá éxito los<br />

planes del Señor.<br />

Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del<br />

Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos. Por eso Dios le dará un lugar<br />

<strong>en</strong>tre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se <strong>en</strong>tregó a la muerte y fue<br />

contado <strong>en</strong>tre los malvados, cuando <strong>en</strong> realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió<br />

por los pecadores.<br />

Palabra Del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

Página 58 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


SALMO 22:1-11 (Página 509 L.O.C.)<br />

1. Dios mío, Dios mío. ¿Por qué me has desamparado?*<br />

¿Por qué estás lejos de mi súplica,<br />

y de las palabras de mi clamor?<br />

2. Dios mío, clamo de día, y no respondes;*<br />

de noche también, y no hay para mí reposo.<br />

3. Pero tú eres el Santo, *<br />

<strong>en</strong>tronizado sobre las alabanzas de Israel.<br />

4. En ti esperaron nuestros antepasados;*<br />

esperaron, y tú los libraste.<br />

5. Clamaron a ti, y fueron librados;*<br />

confiaron <strong>en</strong> ti, y no fueron avergonzados.<br />

6. Mas yo soy gusano, y no hombre,*<br />

oprobio de todos y desprecio del pueblo.<br />

7. Todos los que me v<strong>en</strong>, escarnec<strong>en</strong> de mí;*<br />

estiran los labios y m<strong>en</strong>ean la cabeza, dici<strong>en</strong>do:<br />

8. "Acudió al Señor, líbrele él;*<br />

sálvele, si tanto lo quiere".<br />

9. Pero tú eres el que me sacó del vi<strong>en</strong>tre,*<br />

y me t<strong>en</strong>ías confiado <strong>en</strong> los pechos de mi madre.<br />

10. A ti fui <strong>en</strong>tregado antes de nacer,*<br />

desde el vi<strong>en</strong>tre de mi madre, tú eres mi Dios.<br />

11. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca,*<br />

porque no hay qui<strong>en</strong> ayude.<br />

EPÍSTOLA<br />

Filip<strong>en</strong>ses 2:5-11<br />

Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

T<strong>en</strong>gan ustedes la misma manera de p<strong>en</strong>sar que tuvo Cristo Jesús, el cual: Aunque era de<br />

naturaleza divina, no insistió <strong>en</strong> ser igual a Dios, sino que hizo a un lado lo que le era propio, y<br />

tomando naturaleza de siervo nació como hombre. Y al pres<strong>en</strong>tarse como hombre se humilló a sí<br />

mismo, y por obedi<strong>en</strong>cia fue a la muerte, a la vergonzosa muerte <strong>en</strong> la cruz. Por eso, Dios le dio<br />

el más alto honor y el más excel<strong>en</strong>te de todos los nombres, para que, al nombre de Jesús, dobl<strong>en</strong><br />

la rodilla todos los que están <strong>en</strong> el cielo, y <strong>en</strong> la tierra, y debajo de la tierra, y todos reconozcan<br />

que Jesucristo es el Señor, para honra de Dios Padre.<br />

Palabra Del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos:(14:32-72),15:1-39(40-47)<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti Cristo Señor!<br />

[Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní. Jesús dijo a sus discípulos: -Siént<strong>en</strong>se aquí,<br />

mi<strong>en</strong>tras yo voy a orar. Y se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y com<strong>en</strong>zó a s<strong>en</strong>tirse muy<br />

afligido y angustiado. Les dijo: -Si<strong>en</strong>to <strong>en</strong> mi alma una tristeza de muerte. Quéd<strong>en</strong>se ustedes<br />

aquí, y permanezcan despiertos.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 59


Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta tocar el suelo con la fr<strong>en</strong>te, y pidió<br />

a Dios que, a ser posible, no le llegara ese mom<strong>en</strong>to de dolor. En su oración decía: "Padre mío, para ti<br />

todo es posible: líbrame de este trago amargo; pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres<br />

tú." Luego volvió a donde ellos estaban, y los <strong>en</strong>contró dormidos. Le dijo a Pedro: -Simón, ¿estás<br />

durmi<strong>en</strong>do? ¿Ni siquiera una hora pudiste mant<strong>en</strong>erte despierto? Manténganse despiertos y or<strong>en</strong>, para que<br />

no caigan <strong>en</strong> t<strong>en</strong>tación. Ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a voluntad, pero su cuerpo es débil.<br />

Se fue otra vez, y oró repiti<strong>en</strong>do las mismas palabras. Cuando volvió, <strong>en</strong>contró otra vez dormidos<br />

a los discípulos, porque sus ojos se les cerraban de sueño. Y no sabían que contestarle. Volvió por tercera<br />

vez, y les dijo: -¿Sigu<strong>en</strong> ustedes durmi<strong>en</strong>do y descansando? Ya basta, ha llegado la hora <strong>en</strong> que el Hijo<br />

del hombre va a ser <strong>en</strong>tregado <strong>en</strong> manos de los pecadores. Levánt<strong>en</strong>se, vámonos; ya se acerca el que me<br />

traiciona.<br />

Todavía estaba hablando Jesús cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de<br />

mucha g<strong>en</strong>te armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes, de los maestros<br />

de la ley y de los ancianos. Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: "Al que yo bese,<br />

ése es; arrést<strong>en</strong>lo y llév<strong>en</strong>selo bi<strong>en</strong> sujeto." Así que se acercó a Jesús y le dijo: -<br />

¡Maestro! Y lo besó. Entonces le echaron mano a Jesús y lo arrestaron. Pero uno de los que<br />

estaban allí sacó su espada y le cortó una oreja al criado del sumo sacerdote. Y Jesús preguntó a la g<strong>en</strong>te:<br />

-¿Por qué han v<strong>en</strong>ido ustedes con espadas y con palos a arrestarme, como si yo fuera un bandido? Todos<br />

los días he estado <strong>en</strong>tre ustedes <strong>en</strong>señando <strong>en</strong> el templo, y nunca me arrestaron. Pero esto sucede para que<br />

se cumplan las Escrituras. Todos los discípulos dejaron solo a Jesús, y huyeron. Pero un jov<strong>en</strong> lo seguía,<br />

cubierto sólo con una sábana. A éste lo agarraron, pero él soltó la sábana y escapó desnudo.<br />

Llevaron <strong>en</strong>tonces a Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los sacerdotes,<br />

los ancianos y los maestros de la ley. Pedro lo siguió de lejos hasta d<strong>en</strong>tro del patio de la casa del sumo<br />

sacerdote, y se quedó s<strong>en</strong>tado con los guardianes del templo, cal<strong>en</strong>tándose junto al fuego. Los jefes de los<br />

sacerdotes y toda la Junta Suprema buscaban alguna prueba para cond<strong>en</strong>ar a muerte a Jesús; pero no la<br />

<strong>en</strong>contraban. Porque aunque muchos pres<strong>en</strong>taban falsos testimonios contra él, se contradecían unos a<br />

otros. Algunos se levantaron y lo acusaron falsam<strong>en</strong>te, dici<strong>en</strong>do: -Nosotros le hemos oído decir: Yo voy<br />

a destruir este templo que hicieron los hombres, y <strong>en</strong> tres días levantaré otro no hecho por los hombres.<br />

Pero ni aun así estaban de acuerdo <strong>en</strong> lo que decían.<br />

Entonces el sumo sacerdote se levantó <strong>en</strong> medio de todos, y preguntó a Jesús: -¿No contestas<br />

nada? ¿Qué es esto que están dici<strong>en</strong>do contra ti? Pero Jesús se quedó callado, sin contestar nada. El<br />

sumo sacerdote volvió a preguntarle: -¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios b<strong>en</strong>dito? Jesús le dijo: -Sí, yo<br />

soy. Y ustedes verán al Hijo del hombre s<strong>en</strong>tado a la derecha del Todopoderoso y v<strong>en</strong>ir <strong>en</strong> las nubes del<br />

cielo. Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas <strong>en</strong> señal de indignación, y dijo: -¿Qué necesidad<br />

t<strong>en</strong>emos de más testigos?<br />

Ustedes le han oído decir palabras of<strong>en</strong>sivas contra Dios. ¿Qué les parece? Todos estuvieron de<br />

acuerdo <strong>en</strong> que era culpable y debía morir. Algunos com<strong>en</strong>zaron a escupirle, y a taparle los ojos<br />

y golpearlo, diciéndole: -¡Adivina quién te pegó! Y los guardianes del templo le pegaron <strong>en</strong> la<br />

cara. Pedro estaba abajo, <strong>en</strong> el patio. En esto llegó una de las sirvi<strong>en</strong>tas del sumo sacerdote; y al<br />

ver a Pedro, que se estaba cal<strong>en</strong>tando junto al fuego, se quedó mirándolo y le dijo: -Tú también<br />

andabas con Jesús, el de Nazaret. Pedro lo negó, dici<strong>en</strong>do: -No lo conozco, ni sé de qué estás<br />

hablando. Y salió afuera, a la <strong>en</strong>trada. Entonces cantó un gallo. La sirvi<strong>en</strong>ta vio otra vez a Pedro<br />

y com<strong>en</strong>zó a decir a los demás: -Este es uno de ellos. Pero él volvió a negarlo. Poco después, los<br />

que estaban allí dijeron de nuevo a Pedro: -Seguro que tú eres uno de ellos. Además eres de<br />

Galilea. Entonces Pedro com<strong>en</strong>zó a jurar y perjurar, dici<strong>en</strong>do:<br />

-¡No conozco a ese hombre de qui<strong>en</strong> ustedes están hablando! En aquel mismo mom<strong>en</strong>to<br />

cantó el gallo por segunda vez, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: Antes que cante el<br />

gallo por segunda vez, me negarás tres veces. Y se echó a llorar.<br />

Página 60 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

Al amanecer, se reunieron los jefes de los sacerdotes con los ancianos, los maestros de la<br />

ley y toda la Junta Suprema. Y llevaron a Jesús atado, y se lo <strong>en</strong>tregaron a Pilato. Pilato le<br />

preguntó: -¿Eres tú el Rey de los judíos? -Tú lo has dicho -contestó Jesús. Como los jefes de los<br />

sacerdotes lo acusaban de muchas cosas, Pilato volvió a preguntarle: -¿No respondes nada? Mira<br />

de cuántas cosas te están acusando. Pero Jesús no le contestó; de manera que Pilato se quedó<br />

muy extrañado. Durante la fiesta, Pilato dejaba libre un preso, el que la g<strong>en</strong>te pidiera. Un<br />

hombre llamado Barrabás estaba <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> la cárcel, junto con otros que habían cometido un<br />

asesinato <strong>en</strong> una rebelión. La g<strong>en</strong>te llegó, pues, y empezó a pedirle a Pilato que hiciera como<br />

t<strong>en</strong>ía por costumbre. Pilato les contestó:<br />

-¿Quier<strong>en</strong> ustedes que les ponga <strong>en</strong> libertad al Rey de los judíos? Porque se daba cu<strong>en</strong>ta<br />

de que los jefes de los sacerdotes lo habían <strong>en</strong>tregado por <strong>en</strong>vidia. Pero los jefes de los<br />

sacerdotes alborotaron a la g<strong>en</strong>te, para que pidieran que les dejara libre a Barrabás. Pilato les<br />

preguntó: -¿Y qué quier<strong>en</strong> que haga con el que ustedes llaman el Rey de los judíos? Ellos<br />

contestaron a gritos:<br />

-¡Crucifícalo! Pilato les dijo: -¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos volvieron a gritar: -<br />

¡Crucifícalo! Entonces Pilato, como quería quedar bi<strong>en</strong> con la g<strong>en</strong>te, dejó libre a Barrabás; y<br />

después de mandar que azotaran a Jesús, lo <strong>en</strong>tregó para que lo crucificaran. Los soldados<br />

llevaron a Jesús al patio del palacio, y reunieron a toda la tropa. Le pusieron una capa de color<br />

rojo oscuro, y <strong>en</strong> la cabeza una corona hecha de espinas. Luego com<strong>en</strong>zaron a gritar:<br />

-¡Viva el Rey de los judíos! Y le golpeaban la cabeza con una vara, le escupían y,<br />

doblando la rodilla, le hacían rever<strong>en</strong>cias. Después de burlarse así de él, le quitaron la capa de<br />

color rojo oscuro, le pusieron su propia ropa y lo sacaron para crucificarlo. Un hombre de<br />

Cir<strong>en</strong>e, llamado Simón, padre de Alejandro y de Rufo, llegaba <strong>en</strong>tonces del campo. Al pasar por<br />

allí, le obligaron a cargar con la cruz de Jesús.<br />

Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgota (que significa: "Lugar de la Calavera"); y le<br />

dieron vino mezclado con mirra, pero Jesús no lo aceptó. Entonces lo crucificaron. Y los<br />

soldados echaron suertes para repartirse <strong>en</strong>tre sí la ropa de Jesús y ver qué se llevaría cada uno.<br />

Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Y pusieron un letrero <strong>en</strong> el que<br />

estaba escrita la causa de su cond<strong>en</strong>a: "El Rey de los judíos." Con él crucificaron también a dos<br />

bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.<br />

Los que pasaban lo insultaban, m<strong>en</strong>eando la cabeza y dici<strong>en</strong>do: -¡Eh, tú, que derribas el<br />

templo y <strong>en</strong> tres días lo vuelves a levantar, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz! De la misma<br />

manera se burlaban de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Decían: -Salvó a<br />

otros, pero a sí mismo no puede salvarse. ¡Que baje de la cruz ese Mesías, Rey de Israel, para<br />

que veamos y creamos!<br />

Y hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la<br />

tierra quedó <strong>en</strong> oscuridad hasta las tres de la tarde. A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza:<br />

"Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?" (que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has<br />

abandonado?") Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron: -Oigan, está llamando al<br />

profeta Elías. Entonces uno de ellos corrió, empapó una esponja <strong>en</strong> vino agrio, la ató a una caña<br />

y se la acercó a Jesús para que bebiera, dici<strong>en</strong>do: -Déj<strong>en</strong>lo, a ver si Elías vi<strong>en</strong>e a bajarlo de la<br />

cruz. Pero Jesús dio un fuerte grito, y murió. Y el velo del templo se rasgó <strong>en</strong> dos, de arriba<br />

abajo. El capitán romano, que estaba fr<strong>en</strong>te a Jesús, al ver que éste había muerto, dijo:<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 61


Domingo de Pasión: Domingo de Ramos<br />

-Verdaderam<strong>en</strong>te este hombre era Hijo de Dios. También había algunas mujeres mirando<br />

de lejos; <strong>en</strong>tre ellas estaban María Magdal<strong>en</strong>a, María la madre de Santiago el m<strong>en</strong>or y de José, y<br />

Salomé. Estas mujeres habían seguido a Jesús y lo habían ayudado cuando él estaba <strong>en</strong> Galilea.<br />

Además había allí muchas otras que habían ido con él a Jerusalén. Cuando anochecía el día de la<br />

preparación, es decir, la víspera del día de reposo, José, natural de Arimatea y miembro<br />

importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se dirigió con<br />

decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato, sorpr<strong>en</strong>dido de que ya hubiera muerto,<br />

llamó al capitán para preguntarle cuanto tiempo hacía de ello. Cuando el capitán le hubo<br />

informado, Pilato <strong>en</strong>tregó el cuerpo a José. Entonces José compró una sábana de lino, bajó el<br />

cuerpo y lo <strong>en</strong>volvió <strong>en</strong> ella. Luego lo puso <strong>en</strong> un sepulcro abierto <strong>en</strong> la roca, y tapó la <strong>en</strong>trada<br />

del sepulcro con una piedra. María Magdal<strong>en</strong>a y María la madre de José, miraban donde le<br />

ponían.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 62 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGUN<br />

SAN MARCOS 14:32 AL 15:47<br />

NARRADOR: Luego fueron a un lugar llamado Getsemaní.<br />

Jesús dijo a sus discípulos:<br />

JESÚS: Siént<strong>en</strong>se aquí, mi<strong>en</strong>tras yo voy a orar.<br />

NARRADOR: Y se llevó a Pedro, a Santiago, y a Juan, y com<strong>en</strong>zó a s<strong>en</strong>tirse muy<br />

afligido y angustiado. Les dijo:<br />

JESÚS: Si<strong>en</strong>to <strong>en</strong> mi alma una tristeza de muerte. Quéd<strong>en</strong>se ustedes aquí,<br />

y permanezcan despiertos.<br />

NARRADOR: En seguida Jesús se fue un poco más adelante, se inclinó hasta<br />

tocar el suelo con la fr<strong>en</strong>te, y pidió a Dios que, a ser posible, no le<br />

llegara ese mom<strong>en</strong>to de dolor. En su oración decía:<br />

JESÚS: Padre mío, para ti todo es posible: Líbrame de este trago amargo;<br />

pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.<br />

NARRADOR: Luego volvió a donde ellos estaban, y los <strong>en</strong>contró dormidos. Le<br />

dijo a Pedro:<br />

JESÚS: Simón, ¿estabas durmi<strong>en</strong>do? ¿Ni siquiera una hora pudiste<br />

mant<strong>en</strong>erte despierto? Manténganse despiertos y or<strong>en</strong>, para que<br />

no caigan <strong>en</strong> t<strong>en</strong>tación. Ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una bu<strong>en</strong>a voluntad, pero<br />

su cuerpo es débil.<br />

NARRADOR: Se fue otra vez, y oró repiti<strong>en</strong>do las mismas palabras. Cuando<br />

volvió, <strong>en</strong>contró otra vez dormidos a los discípulos, porque sus<br />

ojos se les cerraban de sueño. Y no sabían que contestarle. Volvió<br />

por tercera vez, y les dijo:<br />

JESÚS: ¿Sigu<strong>en</strong> ustedes durmi<strong>en</strong>do y descansando? Ya basta, ha llegado<br />

la hora <strong>en</strong> que el hijo del hombre va a ser <strong>en</strong>tregado <strong>en</strong> manos de<br />

los pecadores. Levánt<strong>en</strong>se, vámonos: ya se acerca el que me<br />

traiciona.<br />

NARRADOR: Todavía estaba hablando Jesús cuando Judas, uno de los doce<br />

discípulos, llegó acompañado de mucha g<strong>en</strong>te armada con espadas<br />

y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes, de lo<br />

maestros de la ley y de los ancianos. Judas, el traidor, les había<br />

dado una contraseña, diciéndoles:<br />

JUDAS: Al que yo bese, ése es; arrést<strong>en</strong>lo y llév<strong>en</strong>selo bi<strong>en</strong> sujeto.<br />

NARRADOR: Así que se acercó a Jesús y le dijo:<br />

JUDAS: ¡Maestro!<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 63


LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO<br />

NARRADOR: Y lo besó. Entonces le echaron mano a Jesús y lo arrestaron. Pero<br />

uno de los que estaban allí sacó una espada y le cortó una oreja al<br />

criado del sumo sacerdote. Y Jesús preguntó a la g<strong>en</strong>te:<br />

JESÚS: ¿Por qué han v<strong>en</strong>ido ustedes con espadas y con palos a arrestarme,<br />

como si yo fuera un bandido? Todos los días he estado <strong>en</strong>tre<br />

ustedes <strong>en</strong>señando <strong>en</strong> el templo, y nunca me arrestaron. Pero esto<br />

sucede para que se cumplan las escrituras.<br />

NARRADOR: Todos los discípulos dejaron solo a Jesús, y huyeron. Pero un<br />

jov<strong>en</strong> lo seguía, cubierto sólo con una sábana. A éste lo agarraron,<br />

pero él soltó la sábana, y escapó desnudo. Llevaron <strong>en</strong>tonces a<br />

Jesús ante el sumo sacerdote, y se juntaron todos los jefes de los<br />

sacerdotes, los ancianos y los maestros de la ley. Pedro lo siguió<br />

de lejos hasta d<strong>en</strong>tro del patio de la casa del sumo sacerdote, y se<br />

quedó s<strong>en</strong>tado con los guardianes del templo, cal<strong>en</strong>tándose junto al<br />

fuego. Los jefes de los sacerdotes y toda la junta suprema<br />

buscaban alguna prueba para cond<strong>en</strong>ar a muerte a Jesús; pero no la<br />

<strong>en</strong>contraban. Porque aunque muchos pres<strong>en</strong>taban falsos<br />

testimonios contra él, se contradecían unos a otros. Algunos se<br />

levantaron y lo acusaron falsam<strong>en</strong>te, dici<strong>en</strong>do:<br />

TESTIGO: Nosotros le hemos oído decir: "Yo voy a destruir este templo que<br />

hicieron los hombres, y <strong>en</strong> tres días levantaré otro no hecho por los<br />

hombres".<br />

NARRADOR: Pero ni aun así estaban de acuerdo <strong>en</strong> lo que<br />

decían. Entonces el sumo sacerdote se levantó <strong>en</strong> medio de todos,<br />

y preguntó a Jesús:<br />

SUMO ¿No contestas nada? ¿Qué es esto que están<br />

SACERDOTE: dici<strong>en</strong>do contra ti?<br />

NARRADOR: Pero Jesús se quedó callado, sin contestar nada. El sumo sacerdote<br />

volvió a preguntarle:<br />

SUMO ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios B<strong>en</strong>dito?<br />

SACERDOTE:<br />

NARRADOR: Pero Jesús se quedó callado, sin contestar nada, el sumo sacerdote<br />

volvió a preguntarle:<br />

SUMO ¿Eres tú el Mesías, el Hijo del Dios B<strong>en</strong>dito?<br />

SACERDOTE:<br />

NARRADOR: Jesús le dijo:<br />

JESÚS: Sí, lo soy. Y ustedes verán al hijo del hombre s<strong>en</strong>tado a la derecha<br />

del todopoderoso y v<strong>en</strong>ir <strong>en</strong> las nubes del cielo.<br />

NARRADOR: Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas<br />

<strong>en</strong> señal de indignación, y dijo:<br />

Página 64 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


SUMO ¿Qué necesidad t<strong>en</strong>emos de más testigos?<br />

SACERDOTE: Ustedes le han oído decir palabras of<strong>en</strong>sivas<br />

contra Dios. ¿Qué les parece?<br />

LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO<br />

NARRADOR: Todos estuvieron de acuerdo <strong>en</strong> que era culpable y debía morir.<br />

Algunos com<strong>en</strong>zaron a escupirle, y a taparle los ojos y golpearlo,<br />

diciéndole:<br />

TESTIGO(S): ¡Adivina quién te pegó!<br />

NARRADOR: Y los guardianes del templo le pegaron <strong>en</strong> la cara. Pedro estaba<br />

abajo, <strong>en</strong> el patio. En esto llegó una de las sirvi<strong>en</strong>tas del sumo<br />

sacerdote, y al ver a Pedro, que se estaba cal<strong>en</strong>tando junto al fuego,<br />

se quedó mirándolo y le dijo:<br />

SIRVIENTA: Tú también andabas con Jesús, el de Nazaret.<br />

NARRADOR: Pedro lo negó, dici<strong>en</strong>do:<br />

PEDRO: No lo conozco, ni sé de qué estás hablando.<br />

NARRADOR: Y salió afuera, a la <strong>en</strong>trada. Entonces cantó un gallo. La sirvi<strong>en</strong>ta<br />

vio otra vez a Pedro y com<strong>en</strong>zó a decir a los demás:<br />

SIRVIENTA: Este es uno de ellos.<br />

NARRADOR: Pero él volvió a negarlo. Poco después, los que estaban allí dijeron<br />

de nuevo a Pedro:<br />

SIRVIENTA: Seguro que tú eres uno de ellos. Además eres<br />

de Galilea.<br />

NARRADOR: Entonces Pedro com<strong>en</strong>zó a jurar y perjurar, dici<strong>en</strong>do:<br />

PEDRO: ¡No conozco a ese hombre de qui<strong>en</strong> ustedes<br />

están hablando!<br />

NARRADOR: En aquel mismo mom<strong>en</strong>to cantó el gallo por segunda vez,<br />

y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho:<br />

"Antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces.<br />

" Y se echó a llorar.<br />

NARRADOR: Al amanecer se reunieron los jefes de los sacerdotes con los<br />

ancianos, los maestros de la ley y toda la junta suprema. Y<br />

llevaron a Jesús atado, y se lo <strong>en</strong>tregaron a Pilato.<br />

Pilato le preguntó:<br />

PILATO: ¿Eres tú el Rey de los judíos?<br />

JESÚS: Tú lo has dicho.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 65


LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO<br />

NARRADOR: Como los jefes de los sacerdotes los acusaban de muchas cosas,<br />

Pilato volvió a preguntarle:<br />

PILATO: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te están acusando.<br />

NARRADOR: Pero Jesús no le contestó; de manera que Pilato se quedó muy<br />

extrañado. Durante la fiesta, Pilato dejaba libre un preso, el que la<br />

g<strong>en</strong>te pidiera. Un hombre llamado Barrabás estaba <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> la<br />

cárcel, junto con otros que habían cometido un asesinato <strong>en</strong> una<br />

rebelión. La g<strong>en</strong>te llegó, pues, y empezó a pedirle a Pilato que<br />

hiciera como t<strong>en</strong>ía por costumbre. Pilato les contestó:<br />

PILATO: ¿Quier<strong>en</strong> ustedes que les ponga <strong>en</strong> libertad al rey de los judíos?<br />

NARRADOR: Porque se daba cu<strong>en</strong>ta de que los jefes de los<br />

sacerdotes lo habían <strong>en</strong>tregado por <strong>en</strong>vidia.<br />

Pero los jefes de los sacerdotes alborotaron a la g<strong>en</strong>te, para que<br />

pidieran que les dejara libre a Barrabás. Pilato les preguntó:<br />

PILATO: ¿Y qué quier<strong>en</strong> que haga con el que ustedes llaman el rey de los<br />

judíos?<br />

NARRADOR: Ellos contestaron a gritos:<br />

TODOS: ¡Crucifícalo!<br />

NARRADOR: Pilato les dijo:<br />

PILATO: Pues ¿qué mal ha hecho?<br />

NARRADOR: Pero ellos volvieron a gritar:<br />

TODOS: ¡Crucifícalo!<br />

NARRADOR: Entonces Pilato, como quería quedar bi<strong>en</strong> con la g<strong>en</strong>te, dejó libre a<br />

Barrabás; y después de mandar que azotaran a Jesús, lo <strong>en</strong>tregó<br />

para que lo crucificaran. Los soldados llevaron a Jesús al patio del<br />

palacio, y reunieron a toda la tropa. Le pusieron una capa de color<br />

rojo oscuro, y <strong>en</strong> la cabeza una corona hecha de espinas. Luego<br />

com<strong>en</strong>zaron a gritar:<br />

SOLDADO(S): ¡Viva el Rey de los judíos!<br />

NARRADOR: Y le golpeaban la cabeza con una vara, le escupían y, doblando la<br />

rodilla, le hacían rever<strong>en</strong>cias. Después de burlarse así de él, le<br />

quitaron la capa de color rojo oscuro, le pusieron su propia ropa y<br />

lo sacaron para crucificarlo. Un hombre de Cir<strong>en</strong>e, llamado<br />

Simón, padre de Alejandro y de Rufo, llegaba <strong>en</strong>tonces del campo.<br />

Al pasar por allí, le obligaron a cargar con la cruz de Jesús.<br />

NARRADOR: Llevaron a Jesús a un sitio llamado Gólgota (que significa: "Lugar<br />

de la Calavera"); y le dieron vino mezclado con mirra, pero Jesús<br />

no lo aceptó. Entonces lo crucificaron.<br />

Página 66 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO<br />

Y los soldados echaron suertes para repartirse <strong>en</strong>tre sí la ropa de Jesús y ver que<br />

se llevaría cada uno. Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron. Y pusieron un<br />

letrero <strong>en</strong> el que estaba escrita la causa de su cond<strong>en</strong>a: "El Rey de los judíos." Con él<br />

crucificaron también a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que<br />

pasaban lo insultaban, m<strong>en</strong>eando la cabeza y dici<strong>en</strong>do:<br />

TESTIGO(S) ¡Eh, tú que derribas el templo y <strong>en</strong> tres días lo vuelves a levantar, sálvate a ti<br />

mismo y bájate de la cruz!<br />

NARRADOR: De la misma manera se burlaron de él los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley.<br />

Decían:<br />

SUMO Salvó a otros, pero a sí mismo no puede salvarse. ¡Que baje de la cruz ese Mesías,<br />

SACERDOTE: Rey de Israel, para que veamos y creamos!<br />

NARRADOR: Y hasta los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el mediodía, toda la<br />

tierra quedó <strong>en</strong> oscuridad hasta las tres de la tarde. A esa misma hora, Jesús gritó con<br />

fuerza:<br />

JESÚS: "Eloi, Eloi, ¿Lema sabactani?"<br />

NARRADOR: Que significa:<br />

JESÚS: "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?"<br />

NARRADOR: Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron:<br />

TESTIGO(S): Oigan, está llamando al profeta Elías.<br />

NARRADOR: Entonces, uno de ellos corrió, empapó una esponja <strong>en</strong> vino agrio,<br />

la ató a una caña y se la acercó a Jesús para que bebiera, dici<strong>en</strong>do:<br />

TESTIGO(S): -Déj<strong>en</strong>lo, a ver si Elías vi<strong>en</strong>e a bajarlo de la cruz.<br />

NARRADOR: Pero Jesús dio un fuerte grito, y murió. Y el velo del templo se rasgó <strong>en</strong> dos, de arriba<br />

abajo. El capitán romano, que estaba fr<strong>en</strong>te a Jesús, al ver que éste había muerto, dijo:<br />

TESTIGO(S): -Verdaderam<strong>en</strong>te este hombre era Hijo de Dios.<br />

NARRADOR: También había algunas mujeres mirando de lejos; <strong>en</strong>tre ellas estaban María Magdal<strong>en</strong>a,<br />

María la madre de Santiago el m<strong>en</strong>or y de José, Y Salomé. Estas mujeres habían seguido a Jesús y lo<br />

habían ayudado cuando él estaba <strong>en</strong> Galilea. Además había allí muchas otras que habían ido con él a<br />

Jerusalén. Cuando anochecía el día de la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, José, natural<br />

de Arimatea y miembro importante de la Junta Suprema, el cual también esperaba el reino de Dios, se<br />

dirigió con decisión a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato, sorpr<strong>en</strong>dido de que ya hubiera muerto,<br />

llamó al capitán para preguntarle cuánto tiempo hacía de ello. Cuando el capitán le hubo informado,<br />

Pilato <strong>en</strong>tregó el cuerpo a José. Entonces José compró una sábana de lino, bajó el cuerpo y lo <strong>en</strong>volvió <strong>en</strong><br />

ella. Luego lo puso <strong>en</strong> un sepulcro abierto <strong>en</strong> la roca, y tapó la <strong>en</strong>trada del sepulcro con una piedra.<br />

María Magdal<strong>en</strong>a y María la madre de José, miraban dónde le ponían.<br />

El Evangelio del Señor Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 67


Lunes Santo<br />

LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Dios todopoderoso, cuyo muy amado Hijo no asc<strong>en</strong>dió al gozo de tu pres<strong>en</strong>cia sin antes<br />

padecer, ni <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> gloria sin antes ser crucificado: Concéd<strong>en</strong>os, por tu misericordia, que<br />

nosotros, caminando por la vía de la cruz, <strong>en</strong>contremos que ésta es la vía de la vida y de la paz;<br />

por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios,<br />

por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 42:1-9<br />

"Aquí está mi siervo, a qui<strong>en</strong> sost<strong>en</strong>go, mi elegido, <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> me deleito. He puesto <strong>en</strong> él<br />

mi espíritu para que traiga la justicia a todas las naciones. No gritará, no levantará la voz, no<br />

hará oír su voz <strong>en</strong> las calles, no acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que arde<br />

débilm<strong>en</strong>te. Verdaderam<strong>en</strong>te traerá la justicia. No descansará ni su ánimo se quebrará, hasta que<br />

establezca la justicia <strong>en</strong> la tierra. Los países del mar estarán at<strong>en</strong>tos a sus <strong>en</strong>señanzas."<br />

Dios, el Señor, que creó el cielo y lo ext<strong>en</strong>dió, que formó la tierra y lo que crece <strong>en</strong> ella,<br />

que da vida y ali<strong>en</strong>to a los hombres que la habitan, dice a su siervo: "Yo, el Señor, te llamé y te<br />

tomé por la mano, para que seas instrum<strong>en</strong>to de salvación; yo te formé, pues quiero que seas<br />

señal de mi pacto con el pueblo, luz de las naciones. Quiero que des vista a los ciegos y saques a<br />

los presos de la cárcel, del calabozo donde viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> la oscuridad. Yo soy el Señor, ése es mi<br />

nombre, y no permitiré que d<strong>en</strong> mi gloria a ningún otro ni que honr<strong>en</strong> a los ídolos <strong>en</strong> vez de a mí.<br />

Mir<strong>en</strong> como se cumplió todo lo que antes anuncié, y ahora voy a anunciar cosas nuevas; se las<br />

hago saber a ustedes antes que aparezcan."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 36:5-10 (Página 530 L.O.C)<br />

5. Oh Señor, hasta los cielos llega tu amor;*<br />

tu fidelidad alcanza hasta las nubes.<br />

6. Tu b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia es como las montañas más altas,<br />

tu provid<strong>en</strong>cia, como el abismo grande;*<br />

tú salvas, oh Señor, tanto a los humanos como a las bestias.<br />

7. ¡Cuán precioso es tu amor!*<br />

Mortales e inmortales se acog<strong>en</strong><br />

bajo la sombra de tus alas.<br />

8. Festejan la abundancia de tu casa;*<br />

los abrevarás del torr<strong>en</strong>te de tus delicias;<br />

9. Porque contigo está el manantial de la vida,*<br />

y <strong>en</strong> tu luz vemos la luz.<br />

l0. Exti<strong>en</strong>de tu bondad a los que te conoc<strong>en</strong>,*<br />

y tu favor a los rectos de corazón.<br />

Página 68 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 11:39--l2:3<br />

Lunes Santo<br />

Sin embargo ninguno de ellos recibió lo que Dios había prometido, aunque fueron<br />

aprobados por la fe que t<strong>en</strong>ían; porque Dios, t<strong>en</strong>iéndonos <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta a nosotros, había dispuesto<br />

algo mejor, para que solam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> unión con nosotros fueran ellos hechos perfectos. Por eso,<br />

nosotros, t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe, dejemos a un<br />

lado todo lo que nos estorba y el pecado que nos <strong>en</strong>reda, y corramos con fortaleza la carrera que<br />

t<strong>en</strong>emos por delante. Fijemos nuestra mirada <strong>en</strong> Jesús, pues de él procede nuestra fe y él es qui<strong>en</strong><br />

la perfecciona. Jesús sufrió <strong>en</strong> la cruz, sin hacer caso de lo vergonzoso de esa muerte, porque<br />

sabía que después del sufrimi<strong>en</strong>to t<strong>en</strong>dría gozo y alegría; y se s<strong>en</strong>tó a la derecha del trono de<br />

Dios. Por lo tanto, medit<strong>en</strong> <strong>en</strong> el ejemplo de Jesús, que sufrió tanta contradicción de parte de los<br />

pecadores; por eso, no se cans<strong>en</strong> ni se desanim<strong>en</strong>.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 12:1-11<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Seis días antes de la Pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, a qui<strong>en</strong> él había<br />

resucitado. Allí hicieron una c<strong>en</strong>a <strong>en</strong> honor de Jesús; Marta servía, y Lázaro era uno de los que<br />

estaban a la mesa comi<strong>en</strong>do con él. María trajo unos tresci<strong>en</strong>tos gramos de perfume de nardo<br />

puro, muy caro, y perfumó los pies de Jesús; luego se los secó con sus cabellos. Y toda la casa se<br />

ll<strong>en</strong>ó del aroma del perfume. Entonces Judas Iscariote, que era aquel de los discípulos que iba a<br />

traicionar a Jesús, dijo:<br />

-¿Por qué no se ha v<strong>en</strong>dido este perfume <strong>en</strong> tresci<strong>en</strong>tos d<strong>en</strong>arios, para ayudar a los<br />

pobres? Pero Judas no dijo esto porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como<br />

t<strong>en</strong>ía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que echaban <strong>en</strong> ella. Jesús le dijo:<br />

-Déjala, pues lo estaba guardando para el día de mi <strong>en</strong>tierro. A los pobres siempre los<br />

t<strong>en</strong>drán <strong>en</strong>tre ustedes, pero a mí no siempre me t<strong>en</strong>drán. Muchos de los judíos se <strong>en</strong>teraron de<br />

que Jesús estaba <strong>en</strong> Betania, y fueron allá, no sólo para ver a Jesús sino también a Lázaro, a<br />

qui<strong>en</strong> Jesús había resucitado. Entonces los jefes de los sacerdotes decidieron matar también a<br />

Lázaro, porque por causa suya muchos judíos se estaban separando de ellos para creer <strong>en</strong> Jesús.<br />

O<br />

San Marcos l4:3-9<br />

Jesús había ido a Betania, a casa de Simón, al que llamaban el leproso; mi<strong>en</strong>tras estaba<br />

s<strong>en</strong>tado a la mesa, llegó una mujer que llevaba un frasco de alabastro ll<strong>en</strong>o de perfume de nardo<br />

puro, de mucho valor. Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Algunos<br />

de los pres<strong>en</strong>tes se <strong>en</strong>ojaron, y se dijeron unos a otros:<br />

¿Por qué se ha desperdiciado este perfume? Podía haberse v<strong>en</strong>dido por más de tresci<strong>en</strong>tos<br />

d<strong>en</strong>arios, para ayudar a los pobres. Y criticaban a aquella mujer. Pero Jesús dijo: -Déj<strong>en</strong>la; ¿por<br />

qué la molestan? Esto que me ha hecho es bu<strong>en</strong>o. Pues a los pobres siempre los t<strong>en</strong>drán <strong>en</strong>tre<br />

ustedes, y pued<strong>en</strong> hacerles bi<strong>en</strong> cuando quieran; pero a mí no siempre me van a t<strong>en</strong>er. Esta mujer<br />

ha hecho lo que ha podido: ha perfumado mi cuerpo de antemano para mi <strong>en</strong>tierro. Les aseguro<br />

que <strong>en</strong> cualquier lugar del mundo donde se predique el m<strong>en</strong>saje de salvación, se hablará también<br />

de lo que hizo esta mujer, y así será recordada.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 69


Martes Santo<br />

LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, que por la pasión de tu b<strong>en</strong>dito Hijo convertiste a un instrum<strong>en</strong>to de muerte vergonzosa<br />

<strong>en</strong> un medio de vida para nosotros: Concede que de tal modo nos gloriemos <strong>en</strong> la cruz de Cristo que<br />

suframos con alegría la vergü<strong>en</strong>za y privación por causa de tu Hijo nuestro Salvador Jesucristo; que vive<br />

y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 49:l-6<br />

Oiganme, países del mar, prést<strong>en</strong>me at<strong>en</strong>ción, naciones lejanas: El Señor me llamó desde<br />

antes de que yo naciera; pronunció mi nombre cuando aún estaba yo <strong>en</strong> el s<strong>en</strong>o de mi madre.<br />

Convirtió mi l<strong>en</strong>gua <strong>en</strong> espada afilada, me escondió bajo el amparo de su mano, me convirtió <strong>en</strong><br />

una flecha aguda y me guardó <strong>en</strong> su aljaba.<br />

Me dijo: "Israel, tú eres mi siervo, <strong>en</strong> ti me mostraré glorioso," Y yo que había p<strong>en</strong>sado:<br />

"He pasado trabajos <strong>en</strong> vano, he gastado mis fuerzas sin objeto, para nada." En realidad mi causa<br />

está <strong>en</strong> manos del Señor, mi recomp<strong>en</strong>sa está <strong>en</strong> poder de mi Dios. He recibido honor delante del<br />

Señor mi Dios, pues él ha sido mi fuerza. El Señor, que me formó desde el s<strong>en</strong>o de mi madre<br />

para que fuera su siervo, para hacer que Israel, el pueblo de Jacob, se vuelva y se una a él, dice<br />

así:<br />

"No basta que seas mi siervo sólo para restablecer las tribus de Jacob y hacer volver a los<br />

sobrevivi<strong>en</strong>tes de Israel; yo haré que seas la luz de las naciones, para que lleves mi salvación<br />

hasta las partes más lejanas de la tierra."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 71:1-12 (Página 578 L.O.C.)<br />

l. En ti, oh Señor, me he refugiado;*<br />

no sea yo avergonzado jamás.<br />

2. En tu justicia, líbrame y rescátame;*<br />

inclina a mí tu oído, y sálvame.<br />

3. Sé tú mi roca de refugio,<br />

el alcázar donde me salve;*<br />

tú eres mi risco y mi fortaleza.<br />

4. Dios mío, líbrame de la mano del malvado,*<br />

de las garras del malhechor y opresor;<br />

5. Porque tú, Señor Dios, eres mi esperanza,*<br />

mi confianza desde mi juv<strong>en</strong>tud.<br />

6. En ti he sido sust<strong>en</strong>tado desde el vi<strong>en</strong>tre;<br />

desde el s<strong>en</strong>o de mi madre has sido mi vigor;*<br />

de ti será siempre mi alabanza.<br />

7. Port<strong>en</strong>to he sido a muchos,*<br />

más tú eres mi refugio y fortaleza.<br />

8. Sea ll<strong>en</strong>a mi boca de tu alabanza,*<br />

y de tu gloria todo el día.<br />

9. No me deseches <strong>en</strong> la vejez;*<br />

cuando mi fuerza se acabare, no me desampares;<br />

l0. Porque mis <strong>en</strong>emigos hablan contra mí,*<br />

y los que acechan mi vida conspiran.<br />

ll. Dic<strong>en</strong>: "Dios lo ha desamparado;*<br />

persíganlo y agárr<strong>en</strong>lo,<br />

porque no hay qui<strong>en</strong> lo defi<strong>en</strong>da".<br />

l2. Oh Dios, no te alejes de mí:*<br />

Dios mío, apresúrate a socorrerme.<br />

Página 70 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 1:18-31<br />

Martes Santo<br />

El m<strong>en</strong>saje de la muerte de Cristo <strong>en</strong> la cruz parece una tontería a los que van a la destrucción;<br />

pero este m<strong>en</strong>saje es poder de Dios para los que vamos a la salvación. Como dice la Escritura: "Destruiré<br />

la sabiduría de los sabios y rechazaré el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de los <strong>en</strong>t<strong>en</strong>didos."<br />

¿En qué pararon el sabio, y el maestro, y el que sabe discutir sobre cosas de este mundo? ¡Dios ha<br />

convertido <strong>en</strong> tontería la sabiduría de este mundo! Dios, <strong>en</strong> su sabiduría, dispuso que los que son del<br />

mundo no le conocieran por medio de la sabiduría humana; antes bi<strong>en</strong>, prefirió salvar por medio de su<br />

m<strong>en</strong>saje a los que confían <strong>en</strong> él, aunque este m<strong>en</strong>saje parezca una tontería.<br />

Los judíos quier<strong>en</strong> ver señales milagrosas, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros<br />

anunciamos a un Mesías crucificado. Esto les resulta of<strong>en</strong>sivo a los judíos, y a los no judíos les parece<br />

una tontería; pero para los que Dios ha llamado, sean judíos o griegos, este Mesías es el poder y la<br />

sabiduría de Dios. Pues lo que <strong>en</strong> Dios puede parecer una tontería, es mucho más sabio que toda sabiduría<br />

humana; y lo que <strong>en</strong> Dios puede parecer debilidad, es más fuerte que toda fuerza humana. Hermanos,<br />

deb<strong>en</strong> darse cu<strong>en</strong>ta de que Dios los ha llamado a pesar de que pocos de ustedes son sabios según los<br />

criterios humanos, y pocos de ustedes son g<strong>en</strong>te con autoridad o pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a familias importantes. Y<br />

es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo ti<strong>en</strong>e por tontos; y para<br />

avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo ti<strong>en</strong>e por débiles.<br />

Dios ha escogido a la g<strong>en</strong>te despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no<br />

son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios. Pero Dios mismo los<br />

ha unido a ustedes con Cristo Jesús, y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría y que por medio<br />

de Cristo seamos librados de culpa, consagrados a Dios y salvados. De esta manera, como dic<strong>en</strong> las<br />

Escrituras: "Si alguno quiere <strong>en</strong>orgullecerse, que se <strong>en</strong>orgullezca del Señor."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan l2:37-38,42-50<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

A pesar de que Jesús había hecho tan grandes señales milagrosas delante de ellos, no creían <strong>en</strong> él;<br />

pues t<strong>en</strong>ía que cumplirse lo que escribió el profeta Isaías: "Señor, ¿quién ha creído nuestro m<strong>en</strong>saje? ¿A<br />

quién ha revelado el Señor su poder?"<br />

Sin embargo, muchos de los judíos creyeron <strong>en</strong> Jesús; incluso algunos de los más importantes.<br />

Pero no lo decían <strong>en</strong> público por miedo a los fariseos, para que no los expulsaran de las sinagogas.<br />

Preferían recibir la honra que dan los hombres a recibir la honra que da Dios.<br />

Jesús dijo con voz fuerte: "El que cree <strong>en</strong> mí, no cree solam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> mí, sino también <strong>en</strong> el Padre,<br />

que me ha <strong>en</strong>viado. Y el que me ve a mí, ve también al que me ha <strong>en</strong>viado. Yo, que soy la luz, he v<strong>en</strong>ido<br />

al mundo para que los que cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> mí no se qued<strong>en</strong> <strong>en</strong> la oscuridad. Pero a aquel que oye mis palabras y<br />

no las obedece, no soy yo qui<strong>en</strong> lo cond<strong>en</strong>a; porque yo no vine para cond<strong>en</strong>ar al mundo, sino para<br />

salvarlo. El que me desprecia y no hace caso de mis palabras, ya ti<strong>en</strong>e qui<strong>en</strong> lo cond<strong>en</strong>e; las palabras que<br />

yo he dicho lo cond<strong>en</strong>arán <strong>en</strong> el día último. Porque yo no hablo por mi cu<strong>en</strong>ta; el Padre, que me ha<br />

<strong>en</strong>viado, me ha ord<strong>en</strong>ando lo que debo decir y <strong>en</strong>señar. Y sé que el mandato de mi Padre es para vida<br />

eterna. Así pues, lo que yo digo, lo digo como el Padre me ha ord<strong>en</strong>ado.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

O<br />

San Marcos 11:15-19<br />

Después que llegaron a Jerusalén, Jesús <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> el templo y com<strong>en</strong>zó a echar de allí a los que<br />

estaban v<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do y comprando. Volcó las mesas de los que cambiaban dinero a la g<strong>en</strong>te, y los puestos de<br />

los que v<strong>en</strong>dían palomas; y no permitía que nadie pasara por el templo llevando cosas. Y se puso a<br />

<strong>en</strong>señar, dici<strong>en</strong>do: -En las escrituras dice: 'Mi casa será declarada casa de oración para todas las naciones',<br />

pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones. Al oír esto, los jefes de los sacerdotes y los<br />

maestros de la ley com<strong>en</strong>zaron a buscar la manera de matar a Jesús, porque le t<strong>en</strong>ían miedo, pues toda la<br />

g<strong>en</strong>te estaba admirada de su <strong>en</strong>señanza. Pero al llegar la noche, Jesús y sus discípulos salieron de la<br />

ciudad.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 71


Miércoles Santo<br />

LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Señor Dios, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo nuestro Salvador <strong>en</strong>tregó su cuerpo a los azotes y su rostro<br />

al esputo: Otórganos tu gracia para soportar gozosam<strong>en</strong>te los sufrimi<strong>en</strong>tos de esta vida temporal,<br />

confiados <strong>en</strong> la gloria que ha de ser revelada; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y<br />

reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías: 50:4-9a<br />

El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de ali<strong>en</strong>to.<br />

Todas las mañanas me hace estar at<strong>en</strong>to para que escuche dócilm<strong>en</strong>te. El Señor me ha dado<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas. Ofrecí mis espaldas para que<br />

me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y<br />

escupían. El Señor es qui<strong>en</strong> me ayuda: por eso no me hier<strong>en</strong> los insultos; por eso me mant<strong>en</strong>go<br />

firme como una roca, pues sé que no quedaré <strong>en</strong> ridículo.<br />

A mi lado está mi def<strong>en</strong>sor: ¿Alqui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e algo <strong>en</strong> mi contra? ¡Vayamos juntos ante el<br />

juez! ¿Algui<strong>en</strong> se cree con derecho a acusarme? ¡Que v<strong>en</strong>ga y me lo diga! El Señor es qui<strong>en</strong> me<br />

ayuda; ¿quién podrá cond<strong>en</strong>arme? Todos mis <strong>en</strong>emigos desaparecerán como vestido comido por<br />

la polilla.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 69:7-15,22-23 (Página 575 L.O.C.)<br />

7. No sean avergonzados por causa mía los que <strong>en</strong> ti confían,<br />

Señor Dios de los ejércitos:*<br />

no sean deshonrados por mí los que te buscan,<br />

oh Dios de Israel.<br />

8. Ciertam<strong>en</strong>te por amor a ti he sufrido afr<strong>en</strong>ta;*<br />

la vergü<strong>en</strong>za ha cubierto mi rostro.<br />

9. Extranjero he llegado a ser para mis propios hermanos,*<br />

forastero para los hijos de mi madre.<br />

l0. Me consumió el celo de tu casa;*<br />

las of<strong>en</strong>sas de los que te insultaban cayeron sobre mí.<br />

ll. Me humillé con ayunos,*<br />

mas esto me ha sido por afr<strong>en</strong>ta.<br />

l2. Me vestí además de luto,*<br />

y vine a serles como proverbio.<br />

l3. Murmuran contra mí los que se si<strong>en</strong>tan a la puerta,*<br />

y me zahier<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus canciones los borrachos.<br />

l4. Pero yo oro a ti, oh Señor,*<br />

<strong>en</strong> el tiempo que has fijado:<br />

l5. "Oh Dios, por la abundancia de tu misericordia,*<br />

respóndeme con tu inagotable socorro."<br />

22. La afr<strong>en</strong>ta me destroza el corazón,<br />

y no puede ser sanado;*<br />

busqué compasión, y no la <strong>en</strong>contré,<br />

consoladores, y ninguno hallé.<br />

23. Me pusieron hiel por comida,*<br />

y <strong>en</strong> mi sed me dieron a beber vinagre.<br />

Página 72 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 9:11-15,24-28<br />

