HORIZONTES - Fructuoso

Horizontes
¿Cómo comenzó todo? Empezamos a tomar conciencia de que la ansiada JMJ
se acercaba cuando el P. Igea pidió que algunas familias del equipo que viven en
el área de Monte Carmelo, alojasen un grupo de Chilenos. Y allí estaba el equipo
I, como un solo hombre rifándose chilenos. Fuimos planificando las vacaciones, y
finalmente nos inscribimos en el Grupo de la Congregación que habían organizado
Ignacio y Montse Menéndez del equipo O.
La emoción comenzó con la llegada de los chilenos a las familias. Los que no
acogían preguntaban a los que sí por la integración, las costumbres y, sobretodo,
por la organización, porque los acogedores ya tenían sus cuatro o cinco hijos
propios, no se vayan a creer.
Llegan los primeros e-mails para quedar. Nos vamos organizando como podemos…
Somos unos insensatos. Pensábamos que podríamos atravesar Colón el
jueves 18 para ver la exposición del Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia
en el Centro Cultural y una hora después estar en el local. ¡Impensable! Llegan
las primeras grandes emociones porque ¡¡no nos pudimos encontrar!! Cada familia
estaba en un punto diferente entre Cibeles y Colón pero estábamos en
contacto, preguntándonos unos a otros cómo estábamos viviendo (y sobreviviendo)
este momentazo de la iglesia.
Al día siguiente, bien prontito, al trabajo, pero eso sí, empiezan a llover los emails
emocionados. “¿Qué tal ayer? ¿Cómo acabasteis?” Comienza el tímido
primer e-mail, y lluvia de correos a continuación contando toda clase de experiencias
de encuentros con sacerdotes, religiosas de medio mundo.
Volvemos a quedar para la Feria Vocacional y el Vía Crucis, volvemos a fracasar
en juntarnos todos. Pero al menos nos vamos viendo con unos y otros ¡¡¡Qué
impresionante el Retiro!!! ¡Qué bonita la fiesta del perdón! Se confiesa el que
tiene suerte y no le dan con la puerta en las narices y nos vamos al Vía Crucis. Lo
escuchamos y meditamos junto a un grupo de franceses que hacen regalitos a
los niños del equipo. Alguna embarazada del equipo también aguantó de pié las
catorce estaciones al sol de la calle Alcalá (¡olé las madres valientes!). Despedida
para poder ver las imágenes (¡qué ilusos!) y recordatorio de cómo quedamos
para ir a Cuatro Vientos: “Empezamos a salir de las casas a eso de las 3 y el que
vaya llegando al F5 que avise. Nos vemos en el F5” y esta fue la mejor de las ilusiones,
pensar que en aquél F5 íbamos a poder encontrarnos con facilidad. Bueno,
a eso de las 8 empezamos a juntarnos.
Algunos más madrugadores habían llegado a las 4 de la tarde, pero aún situados
a escasos 10 metros del segundo grupo que llegó a las 5, no conseguimos
avistarnos hasta después de las 7:30.
En la espera nos hicimos amigos del grupo de franceses de detrás, pero sobre
todo, del grupo que venía de Taiwan con unos Sacerdotes de la Comunidad de
San Juan (franceses). ¡¡Qué majos los taiwaneses!! Nos hicieron sitio para los
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