Miércoles Santo<br />

Pero Cristo ya vino, y ahora él es el sumo sacerdote de los bi<strong>en</strong>es definitivos. El santuario donde<br />

él actúa como sacerdote es mejor y más perfecto, y no ha sido hecho por los hombres; es decir, no es de<br />

esta creación. Cristo ha <strong>en</strong>trado <strong>en</strong> el santuario, ya no para ofrecer la sangre de chivos y becerros, sino su<br />

propia sangre; ha <strong>en</strong>trado una sola vez y para siempre, y ha obt<strong>en</strong>ido para nosotros la salvación eterna. Es<br />

verdad que la sangre de los toros y chivos, y las c<strong>en</strong>izas de la becerra que se quema <strong>en</strong> el altar, las cuales<br />

son rociadas sobre los que están impuros, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> poder para consagrarlos y purificarlos por fuera. Pero si<br />

esto es así, ¡cuánto más poder t<strong>en</strong>drá la sangre de Cristo! Pues por medio del Espíritu eterno, Cristo se<br />

ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha, y su sangre limpia nuestra conci<strong>en</strong>cia de las obras<br />

que llevan a la muerte, para que podamos servir al Dios vivi<strong>en</strong>te.<br />

Por eso, Jesucristo intervino con su muerte, a fin de unir a Dios y los hombres mediante un nuevo<br />

pacto y testam<strong>en</strong>to, para que sean perdonados los pecados cometidos bajo el primer pacto, y para que los<br />

que Dios ha llamado puedan recibir la her<strong>en</strong>cia eterna que él les ha prometido.<br />

Porque Cristo no <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> aquel santuario hecho por los hombres, que era solam<strong>en</strong>te una figura<br />

del santuario verdadero, sino que <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> el cielo mismo, donde ahora se pres<strong>en</strong>ta delante de Dios para<br />

rogar <strong>en</strong> nuestro favor. Y no <strong>en</strong>tró para ofrecerse <strong>en</strong> sacrificio muchas veces, como hace cada año todo<br />

sumo sacerdote, que <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> el santuario para ofrecer sangre aj<strong>en</strong>a. Si ése fuera el caso, Cristo habría<br />

t<strong>en</strong>ido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, <strong>en</strong> el final de los<br />

tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo <strong>en</strong> sacrificio para<br />

quitar el pecado. Y así como todos han de morir una sola vez y después v<strong>en</strong>drá el juicio, así también<br />

Cristo ha sido ofrecido <strong>en</strong> sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá<br />

por segunda vez, ya no <strong>en</strong> relación con el pecado, sino para salvar a los que le esperan.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 13:21-35<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después de decir esto, Jesús se sintió profundam<strong>en</strong>te conmovido, y añadió con toda cla ridad: -Les<br />

aseguro que uno de ustedes me va a traicionar. Los discípulos com<strong>en</strong>zaron <strong>en</strong>tonces a mirarse unos a<br />

otros, sin saber de quién estaba hablando. Uno de ellos, a qui<strong>en</strong> Jesús quería mucho, estaba a su lado, de<br />

forma que podían conversar mi<strong>en</strong>tras c<strong>en</strong>aban, y Simón Pedro le dijo por señas que le preguntara de quién<br />

estaba hablando.<br />

Él, acercándose más a Jesús, le preguntó: -Señor, ¿quién es? Jesús le contestó: -Voy a mojar un<br />

pedazo de pan, y a qui<strong>en</strong> se lo dé, ése es. En seguida mojó un pedazo de pan y se lo dio a Judas, hijo de<br />

Simón Iscariote. Y tan pronto como Judas recibió el pan, Satanás <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> su corazón. Jesús le dijo: -Lo<br />

que vas a hacer, hazlo pronto. Pero ninguno de los que estaban c<strong>en</strong>ando a la mesa <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dió por qué le<br />

decía eso. Como Judas era el <strong>en</strong>cargado de la bolsa del dinero, algunos p<strong>en</strong>saron que Jesús le quería decir<br />

que comprara algo para la fiesta, o que diera algo a los pobres. Una vez que Judas hubo recibido el pan,<br />

salió. Ya era de noche.<br />

Después que Judas hubo salido, Jesús dijo: -Ahora se muestra la gloria del Hijo del hombre, y la<br />

gloria de Dios se muestra <strong>en</strong> él. Y si el Hijo del hombre muestra la gloria de Dios, también Dios mostrará<br />

la gloria de él y lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré con ustedes mucho tiempo. Ustedes me<br />

buscarán, pero lo mismo que les dije a los judíos les digo ahora a ustedes: No podrán ir a donde yo voy.<br />

Les doy este mandami<strong>en</strong>to nuevo: Que se am<strong>en</strong> los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así<br />

deb<strong>en</strong> amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cu<strong>en</strong>ta<br />

de que son discípulos míos.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 73


Miércoles Santo<br />

O<br />

San Mateo 26:l-5,14-25<br />

Después de haber dicho todo esto, Jesús dijo a sus discípulos: -Como ustedes sab<strong>en</strong>,<br />

d<strong>en</strong>tro de dos días es la fiesta de la Pascua, y el Hijo del hombre será <strong>en</strong>tregado para que lo<br />

crucifiqu<strong>en</strong>. Por aquel tiempo, los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se<br />

reunieron <strong>en</strong> el palacio de Caifás, el sumo sacerdote, e hicieron planes para arrestar a Jesús<br />

mediante algún <strong>en</strong>gaño, y matarlo. Pero decían: -No durante la fiesta, para que no se alborote la<br />

g<strong>en</strong>te.<br />

Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los<br />

sacerdotes y les dijo: -¿Cuánto me quier<strong>en</strong> dar, y yo les <strong>en</strong>trego a Jesús? Ellos señalaron el<br />

precio: treinta monedas de plata. Y desde <strong>en</strong>tonces Judas anduvo buscando el mom<strong>en</strong>to más<br />

oportuno para <strong>en</strong>tregarles a Jesús. El primer día de la fiesta <strong>en</strong> que se comía el pan sin levadura,<br />

los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: -¿Dónde quieres que te preparemos la c<strong>en</strong>a<br />

de Pascua? Él les contestó: -Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: 'El Maestro dice: Mi<br />

hora está cerca, y voy a tu casa a celebrar la pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron<br />

como Jesús se lo había mandado, y prepararon la c<strong>en</strong>a de Pascua. Cuando llegó la noche, Jesús<br />

estaba a la mesa con los doce discípulos; y mi<strong>en</strong>tras comían, les dijo: -Les aseguro que uno de<br />

ustedes me va a traicionar. Ellos se pusieron muy tristes, y com<strong>en</strong>zaron a preguntarle uno tras<br />

otro: -Señor, ¿acaso seré yo?<br />

Jesús les contestó: -Uno que moja el pan <strong>en</strong> el mismo plato que yo, va a traicionarme. El<br />

Hijo del hombre ha de recorrer el camino que dic<strong>en</strong> las Escrituras; pero ¡ay de aquel que le<br />

traiciona! Hubiera sido mejor para él no haber nacido.<br />

Entonces Judas, el que le estaba traicionando, le preguntó: Maestro, ¿acaso seré yo? -Tú<br />

lo has dicho -contestó Jesús.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 74 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Padre todopoderoso, cuyo amado Hijo, <strong>en</strong> la víspera de su padecimi<strong>en</strong>to, instituyó el<br />

Sacram<strong>en</strong>to de su cuerpo y Sangre: Concéd<strong>en</strong>os, <strong>en</strong> tu misericordia, que lo recibamos con<br />

gratitud como memorial de Jesucristo nuestro Señor, que <strong>en</strong> estos santos misterios nos da una<br />

pr<strong>en</strong>da de la vida eterna; qui<strong>en</strong> vive ahora y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por<br />

los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Éxodo 12:1-14a<br />

El Señor habló <strong>en</strong> Egipto con Moisés y Aarón, y les dijo: "Este mes será para ustedes el<br />

principal, el primer mes del año. Díganle a toda la comunidad israelita lo sigui<strong>en</strong>te: 'El día diez<br />

de este mes, cada uno de ustedes tomará un cordero o un cabrito por familia, uno por cada casa.<br />

Y si la familia es demasiado pequeña para comerse todo el animal, <strong>en</strong>tonces el dueño de la casa y<br />

su vecino más cercano lo comerán juntos, repartiéndoselo según el número de personas que haya<br />

y la cantidad que cada uno pueda comer. El animal deberá ser de un año, macho y sin defecto, y<br />

podrá ser un cordero o un cabrito. Lo guardarán hasta el catorce de este mes, y ese día todos y<br />

cada uno <strong>en</strong> Israel lo matarán al atardecer.<br />

Tomarán luego la sangre del animal y la untarán por todo el marco de la puerta de la casa<br />

donde coman el animal. Esa noche comerán la carne asada al fuego, con hierbas amargas y pan<br />

sin levadura. No coman ni un solo pedazo crudo o hervido. Todo el animal, lo mismo la cabeza<br />

que las patas y las <strong>en</strong>trañas, ti<strong>en</strong>e que ser asado al fuego, y no deb<strong>en</strong> dejar nada para el día<br />

sigui<strong>en</strong>te. Si algo se queda, deberán quemarlo. Ya vestidos y calzados, y con el bastón <strong>en</strong> la<br />

mano, coman de prisa el animal, porque es la Pascua del Señor. Esa noche yo pasaré por todo<br />

Egipto y heriré de muerte al hijo mayor de cada familia egipcia y a las primeras crías de sus<br />

animales, y dictaré s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia contra todos los dioses de Egipto, Yo, el Señor, lo he dicho.<br />

La sangre les servirá para que ustedes señal<strong>en</strong> las casas donde se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tr<strong>en</strong>. Y así,<br />

cuando yo hiera de muerte a los egipcios, ninguno de ustedes morirá, pues veré la sangre y<br />

pasaré de largo. Este es un día que ustedes deberán recordar y celebrar con una gran fiesta <strong>en</strong><br />

honor del Señor.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 78:14-20,23-25 (Página 591 L.O.C.)<br />

14. Les guió de día con nube,*<br />

y toda la noche con resplandor de fuego.<br />

15. H<strong>en</strong>dió las peñas <strong>en</strong> el desierto,*<br />

y les dio a beber como si fuera de grandes abismos.<br />

16. Sacó de la peña, corri<strong>en</strong>tes,*<br />

y brotaron las aguas como ríos.<br />

17. Pero siguieron pecando contra él,*<br />

rebelándose contra el Altísimo <strong>en</strong> el desierto.<br />

18. T<strong>en</strong>taron a Dios <strong>en</strong> sus corazones,*<br />

exigi<strong>en</strong>do comida a su antojo.<br />

19. Vituperaron a Dios y dijeron:*<br />

"¿Podrá Dios preparar mesa <strong>en</strong> el desierto?<br />

20. En verdad, h<strong>en</strong>dió la peña, brotaron aguas y los arroyos rebosaron,*<br />

pero, ¿podrá darnos pan, proveer de carne a su pueblo?"<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 75


Jueves Santo<br />

23. Por tanto, dio ord<strong>en</strong> a las altas nubes,*<br />

abrió las compuertas de los cielos.<br />

24. Hizo llover sobre ellos maná para que comies<strong>en</strong>,*<br />

y les dio trigo de los cielos.<br />

25. Así, los mortales comieron pan de ángeles;*<br />

les mandó comida hasta saciarles.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 11:23-26[27-32]<br />

Porque yo recibí del Señor esta <strong>en</strong>señanza que les di: Que la misma noche que el Señor Jesús fue<br />

traicionado, tomó <strong>en</strong> sus manos pan y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo,<br />

<strong>en</strong>tregado a muerte para bi<strong>en</strong> de ustedes. Hagan esto <strong>en</strong> memoria de mí." Así también, después de la<br />

c<strong>en</strong>a, tomó <strong>en</strong> sus manos la copa y dijo: "Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada<br />

vez que beban, háganlo <strong>en</strong> memoria de mí." De manera que, hasta que v<strong>en</strong>ga el Señor, ustedes proclaman<br />

su muerte cada vez que com<strong>en</strong> de este pan y beb<strong>en</strong> de esta copa.<br />

Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un<br />

pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. Por tanto, cada uno debe examinar su propia conci<strong>en</strong>cia<br />

antes de comer del pan y beber de la copa. Porque si come y bebe sin fijarse <strong>en</strong> que se trata del cuerpo<br />

del Señor, para su propio castigo come y bebe. Por eso, muchos de ustedes están <strong>en</strong>fermos y débiles, y<br />

también algunos han muerto.<br />

Si nos examináramos bi<strong>en</strong> a nosotros mismos, el Señor no t<strong>en</strong>dría que castigarnos, aunque si el<br />

Señor nos castigó es para que apr<strong>en</strong>damos y no seamos cond<strong>en</strong>ados con los que son del mundo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 22:14-30<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Cuando llegó la hora, Jesús y los apóstoles se s<strong>en</strong>taron a la mesa. Jesús les dijo: -¡Cuánto he<br />

querido celebrar con ustedes esta c<strong>en</strong>a de Pascua antes de mi muerte! Porque les digo que no volveré a<br />

celebrarla hasta que se cumpla <strong>en</strong> el reino de Dios. Entonces tomó <strong>en</strong> sus manos una copa y, habi<strong>en</strong>do<br />

dado gracias a Dios, dijo: -Tom<strong>en</strong> esto y repártanlo <strong>en</strong>tre ustedes; porque les digo que no volveré a beber<br />

del producto de la vid, hasta que v<strong>en</strong>ga el reino de Dios. Después tomó el pan <strong>en</strong> sus manos y, habi<strong>en</strong>do<br />

dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos dici<strong>en</strong>do: -Esto es mi cuerpo, <strong>en</strong>tregado a muerte <strong>en</strong> favor<br />

de ustedes. Hagan esto <strong>en</strong> memoria de mí. Lo mismo hizo con la copa después de la c<strong>en</strong>a, dici<strong>en</strong>do: -Esta<br />

copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre, la cual es derramada <strong>en</strong> favor de ustedes. Pero ahora la<br />

mano del que me va a traicionar está aquí, con la mía, sobre la mesa. Pues el Hijo del hombre ha de<br />

recorrer el camino que se le ha señalado, pero ¡ay de aquel que le traiciona!<br />

Entonces com<strong>en</strong>zaron a preguntarse unos a otros quién sería el traidor. Los discípulos tuvieron<br />

una discusión sobre cuál de ellos debía ser considerado el más importante. Jesús les dijo: "Entre los<br />

paganos, los reyes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y de los jefes se dice que son hombres que hac<strong>en</strong><br />

el bi<strong>en</strong>. Pero ustedes no deb<strong>en</strong> ser así. Al contrario, el más importante <strong>en</strong>tre ustedes ti<strong>en</strong>e que hacerse<br />

como el más jov<strong>en</strong>, el que manda ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que hacerse como el que sirve. Pues ¿quién es más importante, el<br />

que se si<strong>en</strong>ta a la mesa a comer o el que sirve? ¿Acaso no lo es el que se si<strong>en</strong>ta a la mesa? En cambio yo<br />

estoy <strong>en</strong>tre ustedes como el que sirve. Ustedes han estado siempre conmigo <strong>en</strong> mis pruebas. Por eso, yo<br />

les doy un reino, como mi Padre me lo dio a mi, y ustedes comerán y beberán a mi mesa <strong>en</strong> mi reino, y se<br />

s<strong>en</strong>tarán <strong>en</strong> tronos para juzgar a las doce tribus de Israel."<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 76 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


O<br />

San Juan 13:1-15<br />

Jueves Santo<br />

Era el día anterior a la fiesta de la Pascua. Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara<br />

este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban <strong>en</strong> el mundo,<br />

y así los amó hasta el fin. El diablo ya había metido <strong>en</strong> el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la<br />

idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había v<strong>en</strong>ido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le<br />

había dado toda autoridad; así que, mi<strong>en</strong>tras estaban c<strong>en</strong>ando, se levantó de la mesa, se quitó la ropa<br />

exterior y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua <strong>en</strong> una palangana y se puso a lavar los pies de<br />

los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.<br />

Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro este le dijo: -Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?<br />

Jesús le contestó: -Ahora no <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>des lo que estoy haci<strong>en</strong>do, pero después lo <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derás. Pedro le dijo: -<br />

¡Jamás permitiré que me laves los pies! Respondió Jesús: -Si no te los lavo, no podrás ser de los míos.<br />

Simón Pedro le dijo: -Entonces, Señor, ¡no me laves solam<strong>en</strong>te los pies, sino también las manos y la<br />

cabeza! Pero Jesús le contestó: -El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque<br />

está todo limpio. Y ustedes están limpios aunque no todos. Dijo: "No están limpios todos", porque sabía<br />

quién lo iba a traicionar. Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la ropa exterior, se s<strong>en</strong>tó otra<br />

vez a la mesa y les dijo: -¿Enti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> ustedes lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> razón, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también<br />

ustedes deb<strong>en</strong> lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo<br />

que yo les he hecho.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 77


Viernes Santo<br />

LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Mira con bondad, te suplicamos, Dios omnipot<strong>en</strong>te, a esta tu familia por la cual nuestro<br />

Señor Jesucristo acepto ser traicionado y <strong>en</strong>tregado a hombres cueles, y sufrir muerte <strong>en</strong> la cruz;<br />

qui<strong>en</strong> vive ahora y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los Siglos.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 52:13-53:12<br />

Mi siervo t<strong>en</strong>drá éxito, será levantado y puesto my alto. Así como muchos se<br />

asombraron de él, al ve su semblante, tan desfigurado que había perdido toda apari<strong>en</strong>cia humana,<br />

así también muchas naciones se quedaran admiradas; los reyes, al verlo, no podrán decir palabra<br />

que verán y <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derán algo que nunca habían oído. ¿Quién va a creer lo que hemos oído? ¿A<br />

quién ha revelado el Señor su poder? El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna<br />

que hunde sus raíces <strong>en</strong> la tierra seca. No t<strong>en</strong>ia belleza ni espl<strong>en</strong>dor, su aspecto no t<strong>en</strong>ia nada<br />

atray<strong>en</strong>te; los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre ll<strong>en</strong>o de dolor,<br />

acostumbrado al sufrimi<strong>en</strong>to. como a algui<strong>en</strong> que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo<br />

tuvimos <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta.<br />

Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimi<strong>en</strong>tos, estaba soportando nuestros<br />

propios dolores. Nosotros p<strong>en</strong>samos que Dios lo había herido, que lo había castigado y<br />

humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atorm<strong>en</strong>tado a causa de nuestras<br />

maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. Todos<br />

nosotros nos perdimos como ovejas, sigui<strong>en</strong>do cada uno su propio camino, pero el Señor cargo<br />

sobre él la maldad de todos nosotros. Fue maltratado, pero se sometió humildem<strong>en</strong>te, y ni<br />

siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedo callado, sin abrir la<br />

boca, como una oveja cuando la trasquilan.<br />

Se lo llevaron injustam<strong>en</strong>te, y no hubo qui<strong>en</strong> lo def<strong>en</strong>diera; nadie se preocupo de su<br />

destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo. Lo<br />

<strong>en</strong>terraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con g<strong>en</strong>te perversa, aunque nunca cometió<br />

ningún crim<strong>en</strong> ni hubo <strong>en</strong>gaño <strong>en</strong> su boca. El Señor quiso oprimirlo con el sufrimi<strong>en</strong>to. Y puesto<br />

que se <strong>en</strong>trego <strong>en</strong> sacrificio por el pecado, t<strong>en</strong>drá larga vida y llegara a ver a sus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes;<br />

por medio de él t<strong>en</strong>drán éxito los planes del Señor. Después de tanta aflicción vera la luz, y<br />

quedara satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor librara a muchos, pues cargara con la<br />

maldad de ellos. Por eso dios le dará un lugar <strong>en</strong>tre los grandes, y con los poderosos participara<br />

del triunfo, porque se <strong>en</strong>trego a la muerte y fue contado <strong>en</strong>tre los malvados, cuando <strong>en</strong> realidad<br />

cargo con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

Página 78 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


SALMO 22:1-21 (Página 509 L.O.C)<br />

1. Dios mío, Dios mío, ¿Porque me has desamparado?*<br />

¿Por qué estas lejos de mi suplica,<br />

y de las palabras de mi clamor?<br />

2. Dios mío Dios mío, clamo de día, y no respondes;*<br />

de noche también, y no hay para mi reposo.<br />

3. Pero tu eres el Santo,*<br />

<strong>en</strong>tronizados sobre las alabanzas de Israel.<br />

4. En ti esperaron nuestros antepasados;*<br />

esperaron, y tu los libraste.<br />

5. Clamaron a ti y fueron librados;*<br />

confiaron <strong>en</strong> ti y no fueron avergonzados.<br />

6. Mas yo soy gusano, y no hombre,*<br />

aprobio de todos y desprecio del pueblo.<br />

7 Todos los que me v<strong>en</strong>, escarnec<strong>en</strong> de mi;*<br />

estiran los labios m<strong>en</strong>ean la cabeza, dici<strong>en</strong>do:<br />

8. “Acudió al Señor, líbrele él;*<br />

sálvele, si tanto lo quiere”<br />

9. Pero tú eres el que me saco del vi<strong>en</strong>tre,*<br />

y me t<strong>en</strong>ias confiado <strong>en</strong> los pechos de mi madre.<br />

10. A ti fui <strong>en</strong>tregado antes de nacer,*<br />

desde el vi<strong>en</strong>tre de mi madre, tu eres mi Dios.<br />

11. No te alejes de mi, porque la angustia esta cerca,*<br />

porque no hay qui<strong>en</strong> ayude.<br />

12. Me rodean muchos novillos;*<br />

fuertes toros de Barsán me circundan.<br />

13. Abre sobre mi las bocas,*<br />

como león rapante y rugi<strong>en</strong>te.<br />

14. Soy derramado como aguas;<br />

todos mis huesos se descoyuntan;*<br />

mi corazón, como cera, se derrite <strong>en</strong> mis <strong>en</strong>trañas.<br />

15. Como un tiesto esta seca mi boca;<br />

mi l<strong>en</strong>gua se pega al paladar;*<br />

y me has puesto <strong>en</strong> el polvo de la muerte.<br />

16. Porque jaurías de perros me rodean<br />

y pandillas de malignos me cercan;*<br />

horadan mis manos y mis pies;<br />

contar puedo todos mis huesos.<br />

17. Me miran de hito <strong>en</strong> hito, y con satisfacción maligna;*<br />

repart<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre si mis vestidos;<br />

sobre mis ropas echan suertes.<br />

18. Mas tú, oh Señor , no te alejes;*<br />

fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.<br />

19. Salva de la espada mi garganta,*<br />

mi faz del filo del hacha.<br />

20. Sálvame de la boca del león,*<br />

a este pobre, de los cuernos del búfalo.<br />

21. Proclamare tu Nombre a mis hermanos,*<br />

<strong>en</strong> medio de la congregación te alabaré.<br />

Viernes Santo<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 79


Viernes Santo<br />

EPÍSTOLA<br />

Hebreos 10:1-25<br />

Porque la ley de Moisés era solam<strong>en</strong>te una sombra de los bi<strong>en</strong>es que habían de v<strong>en</strong>ir, y no su<br />

pres<strong>en</strong>cia verdadera. Por eso la ley nunca puede hacer perfectos a qui<strong>en</strong>es cada año se acercan a Dios<br />

para ofrecerle los mismos sacrificios. Pues si la ley realm<strong>en</strong>te pudiera purificarlos del pecado, ya no se<br />

s<strong>en</strong>tirían culpables, y dejarían de ofrecer sacrificios. Pero estos sacrificios sirv<strong>en</strong> más bi<strong>en</strong> para hacerles<br />

recordar sus pecados cada año, ya que la sangre de los toros y de los chivos no puede quitar los pecados.<br />

Por eso Cristo, al <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el mundo, dijo a Dios: “No quieres sacrificios ni ofr<strong>en</strong>das sino que me has<br />

dado un cuerpo. No te agradan los elocaustos ni las ofr<strong>en</strong>das para quitar el pecado. Entonces dije: ‘Aquí<br />

estoy, tal como esta escrito de mi <strong>en</strong> el libro, para hacer tu voluntad, oh Dios.”’<br />

En primer lugar, dice que Dios no quiere ni le agradan sacrificios ni ofr<strong>en</strong>das de animales, ni<br />

holocaustos para quitar el pecado, a pesar de que son cosas que la ley manda ofrecer. Y después añade:<br />

“Aquí v<strong>en</strong>go para hacer tu voluntad.” Es decir, que quita aquellos sacrificios antiguos y pone <strong>en</strong> su lugar<br />

uno nuevo. Dios nos has consagrado porque Jesucristo hizo la voluntad de Dios al ofrecer su propio<br />

cuerpo <strong>en</strong> sacrificio una sola vez y para siempre. Todo sacerdote judío oficia cada día y sigue ofreci<strong>en</strong>do<br />

muchas veces los mismos sacrificios, aunque estos nunca pued<strong>en</strong> quitar los pecados. Pero Jesucristo<br />

ofreció por los pecados un solo sacrificio para siempre, y luego se s<strong>en</strong>tó a la derecha de Dios. Ahí esta<br />

esperando hasta que Dios haga de sus <strong>en</strong>emigos el estrado de sus pies, porque por medio de una sola<br />

ofr<strong>en</strong>da hizo perfectos para siempre a los que han sido consagrados a Dios. Y el Espíritu Santo nos lo<br />

confirma, al decir:<br />

“El pacto que haré con ellos después de aquellos días, será este, dice el Señor: Pondré mis leyes<br />

<strong>en</strong> su corazón y las escribiré <strong>en</strong> su m<strong>en</strong>te. Y no me acordare más de sus pecados y maldades.” Así pues,<br />

cuando los pecados han sido perdonados, ya no hay necesidad de más ofr<strong>en</strong>das por el pecado. Por tanto,<br />

hermanos, ahora podemos <strong>en</strong>trar sin ningún temor <strong>en</strong> el santuario por medio de la sangre de Jesucristo,<br />

sigui<strong>en</strong>do el camino nuevo, el camino de la vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su<br />

propio cuerpo. Jesús es nuestro gran sacerdote que esta al fr<strong>en</strong>te de la casa de dios; por eso debemos<br />

acercarnos a Dios con corazón sincero y con una fe completam<strong>en</strong>te segura, limpios nuestros corazones de<br />

mala conci<strong>en</strong>cia y lavados nuestros cuerpos con agua pura. Mant<strong>en</strong>gámonos firmes, sin dudar, <strong>en</strong> la<br />

esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho. Busquemos la<br />

manera de ayudarnos unos a otros a t<strong>en</strong>er más amor y hacer el bi<strong>en</strong>. No dejemos de asistir a nuestras<br />

reuniones, como hac<strong>en</strong> algunos, sino démonos ánimos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el<br />

día del Señor se acerca.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan [18:1-40] 19:1-37<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

[Después de decir esto, Jesús salió con sus discípulos para ir al otro lado del arroyo de Cedrón. Ahí había<br />

un huerto, donde Jesús <strong>en</strong>tro con sus discípulos. También Judas, el que lo estaba traicionando, conocía el<br />

lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Así que Judas llegó con una<br />

tropa de soldados y con algunos guardianes del templo <strong>en</strong>viados por los jefes de los sacerdotes y por los<br />

fariseos.<br />

Estaban armados, y llevaban lamparas y antorchas. Pero como Jesús ya sabia todo lo que iba a<br />

pasar, salió y les pregunto: -¿A qui<strong>en</strong> buscan? ellos le contestaron: -A Jesús de Nazaret. Jesús dijo: -Yo<br />

soy. Judas, el que lo estaba traicionando, se <strong>en</strong>contraba ahí con ellos. Cuando Jesús les dijo: “Yo soy”, se<br />

echaron hacia atrás y cayeron al suelo. Jesús volvió a preguntarles: -¿A quién buscan? Y ellos repitieron: -<br />

A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo otra vez: -Ya les he dicho que yo soy. Si me buscan a mi, dej<strong>en</strong> que<br />

estos otros se vayan.<br />

Página 80 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


Viernes Santo<br />

Esto sucedió para que se cumpliera lo que Jesús mismo había dicho: “Padre, de los que me diste,<br />

no se perdió ninguno.” Entonces Simon Pedro que t<strong>en</strong>ia una espada, la saco y le corto la oreja a uno<br />

llamado Malco, que era criado del sumo sacerdote. Jesús le dijo a Pedro: -Vuelve a poner la espada <strong>en</strong> su<br />

lugar. ¿Si el Padre me da a beber este trago amargo, acaso no habré de beberlo? Los soldados de la tropa,<br />

con su comandante y los guardianes judíos del templo, arrestaron a Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero<br />

a la casa de Anás, porque era suegro de Caifás sumo sacerdote aquel año. Este Caifás era el mismo que<br />

había dicho a los judíos que era mejor para ellos que un solo hombre muriera por el pueblo.<br />

Simon Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. El otro discípulo era conocido del sumo sacerdote,<br />

de modo que <strong>en</strong>tro con Jesús <strong>en</strong> la casa; Pero Pedro se quedo afuera, a la puerta. Por esto, el discípulo<br />

conocido del sumo sacerdote salió y hablo con la portera, he hizo <strong>en</strong>trar a Pedro. La portera le pregunto a<br />

Pedro: -No eres tu uno de los discípulos de ese hombre: Pedro contesto: No, no lo soy. Como había frío,<br />

los criados y los guardianes del templo habían hecho fuego, y estaban ahí cal<strong>en</strong>tándose. Pedro también<br />

estaba con ellos, cal<strong>en</strong>tándose junto al fuego. El sumo sacerdote com<strong>en</strong>zó a preguntarle a Jesús acercas de<br />

sus discípulos y de lo que él <strong>en</strong>señaba. Jesús le dijo: -Yo he hablado públicam<strong>en</strong>te delante del todo el<br />

mundo; siempre he <strong>en</strong>señado <strong>en</strong> las sinagogas y <strong>en</strong> el templo, donde se reún<strong>en</strong> todos los judíos; así que no<br />

he hecho nada <strong>en</strong> secreto. ¿Por qué me preguntas a mi? Pregúntale a los que me han escuchado, y que<br />

ellos digan de que le he hablado. Ellos sab<strong>en</strong> lo que he dicho. Cuando Jesús dijo esto, uno de los<br />

guardianes del templo le dio una bofetada, diciéndole: _ ¿Así contestas al sumo sacerdote? Jesús le<br />

respondió: - ‘Si he dicho algo malo, dime <strong>en</strong> que ha consistido; y si lo que he dicho esta bi<strong>en</strong> , ¿<strong>en</strong>tonces<br />

porque me pegas? Entonces Anás lo <strong>en</strong>vío, atado a Caifás el sumo sacerdote. Entre tanto, Pedro seguía<br />

allí cal<strong>en</strong>tándose junto al fuego. Le preguntaron: - ¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre? Pedro<br />

lo negó dici<strong>en</strong>do: -No, no lo soy. Luego le pregunto uno de los criados del sumo sacerdote, pari<strong>en</strong>te del<br />

hombre a qui<strong>en</strong> Pedro le había cortado la oreja: -¿No te vi con el <strong>en</strong> él huerto? Pedro lo negó otra vez, y<br />

<strong>en</strong> ese mismo instante canto el gallo.<br />

Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano, como ya com<strong>en</strong>zaba a<br />

amanecer, los judíos no <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> el palacio, pues de lo contrario faltarían a las leyes sobre la pureza<br />

ritual y <strong>en</strong>tonces no podrían comer la c<strong>en</strong>a de Pascua. Por eso Pilato salió a hablarles; les dijo: -¿De qué<br />

acusan a este hombre? -si no fuera un criminal -le contestaron-, no te lo habríamos <strong>en</strong>tregado. Pilato les<br />

dijo: Lév<strong>en</strong>selo ustedes, y júzgu<strong>en</strong>lo conforme a su propia ley. Los judíos contestaron: - Pero los judíos<br />

no t<strong>en</strong>emos el derecho de dar muerte a nadie. Así se cumplió Lo que Jesús había dicho sobre la manera<br />

<strong>en</strong> que t<strong>en</strong>dría que morir. Pilato volvió a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el palacio, llamo a Jesús y le pregunto: -¿Eres tu el<br />

Rey de los judíos? Jesús le dijo: -¿Eso lo preguntas tu por tu cu<strong>en</strong>ta, o porque otros te lo han dicho de<br />

mi? Le contesto Pilato: ¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes son los que<br />

te han <strong>en</strong>tregado a mi. ¿Qué has hecho?<br />

Jesús le contesto: -Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, t<strong>en</strong>dría g<strong>en</strong>te a mi servicio que<br />

pelearía para que no fuera <strong>en</strong>tregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Le pregunto <strong>en</strong>tonces<br />

Pilato: -¿Así que tú eres rey? Jesús le contesto: -Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para<br />

decirles lo que es la verdad. Y todos los que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a la verdad, me escuchan. Pilato le dijo: -<br />

¿Y que es la verdad? después de hacer esa pregunta. Pilato salió otra vez hablar con los judíos, y<br />

les dijo. Yo no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro ningún delito <strong>en</strong> este hombre. Pero ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la costumbre de que yo les<br />

suelte un preso durante la fiesta de la Pascua: ¿quier<strong>en</strong> que les deje libre al Rey de los Judíos? Todos<br />

volvieron a gritar: - ¡A ése no! ¡Suelta a Barrabás! Y Barrabás era un bandido<br />

Pilatos tomo <strong>en</strong>tonces a Jesús y mando azotarlo. Los soldados tr<strong>en</strong>zaron una corona de espinas, la<br />

pusieron <strong>en</strong> ala cabeza de Jesús, y lo vistieron con una capa de color rojo obscuro. Luego se acercaron a<br />

el dici<strong>en</strong>do: ¡Viva el Rey de los judíos! Y le pegaban <strong>en</strong> la cara. Pilato volvió a salir, y les dijo: - Mir<strong>en</strong>,<br />

lo he sacado para que se d<strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta de que no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro <strong>en</strong> él ningún delito. Salió, pues, Jesús, con la<br />

corona de espinas <strong>en</strong> la cabeza y vestido con aquella capa de color rojo obscuro. Pilato dijo: - ¡Ahí<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> a este hombre! Cuando lo vieron los jefes de los sacerdotes y los guardianes del templo,<br />

com<strong>en</strong>zaron a gritar: -¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! Pilatos les dijo: -Pues llév<strong>en</strong>selo y crucifíqu<strong>en</strong>lo ustedes,<br />

porque yo no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro ningún delito <strong>en</strong> él.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 81


Viernes Santo<br />

. Los judíos le contestaron: -Nosotros t<strong>en</strong>emos una ley, y según nuestra ley debe morir,<br />

porque porque se ha hecho pasar por el Hijo de Dios. Al oír esto Pilato tuvo más miedo todavía.<br />

Entro de nuevo <strong>en</strong> el palacio y le pregunto a Jesús: ¿De donde eres tú? Pro Jesús no le contesto<br />

nada. Pilato le dijo: ¿ y es que no me vas a contestar? ¿No sabes que t<strong>en</strong>go autoridad para<br />

crucificarte, lo mismo que para ponerte <strong>en</strong> libertad ? Entonces Jesús le contesto: -No t<strong>en</strong>drías<br />

ninguna autoridad sobre mi, si Dios no te la hubiera dado; por eso, el que me <strong>en</strong>trego a ti es más<br />

culpable de pecado que tú. Desde aquel mom<strong>en</strong>to, Pilato buscaba la manera de dejar libre a<br />

Jesús; pero los judíos le gritaron: -¡ Si lo dejas libre, no eres amigo del emperador! ¡Cualquiera<br />

que se hace rey, es <strong>en</strong>emigo del emperador! Pilato, al oír esto, ord<strong>en</strong>o que sacaran a Jesús, y<br />

luego se s<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> el tribunal, <strong>en</strong> el lugar que <strong>en</strong> hebreo se llamaba Gabata, que quiere decir el<br />

Empedrado. Era el día antes de la Pascua, como al mediodía. Pilato dijo a los judíos:<br />

-¡Ahí ti<strong>en</strong><strong>en</strong> a su rey! Pero ellos gritaron: -¡Muera! ¡Muera! ¡Crucifícalo! Pilato les<br />

pregunto: ¿A caso voy a crucificar a su rey? Y los Jefes de los sacerdotes le contestaron: -<br />

¡Nosotros no t<strong>en</strong>emos más rey que el emperador!<br />

Entonces Pilato les <strong>en</strong>trego a Jesús para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron. Jesús<br />

salió llevando su cruz, para ir al llamado “Lugar de la calavera” (que <strong>en</strong> hebreo se llama<br />

Golgota). Ahí lo crucificaron y con el a otros dos, uno a cada lado. Pilato mando poner sobre la<br />

cruz un letrero, que decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos.” Muchos leyeron aquel letrero,<br />

porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito <strong>en</strong><br />

hebreo, latín y griego. Por eso, los jefes de los sacerdotes judíos dijeron a Pilato: -No escribas:<br />

‘Rey de los judíos’, sino escribe: ‘El que dice ser Rey de los judíos’. Pero Pilato les contesto: -<br />

Lo que he escrito, escrito queda. Después que los soldados crucificaron a Jesús, recogieron su<br />

ropa y la repartieron <strong>en</strong> cuatro partes, una para cada soldado. tomaron también la túnica, pero<br />

como era sin costura, tejida de arriba a abajo de una sola pieza, los soldados dijeron unos a otros:<br />

-No la rompamos, sino hechemosla a suertes a ver a qui<strong>en</strong> le toca. Así se cumplió la Escritura<br />

que dice: “Se repartieron <strong>en</strong>tre si mi ropa. y echaron a suerte mi túnica.” Esto fue lo que<br />

hicieron los soldados.<br />

Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre, María, esposa de<br />

Cleofas, y María Magdal<strong>en</strong>a. Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a qui<strong>en</strong> el<br />

quería mucho, dijo a tu madre: -Mujer , ahí ti<strong>en</strong>es a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: -Ahí<br />

ti<strong>en</strong>es a tu madre. Desde <strong>en</strong>tonces ese discípulo la recibió <strong>en</strong> su casa. Después de esto, como<br />

Jesús sabia que ya todo se había cumplido y para que se cumpliera la escritura, dijo: T<strong>en</strong>go sed.<br />

Había ahí un jarro de vino agrio. Empaparon una esponja <strong>en</strong> el vino, la ataron a una rama de<br />

hisopo y se la acercaron a la boca . Jesús bebió el vino agrio, y dijo: -Todo esta cumplido.<br />

Luego inclino la cabeza y murió.<br />

Era el día antes de la Pascua, y los judíos no querían que los cuerpos quedaran <strong>en</strong> las cruces<br />

durante el día de reposo, pues precisam<strong>en</strong>te aquel día de reposo era muy solemne. Por eso le pidieron a<br />

Pilatos que ord<strong>en</strong>ara quebrar las piernas de los crucificados y que quitara de ahí los cuerpos. Los<br />

soldados fueron <strong>en</strong>tonces y les quebraron las piernas al primero, y también al otro que estaba crucificado<br />

junto a Jesús. Pero al acercarse a Jesús vieron que ya estaba muerto. Por eso no le quebraron las piernas.<br />

Sin embargo, uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al mom<strong>en</strong>to salió sangre y agua. El<br />

que cu<strong>en</strong>ta esto es uno que lo vio, y dice la verdad; él sabe que dice la verdad, para que ustedes también<br />

crean. Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura que dice: “No le quebraran<br />

ningún hueso.” Y <strong>en</strong> otra parte dice: “Miraran al que traspasaron.”<br />

EL Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 82 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE CUARESMA<br />

COLECTA<br />

Sábado Santo<br />

Oh Dios, Creador de cielo y tierra: Concede que, así como el cuerpo crucificado de tu<br />

amado Hijo fue puesto <strong>en</strong> el sepulcro y descansó <strong>en</strong> este Sábado Santo, de la misma manera<br />

aguardemos con él la v<strong>en</strong>ida del tercer día, y resucitemos con él a la vida nueva; qui<strong>en</strong> vive<br />

ahora y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Job 14:1-14<br />

El hombre nacido de mujer, ti<strong>en</strong>e una vida corta y ll<strong>en</strong>a de zozobras. Es como una flor<br />

que se abre y luego se marchita; pasa y desaparece como una sombra. ¿Y <strong>en</strong> este hombre has<br />

puesto los ojos, y contra él quieres <strong>en</strong>tablar un juicio? No hay nadie que pueda sacar pureza de<br />

la impureza. Si tú eres qui<strong>en</strong> determina cuánto ha de vivir el hombre, y le pones un límite que no<br />

puede pasar, aparta de él tus ojos y déjalo <strong>en</strong> paz; ¡déjalo disfrutar de su vida de asalariado!<br />

Cuando se corta un árbol, queda aún la esperanza de que retoñe y de que jamás le falt<strong>en</strong><br />

r<strong>en</strong>uevos. Aunque ya esté vieja la raíz y el tronco se esté pudri<strong>en</strong>do <strong>en</strong> el suelo, al s<strong>en</strong>tir la<br />

frescura del agua, reverdecerá; echará ramas como una planta tierna. En cambio, el hombre<br />

muere sin remedio; y al morir, ¿a dónde va? El agua del mar podrá evaporarse, y los ríos<br />

quedarse secos; pero mi<strong>en</strong>tras el cielo exista, el hombre no se levantará de su tumba, no<br />

despertará de su sueño. ¡Ojalá me escondieras <strong>en</strong> el reino de la muerte mi<strong>en</strong>tras pasa tu ira, y<br />

fijaras un plazo para acordarte de mí! Si un hombre muere, ¿volverá a vivir? Yo esperaría todo el<br />

tiempo que durara mi servicio hasta que viniera el alivio de mis p<strong>en</strong>as.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 31:1-5 (Página 521 L.O.C.)<br />

l. En ti, oh Señor, he esperado;<br />

no sea yo avergonzado jamás;*<br />

líbrame <strong>en</strong> tu justicia.<br />

2. Inclina a mí tu oído;*<br />

apresúrate a librarme.<br />

3. Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme;<br />

porque tú eres mi risco y mi castillo;*<br />

por tu Nombre me guiarás y me <strong>en</strong>caminarás.<br />

4. Me sacarás de la red que han escondido para mí,*<br />

pues tú eres mi refugio.<br />

5. En tu mano <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>do mi espíritu;*<br />

tú me has redimido, oh Señor, Dios de la verdad.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 83


Sábado Santo<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Pedro: 4:1-8<br />

Por eso, así como Cristo sufrió <strong>en</strong> su cuerpo, ustedes también deb<strong>en</strong> estar dispuestos a<br />

sufrir. Pues el que ha sufrido <strong>en</strong> el cuerpo ha roto con el pecado, para vivir el resto de su vida<br />

conforme a la voluntad de Dios y no conforme a los deseos humanos. Por mucho tiempo<br />

hicieron ustedes las mismas cosas que hac<strong>en</strong> los paganos, pues vivían <strong>en</strong>tonces <strong>en</strong> vicios, malos<br />

deseos, borracheras y banquetes ruidosos, bebi<strong>en</strong>do con exceso y adorando ídolos abominables.<br />

Ahora, como ustedes ya no los acompañan <strong>en</strong> los excesos de su mala vida, ellos se extrañan y<br />

hablan mal de ustedes. Pero ellos t<strong>en</strong>drán que r<strong>en</strong>dir cu<strong>en</strong>tas ante aquel que está preparado para<br />

juzgar a los vivos y a los muertos. Pues a los que están muertos se les predicó el m<strong>en</strong>saje, para<br />

que pudieran vivir <strong>en</strong> el espíritu, según Dios, aunque <strong>en</strong> este mundo hubieran sido juzgados <strong>en</strong> el<br />

cuerpo, según los hombres.<br />

Ya se acerca el fin de todas las cosas. Por eso, sean ustedes juiciosos y dedíqu<strong>en</strong>se<br />

seriam<strong>en</strong>te a la oración. Haya sobre todo mucho amor <strong>en</strong>tre ustedes, porque el amor perdona<br />

muchos pecados.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Mateo 27:57-66<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti Cristo Señor!<br />

Cuando ya anochecía, llegó un hombre rico llamado José, natural de Arimatea, que también se<br />

había hecho seguidor de Jesús. José fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato ord<strong>en</strong>ó que se<br />

lo dieran, y José tomó el cuerpo, lo <strong>en</strong>volvió <strong>en</strong> una sábana de lino limpia y lo puso <strong>en</strong> un sepulcro nuevo,<br />

de su propiedad, que había hecho cavar <strong>en</strong> la roca. Después de tapar la <strong>en</strong>trada del sepulcro con una gran<br />

piedra, se fue. Pero María Magdal<strong>en</strong>a y la otra María se quedaron s<strong>en</strong>tadas fr<strong>en</strong>te al sepulcro.<br />

Al día sigui<strong>en</strong>te, es decir, el día de reposo, los jefes de los sacerdotes y los fariseos fueron juntos<br />

a ver a Pilato, y le dijeron: -Señor, recordamos que aquel m<strong>en</strong>tiroso, cuando aún vivía, dijo que después<br />

de tres días iba a resucitar. Por eso, mande usted asegurar el sepulcro hasta el tercer día, no sea que<br />

v<strong>en</strong>gan de noche sus discípulos y rob<strong>en</strong> el cuerpo, y después digan a la g<strong>en</strong>te que ha resucitado. En tal<br />

caso, la última m<strong>en</strong>tira sería peor que la primera.<br />

Pilato les dijo: -Ahí ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ustedes soldados de guardia. Vayan y asegur<strong>en</strong> el sepulcro lo mejor<br />

que puedan. Fueron, pues, y aseguraron el sepulcro poni<strong>en</strong>do un sello sobre la piedra que lo tapaba; y<br />

dejaron allí los soldados de guardia.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo Te Alabamos, Cristo Señor<br />

O<br />

San Juan l9:38-42<br />

Después de esto, José, el de Arimatea, pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús.<br />

José era un seguidor de Jesús, aunque <strong>en</strong> secreto por miedo a los judíos. Pilato le dio permiso, y José fue<br />

y se llevó el cuerpo. También Nicodemo, el que una noche fue a hablar con Jesús, llegó con unos treinta<br />

kilos de un perfume, mezcla de mirra y áloe. Así pues, José y Nicodemo tomaron el cuerpo de Jesús y lo<br />

<strong>en</strong>volvieron con v<strong>en</strong>das empapadas <strong>en</strong> aquel perfume, según la costumbre que sigu<strong>en</strong> los judíos para<br />

<strong>en</strong>terrar a los muertos. En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y <strong>en</strong> el huerto un sepulcro<br />

nuevo donde todavía no habían puesto a nadie. Allí pusieron el cuerpo de Jesús, porque el sepulcro estaba<br />

cerca y porque ya iba a empezar el día de reposo de los judíos.<br />

Página 84 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Día de Pascua<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te, que por medio de tu Hijo unigénito Jesucristo has v<strong>en</strong>cido la muerte y<br />

nos abriste la puerta de la vida eterna: Concede a los que celebramos con gozo el día de la<br />

resurrección del Señor, que seamos resucitados de la muerte del pecado por tu Espíritu<br />

vivificador; mediante Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un<br />

solo Dios ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Hechos 10:34-43<br />

Pedro <strong>en</strong>tonces com<strong>en</strong>zó a hablar, y dijo: -Ahora <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do de que de veras Dios no hace<br />

difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre una persona y otra, sino que <strong>en</strong> cualquier nación acepta a los que lo rever<strong>en</strong>cian<br />

y hac<strong>en</strong> lo bu<strong>en</strong>o. Dios hablo a los desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de Israel, anunciando el m<strong>en</strong>saje de paz por<br />

medio de Jesucristo, que es el Señor de todos. Ustedes bi<strong>en</strong> sab<strong>en</strong> lo que paso <strong>en</strong> toda la tierra de<br />

los judíos, com<strong>en</strong>zando <strong>en</strong> Galilea, después que Juan proclamo que era necesario bautizarse.<br />

Sab<strong>en</strong> que Dios ll<strong>en</strong>o de poder y de Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y que Jesús anduvo<br />

haci<strong>en</strong>do bi<strong>en</strong> y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo.<br />

Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él, y nosotros somos testigos de todo lo que<br />

hizo Jesús <strong>en</strong> la región de Judea y <strong>en</strong> Jerusalén. Después lo mataron, colgándolo <strong>en</strong> una cruz.<br />

Pero Dios lo resucito al tercer día, e hizo que se nos apareciera a nosotros. No se apareció a todo<br />

el pueblo, sino a nosotros, a qui<strong>en</strong> Dios había escogido de antemano como testigos. Nosotros<br />

comimos y bebimos con él después que resucito. Y él nos <strong>en</strong>vió a anunciarle al pueblo que Dios<br />

lo ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. Todos los profetas habían hablado ya de<br />

Jesús, y habían dicho que qui<strong>en</strong>es cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> él recib<strong>en</strong> por medio de él el perdón de los pecados.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 118:14-17,22-24 (Página 653 L.O.C.)<br />

14. Mi fuerza y mi refugio es el Señor,*<br />

y él me ha sido por salvación.<br />

15. Hay voz de jubilo y victoria,*<br />

<strong>en</strong> las ti<strong>en</strong>das de los justos.<br />

16. “¡La diestra del Señor ha triunfado!*<br />

¡La diestra del Señor es excelsa!<br />

¡La diestra del Señor ha triunfado!<br />

17. No he de morir, sino que vivire,*<br />

y contare las hazañas del Señor.<br />

22. La misma piedra que desecharon los edificadores,*<br />

ha v<strong>en</strong>ido hacer la cabeza del ángulo.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 85


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

23. Esto es lo que ha hecho el Señor;*<br />

y es maravilloso a nuestros ojos.<br />

24. Este es el día <strong>en</strong> que actuó el Señor;*<br />

regocijémonos y alegrémonos <strong>en</strong> él.<br />

EPÍSTOLA<br />

Colos<strong>en</strong>ses 3:1-4<br />

Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busqu<strong>en</strong> las cosas del cielo,<br />

donde Cristo esta s<strong>en</strong>tado a la derecha de Dios. Pi<strong>en</strong>s<strong>en</strong> <strong>en</strong> las cosas del cielo no <strong>en</strong> las de la<br />

tierra. Pues ustedes murieron, y ahora su vida esta escondida con Cristo <strong>en</strong> Dios. Cristo mismo<br />

es la vida de ustedes. Cuando el aparezca, ustedes también aparecerán con él y t<strong>en</strong>drán parte <strong>en</strong><br />

su gloria.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 16:1-8<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Pasado el día de reposo, María Magdal<strong>en</strong>a la madre de Santiago, y Salomé, compraron<br />

perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús. Y el primer día de la semana fueron al sepulcro muy<br />

temprano, ap<strong>en</strong>as salido el sol, diciéndose unas a otras:<br />

-¿Qui<strong>en</strong> nos quitara la piedra de la <strong>en</strong>trada del sepulcro? Pero al mirar, vieron que la gran<br />

piedra que tapaba el sepulcro y ya no estaba <strong>en</strong> su lugar. Cuando <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> el sepulcro vieron,<br />

vieron s<strong>en</strong>tado al lado derecho, a un jov<strong>en</strong> vestido con una larga ropa blanca. Las mujeres se<br />

asustaron, pero él les dijo:<br />

-No se asust<strong>en</strong>. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. Ha<br />

resucitado; no esta aquí. Mir<strong>en</strong> el lugar donde lo pusieron. Vayan y digan a sus discípulos, y a<br />

Pedro: ‘Él va a ir a Galilea antes que ustedes; allí lo verán, tal como les dijo.’<br />

Entonces las mujeres salieron huy<strong>en</strong>do del sepulcro, pues estaban temblando, asustadas.<br />

y no dijeron nada nadie, porque t<strong>en</strong>ían miedo.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 86 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Lunes de Pascua<br />

Concéd<strong>en</strong>os, te suplicamos, Dios omnipot<strong>en</strong>te, que qui<strong>en</strong>es celebramos con rever<strong>en</strong>cia la<br />

fiesta Pascual, seamos hallados dignos de alcanzar los goces eternos; por Jesucristo nuestro<br />

Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

EPÍSTOLA<br />

Los Hechos 2:14,22-32<br />

Entonces Pedro se puso de pie junto con los otros once apóstoles, y con voz fuerte dijo:<br />

"Judíos y todos los que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> Jerusalén, sepan ustedes esto y oigan bi<strong>en</strong> lo que les voy a decir.<br />

"Escuch<strong>en</strong>, pues, israelitas, lo que voy a decir: Como ustedes sab<strong>en</strong> muy bi<strong>en</strong>, Jesús de<br />

Nazaret fue un hombre a qui<strong>en</strong> Dios aprobó ante ustedes, haci<strong>en</strong>do por medio de él grandes<br />

maravillas, milagros y señales. Sin embargo, cuando él fue <strong>en</strong>tregado <strong>en</strong> manos de ustedes,<br />

conforme a los planes y propósitos que Dios t<strong>en</strong>ía hechos de antemano, ustedes lo arrestaron y lo<br />

mataron, crucificándolo por medio de hombres malvados. Pero Dios lo resucitó, liberándolo de<br />

los dolores de la muerte, porque la muerte no podía t<strong>en</strong>erlo dominado.<br />

El rey David, refiriéndose a Jesús, dijo: 'Yo veía siempre al Señor delante de mí; con él a<br />

mi derecha, nada me hará caer. Por eso se alegra mi corazón, y mi l<strong>en</strong>gua canta ll<strong>en</strong>a de gozo.<br />

Todo mi ser vivirá confiadam<strong>en</strong>te, porque no me dejarás <strong>en</strong> el sepulcro ni permitirás que se<br />

descomponga el cuerpo de tu santo siervo. Me mostraste el camino de la vida, y me ll<strong>en</strong>arás de<br />

alegría con tu pres<strong>en</strong>cia.<br />

"Hermanos, permítanme decirles con franqueza que nuestro antepasado David murió y<br />

fue <strong>en</strong>terrado, y que su sepulcro está todavía <strong>en</strong>tre nosotros. Pero David era profeta, y sabía que<br />

Dios le había prometido con juram<strong>en</strong>to que pondría por rey a uno de sus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes. Así que,<br />

como si ya lo estuviera vi<strong>en</strong>do, David habló de la resurrección del Mesías, y dijo que éste no se<br />

quedaría <strong>en</strong> el sepulcro ni su cuerpo se descompondría. Pues bi<strong>en</strong>, Dios ha resucitado a ese<br />

mismo Jesús, y de ello todos nosotros somos testigos.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 118:19-24 (Pagina 653 L.O.C.)<br />

l9. Ábranme las puertas de justicia;*<br />

<strong>en</strong>traré por ellas, y daré gracias al Señor.<br />

20. "Esta es la puerta del Señor;*<br />

por ella <strong>en</strong>trarán los justos".<br />

2l. Daré gracias porque me respondiste,*<br />

y me has sido de salvación.<br />

22. La misma piedra que desecharon los edificadores,*<br />

ha v<strong>en</strong>ido a ser la cabeza del ángulo.<br />

23. Esto es lo que ha hecho el Señor,*<br />

y es maravilloso a nuestros ojos.<br />

24. Este es el día <strong>en</strong> que actuó el Señor;*<br />

regocijémonos y alegrémonos <strong>en</strong> él.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 87


Lunes de Pascua<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Mateo 28:9-l5<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

En eso, Jesús se pres<strong>en</strong>tó ante ellas y las saludó. Ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron,<br />

abrazándole los pies, y él les dijo: -No t<strong>en</strong>gan miedo. Vallan a decir a mis hermanos que se<br />

dirijan a Galilea, y que allá me verán.<br />

Mi<strong>en</strong>tras iban las mujeres, algunos soldados de la guardia llegaron a la ciudad y contaron<br />

a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado. Estos jefes fueron a hablar con los<br />

ancianos, para ponerse de acuerdo con ellos. Y dieron mucho dinero a los soldados, a qui<strong>en</strong>es<br />

advirtieron: -<br />

-Ustedes digan que durante la noche, mi<strong>en</strong>tras ustedes dormían, los discípulos de Jesús<br />

vinieron y robaron el cuerpo. Y si el gobernador se <strong>en</strong>tera de esto, nosotros lo conv<strong>en</strong>ceremos, y<br />

a ustedes les evitaremos dificultades.<br />

Los soldados recibieron el dinero e hicieron lo que se les había dicho. Y ésta es la<br />

explicación que hasta el día de hoy circula <strong>en</strong>tre los judíos.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 88 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Martes de Pascua<br />

Oh Dios, que por la gloriosa resurrección de tu Hijo Jesucristo destruiste la muerte y nos<br />

alumbraste con vida e inmortalidad: Concede a los que hemos resucitado con él, que habitemos<br />

<strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia, y nos gocemos <strong>en</strong> la esperanza de la gloria eterna; por Jesucristo nuestro Señor,<br />

a qui<strong>en</strong> contigo y el Espíritu Santo, sea el dominio y la alabanza, por los siglos de los siglos.<br />

Amén.<br />

EPÍSTOLA<br />

Los Hechos 2:36-4l<br />

"Sepa todo el pueblo de Israel, con toda seguridad, que a este mismo Jesús a qui<strong>en</strong><br />

ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías." Cuando los allí reunidos oyeron esto, se<br />

afligieron profundam<strong>en</strong>te, y preguntaron a Pedro y a los otros apóstoles: - Hermanos, ¿qué<br />

debemos hacer? Pedro les contestó: -Vuélvanse a Dios y bautícese cada uno <strong>en</strong> el nombre de<br />

Jesucristo, para que Dios les perdone sus pecados, y así él les dará el Espíritu Santo.<br />

Esta promesa es para ustedes y para sus hijos, y también para todos los que están lejos; es<br />

decir, para todos aquellos a qui<strong>en</strong>es el Señor nuestro Dios quiera llamar. Con estas y otras<br />

palabras, Pedro les habló y les aconsejó, diciéndoles:<br />

-¡Apárt<strong>en</strong>se de esta g<strong>en</strong>te perversa! Así pues, los que hicieron caso de su m<strong>en</strong>saje fueron<br />

bautizados; y aquel día se agregaron a los crey<strong>en</strong>tes unas tres mil personas.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 33:18-22 (Página 525 L.O.C.)<br />

l8. He aquí el ojo del Señor sobre los que le tem<strong>en</strong>,*<br />

sobre los que esperan <strong>en</strong> su misericordia;<br />

l9. Para arrancar sus vidas de la muerte,*<br />

y para sust<strong>en</strong>tarles <strong>en</strong> tiempo de hambre.<br />

20. Nuestra alma espera al Señor;*<br />

nuestra ayuda y nuestro escudo es él.<br />

2l. Por tanto <strong>en</strong> él se alegra nuestro corazón,*<br />

porque <strong>en</strong> su santo Nombre confiamos.<br />

22. Sea tu misericordia, oh Señor, sobre nosotros,*<br />

según ponemos nuestra confianza <strong>en</strong> ti.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 89


Martes de Pascua<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 20:11-18<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

María se quedó afuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó<br />

para mirar d<strong>en</strong>tro, y vio dos ángeles vestidos de blanco, s<strong>en</strong>tados donde había estado el cuerpo de<br />

Jesús; uno a la cabecera y otro a los pies. Los ángeles le preguntaron: -Mujer, ¿por qué lloras?<br />

Ella les dijo: -Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto. Ap<strong>en</strong>as dijo esto,<br />

volvió la cara y vio allí a Jesús, pero no sabía que era él.<br />

Jesús le preguntó: -Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, p<strong>en</strong>sando que era el<br />

que cuidaba el huerto, le dijo: -Señor, si usted se lo ha llevado, dígame donde lo ha puesto, para<br />

que yo vaya a buscarlo. Jesús <strong>en</strong>tonces le dijo:<br />

-¡María! Ella se volvió y le dijo <strong>en</strong> hebreo: -¡Rabuni! (que quiere decir: "Maestro").<br />

Jesús le dijo: -Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre. Pero ve y di a mis<br />

hermanos que voy a reunirme con el que es mi Padre y Padre de ustedes, mi Dios y Dios de<br />

ustedes. Entonces María Magdal<strong>en</strong>a fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y<br />

también les contó lo que él le había dicho.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 90 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Miércoles de Pascua<br />

Oh Dios, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo se dio a conocer a sus discípulos <strong>en</strong> la fracción del pan: Abre<br />

los ojos de nuestra fe, para que podamos contemplarle <strong>en</strong> toda su obra red<strong>en</strong>tora; qui<strong>en</strong> vive y<br />

reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

EPÍSTOLA<br />

Los Hechos 3:1-10<br />

Un día, Pedro y Juan fueron al templo a las tres de la tarde, que era la hora de la oración.<br />

Allí, <strong>en</strong> el templo, estaba un hombre cojo de nacimi<strong>en</strong>to, al cual llevaban todos los días y lo<br />

ponían junto a la puerta llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que <strong>en</strong>traban.<br />

Cuando el cojo vio a Pedro y a Juan, que estaban a punto de <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el templo, les pidió una<br />

limosna.<br />

Ellos lo vieron, y Pedro le dijo: -Míranos. El hombre puso at<strong>en</strong>ción, crey<strong>en</strong>do que le iban<br />

a dar algo. Pero Pedro le dijo: -No t<strong>en</strong>go plata ni oro, pero lo que t<strong>en</strong>go te doy: <strong>en</strong> el nombre de<br />

Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Dicho esto, Pedro lo tomó por la mano derecha y lo<br />

levantó, y <strong>en</strong> el acto cobraron fuerzas sus pies y sus tobillos. El cojo se puso <strong>en</strong> pie de un salto y<br />

com<strong>en</strong>zó a andar; luego <strong>en</strong>tró con ellos <strong>en</strong> el templo, por su propio pie, brincando y alabando a<br />

Dios. Todos los que lo vieron andar y alabar a Dios, se ll<strong>en</strong>aron de asombro y de temor por lo<br />

que le había pasado, ya que conocían al hombre y sabían que era el mismo que se s<strong>en</strong>taba a pedir<br />

limosna <strong>en</strong> el templo, <strong>en</strong> la puerta llamada la Hermosa.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 105:1-8 (Página 631 L.O.C.)<br />

l. D<strong>en</strong> gracias al Señor, invoqu<strong>en</strong> su Nombre;*<br />

d<strong>en</strong> a conocer sus hazañas <strong>en</strong>tre los pueblos.<br />

2. Cánt<strong>en</strong>le, cánt<strong>en</strong>le alabanzas;*<br />

habl<strong>en</strong> de todas sus obras maravillosas.<br />

3. Glorí<strong>en</strong>se <strong>en</strong> su santo Nombre;*<br />

alégrese el corazón de los que buscan al Señor.<br />

4. Busqu<strong>en</strong> al Señor y su poder;*<br />

busqu<strong>en</strong> continuam<strong>en</strong>te su rostro.<br />

5. Acuérd<strong>en</strong>se de las maravillas que él ha hecho,*<br />

de los prodigios y de los juicios de su boca,<br />

6. Oh vástago de Abrahan, su siervo,*<br />

oh hijos de Jacob, su escogido.<br />

7. Él es el Señor nuestro Dios;*<br />

por todo el mundo prevalec<strong>en</strong> sus juicios.<br />

8. Se acuerda eternam<strong>en</strong>te de su pacto,*<br />

la promesa que hizo para mil g<strong>en</strong>eraciones.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 91


Miércoles de Pascua<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 24:l3-35<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Aquel mismo día, dos de los discípulos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos<br />

once kilómetros de Jerusalén. Iban hablando de todo lo que había pasado. Mi<strong>en</strong>tras conversaban<br />

y discutían, Jesús mismo se acercó y com<strong>en</strong>zó a caminar con ellos. Pero aunque lo veían, algo<br />

les impedía darse cu<strong>en</strong>ta de quién era.<br />

Jesús les preguntó: -¿De qué van hablando ustedes por el camino? Se detuvieron tristes,<br />

y uno de ellos, que se llamaba Cleofas, contestó: -¿Eres tú el único que ha estado alojado <strong>en</strong><br />

Jerusalén y que no sabe lo que ha pasado allí <strong>en</strong> estos días? Él les preguntó: -¿Qué ha pasado?<br />

Le dijeron: -Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso <strong>en</strong> hechos y <strong>en</strong> palabras delante<br />

de Dios y de todo el pueblo; y cómo los jefes de los sacerdotes y nuestras autoridades lo<br />

<strong>en</strong>tregaron para que lo cond<strong>en</strong>aran a muerte y lo crucificaran. Nosotros t<strong>en</strong>íamos la esperanza de<br />

que él sería el que había de libertar a la nación de Israel. Pero ya hace tres días que pasó todo<br />

eso. Aunque algunas de las mujeres que están con nosotros nos han asustado, pues fueron de<br />

madrugada al sepulcro, y como no <strong>en</strong>contraron el cuerpo, volvieron a casa. Y cu<strong>en</strong>tan que unos<br />

ángeles se les han aparecido y les han dicho que Jesús vive. Algunos de nuestros compañeros<br />

fueron después al sepulcro y lo <strong>en</strong>contraron tal como las mujeres habían dicho, pero a Jesús no<br />

lo vieron.<br />

Entonces Jesús les dijo: -¡Qué faltos de compr<strong>en</strong>sión son ustedes y qué l<strong>en</strong>tos para creer<br />

todo lo que dijeron los profetas! ¿Acaso no t<strong>en</strong>ía que sufrir el Mesías estas cosas antes de ser<br />

glorificado? Luego se puso a explicarles todos los pasajes de las Escrituras que hablaban de él,<br />

com<strong>en</strong>zando por los libros de Moisés y sigui<strong>en</strong>do por todos los libros de los profetas. Al llegar al<br />

pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba a seguir adelante. Pero ellos lo obligaron a<br />

quedarse, dici<strong>en</strong>do:<br />

-Quédate con nosotros, porque ya es tarde. Se está haci<strong>en</strong>do de noche. Jesús <strong>en</strong>tró, pues,<br />

para quedarse con ellos. Cuando ya estaban s<strong>en</strong>tados a la mesa, tomó <strong>en</strong> sus manos el pan, y<br />

habi<strong>en</strong>do dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio. En ese mom<strong>en</strong>to se les abrieron los ojos y<br />

reconocieron a Jesús; pero él desapareció. Y se dijeron el uno al otro: -¿No es verdad que el<br />

corazón nos ardía <strong>en</strong> el pecho cuando nos v<strong>en</strong>ía hablando por el camino y nos explicaba las<br />

Escrituras?<br />

Sin esperar más, se pusieron <strong>en</strong> camino y volvieron a Jerusalén, donde <strong>en</strong>contraron<br />

reunidos a los once apóstoles y a sus compañeros, que les dijeron:<br />

-De veras ha resucitado el Señor, y se le ha aparecido a Simón. Entonces ellos dos les<br />

contaron lo que les había pasado <strong>en</strong> el camino, y como reconocieron a Jesús cuando partió el<br />

pan.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 92 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Jueves de Pascua<br />

Dios todopoderoso y eterno, que <strong>en</strong> el misterio Pascual has establecido el nuevo pacto de<br />

la reconciliación: Concede a todos los que nac<strong>en</strong> de nuevo <strong>en</strong> la comunión del Cuerpo de Cristo<br />

que manifiest<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus vidas lo que por fe profesan; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y<br />

reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

SALMO 114 (Página 648 L.O.C.)<br />

l. ¡Aleluya!<br />

Cuando salió Israel de Egipto,*<br />

la casa de Jacob de <strong>en</strong>tre un pueblo de idioma aj<strong>en</strong>o,<br />

2. Judá vino a ser el santuario de Dios,*<br />

e Israel su dominio.<br />

3. El mar lo vio, y huyó:*<br />

el Jordán se volvió atrás.<br />

4. Los montes saltaron como carneros,*<br />

y como corderos las colinas.<br />

5. ¿Qué te afligió, oh mar, que huiste,*<br />

y a ti, oh Jordán, que te volviste atrás?<br />

6. Oh montes, ¿por qué saltaron como carneros,*<br />

y como corderos, oh colinas?<br />

7. Tiembla, oh tierra, a la pres<strong>en</strong>cia de mi Soberano,*<br />

a la pres<strong>en</strong>cia del Dios de Jacob,<br />

8. Qui<strong>en</strong> cambió la peña <strong>en</strong> estanque de aguas,*<br />

y el pedernal <strong>en</strong> manantiales.<br />

<strong>Leccionario</strong> Domninical, <strong>Año</strong> B Página 93


Jueves de Pascua<br />

EPÍSTOLA<br />

Los Hechos 3:11-26<br />

El cojo que había sido sanado no soltaba a Pedro y a Juan. Toda la g<strong>en</strong>te, admirada, corrió a la<br />

parte del templo que se llama Pórtico de Salomón, donde ellos estaban. Pedro, al ver esto, les dijo: "¿Por<br />

qué se asombran ustedes, israelitas? ¿Por qué nos miran como si nosotros mismos hubiéramos sanado a<br />

este hombre y lo hubiéramos hecho andar por medio de algún poder nuestro o por nuestra devoción a<br />

Dios? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha dado el más alto<br />

honor a su siervo Jesús, a qui<strong>en</strong> ustedes <strong>en</strong>tregaron a las autoridades y a qui<strong>en</strong>, cuando Pilato quiso<br />

soltarlo, ustedes no lo permitieron. En vez de pedir la libertad de aquel que era santo y justo, ustedes<br />

pidieron que se soltara a un criminal. Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida. Pero Dios lo<br />

resucitó, y de esto nosotros somos testigos. Lo que ha hecho cobrar fuerzas a este hombre que ustedes<br />

v<strong>en</strong> y conoc<strong>en</strong>, es la fe <strong>en</strong> el nombre de Jesús. Esa fe <strong>en</strong> Jesús es la que le ha hecho sanar complem<strong>en</strong>te,<br />

como todos ustedes pued<strong>en</strong> ver.<br />

"Ya sé, hermanos, que cuando ustedes y sus jefes mataron a Jesús, lo hicieron sin saber <strong>en</strong><br />

realidad lo que estaban haci<strong>en</strong>do. Pero Dios cumplió de este modo lo que antes había anunciado por<br />

medio de todos sus profetas que su Mesías t<strong>en</strong>ía que morir. Por eso, vuélvanse ustedes a Dios y<br />

conviértanse, para que él les borre sus pecados. Quizás <strong>en</strong>tonces el Señor les mande tiempos de alivio,<br />

<strong>en</strong>viándoles a Jesús, a qui<strong>en</strong> desde el principio había escogido como Mesías para ustedes. Aunque por<br />

ahora Jesucristo debe permanecer <strong>en</strong> el cielo hasta que Dios ponga <strong>en</strong> ord<strong>en</strong> todas las cosas, como dijo<br />

por medio de sus santos profetas que vivieron <strong>en</strong> los tiempos antiguos. Moisés anunció a nuestros<br />

antepasados: 'El Señor su Dios hará que salga de <strong>en</strong>tre ustedes un profeta como yo. Obedézcanlo <strong>en</strong> todo<br />

lo que les diga, porque todo aquel que no haga caso a ese profeta, será eliminado del pueblo.'<br />

"Y todos los profetas, desde Samuel <strong>en</strong> adelante, hablaron también de estos días. Ustedes son<br />

herederos de las promesas que Dios hizo por medio de los profetas, y son también herederos del pacto<br />

hecho por Dios con nuestros antepasados. Pues Dios le dijo a Abraham: 'Todas las naciones del mundo<br />

serán b<strong>en</strong>decidas por medio de tus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.' Cuando Dios resucitó a su Hijo, lo <strong>en</strong>vió primero a<br />

ustedes, para b<strong>en</strong>decirlos, para que cada uno de ustedes se convierta de su maldad."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 24:36b-48<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Estaban todavía hablando de estas cosas, cuando Jesús se puso <strong>en</strong> medio de ellos y los saludó<br />

dici<strong>en</strong>do: -Paz a ustedes. Ellos se asustaron mucho, p<strong>en</strong>sando que estaban vi<strong>en</strong>do un espíritu. Pero Jesús<br />

les dijo: -¿Por qué están asustados? ¿Por qué ti<strong>en</strong><strong>en</strong> esas dudas <strong>en</strong> su corazón? Mir<strong>en</strong> mis manos y mis<br />

pies. Soy yo mismo. Tóqu<strong>en</strong>me y vean: un espíritu no ti<strong>en</strong>e carne ni huesos, como ustedes v<strong>en</strong> que t<strong>en</strong>go<br />

yo.<br />

Al decirles esto, les <strong>en</strong>señó las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo, a causa<br />

de la alegría y el asombro que s<strong>en</strong>tían. Jesús les preguntó:<br />

-¿Ti<strong>en</strong><strong>en</strong> aquí algo que comer? Le dieron un pedazo de pescado asado, y él lo aceptó y lo comió<br />

<strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia. Luego les dijo: -Lo que me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía<br />

con ustedes: que había de cumplirse todo lo que está escrito de mí <strong>en</strong> la ley de Moisés, <strong>en</strong> los libros de los<br />

profetas y <strong>en</strong> los salmos. Entonces hizo que <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dieran las Escrituras, y les dijo: -<br />

-Está escrito que el Mesías t<strong>en</strong>ía que morir, y resucitar al tercer día. En su nombre, y com<strong>en</strong>zando<br />

desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para que sus pecados les<br />

sean perdonados. Ustedes son testigos de estas cosas.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 94 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Viernes de Pascua<br />

Padre todopoderoso, que <strong>en</strong>tregaste a tu único Hijo para morir por nuestros pecados y<br />

resucitar para nuestra justificación: Danos gracia para desechar la levadura de malicia e<br />

iniquidad, de tal modo que te sirvamos siempre con pureza de vida y verdad; por Jesucristo tu<br />

Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por<br />

siempre. Amén.<br />

EPÍSTOLA<br />

Hechos 4:1-12<br />

Todavía Pedro y Juan estaban hablándole a la g<strong>en</strong>te, cuando llegaron los sacerdotes, con<br />

el jefe de la guardia del templo y con los saduceos. Estaban <strong>en</strong>ojados porque Pedro y Juan<br />

<strong>en</strong>señaban a la g<strong>en</strong>te y decían que la resurrección de los muertos había quedado demostrada <strong>en</strong><br />

el caso de Jesús. Los arrestaron y, como ya era tarde, los metieron <strong>en</strong> la cárcel hasta el día<br />

sigui<strong>en</strong>te. Pero muchos de los que habían escuchado el m<strong>en</strong>saje, creyeron; y el número de<br />

crey<strong>en</strong>tes, contando solam<strong>en</strong>te los hombres, llegó a cerca de cinco mil. Al día sigui<strong>en</strong>te se<br />

reunieron <strong>en</strong> Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los maestros de la ley. Allí estaban<br />

también Anás, que era el sumo sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro y todos los que pert<strong>en</strong>ecían a<br />

la familia de los sumos sacerdotes. Ord<strong>en</strong>aron que les llevaran a Pedro y a Juan, y poniéndolos<br />

<strong>en</strong> medio de ellos les preguntaron:<br />

-¿Con qué autoridad, o <strong>en</strong> nombre de quién hac<strong>en</strong> ustedes estas cosas? Pedro, ll<strong>en</strong>o del<br />

Espíritu Santo, les contestó: -Jefes del pueblo y ancianos: ustedes nos preguntan acerca del bi<strong>en</strong><br />

hecho a un <strong>en</strong>fermo, para saber de qué manera ha sido sanado. Pues bi<strong>en</strong>, declaramos ante<br />

ustedes, para que lo sepa todo el pueblo de Israel, que este hombre que está aquí, delante de<br />

todos, ha sido sanado <strong>en</strong> el nombre de Jesucristo de Nazaret, el mismo a qui<strong>en</strong> ustedes<br />

crucificaron y a qui<strong>en</strong> Dios resucitó. Este Jesús es la piedra que ustedes los constructores<br />

despreciaron, pero que se ha convertido <strong>en</strong> la piedra principal. En ningún otro hay salvación,<br />

porque <strong>en</strong> todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos ser salvos<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

l. Amo al Señor, pues ha oído mi voz y mi súplica;*<br />

porque ha inclinado a mí su oído,<br />

siempre que le invoco.<br />

2. Ligaduras de muerte me <strong>en</strong>redaron;<br />

me alcanzaron las garras de la tumba;*<br />

hallé angustia y dolor.<br />

3. Entonces invoqué el Nombre del Señor:*<br />

"Oh Señor, dígnate salvar mi vida".<br />

4. Clem<strong>en</strong>te es el Señor y justo;*<br />

sí, misericordioso es nuestro Dios.<br />

5. El Señor guarda a los inoc<strong>en</strong>tes;*<br />

estaba yo postrado, y me salvó.<br />

6. Vuelve, oh alma mía, a tu reposo;*<br />

porque el Señor te ha hecho bi<strong>en</strong>;<br />

7. Pues tú has librado mi vida de la muerte,*<br />

mis ojos de lágrimas<br />

y mis pies de la caída.<br />

8. Caminaré <strong>en</strong> la pres<strong>en</strong>cia del Señor,*<br />

<strong>en</strong> el país de los vivi<strong>en</strong>tes.<br />

SALMO 116:1-8 (Página 650 L.O.C.)<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 95


Viernes de Pascua<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 21:14<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después de esto, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberias.<br />

Sucedió de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, al que llamaban el Gemelo,<br />

Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos de Jesús.<br />

Simón Pedro les dijo: -Voy a pescar. Ellos contestaron: -Nosotros también vamos contigo.<br />

Fueron, pues, y subieron a una barca; pero aquella noche no pescaron nada. Cuando com<strong>en</strong>zaba<br />

a amanecer, Jesús se apareció <strong>en</strong> la orilla, pero los discípulos no sabían que era él. Jesús les<br />

preguntó: -Muchachos, ¿no han pescado nada? Ellos le contestaron: -Nada. Jesús les dijo: -<br />

Ech<strong>en</strong> la red a la derecha de la barca, y pescarán. Así lo hicieron, y después no podían sacar la<br />

red por los muchos pescados que t<strong>en</strong>ía. Entonces el discípulo a qui<strong>en</strong> Jesús quería mucho, le dijo<br />

a Pedro: -¡Es el Señor!<br />

Ap<strong>en</strong>as oyó Simón Pedro que era el Señor, se vistió, porque estaba sin ropa, y se tiró al<br />

agua. Los otros discípulos llegaron a la playa con la barca, arrastrando la red ll<strong>en</strong>a de pescados,<br />

pues estaban a ci<strong>en</strong> metros escasos de la orilla. Al bajar a tierra, <strong>en</strong>contraron un fuego<br />

<strong>en</strong>c<strong>en</strong>dido, con un pescado <strong>en</strong>cima, y pan. Jesús les dijo: -Traigan algunos pescados de los que<br />

acaban de sacar. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la playa la red ll<strong>en</strong>a de grandes<br />

pescados, ci<strong>en</strong>to cincu<strong>en</strong>ta y tres; y aunque eran tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: -<br />

V<strong>en</strong>gan a desayunarse. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque<br />

sabían que era el Señor. Luego Jesús se acercó, tomó <strong>en</strong> sus manos el pan y se lo dio a ellos; y lo<br />

mismo hizo con el pescado.<br />

Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de haber resucitado.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 96 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Sábado de Pascua<br />

Te damos gracias, Padre celestial, porque nos has librado del poder del pecado y de la<br />

muerte, y nos has traído al reino de Hijo; y te suplicamos que, así como por su muerte nos has<br />

devuelto a la vida, igualm<strong>en</strong>te por su amor nos resucite a los goces eternos; por Jesucristo<br />

nuestro Señor, que vive y reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y<br />

por siempre. Amén.<br />

l4. Mi fuerza y mi refugio es el Señor,*<br />

y él me ha sido por salvación.<br />

l5. Hay voz de júbilo y victoria*<br />

<strong>en</strong> las ti<strong>en</strong>das de los justos:<br />

l6. "¡La diestra del Señor ha triunfado!*<br />

¡La diestra del Señor es excelsa!<br />

¡La diestra del Señor ha triunfado!"<br />

l7. No he de morir, sino que viviré,*<br />

y contaré las hazañas del Señor.<br />

l8. Me castigó gravem<strong>en</strong>te el Señor,*<br />

mas no me <strong>en</strong>tregó a la muerte.<br />

SALMO 118:14-18 (Página 653 L.O.C.)<br />

EPÍSTOLA<br />

Hechos 4:13-21<br />

Cuando las autoridades vieron la val<strong>en</strong>tía con que hablaban Pedro y Juan, y se dieron<br />

cu<strong>en</strong>ta de que eran hombres sin estudios ni cultura, se quedaron sorpr<strong>en</strong>didos, y reconocieron<br />

que eran discípulos de Jesús. Además, el que había sido sanado estaba allí con ellos, y por eso no<br />

podían decir nada <strong>en</strong> contra. Entonces los mandaron salir de la reunión, y se quedaron<br />

discuti<strong>en</strong>do unos con otros. decían: -¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Todos los<br />

habitantes de Jerusalén sab<strong>en</strong> que han hecho esta señal milagrosa, y no lo podemos negar. Pero a<br />

fin de que este asunto no siga corri<strong>en</strong>do de boca <strong>en</strong> boca, vamos a am<strong>en</strong>azarlos, para que de aquí<br />

<strong>en</strong> adelante no habl<strong>en</strong> del nombre de Jesús a nadie.<br />

Así que los llamaron y les ord<strong>en</strong>aron que no hablaran ni <strong>en</strong>señaran nada acerca del<br />

nombre de Jesús. Pero Pedro y Juan les contestaron: -Pi<strong>en</strong>s<strong>en</strong> ustedes mismos si es justo delante<br />

de Dios obedecerlos a ustedes <strong>en</strong> lugar de obedecerle a él. Nosotros no podemos dejar de decir lo<br />

que hemos visto y oído. Las autoridades los am<strong>en</strong>azaron, pero los dejaron libres. No <strong>en</strong>contraron<br />

como castigarlos, porque toda la g<strong>en</strong>te alababa a Dios por lo que había pasado.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 97


Sábado de Pascua<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN<br />

San Marcos 16:9-15,20<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después que Jesús hubo resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció<br />

primero a María Magdal<strong>en</strong>a, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y avisó a los<br />

que habían andado con Jesús, que estaban tristes y llorando. Estos, al oír que Jesús vivía y que<br />

ella lo había visto, no lo creyeron.<br />

Después de esto, Jesús se apareció <strong>en</strong> otra forma a dos de ellos que iban caminando hacia<br />

el campo. Estos fueron y avisaron a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron. Más tarde,<br />

Jesús se apareció a los once discípulos, mi<strong>en</strong>tras ellos estaban s<strong>en</strong>tados a la mesa. Los repr<strong>en</strong>dió<br />

por su falta de fe y su terquedad, ya que no creyeron a los que lo habían visto resucitado. Y les<br />

dijo:<br />

"Vayan por todo el mundo y anunci<strong>en</strong> a todos este m<strong>en</strong>saje de salvación. Ellos salieron<br />

a anunciar el m<strong>en</strong>saje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el m<strong>en</strong>saje<br />

acompañándolo con señales milagrosas.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 98 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Segundo Domingo de Pascua<br />

Dios todopoderoso y eterno, que <strong>en</strong> el misterio Pascual has establecido el nuevo pacto de la<br />

reconciliación: Concede a todos los que nac<strong>en</strong> de nuevo <strong>en</strong> la comunión del Cuerpo de Cristo que<br />

manifiest<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus vidas lo que por fe profesan; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el<br />

Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los Hechos 3:12a,13-15,17-26<br />

Pedro, les dijo "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha<br />

dado el más alto honor a su siervo Jesús, a qui<strong>en</strong> ustedes, <strong>en</strong>tregaron a las autoridades y a qui<strong>en</strong>, cuando<br />

Pilato quiso soltarlo, ustedes no lo permitieron. En vez de pedir la libertad de aquel que era santo y justo,<br />

ustedes pidieron que se soltara a un criminal. Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida. Pero Dios<br />

lo resucitó, y de esto nosotros somos testigos. Ya sé, hermanos, que cuando ustedes y sus jefes mataron a<br />

Jesús, lo hicieron sin saber <strong>en</strong> realidad lo que estaban haci<strong>en</strong>do. Pero Dios cumplió de este modo lo que<br />

antes había anunciado por medio de todos sus profetas: que su Mesías t<strong>en</strong>ía que morir. Por eso, vuélvanse<br />

ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados. Quizás <strong>en</strong>tonces el Señor les mande<br />

tiempos de alivio, <strong>en</strong>viándoles a Jesús, a qui<strong>en</strong> desde el principio había escogido como Mesías para<br />

ustedes. Aunque por ahora Jesucristo debe permanecer <strong>en</strong> el cielo hasta que Dios ponga <strong>en</strong> ord<strong>en</strong> todas las<br />

cosas, como dijo por medio de sus santos profetas que vivieron <strong>en</strong> los tiempos antiguos. Moisés anunció<br />

a nuestros antepasados: 'El Señor su Dios hará que salga de <strong>en</strong>tre ustedes un profeta como yo.<br />

Obedézcanlo <strong>en</strong> todo lo que les diga, porque todo aquel que no haga caso a ese profeta, será eliminado del<br />

pueblo.'<br />

Y todos los profetas, desde Samuel <strong>en</strong> adelante, hablaron también de estos días. Ustedes son<br />

herederos de las promesas que Dios hizo por medio de los profetas, y son también herederos del pacto<br />

hecho por Dios con nuestros antepasados. Pues Dios le dijo a Abraham: 'Todas las naciones del mundo<br />

serán b<strong>en</strong>decidas por medio de tus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.' Cuando Dios resucitó a su Hijo, lo <strong>en</strong>vió primero a<br />

ustedes, para b<strong>en</strong>decirlos, para que cada uno de ustedes se convierta de su maldad".<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 111 (Página 646 L.O.C.)<br />

1. ¡Aleluya! Daré gracias al Señor de todo corazón,*<br />

<strong>en</strong> la asamblea de los rectos, <strong>en</strong> la congregación.<br />

2. ¡Grandes son las obras del Señor!*<br />

Son dignas de estudio para los que las aman.<br />

3. Su obra está ll<strong>en</strong>a de espl<strong>en</strong>dor y majestad,*<br />

y su b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia permanece para siempre.<br />

4. Ha hecho memorables sus maravillas;*<br />

clem<strong>en</strong>te y compasivo es el Señor.<br />

5. Da alim<strong>en</strong>to a los que le v<strong>en</strong>eran;*<br />

para siempre se acuerda de su pacto.<br />

6. El poder de sus obras manifestó a su pueblo,*<br />

dándoles la heredad de las naciones.<br />

7. Las obras de sus manos son verdad y juicio;*<br />

fidedignos son todos sus mandami<strong>en</strong>tos,<br />

8. Afirmados eternam<strong>en</strong>te y para siempre,*<br />

hechos <strong>en</strong> verdad y <strong>en</strong> rectitud.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 99


Segundo Domingo de Pascua<br />

9. Red<strong>en</strong>ción <strong>en</strong>vió a su pueblo;<br />

para siempre ord<strong>en</strong>ó su pacto;*<br />

santo y temible es su Nombre.<br />

10. Principio de la sabiduría es el temor del Señor;<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bu<strong>en</strong> juicio los que lo practican;*<br />

su loor permanece para siempre.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Juan 5:1-6<br />

Todo el que ti<strong>en</strong>e fe <strong>en</strong> que Jesús es el Mesías, es hijo de Dios; y el que ama a un padre,<br />

ama también a los hijos de ese padre. Cuando amamos a Dios y hacemos lo que él manda,<br />

sabemos que amamos también a los hijos de Dios. El amar a Dios consiste <strong>en</strong> obedecer sus<br />

mandami<strong>en</strong>tos; y sus mandami<strong>en</strong>tos no son una carga, porque todo el que es hijo de Dios v<strong>en</strong>ce<br />

al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo. El que cree que Jesús es el Hijo<br />

de Dios, v<strong>en</strong>ce al mundo.<br />

La v<strong>en</strong>ida de Jesucristo quedó señalada con agua y sangre; no sólo con agua, sino con<br />

agua y sangre. El Espíritu mismo es testigo de esto, y el Espíritu es la verdad.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 20:19-31<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían<br />

reunido con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús <strong>en</strong>tró y, poniéndose <strong>en</strong> medio de<br />

los discípulos, los saludó dici<strong>en</strong>do: - ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el<br />

costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor.<br />

Luego Jesús les dijo otra vez: -¡Paz a ustedes! Como el Padre me <strong>en</strong>vió a mí, así yo los<br />

<strong>en</strong>vío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: -Reciban el Espíritu Santo. A qui<strong>en</strong>es ustedes<br />

perdon<strong>en</strong> los pecados, les quedarán perdonados; y a qui<strong>en</strong>es no se los perdon<strong>en</strong>, les quedarán sin<br />

perdonar.<br />

Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos<br />

cuando llego Jesús. Después los otros discípulos le dijeron: -Hemos visto al Señor. Pero Tomás<br />

les contestó: -Si no veo <strong>en</strong> sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo <strong>en</strong> ellas y<br />

mi mano <strong>en</strong> su costado, no lo podré creer. Ocho días después, los discípulos se habían reunido<br />

de nuevo <strong>en</strong> una casa, y esta vez Tomás estaba también. T<strong>en</strong>ían las puertas cerradas, pero Jesús<br />

<strong>en</strong>tró, se puso <strong>en</strong> medio de ellos y los saludó, dici<strong>en</strong>do: -¡Paz a ustedes! Luego dijo a Tomás: -<br />

Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela <strong>en</strong> mi costado. ¡No seas incrédulo;<br />

cree! Tomás <strong>en</strong>tonces exclamó: -¡Mi Señor y mi Dios! Jesús le dijo: -¿Crees porque me has<br />

visto? ¡Dichosos los que cre<strong>en</strong> sin haber visto! Jesús hizo muchas otras señales milagrosas<br />

delante de sus discípulos, las cuales no están escritas <strong>en</strong> este libro. Pero éstas se han escrito para<br />

que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que crey<strong>en</strong>do <strong>en</strong> él t<strong>en</strong>gan vida.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 100 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Segundo Domingo de Pascua<br />

Dios todopoderoso y eterno, que <strong>en</strong> el misterio Pascual has establecido el nuevo pacto de<br />

la reconciliación: Concede a todos los que nac<strong>en</strong> de nuevo <strong>en</strong> la comunión del Cuerpo de Cristo<br />

que manifiest<strong>en</strong> <strong>en</strong> sus vidas lo que por fe profesan; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y<br />

reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los Hechos 3:12a,13-15,17-26<br />

Pedro, les dijo "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros<br />

antepasados, ha dado el más alto honor a su siervo Jesús, a qui<strong>en</strong> ustedes, <strong>en</strong>tregaron a las<br />

autoridades y a qui<strong>en</strong>, cuando Pilato quiso soltarlo, ustedes no lo permitieron. En vez de pedir la<br />

libertad de aquel que era santo y justo, ustedes pidieron que se soltara a un criminal. Y así<br />

mataron ustedes al que nos lleva a la vida. Pero Dios lo resucitó, y de esto nosotros somos<br />

testigos. Ya sé, hermanos, que cuando ustedes y sus jefes mataron a Jesús, lo hicieron sin saber<br />

<strong>en</strong> realidad lo que estaban haci<strong>en</strong>do. Pero Dios cumplió de este modo lo que antes había<br />

anunciado por medio de todos sus profetas: que su Mesías t<strong>en</strong>ía que morir. Por eso, vuélvanse<br />

ustedes a Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados. Quizás <strong>en</strong>tonces el Señor les<br />

mande tiempos de alivio, <strong>en</strong>viándoles a Jesús, a qui<strong>en</strong> desde el principio había escogido como<br />

Mesías para ustedes. Aunque por ahora Jesucristo debe permanecer <strong>en</strong> el cielo hasta que Dios<br />

ponga <strong>en</strong> ord<strong>en</strong> todas las cosas, como dijo por medio de sus santos profetas que vivieron <strong>en</strong> los<br />

tiempos antiguos. Moisés anunció a nuestros antepasados: 'El Señor su Dios hará que salga de<br />

<strong>en</strong>tre ustedes un profeta como yo. Obedézcanlo <strong>en</strong> todo lo que les diga, porque todo aquel que no<br />

haga caso a ese profeta, será eliminado del pueblo.'<br />

Y todos los profetas, desde Samuel <strong>en</strong> adelante, hablaron también de estos días. Ustedes<br />

son herederos de las promesas que Dios hizo por medio de los profetas, y son también herederos<br />

del pacto hecho por Dios con nuestros antepasados. Pues Dios le dijo a Abraham: 'Todas las<br />

naciones del mundo serán b<strong>en</strong>decidas por medio de tus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.' Cuando Dios resucitó a<br />

su Hijo, lo <strong>en</strong>vió primero a ustedes, para b<strong>en</strong>decirlos, para que cada uno de ustedes se convierta<br />

de su maldad".<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 111 (Página 646 L.O.C.)<br />

1. ¡Aleluya! Daré gracias al Señor de todo corazón,*<br />

<strong>en</strong> la asamblea de los rectos, <strong>en</strong> la congregación.<br />

2. ¡Grandes son las obras del Señor!*<br />

Son dignas de estudio para los que las aman.<br />

3. Su obra está ll<strong>en</strong>a de espl<strong>en</strong>dor y majestad,*<br />

y su b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia permanece para siempre.<br />

4. Ha hecho memorables sus maravillas;*<br />

clem<strong>en</strong>te y compasivo es el Señor.<br />

5. Da alim<strong>en</strong>to a los que le v<strong>en</strong>eran;*<br />

para siempre se acuerda de su pacto.<br />

6. El poder de sus obras manifestó a su pueblo,*<br />

dándoles la heredad de las naciones.<br />

7. Las obras de sus manos son verdad y juicio;*<br />

fidedignos son todos sus mandami<strong>en</strong>tos,<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 101


Segundo Domingo de Pascua<br />

8. Afirmados eternam<strong>en</strong>te y para siempre,*<br />

hechos <strong>en</strong> verdad y <strong>en</strong> rectitud.<br />

9. Red<strong>en</strong>ción <strong>en</strong>vió a su pueblo;<br />

para siempre ord<strong>en</strong>ó su pacto;*<br />

santo y temible es su Nombre.<br />

10. Principio de la sabiduría es el temor del Señor;<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bu<strong>en</strong> juicio los que lo practican;*<br />

su loor permanece para siempre.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Juan 5:1-6<br />

Todo el que ti<strong>en</strong>e fe <strong>en</strong> que Jesús es el Mesías, es hijo de Dios; y el que ama a un padre,<br />

ama también a los hijos de ese padre. Cuando amamos a Dios y hacemos lo que él manda,<br />

sabemos que amamos también a los hijos de Dios. El amar a Dios consiste <strong>en</strong> obedecer sus<br />

mandami<strong>en</strong>tos; y sus mandami<strong>en</strong>tos no son una carga, porque todo el que es hijo de Dios v<strong>en</strong>ce<br />

al mundo. Y nuestra fe nos ha dado la victoria sobre el mundo. El que cree que Jesús es el Hijo<br />

de Dios, v<strong>en</strong>ce al mundo.<br />

La v<strong>en</strong>ida de Jesucristo quedó señalada con agua y sangre; no sólo con agua, sino con<br />

agua y sangre. El Espíritu mismo es testigo de esto, y el Espíritu es la verdad.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 20:19-31<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían<br />

reunido con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús <strong>en</strong>tró y, poniéndose <strong>en</strong> medio de<br />

los discípulos, los saludó dici<strong>en</strong>do: - ¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el<br />

costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor.<br />

Luego Jesús les dijo otra vez: -¡Paz a ustedes! Como el Padre me <strong>en</strong>vió a mí, así yo los<br />

<strong>en</strong>vío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: -Reciban el Espíritu Santo. A qui<strong>en</strong>es ustedes<br />

perdon<strong>en</strong> los pecados, les quedarán perdonados; y a qui<strong>en</strong>es no se los perdon<strong>en</strong>, les quedarán sin<br />

perdonar.<br />

Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos<br />

cuando llego Jesús. Después los otros discípulos le dijeron: -Hemos visto al Señor. Pero Tomás<br />

les contestó: -Si no veo <strong>en</strong> sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo <strong>en</strong> ellas y<br />

mi mano <strong>en</strong> su costado, no lo podré creer. Ocho días después, los discípulos se habían reunido<br />

de nuevo <strong>en</strong> una casa, y esta vez Tomás estaba también. T<strong>en</strong>ían las puertas cerradas, pero Jesús<br />

<strong>en</strong>tró, se puso <strong>en</strong> medio de ellos y los saludó, dici<strong>en</strong>do: -¡Paz a ustedes! Luego dijo a Tomás: -<br />

Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela <strong>en</strong> mi costado. ¡No seas incrédulo;<br />

cree! Tomás <strong>en</strong>tonces exclamó: -¡Mi Señor y mi Dios! Jesús le dijo: -¿Crees porque me has<br />

visto? ¡Dichosos los que cre<strong>en</strong> sin haber visto! Jesús hizo muchas otras señales milagrosas<br />

delante de sus discípulos, las cuales no están escritas <strong>en</strong> este libro. Pero éstas se han escrito para<br />

que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que crey<strong>en</strong>do <strong>en</strong> él t<strong>en</strong>gan vida.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 102 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Tercer Domingo De Pascua<br />

Oh Dios, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo se dio a conocer a sus discípulos <strong>en</strong> la fracción del pan: Abre<br />

los ojos de nuestra fe, para que podamos contemplarle <strong>en</strong> toda su obra red<strong>en</strong>tora; qui<strong>en</strong> vive y<br />

reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los Hechos 4:5-12<br />

Al día sigui<strong>en</strong>te se reunieron <strong>en</strong> Jerusalén los jefes de los judíos, los ancianos y los<br />

maestros de la ley. Allí estaban también Anás, que era el sumo sacerdote, Caifás, Juan, Alejandro<br />

y todos los que pert<strong>en</strong>ecían a la familia de los sumos sacerdotes. Ord<strong>en</strong>aron que les llevaran a<br />

Pedro y a Juan, y poniéndolos <strong>en</strong> medio de ellos les preguntaron:<br />

-¿Con qué autoridad, o <strong>en</strong> nombre de quién hac<strong>en</strong> ustedes estas cosas? Pedro, ll<strong>en</strong>o del<br />

Espíritu Santo les contestó: -Jefes del pueblo y ancianos: ustedes nos preguntan acerca del bi<strong>en</strong><br />

hecho a un <strong>en</strong>fermo, para saber de qué manera ha sido sanado. Pues bi<strong>en</strong>, declaramos ante<br />

ustedes, para que lo sepa todo el pueblo de Israel, que este hombre que está aquí, delante de<br />

todos, ha sido sanado <strong>en</strong> el nombre de Jesucristo de Nazaret, el mismo a qui<strong>en</strong> ustedes<br />

crucificaron y a qui<strong>en</strong> Dios resucitó. Este Jesús es la piedra que ustedes los constructores<br />

despreciaron, pero que se ha convertido <strong>en</strong> la piedra principal. En ningún otro hay salvación,<br />

porque <strong>en</strong> todo el mundo Dios no nos ha dado otra persona por la cual podamos ser salvos<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 98:1-5 (Página 621)<br />

1. Cant<strong>en</strong> al Señor cántico nuevo,*<br />

porque ha hecho maravillas.<br />

2. Con su diestra, y con su santo brazo,*<br />

ha alcanzado la victoria.<br />

3. El Señor ha dado a conocer su victoria;*<br />

a la vista de las naciones ha descubierto su justicia.<br />

4. Se acuerda de su misericordia y su fidelidad<br />

para con la casa de Israel;*<br />

los confines de la tierra<br />

han visto la victoria de nuestro Dios.<br />

5. Aclam<strong>en</strong> con júbilo al Señor, pueblos todos;*<br />

levant<strong>en</strong> la voz, góc<strong>en</strong>se y cant<strong>en</strong>.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Juan 1:1-2:2<br />

Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que<br />

hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo<br />

hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de vida. Esta vida se manifestó, y<br />

nosotros la vimos y hemos dado testimonio de ella; y les anunciamos a ustedes esta vida eterna,<br />

la cual estaba con el Padre y se nos ha manifestado. Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y<br />

oído, para que ustedes estén unidos con nosotros, como nosotros estamos unidos con Dios el<br />

Padre y con su Hijo Jesucristo. Escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.<br />

Este es el m<strong>en</strong>saje que Jesucristo nos <strong>en</strong>señó y que les anunciamos a ustedes:<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 103


Tercer Domingo De Pascua<br />

Que Dios es luz y que <strong>en</strong> él no hay ninguna oscuridad. Si decimos que estamos unidos a<br />

él, y al mismo tiempo vivimos <strong>en</strong> la oscuridad, m<strong>en</strong>timos de palabra y de hecho. Pero si vivimos<br />

<strong>en</strong> la luz, así como Dios está <strong>en</strong> la luz, <strong>en</strong>tonces hay unión <strong>en</strong>tre nosotros, y la sangre de su Hijo<br />

Jesucristo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no t<strong>en</strong>emos pecado, nos <strong>en</strong>gañamos a<br />

nosotros mismos y no hay verdad <strong>en</strong> nosotros; pero si confesamos nuestros pecados, podemos<br />

confiar <strong>en</strong> que Dios hará lo que es justo: nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda<br />

maldad. Si decimos que no hemos cometido pecado, hacemos que Dios parezca m<strong>en</strong>tiroso y no<br />

hemos aceptado verdaderam<strong>en</strong>te su palabra.<br />

Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan pecado. Aunque si alguno<br />

comete pecado, t<strong>en</strong>emos un abogado ante el Padre, que es Jesucristo, y él es justo. Jesucristo se<br />

ofreció <strong>en</strong> sacrificio para que nuestros pecados sean perdonados; y no solo los nuestros, sino los<br />

de todo el mundo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 24:36b-48<br />

Pueblo: ¡Gloria a Ti, Cristo Señor!<br />

Jesús se puso <strong>en</strong> medio de ellos y los saludó dici<strong>en</strong>do: -Paz a ustedes. Ellos se asustaron<br />

mucho, p<strong>en</strong>sando que estaban vi<strong>en</strong>do un espíritu. Pero Jesús les dijo; -¿Por qué están asustados?<br />

¿Por qué ti<strong>en</strong><strong>en</strong> esas dudas <strong>en</strong> su corazón? Mir<strong>en</strong> mis manos y mis pies. Soy yo mismo.<br />

Tóqu<strong>en</strong>me y vean: un espíritu no ti<strong>en</strong>e carne ni huesos, como ustedes v<strong>en</strong> que t<strong>en</strong>go yo. Al<br />

decirles esto, les <strong>en</strong>señó las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creerlo a causa de<br />

la alegría y el asombro que s<strong>en</strong>tían, Jesús les preguntó: -¿Ti<strong>en</strong><strong>en</strong> aquí algo que comer? Le dieron<br />

un pedazo de pescado asado, y él lo aceptó y lo comió <strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia. Luego les dijo: -Lo que<br />

me ha pasado es aquello que les anuncié cuando estaba todavía con ustedes: que había de<br />

cumplirse todo lo que está escrito de mí <strong>en</strong> la ley de Moisés, <strong>en</strong> los libros de los profetas y <strong>en</strong> los<br />

salmos. Entonces hizo que <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dieran las Escrituras, y les dijo:<br />

-Está escrito que el Mesías t<strong>en</strong>ía que morir, y resucitar al tercer día. En su nombre, y<br />

com<strong>en</strong>zando desde Jerusalén, hay que anunciar a todas las naciones que se vuelvan a Dios, para<br />

que sus pecados les sean perdonados. Ustedes son testigos de estas cosas.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 104 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Cuarto Domingo de Pascua<br />

Oh Dios, cuyo Hijo Jesús es el bu<strong>en</strong> pastor de tu pueblo: Concede que, al escuchar su<br />

voz, reconozcamos a aquel que llama a cada uno de nosotros por su nombre, y le sigamos a<br />

donde nos guíe; qui<strong>en</strong> contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los<br />

siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los Hechos 4:(23-31) 32-37<br />

(Pedro y Juan, ya puestos <strong>en</strong> libertad, fueron a reunirse con sus compañeros y les contaron todo lo<br />

que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Después de haberlos oído, todos juntos<br />

oraron a Dios, dici<strong>en</strong>do: "Señor, tú que hiciste el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay <strong>en</strong> ellos, dijiste<br />

por medio del Espíritu Santo y por boca de tu siervo David: ¿Por qué se alborotan los pueblos? ¿Por qué<br />

hac<strong>en</strong> planes sin s<strong>en</strong>tido? Los reyes y gobernantes de la tierra se rebelan, y<br />

juntos conspiran contra el Señor y contra su escogido, el<br />

Mesías.'<br />

"Es un hecho que Herodes y Poncio Pilato se juntaron aquí, <strong>en</strong> esta ciudad, con los extranjeros y<br />

los israelitas, contra tu santo siervo Jesús, a qui<strong>en</strong> escogiste como Mesías. De esta manera, ellos hicieron<br />

todo lo que tú <strong>en</strong> tus planes ya habías dispuesto que t<strong>en</strong>ía que suceder. Ahora, Señor, fíjate <strong>en</strong> sus<br />

am<strong>en</strong>azas y concede a tus siervos que anunci<strong>en</strong> tu m<strong>en</strong>saje sin miedo, y que por tu poder san<strong>en</strong> a los<br />

<strong>en</strong>fermos y hagan señales y milagros <strong>en</strong> el nombre de tu santo siervo Jesús." Cuando acabaron d orar, el<br />

lugar donde estaban reunidos tembló y todos fueron ll<strong>en</strong>os del Espíritu Santo, y anunciaban abiertam<strong>en</strong>te<br />

el m<strong>en</strong>saje de Dios.)<br />

Todos los crey<strong>en</strong>tes, que eran muchos, p<strong>en</strong>saban y s<strong>en</strong>tían de la misma manera. Ninguno decía<br />

que sus cosas fueran solam<strong>en</strong>te suyas sino que eran de todos. Los apóstoles seguían dando un poderoso<br />

testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y Dios los b<strong>en</strong>decía mucho a todos. No había <strong>en</strong>tre ellos<br />

ningún necesitado, porque qui<strong>en</strong>es t<strong>en</strong>ían terr<strong>en</strong>os o casas, los v<strong>en</strong>dían, y el dinero lo ponían a disposición<br />

de los apóstoles, para repartirlo <strong>en</strong>tre todos según las necesidades de cada uno. Tal fue el caso de un levita<br />

llamado José, natural de la isla de Chipre, a qui<strong>en</strong> los apóstoles pusieron por sobr<strong>en</strong>ombre Bernabé, (que<br />

significa: "Hijo de Consolación"). Este hombre t<strong>en</strong>ía un terr<strong>en</strong>o y lo v<strong>en</strong>dió y puso el dinero a<br />

disposición de los apóstoles.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 23 (Página 511 L.O.C.)<br />

1. El Señor es mi pastor;*<br />

nada me faltará.<br />

2. En verdes pastos me hace yacer;*<br />

me conduce hacia aguas tranquilas.<br />

3. Aviva mi alma*<br />

y me guía por s<strong>en</strong>das seguras por amor de su Nombre.<br />

4. Aunque ande <strong>en</strong> valle de sombra de muerte,<br />

no temeré mal alguno;*<br />

porque tú estás conmigo;<br />

tu vara y tu cayado me infund<strong>en</strong> ali<strong>en</strong>to.<br />

5. Aderezarás mesa delante de mí<br />

<strong>en</strong> pres<strong>en</strong>cia de mis angustiadores;*<br />

unges mi cabeza con óleo;<br />

mi copa está rebosando.<br />

6. Ciertam<strong>en</strong>te el bi<strong>en</strong> y la misericordia me seguirán<br />

todos los días de mi vida,*<br />

y <strong>en</strong> la casa del Señor moraré por largos días.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 105


Cuarto Domingo de Pascua<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Juan 3:1-8<br />

Mir<strong>en</strong> cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos.<br />

Por eso, los que son del mundo no nos conoc<strong>en</strong>, pues no han conocido a Dios. Queridos<br />

hermanos, ya somos hijos de Dios. Y aunque no sabemos todavía lo que seremos después,<br />

sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es. Y<br />

todo el que ti<strong>en</strong>e esta esperanza <strong>en</strong> él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo<br />

es puro. Pero todo el que peca, hace maldad; porque el pecado es la maldad. Ustedes ya sab<strong>en</strong><br />

que Jesucristo vino al mundo para quitar los pecados, y que él no ti<strong>en</strong>e pecado alguno. Así pues,<br />

todo el que permanece unido a él, no peca; pero todo el que peca, no lo ha visto ni lo ha<br />

conocido. Hijitos míos, que nadie los <strong>en</strong>gañe: el que practica la justicia es justo, como él es<br />

justo; pero el que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio.<br />

Precisam<strong>en</strong>te para esto ha v<strong>en</strong>ido el Hijo de Dios: para deshacer lo hecho por el<br />

diablo.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 10:11-16<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Yo soy el bu<strong>en</strong> pastor. El bu<strong>en</strong> pastor da su vida por las ovejas; pero el que trabaja<br />

solam<strong>en</strong>te por la paga, cuando ve v<strong>en</strong>ir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y<br />

porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa <strong>en</strong> todas direcciones.<br />

Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga, y no las ovejas.<br />

"Yo soy el bu<strong>en</strong> pastor. Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así<br />

también yo conozco a mis ovejas y ellas me conoc<strong>en</strong> a mí. Yo doy mi vida por las ovejas.<br />

También t<strong>en</strong>go otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traerlas. Ellas me<br />

obedecerán, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 106 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Quinto Domingo de Pascua<br />

Dios todopoderoso, conocerte verdaderam<strong>en</strong>te es vida eterna: Concede que conozcamos<br />

tan perfectam<strong>en</strong>te que tu Hijo Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, que sigamos sus pasos<br />

con perseverancia <strong>en</strong> el camino que conduce a la vida eterna; por Jesucristo nuestro Señor, que<br />

vive y reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los Hechos 8:26-40<br />

Después de esto, un ángel del Señor le dijo a Felipe: "Levántate y vete al sur, por el<br />

camino de Jerusalén a Gaza." Este camino pasa por el desierto. Felipe se levantó y se fue; y <strong>en</strong><br />

el camino se <strong>en</strong>contró con un hombre de Etiopía. Era un alto funcionario, tesorero de la reina de<br />

Etiopía, el cual había ido a Jerusalén a adorar a Dios. Iba de regreso a su país, s<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> su<br />

carro y ley<strong>en</strong>do el libro del profeta Isaías.<br />

El Espíritu le dijo a Felipe: "Ve y acércate a ese carro." Cuando Felipe se acercó, oyó que<br />

el etiope leía el libro de Isaías; <strong>en</strong>tonces le preguntó: -¿Enti<strong>en</strong>de usted lo que está ley<strong>en</strong>do? El<br />

etiope le contestó: -¿Cómo lo voy a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der, si no hay qui<strong>en</strong> me lo explique?<br />

Y le pidió a Felipe que subiera y se s<strong>en</strong>tara junto a él. La parte de la Escritura que estaba<br />

ley<strong>en</strong>do era ésta: "Fue llevado como una oveja al matadero; como un cordero que se queda<br />

callado delante de los que lo trasquilan, así tampoco abrió él la boca. Fue humillado, y no se le<br />

hizo justicia; ¿quién podrá hablar de su desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia? Porque su vida fue arrancada de la tierra."<br />

El funcionario etiope le preguntó a Felipe: -Dígame, por favor, ¿de quién dice esto el<br />

profeta: de sí mismo o de algún otro? Entonces Felipe, tomando como punto de partida el lugar<br />

de la escritura que el etiope leía, le anunció las bu<strong>en</strong>as noticias acerca de Jesús. Más tarde, al<br />

pasar por un sitio donde había agua, el funcionario dijo: -Aquí hay agua; ¿no podría yo ser<br />

bautizado? Entonces mandó parar el carro; y los dos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.<br />

Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe, el funcionario no lo volvió a<br />

ver; pero siguió su camino ll<strong>en</strong>o de alegría. Felipe se <strong>en</strong>contró <strong>en</strong> Azoto, y pasó de pueblo <strong>en</strong><br />

pueblo anunciando las bu<strong>en</strong>as noticias, hasta llegar a Cesárea.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 66:1-8 (Página 569 L.O.C.)<br />

1. Aclam<strong>en</strong> a Dios, toda la tierra;*<br />

cant<strong>en</strong> la gloria de su Nombre;<br />

cant<strong>en</strong> la gloria de su alabanza.<br />

2. Digan a Dios: "¡Cuán asombrosas tus obras!*<br />

Por la grandeza de tu poder se somet<strong>en</strong> a ti<br />

tus <strong>en</strong>emigos.<br />

3. Toda la tierra te adora;*<br />

te canta, canta tu Nombre."<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 107


Quinto Domingo de Pascua<br />

4. V<strong>en</strong>gan, y vean las obras de Dios,*<br />

¡cuán temibles sus proezas para el género humano!<br />

5. Convirtió el mar <strong>en</strong> tierra seca,<br />

para que atravesaran el agua a pie;*<br />

y allí nos alegramos <strong>en</strong> él.<br />

6. En su poder él se <strong>en</strong>señorea eternam<strong>en</strong>te;<br />

sus ojos atalayan sobre las naciones;*<br />

que no se sublev<strong>en</strong> los rebeldes.<br />

7. B<strong>en</strong>digan, pueblos, a nuestro Dios;*<br />

hagan oír la voz de su alabanza.<br />

8. Él es qui<strong>en</strong> preserva a nuestra alma <strong>en</strong> vida;*<br />

y no permite que nuestros pies resbal<strong>en</strong>;<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Juan 3:(14-17)18-24<br />

(Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a nuestros<br />

hermanos. El que no ama, aún está muerto. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y<br />

ustedes sab<strong>en</strong> que ningún asesino puede t<strong>en</strong>er vida eterna <strong>en</strong> sí mismo. Conocemos lo que es el<br />

amor porque Jesucristo dio su vida por nosotros; así también, nosotros debemos dar la vida por<br />

nuestros hermanos. Pues si uno es rico y ve que su hermano necesita ayuda, pero no se la da,<br />

¿cómo puede t<strong>en</strong>er amor de Dios <strong>en</strong> su corazón? Hijitos míos, que nuestro amor no sea<br />

solam<strong>en</strong>te de palabra, sino que se demuestre con hechos.)<br />

De esta manera sabremos que somos de la verdad, y podremos s<strong>en</strong>tirnos seguros delante<br />

de Dios; pues si nuestro corazón nos acusa de algo, Dios es más grande que nuestro corazón, y lo<br />

sabe todo. Queridos hermanos, si nuestro corazón no nos acusa, t<strong>en</strong>emos confianza delante de<br />

Dios; y él nos dará todo lo que le pidamos, porque obedecemos sus mandami<strong>en</strong>tos y hacemos lo<br />

que le agrada. Y su mandami<strong>en</strong>to es que creamos <strong>en</strong> su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos<br />

a otros como él nos mandó. Los que obedec<strong>en</strong> sus mandami<strong>en</strong>tos viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> él, y él vive <strong>en</strong> ellos.<br />

Y <strong>en</strong> esto sabemos que él vive <strong>en</strong> nosotros: por el espíritu que nos ha dado.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 14:15-21<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

"Si ustedes me aman, obedecerán mis mandami<strong>en</strong>tos. Y yo le pediré al Padre que les<br />

mande otro Def<strong>en</strong>sor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes. Los que son<br />

del mundo no lo pued<strong>en</strong> recibir, porque no lo v<strong>en</strong> ni lo conoc<strong>en</strong>; pero ustedes lo conoc<strong>en</strong>, porque<br />

él está con ustedes y permanecerá siempre <strong>en</strong> ustedes.<br />

"No los voy a dejar abandonados; volveré para estar con ustedes. D<strong>en</strong>tro de poco, los que<br />

son del mundo ya no me verán; pero ustedes me verán, y vivirán porque yo vivo. En aquel día,<br />

ustedes se darán cu<strong>en</strong>ta de que yo estoy <strong>en</strong> mi Padre, y ustedes están <strong>en</strong> mí, y yo <strong>en</strong> ustedes. El<br />

que recibe mis mandami<strong>en</strong>tos y los obedece, demuestra que de veras me ama. Y mi Padre amará<br />

al que me ama, y yo también lo amaré y me mostraré a él.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 108 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Sexto Domingo de Pascua<br />

Oh Dios, tú has preparado para los que te aman cosas tan bu<strong>en</strong>as que sobrepasan nuestro<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to: Infunde <strong>en</strong> nuestros corazones tal amor hacia ti, que, amándote <strong>en</strong> todo y sobre<br />

todas las cosas, obt<strong>en</strong>gamos tus promesas, que exced<strong>en</strong> todo lo que podamos anhelar; por<br />

Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los<br />

siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Los Hechos 11:19-30<br />

Después de la muerte de Esteban, com<strong>en</strong>zaron a perseguir a los crey<strong>en</strong>tes, por lo que<br />

algunos tuvieron que huir a F<strong>en</strong>icia, Chipre y Antioquía. Al anunciaron a los judíos el m<strong>en</strong>saje<br />

del evangelio, pero no a los demás. Sin embargo, algunos crey<strong>en</strong>tes de Chipre y de Cir<strong>en</strong>e<br />

llegaron a la ciudad de Antioquía y hablaron también a los no judíos, anunciándoles las bu<strong>en</strong>as<br />

noticias acerca de Jesús, el Señor. El poder del Señor estaba con ellos, y así fueron muchos los<br />

que dejaron sus antiguas cre<strong>en</strong>cias y creyeron <strong>en</strong> el Señor. Los de la iglesia de Jerusalén, al<br />

conocer esta noticia, mandaron a Bernabé a Antioquía. Al llegar, Bernabé vio como Dios los<br />

había b<strong>en</strong>decido, y se alegró mucho. Les aconsejó a todos que con corazón firme siguieran fieles<br />

al Señor. Porque Bernabé era un hombre bu<strong>en</strong>o, ll<strong>en</strong>o del Espíritu Santo y de fe. Y así mucha<br />

g<strong>en</strong>te se unió al Señor.<br />

Después de esto, Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y cuando lo <strong>en</strong>contró, lo llevó a<br />

Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año <strong>en</strong>tero, <strong>en</strong>señando a mucha g<strong>en</strong>te. Fue <strong>en</strong><br />

Antioquía donde por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos. Por aquel<br />

tiempo, unos profetas fueron de Jerusalén a Antioquía. Y uno de ellos, llamado Agabo, puesto de<br />

pie y por inspiración del Espíritu, anunció que iba a haber una gran hambre <strong>en</strong> todo el país, lo<br />

cual sucedió, <strong>en</strong> efecto <strong>en</strong> tiempos del emperador Claudio. Entonces los crey<strong>en</strong>tes de Antioquía<br />

decidieron <strong>en</strong>viar ayuda a los hermanos que vivían <strong>en</strong> Judea, según lo que cada uno pudiera dar.<br />

Así lo hicieron, y por medio de Bernabé y Saulo mandaron una ofr<strong>en</strong>da a los ancianos de Judea.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 33:1-8,18-22 (Página 524 L.O.C.)<br />

1. Alégr<strong>en</strong>se, justos, <strong>en</strong> el Señor;*<br />

a los rectos es conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te la alabanza,<br />

2. Celebr<strong>en</strong> al Señor con arpa;*<br />

táñanle con salterio y decacordio.<br />

3. Cánt<strong>en</strong>le canción nueva;*<br />

toqu<strong>en</strong> la trompeta con destreza;<br />

4. Porque recta es la palabra del Señor,*<br />

y toda su obra es hecha con fidelidad.<br />

5. El ama justicia y juicio;*<br />

de la misericordia del Señor está ll<strong>en</strong>a la tierra<br />

6. Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos,*<br />

y el ejército de los cielos por el ali<strong>en</strong>to de su boca.<br />

7. Él junta como <strong>en</strong> un odre las aguas de la mar;*<br />

él pone <strong>en</strong> depósitos los abismos.<br />

8. Tema al Señor toda la tierra;*<br />

teman delante de él todos los habitantes del mundo;<br />

18. He aquí el ojo del Señor sobre los que le tem<strong>en</strong>,*<br />

sobre los que esperan <strong>en</strong> su misericordia;<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 109


Sexto Domingo de Pascua<br />

19. Para arrancar sus vidas de la muerte,*<br />

y para sust<strong>en</strong>tarles <strong>en</strong> tiempo de hambre.<br />

20. Nuestra alma espera al Señor;*<br />

nuestra ayuda y nuestro escudo es él.<br />

21. Por tanto <strong>en</strong> él se alegra nuestro corazón,*<br />

porque <strong>en</strong> su santo Nombre confiamos.<br />

22. Sea tu misericordia, oh Señor, sobre nosotros,*<br />

según ponemos nuestra confianza <strong>en</strong> ti.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 San Juan 4:7-21<br />

Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor vi<strong>en</strong>e de Dios. Todo<br />

el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios<br />

es amor. Dios mostró su amor hacia nosotros al <strong>en</strong>viar a su Hijo único al mundo para que<br />

t<strong>en</strong>gamos vida por él. El amor consiste <strong>en</strong> esto: no <strong>en</strong> que nosotros hayamos amado a Dios, sino<br />

<strong>en</strong> que él nos amó a nosotros y <strong>en</strong>vió a su Hijo, para que, ofreciéndose <strong>en</strong> sacrificio, nuestros<br />

pecados quedaran perdonados.<br />

Queridos hermanos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a<br />

otros. A Dios nunca lo ha visto nadie, pero si nos amamos unos a otros, Dios vive <strong>en</strong> nosotros y<br />

su amor se hace realidad <strong>en</strong> nosotros. La prueba de que nosotros vivimos <strong>en</strong> Dios y de que él<br />

vive <strong>en</strong> nosotros, es que nos ha dado su Espíritu. Y nosotros mismos hemos visto y declaramos<br />

que el Padre <strong>en</strong>vió a su Hijo para salvar al mundo. Cualquiera que reconoce que Jesús es el Hijo<br />

de Dios, vive <strong>en</strong> Dios y Dios <strong>en</strong> él.<br />

Así hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor, y el que vive <strong>en</strong> el<br />

amor, vive <strong>en</strong> Dios y Dios <strong>en</strong> él. De esta manera se hace realidad el amor <strong>en</strong> nosotros, para que<br />

<strong>en</strong> el día del juicio t<strong>en</strong>gamos confianza; porque nosotros somos <strong>en</strong> este mundo tal como es<br />

Jesucristo. Donde hay amor no hay miedo. Al contrario, el amor perfecto echa fuera el miedo,<br />

pues el miedo supone el castigo. Por eso, si algui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e miedo, es que no ha llegado a amar<br />

perfectam<strong>en</strong>te. Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguno dice: "Yo amo a Dios",<br />

y al mismo tiempo odia a su hermano, es un m<strong>en</strong>tiroso. Pues si uno no ama a su hermano, a<br />

qui<strong>en</strong> ve, tampoco puede amar a Dios, a qui<strong>en</strong> no ve. Jesucristo nos ha dado este mandami<strong>en</strong>to:<br />

que el que ama a Dios, ame también a su hermano.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 15:9-17<br />

Pueblo ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Yo los amo a ustedes como el Padre me ama a mí; permanezcan, pues, <strong>en</strong> el amor que les t<strong>en</strong>go.<br />

Si obedec<strong>en</strong> mis mandami<strong>en</strong>tos, permanecerán <strong>en</strong> mi amor, así como yo obedezco los mandami<strong>en</strong>tos de<br />

mi Padre y permanezco <strong>en</strong> su amor.<br />

Les hablo así para que se alegr<strong>en</strong> conmigo y su alegría sea completa. Mi mandami<strong>en</strong>to es éste:<br />

Que se am<strong>en</strong> unos a otros como yo los he amado a ustedes. El amor más grande que uno puede t<strong>en</strong>er es<br />

dar su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hac<strong>en</strong> lo que yo les mando. Ya no los llamo<br />

siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo. Los llamo mis amigos, porque les he dado a conocer<br />

todo lo que mi Padre me ha dicho. Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo os he escogido a ustedes y<br />

les he <strong>en</strong>cargado que vayan y d<strong>en</strong> mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo<br />

que le pidan <strong>en</strong> mi nombre. Esto, pues, es lo que les mando: Que se am<strong>en</strong> unos a otros.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 110 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Día de la Asc<strong>en</strong>sión<br />

Dios todopoderoso, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo nuestro Señor Jesucristo asc<strong>en</strong>dió por <strong>en</strong>cima de<br />

todos los cielos para ll<strong>en</strong>arlo todo: Danos fe, por tu misericordia, para percibir que, según su<br />

promesa, habita con su <strong>Iglesia</strong> <strong>en</strong> la tierra, hasta el final de los tiempos; por Jesucristo nuestro<br />

Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, <strong>en</strong> gloria eterna. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Hechos 1:1-11<br />

En mi primer libro, excel<strong>en</strong>tísimo Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús había<br />

hecho y <strong>en</strong>señado desde el principio y hasta el día <strong>en</strong> que subió al cielo. Antes de irse, les dio<br />

instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había escogido, sobre lo que<br />

debían hacer. Y después de muerto se les pres<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> persona, dándoles así claras pruebas de que<br />

estaba vivo. Durante cuar<strong>en</strong>ta días se dejó ver de ellos y les estuvo hablando del reino de Dios.<br />

Cuando todavía estaba con los apóstoles, Jesús les advirtió que no debían irse de Jerusalén. Les<br />

dijo:<br />

-Esper<strong>en</strong> a que se cumpla la promesa que mi Padre les hizo, de la cual yo les hablé. Es<br />

cierto que Juan bautizó con agua, pero d<strong>en</strong>tro de pocos días ustedes serán bautizados con el<br />

Espíritu Santo. Los que estaban reunidos con Jesús, le preguntaron: -Señor, ¿vas a restablecer <strong>en</strong><br />

este mom<strong>en</strong>to el reino de Israel? Jesús les contestó: -No les toca a ustedes saber <strong>en</strong> que día o <strong>en</strong><br />

que ocasión hará el Padre las cosas que solam<strong>en</strong>te él ti<strong>en</strong>e autoridad para hacer, pero cuando el<br />

Espíritu Santo v<strong>en</strong>ga sobre ustedes, recibirán poder y saldrán a dar testimonio de mí, <strong>en</strong><br />

Jerusalén, <strong>en</strong> toda la región de Judea y de Samaria, y hasta <strong>en</strong> las partes más lejanas de la tierra.<br />

Dicho esto, mi<strong>en</strong>tras ellos lo estaban mirando, Jesús fue llevado, y una nube lo <strong>en</strong>volvió y no lo<br />

volvieron a ver. Y mi<strong>en</strong>tras miraban como subía Jesús al cielo, dos hombres vestidos de blanco<br />

se aparecieron junto a ellos y les dijeron: -Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al cielo?<br />

Este mismo Jesús que estuvo <strong>en</strong>tre ustedes y que ha sido llevado al cielo, v<strong>en</strong>drá otra vez de la<br />

misma manera que lo han visto irse allá.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 110:1-5 (Página 645 L.O.C.)<br />

l. El Señor dijo a mi soberano: "Siéntate a mi diestra,*<br />

hasta que ponga a tus <strong>en</strong>emigos por estrado de tu pies."<br />

2. El Señor <strong>en</strong>viará desde Sión el cetro de tu poder,*<br />

dici<strong>en</strong>do: "Domina <strong>en</strong> medio de tus <strong>en</strong>emigos.<br />

3. Dignidad principesca ha sido tuya<br />

desde el día de tu nacimi<strong>en</strong>to;*<br />

<strong>en</strong> la hermosura de la santidad te <strong>en</strong>g<strong>en</strong>dré,<br />

como rocío del s<strong>en</strong>o de la aurora".<br />

4. Juró el Señor, y no se retractará:*<br />

"Tú eres sacerdote para siempre,<br />

según el ord<strong>en</strong> de Melquisedec".<br />

5. Mi soberano que está a tu diestra<br />

quebrantará a los reyes <strong>en</strong> el día de su ira:*<br />

dominará sobre las naciones.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 111


Día de la Asc<strong>en</strong>sión<br />

EPÍSTOLA<br />

Efesios 1:15-23<br />

Por esto, como sé que ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> fe <strong>en</strong> el Señor Jesús y amor para con todos los que<br />

pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al pueblo de Dios, no dejo de darle gracias por ustedes, recordándolos <strong>en</strong> mis<br />

oraciones. Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les dé sabiduría<br />

espiritual para <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der su revelación y conocerlo mejor. Pido que Dios les ilumine la m<strong>en</strong>te,<br />

para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la her<strong>en</strong>cia<br />

que Dios da a los que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la her<strong>en</strong>cia que Dios da a los que<br />

pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a su pueblo, y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa <strong>en</strong> nosotros los<br />

crey<strong>en</strong>tes. Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y pot<strong>en</strong>cia cuando resucitó a<br />

Cristo y lo hizo s<strong>en</strong>tar a su derecha <strong>en</strong> el cielo, poniéndolo por <strong>en</strong>cima de todo poder, autoridad,<br />

dominio y señorío, y por <strong>en</strong>cima de todo lo que existe, tanto <strong>en</strong> este mundo como <strong>en</strong> el v<strong>en</strong>idero.<br />

Sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, y a Cristo mismo lo dio a la iglesia como cabeza<br />

de todo. Pues la iglesia es el cuerpo de Cristo, la pl<strong>en</strong>itud misma de Cristo; y Cristo es la pl<strong>en</strong>itud<br />

de todas las cosas.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Lucas 24:49-53<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Y yo <strong>en</strong>viaré sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Pero ustedes quéd<strong>en</strong>se aquí, <strong>en</strong> la<br />

ciudad de Jerusalén, hasta que reciban el poder que vi<strong>en</strong>e del cielo. Luego Jesús los llevó fuera<br />

de la ciudad, hasta Betania, y alzando las manos los b<strong>en</strong>dijo. Y mi<strong>en</strong>tras los b<strong>en</strong>decía, se apartó<br />

de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de adorarlo, volvieron a Jerusalén muy cont<strong>en</strong>tos.<br />

Y estaban siempre <strong>en</strong> el templo, alabando a Dios.<br />

O<br />

San Marcos 16:9-15,19-20<br />

Después que Jesús hubo resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció<br />

primero a María Magdal<strong>en</strong>a, de la que había expulsado siete demonios. Ella fue y avisó a los que<br />

habían andado con Jesús, que estaban tristes y llorando. Estos, al oír que Jesús vivía y que ella lo<br />

había visto, no lo creyeron. Después de esto, Jesús se apareció <strong>en</strong> otra forma a dos de ellos que<br />

iban caminando hacia el campo. Estos fueron y avisaron a los demás; pero tampoco a ellos les<br />

creyeron. Más tarde, Jesús se apareció a los once discípulos, mi<strong>en</strong>tras ellos estaban s<strong>en</strong>tados a la<br />

mesa. Los repr<strong>en</strong>dió por su falta de fe y su terquedad, ya que no creyeron a los que lo habían<br />

visto resucitado. Y les dijo: "Vayan por todo el mundo y anunci<strong>en</strong> a todos este m<strong>en</strong>saje de<br />

salvación.<br />

Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se s<strong>en</strong>tó a la derecha de<br />

Dios. Ellos salieron a anunciar el m<strong>en</strong>saje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba<br />

el m<strong>en</strong>saje acompañándolo con señales milagrosas.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 112 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


ESTACIÓN DE PASCUA<br />

COLECTA<br />

Séptimo Domingo de Pascua<br />

Oh Dios, Rey de la gloria, que con gran triunfo exaltaste a tu único Hijo Jesucristo a tu<br />

reino celestial: No nos dejes desconsolados, mas <strong>en</strong>víanos tu Espíritu Santo para fortalecernos y<br />

exaltarnos al mismo lugar, adonde nuestro Salvador Cristo nos ha precedido; qui<strong>en</strong> vive y reina<br />

contigo y el Espíritu Santo un solo Dios, <strong>en</strong> gloria eterna. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Hechos 1:15-26<br />

Por aquellos días se reunieron los crey<strong>en</strong>tes, que eran unas ci<strong>en</strong>to veinte personas, y<br />

Pedro tomó la palabra y les dijo: "Hermanos, t<strong>en</strong>ía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por<br />

medio de David, ya había dicho <strong>en</strong> la Escritura acerca de Judas, el que sirvió de guía a los que<br />

arrestaron a Jesús. Pues Judas era uno de los nuestros, y t<strong>en</strong>ía parte <strong>en</strong> nuestro trabajo. Pero fue y<br />

compró un terr<strong>en</strong>o con el dinero que le pagaron por su maldad; luego cayó de cabeza y se<br />

rev<strong>en</strong>tó, y se le salieron todos los intestinos. Cuando los que vivían <strong>en</strong> Jerusalén lo supieron,<br />

llamaron a aquel terr<strong>en</strong>o Aceldama, que <strong>en</strong> su l<strong>en</strong>gua quiere decir: 'Campo de Sangre.' Porque<br />

<strong>en</strong> el libro de los Salmos dice:<br />

'Que su casa se vuelva un desierto, y que nadie viva <strong>en</strong> ella.' Y dice también: 'Que otro<br />

ocupe su cargo.' "T<strong>en</strong>emos aquí hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor<br />

Jesús estuvo <strong>en</strong>tre nosotros, desde que fue bautizado por Juan hasta que subió al cielo. Es<br />

necesario, pues, que uno de ellos sea agregado a nosotros, para que junto con nosotros dé<br />

testimonio de que Jesús resucitó."<br />

Entonces propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, y llamado también Justo, y a<br />

Matías. Y oraron así: "Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos cual de estos<br />

dos has escogido para que tome a su cargo el servicio de apóstol que Judas perdió por su pecado,<br />

cuando se fue al lugar que le correspondía." Las suertes fueron echadas, y cayeron sobre Matías,<br />

qui<strong>en</strong> desde aquel mom<strong>en</strong>to quedó agregado a los once apóstoles.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 47 (Página 547 L.O.C.)<br />

1. Aplaudan, pueblos todos;*<br />

aclam<strong>en</strong> a Dios con voz de júbilo;<br />

2. Porque el Señor Altísimo es temible,*<br />

Rey grande sobre toda la tierra.<br />

3. Somete a los pueblos a nuestro dominio,*<br />

y sujeta a las naciones bajo nuestros pies.<br />

4. Nos elige nuestra heredad,*<br />

el deleite de Jacob, a qui<strong>en</strong> ama.<br />

5. Asc<strong>en</strong>dió Dios <strong>en</strong>tre gritos de júbilo,*<br />

el Señor con sonido de trompeta.<br />

6. Cant<strong>en</strong> alabanzas a Dios, cant<strong>en</strong>;*<br />

cant<strong>en</strong> alabanzas a nuestro Rey, cant<strong>en</strong>:<br />

7. Porque Dios es Rey de toda la tierra;*<br />

cant<strong>en</strong> alabanzas con esmero.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 113


Séptimo Domingo de Pascua<br />

8. Dios reina sobre las naciones;*<br />

se si<strong>en</strong>ta sobre su santo trono.<br />

9. Los nobles de los pueblos se han unido*<br />

al pueblo del Dios de Abrahan.<br />

10. Los soberanos de la tierra pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a Dios,*<br />

y él es excelso.<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Juan 5:9-15<br />

Aceptemos el testimonio de los hombres, pero el testimonio de Dios es de mucho más<br />

valor, porque consiste <strong>en</strong> el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. que cree <strong>en</strong> el Hijo<br />

de Dios, lleva este testimonio <strong>en</strong> su propio corazón; el que no cree <strong>en</strong> Dios, lo hace aparecer<br />

como m<strong>en</strong>tiroso, porque no cree <strong>en</strong> el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Este<br />

testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna, y que esta vida está <strong>en</strong> su Hijo. El que ti<strong>en</strong>e al<br />

Hijo de Dios, ti<strong>en</strong>e también esta vida; pero el que no ti<strong>en</strong>e al Hijo de Dios, no la ti<strong>en</strong>e.<br />

Les escribo esto a ustedes que cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> el Hijo de Dios, para que sepan que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> vida<br />

eterna. T<strong>en</strong>emos confianza <strong>en</strong> Dios, porque sabemos que si le pedimos algo conforme a su<br />

voluntad, él nos oye. Y así como sabemos que Dios oye nuestras oraciones, también sabemos<br />

que ya t<strong>en</strong>emos lo que le hemos pedido.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 17:11b-19<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que<br />

estén completam<strong>en</strong>te unidos, como tú y yo. Cuando yo estaba con ellos <strong>en</strong> este mundo, los<br />

cuidaba y los protegía con el poder de tu nombre el nombre que me has dado. Y ninguno de<br />

ellos se perdió, sino aquel que ya estaba perdido, para que se cumpliera lo que dice la Escritura.<br />

"Ahora voy a donde tú estás; pero digo estas cosas mi<strong>en</strong>tras estoy <strong>en</strong> el mundo, para que<br />

ellos se ll<strong>en</strong><strong>en</strong> de la misma perfecta alegría que yo t<strong>en</strong>go. Yo les he comunicado tu palabra, pero<br />

el mundo los odia porque ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido<br />

que los saques del mundo, sino que los protejas del mal. Así como yo no soy del mundo, ellos<br />

tampoco son del mundo. Conságralos a ti mismo por medio de la verdad; tu palabra es la verdad.<br />

Como me <strong>en</strong>viaste a mí <strong>en</strong>tre los que son del mundo, también yo los <strong>en</strong>vío a ellos <strong>en</strong>tre los que<br />

son del mundo. Y por causa de ellos me consagro a mí mismo, para que también ellos sean<br />

consagrados por medio de la verdad.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 114 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Día de P<strong>en</strong>tecostés<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> este día abriste el camino de la vida eterna a toda raza y nación por<br />

el don prometido de tu Espíritu Santo: Esparce este don sobre todo el mundo por la predicación<br />

del Evangelio, para que llegue a los confines de la tierra; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y<br />

reina contigo, <strong>en</strong> la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Hechos 2:1-11<br />

Cuando llegó la fiesta de P<strong>en</strong>tecostés, todos los crey<strong>en</strong>tes se <strong>en</strong>contraban reunidos <strong>en</strong> un<br />

mismo lugar. De rep<strong>en</strong>te, un gran ruido que v<strong>en</strong>ía del cielo, como de un vi<strong>en</strong>to fuerte, resonó <strong>en</strong><br />

toda la casa donde ellos estaban. Y se les aparecieron l<strong>en</strong>guas como de fuego, repartidas sobre<br />

cada uno de ellos. Y todos quedaron ll<strong>en</strong>os del Espíritu Santo, y com<strong>en</strong>zaron a hablar <strong>en</strong> otras<br />

l<strong>en</strong>guas, según el Espíritu hacía que hablaran. Por aquellos días había <strong>en</strong> Jerusalén judíos<br />

cumplidores de sus deberes religiosos, llegados de todas partes del mundo. La g<strong>en</strong>te se reunió al<br />

oír aquel ruido, y no sabían que p<strong>en</strong>sar, porque cada uno oía a los crey<strong>en</strong>tes hablar <strong>en</strong> su propia<br />

l<strong>en</strong>gua. Eran tales su sorpresa y su asombro, que se decían unos a otros:<br />

-¿Acaso no son de Galilea todos estos que están hablando? ¿Cómo es que les oímos<br />

hablar <strong>en</strong> nuestras propias l<strong>en</strong>guas? Aquí hay g<strong>en</strong>te de Partía, de Media, de Elam, de<br />

Mesapotamia, de Judea, de Capadocia, del Ponto y de la provincia de Asia, de Frigia y de<br />

Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia cercanas a Cir<strong>en</strong>e. Hay también algunos que vi<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

de Roma; unos son judíos de nacimi<strong>en</strong>to y otros se han convertido al judaísmo. También los hay<br />

v<strong>en</strong>idos de Creta y de Arabia. ¡Y todos les oímos hablar <strong>en</strong> nuestras propias l<strong>en</strong>guas de las<br />

maravillas de Dios!<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 104:25-32 (Página 629 l. O. C.)<br />

25. Cuán múltiples tus obras, oh Señor*<br />

Hiciste todas ellas con sabiduría;<br />

la tierra está ll<strong>en</strong>a de tus criaturas.<br />

26. He allí el grande y anchuroso mar,<br />

<strong>en</strong> donde bull<strong>en</strong> criaturas sin número,*<br />

tanto pequeñas como grandes,<br />

27. Allí se muev<strong>en</strong> las naves,<br />

allí está ese Leviatán,*<br />

que modelaste para jugar con él.<br />

28. Todos ellos te aguardan,*<br />

para que les des comida a su tiempo.<br />

29. Se la das, la recog<strong>en</strong>;*<br />

abres tu mano, se sacian de bi<strong>en</strong>es.<br />

30. Escondes tu rostro y se espantan;*<br />

les quitas el ali<strong>en</strong>to;<br />

expiran y vuelv<strong>en</strong> a su polvo.<br />

31. Envías tu Espíritu y son creados;*<br />

así r<strong>en</strong>uevas la faz de la tierra<br />

32. Perdure la gloria del Señor para siempre;*<br />

alégrese el Señor <strong>en</strong> todas sus obras.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 115


Día de P<strong>en</strong>tecostés<br />

EPÍSTOLA<br />

1 Corintios 12:4-13<br />

Una persona puede recibir difer<strong>en</strong>tes dones, pero el que los concede es un mismo Espíritu. Hay<br />

difer<strong>en</strong>tes maneras de servir, pero todas por <strong>en</strong>cargo de un mismo Señor. Y hay difer<strong>en</strong>tes poderes para<br />

actuar, pero es un mismo Dios el que lo hace todo <strong>en</strong> todos. Dios da a cada uno alguna prueba de la<br />

pres<strong>en</strong>cia del Espíritu, para provecho de todos. Por medio del Espíritu, a unos les concede que habl<strong>en</strong> con<br />

sabiduría; y a otros, por el mismo Espíritu, les concede que habl<strong>en</strong> con profundo conocimi<strong>en</strong>to. Unos<br />

recib<strong>en</strong> fe por medio del mismo Espíritu, y otros recib<strong>en</strong> el don de curar <strong>en</strong>fermos. Unos recib<strong>en</strong> poder<br />

para hacer milagros, y otros para comunicar m<strong>en</strong>sajes recibidos de Dios. A unos, Dios les da la capacidad<br />

de distinguir <strong>en</strong>tre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero, y a otros la capacidad de hablar <strong>en</strong> l<strong>en</strong>guas;<br />

y todavía a otros les da la capacidad de interpretar lo que se ha dicho <strong>en</strong> esas l<strong>en</strong>guas. Pero todas estas<br />

cosas las hace el único y mismo Espíritu, dando a cada persona lo que a él mejor le parece.<br />

El cuerpo humano, aunque está formado por muchas partes, es un solo cuerpo. Así también<br />

Cristo. Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados<br />

para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo<br />

Espíritu.<br />

Palabra del Señor Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 14:8-17<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Felipe le dijo <strong>en</strong>tonces: -Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta. Jesús le<br />

contestó: -Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? El que<br />

me ve a mí, ve al Padre; ¿por qué me pides que les deje ver al Padre? No crees que yo estoy <strong>en</strong> el<br />

Padre y el Padre está <strong>en</strong> mí? Las cosas que les digo, no las digo por mi propia cu<strong>en</strong>ta. El Padre,<br />

que vive <strong>en</strong> mí, es el que hace su propio trabajo. Créanme que yo estoy <strong>en</strong> el Padre y el Padre<br />

está <strong>en</strong> mí; si no, crean al m<strong>en</strong>os por lo que hago. Les aseguro que el que cree <strong>en</strong> mí hará<br />

también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el<br />

Padre. Y todo lo que ustedes pidan <strong>en</strong> mi nombre, yo lo haré, para que por el Hijo se muestre la<br />

gloria del Padre. Yo haré cualquier cosa que <strong>en</strong> mi nombre ustedes me pidan.<br />

"Si ustedes me aman, obedecerán mis mandami<strong>en</strong>tos. Y yo le pediré al Padre que les<br />

mande otro Def<strong>en</strong>sor, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes. Los que son<br />

del mundo no lo pued<strong>en</strong> recibir, porque no lo v<strong>en</strong> ni lo conoc<strong>en</strong>; pero ustedes lo conoc<strong>en</strong> porque<br />

él está con ustedes y permanecerá siempre con ustedes.<br />

O<br />

San Juan 20:19-23<br />

Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían<br />

reunido con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús <strong>en</strong>tró y, poniéndose <strong>en</strong> medio de<br />

los discípulos, los saludó dici<strong>en</strong>do:<br />

¡Paz a ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver<br />

al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez: ¡Paz a ustedes! Como el Padre me <strong>en</strong>vió a mí, así yo<br />

los <strong>en</strong>vío a ustedes. Y sopló sobre ellos, y les dijo: Reciban el Espíritu Santo. A qui<strong>en</strong>es ustedes<br />

perdon<strong>en</strong> los pecados, les quedarán perdonados; y a qui<strong>en</strong>es no se los perdon<strong>en</strong>, les quedarán sin<br />

perdonar.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 116 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Domingo de Trinidad<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te y eterno, que por la confesión de una fe verdadera nos diste a tus siervos la<br />

gracia de reconocer la gloria de la Trinidad eterna, y de adorar la Unidad <strong>en</strong> el poder de tu divina<br />

Majestad: Consérvanos firmes <strong>en</strong> esta fe y adoración, y llévanos al fin a contemplarte <strong>en</strong> tu sola y eterna<br />

gloria; tú que vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Éxodo 3:1-6<br />

Moisés cuidaba las ovejas de su suegro Jetro, que era sacerdote de Madián, y un día las llevó a<br />

través del desierto y llegó hasta el monte de Dios, que se llama Horeb. Allí el ángel del Señor se le<br />

apareció <strong>en</strong> una llama de fuego, <strong>en</strong> medio de una zarza. Moisés se fijó bi<strong>en</strong> y se dio cu<strong>en</strong>ta de que la<br />

zarza ardía con el fuego, pero no se consumía. Entonces p<strong>en</strong>só: "¡Qué cosa tan extraña! Voy a ver por<br />

qué no se consume la zarza."<br />

Cuando el Señor vio que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: -<br />

¡Moisés! ¡Moisés! -Aquí estoy -contestó Moisés. Entonces Dios le dijo: -No te acerques. Y<br />

descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado. Y añadió: -Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el<br />

Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Moisés se cubrió la cara, pues tuvo miedo de mirar a Dios.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 93 (Página 615 L.O.C.)<br />

1. El Señor es Rey; se ha vestido de espl<strong>en</strong>dor;*<br />

el Señor se ha vestido y ceñido de poder.<br />

2. De tal manera afirmó el orbe,*<br />

que no se le puede mover.<br />

3. Firme es tu trono desde siempre;*<br />

tú eres eternam<strong>en</strong>te.<br />

4. Alzaron las aguas, oh Señor,<br />

las aguas alzaron su voz;*<br />

alzaron sus ondas aplastantes.<br />

5. Más pot<strong>en</strong>te que la voz de muchas aguas,<br />

más pot<strong>en</strong>te que los rompi<strong>en</strong>tes del mar,*<br />

más pot<strong>en</strong>te es el Señor <strong>en</strong> las alturas.<br />

6. Tus testimonios son muy firmes;*<br />

la santidad es el adorno de tu casa, oh Señor,<br />

por los siglos y para siempre.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 117


Domingo de Trinidad<br />

EPÍSTOLA<br />

Romanos 8:12-17<br />

Así pues, hermanos, t<strong>en</strong>emos una obligación, pero no es la de vivir conforme a los deseos del<br />

hombre pecador. Porque si viv<strong>en</strong> ustedes conforme a tales deseos, morirán; pero si por medio del<br />

Espíritu hac<strong>en</strong> ustedes morir esos deseos, vivirán.<br />

Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. Pues ustedes no han<br />

recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a t<strong>en</strong>er miedo, sino el Espíritu que los hace hijos<br />

de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, dici<strong>en</strong>do: "¡Padre mío!" Y este mismo Espíritu se une<br />

a nuestro espíritu para dar testimonio de que ya somos hijos de Dios. Y puesto que somos sus hijos,<br />

también t<strong>en</strong>dremos parte <strong>en</strong> la her<strong>en</strong>cia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, si<br />

es que realm<strong>en</strong>te sufrimos con él para después estar con él <strong>en</strong> su gloria.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 3:1-16<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante <strong>en</strong>tre los judíos. Este fue de<br />

noche a visitar a Jesús, y le dijo: -Maestro, sabemos que Dios te ha <strong>en</strong>viado a <strong>en</strong>señarnos, porque nadie<br />

podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él. Jesús le dijo: -Te aseguro que el que<br />

no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le preguntó:<br />

-¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá <strong>en</strong>trar otra vez d<strong>en</strong>tro de su<br />

madre, para volver a nacer? Jesús le contestó: -Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no<br />

puede <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu,<br />

es espíritu. No te extrañes de que te diga: 'Todos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que nacer de nuevo.' El vi<strong>en</strong>to sopla por donde<br />

quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde vi<strong>en</strong>e ni a dónde va. Así son también todos los que<br />

nac<strong>en</strong> del Espíritu. Nicodemo volvió a preguntarle: -¿Cómo puede ser esto? Jesús le contestó:<br />

-¿Tú, que eres el maestro de Israel, no sabes estas cosas? Te aseguro que nosotros hablamos de<br />

lo que sabemos, y somos testigos de lo que hemos visto; pero ustedes no cre<strong>en</strong> lo que les decimos. Si no<br />

me cre<strong>en</strong> cuando les hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo me van a creer si les hablo de las cosas<br />

del cielo?<br />

"Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo; es decir, el Hijo del hombre. Y así como<br />

Moisés levantó la serpi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el desierto, así también el Hijo del hombre ti<strong>en</strong>e que ser levantado, para<br />

que todo el que cree <strong>en</strong> él t<strong>en</strong>ga vida eterna. Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único,<br />

para que todo aquel que cree <strong>en</strong> él no muera, sino que t<strong>en</strong>ga vida eterna.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 118 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Mayo 11<br />

COLECTA<br />

Propio 1<br />

Recuerda, oh Señor, lo que has forjado <strong>en</strong> nosotros y no lo que merecemos; y, puesto que nos has<br />

llamado para servirte, haznos dignos de nuestro llamado; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina<br />

contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

2 Reyes 5:1-15ab<br />

Había un hombre llamado Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, muy estimado y favorecido<br />

por su rey, porque el Señor había dado la victoria a Siria por medio de él. Pero este hombre estaba<br />

<strong>en</strong>fermo de lepra. En una de las correrías de los sirios contra los israelitas, una muchachita fue hecha<br />

cautiva, y se quedó al servicio de la mujer de Naamán. Esta muchachita dijo a su ama: -Si mi amo fuera<br />

a ver al profeta que está <strong>en</strong> Samaria, quedaría curado de su lepra. Naamán fue y le contó a su rey lo que<br />

había dicho aquella muchacha. Y el rey de Siria le respondió: -Está bi<strong>en</strong>, ve, que yo mandaré una carta<br />

al rey de Israel. Entonces Naamán se fue. Tomó treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y<br />

diez mudas de ropa y le llevó al rey de Israel la carta, que decía: "Cuando recibas esta carta, sabrás que<br />

<strong>en</strong>vío a Naamán, uno de mis oficiales, para que lo sanes de su lepra."<br />

Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó la ropa <strong>en</strong> señal de aflicción y dijo: -¿Acaso soy<br />

Dios, que da la vida y la quita, para que éste me mande un hombre a que lo cure de su lepra? ¡Fíj<strong>en</strong>se<br />

bi<strong>en</strong> y verán que está buscando un pretexto contra mí! Al <strong>en</strong>terarse el profeta Elíseo de que el rey se<br />

había rasgado la ropa por aquella carta, le mandó a decir: "¿Por qué te has rasgado la ropa? Que v<strong>en</strong>ga<br />

ese hombre a verme, y sabrá que hay un profeta <strong>en</strong> Israel." Naamán fue, con su carro y sus caballos, y se<br />

detuvo a la puerta de la casa de Elíseo. Pero Elíseo <strong>en</strong>vió un m<strong>en</strong>sajero a que le dijera: "Ve y lávate siete<br />

veces <strong>en</strong> el río Jordán, y tu cuerpo quedará limpio de la lepra." Naamán se <strong>en</strong>fureció, y se fue dici<strong>en</strong>do:<br />

-Yo p<strong>en</strong>sé que iba a salir a recibirme, y que de pie iba a invocar al Señor su Dios, y que luego iba a<br />

mover su mano sobre la parte <strong>en</strong>ferma, y que así me quitaría la lepra. ¿No son los ríos de Damasco, el<br />

Abana y el Farfar, mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber ido a lavarme <strong>en</strong> ellos y<br />

quedar limpio? Y muy <strong>en</strong>ojado se fue de allí. Pero sus criados se acercaron a él y le dijeron: - Señor, si<br />

el profeta le hubiera mandado hacer algo difícil, ¿no lo habría hecho usted? Pues con mayor razón si<br />

sólo le ha dicho que se lave usted y quedará limpio. Naamán fue y se sumergió siete veces <strong>en</strong> el Jordán,<br />

según se lo había ord<strong>en</strong>ado el profeta, y su carne se volvió como la de un jov<strong>en</strong>cito, y quedó limpio.<br />

Entonces él y todos sus acompañantes fueron a ver a Elíseo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 119


Propio 1<br />

SALMO 42:1-7 (Página 42 L.O.C.)<br />

l. Como anhela el ciervo las corri<strong>en</strong>tes de aguas,*<br />

así te anhela, oh Dios, el alma mía.<br />

2. Mi alma ti<strong>en</strong>e sed de Dios, del Dios vivo;*<br />

¿cuándo v<strong>en</strong>dré, y me pres<strong>en</strong>taré delante de Dios?<br />

3. Fueron mis lágrimas mi alim<strong>en</strong>to de día y de noche,*<br />

mi<strong>en</strong>tras me dic<strong>en</strong> todos los días:<br />

"¿Dónde está tu Dios?"<br />

4. Doy ri<strong>en</strong>da suelta a mi dolor, cuando pi<strong>en</strong>so <strong>en</strong> estas cosas;*<br />

de cómo fui con la multitud,<br />

y la conduje hasta la casa de Dios,<br />

5. Con voz de alegría y de alabanza,*<br />

haci<strong>en</strong>do fiesta la multitud.<br />

6. ¿Por qué te abates, oh alma mía,*<br />

y te turbas d<strong>en</strong>tro de mí?<br />

7. Pon tu confianza <strong>en</strong> Dios,*<br />

porque aún he de alabarle,<br />

Salvador, Pres<strong>en</strong>cia y Dios mío.<br />

EPÍSTOLA<br />

I Corintios 9:24-27<br />

Ustedes sab<strong>en</strong> que <strong>en</strong> una carrera todos corr<strong>en</strong>, pero solam<strong>en</strong>te uno recibe el premio. Pues bi<strong>en</strong>,<br />

corran ustedes de tal modo que reciban el premio. Los que se preparan para competir <strong>en</strong> un deporte,<br />

evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hac<strong>en</strong> por alcanzar como premio una corona de hojas<br />

de laurel, que <strong>en</strong> seguida se marchita; <strong>en</strong> cambio, nosotros luchamos por recibir un premio que no se<br />

marchita. Yo, por mi parte, no corro a ciegas ni peleo como si estuviera dando golpes al aire. Al<br />

contrario, castigo mi cuerpo y lo obligo a obedecerme, para no quedar yo mismo descalificado después<br />

de haber <strong>en</strong>señado a otros.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 1:40-45<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Un hombre <strong>en</strong>fermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo: -Si quieres,<br />

puedes limpiarme de mi <strong>en</strong>fermedad. Jesús tuvo compasión de él; lo tocó con la mano y dijo: -Quiero.<br />

¡Queda limpio! Al mom<strong>en</strong>to se le quitó la lepra al <strong>en</strong>fermo, y quedó limpio. Jesús lo despidió <strong>en</strong><br />

seguida, y le recom<strong>en</strong>dó mucho: -Mira, no se lo digas a nadie: solam<strong>en</strong>te ve y preséntate al sacerdote, y<br />

lleva, por tu purificación, la ofr<strong>en</strong>da que ord<strong>en</strong>ó Moisés, para que todos sepan que ya estás limpio de tu<br />

<strong>en</strong>fermedad. Pero el hombre se fue y com<strong>en</strong>zó a contar a todos lo que había pasado. Por eso Jesús ya<br />

no podía <strong>en</strong>trar abiertam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> ningún pueblo, sino que se quedaba afuera, <strong>en</strong> lugares donde no había<br />

g<strong>en</strong>te; pero de todas partes acudían a verlo.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 120 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Mayo 18<br />

COLECTA<br />

Propio 2<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te y de misericordia, guárdanos <strong>en</strong> tu bondad de todo aquello que pueda<br />

causarnos daño; para que, dispuestos tanto <strong>en</strong> m<strong>en</strong>te como <strong>en</strong> cuerpo, y con alegría de corazón,<br />

logremos lo que sea propio a tus designios; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el<br />

Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 43: 18-25<br />

Ahora dice el Señor a su pueblo: "Ya no recuerdes el ayer, no pi<strong>en</strong>ses más <strong>en</strong> cosas del pasado.<br />

Yo voy a hacer algo nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino <strong>en</strong> el desierto<br />

y ríos <strong>en</strong> la tierra estéril. Me honrarán los animales salvajes, los chacales y los avestruces, porque hago<br />

brotar agua <strong>en</strong> el desierto, ríos <strong>en</strong> la tierra estéril, para dar de beber a mi pueblo elegido, el pueblo que he<br />

formado para que proclame mi alabanza.<br />

"Pero tú, Israel, pueblo de Jacob, no me invocaste, sino que te cansaste de mí. No me ofreciste<br />

holocaustos de ovejas ni me honraste con sacrificios. Yo no te cansé pidiéndote ofr<strong>en</strong>das, ni te molesté<br />

exigiéndote inci<strong>en</strong>so. No has t<strong>en</strong>ido que comprar caña aromática para traérmela como ofr<strong>en</strong>da, ni has<br />

t<strong>en</strong>ido que complacerme con la grasa de animales sacrificados. Por el contrario, me cansaste con tus<br />

pecados; me molestaste con tus maldades. "Pero yo, por ser tu Dios, borro tus crím<strong>en</strong>es y no me<br />

acordaré más de tus pecados."<br />

Palabra Del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 32:1-8 (Página 523 L.O.C.)<br />

l. Bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados aquellos cuyas transgresiones<br />

son perdonadas,*<br />

y quitados sus pecados.<br />

2. Bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados a qui<strong>en</strong>es no atribuye culpa el Señor,*<br />

y <strong>en</strong> cuyo espíritu no hay <strong>en</strong>gaño.<br />

3. Mi<strong>en</strong>tras callé, se <strong>en</strong>vejecieron mis huesos*<br />

porque gemí todo el día;<br />

4. Porque de día y de noche pesó sobre mí tu mano;*<br />

se volvió mi verdor <strong>en</strong> sequedad de verano.<br />

5. Mi pecado <strong>en</strong>tonces te declaré,*<br />

y no <strong>en</strong>cubrí mi culpa.<br />

6. Dije: "Confesaré a ti mis transgresiones";*<br />

y luego tú perdonaste la culpa de mi pecado.<br />

7. Por ello orarán los fieles <strong>en</strong> tiempo de necesidad;*<br />

ciertam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la inundación de muchas aguas<br />

no llegará ésta a ellos.<br />

8. Tú eres mi escondite; me guardarás de angustias;*<br />

con gritos de liberación me rodearás.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 121


Propio 2<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 1:18-22<br />

Porque Cristo Jesús, el Hijo de Dios, a qui<strong>en</strong> Silvano, Timoteo y yo predicamos <strong>en</strong>tre ustedes,<br />

no es "sí" y "no" al mismo tiempo. Cristo es el "sí" de Dios, pues <strong>en</strong> él se cumpl<strong>en</strong> todas las promesas<br />

de Dios. Por esto, cuando alabamos a Dios, decimos "Así sea" por medio de Cristo Jesús. Y Dios es el<br />

que a nosotros y a ustedes nos ha escogido. Nos ha marcado con su sello, y ha puesto <strong>en</strong> nuestro<br />

corazón el Espíritu Santo como garantía de lo que vamos a recibir.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 2:1-12<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Algunos días después, Jesús volvió a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> Capernaum. En cuanto se supo que estaba <strong>en</strong><br />

casa, se juntó tanta g<strong>en</strong>te que ni siquiera cabían fr<strong>en</strong>te a la puerta; y él les anunciaba el m<strong>en</strong>saje.<br />

Entonces, <strong>en</strong>tre cuatro, le llevaron un paralítico. Pero como había mucha g<strong>en</strong>te y no podían llegar<br />

hasta Jesús, quitaron parte del techo <strong>en</strong>cima de donde él estaba, y por la abertura bajaron <strong>en</strong> una camilla<br />

al <strong>en</strong>fermo. Cuando Jesús vio la fe que t<strong>en</strong>ían, le dijo al <strong>en</strong>fermo:<br />

-Hijo mío, tus pecados quedan perdonados. Algunos maestros de la ley que estaban allí s<strong>en</strong>tados,<br />

p<strong>en</strong>saron: "¿Cómo se atreve éste a hablar así? Sus palabras son una of<strong>en</strong>sa contra Dios. Solo Dios puede<br />

perdonar pecados." Pero Jesús <strong>en</strong> seguida se dio cu<strong>en</strong>ta de lo que estaban p<strong>en</strong>sando, y les preguntó:<br />

-¿Por qué pi<strong>en</strong>san ustedes así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: 'Tus pecados quedan<br />

perdonados', o decirle: Levántate, toma tu camilla y anda'? Pues voy a demostrarles que el Hijo del<br />

hombre ti<strong>en</strong>e autoridad <strong>en</strong> la tierra para perdonar pecados. Entonces le dijo al paralítico: -A ti te digo,<br />

levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El <strong>en</strong>fermo se levantó <strong>en</strong> el acto, y tomando su camilla salió<br />

de allí, a la vista de todos. Por esto, todos se admiraron y alabaron a Dios, dici<strong>en</strong>do: -Nunca hemos visto<br />

una cosa así.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 122 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Mayo 25<br />

COLECTA<br />

Propio 3<br />

Concede, oh Señor, que el curso de este mundo sea gobernado pacíficam<strong>en</strong>te por tu provid<strong>en</strong>cia,<br />

y que tu <strong>Iglesia</strong> pueda servirte con gozo, confianza y ser<strong>en</strong>idad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y<br />

reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Oseas 2:14-23<br />

"Yo la voy a <strong>en</strong>amorar: la llevaré al desierto y le hablaré al corazón. Luego le devolveré sus<br />

viñas, y convertiré el valle de Acor <strong>en</strong> puerta de esperanza para ella. Allí me responderá como <strong>en</strong> su<br />

juv<strong>en</strong>tud, como <strong>en</strong> el día <strong>en</strong> que salió de Egipto. Entonces me llamará 'Marido mío', <strong>en</strong> vez de llamarme<br />

'Baal mío'. Yo. El Señor lo afirmo. Y quitaré de sus labios los nombres de los baales, y jamás volverán a<br />

m<strong>en</strong>cionarse.<br />

"En aquel tiempo haré <strong>en</strong> favor de Israel un pacto con los animales salvajes, y con las aves y las<br />

serpi<strong>en</strong>tes; romperé y quitaré de este país el arco, la espada y la guerra, para que mi pueblo descanse<br />

tranquilo. Israel, yo te haré mi esposa para siempre, mi esposa legítima, conforme a la ley, porque te<br />

amo <strong>en</strong>trañablem<strong>en</strong>te. Yo te haré mi esposa y te seré fiel, y tú <strong>en</strong>tonces me conocerás como el Señor.<br />

Yo, el Señor, lo afirmo: En aquel tiempo yo responderé al cielo, y el cielo responderá a la tierra; la tierra<br />

responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel. Plantaré a mi pueblo <strong>en</strong> la tierra<br />

exclusivam<strong>en</strong>te para mí; t<strong>en</strong>dré compasión de Lo-ruhama, y a Lo-ami le diré: 'Tú eres mi pueblo', y él<br />

me dirá: '¡Tú eres mi Dios!'<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

l. B<strong>en</strong>dice, alma mía, al Señor,*<br />

y todo mi ser b<strong>en</strong>diga su santo Nombre<br />

2. B<strong>en</strong>dice, alma mía, al Señor,*<br />

y no olvides ninguno de sus b<strong>en</strong>eficios.<br />

3. Él perdona todas tus iniquidades,*<br />

y sana todas tus dol<strong>en</strong>cias.<br />

4. Él rescata del sepulcro tu vida,*<br />

y te corona de favor y misericordia.<br />

5. Él sacia de bi<strong>en</strong> tus anhelos,*<br />

y como el águila se r<strong>en</strong>ueva tu juv<strong>en</strong>tud<br />

6. El Señor hace justicia,*<br />

y defi<strong>en</strong>de a todos los oprimidos.<br />

SALMO 103:1-6 (Página 626 L.O.C.)<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 123


Propio 3<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 3:[4-11]17--4:2<br />

[Confiados <strong>en</strong> Dios por medio de Cristo, estamos seguros de esto. No es que nosotros mismos<br />

estemos capacitados para considerar algo como nuestro; al contrario, todo lo que podemos hacer vi<strong>en</strong>e<br />

de Dios, pues él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no escrito, sino espiritual. La<br />

ley escrita cond<strong>en</strong>a a muerte, pero el Espíritu de Dios da vida. Esta ley, grabada <strong>en</strong> letras sobre tablas de<br />

piedra, vino con tal resplandor que los israelitas ni siquiera podían mirar la cara de Moisés a causa de su<br />

int<strong>en</strong>so brillo. Sin embargo, aquel resplandor había de terminar por apagarse. Pero si esa ley que<br />

cond<strong>en</strong>a a muerte fue promulgada con tanta gloria, ¡cuánta más será la gloria del anuncio de un nuevo<br />

pacto fundado <strong>en</strong> el Espíritu! Es decir, que si fue tan gloriosa la promulgación de una ley que sirvió<br />

para cond<strong>en</strong>arnos, ¡cuánto más glorioso será poder anunciar que Dios nos declara sin culpa! Porque la<br />

gloria anterior ya no es nada <strong>en</strong> comparación con esto, que es mucho más glorioso. Y si fue glorioso lo<br />

que había de terminar por apagarse, mucho más glorioso será lo que permanece para siempre.]<br />

Precisam<strong>en</strong>te porque t<strong>en</strong>emos esta esperanza, hablamos con toda libertad. No hacemos como<br />

Moisés, que se tapaba la cara con un velo para que los israelitas no vieran que aquel resplandor se iba<br />

apagando. Pero ellos no lo <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dieron así, y todavía ahora, cuando le<strong>en</strong> el antiguo pacto, ese mismo<br />

velo les impide <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der, pues no les ha sido quitado, porque solam<strong>en</strong>te se quita por medio de Cristo.<br />

Hasta el día de hoy, cuando le<strong>en</strong> los libros de Moisés, un velo cubre su <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to. Pero cuando una<br />

persona se vuelve al Señor, el velo se le quita. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del<br />

Señor, allí hay libertad. Por eso, todos nosotros, ya sin el velo que nos cubría la cara, somos como un<br />

espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos tranformándonos <strong>en</strong> su imag<strong>en</strong> misma, porque cada vez<br />

t<strong>en</strong>emos más de su gloria, y esto por la acción del Señor, que es el Espíritu.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 2:18-22<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Una vez estaban ayunando los seguidores de Juan el Bautista y los de los fariseos, y algunas<br />

personas fueron a Jesús y le preguntaron: -Los seguidores de Juan y los de los fariseos ayunan: ¿por qué<br />

no ayunan tus discípulos? Jesús les contestó"<br />

-¿Acaso pued<strong>en</strong> ayunar los invitados a una boda, mi<strong>en</strong>tras el novio está con ellos? Mi<strong>en</strong>tras está<br />

pres<strong>en</strong>te el novio, no pued<strong>en</strong> ayunar. Pero llegará el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que se llev<strong>en</strong> al novio; cuando llegue<br />

ese día, <strong>en</strong>tonces sí ayunarán. "Nadie arregla un vestido viejo con un remi<strong>en</strong>do de tela nueva, porque el<br />

remi<strong>en</strong>do nuevo <strong>en</strong>coge y rompe el vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. Ni tampoco se echa vino<br />

nuevo <strong>en</strong> cueros viejos, porque el vino nuevo hace que se revi<strong>en</strong>t<strong>en</strong> los cueros, y se pierd<strong>en</strong> tanto el vino<br />

como los cueros. Por eso hay que echar el vino nuevo <strong>en</strong> cueros nuevos.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 124 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Junio 1<br />

COLECTA<br />

Propio 4<br />

Oh Dios, tu infalible provid<strong>en</strong>cia ord<strong>en</strong>a todas las cosas <strong>en</strong> el cielo como <strong>en</strong> la tierra: Aparta de<br />

nosotros todo mal, te suplicamos, y concéd<strong>en</strong>os aquellos b<strong>en</strong>eficios que puedan ayudarnos; por<br />

Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los<br />

siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Deuteronomio 5:6-21<br />

'Yo soy el Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, donde eras esclavo. 'No t<strong>en</strong>gas otros dioses<br />

aparte de mí. 'No te hagas ningún ídolo ni figura de lo que hay arriba <strong>en</strong> el cielo, ni de lo que hay abajo<br />

<strong>en</strong> la tierra, ni de lo que hay <strong>en</strong> el mar debajo de la tierra. No te inclines delante de ellos ni les rindas<br />

culto, porque yo soy el Señor tu Dios, Dios celoso que castiga la maldad de los padres que me odian, <strong>en</strong><br />

sus hijos, nietos y bisnietos, pero que trató con amor por mil g<strong>en</strong>eraciones a los que me aman y cumpl<strong>en</strong><br />

mis mandami<strong>en</strong>tos. 'No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios, pues él no dejará sin castigo al que<br />

use mal su nombre.<br />

'T<strong>en</strong> <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta el día de reposo para consagrarlo al Señor, tal como el Señor tu Dios te lo ha<br />

ord<strong>en</strong>ado. Trabaja seis días y haz <strong>en</strong> ellos todo lo que t<strong>en</strong>gas que hacer, pero el séptimo día es día de<br />

reposo, consagrado al Señor tu Dios. No hagas ningún trabajo <strong>en</strong> ese día, ni tampoco tu hijo, ni tu hija,<br />

ni tu esclavo o tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el extranjero que vive <strong>en</strong><br />

tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava descans<strong>en</strong> igual que tú. Recuerda que también tú fuiste<br />

esclavo <strong>en</strong> Egipto, y que el Señor tu Dios te saco de allí desplegando gran poder. Por eso el Señor tu<br />

Dios te ord<strong>en</strong>a cumplir con el día de reposo.<br />

'Honra a tu padre y a tu madre, tal como el Señor tu Dios te lo ha ord<strong>en</strong>ado, para que vivas una<br />

larga vida y te vaya bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> la tierra que te da el Señor tu Dios. 'No mates. 'No cometas adulterio. 'No<br />

robes. 'No digas m<strong>en</strong>tiras <strong>en</strong> perjuicio de tu prójimo. 'No codicies la mujer de tu prójimo. No ambiciones<br />

la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su esclavo o esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que le<br />

pert<strong>en</strong>ezca.'<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 81:1-10 (Página 598 L.O.C.)<br />

l. Cant<strong>en</strong> con gozo a Dios, fortaleza nuestra,*<br />

al Dios de Jacob aclam<strong>en</strong> con júbilo.<br />

2. Enton<strong>en</strong> canción, y tañan el pandero,*<br />

la lira templada y el arpa.<br />

3. Toqu<strong>en</strong> el corno <strong>en</strong> la luna nueva.*<br />

y <strong>en</strong> la luna ll<strong>en</strong>a, que es el día de nuestra fiesta;<br />

4. Porque estatuto es de Israel,*<br />

ord<strong>en</strong>anza del Dios de Jacob.<br />

5. Lo estableció como mandato solemne para José,*<br />

al salir del país de Egipto.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 125


Propio 4<br />

6. "Oí la voz de un desconocido;*<br />

retiré la carga de sus hombros;<br />

sus manos fueron libradas de los cestos".<br />

7. En tu angustia clamaste, y yo te salvé;*<br />

te respondí desde lo secreto del tru<strong>en</strong>o;<br />

te probé junto a las aguas de Meriba.<br />

8. Escucha, pueblo mío, y te amonestaré,*<br />

¡Ojalá me escuchases, oh Israel!<br />

9. No habrá <strong>en</strong>tre ustedes dios aj<strong>en</strong>o;*<br />

no adorarás un dios extranjero.<br />

l0. Yo soy el Señor tu Dios,<br />

que te saqué del país de Egipto;*<br />

y dije: "Abre tu boca, y yo la ll<strong>en</strong>aré".<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 4:5-12<br />

No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor; nosotros nos declaramos<br />

simplem<strong>en</strong>te servidores de ustedes por amor a Jesús. Porque el mismo Dios que mandó que la luz<br />

brotara de la oscuridad, es el que ha hecho brotar su luz <strong>en</strong> nuestro corazón, para que por medio de ella<br />

podamos conocer la gloria de Dios que brilla <strong>en</strong> la cara de Jesucristo. Pero esta riqueza la t<strong>en</strong>emos <strong>en</strong><br />

nuestro cuerpo que es como una olla de barro, para mostrar que ese poder tan grande vi<strong>en</strong>e de Dios y no<br />

de nosotros. Así, aunque ll<strong>en</strong>os de problemas, no estamos sin salida; t<strong>en</strong>emos preocupaciones, pero no<br />

nos desesperamos. Nos persigu<strong>en</strong>, pero no estamos abandonados; nos derriban, pero no nos destruy<strong>en</strong>.<br />

Dondequiera que vamos, llevamos siempre <strong>en</strong> nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su<br />

vida se muestre <strong>en</strong> nosotros. Pues nosotros, los que vivimos, siempre estamos expuestos a la muerte por<br />

causa de Jesús, para que también su vida se muestre <strong>en</strong> nuestro cuerpo mortal. De ese modo, la muerte<br />

actúa <strong>en</strong> nosotros, y <strong>en</strong> ustedes actúa la vida.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 2:23-28<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Un día de reposo, Jesús caminaba <strong>en</strong>tre los sembrados, y sus discípulos, al pasar, com<strong>en</strong>zaron a<br />

arrancar espigas de trigo. Los fariseos le preguntaron: -Oye, ¿por qué hac<strong>en</strong> tus discípulos algo que no<br />

está permitido hacer <strong>en</strong> los días de reposo? Pero él les dijo: -'Nunca han leído ustedes lo que hizo<br />

David <strong>en</strong> una ocasión <strong>en</strong> que él y sus compañeros tuvieron necesidad y sintieron hambre? Pues si<strong>en</strong>do<br />

Abiatar sumo sacerdote, David <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> la casa de Dios y comió los panes consagrados a Dios, que<br />

solam<strong>en</strong>te a los sacerdotes se les permitía comer; y dio también a la g<strong>en</strong>te que iba con él. Jesús añadió: -<br />

El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo. Por esto, el Hijo del<br />

hombre ti<strong>en</strong>e autoridad también sobre el día de reposo.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 126 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Junio 8<br />

COLECTA<br />

Propio 5<br />

Oh Dios, tu infalible provid<strong>en</strong>cia ord<strong>en</strong>a todas las cosas <strong>en</strong> el cielo como <strong>en</strong> la tierra: Aparta de<br />

nosotros todo mal, te suplicamos, y concéd<strong>en</strong>os aquellos b<strong>en</strong>eficios que puedan ayudarnos; por<br />

Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los<br />

siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Génesis 3:[1-7]8-21<br />

[La serpi<strong>en</strong>te era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor había creado, y le<br />

preguntó a la mujer: -¿Así que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín? Y<br />

la mujer le contestó:<br />

-Podemos comer del fruto de cualquier árbol, m<strong>en</strong>os del árbol que está <strong>en</strong> medio del jardín. Dios<br />

nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.<br />

Pero la serpi<strong>en</strong>te le dijo a la mujer: -No es cierto. No morirán. Dios sabe muy bi<strong>en</strong> que cuando ustedes<br />

coman del fruto de ese árbol podrán saber lo que es bu<strong>en</strong>o y lo que es malo, y que <strong>en</strong>tonces serán como<br />

Dios. La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a t<strong>en</strong>er<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también<br />

comió. En ese mom<strong>en</strong>to se les abrieron los ojos, y los dos se dieron cu<strong>en</strong>ta de que estaban desnudos.<br />

Entonces cosieron hojas de higuera y se cubrieron con ellas.]<br />

El hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora <strong>en</strong> que sopla<br />

el vi<strong>en</strong>to de la tarde, y corrieron a esconderse de él <strong>en</strong>tre los árboles del jardín. Pero Dios el Señor llamó<br />

al hombre y le preguntó: -¿Dónde estás? El hombre contestó: -Escuché que andabas por el jardín y tuve<br />

miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí. Entonces Dios le preguntó: -¿Y quién te ha dicho que<br />

estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras? El hombre<br />

contestó: -La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios el<br />

Señor le preguntó a la mujer: -¿Por qué lo hiciste? Y ella respondió: -La serpi<strong>en</strong>te me <strong>en</strong>gañó, y por eso<br />

comí del fruto. Entonces Dios el Señor dijo a la serpi<strong>en</strong>te:<br />

-Por esto que has hecho, maldita serás <strong>en</strong>tre todos los demás animales. De hoy <strong>en</strong> adelante<br />

caminarás arrastrándote y comerás tierra. Haré que tú y la mujer sean <strong>en</strong>emigas, lo mismo que tu<br />

desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y su desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia. Su desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón. A la<br />

mujer le dijo: -Aum<strong>en</strong>taré tus dolores cuando t<strong>en</strong>gas hijos, y con dolor los darás a luz. Pero tu deseo te<br />

llevará a tu marido, y él t<strong>en</strong>drá autoridad sobre ti.<br />

Al hombre le dijo: -Como le hiciste caso a tu mujer y comiste del fruto del árbol del que te dije<br />

que no comieras, ahora la tierra va a estar bajo maldición por tu culpa; con duro trabajo la harás producir<br />

tu alim<strong>en</strong>to durante toda tu vida. La tierra te dará espinos y cardos, y t<strong>en</strong>drás que comer plantas<br />

silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu fr<strong>en</strong>te, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual<br />

fuiste formado, pues tierra eres y <strong>en</strong> tierra te convertirás. El hombre llamó Eva a su mujer, pues ella fue<br />

la madre de todos los que viv<strong>en</strong>. Dios el Señor hizo ropa de pieles de animales para que el hombre y su<br />

mujer se vistieran.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 130 (Página 675 L.O.C.)<br />

1. De lo profundo, oh Señor, a ti clamo; Señor, escucha mi voz;*<br />

estén at<strong>en</strong>tos tus oídos a la voz de mi súplica.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 127


Propio 5<br />

2. Si tú, oh Señor, notares los delitos,*<br />

¿quién, oh Señor, podrá mant<strong>en</strong>erse?<br />

3. Mas <strong>en</strong> ti hay perdón,*<br />

por tanto serás v<strong>en</strong>erado.<br />

4. Aguardo al Señor; le aguarda mi alma;*<br />

<strong>en</strong> su palabra está mi esperanza.<br />

5. Mi alma aguarda al Señor, más que los c<strong>en</strong>tinelas a la aurora,*<br />

más que los c<strong>en</strong>tinelas a la aurora.<br />

6. Oh Israel, aguarda al Señor,*<br />

porque <strong>en</strong> el Señor hay misericordia;<br />

7. Con él hay abundante red<strong>en</strong>ción,*<br />

y él redimirá a Israel de todos sus pecados.<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 4:13-18<br />

La escritura dice: "Tuve fe, y por eso hablé." De igual manera, nosotros, con esa misma actitud<br />

de fe, creemos y también hablamos. Porque sabemos que Dios, que resucitó de la muerte al Señor Jesús,<br />

también nos resucitará a nosotros con él, y junto con ustedes nos levará a su pres<strong>en</strong>cia. Todo esto ha<br />

sucedido para bi<strong>en</strong> de ustedes, para que, si<strong>en</strong>do muchas las b<strong>en</strong>diciones de Dios, muchos sean también<br />

los que le d<strong>en</strong> gracias, para la gloria de Dios.<br />

Por eso no nos desanimamos. Pues aunque por fuera vamos <strong>en</strong>vejeci<strong>en</strong>do, por d<strong>en</strong>tro nos<br />

rejuv<strong>en</strong>ecemos día a día. Lo que sufrimos <strong>en</strong> esta vida es cosa ligera, que pronto pasa; pero nos trae<br />

como resultado una gloria eterna mucho más grande y abundante. Porque no nos fijamos <strong>en</strong> lo que se ve,<br />

sino <strong>en</strong> lo que no se ve, ya que la cosas que se v<strong>en</strong> son pasajeras, pero las que no se v<strong>en</strong> son eternas.<br />

Palabra Del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 3:20-35<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después <strong>en</strong>tró Jesús <strong>en</strong> una casa, y otra vez se juntó tanta g<strong>en</strong>te, que ni siquiera podían comer él<br />

y sus discípulos. Cuando lo supieron los pari<strong>en</strong>tes de Jesús, fueron a llevárselo, pues decían que se había<br />

vuelto loco. También los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: "Beelzebú, el propio<br />

jefe de los demonios, es qui<strong>en</strong> le ha dado a este hombre el poder de expulsarlos."<br />

Jesús los llamó, y les puso un ejemplo, dici<strong>en</strong>do: "¿Cómo puede Satanás expulsar al propio<br />

Satanás? Un país dividido <strong>en</strong> bandos <strong>en</strong>emigos, no puede mant<strong>en</strong>erse; y una familia dividida, no puede<br />

mant<strong>en</strong>erse. Así también, si Satanás se divide y se levanta contra sí mismo, no podrá mant<strong>en</strong>erse; habrá<br />

llegado su fin. "Nadie puede <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> la casa de un hombre fuerte y quitarle lo que le pert<strong>en</strong>ece, si no lo<br />

ata primero; solam<strong>en</strong>te así podrá quitárselo. Les aseguro que Dios dará su perdón a los hombres por<br />

todos los pecados y todo lo malo que digan: pero al que of<strong>en</strong>da con sus palabras al Espíritu Santo, nunca<br />

lo perdonará, sino que será culpable para siempre."<br />

Esto lo dijo Jesús porque ellos afirmaban que t<strong>en</strong>ía un espíritu impuro. Entre tanto llegaron la<br />

madre y los hermanos de Jesús, pero se quedaron afuera y mandaron llamarlo. La g<strong>en</strong>te que estaba<br />

s<strong>en</strong>tada alrededor de Jesús le dijo: -Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están afuera, y te buscan.<br />

Él les contestó: -¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Luego, mirando a los que estaban s<strong>en</strong>tados a<br />

su alrededor, añadió:<br />

-Estos son mi madre y mis hermanos. Pues cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi<br />

hermano, mi hermana y mi madre.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 128 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Junio 15<br />

COLECTA<br />

Propio 6<br />

Mantén, oh Señor, a tu familia, la <strong>Iglesia</strong>, <strong>en</strong> tu constante fe y amor; para que, mediante tu gracia,<br />

proclamemos tu verdad con val<strong>en</strong>tía, y administremos tu justicia con compasión; por amor de nuestro<br />

Salvador Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Ezequiel 31:1-6,10-14<br />

El día primero del mes tercero del año once, el Señor se dirigió a mí, y me dijo: "Di al faraón,<br />

rey de Egipto, y a toda su g<strong>en</strong>te: ¿Con qué se puede comparar tu grandeza? Pareces un ciprés o un cedro<br />

del Líbano, con hermosas ramas que dan sombra al bosque, tan alto que su punta llega a las nubes. La<br />

lluvia y el agua del suelo le ayudaron a crecer; se formaron ríos alrededor de donde estaba plantado; sus<br />

corri<strong>en</strong>tes regaron todos los árboles de la región. Como t<strong>en</strong>ía tanta agua, creció más que los otros árboles<br />

del bosque; sus ramas aum<strong>en</strong>taron y se ext<strong>en</strong>dieron mucho. Aves de todas clases hacían nidos <strong>en</strong> sus<br />

ramas; animales salvajes de toda especie daban a luz debajo de ellas. A su sombra podían vivir naciones<br />

numerosas.<br />

'Pues bi<strong>en</strong>, esto dice el Señor: El árbol llega a ser tan alto que su punta llegaba a las nubes; tanto<br />

creció que se ll<strong>en</strong>ó de orgullo. Por eso yo lo he desechado; voy a dejarlo caer <strong>en</strong> poder de un jefe<br />

extranjero, que lo tratará como merece su maldad. Los más crueles extranjeros van a cortarlo y dejarlo<br />

abandonado; sus ramas caerán rotas por todas las montañas, valles y cañadas del país, y todos los<br />

pueblos que vivían bajo su sombra huirán y lo abandonarán. Aves de todas clases v<strong>en</strong>drán a vivir <strong>en</strong> el<br />

árbol caído, y animales salvajes de toda especie se echarán <strong>en</strong> sus ramas. Y ya ningún árbol, aunque esté<br />

junto al agua, volverá a crecer tanto, ni aunque esté bi<strong>en</strong> regado volverá a alcanzar las nubes con su<br />

punta ni subirá a tanta altura. Todos están cond<strong>en</strong>ados a morir, a bajar a ese mundo bajo tierra y reunirse<br />

con los que ya están <strong>en</strong> el sepulcro.'"<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 92:1-4,11-14 (Página 614 L.O.C.)<br />

l. Bu<strong>en</strong>o es darte gracias, oh Señor,*<br />

y cantar alabanzas a tu Nombre, Oh Altísimo;<br />

2. Anunciar por la mañana tu misericordia,*<br />

y tu fidelidad por la noche;<br />

3. En la cítara y <strong>en</strong> la lira,*<br />

y con la melodía del arpa;<br />

4. Por cuanto me has alegrado, oh Señor, con tus hazañas;*<br />

las obras de tus manos aclamo con júbilo.<br />

11. Los justos florecerán como palmera;*<br />

se alzarán como cedros del Líbano;<br />

12. Los plantados <strong>en</strong> la casa del Señor*<br />

florecerán <strong>en</strong> los atrios de nuestro Dios.<br />

13. En la vejez seguirán dando fruto,*<br />

y estarán lozanos y frondosos,<br />

14. Para proclamar la rectitud del Señor,*<br />

mi Roca, <strong>en</strong> qui<strong>en</strong> no existe falta.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 129


Propio 6<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 5:1-10<br />

Nosotros somos como una casa terr<strong>en</strong>al, como una ti<strong>en</strong>da de campaña no perman<strong>en</strong>te; pero<br />

sabemos que si esta ti<strong>en</strong>da se destruye, Dios nos ti<strong>en</strong>e preparada <strong>en</strong> el cielo una casa eterna, que no ha<br />

sido hecha por manos humanas.<br />

Por eso suspiramos mi<strong>en</strong>tras vivimos <strong>en</strong> esta casa actual, pues quisiéramos mudarnos ya a<br />

nuestra casa celestial, la cual nos cubrirá como un vestido para que no quedemos desnudos. Mi<strong>en</strong>tras<br />

vivimos <strong>en</strong> esta ti<strong>en</strong>da suspiramos afligidos, pues no quisiéramos ser desnudados, sino más bi<strong>en</strong> ser<br />

revestidos de tal modo que lo mortal quede absorbido por la nueva vida. Y Dios es qui<strong>en</strong> nos ha<br />

preparado para esto, y qui<strong>en</strong> nos ha dado el Espíritu Santo como garantía de lo que hemos de recibir.<br />

Por eso t<strong>en</strong>emos siempre confianza. Sabemos que mi<strong>en</strong>tras vivamos <strong>en</strong> este cuerpo estaremos<br />

como <strong>en</strong> el destierro, lejos del Señor. Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sost<strong>en</strong>idos por la fe;<br />

pero t<strong>en</strong>emos confianza, y quisiéramos más bi<strong>en</strong> salir de este cuerpo para ir a pres<strong>en</strong>tarnos ante el Señor.<br />

Por eso procuramos agradar siempre al Señor, ya sea que dejemos este cuerpo o que sigamos <strong>en</strong> él.<br />

Porque todos t<strong>en</strong>emos que pres<strong>en</strong>tarnos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo<br />

que le corresponda, según lo bu<strong>en</strong>o o lo malo que haya hecho mi<strong>en</strong>tras estaba <strong>en</strong> el cuerpo.<br />

Palabra Del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 4:26-34<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús dijo también: "Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla <strong>en</strong> la<br />

tierra: que tanto si duerme como si está despierto, lo mismo de noche que de día, la semilla nace y crece,<br />

sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero brota una hierba, luego se forma<br />

la espiga y más tarde los granos que ll<strong>en</strong>an la espiga. Y cuando ya el grano está maduro, lo recoge,<br />

porque ha llegado el tiempo de la cosecha."<br />

También dijo Jesús: "¿A qué se parece el reino de Dios, o con qué podremos compararlo? Es<br />

como una semilla de mostaza que se siembra <strong>en</strong> la tierra. Es la más pequeña de todas las semillas del<br />

mundo, pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las otras plantas del huerto, con ramas<br />

tan grandes que hasta las aves pued<strong>en</strong> anidar bajo su sombra." De esta manera les <strong>en</strong>señaba Jesús el<br />

m<strong>en</strong>saje, por medio de muchas parábolas como éstas y hasta donde podían <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der. Pero no les decía<br />

nada sin parábolas, aunque a sus discípulos se lo explicaba todo aparte.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

Página 130 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Junio 22<br />

COLECTA<br />

Propio 7<br />

Oh Señor, haz que t<strong>en</strong>gamos perpetuo amor y rever<strong>en</strong>cia a tu santo Nombre, pues nunca privas<br />

de tu auxilio y guía a los que has establecido sobre la base firme de tu bondad; por Jesucristo nuestro<br />

Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Job 38:1-11,16-18<br />

Entonces el Señor le habló a Job de <strong>en</strong> medio de la tempestad. El Señor ¿Quién eres tú para<br />

dudar de mi provid<strong>en</strong>cia y mostrar con tus palabras tu ignorancia? Muéstrame ahora tu val<strong>en</strong>tía, y<br />

respóndeme a estas preguntas:<br />

¿Dónde estabas cuando yo afirmé la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ¿Sabes quién<br />

decidió cuánto habría de medir, y quién fue el arquitecto que la hizo? ¿Sobre qué descansan sus<br />

cimi<strong>en</strong>tos? ¿Quién le puso la piedra principal de apoyo, mi<strong>en</strong>tras cantaban a coro las estrellas de la<br />

aurora <strong>en</strong>tre la alegría de mis servidores celestiales?<br />

Cuando el mar brotó del s<strong>en</strong>o de la tierra, ¿quién le puso compuertas para cont<strong>en</strong>erlo? Yo le di<br />

una nube por vestido y la niebla por pañales. Yo le puse un límite al mar y cerré con llave sus<br />

compuertas. Y le dije: "Llegarás hasta aquí, y de aquí no pasarás; aquí se romperán tus olas arrogantes.<br />

¿Has visitado el misterioso abismo donde ti<strong>en</strong>e sus fu<strong>en</strong>tes el océano? ¿Has visto dónde están las<br />

puertas del t<strong>en</strong>ebroso reino de la muerte? ¿Ti<strong>en</strong>es idea de la anchura de la tierra? ¡Dímelo, si <strong>en</strong> verdad<br />

lo sabes todo!<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 107:1-3,23-32 (Página 638 L.O.C.)<br />

l. D<strong>en</strong> gracias al Señor, porque es bu<strong>en</strong>o,*<br />

porque para siempre es su misericordia.<br />

2. Proclam<strong>en</strong> los redimidos del Señor*<br />

que él los redimió de la mano del <strong>en</strong>emigo.<br />

3. Él los recogió de <strong>en</strong>tre todos los países,*<br />

del ori<strong>en</strong>te y del occid<strong>en</strong>te, del norte y del sur.<br />

23. Algunos navegaron por el mar,*<br />

comerciando por las aguas profundas<br />

24. Contemplaron las obras de Dios,*<br />

y sus maravillas <strong>en</strong> el piélago.<br />

25. Entonces habló, y levantó un vi<strong>en</strong>to tempestuoso,*<br />

que alzaba las olas hasta lo alto.<br />

26. Subían al cielo, bajaban al abismo;*<br />

se derretían sus corazones ante el peligro.<br />

27. Titubeaban y se tambaleaban como borrachos,*<br />

y su pericia de nada les valía.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 131


Propio 7<br />

28 Entonces clamaron al Señor <strong>en</strong> su angustia,<br />

y los libró de su aflicción..<br />

29. Calmó la tempestad <strong>en</strong> susurro,*<br />

y apaciguó las olas del mar.<br />

30. Luego se alegraron a causa de la calma,*<br />

y los condujo al ansiado puerto.<br />

3l. Que d<strong>en</strong> gracias al Señor por su misericordia,*<br />

y las maravillas que hace por sus hijos.<br />

32. Que lo exalt<strong>en</strong> <strong>en</strong> la congregación del pueblo,*<br />

y <strong>en</strong> el consejo de los ancianos lo alab<strong>en</strong>.<br />

EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 5:14-21<br />

El amor de Cristo gobierna nuestras vidas, desde que sabemos que uno murió por todos y que,<br />

por consigui<strong>en</strong>te, todos han muerto. Y Cristo murió por todos, para que los que viv<strong>en</strong> ya no vivan para sí<br />

mismos, sino para él, que murió y resucitó por ellos. Por eso, nosotros ya no p<strong>en</strong>samos de nadie según<br />

los criterios de este mundo; y aunque antes p<strong>en</strong>sábamos de Cristo según tales criterios, ahora ya no<br />

p<strong>en</strong>samos así de él. Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas<br />

pasaron; lo que ahora hay, es nuevo.<br />

Todo esto es la obra de Dios, qui<strong>en</strong> por medio de Cristo nos puso <strong>en</strong> paz consigo mismo y nos<br />

dio el <strong>en</strong>cargo de poner a todos <strong>en</strong> paz con él. Es decir que, <strong>en</strong> Cristo, Dios estaba poni<strong>en</strong>do al mundo <strong>en</strong><br />

paz consigo mismo, sin tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta los pecados de los hombres; y a nosotros nos <strong>en</strong>cargó que<br />

diéramos a conocer este m<strong>en</strong>saje. Así que somos embajadores de Cristo, lo cual es como si Dios mismo<br />

les rogara a ustedes por medio de nosotros. Así pues, <strong>en</strong> el nombre de Cristo les rogamos que se pongan<br />

<strong>en</strong> paz con Dios. Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo trató como al pecado<br />

mismo, para así, por medio de Cristo, librarnos de culpa.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 4:35-41; [5:1-20]<br />

¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Al anochecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: -Vamos al otro lado del lago.<br />

Entonces dejaron a la g<strong>en</strong>te y llevaron a Jesús <strong>en</strong> la barca <strong>en</strong> que ya estaba; y también otras barcas le<br />

acompañaban. En esto se desató una torm<strong>en</strong>ta, con un vi<strong>en</strong>to tan fuerte que las olas caían sobre la barca,<br />

de modo que se ll<strong>en</strong>aba de agua. Pero Jesús se había dormido <strong>en</strong> la parte de atrás, apoyado sobre una<br />

almohada. Lo despertaron y le dijeron:<br />

-¡Maestro! ¿No te importa que nos estemos hundi<strong>en</strong>do? Jesús se levantó y dio una ord<strong>en</strong> al<br />

vi<strong>en</strong>to, y dijo al mar: -¡Calla! ¡Quieto! El vi<strong>en</strong>to se calmó, y todo quedó completam<strong>en</strong>te tranquilo.<br />

Después dijo Jesús a los discípulos: ¿Por qué ti<strong>en</strong><strong>en</strong> tanto miedo? ¿Todavía no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> fe?<br />

Pero ellos estaban ll<strong>en</strong>os de miedo, y se preguntaban unos a otros: ¿Quién será éste, que hasta el<br />

vi<strong>en</strong>to y el mar le obedec<strong>en</strong>?<br />

Página 132 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


Propio 7<br />

[Llegaron al otro lado del lago, a la tierra de Gerasa. En cuanto Jesús bajó de la barca, se le<br />

acercó un hombre que t<strong>en</strong>ía un espíritu impuro. Este hombre había salido de <strong>en</strong>tre las tumbas, porque<br />

vivía <strong>en</strong> ellas. Nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cad<strong>en</strong>as. Pues aunque muchas veces lo habían<br />

atado de pies y manos con cad<strong>en</strong>as, siempre las había hecho pedazos, sin que nadie lo pudiera dominar.<br />

Andaba de día y de noche por los cerros y las tumbas, gritando y golpeándose con piedras. Pero cuando<br />

vio de lejos a Jesús, echó a correr, y poniéndose de rodillas delante de él le dijo a gritos:<br />

-¡No te metas conmigo, Jesús, Hijo del Dios altisimo! ¡Te ruego por Dios que no me<br />

atorm<strong>en</strong>tes! Hablaba así porque Jesús le había dicho:<br />

-¡Espíritu impuro, deja a ese hombre! Jesús le preguntó: -¡Cómo te llamas? Él contestó:<br />

-Me llamo Legión, porque somos muchos. Y rogaba mucho a Jesús que no <strong>en</strong>viara los espíritus<br />

fuera de aquella región. Y como cerca de allí, junto al cerro, había gran número de cerdos comi<strong>en</strong>do, los<br />

espíritus le rogaron: -Mándanos a los cerdos y déjanos <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> ellos. Jesús les dio permiso, y los<br />

espíritus impuros salieron del hombre y <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> los cerdos. Estos, que eran unos dos mil, echaron a<br />

correr p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te abajo hasta el lago, y allí se ahogaron. Los que cuidaban de los cerdos salieron<br />

huy<strong>en</strong>do, y fueron a contar <strong>en</strong> el pueblo y por los campos lo sucedido. La g<strong>en</strong>te acudió a ver lo que<br />

había pasado. Y cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron s<strong>en</strong>tado, vestido y <strong>en</strong> su cabal juicio al<br />

<strong>en</strong>demoniado que había t<strong>en</strong>ido la legión de espíritus. La g<strong>en</strong>te estaba asustada, y los que habían visto lo<br />

sucedido con el <strong>en</strong>demoniado y con los cerdos, se lo contaron a los demás. Entonces com<strong>en</strong>zaron a<br />

rogarle a Jesús que se fuera de aquellos lugares.<br />

Al volver Jesús a la barca, el hombre que había estado <strong>en</strong>demoniado le rogó que lo dejara ir con<br />

él. Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: -Vete a tu casa, con tus pari<strong>en</strong>tes y cuéntales todo lo<br />

que el Señor te ha hecho, y como ha t<strong>en</strong>ido compasión de ti. El hombre se fue, y com<strong>en</strong>zó a contar por<br />

los pueblos de Decápolis lo que Jesús había hecho por él; y todos se quedaron admirados.]<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 133


Propio 8<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Junio 29<br />

COLECTA<br />

Dios todopoderoso, has edificado tu <strong>Iglesia</strong> sobre el fundam<strong>en</strong>to de los apóstoles y profetas<br />

si<strong>en</strong>do Jesucristo mismo la piedra angular: Concéd<strong>en</strong>os que estemos unidos <strong>en</strong> espíritu por su<br />

<strong>en</strong>señanza, de tal modo que lleguemos a ser un templo santo aceptable a ti; por Jesucristo nuestro Señor,<br />

que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Deuteronomio 15:7-11<br />

"Si hay algún pobre <strong>en</strong>tre tus compatriotas <strong>en</strong> alguna de las ciudades del país que el Señor tu<br />

Dios te da, no seas inhumano ni le niegues tu ayuda a tu compatriota necesitado: al contrario, sé<br />

g<strong>en</strong>eroso con él y préstale lo que necesite. No des lugar <strong>en</strong> tu m<strong>en</strong>te a este malvado p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to: 'Ya<br />

está cerca el año séptimo, el año <strong>en</strong> que se perdonan las deudas', y <strong>en</strong>tonces pongas mala cara a tu<br />

compatriota que se halla <strong>en</strong> la pobreza, y no le prestes nada; porque él clamará contra ti al Señor, y tal<br />

acción se te contará como pecado. Debes ayudarlo siempre y sin que te pese, porque por esta acción el<br />

Señor tu Dios te b<strong>en</strong>decirá <strong>en</strong> todo lo que hagas y empr<strong>en</strong>das. Nunca dejará de haber necesitados <strong>en</strong> la<br />

tierra, y por eso yo te mando que seas g<strong>en</strong>eroso con aquellos compatriotas tuyos que sufran pobreza y<br />

miseria <strong>en</strong> tu país."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 112 (Página 647 L.O.C.)<br />

l. ¡Aleluya!<br />

¡Dichosos los que tem<strong>en</strong> a mi Soberano,*<br />

y de corazón se deleitan <strong>en</strong> sus mandami<strong>en</strong>tos!<br />

2. Su desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia será poderosa <strong>en</strong> la tierra;*<br />

la g<strong>en</strong>eración de los rectos será b<strong>en</strong>dita.<br />

3. Bi<strong>en</strong>es y riquezas habrá <strong>en</strong> su casa,*<br />

y su b<strong>en</strong>evol<strong>en</strong>cia permanecerá para siempre.<br />

4. La luz resplandece <strong>en</strong> las tinieblas para los rectos:*<br />

los justos son clem<strong>en</strong>tes y compasivos.<br />

5. Bu<strong>en</strong>os los que son g<strong>en</strong>erosos y prestan,*<br />

y administran sus asuntos con juicio.<br />

6. Por eso jamás tropezarán;*<br />

<strong>en</strong> memoria eterna se t<strong>en</strong>drá a los justos.<br />

7. No temerán las malas noticias:*<br />

su corazón está firme, confiado <strong>en</strong> mi Soberano.<br />

8. Firme está su corazón, y no temerá,*<br />

hasta ver cumplido <strong>en</strong> sus <strong>en</strong>emigos su deseo.<br />

9. Han repartido liberalm<strong>en</strong>te al pobre,<br />

y su g<strong>en</strong>erosidad permanece para siempre;*<br />

alzarán la fr<strong>en</strong>te con dignidad.<br />

l0. Los malvados, al verlo, se <strong>en</strong>furecerán:<br />

crujirán los di<strong>en</strong>tes, y se consumirán;*<br />

el deseo de los malvados fracasará.<br />

Página 134 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 8:1-9,13-15<br />

Propio 8<br />

Ahora, hermanos, queremos contarles cómo se ha mostrado la bondad de Dios <strong>en</strong> las<br />

iglesias de Macedonia. A pesar de las pruebas por las que han t<strong>en</strong>ido que pasar, son muy felices;<br />

y a pesar de ser muy pobres, sus ofr<strong>en</strong>das han sido tan g<strong>en</strong>erosas como si fueran ricos. Yo soy<br />

testigo de que, de bu<strong>en</strong>a gana, han ofr<strong>en</strong>dado según sus posibilidades, y aun más allá de sus<br />

posibilidades. Nos rogaron mucho que les permitiéramos tomar parte <strong>en</strong> esta ayuda para el<br />

pueblo de Dios. Y hasta hicieron más de lo que esperábamos, pues se ofr<strong>en</strong>daron a sí mismos,<br />

primero al Señor y luego a nosotros, conforme a la voluntad de Dios. Por eso hemos rogado a<br />

Tito que recoja <strong>en</strong>tre ustedes esta bondadosa colecta que él com<strong>en</strong>zó antes a recoger. Pues<br />

ustedes, que sobresal<strong>en</strong> <strong>en</strong> todo: <strong>en</strong> fe, <strong>en</strong> facilidad de palabra, <strong>en</strong> conocimi<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a<br />

disposición para servir y <strong>en</strong> amor que apr<strong>en</strong>dieron de nosotros, igualm<strong>en</strong>te deb<strong>en</strong> sobresalir <strong>en</strong><br />

esta obra de caridad.<br />

No les digo como un mandato; solam<strong>en</strong>te quiero que conozcan la bu<strong>en</strong>a disposición de<br />

otros, para darles a ustedes la oportunidad de demostrar que su amor es verdadero. Porque ya<br />

sab<strong>en</strong> ustedes que nuestro Señor Jesucristo, <strong>en</strong> su bondad, si<strong>en</strong>do rico se hizo pobre por causa de<br />

ustedes, para que por su pobreza fueran ustedes <strong>en</strong>riquecidos.<br />

No se trata de que por ayudar a otros ustedes pas<strong>en</strong> necesidad; se trata más bi<strong>en</strong> de que<br />

haya igualdad. Ahora ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> lo que a ellos les falta; <strong>en</strong> otra ocasión ellos t<strong>en</strong>drán lo que<br />

les falte a ustedes, y de esta manera habrá igualdad. Como dice la Escritura: "Ni le sobró al que<br />

había recogido mucho, ni le faltó al que había recogido poco."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 5:22-24,35b-43<br />

¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

En esto llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que al ver a Jesús se echó a<br />

sus pies y le rogó mucho, diciéndole: -Mi hija se está muri<strong>en</strong>do; v<strong>en</strong> a poner tus manos sobre<br />

ella, para que sane y viva. Jesús fue con él, y mucha g<strong>en</strong>te lo acompañaba apretujándose a su<br />

alrededor.<br />

-Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar más al Maestro? Pero Jesús, sin hacer caso de<br />

ellos, le dijo al jefe de la sinagoga: -No t<strong>en</strong>gas miedo; cree solam<strong>en</strong>te. Y no dejó que le<br />

acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del<br />

jefe de la sinagoga y ver el alboroto y la g<strong>en</strong>te que lloraba y gritaba, <strong>en</strong>tró y les dijo: - ¿Por qué<br />

hac<strong>en</strong> tanto ruido y lloran de esa manera? La niña no está muerta, sino dormida.<br />

La g<strong>en</strong>te se rió de Jesús, pero él los hizo salir a todos, y tomando al padre, a la madre y a<br />

los que le acompañaban, <strong>en</strong>tró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: -Talita, cum<br />

(que significa: "Muchacha, a ti te digo, levántate,") Al mom<strong>en</strong>to, la muchacha, que t<strong>en</strong>ía doce<br />

años, se levantó y echó a andar. Y la g<strong>en</strong>te se quedó muy admirada. Pero Jesús ord<strong>en</strong>ó<br />

severam<strong>en</strong>te que no se lo contaran a nadie, y luego mandó que dieran de comer a la niña.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 135


Propio 9<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Julio 6<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, tú nos has <strong>en</strong>señado a guardar tus mandami<strong>en</strong>tos amándote a ti y a nuestro<br />

prójimo: Danos la gracia de tu Espíritu Santo para que nos consagremos a ti de todo corazón, y<br />

nos unamos unos a otros con afecto puro; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo<br />

y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Ezequiel 2:1-7<br />

Luego oí una voz que me decía: "Tú, hombre, ponte de pie, que te voy a hablar."<br />

Mi<strong>en</strong>tras esa voz me hablaba, <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> mí el poder de Dios y me hizo ponerme de pie. Entonces<br />

oí que la voz que me hablaba seguía dici<strong>en</strong>do: "A ti, hombre, te voy a <strong>en</strong>viar a los israelitas, un<br />

pueblo desobedi<strong>en</strong>te que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han levantado<br />

contra mí hasta este mismo día. También sus hijos son tercos y de cabeza dura. Pues te voy a<br />

<strong>en</strong>viar a ellos, para que les digas: 'Esto dice el Señor.' Y ya sea que hagan caso o no, pues son<br />

g<strong>en</strong>te rebelde, sabrán que hay un profeta <strong>en</strong> medio de ellos. Tú, hombre, no t<strong>en</strong>gas miedo de<br />

ellos ni de lo que te digan, aunque te si<strong>en</strong>tas como rodeado de espinos o vivi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre alacranes.<br />

No t<strong>en</strong>gas miedo de lo que te digan ni te asustes ante la cara que pongan por muy rebeldes que<br />

sean. Tú comunícales mis palabras, ya sea que te hagan caso o no, pues son muy rebeldes.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 123 ( Página 671 L.O.C.)<br />

l. A ti levanto mis ojos, *<br />

a ti <strong>en</strong>tronizado <strong>en</strong> los cielos.<br />

2. Así como los ojos de los siervos<br />

miran a las manos de sus señores,*<br />

y los ojos de la sierva a la mano de su señora,<br />

3. Así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios,*<br />

hasta que t<strong>en</strong>ga misericordia de nosotros.<br />

4. T<strong>en</strong> misericordia de nosotros, oh Señor, t<strong>en</strong> misericordia ,*<br />

porque estamos hartos de desprecio,<br />

5. Hartos des escarnio de los ricos indol<strong>en</strong>tes,*<br />

del m<strong>en</strong>osprecio de los orgullosos.<br />

Página 136 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

2 Corintios 12:2-10<br />

Propio 9<br />

Conozco a un hombre que cree <strong>en</strong> Cristo y que hace catorce años fue llevado al tercer<br />

cielo. No sé si fue llevado <strong>en</strong> cuerpo o <strong>en</strong> espíritu; Dios lo sabe. Pero sé que ese hombre (si <strong>en</strong><br />

cuerpo o <strong>en</strong> espíritu, no lo sé, sólo Dios lo sabe) fue llevado al paraíso, donde oyó palabras tan<br />

secretas que a ningún hombre se le permite pronunciarlas. Yo podría hacer alarde de algui<strong>en</strong> así,<br />

pero no de mí mismo, a no ser de mis debilidades. Aunque si quisiera yo alardear, eso no sería<br />

ninguna locura, porque estaría dici<strong>en</strong>do la verdad; pero no lo hago, para que nadie pi<strong>en</strong>se que<br />

soy más de lo que apar<strong>en</strong>to o de lo que digo. Por eso, para que no creyera yo ser más de lo que<br />

soy, por haber recibido revelaciones tan maravillosas, se me dio un sufrimi<strong>en</strong>to, una especie de<br />

espina clavada <strong>en</strong> el cuerpo, que como un instrum<strong>en</strong>to de Satanás vino a maltratarme. Tres veces<br />

le he pedido al Señor que me quite ese sufrimi<strong>en</strong>to; pero el Señor me ha dicho: "Mi amor es todo<br />

lo que necesitas; pues mi poder se muestra mejor <strong>en</strong> los débiles." Así que me alegro de ser débil,<br />

para que <strong>en</strong> mí se muestre el poder de Cristo. Y me alegro también de las debilidades, los<br />

insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando<br />

más débil me si<strong>en</strong>to es cuando más fuerte soy.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 6:1-6<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús se fue de allí a su propia tierra, y sus discípulos fueron con él. Cuando llegó el día<br />

de reposo, com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>señar <strong>en</strong> la sinagoga. La multitud, al oír a Jesús, se preguntaba<br />

admirada:<br />

-¿Dónde apr<strong>en</strong>dió éste tantas cosas? ¿De dónde ha sacado esa sabiduría y los milagros<br />

que hace? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y<br />

Simón? ¿Y no viv<strong>en</strong> sus hermanas también aquí, <strong>en</strong>tre nosotros?<br />

Por eso no quisieron hacerle caso. Pero Jesús les dijo: -En todas partes se honra a un<br />

profeta, m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> su propia tierra, <strong>en</strong>tre pari<strong>en</strong>tes y <strong>en</strong> su propia casa. No pudo hacer allí ningún<br />

milagro, aparte de poner las manos sobre unos pocos <strong>en</strong>fermos y sanarlos. Y estaba asombrado<br />

porque aquella g<strong>en</strong>te no creía <strong>en</strong> él.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 137


Propio 10<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Julio 13<br />

COLECTA<br />

Oh Señor, ati<strong>en</strong>de, <strong>en</strong> tu bondad, las súplicas de tu pueblo que clama a ti, y concede que<br />

podamos percibir y compr<strong>en</strong>der lo que debemos hacer, y t<strong>en</strong>gamos también la gracia y el poder<br />

para cumplirlo fielm<strong>en</strong>te; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu<br />

Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Amós 7:7-15<br />

El Señor, me mostró también esto: Estaba él junto a un muro, t<strong>en</strong>ía <strong>en</strong> la mano una<br />

plomada de albañil. Y me preguntó: - ¿Qué ves, Amós? -Una plomada de albañil -respondí.<br />

Entonces me dijo:<br />

-Pues con esta plomada de albañil voy a ver cómo es de recta la conducta de mi pueblo Israel. No<br />

le voy a perdonar ni una vez más. Los santuarios de Isaac serán destruidos, y los templos de<br />

Israel quedarán <strong>en</strong> ruinas. ¡Alzaré la espada contra la familia de Jeroboam!<br />

Amasías, sacerdote de Betel, mandó a decir a Jeroboam, rey de Israel: "Amós anda <strong>en</strong>tre<br />

la g<strong>en</strong>te de Israel, conspirando contra Su Majestad. El país ya no puede soportar que siga<br />

hablando. Porque anda por ahí dici<strong>en</strong>do: '¡Jeroboam morirá a filo de espada, y todo el pueblo de<br />

Israel será llevado al destierro.'" Luego, Amasías le ord<strong>en</strong>ó a Amós:<br />

-¡Largo de aquí, profeta! Si quieres ganarte la vida profetizando, vete a Judá; pero no<br />

profetices más <strong>en</strong> Betel, porque es santuario del rey y templo principal del reino. Pero Amós le<br />

contestó: -Yo no soy profeta, ni pret<strong>en</strong>do serlo. Me gano la vida cuidando ovejas y recogi<strong>en</strong>do<br />

higos silvestres, pero el Señor me quitó de andar cuidando ovejas, y me dijo: 'Ve y habla <strong>en</strong> mi<br />

nombre a mi pueblo Israel.'"<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 85:7-13 (Página 603 L.O.C.)<br />

7. Señor muéstranos tu misericordia,*<br />

y concéd<strong>en</strong>os tu salvación.<br />

8. Escucharé lo que dice el Señor Dios;*<br />

porque anuncia paz a su pueblo fiel,<br />

a los que se conviert<strong>en</strong> de corazón.<br />

9. Ciertam<strong>en</strong>te cercana está su salvación a cuantos le tem<strong>en</strong>,*<br />

para que habite su gloria <strong>en</strong> nuestra tierra.<br />

l0. La misericordia y la verdad se <strong>en</strong>contraron;*<br />

la justicia y la paz se besaron.<br />

11. La verdad brotará de la tierra,*<br />

y la justicia mirará desde los cielos.<br />

12. En verdad el Señor dará la lluvia,*<br />

y nuestra tierra dará su fruto.<br />

l3. La justicia irá delante de él,*<br />

y la paz será s<strong>en</strong>da para sus pasos.<br />

Página 138 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Efesios 1:1-14<br />

Propio 10<br />

Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, escribo esta carta a qui<strong>en</strong>es <strong>en</strong> la<br />

ciudad de Éfeso pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a Dios y cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> Cristo Jesús. Que Dios nuestro Padre y el Señor<br />

Jesucristo derram<strong>en</strong> su gracia y su paz sobre ustedes.<br />

Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues <strong>en</strong> nuestra unión con Cristo<br />

nos ha b<strong>en</strong>decido <strong>en</strong> los cielos con toda clase de b<strong>en</strong>diciones espirituales. Dios nos escogió <strong>en</strong><br />

Cristo desde antes de la creación del mundo, para estar <strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia, consagrados a él y sin<br />

culpa. Por su amor nos había destinado a ser adoptados como hijos suyos por medio de<br />

Jesucristo, conforme a lo que se había propuesto <strong>en</strong> su voluntad. Por esta causa alabamos<br />

siempre a Dios por su gloriosa bondad, con la cual nos b<strong>en</strong>dijo mediante su amado Hijo. En su<br />

gran amor, Dios nos ha liberado por la sangre que su Hijo derramó, y ha perdonado nuestros<br />

pecados. Dios nos ha mostrado su amor dándonos toda sabiduría y <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, y nos ha<br />

hecho conocer su voluntad secreta, o sea el plan que él mismo se había propuesto llevar a cabo.<br />

Según este plan, que se cumplirá fielm<strong>en</strong>te a su debido tiempo. Dios va a unir bajo el mando de<br />

Cristo todas las cosas, tanto <strong>en</strong> el cielo como <strong>en</strong> la tierra.<br />

Dios nos había escogido de antemano para que, por nuestra unión con Cristo,<br />

recibiéramos nuestra parte <strong>en</strong> la her<strong>en</strong>cia, de acuerdo con el propósito de Dios mismo, que todo<br />

lo hace según lo que bi<strong>en</strong> le parece. Y lo ha hecho así a fin de que nosotros, que fuimos los<br />

primeros <strong>en</strong> confiar <strong>en</strong> Cristo, vivamos para que Dios sea alabado por su grandeza. Y también<br />

ustedes, cuando oyeron el m<strong>en</strong>saje de la verdad, el anuncio de su salvación, y creyeron <strong>en</strong> Cristo,<br />

fueron unidos a él y sellados como propiedad de Dios por medio del Espíritu Santo que él había<br />

prometido. El Espíritu Santo es la garantía de que recibiremos la her<strong>en</strong>cia, que Dios nos ha de<br />

dar cuando haya completado la liberación de los suyos, para que él sea alabado por su grandeza.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 6:7-13<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti , Cristo Señor!<br />

Llamó a los doce discípulos, y com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>viarlos de dos <strong>en</strong> dos, dándoles autoridad<br />

sobre los espíritus impuros. Les ord<strong>en</strong>ó que no llevaran nada para el camino, sino solam<strong>en</strong>te un<br />

bastón. No debían llevar bolsa ni pan ni dinero. Podían ponerse sandalias, pero no llevar ropa de<br />

repuesto. Les dijo: -Cuando <strong>en</strong>tr<strong>en</strong> ustedes <strong>en</strong> una casa, quéd<strong>en</strong>se allí hasta que se vayan del<br />

lugar. Y si <strong>en</strong> algún lugar no los recib<strong>en</strong> ni los quier<strong>en</strong> oír, salgan de allí y sacúdanse el polvo de<br />

los pies, para que les sirva a ellos de advert<strong>en</strong>cia. Entonces salieron los discípulos a decirle a la<br />

g<strong>en</strong>te que se volviera a Dios. También expulsaron a muchos demonios, y curaron a muchos<br />

<strong>en</strong>fermos poniéndoles aceite.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 139


Propio 11<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Julio 20<br />

COLECTA<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te, fu<strong>en</strong>te de toda sabiduría, tú conoces nuestras necesidades antes de que<br />

te pidamos, y nuestra ignorancia <strong>en</strong> pedir: T<strong>en</strong> compasión de nuestras flaquezas, y danos, por tu<br />

misericordia, aquellas cosas que por nuestra indignidad y ceguedad no sabemos ni nos atrevemos<br />

a pedirte; por los méritos de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor; que vive y reina contigo y el<br />

Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 57:14b-21<br />

"Prepar<strong>en</strong> un camino bi<strong>en</strong> llano, quit<strong>en</strong> los obstáculos para que pase mi pueblo." Porque<br />

el Altísimo, el que vive para siempre y cuyo nombre es santo, dice: "Yo vivo <strong>en</strong> un lugar alto y<br />

sagrado, pero también estoy con el humilde y afligido, y le doy ánimo y ali<strong>en</strong>to. No estaré<br />

siempre acusando a mi pueblo, ni estaré <strong>en</strong>ojado todo el tiempo; pues haría que los hombres que<br />

he creado perdieran el ánimo ante mí. A causa del pecado de Israel estuve <strong>en</strong>ojado un tiempo, y<br />

lo castigué y me aparte de él; pero él se rebeló y se dejó llevar de sus caprichos. He visto su<br />

conducta, pero lo sanaré y le daré descanso y tranquilidad completa. Yo consolaré a los tristes, y<br />

diré a todos: '¡Paz a los que están lejos, y paz a los que están cerca! ¡Yo sanaré a mi pueblo! Pero<br />

los malos son como un mar agitado, que no puede calmarse y que arroja <strong>en</strong>tre sus olas lodo y<br />

suciedad. Para los malos no hay bi<strong>en</strong>estar.'" Dios lo ha dicho.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 22:22-30 (Página 511 L.O.C.)<br />

22. Los que tem<strong>en</strong> al Señor, aláb<strong>en</strong>le;*<br />

glorifíqu<strong>en</strong>le, oh vástago de Jacob;<br />

t<strong>en</strong>gan miedo de él, oh desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de Israel;<br />

23. Porque no m<strong>en</strong>ospreció ni abominó la aflicción<br />

de los afligidos, ni de ellos escondió su rostro;*<br />

sino que cuando clamaron a él, los oyó.<br />

24. De ti será mi alabanza <strong>en</strong> la gran congregación;*<br />

mis votos pagaré delante de los que le tem<strong>en</strong>.<br />

25. Comerán los pobres, y serán saciados,<br />

alabarán al Señor los que le buscan:*<br />

¡Viva su corazón para siempre!<br />

26. Se acordarán y se volverán al Señor<br />

todos los confines de la tierra,*<br />

y todas las familias de las naciones<br />

delante de ti se inclinan;<br />

27. Porque del Señor es el reino,*<br />

y él rige las naciones.<br />

28. Sólo ante él se postrarán los que duerm<strong>en</strong> <strong>en</strong> la tierra;*<br />

delante de él doblarán la rodilla<br />

todos los que bajan al polvo.<br />

29. Me hará vivir para él; mi desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia le servirá;*<br />

será contada como suya para siempre.<br />

30. V<strong>en</strong>drán y anunciarán al pueblo aún no nacido*<br />

los hechos asombrosos que hizo.<br />

Página 140 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Efesios 2:11-22<br />

Propio 11<br />

Así pues, ustedes, que no son judíos, y a qui<strong>en</strong>es llaman "no circuncidados" los judíos<br />

(que circuncidan al hombre <strong>en</strong> el cuerpo, y a sí mismos se llaman "circuncidados"), recuerd<strong>en</strong><br />

que <strong>en</strong> otro tiempo estaban sin Cristo, separados de la nación de Israel, y no t<strong>en</strong>ían parte <strong>en</strong> los<br />

pactos ni <strong>en</strong> la promesa de Dios. Vivían <strong>en</strong> este mundo, sin Dios y sin esperanza. Pero ahora,<br />

unidos a Cristo Jesús por la sangre que él derramó, ustedes que antes estaban lejos han sido<br />

acercados. Cristo es nuestra paz. El hizo de judíos y de no judíos un solo pueblo, al destruir el<br />

muro de <strong>en</strong>emistad que los separaba. En su propio cuerpo, Cristo puso fin a la ley que consistía<br />

<strong>en</strong> mandatos y reglam<strong>en</strong>tos, y formó de los dos pueblos un solo pueblo nuevo, unido a él. Así<br />

hizo la paz. Por su muerte <strong>en</strong> la cruz, Cristo dio fin a las luchas <strong>en</strong>tre los dos pueblos, y los puso<br />

<strong>en</strong> paz con Dios, haci<strong>en</strong>do de ellos un solo cuerpo.<br />

Cristo vino a traer bu<strong>en</strong>as noticias de paz a todos, tanto a ustedes que estaban lejos de<br />

Dios como a los que estaban cerca. Pues por medio de Cristo, los unos y los otros podemos<br />

acercarnos al Padre por un mismo Espíritu. Por eso, ustedes ya no son extranjeros, ya no están<br />

fuera de su tierra, sino que ahora compart<strong>en</strong> con el pueblo de Dios los mismos derechos, y son<br />

miembros de la familia de Dios. Ustedes son como un edificio levantado sobre los fundam<strong>en</strong>tos<br />

que son los apóstoles y los profetas, y Jesucristo mismo es la piedra que corona el edificio.<br />

Unido a Cristo, todo el edificio va levantándose <strong>en</strong> todas y cada una de sus partes, hasta llegar a<br />

ser un templo consagrado y unido al Señor. Así también ustedes, unidos a Cristo, se un<strong>en</strong> todos<br />

<strong>en</strong>tre sí para llegar a ser un templo <strong>en</strong> el cual Dios vive por medio de su Espíritu.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO<br />

San Marcos 6:30-44<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después de esto, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían<br />

hecho y <strong>en</strong>señado. Jesús les dijo: -V<strong>en</strong>gan, vamos nosotros solos a descansar un poco <strong>en</strong> un<br />

lugar tranquilo. Porque iba y v<strong>en</strong>ía tanta g<strong>en</strong>te, que ellos ni siquiera t<strong>en</strong>ían tiempo para comer.<br />

Así que Jesús y sus apóstoles se fueron <strong>en</strong> una barca a un lugar apartado. Pero muchos los vieron<br />

ir, y los reconocieron; <strong>en</strong>tonces de todos los pueblos corrieron allá, y llegaron antes que ellos. Al<br />

bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas<br />

que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> pastor, y com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>señarles muchas cosas. Por la tarde, sus discípulos se le<br />

acercaron y le dijeron:<br />

-Ya es tarde, y éste es un lugar solitario. Despide a la g<strong>en</strong>te, para que vayan por los<br />

campos y las aldeas de alrededor y se compr<strong>en</strong> algo de comer. Pero Jesús les contestó: -D<strong>en</strong>les<br />

ustedes de comer. Ellos respondieron: -¿Quieres que vayamos a comprar dosci<strong>en</strong>tos d<strong>en</strong>arios de<br />

pan, para darles de comer? Jesús les dijo: - ¿Cuántos panes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ustedes? Vayan a verlo.<br />

Cuando lo averiguaron, le dijeron -Cinco panes y dos pescados.<br />

Entonces mandó que la g<strong>en</strong>te se s<strong>en</strong>tara <strong>en</strong> grupos sobre la hierba verde, y se s<strong>en</strong>taron <strong>en</strong><br />

grupos de ci<strong>en</strong> y de cincu<strong>en</strong>ta. Luego Jesús tomó <strong>en</strong> sus manos los cinco panes y los dos<br />

pescados y, mirando al cielo, dio gracias a Dios, partió los panes y se los dio a sus discípulos<br />

para que los repartieran <strong>en</strong>tre la g<strong>en</strong>te. Repartió también los dos pescados <strong>en</strong>tre todos. Todos<br />

comieron hasta quedar satisfechos, y todavía ll<strong>en</strong>aron doce canastas con los pedazos sobrantes de<br />

pan y de pescado. Los que comieron de aquellos panes fueron cinco mil hombres.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 141


Propio 12<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Julio 27<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, protector de cuantos <strong>en</strong> ti confían, sin qui<strong>en</strong> nada es fuerte, nada es santo:<br />

Multiplica <strong>en</strong> nosotros tu misericordia, a fin de que, bajo tu dirección y guía, nos sirvamos de los<br />

bi<strong>en</strong>es temporales, de tal manera que no perdamos los eternos; por Jesucristo nuestro Señor, que<br />

vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

2 Reyes 2:1-15<br />

Cuando llegó el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que el Señor iba a llevarse a Elías al cielo <strong>en</strong> un torbellino,<br />

Elías y Eliseo salieron de Gilgal. Y Elías le dijo a Eliseo: -Quédate aquí, porque el Señor me ha<br />

<strong>en</strong>viado a Betel. Pero Eliseo le contestó: -Juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte<br />

solo. Entonces fueron juntos hasta Betel. Pero los profetas que vivían <strong>en</strong> Betel salieron al<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de Eliseo y le dijeron: -¿Sabes que el Señor va a quitarte hoy a tu maestro? -Sí, ya lo<br />

sé -contestó Eliseo-, pero ustedes no digan nada. Después Elías le dijo a Eliseo: -Quédate aquí,<br />

porque el Señor me ha <strong>en</strong>viado a Jericó. Pero Eliseo le contestó: -Juro por el Señor, y por ti<br />

mismo, que no voy a dejarte solo. Entonces fueron juntos hasta Jericó. Pero los profetas que<br />

vivían <strong>en</strong> Jericó salieron al <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro de Eliseo y le dijeron:<br />

-¿Sabes que el Señor va a quitarte hoy a tu maestro? -Sí, ya lo sé - respondió Eliseo -,<br />

pero ustedes no digan nada. Luego le dijo Elías: - Quédate aquí, porque el Señor me ha <strong>en</strong>viado<br />

al Jordán. Pero Eliseo le contestó: -Te juro por el Señor, y por ti mismo, que no voy a dejarte<br />

solo. Entonces fueron los dos. Pero cincu<strong>en</strong>ta profetas llegaron y se detuvieron a cierta distancia,<br />

fr<strong>en</strong>te a ellos; Elías y Eliseo, por su parte, se detuvieron a la orilla del río Jordán. Entonces Elías<br />

tomó su capa, la <strong>en</strong>rolló y golpeó el agua, y el agua se hizo a uno y otro lado, y los dos cruzaron<br />

el río como por terr<strong>en</strong>o seco. En cuanto cruzaron, dijo Elías a Eliseo: -Dime qué quieres que<br />

haga por ti antes que sea yo separado de tu lado. Eliseo respondió: -Quiero recibir una doble<br />

porción de tu espíritu. -No es poco lo que pides -dijo Elías-. Pero si logras verme cuando sea yo<br />

separado de ti, te será concedido. De lo contrario, no se te concederá.<br />

Y mi<strong>en</strong>tras ellos iban caminando y hablando, de pronto apareció un carro de fuego, con<br />

caballos también de fuego, que los separó, y Elías subió al cielo <strong>en</strong> un torbellino. Al ver esto,<br />

Eliseo gritó: "¡Padre mío, padre mío, que has sido para Israel como un poderoso ejército!"<br />

Después de esto no volvió a ver a Elías. Entonces Eliseo tomó su ropa y la rasgó <strong>en</strong> dos. Luego<br />

recogió la capa que se le había caído a Elías, y regresó al Jordán y se detuvo <strong>en</strong> la orilla. Acto<br />

seguido, golpeó el agua con la capa, y exclamó: "¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?"<br />

Ap<strong>en</strong>as había golpeado el agua, cuando ésta se hizo a uno y otro lado, y Eliseo volvió a cruzar el<br />

río. Los profetas de Jericó, que estaban <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>te, dijeron al verlo: "¡El espíritu de Elías reposa<br />

ahora <strong>en</strong> Eliseo!"<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 114 (Página 648 L.O.C.)<br />

l. ¡Aleluya!<br />

Cuando salió Israel de Egipto,*<br />

la casa de Jacob de <strong>en</strong>tre un pueblo de idioma aj<strong>en</strong>o,<br />

2. Judá vino a ser el santuario de Dios,*<br />

e Israel su dominio.<br />

Página 142 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


3. El mar lo vio, y huyó:*<br />

el Jordán se volvió atrás.<br />

4. Los montes saltaron como carneros,*<br />

y como corderos las colinas.<br />

5. ¿Qué te afligió, oh mar, que huiste,*<br />

y a ti, oh Jordán, que te volviste atrás?<br />

6. Oh montes, ¿por qué saltaron como carneros,*<br />

y como corderos, oh colinas?<br />

7. Tiembla, oh tierra, a la pres<strong>en</strong>cia de mi Soberano,*<br />

a la pres<strong>en</strong>cia del Dios de Jacob,<br />

8. Qui<strong>en</strong> cambió la peña <strong>en</strong> estanque de aguas,*<br />

y el pedernal <strong>en</strong> manantiales.<br />

EPÍSTOLA<br />

Efesios 4:1-7,11-16<br />

Propio 12<br />

Por esto yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que se port<strong>en</strong> como deb<strong>en</strong><br />

hacerlo los que han sido llamados por Dios, como lo fueron ustedes. Sean humildes y amables,<br />

t<strong>en</strong>gan paci<strong>en</strong>cia y sopórt<strong>en</strong>se unos a otros con amor, procur<strong>en</strong> mant<strong>en</strong>erse siempre unidos, con<br />

la ayuda del Espíritu Santo y por medio de la paz que ya los une. Hay, un solo cuerpo y un solo<br />

Espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza. Hay un Señor, una fe; un bautismo;<br />

hay un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está <strong>en</strong> todos.<br />

Pero cada uno de nosotros ha recibido los dones que Cristo le ha querido dar.<br />

Y él mismo concedió a unos ser apóstoles y a otros profetas, a otros anunciar el m<strong>en</strong>saje<br />

de salvación y a otros ser pastores y maestros. Así preparó a los suyos para un trabajo de<br />

servicio, para hacer crecer el cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a estar unidos <strong>en</strong> la fe y<br />

<strong>en</strong> el conocimi<strong>en</strong>to del Hijo de Dios. De ese modo alcanzaremos la madurez y el desarrollo que<br />

correspond<strong>en</strong> a la estatura perfecta de Cristo. Ya no seremos como niños, que cambian<br />

fácilm<strong>en</strong>te de parecer y que son arrastrados por el vi<strong>en</strong>to de cualquier nueva <strong>en</strong>señanza hasta<br />

dejarse <strong>en</strong>gañar por g<strong>en</strong>te astuta que anda por caminos equivocados. Más bi<strong>en</strong>, hablando la<br />

verdad <strong>en</strong> un espíritu de amor, debemos crecer <strong>en</strong> todo hacia Cristo, que es la cabeza del cuerpo.<br />

Y por Cristo el cuerpo <strong>en</strong>tero se ajusta y se liga bi<strong>en</strong> mediante la unión <strong>en</strong>tre sí de todas sus<br />

partes; y cuando cada parte funciona bi<strong>en</strong>, todo va creci<strong>en</strong>do y desarrollándose <strong>en</strong> amor.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 6:45-52<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca para que cruzaran el<br />

lago antes que él y llegaran a Betsaida mi<strong>en</strong>tras él despedía a la g<strong>en</strong>te. Y cuando la hubo<br />

despedido, se fue al cerro a orar. Al llegar la noche, la barca ya estaba <strong>en</strong> medio del lago. Jesús,<br />

que se había quedado solo <strong>en</strong> tierra, vio que remaban con dificultad, porque t<strong>en</strong>ían el vi<strong>en</strong>to <strong>en</strong><br />

contra. A la madrugada, fue Jesús hacia ellos caminando sobre el agua, pero hizo como que iba a<br />

pasar de largo. Cuando lo vieron andar sobre el agua, p<strong>en</strong>saron que era un fantasma, y gritaron;<br />

porque todos lo vieron y se asustaron. Pero <strong>en</strong> seguida él les habló, diciéndoles: -¡T<strong>en</strong>gan valor,<br />

soy yo, no t<strong>en</strong>gan miedo! Subió a la barca, y se calmó el vi<strong>en</strong>to; y ellos se quedaron muy<br />

asombrados, porque no habían <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido el milagro de los panes, pues t<strong>en</strong>ían el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to<br />

oscurecido.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 143


Propio 13<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Agosto 3<br />

COLECTA<br />

Que tu constante misericordia purifique y defi<strong>en</strong>da a tu <strong>Iglesia</strong>, oh Señor; y puesto que no<br />

puede continuar <strong>en</strong> seguridad sin tu auxilio, protégela y dirígela siempre por tu bondad; por<br />

Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos<br />

de los siglos. Amén.<br />

PRIMER LECTURA<br />

Éxodo 16:2-4,9-15<br />

Allí, <strong>en</strong> el desierto, todos ellos com<strong>en</strong>zaron a murmurar contra Moisés y Aarón. Y les<br />

decían: -¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir <strong>en</strong> Egipto! Allá nos s<strong>en</strong>tábamos junto a las<br />

ollas de carne y comíamos hasta ll<strong>en</strong>arnos, pero ustedes nos han traído al desierto para matarnos<br />

de hambre a todos. Entonces el Señor le dijo a Moisés: -Voy a hacer que les llueva comida del<br />

cielo. La g<strong>en</strong>te deberá salir cada día, y recogerá sólo lo necesario para ese día. Quiero ver quién<br />

obedece mis instrucciones y quién no.<br />

Luego Moisés le dijo a Aarón: -Di a todos los israelitas que se acerqu<strong>en</strong> a la pres<strong>en</strong>cia<br />

del Señor, pues él ha escuchado sus murmuraciones. En el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que Aarón estaba<br />

hablando con los israelitas, todos ellos miraron hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció<br />

<strong>en</strong> una nube. Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo:<br />

-He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: 'Al atardecer, ustedes<br />

comerán carne, y por la mañana comerán pan hasta quedar satisfechos. Así sabrán que yo soy el<br />

Señor su Dios. Aquella misma tarde vinieron codornices, las cuales ll<strong>en</strong>aron el campam<strong>en</strong>to, y<br />

por la mañana había un capa de rocío alrededor del campam<strong>en</strong>to. Después que el rocío se hubo<br />

evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto. Como<br />

los israelitas no sabían lo que era, al verlo se decían unos a otros: ¿Y esto qué es? Y Moisés les<br />

dijo: -Este es el pan que el Señor le da como alim<strong>en</strong>to.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 78:14-20,23-25 (Página 591 L.O.C.)<br />

14. Les guió de día con nube,*<br />

y toda la noche con resplandor de fuego.<br />

15. H<strong>en</strong>dió las peñas <strong>en</strong> el desierto,*<br />

y les dio a beber como si fuera de grandes abismos.<br />

16. Sacó de la peña, corri<strong>en</strong>tes,*<br />

y brotaron las aguas como ríos.<br />

17. Pero siguieron pecando contra él,*<br />

rebelándose contra el Altísimo <strong>en</strong> el desierto.<br />

18. T<strong>en</strong>taron a Dios <strong>en</strong> sus corazones,*<br />

exigi<strong>en</strong>do comida a su antojo.<br />

19. Vituperaron a Dios y dijeron:*<br />

"¿Podrá Dios preparar mesa <strong>en</strong> el desierto?<br />

20. En verdad, h<strong>en</strong>dió la peña,<br />

brotaron aguas y los arroyos rebosaron,*<br />

pero, ¿podrá darnos pan, proveer de carne a su pueblo?"<br />

Página 144 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


23. Por tanto, dio ord<strong>en</strong> a las altas nubes,*<br />

abrió las compuertas de los cielos.<br />

24. Hizo llover sobre ellos maná para que comies<strong>en</strong>,*<br />

y les dio trigo de los cielos.<br />

25. Así, los mortales comieron pan de ángeles;*<br />

les mandó comida hasta saciarles.<br />

EPISTOLA<br />

Efesios 4:17-25<br />

Propio 13<br />

Esto, pues, es lo que les digo y les <strong>en</strong>cargo <strong>en</strong> el nombre del Señor: que ya no vivan más<br />

como los paganos, los cuales viv<strong>en</strong> de acuerdo con sus inútiles p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> oscurecido<br />

el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to. Ellos no gozan de la vida que vi<strong>en</strong>e de Dios, porque son ignorantes a causa de<br />

lo ins<strong>en</strong>sible de su corazón. Se han <strong>en</strong>durecido y se han <strong>en</strong>tregado al vicio, cometi<strong>en</strong>do sin fr<strong>en</strong>o<br />

toda clase de cosas impuras. Pero ustedes no conocieron a Cristo para vivir así, si es que de<br />

veras oyeron acerca de él y apr<strong>en</strong>dieron de él <strong>en</strong> que consiste la verdad. En cuanto a su antigua<br />

manera de vivir, deshángase ustedes de su vieja naturaleza, que está corrompida, <strong>en</strong>gañada por<br />

sus malos deseos. Ustedes deb<strong>en</strong> r<strong>en</strong>ovarse <strong>en</strong> su m<strong>en</strong>te y <strong>en</strong> su espíritu, y revertirse de la nueva<br />

naturaleza, creada según la voluntad de Dios y que se muestra <strong>en</strong> una vida recta y pura, basada<br />

<strong>en</strong> la verdad. Por lo tanto, ya no mi<strong>en</strong>tan más, sino diga cada uno la verdad a su prójimo, porque<br />

todos somos miembros de un mismo cuerpo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 6:24-35<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Así que, al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la g<strong>en</strong>te subió también a las<br />

barcas y se dirigió a Capernaum, a buscarlo. Al llegar ellos al otro lado del lago, <strong>en</strong>contraron a<br />

Jesús y le preguntaron: -Maestro, ¿cuándo viniste acá? Jesús les dijo: -Les aseguro que ustedes<br />

me buscan porque comieron hasta ll<strong>en</strong>arse, y no porque hayan <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido las señales milagrosas.<br />

No trabaj<strong>en</strong> por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y que les da vida<br />

eterna. Esta es la comida que les dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su<br />

sello <strong>en</strong> él. Le preguntaron: -¿Qué debemos hacer para realizar las obras que Dios quiere que<br />

hagamos? Jesús les contestó: -Lo que Dios quiere que hagan es que crean <strong>en</strong> aquel que él ha<br />

<strong>en</strong>viado. Le preguntaron <strong>en</strong>tonces:<br />

-¿Qué señal puedes darnos, para que al verla te creamos? ¿Cuáles son tus obras?<br />

Nuestros antepasados comieron el maná <strong>en</strong> el desierto, como dice la Escritura: 'Dios les dio a<br />

comer pan del cielo.' Jesús les contestó: -Les aseguro que no fue Moisés qui<strong>en</strong> les dio a ustedes<br />

el pan del cielo, sino que mi Padre es qui<strong>en</strong> les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan que<br />

Dios da es el que ha bajado del cielo y da vida al mundo. Ellos le pidieron: Señor, danos siempre<br />

ese pan. Y Jesús les dijo: -Yo soy el pan que da vida. El que vi<strong>en</strong>e a mí, nunca t<strong>en</strong>drá hambre; y<br />

el que cree <strong>en</strong> mí, nunca t<strong>en</strong>drá sed.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 145


Propio 14<br />

LA ESTACIÓN DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Agosto 10<br />

COLECTA<br />

Otórganos, te suplicamos, oh Señor, el espíritu de p<strong>en</strong>sar y hacer siempre lo justo; para<br />

que nosotros, que sin ti no podemos existir, seamos capaces, con tu ayuda, de vivir según tu<br />

voluntad; por Jesucristo nuestro Señor que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios,<br />

por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Deuteronomio 8:1-10<br />

"Pongan ustedes <strong>en</strong> práctica los mandami<strong>en</strong>tos que yo les he ord<strong>en</strong>ado hoy, para que así<br />

puedan vivir y llegar a ser un pueblo numeroso, y conquist<strong>en</strong> este país que el Señor prometió a<br />

sus antepasados. Acuérd<strong>en</strong>se de todo el camino que el Señor su Dios les hizo recorrer <strong>en</strong> el<br />

desierto durante cuar<strong>en</strong>ta años, para humillarlos y ponerlos a prueba, a fin de conocer sus<br />

p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos y saber si iban a cumplir o no sus mandami<strong>en</strong>tos. Y aunque los hizo sufrir y pasar<br />

hambre, después los alim<strong>en</strong>tó con maná, comida que ni ustedes ni sus antepasados habían<br />

conocido, para hacerles saber que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de los<br />

labios del Señor. Durante esos cuar<strong>en</strong>ta años no se les gastó la ropa, ni se les hincharon los pies.<br />

D<strong>en</strong>se cu<strong>en</strong>ta de que el Señor su Dios los ha corregido del mismo modo que un padre corrige a<br />

su hijo. Cumplan pues, los mandami<strong>en</strong>tos del Señor su Dios, y hónr<strong>en</strong>lo y sigan las <strong>en</strong>señanzas<br />

que él les ha dado. Porque el Señor los va a llevar a una bu<strong>en</strong>a tierra, a un país ll<strong>en</strong>o de arroyos,<br />

fu<strong>en</strong>tes y manantiales que brotan <strong>en</strong> los valles y <strong>en</strong> los montes; es una tierra donde hay trigo,<br />

cebada, viñedos, higueras, granados, olivos y miel. En ese país no t<strong>en</strong>drán ustedes que<br />

preocuparse por la falta de alim<strong>en</strong>tos, ni por ninguna otra cosa, <strong>en</strong> sus piedras <strong>en</strong>contrarán hierro,<br />

y de sus montes sacarán cobre. Pero después que hayan comido y se si<strong>en</strong>tan satisfechos, deb<strong>en</strong><br />

alabar al Señor su Dios por la bu<strong>en</strong>a tierra que les ha dado.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 34:1-8 (Página 591 L.O.C.)<br />

l. B<strong>en</strong>deciré al Señor <strong>en</strong> todo tiempo;*<br />

su alabanza estará siempre <strong>en</strong> mi boca.<br />

2. En el Señor me gloriaré;*<br />

lo oigan los mansos y se regocij<strong>en</strong>.<br />

3. Proclam<strong>en</strong> conmigo la grandeza del Señor;*<br />

<strong>en</strong>salcemos a una su Nombre.<br />

4. Busqué al Señor y él me respondió,*<br />

y me libró de todos mis temores.<br />

5. A él mir<strong>en</strong> y sean alumbrados,*<br />

y sus rostros no se avergü<strong>en</strong>c<strong>en</strong>.<br />

6. Este pobre clamó, y el Señor le oyó,*<br />

y lo libró de todas sus angustias.<br />

7. El ángel del Señor acampa <strong>en</strong> derredor de los que le tem<strong>en</strong>,*<br />

y los libertará.<br />

8. Gust<strong>en</strong>, y vean que es bu<strong>en</strong>o el Señor;*<br />

dichosos los que <strong>en</strong> él confían.<br />

Página 146 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Efesios 4:[25-29]30--5:2<br />

Propio 14<br />

[Por lo tanto, ya no mi<strong>en</strong>tan más, sino diga cada uno la verdad a su prójimo, porque todos<br />

somos miembros de un mismo cuerpo. Si se <strong>en</strong>ojan, no pequ<strong>en</strong>; y procur<strong>en</strong> que el <strong>en</strong>ojo no les<br />

dure todo el día. No le d<strong>en</strong> oportunidad al diablo. El que robaba, deje de robar y póngase a<br />

trabajar, realizando un bu<strong>en</strong> trabajo con sus manos para que t<strong>en</strong>ga algo que dar a los necesitados.<br />

No digan malas palabras, sino solo palabras bu<strong>en</strong>as que ayud<strong>en</strong> a crecer y traigan b<strong>en</strong>dición a<br />

qui<strong>en</strong>es las escuch<strong>en</strong>.] No hagan que se <strong>en</strong>tristezca el Espíritu Santo de Dios, con el que ustedes<br />

han sido sellados para distinguirlos como propiedad de Dios el día <strong>en</strong> que él les de completa<br />

salvación.<br />

Ech<strong>en</strong> fuera la amargura, las pasiones, los <strong>en</strong>ojos, los gritos, los insultos y toda clase de<br />

maldad. Sean bu<strong>en</strong>os y compasivos unos con otros, y perdón<strong>en</strong>se unos a otros, como Dios los<br />

perdonó a ustedes <strong>en</strong> Cristo. Ustedes, como hijos amados de Dios, procur<strong>en</strong> ser como él.<br />

Condúzcanse con amor, lo mismo que Cristo nos amó y se <strong>en</strong>tregó para ser sacrificado por<br />

nosotros, como ofr<strong>en</strong>da y sacrificio de olor agradable a Dios.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 6:37-51<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Todos los que el Padre me da, vi<strong>en</strong><strong>en</strong> a mí; y a los que vi<strong>en</strong><strong>en</strong> a mí, no los echaré fuera.<br />

Porque yo no he v<strong>en</strong>ido del cielo para hacer mi propia voluntad, sino para hacer la voluntad de<br />

mi Padre, que me ha <strong>en</strong>viado. Y la voluntad del que me ha <strong>en</strong>viado es que yo no pierda a<br />

ninguno de los que me ha dado, sino que los resucite <strong>en</strong> el día último. Porque la voluntad de mi<br />

Padre es que todos los que miran al Hijo de Dios y cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> él, t<strong>en</strong>gan vida eterna; y yo los<br />

resucitaré <strong>en</strong> el día último. Por esto los judíos com<strong>en</strong>zaron a murmurar de Jesús, porque afirmó:<br />

"Yo soy el pan que ha bajado del cielo" Y dijeron: -¿No es este Jesús, el hijo de José? Nosotros<br />

conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?<br />

Jesús les dijo <strong>en</strong>tonces: -Dej<strong>en</strong> de murmurar. Nadie puede v<strong>en</strong>ir a mí, si no lo trae el<br />

Padre, que me ha <strong>en</strong>viado; y yo lo resucitaré <strong>en</strong> el día último. En los libros de los profetas se<br />

dice: 'Dios instruirá a todos.' Así que todos los que escuchan al Padre y apr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de él, vi<strong>en</strong><strong>en</strong> a<br />

mí." "No es que alguno haya visto al Padre; el único que lo ha visto es el que ha v<strong>en</strong>ido de Dios.<br />

Les aseguro que qui<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e fe, ti<strong>en</strong>e vida eterna. Yo soy el pan que da vida. Los antepasados de<br />

ustedes comieron el maná <strong>en</strong> el desierto, y a pesar de ello murieron; pero yo hablo del pan que<br />

baja del cielo; qui<strong>en</strong> come de él, no muere. Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que<br />

come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propio cuerpo. Lo daré por la<br />

vida del mundo.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 147


Propio 15<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Agosto 17<br />

COLECTA<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te, por nosotros <strong>en</strong>tregaste a tu Hijo único como sacrificio por los<br />

pecados y como ejemplo de vida piadosa: Danos gracia para recibir con gratitud los frutos de su<br />

obra red<strong>en</strong>tora, y seguir de día <strong>en</strong> día las huellas b<strong>en</strong>ditas de su santísima vida; por Jesucristo tu<br />

Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por<br />

siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Proverbios 9:1-6<br />

La sabiduría construyó su casa, la adornó con siete columnas; mató animales para el<br />

banquete, preparó un vino especial, puso la mesa y <strong>en</strong>vió a sus criadas a gritar desde lo alto de la<br />

ciudad: "¡V<strong>en</strong>gan acá, jóv<strong>en</strong>es inexpertos!" Mandó a decir a los imprud<strong>en</strong>tes: "V<strong>en</strong>gan a comer<br />

de mi pan y a beber del vino que he preparado. Dej<strong>en</strong> de ser imprud<strong>en</strong>tes, y vivirán; condúzcanse<br />

como g<strong>en</strong>te intelig<strong>en</strong>te."<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 34:9-14 (Página 526 L.O.C.)<br />

9. Teman al Señor, ustedes sus santos,*<br />

pues nada falta a los que le tem<strong>en</strong>.<br />

10. Los leoncillos necesitan, y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> hambre,*<br />

pero los que buscan al Señor no t<strong>en</strong>drán falta<br />

de ningún bi<strong>en</strong>.<br />

11. V<strong>en</strong>gan, hijos, y escúch<strong>en</strong>me;*<br />

el temor del Señor les <strong>en</strong>señaré.<br />

12. ¿Hay algui<strong>en</strong> que ame la vida,*<br />

y desee muchos días para ver el bi<strong>en</strong>?<br />

13. Guarda tu l<strong>en</strong>gua del mal,*<br />

y tus labios de hablar <strong>en</strong>gaño.<br />

14. Apártate del mal, y haz el bi<strong>en</strong>;*<br />

busca la paz, y síguela.<br />

Página 148 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Efesios 5:15-20<br />

Propio 15<br />

Por lo tanto, cuid<strong>en</strong> mucho su comportami<strong>en</strong>to. No vivan neciam<strong>en</strong>te, sino con sabiduría.<br />

Aprovech<strong>en</strong> bi<strong>en</strong> el tiempo, porque los días son malos. No actú<strong>en</strong> tontam<strong>en</strong>te; procur<strong>en</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der<br />

cuál es la voluntad del Señor. No se emborrach<strong>en</strong>, pues eso lleva al des<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>o; al contrario,<br />

llén<strong>en</strong>se del Espíritu Santo. Hábl<strong>en</strong>se unos a otros con salmos, himnos y cantos espirituales, y<br />

cant<strong>en</strong> y alab<strong>en</strong> de todo corazón al Señor. D<strong>en</strong> siempre gracias a Dios el Padre por todas las<br />

cosas, <strong>en</strong> el nombre de nuestro Señor Jesucristo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 6:53-59<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús les dijo: -Les aseguro que si ustedes no com<strong>en</strong> el cuerpo del Hijo del hombre y<br />

beb<strong>en</strong> su sangre, no t<strong>en</strong>drán vida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, ti<strong>en</strong>e vida eterna; y<br />

yo lo resucitaré <strong>en</strong> el día último. Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre es<br />

verdadera bebida. El que come mi cuerpo y bebe mi sangre, vive unido a mí, y yo vivo unido a<br />

él. El Padre, que me ha <strong>en</strong>viado, ti<strong>en</strong>e vida, y yo vivo por él; de la misma manera, el que se<br />

alim<strong>en</strong>ta de mí, vivirá por mí. Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este pan no es como el<br />

maná que comieron los antepasados de ustedes, que a pesar de haberlo comido murieron; el que<br />

come de este pan; vivirá para siempre. Jesús <strong>en</strong>señó estas cosas <strong>en</strong> la reunión de la sinagoga <strong>en</strong><br />

Capernaum.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 149


Propio 16<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Agosto 24<br />

COLECTA<br />

Concede, Oh Dios de misericordia, que tu <strong>Iglesia</strong>, congregada <strong>en</strong> unidad por tu Espíritu<br />

Santo, manifieste tu poder <strong>en</strong>tre todos los pueblos, para gloria de tu Nombre; por Jesucristo<br />

nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los<br />

siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Josué 24:1-2a,14-25<br />

Josué reunió <strong>en</strong> Siquem a todas las tribus de Israel. Llamó a los ancianos, jefes, jueces y<br />

oficiales y, <strong>en</strong> pres<strong>en</strong>cia del Señor, dijo a todo el pueblo: Por todo esto respet<strong>en</strong> al Señor y<br />

sírvanle con sinceridad y lealtad. Apárt<strong>en</strong>se de los dioses que sus antepasados adoraron a orillas<br />

del río Eúfrates y <strong>en</strong> Egipto, y sirvan al Señor. Pero si no quier<strong>en</strong> servir al Señor, decidan hoy a<br />

qui<strong>en</strong> van a servir: si a los dioses a los que sus antepasados servían a orillas del Eúfrates, o a los<br />

dioses de los amorreos que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> esta tierra. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al<br />

Señor. Entonces el pueblo dijo:<br />

¡No permita el Señor que lo abandonemos por servir a otros dioses! El Señor fue qui<strong>en</strong><br />

nos sacó a nosotros y a nuestros antepasados de Egipto, donde éramos esclavos. Él fue qui<strong>en</strong><br />

hizo tantas maravillas delante de nuestros ojos, y qui<strong>en</strong> nos protegió y nos def<strong>en</strong>dió durante el<br />

camino, cuando pasamos <strong>en</strong>tre tantos pueblos. Él echó de delante de nosotros a todos los pueblos<br />

que estaban <strong>en</strong> nuestro camino, y a los amorreos que vivían aquí. Por todo esto, nosotros también<br />

serviremos al Señor, pues él es nuestro Dios. Pero Josué les dijo: -Ustedes no van a poder servir<br />

al Señor, porque él es un Dios santo y celoso, que no va a tolerar las rebeliones y pecados de<br />

ustedes. Si ustedes lo abandonan y sirv<strong>en</strong> a otros dioses, el Señor responderá haciéndoles mal, y<br />

los destruirá a pesar de haberles hecho tanto bi<strong>en</strong>.<br />

El pueblo le contestó: -Eso no va a pasar. Nosotros serviremos al Señor. Entonces Josué<br />

dijo: -Ustedes son sus propios testigos de que han escogido servir al Señor. -Lo somos -<br />

respondieron ellos. Les dijo Josué: -Quit<strong>en</strong> <strong>en</strong>tonces todos los otros dioses que hay <strong>en</strong>tre ustedes,<br />

y vuélvanse de todo corazón al Señor y Dios de Israel. Y el pueblo respondió: - Nosotros<br />

serviremos al Señor nuestro Dios, y haremos lo que él nos diga. Aquel mismo día, allí <strong>en</strong><br />

Siquem, Josué hizo un pacto con el pueblo, y les dio leyes y decretos.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 34:15-22 (Página 527 L.O.C.)<br />

l5. Los ojos del Señor están sobre los justos,*<br />

y at<strong>en</strong>tos sus oídos a su clamor.<br />

l6. La ira del Señor contra los que mal hac<strong>en</strong>,*<br />

para borrar de la tierra su memoria.<br />

l7. Claman los justos, y el Señor escucha,*<br />

y los libra de todas sus angustias.<br />

l8. Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón,*<br />

y salvará a los humildes de espíritu.<br />

l9. Muchos son las aflicciones de los justos,*<br />

pero de todas ellas les librará el Señor.<br />

20. Él guarda todos sus huesos,*<br />

ni uno de ellos será quebrantado.<br />

21. Matará al malo la maldad,*<br />

y los que aborrec<strong>en</strong> al justo serán cond<strong>en</strong>ados.<br />

22. El Señor redime la vida de sus siervos,*<br />

y no serán cond<strong>en</strong>ados los que <strong>en</strong> él confían.<br />

Página 150 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Efesios 5:21-33<br />

Propio 16<br />

Sométanse los unos a los otros, por rever<strong>en</strong>cia a Cristo. Esposas, estén sujetas a sus<br />

esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la<br />

iglesia. Cristo es también el Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo; y así como la iglesia está<br />

sujeta a Cristo, así también las esposas deb<strong>en</strong> estar <strong>en</strong> todo sujetas a sus esposos.<br />

Esposos, am<strong>en</strong> a sus esposas como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Esto lo<br />

hizo para consagrarla, purificándola por medio de la palabra y del lavami<strong>en</strong>to del agua para<br />

pres<strong>en</strong>társela a sí mismo como una iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino<br />

consagrada y perfecta. Así como el esposo ama a su propio cuerpo, así debe amar también a su<br />

esposa. El que ama a su esposa, se ama a sí mismo. Porque nadie odia su propio cuerpo, sino<br />

que lo alim<strong>en</strong>ta y lo cuida, como Cristo hace con la iglesia, porque ella es su cuerpo. Y nosotros<br />

somos parte de ese cuerpo. "Por eso, el hombre dejará, a su padre y a su madre para unirse a su<br />

esposa, y los dos serán como una sola persona." Esto es un secreto muy grande; pero yo me<br />

estoy refiri<strong>en</strong>do a Cristo y a la iglesia. En todo caso, que cada uno de ustedes ame a su esposa<br />

como a sí mismo, y que la esposa respete al esposo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 6:60-69<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Al oír estas <strong>en</strong>señanzas, muchos de los que seguían a Jesús dijeron: -Esto que dice es<br />

muy difícil de aceptar; ¿quién puede hacerle caso? Jesús, dándose cu<strong>en</strong>ta de lo que estaban<br />

murmurando, les preguntó: - ¿Esto les of<strong>en</strong>de? ¿Qué pasaría <strong>en</strong>tonces, si vieran al Hijo del<br />

hombre subir a donde antes estaba? El espíritu es el que da vida; el cuerpo no aprovecha. Y las<br />

cosas que yo les he dicho son espíritu y vida. Pero todavía hay algunos de ustedes que no cre<strong>en</strong>.<br />

Es que Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién era el que lo iba a<br />

traicionar. Y añadió: -Por esto les he dicho que nadie puede v<strong>en</strong>ir a mí, si el Padre no lo trae.<br />

Desde <strong>en</strong>tonces, muchos de los que habían seguido a Jesús lo dejaron, y ya no andaban<br />

con él. Jesús les preguntó a los doce discípulos: ¿También ustedes quier<strong>en</strong> irse? Simón Pedro le<br />

contestó: -Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna. Nosotros ya<br />

hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 151


Propio 17<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Agosto 31<br />

COLECTA<br />

Señor de todo poder y fortaleza, autor y dador de todo bi<strong>en</strong>: Injerta <strong>en</strong> nuestros corazones<br />

el amor a tu Nombre, acreci<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> nosotros la verdadera religión, nútr<strong>en</strong>os con toda bondad, y<br />

produce <strong>en</strong> nosotros los frutos de bu<strong>en</strong>as obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina<br />

contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Deuteronomio 4:1-9<br />

Ahora pues, israelitas, escuch<strong>en</strong> las leyes y decretos que les he <strong>en</strong>señado, y pónganlos <strong>en</strong><br />

práctica, para que vivan y ocup<strong>en</strong> el país que el Señor y Dios de sus antepasados les va a dar. No<br />

añadan ni quit<strong>en</strong> nada a lo que yo les ord<strong>en</strong>o; cumplan los mandami<strong>en</strong>tos del Señor su Dios, que<br />

yo lo ord<strong>en</strong>o. Ustedes mismo han visto lo que el Señor hizo <strong>en</strong> Baal-peor, y cómo exterminó de<br />

<strong>en</strong>tre ustedes a todos los que adoraron al dios de aquel lugar; pero todos ustedes, los que se<br />

mantuvieron fieles al Señor su Dios, todavía están vivos.<br />

Yo les he <strong>en</strong>señado las leyes y los decretos que el Señor mi Dios me ord<strong>en</strong>ó, para que los<br />

pongan <strong>en</strong> práctica <strong>en</strong> el país que van a ocupar. Cúmplanlos y practíqu<strong>en</strong>los, porque de esta<br />

manera los pueblos reconocerán que <strong>en</strong> ustedes hay sabiduría y <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, ya que cuando<br />

conozcan estas leyes no podrán m<strong>en</strong>os que decir: ‘¡Qué sabia y <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida es esta gran nación!’<br />

Porque, ¿qué nación hay tan grande que t<strong>en</strong>ga los dioses tan cerca de ella, como t<strong>en</strong>emos nosotros<br />

al Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? ¿Y que nación hay tan grande que t<strong>en</strong>ga leyes<br />

y decretos tan justos como toda esta <strong>en</strong>señanza que yo les pres<strong>en</strong>to hoy? Así pues, t<strong>en</strong>gan mucho<br />

cuidado de no olvidar las cosas que han visto, ni de apartarlas jamás de su p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to; por el<br />

contrario, explíqu<strong>en</strong>las a sus hijos y a sus nietos.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 15<br />

1. Señor, ¿quién habitará <strong>en</strong> tu tabernáculo? *<br />

¿Quién morará <strong>en</strong> tu santo monte?<br />

2. El que anda <strong>en</strong> integridad y hace justicia, *<br />

y habla verdad <strong>en</strong> su corazón.<br />

3. El que no detrae con su l<strong>en</strong>gua ni hace mal a su prójimo, *<br />

ni contra su vecino acoje oprobio alguno.<br />

4. Aquel a cuyos ojos el vil es m<strong>en</strong>ospreciado, *<br />

pero honra a los que tem<strong>en</strong> al Señor.<br />

5. El que jurando el daño suyo,*<br />

no por eso cambia.<br />

6. El que presta, no esperando de ello nada, *<br />

ni contra el inoc<strong>en</strong>te admite cohecho.<br />

7. El que hace estas cosas, *<br />

no resbalar para siempre.<br />

Página 152 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Efesios 6:10-20<br />

Propio 17<br />

Y ahora, hermanos, háganse fuertes <strong>en</strong> unión con el Señor, por medio de su fuerza<br />

poderosa. Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes<br />

contra los <strong>en</strong>gaños del diablo. Porque no estamos luchando contra g<strong>en</strong>te de carne y hueso, sino<br />

contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mando, autoridad y dominio sobre<br />

este mundo oscuro. Por eso, tom<strong>en</strong> toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan<br />

resistir <strong>en</strong> el día malo y, después de haberse preparado bi<strong>en</strong>, mant<strong>en</strong>erse firmes.<br />

Así que manténganse firmes, revestidos de la verdad y protegidos por la rectitud. Estén<br />

siempre listos para salir a anunciar el m<strong>en</strong>saje de la paz. Sobre todo, que su fe sea el escudo que<br />

los libre de las flechas <strong>en</strong>c<strong>en</strong>didas del maligno. Que la salvación sea el casco que proteja su<br />

cabeza, y que la palabra de Dios sea la espada que les da el Espíritu Santo. No dej<strong>en</strong> ustedes de<br />

orar; ruegu<strong>en</strong> y pidan a Dios siempre, guiados por el Espíritu. Manténganse alerta, sin<br />

desanimarse, y or<strong>en</strong> por todo el pueblo de Dios. Or<strong>en</strong> también por mí, para que Dios me dé las<br />

palabras que debo decir, y para que pueda hablar con valor y dar así a conocer el secreto del<br />

m<strong>en</strong>saje de salvación. Dios me ha <strong>en</strong>viado como embajador de este m<strong>en</strong>saje, por el cual estoy<br />

preso ahora. Or<strong>en</strong> para que yo hable de él sin temor alguno.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

SANTO EVANGELIO<br />

San Marcos 7:1-8,14-15,21-23<br />

Se acercaron los fariseos a Jesús, con unos maestros de la ley que habían llegado de<br />

Jerusalén. Estos, al ver que algunos discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir,<br />

sin haber cumplido con la ceremonia de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos y todos los<br />

judíos sigu<strong>en</strong> la tradición de sus antepasados, de no comer sin antes lavárselas manos<br />

debidam<strong>en</strong>te. Y cuando regresan del mercado, no com<strong>en</strong> sin antes cumplir con la ceremonia de<br />

lavarse. Y aun ti<strong>en</strong><strong>en</strong> otras muchas costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de<br />

metal y las camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley preguntaron: ¿Porqué tus<br />

discípulos no sigu<strong>en</strong> la tradición de nuestros antepasados, sino que com<strong>en</strong> con las manos<br />

impuras? Jesús les contestó: Bi<strong>en</strong> habló el profeta Isaías acerca de lo hipócritas que son ustedes,<br />

cuando escribió: Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. De nada<br />

sirve que me rinda culto: sus <strong>en</strong>señanzas son mandatos de hombres. Porque ustedes dejan el<br />

mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres.<br />

Luego Jesús llamó a la g<strong>en</strong>te, y dijo: Escúch<strong>en</strong>me todos, y <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>dan: Nada de lo que <strong>en</strong>tra de<br />

afuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que lo hace<br />

impuro. Porque de ad<strong>en</strong>tro, es decir, del corazón de los hombres, sal<strong>en</strong> los malos p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos,<br />

la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el <strong>en</strong>gaño,<br />

los vicios, la <strong>en</strong>vidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio. Todas estas cosas malas sal<strong>en</strong> de<br />

ad<strong>en</strong>tro y hac<strong>en</strong> impuro al hombre.<br />

El Evangelio de Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 153


Propio 18<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Septiembre 7<br />

COLECTA<br />

Concede, oh Señor, que confiemos <strong>en</strong> ti de todo corazón; porque, así como tú siempre<br />

resistes a los soberbios que confían <strong>en</strong> su propia fortaleza, de la misma manera jamás abandonas<br />

a aquellos que se glorían <strong>en</strong> tu misericordia; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina<br />

contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 35: 4-7a<br />

Digan a los tímidos: "¡Animo, no t<strong>en</strong>gan miedo! ¡Aquí está su Dios para salvarlos, y a<br />

sus <strong>en</strong>emigos los castigará como merec<strong>en</strong>!" Entonces los ciegos verán y los sordos oirán; los<br />

lisiados saltarán como v<strong>en</strong>ados y los mudos gritarán. En el desierto, tierra seca, brotará el agua a<br />

torr<strong>en</strong>tes. El desierto será un lago, la tierra seca se ll<strong>en</strong>ará de manantiales.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 146:4-9 (Página 693 L.O.C.)<br />

4. ¡Dichosos aquellos cuya ayuda es el Dios de Jacob,*<br />

cuya esperanza está <strong>en</strong> el Señor su Dios!<br />

5. El cual hizo los cielos y la tierra,<br />

el mar, y cuanto <strong>en</strong> ellos hay,*<br />

que guarda su promesa para siempre;<br />

6. Que hace justicia a los oprimidos,*<br />

y da pan a los hambri<strong>en</strong>tos.<br />

7. El Señor liberta a los cautivos;<br />

el Señor abre los ojos a los ciegos;*<br />

el Señor levanta a los caídos;<br />

8. El Señor ama a los justos;<br />

el Señor protege a los forasteros;*<br />

sosti<strong>en</strong>e al huérfano y a la viuda,<br />

pero trastorna el camino de los malvados.<br />

9. Reinará el Señor para siempre,*<br />

tu Dios, oh Sión, de g<strong>en</strong>eración <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eración.<br />

¡Aleluya!<br />

Página 154 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Santiago 1:17-27<br />

Propio 18<br />

Todo lo bu<strong>en</strong>o y perfecto que se nos da, vi<strong>en</strong>e de arriba, de Dios, que creó los astros del<br />

cielo, Dios es siempre el mismo; <strong>en</strong> él no hay cambio que produzca sombras. Él, porque así lo<br />

quiso, nos dio vida mediante el m<strong>en</strong>saje de la verdad, para que seamos los primeros frutos de su<br />

creación. Recuerd<strong>en</strong> esto, queridos hermanos; todos ustedes deb<strong>en</strong> estar listos para escuchar; <strong>en</strong><br />

cambio deb<strong>en</strong> ser l<strong>en</strong>tos para hablar y para <strong>en</strong>ojarse. Porque el hombre <strong>en</strong>ojado no hace lo que<br />

agrada a Dios. Así pues, dej<strong>en</strong> ustedes<br />

todo lo impuro y la maldad que tanto abunda, y acept<strong>en</strong> humildem<strong>en</strong>te el m<strong>en</strong>saje que se ha<br />

sembrado <strong>en</strong> su corazón; pues ese m<strong>en</strong>saje ti<strong>en</strong>e poder para salvarlos.<br />

Pero no basta con oír el m<strong>en</strong>saje; hay que ponerlo <strong>en</strong> práctica, pues de lo contrario se<br />

estarían <strong>en</strong>gañando ustedes mismos. El que solam<strong>en</strong>te oye el m<strong>en</strong>saje, y no lo practica, es como<br />

el hombre que se mira la cara <strong>en</strong> un espejo: se ve a sí mismo, pero <strong>en</strong> cuanto da la vuelta se<br />

olvida de cómo es. Pero el que no olvida lo que oye, sino que se fija at<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la ley<br />

perfecta, que es la ley que nos trae libertad, y permanece firme cumpli<strong>en</strong>do lo que ella manda,<br />

sea feliz <strong>en</strong> lo que hace. Si alguno cree ser religioso, pero no sabe poner fr<strong>en</strong>o a su l<strong>en</strong>gua, se<br />

<strong>en</strong>gaña a sí mismo y a su religión no sirve de nada. La religión pura y sin mancha delante de<br />

Dios el Padre es ésta: ayudar a los huérfanos y a las viudas <strong>en</strong> sus aflicciones, y no mancharse<br />

con la maldad del mundo.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 7:31-37<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón y los pueblos de la región<br />

de Decápolis, llegó al lago de Galilea. Allí le llevaron un sordo y tartamudo, y le pidieron que<br />

pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un lado, aparte de la g<strong>en</strong>te, le metió los dedos <strong>en</strong> los<br />

oídos y con saliva le tocó la l<strong>en</strong>gua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: "¡Efata!"<br />

(es decir: "¡Abrete!") Al mom<strong>en</strong>to, los oídos del sordo se abrieron, y su l<strong>en</strong>gua quedó sana y<br />

pudo hablar bi<strong>en</strong>. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba,<br />

tanto más lo contaban. Ll<strong>en</strong>os de admiración, decían:<br />

"Todo lo hace bi<strong>en</strong>. ¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos habl<strong>en</strong>!"<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 155


Propio 19<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Septiembre 14<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, puesto que sin ti no podemos complacerte: Concede, por tu misericordia, que tu<br />

Espíritu Santo dirija y gobierne nuestros corazones; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y<br />

reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 50:4-9<br />

El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de ali<strong>en</strong>to.<br />

Todas las mañanas me hace estar at<strong>en</strong>to para que escuche dócilm<strong>en</strong>te. El Señor me ha dado<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas. Ofrecí mis espaldas para que<br />

me azotaran y dejé que me arrancaran la barba. No retiré la cara de los que me insultaban y<br />

escupían. El Señor es qui<strong>en</strong> me ayuda: por eso no me hier<strong>en</strong> los insultos; por eso me mant<strong>en</strong>go<br />

firme como una roca, pues sé que no quedaré <strong>en</strong> ridículo. A mi lado está mi def<strong>en</strong>sor: ¿Algui<strong>en</strong><br />

ti<strong>en</strong>e algo <strong>en</strong> mi contra? ¡Vayamos juntos ante el juez! ¿Algui<strong>en</strong> se cree con derecho a acusarme?<br />

¡Que v<strong>en</strong>ga y me lo diga! El Señor es qui<strong>en</strong> me ayuda; ¿quién podrá cond<strong>en</strong>arme? Todos mis<br />

<strong>en</strong>emigos desaparecerán como vestido comido por la polilla.<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 116:1-8 (Página 650 L.O.C.)<br />

l. Amo al Señor, pues ha oído mi voz y mi súplica;*<br />

porque ha inclinado a mí su oído, siempre que le invoco.<br />

2. Ligaduras de muerte me <strong>en</strong>redaron:<br />

me alcanzaron las garras de la tumba;*<br />

hallé angustia y dolor.<br />

3. Entonces invoqué el Nombre del Señor:*<br />

"Oh Señor, dígnate salvar mi vida."<br />

4. Clem<strong>en</strong>te es el Señor y justo:*<br />

sí, misericordioso es nuestro Dios.<br />

5. El Señor guarda a los inoc<strong>en</strong>tes:*<br />

estaba yo postrado, y me salvó.<br />

6. Vuelve, oh alma mía, a tu reposo:*<br />

porque el Señor te ha hecho bi<strong>en</strong>:<br />

7. Pues tú has librado mi vida de la muerte,*<br />

mis ojos de lágrimas y mis pies de la caída.<br />

8. Caminaré <strong>en</strong> la pres<strong>en</strong>cia del Señor,*<br />

<strong>en</strong> el país de los vivi<strong>en</strong>tes.<br />

Página 156 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Santiago 2:1-5,8-10,14-18<br />

Propio 19<br />

Ustedes, hermanos míos, que cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> nuestro glorioso Señor Jesucristo, no deb<strong>en</strong> hacer<br />

difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre una persona y otra. Supongamos que ustedes están reunidos, y llega un rico con<br />

anillos de oro y ropa lujosa, y lo ati<strong>en</strong>d<strong>en</strong> bi<strong>en</strong> y le dic<strong>en</strong>: "Siéntate aquí, <strong>en</strong> un bu<strong>en</strong> lugar", y al<br />

mismo tiempo llega un pobre vestido con ropa vieja, y a éste le dic<strong>en</strong>: "Tú quédate allá de pie, o<br />

siéntate ahí <strong>en</strong> el suelo"; <strong>en</strong>tonces ya están haci<strong>en</strong>do distinciones <strong>en</strong>tre ustedes mismos y<br />

juzgando con mala int<strong>en</strong>ción.<br />

Queridos hermanos míos, oigan esto: Dios ha escogido a los que <strong>en</strong> este mundo son<br />

pobres, para que sean ricos <strong>en</strong> fe y para que reciban como her<strong>en</strong>cia el reino que él ha prometido a<br />

los que le aman. Ustedes hac<strong>en</strong> bi<strong>en</strong> si de veras cumpl<strong>en</strong> la ley suprema, tal como dice la<br />

Escritura: "Ama a tu prójimo como a ti mismo." Pero si hac<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre una persona y<br />

otra, comet<strong>en</strong> pecado y son culpables ante la ley de Dios. Porque si una persona obedece toda la<br />

ley, pero falla <strong>en</strong> un solo mandato, resulta culpable fr<strong>en</strong>te a todos los mandatos de la ley.<br />

Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno decir que ti<strong>en</strong>e fe, si sus hechos no lo demuestran?<br />

¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y<br />

la comida necesarias para el día; si uno de ustedes les dice: "Que les vaya bi<strong>en</strong>; abrígu<strong>en</strong>se y<br />

coman todo lo que quieran", pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve? Así pasa<br />

con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta.<br />

te<br />

Tal vez algui<strong>en</strong> dirá: "Tú ti<strong>en</strong>es fe, y yo t<strong>en</strong>go hechos." Muéstrame tu fe sin hechos, y yo<br />

Palabra del Señor Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 8:27-38<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Después de esto, Jesús y sus discípulos fueron a las aldeas de la región de Cesarea de<br />

Filipo. En el camino, Jesús preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la g<strong>en</strong>te que soy yo? Ellos<br />

contestaron: -Algunos dic<strong>en</strong> que eres Juan el Bautista, otros dic<strong>en</strong> que eres Elías, y otros dic<strong>en</strong><br />

que eres uno de los profetas. -Y ustedes, ¿quién dic<strong>en</strong> que soy? -les preguntó. Pedro le<br />

respondió: -Tú eres el Mesías. Pero Jesús les ord<strong>en</strong>ó que no hablaran de él a nadie.<br />

Jesús com<strong>en</strong>zó a <strong>en</strong>señarles que el Hijo del hombre t<strong>en</strong>dría que sufrir mucho, y que sería<br />

rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo<br />

que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días. Esto se lo advirtió claram<strong>en</strong>te. Entonces<br />

Pedro lo llevó aparte y com<strong>en</strong>zó a repr<strong>en</strong>derlo. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y<br />

repr<strong>en</strong>dió a Pedro, diciéndole:<br />

-¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las v<strong>en</strong> los<br />

hombres. Luego Jesús llamó a sus discípulos y a la g<strong>en</strong>te, y dijo: - Si alguno quiere ser discípulo<br />

mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la<br />

perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y del m<strong>en</strong>saje de salvación, la salvará. ¿De qué<br />

le sirve al hombre ganar el mundo <strong>en</strong>tero, si pierde la vida? O también, ¿cuánto podrá pagar el<br />

hombre por su vida? Pues si alguno se avergü<strong>en</strong>za de mí y de mi m<strong>en</strong>saje delante de esta g<strong>en</strong>te<br />

infiel y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando v<strong>en</strong>ga con la gloria de<br />

su Padre y con los santos ángeles.<br />

El Evangelio del Señor Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 157


Propio 20<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Concede, Oh Señor, que no nos afanemos por las cosas terr<strong>en</strong>ales, sino que amemos las<br />

celestiales, y aun ahora que estamos inmersos <strong>en</strong> cosas transitorias, haz que anhelemos lo que<br />

permanece para siempre; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu<br />

Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Sabiduría 1:16--2:1[6-11] 12-22<br />

Los malos llaman a la muerte con gestos y gritos; p<strong>en</strong>sando que es su amiga, la buscan<br />

con afán, y con ella han hecho un pacto, pues merec<strong>en</strong> pert<strong>en</strong>ecerle. Razonando<br />

equivocadam<strong>en</strong>te se han dicho: ["Corta y triste es nuestra vida; la muerte del hombre es<br />

inevitable, y no se sabe de nadie que haya vuelto de la tumba. ¡Por eso, disfrutemos de los<br />

bi<strong>en</strong>es pres<strong>en</strong>tes y gocemos de este mundo con todo el ardor de la juv<strong>en</strong>tud! ¡Embriaguémonos<br />

del vino más costoso y de perfumes! ¡No dejemos pasar las flores de la primavera!<br />

Coronémonos de rosas antes de que se marchit<strong>en</strong>; que <strong>en</strong> nuestras orgías no falte ninguno de<br />

nosotros. Dejemos por todas partes huellas de nuestra alegría: ¡eso es vivir; para eso estamos<br />

aquí! ¡Aplastemos al hombre honrado que no ti<strong>en</strong>e dinero; no t<strong>en</strong>gamos compasión de la viuda,<br />

ni respetemos las canas del anciano! Que la fuerza sea para nosotros la norma de la justicia, ya<br />

que la debilidad no sirve para nada.]<br />

Pongamos trampas al bu<strong>en</strong>o, pues nos es molesto; se opone a nuestras acciones, nos<br />

reprocha que no cumplamos la ley y nos echa <strong>en</strong> cara que no vivamos según la educación que<br />

recibimos. Dice que conoce a Dios, y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche a<br />

nuestra manera de p<strong>en</strong>sar; su sola pres<strong>en</strong>cia nos molesta. Su vida es distinta a la de los demás, y<br />

su proceder es difer<strong>en</strong>te. Nos rechaza como a moneda falsa, y se aparta de nuestra compañía<br />

como si fuéramos impuros. Dice que los bu<strong>en</strong>os, al morir, son dichosos, y se si<strong>en</strong>te orgulloso de<br />

t<strong>en</strong>er a Dios por padre. Veamos si es cierto lo que dice y comprobemos <strong>en</strong> qué va a parar su<br />

vida. Si el bu<strong>en</strong>o es realm<strong>en</strong>te hijo de Dios. Dios lo ayudará y lo librará de las manos de sus<br />

<strong>en</strong>emigos. Sometámoslo a insultos y torturas, para conocer su paci<strong>en</strong>cia y comprobar su<br />

resist<strong>en</strong>cia. Cond<strong>en</strong>émoslo a una muerte deshonrosa, pues, según dice, t<strong>en</strong>drá qui<strong>en</strong> lo defi<strong>en</strong>da.<br />

Así pi<strong>en</strong>san los malos, pero se equivocan; su propia maldad los ha vuelto ciegos. No <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />

los planes secretos de Dios, ni esperan que una vida santa t<strong>en</strong>ga recomp<strong>en</strong>sa; no cre<strong>en</strong> que los<br />

inoc<strong>en</strong>tes recibirán su premio.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 54 (Página 556 L.O.C.)<br />

l. Oh Dios, sálvame por tu Nombre,*<br />

y con tu poder defiéndeme.<br />

2. Escucha mi oración, oh Dios, *<br />

ati<strong>en</strong>de a las palabras de mi boca.<br />

3. Insol<strong>en</strong>tes se han levantado contra mí,<br />

y matones buscan mi vida;*<br />

no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> pres<strong>en</strong>te a Dios.<br />

4. He aquí, Dios es el que me ayuda;*<br />

es el Señor qui<strong>en</strong> sosti<strong>en</strong>e mi vida.<br />

5. Devuelve el mal a mis adversarios;*<br />

destrúyelos, por tu fidelidad.<br />

6. Te ofreceré sacrificios voluntarios;*<br />

alabaré tu Nombre, oh Señor, porque es bu<strong>en</strong>o;<br />

Página 158 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


7. Porque me has librado de toda angustia,*<br />

y mis ojos han visto la ruina de mis <strong>en</strong>emigos.<br />

EPÍSTOLA<br />

Santiago 3:16--4:6<br />

Propio 20<br />

Donde hay <strong>en</strong>vidias y rivalidades, hay también desord<strong>en</strong> y toda clase de maldad; pero los<br />

que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la sabiduría que vi<strong>en</strong>e de Dios, llevan ante todo una vida pura; y además son<br />

pacíficos, bondadosos y dóciles. Son también compasivos, imparciales y sinceros, y hac<strong>en</strong> el<br />

bi<strong>en</strong>. Y los que procuran la paz, siembran <strong>en</strong> paz para recoger como fruto la justicia.<br />

¿De dónde vi<strong>en</strong><strong>en</strong> las guerras y las peleas <strong>en</strong>tre ustedes? Pues de los malos deseos que<br />

siempre están luchando <strong>en</strong> su interior. Ustedes quier<strong>en</strong> algo, y no lo obti<strong>en</strong><strong>en</strong>; matan, si<strong>en</strong>t<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong>vidia de alguna cosa, y como no la pued<strong>en</strong> conseguir, luchan y se hac<strong>en</strong> la guerra. No<br />

consigu<strong>en</strong> lo que quier<strong>en</strong> porque no se lo pid<strong>en</strong> a Dios; y si se lo pid<strong>en</strong>, no lo recib<strong>en</strong> porque lo<br />

pid<strong>en</strong> mal, pues lo quier<strong>en</strong> para gastarlo <strong>en</strong> sus placeres. ¡Oh g<strong>en</strong>te infiel! No sab<strong>en</strong> ustedes que<br />

ser amigos del mundo es ser <strong>en</strong>emigos de Dios? Cualquiera que decide ser amigo del mundo, se<br />

vuelve <strong>en</strong>emigo de Dios. Por algo dice la Escritura: "Dios ama celosam<strong>en</strong>te el espíritu que ha<br />

puesto d<strong>en</strong>tro de nosotros." Pero Dios nos ayuda más con su bondad, pues la Escritura dice:<br />

"Dios se opone a los orgullosos, pero trata con bondad a los humildes."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 9:30-37<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Cuando se fueron de allí, pasaron por Galilea. Pero Jesús no quiso que nadie lo supiera,<br />

porque estaba <strong>en</strong>señando a sus discípulos. Les decía: - El Hijo del hombre va a ser <strong>en</strong>tregado <strong>en</strong><br />

manos de los hombres, y lo matarán; pero tres días después resucitará. Ellos no <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dían lo que<br />

les decía, y t<strong>en</strong>ían miedo de preguntarle. Llegaron a la ciudad de Capernaum. Cuando ya estaban<br />

<strong>en</strong> casa. Jesús les preguntó: -¿Qué v<strong>en</strong>ían discuti<strong>en</strong>do ustedes por el camino? Pero se quedaron<br />

callados, porque <strong>en</strong> el camino habían discutido quién de ellos era el más importante. Entonces<br />

Jesús se s<strong>en</strong>tó, llamó a los doce y les dijo: -Si algui<strong>en</strong> quiere ser el primero, deberá ser el último<br />

de todos, y servirlos a todos. Luego puso un niño <strong>en</strong> medio de ellos, y tomándolo <strong>en</strong> brazos les<br />

dijo: -El que recibe <strong>en</strong> mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí; y el que me recibe a mí,<br />

no solam<strong>en</strong>te a mí me recibe, sino también a aquel que me <strong>en</strong>vió.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 159


Propio 21<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, que manifiestas tu infinito poder especialm<strong>en</strong>te mostrando piedad y<br />

misericordia: Derrama sobre nosotros la pl<strong>en</strong>itud de tu gracia; a fin de que, esforzándonos para<br />

obt<strong>en</strong>er tus promesas, seamos partícipes de tus tesoros celestiales; por Jesucristo nuestro Señor,<br />

que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Números 11:4-6,10-16,24-29<br />

Entre los israelitas se había mezclado g<strong>en</strong>te de toda clase, que sólo p<strong>en</strong>saba <strong>en</strong> comer. Y los<br />

israelitas, dejándose llevar por ellos, se pusieron a llorar y a decir: "¡Ojalá tuviéramos carne para comer!<br />

¡Cómo nos vi<strong>en</strong>e a la memoria el pescado que comíamos gratis <strong>en</strong> Egipto! Y también comíamos pepinos,<br />

melones, puerros, cebollas y ajos. Pero ahora nos estamos muri<strong>en</strong>do de hambre, y no se ve otra cosa que<br />

maná."<br />

Moisés oyó que los israelitas y sus familiares lloraban a la <strong>en</strong>trada de sus ti<strong>en</strong>das. El Señor estaba<br />

muy <strong>en</strong>ojado. Y Moisés también se disgustó y le dijo al Señor: -¿Por qué me tratas mal a mí, que soy tu<br />

siervo? ¿Qué ti<strong>en</strong>es contra mí, que me has hecho cargar con este pueblo? ¿Acaso soy yo su padre o su<br />

madre para que me pidas que los lleve <strong>en</strong> brazos, como a niños de pecho, hasta el país que prometiste a<br />

sus antepasados? ¿De dónde voy a sacar carne para dar de comer a toda esta g<strong>en</strong>te? Vi<strong>en</strong><strong>en</strong> llorando a<br />

decirme: 'Danos carne para comer.' Yo no puedo ya <strong>en</strong>cargarme de llevar solo a todo este pueblo; es una<br />

carga demasiado pesada para mí. Si vas a seguir tratándome así, mejor quítame la vida, si es que de veras<br />

me estimas. Así no t<strong>en</strong>dré que verme <strong>en</strong> tantas dificultades. Pero el Señor le contestó: -Reúneme a set<strong>en</strong>ta<br />

ancianos israelitas, de los que sepas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> autoridad <strong>en</strong>tre el pueblo, y tráelos a la Ti<strong>en</strong>da del<br />

Encu<strong>en</strong>tro y que esper<strong>en</strong> allí contigo.<br />

Moisés salió y contó al pueblo lo que el Señor le había dicho, y reunió a set<strong>en</strong>ta ancianos<br />

israelitas y los colocó alrededor de la Ti<strong>en</strong>da. Entonces el Señor bajó <strong>en</strong> la nube y habló con Moisés;<br />

luego tomó una parte del espíritu que Moisés t<strong>en</strong>ía y se lo dio a los set<strong>en</strong>ta ancianos. En cuanto el espíritu<br />

reposó sobre ellos, com<strong>en</strong>zaron a hablar como profetas; pero esto no volvió a repetirse. Dos hombres, el<br />

uno llamado Eldad y el otro Medad, habían sido escogidos <strong>en</strong>tre los set<strong>en</strong>ta, pero no fueron a la Ti<strong>en</strong>da<br />

sino que se quedaron <strong>en</strong> el campam<strong>en</strong>to. Sin embargo, también sobre ellos reposó el espíritu, y<br />

com<strong>en</strong>zaron a hablar como profetas <strong>en</strong> el campam<strong>en</strong>to. Entonces un muchacho fue corri<strong>en</strong>do a decirle a<br />

Moisés: -¡Eldad y Medad están hablando como profetas <strong>en</strong> el campam<strong>en</strong>to! Entonces Josué, hijo de Num,<br />

que desde jov<strong>en</strong> era ayudante de Moisés, dijo: -¡Señor mío, Moisés, prohíbeles que lo hagan! Pero<br />

Moisés le contestó: -¿Ya estás celoso por mí? Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo, y todos<br />

fueran profetas<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 19:7-14 (Pagina 506 L.O.C.)<br />

7. La ley del Señor es perfecta,<br />

que aviva el alma;*<br />

el testimonio del Señor es fiel,<br />

que hace sabio al s<strong>en</strong>cillo.<br />

8. Los mandami<strong>en</strong>tos del Señor son rectos,<br />

que alegran el corazón;*<br />

el precepto del Señor es claro,<br />

que alumbra los ojos.<br />

9. El temor del Señor es limpio,<br />

que permanece para siempre;*<br />

los juicios del Señor son verdad,<br />

completam<strong>en</strong>te justos.<br />

l0. Deseables son, más que el oro,<br />

más que oro fino;*<br />

dulce más que miel,<br />

que la que destila del panal.<br />

Página 160 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


11. Tu siervo es además por ellos alumbrado,*<br />

y al guardarlos hay grande galardón.<br />

12. ¿Quién podrá <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der sus propios errores?*<br />

Líbrame de los que me son ocultos<br />

13. Preserva también a tu siervo de las soberbias,<br />

que no se <strong>en</strong>señore<strong>en</strong> de mí;*<br />

<strong>en</strong>tonces seré íntegro,<br />

y estaré limpio del gran pecado.<br />

14. Sean gratos los dichos de mi boca<br />

y la meditación de mi corazón delante de ti,*<br />

oh Señor, Roca mía y Red<strong>en</strong>tor mío.<br />

EPÍSTOLA<br />

Santiago 4:7-12[13--5:6]<br />

Propio 21<br />

Sométanse, pues, a Dios. Resistan al diablo, y éste huirá de ustedes. Acérqu<strong>en</strong>se<br />

a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Límpi<strong>en</strong>se las manos, pecadores! ¡Purifiqu<strong>en</strong> sus corazones,<br />

ustedes que quier<strong>en</strong> amar a Dios y al mundo a la vez! ¡Aflíjanse, llor<strong>en</strong> y lamént<strong>en</strong>se! ¡Que su<br />

risa se cambie <strong>en</strong> lágrimas y su alegría <strong>en</strong> tristeza! Humíll<strong>en</strong>se delante del Señor, y él los<br />

<strong>en</strong>altecerá.<br />

Hermanos, no habl<strong>en</strong> mal unos de otros. El que habla mal de su hermano, o lo juzga,<br />

habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas a la ley, te haces juez de ella <strong>en</strong> vez de obedecerla.<br />

Solam<strong>en</strong>te hay uno que ha dado la ley y al mismo tiempo es Juez, y es aquel que puede salvar o<br />

cond<strong>en</strong>ar; tú, <strong>en</strong> cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?<br />

[Ahora oigan esto, ustedes, los que dic<strong>en</strong>: "Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y<br />

allí pasaremos un año haci<strong>en</strong>do negocios y ganando dinero", ¡y ni siquiera sab<strong>en</strong> lo que mañana<br />

será de su vida! Ustedes son como una neblina que aparece por un mom<strong>en</strong>to y <strong>en</strong> seguida<br />

desaparece. Lo que deb<strong>en</strong> decir es: "Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello." En<br />

cambio, ustedes insist<strong>en</strong> <strong>en</strong> hablar orgullosam<strong>en</strong>te; y todo orgullo de esa clase es malo. El que<br />

sabe hacer el bi<strong>en</strong> y no<br />

lo hace, comete pecado.<br />

¡Oigan esto, ustedes los ricos! ¡Llor<strong>en</strong> y grit<strong>en</strong> por las desgracias que van a sufrir! Sus<br />

riquezas están podridas; sus ropas, comidas por la polilla. Su oro y su plata se han <strong>en</strong>mohecido, y<br />

ese moho será una prueba contra ustedes y los destruirá como fuego. Han amontonado riquezas<br />

<strong>en</strong> estos días, que son los últimos. El pago que no les dieron a los hombres que trabajaron <strong>en</strong> su<br />

cosecha, está clamando contra ustedes; y el Señor todopoderoso ha oído la reclamación de esos<br />

trabajadores. Aquí <strong>en</strong> la tierra se han dado ustedes una vida de lujo y placeres, <strong>en</strong>gordando como<br />

ganado, ¡y ya llega el día de la matanza! Ustedes han cond<strong>en</strong>ado y matado a los inoc<strong>en</strong>tes sin<br />

que ellos opusieran resist<strong>en</strong>cia.]<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 9:38-43,45,47-48<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Juan le dijo: -Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios <strong>en</strong> tu nombre, pero como no es<br />

de los nuestros, se lo hemos prohibido. Jesús contestó: -No se lo prohiban, porque nadie que haga un<br />

milagro <strong>en</strong> mi nombre podrá luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.<br />

Cualquiera que les dé a ustedes aunque sólo sea un vaso de agua por ser ustedes de Cristo, les aseguro<br />

que t<strong>en</strong>drá su premio. "A cualquiera que haga caer <strong>en</strong> pecado a uno de estos pequeños que cre<strong>en</strong> <strong>en</strong> mí,<br />

mejor le sería que lo echaran al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. Si tu mano te hace<br />

caer <strong>en</strong> pecado, córtatela; es mejor que <strong>en</strong>tres manco <strong>en</strong> la vida, y no que con las dos manos vayas a parar<br />

al infierno, donde el fuego no se puede apagar, y si tu pie te hace caer <strong>en</strong> pecado, córtatelo; es mejor que<br />

<strong>en</strong>tres cojo <strong>en</strong> la vida, y no que con los dos pies seas arrojado al infierno. Y si tu ojo te hace caer <strong>en</strong><br />

pecado, sácatelo; es mejor que <strong>en</strong>tres con un solo ojo <strong>en</strong> el reino de Dios, y no que con los dos ojos seas<br />

arrojado al infierno, donde los gusanos no muer<strong>en</strong> y el fuego no se apaga.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 161


Propio 22<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo mas cercano a Octubre 5<br />

COLECTA<br />

Omnipot<strong>en</strong>te y sempiterno Dios, tú estás siempre más presto a escuchar que nosotros a<br />

orar, y a ofrecer más de lo que deseamos o merecemos: Derrama sobre nosotros la abundancia de<br />

tu misericordia, perdonándonos todo aquello que perturba nuestra conci<strong>en</strong>cia, y otorgándonos<br />

aquello que no somos de pedirte, sino por los méritos y mediación de Jesucristo nuestro<br />

Salvador; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Génesis 2:18-24<br />

Luego, Dios el Señor dijo: "No es bu<strong>en</strong>o que el hombre esté solo. Le voy a hacer algui<strong>en</strong><br />

que sea una ayuda adecuada para él. Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y<br />

todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre<br />

a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se<br />

les quedó. Si embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él. Entonces Dios el<br />

Señor hizo caer al hombre <strong>en</strong> un sueño profundo y, mi<strong>en</strong>tras dormía, le sacó una de las costillas<br />

y le cerró otra vez la carne. De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la pres<strong>en</strong>tó al<br />

hombre, el cual, al verla, dijo: "¡Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se<br />

va a llamar 'mujer', porque Dios la sacó del hombre.<br />

"Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser<br />

como una sola persona.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 8 (Página 491 L.O.C.)<br />

l. Oh Señor, soberano nuestro,*<br />

!cuán glorioso es tu Nombre <strong>en</strong> toda la tierra!<br />

2. Alabado es tu gloria sobre los cielos,*<br />

por la boca de los niños y de los que maman.<br />

3. Has fundado la fortaleza, a causa de tus <strong>en</strong>emigos,*<br />

para hacer callar al <strong>en</strong>emigo y al v<strong>en</strong>gador.<br />

4. Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos,*<br />

la luna y las estrellas que tú formaste,<br />

5. Digo: "¿Qué es el hombre, para que t<strong>en</strong>gas de él memoria,*<br />

el hijo del hombre, que lo ampares?<br />

6. Le has hecho poco m<strong>en</strong>or que los ángeles,*<br />

y lo coronaste de gloria y honra.<br />

7. Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos;*<br />

todo lo pusiste debajo de sus pies:<br />

8. Ovejas y bueyes, todo ello,*<br />

y asimismo las bestias del campo;<br />

9. Las aves de los cielos y los peces del mar,*<br />

todo cuanto pasa por los s<strong>en</strong>deros del mar.<br />

l0. Oh Señor, soberano nuestro,*<br />

¡cuán glorioso es tu Nombre <strong>en</strong> toda la tierra!<br />

Página 162 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 2:[1-8]9-18<br />

Propio 22<br />

[Por esta causa debemos prestar mucha más at<strong>en</strong>ción al m<strong>en</strong>saje que hemos oído, para<br />

que no nos apartemos del camino. Los mandami<strong>en</strong>tos que Dios dio <strong>en</strong> otros tiempos por medio<br />

de los ángeles, t<strong>en</strong>ían fuerza de ley, y qui<strong>en</strong>es pecaron y los desobedecieron fueron castigados<br />

justam<strong>en</strong>te. ¿Cómo, pues, escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? Pues<br />

el mismo Señor fue qui<strong>en</strong> anunció primero esta salvación, la cual después confirmaron <strong>en</strong>tre<br />

nosotros los que le oyeron. Además, Dios la ha confirmado con señales, maravillas y muchos<br />

milagros, y por medio del Espíritu Santo, que nos ha dado de difer<strong>en</strong>tes maneras, conforme a su<br />

voluntad.<br />

Dios no ha puesto bajo la autoridad de los ángeles ese mundo futuro del cual estamos<br />

hablando. Al contrario, <strong>en</strong> un lugar de la Escritura algui<strong>en</strong> declara: "¿Qué es el hombre? ¿Qué es<br />

el ser humano?] ¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él? Por un poco de tiempo lo hiciste<br />

algo m<strong>en</strong>or que los ángeles, pero lo coronaste de gloria y honor; todo lo sujetaste debajo de sus<br />

pies."<br />

Así que, al sujetarlo todo debajo de sus pies, Dios no dejó nada sin sujetarlo a él. Sin<br />

embargo, todavía no vemos que todo le esté sujeto. Pero vemos a Jesús, a qui<strong>en</strong>, por un poco de<br />

tiempo, Dios hizo algo m<strong>en</strong>or que los ángeles. Dios, <strong>en</strong> su amor, quiso que muriera por todos<br />

aquel que ahora, a causa de la muerte que sufrió, está coronado de gloria y honor.<br />

Todas las cosas exist<strong>en</strong> para Dios y por la acción de Dios, que quiere que todos sus hijos<br />

t<strong>en</strong>gan parte <strong>en</strong> su gloria. Por eso, Dios, por medio del sufrimi<strong>en</strong>to, t<strong>en</strong>ía que hacer perfecto a<br />

Jesucristo, el Salvador de ellos. Porque todos son del mismo Padre: tanto los consagrados como<br />

el que los consagra. Por esta razón, el Hijo de Dios no se avergü<strong>en</strong>za de llamarlos hermanos, al<br />

decir <strong>en</strong> la Escritura:<br />

"Hablaré de ti a mis hermanos, y te cantaré himnos <strong>en</strong> medio de la congregación,"<br />

También dice: "En él pondré mi esperanza." Y otra vez dice: "Aquí estoy, con los hijos que<br />

Dios me dio."<br />

Así como los hijos de una familia son de la misma carne y sangre, así también Jesús fue<br />

de carne y sangre humanas, para derrotar con su muerte al que t<strong>en</strong>ía poder para matar, es decir, al<br />

diablo. De esta manera ha dado libertad a todos los que por miedo a la muerte viv<strong>en</strong> como<br />

esclavos durante toda la vida. Pues ciertam<strong>en</strong>te no vino para ayudar a los ángeles sino a los<br />

desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de Abraham. Y para eso t<strong>en</strong>ía que ser hecho igual <strong>en</strong> todo a sus hermanos, para<br />

llegar a ser delante de Dios un sumo sacerdote fiel y compasivo, y para obt<strong>en</strong>er el perdón de los<br />

pecados de los hombres por medio del sacrificio. Y como él mismo sufrió y fue puesto a<br />

prueba, ahora puede ayudar a los que también son puestos a prueba.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 10:2-9<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor.<br />

Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para t<strong>en</strong>derle una trampa, le preguntaron si al<br />

esposo le está permitido divorciarse de su esposa. Él les contestó: -¿Qué les mandó a ustedes<br />

Moisés? Dijeron: -Moisés permitió divorciarse de la esposa dándole un certificado de divorcio.<br />

Entonces Jesús les dijo: -Moisés les dio ese mandato por lo tercos que son ustedes. Pero <strong>en</strong> el<br />

principio de la creación, 'Dios los creo hombre y mujer. Por esto el hombre dejará a su padre y<br />

a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.' Así que ya no son<br />

dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 163


Propio 23<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Te rogamos, oh Señor, que tu gracia siempre nos preceda y acompañe, para que<br />

continuam<strong>en</strong>te nos dediquemos a bu<strong>en</strong>as obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina<br />

contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Amós 5:6-7,10-15<br />

Acudan al Señor, y vivirán; de otro modo él <strong>en</strong>viará fuego sobre el reino de Israel, y no<br />

habrá <strong>en</strong> Betel qui<strong>en</strong> lo apague. ¡Ay de ustedes, que conviert<strong>en</strong> la justicia <strong>en</strong> amargura y arrojan<br />

por los suelos el derecho!<br />

¡Ay de ustedes, que odian al def<strong>en</strong>sor de la justicia y detestan al testigo honrado! Puesto<br />

que pisotean al pobre y le cobran impuestos de trigo, no podrán vivir <strong>en</strong> las casas de piedra que<br />

han construido, ni beberán el vino de los viñedos que han plantado.<br />

Yo conozco sus muchas maldades y sus pecados sin fin: oprim<strong>en</strong> al justo, recib<strong>en</strong><br />

soborno y <strong>en</strong> los tribunales hac<strong>en</strong> que el pobre pierda su causa. Por eso el que es sabio se calla,<br />

porque el tiempo es malo. Busqu<strong>en</strong> el bi<strong>en</strong> y no el mal, y vivirán; así será verdad lo que ustedes<br />

dic<strong>en</strong>: que el, Señor, el Dios todopoderoso, está con ustedes. ¡Odi<strong>en</strong> el mal! ¡Am<strong>en</strong> el bi<strong>en</strong>!<br />

Asegúr<strong>en</strong>se de que <strong>en</strong> los tribunales se hace justicia; quizá <strong>en</strong>tonces el Señor, el Dios<br />

todopoderoso, t<strong>en</strong>drá piedad de los sobrevivi<strong>en</strong>tes de Israel.<br />

Palabra del Señor. Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 90:1-8,12 (Página 611 L.O.C.)<br />

l. Oh Soberano mío, tú has sido nuestro refugio*<br />

de g<strong>en</strong>eración <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eración.<br />

2. Antes que nacies<strong>en</strong> los montes,<br />

o fueran <strong>en</strong>g<strong>en</strong>drados la tierra y el mundo,*<br />

desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.<br />

3. Devuelves el hombre al polvo, dici<strong>en</strong>do:*<br />

"Retorna, hijo de Adán".<br />

4. Porque mil años delante de tus ojos<br />

son como el ayer, que pasó,*<br />

y como una vigilia <strong>en</strong> la noche.<br />

5. Nos arrebatas como <strong>en</strong> un sueño,*<br />

como la hierba que pronto se marchita:<br />

6. Por la mañana florece y crece;*<br />

por la tarde es cortada y se seca;<br />

7. Porque <strong>en</strong> tu furor somos consumidos,*<br />

y por tu indignación somos conturbados.<br />

8. Pusiste nuestras iniquidades ante ti,*<br />

nuestros pecados secretos a la luz de tu rostro.<br />

12. Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,*<br />

que traigamos al corazón sabiduría.<br />

Página 164 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 3:1-6<br />

Propio 23<br />

Por lo tanto, hermanos, ustedes que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al pueblo de Dios, que han sido llamados<br />

por Dios a ser suyos, consider<strong>en</strong> at<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te a Cristo Jesús, el apóstol y sumo sacerdote gracias<br />

al cual profesamos nuestra fe. Pues Jesús ha sido fiel a Dios, que lo nombró para este servicio,<br />

como también Moisés fue fiel <strong>en</strong> su servicio <strong>en</strong> toda la casa de Dios. Pero Jesús merece más<br />

honor que Moisés, del mismo modo que el que hace una casa merece más honor que la casa<br />

misma. Toda casa ti<strong>en</strong>e que estar hecha por algui<strong>en</strong>; pero Dios es el que hizo todo lo que existe.<br />

Así pues, Moisés, como siervo, fue fiel <strong>en</strong> toda la casa de Dios, y su servicio consistió <strong>en</strong> ser<br />

testigo de las cosas que Dios había de decir. Pero Cristo, como Hijo, es fiel sobre esta casa de<br />

Dios que somos nosotros mismos, si mant<strong>en</strong>emos la seguridad y la alegría <strong>en</strong> la esperanza que<br />

t<strong>en</strong>emos.<br />

Palabra del Señor. Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 10:17-27[28-31]<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corri<strong>en</strong>do, se puso de rodillas delante<br />

de él y le preguntó: -Maestro bu<strong>en</strong>o, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le<br />

contestó: ¿Por qué me llamas bu<strong>en</strong>o? Bu<strong>en</strong>o solam<strong>en</strong>te hay uno: Dios. Ya sabes los<br />

mandami<strong>en</strong>tos: 'No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas m<strong>en</strong>tiras <strong>en</strong> perjuicio de<br />

nadie ni <strong>en</strong>gañes; honra a tu padre y a tu madre.' El hombre le dijo: - Maestro, todo eso lo he<br />

cumplido desde jov<strong>en</strong>. Jesús lo miró con cariño, y le contestó: Una cosa te falta: anda, v<strong>en</strong>de<br />

todo lo que ti<strong>en</strong>es y dáselo a los pobres. Así t<strong>en</strong>drás riqueza <strong>en</strong> el cielo. Luego v<strong>en</strong> y sígueme.<br />

El hombre se afligió al oír esto; y se fue triste, porque era muy rico.<br />

Jesús miró <strong>en</strong>tonces alrededor, y dijo a sus discípulos: -¡Qué difícil va a ser para los ricos<br />

<strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el reino de Dios! Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús les<br />

volvió a decir: -Hijos, ¡qué difícil es <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el reino de Dios! Es más fácil para un camello<br />

pasar por el ojo de una aguja, que para un rico <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el reino de Dios. Al oírlo, se<br />

asombraron más aún, y se preguntaban unos a otros: -¿Y quién podrá salvarse? Jesús los miró y<br />

les contestó: -Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada<br />

imposible.<br />

[Pedro com<strong>en</strong>zó a decirle: -Nosotros hemos dejado todo lo que t<strong>en</strong>íamos, y te hemos<br />

seguido. Jesús respondió: -Les aseguro que cualquiera que por mi causa y por causa del m<strong>en</strong>saje<br />

de salvación haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos, o terr<strong>en</strong>os,<br />

recibirá ahora <strong>en</strong> este mundo ci<strong>en</strong> veces más <strong>en</strong> casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y<br />

terr<strong>en</strong>os, aunque con persecuciones; y <strong>en</strong> el mundo v<strong>en</strong>idero recibirá la vida eterna. Pero muchos<br />

que ahora son los primeros, serán los últimos; y muchos que ahora son los últimos, serán los<br />

primeros.]<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 165


Propio 24<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Dios todopoderoso y eterno, que <strong>en</strong> Cristo has revelado tu gloria a todas las naciones:<br />

Mantén las obras de tu misericordia; a fin de que tu <strong>Iglesia</strong>, esparcida por todo el mundo,<br />

persevere con fe inquebrantable <strong>en</strong> la confesión de tu Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, que<br />

vive y reina contigo y<br />

el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 53:4-12<br />

Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimi<strong>en</strong>tos, estaba soportando nuestros<br />

propios dolores. Nosotros p<strong>en</strong>samos que Dios lo había herido, que lo había castigado y<br />

humillado. Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atorm<strong>en</strong>tado a causa de nuestras<br />

maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud.<br />

Todos nosotros nos perdimos como ovejas, sigui<strong>en</strong>do cada uno su propio camino, pero el<br />

Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros. Fue maltratado, pero se sometió<br />

humildem<strong>en</strong>te, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó<br />

callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan. Se lo llevaron injustam<strong>en</strong>te, y no<br />

hubo qui<strong>en</strong> lo def<strong>en</strong>diera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron<br />

muerte por los pecados de mi pueblo. Lo <strong>en</strong>terraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron<br />

con g<strong>en</strong>te perversa, aunque nunca cometió ningún crim<strong>en</strong> ni hubo <strong>en</strong>gaño <strong>en</strong> su boca. El Señor<br />

quiso oprimirlo con el sufrimi<strong>en</strong>to. Y puesto que él se <strong>en</strong>tregó <strong>en</strong> sacrificio por el pecado, t<strong>en</strong>drá<br />

larga vida y llegará a ver a sus desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes; por medio de él t<strong>en</strong>drán éxito los planes del Señor.<br />

Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor<br />

liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos. Por eso Dios le dará un lugar <strong>en</strong>tre los<br />

grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se <strong>en</strong>tregó a la muerte y fue contado<br />

<strong>en</strong>tre los malvados, cuando <strong>en</strong> realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió por los<br />

pecadores.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 91:9-16 (Página 613 L.O.C.)<br />

9. Porque hiciste del Señor tu refugio,*<br />

del Altísimo, tu habitación,<br />

10. No te sobrev<strong>en</strong>drá mal alguno,*<br />

ni plaga tocará tu morada.<br />

11. Pues a sus ángeles mandará cerca de ti,*<br />

que te guard<strong>en</strong> <strong>en</strong> todos tus caminos.<br />

12. En las manos te llevarán,*<br />

para que tu pie no tropiece <strong>en</strong> piedra.<br />

13. Sobre el león y el áspid pisarás;*<br />

hollarás al cachorro del león y a la serpi<strong>en</strong>te.<br />

14. "Por cuanto ha hecho pacto de amor conmigo, yo lo libraré;*<br />

lo protegeré, por cuanto ha conocido mi Nombre.<br />

15. Me invocará, y yo le responderé;*<br />

con él estaré <strong>en</strong> la angustia; lo libraré, y le gloriaré.<br />

16. Lo saciaré de largos días,*<br />

y le mostraré mi salvación".<br />

Página 166 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 4:12-16<br />

Propio 24<br />

Porque la palabra de Dios ti<strong>en</strong>e vida y poder. Es más aguda que cualquier espada de dos<br />

filos, y p<strong>en</strong>etra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la persona;<br />

y somete a juicio los p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos y las int<strong>en</strong>ciones del corazón. Nada de lo que Dios ha creado<br />

puede esconderse de él; todo está claram<strong>en</strong>te expuesto ante aquel a qui<strong>en</strong> t<strong>en</strong>emos que r<strong>en</strong>dir<br />

cu<strong>en</strong>tas.<br />

Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran sumo sacerdote que ha <strong>en</strong>trado <strong>en</strong> el cielo. Por eso<br />

debemos seguir firmes <strong>en</strong> la fe que profesamos. Pues nuestro sumo sacerdote puede<br />

compadecerse de nuestra debilidad, porque él también estuvo sometido a las mismas pruebas que<br />

nosotros; sólo que jamás él pecó. Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios<br />

amoroso, para que él t<strong>en</strong>ga misericordia de nosotros y <strong>en</strong> su bondad nos ayude <strong>en</strong> la hora de<br />

necesidad.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 10:35-45<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: - Maestro,<br />

queremos que nos hagas el favor que vamos a pedirte. Él les preguntó: -¿Qué quier<strong>en</strong> que haga<br />

por ustedes? Le dijeron: -Concéd<strong>en</strong>os que <strong>en</strong> tu reino glorioso nos s<strong>en</strong>temos uno a tu derecha y<br />

otro a tu izquierda. Jesús les contestó: -Ustedes no sab<strong>en</strong> lo que pid<strong>en</strong>. ¿Acaso pued<strong>en</strong> beber este<br />

trago amargo que voy a beber yo, y recibir el bautismo que yo voy a recibir? Ellos contestaron:<br />

-Podemos. Jesús les dijo:<br />

Ustedes beberán este trago amargo, y recibirán el bautismo que yo voy a recibir; pero el<br />

s<strong>en</strong>tarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí darlo, sino que les será dado a<br />

aquellos para qui<strong>en</strong>es está preparado. Cuando los otros diez discípulos oyeron esto, se <strong>en</strong>ojaron<br />

con Santiago y Juan. Pero Jesús los llamó, y les dijo: -Como ustedes sab<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre los paganos hay<br />

jefes que se cre<strong>en</strong> con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes hac<strong>en</strong> s<strong>en</strong>tir<br />

su autoridad sobre ellos. Pero <strong>en</strong>tre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande<br />

<strong>en</strong>tre ustedes, deberá servir a los demás, y el que <strong>en</strong>tre ustedes quiera ser el primero, deberá ser<br />

el esclavo de los demás. Porque ni aún el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para<br />

servir y dar su vida como precio por la libertad de muchos.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 167


Propio 25<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Octubre 26<br />

COLECTA<br />

Todopoderoso y eterno Dios, aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> nosotros tus dones de fe, esperanza y<br />

amor; y para que obt<strong>en</strong>gamos tus promesas, haz que amemos lo que mandas; por Jesucristo<br />

nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los<br />

siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Isaías 59:[1-4]9-19<br />

[El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni él se ha vuelto tan<br />

sordo como para no poder oír. Pero las maldades cometidas por ustedes han levantado una<br />

barrera <strong>en</strong>tre ustedes y Dios; sus pecados han hecho que él se cubra la cara y que no los quiera<br />

oír. Ustedes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> las manos manchadas de sangre y los dedos manchados de crím<strong>en</strong>es; sus<br />

labios dic<strong>en</strong> m<strong>en</strong>tiras, su l<strong>en</strong>gua emite maldad. Nadie hace d<strong>en</strong>uncias justas, ni va a juicio con<br />

honradez. Confían más bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>tira y <strong>en</strong> palabras falsas; están preñados de maldad y<br />

dan a luz el crim<strong>en</strong>.]<br />

Por eso la salvación se ha alejado de nosotros y la liberación no se nos acerca;<br />

esperábamos la luz, y no hay más que oscuridad; esperábamos la claridad y andamos <strong>en</strong><br />

tinieblas. Andamos a ti<strong>en</strong>tas, como ciegos junto a una pared, como si no tuviéramos ojos; <strong>en</strong><br />

pl<strong>en</strong>o mediodía tropezamos como si fuera de noche; t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do salud, estamos como muertos.<br />

Todos nosotros gruñimos como osos, gemimos como palomas; esperamos la salvación, pero<br />

no llega; esperamos la liberación, pero está lejos. Nosotros te hemos of<strong>en</strong>dido mucho, y<br />

nuestros propios pecados nos acusan; t<strong>en</strong>emos pres<strong>en</strong>tes nuestras culpas y conocemos nuestras<br />

maldades. Hemos sido rebeldes e infieles al Señor, no quisimos seguir a nuestro Dios,<br />

hemos hablado de viol<strong>en</strong>cia y de traición, hemos hecho planes para <strong>en</strong>gañar a los demás. La<br />

justicia ha sido despreciada, la rectitud se manti<strong>en</strong>e a distancia, la sinceridad tropieza <strong>en</strong> la<br />

plaza pública y la honradez no puede pres<strong>en</strong>tarse.<br />

La sinceridad ha desaparecido, y al que se aparta del mal le roban lo que ti<strong>en</strong>e. El Señor<br />

se ha disgustado al ver que no hay justicia. El Señor quedó asombrado al ver que nadie ponía<br />

remedio a esto; <strong>en</strong>tonces actuó con su propio poder, y él mismo obtuvo la victoria. Se cubrió<br />

de triunfo como con una coraza, se puso la salvación como un casco <strong>en</strong> la cabeza, se vistió de<br />

v<strong>en</strong>ganza como con una túnica y se <strong>en</strong>volvió de ira como con un manto. El Señor dará a cada<br />

cual su merecido; castigará a sus <strong>en</strong>emigos. A qui<strong>en</strong>es lo odian, les dará lo que se merec<strong>en</strong>;<br />

aun a los que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> los países del mar. Todo el mundo, desde ori<strong>en</strong>te hasta occid<strong>en</strong>te<br />

respetará al Señor, al ver su majestad, porque él v<strong>en</strong>drá como un río crecido movido por un<br />

vi<strong>en</strong>to poderoso.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 13 (PÁGINA 497 L.O.C.)<br />

1. ¿Hasta cuándo, oh Señor? ¿Me olvidarás para siempre?*<br />

¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?<br />

2. ¿Hasta cuándo t<strong>en</strong>dré dudas <strong>en</strong> mi m<strong>en</strong>te,<br />

y tristezas <strong>en</strong> mi corazón cada día?*<br />

¿Hasta cuándo triunfará mi <strong>en</strong>emigo sobre mí?<br />

3. Mira, respóndeme, oh Señor Dios mío;*<br />

alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte;<br />

Página 168 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


4. Para que no diga mi <strong>en</strong>emigo: "Lo v<strong>en</strong>cí",*<br />

ni se alegre mi adversario, si yo resbalare.<br />

5. Mas yo <strong>en</strong> tu misericordia he confiado;*<br />

mi corazón se alegrará <strong>en</strong> tu salvación.<br />

6. Cantaré al Señor, porque me ha hecho bi<strong>en</strong>;*<br />

alabaré el Nombre del Señor Altísimo.<br />

EPÍSTOLA<br />

Hebreos 5:12--6:1,9-12<br />

Propio 25<br />

Al cabo de tanto tiempo, ustedes ya deberían ser maestros; <strong>en</strong> cambio, necesitan que<br />

se les expliqu<strong>en</strong> de nuevo las cosas más s<strong>en</strong>cillas de las <strong>en</strong>señanzas de Dios. Han vuelto a ser<br />

tan débiles que, <strong>en</strong> vez de comida sólida, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que tomar leche. Y los que se alim<strong>en</strong>tan de<br />

leche son como niños de pecho, incapaces de juzgar rectam<strong>en</strong>te. La comida sólida es para los<br />

adultos, para los que ya sab<strong>en</strong> juzgar, porque están acostumbrados a distinguir <strong>en</strong>tre lo bu<strong>en</strong>o<br />

y lo malo.<br />

Así que sigamos adelante hasta llegar a ser adultos, dejando a un lado las primeras<br />

<strong>en</strong>señanzas acerca de Cristo. No volvamos otra vez a las cosas básicas, como la conversión y<br />

el abandono de las obras que llevan a la muerte, o como la fe <strong>en</strong> Dios. Pero aunque hablamos<br />

así, queridos hermanos, estamos seguros de que ustedes se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> el primer caso, es<br />

decir, <strong>en</strong> camino de salvación. Porque Dios es justo, y no olvidará lo que ustedes han hecho y<br />

el amor que le han mostrado al ayudar a los hermanos <strong>en</strong> la fe, como aún lo están haci<strong>en</strong>do.<br />

Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese mismo <strong>en</strong>tusiasmo,<br />

para que se realice completam<strong>en</strong>te su esperanza. No queremos que se vuelvan perezosos, sino<br />

que sigan el ejemplo de qui<strong>en</strong>es por medio de la fe y la constancia están recibi<strong>en</strong>do la<br />

her<strong>en</strong>cia que Dios les ha prometido.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 10:46-52<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Llegaron a Jericó. Y cuando Jesús ya salía de la ciudad, seguido de sus discípulos y de<br />

mucha g<strong>en</strong>te, un m<strong>en</strong>digo ciego llamado Bartimeo, hijo de Timeo, estaba s<strong>en</strong>tado junto al<br />

camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, el ciego com<strong>en</strong>zó a gritar: -¡Jesús, Hijo de David,<br />

t<strong>en</strong> compasión de mi!<br />

Muchos lo repr<strong>en</strong>dían para que se callara, pero él gritaba más todavía: - ¡Hijo de David,<br />

t<strong>en</strong> compasión de mí! Entonces Jesús se detuvo, y dijo: - Llám<strong>en</strong>lo. Llamaron al ciego,<br />

diciéndole: -Animo, levántate; te está llamando. El ciego arrojó su capa, y dando un salto se<br />

acercó a Jesús, que le preguntó: -¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: -<br />

Maestro, quiero recobrar la vista. Jesús le dijo: -Puedes irte; por tu fe has sido sanado. En<br />

aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 169


Propio 26<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Noviembre 2<br />

COLECTA<br />

Dios de poder y piedad, sólo de ti mana el don que hace posible que tu pueblo fiel te<br />

sirva sincera y laudablem<strong>en</strong>te: Concéd<strong>en</strong>os que, para lograr el premio de tus promesas<br />

celestiales, podamos correr sin tropiezos; por Jesucristo nuestro Señor que vive y reina<br />

contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Deuteronomio 6:1-9<br />

"Estos son los mandami<strong>en</strong>tos, leyes y decretos que el Señor su Dios me ha ord<strong>en</strong>ado<br />

<strong>en</strong>señarles, para que los pongan <strong>en</strong> práctica <strong>en</strong> el país del cual van a tomar posesión. De esta<br />

manera honrarán al Señor su Dios, y cumplirán durante toda su vida las leyes y los<br />

mandami<strong>en</strong>tos que yo les mando a ustedes, a sus hijos y a sus nietos; y así vivirán muchos<br />

años. Por lo tanto, israelitas, pónganlos <strong>en</strong> práctica. Así les irá bi<strong>en</strong> y llegarán a ser un pueblo<br />

numeroso <strong>en</strong> esta tierra donde la leche y la miel corr<strong>en</strong> como el agua, tal como el Señor y Dios<br />

de sus antepasados se lo ha prometido.<br />

"Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor.<br />

"Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.<br />

"Grábate <strong>en</strong> la m<strong>en</strong>te todas las cosas que hoy te he dicho, y <strong>en</strong>séñalas<br />

continuam<strong>en</strong>te a tus hijos; háblales de ellas, tanto <strong>en</strong> tu casa como <strong>en</strong> el camino, y cuando te<br />

acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandami<strong>en</strong>tos atados <strong>en</strong> tu mano y <strong>en</strong> tu fr<strong>en</strong>te<br />

como señales, y escríbelos también <strong>en</strong> los postes y <strong>en</strong> las puertas de tu casa."<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 119:1-8 (PÁGINA 654 L.O.C.)<br />

l. ¡Dichosos los de camino intachable,*<br />

los que andan <strong>en</strong> la ley del Señor!<br />

2. ¡Dichosos los que guardan sus decretos,*<br />

y de todo corazón le buscan!<br />

3. Los que nunca comet<strong>en</strong> iniquidad,*<br />

mas siempre andan <strong>en</strong> sus caminos.<br />

4. Tú promulgaste tus decretos,*<br />

para que los observemos pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te.<br />

5. ¡Ojalá fues<strong>en</strong> ord<strong>en</strong>ados mis caminos*<br />

para que guardase tus estatutos!<br />

6. Entonces no sería yo avergonzado,*<br />

cuando at<strong>en</strong>diese a todos tus mandami<strong>en</strong>tos<br />

7. Te daré gracias con sincero corazón,*<br />

cuando haya apr<strong>en</strong>dido tus justos juicios.<br />

8. Tus estatutos guardaré;*<br />

no me abandones <strong>en</strong>teram<strong>en</strong>te.<br />

Página 170 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 7:23-28<br />

Propio 26<br />

Los otros sacerdotes fueron muchos porque la muerte les impedía seguir vivi<strong>en</strong>do; pero<br />

como Jesús no muere, su oficio sacerdotal no pasa a ningún otro. Por eso puede salvar para<br />

siempre a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive para siempre, para rogar a<br />

Dios por ellos.<br />

Así, pues, Jesús es precisam<strong>en</strong>te el sumo sacerdote que necesitábamos. Él es santo,<br />

sin maldad y sin mancha, apartado de los pecadores y puesto más alto que el cielo. No es<br />

como los otros sumos sacerdotes, que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que matar animales y ofrecerlos cada día <strong>en</strong><br />

sacrificio, primero por sus propios pecados y luego por los pecados del pueblo. Por el<br />

contrario, Jesús ofreció el sacrificio una sola vez y para siempre, cuando se ofreció a sí<br />

mismo. La ley de Moisés nombra como sumos sacerdotes a hombres imperfectos; pero el<br />

juram<strong>en</strong>to de Dios, que fue hecho después de la ley, nombra sumo sacerdote a su Hijo, qui<strong>en</strong><br />

ha sido hecho perfecto para siempre.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 12:28-34<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Al ver que Jesús les había contestado bi<strong>en</strong>, uno de los maestros de la ley, que los<br />

había oído discutir, se acercó a él y le preguntó: -¿Cuál es el primero de todos los<br />

mandami<strong>en</strong>tos?<br />

Jesús le contestó: -El primer mandami<strong>en</strong>to de todos es: 'Oye, Israel: El Señor nuestro<br />

Dios es el único Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda<br />

tu m<strong>en</strong>te y con todas tus fuerzas. Y el segundo es: 'Ama a tu prójimo como a ti mismo.'<br />

Ningún mandami<strong>en</strong>to es más importante que estos. El maestro de la ley le dijo:<br />

-Muy bi<strong>en</strong>, Maestro. Es verdad lo que dices: hay un solo Dios, y no hay otro fuera de<br />

él. Y amar a Dios con todo el corazón, con todo el <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y con todas las fuerzas, y<br />

amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los<br />

sacrificios que se queman <strong>en</strong> el altar. Al ver Jesús que el maestro de la ley había contestado<br />

con bu<strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido, le dijo: -No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevía a hacerle<br />

más preguntas.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 171


Propio 27<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

Oh Dios, cuyo b<strong>en</strong>dito Hijo vino al mundo para destruir las obras de Satanás y hacernos<br />

hijos de Dios y herederos de la vida eterna: Concede que, t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do esta esperanza, nos<br />

purifiquemos así como él es puro; para que, cuando vuelva con poder y gran gloria, seamos<br />

hechos a su semejanza <strong>en</strong> su glorioso y eterno reino; donde contigo y el Espíritu Santo, vive y<br />

reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

1 Reyes 17:8-16<br />

Entonces el Señor le dijo a Elías: "Levántate y vete a la ciudad de Sarepta, <strong>en</strong> Sidón, y<br />

quédate a vivir allá. Ya le he ord<strong>en</strong>ado a una viuda que allí vive, que te dé de comer." Elías se<br />

levantó y se fue a Sarepta. Al llegar a la <strong>en</strong>trada de la ciudad, vio a una viuda que estaba<br />

recogi<strong>en</strong>do leña. La llamó y le dijo:<br />

-Por favor, tráeme <strong>en</strong> un vaso un poco de agua para beber. Ya iba ella a traérselo,<br />

cuando Elías la volvió a llamar y le dijo: -Por favor, tráeme también un pedazo de pan. Ella<br />

le contestó: -Te juro por el Señor tu Dios que no t<strong>en</strong>go nada de pan cocido. No t<strong>en</strong>go más que<br />

un puñado de harina <strong>en</strong> una tinaja y un poco de aceite <strong>en</strong> una jarra, y ahora estaba recogi<strong>en</strong>do<br />

un poco de leña para ir a cocinarlo para mi hijo y para mí. Comeremos, y después nos<br />

moriremos de hambre. Elías le respondió:<br />

-No t<strong>en</strong>gas miedo. Ve a preparar lo que has dicho. Pero primero, con la harina que<br />

ti<strong>en</strong>es, hazme una torta pequeña y tráemela, y haz después otras para ti y para tu hijo. Porque el<br />

Señor, Dios de Israel, ha dicho que no se acabará la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra<br />

hasta el día <strong>en</strong> que el Señor haga llover sobre la tierra. La viuda fue e hizo lo que Elías le<br />

había ord<strong>en</strong>ado. Y ella y su hijo y Elías tuvieron comida para muchos días. No se acabó la<br />

harina de la tinaja ni el aceite de la jarra, tal como el Señor lo había dicho por medio de Elías.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 146:4-9 (PÁGINA 693 L.O.C.)<br />

4. ¡Dichosos aquellos cuya ayuda es el Dios de Jacob,*<br />

cuya esperanza está <strong>en</strong> el Señor su Dios!<br />

5. El cual hizo los cielos y la tierra, el mar,<br />

y cuanto <strong>en</strong> ellos hay,*<br />

que guarda su promesa para siempre;<br />

6. Que hace justicia a los oprimidos,*<br />

y da pan a los hambri<strong>en</strong>tos.<br />

7. El Señor liberta a los cautivos;<br />

el Señor abre los ojos a los ciegos;*<br />

el Señor levanta a los caídos;<br />

8. El Señor ama a los justos;<br />

el Señor protege a los forasteros;*<br />

sosti<strong>en</strong>e al huérfano y a la viuda,<br />

pero trastorna el camino de los malvados.<br />

9. Reinará el Señor para siempre,*<br />

tu Dios, oh Sión, de g<strong>en</strong>eración <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eración,<br />

¡Aleluya!<br />

Página 172 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Hebreos 9:24-28<br />

Propio 27<br />

Porque Cristo no <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> aquel santuario hecho por los hombres, que era solam<strong>en</strong>te<br />

una figura del santuario verdadero, sino que <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> el cielo mismo, donde ahora se pres<strong>en</strong>ta<br />

delante de Dios para rogar <strong>en</strong> nuestro favor. Y no <strong>en</strong>tró para ofrecerse <strong>en</strong> sacrificio muchas<br />

veces, como hace cada año todo sumo sacerdote, que <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> el santuario para ofrecer sangre<br />

aj<strong>en</strong>a. Si ese fuera el caso, Cristo habría t<strong>en</strong>ido que morir muchas veces desde la creación del<br />

mundo. Pero el hecho es que ahora, <strong>en</strong> el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez<br />

y para siempre, ofreciéndose a sí mismo <strong>en</strong> sacrificio para quitar el pecado. Y así como todos<br />

han de morir una sola vez y después v<strong>en</strong>drá el juicio, así también Cristo ha sido ofrecido <strong>en</strong><br />

sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda<br />

vez, ya no <strong>en</strong> relación con el pecado, sino para salvar a los que le esperan.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 12:38-44<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Jesús decía <strong>en</strong> su <strong>en</strong>señanza: "Cuíd<strong>en</strong>se de los maestros de la ley, pues les gusta andar<br />

con ropas largas y que los salud<strong>en</strong> con todo respeto <strong>en</strong> las plazas. Buscan los asi<strong>en</strong>tos de honor<br />

<strong>en</strong> las sinagogas y los mejores lugares <strong>en</strong> las comidas; y les quitan sus casas a las viudas, y<br />

para disimularlo hac<strong>en</strong> largas oraciones. Ellos recibirán mayor castigo."<br />

Jesús estaba una vez s<strong>en</strong>tado fr<strong>en</strong>te a los cofres de las ofr<strong>en</strong>das, mirando como la g<strong>en</strong>te<br />

echaba dinero <strong>en</strong> ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. En esto llegó una viuda pobre,<br />

y echó <strong>en</strong> uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. Entonces Jesús<br />

llamó a sus discípulos, y les dijo: -Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos<br />

los otros que echan dinero <strong>en</strong> los cofres; pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, <strong>en</strong> su<br />

pobreza, ha dado todo lo que t<strong>en</strong>ía para vivir.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 173


Propio 28<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

COLECTA<br />

B<strong>en</strong>dito Señor, tú que inspiraste las Sagradas Escrituras para nuestra <strong>en</strong>señanza:<br />

Concede que de tal manera las oigamos, las leamos, las consideremos, las apr<strong>en</strong>damos e<br />

interiorm<strong>en</strong>te las asimilemos, que podamos abrazar y siempre mant<strong>en</strong>er la esperanza b<strong>en</strong>dita<br />

de la vida eterna, que nos has dado <strong>en</strong> nuestro Salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el<br />

Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Daniel 12:1-4a(5-13)<br />

'En ese mom<strong>en</strong>to aparecerá Miguel, el gran ángel protector que defi<strong>en</strong>de a tu pueblo.<br />

'Será un mom<strong>en</strong>to angustioso, un mom<strong>en</strong>to como no ha habido otro desde que exist<strong>en</strong> las<br />

naciones. Cuando<br />

ese mom<strong>en</strong>to llegue, se salvarán todos los de tu pueblo que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su nombre escrito <strong>en</strong> el libro.<br />

Muchos de los que duerm<strong>en</strong> <strong>en</strong> la tumba, despertarán: unos para vivir eternam<strong>en</strong>te, y otros para<br />

la vergü<strong>en</strong>za y el horror eternos. Los hombres sabios, los que guiaron a muchos por el<br />

camino recto, brillarán como la bóveda celeste; ¡brillarán por siempre, como las estrellas!<br />

'Pero tú, Daniel, guarda estas cosas <strong>en</strong> secreto y sella el libro hasta el tiempo del fin.'<br />

["Yo, Daniel, vi que otros dos hombres estaban de pie, uno a cada lado del río. Y uno<br />

de ellos le preguntó al hombre vestido con ropas de lino, que estaba sobre las aguas del río:<br />

'¿Cuándo van a terminar estas cosas tan extraordinarias?" El hombre vestido de lino levantó<br />

sus manos al cielo y, jurando <strong>en</strong> el<br />

nombre del Dios vivi<strong>en</strong>te, dijo: 'D<strong>en</strong>tro de tres tiempos y medio, cuando deje de ser<br />

destrozado el poder del pueblo de Dios, <strong>en</strong>tonces terminarán todas esta cosas.'<br />

"Yo escuché lo que decía, pero no <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dí nada. Entonces le pregunté: 'Señor, ¿qué va a<br />

pasar después de todo esto?' Y él me contestó: 'Sigue tu camino, Daniel, pues estas cosas<br />

deb<strong>en</strong> ser mant<strong>en</strong>idas <strong>en</strong> secreto hasta que llegue el mom<strong>en</strong>to final. Muchos pasarán por los<br />

sufrimi<strong>en</strong>tos anunciados, y saldrán de<br />

ellos purificados y perfeccionados. Los malvados seguirán cometi<strong>en</strong>do maldades, sin<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>der lo que pasa, pero los hombres sabios lo compr<strong>en</strong>derán todo. Mil dosci<strong>en</strong>tos nov<strong>en</strong>ta<br />

días pasarán<br />

desde el mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que se susp<strong>en</strong>da el sacrificio diario y se ponga el horrible sacrilegio <strong>en</strong> el<br />

templo del Señor. Feliz aquel que espere confiado hasta que hayan pasado mil tresci<strong>en</strong>tos<br />

treinta y cinco días. Pero tú, Daniel, camina hacia tu fin y reposa, que <strong>en</strong> los últimos días te<br />

levantarás para recibir tu recomp<strong>en</strong>sa.’”]<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios<br />

SALMO 16:5-11 (PAGINA 499 L.O.C.)<br />

5. Tú, oh Señor, eres la porción de mi her<strong>en</strong>cia y de mi copa;*<br />

tú sust<strong>en</strong>tarás mi suerte.<br />

6. Me toca una parcela hermosa;*<br />

<strong>en</strong> verdad, una heredad magnífica.<br />

7. B<strong>en</strong>deciré al Señor que me aconseja;*<br />

aun <strong>en</strong> las noches me <strong>en</strong>seña mi corazón.<br />

8. Al Señor he puesto siempre delante de mí;*<br />

porque está a mi diestra no seré conmovido.<br />

Página 174 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


9. Por tanto se alegra mi corazón, y se goza mi espíritu;*<br />

también mi carne reposará segura;<br />

10. Porque no me dejarás al sepulcro;*<br />

ni permitirás que tu santo vea fosa.<br />

11. Me mostrarás la s<strong>en</strong>da de la vida;*<br />

<strong>en</strong> tu pres<strong>en</strong>cia hay pl<strong>en</strong>itud de gozo,<br />

deleites a tu diestra para siempre.<br />

EPÍSTOLA<br />

Hebreos 10:31-39<br />

Propio 28<br />

¡Terrible cosa es caer <strong>en</strong> las manos del Dios vivi<strong>en</strong>te! Pero recuerd<strong>en</strong> ustedes los tiempos<br />

pasados, cuando acababan ustedes de recibir la luz y soportaron con fortaleza los sufrimi<strong>en</strong>tos de<br />

una gran lucha. Algunos de ustedes fueron insultados y maltratados públicam<strong>en</strong>te, y otros se<br />

unieron <strong>en</strong> el sufrimi<strong>en</strong>to con los que fueron tratados así. Ustedes tuvieron compasión de los<br />

que estaban <strong>en</strong> la cárcel, y hasta con alegría se<br />

dejaron quitar lo que poseían, sabi<strong>en</strong>do que <strong>en</strong> el cielo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> algo que es mucho mejor y que<br />

permanece para siempre. No pierdan, pues su confianza porque ella les traerá una gran<br />

recomp<strong>en</strong>sa. Ustedes necesitan t<strong>en</strong>er fortaleza <strong>en</strong> el sufrimi<strong>en</strong>to, para hacer la voluntad de<br />

Dios y recibir así lo que él ha prometido. Pues la<br />

Escritura dice: "Pronto, muy pronto, v<strong>en</strong>drá el que ti<strong>en</strong>e que v<strong>en</strong>ir. No tardará. Mi justo por la<br />

fe vivirá; pero si se vuelve atrás, no estaré cont<strong>en</strong>to de él. Y nosotros no somos de los que se<br />

vuelv<strong>en</strong> atrás y van a su cond<strong>en</strong>ación, sino de los que alcanzan la salvación porque ti<strong>en</strong><strong>en</strong> fe.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Marcos 13:14-23<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

"Cuando ustedes vean el horrible sacrilegio <strong>en</strong> el lugar donde no debe estar -el que lee,<br />

<strong>en</strong>ti<strong>en</strong>da-, <strong>en</strong>tonces los que estén <strong>en</strong> Judea, que huyan a las montañas; y el que esté <strong>en</strong> la azotea<br />

de su casa, que no baje ni <strong>en</strong>tre a sacar nada; y el que esté <strong>en</strong> el campo, que no regrese ni aun a<br />

recoger su ropa. ¡Pobres mujeres aquellas que <strong>en</strong> tales días estén embarazadas o t<strong>en</strong>gan niños<br />

de pecho! Pidan ustedes a Dios que esto<br />

no suceda <strong>en</strong> el invierno, porque serán días de un sufrimi<strong>en</strong>to como nunca lo ha habido desde<br />

que Dios hizo el mundo, ni lo habrá después. Y si el Señor no acortara ese tiempo, no se<br />

salvaría nadie; pero lo ha acortado por amor a los suyos, a los que él ha escogido. "Si <strong>en</strong>tonces<br />

algui<strong>en</strong> les dice a ustedes: 'Mir<strong>en</strong>, aquí está el Mesías', o "Mir<strong>en</strong>, allí está', no lo crean. Pues<br />

v<strong>en</strong>drán falsos mesías y falsos profetas; y<br />

harán señales y milagros, para <strong>en</strong>gañar, a ser posible, hasta a los que Dios mismo ha escogido.<br />

¡T<strong>en</strong>gan cuidado! Todo esto ya se lo he advertido a ustedes de antemano.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 175


Propio 29<br />

LA ESTACIÓN DESPUÉS DE PENTECOSTÉS<br />

Domingo más cercano a Noviembre 23<br />

COLECTA<br />

Dios omnipot<strong>en</strong>te y eterno, cuya voluntad es restaurar todas las cosas <strong>en</strong> tu muy amado<br />

Hijo, el Rey de reyes y Señor de señores: Concede, de tu piedad, que todos los pueblos de<br />

la tierra, divididos y esclavizados por el pecado, sean libertados y unificados bajo su reino<br />

de amor; qui<strong>en</strong> vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.<br />

Amén.<br />

PRIMERA LECTURA<br />

Daniel 7:9-14<br />

"Seguí mirando, hasta que fueron puestos unos tronos y un Anciano se s<strong>en</strong>tó. Su<br />

vestido era blanco como la nieve, y su cabello como lana limpia. El trono y sus ruedas eran<br />

llamas de fuego, y un río de fuego salía de delante de él. Miles y miles le servían, y millones y<br />

millones estaban de pie <strong>en</strong> su pres<strong>en</strong>cia. El tribunal dio principio a la sesión, y los libros<br />

fueron abiertos.<br />

Yo estaba mirando, atraído por las cosas tan arrogantes que el cuerpo pequeño<br />

decía; y mi<strong>en</strong>tras estaba mirando, mataron al monstruo y lo despedazaron, y luego lo<br />

echaron al fuego para que se quemara. También a los otros monstruos se les quitó el poder,<br />

pero los dejaron seguir vivi<strong>en</strong>do hasta que les llegara su hora. "Yo seguía vi<strong>en</strong>do estas visiones<br />

<strong>en</strong> la noche.<br />

De pronto: "Vi que v<strong>en</strong>ía <strong>en</strong>tre las nubes algui<strong>en</strong> parecido a un hijo de hombre, el cual<br />

fue a donde estaba el Anciano; y le hicieron acercarse a él. Y le fue dado el poder, la gloria y<br />

el reino, y g<strong>en</strong>te de todas las naciones y l<strong>en</strong>guas le servían. Su poder será siempre el mismo, y<br />

su reino jamás será destruido.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SALMO 93 (PÁGINA 615 L.O.C.)<br />

l. El Señor es Rey; se ha vestido de espl<strong>en</strong>dor;*<br />

el Señor se ha vestido y ceñido de poder.<br />

2. De tal manera afirmó el orbe,*<br />

que no se le puede mover.<br />

3. Firme es tu trono desde siempre;*<br />

tú eres eternam<strong>en</strong>te.<br />

4. Alzaron las aguas, oh Señor, las aguas alzaron su voz;*<br />

alzaron sus ondas aplastantes.<br />

5. Más pot<strong>en</strong>te que la voz de muchas aguas,<br />

más pot<strong>en</strong>te que los rompi<strong>en</strong>tes del mar,*<br />

más pot<strong>en</strong>te es el Señor <strong>en</strong> las alturas.<br />

6. Tus testimonios son muy firmes;*<br />

la santidad es el adorno de tu casa, oh Señor,<br />

por los siglos y para siempre.<br />

Página 176 <strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B


EPÍSTOLA<br />

Revelación 1:1-8<br />

Propio 29<br />

Esta es la revelación que Dios hizo a Jesucristo, para que él mostrara a sus siervos lo<br />

que pronto ha de suceder. Jesucristo lo ha dado a conocer <strong>en</strong>viando su ángel a su siervo Juan,<br />

el cual ha dicho la verdad de todo lo que vio, y es testigo del m<strong>en</strong>saje de Dios confirmado por<br />

Jesucristo.<br />

Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan la lectura de este m<strong>en</strong>saje recibido de Dios, y<br />

hac<strong>en</strong> caso de lo que aquí está escrito, porque ya se acerca el tiempo.<br />

Yo, Juan escribo a las siete iglesias de la provincia de Asia. Reciban ustedes gracia y<br />

paz de parte del que es y era y ha de v<strong>en</strong>ir, y de parte de los siete espíritus que están delante de<br />

su trono, y también de parte de Jesucristo, testigo fiel, que fue el primero <strong>en</strong> resucitar y ti<strong>en</strong>e<br />

autoridad sobre los reyes de la tierra. Cristo nos ama, y nos ha librado de nuestros pecados<br />

derramando su sangre, y ha hecho de nosotros un reino; nos ha hecho sacerdotes al servicio de<br />

su Dios y Padre. ¡Que la gloria y el poder sean suyos para siempre! Así sea.<br />

¡Cristo vi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> la nubes! Todos le verán, incluso los que lo traspasaron; y todos los<br />

pueblos del mundo harán duelo y llorarán por él. Si, así sea.<br />

"Yo soy el alfa y la omega," dice el Señor, el Dios todopoderoso, el que es y era y ha<br />

de v<strong>en</strong>ir.<br />

Palabra del Señor. Pueblo: Demos gracias a Dios.<br />

SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN<br />

San Juan 18:33-37<br />

Pueblo: ¡Gloria a ti, Cristo Señor!<br />

Pilato volvió a <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> el palacio, llamó a Jesús y le preguntó: ¿Eres tú el Rey de<br />

los judíos? Jesús le dijo: Eso lo preguntas tú por tu cu<strong>en</strong>ta, o porque otros te lo han dicho de<br />

mi?<br />

Le contestó Pilato: -¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes<br />

son los que te han <strong>en</strong>tregado a mí. ¿Qué has hecho? Jesús le contestó: -Mi reino no es de<br />

este mundo. Si lo fuera, t<strong>en</strong>dría g<strong>en</strong>te a mi servicio que pelearía para que yo no fuera<br />

<strong>en</strong>tregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Le preguntó <strong>en</strong>tonces Pilato: -¿Así que tú<br />

eres rey? Jesús le contestó: Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo<br />

que es la verdad. Y todos los que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a la verdad, me escuchan.<br />

El Evangelio del Señor. Pueblo: Te Alabamos, Cristo Señor.<br />

<strong>Leccionario</strong> <strong>Dominical</strong>, <strong>Año</strong> B Página 177

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